Practicando Los Himnos Con Alexander Schreiner

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Practicando los Himnos de Sión con Alexander Schreiner 1

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Guía práctica para aprender algunos Himnos Mormones

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Practicando los Himnos de Sión con Alexander Schreiner

Ensayo y recopilación por

Humberto Meza Méndez

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Primera edición 29 Abril de 2012

Tepic, Nayarit, México

Comentarios y sugerencias

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Alexander Schreiner (31 Julio 1901 – 15 Septiembre 1987) fue uno de los mas notables organistas del Tabernáculo de Salt Lake.

Vida temprana

Alexander Ferdinand Schreiner nació el 31 de julio de 1901 en Nuremberg, Alemania. Sus padres fueron Johann Christian Schreiner y Margarethe Schwemmer. Johann y Margarethe se unieron a la Iglesia en 1903, y la congregación local tenía sus reuniones en el hogar de la familia. Schreiner se presentó en público por primera vez a los cinco años de edad, y después de que fue bautizado a los ocho años fue casi inmediatamente nombrado como organista de la Escuela Dominical. En 1912 Schreiner se mudó con su familia a Salt Lake City. Entre sus primeros instructores en el órgano se encuentra John J. McClellan. A los trece años estaba bajo la tutela de este organista del Tabernáculo, sentándose en la banca del órgano para ayudar a cambiar páginas, pero estaba "algunas veces tan preocupado con la música que olvidó volver las páginas”,

La primera ejecución profesional de Schreiner en el órgano fue durante el otoño de 1917 en el American Theater de Salt Lake City. En 1920, justo después de graduarse de la escuela secundaria, tomó un trabajo como organista del teatro Rialto en Butte, Montana. Tocó por primera vez en el Tabernáculo de Salt Lake a la edad de 20 años. En sus últimos años de la adolescencia, Alex comenzó a tocar en órganos de teatros para acompañar las películas mudas, y aceptó ofertas que lo llevaron a Montana y Oregon; rechazó una oferta en Oregon de $300 a la semana para ir a la misión, la cual cumplió en el sur de California de 1921 a 1924. Sirvió como misionero bajo el presidente Joseph W. McMurrin. A principios de 1924, estaba presidiendo sobre la Conferencia (zona) de Los Angeles que tenía 35 misioneros.

En 1924, después de regresar de su misión, Schreiner fue nombrado organista asistente del Tabernáculo de Salt Lake. donde ejecutó su primer recital como Organista del Tabernáculo en ese mismo año. Seis meses después Schreiner pidió un permiso para ausentarse de su llamamiento para ir a París a proseguir sus estudios de música. Una de las experiencias que con cariño atesoraba en su corazón fue la que tuvo en París, Francia, a donde llegó a estudiar órgano con los maestros Charles Marie Widor, que tocaba en la iglesia de St. Sulpice y Louis Vierne, de la catedral de Notre Dame. También conoció a Eu-gene Gigout, organista de Saint Agustin, Joseph Bonnet de Saint Eustache; Henri Libert que tocaba en la iglesia de Saint Denis, Charles Tournemire, organista de St. Clotilde y Andre Marchault que tocaba en St. Germain des Pres.

Como menciona Alexander Schreiner en su obra titulada “French Organ Masterworks”, “los organistas franceses de principios del siglo XX, constituían una hermandad profesional que estaba unida por los lazos de una estupenda educación musical y la experiencia obtenida de estudiar juntos”. Fue con estos grandes organistas que amplió su visión de la música y recibió los beneficios de esa gran escuela organística de Francia; las obras de

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Schreiner transpiran esta influencia. En Paris, Schreiner se asociaría con otros nativos de Utah en la casa de James L. Barker.

A su regreso, solicitó el puesto de “organista principal” pero fue rechazado, no obteniendo el elusivo título hasta 1963, después del retiro del fiel organista del Tabernáculo Frank Asper.

Schreiner se casó con Margaret Lyman, la hija de Richard R. Lyman y Amy Brown Lyman en 1927. Habían asistido a la escuela secundaria juntos, pero no empezaron su noviazgo hasta que ambos estuvieron estudiando en París.

Su carrera en California

Después de sus estudios en Francia, Schreiner volvió a su posición como organista en Salt Lake City de julio de 1926 a enero de 1927. Luego partió al sur de California para ganar el dinero suficiente para pagar sus deudas y poder estar en posición de desposarse con Margaret Lyman. Trabajó como organista en el Teatro Grauman's Metropolitan. En junio de ese mismo año regresó a Salt Lake City y se casó con Margaret, después de lo cual regresaron al sur de California. Durante este periodo Schreiner también trabajó como organista en la tienda departamental Barker Brother´s.

En agosto de 1928 Schreiner de nuevo regresó una vez mas a Salt Lake City, donde reasumió su posición como Organista de Tabernáculo y también sirvió como organista principal del Teatro Capitol.

Foto de Deseret News

Foto tomada en los años 1920s que fue usada en programas de teatro de California

En 1929 Schreiner regresó al sur de Ca-lifornia en un intento de recuperarse de la influenza. Fue nombrado organista principal de la Primera Iglesia Metodista Episcopal en Los Angeles. Schreiner vol-vió a Salt Lake y al tabernáculo en el vera-no de 1930 pero en septiembre de ese año comenzó un periodo como el orga-nista de la Universidad de California en Los Angeles. Hasta 1939 Schreiner retuvo esta posición en la UCLA y volvía en los

veranos al Tabernáculo. Fue también miembro del Comité de Música de la Iglesia en este tiempo. Schreiner fue también director de música para el Templo Judío del boulevard

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Wilshire en Los Angeles durante estos años. Durante este tiempo la reputación de Schreiner como organista era grande en tal forma que fue solicitado en varias ocasiones para inaugurar nuevos órganos.

Durante los años de la guerra, cuando el Tabernáculo estuvo cerrado por razones de se-guridad, tocó en la radio y ganó un auditorio internacional. Se colocó en segundo lugar en una encuesta nacional de 1944 a 1952, compitiendo con el bien conocido E. Power Biggs, quien tenía un show de media hora cada semana y siempre fue votado el primero. Produjo y realizó un show de media hora en los 1960, y a menudo fue aparecía en televisión.

En 1939, el hermano Schreiner se enlistó como estudiante en la Universidad de Utah, donde su celebridad desconcertaba a sus profesores. Se graduó con honores en 1942, regresando después para recibir en 1954, su primer doctorado en música de órgano de la misma universidad. .

Junto con su cometido mayor con la música, Schreiner también sirvió de otras maneras. Fue miembro del sumo consejo de la Estaca Hollywood. Algunos de sus hijos lo siguieron en la carrera de la música, uno comenzando a servir como organista de la Escuela Dominical a los siete años de edad.

En septiembre de 1936 Schreiner fue llamado como director de música de la estaca de Hollywood.

Regreso a Salt Lake

En el verano de 1937 Schreiner tomó la posición de organista de la capilla SUD en Washington, D.C. que había estado vacante desde la muerte en el mes de marzo de ese año de uno de sus colegas del Tabernáculo de Salt Lake, Edward P. Kimball.

En el verano de 1938 Schreiner se reunió con el Presidente Heber J. Grant y decidieron que él debería regresar a Salt Lake City en una forma permanente tan pronto como fuera posible. Schreiner había firmado un contrato por otro año con la UCLA, pero ese sería su último año con esa institución.

Desde esta fecha hasta 1977 Schreiner estuvo involucrado muy de cerca con el Coro del Tabernáculo tanto en casa como en el extranjero. .En 1943 comenzó una campaña para adquirir un nuevo Órgano para el Tabernáculo, que fue completada en 1945-49 bajo la di-rección del experto G. Donald Harrison de la compañía Aeolian-Skinner de Boston, Mass. Es reconocido como uno de los mejores instrumentos en el país. Hacia el fin de su carrera recibió cuatro doctorados honorarios y numerosos premios, incluyendo la Cruz de los Ofi-ciales de su patria nativa, la República Federal de Alemania por "contribuir a la com-pren-sión internacional.”

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Giras de conciertos

Comenzando en 1943 Schreiner realizó varias giras de conciertos. Inicialmenet sus giras estuvieron manejadas por Bernard LaBerge. Eventualmente tocó en por lo menos 4 estados de la unión americana. .

Obras

Junto con muchos himnos, Schreiner escribió un libro titulado Organ Voluntaries. Schrei-ner escribió la música 9 himnos que aparecen en la edición en inglés de Himnos. En la edi-ción en español tenemos de él los siguientes himnos: “El fuego del Espíritu”, “El Padre tanto nos amó”, “Nos reunimos, Padre, hoy” y “Santos templos de Sión”.

Foto de Deseret News Alexander Schreiner tocando durante los años 1950s, un peri-odo cuando presentó conciertos por toda la nación.

"Mas que ningún otro, él ha influído en la música de la Iglesia en el siglo 20”, dijo Dan Berghout, y quien es el autor de un nuevo libro, Alexander Schreiner, Mormon Tabernacle Organist, publlicado por Estu-dios de BYU

"Alexander Schreiner dejó detrás un legado impre-sionante”, “Sus 53 años de recitales y transmisiones desde el Tabernáculo de Salt Lake, y su extensa ac-tividad en conciertos influyeron so-bre genera-

ciones de organistas y alcanzaron a millones de escuchas. Sus colecciones pu-bliccadas de música de órgano, todavía en impresión hoy en día, proveen a incontables músicos de la

Iglesia con música que es fácilmente acce-sible.

Foto de Deseret News Alexander Schreiner recibe el aplauso de la Primera Presidencia y otros después de su recital final en 1977.

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Tocó su último recital el 30 de diciembre de 1977, después de lo cual fue nombrado or-ganista principal del Tabernáculo emérito.

El músico falleció 10 años después un 15 de sepiembre. En esa ocasión, la Primera Presi-dencia hizo una declaración refiriéndose a su "larga y productiva vida" que "dejó un legado que coninuará alumbrando a aquellos que aman la música hermosa”.

A principios de los años 1940s, vino a ser director del comité de música de la Escuela Do -minical de la Iglesia y después fue director del comité de música de la Iglesia, y junto con Anna Johnson escribió algunas 100 canciones para los niños durante los años jóvenes de los hijos de él y su esposa Margaret. Ejerció una vasta influencia sobe la música de la Igle-sia. y fue considerado la voz de Salt Lake a la Iglesia en cuanto a música de órgano. Tam-bién escribió consejos regulares a los organistas y directoras de música de la Iglesia en el Intructor, (una revista de la Iglesia de años anteriores) muchos de los cuales fueron publi-cados en la revista Liahona en la década de los años de 1960 a 1970, bajo el nombre de “La Página de la Escuela Dominical” y son los que reproducimos en esta pequeña obra.

Aunque en la actualidad desafortunadamente ya no tenemos un tiempo de práctica de himnos en la Escuela Dominical, debido a que en 1980 la Iglesia puso en práctica el progra-ma integrado dominical de reuniones. Se terminó así con el servicio de apertura de la Es-cuela Dominical, con su himno de práctica. Se terminaron las reuniones a media semana de la Mutual, la Primaria y la Sociedad de Socorro. Este cambio, aunque benéfico a las familias en cuanto a costo de transportación y tiempo,

trajo consigo la difi-cultad palpable en muchos barrios de mantener a un coro funcionado regular-mente y cantando en las reuniones sa-cramentales y la au-sencia de la práctica de himnos en ningu-na reunión domini-cal. Puede ser iróni-co que aunque los himnos han sido de las primeras reco-mendaciones para el

servicio de adoración, la oportunidad de aun enseñar los himnos a los miembros no exis-tan. Esto era importante no solo debido a que la Iglesia está constantemente añadiendo nuevos miembros que no están relacionados con los himnos, sino debido también a la pu-

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blicación de un nuevo himnario en 1985 presentando un número considerable de himnos no conocidos aún para miembros de toda la vida.

Quizás esta situación condujo a algo más preocupante aún, sobre todo en México, que es el desinterés por estudiar una carrera musical. Muchas veces es posible observar en nues-tras capillas, construidas con tanto esmero y dotadas siempre de un magnífico piano, en que este permanece mudo o en el abandono por varios años porque no existe nadie en el barrio que sepa tocarlo.

Lamentamos que en nuestro país no se haya formado años atrás un centro de estudios universitarios de la Iglesia que hubiera contado con la carrera en música, entre otras licen-ciaturas importantes para nuestro pueblo, como la de administración, de pedagogía y aún de educación física, para que se hubieran formado generaciones de músicos de la Iglesia, completamente imbuidos en la filosofía del evangelio, con conocimiento de la importancia de contar con músicos calificados en la Primaria, las organizaciones de los jóvenes, aparte de las reuniones sacramentales y coros de barrio y de estaca.

Este cambio que comentamos no es causa solo de la Iglesia, sino que a través de la socie-dad en general, por la transición de una sociedad agraria activa a una sociedad consumista pasiva que ha tenido su influencia. Por ejemplo la una vez gran tradición ame-ricana de comprar un piano como una de las primeras compras mayores de una familia ha sufrido por la inflación y otros problemas económicos, pero aun mas por la disponibilidad de la te-levisión y otras alternativas “pasivas·.

No obstante todo ello, rescatamos estas instrucciones de Alexander Schreiner y otros que colaboraron con él, como una forma de rendirle un modesto tributo y para que sirvan de ayuda a toda persona interesada en aprender un poco mas de los himnos de Sión.

La Página de la Escuela Dominical8

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"Te Damos, Señor, Nuestras Gracias", letra de William Fowler; música de Caroline S. Norton, número 10 de Himnos.

Nosotros agradecemos a nuestro Padre Celestial sus muchas bendiciones, y como devotos Santos de los Últimos Días cantaremos nuestras gracias a Dios por el profeta que inició esta dispensación (y por sus sucesores que nos guían en estos últimos días); también queremos expresar agradecimiento por la luz del evangelio, por la esperanza que nos lleva adelante, por la fe en el Señor y en su merced, y en general, por ser miembros de su Iglesia.

Este himno contiene un mensaje cálido y ferviente; es inspirador como la mayoría de los himnos de nuestro himnario y merece que lo usemos con frecuencia.

Aprendan el director de música y la congregación las tres estrofas de memoria, una en cada domingo.

