Real sacerdocio

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Por el Rev. Armando Guzmán LechugaPastor – Evangelista

Real Sacerdocio

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Algo que es muy frecuente entre los cristianos, es que con el paso de los años se va perdiendo la perspectiva acerca de quién es ahora Cristo y cuál es el nuevo objetivo que Dios tiene para su vida.

La Biblia nos dice que cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón como Señor y Salvador, suceden varias cosas:Lo primero que sucede es que hay un cambio de posición con respecto a nuestras vidas delante de Dios, pues “hemos pasado de muerte a vida” 1Jn 3.14

Somos adoptados por Dios y llamados hijos de Dios Gá 4. 4-5

Cristo está en nosotros Ro 8. 10 y con nosotros todos los días hasta el fin del mundo Mt 28. 20

Cambiamos del reino de las tinieblas al Reino de la Luz Col 1. 13

Constituidos en representantes o embajadores del Reino 2Co 5. 20

Revestidos de Cristo Gá 3. 27

Constituidos en reyes y sacerdotes para Cristo Ap 1. 6

Estas son algunas de las cosas que suceden en nuestras vidas al venir a Cristo, pero para efecto de nuestro estudio centraremos nuestra atención en los últimos tres puntos:

En 2Co 5. 20, la Biblia nos habla y dice que hemos sido constituidos o ingresados para ser representantes o embajadores del Reino. Esto porque antes pertenecíamos al reino de las tinieblas, más ahora pasamos a formar parte del Reino de Dios.

Uno que es representante como embajador, no es aquél que hace conforme a su voluntad o que es extranjero del país que representa, sino por el contrario, es uno que no solo pertenece o ha nacido en ese país, sino que sus características son representativas de esa raza o nación. De la misma manera los representantes del Reino, deben ser dignos representantes del mismo, poseyendo las características que los acrediten como miembros del tal y no solo habiendo nacido en éste (Reino).

Gá 3. 27 nos habla del vestido del cuál hemos sido revestidos. La Biblia en varios pasajes nos menciona del despojarnos de la viejas y antiguas vestiduras de maldad e inmundicia y vestirnos del nuevo hombre creado según Dios Ef 4. 22-24, pero cabe señalar que esta es una obra que cada uno de nosotros debe hacer y que no le corresponde hacer a Dios por nosotros; sin embargo, Gá 3. 27 nos dice que hemos sido revestidos de Cristo, es decir que sin importar que tanto hayamos cambiado nuestras vestiduras, Dios nos cubre con las vestiduras de Cristo, haciéndonos semejantes a El en servicio y propósito para con Dios.

Es en Ap 1. 6 dónde las Escrituras nos dicen que es Cristo a través de su amor y lavamiento en Su sangre, quién nos constituyó en reyes y sacerdotes para Dios. Somos reyes por cuanto reinaremos juntamente con Él y sacerdotes porque somos quienes servimos y ministramos a Dios continuamente, pero es éste último término, el de sacerdotes, el que nos ayudará a entender desde otro punto de vista el servicio y propósito de Dios para nuestras vidas.

Con respecto a los dos puntos anteriores, podríamos decir que cuando Dios nos constituye en representantes o embajadores, lo está haciendo desde el punto de vista del sacerdocio, ya que un sacerdote es un representante del credo que profesa en base a su servicio, sin importar su nacionalidad y al ser revestidos de Cristo, estamos siendo revestidos del sacerdocio, ya que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote He 4. 14

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Por lo anterior, estudiaremos mas a fondo acerca del sacerdocio y su relación con el cristiano a través de Cristo.

En la posición correcta

El sacerdocio fue establecido por Dios a su pueblo Israel a través de Moisés, ungiendo a su hermano Aarón como sacerdote del pueblo, es decir , Aarón era quién se presentaba ante la presencia de Dios en representación o en lugar del pueblo para ofrecer las ofrendas o los sacrificios ante Él. Pero en pocas ocasiones nos hemos detenido a pensar y preguntarnos: ¿Por qué Dios escogió a Aarón como sacerdote y no, como era de suponerse a Moisés?

Cuando leemos la historia de Moisés, sobre quién era y cómo fue que Dios lo llamó, la manera en que Dios mismo se reveló a su vida y se manifestaba a través de él; podríamos pensar que aquél a quién Dios se reveló por medio de una zarza ardiente, por quién trajo las plagas sobre Egipto, dividió el mar Rojo y dio leyes y estatutos a Su pueblo, era el más indicado para ser sacerdote; además, sabía lo que era estar en la presencia del Señor.

Aunque podríamos mencionar no solo los aciertos, sino que también los desatinos de Moisés. Como el dudar de que Dios podría obrar a través de su vida y presentar una gran cantidad de pretextos para no obedecer al mandato divino, o su fe vacilante al no hablar a la roca sino el golpearla, ésta no era una cuestión de capacidad, sino de posición y fe delante de Dios.

Recordemos que Aarón nunca vio la presencia de Dios para creer. El creyó al mensaje de su hermano Moisés, Aarón creyó por fe lo que Moisés le decía de parte de Dios Ex 4. 28. Además según Ex 28. 43 el sacerdocio era para Aarón, sus hijos y su descendencia; es decir, el sacerdocio era un oficio que se transmitía de generación a generación, de los padres sobre los hijos y era por lo tanto requisito indispensable que los hijos provinieran de la misma raza, que fueran hijos de padre y madre judío. Esta es la razón por la que Moisés no podía ser sacerdote, ya que su mujer no era judía sino extranjera. El que se encontraba en la posición idónea era Aarón y toda su casa.

