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PRIMEIRAS JORNADAS DE HISTÓRIA REGIONAL COMPARADA
Simpósio 9) PREVIDÊNCIA E ASSISTÊNCIA SOCIAL (SÉCULOS XIX E XX)
Coordinadores: Beatriz Teixeira Weber (UFSM; Brasil; Adhemar Lourenço da Silva Jr.
(UFPel; Brasil); Adrián Carlos Alfredo Carbonetti (UNC, UNVM; Argentina)
LA ASISTENCIA SOCIAL POR FUERA DEL ESTADO
Pablo Vagliente∗
RESUMEN
Entre 1850 y 1880 se verifica una notable expansión del asociacionismo en Córdoba, una segunda ola de
creaciones institucionales de toda índole. Este proceso ocurre simultáneamente a la consolidación de la
estructura del estado provincial, y se inscribe también en un marco de crecientes luchas simbólicas hacia el
interior de la élite dominante respecto a la secularización inherente a la modernización sociopolítica. Este
compromiso con las estructuras religiosas tendrá aplicaciones y resultados institucionales diferentes en dos
subcampos asociativos: el de la caridad y la beneficencia, por un lado, y el del mutualismo, por otro. Esta
ponencia buscará dar cuenta de: a) caracterizar al subcampo de la beneficencia y sus relaciones con los demás
ámbitos del asociacionismo; b) indagar en la contribución de la acción social de estas instituciones a la
modernidad católica que se intentó consolidar en esta segunda mitad del siglo XIX.
1. INTRODUCCION
De un trabajo mayor que me encuentro desarrollando1, me aparto un momento para
considerar con detalles el desenvolvimiento de un comportamiento asociativo específico, el
de caridad y beneficencia, en una coyuntura temporal particular, las décadas de 1850, 1860
y 1870, y en torno a un eje temático todavía novedoso o, mejor dicho, muy poco explorado
∗ ICS, Universidad Nacional de Villa María; CIFFYH, Universidad Nacional de Córdoba. E-mail: [email protected] - Teléfono: 0351 4885303 - Dirección postal: San Luis 2093 - CP 5010 - Cordoba - Argentina 1 Me refiero a la tesis de maestría en torno al objeto "Construcción de la esfera pública en Córdoba a mediados del siglo XIX", en curso. Esta introducción retoma algunas consideraciones allí vertidas.
entre nosotros2, el de la construcción de la esfera pública en torno a la creación de
asociaciones, la expansión de la prensa y la aparición de nuevas modalidades de
sociabilidad emergentes hacia mediados y fines del siglo pasado.
El contexto primero. El período entre 1852 y 1880 puede ser comprendido como el ciclo
inicial de lo que se da en llamar la modernización económica argentina. Las premisas del
modelo modernizador, para el área pampeana, fueron la exportación de materias primas a
partir de la introducción de tecnología agropecuaria, pero también se sentaron las bases de
una industrialización que no alcanzó a fructificar, como ocurrió en el caso de la trunca
modernización provinciana cordobesa (Ansaldi, 1991). El discurso moderno, orientado para
y por este sentido economicista del progreso, dejó de lado la renovación de los contenidos
culturales para acompañar ante todo las transformaciones económicas que el modelo
generaba.3
Una de las facetas del “progreso”, que como concepto y representación encarnaba en sí lo
más valioso de la arremetida modernizante, pasaba por el cultivo de la voluntad asociativa
para alcanzar fines específicos por vías institucionales. Si esta caracterización es correcta,
debió verse afectada claramente la cultura política de los ciudadanos, que supieron esbozar
una variada respuesta asociativa para contribuir a su auto-organización racional.
Ahora bien, el caso de Córdoba en cuanto a la conformación de su Öffentlichkeit debe
reconocer claramente el peso específico y la dinámica propia que le imprime la religión, un
elemento poco considerado en la bibliografía corriente sobre la esfera pública (Calhoun,
1992). Incluso confrontando el análisis que de la sociedad porteña hace Hilda Sábato en su
reciente libro La política en las calles. Entre el voto y la movilización, Buenos Aires, 1862-
1880, se torna interesante comparar y evaluar, mediante la evidencia de las fuentes
históricas, cómo la religión en Córdoba registra y mantiene presencia pública pese a la
fuerza del discurso y las prácticas secularizantes.4
2 Una aproximación crítica a la historiografía cordobesa sobre el tema aquí abordado lo encontrarán en un texto de mi autoría: "De la ausencia de Agulhon, Córdoba y el siglo XIX. Notas historiográficas sobre el asociacionismo", en Scribano, Adrián; Barros, Sebastián; Vagliente, Pablo. (coords.): PORTAL 1. Producciones en Estudios Sociales, Universidad Nacional de Villa María, 2000. 3 Cfr. con la visión de François-Xavier Guerra sobre los ritmos desiguales de la modernidad a partir de la disolución del orden colonial español en Modernidad e independencias, Editorial Mapfre, Madrid, 1992, cap. III, p. 91, nota 9. 4 A modo de aclaración: no trato de contraponer una oposición dual engañosa entre “logros” de la economía de fines del siglo XIX con una visión retrasada y premoderna en lo cultural, sino que procuro comprender
La esfera pública se empapa de las prácticas sociales innovadoras modernizantes, pero no
lo hace en un medio ajeno a pautas de sociabilidad común, y mucho menos cuando
hablamos, por ejemplo, de asociativismo: si en Córdoba existe algo relacionado a este tipo
de acción colectiva antes del desembarco del discurso liberal secularizante, lo hallamos en
la agrupación de los fieles “vasallos” de la Corona alrededor de las cofradías coloniales (las
que aún persisten intramuros, al inaugurar casi el nuevo milenio).
La modernización acentuó la tendencia a agruparse, en el seno de la sociedad civil, para enfrentar los desafíos
que propiciaban un Estado demasiado ocupado en autoorganizarse, y un mercado paulatinamente acelerado
para alcanzar la captación de las oportunidades que le abría el sistema capitalista en expansión.
Lejos de restringirse a un pequeño grupo de asociaciones típicas, la trama institucional en la
ciudad de Córdoba en las décadas de 1850, 1860 y 1870 comenzó a conformarse como
campo en base a una abigarrada cantidad de entidades de duración diversa (generalmente
pocos años) que alcanzó efectivamente a actuar como espacio de intermediación entre el
Estado y la sociedad civil, desarrollando renovadas formas de sociabilidad, propiamente
modernas muchas de ellas (el club, el café, la velada científico o literaria), y propiciando
igualmente la conformación de una esfera pública parcialmente innovadora.
El desarrollo de la red asociativa tuvo, a su interior, un dispar impulso cuantitativo y
cualitativo según la finalidad objetiva que daba origen a cada institución. Como
consecuencia de esto, el impacto de esta opinión pública ampliada sobre las diferentes
líneas de la modernización encaradas desde la segunda mitad del siglo XIX debe ser
considerado como otra variable explicativa sobre el ritmo desigual de cada clase de
“progreso” -económico, social, cultural y político- que se puede verificar en esta etapa.
Tenemos, entonces, que en forma complementaria y recurrente con la creación de
instituciones de diversos fines públicos, se constata una inusual movilización social y
nuevas formas de sociabilidad. Este proceso, clásico si se puede decir, no implicó una
ecuación directa con el mejoramiento de las condiciones de democratización política,
cultural y social visibles en otros casos, como el de Buenos Aires; aquí el peso que hay que
reconocer a las estructuras, los agentes y las luchas propias del campo religioso intervienen
cómo dentro de ésta se pueden descubrir estrategias altamente consistentes articuladas en torno a la “cuestión religiosa” para propiciar los ritmos y velocidades diferenciales de los procesos en que se descompone la modernidad. Ver García Canclini, Néstor: Culturas Híbridas, Grijalbo, México, 1990; Vagliente, Pablo, Indicios de modernidad. Una mirada sociocultural sobre la élite cordobesa desde el campo periodístico, 1860-1880, en prensa.
de manera parcial y aún así decisiva en el asociativo, logrando que, para el período en
estudio especialmente, pero con consecuencias a más largo plazo, el discurso y la práctica
asociativa se desenvuelvan atendiendo a las reglas de juego impuestas por una sociedad
que, en el vaivén de sus definiciones políticas, se aseguró la persistencia del
conservadurismo “local” y otorgó como respuesta a la innovación una escasa capacidad de
influencia decisional sobre las demandas de la sociedad civil en el ámbito sociocultural.
