Primer certamen universitario de ensayo “La discriminación en México”.
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PRIMER CERTAMEN UNIVERSITARIO DE ENSAYO
“LA DISCRIMINACIÓN EN MÉXICO”
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© 2005Primer certamen universitario de ensayo“La discriminación en México”.
Universidad Nacional Autónoma de MéxicoAvenida Universidad 3000, col. Copilco 04510, México DF
Consejo Nacional para Prevenir la DiscriminaciónDante núm. 14, col.Anzures,Del. Miguel Hidalgo,11590, México DF
ISBN 970-9833-24-3 Se permite la reproducción total o parcial del material incluido en esta obra, sujeta a citar la fuente.
Impreso en MéxicoPrinted in Mexico
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Contenido
PRESENTACIÓN 5
UNAM-CONAPRED
PRÓLOGO 7
Mario Luis Fuentes
FALLO DEL JURADO 13
PRIMER LUGAR 15
La discriminación en México:
un acto impulsivo que niega la realidad
Aarón Hernández Farfán
SEGUNDO LUGAR 37
La discriminación en México
vista desde otras fronteras
Miguel Alejandro Gutiérrez Pizarro
TERCER LUGAR 65
Dialugus o el fuego del vacío
Roberto Zapata Pérez
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MENCIONES HONORÍFICAS
Formulación econométrica de la 101
discriminación en el acceso a los
servicio de salud: caso práctico
en el Distrito Federal
María de Jesús Ramos Escamilla
Crítica de la razón discriminante 115
Luis Armando Marín Elías
Homofobia: apuntes de su historia 137
y realidad actual
Abán Praxedis Román FrancoCon
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Presentación
Se suele afirmar, con cierta parcialidad,que “el futuro son los jóvenes”.
La frase es inexacta: los jóvenes también son el presente, y prueba de
ello es el libro que el lector tiene en sus manos.
Sobre este tema han reflexionado diversos autores.Algunos de
ellos, como Wilde –“No soy tan joven como para saberlo todo”– o
Blasco Ibáñez –“La juventud es la edad de los sacrificios desintere-
sados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos”–desta-
can la avidez y la desmesura como lo propio de esta etapa de la vida.
Otros prefieren, quizá razonablemente, considerarla un estado del
espíritu que se caracteriza por su apertura a nuevas ideas y que
puede ser adoptado en cualquier edad; en ese sentido Picasso obser-
vaba que “lleva tiempo llegar a ser joven”.Un tercer grupo opta por
enfatizar el supuesto carácter imperfecto e inconcluso respecto de la
madurez, a veces desde una perspectiva radical, como Jardiel Pon-
cela –“La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo”–,
a veces desde una íntima nostalgia, como Goethe:“Si la juventud es
un defecto, uno se corrige muy pronto de él”. Ninguno, hasta donde
recordamos, subraya este hecho infortunadamente cotidiano en nues-
tro país: los jóvenes constituyen un grupo en su mayoría discrimi-
nado, cuyas oportunidades de desarrollo están severamente limitadas
por el entorno social.
Ante tal circunstancia es preciso multiplicar los espacios labora-
les, educativos y culturales en los que la juventud crezca y haga oír
su voz. La entidad más calificada para cumplir con tales propósitos
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en nuestro país es, sin duda, la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM). En alianza con ella, el Consejo Nacional para Pre-
venir la Discriminación (CONAPRED), preocupado por resarcir la
deuda que la nación tiene con sus jóvenes, coedita el presente volu-
men, notable resultado del primer certamen universitario de ensayo
“La discriminación en México”,convocado por ambas instituciones.
No es ése el único fin que persigue este libro. Como fruto de
un convenio general de apoyo y colaboración entre la UNAM y el
CONAPRED participa de una aspiración más amplia: “llevar a cabo
actividades de divulgación con el objetivo de prevenir y eliminar
todas las formas de discriminación, así como de promover la adop-
ción de medidas positivas y compensatorias a favor de todos los gru-
pos considerados en situación de vulnerabilidad”.
Sería por lo menos descuidado terminar esta nota sin mencio-
nar la excelencia de los trabajos presentados a concurso. El lector
tendrá oportunidad de juzgar por la muestra que aquí presentamos.
Quizá coincida con nosotros en que la juventud es también nues-
tro presente.
UNAM-CONAPRED
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Prólogo
La discriminación en México es uno de los fenómenos de mayor com-
plejidad y gravedad a que nos enfrentamos cotidianamente. La discri-
minación lastima y daña la condición humana, e impide la construc-
ción de una ciudadanía plena, basada en la solidaridad y la convivencia
respetuosa.
Uno de los grandes retos que tenemos como país consiste en
lograr que los esfuerzos que se han hecho durante varias décadas
para conseguir que el tema de la discriminación cobre visibilidad
pública se transformen ahora en acciones permanentes, con el fin
de que el principio de la no discriminación pueda permear de ma-
nera transversal todas las políticas públicas que existen en nuestro
país orientadas a fomentar e impulsar la inclusión social.
La reforma constitucional para prohibir todo tipo de discrimina-
ción,y la promulgación de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Dis-
criminación son apenas los primeros asideros sólidos con los que con-
tamos para avanzar en la formación de preceptos estatales que,desde
la visión local, contribuyan a consolidar un mejor marco de garan-
tías sociales, basadas en las nociones de la integración y del derecho
de todos y todas a vivir en la diferencia.
Todo gobierno democrático debe aspirar no sólo a la consolida-
ción de marcos institucionales abiertos y transparentes, sino a la gene-
ración de instituciones públicas y privadas que alienten y permitan que
la cultura de la no discriminación pueda arraigarse y permanecer
como uno de los ideales colectivos en nuestro país.
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La lucha por el reconocimiento constitucional a la no discrimi-
nación es mérito de muchas personas e instituciones; y en ese mar-
co es preciso reconocer la importancia del trabajo realizado por
nuestra Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así
como por el recién creado Consejo Nacional para Prevenir la Dis-
criminación (CONAPRED).
Este libro es uno de los resultados de tal trabajo, y sin duda el
Primer Certamen Universitario de Ensayo con el tema “La discri-
minación en México” se convertirá en antecedente y en uno de los
principales referentes a futuro, en la discusión y difusión de una cul-
tura que abone en la garantía del precepto constitucional a no ser
discriminados.
La compilación de los ensayos de seis talentosos jóvenes mexi-
canos –Aarón Hernández Farfán, Miguel Alejandro Gutiérrez Pi-
zarro, Roberto Zapata Pérez, María de Jesús Ramos Escamilla, Luis
Armando Marín Elías y Abán Praxedis Román Franco– nos permite
aproximarnos a maneras distintas y novedosas de percibir el fenó-
meno de la discriminación, pero sobre todo nos muestran el enorme
reto que aún tenemos por resolver y la dimensión de los problemas
que deberemos enfrentar si queremos construir una sociedad mu-
cho más justa.
Los resultados que arrojó la Primera Encuesta Nacional sobre Dis-
criminación en México, elaborada por la Secretaría de Desarrollo Social
(Sedesol) y el CONAPRED, vistos a la luz de los textos que están
compilados en esta obra, cobran mayor significación y evidencian
que nuestro país está muy lejos todavía de lograr que el tema de la
discriminación sea uno de los principales ejes de la discusión sobre
la igualdad, la equidad y la inclusión social.
Por ello es preciso enfatizar la necesidad de insistir en que el
tema de la discriminación debe tomar una mayor visibilidad públi-
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ca y ser colocado al centro de las discusiones en torno a la reduc-
ción de la pobreza, la atención da la vulnerabilidad social y la gene-
ración de más y mejores condiciones para el goce de las libertades
públicas y el disfrute de los derechos sociales básicos que nos son
reconocidos por nuestra Constitución y sus leyes reglamentarias.
Combatir la discriminación debe permitirnos avanzar en la reduc-
ción de la desigualdad y la exclusión.
La construcción de un nuevo Estado social de derecho impli-
ca reconocer que debemos no sólo proteger las instituciones que
hemos logrado crear a nivel federal para combatir a la discrimina-
ción, sino exigir que en cada una de las entidades federativas y
municipios del país puedan destinarse recursos para la formación de
organismos promotores de una cultura para la no discriminación,
con facultades para sancionar a quien o quienes lleven a cabo accio-
nes discriminatorias.
La discriminación reduce nuestras libertades públicas; excluye
de oportunidades de desarrollo a los más frágiles y vulnerables de
nuestra sociedad; impide avanzar en la consolidación de una sociedad
basada en la equidad de género; y, sobre todo,niega la posibilidad de
integrar en un proyecto nacional compartido a quienes viven la
diferencia y afirman su identidad a partir de reconocerse a sí mis-
mos como parte de los pueblos y culturas indígenas.
Discriminar implica negar la posibilidad del desarrollo social, y
más aún, puede significar, en muchos casos, la imposibilidad de ali-
mentarse, de ser educado, sanar e incluso sobrevivir. La discrimina-
ción nos afecta y lastima a todos, porque el acto discriminatorio
atenta no contra una persona en lo particular sino contra la propia
condición de la dignidad humana, que es la base y fundamento de
todos los derechos humanos.
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Permitir que persista una cultura de la discriminación en nues-
tro país implica la renuncia a construir un proyecto civilizatorio de
alcances mayores, basado en la igualdad, en el acercamiento de las
diferencias y en las nociones de la diversidad y la pluralidad.
Frente a la discriminación,más que a la tolerancia hay que ape-
lar a la comprensión; es decir, a la capacidad de situarse en el lugar
y en la circunstancia de los otros.
Este libro, producto del esfuerzo por entender el fenómeno de
la discriminación en nuestro país, debe movernos a una profunda
reflexión colectiva que permita generar nuevas aperturas de futuro;
vías para la certidumbre de que podremos convivir en una cultura
de la paz, la convivencia y la aceptación.
La persistencia de una sociedad que vive y tolera la discriminación
abre la puerta a la pervivencia de una violencia extrema frente a lo
distinto; extrema porque discriminar implica situar en lo radical-
mente intolerable a quienes por definición son nuestros iguales; esto
es, discriminar lleva a la reducción de la categoría de lo humano a
lo idéntico, concepto de suyo excluyente y que abre la puerta a ten-
taciones autoritarias que no han acabado de irse de las sociedades
occidentales, y en lo particular de la nuestra.
Discriminar significa afirmar la lógica de la identidad desde una
perspectiva patológica; implica, por tanto, asumir la lógica de la
negación y exclusión de los anormales, dando legitimidad a la exis-
tencia de políticas de la violencia, del abuso, del maltrato y de la
impunidad.
Cerrar la brecha de la desigualdad pasa necesariamente enton-
ces por la erradicación de la discriminación, que en pleno siglo XXI
se expresa en fenómenos verdaderamente extremos que van desde
la separación y la marginación hasta el asesinato.
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Nuestro país necesita cerrar la puerta a las tentaciones identita-
rias, lo cual requiere fortalecer su marco jurídico, tanto nacional
como local, así como su marco institucional.
El Estado y sus instituciones deben asumir, desde ya, que erra-
dicar la discriminación es un tema prioritario, si es que queremos
transitar hacia nuevos estadíos de desarrollo en los que privilegiar la
vigencia plena de los derechos humanos sea la condición cotidiana
y no la excepción.
MARIO LUIS FUENTES
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Fallo del jurado
EL CONSEJO NACIONAL PARA PREVENIR LA DISCRIMINACIÓN
y la
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
tienen el agrado de dar a conocer los resultados del
PRIMER CERTAMEN UNIVERSITARIO DE ENSAYO
“LA DISCRIMINACIÓN EN MÉXICO”
TRABAJOS GANADORES:
Primer lugar: “La discriminación en México: un acto impulsivo
que niega la realidad”, por Aarón Hernández Farfán.
Segundo lugar: “La discriminación en México vista desde otras
fronteras”, por Miguel Alejandro Gutiérrez Pizarro.
Tercer lugar:“Dialugus o el fuego del vacío”, por Roberto Zapata Pérez.
MENCIONES HONORÍFICAS:• “Formulación econométrica de la discriminación en el acceso
a los servicios de salud:caso práctico en el Distrito Federal”,por
María de Jesús Ramos Escamilla.
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• “Crítica de la razón discriminante”,por Luis Armando Marín Elías.
• “Homofobia: apuntes de su historia y realidad actual”,por Abán
Praxedis Román Franco.
El jurado calificador estuvo integrado por el maestro Mario
Luis Fuentes Alcalá (UNAM), el doctor Isidro Cisneros (FLACSO) y el
doctor Roberto Gutiérrez López (UAM-Azcapotzalco).
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Fallo
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* Estudia la carrera de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La discriminación en México:un acto impulsivo que
niega la realidad
por Aarón Hernández Farfán*
INTRODUCCIÓN
La discriminación en tanto tema de estudio se mantiene como uno de
los de mayor actualidad en la agenda social nacional, sobre todo ante lo
necesaria que resulta para la incipiente democracia mexicana la resolu-
ción de muchos de los problemas que acrecientan la desigualdad e injus-
ticia sociales,pues sólo así podrá obtener la legitimidad y credibilidad que
requiere para su plena consolidación.
El problema es tan complejo como los elementos que abarca la
definición misma de discriminación.La planteo a ésta, ante todo,como
un acto de distinción en detrimento del bienestar y derechos humanos
de un individuo.En México es, además, una acción cotidiana.
En el presente ensayo trataré de exponer, a partir de un caso par-
ticular, cómo se ejecuta dicho acto en tanto impulso inconsciente,
concentrándome en su vertiente étnico-racial y en las repercusio-
nes que puede tener en la vida cotidiana de un individuo, con el fin
de demostrar su institucionalización social.
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Debo advertir que parto de mis observaciones sobre un caso
particular y muy cercano,mi propia esposa, con su autorización.Tal
circunstancia, puede pensar el lector, resta objetividad académica
sobre el tema. Asumo el riesgo. Ante todo porque considero que
antes de lograr la objetividad debemos analizar la subjetividad del
problema, ponerle nombre y apellido, para entonces entender en
una dimensión más clara sus raíces y plantear soluciones objetivas.
Posteriormente trataré de brindar una reflexión personal, par-
tiendo de una crítica fundamentada en los estudios que sobre la cul-
tura modificada por el capitalismo corporativo nos han ofrecido
teóricos del posmodernismo como Fredric Jameson, en donde la
lógica de la sociedad de consumo presenta ahora matices que vuel-
ven más complejo un problema que de por sí lo es históricamente.
EL EJEMPLO DE MURIEL
Muriel Fouilland Laboriel nació en México el 3 de julio de 1976.
Ella conjunta en su persona la riqueza de una gran diversidad de
culturas. Su madre, mexicana de nacimiento, es hija de inmigrantes
hondureños, que a su vez descienden de inmigrantes africanos. Or-
gullosamente cuentan que nunca llegaron a ser esclavos, aunque
fueron traídos a América con la intención de que así fuera.La histo-
ria refiere que tras un naufragio se establecieron en Honduras y con
el tiempo constituyeron la comunidad garífuna. Los abuelos de Mu-
riel llegaron a México para establecerse como una familia de ar-
tistas: el abuelo fue compositor y actor; sus dos primeros hijos desa-
rrollaron carreras como cantantes; el tercero fue músico y actriz la
última.
Por otro lado, los orígenes del padre de Muriel nos remiten a
Francia. Llegó a México desde París como corresponsal para los
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Juegos Olímpicos de 1968.Aquí ejerció su carrera de arquitectura,
pero fue también restaurantero, diseñador, hotelero y aún no sabe-
mos qué más, hasta casarse con la madre de Muriel.
No faltará quien diga que, desde el punto de vista étnico, Mu-
riel no es mexicana.Para muchos no es ni negra,ni blanca,ni mexi-
cana. Otros la califican como mulata. Ella simplemente se rehúsa a
ser la chica ni. Se define como una mujer que es negra, es blanca, es
francesa y, sobre todo, es mexicana. Nació en México, creció en
México (con eventuales viajes a Francia), estudió en México e ini-
ció su carrera como actriz en México; claro, cuando le fue permi-
tido. Hoy estudia en París e intenta insertarse en el medio teatral
francés.
Yo conocí a Muriel gracias a mi faceta de actor, cuando estudia-
mos juntos en la escuela de teatro. Con el tiempo nos hicimos ami-
gos, pareja y matrimonio. Mi relación con ella me ha permitido
hacerme consciente de los alcances que puede tener la discrimina-
ción racial (y aceptar que yo discriminaba constantemente,por cues-
tiones raciales, sociales, etcétera), que México no sólo es un país
racista, sino uno de los países que ejerce un racismo de los más des-
tructivos, escudado en la hipocresía y en las buenas intenciones, un
racismo que Muriel y yo solemos calificar como ejercido bajo el man-
tel; de aparente bajo impacto, pues no es violento físicamente, sino
psicológicamente.
UN DÍA EN LA VIDA DE MURIEL
Muriel se despierta y ante todo se prepara un café. Hace ejercicio
para mantenerse en forma, se baña, desayuna y espera. Es actriz, por
lo que en algún momento deberá sonar el teléfono comunicándo-
le que es requerida para un personaje. Si no es así, corresponde un
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día de espera; deberá salir a promoverse. De un estante en el baño
toma un bote con un producto químico que trajo a México en su úl-
timo viaje a Francia, o fue a Estados Unidos, no lo recuerda. Siempre
que va por allá se abastece de ciertos artículos que aquí no encuen-
tra, tales como maquillaje y productos para el cabello afro.Aplica el
cosmético en su cabello. El resultado es un cabello lacio. Muriel se
maquilla y se viste, elegante pero sexy, con el fin de llamar la aten-
ción de productores, directores y ejecutivos sin dejar de ser ella en
esencia. Sale rumbo a las oficinas de los productores de las televiso-
ras. Si su presupuesto lo permite, tomará un taxi. En caso contrario,
deberá aguantar los múltiples vocablos proferidos por sujetos que al
verla pasar no logran hacerse responsables de su deseo sexual y
necesitan expresarlo con términos agresivos. Si yo voy a su lado no
dicen nada, lo piensan. Pero no voy a su lado, no siempre es posible.
Un tipo intenta tocarle las nalgas, ella logra esquivarlo y defenderse
verbalmente, se aleja y entra a la estación. Una vez pasado el des-
agradable momento retoma el aliento y se prepara para entrevistar-
se con los productores. El policía en la puerta de la televisora la
observa detenidamente.No es posible descifrar en el flemático gesto
si la desea o la desprecia, pero en primera instancia no le permite el
paso.Verifica con sus superiores si puede darle acceso. Finalmente lo
hace, evitando el contacto físico. No era deseo, era desprecio. En la
recepción la señorita no sabe qué expresar, se concentra en la com-
putadora y registra sus datos. Muriel llega finalmente con los pro-
ductores. Ellos la escuchan. No hay personaje para ella, no les da el
tipo de ninguno salvo, posiblemente, como parte de la servidumbre
de la protagonista. Muriel se ha jurado nunca representar ese tipo
de papeles por razones de racismo histórico, no desea verse como
personaje de La cabaña del tío Tom y contribuir a perpetuar tal ima-
gen. Entonces escucha una vez más la vieja cantaleta: “Perdona,
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Muriel, la verdad no es fácil encontrarte personaje, no tienes tipo
mexicano, no eres negra-negra, estás un poquito blanquita, estás
muy negrita, nos pones en aprietos, pues”. Muriel ya no responde
a dichos planteamientos.Sonríe.Muy enojada,pero sonríe.Muy las-
timada, pero sonríe y oculta el dolor. Se despide, enojada, lastimada,
humillada y, sonriente, sale de la oficina.
Más tarde nos vemos en la plaza de Coyoacán para comer.Al
principio yo soy uno más en el lugar.Aparece Muriel. Llega acom-
pañada por miradas detrás, a un lado, delante de ella. Miradas. Las
hay muchas, pero al final todas pesan; tienen un gran peso cotidia-
no. Después me observan a mí como su acompañante.Ya no soy
uno más en la plaza, soy el que va con la negrita. Llegamos al restau-
rante. Miradas. Nos sentamos a la mesa. Miradas. Leemos el menú.
Miradas y comentarios. Después de algunos instantes nos concen-
tramos en nuestra plática y en nuestros alimentos. Durante la sobre-
mesa desahoga lo ocurrido en la televisora, pero sin decírmelo: lo
fuma. Un cigarro antes del café, otro durante el café y otro después
del café. Los que sean necesarios para olvidar cada calificativo, cada
señalamiento, cada distinción.Nos planteamos ir al cine.Pagamos la
cuenta.Antes de salir, miradas de quienes no habían notado nuestra
presencia. Muriel enciende otro cigarro en la calle, donde una vez
más sentimos miradas, una nueva por cada paso. Las ignoramos
como si así las aligeráramos. No todas desprecian, es cierto. Unas
denotan sorpresa, otras curiosidad, admiración, deseo sexual, miedo.
Todas se posan alternativamente en Muriel y en mí.Todas terminan
señalando, diferenciando, discriminando en los peores casos.
Llegamos a las taquillas del cine. Muriel y yo nos formamos en una
fila.La persona delante de nosotros sí voltea, lo hace un par de veces;
una de reojo y la segunda para verificar que Muriel está ahí.Atrás,
una pareja cambia de fila. La fila de a un lado está más corta. Una
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mujer se forma mientras ve la oferta de películas. Repara en Mu-
riel y se cambia, pero la otra fila ya no está tan corta. Su gesto lo
explica todo. Otro individuo se forma porque ya da lo mismo, pero
observa a Muriel. Lo observo yo. Al percatarse de mi mirada vuel-
ve a mirar a Muriel rápidamente y de la misma forma encuentra un
cartel que, oportuno, relaja la tensión entre miradas. Descubro que
en él no hay desprecio, simplemente no sabe qué hacer,hay vergüen-
za. Pedimos los boletos. El taquillero nos ve y sólo se refiere a mí.
Compramos unas palomitas y un refresco. Miradas de emplea-
dos y clientes, rápidas. Entramos a la sala. Elegimos lugares y nos
sentamos, mientras un grupo de jóvenes en la fila posterior a la que
escogimos interrumpe su plática y nos observa. Son tres varones.
Una vez sentados, pasado un incómodo silencio, retoman la plática.
—Ella salía en la tele, ¿no?
—¿La negrita, güey?
—Sí, ella.
Cambian el tono de voz a un susurro.
—Creo que sí. ¡Ah! Es la que era novia de Plutarco Haza en la
novela.
—De veras...Oye, ¿tú besarías a una negra? Yo sí, como que me
gusta la belleza exótica.
—Yo no. ¡Qué asco!
Entonces volteo a verlos. Fijan la mirada en la pantalla, aun
cuando no hay nada proyectado en ella. Muriel se ríe con resigna-
ción.Yo simplemente digo en voz muy alta:
—¡Pero resulta que en México no hay racismo! —Muriel me
pide que me calme, que no los provoque, ya está acostumbrada.
Minutos después los jóvenes se cambian de lugar. Empiezan los
cortos y nos concentramos en la película, las palomitas, y olvida-
mos el suceso.
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Salimos del cine. Miradas. En el estacionamiento, miradas. Al
subir al auto Muriel enciende un cigarro y fuma.
Llegando a casa la grabadora telefónica marca mensajes. Dos
anuncian un casting;1 ambos son para mí. Otra llamada es de su ma-
dre, otra más de una amiga suya. Ninguna le ofrece trabajo a Mu-
riel. Ella se acerca a la ventana, pues tenemos un pacto para no fu-
mar dentro de la casa. Muriel, en la ventana, fuma y, secretamente,
otra noche más, llora, pero no por el racismo, sino porque como
actriz, profesión que escogió por vocación, no encuentra trabajo.
OTROS DÍAS DE LA VIDA DE MURIEL
Al día siguiente esperará llamadas que no llegan, saldrá a buscar
opciones de trabajo y, sobre todo, a recibir miradas, a fumar.Y el
siguiente día, lo mismo. Así pasarán los días hasta que llegue al
consultorio, de la ginecóloga primero, de la psicoanalista después.
Una displacia precancerígena en el cuello del útero hace urgente
una cirugía.Tras el doloroso proceso extirpan el pequeño tumor,
que según la biopsia está colmado, entre otros elementos, de
nicotina; la amenaza de cáncer desaparece y le sugieren reposo
pero, ante todo, dejar el tabaco.
Para hacerlo acude a la clínica de tabaquismo.La doctora encar-
gada del tratamiento le sugiere igualmente apoyo de un psiquiatra
o psicoanalista. Ésta le diagnostica a Muriel un trastorno de ansie-
dad y depresión profunda. Muriel lo adjudica al hecho de no obte-
ner trabajo, de no poder ejercer su profesión, vocación de la que no
duda, carrera que ama y para la que ha demostrado talento indis-
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1 Anglicismo con que se denomina el proceso con que las agencias de publicidad,productores y directores de cine y TV seleccionan al actor o modelo que requierenpara sus proyectos, al que asisten una gran cantidad de personas de orígenes étnicospreviamente especificados.
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cutible. Muriel no se ve haciendo otra cosa, es actriz. Inicia un
tratamiento de apoyo y deja de fumar.
Le ofrecen trabajo en una obra de teatro, sólo 30 funciones, con
un sueldo suficiente.Después de tres meses de ensayos,Muriel estrena.
La obra es Los negros, de Jean Genet. Su personaje se llama Neige.2
Se trata de una mujer negra que, ante todo, odia. Odia al blanco,
odia al hombre y a las mujeres que se acercan a él, a quienes se acer-
can a ella. Neige se odia a sí misma. Muriel lo descubre y se vuelve
retraída y violentamente silenciosa. Un día le anuncian que la obra,
que había logrado una segunda temporada de representaciones, se
termina repentinamente, sin más razones.Muriel se queda sin traba-
jo. Se acerca a la ventana y tras un año de no hacerlo, fuma.
Un buen día recibe la llamada de una televisora. La necesitan
para hacer el mismo personaje que hiciera siete años atrás. La tele-
novela lleva ya para entonces nueve meses al aire. No le ofrecen
muchos capítulos, sólo los necesarios para llegar al final de la tele-
novela.Es el primer trabajo de cierta importancia económica que le
proponen después de siete años.Es el mismo personaje de hace siete
años: la pareja negra del protagonista que en la primera parte defen-
dió su amor ante el racismo y desprecio de familiares y amigos. Los
productores pretenden que sea casi el mismo sueldo que le pagaron
siete años atrás. Muriel dice no. Tras una noche de frustración y
cigarros la vuelven a llamar. Quieren negociar. No es la cantidad
que Muriel deseaba, pero parece más justa. Irónicamente la teleno-
vela se llama Mirada de mujer... el regreso. Miradas.Al salir al aire, las
miradas de productores y ejecutivos se convierten en adulaciones,
felicitaciones. Muriel es para ellos una gran actriz, su talento inclu-
so se refleja en ratings. Las miradas del público trascienden fronteras,
2 “Nieve” en francés.
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incluso en París –donde reside ahora– le piden autógrafos, y en
Internet se abren páginas y clubes de fans en su honor. Matan a su
personaje. El asesino lo representa otro actor, su marido en la vida
real, quien esto escribe. La telenovela termina. Muriel no tiene tra-
bajo.Aplica en un programa de apoyo para estudios en el extranje-
ro.Al obtener el apoyo, los miembros de la comisión dictaminado-
ra que los otorga reconocen su talento y su carrera. Muriel viaja a
Francia. Sabe que hay racismo allá, pero a diferencia de México es
frontal, lo que a estas alturas le parece más honesto, o por lo menos
más fácil de manejar, cuestión de saber a qué lugares no meterse.
Viaja con la idea de no permitir que pasen otros siete años para
obtener un trabajo medianamente remunerado, actuando el mismo
personaje.Muriel vive en París y es mesera eventual de medio tiem-
po en un hotel, estudia actuación y canto en un programa de espe-
cialización y comparte departamento con un amigo español, en tan-
to pueda reunirse conmigo, su esposo, en el corto plazo.
LA DISCRIMINACIÓN
COMO PRODUCTO DE IMPULSOS INCONSCIENTES
Relato algunos de los sucesos que hemos vivido cotidianamente; de
lado dejo los insultos (pinche negra, el más común), los retenes carre-
teros de soldados que, agresiva y alevosamente han insistido con humi-
llante trato en otorgarle nacionalidad centroamericana, preguntándole
las primeras estrofas del himno nacional para que demuestre su mexi-
canidad, al tiempo que observan con suspicacia e incredulidad sus
documentos de identidad nacional; estos acontecimientos son para ella
extraordinarios, extracotidianos.El énfasis está en lo cotidiano.
Muriel es, para algunos,un caso particular;no es el más extremo o
típico en cuanto a discriminación en México, porque en México no
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hay negros.Yo lo veo de forma diferente, considerando el amplio
mosaico que conforma el país y que ella es mexicana.En México hay
negros.Y no me refiero a las comunidades de ascendencia africana de
estados como Guerrero o Veracruz, no solamente. Hay negritos, güeri-
tos, inditos,morenitos,blanquitos,pelirrojitos,mariconcitos,etcétera.La lista de
diminutivos, sean peyorativos o no, es grande.Esa distinción con ten-
dencia a minimizar el impacto de los términos es el principio de una
conducta discriminatoria, posiblemente no mal intencionada, pero a
fin de cuentas es discriminación.
La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, publicada
en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2003, define el
término en su artículo 4º de la siguiente manera:
[...] se entenderá por discriminación toda distinción,exclusión o res-
tricción que,basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad,disca-
pacidad, condición social o económica, condiciones de salud, emba-
razo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o
cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento
o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de
las personas.También se entenderá como discriminación la xenofo-
bia y el antisemitismo en cualquiera de sus manifestaciones.
Una definición tan extensa en principio busca incluir todas las
posibilidades y modalidades del acto. En el artículo 9º de la Ley se
enlistan cuáles de ellas están estrictamente prohibidas. Lo que resulta
verdaderamente escalofriante es percatarse de que sea una de las leyes
más violadas –sino es que la más– día a día, pues de alguna manera
todos los mexicanos (quiero pensar que sólo algunos, aunque lo
dudo) hemos sido discriminados y, ante todo, discriminadores.
El gran problema detrás de esta realidad es el complejo coctel
que conforma un mismo acto. Por lo regular, las razones discrimi-
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natorias son muy diversas.Se conjuntan elementos de género,étnicos,
religiosos, de nivel socioeconómico, etcétera, a un mismo tiempo.
¿Por qué?, ¿por qué discriminamos, valga la contradicción, indis-
criminadamente?, ¿qué hay detrás de un acto de este tipo? Decir que
es producto del miedo,de lo desconocido,no parece suficiente.Con-
sidero que en principio responde a impulsos, por lo regular incons-
cientes.Y ya en terreno freudiano, impulsos del inconsciente colecti-
vo,en este caso el colectivo mexicano. ¿Qué proyectamos de nosotros
mismos al ejercer dicho acto? Estoy convencido que son muchos los
factores que determinan nuestra conducta en este sentido.Tal vez el
temor o la falta de aceptación de nuestra vulnerabilidad encuentre su
manifestación más nefasta en actos discriminatorios. Tal vez sea la
ignorancia de nosotros mismos.
