Real Oratorio del Caballero de Gracia · Y “se entiende que la Misa sea el centro y la raíz de...

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— 1 — E stas palabras del Papa Francisco me parecen un modo adecuado de titular las reflexiones sobre la Eucaris- tía que expondré en esta conferencia. Antes deseo agradecer a D. Ángel Casero la invitación a impartirla que amablemente me ha hecho, por la reciente incorporación de la Asociación Eucarística del Caballero de Gracia en Madrid a la Federación Mun- dial de Obras Eucarísticas. He aceptado la invitación y desearía que mis palabras — que fundamentalmente no serán mías sino de tantos textos del Magisterio de la Iglesia y algunos santos— puedan ayudar a los que las escuchen a amar y adorar aún m este “misterio de fe y de amor” 2 que es la Eucaristía. De otra parte, estas consideraciones son como un resumen de lo que desde su fundación a finales del siglo XVI se ha procurado vivir en nuestra Asociación Eucarís- tica fundada por el Caballero de Gracia, llamada entonces Real, Antigua y Venerable Congrega- ción de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, hasta el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983. Desde los años 90 del pasado siglo, la atención sacerdotal del Oratorio y la Asociación está encomendada a sacerdotes del Opus Dei, por un conve- nio con la Diócesis de Madrid y la Prelatura. La eucaristía, síntesis del misterio de la Iglesia. Fuente y cima de toda la vida cristiana “La Iglesia vive de la Euca- ristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20)” 3 . La Eucaristía es a la vez «fuente y cima de toda la vida cristiana» 4 y «contiene todo el bien espiri- tual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo” 5 . No debemos dejar de “asombrarnos” por la Eucaristía, que es al mismo tiempo misterio de fe 30 de enero de 2019 Real Oratorio del Caballero de Gracia “La Eucaristía, fuerza y estímulo para vivir” 1 Conferencia por Internet para los miembros de la Federación Mundial de Obras Eucarísticas de la Iglesia 1. Francisco, Amoris laetitia, n. 318. 2. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, nn. 83-94. 3. San Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistía, n. 1. 4. C. Vaticano II, Const. dog. Lumen Gentium, n. 11. 5. C. Vaticano II, Decreto Presbyteriorum ordinis, n. 5.

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    Estas palabras del PapaFrancisco me parecen unmodo adecuado de titular lasreflexiones sobre la Eucaris-tía que expondré en estaconferencia. Antes deseoagradecer a D. Ángel Caserola invitación a impartirla queamablemente me ha hecho,por la reciente incorporaciónde la Asociación Eucarísticadel Caballero de Gracia enMadrid a la Federación Mun-dial de Obras Eucarísticas.He aceptado la invitación ydesearía que mis palabras —que fundamentalmente no serán mías sino detantos textos del Magisterio de la Iglesia y algunossantos— puedan ayudar a los que las escuchen aamar y adorar aún m este “misterio de fe y deamor”2 que es la Eucaristía. De otra parte, estasconsideraciones son como un resumen de loque desde su fundación a finales del siglo XVI seha procurado vivir en nuestra Asociación Eucarís-tica fundada por el Caballero de Gracia, llamadaentonces Real, Antigua y Venerable Congrega-ción de los Indignos Esclavos del SantísimoSacramento, hasta el nuevo Código de Derecho

    Canónico de 1983. Desdelos años 90 del pasado siglo,la atención sacerdotal delOratorio y la Asociación estáencomendada a sacerdotesdel Opus Dei, por un conve-nio con la Diócesis deMadrid y la Prelatura.

    La eucaristía, síntesis del misterio de la Iglesia.Fuente y cima de toda la vida cristiana

    “La Iglesia vive de la Euca-ristía. Esta verdad no expresa

    solamente una experiencia cotidiana de fe, sinoque encierra en síntesis el núcleo del misterio dela Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo serealiza continuamente, en múltiples formas, lapromesa del Señor: «He aquí que yo estoy convosotros todos los días hasta el fin del mundo»(Mt 28, 20)”3.

