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PRECIOSA Y SU PRENDA TAN PRECIADA (UNA LECTURA DE LA GITANILLA) Víctor Ivanovici Universidad de Atenas En La Gitanilla, pieza de las más conocidas entre sus Novelas ejemplares (1613), Cervantes utiliza un esquema argumental extremadamente sencillo y eficaz, típico para la época en que la narrativa aún no había concluido con el lector la así llamada "convención de verosimilitud" (Milán Kundera). El argumento, o mejor di- cho, su meollo, es el siguiente: Preciosa, joven gitana cuyo aspecto, agudeza y modales la sitúan muy por encima del ámbito social en el que le ha tocado en suerte vivir, descubre tener orígenes ilustres, cuando, al cabo de muchas tribulaciones, se le reconoce por la hija perdida de los corregidores de Murcia. Como todo en este mundo, la trama respectiva participa de una tradición, puesto que desde tiempos inmemoriales la encontramos en narraciones folklóricas y mitológicas que cubren, prácticamente, toda la faz del planeta. Sin embargo, tal filiación proto e incluso preliteraria no representa aún el Urphanomen, no llega hasta la raíz primera o última de la cosa. Según el psicoanálisis, la fuente de donde este tipo de intriga extrae su sustancia es la psique más profunda del individuo, si no del ser humano genérico, en concreto la formación inconsciente llamada Novela Familiar [Familienroman], que puede identificarse en las ensoñaciones infantiles y en el delirio de los neuróticos: Al sentirse desatendido o frustrado del afecto de los suyos (la supuesta causa de ello siendo, por ejemplo, el nacimiento de un hermano), el niño, bajo la presión del complejo de Edipo, se pone a fantasear que él mismo es un intruso en la familia y los padres que lo están criando (o siquiera uno de ellos) son unos impostores. Correlativamente, el infante deposita sus esperanzas en que sus "verdaderos" genitores, sin duda alguna encumbrados y prestigiosos, han de llegar un día a "redimirle" [cf. Laplanche-Pontalis 1990, sub voce]. Siguiendo las pautas de Freud y de Otto Rank, la francesa Marthe Robert distingue dos fases en la estructuración de la historia de familia. La primera, que produce tramas del tipo mis padres me abandonaron, y mi familia actual me ha r e c o g i d o , es presexual; en ella el sujeto se contenta con administrar su propio narcisismo _al forjarse una ascendencia ilustre_, pero se muestra incapaz de distinguir afectivamente entre padre y madre ni entre las dos parejas antitéticas que aparecen en su "guión" imaginario. En la segunda variante, correspondiente a un Edipo sexualizado, el niño se imagina a sí mismo como fruto ilegítimo de los amores adúlteros de su madre con algún varón de alcurnia. Así, la nueva versión compensa paradójicamente el orgullo contrariado del sujeto ("príncipe" sí, pero bastardo/bastardo sí, pero "de un rey") y anula al padre (negando al real y relegando al imaginario a una lejanía absoluta); por otro lado, su ausencia -que en CERVANTES EN ITALIA. Víctor IVANOVICI. Preciosa y su prenda tan preciada (una lectura de «...

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PRECIOSA Y SU PRENDA TAN PRECIADA (UNA LECTURA DE LA GITANILLA)

Víctor Ivanovici Universidad de Atenas

En La Gitanilla, pieza de las más conocidas entre sus Novelas ejemplares (1613), Cervantes utiliza un esquema argumental extremadamente sencillo y eficaz, típico para la época en que la narrativa aún no había concluido con el lector la así llamada "convención de verosimilitud" (Milán Kundera). El argumento, o mejor di­cho, su meollo, es el siguiente:

Preciosa, joven gitana cuyo aspecto, agudeza y modales la sitúan muy por encima del ámbito social en el que le ha tocado en suerte vivir, descubre tener orígenes ilustres, cuando, al cabo de muchas tribulaciones, se le reconoce por la hija perdida de los corregidores de Murcia.

Como todo en este mundo, la trama respectiva participa de una tradición, puesto que desde tiempos inmemoriales la encontramos en narraciones folklóricas y mitológicas que cubren, prácticamente, toda la faz del planeta. Sin embargo, tal filiación proto e incluso preliteraria no representa aún el Urphanomen, no llega hasta la raíz primera o última de la cosa. Según el psicoanálisis, la fuente de donde este tipo de intriga extrae su sustancia es la psique más profunda del individuo, si no del ser humano genérico, en concreto la formación inconsciente llamada Novela Familiar [Familienroman], que puede identificarse en las ensoñaciones infantiles y en el delirio de los neuróticos:

Al sentirse desatendido o frustrado del afecto de los suyos (la supuesta causa de ello siendo, por ejemplo, el nacimiento de un hermano), el niño, bajo la presión del complejo de Edipo, se pone a fantasear que él mismo es un intruso en la familia y los padres que lo están criando (o siquiera uno de ellos) son unos impostores. Correlativamente, el infante deposita sus esperanzas en que sus "verdaderos" genitores, sin duda alguna encumbrados y prestigiosos, han de llegar un día a "redimirle" [cf. Laplanche-Pontalis 1990, sub voce].

Siguiendo las pautas de Freud y de Otto Rank, la francesa Marthe Robert distingue dos fases en la estructuración de la historia de familia. La primera, que produce tramas del tipo mis padres me abandonaron, y mi familia actual me ha r e c o g i d o , es presexual; en ella el sujeto se contenta con administrar su propio narcisismo _al forjarse una ascendencia ilustre_, pero se muestra incapaz de distinguir afectivamente entre padre y madre ni entre las dos parejas antitéticas que aparecen en su "guión" imaginario. En la segunda variante, correspondiente a un Edipo sexualizado, el niño se imagina a sí mismo como fruto ilegítimo de los amores adúlteros de su madre con algún varón de alcurnia. Así, la nueva versión compensa paradójicamente el orgullo contrariado del sujeto ("príncipe" sí, pero bastardo/bastardo sí, pero "de un rey") y anula al padre (negando al real y relegando al imaginario a una lejanía absoluta); por otro lado, su ausencia -que en

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psicoanálisis significa muerte- crea un lugar "vacante" y susceptible de ser ocupado por el propio niño, quien recobra así la exclusividad del amor materno (a cambio de poner en entredicho la moralidad de su madre carnal) [cf. Robert 1972/83, 69 y ss.]