Como podemos ver, nuestra fe en el Señor Jesús nos ha dado una nueva posición delante de Dios, al igual que Aarón, es esta posición la que nos capacita para ser llamados sacerdotes del Altísimo.

Las vestiduras

Es en Ex 28 dónde se nos describen las vestiduras y materiales con que estaban fabricadas las ropas que utilizaba el sacerdote. Las vestiduras del sacerdote eran las siguientes:

La túnica bordada

El manto

El cinturón

El efod

El pectoral

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La mitra

La tiara

Los calzoncillos

Antes de pasar a la definición, descripción y simbolismo de cada una de estas prendas, debemos recordar que las vestiduras del sacerdote son vestiduras de servicio, es decir vestiduras que distinguen a uno que sirve de los demás y que algunos de sus símbolos le recordaban al Sumo Sacerdote a quién servía.

La túnica bordada. Era una prenda de vestir larga, tipo camisa, usada por hombres y mujeres debajo de otra ropa. La túnica bordada era hecha de lino fino de una sola pieza de color blanco. Esta prenda representaba la integridad (sin hipocresía) por ser de una sola pieza, y representa la pureza no solo por el color de la misma, sino también por el tipo de material que la constituía, el lino. Esta es una vestimenta que no debe faltar en el atavío de todo cristiano, recordemos que el Señor Jesucristo nos es ejemplo de Integridad y Pureza.

El manto. (Heb. Simlah) Es un manto exterior ancho, llevado por los hombres y mujeres. podía ser de cualquier material, dependiendo de la estación del año y la posición social de la persona. El manto del sacerdote era de color azul, con algunos bordados y en sus orlas o faldas tenía bordado con color azul, púrpura y carmesí granadas y en seguida prendida una campana de oro, una seguida de la otra por igual número de manera que se oía su sonido cuando el sacerdote caminaba. Esta prenda iba sobre la túnica y por debajo del efod.

Su color azul que representa el cielo, es figura de la pureza y simplicidad de Cristo que cubre la intimidad del siervo (sobre la túnica), las granadas bordadas en azul, púrpura y carmesí representan los frutos del Espíritu en la vida del creyente por la obra del que del cielo descendió (azul), en su sacrificio (carmesí) por amor a Su Nombre, y despojándose en la tierra de su realeza (púrpura). Las campanas de oro significan los dones del Espíritu, que sólo dependen de la divinidad (oro) de Dios.

A cada paso de Aarón sonaban cuando se encontraba ministrando, así nosotros en nuestro servicio o ministerio, éste debe ir acompañado en todo momento del fruto y los dones del Espíritu en nuestras vidas, de manera que a cada paso debemos reflejar a Cristo y manifestar Su sobre naturalidad sobre nosotros. Además de ser un indicio de que Aarón se encontraba vivo y no había muerto en y por la presencia de Dios. con nosotros sucede de la misma manera, el que está vivo para Dios debe dar fruto y “sonar” bajo la influencia de los dones del Espíritu. Ésta prenda es figura del equilibrio y sobriedad que existió en Jesús mismo.

El cinturón. Este era una faja de tela o cuero que acostumbraban llevar los orientales para señirse cuando querían correr, tenían que pelar o trabajar, ya que las vestiduras largas caen hasta los pies. El cinturón del sacerdote era de un lino muy fino que colgaba hasta los pies. El sacerdote se ceñía el cinturón para ejercer el servicio a Dios, de la misma manera nosotros debemos estar ceñidos, es decir preparados para el servicio. Debe haber pureza (lino) en cuanto a los motivos que nos lleven al servicio. El Señor Jesús fue ejemplo de esta motivación, Él nunca buscó lo suyo, sino el hacer la voluntad del que le envió, Él no buscaba Su gloria, sino la del Padre. De esa misma manera que nuestra motivación principal sea el que el Padre sea glorificado por medio de nuestras vidas.

El efod. Era una vestidura bordada con hilos de oro, azul, púrpura, carmesí y era de lino torcido. Formado en dos piezas, una cubría el pecho y la otra la espalda, estaban unidas por dos piedras de

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ónice sobre una montura de oro en los hombros, las piedras traían grabados cada una seis nombres de cada tribu de Israel; la vestidura estaba unida a la montura por medio de cordones trenzados de oro.

Esta pieza es figura del Señor Jesucristo, el lino torcido representa su humanidad con sus padecimientos, al ir entretejidos los hilos de oro nos muestra como en una misma persona estaban entretejidas o conjugadas ambas naturalezas, la humana y la divina; el color azul nos habla de su procedencia celestial, el púrpura de su realeza como Rey de reyes y el carmesí de Su sacrificio en la cruz.

Las piedras de ónice con los nombres grabados simbolizan el que Él llevó sobre sus hombros todas nuestras culpas y pecados y a cada uno de nosotros en Él; iban sobre una montura de oro, ya que somos sostenidos por la obra divina de Jesús, unidos al nuevo pacto por medio de la intervención divina de la Trinidad, estos son los cordones trenzados de oro.