Este es otro de los elementos presentes en lo que se puede llamar la “modernidad católica”,
conjugación de representaciones y de prácticas extendidas para asumir, sin desplazamientos
decisivos, el nuevo orden en el marco del tradicional.5
En esta ponencia voy a tratar de mostrar cómo este campo religioso se valía también de una
presencia fuerte, dura, en el campo asociativo caritativo - filantrópico, para realzar los
caracteres de esa adaptación cultural a los desafíos modernos.
2. LA SILUETA DE LA CARIDAD Y LA BENEFICENCIA6
Lo primero que queremos presentar aquí es, ante todo, cuál es la densidad misma del
subcampo asociativo de la caridad y la beneficencia en esta Córdoba que se integra al
esfuerzo constitucional argentino tras la caída del régimen rosista.
En base a un relevamiento propio concentrado ante todo en la fuente periodística (pero no
exclusivamente), determinamos que el total de asociaciones creadas en el período en
estudio alcanza a 115 entidades. Apenas 6 de ellas corresponden a finalidades claras y
prioritarias de caridad, beneficencia o filantropía.7 Tal vez pueda sorprender que, desde el
punto de vista cuantitativo, es bastante pobre el número de asociaciones que se genera en
treinta años.
5 Desde un punto de vista mas discursivo y no institucional, puede leerse el análisis que realizo sobre esta hipótesis central en Vagliente, Pablo, op. cit. 6 Caridad, beneficencia, filantropía, son tres conceptos que suelen confundirse, y que sin embargo deben ser especificados. Aún cuando en el discurso de época se tenga la impresión de se los usa indistintamente, casi siempre caridad y beneficencia lo hemos visto asociados a la tradición católica de la piedad exigible a todo cristiano auténtico. La filantropía, en cambio, comienza a aparecer relacionada con contextos ajenos a esta tradición dominante. Lo que no la ubica forzosamente en el ala liberal de la cultura política; a menudo lo filantrópico troca por un concepto de protección, en la cual gusta señalarse la acción paternalista hacia el pobre, el obrero, el peón. 7 Indicar que tenían algunas prioridades en su accionar es importante, puesto que, como se verá, su participación en el espacio público respondía a más de un móvil o interés.
Tabla 1 - Asociaciones de auxilio
ASOCIACION INICIO CIERRE
1. Sociedad Terpsícore 1852 1863
2. Sociedad de Beneficencia 1855 1880....
3. Sociedad Filantrópica 1863 1864?
4. Sociedad San Vicente de Paul 1859 1880....
5. Conferencia de la Piedad de Jesús 1875 1880...?
6. Escuela Práctica de Sirvientas 1879 1880....
Fuente: diarios El Eco Libre de la Juventud y El Eco de Córdoba. Los puntos suspensivos
indican continuidad de funcionamiento. Los signos de pregunta señalan datos no
confirmados completamente por las fuentes.
Sin embargo, esta primera mirada puede engañar en torno a medir la fortaleza del
asociativismo con fines de ayuda al prójimo. Es sabido que la Sociedad San Vicente de
Paul se organiza subdividiéndose en conferencias. Así, a los diez años de instalada en
Córdoba, opera una primera gran instancia de despliegue, creando sus cuatro conferencias
principales en 1868 (Santo Domingo, San Ignacio, de la Merced y San Francisco), a la que
deben sumarse las dos Conferencia de Señoras, que funcionan en esta etapa de manera
separada.
De esta manera, tenemos al menos una docena de intentos de mantener funcionando
instituciones que respondieran a los móviles religiosos de la piedad, la caridad, la
beneficencia. Si era mucho o poco para una Córdoba de casi 70.000 habitantes, debería
responderse a la luz de las necesidades sociales que se expresaban en la época.
Un segundo rasgo a tener en cuenta es que dos de estas entidades van a tener una muy larga
existencia, con una actividad ininterrumpida que podía actuar como freno a la creación de
más entidades. ¿Para qué crear una nueva si las que existen ofrecen algunas condiciones
atractivas para quienes se interesaban en actuar en este subcampo? La oferta a la que hago
referencia es discernible en términos de capital simbólico y capital social.8 Los agentes de
la élite reclutadora deben haber encontrado suficientemente eficaz la labor de la Sociedad
8 Pierre Bourdieu, Razones Prácticas, Ariel, Barcelona, 1995.
de Beneficencia y de la citada San Vicente de Paul como para integrarse a ellas más que
para crear otra entidad que, si bien podía ser visto como un fortalecimiento de la asistencia
social, también pesaba como competencia en una arena demasiado estrecha. De hecho,
cuando se producen esas pocas creaciones, su objeto social es sólo ligeramente distinto: así,
la Escuela Práctica de Sirvientas buscaba instruir "en el manejo de la casa" a mujeres
jóvenes y pobres, futuras domésticas en los hogares de esas "matronas respetables"; pero a
la vez, mientras educaba para el trabajo, educaba para el amor al Señor.
También es algo llamativo observar que hubo dos intentos de crear asociaciones que
debieron contar con el empeño de la élite para extender su accionar solidario, pero, hasta
donde sabemos, no llegaron a concretarse. La Asociación Protectora de Inválidos, pensada
hacia 1866 para ayudar a las víctimas sobrevivientes de la Guerra contra el Paraguay se
queda en proyecto9, y lo mismo ocurre con la Asociación Católica Civilizadora para la
Reducción de Indios10, pensada para actuar en el espacio fronterizo sur, zona de malones
que serán controlados mucho más tardíamente.
Esto nos lleva entonces a conducir nuestra interpretación hacia la limitación no sólo del
espacio asociativo institucional en sí (porque se puede ser solidario sin crear asociaciones;
así, los soldados de las Guardias Nacionales recibirán fondos de suscripciones populares),
sino también de la misma visión de la élite, capaz de asegurar los servicios de la caridad
cuando van unidos a los de la piedad religiosa (Sociedad de Beneficencia y San Vicente de
Paul) o a la formación debida de los pobres que les interesan particularmente (las sirvientas
o los hijos de ciertos artesanos).
Como suele suceder, nos vemos forzados a disminuir la contundencia del recorte social
ofrecido. Es cierto que, como veremos, estas asociaciones auxiliares estaban integradas por
miembros de la élite, y, además, su accionar social estaba signado por los intereses que ella
definía; por ejemplo, la reproducción de un orden sociocultural que podríamos llamar
tradicional. Pero la élite, como clase dominante, no tiene aquí criterios de admisión tan
9 Eco de Córdoba, 26 de julio y 16 de setiembre de 1866. Se convocaba a los estudiantes del Colegio Nacional de Monserrat para organizar esta asociación. 10 Compilación de Leyes, Decretos, Acuerdos de la Excma. Cámara de Justicia y demás disposiciones de carácter público dictadas en la Provincia de Córdoba, desde 1810 a 1870. Córdoba, Imprenta del Estado, 1870, Tomo II, p. 156.
estrictos como los que se observan en las cofradías o en el Club Social. En este subcampo
parece reservarse al menos los lugares de la dirección asociativa, admitiendo y
compartiéndolos con agentes de otros estratos sociales, como los comerciantes, zapateros o
almaceneros (lo que resulta más claro en las conferencias de la Sociedad de San Vicente de
Paul).
De modo que es en este sentido que afirmamos que este particular espacio asociativo
también aparece dominado por los miembros de la élite. El único caso en el que parece
haberse generado una asociación donde la ausencia en su dirección de los apellidos locales
ilustres (Garzón, Allende, Peña, del Viso, Posse, v. gr.) es lo notable, es el de la
Conferencia de Señoras de la Piedad de Jesús. Lo que aquí tenemos es una entidad pro-
rreligiosa, porque entiende que es su deber la instrucción religiosa de lo que describe como
las "arrabaleras" (vecinas de Pueblo Nuevo, la sección de la ciudad donde se concentra la
pobreza), mientras dedica buena parte de su energía a levantar un templo nuevo,
precisamente al Señor de la Piedad.