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Aprenda también la música el organista ya que debe saber de memoria por lo menos la música de diez o doce de nuestros himnos. Este himno se canta generalmente en las sesiones de las conferencias de estaca o generales, donde la congregación no cuenta con himnarios.

A continuación damos a los directores de música y organistas algunos consejos que les ayudarán a preparar este himno:

1. Practíquese el compás que contiene el calderón. Este, en efecto, debe tener seis tiempos, aunque no todos se han de contar. Ensáyese la manera de dirigir este compás en forma amena y convincente.

2. Los directores de música, así como los organistas deberán practicar el himno para mantener el tiempo debido.

3. Los directores de música también deberán ensayar el tiempo o "señal" para empezar. Tal vez una señal corta y rápida sea suficiente para el director de música, pero deberá durar lo suficiente para indicar a la congregación que empiece. Nuestros directores de música generalmente fallan en este respecto.

4. Tanto el director como el organista deberán ensayar lo suficiente para poder sostener las blancas con puntillo que hay en este himno, sólo por dos tiempos. La indicación de los puntillos se debe usar para respirar. Practíquese esto antes de enfrentarse a la congregación el domingo en la mañana.

5. De la misma manera en que el organista debe prestar atención cuando el director de música ensaya, éste debe escuchar atentamente al organista, dedicando cinco o diez minutos de cada reunión de preparación a escuchar la calidad de la música del órgano y la manera en que las manos la dirigen.

El hermano Fowler, autor del himno de este mes, fue bautizado en Inglaterra, su país nativo, y trabajó cuatro años como misionero antes de partir para los Estados Unidos, donde se mudó con toda su familia.

"¡Oh, está todo bien!"—letra de W. Clayton, número 17 de Himnos.Este himno es uno de los más grandiosos de la Iglesia. Fue escrito por William Clayton, un miembro de la compañía de Brigham Young, en el viaje entre Nauvoo y Winter Quarters.

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El presidente Young le había pedido al herma-no Clayton que escribiese una canción que los santos pudieran cantar cuando se reunían por las noches. Quería que fuese algo que les infundie-se valor y ánimo para sobrellevar las muchas difi-cultades y proble-mas del

viaje.

Dos horas más tarde, el élder Clayton había escrito todos los versos, tal como se conocen hoy día. Testificó que el himno fue escrito bajo inspiración del Señor y la melodía fue tomada de una conocida tonada inglesa llamada "Todo está bien".

A los directores de música

Este es uno de los himnos tradicionales más importantes de la Iglesia. El himno está formado por ocho frases de dos compases. Las primeras cuatro dan un mensaje religioso completo. Enseñémoslo en nuestra Escuela Dominical usando las palabras del primer ver-so.

El director de música deberá notar el cambio en el tiempo en los primeros ocho compases (cuatro frases) del himno. El tiempo indicado es "resuelto", lo que significa que debemos cantar de manera firme y uniforme.

La música de las dos primeras frases (compases uno al cuatro) se repite en las frases tres y cuatro (compases cinco al ocho).

Enséñese el himno usando el sistema de los tiempos acompasados, por medio del movimiento de las manos que dirigirán la melodía.

A los organistas

La música es de carácter coral, por tanto, es muy importante que todas las notas de la misma cuerda se toquen simultáneamente.

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Tanto el organista como el director de música deberán estar bien preparados antes de pre-sentar el himno en los servicios de culto. Desde varias reuniones antes, deben practicar juntos para interpretar el himno de la manera apropiada.

"¡Salve Sión! Es tu día ilustre!"—letra de Thomas Hastings, música de Edwin F. Parry; número 21 de Himnos.

Si observamos este himno podemos apreciar que es de carácter alegre, ferviente y pro-motor de la fe. Thomas Hastings no era miem-bro de nuestra Iglesia, pero es evidente que tenía un fervoroso anhelo por la paz y la grandeza del amanecer del milenio.

El himno en sí, está expresado en palabras de gran contenido poético. Pongamos toda nuestra atención a su significado cuando lo cantemos, aplicando toda nuestra inteligencia para entenderlo. "Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia." (Proverbios 4:7.)

Aconsejamos concentración en las palabras, para que la melodía no atraiga toda nuestra atención, ya que ésta es sólo el acompañamiento del himno. No debemos permitir que la misma le reste importancia a este maravilloso mensaje de salvación.

Recordemos que nuestro Padre Celestial nos ha prometido un milenio glorioso en el que Jesús reinará en paz y felicidad. A esto se refiere este himno. Cantemos con todo nuestro corazón, alma y fe. Debemos cantarlo con vigor, es decir forte, o mejor aun, fortissimo.

Durante la práctica de cualquier himno, el director de música es el líder espiritual. El es quien se ocupa de que nuestras mentes se mantengan atentas al asunto, que nada nos distraiga, ni siquiera los movimientos de la batuta o su personalidad, ni la melodía ni el órgano. Todo se une para exclamar

A continuación damos un consejo especial para los organistas y los directores de música: Tiene que haber un silencio equivalente a un cuarto de tiempo al final de las cuatro estrofas, pero no es necesario mencionarlo a la congregación porque ellos naturalmente lo observarán. No se deben seguir las cosas "al pie de la letra" ya que la congregación aprovechará estos intervalos para respirar. Nunca interrumpamos el espíritu.

Este himno es una alabanza y la música que lo acompaña debe expresar el mismo sentimiento.

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¿Cómo lograrlo? Tanto el organista como el director de música deberán conducir manteniendo el mismo tiempo, ni muy lento ni muy rápido. Se recomienda una velocidad de 100 negras por minuto.

Al conducir úsese el marcato, para acentuar más los tiempos. Los movimientos de la batuta deben ser largos para denotar canto vigoroso, y deben marcar las esquinas (no hacer círculos) para expresar los acentos, voluntad, determinación y energía.

Esto no acarreará dificultades ni al organista ni al director de música.

"Creemos . . . que Cristo reinará personalmente sobre la tierra. . . ." (Décimo Articulo de Fe.) ¡Qué día tan maravilloso será ése! Si creemos que esto va a suceder realmente, cantemos con entusiasmo este hermoso himno de práctica.

"En las Cumbres de los Montes"—autor John Thomas Kelly; compositor, A. C. Smyth; número 22 de Himnos.

El autor de este maravilloso himno no fue miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los íntimos Días, ya que nació antes que se conociera el evangelio. Los montes a los que el autor hizo referencia en el siglo dieciocho se encuentran en Irlanda. Escribió más de 700 himnos fervorosos, la mayor parte de los cuales se refieren al glorioso día en que los propósitos del Señor se cumplirán y llegará la alborada del milenio. ¡Qué vidente más poético fue este hombre! ¡Qué anhelo y qué esperanza de ver a Sión! Casi parece que el señor juez Kelly oyó de antemano esta revelación de Dios: "Sión prosperará en los collados y se regocijará en las montañas. . . . " (Doc. y Con. 49:25.)

Sabéis, como yo lo sé, que estamos viviendo con "la obra maravillosa y el prodigio" en nuestras propias manos. Entonces, ¿qué esperamos? Impulsémonos a nosotros mismos y cantemos esta melodía poniendo toda nuestra alma en el mensaje. No nos recostemos en el asiento murmurando entre dientes.

Estamos cantando un himno al Altísimo, y el mensaje está en el himno, no en la música. Cantemos las palabras con justificado orgullo en nuestros corazones, con agradecimiento, con un espíritu lleno de ánimo.

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¿Cantan las hermanas el contralto porque es más fácil, porque hay que hacer menos esfuerzo? Si toman en cuenta la gloria misma del himno de buena gana olvidarán los adornos musicales que lo acompañan.

Sentirán deseos de cantar el mensaje con toda la fuerza de sus voces, por supuesto, con la ayuda de la melodía, que no es demasiado alta para nadie.

John Thomas Kelly simplemente miró lleno de esperanzas hacia la época en que hoy nos hallamos. Estamos viviendo en los días de que él habló, y lo sabemos sin duda alguna.

Nuestro hermano en la fe, A. S. Smyth compuso la conmovedora música de este himno. Ocupó varios puestos en la Iglesia, entre ellos el de registrador en el Templo de Manti.

El organista debe recordar que el tiempo no necesita ser ni lento ni rápido. Debe ser moderado, firme y bien medido, sin mucha variación. Toqúese el himno legato.

La única dificultad menor se encuentra en los compases 11 y 12 donde la parte del tenor debe tocarse con la mano derecha.

Obsérvense los silencios tal como están indicados. La congregación lo hará naturalmente, tanto por intuición, como por la necesidad física de respirar en los lugares indicados. Cíñase al estilo indicado, ya que es bueno. El órgano sonará como "si viviera" si respiramos en los lugares indicados.

¿Con cuánta fuerza debe tocarse este himno?

Toqúese con suficiente fuerza para que vaya de acuerdo con el son de las voces de la congre-gación. Ni ésta ni el órgano deben sobreponerse el uno al otro. Permítase que ambos se oigan en los himnos de alabanza.

"¡Oh Rey de Reyes, Ven!" Letra de Parley P. Pratt; música de autor desconocido; número 27 de Himnos.

Este fervoroso himno se encontraba en el primer himnario publicado por la Iglesia en el año 1835, y se ha cantado con diversas melodías. Lo escribió el príncipe de los poetas mormones, Parley P. Pratt, miembro de primer

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Quórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia en esta dispensación. Y en fechas diferentes, presidió las misiones de Canadá, Inglaterra, California y los Estados del Este. Murió como un mártir de su fe en 1857. a los cincuenta años de edad.

El hermano Pratt escribió muchos de los más hermosos himnos de nuestra Iglesia, como: "Un Ángel del Señor", "Cual Rocío que Destila", "Ya rompe el alba'', etc. Dudamos que haya expresiones más poéticas y hermosas acerca de la obra del Señor en estos días.

"¡Oh Rey de Reyes, Ven!" es un himno espiritual y ardiente a la vez. Evidentemente es espiritual porque está dirigido al trono celestial, y por tanto es una oración. Pero no dejemos que esto nos impida cantarlo con voz fuerte, porque es vigoroso, ardiente, enérgico, marcado; como un gran hosanna. La expresión de este himno requiere que se cante en alta voz y en forma ferviente.

Para transmitir un sentimiento de fervor y alegría, el director deberá dirigir con movimientos largos. Recuérdese que los movimientos cortos significan que se debe cantar suave y los movimientos largos que se debe cantar fuerte.

Trate de dar a la congregación una seña] bien definida antes de comenzar cada estrofa. Haga un movimiento hacia afuera con ambos brazos, durante el cual la congregación aspirará y estará preparada para cantar la primera palabra.

La velocidad de este himno debe ser de 92 negras por minuto. Este es un ritmo apropiado. No se cante más rápido, a menos que se quiera perder su espiritualidad y magnificencia. Si se usa el ritmo aconsejado, la congregación podrá respirar normalmente cada dos compases, descansando un cuarto de tiempo donde están las blancas con puntillo.

El organista también puede contribuir a la inspiración del himno. En primer lugar, deberá usar un tono firme, además aconsejamos tocarlo con ritmo regular y usar marcato.

Cuando hablamos de marcato queremos decir que no se toque extremadamente legato. Pero toqúense las corcheas muy legato, porque en todos los casos corresponden a una sola sílaba.

Toquemos este himno de manera tal, que inspiremos a la congregación a que realmente sienta la frase "¡Oh Rey de Reyes, Ven!"

"Jehová, se nuestro guía", letra de William Williams, música de Annie F. Harrison, página 39 de Himnos.

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Originalmente las palabras de este himno fueron escritas en gales y luego se tradujo al inglés y español.

Su mensaje menciona al maravilloso viaje de los judíos de Egipto a Canaán. Basándose en el relato bíblico, el poeta canta sobre nuestros días actuales y nos recuerda que al igual que los judíos estamos marchando hacia la tierra prometida, durante toda nuestra vida. En este himno oramos que Jehová nos guíe con su poderosa mano. Sin su ayuda y sin su Iglesia somos débiles.

A los directores de música

Haga notar desde el principio que ésta no es una canción de sociabilidad sino un verdadero himno, dirigido, tal como una oración a nuestro Padre Celestial.

Sea claro al indicar el momento preciso en que se debe comenzar a cantar la primera palabra de cada estrofa. Esto dará la oportunidad a todos de cantar al unísono.

En cuanto al calderón que aparece en la tercera estrofa, se presenta aquí una cuestión de es-tilos. El verdadero estilo gales indicaría que se diera "mucha importancia" al mismo, pero el estilo moderno es más conservador y casi lo ignora por completo. Personalmente prefiero la última idea.

A los organistas

La melodía de este himno es vigorosa y fuerte, y deberemos tocarla de tal manera que se destaque lo siguiente: 1. Úsese un tono bastante fuerte como para que la congregación lo oiga. 2. Deje de lado el trémolo. 3. Toque con ritmo fuerte y regular. 4. Toqúese marcato.

"Caros niños, Dios os ama"—letra de C. L. Walker, música de J. M. Macfarlane, número 47 de Himnos.

Este himno contiene un hermoso mensaje en el cual podemos destacar la felicidad que depara el hacer bien a los demás, y las maravillosas bendiciones que de El recibimos. Dese a cada nota su valor correspondiente y obsérvese como termina cada frase. Probablemente el director de música tendrá que trabajar

arduamente con ciertas notas que se marcan con un ligado y que corresponden sólo a una sílaba de una palabra. Aconsejamos que se use el método de enseñar frase por frase.

. —Edith Nash.

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“Venid a mi” Este es uno de los himnos más conocidos en nuestra Iglesia y es el número 61 de Himnos. Su autor es John Nicholson y su compositor S. McBurney.

Pero a pesar de ser tan. conocido ¿cuántos de nosotros sabemos aunque sea. una estrofa de memoria? ¿Y cuan a menudo hemos cantado las quinta y sexta estrofas? Cada domingo, cuando asisti-mos a la Iglesia, se trata de presentar el mensaje del evangelio en una manera nueva, distinta. Hagamos lo mismo con los himnos; incluyamos, entonces, las quinta y sexta estrofas y ello dará un color nuevo a este conocido y auténtico himno mormón.

El mensaje que "Venid a Mí, Dijo Jesús" contiene, dice que no es suficiente con oír y entender el evangelio, sino que debemos hacer que sus preceptos rijan nuestras vidas. En pocas palabras, dice que debemos ser hacedores y no oidores de la palabra de Dios.

