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Factótum 11, 2014, pp. 52-66 ISSN 1989-9092 http://www.revistafactotum.com Retórica de la Historia: filosofía, razón imaginativa, valor y verdad. Argumentos para la defensa de una hermenéutica aplicativa Adriana Minardi Universidad de Buenos Aires (Argentina) & Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET (Argentina) E-mail: [email protected] Resumen: La narración histórica, en tanto metacódigo, supone la presencia de un conocimiento que para poder ser inteligible necesita de una organización estructural del relato. La pregunta central debería ser: ¿por qué es necesario traducir determinado conocimiento en relato?, aquello que los griegos definían como la mathesis, elemento esencial de la narración. Una posible respuesta la encontramos en el despliegue necesario que relaciona narración histórica y literatura a partir de procedimientos que un narrador articula y una estructura que conecta tropológicamente determinados eventos. En este sentido, el debate entre la hermenéutica epistemológica y la analítica ha llevado, en muchas ocasiones, a declaraciones taxativas a favor de una u otra sin comprender que se trata de procesos enmarcados en contextos determinados y determinantes. En el presente artículo daremos cuenta de estas relaciones siempre problemáticas y, en particular, del rol de la literatura o lenguaje tropológico, en la concepción filosófica de la historia a partir de lo que llamamos “hermenéutica aplicativa”. Palabras clave: filosofía de la historia, valor, verdad, hermenéutica. Abstract: The historical narratives, as metacode, supposes the presence of a knowledge that, for being inteligible, needs a structural organization of the statement. The central question should be: why is it necessary to translate certain knowledge into storytelling?, that one Greeks defined as mathesis, essential element of the narrative. We find a possible answer in the necessary deployment that relates historical statements and literature from procedures a narrator articulates and a structure that connects, in a tropological way, certain events. In this respect, the debate between the epistemic hermeneutics and the analytical one has led, in many occasions, to restricted declarations in favour of one or the other one, without understanding that it is a question of processes placed in certain and determinant contexts. In the present article we will realize of these relations, always problematically and, especially, of the role of the literature or tropological language, in the philosophical conception of the history from what we call “applicative hermeneutics”. Keywords: philosophy of history, value, truth, hermeneutics. 1. Introducción ¿Podremos alguna vez narrar sin moralizar? White (1987: 39) Con la pregunta precedente termina el capítulo I con el que Hayden White problematiza el sentido de la narración histórica. Nos proponemos en este artículo dar cuenta de los aspectos del instrumental teórico- crítico que sustentan los ensayos de carácter histórico-historiográfico. Respecto del dilema de la inscripción de lo histórico trataremos no sólo de presentar argumentos válidos a favor de una posible hermenéutica analítica sino también de superar dicho debate, refiriéndonos a las funciones ideológicas de los textos vinculados al tratamiento de la historia. 1 1 “Plantear la cuestión de la naturaleza de la narración es suscitar la reflexión sobre la naturaleza misma de la cultura y, posiblemente, incluso sobre la naturaleza de la propia humanidad” (White, 1987: 17). Aquí podemos ver cómo el planteo teórico logra ir más allá para poner en escena el problema mismo de la experiencia del pasado y sus vinculaciones en el entramado social presente. RECIBIDO: 02-04-2014 ACEPTADO: 29-04-2014 Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2014)

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Factótum 11, 2014, pp. 52-66ISSN 1989-9092http://www.revistafactotum.com

Retórica de la Historia: filosofía, razón imaginativa, valor y verdad. Argumentos para la defensa de una hermenéutica aplicativa

Adriana Minardi

Universidad de Buenos Aires (Argentina) & Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET (Argentina)E-mail: [email protected]

Resumen: La narración histórica, en tanto metacódigo, supone la presencia de un conocimiento que para poderser inteligible necesita de una organización estructural del relato. La pregunta central debería ser: ¿por qué esnecesario traducir determinado conocimiento en relato?, aquello que los griegos definían como la mathesis,elemento esencial de la narración. Una posible respuesta la encontramos en el despliegue necesario que relacionanarración histórica y literatura a partir de procedimientos que un narrador articula y una estructura que conectatropológicamente determinados eventos. En este sentido, el debate entre la hermenéutica epistemológica y laanalítica ha llevado, en muchas ocasiones, a declaraciones taxativas a favor de una u otra sin comprender que setrata de procesos enmarcados en contextos determinados y determinantes. En el presente artículo daremoscuenta de estas relaciones siempre problemáticas y, en particular, del rol de la literatura o lenguaje tropológico, enla concepción filosófica de la historia a partir de lo que llamamos “hermenéutica aplicativa”.Palabras clave: filosofía de la historia, valor, verdad, hermenéutica.

Abstract: The historical narratives, as metacode, supposes the presence of a knowledge that, for being inteligible,needs a structural organization of the statement. The central question should be: why is it necessary to translatecertain knowledge into storytelling?, that one Greeks defined as mathesis, essential element of the narrative. Wefind a possible answer in the necessary deployment that relates historical statements and literature fromprocedures a narrator articulates and a structure that connects, in a tropological way, certain events. In thisrespect, the debate between the epistemic hermeneutics and the analytical one has led, in many occasions, torestricted declarations in favour of one or the other one, without understanding that it is a question of processesplaced in certain and determinant contexts. In the present article we will realize of these relations, alwaysproblematically and, especially, of the role of the literature or tropological language, in the philosophicalconception of the history from what we call “applicative hermeneutics”. Keywords: philosophy of history, value, truth, hermeneutics.

1. Introducción

¿Podremos alguna vez narrar sin moralizar? White (1987: 39)

Con la pregunta precedente termina elcapítulo I con el que Hayden Whiteproblematiza el sentido de la narraciónhistórica. Nos proponemos en este artículo darcuenta de los aspectos del instrumental teórico-crítico que sustentan los ensayos de carácterhistórico-historiográfico. Respecto del dilema de

la inscripción de lo histórico trataremos no sólode presentar argumentos válidos a favor de unaposible hermenéutica analítica sino también desuperar dicho debate, refiriéndonos a lasfunciones ideológicas de los textos vinculadosal tratamiento de la historia.1

1 “Plantear la cuestión de la naturaleza de la narración es suscitarla reflexión sobre la naturaleza misma de la cultura y, posiblemente,incluso sobre la naturaleza de la propia humanidad” (White, 1987: 17).Aquí podemos ver cómo el planteo teórico logra ir más allá para poneren escena el problema mismo de la experiencia del pasado y susvinculaciones en el entramado social presente.

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Si el problema, como señalara BenedettoCroce con un famoso dictum en su Estética(1969), es que donde no hay narrativa nohay historia, debemos entender quecomprender la narración histórica nodepende de variables solamente descriptivasy teóricas sino también prácticamenteanalíticas. A la perspectiva de lahermenéutica epistemológica se le criticabala construcción del CLM (Covering LawModel, el modelo de ley aclaratorio o decobertura), es decir la comprensión de laacción histórica como evento singular. Laaportación significativa radicaba en esteconcepto puesto que venía a romper losmodelos de la razón de la historiaespeculativa. El método resolutivo-composicional daba el marco a una cienciade la historia que se concentraba en loseventos y que apostaba al argumento de lacontinuidad. La pretendida transparencia dellenguaje, concepción que se asienta en unafilosofía del lenguaje realista, se convirtió enla clave de bóveda para la resurrección delreferente. La metáfora venía a salvar lasdiferencias entre el sujeto y el mundo delpasado, permitiendo los procesos deoikeiosis,2 mediante los cuales la realidadpasada cobraba vida a partir de un sujetoconsciente, general e intercambiable y eranademás capaces de crear lazosepistemológicos con la realidad pasada(Ankersmit, 2005: 131). Esta cuestiónlingüística, que necesariamente estávinculada con el problema del relato deldiscurso literario, encuentra su fundamentoen el debate explicación versuscomprensión. Es necesario que recalquemosnuevamente la necesidad de focalizarnuestro análisis en el tipo de conocimientoque se pretende no sólo alcanzar sino poneren circulación a través del relato histórico.Este debate supone ver la explicación apartir de causalidades y eso es lo que definea la hermenéutica epistemológica mientrasque la noción de comprensión interpretativa

