PREHISTORIC CAVE ART - Hispanista

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PREHISTORIC CAVE ART Fig. 136.- El Buxu Cave. Deer and goat engra- ved: the firsi of these has touches of paint and seems lo he falling wounded from javelins piercinc its head and chest. According lo Ma- ,,,ín Berenguer. Fig. 137.- El Buxu Cave. Bird figure carved on a hear fans . Archeologieal Museum of As- turias ( Photo by Lorenzo Arias). Fig. 138.- Sofoxó Cave. Bone shalt with abs- tract decoration. Archeological Museum of Asturias (Photo hv Lorenzo Arias). Fig. 139.- 1-a Llucra Cave. Multiple superim- posed engravings on a fragment of wall, where ¡he figures of a deer . a hull and a small horse may be leen rclatively clearly (Photo by José Manuel Quintanal). Fig). 141.- Candamo Cave. «The Great Hall». (Foto Nebot). Fig. 142.- Candamo Cace. <The Wall of En- gravings». According lo Magín Berenguer. P. 168/169. Fig. 143.- Candamo Cave. A drawing ti) clear up as much as possible the zoomorphic depie- tions on the « Wall of Engravimes». According to Magín Berenguer. Fig. 144.- Candamo Cave. BuII figures in se- pia with puctuations in black ( Berenguer Photo Archive). Fig. 145.- Candamo Cave. Panel with several zoomorphic figures and a possible hunting mask. or incomplete hison head. According to Magín Berenguer. Fig. 146.- Candamo Cave. llore figure pain- Fig. 140.- Candamo Cave. Schematic map of red in red and partially engraved beforehand. the cave. According lo Magín Berenguer . According lo Magín Berenguer. Fig. 147.- Candanw Cave. Bird head painted in black and other strokes in black. According lo Magín Berenguer. Fig. 148.-Candamo Cave. Horse figures and a possible dog. According lo Magín Berenguer. Fig. 149.- Candamo Cave. Figures painted in the Camarín or « Dressing Room». According lo Magín Berenguer. Fig. 150.- Candamo Cave. Figure of a goal painted in hlack. According lo Magín Beren- guer. Fig. 151.- Man manufacturing otro oí` his tools. Fig. 152.- Tito Bustillo Cave. Aview of the long Gallery. Pi 15 ',.- Tito Bustillo Case. Fragment of the Gre.n Panel. 184

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PREHISTORIC CAVE ART

Fig. 136.- El Buxu Cave. Deer and goat engra-

ved: the firsi of these has touches of paint and

seems lo he falling wounded from javelins

piercinc its head and chest. According lo Ma-

,,,ín Berenguer.

Fig. 137.- El Buxu Cave. Bird figure carved

on a hear fans . Archeologieal Museum of As-

turias ( Photo by Lorenzo Arias).

Fig. 138.- Sofoxó Cave. Bone shalt with abs-

tract decoration. Archeological Museum of

Asturias (Photo hv Lorenzo Arias).

Fig. 139.- 1-a Llucra Cave. Multiple superim-

posed engravings on a fragment of wall, where¡he figures of a deer . a hull and a small horsemay be leen rclatively clearly (Photo by José

Manuel Quintanal).

Fig). 141.- Candamo Cave. «The Great Hall».

(Foto Nebot).

Fig. 142.- Candamo Cace. <The Wall of En-

gravings». According lo Magín Berenguer. P.168/169.

Fig. 143.- Candamo Cave. A drawing ti) clear

up as much as possible the zoomorphic depie-

tions on the « Wall of Engravimes». According

to Magín Berenguer.

Fig. 144.- Candamo Cave. BuII figures in se-

pia with puctuations in black ( Berenguer PhotoArchive).

Fig. 145.- Candamo Cave. Panel with severalzoomorphic figures and a possible huntingmask. or incomplete hison head. According to

Magín Berenguer.

Fig. 146.- Candamo Cave. llore figure pain-Fig. 140.- Candamo Cave. Schematic map of red in red and partially engraved beforehand.the cave. According lo Magín Berenguer . According lo Magín Berenguer.

Fig. 147.- Candanw Cave. Bird head paintedin black and other strokes in black. Accordinglo Magín Berenguer.

Fig. 148.-Candamo Cave. Horse figures and a

possible dog. According lo Magín Berenguer.

Fig. 149.- Candamo Cave. Figures painted in

the Camarín or « Dressing Room». According

lo Magín Berenguer.

Fig. 150.- Candamo Cave. Figure of a goal

painted in hlack. According lo Magín Beren-guer.

Fig. 151.- Man manufacturing otro oí` his tools.

Fig. 152.- Tito Bustillo Cave. Aview of the

long Gallery.

Pi 15 ',.- Tito Bustillo Case. Fragment of the

Gre.n Panel.

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ARTE PREHISTORICO EN CUEVASDEL NORTE DE ESPAÑA

ASTURIAS

MAGIN BERENGUER

INTRODUCCION de FREDO ARIAS DE LA CANAL

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CO Copyright de la edición : FRENTE DE AFIRMACION HISPANISTA A. C.Castillo del Morro, n.° 116 - Lomas Reforma

Ciudad de México

© Copyright de la obra : MAGIN BERENGUER

Traducido al inglés por HENRY HINDS

Diseño : ELIAS + SANTAMARINA

Impresión : EUJOA ARTES GRÁFICAS

Impreso en España - Printed in Spain

Depósito Legal : AS.-44/94

I.S.B.N.: 84-599-3379-2

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INTRODUCCION

GENESIS DE LA PALABRAPRIMERA PARTE

Charles Darwin (1809-82), en El origen delhombre y la selección natural y sexual , capítulo VI:Afinidades y genealogía del hombre , nos ofrece suimagen psíquica de lo que pudo haber sido elhombre primitivo:

"Veamos al hombre ahora tal como existe, ycreo que podremos en parte reconstituir du-rante períodos consecutivos, pero no en suverdadera sucesión cronológica, la conforma-ción de nuestros antiguos predecesores. Estatarea es posible fijándonos en los rudimentosconservados sobre el cuerpo del hombre; enlos caracteres que actualmente aparecen en élpor reversión; y con la ayuda de los principiosde morfología y embriología. En los preceden-tes capítulos hemos dado detalles sobre esoshechos. Los primeros antecesores del hombretenían sin duda cubierto el cuerpo por com-pleto de pelo, siendo barbudos ambos sexos;sus orejas eran puntiagudas y movibles; esta-ban provistos de una cola, mal servida pormúsculos propios. Sus miembros y cuerpo seencontraban sometidos a la acción de numero-sos músculos, que, no reapareciendo hoy sinoaccidentalmente en el hombre, son todavíanormales en los cuadrumanos. La arteria y elnervio del húmero pasaban por un orificio su-pracondiloideo. El pie, a juzgar por el estadoen que se presenta el pulgar en el feto, debíaser entonces prensil, y nuestros antecesoresvivían sin duda habitualmente sobre los árbo-les, en algún país cálido, cubierto de bosques.

En una época más anterior todavía, el úterofue doble; expulsábanse las excreciones porun pasaje cloacal, y protegía al ojo un tercerpárpado o membrana nictitante. Y, remontán-donos aún más, los antecesores humanos vi-vían en el agua: la morfología nos enseña cla-

ramente que nuestros pulmones son tan sólouna vejiga natatoria modificada , que servía an-tes de flotador . Las hendiduras del cuello delembrión humano indican el lugar en que en-tonces existían las branquias. Hacia esa épocalos riñones estaban reemplazados por loscuerpos de Wolff. El corazón sólo se presen-taba en el estado de simple vaso pulsátil, y lacuerda dorsal ocupaba el lugar de la columnavertebral. Estos primeros antecesores del hom-bre, vislumbrados de este modo en las profun-das tinieblas del tiempo, deben haber estadodotados de una organización tan inferior, omás tal vez, que la del Amphioxus.

Por más que mortifique nuestro orgullo, es in-dudable que (ya que bajo el punto de vista ge-nealógico, el hombre pertenece al tronco cati-rrino, o del antiguo mundo) hemos de deducirque nuestros antecesores primitivos habríanpodido, con justicia, ser calificados de tal modo.

(. •)Entonces los simiadeos se habrán separado endos grandes troncos, los monos del nuevo ydel antiguo mundo; y de estos últimos, en unaépoca remota, ha procedido el hombre, estamaravilla y gloria del universo.Hemos logrado de esta manera dar al hombreuna genealogía prodigiosamente extensa, peroen cambio, fuerza es confesarlo, de poco nobleorigen. Como a menudo se ha hecho notar, elmundo parece haberse preparado muchotiempo para la aparición del hombre, lo que escompletamente cierto en un sentido ya quedebe su nacimiento a una larga serie de antece-sores . Si un solo eslabón de esta cadena no hu-biese existido, el hombre no sería exactamentelo que es ahora. En el estado actual de nuestrosconocimientos, a menos de cerrar voluntaria- 187

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mente los ojos, podemos reconocer con bas-tante exactitud nuestro origen, sin experimen-tar rubor alguno. El más humilde organismo

es todavía una cosa infinitamente superior alpolvo inorgánico que huellan nuestros pies; ycualquiera que se consagre, sin prevenciones,al estudio de un ser viviente, por simple quesea, no podrá menos que quedar absorto deentusiasmo ante la contemplación de su mara-villosa estructura y de sus propiedades."

Darwin nos ofrece sus teorías sobre el desa-rrollo de los sonidos articulados que establecieronla supremacía del hombre en el reino animal. En el

capítulo II: Facultades mentales del hombre y delos animales inferiores , expresó:

"Se ha afirmado que sólo el hombre es capaz deun mejoramiento progresivo ; que sólo él sesirve de las herramientas o del fuego, domes-

tica a los animales, conoce la propiedad o em-plea el lenguaje ; que ningún otro animal tieneconciencia propia, ni goza de la facultad de laabstracción, ni posee ideas generales; que elhombre, y sólo el hombre, tiene el sentimientode lo bello , está sujeto a caprichos, siente lagratitud, tiene atracción por los misterios, etc.;cree en Dios o está dotado de una conciencia.

(• •)Por lo que toca al origen del lenguaje articu-lado, después de haber leído, por una parte, lasinteresantes obras de Hensleigh, Wedgewood,Farrar y Schleicher, y, por otra, las célebreslecturas de Max Müller, no me cabe duda queel lenguaje debe su origen a la imitación y a lamodificación , ayudada con signos y gestos, dediversos sonidos naturales, de las voces deotros animales, y de los gritos instintivos delhombre mismo. Al tratar de la selección se-

xual veremos que los hombres primitivos omejor, algún antiguo progenitor del hombre,ha hecho probablemente un gran uso de su vozpara emitir verdaderas cadencias musicales,como aún lo hace un mono del género de losgibones. Podemos deducir de analogías, gene-

188 ralmente muy extendidas, que esta facultad ha

sido ejercida especialmente en la época de lareproducción, para expresar las distintas emo-ciones del amor, los celos, el triunfo, y el reto alos rivales. La imitación de gritos musicales porsonidos articulados ha podido ser el origen depalabras traduciendo diversas emocionescomplejas. Por la relación que tienen con elprincipio de imitación, debemos hacer notar lafuerte tendencia que presentan las formas más

próximas al hombre (monos, idiotas, microcé-falos, y razas bárbaras de la humanidad) a imi-tar cuando llega a su oído. Comprendiendo abuen seguro los monos gran parte de lo que elhombre les dice, y, en estado de naturaleza pu-diendo lanzar gritos que señalen un peligro asus camaradas, no me parece increíble el quealgún animal simiano, más sabio, haya tenido

la idea de imitar los aullidos de un animal ferozpara advertir a sus semejantes, precisando el

género de peligro que les amenazaba. En unhecho de esta naturaleza habría un primer pasohacia la formación de un lenguaje.Ejercitada cada vez más la voz, los órganos vo-cales se habrán robustecido y perfeccionadoen virtud del principio de los efectos heredita-rios del uso; lo que a su vez habrá influido en lapotencia de la palabra . Verdad que bajo estepunto de vista, la conexión entre el uso conti-nuo del lenguaje y el desarrollo del cerebro,tiene una importancia mucho mayor. Las apti-tudes mentales han debido estar más desarro-lladas en el primitivo progenitor del hombreque en ningún mono de los hoy existentes, aunantes de estar en uso ninguna forma de len-guaje, por imperfecta que se le suponga. Peropodemos admitir con seguridad que el usocontinuo y el perfeccionamiento de esta facul-tad, han debido obrar a su vez en la inteligen-cia, permitiéndole y facilitándole el enlace deuna serie más extensa de ideas. Nadie se puedeentregar a una sucesión prolongada y complejade pensamientos sin el auxilio de palabras, ha-bladas o no, de la misma manera que no sepuede hacer un cálculo importante sin tenersignos o servirse del álgebra. También parece

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que hasta el curso de las ideas ordinarias nece-

sita alguna forma de lenguaje, porque se ha ob-

servado que Laura Bridgman, joven sordo-

muda y ciega, en sus sueños hacía con los de-dos signos. Una larga sucesión de ideas vivas,

y mutuamente dependientes puede, a pesar delo dicho, atravesar el espíritu sin el concursode ninguna especie del lenguaje, hecho que po-demos inferir de los prolongados ensueñosque se observan en los perros. Hemos vistoque los perros de caza pueden razonar en al-gún modo, lo que evidentemente hacen sinservirse de lenguaje alguno. Las íntimas cone-xiones entre el cerebro y la facultad del len-guaje , tal como está desarrollada en el hombre,resaltan claramente de esas curiosas afeccio-

nes cerebrales que atacan especialmente la ar-ticulación, y en las que desaparece el poder derecordar los sustantivos, mientras subsiste in-tacta la memoria de otros nombres.