A los Directores de Música

En este himno, los directores de música observarán que no hay lugar para respirar entre una nota y otra.

Como siempre, es permitido respirar al final de cada estrofa. Pero hoy tenemos una sugeren-cia. Cuando comencemos a dirigir la música, hagamos un movimiento extra antes de comen-zar la primera palabra de cada estrofa. Es decir que debemos levantar la mano en un movi-miento precedente a la pronunciación de la primera palabra.

La congregación respirará durante ese movimiento y la voz saldrá clara y vibrante cuando se comience a cantar.

A los Organistas

Siendo que éste es uno de los himnos más sencillos para tocar, no debemos cometer ningún error en él. Además, se deberá tocar en un tono no muy alto. Aprendámoslo de memoria y enriquezcamos así nuestro conocimiento musical.

"Venid, los que a Dios amáis"—autor Isaac Watts, compositor Aaron Williams; número 64 de Himnos.

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A los directores de música

Este himno no es conocido en forma general por la congregación; por lo tanto, deberemos enseñarlo como si fuera completamente nuevo. Sugerimos que se pida a los hermanos que lo tarareen muy suavemente mientras él o la organista lo toca. Este método, que se usa para presentar un himno nuevo, tiene dos ventajas: Primero, hay actividad para los cantantes, ya que su atención está enfocada en el asunto que está tratando; y segundo, pueden oír la melodía claramente en el órgano, porque están tarareando en voz baja.

En cuanto al tiempo, debe ser moderado, para que nadie se dé cuenta que es muy rápido o muy lento. El asunto del tiempo es la tarea del director de música y sólo de él; de modo que no es necesario consultarlo con la congregación. Nunca les indiquemos que canten más rápido o más lento, simplemente guiémoslos como buenos pastores. El director de música y el o la organista son quienes fíjan el tiempo, y la congregación lo seguirá gustosa, especialmente si el tiempo es natural y cómodo.

Lo más importante es el mensaje que el himno contiene; haga hincapié en él, siempre. Todo lo demás es secundario.

¿Saben ustedes la manera de comenzar un himno con el método que ustedes emplean? Este himno comienza con el cuarto tiempo del último compás, y hay que señalar un tiempo preparatorio antes. Esta situación resulta difícil para el director de música sin experiencia.

El tiempo preparatorio en este caso sería el tercero, que se indicará moviendo el brazo derecho (o izquierdo si se prefiere), hacia afuera, después de lo cual se hace el movimiento hacia arriba para indicar

la primera nota del himno. El movimiento preparatorio hacia la derecha debe ser tan natural, que la congregación automáticamente aspirará para comenzar a cantar con el siguiente movimiento del brazo.

Será necesario practicarlo bastante, hasta que el movimiento sea automático.

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¿Estamos tratando de mejorar la manera en que dirigimos la música, o somos de los que piensan que ya saben dirigir perfectamente y no necesitan más práctica? Consultémoslo con los demás en la reunión de preparación mensual. Tal vez nuestro verdadero éxito tenga allí su comienzo.

A los organistas

Este himno es mucho más difícil de tocar que de dirigir. La dificultad consiste principalmente en las muchas notas que hay que tocar, pues hay hasta seis acordes diferentes por compás. Lo único que podemos recomendar como solución a este problema es practicarlo muchas veces. Pero por favor, ensáyese como se hace al lavarse los dientes; es decir antes de venir a la Escuela Dominical. No se intente ensayar ni aún el domingo de mañana, porque para entonces ya es tarde, y no se ve muy bien sentarse a practicar en el órgano o piano, cuando la gente comienza a llegar a los servicios de adoración. Se puede, sin embargo, practicar el himno en la reunión de preparación.

Sinceramente deseamos que conviertan este himno en una experiencia espiritual maravillo-sa.

“Mas santidad dame” El autor de este himno (número 71 de Himnos) es Philip Paul Bliss. Este compositor fue muy popular a fines del siglo diecinueve, y como los estilos cambian no es muy común oír sus obras. El de hoy es un ejemplo de deleite, tanto por su música como por sus palabras. Es una oración que en cada frase está buscando la ayuda y guía de Dios.

Este himno es de por sí un deleite de escuchar, tanto su música como sus palabras. Es una oración que en cada frase está buscando la ayuda y la guía de Dios. El compositor de este himno fue muy po-pular hace como sesenta años y como los

estilos cambian no es muy común oír sus obras hoy día.

Al Director de Música

Cuidemos de que este himno se cante con reverencia, y es el director quien deberá llevar a la congregación a hacerlo. Los movimientos son breves pero definidos, y guardan el espíritu de reverencia.

Los movimientos son breves pero definidos, guardando siempre el espíritu de reverencia. El director deberá enfrentar un problema técnico al conducir este himno: el tempo es lento, ya que la indicación del metrónomo dice que la negra (nota musical que vale la mitad de una blanca) debe ser equivalente a 63-76 movimientos por minuto.

Es muy difícil marcar los movimientos en forma lenta, especialmente cuando son menos de 60 por minuto, pero esto puede conseguirse en la práctica, si se ensaya antes con un grupo. Además, el secreto de ir más lentamente consiste en controlar la velocidad de la

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batuta en la primera parte del movimiento. La batuta no debe detenerse nunca—todo buen director de-be saber esto. Después de practicar en esta forma, no será ningún problema dirigir himnos que tengan menos de 50 movimientos por minuto.

Al Organista

Sugerimos como interludio, después de la segunda estrofa, tocar el primero y el último compás.

Recomendación: ¿Cuántos himnos puede usted tocar, actualmente, de memoria? Un buen organista es aquel que trabaja en forma ardua hasta conseguir ejecutar los himnos sin la ayuda de la hoja de música.

“Yo sé que vive mi Señor” Este himno—el cual es el número 73 de nuestro hímnario—se re-fiere al milagro de la revelación, tan vívido en el alma de todo buen Santo de los Últimos Días. Sabemos que sólo por medio de la inspiración del Espíritu Santo puede uno1 saber la verdad del evan-gelio o reconocer la divinidad de Jesucristo.

Cantemos pues con gozo y acción de gracias por la maravilla del testimonio que mediante nuestra fide-lidad hemos logrado. "Yo sé Que Vive Mi Señor"—compuesto por Lewis D. Edwards, con letra de Sa-muel Medley—es un himno bastante conocido entre los Santos; por consiguiente, no será menester que dediquemos nuestro tiempo a estudiar la melodía ni el ritmo. Sin embargo, necesitamos aprender a con-centrarnos en su significado y tratar de asimilar el hermoso mensaje que contiene.

Dos Recomendaciones para Organistas y Directores de Música

1. Observemos cuidadosamente el tempo que el compositor ha indicado. Para ello no precisaremos un metrónomo, sino un simple reloj con segundero. Marquemos un movimiento por segundo; podríamos variarlo un poco, pero nunca debemos sobrepasar los 84 movimientos por minuto. Tengamos en cuenta que éste no es un himno recreativo sino que expresa devoción—un solemne testimonio de la realidad y la divinidad de Cristo.

2. A fines de que la entera congregación pueda estar unida en espíritu y tono, convendría que primeramente cantemos todos la melodía y recién entonces tratemos de incluir otras voces.

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Directores de Música, ¿Andáis "A Tempo"?

¿Os agradaría "andar a tempo"? De acuerdo a mis observaciones personales, sólo una tercera parte de nuestros directores de música practica suficientemente para poder armonizar con el tiempo recomendado para cada himno.. Los dos tercios restantes son, o muy lentos o demasiado rápidos.

Ricardo Wágner, el famoso compositor alemán, solía decir que lo más importante para un buen director es procurar el tempo más exacto y apropiado. Los filósofos griegos también ensalzaron el "elemento dorado".

Ningún director de música debe olvidar que una de sus responsabilidades principales consiste en ser "indicador del tiempo".

"Tan sólo con pensar en Ti"—-Letra de Bernard de Clairvaux, Música de J. B. Dykes, número 76 de Himnos.

Este hermoso himno fue elegido pensando en Jesús, y expresa la alegría que nos da conocer su evangelio. La letra es una poesía extraordinaria y expresa una serie de hermosos pensamientos concernientes a Jesús, nuestro Salvador y hermano mayor.

Disfrutemos la tranquila devoción que inspira este himno. La melodía es tan dulce como la letra. Es muy fácil de cantar ya que la escala es moderada. Las partes de soprano, tenor y bajo casi pierden importancia ante la belleza de la canción. John B. Dykes fue un compositor capaz y distinguido, y escribió la música de muchos himnos. Siempre tuvo presente que la

melodía es lo más importante en las canciones congregacionales, y compuso muchas hermosas melodías.

Para los organistas y directores de música

Esta es una tonada apacible y el director de música la debe dirigir en un tempo tranquilo, y no de modo estricto. Todos los que asisten a la Iglesia deben cantar, porque el canto es una forma de adoración, y el director de música no debe permitir que la congregación se rezague en el canto.

Técnicamente, en la música no hay ninguna nota que permita un descanso a la congregación. Pero un músico con experiencia o un director comprensivo, sabrán cómo acortar algunas no-tas al final de las estrofas para permitir que la congregación haga una pausa y respire. Siga la inclinación natural, por ejemplo cántese: "Tan sólo con pensar en Ti

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(respire) me lleno de solaz." Si bien la frase queda cortada en dos cuando tomamos aliento, tenemos que respirar para poder cantar bien.

En cuanto al significado de las palabras, la mente las asimilará sin dificultad alguna. La práctica de cantar frases largas sin respirar se reserva para los coros a cappella bien entrenados, pero tal esfuerzo en una congregación no es natural ni necesario.

Otro aspecto técnico que deberá tenerse en cuenta es el hecho de que el himno está com-puesto de cuatro frases musicales de cuatro, tres, cuatro y tres compases respectivamente. Siendo que la mayoría de las frases son general-mente de cuatro compases, es evidente que en la segunda y en la cuarta frase se ha eliminado el cuarto compás. Si la melodía fuera más rápida, sería necesario restituir este compás, pero lo que nos importa hacer notar aquí es que el director de música deberá dedicar un poquito más de tiempo al final de las dos frases más cortas.

Recomendamos que este himno se cante medianamente alto, es decir, mezzo forte. Debe cantarse todo igual, sin cambiar de suave a fuerte o viceversa.

El grandioso compositor Juan Sebastián Bach no dio ninguna indicación dinámica para ninguna de sus maravillosas composiciones. Tales indicaciones para interpretar suave o fuerte se desarrollaron muchos años después con propósitos dramáticos o teatrales.

Interesándonos por la nobleza de estilo, aconsejamos que los himnos vigorosos se canten forte, los devocionales mezzo forte, y todos en general deben cantarse con fervor.

“La oración del alma es” Número 79 de Himnos. La música del mismo pertenece a George Careless, conocido violinista que en un tiempo dirigió el Coro del Tabernáculo Mormón, y la letra es de James Montgomery.

A pesar de que la mayoría de los seres humanos tiende a ofrecer oraciones a la Divina Providencia, no todos lo hacen con la misma satis-facción. Mientras que algunos pueblos primitivos o paganos oraban con miedo a una divinidad vengativa, y otros se postraban con duda y angustia ante el espantoso trono de Dios, nosotros los Santos de los Últimos Días, impulsados principalmente por la

costumbre que nos ha inspirado una fe firme e invariable, oramos a nuestro Padre Celestial con gozo, alegría y ple-nos de agradecimiento, sabiendo sin duda que nos contempla con grande y tierno amor.

Esta hermosa y divina actitud al orar es, en sí, una de las bendiciones más grandes que viene a los Santos de los Últimos Días por motivo de su fidelidad. Este maravilloso

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sentimiento al orar lo hemos heredado del profeta José Smith, cuya súplica en la arboleda sagrada fue contestada con una manifestación divina.

Este himno es bien conocido, y la mayoría de los miembros de la Iglesia pueden cantar de memoria por lo menos la primera estrofa. No se pretende que se canten las ocho estrofas de este himno, antes se pueden seleccionar las que se crean más apropiadas.

A los Directores de Música:

Tenemos un pequeño problema al final de la segunda frase. Deberá retardarse un poco la música en el sexto y séptimo compás, para darle mayor comodidad.

Es curioso notar que a veces la congregación tiene mejor intuición para cantar esta segunda frase que el director de música. En caso que suceda esto, no es conveniente que el. director insista en seguir la música escrita "al píe de la letra".

A los Organistas:

Toquemos este himno legato: pero sin temor de tocar con claridad todas las notas repetidas, en las cuatro partes. Esto no será fácil. Observemos que la primera nota del bajo y la segúnda y la tercera notas, del contralto no se deben ligar a las notas siguientes.

Al repetir estas notas con. claridad, procuremos tocar las metas del tenor y soprano, lo más legato posible:

Así produciremos verdadera música. En caso que haya demasiado espacio entre las notas para la mano izquierda, toqúense las notas del tenor con la mano derecha. Esto se deberá estudiar y practicar en casa o en. una reunión de preparación adecuada

"Dulce Tu obra es, Señor"—letra de I. Watts, música de John J. McClellan, número 84 de Himnos-.

Este es un himno ideal en todo sentido. Primeramente, porque es una oración directa al Señor. En segundo lugar, su texto expresa que el tra-bajo en la Iglesia es dulce. Isaac Watts escribió este himno mucho tiempo antes de que el evangelio fuese restaurado en nuestros días, pero expresa con fervientes palabras, las gracias, la verdad, la luz, el triunfo, la paz, la alegría y la dulzura de estar

embarcado en la obra del Señor. Creo que todos los que trabajamos activamente en la Iglesia sabemos perfectamente lo que esto significa.

"Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría"—dice el proverbio (Proverbios 4:7), ¿por qué razón deseamos "saber" en cuanto a este himno? Lo principal que queremos comprender es su mensaje, ésta es la razón por la que lo cantamos.

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No cantemos por rutina. Dejemos que el director de música nos inspire, dirigiendo este him-no en el tiempo asignado. Estemos atentos y aprendamos la mejor manera de cantar esta ferviente oración a Dios, nuestro Rey.

Para los directores de música

En general este himno es bien conocido por la congregación. ¿Pero saben todos los versos de memoria?

Primeramente enseñe la primera estrofa, luego se deberán cantar las otras tres. El director de música decidirá si es conveniente o no tocar un interludio a mitad del himno.