2 Como concepto de la ética estoica se define así: “[…]oikeiosis which is impossible to translate into english (Cicero usedconciliato, commendatio as associate words) but which can beroughly paraphrased by something like a process of takingsomething to oneself, or accepting or appropriating it or making itone’s own idea... An important part of the idea […] is that livingthings initially pursue not pleasure but self-preservation andmaintenance of their own existence whether accompanied bypleasure or not. To this end they will avoid what is inimical to self-preservation maintenance of their own existence whetheraccompanied by pleasure or not tied in this way to the notion ofself-preservation, oikeiosis was a vital component in the Stoicview of the development of human psychology”. (White, 1987:319). El sentido de recuperación de la memoria adquiere valorporque en su búsqueda está también la supervivencia de lacondición humana como veremos a partir de los aportes de EelcoRunia (2007) sobre la conmemoración.

o Verstehen,3 en la que ubicamos aBenedetto Croce, Wilhelm Dilthey y RobinCollingwood entre otros, se hace presentecomo vía posible narrativa y social, opuestaa la anterior.

La idea de interpretar vuelve aproblematizar la pretensión de experimentarreflexivamente. Pero esta perspectivapsicologizante, si bien tiene críticas es, porotro lado, lo que lleva a comprender elanálisis no empirista de la historia. Todoindividuo se configura por el lenguaje y sumetafunción4 puesto que se comprende en lamedida en que se es un sujeto histórico.Esta diferencia fundamental respecto de lahermenéutica epistemológica se afirma conHans-Georg Gadamer, para quien lo esenciales volver a preguntarse por el lenguaje; nohay forma de comprobación sino condicionesde comprensión y construcción de sentido.La verdad no está fuera sino que seconstruye en los términos del mismolenguaje. Es por esto que la metáforacaracterística del pisapapeles de cristal quedio fundamento a la hermenéuticaepistemológica deviene metáfora de laterraza. Frente a la pretendida transparenciadel lenguaje que hacía del agente histórico elobjeto predilecto del historiador, nosencontramos con la opacidad del lenguaje o,como explica Roland Barthes (1974), lapuesta en escena del lenguaje.

La terraza rompe con la idea de lametáfora como lazo directo con la realidadpasada, supone niveles de interpretacióncuyas diversas capas no señalan laresponsabilidad del agente sino el problemamismo de la agencia a la vez queproblematizan la idea del punto de vista queya no se resuelve mediante la equivalenciade un agente histórico y su historiador sinode la construcción de sentido tanproblemático en el texto histórico;5 éste, asu vez, depende de la polifonía en la mayoríade los casos e, incluso, para aquellos tiposen los que ubicamos un narradoromnipresente, también tenemos el problemadel ethos que presenta, es decir losdiferentes posicionamientos que toma a lolargo del relato y que rompen claramentecon su supuesta unicidad. De esta forma elproblema de ese sujeto consciente escomplementario de la noción de “forum

3 El concepto es un tecnicismo propuesto por Max Weber. Elcomprensivismo se opone al uso del método experimental en lasciencias sociales que no se pueden reducir a leyes generales sinoque están sujetas a la interpretación.

4 Esta función está asociada a la tradición nominalista de lafilosofía del lenguaje, aquella que señala que el referente es enrealidad un constructo propio del discurso.

5 Retomaremos esta cuestión más adelante.

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internum” cartesiano. Pero el sujeto apareceescindido, heteróclito e incapaz de lograr lamimesis perfecta del espejo epistemológicoy es allí donde las nociones de continuidad ydiscontinuidad resultan claves. Para lahermenéutica epistemológica ver equivale asaber porque los presupuestos soncognitivos.

La idea de la continuidad se basa en queel tiempo pasado es fiel a una verdad que esveracidad. El argumento de la discontinuidadexplica, por el contrario, que las narrativasficcionales de la historia contienen otro tipode verdad, una verdad más ligada alconcepto de razón imaginativa y que sevuelven, según el argumento de David Carr(1986), verdaderas para la vida. Ahora bien,¿qué problema presenta el argumento de lacontinuidad? Quizás su falacia más grave seala de interpretar la estructura de los eventoscomo inherente a la naturaleza misma y nocomprender lo naturalizado de dichasestructuras. La narrativa no estaríaadoptando miméticamente la estructura delos eventos sino construyendo analogías quefriccionan el sentido de verdad histórica. Deesta manera la supuesta continuidad deforma es el resultado de una construcciónsemántica necesaria para hacer inteligible elconocimiento del pasado. Nociones comoprincipio y fin no suponen estructurasnaturales de los eventos sino formas decomprensión de los mismos.

Como señala Louis Mink (1987:3) “Lavida no tiene comienzos, medios ni fines...Las cualidades narrativas son transferidasdel arte a la vida”. Asimismo, siguiendo aHayden White, la narrativa histórica es unentramado discursivo que brindaconfiguraciones interpretativas de carácterintertextual ya que se funda sobre otrasposibles interpretaciones para constituir supropia intencionalidad semántica. Elreferente deja de ser verificación empíricapara volverse una posibilidad discursiva.Roland Barthes (1987) señala que eldiscurso histórico en su versiónepistemológica está asociado a las nocionesde realidad y racionalidad cuando enrealidad debe ser entendido (he aquí suacercamiento a White) como discurso; nocomo ciencia empírica sino como entramadodiscursivo. Esta postura narrativistaencuentra sus ejemplos en Heródoto,Maquiavelo, Bossuet y Michelet.

Expondremos a continuación losrasgos que hacen del texto histórico oartefacto una narración ficcional. Luegojustificaremos nuestra hipótesis que señalaque el discurso de la historia es un discursosocial y, como tal, una práctica discursiva.

2. El discurso social

En una tipología, Marc Angenot (2010,1989) explica que los dos grandes modos dela puesta en discurso son la narración y laargumentación. Ambas tramas suponen lanoción de discurso social en tanto sistemagenérico que permiten ver la doxa imperantey un sistema regulador global. ExponeAngenot:

No me parece problemático adoptar,para el estudio del siglo XX, la categoría de´discurso´ en un sentido amplio, capaz deincluir todos los dispositivos y génerossemióticos ‒la pintura, la iconografía, lafotografía, el cine y los medios masivos‒susceptibles de funcionar como un vectorde ideas, representaciones e ideologías.(Angenot, 2010: 18)

Esta noción excede la mera concienciaindividual para verla tramada en un colectivoque abandone la entropía hermenéutica y depaso a la comprensión de la naturalezaheterológica de estos discursos. Porexcelencia la narración histórica esemblemática por cuanto conjuga ambaspuestas [hechos sociales y hechoshistóricos] y en este aspecto entra en juegola ideología. Todo discurso comprende unavaloración del mundo y una significación dela realidad; como tal, el discurso históricodebe resignificar la realidad del pasado comoefecto representacional de diversas posturassociales que adecuadamente trabajan sobrepreconstruidos culturales.6 Es en esta líneaque vemos la importancia de señalar quetodo discurso necesariamente estádeterminado por la ideología. Cada uno esuna huella de su contexto de producción yen él se impregnan las dominanciasintersubjetivas que configuran la hegemonía.Por consiguiente, incluso la objetividad o elrealismo pretendido en el discurso históricopuede ser analizado en tanto efecto desentido construido dentro de los límites deldiscurso social. La hegemonía discursiva,como elemento de la hegemonía cultural,comprende lo siguiente:

6 Los preconstruidos culturales (PCC) fueron propuetos por laSemiología del razonamiento de la Universidad de Neuchâtel(Suiza). Según Jean- Blaise Grize (1996) son saberes, matricesculturales de interpretación a través de las cuales se puedenentender muchas de las expresiones que resuenan o repercutende un sujeto a otro, fundando una especie de memoria colectiva.Los preconstruidos culturales tienen la forma de un conjunto nonecesariamente conexo de haces de objetos de discurso. El hazde un objeto está construido por la familia de propiedades quepuede tener y de las relaciones que puede establecer con otrosobjetos, para un locutor, en una determinada situación. Estospreconstruidos constituyen el marco socio-cultural en que seinsertan los discursos y su elemento clave no es otro que latópica.

