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REUNION DE REFLEXION INTERDISCIPLINAR P. Félix Javier Serrano SDB LA V CONFERENCIA EPISCOPAL GENERAL COMO ACONTECIMIENTO ECLESIAL EN EL MOMENTO ACTUAL Importancia de la convocación Las últimas 4 Conferencias Episcopales Generales de América Latina se han constituido en momentos referenciales y de gran importancia para las comunidades cristianas de América Latina por el clima de reflexión, diálogo, oración y cuestionamientos, que han suscitado sobre la misión de la Iglesia en nuestro continente. Han sido momentos de gracia para el dinamismo y renovación pastoral. A los 15 años de Santo Domingo e inicios del siglo XXI resulta propicia la convocatoria a la V Conferencia Episcopal General de América Latina. La situación mundial y pastoral en estos 15 años ha 1

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REUNION DE REFLEXION INTERDISCIPLINAR

P. Félix Javier Serrano SDB

LA V CONFERENCIA EPISCOPAL GENERAL

COMO ACONTECIMIENTO ECLESIAL EN EL MOMENTO ACTUAL

Importancia de la convocación

Las últimas 4 Conferencias Episcopales Generales de América Latina se han

constituido en momentos referenciales y de gran importancia para las

comunidades cristianas de América Latina por el clima de reflexión, diálogo,

oración y cuestionamientos, que han suscitado sobre la misión de la Iglesia en

nuestro continente. Han sido momentos de gracia para el dinamismo y

renovación pastoral.

A los 15 años de Santo Domingo e inicios del siglo XXI resulta propicia la

convocatoria a la V Conferencia Episcopal General de América Latina. La

situación mundial y pastoral en estos 15 años ha variado notablemente y es

oportuno analizar los nuevos contextos en que se desenvuelve la acción

pastoral de las Iglesias de Latinoamérica.

Las documentos de las Conferencias Episcopales Generales de América

Latina, sin tener de por sí un peso jurídico, han ejercido un gran influjo moral

como criterios de orientación en muchas situaciones eclesiales.

Las Conferencias Generales Episcopales son signo de comunión eclesial y

ayudan a acrecentarla y mejorarla.

El camino emprendido por el Episcopado Latinoamericano en el tiempo de

existencia del CELAM es modélico para los episcopados de otros continentes.

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La realización de una nueva Conferencia indica continuidad con las IV

Conferencias Generales precedentes.

Tipo de documento

Recordemos que el problema metodológico ha sido una de las cuestiones

reincidentes en todos estos años en las Conferencias Generales del Episcopado

Latinoamericano.

Considero que el documento que se elabore en la V Conferencia debe ser de

“índole pastoral”, que se inspire, como metodología, en la Constitución

Pastoral sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II (GS) y que se coloque en

continuidad con el de Medellín y Puebla. Se ha de dejar de lado la

metodología que se encuentra en el documento de Santo Domingo, por no ser

la que responde a la mejor tradición de reflexión y pastoral latinoamericanas y

además por no ajustarse a la metodología predominante en la reflexión

teológico-pastoral.

La metodología del documento de Aparecida debiera, por tanto, tener los

siguientes pasos:

Criterios : Esta parte debe ser breve y exponer la mirada de fe o de

Jesús ante la realidad de América Latina.

Análisis socio-religioso de la realidad de América Latina

Se trata de un diagnóstico de la situación pastoral actual de las

comunidades de América Latina y de los problemas socio-económico-

políticos y culturales más relevantes, que están incidiendo en la acción

pastoral. El análisis prevalente ha de ser sobre las comunidades

cristianas, pues son ellas el centro y motivo de la reflexión.

Interpretación teológica del diagnóstico

Se trata de realizar una interpretación teológica del diagnóstico

precedente, evitando caer en hacer una reflexión teológica de tipo

general o mencionar un conjunto de principios bíblico-teológico-

magisteriales más o menos pertinentes, pero sin constituir una

auténtica respuesta teológica a los análisis de la realidad.

Líneas de acción

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Las líneas de acción deben corresponder a los problemas detectados en

el diagnóstico y reorientados en la dirección del deber ser de la

interpretación teológica efectuada. Las líneas de acción han de ser

relativamente pocas y sin descender al campo estratégico, que a mi

modo de ver, es propio de las Iglesias Particulares.

¿A quiénes se dirige el documento?

