Reflexión Cuaresmal

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Romped vuestros corazones y no vuestros estómagos* A Dios no le gustan los ayunos y abstinencias, si el corazón humano está lejos de Sí. Cuando se habla de la virtud de la abstinencia, Santo Tomás de Aquino se ocupa de distinguirla de la simple sustracción total de alimento, que, por sí misma, no indica virtud ni acto virtuoso, sino algo indiferente[1]. Dejar de comer, pura y simplemente, no significa nada. La vianda no nos hace más aceptos a Dios; ni porque comamos, seremos más ricos; ni porque no comamos, seremos más pobres(1 Corintios 8, 8), confirma el apóstol. Algún protestante, leyendo estas líneas escritas por San Pablo, tal vez se arriesgue a usar la libre interpretaciónde las Escrituras para condenar los ayunos cuaresmales de los católicos: ¿Por qué, al fin y al cabo, no comen carne y dejan de hacer esto o aquello? ¿Acaso no está escrito...?Pues sí, su alegato sería perfectamente bíblico, así como también serían bíblicas las palabras con las que el diablo tentó a Jesús en el desierto (cf. Mateo 4, 1-11). ¿Y acaso no fue Cristo mismo quien indicó que, cuando el Esposo les sea quitado, entonces, ellos ayunarían (cf. Marcos 2, 20)? Para este caso, así como para muchos otros, vale la observación de Santo Tomás de Aquino: También la letra del Evangelio mataría si no tuviera la gracia interior de la fe, que sana[2]. Por supuesto que el ayuno es importante. Sin embargo, hoy en día así como en otros momentos de la historia del pueblo de Dios , hay muchas personas que se privan de alimentos sin realmente practicar la virtud de la abstinencia. El pueblo de Israel, por ejemplo, se quejó ante Dios en el Antiguo Testamento: ¿Por qué, dicen, ayunamos y no hiciste caso? ¿Humillamos nuestras almas y no lo supiste?A lo que dijo el Señor respondió por medio del profeta Isaías: He aquí que en el día de vuestro ayuno halláis lo que queréis y todos demandáis vuestras haciendas. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente(Isaías 58, 3-4). Por lo tanto, en lugar de abstenerse de los alimentos, es importante hacerlo en la medida en que conviene, es decir, con alegría de espíritu y por un motivo conveniente, es decir, por la gloria de Dios, no por la propia gloria[3]. San Agustín insistía, en sus sermones sobre la Cuaresma, que era inútil dejar de comer carne si ésta era simplemente sustituida por otros platos suculentos: Que nadie, bajo capa de abstinencia, pretenda cambiar antes que atajar los placeres, buscando, por ejemplo, costosos manjares porque no come carne, o raros licores porque no bebe vino, no sea que la disculpa de domar la carne sirva para aumentar el placer. Todos los alimentos son, sin duda, puros para los puros (cf. Tito 1, 15), pero en nadie es puro el exceso[4]. Los mismos consejos de los santos se aplican a nuestra época, cuando muchos transforman el Miércoles de Ceniza y, así mismo, el Viernes Santo y toda la Cuaresma en ocasión para llenarse la barriga con bacalao y mariscos, en lugar de dirigir su corazón a Dios; cuando deciden extender indefinidamente el jolgorio del carnaval que, en gran medida, ya es de por sí una ocasión de pecado , en vez de arrepentirse de sus pecados; cuando prefieren disfrutar de los feriadosen lugar de dejar su comodidad y hacer penitencia. Definitivamente, este no es el sentido de la abstinencia de carne solicitada por la Iglesia. Para estas personas, la frase del Apóstol es muy apropiada: La vianda no nos hace más aceptos a Dios. Un pedazo de carne que se deja de comer en cualquiera de los días del año no puede, por sí mismo, purificar el corazón de nadie. En cambio, lo que se hace externamente ayuno, oraciones y limosnas debe ser el resultado de un verdadero cambio de corazón, una verdadera conversión a Dios. Ahora, dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y llanto. Y romped vuestro corazón y no vuestros vestidos(Joel 2, 12-13).

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Una reflexión sobre este tiempo de oración y penitencia.

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  • Romped vuestros corazones y no vuestros estmagos*

    A Dios no le gustan los ayunos y abstinencias, si el corazn humano est lejos de S.

    Cuando se habla de la virtud de la abstinencia, Santo Toms de Aquino se ocupa de distinguirla

    de la simple sustraccin total de alimento, que, por s misma, no indica virtud ni acto virtuoso, sino

    algo indiferente [1]. Dejar de comer, pura y simplemente, no significa nada. La vianda no nos hace ms

    aceptos a Dios; ni porque comamos, seremos ms ricos; ni porque no comamos, seremos ms pobres (1

    Corintios 8, 8), confirma el apstol.

    Algn protestante, leyendo estas lneas escritas por San Pablo, tal vez se arriesgue a usar la libre

    interpretacin de las Escrituras para condenar los ayunos cuaresmales de los catlicos: Por qu, al fin

    y al cabo, no comen carne y dejan de hacer esto o aquello? Acaso no est escrito...? Pues s, su alegato

    sera perfectamente bblico, as como tambin seran bblicas las palabras con las que el diablo tent a

    Jess en el desierto (cf. Mateo 4, 1-11). Y acaso no fue Cristo mismo quien indic que, cuando el Esposo

    les sea quitado, entonces, ellos ayunaran (cf. Marcos 2, 20)? Para este caso, as como para muchos otros,

    vale la observacin de Santo Toms de Aquino: Tambin la letra del Evangelio matara si no tuviera la

    gracia interior de la fe, que sana [2].