De las referencias con que contamos, aún tan parciales y fragmentarias, ¿nos permite
caracterizar este subespacio asociativo como ligado intrínsecamente al del asociacionismo
religioso? No es poco afirmar que, para el período que estamos estudiando, las
asociaciones de caridad y beneficencia operan como si fueran prolongaciones
institucionales de la Iglesia. Si es así, deberíamos poder mostrar numerosos testimonios
que relacionen los sentidos de la trascendencia con los atribuidos a las prácticas sociales
que vehiculizan estas asociaciones.
En el cuadro siguiente reflejamos lo que constituyen las principales (no excluyentes)
finalidades y sectores sociales beneficiarios de la labor caritativa de estas asociaciones.
Tabla 2 - Sujetos beneficiarios y fines de la acción social
ASOCIACION Beneficiarios Finalidad
Sociedad Terpsícore Artesanos Educativa
Sociedad de Beneficencia Mujeres pobres
Dementes
Educativa
Asistencial
Sociedad Filantrópica S/d S/d
Sociedad San Vicente de Paul Familias pobres
Presos
Mujeres
Huérfanos
Mendigos
Enfermos
Asistencial
Religiosa
Conferencia de la Piedad de Jesús Mujeres Religiosa Educativa
Escuela Práctica de Sirvientas Sirvientas Religiosa Educativa
Laboral
Fuente: ver tabla 1.
Tomemos en cuenta entonces ahora a estas instituciones, para ver cómo podemos
caracterizarlas en sus objetivos sociales y en sus alcances reales.
3. ANALISIS DE LAS ASOCIACIONES
La Sociedad de Beneficencia nació, al igual que su par de Buenos Aires, por iniciativa
oficial. El 14 de agosto de 1855 el entonces gobernador Ferreyra crea la entidad (que nació
signada por cierto gesto polémico, derivado de las tensiones políticas que dividían a rusos y
aliados; cuando se instala un tiempo después, en el cuarto aniversario del fin de la
experiencia rosista en Córdoba, al menos la mitad de las propuestas no aceptaron el
nombramiento, incluyendo a quien se proponía como su primera presidenta).11 Las
11 En un folleto de 1905, de la misma Sociedad de Beneficencia, se transcribía, en su artículo 8º, la invitación formal para integrarla que el Gobierno hacía a las socias fundadoras: "Art. 8º - En esta virtud, nómbrase como socias fundadoras a las señoras: Dª Josefa Martínez de Cáceres, presidenta; Dª Teodora Peiteado de Lastra, vicepresidenta; Dª Eulogia Montaño, secretaria; Dª Ignacia Funes, Paulina González de Roqué, Trinidad Bravo, Mercedes Roldán, Rita Viana del Campillo, Saturnina Rodriguez de Zavalía, Eugenia Funes de Peña, Eustaquia del Signo, Teresa Bulnes de Aldao, Amparo Maldonado de Posee, Felipa Gómez del Campillo, Mercedes Fragueiro, Fidelia García Posse, Francisca Moldes de Funes, Pastora Rodriguez de Achával, Sofía González de Rueda, Eugenia Piedra y Rosalía Bravo." Pero en una llamada a pie de página, se realizaba esta aclaración: "Varias de las señoras aquí nombradas no aceptaron el cargo y fueron reemplazadas en oportunidad; de modo que los nombres de las fundadoras son las que figuran al pie del acta de instalación, cuyo original se conserva en el archivo de la Sociedad. Las señoras Dª Eulogia Montaño, secretaria, y Dª María Cabrera de Torres, que no firmaron dicho documento por encontrarse ausentes, completan el número de las 21 socias fundadoras." Quienes no habian aceptado el cargo habían sido Martínez de Cáceres, Roldán, Viana de Campillo, Rodriguez de Zavalía, Bulnes de Aldao, Gómez del Campillo, Fragueiro, Rodríguez de Achával, Piedra y R. Bravo. Son reemplazadas, según consta en el Acta de Instalación, del 27-4-1856, por Rita Flores de Maldonado, Juana M. Moldes de Funes, Belisaria S. de
relaciones sinuosas que mantendrá desde entonces con la política serán permanentes; en
1873, al calor de las contiendas preelectorales, se señalaba en los periódicos la práctica
establecida de favorecer o castigar, manipulando las subvenciones, a las instituciones
cercanas o lejanas a las candidaturas. De hecho, ya antes, en setiembre de 1861, la Sociedad
había visto remover su directorio, por decisión del Gobierno de Fernando Félix de Allende,
lo que le valdrá el repudio de la prensa opositora, que gustaba de resaltar, en diversas
circunstancias, la contraposición entre los fines arbitrarios de la política y los rasgos
sagrados o santos de la misión encomendada a la Sociedad.12
Encomendada, y no autoasignada; la Sociedad, en efecto, es entonces una agencia estatal,
más que una iniciativa que nazca fruto del interés asociativo voluntario de un sector de la
sociedad civil. Pero en el contexto de la época no es percibida como parte del Estado; al
contrario, es sumamente repetitiva la aparición de notas reflejando lo que a ojos de las
asociadas era una evidente indiferencia de los gobiernos municipales o provinciales. Aquí
hay que notar el efecto que produce en el campo asociativo la precariedad normativa muy
clara que se observa, y que impide visualizar sentidos de pertenencia demasiado estrictos, y
que se traduce en obligaciones y derechos igualmente ambiguos que les asiste a estas
instituciones.
Para Bischoff, eran fines principales de la Sociedad "dar educación a la niña, amparo al
huérfano y al desválido, la maternidad del expósito, corrección y moralidad de la mujer
descarriada". Tendría a su favor con un recurso económico que el Estado le consagraba, a
saber, las loterías y rifas para recaudar fondos.13 Esto durará poco tiempo, ya que en plena
efervescencia polémica con los liberales, éstos protestarán la autorización para estos juegos
que se le da a la Sociedad, cuando la Constitución de 1870 las prohibía explícitamente.14
Un repaso de los testimonios que hemos encontrado demuestra, claro, que no fueron las
únicas categorías de ingresos que tuvo: la organización de bazares (entre los que se destacó
el de la Exposición Nacional de 1871), de bailes (incluyendo uno que no fue saludado por
quienes veían en él el signo de la inoportunidad, cuando los contingentes de soldados
Yofre, Josefa Martinez de Posse, Lucía Funes de Peñaloza, Petrona Tejerina, Teodora Lastra de Robles, Patricia Bustamante de Montaño y Manuela Olmedo de Zaldarriaga. 12 Eco de Córdoba, 16 de noviembre de 1873 y Eco Libre de la Juventud, 27 de marzo de 1862. 13 Indice de leyes sancionadas desde el 25/8/1852 hasta el 31/8/1922, por Juan Sipowicz, Ed. Biffignandi, Córdoba, 1923. 14 Eco de Córdoba, 21 de mayo de 1872.
cordobeses estaban peleando en el frente bélico paraguayo), de funciones artísticas
producidas en su beneficio, de suscripciones o colectas por causas especiales y, en forma
cada vez más importante, de las subvenciones estatales, en especial municipales, que en su
óptica debían sostener sus institutos educativos.15
Precisamente, lo que nadie podía poner en duda era la contribución educacional que la
Sociedad realizaba; cuestionable era, en cambio, la afirmación ligera de la prensa que veía
en esa labor un interés público, así generalizado. Su acción social parece dividirse entre la
atención a las hijas menos pudientes entre los dominantes -y a las cuales hay que reforzar
en su capital cultural y en un adecuado saber hacer doméstico- y los esfuerzos, a primera
vista bastante menores, por ayudar a los que realmente carecen de casi todo. Por eso el
alcance de los beneficios de la Sociedad parecen quedar limitados a un "círculo más
reducido"
Sin embargo que ella promueve sobre todo la educación de la mujer, dándole
moralidad y conocimientos, y eleva el pan a las familias vergonzantes, sin
embargo de fines tan nobles, tan grandes, tan dignos de la gente civilizadora del
mundo, ha tenido momentos críticos en que su existencia era dudosa, porque
para vivir le faltaban recursos y hacía que su beneficencia se ejerciese en un
círculo más reducido, comprimiendo la expansión de su alma.