El documento, según mi opinión, debiera estar dirigido principalmente a las

comunidades eclesiales de América Latina, teniendo en la mira sobre todo los

cristianos practicantes y comprometidos en la vida pastoral. Por ello, el tipo de

documento debiera de ser más breve que el de las Conferencias Episcopales

Generales precedentes y con un tipo de lenguaje más existencial, vivo y

directo.

SUGERENCIAS SOBRE ALGUNOS TEMAS DE LA V CONFERENCIA

EPISCOPAL GENERAL DE AMERICA LATINA

Más que temas, creo que se debe hablar del tema de la V Conferencia General, que

puede englobar otros subtemas. Es muy importante que el documento ofrezca unidad

temática y que no sea una acumulación de argumentos, más o menos articulados.

Tomando en cuenta lo anterior, los ejes centrales del texto han de ser los siguientes:

Discípulos y misioneros de Jesucristo:

Se ha de presentar, de conformidad con la metodología planteada, el

diagnóstico-interpretación teológica-líneas de acción sobre el discipulado y

misionariedad de las comunidades cristianas de América Latina. Es muy

importante que el diagnóstico exponga la situación real y concreta de nuestros

cristianos y comunidades cristianas, aún con sus diferencias. Tenemos que

distinguir adecuadamente entre el catolicismo popular latinoamericano, con

sus posibilidades y limitaciones, y los católicos que viven y se comprometen

en su vida y en la de la Iglesia. Debemos preguntarnos y cuestionarnos por qué

el porcentaje más exiguo de los últimos y las repercusiones que tiene en la

capacidad de dinamismo pastoral.

La propuesta de discipulado y de misioneros ha mostrar su inserción a Cristo y

a la Iglesia. Los discípulos son discípulos de Jesucristo y se han constituido

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como seguimiento de totalidad de la propuesta de Jesús sobre el Reino. Los

discípulos son discípulos de Jesucristo y de la Iglesia, que es la congregación

de discípulos. Es muy importante esta conexión, para evitar predicadores

individuales.

El concepto de discipulado es englobante: expresa la llamarada, acogida y

seguimiento de la propuesta del Reino de parte de Jesús. Es importante que

prevalezca el sentido de integridad del seguimiento.

Respecto a misioneros. De por sí esta característica está implicada en el

discipulado, sin embargo, por la situación pastoral de la Iglesia y de América

Latina es conveniente resaltarla. En efecto, después del Concilio Vaticano II,

en la Iglesia, en general, y en América Latina se ha dado un movimiento ad

intra, disminuyendo la capacidad misionera. Esto ha provocado, entre otros

factores, un notable crecimiento de los grupos religiosos y evangélicos, siendo

notables los descensos estadísticos de católicos en algunos países de América

Latina. La pastoral debe asumir y relanzar las comunidades cristianas en

dinamismo misionero, porque la Buena Nueva de Jesucristo debe llegar a

todas las gentes.

Para que nuestros pueblos en El tengan vida.

Esta segunda parte del tema ha de mostrar la situación de nuestros pueblos

latinoamericanos y el dinamismo para que lleguen a “vida”, realización plena,

“desarrollo humano integral”. ¿Cuáles son los mayores desafíos de nuestros

pueblos desde el punto de vista social-político-económico-cultural?

Desde una perspectiva social creo que el marco debe ser el de la globalización

y sus repercusiones en América Latina. Este fenómeno afecta todas las esferas

y ámbitos y debe exponerse en su contextualización latinoamericana.

Desde el punto de vista político, creo que hay que señalar el deterioro del

panorama mundial y la prevalencia de las naciones económica y bélicamente

fuertes en la toma de decisiones, muchas veces unilaterales, en el concierto

mundial. En América Latina se debe señalar el populismo actual en muchas de

las propuestas políticas, además de la emergencia de tendencias indigenistas

en algunas naciones.

En lo económico se debe insistir en la pobreza en que está sumida el 70 % de

la población de América Latina y el compromiso de la Iglesia por los pobres

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para que la Buena Nueva sea presencia del Reino de Dios entre ellos. Se debe

reiterar las opciones de Medellín y de Puebla en esta dirección, que, por otra

parte, es fidelidad al evangelio de Jesús.

En lo cultural, se ha de reconocer la pluralidad de cultural del continente y la

necesaria inculturación de la fe en ellas. Se ha de evitar el identificar “cultura

latinoamericana” con “catolicismo popular”.

En él. Hasta cierto punto es una reiteración de la primera parte del enunciado,

sin embargo, viene a remarcar que las opciones y acciones de la Iglesia tienen

su fundamento y destino en Jesucristo. El es “alfa y omega”, “principio y fin

de la creación”.