Poner sobre la mesa de discusión el tema requiere, primero, de
la honestidad y el valor de admitir que en México todos discrimi-
namos.Detengámonos y recordemos uno de esos momentos. ¿Qué
me impulsó? Descubriremos que,de alguna manera, algo que vimos
en el sujeto al que discriminamos nos resultó altamente agresivo.Ese
algo suele ser cierta característica que nos proyecta alguna verdad
sobre nosotros mismos, de esas que no pecan pero incomodan.
Cuando yo he discriminado, por lo regular ha sido a indígenas. Ha-
go un primer ejercicio de memoria y recuerdo: mi abuelo paterno
era de ascendencia indígena, hijo de un indígena. Mi abuela, en
contraste, aunque mexicana, por sus características étnicas podía pa-
sar por una española pelirroja. Mi abuelo vivió para el momento,
dañando en ocasiones a su familia. Tuvo múltiples relaciones con
mujeres, talleres mecánicos, solía estar sucio, con manchas propias de
su trabajo; la gente solía mirarlo con desprecio a causa de ello... y
aquí encuentro una sumatoria de factores: indígena + sucio + muje-
riego + códigos morales = señalamiento social.De esta forma cons-
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truyo inconscientemente una actitud discriminatoria, donde la ima-
gen que se proyecta a la sociedad deber ser estructurada en función
de lograr ser aceptados por ella.Yo tengo la piel morena frente a un
europeo, pero clara junto a mi abuelo; socialmente, la libro. Entonces
creo tener el poder para emitir juicios y esconder aquello que me
avergüenza como indígena, pero que en realidad ignoro. Fue hasta
años después que pude formarme un panorama y un criterio más
amplios de mi abuelo y de su situación, accediendo a un cierto nivel
de objetividad. Y tras el conocimiento adquirido con el estudio uni-
versitario sobre mis raíces mesoamericanas logré percatarme de lo
ignorado y reconciliarme con ellas.No por ello he logrado dejar de dis-
criminar, pero ahora soy consciente cuando lo hago y trato de rectifi-
car mi actitud si es posible. Es un proceso de reeducación, de recono-
cimiento de nuestros impulsos y de cómo el inconsciente colectivo nos
los inyecta.
Si revisáramos cada uno de los escenarios posibles estoy seguro
de que llegaríamos a una misma conclusión: no sólo discriminamos
al individuo frente a nosotros; discriminamos lo que ese sujeto nos
revela de nosotros mismos; por lo tanto, en principio, nos autodis-
criminamos.
LA DISCRIMINACIÓN:NEGACIÓN DE LA REALIDAD
Considero que los discursos en pro de la igualdad son en extremo peli-
grosos.Buscar la igualdad es negar la realidad.Reconocer las diferencias
y particularidades de cada individuo de la sociedad resultaría más inclu-
yente que excluyente, pues ello implicaría no sólo la aceptación de
dichos individuos como parte de nuestra comunidad,sino la aceptación
de la realidad.En ésta no existimos iguales a otro,pues no somos obje-
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tos-producto diseñados y fabricados en serie. existimos como sujetos,
individuos. He ahí la riqueza que nos brinda la realidad. En esencia
somos lo mismo,he ahí la confusión (o como diría Shakespeare,la cues-
tión).Por ello la Ley contra la discriminación delimita que lo que busca
es la igualdad de derechos y oportunidades, no de personalidades.Al
reconocernos ser, pues ser es nuestra esencia, resulta más difícil discri-
minar, ya que negar a otro es negarme yo mismo. Por eso, reitero al
bardo: “ser o no ser, esa es la cuestión”, y también la decisión. ¿Soy
mexicano? Sí,sólo que antes soy ser humano,con necesidades que satis-
facer, de la misma forma que cualquier otro individuo. ¿Qué se siente
ser mexicano?,¿se siente?,¿qué se siente ser de piel clara u oscura?,¿qué
se siente ser heterosexual? No podemos reducirnos constantemente a
ser esto o aquello. Somos, y somos complejos. ¿Por qué entonces esa
ineludible tendencia a la reducción?
Dicen por ahí que lo único que no discrimina es la muerte, el
único acontecimiento real que todos compartimos.Nos reduce, eso
sí, a polvo, a pesar de que suene a referencia bíblica. ¿Discriminamos
al polvo?, ¿qué polvo es mejor?, ¿el asiático?, ¿el europeo?, ¿el afri-
cano? Momento, el polvo es polvo aquí y en China. Pero preferi-
mos otro tipo de reducciones, quizá más trascendentales.
EL PAPEL QUE DESEMPEÑAN
LAS INSTITUCIONES
La sociedad, la cultura y los medios de comunicaciónEstá claro que al discriminar buscamos ocultar o negar aquello que el
otro nos proyecta sobre nosotros mismos,que al discriminar nos enfren-
tamos con la realidad. Pero la realidad pretende ser modificada por eso
que llamamos instituciones. Familia, Estado, sociedad, etcétera, juegan
un papel muy importante en la construcción de modelos y pautas de
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3 Fredric Jameson, El giro cultural, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1999, p. 26.
comportamiento y, por lo tanto, en la generación de conductas discri-
minatorias.
Ya Aristóteles señaló nuestra naturaleza política, que no grillera
o politiquera.A partir de tal naturaleza desarrollamos nuestras capaci-
dades, estructuramos lo necesario para nuestra supervivencia, cons-
truimos instituciones; la familia, la primera. En ellas aprendemos a
desenvolvernos; creamos los códigos y convenciones para vivir en
sociedad por necesidad, por naturaleza.
Nos manifestamos como resultado de dichos códigos, modi-
ficados por distintos factores (ambientales, históricos, económicos,
etcétera). Las instituciones per se no originan la discriminación, pero
¡cómo ayudan! En nuestra era, enquistadas en lo que Fredric Jameson
define como “la lógica cultural del capitalismo tardío”, las institu-
ciones son radicalmente modificadas en función de las necesidades
económicas globales e, insertados en esa misma dinámica, nosotros
somos modificados a su vez por ellas.
Apunto: la discriminación en México es un problema histórico,
sí,pero identifiquemos nuestro contexto actual.A partir del siglo pa-
sado un papel muy importante lo representan los medios de comu-
nicación. Retomo a Jameson, quien señala un aspecto muy impor-
tante sobre la percepción de la realidad: “La producción cultural ha
sido llevada hacia el interior de la mente, dentro del sujeto monádi-
co: éste ya no puede mirar directamente con sus propios ojos el
mundo real en busca del referente sino que, como en la caverna de
Platón, debe dibujar sus imágenes mentales del mundo sobre las
paredes que lo confinan”.3
Hoy, la producción cultural –entendida como el proceso de
conformación de características de una cultura– es determinada por
los medios de comunicación e indirectamente por el Estado y la so-
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ciedad. La caverna de Platón encuentra un símil y referente directo
en la virtualidad de medios como la televisión, el cine y, reciente-
mente, Internet. Éstos no sólo modifican nuestra percepción de la
realidad, sino que contribuyen al desarrollo en el inconsciente colec-
tivo de pautas y patrones de comportamiento, dirigidos en primera
instancia al consumo.Así, dibujamos nuestras imágenes mentales de
lo que es el mundo, o mejor, de lo que debe ser el mundo, confina-
dos en las paredes de la sala de cine, el cuarto de TV e incluso los
límites del monitor o pantalla de proyección. Con estas imágenes
cuidadosamente diseñadas construimos nuevas estructuras mentales,
y con ellas, a su vez, nuestra sociedad, ahora llamada de consumo.
Inconscientemente modificamos nuestros sentidos orientados a la
satisfacción y el placer, enmarcados dentro de los parámetros que
determinan las estructuras comerciales, pues incluso el concepto de
lo placentero, lo agradable, lo bello y lo estético son fuertemente
modificados por la estructura comercial.En la operación realidad vs.
imagen virtual los factores no se corresponden. En mi programa de
televisión favorito observo cómo viven los personajes, como se des-
envuelven, se visten, peinan y hablan, e inconscientemente imito y
busco reproducir esos elementos en la realidad, pero no correspon-
den. En mi programa favorito no aparecen indígenas como dueños
de grandes compañías. Los homosexuales son irreverentes y super-
fluos, divertidos en el mejor de los casos, pero por lo regular perso-
najes de un circo de fenómenos, y en la realidad resulta que convi-
ven a mi lado, pero sin manifestar estas características, son como yo.
Las personas con discapacidad a veces aparecen,por instantes,en silla
de ruedas.No observo en los medios a individuos con parálisis cere-
bral o síndrome de Down. El cine se ha atrevido a mostrar a indi-
viduos afectados en su salud: autistas, maníaco depresivos, seroposi-
tivos, etcétera, pero principalmente demuestran que las estrellas de
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cine pueden convertirse en cualquier individuo con tal de vender
boletos en taquilla, y resulta más conveniente observar ese tipo de
problemas personificados por mi actor o actriz favorito (que resul-
ta atractivo, marcando la pauta y correspondiendo con el concepto
estético del momento), pues finalmente sé que, en realidad, ella o él
no son lo que parecen. Por lo tanto, la terrible enfermedad o disca-
pacidad es virtual a fin de cuentas. En la realidad, si mi vecino es el
enfermo evito toparme o cruzarme con él.
El Estado,las instituciones educativas y la familiaSi a estos fenómenos culturales les sumamos todos los factores histó-
rico-sociales no extraña que la discriminación sea para México uno
de los grandes problemas a inicios del siglo XXI .Antes lo fue lograr
la democracia.Ahora lo importante es afianzarla y, sobre todo, en-
tender sus implicaciones. Confundimos democracia con justicia, de
la misma manera que confundimos voto útil con el cambio.Una so-
ciedad democrática no significa una sociedad uniforme, y no sé si
nos estamos dando cuenta de ello.
Por otro lado, la democracia otorga derechos, es cierto, pero
ante todo obligaciones, y convenientemente olvidamos esta parte
del concepto.Tengo derecho a no ser discriminado, pero ante todo
tengo la obligación de no discriminar y aceptar lo diferente a mí.Y
para no discriminar tengo que aceptar, observar y construir la reali-
dad. ¿Con qué elementos?, ¿los proporcionados, por no decir diseña-
dos, por los medios, la cultura del consumo? Nos encontramos con
una contradicción de fuerzas e intereses: la imagen, la tendencia al vir-
tualismo vs. a la realidad.Y en medio está la demagogia democrática.
El Estado juega, entonces, un papel fundamental, no sólo pre-
ventivo y regulador, sino proporcionador o, por lo menos, facilita-
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dor. Lo anterior sucede en un Estado consciente de los procesos
culturales activos en el entorno económico actual, consciente de las
condiciones de los individuos, todos, a quienes regula y para quie-
nes gobierna. La Ley contra la discriminación es, sobre todo, una
iniciativa que dista mucho de llegar a ejercerse, es decir, realizarse;
se queda sólo en buenas intenciones, a menos que el Estado modi-
fique las estructuras educativas. Mientras siga manipulando la histo-
ria a su conveniencia en los libros de texto continuaremos arrastran-
do los vicios históricos que contribuyen a la discriminación.A duras
penas se admite el origen étnico de muchos personajes importantes
de la historia. Morelos y Guerrero son el del paliacate en la cabeza,
uno, y el de las patillotas, el otro. Algunos libros los pintan como
criollos o mestizos. Si a etnias vamos, fueron negros, indígenas, espa-
ñoles y mestizos, en ese orden.También dedican poca atención a epi-
sodios como el Virreinato, época en que la tensión racial existente
en México generó numerosas revueltas y enfrentamientos entre
españoles, negros, mulatos e indígenas (como la registrada en 1611
a causa del asesinato de una mujer negra cometido por su patrón).
Las leyes impedían a las mulatas, por ejemplo,vestir huipiles de indí-
gena o vestidos de española.Tampoco enseñan que a la comunidad
negra mexicana se la consideraba sexualmente depravada.4
El rechazo, temor y discriminación a los negros y mulatos que-
dó registrado en 1553, cuando el virrey Velasco afirmó que en la
Colonia existían más de 20,000 de ellos, superando en número a los
españoles y representando un peligro para la Nueva España. Igual-
mente, nuestros libros no explican que el español solía discriminar
más al indígena que al negro o mulato, por lo que en momentos el
4 Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial 1610-1670,Fondo de Cultura Económica, México DF, 1975.
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mestizaje fue más intenso entre españoles y negros, a quienes los
colonizadores consideraban sexualmente más aceptables.5
Es el Estado,por mandato constitucional, el responsable de pro-
porcionar la educación fundamental de todo individuo mexicano.
Es asimismo el encargado de garantizar las condiciones reales que
puedan fortalecer al país y generar la anhelada igualdad de oportu-
nidades, que en teoría facilita un sistema democrático. No puede
pretender resolver en 15 minutos una problemática de casi 600 años.
¿Cómo podemos comprender la realidad si no incluimos ese pasa-
do, si lo negamos, si resulta igualmente discriminado?
Mientras el Estado se desentienda de sus responsabilidades, per-
mita y solape que los medios sigan reflejando una realidad virtual
por demás irreal, excluyente y mentirosa,mientras actúe como alca-
huete de los grandes intereses económicos en detrimento de sus go-
bernados, no podremos lograr una verdadera integración. Si es
necesario modificar las leyes, actualizarlas para ubicarlas en un con-
texto más preciso, es papel de gobernantes y legisladores impulsar
esas reformas.La educación es gratuita,proporcionada por el Estado,
pero, ¿para formar qué clase de individuos? Mantengamos esos
derechos, asumamos obligaciones y perfeccionemos las estructuras,
los programas académicos, principalmente los de los niveles básico
y medio, y no sólo con más horas de estudio, sino con mejores con-
tenidos. Si todos llegamos a contar con los mismos elementos edu-
cativos podremos entonces hablar de igualdad de oportunidades.Esa
es la obligación del Estado, de esa forma lograríamos mejores con-
diciones de vida y más justicia social.
Ya antes puse un ejemplo de cómo, en mi caso, conductas y
códigos aprendidos en la familia me predispusieron a la discrimina-
ción. La estructura familiar que yo he construido con mi esposa
5 Ibidem.
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seguramente aún adolece de muchos vicios de conducta, pero no es
la misma que pudieron construir mis padres y mis suegros. Somos
un matrimonio en lucha por lograr nuestras metas, y la familia se
conforma por dos: ella y yo. Posiblemente en un futuro vengan
hijos.Tendremos especial cuidado en enseñarles a no discriminar.
Ante todo es un reto, un proyecto que puede ser o no exitoso, pero
sabemos que el núcleo familiar es el primer responsable de nuestras
creencias. ¿Cómo plantear el problema ante otras familias de mane-
ra efectiva, sin que suene a catequización o desmoralización, a im-
posición? Cada una de ellas tendrá que encontrar sus medios, pero
el Estado debe apoyarlas. Siempre habrá posiciones encontradas. Para
muestra, un botón: actualmente se han promovido por la Secretaría
de Salud cortos publicitarios en contra de la discriminación a homo-
sexuales. Las reacciones han sido a favor y en contra, pero diametral-
mente opuestas.Para unos sigue siendo una enfermedad,para otros es
un aspecto más de la realidad; para unos es aberrante, para otros
natural. El Estado, representado por la Secretaría misma, no ha ini-
ciado oficialmente la campaña, ante todo por temor, pues se acer-
can elecciones. Los padres de familia se encuentran polarizados y el
Estado, débil, prefiere no actuar para no perder votos. En medio del
conflicto están los individuos homosexuales que lidian diariamente
con la discriminación y que forman parte de la sociedad mexicana,
de la realidad. Una vez más, aunque lo deseáramos no podemos
negarla. Es necesario comprenderlo, entenderlo y asimilarlo. La fa-
milia debe otorgar herramientas que construyan la justicia,que tam-
bién es un acto, pero debe hacerlo en conjunto con el Estado, la
sociedad y demás instituciones. Para eso las creamos, para organizar
a nuestras comunidades y lograr una convivencia plural, que no dis-
crimine, que concilie.
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De las instituciones religiosas prefiero no hablar, ante todo por
respeto a las creencias y convicciones de muchas personas; conside-
ro personalmente que este aspecto es uno de los más íntimos del
individuo. Sólo invito al lector a que analice por sí mismo en qué
medida su religión contribuye o no a la generación de conductas
discriminatorias.
CONCLUSIONES
Muriel me despierta por teléfono en las mañanas, nos extrañamos
profundamente. Muchos factores nos mantienen separados tempo-
ralmente. La discriminación de que es objeto en México es el fac-
tor fundamental.Muriel me ha confesado en muchas ocasiones que
no entiende a los franceses, le desespera vivir en París, pero en Mé-
xico los mexicanos no la entienden, se desesperan con ella.Tal vez
Muriel viva dividida hasta que muera. Extraña México, su gente, su
comida, sus paisajes, clima, etcétera, pero allá tiene un trabajo de
medio tiempo que, de ejercerlo aquí, no le permitiría pagar sus ne-
cesidades básicas. Hoy, el domingo previo a la entrega de este ensa-
yo, me comunicó que además de su trabajo en el hotel una asocia-
ción artística que produce, entre otras cosas, teatro, la ha contratado
como colaboradora: actuará e impartirá talleres con ellos, ejercerá su
profesión. Paradójicamente, en un país donde se opera abiertamen-
te el racismo Muriel no es señalada por ser negra, blanca, francesa o
mexicana. Es reconocida por lo que es. Un individuo talentoso que
tiene mucho que ofrecer.Sé que en secreto Muriel lamenta no poder
ofrecerlo a México, y que su país no le proporcione la igualdad de
oportunidades. Si efectivamente algún día queremos tener hijos, Mu-
riel desearía ser una mujer plena y exitosa para brindarse como tal a
ellos. Para ella el éxito no lo representa una hinchada cuenta bancaria,
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aunque reconoce que ayudaría. El éxito es poder existir haciendo lo
que ella ama,y eso es actuar: teatro,cine o TV,en el fondo poco impor-
ta; actuar para comunicarse con el espectador, para dialogar. Francia,
hasta hoy, parece posibilitar ese escenario como parte de su vida.
Yo sueño con mi abuelo. Recuerdo que siempre me daba mi
domingo. Lo veía poco, pero siempre lo hacía. Ahora entiendo que
era su forma de expresarme amor.Así que hoy en cada indígena sigo
viendo a mi abuelo, el mecánico que siempre me expresó cariño,
amor.
Mañana haré un casting. Me llamaron porque para ese comercial
requieren un hombre de entre 28 y 35 años,que vista casual bien,y con
tipo latino-internacional.6 Mientras me proporcionan los datos donde
se realizará el acontecimiento no dejo de pensar en lo absurdo del tér-
mino. No quiero hacerlo, no quiero contribuir a fomentar una con-
ducta que no acepto, pero ofrecen una cantidad de dinero suficiente
para pagar mi boleto de avión y con ello la posibilidad de reunirme
con mi esposa.Y al momento de escribir esto comprendo que la dis-
criminación ha afectado profundamente mi vida, me ha separado de
quien más amo. Si logra eso entre una pareja, ¿cómo habrá lastimado
a México a lo largo de los años?
No podremos hablar de una nación justa,que brinda igualdad de
derechos y oportunidades, mientras en México aceptemos la discri-
minación como una realidad institucionalizada y no como una cons-
trucción artificial de nuestra mente, impulsada por nuestros temores;
nuestra vulnerabilidad exhibida en otro; nuestro yo reconocido pero
negado;nuestro pasado histórico manipulado,mutilado, actuando por
el impulso predeterminado para la integración y aceptación de la so-
6 Algunas agencias de publicidad definen este tipo étnico como cualquier individuolatino que puede pasar por latinoamericano o latino europeo. Otras, como el indi-viduo que al ir por un mercado mexicano es señalado como “güerito”.
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ciedad y las demás instituciones.Y mucho menos insertados en la
inercia global del capitalismo tardío y la reconstrucción cultural que
genera con su dinámica de artificio.
La discriminación se ha institucionalizado como parte de nuestra
cultura porque lo permitimos todos, individuos e instituciones. Pero
acaso es sólo una imagen en nuestro inconsciente personal y colectivo,
la imagen de lo que quisiéramos ser en detrimento de lo que somos,
porque ignoramos lo que somos. La discriminación es un acto impul-
sivo que nace en nuestra mente. Se ejerce para negar la realidad, pero
finalmente la realidad se impondrá tarde o temprano, sin discriminar.
Estoy seguro que lo último que deseamos es que quede el polvo de lo
que fuimos y que no supimos reconocer.Aunque en ese momento
ya poco importará.Un montón de polvo no se distingue de otro.
BIBLIOGRAFÍA
ISRAEL, JONATHAN I.
1975 Razas, clases sociales y vida política en el México colonial 1610-
1670, Fondo de Cultura Económica, México, DF.
JAMESON, FREDRIC
1999 El giro cultural, Ediciones Manantial, Buenos Aires.
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La discriminaciónen México vista
desde otras fronteras
por Miguel Alejandro Gutiérrez Pizarro*
Las fronteras las hacen los hombres,
para separar pueblos y familias,
dejándonos sin la posibilidad de compartir
muchos aspectos culturales, de hacer lazos familiares,
y esto tiene que cambiarse.
ROSARIO IBARRA DE PIEDRA
El tema de la discriminación de los migrantes ha sido discriminado.
Suena ilógico o redundante, pero es real, porque ha sido relegado
por los estudiosos mexicanos, por el gobierno y por la sociedad en
general. Específicamente los centroamericanos dentro del territorio
mexicano han sufrido muchas formas de discriminación, que van
desde la pérdida de sus derechos más elementales hasta la esclavitud,
la xenofobia y la persecución. Cuando se habla de discriminación
en el país casi inconscientemente se piensa que sólo ocurre contra
las mujeres o los indígenas, pero sucede algo muy distinto en la reali-
dad. Es importante enfrentar el problema y, sobre todo, ofrecer pro-
* Estudia ciencias políticas y administración pública en la Facultad de CienciasPolíticas de la UNAM.
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1 El término es utilizado desde 1943 por Paul Kirchhof para designar un contextocultural, histórico y geográfico que se desarrolló en el siglo XVI en la región delimi-tada por el río Sinaloa al noroeste de México y las cuencas del Lerma y Soto de laMarina en la costa del Golfo; y al sur por el río Ulúa en el Golfo de HondurasPuntarenas en Costa Rica. Fuente: www.artehistoria.com/historia/contextos/1377.htm, 20 de marzo de 2005.
puestas o soluciones que permitan dar un trato justo a quienes, como
muchos millones de mexicanos que se encuentran en Estados
Unidos, están luchando por una mejor calidad de vida para sus fami-
lias. Por ello, México tiene en el campo de la migración uno de sus
mayores retos.
ANTECEDENTES
Es importante recordar el origen común que tienen los pueblos de
Centroamérica y México, empezando por lo que se ha denominado
Mesoamérica.1 En esta área de poco más de 1’100,000 kilómetros cua-
drados hace varios siglos se desarrolló un patrón de civilización en el
que las culturas compartieron una serie de rasgos básicos, como la uti-
lización del calendario ritual,concepción del universo en la que el espa-
cio y el tiempo tenían un comportamiento cíclico y recurrente; varios
elementos en el campo de la religión, incluyendo deidades de similar
funcionalidad; autosacrificios de sangre y toma de cautivos; un sistema
social estratificado basado en el prestigio; el cultivo del maíz, la calaba-
za y el frijol como recursos básicos de subsistencia; la confección de
libros manuscritos elaborados en pergamino de papel de amate y en
piel de venado; la práctica del juego de pelota en canchas de piedra; la
construcción de estructuras piramidales y,en definitiva,el sentido de un
origen cultural común.Al momento de la conquista por parte de los
europeos había una gran variedad cultural y social:desde grupos primi-
tivos y nómadas de organización tribal hasta pueblos de una gran com-
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2 Abarcaba un enorme territorio que se extendía desde Norteamérica hasta la Ca-pitanía General de Guatemala, hoy Centroamérica. Fuente: www.redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/histdeltiempo/mexicana/colonia/c_coloni.htm, 15 de marzo del 2005.
3 Sin embargo, la influencia política que ejerce México sobre los países centroame-ricanos es evidente hasta nuestros días.Véase Miguel A. Gutiérrez, El TLC entreCosta Rica y México, el pez grande se come al chico, en www.cpolitica.com/modules.php?name=News&file=article&sid=105, donde se hace un análisis de las conexionesentre políticos y empresarios de ambos países que permitieron firmar el tratadopocos meses después del TLCAN.
4 Es preciso recordar que nuevamente se dividió México debido a la pérdida de la mitaddel territorio por la invasión estadounidense y la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo.Véase; Francisco Martín Moreno, México mutilado,Alfaguara, México DF, 2004.
plejidad cultural (sedentarios agricultores, con división social y organi-
zación estatal, comercio, conocimientos astronómicos, matemáticos,
etcétera).Con la llegada de los españoles este territorio fue denomina-
do oficialmente el “Virreinato de la Nueva España”2 desde 1534.Al
darse la Independencia todo este territorio continuaba unido, pero en
1824 un congreso constituyente se reunió en Guatemala y promulgó
la Constitución Federal de Centroamérica, que creó la federación que
existió hasta 1839, convirtiéndose en un triunfo de los grupos liberales
de la región ante los intereses conservadores de seguir unidos al sistema
imperialista instaurado en México.3 Durante gran parte de los siglos xix
y xx, los territorios divididos en México4 y Centroamérica se caracte-
rizaron por la lucha en el poder entre los grupos liberales y conserva-
dores para controlar e imponer su proyecto político, por lo que fue
común la inestabilidad política y la tardía consolidación del Estado.
En los 30 años transcurridos entre 1950 y 1980 las poblaciones
centroamericana y mexicana registraron uno de los más elevados ín-
dices de crecimiento natural en el mundo, debido a tasas de natalidad
estables e índices de mortalidad decrecientes, producto de la indus-
trialización y de las mejoras sanitarias.Además, la región experimentó
una expansión económica que fue marcada por tasas de crecimiento
anual de entre 4.2 y 6.7% promedio.Sin embargo,este desarrollo eco-
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5 Román Mayorga,El crecimiento desigual en Centroamérica 1950-2000,El Colegio deMéxico, México DF, 1983, pp. 25-26.
6 Lorenzo Meyer y Héctor Aguilar Camín, A la sombra de la Revolución Mexicana,Cal y Arena, México DF, 1989, p. 239.
nómico no se reflejó en el bienestar general de la población. Por un
lado, para Román Mayorga hay distintas hipótesis, incluyendo algu-
nas con situaciones al límite absurdas, para explicar que “el creci-
miento económico centroamericano en el periodo 1950-1978
aumentó las diferencias absolutas en los niveles de ingreso por per-
sona en los diferentes estratos de la población.Dicho en otra forma,
el crecimiento aumentó la brecha entre los niveles de vida de ricos
y pobres”.5 Por el otro, algunos autores coinciden en argumentar
que el milagro mexicano benefició únicamente a una pequeña elite
y que la concentración de la riqueza es evidente hasta nuestros días.
En este sentido Lorenzo Meyer sostiene la tesis de que en el caso
mexicano se pueden observar dos ritmos o fases de crecimiento. El
primero, llamado milagro mexicano,de 1940 a 1968,caracterizado por
su estabilidad política y su notorio crecimiento económico; el
segundo,de 1968 a 1982,denominado el de la transición mexicana, de
orden histórico, que puso en duda la duración y destino del sistema
político e institucional derivado del pacto social que conocemos
como Revolución Mexicana.6
La insurgencia armada en varios países centroamericanos durante
las décadas de los 70 y 80 y la intervención militar estadounidense en
la región dieron lugar a un inusitado flujo de migrantes y refugiados
hacia Norteamérica.Ellos multiplicaron las redes sociales entre sus paí-
ses de origen y el de residencia,lo que aunado a crisis económicas,pro-
gramas de ajuste y desastres naturales ha dado como resultado una cir-
culación permanente y creciente de migrantes centroamericanos a
Estados Unidos.Al respecto Rosario Green escribió:
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7 Rosario Green y René Herrera (comp.),Centroamérica en crisis,Centro de EstudiosInternacionales, El Colegio de México, México DF, 1984. p. 2.
8 Mayorga, op. cit., p. 120.9 Carlos Alba y Dirk Kruijt, La utilidad de lo minúsculo, El Colegio de México,
México DF, 1995, pp. 15-16.
La crisis en la región es total. Es evidente que se trata de un claro y
profundo proceso de descomposición que abarca todos los órdenes.
En su sentido más amplio parece reflejar la ruptura de estructuras de
dominación externa y la búsqueda de nuevas formas de inserción
internacional. La crisis refleja los efectos cualitativos de la crisis inter-
nacional de los últimos años en países escasamente desarrollados, con
pequeños e inestables ingresos en divisas por concepto de exportacio-
nes y deudas externas cuantiosas y difíciles de administrar y pagar.7
A lo anterior hay que sumar el galopante desempleo en la re-
gión y la búsqueda del sueño americano. Como bien dice Román
Mayorga, pocos fenómenos son tan disruptivos, a nivel individual y
social, como la frustración de virtualidades humanas que implica el
estar apto para trabajar y no encontrar trabajo. Desde hace varios
años la región se caracteriza por un intolerable nivel de cesantía y
subempleo de la fuerza laboral.8 También es importante el análisis
de Carlos Alba, quien resume la situación desde la década de los 80
hasta la actualidad:
En América Latina la modernización económica de algunos sectores
agrícolas o industriales y el crecimiento demográfico han puesto a la luz
el flagelo de la pobreza. El principal desafío al que se enfrenta la pobla-
ción adulta, y sobre todo los jóvenes, es encontrar una solución para su
pobreza,un empleo estable con remuneración suficiente para vivir y sa-
tisfacer sus necesidades básicas. Por eso han dejado sus campos y pue-
blos, cuando no sus países, para concentrarse en las grandes ciudades,
en las capitales, o en Estados Unidos.9
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Producto de estas circunstancias, y de otras de índole comer-
cial, se ha masificado el ideal del sueño americano,definido puntual-
mente por Virginia Fields al decir que “es lo que muchos de noso-
tros soñamos: felicidad, oportunidades, seguridad, paz, comodidad,
amor, respeto mutuo.El sueño americano es la luz de esperanza que
atrae a los inmigrantes de todas partes del mundo hacia la tierra de
las oportunidades en busca de esas cualidades innatas de la raza
humana. Desde los primeros peregrinos y los fundadores de nues-
tra patria hasta los recién llegados en el nuevo milenio es lo que
hace de los Estados Unidos el país más grandioso del mundo, el
lugar llamado hogar”.10
Es importante explicar dos temas esenciales para los migrantes:
la discriminación y el marco jurídico existente.La discriminación es
una situación en la que una persona o grupo es tratado de forma
desfavorable a causa de prejuicios, generalmente por pertenecer a
una categoría social distinta; debe distinguirse de la discriminación
positiva (que supone diferenciación y reconocimiento). Entre esas
categorías se encuentran la raza, la orientación sexual, la religión, el
rango socioeconómico, la edad y la discapacidad. La mayor parte de
los países practican la discriminación contra extranjeros y otras mi-
norías dentro de sus fronteras. Ésta puede darse por razones de reli-
gión (como la existente entre protestantes y católicos o entre mu-
sulmanes y judíos),por razones de raza (como la política de apartheid
que se practicó en Sudáfrica entre 1948 y 1992) o por razones de
sexo (como ocurre en muchos países donde las mujeres tienen de-
rechos muy limitados o existe discriminación a homosexuales).
