Pregón de la Semana Santa de Cartagena

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Pregón de la Semana Santa Cartagena, 2010 Félix Faura Mateu Publicación patrocinada por Caja Mediterráneo

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En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margaritas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Pregón de la Semana SantaCartagena, 2010

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 2: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

© Félix Faura Mateu

Ilustraciones:Moisés Ruiz

Editan:Excmo. Ayuntamiento de CartagenaCaja Mediterráneo

Imprime:

www.gfgimpresores.com

Dep. Legal:MU - 591- 2010

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 3: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 4: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Pregón de la Semana Santa de Cartagenapronunciado por el Excmo. Sr. D. Félix Faura Mateu,

Rector Magnífico de la Universidad Politécnica de Cartagena

el Viernes de Dolores, día 26 de Abril de 2010,festividad de la Patrona de la Ciudad,

en el Nuevo Teatro Circo.

Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 5: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribi rse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 6: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura , de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinad a configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de proces ionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribi rse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 7: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margaritas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 8: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 9: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 10: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestaciones, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 11: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 12: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimiento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su explicación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 13: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartagena.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

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Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribirse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 14: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

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Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura, de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinada configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de procesionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribi rse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 15: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permitirían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura , de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinad a configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de proces ionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente, conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribi rse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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Page 16: Pregón de la Semana Santa de Cartagena

En el recogimiento, la oscuridad y la silente oración del viacrucis del Cristo del Socorro, o en la explosión de alegría, luminosidady Salve final de la procesión del Resucitado he creído percibir lo quealgunos describen como un “sentimiento oceánico”.

La oportunidad, que he tenido, como Rector, de salir todas lasnoches del encuentro desde una Escuela de Ingenieros de la UPCT,ha sido para mí una experiencia inimaginable.

Al principio algo incómoda. Ir delante del trono, saludando,hablando si procede, repartiendo recuerdos, etc. intimida bastante,te hace sentir que los demás pueden ver en esto más un acto deexhibición institucional que un compromiso de apoyo e implicacióninstitucional y penitencial. Aunque también es verdad que se trata deuna noche especial y el ambiente de los estudiantes y de la procesiónes muy agradable e invita a participar.

Pero cuando fui consciente de que podría proponer unacolaboración diferente que permitiera una implicación más acordecon mi sentido de la Semana Santa, mi visión cambió completamente.

Procesionar como portapasos en una vara interior, sinvisibilidad alguna y situar el birrete y el bastón de mando (losatributos de la autoridad de Rector), visibles en el trono comosímbolos de la unión de la UPCT con la agrupación y cofradía,fue mi propuesta. La aceptaron y mi concepto de la Semana Santavolvió a cambiar.

Debo reconocer que portar el Cristo de los Estudiantes, en lamadrugada del Viernes Santo, rodeado de compañeros pero en unrespetuoso silencio, casi en soledad, es una experiencia que te permitereflexionar, revisar, repensar, especialmente cuando las circunstanciaspersonales son duras.

También hay que incluir aquí a muchas personas que desdeuna perspectiva esencialmente estética se unen a nuestra SemanaSanta con un respeto, devoción y afecto impresionante. He tenido laoportunidad de conocer y de aprender de ellos, no solamente cosasque desconocía por completo, sino valores estéticos muy interesantesque además pueden ser la antesala de valores éticos que a su vezpueden incluso conducir a los religiosos.

Todo este enorme potencial que genera la Semana Santa enmuchas personas es muy estimulante, y bien canalizado es beneficiosopara todos y desde luego para la propia Semana Santa. No deberíasubestimarse, esta perspectiva de la Semana Santa; al contrariodebería considerarse una de sus principales bendiciones.

El modelo se concluye, se cierra, con las manifestaciones queprovocan una intensificación del sentimiento religioso. La cara másinteresante e importante desde la perspectiva de la Iglesia católica.

Es evidente, que a lo largo de milenios se levantaron en todaEuropa templos cuya arquitectura invitaba a entrar y a permaneceren ellos, ya fueran de estilo románico, gótico, renacentista, barrocoo neoclásico. Las personas que entraban y entran en las iglesiaspodían encontrarse con la belleza en su plenitud (en definitiva parapoder encontrarse con Dios). Así mismo, la capacidad, la fuerzapersuasiva del arte musical a favor de la experiencia religiosa estambién algo asombroso, un recurso inexplicable que nos ayuda atrascender. Según la doctrina católica, la fe debe ser ayudada porlas obras. Si el protestantismo concede primacía a la fe (la sola fides),para el catolicismo, sin embargo no basta la fe; la fe debe ser ayudadae ir acompañada por buenas y bellas obras.

Como bien pregonó Elías Hernández Albaladejo, la Iglesiaha mantenido desde el Concilio de Trento que “todo culto divino

En la adolescencia y primeros años de juventud, mi participaciónen la Semana Santa era de las que he denominado como “física”. Meexplico. Trabajé de “sillero”. Muy usual entre los amigos en aquellaépoca. Era una forma de obtener algún ingreso con el que tener mayorautonomía personal y de poder participar en la Semana Santa demanera indirecta. Mi otra participación en esta época era vivirintensamente la noche del encuentro. Primera noche que uno podíapasar fuera de casa. Entonces esto era absolutamente extraordinario.Era un principio de libertad, todos en la calle hasta el encuentro, esdecir, hasta el amanecer. La noche era larga, daba tiempo a todo,a ver procesiones, a tomar algo en cualquier sitio, a reuniones de lomás inesperado. La ciudad no dormía y nosotros tampoco. Mi recuerdohoy es que, a mi manera, también colaboraba con la Semana Santa.

