Requiem - A. Guarnizo

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 1  Réquiem Andrés Guarnizo Poesía

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Esta obra recopila versos aparecidos anteriormente en libros y revistas de la editorial "ROMANCE NOCTURNO", así como otros poemas inéditos que siguen la misma linea simbolista, gótica y decadente que todo amante de la poesía oscura disfrutará.simbolismo clásico

Transcript of Requiem - A. Guarnizo

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    Rquiem Andrs Guarnizo

    Poesa

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    Rquiem Andrs Guarnizo

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    Especial agradecimiento a la Editorial Romance Nocturno donde fueron escritos y publicados en primera instancia muchos versos de los que aqu yacen.

    A los muertos prisioneros de la eternidad inspirada.

    A las personas que supieron apoyarme en cada paso hacia el

    lugar en que se encuentra hoy mi sombra. Y por supuesto; a

    aquel lector, que tenga entre sus falanges este epitafio de

    letras.

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    Los poemas astrales son recitados por almas celestes y en los renglones interminables del tiempo,

    se ha puesto un punto aparte para vivir en este corto prrafo de letras distorsionadas.

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    Prologo

    Es el tiempo del eclipse existencial. Lloran los ltimos ngeles en pie de guerra, la

    soledad se derrama por sus ojos, y aquella hemorragia de abatimiento no cesa.

    Tormentosas noches he visto a mis pies desvanecerse. Una tras otra detrs de las cortinas

    del tiempo; mientras caen los deseos que un da fueron arrojados a las estrellas.

    Los caminos hoy se mueven, desapareciendo en todas direccione; pero al final, el

    punto sin retorno es doblegado. Los relojes daran marcha atrs confundiendo la maana,

    ms el tiempo inalterable sigue envejeciendo. Los corazones podran extraviarse en mares

    y desiertos, mas alguien tras su rastro de cristales ha de cruzar su forma, ya enterrada

    para siempre.

    Apenas un nio he sido en el universo vaco, con todos sus temores, con sus sueos

    de papel que navegaban tempestades una tarde de invierno. Y frente al espejo, a veces he

    visto un rostro extrao, irreal, despierto. Pero cuando abra la puerta al silencio mutuo

    donde se guardan las marchitas primaveras, entonces otra vez me encontraba muerto... Y

    todo volva a empezar.

    Las noches en larga procesin de horas se convirtieron, cual placenteras huidas de

    la realidad confinada donde a veces los monstruos suelen soar. Breve vaivn entre

    blancas pginas, numerosos renglones serpentiformes que enumeraron en reversa mis

    propios das.

    Hoy son mis ojos diferentes quimeras, o cambi quizs la tenue luz hacia ellos?

    Nuestros caminos opuestos estaban cerca.

    La estacin agonizaba al final de la tarde, como toda gota sangrante de esta vida,

    pero aquella meloda convirtiose en paliativa droga de su ocaso. Su mutilacin era dulce y

    serena. Viejos versos se apilaban en los rincones para volver al polvo antes de las

    promesas, muriendo sin remedio cubiertos de fatuos pensamientos, pero su epitafio qued

    intacto al volverse alimento de los das perdidos.

    Mientras afuera las arboledas se deshojaban, vea la belleza de los ojos cerrados,

    de las constelaciones nuevas, de las fuentes de conocimiento bebido. Ruinas aun en pie de

    un corazn palpitante, que sin embargo nadie recuerda.

    Oscuridad que reina, cielos que lloran, recuerdas? hubo das mejores, tan

    diferentes. Donde la sangre y la carroa era un solo alimento deformado. Donde los

    amores bajo la luna se convertan en piedra.

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    Llam mi nombre a la timidez del sol, y entonces ya mis alas eran grandes, ya los

    ptalos y las espinas fueron inmolados en religiosa ofrenda. No queda nada ms que este

    techo en escombros bajo el cual descanso mis ligeras melodas. Tambin los sellos de la

    ciudad fueron abiertos y su vanidad enjaulada.

    Entona el Rquiem para lo que queda de mi cuerpo, eleva un canto para lo que

    sobra de mi alma si es que hubo alguna.

    Ahora pido que cierren las puertas tras el concluso destino, y con luz apagada

    devolvedme el reposo mientras dure aquella sinfona. Hoy que tras estas palabras retrato

    lo que mis nervios tocan, que sea nuestro pacto el matiz pupilar de las tardes grises.

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    ESTACIN DE AGONA

    Que llueva sobre tumbas

    otra lgrima de cielo,

    para que entonces de mis labios

    a la luz plateada de la luna,

    florezca otro acorde de silencio

    An cuando haya muerto mi orgullo seguir de pie

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    SANGUINIS BAPTISMA

    Ahora y para siempre tu sabor incomparable

    palpando la armoniosa eternidad en descenso,

    de mi palidez, como fatdica insolencia

    para manos y uas mortales,

    prodigiosa visin del monstruo arcano.

    Entonces viste que al trenzar los lienzos de la noche

    sobre las tumbas antes profanadas en vano,

    cada niebla tiene ojos,

    y todo aullido es mi mano que te llama

    en el aciago recorrido de tu cuello,

    sumiso jamelgo, con crines en bano.

    Esperaba difuminarse como olor de luna nueva

    la ltima tarde que vieran tus ojos,

    detrs de la oscuridad sublime, que adoctrina las fusiones

    de adormilados y secretos sueos,

    en evocacin seorial de barro.

    Ardan entonces los bordes de mi fauce,

    rompiendo el grito vacilante en el abismo

    porque alas retorcan los destellos clandestinos,

    en un nombre jams pronunciado.

    La bestia ma se ha posado en tu destino,

    ha varado su corazn en tu sangre

    para descansar su vida desgracia,

    nunca moribunda y ondulada, como mi alma de demonio

    si es que an poseo alguna en mi ego.

    Pero cuando evitando al rastro maligno

    ha mancillado los destellos ms brillantes

    condeno,

    existo!

    cabalgo hace tanto tiempo sin un rastro.

    Se eleva otro espritu que no ha llegado a su gloria

    juegan ambrosas de hierro en mi puerta

    con el perfil osado de algn misionero de la cruz,

    que en causa funeraria sobre esta sombra,

    quisiera transfigurar mi silente aposento.

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    Ahora miro esas turbias aguas en tus ojos,

    extrao al mundo de tu relato

    distinto a otros amaneceres,

    diferente el ave que se ha posado en tu lecho.

    Escucho el crujir de mi piel abrindose

    develando aquello que nadie ha visto,

    fluye por mi, y de mi hacia tu lengua,

    hacia tu voluntad de santa en expo

    donde se levanta, el repique del misterio.

    Y te envuelvo con fro sacrlego

    otro beso centenario de lgubre fervor,

    entonces yaces muerta por mi mano

    y los hombres durmiendo en su locura,

    mientras nada rezan los lupinos ecos.

    Ellos cantarn tu muerte

    adornando aquel ttrico carruaje

    y dirn plegarias en tu nombre,

    pero no sabrn de mi inocente cortejo.

    Adormecida entre mil muertos

    al final del mausoleo, pasaran menguaciones,

    libres, sin cadenas en las alturas

    para mirar la inocencia

    convertirse en espada lacerante de fuego.

    .

    Y cuando recorra el nuevo aliento,

    de vuestras manos la llave

    para escapar de los edenes sin tiempo,

    develars entonces tu nuevo talante!

    Hambre incoherente,

    ojos destellantes,

    condenada a ser Mesas de sangre

    levantndose al tercer da,

    inhumano no muerto!,

    sers vstago nuevo de las legiones de la noche,

    y llamaran con temor a tu silueta

    innominablemente aberrante,

    la aparecida dama de negro.

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    EL LOBO Y LA ESPADA

    Aun escucho la sombra de la noche

    cuando despierta entre las montaas del silencio,

    y a la figura insigne del viejo roble,

    que la ha acunado en mil inviernos.

    De cual lejano horizonte,

    vuestros labios han venido a extasiarme?

    ser acaso que por vuestro nombre,

    el noble legado podra ocultarse?

    Y mirad en mi astral designio

    cuando llegue el da de su muerte

    mil enemigos cados por mi espada,

    y una flamante alborada que no adormece.

    Errante vagabundo de los bosques,

    vigilando la poesa escrita en luna

    y la obertura de las aves nocturnas,

    que posaron sus aleros en mi carne.

    Ms los amaneceres llorarn mi ausencia

    en un teatro de horrores y gala,

    cuando profticos susurros despiertan

    para bendecir los sonetos del alma.

    Y mientras las campanas doblen a lo lejos

    sobre el fondo negro de un cielo estrellado

    que descanse en profano destierro,

    el sonido de un gemido consagrado.

    Ser nuestro pacto en sangre firmado

    con el yelmo del guerrero por testigo,

    que cuando allen los lobos en aquelarre,

    se levante mi voz del inferno principado.

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    ANNIMO RECUERDO

    Hay tantas lunas que comparto

    con vuestra ausencia y mi semblante,

    que he prometido derrochar silencio,

    hablando con la marchita primavera.

    Cuando lentamente ha pernoctado en mi ventana

    la tristeza de un tono nuevo,

    dime adis arrebatando el ltimo suspiro

    que me ha regalado el color de la tarde.

    Y no vestir el alba que descubre un nuevo da,

    pues ella ha fugado eternamente de mis versos

    ah, y su belleza

    prisionera es de otros horizontes.

    No inspiro los rezos a tu nombre,

    ni de los belfos mos saldra algn vocablo

    pues est mi duda de la vida en espera,

    por un abrazo de soledad en mi propio atrio.

    Cual mstica y fatal coincidencia

    nuestro rostro en la constelacin lejana

    es cadena anclada a las cosas que temo,

    y que arrastrando un muerto paraso,

    ha vendido su corazn al secreto miserable.

    Sobre madrigales que sembraron nuestro exilio

    ahora hay desolacin en cada lamento,

    mirad despacio, al infinito y sus segundos,

    a los vacos senderos inseguros,

    de las frgiles bellezas.

    Cada instante inoportuno y sagrado

    sobrevive succionando otra alegora,

    que nace de mi pulso mortecino.

    Entonces maldigo aquellos das

    y me envuelvo en cruel entierro

    para jugar al ltimo de los vivos.

  • 14

    Es ah cuando vuelvo mi rostro

    y veo ms dunas solitarias,

    un pasado en cadencia por los cfiros,

    espejismos de ciudades abandonadas,

    inanimados pseudpodos,

    y el rastro de tu nombre en cualquier lpida.

  • 15

    ALQUIMIA

    Ciencia olvidada por el ignorante destierro,

    filosofa en venas de sangre carcomida

    ahora escuchad, el verso del brujo negro,

    la cantata de los sortilegios,

    de mi cuerpo una anatema,

    vida eterna, y ctedra extinta.