Los migrantes son considerados como una minoría en las so-
ciedades en general. Este grupo es numéricamente inferior al resto
10 C.Virginia Fields, presidenta del Condado de Manhattan,Office of the ManhattanBorough, Nueva York, septiembre de 2004 (comunicado de prensa).
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de la población y se halla en una posición no dominante, ya que sus
miembros poseen características étnicas, religiosas o culturales dife-
rentes y, aunque sea implícitamente, conservan un sentido de soli-
daridad dirigido a la preservación de su cultura y tradiciones.
Las poblaciones migrantes se cuentan por decenas de millones;
países con sistemas legales muy diferentes en diversos continentes se
han visto afectados por los problemas relacionados con migraciones ma-
sivas. Son numerosos los Estados que enfrentan complejas cuestiones
legales derivadas de la presencia de un gran número de inmigrantes,
muchos de ellos temporales, provenientes de países o regiones que
generalmente, aunque no siempre, están menos desarrollados que el
país receptor.
Actualmente se está desarrollando la conciencia de la necesidad
de reglamentar la posición y los derechos de los migrantes, con el
fin de facilitar en todo lo posible su adaptación y ajuste para permi-
tirles mantener su identidad grupal, en la medida en que sea com-
patible con el respectivo sistema legal.11
La jurisdicción de las instituciones de carácter internacional ha
alcanzado gran importancia desde los años 80. El fenómeno de la
globalización del capital, el comercio y la información, y el surgi-
miento sin precedente de movimientos sociales y organizaciones
civiles que han tenido como objeto de trabajo campos específicos
del desarrollo o sectores vulnerables de la población,han dado origen a
nuevas formas de relación entre los Estados,a diferentes maneras de con-
cebir y practicar conceptos como soberanía,ciudadanía y pertenencia.12
11 Natán Lerner, Minorías y grupos en el derecho internacional. Derecho y discriminación,CNDH, México DF, 1991, pp. 23 y 169-170.
12 Véase el documento sobre migrantes realizado por Primitivo Rodríguez Ocegueraa solicitud de la entonces Comisión Ciudadana de Estudios contra la Discriminación,en septiembre del 2001, www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/R/RodriguezPrimitivo_AbusoMigrantes.htm, 19 de marzo de 2005.
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La mayor parte del marco jurídico internacional emana de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.13 Este documen-
to es la base y fuente de las garantías individuales de la mayoría de las
constituciones políticas. Para el presente análisis es de suma impor-
tancia lo que se indica sobre discriminación en el artículo segundo;
acerca del respeto a la vida en el tercero; contra la servidumbre en el
cuarto; contra la tortura y castigo degradante en el quinto; el reco-
nocimiento de la personalidad jurídica en el sexto; la igualdad ante la
ley en el séptimo y,por último,el derecho al recurso efectivo ante tri-
bunales en el octavo. Con todos ellos, los Estados han aceptado que
áreas fundamentales del desarrollo económico, antes reservadas a
decisiones nacionales, deben acordarse en instancias supranacionales,
en específico con los aparatos institucionales de las Naciones Unidas
y el Banco Mundial, entre otros, pero manteniendo el derecho
soberano para decidir quién entra a sus países y, en algunos casos,
quién sale de ellos.Todo esto abre un debate ante la dinámica de la
integración económica más allá de las fronteras cuando surge una
contradicción con políticas de control migratorio.
PROBLEMÁTICA EN MÉXICO
En la historia reciente se pueden delimitar tres fases en las migraciones
de los centroamericanos a México. La primera abarca los años 60 y el
comienzo de los 70, cuando el modelo de desarrollo predominante en
Mesoamérica era el de sustitución de importaciones. En el transcurso
13 Desde hace tiempo la ONU y la OEA, así como algunos de sus organismos (la Co-misión de Derechos Humanos y la Organización Internacional del Trabajo) hanacordado importantes instrumentos jurídicos duros y no convencionales en defensade los derechos de toda persona humana, trabajadores,mujeres,niños y niñas,pue-blos indígenas, o bien, relativos a la lucha contra la discriminación, el racismo y laintolerancia, que en conjunto son aplicables a los migrantes.
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de este periodo, en el que la dinámica de la economía parecía generar
un número de puestos de trabajo cercano al tamaño de la demanda, la
migración de la región presentó una intensidad relativamente baja. En
el caso de Centroamérica, la mayoría de los movimientos internaciona-
les tenía lugar entre países fronterizos, fenómeno enraizado en la histo-
ria y vinculado con los impulsos de las actividades agroexportadoras y
la ocupación de nuevos espacios.
A mediados de los años 70 comenzó una segunda etapa, en la
que se acentuaron y generalizaron diversos problemas vinculados
con las modalidades vigentes en el desarrollo.Durante esta fase, todos
los países de la región atravesaron por una profunda crisis económi-
ca. La mayoría registró resultados negativos en el crecimiento de su
producto interno bruto, aumento del desempleo, disminución de los
ingresos derivados del trabajo y agravamiento de los índices de po-
breza. De manera simultánea, la inestabilidad sociopolítica condujo a
conflictos armados,que repercutieron en toda la región centroameri-
cana. La emigración, impulsada por tan desfavorables condiciones,
encontró en la violencia social un factor precipitante. Se desencade-
naron grandes movimientos migratorios que incluyeron refugiados,
indocumentados, familias y profesionales desplazados por todo Cen-
troamérica y México, y algunos hasta Estados Unidos y Canadá.
La tercera etapa inició en los primeros años de la década de los 90
y se caracteriza por una renovación gradual del sistema económico y
por una recuperación de la convivencia pacífica, es decir, ya no hay
guerras. Los movimientos migratorios son causados por factores
como la herencia de una estructura productiva de escasa diversifica-
ción y extremadamente dependiente de la demanda internacional,
un modelo de distribución del ingreso fuertemente desigual, altos
niveles de desempleo y subempleo, falta de equidad social, elevada
incidencia de la pobreza y degradación ambiental severa en algunos
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territorios. El Estado ha visto limitada su actuación por los procesos
de reforma institucional que redefinen su papel y el de los mercados,
es decir, se ha declarado incapaz de resolver estos problemas.14
Actualmente,existe una corriente ideológica que considera a Es-
tados Unidos, México y Centroamérica como espacios tendentes a
una mayor integración desarrollada por flujos transfronterizos de
capital y bienes, promovidos por las políticas y acuerdos estatales (por
ejemplo, el TLCAN y los proyectos de tratados de libre comercio entre
los países de la región). La política neoliberal ha dejado a muchas
familias y comunidades sin los prospectos económicos adecuados en
sus lugares de origen.Este hecho ha provocado que muchas personas
crucen la frontera, ya que la demanda de mano de obra barata de in-
migrantes en Estados Unidos sigue siendo elevada. La dinámica de la
integración no es un proceso opcional, sino que está impulsada por
las necesidades estructurales de la acumulación de capital.
El componente principal de la actual política migratoria mexi-
cana es la creciente presión que ejerce el gobierno estadounidense
para afectar a los migrantes centroamericanos. En pocas palabras, se
busca que éstos ni siquiera entren a México, para que no represen-
ten un peligro a la soberanía de Estados Unidos. En este contexto
han proliferado discursos, por parte de políticos de ese país, que
consideran a los migrantes un problema mayor o igual que el com-
bate a las drogas o el terrorismo. Por esta razón, funcionarios de
Washington han trabajado con agentes de migración mexicanos,
especialmente en la frontera sur, a fin de deportar a los centroame-
ricanos antes de que puedan atravesar México y llegar a su nación.
Dicha colaboración –no reconocida por parte del gobierno mexica-
no–, se encuentra asentada en expedientes de Estados Unidos, en los
14 CELADE, Migración y desarrollo en América del Norte y Centroamérica: una visión sintética,Naciones Unidas, Santiago, 1999, pp. 12-13.
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que se consigna que el Congreso asigna fondos al gobierno mexica-
no para reembolsarle los costos de las deportaciones y detenciones.
La presión que el vecino del norte ejerce sobre México pro-
mueve políticas o prácticas excluyentes por parte de los mexicanos
respecto de los centroamericanos como, por ejemplo, privarlos de
sus derechos, la militarización de la frontera sur y el vasto incremen-
to de las deportaciones. En este sentido José Luis Soberanes, presi-
dente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH),
denunció que los migrantes que llegan a nuestro país sufren discri-
minación, odio racial, lesiones mutilantes (al caer cientos de ellos de
trenes en movimiento) y robo de las bandas de asaltantes.15 Tam-
bién es importante señalar que gran parte de las prácticas que sufren
los mexicanos que van hacia Estados Unidos, como las violaciones
a sus derechos humanos por parte de las autoridades de ese país, son
las mismas que padecen en el sur los que vienen de Centroaméri-
ca. En reportajes periodísticos son comunes las denuncias de que
sufren desde esclavitud hasta violencia física o sexual, que pone en
riesgo sus vidas. Es preocupante, por ejemplo, que los programas de
control migratorio en la frontera sur sean cada vez más parecidos a
los estadounidenses en la frontera norte en términos de visión y
objetivos, en lugar de que estuviesen dirigidos por lo establecido en
normas internacionales que México y el propio Estados Unidos
han ratificado.Es todavía más preocupante que el país no haya recu-
rrido al derecho y tribunales internacionales para exigir al gobierno
de Washington que ponga término a sus inhumanos y letales progra-
mas de control fronterizo. Quizá México no lo hace por temor a
represalias y a los obstáculos que ello generaría en su intención de
negociar otros temas de la agenda migratoria.
15 Eduardo Salazar,“Admite Fox rezago en defensa de migrantes”, en www.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/417224.html,México DF,10 de enero de 2005.
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Para elaborar políticas acordes con los flujos migratorios es nece-
sario distinguir los tipos de éstos. Los migrantes centroamericanos de
origen urbano son gente de clase media que no encuentra condiciones
sociales para crecer en las entidades productivas de sus países, pero que
cuenta con una pequeña posibilidad de ahorro y que con base en estos
recursos trata de llegar a Estados Unidos con ayuda de los polleros.
Guatemala y El Salvador son los primeros expulsores de población civil
en la región por ser de los países con mayores problemas políticos, que
afectan principalmente a la población económicamente activa (PEA).
Los conflictos en Centroamérica golpean cada vez más a sectores con
capacidad económica que, ante la incertidumbre, utilizan sus ahorros
con el fin de emigrar. No obstante, al no ser suficientes para cubrir los
requisitos de una visa, su alternativa es el pollero y la documentación
falsa, que los lleven al destino deseado. La migración indocumentada
centroamericana entró a un periodo crítico en la frontera sur de Mé-
xico a causa de las medidas de control estadounidense en la frontera
norte iniciadas en l994.Entre las nuevas condiciones que los migrantes
encuentran están:pago a polleros,entre 2,000 y 3,000 dólares estadouni-
denses,según fuentes del Instituto Nacional de Migración (INM);pago de
mordidas a autoridades; proliferación de bandas delictivas que los asal-
tan y de grupos que abusan de ellos; trata de mujeres y menores; y
fuertes presiones por parte de Estados Unidos a los gobiernos de la
región,de manera especial al mexicano,para detener con apoyo de las
fuerzas armadas y policías federales, estatales y locales el flujo de mi-
gración indocumentada en ruta a ese país. Por eso la frontera sur de
México, y no la norte, es la que presenta los efectos más negativos y
dramáticos de la migración carente de documentos. Las medidas de
control fronterizo estadounidense agravaron el costo del cruce en la
frontera norte y terminaron reproduciéndose en condiciones de
mayor vulnerabilidad para los migrantes en la frontera sur.
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16 Laura O´Dogherty,“Centroamericanos en zonas urbanas: el caso de la ciudad deMéxico”, en Migración internacional en las fronteras norte y sur de México, ConsejoNacional de Población, México DF, 1992.
17 Manuel Ángel Castillo,Alfredo Lattes y Jorge Santibáñez (coords.), Migración yfronteras, Plaza y Valdez, México DF, 2000, pp. 433-456.
Sin embargo, las medidas que ha tomado el gobierno mexicano
para frenar el ingreso y permanencia de los centroamericanos –como
el incremento de la vigilancia en la frontera sur del país, los retenes
migratorios, las redadas y restricciones para el ingreso legal y la lega-
lización posterior– no han impedido la entrada, ni han reducido el
número de los migrantes de América Central que se encuentran en
el país, pero sí ha elevado los costos de la migración.16 No se ha solu-
cionado el problema y, por el contrario, estas prácticas tienen repercu-
siones negativas para México, como la proliferación de coyotes-polleros y
de mafias de inmigrantes que operan de forma ilegal en el país. Según
ciertos analistas mexicanos, en la medida en que el gobierno adopte las
tendencias de seguridad de Estados Unidos, en las que se ve a los
migrantes como terroristas o narcotraficantes,pierde su relativa autono-
mía con respecto a su vecino del norte. Con ello, México podría estar
obstaculizando algunos de sus propios objetivos económicos, políticos
y diplomáticos en sus relaciones futuras con Centroamérica.Además,
ha perdido autoridad moral en su batalla con Estados Unidos por el
trato a los indocumentados mexicanos el cual, según su propia defini-
ción, es un elemento legítimo de su seguridad nacional:17
Pareciera que México es responsable de que lleguen a Estados Unidos
migrantes centroamericanos a través de su territorio.La eficiencia con
que se ha detenido a los migrantes de paso parece indicar que hay un
complejo de culpa que hace esforzarse a las autoridades mexicanas
para no irritar a su vecino del norte.Lo que el gobierno mexicano no
comprende es que la migración de paso se compone de centroame-
ricanos que huyen con la intención de hacer una vida plena, de vivir,
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pensar, expresarse y trabajar en paz. El Estado mexicano, al margen de
realizar gestiones diplomáticas internacionales, podría fomentar estu-
dios necesarios que actualicen sus leyes de población, podría profun-
dizar sus campañas contra la extorsión, la discriminación y el abuso de
autoridad, podría erradicar las redes de mercado del flujo de paso que
llega a involucrar a distintos niveles de funcionarios, es decir, respetar
y hacer respetar las leyes nacionales, así como adecuar aquellas que
protegen los derechos humanos de los migrantes.18
El gobierno mexicano visualiza los flujos migratorios desde
una cuestionable perspectiva de seguridad nacional. Ello permite
que se deporte a muchos por ser catalogados migrantes económi-
cos. Desde la administración Salinas se puso en evidencia la incon-
sistencia de pedir para sus indocumentados en el norte lo que era
incapaz de otorgar en el sur.19 Es necesario aclarar que la categoría
de migrantes económicos es ambigua, no existe en el marco jurídi-
co como tal y tampoco refleja la verdadera condición de estas per-
sonas. Un término que refleja más el carácter de la movilidad de la
población centroamericana es el de desplazamientos forzosos.
La posición de los gobiernos centroamericanos parece seguir la
política del avestruz, ya que la salida de sus connacionales pudiera estar
cumpliendo la función de válvula de escape ante la incapacidad de
resolver los problemas derivados de las crisis generalizadas que viven
sus respectivos países.Así, los migrantes quedan a merced de sus pro-
pios y escasos recursos para resolver las innumerables dificultades
que deben enfrentar.
18 Rodolfo Casillas,“La migración centroamericana de paso: un desafío a la políticaexterior de México”, en Migración internacional en las fronteras norte y sur de México,op. cit., pp. 399-400.
19 Rodolfo Casillas (comp.),Los procesos migratorios centroamericanos y sus efectos regiona-les, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,México DF, 1992, pp. 114-117.
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La discusión sobre la vigencia del respeto a los derechos huma-
nos en el tratamiento de las migraciones debe de ser un referente
obligado,20 y no sólo en los lugares de paso y de destino de las mi-
graciones forzadas, porque es una demanda justa y permanente que
requiere atención de las comunidades nacionales e internacional.21
EL CASO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Salvo algunos guatemaltecos ubicados en campamentos en el sureste
del país los centroamericanos viven dispersos y, en su gran mayoría, in-
documentados. Es posible encontrarlos en casi cualquier región, espe-
cialmente en la costa de Chiapas,las poblaciones fronterizas con Estados
Unidos y la ciudad de México;en esta última,lo mismo como un lugar
de destino que de tránsito hacia el vecino país del norte. Después de
1980, a raíz de los conflictos centroamericanos, la migración hacia el
Distrito Federal se multiplicó notablemente porque los migrantes con-
sideraban factores como la estabilidad política, la cercanía y la existen-
cia de fronteras relativamente abiertas, la tradición migratoria de estu-
diantes y políticos centroamericanos, las oportunidades de empleo, los
precios asequibles para realizar el viaje, la posibilidad de estudiar y la
enorme influencia cultural de México en la región. A pesar de estas
condiciones sólo unos pocos han logrado radicar definitivamente en la
ciudad. Es posible mencionar algunas de las características de la pobla-
ción migrante:un alto porcentaje proviene de zonas urbanas de más de
15,000 habitantes; su nivel de escolaridad es relativamente alto; en su
20 Este tema ha cobrado una enorme importancia en la época reciente. En ella seenmarca la discusión actual acerca de las necesidades de protección de los mexi-canos que migran a Estados Unidos y la responsabilidad del gobierno en ladefensa de sus intereses.
21 Manuel Ángel Castillo,“Las migraciones centroamericanas”,en R.Casillas,Los pro-cesos migratorios... op. cit., pp. 22-26.
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22 Muchos de los mexicanos que acogen a centroamericanos en su casa viven en colo-nias populares organizadas en torno a una iglesia, la mayoría de las veces católica.
lugar de origen, la gran mayoría laboraba en el sector de servicios
(mecánicos,choferes,oficinistas) o eran estudiantes,y muy pocos se de-
dicaban a la agricultura.
Para sobrevivir, la mayoría entabla, durante el camino o a los
pocos días de llegar, alguna relación o consigue información sobre
mexicanos u otros centroamericanos a quienes dirigirse en busca de
ayuda.22 Sin embargo, la difícil situación económica en México les
dificulta independizarse de la ayuda de los mexicanos y con el tiem-
po empiezan a ser percibidos como un problema para la seguridad
pública y el empleo.En muchas ocasiones son vinculados a la delin-
cuencia común, el tráfico de drogas o a la prostitución.
Un elemento que media las relaciones sociales de los centroa-
mericanos e influye en su capacidad de incorporarse a la sociedad
mexicana es su situación legal.Aunque el Estado ha mostrado inte-
rés en ser internacionalmente reconocido por su política exterior de
defensa de los derechos humanos, el proceso de legalización que
impone a los extranjeros es muy restrictivo. Con excepción de los
pocos refugiados,para el resto de los centroamericanos es casi impo-
sible obtener un permiso de estancia legal.Generalmente se les nie-
ga porque no cumplen con los requisitos mínimos, carecen de pro-
tección,son considerados migrantes económicos y dependen de criterios
discrecionales que cambian constantemente. Esta situación genera
inseguridad, dificulta su inserción social y laboral, y restringe su acce-
so a servicios de educación y salud. No sólo implica correr el ries-
go de ser deportado, sino la imposibilidad de hacer valer las garan-
tías individuales que establece la Constitución para toda persona que
se encuentre en el territorio nacional.
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Desde mi punto de vista el problema principal no está en la ley,
sino en la irremediable corrupción y la excesiva discrecionalidad
que persiste en la administración pública mexicana.Al respecto, Lo-
renzo Meyer indica que la burocracia está constituida por miembros
de sectores medios de la población que hacen su fortuna dentro del
Estado y lo ven como centro de su propia movilidad social, escena-
rio que les interesa privilegiar y desarrollar. Funciona como un me-
canismo de circulación de las elites gobernantes, el cual supone una
amplia zona de ineficiencia, voluntarismo, dispendio y desperdicio
de los recursos humanos. Es espacio de la discrecionalidad patrimo-
nial, una ocasión de enriquecimiento personal y de transferencia de
recursos públicos a manos privadas, lo cual suele convertir a políti-
cos en empresarios o en personas ricas.23 A esta realidad tienen que
enfrentarse los centroamericanos cuando tratan de legalizar su
estancia en el país, lo que los convierte en presas fáciles del sistema,
dada su debilidad ante la ley.
Las consecuencias de la migración a escala personal son signifi-
cativas,porque enfrenta a los migrantes a una paradoja difícil de resol-
ver. Por un lado, para lograr satisfacer las necesidades elementales de
su grupo familiar deben incorporarse al mercado laboral mexicano.
Por el otro, su estatus de ilegalidad los convierte en inexistentes y, por
lo tanto, sin derecho a permanecer, trabajar, estudiar, atender su
salud, es decir, a existir. Ello implica un proceso de desconfirmación
constante, un atentado a su identidad.24 Frecuentemente, ante la im-
potencia que sienten por la imposibilidad de cambiar su situación
optan por detener el tiempo, vivir en el presente como un gran parén-
23 Lorenzo Meyer y Héctor Aguilar Camín, op. cit., pp. 299-300.24 Por lo general las familias intentan compensar este proceso de desconfirmación
externa mediante respuestas de aislamiento, el refugio en su propio seno y la in-tensificación de su identidad nacional o étnica.
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25 Gilda Pacheco,“Migraciones forzosas en Centroamérica”, en R.Casillas,Los pro-cesos migratorios..., op. cit., pp. 54-57.
tesis entre “desde que salimos”y “hasta que volvamos”, lo cual repre-
senta una disociación importante, porque en estas familias existe la
conciencia de que en sus naciones de origen no hay condiciones
que favorezcan el retorno.Tal manera de enfrentar su adaptación en
el país receptor no favorece la adaptación funcional a sus necesida-
des actuales, ni les permite planear su futuro. En concreto, los dis-
crimina.Todo esto induce a las familias al aislamiento, pues persiste
siempre el temor a ser denunciadas y deportadas. Las características
que en algún momento eran fuentes de orgullo, en cuanto a su iden-
tidad cultural, se tornan con rapidez en una amenaza.Su ilegalidad los
obliga a vivir en un estado de permanente alerta y desconfianza, les
imposibilita el acceso a trabajos estables o mejor remunerados y en
general ratifica su situación de no existencia.25
Lo que más rechazan es su migración forzosa y su calidad de
personas de segunda en México, y no concretamente al país.Recono-
cen haber recibido manifestaciones de solidaridad y simpatía por
parte de varios nacionales y experimentar respeto y agrado por mu-
chos de ellos, pero sin dejar de experimentar al mismo tiempo la
discriminación que el gobierno mexicano les ha hecho sufrir.
EL DISCURSO OFICIAL
Es destacable el discurso que promueve el gobierno mexicano para
explicar la situación de los migrantes en el país. En este sentido Vi-
cente Fox afirmó:
En nuestro país se busca garantizar la plena vigencia de los derechos
humanos como un deber de la sociedad civil, de los gobiernos estata-
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les y de los Poderes de la Unión, admitiendo que en México aún hay
un trato indebido a los migrantes. Además, el Programa Nacional de
Derechos Humanos es la guía para ampliar la capacidad del Estado en la
defensa de la protección contra la discriminación y el trato indebido
a los migrantes, impulsando una cultura democrática que permita
ayudar a quienes dan el difícil paso de abandonar su país.26
Con este discurso el actual gobierno busca retomar el valioso
legado que dejaron los gobernantes priístas en lo que se refiere a la
importancia que atribuyeron a los principios y leyes internacionales
para la defensa de los intereses de la nación y del pueblo como base
de su política exterior. En este sentido, la Convención Internacional
sobre Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y sus
Familiares,27 ratificada por México y en la cual desarrolló un papel
clave, debería ser el instrumento fundamental para adecuar institu-
ciones, leyes y políticas, así como para orientar el contenido de las
negociaciones sobre migración con sus vecinos del norte y del sur.
La Convención formula la definición internacional del trabajador
migrante, así como de sus diversas categorías. Reconoce la igualdad
de la trabajadora migrante con el trabajador y considera a ambos no
sólo como personas, sino como parte de una unidad social, la familia.
Además, hace explícita y directa la aplicación a los trabajadores mi-
grantes de las normas universales de protección relativas a derechos
humanos, civiles, sociales, políticos, económicos y culturales. A la
vez, establece al respecto las obligaciones de los Estados de origen,
de tránsito y de destino.
26 Eduardo Salazar, op. cit., p. 1.27 Primer documento de la ONU específicamente dedicado al tema de la migración
y de las/los trabajadores migrantes.Fue aprobado el 18 de diciembre de l990 porla Asamblea General de las Naciones Unidas. México lo suscribió el 22 de mayode 1991, el Senado lo aprobó el 14 de diciembre de l998 y fue publicado en elDiario Oficial de la Federación el 10 de febrero de l999.
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28 Eduardo Salazar, op. cit., p. 1.
Por un lado, se puede deducir que el gobierno mexicano tiene
un doble discurso sobre el tema de los migrantes.Como lo dijo José
Luis Soberanes el 9 de enero de 2005:“Señor presidente, en princi-
pio no se puede exigir al vecino país del norte trato respetuoso a los
connacionales si no estamos dispuestos a otorgarlo a quienes pro-
vienen del sur”.28
Por otro lado, es necesario mencionar al Plan Puebla-Panamá
(PPP), el cual es un instrumento de cooperación que busca integrar
a la región mesoamericana, coordinando esfuerzos y acciones de los
siete países de Centroamérica y los nueve estados que integran la
región sur-sureste de México. El objetivo de dicho plan es promo-
ver el desarrollo integral y crear bienes públicos regionales con el
fin de elevar la calidad de vida de los habitantes. El problema es que
las buenas intenciones no son congruentes con la realidad,y por ello
surgen las críticas. La principal es que México ha promovido acuer-
dos para beneficiar a ciertos empresarios y bloquear el comercio de
Centroamérica con Estados Unidos a fin de proteger sus intereses
en el TLCAN. Recordemos que desde la firma de este tratado el país
tiene una posición privilegiada comparada con las de otras naciones
latinoamericanas, porque los productos centroamericanos y sudame-
ricanos tienen dificultades para ingresar al mercado estadounidense,
de las que muchos productos mexicanos están exentos. El TLCAN es
el nuevo marco jurídico para el comercio de bienes y servicios con la
primera potencia mundial, pero México bloquea el ingreso de mer-
cancías al mayor consumidor para obligar a negociar en condiciones
desfavorables a los centroamericanos y sudamericanos. Como bien
dijo el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, al signar el TLC entre
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Costa Rica y México:“con esto inicia el siglo XXI para los costarri-
censes”,29 y en la realidad los cambios fueron totales en Centroa-
mérica. Una buena cantidad de compañías costarricenses dominaba
el comercio de la región y si caía Costa Rica, caía toda Centroamé-
rica. La mayoría de las industrias prefirió vender antes que competir
con firmas de México.Empresarios de este país controlaron el mercado
interno centroamericano de productos básicos como el maíz. De ma-
nera monopólica hay un control del capital mexicano sobre los medios
de comunicación de la región.Las industrias manufactureras corrie-
ron igual suerte. Las consecuencias en las economías centroameri-
canas han sido dependencia, inestabilidad política, crecimiento de la
informalidad y de la pobreza. En resumen: el mismo efecto que
causa el TLCAN y el expansionismo estadounidense en México lo
provocan el gobierno mexicano y ciertos empresarios en Centro-
américa.
CONCLUSIONES
Para combatir la discriminación se necesita una cultura humanista
caracterizada por principios.Para empezar,es indispensable compartir la
concepción de que todo hombre, antes que ser trabajador extranjero,
migrante legal o ilegal,es una persona con dignidad.Es preciso también
recordar la universalidad del ser humano,abrir nuevas perspectivas a una
sociedad multicultural y valorar su pluralidad como fuente de mutuo
intercambio y no como amenaza.
Resulta imposible detener la migración con muros, porque los
migrantes seguirán construyendo –a pesar de la discriminación, la xe-
nofobia y los abusos– su propio destino y contribuyendo al porvenir
29 Miguel A. Gutiérrez, op. cit., p. 1.
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tanto de los países donde nacieron como de aquellos en que residen.
Es importante destacar los miles de millones de dólares que generan
en remesas, que no sólo benefician a sus familias sino a los países de
destino y de origen. Por ejemplo, en El Salvador las remesas repre-
sentan más que las exportaciones y en México son equiparables a
los ingresos petroleros. En este sentido, es muy injusto que los mi-
grantes sean marginados, porque ellos están dando de comer a mu-
chos y mantienen a varias burocracias, que por lo general los dejan
en el olvido y el desamparo. Estos desarraigados de la tierra son una
promisoria esperanza de justicia y solidaridad global; por eso es ne-
cesario hacer propuestas y, sobre todo, hallar soluciones.
Se tiene que desafiar la absoluta hegemonía de las naciones,
insistiendo en la responsabilidad de los Estados más allá de sus fron-
teras, no sólo como en la actualidad, respecto de los mercados de
capitales transnacionales, sino también respecto de las sociedades
civiles, incluyendo a los migrantes que viajan a través de las fronte-
ras.En este sentido México debe ser el líder moral de los países cen-
troamericanos; cada país debe asumir sus responsabilidades y dejar
de estar con los brazos cruzados esperando remesas para cobrar co-
misiones. En el caso de Centroamérica, es notorio que lo anterior
se conseguiría promoviendo gobiernos sin corrupción y con mayor
vocación de servicio.Sería interesente,desde el punto de vista de los
procesos de integración, realizar un programa de control férreo para
los países del área, incluido México, como en la Comunidad Euro-
pea, a fin de construir instituciones políticas conjuntas y a la vez
poner metas obligatorias para el gasto público, el déficit fiscal, la
inversión, etcétera, con miras a solucionar los problemas sociales
desde el país de origen de los migrantes. Además, los gobiernos
deberían garantizar una política de reincorporación y empleo para
aquellos que se han ido, bajo el argumento de que en toda la región
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existen grandes recursos naturales y humanos, pero lo que no hay
es una verdadera planificación para usarlos de manera adecuada.
