Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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siglo veintiuno editores, 5a de ci¡CERRO OE.L ,t.GUA 248. D£LEGACION COVQAcAN, 00'0 ":IExrCO. D.F.

siglo veintiuno de españa editores, saCNlAZA s, Iol~Rro 33. ESPAÑA

siglo veintiuno argentina editores, sa

siglo veintiuno de .colombia; ItdaAV. 3&,11,73 PRI"'ER PISO, 9OO01A, O,E. COlOfolBIA

portado de anhelo hern6ndez

primero edición en español, 1979. @ siglo xxi de espoño editores, s.a.séptimo edición en español, 1987.@"siglo xxi editores, s.a. de c.v,IS8N 968-23-1018_0

fprj~~ro edición en francé:s, 1978. .~@ :presses universitaires de fronce,:tltulo original: reta', le pouvoir. le sociolisme. -'derechos reservados conforme a la ley~ir:npresóy ~echo en méxic9/printed ond mode in mexico

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3. LA LEY __',I. Ley y'-.él

4. LA NACI6_JI. La mat-,:poral y \Jy las cla~"s

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LAS LUCR' ~DE UNA Rid1. EL ESTJj.2. EL ESTAtJ3. ¿HACIA UI"",

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1. EL ESTADO y LAS CLASES DOMINANTES , ..2. EL ESTADO y LAS LUCHAS POPULARES .. '3. ¿HACIA UNA TEORIA RELACIONISTA DEL PODER?4. EL PERSONAL DEL ESTADO oo. oo •••• 000

SEGUNDA PARTE

LAS LUCHAS POLITICAS: EL ESTADO, CONDENSACIONDE UNA RELACION DE FUERZAS

1. EL TRABAJO INTELBCfUAL y EL TRABAJO MANUAL: EL SABER Y EL,PODER o ••••••••• o.' o •• o.. o •• o •• o" O" o •• o •••••••••

2. LA INDIVIDUAliZACIÓN .0' o.' o ••••• o., o •• o" ." •••••• o.' ••• 00"

L La aro. "ón del Estado Y las técnicas del poder, 70,-U. Las raíces del totalitarismo, 78.

3. LA LEY ,., , .. , , , ' .. ' .1. Ley Y terror, 87.-U. La ley modo!roa, lOO.

4. LA NACtóN .. ' .. ' .. ' .. ' ., ... ' ,.. ,.. ,.... , ." .. 'l. La matriz espacial: el territorio, 118.-11. La matriz tero.poral y la historicidad:' la tradición, 128.-UL La nacióny las clases, 137,

PRIMERA PARTE

LA MATERIALIDAD INSTITUCIONAL DEL ESTADO

INTRODUCCION

1. SOBRE LA TEORIA DEL ESTADO .... o •• o •• ". o" ••

2. Los APARATOS IDEOLóGICOS: ¿EL ESTADO = REPRESIÓN + IDEO-LOGíA? o" o.' o., o •••• '

3. EL ESTADO, LOS PODERES Y LAS LUCHAS ..

ADVERTENCIAS ... ..'

INDICE

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IndiceTERCERA PARTE

EL ESTADO Y LA ECONOMIA EN LA ACTUALIDAD

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, 1. SOBRE. LAS FUNCIONES ~CONOMlCAS Dl!L ESTADO ... ". . ..2. ECONOMIA y POL1TlCA .........• '" ... ' ..J. Los L1MlTES DEL ESTADO-MOlOCH ".4. CONCLUSIONES PROVISIONALEs

CUARTA PARTE

EL OCASO DE LA. DEMOCRACIA!ESTATISMO AUTORITARIO

HACIA UN SOqALISMO DEMOCRATICO

1. ESTATISMO AUTORITARIO Y TOTALITARISMO .... ,' ". ". . 2472. LA iRRESISTIBLE ASCENSIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO 2653. EL PARTIDO DOMINANTE DE MASAS -', ... ... ... ... 285

.4. DEBilITAMIENTO DEL ESTADO ... ". '.. ' .. ' .. '.. '296

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ADVERTENCIAS

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La urgencia que se encuentra en el origen de este texto con-cierne, ante todo, a la situación política en Europa: si lacuestión de un socialisIllo deIllocrático está lejos de hallarsea la orden del dia en todas partes, se plantea, no obstante,en varios países europeos. Dicha urgencia concierne, igual-Illente, a la eIllergencia de un nuevo fenóIlleno -el estatisIlloautoritario-, que marca, poco o mucho. al conjunto de lospaíses llamados desarrollados. Remite, en fin, a la discusiónque se desarrolla en la actualidad, tanto en Francia como enotros lugares, sobre el Estado y el poder. .

Los trabajos sobre este tema se presentan en forma quese dice teórica o, al contrario, en forma de intervención po-lítica en una coyuntura precisa. Como es sabido se trata deuna vieja costumbre. Yo he intentado desprenderme de ella:los problemas .actuales son lo suficientemente importantesy nuevos como para ser tratados a fondo. y de otro lado,hoy menos que nunca, la teoría no puede complacerse ensu torre de marfil. .

Pero el intento de escapar a esa confortable costumbretiene sus inconvenientes, que por mi parte no siempre hepodido. o sabido. evitar. Se resumen en la tendencia a pecarpor exceso, al mismo tiempo que por defecto. en uno u otrosentido. Ante todo. en el sentido teórico: no he podido. evi-dentemente, tratar todos los problemas que se plantean enese terreno, Y tampoco he podido ir al fondo en todos lostratados. Por consiguiente este texto no tiene un ordenamien-to sistemático. Sus partes se encadenan y remiten entre sí,pretendiendo, más que nada, esclarecer tales o cuales as-pectos de las diferentes cuestiones.

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2Nicos Poulantzas

Luego, en el sentido político: no he podido abordar nin-guna coyuntura política concreta, ni siquiera la de Francia,en sus detalles y particularidades.

El estatuto del presente texto explica, en todo caso, elescaso espacio que ocupan las referencias bibliográficas.Dada la inmensidad de la literatura existente sobre estostemas, y mi propósito de evitar la pesadez académica, heoptado deliberadamente por limitar esas referencias al es-tricto mínimo: por lo general, a los casos en que cito expre-samente a un autor y a las investigaciones lIevadas a caboen Francia.

Ello vale igualmente para las llamadas obras clásicas delmarxismo. Todas las referencias figuran en mis libros ante-riores. Pero en este último caso no son ésas las únicas ra-zones de mi opción. También hay otra: no puede habermarxismo ortodoxo. Nadie puede considerarse guardián dedogmas y textos sagrados: no he intentado cubrirme Conesos textos. Lo cual explica también que use, en este libro,el pronombre personal y que haga referencia a mis propiasobras. No porque pretenda hablar en nombre de un preten-dido marxismo auténtico, sino por razones exactamenteopuestas: porque asumo la responsabilidad de lo que escriboYhablo en mi propio nombre.

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INTRODUCCION .

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1. . SOBRE LA TEORIA DEL ESTADO

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¿Quién escapa hayal Estado y al poder? ¿Y quién no hablade ellos? Algo tiene. que ver, seguramente, con este fenó-meno, la actual situación política, no sdílo en Francia sinoentada Europa. . . .

Pero no basta con hablar. 'Hay que intentar comprender,conocer y explicar. Y para intentarlo 1).0 ha,)!que vacila~en r;;;)coger los problemas por su raíz, sín ..ª-IldaL"-e~con.xodeos.,~conViene, también, proporcionarse los medios y no ceder álas facilidades de un lenguaje analógico. y metafórico, ac.'tualmente de moda, por grande que sea la tentación: misprimeras consideraciones serán, sin duda, bastante áridas.Pero ,desgraciadamente no puedo permitirme, a. diferencia

. de Alphonse Allais, renunciar a este capítulo. para pasar másrápídamente a los otros, tan excitantes.

.Toda la teoría política de este siglo plantea siempre enel fondo, abiertamente o no, la misma cuestión: ¿cuál es larelación entre el Estado, el poder y las clases sociales? Sub-rayo, en este siglo, porque no siempre fue así, al menos bajotal forma. Ha sido necesario que el marxísmo se abrierapaso. Desde Max Weber toda teoría política dialoga con elmarxismo o la emprende con él. ¿A quién se le ocurriría,en todo caso, negar la relación entre el poder y las clasesdominantes? Pero si toda la teoria política plantea la mismacuestión, también da siempre, en su gran mayoría y a travésde ínnumerables variantes, -Iamisma respuesta: habría, pri-mero, un Estado, un poder --que se íntenta explicar demúltiples, maneras-, con el cual las clases dominantes es-tablecerían, a continuación, tales o cuales relaciones de pr<r

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ximidad o de alianza. Se da una explicación más o menossutil de estas relaciones, evocando grupos. de presión queactúan sobre el Estado o estrategias flexibles y sinuosasque se propagarían en el entramado del poder y se moldea-rían en sus dispositivos. Esta representación se reduce siem-pre a lo siguiente; el Estado, el poder, estarían constituidospor un núcleo primero, impenetrable, y un «resto» al quelas clases dominantes, venidas de otra parte, podrían afec-tar O en el que podrían introducirse. En el fondo es captarel Estado a través de la imagen de Jano o, mejor aún, através de la que ya obsesionaba a Maquiavelo, actualizada;el Poder-Centauro, medio hombre medio bestia .. Lo quecambia de un autor a otro 'es la faz situada del lado de lasclases; en unos es.la faz hombre, en otros la faz bestia.

Pero veámos; si fuera así, ¿cómo expliCarlo que -a me-nos de estar ciegos- comprobamos cotidianamente no yacomo filósofos sino como simples ciudadanos.? Es evidente.que nos encontramos cada vez más encuadrados en las prác-ticas de un Estado que, en sus menores detalles, manifies-tan su relación con intereses particulares y, por consiguien-te, muy precisos.

Un cierto marxismo, siempre ligado a una cierta tradi-

(ción política, pretende darnos la respuesta; el Estado se re-duciría a la dominación política, en el sentido de que cada

I clase dominante confeccionaría su propio Estado, a su me-J, dida y conveniencia, manipulándolo así a voluntad, según

lsus.intereses. Todo Estado no sería;, en ese sentido, másque una dictadura de clase. Concepción puramente instru-mental del Estado, que reduce -empleemos ya los .térmi-.nos"'- el aparato del Estado al poder del Estado. .

Esa concepción. pierde así .de vista lo esencial. No setrata de que el Estado no tenga una «naturaleza de clase»:pero, precisamente, el problema de toda teoría política delEstado es el que se plantea también ante los padres funda-dores del marxismo, aunque no lo hayan abordado con lamisma óptica. También a ellos les ocupa este problema. Másaún: les obsesiona. El Estado, insisten, es un aparato espe-cial; posee .una armazón material propia, no reducible a lasrelaciones (tales o cuales) de dominación política. Lo' cualpuede 'ser formulado respecto al Estado' capitalista de la.

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7Sobre la teoría del Estado

siguiente ma'nera: ¿por ué la burguesía ha recurrido ene- •ralmente, para los ines de su ommación, a este Esta o Inacional-popular;aeste Estaclo representaiívo moderno consus InstitucIones propIas, y no a otro'?.Porque no. es evi-de-ñte;-ñfñiucno men6s~"'<íue'sllaburguesía hubiese podidoproducir ,el Estado de arriba abajo y a su conveniencia, ha-bria escogido este Estado, Si este Estado le ha procurado,y sigue procurándole, mucho provecho, la. burguesía estálejos de felicitarse siempre, tanto hoy como en el pasado.

Cuestión candente, porque concierne del mismo modo alestatismo actual, cuando las actividades del Estado se ex-tienden -demasiado lo sabemos- a todos los dominios dela vida cotidiana, También aquí la respuesta del mencionadomarxismo es inapelable: el conjunto de dichas actividadessería la emanación de la voluntad de la clase dominante ode la voluntad de los políticos a sueldo y bajo la férula deesa clase, Sin embargo existe, es evidente, una serie de fun-ciones del Estado -por ejemplo, la seguridad social- queno se reducen en modo alguno a la dominación política.

Por poco que uno intente salir de la imagenería de unEstado simple producto o apéndice de la clase dominante,se encuentra inmediatamente enfrentado con otro riesgo:otro, pero siemp're el mismo, el de la respuesta tradicionalde 'la, teoría política. Y otro marxismo; más actual en este, 'caso, no siempre lo evitao evocar la doble naturaleza delEstado. Habría, por una parte (de nuevo, la gran división)un núcleo del Estado que estaría, en cierto modo, al mar-gen de las clases y de sus luchas. Verdad es que no sedala misma explicación de este núcleo que en las otras teo-rías del Estado y del poder: se hace referencia, muy particu-larmente, a las fuerzas productivas, reduciendo a éstas lasrelaciones de producción. Se trata de la famosa estructuraeconómica en la que estarían ausentes las clases y sus luchas.Esa estructura daría lugar a un primer Estado, muy exac-tamente al «especia¡", y a medidas puramente técnicas o,según un término más noble, puramente sociales del Estado .. Después -es decirI por otra parte---=- estaría la otra natura-leza del Estado, en relación, esta vez, con las clases y susluchas. Un segundo Estado, un super-Estado o un Estadoen el Estado, de hecho un Estado que se añadiría al primero;

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por detrás, injertado en él, que sería el Esta'do de clase:si se trata de él, el de la burguesía y su dominación política.Este segundo Estado vendría a pervertir, viciar, contaminaro desviar las funciones del primero ..Estaba haJ:¡lando aquíde un cierto marxismo, pero la' Cosa,va mucho más lejos:aludo al tecnocratismo de izquierda, que actualmente haceestragos, incluso -y sobre todo---: cuando no se refiere alas fuerzas productivas sino, de manera más prosaica, a lacomplejización' intrínseca de .Ias tareas técnico-económicasdel Estado en las llamadas sociedades «posindustriales», lascuales hacen que ... , etc. . '". Esta respuesta no difiere mucho'de aquélla, secular, dela teoría política tradicional o adaptada a la moda del día:un Estado-poder aparte, que séría después utilizado de estao la otra manera por las clases dominantes. Llamemos a lascosas por su nombre: no debería hablarse de una naturalezade clase, sino de una utilización de clase del Estado. Recor-daba yo el término de dóble naturaleza del Estado, peroeste término no recubre la realidad de esos análisis: la. ver- .dadera naturaleza del Estado es el primer Estado; el otro'es .una costumbre. COma para la teoría política .secular, ladel ,Estado medio hombre medio bestia: también para ellael verdadero Estado-poder no es la mitad .que da al patio(del lado de las clases), sino la otra, la que da al jardín.

No esquem'atizo más que para sugerir lo siguiente: sitoda la teoría política, todas las ieorías del socialismo, in-cluido el marxismo, giran siempre alrededor de la mismacuestión, es que hay ahí un problema real. No es, ni muchomenos, el único en ese terreno, pero es el principal, y con-cierne también. '--la Cosa se ádivina'-- a la cuestión de lairansformación. del Estado en una transición al socialismodemocrático. Sea como sea, sólo hay un camino que lleve, eneste terreno, a alguna parte; sólo una, respuesta que permitasalir del círculo. Esta puede .enunciarse de manera simple:el Estado presenta, desde luego, una armazón material pro-'.pia, que no puede reducirse, en asoluto, a la sola dominaciónpolítica. El aparato del Estado es algo especial, y por tantotemible, que no se agota en el poder del Estado. Pero ladominación política está, a' su vez, inscrita en la materíali-

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Es más necesario que nunca seguir desmarcándose deuna concepción economicista-formalista que considera laeconomía corno compuesta de elementos invariantes a tra-

. ,En consecuencia debernos' comenzar por una breve evoca-ción _de algunos análisis hechos por mí en textos prece-dentes. . -

La conexión del Estado con las relaciones de producciónplantea ya la cuestión de la reJ¡;cióndel Estado y de la «baseeconómica». ¿Qué se entiende. precisamente. por el término«base económica»? De ello depende, sin duda, la posición .que se adopte sobre la relación del Estado y las relacionesde producción y, por consiguiente, del .Estado y la luchade clases.

dad institucional del Estado. Si el Estado no es producidode arriba. abajo por las clases dominantes. tampoco es sim,plemente acaparado por ellas: el poder del Estado (el de laburguesía en el caso del Estado capitalista) está trazado enesa materialidad. No todas las acciones del .Estado se redu-cen a la dominación política, pero todas están constitutiva-mente marcadas .por esa.dominación.

Esto, es lo.que hace falta demostrar. Intentarlo no será,me atrevo a decir, cosa sencilla. Las cuestiones sencillas sontambién las más complejas cuando son verdaderas. Parano perderse en los dédalos y laberintos hay que retener elhilo: el fundamento de la armazón material del Estado y delpoder hay que buscarlo en las relaciones de producción yen la división social del trabajo. pero no en el sentido enque se las entiende habitualmente, no en el sentido en quehan acabado por entenderse. No se trata de una estructuraeconómica de la que estarían ausentes las clases, los pode-res y ¡as lu'chas. Poner en relación el Estado con las clasesy las luchas es ya la investigación de ese fundamento, aun-que sólo sea un primer jalón. Por tratarse del fundamentome dedicaré a su examen para entraren el debate actual,bastante más amplio, en torno al Estado y el poder.

Sobre' la teoría del Estado

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vés de los diversos modos de producción, ..de naturaleza yesencia cuasi ,aristotélica, 'autorreproducible y auiorreguladapor una especie de combinación interna, Como es sabido,fue una tentación permanente en la historia del marxismo,yaún tiene actualidad, Esta concepcÍón oculta,elpapel,de lasluchas' alojadas en el COrazón mismo dedMirelaciones deproducción y de explotación, mediante locual'se emparentade nuevo can el economicismo tradicional. El espacio o cam-po de lo económico (y, de reboie, el espacio de 'lo político-es-tatal) lo' considera como inmutable, 'dotado-de límites in-trínsecos, trazados de una véz para siempre,' por su,preten-dida autorreproducción a través de, todos los modos deproducción, En el plano de las relaciones e'ntreelEstado yla econOmía, esta concepción -al fin 'y al' cabo, bastante

' antigua~ puede dar lugar a dos interpretaciones erróneas,::s" cuyas consecuencias¡ por lo demás, se presentan muy fre-

1,""cuentemente de 'modo combinado:"",' "'\ Puede avalar un viejo equivoco, basado en la represen-

l'tación'toPoló,gica de,la «base» y'la«superestructura», y COn-cebir así el Estado 'como un simple apéndice-reflejo de lo

'económico: e! Estado 'no poseería espacio propio y sería re-N ducible a la' economía. La relación entre: Estado y,economía

se limitaría, en el mejor de los casos, a la famosa «acciónrecíproca» del Estado sobre una base económica considera-da, en lo esencial, como autosuficiente. Se trataría de la+ concepción econornicista-mecanicist¡¡ tradicional de! Estado,éUyas implicaciones y consecuencias 'son ahora suficiente-mente conocidas cOma para detenerme eh ellaS..Pero 'puededar lugar, igualmente, a otro equívoco, Aquél en que e! con-junto social es concebido bajo forma de inStancias o nivel(;J.autónomos por haturalezao esencia. 'La economía es captadamediante-una. serie de .elementos. fnvariantes, en un espaciointrínseco, a través 'de ,.)os diversos modos de producción(esclavismo" feudalismo, ,capitalismo). Y' por analogía seaplica la 'mismaconcepción :,alas instancias, superestructu.raJ"s (Estado, ideología). La, combinación a posteriori deesas instanci.as, por naturaleza autónomas, "será lo "que pro.duzca los diversós modos de producción. La esencia de di-chasinstancias 'esprevia al establecimiento' de'la .relación'entre las m'jsmas dentro de un modo de producción.' ",'

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11:Sobre la teoría del Estado

En lugar de captar las instancias superestructurales'-, como apéndices-reflejos de la economía, la segunda concep-.ción que acabamos de exponer -basada siempre en la repre-sentación de un espacio económico autorreproducible en

. sí- corre el riesgo de sustantivar esas instancias y de dotar-

.: las de una autonomía invariante, a través de los diversosmodos de producción, respecto a la base económica, La auto-. nomía por naturaleza de las instancias superestructurales. (Estado, ideología) servirá de legitimación a la autonomía,la autosuficiencia y la autorreproducción de la economía, Esvisible la connivencia teórica de las dos concepciones. Am-bas conciben las relaciones entre el Estado y lo económicocomo relaciones de exterioridad por principio, cualesquiera '"que sean las figuras empleadas para/designarlas. -,

Por tanto, la imagen constructivista de ¡;, «base» y de la«superestructura» -de uso puramente descriptivo, queper-mite visualizar de alguna manera el papel determinante delo económico- no sólo no puede convenir a "una"represen-otación correcta de la articulación de la realidad social y, por: consiguiente, de ese papel determinante, sino que a la larga.se ha revelado desastrosa en más de un aspecto. Es' induda-.ble que desconfiar de esa imagen sólo puede reportar venta-jas: en lo que a mÍ' respecta, hace tiempo que no la empleoen el análisis del Estado. .

Estas concepciones tienen igualmente repercusiones en 101concerniente a la disección y la construcción de objetos sus- .ceptibles de tratamiento teórico. Tienen en común el admi-'tir como posible y legítima una teoría general de la econo-mía en cuanto objeto epistemológicamente aislable, que sería'.la teoría del funcionamiento transhistórico del espacio eco-nómico. Las diferenciaciones del objeto-economía en los di-versos.modos de produ'cción expresarían simplemente meta- ~. morfosis internas de un espacio ~conómico autorreg':llado, :r icon límites inalterables; metamorfosis. y transformacl.ones,<Z.::tícuyo secreto sería revelado por la teoría general de la econo- .¡mía (la «ciencia económica»). Si las dos concepciones diver- ¡¡I ::-gen a nivel del estudio de las llamadas superestructuras', lle- -, ..,.gando a resultados opuestos, tan falsos son los unos como S(.los otros. Para la pnimera, todo tratarrüento especifico de lo~ fespacios superestructurales, como objeto propIO, es madml-., .

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Concepciones falsas. ¿Cuál es la realidad?

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2. L:.Jmía y deOmismo cam

. :.de produ..Jcapiados,:';

". ramente e'"'(vez difer61.símismc,)intrínsec,,):e!ementot)(.Estado-->J">En suma ....•i \;combina~'. seen, cadl.Aestableci(~,producciónnómicas, ),(. ........".paclOSsuJotivos eleI""~ticulación'-é

:tse realizi,.)

.'"~:;:;~~~&In.:.•••un modo U

" ••......•.

":,.' V" 3. En J,i"ductores W" y de los (Jeconómic¡j,

' ...relación Uo(J

Nicos .Poulantzas12

1.. El espacio y el. lugar .de la economía, el de las rela-ciones de producción, de explotación y de extracción delplustrabajo (espacio.de reproducción y de acumulación delcapi tal y de extracción de la plusvalía en el modo de produc-ción capitalista), no ha constituido 'nunca, ni en los otrosmodos de producción (precapitalistas), ni en el capitalismo,un. nivel hermético y cerrado, autorreproducible y en pose-sión de sus propias ,deyes;de funcionamiento interno. Lopolítico-estatal (y lo mismo sucede en el caso de la ideolo-.gía) estuvo siempre, aunque bajo formas diversas, constitu-tivamente presente en las. relaCiones de producción y, porconsigUiente; en sU reproducción. Incluso, dicho sea de paso,en el estadio .premonopolista del capitalismo, pese' a unaserie de ilusiones relativas al Estado liberal, consideradocomo no comprometido enclaeconomía" salvo para crear y.mantener la «infraestructura. materiáh de la producción.Cierto es 'que el lugar del Estado en relación con la' economíano sólo se modifica en' el curso. de los diversos modos de,producción, sino también según .los estadios y las fases del'propio capitalismo. Pero estas modificaciones no pueden, en

sible, dado que la teoría general de la economía proporcionalas claves de la explicación de ¡as superestructuras-reflejosmecánicos de la base' económica. En cambio, para la segun-da, la teoría general de la economía debería' iracompañada,por analogía, de una teoría genera/.de todo dominio superes-tructural, en este caso de la política-Estado. Tal teoría gene-ral del Estado debería, también, tener como objeto específi-co y aislable el Estadoa través de los diversos modos de pro-9ucción: ,al Es'tado se le considera también, en cuanto obje-to epistemológico, dotado de límites inalterables, límites quele serían ~signados por exclusión fuera de los Iímitesa-tem-porales de la economía. Las fronteras intrínsecas del objeto-economía, realidad autorreproducible desde dentro, por sus

tleyes internas, conduce a las fronteras intrínsecas, exteri.O-res, del Estado; espacio inmutable poT..envolver desde fueraal espacio, él mismo inmutable, de la economía. .

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Page 19: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

modo alguno y en ningún caso, inscribirse en una figura to-pológica de exterioridad, en la que el Estado, instancia siem-

'."pre exterior a la economía, unas veces intervendría en lasrelaciones mismas de producción y penetraría,' en este caso,t,en,el espacio económico, y otras se mantendría en el exte-riory no actuaría más que en su periferia, El lugar del Es-; tado respecto a la economía no es siempre más que la mo-, dálidad de una presenCIa constitutiva del Estado en el senoiriiSíÍÍode.las relaciones de prodUCCIóny de su reproduccIón;

2. Lo cual equivale a decir que los conceptos deecono-, mía y de Estado no pueden tener la misma extensión, ni elmismo campo, ní el mismo sentido, en los diversos modosde producción. Estos últimos, lo mismo que no pueden ser.captados, ni siquiera a un nivel abstracto, co¡no formas PU-.ramente económicas -resultantes de una combinatoria, cadavez diferenciada, de elementos económicos, invariantes ensí mismos, moviéndose en un espacio cerrado con límitesintrínsecos- tampoco constituyen combinatorias entre esos, elementos y elementos invariantes de otras instancias -delEstado- concebidos, a su vez, como sustancias inmutables.En suma: un modo de producción no es el producto de lacombinación entre diversas instancias que no obstante po-seen, cada una de ellas, una estructura intangible, previa alestablecimiento de la relación entre ellas. Es el modo deproducción -unidad de conjunto de determinaciones eco-nómicas, políticas e ideológicas- quien asigna a estos es-pacios sus fronteras, delimita su campo, define sus respec;tivos elementos: el.establecimiento de su relación y su ar-

'ticulación es lo que los constituye, en primer lugar. Lo cual, se realiza, en cada modo de producción, mediante el papeldeterminante de las relaciones de producción. Pero esta de-terminación nunca existe más que dentro de la unidad deun modo de producción. './

. 3. En los modos de producciónprecapitalistas los pro-:lductores directos estaban separados del objeto del trabajoy de los medios de producción en la relación de propiedadeconómica. En cambio no estaban separados en la segundarelación constitutiva de las ~elaciones de producción: la re-~

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13Sobre .la teoría. del EstadoJc' .•.,_s

Page 20: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

14 Nicos Paular/Izas

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Sobre Iq-J\. - lación de posesión. 'Los productores directos (campesinos y (r Tal ,:l., <~ siervos en el feudalismo,.por ejemplo) estaban «vinculados» . "'exterior'-'1-71' a esos objetos y medios, conservaban' un dominio relativo " Estado ;:;{

tl- del proceso de trabajo, y podían practicar estos procesos sin No es .!:,J<t ,,~ la intervención directa del propietario. Ello tenía como efec- , lida bajJ,

'<f to, precisamente, lo que Marx llama .«imbricación» estrecha 'político,"v,, o «i!lterpenetración» ,del Estado y de la economía. El ejer- '. su repro'<!r

; cicio de la violencia legítima está orgánicamente implicado mía y {jen las relaciones de 'producción, a fin de que el plustrabajo mía caP' "isea arrebatado a los productores directos que están en po- . dones e'n1sesión del objeto y de los medios de trabajo. En virtud de \, rren, au,,,,,estas relaciones precisas entre el Estado y la economía, la ,"mo,el c'U',configuración, la extensión y ,el sentido de ,I6s mismos son ' ' I d

([só i o d,.,l

, completamente diferentes que en el capitalismo. . ':' en el est>rt'J/Jf.rEn el capit:"lismo los productores directos están total- .'Jerior aGít mente desposeídos del objeto y de los medios ,de su trabajo; 'Estado,.~no solamente están separados en la relación de propiedad fase actWeconómica sino también en la relación de posesión. Se asiste • la separ.Jia la emergencia de la figura de ,«trabajadores libres», que ,(que SUr-¡

sólo poseen su fuerza de trabajo y no pueden poner en mar- ¡nas relac'¡¡)'Jcha el proceso de trabajo sin la' intervención del' propietario, ,', nopolistJIrepresentada jurídicamente por el contrato de compra-venta, ',"encu.an'>de la fuerza de trabajo. Esta estructura precisa de las re- d '-J, '. esta 10 y,.1laciones de 'producción capitalistas es la que hace de la; esas rela..!,

X .1lI" misma fuerza de trabajo una mercancía y la que transforma '~das a Iz..)~~!'el plustrabajo en plusvalía. Dicha estructura da lugar, igual- sólo son -'<1¡J. mente, en cuanto alas relaciones entre el Estado y la eco- ':' presend:.<!

nomía,. a una separación relativa del Estado. ,Y del espacio 'O,( económico (acumulación del capital Yproducción deplusva- ,

lía), separación que está en la base de la armazón institu- ',', h: ",A orillcional característica del Estado capitalista porque, delimita cio, el cUlos nuevos espacios Ycampos resp'ectivos del Estado Y de la d, e lo PC"¡economía,' Tenem,'os; pues, la separación del Estado Y del '-',..ducción) ~s'espacio de reproducción del capital, específica del. capitalis- " d ¡", , ,.mo os ú•••.mo: no debe ser percibida como el efecto particular de ins- ""forrnalis""',fij tanc~as autónomas por esencia, compuestas de elementos in- :) 'economí~

Uariantes cualquiera que sea 'el modo de producción, sino ! Hibjeto tblJ

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como una c.aracterística proPia. del capitalismo, en la medidá ,i producc;:)en que este último configura nuevos espacios del Estado Y ;,:.«teoría r~!'. e la' economía, transformando sus elementos mismos. ','. .-J

,,«CIenCIa», (',.t'." , 1:,' '-J

Page 21: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

15la teoría del Estado

Ahora bien, en la med.ida: precisamente, en que el e~p~ 'el campo y, por conslgmente, los conceptos respectivos ;;$1

de político-estatal y de lo económico (relaciones de pro- fducción) se presentan de manera diferente en los diversos 'modos de producción, se deduce -contra todo teoricismo J ' .formalista- que no puede existir una teoría general de la ,,) .economía (en el sentido de una «ciencia económica}}) con un - - .objeto teórico invariante a través de los diversos modos de .producción, de la misma manera que no puede existir una«teoría general» de lo político-estatal (en el sentido de la«ciencia», o de la «sociología», política) con un objeto .teóri- .'

~4;,)J.;.;i,s(;)"MY {¥~;iTal separación no debe hacernos cree"rque existe una

» i"'~xterioridad real entre el Estado y la economía, como si el,11"""0 .- '.~Estado no interviniese en la economía más que desde fuera ..s-"in p.-~ ,Y'{ND es -esta separación- más que la forma precisa reves-~.. ,.~ 'íiíida bajo el capitalismo por la presenéia constituiiva de lo~r_~!Político en las relaciones de producción y, por lo mismo; en:~o "~.s?,reproducción. Esta separación del Estado y de la econo-I-ii'~o J,'Ínía y esta presencia-acción del Estado en la econo-~ l::mía constituyen una sola y permanente figura de las rela,~q~ltéiones entre Estado y economía en el capitalismo, y reco-,~. a .¡lt:uen, aunque transformadas, toda la historia del capitalis-

;t.mo, el conjunto de sus estadios y fases: pertenecen al núcleo\,;n ';':.sólidode las relaciones de producción capitalistas. Así como~ ¡:"ellel' estadio premonopolista el Estado no era realmente ex-~. 1- .~i:terioral espacio de reproducción del capital, el papel del'C'; .'..?Estado en el capitalismo monopolista, concretamente en su;1~tAJase actual, 'no implica -inversamente- una abolición de'("e 'tIa separación entre Estado y economía. El análisis corriente- Y;.;(quesupone lo contrario) es inexacto, a la vez, en cuanto a1!l- ,i, las relaciones del Estado y la economía en el estadio premo-~C:J"nopolista (llamado competitivo o liberal) del capitalismo, y

,j en cuanto a las relaciones del Estado y la economía en el;~- ':estadio y fase actuales. Las modificaciones sustanciales de~d'esas relaciones a través de la historia del capitalismo, debi-

das a las modificaciones de sus relaciones de producción,:l~" sólo son «formas transformadas» de esa separación y de la~¡¡.présencia-acción del Estado en las relaciones de producción.

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Page 22: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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16 Hicos Poulantzas : ,Sobre 1°0co invariante a través de esos' mod(,s, Lo cual habría sidotremenOlegítimo si el Estado constituyera una instancia autónoma' ' bate soDpor naturaleza o esencia, con fronteras inalterables, y si esta: ' mamente,instancia contuviera en,sí misma las leyes de su propia re- de nue\...)producción histórica. Entiendo aquí el término de teoría' fe una ,~,general en el sentido fuerte: el de un corpus teórico sistemá- ' lanos s:Jtico' que a partir de proposiciones, generales, y necesarias ' teoría ¿ :pueda, a la 'vez, explicar los tipos, de Estado en los diversos' , ,cuestió(}modos de producción como expresiones singulares de un' ma 1 Pe~'1mismo objeto teórico: y exponerlas leyes de transformación ' correct~S:que caracterizarían las' metamorfosis, de ese objeto, en su ' neral d:Jpropio espacio; de un modo de producción a otro; es decir,-' concrete,]

, el paso-transición de un Estado'a otro. En cambio, 'resulta '" ticas, cle1perfectamente legítima una teoria del Estado capitalista, que J' ,-'pretenUconstruya un objeto y un concepto espedficos:ello se hace ' lítica y()posible por la separación entre el' e~pacio del Estado y la mo, es na 'economía bajo el capitalismo.' .Lo mismo sucede en cuanto ' a-:-]as-g,Ja la legitimidad de una teoría de la economía capitalista, politiCE;ique se hace posible por.' la' separación entre las relaciones abstract.",de producción-proceso de' trabajo yel Estado. j. ' ~~r;1

.Se puede, ciertamente,_~ avanzar _proposiciones-teóricas'\' .sena al:..),generales concernientes al Estado. Pero tienen el mísmo es'- -, p.olítich;l','tatuio que las de Marx concernientes a "la producción en' tImos ,general». Es decir, 'no 'podrían aspirar al estatuto de teoría' gir de ()

I d I d I d I d. .ras y V'''''lgenera e Esta o. Es importante seña arlo da o e pro i- . IV, gioso dogmatismo inherente a 'la, presentación, bajo la rú-:' mIar os tbrica' de «teoría marxista-leninista del Estado», de las pro-,. :más trUiposiciones generales de los clásicos del marxismo sobre el ' cádo d-JEstado. Y esto sigue ocurriendo hoy día. Se ha podido cons- mistifk",tatar, durante el reciente debate sobre ,la ,dictadura del pro-" , :ma ína,,{,letariadoen el seno del PCF; entre algunos partidarios del una lalJ«mantenimiento» de esta noción. Concretamente E. Balibaró• ',' Franci~',1en su libro Sobre la dictadura del proletariado_, * , , .Los prW:

~

" Es cierto 'que nó se"encuentra en los clásicos' del marxis- ,', -' _..J'J., IDO una teoría general del. Estado, pero no, simplemente"," l Ele), porque no hayan podido o sabido, por tales o cuales razones,'" Il marxfsn

Avance;....)Ii ,desarrollar con plenitud una teoría semejante, sino porque " 2 G'cn,

'# "no puede haber una teoría general del-Estado. Cuestión d~ corrienL.A:

_,,-vi . . .' ~~sH';'~l;;', ~ ' * Siglo XXI de España Editores, M~drid,1977. (N. de la Edit.]U\)eJ

Page 23: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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1 El conjunto de esta c'ontroversia ha sido publicado' con el títUloIl marxismo e (o Stalo, 1976. [El marxismo y el Estado, Barcelona,Avance, 1977.]

2 G. Deleuze y F. Guattari. L'anti.CEdipe. 1975. En cuanto 'a lacorriente de los «nuevos filósofos», me referiré ahora a dos obras:B. H. Lévy, La barbarie d visage humain, 1977, y A. Glucksmann.Les maUres penseurs, 1977.

Sobre la teoría del Estadot£as(,.¡(;do "tremenda actualidad, como lo muestra, en particular, el de-1C''11a bate sobre el Esta~o en el seno de la izqu~erda itali~na: U,lti' ft\ 'rYta mamente N.,BobblO, en dos sonados artlculos, ha Illslstldo ViCe. ,de nuevo sobre el hecho de que el marxismo no disponee~ría de una teoría general del Estado. Numerosos marxistas ita-t~á. lianos se han considerado obligados 'a résponder que tal;Cas teoría"existe en «germen» en los clásicos del marxismo y la~os cuestión es desarrollarla. Piensan, por lo tanto, que es legíti-le.'¡1ll ma l. Pero incluso si las razones dadas por Bobbio no son lasaQn .' correctas, el hecho no deja de ser exacto: no hay teoría ge-

neral del Estado porque no puede haberla. En este punto, concreto hay que hacer frente con firmeza a todas las críoticas, de buena o mala fe, que reprochan al marxismo suspretendidas carencias al nivel de una teoría general de la po-lítica y del poder. Uno de los méritos, justamente, del marxis-mo, es haber dado de lado -en este como en otros casos-'alas grandes Ojeaaas metafísicas de la llamada filosofíapolítica, a las vagas y brumosas teorlzaclOnes generales yabstractas gue pretendeñ revelar los grandes secretos de la fHIstOria, de la' Política-;<reI Estado y dei-POder. ConvIene XséñáIarlo, hoy más que nunca, cuando frente a las urgencias,políticas en Europa, y muy particularmente en Francia, asis-timos una vez más' a este escamoteo, muy típico del resur-gir de las grandes sistematizaciones, de las Filosofías Prime-ras y Ultimas del Poder, que, por lo general, se limitan a ru.miar los términos manoseados de la metafísica espiritualista ~'más tradicional. Y lo hacen infestando 'alegremente el merocado del concepto con las grandes Nociones terroristas ymistificadoras de Déspota, Príncipe, Amo y otras de la mis- 'ma índole: de Deleuze a los «nuevos filósofos», tendríamos,una larga lista 2. El Congreso filosófico se divierte hoy enFrancia, pero al fin y al cabo todo esto no es muy divertido.Los problemas reales son suficientemente graves y comple-

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Page 24: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

3 Maspero. 1968. [Poder político y clases sociales en el Estadocapitatista, Madrid, Siglo XXI, 17.' ed., 1978.]

Así, más que profundizar y exponer primero, en este tex-to,las proposiciones generales sobre el Estado, para llegarluego al Estado capitalista, lo iré haciendo ,en e! ,curso deun análisis del Estado capitalista cuya teoría sí es posibley legítima. No porque el capitalismo constituya la expansiónprogresiva y lineal de los ~<gérmenes»contenidos en los mo-dos de producción precapitalistas -en el sentido de que e!hombre explicaría el mono-, comó ha creído ,durante mu-cho tiempo y de modo simplista "un' historicismo hegeliano-marxista. El Estado capitalista' no permite plantear, a partirde él, proposiciones generales sobre e! Estado, como si aquélconstituyera la materialización perfecta de algún Urs-taat original, que' se abre paso progresivamente en la rea~lidad histórica, concepciónq~e obsesiona aún a no pocosteóricos de! poder (muy distinto es el problema de las con-

jos como para que puedan resolverse mediante generaliza:

tJ, 'dones u1trasimplifica~oras'ygrandilocuentes, que nunca han. logrado explIcar lo mas mlmmo. ' . ' ' ,. ,No se trata de negar que haya carencias, de! marxismoen los análisis sobre e! Estado y el. poder, pero esas careno,cias no están allí donde se las busca. Lo que ha costadomuy caro a las masas populares en todo e! mundo no hasido la ausencia, en e! marxismo, de uria teoría general delEstado y del Poder, sino el dogmatismo 'escatológico y pro.fético que nos ha servido durante mucho tiempo un' sistemateórico de ese género bajo la forma, de «teoría marxista-le-ninista» del Estado. Las carencias reales, y por consiguienteimportantes, de! marxismo a este respecto' conciernen a losdominios -mismos en que la' teorizaCión es legítima. EnPoder político y clasessocialesJ y en mis textos posterioreshe "mostrado que 'esa~'carencias'~cüyas razones he intentadoexplicar, conciernen, a la vez, ,a .las p'roposiciones teóricasgenerales y a la teoría de! Estado capitalista. Uno de susefectos actuales es la ausencia de un análisis suficientementedesarrollado y satisfactorio de los regímenes y del Estadoen los países del, Este.

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Page 25: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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19.sobre la teoría del Estado

En la medida en que no puede existir una teoría generaldel Estado, conteni,!'rído le~~.nerales reguladoras"deTast~ansformaciones d5'__~u obt~to a través de los di:yersos m..?-~dos de producción, tampoco puede haber una teoría similar ~,concermente a la trañ'sicióñae un Estado a otro,j' en p.!!-r-acular al paso aelbstaaoca¡;;talista al Estado socialista. ,',Una teoría del Está-do capÍtalista proporcioná elementos im-portantes relativos al Estado de transicióri al socialismo,pero esos elementos no sólo 'no tienen el mismo estatuto quela teoría del Estado capitalista, sino 'que poseen un estatutocompletamente particular en el seno mismo de las proposi-ciones teóricas generales sobre el Estado. No podrían cons-tituir más que noCÍones teórico-estratégicas en estado prác-tico, funcionando, ciertamente, como guías para la acción,pero en el sentido, todo lo más, de paneles indicativos. Nohay y no puede haber un «modelo» posible de un Estadode transición al socialismo, ni un modelo universal particu-larizable según los casos concretos, ni una receta infalible,teóricamente garantizada, de Estado de transición al socia-lismo, aunque sólo fuera para un país dado. No tienen esapretensión los análisis que yo haga en el presente texto re-.Iativos al Estado de transición en los países de Europa occi-den tal. Hay que convencerse de una vez por todas:' comoahora sabemos, no se puede pedir a una teoríá, por ci~ntí-fica que sea, incluido' el marxismo, que sigue siendo una'

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a'b;"diciones históricas -el capitalismo- que hacen posible lam fo;mulación de dichas prop~siciones. generale~). La autono-l' ,U fila propIa del espacIO polItIco baJO el ca¡:;,tahsmo, que'O ,hace legítima su teoría, no es la realización cabal y perfecta "~

:1'1,):': :.de una autonomía del Estado, por esencia o naturaleza, sino' I

""'. .el efecto de una separación, respecto a las relaciones ,de pro'j''ri,,! 'ducción, específica del capitalismo. La teoría del Estado ca-Ii\ :,! pitalista no puede ser deducida simplemente de proposicio- .•_ hes generales sobre el Estado. Si en este texto presento las'1Q . dos al mismo tiempo se debe a que esas proposiciones gene-'t~-' ' rales pueden ser ilustradas de la manera más apropiada me-l:1'!'" diante este objeto susceptible de dar lugar a una teoría pro-" ,,-, d' ••••' pia: el Esta o capitalista.:P-'¡~u:""10','s,., . ,:erw'" , ': .<Qe

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Page 26: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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Ni~o~ Poulantzas20

4 "K. Popper, The open so'~iety and, its eimemies, 1946. "[La soCie-dad abierta y sus enemigos,-Buenos Aires; Paidós, 1967, 2 yols.].

"real teoría de la acción, dar más de lo que .puede. Hay siem-• > ' ere una distancia estructural entre la. teoría y la' pidctlca, ,;I ",~entre/afearía y/a realidad. . . -, . ~ .,. Dos' distancias que sOn la misma. Análogamente a como;

los filósofos de las Luces no son los «responsables» ,de lostotalitarismos del Oeste, el marxísmo no es «responsable»de lo que sucede en el Este. No es responsable no sólo en elsentido trivial, o sea en el de considerar al marxismo delEste como una. desviación; 10 cual eximiría al marxismopuro; no es '.responsable; porque 'hay esa distancia entre la

. teoría yla realidad que vale para toda teoría, incluido el.:marxismo. Y que engloba 'la' distancia entre teoría y prácti-ca. Querer reducirla es hacer decir cualquier cosa. a cual- ¡

'quier teoría, hacer en nombre de la teoría lo que venga engana. Porque eSa distancia no significa una brecha impo-

. 'sible de colmar, sino todo 10.contrarío: en esa distancia siem- ..preabierta se precipitan los colmadores al acecho. También'

wP/ lo sabemos ahora: no hay teoría, cualquiera q'ue sea y por,.?!y liberadora que sea, que baste; en la "pureza» de su discur-so, para excluir su empleo eventual con .fines de poder tata ..litario por los calafateadores' de la distancia entre teoría ypráctica, por los aplicadores: de los textos y los reductoresd" lo real, que pueden invocar siempre esa teoría en su pu-reza misma .•Pero entonces la culpa no es de Marx,.ni tam-poco de .Platón, Jesús, Rousseauo Voltaire .. Esta distancia

;.[. entre t,eoría y realidad perSiste. siempre ..pese.a ese tapona- '. miento .. Stalin no es "culpa de Marx», como Bonaparte (elprimero) no'era culpa deRousseau,ni Franco de Jesús, Hit-

. 'ler.de.Nietzsche o Mussolini de'Sorel, aun cuando sus pensa'.mientas han sido empleados ~de,cierta manera en su pureo.za misma- para justificar esos totalitarismos. .

Todo esto. contradice lo .qué nos repiten actualmente los«nuevos filósofos». Hasta. ahora, que.yosepa,. no han en-.contrado mejor respuesta al problema que repetir tras Kad,I'opper .•.. pero con bastante menos inteligencia y sutileza,que. el universo ;concentracionariose debe aJos .sistemasteóricos considerados_ «(ce'rnidos», y hasta al aspecto .estatis-

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ta de los maUres penseurs que desde este ángulo inspiran di-chos sistemas. La distancia entre la teoría y la realidad ex-plica, de hecho, lo que sin este elemento seda una paradojacolosal: los totalitarismos se han referido', precisamente, a &\pensadores que en el contexto 'de su época fueron sin duda ~alguna bastante menos estatistas que otros: Jesús, Rousseau,'Nietzsche, Sorel y, en fin, Marx, cuya preocupación constan-te y promordial fue la extinción del Estado. '

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21

Lo anterior no significa que no se pueda, en medida de-cisivaa la luz del marxismo (porque el marxismo no explica'todo, no puede explicar todo por sí solo), analizar el Estadoen los países llamados del «socialismo real» (URSS, Europaoriental, China), es decir, en los países donde ha sido inten-tada cierta transición al socialismo que ha conducido a lá 'situación que conocemos. Es evidente que para hacerlo losanálisis históricos (del género: «las condiciones concretas de,esos países»), o los ,análisis de la estrategia política allí se-guida (a lo que me referiré en la conclusión de este texto), ' 'no bastan, aunque sean absolutamente indispensables. ¿Quie,re- decirse que sería necesario construir una teoría marxistageneral del Estado, capaz de explicar los aspectos totalita-rios del poder en esos países, de manera análoga a las diver-sas generalizaciones simplificadoras que nos son suministra-das desde el otro lado, con el aire terrorista que es sabido,por los diversos expertos en gulags? No lo creo, aunque (másaún: porque) ese problema del totalitarismo es terriblemen-te real. No puede ser captádo en toda su complejidad porgeneralizaciones totalizantes. y poniendo las cartas, boca

Insisto en mi planteamiento: no tener en cuenta esa dis-tancia entre la teoría y la realidad, querer reducir a cual-oquier precio la distancia entre teoría y práctica, es hacerdecir al marxismo cualquier cosa. No se puede pedir al mar-xismo -me refiero ahora al «verdadero» marxismo- la re'ceta infalible, y purificada de desviaciones, de una auténticatransición al socialismo democrático, porque no puede darsemejante respuesta, lo mismo que no ha podido trazar lavía de lo que pasa en el Este.

Sobre la teoría del Estado

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22 Nicos Poulantzas

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:s Tomo esta expresión de "lean Daniel.

arriba diré lo sigtÍiente: no 'se pueden poner los jalones .deun análisis que lo sea, a ¡,i 'vez, del totalitarismo. moderno y: de sus aspectos en los paises del Este más que profundizan-do y desarrollando las proposiciones .teóricas generales sobreel Estado, y también -precisamente- la teoría del Estadocapitalista en lo concerniente a sus conexiones con .las rela-cj.ones de producción y con la división social capitalista deltrabajo. Dos cosas que intentaré hacer al indicar las raícesdel totalitarismo.

~

Claro. está, sólo puede tratarse de poner jalones:'el Esta-. do actual en los países del Este es un fenómeno específicoy complejo, que en modo alguno podría reducir'se al Estadoactuante e'n nuestras sociedades, objeto esencial del presente'texto. El Estado en esos países se encuentra muy lejos deser una simple variante del Estado capitalista. No por ello,sin embargo, me siento menos inclinado a pensar que las raÍ-ces y el secreto de ciertos. aspectos totalitados del Estadoen los países del Este residen; entre otras cosas (porque el, -ti capitalismo no es la fuente de todos los males) 5 pero sin

:¡duda de manera fundamental, en lo que yo designaría bajo

I ¡el término de aspectos capitalistas de ese Estado, en las re- .

I 'S laciones de producción y la dívisión social del trabajo sub-: yacentes al mismo. Ese término de aspectos capitalistas lo

¡.... empleo a propósito y sólo a' título indicativo, porque ya seI .~ trate de caracteres capitalistas persistentes en un socialismo

l.

j¡;¡ atitoritarí.o particular, de'iflflue.ncia.sen los países s..oCialistas, de. un entorno-cerco capitalista, o de' que estos países han

i: 1J llegado en una u otra medida. a un efectivo capitalismo de!. Estado bajo nuevas forma's, nos encontramos ante un pro-!it blema particular en el que no vaya entrar: es lo suficiente-

mente importante Como para 'ser rrátado en sí nlismo. Peroesta posición rnía tiene efectos más ;mplios: algunos de mísanálisis, que se refieren no sólo al Estado 'en general sinotambién al Estado capitalista en s'us conexionescon las re-laci.ones de producción y ca; lá división social del trabajo,concierne:n-igu~lmente -bajo reserva siempre d~su especi-ficidad- al Estado en Jos países del Este. Habrá que tenerlo

Page 29: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

T. l',,¡

23.Sobre la teoría del Estado

constantemente en cuenta y yo me encargaré de recordar.lo;cuando sea oportuno. .

Para volver al tema del Estado capitalista, añadiré -fi-"\ .nalmente- que su teoría no tiene verdadero estatuto cientí- \ .

. fico más que si consigue captar la reproducción y las trans-formaciones históricas de su objeto allí donde estas repro~ducciones y transformaciones tienen lugar, en las diversas

. formaciones sociales, terreno de la lucha de clases: formas.. del Estado según los estadios y fases del capitalismo (Esta-

do liberal, Estado intervencionista, etc.), distinción de estasformas y de las formas del Estado de excepción (fascismos,dictaduras militares; bonapartismos), formas de régimen enlos diversos países concretos. La teoría del Estado capitalis.ta no puede ser aislada de una historia de su constitucióny de su reproducción.

No se trata, sin embargo, de recaer en e! positivismo yel empirismo, construyendo el objeto teórico de! Estado ca-'pitalista a la manera de un modelo o tipo ideal, es decir,p£Linducción-adición comparativa' de los rasgos propios de~\os diversos Estados capitalistas concretos. Lo cual quieredecir, simplemente, que aun manteniendo la distinción entremodo de producción (objeto abstracto-formal en sus deter-minaciones económicas, ideológicas y políticas) y formacio-nes socÚlles concretas (articulaciones, en un momento his..tórico dado, de varios modos de producción), no hay queconsiderar estas formaciones sociales como simples apila:.mientos-concretizaciones espacializados de modos de produc-ción reproducidos en abstracto, ni considerar, por tanto, un .Estado concreto como simple realización de! Estado del'modo de reproducción' capitalista. Las formaciones spcialesson terrenos efectivos de existencia y reproducci.ón' de los .'modos de producción, y por consiguiente del Estado en susdiversas formas, formas que no pueden ser simplemente de-ducidas del tipo capitalista de Estado, el cual designa unobjeto abstracto-formal. Situar al Estado capitalista en pri-merísimo lugar con respecto a las relaciones de producciónno significa con.struir a partir de ahí e! objeto teórico de eseEstado. Objeto tipo que, a continuación, sería singularizado

-v:-------------------------~~'

Page 30: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

III

o concretado de tal o cual manera s'egún la lucha de clasesen talo cual formación social. Una teoría del Estado capi-talista no puede ser ,elaborada más que relacionando esteEstado con la historia de las luchas políticas bajo d capi-talismo. .

-

oO,(J

Sobre la c1~

Vpaso delOel paso eH,lo demu~~..porta; d,JÍtécnico \)su madure

, " "De esJ,litica.s (fQducclón ... __,las comWen form()

. ,¡ . mente ari-.1c. ,),

" los consag::.,:~!,den sim~):;t..••tentes, p.'-d'~";.'. "-!~i: ca, con ~ ~,,', de apoU''¡;:bajo la t;';constituclé~'.{~>;política£--J'.:;simplerrJ

ducción, ".,'de rep'r¿d" tución dJl

puerta t,~"",. niendo al" :t pureza (J¡;Li., tico-ideo.1,:: ducción'({¡ I

;'. están pl~J,l. de estas-J,. explotaCló, de las ¡.j I

J "~"~o ideológiO,específi\'o ),~enthí.'lítico:urr.):,producé'~:

) ", ' De e'd.,"Estado ()

O

Nicos' Poulant~as24

Resumo: si son las relaciones de producción (t'ales o cuales)las que,configuran el campo'del.Estado, éste tiene sin em-bargo un papel propio en la constitución misma de esas re-laciones. La relación,del Estado con'jas relaciones, de pro-ducciónes una primera relación del, Estado con las clasessociales y la lucha, de clases. EIÍ lo coñcerniente al ,Estadocapitalista, su separación relativa de his relaciones de pro-ducción, instaurada por éstas, es eLfundamento de, su arma'zón organizativa y configura ya, su relación con las clasessociales yla lucha de clases bajo el capitalismo.

'/'"' . El, 'p'!.oceso de producción está fundamentado, en efecto,i '.'e~_J:!!JJdad de! proceso de trabajo y de las relaciones de

, pI.,oducción (consistentes a su vez en una doble relación: lade propiedad económica y la ,de posesión) . Esta unidad serealiza mediante la primacía de las relaciones de producciónsobre el proceso de trabajo, a menudo designado como «fuer-zas productivas», incluyendo la tecnología y' el proceso téc-nico., Contrariamente al economicisrilo tradicional que con-duce directamente al tecnicismo' y nó ve, finalmente, en lasrelaciones de producción más que la siinple cristalización-envoltura-reflejo ,de un ,proceso tecnológico de las fuerzasproductivas como tales (importando así, aLseno mismo delproceso de producción, la ,concepción que tiene de las, rela-

/("/\(' ciones entre base y superestructuia~reflejo), es la primacía1<.' de las relaciones de producción sobre .las fuerzas, producti-

~ vas'.!a que confiere a la articulación entre ambas la forma.:! de,un proceso de produ'cción yreproducción. Si las ftjerzas~!productivas poseen' una. materialidad, propia que no puede, ignorarse, no obstante se organizan siempre bajo unas rela-

ciones de producción dadas (lo cual no excluye, por' tanto, nilas contradicciones entre ellas, ,ni sudesarr9lIo desigual enel seno del proceso que es efecto de esa primacía). No es el

oJ

Page 31: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

25Sobre la teoría del Estado

(.;.q;' .

ticJ'C.)"

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s ,,: ;' .',,1>&50del molino de viento al molino de vapor lo que explicai-~';,~.'elpaso del feudalismo al capitalismo: toda la obra de MarxeO"', . lo demuestra pese a las indudables ambigüedades ,que com--~I,i::~~~od1~i~a~il~S~fí~n~~~~~i~u~:sl,ai~~~~;~g~~~e; fe:~~~ed~j j••••••¡ su. madurez. . .' "ft..;....". ,01:. .' De esa yrim:,cía deriva la presencia de las :elaciones pOol ..y..•. t;. ' htlcaS (e ldeologlcas) en el seno de las relacIOnes de pro- ~ ~

)_:. . .ducción, Las relaciOJ:e.sde ¡;>,r0duc.cióny las. relaciones que -.i'.di-Q':¡, las componen (propIedad económica/poses IOn) se traducen ?:f' f' ..eJ/>' en forma de poderes de clase: estos poderes están orgánica-o'l' ~ i,"

,:, ~¡,:'. mente articulados alas relaciones polí~icas e ideológicas ~ue l. '.";'.''\¡¡¡¡Ji' 1. los .consagran y legItlman. Tales' relaCIones, na se sobreana~' ••;"'.:":.,,\, 'den simplemente a unas relaciones de producción ya exis- . i,•."iY'"

tentes, para actuar sobre ellas mediante una acción recípro- ",tJ" ,ca, con una relación de exterioridad esencial, o con un ritmo -."ial,.'de a posteriori cronológico. Ellas mismas están presentes, j'

l' ti.'.'. ' bajo la forma específica de cada modo de producción, en la 1/. ¡l,""_ constitución de las relaciones de producción. Las relaciones' y .. it .'.'-., pOlítilcas(e ideológicas) nO

dse limitdan,por tanto; a intdervenir, .

"':.' ...•..simp emente en la repro ucción e las .relaciones e pro- I""'. ducción, según una acepción actual y corriente. del término' '1:iQi' de reproducción, en la que la reproducción oculta la consti-

'_¡',' tución de las relaciones de producción, introduciendo por lai <.)':' puerta trasera las relaciones político-ideológicas y mante-

"'L", liiendo al mismo tiempo a las relacion\'s de producción su,,_ pureza origi.nal de autoengendramiento. Las relaciones polí-

<:> . " tico-ideológicas desempeñan un papel esencial. en' la repro-'0'" .ducción de las relaciones de producción, justamente porque,,' 1: . están presentes desde el primer momento en la constitución

". de estas últimas. y por eso el proceso de producción Y.deC.,/'i explotación es, al mismo tiempo, proceso de reproducciónO'" de las relaciones de dominación/subordinación política e.-..•,:: ideológica. De este dáto fundamental deriva la presencia,_ específica para cada modo de producción, .deLEsl!!do, .9..':!.eCJ ~entra, condensa,.mater;ializa Y5'nc~~las relaciones po-~., lítico:Iaeológicas en las relaciones de producción y en su re-_' producción.0,'- De este dato procede, en fin, la primera ubicación del

Estado en la constitución y la, reproducción de las clases

Page 32: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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2, Lr<RE1JO:JJÜ;)

;; Si el ºl; prodO! social"-," f¡"s¡'ca'jr:i;, O]j:pio e{j. '. ideok.":!y el pap'eÍ:. ,poco' ,:; \,d

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.l' gía no'-é::'~ clase.O:.; 'poderH",,: . Así::'del EÜ,';' repro<';~constit.11(d~ las'd, Ü

Nicos Poulantzas

. ,

"

26

sociales, o sea, en la lucha de clases. Las relaciones de pro-

J.ducción, en su vinculación con las relaciones de domina-

,

',ción/,subordinación politica e ideológica, delimitan espacios.. objetivos (las clases sociales) que no son, a su vez, más quedistinciones en. el conjunto de la división social del trabajo ,"

, (relaciones de producción, que desempeñan el papel domi-nante; relaciones politicas, relaciones ideológicas). Esto, queresulta cíe la primacía de las re13ciones de producción sobre '.<las .fuerzas productivas, tiene igualmente implicaciones' en lo

.~,.' concernien te a los espacios de las élases sociales en el seno~ inismo de las relaciones de producción . .La división social

",del trabajo, tal como se expresa por lapreséncia de relacio-, .nes politicas e ideológicas en el seno.del proceso deproduc-

t c,ión, es quien tiene la 'primacía, sobre la división técnica del,trabajo. Ello no quiere decir que la división técnica del tra-bajo sea reducible a la división social, sino que nunca existeni se reproduce sino inmersa en la división social.