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[…] en la perspectiva del análisisglobal de los discursos sociales, el conceptode hegemonía, entendido como laresultante sinérgica de un conjunto demecanismos unificadores y reguladores queaseguran a la vez la división del trabajodiscursivo y la homogeneización de lasretóricas, de las tópicas y las doxai. Estosmecanismos otorgan a lo que se dice y seescribe dosis de aceptabilidad, estratificangrados de legitimidad. (Angenot, 1989: 30)

No obstante esta afirmación, debemosentender que la hegemonía de undeterminado discurso y su pretensión deconfigurarse históricamente, no anula lasmúltiples estrategias antagónicas queinfluyen en ella. Un discurso histórico secaracterizará por intentar la dominancia, porimponer su versión del pasado que unifique,regule y realice una homogeneización de lasretóricas, las tópicas y la doxatransdiscursivos. Cada narrativa históricaresponde a estas intencionalidades en lamedida en que intenta legitimar su lectura ysu forma de hacer inteligible unainterpretación del pasado por sobre otras.Ese efecto hegemónico que pretende noresponde a una clase en sí sino a lasregulaciones que caracterizan a unatotalidad social por cuanto también muestralas tensiones que polemizan y dificultan lahomogeneidad. Los componentes que sepretenden en esta hegemonía son, en primerlugar, el uso de la lengua legítima; elregistro adecuado determina que el narradorsea legítimo y la lengua nacional que borratodo tipo de heteroglosia es un recursonecesario para la uniformación. Otrocomponente comprende la tópica ygnoseología, es decir los lugares opresupuestos irreductibles de lo verosímilsocial. Los lugares comunes constituyen ladoxa como lo evidenciable y lo implícitopúblico. Pero si todo acto de discurso estambién un acto de conocimiento, ésteresponde a una gnoseología y, másespecíficamente, a las reglas que lo modelancomo operaciones cognitivas vinculadas a lasmaneras de esquematizar el pasadomediante estructuras mentalescaracterísticas de una época, las variacionesgenéricas y el tono más o menos épico,idealizado, irónico, trágico, etc; perotambién los fetiches (la patria, la armada, laciencia) y los tabúes (el sexo, la locura, loperverso o lo abyecto). La norma pragmáticadefine la doxa como aquello que incluye a lavez que excluye elementos para conformarla hegemonía. Luego las temáticas y visiónde mundo son los elementos esenciales através de los cuales la selección de las

versiones del pasado que se eligen suponeun registro del repertorio de lo opinable enuna cultura. Éstas deben responder a unpathos dominante que compone loargumentativo del discurso histórico. Pararepresentar, desplegar y actualizar lo que seentiende como pasado debe generar en ellector un efecto que no sólo sea de sentidosino también de emotividad. Por último, esnecesario el sistema topológico que hace deldiscurso histórico un género híbrido enconstante relación con el discurso literario(Angenot, 1998: 89-96). El discurso socialhistórico no se configura como entidadnetamente objetiva sino que esa entidad esmás bien un efecto de sentido que seimpone por la hegemonía desplegada en loscomponentes analizados y mediada por unnarrador cuyo ethos discursivo varía a fin denarrar y argumentar. Por esto entendemosque el discurso histórico es ante todo unanarrativa que se presenta como prácticadiscursiva o, en definitiva, como lamediación entre un cuerpo social y undiscurso.

2.1. La lectura de las estrategias en el discurso de la historia

Mi madre afirma que soy hijo de aquél,no sé más;

que nadie consiguió conocer por sí mismo supropio linaje.

Homero (1994: 26)

El primer elemento de las estrategias deldiscurso de la historia está ligado a laconfiguración enunciativa, es decir a laimagen (ethos) que el sujeto de laenunciación toma en el discurso. Las formastestimoniales parecen crear ese effet de rèel(Barthes, 1987) que el locutor necesita paralograr la verosimilitud.7 Para construir estaimagen se necesitan los shifters de escuchapero también los temporo-espaciales o losdeícticos que permiten el anclaje del evento.De esta forma la bajada, la detención, lainmovilidad y el anuncio permiten entenderque la estructura de la narración histórica seconstruye en base al cruce de dos tiempos:el de la enunciación y el de las huellas de loenunciado. El elemento marcado en lamateria enunciativa nos permite entender elefecto necesario de distanciamiento8 que

7 Preferimos hablar de verosimilitud en vez de verdad porcuanto nos referimos a un efecto de sentido representacional.

8 Por distanciamiento nos referimos a la ostranenie, conceptoutilizado por los formalistas rusos en su propuesta del arte comoartificio. El concepto de singularización (ostranenie en ruso,traducido como desfamiliarización) es el procedimiento medianteel cual el arte procura remediar el automatismo de la percepción.

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está determinado por un sujeto de laenunciación que ya no pretende enmascararsu subjetividad en el agente histórico sinoque se sostiene en una práctica que vinculael relato del pasado en el “aquí y ahora” deldiscurso. Para lograrlo necesita valerse delas estrategias del universo literario con loque las diferencias entre ambos discursos noson para nada nítidas. Al igual que elenunciado frástico, el histórico comprendelos llamados “existentes” y “recurrentes” quevinculan seres o entidades con una serie depredicados. Se podría argumentar que laliteratura trabaja con existentes noreferenciales sino ficticios, cuando la historianecesariamente debe plasmar los existentes:no obstante aquí estaría jugando un papelcentral cierta hermenéutica de la recepciónpara la cual el existente es todo aquello quepertenece al reservorio de una tradición, deuna historia conocida, elemento que no esdeterminante de la división genérica ciencia-arte de la literatura/ciencia de la historia. Deesta forma el realismo pretendido de laliteratura del siglo XIX, como señala HaydenWhite (2003a), no se diferencia de laconcepción filosófica de la historia tradicionalepistemológica por cuanto olvidan que loreal es un sentido del texto que se adecúa alos esquemas culturales (y como tales,determinados socio-históricamente)impresos en la recepción del mismo. Comoseñala Nelson Goodman:

Just here, I think, lies the touchstoneof realism: not in quantity of information9

but in how easily it issues. And thisdepends upon how stereotyped the modeof representation is, upon howcommonplace the labels and their useshave become. Realism is relative,determined by the system ofrepresentation standard for a given cultureor person at a given time. (Goodman,1976: 36-37)

Siguiendo a Roland Barthes (1987),vemos que la preocupación central no pasapor el reflejo mimético del pasado sino por laarticulación representacional del mismo. Conesta hipótesis queremos establecer quenuestro punto de vista supone ver en eltexto histórico una práctica discursiva peroademás el vehículo de una moralidad, deuna ideología o mitología con la que sepretende dotar de sentido o actualizarlo en

9 Recordemos que para la novela realista- más aún para lanovela histórica- el efecto de verdad implicaba la utilización deldispositivo descriptivo, lo que suponía otorgar un espacio textualextenso a ciertas descripciones innecesarias al sentido pero útilesal efecto; asimismo, no se ponía en escena la problematización anivel metatextual del sentido histórico del pasado.

términos de un hábeas pasado para elpresente de la enunciación. Resumiendo,podemos establecer cinco estrategias claveque permitirán entender la necesariavinculación y solidaridad entre Historia yLiteratura:

1. La narración histórica es, ante todo,una forma de inteligibilidad deconfiguraciones ideológicas vinculadasen un marco de relación pasado-presente-futuro cuya lógica estructurales prototípicamente literaria.