Para el organista

El organista puede tocar este himno en un tono moderado. Elimine el trémolo porque es demasiado aflautado, y las notas patéticas interferirán con el espíritu de serenidad y exaltación de la música.

Debe usarse un tiempo medio. La indicación de ochenta y cuatro tiempos por minuto es correcta, lo que equivale a veintiún tiempos cada quince segundos, o sea siete cada cinco segundos, lo cual puede controlarse con el reloj. Practíquese el tiempo en la reunión de preparación, pidiendo a alguien que tomé el tiempo mientras el organista toca.

Las únicas dificultades técnicas son las notas de tenor que aparecen en la última línea. Deben tocarse todas, y si la mano izquierda no puede alcanzarlas deben servirse de la mano derecha para realizarlo.

"El día santo del Señor"—letra de George Manwaring, música de R. Lowry, página 85 de Himnos.

El mensaje que este himno contiene está comprendido en los primeros ocho compases de la primera estrofa. Si logramos enseñar estos ocho compases, habremos dado su mensaje.

Las palabras de "El Día Santo del Señor", nos dan la oportunidad de ayudar a los miembros a darse cuenta de la im-portancia de observar el día del Señor. Podemos decirles que el domingo es el día de-signado especialmente para adorarle en su casa.

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Al orar o cantar le estamos a-dorando. Cuando escuchamos historias acerca de Jesús y a-prendemos las cosas que nuestro Padre Celestial quiere que hagamos, le estamos adorando. Uno de los mandamientos que Dios nos ha dado, es guardar sagrado el día sabático. Cuando asistimos a la Escuela Dominical a adorar a nuestro Padre Celestial, estamos guardando dicho mandamiento.

Obsérvese que en los compases primero y quinto, las palabras Santo y Librándonos (las síla-bas "san" y "nos") deberán cantarse en dos tonos.

Este himno se debe cantar con suavidad y armonía.

—Edith Nash.

"La Santa Cena"—letra de John Nicholson, música de S. McBurney. Número 103 de Himnos.

Para los directores de música

En nuestros servicios de adoración, el himno que precede la Santa Cena debe ser un himno sacramental. Nuestros directores

de música no siempre tienen el cuidado de seguir esta indicación. Recomendamos himnos tales como los números 101 al 120, e inclusive el número 83.

Es muy importante que la congregación se prepare mentalmente para el sacramento, cantando un himno que hable específicamente de los emblemas de la cena del Señor.

La letra de este himno es muy hermosa. "A Cristo quiero recordar, mostrándole de corazón que limpio soy por Su perdón." Pongamos toda nuestra atención en el mensaje que el himno constituye en sí mismo.

La melodía es sólo un acompañamiento al himno. Es fácil de cantar y casi no requiere atención especial. Pero el himno (la letra) está llena de grandeza, vida eterna y la purificación de nuestros corazones, mentes y almas.

Enseñe a la congregación a que cante este himno medianamente fuerte, y que todos participen en la adoración por medio del canto a nuestro Padre Celestial.

Para los organistas

Este himno debe tocarse legato, es decir, moderadamente fuerte. Repítanse las notas tal co-mo están escritas, y respire con los cantantes al final de cada estrofa. Esto significa que todas las blancas con puntillo se deben sostener como si fueran una blanca, y se usará el cuarto de nota como silencio.

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El director de música y el organista deberán prepararse para presentar este himno. La prepa-ración para el trabajo en nuestra Iglesia seguramente será una ventaja en la preparación para el gran reino venidero.

De interés general

¿El piano u órgano de nuestra capilla han sido revisados o afinados últimamente? Tal vez el encargado de cuidar la capilla nos pueda informar al respecto. ¿Es natural que la congrega-ción vaya un compás más atrás que el organista y el director de música? ¿Podemos hacer algo para mejorar esto?

Por razones de acústica, la congregación por lo general no canta exactamente a la par del director de música y del sonido del órgano. Si la diferencia es muy notable, tal vez se debe a que el director de música está dirigiendo algo rápido, o quizá está haciéndolo desde un punto donde el organista no puede verlo claramente. Entonces el organista también se atrasa y la congregación prefiere, por razones musicales, seguir al órgano en lugar de la batuta. Otra manera de mejorar la dirección consiste en marcar claramente los tiempos. Muchas de las hermanas que dirigen la música hacen movimientos circulares con la batuta para aquellos himnos que tienen un compás de 4. Aconsejamos enderezar dichas curvas y marcar más los ángulos al dirigir esta clase de himnos.

"Oh Dios, Eterno Padre" La música de este himno, número 104 de nuestro himnario, fue escrita por Félix Mendelssohn, conocido como "el Príncipe de los Compositores".

La característica original de la composición fue el haber sido preparada para coro, y a esto se debe que su tono sea algo elevado para la congregación.

La letra se debe a la inspiración del hermano William W. Phelps, quien también seleccionó esta hermosa música para sus versos y es, a su vez, autor de "El Espíritu de Dios", "Redentor de Israel", "Loor al Profeta", “Ya regocijemos" y muchos otros.

"Oh Dios, Eterno Padre" constituye una expresión poética de la oración ofrecida por los pres-bíteros que bendicen la Santa Cena; en consecuencia, es uno de los

más sagrados "Himnos de Sión", puesto que, como sabemos, la mencionada oración fue revelada al profeta José Smith directamente por el Señor.

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Al cantar este himno sacramental (y el director o directora de música podría recomendar es-to durante la sesión de práctica), debemos hacerlo meditando en el significado de cada frase; no olvidemos que el mismo es una súplica.

"Cuan Grato es Cantar Loor"—autor George Manwaring, compositor E. Beesley; número 106 de Himnos.

¿Qué es exactamente un himno? Un himno es un poema religioso, dirigido generalmente a la Deidad, y al que se le puede poner música. Algunos músicos de las iglesias, han llegado a la conclusión de que la melodía es el himno.

Sin embargo, en la Grecia antigua, el poeta Homero cantaba himnos a las deidades y las palabras se recordaban y se es-criban. Pero la melodía era improvisada generalmente como un acompañamiento a los himnos olvidada con facilidad.

Por lo tanto, destaquemos la importancia del HIMNO—el mensaje— en la práctica de nuestra música. Por su intermedio elevamos nuestras oraciones al Altísimo. Y al cantarlo adora-mos a Dios, en un acto en el que todos nos unimos.

El autor de este himno, el hermano Manwaring fue un santo vehemente y entusiasta. Consideraba las Escrituras de un valor incalculable y esto lo inspiró a que escribiera sobre el espíritu y el mensaje del evangelio restaurado.

La música de nuestro himno de práctica es completamente nueva y se canta con regocijo en muchas de nuestras Escuelas Dominicales. Pero la melodía no es fácil especialmente porque es larga. Cada estrofa es casi el doble de las estrofas comunes de un himno.

“Jesús en la corte celestial” Este hermoso himno sacramental es uno de los más conocidos y queridos en la Iglesia. La letra pertenece a la herma-na Eliza R. Snow y la música a Thomas Mclntyre, y es el número116 de "Himnos."

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La melodía teje sus notas musicales de una manera poética que hace que sea un placer tanto cantar como escuchar este himno. Además, es preferible cantar solamente la melodía, dejando de lado las diferentes voces—alto, tenor o bajo—para que sean interpretadas por el órgano.

Para los Directores de Música

El tempo es muy importante en este himno. Coincidimos en que es correcta la indicación de 66 cuartos por minuto; este tiempo es suave y cómodo, muy fácil de dirigir.

Queremos hoy aconsejar a nuestros directores de música en cuanto a la medida. General-mente, cuando uno dirige un himno su presión arterial sube y es muy frecuente que se pierda el ritmo de la música.

Sin duda, la estrofa más importante es la sexta, que comienza diciendo: "Comemos y bebemos, pues;" por tanto, recomendamos que cuando la persona que anuncia el Himno de Práctica, mencione el nombre y número del himno, también indique las estrofas que se van a cantar. Por ejemplo, en este caso, sugerimos cantar las números 1, 2 y 6.

Para los Organistas

Este himno tiene una dificultad y es la nota alta al final de la tercera frase. Por tanto, toquemos este himno en La Mayor, en un tono bajo en general. Un poco de práctica mostrará cuan fácil es lograrlo.

"Tan Humilde al Nacer"—letra de Parley P. Pratt, música del Giacomo Beyerbeer, número 120 de Himnos.

Es la opinión del Comité de Música que los himnos que se elijan como sacramentales tienen que hablar necesariamente de los emblemas de la Santa Cena, y deben referirse al Salvador. (Ver índice de Temas y el Índice General de Himnos).

A todos nos gusta cantar himnos que podamos aprender rápida y fácilmente. También tenemos la tendencia a gustar de los himnos que ya conocemos.

A los directores de música

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Como parte de nuestra preparación necesitaremos leer la vida del Salvador en el Nuevo Testamento.

También hay referencias anotadas en el índice de GEE referentes a "La segunda venida de Cristo", las que nos ayudarán a captar más vivamente el significado de este himno antes de comenzar a enseñarlo.

Para comenzar necesitamos recordar que Jesús es verdaderamente nuestro amigo, ya que vino a la tierra a mostrarnos cómo vivir para que podamos lograr la verdadera felicidad. Después entregó su vida para que podamos volver a vivir con nuestro Padre Celestial. El mensaje de las dos últimas frases dice que vendrá el tiempo en que el Salvador volverá como Señor de esta tierra. Cuando enseñemos este concepto, podremos cantar estas dos frases una o dos veces.

Edith M. Nash.

"¡Regocijad, Jesús nació!"—letra de Isaac Watts, música de Handel; número 123 de Himnos.

La música no tiene tanta importancia en ninguna de las estaciones del año como en la época de la Navidad. A dondequiera que vamos oimos hermosos villancicos, y se nos repiten las buenas nuevas del nacimiento del Salvador y la eterna promesa que nos hizo que siempre parece nueva.

Sabemos que desde los tiempos antiguos el canto y el baile estaban asociados con los rituales y festivales religiosos, y podemos fácilmente notar la característica alegre y movida de este

villancico pero en vez de contradecir con el texto, gráficamente señala su feliz mensaje. Es la alegría y exuberancia de la música la que crea el elemento tan apropiado y deseado del gozo con el que asociamos a la Navidad, en lo que parecen tiempos difíciles, la esperanza de toda la humanidad.

A los directores de música

Ya hemos tratado el tema de dirigir con expresión, pero por supuesto hay un peligro inheren-te en esto. Para algunos, el ser expresivo significa ser emocional o insincero. Por el contrario, no hay lugar para la sentimentalidad en la música del servicio de adoración, al igual que no hay lugar para la sentimentalidad en el servicio mismo.

Debemos recordar que uno de los propósitos principales para cantar los himnos es para experimentar el placer de adorar en canto con nuestros amigos, pero sigue siendo adoración- Cantamos alabanzas y oraciones a nuestro Padre Celestial y el papel del director de música es ayudarnos a hacerlo en la manera más efectiva al dirigir expresiva y sinceramente sin distraerse del himno, sino señalándolo con el tiempo correcto, dinámica

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y comprensión. La marcación del compás debe ser clara y concisa. La cara del director de música debe reflejar el ánimo del himno.

Como siempre, se debe practicar con anterioridad para evitar problemas embarazosos que pueden surgir de la incertidumbre.

Para los organistas

Este es un himno vigoroso, pero no debe sonar cortado, sino alegre. Asegúrense de mantener el tiempo constante y ayuden a los directores de música al comenzar con decisión al principio de cada estrofa.

Lo más probable es que se les pida que toquen el himno completo en la primera presentación, pero no será necesario hacerlo después de la primera vez.

La presentación más lógica de los himnos es el tocar la primera y última frases, o si no las dos primeras y las dos últimas.

—Ralph Woodward.

"Oh pueblecito de Belén" — Letra de Phillips Brooks, música de Lewis H. Redner, número 129 de Himnos.

Las palabras de este himno fueron escri-tas por un famoso predicador de Boston y la melodía por el hermano Redner, organista y superintendente de la Escuela Dominical. Redner había prometido a sus alumnos que compondría un nuevo him-no para el do-mingo de Navidad. El sába-do en la tarde aún no había logrado com-poner una melodía de su agrado y duran-te la noche, se despertó repentinamente con una melodía en su mente. Rápidamente escribió las notas y compuso así un himno que ha sido siempre del agrado de chicos y grandes.

Para los directores de música

Dirija este himno en tiempo moderado y conduzca a la congregación de manera cómoda.

Mantenga el tiempo constante durante las tres primeras líneas, y después hágalo más lento de la

.Para los organistas

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Observando el primer compás, ¿puede verse un problema? Es el siguiente: A pesar de que este himno debe tocarse legato, hay muchas notas y cuerdas, especialmente al principio. ¿Cómo deberá interpretarse para dar un efecto de legato? Aconsejamos que se toquen las notas tal como están escritas, pero que todo lo demás se interprete suavemente. Quizás esto requiera un poco de trabajo, pero si queremos tener buenos resultados, hay que practicar.

“Hoy sembramos la Semilla", de autor anónimo y música de Henry A. Tuckett y que es el número 135 de nuestro him-nario, además de ser un himno, es una canción espiritual de delicada melodía y excelente calidad.

Como lo hemos cantado tantas veces, casi todos nosotros sabe-mos sus palabras de memoria.

Sin embargo, día tras día nuevas per-sonas pasan a formar parte de nuestras Escuelas Dominicales y deben, aprender los himnos.

El objeto de la Escuela Dominical es abarcar la enseñanza del evangelio, pero la práctica de los himnos es un "curso" fundamental en los servicios de adoración.

La palabra "sembrar" es una expresión poética que implica la idea de que cada acto de los seres humanos crecerá como una planta y producirá buenos o malos frutos,

"Hoy sembramos la Semilla" no es solamente poesía; es además una oración piadosa y sentí-mental.

Analicemos el contenido de la cuarta estrofa: "Tu que ves nuestras flaquezas, hoy ayúdanos a sembrar."

Es aquí donde está la esencia de este himno. Una de nuestras principales responsabilidades como directores de música es hacer entender a la congregación que nuestros himnos están dedicados a Dios como cantos de alabanzas. ¿Qué valor tiene que digamos:

"Tú que ves . . . a tus ángeles encarga, la semilla vigilar . . .", si estamos pensando en otras cosas?