Esos espacios de clase, que se traducen en poderes, con-sisten, ya en el seno de las relaciones de producción, enprácticas y luchas de clases. Las relaciones y la división so-cial del trabajo, lo mismo que no constituyen una estructuraeconómica exterior (previa) a las clases sociales, no perte-

" necen a un campo exterior al poder y a las luchas. No exis-,ten clases sociales previas, a su' oposición, es decir, a sus

, , luchas. Las clases sociales no existen ."en si» en las relacio-nesde producción, para entrar en lucha (clases "para sÍ»)sólo después o en otra parte. ~ittiar el Estado, en ~n.cu-lación coñ las relaciones 'de producción es coñfigurar losprimeros contornos de su presencia en la lucha :de clases.

Page 33: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

v~

J;1:i +2. LOS APARATOSIDEOLOGICOS: ¿EL ESTADO=("),,REPRESION + IDEOLOGIA?0-)

a'-')C'le:~!;~'Jf~:J11...,If':~","",:-e :'.,~,~' , el Estado tiene un papel constitutivo en las relaciones de11;;', M,;' 'producción y en la delimitación-reproducción de las clases,- - 'sociales, es porque no se limita al ejercicio de la represion:0, f' física organizada. El Estado tiene ígualmente un papel pro-~lAr pio en la organización de las relaciones ideológicas y de la1~í 1 ideología dominante. En esto me detendré por el momento:6\;,; i el papel eminentemente positivo del Estado no se limita tam-O ; poco al binomio represión + ideología, '

1- " La ideología no consiste solamente, o simplemente, enn~' 'un sistema de ideas o de representaciones: concierne tam-,..", bién a una serie de prácticas materiales, que se extienden aaO"i ,los hábitos; las costumbres, el modo de vida de los agentes,~. ' 'y'se moldea así, como materia vinculante, en el conjunto de;"C',' las prácticas sociales, incluidas las prácticas políticas yeco-s ..,;:" ,nómicas. Las relaciones ideológicas son, a su vez, esenciales~C',':en la constitución de las relaciones de propiedad económica)(.1':' ,y'de posesión, en la división social del trabajo dentro mismo,-<;)' de las relaciones de producción. El Estado no puede consa-,

~C ::~i~';:~~d;;'~~;s~ó~~~~~~i~~e~~;ít~c~:~~I~~~~~~~t:d:; jti, nuda». Ha de recurrir a la ideología, que legitima la viol~n-." cia y contribuye a organizar un consenso de ciertas clases y1:-, fracclOnesaOrii1nadas respecto al poder político. La ideolo-,0\, gía no es algo neutro en la sociedad: sólo hay ideología de

I

t\','",1 clase. La ideología dominante, en particular, consiste en un....." poder esepcial de la clase dominante.

I t.f" , Así, la ideología dominante se encarna en los aparatosO ,,¡ del Estado que 'desempeñan el papel de elaborar, inculcar y

,: reproducir esa ideología, lo cual tiene su importancia en lati ' constitución y reproducción de la división social del trabajo,t.í' '¡ d¡¡ las clases sociales y de la dominación de clase. Este es,

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Page 34: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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~ Bien subrayado por Pen~ Anderson,' «T-he "antonomies of Anta- "~'nio Gra~sci», en New Left Review, noviembre de 1976-enero,de 197,?

o~.'-'Los apc ..", V

millar,:Jtos; en~sujetos;olhablan,)remitir;)libre, y..drealidaVno obs;)amaest~"

-mediaMlista p:)

.mas al-'-,más a~

'1" ,

Nicos Poulantzas28por excelencia, 'el papel de ciertos aparatos que jJel'tenecen j,

1 W

'a la esfera del Estado y han sido designados como aparatos I .. ideológicos del Estado, lo mismo si pertenecen' al Estado ,que si conservan un carácter jurídico «privado»: la Iglesia(aparato religioso), el aparato escolar, el aparato oficial de'info'rmación (radio, televisión), el aparato cultural, etc, Y '.está .claro que la ideología dominante interviene en la orga-nización de los aparatos en quienes recae principalmente elejercicio de la' violencia física legítima (ejército, policía, jus-ticia-prisiones, administración). "

.Sin embargo, la distinción entre aparatos represivos yaparatos ideológicos tiene límites muy netos; antes de abor-darla mencionaré el papel represivo del. Estado, el cual pa-recelayecesdtaln natdural qlue casi no se hdabllade él. r'ndsisbtir, '{)en e papel e Esta o en as relaciones i ea ógicas no e e- '. .Perp"ría conducir, como a menudo sucede 6, a subestimar su papel,' ratos ¡-../:

: '"represivo. . ., '. reserve:)

t .Por l'epresión debe entenderse, ante todo, la violencia 'c ~; .. tada a .tíl. física organizada, en. el sentido más' material del término: ;cepció\,!violencia sobre los cuerpos .. Uno 'dé'los aspectos esenciales a la v()del poder, la condición de su instauración y mantenimiento, " ideolór;~es siempre la, coerción de los cuerpos, pero también la ame- 'c. de lasY¡naza sobre los .cuerpos, la amenaza mortífera. Cierto, el las relJcuerpo no es una. simple naturalidad biológica sino una ins- done ,-titución política: las relaciones del Estado-poder. con el cuer- 'por L.)Opo son mucho más complicadas y eXtensas que las de la re- riotar):.)'presión ..Ello no impide que el anclaje del Estado también. funcio::)sea siempre su acción coercitiva sobre los cuerpos por' me- ideolóP'1(dios físicos, la manipulación y la devoración de los cuerpos. tado id-y esto, en un doble aspecto: medianteinstituciories que ac- •biéri ()tualizan la coerción corporal y la permanente amenaza 'de'hecho,rl¡mutilación (prisión, ejército, policia, etc.); y mediante la ins- ticas frd,tauración, por' todo el Estado, de ,un orden corporal, que l .del'pa~jinstituye y administra, a la vez, los cuerpos, conformándo-, ,nóm~c;)los, moldeándolos y'apri~ionándolos en instituciones y apa- 1 'no s¡rVIlratos. El Estado es coextensible, en su materialidad, de hu- Ji; :negati-.1

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Page 35: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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. 7 L. A1thusser, «Idéologie et appareils idéologiques d'Etab, en,La Pensée, junio de 1970.

Los aparatos ideológicos

-U'., ---------------------(JIa9{u.J,r.~1' millar, meter en cintura y consumir el cuerpo de los suje-.)l'~l tos; en una palabra, de encarnarse en :Ia corporeidad de los~"" sujetos-objetos de la violencia del Estado, Si bien no puedeiOI' ~ .hablarse de una mortificación corporal por el Estado, quelfJ' ,remitiría a la imagen de un. cuerpo primerO, naturalmente1¡;)1" libre, y desviado a continuación por la política -cuando en2d~!realidad no hay más cuerpo que el político-, queda en pie,e~J ~',.no.obstante, que en este. orden corporal se trata siempre' deP'i í" amaestrar y regimentar efectivamente los cuerpos, operando'f;':' "mediante dispositivos físícos apropiados, El Estado capita-0'.1' ::' lista presenta aquí particularidades indudables, como vere"J"¡"k mos al examinar el papel de la ley, en cuya ocasión tratarétQ" ,;,;' más a fondo la cuestión de la represión,

10'1'.r -~;)r,

,Uf. ":," ,Pero la concepción que mantiene la distinción entre apa-'Oi;& ratos, represivos y aparatos ideológicos del Estado requiere.,4L, reservas de fondo: es una distinción que sólo puede ser acep-a.••••' S tada a título puramente descriptivo e indicativo, Si esta con-':0' ;"' cepción, fundada en los análisis de Gramsci, tiene el mérito,s"'- , a la vez, de ampliar el espacio del Estado a las instituciones)0'" ideológicas y de valorizar la presencia del Estado en el seno{;j" de las relaciones de producción ~a través de su papel en:IO~I', las relaciones ideológicas- ello no impide que de hecho fun-'cione en forma restrictiva, Tal como ha sido sistematizada

,":-~,',;,.':,'.:,,,por L. Althusser 7 esa concepción reposa (como entonces hice~' notar) sobre,el supuesto de un Estado ,que no actuara; no

1 funcionara, más que por la represión y por la inculcación:-C;;: ideológica. Supone, en cierta, fonna, que la eficacia del Es-

tado reside en que prohíbe, excluye, impide, impone; o tam-'bién en que engaña, miente; oculta, esconde o hace creer: elhecho de que este funcionamiento ideológico resida en prác-ticas materiales no cambia para nada el análisis restrictivodel' papel del Estado' según esa concepción. Considera lo eco-nómico como instancia autorreproducible y autorregulable,no sirviendo el Estado más que para establecer las reglasnegativas del «juego» económico. El poder político no estaría

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30 Nicos Poulantzas. ~:"'i Los (J'pre.sente en Ía economía,. su único pap'el sería encuad;arla; ,. . '~lpermatno podría intervenir en ella.con un.a positividad propia, pues- ", paraJ.to que sólo existiría 'para impedir (mediante la represión o;. yen P'T

.Ia ideología) intervenciones perturbadoras. Se trata de una dase!!evieja imagen juridicista del Estado, propia de la filosofía dars~J'jurídico-política de los comienzos del Estado burgués, que '. y las-'cnunca ha correspondido a su realidad. -"' ideoi~

Es evidente que con semejante concepción del Estado no '! . fund:.l:es posible' comprender nada de su .acción específica en la :senti:.jéonstitución de las relaciones de producción, corno la que, . poder. ,tiene lugar ya en el caso de la transición del feudalismo al :JsobrWcapitalismo y en el estadio competi tivo, llamado liberal, del . 'se in:.)capitalismo. Pero esto es' válido, aún más y muy especial- '.binolJ1ümente,. para el Estado actual, que interviene en las entrañas.! ,répré,jemismas de la reproducCión del capitaL En suma, el Estado ¡ :Capt()actúa también de manera positiva, crea, transforma, produce j prohihi,. realidades. Apenas' es posible captar las actuales acciones te a ht'1económicas del Estado -salvo que se juegue con las pala- ; i dice ()bras- bajo 1a.modalidad exhaustiva de la'represión o de la .. (el far~iinculcación ideológica, sin desconocer. que estos aspectos ',. repre'si<existen, indudablemente, en la materialidad de las actuales ,':,. cismUfunciones del Estado.. . ':< . das ["5

Hay más: a través del binomio represión-ideología es im- mant~'posible delimitar las bases mismas del poder. en las masas !" 'ce ci\.Jtdominadas y oprimidas sin caer en una concepción al mismo : ¡ 1tiempo policiaca e ideaiista del poder. El Estado dominaría ',s~~~-,;?a las masas .bien por medio del .terror.policiaco o la repre- que e'r-ásión interiorizada -lo mismo da para el caso-, bien por este i'Jmedio de la impostura o 10 imaginario. Impide-prohíbe' y/o .. ; d I.. ea~lengaña, porque, aun.guardándose'de identificar ideología y .., )masa,e.falsa conciencia», el término ideología no Conserva sentido . de su::)más:que a condición de admitir que los procedimientos ideo- .es rec'-clógicos comportan una estructura de ocultaCión-inversión. ,~\;," N~Creer que el Estado sólo .actúa de esa mánera es simplemente del Eh...;\falso: la relación de las masas con el poder y el Estado en !,! el mo:";'lo designado particularmente como consenso, posee siempre la rep"",un sustrato material. Entre otras razones.porque el Estado, Vprocurando siempre la hegemonía de clase, actúa en el cam-. po de un equilibrio .inestable de compromiso entre las cla-ses dominantes y las clases dominadas. El Estado asume así,

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8 Estas concepciones se encuentran en algunos artículos de laobra colectiva, Eléments pour une analyse du fascismel bajo la di-rección de M. A. Macciocchi, 1976.

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31Los aparatos ideológicos

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permanentemente, una serie de medidas materiales positivaspara las clases populares, incluso si estas medidas constitu-yen otras tantas concesiones impuestas por la lucha de lasclases dominadas. Se trata de un hecho esencial, y no podríadarse razón de la materialidad de la relación entre el Estadoy' las masas populares si se redujera el 'binomio represión-

01; ,ideología. Reducción que, dicho sea de paso, es también el10 .~1:0'1' fundamento --con el acento puesto sobre el aspecto de'con-,1I;l)',I':' ,sendtimiento- de toda una serie de concepciones actuales delr-.,' po er, en particular de las que se expresan en la discusión:p~ sobre el fenómeno fascista '. La base de masas del fascismoLlO',,) se intenta explicar por la imagen del Estado-poder según elIS, '1;' binomio represión-ideología: las masas habrían «deseado» la,oV' f' represión o habrían sido engañadas por la ideología fascista.- •. ' Captar el Estado bajo las meras categorías de la represión-

'.0:);, prohibición y de la ideología-ocultación conduce forzosamen-:sO~:,'.' te a subjetivizar las razones del consentimiento (porqué sei¡':",:V dice sí a la prohibición) y a situarlas ya sea en la ideologíaa•••/;<¡:: (el fascismo ha engañado a las masas), ya sea en el deseo desé:";; represión ° en el amor al Amo. Siendo así que incluso el fas-sO'! :'; cismo se ha visto obligado a emprender una serie de medi-

das positivas respecto a las masas (reabsorción del paro,lec;,,: mantenimiento y a veces mejora 'del poder adquisitivo realSti'" de ciertas categorías populares, legislación llamada social),~'O'l,'~' lo que no excluye, muy al contrario, el acrecentamiento de

,) su explotación (mediante la plusvalía relativa). Por tanto,-O<i~!' que el aspecto ideológico de engaño esté siempre presente en~:nJl,'r. este aspecto, no impide que el Estado. actúe también a través.'; de la producción del sustrato materIal del consenso de las

,¡O',' .;; masas con respecto al poder. Sustrato que, aunque difiere)ej'" 'de su presentación ideológica en el discurso del Estado, no. , ..,;,;, es reducible a la simple propaganda ..Uf ':1 No son, ciertamente, los únicos casos de eficacia positiva:ti !.¡ del Estado. Pero estos ejemplos deber~an ser suficientes, por, ,,' el momento, para mostrar que su acción rebasa con mucho'O;.} la represión o la ideología.V,

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Page 38: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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cas i)bord~.,por¥,con L)," C'-rquie¥un s~..Á'esteQ. -pred, de Ci..J,nos Üfrecu~l1orgairJ.,su e~J

'se deJ..~las cijssea(Jsulta -'.,entr¿-{:

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Jno S,lermenl~Ej

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_ Nicos Poulantzarj32Unequív';co persistente está ligado, por otra ,parte, a la

, ,representación de! Estado reducida al binomio represión-" ideología: e! confundir la reproducción de la ideología do-'minante con la' simple ocultación o disimulación de los' pro-pósitos y, objeÍivos del Estado,' el cual no produciría más,que un discurso.unificador y permanentemente mistificador,y no avanzaría,así más que envuelto en el secreto y siempreenmascarado .... , -, Lo cual es .falso en varios aspectos: una de las funciones

.~ de! Estado ~ue ,desborda el mecanismo de inversión-ocul- ., tación propio de la ideología~ concier!,'e en ,este caso a su,{papel organizador específico, respecto a las mismas clases j,

, ' dominantes y consiste, también, en decir, formular y decla-, rar abiertamente las tácticas de reproducción de su poder.El Estado no produce un discurso unificado: produce varios,encarnados diferencial mente en sus diversos aparatos segúnsu destino de ch~e; varios discursos, dirigidos a diversas cla- '"ses.O también: produce un discurso segmentado y fragmen-'-tado según líneas coincidentes con la estrategia del poder. ;'El discurso, o los segmentos de discurso ,dirigidos a'la clase ¡dominante y a sus fracciones -a veces también a las clases-'~a¡:íoyO-C-son, ,sin duda alguna, discursos, claros de organiza- ~ción. El Estado y las tácticas qué' encarna nunca se ocultan,del todo, no porque se trate de conciliábulos de ,pasillo que 1acaban por saberse a pesar del Estado, sino porque a un cier<jto nivel e! lenguaje de la táctiCa forma parte integrante delas disposiciones del Estado con vistas a organizar las clasesdominantes: .forma parte ,del esp"cio'escénico del Estado en-¡su papel de representación de esas clases (como es patente j

en el caso de! famoso discurso de De Gaulle en mayo de! 68, Jque no tenía,un ápice de <ádeológico»).,Hecho paradójico, en iapariencia: todo, o casi todo, lo que han hecho .realmente la ;.burguesía y su poder ha' sido dicho, declarado, catalogado .'públicamente en alguna parte (antes dé tener lugar o mien-tras sucede) por uno de los discursos del Estado, ,aunque no ¡siempre haya sido entendido. Hitler no ocultó nunca su pro- rpósito de exterminar a los judíos. El Estado, a un cierto --¡nivel. no sólo dice verdad, declama la verdad de su poder,;sino que asume igualmente los medios de elaboración y de 'formulaCión de las tácticas políticas. Produce saber y técni--1

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Page 39: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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33Los aparatos ideológicos

a) A escindir el ejercicio del poder en dos grupos de apa-ratos: los aparatos represivos y los aparatos ideoló-

Finalmente, cuando la acción del Estado sólo es captadaa través del binomio ideología-represión ello conduce, en ,loconcerniente a los aparatos del Estado:

cas de saber que aunque imbricadas en la ideología, 'la des-bordan con mucho. Las estadísticas «burguesas» y el INSEE, '

por ejemplo, que constituyen elementos dd saber del Estadocon fines de estrategia política, no son simple mistificación.

Ciertamente, la palabra del Estado no es la de un cual-quiera ni procede de cualquier parte: en ella hay, sin duda,un secreto del poder, un secreto burocrático. Sin embargo,este secreto no equivale a un papel unívoco de silencio, sino, -precisamente- al de instauración en el seno del Estadode circuitos tales que favorecen el discurso a partir de algu-nos de sus emplazamientos. El silencio burocrático no esfrecuentemente, respecto a la clase dominante, más que elorganizador del discurso. Si el Estado no enuncia siempresu estrategia en'el discurso que dirige a la clase dominante,se debe, por lo general, al temor de revelar sus propósitos alas clases dominadas. Porque si bien en el seno del Estadose afirman tácticas determinadas, la estrategia sólo es el re-sultado de un procedimiento contradictorio de confrontaciónentre esas diversas tácticas y los circuitos, redes y aparatosque las encaman, y por consiguiente, con frecuencia no es sa-bida ni cOnocida previamente en (y por) el propio Estado; "no siempre, por tanto, puede ser formulable discursiva-.,imente.

Ello significa que el índice de ideQlogización del Estado, lasí como de las prácticas materiales de éste, es fluctuante,variable y diversificado según las clases o fracciones de clase.a las que el, Estado se dirige y sobre' las cuales actúa. Si laverdad del poder escapa frecuentemente a las masas pOP, u,-jlares no es porque el Estado la oculte a todo el mundo, por-que la enmascare expresamente; se debe a que, por razonesinfinitamente más complejas, no llegan a entender el dis-curso del Estado a las clases dominantes. " ,"

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Page 40: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

En resumen: la formulación del espacio estatal ,en tér-,minos de aparatos represivos 'y aparatos ideológicos sólopuede aceptarse a título puramente descriptivo y teniendoen cuenta las reservas que' hemos hecho. Tiene el mérito deampliar la esfera estatal iñcluyendo una serie de aparatosde hegemonía, a menudo "privados», y de subrayar la acciónideológica del Estado, pero no deja de implicar una concep-ción del Estado y de su acción que sigue siendo restdctiva.

34

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Nicos Poulantzas,

gicos del Estado. Con el inconveniente mayor de re-ducir la especihcidad del aparato económico del Esta-do ,al diluirla en los divérsos aparatos represivos e

, ideológicos; de imposibilitar.la localización de esa reddel Estado en la que se,'concentra, por excelencia, elpoder de la fracción hegemónica de la burguesía; deocultar, en finLlas modalidades requeridas para latransformación de este aparato económico en el casode la transición al socialismo,' a diferencia de las re-queridas para la transformación de los aparatos re-presivos e ideológicos; ,

A dividir de manera casi nominalista y ésenciálistaciertos aparatos en represivos' (que actúah'princlpal-mente por la represión) e ideológicos (que actúan,,principalmente por la ideología), lo cual es discutible.Según las formas de Estado y de régimen, y según lasfases de reproducción del capitalismo, ciertos ápara-tos pueden pasar de una esfera a otra, aCumular opermutar funciones: un ejemplo caracteristico es elejército, que en ciertas formas de dictadura' militar seconvierte directamente en aparato 'ideológico-organi-zativo al funcionar principalmente como partido' polí-tico de la burgueSía. No hace falta, por lo, demás,señalar el constante papel ideológico de toda una se-rie de aparatos represivos (justicia, prisión, policía),de tal' manera que esa clasificación taxonónüca, deri-vada del criterio, bastante vago, de "principalmente»(principalmente represivos o principalmente ,ideológi-cos) parece desvanecerse.

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Page 41: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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EL ESTADO, LOS PODERES Y LAS LUCHAS

El Estado desempeña, por tanto, un papel decisivo en lasrelaciones de producción 'Y en la lucha de clases, estandopresente ya en su constitución, así como en su reproducción.

Pero mientras. que una de las características de la histo-ria teórica del marxismo, princípalmente en el seno de laIII Internacional, fue la de haber descuidado la especificidaddel espacio político propio del Estado y su papel' esencial(considerando la superestructura simple apéndice de la

. base), las críticas que se hacen actualmente al marxismo serefieren a su pretendido «estatismo». Cuando el marxismodescuidaba al Estado, era economicismo; ahora que habla.del Estado, no sería más que estatismo. Son críticas que noapuntan simplemente a la práctica política estaliniana ya larealidad sociopolítica de los regímenes de los países del Este, .sino a la misma teoría marxista. Ahora' bien, .si el Estadodesempeña el papel que acabo de indicar, sigue en pie-con-trariamente a lo que ahora se lee un poco por todas partes-que para el marxismo el poder no se identifica y no se redu'ce al Estado.

Si se tiene en cuenta la primacía, en el proceso' de pro-]ducción, de las relaciones de producción sobre las fuerzasproductivas, debe considerarse que las relaciones de produc-,ción y las relaciones que las conforman (propiedad económi- .ca/posesión) se traducen en poderes emanados de los em-plazamientos que esas relaciones configuran. Poderes de cla-se, en este caso, que remiten a la relación fundamental deexplotación: la propiedad económica designa, en particular,la capacidad (el poder) de asignar los medios de produccióna determinadas utilizaciones y de disponer así. de los. pro-

. ductos obtenidos; la posesión design'a la capacidad, (el po-der) de utilizar los medios de producción y de dominar el

Page 42: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

. " •.2.. ,El poder nose' reduce _en asoluto, o ,se .identifica,al.Estado, .como' también ..Foucault o Deleuze le. atribuyen' al.marxismo, para' eLcual "el poder sería poder del Estado', y".~ljpismo se 'localizaría. ~n lin' aparáto del Esta_do...:}}::y.«sería'¡

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proceso de trabajo. Estos poderes se sitúan,' a,.su,'vez,enuna red de relaciones entre explotadores y explotados" en@ las oposiciones entre prácticas de clase diferentes, en suma,

,.en una -lucha dec1ases; son.poderes inscritos en un sistemade relaciones entre clases. Considerando, precisamente, el

, proceso económico y las relaciones de producción como red

t de poderes, es como se puede captar el hecho de que esas..... ,. relaciones de producción está,n, constitutivament.e, ligadas a

• las relaciones políticas e ideológicas que las consagran y le-o -gitiman y,que están presentes e~e~a~relaciones económicas,'.Está claro, por, tanto, que:. ._ . .

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, ,'c' - '1.. •....'"', 1. Las relaciones de poder ,no están, para el marxismo,....o:comosostienen, por ejemplo, :Foucault o Déleoze~ ~"én po,sesión 'de exterioridad respecto á otros tipos. de' relaciones:procesos económicos ..•.» '. El proceso económico es lucha' declases y, por tanto, tambiénrelaciónes de poder (y no sólode poder económico). Sobreentendiendo .que estos.,poderesson especificos' en cuanto qúe están':JÍinculadosa la explota'ción (cosa que, dicho sea de paso, se encuentra 'raramente.enFoucaulto Deleuze). Al remitir, en el caso de':lasclases"a

. emplazamientos ,objetivos anclados 'en la división: del traba.jO"yal designar la. capacidad de éadauIia deréalizarsus,intereses especificos en relación,de oposición con.la capaci-.dad de las otras clases 'pání.realizar ,los suyos ;.é(poder 'nopuede,escapar a las relacioneséconómicas, Estas ,re!,,:cionesde poder, ancladas en la producción de la plusva:Jíay en surelación con los poderes político-ideológicos, se materiáiizan,

. por. otra parte; en institÚciones.ap'aratos especificas:.las em-presas;fábricas-unidades de producción, .lugares de eXtrac-ción .de la plusvalía y de ej",rcicio :de esospoderes:.,;

Page 43: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

10 ¡bid, 1977, p. 123.

identificado al Estado» 10. Las relaciones de poder, com]sucede con la división social del trabajo y la lucha de cla-ses, desbordan con mucho al Estado.

Desbordan al Estado, incluso si se abandona una defini.,ción jurídica y estrecha del Estado -'sorprendentementepresente en Foucault o Deleuze. El conjunto de los aparatosde hegemonía, aun "en el caso de ser jurídicamente privados,fórmanparte del Estado (aparatos ideológicos, culturales,Iglesia, etc.), mientras que para Foucault y Deleuze,el Estado, queda siempre limitado a su solo núcleo público (ejército,policía, prisión, tribunales, etc.). Lo cual les permite decir Ji...que el poder existe también fuera del Estado, tal como elloslo conciben: una. serie de lugares, consIderados como exte-riores al Estado (aparato de sanidad-asilos, hospitales, apa-rato deportivo, etc.) pero constitutivos, no obstante, de luga-, res de poder, lo son tanto más cuanto que están incluidos enel campo estratégico del Estado. '

Digo, tanto más y no en tanto que (incluidos en el Esta ..do): el poder debotda con mucho al Estado, incluso conce-4tbido en sentido amplio, por varias razones.

En primer lugar, los poderes relativos a las clases socia-les y a la lucha de clases no se reducen al Estado. Es el caso,en particular, de' los poderes en las relaciones de producción,pese a sus intersecciones con el poder político y a que surelación con el Estado no es una relación de exterioridad.Pero hay más: es cierto que el Estado capitalista, muy par-ticularmente en su forma actual -y aparte de que este Es-tado debe ser concebido, de todas maneras, en un sentidoamplio-, concentra cada vez más en él las diversas formasde poder. Interviniendo crecientemente en todas las esferasde la realidad social, disolviendo el tejido social tradicional.mente «privado», ese Estado se filtra en las redes más capi-lares y penetra tendencialmente en los sectoresdef poder, de'todo poder de clase (que es lo que importa, por el momen-to). De la estrecha relación -vinculada a. la actual formade separación entre trabajo intelectual y trabajo manual-entre el Estado y un saber directamente instaurado en dis-curso de Estado, y constituido, por tanto, en técnica políti-

37El Estado, los poderes y las luchas

Page 44: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

¿Quiere decir esto. que el Estado no. tiene más que unpapel secundario. y desdeñable en la existencia: material' del'

Esto.'conduce a reco.rdar una pro.po.sición suplementaria: "si lo.spo.deres de clase no. se reducen al Estado.' ydesbo.rdan",;siempre a sus aparato.s, se debe a que eso.s poderes; enraiza-do.s en la división so.cial del trabajo. y la explotación; co.nser-van siempre la primacía so.bre .Io.s aparato.s que-Io.s encar-. 'nan, en particular el' Estado.. Lo. cual equivale a 'expresar,bajo. una fo.rma diferente, la pro.po.sición de que, en la co.mo'pleja relaciÓn lucha: de clases/aparato.s, son las luchas lasque tienen el papel primero y fundamental, luchas' (eco.nó-micas, po.líticas, ideo.lógicas) cuyo. campo., ya a nivel de laexplo.tación y de las relacio.nes de pro.ducción, no es o.tro.que el de las relacio.nes de po.der. .

ca, a la penetración del Estado en lo.s do.minio.sUarnado.sde co.nsumo. co.lectivo. (transpo.rtes, vivienda, sanidad;.asis-tencia so.cial, o.cio.s) -do.nde lo.s po.deres ideo.lógiCo.'simbóli-co.smaterializado.s .en las pro.duccio.nes (casas, c"ntros cultu-rales, etc.) pro.lo.ngan directamente las relacio.nes.éstatales-,

. las relacio.nes entre lo.s po.deres de clase y el Estado. se '.ha- .cencada vez más estrechas. Pero, dicho. esto., sigue siendo.cierto. que lo.s po.deres de clase, y no. sólo. lo.s eco.nóh'¡co.s,rebasan siempre al Estado.. Po.r ejemplo., el discurso. delEstado., incluso. hecho. extensivo. a sus aparato.s ideo.lógico.s,no. ago.ta to.do. discurso. po.lítico., discurso. que, sin embargo.,incluye en su estructura un po.der de clase, Análo.gamente,el po.der ideo.lógico. no. queda nunca ago.tado. po.r el Estado.y sus aparato.s ideo.lógico.s. Esto.s último.s, lo. mismo. 'que no.crean la ideo.lo.gía do.minante; no. so.n lo.s facto.res pl'imige-nio.s O.exhaustivo.s de repro.ducción de las relacio.nes de do.-minación/subo.rdinación ideo.lógica. Lo.s aparatosideo.lógico.sno. hacen más que elabo.rar' e inculcar la ideo.lo.gía do.minan-te: no. es la Iglesia-co.mo. ya decía M. Weber- quien creay perpetúa la religión, sino. la religión quien crea y perpetúala Iglesia. En una palabra, las relacio.nes ideo.lógicas tienensiempre un anclaje que desbo.rda a lo.s aparato.s y co.nsisteya en relacio.nes de po.der ..

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Page 45: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

39

El Estado, I.os poderes y las luchas

11el. Lcfort, en su artículo «Maintenanb, en el primer númerode la revista Libre, 1977; C. Castoriadis, L'jnstitution imaginaire de'la société (1975). Esta corriente, por lo demás, enlaza con la deG. Lapassade y R. Loureau, llamada «anti.intitucional».

. 12. M"erefiero más particularmente a la revista"Faire.

poder? Para salir de la imagineria .de un Estado totalizante. ¿habría 'que recaer en la ilusión de un Estado que sea simpleapéndice de lo social? En absoluto. El Estado.desempeña unpapel CQñStitutIVO-eñla existencia y la reproducción de lospoderes de clase -más generalmente, en la lucha de clases-:'lo que remite a su presencia en las relaciones de produc~ción. Tiene un papel constitutivo, y esta proposición debeentenderse en sentido fuerte. Lo cual implica desmarcarseigualmente de toda una corriente actual que, insistiendo so-bre la primacía de lo «social», en el sentido más vago .deltérmino (la «sociedad» como principio «instituyente» delEstado), llega precisamente a esa imagen del Estado como!¡:!éndicede lo soclar.-Riljosu" forma actual esta corriente esconocida en Fi'añcia, sobre todo, por los análisis y la evo-lución de los autores de la revista de los años 50, Socialismeou Barbarie (Lefort, Castoriadis, etc.). A través de las 'crl'.ticas de estatismo que dirigen al marxismo incurren en losmismos errores que el marxismo instrumentalista 11: el Es-t~~~o s~~E~eapéI2cficede las lu~pas y del pod~r. E'sunacorriente que reviste importancia no tanto por sus análisisen si como por la manera en que estos análisis engarzan conla tradición libertaria del movimiento obrero francés, par-ticularmente en ciertos sectores de la CFDT y de la tenden-cia Assises du socialisme del partido socialista 12. Engarce

. con la corríente autogestionaria que, en gran medida, resulta'.de un quid pro quo: el propósito de fundamentar una polí-"iica autogestionaria -ampliamente justificada por el acen-to que pone en la necesidad de formas de democracia direc-ta en la base- sobre una teoría que menosprecia el papelreal del Estado. En el mejor de los casos. se trata de tomarfas. deseos po; realidades: deducir una política antiestatistade una visión en la que el Estado casidesapatece en su.papelpropio. Mientras que, justamente, es el papel terriblementereal del Estado lo que exige una transición al socialismo am-pliamente apoyada en la demoCracia directa, lo cual implica

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Page 46: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

el conocimiento exacto del Estado y dé su pape! actual.Tanto es así que una cierta tradición del socialismo estatista.:jacobino procede también de la concepción instrumental delEstado como simple apéndice .de.lo social y' de las clases;.un Estado cuyo reforza miento ilimitado no .podría tener con-secuencias nefastas en la medida en que 'se' tratase de un Es-tado obrero, simple apéndice de la clase obrera.

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Pero para delimitar exactamente el papélconstitutivo delEstado en las relaciones de producción y en 'la lucha declases, y por tanto en las relaciones de poder, es necesariodistinguir de una vez por todas esta cuestión, en su contextoteórico, de la cuestión del origen cronológico y de 1a génesis.(qué fue. primero, la gallina o el húevo, el Estado o la luchade clases/relaciones de producción) : hay que romper' radi-¿klmente con la corriente positivista-erúpirista, y hasta histo~ricista, también dentro del marxismo~ Habíar, a nivel de laexplicación teórica, de un campo .social de 'división del tra-bajo en clases y de poder de cIase anteri¿r a lae",istenciadel.Estado; de un basamento primigenio (en e! sentido cro-'nológico y genealógico), que engendniría a continuación elEstado, el cual, ciertamente, intervendría, pero a posteriori,

¡1arece estrictamente' de sentid" Donde hay clases y, por. tanto, lucha y poder de clase, e! Estado, el Poder polítíco

. 'institucionalizado, está ya presente. No hay, 'en este' aspecto, .•lucha y poder de clase antes del Estado o'sin Estado; no hay«estado natural» o «estado social» preexistente o preceden .....te al Estado, como quisiera una tradición que lleva huellasevidentes de la filosofía política de las Luce's (la ,del'contrato

(

"SOcialPreViO al Estado). El Estado abaliza ya el campo dela luchas, incluido el de las relacionesde'producción, orga~niza el mercado y las relaciones de' propiedad, instituye la

~ dbminación política e instaura la clasepoIítica' dominante,: señala y codifica todas las formas de la división social del

~ \ trabajo, toda la realidad social' en el marco referencial de'Quna sociedad dividida .en clases. . ., " ,.

-Es en este sentido preciso en elqueno"espensable -una[vez 'planteado el Estado~ilnarealidad .s,dcialcualquiera. (un saber, un poder, una lengua, ÜÚd escrItura) que repre-

sente un estado primigenio respecto al.Estado; sólo es pen-

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Page 47: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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La división en clases y la lucha de clases no ueden ortanto, pensarse como origen e stado, en el, sentido deun pnncipio de génesis del Estado ¿Debe llegarse a la con-clUSIónde quuÜo pone en entredicho la proposición esen-cial de que el fundamento del Estado .se encuentra en lasluchas sociales, o sea, cuestiona el papel determinante delas -relaciones de producción y, más generalmente, la prima~cía de las luchas y de las relaciones de poder respecto alEstado? En una palabra, plantear así la cuestión. del Esta-do ¿es hacer estatismo?Planteo la cuestión desde este aspecto preciso para dís-

, tinguir la embrollada madeja de las diversas tendencias ac', tuales, que si bien tienen en común poner en entredicho esefundamento del Estado y' del poder en las luchas de clases;

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CJ ': 'El Estado, los poderes y las luchas~;':i' , ,~; sable una realidad social siempre en relación con el Estado••",: y con la división en clases. Esto no quiere decir que núhaya'•••• 'habido nunca realidad social y poder sin Estado o, crono-C~: lógicamente, anterior al Estado sin división en clases o,•.,ll' cronológicamente, anterior a esta división; sirio que, en elVI marco referencial de una sociedad dividida en clases y con'-Ir Estado, dicha realidad no es pensable poniendo al Estado()~' entre paréntesis. Incluso si se admite el hechci histórico de" una, realidad social anterior al Estado, una vez PlanteadaJ,

(J1', ' la emergencia del Estado, toda realidad social debe ser, con'I 'l:.O~,,: siderada como realidad que mantiene relaciones constituti-

,J va~s~~~/~'una) historia es (la) historia de la lucha de cla-I \of ses,si las sociedades «primitivas» sin Estado son sociedades f ~•• J,,' " sin (esa) historia, ocurre también que esa historia no existe~n!.. sin Estado. No hay una historia de luchas de las que el Es- >fo. tado seria, en un momento dado, e! resultado y e! fruto: 'esa'i J.,.: historia no es' pensable sin Estado. No es que a partir del- momento en que apareció el Estado se entró en un tiempo

irremediable (la Historia), en el que mientras' haya Hom-bres habrá siempre Estado, sino que -como decía Marx-e! fin d.e la división en .clases significa el fin del Estado Y'1 tíApor consiguiente, el fin de un cierto tiempo que no es el fin fde los tiempos sino el fin de una cierta historia, designadapor él como prehistoria de la humanidad. ' . '

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. no dejan de 'distinguirse en otros sentidos: Así, reserVarépara más tarde el examen; a este respecto, de laproblemá-tica de Foucault, que consiste, esencialmente, en ..referir:la

;.relación entre Estado y relaciones de producción;.entre po-deres económicos y poderes políticos, a un tercer principio,a un «diagrama» de Poder, común. a los diversos .poderes

f

en un momento dado. Concepción que, al menos, no se,aven-tura en una teoría general del poder desde el.origend.elostiempos, y no ve en el Estado el .fundamento de toda- reali-dad social. . . .._ .. '. .

Pero eso es .10. que hace toda la corriente actual de la'llamada «nueva filosofía», la cual,. en una metafísica tanpretenciosa como yacía del Poder y del Estado, enlaza otravez ~desde B. H. Lévy a A. Glucksmann-. con una vieja

~

radición institucionalista: el Estado como principio fun:.', dador e institucionalizador de toda relación social, forma

apriorística de' toda realidad. social. posible:archi-Estadooriginario del que las luchas sociales sólo serían el espejo

,no llegarían a existir' más que por él. No es el marxismosino esta concepción la que reduce todo poder al Estado,.yve' en todo poder. la consecuencia de esa realidadprimige-nia que sería el Poder.Estadó. Todo es siempre a la imageny semejanza' del Amo, del Estado y de la Ley (de acuerdocon la teoría psicoa'nalítica en su versión lacaniana) porque,a semejanza de las luchas, cualquier realidad social '..,..poder,lengua, saber, discurso, escritura o deseo- sólo puede.exis-tir a tra"és de ese Poder-Estado. Mal radical, y en este

'sentidoinesquivable por cualquier ,lucha, puesto. que todalucha no sería más que' el.revés y la imagen del Príncipe,consti tuida, en las tramas originarias de un 'Poder-Estadoeterno, cuya perennidad ,expresa una universalidad, y nece-sidad ,de' carácter metafísico. Qué es, por consiguiente, .elfundamento-origen de todo: fundamento" por ser origen, y

~

icevers.a .. El totalitarismo .estatal es,..,a la vez, o.riginariOy eterno, porque él' sujeto de to~a Historia posible es elEstado: en lugar de Kant, reencontramos' a Hegel. ' , .

Por consiguiente; el Estado es todo. A lo que -responde,de modo simé.tricamente inverso, .la otra corriente que :men-cioné' y que. participa, en consecuencia, .de la misma pr<¡ble-mática: el.todo es .10 social y el Estado no es más. que' su

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~jls,,_iI!~1it!lL~o. Ha cambiado la entidad de los térmi-nos respectivos, Estado y sociedad, pero la problemáticasigue siendo la misma: la de una causalidad mecánica ylineal, fundada sobre un principio monist" simple y calca-da de una metafísica de los orígenes. .

Debemos, pues, recordar ciertos análisis que algunos denosotros hicimos hace ya tiempo: el papel determinantede las relaciones de producción; la primacía de las luchas declases sobre el Estado y sus aparatos, no pueden ser cap-tados según una causalidad mecánica, y además transpues-ta en causalidad cronológica lineal: lo que hemos designadocan el término de historicismo. Esa determinación y esaprimacía na significan obligatoriamente una existencia his-tórica anterior al Estado: el que sea así o no, es -si se mepermite- otra cuestión. Lo cual es válido, ante todo, para lasrelaciones entre el Estado y las relaciones de producciónde tal o cual modo de producción, y para la' transición de.Unmodo de producción a otro. Marx lo había dejado senta-do perfectamente cuando distinguía tales o, cuales relacio-nes de producción como «presupuesto» o prius lógico de.talo cual Estado, de una precedencia histórico-cronológicade aquéllas sobre éste. La determinación del Estado por las 1relaciones de producción, la primacía de las luchas sobreel Estado, se inscriben en temporalidades diferenciales paracada uno, en historicidades propias de desarrollo desigual:~rma de Estado puede preceder, en.el ord!:.!L.'.!ela_g~-º~sls_hi~_tó!:i£a,a las relaciones de producción correspon-dientes. Abundan los ejemplos en las obras de Marx y Engelsy yo mismo puse de manifiesto que tal era el caso del Esta-do absolutista en Europa, Estado can dominante capitalis-ta, mientras que las relaciones de prpducción presentaban...J/aún una dominante feudal. . . .

Son ejemplos indicativos, concernientes a las relacionesde tal o cual forma de Estado y de tales o cuales relacio-nes de producción y luchas de clases, pero can una signifi-cación más general porque remiten también al origen delEstado. Se ve que la cuestión del origen histórico del Es-tado, del orden. de sucesión, en la historiografía de la gé-nesis, entre el Estado, de un lado, y las relaciones de pro-

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43El Estado, los poderes y las luchas

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ducción y los poderes de clase, de otro, no es teóricamentehomogénea con la cuestión .del fundamento del Estado enlas relaciones de producción, en las luchas de clases y en lasrelaciones de poder. _...

Ello no es óbice para que una serie de equívocos proven-gan en este caso del propio Engels. Diré esquemáticamenteque Engels, tributario aquí de la problemática historicistade una causalidad. lineal, intentó fundamentar la primaciasobre el Estado de la división en clases y de sus luchas, cal-cando precisamente esta c'uestión de la de la génesis delEstado y cediendo .así aLmito de los orígenes. Uno de losobjetivos de El origen de la familia, la propiedad privada yel Estado es demostrar la apariciÓn históricamente primige-nia, en las sociedades llamadas primitivas, de la división enclases en las -relaciones de producción: de .esta división na-cería, a continuación, el Estado. Lo cual se considera como"prueba» de la determinación del Estado por .las relacionésde producción yde su fundamento en .aquéllas ...Es evidenteque esta prueba, en el supuesto mismo de que lá investiga-ción histórica de Engels sea exacta, no es tal. O más ,bien:sólo sería umi prueba si el marxismo fuese unhistoricismointegral. . .. .• , .

Pero no es me;'os evidente' que un orden. inverso deemergencia histórica en la serie de los orígenes no propor-cionará la prueba de lo contrario: a menos que se compartaesta. problemática historicista. Me refiero aquí, en particu-iar, a los trabajos de Pierre Clastr'es. Argumentándo. que elpaso de las sociedades sin Estado a las sociedades' con Es-tado se operaría mediante la emergencia, .primero" del po-der politico, emergencia que .precedería a la división en cia-ses en las relaciones de producción, este autor -despuésde muchos otros- llega' a la conclusión .de..que el Estadodesempeña un papel fundamental y determinante respectoa dichas relaciones. Conclusión considerada aplastante comocrítica del marxismo: .Lo' decisivo, por tanto, es el cortepolítico.y no el.cambió económico ... Si se quieren conServarlos conceptos marxistas de in.fraestructura y superestructu-ra; habría que. reconocer, tal vez,.que la infraestructura eslo político'y la superestructura lo económico ... » Aún más:.La relación política del poder precede y funda la relación

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13P. Clastres, La société contre tEtat, 1974, pp. 169, 172, etc.14 Op. cit., pp. 74 ss.

No sólo las luchas de clases tienen la primacía sobre er"',Estado y lo desbordan con mucho. Las relaciones de poder :también rebasan al Estado en otro sentido: Las relaciones ~de poder no recubren exhaustivamente las relaciones declase y pueden desbordarlas. Ello no significa, sin duda,que en este caso carezcan de referencia de clase, que no sesitúen también en el terreno de la dominación politica, queno sean lo que está allí en juego, sino que su fundamentoes distinto del de la división social de! trabajo en clases, nosiendo, por consiguiente, su simple consecuencia, ni tampocohomólogas ni isomorfas respecto a esa división del trabajo: \tal es el caso, en particular, de las relaciones hombre-mujer.Ahora lo sabemos: la división en clases no es el terreno ex-.haustivo de constitución de todo poder, aunque en las socie-

45El Estado, los poderes y las luchas

económica de explotación. Antes que económica, la aliena-ción es política, el poder es anterior al trabajo, lo económico. es una derivación de lo político, la emergencia del Estadodetermina la aparición de las clases» 13. -Estamos ante unejemplo clamoroso, como pocos, de razonamiento histori-cista de causalidad lineal, que participa exactamente, en estecaso, de la misma problemática de Enge!s. Aun suponiendoque los análisis de Clastres sean históricamente. pertinentes,sobre lo cual me guardaré .muého de opinar, no están encontradicción con el marxismo: que el "fundamento» delEstado esté en las relaciones de producción-división de las~lasesno significa que el «origen» de éstas sea necesaria-.mente previo respecto a aquél. Esos análisis no ponen enentredicho e! papel determinante de las relaciones de pro-.ducción y la primacía de las luchas sobre' el Estado: sóloconstituyen una prueba en esta dirección para una proble-mática positivista-empirista, e incluso historicista, que con-ofunde origen y fundamento. Tal es el caso', entre otros,deB. H. Lévy 14 cuando evoca los análisis de Clastres para apo-yar la tesis de la eternidad del Estado. fundamento -por.ser el origen- de todo.

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Nicos Poularitzas

dades de clase todo poder revista una significación de clase.Consecuencia conocida: en una transición al socialismo .nobasta con transformar .radicalmente los aparatos 'de! Estadot ~~~:rabolir o transformar e! conjunto de las relacione.s de

Pero incluso si esas relaciones de poder desbordan a las

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relaciones de clase, de la misma manera que éstas no pue-den prescindir de aparatos e instituciones específicas quelas materialicen y reproduzcan (e! matrimonio, la familia),los aparatos del Estado no se mantienen al margen de ellas:El Estado interviene con su acción y sus efectos en todaslas relaciones de poder. a fin de asignarles una pertinencia. de clase y de situarlas en 'la trama de los poderes' de clase.El Estado se hace cargo así. de los poderes heterogéneos,que se convierten en eslabones y apoyos del poder (económí-

f'~\I..'co, político, ideológico) de la clase dominante. El. poder en.,., las relaciones sexuales hombre-mujer, que sin duda es hete-

rogéneo respecto a las r.elaciones de clase, no por ello estámenos intervenido, mediatizado y reproducido por e! Estado;entre otras estructuras (también por la empresa'fábrica),como relación de clase: e! poder de clase lo atraviesa, lo uti-liza, lo potencia, le asigna, .en suma, su significación política.¡ElEstado no es un Estado de clase sólo en el sentido deque concentra e! poder basado en las relaciones .de clase,

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. sino en el sentido, también, de que se propaga tendencial-mente en todo poder, apropiándose sus dispositivos; poderque, sin embargo, lo desborda constantemente. . .

Hechas estas precisiones, .queda por decir qué el marxis-rmo plantea aquí ciertas proposiciones: • '.&<,' , .

a) El poder de clase es. e! basamento fundamental delpoder en una formación social dividida en clases, cuyomotor es la lucha de clases;. . .

b) El poder político, aunque asentado sobre .el podereconómico y las relaciones de explotación, es primor-dial en el. sentido de que su transformación condicio- .na toda modificación esencial de los otros campos

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. Resumo: todo poder (y no sólo un poder de clase) existe-'únicamente materializado en aparatos (y no sólo en apara- ~tos estatales). Estos aparatos no son simples apéndices del

de poder, sobreentendIéndose que dicha transforma- IDción no es suficiente; V

c) En e! modo de producción capitalista el poder políti-co ocupa un campo y un lugar específico con relacióna los otros campos de poder,. siendo así pese a losentrecruzamientos; J

d) Este poder está concentrado y materializado por ex-celencia en el Estado, lugar central del ejercicio de!poder político. ' .

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47El Estado, los poderes y las luchas

Este conjunto de proposiciones es rechazado, en particu-lar, por Foucault y De!euze, y sustituido por una visión quediluye y dispersa el poder en innumerables microsituacio-nes, subestima considerablemente la importancia de las cla-ses y de la lucha de clases, e ignora e! pape! central del Es-tado. No tengo la intención de ir más lejos por el momento.Pero sobre estos puntos dichos autores enlazan con unavieja tradición de la sociología y de la ciencia política anglo-sajona: la de un desplazamiento del centro del análisis delEstado hacia el «pluralismo de los micropoderes», del fun~cionalismo al institucionalismo, de Parsons a Merton, Dahl,Lasswell y Etzioni, que han desarrollado explícitamente to-dos esos puntos, Es una tradición relativamente desconocidaen Francia, donde el pensamiento politico se ha concentradosiempre, por e! contrario, en el Estado (jurídico). Sólo estedesconocimiento, ligado al provincialismo bien conocido delcampo intelectual francés, permite presentar esos análisiscomo novedades, cuando en realidad constituyen las antigua-llas más tradicionales que pueda haber. Los indudables mé-ritos de Foucault están en otra parte, No deja de ser notableque este discurso, tendente a hacer invisible e! poder, alpulverizarlo en la capilaridad de microrredes' moleculares,tenga el éxito sabido en mi momento en que la expansión yel peso del Estado alcanzan un grado sin precedentes.

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.Como puede verse, entre las malignas imputaciones (por-que hay otras justificadas) que se hacen al pensamiento de

poder, tienen un papel constitutivo: d mismo Estado estáorgánicamente presente en el engendramiento de los pode-res de clase. Pero eh la relación poder/aparatos, y, más par-ticularmente, lucha de clases/aparatos, la. lucha (de cÍases)es la que tiene el papel fundamental. Lucha cuyo campo noes otro que el de las relaciones de poder, de explotación eco-

tnómica y de dominación/subordinación político-ideológica.Las luchas tienen siempre la primacía sobre los aparatos-ins-

. tituciones y los desbordan constantemente.Así, contra toda concepción de apariencia libertaria u

otra cualquiera que se alimenta de ilusiones, el Estado tieneun papel constitutivo no sólo en las relaciones de produccióny en los poderes que estas relaciones materializan, sino enel conjunto de las relaciones de poder a todos los niveles.En cambio, contra toda concepcíón estatista -desde MaxWeber, que veía ya en .Ios aparatos/instituciones el lugaroriginal y el campo prioritario de constitución de las rela-ciones de poder, hasta la actualidad candente- son las lu-chas, campo prioritario de las relaciones de poder. las quetienen siempre la primacía sobre el Estado ..Esto no concier-ne sólo a las luchas económicas, sino al conjunto de lasluchas, incluidas las políticas e ideológicas.

Verdad es que en estas luchas son las relaciones de pro-ducción las que tienen el papel determinante. Pero la prima-.cía de las luchas sobre el Estado desborda.a las relacionesde producción porque no se trata, en 'este.caso, de una es-tructura económica que, a su vez, sea.el fundamento de lu-chas: esas relaciones de producción son ya relaciones de lu-cha yde poder. Además, porque este papel determinante esel que hace -en el sen tido esencial y más general- que haya

. luchas y que el conjunto de las mismas tenga la primacíasobre el Estado. Rechazando este fundamento de las luchasno es sÓlo el papel determinante de lo económico lo que serechaza, .sino la primacía misma de las luchas, cualesquieraque sean,.sobre el Estado. Cuando se cree rechazar la tiraníade lo económico se cae forzosamente en la. omnipotencia. devoradora del Estado-poder.

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El Estado, los poderes y las luchas 49

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Marx, no hay indudablemente otra más ciega e ignoranteque la de estatismo, aun cuando proceda de intenciones po-liticas perfectamente legítimas (política antiestatista) y sefundamente en los aspectos totalitarios del Estado en lospaíses llamados del socialismo real. En ninguna parte, porotro lado, esta critica de Marx se presenta con tan mala fecomo entre nuestros «nuevos filósofos», particularmente enA. Glucksmann. No me detendré en ello. Le cedo la palabra,sobre este tema, a J. Ranciere, que, por lo demás, no es con-descendiente, ni de lejos, con el pensamiento de Marx:«Glucksmann es más radical cuando debe demostrar, con-tra toda evidencia, que Marx valoriza al Estado como opues-to a la sociedad privada. La imposibilidad de aportar lamenor prueba es lo que le suministra su prueba suprema:el capítulo del Estado, -escribe Glucksmann- aunque esta-ba previsto, falta -¡qué casualidad!- en El capital. Lógicaestaliniana, bien conocida: la mejor prueba de que la gente esculpable es la falta de pruebas. Porque si no hay pruebases que las han disimulado; y si las han disimulado es queson culpables.» 15 .

15El artículo de J. Ranci(~re en Le Nouvel ObservateuT, 25-31 dejulio de 1977.

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PRIMERA PARTE .

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El interrogante al que ya intenté responder en Poder po-lítico y clases sociales era el siguiente: ¿por qué la burguesíadispone, para su dominación política, de este aparato de Es- ,tada enteramente específico que es el Estado capitalista,este Estado representativo moderno, este Estado nacio-nal-popular de clase? ¿De dónde procede la armazón ma- 'terial inicial de este Estado? Mis _análisis se situaban ya en ~la siguiente vía: esa materialidad se debe a la separación re-.(lativa entre el Estado y las relaciones de producción bajo elc~italismo, El fundamento de esta separación, pnnclplO or-ganizador de las instituciones propias del Estado capitalistay de sus aparatos (justicia, ejército, administración, policía,

Podemos ahora retornar a nuestro problema inicial: .la ma-lterialidad institucional del Estado como aparato «especial»no puede ser reducida a su papel en la dominación política,Debe ser buscada, ante todo, en la relación del Estado con'las relaciones de producción y la división social del trabajoimplicada por aquéllas, Pero esta relación no es de un ordenepistemológico diferente de la relación del Estado con lasclases sociales y la lucha de clases, Vincular al Estado conlas relaciones de producción y la división social del trabajono es más que el primer momento, aunque diferenciado, deun mismo paso: el de vincular al Estado con el conjuntodel campo de luchas. Esto es lo que intentaré mostrar aquí,más particularmente en lo relativo al Estado capitalista, sinvolver exhaustivamente sobre análisis hechos en mis textQsj.precedentes. Me contentaré con profundizar y completar al-gunos puntos, y rectificár otros, a la luz de análisis queahora estamos en condiciones de hacer. '

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etcétera), de su centralismo, de su burocracia, de sus insti-tuciones representativas (sufragio universal, parlamento, et-cétera), de su sistema jurídico, consiste en la especificidadde las relaciones de producción capitalistas y la división so-cial del trabajo inducida por aquéllas: separación radical en-

~ tre el trabajador directo y sus medios y objeto de trabajo"'en la relación de posesión, en el proceso mismo de trabajo ... Lo que me pareció característico entonces es un rasgo

~ermanente de la teoría marxista del Estado, que persiste. todavía hoy y se debe, por lo demás, a ambigüedades pro-fundas del pensamiento del.mismo Marx a' esterespecto. Laaplastante mayoría de los autores marxistas quena reducen

. el Estado capitalista a la dominación política (a'la «dictadu-~ ra» de una burguesía-sujeto), y que. plantean, por tanto, la

l.S> [CUestión. pertinente: «¿Por qué. este Estado preciso y no otrol'1 es el que corresponde a la dominación política burguesa?»,@) han intentado encontrar el fundamento de este Estado en el

dominio de la czrculaclón del c!Y2.iJ.a1Y de .los intercCimbios

f mercantiles "generalizados» .. Es de sobra conocida la líñea.r general de estos análisis: intercambios entre propietarios• «privados» de mercancías -siendo percibida esta propiedadP .lt(- privada sólo a nivel jurídica-:-, contrato de compra y venta

.;: 'iJ' de la fuerza de trabajo, intercambio. equivalente y valor de;~ •cambio abstracto, 'etc. Este sería el terreno de emergencia

~. ,'f" de la igualdad y la libertad «formales;,'Y «abstractas», de las~ partículas aisladas de la sociedad cambista -el in-dividuo

IÍ¥ genérico- instauradas en «individuos-personas» jurídico-po-(l!!) líticos; de emergencia de la ley y de.la regla jurídica formal

y abstracta como sistema de cohesión de los 'intercambioslJl mercantiles. La separación relativa entre el Estado y la eco-"'y nomía es percibida como separación entre el Estado.y la

famosa «sociedad civil». Esta sociédadcivil, lugar de necesi-dades y de intercambios entre individuos aislados, se habríarepresentado ella misma .co'lllo uná spciedad contractual de

t sujetos jurídicos individualizad~s, reduciendo la separaciónentre la sociedad civil y el Estado a un mecanísmo ideológicolocalizado en el seno de las relaciones mercantiles, a la feti-chización-cosificación del Estado a partir del famoso feti-chismo de la mercancía. Son muchas las variantes de esta

54 Nicos Poulantzas

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La materialidad institucional del Estado

concepción, pero el entramado siempre es el mismo. Fue ')tematizada principalmente por la escuela marxista italiana(Galvano della Volpe, U. Cerroni, etc.). Sigue siendo extra-ordinariamente vivaz: me limitaré a -mencionar, entre lo~' 4. Jtrabajos más próximos a .nosotros, los muy recientes d':.J. .Henri Lefebvre sobre el Estado '..!(

Yo intenté mostrar que esa concepción es insuficiente y1.parcialmente falsa, porque busca el fundamento del Estadoen las relaciones de circulación y los intercambios mercan- •Lotiles (lo cual, en cierta forma; es una posición premarxista) tl'(y no en las relaciones de producción, que ocupan un lUgar!

. determinante en el conjunto del ciclo de reproducción am-• pliada del capital. Esta concepción empobrece considerable-mente las investigaciones sobre el Estado. Más todavía: aunplanteando la cuestión de la especificidad institucional delEstadocapitalista, imposibilita la articulación entre.este Es-tado-sociedad 'Civily el Estado-lucha de clases, porque lasclases sociales tienen, a su vez, su fundamento en las rela-ciones de producción. No se trata de que esta concepción nocapte algunos mecanismos institucionales importantes delEstado, porque el espacio de circulación del capital tienetambién efectos propios sobre el Estado. Pero se le escapalo esencial. Tiene también una consecuencia suplementaria:no permite explicar ciertas características del Estado en los ~países del Este, emparentadas con los rasgos del Estado ca-pitalista, mientras que las relaciones mercantiles han expe-rimentado allí transformaciones considerables. pero. es.te pa-¡ W'-llrentesco es debido, entre otras razones, a los «aspectos capi- ~talistas» que caracterizan al Estado en esos países, porque .rtcaracterizan igualmente a sus relaciones ce producción ya,"""su división social del trabajo. Los trabajadores no poseen ni ~el control y el dominio del proceso de trabajo (relación de .

. \..J\1 E. Pashukanis, La théorie générale du ~oit et le marxisme,

1970(ed. francesa); G. Della Volpe, Rousseau el Marx, 1964[Rousseauy Marx, Martínez Roca, 1972]; U. Cerroni, Marx e il diritto moderno,1963; H. Lefebvre, De l'Etal, obra en varios volúmenes editada a par~tir de 1976. Con esto no quiero subestimar el valor de la obra deLefebvre, cuyo último libro, en particular, contiene análisis notables.En fin, esta línea de investigación es también la de los trabajos deJ. Baudrillard.