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CONFRONTAR EL ALCANCE Y SIGNIFICADO DEL TEMA DE LA V

CONFERENCIA COMO RESPUESTA A ESOS GRANDES TEMAS

Destaco, primeramente, la elección acertada del tema. Por varios motivos:

La continuidad con el Sínodo de las Américas. El encuentro con Cristo

se hace discipulado.

La resonancia bíblicas de las categorías: discipulado, misión, vida,

pueblo, en El. Todo ello en referencia a Jesucristo.

La formulación positiva del tema que unifica identidad y misión de la

Iglesia, evitando contraposiciones de otras épocas.

Considero que el tema viene también a responder a a algunas necesidades de

nuestros pueblos latinoamericanos. Sin pretender ser exhaustivo menciono:

La urgencia de revitalizar el catolicismo popular latinoamericano y

hacer de nuestras comunidades cristianas, experiencias vivas y

dinámicas de discipulado y de anuncio de Jesucristo. Nuestras

comunidades cristianas, al menos muchas de ellas, son débiles, con

poca consistencia, organización y deficiencias en los agentes de

pastoral. Lo cual repercute en su escasa capacidad misionera.

Es urgente también orientar a las comunidades cristianas sobre el

compromiso que tienen en la vida social, económica, política y cultural

del continente, siendo agentes de un desarrollo humano integral,

realizado desde la fe. Nuestros pueblos están hambrientos de pan y de

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horizontes y caminos que los conduzcan a mejores condiciones de

vida, a vida más humana y más plena.

PRESENTACIÓN - HACIA LA V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL

CARIBE Los Presidentes y los delegados de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, se reunieron en el año 2001 en la XXVIII Asamblea Ordinaria del CELAM. En ese encuentro se decidió pedirle al Santo Padre Juan Pablo II que tuviera a bien convocar una nueva Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Su Santidad Juan Pablo II acompañó los primeros pasos de su preparación y aprobó la idea de celebrar una Conferencia General de nuestro Episcopado

Su Santidad Benedicto XVI, pocas semanas después de haber iniciado su pontificado, se declaró plenamente de acuerdo con la celebración de esta Conferencia General. Es más, el día 7 de julio del presente año, recibió al Presidente del CELAM en audiencia y le entregó el tema de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano:

“Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida.”- “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) -

De él proviene la expresión “en Él” y la cita evangélica. Somos discípulos y misioneros de Jesucristo cuando nuestro testimonio y nuestra misión evangelizadora se realiza verdaderamente por Él, con Él y en Él, que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. Luego, a los pocos meses de su pontificado, el 15 de octubre, recibimos la gozosa noticia que al Santo Padre Benedicto XVI le parecía bien celebrar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe junto al Santuario Mariano de Aparecida, en Brasil, e inaugurar allí la gran Asamblea durante el mes de mayo del año 2007.Así, la preparación de la V Conferencia General se iniciaba con el impulso del Espíritu Santo que nos une a Jesús y nos envía bajo la protección maternal de María Santísima. Este proceso se afianzará mediante una Gran Misión en América Latina y el Caribe que los Obispos desean convocar durante la celebración de la V Conferencia General, a fin de que nuestra Iglesia se proyecte y viva realmente con ardor misionero.Leer más

¿Qué son las Conferencias Generales?

Las Conferencias Generales son reuniones de obispos en las cuales los pastores analizan la vida de la Iglesia en sus territorios, descubren aspectos positivos y negativos, identifican problemas comunes, y deliberan de común acuerdo sobre las soluciones y líneas de acción pastoral.

La Conferencia General es convocada por el Santo Padre a petición de un grupo de Conferencias Episcopales. Él es quien acoge el propósito de reunirse, quien aprueba el tema y quien abre la reunión y la orienta con su discurso inicial. Él es también quien da su aprobación a las conclusiones del modo que estima más adecuado.

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En América Latina han celebrado cuatro Conferencias Generales llamadas también Asambleas Generales del Episcopado Latinoamericano: Río: 1955, Medellín: 1968, Puebla: 1979, Santo Domingo: 1992.

¿Cómo se preparan las Conferencias Generales?

Las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano son reuniones de obispos quienes las preparan con la colaboración de diversos organismos y expertos. En consecuencia, la identidad episcopal de estos encuentros debe mantenerse antes, durante y después de la Conferencia General.

¿Qué significa, para la estrategia participativa, mantener esa identidad episcopal?

