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La comunicación, ya lo dijoMartín Barbero, dejó de ser cosa demedios para convertirse en cuestiónde mediaciones. En tal sentido seprecisa de un especialista en comu-nicación que tiene por oficio ser unrecuperador de la palabra de otros,de los procesos comunicativos,imbricados en la interacción cotidia-na; un mediador que busca los pun-tos de unión, de convergencia entrela sociedad civil. Un comunicador

que, atento a su entorno entiende yasume que dar a luz un mundo don-de las formas de relación tengan a labase el consenso, es tarea de hom-bres y mujeres que creativa y amo-rosamente logren tematizar de unnuevo modo las condiciones de exis-tencia de los sectoes sociales menosfavorecidos.

Mujeres y hombres que habi-tan un mundo en el que las utopíasse han desdibujado, que ha dejadoatrás la guerra fría y enfrenta nue-vos temores, que se orienta hacia lalógica de un mercado en expansión,que arrasa en nombre del progresocon los recursos vitales. Un mundoen el que resurgen los nacionalismospatrioteros y donde el fervor y el fa-natismo religioso desbordan la rea-lidad. Es evidente la dificultad paraconstruir la sociedad de los consen-sos, pero también es evidente que lasprofecías de destrucción, de muerte,de homogenización, chocan cotidia-namente con los pequeños y grandessueños, con las resistencias o la lu-cha abierta y decidida.

Por dónde empezar a acercar-se, por dónde empezar a recortar. Lapropuesta es mirar los cambios y lastransformaciones en ese objeto opa-co y polimorfo, apasionante y com-plejo: la ciudad, con el objetivo decontribuir al entendimiento de lasrelaciones entre la práctica social dela investigación, las prácticas cotidia-nas de los sujetos y los saberes de lacomunicación.

Si, como dice Jesús Martín Bar-bero1, “pensar la ciudad es hacernoscargo del espacio-eje de la crisis dela modernidad y avizorar la otra carade la comunicación tal y como es fa-bricada actualmente, esto es, la den-sidad de la incomunicación que sos-tiene-produce y la densidad de me-diaciones que articulan los medios alos miedos, los flujos a las pasiones,los códigos a las perversiones. La ciu-dad nos plantea no sólo la importan-

CIUDAD YCIUDAD YCIUDAD YCIUDAD YCIUDAD YCOMUNICACIONCOMUNICACIONCOMUNICACIONCOMUNICACIONCOMUNICACION

DENSIDADES, EJES YDENSIDADES, EJES YDENSIDADES, EJES YDENSIDADES, EJES YDENSIDADES, EJES YNIVELESNIVELESNIVELESNIVELESNIVELES

Rossana Reguillo

Investigadora del Departamento de Comunicación del ITESO.Dirección: Periférico Sur 8585

45090 Tlaquepaque, Jalisco, México

E N S A Y O

La comunicación no es unmero instrumento neutro para darforma a lo que ya existe, es una di-mensión co-constitutiva de lo social.Quizá, como nunca, la comunicaciónsea una cuestión vital para salir delghetto al que nos ha confinado la in-tolerancia, la negación del otro, elmiedo y la indiferencia. Quizá, comonunca, la sociedad precise de perso-nas y grupos, capaces y dispuestos aactivar nuevos significados.

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Ocia comunicativa del espacio sino deltiempo: de la memoria y las anacro-nías, los destiempos y la necesidad(¡benjaminiana!) de <<liberar el pa-sado>>, de asumir <<el pasado norealizado>>”, la tarea no es pos-tergable.

LOS HILOS DE LAMADEJA:LA CIUDAD EN LACOMUNICACION

La pregunta por la ciudad y lasformas de vida en ella implicada, noes ciertamente una novedad en elcampo de la comunicación, sin em-bargo esta vieja preocupación aligual que ha pasado en la antropo-logía2, venía centrando su mirada enun conjunto de prácticas comuni-cativas que tenían como telón de fon-do el escenario citadino, sin llegarnunca a problematizar el papel co-constitutivo de la ciudad en las for-mas de socialidad específica. En estaetapa abundan los estudios sobreculturas populares en su relación conprácticas de comunicación o los es-tudios sobre medios3.

La problematización de la ciu-dad no como un continente en el quesuceden cosas, puede ubicarse parael campo de la comunicación, de unlado, en el momento en que aparecela preocupación por las condicionesde reconocimiento, es decir cuandoel actor de la comunicación deja deser concebido como el circuito termi-nal del proceso comunicativo y se leconstruye como un sujeto histórico,situado, capaz de intervenir en surealidad; ello lleva a plantearse laubicación espacial y social del actorcomo mediaciones fundamentalespara comprender los procesossocioculturales de la comunicación.

De otro lado, elementos dina-mizadores de la preocupación por laciudad se desprendieron de las evi-dencias de la globalización de la eco-

nomía y la mundialización de la cul-tura, que apuntaban hacia el papelcentral que la dimensión territorialjugaba en estos procesos. La diferen-cia cultural, las identidades y la con-figuración de un nuevo espaciopúblico vinculado de manera estre-cha a los medios de comunicación,se ha constituido en parte central deun debate que involucra a la ciudadcomo esa forma espacial y específi-ca de socialidad que ya hemos men-cionado.

Así es cada vez más frecuenteencontrar en las investigaciones ads-critas al campo de la comunicación -aunque incorporen elementos prove-nientes de otras disciplinas- estudiosque trabajan la dimensión materialde la cultura urbana, la ciudad, entres niveles: lo barrial, lo local, lo re-gional, estableciendo vinculacionescon lo nacional, lo transnacional y laglobalización. En esta emergencia esposible reconocer al menos dos ten-dencias principales, estrechamentevinculadas.