De estas observaciones, aunque pocas e in-completas, deduzco que la construcción com-pleja y regular de gran número de lenguas bár-baras no constituye en ningún modo unaprueba de que sea debido su origen a un actoespecial de creación. Tampoco la facultad dellenguaje articulado es una objeción irrebatiblea la creencia de que el hombre se haya desa-rrollado de una forma inferior".

En este capítulo II, señala Darwin el abismoque existe entre el mono y el hombre:

"Convendrían en que, aunque llegan a com-prender en sus gritos a otros monos algunas desus percepciones o de sus más simples necesi-dades, nunca ha pasado por su cabeza la no-ción de expresar ideas definidas con sonidosdeterminados."

En el capítulo IV: De cómo el hombre sedesarrolló de una forma inferior:

"Aun en el estado más imperfecto en que exis-

ta actualmente, el hombre es la forma animal

más preponderante que ha aparecido en la tie-

rra. Se ha extendido con mucha mayor profu-

sión que otro tipo alguno de organización ele-

vada; todos le han cedido el paso. Debe evi-dentemente el hombre esta inmensa superiori-dad, a sus facultades intelectuales, a sus hábi-tos sociales que le conducen a ayudar y a de-

fender a sus semejantes, y a su conformacióncorporal. La suprema importancia de estos ca-racteres está probada por el resultado final delcombate por la existencia. Por la fuerza de suinteligencia ha desarrollado el lenguaje articu-lado, que ha llegado a ser el agente principal desu sorprendente progreso. Ha inventado di-versas armas, herramientas, lazos. Ha cons-truido balsas o embarcaciones con las que hapodido dedicarse a la pesca, y pasar de una isla

a otra vecina, más fértil. Ha descubierto el artede encender fuego , y con su ayuda ha podidohacer comestibles y digeribles raíces duras y

estoposas, logrando también cocer plantas,que, venenosas crudas, cocidas han sido ino-fensivas. El descubrimiento de aquel arte, elmayor tal vez después del lenguaje , data de unaépoca muy anterior a los primeros albores dela historia. Tan diversas invenciones, que ha-bían hecho al hombre preponderante aun en

su estado más inferior, son el resultado directode sus aptitudes para la observación, la memo-ria, la curiosidad, la imaginación, y el racioci-nio.-

En el capítulo V: Caracteres sexuales de losvertebrados , expresó:

"La admisión del principio de la selección se-xual conduce a la notable conclusión de que elsistema cerebral no sólo regula la mayor partede las actuales funciones del cuerpo, sino quedirectamente ha influido en el progresivodesarrollo de diversas conformaciones corpo-rales y de ciertas cualidades mentales. El valor,la perseverancia , la fuerza y vigor corporal, lasarmas de todos géneros , los órganos musicales ovocales, los colores espléndidos, las rayas, yapéndices de ornamentación, han sido carac-teres adquiridos todos, indirectamente por 189

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uno u otro sexo, por la apreciación de la be-

lleza en el sonido , el color o la forma, y por el

ejercicio de una elección; facultades del espí-ritu que dependen evidentemente del desarro-

llo del sistema cerebral."

Carl Jung (1875-1962), en su artículo: Sobre larelación de la psicología analítica y la poesía de sulibro El espíritu en el hombre , en el arte y en la lite-ratura (1922), nos ofrece su imagen psíquica delsímbolo, y de la importancia que tendría el día que

se descubriese su significado:

"La imagen primordial, o arquetipo es una fi-gura ya sea demoníaca, humana o procesal

que continuamente resurge en el curso de lahistoria y aparece cada vez que la fantasíacreativa se expresa libremente. Es, pues, esen-

cialmente una figura mitológica. Cuando exa-

minamos estas imágenes más de cerca, nos en-contramos que le dan forma a un sinnúmerode experiencias típicas de nuestros antepasa-

dos. Son, por así decirlo , el residuo psíquico deinnumerables experiencias del mismo tipo.Ellas representan un retrato de la vida psíquicaen general, divididas y proyectadas en las di-versas figuras del panteón mitológico. Mas lasfiguras mitológicas, a su vez, son productos dela fantasía creativa y están todavía por tradu-cirse al lenguaje conceptual . Sólo los comienzosde tal lenguaje existen , pero una vez que losconceptos necesarios sean creados nos podríanofrecer un entendimiento abstracto, científico,de los procesos inconscientes que se ubican enlas raíces de las imágenes primordiales.

(• •)

El impacto de un arquetipo, ya sea que tome laforma de una experiencia inmediata o sea ex-presado a través de la palabra hablada, nos so-brecoge porque hace surgir una voz que esmás fuerte que la propia. Quien quiera que ha-ble con imágenes primordiales habla con milvoces ; encanta y subyuga mientras al mismotiempo eleva la idea que busca para expresarsede lo ocasional y transitorio hacia el reino de lo

eterno. Además transforma nuestro destinopersonal en el destino de la humanidad..."Y en el capítulo: Ultimos pensamientos de su

autobiografía Memorias, sueños y reflexiones con-firma los postulados de Darwin:

"La conciencia es filo y ontogenéticamente unfenómeno secundario. Es hora de que este he-

cho obvio se entienda de una vez. Así como elcuerpo tiene una prehistoria anatómica de mi-llones de años, lo mismo ocurre con el sistemapsíquico. Y así como cada una de las partes delcuerpo humano hoy en día representa el resul-tado de su evolución y por doquiera se exhi-ben huellas de etapas anteriores -lo mismo se

puede decir de la psique. La conciencia iniciósu evolución de un estado de tipo animal quenos parece inconsciente y el mismo proceso de

diferenciación se repite con cada niño. La psi-que del infante en su estado preconsciente noes una tabula rasa ; ya está preformado de unamanera individual reconocible además de es-tar equipado con instintos específicamente hu-manos así como con cualidades a priori de al-tas funciones."

Observemos lo que Miguel Hernández(1910-42), escribió a Vicente Aleixandre:

"Vicente: A nosotros, que hemos nacido poe-tas entre todos los hombres, nos ha hecho poe-tas la vida junto a todos los hombres. Nosotrosvenimos brotando del manantial de las guita-rras acogidas por el pueblo, y cada poeta quemuere deja en manos de otro, como una he-rencia, un instrumento que viene rodandodesde la eternidad de la nada a nuestro corazónesparcido, y ante la nuestra se levantarán otrosdos de mañana. Nuestro cimiento será siem-pre el mismo: la tierra. Nuestro destino es pa-rar en las manos del pueblo. Sólo esas honra-das manos pueden contener lo que la sangrehonrada del poeta derrama vibrante. Aquelque se atreve a manchar esas manos, aquellosque se atreven a deshonrar esa sangre , son lostraidores asesinos del pueblo y de la poesía, y

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nadie los lavará : en su misma suciedad queda-rán cegados.Tu voz y la mía irrumpen del mismo venero.Lo que echo de menos en mi guitarra lo halloen la tuya . Pablo Neruda y tú me habéis dadoimborrables pruebas de poesía , y el pueblo,hacia el que tiendo todas mis raíces , alimenta yensancha mis ansias y mis cuerdas con el soplocálido de sus movimientos nobles.Los poetas somos viento del pueblo , nacemospara pasar soplados a través de sus poros yconducir sus ojos y sus sentimientos hacia lascumbres más hermosas . Hoy este hoy de pa-sión, de vida , de muerte , nos empuja de un im-ponente modo a ti, a mí, a varios, hacia el pue-blo. El pueblo espera a los poetas con la oreja yel alma tendidas al pie de cada siglo."

Escuchemos a Pablo Neruda (1904-73):

Nacióla palabra en la sangre,creció en el cuerpo oscuro, palpitando,y voló con los labios y la boca.

Más lejos y más cercaaún, aún veníade padres muertos y de errantes razas,de territorios que se hicieron piedra,que se cansaron de sus pobres tribus,porque cuando el dolor salió al caminolos pueblos anduvieron y llegarony nueva tierra y agua reunieronpara sembrar de nuevo su palabra.Y así la herencia es ésta:éste es el aire que nos comunicacon el hombre enterrado y con la aurorade nuevos seres que aún no amanecieron.Aún la atmósfera tiemblacon la primera palabraelaboradacon pánico y gemido.Salióde las tinieblasy hasta ahora no hay truenoque truene aún con su ferretería

como aquella palabra,la primerapalabra pronunciada:tal vez un solo susurro fue, una gotay cae y cae aún su catarata.

Luego el sentido llena la palabra.Quedó preñada y se llenó de vidas.Todo fue nacimientos y sonidos:la afirmación, la claridad, la fuerza,la negación, la destrucción, la muerte:el verbo asumió todos los poderesy se fundió existencia con esenciaen la electricidad de su hermosura.

Palabra humana, sílaba, caderade larga luz y dura platería,hereditaria copa que recibela comunicación de la sangre:he aquí que el silencio fue integradopor el total de la palabra humanay no hablar es morir entre los seres:se hace el lenguaje hasta la cabellera,habla la boca sin mover los labios:los ojos de repente son palabras.

Yo tomo la palabra y la recorrocomo si fuera sólo forma humana,me embelesan sus líneas y navegoen cada resonancia del idioma:pronuncio y soy y sin hablar me acercaal fin de las palabras, al silencio.

Bebo por la palabra levantandouna palabra o copa cristalina,

en ella beboel vino del idiomao el agua interminable,manantial maternal de las palabras,y copa y agua y vinooriginan mi cantoporque el verbo es origeny vierte vida: es sangre,es la sangre que expresa su substanciay está dispuesto así su desarrollo:dan cristal al cristal , sangre a la sangre,y dan vida a la vida las palabras. 191

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SEGUNDA PARTE

Es por todos conocido que cuando CharlesDarwin publicó su: El origen del hombre y la selec-ción sexual , impresionó al mundo intelectual de suépoca, de tal manera, que muchos de los campos

del conocimiento que florecieron, estuvieron ba-sados en el estudio de ese hombre antiguo quedescubrió el naturalista inglés.

Carl Jung (1875-1962) en el capítulo El len-guaje de los sueños de su libro La vida simbólica,nos ofrece un dato de sus fuentes de inspiración.La de Darwin la obtuvo principalmente a través de

Freud:

"Mi mayor aventura había sido el estudio deKant y Schopenhauer. La noticia más impor-tante del día fue el trabajo de Charles Darwin."

Escuchemos a Darwin:

"Tan probable es que los efectos del uso conti-nuo de los órganos de la voz y de la inteligenciahayan llegado a ser hereditarios , como que laescritura, que depende simultáneamente de laestructura de la mano y de la disposición delespíritu, sea hereditaria también; hecho com-

pletamente cierto.

(• •)Los hábitos seguidos durante muchas genera-ciones, se encaminan a convertirse en heredita-rios."