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2 J. Hirsch, Staatsapparat und. Reproduktion des' Kapitals, 1974,y su contribución en la obra colectiva, La crise de l'Etal, 1976, edi.tada -bajo mi dirección. La problemática deLAbleitung en AlemaniaFederal es bastante antigua:y algunos de -sus representantes se en~cuentran en la obra colectiva, L'Etat contemporain el le marxisme,1975,editada bajo la dirección de J. M. Vincent. Es más reciente en

posesión), ni el poder económico real sobre los .medios de. ntrabajO (relación de propiedad económica, distinta de la pro-\ piedad jurídica): s~!rata de una estatización y no de una~, y!;dadera socializq¡;j.i~~..du<;.£ión~ En el plano políti-

co se trata de una.dictadurasobre el proletariado.

Sea como sea, la discusión y la 'investigación' sobre elEstado y el poder, en Francia y en el extranjero, han avan-zado considerablemente desde entonces, de tal manera quela coyuntura ideológico-teórica ha cambiado parcialmente:Pero algunos análisis. recientes reproducen, me, parece, losinconvenientes y las lagunas de los que. fueron atacados pormí en aquella época. Se han criticado. a menudo mis análi-sis tachándolos de politicismo: intentando establecer el es-pacio político propio del Estado y, del- poder capitalista apartir «solamente» de las relaciones de producción, yo nohabría prestado suficiente atención a la relaciones entre elEstado y la economía. ,

r" La cuestión sería, por tanto; poner.enTelación al EstadoIf con lo que algunos designan comó' la lógica del capital, es

decir, su acumulación y reproducción ampliada. Problemá-tica que se ha desarrollado partieularmente en Alemania Fe-

. .'r deral bajo la denomiIiación de Ableitung, y en Gran Bretañaj y en los Estados Unidos bajo la derié;minación de Derivation,~ encontrándose en francés álgunos de sus textos. Se trata det . hacer «derivar» -digamos, deducir- las instituciones pro-.;)' ~. pias del Estado capitalista de las «categorías económicas»r.j. de.la acumulación del capital. Pero esta problemática cae

en una concepción bastante tradicional del capital como en.~. tídad abstracta, con una. lógica íntrínseca--,--las categorías

" económicas-, y conduce a dos líneas de investigación, tan11' impotente la una como la otra. para' dar razón de la especi.

ficidad materíal de ese Estado. O bien, como ha mostradoJ. Hirsch 2, cae pr.ecisamente en el espacio de los intercam-

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57La materialidad institucional del Estado

Inglaterra y en los Estados Unidos: numerosas con.tribuciones pue-den verse en las revistas Kapitaiistate, [nsurgent Sociologist (Esta-dos Unidos), Capital and Class (Inglaterra), y también en los tra-bajos recientes de Holloway, Piccioto, Hindess, Hirst, etc. Señalo,en fin, que en Francia las críticas de «politicismo» dedicadas a misobras han venido sobre todo de los autores agrupados -en torno ala revista Economie pulitique .

bios y de la circulación del capital (intercambio equivalente,valor abstracto, moneda, etc.) y deduce aquella especificidadde estas «categorías", o bien intenta deducir dicha especifici,dad y las transformaciones históricas de este Estado de sus .,J:.funciones económicas a favor de la acw1zulación ampliadadel capital. Esta tendencia se encuentra igualmente en Fran.]cia, y se traduce -especialmente para el Estado actual- en

. deducir el conjunto de sus transformaciones institucionales ,;de su ~uevo papel en la sobreacumulación-desvalorización J ~del capItaL .', J

Aqui también a esta línea de investigación se le escapalo esenciaL Wi" cieIlº~qg£,.1'l dirigirm~.!'s~!)cialmente contra\el economicismo, en aquella época, forcé las cosas en el otro.~o. Las f~cioriéseconómicas (sería necesario ponersede acuerdo sobre el sentido preciso de este término) en fa.vor de la acumulación del capital tienen efectos importantes-desde la acumulación primitiva hasta el cap'italismo com-petitivo y el capitalismo monopolista actual- sobre la es.tructuración del Estado. Sobre ello volveré ampliamente en ,la tercera parte de este texto"donde mostraré que son esen.ciales para explicar la forma actual del Estado, el estatismoáutoritario. Pero, por el momento, digo simplemente que di.chas funciones no son primigenias y no permiten explicar,de modo exhaustivo, las instituciones políticas. No respon.den a la cuestión fundamental: ¿por qué son desempeñadasprecisamente por este Estado muy particular que es el Es.tado representativo, nacional-popular, moderno y no porotro? Planteamos una cuestión en apariencia paradójica:¿por qué este Estado no se ha reproducido en su forma demonarquía absolutísta?

De la misma manera que no se puede responder, a estacuestión refiriéndose únicamente a la domínación política(a la naturaleza de la burguesía o sólo a la lucha política

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Page 64: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

~,-Le SeuiÍ, , 1974. [Las,cii15es ,'~ociales en .el capitalismo actual.Madrid, Siglo XXI, 3,' ed., 1978.1

!mrguesíajclase obrera), tampoco se puede responder refí-. ríéndose a las funcíones económicas ,del Estado o a una con-junciónde .las dos (funciones económicas + lucha política).Más exactamente: tales funciones' económicas' están articu.ladas y basadas en las relaciones de producción y su especi-

. fícidad capitalista., Estas relaciones constituyen el basamen-to primero de la materialidad institucional del Estado y desu separación ,relativa de la economía, que caracteriza a su

, armazón como aparato: son la, única base de partida posi-'ble 'de un análisis de las relaciones del Estado con las clasesy la,lucha de clases. Las mismas transformaciones del Esta-,do remiten, en primer.lugar;:'a transformaciones de las re-,lacione"; de producción capitalistas que' inducen transforma-ciones de aquella separación y, por esa vía, a hs luchas declases. Ahí es donde se inscriben las modificaciones del pa-pel y,delas actividades, económicas del Estado que, induda.blemente, tienen sus propios efectos sobre él. ,,.'.,., ' Es la línea de investig,újón que seguí en Poder político yclases sociales, de la que indicaré, sin embargo, los límites:ese. texto, escrito antes de mayo de 1968 (publicado en mayodel'68), pese a insistir sobre el papel de la división social-"-'capitalista- del trabajo, 'precisamente' en la medida enque' tomaba como base de 'partida las relaciones de prbduc~cióri, nó captaba aún el alcance considerable de esa división.Mayo de 1968 y las particularidades del movimiento obrero'posterior rompieron toda úna' serie de frenos. Por mi parte

•... t ••• _, 'he 'extraído las enseñanzas en Las clases sociales en el ca-pitalismo actual 3 respecto' a la importancia de' la divisiónsocial del trabajo en la const'itución de las clases. Intentaréhacer'lomismo aquí en relaciÓn con'e1 Estado, tomando al-gunos ~asos típicos a título -de ejemplo. Al hacerlo tendré quetra'tar ~uestiones teóricas fundamentaí~s: centrar la perspec-tiva y el eje de la investigación en esa división plantea pro-blemas IÍ;'evos, porq~e .relaciomircon ella al. Estado no esun problema 'simple, como se ha creído a menudo hasta hoy.

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l. EL TRABAJOINTELECTUAL Y EL TRABAJOMANUAL:EL SABER Y EL PODER

~Comencemos por la creación y el funcionamiento del Estad lI:;¡f"burgués en su materialidad de aparato. Aparato especializa-do, centralizado, de naturaleza propiamente política, consis-tente en un acoplamiento de funciones anónimas, imperso-nales y formalmente distintas del poder económico, cuyadisposición se apoya en una axiomatización de leyes-reglasque distribuyen los dominios de actividad, de competencia, yen una legitimidad fundada en ese cuerpo que es el pueblo-nación. Todos estos elementos están jncoryoradosen la or-ganizaci6n' de los aparatos del Estado moderno. Estos sedistmguen de lós aparatos Clel Estado feudal, fundados envínculos personales, en un calco de. todo poder del podereconómico (el señor mismo desempeña el papel de juez; deadministrador, de jefe militar, en cuanto terrateniente),enuna jerarquía' compuesta de poderes compartimentados (lapirámide señorial), cuya legitimidad deriva de la soberaníadel cuerpo del jefe (rey-señor) proyectada en el cuerpo. so- 'cia!' Especificidad, por tanto, del Estado moderno, !lJJ,eJe-1mite precisamente a esa separación relativa entre lo políticoy lo económiCO,y a toda una reorganización de sus espaciosy campos respectivos, implicada. por la desposesión total del ¡ 'titrabajador directo en las relaciones de producción capita.:) -.1 .listas.

Estas relaciones son el terreno de una reorganizaciónprodigiosa de la división social del trabajo, de' la 'que son Jconsustanciales, reorganización que conlleva la plusvalíarelativa y la reproducción ampliada del capital en el estadio Jdel «maquinismo» y de la «gran industria». ~sta divisiónpropiamente capitalista, bajo todas sus formas, represen.!ala condición de posibilidad del Estado moderno. Un Estadoque aparece, así, en toda su onginahdii,(I'IuS1oñca: constituye

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una ruptura efectiva con relación a los tipos precapitalistasde Estado (asiático, esclavista, feudal), cosa que no lograncaptar exactamente las concepciones que lo fundamentan so-

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.• Repito lo que ya he cÚého en la Advert~ri~ia: salvo que los citeexpresamente "no'haré referencias' precisas"a los clásicos ,del mar-xismo. Sobre este punto las hay en mi. texto Las clases sociales...

No retengo aqui más que un caso de esa división, el. dela división entre trabajo manual y trabajo intelectual. Divi-sión que no puede ser concebida, en absoluto, al modo em-pírico-naturalista, como una escisión entre los que trabajancon sus manos y los que trabajan con su cabeza: remite di-rectamente a las relaciones político-ideológicas tal comoexisten en unas relaciones de producción determinadas. Aho-rra bien, como Marx lo puso de manifiesto con claridad, estadivisión tiene una especificidad en el capitalismo, ligada a

. la desposes ión total del trabajador directo de sus medios detrabajo. Lo cual tiene como efecto 4: a) la separación carac-terística de los aspectos intelectuales del trabajo realizadopor el trabajador directo, trabajo que con esta díferenciaciónrespecto al trabajo intelectual (el saber) revíste la forma ca-pitalista de trabajo manual; b) la separación entre la cien-cia y el trabajo ma.nual, mientras la ciencia; al «servicio delcapitah, tiende a convertirse' en fuerza' productiva directa;e) las relaciones ..particulares entre h ciehciti.saher y; lasrelaciones ideológicas, más concretamente laideología.rlo-minan te, nO en el sentido de un saber más ."ideologizado»que en otro tiempo, ni simplemente en el sentido de unautilización político-ideológica del saber por el poder (comosiempre ha ocurrido), sino en el sentido de ,una legitimaciónideológica del poder instituido bajo la modalidad di: la téc-nica científica; es. decir, la .Iegitimación de un poder comoderivado de una práctica. científica racional; d) las relacio-nes orgánicas establecidas en' lo sucesivo entre el trabajointelectual, aislado así del trabajo manual"y las relacionespolíticas di: dominación, o sea, entre; el saber yel podercapitalistas. Es lo que Marx había demostrado ya a propósito

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,¡,.del despotismo de la fábrica y del papel de la ciencia en elproceso de producción capitalista, analizando las relaciones,ya orgánicas, entre saber y poder, entre trabajo intelectual!(saber-ciencia invertido en la ideología) y las relaciones po- .líticas de dominación, tal como existen y se reproducen yaen el proceso de extorsión de la plusvalía. '.

Si esta separación capitalista, absolutamente caracterís-tica, entre trabajo manual y trabajo intelectual, sólo es unaspecto de una división social del trabajo más general, resul-ta decisiva en el caso del Estado. Una de las intuiciones fun-damentales de los clásicos del marxismo es que el aspectomás importante, sin duda, de la división social del trabajoen cuanto a la emergencia del Estado como aparato ,¡espe-ciaI», éonsiste en la división entre trabajo manual y trabajointelectual. En el conjunto de sus aparatos --es decir, no.,sólo en sus aparatos ideológicos sino también en sus apara- 'ttos represivos o económicos-, el Estado encarna el trabaio 1.intelectual en cuanto separado del trabajo manual. Ello apa-rece claramente a condición de abandonar la' distinción na-turalista.positivista trabajo manual/trabajo intelectual. Enel Estado capitalísta es donde se realiza, de la manera máscompleta, la relación orgánica entre trabajo intelectual y (ii';\dominación política, entre saber 'y poder. Este Estado, sepa- ~rado de las relaciones de producción, se sitúa precisamentedel lado del trabajointel,ectual, escindido a su vez del traba-jo manual: es el corolario y el producto de esa división, ál Atiempo que desempeña un papel propio .en su constitució~y reproducción ..

Esto se traduce en la materialidad misma del Estado.Ante todo, en la especialización-separación de los aparatosdel Estado respecto al proceso de producción: tal separaciónse realiza principalmente mediante una cristalización del tra-bajo intelectual. Bajo su forma capitalista, esos aparatos--ejército, justicia, administración, policía, etc., sin hablarya de los aparatos ideológicos- implican precisamente lautilización y el dominio de un saber y de un discurso (direc-tamente inscritos en la ideología dominante o erigidos a par-tir de formaciones ideológicas dominantes) de los que lasmasas populares éstán excluidas. Son aparatos cuya armazónestá basada en una exclusión éspecífica y permanente de las

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5 Sobre lodo en Gli intel1ettuali e l'organizzazione della cultura,Einaudi, 1966.. [Los intelectuales -y la organización de la, cultura,Buenos Aires, Nueva Visión, 1972.]

Esa relación saber-poder no concierne sólo a la ideologíay no reviste la Simple función de legitimación del Estado,aunque la asegure, particularmente en el terreno del pensa-miento político oficial. Incluso durante la transición delfeudalismo al capitalismo, y después en el estadio del capi-talismo competitivo, ambos marcados por la constitucióndel Estado burgués y por el dominio, en el seno de la i.deo-logía burguesa, de la esfera jurídica-poÍítica, ésta (la política,el derecho) se ha legitimado explícitamente -de Maquiave-lo a Tomás Moro y hasta sus conceptualizaciones ulterio-res- al modo de la técnica científica y segun el modelo delos episteme apodíctiCos,. como poseedora de un saber quecontrapone a lo que ella designa éomo utopía. Esto no selimita, por otra parte, al discurso oficial y se extiende a

masas populares, situadas del lado del trabajo manual y su-jetas al mismo por medio del Estado. La monopolizaciónpermanente del saber por el Estado-sapiente-loctitor, por sus.aparatos y sus agentes, es lo que determina igualmente lasfunciones de organización y de dirección del Estado, funcio-nes centralizadas en su separación especifica de las 'masas:figura del trabajo intelectual (saber-poder) materializada en. aparatos, frente al trabajo manual polarizado tendencialmen-te en una masas populares separadas y excluidas de esasfunciones organizativas. Es evidente,' igualmente, que unaserie de instituciones de la democracia representativa llama-da indirecta (partidos políticos, parlamentos, etc.), de la re-lación Estado-masas, obedecen al mismo mecanismo. Grams-ci lo había presentido, cuando veía en el papel general deorganización del Estado capitalista la realización por exce-lencia de un trabajo intelectual separado, de modo caracte-

" rístico, del trabajo manual. De.ahí que Gramsci incluyera alos agentes de los aparatos del Estado, incluidos los de losaparatos represIvos (policias, gendarmes, militares), entrelos intelectuales (orgánicos y tradiCionales) en sentido am-plio s.

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esas formas primordiales de ideologia segregadas por el Es-tado, que garantizan las relaciones internas del aparato (la.autolegitimación interna) y la legitimación de sus prácticashacia el exterior: legitimación de las prácticas del Estado yde sus agentes como portadoras de un saber particular, deuna racionalidad intrínseca, Todo esto, por lo demás, no.hace más que reforzarse actualmente 'bajo la~. formas par- @)ticulares de la relación ideología-saber-ciencia, que implicala transformación de la ideología jurídico-política en ideolo-Jgía tecnocrática.

Pero, insisto, esta relación saber-poder no es sólo delorden de la legitimación ideol6gica: la separación capitalistaentre el trabajo intelectual y el trabajo manual conciernetambién a la ciencia misma y la engloba, La apropiación dela ciencia por el capital se efectúa, ciertamente, en la fábrica,pero también por el Estado, Este Estado' tiene de particularque tiende a incorporar la ciencia misma en la organizaciónde su discurso, cosa evidente en la actualidad, No se tratade una simple instrumentalización de la ciencia y de su ma-nipulación al servicio del' capitaL El Estado capitalista re-gimenta la producción de la ciencia, que se convierte así enuna ciencia del Estado imbricada, en su textura intrínseca,en los mecanismos del poder, Esto sucede, como es sabido,no sólo con las llamadas «ciencias humanas., De maneramás general, este Estado cuadricula el trabajo intelectualmediante una serie de circuitos y de redes, gracias a los cua-les ha reemplazado a la Iglesia, sometiendo y estipendiandoal cuerpo 'de intelectuales-sapientes, el cual no existía en laépoca medieval más que de forma proteiforme, Los intelecl,.tuales, como cuerpo especializado y profesionalizado, hansido constituidos en su funcionarización-mercenarización porel Estado moderno, Estos intelectuales, portadores de saber-(!)ciencia se han convertido (universidades, institutos, acade-mias, diversas sociedades científicas) en funcionarios del,flEstado, por el mismo mecanismo que convirtió en intelec:Jtuales a los funcionarios de este Estado. ."

Si la relación saber-poder no es sólo del orden de la le-gitimación, se debe también -insisto-- a que el discursodel Estado cristaliza, él mismo, esa relación; discurso que esen este caso absolutamente específico. No se trata, como en

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los Estados precapitalistas, de un discurso de revelación,fundado en la palabra. (efectiva o supuesta) del Príncipe, querepite la inscripción del cuerp6 soberano en el cuerpo so-cial. Discurso mítico en sentido propio, que tiende indefini-damente a colmar con el relato la distancia entre los comien-zos del poder soberano y los orígenes del mundo. El Estadof. capitalista no funda su legitimidad en;su .origen: comporta

tuna serie de fundaciones sucesivas en la soberanía., constanM

temente .renovada, del pueblo-naCión. Este Estado afirma asísu papel organizativo particular con' respecto a las cIas~sdomin~~y sU'p_~]J."Lde r.::/Su!acióncon respecto al conjun-t~a formación social: su discurso es un discurso de laaccíOñ:1JildiscursOdeJa estrategia y deIa táctica, imbrica-. do ciertamente en la ideología dominante, pero alimentado

,fl también por una ciencia-saber acaparada por el Estado (losL..s:onocimientos económicos, políticos, históricos).

.Este discurso, si bien realiza por excelencia la conexiónsaber-poder; no tiene unidad propia e intrínseca. Se tratade un discurso segmentado y fragmentado según los desig-nios estratégicos del poder y de las diversas clases a las quese dirige. He tenido ocasión, de hacer notar que inclusoese <<lenguajetotalitario» por excelenda que es el discursofascista presenta una serie de desplazamientos, de torsionesde sentido en fórmulas idénticas (del término corporativis-mo, por ejemplo) según la diversidad de'objetivos o de cia-ses que tiene en cuenta. Este discurso debe ser siemprecomprendido y escuchado, aunque no deba serlo de modounívoco y por todos: no basta con' que' seapronunciádo de'manera cabalística. EHosupone, a través de los diversos có-digos discursivos, un supercódigo estatal; marco referencialde homogeneización de los segmentos discursivos y de losaparatos que los transmiten, terreno de su' funcionamientodiferencial. Este s'upercódigo es inculcado, por destilacióncalculada, al coríjunto de los sujetos ..Es la unificación de la. lengua que instaura el Esiado capitalista, produciendo lalengua nacional y aplast¡mdo las otras. 'Lengua nacional quees necesaria, sin. duda, para la.creación.de una economía yde un mercado nacionales, pero mucho más aún para el.pa-pel político del Estado. Es misión, pues, del Estado nacionalorganizar los procedimientos discursivos que moldean la

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materialidad del pueblo-nación y crear la lengua; creaClOnsituada, desde luego, en formaciones ideológicas, pero sinreducirse en modo 'alguno a una operación ideológica. .

Esta relación saber-poder, fundada sobre el trabajo inte- .,lectual que el Estado cristaliza separándolo del trabajo ma, ,¡,.nual, se localiza en la armazónorganizativa.del Estado. ElEstado traza.a. su vez y reproduce en su propio cuerpo ladivisión social del .trabajo. ~í, las relaciones entre poder ysaber son un calco del modo como se reproducen en el senoÍmsmo del trabajo intelectual. De las relaciones jerárquicas,centralizadas y disciplinarias, a las relaciones de niveles ynudos de decisión/ejecución, de los escalones de delegación f:"\de la autoridad a las formas de distribución-ocultación del ~saber según esos escalones (secreto burocrático) y a las for-mas de calificación y reclutamiento de los agentes del Estado(calificación escolar y reclutamiento por concurso), la arma-zón del Estado capitalista encarna, en sus menores detalles,.la reproducción inducida e interiorizada, en el seno mismodel trabajo intelectual, de la división capitalista .entre el tra-bajo intelectual y el trabajo manual. En sus menores deta-lles: s.e pPOpaga en toda la ritualidad material d.el Estado ,/,Jcomo, por ejemplo -yen la medida en que ello sea un deta- JlIe-, en el caso de la escritura. . F'

No hay duda de que siempre ha .habido una relación es-trecha entre el Estado y la escritura, al representar todoEstado una cierta forma de división entre trabajo intelec-tual y trabajo manual. Pero el papel de la escritura es com-pletamente particular en el Estado capitalista. Escritura que,más aún que el discurso hablado, representa aquí la articu-lación y el desglosamiento. del saber-poder en el seno de eseEstado. Del indicio escrito, de la nota, de los informes, alos archivos, nada existe, en ciertos 'aspectos, para este Es-tado, que no esté escrito, y todo lo que se hace allí dejasiempre una huella escrita en algún sitio. Pero la escrituraes muy diferente aquí que en los Estados precapitalistas: yano es una escritura de retranscripción. puro calco de la pa-"labra (real o supuesta) del soberano, escritura de revelacióny memorización, escritura monumental. Se trata de .unaescritura anónima, que no repite un discurso sino que se

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convierte en trayecto de un recorrido, que indica los lugaresy' los dispositivos burocráticos, que, surca y configura' elespacio centralizado-jerárquico de 'este' Estado. Escritura

, ' .",que,a un tiempo, espacializa y crea compartimentos lineales,', y reversibles en esa cadena consecutiva'y segmentada que es(,jo'laburocratización. Papeleo de la organización estatal moder-

o ita;'que no es un simple detalle pintoresco sino un rasgo ma-'.terial esencial de' su existencia y funcionamiento, cimientointerno de sus iIitelectuales-funcionarios, que encarna la re-lación entre este Estado y el trabajo intelectual. Este Es-tado no monopoliza, no acapara para él la escritura, comoocurre en el caso de los Estados precapitalistas o de la Igle-

,. o,' sia: la propaga (escuelas) para necesidades muy concretas" ,1; 'deformación de la fuerza de trabajo. Pero al proceder así la

desdobla, tanto más cuanto que el discurso hablado del Es-'tado debe'ser comprendido y escuchado. Parece como si en,este Estado de palabra abierta y lengua nacional unificada,el secreto respecto a las masas y la,cristalizaciÓn del saber-poder hubiesen pasado, por excelencia, a la escritura del Es.tado, cuyo hermetismo para las masas,populares, excluidasde esta escritura, es proverbial. Este Estado' es el que ha

>sistematizado, si no descubierto, la gramática y la ortogra-fía, erigiéndolas en redes del poder. ,'. ~ En fin, esa relación poder-saber se traduce en técnicasparticulares de ejerCicio del poder, en dispositivos precisos,inscritos en la trama del Estado, de distanciación permanen-te de las masas populares de los centros de decisión: en unaserie de ritos, de formas de discurso, de modos estructuralesde tematización,' de formulación y tratamiento de los pro-blemas por los aparatos del Estado, de modo tal (monopoli-zación del saber) que las masas populares (en este sentido,trabajo manual) se encuentran, de hecho, apartadas. '

Cierto, no se trata de reducir el nexo entre el Estado ylas relaciones de producción a la' división trabajo intelec-tual/trabajo manual. No hepretendido más que ilustrar ladirección de la investigación que nos hace abandonar la es-fera de las relaciones mercantiles como fundamento del Es-tado capitalista (en este caso, 'por la burocracia, como ins-tancia 'centralizadora necesaria frente a la anarquía compe-titiva de la sociedad civil). Añado que, también en este caso;

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Relacionar el Estado con la división 'trabajo intelectual/trabajo manual, tal como está implicada en las relacionesde producción capitalistas, no es más que un primer pasopara relacionar el Estado con las clases y la lucha de clasesbajo el capitalismo. Este Estado, que representa el poderde la burguesía, remite a las particularidades de la consti.

el Estado no es el simple resultado de la división entre tra-bajo intelectual y trabajo manual fundada en las relacionesde producción. Interviene' activamente en la reproducciónde esta división en el seno mismo del proceso de produc-ción y, más allá, en el conjunto de la sóciedad, a la vez me-diante aparatos especiales que intervienen en la calificación-formación de la fuerza de trabajo (escuela, familia, redes di-versas de formación profesional) y mediante el conjunto desus aparatos (partidos políticos burgueses y pequeñobur-gueses, sistema parlamentario, aparatos culturales; prensa,medios de comunicación). Está presente ya en la constitu-ción de esa división en el seno de las relaciones de produc-ción: la división trabajo intelectual/manual encarnada en eldespotismo de la fábrica remite a las relaciones políticas dedominación/subordinación tal como existen en las relacio-nes de explotación y, con ello, a la presencia del Estado enestas últimas,

Se ve también, ahora, que esta relación saber-poder con-cierne igualmente, por algunos de sus aspectos capitalistas,al Estado en los países llamados del socialismo real, pese alas transformaciones que han experimentado allí las relacio-nes mercantiles.

La dívisión entre el trabajo intelectual y el trabajo ma-nual fundada sobre los «aspectos capitalistas» de sus rela-ciones de producción, más allá incluso de una estatización(a distinguir de una verdadera socialización) de la economía,se reproduce bajo una nueva forma. Pero lo' señalo solamen-tea título indicativo, porque todo esto reviste formas parti-culares y considerablemente distintas que en nuestras so-ciedades, debido a muchas razones, incluidas las particula-ridades de las clases sociales y de la lllcha de clases quecaracterizan a esos países.

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tuCión de esa clase en clase dominante ..Creada sobre.oun te- .¡rrerlOque implica la espeCializaCióncaracterística de las fun" .Ciones y del trabajo. intelectual, la burguesía esla primeraclase, de la his(oria q)Íe(iené necesidad, para erigirs~ en.clase dominante, de 'un cuerpo de intelectuales .q.r.gánicos,_Estos últimos, distintos formalment<o,d" aquélla pero reclu-

~ados pOL el Estado, no desempeñan un papel puramente~nstrumental (como era el caso ..c1".lossacerdotes pal"a el feu-

dalismo) sipo un papel.de organización de su hegeIJ:)Q!;tja.Noes casual qu.e la forma original.de ..la revolución burguesafuera, en primer lugar, la de una revolución ideológica: pen-

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' semo~ en elP,apel d.e.la, filo.sofíad,e..l.asL,uces yen..eLde,1apa~rato ldeologlco-cultural de la edlclOn y de la .prensa en .laorganización de la burguesía. " ". • ' ,,' "

Más aún: si lodo Estado capitalista presentala mismaarmaZón material, ésta se singulariza según las -particulari-dades de la lucha' de clases, de la organizaCión de la'burgue-sía y del cuerpo de intelectuales en cada Estado y país ca-pitalista concretos" Nada más dar() que el caso francés: laburguesía francesa, en la trayectoria del Estado absolutistaya través de las formas de la Revolución de 1789,ha logra-do con particular éxito, sU organización hegemónica y lacreaCión, bajo:su égida, de la unidad nacional,anudando es-t.!'.fchoslazos con'el cuerpo de intelectuales patentados: ,Seha asegurado. sus serviCios permanentes integrándolos estre-.chamente en las redesinst,itucionales .CIelEstado jacobino ysabiendo pagar, de múltiples maneras, el precio de,sus servi-Cios. Ello.ha marcado no sólo a,Jas~instituCiones culturalesy a los aparatos ideológicos -de este Estado sino, igualmente,a las notablespariicularidadeS' de la intelligentsiqfrancesa.-.,Apegada a'las instituCiones del Estacl0 republicano, cluecons-tituyen la trama de su podér delegado 'por la burguesía, fuey sigue siendo, a la vez, una intelligentsia refractaria a laideología y a.las formas .fasCistas de Estado, y una intelli-gentsia masivamente aislada ..de'las luchas populareS cuandoéstas' revisten formas radicales susceptibles de poner enentredicho su propió poderooSeencuentra permanentemente.desgarrada entre'el antifasCismo ,radical-republicano y .elsíndrome de los versalleses'. -En parte algtuía se encuentran'encamados, hasta tal punto, .én los aparatos deLEstado los

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fantasmas de la intelligentsia: unas veces consejera de lospríncipes y otras, o al mismo tiempo, influenciando a las ma-.sas desde arriba, por encima de sus organizaciones propiasy por intermedio de los aparatos del Estado (prensa, insti-tuciones culturales, medios de comunicación): en suma, latentación del populismo elitista, A esta sed de poder'intelec-tual, alimentado por el lugar asignado a la intelligentsia enel Estado francés, responde -podría decirse que merecida-mente- el anti-intelectualismo bien conocido del movimien-to obrero francés y de sus organizaciones que, a su.vez, mar-ca con su sello a este Estado y la desconfianza característicade las masas populares hacia sus 'aparatos ideológicos.

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2, LA INDIVIDUALIZACION

r. LA ARMAZóN DEL ESTADO y LAS TI1CNICAS DEL PODER

La especialización y la centralización del Estado capitalista,su funcionamiento jerárquico-burocrátko y sus institucioneselectivas implican una atomización y parcelación del cuerpopolítico en eso que se designa como «individuos», personasjurídico-políticas y sujetos de las libertades, Este Estadosupone una organización particular del espacio político alque afecta el ejercicio del poder. El Estado (centralizado,burocratizado, etc.) instaura esa atomización y representa(Estado representativo) la unidad de ese cuerpo (pueblo-na-ción) fraccionado en mónadas formalmente equivalentes (so-beranía nacional, volUntad popular), Además la materialidaddel Estado y de sus aparatos está constituida aquí, en cier-tos aspectos, como si debiera aplicarse, ejercerse y enrai-zarse en un cuerpo social fraccionado, homogéneo en su di-visión, uniforme en el aislamiento de sus elementos, conti-nuo en su atomización: del ejército moderno a la adminis-tración, la justicia, la prisión, la escuela, los medios de-comunicación, etc., la lista sería larga,

También en este caso esos fraccionamientos no surgenpreviamente de las relaciones entre poseedores de mercan-cías en la sociedad civil donde aparecerían esas figuras ini'ciales que serían los individuos-sujetos de relaciones con-tractuales. Si este mecanismo de individualización está pre-sente, desde luego, en los intercambios mercantiles genera-lizados, su fundamento se encuentra en otra parte. Porquedebemos guardarnos de otra concepción igualmente erró-nea, que comparte los mismos presupuestos que la primeraaunque conduzca a resultados opuestos. Esta concepción

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Page 77: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

rLa individualización 71 .1:

también localiza el citado proceso en las relaciones mercan-.¡ ••tiles únicamente, y no en las relaciones de producción"iela-ciones de clase, pero, vanagloriándose de fu;'damentar el Es- ¡ ,tado sobre estas últimas, conduce a negar toda pertinencia f 'de la individualización en la organización del Estado capi- l. 'talista, considerándola como una simple apariencia mistifi-cadora debida al fetichismo de la mercancía. Sin embargo" ¡,la individualización es terriblemente real. Pero el fundamen-l 1:;to, tanto de esta instauración de las mónadas sociales en ,:individuos-sujetos en la esfera de la circulación mercantil, (como de la relación inicial del Estado con esos fracciona- l'mientos, se encuentra en las relaciones de producción y la. Ijidivisión social del trabajo que esas relaciones instauran. La .I-!" 1'1;

desposesión total del trabajador directo de sus medios del'trabajo da lugar a la emergencia 'del trabajador «libre» y '. l' ,:«desnudo», aislado de la red de vínculos (personales. estatu- ~/ '1"tarios, territoriales) que lo constituían en la sociedad me- / ,d '.dieval. Esta desposesión imprime así al proceso de trabajo iiuna estructura determinada: «Sólo los productos de traba-j '1jos privados autónomos. recíprocamente independientes, se ii "

"enfrentan entre sí como mercancías.» 6 Se trata, en rigor, de) ,',. 11'un modo de articulación de los procesos de 'trabajo que pone 'límites estructurales a la dependencia' real de los produc- 11.tares, introducida por la socialización del trabajo En ,un :¡ .marco impuesto por las relaciones de producción, los fra-] 1::bajos son ejecutados independientemente los unos de los . lotros -trabajos privados-, o sea, sin que los productores ¡diorganicen previamente su cooperación. Entonces. es cuando ;11 .

domina la ley del valor. '1". Esa estructura de las relaciones de producción y del pro- ,i '

ceso de trabajo no funda directamente. desde luego, las for- imas precisas -individualización-:- que revisten esos fraecÍo-- 1.j]

namientos. Induce un marco material referencial, unas ma- ~I,

trices espaciales y temporales, que son los presupuestos de ¡¡Ji'la división social capitalista del trabajo, ante todo en el pro- ' 1;",ceso de producción, en el estadio designado por Marx como r¡f':'~,:Z:x~;:;;:::I;~;'~;~7,:'::::.~::iHJ¡~

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Page 78: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

7 ¡bid., libro \1; p. 990. Señalo, entre otras, las-notables obrasde J. M. Brohm. [lb id., libro 1, vol. 2, 'p. 592.] ,

En esa individualización es donde se' enraíza la materia-lidad institucional del Estado capitalista. Este Estado ins-cribe en su armazón la representación de la 'unidad (Estadorepresentativo nacional) y la organización-regulación (cen-tralismo jerárquico y burocrático) dé los fraccionamientos

inicial es e! molde de la atomización y' de! fraccionainientospciales, encatnándose 'en, las prácticas de! mismo procesode trabajo. A la vez presupuesto de las relaciones de produc-ción y encarnación de la división de! trábajo, este marco con-siste en la organización de ,un espado. tiempo simultánea.mente continuo, homogéneo Yparcelado, fragmentado, quees e! fundamento del taylorismo. Un espacio cuadriculado,segmentado y celular, en " qúe cada parcela (individuo) tie-ne su sitio, en el "quecada emplazamiento corresponde a unaparcela (individuo), pero un espacio que, 'al mismo tieinpo,debe presentarse como homogéneo y uniforme. Un tiempo li-neal, serial, repetitivo y acumulativo, donde los diversos mo-mentos están integrados los unos en los otros, y orientadohacia un producto 'acabado:' espacio-tiempo materializado,por excelencia, eh la cadena de producción. En una palabra,eJ individuo, mucho más que una creación de la ideologíajurídico-política engendrada por las relaciones mercantiles,aparece aquí como e! punto de cristalización material, foca-lizado en e! mismo cuerpo humano, de una serie de prác-ticas en la división social de! trabajó. La org'anización socialcompletamente distinta en la Edad Media y bajo el' capita-lismo (individualización) corresponde a corporeidades dife-renciales. La desposes ión de! trabajador de sus medios deproducción bajo el capitalismo; que crea la fuerza de tra-bajo como base de plusvalía, desencadená todo un procesopor e! cual el cuerpo -{;omo ya' mostraba Marx- se con-vierte -en un «simple apéndice de la -máquina», descompo-niéndose en «esas pocas grandes formas fundamentales delmovimiento bajo las cuales transcurre necesariamente, pesea la gran 'variedad de los instrumentos empleados, toda laactividad productiva de! cuerpo humano ... » 7.

72Nicos Poulantzas'

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Page 79: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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73La individualización

constitutivos de esa realidad que es e! pueblo-nación Al mis-mo tiempo, los aparatos de! Estado son moldeados paraejercer el poder sobre este conjunto así constituido: realizanel mis~o marco material referencial, ]a misma mat~iz espaM

cio/tiempo implicada parlas relaciones de producción. Laorganización interna de las redes y de los dispositivos .bu-Tocráticos supone ese marco que hace 'posible el encadena-miento de sus elementos, incluso si ese marcase concreta "'1,de modo diferente en la administración burocrática y en e! ,,¡despotismo fabril, en e! taylorismo y en la cadena de pro- ,1

ducción. Es la reestructuración del espacio político y el re- ,',emplazamiento de los estatutos, privilegios y otros vínculos ;'1personales por el anonimato de una organización con víncu- l¡'ilos a la vez continuos, homogéneos, lineales, equidístantes, ¡¡y segmentados, fraccionados, compartimentados. ' ~'

PerO el Estado no es el simple registrador de esa reali-1 1'11

dad económico-social: es un factor constitutivo de la orga- 1

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nización de la división social del trabajo, produciendo per- 1.1manentemente fraccionamiento-individúalización social. Ello '1:se realiza también por los proced'imientos ideológicos: el Es- jlltado consagra e institucionaliza esa individualización me- 111

diante la constitúción de las mónadas económico-sociales en ;t "'¡"'i'lindividuos-personas'sujetos jurídicos y políticos. Y no hablo.,¡Y'~ !¡aquí de! discurso oficial de la filosofía política, ni tampoc0..Jl' 1:1del simple sistema jurídico, sino del conjunto de las prácti- ~' Ilicas ideológicas materiales del Estado (la ideología no resid~ '?' . II1

sólo en las "ideas) y de sus efectos en la esfera económico- :11social. Ideología de individualización cuyo papel no es sólo" , \11

enmas<:;arar'y ocultar las relaciones de clase (el Estado ca- : , 'pita lista no se presenta jamás como Un Estado 'de clase) 1 '

sino también contribuir activamen"tea las divisiones y al ais- ¡,lamiento (individualización) de las masas populares. Por :'consiguiente, no se trata tanto de la ideología constituida,sistematizada y formulada por los intelectuales orgánicos de'la burguesía -que es siempre una ideología en segundogrado-, corno, más bien, de las formas ,-iniciales y «espon~táneas» de ideología secretadas por la división social deltrabajo, directamente encarnadas en.los aparatos del Estada]y en las prácticas del poder. .

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8 M. FoucauIt. Survei/ler et punir, 1975, pp. 194. 195 Y pass/m.[Vigilar y castigar, México, Siglo XXI. 1976,pp. 189, 197 Y pass/m.]

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Nicos Poutan/zas74Pero este papel del Estado no se reduce a inculcar la

ideología dominante, ni siquiera materializada en prácticas:_no se trata simplemente de la concretización de los dere"chos y las obligaciones, de la distinción entre lo privado y lo

~público, etc., en la vida cotidiana. El Estado_ con!!:ibuye aI fabricar esa individualidad medoiante un conjunto de t{eni-~ cas de saber (ciencia) y de prácticas de poder, denominadaspor FoucauIt 'disciplinas ("que se pueden caracterizar conuna palabra diciendo que son una modalidad de poder parael que la diferencia individual es pertinente»). Procedimien-to designado con .el término de normalización: ."Como la vio'gilancia y con ella lit normalización se torna uno de losgrandes instrumentos de poder al final de la época clásica.Se tiende. a sustituir, o al menos a agregar a las marcas quetraducían estatutos, privilegios, adscripciones, todo un jue-go de grados ele normalidad, que son signos de adscripcióna un cuerpo social homogéneo, pero que tienen en sí mismosun papel de clasificación, de jerarquización y de distribu-ción de los rangos. En cierto sentido, el poder de normaliza-ción obliga a la homogeneidad; pero individualiza al permi-tir las desviaciones, determinar los niveles, fijar las especia-lidades y hacer útiles las diferencias ajustando unas a otras.»Momento de normalización, «en el que se aplicó una nuevatecnología del poder y otra anatomía política del cuerpo»,cristalizándose bajo esa forma de poder -moderno que FOll-cauIt designa con el término de panop/ismo 8. Proceso en elque intervienen las formas iniciales de ideología dominantematerializadas ya en prácticas estatales, contrariamente a loque piensa Foucault, el cual distingue radicalmente inculca-oción ideológica y normalización, considerando en cierto

t.mo.do que la ideología sólq reside en l.as ideas y que siempreque se trate de prácticas o de técnicas no puede hablarse de. ideología. .

Mecanismo, sin embargo, que va más allá, con mucho, dela inculcación ideológica, así como, por lo demás, de la sim-ple represión física ...Esa relación entre el Estado-poder yel cuerpo testimonia la individualización del cuerpo social.

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• Artículo citado en Critique, p. 1210.

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75La individualización

Es verdad que las relaciones entre el Estado-poder y elcuerpo, institución política penetrada por el poder, abarcanun campo bastante más amplio. Pero las relaciones de cons-titución entre el Estado y las formas precisas de corporei-dad capitalista no están fundadas en primer lugar, segúnanálisis mil veces repetidos con mayor o menor refinamiento,sobre las relaciones mercantiles, sobre el cuerpo-mercanciade la sociedad de consumo, sobre el cuerpo-espectáculo mar-cado por los signos de intercambio, en una palabra, sobre elfetichismo-mercancia del cuerpo. La tecnologia política delcuerpo tiene su basamento inicial en el marco referencial delas relaciones de producción y de la división social del tra-bajo. Enfocándolo por este lado es como puede resolverse,muy exactamente, este problema esencial para la teoría delEstado que es la individualización del cuerpo social, terrenooriginario de las clases en su especificidad capitalista. Esaindividualización no es la realidad de un «individuo concre-to» que emerja en la sociedad civil de la mercancia generali-zada y dé lugar a la constitución de un Estado sobre la basede estos individuos, Estado nacional-popular que se conver-tiría después en Estado de clase; tampoco es la realidad ge-nérica de un individuo biológico, sede natural de las necesi-dades y alienado-cosificado en el Estado. Esa individualiza-ción constituye la figura material de las relaciones de pro-ducción y de la división social del trabajo en los' cuerposcapitalistas, e igualmente el efecto material de las prácticasy las técnicas del Estado que fabrica y somete ese cuerpo(político). .

Por consiguiente, los análisis de Foucault tienen un valorimportante en este punto preciso, porque constituyen unanálisis materialista de ciertas instituciones del poder. Nosólo coinciden, a veces, con los análisis. marxistas --cosaque Foucault se guarda mucho de ver o de decir- sino quepueden enriquecerlos en,muchos puntos.

Como es sabido Foucault recusa toda interpretación quepretenda fundar esa materialidad del poder y, por consi.guiente. del Estado, en las relaciones de producción y en ladivísión social del trabajo. Ha sido Deleuze., sobre todo,

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10 En su crítica de Bistaire: de la folie, en L'écriture el la diffé-rence.

11 Surveiller el punir, p. 208. {Vigilar y castigar, p. 2)0.]

quien se ha encargado de e~plicar la diferencia entre el pen-samiento de Foucault y el marxismo. El marco referencialdel poder sería previo a cada campo particular que lo con-Crete, constituiría un «diagrama» (el pQnoptismo, en estecaso), una «máquina abstracta» inmanente a cada campoparticular. No 'estaría fundado sobre «lo económico» porque«toda la economía, el taller o' la fábrica, por .ejemplo, pre-supone estos mecanismos del poder. .. )l. Observaciones queel mismo Foucault ha hecho suyas actualmente en La volun-tad de saber. .

Verdad es que no debe atribuirse a este aspecto 'del penosamiento de Foucault demasiada importancia. Las explica-ciones aludidas inclinan su pensamiento del lado del idealis-mo. Sería fácil argüir que esos diagramas o máquinas (¿de'dónde y cómo 'vienen?) se asemejan extrañamente a las di-versas estructuras mentales y a otras categorías del mismogénero; que esa «causa común inmanente». -el diagrama-,supuesto descubriJniento. revolucionario, no "es otra cosa,dígase lo que se diga, y pese ala heterogeneidad de loscampos en la que se insiste, que la vieja homología estruc-tural del estructuralismo: Derrida lo hizo notar ya hacetiempo 10 Se podría también,. y con mayor razón, acusar aFoucault de caer a menudo con su postura en análisis pura-mente descriptivos y, más a menudo aún, en un neofunciona-Iismo que retoma los presupuestos epistemológicos del fun-cionalismo más tradicional: «EI.dispositivo panóptico no essimplemente un punto de ,unión, un 'cruce entre un mecanis-mo de poder y una función; es una manera de hacer funcio.nar. las relaciones de' poder en .una función, y u~a funciónpor esas relaciones de poder 11 " Ya lo había comentado yo:Malinowski y Parsons decían .lo mismo. .

Pero, repito, en mi opinión no se debe atribuir demasiadaimportancia al discurso epistemológico en segundo grado deFoucault. Varios de sus .análisis 110 sólo' son. compatiblescon el ,marxismo' sino que,. más aún, sólo pueden ser com-prendidos a partir de él. Pero con dos co"diciones:'

76 Nicos Poulantzas'

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Page 83: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

12 [bid., p. 195. [p. 198.]

La segunda condición: captar la relación del Estado conlas relaciones de producción y la división s?cial del trabajo

La primera: tener una concepción justa de «lo económico»que funda la especificidad institucional del poder ,modetno.Lo cual quiere decir renunciar a la del mismo Foucault, quele sirve para establecer a veces la relación (lIegaa.sucederle)entre esa especificidad y la economia; o, más frecuentemen-te. para rechazar el marxismo y el fundamento material delas instituciones en la economía. Nunca, en los dos casos.se trata de las relaciones de producción y de' la divisiónsocial del trabajo implicada por aquéllas. En el primer caso(referencia a la economía para fundar las instituciones),Foucault remite, esencialmente, a datos ,como el impulsodemográfico del siglo XVIII o las necesidades utilitarias dela «producción moderna» para «maximizar el rendimiento».En el segundo caso (referencia a la economía para refutar elmarxismo) Foucault remite precisamente, y esto es intere-.sante, a la sociedad mercantil de las relaciones de intercam-bioy circulación: «Suele decirse que el Inodelo de una sa-ciedad que tuviera por elementos constitutivos unos indivi-duos está tomado de las formas jurídicas abstractas delcontrato y del cambio. La' sociedad mercantil se habría re.presentado como una asociación contractual de sujetos ju-rídicos aislados. Es posible ... Pero no hay que olvidarse queha existido en la misma época una técnica para constituirefectivamente a los individuos como elementos correlativosde un poder y de un saber "-» Ahora bien, es evidente .queno se puede, en absoluto, relacionar la materialidad de losaparatos del Estado y «lo económico» -y Foucault cometeun error cuando intenta hacerlo de esa manera- si por .10económico» se entiende la demografía o la simple revoluciónindustrial. es decir, la técnica productiva. Tampoco puedehacerse, y' en ello. Foucault tiene toda la razón, si por «loeconómico» se .entiende sólo o principalmente .la esfera dela circulación y de los' intercambios mercantiles. cosa queun cierto marxismo, vc:;rdades. ha intentado hacer durantemucho tiempo.

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La individualización 17

Page 84: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

n. LAS RAtCES DEL TOTALITARISMO

en toda su complejidad, o sea, por ese aspecto esencial queson las matrices espaciales y' temporales cuyo análisis des-arrollaré cuando trate de la nación. Esas matrices primige-nias, presentes en la organización material y en las técnicasde ejercicio del poder, recibirán una éxplicación muy dife-rente de la del diagrama misterioso y casi metafísico de Fou-cault, sobre todo en la versión de Deleuze-Guattari: la deuna máquiná original, Urstaat, Estado-Déspota ideal-abstrac-to que recorre la historia de los diversos Estados y poderesen busca de su encarnación perfecta, en la más pura tradi-ción espiritualista. ' ,

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Nicos Paulantzas78

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-' Sea como sea, la individualización del' cuerpo social sobreel cual se ejerce el poder del Estado moderno, remite a lasrelaciones de producción y a la división social capitalistadel trabajo. El Estado desempeña aquí un papel decisivo,que yo había designado en ,Poder' político y c1asessocialescomo «efecto de aislamiento". Pero aun indicando que esteefecto es «terriblemente real" tenía tendencia a limitarlo,en lo esencial, a los mecanismos de la ideología jurídico-política y al papel ideolÓgico del Estado. Mientras que aho-rapuede Verse (Y'ésta es la aportación original, en mi opi-nión, de Foucault) que este papel del Estado se traduce enla 'materialidad de' sus técnicas de ejercicio del 'poder, con-

. sustancial' con. su propia estructura, técnicas que moldean

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t:> a los sujetos sobre los cuales se ejerce ese pOde',r;hasta en'L.... su misma 'corporeidad. ,.. Aproveché la ocasión para intentar ya un primer plan-

~ teamiento de ese problema, realmente inédito, que es eltotalítariSmo moderno, dé! que-el fascismo es sólo una delas expresiones. Problema que sólo puede ser dilucidadopor una serie de aproximaciones sucesivas, y que en Poderpolitico' planteé en términos que me siguen pareciendo vá-lidos, aunque restrictivos. Lo que yo percibía bien era queen ese doble movimiento mediante el cual el Estado moder-no crea las individualizaciones y privatizaciones,. constitu.yéndose como su unidad y homogeneización; en ese doble

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.13 Pouvoir potitique, l.' ed., p. 317. [Poder político ..., pp. 380-381.]

movimiento de creación de aislamientos (de los que se com-pone el pueblo-nación) y de representación de su unidad{el Estado nacional popular moderno), no puede 'existir, porprimera vez en la historia, nil1gún limite de. derecho y deprincipio a la actividad y las intromisiones del Estado enla esfera de lo individual-privado. Lo individual-privado 'esuna creación del Estado, concomitante'. a su separación 're-lativa de la sociedad como espacio público, lo cual indicaque esta separación no es sólo. una forma específica de pre- )'sencia del Estado en las' relaciones económico-sociales, sinotambién una omnipresencia sin precedentes del Estado enestas relaciones. Pero eh ello yo sólo veía el efectó, aunqueterriblemente material, de los mecanismos ideológicos. ei-;taré como ejemplos dos pasajes, porque son significativosen cuanto que plantean el problema .pero de manera neta-mente limitativa.

El primero concierne precisamente al planteamiento dela relación entre este fenómeno totalitario y el principio delegitimidad del Estado moderno:

«Más particularmente, el Estado capitalista saca en efec-to su principio de legitimidad del hecho de que se da porla unidad' del pueblo nación, visto como un conjunto deentidades idénticas., homogéneas. y dispares, fijadas por élen cuanto individuos-ciudadanos políticos. En .esto precisa-mente ... difiere radicalmente de otras formas de despotis-mo, por ejemplo, del poder político 'absoluto', formalmentesemejante"ejercido por formas de tiranía fundadas sobrela legitimidad divino-sagrada. Estas formas, tal como sepresentan, por ejemplo, en las formas' de Estado esclavistao feudal, no dejaban, sin embargo, de encerrar el poderdentro de límites estrictamente regulados. Dicho de otramanera, es muy exactamente el tipo de legitimidad del Es-tado capitalista, que representa la unidad del pueblo-nación,lo que permite un funcionamiento específico del Estadoexpresado por la palabra totalitarismo " .•

El segundo ejemplo consiste en el planteamiento de larelación del fenómeno totalitario con la ideología políticaprecisamente burguesa:

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79La individualización

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"La función particular de aislamiento y de cohesión dela ideología política burguesa conduce a una contradiccióninterna sumamente notable, y que a. veces ha sido temati-zada; en las teorias del contrato social, por la distinción yla relación entre el pacto de asociación civil y el pacto dedominación política. Esta 'ideología instaura los agentescomo individuos-sujetos, libres e iguales, que en cierto modose representa en el estado presocial, determinando así eseaislamiento especifico sobre las relaciones sociales. Este as-pecto, al que se designó "individualismo burgués», eS .sufi-cientemente conocido. Lo que importa señalar ese! reverso,que quizás eS el anverso, de la medalla. Esos 'individuos-personas, así individualizados, no parecen, enuo mismomovimiento teórico, poder ser unificados y tener acceso asu existencia social más que por mediación de su existenciapolítica en el Estado. Resultado: esa libertad del individuo.privado parece desvanecerse súbitamente ante 'la autoridaddel Estado que encarna la voluntad general. Muy bien puededecirse' que, para la ideología política burguesa, no puede'existir ningún límite de derecho y de principio "a la activi-dad y las usurpaciones del Estado en .la llamada esfera delo individual privado. Esa esfera no parece en definitivaasumir más función que la de constituir un punto de refe-rencia, que es también un punto de huida,' a la omnipresen-cia y la omnisciencia de la instancia política. Tan cierto esque Hobbes aparece como la verdad anticipada. de las teoríasdel contrato' social y, sobre todo, Hegel como su punto dellegada: el caso es aquí complejo, indudablemente,. perotodos los casos teóricos lo son. Recordemos el caso carac-terístico de Rousseau, para'quien 'el hombre debe ser lo másindependiente posible de todos. los otros hombres y lo másdependiente posible del Estado'. El caso eS aún más claroen el ejemplo. Clásico de los fisiócratas, ardientes. partida-rios del laissez-faire en lo económico, y partidarios igual-mente ardientes del autoritarismo político, que pedían ma.nifiestamente el monarca absoluto que encarnase el interésy la voluntad generales, Todó esto es también caracteristicode la ideología política liberal: nada más' ejemplar a esterespecto que la influencia muy clara, y aún desconocida, deHobbes sobre Locke, sobre la corriente clásica del liberalis-

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Page 87: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

mo político inglés que es el 'utilitarismo', sobre J. Bentham,J. Mili Y sobre todo J. Stuart Mili!'.»

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81La individualización

14 ¡bid., p. 237. [lbid., pp. 281-282.J

Si, a mi parecer, los términos del problema siguen sien:1'do válidos, las raíces de su. solución se encuentran, esen-cialmente, en otra parte. La individualización y la privati-zación del cuerpo social residen en prácticas y técnicas delejercicio del poder por un Estado que, en el mismo movi-miento, totaliza esas mónadas divididas e incorpora en suarmazón institucional la unidad de las mismas. Lo privadono es más que la réplica de lo público, precisamente porque _'"si hay desdoblamiento -inscrito en el Estado y ya presente .,:i.,{.'en las relaciones. de producción y en la división social del .:l' ,'f1trabajo- cs porque el Estado traza sus contornos. Lo in- '#dividual-privado no es un obstáculo intrínseco a la acción <t¿idel Estado sino un espacio que el Estado moderno constru-ye al recorrerlo: es lo que se hace horizonte infinitamenteretractable en el curso, y a medida, de la acción estatal. Loindividual-privado forma parte integrante dcl campo estra-tégico que es el Estado moderno, es el objetivo que el Es-tado' se fija como punto de impacto de su poder; en una.palabra, sólo existe por este Estado. Si ello es evidente paraese punto de mira, propiamenteinaprehensible en sí, quees el individuo privado -supucsto sujeto de libertades in-alienables y de derechos del hombre, de un habeas corpuscuyo cuerpo, justamente, está enteramente formado por elEstado- también lo es para el conjunto de los focos deprivatización. Limitándonos a ese lugar privado por excelen-cia que es la familia moderna, tenemos que no se instauramás que en absoluta concomitancia con la emergencia de lopúblico que es' el Estado moderno: no como el exterior in-trínseco de: un espacio público con fronteras rígidas, sinocomo el conjunto de las prácticas materiales del Estado queforma al padre de familia (trabajador, educador, soldado"funcionario), al niño-escolar en el sentido moderno y, claroes -podría decirse, sobre todo-a la madre, La familia y elEstado moderno no son, hablando en propiedad, dos espa-cios (el privado y el público) equidistantes ydistintos, que se

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limitan mutuamente, siendo uno -según los análisis ya clá-sicos, de la Escuela de Francfort (Adorno, Marcuse,etc.)- elsoporte del otro (la familia, del Estado). Si estas dos institu-ciones no son isomorfas y tampoco mantienen simples rela.ciones de homología, no por ello dejan de formar parte deuna misma configuración, en e! sentido de que no es el espa-

t cio «exterior»,de la familia moderna e! que se cierra frente alEstado, sino e! Estado quien, al mismo tiempo de erigirse

,en lo público, traza el lugar que la asigna, mediante separa-",ciones móviles que desplaza. '

El Estado moderno no comporta, pues, ningún límite deprincipio y de derecho a sus intromisiones en lo privado:'por paradójico que ello pueda parecer, es la misma separa-ción público-privado instaurada por él lo que le abre pers-pectivas ilimitadas de poder. Las premisas de! fenómeno to-talitario en el' sentido moderno se encuentran ahí, y noconciernen sólo a las sociedadesoccidentalés, sino, igual-

-mente, a los países del Este. Si en esos países el Estado re-viste las formas que sabemos, no es porque haya abolido alindividuo como barrera última frente al poder. Asentadoen los «aspectos capitalistas» de sus relaciones de produccióny de la división social del trabajo, e! proceso de individuali-zación-aislamiento, está allí bien en -marcha, aunque no re-vista, ni mucho menos, las mismas formas (jurídico-políti-cas..en particular), y no se realice según los procedimientosque conocemos en las sociedades occidentales. La distinciónque e! Estado instituye elltre lo público y lo privado (traba-jadores privados en cuanto separados de la esfera públicay del poder político) también existe allí, aunque el estatis-mo alcance proporciones considerables. Tampoco este esta-tismo significa la invasión por el Estado de una esfera pri-vada con fronteras intrínsecas, fronteras que e! Estado ha-bría traspasado, sino que recubre un recorrido más largode ese Estado en la perspectiva del Estado moderno y desu propia materialidad.

Claro es, estas observaciones no ~onmás que prelimina-res. Porque si lo individual-privado no es un límite sino e!canal inismo de! poder de! Estado moderno, ello no significaque este poder no tenga límites reales, sino que estos límitesno provienen de ningún carácter natural de lo individual~

82 Nicos Poulantt.as

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privado: provienen de las luchas populares y de las relaciO:nes de fuerzas entre las clases, porque el Estado es tambiénla condensación material y específica de una relación defuerza, que es una relación de clase. Lo individual-privadoaparece, igualmente, como resultante de esa relación defuerza y de su condensación en el Estado. Si lo individual-privado no tiene una esencia intrínseca, que plantee comotal, barreras exteriores absolutas al poder del Estado, sinembargo limita este poder como una de las figuras privile-giadas, en las sociedades modernas, de la relación de claseen el Estado. Este límite lo conocemos: se llama democraciarepresentativa, que por muy mutilada que sea por las clasesdominantes y por la materialidad del Estado, no deja de seruna inscripción, en el seno de esa materialidad, de las lu-chas y las resistencias populares. Si no es el único límiteal poder del Estado, no es por ello menos decisivo. Proba-blemente no tiene significación absoluta; en el sentido deque nace en el terreno capitalista, pero, constituye tambiénuna barrera al poder que conservará su importancia, sinduda, mientras duren las clases y el Estado. Lo mismo su-cede con los derechos del hombre y del ciudadano que noson una conquista del individuo frente al Estado, sino unaconquista de' las clases oprimidas. Lo individual-privado ex-presa, en su e'xtensi6n y su reducción, los avances y retro-cesos de sus luchas y resistencias cuando éstas toman, pre-cisamente, esa forma política. No porque se labren, con ello,un dominio fuera del Estado (lo individual-privado), sinoporque se'sitúan en el terreno estratégico del mismo Estado,que en su forma moderna existe como espacio público-pri-vado. Estos derechos, aquí como en el Este, pueden ser asíbarreras a un poder cuyas' raíces totalitarias existen, noobstante, en el proceso mismo de individualización y en laseparación, instaurada por el Estado moderno, entre lo pú-blico y lo privado. '

De ahí derivan o'tras consecuencias:

83

a) El -totalitarismo moderno, bajo la forma fascista 'ocualquier otra, no es un simple "fenómeno» ligadosólo a la coyuntura (ésta o la otra) de la lucha declases. Si tales coyunturas pueden dar lugar al naci-

La individualización

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Page 90: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

. ",{, .~ . .15 Maspero, 1970., ,(Fascismo y' dictadura .. La JI! Internacional

, (ren-te al fascismo, Madrid', Siglo' XXI, lO.:, e'd., 1977.]16 'Maspero, 1975. '[La. crisis de las dicfi:ldur{E: .Portugal, Grecia,

Espalza, Madrid" Siglo XXI, '3.' ed. 1976,]

. ,Es'lo que he intentado establecer, por mi parte, en Fas-" cisma y dictadurd 15 y La crisis'de las ,dictaduras I~. mostran--do 'en, qui sentido esas formas totalitarias; ya se ,trate de 'fascismo, de .dictaaur:as militá'r~s ".o'de' bonapartismo, cons-tituyen en las sociedades oécidentales formas espeCíficas que,he designado con éJ término 'de 'Estados de excepción, bien'distintas de ''!as for'masdemocrático'parJamentarias de Es.tado,' " ,.!.