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Está comprobado, especialmente por los artistas y músicos, que cuando se recuerda de me-moria la parte correspondiente, es más fácil actuar "con el corazón". Es más expresivo, más sincero y más efectivo. Por eso es que queremos que se ayude a los miembros a memorizar los himnos y a sentirlos más profundamente

"A Dios el Padre y a Jesús"—letra, Tho-mas Ken, música tomada de un libro de salmos sui-zo; número 140 de Himnos.

Este himno fue escrito hace varios siglos. Es familiar a las denominaciones cristianas de todo el mundo. Es un himno de alabanza. Está considerado una doxología por su loa a la Trinidad: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

El himno tiene cuatro frases, y en ellas se expresa el pensamiento de "Alabad a Dios", lo cual quiere decir que debemos adorarle. "Dios, el Padre, y Jesús" son la fuente de "luz" y todos en esta tierra debemos "Alzar canciones de loor a ellos por su gran amor."

El himno tiene una melodía sencilla compuesta de cuatro frases. La melodía difiere en cada frase. La negra es la nota del compás. Hay cuatro calderones, que significan que debemos hacer una pausa en los compases quinto, noveno, décimo cuarto y décimo octavo. El himno debe cantarse y tocarse con dignidad y con un ritmo bien marcado. Puede usarse el movimiento que representa un intervalo para comenzar el himno.

Es apropiado cantar este himno al comenzar los servicios de adoración como al terminarlos.

“¿En el mundo he hecho bien?” Siendo que no está dirigido a Dios, éste no es, técnicamente, un himno. Compuesta y escrita por Will L. Thompson, esta alegre y a la vez espiritual canción — número 141 de Himnos— puede ser cantada tanto por adultos como por niños.

En los días del Antiguo Testamento, el profeta Samuel dijo:

". . . ¿Se complace Jéhová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la

grosura de los carneros." (1 Samuel 15: 22.)

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Viviendo a la luz del evangelio sempiterno, todo Santo de los Últimos Días debería preguntarse al finalizar cada jornada: ¿En el mundo acaso he hecho hoy a alguno favor o bien? ¿He hecho mi trabajo? ¿He magnificado mi llamamiento? ¿He cumplido los mandamientos del Señor de acuerdo a mi capacidad?

Cantemos esta canción con activo entusiasmo. La pregunta que el título encierra es todo un desafío a nuestra conciencia.

Para los Directores de Música

Especialmente al comenzar el primer verso, es algo difícil dirigir esta canción debido a su me-dida: seis por ocho. Resulta casi imposible marcar seis movimientos por medida; por consi-guiente, veremos que resultará más fácil reemplazarlos por dos movimientos suaves.

Sin embargo, encontraremos en la melodía varios lugares donde el hábito nos incitará a to-marnos algunas libertades con respeto al tempo. Para evitarlo, tratemos de conservar la suavidad de nuestra dirección, a fin de mantener la unidad de la medida y el tono.

Para los Organistas

Será conveniente que practiquemos bastante esta canción para poder ejecutarla dentro del ritmo apropiado.

Esta música fue originalmente escrita para piano y debido a esto se hace necesaria una más exacta acción de las manos. El director de música deberá pararse en. un lugar que permita al organista verle "por reflejo"; éste último necesitará tener sus ojos sobre la música, pero especialmente en esta clase de canciones es de suma importancia que siga las indicaciones (movimientos) del director.

"Tengo gozo en mi alma hoy"—letra de E. E. Hewitt, música de John R. Sweney, número 146 de Himnos.

Este himno es típico de los que surgieron el siglo pasado y fueron muy populares por su animada melodía. Se cantaban especialmente durante las conferencias.

Su mensaje es alegre y convincente. Con sólo cantar este himno, uno se siente inundado de gozo y fe. Se debe permitir que la congregación cante con comodidad, sin sujetarla demasiado, para que este himno cumpla su propósito. ¿Qué debe hacer el director de música en este caso? A continuación

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damos algunas sugerencias, quizá el lector pueda agregar algunas otras, que se adapten a las necesidades de su propia Escuela Dominical:

1. Es importante establecer un tiempo adecuado. Dirija con movimientos largos, para evitar un tiempo rápido. Obsérvese que casi todos los compases contienen dos sílabas, para que la congregación cante más rápido a un ritmo más lento. Las ochenta y ocho negras por minuto, equivalen a veintidós negras cada quince segundos. Este es el tiempo ideal. Para obtener un tiempo fijo, practíquese durante la reunión de preparación y pida la ayuda de alguien para que tome el tiempo. No hay ninguna razón para dirigir este himno con rapidez. Permítase que la congregación cante con comodidad, aunque la presión arterial del director de música comience a subir.

2. ¿Qué indicación usa para comenzar el himno? El movimiento del brazo hacia arriba, en el tercer compás, es la indicación que antecede al cuarto compás y con este movimiento se debe iniciar el canto. La congregación debe aspirar durante este tercer movimiento para estar listos para cantar la primera nota.

3. Dirija con simpatía y comprensión. Obsérvese que los cantantes respirarán con naturalidad en cada nota blanca con puntillo. No es necesario decirles que lo hagan.

4. Haga una pausa al final de cada estrofa. Teóricamente uno puede dirigir sin interrupción uniendo el final de cada estrofa con el comienzo de la siguiente. Pero no recomendamos este procedimiento.

5. La principal labor del director de música es dirigir a la congregación y mantenerla unida, como un pastor amable y bondadoso. La mayoría de lo que hemos dicho también se aplica a los organistas.

“Trabajad con Fervor",

letra y música de Evan Stephens; número 149 de Himnos.

Evan Stephen fue poeta y compositor al mismo tiempo. Al igual que Richard Wagner, que

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escribió la letra de sus dramas musicales, Evan Stephens escribió las palabras de muchos de sus himnos, obras corales y cantatas. Pero, ¡qué expresión, que maravillosa poesía escribió! Siempre expresó un amor ferviente por el evangelio, por los santos y las buenas obras, como veremos en este himno de práctica. Amaba el campo abierto y el Coro del Tabernáculo, el cual triunfalmente dirigió por muchos años (1890-1916).

Evan Stephens nació en 1854 en la villa de Pencader, al sur de Inglaterra. En 1866 cruzó el mar en un barco de vela y las llanuras (a pie) con una carreta de bueyes. En 1871 se le hizo director del coro en Willard, Utah, y en 1879 fue organista del tabernáculo de Logan.

Sus canciones y su música fueron escritas para sus hermanos mormones. Sería difícil valorar en demasía la obra de Evan Stephens; bástenos decir que ha sido catalogado por sus amigos como el padre de la música mormona.

Nuestros directores de música y organistas, así como la congregación, conocen muy bien este himno, porque se canta frecuentemente. Pero la manera en que se canta no es siempre muy buena. El estilo es lo que requerirá toda nuestra atención. Los himnos, como la gente, son de estilos diferentes. Siempre es necesario que reconozcamos el estilo de un himno y que lo presentemos del modo apropiado. El problema es que muchas personas tienden a cantar, dirigir y tocar todo, con cierta monotonía en el estilo, lo cual no es vigoroso, ni devocional, ni nada. Es simplemente monótono.

“Oh hablemos con tiernos acentos” Número

151 de Himnos. Su autor, Joseph L. Townsend, ha escrito muchos himnos y canciones espirituales para nuestra Iglesia. Todos conocemos las composiciones "Juventud de Israel", "Gran Salvador, Cerca a Ti", "El Alba Ya Rompe", "Cuando Cristo Descienda en Gloria", "Palabras de Amor", "Mansos, reverentes hoy" y muchos otros de gran espiritualidad.

El hermano Townsend nació en Pennsylvania en 1840 y vino a Salt Lake City en 1872, donde poco después se bautizó en la Iglesia.

Hay un libro sobre los himnos de nuestra Iglesia, escrito por George D. Pyper, en el que podemos leer: "Oh Hablemos con Tiernos Acentos" es uno de los más populares y atrayentes himnos que el hermano Townsend ha escrito. En ocasión de trabajar en la Superintendencia de una Escuela Dominical de grandes proporciones pudo observar cómo muchas veces la gente hablaba mal de sus semejantes y se le ocurrió pensar en qué maravilloso sería sí se usaran palabras más tiernas entre los miembros de la Iglesia. Con esta idea en su mente escribió esta canción que ha sido traducida a muchos idiomas. Algunos lo han denominado su mejor sermón y se cuenta que logró detener los chismes y

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habladurías entre la gente de su pueblo y producir además un cálido sentimiento de amistad."

Este himno es asimismo uno de los favoritos del presidente David O. McKay.

A los Directores de Música

El principal cometido de los directores de música consiste en acentuar el mensaje de este himno, el cual es profundo, práctico, hermoso, y concuerda en forma total con la doctrina que contiene el evangelio eterno.

" Señor del Cielo, Jehová" EL himno “ Señor del Cielo, Jehová" es de autor anónimo y es el número 156 de Himnos.

Esta melodía escrita por Oliver Holden (1765-1844) es una de las tonadas más viejas usadas hoy como himnos y es también una de las más grandiosas y queridas dentro del cristianismo. Por eso es que la recomiendo ampliamente.

Esta melodía, vigorosa de por sí, no necesita cantarse rápidamente para ser eficaz; por el contrario, la rapidez le quitará majestuosidad. Se recomienda usar una velocidad de 88 tiempos por minuto, o la que equivale a tres tiempos por cada dos segundos. El director debe familiarizarse con esta velocidad. El ritmo resulta mejor cuando se sujeta a una velocidad rígida con regularidad semejante a una marcha. No hay que retardarlo, ni siquiera al final.

Además, nótese que no hay ningún silencio. La congregación acomodará su respirar al himno, es decir, aspirará después de las blancas con puntillo, las que se cantarán como si fueran blancas seguidas de un cuarto tiempo de silencio. También habrá otros lugares donde la congregación podrá respirar.

¿Ha decidido usted ya, si este himno debe ser cantado suave y reverentemente o fuerte y con brío?

Si se decide esto con tiempo será de gran ayuda para lograr la meta que deseamos.

Invite a la congregación a que medite sobre el significado de las siguientes frases: "Tu obra ha de progresar" y "Revela ya tu gran poder". Unámonos para cantar estas palabras con toda nuestra fuerza, nuestro corazón y mente.

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Dirijamos a un mismo tiempo el órgano, la batuta y los cantantes para lograr una absoluta coordinación como la que obtendríamos conduciendo una cuadriga.

Hay gente que no comprende el poder del ritmo rígido. Por cierto que nadie tocaría una marcha en tiempo sincopado. Por eso tampoco podemos tocar esta marcha triunfal (presentada ahora en forma de himno) en una manera vacilante. Un ritmo parejo será imponente y poderoso.

¿Ha estudiado usted la parte más sublime de este himno? Creo que se encuentra en los tres primeros compases de la tercera línea donde la primera estrofa dice: "Tu nombre y tu paz". En esta parte todos deberán cantar tan fuerte como puedan. Preparemos nuestro corazón, entonces, para recibir el mensaje.

"Cuenta tus bendiciones", letra de J. Oatman, Jr., música de E. O. Excell, número 157 de Himnos.

Cualquiera que sea el país en que vivimos, ya sea que hayamos naci-do en la Iglesia o que hayamos sido convertidos a ella, la inmensa fe y valor de los pioneros en el comienzo de la historia de la Iglesia, son parte de nuestra herencia religiosa. Al enterarnos de la intrepidez con que se enfrentaron a problemas insuperables, y al darnos cuenta de las numerosas maneras en que el Señor los ayudó y protegió, nuestra fe y valor se fortalecen.

Las palabras del himno de práctica de este mes nos recuerdan la actitud de los pioneros. "Cuando te abrumen penas y dolor" contiene un mensaje que ha llegado a ser una fuente de valor para los Santos de los Últimos Días. A medida que lo cantamos, la congregación siente el espíritu que de él emana.

Supongamos que aceptamos el estilo vigoroso para este himno. El próximo escollo con que generalmente tropezaremos es que muchos directores de música confunden esto con la rapidez. Esta confusión deriva del hecho de que la manera más fácil de dirigir con vigor, es hacerlo con rapidez. Pero un tiempo rápido no se ajusta a este himno. ¿A qué conclusión llegamos, entonces?

En primer lugar, tratemos de determinar exactamente lo que es una velocidad de 100 compases por minuto, ya sea con la ayuda de un metrónomo o de un reloj. No nos pasemos de este tiempo. Ejercitémonos en hacerlo más bien lento, para poder disciplinarnos. Un ritmo rápido está fuera de lugar en esta música.

En segundo lugar, manténgase el ritmo de un modo riguroso, procúrese que los movimientos de la batuta sean definidos y que se distingan los acentos.

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La congregación no necesita acentuar ciertas partes, pero no es por demás que la batuta las indique.

Como resultado tendremos un estilo marcial, lo que hará la música más vigorosa, animada y tal vez hasta hipnótica. Generalmente requerirá el entrenamiento de un músico profesional para obtener un ritmo tan exacto, pero no hay ninguna razón que nos impida intentarlo. Imaginemos el redoble del tambor, bajo y sonoro, acompañado del sonido producido por los platillos durante el primer compás de cada estrofa. Recordemos que se debe mantener el tiempo aconsejado; no lo deje correr demasiado. Es mucho más difícil mantener el tiempo cuan-do el ritmo es lento que cuando es rápido. Por tanto inténtese mantener la velocidad moderada junto con el vigoroso ritmo marcial.

“A donde me mandes iré” Se encuentra en el número 175 de nuestro himnario. La música fue escrita por Carrie E. Rounsefell y la letra es de Mary Brown.

La mayoría de nosotros conoce este maravilloso himno misionero. No es solamente un poema de devoción y resolución de ponernos al servicio de nuestro Señor, sino que además es un himno dirigido a la Deidad, en la misma forma que ofrecemos una oración a nuestro Padre Celestial. Recordemos, sin embargo, que debemos pensar en El cuando cantamos. Estamos cantando para los cielos, no para el director de música.

"Oh Cristo, si tú me guiarás", "Contestaré con amor, Señor" y "Lo que me mandes, diré, Señor" son las palabras que mejor expresan el sentí-miento de súplica y promesa que hay en este himno.