A su vez Darwin citó al filósofo HerbertoSpencer (1820-1903):

"Creo que las experiencias de utilidad, organi-zadas y fortalecidas a través de todas las gene-raciones pasadas de la raza humana, han pro-ducido modificaciones correspondientes, que,

por transmisión y acumulación continuas, hanllegado a ser entre nosotros ciertas facultadesde intuición moral y emociones correspon-dientes a una conducta justa o falsa, que no tie-

nen ninguna base aparente en las experienciasde utilidad individual."

Que la facultad de articular sonidos es heredi-taria se reconfirma por los experimentos hechoscon chimpancés en dos parques nacionales deTanzania. La revista Discover de Diciembre del 92informa:

"Un grito jadeante se compone de cuatro par-tes: Una introducción corta, suave y sin tono,seguida de una serie de jadeos progresiva-mente más fuertes hasta que terminan en ungrito muy agudo que disminuye gradualmente.Los primatólogos descubrieron que los chim-pancés de Mahale jadean más rápido que losmachos de Gombe y producen gritos más agu-dos compuestos de una categoría más ampliade frecuencia.Cuando un chimpancé se cría aislado de losdemás emite los mismos gritos jadeantes indi-cando que el llamado básico (para comuni-carse con la tribu) está programado genética-mente.

Sigmund Freud en Un estudio autobiográfico(1910), declaró:

"En aquel tiempo las teorías de Darwin, queentonces eran de interés actual, me atrajeronfuertemente porque prometían un adelanto ennuestra comprensión del mundo."

En Introducción al psicoanálisis (1910-17),dijo:

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"El núcleo de un afecto es la repetición de al-guna experiencia trascendental particular."

En Contribuciones a un cuestionario sobre lec-tura (1907), consideró El origen del hombre deDarwin, como uno de los diez libros científicosmás importantes. En Psicopatología de la vida coti-diana (1901), dijo:

"El gran Darwin estableció la regla de oro parael científico, basada en su intuición del papelque juega el desplacer como motivo en el olvi-dar."

En Tótem y tabú (1912), Freud se inspiró en la"horda primitiva" de Darwin, para desarrollar suteoría edípica del parricidio. En Consideracionesde actualidad sobre la guerra y la muerte (1915),elaboró sobre la teoría de Darwin, su propia teoríasobre los instintos:

"Nos ayudaría a ello si dirigimos nuestra in-quisición psicológica hacia otras dos relacio-nes con la muerte, la primera, que podemosatribuir al hombre primitivo o prehistórico, yla que existe todavía en cada uno de nosotros,pero que se esconde -invisible a la concien-cia- en los estratos más hondos de nuestravida mental."

En Introducción al psicoanálisis (1916), Lec-

ción XVIII: Fijación a los traumas. El inconsciente,reconoció que Copérnico, Darwin y el psicoanáli-sis habían asestado los golpes más terribles a lamegalomanía humana. De Darwin dijo:

"El segundo golpe cayó cuando la investiga-ción biológica destruyó el imaginario lugarprivilegiado del hombre en la creación y com-probó que descendía del reino animal y de suinerradicable naturaleza animal."

En Las resistencias al psicoanálisis (1924),

Freud se identificó con Darwin ante la incom-prensión humana a las terribles verdades que des-

cubrieron sobre el hombre. Cuando expuso suteoría del deseo sexual edípico en las familias, se-ñaló:

"El horror al incesto y un sentido de culpabili-dad enorme son los sedimentos de esta épocaprehistórica de la existencia del hombre. Po-dría ser que algo muy similar ocurrió en unaépoca prehistórica de la especie humana en ge-neral y que los comienzos de la moralidad, re-ligión y orden social estuvieran íntimamenterelacionados con la superación de la era primi-tiva . Para los adultos la prehistoria parece taninfame que se niegan a permitir el que se les re-cuerde . También se molestaron cuando el psi-coanálisis trató de desvelar la amnesia de susaños infantiles."

En el capítulo V de Caracteres sexuales de losvertebrados de la teoría darwiniana de la selecciónsexual, tomado del extracto publicado por la Im-prenta de la Reneixensa, Barcelona, 1876, sepuede observar la influencia de Darwin en la teo-ría de los arquetipos de Carl Jung:

"Como, dadas sus costumbres y hábitos ordi-narios, ni la afición ni la aptitud para el canto,reportan ninguna utilidad directa al hombre,podemos colocar estas facultades entre el nú-mero de las más misteriosas que presenta. Laindefinible sensación que produce en nosotrosel canto , y muchos otros singulares hechos, en-lazados con los efectos de la música, pasan aser completamente explicables si admitimosque los sonidos musicales y el ritmo eran em-pleados por los antecesores simio-humanosdel hombre durante la época de la reproduc-ción, en que todos los animales se encuentransometidos a la influencia de las más fuertes pa-siones. Caso de ser realmente así, siguiendo elprofundo principio de las asociaciones heredi-tarias, los sonidos musicales podrían despertaren nosotros , de una manera vaga e indetermi-nada , las internas emociones de una remotísimaedad . Al recordar que algunos cuadrumanos 193

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machos tienen mucho más desarrollados losórganos vocales que las hembras, y que unaespecie antropomorfa puede emitir casi todaslas notas de la octava, no se nos presenta tanimprobable la idea de que los antecesores del

hombre, antes de haber adquirido el lenguajearticulado , hayan expresado sus sentimientospor medio de la emisión de sonidos y cadenciasmusicales . Cuando hoy el cantante hace sentir,con las modulaciones de su voz, las emocionesmás vivas a su auditorio, está muy lejos de sos-pechar que emplea los mismos medios que susantecesores semi-humanos utilizaban para ex-citarse recíprocamente las pasiones más ar-dientes."

Observemos cómo sintió la música ancestral elmejicano Enrique González Martínez (1871-1952),en su poema Tema antiguo:

Volvió a mi mente un eco de extrañamelodíabrotada no sé dónde, oída no sé cuándo,un eco lastimero como el fugaz y blandoquejido de la tarde cuando fallece el día.

Por la callada senda de mi alma aparecíaun fúnebre cortejo -¡mis penas sollozando!-¡Evocación tremenda! ... Oída no sé cuándo,de aquella turba lúgubre brotó la melodía.

¿No traga para siempre sus presas el olvido?¿Por qué volvéis oh notas, a lacerar mi oídoy a desgarrar el velo que mi dolor esconde?

En dichas inefables soñando me dormía...¡y surges de improviso, doliente melodía,brotada no sé cuándo, oída no sé dónde!

El colombiano Helcías Martán Góngora en elpoema Cuadernos , de su libro Música de percu-sión , también escuchó una música:

Al despertar del más largo silencio,194 releo las palabras escritas en el sueño.

¡Quién guiará mis manossobre las hojas del cuaderno!La luz y el viento son las claves.Sangre y savia en alterno movimiento.La melodía de los coros oceánicos,

yo la bebí en el seno materno,antes de ser para el desveloy descender con Cristo a los infiernos.La exigua sabiduría que poseo,deriva de la mar en cuyo reinosoy el nocturno pregonero.

Carl Jung en el capítulo XI de su libro Tipospsicológicos, sigue a Spencer y a Darwin:

"Yo llamo primordial a una imagen cuandoposee un carácter arcaico. Hablo de su carác-ter arcaico cuando la imagen concuerda conmotivos familiares mitológicos. Entonces ex-

presa material primario derivado del incons-ciente colectivo e indica al mismo tiempo quelos factores que influencian la situación cons-ciente del momento son colectivos más quepersonales. La imagen personal no tiene un ca-rácter arcaico ni una significación colectiva,pero expresa contenidos de inconciencia per-

sonal y una situación consciente y personal-mente condicionada.

La imagen primordial, en otras partes lla-mada arquetipo, siempre es colectiva, cuandomenos común a pueblos enteros o épocas.Con toda probabilidad los motivos mitológi-cos más importantes son comunes a todos lostiempos y razas; de hecho yo he sido capaz dedemostrar una serie completa de motivos de lamitología griega en los sueños y fantasías ennegros de sangre pura que sufrían desórdenesmentales.

Desde el punto de vista causal y científico,la imagen primordial puede ser concebidacomo un depósito mnemónico , una impresióna la cual se ha llegado a través de incontablesprocesos de naturaleza similar . A este respectoes una precipitación y por lo tanto una típicaforma básica de ciertas experiencias psíquicas

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recurrentes. Continuamente un motivo mito-

lógico es una efectiva y recurrente expresiónque revive ciertas experiencias psíquicas o lasformula de una manera apropiada."

En el capítulo Vivir en lo sagrado de Un compa-ñero de Joseph Campbell (1991), Diane K. Osbon

dice:

"El misterio del arte estriba en que un ritmo teenvuelve dentro de una posesión estética yotro no. El ritmo es el instrumento del arte. Lamúsica es la organización, no sólo del ritmo,sino de la escala y las notas tocadas unas con

otras."

El poeta español Mario Angel Marrodán, ensu libro Un peatón por el cosmos , percibe ciertos

sonidos en su poema Mirar hacia otro lado:

"Hay versos como para ver que me traen todaslas sonoridades del corazón en las tardes modu-

ladoras de las mejores horas de nuestra vida

porque tales sonoridades son locuaces, queademás piden la limosna y la gracia de otroscorazones que los dejan razonar en ellos para

que sus ritmos enriquezcan los nuestros. Locoloquial -tal es el ideal del poeta- guía sudiálogo posible y deseado con el lector-oyenteque se acerca a entrar en la tierra para enrai-zarse en ella y enraizarla en nosotros. Tierrahonda y fecunda, aunque a veces parezca casisin corteza y secarral. En ella se siembran lassemillas, en los campos como páginas que hanfructificado. La cosecha es de pensamientosque se hilvanan en el hilo del paisaje vividomientras se enriquecen las huellas dejadas porlas vibraciones del canto de las mitologías grie-gas, de los ritmos que hermanan a nuestro pe-regrinar. (...) Mas este lienzo visible es la tardede estío, hecho como un poema sinfónico, traebrasas que vivas mantienen la luz que los ojossorprenden y el mirar amamantan , por haberlosabido encuadrar ardiente y solemne."

195

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196

TERCERA PARTE

Durante los últimos quince años de maneracontinua he publicado en la revista Norte, acercade los descubrimientos del psicoanálisis en tornoal lenguaje poético que es esquizofrénico degrado, o sea, que está pletórico de arquetipos a losque ahora se les puede dar una explicación cientí-fica. En el número 362 consigné lo siguiente:

"En la Advertencia al libro de Cunstance Sabi-duría , locura y estupidez (1951), dijo Jung:

`Todavía recuerdo claramente la gran impre-sión que me causó cuando logré por primeravez descifrar los aparentemente completosdisparates de los neologismos esquizofréni-cos, los cuales tuvieron que ser más fáciles dedescifrar que los jeroglifos o las inscripcionescuneiformes. Mientras que éstas nos dan una

visión auténtica de la cultura intelectual delhombre antiguo -esfuerzo que de ningunamanera puede ser subestimado- descifrar losproductos de la locura y de otras manifestacio-nes del inconsciente, desvela el significado deprocesos psíquicos fundamentales mucho másantiguos y abre el camino al sub-mundo o lasregiones más remotas de la psique las que sonla madre no sólo de los productos mentales delpasado sino de la conciencia en sí.'

Ahora, si bien es cierto que Jung descubrióel paralelismo entre las manifestaciones mór-bidas del inconsciente esquizofrénico con lasdel folklor, mitología y religión, el que esto es-cribe descubrió el significado oral-traumáticode las manifestaciones esquizoides de los poe-tas, con las cuales se puede descifrar el signifi-cado del lenguaje inconsciente o del protoi-dioma de la humanidad, por lo cual se hace in-teligible por primera vez en la historia el signi-

ficado del folklor, mitología y religión, asícomo también de la conducta criminal y de losfenómenos oníricos y desde luego estéticos.Para los lectores de Norte no son extraños losfenómenos criminales de Dahmer (el antropó-fago de Milwaukee) quien estaba poseído porlos arquetipos orales de la devoración con susecuela de sangre, heridas, mutilación y decapi-tación."