    Por el elixir que sobamos en las noches de enero

    venid a m en reverencia,

    que sobre las huellas del fauno horrendo

    escribiendo en el cielo sus maldiciones,

    de las horas que murieron en mi regazo

    seris profana y silente indulgencia.

    Ahora estoy consagrando mi fuerza

    en el grimorio de volumen distante

    con piel de hombre, y sabor a calavera

    es el amo de annimas tinieblas

    levantando su mano en ordala,

    por el resplandor de mi plido semblante.

    En esta voz est la esencia

    proteccin de mi aurora insepulta,

    cual doloroso holograma sin respiro

    que flamea, como el cfiro viajante

    y repta, por la tierra sin destino

    por el nombre de la disciplina oculta.

    Este es mi deseo y mi palabra

    el designio de la escarlata primavera

    llamronse pecados las virtudes de los hombres

    transfiguracin en la hora de las horas,

    porque vimos el oro de los dioses,

    elemento fugaz de la materia.

    Marchito de imprecada inocencia,

    ahora y como siempre sin aliento

    me daris el sueo de Melmoth o de Fausto

    para complacer terrenales parasos,

    sin la extincin de los arcanos ensalmos

    en la cumbre de nuestros demonios veraniegos.

  • 16

    Mientras sobrevive el recuerdo impertinente

    es ahora el ltimo momento,

    y mirareis mi sombra entre las sombras

    deslizarse amena eternamente,

    como curvas de la gigantesca serpiente,

    y nada ms que su perfecto reflejo.

  • 17

    ECOS DE AFLICCIN

    Aunque mire otro vaco

    de repente, como el primer da,

    soy tu culpa expiada

    que ha irradiado aliento ambulante,

    en el murmullo de tus ngulos.

    Ahora siento en mi dermis fatigada,

    las pginas ltimas de mi historia

    recogiendo estrepitosamente su calma,

    entre cinagas negras, llenas de olvido.

    Cmo escapar de tus destellos?,

    si eres el enigma que pernocta en cada cfiro,

    y cual vida que se arrastra

    sobre mis dbiles artejos,

    es abandono imposible la nostalgia.

    Aunque vele otro camino

    en mi solitaria decadencia,,

    he roto el nefasto juramento

    de armona sometida,

    mintiendo al tiempo y sus pisadas.

    Innecesario es el soar despierto,

    arrogantes mis palabras,

    amargo el grito de mi fugaz instante,

    mi creacin el mutuo silencio.

    Receloso descubrimiento de utopas

    adictiva y egosta memoria de mis lxicos,

    la nada escapando de la nada,

    las voces que desgarran su garganta,

    y toman mi palabra en su boca.

    Aunque abrace otra pulcritud,

    la escarcha que desciende mortalmente

    ondeando su fantasmal contorno,

    es sedienta prole de euritmias nuevas,

    para ocultar el mrmol deprimido.

    Cada da un imbatible desafo

    parecido a respirar este quejumbroso aire,

    por los atardeceres tallado.

  • 18

    Ah espero la impvida respuesta

    cuando aparezca en su clamor, mi pensamiento

    rondando, vigilando mis rencorosas promesas,

    aunque sea tarde para alcanzarte el vuelo.

  • 19

    ETERNIDAD

    Sombras,

    melanclica belleza,

    silencio en mis labios,

    eternidad macilenta.

    Espritus que navegan los rincones

    en su oscuro derecho,

    de impas vestiduras de niebla.

    Ahora se agita el viento

    y en mi copa el ltimo latido,

    mas en tus labios ruego

    como al dios que en rencor imploro,

    arrodillndome en la adormidera.

    Te iluminaran cien luceros refulgentes

    en vuestro viaje de pasiones,

    quizs lejos de la suerte,

    pero diris que mi mano estuvo hereje

    cuando las campanas daban las doce,

    y pude soar con joven sangre.

    Si hoy existe el aire que respiro

    y maana extrave su sendero,

    mi consuelo de rosa condenada

    adormecida, entre nubes y estrellas

    deseara una lapida en blanco

    sin fragancia y sin aliento,

    silencio en un poema.

    Quin respondera?

    augurio de muertos ojos,

    un juguete en abandono,

    que suspira

    Eternidad,

    sonrisa en el abismo,

    ciudad en el consuelo.

    Cada bestia que temblando

    arrastra su pecho en reptilesca morfologa,

    un esclavo ante el ltigo de cosecha.

  • 20

    Aqu los cielos son testigos

    de la muda reverencia,

    que se levanta sobre las cabezas

    para coronar su hambre soberana

    de las lunas que los hombres adoremos.

  • 21

    SUCUBO II

    Ahora veo tu rostro dcil

    devorando la lujuria incontenible,

    litrgica sombra, de nocturna profeca

    de rincones subyugados a la luna,

    en laboriosos votos de medianoche.

    La madrugada que te ha llamado

    no pudiera saciar mi profano deseo,

    pero t y yo, bailaremos el gnesis

    hasta la muerte, de cada plateado sendero,

    que vesta mi espritu en tu ausencia.

    Solo pido a vuestras alas que me guen

    en el reino de esa lividez moribunda,

    que tomaron mis ojos por destino

    como cada azabache circunferencia

    de aquella maldicin deleitable.

    Prefiero ninfa de los infiernos, tu cintura

    y aquellos besos de simtrico deleite

    cual cadenas que atravesaran mi cuerpo,

    que mil noches yermas de mortal elipsis,

    junto a la tumba que espera mi tregua.

    Ofrceme al misterio de tus ojos

    como mi vida y alma, en aliento por regalo

    pues prefiero la sombra de tu mano,

    a la maana que ciega mis visiones

    y frgiles memorias sin credo.

    Mirad que hay una forma de sagrado sacrilegio

    detrs de la dicromtica mscara nocturna,

    imploro entonces criatura desnuda,

    que cada funesta campanada

    sea tu amparo en el latido de mi pecho.

  • 22

    DESVELO

    Ahora que respiro tu nombre en el aire

    dir que mi puo no alberga tu olvido,

    ni en el ms recndito sendero extrao

    naufragado para siempre en el desierto.

    Todo invierno conmigo, una rosa en agona

    mientras en llanto, me cuestionan los cielos

    pero cada minuto se convierte en espeso aroma,

    de la triste obra, mecindose sin rumbo.

    Temblaran los amaneceres en mi puerta

    con cada nota de fantasma en cruel desvelo,

    aquellas velas que apagronse diciendo:

    aqu yace mi linfa en deshonra.

    Mientras penantes fluyan perdidas las horas

    lejos de su fin en el ltimo de los das

    cada prrroga, por la providencia concedida,

    a la deriva de mis inflexibles tormentos.

    Desolacin herrarte fagocita cien caminos

    mientras espera el astillero de mi tumba,

    la escogida mano de los ngeles austeros,

    vaciando el recuerdo de lluvia en mis letras.

    Y si la esperanza escribe su testamento en mi mirada

    ciego engendro de ambiciones nigromantes,

    que otra noche alcance de los sueos sus placeres,

    sin tregua por los sabores a decadencia humana.

    Pero en el santo imperio de grafas

    otro estigma carcome mis costados,

    tortura en mis labios que blasfeman a tu sombra,

    besando el polen de mi mente alucinada.

    Es otra luz la que ha robado mis plegarias

    en cada ciclo de un Apolo distante,

    y ahora mi msculo en catalepsia sin remedio,

    bajo mi piel, junto a ti yace menguando.

  • 23

    SONETO INCONCLUSO

    Busqu en la noche tus lujosos cantos

    al celarme de los ojos del fro,

    mientras de m, se desliza el roco,

    como una sombra ofrenda a los santos.

    Fueron las horas bajo negros mantos

    desvaneciendo en vano el fuerte bro,

    que de mi nico espritu sombro,

    se alimentaron los tristes encantos.

    Pude ver entonces un ente alado

    y la luz gris de un eco desterrado,

    dando para m un coro de alegra.

    Pero al tiempo se volvi una agona

    y el ngel de la luz del nuevo da,

    ya no enton nunca ms a mi lado.

  • 24

    IN NOMINIS EXANIMATIO

    Los muertos son recin nacidos

    que despiertan,

    miembros destrozados

    y almas hmedas

    suavemente suspiran

    en extasiado asombro fnebre

    Jim Morrison

    Est la luna misericorde

    viendo nuestra exnima,

    y las plegarias de los mortales,

    elevndose como sirenas.

    Habr deidades de cristal

    en el silencio de las horas,

    fantasas de primavera

    profetizando su entierro.

    Pero huyen a paso lento

    esqueletos y juglares

    en su cadena perpetua,

    como hirientes sonrisas

    obsequiadas en el mortuorio cofre,

    de suspiro olvidado.

    Pero esta es la cuna

    en la que vimos sin reflejo

    cien ojos muertos.

    El nunca es otro reino,

    amo de las legiones del polvo,

    del puo y la palabra divina

    condena en el viento,

    cuando toca su piel mi alma.

    Orgsmico desenfreno

    crescendo sin prisa,

    sinfona ma,

    y de todos los maestros alados,

    con fauces de lobo, colmillos de aurora.

    Para sus cuencas vacas

    como maniqus de barro descompuesto.

  • 25

    Escuchad este lamento

    colores de muchos ptalos ,

    nacidos sin nombre

    y moribundos sin destino.

    Ayer - otro nunca

    donde crecieron las rosas,

    que ahora suplican por su alopecia.

    Universo insignificante

    si pudiera tocar vuestros escalones

    cada beso, cada flama

    carmes pasin ensangrentada,

    otro ptalo sin nombre.

    Andaremos ciegos

    en el camino serpenteante

    siempre rumbo al siniestro abismo

    si!, condenados y ciegos,

    ciegos de tanta luz

    sobre nuestros huesos,

    batutas para el rquiem.

    Que ya veremos carroas

    de atavos galantes!

    en el saln de baile predilecto.

    He aqu la sabidura

    que desnudaba nuestras mentes

    artificial sendero de victoria

    deambulante en el aire.

    Cada hombre un insecto gigante

    sin alas majestuosas,

    pero en la fnebre crislida,

    colmena de sueos la reina nos llama!

    Puedes or su envergadura?

    claustro libertino

    es aquella dama de los arcoiris negros

    y sabor de alcaloide,

    la de los ojos cristalinos sin pupilas

    ha escrito mi nombre en sus labios

    al comps siniestro,

    de esta noche excomulgada.

  • 26

    CLAUSTRO Y CATACUMBA

    I

    Mi prpado nico se levanta,

    develando la cadavrica metamorfosis

    como canto nocturno de criatura degollada.

    Entonces tomo mi alma del altar derruido

    y tiernamente devoro sus entraas

    para sentirme vivo

    en esta incomprensible incgnita.

    Alguna vez sostuve en mis alas

    las flores de sangre rebosantes,

    pero en este crepsculo sin nombre

    donde arrastro la mitad de mi organismo

    ya no hay fro ni dolor,

    pues mi piel ha muerto.