    La Eucaristía es a la vez «fuente y cima de todala vida cristiana»4 y «contiene todo el bien espiri-tual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo”5.

    No debemos dejar de “asombrarnos” por laEucaristía, que es al mismo tiempo misterio de fe

    30 de enero de 2019

    Real Oratorio del Caballero de Gracia

    “La Eucaristía, fuerza y estímulo para vivir”1Conferencia por Internet para los miembros de la

    Federación Mundial de Obras Eucarísticas de la Iglesia

    1. Francisco, Amoris laetitia, n. 318.2. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, nn. 83-94.

    3. San Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistía, n. 1.4. C. Vaticano II, Const. dog. Lumen Gentium, n. 11.5. C. Vaticano II, Decreto Presbyteriorum ordinis, n. 5.

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    y misterio de luz6 (n. 6). En Ella se une el cielo y latierra. Abarca e impregna toda la creación; es lomás precioso que la Iglesia puede tener en sucaminar por la Historia7.

    La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, suSeñor, no sólo como un don entre otrosmuchos, aunque sea muy valioso, sino como eldon por excelencia, porque es don de sí mismo,de su persona en su santa humanidad y, además,de su obra de salvación. Este sacrificio es tandecisivo para la salvación del género humano,que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padresólo después de habernos dejado el medio paraparticipar de él, como si hubiéramos estado pre-sentes. ¿Qué más podía hacer Jesús por nos-otros? Verdaderamente, en la Eucaristía nosmuestra un amor que llega «hasta el extremo» (Jn13, 1), un amor que no conoce medida8.

    Benedicto XVI escribe: “La Santísima Eucaristíaes el don que Jesucristo hace de sí mismo, reve-lándonos el amor infinito de Dios por cada hom-bre”9. Comenta que según San Agustín, lo quemás mueve al alma es el amor por la verdad. YJesucristo es la Verdad en Persona que atrae elmundo hacia sí. Por tanto, en particular, Jesúsnos enseña en el sacramento de la Eucaristía laverdad del amor, que es la esencia misma deDios. Ésta es la verdad evangélica que interesa acada hombre y a todo el hombre10. Y como en lacruz el amor de Dios por nosotros se manifiestaen su forma más radical, y la Eucaristía es la reno-vación del sacrificio de la Cruz, podemos decirtambién que el altar manifiesta ese modo radicalde amarnos11.

    A la vez, con palabras del Catecismo de la Igle-sia nos recuerda que “la Eucaristía es compendioy suma de nuestra fe” (CIC, 1327). Por eso, elSacramento del altar está siempre en el centro dela vida eclesial”12. Y “se entiende que la Misa seael centro y la raíz de la vida espiritual del cristia-no. Es el fin de todos los sacramentos. En la Misa

    se encamina hacia su plenitud la vida de la gracia,que fue depositada en nosotros por el Bautismo,y que crece, fortalecida por la Confirmación”13.

    La Misa es centro porque debe ser “el puntode referencia de cada uno de nuestros pensa-mientos y de cada una de nuestras acciones.Nada ha de desarrollarse en la vida tuya al mar-gen del Sacrificio eucarístico”14. Y es “raíz de lavida interior. Hemos de estar unidos a esa raíz, yesto depende también de nuestra corresponden-cia (...) Nuestra vida es eficaz, sobrenaturalmentehablando, en la medida de la piedad, de la fe, dela devoción con que celebremos o asistamos alSanto Sacrificio del Altar”15.

    “El amor de Dios por nosotros es tan grande,que “como si aún no fueran suficientes todas lasotras pruebas de su misericordia, instituye laEucaristía para que podamos tenerle siemprecerca y —en lo que nos es posible entender—porque, movido por su Amor, quien no necesitanada, no quiere prescindir de nosotros”16.