Los acuerdos regionales e internacionales relativos al libre comer-
cio deberían de tratar el tema de la movilidad laboral, el libre tránsito
de personas y de capitales y,específicamente,el de los trabajadores que
cruzan las fronteras. Es necesario instrumentar medidas para raciona-
lizar la migración, como el combate a la pobreza y el mejor aprove-
chamiento de los recursos naturales por parte de los países de origen.
Por ejemplo, si Nicaragua no puede explotar sus recursos hidráuli-
cos para desarrollar energía hidroeléctrica, entonces debe de permi-
tir que México los desarrolle, para así crear relaciones comerciales
en las que ambos países ganen. En este sentido el gobierno mexica-
no tiene en sus manos todas las condiciones con que promover este
tipo de acuerdos binacionales o regionales, ya que es el país con
mayores recursos económicos y mejor infraestructura.Tales acuerdos
internacionales y de libre comercio regional deberían estar diseñados
para maximizar el bienestar social en la región.30
Es obligatorio destacar la gran aportación de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) a los estudiantes centroa-
mericanos. La gran mayoría de ellos han sido promotores del desa-
rrollo de sus países en muchos campos de estudio. En el caso de
Costa Rica, donde hay una fuerte vinculación política con México,
dicha influencia se manifiesta en que varios de los presidentes del
país han vivido aquí, estudiado en la UNAM o tienen familiares en
tierras mexicanas. Debido a ello, la imagen del partido gobernante
en Costa Rica es la de los mariachis, mote causado por la vincula-
ción de sus líderes con México.
30 Manuel Ángel Castillo, Alfredo Lattes y Jorge Santibáñez (coords.),op.cit.,pp.443-447.
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Propongo que, dado lo importante que es la UNAM para Cen-
troamérica y México, se formule una iniciativa en la que los gobier-
nos centroamericanos donen o aporten recursos financieros o de
otro tipo a la Universidad y que a la vez sean retribuidos con un ma-
yor ingreso de estudiantes, para que promuevan el progreso de sus
países una vez graduados. Lo anterior sería un motor de crecimien-
to para todas las naciones de Mesoamérica.
En relación con el sistema legal mexicano, propongo derogar la
facultad de expulsión concedida al Ejecutivo federal en el artículo 33
constitucional,con fundamento en las incongruencias que existen entre
este artículo y los convenios internacionales firmados y ratificados por
México. En la práctica ha quedado demostrado que dicha facultad del
Poder Ejecutivo es utilizada para expulsar de manera arbitraria a aque-
llos extranjeros que “no consideren convenientes” las autoridades políti-
cas. El problema radica en que se violan las garantías al debido proceso,
al derecho de petición y hasta al de amparo, porque los procesos de
expulsión del país son sumarios y no garantizan la legítima defensa.A mi
parecer sólo el Poder Judicial debe contar con la atribución de determi-
nar quién debe o no salir del país, después de haberse realizado un pro-
ceso justo, para así garantizar el respeto de los derechos humanos.
Creo también que es preciso redefinir el concepto de “ciudada-
nía” no sólo como el estatus legal asignado por los Estados-nación,
sino también como un cambio de actitudes, relaciones y expectati-
vas, sin que exista de por medio una delimitación territorial. En tal
sentido, hay en el caso de los centroamericanos un pasado común
con los mexicanos, tanto en lo relativo a orígenes étnicos como
históricos, así que considero esencial un cambio. Una propuesta
sería, dado el déficit de contribuyentes fiscales en la Secretaría de
Hacienda y de asegurados en el IMSS, que todo centroamericano
que quiera ser ciudadano mexicano pueda tener derecho a serlo si
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cumple con el régimen fiscal del país, promoviendo el desarrollo
del Estado a través del pago de impuestos y generando bienestar a
la sociedad a través de sus cuotas a la seguridad social. Estoy con-
vencido de que a la Secretaría de Hacienda le favorecería elevar el
número de contribuyentes a escala nacional, dado que sólo recau-
da el 11% del PIB.31 Además, con estas medidas prácticamente se
descartaría la idea de que los extranjeros vienen a depender del
país; todo lo contrario, sería el país el que dependería de ellos.
Como lo dije en los antecedentes: en un principio Centroamérica
y México estaban unidos, hablamos el mismo idioma y casi nada
nos diferencia, por lo que la integración sería en cierto modo un
reencuentro con nuestro pasado.
31 Se trata de la idea invertida de no pago de impuestos sin derechos, promovida enla Revolución Americana, porque en este caso tienes que pagar impuestos paratener derechos.
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*Estudia la carrera de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Dialuguso el fuego del vacío
por Roberto Zapata Pérez*
INTRODUCCIÓN
La motivación para la realización de este trabajo descansa en múltiples
inquietudes y vivencias personales (¿existe la posibilidad de que no sea
así?). De cualquier forma, el fenómeno de la discriminación supera en
mucho la percepción que del mismo pueda tener cualquier persona.
En efecto, este fenómeno se proyecta en varias esferas de la rea-
lidad y, por tanto, las dimensiones de análisis son múltiples.Así, podrá
ser objeto de estudio de la psicología, la sociología, el derecho y la
filosofía, entre otras disciplinas. Esto nos deja claro un elemento que
no se debe pasar por alto: el análisis de la discriminación,para ser más
útil, debe ser multidisciplinario.
Es por ello que en el presente trabajo procuro no limitarme a datos
concretos o estadísticos, cuya importancia para una mayor comprensión
de dicho tema no pongo en duda, pero considero que hay fuentes
mucho más documentadas y enfocadas específicamente a ofrecer esa vi-
sión.En lugar de ello,procuro mezclar diversos elementos que nos per-
mitan acercarnos al tema desde una perspectiva derivada del encuentro
con el otro.
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La línea de investigación que sigo inicia considerando a la discri-
minación como uno de los rostros obscuros de la historia, para poste-
riormente hacer una referencia general a la situación de ciertos gru-
pos vulnerables en México. El trabajo continúa con un esfuerzo de
abstracción cuyo fin es comprender la diversidad de las formas discri-
minatorias, para lo que me sirvo del concepto de la otredad, el diálo-
go entre autoconciencias reconocidas y su expresión concreta en el
mundo fáctico:el derecho,que atendiendo a su tiempo y espacio,per-
mite garantizar una igualdad de oportunidades a todos.
Me resta sólo decir que ninguno de los puntos desarrollados fue
agotado. La discriminación en México y en el mundo es demasiado
compleja y densa para los alcances de este escrito.
LA DISCRIMINACIÓN: OTRA FAZ DE LA HISTORIA
…me gustaría volver atrás pues aún cuando
me quedara tiempo actual, poca dicha tendría.
GERHARD SCHOLEM
Hablar de discriminación es hablar de una catástrofe cuyo origen se re-
monta a las raíces mismas de la historia.Walter Benjamin fue conscien-
te de ello al establecer una bella alegoría en la famosa tesis IX referida al
concepto de la historia.En ella, el ángel de la historia quisiera detener-
se y despertar a los muertos, curar las heridas de las víctimas que yacen
junto con las ruinas. Pero no puede, pues sus alas son envueltas por un
huracán que lo arrastra al futuro, un huracán que se llama progreso.1
1 “Tesis IX. Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él vemos unángel que parece estar alejándose de algo mientras lo mira con fijeza.Tiene losojos desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Ese es el aspecto que debe
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Benjamin, al desmitificar el progreso –que suele ser considera-
do como fin en sí mismo–, lo concibe como un factor oneroso para
aquellos que en la historia no tuvieron y no tienen voz: los venci-
dos, es decir, los que han pagado la factura de un todo que se desen-
vuelve en el movimiento histórico.
En cierta forma este autor nos presenta el otro lado de la
moneda, ese lado que a veces –muy comúnmente– no queremos
ver, la línea gemela del progreso: la barbarie, la cual, sobra decirlo,
tiene múltiples rostros (desde los crímenes contra la humanidad,
hasta la mirada desaprobatoria que ciertas “buenas conciencias”diri-
gen al que vive de forma diferente; desde prácticas culturales hasta
la injusticia legalizada que esconde otras intenciones; desde el odio
vivo hasta la indiferencia ante la muerte en vida).
Uno de esos rostros puede percibirse día a día –pues nuestro
presente continuamente se transforma en pasado y enriquece el pai-
saje que contempla el ángel de la historia– en el encuentro –o
debiera decir, desencuentro– con el otro, con la alteridad. Dicho
rostro es la discriminación.
mostrar necesariamente el ángel de la historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado.Donde se nos presenta una cadena de acontecimientos, él no ve sino una sola yúnica catástrofe,que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies.Querría demorarse, despertar a los muertos y reparar lo destruido. Pero desde elparaíso sopla una tempestad que se ha aferrado a sus alas, tan fuerte que ya no puedecerrarlas.La tempestad lo empuja irresistiblemente hacia el futuro,al cual da la espal-da,mientras que frente a él las ruinas se acumulan hasta el cielo.Esa tempestad es loque llamamos progreso”. Un importante estudio al respecto puede consultarse enMichael Löwy,Walter Benjamín: aviso de incendio, primera edición,Fondo de CulturaEconómica, México DF, 2003, pp.100-110.
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LA DISCRIMINACIÓN.UN ACERCAMIENTO A LA NOCIÓN
¡Contra ti me alzaré, entero e invicto, oh Muerte!
Las olas rompían en la playa.
VIRGINIA WOOLF
La palabra discriminación (del latín dis, separar, dividir, y el indoeu-
ropeo krei-men, juicio) encierra en sí un contenido complejo y
denso.Complejo porque tratar de establecer una definición satisfac-
toria a todos (e incluyente de todos) es una tarea ardua. Denso por-
que contiene una realidad susceptible de ser vista desde distintas
ópticas, tantas como los matices indispensables en la explicación de
cada fenómeno discriminatorio.
En principio, discriminar significa diferenciar, distinguir. Es,
pues, una situación que necesita por lo menos de dos. Sin embargo,
tal vez lo realmente relevante para comprender a cabalidad la di-
mensión de este fenómeno no es el puro hecho de diferenciar, que
en sí mismo es un acto neutro, sino los motivos que originan esa
diferenciación (se puede distinguir a alguien en reconocimiento
de sus méritos). La discriminación que se estudia en este trabajo
es aquella que se presenta en detrimento de una persona o grupo
de personas a causa de prejuicios, estereotipos, miedo, odio, en una
palabra, por ignorancia.
El espíritu de la palabra discriminación también incluye otra
noción: injusticia.En efecto,discriminar a una persona o a un grupo
social consiste en privarle de los mismos derechos que disfrutan
otras personas o grupos sociales.Así, habrá discriminación por raza
si se instrumenta una política educativa que impida el acceso a cier-
tos planteles a niños blancos o negros; si una determinada sociedad
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está organizada de forma tal que el acceso a cargos de responsabili-
dad sea exclusivo para varones estaremos en presencia de discrimi-
nación por sexo; si la infraestructura de una ciudad no contempla el
acceso o movilidad de personas con alguna discapacidad física esta-
rán siendo discriminadas… Injusticia es falta de igualdad de opor-
tunidades (más adelante se atenderá este punto).
La naturaleza de la discriminación la hace adoptar infinidad de
formas, en infinidad de personas. Hay tantas formas de discrimina-
ción como diversidad humana: mujeres, minorías nacionales o cul-
turales, inmigrantes, personas con discapacidad, adultos mayores,
miembros de las diversidades sexuales, minorías religiosas, pobres,
enfermos… todos. ¿Quién escapa a esta expresión de la barbarie?
Nadie, ni siquiera aquel que tiene el poder de establecer criterios
(¿criterios?) discriminatorios.
La multiplicidad de las formas de discriminación nos indica ya
que la manera de combatirla no adopta una sola línea de acción, ni
un solo frente. No obstante, a pesar de esta variedad de manifestacio-
nes hay algo común que permite encuadrar los diversos casos dentro
del marco del tema que nos ocupa. En todas ellas el ser humano es
reducido al estatus de elemento determinado ya por la naturaleza (las
mujeres), ya por la cultura (como las minorías nacionales), ya por el
grupo o comunidad al que pertenece (minorías religiosas y por
orientación sexual). Subyace una visión homogeneizante de la socie-
dad, donde los distintos son negados, donde lo diferente rompe la es-
tabilidad y hay que eliminarlo.
A las consideraciones anteriores hay que agregar otros elemen-
tos que nos atañen de forma más cercana. ¿Qué peculiaridades
adopta la discriminación en México?, ¿qué características guarda la
sociedad mexicana y de qué manera éstas imprimen un toque dis-
tintivo a los fenómenos discriminatorios en nuestro país? Si acepta-
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mos que la discriminación es un fenómeno de relaciones de indivi-
duos o de grupos, ¿cuáles son los grupos vulnerables en nuestro aquí
y ahora? En el siguiente punto se hará referencia, de manera muy
general, a dichas cuestiones.
LA DISCRIMINACIÓN EN MÉXICO.REFERENCIA A ALGUNOS GRUPOS VULNERABLES
En este apartado no se pretende agotar el tema, pues el análisis de
cada grupo vulnerable merece mucho más de lo que este trabajo
puede ofrecer. De hecho, dichos grupos son presentados de mane-
ra casi esquemática, con una referencia a algunas de las problemáti-
cas que giran en torno a su discriminación. Tal como mencioné
anteriormente, tampoco se analizan todas las modalidades discrimi-
natorias, pues los grupos referidos no excluyen la posibilidad de
rechazo fundada en criterios inimaginados.
Las mujeres: rompiendo los roles mentalesLas mujeres, a pesar de no constituir una minoría propiamente
dicha, forman uno de los grupos históricamente más vulnerables en
materia de discriminación y violación de derechos humanos. Su
situación en algunos países, sobre todo en aquellos donde la religión
suele impregnar no sólo la vida privada sino también el ejercicio
público del poder, es aún de constante sometimiento y reducción
de sus posibilidades de desarrollo.
Su situación es más extrema en otras regiones del mundo; por
ejemplo, algunos países como Pakistán, China, India y algunas par-
tes de África tienen más hombres que mujeres, en contradicción
con la tendencia poblacional mundial. La explicación de este fenó-
meno es múltiple: desde el infanticidio de niñas recién nacidas en
los casos extremos (China), hasta las tradiciones religioso-culturales
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2 Marina Castañeda, “El machismo invisible: un enfoque interpersonal”, Este País,núm. 133, abril de 2002, México DF, p. 51.
en algunos países donde se practica el Islam (aunque la condición
de la mujer en éste último caso requeriría una mayor cantidad de
matices).
En México un elemento determinante para comprender la
situación de las mujeres es el profundamente arraigado fenómeno
del machismo.A pesar de los cambios en las pautas de conducta cul-
tural y social, y de la paulatina incorporación de las mujeres al mer-
cado laboral, dicho fenómeno más que erradicarse se ha adaptado a
nuevas formas y sigue siendo una constante en nuestra cultura. Por
ejemplo, aunque hoy en día la sociedad ya no aprueba que los hom-
bres golpeen a las mujeres, la violencia intrafamiliar sigue afectando
a una gran cantidad de familias mexicanas (y las receptoras de esta
violencia, no es ningún secreto, son generalmente las mujeres).
El machismo se ha modernizado, pero sigue siendo tan des-
tructivo como el tradicional. Pero, ¿qué es el machismo? Marina
Castañeda afirma que se trata de una visión de la vida que “no sólo
establece distinciones entre áreas femeninas y masculinas, sino que
las contrapone: en una sociedad machista lo masculino es lo opues-
to de lo femenino y viceversa; los géneros no son meramente com-
plementarios, sino antagónicos. Hombres y mujeres protegen celo-
samente sus tradicionales territorios”.2
Lo anterior puede también constatarse si se hace referencia a las
mujeres trabajadoras.Es en el ámbito laboral donde la discriminación
hacia las mujeres se da con el pretexto de su baja calificación y su
necesidad de recursos.Es muy clara en la falta de prestaciones, en los
salarios comparativamente inferiores en relación con los de los hom-
bres, en el casi nulo acceso a puestos de dirección o de alta responsa-
bilidad aunque de hecho las mujeres estén igual o más capacitadas que
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otros aspirantes masculinos para esos puestos, y en la exigencia de al-
gunos empleadores del certificado de no gravidez para su contrata-
ción, entre otras prácticas. La desigualdad de oportunidades es, pues,
una realidad.
La esfera de la libertad sexual y seguridad de las mujeres es tam-
bién un indicativo de su situación; en materia de delitos sexuales
(que en su inmensa mayoría son cometidos contra las mujeres), la
violencia, la impunidad y la indiferencia e incompetencia de las
autoridades son constantes en nuestro país.
Uno de los temas más interesantes y más sensibles para los
mexicanos es el relativo a ciertos usos y costumbres que en algunas
culturas indígenas merman el desarrollo de las mujeres y lo sujetan
a prácticas culturales antidemocráticas y, en algunas ocasiones, vio-
latorias de los derechos humanos.El principio de autonomía que les
reconoce el artículo 2 constitucional a las comunidades indígenas ha
servido a veces como justificación de estas prácticas en perjuicio de
las mujeres indígenas, con la indeferencia cómplice de las autorida-
des estatales mexicanas.
Es difícil agotar todas las aristas posibles de análisis, pero sirvan
estos comentarios para dar una idea general de la discriminación
hacia las mujeres, mismas que, poco a poco, conquistan espacios,
pero cuya lucha aún tiene muchos pendientes. No es un descubri-
miento saber que una de las cosas más difíciles de cambiar son las
estructuras mentales sumamente arraigadas en las sociedades. Las
primeras en fomentar dicho cambio han sido –difícilmente habría
sido de otra forma– las propias mujeres.
Los indígenas: eternos marginadosEn el territorio mexicano la población indígena absoluta es una de las
más importantes del mundo (aproximadamente 30% del total de los
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3 La bibliografía y las temáticas del multiculturalismo son múltiples,complejas y variadas.Pueden consultarse:Will Kymlicka,Ciudadanía multicultural,Paidós,Madrid,1996,p.303;Charles Taylor, El multiculturalismo y “la política del reconocimiento”, Fondo de CulturaEconómica, México DF, 2001, p. 155; Giovanni Sartori,La sociedad multiétnica:pluralismo,multiculturalismo y extranjeros,Taurus,México DF,2001,p.139.
habitantes del país).Además, la distribución de esa población en infini-
dad de comunidades hace sumamente difícil el régimen de autonomía.
Un dato más: los pueblos y comunidades indígenas sufren uno de los
más altos grados de marginación y pobreza de todo el orbe.
Lo anterior aclara una realidad dolorosa: en México el racismo
goza de una gran vitalidad.Ser indio es pertenecer a un grupo donde
la identidad es silenciada por el color de la piel. Para un amplio sec-
tor de la sociedad mexicana los indígenas –tal como lo creían los
evangelizadores de la época colonial– son menores de edad (después
de todo, son sólo los remanentes de los vencidos).
Discriminación y pobreza multiplican las consecuencias con-
cretas: desnutrición, condiciones precarias de salud, rezago educati-
vo, limitación en las oportunidades de desarrollo, poca representa-
ción en la vida sociopolítica del país, menosprecio a sus lenguas y
costumbres. Los indígenas encarnan un reclamo histórico que data
de la Conquista (los quebequenses en Canadá o los flamencos en
Bélgica no viven bajo semejantes condiciones).
Actualmente está en curso una amplia discusión en foros aca-
démicos internacionales en torno al multiculturalismo, en la que la
garantía a la coexistencia de los elementos culturales básicos de dife-
rentes minorías nacionales es una prioridad.3 Sin embargo, cabe
preguntarse hasta qué grado la política multiculturalista es compati-
ble con la cosmovisión indígena mexicana. No hay que olvidar
–nos recuerda José Antonio Aguilar Rivera– que “en los usos y cos-
tumbres de los pueblos [indígenas] persiste ‘la preeminencia de la
totalidad sobre los intereses individuales’. En esos grupos humanos,
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‘la relación con los otros entes no está basada en el dominio sino en
la reciprocidad de servicios’. Esta imagen de la comunidad indíge-
na tiene mucho que ver con la nostalgia”.4
Lo anterior conduce a otro punto de análisis muy importante
en la discusión de los derechos diferenciados de las minorías cultu-
rales en México. Se trata de la cuestión de los usos y costumbres de
ciertas comunidades que eventualmente pueden entrar en conflic-
to con los derechos humanos, y que a la par pueden ser defendidos
como elementos de su identidad. Esta es otra peculiaridad del Esta-
do mexicano, el cual ha permitido que diversas minorías, bajo el
pretexto de conducir sus asuntos de manera autónoma, violen los
derechos humanos ante la mirada disimulada de gobernantes que se
abstienen de actuar.
De cualquier forma los indígenas viven, en términos generales,
una constante opresión moral y económica que los deshumaniza a los
ojos de las autoridades y de la sociedad.Son reducidos a objeto de di-
versión, de burla, e incluso el término “indio” resulta insultante.Tam-
bién son reducidos a mera curiosidad pintoresca. La vida de los indí-
genas, pues, suele transcurrir en condiciones infrahumanas.
Las minorías religiosas: la discriminación emergenteLos casos de personas que han sido discriminadas por razón de la
religión han sido innumerables. Desde las frases ya cotidianas en
relación con las minorías de este tipo (el cariz despectivo o irónico
implícito en términos como “sectas” y “hermanos” no deja lugar a
dudas), hasta su sometimiento más extremo. Uno de los ejemplos
más dramáticos –tal vez porque es uno de los mejor documenta-
4 José Antonio Aguilar Rivera,“El sonido y la furia: crítica de la persuasión multicul-tural”, Isonomía, núm. 12, abril de 2000, Instituto Tecnológico Autónomo de México,México DF, p. 60.
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5 Un estudio ilustrativo sobre la composición de estas asociaciones religiosas –de las cua-les 52% son protestantes o evangélicas, 47% pertenecen a la Iglesia Católica y el res-tante 1% a otras agrupaciones diversas–, así como su distribución en el territorio,puede verse en Roberto Blancarte, “Religiones y creencias en México”, Este País,núm.133, abril de 2002, pp. 44-45.
dos– es el genocidio realizado por el régimen nazi durante la Se-
gunda Guerra Mundial contra los judíos, cuando casi seis millones
fueron asesinados. Sin duda, uno de los más dramáticos, pero no el
único. Las guerras por religión han tenido un costo humano incal-
culable. Desde las Cruzadas hasta el actual conflicto en Oriente
Medio, una de cuyas facetas es eminentemente religiosa; desde la
conquista espiritual de las culturas precolombinas hasta las expresiones
radicales de conflictos religiosos en Irlanda y la ex Yugoslavia.
La intolerancia hacia las minorías religiosas es un campo poco
explorado en nuestro país. En México, la libertad de cultos quedó
garantizada desde las Leyes de Reforma (1859-1860), época en la que
se consolida la separación entre el Estado y las iglesias. No obstante
la relativa antigüedad de esta garantía, la población en nuestro país
sigue siendo fundamentalmente católica.
Ello no quiere decir que exista total homogeneidad en este te-
rreno. En los últimos años han surgido numerosas asociaciones reli-
giosas que poco a poco adquieren mayor importancia porcentual
(aun cuando el número de católicos ha aumentado en términos
absolutos). Hay en México alrededor de 6,000 asociaciones que le
imprimen una gran pluralidad al rostro religioso de nuestro país.De
acuerdo con Roberto Blancarte,5 las minorías religiosas se concen-
tran en el sureste y en el norte del territorio nacional, dejando la
zona central del país a una mayor preponderancia católica. De ahí
que sea justamente en provincia donde la incidencia de fenómenos
discriminatorios hacia estos grupos sea más alta.
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El sentido común podría sugerirnos que el concepto de mino-
ría religiosa tendría que ser jurídicamente irrelevante en el marco de
una sociedad que se afirma laica y pluralista. Sin embargo, la reali-
dad nos muestra lo contrario.
La discriminación hacia las minorías religiosas en México adop-
ta una mayor complejidad si se atiende al hecho de que uno de los
elementos que históricamente han conformado la identidad nacional
es la religión; en este sentido, su integración al país se ve restringida a
una tolerancia que no se funda en el derecho a optar por una creencia
distinta a la mayoritaria, sino en mantener la distancia. Los protestan-
tes son catalogados –por lo menos implícitamente– como destruc-
tores de la unidad.Son expulsados,privados de sus medios de subsis-
tencia y, en ciertos casos, asesinados.Así, la marginalidad de ciertos
grupos religiosos todavía es una realidad.
Los matices a este respecto son múltiples, lo cual hace más
complicada la comprensión de la realidad existente. Por ejemplo, en
el México actual podemos hablar de varios grupos religiosos: la
Iglesia Católica, que es el mayoritario; la multiplicidad de religiones
reconocidas por la autoridad como tales, según la Ley de Asociaciones
Religiosas y Culto Público (publicada en el Diario Oficial el 15 de julio
de 1992); aquellas comunidades que no se ven a sí mismas o no
desean verse como una asociación religiosa en el sentido en que la
entiende la citada Ley, pero cuyas actividades se desarrollan en el
marco de la licitud; el grupo conformado por personas que mani-
fiestan no profesar ninguna religión y, por último, aquellos grupos u
organizaciones claramente delictivos.
Es evidente que el Estado no sólo debe reconocer y tutelar la
libertad religiosa, evitar la discriminación y la segregación en dicha
materia, sino también no permanecer indiferente ante ciertos grupos
que viven claramente (muchas veces por un sentido aislacionista pro-
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6 Santiago Campos,“La libertad religiosa en el México contemporáneo: una visión delas iglesias en el marco del siglo XIX”,Lex,núm.82,abril de 2002 México DF, p.45.
pio) al margen del derecho. Es exclusivamente en este sentido en el
que sí se podría hablar de sectas (del latín secare, sectar, cortar): se trata
de movimientos “generalmente pequeños, llenos de entusiasmo, inte-
grados por hombre y mujeres […] que creen y detectan la verdad y
la solución, excluyen radicalmente a los demás, se colocan contra las
iglesias y contra el mundo y obedecen ciegamente”.6 En otras pala-
bras las sectas, en virtud justamente de su sectarismo, son entidades
que discriminan.Desde mi punto de vista no son minorías religiosas,
sino una expresión de intolerancia y, en casos extremos, detentadoras
de espacios de ilegalidad.
De acuerdo con el artículo 18 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a la libertad de pen-
samiento, de conciencia y de religión; ese derecho incluye la libertad
de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de mani-
festar su religión o su creencia”. En México, la libertad religiosa está
garantizada por la Constitución en los artículos 1 (igualdad y prohibi-
ción de discriminar), 24 (libertad de culto) y 130 (relaciones Iglesia-
Estado y personalidad jurídica de las iglesias).
Los adultos mayores: lucha contra el silencio impuestoEn el mundo contemporáneo la industrialización (algunos autores ha-
blan de postindustrialización) trae como consecuencia una sobrevalora-
ción de los hombres de mediana edad,en detrimento de otros sectores
de población, entre los cuales destaca el de los adultos mayores como
uno de los más excluidos o desplazados.
Las personas que componen este sector viven generalmente en
un aislamiento social originado por el distanciamiento al interior de
su propia familia y la pérdida de relaciones sociales.
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La tendencia actual hacia un paulatino envejecimiento de la po-
blación mexicana encuentra uno de sus orígenes en el aumento en la
esperanza de vida, con lo que el acceso a las edades adulta y adulta
mayor es cada vez más común. Este hecho es algo que las autorida-
des no pueden pasar por alto, sobre todo por las prácticas discrimina-
torias hacia este grupo vulnerable.
La discriminación hacia los adultos mayores se manifiesta en una
variada gama de fenómenos, entre los que Eduardo López Aranguren
destaca los siguientes: los adultos mayores son objeto de epítetos (vejes-
torios, rucos, viejos, etcétera), chistes y bromas; son objeto de desdén, de
prejuicios y estereotipos, lo que origina una imagen simplificada y
deformada de su realidad. Para nuestra cultura dichos estereotipos
funcionan cuando se afirma que los viejos son improductivos, con-
servadores o anticuados, inútiles e incompetentes; son, según dichos
prejuicios, una carga.7
En cierta medida es el llamado culto a la juventud el que ha
originado una obligación moral de ser joven y estar sano. El proceso
histórico que vivimos ha producido la caída del estatus de los adul-
tos mayores en la sociedad.
¿Cuáles son las consecuencias que los estereotipos y prejuicios
originan para la población de adultos mayores? En mi opinión son
fundamentalmente los siguientes: a) producen un distanciamiento
por parte de la población más joven respecto de las personas de la
tercera edad; b) afectan la visión que los propios miembros de este
grupo tienen de sí mismos (y, por tanto, perpetúan los mismos este-
reotipos y prejuicios); c) restringen sus oportunidades para conti-
nuar desarrollándose en la vida, por ejemplo en el ámbito laboral, es
7 Eduardo López Aranguren,“Los derechos de la tercera edad”,en Luis Prieto Sanchíset al, Derechos de las minorías y de los grupos diferenciados, Editorial Escuela Libre,Madrid, 1992, p. 138.
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decir, una vez que hombres y mujeres alcanzan cierta edad es difícil
que se les dé acceso al trabajo y cuando tal es el caso el salario es muy
bajo, lo cual se pretende justificar por su supuesto bajo rendimiento; y
d) acrecientan la dificultad –o apuntalan la imposibilidad– de acceso a
los servicios médicos y de seguridad social en instituciones estatales.
A la luz de lo anterior es indudable que este sector de la pobla-
ción es altamente vulnerable a la violación de su dignidad.Los dere-
chos humanos de los adultos mayores son una materia pendiente
que suele ser desatendida por la indiferencia de las familias y las
políticas del propio Estado. Son ellos quienes pagan la angustia hu-
mana por la pérdida del tiempo que se nos va. Son quienes pagan
el cheque de la juventud perdida.
Las diversidades sexuales:el triunfo del ser sobre la apariencia exigidaEn este apartado se hace referencia a los homosexuales, bisexuales y
trangéneros, mismos que han sido históricamente objeto de recha-
zo por parte de la sociedad, situación que se materializa desde en el
uso de terminologías ofensivas y burlas hasta en francas agresiones a
su integridad personal, pasando por una amplia gama de fenómenos
discriminatorios.
Las diferencias de trato basadas en la orientación sexual de las
personas se deben, principalmente, a los prejuicios sociales contra el
comportamiento sexual de estos grupos, a grado tal que en nume-
rosos países la homosexualidad se considera aún como un delito –e
incluso en algunos de ellos se castiga con pena de muerte; tales son lo
casos de Chechenia, Mauritania, Sudán, Pakistán e Irán, entre otros.8
8 Consuelo Chacartegui Jávega, Discriminación y orientación sexual del trabajador, edito-rial Lex Nova, España, 2001, p. 24.