".Estas ü'bservaciones' ~ir~en',.(gua1niehte, mutatis mutan-dis, para los aspec-ios -totalitarios délpoder en los países delEste. Tampoco esos, asp,ectos, pu'eden ser explicados por re.

,..férehcia únicarrient~ a lasraí~es'del-totalifarismo, que sin•. ,. embargo existen 'evideritemenie; y a Jos aspectos capitalistas

de, sus Estados. Sólo un análisis 'históri¿o preciso puede lo.í' " grado; ,Esa forma dé Estado presenta particularidades con..

. síderables y, por otro lado; ha constituye en esos' paísesuna excepción sino' la regla, Es sabido que eSte análisis his-.tórico se está iniciando en -Frari'Cia, y'no tengo m'ás' que se~, ftalar lostrabajos~enfocao'~s ciertam~~te, en perspectivas, diferentes-, de Jean Ellensteiu' y' de Charles Bellelheim, porno hablar ya de Io's análisis tradiciorialcsde la corrientetrotskista, que aun no siendo;satisfactorios, desde. mi puntode vista, sin embargo nos han- ensenado 'mucho. Si los cito

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84 Nicas Paulantzas

'miento de esas formas de Estado que son los totali., ".tarismos modernos ,es porque las raíces del. mal son'~ :~'rnásprofundas, están 'incrustadas en el corazón mis~

"mo de, las relaciories de, producción, de la divisiónsocial del trabajo, del armazón material' del Estado,

b) En cambio, contra todas las i,deologías vieja~ o nue"vas del totalitarismo, 'Ia:'emergencia efectiva de lasfa'rmas totalitarlas del Estado no, es una simple ex-pansión de esos gérm~ne's' y no se puede ~xplicar, en'modo algun(), de esa manera:deperid~-de la 'lucha deClases en toda su complejidad, "

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Page 91: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

aquí conjuntamente es por tratarse de análisis basados, pre-cisamente, en el método marxista, No se trata, desde luego,de que el marxismo pueda por sí sol6 explicar todo, pero, enfin, l11egustaría ve.f.citado entre los «antimarxistas» prima-riosque sostienen actualmente, más o menos, que el marxis-mo no puede explicar lo que sucede en los paises del Este,uno solo que haya hecho, o al menos intentado, tan indis-pensable análisis histórico,

Ese análisis que fundamenta la materialidad del Estadóen las relaciones de producción y en la división social deltrabajo tampoco es aquí, por tanto, heterogéneo o comple-mentario de un análisis de esa materialidad en términos declases y de lucha de clases, En lo concerniente a la individua-lización del cuerpo social sobre el cual se ejerce el poder,no se trata de «deducir ••la armazón organizativa del Estadode ese proceso de individualización, y de relacionarlo a con-tinuación con Jalucha de clases y la dominación política,Referido precisamente al proceso y a la división del traba-jo capitalistas, este proceso no es más que la configUl~acióndel terreno en el que se' constituyen las clases sociales y lalucha de clases en su especificidad capitalista, A diferenciade las clases-castas o estamentos esclavistas y medievales,clases cerradas a las que los agentes pertenecían definitiva-mente, en función de su naturaleza, las clases bajo el capita-lismo son clases «abiertas", basadas en la distribución y cir-culación de los agentes individualizados en su seno, ya setrate de la burguesía, de la clase obrera, de la pequeñaburguesía o de las clases rurales, Esas clases abiertas indu-cen un papel del Estado propiamente inédito hasta ahora:el de desglosar-distribuir los agentes individualizados a tra-vés de las clases, el de formar y adiestrar, calificar y some-ter a los agentes de manera que puedan ocupar talo cualpuesto de clase, al cual no están vinculados por naturalezao por nacimiento: papel propio de la escuela, pero tambiéndel ejército. de la prisión o de ]a administración. El meca-nismo de individualización es ya una inscripción, en ]a ma-terialidad del Estado, de la especificidad de las clases bajoel capitalismo: las técnicas de ejercicio 'del poder en la es-

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La individualización 85

Page 92: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

cuela o el ejército (disciplinas. de normalización-individuali-zación) son consustanciales con su papel de adiestramiento-desglose-distribución de los agentes-individuos entre las cla-ses. Finalmente, esa individúalización, trazada en la corpo-reidad capitalista, reviste un sentido y unas modalidades di-ferentes según las diversas clases sociales. Existe una indi-vidualización burguesa y una individualización obrera, uncuerpo burgués y un cuer¡ .." obrero, modalidadesde.la indicvidualización y de la corporeidad capitalistas, de la mismamanera que existe una familia .'burguesa y una familia obre-ra, modalidades de la familia capitalista fundada en el pro-.ceso de individualización. .

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3. LA LEY

1. LEy y TERROR

El tercer ejemplo sobre el que insistiré concierne al papelde la ley. Es un ejemplo que nos interesa en varios aspec-tos: permite, en especial, plantear con precisión la cuestiónde la represión en el ejercicio del poder. También desdeeste punto de vista el Estado capitalista representa una ver-dadera ruptura con respecto a los Estados precapitalistas .

En primer lugar, porque la ley no ha aparecido sino muytardíamente, con el Estado capitalista y su constitución his-tórica, como limitación de la arbitrariedad estatal, e inclusocomo barrera a una cierta forma de ejercicio de la violencia.Este «Estado de derecho» fue concebido como opuesto alpoder ilimitado, creando la ilusión de un binomio Ley/Te-rror. Porque la ley y la norma estuvieron siempre presentesen la constitución del poder: el Estado asiático o despótico,el Estado esclavista (Roma, Atenas), el Estado feudal, hantenido siempre como fundamento el derecho y la ley, delderecho babilónico o asirio al derecho griego y romano y alas formas jurídicas medievales. Toda forma estatal, inclusola más sanguinaria, se ha edificado siempre como organiza-ción jurídica, se ha concebido dentro del derecho y ha fun-cionado bajo una forma jurídica: tal fue el caso también,demasiado lo sabemos, de Stalin y su Constitución de 1937,reputada como la «más democrática del mundo». Nada másfalso, pues, que una presunta oposición entre lo arbitrario,los abusos, la voluntad del príncipe y el imperio de la ley.Visión que corresponde a la concepción jurídico-legalista delEstado, la de la filosofia política del Estado burgués esta-blecido, contra la que se pronunciaron, a la vez, Marx y MaxWeber, y de la que no se llamaron a engaño los teóricos de

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De modo esquemá tico se puede establecer la cadena derazonamientos de Foucault en este caso de la siguiente ma-nera: a) el binomio legalidad-terror es falso, porque ~" ¡Jyha acompañado siempre al ejercicio de la violencia y dé larepresión física; b) el ejercicio del poder en las sociedadesmodernas está.mucho menos fundado sobre la violencia-re-presión abierta que sobre' los mecanismos, más sutiles y con:'siderados «heterogéneos» con la violencia, de las disciplinas:«Si es verdad que lo jurídico sirvió para representarse (demanera sin duda no exhaustiva) un poder centrado esencial-mente en la extracción (en el sentido jurídico) y la muerte,ahora, resulta absolutamente .heterogéneo respecto de los'nuevos procedimientos de poder que funcionan no ya por eldetecho sino por la técnica, no por la ley sino por la norma-lización,. no por el castigo sino por el control, y que se ejer-cen' en niveles y formas que .rebasan el Estado y sus apa-

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Nicos Poulantzas88

la gestación sangrienta del Estado, Maquiavelo y Hobbes.Esa supuesta escisión entre ley y violencia es falsa, de todas'maneras, incluso -si no sobre todo~ para el Estado moder-no. Este Estado de derecho, el Estado de la ley por exce-lencia, es el que tiene, contrariamente a los Estados precapi-talistas, el monopolio de la violencia y del terror supremos,el monopolio de la guerra.

La ley, por tanto, forma parte integrante del orden repre- .

f sivo y de la organización de la violencia ejercida por todo'. Estado. El Estado dicta la norma, proclama la ley, e instau-

ra con ello un primer campo de mandatos, prohibiciones ycensura, instituyendo así el terreno de aplicación y el ob-jeto de la violencia. Más aún: la ley organiza las condicionesde funcionamiento de la represión física, designa y significasus modalidades, encuadra los dispositivos que la ejercen.La leyes, en este caso, 'el código de la violencia pública or-ganizada. La subestimación del papel de la ley en la organi-zación del poder se da siémpre en los que subestiman elpapel de la represión física en .el funcionamiento del Estado,particularmente en Foucault, como puede verse en .su últimof,.l texto La voluntad de saber, continuación lógica de sus di-vagaciones en Vigilar y castigar

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17 La volonté de savoir, pp. 117.118. [Historia de la sexualidad.1. La voluntad de saber. Madrid, Siglo XXI, 2.' ed., 1978,p. 109.]

l' R. Caste!, Le psychanalysme, 1976,pp. 288 ss. '

, ratos 17.» Ejercicio del poder que implicaría, como dice ReCastel, después de Foucault, el paso"de la autoridad-caer,"ción a la manipulación-persuasión 18, en una palabra, la,fa-mosa «interiorización» de la represión en Iasmasas domina~das, De ahí deriva inevitablemente en Foucault una ,subes-timación del papel de la ley, al menos en el ejercicio delpoder dentro de las sociedades modernas, y también una su"bestimación del papel del Estado, acompañada' de, un, des-conocimiento del lugar, en el seno del Estado moderno,de los aparatos represivos (ejército; policía, justicia, etc.),en cuanto dispositivos del ejercicio de la violencia física.Estos aparatos no son considerados más que como piezasde un dispositivó disciplinario que moldea la interiorizaciónde la represión por la normalización. '

Si el primer razonamiento acerca de la relación, cons-titutiva entre la ley y el ejercicio de' la violencia es exacto,el segundo es erróneo con mucho. No es, además, exclusivode Foucaultsino que caracteriza' a una corriente de pen-samiento más amplia, muy diferente de la de Foucault porlo demás. Este razonamiento tiene sus raíces en el binomioviolencia/consentimiento, represión/ideología, que durantemucho tiempo ha marcado a los análisis del poder. El leit-motives simple: el poder moderno ,no estaría fundado enla violencia física organizada sino en la manipulación ideo-lógico-simbólica, en la organización del consentimiento, enla interiorización de la represión ("el policía ,en la cabeza»).::~o~prígenesde esta concepción se encuentran en los prime-,ws análisis de la filosofía político-jurídica burguesa, la queopoIlía, precisament", violencia y ley, viendo en el Estadode derecho y en el reino de la ley la limitación intrínsecade la violencia. Bajo formas diversas esa concepción hatenido prolongaciones actuales: de los análisis de la Escuelade Francfort -los famosos análisis de sustitución de la po-licía por la familia como instancia autoritaria- y de Marcu-se a los de P. Bourdieu sobre la llamada violencia simbóli-ca, el tema de la jnteriorización de la represión -y más ge-

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La ley 89,

Page 96: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

,19De Fr. Lyota'rd (L'économie '/ibidinale, 1974) a P. Legendre

(L'amaúr du censeur, 1974), pasando por R. Scheref,--Ia lista seríalarga.

neralmente, el de una «aminoración», digamos, de la violen-cia física en el ejercicio derpoder":" se ha convertido en untópico. Lo-que, por consiguiente, parece esencial en esto es,a la vez, la subestimación del' papel de la represión en elsentido más fuerte,-el de la"'coerción -mortífera y armadasobre los cuerpos, y la concepción del poder como binomiorepresión-ideología, constituyendo los dos términos compo-nentes-cantidades de suma cero. Esta aminoraciÓn, o retro-oceso de la violencia física no podría corresponder, en elfuncionamiento y en el.mantenimiento del poder, más quea una acentuación oaurnento de la inculcación ideológica'(violencia simbólica-interiorización de la, represión).

Se trata, en lo esencial, de una concepción del poder ape'nas diferente de la que prevalece 'en muchos análisis, muyen boga actualmente, que fundamentan el consentimientoen ,el deseo de las masas. (las masas habrían deseado el fas-cismo) o en el amor al Amo ", Tienen en común con la co-rriente precedente que subestiman el papel de la violenciafísica orgal1izada, reduciendo por otra parte el poder a larepresión-prohibición. De ello deriva una subjetivización delejercicio del poder bajo ,la 'forma de una búsqueda de las«razones de obedecer» en el deseo o e1.amor del Poder, queaquí desempeñan el papel atribuido en las corrientes prece-dentes a la ideología como factor' de interioiización de larepresión. Si la ley interviene aquí no es nunca en su formade código de la violencia física, sino como figura del Amo,que con su sola presencia, enunciación o discurso' induce eldeseo y el amor de los sujetos., El 'binomio represión-ideo-logía es sustituido por'eLbinomio ley-amor, prohibición-de_seo, pero el'papel:de la violencia en el fundamentodel poderes subestimado en todo momento: nunca es cuestión másque ,de las razones del consentimiento.

Lo inquietante, por consiguiente, en esos análisis no esen absoluto -al contrario- que planteen la cuestión delconsentimiento al poder: es, a' la vez, que subestiman elpapel de la violencia 'física organizada en Ja represión y que

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Page 97: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

reducen el poder a la represión simbólica o interiorizada ya'Ia prohibición, No pueden así captar las' razones materialespositivas (entre otras concesiones .del poder a las masas)de ese consentimiento y lo .fundamentan en el amor-deseode la represión, cuando esas razones"":"además de la idea-'logía dominante siempre presente- desempeñan un papeldecisivo. Pero insistir en la positividad del poder no puedesignificar, de otro lado, ni ocultar la' cuestión de la repre-sión ni ocultar el papel de la ideología que interviene tam-bién en el consentimiento, Sin embargo, esto es lo que su-cede con Foucault: se distingue de las corrientes preceden-tes en que demuestra -y aquí reside su mérito- uno de losaspectos de las técnicas del poder que organizan material-mente la sumisión de los dominados (las disciplinas de nor-malización), pero sus análisis se caracterizan también porla subestimación constante del papel de la violencia físicaabierta, por la subestimación del papel de la ley (no -comoinductor del amor-deseo sino como codificación, precisa-mente, de esa violencia) reducida sólo a un síntoma.

Omnifuncionalidad, pues, de las técnicas del poder, queen Foucault absorbe no sólo la cuestión. de la violencia físi-ca sino también la del consentimiento, convertido en un noproblema, es decir, un problema no tratado teóricamente orecae en los análisis del tipo <dnteriorizacián de la repre-sión». ¿Cuáles son, más allá de las disciplinas de normaliza-ción, las «razones» del consentimiento que, sin embargo, noimpiden que siempre haya luchas? Si estas disciplinas bas-tasen para explicar la sumisión,. ¿por qué permitirían laexístencia de luchas? Se llega. aquí á esa aporía nodal delos análisis de Foucault sobre la cual tendré que volver: laausencia de fundamento en él de esas famosas «resisten-cias» al poder a las que, sin embargo, es tan aficionado. Enrealidad, si debe haber violencia física organizada es por lamisma razón que .debe haber consentimiento: porque, antetodo, hay siempre luchas basadas, en primer lugar, en laexplotación. Si esta realidad pI-imordial e insoslayable -ra-zón de que las luchas sean siempre el fundamento del po-der- se olvida por una visión que hace del poder (la Ley, elAmo) el fundamento de las luchas, o de una relación entretérminos puramente equivale~tes «poder-resistencias», no

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•La ley 91

Page 98: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

hay más remedio que considerar e! consentimiento como. una derivación del amor,o ..de! deseo del poder, u ocultar.d. consentimiento ~omo problema. En .Ios dos casos 'se ..dade lado al papel de la .violencia.. :¿Qué sucede, en realidad?.EI Estado capitalista, a diferen-cia de los Estados precapitalistas, tiene el monopolio de laviolencia física legítíma. Corresponde a MaxWebet el méritode haber establecido este punto, mostrando, por otra parte,que la legitimidad de 'este Estado, en el que se concentrala fuerza organizada, es la legitimidad «racional-lega]" fun-dada sobre -la ley: la acumulación prodigiosa por el. Estadocapitalista de los medios de coerción corporal corre parejascon su carácter de Estado de derecho. Esta situación. con-creta produce efectos muy notables .. El grado de violenciafísica abierta ejercida en la.s diversas situaciones de' poder«privado», exteriores al Estado, desde la fábrica a las.Jamo-'sas microsituaciones de poder, va reduciéndose en la medidaexacta en que el Estado se reserva el monopolio de la. fuerzafísica legítima. Los Estados.capitalistas europeos. se hanconstituido a través de la pacificación. de los territorios des-garrados por .Ias guerras feudales. Después el poder políticoinstitucionalizado, en circunstancias regulares de domina.ción, ha recurrido menos a esa violencia, pese a tener sumonopolio, ,que en los Estados precapitalistas. ,Si pasarnospor alto: a) :Ias formas de. los ,Estados capitalistas de excep-ción (fascismos, dictaduras militares, etc.) que infestan hoynuestro mundo (y que. no conviene olvidar, con la memoriacorta y la -ligereza eurocentrista .de nuestros teóricos, a ries-go de no acordarse de la violencia más que en relación conlos regímenes del Este); b) los casos del terror supremo dela guerra (primera guerra mundial, segunda guerra mundial,las otras ... y ahora la nuclear: ¿quién se atrevería a decirque el poder moderno ya no funciona «matando»?) ; c) lascoyunturas de exacerbación de las luchas de clases, e! em-pleo efectivo .de.la violencia .abierta.queda limitado en rela-ción al pasado. Parece como. si este Estado tuviera que usarmenos de laJuerza en la medida en..que tiene su monopoliqlegítimo .

.Sacar de ahí la conclusión de que e! poder y la domina-ción .modernos. ya no están basados en la violencia física

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93La ley

'" es una ilusión corriente. Pero si esa violencia no se actuali-za, en el ejercicio cotidiano del poder, de la misma manera, que' en el pasado, sigue siendo, incluso más que nunca, de~

, terminante. Su monopolización por el Estado es lo que indu~, ce las formas de una dominación en la que los múltiples pro- 'cedimientos de creación del' consentimiento desempeñanel papel principal. Para percibirlo hay que superar la metá-

,~' fc.ra analógica de 'una simple com¡)lementariedad entre viO:-lencia y consentimiento, calcada de la imagen del Centauro

, '(niedio bes!.ja, medio hombre) de Maquiavelo. La violenciafísica no existe sólo al lado del consentimiento, como dosmagnitudes mensurables y homogéneas que mantienen re,!aciones inversas, de manera' que a más consentimiento ca-

", ~rresponderia menos violencia. Si la violencia-terror 'ocupa'siempre un lugar determinante no es sólo porque 'quedaconstantemente en reserva, no manifestándose abiertamentemás que en los casos críticos. La violencia física monopoli-zada por el Estado sustenta permanentemente las técnicasdel poder y los mecanismos del consentimiento, está inscri-ta en la trama de los dispositivos disciplinarios e ideológi-cos, y modela la materialidad del cuerpo social sobre el cual'actúa la dominación, incluso cuando esa violencia no se eier~ce directamerite.

'Tampoco se trata, por' consiguiente, de reemplazar elbinomio ley-terror, represión-ideología, por un trinomio re-presión,normalización disciplinaria-ideología, haciendo sitioa"un tercer término en una relación cuyo funcionamiento nocambia: magnitudes heterogéneas y distintas de un podercuantificable o de unas modalidades de ejercicio de un po-der-esencia. Se trata de captar la' organización material delpoder como relación de clase, cuya condición de existeritia'y garantía de reproducción es la violencia física organizada., La aplicación de las técnicas del poder capitalista, la coris~, titución de los dispositivos disciplinarios (el gran «encie:tro»),la emergencia de las instituciones ideológico-cultura~les (desde el Parlamento hasta el sufragio universal y'laés-cuela): presuponen la monopolización de esa violencia'pdí'el Estado, cubierta precisamente por el desplazamiento, dela' legitimidad hacia la legalidad, y por el imperio de 'la ley.La presuponen no sólo en su genealogía histórica sino en su

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,.10 Ph. Aries, Histoire de la morl im Oecidel1!, 1975, y los trabajosde L. V. Thomas,

La monopolización por el Estado de la violencia legítimasigue siendo, pue~, e! elemento determinante del poder, in-cluso cuando esa violencia no se ejerce directa y abierta-mente. Esa, monopolización está en la base de las nuevasformas de lucha bajo el capitalismo, a las cuales correspon.de el pape! de los dispositivos de organización del consenti-miento, corroborando esa verdad de que poder y luchas sereclaman y condiciomin mutuamente, La concentración dela fuerza armada por el Estado, el desarme y la desmilitari-zación de los sectores privados, condición del establecimien.to, de' la explotación capitalista, contribuyen a desplazar la

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.Nicos Poulantzas94

existencia y reproducción. Por limitarnos a un solo ejemplo:el ejército nacional es consustancial con e! Parlamento yla escuela capitalistas. Esta consustancialidad no reposasólo sobre uná materialidad institucional común, 'dependien-te de la división social del trabajo que esos aparatos encar-nan. Reposa también sobre e! hecho de que el ejércitonacional, como pieza, precisamel)te, del monopolio por elEstado dela violencia .física legítima, induce las formas deexistencia y de funcionamiento de instituciones -parlamen-to, escuela- en las que la violencia no tiene que' actualizar-se como tal. La existencia regular, la misma con'stitución delParlamento como promulgador de leyes, es impensable sinla institución del ejército nacional moderno.

Hablemos de nuevo, finalmente, si se quiere, de la muer.te. ¿Cómo no ver la convergencia entre las transformacionesde la manera de morir, ,más prosaicamente, en la cama, laauténtica prohibición que pesa, en las sociedades modernas,sobre la muerte, la, desposes ión de los ciudadanos "priva-dos» de su propia muerte 20, yel monopolio por el Estadodel terror público legítimo? ¿Deja de funcionar el Estadoen e! acto de la muerte? Incluso cuando no ejecuta (pena demuerte), no mata o no amenaza con matar, incluso -si nosobre todo- cuando impide morir, el Estado moderno ad-ministra la muerte y el poder médico está inscrito, tambiénél, en la ley moderna.

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" Si el papel de la ley (al nivel general en que me colocoaquí no entro en la distinción entre ley y derecho) se revelaasí como esencial para e! ejercicio del poder en cuanto orga-nizador de la represión, de la violencia física organizada, ellono quiere decir, sin embargo, que la lógica de la ley en esaacción sea ,la puramente negativa de! rechazo,' la barrera ola obligación de no manifestación y de mutismo. Si el podernunca es exclusivamente negativo no se debe sólo a que esalgo distin to de la ley. En su mismo papel represivo la leycomporta un aspecto de positividad eminente, porque la re-presión no se identifica nunca con una pura negatividad. Laley no es sólo un conglomerado de prohibiciones y censuras.

,lucha de clases de una guerra civil permanente, en formade conflictos armados periódicos y regulares, hacia esas for-mas nuevas que son la organización política y sindical de lasmasas populares, contra las cuales la violencia física abier-ta no tiene, como es sabido, más que una eficacia muy rela-

, ,tiva. Un pueblo «privado» de la fuerza «pública» es ya unpueblo que no .vive la dominación política bajo la forma deuna fatalidad natural y sagrada, un pueblo para el cual elmonopolio de la violencia por e! Estado sólo es legítimo enla medida en que la reglamentación jurídica y la legalidad, le dejan esperar, e incluso le permiten formalmente' y enprincipio, e! acceso al poder. En una palabra, el Estado con-centra en sus cuerpos especializados la violencia cuando éstaes más insuficiente que nunca para la reproducción de ladominación; A las guerras privadas y a los conflictos arma.dos en forma de teodiceas repetitivas, actualizadas sin cesar,catarsis de la fatalidad del poder, a esas guerras pacificadaspor la concentración de la fuerza armada en el Estado, suce.de la contestación política permanente de! poder, efecto tam-bién de la monopolización de la fuerza física por el Estado.Los mecanismos de organización del consentimiento se ins-talan en las avanzadillas del poder: precisamente el imperiode la ley capitalista es el que asigna dicho lugar a los meca-nismos de! consentimiento, 'incluso bajo la forma de incul-cación ideológica, en la medida exacta en que la ley coincidecon la monopolización de la fuerza física por el Estado.

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La ley 95

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Por último, si la ley desempeña un papel importante (po-sitivo y negativo) en la organización de la represión, no selimita a aquél: la leyes igualmente eficaz en los dispositivosde creación de! consentimiento. Materializa la ideología do-minante que interviene en ellos, aunque no agote las. ra.zones de dicho consentimiento. La ley-norma~ por su mismadiscursividad y textura, oculta las realidades político-econó-micas, comporta lagunas y espacios en blanco estructurales,

Ya desde el derecho grecorromano, la ley emite tambiénmandatos positivos ..No sólo prohíbe o permite -según lamáxima de que está permitido lo que no está. prohibido porla ley- sino que impone un hacer, obliga a acciones positi-vas respecto al poder, a discursos dirigidos al poder. La ley'no se limita a imponer silencio y a dejar hablar;.a menudoes la que qbliga a hablar .(a prestar juramento, 'a denun-ciar, etc.). Más.generalmente, la ley institucionalizada no hasido nunca pura orden de abstención o pura censura, de talmanera que en la organización del Estado. habría, de.unlado, la ley-censura-negatividad, y de otro lado «otracosa»-acción-positividad. Esta oposición es parcialmente falsa porcuanto que la ley organiza el campo represivo no sólo comorepresión de lo que se hace, estando prohibido' por la ley,sino como represión de lo que no se hace cuando la ley dis-pone que se haga. Si la ley siempre está ya ahí, .en e! ordensocial, en el sentido .de que no llega sólo.a posteriori, paraordenar un estádo natural preexistente, 'se debe a que esconstitutiva del campo político-social como codificación, ala vez, de prohibiciones y de mandatos.positivos.

La represión, pues, no es nunca pura negatividad:. no seagota ni en el ejercicio efectivo de la violencia física ni ensu interiorización. También hay otra cosa en la represiónde la que sólo se habla raramente: los mecanismos del te-mor. Mecanismos materiales y no simplemente subjetiviza-dos: ya he hablado de la .teatralidad del Estado moderno,verdadero Castillo de Kafka. Teatralidad inscrita en la leymoderna, en los dédalos y laberintos en que se materializaesa ley. Para. comprender por qué esto tiene su fundamentoen el monopolio de la violencia legítima hay que recurrir denuevo a Kafka, a su Colonia penitenciaria. ~".

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Nicos Poutantzas96

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a) La acción del Estado, su funcionamiento concreto, nosiempre toman, ni .mucho menos, la forma. de ley-

No' por ello es menos evidente, contra toda concepciónjuridico-legalista, o también psicoanalítica -tal como se ex-

. presa actualmente en obras interesantes, comO las de P. Le-. gendre 21_ que la acción, el papel, 'el lugar del Estado, des'

bordan con mucho a la ley o reglamentación jurídica.

97

.21 Jouir du pouvoir, 1976:

. La ley

transpone estas realidades a la escena política por un meca-nismo propio' de ocultación-inversión; .Traduce tarribién la

imaginaria de la sociedad y del poder propiaclase dominante. Bajo este aspecto, y paralelamente a

su lugar en el dispositivo represivo, la leyes uno de los fac-tores importantes de la organización 'del consentimiento delas .clases dominadas, incluso .si la ..legitimidad (el' consen-timiento) no. se identifica y no se limita ala legalidad. Lasclases dominadas no tropiezan con la ley sólo c0I1!0.barrera

. d~ \'xclusión, sino igualmente cOIIlOasignación p()r su partedel lugar que deben ocupar. L\lgar que es también un espa-cio de inserción en la red político-social, creador de deberes-óli!igaciones pero t~mbién de derechos. Su ocupaciÓn ima-g¡itaria tiene efectos reales sobre los agentes.. . Hay más: algunas de las acciones del Estado que rebasan

.su' simple papel represivo e ideológico, como son sus inter-venciones económicas y, sobre todo, los compromisos mate-riales impuestos por las clases dominadas a las dominantes

. !"unade las razones decisiyas, del c.onsentimiento-.:... se ins-criben en el texto de la ley, formando parte, inéltíso, de suestructura interna. La ley' no. se '¡¡mita a engañar ..o enmas-carar, ni a reprimir, obligando a hacer'algo o prohibiéndolo:organiza y consagra también derechos reales de las clasesdominadas (investidos, verdad es, en la ideología dominan-te, y lejos de corresponder, en la aplicación, a su forma ju-rídica), comporta, inscritos en ella, los compromiso's mate-riales impuestos por las' luchas 'populares a las clases do-minantes.

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98 ' Nicos Poulantzas

norma: siempre existe un conjunto de prácticas y detécnicas estatales que escápan a la sistematización yal orden juridicos. Ello "nosignifica que sean «anómi-cas», arbitrarias en el ,sentido fuerte, sino que obede-,cen a una lógica relativameñte distinta de la del oroden jurídico, a la lógica' de la relación de fuerzas en-, tre clases en lucha, de la que la ley no es más que lainvestidura a distancia y en un registro específico.

b) El Estado actúa éon frecuencia transgrediendo la pro-pia ley-norma queprómulga, no sólo actuando al mar-gen de la misma sino actuando contra su propia ley.Todo sistema jurídico,au,toriza; en su misma,discursi-vidad, formulándolo como una variable de las reglasdel' juego organizado por él, el no. respeto p()r ,el Es-tado-poder de su propia ley. Ello se llama razón deEstado, que en sentido estricto, no ,sólo significa, sim-,plemente, que la legalidad es compensada siempre,por«márgenes» f1eilegalidad, sino que la ilegalidad del'Estado está siempre insérita en la legalidad que insti.tuye:el estalinismoY,lós aspectos totalitarios del po-der en los países delEste no se,deben, principalmente,a «violaciones de la legalidad socialista». Todo siste-ma jurídico incltiyela ilegalidad, en el sentido de quecomporta, como ,parte Integrante de su discurso, va~cíos y espacios en blanco" «lagunas de la ley»: no setrata de simples coladuras,y ofuscaciones debidas a laoperación ideológica de 'ocultación que es parte' del de-recho; sino de dispositivos expresamente previstos,de brechas que permitan sortear la ley. Por no ha-blar ,de las violaciones puras ,y simples por el Estadode su propia ley, violaciones que aun apareciendo co-

. mo transgresiones salvajes~ porque no están previstaspor la ley, no dejan de formar'parte'por ello del mis-mo funcionamiento estructural del Estado.Todo,Esta-do está organizado, en su armazón institucional, demanera'que pueda funcionar (y que las ,c1ases,domi-nantes ,funcionen) "a .la vez, según su ley y contra suley. Muchas leyes no habrian existido nunca en su for-ma precisa si no se hubiera tenido en cuenta, es decir,

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inscrito en los dispositivos del Estado, un índice deviolación de las mismas por las clases dominantes,con el apoyo del conjunto de dichos dispositivos. Nosólo, pues, la ilegalidad es frecuentemente parte de laley; sino que, incluso cuando ilegalidad y legalidad sondistintas, no recubren dos organizaciones separadas,en cierta forma un Estado paralelo (ilegalidad)' y un'Estado de derecho (legalidad), y todavía menos unadistinción entre un Estado caótico, un no Estado (ile-galidad) y un Estado (legalidad). Ilegalidad y legali-dad forman parte de una misma estructura institu-cional.

Así es, en el fondo, como debe entenderse la frasede,Marx según la cual todo Estado es una "dictadura»de clase. No en el sentido en que se la entiende porlo regular, es decir, en el sentido de un poder por en-cima de toda ley, donde el término ley está tomado enel sentido habitual de opuesto a violencia y fuerza: nohay Estado, por dictatorial que sea, sin ley. Y la exis-tencia de una ley y de una legalidad jamás ha impe-dido el despotismo o la barbarie. Debe entenderse esafrase en el sentido, precisamente, de que "dictadura»designa la organización de todo Estado como' ordenfundonal único de legalidad y de ilegalidad, de unalegalidad perforada de ilegalidad.

e) Por último, la' acción del Estado desborda siempre a: la ley porque el Estado puede, dentro de ciertos lími-tes, modificar su propia ley. El Estado no es la ,sim-ple figura de una ley eterna, ya ,sea del orden de una,prohibiciÓn universal cualquiera o de una ley natural.La primacía supuesta y, hay que decirlo, la primacíade derecho de la ley sobre el Estado, es en el fondo labase misma ,de la concepción jurídica del Estado, ex-plicándose su connivencia actual con la concepciónanalítica (psicoanalítica de las instituciones. Pero, sitodo Estado es consustancial con una ley, si la ley noes, hablando en propiedad, la creación utilitaria deun Estado que fuera antes pura fuerza, el Estado esel 'que en una sociedad dividida en clases y bajo su

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. 22 Este fue también mi caso, 'en 'mi priiner 'texto: Nature deschoses et droit •.LGDJ,1966. "Textoh.gotado desde hace tiempo. Tran-quilícense:no tengo la intención de reeditarlo. '

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aspecto, precisamente,' de violencia legítima '-Comodetentador, en una palabra; de la fuerza y de la re-presión- prima. siempre sobre la ley. Porque si esverdad que la ley. organiza esa violencia, no hay ley

. o derecho en esta' sociedad sin un aparato que fuercesu aplicación y .asegure. su eficacia, su existencia so-cial, en suma: la eficacia de la ley no es nunca la delpuro discurso, la de la palabra y la norma emitida. Si. no hay violencia sin ley, la, ley presupone .siempre lafuerza organizada al servicio del legislador.;( el brazosecular). Más prosaicamente: la fuerza sigue estandodel lado de la ley.

LA LEY MODERNA ..

100

II.:¡Aunque tod~ l~y o todo derecho presentan ciertos caracte-» re.s comunes, el derec.ho capitalista tiene su especificación~ en que forma un sistema ..axiomatizado, compuesto de un

conjunto de normas abstractas, generales, formales y estric-tamente reglamentadas. .' .. ".

Un cierto marxismo hafúndamentado también esta es-pecificidad del sistema jurídico capitalista en la esfera dela circulación del capital y de los 'intercambios mercantiles:sujetos jurídicos «abstractos» en cuanto intercambistas li-bres de mercancías, individuos «formalmente» libres e igua-les, intercambio equivalente y 'valor' de cambio «abstracto.,etc. 22. Pero en el interior de esta esfera apenas se puede cap-tar la especificidad de la ley 'y del derécho capitalistas.Esa' especificidad (abstracción, universalidad, formalidad)-que, por otra. parte, récubre la monopolización de la vio-lencia legítima por el Estado y se opone al particularismo ju-rídico que recubre la difusión de. esa violencia entre diferen-tes portadores- debe ser buscada en la división social deltrabajo y las relaciones de producción. Estas son las queasignan a esa violencia su lugar y su papel en el capitalismo,

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101La ley

40nde -en virtud de la desposesión de los trabajadores di.rectos de sus medios de trabajo- la violencia no está .<Ji.rectamente presente como tal (como «razón extra-económi'ca») en el proceso de producción. Dicho sistema jurídico,!xioIllatizado constituye el marco de cohesión formal de'agentes totalmente. desposeídos de sus medios de produc-ción, y dibuja así los contornos de un espacio estatal rela-tivamente separado de las relaciones de producción. La for-malidad y abstracción de la ley están en relación primordialcon los fraccionamientos reales del cuerpo social en la divi-sión social del trabajo, con la individualización de losagen-tes, actuantes en el proceso de trabajo capitalista., La ley moderna encarna así el espacio-tiempo, el marcolreferencial material del proceso de trabajo: espacio/tiempo .serial, acumulativo, continuo y homogén"o. Es una ley queinstituye a los individuos en sujetos-personas jurídico-polí,ticas, representando su unidad en. cuanto pueblo.nación.Consagra, participando también en su instauración, las frag-mentaciones diferenciadas de los agentes (individualiza-ción) , trazando el código en que esas diferenciaciones .seinscriben, a partir del cual existen sin poner en entredichola unidad política de la formación social. Todos .1ossujetosson iguales y libres ante la ley: lo cual quiere decir, ya en.eldiscurso de la ley (y no simplemente oculto por .él), que sonrealmente diferentes (como sujetos-individuos) pero en .Iamedida en que esta diferencia puede inscribirse en un marcode homogeneidad. La ley capitalista no se limita ---como se .dice' frecuentemente- a ocultar las diferencias reales bajoun formalismo universal: contribuye a instaurar y consa-grar la diferencia (individual y de clase) en su .estructuramisma, al tiempo que se erige en sistema de cohesión y enorganizador de la unidad-homogeneización de esas diferen-cias. Aquí está la fuente de los rasgos de universalidad,. for-malidad y abstracción de la axiomática jurídica. Estos ras.gos suponen unos agentes «liberados. de sus «vínculos»territoriales-personales de las sociedades .precapitalistas,. dela servidumbre, basados en un derecho compuesto esencial,,:mente de estatutos, privilegios y costumbres, por castas-es-tamentos, donde lo político y lo económico estaba estrecha,mente unido. No es la ley quien libera a estos agentes: inter- .

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viene en" un proceso de desconexión y separación de losagentes de los vínculos que los diferenciaban por castas-es-tamentos, clases cerradas en las que quedaban incluidos se-gún su origen, fuentes de signos, símbolos y significaciones.La ley interviene en ese proceso contribuyendo a instaurar-y consagrando- la gran Diferencia,' la individualización.El derecho moderno labora, por otra parte, en esta indivi-dualización, ya sea paralelamente (yen relativa contradic-t'ción) con otras técnicas y prácticas del Estado (las discipli-

. nas de normalización), ya sea cubriéndolas y moldeándoseen ellas. '"

f" Pero la ley y. el sistema jurídico capitalistas presentan: igualmente particularidades bajo su aspecto de materializa-

ción de la ideología dominante. La legitimidad se desplazahacia la legalidad, lo cual distingue aesá legitimidad de laorganizada por la sacralización. La ley, enCarnación ahoradel pueblo-nación. pasa a ser' la categoría fundamental dela soberanía del Estado: la ideología jurídico.política seinstaura en región dominante de la ideología y suplanta a laideología religiosa. Aunque estás modificaciones recubren lamonopolización de la fuerza legítima-por parte del Estado,sus raíces son mucho más profuridas. La función de legitimi-dad se desplaza hacia la ley, instancia impersonal y'abstrac-ta, al mismo tiempo que, en el seno de las relaciones de pro-ducción, los agentes 'se «desligan» 'y se «liberan» de susvínculos territoriales.personales. Parete como si esa"ley, gra-cias a su abstracción, fon'nalidad y generalidad, se convirtie-ra aquí en el dispositivo más apto para cumplir la función

t principal de toda ideología dominante: la de cimentar la uni.dad de una formación social (bajo la égida de la clase do-minante). '

Además del marco formal de cohesión que impone a losagentes, la ley -'-con sus rasgos capitalistas- puede, por ex-celencia, representar la unidad de esos agentes, implantán-dola en lo imaginario social y cimentando los procedimien:tos de individualización. Parece como si esa ley, que séorganiza según la 'modalidad del puro signo (abstracción,universalidad, formalidad), pasara a ocupar un espacio pri-"vilegiado en el 'mecanismo ideológico de representación

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Esta especificidad de la ley y del sistema jurídico estáinscrita, en la armazón institucional propia del Estado capi-talista. Su armazón centralizadora-burocrático-jerárquica noes posible más que, por estar 'moldeada en un sistema denormas generales, abstractas, formales y axiomatizadas,sistema que organiza y regula las relaciones entre los esca-lones y aparatos impersonales de ejercicio del poder. Lo quese designa con el término de «derecho administrativo. co-rresponde precisamente a esa ley en sus efectos de estruc-.turación de Estado. La ley y el reglamento están en la basedel reclutamiento de los agentes del Estado (oposiciones y

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,Qulantzas " fA ley.O¡., ,"1"') de los", imaginaria, a partir del momento en que los agentes estánr\e>astas-es' atomizados y aislados de sus medios naturales de trabajo.Oidos se- ' Mientras que en las formaciones precapitalistas era el modof;~aciones., , de simbolización propio de la religión (la religión religa) lo,~staurar ~ .,'; ,qÍ1e~'permitía consagrar los vínculos de agentes sujetos ya a4;;itación. i' ' la tierra, la familia, las castas y los estamentos. Vínculoss'. indivi-: que, engendraban una serie escalonada de simbolizacionesc'll'ntradic-, iniciales sacralizadas, que el Estado registraba extrayendo,Qiscipli- f "d~ ellas su legitimidad como encarnación, en la cúspide de lalCándose ¡. pirámide significante, de la palabra y del cuerpo del sobe-" l' rano. A estos modos de producción correspondía, como de-O ¡, cía,Marx, el papel dominante de la ideología, mientras que~;:;sentan ¡ en el.modo de producción capitalista 10 económico tiene alt"rializa" la vez -debido a sus relaciones de producción específicas-~splaza : ¡" '"el,papel determinante y el papel dominante. La ideología ju-It)de la ". h ¡.' tídjca inscrita en la ley se convierte en la región dominante),"',a ora, de la ideología en un modo de producción donde la ideolo-I~tal de gía no desempeña ya el papel dominante. Lo cual debe en-lCa se., ' ,tenderse en el sentido de que la ley, bajo su forma capitalis-.r+"l a la ta, se convierte en la encarnación del mecanísmo ideológicou'll'fen la fundamental a partir del momento en que es el' ciclo'mismo'Ctado, de reproducción del capital (y no razones «extra-económi-l'¡¡;;itimi- , cas.) quien Ueva a. cabo .la extracción del sobretrabajo (lafJtpr:~: i:'¡ ",plusvalía), a partir del momento en que son pulverizadas

.. ,¡j' las sub-simbolizaciones que cimentaban los vínculos terri-'-' sus toriales-personales de los agentes. El imperio de la ley capí-lev, gra- o', , talista está fundado sobre el vacío del significante en torno'&';¡rtie- IIJ, ,a, e a.fCció~ ):,.r:unl~ ,1 '¡},.

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exámenes impersonales), del funcionamiento del 'texto es-crito y de la dogmática del discurso interno'al Estado.'Dis-c'¡rso que no encarna, ni revela, ni interpreta la Palabra di-vina (real, señorial) ,por una-relación mística, más o menosdirecta y personal de todo servidor con Dios (con el Rey,con el Señor): su papel es concretar por segmentos y niveleSla ley abstracta y formal hacia .su aplicación precisa, en unencadenamiento lógico.deductivo' (la «lógica' jurídica») queno es más que el recorrido de un orden de dominación-su-bordinación, de' un trayecto de decisión-ejecución 'interno alEstado.

Si recordamos ahora que eSa. armaZÓn del Estado estárelacionada con la división capitalista trabajo inteleétualjtrabajo manual, y que reproduce el trabajo intelectual, sepercibirá la relación entre esa división y la ley capitalista.En la legitimidad de lo sagrado todo sujeto del poder' debealbergar, en él, una parte de 'verdad (divina); un límite in-trínseco al poder terrenal (un alma): la inscripción que lle-va marcada en él del cuerpo 'del Rey (divino) no se borranunca del todo. Los estatutos 'y privilegios son de derecho

[natural. La ley moderna, en cambio, plasma la relación ca'

pitalista del poder y del saber, condensada en el trabajo in-telectualcapitalista: no hay saber ni verdad en los indivi-duos-sujetos fuera de Ia-Iey. La' ley 'pasa a ser la encarnaciónde la Razón: la lucha contra la Religión se lleva a cabo bajolas formas del derecho y de la ideologia jurídica, y las cien-cias físicas de la época de las Luces se piensan con las ca-tegorías jurídicas. La ley abstracta, formal, universal, es laverdad de los stijetos, es el saber (al servicio del capital)que constituye a 'los sujetos jurídico-políticos y que instau-ra la diferencia entre lo privado y lo público. La ley capita-

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lista traduce así la desposesión total de los agentes de laproducción. de su. «(potencia intelectual» en beneficio de las

-,-clases' dommantes y .de'su Estado. . .Que así es se comprueba 'igualmente, por lo demás, en

la relación de la ley y de la sistematización jurídica COnlaespecialización de los aparatos del Estado. relación que semanifiesta .en la emergencia del.cuerpode 'juristas especia-lizados. Se ve que este cuerpo, a' condición de tomarlo ensentido amplio. es probablemente el que representa mejor,

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2J Véanse también, en Francia, los trabajos de M. ChemiUier.Gendreau, E. Pisier.Kouschner, M. Miaille, Fr. Demichei, J.-P. Xolin,G. Labica, etc.

Esa e~pecificidad de la ley y del sistema jurídico capita-listas tiene sus fundamentos, por. consiguiente, en las rela-Fiones de producción y la división capitalista del trabajo:se remite así a las clases sociales y a la lucha de clases, tal'COI1)O existen bajo el capitalismo 23. Clases abiertas y no ya'castas cerradas, cosa de la mayor importancia en cuanto asu reproducción: reproducción a la vez de sus emplaza-mientos (extensión, disminución, desaparición) y de susagentes (calificación-sujeción especifica de los agentes afin de que ocupen talo cual emplazamiento de clase, Es evi-dente que el sistema jurídico capitalista (abstracto, general,formal) es el que puede reglamentar la relación entre losemplazamientos de las clases sociales (capital, trabajo asa-lariado) y los agentes que no están formalmente «ligados»

La ley

como' red «separada» de la sociedad, el trabajo intelectualincorporado al Estado. Todo. agente del Estado en sentido

, .amplio -parlamentario, político, policia, oficial, juez, aboga', .do, notario, funcionario, asistente social, etc.- es un inteleé,

,tualen la medida en que es un hombre de ley, que legisla,'que conoce la ley y el reglamento; que los concreta, que losaplica. La ignorancia de la ley no excusa 'su incumplimiento,es la máxima fundamental de un sistema jurídico modernoen el.que nadie, salvo los representantes del Estado, pueden,conocerla. Ese conocimiento que' se requiere de todo ciuda:-,dano ni siquiera es objeto de una disciplina particular enla escuela, como si al mismo tiempo que se le exige conocer,1¡¡.Ieyse hiciese todo lo necesario para que la ignorara. Esamáxima expresa también .la dependencia,subordinación res-pecto a los funcionarios del Estado -los hacedores, guardia-.nes y aplicadores de la ley- de las masas populares, cuyaignorancia (el secreto) de la leyes un rasgo ,de esa ley ydel'propio lenguaje jurídico, La ley moderna es un .secreto deEstado, fU'1dadora de un saber acaparado por ia razón deEstado.

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Page 112: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

"Pero este sistema jurídico corresponde igualmente a lascoordenadas propias de las luchas políticas bajo el capita-lismo:

a ellos. Es el que puede regular, a la vez, la distribución per-manente de los agentes de las clases dominadas entre losemplazamientos de estas clases (campesinado, clase obrera,pequeña burguesía), 10,cual no es otra cosa que el pape] dela ley en la sumisión real ampliada del Trabajo al Capital, yla compartimentación relativa de ,esos emplazamientos y desus agentes en la relación dominantes/clases dominadas. Enef fondo, para esta axiomática jurídica burguesa, efectivo de-recho nacional-popular de clase, todos son libres e igualesante la ley a condición de que todos sean y se hagan bur-gueses, cosa que la ley permite y prohíbe a la vez.

a) La sistematización axiomática del derecho como mar'-ca de-cohesión formal reviste una fundÓ n estratégica.El capitalismo presenta una reproducéión ampliada.Mientras que las sociedades precapitalistas no presen-taban más que una reproducción simple, repetitiva y,por así decir, ciega, esa reproducción ampliada impli-ca, ya ,a nivel dd proceso de producción, un cálculoestratégico por parte de las diversas fracciones delcapital y de sus portadores. Este cálculo exige, a suvez, la posibilidad de cierta previsión' basada en unmínimo de estabilidad de las reglas del juego. La axio-matización del derecho lo hace posible: su caráctersistemático, a base de normas abstractas, generales,formales y estrictamente reglamentadas, consiste, en-tre otras cosas, en que comporta sus propias reglasde transformación, convirtiéndose así sus modifica-ciones en transformaciones reguJ,adas dentro del pro-pio sistema (papel, en particular, de la Constitución).

b) La ley regula el ejercicio del poder político por losaparatos del Estado y el acceso a los mismos pormedio, precisamente, de este sistema de normas gene-rales, abstractas, formales. Con relación a,una domi-nación específica, digamos un bloque en el poder

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compuesto de varias clases y, sobre todo, de variasfracciones de la burguesía, este derecho controla cier-ta distribución del poder entre las mismas y regulari-za sus relaciones en el seno del Estado. Permite asíque la modificación de las relaciones de fuerza en elseno de la alianza que ocupa el poder se refleje en elEstado sin provocar trastornos: La ley capitalista es,en cierta forma, el amortiguador y el canalizado; delas crisis políticas, de manera que no provoquen cri-.sis efectivas .del Estado. Más generalmente, la ley cal,pitalista aparece como la forma necesaria de un Es-tado que debe poseer una autonomía relativa con rela-ción a talo cual fracción del bloque en el poder, a finde organizar su unidad bajo la hegemonía de una A.clase o fracción. E'fIo.está ligado a la separación rela-.~tiva entre el Estado y las relaciones de producción, o Jsea, al hecho de que los agentes de la clase económi-camente dominante (la burguesía) no se confunden}directamente con. los depositarios y agentes del Es-tado. . . .-

Es así, por otra parte, como la ley moderna se ha cons-tituido históricamente: sus orígenes se remontan al Estadoabsolutista, concretamente alas monarquías europeas a par-tir del siglo XVII; Estado absolutista que constituye, sinduda, un Estado con predominio. capitalista, verdadero. Es-tado de transición al capitalismo. Estado absolutista que ya. hubo :de hacer frente a problemas específicos de organiza-ción, concernientes a las relaciones entre la nobleza terrate-niente. y la burguesía. La monopolización de la guerra porel Estado corresponde aquí a la-pacificación que lleva acabo entre las fuerzas sociales en presencia (<<guerras pri-vadas») a partir del siglo XVI, y que le prepara para lle-var a buen término esa primera-gran guerra que le condujoa su pila bautismal: el sangriento proceso de la acumula-ción primitiva del capital en favor de la burguesía.

Pero el derecho capitalista regula igualmente el ejerciciodel poder con respecto a las clases dominadas.' Frente a lalucha de la clase obrera en el plano político, .este derechoorganiza el marco de un equilibrio permanente de compro-

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miso impuesto a las clases dominantes por las clases domi-nadas. Regula también las formas de ejercicio de la repre- .sión física. Este sistclna jurídico, estas libertades «fornla-les» y «abstractas», son también -¿es necesario subrayar-lo?~ conquistas de las masas populares. En este sentido, ysólo en este sentido, la ley moderna pla11tea los límites delejercicio del poder y de la intervención de .Ios aparatos delEstado. Este papel de la ley depende de la relación de fuer-zas entre las clases y esboza también una barrera al poderde las clases' dominantes, impuesta por las clases ..domina-das, lo cual se ve con claridad en los casos de abolición deese papel del derecho en las formas de Estado capitalistade excepción (fascismo, dictaduras militares). Asi eS comola ley, en el sentido moderno, ha intervenido: no contra laviolencia del Estado (ley contra ei terror); sino con un pa-pel organizador, en su texto mismo, del ejercicio de la vio-len.cia, habida cuenta de la resistencia de las masas popu-lares. La axiomática juridica, como ya dije, permite la pre-visiónpolitica de las clases dominantes: aun expresando unarelación de fuerza entre clases, constituye igualmente el so-porte de un cálculo estratégico, porque incluye, en las va-riables de su sistema, el factor resistencia y lucha de lasclases dominadas.

Finalmente, en lo que se refiere a las clases y fraccionesdominantes, el derecho como planteamiento de limites ex-presa las relaciones de fuerza en el seno del bloque en elpoder. Se concreta, en particular, delimitando los camposde competencia y de intervención de los diversos aparatosen los que dominan diferentes clases y fracciones, de esebloque.

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4. LA NACION

El ,iltimo caso al que me referiré es el de la naClOn.Casocomplejo _donde lo haya, que concentra de alguna manerael conjunto de aporías de un cierto marxismo tradicional.Hay que rendirse a esta evidencia: no hay una teoría mar-xista de la nación. Decir que hay, pese a los apasionados de-bates a este propósito en el seno del movimiento obrero, su-bestimación de la realidad nacional por el marxismo, esquedarse muy corto.

1. Una primera indicación parece desprenderse de lareflexión marxista y del debate en e! seno del movimientoobrero en torno a la nación ": la nación no se identifica conla nación moderna y el Estado nacional, tal como apareceen la emergencia del capitalismo en Occidente. Hay «algo»que se designa bajo el término de nación, es decir, unaunidad particular de reproducción del conjunto de las rela-ciones sociales, mucho antes de! capitalismo. Su constitu-ción coincide con el paso de las sociedades sin clases (delinajes) a las sociedades clasistas, en cuanto que configuranuevas fronteras, nuevos lugares y temporalidades de repro-ducción social.

Pero esta cuestión de los orígenes es, también en estecaso, la menos interesante. Lo más significativo es que losclásicos del marxismo, aun insistiendo siempre en las rela-ciones entre la nación y las clases sociales, ádmiten neta yexplícitamente la permanencia de la nación incluso despuésde la extinción del Estado, en la sociedad «comunista» sin

24 En Francia, entre otros trabajos, los de G. Haupt, M. L6wy,M. Rebérioux, M. Rodinson, P. Vilar, etc .

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2. La segunda indicación, relaCionada con la primera,conCierne a la disociación, en el marco mismo del capitalis-mo, entre el Estado y la nación. La idea que se abre pasoprogresivamente, sobre todo con las discusiones acerca delos análisis del austromarxismo (O. Bauer, K. Renner, elc.)es que, incluso en el marco del Estado nacional, el Estadono pueda recubrir exhaustivamente la nación: un mismo yúnico Estado capitalista puede contener en su seno variasnaciones (tal era el caso del Estado multinacional autro-húngaro). A la inversa, una nación que no ha, logrado aún(bajo el capitalismo) forjar su propio Estado, no por elloes una nación disminuida, y no posee menos derechos queotra a disponer de sí misma. Esto es lo que constituye la ori-ginalidad y la radicalidad del principio leninista de los pue-blos y naciones a disponer de sí mismos. En Lenin ese de-

clases. Problema de envergadura: he aquí una realidad, la .,nación, examinada como objeto económico-político y cultu-ral en su relación fundamental con las clases sociales, queremite de modo constante a la cuestión político-estratégica.esencial del internacionalismo proletario, ycuya permanen-cia se admite incluso después de la extinción del Estado ydel fin de la división en .clases. Problema tanto más espinosocuanto que se podría usar, a propósito de él, el mismo ar-gumento de reversibilidad histórica que para el Estado, peroal cual se evita hacer referenCia. La naCión, como el Estado,no existía en las sociedades sin clases, pero a diferencia delo que se hace con el Estado, se evita esgrimir esto para pre-tender que la nación no existirá después del fin de la divi-sión en clases. Cierto, se insiste en que no se tratará en-tonces 'de .Ia misma nación, pero no hay nada comparableaquí a los análisis concernientes a la extinción del Estádo,dado que el internacionalismo proletario no puede laborarpor la extinción de la nación después del firi de la divisiónen clases como «el reemplazamiento del gobierno de los

. hombres por la administración de las cosas» labora por ..Ja

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extinción del Estado. ¿Cómo captar este objeto, teórico yreal, que es .I.a nación, cuya irreductibilidad transhistóricase admite? Es una cuestión cuyo tratamiento, de todas ma-neras, pasa por el análisis de la nación moderna ..

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Page 117: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

1'¡¡La nación

3. Dicho lo anterior, la tercera indicación concierne alanálisis de la nación moderna. Lo admitido es, a la vez, laespecificidad de la nación en las formaciones sociales capi-talistas y el nexo estrecho que existe entre esa nación y elEstado. Incluso si la nación no coincide exactamente con el 'Estado, el Estado capitalista presenta la particularidad deser un Estado nacional: la modalidad nacional se hace per-tinente, por primera vez, en cuanto a la materialidad delEstado. Este Estado presenta la tendencialidad histórica aabarcar una misma y única nación en el sentido mod"rnodel término, y obra activamente por el establecimiento dela unidad nacional: las naciones modernas presentan a suvez la tendencialidad histórica a formar sus propios Esta-dos. Los lugares y nudos de reproducción ampliada de lasrelaciones sociales, las fo"rmaciones sociales, tienden a co-incidir con los límites del' Estado-nación, convirtiéndose enformaciones sociales nacionales. El desarrollo desigual" ca-raéterístico del capitalismo desde sus, orígenes, tiende a

recho de autodeterminación no se reduce, como era el casode los austromarxistas, a un simple derecho a la «autono-mía cultura¡", sino que se extiende al derecho de esas nacio-nes a fundar su propio Estado. 'El Estado propio y distintono es necesario para, que una nación' exista y' sea reconocidacomo tal, pero por el hecho de existir tiene derecho a unEstado propio (autodeterminación). Claro está, los proble-,mas comienzan a partir del momento en que la aplicación deeste principio, en Lenin mismo pero sobre tO,do después,queda subordinada estrictamente a «los intereses de la re-volución mundia¡"; en suma, a partir del momento en queel «derecho al divorcio» de una nación del Estado que laengloba no significa ,«obligación de divorciarse», y en que,aun reconociendo el principio de ese derecho, no se debeluchar por él más que cuando coincida con los intereses dela clase obrera y del «proletariado internacional». Es sabidocuál fue, a este respecto, la política estaHniana, motivo de laruptura dramática entre Lenin, en, vísperas de su muerte(1923), y Stalin. Pero lo que noS importa aquí es el princi-pio reconocido y la disociación relativa que establece entrela nación y el Estado.

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tener como puntos de anclaje los Estados-naciones, de losque él constituye, precisamente, el nexo.

Esa última serie de indicaciones, por lo demás confirma-das, como es sabido, por el conjunto de la actual investiga-ción económica, política e histórica, es lo que trataré enprimer lugar. La explicación de esa tendencialidad (coinci-dencia del Estado y de la nación) remite a la cuestión de laespecificidad de la nación en e! sentido moderno. Es ahíprecisamente donde se hacen patentes las carencias de lainvestigación marxista hasJa hoy.r Ante todo, en cuanto a los llamados fundamentos eco-nómicos de esas realidades históricas. La explicación prin-cipal que se ha dado, y que se da aún, remite siempre a lafamosa esfera de circulación de! capital y de los intercam-

'

bias mercantiles_ La unidad económica, elemento esencialde la nación moderna, se basaría esencialmente en la unifi-cación del llamado mercado interior. La generalización delos intercambios mercantiles, el valor de cambio tal como serealiza en la circulación de la moneda, necesitan la aboli-ción de las trabas internas, aduaneras u otras, a la circula-ción de las mercancías y a la unidad monetaria. El mismoEstado trabaja por la constitución de la nación moderna en

1su dimensión económica, homogeneizando bajo la égida delcapital mercantil el espacio de circulacíón de las mercancíasy del capital, siendo esto lo esencial de su acción en el esta-blecimiento de la unidad nacional. Por lo demás es en estemismo terreno en el que se buscan, de manera más sutil,las relaciones entre la nación moderna y el Estado, así como

Ilasparticularidades del Estado nacional. Se considera que

Ila materialidad propia del Estado reside en el hecho de queconstituye a los intercambistas de mercancías ya los po-seedores de capital en individuos-sujetos políticos formal-mente libres e iguales, y en que representa-cristaliza la uni-dad de estos individuos, Se supone que la nación modernadepende en lo esencial, al menos en su dimensión económi~ca, de una homogeneización del espacio en el que se muevenestos individuos competidoresMintercambistas de mercan.cías, el «pueblo-nación», El análisis que se da en ténninosde clase está calcado de esa explicación: la nación, lo mismo

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Gque el Estado moderno, sería la creación del capital mercan-til, que se remontaria a la burguesía mercantil de los co-mienzos del capitalismo.