    La Trinidad se ha enamorado del hombre, ele-vado al orden de la gracia y hecho a su imagen ysemejanza; lo ha redimido del pecado (...) ydesea vivamente morar en el alma nuestra (...)Esta corriente trinitaria de amor por los hombresse perpetúa de manera sublime en la Eucaristía17.

    La celebracion de la Eucaristia y participacion de los fieles

    Si la Eucaristía es tan importante, el sacerdotedebe cuidar con gran amor y delicadeza la cele-bración de la Santa Misa, donde “nace” la Euca-ristía. Obras son amores y no buenas razones, ypor tanto la celebración esmerada del sacrificiodel altar será la primera y mejor catequesis que elsacerdote puede hacer para que los fieles apren-dan a amar y adorar al Santísimo Sacramento.Recordamos aquí solo algunos detalles, de tantoscomo podrían decirse, por la gran riqueza dematices de la celebración de la Misa, que han

    6. San Juan Pablo II, Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, n. 19.7. cfr. Ecclesia de Eucharistía, n. 8 y 9.8. Ibidem n. 11.9. Benedicto XVI, Exh. Apost. Sacramentum caritatis, 22-II-2007, n. 1.10. Ibidem n. 2.11. Ibidem, n. 9.12. Ibidem n. 6.

    13. Es Cristo que pasa, n. 87.14. Beato Álvaro, Orar. Como sal y como luz, n. 244.15. Ibidem, n. 24516. Es Cristo que pasa, n. 84.17. Ibidem, n. 84 y 85.

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    vivido todos los sacerdotes santos a lo largo dela historia hasta nuestros días. Por citar alguno,bastaría recordar al Patrón de los sacerdotes, elSanto Cura de Ars, cómo celebraba la Misa y loque dejó escrito sobre ella. Decía, por ejemplo,que si supiéramos verdaderamente lo que es laMisa, moriríamos, y añadía que la causa de latibieza en el sacerdote es que no celebra bien laSanta Misa.

    “Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vidade la Iglesia, también lo es del ministerio sacerdo-tal. Por eso, con ánimo agradecido a Jesucristo,nuestro Señor, reitero que la Eucaristía «es laprincipal y central razón de ser del sacramentodel sacerdocio, nacido efectivamente en elmomento de la institución de la Eucaristía y a lavez que ella».(Carta Dominicae cenae, 24-II-1980, n. 115)”18.

    El sacerdote no se debe “acostumbrar” a cele-brar, porque no hay nada más importante y tras-cendente que pueda hacer cada día. Entre otrascosas, hay que conocer bien las normas litúrgi-cas sobre la celebración de la Misa. San JuanPablo II recomendaba al final de su vida —no ya alos sacerdotes, sino incluso a los fieles seglares—estudiar a fondo la Ordenación General del MisalRomano para profundizar en el misterio de la sal-vación19. Nos dejó otras muchas recomendacio-nes de las que recogemos aquí algunas de ellasde carácter general.

    Hay que cuidar todos los detalles de delicade-za en la preparación de la misa y en la celebra-ción. Recordemos la unción de Betania: “Unamujer, que Juan identifica con María, hermana deLázaro, derrama sobre la cabeza de Jesús un fras-co de perfume precioso, provocando en los dis-cípulos –en particular en Judas (cf. Mt 26, 8;Mc 14, 4; Jn 12, 4)– una reacción de protesta,como si este gesto fuera un «derroche» intolera-ble, considerando las exigencias de los pobres.Pero la valoración de Jesús es muy diferente. Sinquitar nada al deber de la caridad hacia los nece-sitados, a los que se han de dedicar siempre los

    discípulos —«pobres tendréis siempre con vos-otros» (Mt 26, 11; Mc 14, 7; cf. Jn 12, 8)—, Élse fija en el acontecimiento inminente de sumuerte y sepultura, y aprecia la unción que se lehace como anticipación del honor que su cuer-po merece también después de la muerte, porestar indisolublemente unido al misterio de supersona”20.

    “Como la mujer de la unción en Betania, laIglesia no ha tenido miedo de «derrochar», dedi-cando sus mejores recursos para expresar sureverente asombro ante el don inconmensura-ble de la Eucaristía”21.