2. Dicha estructura necesita deldispositivo de control de un narrador osujeto de la enunciación que logre elenclave ideológico representado en elmarco de la relación y que afiance susentido en la actualización presente.Este narrador no es el simulacropathético del agente histórico sino unacartografía de posiciones discursivas. Esdecir se plasma como ethos discursivopara poder, justamente, controlar elsentido y asumir el rol moralizante.

3. El discurso de la historia es, antetodo, un entramado intertextual. Operanno sólo capas interpretativas de lahistoriografía sino también memoriasdiscursivas, es decir reformulaciones quedeterminados sectores, actores, matricesy tradiciones marcaron en el sujeto queenuncia como parte de una totalidadsocial. En este caso la polifonía y laacción de un sujeto diseminado soncentrales. El narrador no es homogéneosino heteróclito, formado por múltiplesdiscursos, no sólo historiográficos sinotambién por aquellos discursos de lacultura que comparten con éstos suconfiguración social. Aquí ubicamos elgénero de la investigación histórica que,para Michel De Certeau (1993: 107),funciona “bajo la ley del otro”. Se anulala propiedad de los discursos y con ellola idea de un autor con única voz.

4. El discurso de la historia escenificauna temporalidad; es una diégesis queencuentra en los elementos tropológicosla forma entimemática precisa delrazonamiento. Como expuso Aristótelesen su Poética (2004: 1457b),10 el uso enespecial de la metáfora es central por

10 Las cifras entre paréntesis indican las líneas en que sedividen las secciones a y b, según la numeración asignada a lasobras clásicas a partir del restablecimiento de los textosoriginales, y aceptada como una convención internacional.

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cuanto supone la okeiosis11 es decir, laapropiación de la representación y laconstrucción de sentido que refuta elargumento de la continuidad. En estepunto encontramos el fundamento quesostiene la necesaria solidaridad entreHistoria y Literatura, dentro de unmismo marco estructural signado porestrategias tropológicas: entre otras, lasinécdoque, la metonimia y la ironía.

5. La organización del discurso de lahistoria depende de una voluntad políticaque organiza y despliega las relacionesque un cuerpo social mantiene con sulenguaje; aquí los procesos desemantización, de resemantización y deselección son claves puesto que lanarración histórica es, ante todo, unapráctica discursiva que engloba lainvestigación histórica pero no ladetermina a la vez que estácaracterizada por ciertos parámetrostomados de la Literatura:

- Verdad de la experiencia (dondepenetran nociones como recuerdo,memoria, percepción) frente averificabilidad.

- Noción de sucesión o contigüidad,por medio del argumento de laconexión tropológica frente a lanoción de causalidad natural.

- Estructura sintagmática frente a lamera trama descriptiva inconexa.

- Totalidad diseminada orientada aun fin moral por lo que espreformativa: incita y vehiculiza laideología a partir de su tropopredilecto, la ironía, y de lasmodalidades que la hacen posible:epistémica, alética y deóntica, juntoa los subjetivemas y deícticosutilizados.

Se trata en esta práctica de laconjugación de un hacer persuasivo y unointerpretativo:

El discurso histórico no es un simpletransfert de saber, sino una empresa depersuasión y de interpretación situada en elinterior de una estructura polémico

11 Frank Ankersmit (1994) utiliza este concepto estoico parahablar de la función de la metáfora en sus usos cotidianos pueseste tropo le permite al sujeto apropiarse del mundo y volverfamiliar lo que desconoce.

contractual,12 fundada sobre la relaciónfiduciaria dominada sobre las instanciasmás explícitas del hacer creer y el creer,donde la confianza en los hombres y en sudecir cuenta ciertamente más que lasfrases bien hechas o su verdad concebidacomo una referencia externa. (Lozano,1987: 207)

De aquí se desprende un concepto quees central para pasar a la descripción de losniveles de análisis y construcción del sentidoen la narración histórica. En principio laestructura polémico-contractual define lanoción de discurso argumentativo capaz depolemizar por lo que necesariamente debetransmitir sentido antes que un cuerpohomogéneo de saberes. Debe problematizary discutir incluso con la intertextualidad peroesta problematización propia de la polémicanecesita también, al igual que la Literatura(y de este rasgo depende lo polémico), delpacto de lectura y del contrato pues quienlee necesariamente debe ser convencido yacordar con el punto de vista del sujeto de laenunciación para que el dispositivo moralsea efectivo. La noción de verdad es unaconstrucción al interior del discurso en laarticulación con un lugar social. Acontinuación veremos cómo entiende elnarrativismo esta articulación que hace de lanarración histórica una práctica discursiva apartir de la noción de niveles de análisis.

3. Los niveles de análisis

Como señala Roland Barthes:

[…] para que la Historia no tengasignificado es necesario que el discurso selimite a una pura serie de anotaciones sinestructura: es el caso de las cronologías ylos anales. (Barthes, 1987: 173)

En el discurso histórico, en cambio, debehaber una significación que se constituya poruna estructura basada en niveles de análisisde los hechos relatados es decir, la línea delnarrativismo histórico no niega el conjuntode acontecimientos que mediante lainvestigación histórica constituyen la basedel relato posterior sino la pretensiónobjetiva del mismo relato. En este sentido,no se trata de ir contra el realismo delacontecimiento sino contra el pretendidorealismo del discurso de la historiografía. Loshechos relatados funcionan como índices queno hacen más que resaltar el carácter dehuella del referente. Aquí juega un rolfundamental la organización del escrito

12 El subrayado es nuestro.

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histórico porque resignifica los eventos entanto huellas sujetas a interpretación. Sonestas mismas huellas las que se terminansemantizando en el discurso de la historia.Incluso la estructura que presenta cadadiscurso construye, aún más que elcontenido, el sentido que se le impregna y eltratamiento de las diversas capasinterpretativas que están en lugar del hechohistórico. Aunque los “hechos” fueranpresentados mediante una estructuraanárquica estarían de todas formasconstruyendo un sentido o agregando yreformulando interpretaciones anteriores.Roland Barthes caracteriza dos niveles de laescritura de la historia. Un primer nivel loconstituye el de la inmanencia: el historiadorconcede un sentido a los eventos querelaciona asignándoles una lección.

El significado no se desprende de loconsiderado referencial es decir, no elpasado en sí, sino sus índices y las versionesinterpretativas acerca de los mismos. Ahorabien, si esas lecciones se hacen continuas alo largo del relato se vuelven morales y sealcanza el segundo nivel, el del significadotrascendente. Aquí el historiador es elnarrador-autor y busca dotar al escrito deuna significación. De esta forma “elhistoriador recopila menos hechos quesignificantes y los relaciona, es decir, losorganiza con el fin de establecer un sentidopositivo y llenar así el vacío de la pura serie”(Barthes, 1987:174). Tres términos resultanclaves de este segundo nivel: el sentido derecopilación de significantes supone que elhistoriador no inventa ni crea eventos sinoque reformula los significantes es decir, lasversiones anteriores de esos indicios que élmismo está organizando; un sentido positivoo coherente en oposición a los anales y lascronologías; los cohesiona por medio deconexiones lógicas y llena el vacío negativode esa interpretación ausente que articula enel hic et nunc de su discurso; y, por último,la contraposición respecto de la pura serie,con la que se critica el sentido meramentedescriptivo de la historia tradicional. Por loque se comprende que el discurso históricoes ideológico porque utiliza el imaginariopara organizar sentido.