De un lado, aquellos estudiosque priorizan la pertenencia territo-rial, como base para el intercambiode significados, tanto en sus proce-sos de producción, como de recep-ción. Aquí la ciudad es vista como elespacio desde y en el que secontruyen códigos o se decodificansignificados.

Este enfoque debe sus prime-ras formulaciones a Jesús Martín Bar-bero, que introdujo novedosos estu-dios sobre “territorialidad” en el aná-lisis del melodrama televisivo y unprimer inventario sobre escenarios yprácticas sociales desde un enfoquecomunicacional4.

Dentro de esta vertiente tam-bién pueden ser ubicados los traba-jos del investigador colombiano Ar-mando Silva, que desde la semióticapresenta un brillante estudio sobreel graffiti, hasta llegar a su más re-

ciente propuesta sobre las manerasen que los actores urbanos constru-yen simbólicamente su relación conla ciudad y la semantizan.

Una muy importante contri-bución a este debate proviene de losestudios de Néstor García Canclini6,cuyo trabajo reciente gira en torno alconsumo cultural en las metrópolis.

De esta línea se han despren-dido investigaciones empíricas quefocalizan la importancia de la perte-nencia territorial como mediaciónpara la constitución de identidadesurbanas y para la movilización polí-tica7.

Quisiera señalar la aportaciónque Guillermo Orozco, desde otrosfrentes, en concreto desde el estudiode la recepción crítica, ha hecho parala comprensión de ese actor comple-jo de la comunicación. En especial supropuesta metodológica donde apa-rece de manera muy importante lamediación territorial8.

Sin duda vinculada a esta pri-mera corriente, pero priorizando lasmaneras en que los medios de comu-nicación y las nuevas tecnologíasafectan la visión-relación de los ac-tores con el entorno y los cambios enlas formas de socialidad, esta otratendencia ha producido no pocosacercamientos.

En 1987 en Pensar los mediosArmand y Michele Mattelart, pre-ocupados por una reflexión seria so-bre los procesos de construcción yconstitución científica en el campo dela comunicación, se ocupan de laspolíticas del Estado, de los procesosde transnacionalización y del papelde la sociedad civil, entre otros ele-mentos claves para comprender lasprácticas y los procesos comuni-cativos desde una perspectiva fun-damentalmente política. De susplanteamientos resalta la fuerza conla que señalan que es en referencia

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O al sujeto, sobre el que las ciencias dela comunicación deberán construirun discurso más sólido y potente,capaz de explicitar los modos y ma-neras de apropiación, producción ytransformación de significados so-ciales9.

La formación de bloques eco-nómicos, la crisis de las culturas na-cionales, el préstamo e intercambiode valores para orientar y definir lavida, el papel que en todo ello jue-gan los medios de comunicación aescala planetaria, es el eje sobre elcual descansa buena parte del deba-te actual, no sólo en el ámbito de lacomunicación sino en general de lasciencias sociales.

En ese mismo sentido y espe-cialmente en el ámbito latinoameri-cano, es importante plantear las di-ferencias entre ciudades capitales yciudades provincias, que conectandirectamente con la discusión en tor-no a la relación -insuficientementetrabajada aún- entre la dimensiónlocal y la dimensión nacional, con-dición para entender las profundastransformaciones que opera en el ni-vel de lo micro, la dimensióntransnacional.

Es así como va tomando for-ma una clara preocupación por elespacio público, que se piensa “nosólo como el lugar de la comunica-ción de cada sociedad consigo mis-ma, sino también y quizás ante todo,el lugar de una comunicación de lassociedades distintas entre sí”10. Sinembargo, a la manera de una espi-ral, cada una de las dimensiones te-rritoriales a las que hemos hecho re-ferencia va configurando su propioespacio público, de acuerdo a lasespecificidades culturales, políticasy sociales que definen regiones par-ticulares.

No puede negarse que lainternacionalización de la sociedad,acelerada por la ubicuidad y veloci-

dad de la información, es visible através del contacto, a veces simultá-neo, de diversos grupos sociales re-partidos a lo ancho y largo del pla-neta, que se conectan a y con aconte-cimientos de diversa índole, posi-bilitando el acceso -diferenciado- amodos de representación y valora-ción de la realidad, al tiempo en quese hace posible constatar preocupa-ciones similares en lugares muy ale-jados del mundo que se habita. Esnecesario enfatizar el hecho de queeste contacto, este acceso a diferen-cias y similitudes, no anula lasespecificidades locales, desde lascuales el mundo se interpreta en unaoperación de continuos ajustes entrela cultura mundo y la cultura local.

Este planteamiento obliga areconocer la especificidad de lo lo-cal en la construcción de los proyec-tos nacionales, en la medida en quelas tendencias internacionales estánobligando a una re-elaboración deestos proyectos nacionales, que de-berían trabajar no sólo en diálogocon lo exterior sino además y demanera importante con sus múlti-ples realidades interiores11.

Parece sin embargo que esta-mos ante un juego de espejos dondela problemática de lo local se debatey se agota en su propio terreno y al-canza el protagonismo sólo comodiscurso populista que rescata la “di-ferencia” en su propio provecho, ocomo paradigma de desastres: natu-rales, provocados o electorales. Lolocal se convierte en “primera pla-na” nacional o editorial de unoscuantos días, para mantener el simu-lacro de proyecto nacional.