    II

    Danzaron el gran gusano

    y sus cien vstagos ciegos,

    sobre una pista de tristes osamentas.

    Apoyo en mis rtulas la reverencia,

    con temor por la honda oscuridad

    que mis visiones han creado en su encierro,

    siendo devoradas por insaciables respiros.

    Y su zumbido resuena cerca de mi encfalo

    ascendiendo por aquella silueta informe

    para coronar la ltima primavera,

    sobre otros atardeceres invisibles.

    III

    Vestigio de mi efmera mortalidad

    sin descanso entre el polvo,

    arrastrando podredumbre.

  • 27

    Ya no necesito mis falanges

    para acariciar otra cadera muerta

    de montono sufrimiento

    sin gritos, en la corrupta morada del horror

    donde doncellas consumidas

    visten sus arcnidos velos.

    Porque escarabajos abrieron mi crneo

    como albergue a condenadas melodas

    para el dios que todos olvidaron,

    a la rivera frecuente de mis lgrimas.

    IV

    Descarnando manos fras

    sin la horrorosa deformidad

    de la sombra que ha crecido hasta rodearme.

    Oigo murmurar arriba del sombrero que conozco

    del sol verdugo, sbditas marionetas

    en sus retratos ovalados de muerte petrificada

    de sonrisas y demonios voladores,

    cuando ellos cierran sus ojos.

    Es que nacieron sellados

    con lacerantes heridas perpetuas,

    que sangran en el msero y opaco da

    trado desde lejanas auroras,

    a su abdomen desfigurado

    solo por la existencia.

    V

    Ya no hay el siniestro recorrido,

    ni existen fantasmas soadores,

    solo este maligno cuento de hadas.

    Me encuentro,

    me remolco a oscuras sobre mi carne

    la llevo sobre mis huesos carcomidos

    y dentro de la nada que acompaa

    cada segundo sin latido,

    por debajo de mi quinta costilla.

  • 28

    Doblo el tiempo sobre mi atlas

    intentando ser elega de cenizas

    pero eternidades nos son suficientes para el hambre,

    as que devoro mis incontables quimeras

    solo para nacer otra vez, del tero siniestro

    de esta fosa comn.

    VI

    (EPLOGO)

    Entonces vi la nube eterna

    permaneciendo en mi delgada espalda,

    y a mi ojo, en busca del color nuevo

    donde los hroes se retuercen en Potico desenlace

    ahora despierto con mi nica pupila

    junto al negro infinito del espacio,

    entre arcanos muros de hmedo destierro,

    para el mundo que apenas tiene remembranza.

    Un fmur el mo? no recuerdo su sabor en mi fauce dentada

    as que me arrastro boca abajo

    sobre el karma de otros muertos.

    pero ellos no ren!,

    no cantan!,

    no escuchan la lgubre alabanza

    de m, como perfecto cadver

    en mi ptrido reino.

  • 29

    VIDA

    Veo apilarse promesas

    bajo el sol ms brillante,

    placer lacerante en mi fuerza

    cada vez menos humana.

    Entonces otra vez se apagan

    palabras de veneno,

    que matndose a s mismas

    en espera de segundos,

    crean aquel fantasmal universo.

    Cuando todos se han ido

    en busca de su oro ignorado

    veo tu rostro a mi lado,

    radiante, como el primer da.

    Te conozco

    te idolatro te ha matado.

    Otro retrato llorando

    solo una silueta sin rostro

    lagarto u hombre!,

    muerto o vivo suplicante!,

    carroa o animal del bosque!,

    escaso recuerdo.

    Y el viento en su dorado cetro

    con el conjunto de cuerdas celestiales

    Perd la cuenta de tus cabellos,

    incontables como estrellas,

    fugaces a mi mano.

    Apenas reconozco vuestra rima

    si tan solo quedara una plegaria

    que toque tu auxilio,

    cuando los valles gimen dulzura,

    y con mi voz confundironse alegres aves.

    Apenas reconozco vuestra ausencia,

    honesta y exhumada.

  • 30

    Y aunque las flores se marchiten

    en las tenazas del destino

    huye su memoria decapitada,

    tras la fragilidad nuestra.

    Ya no podemos ganar esta guerra

    pero toma las armas para nosotros mismos

    rabia,

    impotencia,

    cuentos extraviados en su rumbo

    la ltima pgina incompleta,

    musa para la nada.

    Que se levante mi orgullo

    enterrando su mscara

    curando las heridas mortales.

    Quisiera encender el fuego sublime

    para el silencio,

    para mi alma,

    y el honor de su sangre.

  • 31

    GTICO

    Bajo lnguidos rostros que rodean

    a la entonacin de marcha fnebre,

    un campanario en montona llamada

    haciendo volar a los hijos de la noche.

    Alas negras de fatdico presagio

    una luna se esconde tras de ellas,

    simulando capas de bruno terciopelo.

    Buenas noches sbditos alados

    escapados del martillo de las brujas,

    lucen hoy al atisbo de la bveda celeste,

    atavos de no muertos y aquelarres.

    Las grgolas malditas

    unicornes deidades de mrmol

    giraban como buitres sobre la muerte

    Otra doncella desangrada

    Silentes catedrales

    insigne arquitectura,

    inmortales escaleras terrenales

    subiendo a los edenes de gloria,

    Doce oscuras rosas de tinieblas

    esperan con el arribo de nimas perdidas

    augurios de una innombrable tragedia,

    donde la noche es la mejor aliada.

  • 32

    LA LLAMADA DEL ATAUD

    Mortal que ests cansado y abatido,

    Llegando a rastras sobre mi presencia,

    Escrito al fin la impasible sentencia,

    Hombre viejo o lozano acometido.

    Tocando al final t ltimo latido

    De las campanas sonada advertencia,

    He de tomar tu carnal existencia,

    Para siempre en mi regazo dormido.

    Recorriendo tus recuerdos en vano

    Venid a m, que termin la espera

    Cuando el destino volviose asolano.

    Que con la anuencia del ngel arcano

    La Atroz gabarra, fnebre galera

    En suave madera, aprieta tu mano.

  • 33

    BESO

    Me doblego ante ese beso,

    entregando mi florida voluntad,

    a un par de labios de rub.

    Y me regocijo en la fragancia desnuda,

    en la sombra que cae sobre mi lecho

    fingiendo existencia.

    En la soledad de una satrica sonrisa

    tocando tu asidua lontananza,

    aquella lnea eterna dibujada

    por la cual, valiente he partido.

    He aqu un sentimiento, esculpido en mi rostro

    por la arena gravitacional del tiempo,

    que acrrima mocedad despide

    bajo el belfo de la viuda negra.

    Levemente anso buscar y escalar tu alma,

    ser la ltima estrella palpitante de tu hora

    a disimularse escarmentada,

    detrs de las doradas cortinas.

    Y al regalarte una caricia,

    deseo curioso y suplicante

    aquel veneno que me ha visto demacrar la carne,

    en la habitacin de oscura fantasa.

  • 34

    LETANIA

    Ahora que mi adis, sucumbe en la prfida distancia

    a la mitad de la noche, en diferente espacio,

    jams visto por ojos, intermitentes de pecado y linfa

    que se han puesto de pie para adelantar las horas,

    exhumando de mis manos, el clido recuerdo.

    Olvida mi nombre olvida el grabado de sufrimiento olvida el florecimiento vano de la ltima primavera

    que el resplandor lento es ms corts y galante,

    que el navegante Adonai y su cruento abrazo.

    Puro cielo cobijando la usurpacin de triste mirada,

    ensalmo justiciero de la blanca calavera,

    a tu nombre de mujer , a tus cantos de piadosa hada

    donde los griales rojos se voltean en la tierra.

    Si! all donde miramos la orilla tan lejana de una isla silente, all donde se coagularon las ciudades de sal

    y los sueos desafiantes hubieron de transfigurarse

    vuestro amanecer es tentador demonio celeste para cualquier alma.

  • 35

    NAUFRAGIO

    Alguna noche he de besar la lejana

    y tus pupilas sern la tinta esmaltada,

    con la que arranco gritos de dolencia

    a la santa imagen de un recuerdo.

    Aquellas gotas de dulce ambrosa

    que hubieron de darme una inmortalidad profana,

    un solo instante de poder y liturgia,

    se despide con su pauelo de mi rastro.

    Y ahora me arrincono bajo cien constelaciones

    que destellan en las extraas alturas,

    de esta inmensidad incomprensible.

    Por sobre los mundos y los dioses,

    por sobre cada humana esperanza,

    y su esfrico ropaje,

    por sobre el azul agobiante de los cuerpos,

    que vimos morir y nacer.

    Y en mi viaje de pluma oscurecida

    la vaca gracia, derramaba mis caricias,

    entonces complacido con la fra nulidad del condenado,

    al balcn de la luna postrara mis rodillas.

    Demacrados latidos de sereno movimiento

    van y vienen jugando con mi hlito,

    para caminar sobre estelas de dolor,

    alejando del miedo sus legiones,

    y construyendo ms atardeceres esclavos.

    Mientras me perda en imposible laberinto

    de insondable y claustrofbica belleza,

    lapidaba delirios de juventud evanescente

    Otro pilago indiferente a mi venia,

    al cielo durmiente que he trado,

    y a las cicatrices de la luna.

    A mi irreconocible tez que ha sellado el convenio

    mientras cante al lgubre perfume,

    mientras aire exista para mi pecho.

  • 36

    Ahora veo en el horizonte que sangriento se levanta

    sacrificio para mis fuerzas

    rozando la voluntad de mis designios.

    Eras t la voz ausente!

    la herida, la cicatriz abierta,

    la eternidad en la que me he perdido.

    Y cada segundo de un beso extinto

    otro sortilegio que se escapa,

    mientras como cansado viajero me miro,

    sin ttulo y sin lucero,

    naufragando en el mar de vuestros ojos

    naufragando,

    en al azul de tu mirada.

  • 37

    CABARET FANTASMA

    (Poema en prosa)

    Era la hora de las brujas, cuando las campanas ms distantes resonaban en el eco.

    Aquellas providencias suponan augurios de muerte; y bestias aladas, sobre los cadveres

    de las ciudades, reposaban su vuelo. Cada niebla, cada sombra danzante era un grito en el

    silencio cuando me cubra un manto de duda blasfema, atrapando para siempre otro ocaso

    humano. Serian entonces sueos y esperanzas, segundos fnebres rumbo a su filosa y

    seorial guillotina.

    Entonces miro la demencial alucinacin de los juglares, su rostro es el plido coro

    del teatro bizarro; y sus ojos dos negras lunas...Cada mesa tiene una o dos personas que

    miran atentos la luz de velas agonizantes, cirios mortecinos que se derriten

    cadenciosamente sobre alguna calavera.