Ante todo, significa que son las Conferencias Episcopales (CCEE) los actores y agentes principales para suscitar, organizar y encaminar la participación de las Iglesias particulares y de los organismos eclesiales, que dependen de cada Conferencia Episcopal, en la preparación de la Conferencia General. Las CCEE cuentan con la colaboración de la Presidencia del CELAM, que tiene el encargo de coordinar y animar este trabajo preparatorio en comunión con la Sede Apostólica, especialmente con la Pontificia Comisión para América Latina.

El CELAM, con la colaboración de las Conferencias Episcopales, ha recogido las inquietudes, reflexiones y sugerencias de todos los obispos de América Latina y del Caribe y las ha sintetizado en el Documento de Participación. Este Documento, acompañado de Fichas de Trabajo, fue enviado a todas las Conferencias Episcopales y a través de ellas a las Iglesias Particulares con el objetivo de suscitar una amplia participación del Pueblo de Dios.

CONCLUSIÓN GENERAL

351.    La Iglesia que vive su fe en el Continente Latinoamericano camina al encuentro del Señor resucitado para que nuestros pueblos tengan vida en él. A lo largo de su historia, Jesús mismo suscitó muchas experiencias de encuentros con él que fueron acontecimientos pascuales.

352.    Hoy nuestra Iglesia se siente llamada a renovar su encuentro con el Resucitado, reviviendo la experiencia de los dos discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Como ellos, camina entre dificultades y dolores. Al igual que ellos, anhela dejarse encontrar y transformar por el Señor resucitado, para ofrecerlo como vida al mundo por el testimonio de su fe y el compromiso efectivo con su misión.

1.    Una Iglesia interpelada por Jesús

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353.    Hemos iniciado nuestra reflexión dejándonos interpelar por Jesús siempre presente, implícita o explícitamente, en la realidad de nuestros pueblos. Él, como a aquellos dos de Emaús, hoy nos pregunta: “¿Qué es lo que vienen conversando?”, ¿qué les ha ocurrido? (Lc 24, 17.19). Y caminando con nosotros, nos invita a contar lo que nos está pasando. Le hablamos entonces de nuestra originalidad latinoamericana, de nuestros valores peculiares, de la debilidad de la fe en Dios, que se deja sentir con fuerza en nuestra sociedad y de las situaciones de dolor y desesperanzas que marcan a tantos hermanos y hermanas del Continente. Le decimos que estamos viviendo un cambio de época que ilusiona a unos y desorienta a otros, y que en dicho cambio de época nosotros, su Iglesia, queremos testimoniar con nuevo ardor y nuevos métodos “el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios” (EN 22).

354.    Nuestra mirada quiere ser de empatía frente a la realidad, acogiéndola y sin desanimarnos por lo que ocurre. Pero quiere también ser también profundamente crítica, no sólo para percibir los fenómenos, sino para aprehender sus causas y, sobre todo, quiere ser paciente y audaz, para acompañar los ritmos del mundo en que vivimos y aportar la fuerza transformadora del mensaje de Jesús y de la vida nueva en él. Crece en nosotros la esperanza en una vida plena, porque nos mueve la certeza de que Jesús, que ha salido y sigue saliendo al camino de nuestra historia como Señor resucitado, ya venció la muerte y nos pide que no tengamos miedo (cf. Jn 16, 33).

355.    De la fecundidad del misterio pascual tenemos innumerables signos en nuestras Iglesias particulares. La encontramos, por ejemplo, en el despertar de tantas comunidades, en la generosidad y la entrega de incontables catequistas, en las celebraciones litúrgicas, en el empeño solidario, en todas las escuelas de discípulos que crecen entre nosotros, ya sea como movimientos eclesiales o de otras maneras, y en todos los bautizados que buscan y encuentran al Señor y se transforman en presencia viva de Cristo para la vida del mundo.

2.    Una Iglesia invitada al discernimiento y alimentada por Jesús

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356.    Jesús nos mira con amor y también con preocupación (cf. Lc 24, 25) por las veces que no discernimos los caminos de su Padre y diluimos la respuesta a los impulsos de su Espíritu. Para iluminar nuestro caminar, el Señor se transforma en nuestra memoria profética y sapiencial y, a la luz de las Escrituras, nos hace presente el proyecto salvador del Padre. Manifiesta que nuestra profunda vocación es estar llamados a ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Nos invita a aceptar el desafío urgente y el compromiso creativo de cuidar y apreciar toda vida humana. Luego, nos hace presente su vida y el sentido de su misterio pascual. Nos pide discernir la realidad como pastores creyentes que denuncian los signos de muerte a la luz del anuncio del plan del Padre, propuesta de vida digna y feliz para todos, particularmente para los desposeídos. Nos invita a discernir como Iglesia, comunidad de los suyos, llamada a ser en el mundo signo del Reino, lugar fraterno de celebración de la fe y de envío misionero.