Esta pieza también representa nuestra condición delante de Dios: El lino torcido simboliza la pureza que debe existir en nuestra humanidad, los hilos de oro entretejidos nos hablan de esa naturaleza nueva que proviene de Dios y que ha sido depositada en cada uno de nosotros; el color azul significa que somos obra de Aquel que descendió del cielo, el púrpura de que hemos sido constituidos como reyes juntamente con Él y el carmesí que hemos sido rociados con la sangre del Cordero y comprados con Su sangre, alcanzando la redención por medio de Él.

Las piedras d ónice, así como al sacerdote le servían para recordar que no entraba solo a la presencia de Dios, sino que representaba a todo el pueblo, así debemos recordar en la presencia de Dos no solo presentar nuestras cargas, sino las de todo el pueblo. Los que sirven al Señor llevan sobre sus hombros la responsabilidad de las almas que solo le pertenecen al Señor, de modo que al igual que el sacerdote, no pueden obrar negligentemente.

El pectoral. También conocido como el pectoral del juicio. Esta era una prenda que llevaba el sumo sacerdote e iba sobre el Efod, hecha de los mismos materiales que éste: oro, azul, carmesí y lino torcido. Debía ser cuadrado, de un palmo por lado y doble, es decir era como una bolsa sobre la cuál debía haber doce piedras preciosas (distintas) dispuestas en hileras, llevando cada una de ellas el nombre de una tribu. Tenía cuatro anillos de oro, uno en cada extremo, con los dos anillos superiores se fijaba a el Efod por medio de dos cordones de oro trenzados y con los dos anillos inferiores y por medio de un cordón azul se fijaba sobre el cinto del Efod. Dentro del pectoral se encontraban las piedras del Urim y Tumim, sobre el corazón del sacerdote.

En lo que se refiere a su figura y significado se describirán las que no se encuentran ya descritas en el Efod, ya que al ser hechas de los mismos materiales, su figura y significado con respecto a la persona del Señor Jesús es la misma, nos concentraremos únicamente en las diferencias.

De forma cuadrada, se encontraba sobre el pecho y corazón del sacerdote; sobre él tenía doce piedras preciosas, diferentes una de la otra y con el nombre de cada tribu cada una de ellas; el Señor Jesús llevaba y lleva sobre su corazón presentes a cada uno de nosotros y así como las piedras (todas) eran preciosas para él, así somos preciosos o de gran valor todos nosotros, pero como podemos ver aunque todas eran preciosas, eran diferentes entre sí, de diferentes características y usos, de la misma forma aunque todos somos preciosos para Él, poseemos distintas características los unos de los otros que Dios aprecia y respeta, y somos usados de manera diferente.

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El pectoral estaba sujetado al Efod por medio de cordones que iban a los hombros del sacerdote, esta acción tipifica a Cristo sosteniendo a su pueblo ante Dios conforme a los santos juicios de Dios. Llevando a su pueblo sobre sus hombros y sobre su corazón, habiendo sido aceptados por Dios.

Dentro del pectoral se encontraban las piedras que no habían sido hechas por mano humana sino dadas por Dios a Moisés llamadas Urim y Tumim, por medio de las cuáles el sumo sacerdote consultaba el juicio y la voluntad de Dios para el pueblo. El Señor Jesús llevaba dentro de sí todo el juicio y sabiduría de Dios para hacer Su voluntad y nos hace copartícipes de El al aceptarle en nuestro corazón, al igual que los sacerdotes, para hacer conforme a Su voluntad en nuestras vidas. El consejo de Dios debe estar cerca de nuestro corazón.

La mitra. Este era un turbante de lino fino. Esta era una prenda usada por el sumo sacerdote, sobre la cuál y por medio de una cinta azul se fijaba una lámina de oro grabada que decía: “Santidad a Jehová”.

La mitra nos habla acerca de la pureza de pensamiento que debe existir en la vida de cada cristiano. Pero con respecto al Señor Jesús nos ilustra sobre el sostenimiento de la pureza, justicia y santidad de Su señorío 1Co 11. 3-10. Nos recuerda esa señal de autoridad que se llevaba sobre la cabeza, por ejemplo lo usaban las mujeres que se encontraban casadas, de no hacerlo así eran consideradas como rebeldes. Por lo cuál, la mitra era también un símbolo de sujeción al Señor, hoy en día esa mitra sobre nuestras cabezas es Cristo.

Sobre la mitra llevaba una lámina que había sido hecha de oro, y que tenía grabada la frase: “Santidad a Jehová”. Esta lámina significaba que se estaba consagrado total y absolutamente a Jehová. El servicio a Dios debe ser un servicio santo (sin pecado), así como Dios es Santo.

En Is 6. 1-8 encontramos tres principios básicos para servir a Dios:

1. Reconocer la Santidad de Dios

2. Reconocer nuestro pecado (condición) ante la Santidad de Dios

3. Es Dios quién quita nuestro pecado y cambia nuestra condición. 1P 1. 14-16 nos exhorta a ser santos en toda nuestra manera de vivir, no solamente en algunas áreas de nuestra vida.

Además al encontrarse hecha de oro, metal extremadamente brillante, al entrar o salir el sumo sacerdote al pueblo, lo primero que éstos veían era ese reflejo o brillo sobre su frente; lo que quiere decir que la naturaleza de Dios el Padre debe reflejarse en nosotros, es decir, debemos manifestar santidad.