Marthe Robert, a cuyo libro ya he hecho referencia, cree poder rastrear en la infantil "novela de los origines" ni más ni menos que los "orígenes de la novela"

[Robert 1972/63, passim]. Tesis nada disparatada, pero que sería de real utilidad si se la contemplase desde el extremo opuesto. Según mi criterio, pues, lo realmente interesante no es tanto el proceso genético que lleva desde el "novelar" acerca de los orígenes (personales) a la novela propiamente dicha, como la relación estructural entre la "novela ejemplar" y la Novela Familiar, relación que podemos describir como "influencia".

Pero, ojo: este concepto no hay que entenderlo en la acepción del compara-tivismo tradicional, cuya atención se centra sobre el tráfico de temas, ideas y estilos entre distintos individuos y/o ámbitos lingüísticos y culturales, y sobre cuan equilibrada puede estar la "balanza" de tales intercambios. Lejos de tan mezquina contabilidad, la verdadera influencia es algo mucho más dramático: una angustiosa y angustiada "lectura deformante" [misreading], mediante la cual un poeta, en y por sus textos, brega por apropiarse el acervo textual de otro(s) poeta(s), y a la vez por hacer desaparecer toda prueba o huella de su deuda para con cual(es)quiera ancestro(s) [cf. Bloom 1973/89, 41-53]. Me propongo demostrar que Cervantes, para construir su Gitanilla, procesa la historia primordial de familia a través de una tal lectura deformante. La perspectiva y el contexto de mi gestión son evidente­mente intertextuales, tanto más cuanto, según Bloom, la influencia es el principal tipo de vínculo entre textos.

No hay que perder sin embargo de vista que por un lado tenemos que ver con un texto constituido, real y efectivo, y por otro con uno virtual, inscrito sobre la arena movediza del inconsciente. De modo que no me parece forzado decir que es como si los dos textos "se soñaran entre sí". En esta misma línea, bien miradas, las estra­tegias involucradas en la misreading cervantina presentan analogías más que llamativas con las cuatro operaciones del "trabajo del sueño" [Traumarbeit],1 que el inconsciente utiliza para transformar el material psíquico latente en un cuerpo de imágenes que constituye el contenido manifiesto [cf. Freud 1925,passim].

Valga, pues, como hipótesis básica de este estudio, la idea de que la "novela ejemplar" y la de familia configuran juntas un "intertexto onírico". Antes de pro­ceder a análisis puntuales al respecto, añadiré que, a mi modo de ver, el impacto "influencial" entre ambas se manifiesta principalmente en dos direcciones: las opciones de género y la construcción del personaje.

La influencia: lectura deformante y trabajo del sueño.

Un género para La Gitanilla. De cara a la primera serie de problemas, preguntémonos para empezar: ¿qué imagen nos depara la novela cervantina vista desde

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la perspectiva de la otra? La respuesta es que, si bien La Gitanilla se cubre con la historia de familia, sin

embargo nos da de ella una versión soft. Quiero decir que en el relato de Cervantes no quedan apenas rastros del substrato edípico de la Novela Familiar, puesto que ni los padres ilustres son deseados sobremanera (la heroína se entera de su existencia justo al final, por casualidad y con harta sorpresa), ni los humildes (el aduar que hace las veces de familia colectiva de Preciosa, y la gitana vieja a quien ella llama "abuela") son mayormente detestados.

Desde luego, semejante característica puede achacarse al hecho de que el "complejo de Electra", a saber el "Edipo" femenino, es difícilmente recognoscible como tal o, lo que viene a ser lo mismo, está menos estudiado que el masculino. 2

Sin embargo, mi tesis es que tal mitigación del clima afectivo de la Novela Familiar no se debe tanto al debilitamiento del factor edípico sino, fundamentalmente, a la elaboración secundaria (de índole narrativa) por la cual pasa en último término el material psicológico. Para imprimirle cierta coherencia lógica, el autor lo refunde y moldea a guisa de "cuento". 3 Tal opción de género acarrea efectos de índole varia y a distintos niveles.

Hablando en términos generales, el "cuento" es una Forma Simple [einfache Forme], o sea un argumento elemental, construido según los requisitos de la "moral ingenua", que recompensa a los buenos (y, dado el caso, castiga a los villanos) [Jolles 1930/72, 173 y sigs.] Sus leyes estructurales le permiten y hasta imponen a Cervantes el happy end, que expresa directa y literalmente aquello que el fantasma infantil o neurótico sólo formulaba en registro optativo.

Por otro lado y con referencia a un aspecto más puntual y particular, sería interesante ver qué pasa en La Gitanilla con la triplicación, rasgo bastante frecuente de construcción del "cuento" [cf. Propp 1928/70, 74-75], que puede afectar funciones aisladas o agrupadas, e incluso "movimientos" narrativos enteros. 4 Cer­vantes utiliza ampliamente este recurso, en variantes desde las más elementales hasta las más complejas. Tres son, por ejemplo, las señales por las que reconocen a Preciosa como hija de doña Guiomar y de don Fernando, dando así remedio a la situación perjudicial padecida años atrás por ellos y por ella. Tres asimismo son los perjuicios que sufre Andrés a lo largo del relato.5 Por último, la triplicación también atañe al "movimiento" cuyo contenido se identifica con la Novela Familiar.

