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presentacion de la obra de Vicente Blasco Ibañez

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  • Vicente Blasco Ibez(Valencia , 29 enero 1867 Menton , Francia , 28 enero 1928)

    Primeros recuerdos

    Diputado congreso

    Masonera

    Trotamundos

  • Modernidad

  • Tradicin

  • Aresti se fijo en el. No era del pais; debia ser maketo, de los que llegaban en cuadrillas de castilla o de leon, empujados por el hambres y atraidos por los jornales de las minas. Un pantalos azul con piezas superpuestas en las posaderas y las rodillas oscilba sobre sus zapatones claveteados, de punta levantada. La faja negra oprimia una camisa de franela roja apenas cubierta por un chaleco suelto y la maraa de pelos ensortijados, sucios de barro, se espacaba por debajo de una boina vieja. Olia a juventud descuidada, a ropas mantenidas sobre la carne meses enteros. Aresti conocia este perfume de las minas: el hedor de los cuerpos vigorosos que trabajan, sudan y duermen siempre con la misma envoltura.

  • Pasaron apresuradamente por la calle principal de Gallarta, una cuesta empinada y pedregosa con dos filas de casuchas que ondulaban ajustndose a las sinuosidades. Eran mseros edificios construidos con mineral de la poca que este era de menos precio; gruesos paredones agujereados por ventanucos y con balcones volados que amenazaban caerse. Las techumbres, de tejas rojizas y sueltas, se defendan de los embates del viento con una orla de pedruscos.

    Aresti sali de su ensimismamiento al verse en la calle nica de Labarga. Eran barracas, conocidas en el pas con el nombre de chabolas, con tabiques de madera delgada y techumbre de planchas corrodas. Las puertas se componan de dos piezas horizontales: la hoja inferior quedaba cerrada como una barrera y la superior, al abrirse, era la nica ventana que daba a la casa luz y aire.

  • Levanto otra y vio un cuartucho no mas grande, obstruido completamente por un enorme camastro formado con tablas sin cepillar y varios banquillos. En el dorma toda la banda de Zamora, siete hombres y el muchacho, en mutuo contactos, sin separacin alguna, sin mas aire que el que entraba por la puerta y las grietas de la techumbre. Varios jergones de hoja de maz cubran el tablado; cuatro mantas cosidas unas a otras formaban la cubierta comn de los ochos y junto a la pared yacan, destripadas y mustias, algunas almohadas de percal rameado, brillantes por el roce mugriento de las cabezas.

  • Los que llegaron despus con el doctor eran los mas respetables, y llevaban con ellos el convoy de la expedicin, enormes cestos de fiambres encargados a los mejores restorantes de la villa, cajones de champaa, cajas de cigarros. Ellos mismos, al repasar las vituallas, alababan su previsin.

    Las gente sobria y humilde, habituada a los cultivos de escaso rendimiento de la montaa, admiraba los ternos nuevos y lustrosos de los contratistas, sus boinas flamantes, las gruesas cadenas de oro sobre el vientre y sus manos de antiguos obreros, con dedos gruesos de uas chatas abrumados por enormes sortijas.

  • Bien vea el que Antonieta Lizamendi era una joven insignificante, educada, como la mayora de las nias de su clase, con una instruccin de monja, sin mas horizonte que el chismorreo de las tertulias y las visitas diarias a la iglesia.

  • Qu hemos de ser, don Luis? no lo sabe usted? Nacionalistas, bizkaitarras; partidarios de que el Seoro de Vizcaya vuelva a ser lo que fue, con sus fueros benditos y mucha religin, pero mucha. Quines han trado a este pas la mala peste de la libertad y todas sus impiedades? La gente del otro lado del Ebro, los maketos; y don Carlos no es mas que un maketo, tan liberal como los que hoy reinan.

    Qu tiempos haban de ser? Los del Seoro; cuando Vizcaya era independiente y estaba gobernada por los jaunes prudentes y valerosos; cuando la mala peste del maketismo no haba aun invadido la santa tierra del rbol de Guernica.

  • La gran revolucin moderna era obra de la religin del dinero, en la cual figuraba Sanchez Morueta como el mas ferviente devoto. Utilizando los descubrimientos de la ciencia, haba multiplicado los productos y disminuido su valor, ponindolos as al alcance de la mayora y facilitando su bienestar. El trabajador del presente gozaba de comodidades que no haban conocido los ricos en otros tiempos. El capital al servicio de la industria haba civilizado territorios salvajes, haba destruido fronteras histricas, estableciendo mercados en todo el globo; el era quien surcaba las tierras vrgenes con los rieles de los ferrocarriles, quien remova los mares para tender los cables telegrficos, quien pona en comunicacin los productos de uno y otro hemisferio, venciendo los rigores de la naturaleza.

    La jerarqua industrial no era como las dominaciones sacerdotales o guerreras del pasado, en las que figuraban muchos sin otro derecho que el nacimiento.

  • Solo podra contar con un apoyo: la ciencia. El progreso de los conocimientos positivos , la industria y la evolucin incesante de las sociedades modificaban la concepcin de la vida y de sus fines. El hombre moderno, valindose de la critica, tenia una idea justa de los limites de su conocimiento.

    El hombre conoca, gracias a la ciencia, el mundo que le rodeaba mucho mejor que las religiones. Si no sabia la causa primera de muchos fenmenos, haba descubierto y utilizado las relaciones que los ligan, y en vez de ser siervo de la naturaleza, la tenia a sus ordenes, hacindola trabajar para su comodidad y sustento.