    Hay que subrayar la importancia del “ars cele-brandi”, el valor de las normas litúrgicas: favore-cer el sentido de lo sagrado y el uso de las for-mas exteriores que educan para ello: la armoníadel rito, los ornamentos litúrgicos, la decoracióny el lugar sagrado. “La sencillez de los gestos y lasobriedad de los signos (...) comunican y atraenmás que la artificiosidad de añadiduras inoportu-nas”22. Se deben cuidar también y respetar “losornamentos, la decoración, los vasos sagrados,para que (...) fomenten el asombro ante el miste-rio de Dios, manifiesten la unidad de la fe yrefuercen la devoción”23, así como los libroslitúrgicos, el canto adecuado, los silencios pre-

    18. Ibidem, n. 31.19. San Juan Pablo II, Carta Apostólica Mane nobiscum Domine,7-X-2004, n. 17.

    20. Ecclesia de Eucharistía, n. 47.21. Ibidem, n. 48.22.Sacramentum caritatis, n. 40.23. Ibidem, n. 41b.

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    vistos, la presencia del Crucifijo en el altar ocerca de él, etc.

    Es igualmente necesario la fidelidad a las nor-mas litúrgicas: “por un malentendido sentido decreatividad y de adaptación, no han faltado abu-sos, que para muchos han sido causa de males-tar. Una cierta reacción al «formalismo» ha lleva-do a algunos, especialmente en ciertas regiones,a considerar como no obligatorias las «formas»adoptadas por la gran tradición litúrgica de la Igle-sia y su Magisterio, y a introducir innovacionesno autorizadas y con frecuencia del todo incon-venientes.

    Por eso el Papa sentía el deber de “hacer unaacuciante llamada de atención para que se obser-ven con gran fidelidad las normas litúrgicas en lacelebración eucarística. Son una expresión con-creta de la auténtica eclesialidad de la Eucaristía;éste es su sentido más profundo. La liturgianunca es propiedad privada de alguien, ni delcelebrante ni de la comunidad en que se cele-bran los Misterios”24.

    “El Misterio eucarístico —sacrificio, presencia,banquete— no consiente reducciones ni instru-mentalizaciones; debe ser vivido en su integri-dad, sea durante la celebración, sea en el íntimocoloquio con Jesús apenas recibido en la comu-nión, sea durante la adoración eucarística fuerade la Misa. Entonces es cuando se construye fir-memente la Iglesia y se expresa realmente lo quees: una, santa, católica y apostólica”25.

    Algunos sacerdotes santos nos han transmiti-do detalles que vivían de modo habitual al cele-brar la Santa Misa. Por ejemplo, San JosemaríaEscrivá nos dice: “Yo aplaudo y ensalzo con losAngeles: no me es difícil, porque me sé rodeadode ellos, cuando celebro la Santa Misa. Estánadorando a la Trinidad. Como sé también que, dealgún modo, interviene la Santísima Virgen, por laintima unión que tiene con la Trinidad Beatísimay porque es Madre de Cristo, de su Carne y de suSangre: Madre de Jesucristo, perfecto Dios y per-fecto Hombre. Jesucristo concebido en las entra-ñas de María Santísima sin obra de varón, por la

    sola virtud del Espíritu Santo, lleva la misma San-gre de su Madre: y esa Sangre es la que se ofre-ce en sacrificio redentor, en el Calvario y en laSanta Misa”26.

    Del carácter central de la Eucaristía en la vida yen el ministerio de los sacerdotes se deriva tam-bién su puesto central en la pastoral de las voca-ciones sacerdotales (...) La diligencia y esmero delos sacerdotes en el ministerio eucarístico, unidoa la promoción de la participación consciente,activa y fructuosa de los fieles en la Eucaristía, esun ejemplo eficaz y un incentivo a la respuestagenerosa de los jóvenes a la llamada de Dios”27.