La tiara. Este era un gorro alto de tela o en su defecto de cuero, a veces ricamente adornado. Pero la tiara usada por los sacerdotes que servían en el tabernáculo era hecha de lino fino, usado como símbolo de honra y hermosura, era un gorro especial que los distinguía del resto del pueblo.

Hoy en día el cristiano se distingue a dónde quiera que va por su manera de pensar y en consecuencia por su manera de actuar. Este era el propósito de dios para nuestras vidas como hijos suyos. No nos creó para ser iguales al resto del mundo, es por esta razón que cuando transformó nuestra naturaleza implantando una nueva, no nos es posible el identificarnos con el mundo. Y por la misma razón el mundo nos rechaza.

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Los calzoncillos. Esta es una vestidura interior hecha de lino, al igual que la túnica, que cubría al sacerdote desde la cadera hasta los muslos. El sacerdote no solo en su ropa exterior debía ser santo, sino también en su interior. Es por esta razón que los calzoncillos debían ser del mismo material que la túnica.

Dios no ve únicamente el exterior del hombre, sino que el interior del mismo se encuentra ante su presencia. En el cristianismo debemos ser santos no solamente en nuestro exterior (apariencia), sino que también en lo íntimo de nuestro ser. Existe un viejo refrán que podemos aplicar en este momento: “No basta parecer, hay que ser”.

Esta es la razón por la que el Señor Jesús estaba en contra de a manera de ser de los fariseos. Éstos se habían dado a la tarea de cuidar su apariencia, lo exterior, y se habían olvidado de tener cuidado de su corazón.

La consagración

Para que el sacerdote pudiera ponerse por primera vez las ropas sacerdotales, debía primero ser lavado con agua a las puertas del tabernáculo de reunión. Esta figura encierra un gran significado para nuestras vidas, para poderse lavar, primero debía despojarse de sus antiguas vestiduras, las que jamás volvería a usar. Como cristianos debimos despojarnos de nuestro viejo hombre, con sus antiguas costumbres y mañas. Después el sacerdote se lavaba con agua, que es figura del arrepentimiento. Para que acto seguido fuera vestido con las nuevas ropas Ex 29. 4.

Nosotros somos revestidos de Cristo desde el momento que pasamos a formar parte de Su pueblo, es decir, desde el momento en que le aceptamos como Señor y Salvador; nosotros también tenemos el símbolo de este acto interno en el agua por medio del bautismo en agua, el cuál simboliza nuestra renuncia al pecado y muerte a la vieja vida, para renacer a una nueva vida en Cristo.

Una vez que el sacerdote se encontraba lavado, era tomado y una vez ataviado, era ungido con el aceite de la unción. Este no era cualquier aceite, ya que Dios mismo había dado especificaciones muy precisas para prepararlo. Para poder ver la relación que este acontecimiento tiene con nosotros, es preciso que estudiemos un poco acerca del significado de este aceite, para que podamos comprender en qué consiste la unción de Dios y por qué 1Jn 2. 20 nos dice que todos tenemos la “Unción del Santo”.

El aceite de la santa unción

La unción con aceite era el medio utilizado para designar y establecer a una persona, o a un grupo de personas en el desempeño de una función o tarea específica dentro del gobierno y autoridad de Dios. De manera que eran ungidos con aceite los reyes, entre los cuáles podemos mencionar a Saúl, David, Salomón, Joas, etc. También eran ungidos con aceite los hombres del ministerio profético, de manera que entre ellos tenemos a Eliseo quién fue ungido por el profeta Elías para desempeñar este oficio. Para la unción de los sacerdotes era utilizado un aceite especial, con el cuál no solo eran ungidos los sacerdotes, sino también lo fueron los muebles del “Tabernáculo de Reunión”.

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El aceite de la unción, era una combinación de especias aromáticas y aceite de oliva bajo las proporciones por Dios establecidas, veamos:

Ex 30. 23-25

23 Tomarás especias finas: de mirra, excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta,

24 de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin.25 Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será

el aceite de la unción santa.

Así tenemos que el aceite de la santa unción estaba formado por cinco elementos:

1. Mirra 500 siclos

2. Canela aromática 250 siclos

3. Cálamo aromático 250 siclos

4. Casia 500 siclos

5. Aceite de oliva 1 hin

Observemos ahora de acuerdo a sus propiedades con qué podremos identificarlas:

La mirra. Es una goma resinosa extraída del bálsamo dendron myrrha, arbolito de madera y corteza perfumadas, con ramas cortas y espinosas, da fruto similar a una pasa que crecía en Arabia. Es de grato olor aunque de amargo sabor. La mirra era utilizada para perfumar los lechos y las vestimentas Pr 7. 17; Cant 3. 6, es por esto que se le ha identificado con respecto a su simbolismo con el amor.

Con respecto al amor, solo diremos que a la luz de las Escrituras es el amor lo que nos identifica con Dios, ya que El es amor, y es precisamente Su amor lo que ha sido depositado en nuestros corazones, el que es nacido de Dios definitivamente que tiene que amar. Y hablamos de ese amor agape de 1Co 13 que surge en nosotros gracias a la intervención divina sobre nuestras vidas.