A estas alturas habrán advertido mis sagaceslectores que la poesía y el arte en general han pa-sado ya por la etapa histórica de la inescrutabili-dad, del misterio y de la ignorancia. Estamos vi-viendo ya una nueva etapa en la historia del que-hacer estético en la que el ser humano ha encon-trado el camino de la interpretación de los enig-mas del arte. Este hallazgo o descubrimiento se lo

debemos al método científico del que ya hablóDarwin en el capítulo VII: Las razas humanas desu libro El origen del hombre:

"Cuando los naturalistas tratan de determinarsi dos o más formas vecinas deben ser conside-radas como especies o como variedades, dé-janse dirigir prácticamente por las siguientesconsideraciones : la suma de las diferencias ob-servadas; su alcance a un pequeño o gran nú-mero de puntos de conformación; si tienen la

importancia fisiológica; pero más especial-mente si son constantes."

Veamos la constante del arquetipo de la deca-pitación, surgida del trauma oral infantil, pues eldeseo de devorar el pezón materno -vía proyec-ción- se convierte en el deseo inconsciente (adap-tación) de que le sea devorado el pezón (cabeza)por dicha imago-matris. El pintor pirenaicoplasma compulsivamente figuras decapitadas en

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las paredes de las cuevas y asimismo pudo ha-ber oficiado el sacrificio donde él mismo deca-

pitaba a la víctima. Veamos varios poemas que

contienen este arquetipo:

¿A dónde se había ido ahora el enano? ¿Y

el portón? ¿Y la araña? ¿Y todo el cuchicheo?¿Había yo soñado, pues? ¿Me había desper-tado? De repente me encontré entre peñascossalvajes, solo, abandonado, en el más desierto

claro de luna.¡Pero allí yacía por tierra un hombre! ¡Y

allí! El perro saltando, con el pelo erizado, gi-miendo -ahora él me veía venir- y entoncesaulló de nuevo, gritó: -¿había yo oído algunavez a un perro gritar así pidiendo socorro?

Y, en verdad, lo que vi no lo había vistonunca. Vi a un joven pastor retorciéndose,ahogándose, convulso, con el rostro descom-puesto, de cuya boca colgaba una pesada ser-piente negra.

¿Había visto yo alguna vez tanto asco ytanto lívido espanto en un solo rostro? Sinduda se había dormido. Y entonces la ser-piente se deslizó en su garganta y se aferraba aella mordiendo.

Mi mano tiró de la serpiente, tiró y tiró:-¡en vano!

No conseguí arrancarla de allí. Entonces seme escapó un grito: "¡ Muerde ! ¡ Muerde!

¡Arráncale la cabeza ! ¡ Muerde!" -éste fue

el grito que de mí se escapó, mi horror, miodio, mi náusea, mi lástima, todas mis cosasbuenas y malas gritaban en mí con un sologrito-.

¡Vosotros, hombres audaces que me ro-deáis! ¡Vosotros , buscadores , indagadores, yquienquiera de vosotros que se haya lanzadocon velas astutas a mares inexplorados ! ¡Voso-tros, que gozáis con enigmas!

¡Resolvedme , pues , el enigma que yo con-templé entonces , interpretadme la visión del mássolitario!

Pues fue una visión y una previsión : -¡. quévi yo entonces en símbolo ? ¿Y quién es el que

algún día tiene que venir aún?¿Quién es el pastor a quien la serpiente se

le introdujo en la garganta? ¿Quién es el hom-

bre a quien todas las cosas más pesadas, másnegras, se le introducirán así en la garganta?-Pero el pastor mordió, tal como se lo acon-

sejó mi grito ; ¡dio un buen mordisco ! ¡ Lejos desí escupió la cabeza de la serpiente : -y se pusoen pie de un salto.-

Ya no pastor, ya no hombre, -¡un transfi-gurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en latierra había reído hombre alguno como él rió!

Oh hermanos míos, oí una risa que no erarisa de hombre, -y ahora me devora una sed,un anhelo que nunca se aplaca.

Mi anhelo de esa risa me devora: ¡oh,cómo soporto el vivir aún! ¡Y cómo soportaríael morir ahora!-

Así habló Zaratustra.

Friedrich Nietzsche(1844-1900)

El crepúsculo acabay el cielo guardamatiz como de gamade luz en nácar.La luna salta,como sangrienta y calvacabeza humana!

Salvador Díaz Mirón(1853-1928)

Fue un fantástico galope por la selva.Fue la extraña visión de una pavorosa

[pesadilla...Sobre el luto de la noche que envolvía

[la montaña,una roja media-luna levantaba su cuchilla.Extendida largamente la cabeza,desenvuelta por los aires la espesura de

[la cola,el corcel corría, lleno de una trágica

[grandeza, 197

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198

al galope, por en medio de la selva muda y[sola.

José Santos Chocano

(1875-1934)

En la noche mi madre era extraña y[misteriosa.

Una noche vi venir de su puertauna figura indefinida y débilmente luminosacuya cabeza se separó de la nucay flotó en el aire enfrente de ellacomo una pequeña luna.

Mi cabeza y el vientocuelgan bajo el insomnio...

Igual que un cirio el mundote busca por mi frente.Sin cabeza mi cuerpovuela bajo la luna...¡Soledad en mis ojos!Sobre mi frente errantetus dos manos difuntas.

Carl Jung(1875-1962)

Emilio Prados(1899-1962)

Sin cabeza , a tus pies, sangra mi sueño.¿Cómo hacerle subir hasta mi frente,retornar, flor mecánica, mentira?¡Abrid las claraboyas! ¡Rompe, luna,

daga adversa del viento, que me ahogo,romped, herid, matad ese retrato!Y dadle cuerda al sol, que se ha fundido.

Rafael Alberti(1902)

Jinete sin cabeza,

jinete como un niño buscando entre rastrojosllaves recién cortadas,víboras seductoras, desastres suntuosos,navíos para tierra lentamente de carne,

de carne hasta morir igual que muere[un hombre.

(• .)Lejos canta el oeste,aquel oeste que las manos antaño

creyeron apresar como el aire a la luna;mas la luna es madera, las manos se

[liquidangota a gota idénticas a lágrimas.

Luis Cernuda(1902-63)

Solamente las gaviotasy los niños de primera comuniónpueden llevar en sus picosalgo que se asemeje a la piel

de la luna llena.Por eso el azul no les hiereni su sangre es roja.¿Por qué degollarán tanto niñode primera comunióna orillas del mar?

José María Hinojosa(1904-36)

Por tu amable y circunspectaperfidia y tu desparpajo,hielo mi cuello en el tajode tu traición circunspecta...¡Y juro, por la selectaciencia de tus artimañas,que irá con risas hurañashacia tu esplín, cuando muera,mi galante calaveraa morderte las entrañas!

Julio Herrera y Reissig(1875-1910)

Igual que una magnoliatronchada es tu cabecita helada.Cual los azucenos por abril,

con la muerte ha crecido, en una trágica

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primavera de nieve.-Todo te está más corto...-

Juan Ramón Jiménez(1881-1958)

El cuello blandamentedispongo a los verdugosy con piedad extrañasonrío en la tragedia.

Porfirio Barba Jacob(1883-1942)

Si me hubieran cortado el cuello de raíz,mi dolor sería igual.Si la vida fuese, en fin,de otro modo,mi dolor sería igual.Hoy sufro desde más arriba.Hoy sufro solamente.

César Vallejo(1892-1938)

Sobre mí se inclinacorazón ignorantepor ver si la amoconfía y olvidasus párpados son nubes encimade su cabeza dormida en mis manosestamos en dóndemezcla inseparablevivaces vivacesyo vivo ella vivaMi cabeza rodando en sus sueños.

Paul Eluard(1895-1952)

Una mano sobre una cabeza decapitada.Los piesTu frenteTu espalda de diluvioTu vientre de aluvión un muslo de centellasUna piedra que gira otra que se levanta

y duerme en pieUn caballo encantado un arbusto de piedraun lecho de piedra

César Moro(1903-56)

De cristal las paredes, el recuerdo,descubriendo distancias y posturas,fabricó. Decapitado cuerpo de aire,hueco traje de ausente en el ropero,a mi memoria dieron el motivo.Vi el mar tras las paredes. Por la playami infancia y mi ascendencia de la mano.

Manuel Altolaguirre(1906-59)

Así sollocé sobre el mundo.¿Qué luz lívida , qué espectral vacío velador,qué ausencia de Dios sobre mi cabeza

[derribada,vigilaba sin límites mi cuerpo convulso?¡Oh madre , madre , sólo en tus brazos sientomi miseria ! Sólo en tu seno

martirizado por mi llantorindo mi bulto, sólo en ti me deshago.

Vicente Aleixandre(1898-1984)

Ellos duermen mecidos y anudadospor la ráfaga de ojos vigilantes,los siemprevivos que en la sombra bullen,las maternas semillas del castigo,huevos atroces de la primaverafinal, cuevas del rayo.Allí están sin dormirse,sin derrumbarse nunca, en el aliadocorazón de la noche, y allí esperan.A sus pies, con herido centelleopasa bramando el río de la leche,aúlla la encelada torrentera,y corre, corre, corre, 199

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200

ahíta de cabezas de verdugos,

por la tiniebla sorda

buscando entre gargantas escarpadaslos deltas del infierno.

Sara de Ibáñez(1910-71)

Al hombre le vuelan la cabeza.El hombre en cuatro pies busca su testa.La mujer llora por el hombre.El hombre lloracon su propia cabeza bajo el brazo.

La mujer y el hombre decapitadose abrazan, se palpan.La mujer da de mamar a la cabezade su compañero.El cuerpo del hombre sin cabezase agita como la cola de un lagarto.La multitud vocifera delirante.La mujer acuna la cabeza en su regazo.La fusta del empresario silba amenazante.La mujer y el hombre sin cabezahacen una veniay la Luz los señala en el centro de la pista.

Manuel Silva Acevedo

El antropólogo y pintor asturiano Magín Be-renguer, en el capítulo VIII: Las cuevas del tér-mino municipal de Ribadesella , del libro que ahoranos ocupa, advierte:

"Lo verdaderamente singular de las figuras dela Cueva de Les Pedroses es que, excepto elcaballo en primer lugar reseñado, el resto hansido representadas sin cabeza , y aunque por sucalidad artística no son ciertamente nada es-pectaculares, sí lo son, en cambio, por el hechode esta acefalia, ya que, si bien hay algunosejemplos de figuras aisladas representadas conesta singularidad, hasta ahora la única repre-

sentación que conocemos formando grupo esla de Les Pedroses. Este conjunto ofrece unode estos clarísimos ejemplos de riqueza y plu-

ralidad de fórmulas rituales, dentro de laorientación mágico-religiosa con que fue desa-

rrollado el arte prehistórico. Lo que estos ani-males decapitados quieren significar, no lo sa-bemos; pero sí nos revelan que son la conse-cuencia de una situación de nuevos pronuncia-

mientos trascendentes y no de un móvil capri-choso."

Darwin estableció la teoría de la existencia delas imágenes primordiales:

"En cambio los naturalistas que admiten el

principio de evolución (y la mayor parte de losjóvenes se afilian ya a este grupo) no vacilaránen reconocer que todas la razas humanas des-cienden de un solo tronco primitivo : por másque crean útil o no calificarlas de especies dis-tintas, con objeto de expresar la extensión desus diferencias."

Octavio Paz, en su poema Cabeza de ángel, desu libro Arenas movedizas (1949), nos ofrece losarquetipos de la sangre y de la herida que surgenen toda poesía:

"...y entonces los moros me cortaban la cabezacon un alfanje muy blanco y salía de mi cuelloun chorro de sangre que regaba el suelo comouna cascada roja y del suelo nacían multitud deflorecitas rojas y era un milagro y luego todos

se iban y yo me quedaba sola en aquel campoechando sangre durante días y días y regandolas flores y era otro milagro que no acabara lasangre de brotar hasta que llegaba un ángel yme ponía la cabeza otra vez pero imagínate quecon la prisa me la ponía al revés..."

En el capítulo V El arte prehistórico en Asturiasde este libro, Magín Berenguer consigna la com-pulsión del artista cavernario de señalar las heri-das en los animales que pintaba:

"Acompañan a las figuras zoomórficas, variossignos que considero preciso subrayar: Man-

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chas rojas amorfas en la superficie de los cuer-

pos de algunos animales representados, quepudieran interpretarse como heridas. Man-chas rojas con formas que recuerdan armas,pintadas en relación directa con la superficiede los cuerpos de los animales representados:punta de lanza enfrentada a la cabeza del ja-balí; (fig. 52) punta de lanza clavada en un bi-sonte; hacha hincada a la altura de la paletillaizquierda del gran bisonte grabado; (fig. 62)mancha roja de forma acorazonada sobre lapaletilla izquierda del elefante (64)."