Incluyendo el coro, ésta es una canción larga. El director de música deberá tener cuidado, por lo tanto, de conser-var el ritmo en base a 52 movimientos por minuto. El tiempo es tal que deberán

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marcarse dos movimientos por medida y no seis. Asimismo, puede fácilmente disponerse que cada estrofa se complete en poco menos de un minuto, por ejemplo en base a 48 movimientos.

Realmente recomendamos este tiempo como adaptable y cómodo. Si se hace correctamente, este himno será más fácil de dirigir.

No olvidemos que éstas son palabras muy valiosas. Entonces debemos aprenderlas de me-moria y aplicarlas a nuestras vidas, cuando tengamos la oportunidad de hacerlo.

"¿Qué es la verdad?"—letra de John Jaques; música de Ellen Know-les Melling, nú-mero 177 de Himnos.

En el capítulo dieciocho del evangelio de San Juan, leemos el relato de la conversación entre Jesús y Pilato: ''Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? . . . Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la ver-dad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito." (Juan 18:33, 37-38).

El hermano John Jaques nació en Inglaterra y se bautizó allí. Cruzó los llanos con la compañía de Martin en la cual murieron muchas personas debido a las tormentas de nieve. Su hija mayor estuvo entre los: que perecieron en este viaje, antes de recibir auxilio. Muy pronto fue llamado para ser misionero en Inglaterra y durante veinte años fue Ayudante del Historiador de la Iglesia.

Su himno destaca la belleza, valor y cualidades eternas de la verdad. El élder James E. Talma-ge comenta entusiastamente acerca de los diferentes valores inherentes a la verdad:

"Toda verdad es de valor; de inestimable valor, por cierto, en su lugar. Sin embargo, respecto a su posible aplicación, algunas verdades son de un valor incomparablemente mayor que otras. El conocimiento de los principios mercantiles es esencial para el éxito del negociante; del marinero se exige que esté al corriente con las leyes de navegación; al

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agricultor le es indispensable estar familiarizado con la relación entre el terreno y las; cosechas; el entendí-miento de los principios de matemática es necesario para el ingeniero y el astrónomo; en igual manera, el conocimiento personal de Dios es esencial para la salvación de toda alma que posea juicio y razón,

Por tanto, no se debe menospreciar el valor del conocimiento teológico; dudo que se pueda exagerar el valor de su importancia." (Artículos de Fe, páginas 4-5).

Este elocuente himno tiene una melodía enérgica, casi diríamos militar, la compuso Ellen Melling, quien fue convertida por élder Jaques en Escocia.

A los directores de música:

Recomendamos observar el tiempo sugerido de 76 movimientos por minuto, lo que hará el ritmo moderado en lugar de muy rápido. Además, trate de mantener un ritmo constante. Imaginémonos un desfile militar con el acompañamiento de tambores y un gran ejército buscando la verdad al ritmo de la música. No hay nada como el ritmo para dar vigor a la música. Le comunica un sentimiento de autoridad a la ejecución. Como se dijo de Jesús: "Enseñaba como quien tiene autoridad," por tanto dirijamos la música con autoridad rítmica. A veces se necesita entrenamiento profesional para poder lograrlo, pero aunque no lo tengamos, tratemos de lograrlo.

En este himno hay una nota con calderón. Tratemos esta nota como si fuera una blanca y démosle el equivalente exacto de dos compases. Evitemos variar el ritmo marcial.

A los organistas:

Este himno no es fácil de tocar, pero merece tocarse bien por la sencilla razón de que es uno de los favoritos entre los miembros. Recomendamos que se practique tocarlo con la ayuda de un metrónomo. Si logramos hacerlo bien, sentiremos gran satisfacción.

A la congregación:

"No hace mucho tiempo recibí en el tabernáculo de Salt Lake City, la agradable visita del gran experto en proyectiles, doctor Wernher Von Braun, para quien toqué el órgano. Al terminar mi interpretación, lo invité a que se sentara a mi lado para que viera cómo funcionaba el ór-gano, entonces le pedí que tocara alguna pieza. Pensé que, como la mayoría de la gente, se iba a negar, explicando que nunca había tocado el órgano en su vida, y que no le sería posible.

Pero para mi sorpresa y satisfacción, se corrió hasta el centro del asiento y comenzó a inter-pretar un himno muy conocido. Tocó de memoria, simplemente se acordaba de la música de cuando era niño y seguramente la tocaba en el piano." Creo que sería muy beneficioso que nuestros miembros trataran de aprender más himnos de memoria. Es un verdadero placer recordar cosas que han quedado guardadas en la mente, especialmente pensamientos tan poéticos como los que componen este himno.

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“Cuando raya el nuevo día” R. B. Baird, número 181 de Himnos. J. Spencer Cornwall, en su libro Historia de los Himnos Mormones dice: "Este himno está lleno de alegres exhortaciones y gratitud por el día sabático. Robert B. Baird, autor de este hermoso himno, fue

poeta y músico. Es uno de los himnos preferidos por las congregaciones que asisten a la Escuela Dominical."

El hermano Baird también es autor del himno "¡La Proclamación!", que se halla en la página 252 de Himnos de Sión. Nació en Glasgow, Escocia en 1855. Tuvo trece hermanos. Emigró a los Estados Unidos y se radicó en Willard, Utah, en el año 1863.

En Willard también vivía el poeta y compositor Evan Stevens, y no hay duda que ambos ejercieron influencia recíproca en la composición y práctica de himnos.

El hermano Baird fue el director del coro del barrio de Willard y enseñó música en las escuelas públicas del lugar. "Bienvenido Día Santo" es otro de sus hermosos y bien conocidos himnos. ¡Con qué alegría hemos cantado estos tres himnos durante años! Por más de un siglo han sido motivo de aliento a los santos, animándolos a seguir adelante en la obra.

A los directores de música

Cada estrofa comienza con las notas musicales rápidas que caracterizan estos himnos. Las mismas implican un movimiento hacia arriba y por lo general se suprimen al cantar. Reco-mendamos que se practiquen los dos primeros compases de cada estrofa. Que la gente tenga la oportunidad de respirar entre una y otra estrofa, indicando claramente el momento en que se debe empezar a cantar. Esto requerirá por supuesto, un movimiento hacia arriba con la batuta. Al mismo tiempo que el director de música ayuda a la congregación, también él se beneficiará.

Obsérvese que hay aproximadamente unas quince notas con puntillo. Si las mantenemos estrictamente, el ritmo será demasiado brusco. Recomendamos suavizar, o pasar por alto dichas notas. Debemos tratar de dirigir este himno en la forma acostumbrada. No es necesario hacer una aclaración sobre el punto, sería conveniente que las dos primeras notas del himno se cantaran como las dos corcheas que aparecen en el penúltimo compás al pie de la página.

Para los organistas

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Los órganos y pianos modernos están afinados en un tono más alto del que se acostumbraba en los días en que se escribió este himno. Aconsejamos, entonces, que se toque en el tono de Si Bemol. Este cambio es fácil, simplemente se toca cada nota en un tono más bajo del que están escritas. Pero si vamos a hacer el cambio, hay que hacerlo bien, para no estar en duda al momento de acompañar a la congregación.

Así como hay diferentes idiomas, colores o gustos, este himno se puede tocar en diferentes tonos, ya sea en Do, Si, o Si Bemol. La práctica dará muy buenos resultados. Será algo así como cambiar de perfume.

"Bienvenido, día santo" Este himno es el número 182 de Himnos. Su autor es R. B. Baird y su compositor Ebenezer Beesley.

Robert Bell Baird, autor de este hermoso himno, nació en Escocia y vino a Utah en 1863. Se radicó en Willard, donde dirigió el coro y enseñó música en una escuela.

Ebenezer Beesley, su compositor, nació en Ingla-terra en 1840. Emigró a Utah en 1859, donde más tarde fue director del Coro del

Tabernáculo Mormón por más de 9 años.

Este himno es uno de los más antiguos del repertorio de la Escuela Dominical, cuando sólo asistían niños y las reuniones Sacramentales no formaban parte de las escuelas dominicales.

La letra indica que estamos cantando alegremente unos a los otros, dándonos la bienvenida unos a otros a la hermosa Escuela Dominical. A pesar de que las palabras no se dirigen expresamente a nuestro Padre Celestial, debemos recordar que las estamos cantando en su presencia, en su santa casa, el día en que lo adoramos.

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Podemos aplicar aquí la sugerencia del Salmista, cuando dijo: "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehova con alegría; venid ante su presencia con regocijo." (Salmos 100:1-2.)

"Regocíjense los santos por su gloria, y canten. . ." (Salmos 149:5.)

Al analizar la música de este himno surgen algunas cosas interesantes. Tuvo por objeto ser un dúo de niños y niñas, cuando las voces de los niños aún no habían cambiado. No se escribió para coros ni tampoco para cantarse a cuatro voces por la congregación.

Primeramente aconsejamos que ningún hombre cante la voz del contralto, porque esta par-te, cantada una octava más baja, produce un sonido desagradable, y no es musical. De modo que en este caso todos los hombres deben cantar, o la melodía o la parte baja, y esta última es monótona y carece de interés. La voz de contralto, por lo tanto, deberá ser cantada sólo por las mujeres.

En segundo lugar, la melodía es bastante alta, por cierto, demasiado alta en la tonalidad de nuestros pianos en la actualidad. Aconsejamos entonces trasladarlo al tono de "Do Mayor". Constituye una ardua tarea para los organistas, pero les prometemos que los resultados serán maravillosos y recompensarán sus esfuerzos.

En tercer lugar, aconsejamos que si realmente se desea lograr esa vigorosa fuerza sagrada, se ponga a todas las voces masculinas a cantar la melodía junto con las sopranos. La mayoría de los compositores han comprendido y aplicado este principio para lograr las expresiones más sublimes. Tschaikowsky producía sus sonidos más fuertes haciendo que los segundos violines interrumpieran la melodía, mientras los primeros violines la tocaban una octava más alta y los violonchelos una octava más baja. Esta melodía simultánea en tres octavas produce un efecto exquisito.

Si realmente deseamos lograr verdadera potencia en la ejecución de este himno, cantémoslo en "Do Mayor" e indiquemos que todos canten la melodía, mientras el órgano o piano pro-duzca la armonía. Cantando al unísono habrá potencia en nuestra canción.

Un Señor, una fe, un bautismo; y para logar potencia en las voces de la congregación, una melodía al unísono y en octavas.

"Oh mi Padre"—letra de Eliza Snow, música de James McGranahan, número 187 de Himnos.

La letra de este hermoso himno se debe al genio poético de Eliza R. Snow. Lo cantaremos esta vez con la misma música con que lo cantaban nuestros miembros hasta el comienzo del presente siglo.

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El presidente Heber J. Grant amaba mucho esta melodía, y es natural ya que la cantaba desde su moce-dad. Muchos de nuestros músicos opinan que si se adoptara esta melodía para cantar "O Mi Padre", este himno se cantaría más a menudo. Recomendamos esta melodía, ferviente y espléndida por excelencia.

A los Directores de Música

1. Obsérvese lo que indica el metrónomo. Recomendamos que se use la velocidad de un compás por segundo. Diríjase lentamente pero con espíritu. Regúlese el tiempo con un reloj. Aconsejamos no ponerse nerviosos al enfrentarse a la congregación.

2. Al comenzar el himno, hágase una señal con ambos brazos hacia arriba. ¿Ha practicado el director de música últimamente cómo indicar a la congregación cuándo debe comenzar a cantar? Recuérdese que la congregación necesita tener los pulmones llenos de aire para can-tar las dos primeras notas. Dése entonces una clara indicación para que puedan cantarlas.

3. ¿Cantaremos toda la primera línea sin respirar? ¿Puede hacerse? Personal-mente creo que no vale la pena hacer tal esfuerzo. Además, la frase musical se divide a la mitad de la línea, y será natural que la congre-gación a-proveche este breve intervalo para respirar.

4. Nótese que la tercera línea comienza con un movimiento de los brazos hacia abajo en

lugar de hacia arriba. Por lo tanto, se recomienda indicar con claridad dicho movimiento. Si se quiere, se puede apresurar un poco el resto de la segunda línea, haciéndolo con buen gusto. Hágase todo lo que sea necesario para que la congregación se sienta cómoda, y aliéntesele a que cante al Señor con todo su corazón.

A los Organistas:

1. Si el himno se toca con pedales, aconsejamos que se haga una octava más bajo de lo que está indicado.

2. No se olvide de respirar en los mismos lugares que la congregación.

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3. Procúrese que el ritmo surja de los dedos con buen estilo. Se notará que la gente tiende a cantar de una manera vaga, pero no es necesario seguir este estilo con el órgano. Préstese atención al ritmo y manténgase. La congregación quedará admirada al ver el dominio que se tiene sobre el órgano. A todos complace escuchar ritmo, pero pocos lo mantienen. Ayude a la congregación para que lo mantenga.

4. El sonido del órgano o piano debe ser un poco más alto que el sonido de las voces de la congregación.

"Con maravillas obra Dios "—letra de William Cowper, música de William B. Bradbury; número 191 de Himnos.

El origen del poema que había de inspirar luego este himno es muy peculiar y digno de narrarse. Se cuenta que William Cow-per, quien vivía en Londres, se encontra-ba en un estado espiritual tan deprimido que una noche decidió suicidarse. Tomó un carruaje y pidió al cochero que lo con-dujera hasta el Río Támesis. Pero parece que una fuerza superior no quería que este hombre muriera. Durante el trayecto el cochero se durmió y el caballo, acostumbrado a recorrer la ciudad, siguió andando. Mientras tanto, Cowper medi-taba, ensimismado, sobre su amarga exis-tencia. De repente, el carruaje se detuvo y cuando el poeta se dispuso a bajar se encontró frente a su casa. El caballo había dado vueltas por la ciudad para volver al lugar de partida.

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William Cowper pensó entonces que "Dios había obrado misteriosamente para evitar su muerte" y, ya sin la idea del suicidio, escribió un poema para el que más tarde William B. Bradbury compuso la melodía.

Para los direcíores de música

Este himno se puede calificar como serio, noble, majestuoso y sublime. Su propósito es elevar nuestros corazones a nuestro Padre Celestial. "Levantemos nuestros corazones. . ." {Lamentaciones 3:41) y ". . . alza tu voz como trompeta. . ." (Isaías 58:1.)