La canela aromática. Es un árbol originario de Ceilán, de la familia de las lauríneas, de siete a ocho metros de altura, con tronco liso, hojas parecidas a las del laurel, flores terminales blancas, de olor agradable. La segunda corteza de sus ramas es la canela.

La canela aromática es empleada como condimento y es de un olor grato, su nombre en hebreo es “kina – min” que quiere decir “celos o apariencia”. Esta es la razón por la que se encuentra relacionada en simbolismo con el “celo santo”.

En lo que se refiere al celo santo debemos decir que el Señor Jesús lo manifestó al echar a los cambistas y mercaderes del templo Mt 21. 12-17, los apóstoles cuidaban celosamente de la sana doctrina 1Ti 1. 3-10 y nosotros debemos ser celosos de buenas obras guardando la sana doctrina y el culto a Dios.

El cálamo aromático. Es un tallo cilíndrico, desprovisto de hojas y ramificaciones, parecido al junco que crece entre el lodo y debe ser molido para poder ser utilizado. Y debido a la particularidad de crecer y permanecer derecha de entre el lodo, que la hemos identificado con el

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vivir una vida recta, que se levanta de en medio del fango de la sociedad y el mundo creciendo hacia arriba, con los ojos puestos en Dios. Una vida recta de buen testimonio, ejercitando la fe, la obediencia, llevando una vida en santidad, etc.

La casia. Este es un arbusto de la India que alcanza unos cuatro metros de altura, parecido a la acasia, tiene ramas espinosas, su nombre en hebreo significa “inclinarse”, término utilizado en la adoración, es por esto que la identificamos con éste término Adoración (sumisión). La adoración debe ser entendida en su más alto concepto, como lo que Dios es en sí mismo, así como el dar adoración a través del buscar hacer Su voluntad, dándole reconocimiento y gloria, en una actitud de sincera humildad y siendo movidos y motivados por el hecho de que sea El glorificado.

El aceite de olivas. Este era un artículo valioso que tenía diversos propósitos, era usado como alimento o para ungir reyes, profetas, enfermos; en los sacrificios de la ofrenda de alimento, como cosmético, como combustible en lámparas, como emoliente. El aceite es un tipo del Espíritu Santo He 1. 9; Mt 25. 3-10.

Veamos ahora como es que queda ahora nuestra tabla de elementos o ingredientes:

1. Mirra Amor

2. Canela Aromática Celo Santo

3. Cálamo Aromático Vida Recta

4. Casia Adoración (Sumisión)

5. Aceite de Oliva Espíritu Santo

En la preparación natural del aceite de la unción, es el aceite de olivas el medio por el cuál es transmitido y dado sentido a las especias, si no existiera el aceite de olivas no se podría transmitir el olor, ni mezclar el aroma de las cuatro especias.

De la misma manera nosotros podríamos cultivar los cuatro primeros ingredientes (amor, celo santo, vida recta, adoración), pero si no fuera por el Espíritu Santo, éstos no tendrían el Sentido , alcance y propósito que cobran bajo la intervención divina de Dios en la tercera persona. Cabe recordar que el aceite de la unción no es solo el aceite de oliva, sino el conjunto del aceite y las especias.

Así pues la unción de Dios es para todos, pues es Él el qué da el Espíritu Santo y nos capacita para desarrollar los demás ingredientes, no esperes que Dios haga tu parte, recuerda que en Cristo estuvieron todos estos “ingredientes” y fueron parte fundamental de Su carácter.

En lo referente a los tantos o medidas utilizadas en la preparación de dicho aceite, debemos aclarar que el sentido o significado es que debemos abundar en el Celo Santo y el llevar una Vida Recta, pero sobreabundar en el Amor y la Adoración (Sumisión) en nuestras vidas.

Es el Espíritu Santo una persona, es por eso que es representado por una medida de aceite, como una unidad indivisible en la cuál se sumergen las especias y es de esta manera que somos sumergidos al recibir la llenura del Espíritu Santo.

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En el aceite de la unción no podía faltar ningún ingrediente, de lo contrario dejaba automáticamente de ser el aceite de la Santa Unción. En nuestras vidas que importante es el cultivar todos y cada uno de estos elementos, para de esta manera vivir siempre bajo la preciosa unción de Dios.

Algo que debemos observar en este momento es que a pesar de ser todos ungidos, existe diferente cantidad de unción en todos nosotros y también la posibilidad de que ésta unción pueda ser aumentada y multiplicada. Son varios los factores que pueden intervenir en éste fenómeno, en las Escrituras poca es la luz que encontramos para explicarlo, es por esto que recurriremos a la tradición judía.

En la tradición rabínica se hace una clara distinción entre la unción sobre el Sumo Sacerdote y el Sacerdote. Esta diferencia se hacía en cuanto a la cantidad de aceite que se empleaba. En tanto que se vertía abundantemente sobre la cabeza del Sumo Sacerdote, era vertido con moderación sobre la del sacerdote ordinario. Esta distinción entre el Sumo Sacerdote y el Sacerdote se hacía en función del propósito y cargo del oficio de cada uno.

Es el Sumo Sacerdote quién por su oficio tiene el propósito de ministrar a Dios y sobre todo el de representar a todo el pueblo ante la presencia de Dios, además de llevar sobre sus hombros y corazón la carga de todo el pueblo; mientras que todo el Sacerdote solo tenía bajo su cargo el ministrar a Dios por medio de las ofrendas y libaciones.

