Quierete Bien

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Ante acontecimientos emocionalmente impactantes o dolorosos, como una ruptura de pareja, nues-

tra mente recurre con frecuencia a la negación como método de defensa ante la avalancha de emo-

ciones que lo acompañan. De esta forma, empezamos negando rotundamente (“No puede ser”, “Es

imposible que esto esté pasando”, “Esto es una pesadilla”) para, poco a poco, dar paso a pequeñas

concesiones a la realidad (“Volverá, yo sé que volverá”, “Es una crisis pasajera”, “Esto es temporal”)

que nos ayudan a aceptar finalmente la situación que estamos viviendo. En definitiva, la negación

nos protege del dolor dejándolo entrar poco a poco en nuestra conciencia, abriéndole paso solo en

la medida en que nosotras estamos preparadas para asumirlo.

Si bien es cierto que la negación cumple una función de ayuda, si nos aferramos a ella indefinida-

mente nos negamos a nosotras mismas dos cosas más: el inicio de la recuperación personal y la

capacidad de tomar las riendas de nuestra propia vida.

Es cierto que una ruptura sentimental puede tratarse de una crisis pasajera, pero también puede

no serlo, también puede ser un punto final. Lo que es seguro es que no podemos poner nuestra

vida y sentimientos en suspenso por tiempo indefinido mientras otra persona o el destino deciden

los siguientes acontecimientos. Todo el tiempo que pasamos negando, resistiéndonos a aceptar los

hechos e intentando conciliar lo que, según nosotras, debería haber sido con lo que es, es tiempo

que pasamos sumidas en un mar de emociones contradictorias e inseguridades en el que, aparen-

temente, estamos a merced de los vientos y de lo que estos traigan.

En palabras del Dalai Lama “El dolor es inevitable, la vida viene con dolor. El sufrimiento no es

inevitable. Si el sufrimiento es lo que ocurre cuando peleamos con nuestra experiencia, por nues-

tra falta de habilidad para aceptarla, entonces el sufrimiento es opcional”. Ahora bien, aceptar no

es resignarse, ni mucho menos rendirse. Aceptar es entender que nada ni nadie puede cambiar el

pasado; los hechos ya han ocurrido y el presente es el que es. Aceptando lo ocurrido y nuestra si-

tuación actual podremos empezar a convivir con nuestras emociones, aprender a entendernos con

ellas y avanzar hacia el futuro por el camino que conscientemente decidamos.

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Como dice Eckhart Tolle , vivimos atrapados en la ilusión del tiempo en el mundo irreal que crea

nuestra mente, siempre columpiándonos entre nuestros recuerdos y nuestras proyecciones de fu-

turo, en definitiva, despreciando nuestro presente, obviando que nuestra vida transcurre aquí y ahora. En momentos dolorosos es particularmente difícil no evadirse buscando otros momentos

más felices. No obstante, el único momento en el que tenemos capacidad para cambiar las cosas

es ahora, en el presente. Aceptar es reconocer nuestra realidad presente.

Dependiendo de cómo haya sido la ruptura (quien tomó la decisión, si era esperable o no) la acep-

tación puede ser más llevadera o menos. En cualquier caso, es siempre el paso inicial de nuestro

camino. Incluso una afirmación como “no sé si volverá o si no nos volveremos a ver nunca, lo que

sí sé es que ahora no está conmigo y que eso me duele” es suficiente para empezar a andar.

1 Citado por Silvia Salinas en: Todo (no) terminó. Volver a empezar después de la ruptura de pareja,

RBA Libros, Barcelona, 2003.

2 El poder del ahora, Eckhart Tolle, Ediciones Gaia, Madrid, 2009.

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Una vez que la situación se ha aceptado, aparecen todas las emociones de las que nos protegía

la negación y, nuevamente, nuestra tentación es huir de ellas. Es una reacción natural, escapar del

dolor y de todas las emociones que nos causan incomodidad o angustia, pero la realidad es que no

podemos huir eternamente. Nuestra única salida para superar el dolor de la ruptura sentimental es

atravesarlo.

Nuestra mente es hábil para camuflar el dolor y evitar enfrentarse a él. Utilizará el odio y la rabia

contra la situación o contra tu ex pareja u otras personas para liberar toda esa energía, pero sin

dejar ver la fuente de las mismas, que es el dolor de la pérdida. O puede que te impulse hacia la

acción y te tenga todo el día ocupada ayudándote a no pensar. Siempre encontrarás formas de

escapar, pero siempre volverás a encontrar tus verdaderos sentimientos a la vuelta de la esquina,

no tiene pérdida.

El dolor y el resto de emociones están ahí para ayudarnos a sanar. Mientras no nos enfrentemos a

ellas y seamos capaces de asumirlas, de integrarlas en nuestra experiencia emocional, no recupe-

raremos la estabilidad emocional y la paz.