En la madurez he pasado a vivir la Semana Santa desde otrasperspectivas. Digamos que he evolucionado desde la “física” haciala “química”.

He visto con mis hijos muchas procesiones desde los balconesde la casa de los Portela en la Calle del Aire. Ellos también han salidoen algunas desde muy pequeños. Siempre hemos visto la procesiónde “Cabo Palos” (ahora y cuando apenas había unas almas por allíla noche del Jueves Santo), y he visto muchos fragmentos de procesionesen las esquinas de cualquier calle, donde ver un trozo de procesión,si tus hijos te dejaban, ayudaba a sobrellevar las cosas del día.

Sin embargo, más recientemente he podido profundizar algomás en este universo de la Semana Santa. He podido aproximarmeal centro del mismo. He podido participar, observar, sentir ycomprender, un poco más, muchas de las galaxias que se muevendentro de este universo.

Institucionalmente he tenido la oportunidad de fortalecer losvínculos de mi Universidad con todas las Cofradías, de participar ensus Actos y de procesionar con ellas. Tengo que reconocer que nose parece en nada vivirlas por dentro que verlas por fuera.

Semana Santa, es fácil intuir el orden de magnitud de este recursoestético tan característico del trono cartagenero.

Son muchas las variedades solicitadas. Claveles, rosas,orquídeas, calas, iris, margari tas, alelís, gladiolos, azucenas ocasablancas, son traídas desde Totana, Lorca o Cehegín. Tambiéndesde Andalucía, incluso desde otros países como Colombia, en elcaso de las rosas, y de Holanda.

En resumen, todo el universo de la ingeniería, todo elconocimiento del cartagenero puesto a disposición de nuestra SemanaSanta con gran primor y fervor. Sin embargo, todo este caudal deconocimiento aun siendo mucho, no es suficiente. Para generar laemoción que transmite una procesión de las nuestras hay que sometertodo este conocimiento a un criterio superior, a un criterio estéticoestricto, purista, perfeccionista al límite.

La ingeniería puede, ciertamente, llegar a proporcionar muchosrecursos nuevos que permitirían profundizar más en determinadosefectos estéticos o avanzar más en la consecución de ciertos efectossimbólicos. Pero no puede ir más allá. Puede proponer, asistir, perono puede decidir.

En nuestras procesiones, como diría José Francisco López, hayun criterio superior encargado de mantener un cierto equilibrio, muyinestable, entre tradición e innovación, que trata de avanzar, haciendoun gran esfuerzo, por mantener ese frágil equilibrio que separa loarmónico, lo por momentos incluso sublime, de lo directamente ramplóny kitsch.

Siguiendo con el modelo, pasaremos ahora a revisar lasmanifestaciones, las seis caras, de la Semana Santa.

lenguas, otros idiomas. Todas las cafeterías, restaurantes, bares estána rebosar. El tiempo, a pesar de las inestabilidades propias de unafestividad que se sitúa en el entorno del equinoccio de primavera,ayuda a que las calles estén llenas pero manteniendo un cierto ordeny normas de urbanidad en el vestir.

Sería de gran interés que se hiciera un cálculo del beneficiomaterial que la Semana Santa supone para Cartagena como ciudady para sus habitantes. Intuyo que mucho más del que se piensa. Quizáen la UPCT se pueda hacer alguna investigación al respecto. Es fácilcomprobar que muchas de las actividades necesarias para sacar unaprocesión generan una riqueza que en gran parte repercute sobreCartagena.

En consecuencia, estas manifestaciones de la Semana Santason buenas para Cartagena y para los cartageneros. El turismoreligioso, en nuestro caso de interés internacional, es una fuente derecursos materiales que merece la pena cuidar. Entre otras muchasconsideraciones, porque incluso a quien no le interese le puedebeneficiar y a nadie puede perjudicar.

La tercera cara de estas manifestaciones sería sobre las propiascofradías. Es francamente encomiable el espíritu que las anima. Elesfuerzo sin desánimo que desarrollan todos los meses del año. Deun año a otro piensan, planifican, prueban, tantean soluciones oinvestigan opciones diferentes. Trabajan con una ilusión envidiableen un bucle sin fin que se reinicia al acabar la Semana Santa decada año.

Después de cada procesión, la cofradía crece, se siente másfuerte, se afirma a sí misma. Es como haber colocado una nuevapiedra en una sólida y robusta edificación donde otros muchos hanpuesto una anteriormente y donde la tarea es inacabada e infinita.Una tarea en la que por mucho que se mejore nunca se llega a la

sus compromisos con la Iglesia, se renuevan sus convicciones másprofundas y se reafirma o confirma, en toda su extensión, su Fe. Dealguna manera, la Semana Santa les hace percibir y disfrutar, deforma colectiva, lo que sólo se puede sentir y experimentar,individualmente, consigo mismo, en soledad.

Para finalizar solo me quedaría hablar de lo que ha sido miSemana Santa. Quizá en ella se pueden ver las diferentesmanifestaciones de las que he hablado. Cómo unas pueden conducira las otras y cómo todas ellas, en conjunto, hacen que esta realidadsea como es.

