Qué Significa Ser Miembro de La Iglesia

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¿QUÉ SIGNIFICA SER MIEMBRO DE LA IGLESIA? “Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a Sí Mismo por ella para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para Sí, una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.” (Efe 5:26) La Iglesia es el cuerpo de Cristo en el mundo. Es Cristo manifestado en el mundo; es Cristo Mismo encarnado en el mundo. Y esa Iglesia, siendo Su cuerpo, siendo Él Mismo manifestado, amar a esa iglesia y darme a mí mismo por ella, no es otra cosa, y no puede ser otra cosa, que amar a Cristo y entregarme a mí mismo por Él. Entonces, la membresía en esa Iglesia, no significa pertenecer a la Iglesia con el fin de pertenecer a Cristo, sino pertenecer a Cristo, a fin de pertenecer a la Iglesia. Y la diferencia entre estas dos cosas, es la diferencia entre el cristianismo y el misterio de la iniquidad. La diferencia entre estas dos cosas es la diferencia entre el misterio de Dios y el misterio de la iniquidad. El misterio de la iniquidad exalta la forma, el nombre, la idea de iglesia, y luego llama, y arrastra, y obliga a todo el mundo a unirse a esa iglesia, con el fin de que pueda cumplir el objetivo del misterio de la iniquidad, -no para la salvación, porque la salvación no está en ella, ni de justicia, porque la justicia no está en ella. La gente en este caso, es la misma que antes, aunque llevan un nombre diferente. Se ajustan a las diferentes formas de las cosas como antes; pero en el carácter, en la vida, en todo lo que alguna vez fueron, ellos son los mismos que eran, antes de ser miembros de alguna iglesia. Pero la Iglesia, la Iglesia de Cristo, es Él Mismo, manifestado. Por lo tanto, para pertenecer a esa Iglesia, debemos pertenecer primero a Él. Y la membresía en esa Iglesia, depende enteramente de nuestra pertenencia a Él. Y estar en esa Iglesia depende enteramente de que estemos en Él. Luego, cuando entramos en la Iglesia, al entrar en Él, y estamos en la Iglesia, estando en Él, eso hace un pueblo nuevo. Eso cambia el individuo en otro hombre. Eso lo hace un Cristiano, como Cristo, Cristo manifestado. Luego necesitamos considerarnos cada día, cada uno a sí mismo, y preguntarnos: “¿Soy yo miembro de la Iglesia porque estoy inscrito en los libros de la Iglesia? Soy yo miembro de la Iglesia porque me he unido a la Iglesia y eso es donde pertenezco?" No, sino, "¿Soy yo miembro de la Iglesia porque mi nombre está inscrito en el libro de la vida? Soy yo miembro de la Iglesia porque me he entregado a Cristo, y le pertenezco a Él, y vivo, me muevo, y tengo mi ser en Él?” Porque solamente personas como estas son los únicos verdaderos miembros de la Iglesia que hay en esta tierra. Cristo amó a la Iglesia, y se dio a Sí Mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la Palabra, para presentársela gloriosa para Sí, una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. Por eso, ese mismo pensamiento debe estar en cada uno de nosotros, para que podamos llamarnos Cristianos y miembros de la Iglesia de Cristo. Esa es la clase de Iglesia que Cristo dejó cuando se fue, o al menos, que existió unos pocos días después de Su ascensión, cuando Él derramó el Espíritu Santo sobre ella. Esa es la clase de Iglesia, en otras palabras, que Él envió al mundo, para comenzar su gran obra sobre la tierra. Y esa Iglesia, esa clase, pocos en número, alcanzó el mundo con el mensaje de Cristo en esa generación, que estaba medio pasada cuando comenzaron. No es una cuestión de número, ni del tamaño del mundo, ni nada por el estilo, lo que debemos considerar hoy al dar este mensaje al mundo. La única cosa que debemos considerar hoy es: ¿Pertenecen todos los Adventistas Del Séptimo Día a la Iglesia? Una vez resuelta esa

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Page 1: Qué Significa Ser Miembro de La Iglesia

¿QUÉ SIGNIFICA SER MIEMBRO DE LA

IGLESIA?