Como dice Bert Hellinger : “Si uno encara el dolor de la separación permitiendo que penetre en su

corazón, en el cuerpo y en el alma con toda su amargura e intensidad, este dolor por lo general es

breve, aunque en un principio parezca interminable. Sin embargo, una vez que la persona lo ha

pasado, la separación está superada”.

Cuando el dolor llega, hay que permitirle entrar y aceptarlo, dejarle que pase a través nuestro el

tiempo que requiera. Como bien dice Hellinger, cuando lo aceptamos en su realidad e intensidad,

suele pasar (relativamente) pronto. En cambio, si lo evitamos y camuflamos, irá saliendo poco a

poco, a través de las semanas y los meses, dejándonos como poso la sensación de que estará con

nosotros siempre.

No hay un tiempo para asimilar el dolor, tómate el que necesites. Si bien tu familia y tu entorno de-

searían que se te pasara cuanto antes y oirás frecuentemente el “no llores más”, tú tienes derecho

a sentir tus emociones y a vivirlas, por mucho que ellos deseasen verte ya recuperada y bien.

AsuMe2

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Por otro lado, asumir el dolor no es aferrarse a él, ni mucho menos alimentarlo. El dolor nos

ayuda a sanar pero, si nos enganchamos a él, nos llevará mucho más lejos de donde inicialmente

empezamos. Es importante ser consciente de esto y evitar en todo caso actitudes victimistas y

pensamientos que alimenten la tristeza y el dolor; acéptalos cuando los sientas, pero no te identi-

fiques con ellos y no los busques. Las emociones proceden de la interpretación que hacemos de

lo que nos pasa, es decir, de nuestros pensamientos al respecto, por lo que no hay emoción que

pueda sobrevivir sin el alimento de nuestra mente. Como dice el Dalai Lama, el dolor es inevitable,

el sufrimiento no lo es.

1Citado por Silvia Salinas en: Todo (no) terminó, RBA Libros, Barcelona, 2003.

2Álava Reyes, Mª Jesús, La inutilidad del sufrimiento, La Esfera de los libros, Madrid, 2003.

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El amor nos define, nos retrata. Saca todo de nosotros: lo mejor, lo más oculto, lo que más teme-

mos, nuestra más profunda intimidad… como dice Enrique Rojas : Si la vida es la gran maestra,

el amor es el mejor argumento. Al final de cada relación de pareja tenemos la oportunidad de co-

nocernos mejor a nosotros mismos, nuestras carencias, lo que realmente buscamos en el amor o

dónde nos hemos equivocado, siempre que estemos dispuestos a realizar una reflexión honesta.

No obstante, la memoria puede ser mala amiga después de una ruptura sentimental; generalmente,

de hecho, nuestra memoria tenderá a potenciar los buenos momentos de la relación y lo que perdi-

mos, mucho más que los momentos malos que vivimos con la pareja y los motivos de la ruptura. Si

bien en los primeros momentos no tendremos verdadero control sobre ella y, muy probablemente,

seamos víctima de sus recordatorios caprichosos y constantes, poco a poco deberemos tratar de

ser objetivas con respecto a lo que realmente sucedió y conseguir poner nuestra memoria a nuestro

servicio.

Como apunta Luis Rojas Marcos en La Pareja Rota , antes o después, los miembros de una pareja

que ha roto necesitan construir su propia versión de los hechos: la relación, sus fallos, sus luchas

y su fracaso final. Con independencia de la veracidad de esta historia, este proceso explicativo es

indispensable para poder superar los sentimientos de duda, culpabilidad y rencor.

Más allá, si bien para poder superar estos sentimientos basta con una explicación coherente y

plausible para nosotros mismos, si queremos evitar repetir en un futuro los mismos errores y quere-

mos verdaderamente aprender y crecer con esta experiencia, deberemos buscar, de la forma más

honesta posible, las causas y motivaciones reales detrás de nuestra historia.

Este proceso de revisión suele tomar bastante tiempo, a medida que las emociones se van apaci-

guando y somos más capaces de ver con mayor objetividad la evolución de la vida de la pareja en

su complejidad desde todas las perspectivas posibles. La reflexión será un paso necesario que no

se completará hasta la siguiente fase –Aprende- por lo que, de lo que se trata ahora, no es tanto

de que saques conclusiones sino que te dediques a observar, sin juzgar ni criticar, tus experiencias

pasadas. Procura distanciarte todo lo posible y trata de ser cuanto más objetiva mejor.

ReviSA3

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Recuerda: no se trata de buscar culpables; incluso en el caso de que tu pareja fuera la más mala

entre las malas, habría que tratar de entender por qué decidiste quedarte con alguien así o qué

estabas buscando en/con ella. Buscamos causas, no culpas; por qués, no de quién. Los grandes

hitos a revisar, serán tres:

1. Trayectoria de la pareja:

• Enamoramiento y épocas felices: ¿qué fue lo que te enamoró? ¿en qué te sentiste col-

mada o te hizo particularmente feliz? ¿te sirvió para escapar de alguna situación o circuns-

tancia?