No he sido procesionista. Vaya por delante la verdad sinrodeos. Soy del Barrio Peral. No se entienda esto como una excusa;sólo quiero decir que mi infancia discurrió en un sencillo barrio enuna época en la que las comunicaciones no eran las de ahora. Elpertenecer a una familia de seis hermanos, que entre la mayor y elmenor se llevan doce años, no facilitaba bajar todos los días a laciudad a participar de las procesiones. Quizá por ello mis recuerdosde infancia relacionados con la Semana Santa son, básicamente, dos.

Bajar con mi abuelo Félix, alguna de mis hermanas y primos,a ver la recogida de la procesión del encuentro, en la calle Mayor,en el Mastia. El recuerdo principal es el impacto de un desfile con unasolemnidad y vistosidad insólita para un niño de pocos años. Los olores,la música, el piquete, la gente, la ciudad, todo ello se imponía de talmanera que uno se creía estar realmente ante un espectáculo colosal,o más bien, celestial. A esto habría que sumar el excepcional chocolatecon churros al que nos invitaba en este sitio absolutamente genial. Yel otro recuerdo dominante es ver la procesión del Resucitado en casade mi tía Antonia, en la calle Canales. La razón era, fundamentalmente,que la logística familiar que implicaban las procesiones de día eramucho más sencilla. Así que, normalmente, nos conformábamos conver estas dos y quizá la del Domingo de Ramos.

para el grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledadde la Virgen, de Capuz. Solo un virtuosismo artesanal que conozcamuy bien la manipulación de los borosilicatos y otros compuestos enuna mufla será capaz de conseguir piezas (por su propia naturaleza,todas únicas) que reproducen formas orgánicas, que emulan aliluminarse los rayos de luz que emergen del interior del trono,potenciando el símbolo de la divinidad que porta.

Para finalizar esta sucinta excursión por lo que podríamosdenominar la “sala de máquinas” de la Semana Santa de Cartagena,y las ingenierías que la gobiernan, quedaría un breve paseo por elmundo de la ingeniería agronómica. Sin esta no hay posibilidad detener una cantidad de flores como la que se necesita en Cartagenaen estos diez días. Si somos capaces de pensar que un solo tronopuede llevar hasta 1000 docenas de flor cortada y recordamos lasdecenas de tronos que salen, en la decena de procesiones de nuestra

Nuestro sentimiento de identidad se asienta pues sobre unespacio físico, una historia, y unas tradiciones. Y este sentimiento,que ya es bastante, se enaltece un poco más, sin duda alguna, conla Semana Santa. En ella nos reconocemos y en ella nos afirmamos.

Por todo esto que les estoy contando, y sobre todo, por lo queotros han contado antes y mejor que yo, es por lo que la SemanaSanta se identifica con el Alma de Cartagena.

Pero los Hechos que conmemoramos, también pueden impulsaren muchas personas, sentimientos de cierta religiosidad que no encajannecesariamente con la doctrina de la Iglesia. Estamos hablando yade otra cara de la Semana Santa. Me refiero a que la Semana Santapuede intensificar un cierto sentido ético de la vida difícil de precisar.Algo parecido a un sentido de pertenencia cósmica, de inmersión enla totalidad, de dimensión que nos transciende. De veneración yrespeto, hacia aquellas cosas que nos desbordan, que nos asombran,que nos conmueven o que nos embargan. Quiero decir con esto queen el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, queprocesionamos hay una Fe y una religión, pero también hay unareligiosidad de la que pueden participar muchos de los que se acercany viven nuestra Semana Santa.

Es fácil comprender que un trono, en la noche, contemplándolorecogidamente, aislándose del entorno, puede despertar sentimientosinsospechados. Si alguien sin una Fe consolidada se acerca con elcorazón y la mente abierta podrá experimentar sentimientos eternos.Podrá captar, casi tocar, la angustia, el dolor, el sufrimi ento, lasoledad, la muerte, la esperanza, la vida. Todos estos conceptos ysentimientos que padecemos en algún momento de nuestra vida estánahí mismo. El buscar y encontrar consuelo, el intuir que mis problemasson los de todos, es algo que nos puede suceder una noche deSemana Santa, que sucede de hecho y que produce un efecto positivoen quien lo experimenta.

Es evidente que el sentimiento de identidad cartagenera esmuy difícil de definir. Cartagena es desde luego su geografía, sutopografía, su climatología y todo un conjunto de bendiciones naturales,que tenemos que agradecer eternamente, porque son el producto delo que podríamos llamar una generosa intervención divina.

Cartagena también es como es por sus habitantes. Por todosy cada uno de los que la han habitado, querido y sentido durantemás de tres milenios. Todos ellos, todos nosotros, hemos configuradoun perfil muy concreto, hemos dado un contenido específico a estecontinente llamado Cartagena.

Cartagena es también, como no, su arquitectura, su urbanismo,su industria y muchas cosas más, es decir, el producto destilado yexclusivo de la intervención de sus habitantes.

Todos estos aspectos están muy fuertemente relacionados ypueden sustentar un cierto sentimiento de identidad. Pero hace faltauna amalgama, algo que una y cohesione. Esto, en una ciudad, comoen una nación, es su historia. Y efectivamente, aquí hay mucha.Milenios. De los que los dos últimos han estado vinculados esencialmentea la cultura cristiana, que por cierto creemos, firmemente, que entróa España por estas tierras. Y en este sentido, después de más de 400años de Semana Santa, este asunto es algo más que una tradición,algo más que una historia revivida del calendario de nuestra ciudad.La cultura cristiana no ha sido la única, pero ha sido determinante.Si Roma nos dejó el derecho, el teatro romano, el anfiteatro, y muchascosas más, el cristianismo nos dejó además de lo que comentaréposteriormente, la Semana Santa y sus procesiones.