Es en esta tensión donde po-dría ubicarse todas esa corriente deinvestigación que se ocupa de la pre-sencia de los medios, nuevas tecno-logías e industrias culturales en lassociedades contemporáneas.12

El problema es que a pesar dela creciente reflexión sobre esta temá-tica, no hay suficiente investigaciónempírica que nos permita trabajarsistemática y rigurosamente la rela-ción entre homogenización yfragmentación, entre estructuras yprácticas sociocomunicacionales, en-tre formas de control y formas departicipación, que produzca análisiscomparativos, de tal suerte que pu-diera validarse lo que varios autoreseuropeos y latinoamericanos descri-ben como las dos tendencias del finde milenio: desgastados los modelosmecanismos tradicionales de parti-cipación política aunados al fortale-cimiento de la lógica del mercado, seproduce por un lado, lo que Molesha denominado el modelo de unanueva aldea global13, al tiempo enque la sociedad se tribaliza en peque-ños nichos con tendencia a cerrarsesobre sí mismos14.

Cómo puede pensarse desdela comunicación esta doble tenden-cia sin constreñir la problemática porun lado a los efectos del mercado ypor otro, al de un voluntarismoculturalista, capaz de resistirheroicamente los embates de unaglobalización creciente. Cómo pen-sar entonces el sujeto.

LA IRRUPCION DE LASOCIEDAD CIVIL

La sociedad civil en toda sucompleja heterogeneidad hace suentrada en el campo de la comuni-cación acompañada de los enfoquessobre los nuevos movimientos socia-les.

Entre la homogenización y lafragmentación, entre la masificacióny la tribalización, emerge esta otravertiente de estudio, donde las for-mas de vinculación con el espaciourbano y los usos de la comunicaciónpor parte de estos movimientos jue-gan un papel central.

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OPuede argumentarse que estetipo de problemáticas había sidoatendida desde el campo de la comu-nicación, bajo otros nombres. Sinembargo es hasta entrados los ochen-tas cuando los enfoques centrados enla denominada investigación-acción,vinculada al ámbito de la educacióny promoción popular, abrió de unlado una serie de interrogantes so-bre las relaciones entre la vida coti-diana de sectores específicos y mar-ginales de la sociedad, con un pro-yecto político más amplio y de otrolado, incorporó a sus esquemas lavasta bibliografía sobre movimien-tos sociales, ampliando la gama delos actores tradicionales atendidospor este enfoque.

Mujeres, jóvenes, homosexua-les, receptores, consumidores empe-zaron a ser pensados desde la comu-nicación, como actores constituidospor múltiples experiencias, donde laesfera mediática deja de ser elepicentro de las prácticas socioco-municacionales. La pregunta por lasidentidades sociales da paso al co-nocimiento de la heterogeneidad delos actores y permite profundizar enlos componentes culturales, raciales,sexuales, no sólo como elementos dediferencia sino como verdaderosdinamizadores de eventuales movi-lizaciones políticas15.

El desafío actual estriba en po-der penetrar hermenéuticamente enlas estrategias a través de las cualesestos hombres y mujeres específicos,situados, participan -callada pero efi-cazmente- en la construcción de re-presentaciones colectivas que defi-nen usos y acciones en la ciudad. Esteproceso pasa desde luego, no sólopor el ordenamiento urbano, por ladensidad o el tamaño del territorio,es un proceso que se conecta direc-tamente a los dispositivos de la iden-tidad y la memoria que se entrela-zan en el presente para proyectar elfuturo16.

El problema se complejiza yaque en la medida en que interesa sa-lir de los compartimientos estancos,es imprescindible introducir en eldebate la cuestión del poder. Es de-cir, el reconocimiento del papel fun-damental que desempeñan los ele-mentos identitarios en la construc-ción de lo urbano -en su sentido sim-bólico- no exime al análisis de darcuenta de las luchas que esas identi-dades (aún las volátiles y cambian-tes) libran con los poderes. Tanto elactor urbano como las identidadesestán siempre en proceso de cons-trucción, redefiniéndose en el cursode la acción.

En 1985 el Programa Culturade la Universidad de Colima propo-nía como un eje central de su pro-puesta la línea sobre Cultura Nacio-nal/Cultura Regional, que centra susesfuerzos en la comprensión de lacultura urbana y política de los mo-vimientos sociales en diferentes ciu-dades del país17. Así se reconocía quelos movimientos sociales urbanosson una fuerza de composición y or-ganización social innegable “lo quesuceda hacia fines de siglo y princi-pios del siguiente tendrá como esce-nario primordial a las ciudades18.

La ciudad empieza a ser vistacomo una estructura que encierramúltiples entidades: barrios, gruposétnicos, corporaciones, “tribus” di-versas que van a organizarse alrede-dor de territorios (reales o simbóli-cos) o de mitos comunes19 y los mo-vimientos sociales como fuerzasemergentes que operan en y con estaestructura (polis).

Esta conceptualización permi-te transitar de una noción homogé-nea y global de la ciudad20 a diferen-tes escalas y niveles de representa-ción en las relaciones del grupo conel territorio (real o simbólico).

El binomio territorio-accióncolectiva abre para la comunicación

la posibilidad de análisis más finossobre la interacción comunicativa(redes y relaciones) sobre la luchapor la apropiación y definición legí-timas de objetos y prácticas sociales(poder y hegemonía), sobre las fuen-tes de las que se nutren las represen-taciones y el imaginario colectivoque orientan la acción (medios y me-diaciones).

Además de ello, la trian-gulación que es posible establecer alincorporar la noción de identidadessociales, permite desentrañar los in-trincados procesos de adscripciónsocial y vuelve visibles los valores entorno a los cuales las grupalidadesson convocadas y autoconvocadas.En este sentido muchos falsos pro-blemas son superados, principal-mente la sobre o subvaloración de losmedios de comunicación que tomansu lugar junto con el conjunto de ele-mentos co-constitutivos de lasocialidad contemporánea.