En el capítulo VIII también opina el autor sobreel valor ideomórfico del almagre en las pinturas:

"Quizá este color fue utilizado como mágicoprotector; o como estimulante del valor, o dela vida o quizá, de todo ello junto. Lo que nocabe duda es que el color rojo tuvo a los ojosdel hombre primitivo unas indudables virtu-des por sí solo, aún sin intervenir con él la em-presa figurativa y simplemente acaso, por suparentesco con el color de la sangre . Por eso,cabe pensar que la estancia, el lugar donde sedesarrolla el Gran Panel, fuera elegido comosantuario mucho antes que las representacio-nes figurativas se hubieran formulado y ya,para entonces, signado como un lugar sagradocon la gran mancha de almagre."

Es posible que nuestros remotísimos ances-tros hayan comenzado a expresar sonidos articu-lados para comunicar la imagen de los arquetiposque se les aparecían en sus sueños de angustia, osea, sus pesadillas. Las pinturas parietales y ante-riormente la escultura, pudieron haber precedidoa la palabra. Nos podemos imaginar los balbuceosde nuestros ancestros de las cavernas al tratar decomunicar los mismos símbolos que hoy repitennuestros poetas inconscientemente.

José Ortega y Gasset (1883-1955), en El hom-bre y la gente (II), nos ofrece una génesis poéticade la lengua:

"Pero sí quiero hacer notar que, frente a ladoctrina teológica que hace del hombre unaespecial creación divina, y la zoológica, que le

inscribe en los límites normales de la animali-dad, cabe un tercer punto de vista que ve en elhombre un. animal anormal. Su anormalidadhabría consistido en esa superabundancia deimágenes, de fantasmagorías que en él empezó amanar y creó dentro de él un « mundo interior».El hombre sería, según esto -un animal fantás-tico. Esta riqueza interna, ajena a los demásanimales, dio a la convivencia y al tipo de co-municación que entre éstos existe un caráctertotalmente nuevo, porque no se trató ya sólodel envío y recepción de señales útiles referen-tes a la situación en su contorno, sino de mani-festar la intimidad que, exhuberante, oprimapor dentro a aquellos seres, los desasosegaba,excitaba y atemorizaba reclamando salida alexterior, participación, auténtica compañía; esdecir, intento de interpretación. No basta elutilitarismo zoológico para que podamos re-presentarnos el génesis del lenguaje . No bastacon la señal que está asociada con algo que hay

o pasa fuera y podemos percibir, sino que espreciso suponer en cada uno de aquellos seresla incoercible necesidad de hacer patente alotro lo que en su propio «interior» hervíaoculto -el íntimo mundo fantástico, una nece-sidad lírica de confesión. Mas como las cosasdel mundo interior no se pueden percibir, nobasta con «señalarlas»; la simple señal tuvoque convertirse en expresión, esto es, en unaseñal que porta en sí misma un sentido, una

significación. Sólo un animal que «tiene mu-cho que decir» sobre lo que no «está ahí», en elcontorno, se verá obligado a no contentarsecon un repertorio de señales , sino que chocacon la limitación que éste representa, y estechoque con un medio de comunicación insufi-ciente, al que parece debe atribuirse la «inven-ción» del lenguaje, es lo que en éste perdura ysigue actuando en incesante serie de pequeñascreaciones. Es el permanente choque del indi-viduo, la persona, que quiere decir lo nuevo 201

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202

que en su intimidad ha surgido y los otros noven, y la lengua ya hecha -el choque fecundodel decir con el hablar-."

En la revista Discover de Julio de 1990, se pu-

blicó un artículo Los viejos maestros por Pat Ship-

man, quien dice:

"Lascaux no es una anomalía de la época delhielo. Otras pinturas de animales, muchas delas cuales están exquisitamente ejecutadas,adornan cientos de cuevas a través de la Dor-doña, los Pirineos franceses y la región cono-cida como Cantabria en la costa norte de Es-paña. Todas estas imágenes fueron creadaspor gente que llamamos cromañona que viviódurante el período paleolítico alto, compren-dido entre 10 y 30 mil años de antigüedad,cuando Europa se encontraba bajo la garra dela era glaciar.¿Qué significó este arte encantador, y qué nosdice de los humanos prehistóricos que lo crea-ron?Estas preguntas se han hecho desde principiosde siglo, cuando las pinturas rupestres de Es-paña fueron definitivamente atribuidas a hu-manos paleolíticos. Hasta hace poco las res-puestas más frecuentes estaban basadas en in-terpretaciones simbólicas; intentos, como quiendice, de escudriñar en la psique paleolítica.

(• •)En los sesenta esta visión fue suplantada poruna aproximación freudiana mucho más com-pleja que la puso de moda el antropólogo An-dré Leroy-Gourhan, quien interpretó las pin-turas rupestres como una serie de mitogramaso representaciones de cómo la gente del Paleo-lítico concebía su circunstancia, un mundo di-vidido entre lo masculino y lo femenino. La fe-minidad sería representada por animales talescomo el bisonte o el uro que a veces están yux-tapuestos en las pinturas con figuras femeni-nas humanas. Y la masculinidad sería repre-sentada por el caballo y el ibex que están acom-pañados por figuras humanas masculinas."

Magín Berenguer en el capítulo IV El arte en elpaleolítico superior , consignó algo que tiene quever con el génesis del alfabeto:

"Se ha dicho, repetidamente, que el arte paleo-lítico era esencialmente animalístico.

(• •)Mas, aparte de este repertorio animalístico, elhombre prehistórico expuso una serie de men-sajes en formas abstractas , cuya lectura, hastael momento, no pudo llevarse a cabo -al me-nos de una manera plausible- pese a los nu-merosos intentos propuestos y de las variadashipótesis aventuradas. Son, ellos, los llamadossignos o ideomorfos -feliz denominación pro-puesta por el Prof. Jordá-, porque sus repre-sentaciones son tan poco explícitas que ni aun

indirectamente evocan las formas figurativas-salvo en contadas excepciones- del mundoanimado o inanimado que rodeaba a la socie-dad que los plasmaba. De este conjunto de for-mas abstractas se ha hecho una especial no-menclatura, tal como requiere el especial ca-rácter de estos signos: escutiformes, tectifor-mes, ramiformes, claviformes, regiformes,etc., según el capricho imaginativo va confor-mando imágenes que recuerdan la ambiguadesignación. Pero lo cierto es que de todo esteconjunto signífero se ignora la clave. Es un có-digo cifrado cuya significación no hemos lle-gado a conquistar y si algún día lo consiguiéra-mos, el alma del hombre prehistórico nosmostraría hasta qué metas había llegado la su-tileza de sus ritmos y de sus constantes."

Carl Jung en Psicología y literatura de su libroEl hombre moderno en busca de su alma (1933),nos dice:

"En ocasiones el poeta percibe figuras que pue-blan el mundo nocturno , espíritus, demonios ydioses. El sabe que el secreto vivificador delhombre está en el propósito que va más allá delos fines humanos teniendo un presentimientode sucesos incomprensibles en la plétora. Enresumen, él ve algo de ese mundo psíquico que

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causa terror al salvaje y al bárbaro. Desde losprimeros comienzos de la sociedad humana en

adelante, los esfuerzos del hombre por darlesforma a sus vagas intimidades ha dejado sushuellas. En las pinturas de la edad de piedra delos acantilados rodesianos , aparecen , junto a lamás sorprendente representación vital de ani-males, un signo abstracto [ideomorfo] una cruzdoble contenida en un círculo. Este diseño hasurgido en todas las regiones culturales, más omenos, y lo encontramos hoy, no sólo en lasiglesias cristianas, sino en los monasterios ti-betanos también. Es la llamada rueda del sol ycomo aparece en una época en que no se pen-saba en la rueda como eje mecánico no pudohaber sido copiada de una experiencia exter-na]. Es más bien un símbolo que representa unacontecimiento psíquico que representa unaexperiencia del mundo interior y sin duda estan vital como los mismos rinocerontes conlos pajarillos en las espaldas. Jamás ha existidouna cultura primitiva que no haya poseído unsistema de enseñanza secreta, y en muchas deellas, altamente desarrollada. Los Consejos dehombres y los clanes totémicos conservan es-tas enseñanzas sobre cosas escondidas que es-tán fuera de la existencia diaria, cosas que-desde los primitivos tiempos- han consti-tuido sus experiencias más vívidas. El conoci-miento de las mismas se pasa a los hombres másjóvenes durante los ritos de iniciación. Los mis-terios del mundo greco-romano representabanel mismo rito y la rica mitología de la antigüedades una reliquia de tales experiencias en los estu-dios más tempranos del desarrollo humano."

A los artistas pictóricos del Paleolítico los he-mos comparado con nuestros poetas para poderaproximarnos a su psique. En la creación de unpoema ya sea lírico, pictórico o musical, inter-viene la parte consciente del individuo que en elcaso del cromañón, conocía perfectamente losanimales que dibujaba. Además interviene en lacreación poética la aparición de los mensajes delinconsciente en forma de arquetipos o símbolos

intuidos por Jung y catalogados por mí.Un ejemplo evidente lo encontramos en la si-

guiente pintura rupestre en Lascaux (fig. A) endonde observamos, junto al bisonte, arquetiposperfectamente conocidos por nosotros: El pájaroy la lanza, símbolos del pezón materno agresivo.El ser humano con cabeza de pájaro y pene erectoes una figura totémica creada para contrarrestar eltemor inconsciente al pecho materno, glándulaque penetra erguida en la boca del niño indefenso.Freud en Psicoanálisis literario, un recuerdo infan-til de Leonardo de Vinci (1910), consigna la mismaimagen surgida 15 mil años después:

"Los egipcios adoraban, asimismo, a una divi-nidad materna con cabeza de buitre o con va-rias cabezas, de las cuales una por lo menosera de buitre.

(..)Nos interesa también averiguar de qué manerallegaron los antiguos egipcios a elegir al buitrecomo símbolo de la maternidad.

(• •)Casi todas las imágenes de Mut, la divinidadmaternal de cabeza de buitre, aparecen provis-tas de un falo, y su cuerpo, al que los senos ca-racterizan como femenino, mostraba tambiénun pene en erección. Así pues, hallamos en ladiosa Mut la misma unión de caracteres ma-ternales y masculinos que comprobamos en lafantasía de Leonardo."

Freud, al igual que Jung estudió la mitologíapara compararla con un sueño que tuvo y queconsignó en la Interpretación de los sueños (1900):

"Por mi parte, hace mucho tiempo que no he tenidoningún verdadero sueño de angustia. Pero recuerdouno que soñé a los siete u ocho años y que sometí alanálisis cerca de treinta años después . En él vi que mimadre era traída a casa y llevada a su cuarto por dos otres personas con picos de pájaros , que luego la ten-dían en el lecho. Su rostro mostraba una serena ex-presión como si se hallase dormida . Desperté llo-rando y gritando e hice despertar a mis padres."

203

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NOTA DEL AUTOR

Este libro está pensado y escrito con destino aun público mayoritario. No es que no presente alarqueólogo profesional aspectos para él inéditos odispuestos bajo puntos de vista orientadores; esto

lo tiene también. Pero, su fórmula expositiva abre-viada y ágil, va dirigida a esa mayoría de personasque desean conocer la obra de arte a través de unamanifestación con acento y calor humanos, des-provista de esa frialdad -que tiene algo de disec-ción- abundante en notas bibliográficas y consi-derandos que inciden en una dirección única haciala profesionalidad del especialista, circunstanciacarente de atractivo para un público que no tienevinculación con esa profesionalidad y que, sin em-bargo, desea llegar al conocimiento de horizontesen gran parte para él desconocidos.

Esta es la idea que motivó el presente libro; lle-var hasta la biblioteca del hogar en visita íntima,no sólo las muestras artísticas sino, también, almedio ambiental en que se desarrollaron y a lasgentes que las hicieron posibles, dispuesto de talforma que pueda tener una comunicación espon-tánea y sincera, libre de cendales que entorpezcansu visión.