En su expresión más sencilla y esquemática, dicho "movimiento" consta de tres tiempos: (a) pérdida de la familia real e ilustre, momento que equivale al perjuicio _ (b) paso más o menos dilatado por una familia adoptiva y humilde _ (c) recuperación de la primera, fase equivalente al remedio. Los tres desarrollos narra­tivos de este tipo, identificables en La Gitanilla, corren a cargo de sendos personajes: • Preciosa/Constanza de Azevedo y de Meneses es la única que protagoniza una Novela Familiar propiamente dicha: (a) de niña ha sido r o b a d a por los gitanos _ (b) se c r í a con ellos la hasta la edad de quince años _ (c) vuelve a en c o n t r a r a sus verdaderos padres, momento seguido por su matrimonio.

• Juan de Cárcamo/Andrés Caballero, galán y pretendiente de la anterior, atraviesa una historia de familia sui generis, pero en todo caso paralela y hasta cierto punto complementaria de la de Preciosa: (a) a b a n d o n a su hogar por

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voluntad propia _ (b) entre los gitanos p a s a d o s a ñ o s como "novio a prueba" de la moza _ (c) se r e v e l a a la familia natural, justo para unirse en matrimonio con su amada.

• La historia del ex paje y poeta Clemente transcurre entre tres familias, todas adoptivas, y por eso mismo dista mucho del modelo conocido de la Novela Fami­liar. Conserva sin embargo la trayectoria social de ésta (de la alta sociedad a un ámbito humilde, hasta marginal, y de vuelta a la alta sociedad), así como sus los tres tiempos. El héroe, pues, (a) obligado por un hecho de sangre, h u y e de la casa en que servía (primera familia, ya adoptiva, y además noble) _ (b) los gitanos (familia adoptiva, humilde) le brindan r e f u g i o _ (c) pasa a Genova, donde le dan a c o g i d a amigos de su antiguo señor (nueva familia adoptiva, equivalente a la primera).

Los tres "movimientos" coinciden en el tramo mediano cuyo contenido, aunque distinto en cada caso, corresponde en cierto modo a una adopción del héroe respectivo por el aduar gitano, a guisa de familia humilde. También coincidentes _por lo menos temporalmente_ son los momentos finales de las tres historias. Sin embargo, entre ellos parece darse una cierta jerarquía, pues el reencuentro de Preciosa con sus padres carnales pone remedio no sólo al daño infligido a ella misma sino también a todos los perjuicios padecidos por los demás protagonistas (Andrés se salva de la condena por homicidio, Clemente de sus perseguidores).

Huelga destacar que dicho reconocimiento, momento final de la Novela Familiar, se proyecta como preámbulo del matrimonio. Se trata de otro rasgo de género, ya que las bodas constituyen el desenlace obligatorio del "cuento".

Al mismo tiempo, pero en otra perspectiva, ello demuestra que la historia de familia viene supeditada aquí a una historia de amor. 6 Nada sorprendente: estamos muy cerca de los "orígenes de la novela" y, en aquel entonces, la esfera de ese otro género comprendía casi exclusivamente des histoires feintes d'aventures amoureuses, écrites en prose avec art, pour le plaisir et l'instruction des lecteurs, según reza la sagaz definición de su primer teórico Pierre-Daniel Huet, en su Lettre-traité sur Vorigine des romans [1669]. Lo inesperado del caso es la versatilidad formal de La Gitanilla, que una vez apunta hacia el "cuento" y otra vez hacia el román. Es verdad que el román al que se refería Huet no había conocido aún la "convención de verosimilitud" y por tanto seguía bastante compatible con la Forma Simple llamada "cuento". Pero en cuanto a ello el tratadista se encontraba harto rezagado respecto de Cervantes, quien ya con su primer Quijote, o sea más de medio siglo antes (1605), había iniciado el gran desplazamiento encaminado hacia un concepto plenamente moderno de lo novelesco. 7 En este trayecto, la "novela ejemplar" marca una pauta recognoscible.

Novela, "novelar", personaje novelesco.

Llegados aquí, un breve repaso de lo anterior no sería del todo inútil. Hemos visto que, por una serie de operaciones análogas al trabajo del sueño, Cervantes realiza la lectura deformante

[misreading] de la Novela Familiar, "texto" de índole psicológica producido por el inconsciente. En busca de un género para La Gitanilla, el autor procesa esta materia prima como estructurales

'cuento", una forma literaria elemental cuyas directrices temáticas y Ja les como el happy end, la amplificación argumentai mediante la

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triplicación o el desenlace matrimonial obligatorio, también conserva la "novela ejemplar" cervantina.

Ahora bien, la última característica, pese a ser propia de la Forma Simple en cuestión, apunta asimismo _como también hemos visto, a otra clase de objetos literarios: la de los romans que, según la definición vigente en la época, estaba por excelencia compuesta de "historias fingidas de aventuras amorosas".

Tal rasgo no es casual, ni es, como quien dice, un mero epifenómeno del procesamiento del material previo, sino que desde siempre constituía para Cervantes un objetivo prioritario. Como él mismo lo afirma en el Prólogo a sus Novelas ejemplares: "soy el primero que he novelado en lengua castellana". Trátese de la variante corta del género, que estaba experimentando a la zaga de la novella italiana, o de la larga, que había estrenado en el Quijote, esta primacía le confiere el derecho _y hasta el deber_ de releer toda la literatura por el prisma de la novela.

Es en esta perspectiva y con este criterio "deformante" que Cervantes construye a su Preciosa como personaje novelesco, pero que se maneja en medio de un "cuento".

Apariciones y desapariciones de Edipo.