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En la esfera laboral pueden encontrarse numerosos ejemplos de
discriminación que muestran los prejuicios que se dan con respecto a
los trabajadores con una orientación sexual distinta de la heterosexual:
a) las trabas en el acceso al empleo como consecuencia de los ya cita-
dos prejuicios sociales, los cuales presumen falta de capacidad o mala
imagen para el empleador y su producto o servicio; b) negativa de
acceso a la seguridad social de la pareja del trabajador; c) despidos en
virtud de su orientación sexual.
La discriminación es también una realidad en el ámbito de la
procuración e impartición de la justicia en nuestro país; por ejem-
plo, de acuerdo con un estudio del Centro de Derechos Humanos
“Miguel Agustín Pro Juárez”, de 631 casos de homosexuales y les-
bianas asesinados entre enero de 1995 y junio de 2001 no se había
resuelto ninguno para el mes de abril del 2002.9 La homofobia se
refleja también en la conducta de las autoridades de los distintos
niveles de gobierno, que bajo el pretexto de la moralidad pública
extorsionan y agreden a este sector de la población.
Agréguese finalmente el rechazo que homosexuales, bisexuales
y transgéneros sufren por parte de una sociedad (incluyendo el pro-
pio núcleo familiar) que los repudia y que los repliega en guetos
estigmatizados, donde pierden su identidad. Las palabras que Carlos
Monsiváis pone en los labios de los marginados por su orientación
sexual son más que claras para entender esta realidad: “No somos
nada, salvo cuando se ignora o se olvida lo que somos”.10
9 Al respecto se puede consultar el resumen del informe elaborado conjuntamente porel Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez” y otras ONGs,“La dis-criminación en México: los casos de los migrantes, las mujeres trabajadoras, los pueblosindígenas y la comunidad lésbico-gay”, en Comisión de Derechos Humanos delDistrito Federal,Gaceta, año IX,núm.4, abril de 2002,p. 52.
10Carlos Monsiváis,“¿A poco no le da gusto estar excluido? (las marginalidades pordecreto)”, Este País, núm. 133, México DF, abril de 2002, p. 75.
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11 Para ahondar en este punto puede verse Patricia Miguel,“La discriminación”, en lasiguiente dirección electrónica:www.monografias.com/trabajos/discriminación.chtml.
Las personas con discapacidad: fortaleza de la voluntadEl mayor reto que han tenido que superar las personas con una dis-
capacidad ha sido convencer a la sociedad de que su integración
plena es posible. Históricamente han sido compadecidas, ignoradas,
denigradas e incluso ocultadas en instituciones. Hasta tiempos muy
recientes fue difícil que la sociedad reconociera que quienes inte-
gran este sector tuvieran las mismas necesidades, intereses y poten-
cialidades que el resto de la población.
En virtud de lo anterior, el trato discriminatorio hacia este gru-
po vulnerable ha sido y continúa siendo una práctica común en as-
pectos importantes de la vida.Por ejemplo,hay empresarios que aún
se resisten a darles trabajo aduciendo un criterio erróneo según el
cual los consideran como fundamentalmente dependientes o no au-
tosuficientes en la satisfacción de sus necesidades.11
En México, en los últimos años (sobre todo en las áreas urba-
nas) la situación de las personas con discapacidad ha ido mejorando
de manera paulatina, pero sumamente lenta y con pocos logros tan-
gibles, por ejemplo, en el acceso a oficinas públicas, edificios,medios
de transporte, programas de empleo, cambios en la legislación, aten-
ción especial, etcétera. Dichos logros –mérito indiscutible de la
tenacidad de las personas con alguna discapacidad– si bien contem-
plados en buena medida en la esfera legislativa, aún tienen un largo
camino por recorrer para ser interiorizados por la sociedad, en la
cual todavía persisten ideas estereotipadas.
Conviene señalar que hay diferencias en cuanto al alcance de di-
chos logros al interior del propio grupo.La pobreza y la especial per-
cepción de ciertas discapacidades son los principales aspectos de esta
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diferenciación.Así, las familias que viven en un estado de pobreza son
una clara muestra de la dificultad –una vez más– para el acceso a pro-
gramas de integración social o atención médica especializada de
personas que viven con una discapacidad. Si agregamos que la
pobreza es un fenómeno casi estructural en nuestro país, resulta que
los beneficios que pueden derivar de los logros alcanzados no están
expandidos de manera homogénea.
Por otro lado, tenemos la abierta indiferencia a la dignidad de
ciertas personas con una discapacidad mental grave.Tan es así que para
muchos no hay diferencia entre discapacidad mental y enfermedad
mental.Las circunstancias socioeconómicas de muchas familias, auna-
das al poco conocimiento de las discapacidades mentales, hunden a
los afectados en el olvido y en una pobre expectativa de vida.
En general, y a pesar de innegables logros, se debe tener presen-
te que reconocer las necesidades especiales de estas personas, buscar
su integración plena a la sociedad y fomentar la igualdad de oportu-
nidades siguen siendo puntos pendientes de cualquier Estado que se
precie de respetar la dignidad humana. No hay que olvidar que la
voz del grupo excluido –en este caso las personas con alguna disca-
pacidad– no es la única que se debe escuchar.
Las personas que viven con VIH-sida:el doloroso embate de la ignoranciaLa negación de la dignidad de ciertas personas por padecer una
enfermedad estigmatizada no es algo nuevo, pero es un fenómeno
especialmente pronunciado desde la aparición del VIH-sida.
A escala mundial la situación más crítica la viven países del
África subsahariana tales como Mozambique, Namibia y Zimbab-
we,donde la incidencia de la infección alcanza en algunas poblacio-
nes hasta 70%, y Asia oriental, donde de acuerdo con información
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12 Un estudio serio y documentado sobre el VIH-sida en China puede consultarse enBates Gill, Jennifer Chang y Sarah Palmer, “La crisis del VIH en China”, ForeignAffairs en Español, vol. 2, núm. 2, verano de 2002, pp. 198-214.
13 Rocío Culebro,“VIH-sida,derechos humanos y discriminación”,en CDFDH,Gaceta,núm. 1, año IX, enero de 2002, p. 9.
extraoficial hay algunas aldeas de VIH en China donde hasta 80% de
la población está infectada.12
La epidemia en México guarda ciertas peculiaridades que nos
permiten entender la naturaleza del estigma que ha hecho de las
personas infectadas o enfermas un grupo vulnerable frente a la dis-
criminación y a la violación de sus derechos humanos. Se basa en
los prejuicios existentes derivados de valores, costumbres, ignoran-
cia y principios intolerantes.
Así, dicho estigma conduce a la negación o entorpecimiento de
servicios médicos, la imposición de practicarse el examen de detec-
ción, el despido laboral basado en un diagnóstico positivo. La viola-
ción a sus derechos humanos es una constante que parece carente de
importancia ante los ojos de autoridades, de la sociedad –en particu-
lar de algunas organizaciones conservadoras– y muchas veces de la
familia. Rocío Culebro afirma:
Sabemos que ser VIH positivo es vivir en constante reto, es recorrer un
camino largo y lento para lograr la integración y sensibilización de la
sociedad, pero poco sabemos, si no es que nada, de la vida y situación
de estas personas. Ser serológicamente positivo significa vivir un doble
o triple reto,primero para obtener la integración al núcleo familiar,des-
pués para contar con los servicios de las instituciones de asistencia y de
salud y, finalmente, para lograr la aceptación de la sociedad misma.13
De esta forma, los portadores del VIH tienen una historia de dis-
criminación en todas las esferas de la vida, que los margina y los
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vuelve más vulnerables. Llevan una de las peores partes en una cul-
tura de exclusión y violencia pasiva que pueda llevar una persona.
Los rostros de la discriminación a este grupo son múltiples; se
pueden concretizar en palabras: “castigo a la perversión”, “cáncer
rosa”,“sidosos”, etcétera.; se pueden materializar en hechos: expul-
sión de casas, escuelas, trabajos. Además, los enfermos de sida son el
objeto idóneo de la prensa amarillista.
El Estado, por su parte, no ha atendido de manera idónea la
pandemia. Por el contrario, ha optado por una reducción de la par-
tida presupuestal para atención y lucha contra el sida, un mal enfo-
que de la lucha contra la enfermedad en México, cuya peculiaridad
es la alta incidencia de infección en hombres que tienen sexo con
otros hombres y el aumento de casos en amas de casa. El Estado
tiene muchas reservas acerca de las campañas de prevención.
Parecería que teme ser demasiado explícito. ¿Quiere evitar el son-
rojo de las buenas conciencias?, ¿a qué costo? Tal vez lo más grave
es que el VIH-sida ha dejado en evidencia otra enfermedad más peli-
grosa: la ignorancia.
EL PROBLEMA DEL OTRO.RECONOCIMIENTO Y DIÁLOGO
¿Hacia dónde se dirige?Da igual, pues quien dé el paso ya no seré yo, sino otro…
IMRE KERTÉSZ
Después de este recorrido general por los grupos vulnerables es
momento de hacer una referencia al problema que considero sub-
yace en todos ellos. Me refiero al problema del otro.
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Los fenómenos discriminatorios y las violaciones de los dere-
chos humanos, tal como se ha señalado, son una realidad vigente.
Cabe decir, además, que dichos fenómenos no se agotan con los
grupos que han sido reseñados. Los criterios de discriminación –ya
se había mencionado– son tantos como posibilidades de diferencia
humana hay.
A pesar de ello, se pude sostener que bajo las múltiples formas
que adoptan la discriminación y la violación a los derechos huma-
nos subyace un elemento unificador: el problema del reconoci-
miento del otro, del semejante-distinto. En el presente apartado se
intentará profundizar en ello.
Hablar del problema del otro es hacer referencia a Hegel, quien
al analizar la tensión existente entre el amo y el esclavo encontraba
una lucha por el reconocimiento. Para Hegel sólo habría autocon-
ciencia mediante el reconocimiento de otra autoconciencia que, a
la vez, es reconocida como tal por la primera, es decir, sólo habría au-
toconciencia en el reconocimiento mutuo.14 Partiendo de esta pre-
misa, puede inferirse que en la relación amo-esclavo no hay un reco-
nocimiento recíproco, sino uno de dominación, en el cual el esclavo
pierde su identidad personal por el respeto temeroso a su amo.En otras
palabras, el esclavo es reconocido no como otra autoconciencia, sino
como un medio, un objeto.Bajo tales circunstancias surge la pregunta:
¿qué valor tiene para el amo ser reconocido por una cosa?
Para que el ser humano pueda convertirse en sujeto no debe per-
manecer en una condición de cosa o de ser finito. El ser humano será
auténticamente sujeto en la medida en que su autoconciencia sea desa-
rrollada por el reconocimiento de otro. Dicho reconocimiento será la
base del diálogo. Sin reconocimiento mutuo no hay comunicación.
14 Arturo Berumen Campos, Dialéctica del derecho natural o la ética jurídica como ciencia,edición privada para el curso de “Ética jurídica”, UNAM, pp. 11 y siguientes.
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15 Luis Villoro,“Sobre el relativismo cultural y el universalismo ético. En torno a lasideas de Ernesto Garzón Valdés”, en Miguel Carbonell, Derechos sociales y derechosde las minorías, Porrúa,, México DF, 2001, p. 149.
Hacer la afirmación del diálogo y de la comunicación como
detonantes de la autoconciencia humana es central no sólo para el
reconocimiento del otro, sino también para la lucha en favor de la
dignidad humana y en contra de los fenómenos discriminatorios.
En efecto, la discriminación contiene elementos de expresión tota-
litaria que tienden a la homogeneización humana, es decir, atrás de
cualquier modalidad de discriminación se esconde una intención
concreta: negar la diversidad humana, negar al que es distinto a mí.
En cambio, la afirmación del diálogo conduce, en primer lugar, a la
renuncia de la convicción de ser poseedores de la verdad absoluta
por parte de los dialogantes y, en segundo lugar, a la búsqueda de
consensos por medio de la argumentación, así como a la superación
de creencias erróneas que alimentan el prejuicio, el miedo y la into-
lerancia hacia otra autoconciencia.
Villoro sostiene:“Intentar convencer implica argumentar. Argu-
mentar entre dos o más sujetos sólo es posible si existe una base co-
mún reconocida por los interlocutores […] es menester que com-
partan una base mínima de criterios comunes […], esa base […] tiene
que estar presente en las distintas figuras del mundo que se contrapo-
nen. ¿Cuál puede ser?”15 Necesariamente esa base común tiene que
superar cualquier condicionante cultural como el rol social, la estigma-
tización o el estereotipo asignado.
Con el diálogo lo que se busca es rechazar los dos extremos:
por un lado, el escepticismo relativista que renuncia a la discusión y
que cae en la indiferencia ante el mundo y, por otro lado, el dogma-
tismo, ya sea secularizado o no, que no acepta la crítica y establece
una barrera al posible interlocutor.El objetivo del diálogo no es me-
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ramente discursivo, no se limita a la simple exposición de puntos de
vista. Por el contrario, está animado por la idea de una progresión
en el debate. En él las opiniones interactúan.
El diálogo, al ser posible sólo con otra autoconciencia, será la
negación de la discriminación. Sólo se puede dialogar con el otro,
con el distinto. Si mi pretensión no es ésta, entonces seré todo, me-
nos una autoconciencia realizada. Podré ser un sexista, un xenófo-
bo, un racista, un homofóbico, pero no un sujeto que reconoce en
el otro la infinitud característica del ser humano.Reconocer la posi-
bilidad de diálogo es reconocer lo común, lo universal que hay en
el hombre, esto es, aceptar que el ser humano es fin, no medio.
Lo anterior también es aplicable al diálogo intercultural tan en
boga hoy en día gracias a fenómenos de identidades culturales de
minorías nacionales y de complejos procesos migratorios, a los cua-
les nuestro país no se sustrae. Sin embargo Tzvetan Todorov, al
comentar a Levi-Strauss, nos dice que si la comunicación intercul-
tural –y en general cualquier proceso dialógico– se acelera,“enton-
ces las diferencias se difuminan y se avanza hacia una universaliza-
ción de la cultura, es decir, de una cultura en detrimento de las
otras.”16 Esta desaparición de las diferencias sería mortal para todas
las culturas y todas las personas. Según Todorov hablar de civiliza-
ción mundial es negar a la civilización misma, pues ésta implica la
existencia de diversas culturas.A mi entender Todorov tiene razón.
La homogeneización total es el aniquilamiento de la humanidad, es
la negación de la libertad humana. No es la expresión de lo univer-
sal humano sino que, por el contrario, es su negación.
No hay personas o grupos humanos eternos, pues todos cam-
bian, se influyen, se debilitan o se fortalecen. Están sujetos al tiempo.
Por ello, la opción que tienen para trascender es el diálogo, porque
16 Tzvetan Todorov, Nosotros y los otros, Siglo XXI, México DF, p. 93.
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17 Charles Taylor,El multiculturalismo y “la política del reconocimiento”, op. cit., pp. 43-44.
posibilita su humanidad, su libertad y su racionalidad. Si una perso-
na se cierra en sí misma niega su humanidad tanto como lo hace al-
guien que discrimina.Una persona aislada, al negar la comunicación
que puede gozar con los otros, está condenada a la muerte.
¿Cómo es viable la comunicación entre sujetos, culturas o gru-
pos distintos? Afirmando que “yo es otro”, y a partir de ahí encon-
trando lo universalmente humano. Implica salir de mí mismo y aden-
trarme en el otro con el fin de entenderlo. Mediante este proceso al
otro lo hago semejante, y una vez hecho esto estoy listo para regresar
a mí,pero enriquecido con la mirada de otro sujeto.Con ello,el hori-
zonte de la universalidad humana se vislumbra, y no sólo el conoci-
miento de los otros sino también el de uno mismo.
Ningún hombre o mujer,heterosexual o no,católico o no, joven
o no, pueblo, cultura, grupo vulnerable, minoría o mayoría pueden
pensarse a sí mismos si no disponen del otro. Existe un nexo nece-
sario entre reconocimiento e identidad;por tanto, si éste vínculo esta
fundado en premisas falsas o es una ilusión lo que tenemos es un
espacio falto de respeto.Taylor lo plantea en los siguientes términos:
[…] nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento o por
la falta de éste; a menudo, también por el falso reconocimiento de otros
y, así, un individuo o un grupo de personas puede sufrir un verdadero
daño, una autentica deformación si la gente o la sociedad que lo rode-
an le muestran, como reflejo, un cuadro limitativo, degradante o des-
preciable de sí mismo. El falso reconocimiento o la falta de reconoci-
miento pueden causar daño, pueden ser una forma de opresión que
aprisione a alguien en un modo de ser falso, deformado y reducido.17
Es por lo anterior que las minorías culturales de inmigrantes,
mujeres, personas con discapacidad, adultos mayores, enfermos, así
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como de diferente orientación sexual, religiosa, etcétera, son indu-
cidas a adoptar, en muchas ocasiones, una imagen despectiva de sí
mismas, interiorizando una pobre autoestima que es muy difícil de
erradicar y que las imposibilita al diálogo directo.A pesar de ello, los
primeros pasos ya se han dado: todos los días se observa la lucha de
estos grupos por romper no sólo el estereotipo dominante, sino
también el miedo que eventualmente los hunde en el autodespre-
cio. Las identidades no se elaboran en el aislamiento; por el contra-
rio, dependen de las relaciones con los demás.
Incluso quienes no pertenecen a alguno de los grupos citados
no están exentos de consecuencias onerosas. Si regresamos al ejem-
plo referido al comienzo de este apartado nos daremos cuenta de
que en la relación amo-esclavo,más allá de una distribución desigual
del poder, ambos dependen mutuamente del otro. El amo es escla-
vo de la fuerza. Rousseau lo supo al afirmar:“El más fuerte no será
nunca lo bastante fuerte [como] para ser siempre el amo si no trans-
forma la fuerza en derecho […] ningún hombre tiene por natura-
leza autoridad sobre su semejante […].”18 El amo tampoco es una
conciencia reconocida capaz de florecer. La pregunta regresa: ¿qué
representa para el amo el reconocimiento del vencido? Tal vez sólo
la frustración.
Lo anterior nos lleva a otro punto relacionado íntimamente con
el problema del otro: la tolerancia y el respeto a las diferencias.La tole-
rancia se extiende a una vasta gama de opiniones pero, ¿es respetable
una opinión que se base, por ejemplo, en criterios de segregación
racial?; ¿se deben tolerar las prácticas que ridiculizan a los que no son
como nosotros?; ¿es válida la subordinación de la mujer en ciertas
culturas?; ¿tenemos que cerrar los ojos ante la discriminación? En mi
18 Juan Jacobo Rousseau, El contrato social, Porrúa, México DF, pp. 5-6.
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opinión, la tolerancia es como un péndulo que se mueve entre el au-
téntico respeto a las diferencias y un endiosamiento de la diferencia
por la diferencia misma, lo cual conduce a una cultura de la indiferen-
cia, a veces tan dañina como el propio odio.Tolerancia da la idea de
aceptar algo absteniéndome –tan sólo– de reaccionar negativamente.
El respeto, en cambio, considera que el otro merece ser entendido;
además, implica que yo (yo mismo, mi grupo, mi cultura) reconozca
la posibilidad de aprender del otro, es decir, que tenga la capacidad
de autocrítica. La tolerancia es útil, pero el respeto tiene mejores
efectos.
De esta forma tenemos no sólo un horizonte de la humanidad
que posibilita el diálogo, sino que es posible sostener la universalidad
de la naturaleza humana no como un dogma, sino como una dimen-
sión que se eleva sobre lo concreto (las diferencias culturales, la diver-
sidad humana) y cuyo fin es la universalidad humana misma. Me
explico: la universalidad es simultáneamente base y meta del diálogo.
La universalidad base es el punto de partida mínimo para ver al inter-
locutor como a un igual. La universalidad meta es ese mismo punto
mínimo de partida, pero ahora lleno de contenido, enriquecido con
la experiencia que da el encuentro con el otro.Así, la naturaleza huma-
na será la igualdad en la diferencia.La naturaleza humana será la negación de
la naturaleza que todo lo determina.Seremos libres,esto es,podremos dia-
logar porque siendo iguales seremos diferentes.
Sin embargo, hay que establecer el siguiente matiz: el diálogo
puede coadyuvar en la coexistencia de todos, pero no es una garan-
tía. Se necesita más que la voluntad. Es aquí donde encontramos la
importancia del derecho positivo.La voluntad de diálogo por sí mis-
ma no podrá evitar que alguien con poder (ya sea en la casa propia,
en el Estado o en el orden internacional) quiera eliminar al otro. El
ensayista chileno Ariel Dorfman lo sostiene al decir:
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No me he olvidado de los judíos alemanes, los musulmanes bosnios ni de
todas las demás personas rechazadas a causa del color de su piel,de su reli-
gión,de sus preferencias sexuales o de la tribu a la que pertenecen,perso-
nas que han sido asesinadas por otros hombres que hablaban su misma
lengua […]. Bien podría ser que lo que percibimos como una amenaza
en el otro es el hecho de que utiliza las mismas sílabas que nosotros”.19
Tiene razón,el reconocimiento y la voluntad de diálogo no son
suficientes, porque la realidad actual nos dice que el reconocimien-
to recíproco aún no ha llegado. El día que llegue la historia habrá
acabado, y el Angelus Novus, el Ángel de la historia, habrá muerto.
EL DERECHO: LA SÍNTESIS DEL DIÁLOGO
El origen es la meta.
KARL KRAUS
El problema del otro encuentra su reflejo en la esfera jurídico-polí-
tica, a través del papel que el Estado adopta frente a los fenómenos
discriminatorios y las demandas de diferenciación que hacen ciertas
minorías o grupos específicos en relación con la totalidad de la po-
blación, con el objeto de cerrar la brecha de desigualdad o desven-
taja en que se encuentran.
Michael Walzer, fundándose en el análisis de Taylor, sugiere que
hay dos posturas que tienden a ir en sentido contrario.20 Una defien-
de cierta neutralidad política y la otra el fomento político de ciertos
valores culturales particulares.
19 Ariel Dorfman,“La intolerancia y los dilemas de la identidad:una perspectiva bilin-güe”, en Elie Wiesel, La intolerancia, Academia Universal de las Culturas, España,1998, p. 100.
20 Véase Michael Walter, “Comentario”, en Charles Taylor, El multiculturalismo y “lapolítica del reconocimiento”, op. cit., p. 139 y ss.
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La perspectiva que exige la neutralidad política ante las concep-
ciones diversas de la vida buena que sostienen las diversas personas
de una sociedad se basa en el paradigma de la separación Iglesia-
Estado, según el cual el Estado no sólo protege la libertad religiosa
de todos los ciudadanos sino que también evita que sus propias ins-
tituciones políticas adopten una tradición religiosa particular.Aquí,
el Estado está comprometido de manera importante con los dere-
chos individuales y, por tanto, cualquier compromiso cultural o reli-
gioso es rechazado.
La segunda perspectiva permite que las instituciones públicas
fomenten valores culturales particulares siempre que se cumplan
ciertas condiciones: 1) se protejan los derechos básicos de todos; y
2) que nadie sea obligado a aceptar los valores culturales adoptados
por el Estado.21
En mi opinión, en un Estado ideal (que para algunos teóricos
es aquel cuya población es totalmente homogénea), la primera
opción sería la más idónea, en virtud de que la garantía de neutra-
lidad resultaría suficiente para garantizar los derechos humanos de
los miembros de una sociedad. Sin embargo, la realidad se muestra
sumamente compleja. De hecho el Estado neutro, a mi juicio, no
existe, pues siempre adoptará una posición frente a los problemas
que se le presentan; incluso en el caso de la separación de la Iglesia
y el Estado éste ha tomado posición (al menos en los Estados occi-
dentales), si no propiamente con una iglesia particular sí con el pro-
ceso de secularización que separó los asuntos espirituales de los
temporales. La separación es ya una toma de posición.
Además, un Estado no puede ser neutral desde el momento en
que busca crear una identidad nacional para los ciudadanos que lo inte-
gran.Su supervivencia siempre estará en conexión con su preferencia
21 Idem, p. 141.
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por una lengua,una determinada visión de la historia, sus costumbres,
etcétera. El problema surge precisamente porque las preferencias del
Estado estarán siempre identificadas con el grupo mayoritario o el
grupo dominante.
Esta situación origina un estado de desigualdad entre dos gru-
pos: por un lado,uno cuyas posibilidades de desarrollo serán amplias
en virtud de verse reflejado en los valores elegidos y promovidos
conjuntamente por la organización política y la sociedad y, por otro
lado, las minorías o grupos vulnerables que, al quedar al margen del
contenido valorativo promovido, están en una situación de desven-
taja comparativa.
Ante tal hecho, ¿dónde queda el principio de igualdad?; ¿cómo
garantizarlo para los que están en una situación de desventaja? La
respuesta que se sugiere es la de hacerlo por medio de un trato dife-
renciado a dichos grupos.
El establecimiento de derechos diferenciados para las minorías o
grupos vulnerables puede parecer en principio discriminatorio,pero en
realidad se trata de una acción consistente con el principio de igualdad.
En efecto, la justicia exige eliminar o compensar los perjuicios o las
situaciones de desventaja que se han ido construyendo en diversos pro-
cesos históricos en relación con los grupos más favorecidos.
De no ser por estos derechos diferenciados los miembros de las
minorías o grupos vulnerables tendrían todavía más mermada la posi-
bilidad de vivir con sus circunstancias culturales o sociales. Ello impli-
ca que el Estado reconozca la voz de las minorías y grupos vulnerables,
las escuche y tenga en cuenta sus intereses y perspectivas, aun cuando
son justamente estos sectores de la población los que están menos
representados al momento de establecer las reglas de la vida social.22
22 Para efecto de profundizar en cuestiones de representación de las minorías –sobretodo de las nacionales, aunque hay elementos que pueden tener comunión con la
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Ahora bien, si el objetivo de dichos derechos diferenciados es
fungir como correctores sociales resulta natural deducir que su exis-
tencia se subordina a la de una desigualdad que, una vez superada,
logrará que estos derechos sean innecesarios. En otras palabras, el tra-
tamiento diferencial es temporal, en tanto se compensa la desigualdad
de oportunidades.
Así, es en el derecho positivo donde debe encontrar eco el
reconocimiento del otro y el diálogo que implica. No me refiero a
un derecho no valorador o aestimativo, sino un derecho positivo que
reconozca la dignidad humana como universal.
El iuspositivismo rígido, para el cual no existe más derecho que
el establecido por el órgano legislativo, se ha mostrado peligroso a
lo largo de la historia, y eventualmente permanece sordo a lo que
argumentan las múltiples voces disidentes, atendiendo sólo a la voz
mayoritaria (¿totalitarismo mayoritario?) o a la voz omnipresente
(los dictadores no escuchan).
El derecho es el reflejo concreto del diálogo entre los iguales-
diferentes. Por tanto, un derecho injusto es aquel que rige sobre
esclavos homogeneizados,más que sobre ciudadanos plenos; es aquel
que acepta la discriminación bajo un discurso de igualdad entendi-
da como negación extrema de la diversidad. Un derecho positivo,
que vea su realidad reducida al legalismo, equivale a afirmar que el
hombre vale en la medida en que reduce su universalidad a rango
de instrumento de la mayoría.
Por ello es que el derecho debe atender a las múltiples realida-
des que en él convergen. El deber ser jurídico también tiene un
situación de los grupos vulnerables– puede verse el extenso estudio de Will Kymlicka,donde valora de manera extensa y minuciosa la representación política que se podríagarantizar mediante la reserva de escaños en el cuerpo legislativo central para losmiembros de determinados grupos. Dicho autor explora las dificultades teóricas yprácticas que esa propuesta lleva implícita.Véase Kymlicka, op. cit., p. 191 y ss.
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deber ser metajurídico. El diálogo de autoconciencias parte de esa
realidad metajurídica y aterriza en ella.
Derecho e historia se unen en el diálogo. Uno –el derecho– es
su expresión concreta, es decir, el pacto incluyente que resume todas
las voces.La otra –la historia– es el espacio temporal en el que el diá-
logo se desenvuelve y se redetermina a la luz de nuevas condiciones.
A través de este diálogo se fortalece la comunidad humana, de
forma tal que los paradigmas, principios o valores contenidos en el
concepto dignidad humana se afirman como universales, situación que
los seres humanos vamos descubriendo en la medida en que los acepta-
mos para nosotros mismos y para los demás. La dignidad de la perso-
na humana no se construye en la ley vacía, como tampoco lo hace en
el prejuicio, el miedo, el odio o la intolerancia.
La dignidad común a todos se descubre en el devenir histórico
a través del diálogo con el otro.Los derechos diferenciados que bus-
can fomentar la igualdad de oportunidades de todos atienden a esta
densa realidad.
México ha dado los primeros pasos en materia legislativa en la
lucha frontal contra la discriminación. Sin embargo, el fin de esa
lucha no aparece aún en el horizonte. El ángel de la historia tal vez
no pueda regresar y recomponer lo destruido, pero a nosotros nos
corresponde nuestro aquí y nuestro ahora.
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MENCIONES HONORÍFICAS:
• “Formulación econométrica de la discriminación en el acceso
a los servicios de salud: caso práctico en el Distrito Federal”,
por María de Jesús Ramos Escamilla.
• “Crítica de la razón discriminante”, por Luis Armando
Marín Elías.
• “Homofobia: apuntes de su historia y realidad actual”,
por Abán Praxedis Román Franco.
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Formulación econométrica de ladiscriminación en el acceso a los
servicio de salud: caso prácticoen el Distrito Federal
por María de Jesús Ramos Escamilla*
INTRODUCCIÓN
La población del Distrito Federal que cuenta con seguridad social es
derechohabiente. El resto de la población, que en México se conoce
como población abierta,ha sido fundamentalmente acogida por los ser-
vicios públicos que ofrecen los centros de salud. Aunque en ambos
casos el objetivo es proteger la salud de las personas, los dos ofrecen un
perfil discriminatorio:primero,porque han contado con fuentes finan-
cieras vulnerables a las crisis económicas y a los procesos de asignación
de recursos, brindando así servicios de salud de segunda mano a los
derechohabientes, lo que da pie a la práctica de la poca tolerancia y el
trato desigual; segundo, porque los servicios de salud de la seguridad
social se establecieron como una prestación laboral de los trabajadores,
mientras que los brindados por los centros de salud se crearon bajo un
esquema de asistencia pública, lo que hace que los prestadores del ser-
vicio sean más intolerantes,puesto que “su salario real lo reflejan con su
* Estudiante de geografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
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ignorancia”, lo que alimenta al círculo de la discriminación (no hay
capacitación de capital humano).Y claro,quien paga los platos rotos son
los derechohabientes y/o pacientes.
Problema¿Cuál es la actitud y el conocimiento de las personas que llevan a cabo
la producción de relaciones sociales en las clínicas médicas del Distrito
Federal respecto de la discriminación que ejercen sobre los derechoha-
bientes y/o pacientes que atienden cotidianamente?