Cuando se está fuera de Cartagena, el cartagenero ausentelo percibe muy claramente. La Semana Santa le conmueve, los recuerdosinflaman su sentimiento de pertenencia a este enclave geográfico y atoda su historia.

A mí, además de permitirme encontrar momentos de paz, mepermitió descubrir una nueva Semana Santa. Doy gracias a Dios porello. Me permitió redescubrir que detrás de una apariencia y unaestética impecables, hay otro mundo posible. Un mundo, que unidoa otros que he pretendido contarles, te puede cambiar por dentro ypor fuera, que merece la pena vivirlo y pregonarlo.

Yo lo he hecho y a todos ustedes les animo a que lo hagan.Es la Semana Santa de Cartagena, nuestra Semana Santa.

Muchas gracias.

Félix Faura MateuRector

Universidad Politécnica de Cartagena

Por ejemplo, lo primero que podemos apreciar de la SemanaSanta de Cartagena es que no es una semana, son diez días. Es evidenteque la Semana Santa por su propia definición canónica empieza elDomingo de Ramos y acaba el de Resurrección. Sin embargo enCartagena comenzamos nuestra Semana Santa en la madrugada delViernes de Dolores con el Solemne vía crucis de la Cofradía del Cristodel Socorro. Esto es algo más que “una contradicción en sus propiostérminos”, algo más que la denominación de unos días cuyo númerono coincide con el “calendario litúrgico”. Tampoco diría, evidentemente,que no sepamos contar. De entrada diría que esta contradicción significaque queremos tener la SS más “grande” de España, lo cual ya apuntamaneras, da indicios, de la magnitud a la que nos enfrentamos.

Es para mí habitual recurrir a modelos matemáticos paraexplicar los fenómenos propios de la ingeniería a la que me dedico.En este caso, y después de considerarlo seriamente, he creídoconveniente inspirarme en esta metodología para abordar este pregón.

Los tres tangibles serían aquellos ámbitos donde la SemanaSanta se proyecta “físicamente”. Estos serían: 1º) en la ciudad comoespacio urbano y escenario de procesiones; 2º) en la economía y elcomercio de ésta; y 3º) en las cofradías, en las que se apoya y sobrelas que se desarrolla.

Por otra parte, la Semana Santa de Cartagena se proyectasobre las personas en aspectos intangibles, que son como la “química”de la Semana Santa. Estos serían: 1º) en el enaltecimiento delsentimiento de identidad cartagenera; 2º) en la intensificación desentimientos religiosos sobre muchos de los que participan de formaactiva o pasiva; y 3º) en la intensificación de sentimientos de naturalezaética y estética sobre muchas personas que pueden participar deigual manera aunque sin una perspectiva religiosa específica.

En mi opinión, estas caras o facetas no son solamente lasmanifestaciones o proyecciones de ella. Son también la clave de superdurabilidad y magnificencia. Todas ellas, actuando simultáneamente,tienen la capacidad de sostenerla, es más, la hacen autoportante,sostenible y virtuosa.

Sobre todo esto volveré inmediatamente, pero antes me gustaríapoderles anticipar que para que se produzcan estas manifestaciones,estas proyecciones del Hecho Religioso central o nuclear, anteriormentecitado, hace falta algo más. Ese algo, en mi opinión, es una ingeniería,o mejor dicho un conjunto de ingenierías.

Para que la Semana Santa sea como es en Cartagena, ytenga los resultados que tiene, hace falta todo un universo deconocimientos técnicos. Conocimientos muy bien acrisolados a lolargo de siglos, con unas características, con unos métodos muyespeciales y muy precisos, que permiten un excepcional desplieguedesde ese núcleo con la magnificencia que todos conocemos.

La Semana Santa de Cartagena podría intentar explicarse através de un modelo geométrico. Probablemente, de geometría variablesi consideramos las diferentes perspectivas personales. En cualquiercaso, un modelo que constaría de un núcleo central que constituyela ecuación esencial, el alfa y el omega, la condición necesaria,aunque no suficiente, para que exista la Semana Santa de Cartagena.Este núcleo sería, lógicamente, el Hecho Religioso e histórico de todosconocido y sobre el que volveremos para hacer algunas reflexiones.

Sin esta materia nuclear no hay Semana Santa. Si se rompede alguna manera, por fusión o fisión, simplemente se acaba larealidad que pretendemos pregonar, hablaríamos ya de otra realidad.

Pero este Hecho Religioso tiene sus manifestaciones, susproyecciones, sus efectos. Y puede ser un buen método recurrir a susmanifestacione s, para explicar la Semana Santa de Cartage na.Método éste nada nuevo, recordemos, salvando las distancias, lo quelos textos sagrados nos dicen al respecto: «por sus frutos los conoceréis»(Mt 7, 15-20).

Estas manifestaciones, de la Semana Santa de Cartagena sepodrían sintetizar en seis aspectos. Serían como las seis caras de laSemana Santa. Es decir, la Semana Santa de Cartagena, siguiendocon el modelo geométrico, se manifiesta o proyecta sobre un poliedrode seis caras, que podría llegar a representarse mediante un cubo, siconsideramos que todas las caras son iguales aunque esto es muydiscutible. Cada una de estas caras puede tener, según la perspectivapersonal, diferente extensión e importancia. De ahí su posible geometríavariable. No entraremos en valoraciones sobre la importancia o extensiónde cada una de ellas; nos quedaremos en que pueden ser seis y queen su interior se encierra el sentido y el corazón de la misma.