En definitiva, la noción de “hecho en sí”es discutible en la inscripción de lo históricopor cuanto no existe el referente más quecomo índice y como tal debe estar sujeto ainterpretación. Incluso lo observabledepende de un punto de vista que, medianteun prejuicio, decide si tal hecho debe seranotado o recordado. Esta paradoja regulatodo el discurso ya que ese intento por hacerpresente lo ausente termina siendo un

despliegue de todos los intentos posiblesmediante los índices; es decir, un índice nolleva al pasado sino a otros índices. Sesuponía para la historia tradicional que lahistoria era simplemente una historia rerumgestarum cuando, en realidad, también es elreferente un construido, una res gestae13 deldiscurso por lo que no puede más quesignificar la realidad pero no concordar conella porque se ha vuelto inteligible y hadejado la pretensión realista objetiva. En lamisma línea Hayden White, a partir de lateoría de los tropos expuesta en Metahistory(1975), deja ver el entramado queconstituyen los mecanismos retóricos opoéticos en el escrito histórico a partir dedos niveles específicos: por un lado, un nivelpreconceptual de carácter figurativo, cuyorol no significaría un rasgo estético sinodeterminativo de un segundo nivel,conceptual y explícito.

El primer nivel, por consiguiente, suponeel acto mismo de construcción, el artefactoque es el escrito histórico.14 Lasuperestructura señala la organización delrelato histórico en un principio, medio y fin;además, este proceso que no es un fielreflejo del evento que resignifica, elige parala configuración de sentido una determinadatrama, una argumentación y un marcoideológico. A este nivel subyace unainfraestructura, lo que para White es la“metahistoria”, caracterizada por cuatro usosbásicos de tropo: la metáfora que ya deja detener implicancias especulares, lametonimia, la sinécdoque y la ironía.15 Elestilo del historiador, su ethos discursivo, noes ajeno por cuanto el carácter emotivo quedetermina el relato, también lo hace con elsentido interpretativo que dicha historiapretende mostrar. No se trata de un merogiro estetizante sino más bien de entender lapráctica histórica como una prácticadiscursiva, donde se observen las capasinterpretativas que determinan el escritohistórico. Este sentido tiende a alejarse delmodelo exclusivamente descriptivo y

13 Georg W. Friedrich Hegel en su Filosofía de la Historiasostiene que son ambas las que sustentan el discurso histórico yaque debe sostener no sólo una forma sino también un contenido;las dos constituyen no obstante la intervención del ethos.“También el historiador término medio y común, que cree ysupone que se mantiene sólo receptivo, únicamente entregado alo existente, no es pasivo con su pensamiento, pues aporta suscategorías y observa a través de ellas lo existente” (17)

14 Vale aclarar que la noción de artefacto ya aparecía en losformalistas rusos con la misma idea de comprender la obraliteraria, en este caso, como una construcción.

15 Los usos de la metáfora, por el contrario, suponen unaforma que permite el cambio en el punto de vista, anexandoconocimiento, un plus de sentido que agrega característicassemánticas al tópico u objeto que se representa. (Lakoff y Turner,1989; Lakoff y Johnson, 1995; Le Guern, 1981)

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empieza a usar categorías propias de larepresentación. Tampoco intenta elreestablecimiento de una mimesis a lamanera aristótelica16 porque larepresentación no sólo implica volver a hacerpresente algo ausente sino, en este caso,representar aquello que en realidad esobjeto de un efecto. Contra lo que diceArthur Danto (1986) habría que preguntarsesi las herramientas que brinda la teoríaliteraria son, en realidad, un obstáculo o, porel contrario, si al ejemplificar los modelosagenciales éstos aumentan nuestracomprensión acerca del evento.

En “Teoría literaria y escrito histórico”(1978), Hayden White subraya la utilidad dela teoría literaria en cuanto permitereconocer subjetividades en el discurso de lahistoria a partir de la noción deinterpretación histórica y narrativización dela misma. En tanto interpretación abandonala pretendida transparencia para volverse unlenguaje opaco y complejo. El lenguajefigurativo aporta las herramientasnecesarias, como los tropos asociados aformas narrativas específicas con las que seconstruye el sentido.

Pese a las críticas al pretendidoantirrealismo, White no niega la realidad quees, en última instancia, fundamento de lainvestigación histórica sino que, por elcontrario, se concentra en el “efecto derealidad” de la construcción del discursohistórico. En este sentido, la teoría literariabrinda posibles herramientas de análisis paraque la historia represente su interpretacióndel pasado pues en última instancia tambiénésta, al igual que la literatura, aplica loshechos pasados a una construcciónnarrativa.

A continuación ampliaremos el conceptode realismo figurativo que White expone ensu último libro para concluir en el carácternetamente narrativo del escrito histórico ysus relaciones de solidaridad con laliteratura.

3.1. Figural realism

Para entender las posiciones que sepostulan en este libro debemos, en principio,aclarar qué se entiende por “realismofigurativo” según la propuesta de ErichAuerbach en Mimesis (2004). El lenguajetendría un carácter de cristalización ynormativización que lleva a homogeneizarlos usos lingüísticos. Este primer aspecto eslo que se conoce como “uso literal o

16 Podría quizás hablarse de una mimesis en segundo grado,tal como la define Platón en Symposion y en el libro X deRepública.

denotativo del lenguaje” y es el nexo quehace posible la comunicación. Pero, por otrolado, nos encontramos con un segundoaspecto del lenguaje que deviene tambiénuso cotidiano: “el aspecto figurativo oconnotativo” que es construido en la esferasocial de acuerdo a distintas necesidadescomunicativas. La narración propia de lahistoria, para hacer posible determinadossentidos, debe valerse de este segundo nivelporque justamente su función es hacerpresente lo ausente y, para lograrlo, ellenguaje literal que pretendían loshistoriadores del siglo XIX ya no es útil puesno representa el sentido de realidad delevento histórico. Auerbach se propone volvera la noción de mimesis para poner el eje enun sentido de realidad que esté asociado noa la imitación directa sino a larepresentación o figuración de ciertoscontextos sociales. Por eso la noción derealismo va cambiando según las épocas.Hayden White en “Hecho y figuración en eldiscurso histórico” (2003b),17 vuelve alconcepto de constructo del discurso históricopero no en un sentido antirrealista sino paraseñalar las características literarias opoéticas del mismo a partir de la noción deestilo que determinado texto impone a larepresentación de eventos del pasado pormedio del uso de una tropología. Estos usosimaginativos, señala White, no correspondena una causalidad lógica porque su mismaesencia es metafórica. De aquí se desprendela idea de traducción del pasado ya que cadaevento, justamente al no estar “inpraesentia”, debe recuperarse mediante surepresentación que es resultado de unproceso semasiológico figurativo.

De esta forma el discurso históricocomparte más elementos con el literario quecon el científico y es, en este sentido, que laconfusión literatura-ficción debe sersuprimida para dar paso a la noción deliteratura como un cuerpo de recursostropológicos que demarcan la figuración,justamente porque se desprende siempre uncontenido argumental e ideológico que setrama en una consistencia modal y no lógica.La traducción histórica necesita de laimaginación figurativa para dar entidad a losprocesos agenciales y así tramar un sentidoque lógicamente permanece “in absentia”. Laverdad es entonces la verosimilitud delsignificado y no la del hecho o evento de laque depende la investigación histórica pero

17 Este artículo funciona como prefacio a El texto históricocomo artefacto literario (2003a) y en él se intenta dar respuesta alproblema de la representación en el discurso histórico:especialmente en la traducción de hechos traumáticos del pasadocomo el Holocausto.

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no el escrito histórico. Explica White que lanarrativización es la forma principal por laque se impone un significado o sentido a losacontecimientos históricos.