357.    Nada podemos sin el Señor. Como los discípulos de Emaús, clamamos: “Quédate con nosotros” (Lc 24, 29). Quédate con nosotros porque muchas veces el camino se hace oscuro y la tarea pesada, porque sin Ti nuestra vitalidad decae y nuestro ardor desfallece. Y Jesucristo, Cabeza de su Iglesia, no sólo se queda con nosotros, sino “en nosotros” (MND 19). Cada domingo, “día del Señor y de la Iglesia”, el pueblo de Dios celebra la Eucaristía como memorial del misterio pascual de quien ofreció su vida para transformar nuestra vida y la sociedad. La Eucaristía, celebrada con y por el pueblo de Dios, es fuente y epifanía de comunión, sacramento que educa y crea filiación y fraternidad y, por lo mismo, impulso y proyecto de misión.

358.    Cuando admirados escuchamos al Resucitado y celebramos la fracción del pan, queremos vivir como discípulos y misioneros. Alimentados por la doble mesa del Pan y de la Palabra, buscamos ser ante todo una “Iglesia discípula”. Iglesia que con “ojos” y “oídos de discípulo” siga atenta el dinamismo de la historia, poniendo su mano en el pulso del tiempo y su oído en el corazón de Dios. Iglesia que con “corazón de discípulo” suscite la admiración y la comunión vital con el Señor, y que con “manos y pies de discípulo” se empeñe con renovado entusiasmo en la trasformación de las realidades de muerte, para que nuestros pueblos en él tengan vida.

3.    Una Iglesia enviada por Jesús

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359.    La cercanía y pedagogía de aquel Peregrino que se puso a caminar con nosotros (cf. Lc 24, 15) hace arder nuestro corazón y da una nueva visión a nuestros ojos. La compañía del Resucitado es nuevamente la motivación para el camino, pero ya no para el que va a Emaús, sino para el que lleva a encontrarse con los hermanos en la fe y compartir el acontecimiento de reconocer al Señor cuando “íbamos de camino” (24, 35). Ahora será de Jerusalén, lugar del misterio pascual, de la irrupción del Espíritu Santo y de la comunidad apostólica, de donde se sale a testimoniar la presencia actual y transformante del Señor de la vida. El nuevo pueblo de Dios, en virtud de la obediencia del Hijo, es hecho pueblo en estado permanente de misión, porque el Espíritu Santo que se le regala no se cansa ni desfallece. En el pueblo de Dios, todo creyente es a la vez discípulo y misionero o bien no es auténtico seguidor de Cristo.360.    Esta inserción en el mundo, desde la comunidad y con el impulso del Espíritu, nos exige una espiritualidad y un estilo de vida marcado por el anuncio kerigmático y misionero. También nos pide valorar y animar la pluralidad de la Iglesia en sus diversas comunidades, ricas en carismas y ministerios. El proyecto del Padre, el acontecimiento salvador del Hijo y la misión a la que el Espíritu impulsa, nos lleva a mirar con renovada esperanza la construcción del Reino en el Continente.

361.    Sabemos que nos incumbe la urgente tarea de formarnos como discípulos misioneros. Nadie en la Iglesia se puede marginar de la formación ni de la misión. Asumiendo la historia de nuestros pueblos anhelamos transmitir aquella esperanza que no defrauda (cf. Rom 5, 5): en el encuentro con el Resucitado, tal como para los de Emaús, es posible un ser humano y un mundo nuevos, porque en los albores del siglo XXI es posible un nuevo Pentecostés de abundante vida.

4.    Una Iglesia que tiene por modelo a la Madre de Jesús

362.    María, madre de los discípulos misioneros, también camina con nosotros. Ella lo hace como discípula, porque ha creído firmemente que lo anunciado por el Señor se cumplirá. Lo hace como misionera, porque -a diferencia de los apóstoles que proclaman la Palabra- da a luz a Jesús, Palabra de Dios, contenido de la proclamación apostólica. Camina con nosotros como mujer solidaria, porque ofrece su ser, su intercesión y sus santuarios para atender nuestras necesidades. Camina como nueva Arca de la alianza, habitada por la Palabra viva de

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Dios, y como sierva del Señor, que por su escucha y obediencia tiene la experiencia de grandes cosas que el Poderoso hace en ella y con ella. Ella es por sobre todo modelo del discípulo misionero que abre su vida al acontecimiento salvífico trinitario.