Estas seis caras o facetas, las podemos clasificar en dosámbitos: los tangibles (tres caras del cubo) y los intangibles (las otrastres).

Pregón de la Semana SantaCartagena 2010

Félix Faura Mateu

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Si hacemos una analogía y sustituimos la “materia” por un“hecho histórico y religioso” (la pasión, muerte y resurrección deCristo); sustituimos la “energía” por un “pueblo”, en la acepción deconjunto de personas con sentido de pertenencia a una mismacomunidad, con su historia y tradiciones; y sustituimos la “información”por una “estética”; tendremos los tres elementos básicos, queprocesados de una determinada manera permiti rían obtener unaSemana Santa. O lo que es igual, la concreción de estos treselementos esenciales determinarían cualquier Semana Santa delorbe cristiano.

Pero insistiendo un poco más en la analogía, si estas variablesesenciales, enunciadas a un nivel un tanto abstracto, las delimitamosun poco más, inspirándonos en el Pregón de Joaquín Navarro Vallsde 1991, podríamos obtener una Semana Santa en particular.

Veamos. Si el “Hecho Religioso” que se procesiona secaracteriza, esencialmente, por la ausencia de elementos trágicos,y la evitación de conceptos desgarrados y desesperados. Si el “pueblo”que lo sustenta es el de Cartagena de España. Y si la “estética” esla configurada alrededor de la luz, la flor, la música y el orden.Habríamos llegado entonces a definir un proceso, o más bien, unaprocesión, o conjunto de procesiones, que constituyen la base de loque llamamos Semana Santa de Cartagena, cuyo Pregón me dispongoa pronunciar.

Materia, Energía e Información. Con estas tres palabras suelocomenzar mis explicaciones a los estudiantes de ingeniería cuandoles doy la primera lección, de la primera asignatura , de las queforman mi cátedra. Estos tres conceptos, estos tres elementos básicos,les explico, constituyen el principio, el fundamento de cualquierproceso, que hace posible todas las cosas que nos rodean. Todaidea, cualquier diseño que emerja de nuestra mente, para queadquiera una forma real, para que se convierta en una realidadtangible, útil, necesita ser procesado, ser conformado mediante unadeterminada combinación de esos tres elementos. Dependiendo desu naturaleza y de cómo se combinen los flujos de estos tres elementos,en sus casi infinitos estados y características, se tiene toda unataxonomía de procesos de fabricación que nos permitirán obtenercualquier realidad de cuantas forman nuestro mundo visible ytangible.

Una vez definido el modelo, procedamos a su exp licación.Comenzaremos por su núcleo, posteriormente revisaremos laingeniería que lo desarrolla y finalmente observaremos susmanifestaciones.

En relación con el núcleo, lo primero que podemos decir esque contiene toda la fuerza. Una fuerza “nuclear” por definición.Una fuerza que hace gravitar todo sobre él, que genera un campode energía que hace que todo orbite sobre él. Se trata de toda laenergía potencial que encierran unos hechos históricos, producidosveinte siglos atrás y que constituyen, a la vez, el momento central dela humanidad para toda la cristiandad.

Hablamos de la representación de la pasión, muerte y resurrecciónde Cristo. Pero estos Hechos Religiosos e históricos son expresados deuna forma muy determinada. Son escenificados, siempre, sin crispación,desde una perspectiva muy alejada de la tragedia. Los misterios másinsondables de nuestra religión se muestran contenidamente, sin exceso.Se representan a través de figuras dolientes y pacientes pero nuncamediante figuras desesperadas. Se profundiza en todos los sentimientoslatentes en el vía crucis, pero siempre desde una perspectiva en la quese vislumbra más una promesa de vida que una muerte inminente. Seafronta, directamente, la muerte de Cristo como un hecho fatal peroen ningún caso se asume como una derrota final.

En estos Hechos que procesionamos, se manifiesta y se expresaun dolor inhumano, de intensidad infinita, pero nunca se percibecomo un dolor que provoca la destrucción.

Realmente, estos misterios no los comprendemos, pero intentamosbuscarles un sentido. Y es ese sentido último el que impregna todasnuestras procesiones. Si hay una victoria final, esa es nuestra esperanzay por tanto, si no podemos evitar el dolor y la muerte, al menosintentamos encontrarle un sentido. Esta es la fuerza nuclear de nuestra

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No creo que sea capaz de decir nada que no se sepa ya.Tampoco creo que sea capaz de expresarme con ese toque poéticoque he creído apreciar en muchos pregones; con ese tono sublimede quien experimenta una emoción insuperable y sabe sintetizarla enunas oportunas frases. Lo que quizá sí sea capaz de conseguir esdecirlo de otra forma (en consonancia con mis circunstancias personalesy profesionales) y de hacerlo con la dignidad de querer estar a laaltura de quienes me han precedido.

Creo que era Fray Angélico, el gran pintor italiano, el quesiempre rezaba antes de ponerse a pintar. Para él la pintura era unvínculo entre lo humano y lo divino. Por otra parte, el poeta inglésKeats, escribiría siglos después que «nadie puede realizar una obracomo la de Homero o Shakespeare si no cree que su alma es inmortal».Pensaba que, por alguna misteriosa razón, las palabras de los poetaseran también un vínculo entre el mundo real y el mundo de los sueños.Los traigo a colación porque creo que sé rezar y creo que, de algunamanera, nuestra alma es inmortal. Creo, en consecuencia, queinvocando e interiorizando este tipo de pensamientos estoy en mejorescondiciones de empezar el pregón.