Estoy esquematizando. pero no mucho: se trata de unatradición dominante, extremadamente tenaz, en el marxis-mo. Ahora bien, no só,lo esa explicación es muy parcial sinoque funciona como obstáculo a un verdadero análisis de lanación moderna, y presenta una serie de consecuenciasgraves:

a) La generalización de los intercambios mercantiles no ,puede explicar la creación de la nación moderna: sipone de relieve la necesidad de la unificación del lla-mado mercado «interior» y la supresión de las trabasa la circulación de las mercancías y del capital, noexplica en absoluto por qué esa unificación se localizaprecisamente a nivel de la nacíón. Unificación delmercado interior, sí, pero ¿qué es lo que define esanoción de «interion>, qué es lo que hace posible laemergencia de un espacio propio, cuyos contornos de-signan un interior y un exterior? ¿Por qué esos lími-tes-fronteras siguen ese trazado (la nación) y no otro?Más aún: ¿por qué y cómo esa asignación de limites,ese trazado de un campo en el interior del cual seplantea entonces el problema de la unificación? Laverdad es que la homogeneización del mercado inte-

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rior supone el cierre de ese espacio que, precisamen-te, se trata de unificar.

b) Esta referencia-huida a las coordenadas de los in-tercambios mercantiles traduce, más generalmente,una concepción profundamente empírica y positivistaacerca del conjunto de los elementos considerados t6"\como constitutivos de la nación: el territorio comúñ:"~laJerrg¡;¡¡-común, la traifición histórica y la tradíciOncultural comunes. No entraré en la discusión en tomoa los elementos que deben ser considerados exacta-mente como constitutivos de la nación, discusión queha agitado al movimiento obrero: lo que aquí me im-porta sobre todo es poner de relieve la concepción

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No plante,arse estas cuestiones conduce forzosamente 'ala subestimación- del peso actual de la nación. Si el territo-rio, la lengua, la tradición, siguieran representando la mis-ma esencia que en el pasado, cuando el papel de la nación-era menos importante, si la tendencia del capitalismo es,sin duda, la de Ona internacionalización del mercado y delcapital, se llegará fácilmente a la conclusión de que hay unretroceso del papel de la nación en la fase actual del cápi-talismo (como es el caso de muchos autores contemporá-neos), así como a una subestimación de su peso específicoen la transición al socialismo (como fue el caso de la co-rriente dominante dentro, del marxismo).

La internacionalización 'actual del mercado y del capital,como he mostrado en'otro lugar, no disminuye en nada elpeso propio que sigue teniendo la nación. 'Sucede así porquelos elementos que entran en la constitución de la naciónmoderna son de muy distin ta significación que en el pasado.Por no hablar más que del territorio y la tradición histórico-

114 Nicos Poulanlzas

subyacente al conjunto de 105 elementos general't'enteavanzados. Estos son considerados, en cierta forma,como esencias transhistáricas, de naturaleza inmuta-ble: el territorio, la lengua, la tradición. La emergen-cia de la nación moderna, su nexo específico con elEstado, son percibidos entonces como resultantes deun principio (generalización de 105 intercambios mer-cantiles) que habría tenido como efecto la adición.acumulación de esos diversos elementos con esenciaintrínseca (el territorio, la lengua, la tradición): acu-mulación tamizada por el Estado.nación que sería el

r efecto de aquélla. Esta explicación, claro es, pasa poralto la cuestión esencial, ya planteada para el.-merca- 'do interior. ¿Por qué y cómo el territorio, la tradiciónhistórica, la lengua, perfilarían a través del Estado esanueva configuración que es la nación moderna? ¿Quées lo que hace posible la articulación de esos elemen-tos, en apariencia transhistádcos, en este nudo focalque es la nación moderna? '¿Por qué estos elementos'funcionan de manera diferente al convertirse en lasbalizas de este cercado que es la nación moderna?

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2S L. Febvre, La (erre el [,évalution humaine, 1922;' P. Lévequey P. VidaI.Naquet, Clisthene /'Athénien, 1964: P. Léveque, L'aventuregrecque, 1964 [La aventura griega, Barcelona, Labor, 1969]; J.-P. Ver-nant, Mythe el pens"ée chez les Grecs, 1974 [Mito y pensamiento enla Grecia antigua, Barcelona, Ariel, 1974]; J. Le Goff, La civilisationde l'Oecident médiéval, 1972 [La civilización eI'e1tJCéidente medieval,Barcelona, Juventud, 1970J; R. Mandrou, lntroduction d la Francemoderne, 1961; F. Braudel, Civilisation matérielle et capitalisme,1967; y finalmente señalo los trabajos del equipo de la revistaHérodote y la 'obra de Fr. Chátelet, La naissance de l'histoire, 1975,ed. «10/18», [El nacimiento de la historia, Madrid, Siglo XXI, 1978.J

.cultural. dos elementos en ap.ariencia muy «naturales»; amobos revisten bajo el capitalismo una significación totalmen-te diferente de la del pasado; Diferencia que sitúa precisa-mente la cuestión del mercado como problema de unidaddel mercado «interior». y que. por otra parte. produce eldesarrollo desigual del capitalismo como' desigualdad entremomentos históricos y espacios diferenciados, deslindadosy distintos: las naciones. las formaciones sociales nacionales.Diferencia que aparece. por tanto. como un presupuesto deldesarrollo capitalista.

La tesis que intentaré desarrollar es que si estos ele-mentos -el territorio. la tradición- tienen aquí un sentidomuy diferente al del pasado es porque se inscriben en modi-ficaciones más fundamentales todavía: las modificacionesde las matrices de espacio y de tiempo que subyacen a esoselementos. El espacio y el tiempo capitalistas no son, en ab-soluto, los mismos que en el pasado. Esto implica modifica-ciones considerables en la realidad y en el sentido del terri-torio y de la historicidad. que permiten e implican. a la vez.la constitución de la nación moderna. Estas modificacionesconfiguran una nueva organización de la lengua y una nuevarelación del Estado con el territorio y la historicidad. indu-ciendo así la nación moderna y el Estado nacional.

Me referiré en esta investigación a ciertas indicacionesque pueden encontrarse en los historiadores franceses de laescuela de los Annales: Febvre, Vidal-Naquet, Vernant. Lé-veque, Braudel, Mandrou. Le Goff2'. Pero estas indicacionesconciernen. esencialmente. al espacio y sobre todo al tiem-

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po en la Antigüedad y en el feudalismo medieval: no se ex-tienden al capitalismo y no están relacionadas con la cons-titucion de la nación. Plantean, parlo demás, problemasteóricos más generales.

En primer lugar, la mayoría de esos historiadores vana buscar la producción del espacio-tiempo, las más de lasveces, bien sea -también eIJos- en el estado de los inter-cambios mercantiles (sociedades de autosubsistencia y so-ciedades «cerradas» medievales), o en las coordenadas tec-nológicas (situación de las técnicas, de las invenciones, delas herramientas) o demográficas. Las referencias a las rela-ciones de producción y a la división social del trabajo (salvoen su forma más simple, la división entre' el campo y laciudad) desempeñan, lo más a menudo, un papel marginal.

En segundo lugar, y esto tiene aún mayor importancia,sus análisis se sitúan frecuentemente .en la línea de lo quese designa como historia de las mentalidades. La producciónsocial del espacio y del tiempo es aprehendida como simpletransformación de los «marcos mentales», de. la -«visión "delmundo», de las «estructuras .mentales», colocada en el mis-mo plano que las coordenadas culturales como, por ejem-plo, la religión. Algunos de esos análisis se asemejan así alos de la. corrienteculturalista y a los famosos análisis deM..Weber sobre 'el capitalismo y la ética proiestante. Porotra parte, la investigación marxista ha considerado tam-bién, hásta hoy, que las transformaciones del espacio y deltiempo conciernen, esencialmente, a las mentalidades, y lesasigna un papel marginal, bajo el pretexto' de que c'orres-. ponderían al dominio ideológico-cultural, es decir, a la ma.nera como las sociedades y las clases se representan el espa-cio y el tiempo. Pero en realidad las transformaciones delas' matrices espaciales~temporales 'conciernen a la materia-lidad de la división social del trabajo, de la armazón delEstado; de las prácticás y técnicas capitalistas' de podereconómico, político eideologico; son el substrato real delas representaciones del espacio-tiempo, ya sean del ordendel mito, de la religión; de la filosofia o de «lo vivido». Lomismo que no se reducen él las representaciones' a que daplugar, esas transformaciones tampoco se identifican. con los

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yi conceptos científicos de espacio y de tiempo que permitencaptarlas,

Por otra parte, estas matrices espaciales y temporales,marco material primario de las instituciones y de las prác-ticas del poder, se distinguen del «diagrama» de Foucault,el cual, por su parte, está emparentado, en su función epis-temológica, con el concepto de estructura utilizado por elestructuralismo (diagrama inmanente a cada situación de'p.oder) "Se distinguen de él en la medida en que su funda-mento se encuentra, como ya indiqué, en las relaciones deproducción y en la división social del trabajo, Este funda-mento no debe ser percibido según una causalidad mecáni-ca, que designaría relaciones de producción ya existentesy dando lugar, a continuación, a dichas matrices espacia-les y temporales, Estas, implicadas por las relaciones deproducción y la división social del trabajo, aparecen al mis-mo tiempo como sus presupuestos, en el sentido que Marxdaba al término de prius lógico (Voraussetzung) distinguién-dolo del término «condiciones históricas» (historiche Be-dingungenj, ,Las transformaciones de estas matrices jalonanasí las transformaciones de, los diversos modos de produc-ción, Están presentes, por ello mismo, en la armazón ma-terialdel Estado (de tal o cual Estado) y configuran lasmodalidades del ejercicio de su poder, No se trata, pues, enesa presencia de las matrices espaciales-temporales en elEstado, de una simple relación de homología estructuralentre el Estado y las relaciones de producción, El Estado 1C,apitalista tiene de específico, incluso, que acapara el tiem-po y el espacio sociales, que iriterviene en el establecimientode esas matrices en el sentido de que tiende a monopolizarlos procedimientos de organización del espacio y del tiempo,erigidos por él en redes de dominación y de poder. La na-ción moderna aparece así como un producto del Estado:los elementos constitutivos de la nación (la unidad econó-mica, el territorio, la tradición) son modificados por laacción directa del Estado en la organización material delespacio y del tiempo. La nación moderna tiende a coincidircon el Estado en el sentido de que el Estado incorpora a la

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118 Nicos Poulanlzas

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nación y la nación toma cuerpo en los aspectos del Estado:se convierte en el anclaje del poder estatal en la sociedad,

1ft perfila s~,s contornos. El Estado capitalista funciona graciasl". a la naclOn, . .

l. LA MATRIZ ESPACIAL: EL TERRITORIO

Comenzando con el espacio, por cualquier lado que se abor-de el problema resulta perceptible que según los diversosmodos de producción existen matrices diferenciales del es~pacio, presupuestas precisamente por las formas de apro-piación y de consumo histórico-social del espacio. Discernirestas matrices no puede reducirse a trazar de nuevo el en-cadenamiento de las formas de apropiación histórica delespacio social. De las ciudades y la urbanización a las fron-teras, a los límites y al territorio, pasando .por las comuni-caciones; los transportes, el aparato y la estrategia militar,estamos ante otros tantos dispositivos de organización delespacio social. Pero cada vez que se intenta narrar la histo-ria de estos dispositivos. y de s'tis transformaciones se tro-pieza siempre con el mismo problema: estos dispositivos noposeen una naturaleza intrínseca, sus transformaciones his-tóricas no son simples variaciones de esa naturaleza. Lasdiscontinuidades son decisivas: las ciudades, las fronteras,el territorio, no tienen, en. absoluto, la misma realidad y elmismo sentido en los modos de producción precapitalistasy bajo el capitalismo. Aun suponiendo que se esquive elescollo de una historiografía' lineal y empírica, consistenteen trazar el desarrollo de esos dispositivos a su propio nivel(la evolución de .las ciudades, de las fronteras, del territo-rio), la cuestión sigue en pie: ¿cómo explicar esas discon-tinuidades?

Es conocida la tendencia 'actual de la investigación másavanzada en este terreno: poner en relación directa estosdispositivos de apropiación y consumo del espacio social conlas particularidades de los diferentes modos de producción.Pero el verdadero problema es otro: la transformación deesos dispositivos se inscribe .en una trama más profunda.No se trata solamente de modos diferenciales de' organi~a-

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Si entre las matrices espaciales de las sociedades anti-guas y de las sociedades feudales existen diferencias impor-tantes, al nivel muy general en que me sitúo aquí hay entreellas puntos comunes comparativamente a la matriz espa-ciaj del capitalismo. No insistiré en la particularidad de lasrelaciones de producción y de la división social del trabajoprecapitalistas, donde el trabajador directo no está separa-do aún, en las relaciones de posesión, de sus medios 'deproducción, y donde la división del trabaje) no ha inducidolas di~ociaciones propias de la división capitalista, ni enla particularidad del poder político y de los Estados pre-capitalistas. Pero éstos implican un espacio específico: un

i; espacio continuo, homogéneo, simétrico, reversihle y abier-,1' too El espacio antiguo en Occidente es un espacio que tiene'::-~:':, un centro, la polis (que a su vez tiene un centro: el ágora)ü',:t, pero no tiene fronteras en el sentido moderno del término.

Es un espacio concéntrico pero abierto, en el sentido deque no tiene, en rigor, exterior. Ese centro (la polis y el focode la misma) se inscribe en un espacio cuyas car~cterísticasesenciales son la homogeneidad y la simetría, no la diferen-ciación y la jerarquía. Orientación geométrica que se repro-

ción, de apropiación y de consumo de algo con una natura"leza intrínseca, el «espacio»; ni de recorridos o encuadra-mientos diferentes de un mismo espacio. La distinción, de-

~j~:.cisiva aquí, entre ciudad y campo, es muy diferente según",@, los diversos modos de producción, no sólo porque las coor'0ic denadas históricas modifican los dos, términos de la relación".. (modificación de la ciudad -antigua, medieval, moderna-'¡R' y del campo -antiguo, feudal, comunal, moderno-), sino,,ji; , más fundamentalmente, porque su misma relación está ins-,'1, crita en un lugar diferente, según cada modo. Si esos dis-l', positivos producen el espacio no es porque encuadren o

cuadriculen diferentemente un mismo espacio que consumen.7"F socialmente, sino porque materializan esas matrices prima-

'Ni. rias y diferenciales del espacio, ya presentes en su armazón.';,''i La genealogía de la producción del espacio es anterior a la

historia de su apropiación.

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..{: :26 M. Serres, «Discours et parcours», en Critique, abril de 1975 ..

duce, por otra parte, en la organización política de la ciudadyen la estructura de <dsonomía» entre los ciudadanos:

La separación entre estos puntos (las ciudades) disemi-nados en el espacio no se debe tanto a estar cerrados haciael exterior como a estar vueltos hacia su propio centro, no aser eslabones de una serie sino.a ser puntos dispersos enun lugar único 2•. Este centro, el foco, «ordenado por loshombres a su gusto -escribe también L. Gernet- es elacondicionamiento matemático. de un territorio que puedeser cualquiera: el c~ntro es arbitrario, si no teórico», Eneste espacio (representado por Euclides y.los pítagóricos)uno no se desplaza, circula. Se va siempre al mismo sitio,cada punto. del espaéio es la repetición exacta del prece-dente: no se coloniza más que para fundar réplicas de Ate-nas o de Roma; cualquier trayectoria no es más que unretorno al centro original, y no hay recorrido posible. Lasciudades están- «abiertas» al campo, y no hay territorio cu-yos límites puedan extenderse o contraerse respecto a otrossegmentos. Los griegos y los. romanos no se extienden lle-vando más allá sus fronteras e incluyendo en ellas trozoso franjas de espacio, porque no se trata de asimilar seg-mentos heterogéneos: se propagan en un campo homogéneo,.porque aunque haya .delimitaciones no hay cierres en elsentido moderno. Este .ordenamiento topográfico coincide,hasta en sus menores meandros, con los lugares de explota.ción y las formas del mando político: espacio homogéneoe indiferenciado porque el espacio del esclavo es tambiénel del amo; puntos de ejercicio del poder que son las réplicásdel cuerpo del soberano. Este cuerpo es el que unifica elespacio y el que aloja al hombre público en el hombre pri-vado: este cuerpo no tiene, él mismo, ni lugar ni fronteras.Todos los caminos llevan a Roma, en el sentido de queRoma está en cualquier parte por donde circule el sobera:. nó: en lás ciudades, en el campo, en las flotas, en los ejér.citos. Cierto, si este lugar homogéneo no tiene exterior tieneconfines, que no son más que. su revés absoluto: los bárba-.ros. Peró, precisamente, estos bárbaros son un no lugar: nosólo no son un segmento, aunque distinto, del mismo espa-

120 Nicos Poulantzas

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sino que son el fin radical de todo espacio posible; nodivisión del espacio sino un fuera-del-espacio, no un

land sino un no.land.

Volvamos al feudalismo medieval: pese a diferencias no-...tables entre las matrices espaciales de la Antigüedad y delfeudalismo, presentan puntos comunes ..Puede comprobarse,a condición de no caer en el binomio simplista, muy a lamoda actualmente en la es~uela Deleuze-Guattari 27; de te-rritorialización-di!sterritorialización: los vínculos pásonalesfeudales, la «vinculación» de los campesinos. a la «gleba»,provocarían, según ellos, unaterritorialización del espacioy de las relaciones sociales, y la «liberación» del trabajadordirecto de esos vínculos una desterritorialización del espa-cio bajo el capitalismo. De hecho, estos términos no puedenser referentes invariantes de las transformaciones porquecambian de sentido según las matrices espaciales: es lo quesucede también con el suelo, que lo mismo que los otrosmedios y objetos de producción no posee una naturalezaintrinseca:. Es verdad que los vínculos económico-políticospersonales feudales en el campo, las franquicias y libertadespropias de las ciudades, hacían replegarse a estos lugares. sobre sí mismos. Las murallas de las ciudades medievales(ciudades cerradas, según Braudel) delimitaban las liberta-des, los vínculos feudales del campo sujetaban al suelo, perose trata de contornos trazados sobre una matriz espacialque, referida a las relaciones de producción y a la divisióndel trabajo, simple, del feudalismo, se modifica relativa-mente poco.

También aquí se trata de un espacio homogéneo, conti.nuo, reversible y abierto. En realidad, nunca se ha peregri.nado tanto como en la Edad Media: individual o colectiva,la emigración campesina es uno de los grandes fenómenosde la demografía de la sociedad medieval. Caballeros, cam-pesinos entre dos rotaciones de los cultivos y de los campos,mercaderes, clérigos en viaje regular o en ruptura de con-vento, estudiantes, peregrinos de toda especie, cruzados. seencuentran en los caminos: es .el gran vagabundeo. Las ciu-

. rT L'anti-<Edipe, op. cit., pp. 239 ss.

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Las diferencias son .daras con .relación al capitalismo.Pero no se trata de trazar de nuevo aquí la constituciónhistórica del espacio social capitalista. El problema siguesiendo el de las relaciones entre la matriz espacial propia-mente capitalista y las relaciones de producción, la división

dades, los dominios y .posesiones feudales, están ábierl'osy vueltos, a través de una serie de epicentros, hacia' ese cen-tro umbilical que es Jerusalén ..Las relaciones de' producciónfeudales, decia Marx, hacen. que la.religión tenga en las for-maciones sociales feudales el papel dominante: directamen-te presente en las formas .de ejercicio del poder, configurapor su intermedio el espacio marcándolo con el sello de lacristiandad. Pero se trata ya de la.matriz de un espacio con-tinuo y homogéneo. Tampoco aquí hay desplazamientos: en-tre el feudo, la aldea, las ciudades y Jerusalén y sus diversasencarnaciones terrenales, entre la Caída y la Salvación, nohay fractura, ni fisura, ni recorrido. Las fronteras y los Ju-gares intermedios que separan, las murallas, los bosqu,,:s, losdesiertos, no son brechas que se atravíesan para :pasar deun segmento a otro (de una 'ciudad a otra) sino encrucija-das de un mismo y único camino. El peregrino o el cruzado,y, todos lo~.viajeros lo son.8 su manera, nO'van a los santoslugares o a Jerusalén, porque éstos ya están trazados en sucuerpo (yeBo es válido igualmente.para el Islam). El cuer,po político de cada soberano encarna la unidad de este es-pacio como cuerpo de Cristo-Rey y el espacio está jalonadopor las vías del Señor. Las delimitaciones se entrecruzan, sesuperponen, se retuercen y cambian constantemente: los su-jetos se des localizan, aun no moviéndose del sitio, al azarde las modificaciones de los señores y de los soberanos alos que están person¡¡.lmente vinculados. La pirámide delpoder político medieval tiene un basamento movedizo comoel haz de un faro, también móvil, y todos estos movimientostienen lugar sobre una superficie de orientaciones reversi~bies: por lo demás, las cartografías de la Antigüedad y delMedievo no son fundamentalmente diferentes" Tambíén aquílo que hace de territorio se define por relación a un nolugar, aunque el sentido de éste no sea el mismo que en laAntigüedad: los Incrédulo~, los Infieles.

122 Nicos Poulantzas

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La nación

social del trabajo "propiamente capitalista»: conciern'eahó-raal papel del territorio, en 'la constiíución' de la "nación

El-trabajador directo, el obrero, estáaquítotalmente secde los medios, de trabajo, separación que se encuen-'

tra en la base de la división social del trabajo en ,el ma:qui-'ilismo y la gran industria. Ello implica una matriz espacialtotalmente diferente que aparece así como su presupuesto:un espacio serial, fraccionado, discontinuo, parcelario, celu-lar e irreversible, que es el propio de la división íaylorista

,del trabajo en cadena en la fábrica. Si este espacio acabapor hacerse también homogéneo, no e's más que en segundógrado, en el sentido' de que su homogeneiiación es proble-máticay se plantea a partir de los cortes y de las distanciasque comporta. Ya a este nivel, ese espacio matricial tieneuna doble dimensión: está hecho 'de distancias, de brechas,de fraccionamientos enserie, de cercados y de fronteras,pero' no tiene fin; el proceso de trabajo capitalista es teil-dencialmente mundializable (cooperación ampliada). La se~paración del trabajador directo de ~us medios de trabajoy su liberación de los vínculos personales que lo fijan alsuelo desterritorializan, habría ,que decir, pero también aquíla imagen na turalista conllevada por ese término es inexac- 'tao Este proceso se inscribe en un espacio nuevo que, pre: 'cisamente, implica las ségmentaciones seriales y los cerca-dos. Ha nacido así el espacio moderno: un espacio en elque es posible desplazarse indefinidamente cruzando sepa-raciones, en el que cada lugar se define por su separaciónde los otros, espacio en el cual la expansión se hace asimi-lando nuevos segmentos, que hay que homogeneizar despla:zando las fronteras.

Pero lo importante no es ese desplazamiento de fronte-ras, sino la aparición 'de fronteras en el sentido moderno,es decir, de límites desplazables sobre una trama serial y ,discontinua que fija por todas partes interiores y exteriores.Es el' espacio mismo en el 'que se inscriben los movimientosdel capital y su reproducción ampliada, la generalización delos intercambios y los flujos monetarios. Al extenderse, des-de el comienzo, hada el exterior, estos movimientos tienenque atravesar fronteras de un espacio serial y discontinuo,

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anclado en la divisiónspcial de :los pro~esosde,trabajo.Es-pacio implicado en las re}acione,; de producción capitalistas,la propiedad económica y la posesión por. el capital de losmedios de producción"como repartición. del ,proceso de tra-

'bájo en unidades de producción yde reproducción capita-listas. El mismo desarrollo. desigual del capitalismo es con-sustancial, en su dimensión espacializada, a esa morfologíadiscontinua;' la expansión .del capi~al, consustancial a, esatopología de orientación irreversible; el imperialismo, en else:p.tido mo.der~o,éoÍ1susianciéll a esas fronteras.",L.as primi~das del territorIo- como. elerYie11;to cotlstitutivo de la .nación

,moderna, están ínscritasen.'esa,' matriz espacial capitalista.Pero a condición de precisar que, este territorio [1acional

, no tiene nadacjúe ver, así"con la naturalidad del suelo;, que,.es esendalmente politico, en ..el sentido de que el Estadotiende' a monopolizar' los, procedimientos, de organizacióndel espado. El Estado moderno materializa en sus 'aparatos .(ejército, escuela, burocracia, centralizada, prisiones), esalI)atriz espadaL, Moldea a ?u vez a,los, sujetos sobre loscualés se éjerce,'su.poder: la individualización del cuerpo

. politico en móñadas idénticas pero separadas frente, al Esta., do corresponde a la arm'azón del Estado inscrito en la matriz"espacial impliéadapor el.proceso de trabajo. Los individuosmodernos son los comp'onentés del Estado.mición moderno:el pueblo-nación del Estado capitalista es el.objeto de un

, espa'cio cuyas fronteras son. los contornos pertinentes de losasideros y anclajes materiales del poder. La cadena segmen-tada de es"tos lugares individualizados diseña el interior delter,ítodonacional como distribución estatal del ejerciciodel poder .. El territorio.nacional no es más que la figurapolitica del cercado a nivel del Estado total y las ciudadess~:_con"ierten ...en. esas ciüdades, {(ordenadas», -y «disciplina-

'das» por elEstado de las que .habla Braudel. Los trabaja.dores directos. sólo son .liberados del suelo para ser encua-drados, desde luego en las fábric'as pero también en las 'fa,milias ep sentido moderno,:en lasescue1as,' lo~.ejércitos, laspi-isiones, las, ciudades, los~territorios de las naciones. Lo"cual se comprueba' hasta en .las modalidades .del ejerciciodel poder por el Estado capi.talis'ta de excepción: los campos

, , de concentración son unainvénción ,moden;a, en elsentido. -.,- '. - '. ' . . . ,

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/ ." ]de 'que materializan la misma matriz espacial de"poder queel' territorio nacional. Estos campos son la forma de encie-rro de los fuera-de-la-nación, de los «antinacionales» preci-samente, en el seno mismo del territorio nacional, la ínteria:rización de las fronteras en el' seno del espacio nacional: eslo que permite la noción moderna de enemigo «interior •.

que este territorio tenga talo cual configúración y topo-grafía precisas depende de toda una serie de factores hist6- 'ricos (económicos, políticos, lingüísticos, etc.): pero lo queimporta aquí es la aparición de este territorio y de estas.fronteras en sentido moderno. Este territorio se convierteen nacional y constituye entonces un elemento de la naciónmoderna a través del Estado. '

Para comprender esta segunda proposición' hay que te-ner en cuenta el hecho de que este terrÍtorio no es más' queuno de los elementos de la nación moderna, y la relación, del Estado' capitalista con la tradición histórica y con lalengua. Señalemos, de momento, que este espacio-territorioserial, discontinuo y' segmentado, si bien implica fronterasplantea también el problema nuevo de su homogeneizacióny de su unificación: éste sera también el papel del Estadoen la unidad nacional. Las fronteras y el territorio nacionalno son previas a la unificación de lo que encuadran:' no hayal pdncipio algo que está dentro y que hay que unificar des-pués. El Estado capitalista po se limita a completar la .mi"dad nacional: se constituye edificando esta unidad, o sea la,nación en sentido moderno~ El Estado establece las fron-. teras de. este espacio serial en el curso mismo de la acción,con la que unifica y homogeneíza lo que esas fronteras encie.rran. Así es como este territorio se hace nacional, tiende aconfundirse con el Estado-nación, y como la nación moder-na tiende a coincidir con el Estado. A' coincidir en doblesentido: coincidir con el Estado existente o erigirse en Es-,tado autónomo y constituirse en nación moderna creandosu propio Estado (jacobinismo y separatismo, dos aspectosdel mismo fenómeno, de la relación particular entre la na-ción moderna y el Estado). El Estado nacional realiza launidad de' los individuos del pueblo-nación en el mismomovimiento mediante el cual forja su individualización_ Ins;

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I ';;"sli,.)lina-tr~baja-r\;hcua,1(,.¡S fa-it.:"s,.las)[I-!!'s. Lo..;....•....~JW"CICIO.C,C'tlpOS

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Page 132: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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28En su contribución a la obra colectiva, Faire l'Histoire, 1974,bajo la dirección de J. Le Goff y P. Nora, lo 1.

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. , . l' h " , ]' " 'bl" (1 E d halizándos()t~t~y)ed al o;og~ne~zaclOn po IJlca-pu .;ca, e sta, 0:na1espacia¡'de)~.clon d7 as lSloClacllones «.Pbnva as» er,t e mlsm.~,movllmleln1esa"su VeLY;to me lante ecua contn uye a su IllstauraclOn, y a eYj " f'nita'~'se convierte en la expresión de la voluntad y de la soberanía{e, IIItI de '<nacionales. Este Estado no tiene que. unificar ün. mercado1~llenl°zamttdi"interior» previo, sino que instaura un mercado nacionallhesp a ne'- \, 'f ' ,omoge 'Jumflcado al establecer las ronteras de laque se conVIerte rdc..,

'así en un i~terior con relación a un exterior. Proceso que un se~ lnesv.~" . pagaclO -<puede segUIrse en el. conjunto de los aparatos del Estado . añ....l( " . '1' I ) d .. que eseconOffilCo, mI ltar, esco ar, etc. yaya una .pnmera res- _ rrar' ','

. , I bl' , . son ce Jpuesta" aunque ~ea,parCIa I a un pro ema SIn est9 ¡freSO-O eizaCIluble, formulado mejor que. nadie por Pierre' Vilar: ¿por' m~ge~amiJqué el desarrollo desigual del capitalismo tiene precisamen- ~p a~ ras ",','te como puntos de anclaje y focos principales las forma- ro? le dlPí

, , J '1 "'? tena es .JclOnpessOlclaes naclOn,a~s, .d" ..1 bl. I genocidió,,":. or e mIsmo mOVImIentome lante e ,que esta ece as- . li:'""~~fronteras nacionales y unifica. el interior,. el Estado se vuel-' espacla,~;{ve hacia el exterior. de esas fronteras, en ese espacio 1rre_ext~rmlaM

'bl. d l' , d 'f" h' '1 ' tono nverSl e, e ImIta o pero SIn In, SIn onzonte u tImo: ex-' '. .-~~. " d I d di' I di' , E.. slOnes Y'--'-tensIon e os merC¡l os, e caplta, e os terntonos.' S-' I 'e"--,. . osgn, ,tablecer fronteras equivale. a poder desplazarlas: no hay, T rlá~I

'bl b "1'. d" ameavance pOSI eso re esa matnz.espacla mas.que me lante: t'.' .~.l. h "ó.' '1 " 'f'" d' I con muc~J~.. ~mogenelzacl n, aSlmI aqon y UDIIcaClon, ,me lante' a. f. 'a-'1.d l' , " d. " b d '1 erenCI"e lmItaclOn e un Intenor que, no o stante, es ten enCla - ':, ' '--""s.-. . .. ' 'b] h I ' f" P f lmpeno ,mente extensl e asta e III InltO, or tanto, estas ron te- 1: rUras no son considéradas como. las de un territorio nacional ,e cI~rr:¿.., , . di. .,. conVleSIlla a partJr e momento en .que se trata precIsamente ,S' bo ,,:. (para el capital, para las mercancías) de franquearlas, No 'd 11m !j,'bl di' , d f e os aes POSl e esp azarse en este espacIo Silla atravesan o ron- , .00teras: el imperialismo es consubstancial con la nación mo- n

taCl~or:..,

d I 'd d d'" ern, 1ern~ en e sentl o e que no pue e ser mas que.lnternaclo- 'repInalización,. o más bien transnacionalización de los procesos Cl;r s '['~de trabajo y del capital. Esa matriz espacial está anclada Y,.o ar;-:, en el proceso y la división social del trabajo: el capital es CI~ m~'una relación (capital-trabajo), decía Marx, y si, por muy a : ')J'd "1' d '1 d no pr"".~sterntona Iza o y a-naClOna qu~ pue ~ parecer en s~s divV .....dIversas formas, no puede reprodUCIrse mas que transnaclO- .y Jna. . _ -- rizar

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JI. LA MATRIZ TEMPORAL Y LA HISTORICIDAD:LA TRADICIÓN:

en la matriz espacial materializada por el Estado-naciónmoderno, presente ya en sus relaciones de producción y enla división social capitalista del trabajo.

El segundo elemento a tener en cuenta en la constituciónde la naci6n moderna concierne a lo que se designa general-mente con el término de «tradición histórica común». Sobreesto seré más breve. A propósito de las transformacionesde la matriz temporal y de la noción de historicidad dispo-nemos de análisis mucho más nutridos de los historiadores.También aquí la cuestión consiste en el nexo entre esastransformaciones y las de las relaciones de producción y dela división social del trabajo. La tradición es completamen-te distinta y no tiene el mismo sentido y función en lassociedades precapitalistas y en las sociedades capitalistas.

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Nicos Poulantzas128

La matriz temporal antigua difiere, ciertamente, de lamatriz del feudalismo medieval, pero ambas presentan pun-tos fundamentalmente comunes. En estas sociedades, dondela posesión de los medios de producción corresponde siem-pre al trabajador directo y donde no existe la división pro-piamente capitalista del trabajo, cristalizan modos de pro-ducción (basados en la esclavitud y en la servidumbre) quepresentan una reproducción simple, no una reproducciónampliada, propia, esta última, de! modo de producción ca-pitalista. Es cierto que sus matrices temporales son de tiem-pos plurales y singulares, pero cada uno de estos tiemposes continuo, homogéneo, reversible y repetitivo. Tiempoagrícola, cívico y político, militar, señorial o clerical, estostiempos múltiples presentan las mismas características ma-triciales: fluidos y dúctiles, su medida no es universalizableporque no son, en sentido estricto, mensurables. La medi-ción sólo puede ser la codificación de separaciones entresegmentos. Si en ese continuo temporal homogéneo se re-cortan secuencias y aparecen momentos privilegiados (yano estamos en las sociedades primitivas de filiación basadaen e! linaje), esto sucede esencialmente a merced del «azar»

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(sociedades antiguas) o de presencüis"de loetetno (cristiaiJ.:"dad medieval). No hay ni sucesión; hi encadenamientó;'IÍi' 'acontecimientos: Son' tiempos del presente; que ,ltribuye,'éL'mismo, su sentido al antes y, al después:' Tiempo 'en gran'medida circular, de eterno tetorno de lo mismo, éh las só-ciedades antiguas: el pasado se reproduce 'siempre, 'en , elpresente, que sólo es el eco de aquél,' y rernontars~ 'en eltiempo no es sino un recorrido que aleja del presente, por-'que el pasado es parte integrante del Cosmos. Rememorarpor la anamnesis es encontrar otras regiones del 'ser, la esen,'cia que,'se manifiesta en lo actual. Es un presente 'que, eneste tiempo homogéneo, reversible y continuo, está incluidoen los origenes. La cronología 'es aún, si no un calco genea.',lógico; una repetición de la génesis. Encontrar los orígenes',no es trazar la historia de una 'acumulación '('de experieri',cias, de saberes, de '1contecimientos) o de uri progreso qué; ,conduce al presente, sino alcanzar la 'omnisciencia primor'" "dial. No' es que esté ausente la dimensión de 'un porvenir,pero si este telos de los pitagóricos porié fin a la espiral delos ciclos siempre recomenzados es rizando el, rizo y vol.viendo al punto de' partida. '

Las cosas no se presentan de manera fundamentalmente'distinta en el feudalismo medieval: más que la dependencia'de las temporalidades del «tiempo natural», propio de lassociedades esencialmente agrícolas 'oas estaciones, las fae-nas agrícolas, etc.), lo importante es la matriz espacial sub-yacente a los diversos tiempos -agrícola, artesanal, militar,clerical~ que aparecen corno otros tantos tiempos singula-'

• res. Si cada uno, de estos tiempos comporta fechas, estascronologías no se ordenan a' lo largo de tiempos divisibles'en segmentos iguales y el marco de referencias de los diver;sos momentos no es numérico. Se trata de'cronológías sig.;.nificantes de un tiempo continuo que es, bajo la égida dela religión, un tiempo de la eternidad medido por'lassigIÍi-ficaciones sagradas, los actos de piedad y los toques de,campanas al ritmo de las misas. Es cierto que parece ,des-prenderse una materialidad lineal del tiempo, anclada 'en'esa matriz temporal, diferente de aquella cíclica del tiempo'antiguo: la historia tiene un comienzo y un fin, situadosentre la Creación y el Juicio Final. Pero siempre se trata'

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de un tiempo del presente: el comienzo y el fin, ,el antes y'el después están enteramente copresentes en la esencia siem-pre actual de lo divino. Verdad inmutable o .verdad progre-sivamente revelada, predeterminación o no de la salvaciónindividual, no se trata nunca más que de una repetición ode una actualización de los orígenes. Alcanzar el fin es siem-pre volver al comienzo y la irreversibilidad del tiempo noes, aqu( más que un espejismo.

Matrices temporales que están presentes en las formasy técnicas del poder político precapitalista, calcado del cuer-po del soberano. Este cuerpo político no hace historia, flotaen una historicidad' continua y homogénea con la que lossujetos del poder se comunican reproduciéndola. En ,rigor,

, no hay sucesión de soberanos como otros tantos aconteci-, mientas enlazados, sino circulación por transferencia de unapotencia ininterrumpida, por constante reactualización delpasado: es la trans/atio imperii. Historia-rememoración queno es sino' un despliegue de genealogías -de las divinida-des, de los héroes; de las dinastías-; la representación de,la historia se hace esta vez al modo de la crónica. Entre elpasado y' el presente no existe recorrido sino propagaciónpor eco: el presente no es más que el perpetuo anuncio deun porvenir que empalmará con los comienzos. Esa historiano .se hace:, se conmemora. Historicidad política, que nopuede tener nexos constitutivos con un, territorio en el sen-tido moderno, en la medid" ,en que este territorio.fronterasno existe aún y en que las matrices espaciales precapitalis-tas tienen el mismo fundamento que las matrices tempora-les precapitalistas. Está calcada -dicha historicidad políti- •ca- 'del cuerpo del soberano, que no es, a su vez, soberanode un territorio-fronteras. No hay historicidad ni territorioen el sentido', moderno: los territorios precapitalistas notienen historicidad propia porque el tiempo político es eldel cuerpo del príncipe, extensible, retractable y móvil en'un' espacio continuo y homogéneo, Dicho de otra manera:los caracteres propios de 'lamatriz espacial y de la matriztemporal, de un modo de producción, implicados por susrelaciones de producción y su división social del' trabajo,determinan las relaciones que estas matrices mantienen en-tre sí. Lo cual se designa C9n un término cuya conjunción

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no es una solución sino un problema: el ténninode «espacio.,tiempo». . "'.

Antes de llegar al Estado-nación en este contexto, abriréun inciso. De lo que se trata aquí es de la matriz material ,

\...'. ,La matriz temporal capitalista es completamente diferen-'

te, presupuesto de las nuevas relaciones de producción 'y ,consustancial con la división social capitalista del trabajo':"El maquinismo y la gran industria, el trabajo en cadena,implican un tiempo segmentado, serial, dividido en momen-tos iguales, acumulativo,e irreversible porque está orientadohacia el producto y, a través de él, hacia la reproducciónampliada, la acumulación del capital. En suma, un procesode producción y de reproducción que tiene una orientacióny un objetivo, pero no un término. Un, tiempo mensurabley estrictamente controlable por los relojes, los cronómetrosde los capataces, los fichajes y los calendarios precisos."Tiempo que también plantea 'aquí, por su segmentación yserialización, el problema nuevo de su unificación y univer: ,salización: controlar el tiempo refiriendo las temporalidades 'múltiples a una medida homogénea y única, que nO,reducelas temporalidades singulares (tiempo obrero y tiempo bur-gués, tiempos de lo económico, de lo social, de lo polítiéo)sino codificando sus diferencias. Pero cada temporalidadtraduce los caracteres de una misma matriz:' más aún (yesto es lo que escapa a muchos autores que insisten en la«universalización» del tiempo capitalista), esa matriz tem-poral es la' que plantea, por primera vez, las temporalida-des singulares como temporalidades diferenciales, es decir,como variaciones de ritmo y de' medida de un tiempo,serial, segmentado, irreversible y acumulativo. ,Tiempo cu-yos momentos se encadenan y se suceden, se totalizan enun resultado, siendo, el presente una transición del anteshacia el después. La historicidad moderna es así de tipoevolutivo y progresivo, la de un tiempo que se hace a me-dida que se recorre, donde cada momento produce el otroen un sentido irreversible, en un encadenamiento de acon-tecimientos hacia un porvenir siempre renovado.

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Nicos Poulantzas132

del tiempo capitalista, no de su representación. Esamatritda lugar a representaciones teórico-ideológicas' del tiempoy de la historia, y más particularmente a la teorización deltiempo en la filosofía de la"historia (que nace, en sentidoestricto, en la sociedad burguesa) y en las llamadas cienciashumanas . .Lo que plantea, a su vez;"un doble problema.

1. Si esa rnatriz tempo~aldelc~pitalismoeng;'fldra lasdiversas representaciones ideológicas de la Historia, la his-toricidad unilineal,' evolucionista, progresiva y teleológiea dela:filosofía burguesa de la Historia, también permiie. porprimera vez, la construcción- de un-concepto científico de lahistoria, que ha sido patrimonio Clelpensamiento de' Marx, y, por lo demás, del de numerosos historiadores 'modernos.Se percibe ya el problema, bien cOI,lOcido,que apunta aquí:un campo epistemológico furidado sobre una materialidadhistórico-social determinada,,--en e~te caso la matriz tem-poral implicada en las relaciones de produc~ión capitalis:tas- permite la emergencia de éIementos científicos de.conocimiento que, como tales, trascienden ese campo. 'El

, capitalismo ha permitido la constitución de una ciencia, de'la historia que. no se limita únicamente al conocimientodel capitalismo. El marxismo ,no es la única, teoría. delcapitalismo, como tampoco' el psicoanálisis es la única teo-,, ría del inconsciente en la sociedad capitalista, porque loseleIllentos y el objeto de la ciencia no se reducen a sus con-diciones, cualesquiera que sean, de posibilidad y' de consli.tudón.¿Porqué ha sido precisamente el capitalismo, basadoen la extracción de la plusvalía, el que ha permitido la cons-trucéión dé! concepto científico,' de la historia? Cuestióntratada muchas veéesy que ná abordaré aquí, pero que enmi opinión debe prestar mayor atención al papel de la ma-triz temporal del capitalismo,' en el sentido en que la entien-do aquí, como condición de' posibilidad de la ciencia de lahistoria. Pero lo mismo que,Bome refiero ahora a las re-, presentaciones teórico-ideológicas dé la Historia, no abordotampoco el concepio científico de la historia, sino la mate-rialidad de esa matriz temporal.

. 2. Si el concepto y el objetó de la historia como cien-,.cia, y por tanto del marxismo, no tienen --como no lo tiene

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ninguna otra ciencia- un campo de validez estrictamentecircunscrito por las condiciones históricas de su emergen.cia, ello se debe a que no se reducen a las representacionesideológicas ambientes -a 'la filosofía de la Historia, desdelas Luces a Hegel- que, sin embargo, tienen también lasmismas condiciones y forman parte, por consiguiente, de lamisma configuración epistemológica. Pero, como tambiénsabemos ahora, el corte cíencia-ídeología está lejos de poseerla naturaleza radical que le habíamos atribuido hace algu.nos años. Incluso en el Marx de la «madurez» la teoría dela historia presenta ciertos elementos comunes con la re-presentación ideológico-filosófica de la Historia de su época.La inversión de la matriz temporal capitalista en evolu-cionismo escatológico, en progresivismo racionalizante, enlinealidad unívoca, en historicismo humanista, y podría se-guir, no están presentes simplemente en los aledaños del«núcleo» de la teoría de Marx, ni tampoco son simples des.viaciones y perversiones de esa teoría por los epígonos (dela II y de la III Internacional): están presentes en la teoríade Marx.

La cuestión es otra: no sólo cómo consigue Marx cons-truir su teoría de la historia a partir del campo epistemo-lógico de su época, sino cómo discernir, en el seno mismode su teoría, el funcionamiento y la articulación de la cien-cia de la historia y las representaciones ideológicas.

Porque problema hay, y de envergadura: contra la ten-dencia actual que, o bien no ve en Marx más que una répli-ca del racionalismo y del positivismo de las Luces (los «nue-vos filósofos»); o bien -con Foucault- reduce la validez, elobjeto y el campo de toda ciencia a sus condiciones, cuales-quiera que' sean, de emergencia: en el caso del marxismo, amodalidades determinadas de ejercicio del poder, las disci-plinas, que en Foucault hacen de «condiciones». Y en se-gundo lugar, contra los guardianes patentados del dogmamarxista, que se niegan a ver el problema en la teoría mis-ma de Marx.

Volvamos a nuestro problema: la matriz temporal capi.talista, este tiempo segmentado, serial y dividido, está ya

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implicado en la armazón institucional propia del ,Estado yde sus diversos. aparatos (ejército; escuela. burocracia. pri-siones). El Estado moderná-inaterializa igualmente esa ma-triz en la formación de los ,sujetos sobre los cuales .ejercesu poder y en las técnicas de ejercicio del poder. particular-

. mente en los procedimientos de individualización del pue-blo-nación ..Perá este tiempo_ segmentado. serial y divididoplantea el .problema nuevo .dé su unificación: también seráéste ..el papel.del Estado. El :Estado -moderno debe asegurar-se el dominio y control def' tiempo estableciendo la normay la medida. el marco referencial. en suma. de las varia-ciones de las temporalidades.singulares: regular los diversosadelantos y retrasos y cuadrar sus diferencias. El desarrollodesigual del capitalismo se..aferra a estos rebalses que for-man las diversas formacionés estatales. los ritmos del des-arrollo desigual propio de cada formación (en lo económi-co, en lo político, en lo ideológico y entre ellos) se aferrana los momentos del Estado_El Estado unifica -los sectoresde la formación capitalista en el sentido de que es también,el código de sus pasos desajustados .. La formación socialcapitalista, el Estado-nación, es asimismo un proceso homo-geneizado por el Estado. .: .

Es posible percibir asi él' nuevo sentido de la tradiciónhistórica en la constitución_de la nación moderna, el nexo

.de esta tradición con el Estado y el hecho de que esa nacióntiende a coincidir con el Estado siempre' en un doble sen-tido: coincidir coh el Estadá'existente o erigirse en Estadoautónomo y constituirse enn'ación moderna creando su pro-pio Estado. Jacobinismo y separatismo son. tambiénaquf.dos aspectos de una misma 'realidad. de la relación particu"lar de la nación moderna con el Estado. La .«tnidición» notiene. en modo alguno; el mismo sentido que en el precapi-talismo, porque el antes y e1-después se sitúan en matricescompletamente diferentes. Aquí. el presente histórico no esmás que transición entre el.~nies.y el después. el pasado noes copresencia en lo actual,---sinosecuencias acumuladas' ha.cia lo que se convierte en UIl_ nuevo sentido del porvenir. Latradición no es ya conmemoración de un pasado que incluyeel. después, verdad de una historicidad reversible y orien-tada hacia el gran comienzo;: repetición y. recomienzo de los

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29 Die Polendebatte ir! Frankfurt,' in Neue Reinische Zeitung,sept. 3, 1848. Aus dem literarischenNachlass von K. Marx, Fr. Engels.und F. Lassal/e, comp. por Fr. Mehring (1902), 1II, 238. "

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orígenes. La tradición se con'vierte en aquello que ,aceiera: 'o frena: recubre una sucesión -,'de momentos que producen"'. .: :~::una historia irreversible, acompasada por el Estado. La,uni" _,,': ',ldad de estos momentos históricos, la orientación de su sUCe', ,,,sión, sOn acaparadas por el Estado'moderno, que no tiene"legitimación de origen en el cuerpo soberano sino una seriéde fundaciones sucesivas en el pueblo-nación, cuyo destino,representa. Este Estado realiza una acción de' individualiza-ción y de unificación, constituye al pueblo-nación' en el,sentido de que también representa su orientación histórica,le asigna el objetivo y traza lo que llega a ser una vía. Enesa historicidad orientada pero sin fin, el Estado representauna eternidad que él produce por autoengendramiento. EsteEstado organiza a la nación en marcha y tiende así a mo-nopolizar la tradición nacional,'-haciendo de ella el momen,to de un devenir designado por él y almacenando la memo-ria del pueblo-nación. En la era capitalista' una nación sinEstado propio es una nación en trance de perder su tradi-ción y su historia, porque Estado-nación moderno quieredecir también liquidación de las tradiciones, de las historiasy de las memorias de las naciones dominadas incluidas ensu proceso. En este sentido deben entenderse las observa-ciones (ciertamente ambiguas) de Engels acerca de que lasnaciones sin Estado propio se conyierten, en la era capita-lista, en «pueblos sin historia» 29. Este Estado instaura lanación moderna eliminando los ,otros pasados nacionales yconvirtiéndolos en variaciones de su propia historia: el im-

,perialismo moderno es también homogeneización de las se-cuendas temporales, asimilación de las historias por el Es-tado-nación. Las reivindicaciones de autonomía nacional yde Estado propio de la era moderna significan, en la histo-ricidad capitalista, reivindicaciones de una historia propia.

Cierto, el Estado no es el sujeto de la historia real: éstaes un proceso sin sujeto, el proceso de la lucha de clases.Pero lo que se puede comprender a través de lo anteriores por qué esa historia real, pese a ser universalizable y

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mundializable bajo el capitalismo, tiene precisamente porfocos y momentos fundamentales los Estados-naciones rilO-dernos, por qué la historia del proletariado internacionalestá segmentada y acompasada por las historias de las clasesobreras nacionales. Lo cual no depende de los' mecanismosideológicos 'sino de! papel de estos Estados-naciones en laorganización material de la historicidad capitalista. Se pue-den 'percibir así las. raíces de ese fenómeno propiamentemoderno que es el totalitarismo .. Controlar y unificar eltiempo erigiéndolo en instrumento de! poder; totalizar lashistoricidades aplastando las diferencias, serializar y seg-mentar 'los momentos para orientarlos y acumularlos, desa-. cralizar la historia para acapararla, homogeneizar al pueblo-nación forjando y borrando sus propios pasados: las pre-misas del totalitarismo moderno existen en la matriz tem-poral inscrita en el: Estado moderno, ya implicada pOr. las. relacIones de.producción y la división social capitalista deltrabajo.,

,'Esto se hace aú~ más evidente si se comprueba que esteEstado es e! que instaura el nexo particular entre la historiay el territorio, el que establece un nexo párticular'. entre 'lamatriz espacial. y lá matriz temporal, cuya' inters'ección esposible gracias a la nación moderna, que es' también su erí-crucijada ..EI Estado capitálista establece las fronteras, cons-tituyendo lo que está dentro, el pueblo-nación, en cuantoque homogeneiza e! antes y e! después del contenido de esecercado. La unidad nacional, la nación moderna, se hace asíhistoricidad de un territorio y .territorialización de una his-toria, tradición nacional,. en suma, de un territorio materia-lizado en el Estado-nación: las balizas del territorio se con-viertenen jalones de'lahistoria trazados en el Estado. Loscercados implicados en la constitución dé.l pueblo-naciónmoderno no son tan terribles más que por ser, al mismotiempo, fragmentos de una historia totalizada y capitalizadapor e! Estado. Los genocidios son eliminaciones de los que.pasan a ser «cuerpos extranjeros» en el territorio y la his:toria nacionales, exclusiones' fuera del espacio y fuera del,tiempo .. EI gran encierro sólo se. produce porque tambiénél es recorte y unificación de un tiempo serial y segmenta-

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e na en el sentido, asimismo, de que la frontera se ,Cierra'tr~{,>;;;í;:;'¡(i'195 «'anti~nacionales» que están en suspensión de -tiempo;,en::;~~>l,:,:~:,':-'r:,,'suspensión ede historicidad ,nacional. Las, reivindiCaciones ';'.<'e1'{'nacionalés de un Estado propio en la era moderna; son ee,",,j,,j~eivindicaciones de un territorio propio. que signifk'an.' -as'í .,".'::'";:::,~;"K,f:i,reiv'indicaciones de una historia propia, Las premisas del,totalit,,:rismo no sól() existen en la matriz espacial y la ITla~';, ."p,l I~:~bti~~,p~~a~e~o::::ee\z;:;,s e~nsue~e~~~~~oc:~~~~~:das~~~ e ,i~~jlel Estado, e e_r' I

La constitución ,de la naClOnmoderna reside,- finalmen' e e_"'ii I

te',en la relación entre el Estad() moderno y la lengua, Baste Icon indicar,. simplemente, que la construcción por el Estado :moderno de una lengua' nacional no se reduce ni al proble.'ma,del u'so, social y, político de esta lengua, ni al de sunormativación y reglamentaci9D' por el-Estado,ni-al de_Ia-cdestru.¡:ción de las lenguas domjnadas en el seno del Estado- 'nación que implica, La lengua, nacional es' una lengua pro,fundamente reorganizada por el. Estado, ~nsu estruciuramisma, Lengua rearticulada con relación a las matrices, es-pacial y temporal capitalistas, vaciada en el molde institu~cional del Estado que cristaliza el. trabajo intelectual bajola forma de su 'd,ivisión capitalista del trabajo manual. Enresumen, la lengua común, como elemento constitutivo dela nación moderna, no es la simple adopción por el Estadode una lengua que experimenta, por este hecho, simplesdistorsiones instrumentales, sino una recreación de la len'gua por el Estado, El imperialismo lingüístico propio de lalengua oficializada de una nac~ón modérna-.no conciernesólo a las formas de su utilización, sino que está presenteya, en.~u'estructuración.

III, LA NACIÓN Y LAS CLASES

'.La cuestión a examinar ahora, como en los casos prece-dentes, es la articulación de estos análisis con un análisisde la ~ación en términos de lucha de clases. ' ,

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Pero no se trata, tampoco en.este .caso, de dos enloquesdistiÍltos por tratar de objetos realmente heterogéneos. Las.matrices espacial y temporal sólo .son presupuestos de lasrelaciones de producción por .materializarse en ellas comolucha' de clases; aparecen;ihistóricamente, .como producto.de esta lucha.' Pero, bajo este .aspecto, no son el' producto. de una clase-sujeio' de la historia;'. son el resultado de' unproceso: la historia es el proceso de la lucha de clases; 'Lanación moderna no es; por consiguiente, creación de la bur-guesía, sino el resultado de.una relación de fuerza's enirelas dases sociales «modernas», en la cual la nación es igual-mente lo que está en juego entre las diversas clases.

A lo cual se suma un.segulÍdoproblema:'la configura-ción hístórica concreta de tal 'o'cual nación y de tal o cualEstado moderno, las formas de su relación,' dependen delas particularidades históricas de.tal o cual proceso de luchade clases y de tal.o cual relación' de fuerzas:' Aparecen comootras tantas variantes del. Estado y de la nación modernas,y por 'consiguiente de sús. matrices espacial y temp9ral, acondición no obstánte de precisar' que no se trata, en todosestos casos, de upaesencia'realmente preexistente y simple-mente diversifi.cada en sus man,ifestaciones -.singulares,deun tipo ideal diversamente concretado. Estas matrices, lo•mismo que' el Estado y la naciÓn.modernas, no existen sino.m"a.térializadas eiLformaciones-'~.sociales-' 'Concretas. Pero siestas formaciones y procesos 'deducha de' clases presentan. algo en común (tener 'la mismamátriz espacio-temporal) esporque' se sitúan,.hasta'el "punto"de ruptura, en el terrenode un mismo.modo de"produéción, ,cuyas modificacionesson otros tantos momentos de' su.reprodúcción'ampliadá;'.'.Así, no sólo' estas matrices: espacial y temporal revisten,como' es el caso también de la nación moderna, una signifi-cación diferente según las diversas clases en lucha, sino queexisten. como' otras tantas variantes en .Ias prácticas dife-renciales de esas clases. Existe una ,espacialidad y una histo-ricidad burguesas, una espacialid~d y una historicidad obre-'ras.- Sin embargo, son variantes" de una misma .matriz en elsentido, ahora, de que estaúliil]1a 'aparececomo'eFresulta,do. históricodéJ' proceso dé lucha: de clases,yde la relaciónde fuerzas, yde que este proceso es (yen tantd que lo es)

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un proceso de lucha en una sociedad capitalista. Es cierto-lo sabernos bien- que las relaciones de producción y ladivisión social del trabajo hacen de la clase obrera lo quese designa generalmente corno clase «portadora» de positi-vidad, del porvenir histórico. Sus prácticas, ya en el capi-talismo, conllevan laque aparece corno «gérmenes» de otrasrelaciones sociales, de otras matrices espacial y temporal, deotra' nación, y la historia avanza siempre del lado de la claseobrera. Pero lo que importa aquí es un problema diferente:la lucha de la clase obrera no es un autodespliegue en cam-pana neumática, no existe más que corno término de unarelación, de su relación con la burguesía. La historia de laclase obrera es la historia de su lucha contra la burguesía:colocarse en el punto de vista de la clase obrera es colo-carse en el punto de vista de su lucha contra la burguesía.

Todo esto permite explicar, ante todo, la relación cons-titutiva de cada burguesía con la nación, relación que sigue,a la vez, los ritmos y las fases de la acumulación y de lareproducción ampliada del capital, y las grandes líneas demodificación de la política de la burguesía. La nación mO-derna lleva el sello y la huella del desarrollo de la burguesíay de las relaciones entre" sus fracciones. Ello concierne, ala vez, a la transición al capitalismo en la 'acumulación pri-mitiva del capital y al papel de la burguesía mercantil enla formación de la nación, al estadio del capitalismo com-petitivo y al estadio del imperialismo, también en su faseactual de internacionalización del capital. Las transforma-ciones de las relaciones de producción capitalistas marcanlas transformaciones de la nación, así corno las del nacio-nalismo burgués. Pero incluso en la fase actual,' caracteri-zada por la internacionalización del capital, la nación mo-derna --ciertamente transformada- sigue siendo para laburguesía el foco de su reproducción, que torna precisa-mente la forma de una internacionalizacián o transnaciona-'Iización del capital. Este núcleo esencial de la nación mo-derna reside en el núcleo invariable de las relaciones deproducción, como relaciones capitalistas, precisamente.

La relación de' la burguesía con la nación difiere segúnsus diversas fracciones (burguesía nacional, burguesía inter-nacionalizada y burguesía interior) y se 'establece por in-

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Púo, evidentemente, el verdadero problema es el de larelación de la clase obrera con la nación moderna: relaciónprofunda, subestimada durante 'mucho tiempo por el mar-xismo,' que ha tendido siempre a examinarla ya sea bajo elángulo de la simple dominación ideológica de la burguesía(como fue, en e~pecial, el caso de la JII Internacional): yasea bajo el ángulo de la participación de cada clase obreraen la cultura nacional (austromarxismo). Ahora bien, nose trata de poner en duda los efectos ideológicos del nacio-nalismo burgués en la clase obrera; sino de 'comprender queno constituyen más que uno de los aspectos, muy parcial,

termedio del Estado. Este Estado no es un Estaao cualquie-ra: es. un Estado con una naturaleza de clase, un Estadoburgués que constituye a la burguesía en clase dominante.Pero también en este caso no hay dos Estados, un primerEstado anterior a su naturaleza de clase, que organiza unanación moderna previa a la relación de esta nación con laburguesía, sobre el cual se injertaría un 'segundo Estado declase, el Estado burgués, que acapararía esa nación en be-neficio de la burguesía. Situar los fundamentos de este Es-'tado y de la nación moderna en las relaciones de produc-ción y en la división social del trabajo es mostrar que esteEstado posee una materialidad propia y que en virtud deella tiene una naturaleza de clase. Precisamente un Estadonacional es un Estado burgués, no sólo, ni simplemente,porque la burguesía lo utiliza a fin de ínstrumentalizar lanación en su beneficio, sino porque la nación moderna, elEstado nacional y la burguesía tienen el mismo terreno deconstitución, que determina sus relaciones .. Es indudableque la política burguesa con respecto a la nación está su-jeta a las contingencias de tales o cuales intereses precisos:la historia de la burguesía oscila permanentemente entre laidentificación y la traición a la nación, porque esta naciónno tiene el mismo sentido para ella que para la clase obreray las masas popula'res. Pero la nación moderna no es algoque la burguesía pueda, a voluntad, recuperar o dejar que«su» Estado la abandone. Esa nación está inscrita en este. Estado, y es este Estado nacional el que organiza a la bur-guesía en clase dominante.