    En cuanto a la participación fructuosa de losfieles es importante que sea verdaderamente unaparticipación, y no una mera “asistencia”. El Con-cilio Vaticano habló de la “participación activa,plena y fructuosa de todo el Pueblo de Dios en lacelebración eucarística”28. Se trata de que los fie-les tengan una “mayor conciencia del misterioque se celebra y de su relación con la vida coti-diana”. No pueden limitarse, decía el Concilio, aser “espectadores mudos o extraños”, sino a par-ticipar “consciente, piadosa y activamente en laacción sagrada”29.

    Para lograrlo, ayudará “prepararse” previa-mente con un rato de oración cuando sea posi-ble. “Favorece la disposición interior, por ejem-plo, el recogimiento y el silencio, al menos unosinstantes antes de comenzar la liturgia, el ayunoy, cuando sea necesario, la confesión sacra-mental”30.

    En ese rato se pueden leer y meditar las lectu-ras de la Misa para “aplicarse” la Palabra de Dios,sobre todo cuando no hay homilía. Deben actua-lizar los fines de la misa para aprovechar mejorlas diversas oraciones: en primer lugar para ado-rar a Dios (fin latréutico), después para dar gra-cias por tantos dones recibidos (fin eucarístico),luego para desagraviar y pedir perdón por lospropios pecados y los ajenos (fin expiatorio) ypor último pedir por las necesidades espirituales

    24.Ecclesia de Eucharistía, n. 52.25. Ibidem n. 61.

    26. Es Cristo que pasa, n. 8927. Ibidem28. Const. Sacrosanctum Concilium, nn. 14-20; 30; 48.29. cfr. Sacramentum caritatis, n. 5230. Ibidem, n. 55a

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    y materiales (fin impetratorio). Así se irán prepa-rando bien para el momento de la Consagracióny luego la Comunión. Procurarán quedarse unosminutos en acción de gracias al terminar la cele-bración. Naturalmente, lo deseable es que pue-dan comulgar, para lo cual es necesario estar engracia, como recuerda el Catecismo de la Iglesia:«Quien tiene conciencia de estar en pecadograve debe recibir el sacramento de la Reconci-liación antes de acercarse a comulgar» (CIC1385) Deseo, por tanto, reiterar que está vigen-te, y lo estará siempre en la Iglesia, la norma conla cual el Concilio de Trento ha concretado lasevera exhortación del apóstol Pablo, al afirmarque, para recibir dignamente la Eucaristía, «debepreceder la confesión de los pecados, cuandouno es consciente de pecado mortal» (Discurso ala Sagrada Penitenciaría, 30.I.1981)31. En resu-men, la actuosa participación les llevará a un espí-ritu de conversión continua, que ha de caracteri-zar la vida de cada fiel.

    San Josemaría aconsejaba:“Amad la Misa, hijosmíos, amad la Misa. Y comulgad con hambre,aunque estéis helados, aunque la emotividad noresponda: comulgad con fe, con esperanza, conencendida caridad”32.Y afirmaba, tomando elejemplo del amor humano: “No ama a Cristoquien no ama la Santa Misa, quien no se esfuer-

    za en vivirla con serenidad y sosiego, con devo-ción, con cariño. El amor hace a los enamoradosfinos, delicados; les descubre, para que los cui-den, detalles a veces mínimos, pero que sonsiempre expresión de un corazón apasionado.De este modo hemos de asistir a la Santa Misa”33.

    El beato Alvaro del Portillo recomendaba noacostumbrarse nunca a celebrarla o a participaren ella, porque “el Sacrificio del altar es el porten-to más extraordinario que se lleva a cabo en estemundo nuestro”. Es como “desligarse de los lazoscaducos de lugar y de tiempo (...) para situarse enla cima del Gólgota, junto a la Cruz donde Jesúsmuere por nuestros pecados”34.

    Como el Papa ha recordado alguna vez, unanorma elemental pero que puede descuidarse esevitar el uso del teléfono móvil: ni recibir llama-das, ni enviar mensajes.