Fue Lord Kelvin quien dijo en el Instituto de Ingenieros Civilesde Londres que: «cuando alguien es capaz de medir y expresar ennúmeros aquello de lo que habla, conoce algo sobre el particular;pero cuando no puede medirlo, cuando no puede expresarlonuméricamente, su conocimiento es escaso e insatisfactorio».

Básicamente estamos de acuerdo, en que no se puede expresarde forma precisa, rigurosa y estricta, un fenómeno tan complejo comola Semana Santa de Cartagena, que tiene tanto componentes materialescomo inmateriales. Pero también estaremos de acuerdo en quecualquier aproximación que mida y precise algún aspecto de la mismaes una aportación que nos puede permitir un conocimiento algo mássatisfactorio de esta magnífica realidad.

Excma. Sra. Alcaldesa,Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Cartagena,Excmas. e Ilmas. Autoridades, Civiles, Militares y Académicas,Nazarena Mayor,Hermanos Mayores de las Cofradías Pasionarias de Cartagena,Señoras y Señores:

Es este mi primer pregón, quizá el último, quién sabe. Noestaba en mis inquietudes tenerme que preparar para enfrentarme aun desafío de estas características. Para una persona como yo, queno pertenece a ninguna cofradía, no es nada fácil asumir este retoante una ciudad y un auditorio tan bien preparado y entrenado. Soyprofesor universitario, ingeniero y eventualmente Rector de unaUniversidad; siendo esta última condición, probablemente, la principalrazón por la que hoy me encuentro aquí ante ustedes.

Agradezco, pues, muy sinceramente a los Hermanos Mayoresde las cuatro Cofradías que hayan considerado que la UniversidadPolitécnica de Cartagena (UPCT) y quien la representa, sean merecedoresde tener la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Cartagena.Sin duda, la celebración más importante, y de mayor tradición y arraigo,de nuestra ciudad.

Me ha impresionado notablemente, el nivel y la intensidademocional de muchos de los pregones de nuestra SS, desde los quela abordan desde una perspectiva histórica y costumbrista, hasta losde mayor exaltación estética, teológica, incluso mística en algún caso.Así mismo, debo resaltar la categoría y notoriedad pública de losque la han pregonado.

Semana Santa, unos Hechos Religiosos e históricos que nos invitana pensar que, a pesar de todo, siempre hay esperanza, o lo que esigual, que el sinsentido y la desesperanza no forman parte de nuestrareligión.

Siguiendo con el desarrollo del modelo, la pregunta a hacersees: ¿Cómo se consigue en nuestra Semana Santa llegar desde estenúcleo hasta unas manifestaciones como las indicadas anteriormente?La respuesta es: con la ayuda de la ingeniería (aunque no solamentecon ella). Es lógico. Es un recurso natural de nuestra tierra. Cartagenasiempre fue tierra de ingenieros, su vocación industrial, naval, minera,agrícola, militar y milenaria así lo atestigua. Es esta una tierra abiertaa todos los conocimientos, a todas las civilizaciones y a todas lasculturas, abierta en fin, al futuro y al progreso.

Su último avance en esta dirección fue impulsar una UniversidadPolitécnica, donde integrar su secular tradición de escuelas de

lumínica y sus característicos efectos sobre los tronos y hachotes. Esmuy improbable que toda esta ingeniería adaptada a las procesionesse hubiera desarrollado con igual destreza en cualquier otroemplazamiento de la geografía cristiana. Es evidente que elextraordinario conocimiento sobre baterías que históricamente tieneel arma submarina de la Base Naval de Cartagena, ha tenido unaespecial incidencia en nuestras procesiones.

Habría que sumar en este breve recorrido lumínico laincorporación de sistemas de iluminación a base de diodos Led,muy eficientes tanto energética como económicamente. Este añohay varios ejemplos como el del trono del Juicio de Jesús de loscalifornios.

En este mismo ámbito de recursos para generar luz, es tambiéndigna de mención la ingeniería química asociada a los hachotes debutano del San Juan marrajo. Es realmente aleccionador revisar elempeño de un tercio en utilizar un gas como sistema de iluminación,adaptándose a los avances de los tiempos. La nueva refinería deCartagena y la nueva ingeniería que en ella se estaba desarrollando,hace también 50 años, fueron las claves tecnológicas de esta curiosainnovación.

Desde las primeras camisas de incandescencia de algodónimpregnado en una disolución de nitrato de Torio hasta las actualesde nylon e Itrio hay un largo recorrido que incluye diseños de válvulas,reguladores, quemadores, vidrio resistente a las altas temperaturasde la combustión del butano, etc. Todo ello al servicio de una potenteluz blanca, característica de este prestigioso tercio marrajo.

En este mismo ámbito de la ingeniería podríamos resaltarinnovaciones muy recientes como las correspondientes a las tulipassopladas una a una en la Real Fábrica de Cristales de La Granja

avance muy considerable en el siempre complicado asunto de laigualdad entre hombre y mujer. Los nuevos materiales y diseños hancontribuido a que hayan tronos portados exclusivamente por mujeres.