JustificaciónPara la selección del tema de mi ensayo tomé en cuenta la importancia
de los recursos que se desperdician al no permitir un acceso directo al
servicio médico a más de 10 millones de personas.Es importante tomar
en cuenta que las condiciones de discriminación que imperan en la
ciudad de México no siempre corresponden a lo que estipulan las orga-
nizaciones de derechos humanos, los bancos de información económi-
ca, etcétera. Por ello, me enfoqué en averiguar la causa y los efectos de
la discriminación que se ejerce en el acceso a los servicios de salud en
el Distrito Federal y en cómo transformar esta actitud antiproductiva.
¿QUÉ ES DISCRIMINACIÓN?
“Por discriminación se entiende alterar o modificar la igualdad entre
personas”.1 La discriminación ocurre cuando se produce la desigualdad
en cualquiera de sus modalidades: de trato, de oportunidades, etcétera.
En este sentido existen tres tipos de discriminación:
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a) Directa.Sucede cuando existe un rechazo directo entre dos o más
personas.2
b) Indirecta.Tiene lugar cuando se exigen condiciones o requisitos
específicos, como edad, estado civil, talla, etcétera, para ocupar o
promover algún servicio (en nuestro caso el acceso el de salud).3
c) Segregación. Es cualquier forma de discriminación ejercida hacia
la persona, tan sólo por pertenecer a un grupo.“La segregación
varía de un lugar a otro y se modifica a través del tiempo, pues
está relacionada con las costumbres que en ese lugar practique
la sociedad; por tal razón en algunas ocasiones son las propias
leyes de los países las que fomentan la segregación”.4
DESARROLLO
Presento en esta parte de ensayo los resultados de mis estudios realiza-
dos entre febrero de 2004 y el mismo mes de 2005 en las 16 delegacio-
nes políticas del Distrito Federal, cuyo objetivo fue caracterizar y me-
dir la discriminación en el acceso a los servicios de salud.
Para efectos de este trabajo definí tal forma de discriminación
como la falta de acceso de ciertos grupos o personas a diversos bienes,
servicios y oportunidades que mejoran o preservan el estado de salud,
y que otros individuos y grupos de la sociedad disfrutan.
De esta definición se desprende que se trata de un fenómeno que
trasciende el sector salud.El análisis muestra que existen en el Distrito
Federal ciertos factores que se asocian sistemáticamente con la discri-
2 Jorge Bracamonte Allaín, editor, De amores y de luchas: diversidad sexual, derechoshumanos y ciudadanía. Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, Lima, 2001, p.1.
3 Alfredo J. Carballeda, La intervención en lo social: exclusión e integración en los nuevosescenarios sociales, Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 4, col.Tramas sociales.
4 Ibidem.
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5 Robert Castel, compilador, Desigualdad y globalización. Cinco conferencias, Facultadde Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires-Manantial, Buenos Aires;2001, p. 1.
minación total. Ellos son: la pobreza; la ruralidad; el desempleo y el
empleo informal; factores étnicos (en el caso de Milpa Alta se consi-
deran más bien culturales o vinculados a problemas familiares); y ele-
mentos relativos a la organización y estructura del sistema de salud en
su totalidad.
RELACIÓN ENTRE LOS
FACTORES DE DISCRIMINACIÓN
Al analizar algunos de los puntos antes citados se obtuvieron grados
importantes de correlación que fueron confirmados por el análisis
econométrico de las variables de discriminación.
De acuerdo con los datos obtenidos en las mediciones por de-
legación política parece existir una fuerte asociación entre el servidor
intolerante y la falta de cobertura de salud (lo cual se debe probable-
mente a un ingreso per capita castigado). Por otra parte, la ruralidad
parece tener una fuerte asociación con la falta de cobertura real y la
falta de cobertura por seguros.Lo anterior se traduce en un gasto des-
proporcionadamente alto para la población del Distrito Federal.
En los resultados de las encuestas la pobreza aparece fuertemen-
te asociada con la falta de cobertura de servicios básicos de salud,
como asistencia profesional en el parto.
El origen “migratorio-indígena”5 de los habitantes de las dele-
gaciones Gustavo A. Madero e Iztapalapa está estrechamente vincu-
lado con la discriminación en el acceso a los servicios de salud,
medida a través de la falta de cobertura.
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Se puede observar con claridad que la pobreza es una compa-
ñera permanente de la discriminación. Una consecuencia impor-
tante de esta relación es la contención de la demanda en salud, por
oposición a la necesidad percibida.
Si se pregunta a dónde acudieron a consulta quienes se sintie-
ron enfermos o sufrieron un accidente puede ocurrir que un por-
centaje significativo de los encuestados declare que no intentó ver a
un médico e, inclusive, que algún paciente falleció.
ANÁLISIS ECONOMÉTRICO DE LAS
VARIABLES DE DISCRIMINACIÓN
Las técnicas que identifican de manera independiente a la población
discriminada (head count) en cada una de las dimensiones de análisis
y fuentes o causas de discriminación no consideran las interacciones
entre éstas ni las diferencias en el grado de discriminación de la
población de cualquier delegación política. Debido a esta limitación
mis resultados no son concluyentes y no pueden usarse para realizar
comparaciones intra e interregionales.
Con el fin de superar este problema utilice un procedimiento
para la medición integral basado en la construcción de un índice
compuesto de discriminación. Con esta metodología se evalúa la
discriminación a partir del cálculo de un indicador continuo de ex-
clusión basado en una familia de parámetros doble logarítmicos.
Igualmente, incorporé los siguientes elementos de análisis:
a) La incidencia de la discriminación.
• ¿Cuántos derechohabientes y/o pacientes se hallan discrimi-
nados?
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b) La intensidad de la discriminación.
• ¿Cuál es el grado de discriminación de los derechohabientes y/o
pacientes reportados como discriminados?
• ¿Cuál es la brecha frente a la situación óptima de no discriminación?
c) La severidad de la discriminación.
• ¿Cuál es el grado de desigualdad entre los niveles de discrimina-
ción de los derechohabientes y/o pacientes?
El indicador continuo incorpora las interacciones entre las dife-
rentes fuentes de discriminación, así como las restricciones conjun-
tas que enfrentan los individuos para acceder a los mecanismos de
satisfacción de sus necesidades de salud.Tal indicador es construido
como una combinación lineal de las diversas fuentes de exclusión y
revela el riesgo individual de discriminación.
La ventaja de contar con esta herramienta es que permite la
estratificación de los derechohabientes y/o pacientes, segmentándo-
los en grupos relativamente homogéneos en términos de riesgos.
Dicha estratificación la realicé utilizando el método de los con-
glomerados (clusters),mismo que determina los umbrales y permite la
clasificación de las encuestas en diversas categorías de riesgo, las cua-
les se obtienen mediante la minimización de la distancia euclidiana
del índice compuesto al interior de los cuatro grupos de riesgo defi-
nidos: severo, alto, moderado y bajo. La utilidad de la estratificación
radica en que permite ordenar a los derechohabientes y/o pacientes
según los riesgos de discriminación e identificar las zonas geográficas
por delegación política más afectadas.
Teóricamente los valores del índice de discriminación van desde 0
(ninguna discriminación ) a 1 (total discriminación).Para fines del aná-
lisis utilice los siguientes criterios de clasificación de riesgo de discrimi-
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nación: leve (valores inferiores a 0.15);moderado (valores entre 0.16 y
0.25); alto (valores entre 0.26 y 0.5); severo (valores superiores a 0.6).
El índice medio de discriminación para las 16 delegaciones po-
líticas analizadas se ubica en un nivel de 0.287, lo cual indica que los
derechohabientes y/o pacientes en estas zonas tienen un alto riesgo
de discriminación en el acceso a los servicios de salud.
Desagregando el índice en los componentes que lo definen se
observa que este nivel se explicaría, principalmente, por el alto grado
de desprotección de los derechohabientes y/o pacientes discrimina-
dos (brecha de discriminación), más que por el volumen de pobla-
ción que no se encuentra inserta en el sistema de seguridad social.
Si la situación óptima se da cuando no se enfrenta ningún tipo
de discriminación se puede apreciar la magnitud del fenómeno al
observar que, en promedio, 47% de los derechohabientes y/o pa-
cientes de las 16 delegaciones políticas sí han sido discriminados.
El estudio inicial indica que el grado de afectación de las personas
discriminadas por los servicios de salud es alto (74%), lo cual quie-
re decir que el grupo de los derechohabientes y/o pacientes exhi-
be altos grados de discriminación para la mayor parte de los indica-
dores utilizados en la medición.
El alto nivel de la brecha de discriminación es importante por-
que revela dos aspectos fundamentales de la discriminación en el
Distrito Federal: en primer lugar, evidencia que la población enfren-
ta múltiples fuentes de discriminación en todas las clínicas médicas y
centros de salud y, en segundo lugar, que su grado de discriminación
es casi total.
En términos de elaboración de políticas estos resultados sugieren
que las orientadas a mitigar la situación no debieran estar focalizadas
en una sola dimensión o factor de discriminación, sino en ser multi-
sectoriales e intersectoriales.
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En términos relativos, las delegaciones Cuajimalpa de Morelos
y Álvaro Obregón muestran los menores riesgos de discriminación
(índice de 0.253 en contraposición al valor medio de 0.287), mien-
tras que las demarcaciones que evidencian una mayor vulnerabili-
dad social son Gustavo A. Madero, Iztapalapa e Iztacalco, tanto en
número de población discriminada como en grado de discrimina-
ción (51%), obteniendo un índice de 0.316, 0.32 y 0.35, respectiva-
mente.
Si bien la brecha o grado de discriminación es alto y similar en
las cuatro delegaciones políticas (rango entre 68 y 75%), las diferen-
cias interregionales en los niveles de riesgo son atribuidas a discre-
pancias en el volumen de la población discriminada.
El porcentaje de población excluida en la delegación Coyoacán
es 1.4 veces el nivel que registra la delegación Benito Juárez, mien-
tas que en el caso de Tlalpan se eleva a 1.5 veces el nivel registrado
en Venustiano Carranza.
PERFIL DE LOS DERECHOHABIENTES
Y/O PACIENTES DISCRIMINADOS
En todo el Distrito Federal la población con alto riesgo de discrimi-
nación en salud está compuesta básicamente por población pobre
(87% en los casos de Iztapalapa y Gustavo A. Madero) que reside en
zonas de alto riesgo (entre 60% y 80%). Existe un alto grado de aso-
ciación negativa entre el nivel de pobreza y la afiliación a algún esque-
ma de seguro de salud, es decir, a mayor pobreza menor afiliación.
Además, existe una alta asociación entre condición laboral (fuerza
laboral independiente o dependiente sin contrato de trabajo) y no afi-
liación a seguros de salud.
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En términos etáreos, los derechohabientes y/o pacientes con
alto riesgo de discriminación en servicios de salud se ubican en el
rango de edad de 18-65 años (entre 47% y 54%).
¿Quiénes son los discriminados en servicios de salud en el Distrito Federal?
• los pobres;
• las personas de origen indígena;
• los desempleados, subempleados y trabajadores informales;
• los que se encuentran en el quintil más bajo de ingresos;
• los que hablan sólo lenguas indígenas;
• las personas de entre 6 y 29 años y los mayores de 50 años;
• aquellos que no tienen seguro médico;
• los obreros privados;
• las empleadas domésticas;
• los trabajadores del sector agrícola y de la construcción;
• los niños menores de cinco años, las adolescentes y las personas
mayores de 65 años;
• las mujeres, en especial las pobres, jefas de hogar y/o embarazadas;
• las personas que tienen bajo nivel de instrucción académica.
Este resultado es consistente tanto con la hipótesis de subreporte
de necesidades producido como consecuencia del menor posiciona-
miento social de los individuos, como con el alto costo de oportu-
nidad y el costo económico de reportarse enfermo en una población
que no tiene un empleo estable y se mueve a niveles de subsistencia
y, por lo tanto, está incentivada a reprimir la demanda de servicios de
salud.
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LA FORMACIÓN DE UN CONSENSO
Por su propia naturaleza, los temas relativos a la no discriminación
tienden a unirnos, pues representan un valor universal compartido
por las principales ideologías y plataformas políticas.“La discriminación
nos ofrece un puente destructivo para el entendimiento humano”.6
8.5% fuera de los servicios de salud y 91.5% dentro de la discriminaciónAl comenzar 2004 el panorama de la discriminación presentó niveles
preocupantes a nivel social, que determinaron que los principales dis-
criminados son los pobres, los adultos mayores, las mujeres y los niños,
los grupos étnicos, los trabajadores informales, los desempleados, los
subempleados y en general la población económicamente inactiva.
Inciden también en el problema la limitada cobertura de la seguridad
social, la carencia de los servicios básicos de agua y alcantarillado, y el
deterioro del medio ambiente en las 16 delegaciones políticas del
Distrito Federal.
En un contexto en el que se ha mercantilizado la salud humana,
el afán de enriquecimiento fácil y rápido a menudo priva sobre cual-
quier otra consideración social, humana o ética. El gasto de bolsillo,
por lo tanto, funciona como el principal mecanismo para contratar
servicios privados, y “¡Qué!, ¿solamente así evito ser discriminado?,
¿tengo que pagar mi servicio médico para no ser discriminado?” 7
Como es fácil suponer, sólo unos pocos pueden utilizar los ser-
vicios de salud cinco estrellas, en tanto que enormes grupos po-
blacionales han quedado marginados y, por ende, discriminados.
6 Melina Selverston-Scher, Ethnopolitics in Ecuador. Indigenous Rights and the Strengthen-ing of Democracy, North South Center Press, Universidad de Miami, 2001, p. 15.
7 Entrevista núm. 115 en la Clínica 27, con el paciente Evaristo Pineda González.
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DISCRIMINACIÓN TÍPICA
EN SERVICIOS DE SALUD
Las delegaciones políticas de las zonas de alto riesgo o delictivas pre-
sentan fuertes limitaciones para acceder a los servicios de salud, ya
sea porque éstos no existen o, de haberlos, porque son de mala cali-
dad o se circunscriben a la atención primaria. El problema se torna
aún más grave si se considera que la mayor parte de la población del
Distrito Federal es pobre e incluso muchos trabajadores asegurados
sufren discriminación de la seguridad social, contando como única
opción con los servicios públicos, que se caracterizan por sus im-
portantes deficiencias.
El sector informal de la economía, que representaba en febre-
ro de 2004 el 51.8% de los empleos, aumentó a 57.7% para el mis-
mo mes de 2005. Los desempleados y los trabadores informales ge-
neralmente están excluidos de la seguridad social; por lo tanto, no
pueden ejercer el derecho a la salud y finalmente son discriminados
por este sistema agresivo.
Es indispensable que la comunidad y los profesionales de los ser-
vicios de salud y de la capacitación de capital humano realicen un
esfuerzo común para cambiar sus actitudes frente a las personas que
tienen distintas categorías sociales, económicas, culturales, políticas,
sexuales y demás. Un esfuerzo aún mayor aumentará la conciencia
en torno a la discriminación y el acoso habitualmente experimentados
por derechohabientes y/o pacientes junto con sus familias, garanti-
zando económicamente un progreso en la calidad del tratamiento.
Los cambios estructurales y de organización, liderados y promo-
vidos por los jóvenes universitarios que apoyen al movimiento ético-
social de la no discriminación en México, edificarán la formulación
explícita de directivas de calidad para el cuidado de la salud, la pro-
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mulgación de leyes y la sensibilización de los responsables encarga-
dos de la toma de las decisiones políticas, además de que contribui-
rán a la puesta en práctica de una cultura de la no discriminación.
CONCLUSIONES
Son preocupantes los niveles de discriminación en el acceso a los ser-
vicios de salud en el Distrito Federal por lo que,basándome en mi estu-
dio econométrico, propongo las siguientes líneas de acción:
• Consensuar y establecer programas de imagen institucionalpara el público general, medios de comunicación, centros edu-cativos, etcétera.
• Promover que los (ex) usuarios de las clínicas médicas ycentros de salud se defiendan de la discriminación y se capa-citen para ser formadores.
• Concienciar a los profesionales de la salud para que se com-prometan con el reciclaje profesional, potencien sus cualida-des y mejoren sus actitudes hacia los derechohabientes y/opacientes de las clínicas médicas y centros de salud.
• Mejorar los patrones de atención social y rehabilitación.• Proporcionar un marco legal en materia de no discrimina-
ción enfocado a asegurar la dignidad de las personas del Dis-trito Federal.
• Exigir un mayor compromiso en investigación.
Quiero concluir este ensayo afirmando que la discriminación ma-
ta a todos sus niveles.
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Crítica de la razón discriminante
por Luis Armando Marín Elías*
INTRODUCCIÓN
Quien discrimina lleva a cabo un proceso de separación selectiva de
carácter excluyente. El fenómeno es, en este sentido, un proceso natural
del entendimiento.Pensar es discriminar si –la frase es de Borges−“pen-
sar es eliminar diferencias”. Nuestra razón, al ejercitarse, basa su desa-
rrollo en procesos selectivos, cualquiera que sea su dominio. Cuando
este ejercicio, a todas luces natural y necesario, simple y productivo,
toma como objeto al ser humano de una manera irreflexiva y deni-
grante, irracional, abusiva o excluyente; es decir, secciona, selecciona,
obstaculiza o niega al otro, entramos de inmediato en el terreno de un
dilema ético que es imprescindible condenar −ya que no sólo juzgar−de manera efectiva. Se habla aquí de la discriminación negativa, enten-
dida como una enfermedad común del individuo y la sociedad en
todos sus niveles, sustentada en un uso nocivo, aberrante, ya sea cons-
ciente o inconsciente,de la razón;y de la estigmatización irracional,sus-
tentada en sólidos prejuicios sociales.
Así, podríamos distinguir, al menos, una discriminación aplicada
–consciente, elaborada, dirigida: hecha desde un marco institucio-
* Estudiante de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
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nal, que llamaremos razón discriminante–, y la discriminación social,
de carácter civil –que reconoceremos como un acto discriminato-
rio. Ambas se vinculan en una relación dependiente y coexisten
entorpeciendo el desarrollo democrático, dinámico y libre de una
sociedad. Es necesario observar que la discriminación, planteada de
esta manera, no se reduce solamente a la manifestación del desprecio,
el repudio o la condena hacia un grupo tradicionalmente marginado
por parte de otro individuo o sector de la sociedad,ni es tampoco un
hecho que afecte únicamente el ámbito de las instituciones o de los
organismos públicos. La discriminación es un problema complejo y
activo incrustrado en todos los niveles de la realidad humana, y una
sociedad constituida en estructuras discriminantes –sean políticas,
económicas, culturales, etcétera– es una sociedad mutilada y entorpe-
cida, condenada al rezago y a la incompetencia. La exclusión, enten-
dida como discriminación negativa, tiene efectos perjudiciales sobre
el desarrollo humano en todos sus aspectos:es un obstáculo que impi-
de el ejercicio social plural y productivo, degrada el espíritu, la con-
fianza, la misión, las funciones y los propósitos en que se sostiene y
ratifica la vitalidad misma de las diversas entidades que constituyen a
la nación.
Este problema estructural se inicia en el sustento mismo de una
sociedad, el individuo: célula primigenia de toda concatenación so-
cial. No es difícil constatar a lo largo de nuestra vida cotidiana y de
manera muy frecuente –algunas veces hasta en los espacios más ín-
timos o privados– ejemplos diversos de actos discriminatorios. És-
tos se originan generalmente en impulsos egoístas individuales que,
como vemos, se manifiestan e involucran constantemente en diver-
sos ámbitos del entorno social, llegando incluso a estar facultados de
un poder imperioso, establecido irreflexivamente mediante imposi-
ciones dogmáticas e ilegítimas en el dominio de las estructuras fun-
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damentales en las que se basa el desarrollo de nuestra vida y nues-
tras relaciones con el otro, desde las formaciones básicas primarias
–la pareja, la familia, la comunidad–, hasta los organismos delimita-
dos por un marco jurídico institucional –el municipio, el Estado, el
gobierno. Conviene reflexionar sobre la naturaleza de la discrimi-
nación negativa, analizar el umbral de su nacimiento y estudiar la
manera en que se desarrolla, con el fin de descubrir sus intereses y
presupuestos. Mediante investigaciones generales podremos cono-
cer más a fondo el fenómeno del acto discriminatorio y, por lo
tanto, desarrollar la capacidad de distinguirlo, juzgarlo y corregirlo
de manera efectiva.
Si, como observamos, la base del problema se encuentra, es su
primer impulso latente, en el individuo, habrá que comenzar ha-
blando de la relación cotidiana de éste con su entorno; específica-
mente del vínculo inmediato con la presencia del otro, estudiando
las relaciones que dan origen a los prejuicios que condicionan la
discriminación,produciendo estigmas sociales.Veremos cómo tal es-
tigmatización social se involucrará, más adelante, en los ámbitos ins-
titucionales de la sociedad, fundamentando los principios de una ra-
zón discriminante, aplicada de manera facciosa y embustera, que
consuma y funda, de manera oficial, la discriminación negativa. El
acto discriminatorio tiene origen y desarrollo, causas y consecuen-
cias, actores y víctimas; es, pues, un fenómeno activo y presente, in-
miscuido, como vemos, en todos los ámbitos de la realidad humana
y hasta facultado, de manera perjudicial y peligrosa, de un poder
dominante.
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EL OTRO COMO OBJETO: LOS PREJUICIOS
FUNDAMENTALES Y LA DIALÉCTICA
DEL ACTO DISCRIMINATORIO
Discriminar es ignorar. ¿Qué ignora quien discrimina? Tenemos
una hoguera de ismos y fobias que hierve sustentada en una serie
de prejuicios extremadamente nocivos: racismo, elitismo, sexismo,
clacismo, machismo, xenofobia, homofobia… Todos tienen una
superficie común desde la que surgen las diversas posturas que po-
sibilitan la discriminación. Este posicionamiento, que pretende jus-
tificar actos arbitrarios de exclusión,negación o dominio, se susten-
ta en dos prejuicios fundamentales consolidados como la bandera
falaz de la razón discriminante: el sentimiento de superioridad y el
criterio de normalidad.Toda acción de agravio y ultraje cometida
contra el otro se apoya en la convicción tenaz de estos prejuicios,
puestos en marcha como la justificación de una postura excluyen-
te. Nuestro país sabe marchar a la vanguardia de la exclusión y el
desvarío: a la mujer se le denomina y se le restringen oportunida-
des por ser el sexo débil, demarcación abrupta y soez que puede lle-
gar hasta la precipitación del acto grotesco coronado con el casti-
go fatal a su integridad: su asesinato; al indígena se le condena al
frío anonimato de las anormalidades como efímero pasajero fantas-
magórico de la lejanía: despojo residual de otro tiempo, figura ex-
patriada de color, pensamiento y lengua extranjeros; al homosexual
se le califica irreflexivamente como anomalía casi humana, degrada-
ción del hombre en bestia rara de apetitos oscuros; al adulto mayor
se le desecha como un despojo: curiosa presencia anticuada, colec-
cionable en el inventario de lo inservible; al indigente se le reserva
al espectáculo de una dádiva pía que lejos de salvar su condición la
mantiene; al enfermo de sida, al extranjero, al maestro… Ninguna
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de estas víctimas tiene rostro, simplemente encabezan, en el anoni-
mato del escenario, una cruenta tipología de lo siniestro.
Observamos claramente en los ejemplos anteriores una relación
de oposición (dominante-dominado:opresor-víctima) que se sostie-
ne en prejuicios sociales de honda cristalización en la razón huma-
na,herencia del ejercicio arbitrario del poder durante miles de años,
ahora manifestados como una mera sinrazón,un devaneo,una añeja
imprudencia de la especulación racional, anclada ya como forma de
pensamiento tradicional en la conciencia humana: un estigma. La
aceptación de una idea de superioridad frente al otro y la consi-
guiente aplicación de un vago criterio de normalidad se vinculan
para generar los prejuicios fundamentales de un acto discriminato-
rio.Una ciega fe despoja al ser humano,al otro,de su dignidad cons-
titutiva, en un proceso de alienación que le retira todo reconoci-
miento de identidad y, por tanto, lo exilia del respeto igualitario de
sus derechos, aptitudes y oportunidades.
Lo que se daña es la dignidad de las personas. ¿Y qué con la
dignidad?, ¿en qué radica la dignidad humana? En los encuentros
conflictivos entre tipos distintos de razas, clases, sexos, credos, suele
surgir una tensión violenta en la que se dictamina que el otro no
merece estar al mismo nivel del que lo juzga. Sobre ello podemos
encontrar ejemplos excesivos a los largo de la historia, llegando in-
cluso al escándalo mismo de la negación absoluta del ser humano.
No es necesario ir muy lejos hacia otros tiempos: en nuestro entor-
no inmediato suelen encontrarse toda clase de actitudes excluyen-
tes y de juicios abusivos que no requieren siquiera de un mínimo
recato al manifestarse:“Q no merece tener acceso a la educación”,
“X no puede participar de esta clase de privilegios”,“Y no puede sa-
ber nunca la verdad”,“Z debe ser fiel y servirme”. Se es impruden-
te al considerar al otro como algo deficiente y menor, no apto para
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obtener un reconocimiento legítimo y, por supuesto, los privilegios
y beneficios del mismo. Ser digno significa merecer. ¿Qué merece
el ser humano y por qué? Al discriminar consideramos al otro como
objeto:desechable,marginal, utilizable de tal o cual manera.La tota-
lidad de su ser se convierte, mediante una malévola falacia del en-
tendimiento, en una mera característica bien o mal comprendida,
prescindible o útil para ser explotada, condenable o expuesta a la
saña ridícula de un violento señalamiento burlesco que puede jus-
tificar un comportamiento abusivo.Al considerar al otro como ob-
jeto se le retira el derecho a su humanidad, se le condena a ser o a
no ser de esta o aquella manera.
¿Y qué es aquello que se le niega al retirarle el derecho a su
humanidad?, ¿qué se niega al esconder las posibilidades legítimas del
desarrollo y el reconocimiento del otro? La dignidad humana radica
en una característica constitutiva fundamental: su libertad. Libertad
es humanidad.Al estigmatizar al otro como un objeto lo que hace-
mos es negarle el desarrollo natural y libre de toda su potencialidad
humana. Se niega el acto de ser: se restringe, se excluye, se reprue-
ba. Y todo mediante el planteamiento violento y dogmático de
razones arbitrarias. La libertad del ser humano es constitutiva de su
ser mismo: ser humano quiere decir ser libre; la libertad de ser
(expresar, conocer, manifestar…) no es un logro o un añadido que
sólo alcance o merezca cierta raza, cierta clase. Al marcar al otro
como objeto no sólo se dinamita la convivencia social y se obstacu-
liza el ejercicio pleno, democrático, de las facultades humanas, sino
que se restringe el derecho a las mismas, terminando con el acceso
plural y simétrico a las oportunidades, eje indiscutible de todo desa-
rrollo social inteligente. Por lo tanto, discriminar es permanecer en
un estado de ignorancia: se obstaculiza el avance enérgico, pleno y
sostenible de una sociedad, se destruye su enriquecimiento cultural
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y se condena a la inexistencia a ciertos personajes fundamentales del
proceso dinámico del desarrollo, acabando con su humano derecho
a ser: a expresar su libertad. Discriminar es ignorar la igualdad cons-
titutiva que nos rige. Esta dignidad legítima y originaria es garantía
de la exigencia de un derecho y el ejercicio de una responsabilidad
que asegura un desenvolvimiento atractivo y generoso a los diver-
sos núcleos sociales.
Cabe preguntarnos por qué nos es tan fácil discriminar,por qué
es una condición constantemente arraigada en la actitud decadente
de nuestras instituciones, acto presente en los acontecimientos que
rodean nuestra vida diaria, si parece muy claro el daño que produ-
ce para todos, sus efectos negativos tanto a nivel individual como
social.Podríamos arriesgarnos a apresurar una respuesta:en el fondo,
la discriminación es un ejercicio necesario de los vicios del poder;
de la apropiación facciosa que se hace del mismo.Se le teme a la liber-
tad fundamental constitutiva de todo ser humano porque la libertad
es un ejercicio dinámico, pleno y plural, fuente del espíritu demo-
crático en el que, al menos en teoría, todos podrían participar, avan-
zar y desarrollarse sin distinciones de sexo, clase, religión o credo.
Sin privilegios sectarios,monopólicos ni cadenas masivas.Se le teme
a la libertad por un constante egoísmo anidado en la conciencia
humana que permite la perpetuación en el poder; un ejercicio de
control ridículamente placentero que a la larga termina convirtién-
dose en un imprudente ataque autodestructivo.A la mujer con ros-
tro y sonrisa se le destruye psicológicamente para conservarla: se le
encierra, se le golpea y castiga, se le niegan oportunidades, se le ase-
sina para manifestar el repudio a que sea; al indígena con nombre y
apellidos se le condena a la sierra de su exilio con corolarios amis-
tosos y tradicionalistas, en vez de leyes y apoyos que lo reconozcan
y le garanticen una vida digna en su suelo y su patria: se le aísla para
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manifestar el repudio a que sea; al homosexual con proyectos e ilu-
siones se le entrega a la oscuridad del ocultamiento, catalogado en
el índice de una naturaleza impura y febril, pozo de los repudiados:
se le niega para manifestar el repudio a que sea; al anciano con pasa-
do y experiencia se le coloca en la sala de la inutilidad, mera esta-
tua efímera y convaleciente de lo vago: se le olvida para manifestar
el repudio a que sea; al indigente, ese resultado cruel de nuestra
ignorancia macabra –¿nuestra razón virulenta?– se le permite seguir
siendo una constante nada perecedera: se le mantiene para manifes-
tar el repudio de que sea; al enfermo, al extranjero, al maestro…
“Temo que seas libre” quiere decir: temo que seas tú mismo.
Temo reconocerte, compartir, brindar, respetar. Ser es merecer: ex-
presar, manifestar, abrir, valer. Ser es libertad. Libertad es desarrollo:
ejercicio ecuánime de responsabilidad, participación y tolerancia. La
libertad es una condición constitutiva del ser humano, y nunca un
valioso privilegio de algunos. El egoísmo es quien tiene miedo. El
miedo radica en aceptar la libertad. Ese temor fundamenta y conci-
be una inquisitoria ignorancia que a nivel institucional funciona co-
mo razón discriminante.
LA DISCRIMINACIÓN INSTAURADA
Y APLICADA EN LAS INSTITUCIONES.ALGUNAS PERSPECTIVAS CULTURALES.