• Crisis y épocas malas: ¿qué supuso una decepción? ¿cuáles fueron tus principales que-

jas en aquellos momentos?

• Discusiones recurrentes: ¿cuál era el tema o los temas subyacentes que surgían una y

otra vez (o frecuentemente) con motivo de cualquier disputa?

2. Similitudes o pautas:

• Con parejas anteriores: ¿puedes identificar patrones de conducta, emociones propias,

situaciones o incluso perfiles que se repiten en tus relaciones de pareja?

• Con la relación de tus propios padres y/o con la relación que sus padres mantienen: ¿tu

manera de tratar a tu pareja se parece a la forma en que tu padre trata a tu madre o vice-

versa?

• Con tu relación con uno o con ambos progenitores: ¿tu pareja te trataba o te hacía sentir

como lo hacían tu padre o tu madre?

3. Ideas y expectativas:

• Revisa la imagen que tu pareja daba de ti, de manera explícita o implícita: ¿es una ima-

gen realista o excesivamente negativa o positiva? ¿qué hay de verdad en lo que dice de ti?

• Intenta identificar y describir tu idea del amor, así como las expectativas que tenías para

con la relación al inicio de la misma.

• ¿Coincide lo que dices que quieres (lo que buscas en una pareja) con lo que haces para

conseguirlo y/o el tipo de parejas que eliges?

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Es importante que te tomes tu tiempo para llevar a cabo esta fase de revisión y que no

trates de hacerlo todo de una tacada. Poco a poco, irán llegando recuerdos más claros y

serás capaz de identificar muchos más sucesos o eventos relevantes a los que, en su mo-

mento, no prestaste demasiada atención. Y cuando tengas ganas de sentarte a reflexionar

sobre ello, estaría muy bien que tomaras algunas notas para ayudarte y que te sirvan de

referencia para esta y las siguientes fases.

1Rojas Montes, Enrique, El Amor Inteligente. Corazón y cabeza: claves para construir una pareja

feliz. Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2008.

2Rojas Marcos, Luis, La Pareja Rota. Familia, Crisis y Superación. Espasa Calpe, Madrid, 2003.

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Decía Einstein que la definición de la locura es seguir haciendo siempre lo mismo y esperar resul-

tados distintos. Según esto, en la medida en que hayamos revisado y reflexionado sobre nuestra

última relación de pareja y las relaciones anteriores, seremos capaces de extraer lecciones valiosas

que posibilitarán nuevos resultados (distintos e incluso mejores) en nuestras sucesivas relaciones

así como un mayor conocimiento de nosotras mismas.

No es nuestra intención elaborar un listado exhaustivo de todas las causas y circunstancias que

pueden afectar a una persona en sus relaciones personales. Cada persona en su unicidad y com-

plejidad, requerirá de una atención y un análisis individual que no puede resumirse en unas cuan-

tas líneas. No obstante, sí podemos señalar algunos temas generales sobre los que es importante

ahondar a la hora de aprender a reenfocar las relaciones sentimentales: las ideas y conceptos del amor, nuestra propia personalidad y la elección de pareja.

ApRenDe4

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La idea del amor

Al hablar sobre el amor, distinguiremos entre nuestra idea del amor y la interpretación inconsciente

que tenemos de la misma.

En lo que respecta a la idea del amor, podemos vernos influidas por los distintos usos que se hacen

del término en nuestra sociedad y que, de manera frecuente, vacían de significado el término o lo

tergiversan acercándolo más a ideales románticos que a la esencia real del amor. Sin ser necesario

contar con una definición precisa del término para poder disfrutar del amor, sí es importante que no

permitamos que la banalización del concepto nos induzca a errores en nuestra interpretación del

mismo o, lo que es peor, en las expectativas que nos creemos al respecto.

Enrique Rojas reflexiona profundamente sobre esto mismo y, concretamente, apunta seis grandes

errores derivados del uso equivocado del término Amor:

1. Divinizar el amor.2. Hacer de la otra persona un absoluto.3. Pensar que es suficiente con estar enamorado.4. Creer que la vida en pareja no necesita ser aprendida.5. Ignorar que existen crisis de pareja.6. No conocerse a uno mismo antes que a la pareja.

Estas y otras muchas ideas sobre el amor componen lo que sabemos del amor, lo que creemos que

es, en definitiva. No obstante, nuestro inconsciente guarda otra idea, personal y única en el mundo

sobre el amor; Luis Rojas Marcos se refiere a ella como el mapa del amor y Mariela Michelena

como la agenda oculta. Estamos hablando de la idea infantil del amor, de lo que aprendimos que

era el amor mientras éramos niños. Esta idea del amor es la que realmente prevalece en nuestras

vidas y la que hace que nos enamoremos de quien nos enamoramos, que busquemos un tipo u

otro de relaciones y que temamos o deseemos un determinado tipo de cosas y no otras. Incluso

en el caso de que hayamos tenido una buena infancia y hayamos crecido en un ambiente emocio-

nalmente saludable, es importante que revisemos qué dice nuestra historia sentimental de nuestra

agenda oculta para poder elegir si queremos continuar por ese camino.