Y así, aunque pueda y debareconocerse la importancia funda-mental que los medios tienen comoagentes socializadores y lugar deconstrucción y legitimación de repre-sentaciones sociales, vincular su es-tudio a la territorialidad, la identidady la acción colectiva, en movimien-tos sociales específicos, esclarece losmodos y maneras en que los diver-sos actores sociales se relacionan conestos medios, confirmando a veceslos temores, a veces la esperanza porla presencia de un cuestionamientoa las definiciones monopolizadorasde la realidad.

Se parte del reconocimiento deque en la sociedad hay una lucha porla hegemonía, que pasa por la dis-puta entre campos (en el sentido deBourdieu) “dueños” y administrado-res de un capital social objetivado endiscursos, instituciones y prácticasque tienen como finalidad el impul-so y la legitimación de ciertas con-cepciones del mundo.

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Los actores están inmersos enuna red de relaciones sujeta a meca-nismos que regulen y garanticen sufuncionamiento. A diferencia de laspelículas de ciencia ficción pensamosque no existe un solo “tablero maes-tro” cuya destrucción o conquistagarantizaría la transformación delmundo, sino múltiples “tableros”que controlan parcelas de la realidada través de mecanismos específicosy que es sólo mediante estos table-ros, en el sentido de condiciones,como los grupos y sus visiones delmundo pueden acceder al terreno dela lucha por la hegemonía21.

La pregunta obligada que sederiva de un acercamiento que con-temple estos niveles pasa por elcuestionamiento acerca de las mane-ras en que los movimientos, es de-cir, los actores colectivos, perciben yestructuran la realidad y por los mo-dos en que se relacionan hacia den-tro del mismo movimiento y haciafuera, tanto con sus pares como conlos poderes.

LA COMUNICACION YLA CIUDAD

La ciudad es espacio de inves-tigación prioritario y privilegiado, enla medida en que no es solamente elescenario de las prácticas sociales,sino fundamentalmente el espacio deorganización de la diversidad, de loschoques, negociaciones, alianzas yenfrentamientos entre diversos gru-pos sociales por las definiciones le-gítimas de los sentidos sociales de lavida.

Así la comprensión de las for-mas específicas en que los actores ensituación perciben, significan, valo-ran y actúan en relación a una visióndel mundo y cómo ésta se traduceen una particular manera de vivir laciudad nos lleva a concebir a esta úl-tima como un espacio en construc-ción constante. ¿Cómo mirar esta di-versidad? ¿Cómo analizar la relaciónentre espacio y experiencia? ¿Cómotrabajar la relación entre la ciudad yla comunicación, sin reducir la pri-mera a imperativo territorial y la se-gunda a sofisticadas tecnologías ytransmisiones entre maquinitas?

Es indudable que hoy día lavida se caracteriza por la abundanteoferta de productos culturales, infor-mación, propuestas de vida, que sesuceden sin tregua, proporcionandoun amplio repertorio que “nutre”tanto las representaciones como elimaginario colectivo. En tal sentidoel actor urbano no puede ser pensa-do al margen de esta diversidad deofertas.

Sin embargo esta evidenciaexige un tratamiento cuidadoso yaque la existencia de un mercado enexpansión y crecientemente especia-lizado no implica, en primer lugar,que esta oferta alcance de manerahomogénea y simultánea a todos loshabitantes de una ciudad cualquie-ra.

El conjunto de mediacionesexistentes entre el ámbito de la pro-ducción y los ciudadanos, que vadesde el desarrollo tecnológico, losrecursos económicos, las estrategias

de expansión, los soportes técnicos,estéticos y simbólicos seleccionados,hasta lo que tiene que ver con lasespecificidades socioculturales de losactores y la situación en la que se pro-duce la relación entre producción yreconocimiento, configuran un cam-po de preguntas que exigen acer-camientos interdisciplinarios, cuyadificultad estriba en mantener la ten-sión entre los aspectos macroestruc-turales y los microuniversos simbó-licos que constituyen el mundo dela vida en los actores sociales.

Entonces no bastará con elabo-rar inventarios -por más sofisticadosque estos sean- que den cuenta de laestructura de la oferta individual ycomunicativa, de los equipamientosde la ciudad, de la cuantificación deldesarrollo tecnológico y en el mismosentido, tampoco resulta pertinenteun acercamiento que sólo focalice el“consumo’ selectivo que, desde unaposición específica, realizan los ac-tores sociales. Ni determinismos nivoluntarismos permiten trabajar lasrelaciones -complejas- entre vida ur-bana y comunicación.

Mirar la ciudad desde la co-municación implica en primer térmi-no trabajar la relación entre culturaobjetivada y cultura incorporada, esdecir, la observación de la presenciade agencias, instituciones, discursosy prácticas objetivas en las represen-taciones de los actores urbanos. Larelación que guardan estos dos nive-les de existencia de la cultura (lo ob-jetivo y lo subjetivo)22 puede seraprehendida en las prácticas socia-les, a partir de tres ejes que cobran

"La ciudad... no es solamenteescenario de las prácticas sociales sino fundamentalmente

el espacio de organización de la diversidad"

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Ocreciente importancia en el ámbito delas ciencias sociales: lo público-pri-vado, lo institucional-lo emergente,lo legítimo-ilegítimo.

a) Lo público-privado

Hoy día diferentes tematiza-ciones sobre la vida en la ciudadenfatizan el detrimento de la vidapública y el repliegue hacia lo priva-do. Esta tendencia es explicada de unlado por la creciente oferta culturala “domicilio” y de otro lado, por elincremento de la violencia en las ca-lles23.