Para esclarecer tan curioso status de la heroína es preciso volver atrás y recordar que, gracias al happy end como rasgo estructural del "cuento", el texto secundario tiene la posibili­

dad de actualizar lo que en el primario sólo existía virtualmente, como wishful thinking: los padres "verdaderos" efectivamente llegan a poner término a la vejación del infante criado por "falsos" padres. Soñada por el "cuento", la Novela Familiar adquiere, pues, la inmediatez de esas visiones nocturnas sin apenas distancia entre contenido latente y manifiesto, cuya función es apaciguarle al durmiente ciertos anhelos _o antojos, que le han apremiado durante la vigilia (como cuando un niño "se come" en sueños el chocolate que le fuera negado de día) [cf. Freud 1925, III].

Semejantes rasgos, típicos de la vida onírica a edades tempranas, son señal de que Cervantes ha llevado a cabo un desplazamiento radical dentro de la esfera de lo infantil: los acentos afectivos más patentes recaen ya no sobre los "contenidos edípicos" de la Novela Familiar ('mis padres n o s o n mis padres'), sino sobre el deseo inscrito en ella, que exige y obtiene satisfacción inmediata ('quiero o t r o s padres').

Tal desplazamiento viene representado o mejor dicho dramatizado8 a través del propio argumento construido por Cervantes, donde, como ya se ha anticipado, el tema edípico tiene un peso bastante reducido. Sin embargo, ello no quiere decir que todo contenido de este tipo se haya esfumado de La Gitanilla. De acuerdo con la tonalidad general de la escritura cervantina, las alusiones a ello serán en adelante harto discretas, pero no imposibles de identificar como tales.

Por ejemplo, las reservas de Preciosa de cara a la unión libre practicada por los gitanos, el hecho de que a este respecto ella opone firmemente su propio albedrío al uso consuetudinario, podrían interpretarse como manifestaciones de rebeldía contra el sistema de valores de la "familia colectiva":

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Puesto que estos señores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y por tuya te me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la más fuerte de todas, que no quiero serlo si no es con las condiciones que antes que aquí vinieses entre los dos concertamos [...] yo no me rijo por la bárbara e insolente licencia que estos mis parientes se han tomado, de dejar las mujeres, o castigarlas, cuando se les antoja [...] (subrayados míos).

La opción de la joven por una moral sexual más rigurosa refleja su deseo de respetabilidad que, por otro lado, expresa indirectamente su rechazo hacia una condición social y un destino personal a los cuales se siente superior:

Yo, señor caballero, aunque soy gitana, pobre y humildemente nacida, tengo un cierto espiritillo fantástico acá adentro, que a grandes cosas me lleva (subrayado mío).

Lo que nos impide reconocer la relación que tales rasgos de carácter y comportamentales mantienen con el substrato edípico de la Novela Familiar es el hecho de que Preciosa deposita sus expectativas ya no en recuperar su "verdadera" familia sino en adquirir una nueva, mediante el matrimonio?

Tenemos que ver con la señal perentoria de un nuevo desplazamiento, operado esta vez en la esfera sexual. El relato deja de estar centrado sobre el personaje infantil, casi asexuado, pero en cambio acosado por la obsesión con la sexualidad de sus padres; la "novela ejemplar" se construye alrededor de una heroína eróticamente madura que administra su propio sexo en provecho propio.

La virginidad: valor de cambio y valor de uso.

Se trata de toda una estrategia encaminada hacia el matrimonio como realización social y sexual. Ahora bien, lo sorprendente del asunto es que la actuación de la joven en

dicho sentido comienza por un no acto, marcado incluso doblemente. No sólo el sexo viene indefinidamente puesto en reserva, sino además se celebra y alaba profusa y elocuentemente la virginidad. "Joya", "flor" y sobre todo preciada "prenda" de Preciosa, esta metonimia de la sexualidad femenina y de su misterio se revela, sin lugar a dudas, como el tema central de La Gitanilla.10

Sin embargo, entre la meta que se plantea la heroína y la vía que escoge para acceder a ella no deja de subsistir ..lógicamente hablando, una cierta contradicción. El autor ha de resolverla siguiendo una vez más las pautas del sueño donde, según se sabe, las disyuntivas no tienen cabida. La condensación freudiana es precisamente la operación onírica capaz de fundir en una misma imagen ideas latentes encontradas entre sí. Por analogía, Cervantes se enfrenta a su vez al reto de crear una estructura explicativa en la que necesariamente quepan tanto el apego a la virginidad como la aspiración al matrimonio. Aquí, pues, la virginidad se muestra claramente como el más eficaz acicate al matrimonio.

Al avanzar su respectiva solución, el autor encuentra apoyos tanto en las mentalidades de su tiempo y espacio, como _sobre todo_ en una "lógica econó­mica". La sexualidad tiene un "valor de uso", expresado en la búsqueda del placer; y tiene asimismo un "valor de cambio", relacionado con cierto status social. En concreto, está clarísimo que, de cara a su pretendiente, la heroína suspende sabia-

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mente el de uso, a fin de acrecentar el valor de cambio de su "prenda". He aquí la esencia del famoso "recato" femenino, tan valorado entre los pueblos mediterrá­neos.

El texto cervantino no podía ser más explícito:

Una sola joya tengo [...], que es la de mi entereza y virginidad, y no la tengo de vender a precio de promesas, ni dádivas, porque, en fin, será vendida; y si puede ser comprada, será de muy poca estima [...]

o también:

Flor es la de la virginidad [...] Cortada la rosa del rosal, ¡con qué brevedad y facilidad se marchita! Este la toca, aquél la huele, el otro la deshoja, y, finalmente, entre las manos rústicas se deshace [...]

y por último:

Si vos, señor, por sola esta prenda venís, no la habéis de llevar sino atada con las ligaduras y lazos del matrimonio [...]; que entonces no sería perderla sino emplearla en ferias que felices ganancias prometen (subrayados míos).