363.    María, la madre de la Iglesia, acompaña a apóstoles y discípulos en Pentecostés. Con ellos espera la luz plena que proviene del Espíritu (cf. Jn 14, 25; 16, 13). Como ellos, realiza el proceso característico de una fe que crece en la comprensión y práctica del proyecto salvador del Padre (cf. Lc 8, 15.21).

364.    Que la Inmaculada Concepción que veneramos en Aparecida, que concibió primero a Jesucristo en el corazón y después en sus entrañas, sea madre y modelo de fecundos discípulos misioneros y de significativos itinerarios pastorales y espirituales para que todos nuestros pueblos, que tanto veneran a su Madre, tengan vida en Jesucristo.

PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO: SÍNTESIS POR MONS. ANDRÉS STANOVNIK OFMCAP

PRESENTACIÓN

La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, es un acontecimiento eclesial de fraterna colegialidad episcopal, cuya preocupación fundamental es la evangelización del Continente. Para dar un nuevo impulso pastoral a la vida y la misión de nuestras Iglesias, S.S. Benedicto XVI tuvo a bien convocar una nueva Conferencia General en Aparecida, Brasil, y entregarles el tema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en él tengan vida, «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6)”. Luego el CELAM, conforme a sus Estatutos (Art. 4, 7), asumió el encargo de preparar este extraordinario evento episcopal.

El primer momento de su preparación consistió en recoger valiosas aportaciones de las Conferencias Episcopales y de diversas reuniones en el ámbito del CELAM sobre el tema del discipulado y la misión, sobre los núcleos temáticos que de allí se desprenden y los resultados del análisis y discernimiento del actual momento histórico. Con ese material se elaboró el Documento de Participación y las Fichas de trabajo, para ofrecerlos como instrumentos que motivaron luego una amplia y activa participación del Pueblo de Dios con la reflexión sobre el tema entregado por el Santo Padre.

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El documento y las fichas se enviaron a las Conferencias Episcopales para que éstas los distribuyeran a las Iglesias particulares, organismos episcopales e instituciones católicas. Asimismo, se envió ese material a organismos de nivel continental con alguna vinculación a la Iglesia Católica. A todos ellos se animó a participar y a elaborar aportes al tema. Al mismo tiempo, se realizaron varios seminarios con participación de expertos, y congresos en los que intervinieron miembros de diferentes países de América Latina y del Caribe. Sus resultados ya han sido publicados en su mayor parte y otros están en vías de publicación.

 

Todos estos encuentros tuvieron como objetivo profundizar el tema del discipulado y la misión desde diversas perspectivas: bíblica, teológica y pastoral; y discernir el profundo cambio cultural que vivimos, a fin de buscar juntos caminos más adecuados para vivir con fidelidad creativa el mensaje del Evangelio y transmitirlo con nuevo ardor misionero.

Durante este período se exhortó a todas las comunidades cristianas de la región y, de un modo muy especial, a todos los monasterios de vida contemplativa, a vivir en clima de fe y oración la preparación de la V Conferencia. En particular, se recomendó que todos los grupos de trabajo iniciaran y finalizaran su tarea con la oración que nos entregó S.S. Benedicto XVI para la V Conferencia General. La oración, la reflexión y la elaboración de aportaciones significó en muchas comunidades un fuerte apoyo y animación para un renovado impulso en el compromiso de vida cristiana y acción misionera.

 

En el segundo momento de preparación de la V Conferencia se han recogido las contribuciones que llegaron al CELAM, como resultado de un año de intensa labor en el Continente. Se han recibido los aportes de 21 Conferencias Episcopales de la región, de los Departamentos del CELAM, de algunos Dicasterios romanos, de organismos y eventos continentales y otras aportaciones varias. En total, llegaron más de 2.400 páginas con valiosas aportaciones, que enriquecieron la reflexión afrontando algunos grandes temas que no aparecían suficientemente tratados en el Documento de Participación. La Asamblea de Aparecida, movida por el soplo del Espíritu, podrá insistir en otros temas que tal vez no estén presentes con la debida importancia en la presente síntesis.

 

Los aportes recibidos fueron clasificados temáticamente por el equipo del CELAM. A continuación fueron estudiados por una comisión especial de obispos, teólogos/as, biblistas y pastoralistas, nombrados por la Presidencia del CELAM. Una vez estudiados, fueron la base para redactar el presente documento.