Si este ejemplo lo trajéramos a nuestros días, no es la misma unción la que necesita un pastor para ejercer su oficio, que la que necesita un maestro de escuela dominical o de niños para desempeñar su labor, ambos sirven a Dios, pero el propósito, carga, responsabilidad y compromiso delante de Dios de cada uno de ellos es diferente.

Las ofrendas.

La ofrenda por el pecado.

También las ofrendas formaban parte del ceremonial de consagración de los Sacerdotes y Sumo Sacerdote, una vez lavados con agua, vestidos con sus ropas sacerdotales y ungidos, el Sumo sacerdote Aarón con sus hijos (sacerdotes) imponían sus manos sobre la cabeza de un becerro; esto en señal de identificación, pues el becerro tomaría su lugar al morir para limpiarlo de pecados, ésta primera ofrenda era llamada ofrenda por el pecado Ex 29. 14. La sangre del becerro era derramada sobre el altar y al pie del mismo, así como las grosuras y menudencias eran quemadas sobre éste. Mientras que la carne, la piel y el estiércol era quemado fuera del campamento.

Esta ofrenda era ofrecida para restaurar (no redimir) al Sumo Sacerdote y Sacerdotes limpiándolos de toda maldad delante de Dios, ocupando el lugar de verdaderos adoradores. Esta es una posición que ahora en Cristo tenemos todos, pues Él se ofreció una vez por todas por todos nuestros pecados y esto fue suficiente, no teniendo que hacer nosotros ningún otro sacrificio por el pecado, siendo suficiente el confesar nuestro pecados en actitud de verdadero arrepentimiento para ser restaurados.

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Esta ofrenda por el pecado, no es una ofrenda para ser redimido ya que estas ofrendas fueron dadas a un pueblo ya redimido. La imagen de la redención la hallamos en la Pascua. Hoy en día podríamos identificar a esta ofrenda por el pecado con la acción de mantenernos limpios delante de Dios al confesar nuestras faltas.

La ofrenda de olor grato.

La siguiente ofrenda era ofrecida a través de un carnero, sobre el cuál el Sumo Sacerdote y Sacerdotes también imponían las manos, le daban muerte y rociaban la sangre sobre el altar, después lo cortaban en pedazos y lavaban los intestinos y piernas, las que colocaban sobre el resto del carnero quemándolo por completo sobre el altar.

Ésta ofrenda era llamada ofrenda quemada u holocausto de olor grato, ofrecido por los adoradores para agradar a Jehová, podríamos identificarlo con ese sacrificio de alabanza y adoración que realizamos con el único objetivo de agradar a Dios, el cuál incluye nuestro agradecimiento, reconocimiento y sincera devoción por Él.

La ofrenda de acción de gracias.

Por último era ofrecida la ofrenda de acción de gracias, que consistía en la ofrenda mecida y elevada delante de Jehová. Tiene esta ofrenda aspectos muy importantes en este pasaje, por ser usada para consagrar al Sumo Sacerdote y Sacerdotes.

Se tomaba otro carnero sobre el cuál Aarón y sus hijos imponían las manos, lo mataban y antes de tomar la sangre para vertirla sobre el altar, la tomaban y ponían sobre el lóbulo de la oreja derecha, sobre el pulgar de la mano derecha y sobre el dedo pulgar de los pies derechos del Sumo Sacerdote y Sacerdotes, y después rociaban el altar. Para dar la explicación de este acto, debemos observar que el carnero ofrecido recibe el nombre de carnero de consagración y que de él también solo se tomaba la espaldilla derecha Ex 29. 22.

La espaldilla representa la fuerza y se toma la derecha por ser de consagración, de igual manera se ha tomado el lado derecho del Sumo Sacerdote y Sacerdotes para consagrarlos. Al poner sangre sobre el lóbulo de la oreja derecha está significando que el Sacerdote no oirá a nadie más, sino a Aquél que por medio de la sangre lo ha aceptado, consagra sus oídos al Señor. Al poner sangre sobre el pulgar derecho del Sacerdote significa que no dará la fuerza de sus manos a nada y a nadie más que al Señor, ya que el pulgar es el que da fuerza a la mano, sin él no hay fuerza en ese miembro, su trabajo no sería para nadie más que para Aquel que le había aceptado por medio de la sangre. Al poner sangre sobre el pulgar de su pie derecho significa que no iría en pos de nadie más, sino en pos del Señor, es precisamente bajo este contexto que se encuentra escrito Ro 12. 1-2.

Después de rociar el altar con la sangre del carnero, se tomaba nuevamente el aceite de la Santa Unción y se rociaba, tanto sangre como aceite sobre Aarón y sus hijos, quedando de esta manera santificados tanto ellos como sus vestiduras. Hoy más que nunca el ministro de Dios necesita constantemente de la Sangre y del Aceite del Espíritu sobre su vida, necesita recordar que gracias a la Sangre de Cristo ahora es ministro de un nuevo pacto y reconocer su necesidad del Espíritu sobre su vida para poder transmitir esta verdad con poder.

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Luego se tomaba del carnero la grosura, el rabo con su grasa, el cebo, los riñones con su grosura y la espaldilla derecha, junto con una torta de pan y otra de pan amasado en aceite y un hojaldre, todo ello fue mecido por Aarón y sus hijos delante del Señor y fue después quemado en holocausto en el altar.