La lista del catálogo de agravios discriminatorios sería interminable
porque no se agota en los ejemplos expuestos –paradigmas frecuen-
tes o preferidos,por la evidencia física o social e incluso mediática del
tema–: la elección facciosa e ilegítima de los representantes de un
organismo institucional o de sus oscuros beneficiarios; la aniquilación
del desarrollo equilibrado del conocimiento humano al suprimir,
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digamos, el ámbito de las humanidades o de las artes de un plan de
estudios;el escaso fomento para el ejercicio productivo de las activida-
des científicas o culturales, privilegiando sólo ciertos rubros del que-
hacer social de manera abusiva y excluyente, son también un ejemplo
de discriminación no menos frecuente –sí más olvidado– en nuestro
país y un atentado singular contra la cultura,de alcances letales:muti-
lación de la plena potencia humana. La razón discriminante aplica-
da en las estructuras constitutivas del funcionamiento social marcha
operando bajo el régimen de los mismos prejuicios que fundan las
reacciones discriminatorias que surgen en un individuo o clase; sin
embargo, su funcionamiento consciente y dirigido, enérgico y efec-
tivo,concebido y ordenado a nivel institucional, le garantiza la etique-
ta de una perversidad muy particular y un veneno social radicalmente
dañino. La discriminación institucional ejercida sobre miembros de
una misma sociedad es el fin de los procesos democráticos que cons-
tituyen el espíritu originario de una nación. Es más: es el fin de un
correcto y enriquecedor desenvolvimiento político,cultural,econó-
mico, etcétera; es fuente de nuevos ismos: influyentismo, credencia-
lismo, presidencialismo.
Más allá del mero estigma social sustentado en prejuicios que
fomentan actitudes discriminatorias en la vida diaria de nuestro país,
está el uso maquiavélico de una razón discriminante dirigida y cons-
ciente, tenaz y facciosa,que maniobra sutil, arbitraria y eficientemen-
te en diversas esferas sociales. En lo político –que también suele ya
obtener, afortunadamente, el reconocimiento como un paradigma
relevante–, a menudo se privilegian intereses sectarios, grupales o
partidistas sobre los intereses y las necesidades primordiales de una
nación, entendida en su totalidad. Inclusive –elevando el goce de la
impunidad a una faena circense y ridícula– se llegan a privilegiar
intereses individuales sobre la razón democrática que es, por nece-
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sidad, razón comunitaria.1 La obstaculización o la eliminación de
un contrincante político por incompatibilidad ideológica, ya sea del
mismo partido o de algún otro, es también un hecho frecuente en
el que se ejercita continua y ambiguamente nuestra clase política.El
ansia de poder y sus respectivos abusos vician el desarrollo común,
simétrico e incluyente de los diversos rubros sociales, llevando al
ámbito de lo político –esfera primordial de la razón comunitaria,
democrática– al ejercicio de la astucia y la maña oportuna, mafiosa,
excluyente, que cancela inmediatamente todo proceso eficaz y legí-
timo inaugurando un episodio cruel de discriminación, toda vez
que ello sucede en una de las esferas primordiales en las que se sos-
tiene y fundamenta la vida nacional. El colmo de la arbitrariedad
excluyente alcanza sus impulsos más grotescos y denigrantes al co-
rromper al sistema estatal mismo, cimiento de la nación.Un sistema
judicial, legislativo y ejecutivo que ejerce, aplica y legaliza su poder
de manera selectiva y parcial, precoz e imprudente, irreflexiva y en
respuesta a beneficios sectarios, ignorando el espíritu y la intención
que lo consolidó, es no sólo un sistema reprobable, ineficaz e ilegí-
timo en el que se juega la pugna entre la libertad cultural –que es
creación y acción participativa– y los negocios oscuros y negligentes
de un poder enviciado y enfermo –paralización e inanición de la cul-
tura–, sino también la representación oficial y gubernamental de una
cínica e inhumana razón discriminante.
En una democracia representativa el ejercicio del poder debe ser
una facultad incluyente, abierta y receptiva,que se extienda continua-
mente a la sociedad en general, que es lo que representa. Abraham
Lincoln dijo en un discurso contra la esclavitud, hace ya más de siglo
1 La razón discriminante sería así, también necesariamente, una acto radicalmenteantidemocrático de fecundo interés para el análisis del ámbito político que, preci-samente aquí, se despolitiza, corrompe y desvirtúa.
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y medio, que el poder no da la razón, sino que debe ser la razón lo
que valida al poder.Esta advertencia histórica se basa en un sano jui-
cio del entendimiento: si el poder da la razón, el poder también
devasta y excluye, eligiendo e imponiéndose bajo el amparo abusi-
vo de sus intereses particulares.El Estado puede convertirse así en el
representante de una razón activa, perspicaz e incluyente que invo-
lucre, a favor de la reproducción y el ensanchamiento de la vida cul-
tural, las esferas de su dominio de una manera ágil, reflexiva y pru-
dente; o bien, mediante el absurdo empeño en el uso de una razón
discriminante, puede volverse un pernicioso obstáculo por el creci-
miento y la búsqueda de oportunidades de la nación que represen-
ta, siendo ésta el origen mismo de sus facultades y su poder.La razón
deslegitima el ámbito de lo político al apartarlo de la justificación
de su existencia: servir a la nación de manera coherente, plural,
racional, ética y efectiva. Se convierte lo político en general –y sus
diversas esferas particulares: secretarías, partidos, cámaras, congresos–
en un mero lugar común del debate de estrategias gangsteriles que
aporten beneficios propios e inmediatos, fines electoreros, sectarios
e individualistas que ignoran la razón social, comunitaria, incluyente,
extensiva, simétrica y participativa, la cual da origen coherentemente
a lo político. La raíz griega de la palabra misma, polis, goza de alcur-
nia eminentemente comunicativa, social, influyente: comunitaria.
No es la política, obviamente, el único ámbito de nuestras esfe-
ras institucionales en el que la razón discriminante funciona y se
expande; podríamos extender, en un juego de esquematizaciones y
analogías de lo desmesurado, el uso de esta razón nociva a las diver-
sas esferas del quehacer humano. La discriminación ejercida a nivel
institucional requeriría de un análisis exhaustivo para ahondar en
cada una de las manifestaciones y características particulares que se
dan en las diversas ramas en que aparece:políticas,económicas, labo-
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rales… Sin embargo, la dialéctica discriminatoria –relación domi-
nante-oprimido– y los prejuicios fundamentales que ya hemos ana-
lizado –la imposición de un vago criterio de normalidad y una no
menos vacua sensación de superioridad– regulan y fundamentan el
modus operandi de la razón discriminante en todos sus niveles. Desde
las relaciones interpersonales básicas hasta los núcleos sociales diver-
sos y las estructuras institucionales, como hemos visto.
Otra reflexión pertinente, aunque suscinta –el tema y sus mati-
ces exceden el espacio que aquí se tiene– lleva a pensar en las institu-
ciones que tienen a su cargo la premiación, el desarrollo, la promo-
ción o el reconocimiento de los valores de las diversas producciones
culturales. Gabriel Zaid ha analizado en un excelente ensayo (Letras
Libres, 16, de abril de 2000, p. 32), que peca de breve, el reconoci-
miento de los productos culturales –su valor, su calidad, su difusión–
en relación con el éxito.Éste se convierte en parámetro no del todo
desatinado en el caso de la venta de herramientas o enfermedad la-
tente, que enuncia el fin de la cultura o, al menos, su reducción al
ámbito de convencionalismos y dominios elitistas, aprovechados y
monopólicos, los cuales funcionan bajo parámetros exclusivamente
mercantilistas degradando la riqueza del quehacer cultural. Este
abuso llega a establecer en la conciencia social estigmas perjudicia-
les de temibles repercusiones. Zaid se burla, parodiando la desidia:
“¿Sabes en cuánto se vendió? ¿Ya viste en dónde lo publicaron? ¡No
cabía tanta gente en la sala! Lo mencionaron para el premio Magno.
¿Leíste el artículo? Es director de Investigaciones Ilustres y miem-
bro de la Academia Impermeable”.
De la misma manera, estos estigmas llegarán a establecerse co-
mo un dominio infructuoso y excluyente en las instituciones mis-
mas, iniciando una vez más el cruento despliegue de la razón dis-
criminante aplicada a la producción cultual, científica, artística, lite-
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raria, etcétera. Los procesos de selección para otorgar algún estímulo
en determinada área de la cultura pueden dañar severamente a la mis-
ma al dedicarse, exclusivamente, a reproducir lo exitoso, o lo que en
ese momento se considera aceptable, o lo que es similar a lo que
dice o hace quien otorga el beneficio. Un asunto inquietante, a su
vez, son los requisitos que suelen imponer las instituciones. Mon-
terroso recordaba burlonamente haber leído alguna vez que en cier-
to concurso de poesía, para unos juegos florales, se pedía especificar
“la altura en centímetros del autor” (aparentemente, suponemos,
para acomodarlo con precisión junto a las reinas. ¿Serían muy al-
tas?). No tenemos que ir muy lejos para encontrar algunos otros
extremos que suelen ser extravagantes y, por su lugar en el desarro-
llo de la cultura, más dañinos. Un ejemplo: el apoyo que ofrece el
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), en la rama de
“jóvenes creadores”, cuya edad debe oscilar entre los 20 y los 35
años, solicita (entre ocho páginas de requisitos y condiciones),2 para
el caso específico del área de “Letras y dramaturgia”, incluir algunos
anexos a la solicitud de la beca. Entre éstos se piden tres textos de
autor y “fotocopias de reseñas críticas de su trabajo publicado”. Me
pregunto qué sucedería en el caso de algunas obras de gran valor
cultural que nunca hubieran sido reseñadas. Mucho menos aún
aceptadas para publicar por nadie (en nuestro país, sobra decirlo, este
hecho desafortunado para un joven creador en ese margen de edad
puede ser muy frecuente). El Fonca añade también algo que disi-
muladamente denomina “requisito facultativo”, pidiendo los “nom-
bres y datos de localización de dos personalidades reconocidas en la materia”
que puedan proporcionar referencias (el subrayado es mío). La pre-
gunta es la siguiente, observados estos requisitos: ¿en qué pone el
2 Me refiero a la convocatoria que el Fonca emitió en 2004. Puede consultarse enhtttp://fonca.artshistory.mx/2004/jovenes
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Fonca la máxima atención para otorgar un estímulo a la creación
cultural, y ello aun en el caso de los más jóvenes? La respuesta es
evidente: en la trayectoria. ¿Cuántas obras de valor pueden quedar
perdidas si sólo se juzga de esta manera? (y es éste uno de los esca-
sos organismos estatales que apoyan el quehacer cultural, de ahí la
preocupación). ¿En dónde quedaría, por ejemplo, el futuro de algún
Rimbaud de la poesía que necesitara de un apoyo? La exageración
es posible, aunque no sería la única forma ni el único caso problemá-
tico bajo estos parámetros.Tendría, en primera instancia, que pospo-
ner su genio precoz hasta ajustarse a los parámetros de juventud que
establece la institución y,posteriormente, entregarse a la tarea de con-
seguir publicar (¡con esperanza de que alguien lo reseñe!) algo que posi-
blemente nadie quiera siquiera leer. ¿Quiénes son aquellos que logran
conseguir los requisitos estipulados? Muy probablemente, aunque
no en todos los casos, aquellos para quienes ya no es necesario el
auxilio económico, ya que cuentan con todo el reconocimiento, los
contactos, las publicaciones y la trayectoria. ¿Contará todo escritor
joven de valía en nuestro país con estos requisitos?
Ciertas actitudes excluyentes entorpecen el movimiento y el
balance coordinado y creciente de la plenitud cultural. El esplendor
de la cultura está en la multiplicidad –las voces, estilos, escuelas,
hallazgos y posturas diversas–, así como la belleza de un bosque o
de una sotana radican en la confluencia y la distinción de los ele-
mentos que los componen. Este esplendor altamente deseable es
una riqueza que aviva el cauce de los productos de calidad de una
sociedad. El éxito puede comenzar a crecer al ritmo estridente del
mercado o la moda y, al atender únicamente este despliegue, se
empobrece el surgimiento y la acumulación equilibrada de los pro-
yectos y las potencias culturales. La razón discriminante se utiliza
aquí de manera lerda, aunque no sin contundencia.A través de los
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estigmas y las falacias de su dominio establece que sólo es impor-
tante lo que ha sido acreditado con el visto bueno oficial, o lo que
repetitivamente aclama la aprobación del público, o simple y senci-
llamente lo que tiene un carácter práctico inmediato, o lo que más
se vendió o anunció, o ya sin reparos, entonado el galgo de la pre-
potencia:“sólo es importante lo que digo yo”.
Muchos de los crímenes en contra de la cultura radican tam-
bién en las posturas egoístas de diversos sectores que hospedan con
envidia el poder cultural (y los beneficios del mismo). La dialéctica
del proceso –se ha insistido en ello– es la misma: cuando alguno de
estos sectores se apodera de un marco institucional desde el que
puede ejercer un poder selectivo excluyente lo único que hace es
reproducirse a sí mismo o a sus similares, dejando de reconocer a las
diferencias y entorpeciendo la dinámica del desarrollo. Un proceso
cultural no discriminante se da únicamente en la expresión sana y
continua de un dinamismo plural y versátil que involucre plena-
mente a los actores y las diversas voces del mismo. Cada vez más, y
con un recelo creciente, las instituciones culturales se cierran sobre
sí mismas inhabilitando el paso al que se encuentre fuera de los me-
dios académicos pertinentes, fuera de los caminos y las trayectorias
establecidas, lejos de las medallas y los aplausos de reconocimiento
que las mismas otorgan, ignorando todo lo que sucede fuera de los
márgenes de su dominio.Esto a su vez tiene un efecto en el público, y
en los interesados en la producción cultural,que se transforma en una es-
tigmatización temible:es preferible una obra premiada que una buena
obra. Dicho de otra manera: sólo son susceptibles de alabanza, presti-
gio y reconocimiento las obras galardonadas o promovidas por esta o
aquella institución; las demás son acaso prescindibles,o aún algo peor:
inexistentes. Resume Zaid la condición agravante de la razón justi-
ciera:“El cielo y el infierno, que daban premios y castigos en el más
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allá,han descendido aquí y ahora a la cultura.Sus ángeles pasan repar-
tiendo obituarios. Para que no veamos cuadros, sino firmas y precios.
Para que no leamos poemas, sino currículos”.
Una institución cultural de confianza que promueva un desa-
rrollo inteligente, próspero, dinámico y eficiente, se enriquece en el
contraste de las perspectivas, en el enfrentamiento de las posiciones
y la retribución simbiótica de las diferencias, mientras que, al propio
tiempo, alimenta y reproduce, en un ejercicio astuto de carácter pru-
dente, la plenitud cultural. La cultura sana y bienvenida es un juego
de divergencias y encuentros, no de postraciones. Si los productos
culturales responden a una necesidad genuina del individuo o de la
sociedad, entonces se legitima su apoyo, su existencia y su promo-
ción, a pesar de las posibilidades efectivas de su éxito, o del renom-
bre o la posición del autor que lo realiza, sea éste de la índole que
fuere.Los buenos poemas,o una valiosa aportación científica,o cual-
quiera obra deslumbrante y sugerente, no están en los distinguidísi-
mos currículos de sus realizadores (al menos no necesariamente), ni
mucho menos, en este o aquel círculo destacado o plenipotenciario.
Recuerdo una idea arriesgada de Nietzsche, el intempestivo, que argu-
mentaba que en las obras publicadas sólo debería incluirse en la por-
tada el tema y no así el nombre o los datos del autor, siendo el moti-
vo enfrentarnos directamente con argumentos o posturas y no con
un renombre o la carencia del mismo. Para reflexionar o distinguir
argumentos,posturas o creaciones de valor puede ser una puerta falsa
el prestigio de los nombres, o las credenciales y el currículo intermi-
nable (otra vez:no necesariamente,pero puede ser).Postulado curio-
so el nitzscheano, acaso imposible en su realización, pero que, al final
de cuentas, es una consideración pertinente. El argumento esconde
una astucia solemne:lo que vale es el qué y el cómo de lo que se expre-
sa, y no el catálogo de trofeos o de agravios (no falta el que se vuel-
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ve exitoso por malvado) del autor. ¡Obras vemos, nombres no sabe-
mos!, diría la ironía entusiasta del filósofo.Y es esta la “nietzscheidad
de Nietzsche” que tanto gusta –como dictaminó ejemplarmente
Huidobro: el valor cultural que puede tener una obra de calidad no
está en el reconocimiento, el patrocinio o las recomendaciones que
tenga. Démosle un paseo al recuerdo nada más, eligiendo al azar, en
el catálogo condenatorio universal: la propuesta de encarcelamiento
a Baudelaire por algunos poemas de sus Fleurs du mal; la alucinante
–para su tiempo– revolución del postulado copernicano que, literal-
mente, cambiaría al mundo; las agilísimas disquisiciones sobre la tri-
nidad y el minucioso panteísmo de Giordano Bruno, que le costó
incluso arder en las llamas (y no sólo las de la condena pública);
Sócrates frente a la cicuta; el mismo Nietzsche, pagando de su bolsi-
llo la edición de la cuarta parte del libro en que su profeta partiría en
dos la historia de la humanidad. La lista sería interminable. La pre-
gunta es: ¿qué éxito, entendido como un reconocimiento cultural de
cualquier naturaleza, podían haber tenido estas obras en su tiempo?
Aunque podemos reconocer un avance en relación con el pa-
sado al contar ahora con algunas instituciones que se dedican a la
promoción, estímulo y fomento de la producción cultural, aun pre-
valecen, de manera muy sólida, criterios discriminatorios que em-
pobrecen, dificultan y terminan anulando cualquier muestra real de
crecimiento integral y genuino. Es eminentemente necesario un
enfoque cultural de extrema importancia y compleja atención que
aprenda a admirar y juzgar lo que una obra tiene de relevante y dis-
tinto, de propio y enriquecedor, de meritorio, que realice sus juicios
con base en el valor de la obra y no únicamente en el de la trayec-
toria,o en el de los estudios y los círculos a los que el realizador per-
tenezca; y este juicio debe llevarse a cabo por un grupo de sujetos
pertinentes (aquí sí, con amplia experiencia en el ramo), que pueda
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distinguir o apreciar lo que una obra tiene de valioso, aunque ésta
se aleje de, o no combine fácilmente con, los parámetros académi-
cos, comerciales o estéticos del momento. La misión altruista de
estas instituciones debe ensanchar el cauce de la producción cultu-
ral con calidad, variedad y compromiso, y no dedicarse simplemen-
te a entregar medallas a la paciencia oficial.A través del ejercicio de
una postura abierta e incluyente ese mirar dota a la cultura de una
dinámica rica en sentidos, potente y nutrida en confirmaciones y
variaciones, en similitudes y gustosa oposición.Una cultura de con-
trastes es una cultura vivaz, con prestigio y poder, con riqueza,
hecha de obras elementales y valiosas, no sólo de títulos y trayecto-
rias. Cuando la saña de la razón discriminante alcanza incluso las
más nobles esferas de la producción cultural se produce un asalto en
el seno de la humanidad misma, obstruyendo ese espíritu fecundo
del desarrollo de la vida en todo su brío y esplendor.El resultado co-
rrespondiente es la disminución de las potencias y los alcances de
un tiempo determinado y de sus habitantes, obstruidos por una
actitud empobrecedora y amenazante.
Si la libertad constitutiva del individuo humano se encuentra
en la facultad de ejercer de manera íntegra su potencial; es decir, en
su posibilidad de ser, la libertad de una nación se encuentra en el de-
sarrollo pleno de sus capacidades culturales. La voz latina de la que
deriva nuestra palabra cultura significa “cultivo”,“crianza”: la cultura
promueve, dignifica y engrandece la raíz del hombre. El despliegue
cultural óptimo, su enriquecimiento y su poder dignificante están
en lo múltiple. La diversidad en acción y reconocimiento es el claro
espejo de una democracia madura. La multiplicidad es el elemento
del cultivo de lo democrático. Lo múltiple, fortalecido en la varie-
dad y la abundancia de las diversas expresiones, es la manifestación
primera de la riqueza cultural.La razón discriminante parcela,escin-
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de, elige de manera arbitraria las voces y las obras de una comuni-
dad expresiva, sofocándola.Esa herida ratifica el fin de la cultura. Sin
libertad no hay cultura genuina; sin cultura no hay raíz del hombre.
“El hombre es el lobo del hombre”, pensó Hobbes, con miras a la
justificación imperativa de un complejo ejercicio del poder estatal,
y el egoísmo discriminatorio no se encuentra lejos de la astucia ta-
jante de esa afirmación terrible: el hombre tiene el poder de des-
truirse a sí mismo,de devorarse como un lobo hambriento,marcan-
do el fin de su reino. La discriminación termina aquí con el apogeo
y el despliegue cultural de lo humano: único dominio pertinente.
Se nos presenta la vida nacional como un juego falaz, empo-
brecido e inútil, en el que calumnia, exclusión, mentira e ignoran-
cia se anteponen a la razón, o en el que ésta puede utilizarse de
manera perjudicial y demeritoria. Es famosa en México la frase “el
que no tranza, no avanza”, que algunos constatamos con vergüenza
pudorosa y pena extrema. De este descrédito falso e insensato nos
salva la prudencia y la actitud coherente al reflexionar y entender
que la discriminación es un fenómeno activo cuyo ámbito inme-
diato solemos ser nosotros mismos. El acto discriminatorio termina
en el momento de emitir la apuesta a favor del desarrollo pleno y
el reconocimiento del valor de la dignidad humana, amparada en la
libertad constitutiva de cada uno. Reconocer es distinguir: hay que
saber juzgar y condenar el acto discriminatorio para poder evitarlo.
Como individuo, como ciudadano, como estudiante, como miem-
bro de una familia, un partido político, una institución estatal, un
grupo empresarial, una organización civil, no se puede esperar que
todo quede resuelto en las esferas macrosociales, sino que es preci-
so empezar por impulsar la conciencia de una apertura democráti-
ca en toda actitud de nuestra vida cotidiana, en cualquier entorno
que se desarrolle. El político de la Cámara de Diputados, que pasa
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el día debatiendo asuntos nacionales como un demócrata ilustre, no
puede ser un déspota del hogar al llegar a casa después de dictar
leyes eminentes. El jugador noble de cierto deporte, bien instruido
en las bondades del espíritu deportivo, no puede ser un promotor
de la corrupción al fomentarla en su comportamiento cotidiano co-
mo ciudadano. La mujer feminista, que reprueba contundentemen-
te y con solemnidad las falacias machistas que la han sometido, no
podrá refugiarse en un opresivo poder dictatorial al dirigir la orga-
nización de la que se encarga en cierta corporación laboral que re-
presenta… La democracia se nos presenta así como un evidente
asunto de coherencia.Es sobre todo una actitud responsable y cons-
tante de apertura y reconocimiento que anuncia el fin de los usos
de la razón discriminante.
Parece evidente la existencia de una “cierta naturaleza retorcida
de lo humano”–la frase es del Kant de la Filosofía de la Historia– y esta
idea tiene un hondo arraigo en mitos, creencias y concepciones tan
antiguos como el hombre mismo (salvación dichosa para cierto pesi-
mismo endémico y recurrente de nuestra idiosincrasia nacional): la
noción del pecado original en la antropología cristiana, encarnada en
la caída de Adán y la suave tentación de Eva; ciertos perfiles gnósticos
que incluso conjeturaron un demiurgo perverso; la abundante icono-
grafía hinduista que alerta contra el extravío frecuente al que solemos
caer en un mundo de engaños y apariencias;el mito de la caverna pla-
tónica, en el que sólo la astucia de la sabiduría filosófica logra ver más
allá de las sombras. En fin: instituciones y exposiciones de nuestra
naturaleza falible; pero también, enfocada con entusiasmo,muestra de
la condición elemental e irreductible de nuestra libertad.
Más allá de Kant y de estos mitos debemos entender que la de-
mocracia, para crecer, requiere de una apertura social que se basa en
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el reconocimiento y la fortaleza de una actitud incluyente.Esta acti-
tud ennoblece y ratifica el espíritu democrático de una manera
coherente, digna y productiva. La discriminación es el cáncer de la
democracia. Un rechazo constante y reflexivo a todas sus formas de
manifestación puede garantizar una convivencia social gratificante,
mientras ejercitamos la realización no sólo de una democracia efi-
caz,madura y activa sino, a la vez,personalmente, la entrega pruden-
te de una sana razón.
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Homofobia: apuntes de su historia y realidad actual
Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
FEDERICO GARCÍA LORCA
por Abán Praxedis Román Franco*
INTRODUCCIÓN
Tratar de esclarecer el concepto de homofobia, dar cuenta de la his-
toria detrás de su definición misma y propugnar por una lucha más
efectiva en contra de la discriminación padecida por los homosexua-
les en el México actual son algunos de los propósitos del presente
ensayo. Este estudio se encuentra motivado sustancialmente por la
creciente violencia y animadversión social que en los últimos años se
ha dirigido focalmente hacia aquellas personas que han decidido vivir
libremente cualquier tipo de orientación distinta a la heterosexual.
Si bien es cierto que la sexualidad es un elemento inherente al
hombre y que, por tanto, ha sido su acompañante a lo largo de las
* Cursa la carrera de letras hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
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diferentes épocas y lugares por los cuales éste ha transitado, también
lo es el hecho de que la homosexualidad, como orientación sexual
que incluye no sólo actos homoeróticos sino también sentimientos
y deseos, fue concebida socialmente hasta el siglo XIX, por lo que
hablar de homofobia en cualquier momento histórico anterior se-
ría no comprender cabalmente el fenómeno y, en consecuencia,
tampoco entender el sentido de la lucha que diversas organizaciones
no gubernamentales (ONGs) y organismos defensores de los dere-
chos humanos sostienen hoy día en contra del mismo. La homofo-
bia no sólo es ejercida a través de la violencia física (i.e. asesinatos,
maltratos y golpes), sino que también es practicada por los servido-
res públicos al momento de negar a los homosexuales una serie de
derechos en materia de atención médica y administrativa, o de pro-
tección jurídica, por citar sólo algunos ejemplos.
Cifras, datos, aunque en mayor medida experiencias y hechos,
componen el grueso de este escrito, pues aunque es necesario con-
tar con estadísticas que nos orienten y nos lleven a comprender más
nítidamente la problemática de la discriminación y la homofobia,
también debe aceptarse que los números ofrecidos en los diversos es-
tudios, por muy profesionales y puntuales que sean, se encuentran
alejados de la realidad social debido a que la gran mayoría de los de-
litos por discriminación ejecutados en contra de los derechos de los
homosexuales no son denunciados y muchas veces ni siquiera per-
cibidos por el propio afectado. Centenares de ocasiones se han visto
los homosexuales discriminados por sus propias familias y por los
distintos grupos sociales a los que a lo largo de su vida pertenecen
(escuela, trabajo, amigos, etcétera), por lo que la marginación y la
violencia terminan por convertirse en un patrón peligrosamente
común y esperado por los propios agredidos.
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También se discute sobre la homofobia internalizada y transmi-
tida dentro de los diversos grupos de hombres homosexuales, quienes
debido al constante bombardeo social en contra de su estilo de vivir
y amar, del que son víctimas cotidianamente, terminan por hacer
propios los prejuicios y las aberraciones idiosincrásicas e ideológicas
que hacen mofa del ser homosexual y que colocan a la virilidad
bajo un halo de machismo y violencia. Muy repetidos y terri-
blemente constantes son los chistes y burlas en torno a la homose-
xualidad, tanto que los individuos terminan por vivirlos y reprodu-
cirlos en sí mismos y en contra de otros homosexuales.
Tomando en cuenta la realidad social de México resulta nece-
sario establecer medidas de prevención y respuesta ante los embates
discriminatorios de grupos conservadores y de ultraderecha (i.e.Co-
mité Nacional Provida,Unión Nacional de Padres de Familia,Opus
Dei, etcétera), por lo que se comenta al concluir el ensayo una serie
de mecanismos sociales que tal vez le permita a la ciudadanía avan-
zar en materia de derechos humanos y lograr triunfos verdaderos
sobre la discriminación hacia los homosexuales.
ÉPOCA CLÁSICA
Durante la llamada Época Clásica, en la Grecia antigua, el fenóme-
no homoerótico estaba ligado a la enseñanza y a la transmisión del
conocimiento del maestro al alumno; era por tanto un ritual que
debía seguir normas de ejecución. Entre las pautas a las que debían
sujetarse el erasta y el erómeno se encontraba la edad,1 también era
norma el papel que jugaba cada uno de los actores en el coito (i.e.
1 No es muy claro cuál era el rango de edad establecido para estas prácticas, pero entérminos generales el alumno, erómeno, debía encontrarse en la pubertad o en elinicio de la adolescencia, entre los 12 y los 17 años; mientras que el maestro, eras-ta, debía ser un adulto joven, con alrededor de 25 años.
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el erasta desempeñaba el papel activo de la penetración, mientras
que el erómeno jugaba el rol pasivo en el coito;muestra de ello son
las diversas vasijas decoradas que muestran la sodomización en Gre-
cia), así como la necesidad de acabar con esas prácticas una vez que
el erasta llegara a la edad de matrimonio, los 30 años.2
Como ritual, el acto homoerótico era aceptado y alentado por
la sociedad, pues cumplía un papel importante en el desarrollo de la
masculinidad y en el crecimiento intelectual y social del hombre.
Sin embargo, toda vez que alguno no se sujetara a las normas esta-
blecidas (intercambiar los papeles en el coito, transgredir las barre-
ras de la edad o convertir el ritual en una práctica que ocupara la
totalidad erótica del hombre), la sociedad se encargaba de hacer ver
su desaprobación imponiendo castigos jurídicos y sociales.
No es en la Época Clásica donde podemos encontrar hechos
homosexuales y,por tanto, tampoco homófobos.Los griegos antiguos
únicamente trataban de regular un ritual que,como toda práctica reli-
giosa, debía estar sujeto a normas de ejecución y que cumplía sola-
mente con una función social de confirmación de la virilidad. No se
pretendía concebir de ningún modo una sexualidad distinta a la hete-
rosexual, ya que las prácticas homoeróticas se hallaban por completo
insertas en el código de conducta establecido y deseado para el hom-
bre griego común. Es necesario avanzar en la historia con el obje-
to de discernir los orígenes y las características constitutivas tanto de
la homosexualidad como de la homofobia.
2 Véase Juan Gil-Albert, Heracles, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, España,2001.También puede consultarse Volaine Vanoyeke, La prostitución en Grecia y Ro-ma, EDAF, Madrid, 1991, pp. 19-28.