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En la etapa anterior, se sugería que reflexionases sobre la relación con tus padres y de tus padres

entre sí con este mismo fin: averiguar qué patrones de conducta aprendidos en tu infancia estás

reafirmando en tus relaciones adultas.

El tema del concepto infantil del amor es muy extenso y profundo, aquí no hemos hecho sino men-

cionarlo de pasada, aunque te animamos a que continúes leyendo e investigando sobre el mismo

en las lecturas recomendadas.

La propia personalidad

En la etapa de revisión hicimos mucho hincapié en la necesidad de reflexionar sobre nuestras

emociones y comportamientos cuando estamos en pareja y así poder ahora utilizarlas para sacar

conclusiones más claras sobre nuestra propia personalidad.

Como bien apunta Silvia Salinas , gran parte de los problemas de pareja son problemas persona-

les expresados en la relación y, si recordamos los errores antes mencionados, uno de los grandes

problemas del amor es no conocerse a sí mismo antes que la pareja. En la mayoría de los casos,

nosotras mismas, con un poco de autocrítica, paciencia y atención podremos identificar aquellos

aspectos de nuestra personalidad que requieren más atención y sobre los que deberemos trabajar

a partir de ahora. En otros casos, puede ser necesario el acompañamiento de un profesional que

nos guíe u oriente en el análisis.

De manera general, algunas de las características que tienen un impacto negativo en las relaciones

de pareja son las siguientes:

• La inseguridad personal. La inseguridad personal genera muchos problemas en todas las

relaciones de las personas con baja autoestima, aunque donde más claramente se manifiesta es

en las relaciones de pareja.

• La inmadurez afectiva. Podemos encontrar dos manifestaciones: la que muestra la inseguri-

dad emocional y personal de forma evidente y la que lo camufla mediante defensas. Normalmen-

te, aunque la exteriorización sea distinta suele tratarse la misma causa.

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• Asunción distorsionada de responsabilidad. Algunas personas muestran patrones de con-

ducta respecto a la culpa que no están regidos por criterios objetivos sino que, como norma, tien-

den a eliminar toda responsabilidad personal u obviarla o, al contrario, cargarse con la totalidad

de la responsabilidad. En ambos casos, se generan relaciones muy desequilibradas entre los

dos miembros de la pareja.

• La soberbia, el orgullo y la vanidad. Los tres rasgos tienen la misma fuente, pero varían en

grado y en centro. De las tres, la más grave y la que más dificulta las relaciones personales es

la soberbia por el grado de autosuficiencia, engreimiento y tendencia a humillar a los demás que

manifiesta.

Estos son solo algunos ejemplos de distintas tendencias que, inevitablemente, tendrán su reflejo

en conflictos de pareja, aunque existen muchas más. Como decíamos al inicio, cada persona

deberá hacer su propio examen y reconocimiento personal para poder identificar qué cuestiones

propias provocan que sus relaciones de pareja sean difíciles e incluso fracasen y, en definitiva,

le alejan de la armonía y la felicidad.

La elección de pareja

Según expresaba Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el Amor “hay situaciones, instantes de la

vida, en que sin advertirlo, confiesa el ser humano grandes porciones de su decisiva intimidad, de

lo que auténticamente es. Una de estas situaciones es el amor. En la elección de amada revela su

fondo esencial el varón; en la elección de amado, la mujer. El tipo de humanidad que en el otro ser

preferimos dibuja el perfil de nuestro corazón.” Ahora bien, siendo el amor en sí mismo una elec-

ción, la complejidad de nuestra psicología hace que esa elección pueda tomar caminos retorcidos

y de resultados difícilmente predecibles.

Como ya apuntamos al inicio del capítulo, la elección de pareja se ve afectada en gran medida por

nuestra idea infantil del amor y por nuestra propia personalidad. Nuestra idea infantil del amor afec-

tará a la elección de pareja haciéndonos buscar personas que validen estas ideas inconscientes

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y ratifiquen por tanto nuestras tesis sobre qué es el amor. Por ejemplo, en el caso de que nuestro

padre hubiera abandonado el hogar familiar siendo nosotros niños y hubiéramos perdido el

contacto con él, nuestra idea infantil del amor podría incluir la idea del abandono o las ausencias

prolongadas como componentes válidos del amor. Esto podría empujar al niño ya hecho adulto a

buscar parejas incompatibles que acabarían abandonándole, parejas que claramente muestren

ausencia de compromiso, etc. En definitiva, situaciones que validarían nuevamente ideas antiguas

fijadas en el subconsciente en la infancia.