Extraídos de un solo parlamento, estos tres breves fragmentos nos ofrecen un buen resumen de la manera en que Preciosa entiende sacar provecho de su virgini­dad. Así, pues, la segunda cita previene contra el uso ("tocar", "oler", "deshojar") que, en exceso y a destiempo, hace que la f l o r se "marchite" y "deshaga". En un sutil contrapunto, las otras dos discurren sobre sobre el buen uso del valor de cam­bio. La primera habla de la virginidad en términos de compraventa; y si lo hace en registro negativo es porque enajenar tal j o y a "a precio de promesas" o "dádivas" sería hacer un mal negocio ("si puede ser comprada, será de muy poca estima"). El precio justo para la p r e n d a en cuestión _nos instruye la tercera cita_ no puede ser otro que el matrimonio, el cual, dentro de la misma lógica económica, significa inversión ventajosa y a largo plazo ("emplearla en ferias que felices ganancias prometen").

Excurso sobre la "corrección política".

No hay prueba más fehaciente que ésta, de que Preciosa pertenece ya de pleno al ámbito novelesco. Me explico. Sociológica e ideoló­gicamente hablando, la novela es hija de la

era burguesa y se constituye como género en su fase temprana, conocida bajo la denominación de "mercantilismo". Sin necesidad de resucitar transnochados determinismos marxistas, es normal sospechar que también la novela sea la que mejor refleje _o que se haga eco_ de las mentalidades vigentes en la época del capitalismo mercantil. Ahora bien, un personaje como el cervantino, eso es una joven mujer empeñada en adquirir un status social ventajoso (matrimonio) mediante la oportuna valorización de su "capital" sexual (virginidad), constituye el punto de vista idóneo para observar cómo la institución familiar y su entorno ideológico, psicológico y hasta biológico, se rigen igualmente por las leyes de la oferta y la demanda.

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Sin embargo, no es frecuente que, a propósito de la supuesta célula básica de la sociedad, semejante concepto se exprese de forma abierta y brutal. La Europa de Cervantes no había dejado de ser, al menos nominalmente, cristiana, y el Cristia­nismo (salvo en los países en que ya se adoraba al Dios weberiano de los protestantes) profesaba un antimercantilismo radical; asimismo _don Quijote podía atestiguarlo_, en Europa subsistían aún fuertes recuerdos de la cortesía y el amor cortés medievales. La mezcla de esos dos ingredientes había producido cierta idea de lo que hoy llamaríamos "corrección política", la cual exigía defender, a contra­pelo de la realidad, que la esencia del matrimonio era el sacramento y que en el amor _a lo humano o a lo divino, carnal o de caridad, con o sin matrimonio, sólo regían motivaciones nobles y desinteresadas. Es más: tal conciencia falsa _y a veces hipócrita, estaba sin embargo instalada sólidamente entre las expectativas "evasionistas" del lector de novelas, quien en sus páginas buscaba "historias fingidas de aventuras amorosas". Todo lo cual obligaba al novelista _hay que decirlo: para mayor provecho de su arte_ a un permanente juego irónico entre la intencionalidad (de dar cuenta de la verdad de los hechos) y la necesidad (de hacerlo en formas ideológicamente aceptables).

Tampoco Cervantes puede (ni quiere) obviar la exigencia de caminar en tal cuerda floja. Así, en La Gitanilla, ante el inconfesable hecho de un Eros casi venal y avasallado por el interés, el autor no fabrica versiones cosmetizadas ni pronuncia denuncias panfletarias, sino procede al montaje de tres guiones "motivacionales" que colocan a la la heroína y a su actuación erótica bajo la luz indirecta, pero no por ello menos penetrante, de la metáfora.

Amor / poesía = dinero. Para empezar, examinemos una "motivación" de conjunto cuya fórmula podría ser el Arte como sucedáneo del Eros. En concreto: a falta

de ejercer el sexo _cuyo uso, como sabemos, permanecía "reservado"., Preciosa emplea su atractivo físico en la actividad artística (baile, canto, poesía); un simula­cro si se quiere, pero que reproduce el mismo status del "original", centrado más que nada sobre el valor de cambio.

Bien mirada, la supuesta bipolaridad se revela por consiguiente como una estructura triangular. Los dos términos iniciales aparecen uno en lugar del otro, lo cual quiere decir que mantienen entre sí relaciones de tipo metafórico, a saber in absentia. Sin embargo, para que pueda operarse una comparación _aun abreviada (metáfora)., es preciso que los objetos comparados tengan algo en común. Tal fundamentum comparationis lo proporciona el hecho de que, en la obra cervantina, ni el Arte ni el Amor se hacen "por amor al Arte", sino a cambio de otra cosa. Por otro lado, si en el mundo del mercantilismo modelo de todo intercambio es el económico y equivalente de cualquier valor de cambio es el dinero, entonces precisamente este modelo y este equivalente vienen a constituir un nuevo vínculo entre los dos términos, esta vez in praesentia. Para recordar los mecanismos del trabajo del sueño, ahora el dinero hace las veces de condensación, restructurando la relación lógica entre ellos: no 'Amor o Poesía' sino 'Amor y Poesía', o mejor dicho 'Amor / Poesía'; ya no metáforas uno de otra, sino metonimias de un mismo valor de cambio expresado en contante y sonante.

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Así, desde la primera descripción que nos da de su heroína, Cervantes asocia inseparablemente en su retrato seducción erótica, habilidades estéticas y provecho financiero. Obsérvese, por ejemplo, la selección del vocabulario, hecha con tal criterio que ciertos conceptos-clave se apliquen indistinta y simultáneamente a las tres esferas:

Salió Preciosa rica de villancicos, de coplas, seguidillas y zarabandas, y de otros versos [...], que los cantaba con especial donaire. Porque su taimada abuela echó de ver que tales juguetes y gracias, en los pocos años y en la mucha hermosura de su nieta habían de ser felicísimos atractivos e incentivos para acrecentar su caudal [...] (subrayados míos).