El pecho del carnero fue también mecido como ofrenda mecida delante del Señor, y la espaldilla fue levantada como ofrenda elevada; todo era finalmente comido por Aarón y sus hijos Ex 29. 22-28. Los rabinos explican que la espaldilla elevada era movida de arriba hacia abajo, y que el pecho mecido lo era de un lado hacia el otro. Estas acciones figuran la crucifixión del Señor, quién se ofreció como ofrenda de olor grato ante Su Padre.

Loa deberes de los sacerdotes

Los Sacerdotes tenían tres deberes esenciales, el servicio al Señor en el santuario, la enseñanza de la Ley al pueblo y el consultar al Señor por el pueblo mediante el Urim y Tumim. Veamos cada uno de ellos:

El servicio. El servicio o culto ofrecido a Dios por los Sacerdotes en el santuario era el de ofrecer constantemente sacrificios y ofrendas delante de Él, el libro de Levítico nos habla de las leyes que tenían que ser observadas para llevar a cabo dichas ofrendas y sacrificios, además de las fiestas que tenían que celebrar como pueblo escogido por Dios.

La palabra clave sobresaliente a lo largo de este libro es SANTIDAD, debido a que ofrecemos culto a un Dios Santo. Las leyes para el comportamiento de los Sacerdotes y levitas, servidores en el tabernáculo, eran mucho más estrictas que para el resto del pueblo, esto debido a que Dios exige más a aquéllos que han sido escogidos para servir delante de Su presencia.

El ser apartado por y para el Señor era un gran privilegio, y lo sigue siendo hasta nuestros días. Se exigía que el Sacerdote se comportara de manera diferente a como lo hacía el resto del pueblo, es por esta razón que da a través de Su Palabra una serie de reglas y ordenanzas que tenían que ser guardadas por éstos. Tenían un llamado diferente, por lo tanto debían ser diferentes.

En el siguiente cuadro presentaremos de forma general las leyes que como servidores tenían que

guardar:

Las comidasEl vestido Las relaciones familiares

Las relaciones sentimentales Las relaciones sociales

El trabajo SEREIS SANTOS EN Los negocios

La salud Las costumbres

La higiene personal La vida en intimidadLas amistades

Ningún detalle de la vida diaria es demasiado pequeño para escapar a esta regla. Si Dios tiene cuidado aún de nuestros cabellos, es lógico que aún nuestros cabellos traigan honra y gloria a Su Nombre. Dios nos compró a un alto costo, la Sangre de Su Hijo, esta es la razón por la que Él pide de nosotros una entrega total y completa.

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El comportamiento del Sacerdote en el Tabernáculo debía ser irreprensible, siguiendo al pie de la enseñanza todos los pasos para que no muriera, debía existir reverencia en el lugar dónde se ofrecía culto a Su Nombre, reverencia no porque el lugar significara algo en sí mismo, sino por Aquél cuya presencia santifica el lugar. Lv 19. 30 dice: “Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.”

Esto es algo que hoy en día, gracias a que nos reunimos para el culto en cines, auditorios, salones de fiestas, bodegas, parques, jardines, estadios, etc., en determinado momento corre el peligro de perderse por no tener una clara idea de lo que se va a hacer en ese lugar y lo que ocurre al ser el Nombre de Dios invocado, ¡cuidado! Podríamos hacer del culto simplemente una función de cine, teatro o un espectáculo más que ver, llevándonos para “disfrutarlo” una serie de bebidas y alimentos que en lugar de glorificar a Dios, contaminan y demeritan aquello que debiera ser no solo prioridad, sino el motivo de nuestra existencia, el culto a nuestro Dios.

Recordemos las palabras del profeta Is 56. 6-7:

6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto,

7 Yo los llevaré a mi Santo Monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

Es en santidad, obediencia y reverencia como debemos acercarnos a adorar a nuestro Dios, es bajo el antiguo pacto que los adoradores no podían entrar en el santuario divino. Solamente podían entrar en el patio exterior a él. Incluso el Sumo Sacerdote solo podía entrar en el lugar Santísimo una vez al año y por sangre.

Por lo demás, los mismos Sacerdotes se quedaban limitados al santuario, sin poder atravesar el velo y sirviendo solamente en el lugar Santo. Todo esto ha cambiado ahora, la redención nos ha alcanzado, el velo ha sido rasgado de arriba hacia abajo, Dios ha abierto de par en par el acceso a Él, y los adoradores como Sacerdotes, tiene libertad para entrar al lugar Santísimo.

Dios ha sido revelado en los consejos de Su amor como Padre y el Espíritu Santo ha sido dado. Los que adoran a Dios deben adorarle en espíritu y verdad Jn 4. 24, el deleite de ellos está en lo que Él es.

El adorar en espíritu significa adorar de acuerdo con la verdadera naturaleza de Dios, y en el poder de comunión que da el Espíritu Santo. Por ello, está en contraste con la adoración consistente en formas y ceremonias y con la religiosidad de que es capaz la carne.