Por otro lado, nuestro carácter es decisivo para la elección de una pareja y, normalmente, elegire-

mos personas cuyos valores y personalidad se asemejen a los nuestros o a los que nos gustaría

potenciar de nosotros mismos. No obstante, se han mencionado brevemente algunas facetas de

nuestra personalidad (y existen muchas más) que pueden llevarnos a tomar decisiones de pareja

en base a criterios distintos y menos acertados. El ejemplo más claro sería el de la inseguridad

personal; las personas con autoestima baja pueden elegir a su pareja en función de su necesidad

de refuerzo personal, por lo que, en lugar de fijarse en los valores comunes o en la admiración que

puedan sentir por la otra persona, buscarán parejas que refuercen su imagen hacia el exterior –

aportando belleza, estatus, seguridad personal…- o que simplemente reafirmen su propio concepto

al ser “pareja de”.

En resumen, la elección de pareja se realiza tanto por factores inconscientes como conscientes.

La clave, por tanto, será llevar al consciente cuantos más patrones inconscientes podamos y así

realizar elecciones más libres y más ajustadas a lo que realmente queremos para nuestra vida.

1 Rojas Marcos, Luis, La Pareja Rota. Familia, Crisis y Superación. Espasa Calpe, Madrid, 2003.

2 Michelena, Mariela, Mujeres Malqueridas. Atadas a relaciones destructivas y sin futuro. La Esfera de los Libros, Madrid, 2007.

3 Murray, Jill, Relaciones destructivas. Cómo liberarse de ellas y construir relaciones sanas. Edicio-nes Obelisco, Barcelona, 2005.

4 Silvia Salinas en: Todo (no) terminó. Volver a empezar después de la ruptura de pareja, RBA Li-bros, Barcelona, 2003

5 Ortega y Gasset, José, Estudios sobre el amor, Revista de Occidente, Barcelona, 1966.

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El siguiente paso necesario para superar la ruptura sentimental y continuar con nuestra vida es el

perdón. El perdón nos sirve para purificar la memoria y liberarnos de todo resentimiento y rencor;

el perdón es, ante todo, un regalo para nosotras mismas, un acto de generosidad que revierte fun-

damentalmente en quien perdona. Tal es así, que importa poco si ese perdón se lo comunicas a tu

expareja o no, la clave está mucho más en el sentimiento que tú guardes que en el hecho de que

la otra persona sea consciente de ello o no.

La importancia de perdonar a la expareja, como bien señala Silvia Salinas , reside en el hecho

de que el vínculo creado por la relación con esa persona, es un vínculo que existirá en nosotras

para siempre, por lo que de nosotras dependerá que ese vínculo sea una fuente de malestar y

resentimiento o, por el contrario, nos proporcione paz y armonía interior. En el acto de perdonar,

nos liberamos a nosotras mismas, nos concedemos la posibilidad de avanzar sin la amargura del

resentimiento. Mientras el otro sea “el enemigo” tendrá un estatus especial en nuestra mente y

permanecerá en nuestra vida a través de nuestros pensamientos.

Pero perdonar no consiste en negar el daño o la injusticia, en consentir que nos hagan mal o en mi-

nimizar los perjuicios causados. Tampoco es liberar al otro de la responsabilidad o las consecuen-

cias de sus actos. Perdonar es, siendo conscientes de que nos han hecho daño o han cometido una

ofensa contra nosotras, dejar de dirigir nuestro odio hacia la otra persona y soltar todo el rencor que

hayamos acumulado contra ella.

Se dice que cuanto más grande es el perdón, más satisfacción y tranquilidad se siente al conceder-

lo. También, por supuesto, más difícil resulta perdonar. El tiempo será nuestro aliado para facilitar-

nos la tarea pero, al no ser el perdón una emoción, sino un acto de voluntad, hemos de recurrir a

nuestras mejores intenciones para conseguirlo. Aquí proponemos algunas ayudas:

• Practicar la empatía: intentar ponerse en la piel del otro y ver la vida desde su perspectiva

nos puede ayudar a entender mejor sus actos y las razones por las que actuó de la forma en

que lo hizo.

peRDonA5

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• Ser comprensivas: todos actuamos de la mejor forma que sabemos en cada momento;

comprender esto nos llevará a ser más comprensivas con los demás y con nosotras mismas.

Significa que, con la información y los conocimientos que poseíamos en ese momento y dadas

las circunstancias internas (estado emocional) y externas (condicionantes familiares, econó-

micos, sociales, laborales, etc.) que nos afectaban, lo hicimos lo mejor que supimos. En oca-

siones, nuestra mejor jugada, le hace daño a alguien sin ser esta nuestra intención.

• Mirar más allá del daño: todo ser humano es más grande que su culpa e identificar a una

persona con esta implica privarla de su dignidad personal. Y más allá, si contabilizamos cada

uno de los errores que una persona comete, estaríamos convirtiendo al mejor de los hombres

en un monstruo. Porque todos necesitamos más amor del que nos ganamos, será bueno que

perdonemos por todas las veces que somos perdonados.