“Cristo amó a la Iglesia, y se entregó

a Sí Mismo por ella para santificarla

limpiándola en el lavamiento del agua por la

palabra, para presentársela gloriosa para

Sí, una Iglesia que no tuviese mancha ni

arruga, ni cosa semejante; sino que fuese

santa y sin mancha.” (Efe 5:26)

La Iglesia es el cuerpo de Cristo en el

mundo. Es Cristo manifestado en el mundo; es

Cristo Mismo encarnado en el mundo. Y esa

Iglesia, siendo Su cuerpo, siendo Él Mismo

manifestado, amar a esa iglesia y darme a mí

mismo por ella, no es otra cosa, y no puede

ser otra cosa, que amar a Cristo y entregarme

a mí mismo por Él.

Entonces, la membresía en esa Iglesia,

no significa pertenecer a la Iglesia con el fin de

pertenecer a Cristo, sino pertenecer a Cristo, a

fin de pertenecer a la Iglesia. Y la diferencia

entre estas dos cosas, es la diferencia entre el

cristianismo y el misterio de la iniquidad. La

diferencia entre estas dos cosas es la

diferencia entre el misterio de Dios y el

misterio de la iniquidad. El misterio de la

iniquidad exalta la forma, el nombre, la idea

de iglesia, y luego llama, y arrastra, y obliga

a todo el mundo a unirse a esa iglesia, con

el fin de que pueda cumplir el objetivo del

misterio de la iniquidad, -no para la

salvación, porque la salvación no está en

ella, ni de justicia, porque la justicia no está

en ella. La gente en este caso, es la misma

que antes, aunque llevan un nombre

diferente. Se ajustan a las diferentes formas

de las cosas como antes; pero en el

carácter, en la vida, en todo lo que alguna

vez fueron, ellos son los mismos que eran,

antes de ser miembros de alguna iglesia.

Pero la Iglesia, la Iglesia de Cristo, es

Él Mismo, manifestado. Por lo tanto, para

pertenecer a esa Iglesia, debemos pertenecer

primero a Él. Y la membresía en esa Iglesia,

depende enteramente de nuestra

pertenencia a Él. Y estar en esa Iglesia

depende enteramente de que estemos en

Él. Luego, cuando entramos en la Iglesia, al

entrar en Él, y estamos en la Iglesia,

estando en Él, eso hace un pueblo nuevo.

Eso cambia el individuo en otro hombre.

Eso lo hace un Cristiano, como Cristo,

Cristo manifestado.

Luego necesitamos considerarnos cada

día, cada uno a sí mismo, y preguntarnos:

“¿Soy yo miembro de la Iglesia porque

estoy inscrito en los libros de la Iglesia?

Soy yo miembro de la Iglesia porque me he

unido a la Iglesia y eso es donde

pertenezco?" No, sino, "¿Soy yo miembro

de la Iglesia porque mi nombre está inscrito

en el libro de la vida? Soy yo miembro de la

Iglesia porque me he entregado a Cristo, y

le pertenezco a Él, y vivo, me muevo, y

tengo mi ser en Él?” Porque solamente

personas como estas son los únicos

verdaderos miembros de la Iglesia que hay

en esta tierra.

Cristo amó a la Iglesia, y se dio a Sí

Mismo por ella, para santificarla

limpiándola en el lavamiento del agua por la

Palabra, para presentársela gloriosa para

Sí, una Iglesia que no tuviese mancha ni

arruga, ni cosa semejante; sino que fuese

santa y sin mancha. Por eso, ese mismo

pensamiento debe estar en cada uno de

nosotros, para que podamos llamarnos

Cristianos y miembros de la Iglesia de

Cristo.

Esa es la clase de Iglesia que Cristo

dejó cuando se fue, o al menos, que existió

unos pocos días después de Su ascensión,

cuando Él derramó el Espíritu Santo sobre ella.

Esa es la clase de Iglesia, en otras palabras,

que Él envió al mundo, para comenzar su gran

obra sobre la tierra. Y esa Iglesia, esa clase,

pocos en número, alcanzó el mundo con el

mensaje de Cristo en esa generación, que

estaba medio pasada cuando comenzaron. No

es una cuestión de número, ni del tamaño del

mundo, ni nada por el estilo, lo que debemos

considerar hoy al dar este mensaje al mundo.