Pero decíamos que no obstante tantos contratiempos marchaba adelante, y en
verdad que así es.
El Colegio "25 de Mayo", o sea de la Sociedad de Beneficencia, ha abierto una
clase de Dibujo y hay esperanzas de que el año venidero se enseñe el piano y el
canto.
La labor a que constantemente se dedica la mujer, hace ver cuánto precisa del
dibujo.
15 Las referencias son abundantes; a modo de ejemplo se pueden consultar El Eco Libre de Córdoba del 30 de agosto de 1862 y el Eco de Córdoba del 14 de agosto 1866, 24 de noviembre 1868, 11 de noviembre de 1869, 19 de marzo de 1870, 19 de octubre de 1871, 8 de agosto de 1873, 31 de enero de 1874, 11 de marzo de 1875, 1 de marzo de 1878, 21 de noviembre de 1880. La Sociedad también tuvo durante un tiempo la concesión del servicio de transporte náutico ("el barquito") que los miembros de la élite debían emplear para llegar al corazón del Paseo de la Alameda, el más destacado de la ciudad. Eco de Córdoba, 27 de marzo de 1862.
Ella que vive dentro de la casa necesita de un ramo de educación que le
proporcione provecho y entretenimiento.16
En su momento los cuestionamientos hacia la práctica de entender la beneficencia por parte
de la entidad se van a hacer sentir; la acusación será directa: "ayuda a los ricos" educando a
quienes serán posibles futuros miembros de las familias dominantes. El empeño en abrir
clases de dibujo y de piano y canto no desmentían esa apreciación.17 En rigor, no es sólo la
conducción de la Sociedad, que sostiene a la escuela 25 de Mayo, 18 objeto de la crítica, la
única que la padece; en lo que puede ser visto como uno de los primeros ataques públicos al
destino de los fondos estatales -y que por lo tanto obliga a revisar el sentido de sus
finalidades "públicas"- comienzan a aparecer argumentos que contrarían la práctica
establecida de subvencionar a la escuela de las Esclavas del Corazón de Jesús o al más
antiguo Colegio de Educandas (que, como reconocerá con cierto orgullo el Eco en el primer
día del año 1876, ha formado a "la mayor parte de las matronas que son el mejor adorno de
nuestra sociedad").
El debate que mencionamos se extenderá en la coyuntura por una semana, en julio de 1868,
pero aparecerá a partir de allí con frecuencia nada casual. Se observa cómo es en el plano
municipal donde se manifiesta mejor la resistencia a considerar como establecimientos de
orden público a estos centros educativos. La prensa procatólica es el elemento de presión con
que cuentan las instituciones enjuiciadas para asegurar, en preocupaciones de mediano plazo,
la continuidad de los fondos comprometidos y en las de corto plazo, el pago de deudas por
servicios prestados y no cobrados. Si a menudo las autoridades locales vuelven a asegurar que
jamás pasó por sus mentes el retiro de la subvención, el respaldo mayor lo recibirán, en esa
década agitada y confusa de 1870, de parte de la gestión provincial del gobernador Del Viso,
liberal y masón, cuando la Sociedad de Beneficencia reciba el pedido de contribuir a levantar
una Escuela Normal para Maestras.19
16 Eco de Córdoba, 6 de julio de 1864. 17 "La labor a que constantemente se dedica la mujer, hace ver cuanto precisa del dibujo", decía el Eco en julio de 1864. 18 En otro contexto, y con intención exactamente opuesta, se remarca la misma descripción: el gobernador Ferreyra pondera la labor de la Sociedad en sus primeros años de vida, y menciona que "a su infatigable asiduidad se deben no sólo las interesantes mejoras introducidas en el Hospital de Mujeres, sino también tres escuelas de niñas que sostiene casi con lujo". Las otras escuelas son la "9 de julio" y la "3 de Febrero". Ver: Pavoni, Norma: Córdoba y el Gobierno Nacional. Una etapa en el proceso fundacional del Estado Argentino 1852-1862, Tomo II, Banco de la Provincia de Córdoba, 1993, p. 26. 19 Eco de Córdoba, 26 de setiembre de 1877, 13 de octubre de 1877.
Mucha menor visibilidad tiene el otro costado de su perfil institucional, el de asistir al "alivio
de la desgracia". De las formas en que entiende a esta última la Sociedad, sobresale el socorro
de esa figura incómoda que es la demencia.20 Incómoda en tanto Córdoba parece una ciudad
que resiste desde siempre la atención institucional de estos casos; argumentando la gravedad
de éstos, el trámite establecido pasa por enviar a los pacientes a Buenos Aires, por lo cual es
común leer pedidos de contribución extraordinarios por lo costoso del traslado y de las
medicinas. Precisamente en el año que cierra nuestro trabajo, 1880, es en el que se toma la
decisión política de abrir un Asilo de Dementes en el viejo Matadero municipal, inmueble y
terreno que le cede la corporación local a la Sociedad de Beneficencia, junto a una nueva
subvención de cincuenta pesos mensuales.21
Una última modalidad de aparición pública de la Sociedad de Beneficencia fue la gestión
redistributiva que tuvo lugar en relación con los veteranos de las luchas de la Independencia,
los soldados que participaron de la guerra paraguaya o incluso las víctimas de las montoneras
riojanas. A veces en comunión con otros cuerpos (la Municipalidad, el Obispado, el Gobierno
Provincial) u asociaciones (la de Unión y Beneficencia Extranjera, por ejemplo), las damas de
la Sociedad formaban parte de los comités de recepción o de suscripción de contribuciones
voluntarias con fines de socorro material.22
Pasemos ahora a la compleja y reticular Sociedad de San Vicente de Paul. Se establece en
Córdoba apenas unos años después de la de Beneficencia, con quien compartirá muchas
actividades en el largo tiempo en que permanecieron activas.23 Pero en el lapso del lustro que
transcurre entre su creación -iniciativa del presbítero Genaro Carranza, en noviembre de 1859-
20 Poco hace por los presos, de quien se ocupará más la asociación paulista. Pero el 5 de diciembre de 1874 se publica una carta en la cual 59 damas de la Sociedad le piden al Jefe de Estado Mayor, Coronel Lucio V. Mansilla, la conmutación de la pena de muerte al reo María Luján. El número señalado de mujeres no necesariamente quiere decir que pertenezcan todas a la entidad: "...La Sociedad de Beneficencia y las damas que suscribimos..."). 21 Ver, por ejemplo, Eco de Córdoba del 29 de marzo y 3 de mayo de 1874, 15 de junio de 1875, 21 de octubre, 4 de diciembre y 25 de diciembre de 1880. 22 Eco de Córdoba del 3 de agosto de 1867 (caso La Rioja); 23 de diciembre de 1869 (recepción de la Guardia Nacional); 1 de marzo de 1878 (colecta para los veteranos). Queda por agregar que en una carta remitida por la Presidenta de la Sociedad, Indalecia Paz de Gonzalez, el 6 de octubre de 1861, al Presidente de la Municipalidad, aclaraba que reglamentariamente le correspondía a esta entidad la inspección de la Casa de Corrección por entonces inaugurada, pero no hemos registrado ningún comentario sobre esta función asignada. Tampoco Río la destaca, pero sin dudas se enmarca en la noción de moralidad por la cual debía velar. 23 La Sociedad de Beneficencia cerró sus puertas a mediados del s. XX; la de San Vicente de Paul se mantiene abierta.
, y la organización de una Conferencia de Señoras en 186424, nada sabemos, por cuanto no
hemos encontrado testimonios en nuestras fuentes.