Por otro lado, el perdón no debe dirigirse solo hacia los demás. Nosotras, que también cometimos

errores, somos igualmente merecedoras del perdón y de vivir libres de la recriminación y la culpa.

Hemos reconocido nuestros errores y hemos aprendido de ellos; ya podemos continuar sabiendo

que hicimos lo mejor que pudimos y que, la próxima vez tendremos más recursos personales y

probablemente actuaremos mejor.

1Silvia Salinas en: Todo (no) terminó. Volver a empezar después de la ruptura de pareja, RBA Libros,

Barcelona, 2003.

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Ya hemos revisado, hemos aprendido y, tras esto, hemos perdonado. Ya estamos en paz y pode-

mos decir que estamos preparadas para pasar página y continuar, para cerrar definitivamente esta

etapa. Eso es cierto, en parte. En la etapa del perdón hablábamos de que el vínculo con las ex

parejas se mantiene en nosotras y que de nosotras depende que el lugar que ocupen en nuestro

corazón sea una fuente de rencor y amargura o de paz y alegría. Para evitarnos la carga de rencor

hemos trabajado el perdón y nos hemos liberado del resentimiento pero, para que podamos sentir

el valor de aquella relación en nuestra vida –para que, en definitiva, no sintamos que fue una pér-

dida de tiempo- necesitamos dar un paso más allá del perdón y dar un giro hacia lo positivo que

hemos recibido de ella.

La gratitud es el verdadero broche final del duelo por una pérdida, aceptamos y pasamos el dolor

para finalmente celebrar lo bello que nos dejó. Dice el Talmud: “No arrojes piedras a la fuente de la

que has bebido”. Puede que ahora esté seca, pero durante un tiempo recibimos de ella amor, ale-

gría, buenos momentos, risas… Incluso en el caso de que no pudiéramos recordar nada bueno que

haya sucedido en esa relación gracias a la otra persona (¿de verdad? ¡¿nada?!), debemos agrade-

cer lo que esa relación nos ha hecho aprender sobre nosotras mismas, sobre nuestra manera de

entender el amor y cómo nos ha ayudado a reconocer pautas erróneas que ya no tendremos que

volver a cometer. Debemos agradecer que la experiencia vivida nos haya enriquecido y dado más

conocimientos y recursos para ser más felices en adelante.

Como en el caso del perdón, no es imprescindible que se lo comuniques a tu ex pareja. Tú misma

sabrás si es oportuno o no, si tenéis el tipo de relación ahora en el que podéis expresar este tipo

de sentimientos o incluso si quieres hacerlo. Lo importante es que tú hagas el ejercicio personal

de reflexionar sobre las cosas bellas que te dio esa relación: la ilusión inicial del enamoramiento,

los buenos momentos, las alegrías, lo que te aportara intelectual o espiritualmente la relación, el

aprendizaje realizado tras la ruptura… lo que se te ocurra.

Descubrirás que el agradecimiento es el mejor facilitador para cambiar las emociones negativas en

positivas y que, en caso de que hubieras tenido problemas para poder perdonar, después del agra-

decimiento te resultará mucho más sencillo. Dice André Comte-Sponville que la virtud de la gratitud

es “como un eco a la alegría sentida” ; esa alegría es un regalo para la otra persona también, pero

en este caso y sobre todo, para ti que las estás sintiendo.

AgRaDece6

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Fíjate en el camino que has recorrido desde que empezaste en el primer piso, todo lo que has pa-

sado ya, lo que has aprendido. Mira a la persona que eres y alégrate por lo que has conseguido,

por todo lo que has superado y agradece cuánto te ha hecho crecer internamente. Pudiste haber

tapado la herida y haberte olvidado de ella, dejando que generara males mayores, pero elegiste

ocuparte de ella y curarla; ya no hay herida, tu piel está regenerada, es nueva y más fuerte que

antes.

Ya es momento de pasar página, de dejar de mirar hacia atrás. A partir de ahora, se trata de descu-

brir, crear y disfrutar de tu nueva vida.

1Comte-Sponville, André, “Pequeño tratado de grandes virtudes”, Espasa Calpe, Madrid, 1998.

Ya hemos dejado de mirar atrás, ya no es momento de recordar ni de revisar, ahora es tu momento:

el momento de decidir qué vas a hacer con el resto de tu vida.

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Ya hemos dejado de mirar atrás, ya no es momento de recordar ni de revisar tu ruptura de pareja.

Ahora es tu momento: el momento de decidir qué vas a hacer con el resto de tu vida.

El primer paso es mirarte a ti misma y reconocer qué cosas de tu pasado ya no te son útiles, sobre

todo en lo que atañe a tus patrones de pensamiento. Tu vida ha cambiado mucho en los últimos

meses, la separación de tu pareja ha cambiado no solo tu mundo exterior, sino también tu mundo

interior. Ahora, te enfrentas a nuevas situaciones, nuevos sentimientos y nuevas expectativas ha-

cia el futuro a las cuales tu antigua manera de pensar ya no se ajusta. Es el momento de volverte

hacia tu interior y reencontrarte contigo misma.