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del problema. Si la existencia, y las prácticas de la claseobrera llevan ya, en sí mismas, una superación histórica dela nación en su sentido moderno, no pueden materializarsebajo el capitalismo más. que como una variante obrera deesa nación. La espacialidad y la historicidad de cada claseobrera son una variante de su propia nación, a la vez pore.star prendidas en las matrices espacial y temporal y porser parte in tegran te de esa nación que es el resultado de la..relación de fuerzas entre la clase obrera y la burguesía. Hayinternacionalizacián de la clase obr~ra, así como internacio-nalismo obrero, en la medida en que hay clases obreras na-cionales: es algo que comienza a saberse, y hay que entenderesta proposición en un sentido radical. No' hay un interna-cionalismo-internacionalización obreros iniciales, que des-pués adquieren formas nacionales; ni hay una esencia supra-o a-nacional que se manifiesta en un marco nacional o quesimplemente se concretiza en singularidades nacionales. Elproceso de trabajo capitalista que implica la cooperaciónampliada (la internacionalizacióri de la clase obrera), pre-..supone la materialidad nacional y establece así las basesobjetivas de esa cooperación como internacionalismo obre-ro. La tendencia actual a la mundialización de los procesosy de la división social del trabajo es siempre, como sucedetambi~n con el .capital que se articula en ellos, internacio-naliiación o transnacionalización. No puede haber más quetransición nacional al socialismo, y no simplemente en elsentido de un modelo universal adaptado a las singularida-des nacionales, sino en el sentido de una pluralidad de víasoriginales al socialismo, cuyos principios generales extraídosde la teoría y de la experiencia del movimiento obrero mun-dial no pueden ser más que paneles indicadores.

Llegamos aquí a problemas políticos de fondo y, portanto, temibles. Conciérnen a las formas de organizaciónque durante mucho tiempo ha revestido el movimiento obre-ro -las internacionales obreras basadas en la subestima-ción considerable de la realidad nacional- y que han con-ducido, todas ellas, a reproducciones de .las opresiones ydominaciones nacionales en el seno mismo del movimientoobrero: Pero también co;'ciemen a la postura política dela UI Internacional, Y.por consiguiente. del «marxismo or-

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todoxo», frente a la cuestión nacional: en e! mejor de loscasos (LeninY, el derecho a la' autodeterminación nacional,debe ser reconocido siempre, pero no debe ser sostenidomás que si corresponde a los intereses de! "proletariadointernaciona¡". Es la concepción profundamente instrumen-tal de la nación, que subestima la materialidad nacional ycontribuye a todos los abusos conocidos: supone la existen-cia originaria de un proletariado' internacional sustanciali-zado' y plantea, por tanto, la cuestión de quién define susintereses, de qúién manifiesta mejor su esencia y puedehablar en su nombre (su vanguardia, la que ha realizadoesa esencia, la Revolución). Cuestión que sólo puede condu-cir a abusos, ante todo por ser falsos los términos en queestá planteada.

Pero hay más: e! Estado,' que desempeña un papel de-cisivo en la organización de la nación moderna, tampocoes una' esen.cia; ni sujeto de la historia, ni 'simple objeto-instrumento de la clase dominante; es la condensación --des-de el ,punto de vista de su naturaleza de c1ase- de una re-lación de fuerzas que es una relación de clase. Este terri-'torio y esta historia que, e! Estado cristaliza consagran ladominación de la variante burguesa de la matriz espacio-temporal sobre su variante obrera, la dominación de la his-toricidad burguesa' sobre la historicidad obrera. Pero la his-toria obrera, sin reabsorberse por eso en él, marca con susello al Estado, precisamente en su aspecto nacional. EsteEstado es también, en su armazón institucional, e! resulta-do del proceso nacional de la lucha de clases, es decir, dela lucha de la burguesía contra la clase obrera, pero tam-bién de la clase obrera contra la burguesía. Lo mismo quela' cultura, la lengua o la historia nacionales, el Estado esun campo estratégico roturado de parte a parte por las lu-'chas y resistencias obreras y populares que están' inscritasen él, aunque de manera deformada, y se abren paso siem-pre bajo la losa de silencio que e! Estado abate sobre lamemoria obrera. El Estado nacional, como objetivo de lasluchas obreras, es también reapropiación por la clase obre-ra de su propia historia. Esto, que desde luego no puedellevarse a cabo sin transformación del Estado, 'plantea tam-bién la cuestión de una cierta permanencia de este Estado,

142 Nicos Poulantzas

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bajo su aspecto nacional, en la transición al socialismo: per-,manencia no sólo en el sentido de una lamentable supervi-vencia, sino también en el de una necesidad positiva parauna transición al socialismo,

Estas observaciones no agotan las cuestiones, ni conmucno, y las que quedan son numerosas: a) la relación' conla nación, muy particular, de las otras clases sodales deuna formación capitalista (pequeña burguesía,añtigua ynueva, clases del campesinado) y de categorías socialescomo la burocracia del Estado; b) el sentido político con-creto que, según los estadios y las fases del capitalismo, ytambién según las diversas coyunturas, reviste la naciónpara la clase obrera y su lucha, yen' particular el papelcrucial que reviste, en la fase actual del imperialismo, lalucha por la independencia nacional en los países domi.nantes, la lucha de liberación nacional en los países domi-nados; c) la ideología nacional obrera; a la vez como ex-presión justa del internacionalismo y como efecto sobre laclase obrera del nacionalismo burgués: nacionalismo bur-'gués que no habría podido tener sobre la clase obrera losterribles y masivos efectos que tuvo, conduciéndola a lasmatanzas ,de .las guerras nacionales-imperialistas, si no re-posase sobre la materialidad de la constitución y de la luchade la clase obrera, si no se articulase sobre el aspecto autén-ticamente obrero de la ideología nacionaL

No entraré en el examen de estas cuestiones: las obser-vaciones precedentes indican la vía a seguir para su trata-miento. Permiten explicar la extrabrdinaria permanencia y,resistencia de la nación moderna, a través de todas las mo-dificaciones de los diversos sistemas de organización del'espacio político, Dado su anclaje en matrices materiales, lanación moderna no puede ser superada más que por la sub-versión radical de las relaciones de producción y de la di-'visión social del trabajo por las que dichas matrices soninducidas. Lo cual contribuye a explicar las formas quereviste la cuestión nacional en los países del Este: no por-que la nación pueda, o deba, ser abolida por el socialismo,sino porque las formas prodigiosas de opresión nacional quecaracterizan tanto a las relaciones entre esos países (entre

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la URSS y las"otras democracias populares) como a las re:laciones en cada uno de ellos (opresión de sus minoríasnacionales) rio puede por menos de remitir -en parle, peroen parte sin duda fundamental- a los «aspectos capitalis-tas» de sus relaciones de prod~cción, de su división socialdel trabajo, de sus Estados."

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SEGUNDA PARTE

LAS LUCHAS POLITICAS:EL ESTADO, CONDENSACION

DE UNA RELACION DE FUERZAS

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Hemos visto hasta ahora la necesidad de relacionar la ar-mazón institucional del Estado con las relaciones de ,pro-ducción y la división social del trabajo capitalistas, El es-tablecimiento de esa conexión era ya una primera manerade poner en relación al Estado con las clases sociales y lalucha de clases.

Este último punto es el que desarrollaré ahora, haciendoun análisis del Estado en términos de dominación política -¥ii' de .lucha política. Una teoría del Estado capitalista nopuede construir su objeto refiriéndose solamente a las re-laciones de producción, sin que la lucha de clases en lasformaciones sociales intervengan más que como simple fac- .10r de variación o de concretización de este Estado, tipoideal, en talo cual Estado concreto. Si esa teoría no puedeser un simple recorrido o trazado de la genealogía del Es-tado capitalista, tampoco es posible a menos que expliquela reproducción histórica de este Estado: Estado en tal o "tcual estadio o fase del capitalismo (Estado liberal, Estado .intervencionistá, estatismo autoritario actual), _formas de Ii'Estado de excepción (fascismos, dictaduras militares, bona-partismos), formas de regimenes de este Estado. Una teoría .¡del Estado capitalista debe ser capaz de explicar las me- •..,tamorfosis de su objeto. . - .,.r. Ello' requiere, ante todo, considerar las transformaciones 1¡de las relaciones de producción. Confrontar al Estado con _esas relaciones significa ya. lo siguiente: las .transformaCiO- .nes del Estado en su periodización histórica fundamental(estadios y fases del capitalismo: estadios competitivo e im-perialista -capitalista monopolista, fases de este último-)remiten a modificaciones sustanciales de las relaciones de 1-prodUCCIóny de la división social del trabajo capitalistas.

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c9 'Nicos Poulantzas

Si su núcleo esencial persiste, por lo cual el Estado siguesiendo capitalista, ello no impide que experimenten trans-formaciones importantes a lo largo de la reproducción ca-pitalista.

Pero estas transformaciones remiten, por lo pronto, amodificaciones en la constitución y la reproducción de lasclases sociales, de su lucha y de la dominación política. Ellosirve ya para la periodización fundamental del Estado segúnlos estadios y fases del capitalismo: transformaciones queimplican modificaCiones importantes en el terreno de lá do-minación politica.Lo cual vale, igualmente, para las formasy regímenes precisos que 'reviste el Estado en el seno de unmismo estadio o de una misma' fase del capitalismo, según'las diversas formaciones sociales: tal o cual forma de par-lamentarismo, de presidencialismo, de fascismo o de dicta-,dura militar. Por consiguiente, las relaciones de clase están

" presentes, a la vez, en las transformaciones del Estado segúnlos estadios o fases del capitalismo, según las transforma-ciones de las relaciones de producción/división social deltrabajo implicadas por aquéllas, 'y' en las formas diferencia,les que reviste el Estado en un estadio o fase caracterizadospor las mismas ¡'elaciones de producción.

.r De' ahí el problema: construir una teoría del Estado ca-,~ pitalista que, partiendo de las relaciones de producción, ex-

plique, por la estructura' fnisma de su objeto, su.reproduc-ción difercncialen función de la, lucha de clases. Si insistocon tanta fuerza en estos puntos ,no es por casualidad: sedebe a que el teoricismo formalista en la teoría del Estadopuede tomar diversas formas. Hasta aquí se ha de,scartadouna de ellas: la que consiste en construir el objeto de una

. teoría del Estado capitalista vinculando al Estado única-mente con las relaciones de producción consideradas en elsentido de estructura económica, sin hacer intervenir la'lucha de clases y la dominación política más que a poste-riori, a fin de explicar las concreciones-singularidades se-

, cundarias de este Estado en la realidad histórica. Concep-'kJión que conduce a subestimar las formas espeCíficas 'de

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Pero el teoricismo formalista puede tomar también' unaforma diferente que conduce al mismo' 'resultado. Forma,que nos interes~ aquí muy particularmente porque conCier-ne, esta vez, al planteamiento de la relación del Estado conla dominación política. Trata las proposiciones generales d~los clásicos marxistas sobre el Estado como una «teoríageneral,; (la teoría "marxista-leninista») del Estado, y ,'re-duce el Estado capitalista a una simple concreción del "Es-tado en general». En lo concerniente a la dominaciónpolí-tica dicha forma da lugar, más o menos, a las trivialidadesdogmáticas del siguiente género: todo Estado, es un Estadode clase; toda dominación política es una dictadura declase; el Estado capitalista es un Estado de la burguesía;"el Estado capitalista en general, y todo Estado capitalistaen particular, son una dictadura de la burguesía. Lo hemosvisto, últimamente todavía, en el debate sobre la dictaduradel proletariado en el seno del PCF' y en los argumentosesgrimidos por algunos de los partidarios del «manteni-miento» de esa noción, particularmente E.' Balibar en sureciente libro Sobre la dictadura del proletariado. _

Es evidente que con semejante análisis' la investi,gaciónno avanzará ni una pulgada. Es totalmente ineficaz en elanálisis de las situaciones concretas porque es incapaz de.esbozar una teoría del Estado 'capitalista que explique lasformas díferenciales y las transformaciones históricas deeste Estado como no sea invirtiendo los factores sin alterarei producto.

Las carencias de ese análisis tienen' consecuencias polí-ticas incalculables: resultado y efecto concomitante de lasimplificación-dogmatización estaliniana sobre la cuestióndel Estado, ha conducido a desastres políticos, particular-mente en relación con la estrategia escogida para hacer fren- .•te al avance del fascismo, en el período de entreguerras,traduciéndose en la estrategia de la Komintern'llamada del« socialfascismo», basada muy exactamen te en esa mismaconcepción del Estado' incapaz de distinguir entre la formade Estado democrático-pai-lamentario y esa forma específi-,ca de Estado que es el Estado fascista. Cuestión 'que hetratado en 'otro lugar y sobre la cual, por consiguiente, noinsistiré, salvo para indicar, incidentalmente, que esta con-

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1 En Nouveau fascisme, nouvelle démocratie, Iiúmero especial deTemps Modernes, febrero de 1972.

La urgen-cia teórica es, por tanto, la siguie"nte: captar lainscripción de la lucha de ciases, y mds particularmente dela lucha y de la dominación' políticas, en la armazón insti.tucional del Estado (en este caso, la de la burguesía en laarmazón material del Estado capitalista) de manera quelogre explicar las formas diferenciales' y las transformacio-nes históricas de este Estado. También aquí el Estado tiene ..un papel orgánico en la lucha y la dominación políticas: elEstado capitalista constituye' a la burguesía en clase políti-cam~nte dominante. Es cierto que la lucha de clases tienela primacía sobre los aparatos, en este caso sobre el apara-

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cepción estaliniana de! Estado se -volvia a encontrar, últi:mamen te, en e! texto de A_Glucksmann, «Le fascisme qmvient d'en haut»', donde se idcntificaba al Estado francésen 1972 con un fascismo de nuevo tipo. Como es sabido,Glucksmann ha pasado después -del neo-estalinismo al anti-marxismo más trasnochado,. pensando probablemente quesus lucubraciones de entonces eran «culpa de Marx». Se.ñalaré, no obstante, que la necesidad de una. teoría delEstado capiti,lista capaz de explicar sus formas diferencia-les no se refiere sólo a esas grarides diferencias represen-tadas por el Estado democrático-parlamentario y el Estado.de excepción, sino que tiene mayor .alcance. Es necesarioexplicar las diferencias en e! seno mismo del Estado capi-.talista de excepción: en La crisis de las dictaduras he inten-tado mostrar que las diferencias entre. fascismo y dicta.duramilitar son decisivas en cuanto a la estrategia política aseguir. Esta cuestión fue capital para España, Portugal yGrecia, y no lo es menos, como testimonia la discusión enla izquierda sudamericana, para algunos regímenes actualesde América Latina. Pero también es necesario poder esta-blecer las diferencias entre las mismas formas democrático-parlamentarias de este Estado: ¿quién no recuerda los fra-casos políticos a los que condujo, durante cierto tiempo, laimposibilidad de captar la especificidad del Estado gaullistaen Francia?

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~'d:;':::":":::o" ~ mm d,"""b",,""'"i:,ti~~,lya en clase política dominante al margen o antes de un Es-'tado creado por ella a su conveniencia, que sólo funcionáríacomo simple apéndice de esa dominación. El citado papeldel Estado está inscrito igualmente. en su materialidad ins-titucional: se trata de la naturaleza de clase del Estado. Paraestudiarla seriamente hay que esclarecer este papel del Es-tado, tanto con respecto a las clases dominantes como conrespecto a las clases dominadas.

Es lo que intentaré hacer, permaneciendo siempre en unplano bastante genera\; las observaciones que siguen ten,drán su plena ilustraci6n en el análisis de la forma actualdel Estado, el estatismo autoritario, en .el lugar correspon-diente.

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1. EL ESTADO Y LAS CLASES DOMINANTES

Respecto a las clase.s dominantes, 'y,en particular a la bur-f guesía, el Estado tiene un papeIPrincip. al de organización,tRepresenta y organiza la clase o clases .dominantes, repre-sentay organiza, en suma, el interés políiico a largo plazodel bloque en' el poder, compuesto de varias fraccion'es declase burguesas (porque la burguesía se divide en fraccio-nes de clase), donde a veces participan clases dominantespertenecientes a otros modos de producción .pero presentesen la formación social capitalista: un .caso clásico, todavíahoy, en los países dominados y dependientes, es el de losgrandes terratenientes, Organización, pues, por medio delEstado, de la unidad conflictiva de la alianza en el podery del equilibrio inestable de los compromisos entre sus com-ponentes, cosa que se realiza oajo la hegemonía y dirección,

t,en ese bloque, de una de sus clases o fracciones, la clasel o fracción hegemóilÍca,'-' El Estado constituye, P~I1,to, la unidad politil:"selas clases dominantes: ins.t'ill,mestas cIases como claseLgo- 'minañles.-¡;:'ste papel fundamental de organizaciÓn 'Do con-éie;:ne or otra parte, a un solo aparato o rm del Estado

~ os partidos po Ilicos , sino, en, grados y a títulos diversos,al conjunto de sus aparatos, incluidos los aparatos represi-vos por excelencia (ejército, policía, etc,), que también par-ticipan en este papel. El Estado puede cumplir este papel. f de organización y de.unificación de la burguesía y del bloque

. en d poder en la medida en que, J?osee uná autonomía re-ir. lattva respecto a tal o cual fracclOn y componente de.M$e"" bloque, respecto a tales o cuale's intereses particulares,~

nomía' constitutiva del Estado capitalista: remite a la ma-terialidad de este Estado en su separación relativa de lasrelaciones de producción, y a la especificidad de las clases

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y?e !a lucha de clases bajo el capitalismo que esa separa'¡r'"'"Clan upphca. .~ .. ;"~ '

Se trata de análisis que ya he hecho .en otro lugary sobré: ....los cuales no insistiré. Recordaré, simplemente, que' esios'.análisis no se aplican sólo, como a veces se cree,'a una ciertaforma de' Estado capitalista, y en particular al «Estado Ii-:bera!» del capitalismo comp~titivo. Conciernen al núcleoestructural de este Estado, y, por tanto, también a s{¡form'aen la fase presente del capitalismo monopolista. Este Esta: ..do, hoy como ayer, debe representar el interés político ..a .largo plazo del conjunto de la burguesía (el capitalismocolectivo como idea) bajo la hegemonía de una de sus frac,-ciones, en la actualidad,el capital monopolista: .

a) La burguesía se presenta siempre constitutivamente ...J', ,.,dividida en fracciones de clase: capital monopoli~ta y cai:lÍ- _tal no monopolista (porque el capital monopolista no es unaentidad integrada, sino que designa un proceso contradic-torio y desigual de «fusión" entre diversas fracciones delcapital), fraccion,amientos reiterados si se tienen en cuenta., _las coordenadas actuales de internacionalización del capital.

b) Estas fracciones burguesas se sitúan,' en su conjun-to, aunque en grados cada vez más desiguales, en el terreno '.de la dominación política, y por consiguiente .forman' parte.siempre del bloque en el poder. Contrariamente ':a lo que ."afirman ciertos análisis del capitalismo monopolistá de '.Es•.tado del PeF, no es. el capital monopolista' el único' que' .ocupa el t~rreno de la dominación política. .. '

e) El Estado posee siempre una autonomía 'relathracon"respecto a tal o cual fracción del bloque én el poder (h;clu, ,so con respecto a talo cual fracción del propio capital.mo: : .nopolista) a fin de asegurar la organización del interés gé',. neral de la burguesía bajo la hegemonía de una, 'de 'susfracciones. Contrariamente, d~ nuevo; a ciertos análisis del ..capitalismo' monopolista de Estado, no se trata ni .de tiriaJ"«fusión» del Estado y de los monopolios (análisis yaab. an', ....donado por el PeF), ni tampoco. hablando en sentido rigu-"roso~de su «unión» (ni siquiera contradictoria) en un «me,,:

'~canismo único».

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2 Ya he indicado en la Advertencia, de este texto que sólo habloaquí en mi propio nombre..Pero muchos trabajos van en el mismosentido. Me limito a señalar los de Chr. Buci-Glucksmann y M. Cas-leíls"

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Nicos Poúlanlzas•~

¥~)d) Todo esto sigue siendo cierto, inclusó si las formas

'actuales de! proceso de monopolización y la hegemonía par-ticular del capital monopolista sobre e! conjunto de la bur-gUesía imponen, indudablemente,. una restricción de la auto-nomía del Estado respecto al capital monopolista y delcampo de compromiso entre éste y otras fracciones de laburguesía.

¿Cómo se establece concretamente esa E£!ítica del Esta-

f¡dOen favor del bloque burgués en el-Poder? ----------.- Preclsandoalgunas de mis-formulaciones anteriores, diré

'[cIue el Estado, capitalista en este caso, no debe serconside-. rado como una entidad intrínseca, sino -al igual que su-

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' cede, por. lo demás, con el «capital,,- como una relación,más exactamente como la condensación material de una

. relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase, tal¡Ji ~ como se expresa, siempre de fárma específica, en el seno•~ del Estado 2.

, Todos los términos de la formulación' precedente tienen.f una importancia propia yes necesario detenerse en ellos.. Ante todo, sobre el aspecto del Estado cómo condensación11í\< ge una relación: captar. e! Esiado de esta manera es evitarQ los atolladeros del eterno ~eudo-~a de la discusión so-

bre. el Estado, c;!!!reel Estado c~szQL<!.Q_£.Qmo~instru;~ y el E~do concebí do como Sujeto. El Estado comoosa: es la' vieja concepción instrumentalista del Estadoinstrumento pasivo, si no neutro, totalmente manq,uladopor una sola clase o fracción, en cuyo caso no ~~noceal Estado ninguna' autonomía .. El Estado como Sujeto' laautonomía del Estado, considerada aquí como abso uta, se.reduce a su voluntad 'como instancia 'racionalizante de lasociedad civil. Concepción que remonta. a Hegel y ha sidorecogida por Max Weber y la corriente dominante de la so.,

/..cjQ10gíapolítica (la corriente «instituciop.alista-funciónalis-ta»). Esta concepción co'nfiere dicha autonomía al pod¡-;r..",....

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El Estado y las clases dominantes

propio supuestamente ostentado por el Estado ya los por-tadores de ese poder y de la racionalidad estatal:)a bur0~racia y las élites políticas, en especial.

Pero el Estado no es pura y simplemente una relación, b _la condensación de una relación; es a con ensaClOnma e. ~@

.-~ial y eSp'eclfícaf de una relación de fuerza .entre clases .!.1racciones de clase. .

La cuestión es de importancia y merece' que nos' deten-gamos en ella porque concierne a las recientes evolucionesteórico-políticas del partido comunista francés. Ese análisisdel Estado como condensación mliterial de una relación declase, yo la oponía a la concepción del Estado en los análi- -siscom;"nistas de la época relativos.Jll capitalismo mono-t)polista de Estado. Lo que yo criticaba, esencialmente,enesa concepción, era que llegaba a una visión del Estado «fu.sionado •. con el capital monopolista, Estado que careceríade toda autonomíá y estaría únicamente al servicio de losmonopolios;!a criticaba, en suma por compartir la concep-ción instrumentalista del Estado. Pero le hacía también otracrítica: intentaba mostrar que esa visión de un Estado ma-nipulable, en último extremo y a voluntad por los moilOpó-lios, podía articularse perfectamente a una visión que sub-estimara la materialidad propia del Estádo. La materialidaa •de un Estado aprehendido como herramienta o instrumento ",Jvno tiene pertinencia política propia: se reduce al poder delEstado, es decir, a la clas,,"que maniI1ula ese instrumento.Lo(jile-¡mphca, en última instancia, que ese mismo instru-mento (con algunas modificaciones, pero secundarias) po-dría ser utilizado de otra manera por la clase obrera, me-diante un cambio del poder del Estado, para una transiciónal socialismo.

Por lo que respecta al primer punto, los análisis del PCFhan evolucionado. Puede comprobarse el camino recorridoen la obra colectiva de J. Fabre, Fr. Hincker y L. Seve Lescommunistes et rEtal, asi como en una serie de artículosde Fr. Hincker en La Nouvelle Critique.

Estas posiciones representan una evolución considera-ble porque rompen, después de un itinerario iniciado hacetiempo, con 1~_:o~c:Eción ins~rumentalista del Estado lega:

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, ',o" Y'Les. comntzúÚsús".€j .J'Etal, ]977, p. 13.~.. ,~. :.4,":)ara' una asimilaciÓn crítica. de la teoría," véase La NouvellcI Critique, 'nÚm. 93;- 1976,' así como' articulas .aparecidos en France

Nouvelle. Sobre estos temas hemos discuüdo con Hincker y Boceara,t .a propósito de la obra .colectiva Ll} crise de l'Etat (J976), en France~ Nóuvelle, 1 de noviembre de 1976, y en la Nouvelle Critrque, febrero~, de 19~7.Véase, en fin, el debate en la revista Reperes, enero de 1977L _

.~a. por el dogmatismo estaliniano. El. Estado es captadocomo condensación de una relaclOn: «El Estado, su política,

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SUSfÓrmas, sus estructuras, traducen, por tanto, los inte-reses de la clase dominante no de manera mecánica sinoa través de una relación de fuerzas' que hace de él una ex-pre'sión condensada de la lucha de clases .en desarrollo» '.Aun subrayando el alcance de esta evolución es necesarioseñalar que a propósito del segundo punto los análisis delPCF persisten todavía en subestimar la materialidad propiadel Estado, precisamente como aparato «especial»;

Esto aflora en la serie de artículos de Fr. Hincker', enlos'que se encuentran las observaciones teóricas más pro'fundas: 'me refiero a estos artículos a título de ejemplo por-

: que tratan de cuestiones que están en el centro del debate. que tiene lugar en el seno del comunismo europeo (tanto. en Italia como en España o en Gran Bretaña). Hincker serefiere a dos concepciones del Estado que, según él, se en-trecruzan en toda la "historia del movimiento marxista. Unaconcepción ,«estrecha» que considera que el Estado es, eneS,encía; un aparato, y una concepción. «amplia}}, "aceptadacomo correcta por Hincker,. que considera al Estado, sim-plemente, como expresión de una relación de clase. Ahorabien, la oposición entre las dos concepciones no está plan-

'teada Con exactitua. La cuestión no es oponer una concep-ción. que aprehende al Estado como un aparato a la que lopercibe como una simple. relación de clase, sino oponer una-concepción instrumeñtalista del Estado-Cosa a la gue loconsidera como la condensación material de una relaciónde fuerzas entre clases. El aspecto material del Estado comoaparato- no desaparece .del todo en la concepción del Estadocom'Q 'c.onden'sación de una. relación entre clases, contraria-ment'; a lo que parecen implicar los análisis de Fr. Hincker.La conexión del Estado con .las. relaciones de producción y

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156 Nicos Poulantzas

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El Estado y las clases dominantes 9/la división social del trabajo, concentrada en la separacióncapitalista entre el Estado y esas relaciones, es lo que cons-tituye la armazón materia! de sus instituciones: he inten-tado mostrarlo en la primera parte de este texto. El Estadono se reduce a la relación de fuerzas, presenta una opacidady resistencia propias. l!n. c~mbio en la relación de fuerza"entre clases tiene siempre, 'desae lue o, sus efectos en el 1Éstá-dü:"pero no se traduce de forma_diI:!'.£.t.ª_G.l!!!!.'-,,-_~ata:seaC1a¡Jfil"TaITlateriaIldad de sus diversos aparatos y sólo secrIStaliza en el Estado baJo una formareh:~_C!ª-.y Jifér~-cia:l-se~ sus aparatos. Un cambio del poder del EstadonObasta nunca para transformar la materialidad del apara-to del Estado: esa transformación depende, como essabido,Ade una operación y acción específicas. : --l

V~mos a la relación entre el Estado y las clases' so'~ciales. Lo mismo en la concepción del Estado como Cosa .queen la del Estado como Sujeto, es decir, en las concep-ciones del Estado como entidad intrínseca, la relación Esta-do-cIases sociales y, en particular, Estado-clases y fraccionesdominantes es captada como relación de exterioridad. O bienlas clases dominantes someten al Estado (Cosa) por un jue-

. go de ,<influencias» y de grupos de presión, o bien el Estado(Sujeto) somete a las clases dominantes. En esta relaciónde exterioridad, Estado y clases dominantes son considera- _ .,J.dA'dos siempre como entidades intrínsecas «confrontadas» en~~tre sí, la una "frente» a la otra, de las que una tendría todo .el poder que a la otra le. faltara, segú!1 una concepción tra-dicionaldel poder como cantidad dada en una sociedad: laconcepciórl del poder suma-cer~. O bien la clase dominanteabsorbe al Estado, vaciándolo de su poder propio (el Esta-do-Cosa), o bien el Estado opone resistencia a la clase do-minante y le retira el poder en su propio beneficio (el Est: t>do-Sujeto Y. árbitro entre las clases sociales, concepció~preferida de la socialdemocracia)_ .

Más aún: según la primera tesis, la del Estado-Cosa, lapolítica del Estado en favor de la burguesía se establece porel simple dominio sobre el Estado-instrumento de una solafracción de la burguesía, actualmente el capital monopolis-

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. ta, que comporta supuestamente una unidad política. encierto modo previa a la acción estatal. El Estado no desem-peña papel propio en la organización del bloque burguésen el poder ni posee ninguna autonomía con relación a laclase o fracción dominante o hegemónica. En la tesis del

\ Estado-Sujeto será el Estado, en cambio, dotado de volun-

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' tad racionalizan te, de poder propio y de una autonomíatendencialmente absoluta con relación a las clases sociales,siempre exterior a ellas, quien imponga «su» política, la dela burocracia o de las élites políticas, a los intereses diver-gentes y competitivos de la sociedad civil. .

Estas dos tesis no pueden así explicar el establecimientode la política del Estado en favor de las clases dominantes,.y tampoco llegan a percibir un problema decisivo: ~£de las

~ontradicciones internas .del Estado. En su perspectiva co-mún de una relación de exteriorIdad en tre Estado y clasessociales, el Estado aparece forzosamente como un bloquem<'nolítico, sin fisuras. Enclcasoael Estado-Cosa-;C¡ondeeI Estado parece dotado de una unidad instrumental intrín-seca, las contradicciones en SU seno no existen más quecomo tensiones ext.ernas (influencias, presiones) de las pie-zas y engranajes del Estado-máquina o instrumento, ya quecada fracción dominante o grupo de intereses barre parasí. Contradicciones secundarias, por tanto, en última instan-cia, simples fallos de la unidad casi metafísica del Estado,que no contribuyen al establecimiento de su política. Seconsidera, incluso, queja perturban, si bien provisionalmen-te; porque el centralismo instrumental del Estado, debido. al dominio sobre él de una clase o fracción, se restablecesiempre de modo, digamos, mecánico. En el caso del Estado-Sujeto, la unidad del Estado es la expresión necesaria desu voluntad racionalizan te, forma parte de su esencia frentea los fraccionamientos de la sociedad civil. Las contradic-ciones internas del Estado no pasan .de ser manifestacionessecundarias, accidentales y episódicas, debidas esencialmen-. te a fricciones o antagonismos entre diversas élites políticaso grupos burocráticos que encarnan su voluntad unificado-ra. Allí, las contradicciones de clase: son exteriores al Esta-do; aquí, las contradicciones del Estado son exteriores a lasclases sociales. '.

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Ahora bien, .<:.1. establecimiento de la política del Estadoen favor del bloque en el poder, el funcionamiento concretode su autonomía relabva y su papel de organización, estánorgánicamente ligados a esas fisuras, divisiones y contra-dicciones internas del Estado, que no pueden representarsimples accidentes disfuncionales. El establecimiento de la ,política del.Estado debe ser considerado como el resultado \de las contradicciones de clase inscritas en la estructura. misma del Estado (Estado-relación). Captar el Estado comola condensación de una relación de fuerzas entre clases yfracciones de clases tal como éstas se expresan, siempre de.modo específico, en el seno del Estado, significa que el Es-tado está constituido.divididode parte a parte por las con-tradicciones de clase. Esto significa que una institución, elEstado, destinada a reproducir las divisiones de clase noes, y no puede ser nunca, como en las concepciones del Es-tado.Cosa o Sujeto, un bloque monolítico sin. fisuras, cuyapolítica se instaura, en cierto modo, pese a sus contradic-ciones, sino que está dividido. No basta con decir, simple~mente, que las contradicciones y las luchas atraviesan elEstado, como si se tratara de horadar una sustancia yaconstituida, o de medir un solar ya existente. Las cong-a-dicciones de clase constituyen el Estado, están presentes ensi",'a~mazón materiáI;Yestructi:ifan asíSü organización: lapolitica del 'EStado es clefecio de su füñciOnái1íleíitOeneIseno'aclEstado. _ _. '- ..--L~'scontradicciones de clase -no deteniéndonos, de mo-mentó, más que en las existentes entre las fracciones delbloque en el poder- revisten en el seno del Estado la for-ma de contradicciones internas entre los aparatos y ramasdel Estado, y en el seno de cada' uno de ellos, según líneasde dirección a la vez horizontales y verticales. Si esto es asíse debe a que las diversas clases y fracciones del bloque enel poder no participan en la dominación políiica más queen la medida de su presencia en el Estado. Cada rama oaparato del Estado, cada panel de los mismos de arribaabajo (porque frecuentemente, bajo su unidad centralizada,están desdoblados y escindidos), cada uno de sus nivelesconstituyen, a menudo, la sede del poder y el representanteprivilegiado de tal o cual fracción del bloque en el poder,

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o de una alianza conflictiva de algunas de esas fraccionescontra las otras, en una palabra, la concentración-cristaliza-ción específica de tal o cual interés o alianza de interesesparticulares. Ejecutivo y parlamento. ejército, magistratura,diversos ministerios, aparatos regionales, municipales y apa-rato central, aparatos ideológicos, divididos' a su vez encircuitos, redes y casamatas distintos, representan por ex.celencia, a menudo, y según las diversas formaciones socia.les, los intereses divergentes de cada uno o de ciertos com-ponentes del bloque en el poder: grandes terratenientes(caso de numerosas formaciones sociales dominadas y de-pendientes), capital no monopolista (y talo cual fraccióndel mismo: comercial, industdal, bancario), capital mono-polista (y talo cual fracción de éste: eapital monopolistade predominio bancario o industrial), burguesía internacio-nalizada o burguesía interior.

r. Las contradicciones en el seno de las clases y fracciones'1 dominantes, las relaciones de fuerzas en el seno del bloqueen el poder, que reclaman precis.amente la organización dela unidad de este bloque por intermedio del Estado, existen,pues, como relaciones contradictorias anudadas en el senodel Estado. El Estado, condensación material de una rela-ción contradictoria, no organiza la unidad política del blo-ID que e.n el poder desde el exterior, resolviendo con su simple

. existencia y a distancia las contradicciones de clase. Muy alcontrario, es el juego de estas contradicciones en la mate.

~ rialidad del Estado el que hace posible, por paradójico que'\.. pueda parecer, el papel de organización del Estado.. Hay que abandonar asi, definitivamente, una visión delEstado como dispositivo unitario de arriba abajo, fundadoen una distribución jerárquica homogénea de los centros de'poder, en escalonamiento uniforme, a partir del vértice dela pirámide hacia la base. La homogeneidad y la uniformi-dad del ejercicio del poder serían garantizadas por la re.glamentación jurídica interna deL Estado, por la ley cons-titucional o administrativa que fijaría los límites de losterrenos de acción y de competencia de los diversos apara-tos. Imagen completamente falsa: lo cual no significa, claroestá,. que el Estado actual no p'Dsea una trama jerárquica

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y burocrática, ni tampoco que no se caracterice por el cen-tralismo, sino que estos componentes no se parecen en ab-soluto a su imagen jurídica (ni en Francia, país del ja-cobinismo centralizador en la tradición de la monarquíaabsolutista, ni en ningún otro sitio).

Se comprende así por qué el establecimiento por e! Es-tado actual del interés político general y a largo plazo de!bloque en el poder (su papel de organización en el equili-brio inestable de los compromisos), bajo la hegemonía detalo cual fracción del capital monopolista, el funcionamien-to concreto de su autonomía relatü¡a y también los límitesde ésta frente al capital monopolista, en una palabra, lapolítica actual del Estado,. es el resultado de esas contra-dicciones interestatales entre ramas y aparatos del Estadoy en el seno de cada uno de ellos. De lo que se trata, portanto, en definitiva, es:

1. De un mecanismo de selectividad estructural por unaparato de información dado, y de medidas adoptadas porlos otros. Selectividad implicada por la materialidad y lahistoria propias de cada aparato (ejército, aparato escolar,magistratura, etc.) y por la representación específica en suseno de talo cuai interés particular, en suma, por su lugaren la configuración de la relación de fuerzas .

2. pe un curso contradictorio de decisiones, y tambiénde «no decisiones», por las ramas y los aparatos del Esta-do. Estas no decisiones, o sea, un cierto grado de ausenciasistemática de acción del Estado -que no son un dato co-yunturaL sino que están inscritas en su estructura contra-dictoria y constituyen uno de los resultados de dichas con-tradicciones- son tan necesarias a la unidad y a la orga-nización del bloque de poder cómo las medidas positivasemprendidas por él.

3. De una determinación -presente en la armazón or-ganizativa de tal o cual aparato o rama del Estado segúnsu materialidad propia y los intereses que represente- delas prioridades y también de las contraprioridades. Ordendiferente para cada aparato y rama, red o nivel de cada unode ellos, según su lugar en la configuración de la relación

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de fuerzas: series de prioridades y de contraprioridades con-tradictorias entre sí.

4. De una filtración escalonada por cada rama y apara-to, en el proceso de adopción de decisiones, de las medidaspropuestas por los otros o de la ejecución efectiva, en susdiversas modalidades, de las medidas tomadas por los otros.

,S. De un conjunto de medidas puntuales, conflictivasy compensatorias frente a los problemas del momento.

La política del Estado se eSlablece así por un proceso~ efectIvo de contradicciones in.!~latales, y precisamente

por esto a un primer nivel y a corto plazo, desde el puntode vista, en suma, de la fisiología micropolítica, esa políticaaparece prodigiosamente incoherente y caótica. Aunque unacierta coherencia se establezca al final del proceso, el papelde organización que corresponde al Estado está muy marca.do por límites estructurales. Estos muestran, en particular,el carácter ilusorio de las concepciones de un capitalismoactual «organizado», es decir, que haya logrado superar suscontradicciones por mediación del Estado: ilusiones que co-inciden con las referentes a las posibilidades efectivas deuna planificación capitalista. Estos límites del papel orga-nizador del Estado no le son impuestos sólo desde el exte-rior. No conciernen sólo a las contradicciones inherentes alproceso de reproducción y de acumulación del capital sino,igualmente, a la estructura y a la armazón material del Es-tado que, al mismo tiempo, hacen de él el lugar de organi-zación del bloque en el poder, permitiéndole una autonomíarelativa respecto a talo cual de sus fracciones.

Esa autonomía no es, pues, una autonomía del Estadofrente a las fracciones del bloque en el poder, no es funciónde la capacidad del Estado de seguir siendo exterior a esasfracciones, sino el resultado de lo que sucede en el Estado.Se manifiesta concretamente -dicha autonomía- por lasdiversas medidas contradictorias que cada una de esas cla-ses y fracciones -a través de su presencia específica en elEstado y del juego ,de contradicciones que resulta- consi-gue hacer adoptar por la política estatal, aunque sólo seabajo la forma de medidas negativas: o sea, a través de opo-

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En una palabra, captar el Estado como condensación ma-terial de una relación de fuerzas, significa que hay que cap-tarlo también como un campo y un proceso estratégicos, [f\donde se entrelazan nudos y redes de poder, que se articu- ~lan y presentan, a la vez, coutradicciones y desfases entresí. De ello derivan tácticas cambiantes y contradictorias,

siciones y resistencias a la-adopción o ejecución efectiva de .....medidas en favor de otras fracciones del bloque en el poder(así sucede, actualmente, en particular, con las resistenciasdel capital no monopolista frente al capital monopolista).Esa autonomía del Estado con respecto a talo cual fraccióndel bloque en el poder existe concretamente, por consiguien-te, como autonomía relativa de tal o cual rama, aparato ored del Estado con relación a otras.

Cierto, esto. no significa que no existan proyectos polí- ~ticos coherentes de los representantes y del personal polfti-co de las clases dominantes, ni que la burocracia del Estadono desempeñe un papel propio en la orientación de la políti-ca del Estado. Pero las contradicciones en el seno del bloqueen el poder atraviesan, según líneas de separación comple-jas y según las diversas ramas y aparatos del Estado (ejér-cito, administración, magistratura, partidos políticos, Igle-sia, etc.) la burocracia y el personal del Estado. Mucho másque con un cuerpo de funcionarios y de personal estatal uni-' Ji"tario y cimentado en tomo a una voluntad política unívoca,hay que habérselas con feudos, clanes y facciones diversas,en una palabra, 'con una multitud de micropolíticas diversi-ficadas. Por coherentes que cada una de ellas, tomada aisla-damente, pueda parecer, no, dejan de ser contradictorias en-tre sí, y la política del Estado consiste, esencialmente, en elresultado de su choque recíproco y'no en la aplicación-más o menos lograda- de un proyecto global de la cum-bre del Estado. El fenómeno sorprendente y permanente delos virajes repentinos de la política gubernamental, com-puesta de aceleraciones y frenaz.os, retrocesos, vacilaciones yJconstantes cambios de rumbo, no se debe a una incapacidad,en cierta forma congénita, de los representantes y del altopersonal burgués, sino que es la expresión necesaria de laestructura del Estado.

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cuyo objetivo general o cristalización institucional tomancuerpo en los aparatos estatales. Este campo estratégico estáatravesado por tácticas frecuentemente muy explícitas alnivel limitado de su inscripción en el Estado, tácticas quese entrecruzan, luchan entre sí, encuentran puntos de im-pacto en ciertos aparatos, son cortocircuitadas por otras yperfilan finalmente lo que se llama «la politica» del Estado,línea de fuerza general que atraviesa los enfrentamientos enel seno del Estado. A tal nivel, esta política puede ser, cier-tamente, descifrable como cálculo estratégico, pero máscomo resultado de una coordinación conflictiva' de micro-politicas y tácticas explicitas y divergentes que como formu-lación racional de un proyecto global y coherente.

No por ello constituye el Estado un simple acoplamientode piezas sueltas; presenta una unidad de aparato, que sedesigna habitualmente con el término de centralización ode centralismo, referido esta vez a la unidad, a través de susfisuras, del poder del Estado. Ello se traduce en su políticaglobal y masiva en favor de la clase o fracción hegemónica,en la actualidad el capital monopolista. Pero semejante uni-dad del poder del Estado no se establece por un dominiofísico de los portadores del capital monopolista sobre el Es-

(tado y por su voluntad coherente. Esa unidad-centralización

. está inscrita en la armazón jerárquico-burocratizada del Es-tado capitalista, efecto de la reproducción en el seno delEstado de la división social del trabajo (incluida bajo laforma trabajo manual-trabajo intelectual) y de su separa-ción específica de las relaciones de producción. Resulta tam-bién de su estructura de condensación de una relación defuerzas, y por consiguiente del lugar preponderante en suseno de la clase o fracción hegemónica sobre las otras cIa-ses y fracciones del bloque en el poder. Esa hegemonía enla relación de fuerzas no sólo está presente en el seno delEstado, sino que, de la misma manera que el bloque en elpoder no puede funcionar a la larga más que bajo la hege-monía y dirección de uno de sus componentes que lo ci-mente frente al enemigo de clase, el Estado refleja esa si-tuación. Su organización estratégica le destina a funcionarbajo la hegemonía de una clase o fracción en su propioseno. El lugar privilegiado de esa clase o fracción en el

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~~----------------------Estado es, al mismo tiempo, un elemento constitutivo dejsu hegemonía' en la constelación de la relación de fuerzas.

La unidad-centralización del Estado, actmilmente en fa-vor del capital monopolista, se establece, pues, mediante unproceso complejo: mediante transformaciones instituciona-les del Estado de tal tipo que ciertos centros de decisión,dispositivos y nudos dominantes sólo puedan ser permea-bles a los intereses monopolistas, instaurándose como cen-tros de maniobra de la política del Estado y como nudos deestrangulamiento de las medidas tomadas «en otro lugar»(pero dentro del Estado) en favor de otras fracciones delcapital. La relación de causalidad tiene aquí, por lo demás,doble sentido: no sólo la clase o fracción hegemónica ins-taura en aparato dominante a aquel que cristaliza ya, porexcelencia, sus intereses, sino que todo aparato dominantedel Estado (dominación que puede ser debida a diversasrazones, corresponder, en particular, a relaciones de hege-monía anteriores y a la historia del. Estado concreto encuestión) tiende, a largo plazo, a ser la sede privilegiada delos intereses de la fracción hegemónica y a encarnar las mo-dificaciones de la hegemonía. Esa unidad se estabkce me-diante toda una cadena de subordinaciones de ciertos apa-ratos a otros, y mediante la dominación de un aparato orama del Estado (el ejército, un partido político, un minis-terio, etc.), aquel que cristalice por excelencia los interesesde la fracción hegemónica sobre otras ramas o aparatos,centros de resistencia de otras fracciones del bloque en elpoder. Este proceso puede tomar también la forma de unaserie de subdeterminaciones y de duplicaciones de ciertosaparatos por otros; la de desplazamientos de funciones yde esferas de competencia entre aparatos y de desfases cons-tantes entre poder real y poder formal; la de una efectivared transestatal que agrupe bajo su mando y cortocircuite,a todos los niveles, a los diversos aparatos y ramas del Es-tado (como sucede con la DATAR actualmente en Francia),red que cristalice por excelencia, por su propia naturaleza,los intereses monopolistas; finalmente, mediante la trans-formación de la organización jerárquica tradicional de laadministración del Estado, puede tomar la forma de circui-tos de formación y de funcionamiento de cuerpos-destaca-

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Estos análisis permiten plantear ya un problema impor-tante relativo al acceso de las masas populares y de sus or-ganizacionespolíticas al poder, en una perspectiva de tran-sición al socialismo. Es un proceso que no puede, cierta-mente, detenerse en la tóma'de! poder estatal y debe exten-derse a la transformación delos aparatos del Estado: perosupone, siempre, la toma del'póder del Estado.,

mentos especialesde altos funcionarios del Estado, dotadosde un' alto grado de movilidad no sólo interestatal sino,'igualmente, entre el Estado y los asuntos monopolistas (x,ENA), cuerpos que, por intermedio siempre de transforma-ciones institucionales importantes (papel actual de los fa-'mosos gabinetesministerialesi'del Comisariado del Plan, et-cétera) están encargados de,(y obligados a) aplicar la polí-tica en favor del capital monopolista.

a) Dada la complejidad ,de,articUlación de los diversosaparatos del Estado ydé sus ramas, lo que frecuente-mente se traduce en una distinción entre poder real ypoder formal (el pod,,¡';'aparente, de la escena polí-tica), una ocupación delgobierno por la izquierda nosignifica, ni forzosa ni, automáticamente, que la iz-quierda controle los aparatos de! Estado, y ni siquieraalgunos de ellos. Tantci':ináscuanto que esa organiza-ción institucional detEstado permite a la burguesía,en e! caso de que las masas populares lleguen al po-der, permutar los lugares del poder real y del poderformal. ','

b) Incluso en el caso de,Jl.ue la izquierda en el poderademás de ocupar el gobierno controle realmente ra-mas y aparatos del Estado, no controla forzosamenteaquéllos, o aquél de eJlós, que desempeñan el papeldominante en el Estado 'y constituyen, por tanto, elpivote central del poder real. La unidad centralizadade! Estado no reside :eli una pirámide cuyo vérticebastaría con ocupar para asegurarse e! control. Másaún: la organización institucional del Estado permite

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a la burguesía permutar el papel dominante de unaparato a otro en el caso de que la izquierda que ocu-pe el gobierno consiga controlar el aparato que hastaese momento desempeñaba el papel dominante. Dichode otra manera: esa organización del Estado burguésle permite funcionar por medio de deslocalizacionesy desplazamientos sucesivos, que hacen posible la re-tirada del poder de la burguesía de un aparato parapasarlo a otro: el Estado no es un bloque monolíticosino un campo estratégico. Esa permutación del papeldominante entre los aparatos del Estado, dada la ri-gidez de los mismos que los hace refractarios a unasimple manipulación por la burguesía, no se hace,ciertamente, de la noche a la mañana, sino que sigueun proceso más o menos largo: dicha rigidez y au-sencia de maleabilidad pueden actuar también en con-tra de la burguesía y dejar un respiro a la izquierdaen el poder. Pero no por ello dicha permutación tien-de menos a reorganizar la unidad centralizada del Es-tado en torno al nuevo aparato dominante, centro-re-fugio por excelencia del poder burgués en el seno delEstado, mecanismo constantemente en acción a todolo largo de una situación de izquierda en el poder. Me-canismo complejo, que puede revestir varias formas,algunas paradójicas: en particular el papel decisivoque repentinamente comienzan a desempeñar apara-tos-instituciones cuya función hasta ese momento ha-bía sido perfectamente secundaria cuando no simple-mente decorativa: la Cámara de los Lores de Inglate-rra, haciendo fracasar recientemente los proyectos denacionalización del gobierno laborista, magistraturas-tribunales que descubren tener de golpe vocacionesirresistibles de garantía de la «legalidad» (Allende),diversos consejos constitucionales, etc.

e) Pero eso no es todo: las contradicciones internas ylas dislocaciones entre poder real y poder formal nose sitúan sólo entre los diversos aparatos y ramas delEstado, sino igualmente en el seno de cada uno deellos, en el sentido de que el centro real de poder en

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tomo al cual se organiza' cada aparato, no se sitúatampoco en el vértice de su jerarquía, tal como apa-rece en la escena de la función pública: esto es válido'también para la administración, la policía o el ejér-

l. cito. Lo es tanto o más cuanto que tratándose de apa-ratos verticalmente centralizados hay que razonar entérminos de nudos y focos de poder real, situados enlugares estratégicos de las diversas ramas y aparatosdel Estado. Incluso cuando la izquierda en el poder.consigue controlar, en su jerarquía formal, los vérti-ces del aparato, o de los aparatos dominantes del Es-tado, queda por saber si controla realmente los nú-cleos de poder real.

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2. EL ESTADO Y LAS LUCHAS POPULARES

Las divisiones internas del Estado, el funcionamiento con-creto de su autonomia y el establecimiento de su politicaa través de las fisuras que lo marcan, no se reducen a lascontradicciones entre las clases y fracciones del bloque enel poder: dependen igualmente, e incluso sobre todo, del pa-pel del Estado con respecto a las clases dominadas. Losaparatos del Estado consagran y reproducen la hegemoniaestableciendo un juego (variable) de compromisos provisio-nales entre el bloque en el poder y algunas clases domina-das. Los aparatos del Estado organizan-unifican el bloquelen el poder desorganizando-dividiendo permanentemente alas clases dominadas, polarizándolas hacia el bloque en elpoder y cortocircuitando sus organizaciones politicas pro-pias. La autonomía relativa del Estado respecto a talo cualfracción del bloque en el poder es igualmente necesaria para Ji<la organización de la hegemonía, a largo plazo y en conjunto,del bloque en el poder con respecto a las clases dominadas.Para ello ímpone frecuentemente al bloque en el poder, oa talo cual de sus fracciones, los compromisos materíale1que son indispensables para dicha hegemonía.

Pero este papel dcI Estado con respecto a las clases do-minadas, lo mismo que su papel con respecto al bloque enel poder, no depende de su racionalidad intrínseca- como en-tidad «exterior» a las clases dominadas. Está inscrito igual-mente en la armazón organizativa del Estado como conden-sación material de una relación de fuerzas entre clases. ElEstado condensa no sólo la relación de fuerzas entre frac-ciones del bloque en el poder, sino igualmente la relaciónde fuerzas entre éste y las clases domúwdas.

Si los análisis precedentes sobre la relación entre el Es-tado y las clases dominantes parecen fácilmente aceptables,

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Así; la armazón material del Estado en su conexión conlas relaciones de producción, su organización jerárquico-bu-rocrática, reproducción en su seno de la división social deitrabajo, traducen la presencia especifica, en su estructura,

en la aplastante mayoría de los casos se tiene tendenciaa considerar que el Estado constituye, frente a las clases do-minadas, un bloque monolítico que se les impone desde fue-ra, y sobre el cual, por atraparte, no tienen impacto másque asaltándolo y cercándolo desde el exterior como unafortaleza impermeable y aislada de ellas. Las contradiccio-nes entre clases dominantes y clases dominadas quedaríanen contradicciones entre el Estado y las masas popularesexteriores al Estado. Las contradicciones internas del Esta-do no podrían deberse más que a las contradicciones entreclases y fracciones dominantes, dado que la lucha de lasclases dominadas no podría' ser una lucha presen te en el Es-tado, sino que consistiría, simplemente, en presiones sobreel Estado. De hecho, las luchas populares atraviesan al E's-tado de parte a parte y ello no se consigue penetrando desdefuera en una entidad intrínseca. Si las luchas políticas 'refe-rentes al Estado atraviesan sus aparatos es porque estas lu- ,chas están ya inscritas en la "trama del Estado, cuya confi-guración estratégica perfilan. Cierto, las luchas populares, ymás generalmente los poderes, desbordan con mucho al Es-tado: pero en la medida en que son (y aquéllas que son)propiamente políticas, no son realmente exteriores a él. Ha-blando en rigor, si las luchas populares están inscritas en elEstado ello no significa que se agoten por la inclusión enun Estado-Moloch totalizan te, sino más bien porque es elEstado el que sobrenada en las luchas que lo inundan cons-tantemente. Quedando entendido, sin embargo, que inclusolas luchas ( y no sólo las de clase) que desbordan al Estadono están, por ello, .fuera del poder» sino inscritas siempreen aparatos de poder que materializan esas luchas y con-densan una relación de fuerzas (las fábricas-empresas, enCierta medida la familia, etc.). En virtud del encadenamien-to complejo del "Estado con el conjunto" de los dispositivosdel poder, e"sasmismas luchas tienen siempre efectos, estavez "a distancia», en el Estado.

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de las clases dominadas y de su lucha. No tienen como sim-ple objetivo enfrentarse, en un cara a cara, con las clasesdominadas, sino mantener y reproducir en el seno del Esta-do la relación dominación-subordinación: el enemigo de cIa-se está siempre en el seno del Estado. La configuración pre-cisa del conjunto de los aparatos de! Estado, la organiza-ción de talo cual aparato o rama de un Estado concreto(ejército, justicia, administración, escuela, iglesia, etc.) nodependen sólo de la relación de fuerzas interna del bloqueen el poder, sino también de la relación de fuerzas entreéste y las masas populares, y por consiguiente del papel quedeben cumplir con respecto a las clases dominadas. Lo cualexplica la organización diferencial del ejército, la policía,la Iglesia, en los diversos Estados y permite entender lahistoria de cada uno de ellos, historia que es también lahuella impresa en su armazón por las luchas populares,

Tanto más cuanto que el Estado, al trabajar en la orga-nización de la hegemonía, y por tanto en la división y ladesorganización de las masas populares, erige a algunas deellas -en particular a la pequeña burguesía y a las clasespopulares del campo- en verdaderas clases-apoyos del blo-que en el poder y cortocircuita su alianza con la clase obre-ra. Estas alian~as-comprornisos, esta relación de fuerzas, seencarnan en la armazón de talo cual aparato del Estado quecumple por excelencia esa función. El aparato escolar enFrancia, por ejemplo, no puede ser entendido sin esa rela-ción, concentrada en él, entre burguesía y pequeña burgue-sía; el ejército, sin la relación entre burguesía y clases po-pulares del campo. En fin, si talo cual aparato reviste elpape! dominante en el seno del Estado (partidos políticos,parlamento, ejecutivo, administración, ejército), no es sóloporque concentra el poder de la fracción hegemónica, sinoporque consigue igualmente, y al mismo tiempo, cristalizare! pape! político-ideológico del Estado con respecto a lasclases dominadas. De modo más general, las divisiones ycontradicciones internas del Estado. entre sus diversos apa4

ratos y ramas, en el seno de cada uno de ellos, entre el per-sonal del Estado, se deben también a la existencia de lasluchas populares en e! Estado .

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5 Me limito a _señalar el artículo de L. Gruppi, «Sur le rapportdémocratie-sodalisme», en Dialectiques, núm. 17, febrero de 1977.. Indicaré solamenté' que las posiciones en el seno del peI sobre estacuestión, desde- P. "lngrao y G. Vacca a D. Cerroni, A.' Reichlin yG.Amendola difieren sensiblemente. ef. sobre estos puntos las en-"trevistas concédidas por algunos dirigentes del peI -3 H. Weber, ensu reciente libro, Pár"ti communiste itallen: .aux sources de l'euro-

....communisme,Y1977, y' ei número 'especial de la revista Dialectiques:L'Ilalie el nous, números 18-19, 1977:

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Pero la existencia de la's clases populares', no se materia-liza en el seno del Estado de la 'misma manera que la de lasclases,y fracciones dominantes, sino de' modo -específico.

Las clases y fracciones' dominantes existen en el Estadopor intermedio de aparatos o ramas que, cristalizan un po-der propio de dichas'clases'y fracciones, aunque,sea, desdeluego, bajo la unidad del poder estatal de la fracción hege-mónica. Por su parte, las clases dominadas, no existen enel Estado por intermedio de 'aparatos, que concentren unpoder propio de dichas clases sino, esencialmente, bajo laforma de focos de oposición al poder de las clases dominan-tes. Sería erróneo-y un desliz de consecuencias políticas,graves- llegar a la conclusión de que la presencia' de lasclases populares en el Estado significa, que tienen allí poder,o que podrían tenerlo a la larga, sin que haya habido trans-formacíón ',radical de ese Estado, del poder.. Las contradic-ciones internas, del Estado, no significan -como piensan,

',en particular, algunos comuniStas italianos 5~ una «natura-leza contradictoria» del Estado, en,el sentido de que presen-taría actualmente una verdadera situación de doble poderen su propio seno; el poder dominante de la burguesía y elpoder de las masas populares. El poder de las clases popu-lares en el seno de un Estado capitalista no modificado esimposible, no sólo en virtud de la unidad del poder del Es-tado de las clases dominantes, que desplazan el centro delpoder real de un aparato a otro. tan pronto como la relaciónde fuerzas en el seno de uno de ellos parece inclinarse del.lado de las masas populares, sino en virtud también de laarmazón materialdel E'stado. Esta armazón consiste en me-canismosintérnos de reproducción de la relación domina-ción-subordinación: adÍnite la presencia'de Clases domina-

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das en ,su seno pero justamente como tales clases domina.,das. Incluso .en el caso de un cambio en la relación de fuer;zas y de una modificación del poder del Estado en favor delas clases populares, el, Estado tiende, en un plazo más omenos largo, a' restablecer -:-a vecesbajo',una nuestra for,ma- la relación de fuerzas en favor de la burguesía. Y elremedio no puede ser simplemente, como se dice con fre.,cuencia, la «penetración) de las masas populares en, losaparatos del Estado, como si para aquéllas se tratara de,penetrar, al fin, en algo que hasta entonces les hubiesesído 'exterior, y de cambiarlo por el solo efecto de su repentina'presencia en el interior de la fortaleza. Las clases populareshan estado siempre presentes en el Estado sin que dIo,haya cambiado nunca nada en, el núcleo esencial del mismo.La acción de las masas populares en el seno, del ,Estadó es,condición necesaria pero no suficiente, de su transforma.ción.