    Entonces busco mi propio reflejo, aquel que delante de mi solo cantaba otra

    entonacin sin sentido. Oh amor perdido! , dame un nico obsequio de tu mano marchita,

    toma mi voz en tu encierro, para cuando se abran tus rencores en mi tumba, lacerante y

    altivo al mismo tiempo; mi corazn destierre su mar escarlata.

    Al abrir las puertas del recndito lugar fantasma, oh magnificencia indigna de mis

    ojos aun mortales!, indigna de cada hombre y mujer sin rostro entre los presentes, indigno

    escenario de las alas destellantes de los hermosos serafines dorados; trados del invierno

    desatado en las flamantes alturas de mi mente.

    Extraa msica soada por la amapola, reverente al corazn supremo. Pianos

    crueles que flagelaban sentimiento en sus cuerdas; cual infantiles voces rumbo al

    fallecimiento.

    Cada uno de los msicos era un alma condenada en mil colores penitentes. Su

    rostro; el enigma indescifrable. Quizs engendros de las cenizas, y su meloda un fastuoso

    rquiem, para el que ha visto su propio cadver desmenuzndose mientras baila. Y luego

    lnguido, al comps remitente de sus innombrables instrumentos; se levantaba un teln rojo

    de terciopelo, cubierto en piel de la vspera de todos los santos.

    Detrs; esqueletos, figuras desvigorizadas que danzan macabramente al trino de una

    musical mortaja. Sus consagrados huesos que hubieron de deleitarme, sienten la claridad de

    cien ojos que los miran, buscando la consumacin de su acto.

    -Aquel baile- dijeAquellos delgados entes de mortal lujuria, que no miran pero sienten tal como nosotros el licor de los placeres, son el sendero de la nica pluma que

    sostiene mi mano. La que algn da dar vida al ms negro epitafio. Su sendero es de brumas, sus cuerpos necrolgico lenguaje.

  • 38

    Y aquella espectral efigie de femeninas pupilas, si,ella!.... La que no tiene ojos ni sombra, la que canta a la pauta de la orquesta, ella es una estridencia ajena a la amargura, al

    suplicio de las flores que arrinconadas fueron juventudes de seda.

    Es otra noche la que en descuidada travesa, vimos perdidos como ciegos insectos

    en un tono menor de angustia. Este espectculo siniestro, tomara un astro para su anhelo, y

    cada poeta!... un extrao personaje, una extraa envoltura de vida donde nace la muerte, un

    aroma que se desvela, y que surge majestuosamente entre la sangre de sus arterias, cuando

    de su mueca se engendra. otro maldito verso.

  • 39

    JINETES DE MEDIANOCHE

    Alabanza,

    es cristalina decadencia,

    deseos recnditos a vuestro cuerpo como dagas

    mientras la pera de insectos nigromantes

    alcanza el punto mximo de sus voces,

    zumbando misteriosamente entre lgrimas de estrellas.

    Cuntame brisa el sentimiento inmolado

    con su mortaja de niebla,

    curiosa y elegante.

    Un animal duerme en el umbral de la locura,

    tratando de ser misterio apocalptico,

    un pecado en el lugar ms santo

    que ronda las miradas de arcngeles en penitencia

    desnudando su temblorosa piel,

    obediente a las pasiones de otra danza.

    Sin embargo, devoradas son las horas

    pintando su muerte en proftico gesto,

    el nico territorio mohoso de suspiro

    donde los placeres de la tumba y el dolor rastrero

    son millones de rezos por cados serafines en letargo,

    en la cuna de los devenires sin decreto,

    y en el nctar puritano de los hombres.

    Este es el adversario, la fuerza, el emisario de puro instinto

    afligido plumaje carroero,

    sobre trepanadas cabezas.

    Oh, a travs de las ciudades solitarias

    despertando el lamento de esqueletos bajo el suelo,

    escuchad los cascos en las piedras

    y a los muertos en atadura,

    suplicando por su veredicto.

    Cazadores de almas o desafiantes caballeros,

    luna extinta que no flamea en el camino celeste

    vuestro augurio es desarraigo de la tierra

    mientras un perro desgarra tu carne,

    y mi sable cosecha la perfecta gloria

    pues mi numero y cabala es simplemente

    .Infinito.

  • 40

    Mutiladas pupilas, heridas de gangrena,

    el cfiro nos dir bajo que regazo se habra posado

    para nacer como semilla fecunda,

    en una tierra sembrada de atades.

    Y este deseo libertino

    en justo secreto, condenaba las luces atroces

    de las que huye mi carne cual victima a verdugo

    para ocultar su rostro en el manto negro de mi emperatriz,

    siempre en silencio.

    Y empao con su sangre mi ventosa

    aferrndome al alimento de las almas,

    y espero, me arrincono, me vuelvo un infante macilento

    que ha orado cada noche

    antes de verse morir en un espejo,

    que es el confuso dilema, existencial proverbio

    tocando el gris ms triste en los mil ojos

    de una deidad femenina.

    Pero el circo ya no est

    sus colores en cenizas coaguladas,

    y su msica de moscas incoherentes

    es solo caos religioso

    para esta noche de gala.

    Las monturas detienen su cortesa

    cual procesiones al despertar de las iglesias

    pero ahora, otro imperio ha cado!

    y su sangre aliento es de los recuerdos.

    -! Profeta -dijeron

    t que has visto el nacimiento de otro canto

    -! profeta dime

    si las lneas que aun se retuercen en mi mano

    en quiromntica miseria,

    han de estrechar las del mismo Caronte

    o he de ahogarme en el Estigio de mis insolentes yerros?

    Mi silencio no sera revelado con aquella tormenta,

    mientras octpodas figuras,

    trenzaban una forma simtrica y hermosa

    bendecida como ninguna otra,

    que osara atrapar ngeles en pleno vuelo.

  • 41

    Viendo en los corceles ventanales lacrimosos

    y prpados cual tejados decados,

    asombrados del misterio de la muerte que termina

    y de la vida que ha nacido de su vientre, como verdes ramas

    longevas pesadillas sin carne!

    pero aquellos pedazos de botnica alma

    ahora pestaean sobre sepulcros en tinieblas,

    cuando la mano del Olimpo las ilumina.

    Y las he frecuentado cada noche

    vindolas crecer en babilnica arrogancia,

    licantropa en mi cabeza

    amor, odio, dolor de incertidumbre

    postrndose por siglos a los pies de su karma,

    mas el obsequio que han dejado los eones incontables

    estarn all para pavimentar los destinos

    con ptalos de innumerables condenas

    y recordarnos mientras besamos adormilados

    la famlica mano de un dama petrificada,..

    que nuestro destino saborea pasible ensueo.

    Pero veloz es la maana mientras repta

    en busca de una catafltica alcoba,

    que: ad occasum tendimus omnes

    decan bestias en arrebato de esplendores,

    cuando la tez sangrante reconoca otra mirada.

    Hemos de sufrir en nuestro olvido

    decan voces incesantes a mi lado,

    porque el caballo pisa nuestras uas cuando levantan

    a la voz del profeta y su palabra dorada,

    sus diez crculos de olvido.

    Tanto tiempo hemos dormido sin arrullo

    y ahora relegaremos ms das de agobiante lluvia,

    pues cual temores asechando, en aquella puerta de roble

    tomarais la esencia de algn divino reproche,

    para saciar la sed de entre los nombres

    que peregrinan por vuestras venas.

    Entonces rugimos como el imperante trueno

    desde la distancia inalcanzable que ahoga su aliento,

    as nuestra voz hizo esconder al fugaz sollozo,

    e hizo palpitar mas de cien valientes corazones,

    de los sangrientos guerreros del alba.

  • 42

    _Soy el que cabalga_ dije sin dolor placentero,

    mi nombre purga su castigo en la inocencia

    su lugar pertenece al manto, al cliz, a la rivera de la noche

    y estas apndices membranosas, albergan ms de una presencia

    la luz es mi crcel, mi indolente utopa

    el secreto que arrastra mi cadena,

    y los dioses a los que sirvo no tienen nombre.

    He bajado de aquellos rincones del olvido

    y mis huestes aquellas sin iris y sin alma

    para dar el reino que suspiran aquellos pasos,

    como si fuera el da del tribunal sagrado

    donde cada uno, tocara sus mundos y su credo.

    Mirad esos mortales vuestro espejo del pasado

    eram quod es, eris quod sum

    flamante letana,

    reteniendo recuerdos imborrables como el viento.

    Corriente que ahora vuela por Aries

    pues errabundo cambia de casa en el zodiaco,

    para ocultarse de mi rostro.

    Mas lo he borrado de mi memoria

    y ahora no distingo la pronunciacin de una quimera,

    flor , fantasma, primavera, invierno,

    cada recuerdo experimenta un desafi

    en el curso del vastsimo vaco que nos balancea

    acariciando una fecunda meloda

    donde humano alguno tocara de dueto con la muerte por la verdadera existencia.

    Entonces venimos a fundir la fatalidad

    sobre visiones que la adornan decorosa,

    y por mudos testigos tenemos las almas que prisioneras

    no allan nunca ms este coro,

    sobre el cielo de la noche en que duerme

    de principio a fin esta blasfemia que llamamos hombre.

  • 43

    Oh, que no ha desfallecido aun la danza negra

    y la mano bajo tierra ha escarbado en silencio,

    inseguro furor del corazn lacerado

    tomando de la espada juramento,

    porque desfallece an el que ya se ha extinguido!

    y tomemos la envergadura de la distancia,

    para alcanzar la innumerable esperanza

    que tean los senderos en gama difusa,

    para entonces estimada osamenta temerosa

    sube al mismo tiempo que ha llamado sin respuesta

    y si la suerte carcome tus plegarias,

    miraremos el mermar de las estrellas.

    Andrs Joaqun Guarnizo Chvez

  • 44

    _______________________________________________________________

    Estacin de Agona fue un proyecto no concluido del Consejo Provincial de

    Pichincha y la revista Letheo, que buscaban realizar un libro compilado de varios autores del

    gnero. Para lo cual se pidi al autor la cantidad de treinta pginas que cerraran el libro.

    Dicho pedido fue completado y entregado en el tiempo establecido. Sin embargo, otros

    autores no cumplieron la convocatoria, por lo que el proyecto fue dejado en el olvido.

    _______________________________________________________________

  • 45

    LAS LTIMAS LETRAS DE OTOO

  • 46

    BELLA ES LA MUERTE

    Bella es la muerte de blanco vestida

    llamando a la puerta en noche estrellada,

    y al rendir mi alma a la mortaja amada

    en fnebre abrazo har mi partida.

    Bella es la muerte del alma rendida

    cual fiel esperanza ayer arrancada,

    ser extinta letana inmolada,

    agnico aullido de aura extinguida.

    Bella es la muerte, calavera hermosa

    tomando sangrante el ttrico artejo,

    en piel arrancada y tez orgullosa.

    Bella es la muerte y su fro cortejo,

    pues de su jardn me obsequia su rosa,

    que adorna cruel esta noche mi espejo.