El (re)descubrimiento interior consiste más bien en desvelar lo profundo y más real de nuestro yo:

quién soy yo, qué quiero en mi vida y cuáles son los valores y talentos sobre los que quiero edifi-

carla. Es posible que hayas realizado esta reflexión con anterioridad y que no consideres necesario

volver a ella pero, incluso aunque lo tengas muy claro, es conveniente que vuelvas a mirar hacia

tu interior, te hagas las preguntas correspondientes y evalúes cuan cerca o lejos te encuentras de

ese verdadero yo que ahora, en soledad, se desvela. Muchas veces, las relaciones de pareja nos

alejan de lo que nos habíamos fijado como metas en nuestra vida, nos hacen renunciar a algunos

-o todos los- objetivos personales o, simplemente, nos quitan tiempo para dedicarnos a lo que de

verdad nos apasiona. Ahora, en este viejo terreno que está nuevamente desocupado, tenemos la

oportunidad de construir la mejor versión de nosotras mismas.

Paralelamente, como bien apuntaba el psiquiatra R. D. Laing, es lo que no conocemos, aquello de

lo que no somos conscientes, lo que limita lo que somos y lo que hacemos; es decir, si no ensan-

chamos nuestros límites, no iremos mucho más lejos de donde ya hemos llegado. Si de verdad

quieres una vida mejor o una vida distinta, es importante que conozcas todo lo que tienes a tu dis-

posición antes de decidir.

Junto con la mirada interior, este es un momento perfecto para explorar el exterior y descubrir nue-

vas aficiones, nuevos lugares, ampliar conocimientos e incluso hacer nuevos amigos. Se trata de

que abras tu mente a nuevas posibilidades y nuevas vivencias que incrementen tu creatividad y tus

recursos a la hora de pintar el cuadro de Tu Nueva Vida.

DescuBRe7

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Por último - y esto es clave- realiza este ejercicio desde una actitud positiva. Enfréntate a esto como

la gran oportunidad que es y no como un problema que gestionar desde la pereza o el derrotismo.

Tu actitud a la hora de enfrentarte a las circunstancias (y mucho más a la hora de tomar decisiones)

es un factor de éxito mucho más importante que cualquiera de los recursos necesarios para supe-

rarlas. Es muy posible que el pensamiento positivo no obre milagros por sí solo, pero puedes estar

segura de que el pesimismo sí cosecha fracasos sin ninguna ayuda.

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Una vez que ya tenemos nuestra idea de lo que queremos ser y la vida que queremos llevar, es

hora de llevarlo a la práctica y hacer de esa imagen una realidad. En esta etapa vamos a utilizar las

ideas –más o menos abstractas y generales- que hemos sacado de la etapa anterior y las vamos a

concretar hasta llegar a pasos específicos y realizables. Por muy lejanos e inalcanzables que pue-

dan parecer los objetivos que nos hemos marcado, siempre se pueden desmenuzar en pequeños

pasos para acercarnos a ellos; como dice el antiguo proverbio “un viaje de mil kilómetros empieza

con un primer paso”.

El primer paso que vamos a dar es el de concretar bien la visión de nuestro objetivo, ser todo lo

específicas que podamos ser para, de ese modo, tener más datos sobre los que trabajar. Una vez

que la idea final es suficientemente clara y concreta, la siguiente pregunta clave será ¿Qué necesito

para llegar allí? ¿Necesito recursos económicos? ¿Estoy suficientemente cualificada o formada?

¿Qué pasos intermedios debo dar para llegar? ¿Qué me limita? Y a continuación, después de los

“qués” llegan los “cómos” ¿Cómo puedo hacer para conseguir esos recursos, estar lo suficiente-

mente cualificada, dar esos pasos intermedios, superar las limitaciones?

Sigue desmenuzando los qués y cómos hasta que sientas que son suficientemente manejables y

abordables. Puede serte de ayuda establecer una planificación temporal para estos y así, siendo

realistas y sin agobiarte, dar un paso tras otro en la consecución de tus sueños.

Para conseguirlo, hay dos ingredientes insustituibles: la pasión y la disciplina. La pasión será el

combustible que nos dará la energía necesaria para emprender el camino que hayamos elegido

y que nos ayudará a superar las adversidades que puedan surgir. Contaremos con ella siempre

y cuando hayamos elegido bien nuestro camino y nos hayamos guiado por lo que de verdad de-

seamos. Si notas que careces de pasión, puede ser que hayas confundido lo que tú deseas por lo

que los demás creen que es bueno para ti, lo que se supone que te debería gustar o aquello que

simplemente se te da bien hacer. Si este es el caso, conviene que volvamos al paso anterior antes

de llegar más lejos: elige lo que de verdad deseas para tu vida, lo mejor que puedas imaginar, de

otra manera, te costará el doble de esfuerzo y, al final, habrá sido en vano.