Aspecto muy importante, que no quiero dejarde resaltar por su evidente presencia, es la ilustra-ción gráfica. Por primera vez y pormenorizada-mente, se da a conocer el tesoro de las pinturas ygrabados prehistóricos de las cuevas asturianas,en reproducciones fidelísimas que, a través deaños de trabajo en circunstancias difíciles -sacrifi-cando en ello gran parte de mi actividad creativacomo pintor-, logré reunir en la colección que seentrega para el conocimiento y disfrute del arteprehistórico asturiano. Que así sea.

He de manifestar que, antes de llevar a cabo lascopias de las pinturas y dibujos parietales, es pre-

cisa una previa y paciente labor de investigación,con el fin de llegar a interpretar correctamente la

obra plasmada por el artista prehistórico. Por esoa las ilustraciones se agrega : «Según Magín Beren-guer», resumiendo así lo que, sin duda, sería másclarificador, pero largo con exceso, si utilizáramosuna frase que dijera: «Interpretación y copia pictó-rica del original por Magín Berenguer». No obs-tante, este circunloquio se manifiesta no por su-mar méritos a mi tarea, sino para esclarecer que esde mi responsabilidad cuanto se expone en lasmuestras gráficas, cuya paternidad asumo.

Por último, también he de aclarar que el gra-bado sobre la piedra, que el hombre utiliza paraaquellas representaciones únicamente dibujísti-cas, en las copias por mí realizadas las dibujo conlínea blanca a fin de hacerlas visibles. Su formula-ción en grabado sobre la dura superficie de la roca,resulta sumamente difícil de ver en su integridaden la mayoría de los casos, y en ocasiones total-mente imposible.

MAGIN BERENGUER

205

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ARTE PREHISTORICO EN CUEVAS DELNORTE DE ESPAÑA. ASTURIAS

INTRODUCCION RECORDATIVA

Al comenzar esta obra, en la que se tratará dedar una visión general sobre el Arte desarrolladoen Asturias a través de los tiempos, el primero deesos tiempos ha de referirse a la Prehistoria y, alhacerlo, bueno será previamente tener un re-cuerdo para algunos de los estudiosos que con susiniciales tareas, echaron las soleras sobre las quese fue apoyando el entramado y la disciplina detrabajo, para ir conociendo esa antehistoria de la

Humanidad.El análisis de los testimonios dejados por

nuestros lejanos antepasados, nos va proporcio-nando, poco a poco, su imagen y la de su medio vi-tal, a través -eso sí- de tempestuosas polémicasde las que, en medio de agobiantes esfuerzos ycuantioso material dialéctico -en gran parte des-deñable- se entresaca algún nuevo rasgo concretoque va completando los perfiles y la personalidadde ese hombre perdido en el remotísimo ayer.

Y dentro de la nutrida nómina de esos prime-ros investigadores vocacionales, atrapados por laambición de esclarecer los misterios de ese ayer,

es mi deseo destacar el nombre de Jacobo Bou-cher de Perthes, nombre hacia el que me sientoatraído (recientemente, en 1988, se cumplió el se-gundo centenario de su nacimiento) como conse-cuencia de mi admiración por la obra de este ge-nial investigador, que, con clara intuición y cer-tero enfoque, dotó a sus trabajos de valores inesti-mables como iniciativa (fig. 1).

Jacobo Boucher, nacido en Amiens, tuvo undoble camino vocacional; uno le condujo a la no-ble tarea literaria y el otro, a la no menos noble dela Arqueología. Por ello, y gracias a esa doble con-dición vocacional, fue capaz de fabricar el métodoque hizo posible una arqueología de la Prehistoria,contribuyendo con principal protagonismo a do-tarla, -entre otras cosas- de un sistema cronoló-gico cultural conocido bajo el nombre de las Tres

Edades de la Humanidad: la de la Piedra, la delBronce y la del Hierro.

Inició su viaje hacia la antehistoria en las terra-zas del Somme, próximas a Abbeville, en busca deuna conexión del presente con el remoto pasado y,

así, desenterró piezas líticas con evidentes mues-tras de manufactura humana; piezas rescatadas enniveles que entrañaban restos óseos de animalesclasificados como antediluvianos.

Cierto que a él le habían precedido otros estu-diosos de este pasado remoto de la Humanidad.Los ingleses Conyers y John Frere ya plantean enpleno siglo XVIII interrogantes a las hachas de sí-lex sobre las oscuras vidas de los hombres que lashabían manufacturado. Los franceses Jouanet yTournal son pioneros, también, de los apasionan-tes interrogatorios. El primero de ellos los hace alas piezas halladas excavando cuevas en Perigord;el segundo, en la comarca del Aude durante algu-nos periodos de los primeros 25 años del sigloXIX.

Pero, para intuir la verdad de ese hombre dehace más de un millón de años, fue preciso que seunieran en la personalidad de Jacobo Boucher dePerthes, la imaginación y la sensibilidad del lite-rato y las dotes de observación y método en el tra-bajo del arqueólogo. Él, por ello, se vio precisadoa lanzar un reto -lo hizo con gallardía y buenas ra-zones- a la ciencia oficial envarada por teoríastradicionales, rígida y ciegamente respetadas poraquella sociedad a la que también comenzaba allegar el contrapunto de las especulaciones darvi-nianas, pero que, no obstante, todo ello lo recibíacon absoluta incredulidad y jocosa burla, puesesta pretenciosa seguridad en teorías caducas eravigilada meticulosamente por el sabio oficial y má-ximo pontífice de la Paleontología, Jorge Leopoldo

Cristino Cuvier, que, por supuesto, mostró siem-pre su desacuerdo con los que él juzgaba desatinos 207

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ARTE EN ASTURIAS

de J. Boucher. Éste, sin embargo, da al conoci-miento público sus experiencias a través de libroscon títulos como: Del hombre antediluviano y susobras; ¿De quién somos hijos? y, años después de lamuerte de Cuvier, en 1846, Antigüedades célticasantediluvianas. En 1858 tiene seguidores, tales

como los ingleses: Falconner, paleontólogo, elgeólogo Lyell y el arqueólogo Evans, y aún podráejercer diez años más su magisterio, pues la visitamortal le llega en 1868.

Muchos nombres se unirían a los del francés ysus seguidores británicos, para que el camino for-mal hacia la investigación de la Prehistoria estu-

viera definido y limpio de maleza , aunque su an-dadura diste mucho del final ya que, a pesar de losavances conseguidos en el campo de la investiga-ción, aún hoy podríamos apostillar a la Prehistoriade la Humanidad como esa casi desconocida. Latónica general para su estudio sigue supeditada ala fórmula que hizo posible los trabajos de JacoboBoucher: observación, método, sensibilidad eimaginación ; estas dos últimas para poder enlazarentre sí la discontinuidad de una línea con muchaslongitudes perdidas o aun ignoradas.

Este preámbulo que trata de recordar y rendirhomenaje a quienes inicialmente iluminaron el os-curo horizonte de nuestra Prehistoria, quedaríaincompleto si en él no estuviera incluido el nom-bre de un español extraordinario: Marcelino Sanzde Sautuola. A él cupo la fortuna de descubrir ydar a conocer al mundo el gran arte parietal pre-histórico, y le cupo, también, el tremendo infortu-nio de despedirse de esta cambiante vida, sin quesu verdad fuese creída (fig. 2).

En una fresca mañana otoñal del año 1868, elmismo en el que muere Jacobo Boucher, ModestoCubillas -cazador por afición y colono del hi-dalgo santanderino de Puente de S. Miguel, donMarcelino Sanz de Sautuola-, emprende la jor-nada cinegética. Escopeta de doble cañón, botasclaveteadas, zurrón y un perro, imprescindibleacompañante del buen cazador, componen suequipamiento . Amo y perro patean los camposcercanos a la villa santaderina de Santillana del

208 Mar. Sus ilusionados pasos quedan cortados en

seco porque ante ellos, una liebre cruza veloz-mente el terreno descubierto y escurre el bullónde su corpezuelo aterrorizado entre las rendijas deunas piedras arrumbadas en la base de una granroca viva. Prendido en su aire corre el perro trasella, pero lo que fuera escurridero transitable parala liebre, es trampa opresora para el can. Su amolevanta las piedras que le aprisionan y, al ir hacién-dolo, aparece la húmeda oscuridad de un agujero

que envía aire fresco al sudoroso rostro del caza-dor. Por casualidad, como suele suceder, nuestrohombre había descubierto el que con el tiempollegaría a ser el más famoso antro prehistórico: laCueva de Altamira.

Modesto Cubillas era sabedor de las aficionesde don Marcelino que, además de hidalgo y pro-pietario de tierras , era un erudito investigador enla búsqueda del remoto pasado del hombre y muyal día de los trabajos que en tal sentido se llevabana cabo en Francia. Por ello Cubillas, al regreso deaquella fatigante mañana, enteró al Sr. Sanz deSautuola de la existencia de la cueva . Él lo anotóen su agenda prometiéndose hacer un reconoci-miento en la primera oportunidad, oportunidadque tardó en presentarse, pues acaeció en 1875;siete años después de la localización por ModestoCubillas. Aunque en ese inicial examen ya vio elhidalgo algunos signos pintados en la roca, no lesconcedió importancia, tal vez porque supuso queaquello no había sido hecho por mano del hombreprehistórico , aunque en el subsuelo descubrieseútiles trabajados por aquél.

En 1878 viajó a París visitando la ExposiciónUniversal. Él mismo dejó constancia de su voca-ción cuando escribe: Aguijoneado por mi afición aestos estudios y excitado muy principalmente por lasnumerosas colecciones de objetos prehistóricos quetuve el gusto de contemplar repetidas veces durante laExposición Universal de 1878...

Pero hasta 1879 no hace su segunda visita a lacueva de Altamira, muy posiblemente estimuladopor lo contemplado el año anterior en la Exposi-ción de París . Y hace esta segunda visita acompa-ñado de su pequeña hija María . Es un paseo; unaexcursión en el tranquilo verano santanderino du-

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ARTE PREHISTORICO EN CUEVAS DEL NORTE DE ESPAÑA. ASTURIAS

rante la cual la niña , los ojos brillantes por el jú-bilo, no cesa de disparar preguntas. El padre sienteun tierno cariño por aquella pequeña que alegra suvida ya próxima a la cincuentena. Había nacido en1831.

Llegados a la cueva, don Marcelino se detieneen el vestíbulo para recordar la excavación ini-ciada en la primera visita , cuatro años atrás. Laniña curiosea por la sala de parpadeantes paredesa causa de la vacilante luz de una candela, cuyallama se peina a favor de las corrientes de aire, yrecorre con su vista los crestones parietales deabajo hacia arriba, y llega hasta el agobiante techo,por entonces bastante próximo al suelo por la acu-mulación en el mismo de arenas de arrastre.

Los ojos de María perciben las masas de colorrojo y el movimiento turbador de las figuras (fig.3). Jadeante y medrosa, con ánimo sobrecogido,grita a su padre una llamada que está cargada desusto. Él contempla aquello de cuya realidadduda. En su mente se revuelven mil ideas confun-diéndole. El asombro va adueñándose de él poco apoco. Rechaza y admite al mismo tiempo; pero,sobre todo, le invaden calofríos de emoción. Unaño después -en 1880- publica un folleto bajo eltítulo de Breves apuntes sobre algunos objetos pre-históricos de la provincia de Santander, en el quetambién da a conocer la asombrosa realidad delarte parietal prehistórico. Aunque en algunos pa-sajes de su trabajo deje traslucir dudas, las da pordesechadas con rotundas afirmaciones positivas,al establecer las relaciones entre la obra mobiliar yla parietal.

Aquello fue tomado a broma por las críticas

más consideradas ; las desconsideradas llegaron asuponer que las pinturas eran obra de un artistafrancés que veraneaba en la finca de don Marce-lino, y que, entrambos, habían convenido el en-

gaño.Desde algún tiempo atrás , el Sr. Sanz de Sau-

tuola mantenía una cordial relación con don Juande Vilanova, catedrático en Madrid y autor de unaobra titulada Orígenes del Hombre, trabajo que ha-bía entusiasmado a don Marcelino. Poco supo-nían , por entonces, los dos hombres cuánto había

de unirles el escepticismo y el empaque de la cien-cia oficial, tan engreída de prestigios y oropelesque la cegaban. El único defensor de la verdad deSautuola fue el catedrático y amigo Vilanova. Peroni la justa fama, por éste alcanzada en el campo de

la investigación; ni el entusiasmo, certera intui-ción y sentido crítico de Sautuola, fueron capacesde deshacer la terquedad de los grandes sabios que,con tesón digno de mejor causa, se burlaron delinvestigador santaderino o lo calificaron de falsa-rio.