No puede evitarse la impresión de que existe un turbio paralelismo entre la abuela-empresario empeñada en promover a la joven artista en el mundo del espectáculo y cualquier Celestina colocando a una talentosa fámula en el mercado del placer. De manera que si (como hemos dicho) la actividad artística se propone como sucedá­neo de la amorosa, a lo que más se parece tal arte es al amor venal. De hecho, la asociación de ideas debe de haber estado en la mente de muchos contemporáneos de Cervantes: no sólo virtud a estereotipos corrientes en la época sobre comediantes y/o gitanos, sino porque, a todas luces, ambas situaciones se rigen teniendo como único móvil la codicia.

Uno daría incluso en pensar que, en la esfera artística, dicha motivación destaca de una manera más cínica que en la erótica. Valor simbólico, la virginal "prenda" de Preciosa se cotizaba a través de otro valor simbólico (el matrimonio); la obra de arte se evalúa en efectivo. Así, cuando un poeta le pasa a Preciosa cierta obrita suya para que se la interprete, no olvida de acompañar el encargo por un escudo de oro, gesto que le merece la jocosa aprobación de la joven:

[...] si con esta añadidura han de venir sus romances, traslade todo el Romancero general y envíemelo uno a uno; que yo les tentaré el pulso, y si vinieren duros, seré yo blanda en recibirlos.

Por si faltan más argumentos de que, tanto en el campo amoroso como en el poético, "poderoso caballero es don Dinero", hay que ver cómo el razonamiento más sencillo posible que arranque de alguno de los dos conceptos iniciales acabará con necesidad enjuiciando al otro dentro de la infalible lógica económica. Por ejemplo, al comentar el poema antemencionado, la heroína puntualiza sagazmente:

En pobre acaba el último verso [...]; mala señal. Nunca los enamorados han de decir que son pobres, porque [...] la pobreza es muy enemiga del amor (subrayados míos).

De la Belle Dame sans mercy a la virago.

Los siguientes dos guiones dramatizan aspectos relacionados con la problemá­tica del sexo "reservado", que Cervantes, con su ecuanimidad característica, la

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enfoca tanto desde la perspectiva femenina como desde la masculina. Veamos, para empezar, cómo interpreta el famoso recato virginal, a partir de

una motivación sublimada del mismo, que yo llamaría el "síndrome de la Belle Dame sans mercy".

La alusión es a un tema poético de procedencia medieval, "consagrado" por el francés Alain Chartier (aprox. 1385-1433), en su extensa composición homónima de 1424. Las historias de este tipo versan sobre una moza apuesta y en edad de merecer quien, no obstante, ahuyenta a sus pretendientes y rehuye el sometimiento amoroso y la servidumbre matrimonial. La fábula es ambivalente, pues, según quién y cómo ejerce su lectura, se presta tanto para estigmatizar la crueldad de la dama, a menudo mortífera para el amante despechado, como para resaltar en ella una incipiente "emancipación" femenina, manifestada en el porfiado rechazo a los "roles" tradicionales asignados por la sociedad patriarcal.

En el Quijote de 1605 [I, 11-14], Cervantes pinta la figura de una tal mujer "emancipada", la pastora Marcela, con evidente simpatía (pasando por alto el hecho de que su reserva erótica se había cobrado la vida de un infeliz estudiante, enamorado de ella). En La Gitanilla, el autor construye el carácter de la protago­nista con un criterio aparentemente similar, pues a propósito de los mismos temas _amor/matrimonio y entrega/reserva sexuaL que, para toda Belle sans mercy, constituían el contenido y la piedra de toque de su discurso, Preciosa manifiesta una notable independencia de espíritu, llegando incluso (como ya he dicho) a enfren­tarse al respecto a los usos y costumbres de su "familia" gitana. La diferencia fundamental consiste en que la heroína no reivindica su "emancipación" contra sino dentro de los respectivos "roles" (la puesta en reserva del sexo contribuyendo precisamente a hacer más deseable el matrimonio).

Por otro lado, detrás de la bella despiadada se esconde a veces _y otras veces se muestra_ una virago (hembra terrible y temible, de las que hoy en día imagina­ríamos con botas y látigo), representando el componente sadomasoquista rastreable ya en el "síndrome" de origen. El vocablo es un retruécano que combina vir y virgo; el concepto _cuyo origen se encuentra en la "marimacha" [gul_miyyá\ celebrada por algunos poetas de al-Andalus_ enfatiza que este tipo de mujer pone en su quehacer erótico cierta dosis de brutalidad "masculina" [cf. Peres 1953/83, 401-402 y 429-430]. Típico de la virago es, por ejemplo, su rencoroso regocijo al infligirle al varón la tan aborrecida y aborrecible (para ella) esclavitud amorosa.

Es exactamente éste el comportamiento de Preciosa hacia don Juan de Cárcamo alias Andrés Caballero, el señorito "agitanado" por habérselo pedido su amada. La "tortura" que le aplica la moza compagina de maravilla con su famoso recato: se trata de la promesa, mil veces renovada, de entregársele algún día, mil veces remitido a un horizonte temporal más o menos lejano:

Si quisiereis ser mi esposo, yo lo seré vuestra; pero han de preceder muchas condiciones y averiguaciones primero [...] tomando el traje de gitano, habéis de cursar dos años en nuestras escuelas, en el cual tiempo me satisfaré yo de vuestra condición y vos de la mía; al cabo del cual, si vos os contentareis de mí y yo de vos, me entregaré por vuestra esposa; pero hasta entonces tengo de ser vuestra hermana en el trato, y vuestra humilde en serviros.

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Según puede apreciarse, todos esos "si", "pero", "primero" y "hasta entonces" obedecen a las reglas y técnicas de la evasiva incitante, cuyo nombre castizo, por estar situado más acá de los límites de mi propio recato (lingüístico), prefiero tro­carlo ahora por la denominación francesa de allumeuse, aplicable a quien realmente domina este arte tan antiguo como eficaz.