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El segundo ingrediente, la disciplina, lamentablemente no viene de serie y para algunas personas

es una asignatura pendiente. La disciplina tiene muy mala prensa, se habla de ella como sinónimo

de la falta de espontaneidad, de la rigidez e incluso como antónimo de la libertad. La realidad, sin

embargo, es bien distinta: si no tenemos un mínimo de fuerza de voluntad y no somos capaces de

superar la pereza, el cansancio o las pequeñas recompensas momentáneas que nos alejan del

gran objetivo final, no somos verdaderamente libres de conseguir la vida que deseamos. En pala-

bras de Stephen R. Covey “existe una dolorosa distancia entre poseer un gran potencial y llegar a

plasmarlo en una vida de grandeza y de contribución”, Esa distancia, en muchos casos está mar-

cada por la ausencia de la voluntad y la disciplina necesarias.

1Covey, Stephen R., “El 8º hábito. De la efectividad a la grandeza” Ediciones Paidós, Barcelona,

2005

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No esperes ni un día más para empezar a disfrutar, no esperes hasta conseguir tu objetivo para

ser feliz, ni siquiera esperes a perder dos kilos ni a volver a enamorarte: empieza a disfrutar ya.

Como dice el proverbio chino: “Disfruta hoy. Es más tarde de lo que crees”. Cuando hablamos de

la Felicidad, con mayúsculas, parece que hablamos de un estado perfecto, libre de todo problema

y preocupación, en el que la dicha nos colmará y habremos llegado a nuestro destino. Bien, ese

día no va a llegar y si llega, será para quedarse un instante y luego marcharse. Tal es la condición

de nuestra vida: un constante cambio en el que nada permanece y nunca sabemos cuánto durará

cada cosa. No hay un destino, no hay una meta, hay un camino hecho de momentos y de días que,

en sí mismos, son lo único que tenemos: nuestra vida.

Vivir el Ahora es honrar el regalo que es tener vida, es centrarse en aprovechar cada momento

en su plenitud, centrarnos en lo que es y no en lo que podría ser, lo que podríamos tener o en lo

que tuvimos. Cada instante es único e irrepetible y merece ser vivido y disfrutado como tal, de otra

forma desperdiciaremos nuestra vida esperando el momento perfecto o recordando aquellos que

ya pasaron: la vida solo puede vivirse desde el presente, todo lo demás es sueño. Disfrutar el pre-

sente es aprender a obviar el discurso de la mente (que solo puede hablar de lo que ya pasó y de

lo que puede pasar) y dedicar los cinco sentidos a lo estamos viviendo en este momento, a percibir

y sentir el instante presente. Por “corriente” que pueda ser, estemos trabajando, en casa o donde

sea, dediquemos nuestra atención plena a lo que estamos haciendo, viendo y escuchando ahora.

De aquí nace el verdadero goce de vivir, de exprimir cada instante y estar donde estamos, en lugar

de escondernos en los mundos que crea el parloteo incesante de nuestra mente.

Y esto solo lo puedes hacer tú por ti misma, no hay nadie a quien responsabilizar de nuestra felici-

dad y del estado de nuestra mente: la única responsable de tu felicidad eres tú, ninguna otra per-

sona ni circunstancias externas. Dirás, con razón, que lo que hacen los demás y lo que nos pasa,

tiene un impacto en nuestro bienestar y en lo que sentimos; ahora bien, que tengan un impacto no

significa que controlen nuestra vida o que nos eximan de nuestra responsabilidad personal. Será lo

que nosotros decidamos al respecto, lo que pensemos sobre ello, nuestra actitud personal y, final-

mente, el poder que le otorguemos a las circunstancias externas, lo que definirá la calidad de nues-

tro bienestar personal. No es fácil, sobre todo al principio, pero tú, que has hecho ya un camino muy

largo para llegar hasta aquí, sabes que puedes lograr todo lo que te propongas: está en tu mano.

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Por último, el ingrediente más importante a la hora de disfrutar de la vida es el amor. Y no me refiero

solo al amor de pareja –que llegará cuando surja y cuando tú te sientas preparada-, sino al amor

a tu familia, a tus amigos, a la naturaleza, a la vida y, por supuesto, a ti misma. Ama tu cuerpo y

cuídalo, él es el único que te acompañará toda tu vida; ámate como persona y respétate, háblate

con amor y perdónate cuando te equivoques; cultiva el amor en ti y compártelo con todos los que te

rodean. Dicen que una pena compartida es media pena y una alegría compartida es doble alegría.

Eso pasa con el amor y con el goce de vivir, con cuanta más gente lo compartas más grande se

hará y más tendrás en tu vida.

Estás aquí para aprender, crecer y ser feliz, aprovéchalo y disfruta.