El acceso a la cultura-mundopor vía de la tecnología de punta, lasindustrias culturales, los medios decomunicación han alterado las fron-teras entre lo que pertenece al ordende lo público y lo que compete al or-den de lo privado, afectando las for-mas de trabajo, de ocio, de recrea-ción, imponiendo nueva valoracio-nes sobre la vida.

Sin embargo, esta formulaciónexige también un tratamiento cuida-doso, ya que paradójicamente, sibien es cierto que se incrementa elconsumo domiciliario y privado endetrimento de los consumos masivosy públicos, nunca como hoy los ciu-dadanos han tenido semejante acce-so a información de carácter públicoque permite empatar preocupacio-nes. Es decir, que el contacto con elmundo se realice desde el interior nosignifica una disminución de accesoa realidades distantes y diferentes dela propia que forman e informan opi-nión, representaciones, sueños, de-seos, etc.

Es un hecho que este acceso esdiferenciado y está controlado poralianzas entre poderes que escapanal entendimiento cotidiano, pese aello, la cantidad de información a laque el habitante de una ciudad me-dia tiene acceso supera las más fan-tásticas previsiones de los promoto-

res del pensamiento de la plaza pú-blica. En tal sentido la categoría pú-blico-privado se complejiza, ya queno nos enfrentamos a un mero cam-bio de “lugar” sino a una lógica ar-mada por un conjunto de estrategiascomplejas en la que más que unaoposición entre el afuera y el aden-tro hay una imbricación de elemen-tos donde lo público-afuera se trans-forma en lo público-adentro. Vale ci-tar como ejemplo las manifestacio-nes políticas que no logran irrumpiren este “nuevo” adentro si no sonelevadas a la categoría de “aconte-cimientos” por los medios de comu-nicación, fuera de los cuales el mo-vimiento se agota en la experienciapróxima. En ese mismo sentido, quéhay más privado que las preferenciasy hábitos sexuales, que hoy los mis-mos protagonistas “publicitan”, esdecir, lo convierten en un asunto pri-vado a través de los programastelevisivos de debate.

La prudencia señala entoncesque una vez más debamos -sin re-nunciar a la conceptualización y alrigor- dirigir la mirada hacia las for-mas en que los actores sociales cons-truyen y se apropian de estas nocio-nes, ya que más que categorías apriori interesan las formas desocialidad que se generan a partir delas relaciones entre lo público y loprivado, para las formas de vivir yexperimentar el mundo.

b) Lo institucional-emergente

Sobre la relación entre lo insti-tucional y lo emergente, como unade las tensiones características de lavida urbana contemporánea, pode-mos comenzar diciendo queMaffesoli afirma que asistimos a lamuerte del universo político y a laentrada en el orden de la socialidad24,otros muchos autores han nombra-do esto de diferente forma, por ejem-plo Claus Offe ha dicho que la des-confianza hacia los partidos políticosy otras formas de participación

institucionalizada tienden a promo-ver el crecimiento de movimientossociales autónomos, interesados enabordar diversos problemas y asun-tos ... marginados o excluidos de losmedios informativos por procedi-mientos partidistas y estatales deconstruir consenso25, Habermas porsu parte apunta que los nuevosconfictos sociales se desencadenanno en torno a problemas de distribu-ción sino en torno a cuestiones rela-tivas a la gramática de las formas devida26.

Lo que estas diferentes formu-laciones nombran tiene que ver conla emergencia de formas deagregación social no partidarias y noinstitucionalizadas. El desgaste delos mecanismos tradicionales de par-ticipación, la transición del papel delEstado, el desdibujamiento de lasutopías y certezas que sostenían losmovimientos de protesta de los se-sentas y setentas, da paso a una re-organización de la energía social, queva a modular de maneras diferenteslo político con acentuación de losvalores cotidianos.

El sindicato, el partido, la aso-ciación, aumentan como formas cor-porativas de control pero disminu-yen como espacios de referencia y deadscripción, se asiste a la multipli-cación de pequeños grupos que des-bordan las categorías científicas enla medida en que no se inscriben enuna racionalidad orientada y finali-zada27.

Pese a carecer de proyectospolíticos explícitos -al gusto de losinvestigadores más conservadores-estas grupalidades erosionan desdelos márgenes al sistema, alteran lasformas de ejercicio del poder,reinventan los códigos de la comu-nicación y, a veces, se acercanpeligrosamente a las zonas duras deldiscurso social dominante. Tal es elcaso de las culturas juveniles urba-nas orientadas más por un sentido

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O de la estética que de la ética que hanencontrado formas novedosas (rock,graffiti, vestuario, lenguaje) de ex-presarse y protestar -a su manera-contra problemas muy específicoscomo la contaminación, la falta dedemocracia, los mecanismos de con-trol social, etc.

Frente a las identidadesbinarias (o se es esto o lo otro) y pa-ralelas a las estructuras corporativas,en las ciudades emergen grupa-lidades efímeras, de composicióncambiante, de inscripción local y deestructura cotidiana que se interre-lacionan de manera horizontal, sinla mediación del Estado, con otrascomunidades efímeras y cambiantes.

Por dónde pasa hoy la cons-trucción de representaciones socia-les para la acción, en qué medida estatendencia a la “tribalización” señalala necesidad de un cambio en los es-pacios tradicionales de investigaciónde la comunicación o modifica laspreguntas. Por citar sólo un ejemplo,la “cholización” de las maquiladorasdel norte del país indica que la ten-dencia a reclutar mano de obra fe-menina deja su paso a una fuerza detrabajo más cambiante aún que la an-terior, cuya vida ciertamente trans-curre en espacios muy diferentes ala maquiladora y cuyo lema es“chingue a su madre la vida, unratito”28.