Huelga asimismo destacar el colaboracionismo masoquista que se está dando (en la ficción como en la vida) entre la víctima y su amoroso "verdugo". En La Gitanilla, Andrés no sólo acepta de buen grado su total sometimiento a Preciosa, cuando se le pide, sino hasta lo anticipa. Así, antes que la heroína le plantee cualquier condición, el joven se apresura a declarar que

Yo no la pretendo para burlarla [...]; sólo quiero servirla del modo que ella más gustare: su voluntad es la mía (subrayado mío).

La expresión en bastardillas no pasa de ser un tópico retórico. Sin embargo, en este contexto preciso es difícil evitar la tentación de interpretarla literalmente: como "maleficio gitano" obrando mediante la posesión psíquica y la "atadura" de la voluntad.

Prueba y precio del tiempo Para Andrés las "condiciones y averigua­ciones" exigidas por Preciosa desembocan en una prueba. En vocabulario trovado­resco tal situación se llama asag, y su

apuesta es la castitatz del amante como suprema demostración de su amor, y a la vez de su savoir vivre en asuntos de cortezia.n Ahora bien, los especialistas distan mucho de darnos una interpretación unitaria de la idea de "castidad" involucrada en la respectiva "prueba". Según algunos, el pretendiente había de vivir cierto lapso de tiempo en la inmediata e íntima proximidad de su dama, refrenándose empero de forma radical todo impulso libidinoso. Otros 1 2 sostienen que los amantes disfrutaban de todas las fases preliminares Jener [ ' tocar '] , baizar [ 'besar '] , abrassar ['abrazar'], manejar ['acariciar'] deteniéndose tan sólo ante la última, el fer ['hacer'] o jauzir ['yacer'], que era el acto sexual propiamente dicho. Para otros, ni siquiera ello estaba vedado a los amantes, a condición de que el varón practicase, como en el erotismo tántrico, la retención seminal. Sin embargo, lo más verosímil al respecto es que no el número de las etapas recorridas por el camino de la intimidad, ni el grado de sexualización de las mismas era lo definitorio y determinante de la castitatz, sino el que en cada una de ellas hubiese respeto y acuerdo mutuos y que _como manifiesta Andreas Capellanus en su Ars honeste amandi_ el enamorado no deseara recibir nisi sui coamantis ex affectu ['sino aquello que su amada por afecto'] le concediese [cf. de Rougemont 1972, II.6; cf. Marrou 1971/83, 131 y ss.]

Sea como fuere, para el héroe cervantino el supuesto asag constituye un nuevo guión, simétrico y complementario del anterior, donde el acento recae fuertemente sobre la puesta en reserva de la sexualidad masculina. La "emancipada" Preciosa sabe sin embargo dorarle la pildora con un audaz barniz moderno. Para empezar, esta dura "ordalía" medieval viene presentada como una especie de noviazgo de prueba. Además, tal proceder se justifica por analogía con la deontología comercial,

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que exige que al "comprador" se le conceda un período de gracia, para poder conocer los pros y los contras de la "mercancía":

Dos años te doy de tiempo para que tantees y ponderes lo que será bien que escojas o será justo que deseches; que la prenda que una vez comprada nadie se puede deshacer de ella sino con la muerte, bien es que hay tiempo, y mucho, para mirarla y remirarla, y ver en ella las faltas y las virtudes que tiene [...] (subrayados míos).

Analogía que no puede ser más engañosa: en comercio, el período de gracia se otorga después de la adquisición y contempla el trato de que el comprador pueda devolver el producto si, con el uso, comprueba la existencia de eventuales vicios ocultos. En cambio, el que impone Preciosa es anterior a la "compra" de la "prenda", excluye la posibilidad de "desecharla" y descarta por completo la prueba de uso:

[...] quiero remitirlo todo a la experiencia de este noviciado, y a mí se me quedará el cargo de guardarme, cuando vos le tuvieseis de ofenderme (subrayado mío).

Entonces, ¿qué objeto tiene el asagl Como en el caso del guión anterior, su sentido y función es en realidad el tiempo. Tiempo que, como allumeuse consumada, Preciosa sabrá perfectamente administrar, vale decir dilatar al máximo para azuzar el deseo y mantenerlo al rojo vivo. Por ello mismo, durante el tiempo de prueba no habrá tiempo para probar "las faltas y virtudes" de la mercancía en venta: simplemente, esos "dos años" incorporarán al precio de la "prenda" un coeficiente temporal, acrecentando así su valor de cambio y garantizando su adquisición nupcial.

Jurata prostitutio: ¿ quién paga la cuenta ?

¡Curiosa dialéctica, en que la heroína, con sus virginales promesas y evasivas, demuestra de pronto saberes y destrezas putanescas! Es como si, con ello, el autor reiterase en clave irónica

acérrimas condenas a la institución matrimonial, formuladas siglos antes por místicos radicales, iluminados y herejes de la Edad Media. En su tiempo algunos de ellos, como por ejemplo los Cataros, escandalizados con el apostólico "mejor que se casen a que se quemen" [I Cor.: 7, 9], en el que barruntaban inaceptables compo­nendas con la carne, no cesaban de tachar el matrimonio de jurata fornicatio. Pues bien, al parecer Cervantes quiere mostrarnos cómo, por demasiado obviar la carnalidad, el valor de cambio de la preciada "prenda" de Preciosa hace del mismo matrimonio una jurata prostitutio.

Lo anterior ¿no suena sin embargo un poco fuerte? ¿No será que el autor está "gastando pólvora en gallinazos"? ¿De dónde y por qué tanta saña con una institución que, poco después (en sus Entremeses de 1615), le merecería una ironía más suave y más risueña?