Si las luchas populares están constitutivamente presen.tes en las divisiones del Estado bajo las formas más o me. 'nos directas de la contradicción clases dominantes-clasesdominadas, lo están también bajo una forma mediatizada:el impacto de las luchas populares en las contradicciones en.tre las mismas clases y fracciones dominantes. Las contra,dicciones entre bloque en el poder y clases dominadas inter.vienen directamente en las contradicciones en el seno delbloque en el poder. Limitándonos a un solo jemplo,Ia bajatendencial de la tasa 'de ganancia, elemento primordial dedivisión en el seno de la clase capitalista (en la medida, es,pecialmente, en que una contra'tendencia a esa baja resideen la desvalorización de ciertas fracciones del capital) noes finalmente más que la expresión de la lucha de las clasesdominadas contra la explotación. '

Las diversas fracciones del capital (capital monopolista,capital no monopolista, capital industrial, bancario o comer.cial) no tienen siempre con las clases populares (o con talo cual de ellas) las mismas contradicciones, i¡ sus actitudespolíticas frente a esas clases no siempre son idénticas. Lasdiferencias de táctica, o' incluso de estrategia política, enuna coyuntura dada o a más largo plazo, frente a las masas

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populares, constituyen uno de los factores primordiales dedivisión en el seno del propio 'bloque en el poder. Esto secoinprueba a' todo lo largo de la historia del capitalismo ybasta con referirse a las -diversas poJíticas seguidas, frentea los mismos problemas, por los diferentes Estados. Si bienes verdad que existe un acuerdo de fondo entre las clases yfracciones dominantes en cuanto al' mantenimiento,' y bol' re-producción de la dominación y de la explotación de clase,sería falso 'creer que existe un acuerdo sobre una políticaunívoca, en todo momento, frente a las' masas populares.También sería falso 'creer que los virajes de la política bur-guesa se reducen aquí a una simple cuestión de periodiza-ción histórica, como si según los diversos períodos y coyun:turas la burguesía se alineara' en bloque con tal o cual so-lución política. Las contradicciones en el seno. del bloque

. en el poder son permanentes: -conciernen tanto a los proble-mas relativamente secundarios como a las grandes opcionespolíticas, incluidas las formas mismas del Estado que hayque .instaurar frente a las masas populares; a la opción entreformas de Estado de excepción (de guerra abierta contralas masas populares: fascismos, dictaduras militares, bona-partismos) y formas de "democracia parlamentaria», o entreestas últimas (por' ejemplo, regímenes' clásicos de derecha oregímenes socialdemócratas).' Tampoco en estos casos laburguesía se adhiere en bloque; o de modo unívoco, a talocual solución (fascismo o democraCia parlamentaria, régi-men de derecha clásico osócialdemocracia).

Tanto más cuanto que, esta 'vez en sentido inverso, lasdiversas fracciones del bloque en el poder, de acuerdo consus propias contradicciones con las maSas populares, tratande asegurarse el apoyo de éstas, 'mediante políticas diversas,contra otras fracciones del bloque .. es decir, utilizarlas ensus relaciones de fuerzas con las otras fracciones del bloque,a fin de 'Ímponer soluciones más ventajosas para ellas o deresistir más eficazmente a las s'oluciones que las desfavo-reZcan con respecto a las otras fracciones: compromisos delcapital monopolista con Ciertos sectores de la clase obrerao con la nueva pequeña burguesía (las capas medias asala-riadas) contra el' capital no monopolista, compromisos deeste' último con la clase obrera o con la pequeña burguesía

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En resumen, las luchas populares se inscriben en la ma-terialidad institucional del Estado, aunque no se agotenahí, materialidad que lleva la marca de estas luchas sordasy multiformes, Las luchas politicas que conciernen al Esta-do,. como, más generalmente, cualquier lucha frente a losaparatos de poder, no están en posición de exterioridad conrespecto al Estado sino que forman parte de su configura-ciónestratégica: el Estado, como sucede con todo dispositivode poder, es la condynsación material de una relación.

El Estado Y las luchas pOPulares:~:"T"'~lltradicional (co,merciantes, artesanos) contra el capital "?~-" ' .. "' 'l"nopohsta. Fenomenos, todos, que se condensan en las dlVl-. '."siones y contradicciones internas del Estado, entre sus di- ' .. 'versas ramas, redes y aparatos, Yen el seno de cada uno de '. ',.ellos, .'.....!- ',,-11

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3., ¿HACIA UNA TEORIA RELACIONISTA .DEL PODER?

Puede verse ahora, en el contexto más general de la proble-máticadel poder, la relación -a 'la vez de convergencia yde oposición- entre estos análisis y los procedentes de ho-rizontes distintos, en particular los de FoucauIt.' CuandoFoucault establece su propia concepción del poder' toma por

. blanco de oposición o bien' Íln Cierto marxismo; que confec-ciona a su gusto, caricaturizándolo, o bien el marxismo par-ticular de la III Internacional y la concepción estaliriiana,cuya' crítica hemos hecho algunos desde hace tiempo. Segui-ré hablando aquí en mi propio nombre: las observacionespresentadas hasta ahora recogen, desarrollándolos y sistema-tizándolos, los análisis ya presentes, a través de sus evolu-ciones, en mis textos aparecidos antes de la publicación' de

.'Vigilar y castigar (1975) y La voluntad de saber (1976) deFou.cauIt. ¡Algunos de nosotros no hemos' esperado a Fou-cault para proponer análisis del poder con los cuales, enalgunos puntos, concuerdan ahora los suyos, COsa que nopuede por menos de satisfacernos!

Sólo recordaré aquí (sobre otros puntos ya me he ex-plicado anteriormente) los análisis de FoucauIt relativos alpoder. Conocemos sus grandes líneas: «El poder no es. algoque se adquiera, arranque o comparta, algo que se conS'erveo se deje escapar ... Hay que ser nominalista, sin duda: elpoder' no es unainstituci6n ni es una estructura, no es cier-ta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nom-.bre que se presta a una situación estratégica compleja en. una sociedad dada ... Donde hay poder hay resistencia, y noobstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está 'en posi-

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1. Los análisis que he hecho hasta aquí muestran .que.el poder no es, en sí mismo, ,una cantidad o cosa que' seposea, ni una cualidad ligada a una esencia de clase, auna'clase-sujeto (la clase' dominante). Sobre todos estos plintos'insistí ya en Poder político y clases sociales, particularmen:te en el capítulo relativo al concepto de poder: verdad' esque no examinaba el poder más que bajo su aspecto coinci-,d~nte con el campo' de'la lucha de clases, porque ése era miobjetivo fundamental, pero lo importante es lo que se decíadel poder en ese campo preciso. Se debe entender por poder,aplicado a las clases sociales, la capacidad de una o variasclases para realizar sus intereses específicos. El poder refe;rido a las clases sociales es un concepto que, designa elcampo de su lucha, el de las relaciones de fuerzas y,de lasrelaciones de una clase, con otra: los intereses de clase de~signan el horizonte de la acción <le cada clase, con relacióna las otras. La capacidad de U>laclase para realizar sus in-tereses está en oposición con la capacidad (y los intereses)de otras clases: el campo del poder es, p;<es, estrictamen!'erelacional. El poder, de una clase (de la' clase domina¡ite,por ejemplo) no significa una sustancia que tenga en susmanos: el poder no es una magn'itud conmensurable que lasdiversas clases se ri,partan' o intercambien según 'Ia vieja,concepción del poder,suma cero. El poder de una clase re-mite" ante todo. a. su lugar objetivo en 'las relaciones eco'nómicas. políticas e ideológicas. lugar que abarca las práCti,cas de las clases en lucha, es decir, las relaciones no iguali-tarias de dominación/subordinación de las clases ancladasen 'la división' social del trabajo y que consisten ya en rela'ciones de poder. El lugar de cada clase, y por tanto su po-der, está delimitado, es decir, a la vez designado y limitadopor el lugar de las otras clases. El poder no es, pues,unacualidad adherida a una clase «en sÍ», en el sentido ,de unconjunto de, agentes, sino que depende y deriva de un sis,

.6 La volonté de savoir, pp. 123 ss. [La voluntád de saber, pá-ginas 113 ss.]

ción de e~terioridad respecto del poder 6." ,En un aspectoestas posiciones me parecen justas: .,:;.

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" ' 'Pero más particularmente, ~l poder político, el referido, pórexcelencia al Estado, remite además a la o'rganización deo'. poder de una clase y a la posición de clase en la coyuntura" (organización en partido,. entre' otras), a' las relaciones de

las clases constituidas en fuerzas ,sociales, y po'r tanto a uncampo estratégico en sentido propio. El poder político deuna clase, su capacidad .de realizar sus intereses políticos,no depende sólo de su lugar (de su determi nación) de clasecon respecto a las otras: sino también de su posición y es-trategia frente a las de éstas, lo que yo había designadocomo estrategia del adversario.

2. Contra la concepción que Foucault y' Deleuze atribu-yen al marxismo yo insistia, igualmente, en el hecho de queel Estado no es una cosa o una entidad de esencia instru-níental intrínseca, que posea un poder-magnitud conmensu-rable,' sino que remite a las relaciones de clases y de fuer-zas sociales. No se puede entender por poder de Estado másque el poder de ciertas clases (dominantes), es decir', ellugar de estas clases, en relación de poder con respecto a lasotras (dominadas) y -sobre todo en la medida en que aquínos referimos al poder político- la relación de fuerzas es-tratégica entre esas clases y sus posiciones. El Estado no es

, ni el depositario instrumental ,(objeto) de un poder-esenciaque 'posea la clase dominante, 'ni el sujeto poseyente detanto poder como arrebate a las otras clases, en un enfren-tamiento cara a cara: el Estado es el lugar de organizaciónestratégico de la clase dominante en su relación con lasclases dominadas. Es un'lugar y u'n centro de ejercicio delpoder, perO sin poseer poder propio. También' insistía en-tonces en el hecho' de que las luchas políticas que concier-nen al Estado y recaen sobre él (porque las luchas popu-iares no se agotan nunca en el Estado) no son exteriores aél sino que están .inscritas' en su .armazón, y extraía las con-clusiones políticas. Estos análisis tienen también implica-

r .. dones considerables en cuanto a la trans.ición al.so.cialismo,1...{~.. y,ésa es la razón, por lo d<;más,de que me detenga en ellos.¡L

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Page 185: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

Lo anterior no impide que subsistan diferencias de fondo,también aquí, entre el marxismo y los análisis de Foucault:

1. Si el poder tiene por campo de constitución una rela- .ción no igualitaria de relaciones. de fuerzás, no por eso sumaterialidad se agota en las modalidades de su ejercicio;El poder tiene siempre un fundamento preciso. En el casode una división en clases y en cuan.to a su lucha: a) la explo'tacián, la extracción de plusvalía en el capitalismo; b) el

. lugar de las clases en los diversos aparatos. y dispositivosdel poder, no sólo en el Estado: lugar que es esencial en laorganización de los mismos aparatos situados Juera delEstado; cJ el aparato. del Estado, que si bien no incluye elconjunto de los aparatos y dispositivos del poder,. no .porello permanece impermeable a los situados fuera de su pro-pio espacio. El campo relacional del poder concerniente alas clases remite así a un sistema material de distribuciónde lugares en el conjunto de la divisióá. social del trabajo,y está determinado fundamentalmente (aunque no de modoexclusivo) por la explotación. De ahí la división en clases y,por tanto, la lucha de las clases y las luchas populares. Sepuede considerar, por ello mismo, que toda lucha, inclusoheterogénea a las luchas de. las clases propiamente dichas.(lucha hombre-mujer, por ejemplo), no adquiere indudable-mente su propio sentido -en una sociedad donde el Estadoutiliza todo poder (la falocracia, ola familia, pongamos porcaso) como eslabón del poder de clase- más que en lamedida en que las luchas de clases existen y permiten así alas otras luchas desplegarse (lo que deja en pie totalmentela cuestión de la articulación, efectiva o no, deseable o no,de esas luchas con las luchas de clases).

Ahora bien, para Foucault la relación de poder no tienenunca otro fundamento que ella misma, se convierte ensimple «situación» a la que el poder es siempre inmanente,y la cuestión de qué poder y para qué parece en él comple-tamente dirimente. Cosa que en Foucault tiene un resultadopreciso, aporía nodal y absolutamente. insoslayable de suobra: las famosas resistencias, elemento necesario de todasituación de poder, quedan en él como una aserción propia .mente gratuita, en el sentido de no tener fundamento algu-

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nO;,son pura afirmación de 'principio. No sólo, como 'se dicea menudo, de. Foucaultno pueden"deducirse más, que',unaguerrilla y simples hostigamientos dispersos frente al poder,sino que no hay,. a partir de ,Foucault, ninguna resistencia,posible. Si el poder está deantemáno siempre, ahí, si toda'situación de poder,esinm.anenté a',ella misma, ¿por qué ibaa 'haber ,resisiencia?, ¿De dónde vendría' esa Tesistencia y'cómo, incluso, seria posible? Vieja cuestión a laque, como"es sabido, la filosofía política tra.dicional respondía a travésde los derechos naturales y del pacto, social. Más 'cercano anosotros, Deleuze, se sirve del ,deseo-fundador, lo que no es,ciertamente, la respuesta a'certada, pero "al 'menos es unarespuesta. En !,oucaultesa cuestión queda sin respuesta".

"Sé haga lo ,que se haga, esa ,absolutización del poder queremite siempre,.a'él mismo conduce irresistiblemente .hacia,la idea, de un Amo-Poder, fundador prirrierode.toda lucha-resistencía ..Las luchas. resultan,- entonces, originaria y cons.titutivamentepervertidas por el poder; del cual no son:'ÍnÍls

, 'un .simple reverso, si nó una 'legitimación: Entre la imposi''ble naturalidad 'de las resistí!ncias en Foucault y la concep-.ción actual de un poder (Estado) ,cdmopéreimidad del Mal:radical, la distancia es' mi""or de lo 'que parece'. tóda luchano puede¡~nton¿es,rriás qú;"alimeiúai- el poder sin jamássubvertirlo;por(¡ue esa lucha' no tiene Íml1ca otro fUlida-mento que su propia relación 'con el poder: en realidad no',tiene ,nUnca otro fundamento' que el mismo poder. Nuestros';muevos filósofos», y en p~rticularB. H. Lévy, pueden i~'vo:,car legítimamerite a Foucai,;li,. apareciendo, má~ que comosu última consecue;'cia, como su última verdad.

,2.. Las luchas conservan siempre; en su 'fundamentó'ma-terial, la primacía ,con~.respecto:alas jnstitu¿¡ones.~paratosde poder (en particular, el' Estado)" aunque,se inscribansiempre en'ennterior de su campo. Hay que guardarse, por,',otro lado" de 'caer en .una concepción esencia lista ,del ,poder,(inclúido el Estado), según la cual frente al poder existiríanluchas (lo"soCial) ,que no'podr:íansubvertirlo, más que enla medida en qúe fueran 'exteriores: a.éL Sin embargo recuer.

'<.do.que ,esto eS loqueúltimam.ente siguen manteniendo, to-

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davía; c..Lefort y los autores de la revista Libre '; :criticandoa' Foucault y al marxismo a partir de, rancias antiguallascomo la existencia de lo social instituyente, en exterioridadradical con respecto al poder instituido. ' , .,), Pero, las luchas pueden subvertir el poder sin ser nuhca, '

en efecto, realmente exteriores a él. Si en la conce¡:iciónde,Foucault no es posible tal subversión no se debe a quesos-tenga, después del marxismo y coincidiendo con él, que la 'naturaleza del poder es relacional.y que las luchas-resisten-cias no están nunca en exterioridad absoluta con reSpectoal poder, sino a .razones diferentes. Los poderes y las resis- ,tenciasaparecen en Foucault 'como dos polos' puramenteequivalentes- de la relación: las resistencias no tienen funda-mento. Por ello el polo «poder» acaba por, adquirir primacía.Estada lugar en Foucault a un deslizamiento permanente-'-"enel lenguaje sugestivo y, por tanto; aproximativo, analó-gico, que es el suyo-- del término poder: ,unas veces desig-na una relación, la relación de poder, y' otras, y a menudosimultáneamente, uno de los polos de la relación poder-re-sistencia: y es que, al no existir un fundamento de las resis-tencias, el poder acaba por ,ser esencializado y absolutizado,convirtiéndose. en un polo _«frente» a las; resistencias;, unasustancia que 1as contamina'por propagación, un poloorigi- 'nario y determinante frente a las resistencias. De ahí el,pro-blema de Foucault: ¿ cómo evitar, en ese caso, caer en lasredes de una dominación siempre insoslayable, de mi poderprivilegiado de' modo 'absoluto frente a unas resistenciassiempre 'cogidas en la trampa del poder?

No hay más que una respuesta posible: hay que salir deese poder hecho sustancia, redescubrir a toda costa algo,distinto de esas resistencias inscritas en el poder, algo'queesté, por fin, fuera del poder, radicalmente exterior al poder

'"convertido en polo esencializado y absolutizado de' la rela-,','dón, aunque ello ponga totalmente en entredicho lossesul-, tados positivos del análisis del poder, justamente como re-lación.Ese algo Foucault lo ha descubierto en lo que éllla:ma «plebe»: es ese «algo en el cuerpo social, en las clases,

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. 8 Entrevista de Foucault en Révoltes logiques, núm. 4, inviernode 1977.

No hay necesidad de recurrir a algo absolutamente exte--rior al poder y a sus dispositivos para limitar su supuestaomnipotencia intrínseca, porque éstos tienen siempre suspropios límites internos, En lo concerniente al Estado (y lomismo sucede con los dispositivos de poder de clase no in-cluidos en él) tales límites consisten en la reproducción in-ducida en el Estado de los lugares y posiciones de las clases:remiten a su fundamento material. El poder, incluida suforma estatal, no es nunca pura inmanencia. El Estado y,más generalmente, el poder no son un polo/esencia frentea las luchas. Si las luchas mantienen siempre la primacía so-

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Nicos Poulantzas182

eh los grupos, en' los mismos ,individuos, que escapa en cier-to' modo a las relaciones de poder",' que es su límite, sureverso, surechazo",',Eso que responde a toda progresióndel poder con un movimiento para librarse de él»',

También aquí la «plebe» es, claro está, una afirmacióntan sin fundament) como las resistencias, Pero si Foucaultrecurre a ella como' a algo que sólo puede limitar el poderen cuanto «escapa» a él, se {(libra~) de él, en cuanto se en.cuentra fuera de la relación,de poder, es porque entretantoel poder se ha 'convertido; de -relación que era, en uno ,delos polos, esencializado, de la relación, Una sustancia 'queatrapa y a la que, por consiguiente, sólo es posible poner lí-mites escapando a, ella; una máquina autorreproducible ydevoradora a la que no se pueden páner diques más, quedesde fuera de su, campo, De ahí deduce Foucault, con lamayor naturalidad, que las plebes-resistencias son inmedia-tamente «integrables» en el poder y reducidas «si se fijanuna estrategia», Huida frente al poder que no es, en el fondo,más que una fuite en avant, Ese algo capaz de contener laomnipotencia de ,un poder así absolutizado acaba por no en-contrar más que el vacio, Resistencias infundadas, poder sus-tancializado, FoucauIt acaba por crear el vacío frente a un,poder' que ya no es una relación, un nexo, sino una esenciafagocítica, '

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183Una teoría relacion.ista del. poder

bre los aparatos se debe a que el poder es una relación en-tre luchas y prácticas (explotadores-explotados, dominantes-dominados), a que el Estado; en particular, es la condensa-ción de una relación de fuerzas, precisamente la de las lu-chas. El Estado. lo mismo que los 'otros dispositivos de po-

, der. no encuentra ,límites en una' exterioridad 'radical: y no'porque sea una entidad omnipotente frente' a un vacío ex-

, terior, sino porque comporta ya. inscritos en su' materiali-,'dad, los límites internos a su campo impuestos por, las lu-chas de los dominados. Si hay siempre luchas de los domi-nados en' un Estado ya dado (y. más generalmente, en los

,.' dispo'sitivos de poder), es porque ni el Estado ni el poderson la ratio primigenia ,de las luchas. Las luchas están ins-

";¿ritas en el campo estratégico de los dispositivos y aparatos",:'del poder; las lucha~ políticas que conciernen al Estado lo.,<'están en su campo estratégico propio, sin por ello ser for-. zasamente <<integradas» en el poder de las clases dominan't.es. ..

Esto es válido no sólo para el Estado sino para el con-, "junto de aparatos de poder, que desborda con mucho al Es-

fado, incluso cuando es concebido de forma amplia. Las lu-chas que se sitúan más acá o más allá del terreno del Estadono se localizan por ello en un espacio absolutamente fueradel poder, sino que son siempre parte interesada del con-junto de ,aparatos del poder. y dado el complejo encadena~iniento del Estado con el conjunto de los dispositivos delppder, también tienen efectos en el Estado. Pero lo mismoque, sucede con el Estado, esa inscripción de las luchas en

, , ,los otros dispositivos del poder no significa forzosamente. ISU «integración» en éstos. De todas maneras, no inscribirse

en el Estado (por ejemplo. no, hacer política, esa vieja canti- ,, nela que resurge actualmente) no basta para la no integra-'ción en el poder. Como si fuera posible situarse fuera del'

'''poder y escapar a las relaciones de poder. Evitar ser 'atra-''':'pado por el poder no se resuelve con el siemple hecho de. permanecer fuera del Estado. Es un problema mucho más

i ," ,'general y se plantea para el conjunto de los dispositivos',:.del, poder y para el conjunto de las luchas, cualesquiera

que sean y donde quiera que se' encuentren,

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Sin adelantarme a las conclusiones políticas que se des-prenden de esto, concluiré aquí con dos observaciones queconciernen más particularmente al Estado:

1. Esainscripci6n de las luchas populares en ,el Estadono agota el problema particular de las modalidades de lapresencia propia y efectiva, bajo una u otra forma, de lasmasas populares en el espacio físico de tal o cual de susaparatos, El Estado no es una' simple relación, sino ,la con-densación material de una relación de fuerzas: ,posee unaarmazón específica que implica también, para algunos desus aparatos, la exclusión de la presencia física y ,.directade las masas populares en su seno, Si éstas están directa-mente presentes, por ejemplo" en aparatos como lá escuela,el ejército de reclutamiento nacional o, a través de sus re-presentantes, las instituciones electivas, son mantenidas fí-sicamente a distancia de aparatos como la policía, la magis-tratura o la administración. "

Pero en estos últimos casos las luchas políticas no son,realmente, exteriores" al campo estratégico del. Estado. In-cluso en el caso de que las masas estén físicamente exclui-das de ciertos aparatos, dichas luchas tienen siempre efec-tos en su seno,' aunque" se "manifiesten en cierta forma adistancia y por personas interpuestas (el personal del Es-"tado) , Los contornos de la exclusión física de las masaspopulares elel Estado., tampoco deben ser percibidos aquícomo trincheras y murallas" de 'aislamiento de un Estado-fortaleza, asediado solamente desde el "exterior, en suma;como barreras que crean una efectiva impermeabilidad' delEstado frente a las luchas populares, de acuerdo con equí-vocas metáforas topográficas. Se trata, más bien, de unaserie de pantallas que se revelan como pantallas de reper-cusi6nde las luchas populares en el Estado.

La cosa se ve claramente, hoy más que nunca, en apara-tos como la policía, la magistratura o la administración,divididos y atravesados a distancia por las luchas popula-res. Se ve, aún más claramente, en ciertas formas de Es-tado, donde se""constata un. fenómeno aparentemente para-"dójico e inexplicable si no" se tiene en cuenta el hecho deque las luchas populares"están siempre, de todas maneras,

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Page 191: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

inscritas en el Estado. El fenómeno de que dichas luchas 'semanifiestan de forma particularmente intensa en el seno. delEstado 'en aquellas formas de. Estado que multiplica;", pre~ •Cisamente, las. pantallas de distanCiamiento de las masas de >-su espaCio físico: estas pantallas se revelan incluso, en esascasos', como verdaderas cajas de resonancia y de amplifi- "caCión de las luchas populares en el Estado. Se ha compro-bado en las dictaduras militares que imperaban reCiente-'

"•. mente, todavía, en Portugal, GreCia y España. Co.ntraria-'mente a los regímenes fasCistas tradicionale~, que habíanincluido a Ciertas clases populares en su propio seno a tra-íiés de los partidos' y sindicatos fascistas de masas, las men-.Cionadas dictaduras permaneCieron constantemente a dis:tancia de esas masas o fueron man tenidas a distanCia 'por.éstas. Sin embargo, no sólo no fueron realmente impermea-bles a las luchas populares sino' que resultaron bastantemás afectadas por ellas que los regímenes fascistas_ Hasta'el punto de que no se hundierom.bajó el golpe de ataques'. frontales, abiertos y masivos, preconizados durante muchotiempo por las organizaCiones de resistencia a esos regíme-"es, sino bajo el peso de sus contradicciones y divisionesinternas, cuyo factor primordial fueron, aunque a distancia,las masas populares. . .

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2. Hacer o no el juego del poder, integrarse o no en el_Estado, depende, por tanto, de la estrategia política seguida,mientras que para Foucault el hecho de que la «plebe» sefije una estrategia política es lo que la «integra» en el po-der sustanCializado y la hace abandonar el espaCio situado.absolutamente fuera del poder, de hecho un no espacio, paracaer de nuevo en sus redes ..Ahora bien:

a) Es sabido que tal estrategia debe basarse en la auto-nomía de las organizaciones de masas populares:pero alcanzar esa autonomía no significa para las or-ganizaCiones políticas salir del terreno estratégico dela relación de fuerzas que es el Estado-poder, y tam-poco para las otras organizaciones (sindicales, etc.)ponerse al margen de los dispositivos de poder co-rrespondientes (como si esto fuera siquiera posible,

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186 Nicos Poulanlzas

según la vieja ilusión anarquista en el mejor sentidodel término). Organizarse en el terreno del poder nosignifica tampoco, en ninguno de los casos, que esasorganizaciones deban insertarse directamente en elespacio físico de las instituciones (ello depende delas coyunturas) ni, menos aún, que deban abrazar sumaterialidad (todo lo contrapio).

b) Es sabido también que, paralelamente a su presenciaeventual en el espacio físico de los aparatos del Es-tado, las masas populares deben mantener y desple-gar permanentemente focos y redes a distancia deesos aparatos: movimientos de democracia directa enla base y redes autogestionarias. Pero éstos no se si-túan, en la medida que se propongan objetivos polí-ticos, fuera del Estado, ni, de todás maneras, fueradel poder, según las ilusiones simplistas de cierta pu-reza anti-institucional. Más aún: ponerse a cualquierprecio fuera del Estado, pensando situarse de estamanera fuera del poder (cuando en realidad esto esimposible), puede ser a menudo el mejor medio, pre-cisamente, de dejar el campo libre al estatismo, enuna palabra, de retroceder en este terreno estratégicofrente al adversario.

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4. EL PERSONAL DEL ESTADO

Los precedentes análisis resultan más claros aún si nos re-ferimos ahora al personal del Estado. Su caso muestra, ala vez, que las luchas de clases atraviesan y constituyen alEstado, que revisten en él una forma específica, y que esaformarSe debe a la armazón material del Estado.

Las contradicciones de clase se inscriben en el seno delEstado por intermedio, también, de las divisiones internasen. el seno del personal del Estado en sentido amplio (diver-sas burocracias estatales, administrativas, judicial, militar,policiaca, etc.). Incluso si este personal constituye una ca-tegoría social, con su propia unidad, efecto de la organiza-ción del Estado y de su autonomía relativa, no por ello dejade ocupar un lugar de clase (no es un grupo social al mar-gen o por encima de las clases) y resulta dividido en con-secuencia. Lugar de clase distinto del origen de clase (esdecir, de las clases de donde procede ese personal) y refe-rido a la situación de dicho personal en la división socialdel trabajo tal como ésta cristaliza en la armazón del Es-tado (incluso bajo la forma de reproducción específica dela división trabajo intelectual/trabajo manual en el senomismo del trabajo intelectual concentrado en el Estado):pertenencia o ll,lgar de clase burguesa para las altas esferasdel personal, pequeño burguesa para los escalones interme-dios.y subalternos de los aparatos del Estado.

Las contradicciones y divisiones en el seno del bloqueen el poder repercuten, pues, en el seno de las altas esferasdel personal del Estado. Más todavía: debido a que ampliossectores de este personal pertenecen a la pequeña burguesía,las luchas populares lo afectan forzosamente. Las contra-dicciones clases dominantes-clases dominadas repercutencomo :distanciaciones entre esos sectores del personal del

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Estado y las altas esferas propiamente burguesas, manifes-tándose así fisuras, rupturas y divisiones en el seno delpersonal y de los aparatos del Estado_ Cierto, estas divisio-nes no 'se deben sólo a la relación general de fuerzas, sinoigualmente 'a las reivindicaciones propias de ese personal enla división del trabajo dentro del Estado, También es ver-dad que las contradicciones clases dominantes-clases domi-nadas se reflejan en el seno del personal del Estado de for-ma compleja, debido a la especificidad de este personal encuanto categoría social diferenciada, Ello no impide quelas contradicciones de clase existan ,de"todas maneras en suseno. Las luchas de las masas populares no atr'aviesan alpersonal del Estado únicamente cuando estas' masas estánfisicamente presentes en los aparatos del 'Estado,' y'no atra-viesan únicamente"a los aparatos en que están presentes. Asísería- si se tratase, mediante simples présiánes y contactos,de inclinar del lado de las luchas 'a grupos y conjuntos si-,tuados por encima o al' margen de las clases.' La lucha estápresente en los aparatos del Estado incluso' cuando sé ex-presa a distancia: el personal del 'Estado está desde el' pri-

'f ' , :- .mer momento en la lucha de clas,es dada su ,perténencia declase. Por lo deinás, la lucha'de las, diversas 'clases popula-res atraviesa al' Estado de modo diferencial: dada laperte-nenciá de clase ¡:iequeñoburguesa de los escalones inter:medios y subalte'rno,s del personal de los aparatos del Esta-do; los afectan directamente las contradicciones y posicio-nes de la pequeña burgucsía en sus relaciones con las clasesdominantes, Las luchas de la clase obrera repercuten enellos, por lo general, a través de las relaciones de ésta (con-flictivas o de alianza) con la pequeña burguesía,

Las luch~s de las masas populares ponen asi permánen-temen te en entredicho la unidad del personal del Estado alservicio del poder y de la fracción hegemónica: Estas luchas'revisten formas específicas: Se moldean en la armazón ma-terial del Estado, siguen la trama de su autonomía relativa,y no corresponden exactamente, ni de modo uIiívoco, a lasdivisioncs en la lucha de clases. Revisten a mcnudo la for-ma de «disputas" entre miembros de los diversos aparatos

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Jo!' Y ramas del Estado, debidas a las fisuras y a la reorganiza-':'"ci6n del Estado en e! contexto general de las contradiccio:¡:. ÍIes de clase; la forma de fricciones entre camarillas, fac-~:;ciones o diversos cuerpos del Estado en el .seno de cada~/ráma o aparato. Incluso cuando las posiciones de clase reper-t!"clIten en e! seno del personal del Estado mediante una poli:s:,;:tización' directa y más neta del mismo, el fenómeno sigue!;.\~'siempre vías particulares, a causa de la' manera peculiar'.:¡j;erH¡uela división social del trabajo se reproduce en talo:'ro, cual aparato del Estado (este proceso reviste, por ejemplo,:.;.c'formasdiferentes en el ejército., en el sistema escalar, en la::;r. policía o. en la Iglesia); ya causa, igualmente,de los meca-. nismos idea lógicas en e! seno de las aparatos .. ;;/!;; La idealagía dominante que el Estada repraduce e in-:>'" éulca tiene también la función de canstituir el cimiento:~.. interYlo de las aparatas del Estado y.de .Iaunidad de sil:[persanal. Esta ideología es, precisamente, la del Estado::I'C neutro, representante de la valuntad y del interés general,

:l.:;:. arbitro entre las clases en lucha: la administracion a la jus-:.•.. ¡:.:•.i:: ticia' por encima de las clases, e! ejército. pilar de la nación,

la palicía garante del orden 'republicano y de las libertades(#'.,.. de los' ciudadanas, la administración matar de la eficaCia y:11ele!bienestar general. Tal es la forma que reviste la ideólo:

gla daminante en el sena de los aparatas. del Estado: pero:'{ esiaideolagía no reina en exclusiva, ya que las subcanjun-i,:r tds idealógicos de las clases daminadas estan también cris-. 0,. ¡¡¡lizados, bajo la daminación de esta idealogía, en los apara-:~.'. !c,s del Estado. Estas temas de la ideolagía dominante son: ~:i,.recibidos a menuda parsectares enteros del personal del~!Estada cama la expresión de su papel en el establecimiento~,;d~:la justicia social y de la <<Igualdadde opartunidades» en-:,:; tre los' ciudadanos, en el J"establecimienta de «equilibrio. a¡t':. favor de las «débiles», etc. Las luchas papulares, que forza-

,jt samente desvelan la naturaleza real del Estada a las ajas~: de.los agentes ya predispuestas, par su pertenencia de cla-¡'\, se,', ..a ver más claro, acentúan también las divisiones, con-.:f< .('radiccianes. y diferenciacianes en. el sena. del persanal de!

.',;':.~.;.i;; E~t~do..-Tanto,más cuanto que esa lucha sdeadrtichuI.a-frecuen

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" temente can las reivindicacianes propias e ic a persana .;0'"0 :1\ •

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Qanifes-(;ha de!.~~'iivisio-.~, sino..•. '...,""",nal enres ver~;esdomi-'-de for-.,,"'~al en,'l':'l'eque.J,,!en sur(¡an al

ºe:lt:lOS. Así>C:actos,111t05' si-~estáCe ex-e.¡"¡ pri-••••. d~ncla e~pula-<;:>erte-s';"l.nter-elr'Esta-1/\ ..~lCIO";

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:,. El personal del Estado 189

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Todo esto sigue ,siendo cierto pese a los indudabl~s lí-m,ites de la "politización» del personal del Estado, debidosa la manera en que la lucha de clases se refleja en su seno.

Los agentes del personal del Estado que se inclinan, dellado de las masas populares viven a menudo su reb,eJión enlos términos de la ideología dominante, tal como está encar-nada en la armazón del Estado. Lo que Jos opone frecuen-temente a las clases dominantes y a las esferas sup""ioresdel Estado ,es que la influencia de los grandes intereses eco,nómicos sobre el Estado pone en entredicho su papel de ga-rante del (corden» y de la «eficacÚl» socio~económica, destru-ye la «autoridad» estatal y el sentido de las «jerarquías»tradicionales en el se'no del Estado. Por ejemplo, el tema dela democratización del Estado lo interpretan ,a menudo,nocomo .intervención p'opular .en Jos asuntos públicos, sinocomo restauración de su propio papel de árbitros por enci-ma de las clases sociales. Reivindican. una «descolonización»'del Estado .con relación a los grandes inte~eses económicos,'lo cual significa, a sus ojos, el retorno a una virginidad delEstado, supuestamente posible, que les permitiría asumir supropio papel de dirección pcilítica.

Así, incluso los conjuntos del personal del Estado quese inclinan del lado de las masas populares no sólo no po-nen en entredicho Ji!reproducción de la división social deltrabajo en el serio del aparato estatal -la burocratizaciónjerárquica=-=- sino que, co~ m~yor razón,ilO poneo, en ge-nenil, erientredicho la división política dirigentes-dirigidosencarnada en d Estado, Dicho, de otra mimera: no ponenradicalmente en entredié'hci' su p'ropio lugar frente a las ma-sas populares. Nada más revelador que la profunda descon-fianza que' las iniciativas de masas, de tipo autogestionarici'o de detnocracia directa, despiertan en esos conjuntós' delpersonal' del Estado, favorablv" por otra parte, a su demo-cratización.Tales límites de la politización del personal del Estado no

son, pues, otra cosa que los efectos' en él de la armaZón'material del. Estado, y por consiguiente son consustancialescon el lugar propio de este personal en la: división socialdel trabajo. Son límites inherentes a las prácticas del per:'sonal de!' Estado, y por consiguiente sólo es posible ,haéer-'

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191El personal del Estado

.Si hay que transformar el Estado a fin de poder modifi-car las prácticas de su personal, ¿en qué 'medida puedeéontárse; en esa transformación del aparato del Estado; con'é{ personal que se inclina del lado de las masas populares?Aqui hay que subrayar, desde luego, las resistencias de esemismo personal del Estado, sin hablar ya del que permane-ée fiel a su papel de perro guardián del bloque en el poder.

a' su lugar en la división social del trabajo encarna-el Estado, ese personal sólo se inclina, por lo gene.iado de las masas populares" al menos durante un

primer tiempo, a condición de que se mantenga 'una 'ciertacontinuidad del Estado. Más aún: se inclina',a menudo"del¡¡ido de las masas populares para que se asegure esa conti-nuidad del Estado, la cual le parece puesta en 'entredichoi,'ór el dominio de los grandes intereses 6 «feudalismos»,económicos sobre el Estado, con las rupturas y revueltasque"provoca en el cuerpo Social o. «nacional». Tal actitud,constantemente comprobada, no se debe sólo a la defensade' privilegios corporativistas, por lo demás evidentes. Sila burocracia del Estado tiene igualmente intereses propios

los retroceder a condición de una transformación radical deésa armazón constitucional y al compás de la misma. Con.,irariamente a toda una serie de ilusiones, el mero desplaza-,miento hacia la izquierda de una parte del personal del Es-tado no basta, ni con mucho, para la' transformación de la'rélación Estado-masas populares. La "solución de este pro-blema no reside tampoco en la simple sustitución del per-

" spnal del Estado, ya sea bajo la forma de' ocupación de los'puestos clave del Estado por militantes «entregados a ladlUsa» ,de las masas populares, ya' sea bajo la forma másprosaica 'de democratización del reclutamiento de dicho'personar a favor de agentes con origen de clase popular. Es-'tasmedidas no, son desdeñables pero' son secundarias enrelación con el problema fundarriental: la transformaCión'del Estado en sus relaciones con las masas populares. A faltade' tal transformación se puede apostar que el nuevo perso-

acabará, o comenzará, por elev¡>rse a la altura de su{¡.¡ncióny reproducirlas prácticas que derivan' de la estruc-tura del Estado. Los ejemplos históricos abundan.

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Page 198: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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Nicos Poulantzas192

que defender -los de su puesto-- hasta el punto de habersepodido hablar de un «interés por la estabilidad» 9 del. Esta-do propio del conjunto de su personal, '10 esencial no estáahí. Paralelamente a la considerable extensión, en la ,actua-lidad, del personal del Estado, los privilegios de la funciónpública son controvertidos por' una parte importante' dedicho personal. Pero si, esta situación favorece; sin duda,su politización de izquierda, ésta sigue presentanc;lo los lí-.mites debidos a la armazón' material .del Estado, Todo .10 : icual tiene incidencias políticas en cuanto a una. transición . ,.hacia un socialismo democrático: ¿cómo apoyarSe ,en estefactor: actualmente decisivo, de la politización de izquierdade amplios sectores del personal del Estado, teniendo ,encuenta sus límites y tratando con miramientos a. este per-sonal, siempre susceptible de inclinarse. a la derecha, perosin perder de vista las necesarias transformaciones del Es-tado? Ello remite, como puede verse",al problema de lasformas, los medios y el ritmo' de transformación de ese apa'rato,

.Concluyamos esta. parte: sólo. la concepción teórica delEstado. que hemos expuesto, sólo esa .teoría del. Estado ca-pitalista, .puede explicar satisfactoriamente las. formas dife-renciales y las transformaciones de este Estado, Sólo ellapuede articular los efectos 'en el Estado, a la 'vez, de lasmodificaciones de las relaciones de producción/ división so-cial del trabajo y de las modificaciones en las luchas declases, y más particularmente en las luchas políticas. Sóloconcibiendo .Ia inscripción de. la dominación política en .laarmazón material del Estado como condensación de una re-lación de fuerzas, es posible romper con el formalismo dog-mático del género:. «todo Estado capitalista es un .Estadode 'Ia burguesía» y .captar el complejo papel de.la .luchapolítica en la reproducción. histórica de este Estado, Me

. contentaré con señalar aquí los campos que la aplicaciónde los precedentes análisis pueden contribuir a .esclarecer.

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2. En segundo lugar, las transformaciones del Estadosegún los estadios y fases del capitalismo. y las formas dife-renciales del Estado y del régimen. Por ejemplo, las di-ferenciaciones en e! bloque en el poder y las relaciones defuerzas entre sus componentes, los desplazamientos de lahegemonía de una clase o fracción a otra, las modificacio-

1. Ante todo. la especificidad,.a través de su reproduc-ción histórica y de sus transformaciones, del Estado y desus diversos aparatos'y ramas en un país dado: por ejem-plo, el Estado francés. Si este Estado realiza las determina-ciones generales del Estado capitalista en sus conexionescon las relaciones de producción y con sus. transformacio-nes, no por ello deja de presentar particularidades propiasque lo caracterizan todo a lo largo de sus transformaciones.A su vez, estas particularidades sólo pueden ser captadasconsiderando su armazón institucional y la de talo cual desus aparatos como condensación de las relaciones políticasque han caracterizado a la formación social francesa. Si laescuela ..el ejército o los aparatos ideológicos del Estado enFrancia presentan, en su constitución y transformación, unamaterialidad ligada a .]as relaciones dé producción/divisiónsocial de! trabajo y a sus modificaciones (escuela capitalis~ta, ejército capitalista, aparatos ideológicos capitalistas),dicha .materialidad no deja de remitir a esas relaciones po-líticas. No se puede captar' la armazón específica de la es-cüela en Francia si no se la considera como condensaciónde las relaciones particulares entre la burguesía y la peque-ña.burguesía (antigua y nueva). Lo mismo sucede con elejércit.o (relaciones burguesía-campesinado), o. con los apa-ratos ideológicos (re!aciOlles burguesía-intelectuales), porno hablar ya del famoso centralismo cstatista-jacobino queremite a la especificidad institucional, y a su lugar entrelos. aparatos, de la administración-burocracia del Estado,cuya materialidad propia necesita un análisis análogo. Loque a su vez remite no sólo a las relaciones particulares, enFrancia, entre la burguesía y la clase obrera, sino tambiéna la Revolución francesa e incluso más allá, es decir, a laspeculiaridades de las relaciones burguesía.nobleza terrate-niente bajo el Estado absolutista.

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El personal del Estado 193

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194 Nicos Poulautzas

nes de las clases sociales, de sus representaciones pártidis-tas, de las relaciones del bloque en el poder con las clases-apoyos (pequeña burguesia, campesinado), de la organiza-ción de la clase obrera y de sus relaciones estratégicas conla burguesía, se condensan en el seno del Estado. Imprimensu sello en la organización de cada uno de sus aparatos, enla autonomía relativa del Estado con respecto a las clasesdominantes, en el funcionamiento y la forma de las contra-dicciones internas del Estado, en la configuración de su ar-mazón organizativa y la dominación de tal o cual aparatosobre los otros, en los desplazamientos de los límites entreaparatos represivos, ideológicos y económicos, en las per.mutaciones en las diversas funciones del Estado, en. la or-ganización del personal del Estado. Esa condensación de lalucha política en el Estado marca, así, las diferencias:

a) Entre las formas del Estado, según los estadios yfases del capitalismo: Estado liberal del capitalismocompetitivo, Estado intervencionista del capitalismomonopolista-imperialista, Estado de la fase actual delcapitalismo monopolista.

b) Entre el Estado democrático-parlamentario y el Es-tado de excepción (fascismos, dictaduras militares,bonapartismos), según esos estadios o fases.

e) Entre las diversas formas de ese Estado democrático-parlamentario (presidencialismo, parlamentarismo,etc), y entre las diversas formas del Estado de ex-cepción.

3. Sólo esa línea de investigación permite así analizarla forma actual del Estado en los paises capitalistas des-arrollados: el estatismo autoritario. Este será el objeto dela última parte del presente texto.

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TERCERA PARTE

EL ESTADO Y LA ECONOMIAEN LA ACTUALIDAD

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El papel económico del Estado en la actualidad se ve, sesufre y se evoca a cada momento: pero algunos teóricosdel poder persisten aún en no ocuparse de estas cosas, a suparccer demasiado ingratas, lo que no les impide perorarsobre los Príncipes, los Déspotas y los Amos. La inflación,el paro, la crisis, son fenómenos que en ocasiones y de pasa-da deploran pero que, claro es, no tienen por qué afectar alas esferas superiores que les preocupan: el Poder, el Esta-do, la Política. Dejémosles con sus nebulosas: el papel eco-nómico del Estado es terriblemente real.

El análisis del Estado (y del poder) capitalista no puede,por consiguiente, detenerse, por lo que respecta a sus rela-ciones constitutivas con la economía, en el establecimientode sus vinculaciones con las relaciones de producción y ladivisión social capitalista del trabajo en un sentido general.Estas se traducen, a través de su reproducción según losestadios y fases del capitalismo, en funciones económicasde ese Estado: el conjunto de su acción -ya se trate de la Iviolencia r«presiva, de la inculcación ideológica, de la nor-.malización disciplinaria, de la organización del espacio ydel tiempo o de la creación del consentimiento- está rela-cionado con estas funciones económicas, en el sentido máspreciso, esta vez, del término. Esto es más válido que nun-ca, hoy día, para el estatismo prodigioso que contemplamos.

El estatismo -porque de esto es de lo que se trata-no puede ser comprendido, si se quiere huir de las triviali-dades, sin un examen de las funciones económicas del Es-tado actual. Es lo que esbozaré en esta parte, procediendopor aproximaciones sucesivas: me parece una exigencia delrigor si no se quiere mezclar todo. Por tanto me concen-traré aquí en el papel del Estado en la sobreacumulación-

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desvalorización del capital y en la gestión-reproducción de• la fuerza de trabajo. Pero el estatismo es una realidadesencialmente política: sólo se podrá captar, en su exactasignificación, en la parte siguiente, donde lo abordaré ensu lugar propio, entrando en las particularidades de lastransformaciones de las clases y de su relaciones, de lasluchas. políticas, de la reciente crisis económica en su tra-ducción en crisis política y en crisis del Estado, de los efec-tos propiamente políticos de las intervenciones económicasdel Estado.' El' papel económico del Estado sólo puede sercircunscrito, en "toda su pertinencia yen. el conjunto de susobjetivos, abordándolo incluso en esos rasgos.

Pero si es así, ¿por qué reservar a este papel un trata-miento diferenciado? Sea como sea, este papel tiene unaespecificidad, comporta aspectos particulares y plantea, portanto, problemas propios a la izquierda,.a la vez en el mar-co de su política más general Yi. eVidentemente, en la even-tualidad de su llegada al poder, en Francia o en otra parte.Pero si esa acción del Estado presenta una especificidad,ello no significa que no tenga desde el primer momento uncontenido político. Cosa' que ,puede demostrarse, precisa-mente, accediendo a .tratar esa acCión en su materialidadoriginal. No se puede combatir el tecnocratismo de izquier-da, que toma actualmente .proporciones considerables, refu-giándose en el politicismo;

Finalmente, aun limitándome en esta parte a las funcio-. nes económicas del Estado, no llevaré a cabo su examenexhaustivo. La investigación marxista dispone,o'sobre estacuestión, de análisis rigurosos que no vaya repetir. ConVie-ne insistir en este punto en la..actual coyuntura ideológica:el conocimiento de una serié de puntos relativos al :zapíta-lismo monopolista y a la actual intervención económica delEstado, puntos que casi se han cónvertido, hoy día, en evi-dencias, se debe exclusivamente -no hay que vacilar aquíen emplear estos términos- a la teoría marxista y a la largalucha que ha sostenido, y sigue sosteniendo, contra.la "cien-cia económica» oficial, incluida su variante neoliberal. Irémás lejos: pese a todas las críticas' que pueden dirigirse,como yo lo he.hecho, a la teorización del Estado por laIHInternacional, no se le' puede negar el importante mé. -""'""'lo

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rito de haber esclarecido algunos aspectos esenciales de! pa-pel económico del Estado.

También en este dominio y desde hace mucho tiempono se ha cesado de proclamar la superación del marxismopor la realidad económica «actua]" del capitalismo. Estasproclamaciones, fundadas sobre el crecimiento capitalistade la posguerra, presentan siempre, en lo esencial, el mismoleitmotiv: e! marxismo, que ha insistido en el papel econó-mico del Estado, habría subestimado dicho pape!, cuandoprecisamente el Estado habría conseguido la reproducciónarmoniosa de un capitalismo organizado-planificado, exentoen adelante de crisis mayores. Argumentación vulgarizadaen Francia por Raymond Aron que se encuentra también,más cerca de nosotros, en C. Castoriadis, el cual todaviahace poco (1974) se aventuraba a escribir, muy complacido:«Ahora bien, la experiencia de los últimos veinte años hace. pensar que las crisis periódicas de superproducción no tie-nen nada de inevitable bajo el capitalismo moderno, salvoen la forma extremadamente atenuada de "recesiones" me-nores y pasajeras ... La teoría económica de Marx "ignora"e! efecto de la organización gradual de la clase capitalistaa fin, precisamente, de dominar las tendencias "espontá-neas" de la economía 1" ¡Sabemos, desde entonces, a quéatenernos sobre este asunto!

1 L'institution imaginaire de la société, op. cit., p. 22.

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L SOBRE LAS FUNCIONES ECONOMICASDEL ESTADO

Se. ha hecho, pues, demasiado trivial, yno sólo en e! con-.texto de la discusión marxista, insistir en las disposicionesde! Estado con. vistas a la acumulación y reproducción delcapital. Pero esta acción. del. Estado no comienza con elEstado del capitalismo monopolista:. el Estado llamado ,di-bera!», el. del estadio del capitalismo competitivo, desem.peñaba igualmente un pape! económico .importante:En loconcerniente al.Estadoactual, su papel.económico no esel simple resultado de una acumulación unilineal de .diver-sas funciones económicas, que .hayan ido sobreañadiéndoselas unas a.las otras.a lo largo de la historia del capitalismo.Una serie de rupturas han determinado. que el Estado actualsea cualitativamente diferente, a la vez, del Estado liberal yejel Estado de las fases precedentes del capitalismo mono-

, polista... Para concretar esta diferencia hay que captar exactamen-te la articulación actual' de los espacios recíprocos de lo po-lítico (el Estado) y de la reproducc'ión del capital, de laeconomia, así como los efectos de esa articulación en la de-limitación misma de los espacios respectivos del Estado yde la economía. No se trata, en absoluto, de dos lugares o.espacios con límites recíprocos, intrínsecamente los mismosa todo lo largo de la historia del capitalismo, con la única. diferencia de que uno de ellos (el Estado) habría «inter-venido» cada vez más en el otro (la economía). Con otraspalabras, la diferencia no se debe sólo a la simple interpe.netración gradual y creciente de dos espacios cuyos contor-nos habrían permanecido casi idénticos .

.EI espacio, el objeto, y por consiguiente e! co'ntenidorespectivo de la política y de la economía, se modifican enfunción dejos diversos modos de producción. Y lo mismo

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Las funciones económicas del Estado 201

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sucede con los diversos estadios y fases del mismo capita.lismo, en la medida, precisamente, en que constituye unmodo de producción a base de reproducción ampliada. Esamodificación actual de los espacios de lo económico y delo politico constituye la "forma transformada» de su sepa.ración bajo el capitalismo. Separación relativa, que por tan.to no es abolida actualmente por la intervención decisivadel Estado en la economía, cosa que se podría estar tentadode sostener en caso de situar las transformacíones actualescomo simple interpenetración creciente de dos dominios conlímites intrínsecos. Esa sepaI;ación es reproducida bajo nue.vas formas en la medida en que la configuración de dichosdominios, del Estado y de la economía, se modifica.

Hay que desconfiar, por consiguiente, de toda represen.tación topológica y alegórica de las relaciones entre el Es.tado y la economía, de la que el mismo Engels fue par.ticularmente responsable al describir la eficacia del Estadode su época bajo la forma de intervenciones en el manteni.miento y la reproducción de «las condiciones generales ex.ternas» de la producción '. Tal designación deja suponerque, al menos durante un cierto período del capitalismo, lasrelaciones entre el Estado y la economía fueron relacionesde exterioridad, siendo así que la separación capitalistaentre el Estado y la economía no fue nunca sino la formaespecífica de la presencia del Estado, bajo el capitalismo,en las relaciones de producción. Sólo con esta reserva ex.presa se puede, por lo demás, seguir empleando el términohabitual de <<intervenciones» del Estado en la economía,que sin e\la correría el riesgo de connotar precisamente laimagen de exterioridad. Por último, tomando esa expresiónde Engels al pie de la letra se corre siempre el riesgo de si.tuar la diferencia entre el Estado liberal y el Estado actualen el hecho, tan sólo, de que en el primer caso el Estadointervendría en la periferia de la economía mientras queactualmente lo haría en su centro. Los puntos de impactodel Estado en la economía cambiarían, pero el espacio eco.nómico permahecería siempre inmutable.

2 El término exacto de Engels es die allgemeine aüssere Bedin-gungen. en Anti.Düring. MEW, t. XX, p. 260.

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Ahora bien, es en la modificación misma de los espaciosrespectivos del Estado y de.da economía donde se inscribeel papel actual dd Estado en la acumulación -Yreproduccióndel capital. En la exacta medida en qúc (a causa.de las mo~ .

" dificaciones en las relaciones de producción, la división deltrabajo y la reproducción .de la fuerza' de trabajo, la ex"tracción de la plusvalía y la explotación) una serie .de do.minios antes «marginales» (cualificación de la fuerza de tra.

~ bajo, urbanismo, transportes, sanidad. medio .ambiente, et-. cétera). pasan a integrarse directamente en .el espacio.-proce-

so mismo de la 'reproducción.y. valorización del capital, am-.pliándolo y modificándolo; eneesa medida misma, el. papel

~ del Estado en todos esos dominios. adquiere un nuevo sen-\ tido. Esa transformaci9n del 'espacio-proceso económico eslo que modifica .los puntos de impacto del Estado y deter-. mina que. opere cada vez más en el corazón. mismo de lareproducción del capital. 'Paralelamente; el espacio del Es-.tado se amplía y.se modifica en la. medida en' que sectores,enteros de valorización del.capital y de 'reproducción de lafuerza de' trabajo (capital. público y nacionalizado; entreotros) se insertan ya directamente en el Estado: si el Esta-dú •.desempeña actualmente este 'papel en la eccinomia es'. también porque ya no se. trata del mismo.Estadóque.'antes,..,. En la medida en que estas acciones económicas del Es-tado. soncorrclativas'.de .una' modificación de su espacio, propio, no pueden, ser consideradas en 'modo alguno aisla-.. damente, como si vinieran simplemente a injertarse desde",el.exterior en una realidad e'statal,'por lo,'demás, inmutable:Semejantes acciones deben.ser captadas en su lugar especí-fico, dentro de una reorganizacióri' global del Estado. Pero

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' el.loes válido igualmente en sentido inverso: el conjunto delas, funciones del Estado ~ya. sean represivas, ideológicaso. de otra naturalcza- tampoco pueden ser. consideradas

... aisladamente de su nuevo papel económico,.. . ...Más' aún: en el estadio" del capitalismo competitivo, e

incluso en..las primeras fases del capitalismo monopolista,las funciones económicas del Estado, en sentido estricto,estaban subordinadas, especialmente, a sus funciones repre-sivas e ideológicas (aunque no se redujeran a las. misínas).Las principales disposiciones del Estado consis tían en orga.

202 Nicos .Poulantza=~

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Page 209: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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Por consiguiente, hoy menos que nunca pueden diluirselas funciones económicas del Estado en las funciones, par-ticularmente, de ejercicio de la violencia legítima y de re-'producción-inculcación de la ídeología dominante. Esas fun-

. 'dones económicas se articulan directamente al ritmo propiode la 'acumulación y reproducción' del capital. Mantienensu especificidad hasta el punto de que ciertas contradiccio-nes internas de primera importancia del Estado se sitúan

"actualmente entre su papel económico y su papel en el man-~. tenimiento del orden y en la organización del consentimien-'(, .to. En cierta medida esas funciones responden a su propia]; 'lógica. Ya no pueden plegarse a los imperativos del mante-'j nimiento del orden público: por sí mismas, las medidas

económicas crean desórdenes difícilmente controlables ya"por el Estado.'No pueden subordinarse ya a la organización

nizár materialmente el espacio político-social de la acumu-lación del capital: sus propias intervenciones económicasen el sentido más estricto eran fácilmente modula bIes se-gún dichas necesidades. Ahora bien, en virtud del actual paJ 'pel del Estado en la economía, que modifica el conjunto deliespacio politico, las funciones económicas ocupan ya el lu- ,gar dominante en el seno del Estado. Esa modificación glo-bal del espacio político, no sólo coincide con el predominio,en el seno del actual Estado, dé sus funciones económicas,'jsino que designa también el sentido de dicho predominio.No se trata simplemente de actividades económicas nuevasque dominarían como tales a otras actividades, las cualespermanecerían inmutables. El conjunto de las operacionesdel Estado se reorganiza actualmente en función de Slf2llapel económico. Ello concierne no sólo a las medidas ideo-1óg¡co-represIVa"Sdel Estado sino a su acción en la normali-zación disciplinaria, la estructuración del espacio y del tiem-po, el establecimiento de nuevos procesos de individualiza-ción y de corporeidad capitalistas, la elaboración de los ,Jo:discursos estratégicos, la producción de la ciencia. Todoello da lugar a transformaciones institucionales consi;rera- f"i'bIes que afectan al conjunto de los aparatos del Estado y ~tJen~~ente como hilo conductor su actual papel}econOffilCO.

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Las funcion.es económicas del Estado 203

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Page 210: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

del consentimiento: ponen en entredicho la imagen del Es-tado como garante del bienestar y del interés general, alrevelar la subordinación del Estado a los intereses del ca-pital.

J'. Sucede asi porque esa acción económica del Estado esY' J ahora, en cierta medida, incomprimible: el Estado no puede

evitar los efectos de estas funciones económicas abstenién-dose de cumplirlas, El ritmo propio de la acumulación del

~ & capital, 9Ee puede vanar_llasta, ciert~~nt'!,¿,:¡¡i,i':l. !,,-~~a-W sOs y las coyunturas, impone ya directamente esas funcio-

riesarEs!aCIO,"'i';rocad¡¡-vez ';smás'crmcil panl';;rEsi:iC!o~.t¡\ ajustar su estrategia económica a su política general de or-" l ganizaci6n de la hegemonia. Debe seguir adoptando esas

-' disposiciones absolutamente esenciales ya para la reproduc-ción del capital, incluso cuando esto crea problemas gravespara la hegemonía: tales disposiciones agudizan precisá-mente las contradicciones en el seno mismo del bloque enel poder y entre éste y las clases dominadas, .convirtiéndose. en un factor considerable de crisis que, por esa razón, su-

o • peran a las simples crisis económicas, Esa rigidez del Es-oí? tado actual, ligada a la. extensión, absolutamente correlati-. va, del espacio del Estado y del espacio-proceso de repro-

ducción del capital, limita considerablcmente el abanico deopciones políticas y el campo de tácticas susceptibles de re-producir la hegemonía de clase. Tal ampliación del Estad'o

~ no significa el acrecentamiento de su potencia frente a laeconomía, sino lo contrario: una mayor dependencia de estaúltima, porque corresponde a una sumisión del conjunto delos dominios econórtücos-sociales al proceso de acumulacióndel capital. Cada vez que se 'hace depender el conjunto delas acciones económicas del Estado, exclusivamente, de ta-

/) les o .cuales opciones y tácticas «políticas» deliberadas de\. sus dirigentes, se «superpolitiza» la acción del Estado ..

_ Pero aunque el proceso ,propio de la acumulación del¡caPital marca el ritmo ahora de la acción del Estado, no se. traduce en su seno más que articulado e insertado en su

política global. Toda medida económica del Estado tieneasí un contenido político, no sólo en el sentido general deuna contribución a la acumulación .del capital y a la explo-tación, sino en el sentido también de una necesaria adapta-

204 Nicos Poulantzas

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Page 211: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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Las funciones del Estado se encarnan en la materialidad]institílcionaI de.sus aparatos: la especificidad'de las funcio- 'nes implica la especialización de los aparatos que las reali. '\"zan y da lugar a formas particulares de división social deltrabajo en el seno mismo del Estado .