El adorar en verdad significa adorar a Dios de acuerdo con la revelación que Él ha dado en gracia de sí mismo. Por ello, ahora no sería adorar a Dios en verdad el adorarle simplemente como Dios Grande, Fuerte y Poderoso, o cómo nuestro Hacedor, Rey de los reyes y Señor de los señores. Todo esto es cierto, pero a Él le ha placido revelarse a sí mismo bajo otro carácter para los suyos, como Padre. De manera que ahora entramos en Su presencia con espíritu filial y con la conciencia del amor que les ha dado un lugar ante Él en Cristo, de manera que ahora Él mismo se ha convertido en la fuente a través de la cuál surge nuestra adoración como cristianos.

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El Padre y el Hijo son conocidos, y es la voluntad del Padre que todos honren al Hijo como revelador de la fuente de amor, y el Hijo conduce a los corazones de muchos hijos al conocimiento del amor del Padre. Así, la adoración se distingue de la alabanza y de la acción de gracias, ya que es el homenaje tributado por el amor Ro 8. 15, ofrecido al Padre por medio del Hijo en el poder del Espíritu Santo.

La enseñanza. Dentro de las actividades de los Sacerdotes no solo estaba el rendir culto y adoración a Dios a través de las ofrendas y sacrificios, y el trasladar el tabernáculo; sino que dentro de sus actividades se encontraba el enseñar la Ley al pueblo de Israel Dt 31. 9-13.

Como podemos ver no se trataba de cualquier tipo de enseñanza, ya que debían enseñar la Ley de Dios y esto no a unos cuantos, sino a todo el pueblo: hombres, mujeres y niños de quiénes tiene especial cuidado nuestro Dios. No solo a Judíos sino que también a los extranjeros. El objetivo no era el que solamente oyeran la enseñanza, tenían la responsabilidad de que aprendieran y a través del aprendizaje temieran a Dios y pusieran por obra sus mandatos y estatutos.

En la actualidad como Sacerdotes de Dios tenemos la misma responsabilidad, no solo de comunicar sino de hacerlo de tal manera que no solo “oigan” el mensaje de Dios, nuestro compromiso va más allá, no deben solo oírlo sino aprenderlo, temer a Dios y ponerlo por obra. En esta ardua labor que para el hombre común no es posible, es el Espíritu Santo el que nos guía y capacita para efectuarla con diligencia.

Pero no seamos simples, si bien es cierto que el Espíritu guía y capacita, el no lo hace todo, es nuestra obligación estudiar y escudriñar las Escrituras con el objetivo de estar “enteramente preparados”. No erremos, Dios no hace nuestra tarea.

El peligro siempre latente, es que el mensaje de la palabra de Dios pudiera perder fuerza y efectividad debido a que el siervo no está debidamente preparado y a pesar de la guía del espíritu no logra alcanzar el objetivo que Dios había mostrado, en cuyo caso el mensaje ha fracasado. Es por esto que tenemos la responsabilidad de estar preparados y preparándonos en todo momento y bajo cualquier circunstancia.

El consultar. La última función que veremos que harían los Sacerdotes, era la de consultar a Dios por el Urim y Tumim. La palabra Urim y Tumim la encontramos por vez primera en Ex 28. 29-30 y en realidad significa “luces y perfecciones”, se le menciona siete veces en la palabra (Ex 28. 30, Lv 8. 8, Nm 27. 21, Dt 33. 8, Esd 2. 63, Neh 2. 65, Is 28. 6).

Estas eran dos piedras las cuáles no fueron fabricadas sino dadas por Dios a Moisés. Se encontraban en el interior del pectoral, el cuál tenía las doce piedras con los nombres de las tribus, cerca del corazón del Sacerdote.

En Nm 27. 21 observamos que por este medio Dios comunicaba sus juicios, consejos y dirección al sacerdote; cumpliéndose la Palabra cuando en He 1. 1 nos dice que muchas veces y de muchas maneras Dios había hablado a los hombres.

Pero es en 1Sm 30 dónde con claridad nos revela la Escritura la forma en que operaba el Urim y el Tumim, veamos:

1Sm 30. 7-8

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Y dijo David al Sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el Efod. Y Abiatar acercó el Efod a David.Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a éstos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y Él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.

Es el rey David quién le pide al Sacerdote que le acercara el Efod para consultar a Dios, pero el Efod no era el instrumento para hacer esto, sino el Urim y Tumim que estaba dentro del pectoral que iba sobre el Efod, como formando parte de él.

Una vez que el Sacerdote se lo acerca, es el rey David el que le habla a las piedras preguntándoles sobre los merodeadores y es Dios a través de las piedras quién le contesta. Al recibir a Cristo en nuestro corazón también recibimos todo el consejo y dirección de Dios. Somos constituidos como Sacerdotes del Altísimo, sólo debemos estar atentos para escuchar el consejo de Dios.

Hemos visto como en el AT fueron Aarón y sus hijos constituidos como Sacerdotes del Altísimo, analizando cada una de las ropas de sus vestimentas sacerdotales y la manera en que fueron consagrados para ejercer este oficio, así como las responsabilidades propias de este cargo. Todo esto ha sido analizado y llevado a la obra consumada en la cruz por Cristo siendo constituidos cada uno de nosotros como Sacerdotes, es bajo este contexto que la Escritura en 1P 2. 9 nos llama Real Sacerdocio.

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquél que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;”

Ahora que sabemos quienes somos en El, anunciemos las virtudes de Aquél que nos llamó a Su luz admirable.

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