El revuelo altamirense se había convertido entormenta internacional, cuyas negras nubes seabatían sobre las cabezas de Sautuola y Vilanova.En 1880, se celebra en Lisboa el Congreso de An-tropología y Arqueología Prehistóricas, y aunquelas conclusiones sobre el arte parietal de Altamira-único conocido hasta entonces- causaron son-rojo a Sautuola , en algunos de los congresistas ha-bía prendido la chispa de la duda. Por ello, en elaño 1881, visita Altamira el paleontólogo francésHarlé, comisionado para informar sobre las pintu-ras, informe que -a la altura actual de la investiga-

ción prehistórica- resulta, asimismo, bastantepintoresco y científicamente nulo, pues no sola-mente consideró que eran modernas, sino que ha-bían sido realizadas durante el espacio de tiempotranscurrido entre las dos visitas de Sautuola:1875 y 1879.

E. Cartailhac, a la sazón profesor de Prehisto-ria en Toulouse -también gran figura de la, poraquel entonces, muy tierna ciencia- fue delmismo modo terminante al negar la autenticidadde las pinturas como tal obra prehistórica; nega-ción altamente curiosa , pues aún no las habíavisto . A esta posición se unió Mortillet -otra espe-cie de patriarca de los estudios sobre Prehistoria-

lo que, en definitiva, decretó el olvido de las pintu-ras de Altamira, calificadas de superchería, inten-cionada o no, porque, con arreglo a la mentalidad

del momento , -los impresionistas comenzaban suandadura- el hombre primitivo no podía pintarasí, con aquel aire de modernidad un tanto mediocre(fig. 4).

Sería injusto cargar el peso de esta negación 209

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sólo a la crítica francesa; la lista de los juzgadoresespañoles fue larga y enconada; pero el gran nú-mero de objetos con arte mobiliar que se estabanhallando en múltiples cuevas europeas, definíanun conjunto cada vez más amplio con grabados yrelieves de carácter figurativo, en el que podríanencajar las fórmulas expresivas del arte parietal al-tamirense. Científicos tan calificados como Piette,Riviére y aun el propio Cartailhac, van aportando,si bien tímidamente, pareceres favorables sobre laautenticidad de la pintura de Altamira.

La verdad altamirense queda al fin refrendadacon los descubrimientos de arte parietal en Fran-cia, que tienen lugar a partir de 1895. La Mouthe;Font-de-Gaume; Les Combarelles, etc., empujana Emile Cartailhac a entonar noblemente su fa-moso Mea culpa d'un sceptique, publicado en 1902

en la revista L'Anthropologie, iniciando, con ello,

una nueva etapa en busca de claridad, a través del

diálogo bienintencionado y del intercambio deideas.

Pero, ni Marcelino Sanz de Sautuola ni su co-laborador y amigo Juan de Vilanova, pudierondisfrutar -al menos en este mutable mundo- delas glorias de un reconocimiento a su verdad. Sau-tuola y Vilanova se despidieron con la amarga tris-teza de los incomprendidos y la frustración para laverdad de Altamira. El primero de ellos murió en1888 y, el segundo, en 1893.

Este recordatorio necesariamente breve, peca-ría de una lamentable omisión si en él no estuvieraincluido el nombre de Ricardo Duque de Estrada,Conde de la Vega del Sella, título que él hizo fa-moso al incorporarlo como firma de sus trabajoscientíficos.

Aunque Pamplona es la tierra que acogió sunacimiento -enero de 1870- fue asturiano por es-tirpe y porque así se sintió.

Su primera educación transcurre en Francia y,la segunda, en San Sebastián; mas, a los dieciochoaños hereda el título y esa vinculante simbiosisgeográfico-nobiliaria le trae a nuestra tierra, en laque residirá hasta el término de su vida (fig. 5).

En la Universidad de Oviedo estudia la carre-rera de Derecho -nunca ejercida- que concluye

en 1892 y, a partir de ese tiempo, su palacio de

Nueva, en Llanes, se convierte en el cuartel gene-ral donde, al margen de otras actividades nuncaenraizadas, se trazarán planes, se centrarán resul-tados y, en definitiva, albergará la gran etapa voca-cional de su vida: el estudio de la Prehistoria; quesi honores y títulos no le faltaron como acompa-ñantes de su nobiliario título, -Maestrante de

Granada y Gentilhombre de Cámara de AlfonsoXIII con ejercicio y servidumbre- su labor, lagran labor de su vida, la que difundió por elmundo científico europeo su asturianísimo título,y hace que superviva en nuestro tiempo unido a sunombre, fue su trayectoria de prehistoriador, cua-jada de notables descubrimientos y de estudioscon aportaciones aún vigentes. Por ello, tuvo en suhaber esos otros nombramientos que, en recono-cimiento a sus méritos, fueron uniéndose a su per-

sona: Profesor honorario del Museo Nacional deCiencias Naturales; Presidente de la Sociedad Es-pañola de Antropología, Etnología y Prehistoria yMiembro de la Comisión de Investigaciones Pa-leontológicas y Prehistóricas.

Su infancia y juventud no habrán dejado de es-tar impresionadas por los tristes sucesos de Alta-mira, viviéndolos como los vivió, a los dos ladosde la frontera. Por ello, el método y la severidadcientífica presidieron sus trabajos.

La lista de yacimientos descubiertos por elConde de la Vega del Sella en su permanente bús-queda, principalmente por el campo asturiano,alargaría con exceso estas notas. Otro tanto ocu-rriría con el catálogo de sus modélicas publicacio-nes, cuyo primer título, La cueva del Penicial, apa-rece en 1914 -después de años de noviciadocomo prehistoriador- y el último, en 1935. En al-gunas de esas publicaciones su nombre va unido alos de figuras tan prestigiosas como Hugo Ober-maier, Hernández Pacheco y Cabré.

Pero, si sus aportaciones y estudios fueron devital importancia para el conocimiento de las cul-turas paleolíticas en el área cantábrica, el descu-brimiento y estudio de una etapa postpaleolítica opreneolítica, que él mismo bautizó como Astu-riense, por desarrollarse principalmente en la re-

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ARTE PREHISTORICO EN CUEVAS DEL NORTE DE ESPAÑA. ASTURIAS

gión asturiana, ponen aún más de relieve la desta-cada personalidad de su figura (fig. 6).

Valgan, pues, como homenaje, estos modestí-simos renglones escritos con el mayor entusiasmoy emoción admirativa, que imperfectamente pre-tenden comunicar al lector esos mismos sentimien-

tos que tan perfecta y justamente merece la egre-gia figura del prehistoriador asturiano RicardoDuque de Estrada, Conde de la Vega del Sella.

Al título de un libro ha de corresponder su en-traña, y en esta ocasión -ya lo hemos dicho al princi-pio- lo será sobre el Arte que en la Prehistoria ha

desarrollado el hombre en la región asturiana,examinando para ello los restos que el paso deltiempo ha tenido a bien respetar. Pero juzgo necesa-rio que esa tarea lleve aparejado un contexto previoen el que se presenten al lector algunos aspectos muygenerales, sobre la lenta y trabajosa formación de esehombre y el del medio ambiental que envolvió suvida, para que, con base en esas premisas, adquieramás acusado relieve la conquista de esa cima artís-tica que, en definitiva, es el nexo que más une nuestrolinaje.

Por ello, y aunque sea incluso abusando de labrevedad -práctica que, sin duda, dejará lagunas-doy paso a ese texto inicial pretendido.

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CAPITULO 1

DEL HOMBRE PREHISTORICO Y SU MEDIO AMBIENTEGENERALIDADES PREVIAS

La cronología de la Prehisto-ria de la Humanidad se presenta,en el estudio de sus etapas másremotas, sobrecargada de su-puestos y ligera de exactos cono-cimientos. Las oscilaciones cro-nológicas respecto a cuándo semanifiesta el hombre incipiente-mente como tal a través de suspiedras trabajadas, son de unaenorme elasticidad con diferen-cias de milenios, diferencias quese aceptan o rechazan sin totalunanimidad, variando de confor-midades a disconformidades deacuerdo con el grado de seduc-ción de las hipótesis, que aunquese apoyen en la autenticidad deunos hallazgos, la mayoría de lasveces no son explícitos por lo ais-lados, o por sus posibilidades aconclusiones plurales y distintas.

Ello confirma que, para el es-

tudio de estas lejanas etapas de laPrehistoria, se ha de conformaruna trama urdida con metódicasobservaciones y la utilización delas ciencias geológicas, estadísti-cas, paleontológicas, etc., etc., ycon la inseparable dosis de sensi-bilidad e imaginación, que, porahora, son imprescindibles.

Otra cosa es en lo referido aetapas más recientes, cuyo esote-rismo va siendo acorralado, pocoa poco, gracias al progreso de losmedios de investigación quecuentan con métodos analíticosfísico-químicos de evidente éxito,

uno de los cuales, muy utilizadodesde hace treinta años, alcanzauna gran popularidad, aunque noproporcione datos absolutamenteexactos en sus resultados, siendo,sin embargo, el más seguro de to-dos. Se trata del análisis radiac-tivo por el carbono 14. Sus limita-ciones de relativa fijación llegan aacusar no más allá de los 60.000años. La asociación Potasio-Argón podrá llegar a datar con al-guna aproximación, las sustan-cias y objetos alejados en eltiempo en más de medio millónde años.

Pasado remoto

La consideración de que haceunos quinientos millones de añosapareció la vida en la Tierra,-aunque en fórmulas rudimenta-

rias-justifica, por ese largo géne-sis, la relativa perfección y, sobretodo, las grandes posibilidadesdel hombre; porque 500 millonesde años suponen un precedentede unos cuatrocientos noventa ytantos millones de años, para quese inicie su proceso de formación.

El enorme peso de esta aplas-tante masa de tiempo, hemos dealigerarla con resumidísimas dis-tribuciones globales, para facili-tar su posibilidad de manejo. Porello, con el auxilio de la geología,se han llegado a fijar unas edadesde la Tierra, que se concretan de

la siguiente forma: Primaria o Pa-

leozoica, con duración de unosdoscientos setenta millones deaños, y en cuyo primer periodo-el Cámbrico- acontece tam-bién una primera vida de inverte-brados. Sigue -naturalmente- lallamada era Secundaria o Meso-zoica, con unos ciento cincuentamillones de años y, por último, lallamada era Terciaria o Ceno-zoica, con unos ochenta millonesde años -año más o menos- yque tiene una corta rama apendi-cular de sólo unos cuatro millo-nes de años, a la que en honor alhombre -pues en ella aparece enla iniciación de su camino hacia laperfección como tal- fue el hom-bre mismo el que la hizo exenta-unidad separada- y la llamó eraCuaternaria.

Los periodos finales de laedad Terciaria -Mioceno y Plio-ceno- están preparándose con laaparición de formas de vida muycompletas, para expeler al hom-bre hacia el mundo de la vida.Son los primates ya evoluciona-dos hacia formas más o menoshumanoides, -acaso más presen-tidas que reales- a las que aplica-mos nombres fijando determina-dos hitos -Australopitecus, Homohabilis- que habrán constituidouna línea evolutiva muy parsimo-niosa, con imperceptibles cam-

bios de una a otra generación,pero que en el momento en que el 213

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ARTE EN ASTURIAS

Sumo Hacedor dispone queaquel ser pueda incorporarse de-finitivamente sobre las extremi-

dades inferiores, decreta el desa-rrollo de su intelecto, al posibili-tar este cambio posicional unadesahogada situación de la ca-beza en el extremo más alto de lavertical, y la utilización plena delas extremidades superiores en

las múltiples atenciones sugeri-das por la evolución. Así nació elHomo erectus.

Los primates y sus formasevolucionadas en el Plioceno,constituyen, pues, los primerospeldaños de esa escala de ascensotrabajoso hacia el prototipo hu-mano.

Al Cuaternario, a su vez, lohemos dividido en dos espaciostemporales: el Pleistoceno, queocupa la mayor parte, y el Holo-ceno, la actualidad que nos tocavivir, que comienza entre losaños 10.000 y 8.000 a. de C.