La única cosa que debemos considerar hoy es:

¿Pertenecen todos los Adventistas Del

Séptimo Día a la Iglesia? Una vez resuelta esa

Page 2: Qué Significa Ser Miembro de La Iglesia

cuestión con los 18 millones de Adventistas

Del Séptimo Día que hay actualmente -que

estos 18 millones, cada uno, de forma

individual, para sí mismo, pertenece a la

Iglesia-, el problema más fácil que jamás

podría ocurrir en la tierra, sería proclamar Los

Mensajes de Los Tres Ángeles en esta

generación.

Hubo ciento veinte Cristianos con

quienes empezar, en aquel día de

Pentecostés. Hoy en el mundo viven 18

millones de Adventistas Del Séptimo Día. El

mundo no es mucho más grande hoy, de como

lo fue cuando los apóstoles comenzaron a

partir de Pentecostés, ya que el número de

Adventistas Del Séptimo Día es más grande

hoy que el número de los apóstoles en

aquellos días. Entonces, así como esa

pequeña empresa pudo predicar el Evangelio

al mundo, de modo que las Escrituras pudieron

llegar “a toda criatura bajo el cielo”, en aquella

generación que estaba medio pasada, porque

ellos pertenecían a la Iglesia, también en la

actualidad sería perfectamente fácil para este

gran número de discípulos, alcanzar al mundo

en lo que queda de esta generación, si

solamente todos pertenecerían a la Iglesia.

Hay abundantes medios hoy. Los

Adventistas Del Séptimo Día tienen gran

cantidad dinero, pero no todo pertenece a la

Iglesia. Este es el problema. Hay suficiente

dinero entre los Adventistas Del Séptimo Día

de hoy, para dar un impulso a este Mensaje,

que alcanzaría al mundo en el resto de esta

generación, si solamente ese dinero

pertenecería a la Iglesia. Hay suficientes

instalaciones, hay suficiente talento, hay

suficiente habilidad, y hay todo lo que sea

necesario y todos los suministros que jamás

serían necesarios, si solamente esas

instalaciones, ese talento, esas facultades y

suministros, pertenecerían a la Iglesia.

Y es una pregunta que vale la pena

preguntar, "¿Si mi dinero pertenece al mundo,

yo pertenezco a la Iglesia?" Si mis talentos,

mis habilidades son puestas en la obra del

mundo, para el mundo, y no en la obra de la

Iglesia, para la Iglesia, entonces vale la pena

considerar la pregunta, "¿Pertenezco yo a la

Iglesia o a mí mismo?"

Para ilustrar: Supongamos que

tengo mi nombre inscrito en el libro de la

Iglesia, perteneciendo a la Iglesia. Soy un

maestro de escuela y me paso todo el

tiempo, todo mi esfuerzo, toda mi

capacidad, y todas mis facultades, como

maestro de escuela, en una escuela del

mundo, enseñando en una escuela del

mundo, en la forma en que el mundo enseña,

en la educación del mundo; vale la pena

preguntarse, ¿Pertenezco yo a la Iglesia?

¿Estoy yo amando la Iglesia y dándome a mí

mismo por ella? Si cualquier cosa que yo

pueda profesar, mis facultades, mi vida, todo lo

que yo estoy, si todas las capacidades que

Dios me ha dado, las estoy dando para el

mundo, para la obra del mundo, y para los

fines del mundo, si eso es así, entonces,

¿estoy yo amando la Iglesia y dándome a mí

mismo por ella? ¿Pertenezco yo a la Iglesia?

Supongamos que soy un médico y doy

todas mis capacidades, mi talento, mis

facultades, mi vida, y mi esfuerzo, a la manera

del mundo, de lo que el mundo llama la

medicina, la forma en que el mundo trata la

enfermedad.

Yo pertenezco a la Iglesia con el

propósito de ser santificado y purificado en

el lavamiento del agua por la Palabra de

Dios, a la Iglesia. Eso dice esa Palabra, y esa

Palabra en sí, es un sistema de educación.