La escritura histórica es un medio deproducción de significado. Es una ilusiónpensar que los historiadores sólo deseancontar la verdad acerca del pasado. Ellostambién, lo sepan o no, pero en cualquiercaso deberían querer, insistiría, dotar alpasado de significado. (White, 2003b: 51-52)

La verdad es luego una cuestión dehacer verosímil un evento; por esto lanarrativa histórica supone una interpretación(“representación concentrada ocomprehensiva”)18 sobre del evento tantocomo un uso imaginativo del mismo. Elhistoriador no descubre eventos sino quedebe hacerlos comprensibles y para lograrlonecesita de la tropología. Los hechos novienen dados de antemano sino que sonconstruidos y representados a la vez queactualizados y, por esta razón, están dotadosde un significado; este rasgo supone que sele imponen al pasado una forma y uncontenido específicos que toman suestructuración de la tropología literaria.

En torno al problema del realismofigurativo, Hayden White encuentra en laliteratura las estrategias de representacióndel pasado pero es en la teoría literariamodernista donde encuentra la configuraciónnarrativa del relato de hechos traumáticosdel siglo XX. En “El acontecimientomodernista” (2003c), White vuelve sobre eldilema de la imposibilidad de relatar lasexperiencias traumáticas que se hacenevidentes en casos como el de JorgeSemprún o Primo Levi en torno a lasnociones de testigo jurídico y moral. El relatotiende a focalizarse aún más sobre el sujetoy la imaginación histórica que cobran centralimportancia. Por eso las diferentes formasen que se traman las experiencias dependende dos elementos: por un lado, la intentiooperis; por otro, la configuración del ethosdiscursivo.

El primero remite a la disociación delsujeto respecto del relato que construye,

18 La mimesis de la praxis nunca es reproducción y reflejoservil de la realidad, sino representación de circunstanciasindividuales que también pueden ser ficticias (de ahí laimportancia del análisis de la intertextualidad) en la que se resaltala significación y validez universal; sobre lo que Horacio yaexponía en Epístola a los Pistones o Arte poética es decir, eldestino y el conflicto que viven determinados personajes essiempre más que la problemática de estas figuras literariamenteindividualizadas; es más, sólo es artísticamente válida sudramatización en cuanto su alcance rebase la individualidad y seextienda a todos los individuos; en cuanto se haga universal.

cuyos sentidos son los que nos interesan; elsegundo supone el anclaje moral yproblemático (las “lecciones” del relato) queel sujeto le imprime. El ethos es en últimainstancia la variación de la voz que elnarrador impone en el sentido del texto, nosu autoría institucional que, si bien legitimaal sujeto empírico, no deja de ser unafunción más de la propia textualidad. En estesentido, el problema de la verdad ligadotambién a la referencia, ocupa un lugarcentral en el debate sobre la representación.

4. La verdad

El problema de la verdad en el escritohistórico es quizás el centro del debate porcuanto está ligado al problema mayor de larelatividad del mismo. A partir de lo queHayden White en “La trama histórica y elproblema de la verdad en la representaciónhistórica” (2003d) expone, nos centraremosen los elementos que nos permitirán refutarla tesis 1.5 propuesta por Frank Ankersmit(2005). La noción de verdad está articuladapor la visión tradicional de la historia que,basada en un espejamiento del pasado,hacía del historiador un nexo transparenteentre el escrito y la realidad pasada comoevento indiscutible. Coincidimos con Whiteen que no existe una única manera detramar los textos por cuanto lasinterpretaciones y las formas de hacerlasinteligibles dependen de una razón material:su contexto de producción y el sentido quetramen de acuerdo con el mismo. No serelativiza la responsabilidad en la narración,sí la narración misma que no depende sólode enunciados fácticos (si así fuera, seríancircunscriptos al anal o a la crónica) sino desu articulación (y aquí hasta el uso deconectores indica figuratividad) a partir deenunciados retóricos.

Por esto mismo un relato acerca de unmismo hecho puede narrarse como tragediao farsa porque lo que está en juego no esuna verdad sino el sentido construido ydesplegado en la trama. “Verdad” seríaentonces la adecuación fáctica que nospermitiría juzgar un relato como aceptable ono; por verosímil, nos acercamos a la mismaconstitución del relato histórico que ya no seconcibe en términos de falsedad/verdad sinoa propósito de su sentido moral/amoral. Laforma narrativa que se elige no depende delhecho narrado sino del sentido que intenteimponer el texto de acuerdo con sucontexto. Y aquí la imposibilidad del relatoen situaciones traumáticas nos lleva apensar en cómo se traman y reformulantradiciones o se desmontan ideologías. La

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noción de fulfillment propuesta por White(2003d) permite entender que la mismanoción de figuración es la que habilita elsentido y su trama histórica.

En última instancia la representación estambién una presentación que debe resultarcoherente respecto de un contexto y ser susinécdoque. De esta manera podremospostular cinco ejes que retoma HaydenWhite de Erich Auerbach (2004): ladesaparición de un narrador que pretendaexhibir verdades objetivas, la idea de unpunto de vista construido en el discurso quedisuelva lo extratextual y conjetural, lapredominancia de la interrogación y el tonoensayístico que anula el sentido de verdad ygenera el efecto de interlocución y, porúltimo, las nuevas formas de interioridadque ponen la aporía de la subjetividad en unprimer plano, justamente porque lo realistase entiende dentro de los marcos de loverosímil junto a las técnicas depresentación.

El carácter intransitivo de la escritura,expresado por excelencia en la voz mediadel griego, presupone que el sujeto queenuncia es, a la vez, parte de la acciónnarrativa y se ve afectado y efectuado enella. Por esto mismo la noción deacontecimiento modernista estaría en loslímites y, justamente por ello, seríaimposible utilizar las categorías del realismoy la historia tradicional.

En la escritura intransitiva el autor sevuelve sujeto involucrado en el relato. Poreso es posible distinguir un mundocomentado de uno narrado,19 especialmenteen ciertos tipos de acontecimientosmarcados por el modernismo social. Quedaaún por develar el problema del valor y delconcepto de razón imaginativa propuestospor Paul Ricoeur (1999) para luegodesentrañar nuestros argumentos endefensa de la relación solidaria entreLiteratura e Historia.

5. El valor

En este apartado trataremos de poner endiscusión otro problema que la denominada“Nueva filosofía de la historia” adopta comoseña de identidad junto con la nociónrelativa de verdad versus verosimilitud. Elvalor en el discurso histórico ha dejado deser la objetividad propia de la tramadescriptiva y verificable para poner enescena una visión reflexiva que construye no

19 Harald Weinrich (1974) define el mundo comentado como elmomento presente de la enunciación y el narrado como el relatoenmarcado que depende de ese TO (tiempo cero) actualizado enel hic et nunc del sujeto que enuncia.

sólo una lectura del pasado sino también unalectura del presente, develada ésta sobre laruptura del binomio objetivismo-subjetivismo, para clasificar al primerodentro de los efectos del segundo. En estesentido, el valor que conlleva el sentido denovedad destruye la idea de una filosofía dela historia dogmática que considera que laposibilidad de sistematización de la historiaestá garantizada por las condicionesobjetivas del material histórico mismo. Deesta manera el valor apunta al análisis parafundamentar la validez científica y lareferencia objetiva de las sistematizacioneshistóricas en relación con la presentaciónnarrativa.

El valor no será definido como lo establey homogéneo, apegado a las doctrinas de lajustificación epistemológica, sino a la críticanecesaria que permita rechazar y señalaresos eventos modernistas que han derivadoen el trauma de lo histórico. Frente a ésto laNueva filosofía de la historia, siguiendo losargumentos de Hans Kellner (1989), buscaresistir e impugnar el autoritario discurso dela realidad, mostrando las vetasinterpretativas y subjetivas de la lectura delos eventos históricos. De esta forma dacuenta de las posibilidades discursivas detraducir la realidad en relato y con esto lasdiversas formas interpretativas de la llamadatotalidad social cobran importancia ya queno se erigen modelos épicos representativossino que se cuestionan esas operaciones,justamente al ser analizadas comorepresentaciones.