Esa primera fase del Cuater-nario, el Pleistoceno, aporta, en-tre otras cosas, unos desigualescambios climáticos con periodosglaciares e interglaciares, para losque empleamos una terminología

basada en los estudios realizadosen los Alpes, utilizando los nom-bres de cuatro de sus ríos, Gunz,Mindel, Riss y Würm, si bien seespecula sobre otros dos prelimi-nares, Biber y Danubio (figs. 7, 8y 9).

Como un auténtico deste-rrado del Paraíso, llega el hombreal hosco medio ambiental del te-rritorio de su exilio; pero, su de-bilidad física para enfrentarse alas rigurosas pruebas de calidad,

será contrarrestada con el podercreativo de su inteligencia, facul-tándole para sobrevivir.

El Paleolítico

Paleolítico; así llamamos a laetapa inicial con vestigios de tra-bajo realizado por mano del hom-bre. Paleolítico: de la piedra anti-gua; de la piedra que de algunamanera el hombre hizo útil parasu servicio, y en esta denomina-ción general, englobamos cual-quier otra actividad que durantedicha etapa haya desarrollado.Piedra antigua; periodo Paleolí-

tico; talla sobre piedras duras desílex, de cuarcita, de ofita. Desdelos rudimentarios retoques al gui-jarro limpio -a veces de dudosamanufactura-, a esa perfección,saturada de belleza y efectividad,de la obra en la etapa final paleolí-tica.

Pese a que ese hombre de laPrehistoria pasa a nuestro cono-cimiento, personificado simple-mente como el hombre de laEdad de Piedra, desde muy tem-pranos tiempos utilizaba materialvariado; y tanto atractivo tieneesa adjetivación que al periodosubsiguiente lo etiquetamos bajola denominación de Neolítico: dela nueva piedra -o de la piedrapulimentada- y, aunque cierta-mente continúa utilizándose lapiedra dotándola con nuevas ca-racterísticas de funcionalidad yembellecimiento, no es menosverdad que la piedra, sin perdertotalmente su protagonismo, esuno más entre los múltiples mate-riales utilizados, en los que ya tie-

nen cabida las tareas del alfarero.Paleolítico, pues, cuya evolu-

ción se produce con parsimonia

(fig. 10) semejante, proporcional-mente, a la de la evolución de lavida hacia formas más perfectas ycon la misma, también, que lapropia evolución del hombre.Desde la cultura de los guijarroshasta la llamada hacha de mano

-aquéllos en el camino hacia elhombre y ésta ya plenamente hu-mana- pueden mediar unos dosmillones de años -hay quien diceque hasta cinco-; y desde el ha-cha de mano hasta formas varia-das de utillaje (fig. 11), unos500.000, tras de los cuales vendráuna etapa de 50.000 años plenade rendimiento y rápido ascensoen una formidable escalada téc-nica, que lleva a la conquista deun instrumental más eficaz parala sobrevivencia, así como a unade las más preciadas fórmulas decomunicación: El Arte. Y estearte del hombre paleolítico es detal entidad que, aún hoy que esta-mos de vuelta de tantos encuen-tros y reencuentros con el Arte detodos los tiempos, los ejemploslegados por este hombre nos pro-ducen verdadero asombro.

Con esto, quedan caracteriza-das las dos fases o etapas paleolí-ticas nominadas como: Paleolí-tico Inferior y Paleolítico Supe-rior, aunque también es de uso lade Paleolítico Medio. La inferior,considerada desde los inicios deesa dudosa manufactura de la pie-dra por mano del hombre, hastalos 500.000 años; la del Paleolí-tico medio, a partir de ellos hastalos 50.000; desde los que ya acce-

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CAPITULO I. DEL HOMBRE PREHISTORICO Y SU MEDIO AMIBENTE

demos al Paleolítico Superior.Pero, como siempre, tal corte

entre una y otra etapa no res-

ponde a una realidad absoluta.Mañana este supuesto puede va-

riar, dados los giros que -comodigo anteriormente- se producenen el campo de las apreciacionessobre la Prehistoria remota, al

compás de nuevos descubrimien-tos susceptibles de considera-ción.

Unos dos millones de años deesfuerzo, costó el importantepaso de la llamada cultura de losguijarros -tan incipiente y torpe

que abunda en dudosos ejemplossobre si su manufactura estuvoconducida por un cerebro ca-mino de la evolución- a la indus-

tria del Homo habilis y a la delHomo erectus, el eslabón perdidohallado en Java por el médico ho-landés Dubois, y etiquetado defi-nitivamente bajo el nombre de Pi-tecantropo, nómina a la que seunieron los hallazgos de Pekín,

los posteriores y también javane-ses del Profesor Von Koenigswal,y los novísimos en varios hogaresde China, etc..., constituyéndoseasí la gran familia del Homo erec-

tus. Desde entonces, millón y me-dio de años de peripecias evoluti-vas, a partir de las cuales se mani-fiesta con diafanidad la primeraindustria humana: el hacha de

mano, (fig. 12) testimoniada

abundantemente en múltiples es-taciones, que permiten el conoci-miento de los tramos de perfec-cionamiento conseguidos, con yauna perceptible evidencia en elAchelense final.

La cultura Achelense, con el

breve preludio casi parisién delChelense -más tarde rebautizado

como Abbevillense-, tendrá unapareja cultural en la técnica de laslascas formada por el Tayaciense

y el Levalloisiense, este últimocon la preparación del núcleo enfacetas, que permite la consecu-ción de unas lascas de forma re-gular de las que, por toques mar-ginales, se consiguen la raedera yla punta triangular.

Vemos cómo el hombre tra-bajosamente logra medios para iradaptándose a ese mundo, a esaCreación, en la que ingresa conenorme desventaja, desprovistode defensas naturales, pero encuyo interior está viva la esperan-zada voluntad de supervivencia ydominio.

Si continuamos el segui-miento de la evolución del hom-bre, veremos aparecer al yaHomo Sapiens primigenius, hace,más o menos, unos ciento y picomil años, en un clima en ciertomodo templado, que envuelve lainterglaciación del Riss al Würm.Al Homo sapiens primigenius per-tenece esa raza conocida bajo elhombre de Neandertal, debido aque en el año 1856 se halló en unacueva del valle de este nombre-entre Dusseldorf y Elberfeld-una bóveda craneal que marcabaun evidente avance evolutivo,pero con características de infe-

rioridad respecto al tipo humanoque haría su aparición unos cin-cuenta mil años después, el HomoSapiens sapiens -Homo sapientísi-mus, diría yo- que pasó a la histo-ria de la Prehistoria bajo el nom-bre del hombre de Cro-Magnon,

con lo cual, el hombre neanderta-lense, vino a marcar un enlace in-termedio en la cadena tendida en-tre el Pitencantropo y el Cro-Magnon. En realidad, el hombrede Neandertal debiera de habersido el hombre de Gibraltar, yaque, ocho años antes del hallazgoalemán, en Gibraltar se había en-contrado un resto mucho máscompleto; pero en su momentono fue identificado tal como semerecía.

A partir del fragmento óseode Neandertal, los encuentros deeste tipo se prodigan, llegando adeterminar la muy amplia área deocupación que llevó a cabo estaraza: Europa, Oceanía, Asia ante-rior y Africa oriental-centro y su-deste.

A los neandertalenses corres-ponde la industria musteriense,llamada así por los restos halla-dos en la estación de Le Mous-tier, en la Dordoña.

Llegados aquí, bueno es repa-

rar sobre los conocimientos delhombre neandertalense pues,vulgarmente, la imagen de estosantepasados de la antehistoria, sepresenta como la de un ser do-tado de un muy rudimentario ce-rebro: hocicudo, cejijunto, conuna pelambre que se confundecon la vestimenta de pieles malcosidas; patizambo, de balan-ceante caminar con tendenciaacusada a estirar los brazos bus-cando con las manos el apoyo enel suelo. Y es que, para nuestro

egocentrismo de hombres casidel siglo XXI, lo que no es hom-bre histórico, no parece consti-tuir nuestra ascendencia. Sin em- 215

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ARTE EN ASTURIAS

bargo, el hombre prehistórico,aún en esa etapa de iniciación ha-

cia las más completas fórmulasdel Paleolítico superior, ya estádotado de una capacidad que no

deja de producirnos enormes sor-presas, cuanto más ahondamosen su conocimiento. Juzgamos

nuestros avances históricos par-tiendo de cero, hasta llegar al so-berbio ejemplar que logra desin-tegrar el átomo y hollar el suelode la Luna, y, en esta orgullosaconsideración, se olvida que laactual superación y desarrollo in-telectual tiene tras de sí un sedi-mento de un millón de años y, so-bre todo, de unos cien mil en losque ni aún entonces se partió decero, porque tuvo aquel largoproemio, en el que la chispita deintelecto pugnó por llegar a con-formar con efectividad al domina-dor. El descubrimiento de las cua-lidades del fuego, los medios deproducirlo y el control del

mismo, puede suponer un avancetan importante, en su momento,como el descubrimiento de laenergía atómica; nada digamosde la rueda que, aunque su inven-ción sea más tardía, está aún enlos lejanos tiempos de la Humani-dad y, sin embargo, el hombre ac-tual aún no es capaz de sustituirla.

Los neandertales sabían cómohacer fuego y lo dominaban. Suindustria se perfecciona con rela-ción al anterior trabajo achelense,aunque en principio, sigue, enparte, algunos de sus rasgos tradi-cionales. Utiliza el hueso en es-quirlas aguzadas y la madera; fa-brica bifaces de pequeño tamaño,que pueden derivar del hacha de

mano, y otras piezas de borde

denticulado. Posiblemente usópuntas de lanza o de dardo, y co-noce la preparación de pieles.Naturalmente es nómada, condi-

cionado por la caza pues, al igualque milenios antes y mileniosdespués, la caza constituye unode sus principales alimentos, yaunque se supone que este hom-bre practicó el canibalismo, se su-pone, también, que lo hizo en uso

de creencias mágicas para absor-ber las virtudes del muerto, comoaún hoy lo practican algunas tri-bus primitivas.

La interglaciación Riss/Würmcon un clima templado, permiteal hombre, en principio, la insta-lación campamentaria al aire li-bre, construyendo chozas a veceshasta de 50 m.2 de superficie;pero, preferentemente utiliza elabrigo de las cavernas cuando lashay.

Sin embargo, dentro de esauniformidad global de la indus-tria musteriense, hay matices quellegan a conformar cierta varie-dad de tipos, poniendo tambiénde manifiesto la variedad culturalde los grupos humanos que los fa-bricaron y que, por vivir en cla-nes aislados -aún cuando con-temporáneos y vecinos- propor-cionan esa diversidad que, en al-gunos casos, pudiera dar lugar aconsiderarlos propios de ungrupo antropológico más avan-zado. Los hallazgos óseos de Eh-ringsdor, Saccopastore y Ga-

norce, cuyos rasgos neanderta-lenses no se acusan; así como elcráneo de Steinhein, hallado en

1933 cerca de Stuttgart -con

clara tendencia a formas más mo-

dernas- pueden apoyar ese su-puesto, que, por otra parte, tam-bién respalda la mandíbula des-cubierta en Montmaurin (Fran-cia), junto a industria muste-riense.

Ya el Profesor F. Bordes ha-

bía puesto de manifiesto esta di-versidad de la industria muste-riense y, hace unos años, el Profe-sor Henry de Lumley descubreen la costa mediterránea francesaotros tipos diferentes.

El grupo Charetiense de tipoFerrassie oriental, tiene su esta-

blecimiento en Luberon y en losdesfiladeros de Verdúm. En la

misma época, los montes de Vau-

cluse y la región de los desfilade-ros de la Nesque están ocupadospor un grupo con industria mus-teriense típica del Levalloisiense.Del otro lado del Ródano convi-ven los charetienses del tipoQuina, que dominaban las gar-gantas del Gardón.

Los farragosos párrafos quepreceden sobre la diversidad derestos antropológicos y del pro-pio trabajo del hombre, tratan dellevar a la consideración de queestos grupos evolucionan, sobre

todo, al acercarse su desapari-ción, desaparición que inevitable-mente se ha de producir -así es laevolución humana- con el adve-nimiento de otra u otras razasque, en el mejor de los casos, losabsorberán mezclándose con

ellos, y que aportarán las nuevastécnicas -por supuesto, cada vezmás eficaces- del Paleolítico Su-perior.

Emociona el percibir cómo