    Por supuesto que el ayuno es importante. Sin embargo, hoy en da as como en otros momentos

    de la historia del pueblo de Dios , hay muchas personas que se privan de alimentos sin realmente

    practicar la virtud de la abstinencia.

    El pueblo de Israel, por ejemplo, se quej ante Dios en el Antiguo Testamento: Por qu, dicen,

    ayunamos y no hiciste caso? Humillamos nuestras almas y no lo supiste? A lo que dijo el Seor

    respondi por medio del profeta Isaas: He aqu que en el da de vuestro ayuno hallis lo que queris y

    todos demandis vuestras haciendas. He aqu que para contiendas y debates ayunis, y para herir con el

    puo inicuamente (Isaas 58, 3-4). Por lo tanto, en lugar de abstenerse de los alimentos, es importante

    hacerlo en la medida en que conviene, es decir, con alegra de espritu y por un motivo conveniente, es

    decir, por la gloria de Dios, no por la propia gloria [3].

    San Agustn insista, en sus sermones sobre la Cuaresma, que era intil dejar de comer carne si

    sta era simplemente sustituida por otros platos suculentos:

    Que nadie, bajo capa de abstinencia, pretenda cambiar antes que atajar los placeres, buscando,

    por ejemplo, costosos manjares porque no come carne, o raros licores porque no bebe vino, no

    sea que la disculpa de domar la carne sirva para aumentar el placer. Todos los alimentos son, sin

    duda, puros para los puros (cf. Tito 1, 15), pero en nadie es puro el exceso [4].

    Los mismos consejos de los santos se aplican a nuestra poca, cuando muchos transforman el

    Mircoles de Ceniza y, as mismo, el Viernes Santo y toda la Cuaresma en ocasin para llenarse la

    barriga con bacalao y mariscos, en lugar de dirigir su corazn a Dios; cuando deciden extender

    indefinidamente el jolgorio del carnaval que, en gran medida, ya es de por s una ocasin de pecado ,

    en vez de arrepentirse de sus pecados; cuando prefieren disfrutar de los feriados en lugar de dejar su

    comodidad y hacer penitencia. Definitivamente, este no es el sentido de la abstinencia de carne solicitada

    por la Iglesia. Para estas personas, la frase del Apstol es muy apropiada: La vianda no nos hace ms

    aceptos a Dios. Un pedazo de carne que se deja de comer en cualquiera de los das del ao no puede, por

    s mismo, purificar el corazn de nadie.

    En cambio, lo que se hace externamente ayuno, oraciones y limosnas debe ser el resultado de

    un verdadero cambio de corazn, una verdadera conversin a Dios. Ahora, dice el Seor, convertos a m

    con todo vuestro corazn, con ayuno y lloro y llanto. Y romped vuestro corazn y no vuestros

    vestidos (Joel 2, 12-13).

  • El significado del ayuno y la abstinencia est profundamente conectado con aquellas palabras de

    Deuteronomio: el hombre no vivir slo de pan, mas de toda palabra que sale de la boca del Seor

    (Deuteronomio 8, 3). El cristiano penitente no hace uso de las criaturas, se priva de finos manjares y

    buenas bebidas que, en s mismo, no es nada ilegal porque quiere volver el corazn a su Creador. Al

    decir no a los placeres permitidos, el cristiano penitente tambin fortalece su alma para rechazar los

    placeres prohibidos y ofrece, con su sacrificio, reparacin a Dios por sus pecados.

    Romped vuestro corazn y no vuestros vestidos, dice el profeta. Que en esta Cuaresma seamos

    capaces de llorar nuestras faltas, que tanto ofenden a la Majestad Divina, y que nuestras penitencias sean

    realizados con espritu de amor con el espritu de los santos, que abrazaban cualquier sufrimiento y

    cargaban cualquier cruz solamente para consolar al Sagradsimo Corazn de su Dios.

    Una santa y penitente Cuaresma a todos!

    Por Equipo Christo Nihil Praeponere (A nada dar ms valor que a Cristo)

    * Versin original en portugus disponible en: https://padrepauloricardo.org/blog/rasgai-os-coracoes-e-

    nao-os-estomagos#at_pco=smlwn-1.0&at_si=54e662711e51bc3c&at_ab=per-2&at_pos=0&at_tot=1

    Referencias:

    [1] Santo Toms de Aquino. Suma de Teologa, II-II, q.146, a.1

    [2] Santo Toms de Aquino. Suma de Teologa, I-II, q.106, a.2

    [3] Santo Toms de Aquino. Suma de Teologa, II-II, q.146, a.1 ad 4

    [4] San Agustn de Hipona. Sermn 205, 2

    https://padrepauloricardo.org/blog/rasgai-os-coracoes-e-nao-os-estomagos#at_pco=smlwn-1.0&at_si=54e662711e51bc3c&at_ab=per-2&at_pos=0&at_tot=1https://padrepauloricardo.org/blog/rasgai-os-coracoes-e-nao-os-estomagos#at_pco=smlwn-1.0&at_si=54e662711e51bc3c&at_ab=per-2&at_pos=0&at_tot=1