La comunicación además detener cosas que decir juega sin dudaun papel central en las maneras enque estos grupos construyen y man-tienen su identidad.

c) Lo legítimo-ilegítimo o la luchapor la moral pública

El último eje al que hemos he-cho referencia tiene que ver con lasdimensiones y las fronteras entre lolegítimo y lo ilegítimo, estrechamen-te vinculado con los dos ejes anterio-res.

De un lado, junto al fortaleci-miento del liberalismo, abundan evi-dencias para documentar el endure-cimiento del discurso racista, exclu-yente y monopolizador de la reali-dad, es decir la “emergencia” tam-bién toca a los grupos conservado-res que se erigen en portadores yportavoces de un proyecto nacionaly de una moral pública únicos e in-discutibles; de otro lado, la plurali-dad y la diversidad de “ofertas”citadinas -vinculada al mercado-vuelven imposible el control de lainformación que circula, alterandolos ejes de valoración sobre ciertosaspectos de la realidad.

La ciudad es el escenario deenfrentamientos entre estas dos ten-dencias. Para ilustrarlas voy a servir-me de la polémica visita de Madonaa México. Madona es un típico pro-ducto de la industria cultural que halogrado imponerse gracias a un esti-lo propio (que no trataré de definiraquí), baste decir que su “propues-ta” se distingue por la agresividad yla masculinización de su feminidad.Su publicitado concierto en Méxicoa finales de 1993 ocasionó la reacciónairada de diferentes grupos de cortecatólico conservador que se dieron ala tarea de lanzar una “contraofen-siva” para exorcizar los ataques con-

tra la religiosidad (católica) y la mo-ral (única) del pueblo mexicano. Esta“estrategia” contempló desde ruedasde prensa, cartas al Presidente yamenazas a organizadores. Televisa,que quedó fuera de la jugada en elmillonario negocio de traer a la ar-tista, dedicó dos programas de NinoCanún para abordar el asunto, untanto sesgados en las posiciones encontra, pero más allá de las cuestio-nes de mercado para muchos espec-tadores fue impresionante la sobrereacción de los defensores de la mo-ral pública y la pobreza de los argu-mentos utilizados, especialmente jó-venes que parecerían salidos de lasfilas de las juventudes nacional-so-cialistas del Tercer Reich. Mientras,la maquinaria mercantil sigue su cur-so, ajena a las discusiones que sesuscitan en torno a las definicionesde lo legítimo o potenciando la po-lémica para incrementar las “ven-tas”.

Lo que aquí interesa enfatizares cómo un asunto de esta naturale-za devela los conflictos por la cons-trucción legítima de los sentidos so-ciales de la vida y coloca en el centrodel debate la complicada relaciónentre Estado-mercado-sociedad civil.El Estado se ve rebasado por un mer-cado en expansión que coloca dife-rentes “productos” en la sociedadque se ve interpelada, más allá de loeconómico, por diferentes modelosy pautas de comportamiento, alte-rando las fronteras entre lo legítimo-pensable y lo ilegítimo-impensable.

La articulación de estos tresejes permite trabajar a diferentes es-

"En las ciudades emergengrupalidades efímeras, de composición cambiante,

de inscripción local y de estructura cotidiana

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Ocalas las relaciones entre vida urba-na y comunicación, donde la ciudadmás que imperativo territorial seconcibe como una gran red de comu-nicación que interpela a los actoresde diversas maneras.

TRAYECTOS POSIBLES

Se ha tratado de plantear laposibilidad de un acercamientocomunicacional, productivo y poten-te a diferentes aspectos de la proble-mática que hoy representa la ciudaden tanto objeto de estudio. Ello sinduda exige la articulación fina y pre-cisa de esquemas conceptuales y he-rramientas metodológicas que nospermitan llegar al “corazón de lasprácticas” para comprender la ciu-dad, no sólo como escenario situa-cional de dichas prácticas sino comotejido denso que genera modos devida específicos.

La pregunta por la ciudad nose agota en cuántos somos, qué pro-ducimos, de dónde venimos, quié-nes gobiernan y quiénes se les opo-nen. Se trata de tocar fondo, de en-tender en sentido profundo la cultu-ra, las formas de vivir un espacioespecífico, de construir identidades,de comunicarse, de exponerse y re-plegarse; en el mismo sentido la pre-gunta por la comunicación en la ciu-dad no se reduce a la infraestructurade los sistemas comunicativos, a laconfiguración de públicos en rela-ción a esta infraestructura aunqueunos y otros de estos elementos seanparte consustancial de todo estudiosobre la ciudad y puntos de partidapara el análisis, mientras no convier-tan a la ciudad en un sistema cerra-do o se diluyan en una apertura infi-nita.

Los incesantes y complejosmovimientos a escala planetaria enlo económico, lo tecnológico, lo po-lítico, lo social deben ser evaluadosen cuanto a sus repercusiones en lasculturas locales para mirar las for-

mas en que los actores sociales estángenerando respuestas a estos reor-denamientos y ajustes.

Esta evaluación, como lo seña-la Maffesoli, “apela a un conocimien-to plural, en el que el análisis dis-yuntivo, las técnicas de separacióny el apriorismo conceptual debendejar paso a una fenomenologíacompleja que sepa integrar la parti-cipación, la descripción, las narracio-nes vitales y las distintas manifesta-ciones de los imaginarios colecti-vos”29. No se trata de ninguna ma-nera de renunciar al conocimientosino de partir de los mundos de vida,del sentido común, de la religiosidadarraigada, de la mitología popular,de la heterogeneidad y las contradic-ciones, que no invalidan las catego-rías como clase, escolaridad, género,edad, etc. sino en todo caso rela-tivizan la mirada.