A partir de allí, los vicentinos (o paulistas, la denominación en la época varía) desplegarán una
actuación pública extraordinaria, en la cual no exhibirán fisuras o divisiones que sean
transmitidas al resto de la sociedad, un hecho notable si se la compara con otros subcampos,
como el religioso mismo. La carencia de trabajos historiográficos previos no ayuda a conocer
a fondo las razones de la eficacia, pero no debe ser ajeno a ella el origen cofradial,
antipositivista y antiutopista, de la asociación en Francia, hacia 1833.25
Con la formación de esta entidad, los llamados "desvalidos" contarán con una posibilidad
mucho mayor de acceder a una ayuda más sistemática que la que venían ofreciendo desde
tiempos coloniales las cofradías (de éstas, la que más se acerca a la diversidad de miras de la
de Paul es la Hermandad del Pilar). La comparación no es ociosa; la asistencia social sigue
ligada, vinculada, en la visión dominante de la élite, al campo religioso.
Veamos algunos casos típicos en que solían intervenir en el espacio social.
Si tomamos en cuenta primero su actuación hasta la fecha decisiva de 1868, en la que se
reorganiza enteramente, los paulistas exhiben una marcada preocupación por mendigos y
huérfanos. De hecho, Ignacio Vélez, director de El Eco, había expresado en una larga editorial,
en la primavera de 1864, la necesidad de que esta institución se hiciera responsable, con la
ayuda de la sociedad que se exigía en simultáneo, de levantar un asilo de mendigos. Habrá que
esperar una década para que, mediante la gestión personalizada de Carlos Bouquet, el
Gobierno de la provincia decida crear esta casa de acogida. Pero aún cuando no la creara, la
San Vicente de Paul destinaba buena parte de sus ingresos a alimentar y vestir a pobres y
menesterosos. Así, el balance de 1865 revela un ingreso de caja de $ 1634 y 5 reales, de los
cuales el 82% se gastaba en esos rubros; el resto se destinaba a educación, medicinas,
alquileres y atención de los presos. Los beneficiarios sumaban un centenar, nucleados en 44
familias. De estos ingresos, sólo el 1.5% provenía de la "alcancía para el hospicio de
mendigos", signo elocuente de que el interés social no se focalizaba en este proyecto; los otros
24 Bischoff, op. cit., p. 255, indica como fecha de apertura de la conferencia femenina el año 1865, pero es el año anterior. 25 Ver el largo artículo traducido que apareció sobre la historia de la asociación en Eco de Córdoba, 10 de marzo de 1874.
rubros de ingresos eran alcancía general, limosnas, suscripciones y colectas, en un orden
decreciente que iba de los $ 500 hasta los $ 225.26
En el terrible verano de 1868, cuando la peste del cólera asolaba la ciudad, el diario vuelve a la
carga pero pidiendo crear un asilo de huérfanos. El resultado de su petición encuentra
respuesta; se forma una comisión que recoge contribuciones y que forman el mismo Ignacio
Vélez, Ceferino de la Lastra, Agustín Garzón, Francisco Mercado y Martín de las Casas.
Un mes después queda inaugurado el "Amparo de María".27
A fines de ese año, tras una década de consolidación en el espacio asociativo, la entidad, que
se había iniciado con 6 socios y había alcanzado ya una cantidad de miembros regulares que
oscilaba entre los 50 y 80, decide subdividirse en cuatro conferencias masculinas, que se
ponen bajo la advocación de Santo Domingo, San Francisco, de la Merced y San Ignacio.
Cada una funciona en las iglesias de esas cuatro congregaciones; incluso la Junta General de la
asociación rota entre estos templos, aunque por lo general parecen haberse celebrado en la
iglesia de la Merced y en la de la Compañía de Jesús. Continuaba de este modo la vinculación
de la entidad con sedes religiosas; cuando comenzó su trayectoria el lugar de reuniones era la
Casa de Ejercicios Espirituales.28
Aunque no se trataran como hermanos o cofrades, sino de socios, la modernidad de esta
categoría puede ser matizada si se observan algunas características en el funcionamiento de los
paulistas. Además de la sede eclesiástica que eligen, las juntas generales comienzan con una
comunión de reglamento, y no casualmente lo hacen el 8 de diciembre, fiesta mariana del
catolicismo, y aniversario de las conferencias. Las preside además la primera autoridad
eclesiástica de la diócesis. Más claro se ve cuando llega 1875, el año en que se celebra el
26 Eco de Córdoba, 28 de diciembre de 1865. 27 Eco de Córdoba, 21 de febrero y 25 de marzo de 1868. 28 Efraín U. Bischoff, Historia de Córdoba. Cuatro siglos, Edit. Plus Ultra, 3ª Edición, 1986, p. 239-240. Se nos escapan las razones por las cuales la asociación decide este giro organizacional. Cuando el diario saluda este hecho, lo hace lacónicamente, destacando la frase de rigor, " el espíritu de caridad y filantropía se arraiga cada vez más en este pueblo". Ya habían abierto en 1866 y 1867 sucursales en el interior de Córdoba, en la zona de San Javier, al oeste de la provincia, y en Alta Gracia, al suroeste, y luego, en 1872, lo harán en el norte, en Villa General Mitre. Pero en la ciudad capital será costumbre presentar a los paulistas como siete emprendimientos, ya que a las conferencias masculinas y femeninas se le agrega el Asilo de Huérfanos.
Jubileo, y en donde los miembros de la San Vicente "pertenecientes a esta respetable sociedad
han empezado a hacer en corporación las visitas para ganar el Jubileo." Lo mismo sucede con
la conferencia femenina:
LAS PAULISTAS
La Conferencia de Señoras pertenecientes a la Conferencia San Vicente de Paul,
que tan numerosa es, ha concurrido durante el novenario del Corpus en la Catedral
a visitar el Santísimo Sacramento, hacer estaciones y asistir a las demás
ceremonias religiosas.
Mientras unas estaban en la choza del pobre, llevando socorro y consuelos para
los que padecen, otras estaban en el templo orando porque tengan mejor suerte
esas infelices criaturas, que carecen de toda ventura!
Misión augusta y digna la de la mujer católica.29
La elocuencia de una pluma inescrupulosa (sincera: los escrúpulos no son percibidos por él y
sus contemporáneos): el periodista no es la voz oficial de la asociación, pero cabe suponerlo
compartiendo un horizonte de sentidos comunes con los miembros de ésta (y muchas más),
cuando contrapone la augusta y digna espiritualidad de estas señoras, cuya casa es la
monumental Catedral, con la materialidad necesitada de esas infelices criaturas carecientes (de
suerte), cuya casa es una choza. En algún momento tamaña generosidad debe ser compensada,
por ejemplo acudiendo a ganar el Jubileo en visitas a los templos acompañadas de "gran
número de familias que son socorridas por las mismas".30 ¿Indicios de un clientelismo
asistencialista que refuerza más al campo religioso que al asociativo? Tal vez el concepto de
red social es más útil para pensarlo. Aunque no es el enfoque que utilizo aquí, cuando se ve
que la asociación ofrece como empleadas domésticas para las familias notables a las niñas
pobres que atiende con los recursos de la caridad31, se advierte no sólo que el gasto piadoso
puede resultar para algunos una inversión no desdeñable, sino que los agentes ligados a través
del vínculo asociativo (socio-donante / beneficiario) lo prolongaban en el contexto doméstico
(algo distinto será institucionalizar la formación de las empleadas, cuando se cree a tal efecto
la Escuela Práctica de Sirvientas).32
29 Eco de Córdoba, 4 de junio de 1875. 30 Eco de Córdoba, 14 de diciembre de 1875. 31 Eco de Córdoba, 13 de agosto de 1867. 32 "(...) Varias matronas respetables van a inaugurar un establecimiento destinado exclusivamente para educar sirvientas, es decir, para instruir convenientemente en el manejo de una casa a las jóvenes que quieran recibir tan
La intrínseca vinculación de la asociación caritativa con las religiosas no deja lugar a dudas.