Como explican Eric Hobswam y TerenceRanger (1983), bajo el concepto de“invented tradition” que construyen loshistoriadores, lo que se problematiza escómo se logra un discurso histórico queresponda a una ética y no a unanaturalización de tópicas y ritualeshegemónicos que fomenten la cohesiónsocial, legitimen autoridades y prácticasautoritarias que hagan uso de la violencia.Lo mismo sucede con las investigacionessobre los manuales escolares en la TerceraRepública Francesa que realiza Regine Robin(1980), en las que analiza los recursosretóricos que los manuales utilizan paraconstruir hegemonía.

En este sentido, queda claro que elconcepto de invención es axiológicamentenegativo en los casos en que se promuevenvalores contrarios a la humanidad y es loque se pone en discusión en los debatesacerca de las representaciones delHolocausto. Coincidimos con la postura deWhite respecto de que no se trata de asumircomo verdaderas ciertas narraciones

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negacionistas del evento en su relación deverificabilidad sino, por el contrario, deentender que son puntos de vista y que loque debe criticarse, en todo caso, no es laforma de su narración sino las proyeccioneséticas que conllevan.

Ahora bien, desde el ámbito hispánicoMiguel de Unamuno, en su “Prólogo” a laversión castellana de la Estética deBenedetto Croce (1969), ya definía ciertoselementos propios de una axiología que eldiscurso histórico, en relación con laliteratura, debía tener. La historia es antetodo arte y no ciencia, donde la moral lodomina todo.

Esta moral, que también es un elementoaxial para White, permite entender la ideaque ya Unamuno había rescatado de JuanValera acerca de que la Historia es el arte deprofetizar lo pasado pues, como refleja enEn torno al casticismo (2005), la historiadebe entenderse para luego actuar en ella;es decir, conocer esa intrahistoria y asumirsecomo parte de ella. Los valores no suponenla objetividad sino el compromiso históricopresente, la comprensión y crítica de todoslos actos que afecten ese carácterhumanitario que la historia debe transmitir yuna ética de la acción que opere loprogramático desde el discurso mismo.

Lo moral termina articulando estaaxiomática del discurso histórico en el sigloXX, donde el sujeto que enuncia ya no puedepermanecer aislado, pretendiendo el efectode objetividad, sino que se vuelve testigo,incluso “testigo moral”,20 aquel que necesitarelatar el pasado para entender el presente.Como función el ethos también deslegitimatoda pretensión de verdad.

En este caso el concepto de razónimaginativa que propone Mónica Cragnolini(1993) a partir de su lectura de la obra dePaul Ricoeur, nos servirá para terminar deexponer el valor que conlleva la nuevafilosofía de la Historia en relación con laLiteratura. Sobre este problema nosocuparemos en el próximo apartado.

6. La razón imaginativa

The object (of the historians`s work) must beof such a kind

that it can revive itself in the historian`smind; the historian`s mind

20 La noción de testigo moral supone que aquel que narraeventos traumáticos de un pasado reciente es depositario delsufrimiento de dichos acontecimientos y, por lo tanto, mucho másverosímil que cualquier otro testigo que pretenda hacerlocomprensible; no obstante, estas características lo legitiman yautorizan aunque no presuponen una transparencia y unacontinuidad respecto del pasado mismo. (Friedländer, 2008)

must be such as to offer a home for thatrevival.

Collingwood, Robin (2000: 304)

La postura que tiene Paul Ricoeurrespecto de la memoria del pasado comoinevitable configuración narrativa lo acerca aHayden White y a nuestra hipótesis acercade la relación indisociable Literatura/Historia.Ambas comparten el trabajo narrativo deltiempo y es en la literatura donde la historiaencuentra la forma de aplicaciónrepresentativa del pasado. Lo que los separaes nuevamente la forma de comprensión deestas herramientas literarias y no la fe en lacontinuidad. Para discernir esto Ricoeurtrabaja sobre la disolución de los límitesentre razón e imaginación a partir delconcepto de mimesis que deja de serunívoco para descomponerse en tres efectosdistintos sobre los que nos ocuparemos en elapartado siguiente.

El concepto “razón imaginativa” resultaoperativo para reflexionar acerca deldiscurso histórico por cuanto permite rompercon la oposición binaria razón-imaginación, ypor ende objetividad-subjetividad,planteando la idea de representación enoposición a la de reconstrucción.

La metáfora, ya mencionada respecto delos argumentos a propósito de la tropologíade White, deja de ser el adorno de la antiguaretórica para ser definida como productorade conocimiento. Así la noción de tramaargumentativa se vuelve clave para lacomprensión de textos en los que sepresenta tanto la imaginación, propia de lamemoria colectiva, como el componentehistórico que oficia de marco. En estesentido, la parte imaginativa orepresentativa estaría abriendo nuevoscampos semánticos que llevan implícita laidea de una acción puesto que lasreflexiones producirían accionesinterpretativas que harían del discursohistórico un dispositivo productor de sentidosen vez de ser un mero reproductor desupuestas verdades o copias en sentidoplatónico.

Por esto mismo los tres efectosmiméticos que propone Ricoeur vuelvensobre la idea de una intentio operis a la quese suma el carácter prenarrativo y el de larecepción, aspecto hermenéutico quesubraya la puesta en acción que el discursode la historia promueve. A continuaciónabordaremos el problema del efectomimético en la representación de lohistórico.

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7. El efecto mimético

7.1.1. Articular históricamente el pasado no significa conocerlo

7.1.2. tal como fue en concreto, sino más bien adueñarse

7.1.3. de un recuerdo semejante al que brilla en un instante de peligro.

Benjamin, W. (1970). Tesis VI.

Para entender el problema de larepresentación en el discurso históricodebemos volver al concepto origen de lamimesis planteado por Auerbach, y exponerlas reformulaciones que realiza Ricoeur paraluego analizar las tópicas que configuran eldiscurso de la historia en relación con unefecto representativo necesario para postularun ethos determinado ligado a unaprecomprensión del “mundo humano”. Lamimesis en Ricoeur será lo que le permitavincular el texto con la realidad, al hacer deéste una mimesis del mundo. Nogratuitamente ordena Ricoeur toda suargumentación en Tiempo y narración entorno a esta categoría, sólo que desplegadaen tres: mimesis I, II y III. La primeramimesis hace referencia a lo previo a lanarración, podríamos decir al mundo en elque se desarrolla la existencia o la visión delmundo que permite el relato. El texto no esla expresión de las vivencias del autor sinode la visión de mundo. El texto dice pormimesis, la realidad pero cuando la dice pormythos, la redescribe. Esto nos pone ya enel ámbito de mimesis II, el texto tal cual,que se desdobla entre la mimesis o elmundo de la obra y el mythos o la trama.Para que la obra no sea una mera imitaciónde la realidad, la relación entre mimesis ymythos debe ser de una totalinterdependencia, la existencia de unosupone la del otro.

Ahora bien, según Ricoeur el rasgofundamental del mythos es su carácter deorden, de organización; si la poiesis esmimesis es porque ésta no refracta el mundotal cual es, sino que lo configura desde elmythos y lo ordena por la trama, dondeordenarlo quiere decir también clarificarlo ydarle sentido; ahí las acciones encuentranuna estructura según una teleología, comoen la tragedia; la vida humana transcurredentro del relato y como relato puesto quesomos la historia de una vida contada. Si laobra se configura como mimesis y mythossimultáneamente, esto se traduce al interiordel texto en un conflicto, entendido comouna tensión irresoluble: en primer lugar,porque la mimesis implica una fuerza que seexpulsa hacia el mundo, un compromiso con

la realidad, no en términos de continuidadsino de expresión, en una dialéctica decreación y descubrimiento, en la que lamimesis es poiesis. Y segundo porque elmythos implica una fuerza que separa delmundo, es la distancia de la trama queordena libremente, que hace ver literalmentelo que antes no estaba ahí. La tramainventa, rellena huecos entre los sucesos, losencadena teleológicamente y los introduceen su esquema organizándolos.