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El objetivo de este trabajo es ofrecer una síntesis cualitativa de los aportes recibidos, como resultado de la participación de innumerables comunidades y diócesis, que reflexionaron sobre el tema del discipulado y la misión ante el desafío de la evangelización en el tiempo presente. Es claro, en la actual síntesis no se pretende recoger materialmente todas y cada una de las propuestas que nos han llegado del Continente, sino expresarlas con fidelidad al espíritu en sus aspectos más significativos. En ello reside su valor y en tal sentido lo ofrecemos al participante de la V Conferencia, a fin de que sirva como instrumento cualificado de inspiración y consulta durante las deliberaciones de Aparecida. A esta síntesis se suman diversos subsidios que se publicaron en vista de la preparación de la V Conferencia y se enviaron a todos los que van a participar en esta Asamblea. Sin embargo, la síntesis de estas contribuciones no debe confundirse con el esbozo del documento final de Aparecida. Redactarlo será obra de quienes participen en la Conferencia General con la apertura propia del discípulo al soplo del Espíritu.

 

Aunque el principal destinatario de este texto es el participante de la V Conferencia, también lo ofrecemos con gusto a las Conferencias Episcopales de América Latina y del Caribe, porque precisamente sus aportaciones fueron la base para elaborar esta síntesis. Su lectura puede ser muy útil para ver cuáles son los grandes temas que hoy retan a una nueva evangelización del Continente, y percibir anhelos e inquietudes de pastores y fieles que desean vivir en el tiempo presente con nuevo entusiasmo su vocación de discípulos para la misión.

 

+Andrés Stanovnik OFMCap.

Obispo de Reconquista

Secretario General del CELAM

RESUMEN DEL DOCUMENTO FINAL 

1. Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final

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que resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él. En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado sobre el tema Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida' (Jn 14,6), y han procurado trazar en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.

2. Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”. Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una nueva etapa pastoral, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3). Se han propuesto renovar las comunidades

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eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la trasmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.

3. En ese contexto y con ese espíritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento final. El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera, que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión. Ese esquema tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

4. La primera parte se titula La vida de nuestros pueblos. Allí se considera, brevemente, al sujeto que mira la realidad y que bendice a Dios por todos los dones recibidos, en especial, por la gracia de la fe que lo hace seguidor de Jesús y por el gozo de participar en la misión eclesial. Ese capítulo primero, que tiene el tono de un himno de alabanza y acción de gracias, se denomina Los

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discípulos misioneros. Inmediatamente sigue el capítulo segundo, el más largo de esta parte, titulado Mirada de los discípulos misioneros hacia la realidad. Con una mirada teologal y pastoral considera, con cierto detenimiento, los grandes cambios que están sucediendo en nuestro continente y en el mundo, y que interpelan a la evangelización. Se analizan varios procesos históricos complejos y en curso en los niveles sociocultural, económico, sociopolítico, étnico y ecológico, y se disciernen grandes desafíos como la globalización, la injusticia estructural, la crisis en la trasmisión de la fe y otros. Allí se plantean muchas realidades que afectan la vida cotidiana de nuestros pueblos. En ese contexto, considera la difícil situación de nuestra Iglesia en esta hora de desafíos, haciendo un balance de signos positivos y negativos.

5. La segunda parte, a partir de la mirada al hoy de América Latina y El Caribe, ingresa en el núcleo del tema. Su título es La Vida de Jesucristo en los discípulos misioneros. Indica la belleza de la fe en Jesucristo como fuente de Vida para los hombres y mujeres que se unen a Él y recorren el camino del discipulado misionero. Aquí, tomando como eje la Vida que Cristo nos ha traído, se tratan, en cuatro capítulos sucesivos, grandes dimensiones interrelacionadas que conciernen a los cristianos en cuanto discípulos misioneros de Cristo: la alegría de ser llamados a anunciar el Evangelio, con todas sus repercusiones como “buena noticia” en la persona y en la sociedad (capítulo tercero); la vocación a

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la santidad que hemos recibido los que seguimos a Jesús, al ser configurados con Él y estar animados por el Espíritu Santo (capítulo cuarto); la comunión de todo el Pueblo de Dios y de todos en el Pueblo de Dios, contemplando desde la perspectiva discipular y misionera los distintos miembros de la Iglesia con sus vocaciones específicas, y el diálogo ecuménico, el vínculo con el judaísmo y el diálogo interreligioso (capítulo cinco); por fin, se plantea un itinerario para los discípulos misioneros que considera la riqueza espiritual de la piedad popular católica, una espiritualidad trinitaria, cristocéntrica y mariana de estilo comunitario y misionero, y variados procesos formativos, con sus criterios y sus lugares según los diversos fieles cristianos, prestando especial atención a la iniciación cristiana, la catequesis permanente y la formación pastoral (capítulo sexto). Aquí está una de las novedades del Documento que busca revitalizar la vida de los bautizados para que permanezcan y avancen en el seguimiento de Jesús.