Vayan otras muestras importantes. Primero, la presencia de sacerdotes y de autoridades
religiosas en sus Juntas, a modo de invitados, para encomiar la acción realizada y ofrecer la
explicación "teológica" de la caridad refuerza esta idea. En segundo lugar, hacia 1877 son
sindicados como "principales directores" nada menos que dos sacerdotes con mucha actividad
pública como Emiliano Clara (protagonista en 1884, ya como vicario a cargo del obispado, de
un grave incidente local que terminó teniendo fuertes repercusiones nacionales en la
administración roquista) y David Luque. Tercero, al poco tiempo de inaugurado el asilo para
niños huérfanos contratan a las Hermanas de la Caridad para su atención (las cuales serán
recomendadas "por su facilidad y baratura" a la Sociedad de Beneficencia en 1874)33.
Finalmente, una actividad periódica como la visita a los presos les acerca ropa y un buen
almuerzo, pero también "lo que vale más que éste, uno de los consuelos de la religión: la
palabra evangélica".34
Cuantos más testimonios registramos de esta relación asistencial-religiosa (que la convierte en
una asociación piadosa estrictamente), más avanzamos en la década de 1870 y más datos de
cierto decaimiento en la participación de los socios en las instancias formales. Aquel rasgo
cuantitativo que enorgullecía a la San Vicente de Paul como para dividirse en múltiples
conferencias, daba paso ahora a una verificación que parecía permanecer: en la última Junta
General de 1871 "es la primera vez que hemos presenciado este acto con tan poca
concurrencia"; cinco años después se repite, en mayo y en julio, lo extraño que les resulta a
los observadores "que tan pocos señores vayan a enterarse" de lo hecho.35 Simultáneamente
a estos comentarios, se constatan en la prensa dificultades económicas que comienzan a
padecer las conferencias.
conveniente instrucción". La escuela se abre, toma exámenes, consigue subvenciones municipales. Ver Eco de Córdoba del 7 de marzo y 26 de noviembre de 1879, 4 de enero, 28 de setiembre y 30 de noviembre de 1880. 33 La Sociedad de Beneficencia ya había traído a las religiosas para la atención hospitalaria. En 1859 el gobernador Fragueiro, en su mensaje a la Legislatura, señala: "La provincia acaba de hacer una adquisición importante con la bienvenida de las Hermanas de Caridad. El pensamiento de traer a esta ciudad tan útil asociación religiosa tuvo origen en la Sociedad de Beneficencia en los últimos meses del año de 1857; y siendo segundado por la administración del Hospital, y apurado por el gobierno, se ha realizado con el producto de donativos voluntarios y con fondos del Hospital de Belén". Citado en Pavoni, op. cit., p. 45. 34 Eco de Córdoba, 6 y 14 de agosto de 1870 (Hermanas de la Caridad) 2 de mayo y 28 de julio de 1876 y 25 de julio de 1879 (sentido teológico de la caridad), 3 de febrero de 1877 (visitas a los presos), 27 de octubre de 1877 (Clara y Luque) 35 Eco de Córdoba, 10 de diciembre de 1871, 2 de mayo y 28 de julio de 1876.
Un comentario aislado permite conocer alguna de las críticas que circulaban en su
momento hacia el tipo de asistencia social que cumplían los paulistas. "Algunos creen que
las conferencias sostienen el lujo ", enfatizaba así El Eco, a lo cual respondía:
Lo que sostienen es la moral, pero fomentando el trabajo, proporcionándole al que
no tiene; lo que sostienen es la instrucción de los niños pobres que están
entregados a la vagancia. Lo que sostienen es al indigente que por su edad, por sus
achaques no puede proporcionarse el pan de cada día! Si esto es lujo, confesamos
que las conferencias no invierten debidamente los dineros que distribuyen entre
los necesitados.36
Aquí se resalta el empleo y la educación como dos de los principales líneas de acción
institucional (y no la atención evangélica, tal vez pensando en los autores de la opinión
crítica), cuando la masa de testimonios encontrados ha preferido focalizar más a los sujetos
-el huérfano, el preso, el mendigo, el demente- que a los contenidos. Pero, siguiendo el hilo
de nuestra alocución, lo que queda claro es que de alguna manera un sector de la sociedad
cordobesa impugnaba el destino de los fondos recolectados; ya había sucedido, como
vimos, en 1868 con la Sociedad de Beneficencia. A partir de allí puede correlacionarse una
actitud reservada, que se va tornando pública, con un estado precario de sus finanzas, del
que se comienza a hablar con regularidad; por eso los impresos contrapondrán ese mayor
esfuerzo que deben realizar para ejercer su labor piadosa con la liviandad descomprometida
de sus críticos: "¿Cuál de esos grandes liberales se acuerda de llegar hasta el desgraciado? No,
a esos los encontrarán solamente en los banquetes y en las bacanales".37
Los balances (que no dejan del todo claro si son trimestrales o semestrales) que con cierta
periodicidad publica la San Vicente de Paul van a mostrar algunas diferencias con el que ya
hemos comentado de 1865. La primera conclusión: la división en conferencias ha provocado
36 Eco de Córdoba, 28 de julio de 1876. 37 Eco de Córdoba, 3 de febrero de 1877. Desde tiempo atrás el Eco alimenta el antagonismo con los liberales a partir de las prácticas sociales de este "nuevo" asociativismo. Aludiendo a la labor encomiable de la Conferencia de Señoras de la Piedad de Jesús, señala el 7 de mayo de 1876: " En esto ejercitan su acción las señoras, en esto invierten su tiempo, estas son las fiestas que tienen -la fiesta de la instrucción y de la educación. Qué decís de esto, vosotros titulados racionalistas o librepensadores, vosotros que no hacéis más que sembrar la zizaña y practicar la iniquidad, trayendo el desquicio y fomentando la corrupción social? Esas nobles damas trabajan a luz del día y llevan paz y alegría al seno de la familia, inoculando la moral en cada uno de esos seres que luego serán madres y haciendo que el hogar tenga bases inconmovibles; mientras que vosotros trabajáis en las tinieblas, porque el crimen huye de la luz.".
una distribución inferior de ingresos para cada una, que arrojan ingresos y egresos que
promedia apenas el centenar de pesos. Segunda: los ingresos globales de la asociación se han
multiplicado por cuatro, cinco u ocho veces, según el año. ¿Dónde reside la diferencia? En que
el emprendimiento que concentra gran parte de los ingresos es el Asilo de Huérfanos. Así,
véase el movimiento en 1878:
Conferencia de San Ignacio. Ha tenido entradas por colectas 16$ 5r ½, por
suscripciones 22$ 4r, por limosnas 36, 4r, por existencia en caja al 5 de mayo 8$.
Suma total de entradas: $83, 5r ½.
Gastos. En pan 26$ ½r, en carne 26$, 6r, en alquileres $21, 5r, existencia en caja
$9, 2r. Suma: $83, 5r ½
Conferencia de San Francisco. Ha tenido entradas por colecta $42, 3r por
donativos, limosnas $51, 2r, por ropa vendida $1, 7r, por dinero recibido del
Concejo $12. Existencia del 8 de diciembre $41, 3r. Suma total: $148, 8r.
Gastos. En carne $45, 5r, en pan $2, 1r ½, dinero para socorros extraordinarios $4,
4r. Existencia en caja $35, 5r. Suma: $148, 7r.
Conferencia de Santo Domingo. Ha tenido entradas: existencia del 4 de mayo: 62
ctvs. Por colectas, $34, 2c, por suscripciones $17, por limosnas $37, 87ct. Suma
total $89, 51 ct.
Gastos. En pan, $29, 27 ct, en carne $57, 77 ct, en socorros extraordinarios 87 ct,
existencia en caja $1, 60 ctv. Suma: $89, 51 cv.
Conferencia de la Merced. Ha tenido de entradas: existencia en caja del 30 de
noviembre $6, 22 ct, por colectas $37, 7r, por suscripciones $15, por limosnas
$43, 52 ctv. Suma total: $126, 91 ctv.
Gastos: en pan $51, 7r, en carne $51,77, en socorros extraordinarios $1, 57 ctv,
existencia en caja $21, 87 ctv. Suma: $126, 91 ctv.