Este himno concuerda no sólo con el Antiguo Testamento sino también con las revelaciones dadas a José Smith. "Grande es su juicio, maravillosas son sus vías, y el fin de sus obras nadie lo puede saber." (Doc. y Con. 76:2.)

Para ios organistas

Notaremos que el tempo de 54 medias notas por minuto es más bien lento. Por tanto, no nos apuremos e interpretémoslo en forma clara, seria y sagrada.

Hagamos, además, una pausa al final de cada estrofa, para conservar el ritmo y sentirnos có-modos

“Cuando hay amor”. El autor y compositor de este himno, número 194 de Himnos, es John Hugh McNaughton

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Continuamos presentando en este número los himnos y canciones espirituales para este año. Agregamos la expresión "canciones espirituales" porque técnicamente un. himno es

una oración que se dedica a Dios, en. forma de oración, pero los nuestros, además de ser dirigidos a Dios en forma de oración son melodías que regocijan el espíritu.

"Cuando Hay Amor" es un ejemplo de lo dicho anterior-mente, no exactamente una oración sino una canción "ante Dios", con un espíritu de gracias por las cosas bellas del mundo, y por el amor y alegría de nuestros corazones.

Dios ha sido tan justo que ha dado la oportunidad, a ricos y a pobres, de que sean poseedores de valores tales como el amor, la alegría, la paz y la felicidad, los cuales no se compran, con dinero.

El amor es la piedra fundamental de las enseñanzas de Cristo. Para ser Sus discípulos, debe-mos cumplir con la Ley del Amor: "En esto"—dijo—"conocerán todos que sois mis discípulos, se tuvieseis amor los unos con los otros." (Juan 13: 35.)

El profeta José Smith dijo: "Para ser justificados ante Dios, debemos amarnos los irnos a los otros. . . " Y el presidente David O. McKay escribió: "Lo que más deseo para la juventud de la Iglesia es que sean felices.

Y sé que el lugar donde se puede hallar más felicidad, es el hogar. Se puede convertir al hogar en un. pedazo de cielo—y para mí el cielo es una continuación del hogar ideal."

Ya que la melodía es sencilla en extremo, se debe poner especial énfasis en el mensaje que este himno contiene.

Himnos que se encuentran en “Himnos de Sión”

"Gracias por la Escuela Dominical"—Letra de William Willes, música de James R. Murray, número 222 de los Himnos de Sión.

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¿A quién damos gracias por nuestra Escuela Dominical en este himno? ¿Agradecemos acaso al superintendente, al obispo o al director de música? Es evidente que todas nuestras gracias están dirigidas a Aquel que mora en los cielos y que nos da tantas bendiciones. Por lo tanto, a El tenemos que dirigir todos nuestros pensamientos, ya que de El proceden todas las bendiciones.

En los cielos nuestro Padre Celestial no nos preguntará de qué color son nuestros vestidos ni ninguna trivialidad por el estilo. Examinará nuestros corazones para ver si realmente estamos cantando alabanzas a su nombre. Ofrecerle nuestros cantos es una experiencia emocionante. Nosotros como directores de música somos quienes determinaremos la actitud en el canto de los himnos. Y por cierto que no querremos olvidar este propósito cuando dirigimos la música.

Recomendamos una vez más que prestemos atención especial a la música. Conocemos bien la melodía, y la hemos cantado durante muchos años, por eso no hay razón para que insistamos demasiado en la misma. Pero podemos mejorar mucho la interpretación de nuestros himnos. Debemos recordar que el profeta Brigham Young se preocupaba que el órgano del Tabernáculo fuera de primera calidad y que se preparara lo más pronto posible para usarse en dicho edificio, "para poder cantar el evangelio y tocar los corazones de la gente". Cantemos hoy el evangelio para que llegue a nuestros corazones, y nos guíe a través de las diferentes etapas de la vida.

Sugerencias especiales: Debemos cantar fortissimo, alegremente, con completa sinceridad y convicción. Al menos las tres cuartas partes de la congregación deberán cantar la melodía, o mejor aún, que todos canten. Las voces masculinas sonarán como trombones al cantar la melodía que acompaña este himno.

"Gran Salvador, Cerca a Ti."—letra de J. L. Townsend, música de William Clayson, número 243 de los Himnos de Sión.

Para los directores de música

Joseph L. Townsend fue uno de nuestros mejores compositores de himnos. Compuso muchas poesías, y por muchos años hemos cantado con especial afecto la letra de unos dieciséis

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himnos que escribió. Entre ellos podemos mencionar: "Cuando Cristo Descienda en Gloria", "El Alba Ya Rompe", "Juventud de Israel", etc.

Un escritor dijo: "Cualquiera que visite a nuestro querido escritor en su pintoresco hogar en el cañón de Payson, estará de acuerdo en que es una morada ideal para un poeta."

El hermano Townsend fue un hombre muy culto, poseedor de una mente y un espíritu sensibles a la belleza de la naturaleza y a la majestad del evangelio. La letra del himno de práctica de este mes es ferviente, por tanto, cantémosla con todo nuestro corazón dirigiéndonos, al cantar, al trono en lo alto, donde nuestro Salvador Jesucristo está a la diestra de Dios el Padre.

La música no presenta ninguna dificultad. La melodía es tan natural, tan fácil de cantar, que no necesitaremos dar instrucciones especiales en cuanto a la manera de cantarla. Todos la saben bien, así que con más facilidad podremos esforzarnos en cantarla con el corazón y la voz. No hay que cantarla muy suavemente, pero esto no quiere decir que debemos gritar. El tiempo es moderado, de tal manera que no distraerá a la congregación.

Para los organistas

William Clayson, compositor de esta encantadora melodía, también vivió en Payson, Utah, donde dirigió varios coros y formó la banda militar de Payson.

Escribió la música de muchos de nuestros himnos, entre los que podemos mencionar "Juventud de Israel" El hermano Townsend, refiriéndose al hermano Clayson, dijo: "Las melodías del hermano Clayson se han cantado en los fiordos y los bosques de pinos de Noruega, bajo las palmeras de Palestina; en los glaciares de los Alpes Suizos; junto a los muros de los castillos del Rhin; desde el extremo norte de las Islas Británicas hasta las islas del Canal de la Mancha; sobre los barcos que cruzan el Atlántico, así como a lo largo de la costa oriental desde Canadá hasta Florida; desde Alberta hasta las Cordilleras de México y desde los bosques de pinos de Oregon hasta los huertos de naranjas de California. Los misioneros las han llevado a las islas Sandwich, a la Polinesia del Pacífico, y a los continentes que están bajo la Cruz del Sur, y dondequiera que los élderes viajan, llevan consigo la inspiración de las melodías escritas por el hermano Clayson."

Al tocar este himno, procure manifestar el espíritu que contiene y expresarlo así al interpretar la melodía. La-música expresa "un afán, esperanza, anhelo, confianza" que corresponden exactamente con las palabras y mensaje de que estamos tratando.

De la misma manera que es posible cantar con fervor, se puede tocar la música ferviente-mente. La manera de hacerlo no se puede expresar con palabras, pero involucra tocar suave-mente, con claridad y sin tropiezos, acompañando perfectamente el canto de los santos.

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"Dedicaré Mi Juventud al Señor"—letra de E. R. Snow, música de Thos. Mclntyre, número 52 de Himnos de Sión. Este himno de adoración fue escrito por Eliza R.

Snow, poetisa mormona. Sus palabras dan un hermoso mensaje del e-vangelio a los jóvenes, y a pesar de que el significado com-pleto es muy difícil de com-prender para los más pequeños, será muy claro para los mayor-citos,

A los directores de

música

Enseñemos solamente las dos primeras líneas a los niños más pequeños, y entonces pidamos a los oficiales y maestros que canten las dos últimas líneas, mientras los niños escuchan. Después de practicar-lo por un rato, los niños se podrán unir a los adultos para cantarlo. Quizá cuando comiencen, los niños sepan solamente algunas pocas pa-labras, pero antes de que siquiera nos demos cuenta, habrán aprendido toda la primera estrofa. Algunos directores de música quizá prefieran usar este himno en los servicios de adoración del mes siguiente.

A los organistas

Debido a que quizá el himno sea desconocido para algunos de los niños, el organista deberá tocar la melodía con la mano derecha y combinarla después con el acompañamiento. Tanto el organista como el director de música deberán interpretar las frases de la misma manera.

Una idea interesante, sería usar el himno como preludio, el mes antes de comenzar a enseñarlo a los niños como himno de práctica. Después que los chicos hayan aprendido la música y las palabras, el organista deberá tocar el himno exactamente como está escrito, y permitir que los niños lo escuchen.

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—Florence S. Alien.

Cronología de Alexander Schreiner , por su hijo John Schreiner, Abril 2009

AñoEda

dEvento

1901 Julio 31, nació en Ackerstrasse 21 en el distrito Steinbühl de Nüren-berg, Alemania..

1903 2 Su familia se convierte a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

3 Estaba asombrado de como los dedos de un pianista pueden produ-cir la música, mientras observaba las prácticas del coro realizadas en su hogar. Se rehusaba ir a la cama antes de que el coro terminara de practicar.

4 Experimentaba en el piano para encontrar las notas que correspon-dían a los tonos escuchados en las prácticas del coro; su madre can-taba junto a él para animarlo en sus esfuerzos.

5 Comienzan sus lecciones de piano, empezando a aprender los him-nos y piezas para coro.

1906 5 Primera presentación pública, tocando el himno de Alemania "Eins ist Not," en el piano, en una reunión de la Iglesia por la Navidad. Tocó solo la línea de la melodía.

8 Podía ya tocar todos los himnos y piezas para el coro y fue nombrado organista de la Rama de Nürenberg. Tocó en un pequeño órgano. . (Años después, algunos sugirieron que se sentaba sobre algunos li-bros para ayudarlo a alcanzar el teclado. Su respuesta fue: “No es así, pues mis piernas no podrían haber alcanzado los pedales para bombear el aire”.)

1911 10 La congregación ahorró para comprar el más grande modelo de órga-no para que lo tocara. (Noventa años después, Georg Steinmeyer de la famosa firma alemana de órganos revisó las especificaciones

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de ese órgano y reconoció que la firma de su familia lo había cons-truido).

1912 11 En octubre, la familia hizo la decisión crucial de emigrar a los Estados Unidos para estar más cerca de la cabecera de la Iglesia en Utah. Cruzó el océano en un buque de 8,000 toneladas, temiendo de lo que pudiera pasarles ya que el mucho más grande buque de 45,000 tone-ladas, el S.S. Titanic, había naufragado hacía cerca de seis meses antes en su viaje inaugural. Transferidos del buque al tren en Mon-treal, Canadá.

11 Primer domingo en Utah, fue nombrado organista substituto. Inme-diatamente prosiguió con sus clases de piano.

1913 Enero, recibió una carta con saludos de Robert Heinlein, anterior compañero del sexto año de la escuela primaria Melanchthon en Nu-remberg. La carta estaba firmada por todos los 41 estudiantes en la clase, y por su maestro, Herr Fischer, y fue muy apreciada y guarda-da cuidadosamente a través de los años.

1914 13 Comenzó el estudio de piano y órgano con el Profesor John J. Mc-Clellan, organista del Tabernáculo. Las lecciones pronto se incremen-taron de una a dos por semana.

13-15

Devoraba con placer la grande existencia de arreglos a cuatro manos de óperas, sinfonías y conciertos disponibles en la biblioteca pública, desarrollando habilidades de lectura a primera vista e improvisación.

16-17

Mientras estudiaba, tocaba el órgano en teatros de cine (las películas mudas, la única clase que había entonces). Debido al pedido de su padre, invirtió parte de sus ganancias en un carro Ford modelo T para evitar esperar por el autobús después de la última película en las frías noches de invierno.

18 Eligió diferir los estudios en la universidad en favor de oportunidades de ganar dinero. Aceptó la posición de organista en un teatro de Bu-tte, Montana. Sus padres estaban preocupados de verlo partir de ca-sa a edad tan temprana.

19 Aceptó la posición de organista en un teatro de Portland, Oregon. Aquí y en Butte, típicamente permanecía después de la última pelí-cula de la noche para aprender los preludios y fugas de Bach.

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1921 20 Tocó sus primeros recitales en el Tabernáculo de Salt Lake City

1921-1924

Misionero en el sur de California. Se dedicó a sus asignaciones en la Iglesia. Rechazaba invitaciones para tocar en teatros e iglesias no

mormonas, excepto para conciertos especia-les. Una de tales excepciones fue tocar en el Angelus Temple con capacidad de 5,300 a-sientos, construído por el evangelista Aimee Semple McPherson. Desarrolló en su misión habilidades para discursar y de liderato.

1924 22 Abril, nombrado Organista del Tabernáculo, un puesto que ocuparía por 54 años. (Aunque joven, el primer organista del Tabernáculo fue todavía mas joven! Joseph J. Daynes fue nombrado en 1867 a los 16 años, y sirvió 33 años.)

1924-1926

Paris, Francia. Estudió órgano y teoría de la música con Henri Libert, Charles-Marie Widor, y Louis Vierne. (McClellan le había aconsejado estudiar en el extranjero, diciendo que éñ no tenía mucho mas que ofrecerle como maestro, pero que Schreiner tenía considerablemen-te mas potencial para ser desarrollado).

1925 A principios del verano, hizo un corto viaje de París a su nativa Ale-mania para visitar a sus primos en Nürnberg, y en Bubenheim y Kat-tenhochstatt (pequeños poblados cercanos a Weissenburg, al sur de Nürnberg).

1926 En su viaje de regreso de Europa a Utah, se detuvo en Hartford,Connecticut, para hablar con directivos de la compañía Austin Organ concerniente a un órgano para el tabernáculo.

1926-1930

Resumió su trabajo en Salt Lake City, tocando ene l Tabernáculo y para películas mudas, y en Los Angeles, tocando en la Primera Igle-sia Metodista Episcopal y en el Teatro Metropolitan. (Estos fueron a-ños de transición cuando las películas mudas dejaron de proyectar-se y películas con sonido llegaron. Entonces los organistas de teatros ya no fueron mas necesarios).

1927 Junio 7, se casó con la celista Margaret Lyman, una amiga que cono-ció primero en la secundaria, y compañera de estudios de música en

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París.