6. La tercera parte ingresa plenamente en la misión actual de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Conforme al tema se la formula con el título La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teológicos, aquí se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un núcleo decisivo del Documento se presenta La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena, considerando la Vida nueva que Cristo

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nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla. Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia: convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera. Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados (capítulo siete). Luego se analizan algunos ámbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misión de los discípulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana se confirma la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres (vg., los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional (capítulo ocho). Bajo el título Familia, personas y vida, a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompañar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de niños, jóvenes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el

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cuidado del medio ambiente como casa común (capítulo nueve).

En el último capítulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura , continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelización de la cultura y la evangelización inculturada, se tratan los desafíos pastorales de la educación y la comunicación, los nuevos areópagos y los centros de decisión, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida pública, especialmente el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes, y una acción evangelizadora que señale caminos de reconciliación, fraternidad e integración entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en América Latina y El Caribe (capítulo diez).

7. Con un tono evangélico y pastoral, un lenguaje directo y propositivo, un espíritu interpelante y alentador, un entusiasmo misionero y esperanzado, una búsqueda creativa y realista, el Documento quiere renovar en todos los miembros de la Iglesia , convocados a ser discípulos misioneros de Cristo, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (EN 80). Llevando las naves y echando las redes mar adentro, desea comunicar el amor del Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos a todos los bautizados y bautizadas, para que proclamen con audacia a Jesucristo al servicio de una vida en plenitud para nuestros pueblos. Con las palabras de los

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discípulos de Emaús y con la plegaria del Papa en su Discurso inaugural, el Documento concluye con una oración dirigida a Jesucristo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado” (Lc 24,29).

8. Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por América Latina y El Caribe, los discípulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el rostro de la Virgen María. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe, hace sentir a sus hijos más pequeños que están cobijados por su manto, y desde aquí, en Aparecida, nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jesús, porque Él es “el Camino, la Verdad y la Vida ” ( Jn 14,6), sólo Él tiene “palabras de Vida eterna” (Jn 6,68) y Él vino para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Aparecida, 30/5/2007

Nuestra Señora             de Aparecida  

  Brasil  

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La Historia La historia cuenta que en el año 1717, El gobernador de Sao Paulo y Minas Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, Conde de Assumar, pasó por la villa de Guaratinguetá camino a villa Rica. Por tal motivo, los pobladores del lugar, queriendo agasajar al invitado, solicitaron a tres pescadores,

Domingos Garcia, Filipe Pedroso e João Alves, una provisión de peces.

Estos hombres se encontraban en el río Paraiba, arrojando sus redes en el agua, cuando de repente al levantar una de ellas, encontraron una figura rota de terracota de la Virgen de la Concepción, de tan solo 36 cm. Primero hallaron el cuerpo y al arrojar otra vez la red lograron ubicar la cabeza. Luego del suceso, la pesca, que hasta ese momento había sido escasa, fue tan abundante, que tuvieron que volver a la costa por el peso que tenían sus pequeñas embarcaciones.

Uno de los pescadores llevó la imagen a su casa y le realizó un pequeño altar, unos años después crearon un oratorio, lugar que era visitado por todos los lugareños.El 5 de mayo de 1743, se comenzó a construir un templo, que se inauguró el 26 de julio de 1745, venerando a la Virgen bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida.

El pueblo de Nuestra Señora Aparecida se encuentra a unos cuantos kilómetros de Guaratinguetá, villa del Estado de Sao Paulo.

Se ignora completamente como es que la imagen fue a parar al río, pero si se conoce su autor, un monje de Sao Paulo, llamado Frei Agostino de Jesús quien la moldeo en el año 1650.

La Virgen es de color moreno y esta vestida con un

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manto grueso bordado, sus manos se ubican en el pecho en posición de oración, fue coronada solemnemente en 1904, por don José de Camargo Barros, obispo de Sao Paulo.

El 16 de julio de 1930, Pío XI la declaró a Nuestra Señora Aparecida patrona de Brasil. El día 4 de julio de 1980, el Papa Juan Pablo II visito el santuario y le dio el título de Basílica.

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