Asilo de Huérfanos. Ha tenido entradas : por existencia de caja en mayo $3.904,
4r, por dinero recibido de la municipalidad, del gobierno provincial y otras
procedencias $1917, 4 r. Suma total: $5.822.
En gastos generales pagados $500, 3r, existencia en caja: $5.321. 5r. Suma:
$5.822.38
El Asilo es la gran caja de la sociedad paulista (curiosamente gasta mucho menos en él,
pero ese dato puede ser estático e inducir a error). Recibe no sólo subvenciones sino
también donaciones particulares e institucionales, especialmente bancarias: se publican
algunos gestos de donación de estas últimas, aún cuando los montos no tienen nada de
extraordinario.39 Las donaciones también tienen por destinatarias a las conferencias
particulares. Una de las instituciones claves en las expectativas de recepción será el Banco
Provincial, que comienza a funcionar en 1873: si comienza con contribuciones modestas,
del orden de los veinte pesos bolivianos en 1875, luego la obligación por ley de distribuir
medio por ciento de sus utilidades en obras de beneficencia, lleva a destinar $ 175 a las
"siete conferencias" en 1877; se lo vuelve a ver dando una limosna de $ 25 a la conferencia
ignaciana en 1879.40
Pero de todos modos esta ayuda novedosa y regular (relativamente: está sujeta, claro, a
criterios discrecionales de distribución) no alcanza a revertir un panorama menos halagador
de lo que trasunta la lectura sobre la marcha positiva de la entidad. Cuando se comenta en
el diario que "parece que en proporción que aumentan los gastos que demanda este
establecimiento, aumentan también los recursos necesarios para su conservación", el
cronista está dejando de lado las peticiones expresas y circunspectas de colaboración
pecuniaria a los socios o, más ampliamente, a las personas caritativas, que han realizado
meses antes y meses después de esa nota, las conferencias particulares, para saldar sus
déficits.41
A todo esto: ¿se ha incrementado la cobertura poblacional de la asociación? El número de
sus beneficiarios en estos años ronda siempre la cifra redonda del centenar de familias en
1865, 1872, 1875, 1878. Incluso la cantidad de educandos que concurren al establecimiento
del asilo en 1874 se fija en algo más de cien menores, y las huérfanas, pensionistas y
38 Eco de Córdoba, 23 de julio de 1878. Otros balances para consultar en la misma fuente: 10 de diciembre de 1871, 30 de noviembre de 1872, 15 de abril de 1875. 39 Eco de Córdoba, 6 de enero de 1871: 19 $ de la administración del correo; 2 de octubre de 1872, 50 $ pl. del Banco Argentino; 5 de setiembre de 1874, 200 $ del mismo banco; 5 de marzo de 1875, 50 $ al Asilo de Huérfanos por el Banco Otero & Cía; 8 de setiembre de 1875, $ 20 del Banco Nacional a la conferencia ignaciana. 40 Eco de Córdoba, 19 de febrero de 1875, 25 de agosto de 1877 y 26 de agosto de 1879.
agraciadas internas y externas en 1878 suman 91 mujeres. "Podemos asegurar que no hay
una sola casa de familia pudiente, que no tenga una u otra pobre a quien asista y ejercite actos
de caridad con los desvalidos", parece exagerar pomposamente El Eco; pero ¿acaso no se
acerca ese número de familias pudientes al de los asociados paulistas? No importa demasiado
si no es así; el problema de todos modos reside en ese límite demasiado estrecho que relaciona
y condiciona la capacidad socioeconómica con el juego asociativo de este subcampo de la
caridad y beneficencia.42
Para esta población de pobres, los rubros en que invierten los dirigentes las sumas
ingresadas se reducen a bienes de consumo como el pan, la carne y la ropa (a menudo
prendas usadas, porque no hay dinero para compras).43 Pero esta es la presentación
abreviada en un medio de prensa y es probable que los artículos consumidos hayan sido
más variados. Cabe recordar aquí esa crítica que ponía el ojo en el lujo asignado a los
emprendimientos paulistas; es evidente que no se referían al pan, la carne, el vestuario, ni a
la ropa blanca que con subvención provincial confecciona para los presidiarios. ¿Crítica sin
fundamentos, ataque en el fondo más ideológico que práctico o información parcial de las
modalidades con que reviste su accionar? Es posible que los tres interrogantes formen parte
de una respuesta más ajustada.
Hasta aquí entonces un repaso de las principales características que asume la Sociedad de
San Vicente de Paul en estas dos primeras décadas de funcionamiento. En comparación con
la Sociedad de Beneficencia, con quien mantiene lazos de estrecha afinidad y cooperación,
su arco de actuación social es mucho más amplio. Un resumen más ajustado y realista de
ésta es ofrecido por la mirada del diario, cuando busca apoyar los requerimientos de
donaciones:
Las conferencias tienen la pesada pero laudable tarea de buscar al indigente,
penetrar en su choza si la tiene y si no la tiene procurársela, atenderlo con
solicitud, proporcionarle los recursos para la subsistencia, exhortarlo en la fe,
41 Eco de Córdoba, 16 de diciembre de 1873, 29 de marzo de 1874, 2 de abril de 1874, 2 de marzo de 1877, 8 y 11 de agosto de 1877. Después de esta fecha también la asociación paulista organizará bazares. 42 Eco de Córdoba, 28 de diciembre de 1865, 30 de noviembre de 1872, 21 de julio de 1874, 27 de agosto de 1875, 23 de julio de 1878. 43 Por otra parte, aunque no se lo suela destacar, la relación con los aspectos de salud no pasan desapercibidos. Donaciones al hospital, atención de enfermos ("un apestado (...) cuyo mal olor que despide no es natural sino artificial"), colectas para enviar a dementes a Buenos Aires, son algunas de las actuaciones de los paulistas en
hacer de él un buen cristiano, procurar la instrucción y educación de los niños y
velar constantemente por la moralidad.44
Manuel Río escribió, en 1906, un artículo de la Sociedad de Beneficencia apoyado en
documentación original, algunos de cuyos textos transcribe, y en donde pone su oficio al
servicio de una reivindicación completa de la entidad. Cuando se lee el texto se aprecia que
no hay problemas que resolver ni preguntas que contestar, sino que se limita a exponer la
generosidad de una acción social consistente e ininterrumpida, siempre caracterizada por el
mismo doble propósito: “a la vez que satisfacía en la mejor forma posible múltiples e
imperiosas necesidades sociales, proporcionaba un objeto digno a los sentimientos
caritativos conservados por la savia del Evangelio en el seno de nuestro hogares cultos” . 45
Ambas comparten ese interés de servir a la causa de la religiosidad católica. La asimilación
de la asociación paulista con el modelo cofradial pasaba en parte por esta idea de laicos
regidos y dirigidos incluso por la voz eclesiástica. Por eso se nos ocurre que no es casual
que la San Vicente de Paul entre en una fase crítica, económica y societaria, en la misma
época en que las cofradías están siendo dejadas de lado como respuesta asociativa
predominante para nuclear a lo mejor de una sociedad que sólo desea tranquilidad y
prosperidad. Si esta hipótesis es correcta, esto refuerza la idea de que los subcampos
asociativos religioso y caritativo operan como esferas intersectadas; la Sociedad de San
Vicente de Paul se movía claramente en la intersección resultante.
Lo mismo ocurre con la Conferencia de Señoras de la Piedad de Jesús. La misma matrona
que financió la construcción del templo, Eusebia Dominguez, es la que dispone en su casa
del lugar para que funcione una escuela gratuita a la que asisten más de cien niñas. Y en
agosto de 1875, junto a una treintena de socias, dan vida a la nueva asociación, que viene a
trabajar en "la práctica de obras de caridad, atención, cuidado y enseñanza religiosa, abrir las
fuentes de la luz para los que permanecen en la ignorancia, ya sea por hábito o por descuido".