Esa es la verdad y esa es la única verdadera

educación. Yo digo que pertenezco a la

Iglesia, pero estoy satisfecho con la educación

del mundo, con el sistema de educación del

mundo, con la filosofía del mundo sobre la

educación, y dedico mi vida a eso. Quiero

saber entonces, ¿Realmente pertenezco yo

a la Iglesia? Es exactamente así también

con los maestros, con los médicos, o con

cualquiera otra profesión.

O digamos que soy un hombre de

negocios en el mundo, de cualquier

negocio, agricultura, o trabajo de

carpintero, constructor, etc.; me refiero al

mundo del negocio comercial, cotidiano. Yo

estoy como perteneciente a la Iglesia, soy

miembro de la Iglesia registrado, y en los

Page 3: Qué Significa Ser Miembro de La Iglesia

esfuerzos que puse en el pensamiento, mi

esfuerzo, con la bendición de Dios sobre

todo mi trabajo, mis ingresos aumentan. Y

lo pongo todo en un banco del mundo. Yo no

soy un especulador; yo pertenezco a la Iglesia.

Pero aquí tengo todos los medios que Dios

me ha dado como miembro de la Iglesia, y

los puse en un banco del mundo. Los he

prestado a los hombres del mundo, para

ser utilizado en los negocios del mundo, en

lugar de en el obra de la Iglesia, a la que

pertenezco. Entonces es una buena pregunta

para mí preguntarme, ¿Pertenezco yo a la

Iglesia?

¿Y ahora, no debería yo girar la

búsqueda de mí mismo, girar mis facultades, y

mis medios involucrados en la obra del mundo,

utilizados en favor del mundo, y dedicados a la

obra del mundo, -no deberíamos todos girar,

lejos de allí, y ponerlo todo en la obra de la

Iglesia, dedicarlo a la causa de la Iglesia en la

tierra, a la Iglesia que pertenecemos? Vamos a

hacer todos eso, y sabemos claramente que,

espiritualmente, eso sacudiría el mundo fuera

de su lugar. ¡Piénsalo! Si todos los Adventistas

Del Séptimo Día del mundo podrían considerar

realmente este deber, y amar a la Iglesia, y

darse a sí mismos, con sus hijos, para la

Iglesia y por la Iglesia, ¿cómo estaría nuestra

obra? Estaría como debería estar. Y tal

consagración como esa, traería tal poder del

Cielo, que la obra sería fácil. La falta de

obreros por falta de recursos, no sería como

es ahora.

Es tiempo de que haya una Iglesia en el

mundo, que se levante y sea, no una iglesia

claramente deficiente en educación, sino que

sea todo en educación. Si los Adventistas del

Séptimo Día de verdad se darían a sí mismos

a la Iglesia, amándola y entregarse a sí

mismos por ella, con todos sus talentos, y

todos sus medios, y todos sus poderes,

entonces todo el problema estaría resuelto.

Los campos del mundo son abundantes. Todo

el mundo está preparado, abierto y listo para la

cosecha final. Las profecías, tan abundantes,

nos demuestran que ahora es el momento que

se nos ha presentado.

¿Cómo, entonces, puede el

mundo obtener la verdad de mí, como de la

Iglesia, cuando todos mis esfuerzos son

involucrados y gastados en actividades

mundanales y en la filosofía del mundo

sobre las actividades? ¿Puede hacerse

eso? No, hermanos. El mundo no puede ver la

Iglesia en mí, en ese estado de cosas. Para

que la verdad alcance el mundo a través de

mí, que soy de la Iglesia, es esencial que yo

haga la obra, como obra de la Iglesia. Si soy

agricultor, hacer agricultura como de la

Iglesia. Si soy maestro, ser un profesor como

de la Iglesia, un representante de la Iglesia. Si

soy médico, ser un representante de la

Iglesia, y hacer mi trabajo como el trabajo de la

Iglesia. Por lo tanto, este llamado, que cada

uno de nosotros que profesa pertenecer a la

Iglesia, pertenezca realmente a la Iglesia, que

todo en nuestra vida, en nuestras acciones,

todo lo que surge en el curso de nuestras

vidas, sea claramente de la Iglesia, sea

relacionado con la Iglesia, se debe a que

solamente así vamos a poder mantener y

exaltar una Iglesia para la gloria de Dios, como

miembros de la Iglesia.

