RAÍCES DE LA SANGRE

24

description

Extracto del libro "Raíces de la sangre" de Pilar Blanco

Transcript of RAÍCES DE LA SANGRE

Page 1: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 2: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 3: RAÍCES DE LA SANGRE

RAÍCES DE LA SANGRE

Page 4: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 5: RAÍCES DE LA SANGRE

RAÍCES DE LA SANGRE

Pilar Blanco

Page 6: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 7: RAÍCES DE LA SANGRE

Para quien

parasiempre

más allá del bosque

Page 8: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 9: RAÍCES DE LA SANGRE

9

HAZ

Como la roca agua, el cielo luz,

tu cuerpo: Amor. Quien bebe

calma su sed; quien ama,

colma su luz secreta. Quien se sacia,

pierde la esencia misma de la vida:

su sed.

Juan Gil-Albert

Page 10: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 11: RAÍCES DE LA SANGRE

11

CERO

Entramos en el bosque muy despacio. La bóveda de

luz tamizada era el único abrigo de la desposesión: de

mi sinpiel, pues me desprendí de ella para cobijar tu

intemperie.

Solo aquel velo amarillento. Solo en aquel silencio de

presagio.

Muy adentro. Siempre llegamos muy adentro. La

superficie de los cuerpos no fue sino la puerta.

Traspasadas las puertas, hurgado el hondo. Trituradas las

médulas.

Me arrodillé junto al hoyo que había cavado a meses y

manos. No opuse resistencia.

Solo volví la cabeza un momento para mirar tus ojos.

Amé tus ojos.

Y acepté, con la frente inclinada sobre la tumba de mis

sueños, aquella muerte que venía de ti. El tiro de gracia

de tu miedo.

El manto de hojas secas del olvido.

Page 12: RAÍCES DE LA SANGRE

12

UNO

Hoy has salido al bosque a probar tus nuevas botas de

intemperie. La nieve respondía a tus pasos.

Masticas paso, crujido, masticas nieve. La amable.

La encubridora.

Si fuera tu primer invierno creerías que así termina todo,

en la descomposición de la tierra, de las hojas y el musgo

bajo esta mortaja de silencio.

Pero sabes que no. Que es la vida. Con su olor a podrido,

su desmoronamiento. La vida tiene ese lenguaje oculto.

Tropezamos con ella, creemos, descreemos.

Vivir es retomar.

Una ardilla se te acerca. Sobre la piedra, pareces piedra.

¿Quién le temería al granito, a la inmovilidad?

Ha dejado a tus pies una bellota y te escudriña con ojillos

vivaces.

No, no es para ti.

¿O sí?

¿Debes vivir para siempre en el puño cerrado de este

bosque que te acoge y sustenta?

Page 13: RAÍCES DE LA SANGRE

13

Sin espacios abiertos ni horizontes ilusorios, hundida

entre los árboles hasta donde alcanza la vista; ahí tú.

Cientos de árboles

contienen el aliento sobre tu

cabeza... , dice Ángel González.

Caminar y esperar. Conteniendo el aliento. No pensar,

conteniendo el pensamiento. Sin más que el ahoraqué.

A tu alrededor la nieve adopta formas engañosas y se ríe.

Se ríe.

Tus tropiezos.

Tenderte sobre la nieve, brazos en aspa, piernas que

imitan la madera pulida.

Soñar que un río nace en el bosque y lo atraviesa.

Tú que eras tronco eres ahora navío y eres curso de agua

que va alejándose de aquella vida bajo la cúpula verde,

bajo el horizonte cerrado y su cueva de dolor.

La parasiemprerrío.

Al abrir los ojos no te has movido. Viaja por ti la

imaginación, sustituye tu miedo.

Crees ver la cara de tu padre tras un tronco desnudo. Y

la de aquel amigo que quedó atravesado sobre las vías

una noche, hace ya tantas noches, sin que supiese nadie

Page 14: RAÍCES DE LA SANGRE

14

nunca de qué, de quién se estaba despidiendo. También

están Humildad y Fermín, Enrique, Alberto. Consuelo.

Las suyas son miradas risueñas, de se está bien aquí.

Todo tan transitorio, un paisaje de invierno que sale de su

postal para que no estés tan sola.

Sola y los muertos. Una forma distinta de ser la soledad.

El vacío que enlaza lo visible

y lo invisible tiene

quien ocupe su centro, quien encienda la luz

y haga hogar de la nada.

Es el amor, su estrella, quien da forma a lo informe,

calor a la intemperie

y sonrisa a la mueca resentida.

Mira tus brazos, tus manos, las piernas entumecidas. Te

pertenecen, los sientes, aún son tú. Y tú, viva. Sobre todas

las cosas, inquieta o anclada en el noser. Pero tú.

Y viva.

No quieras más que aquello que la vida te tiene destinado.

Epifanía. Nace el bosque, prepara sus fluidos.

Page 15: RAÍCES DE LA SANGRE

15

Nacer. Como él.

No olvides que aquel que quiera conquistar el mundo

debe dominarse primero a sí mismo. Cerrar grietas.

Triturar las espinas.

Queda la débil campanada del corazón.

Déjalo que descanse, al corazón. Que se encove en este

silencio; que aquiete su rugido de borrasca.

Calma, sosiega, casi sin sentirte. Estás. Como todo.