En palabras de Thompson,puede decirse que una manera deabordar los estudios urbanos desdeun enfoque sociocultural es la deacercarse a las formas simbólicas ylos contextos en los que ellas operan.Señala el autor que los contextos so-ciales de las formas simbólicas noson sólo espacial y temporalmenteespecíficos, sino que también estánestructurados de varias maneras.Estos contextos son tanto constituti-vos de la producción de formas sim-bólicas como también de las mane-ras en que estas formas son per-cibidas y entendidas.30

De acuerdo a este plantea-miento la recepción de estas formassimbólicas no es un proceso pasivode asimilación sino se concibe comoun proceso creativo de participacióny evaluación en el que el significadode las formas simbólicas es activa-mente constituido y reconstituido.Esto da forma a un proceso queThompson denomina reproducciónsimbólica de los contextos sociales31.

El reconocimiento del caráctersimbólico de la vida social es parti-cularmente relevante para la temáti-ca que nos ocupa en la medida enque es a partir de esta premisa bási-ca -y no por ello elemental- que pue-den entenderse de manera articuladalos diferentes elementos que es-tructuran la vida en la ciudad y loslugares por donde está pasando laproducción y reproducción de lo so-cial en las sociedades actuales, per-mitiendo ubicar dimensionalmente(sin sobreestimarlo, pero tampocominimizándolo), el indudable papelque los medios de comunicación ylas industrias culturales juegan en elmundo entero.

Hablamos pues de un trayec-to teórico-metodológico que buscaentender las distintas formas deagregación social y las maneras enque los actores se sitúan en su entor-no espacial en un proceso que losconstituye al tiempo en que son cons-tituidos, dinamizando la cultura.Esta dinámica de lo estructurado ylo estructurante32 sirve como palan-ca metodológica que atiende no auna anterioridad sino precisamenteal movimiento e interdependenciaestre estructura y práctica, entre“norma y situación, entre marco yconvicción”33.

La estructuración de la vidasocial no es una línea recta, con unprincipio y un final preestablecidos,los quiebres del camino, los atajos,los senderos perdidos momentáneao definitivamente también formanparte de una direccionalidad y sonasí mismo movimiento.

Estudiar la ciudad desde lacomunicación, las formas de vida,.las apropiaciones territoriales de sig-nos diversos, las representaciones yla significación, los “consumos” cul-turales, la presencia de los medios,la irrupción de la ciudadanía, no estarea sencilla, se impone una re-flexión sobre cómo han sido pensa-

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O dos estos objetos y cómo han sidoconstruidos; trabajar con rigor ysistematicidad -tenazmente- atrever-se a salir de los compartimientosestancos, de la univocidad de losmarcos conceptuales.

Es necesario afinar la escucha,dejarse interpelar por las cambian-tes realidades. Y para hacer remon-tar el proyecto de una socialidad, deun nosotros de cuño diferente, hacefalta emoción y atrevimiento parasortear los vientos en contra y las in-evitables caidas. Hay mucho trabajopor delante y, ya lo dijo Fuentes, un“campo cargado de futuro”.

NOTAS.-

1. Comunicación personal del 6 de di-ciembre de 1993. Comentarios a propó-sito de la propuesta para una mesa detrabajo sobre “ciudad y comunicación”en el marco del II Encuentro Latinoame-ricano de Investigadores de la Comuni-cación, a celebrarse en Guadalajara enjunio de 1994.

2. A este respecto Bonfill señala que laincursión de los antropólogos en el es-tudio de la ciudad es cada vez más fre-cuente y añade que “su trabajo ha sidocalificado más como antropología en lasciudades que como antropología de lasciudades, con lo cual se intenta señalarel hecho de que el objeto raramente esla ciudad como un sistema sociocultual,y mas bien se ocupan del estudio de pe-queños sectores urbanos. VéaseGuillermo Bonfill: Pensar nuestra cul-tura. Alianza editorial, México, 1991, p.33 y ss.

3. Para un balance crítico de la investi-gación y del campo de la comunicaciónver Raúl Fuentes: Un campo cargado defuturo. El Estudio de la comunicaciónen América Latina. CONEICC, México,1992.

4. Para el primer caso ver Jesús MartínBarbero: De los medios a las mediacio-

nes. GG, México, 1987 y, “La telenovelaen Colombia. televisión, melodrama yvida cotidiana” en Dia-logos Nº 17.FELAFACS, Lima, junio de 1987, pp.46-59. A propósito de prácticas y esce-narios ver del mismo autor Procesos decomunicación y matrices de cultura.FELAFACS/GG, México, 1987.

5. Ver Armando Silva: Graffiti, una ciu-dad imaginada. Tercer Mundo Editores.Bogotá, 1996. También Imaginarios ur-banos, Bogotá y Sao Paulo. Cultura ycomunicación urbana en América Lati-na. Tercer Mundo Editores, Bogotá,1992.

6. Ver especialmente Néstor GarcíaCanclini: Culturas híbridas. Estrategiaspara entrar y salir de la modernidad.CONACULTA/Alianza, México, 1991.

7. Ver para el segundo caso a Rosa Ma.Alfaro: De la conquista de la ciudad a laapropiación de la palabra. Tarea/Calan-dria, Lima, 1988; para el primero,Rossana Reguillo: En la calle otra vez.Las bandas: identidad urbana y usos dela comunicación. ITESO, Guadalajara,1991.

8. Guillermo Orozco: recepción tele-visiva. Tres aproximaciones y una razónpara su estudio. PROICOM, Universi-dad Iberoamericana, México, 1991.

9. Armand y Michele Mattelart: Pensarsobre los medios. Comunicación y críti-ca social. FUNDESCO, Madrid, 1987.

10. Jean-Marc Ferry: “Las transforma-ciones de la publicidad política”. EnJean-Marc Ferry et al: El nuevo espaciopúblico. Gedisa, Barcelona, 1992.