    “Es conveniente cultivar en el ánimo el deseoconstante del Sacramento eucarístico. De aquí hanacido la práctica de la «comunión espiritual»,felizmente difundida desde hace siglos en la Igle-sia y recomendada por Santos maestros de vidaespiritual. Santa Teresa de Jesús escribió: « Cuan-do [...] no comulgáredes y oyéredes misa, podéiscomulgar espiritualmente, que es de grandísimoprovecho [...], que es mucho lo que se imprimeel amor ansí deste Señor»35. Muchos miles depersonas en todo el mundo repiten esta comu-nión espiritual, que un religioso enseñó a SanJosemaría de pequeño: “Yo quisiera Señor recibi-ros con aquella pureza, humildad y devoción conque os recibió vuestra Santísima Madre; con elespíritu y fervor de los santos”

    La Adoración

    Las enseñanzas del Magisterio sobre la adora-ción al Santísimo son abundantísimas, y de todoslos tiempos. La adoración es “fuente inagotablede santidad”36 y hay una “relación intrínsecaentre la santa Misa y la adoración al Santísimo

    31. Ibidem n. 36.32. Es Cristo que pasa, n. 91.

    33. Ibidem n. 92.34. Beato Alvaro del Portillo, Orar. Como sal y como luz, n. 241.35. Ibidem n. 34.36. Ecclesia de Eucharistía, n. 10.

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    Sacramento (...) La adoración eucarística no essino la continuación obvia de la celebración euca-rística”37.

    “El culto que se da a la Eucaristía fuera de laMisa es de un valor inestimable en la vida de laIglesia. (...) Corresponde a los Pastores animar,incluso con el testimonio personal, el culto euca-rístico, particularmente la exposición del Santísi-mo Sacramento y la adoración de Cristo presen-te bajo las especies eucarísticas”38.

    “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobresu pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Siel cristianismo ha de distinguirse en nuestrotiempo sobre todo por el « arte de la oración »¿cómo no sentir una renovada necesidad deestar largos ratos en conversación espiritual, enadoración silenciosa, en actitud de amor, anteCristo presente en el Santísimo Sacramento?”39.

    Es muy conveniente que en todas las ciudadeshaya alguna o algunas iglesias y templos —segúnlos habitantes— en los que el Santísimo estéexpuesto muchas horas a lo largo del día; y almenos en alguno la adoración perpetua, con lasdebidas medidas de seguridad y prudencia. YBenedicto XVI aconseja que “en la preparaciónde la primera comunión se inicie a los niños en elsignificado y belleza de estar junto a Jesús,fomentando el asombro por su presencia en laEucaristía”40.

    En esos momentos junto al Sagrario, es muyconveniente que haya algún sacerdote en el con-fesionario, para facilitar la confesión de todo elque lo desee. Como es sabido, la relación entreambos sacramentos es muy importante en la vidacristiana.

    Influencia de la Eucaristía en la vida diariay en la evangelización

    El trato con el Señor en la Eucaristía nos llevainmediatamente a pensar en darlo a conocer.Como escribía San Juan Pablo II, “el encuentro

    con Cristo, profundizado continuamente en laintimidad eucarística, suscita en la Iglesia y encada cristiano la exigencia de evangelizar y dartestimonio”41.

    Benedicto XVI escribió que “la espiritualidadeucarística no es solamente participación en laMisa y devoción al Santísimo Sacramento. Abar-ca la vida entera”42. Hay que contrarrestar elsecularismo, que “relega la fe cristiana al margende la existencia, como si fuera algo inútil respec-to al desarrollo concreto de la vida de los hom-bres. El fracaso de este modo de vivir ‘como siDios no existiera’ está ahora a la vista de todos.Hoy se necesita redescubrir que Jesucristo no esuna simple convicción privada o una doctrinaabstracta, sino una persona real cuya entrada enla historia es capaz de renovar la vida de todos”Siguiendo las enseñanzas de San Pablo a losRomanos (cfr 12,2) es necesaria “la relaciónentre el verdadero culto espiritual y la necesidadde entender de un modo nuevo la vida”43.