Entonces, que la Iglesia será tan llena de

la verdad, y será tan santificada por la verdad

con la que se habrá llenado que la gloria de

Dios contenida en esa verdad brillará,

entonces, el mundo la verá: ¡La Iglesia

gloriosa! La gloria del Señor se verá sobre ella

y en ella, y se cumplirá la palabra: “Levántate,

resplandece; que ha venido tu luz, y la gloria

de Jehová ha nacido sobre ti.” (Is 60:1) Ya

sabemos que esto es así.

Ahora, todo esto, es simplemente decir,

en otras palabras, que en los días de la voz del

séptimo ángel, cuando él comience a tocar la

trompeta, el misterio de Dios será consumado,

como Él lo anunció a Sus siervos, los profetas.

Ese misterio de Dios terminado, es el

Evangelio anunciado a todo el mundo, que el

fin puede venir. Ese misterio de Dios

terminado en el mundo, es la obra de Dios

terminada en la predicación del Evangelio a las

naciones.

Page 4: Qué Significa Ser Miembro de La Iglesia

Y no es simplemente que el Evangelio

será predicado a todo el mundo, y llenará todo

el mundo; pero es que al hacerse eso, habrá

un pueblo dispuesto a recibirle al final. Ese

misterio terminado, Dios manifestado en la

carne -leer y comprender- significa que Dios

debe ser visto en cada acto de la vida del

creyente; de modo que en su vida, sea

manifestado únicamente Dios. Sólo esa es la

consumación del misterio de Dios, en la forma

dispuesta por el Señor. Y sabemos que si ese

camino estaría largamente extendido, y Dios

tomara posesión y llenara la vida de los 18

millones de profesos Adventistas hoy, sería la

cosa más fácil del mundo alcanzar más rápido

a todas las naciones con el Mensaje de

Salvación.

Y esto no es difícil. No debe necesitar

mucho tiempo para cumplirse, porque el

Cristianismo es creación y no evolución. ¡Dios

habla, y así es! No hay un largo proceso de

transformación, en una larga serie de años,

para desarrollarse, para evolucionar. No existe

tal cosa como largos procesos de transición de

la vida pecadora, a la vida santa.Todo

depende de nosotros no de Dios. Nosotros

somos los que decidimos si queremos ser

miembros de la Iglesia de Cristo o de la

sinagoga de Satanás (Rev 2:9). Y cuando

decidimos ser miembros de la Iglesia de Cristo

y nos entregarnos a nosotros mismos por ella,

entonces es cuando Dios une el poder divino

con la débil decisión humana, y el misterio de

Dios se cumple en la carne humana, y el

Adventista empieza a reflejar el carácter de

Cristo en los actos, en los hechos de su vida

terrenal, el pecador se vuelve santo, perfecto

en Cristo Jesús, antes de la venida del Hijo de

Dios.

Cristo no puede venir y no vendrá

porque Su Iglesia no está preparada y no lo

estará nunca, el Remanente de Dios, un

pequeño grupo de creyentes Adventistas del

Séptimo Día, van a mantenerse firmes en la

verdad, saldrán de esta apostasía general que

casi destruye la Iglesia de Cristo, pero no la

destruirá, serán transformados en carácter,

perfeccionados en la fe de Cristo, hechos

semejantes a Cristo, cumpliendo de este modo

el misterio de Dios en la carne de los

creyentes, se unirán con el otro “pueblo Mío”

que ahora está en la esclavitud en Babilonia

(no son Adventistas), y juntos verán la venida

de Cristo en poder y gloria en esta generación

que será alcanzada con el Mensaje de

Salvación, porque ellos habrán dado todo,

material, físico y espiritual para la Iglesia,

porque ellos se han dado a sí mismos para la

Iglesia y ellos son y serán los únicos y

verdaderos miembros de la Iglesia.

¡Nadie te engañe, amigo! ¡El fin del

mundo ocurrirá en esta (última) generación,

Cristo está cambiando el manto de Sacerdote

Intercesor, por la coraza de la venganza del

Rey del Universo, y los miembros de Su Iglesia

están listos para recibirle! En este contexto,

tengo ahora dos preguntas para ti:

¿Has comprendido lo que significa ser

miembro de la Iglesia?; y,

¿Eres tu miembro de la Iglesia?