11. El conflicto en Chiapas puede utili-zarse como un analizador de los efectosque trae aparejados, la reelaboración delos proyectos nacionales volcados hacialo exterior, que prescinden de los ele-mentos constitutivos de las diferentes,complejas y simultáneas realidades quehacen una nación.

12. Para una discusión amplia sobre estatemática ver la reciente traducción dellibro de Herbert I. Schiller: Cultura, S.A.La apropiación corporativa de la expre-sión pública. Universidad deGuadalajara, 1993. Muy sugerentes sonlos trabajos de Germán Rey, por ejem-plo: “Los instrumentos de la levedad” enIntermedios Nº 6, RTC, México, abril1993. Un interesante artículo que revisala situación de México es el de RaúlTrejo Delabre: “La expresión pública”en Intermedios Nº 3, RTC, México, agos-to 1992.

13. Abraham Moles: Théorie structuralede la communication et societés. Paris,Masson, 1986.

14. Ver Michel Maffesoli: El tiempo delas tribus. Icaria, Barcelona, 1990.

15. R. Reguillo: “Las rutas de la utopía.Sociedad civil y comunicación” en Ren-glones Nº 26, ITESO, agosto-noviembre1993.

16. “Los dispositivos de la memoria yde la identidad no están ya dados en al-guna parte de la realidad. En tanto quese inscriben en la dinámica socioculturalestán inmersos en el conflicto, en la con-tradicción, en el debatirse entre la sumi-sión y la resistencia, entre la asunciónacrítica y pasiva de una realidad impues-ta y la impugnación explítica o chapu-cera de esta realidad”. Rossana Reguillo,En la calle otra vez, op. cit. p. 45.

17. J. González y R. Reguillo: “Méxi-co, volver al futuro. Comunicación yculturas a la vuelta del milenio”. EnGuillermo Orozco (coord.) La investiga-ción de la comunicación en México, Ten-dencias y perspectivas para los noven-tas. Cuadernos de Comunicación y Prác-ticas Sociales Nº 3, PROICOM, Univer-sidad Iberoamericana, México, 1992.

18. J. Galindo: Movimiento so-cial y cultura política. Universidadde Colima, 1987.

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O19. M. Maffesoli: El tiempo de las tri-bus. op.cit.

20. Luis Wirth, pionero de los estudiossobre cultura urbana señalaba que éstapodía igualarse a las características de laciudad: densidad, tamaño y hetero-geneidad (cfr. El urbanismo como modode vida. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1962).En una revisión crítica de este trabajo,Herbert Gans dice que Wirth asume “des-de la esterilidad tautológica que es la ur-banización la que conduce a nuevas for-mas culturales” (cfr. Urbanism andsuburbanism as ways of life: A re-evaluation of definitions, en HumanBehavior and Social Processes. ArnoldM. Rose (ed.) Routledge Paperback,Londres, 1971.)

21. Rossana Reguillo “Notas críticas so-bre los movimientos sociales. Una pers-pectiva gramsciana”, en Iztapalapa Nº30. UAM-I, julio-diciembre, 1993, p. 21.

22. P. Bourdieu: “Estructuras, habitus yprácticas", en Gilberto Giménez (comp.)La teoría y el análisis de la cultura. SEP/U de G/COMECSO, Guadalajara, 1987.Ver también Jorge González: “Los fren-tes culturales. Culturas, mapas, poderesy luchas por las definiciones legítimasde los sentidos sociales de la vida”, enEstudios sobre las culturas contemporá-neas Nº 3, Universidad de Colima,Colima, mayo de 1987.

23. Ver Jesús Martín Barbero: “Comuni-cación y ciudad: entre medios y miedos”,publicado en el Magazin Dominical Nº388 del diario El Espectador, Bogotá.septiembre de 1990. Ver el reciente librocoordinado por Néstor García CancliniEl consumo cultural en México. Col Pen-sar la cultura. CONACULTA, México,1993, especialmente los trabajos dePatricia Safa: Espacio urbano, sectoressociales y consumo cultural en Coyoacány el ensayo del propio García Canclini:El consumo cultural y su estudio enMéxico: una propuesta teórica. Para unadiscusión de corte metodológico sobrela cultura pública y la cultura privada verJesús Galindo: "La mirada en el centro.

Vida urbana en movimiento". CuadernosHuella Nº 19, ITESO, Guadalajara,1990.

24. M. Maffesoli: El tiempo de las tri-bus. op.cit, p. 95.

25. Claus Offe: Contradicciones en elEstado de bienestar. Col. Los Noventa.CONACULTA/Alianza Editorial, Méxi-co, 1990. p. 38.

26. J. Habermas: Teoría de la accióncomunicativa: Complementos y estudiosprevios. Cátedra, Madrid, 1989, p. 556.

27. M. Maffesoli: El tiempo de las tri-bus. op.cit., p. 58.

28. Sergio Sánchez: La CTM en lasmaquiladoras de la ciudad de Chihuahua(1983-1990) la cultura sindical hege-mónica en México. Avances de investi-gación, mimeo, Doctorado en CienciasSociales. U. de G./CIESAS, Guadalajara,1993.

29. M. Maffesoli: El tiempo de las tri-bus, op.cit., p. 264.

30. Ver John B. Thompson, Ideology andmodern culture. Stanford UniversityPress, Stanford, California, 1990. pp. 146y ss.

31. Ibid. p. 153.

32. P. Bourdieu: Estructuras, habitus yprácticas, op. cit.

33. Isaac Joseph: El transeunte y el es-pacio urbano. Gedisa, Buenos Aires,1988.