Otro aspecto reseñable es el de los hachotes. La penitenciade llevar los 7 kg del hachote del Nazareno, el más pesado de losmarrajos, durante más de cuatro horas, es francamente considerable.Todas las agrupaciones, desde siempre, buscan nuevos diseños paraaliviar esta pesada carga, cuyo equilibrio y estabilidad en su movimientoes esencial para no provocar lesiones y agravar la penitencia. Esteaño la agrupación de la Virgen del Amor Hermoso, de la Cofradíadel Resucitado, ha dado ejemplo eliminando un 30% de peso en sushachotes, sustituyendo algunos elementos del báculo por materialesy diseños más livianos.

La ingeniería eléctrica presenta también sus credenciales conuna historia cargada de hitos. El año pasado se celebraba el 50aniversario de la eliminación del cable eléctrico como medio detransmisión de la energía necesaria para generación de la luz de lostronos y hachotes. Pero habría que remontarse mucho tiempo atrás,a finales del XIX, cuando la electricidad, signo inequívoco de losnuevos tiempos de la revolución industrial y del progreso de lospueblos, fue incorporada a las procesiones.

La ingeniería eléctrica sustituyó a las cimbreantes luces de lacera y se abrió camino una nueva estética luminosa, muchísimo másintensa. Un nuevo recurso técnico al servicio de una nueva estéticaque realce más el mensaje religioso. La luz como metáfora y símbolode la divinidad, como camino hacia lo bello y noble. Recordemosque en el arte cristiano, el grado de luminosidad es un reflejo delesplendor y de la participación de Dios.

Posteriormente, las baterías eliminarán las ataduras de loscables aunque seguirán manteniendo, incluso mejorando, la potencia

nuestra Semana Santa, se puede organizar y planificar, como unproceso propio del ámbito de la ingeniería, una procesión enCartagena.

Pero esto aún siendo mucho, es poco. Seguimos necesitandola concurrencia de otras ingenierías.

La ingeniería mecánica ha ayudado al mejor diseño de unostronos que han ido evolucionando en su sistema de transporte con elpaso del tiempo. Desde sus primitivos diseños hasta los más actuales,que emplean sencillas estructuras de aleaciones de aluminio, y maderasligeras, técnicamente proyectadas para poder ser llevadasergonómicamente y con seguridad por los portapasos. No es nadatrivial diseñar correctamente plataformas para desplazar unas masasy volúmenes, como las de nuestras procesiones, con la elegancia ydestreza que se le exige a un trono cartagenero. Son considerableslos cálculos necesarios para aligerar al límite el peso, distribuircorrectamente masas y empujes o determinar y optimizar el centrode gravedad de un trono como el San Juan californio, por ejemplo.

Estamos hablando de desplazar a hombros tronos cercanosa las 2 toneladas, como el San Pedro de los californios, o el de LaVirgen de la Soledad marraja, a los que habría que sumar,aproximadamente, 80 kg de flor, 50 de manto, en el caso de laVirgen, más la imagen y otros elementos. De desplazar tronos dedimensiones prácticamente al límite geométrico del recorrido urbano,determinado por algún “pico esquina” de Cartagena y el dintel deSanta María de Gracia. De mover plataformas como la del Ósculo,con más de 3 m de ancho y 5 de largo.

La asistencia de una ingeniería mecánica adecuada ha permitidocambiar del transporte rodado de casi todos los tronos, hacia el transportemediante portapasos de muchos de ellos, un 40% a fecha de hoy, contodo lo que ello implica de cambio de estética. Incluso ha permitido un

ingeniería, para proyectarse hacia un futuro, siempre incierto, peroapasionante. Parece éste un argumento un tanto naïf. Nada más lejos.Prosigamos.

Hay muchas ingenierías y casi todas ellas participan en laSemana Santa de Cartagena. Hablaré solamente de las que hacenposible que la luz, la flor y el orden, sometidas convenientemente auna determinad a configuración estética, sean los elementos máscaracterizadores y diferenciadores de nuestra Semana Santa.

Comenzaré por la que afecta a la procesión como conjuntoy a la propia forma de proces ionar. Estaríamos hablando de laingeniería de organización industrial.

Para situar las coordenadas del asunto, podríamos intentardeterminar el orden de magnitud de los recursos materiales que“echamos a la calle” durante estos diez días de pasión. Estamoshablando de 4 cofradías, organizadas en torno a más de 40agrupaciones, que movilizan a más de 20.000 personas, queprocesionan en 10 desfiles, y que incorporan 75 tronos, de los que30 de ellos son portados a hombros. A esto habría que añadir unconjunto impreciso de promesas y nazarenos “libres”, de bandas demúsica y tambores, y de piquetes. Y sin embargo, todo este increíblecaudal de recursos humanos y materiales funciona como un únicocuerpo.

En mi opinión, todo esto sólo es posible porque se combinandos tipos de intervenciones muy especiales. Una intervención humanaque está asistida por una ingeniería de excelencia, y una intervencióndivina que nos protege de cualquier eventualidad.

Si observamos con mayor proximidad nuestras procesiones;si aumentamos el zoom de nuestra cámara visual, descubriremos todoun conjunto de detalles, de decisiones sabiamente tomadas quegarantizan esta perfecta organización. Veamos.

Si comenzamos por la que afecta a la ciudad, lo primero quehemos de decir es que no hay comparación alguna posible entre elaspecto que tiene la ciudad en esos diez días y el resto de año. Esesa especie de estado de “gracia” que tiene Cartagena durante esosdías, el que más nos enorgullece y el que más nos gusta enseñar.