    Viviendo de esta manera, la participación en elSacrificio eucarístico, que alimenta y acrecienta elafán de santidad que ya se nos dio por el Bautis-mo, debe “aflorar y manifestarse también en lassituaciones o estados de vida en que se encuen-tra cada cristiano”, siendo “testigos visibles (deJesucristo) en su propio ambiente de trabajo y entoda la sociedad”. De este modo, los fieles laicospuede y deben “vivir plenamente su propia voca-ción a la santidad en el mundo”44.

    La coherencia eucarística de nuestra vida hade manifestarse también en nuestras relacionessociales: “en el testimonio público de la propiafe”, porque “no podemos guardar para nosotrosel amor que celebramos en el Sacramento. Esteexige por su naturaleza que sea comunicado atodos”, porque “lo que el mundo necesita es elamor de Dios, encontrar a Cristo y creer en El”45.

    La «cultura de la Eucaristía» promueve una cul-tura del diálogo, que en ella encuentra fuerza yalimento. Se equivoca quien cree que la referen-

    37. Sacramentum caritatis, n. 66.38. Ibidem n. 25.39. Ibidem n. 48.40. cfr. Ibidem n. 67a.

    41. Ecclesia de Eucharistía, n. 24.42. Sacramentum caritatis, n. 77.43. Ibidem.44. Ibidem, n. 79.45. Ibidem, n. 84.

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    cia pública a la fe menoscaba la justa autonomíadel Estado y de las instituciones civiles, o quepuede incluso fomentar actitudes de intolerancia(...) Quien aprende a decir «gracias» como lo hizoCristo en la cruz, podrá ser un mártir, pero nuncaserá un torturador”46.

    En palabras del Papa Franciscos, “somos lla-mados a vivir la contemplación en medio de laacción, y nos santificamos en el ejercicio respon-sable y generoso de la propia misión”

    47.

    El Caballero de Gracia y la Asociacion Eucarística que lleva su nombre

    En los largos cuatro siglos de existencia de laAsociación —y en las que a su amparo nacieronen otros puntos de España y de América—,hemos procurado ayudar a los asociados a cre-cer día a día en su amor a Jesús Sacramentado, yque ese amor se plasme en obras en la vida per-sonal, tal y como hemos recordado, para “la ani-mación cristiana del orden temporal y el ejerciciode la caridad y las obras de misericordia con losnecesitados”48. La Misa de la Asociación el primerdomingo de mes, la visita diaria al Santísimo, laoración ante el Santísimo expuesto en la Custo-dia, la devoción a la Virgen, la asistencia a los reti-ros espirituales, conferencias y clases doctrina-les, la confesión frecuente y la dirección espiri-tual, etc., son algunos de los medios previstospara conseguirlo. Es la concreción del “ejercicioquotidiano de la Oración mental, y demás de pie-dad, y penitencia, que introduxo en esta santaCongregación su Venerable Fundador Jacobo deGracia”49, como decía una de las antiguas Cons-tituciones.

    El Caballero de Gracia, hasta pocos días antesde morir con 102 años, estuvo celebrando laSanta Misa, predicando, confesando feligreses yhaciendo una dura penitencia de ayuno y absti-nencia todas las semanas. Cuidó esmeradamen-

    te la dignidad del culto eucarístico. Como escribesu primer biógrafo, Alonso Remón, en 1620,influyó mucho en la devoción al Santísimo Sacra-mento en el Madrid de su época, “instituyendoHermandades, levantó Cofradías, fundó Congre-gaciones...” y aumentó la “devoción y la grandezacon que se celebraba toda la octava del Santísi-mo Sacramento del Altar en muchas y diferentesiglesias y monasterios de esta Corte”, con músi-ca, buenos predicadores, fiestas literarias y col-gaduras, “con tanta devoción y fervor y celebra-das con tanta solemnidad que llena de admira-ción a todo el mundo. De todo esto fue autor yprimer fundador el Caballero de Gracia, y a él sedebe mucha parte de lo mucho que en Madrid seha continuado la solemnidad de semejantes fies-tas”. Además, otras fundaciones que promoviópara enfermos y niños huérfanos y abandonados—hospitales y un colegio—, son una muestra de