Como la tierra y el musgo, como las hojas y la

minúscula agitación de la ardilla, como tus brazos y

tus piernas y tu hambre y su río. Esperando la lentísima

resurrección.

Page 16: RAÍCES DE LA SANGRE

16

DOS

Y al volver tras la experiencia de la nieve en el bosque,

sentir que ningún lugar mejor que este hueco caliente

desde el que contemplar las afueras, rincón agachadizo

para no ser vista. Aunque no haya por quién.

Desde donde recordar.

Recordar para qué. No deberías buscar la sal que conserva

lo muerto, sino allanar el camino que conduce a la vida.

Un día fuiste. Fuiste mujer, fuiste feliz, fuiste la

imprescindible. A flor de corazón, de piel ardida;

incandescencia que consumió tus naves.

¿Y después del incendio?

Las brasas tamizadas del presente. Un ventanuco. El

bosque. Querer y no querer. Dar un paso y al tiempo el

contrapaso. Negar los ojos que guardan desde su ceguera

aquel fulgor.

Contradicción, tesoro del artista. Duelo del que uno

quisiera no salir. Del que uno no consigue salir.

Page 17: RAÍCES DE LA SANGRE

17

Contradicción. Saber lo que daña. Reconocer el veneno

y sus estigmas. Reconocerlo con los labios endulzados

en su licor letal.

Sí, inmenso Whitman, tú sabías que hay que volcarse en

los muchos que somos, en sus espejos. Nadie es uno,

sino fragor de muchedumbre, de canción concertada

que camina al unísono. De alarido ensordecedor

cuando discrepan sus yines y sus yanes, sus amores-

sus odios, su afán de supervivencia contra el instinto

predador.

Ser el áspid que te muerde en el cuello, la lengua que te

alivia.

Aspirar su ponzoña y enroscar los zarcillos, las manos

enrejadas a tu cuerpo.

Desgarrarte la garganta y escanciar en ella la única

saliva.

Amor carnicería, descuartizador amor,

salvación para el náufrago en una tierra maldita por

los dioses.

Page 18: RAÍCES DE LA SANGRE

18

TRES

« Hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos

sobre la espina »

Octavio Paz

Mana la sangre. Repta sobre la nieve la vida que se

derramó sin colmar el vaso. La que parecía que acaso y

ya fue nunca.

Sobre la superficie de las cosas flota la pérdida que se

anuda a otras pérdidas.

Mana, repta, hace arroyo. Remansa.

¿Se vuelve a lo perdido ?

Se vuelve con la imaginación, esa fullera.

Huiste. Sientes aún mil ojos en la espalda. Espinas sin

rosa, lenguas atroces, agujas de costura.

Desgarro del amor, desgarro de los otros, ajenos que te

enajenan.

Veneno y sangre tuercen su gota a gota en tu recuerdo.

Nunca podrás volver.

Page 19: RAÍCES DE LA SANGRE

19

Mana la sangre, pues. En remolinos de lentitud gira tu vida.

Cada día aprendes a morir.

Un poco más.

Algo mejor.

Mientras te roza el aire o te impregnan los sonidos del

bosque.

Mientras tus ojos cambian imperceptiblemente de color.

Colocas el color bajo los párpados. El sabor de lo eterno

en la lengua. La tersura de lo prohibido en la diana del

corazón.

Tender a lo alto la mirada, tan alto como una luz que hiere,

consigue hacerte ver el cielo crucificado por los árboles.

Y vuelves a caer.

Rodillas en la tierra. Rodillas sobre la nieve. Rodillas en el

barro. En el humus de hojas. Tus rodillas conocen todas las

texturas.

Todos los sentimientos han macerado tu piel.

« Entre mis huesos delirantes, arde;

arde dentro del aire hueco,

horno invisible y puro;

arde como arde el tiempo,

como camina el tiempo entre la muerte,

con sus mismas pisadas y su aliento;

Page 20: RAÍCES DE LA SANGRE

20

arde como la soledad que te devora,

arde en ti mismo, ardor sin llama,

soledad sin imagen, sed sin labios.

Para acabar con todo,

oh mundo seco,

para acabar con todo. »

O no arder, Octavio Paz, jinete de la llama.

Helar el latido en su lecho de nieve.

Y que quede la sangre como un rubí indeleble.

Page 21: RAÍCES DE LA SANGRE

61

ÍNDICE

HAZ

CERO .............................................................. 11

UNO ............................................................... 12

DOS ................................................................ 16

TRES ................................................................ 18

CUATRO ......................................................... 21

CINCO ............................................................ 23

SEIS ................................................................. 25

SIETE ............................................................... 27

OCHO ............................................................ 29

NUEVE ............................................................ 31

DIEZ ................................................................ 33

ONCE .............................................................. 35

DOCE .............................................................. 37

ENVÉS

TRECE ............................................................. 43

CATORCE ........................................................ 45

QUINCE .......................................................... 47

DIECISÉIS ........................................................ 49

DIECISIETE ...................................................... 51

DIECIOCHO ................................................... 54

DIECINUEVE ................................................... 57

Page 22: RAÍCES DE LA SANGRE

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)»

© de los textos: Pilar Blanco© de la edición: EOLAS EDICIONES

Diagramación: contactovisual.esISBN: 978-84-15603-70-2Deposito legal: LE-877-2014Impreso en España - Printed in Spain

Page 23: RAÍCES DE LA SANGRE
Page 24: RAÍCES DE LA SANGRE