  • 47

    EL DEVORADOR DE CADVERES

    Quisiera volar hoy bajo la luna,

    y bajar del oscuro firmamento,

    para entonces al llegar el momento,

    ferviente venga a la fnebre cuna.

    En noche gris cual hermosa ninguna

    fauces arrullan con triste lamento,

    pues la carroa, servido alimento

    deleita la boca de bestia alguna.

    All cauto cual lupino que asecha

    hurgando entre carne y ptrido hueso,

    dejando en el aire sepulcral huella.

    Para as mi alma dejar satisfecha

    muerte profanada dame otro beso,

    mientras haya en el cielo alguna estrella.

  • 48

    EDN DE SUICIDIOS

    Recuerdo tu sombra en mi puo,

    cada letra en soledad envainada

    y armaduras de hueso en mis labios

    que al caminar hacia inslitos rumores,

    conceban exhumadas carroas.

    Palidece mi carne entre las sbanas,

    me pudro entre claveles lastimeros

    hoy no respiro ms que hondas oraciones

    que trazaron el dulce martirio,

    bautizando vampiros en m sangre.

    Puedo entretejer telaraas de olvido

    donde monstruos abandonen sus lgrimas

    donde sueos alados mueran de hambre,

    para cortarnos las venas lentamente,

    y as fulgores nocturnos sobre mi alcoba

    alcancen el edn de los suicidios.

  • 49

    RETORNO

    Recuerdo insepultado de mi mente

    que entre mis delirios su voz esconde,

    quisiera all ir donde tu sombra ronde

    y dormir en tus brazos dulcemente.

    Mas imploro tu nombre vanamente

    pues mil ocasos me preguntan Dnde?

    y solo el silencio fro responde,

    diciendo que me alejo eternamente.

    Pero si vuestro pecho a mi alma invoca,

    y el claustro negro no impide un regreso

    diris que una mano a tu puerta toca.

    Pues pido al cielo aunque fuese su preso

    volver enviado al eco de tu boca,

    de la tumba, para darte mi beso.

    Andrs Joaqun Guarnizo Chvez

  • 50

    _______________________________________________________________

    Las ltimas letras de otoo (2011) de Editorial Romance Nocturno, se

    describe a s misma como una antologa de poesa gtica entre Ecuador / Mxico,

    para dar a conocer al pblico interesado aquellos versos contemporneos herederos

    del malditismo.

    _______________________________________________________________

  • 51

    REGINA LACRIMAE

    Caducas exanimas vitas aetas anima

    Horror, horror

    el baile de esqueletos,

    siameses criaturas

    dos cabezas y un cuerpo.

  • 52

    ATAD

    Me gustara gritar tu nombre

    embrujado en contar mil pasos,

    como segundos sin segundos

    como el primer dolor del alma.

    Crislida de luz y sangre,

    que aprendi a pulsar de nuevo

    donde vaya el andar de mi astro.

    Cambian los caminos maana

    pero ahora sus melodas nos acogen,

    en cualquier norte sin norte,

    donde haya cado un recuerdo.

    Desapareciendo entre cenizas,

    una cancin de desesperanza

    para un muerto que palpita

    en este atad clausurado.

  • 53

    EL FINAL

    He tocado tu mano con mis belfos,

    en cada mirada de otro ptalo marchito

    y he aqu mi voz, sobre la flor ms inocente,

    es el compas mortuorio de los ltimos latidos.

    Entonces camino entre lapidas sin rostro

    admirando a cada nocturna belleza,

    mientras ya no hay ms que mi propia muerte

    fundindose con la arena.

  • 54

    HORROR

    Aquella noche por sobre mis sueos,

    pesadillas habitadas, e infecundos desiertos de agona,

    arrastrbanse montanas desvaneciendo su peso y sus ojos azules,

    que crecieron hasta romperse en oraciones.

    Profeca! profeca que cay de los cielos

    susurraban con esfuerzo ocho estrellas,

    ngulos falaces donde se fermentaban los ngeles

    que surgan carcomidos de los mares,

    para ser cubiertos en luto de espinos.

    Horror! horror bajo la sangre de los difuntos,

    en la faz del tiempo guardin de cenizas,

    cual fatdica visin el camino de los crneos

    cae bajo amputados pies de envergaduras carroeras,

    que se alzan para devorar esa malata,

    cuando la luna en lagrimas se gangrena.

  • 55

    REQUIEM EN EL ESPEJO

    Amada providencia,

    intangible sombra de mi halito

    sobre tu cuerpo de vino reposo,

    cansado de mi vuelo y mi canto

    Entonces un segundo ms

    te entregara mi triste lamento,

    pero lo he perdido hace mil otoos

    de tanto mirar sin parpados.

    A veces los das bailan macabramente

    mi lnguido tono de silencio,

    aquella misma meloda errante

    que absuelve la voz de mi retrato.

    Todo comps de espritu nuevo

    por ti, inclinado en reverencia

    he aqu cortejada providencia,

    has de ser fatal compaera en mi teatro.

  • 56

    LA NOCHE DE LAS LUCIRNAGAS

    Obsrvame sin prisa

    sobre tus expiados dedos,

    que mutuamente juzgan su retoo

    en azul destello frio,

    menguante e implacable.

    Borrando smbolos de impura sangre,

    lagrimas de msera estrella

    y mi muerte, mi calma

    verso rojo de mi sangre.

    Tu soledad mi recluso apetito

    de verdeopaceo lucero

    necrosando mi meridiano.

    Tomo vuestra mano iluminada,

    la contemplo desgarrarse rendida,

    a la carroa en el altar de los mortales,

    donde umbrales irreales sobre tumba profanada

    que bendice en canto nuestro credo,

    !oh ensangrentada romera!

    Ahora el negro terciopelo

    y su oscura fauce dentada,

    esconde el tranquilo mar de los muertos

    !Despierta ahora sin alma!

    !agoniza nuevamente!

    entre mis brazos seccionados

    baile de caricia escarlata.

    Otra bestia ruge sin calma,

    camino a los pies de esta tumba

    smbolo de decadencia.

    Fatua apariencia de etreo palpable,

    vestido cristalino que juega entre osamentas

    ahora puedo mirar mil noches juntas

    y camuflarme por espectros y duendes,

    en phantomima de danza macabra

  • 57

    OJOS MUERTOS

    En esta distancia apartado

    de mis sombras, de mis albos besos,

    de veloces lamentos fantasmales

    cabalgando en el aire ms denso.

    Siento de la noche sus jvenes pechos

    como flores deslizantes al roco,

    y sobre el libro en sangre demacrado

    de todos mis famlicos versos.

    La luz de aquel portal evanescente

    mi frgil cristal de hambre y miedo,

    el desafo de otro ocaso deambulante

    en carmes coro de silencio.

    Mis venas palpitantes de delirio

    codiciando de la luna su fuerza,

    engendro de inerte tono absurdo

    bajo el canto de mil iris ciegos.

    Y aqu vivo en oscuras cenizas

    con amor de maldecidos resplandores,

    mientras roban la etrea luz

    de mis horrendos ojos muertos.

  • 58

    SAMHAIN

    Vspera del da de todos los santos

    cuando aquelarres se conjuran en los bosques,

    la voz de de los hijos de la noche

    no es ms que aullidos licntropos.

    Que esta es la puerta abierta

    entre el mundo de los vivos y los muertos,

    nacidos con la marca de la tierra

    cobijo de la bestia excomulgada.

    !Metamorfosis blasfema!

    Engendrado en la noche de la luna,

    hijos de brujas que ren en las sombras

    cuando implorando intil misericordia,

    los inocentes lloran su nombre.

    !Samhain!

  • 59

    VENENO

    En tu cadavrica miseria

    que no termina con la muerte,

    princesa de la nieve perpetua

    cubre las calles crueles,

    de un silencio equivocado,

    que rompe toda luz.

    Fraccionando mmica nocturna

    incrdula tristeza.

    Esperando tempestades voladoras

    aullando recogen tmpanos indiferentes

    por el suplicio eterno en mis demonios,

    que adolecen de tu signo.

    Dejando all pasos,

    bebiendo vino de la copa lacerada,

    de la sangre sin derrota en sus pupilas.

    as sea por las dunas del tiempo

    veneno de mujer,

    cual veneno de afilada rosa.

  • 60

    (Poema en prosa)

    Cenizas en mis dedos de lo que antes fue un amor, es solo carroa corroda en su

    expresin de vanidosa languidez; pues escondindose de mi recuerdo su ternura, cual

    temblorosa voz que se acuna dentro de cada puerta, ha llevado en hombros su rquiem. Y

    entonces miro como nunca lo hice, como un espritu que vaga por los teatros de las

    sombras, donde sufro de torpeza ante su tregua, mientras uno a uno los cirios van

    descansando pasivamente sobre mares de recuerdo.

    Sin fervor contemplo el balanceo de su fuego, pero ya tarde es para la

    tristezatodas las lagrimas huyeron, deambularon a refugios detrs de una efigie envuelta en claustro. ! Oh serafines ciegos!, intermitente es el dolor sobre las nuevas arboledas en

    retoo, condenadas a muerte cuando las campanas intenten arrodillarse a los parasos.

    Y entonces promet no hacer mas promesas. Jur dejar atrs imgenes disueltas;

    como si el viento que me trajo el nombre hacia mi sacrificio de doce lunas se esparciera

    sobre los crneos del pblico fantasma. Pero an veo los cfiros arrastrndose sin piernas, y

    un canto de ave dulce que golpea aun ms aquel umbral donde todo su color transforma en

    negro crepsculo, y donde los ltimos suspiros se aferran a no vivir

  • 61

    PLUMA AL VIENTO

    Y mi ira se dirigi sobre vuestra carne

    a perderse en el fuego de la verdad,

    entonces caen lentamente sobre tu bandera

    rompiendo los ltimos cristales de amor,

    que laceraban la otra mejilla.

    Arrogante tu sombra oprima mis venas

    pero ya hace tiempo han extinto sus manos,

    ahora tu suplicio se abate en mi guerra

    para ser mancillado tu estpido reino.

    Tu nombre en mi tumba de baile

    un muro que nunca ha de romperse,

    un demonio ciego que eterno se arrastra

    Ahora no hay rosas,

    solo espinas para tu cuerpo

    que han de tragar entero tu hades.

    Patbulo en sangre bautizado

    con la fra bendicin de la tarde,

    maldicin! gritaran las campanas

    suplicando al viento ultrajado,

    un descanso en las calles rotas.

    Entonces mira y cuntame tus miedos

    temblando al arribo de mi vuelo oscuro,

    vedme en el ltimo suspiro de tu karma infame

    para que de tu llanto dulce y doloroso,

    se alimente el deleite de mi espada.

  • 62

    BESO

    En esta noche en que el cielo ha llorado

    y entre las pginas del alma solo hay silencio,

    un eterno ocaso, oscuro y tembloroso

    ha sepultado su corazn en el olvido.