El mythos es transformación y por ellodesviación y transgresión. El mythos es loque dice “de otro modo”. Este decir “de otromodo” se debe, por lo menos, a estos cuatroelementos: (1) Orden, como secuencia yconcatenación de los acontecimientos, comoestablecimiento de relaciones, decongruencia y coherencia. (2) Sentido, comoexplicación y clarificación de losacontecimientos. (3) Metáfora, comoatribución impertinente que redescribe larealidad por percepción de lo semejante,percepción que no estaba dada en lacotidianeidad. (4) ficción, como apertura demundos posibles, existencias posibles yexperiencias posibles gracias a lasvariaciones imaginativas. Es así como elconcepto de mimesis permite a Ricoeurestablecer la función ontológica del lenguaje,decir lo que es heurística y creadoramente:

[...] el concepto de mimesis [...] nosrecuerda que ningún discurso puedesuprimir nuestra pertenencia a un mundo.Toda mimesis, incluso creadora, sobre todocreadora, se sitúa en el horizonte de un seren el mundo al que ella hace presente en lamedida misma en que lo eleva a mythos.La verdad de lo imaginario, el poder dedetección ontológica de la poesía, esprecisamente lo que yo veo en la mimesisde Aristóteles. (Ricoeur, 1985:65)

Ningún discurso puede suprimir nuestrapertenencia al mundo, ni tampoco puedesuprimir su pertenencia al mundo. En estesentido, la mimesis II es el efecto propio dela intentio operis por cuanto allí se despliegael factor imaginativo que media entre lamimesis I, como estructura prenarrativa, yla mimesis III, como la apertura a lasnuevas interpretaciones, donde la recepciónse encargaría de abrir el juego. La mimesisII plantea el campo metafórico del como si ydespliega todas las estrategias necesarias alos efectos de esa producción escenificadade sentido. Por esto mismo la idea de unaesquematización y de tradicionalidad sonelementos esenciales para la configuracióndel discurso de la historia. Esto implica quetodo relato (de la historia) necesita

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esquematizar una idea de pasado basada enlas reformulaciones de interpretacionesacerca del mismo y de las lecturas delmaterial que les sirve de fuente. Perotambién necesita inevitablemente de unatradición sobre la cual desviar o afirmar sucontenido narrativo. Por eso es importanteque la mimesis III sea el efecto que logreuna “ampliación de nuestro horizonte deexistencia” (Cragnolini, 1993: 39). Allí lostextos despliegan una programáticainevitable que motiva la acción ya queconectan los sentidos y accionesrepresentadas con esa estructuraprenarrativa, presignificada en el ámbito dela acción humana y que funciona comopivote para el efecto de ampliación yreformulación que el discurso histórico haríadel evento pero también de lasinterpretaciones acerca del mismo. Esmetadiscursivo además de ser reformulativoy generaría en el lector nuevas formas dever el pasado y, a partir del mismo,interpretar el presente. De esta forma elefecto de la ostranenie (distanciamiento)coopera en nuestra forma de ver y producenuevas interpretaciones porque generarepresentaciones con nuevos sentidos queafectan, a partir de la catarsis y la aistesis,nuestra configuración ideológica.

En Tiempo y Narración (Ricoeur, 1985),a partir de la idea de identidad narrativa,explica que el tiempo subjetivo se hacepresente cuando se articula con la narracióny este es el punto que nos interesa porque larelación entre un mundo comentado y unmundo narrado es lo que hace del discursohistórico un problema ya que los recursosliterarios, en oposición al lenguaje científico,permiten la variación de uno a otro paralograr la representación. En este sentido, lalógica del continuum histórico se entiende apartir de la representación, de esa seleccióny jerarquización que la memoria discursivadespliega en la narrativa de los eventos.

En el siguiente apartado focalizaremosen el sentido narrativo que configura eldiscurso histórico a partir de la idea de unadiscontinuidad en oposición a la continuidadpretendida del relato histórico. Luegoanalizaremos los recursos que hacen delescrito histórico un artefacto literario queaplica, es decir representa a la vez queanaliza, los procesos históricos desde el hicet nunc presente y no ya desde la pretendidavisión historicista del pasadopretendidamente objetivo. El punto departida es la tesis 1.5 que formulara FrankAnkersmit contra la relación entre historia yliteratura. A partir de nuestracontrapropuesta argumentaremos a favor de

la discontinuidad a los efectos dereestablecer la solidaridad entre los términosconsiderados antitéticos.

7.2. Los argumentos contra la tesis 1.5 yel problema de la discontinuidad: una coda

En el presente apartado mostraremoscinco argumentos que funcionan comoantítesis contra la tesis 1.5 y la subsiguiente1.5.1 presentadas por Frank Ankersmit conlas que pretende deslindar el problema delescrito histórico como artefacto literariosegún la propuesta de White. A partir de lasmismas daremos cuenta del enfoque de ladiscontinuidad que, desde nuestraperspectiva, se ajusta más a la estructuranarrativa que construye el discurso histórico.

En la tesis 1.5/1.5.1 se señala losiguiente:

1.5. Hace veinte años la filosofía de lahistoria era cientificista; se debe evitar elextremo opuesto de ver en la historiografíauna forma de literatura. El historismo es eljuste milieu entre las dos: el historismoconserva lo correcto de los enfoquescientificista y literario de la historia, y evitalo hiperbólico de ambos.

1.5.1. La historiografía desarrollainterpretaciones narrativas de la realidadsociohistórica; la literatura las aplica.(Ankersmit, 2005: 74)

La primera oposición operativa quepropone Ankersmit se apoya en la idea deinterpretación vs. aplicación. Ahora bien, laantítesis primera se explicaría por la mismanoción de representación analizada en losapartados anteriores, donde se da cuentadel sentido performativo del escrito histórico,en el que el uso aplicativo también se hacepresente a partir de las estrategias retórico-discursivas. En este sentido, tanto laLiteratura como la Historia desarrollan a lavez que aplican diferentes interpretacionesnarrativas de la realidad sociohistórica.

Es por esto que ambas perspectivasconjugadas encuentran su fundamento en elenfoque de la discontinuidad. Puesto que laestructura de los eventos no es inherente alos eventos mismos, no podemos afirmar,bajo la lógica del pisapapeles de cristal, quehaya una estructura narrativa que provenganaturalmente de los eventos que ellarepresenta. Entre narrativa y realidad hayuna discontinuidad propia de los procesosculturales que interpretan. La noción demimesis aquí vuelve a poner en escena la derepresentación a partir de la construcción de

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realidad y su estructura que depende de esemarco que da la intentio operis y no de loseventos per se.

Contra lo que afirma David Carr (1986),la selección es un imperativo del discursohistórico; dicha selección se articulamediante una representación producto de unsujeto enunciador cuyo ethos está ancladoinevitablemente en el presente de laenunciación. En este sentido, el relato,

justamente por tener un sentido pragmático,es extrañamiento respecto de la vida y es sudiscontinuación. La segunda antítesis quepresentamos es que el discurso histórico,especialmente el contemporáneo surgido delcontexto del siglo XX, al ser producto de laconmemoración, utiliza tópicas narrativasque necesariamente lo vuelven escritoliterario en función de un fortalecimiento dela identidad subjetiva.

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