Ya hemos mencionado que estas mujeres dirigentes, incluida la presidenta, no registran la
esta área. Ver Eco de Córdoba del 5 de marzo y 30 de noviembre de 1872, 5 de noviembre de 1873, 15 de junio de 1875, 25 de marzo de 1876. 44 Eco de Córdoba, 29 de marzo de 1874. 45 Río, Manuel: "Apuntes históricos de la Sociedad de Beneficencia de Córdoba (1856-1906)", en: Córdoba, su fisonomía, su misión, Córdoba, 1967, pp. 163-164.
alcurnia de sus colegas asociativas de la Sociedad de Beneficencia; estas señoritas Avila,
Heredia, Carrizo, Cardoso o Quiñones (el dato no es menor; revela que tampoco se valen de
capitales asociados a la posición de maridos que aún no llegan) encuentran en la nueva entidad
un sitio donde trabajar, desde posiciones de importancia, en lo que creen imperioso. Otro
elemento novedoso: estas criollas deciden trabajar en las cercanías del Abrojal, "un distrito
alejado" que representa los peores vicios para la mirada elitista:
Las socias toman sobre sí la tarea de trasladarse a los arrabales de la ciudad y
penetran en los ranchos buscando allí niñas a quienes instruir, no solamente en los
deberes religiosos, sino en los familiares y sociales.
Esta cercanía mayor con los sujetos que son objetos de su acción ingenuamente desinteresada
puede representar un modelo cercano al que el asociativismo religioso está tratando de
impulsar para atraer y retener a los pobres, por ejemplo como la Asociación Católica de
Obreros. De hecho es sumamente complicado discernir los límites, a nivel de las prácticos,
entre ambos tipos de asociaciones, disponiendo considerar a la primera como asociación laica
con fines caritativos y a la del Padre Carlucci como asociación reconocida por la iglesia,
dirigida por un agente religioso y con fines de instrucción evangélica. Por eso la metáfora de la
intersección resulta interesante. Los propósitos de educación religiosa entre los pobres son los
perseguidos por las piadosas, que también tienen como asesor principal a un presbítero, Dr.
Adolfo Luque, mantienen una relación estrecha con la Sociedad de San Vicente de Paul, santo
bajo cuya advocación se sitúan, y destinan buena parte de lo recaudado a la erección del
templo de la Piedad.46
Pero no es la única intersección que vincula al subcampo asociativo de la caridad y
beneficencia. También enlaza con la esfera del mutualismo artesanal, e incluso con el del
mutualismo extranjero. Aquí se diluyen los indicios de una relación estrecha con el campo
religioso. El caso que podemos presentar es el más antiguo de las asociaciones filantrópicas
(ya que desarrolla su labor en la década de 1850 y hasta mediados de 1860) y en su evolución
entroncará con otro modelo de asociación, que hemos dado en llamar sociocultural, como será
la Asociación Unión y Progreso, que la reconoce como antecedente (aunque hubo parálisis y
discontinuidad institucional entre ambas).
46 Ver Eco de Córdoba del 8 de julio de 1875 (templo); 13 de agosto de 1875 (nueva asociación); 5 de setiembre de 1875 (Luque); 15 de diciembre de 1875 (obras realizadas); 22 de enero de 1876 (pedido de donaciones); 7 de mayo de 1876 y 2 de marzo de 1877 (notas laudatorias).
La sociedad Terpsícore, de ella se trata, está formada por artesanos, que buscan básicamente
financiar la educación de los hijos de los más pobres de éstos, incluso hasta los niveles más
altos de enseñanza. En la Córdoba de los doctores universitarios, la propuesta de tamaña
movilidad social no debe haber sido aceptada tan fácilmente. Así es como se conoce en 1860
el incidente que uno de los beneficiarios mantiene con un profesor en la Universidad, por
haber sido supuestamente discriminado, acción negada luego en cartas a la prensa.47 Pero este
ambicioso objetivo, si bien fue alcanzado en algunos casos, parece haber sido demasiado
selectivo: en 1864 gana las páginas de la prensa la acusación que se le realiza a la comisión
directiva de la entidad, de favorecer sólo a sus hijos con la ayuda filantrópica., "centralizando
la beneficencia"; el mismo diario aprovecha para censurar su pereza en dar a conocer el
movimiento de sus cuentas, y por eso mismo se reserva el derecho de opinar a favor o en
contra del centro de artesanos (y la abstención resulta condenatoria). Incluso el socio Basilio
Escalante (a quien hemos visto destacándose en la cofradía dominica) renuncia públicamente,
dando más crédito al descontento.
La crisis llegará en poco tiempo, y por más que un par de años después se festeje el regreso de
la entidad, y de que "el capital de ésta aún existen cerca de 2000 pesos", la debilidad y el
desprestigio de la institución no podrán ser levantados por ella misma.48 Sí será retomado
como tradición cultural de los artesanos organizados, en la década siguiente, de la mano de los
gestores de Unión y Progreso.49
47 Emiliano Endrek remarcó otro caso escandaloso en ese mismo año, que, con independencia del mecanismo empleado, revelaba la misma tensión: "Por entonces, hacia 1860, tuvo resonancia el caso de Walfrido Montenegro, becado por la Sociedad de Artesanos de Terpsícore, quien falleció de meningitis luego de haber sido castigado con palmeta en el aula de Latín. Su padre promovió un juicio criminal contra el preceptor, ante la presunción corroborada por los médicos que realizaron la autopsia. Todo el peso social de la Universidad se movilizó ante este juicio que socavaba la vida interna del instituto. Detrás de ese incidente latía un problema que entonces recién aparecía: el acceso de otras clases sociales al claustro cordobés, acceso que menoscaba el carácter elitista que los estudios universitarios habían heredado del período español. Las quejas de la Sociedad Terpsícore revelan cierta discriminación a sus becados, aunque el fallo de una encuesta realizada por el claustro demostrara lo contrario". En Bischoff., op. cit., pp. 231-232. 48 En estos años es cuando encontramos las referencias a una "Sociedad Filantrópica", que aparece como continuación de la Terpsícore, pero esta vinculación no la hemos podido verificar. Igual merecen citarse las dos noticias relevadas: la primera es una invitación a reunirse para elegir autoridades de la entidad; la segunda, una "súplica de asistencia" a los funerales de los muertos en la batalla de Las Playas, que se realizarían en la iglesia de Santo Domingo: otra presencia pública de una asociación filantrópica convocando a una actividad de contenido religioso. Ver Eco de Córdoba, 11 de enero de 1863 y 22 de junio de 1864. 49 Pavoni, Norma: op. cit., Tomo I, pp. 175 y 236-237. El Eco Libre de la Juventud, 23 de setiembre de 1860 (incidente Ferreyra). Eco de Córdoba, 11 de enero de 1863, 22 de junio de 1864 (acusación), 25 de agosto de
4. CIERRE
En este recorrido rápido por el núcleo de asociaciones que fueron creadas para realizar
acciones de caridad y beneficencia, hemos tratado de demostrar las vinculaciones múltiples y
constantes entre espacios asociativos particulares, sobre todo entre el religioso y el caritativo.
Considerar a estas instituciones como prolongaciones organizacionales de la Iglesia, tiene el
sentido de mostrar cómo esta esfera pública que se va construyendo en la segunda mitad del
siglo XIX aparece muy fuertemente comprometida en su diseño y desarrollo inicial por las
presiones que le impone la presencia tan diversificada y extendida de una sociabilidad y una
institucionalidad regida y/o dirigida por personas que están implicadas formalmente con la
defensa de los intereses de la religión católica.
La principal consecuencia de este carácter de esfera pública no será tanto inhibir el despliegue
de una capacidad crítica básica (componente principal en la fórmula habermasiana) sino
reconducirla, reorientarla en auxilio renovado de los fundamentos del orden tradicional, contra
el embate hacia ellos dirigidos por los partidarios de la otra parte de la esfera, los que desde
posiciones estatales y en nombre del liberalismo doctrinario, van a luchar para reducir buena
parte de este predominio simbólico y declararse así vencedores en el combate cultural.
1864 (Escalante), 26 de setiembre de 1866 (reaparición), 25 de enero y 28 de setiembre de 1871 (continuidad en Unión y Progreso).