    46. Ibidem, n. 26.47. Gaudete et exultate, n. 26.48. Estatatos vigentes de la Asociación Eucarística del Caballerode Gracia, 4-V-1993, art. 3º.49. Constituciones de la Real y Venerable Congregación de susIndignos Esclavos de Santísimo Sacramento, año 1781, Constitu-ción II.

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    cómo el amor a Jesús Sacramentado se plasma-ba en realidades humanas de amor a los másnecesitados, a lo que antes nos referíamos.

    San Simón de Rojas, su primer sucesor, co-menzó su proceso de beatificación a los pocosaños de morir, en 1623. Por causas desconoci-das la documentación se perdió años más tardey no se llegó a enviar a Roma. Su fama de santi-dad ha estado viva con el paso de los siglos,como puede verse en los documentos de nues-tro archivo. La leyenda que surgió dos siglos des-pués de su muerte no tiene ningún fundamentohistórico, —atribuyéndole un tipo de vida frívolo,aunque después se habría convertido— prescin-de de los datos objetivos que constan en tantosdocumentos. Ahora, el pasado 14 de noviembre,se ha comenzado de nuevo este proceso queconfiamos sea para la mayor gloria de Dios y elbien de la Asociación Eucarística y muchas per-sonas. Para mayor información puede consultar-

    se la página web del Oratorio: www.caballerode-gracia.org.

    En los diversos documentos de los Papas sehabla de la influencia de los santos “que hanencontrado en la Eucaristía el alimento para sucamino de perfección”50. El Caballero de Gracia,aunque aún no haya sido declarado santo, cree-mos que es uno de ellos.

    Por último, deseo citar otro ejemplo de santi-dad por su amor a Jesús Sacramentado: Guada-lupe Ortiz de Landázuri, la primera mujer delOpus Dei que va a ser beatificada en Madrid elpróximo 18 de mayo, y cuyos restos se veneranen nuestro Oratorio. Murió en 1975 con 59 añosde edad, a consecuencia de una grave enferme-dad de corazón. Se santificó en su trabajo deCatedrática de Química, y en la atención demuchas personas como directora de varias resi-dencias de estudiantes, y en México en la promo-ción humana y cristiana de cientos de mujerescampesinas. Sacaba las fuerzas y una alegría con-tagiosa de su trato diario con el Señor en la ora-ción, en la comunión y en la penitencia. En lapágina web del Opus Dei puede verse una infor-mación detallada de su vida.

    Guadalupe vivió lo que el Papa Francisco reco-mendaba estos días a los miles de jóvenes de laJMJ en Panamá, y hemos de vivir todos: “Estandofrente a Jesús, cara a cara, anímense, no tenganmiedo de abrirle el corazón, para que Él renueveel fuego de su amor, que los impulse a abrazar lavida con toda su fragilidad, con toda su peque-ñez, pero también con toda su grandeza y su her-mosura”51. “Podremos tener todo, pero, queridosjóvenes, si falta la pasión del amor, faltará todo.¡La pasión del amor hoy! ¡Dejemos que el Señornos enamore”52.

    Muchas gracias por la atención a mis palabrasy quedo a su disposición por si alguno o algunadesea hacer alguna pregunta o comentario.

    Juan Moya

    50. San Juan Pablo II, Carta Apostólica Mane nobiscum, 7-X-2004,n. 31; cfr. Ecclesia de Eucharistía, n. 25.51.Francisco, JMJ, Vigilia con los jóvenes, Panamá, 26-I-2019.52. Ibidem, Homilía de la Misa, JMJ, Panamá 27-I-2019.