Mi hipótesis es que, en La Gitanilla, el blanco a que apunta Cervantes no es propiamente satirizar el matrimonio, sino un determinado tópico de la estética idealista. A través del tema matrimonial tratado en clave sarcástica, Cervantes salda con el tópico respectivo las cuentas que había dejado pendientes en el primer Quijote y que (por razones que no es el lugar ni el momento de exponer aquí) no

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podría retomar en el segundo. Entre las metas que se planteaba don Quijote al salir al mundo se contaba aquella de "amparar doncellas" en nombre de su casta devoción a la "sin par" Dulcinea del Toboso. Y dado el caso, tal propósito se cumplía cada vez, incluso a trancas y barrancas y aunque fuera medianamente. Lo cual quiere decir que, comparado con otros temas caballerescos, el de) amor quedaba relativamente a salvo de la crítica cervantina. La novela ejemplar llega con una perspectiva y con una "moraleja" distintas al respecto. Sin necesidad de amparo alguno, la doncellas van a lo suyo, que es dejar de serlo a buen precio. Dicho precio, que ellas exigen por sus virginales "prendas", lo acabarán pagando los castos caballeros, por concupiscencia exasperada.

BIBLIOGRAFÍA

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Nuevo Testamento. He consultado el texto griego aprobado por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. El sistema de citación es el que se aplica normalmente a textos bíblicos.

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NOTAS

1 Eso es la "condensación" [Verdichtung], el "desplazamiento" [Verschiebung], la "representabilidad" (llamada antiguamente "dramatización") [Darstellbarkeit] y la "elabo­ración secundaria" [sekundäre Bearbeitung]. Desde luego, no todas las cuatro fases de la labor onírica vienen necesariamente implicadas en todo momento de la lectura deformante, ni intervienen en la transformación de cada detalle. Inevitable parece ser el desplazamiento (que también en la teoría freudiana ocupa un lugar privilegiado); asimismo, la elaboración secundaria puede considerarse dada de antemano, bajo forma de procesamiento literario.

2 El concepto mismo de "complejo de Electra", acuñado por Jung, ha sido fuertemente cuestionado por la ortodoxia freudista.

3 Mantendré este vocablo entrecomillado para señalar que le atribuyo un significado particular, el de 'cuento de tipo folclórico' (no necesariamente 'de hadas' o 'fantástico'), para el cual no existe en castellano un significante monolexemático, como el alemán Marchen, el griego moderno paramythi, el inglés folktale, el italiano fiabba, el rumano basm o el ruso skazka.

4 Se llama "movimiento" _término de connotaciones musicales_ "todo desarrollo que va desde el perjuicio o la carencia hasta el matrimonio u otras funciones utilizadas como desenlace" (entre las cuales el remedio al perjuicio o la salvación de los perseguidores) [Propp 1928/70, 94; cf. asimismo 94-98]. (Omito los símbolos y transcribo los nombres de las funciones con bastardillas).

5 Proyección de la carencia (de novia) que afecta al héroe, la ruptura de Andrés con su familia, aunque voluntaria, equivale a un primer perjuicio, en tanto se trata de una función inicial del "cuento"; el segundo consiste en el robo que le achaca injustamente una enamo­rada despechada haciéndole encarcelar; por último, el tercero adviene cuando, al matar Andrés a un soldado que le había ofendido, se ve a su vez en inmediato peligro de muerte.

6 Por otro lado, según la mentalidad tradicional, el individuo (especialmente varón) estrena su vida madura justamente con el casamiento. Por consiguiente, en la historia de Andrés, considerada retrospectivamente desde el punto de vista de tal desenlace, se concentra todo un Bildungsroman (eso es una novela que habla de la formación y la maduración de su héroe).

7 Hay una cierta tensión semántica (sobre la cual no insistiré) entre este concepto, tal como queda estampado en el vocablo inglés novel, y la palabra francesa román (anterio­rmente romance), que representa una fase histórica más antigua, aun cuando ciertos idiomas conservan esta misma palabra para denominar la variante moderna del género [cf. Ivanovici 2000, 46-53].

8 Para la freudiana Darstellbarkeit sigo prefiriendo "dramatización", antes que "representabilidad".

' Si bien en esta frase no expresa abiertamente su deseo, la heroína lo acoge gustosamente cuando viene de parte de quien está dispuesto y en condiciones de satisfacérselo, puesto que, en cierta forma, ha sido ella a inducírselo: "[...] quisiera ser un gran señor" _exclama el que por amor a la joven se convertirá de Juan Cárcamo en Andrés Caballero_ "para levantar a mi grandeza la humildad de Preciosa, haciéndola mi igual y mi señora" (subrayado mío).

1 0 Hay en La Gitanilla y en otras obras de Cervantes suficiente material para todo un estudio dedicado a la semántica del término en cuestión. Así, para recordar al Quijote [I, 51], la virginidad viene allí definida como "prenda" que, "si una vez se pierde, no deja esperanza de que jamás se cobre"; por otro lado, una vez adquirida, "nadie se puede deshacer de ella sino con la muerte"; la misma "prenda" designa tanto el 'don' sexual como a la 'dadora' del

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mismo. (Los gitanos ponen de relieve la ambivalencia respectiva al asociar sus vítores al pretendiente de Preciosa con vivas a la "amada prenda suya" que es la muchacha misma).

1 1 La poesía arábico-andaluza, que en muchos aspectos precede, cuando no inspira al fin' amors provenzal, denomina 'af_f la misma prueba de la castidad [cf. Peres 1953/83, 424 y sigs.]

1 2 Por ejemplo Rene Nelli, autor de la apasionante y muy controvertida hipótesis sobre la existencia de un vínculo directo y estrecho entre los trovadores y la herejía ascética de los Cataros (cf. su famoso libro l'Erotisme des Troubadours, 1963)

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