1929 Julio, primera transmisión en radio de "Música y Palabras de Inspira-ción” con el Coro del Tabernáculo y el órgano desde la Manzana del Templo en Salt Lake City." (Esta vendría a ser, y permanece, como el mas antiguo programa semanal en el mundo).

1930-1939

Organista y conferencista en música de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), tocando en tres programas por semana, en-señando armonía y composición. Pasaba los veranos en Salt Lake City, compartiendo la tarea de recitales de órgano diarios y transmi-siones semanales.

1931 Nació su hijo Richard.

1933 Nació su hijo John,

1937 Enero, "Organ Voluntaries" publicado primero de seis volúmenes de música de órgano que él seleccionó, arregló o compuso. Este primer volúmen permanecerería en constante publicación por setenta años.

1937 Abril, solista con la Filarmónica de Los Angeles dirigida por Otto Kl-emperer, ejecutando el Guilmant's Concerto en Re Menor para ór-gano y Orquesta.

1937 Junio, tocó en la Convención Nacional de la Asociación Americana de Organistas (AGO) en Cincinnati, Ohio.

1937 Elegido Decano (presidente) del capítulo de California de la AGO.

1938 Alcanzó la FAGO, Fellow of the American Guild of Organists, su mas alta designación por logros profesionales.

1939 Nació su hija Gretchen.

1939 Regresó a Salt Lake City de Los Angeles, para ocuparse de tiempo completo en el Tabernáculo. La familia se mudó temporalmente a los Departamentos Mayflower Apartments en la calle East South Temple hasta que encontraron una casa adecuada. Pero no hallaron ningu-na, así que ahí se convirtió en su residencia permanente.

1939 38 Ingresó a la Universidad, una meta largamente diferida, pero no olvi-dada. Se registró como estudiante en la Universidad de Utah, sentán-dose con estudiante a los que doblaba en edad. En 1942, recibió su

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licenciatura y fue elegido con honores a la Asociación Phi Beta Ka-ppa.

1943 Comenzó a realizar giras de conciertos bajo el manejo del empresa-rio neoyorkino Bernard LaBerge, con cerca de giras por todo el país por los próximos 30 años . Las primeras consistieron en 16 aparicio-nes de California a Nueva York, incluyendo el Auditorio Northrop en Minneapolis, Minnesota. Tocó bajo los auspicios de LaBerge cerca de 600 veces, apareciendo en casi todos los estados, y en Canadá, Europa y Sudáfrica.

1944 Realizó un concierto en el órgano mas grande de Montreal, Canadá. Esta fue su segunda visita a Montreal, la primera fue en 1912, cuan-do la familia desembarcó después de su viaje por el océano.

1944 Primer concierto en la ciudad de New York, en la Iglesia Episcopal de St. Bartholomew

1945 El constructor de órganos G. Donald Harrison de la firma Aeolian-Skinner visitó Salt Lake City para inspeccionar el órgano del Taber-náculo.

1946 Nació su hija Julianne.

1947 Solista con la Sinfónica de Utah en el Tabernáculo, ejecutando la pre-miere americana del Concierto en E menor del organista francés Marcel Dupré. Dupré envió una nota de aprecio.

1948 Febrero. Como organista invitado, tocó en el pro-grama de radio de E. Power Biggs un domingo por l mañana desde la Universidad de Harvard. Esta fue una forma de reciprocidad profesional. En dos ocasiones, una antes y otra después, Biggs estuvo en Utah y tocó su programa desde el Tabe-rnáculo. (Biggs era escuchado a nivel nacional en su programa semanal de 1942 a 1958.)

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1948 Se hace una revisión del himnario SUD con varios nuevos himnos, diez compuestos en su música por Schreiner.

1948 Diciembre. Se termina la instalación del órgano Aeolian-Skinner Opus 1075 en el Tabernáculo, un proyecto de tres años. La placa de la consola del órgano personalmente firmada por G. Donald Harrison. El nuevo órgano de 188 filas de tubos reemplazó al órgano Austin de 100 filas instalado en 1916.

1952-1970

Escribió un artículo mensual de instrucción y apoyo a los músicos de la Iglesia que aparecieron en la revista de la Iglesia The Instructor.

1954 53 Agosto, galardonado con un doctorado en Filosofía en la Universidad de Utah. Su disertación fue un composición del Concierto en Si me-nor para órgano y orquesta. Tuvo que suspender sus giras por tres años para lograr esta meta. (Después, recibió otros cuatro doctorados honorarios.)

1955 (cerca de )

Comenzó con un programa de radio con música de órgano. Era transmitido los domingos por la noche por cerca de 20 años desde Lago Salado a través de la señal de la estación KSL. Tuvo seguido-res de toda la parte occidental de los Estados Unidos y de algunas islas del Pacífico. Narraba sus números favoritos, permitiendo a los escuchas conocer su personalidad.

1955 Agosto-Septiembre. El Coro del Tabernáculo realiza su primera gira de conciertos en Europa. Schreiner ejecutó conciertos en el Royal Albert Hall de Londres, en el Con-certgebouw en Amsterdam, y en el Kursaal (auditorio) en Wiesbaden, Alemania.

1955 A fines de septiembre, habló y tocó en los servicios de la Rama Nü-renberg donde había servido como organista años atrás. Tuvo una

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reunión con su compañero de 6o grado, Robert Heinlein después de 43 años. Para su sorpresa, después de 43 años, Heinlein trajo a su todavía vivo maestro, Herr Fischer! Visitó la fábrica de órganos Steinmeyer en Öttingen, Bavaria, y se reunió con primos en las cer-canas Bubenheim y Kattenhochstatt.

1956 Febrero, estreno mundial de su Concierto en Si menor con la Sinfóni-ca de Utahm en el Tabernáculo.

1956 Junio, tocó en la Convención Nacional de la AGO en la ciudad de Nueva York.

1959 Julio. Publica el artículo "En búsqueda de una escala subjetiva," pu-blicado en la revista trimestral de la AGO También publicado en julio de 1960 en el Piano Technician's Journal

1960 Tres de los programas semanales de media hora fueron grabados para la televisión y transmitidos por medio del sistema de televisión educativo na-cional. Estos fueron de los primeros programas para la televisión de mú-sica de órgano.

1965 7o. y último concierto en Nueva York, en la Iglesia Riverside.

1967 Octubre. Escribe el artículo "Las virtudes de la Música” publicado por la revista Clavier.

1968 9o. y último concierto en Minnesota, en la Iglesia Metodista Christ United, Rochester.

1968 Diciembre, Escribió el artículo, "Mis mejores cien libros para la edifi-cación de maestría musical”, publicado en The Instructor. * Esta lista se incluye al final de este resúmen biográfico.

1971 70 Mientras se encontraba en Europa cumpliendo asignaciones de la I-glesia, viajó a Weissenburg, al sur de Nürenberg, e invitó a primos y amigos a una fiesta por su 70o. Aniversario; tocó el piano mientras

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los deleitaba con algún chiste (en alemán).

1975 Recibió la Cruz de los Oficiales de la Órden de Mérito, Primera Clase, la más alta condecoración conferida en artes profesionales por la Re-pública Federal Alemana.

1977 Febrero, tocó algunos conciertos para órgano de Handel y Schreiner (uno barroco y otro moderno) con la Sinfónica de Rockford, Illinois, conducida por su amigo de mucho tiempo, Crawford Gates.

1977 Febrero, una corta entrevista un domingo por la mañana en la Radio WCCO, Minneapolis, siguiendo la transmisión semanal del Coro del Tabernáculo.

1977 76 Diciembre. Retirado, concluyendo un llamamiento de cerca de 54 a-ños.

1979 77 Mayo, un concierto final en UCLA por su aniversario 50.

1983 81 April. En dos sucesivas noches en centros de estaca SUD en St. Paul y Minneapolis, tocó el concierto de piano de Schumann con su hijo amateur John, en dos pianos. Su hijo tocó la parte del solo, y su pa-dre tocó la parte de la orquesta.

1983 82 Otoño, tocó un pequeño recital en el Tabernáculo para un grupo de líderes empresariales de Minnesota, tocando su amado órgano Aeo-lian-Skinner por última vez.

1984 Publica su autobiografía, Alexander Schreiner Reminisces, con 177 páginas, 60 ilustraciones. Incluye reimpresiones de artículos publica-dos:

1985 Mayo 13, fallece su esposa Margaret, de 81 años. Habían estado ca-sados por cerca de 58 años. Ella nació el 15 de septiembre de 1903 en Ithaca, New York.

1980's En sus años finales, un libro de los preludios de Rachmaninoff esta-ba en presencia continua sobre su piano Steinway. Tocaba de este libro casi a diario para su deleite personal.

1987 86 Septiembre 15, fallece en Salt Lake City (en el día del cumpleaños de su esposa.

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Obras recomendadas por Alexander Schreiner para el estudio del piano y el órgano

Compositor Título

Lista de piano:

1.Thompson, John Earliest Beginner (or Adult Preparatory Piano Book)2.Thompson, John Grades I, II, II, IV, V3. Bartok, Bela 42 Hungarian Folk Melodies4. Czerny, Carl 100 Progressive Studies Opus 1395. Prokofieff Music for Children6. Hanon El Pianista Virtuoso7. Handel, G.F. 12 Easy Pieces8. Bartok, Bela Microcosmos9. Haydn 20 Sonatas10. Haydn Concerto in G11. Tschaikowwsky The Seasons12. Mendelssohn, F. 49 Canciones sin palabras13. Debussy, C. Children's Corner14. Clementi, M. Gradus ad Parnassum15. Grieg, E. Lyric Pieces16. Ravel, M. Sonatine17. Stravinsky Preludes18. Kessler 15 Selected Studies19. Scarlatti 22 Piano Pieces20. Bach, J.S. Two and Three part Inventions21. Bach, J.S. French Suites22. Bach, J.S. English Suites23. Bach, J.S. El Clavecín bien Temperado, 48 Preludios y Fugas Volúmen I24. Bach, J.S. El Clavecín bien Temperado, 48 Preludios y Fugas Volúmen II25. Bach, J.S. Concerto en Re menor26. Mendelssohn, F. Concerto en Sol menor27. Liszt, F. Consolations28. Cortot, Alfred Rational Principles of Pianoforte Technique29. Schubert, F. Eight Impromptus30. Schumann, R. Album for the Young, Opus 6831. Schumann, R. Abegg Variations32. Schumann, R. Viennese Carnival, Opus 2633. Schumann, R. Novelettes, Opus 2134. Schumann, R. Fantasy Pieces

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35. Schumann, R. Kreisleriana, Opus 1636. Schumann, R. Sonata en Fa sostenido menor37. Chopin, F. 27 Etudes38. Chopin, F. 51 Mazurkas39. Chopin, F. 19 Nocturnes40. Chopin, F. 25 Preludes41. Chopin, F. 15 Waltzes42. Chopin, F. 11 Polonaises43. Chopin, F. Three Sonates44. Chopin, F. Four Ballades45. Mozart, W.A. Concerto en La Mayor46. Mozart, W.A. 19 Sonatas Vol. I47. Mozart, W.A. 19 Sonatas Vol. II48. Beethoven, L. 32 Sonatas Vol. I49. Beethoven, L. 32 Sonatas Vol. II50. Beethoven, L. 32 Sonatas Vl. III51. Beethoven, L. Concertos (especialmente IV, y V)52. Brahms, J. Rhapsodies53. Brahms, J. Intermezzi54. Grieg, E. Concierto en La menor55. Debussy, C. Preludes56. Franck, C. Prelude, Choral and Fugue57. Franck, C. Prelude, Aria and Finale58. Rachmaninoff, S. Preludes59. Ravel, M. Gaspard de la Nuit60. Liszt, F. Twelve Etudes Transcendental

Lista de órgano

61. Gleason, H. Method of Organ Playing62. Bach, J.S. Eight Little Preludes and Fugues63. Buck, Dudley Studies in Pedal Phrasing64. Schreiner, A. Organ Voluntaries (Volúmenes I, II y III)65. Brahms, J. 11 Chorale Preludes66. Bach-Kraft 18 Selected Chorale Preludes67. Guilmant. A. Sonatas III, IV68. Bonnet, J. Historical Organ Recitals Vol. I69. Bonnet, J. Historical Organ Recitals Vol. II70. Bonnet, J. Historical Organ Recitals Vol. III71. Bonnet, J. Historcial Organ Recitals Vol. IV72. Bonnet, J. Historical Organ Recitals Vol. V73. Bach, J.S. Fantasies and Fugues74. Bach, J.S. Preludes and Fugues75. Bach, J.S. Toccatas and Fugues76. Bach, J.S. Passacaglia and Fugue

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77. Bach, J.S. 45 Chorales from the Orgelbuschlein78. Bach, J.S. 18 Great Chorales79. Bach, J.S. 6 Schubler Chorales80. Bach, J.S. 6 Trio Sonatas81. Mendelssohn, F. Organ Sonatas (especialmente I, II, VI)82. Franck, C. Three pieces for Organ83, Franck, C. Six Pieces for Organ 84. Franck, C. Three Chorales for Organ85. Vierne, L. Triptique 86. Vierne, L. 24 Pieces de Fantaisie87. Widor, C.M. Symphonies (especialmente V, VI)88. Handel, G.F. 12 Organ Concertos89. Handel, G.F. The Messiah (piano and vocal score, played at the organ)90. Haydn, J. The Creation Oratorio (piano an vocal score)91. Mendelssohn, F. St. Paul Oratorio92. Mendelssohn, F. Elijah Oratorio 93. Brahms, J. The German Requiem94. Vierne, L. Symphonies (especialmente I, II)95. Reubke, J. Sonata on 94th Psalm96. Sowerby, L. Symphony en Sol Mayor97. Dupre, M. Three Preludes and Fugues, Opus 798. Dupre, M. Three Preludes and Fugues, Opus 3699. Messiaen, O. La Nativité du Seigneur, Nine Meditations100. Durufle, M. Suite for Organ Opus 5

*Esta lista fue publicada en The Instructor, Julio 1958.

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Fuentes consultadas

*Artículo: Major influence on Church music, Church News, publicado el 15 de septiembre de 2001.

*Wikipedia

*Sitio en internet de Alexander Schreiner

*Ejemplares de la Revista Liahona, años 1962 a 1969, obtenidos en Biblio-teca SUD. Blogspot

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