    Mas quise reptar bajo la luna de plata

    hacia la tumba abierta en cruel abrigo,

    para al engendrarse amanecer en mis pupilas,

    rebele una rosa muerta en mi lecho frio.

    Y si tus labios fueran letal veneno

    gustoso probara el sabor del sueo eterno,

    e implorara con tu elixir, fallecer agonizante

    al beber la dulce muerte de tus besos.

  • 63

    CONFESIONES

    Cuan joven fui una vez

    coleccionando otoos en mis puos,

    cuando las canciones daban vueltas, en romance perpetuo,

    este era su vestido nupcial!

    Las eternidades eran lejanas

    juntos camino y sombra,

    al ritmo del crimen perfecto.

    El amor profano mirando dentro

    es circulo de primavera,

    a travs de alguna escarcha,

    y susurros que llaman mi puerta.

    Candiles que nunca encendieron

    dicen nombres que jams anidan en mi mente,

    cuando de la mano con mi nica compaera

    ella desvanece!

    Esta soledad cautivadora

    pintada en propia timidez,

    a veces bien, y otras decadente

    por la inerte condicin que me acuna.

    En la estacin ultima,

    de aquella ultima vigilia,

    delante de la ms profunda nada,

    los misterios se desgarran la piel

    para darme la ultima respuesta.

    All estoy junto al alto rbol

    junto al suave viento de mi infancia.

    frente a mi simple silueta,

    rota en esperanza.

    Una cancin al cielo es entonada

    nadie la escucha, todo es un vaivn de no presencia,

    que amortigua otro volar.

    Quien pudiera ver aquella escena

    all estara cantando bailando, escribiendo sonando, bebiendo soledad!

  • 64

    La dama de la nieve no llego esta maana,

    silencio la carroa se apila para conservarse muerta

    entonces el purgatorio nos mira,

    mientras llegan mis amados cuervos.

  • 65

    ROMANCE NOCTURNO

    Por cada signo que nos mira

    en el camino tortuoso de mi canto,

    al confn inexplorado de tu pecho

    mi alma errante, busca inagotable su descanso.

    Es un secreto guardado en mis labios

    que escapa planeando en alto vuelo,

    donde dioses y hombres miran en blasfemia

    mas all de su razn y entendimiento.

    Es mi amor el que te busca toda noche,

    el que flagelado yace tras tu onrica cuna,

    el que reza al cantar de tu forma,

    en el balcn de crislida nocturna.

  • 66

    Esta mano que arrebata el aliento

    huesuda muerte, amor de mis promesas

    son las lunas, los lobos; danzando en aquelarre de melanclico bosque muerto.

    Calaveras que sonren

    mis visiones mortecinas,

    el elixir de la carroa en la palabra,

    la pluma que escribe su tonada en la triste habitacin de noche perpetua.

    Fuerza atravesando mis fauces

    cual efmeras palabras profticas,

    el nico sigilo que arrulla el nio muerto

    que en funeral potico siembro en alguna catacumba de cera.

    Senda que estrecha al mar de lamentaciones

    sus ciudades sepultas cuidaron su letargo

    all estn las deformidades,

    all la jaula, los veloces faunos

    las melodas apocalpticas,

    los seores de mi mano en evangelio

    y cada ngel de piedra con su estigma.

    Aqu he de levantarme aun al tiempo

    como la arrogancia en el dragn de Babilonia,

    para contar las edades del monstruo tricorne,

    el gigante muere, y los hombres caen mientras sonre vengativo el infinito.

    Y as me dirn el cirujano de lo deforme

    para entonces descarnado en el caos supremo,

    sobre las tumbas de las rosas, y nobles cementerios

    vociferar de imperante en contar de los truenos que:

    mi orgullo seguir de pie,

    an cuando haya muerto.

    Andrs Joaqun Guarnizo Chvez

  • 67

    _______________________________________________________________

    Regina lacrimae (2011) de Editorial Romance Nocturno, surge como una

    iniciativa para fomentar la poesa nacional no comercial, as como para desafiar los

    monopolios literarios de entidades gubernamentales y culturales dedicados a lavar

    el cerebro de los lectores sociales. Regina lacrimae es poesa oscura y gtica para

    quienes estn cansados de lo mismo.

    _______________________________________________________________

  • 68

    LA VOZ DEL OCASO

  • 69

    ESTRELLA DE OJOS VERDES

    Quiz nunca pueda verte tras este velo

    como quiero que mires a mi otoo,

    entonces estrella de ojos verdes; en tu aureola de oro

    descansar de mis noches, todos los pulsares.

    Esmeralda estrella, secreto de mis vientos

    meloda dulce de amargos despertares,

    voz profunda de aquella mirada ausente,

    que se asfixia con su confesin culpable.

    Quizs entienda necio, el camino trazado

    por la caprichosa oscuridad del sendero ciego,

    o quiz muera al borde de un atajo traicionero,

    que al caminar hacia tu puerta me de la muerte.

    Olvdame como se olvida lo etreo

    si quieres t mas no en mi pensamiento, pues caprichosa arquitectura de mi mente

    sin pedirlo hoy y eternamente,

    ha grabado para siempre tu recuerdo.

  • 70

    EN BLANCO Y NEGRO

    No hay necesidad de frvolos colores

    cuando el cielo gris es techo de mi sombra,

    mientras apago la mirada en el caer de los ptalos

    al tanto que un sol amanecido en penitencia

    no canta al horario del gallo famlico,

    y baila arrastrando la ruleta de la brisa.

    Mrame girar y aferrar la escena

    en este extrao carrusel en blanco y negro,

    aprieto el verso libre como emancipado privilegio

    al ser del cardiaco ritmo; el noble guerrero,

    y de la estepa virgen un lobo solitario.

    Soy el fotograma de expresionismo esttico

    que finge extrao, estar muerto,

    cuando en el haz de luz cual marioneta

    apostado al destino del enigmtico cinema,

    se desespera su frecuencia en aullar .

    No busques el inconsciente de mi alma,

    no alimento las llamas del presente;

    ahora en el aire para que reflejen los miedos,

    como una sombra cautiva y perene

    pues solo estoy sin existencia ;

    en este mundo de pattico cromatismo.

    Mscara helnica

    Joya dorada del amor imposible,

    canto exange a tus pies ensangrentados.

    como el rio a las faldas del tiempo,

    mirando a las quimeras estelares.

    Y si acoge tu pupila mi voluntad austera

    estatua serena que tu mano suave,

    olvide el sueo que en suspiro despertaba

    por el precio de nuestra soledad distante.

    Bien sabe el cielo que perdimos en invierno

    como del amor el ngel maldito e insensato,

    sin rostro engendra el sufrimiento

    del cual nos defendemos con simples ficciones.

    Pero mientras escuche tu respiro envenenado,

    detrs de la mscara helnica de teatro

    una tragedia es escrita en triste verso;

    y una comedia re en el cielo estrellado.

  • 71

    MSCARA HELNICA

    Joya dorada del amor imposible,

    canto exange a tus pies ensangrentados.

    como el rio a las faldas del tiempo,

    mirando a las quimeras estelares.

    Y si acoge tu pupila mi voluntad austera

    estatua serena que tu mano suave,

    olvide el sueo que en suspiro despertaba

    por el precio de nuestra soledad distante.

    Bien sabe el cielo que perdimos en invierno

    como del amor el ngel maldito e insensato,

    sin rostro engendra el sufrimiento

    del cual nos defendemos con simples ficciones.

    Pero mientras escuche tu respiro envenenado,

    detrs de la mscara helnica de teatro

    una tragedia es escrita en triste verso;

    y una comedia re en el cielo estrellado.

  • 72

    DERIVA

    (Poema en prosa)

    Con aquella estpida sonrisa me desvelo. Y canto, solo canto para verme naufragar

    en el destino. Aunque todos los barcos han de hundirse al surcar el mar ms negro de la

    inconsciencia, s que mi providencia es mirar de lejos algn puerto

    Busco tras tormentas la isla muerta del muerto marinero; que cartografiada no se

    muestra en los surcos quiromantes de las manos. Entonces las lneas de mi frente, al formar

    constelaciones hablan con ocanos incoherentes.

    Qu o cul es mi norte? Existe acaso uno ahora? Cualquier lugar es tumba para el

    ser sin nombre. Y ahora o nunca, como siempre en mi encierro, asesino la ilusin que del

    cielo desemboca. Pero los fantasmas de mi atmsfera estn mudos, no hay esperanza nunca la hubo.

    No hay pecados en los sueos de los hombres, ni castigo que incite al desconsuelo;

    pero ms all de los lmites del mar ms obtuso; an no existe llave para la cadena que

    gangrena el cuerpo. Por eso extiendo el tiempo hasta que caigan las estrellas, hasta que mi

    nombre nuevo exhale otros horizontes. All hay un dilema sin respuesta, la presencia de la

    liberacin negada y de la alegra falsa.

    Mas mis ojos y alma divergentes no concluyen una pgina de sangre. Y bajo vaco

    espacio guardado en miles de das, me recuesto para soar con lo que no tiene memoria,

    con lo que en mi pecho no fabrica los minutos y en sus pasos no impregna huella.

    Entonces la cuenta regresiva. Ah! el momento que el cfiro ha cesado con

    Iluminante y cegadora luz.

    He all el puerto!, las voces, el canto de una bella dama...Pero no resisto las voces

    de las aves, cuales hieren el tmpano del espritu, la arena no es sitio para morir en gloria; ni

    bveda para el maldito hombre de los destierros. Entonces heme aqu!, izando a

    contraviento los veleros, ondeando hacia mi perdicin la rota bandera de lo que soy y he

    sido; y que ser siempre por propia voluntad a la deriva del tiempo.

  • 73

    _______________________________________________________________

    En La voz del ocaso (un proyecto compilatorio que nunca vio la luz en 2013)

    los poemas se han vuelto ms complejos y profesionales. An siguiendo la misma lnea

    del viajero solitario enamorado del pasado y de lo imposible, dichos versos coquetean

    con otras figuras literarias no recurrentes en mis escritos. Una poca de transicin

    hacia la madurez literaria.

    _______________________________________________________________

  • 74

    RQUIEM

  • 75

    ALMA Y CUERPO

    En el silencio que esta noche arroja

    sobre mi frgil carne lacerada

    lista para deponer la alborada,

    sin roco que mi alma entera moja.

    Esperando as, que ella mi alma escoja

    del mausoleo amparando la entrada,

    con su mano gris blandiendo la espada

    al fondo oscuro est la muerte roja.

    Quien d mi alma a los infinitos cielos

    ser el otoo de negro destino,

    cubierto por dama luna y sus velos.

    All, sueos terminan su camino

    mientras la carroa bajo los suelos:

    tinta y papel, del gusano ladino.

  • 76

    MS ALL DE TODA REALIDAD

    Por tus ojos he vivido

    esta historia sin piel,

    que entre vestidos fnebres se desfiguraba

    huyendo de los balcones.