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UNA HISTORIA OCURRIDA
EN EL RENACIMIENTO MEDIEVAL
Fue un domingo cuando Manuel Romà, aprendiz de cirujano, salió
rumbo al mercado con el propósito de realizar la compra de víve-
res. Caminaba el muchacho entre las populosas calles valencianas
sorteando tenderetes atestados de mercancías, compradores y miro-
nes, y dejándose animar por la vitalidad y el calor de los viandantes
de aquella alegre ciudad, cuando notó sobre él la incesante mirada de
un hermoso joven de tez bronceada. Luego de intercambiar algu-
nos vistazos,Manuel se acercó al desconocido y tomándole la mano
efectuó un gesto inequívoco de reconocimiento al frotar el dedo
medio contra la palma del extraño; enseguida se alejaron juntos de
las multitudes en busca de un sitio más proclive a la clandestinidad.
La relación entre Manuel y Antonio, pues tal era el nombre del des-
conocido, se prolongó por varios meses, desarrollándose en la ilega-
lidad y el secreto, hasta que los hilos de aquella sociedad intoleran-
te se movieron en su contra al ser denunciados ante la Inquisición
por el ama de Antonio, quien los descubrió intercambiando caricias
obscenas en el cuarto de éste.
Ocurría lo anterior en el año 1712, mientras que para la histo-
ria, oficial y segmentada, Europa vivía plenamente el renacimiento
cultural de la Época Clásica, la realidad española era muy distinta,
pues en esa nación la sociedad se encontraba inmersa en un marco
de códigos y patrones medievales. Poco antes, en la etapa em-
brionaria de la Edad Moderna los Reyes Católicos habían creado la
Inquisición española, que si bien estaba en gran medida preocupada
por descubrir y castigar a los judíos conversos, también ocupaba sus
instrumentos coercitivos y de dominación para atacar las conductas
obscenas y licenciosas practicadas por sus feligreses. Dichos actos,
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dado su carácter no sólo pecaminoso sino también antinatural, ponían
en peligro el buen desarrollo de la fe católica y de la construcción
de la naciente sociedad.Uno de ellos, quizás el más severamente cas-
tigado, fue el “pecado nefando de sodomía contra natura”. En un
intento por descifrar lo que los inquisidores entendían por este tér-
mino se descubre que aunque esta falta comprendía a la zoofilia, a
la masturbación y a los actos sexuales realizados entre dos personas
del mismo sexo, fueron estos últimos, en su modalidad masculina,
los más duramente castigados por el Santo Oficio español.No es de
asombrarse, así, que la palabra “sodomía” llegara hasta nuestros días
precisamente con el significado de “coito anal”y de “relación sexual
entre hombres”.3
Los actos homoeróticos representaban, y continúan significando
para los sectores más conservadores de la sociedad, una perversión
de las prácticas sexuales que permite a aquellos que los ejecutan ob-
tener placer erótico sin cumplir con el fin reproductivo, convirtién-
dose por tanto,desde ese punto de vista, en una vertiente sexual pu-
nible que atenta contra el correcto funcionamiento de la sociedad,
pues inhibe el establecimiento de la familia.
Cuando Antonio y Manuel fueron denunciados por los patrones
del primero ante el Santo Oficio, lo que buscaban tanto los acusadores
como los jueces era castigar la sodomía,esto es,el acto homoerótico en
sí, no su presunta homosexualidad. Ha sido muy señalado por varios
estudiosos de la sexualidad que este término resulta anacrónico para
todo momento anterior al siglo XIX, de ahí que Foucault escribiera en
su Historia de la sexualidad: “El sodomita había sido una aberración
momentánea; el homosexual se volvió una especie.”4 De este modo, si
bien podría afirmarse que la persecución inquisitorial y eclesiástica de
3 Véase Rafael Carrasco, Inquisición y represión sexual en Valencia: Historia de los sodo-mitas (1565-1785), Laertes, vol., 14, Barcelona, 1985, col.“Rey de Bastos”.
4 Michel Foucault, Historia de la sexualidad, Siglo XXI, México, 1982, p. 47.
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los actos homoeróticos es un ejemplo de homofobia, no lo es al
menos en el sentido actual, pues la “aversión obsesiva” (definición de
la Real Academia Española) no se dirigía hacia una manera distinta a la
heterosexual de concebir el amor o la sexualidad, sino simplemente a
las prácticas sexuales desviadas del cauce reproductivo que permitían al
ser humano, preponderantemente al hombre, obtener placer licencio-
samente. Es posible afirmar entonces que la homofobia, tal como es
entendida hoy día,no era concebida aún durante esta época,por lo que
los denuestos y las vejaciones dirigidos hacia los practicantes de actos
homoeróticos no estaban encaminados, al menos en la conciencia de la
sociedad, a combatir la homosexualidad, sino simplemente a corregir el
sendero pervertido,pero salvable,de los practicantes de la sodomía.
LA MUJER HOMOSEXUAL Y LA SOCIEDAD MACHISTA
El hecho de que fueran más castigadas las prácticas sodomíticas masculi-
nas que las femeninas no se debió a una graciosa concesión de las auto-
ridades inquisitoriales, sino más bien a una falsa pero arraigada premisa
que ha permeado a través de los años y hasta nuestros días por entre los
diversos escalones y grupos sociales.La sociedad machista y misógina no
concibe a la mujer como un ser dotado de propia sexualidad,sino que se
limita a observarla como una extensión de la masculina y como un ins-
trumento de la procreación.No es raro actualmente oír frases como:“lo
que pasa es que no ha conocido a un hombre de verdad”, refiriéndose a
una mujer homosexual,asumiendo que su orientación no es inherente a
su propia sexualidad, sino que es derivada de un incorrecto ejercicio del
erotismo y de la masculinidad por parte de los hombres con los que, se
piensa, ella ha tenido contacto.5
5 Véase Jean Nicolas, La cuestión homosexual, segunda edición, Fontamara, Barcelona,1982.
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Refuerza la idea anterior el hecho de que para muchas perso-
nas, tanto heterosexuales como homosexuales, no sean concebibles
o les parezcan absurdas las prácticas homoeróticas efectuadas entre
dos mujeres, porque la falta de comprensión de éstas se fundamen-
ta en la ausencia del pene en el acto sexual.Al parecer, gracias a la
sobrecarga de poder simbólica con que la sociedad falocrática ha
imbuido profunda e incesantemente a los genitales masculinos no es
posible equiparar con ellos ningún otro órgano en cuanto a su ca-
pacidad de prodigar placer erótico. De este modo se piensa que la
mujer,para vivir su erotismo,necesita forzosamente de un hombre,pues
por sí misma o en compañía de otra mujer no es capaz de desarrollar
ni apropiada ni plenamente su sexualidad.
HISTORIA DE LA MODERNIDAD
Cuando Oscar Wilde plantea la existencia de un “amor que no se
atreve a decir su nombre” está concibiendo el origen de la homo-
sexualidad,en tanto orientación sexual,y también establece indirec-
tamente el concepto de la homofobia moderna.Wilde fue procesado
y condenado por no querer refutar los cargos que el Estado victo-
riano le imputaba: sodomía y ultraje moral; esto es,decide no excul-
parse porque en lo hondo de su pensamiento ha fructificado la
semilla de la afirmación y el orgullo con respecto a los sentimien-
tos inspirados por su amante. El literato, en medio de las miradas
homófobas y de los dedos acusadores, decide reconocer la validez y
legitimidad del amor que vive, sin importarle lo poco que pueda o
no parecerse al esquema que la sociedad espera. Se trata del naci-
miento de un ser distinto al heterosexual que surge a partir del
reconocimiento de su propia esencia y que con el tiempo se acaba-
ría llamando propiamente gay.
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Otras personalidades, como escritores e intelectuales, decidieron
seguir el ejemplo de Oscar Wilde y así fue como a lo largo del siglo
xx se vivió una ola de destape y mayor apertura mediática y social en
torno a la homosexualidad. En el ámbito artístico diferentes creado-
res han buscado consolidar espacios de expresión en los que puedan
dar a conocer el sentimiento y forma de vida del ser gay. Numerosas
obras literarias de temática homosexual se han escrito a lo largo de
los años, desde Corydon de Gide hasta No se lo digas a nadie del perua-
no Jaime Bayly, pasando por la generación beat y por la de escritores
mexicanos llamada los “Contemporáneos”. En el cine han resultado
aleccionadoras las películas de Pedro Almodóvar, en tanto que abren
la posibilidad de comprender con mayor precisión la llamada cultu-
ra gay; ejemplo de ello son Laberinto de pasiones (1982), La ley del
deseo (1987) y, más recientemente, La mala educación (2004). En el
teatro Lorca, Beckett y Tennessee Williams dan ejemplos de una
concepción moderna aunque inacabada de la homosexualidad,
mientras que dramaturgos como Copi lo hacen de un modo más
abierto y en gran medida con tendencias emancipadoras. 6
Sin embargo, a la par del reconocimiento de la cultura gay, los
grupos conservadores han ido fortaleciendo sus preceptos discrimi-
natorios y se dedican a organizar campañas cada vez más fuertes en
contra de todo lo que no cabe en el estrecho horizonte de lo normal
y lo natural tal como lo conciben. Bástenos señalar el crecimiento
excesivo, debido al enorme poder económico que poseen sus
seguidores, que ha tenido dentro de la Iglesia Católica el Opus Dei.
Dicha ala de la Iglesia es una prelatura famosa por su ultraconserva-
durismo y ortodoxia en las prácticas religiosas, así como por la
pasión con la que busca extirpar todo género de anormalidades y
6 Véase A. L. Rowse, Homosexuales en la historia: estudio de la ambivalencia en la socie-dad, la literatura y las artes, Planeta, México DF, 1988.
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anomalías sociales, incluyendo la homosexualidad.Actualmente, gra-
cias al peso que sus integrantes detentan en la toma de decisiones
que se efectúan en el Vaticano, la Iglesia se ha visto encaminada cada
vez más hacia un conservadurismo ideológico y moral.
Finalmente, luego de repasar distintos momentos históricos, es
posible llegar a la conclusión de que la homofobia, como término y
como práctica, al igual que la homosexualidad, es producto del pen-
samiento moderno. Por lo tanto, es a partir del siglo xx que debemos
buscar las huellas y bases de la discriminación fundamentada en una
orientación sexual distinta a la concebida comúnmente como normal.
MÉXICO ACTUAL
En el México actual existen centenares de organizaciones no guberna-
mentales que luchan a favor de los derechos de los homosexuales y en
contra de la homofobia social; ejemplo de ellas es la Comisión Ciu-
dadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia (CCCCOH), creada
en mayo de 1998,que busca esclarecer y prevenir los asesinatos impul-
sados por la homofobia; también la Asociación Nacional de Grupos de
Madres y Padres de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros, tiene
como fin promover una apertura de conciencia en la ciudadanía para
así ayudar a los jóvenes homosexuales y a sus familias a comprender su
homosexualidad y aprender a vivir en el respeto de la misma.
Estas agrupaciones tienen su contraparte en organizaciones discri-
minatorias y conservadoras como el Comité Nacional Provida, asocia-
ción de ultraderecha que, entre otras cosas, combate la despenalización
del aborto y los derechos de los homosexuales, y que muy reciente-
mente vio envuelto a su dirigente, Jorge Serrano Limón, en un escán-
dalo de malversación de fondos públicos que le fueron entregados por
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la Secretaría de Salud (SSA); así como los Legionarios de Cristo,
agrupación religiosa y sumamente conservadora que también se halla en
medio de un alboroto jurídico,pues su líder,el sacerdote Marcial Maciel
Degollado, está acusado de abuso sexual a infantes en diversos países; un
último ejemplo es la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) que,
entre otras cosas, ha promovido la impartición de clases religiosas en las
escuelas federales,desconociendo el laicismo constitucional,y ha atacado
frontalmente la desviación sexual de las personas con una orientación dis-
tinta a la heterosexual, violando sus derechos.
La lucha en favor del respeto a la libre expresión de la homosexua-
lidad y de la garantía de igualdad en cuanto a derechos de las parejas
homosexuales se ha dado sobre todo en los tribunales y en el poder
legislativo, interponiéndose denuncias y buscándose la aprobación de
leyes que garanticen la equidad jurídica, la seguridad y el respeto a las
diferentes orientaciones sexuales.
Un ejemplo actual de las demandas jurídicas que diversas ONGs
han interpuesto en contra de la homofobia es la que presentó recien-
temente la organización Diversidad y Dignificación de la Política
contra la UNPF y Provida por promover actitudes discriminatorias lue-
go de que estos grupos calificaron a la homosexualidad como “una
enfermedad y una aberración”.
Asimismo, una de las luchas sostenidas por la ciudadanía en ma-
teria legislativa es la llevada a cabo por agrupaciones gay a favor de la
aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia (LSC) en el DF. Esta
reglamentación permitiría establecer la igualdad jurídica entre las dife-
rentes formas de familia, pues actualmente sólo se contempla a la nu-
clear en el otorgamiento de los derechos de tutela, sucesión, alimenta-
ción y arrendamiento, así como en el acceso a la seguridad social,
negándoselo a todas aquellas familias que no cumplan el esquema tra-
dicional (padre, madre e hijos,) incluidas las parejas homosexuales.
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Durante las campañas políticas de 2003 los candidatos del
Partido de la Revolución Democrática (PRD) a cargos de elección
pública en la ciudad de México se comprometieron con sus simpa-
tizantes a aprobar, en el pleno de la Asamblea Legislativa, la LSC. Sin
lugar a duda los diputados locales perredistas han poseído, a lo largo
de la presente legislatura, la facultad de votar y ratificar dicha ley,
dado que cuentan con mayoría en la cámara local. Sin embargo,
hasta ahora y aun a pesar de las promesas hechas en campaña, la ini-
ciativa ha quedado congelada por más de un año y no ha llegado
siquiera a discutirse.
La expresión de la homofobia, al menos en la sociedad mexicana
contemporánea, no se ha quedado lamentablemente circunscrita al
ámbito de algunas agrupaciones de ultraderecha o en el rango de
funcionarios gubernamentales menores, sino que ha ido alcanzando
paulatinamente los diferentes niveles de gobierno. Incontables son
los reportes que dan cuenta de las actitudes y campañas homofóbi-
cas que han sido impulsadas por un gran número de presidentes
municipales y gobernadores a lo largo del país.
En el puerto de Veracruz, por dar un ejemplo, los diferentes
alcaldes panistas que han ocupado el puesto en los últimos nueve
años se han caracterizado por su conservadurismo al organizar razzias
nocturnas y practicar detenciones ilegales con el propósito de limpiar
el centro histórico de la ciudad, violando flagrantemente los dere-
chos de los sexoservidores. Situaciones similares se han vivido y se
viven en otras ciudades, como Córdoba y Mérida.7
Por otro lado la policía, aparato gubernamental cuya obligación
es velar por la seguridad de los ciudadanos y por el respeto a la lega-
lidad, en varias ocasiones olvida, o al menos así lo hacen varios de
7 Daniela Pastrana y Arturo Cano, “La intolerancia en los tiempos del cambio”,suplemento Masiosare, La Jornada, México DF, 4 de febrero de 2001.
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sus elementos, su fin protector al no combatir la discriminación
ejercida por parte de algunos funcionarios gubernamentales y por
la ciudadanía homófoba en general.También olvida sus principios,
en tanto conjunto de servidores públicos, al fomentar e incluso ejer-
cer la violencia y la marginación en contra de los homosexuales.
Caso representativo de la homofobia policial es el de un joven
de 17 años, quien al lado de su novio salió una noche de su casa
para ser víctima, junto con su compañero, de un secuestro perpe-
trado por un grupo de guardianes del orden público. Los mucha-
chos fueron torturados física y psicológicamente por alrededor de
una hora, recibiendo golpes y amenazas. El delito, según los policías
auxiliares del DF, fue que uno de ellos dio un beso en la mejilla a su
acompañante. Suceso similar ocurrió a Víctor, quien fue detenido
por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina
porque caminaba tomando de la mano a dos amigos por las calles
de la Zona Rosa. Los tres fueron trasladados a un juzgado cívico y
allí, varias horas después, supieron el motivo de su captura: tomar de
la mano a un hombre, besarlo o simplemente expresar cariño en la
vía pública es, para los policías preventivos, incitar a la prostitución.8
Esa es la clase de argumentos que la sociedad homófoba esgri-
me. Si bien para ella la homosexualidad no es deseable ni respeta-
ble, es posible tolerarla un poco mientras se practique en la clandes-
tinidad, ya sea escondida dentro de las cuatro paredes de un hotel o
de un bar, en el mejor y más seguro de los casos; o en los oscuros
recovecos de la urbe donde las parejas no puedan ser ni vistas ni oídas,
aunque sí se hallen expuestas a toda clase de peligros, ya sea por parte
de la delincuencia o, más frecuentemente, por la extorsión policial.
8 Testimonio aparecido en un artículo de Alberto Nájar,“Morir por odio”, suple-mento Masiosare, La Jornada, México DF, 27 de febrero de 2005.
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Frases típicas como:“vayan a hacer sus cochinadas a otro lado”,
o “no hagan aquí sus chingaderas” (ambas se encuentran entre las
locuciones policiales preferidas), y otras similares, no son sino mani-
festaciones de la misma idea: o esconden su aberrante naturaleza o
van a obligarme a atacarlos.
Aunque el índice anual de crímenes por homofobia en el país
es en sí alarmante, resulta incluso más terrible una vez que se reali-
za un análisis de los datos con los que contamos. Para empezar, las
cifras reportadas por las autoridades judiciales refieren únicamente
los asesinatos que ellas consideran fueron incitados por la homofo-
bia, ya que en muchos casos los agentes ministeriales tienden a
minimizar la problemática empleando el término “crimen pasio-
nal” para calificar varios de los homicidios. Así es que, según los
reportes oficiales, se contabiliza un promedio de tres asesinatos por
homofobia mensualmente en el país, mientras que en el mismo
lapso las diversas ONGs consideran que el número real puede alcan-
zar los 15 crímenes.Tan sólo en los últimos siete años, según la CC-
CCOH, se han contabilizado 648 asesinatos, a los que habría que
sumar aquellos que se han quedado en el anonimato.9 El Estado
aún no ha establecido ninguna política al respecto.
Es obvio que el resto de los delitos basados en la discriminación
y cometidos en contra de homosexuales ni siquiera llegan a saberse
en cifras, pues las víctimas en muy pocas ocasiones denuncian a sus
agresores y cuando llegan a hacerlo así rara vez son atendidos con las
debidas diligencias por parte de los servidores públicos.Por ejemplo,
en el caso de Víctor, él y sus compañeros pretendieron denunciar
ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF)
la discriminación que habían sufrido por parte de los policías que los
detuvieron, pero la Fiscalía Especializada en Delitos de Servidores
9 Datos consultados en www.ilga.org, el 25 de marzo de 2005.
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Públicos abrió un expediente por presunto abuso de autoridad sin
incluir la homofobia de la que fueron objeto.
HOMOFOBIA ENTRE LOS GRUPOS
DE HOMBRES GAY
Resulta aún más deprimente descubrir el hecho de que la homofobia
no solamente es generada y practicada por la sociedad conservadora o
por los homosexuales que no asumen su propia sexualidad, sino que es
harto común encontrarnos con expresiones discriminatorias dentro de
los propios círculos gay.
García Lorca, en su “Oda a Walt Whitman”, esboza una imagen
arquetípica del hombre homosexual, ya que al elogiar las virtudes
del poeta neoyorquino y contraponerlo con los maricas, sarasas y
demás está delineando el prototipo homosexual que en gran medi-
da se acerca a la visión del hombre gay moderno; mientras que al
mismo tiempo, de manera un tanto inconsciente, enarbola los pre-
juicios homofóbicos del pensamiento machista y ataca con encono
a los homosexuales afeminados.10 Es decir, plantea la existencia de
dos maneras distintas y contrapuestas de vivir la homosexualidad:en
tanto que el homosexual macho, entendido como plena y comple-
tamente viril, es a ojos de Lorca el icono deseable y a seguir, el ho-
mosexual afeminado, y por ello se entiende desde el amaneramien-
to hasta el travestismo público, resulta no sólo indeseable sino que
incluso merece ser vilipendiado, repudiado y condenado, al menos
socialmente.
Un siglo después es común toparnos, al menos en la sociedad
mexicana, con diversos matices discriminatorios entre los grupos de
10Federico García Lorca, “Oda a Walt Whitman”, en Poesía completa, EditoresMexicanos Unidos, México DF, 1998, pp. 435-439.
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hombres gay. Desde la clase social hasta el nivel sociocultural, pasando
por el aspecto físico, o más bien apuntándolo acuciosamente, sirven
como parámetros a los homosexuales en la actualidad para criticar
al otro, marginarlo y establecer ghettos de convivencia sumamente
cerrados.
Común es hoy día escuchar a homosexuales varones feminizar
a otros hombres gay cuyo comportamiento es amanerado, cambián-
doles el nombre por su correspondiente femenino, por ejemplo
Enriqueta por Enrique, o simplemente usando sustantivos y adjeti-
vos femeninos en lugar de aquellos que al individuo corresponde-
rían:bonita, tonta,muchacha,niña,etcétera.Aunque en cierta medida
se trata de una jerga adoptada por varios grupos de amigos que les
permite sentir identidad y pertenencia, el trasfondo semiótico reve-
la una fuerte discriminación que los hombres gay han asimilado de la
sociedad homófoba y a su vez han reproducido. Los homosexuales,
según el ideario social, no cuentan con las cualidades masculinas
suficientes para ser considerados plenamente como hombres, por lo
que deben ser rebajados al nivel de las mujeres, quienes desde siem-
pre se han visto disminuidas bajo la dominación masculina.
También debe destacarse el hecho de que aquellos hombres gay
que emplean esta forma de hablar están estableciendo intrínsica-
mente la diferencia entre su homosexualidad y la del resto. Plantean
pautas de comportamiento de cómo se debe ser homosexual, esto
es, como lo son ellos, y cómo no se debe ser, como lo viven los
demás. Lo que se pelea, sin duda alguna, es el concepto de mascu-
linidad.Al minimizar a los hombres afeminados lo que se busca es
autocompensarse psicológicamente: suficiente agravio es ser homose-
xual como para encima, al actuar afeminadamente, dejar de ser
hombre.Sin embargo, lo que no parecen advertir estos homosexua-
les homófobos es que toda discriminación que arrojan sobre otros
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hombres gay sirve de combustible al fuego del linchamiento social
que a ellos mismos consume y que todo intento de vindicar su mas-
culinidad utilizando como bastimento la sexualidad de otros es una
actividad absurda que además nadie les ha pedido que realicen.
Existen otras formas de discriminación que los varones homo-
sexuales emplean usualmente. Por ejemplo, es suficiente con mirar
hacia las discotecas y los bares dirigidos a una clientela gay mascu-
lina para hallarnos con grupos de jóvenes que dedican una gran
cantidad de tiempo a explicar por qué son mejores que el resto de
la concurrencia, argumentando que se debe a que no son ni feos, ni
gordos, ni viejos, etcétera. Contrasta con este género de grupos el
establecido por los hombres gay que basan sus lazos de unión en el
poder adquisitivo y la posición social, o también en la medida del
alcance cultural que poseen.Unos y otros no hacen más que excluir
y segregar de sus sitios de reunión a todos aquellos que no encajan
dentro del estereotipo que firmemente se ha asentado, ya sea por el
consumismo o por la supuesta intelectualidad.
PROPUESTAS ANTIDISCRIMINATORIAS
Luego de revisar los distintos matices de la homofobia y de la forma en
que se han vivido ésta y la homosexualidad en la sociedad contempo-
ránea, específicamente en México, es necesario señalar algunos meca-
nismos de defensa que la ciudadanía en su conjunto debe apuntalar con
el fin de mejorar la convivencia humana.
Evidente es la preponderancia que posee la educación acadé-
mica en la creación de conciencia social, ya que es en las aulas don-
de se recibe la educación cívica formal y donde se sensibiliza a los
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estudiantes en materia de derechos humanos. Innegable es también
el hecho de que en la familia se deberían sentar las bases de la con-
vivencia humana a través del ensayo y la práctica de las relaciones
interpersonales. Sin embargo, conviene hacer notar que ni los pro-
fesionales de la educación ni los padres de familia han cumplido su
tan enaltecida misión formadora. Los primeros, además de no con-
tar con cursos ni talleres de actualización que les permitan adquirir
herramientas básicas para la conformación de un pensamiento libre
de discriminación en sus alumnos gastan una gran cantidad de
esfuerzo y tiempo en continuas luchas buscando su mejoría salarial,
a todas luces necesarias, pero que entorpecen la vida académica de
los estudiantes. No conforme con ello, en un gran número de casos
son los propios profesores quienes siembran y fomentan la discrimi-
nación entre los niños sometiéndolos a castigos vejatorios, repar-
tiendo apodos y fundamentándolos en argumentos sumamente
absurdos, como el bajo rendimiento escolar o la poca pulcritud en
su vestimenta. Los padres de familia, por su parte, se enfrentan a la
responsabilidad de su paternidad sin haber recibido ningún género
de enseñanza al respecto, a no ser el ejemplo recibido por sus pro-
pios padres o, más actualmente, gracias a la cuestionable informa-
ción extraída de la Guía de padres, que en ninguno de sus tres for-
matos incluye información en torno a la sexualidad, mucho menos
en cuanto a las orientaciones sexuales distintas a la heterosexual ni
acerca de la discriminación o la homofobia.
El Estado, a lo largo de los años y a través del conjunto de órga-
nos que lo componen, ha demostrado también su casi total incom-
petencia en torno a la propagación del respeto a la diversidad sexual
y también acerca de la correcta impartición de justicia, pues deja
impunes a aquellos que al ejercer la discriminación incumplen sus
tareas o violan los derechos de otros ciudadanos, no solamente de
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los homosexuales, sino también de los adultos mayores, de las muje-
res, de los niños y de las personas con discapacidad, por citar sólo
algunos ejemplos. Sin embargo, hay que reconocer la labor realiza-
da recientemente por la Secretaría de Salud en contra de la homo-
fobia, pues los anuncios que están por salir al aire en breve, a no ser
que Provida o la UNPF logren impedirlo, dan cuenta de una mane-
ra menos marginada de vivir la homosexualidad.También es reco-
nocible la voluntad política del gobierno al crear el Consejo
Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), ya que esta
entidad coadyuva con la comisiones de derechos humanos, nacio-
nal y estatales, en la aclaración y correcto castigo de los delitos basa-
dos en la discriminación.
No obstante, las medidas tomadas por el Estado no sólo no son
suficientes, sino que llegan considerablemente tarde; por lo tanto, es
absurdo pensar que la sociedad debe esperar a que los esfuerzos
gubernamentales, lentos y escasos, fructifiquen en mejorías sociales,
además de lo acomodaticio y negligente que resulta cruzarse de
brazos aguardando tiempos mejores.
Tampoco es tarea posible para los partidos políticos ni para los
legisladores solucionar la asfixiante discriminación que se vive ac-
tualmente en México;para ellos es mucho más importante dar cuen-
ta del futuro político del país, entendido en términos electorales,
que esforzarse en conseguir un mayor avance social en materia de
derechos humanos. Por último, tampoco es pensable que alguna
ayuda surja de las diferentes agrupaciones religiosas, pues la historia
y la realidad actual nos muestran lo catastrófico que resulta tratar de
conciliar distintos dogmas de fe.
De este modo, la única solución que a todas luces aparece
como posible es la ofrecida por la ciudadanía, esto es, la sociedad
civil, pues es en ella donde a través de la creación de ONGs, asocia-
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ciones civiles, frentes ciudadanos y agrupaciones culturales se pueden
gestar y consolidar proyectos multidisciplinarios (por ejemplo, con-
juntando los diferentes conocimientos de los individuos en las diver-
sas áreas científicas y humanísticas, entre ellas el derecho, la historia, la
aplicación tecnológica, etcétera) que tanto en estructura como en
contenido sienten las bases de una mejor convivencia social.
En ese sentido es destacable el esfuerzo que actualmente reali-
zan numerosas agrupaciones civiles que sin estar adheridas a partido
alguno ejercen la vida política y que sin pertenecer a ninguna doc-
trina o grupo religioso prodigan el crecimiento emocional y espi-
ritual. La bandera que han enarbolado estas asociaciones no es sólo
a favor de los derechos humanos y en contra de la discriminación,
sino que también propugnan por una correcta impartición de jus-
ticia y por mejorías sustanciales en la calidad material de vida de la
gente.Existen algunas que han luchado por años en busca del escla-
recimiento de los feminicidios en Ciudad Juárez e intentado frenar
la violencia misógina que en el país se vive; otras se dedican a pre-
venir y combatir el VIH-sida; mientras que algunas más se esfuerzan
en defender el derecho a la educación y la libertad de los pueblos.
En síntesis, miles de ciudadanos son los que actualmente han deci-
dido organizarse con el fin de mejorar la forma y situación de vida
de los mexicanos.
Sin embargo, esto no parece quedarle muy claro a todos aque-
llos que detentan el poder público.Aunque sin duda alguna es nece-
sario para el fortalecimiento de los homosexuales formar redes de
apoyo que permitan combatir con mayor efectividad los actos dis-
criminatorios de los que son víctimas, es real que la constitución de
dichos grupos se ve inhibida por diversas autoridades, no sólo
gubernamentales, sino incluso también educativas. Recientemente,
en la Escuela Nacional Preparatoria número 4 de la UNAM, sucedió
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uno de estos casos cuando la directiva del plantel solicitó a un grupo
de estudiantes gay que desistieran en el intento de conformar cual-
quier tipo de asociación dentro de la escuela, ya que toda organiza-
ción interna sería considerada como porril.11
A pesar de situaciones como la anterior es obvio que, aunque no
se cuente con el debido apoyo por parte de las diversas autoridades,
es indispensable para todos aquellos mexicanos que puedan ser suje-
tos de discriminación conformarse en grupos de apoyo, ya sea de
estudio o de participación política, para que en la medida de sus
alcances luchen por frenar la ola de violencia homofóbica que actual-
mente se vive en el país.
Necesario es también establecer lazos intergrupales e interinsti-
tucionales con el fin de que la red de protección antidiscriminato-
ria no sólo crezca a lo largo del país y pueda de esta forma llegar has-
ta aquellos que sufren la violencia homofóbica lejos de las urbes, sino
que se vuelva lo suficientemente poderosa como para resistir los
continuos embates del área gubernamental ultraderechista, así como
de las agrupaciones conservadoras y religiosas que pretenden impo-
ner sus ideologías y doctrinas discriminatorias sobre la sociedad.
11Rocío Sánchez,“Casos de homofobia en escuelas de la UNAM”, La Jornada, 26 demarzo de 2005, México DF.
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Primer Certamen Universitario de Ensayo“La discriminación en México”
del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación se terminó de imprimir en diciembre de 2005 en los talleres
de Impresora y Encuadernadora Progreso, SA.
La edición estuvo al cuidado de la DIRECCIÓN GENERAL ADJUNTA DE VINCULACIÓN,
PROGRAMAS EDUCATIVOS Y DIVULGACIÓN
del CONAPRED.
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