La ciudad tiene un aspecto, un empaque, una presencia,verdaderamente potente. Todos nos sentimos un poco más importantesal mostrar nuestra ciudad. El ayuntamiento se vuelca con ella: bandode fachadas, limpieza de calles, arreglo y repaso exhaustivo de todoel recorrido de las procesiones, del mobiliario urbano, de jardines,en resumen, de todo lo que un ciudadano desea ver y disfrutar en suciudad. Los que viven intramuros engalanan sus fachadas, identificansu cofradía de preferencia, exhiben sus mejores galas, se esmeranpor presentar su mejor aspecto.

Es verdad que la ciudad tiene una arquitectura y urbanismoque potencia la estética de nuestras procesiones. Que le posibilitaunos desfiles casi mágicos pero de los que también se beneficia. Esincuestionable que el gran esfuerzo que se hace por mejorar la ciudad,difícilmente se haría sin este argumento anual. Por tanto, la SemanaSanta tiene un efecto casi salvífico sobre nuestra ciudad. Por muy malque estén las cosas, y han habido tiempos en que han estado muymal, durante esta milagrosa semana todo está bien, o casi bien. Escomo si la ciudad encontrara el argumento necesario para superarsea sí misma.

La segunda manifestación era la referente a toda la actividadeconómica y comercial que se genera en Cartagena en esos días.Hay un estallido de gente. Los naturales de aquí nos echamos a lacalle a todas horas. A los que se suma un gentío, tanto nacional comointernacional, desconocido en cualquier otra fecha del calendario.El ambiente es claramente cosmopolita. Cada vez más se oyen otras

perfección. Cualquier penitente, portapaso o nazareno, siente quesu estatura cofrade sube, se fortalece y se hace más vigorosa cuandose recoge la procesión y el trabajo realizado ha sido un trabajo bienhecho. Cada procesión es para las cofradías una confirmación, unaprueba experimental de que este milagro de Semana Santa es posible.

En resumen, ciudad, economía, comercio, cofradías, son todoselementos materiales, “físicos”, que crecen, que mejoran. Las sinergiasentre ellos multiplican los efectos positivos que en cada uno de ellosse produce individualmente. Pero si alguno de ellos fallara lo previsiblesería que la Semana Santa se tornara un tanto inestable y queevolucionara hacia una cierta insostenibilidad. De ahí su granimportancia en el mantenimiento de este perfecto equilibrio.

Pasaremos ahora a revisar las otras tres caras que hemoscalificado antes como inmateriales o intangibles. Repasaremos ahorala supuesta “química” de la Semana Santa de Cartagena.

El tambor es un elemento esencial, ya lo dijo muy expresivamenteel antiguo Hermano Mayor marrajo, Antonio Ramos Carratalá: «Batidun tambor a las puertas de Santa María en Cartagena y las procesionessaldrán solas». Pero dentro de la retórica de esta frase late una ciertaingeniería. La procesión se inicia con los “tambores guiones” yademás, cada tercio lleva sus propios tambores. Pero todos ellostransmiten una cierta información, es algo más que un ritmo, algomás que un recurso musical. Hay un mensaje específico en el tañidode cada uno de ellos. Es como un idioma que quiere expresar unsentimiento determinado. Así, los marrajos suelen desfilar a un ritmode tambor de 56-58 pasos por minuto. Los californios desfilan algomás lento, hasta llegar a los 43 pasos por minuto del tercio de SanJuan. Son diferentes números que cuantifican dos formas muy diferentesde expresarse, dos manifestaciones estéticas de una misma realidad.

Pero hacen falta más elementos para conseguir el efectodeseado. Con el tambor no basta. Hace falta, entre otras cosas, laconcurrencia de los guiones, para que tanto, penitentes comoportapasos, puedan finalizar la procesión, para que el público laperciba con cierta satisfacción y, sobre todo, para que la procesióntenga la cadencia, continuidad, cohesión y vistosidad que tanto lacaracterizan.

Todo debe obedecer a una perfecta planificación. Antes desalir debe haber una “hoja de ruta” donde estén recogidas la horay el minuto de salida de cada tercio, de cada trono. Los guionesdeben tener claro dónde han de parar, en circunstancias normales,en cada tramo. Para tener esta información, entre otros métodos, hayquienes cuentan, previamente, los pasos a dar para determinar laposición exacta, en cada calle, donde deben hacerse los descansos.

Evidentemente , conociendo las características concretas yespecíficas de cada procesión y variables como longitudes, velocidades,frecuencias, recorridos, etc., como se conocen en las cofradías de

consta de una actitud interna y de una manifestación externa que sevale de las ceremonias”. La exaltación de lo sagrado, no debía decircunscribi rse a recintos limitados a los templos sino que debíaextenderse a lugares abiertos. En este contexto es donde se inscribeuna representación que es una secuencia narrativa de esa historiasagrada, reflejada en imágenes, cuyo esplendor entra dentro delconcepto de belleza como vehículo para conocer a Dios. El catolicismoasumió la defensa de los sentidos y la validez del mundo visible quees imagen y semejanza del reino invisible.

Esto es básicamente lo que queda impreso en el imaginariocolectivo de las cofradías y de quienes ven una procesión. Y a estacara de la Semana Santa es a la que me refiero cuando digo quemuchos buenos católicos experimentan de una forma muy intensa ydiferente su Fe en nuestra Semana Santa. Durante estos días seagudizan extraordinariamente sus sentidos religiosos, se intensifican

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