    Otros caminos eran verdades detrs de un cometa, o en el borde fugaz de tu ser,

    que se desmembraba apaciblemente pidiendo vanidad.

    Hoy, lejos de ese laberinto

    estigma soy con cuerpo de hombre,

    cual dorado monolito

    que se pierde en un desierto de papel.

    Los sinsentido que crean palacios al capricho del viento senil,

    con la plida mascara de arenosa tez

    que me observa, que siempre me observa!

    en esquizofrnica persecucin.

    Y para no despertar; el opio

    para los sueos; un beso lupino

    para las mentes de esperanzas y miedos solo la fosa comn.

  • 77

    DELIRIOS DE CORDURA

    Es sta de los hombres la cordura?

    simple sombra de psiquis decadente,

    que cual peste se irradia entre la gente

    para hipcritas llenar su amargura.

    Prefiero pues mi nube de locura

    que cubre azul aquel cielo silente,

    que vosotros no cabis en mi mente

    cual mi mundo no cabe en su figura.

    Ni tedio muerto de causas vanales

    ni crcel nunca que ate resplandores

    podrn tener mis alas inmortales.

    De vuestro horrible hogar de mil temores

    no vagar entonces tras los portales

    pues reniego del mundo y sus colores.

  • 78

    MADRIGAL

    Sentimientos empolvados de una flor,

    y al viento su estructura difusa

    de la pura coincidencia fatal.

    Sin embargo la estacin aquella,

    mientras mora con sus gamas perfectas,

    de su cada dispersaba el ms fino olor.

    De mis ojos profundos el abismo

    de sus pupilas el perdido tesoro,

    tal cual, confuso disparo en la oscuridad

    Volaban desconocidos placeres

    como incesante lucero que destella

    antes de idear su ltimo albor.

    Negro y blanco sus caminos

    y En incurable gris su horizonte,

    espectro de rosa otoal.

    Ms crecen altos, los bellos espinos

    drenando de los das su sangre

    uniendo destino con dolor.

  • 79

    EL LTIMO HOMBRE

    Quisiera yo despertar algn da

    y encontrarme en un mundo desolado

    que no haya ser humano en ningn lado,

    y halle tan solo la tierra vaca.

    Dueo entero de la soledad ma

    dejando atrs ese camino odiado,

    de lo que antes era emporio poblado

    y sola mi figura vagara.

    Aquel reino de silencio furtivo

    donde otro hombre se volvera insano,

    quisiera conquistar mientras pervivo.

    Sin voces, ni algn objetivo vano

    me sentira siempre ms altivo,

    despertando del mundo soberano.

  • 80

    VISIONES DESCARNADAS

    Solo queda contar los segundos

    como gotas de lluvia agnica

    uno a uno,

    das tras da,.

    en confortable desesperacin.

    Segundos que se vuelven fantasmas derrotados;

    vencidos por la niebla,

    rendidos por la ms tenue luz.

    Es mi voz la que deambula en este cuerpo,

    la que nos recuerda una triste maana

    la que escribe sin manos y sin alma,

    sobre la piel del destino.

    Pronto una delgada lluvia

    trajo con su nube otra existencia,

    entonces, la metamorfosis me dio diez brazos

    para abrazarme fuertemente del olvido,

    y he aqu un raro crucifijo humano smbolo del ms puro rencor.

    Quemadas cicatrices de este cuento enfermo,

    sin puertas y sin sueos,

    tan solo una cuna de horror!!

    Peregrino ciego he vuelto a mi espantajo,

    bajo este sol eterno y letrgico

    que anciano vuelve mi camino.

    Veneno de dulces esplendores

    por la garganta cercenada,

    de desliza poco a poco ya descompuesto.

    Decidme entonces atrapado pensamiento

    de mi muerte la fecha y el signo,

    de mi signo el lenguaje incgnito,

    y de mi fecha, el ltimo momento.

    Pues el pasado se ha ido como el agua

    y no hay maana ni futuro que florezca.

  • 81

    Tan solo las formas que duermen bajo tierra

    parecen alumbrarse con los sacramentos,

    de sufrimiento, su cadena

    en los rezos larvarios.

    Los aullidos terminan eclipsndose

    pues la sed no puede saciarse,

    de aquella fuente del universo.

    En espiral incoherente de todo anhelo

    se desgasta la imaginacin.

    tras una sobredosis de angustia,

    y colores de un circo en agona.

    Lo que he visto en tus ojos

    ttere de carne y hueso,

    es lo que mis labios no revelan;

    la corona sangrante

    y un rosario de gusanos.

    Cambiarn los vientos y las sombras

    sentenciando mis dolores celestes,

    detrs de las mscaras del mundo

    a los reinos de la carne muerta.

    Pues cual del vud un simple fantoma

    ms heridas se abren en mi carne,

    entonces los segundos son ausentes eternidades

    mirando mi cripta vaca.

  • 82

    TRAS DE LA VENTANA

    (Poema en prosa)

    Da y noche deambulamos entre las sombras crepitantes de estas ruinas; hmedas,

    solitarias y fras, de estas ruinas que en pie mantienen su osamenta. Oh por cunto tiempo

    no dir!, pero aquellas murallas que de juventudes fueron madrigueras, y de la palpable

    imagen la nica realidad, han soportado en la memoria ms de mil tormentas, pues semeja

    poderoso conjuro en el grimorio de la noche original.

    Estos oscuros pasillos, eterno aislamiento. Refugio intacto que despierta de su

    sueo, para llevarse los nuestros a otra realidad; a ajena dimensin donde en contraluz,

    descubrimos la verdad de la existencia consumada, donde nunca tocarn en nuestra puerta

    mientras cantemos.

    Da y noche merodeamos entre las cortinas crujientes de estas decadencias,

    taciturnas y quejumbrosas. Sombras que terminan devorando nuestra imagen, nos

    envuelven cada instante, cada hora, digiriendo nuestras pisadas en su enorme y oscuro

    abdomen. Luego el tiempo se vuelve etreo, y recorremos las mismas huellas lentamente,

    en los murmullos de un goteo nos perdemos, intentando buscar un momento de serenidad.

    All estn esas escaleras malditas otra vez, Aquella torturante realidad. Subimos

    escalones que parecen romperse bajos los pies. La madera grita, los clavos susurran una

    advertencia, pero los pensamientos ya no responden a extraas splicas. Al final de los

    escalones, aquella figura circular y luminosa, nada ms que un cristal hacia el terror,

    donde las sombras de los rboles se pasean fantasmales, simulando largos dedos

    puntiagudos que golpean aquel pequeo umbral Se filtra la niebla, duerme la luna y cuando la conciencia vuelve, resucita el torturado amanecer.

    All, tras la dbil barrera, viven de los terrores nocturnos sus engendros. All estn!

    sus figuras corrompiendo la inocencia, detrs de esta ventana hay como verlos. !Qu

    horrible espectculo de aberraciones infernales! Estamos a salvo de ellos, pero; por

    cunto tiempo?

    Aunque insoportable es su visin, imposible dejar de verlos. Su espantosa

    monstruosidad es hipnotizante, su voz; de morir con dolor es el deseo, pues criaturas tan

    horrendas solo podran ser del demonio sus vstagos frustrados.

    Vivientes pesadillas de horrible velo,

    Fenmenos grotescos!

    Deformidades!

    Desfigurados y siniestros!

    Monstruos incompletos!

  • 83

    Ellos no son como nosotros, solo tienen una cabeza, dos manos, dos piernas y dos

    ojos!

  • 84

    TESTAMENTO A LA LUNA

    Cuando tarde, momentos enlentecen

    la luna mira en su balcn del mundo,

    para que manos del poeta inmundo,

    a pintar su talante en tinta empiecen.

    Y las horas perdidas adormecen,

    grillos rompen el silencio profundo

    donde el papel como lienzo rotundo,

    se despierta entre lumbres que se mecen.

    Pero aquel vino fue ltimo veneno

    aquella noche postrimera puna,

    antes de dbil alba el toque ameno.

    Y no hay ms versos, ni cancin ninguna

    poeta amanece muerto en su seno,

    y su testamento lo ha hecho a la luna.

  • 85

    BESO DE OLVIDO

    Aquella noche inmisericorde en extendido lazo,

    Me hecha al espiral infinito de desolada incomprensin,

    me enva al limbo de desconsuelos y desesperanzas,

    al fondo mismo de la muerta realidad.

    All desfallezco en el si y el no de mis penumbras,

    donde aquel brillo de los ojos se funde deforme

    con marchitas primaveras de lentas agonas.

    Y el atardecer secuestra mis pensamientos

    para hundirse en el vacio eterno de la condenada providencia,

    lejos de los puertos del silencio.

    Oh rincn indescifrable

    donde el eco de mis golpes no ha de escuchar odo mortal

    donde los ngeles mueren desolados

    y sus cadveres alimentan los corrosivos gusanos de la duda y el desamor.

    Has vuelto lejana infame,

    para abandonarme a la suerte de las brisas

    cual barco de papel en gigantesca tempestad,

    donde mis das solo son reflejo opaco y sublime

    de una indiferente existencia.

    Pero luego he de buscar el horizonte de los dioses,

    en mis sueos rotos, en los destinos indescifrables,

    en tu risa de gris otoo .

    Tras de aquellas nubes de cristal que se niegan a mirarme,

    ms all de cielos donde mis manos temblorosas se elevan,

    tratando de recortar la eternidad en perspectiva de inocencia

    que se disuelve en un beso de olvido hacia mi nombre

    nombre que negarn las estrellas,

  • 86

    PLYADE AGONIZANTE.

    Mientras las formas rugen

    bajo crislidas de eterna niebla,

    muy lejos en el infinito,

    de los gigantes horrores

    ahora frgiles marionetas,

    de moho latente.

    Una sombra sin tiempo se escurre

    por la piedra negra de olvidadas ciudades,

    y lejanas constelaciones.

    Es el horizonte despertando a su muerte

    la longevidad sucumbiendo a la tarde,

    con la mortaja en su rostro sin nombre

    letargo del silencio en dantesco sepulcro,

    para reyes del sueo ahora penitentes.

    Y el punto ms distante grita

    enfureciendo los colores

    de un ocano de ter,

    muerto hace tiempo

    en los recuerdos del bano csmico.

  • 87

    PLIDOS CADVERES

    Aqu yace un alma,

    muerta,

    sin recuerdos.

    huesos calcinados bajo estas piedras,

    en inclemente noche de ascuas voladoras,

    fnebre cortejo, que vi en la niebla.

    Para siempre maldito!

    el ltimo aliento!

    alimento y sed de descarnadas calaveras

    mira aquellos ojos que no mienten!

    en la oscuridad que yace bajo tierra.

    Luces mortecinas que alumbran mi credo

    en oscura primavera que a mis pies descansa

    al otro lado de los gritos horrendos!

    a la rivera eterna de la noche vana.

    Y escritas las plegarias al perpetuo cielo

    mis huesos reclaman un rincn de calma

    al escasear la sangre en moribundo pecho

    de ngeles negros

    que agitan en sus alas plidos cadveres.

  • 88

    BOLO

    Entre lengua marchita

    tola de palabras frustradas,

    su suave trazo y amargura

    pinta mi noche de su calma.

    Alimento de ngel durmiente

    fantasma de mi canto

    dbil , cansado

    su mundo sooliento se recuesta.

    Oh s que tiene precio

    humilde lugar aprisionado

    por coaguladas mandbulas,

    de oro es su solsticio

    grabado en el horizonte oscuro.

    Negro valle de los encantos,

    de las grises mariposas,

    de los augurios arrinconados.

    La infinidad resuena

    descifrando la llave de mis tmpanos

    girando al camino nuevo

    y en las facciones de msero retrato.

    Inexistencia

    la plebe de un destino arrogante,

    superficie astral que se retuerce

    sobre el esqueltico pavimento

    con prohibido nombre.

    Temible lamento

    de olvido llameante,

    poseso de fuego

    hasta el fin de los espacios.

    Anciano es el paso de su marcha

    tardo el nebuloso jinete,

    y muerto el saludo que acerca.

  • 89

    Rodo torrente que el silencio ha llevado

    bajo tus cruces , bajo tu rezo

    que empuja el soplo descompuesto,

    de tantos crepsculos ahogados

    donde despejo el atad de mis dientes

    y revelo un bolo exhumado.

  • 90

    SENDERO Y DESTINO

    Cuanto extrao tu color de noche

    apareciendo entre los sueos con humilde reverencia

    para resucitar latido en este vaco muerto ,

    solitario espejo,

    que llam un da existencia.

    Oh tu!, alma confidente de mi pecho

    y de mis pupilas que han de convertirse en nada,

    te invoco en mi sarcfago centinela

    donde esta cancin engendra carne y hueso

    a cada instante contando su desdicha,

    como piedra en el sendero.

    Y mirar all donde jams has de llamarte distancia,

    donde juventud y muerte se ensamblan,

    donde mis tiempos retardan lentamente

    su propia e incierta cadena.

    Luego se agrieta este rido suelo

    para sembrar demonios extraviados,

    que finalmente a doce interminables lunas

    rompern mis ojos dando silencio,

    y un destino que no tiene nombre.

  • 91

    XODO SIDERAL

    Espera la profunda distancia,

    un alma gris sin sombra

    descendiendo al tenue infinito,

    de las alas etreas.

    Csmico sarcfago

    que escuda sueos vistos nunca,

    ahora apremio extraviarme

    en tu perpetua sinfona.

    All en el negro espacio

    por la muerte de los das,

    en un tiempo inexistente

    me despido de esta estrella.

  • 92

    MSCARA DE SILENCIO

    Tu sangre no se inmuta ante mi sombra

    cual estatua de sal ante el pasar de los das,

    en el dolor de la primavera marchita

    camino de la frgil memoria.

    Pues las sembradas estrellas de mi reino,

    no iluminarn el rodar del destino

    que sin tu amor ha de cobijarse.

    Soy la voz inexistente en la puerta

    la mscara de un silencio evanescente

    que tu olvido respira.

  • 93

    EL CNTICO MS ALL DE LA VIDA Y LA MUERTE

    Canto 1

    La primera vez que la muerte hundi en mi piel

    argollas cautivas de negra prisin,

    escuchaba nada ms que el roer constante

    de lo que nunca mi msica pudo develar

    en la oscura partitura de la mirada.

    Un pacto de no alcanzar el horizonte

    galopando en las orugas despreciables,

    cuando los rboles formaron confusiones de sueos

    en un da de miserable travesa

    que tom mi alma para su sonata.

    Pude sentir la criatura que habita mis restos

    esconderse de la lastimera luz,

    en el ltimo rincn de las virtudes y pecados

    antes concebidas por la carne agonizada.

    La luna fue benevolente y en mis pginas habl

    sobre el curso del rio de los muertos,

    la niebla que cubra mi alma destellante de curiosidad,

    encontr sus osamentas para poder caminar al exilio

    donde esperan inmolando crujientes atardeceres

    detrs de los demolidos tejados.

    All la sombra no puede acompaarte

    pues el destino a su reino entrar teme,

    miraras la puerta de los muertos sin sentencia

    llegar detrs de los murmullos habitados,

    a la estrofa final del mximo olvido.

    Y as mi camino ignoraba sus estrellas,

    y as mi suerte se arrancaba lengua y voz

    con la coleccin de truenos y ruinas

    que en cadena perpetua perforaban msculo y hueso

    articulando clavos y carne.

    Fue un alma caducada que sufra otra angustia

    a un lado del camino arrastrndose sin ver,

    que escriba con su coagulada sangre un soneto

    a quien la eternidad nunca llamara

    pues ha pasado el tiempo de las imperfecciones.

  • 94

    Campanas inexistentes retumban en mis sienes,

    la bveda craneana imagina distinto ocaso

    para poder ocultar su soledad esteparia

    en el frio abrazo de otro atad.

    An tocaban los recuerdos un aroma distinto

    como aquella inocencia que no muere con la cruz,

    y la flor que brota en el cementerio de las rosas

    oh! que guarde en su memoria una historia de amor.

    Las cuencas vacas latieron despertando a los gusanos,

    los engendros del otoo eterno buscaron paz

    danzando bajo aquella tmida lluvia de cido gris

    en un beso de despojados labios

    secando la lgrima que nace del suelo incinerado.

    Y la infeccin por las venas ante aquel dolor

    calm el eco de su fermentado nombre

    bajo los cielos exanges se escriba una blasfemia

    en la existencia plida de callada razn.

    Es el lugar perfecto; soledad y ciego vaco,

    la puerta carcomida de un atrio profundo

    en las vueltas sin fin de los bailes afligidos

    de las ruinas escondidas de lo que antes en gloria

    pudo elevarse sin pecado al limbo indescifrable.

    Al borde del infierno frio

    donde decapitamos esperanzas rotas

    y carroa se desgarra por la culpa de sus amores,

    se arrastran los extintos buscando las horas.

    Visten las sombras los restos de su piel

    quedarn varadas hasta morir las noches,

    las canciones se extinguirn varias veces

    haciendo trizas el papel donde fueron escritas

    antes que mis palabras se escuchen en tu estatua.

    En aquellos rincones de frgiles manos

    los espritus abandonan todo recuerdo

    y entregan el coro ms triste a la tierra yerma,

    proscrita armona que cava en el espacio

    donde plantaron un da sus cenizas.

  • 95

    Canto 2

    Celoso fragmento de cuerpo negado

    tu paz la victoria de mi guerra,

    oh laceracin de infecta sensatez insana!

    creciste en mis heridas como el inmundo vaco

    al que vamos cuando cerris los ojos.

    Ptalo marchito en mi espina

    de tu pasin enferma es lo que somos,

    de mi lujuria cadavrica lo que amamos,

    de un encierro esclavos y de la tragedia actores

    para complacer los ciclos de miseria.

    Cual gotas que obligan a beber su cuerpo

    he aqu el vaivn de los eplogos,

    la flor dolorosa de manos extendidas,

    que solo los poetas de la muerte entienden

    pues de ellos es la pluma derrumbada.

    Ahora musa de vanidades

    soy el nico rumor que conoces te recuerdo

    pues licencia ha dado la marca de afecto

    a expiar la duda de esta pasin insana

    en el cuerpo destruido de la razn.

    Nada puede entonces tornarse difuso

    extraa la perspectiva del alma

    pues distante es el ayer perdido.,

    y sacrlego el atormentado presente

    para quienes su nombre fue ya un pacto cumplido.

    Y por un momento aunque sea oportuno

    acertado mirar entre dos sombras

    un espacio de ter condensado,

    dolor que unimos en un canto

    para apartar el velo que nuestra suerte comparte.

    En comunin a veces el sosiego

    camina por las luces que he olvidado

    junto al despojo de mi esencia

    que perciba el caer de cada roco sobre las hojas

    trayendo el nombre de tranquilidad.

  • 96

    Y adverta pasar el tiempo lentamente

    adornando de pureza toda lgrima,

    hoy espero incomprensible al camino

    al borde de su obsesiva ronda

    de inminente conclusin.

    Pero dejemos a su momento el perfil melanclico,

    ahora dame vida como corta alucinacin,

    y toma mi espina que no ha perecido

    para escribir el resuello de los aos

    en un segundo de inspirada exaltacin.

    Mirmonos ser polvo entre el polvo

    en este laberinto de irreal arquitectura,

    escuchmonos ser el latido que malgastamos viviendo

    y que ahora intentamos comprender

    cuando ojeamos interiormente.

    Me ha correspondido otro ciclo sosegado

    pero dirn que todo cielo tiene lmite,

    y detrs de los renglones castigados

    perpendicular inexpugnable

    se esconda una puerta para las almas tristes.

    Cuantas luces han de extinguirse,

    cuantas huellas arden al ocaso de los das

    es tu espacio y el mo encadenados

    a ahogarse entre las llamas azuladas

    de la qumica obsoleta.

    Peregrinos existimos en la ceguera

    hasta el fin de los designios lunares

    amando, pudrindonos en el sendero

    hacia el umbral que invariable espera

    perpetuar los sueos de la naturaleza.

    All se esconde a la primera vuelta

    cumpliendo aquella profeca develada

    que temen los ligeros fantasmas

    y caminantes espectros de los cuentos

    cuando recelosos toman la noche.

    Es el azar lo que llama tu nombre

    de mi mano ansiando separarte,

    son fatalidades enredadas que nos llevan

    sumergindonos en el destello de la vida,

    hacia donde el sufrimiento renace.

  • 97

    Canto 3

    Se abrieron los cielos al final del mundo,

    y los caminos agrietados de las voces

    nuestras manos sin saberlo se pudrieron,

    y los fantasmas huyeron a tierras lejanas

    del entendimiento cerrado y confidente.

    Que fue de los fretros clausurados,

    de los corazones en el rincn del pecho abierto

    en el circulo de los soles que caen

    y de las nuevas estrellas latentes

    cuando en permanente rigor se alejan dormitando.

    Cayendo, siempre cayendo hacia la nada,

    hacia los sueos narcticos del caos

    y el alucingeno ter

    de las profanas distancias,

    buscadas para expiar los deseos.

    Se extinguen los ngeles y sus trompetas

    pero mi mente oxidada sigue fluyendo

    hacia la horrenda libertad devastadora,

    esa parca camuflada de roco

    que lastima mi sincera reverencia.

    Es la montaa ms alta que se rinde,

    el amor ms profundo el que debe marchitarse,

    la deshonrosa vida en carne repetirse

    para ver la luz de un inminente castigo

    en mi voz perdida entre nueva sombra.