Tal especialización dio lugar R una concepción que di'lferenciaba estos aparatos en aparatos represivos' y aparatosideológicos del Estado. El error fundamental de esta con.cepción era limitar ,el Estado al ejercicio de la represión ya la reproducción de la ideología dominante. Pero existeuna serie de aparatos del Estado que cumplen, por excelen.cia, otras funciones distintas de la represión y de la repro.

ción a la estrategia política de la fracción hegemónica. Not'sólo las funciones político-ideológicas del Estado están sub-¡ordinadas ahora a su papel económico, sino que las funcio-nes económicas están ya directamente encargadas de la re-producción de la ideología dominante: ahí tenemos, en par-ticular, el desplazamiento de la ideología dominante haciael tecnocratismo, hacia la imagen del Estado garante delcrecimiento y del bienestar, en una palabra, la ideología delEstado-Providencia. De tal manera que las contradicciones,,'internas del Estado actual no se localizan únicamente entre '41sus acciones económicas y sus operaciones ideológicas, sinotambién en el seno mismo de sus acciones económicas: enespecial entre aquellas más directamente ligadas a las n~ .icesidades de la acumulación monopolista y las tendentes, .,.mediante la realización de compromisos ines,tables, a la orp',''ga,nización del consentimiento de las clases dominadas. Di.cho de otra manera: se trata de una política económica prodigiosamente contradictoria en sí misma.

Hay que evitar, por consiguiente, el doble escollo: yasea «superpolitizar» de modo idealista la actividad económi.ca del Estado, reduciéndola únicamente a la voluntad polí-tica de la fracción hegemónica y de sus dirigentes; ya seaconsiderar 'esa actividad de, modo economicista, como aisla.da de la política global del Estado y debida a necesidadesintrínsecas de la «producción» o a la «complejización tecno-lógica» de las sociedades actuales.

. ,205Las funciones económicas del EstadoIlentzas

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Page 212: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

206 Nicos Poulant.zas

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. ducción de la idealagía daminaille. Las aparatas del Estadaque tienen .otra destina que la intervención ecanómica des-empeñan par \o demás un papel ecanómico: par ejemplala administración, la magistratura, el ejércita, la escuela, laIglesia, las medias de camunicación, etc. Papel ecanómica

f del Estada que, junta con tada una serie de actividades delEstada, estaba tatalmente eclipsada par la mera represióny reproducción de la idealagia daminante. .

Más aún: inclusa en las farmas precedentes del Estadacapitalista, cuanda la acción ecanómica del Estada. estabasubardinada, en especial, al ejercicia de la represión y a larepraducción de la idealagia daminante, ella na impedía laexistencia en el sena del Estada de un verdadera aparatoeconómico especializado. Pero la cuestión" se plantea ahatade manera más neta: las funcianes ecanómicás del Estada,su lugar daminante en elsena del Estada, inducen nuevasfarmas de especialización de ciertas dispasitiv.os del Estadapara el cumplimienta de sus funcianes. La rearganización,extensión y cansalidación de ese canjunta efectiva de apara-tas ecanómicas del Estada, principia de reestructuracióndel espacia estatal, sóla' pueden ser captadas, par .otra parte,rampienda can una imagen analógica de difetenciación encampa cerrada de las aparatas del Estada. Esa reorganiza-

. ción aparece, a la vez, en la especialización acentuada deaparatas y ramas espeCíficas del Estada (del Cammissariatau Plan al INSEE, la DGRSTy las diversas institucianesecanómicas, pasanda par el Canseil Ecanamique et Sacial);en la creación de redes, unificadas que ,atraviesan las diver-sas aparatas del Estada (cama es el casa de la'DATAR,enla actualidad); en el establecimienta de circuitas diferen-ciadas en el sena de las diversas aparatas' del Estada (las

,.diversas comisiones o direcciones específicamente económi-cas en cada aparata a rama del Estada, desde el ejércita a :la escuela ya-la justicia) ¡¡Inivel del aparata central y re-gianal .o lacal; finalmente, en la especialización de tales acuales dispasitivas de las diversos aparatas del Estada (dela camisión de finanzas del Parlamenta al daminia del ar-mamenta nuclear del ejército ya-las ramas de enseñanzatécnica y de farmación permanente del aparato escalar)_

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Page 213: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

Este aparato reviste una armazó.ri institucional muy par-~ticular, porque concentra cada vez más las funciones eco~.~nómicas del Estado, incluso aquéllas que antes estaban dis-tribuidas entre sus diversos aparatos: directamente conec-tado con el proceso de acumulación-reproducción del capi-tal, es el más afectado por el -ritmo y las contradiccionespropias de este proceso. Siendo el más marcado por la ri-gidez que impone al Estado el actual proceso de produccióny de reproducción del capital, este aparato manifiesta pa-ralelamente los límites. y .las restricciones del abanico de \...opciones políticas y de tácticas posibles en la organización J'fde la hegemonía de. clase. Siendo el menos sometido alazar de las políticas coyunturales de los diversos gobiernos,obedece a menudo a una lógica propia en contradicción rela-tiva con la política general del Estado: prueba de ello es lasituación en los dos últimos decenios tanto de los EstadosUnidos como de los principales países europeos. Es el apa-rato que del modo más claro testimonia la continuidad delEstado, pese a ser el más directamente imbricado, a la vez, Iifen las contradicciones internas del bloque en el poder y en)las contradicciones entre este último y las clases dominadas.

Ciertamente, este aparato económico del Estado es ac-]tualmen te una de las sedes privilegiadas de la fracción mo-nopolista que tiene la hegemonía en el bloque en el poder,cosa que no es ef cto de la casualidad. Pero el impacto deeste aparato no se debe únicamente a su lugar en la confi-guración del poder del Estado: desempeña un papel orgá-nico' en la repro<lucción del ciclo de conjunto del capital,bajo todos sus aspectos y en todos los dominas a los quese extiende ese ciclo. Las otras fracciones del capital están .igualmente representadas en su seno. Si el capital monopo- ,.lista ocupa ahí un lugdr privilegiado es también en la me-dida en que este aparato cumple funciones económicas ge-nerales del Estado en la actual fase del capitalismo. Dirésimplemente, por el momento, que, contrariamente a unaserie de ilusiones, las modificaciones en el poder del Esta-do (yen especial la puesta en entredicho de la hegemOnía}monopolista) no pueden traducirse automática o mecánica-mente en este aparato, menos que en cualquier otro, en .transformaciones de su propia materialidad.

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Las funciones económicas del Estado 207

Page 214: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

Pero de la misma manera que no podrían concebirserunas acciones económicas del Estado 'puras» y separadas,, de alguna manera; de sus otras misiones, tampoco podríaconcebirse el aparato económico del Estado como un apara-to aparte y separado de sus restantes aparatos y dispositi-vos. De cualquier género que sean, estos últimos cumplenigualmente funciones económicas y se reestructuran, en elámbito de'la reorganización del espacio político, en relacióncon la formación y el funcionamiento de este aparato eco-nómico: es la materialización institucional del predominiode las funciones económicas del Estado, concentradas en su

,l>' aparato económico, sobre las otras funciones del Estado.,La';'1. decadencia precipitada y acelerada del Parlamento y de las, ,instituciones de la democracia representativa "aravor'del

e]eCuth;o, el retrocesoael 'papel de los, partidoS polí!i.~2sfrente a la burocracia y la administración del Estaao; etc.,Se deben también al actual papel de ese apara!o. Se puedeestablecer toda una histotia de las transformaciones del

t ejército, de la escuela, de la administración o de la magis-tratura, ,en conexión con la formación y la consolidacióndel aparato económico del Estado.

'. Este aparato forma parte plenamente, por tanto, del me-/ canismo político global del Estado. Constituye un disposi-

l" tivo político no sólo por funcionar a favor de la acumula-ción del capital, sino por expresar también, de modo espe-cífico, los compromisos y tácticas políticas llevados a ,caboen el seno del Estado. Este carácter -político impregna, engrados ciertamente desiguales, al conjunto del aparato eco-nómico del Estado y al conjunto de sus funcioneS. Seríacompletamente falso ver este aparato (y sus funciones) es-cindido en dos partes distintas: un sub-aparato técnico-ad- '

)1 miniStrativo, más o menos neutro políticamente, que adop-taría medidas técnico-económicas necesarias para todo. pro-ceso de producción», cualquiera que sea; y un super-apara-to político-económico que concentraría en él, de modo ex-

~ elusivo, las disposiciones del, Estado a favor únicamente de"""la fracción hegemónica del capital monopolista.

'. No vacilaré en detenerme una vez más en esta ilusión,extremadamente tenaz, de la doble naturaleza del Estado,tal como se traduce ahora en el análisis de su aparato eco-

208 Nicos Poutantzas

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Page 215: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

nómico. Recordaré que esta ilusión tiene sus raíces en unaconcepción economicista-tecriicista del mismo proceso deproducción: en ella las fuerzas productivas son captadas aun nivel, por asi decir, autónomo y diferente de las relacio-nes de producción, limitándose la lucha de clases en la eco-'nomia exclusivamente al terreno de las relaciones de pro.ducción. La contradicción fundamental seria entre el des-arrollo -la famosa «socializaci6n»- de las fuerzaS produc-tivas, por un lado, y las' relaciones de producción -priva-das-, por otro. Se supone, pues, una escisión entre fuerzasproductivas y relaciones de producción, que a continuaciónse localiza en un Estado en cierta forma desdoblado, el cual,a su vez, dividiría al aparato económico en dos. Un aparatoeconómico «ampliado» correspondiente al desarrollo de lasfuerzas productivas, que cumpliria no sólo las funciones su-puestamente atribuibles a todo Estado, cualquiera que sea,en relación con las fuerzas productivas, sinó también lasfunciones, ya socialistas, correspondientes a su «socializa-ción»: aparato esencialmente técnico-administrativo que nocabria transformar en una transición al socialismo sino des-arrollar. Y un aparato político-económico, correspondientea las relaciones de producción y a la lucha de clases, super-Estado de los monopolios, 'único que habria de ser trans-formado. La contradicción principal en el seno del aparatoeconómico sería la que enfrentara esas dos partes.

Análisis inexactos: aunque las fuerzas productivas po-seen una materialidad propia que no es posible ignorar,sin embargo no existen nunca más que en unidad con deter-minadas relaciones de producción y' bajo la primacía deéstas. La lucha de clases, existe ya en el corazón mismo delproceso de trabajo: la contradicción fundamental del capi-talismo es una contradicción de Clase, la existente entre laclase explotadora y las clases explotadas. No hay funcioneseconómicas que todo Estado deba cumplir con respecto ala «producción en general». Tales funciones no existen másque vinculadas a la lucha de clases, y por consiguiente cónun carácter y un contenido políticos. El aparato econórr.icódel Estado posee, en el conjunto de su textura, un carácterpolítico. La contradicción fundamental de este aparato' sesitúa entre tácticas esencialmente polarizadas en torno a

'IRtzas~c(;:irsearadas,¡4..dríaéara-'P'lsiti-,mplenl,en elelcdóntb-"eco-~nio

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Las funciones económicas del Estado 209

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los intereses del capital y de su fracción hegemónica, el ca.pital monopolista, y las impuestas por la lucha de las cIa-ses explotadas: esa contradicción atraviesa, con gradacióndiversa, al conjunto de las redes y ramas del aparato eco-nómico del Estado.

Dicho esto, queda por captar las diversas, y en aparien.cia mu.y heterogéneas, funciones econámicas;,del Estado ensu articulación orgánica y no bajo la forma de una .adición-acumulación descriptiva.

Tal investigación debería. tomar por hilo conductor lar baja tendenci.al de la tasa de ganancia, y entender esencial.'{f mente esas intervenciones del Estado como aplicación de

contratendencias en relación con las nuevas coordenadas, enla actual fase, de fijación de la tasa de ganacia media: elconjunto de las intervenciones económicas del Estado searticula, en definitiva, en torno a este papel fundamental.Pero ello implica haber aceptado ya que dicha tendencia ala baja de la ganancia interviene siempre en las formacio-nes capitalistas, cosa que no siempre es unánimernente acepotada por los investigadores de la izquierda. No me propon.go entrar aquí en e.se debate: me limitaré a señalar que unaserie de objeciones a la teoría marxista de la baja tenden.cial de la ganancia falla, en general, el tiro, porque se re-fiere a la realización concreta, empirica y mensurable dedicha baja, cuando en realidad se trata de una tendencia.Incluso cuando no se realiza concretamente, permanece

/;l siempre activa y explica la aplicación. de contra tendenciasT que contrarrl'stan. dicha tendencia, impidiéndola manifes-L tarse concretamente. . .

----xho.ra bien, es admisible tomar esa baja tendencial comohilo conductor a condición de reconocer con toda claridadque en la medida en que no designa. directamente laex-tracción de la plusvalía, es decir la explotación, sino la dis.tribución de la plusvalía (la ganancia)"sólo tiene un valorde índice y de síntoma de las transformaciones profundasde las relaciones de producción y de la división del trabajo,O. sea, de la lucha de clases en torno a la explotación. Conotras palabras:. las operaciones del Estado susceptibles de

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Nicos Poulantzas210

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3 Me limito a señalar, de manera totalmente 'indicativa y paraFrancia, aparte de los trabajos de P. Boceara y de Ph. Herzog, losde J.-P. Delilez, H. Claude y J. Lojkine: por otra parte, los de Ch. Be-ttelheim, J. Valier, A. Granou, Ph. Brachet, A. Ernmanvel, E. Man-del, Chr. Patloix', H. Brochicr, Chr. Goux. Y últimamente el libro deJ. Attali y M. Guillaume, Le capital et son double, 1976.

211Las fun",;]nes económicas del Estado

aplicar las contra tendencias a esa baja alcanzan al procesoc

de 'producción y de reproducción cuyo índice es dicha baja:en definitiva, tal baja tendencial no es más que la expresiónde las luchas populares contra la explotación. Admitidoesto, la localización de esta' baja como referencia central noes sólo legítima sino absolutamente indispensable.

Pero con ello los problemas sólo comienzan, porque exis-ten varias contratendencias a esa baja, de las cuales dosson esenciales: la desvalorización de una parte de! capitalconstante, que eleva la tasa media de ganancia, y la eleva-ción de la tasa de explotación y de plusvalía, muy particu-larmente mediante la elevación de la productividad del tra'bajo (cualificación de la fuerza de trabajo, innovacionestecnológicas, etc.), lo quese l1ama plusvalía relativa. De ahídos cuestiones: a) ¿es legítimo referirse, a estas dos contra-tendencias, y en particular a la primera, en la medida enque esa desvalorización no concierne directamente a la ex-tracción de la plusvalía, sino a simples transferencias y re-distribuciones de la plusvalía, a través de la ganancia, en e!seno del capital?; b) y si hay que referirse a las dos, ¿se laspuede tratar en e! mismo plano y, en caso contrario, cuálde las dos desempeña el papel principal?

Creo, según lo he expuesto 'frecuentemente, que el segun-do problema es e! más importante. Como es sabido, el pa-pel del Estado en la desvalorización de ciertas fraccionesdel cilpital constante ha sido resaltado por algunos investi-gadores agrupados en torno a la revista Economie et Poli-tique, entre el10s P. Boccara y Ph. Herzog, investigadoresque han hecho progresar considerablemente nuestro cono-cimiento de-la realidad económica actual 3. Lo esencial de..,las actuales in tervenciones ,de! Estado (diversas subvencio-'"nes e inversiones estatales, capital público y nacionalizado)tendería a conseguir que una parte del capital funcione a,ji

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una tasa de ganancia inferior ala media, o incluso a tasanula o negativa, a fin de contrarrestar a favor del capitalmonopolista la baja tendencial, en el actual contexto de lasobreacumulación. A menudo se. ha hecho una crítica tor-cida de esos análisis, replicando que, suponiendo que el fun-cionamiento del capital público sea tal como esos análisislo describen (cosa, por lo demás, indiscutible), ello no con-cierne más que a la distribución y a la transferencia de laplusvalía entre los componentes de la clase 'capitalista. Locual es cierto, pero no obsta para que se trate de uná contra-

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tendencia. muy real y esencial a la baja. tendencial (remi-tiendo, en particular, a luchas intensas en el seno. de 'laclase capitalista y a fisuras: del bloque en el poder). Losverdaderos problemas son otros: .

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N icos Poulantzas212

l. Residen en la necesidad de -delimitar. el ,lugar exactode esa contratendencia. Es ne.cesario, .ante".todo, no caeren la ilusión de que el capital estatal, debido a su carácterpúblico, sería cortocircuitado y neutralizado en la reproduc-ción global del capital social y-en cierta medida o del todoya no formaría parte del capital. Ese capital sigue explo-tando (las empresas públicas explotan a sus trabajadores)y por tanto produciendo plusvalía; lo cual permite precisa-mente, mediante su desvalorización, la transferencia de esaplusvalía hacia otros sectores del capital. Por consiguienteeste capital, aunque sea ptiblico-estatal, sigue formando par-te -en el marco de un sistema y de un Estado capitalista-,bajo la forma de capitalismo de Estado, de la propiedadeconómica (la propiedad, distinta de la propiedad jurídica,que es constitutiva de las relaciones de producción) de laclase capitalista, aunque ese capiial no pertenezca jurídica-mente a talo. cual capitalista individual. Ahí reside todoel fondo de la actual discusión 'en el .seno de la izquierdaen torno a las nacionalizaciones, su significación y sus }í.mites en régimen capitalista .. Lo. que está en juego verda-deramente en esta discusión no se reduce a una alternativa_

-entre estatizaciones y nacionalizaciones: que las nacionaliza-, ciones no deben quedar 'ensimplés estatizaciones, que de-ben conducir a formas de intervénci6n de lós trabajadoresen ,su gestión, todo el mundo en el seno de la izquierda, o

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2. Pero en la medida, justamente, en que esa estatiza-ción.desvalorización del capital no concierne, esenciahnen-te, más que a la redistribución y a las transferencias de laplusvalía total entre partes del capital, la contratendenciaprincipal y dominante a la baja tendencial de la tasa deganancia reside, a largo plazo, en la elevación, por el Esta-do, de la tasa de plusvalía y de explotación. Es cierto queel peso respectivo de una u otra contra tendencia dependetambién de la coyuntura de la lucha de clases (yen parti.

casi todo, parece, o dice, estar de acuerdo. Pero la cosa notermina ahí: está bien distinguir entre estatizaciones y na'cionalizaciones, pero la nobleza de este segundo término nodebe inducir a olvidar que toda nacionalización bajo el ré-gimen capitalista se distingue de una efectiva socialización,y que ésta es la distinción fundamental. La socialización,que arranca los medios de producción a la propiedad eco- .nómica y a la posesión del capital para ponerlos bajo elcontrol real de los trabajadores, implica no sólo un cambiodel poder del Estado, sino también modificaciones sustan-ciales de las relaciones de producción y del aparato del Es-tado. Sólo la socialización puede ser, a largo .plazo, unaalternativa real a la estatización: el ejemplo de los paísesdel Este' basta para recordárnoslo.

Hay que saber, igualmente, que la acción del Estadoen el sentido de una desvalorización del capital, a fin deelevar la tasa media de ganancia, no funciona exclusiva-mente en favor de los superbeneficios' del capital monopo-lista, aunque éste se lleve la parte del león. La acción delEstado no podría poner e!lteramente en tela de juicio latendencia a la distribución equitativa de las tasas de. ganan- .cia en el seno del conjunto de las fracciones del capital, in-

.c1uido el capital no monopolista. Algunas fracciones delcapital no monopolista se benefician también de la eleva-ción de la tasa media de ganancia consecutiva a la desva-lorización (el capital no monopolista sigue formando partedel .bloque en el poder capitalista), incluso si el Estado'trata de bloquear la tendencia al reparto por igual y man-tener globalmente la desigualdad en las ganancias entrecapital monopolista y capital no monopolista.

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Las funciones económicas del Estado 213

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cular de las resistencias de la clase obrera) en cada forma-ción social. Pero si esta segunda contratendencia tiende adominar es porque hoy día asistimos, sobre todo en los paí-ses capitalistas desarrollados, al neto desplazamiento de laexplotación extensiva del trabajo y de la plusvalía absoluta(nivel de salarios y duración del trabajo) hacia la explota-

r" ción intensiva del trabajc :!. la plusvalía relativa. Este des-'il' plazamiento -correlativo a la internacionalización de los

procesos de trabajo (la explotación extensiva del trabajova concentrándose en los países dominados), a la sumisiónampliada de la fuerza de trabajo a las relaciones capita-listas y a la primacía creciente del «trabajo muerto» sobreel «trabajo vivo»- incluye la elevación de la productividaddel trabajo y las innovaciones tecnológicas. También asignaen lo sucesivo al Estado un papel esencial en la reproduc-ción ampliada de la fuerza de trabajo, reproducción cuyoespacio se extiende bastante más allá del proceso de cualifi-cación de dicha fuerza. Si toda una serie de acciones delEstado en la investigación científica y las innovaciones tec-nológicas, en las reestructuraciones industriales. la ense-ñanza y la formación profesional,.y también en dominioscomo la. vivienda, la sanidad, los transportes, la asistenCia* social, el ordenamiénto del territorio, el consumo colectivo,resultan actualmente decisivas, es porque, pese a su aparien-cia muy heterogénea, dichas accionés se articulan en tornoal papel del Estado en la reproducción ampliada de lafuerza de trabajo_ Esta reproducción ya no es la simple«condición» de la explotación: dada la actual tendencia aldesplazamie.nto de la explotación extensiva/plu>valía abso-luta hacia la explotación intensiva/plusvalía relativa (pro-ductividad del trabajo), dicha reproducción se sitúa en elcorazón mismo de la producción de la plusvalía. Y el hechode que estas medidas tiendan, más aún que a la desvaiori-.zación de ciertas fracciones del capital, a la elevación de laexplotación por la reproducción-reglamentación ampliadade la fuerza de trabajo, tiene importantes íncidencias: per~

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mite, a la vez, situar el aspecto político directo de esas in-tervenciones y balizar las cuestiones ideológico-poiiticas queestán en juego.

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Podemos así esclarecer, ante todo, la cuestión de en quédominios recae la acción esencial del Estado . .La reproduc-ción de la fuerza de trabajo tienen lugar en los límites im-puestos por las relaciones de producción: no se trata nuncade una simple cualificación técnica, sino que esa reproduc-ción ampliada remite a la división social .del trabajo. Porconsiguiente, la acción del Estado debe recaer, ante todo,'sobre las mismas relaciones de prod~cción, a fin de impo-'nerles modificaciones: sólo éstas permiten y hacen posiblesla elevación de la productividad de la fuerza de trabajo yel aumento de la plusvalía relativa.

No entraré aquí en el detalle de esta cuestión, que ya 1he tratado en Las clases sociales en el capitalismo actual.'Recordaré, simplemente, que toda una serie de intervencio-nes del Estado. ya se trate de reestructuraciones industria-" ,les, de la ayuda múltiple y directa a ciertas fracciones delcapital, o de la ordenación del territorio, aun recayendo,desde luego, sobre la distribución de 'la plusvalía y sus'transferencias, afectan más fundamentalmente a esa modifi-cación de las relaciones de producción, condición necesariade la reproducción de la fuerza de trabajo en función de laelevación de su tasa de explotación. Estas medidas coiwier-ten al Estado en el promotor directo de la concentración ycentralización del capital, sobreentendiéndose que este pro-ceso no es 'ni simplemente técnico, ni simplemente jurídico.Implica modificaciones importantes en las relaciones deproducción: de .las articulaciones diferenciales, en el senodel lt.igar ocupado por el capital y entre sus diversos por-tadores; de los poderes y grados de posesión y de propie-dad económica, a la vez en el plano nacional y en el planomundial (internacionalización del capital, empresas multi-nacionales, etc.). Si este proceso implica también, forzosa-mente, desvalorización de ciertas partes del capital (las ab-sorbidas o expropiadas por las otras), transferencia de laplusvalía del capital no monopolista al capital monopolista,así como del capital europeo al capital americano, esencial-mente significa una redisposición de las relaciones de pro-ducción en el sentido de una reorganización del proceso detrabajo: por ejemplo, modificación de la figura y de loslímites de las diversas unidades de producción por la cons-

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Las funciones económicas del Estado 215

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216 Nicos Poulantzas .

titución de unidades de producción complejas, al nivel na-cional e internacional, lo que hace posible un proceso detrabajo y una producción llamada «integrada». Esto es, asu vez, la condición necesaria de una elevación de la produc-tividad del. trabajo, de una acentuación de las innovaciones

t tecnológicas y de su aplicación en el proceso de trabajo (lasdiversas «revoluciones tecnológicas» presuponen siempremodificaciones de las relaciones de producción), de la ele-vación, en una palabra, de la explotación del trabajo.

Referirse a la reproducción de la fuerza de trabajo peromite no sólo situar la acción del Estado en el dominio pri-mordial de las relaciones de producción, sino captar tam-bién con precisión su importancia en esferas como la.circu-lación o el consumo. La producción (las relaciones de pro-ducción), aun no agotando el ciclo de reproducción amplia-da del capital, que abarca igualmente la distribución, la cir-culación, el consumo, ocupa un lugar determinante en elconjunto de dicho ciclo: la producción es la que determinalas relaciones de intercambio en el mercado (la circulación)y el consumo, y no a la inversa. Contrariamente a toda unaserie de concepciones neo-marginalistas, la acción decisivadel Estado no concierne a las coordenadas del mercado, alterreno de la circulación-intercambio. de las mercancías ode la fijación de. los precios, y menos aún al del consumoindividual. (como pretende toda la verborrea actual sobrela «sociedad de consumo») sino, precisamente, a las rela-ciones de producción.

Ello no impide que la implicación actual del Estado enel consumo sea mucho más importante que en el pasado,no en el sentido de una pretendida restauración de la prima-cía del mercado en las sociedades de consumo, sino en elsentido, precisamente, del papel del Estado en la reproduc-ción, bajo sus formas actuales, de la fuerza de trabajo. Losmedios de esta reproducción hoy dia se sitúan en el terrenodel consumo colectivo, que prevalece cada vez más sobreel consumo individual,.como lo muestra el acrecentamiento,con relación al salario directo distribuido por el empresa-rio, del papel del salario indirecto (precio y calidad de losmedios colectivos de consumo y de las prestaciones socia-les): vivienda, sanidad, transportes, enseñanza, servicios y

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4 En Francia, los trabajos., en especial, de M. Castel1s, J. Lojkine,A. Chauvenet, el. Liscia, Fr. Godard, D. MehI, P. Grevet, E. Preteceille¡M. Freyssinet, Chr. Baudelot, R. Establet, D. Bertaux, Chr. Topalov.el. Quin y R, Du1ong.

S Suzanoe de Brunholl, L'Etat et te capital, 1976.

equipos colectivos 4, En estos lugares esenciales de la repro-ducción ampliada de la fuerza de trabajo es donde se :,si-túan masivamente las intervenciones del Estado en el con-sumo. Es indudable que el Estado actúa también, camalsiempre ha ocurrido, sobre la circulación-consumo, c()n ob-jeto de transformar la realización de la ganancia por laventa de la mercancía (consumo individual), de extenderlos mercados comerciales y la demanda solvente en favor delas sLiperganancias monopolistas (intervenciones en la esferade los precios y de los salarios, de las fiscalidad, del crédi- .(to, de los mercados comerciales, etc,) 5, Pero si la actua-ción del Estado en este terreno llega a ser decisiva, se debea 'la financiación pública del consumo colectivo a fin de 'taumentar la plusvalía relativa mediante el acrecentamientojde la productividad del trabajo. . , '

Lo cual permite llegar más lejos: mostrar que el Estado,implicado masivamente en la circulación.consumo- con vis-tas a la reproducción de,la fuerza de trabajo, es conducido,por ello mismo, a intervenir cada vez más en la articula-ción del ciclo de la producción (relaciones de producción-fuerza de trabajo) y del ciclo de la circulación-consumo,Cosa que hace con su actual gestión de la moneda. Ello per-mite, igualmente, comprender por qué estas intervencionesen el dominio, del consumo colectivo no son, tampoco aquí,simples operaciones técnico-económicas, ,sino que campar-tim un contenido político esencial, que por lo demás revelaasí tener un alcance' mucho más amplio del que a menudose le atribuye. Tampoco se trata aquí de medidas relativasa un pretendido nivel de las fuerzas productivas como tales,neutras en sí y desviadas simplemente a posteriori, a causaúnicamente del poder del Estado (del lugar de los mono-polios en el bloque en el poder), a favor de las superganan-cias monopolistas. Es cierta que esa hegemonía del capitalmonopolista impone un sentido preciso a la estrategia delEstado. Pero en la medida en que esas intervenciones esta-

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Las funciones económicas del Estado 217

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tales atañen a la reproducción del conjunto de la fuerza detrabajo y remiten a una reorganización estructural de losprocesos de trabajo, afectan -más fundamentalmente- ala reproducción en profundidad de la división social capita-lista del trabajo. Esa efectiva gestión-reglamentación de lafuerza de trabajo, hasta incluir las nuevas formas de norma-. Iización disciplinaria y de sumisión-sujeción a las relacionespolítico-ideológicas capitalistas, parece transgredir clara-mente, con su contenido político; Ja simple hegemonía capi-talistay hacerse consustancial con las relaciones de pro-ducción capitalista en su núcleo esencial. De ahí la cuestión:¿en qué medida una mera puesta en. entredicho de la hege-monía del capital monopolista, sin subversión radical deesas mismas relaciones, puede codificar las nuevas fo¡'masde reproducción-adiestramiento de. la fuerza de trabajo,en suma, ese aspecto esencial del Estado?. Lo cüal .permite, finalmente, delimitar el.alcance de la( actual tendencia hacia el estatismo: si no se trata de una,. teridencia uniforme y lineal, tampoco se trata de un fenó-meno coyuntural debido a las fluctuaciones del mercadOo incluso reversible por la mera puesta en entredicho de lahegemonía monopolista. El peso creciente del Estado en

.\- todas las esferas de .Iavida económico-social parece trans-gredir también, en gran medida;e1 ritmo de desvalorización

1- del capital y hacerse consustancia.1 con. el conjunto de las"nuevas formas de. reproducción de la fuerza de trabajo.

Todo ello podrá.ser ilustrado, ahora, mediante el examenmás preciso del contenido político de estas funciones eco-nómicas.

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2. ECONOMIAy POLlTICA

Para delimitar el. contenido político de estas funciones enrelación con el mismo bloque en el poder, hay que coger lascosas por su raíz y plantearse la siguiente cuestión: ¿porqué tales o cuales medidas económicas son adoptadas pre-cisamente por el Estado y no por el mismo capital? ¿Hayque ver ahí sólo la acción de las «razones económicas»?

Ahí está la cuestión clave, tanto más cuanto que un estu-dio preciso de las diversas formaciones capitalistas nos re-vela un hecho muy notable: no existen, 'prácticamente, fun-ciones económicas que sólo puedan ser cumplidas por el.Estado. Con excepción de funciones como la fiscalidad, porejemplo, son o han sido desempeñadas, según las diversasformaciones sociales y según los diverso~ períodos históri-cos, bien por .el Estado, bien por el mismo capital directa-mente, bien por ambos. Desde el establecimiento de la infra-estructura o de las «condiciones» materiales generales de laproducción (ferrocarriles, transportes, comunicaciones, etc.)a la gestión monetaria, la vivienda, la sanidad, la enseñanza,los equipos colectivos, la cualificación de la fuerza de tra-bajo, hasta las modalidades concretas revestidas por laconcentr'lción-cristalización del capital, la lista sería larga.La historia del intervencionismo estatal no es ni una histo- 1.ria homogénea en las diversas formaciones sociales, ni unahistoria lineal de un Estado que va acumulando y adjudi-cándose sucesivamente tales o cuales actividades o secto-res económicos intrínsecos: es una historia de desarrollodesigual según las diversas formaciones, con avances y re-trocesos '. Y esto. n~ puede explicarse del todo únicamente)por razones econOffilcas.

6 ef. Jas investigaciones de J. Bouvier, Fr. Morin,' M. Beaud, etc.

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La razón que suele suponerse es que si dichas funcionesson desempeñadas por el Estado se debe a que conciernena sectores presentados, en general, como no ,-entables parael capital mismo, es decir, que la tasa de ganancia del ca-pital invertido en estos sectores es inferior a la gananciamedia_

Dede pr,cisarse, además, que se trata de un hecho his-tórico_ Estos sectores no se presentan como no rentablespara el capital más que en ciertas formaciones sociales, enciertos períodos históricos, en la medida en que el Estadóno ha creado aún, a través de sus intervenciones, las con~diciones de rentabilidad del capitaL Se trata-, por tanto, deun fenómeno variable~ según las diversas formaciones so-ciales y coyunturas, lo cual permitiría, en cierta'medida, ex-plicar el desarrollo desigual de las intervenciones del Es-tado,

Digo, en cierta medida: porque el recurso a esa razóneconómica, utilizado frecuentemente para explicar la tota-lidad del intervencionismo estatal, no puede tener más queun campo limitado de validez.

No refiriéndonos más que al contexto de la internacio-nalización del capital. que caracteriza a la actual fase delimperialismo y a las coordenadas del establecimiento de 'latasa de ganancia media en el plano internacional (al menosen la zona de los países dominantes), esa razón económicano basta para explicar las variaciones considerables del in-tervencionismo de los diversos Estados capitalistas domi-nantes, No se puede, al mismo tiempo, establecer que laconstrucción de autopistas o de telecomunicaciones es ac-tualmente rentable allí donde corre a cargo del capital pri-vado, como Italia o los Estados Unidos, y no rentable enFrancia, donde, en el mismo momento, es asumida esen-cialmente por el Estado, El Estado, por otra parte, actúaen sectores eminentemente rentables para el capitaL Esto esválido tanto para las nacionalizaciones (el Estado no na-cionaliza sólo sectores del capital no rentables o empresasal borde de la quiebra) como para toda una serie de inter-venciones del Estado (investigación, energía, etc,),

220 Nicos Poulantzas

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Así, incluso cuando el Estado actúa sobre sectores norentables para el capital, sus intervenciones se sitúan siem-pre, de todas maneras, en un contexto político, y quedanmarcadas, en sus modalidades o extensión; por la políticadel Estado; Y por añadidura dichas intervenciones no selimitan a sectores no rentables para el capita!. Entonces,¿por qué el Estado toma a su cargo sectores perfectamente.rentables para el capital?

Ante todo, puede afirmarse con certidumbre que estasintervenciones corresponden frecuentemente a coordenadasgenerales de la reproducción del capital, y son necesariaspara la reproducción del conjunto del capital social. Si enla expresión de Engels acerca de que el Estado interviene'para instaurar y mantener las condiciones generales de laproducción, el término «condiciones» ha caducado ya, por-que el Estado llega al corazón del proceso de producción, eltérmino «generales» conserva toda su pertinencia, en el sen~tido de que son indispensables (desde la investigación a laenergía, las comunicaciones y la reproducción ampliada dela fuerza de trabajo) para el conjunto de la burguesía. Quetalo cual capital individual, o incluso fracción del capital.se haga cargo de esas funciones, comporta riesgos conside-rables: puede dar lugar a que sean desviadas, de maneraincontrolada, en beneficio exclusivo, a corto plazo, de dichocapital (un caso muy claro, por ejemplo, es el de las com-pañías petrolíferas, con las reacciones que suscitan en elconjunto del capital, viéndose' obligado el Estado -Cartermismo en los' Estados Unidos- a hacerse cargo del sectorde la energía). Puede, incluso, forzar brutalmente una re-estructuración del conjunto del aparato productivo en be-neficio' exclusivo de esos capitales, en detrimento grave delas otras fracciones del capital o capitales individuales. Locual aumenta considerablemente las' contradicciones inter-nas del bloque en el poder. La realización por el Estado deestas funciones de interés general para la burguesía en suconjunto es, por consiguiente, una necesidad política.

Es verdad que también en este caso las disposicionesdel Estado son adoptadas en beneficio, predominantemen-te, de la fracción hegemónica del capital, en la actualidad elcapital monopolista; el carácter mismo de este capita!' y su

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predominio masivo en la economía tienen efectos propiosen un estatismo centrado en la sobreacumulación monopo-lista. Pero esto se produce siempre en el marco de la com-pleja elaboración política de una estrategia de compromiso,en el seno del bloque en el poder, por intermedio del Es-tado. Sin hablar ya de que el' capital monopolista no es,él mismo, una entidad fusionada, sino atravesada de con-tradicciones importantes, 10 cual hace necesaria la aplica-ción'política, justamente pard Estado, de medidas en be-neficio, sobre todo, dd.conjunto del capital monopolista.

Este ca;ácter político con respecto a las clases y fraccio-nes dominantes, afecta, en grados diversos, al conjunto de.las mencionadas funciones. La cosa es muy clara no sólo enla reproducci<ón y gestión ampliada de la fqerza de trabajo,coordenada general de. la reproducción del conjunto del ca-pital, sino también en las disposiciones del Estado enéa-minadas a la desvalorización. de ciertas fracciones del capi-tal constante. Tampoco aquí hay ninguna razón económicaintrinseca para que esa desvalorización se realice sólo através del Estado. De hecho se produce constantemente, demodo paralelo al Estado, en d mismo proceso económico,ya sea por intermedio dé las crisis económicas; ya sea porla acción directa de' ciertos capitales (pertenecientes, por 10. 'general. al capital monopolista) 'contra otros capitales (per'. ienecientes, por lo general, al capital no monopolista, aun-'que támbién al capital mónopolista): quiebras, 'áb:sorcio-

,,-'rí";s,'concentraciones. Partes enteras del capital (empresas,(¡¡'idades de producción) deben morir (tasa de gananciaBilla:' sentericia de ¡;nuerte para el' capitál privado) a fin 'de.qúelas otras puedan vivir. El que'.esto se haga, en lo esen-,.cial, por intermedio del Estado se explica porque ni en el.' "ccJrijuntodel capital, ni siquiera en el seno del capital mo-. :I1opolista hay instancia susceptible .de decretar quién debe, '~!,crificarse para que los otros sigánprosperando; se expli'ca' también porque ese. proceso, dejado únicamente al cam-pÓeconómico, reviste formas salvajes y.brutales,.caraeterís-

'Oicas ,de los comienzos del proceso de concentración del ca-"pitan La acción dd .Estado permite; precisamente, cierta"~egulación política (siempre relativa: se trata de un equili-

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223Economía y política

brio inestable de compromiso) mediante la elaboración detácticas en el seno del Estado. .'.,

Lo dicho se aplica igualmente a los casos de ayudadirec::\ ' :ta del Estado, bajo múltiples formas, al capital monopolista,.p ";"en detrimento del capital no rrionopolista'(subvencionei;y , ''"'pedidos públicos, tarifas preferenciales, etc:). Son medidas'que se inscriben también en la trama general de las rela.ciones politicas de fuerza entre fracciones del capital. Cho- ,¡.can con las resistencias. del capital, no rrionopolista, cuya

, existencia -uno de los términos de la relación de fuerza:s-'-se expresa bajo la forma de límites impuestos al Estado ensu acción a favor del capital monopolista, acción que debe,'ser durame,nte negociada (diversos "paliativos» y «contr;Y )_'' "medidas») con el capital no monopolista. ' " ., . ,:'

La cosa, pues, está clara: la actual extensión del sector, ",1"

público y de las funciones del Estado no corresponde úni' ." ~"1camente a las necesidadés económicas. Pero, aun tratándo>'.' ..:

, se de un fenómeno esencialmente político, no puede expli. .carse por la simple dominación del Estado por un capitalmonopolista que habría logrado unificarse y excluir al ca"pital no monopolista de la arena de la hegemonia política'.Aunque está, ciertamente, ligado a, dicha hegemonia~ con.cierne, más fundamentalmente, a las formas de dominación' ",del capital en 'su conjunto, porque este fenómeno es tam:.1bién una respuesta a la acentuación actual de las contradic:.! ..'ciones en todo el espacio de la dominación polít!ca. . '. '

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Ahora bien, el contenido' político de esas funciones eco-,nómicas concierne, en. primerísimo lugar. a las masas pv.'pula res. Nos enfrentamos aquí con otra serie de problemas.:

Abordaremos' inmediatamente el primero, ,en cierto sen.'tido el más simple, que concierne a los aspectos represivos'e ideológicos más evidentes del Estado. La' accióndi,:e~ta 'del Estado a favor del capital se hace necesaria cada:,ir~",que la aplicación de lo económico implica el recurso .alem.' :'pleo de la violencia organizada, cuyo monopolio legítirrio':está en manos del Estado capitalista: diversas fonDas de'.,expropiación, ciertos aspectos de la reproducción.gestión,;:' '.de la fuerza de trabajo, etcétera. , ., .•~,::,

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r Pero si el papel del Estado con respecto a las masas po-r pulares no puede reducirse a un engaño, a una pura y sim-ple mistificación ideológica, tampoco puede reducirse al deun Estado-Providencia con funciones puramente «sociales»,El Estado organiza y reproduce la hegemonía de clase fi-jando un campo variable de compromiso entre las clasesdominantes y las clases dominadas, imponiendo incluso amenudo a las cIases dominantes ciertos sacrificios materia-les.a corto plazo a fin de hacer posible la reproducción desu dominación a largo plazo. Un caso clásico, en el primer

f estadio del capitalismo, ,fue la famosa legislación fabril (ytambién la abolición de la esclavitud) que llamó ya la aten-ción de Marx: intervención del Estado a fin de preservar-reproducir una fuerza de trabajo que el capital, contra su

Aquí los procedimientos ideológicos aparecen con mu-r rcha mayor significación: materializando la ideología, que leV atribuye la representación del interés general y del bienes-tar, común por encima de las clases, ocurre que el Estadoasume directamente funciones económicas, ocultando almismo tiempo a las clases populares su verdadero conte-nido de clase. Cuanto más se encaminan esas medidas a laaceleración de la tasa de explotación (plusvalía relativa),más necesario se hace, desde el punto de vista político-ideo-lógico, que el Estado ,se haga' cargo directamente de ellas.Ante todo, en lo que afecta directamente a la sobreacumu-lación del capital: ejemplo de ello son las nacionaHzaciones

X- de tipo capitalista que alimentan las ilusiones de las' masaspopulares a este respecto. Por este procedimiento, la des-valorización del capital y sus efectos sobre la mano de obrapueden ser presentados fácilmente como necesidades técni-cas (véase RenilUlt), mientras que las absorciones-quiebras(véase Up) plantean problemas mucho más 'graves. Peromás necesaria aún se hace la mencionada intervención delEstado en las disposiciones que afectan a 'la fuerza de tra-bajo: por el hecho de ser públicas; desde los transporteshasta los sistemas de formación-enseñanza, dichas disposi-tt ciones, reproducen la fuerza de trabajo, a favor del capital"de manera mucho más eficaz que si fuera el capital mismoquien se encargase de ello, directa o exclusivamente.

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7 En particular el de Fr. Fox-Piven y R. Cloward, Regulating the.Poor, 1971.

propio interés a largo plazo, estaba en camino de eXtermi-nar físicamente, .y a fin de organizar, al lado del campo dela plusvalía absoluta, el de la plusvalía relativa. No hay queolvidarlo en ningún momento: toda una. serie de medidaseconómicas del Estado, y muy particularmente las relativasa la reproducción ampliada de la fuerza de. trabajo, le hansido impuestas por la lucha de las clases dominadas entorno a 10 que puede designarse con la noción, determinadasocial e históricamente, de «necesidades» populares: desdela seguridad social a la política relativa al paro y al con-junto de sectores; ya mencionados, del consum.o colectivo.Numerosos estudios recientes 7 muestran' que las famosasfunciones sociales del Estado dependen directamente', tantOj.en su existencia como en sus ritmos y modalidades, de laintensidad de la movilización popular: ya sea como efecto '.~de las luchas, ya sea como tentativa del. Estado para desar- ..Jmarias por anticipado.

Pero si esto muestra que no se trata:de «puras» medidassociales de un Estado-Providencia, muestra también otracosa: no existen, de un lado, funciones del Estado favora-bles a las masas populares, impuestas por ellas, y, de otrolado, funciones económicas a favor del capital. Todas lasdisposiciones adoptadas por el Estado capitalista, inclusolas impuestas por las masas populares, se insertan final-mente, a la larga, en una estrategia a favor del capital, ocompatible con su reproducción ampliada. El Estado se.hace. cargo de las medidas esenciales a favor de la acumu-),lación ampliada del capital y las elabora políticamente te-niendo en cuenta la relación de fuerzas con las clases domi,nadas y,sus resistencias, o sea, de modo tal que esas medi-das puedan, mediante ciertas concesiones a las clases dm:ni- JÍ(nadas (las conquistas populares), garantizar la reproduc-ción de la hegemonía de clase y. de la dominación del con-junto de la burguesía sobre las masas populares. No sólo elEstado asegura ese mecanismo. sino que es el único capazde asegurarlo: las clases y fracciones dominantes. dejadasa ellas mismas _y a sus intereses económico-corporativos a

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Economía y política 225

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k) co~toplazo y, contradictorios, serían incapaces de hacerl(}.\.,Por último, la adopción por el mIsmo Estado de cIertas reI-vindicaciones materiales populares' que pueden revestir, ala hora de imponerse, una significación bastante radical (en-señanza pública libre y gratuita, seguridad social, seguro deparo, etc.), a la' larga pueden servir a la heger¡lOnía de cl~-se. En el curso 'de un cambio de la relación de fu.erzas esas«conquistas populares» pueden ser despojadas progresiva-mente de su contenido y carácter iniciales de manera indi-recta y encubierta., En cambio, 'si esas retiradas o retrocesosfuesen efectuados por el capital en persOna, en el supuestode asumir, directamente las funciones económico-sociales,correrían el riesgo de provocar explosiones sociales ,mucho

, más graves_

Estas observaciones se'limitan' a ,balizar ,los contorno'sgenerales del problema. Podemos avanzar ahora en el aná-lisis ,del contenido político de las funciones económicas delEstado, conservando siempre como hilo conductor de esasfunciones el papel del Estado en la reproducción-gestión dela fuerza de trabajo. Ello- 'permitirá captar mejor por qué,no existen funciones puramente « técnko~sociales) del Es.tado con respecto a las masas populares. Y permitirá igual-mente, ahora 'en sentido inverso, delimitar la pertinenciaeconómica del conjunto de las funciones del Estado,inclui-das 'áquellas que aparentemente están muy, alejadas de laeconomía, y comprobar la actual subordinación del, conjun-to de la actividad del Estado a su papel económico, así de-'limitado. , " , ' "

La reproducción de la fuerza de trabajo es una' estrate-,-,gia'política, por' tratarse en todo momento de una repro-ducción de la divísión social del ,trabajo; los elementos po'lítico-ideológicos están siempre constitutivamente presentes.,

," Ante todo, bajo su aspecto represivo, el del ejercicio de la',,' violencia organizada. Jamás se,insistirá bastanteen ,el hecho.¡:de que las diversas disposiciones «sociales» del Estado-Pro-

videncia, con vistas a la reproducción de la fuerza de traba-, " jo y en las esferas del consumo colectivo, son también in-::" *',.,tervenciones encaminadas a la gestión 'y el ,control político-

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8 Le psyc1lallalysme, op. cit., p. 288.

policial de esa fuerza. Los hechos son ya conocidos: redesde asistencia social, circuitos de ayuda al paro y oficinas decolocación, organización material del espacio de las vivien-das llamadas «sociales» (o ciudades de tránsito), ramas es-pecíficas de la enseñanza (la de la .llamada técnica o clasesde transición), asilos y hospitales, son otros tantos lugares Jpqlíticos de control jurídico-policial de la fuerza de trabajo.Es cierto que actualmente están en curso transformacio-

nes importantes: se modifica la configuración de esos luga-res, en el sentido de que asistimos a una cierta desinstitu-cionalización de los antiguos dispositivos «concentraciona-rios» de aislamiento y deencierro-adiesttamiento .(casoclásico. de las workhouses, pero también de los diversosghettos y del universo de los asilos) donde se ejercía esecontrol; a una acción, en resumen, de «desencierro», hacia; la constitución de un estatismo de nuevo tipo: el de redes.ycircuitos flexibles y difusos en la profundidad de la texturasocial (asistencia social, dispositivos complejos de adopciónen los barrios, en familias, etc., educación vigilada, centrosde ayuda por el trabajo, hospitales diurnos, nocturnos, ta-lleres protegidos). Aunque esa evolución concierne igual-mente a la normalización disciplinaria, que se desplaza ha-cia esos nuevos dispositivos, no significa, como pretendeR. Castel, a quien se deben los mejores análisis de este pro-ceso, el paso de un poder en forma de autoridad-coerción"a.un poder en forma de persúasión-manipulación, o de unaviolencia abierta a una represión interiorizada '. Tambiénlo sabemos ahora: este procesó corresponde a un despliegueconsiderable de la red jurídico-policial, que bajo formasnuevas diversifica, apoya, sostiene y prolonga esa difusióncapilar de los circuitos de control social: vigilancia policiacapor manzanas de viviendas, encuestas administrativas pre-vias, control por los tribunales de las di~rsas medidas deayuda y de vigilancia, interpenetración de la informaciónentre esos circuitos y e( aparato policiaco (desde las clasesescolares de transición .hasta los jueces de menores, porejemplo), centralización ~la electrónica manda- de las fi-chas y de la información, prolongación de la policía oficial

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Economí9 y política 227

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en ,las redes de vigilantes privados. Este proceso implica,en ,cierta medida, la eliminación de las barreras tradiciona-les entre lo normal y lo anormal (los elementos considerados«antisociales;,) y un desplazamiento del control del acto'criminal a la situación criminógena, del caso patológicoque debe ser encerrado a la situaéión patógena que debeservigilada: todo ciudadano se convierte; en cierta manera,en :sospechoso {l. priori, un criminal en potencia. Y ello seacompaña de un mecanismo de apoyo de la poliCía en lapoblación: todo ciudadano Se convierte, a su vez, en vigilan-te, en policía en potencia, a trayes de :,una__serie pennanentede testimonios-delaciones ,(encuestas diversas' de moralidad,previas" a ]a ayuda sOcial). ¿Represión"«(siinbó1ica)}? ¡Vamos!1 A ello se añade, claro está, el contenido político-ideoló-gico de reproducción de la ideología dominante y de divi_sión de las masas populares que impregna, de parte a par-te, estas' funciones del Estado. Las disposiciones adoptadaspor el Estado en la enseñanza' -yoen la' formación, e'n gene-ral" de la fuerza' de trabajo, con vistas a la 'cualificación-descualificación de es.a.fuerza, están, al mis'mo tiempo, mar-cadas por la acentuaéión de la división trabajo intelectual-trabajo manual, en toda la dimensión político-ideológica deesta- división, ro que tiende a acrecentar, las separaciones enel seno de las clases populares (empleados, cuadros medios,técnicos" obreros). La organización del espacio en los trans-po'rtes o en la vivienda no sólo reproduce la ideología de lacélulaJamiliar y el aislamiento, sino que planifica la divi-sión ,entre clases populares (pequeña burguesía asalariada,clase obrera, trabajadores inmigrados; etc.). La política ,desanid~d sigue las' mismas pautas, y una institución como,la Seguridad Social está lejos de consÚtuir un aparato uni-

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ficado, encontrándose dividida en compartimentos bien di-ferenciados, según las clases y categorías a las que, se dirige.'La ,política de ayuda al paro está directamente centrada en

>:1a',reproducción de la -ideología del trabajo capitalista: los(,,{e 'límites de dicha ayuda no dependen sólo de los imperativost,¡"'económicos del cap'ita!. Es necesario qúe la ayuda no -haga1,:;.,::g,61vidat en ningún momento a los beneficiarios el ,carácter

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Page 235: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

9 ¡bid., p. 287.

rada. Lo mismo podría decirse de la organizaclOn de la es-fera cultural por el Estado, así como del ocio y el deporte.

El papel del Estado en la formación-gestión-reproduc-ción de la fuerza de trabajo permite también, ahora ensentido inverso, establecer con exactitud el alcance econó-mico del conjunto de actividades del actual Estado, inclui-das las disciplinas de normalización (que contribuyen a for-jar la corporeidad capitalista y a moldear la individualiza-ción del cuerpo político sobre el cual se ejerce el poder), ha-ciendo posible así la explicación de sus transformaciones.Para lograrlo, apenas sirve referirse -como ha hecho Fou-cault hasta hoy- a la noción demasiado vaga de una "maxi-mación del rendimiento» del trabajo: ¿cómo explicarse, apartir de esta noción-cajón de sastre, la evolución, notableya a comienzos del siglo pero precipitada actualmente, queva del encierro al desencierro? Sólo es posible tomandocomo referencia el nudo central de esas transformaciones,las modificaciones actuales del proceso de trabajo y la ges-tión-reproducción de la fuerza de trabajo. Todo lo cual su-pone relacionar esas disciplinas de normalización con ladivisión social capitalista del trabajo. Es lo que recono!,e----casi diría que lo confiesa- R. Castel: "Soy totalmenteincapaz de decir algo preciso sobre las "causas" de semejan-te movimiento (del "encierro" al "desencierro"), y en parti-cular sobre lo que, en la división social del trabajo, al nivelde la distribución y de la reparación de la fuerza de tra-bajo, lo impulsa verdaderamente 9.»

Reconocer el nudo de las transformaciones es indicar yala dirección en la que debe investigarse para conseguir ma-yores precisiones. El encierro generalizado parece consti-tuir la forma privilegiada del adiestramiento-normalización,es decir formación, de la fuerza de trabajo bajo el predo-minio de la explotación extensiva del trabajo y de la plus-valía absoluta, implicando un nivel relativamente bajo dela productividad y de la cualificación del trabajo. Fuerza detrabajo obrera relativamente minoritaria y aislada en lapoblación, correspondiente a brutales transplantes del cam-po hacia la ciudad: explotación basada, esencialmente, en el

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rápido desgaste físico de una fuerza de trabajo fácilmenterenovable. ' , e' ¡

No; sucede lo mismo, en cambio, ,con él desplazamiento1hacia la explotación intensiva del trabajo 'Y la plusvalía re-+ lativa: sumisión ampliada de la fuerza de trabajo al capital;aumento de la clase obrera; elevación de la productividaddel trabajo y acentuación del polo cualificación en el pro-ceso permanente de, cualificación-descualificaciónde esafuerza; reproducción ampliada, bajo una nueva forma,de'la división trabajo intelectual/trabajo manual; reestructu-ración de los procesos de trabajo en ciertas ramas indus-triales; incluida bajo la forma actual de las, innovacionestecnológicas. A estas. transformaciones" como numerosós in-vestigadores han puesto de manifiesto suficientemente,' ca'rresponden en lo esencial' las nuevas' «funciones sociales»del Estado,Providencia bajo su 'aspecto de, formación-ges-tión-reproducción de la fuerza de trabajo. Y a estas mismastransformaciones parecen remitir, 'sin extenderme más sobreello, las nuevas formas de adiestramiento y normalización:difusión flexible y' capilar de los' dispositivos disciplinariosen una población masivamente sometida al capital (<<súmi-sión real» ampliada del trabajo 'al capital); transformacio-nes' ,de los procedimientos escolares de formación yaper-tura-permeabilidad de la familia como lugar de una nuevacualificación del trabajo; ruptura de las barreras entre lonormal y lo anormal en una población víctima de un paroestructural permanente y, por tanto, masivamente a'social'en potencia; 'reproducción de las fracturas de autoridad ydCcisión"ejecución en el seno mismo de un trabajo intelec-tual extendido (nueva pequeña burguesía) en .forma dife-rente ,de aquélla, rígida, propia del despotismo de las orga-nizaciones «cerradas» tradicionales~ que coincidía. con lasfracturas entre un trabajo intelectual restringido y un tra-'

lbajo manual; extensión e irradiaCión del trabajo inmigrado" en el conjunto de las ramas y sectores industriales donde se" ,concentra el trabajo no cualificado e instalación de las re-

' desapropiadas de control-vigilancia, etc.e,' Es cierto que estas causas no son, ni con mucho, las

únicas que determinan el paso actual del encierro al desen-Cierro: también en este caso las transformaciones remiten a

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Había dicho que el contenído político de estas díversas '. funciones del Estado no corresponde sólo a la hegemonía, .actual del capital monopolísta. Ahora es posible ir más le-,jos: no depende sólo del poder del Estado, ní siquiera am-pliando ese poder al conjunto de la clase capitalista. Esmanifiesto que el contenido político de dichas (uncionesestá inscrito en la materialidad institucional y 1ti armazónorganizativa del aparato del Estado: el hecho se compruebaincluso en las famosas medidas técnico-sociales del Estado.

" Los aparatos institucionales de la sanidad (Seguridad So-. cial, medicina, hospitales, asilos), de la asistencia social,del, urbanismo, de los equipos colectivos, del ocio, están mar',cados con el sello «burgués». Esas medidas es!fm' encami-nadas a la reproducción capitalista de 'la fuerza' de trabajoy a la división social del trabajo, aun cuando su existen-cia se deba, en parte, a las luchas populares' y represen-te, a veces, una conquista. De ahí siempre el mismo proble-ma: no ya la recusación de la hegemonia monopolista, sirioni siquiera una recusación más radical del poder del Estadobastaria para' modificar radicalmente la política de .estosaparatos tal como son, yeso que se trata del dispositivo re-putado como social o de interés general dé! Estado, que su-puestamente corresponde por excelencia a 'la socializaciónde las fuerzas productivas.

las' modificaciones de las relaciones de clase}' alás nuevas..:.JJuchas populares. Pero su subordinación al pape]éconómi-

co del Estado muestra ya su contenido politico esencial.

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Page 238: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

3. LOS LIMITES DEL ESTADO-MOLOCH

El papel actual del Estado no debe ocultamos el hecho deque conlleva siempre límites, designables como límites es-tructurales de la intervención del Estado capitalista en laeconomía. Aunque estos límites varían según las fases delcapitalismo, las relaciones entre las clases y las formas deEstado (democracia, parlamentarismo, fascismo, etc.), másallá de un cierto grado resultan claramente infranqueablesbajo el capitalismo, tal como éste existe y se reproduce enlas sociedades occidentales. También aquí conviene descon-fiar de la imagen habitual de un Estado omnipotente, quese encamina progresivamente, de modo ineluctable, hacia loque Henri Lefebvre designa ya con el término de «modo deproducción estata!» 10. Conviene desconfiar, sobre todo, dela aplicación de esta imagen a las relaciones entre Estado yeconomía, cuando se acopla, COIDO sucede a menudo, a untecnocratismo de izquierda (que no es, indudablemente, elcaso de Lefebvre): creencia en la capacidad intrínseca de unEstado racionalizador.gestionario para efectuar, luminosa-mente dirigido por expertos de la izquierda, la transición alsocialismo. Dichos límites se han comprobado en los últi-mos decenios y, de nuevo, recientemente. Es lo que ha mar-cado el fin de las ilusiones keynesianas, asumidas por Shon-field y Galbraith, en un capitalismo racionalizado, organiza-do y planificado, que habría logrado enlre otras cosas, através de una intervención tendencialmente ilimitada delEstado en la economía, yugular o administrar sus propiascrisis.Estos límites de la intervención del Estado en la econo-

mía son consustanciales con la separación relativa entre los

10 De fEtal, op. cit., t. 3: Le mode de produciion étatique, 1977.

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Page 239: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

Los límites que perfilan el horizonte del Estado en laeconomía remiten a las relaciones de producción capitalis-tas. Verdad es que el Estado trabaja en la reorganizaciónde las relaciones de producción que estructuran el espaciodel capital, y, por'.consiguiente, en la redistribución de lospoderes, que derivan de las relaciones de propiedad eco-'nómica y de posesión, entre las diversas fracciones del capi-, tal, en beneficio especialmente del capital monopolista. Pero. ello no es óbice para que el Estado sólo pueda existir a con-dición de que quede garantizado el núcleo esencial, de lasrelaciones de"producción capitalistas que asegutan la ex-plotación de la clase obrera y de las masas populares, o

espacios de lo político-estatal y de la economía bajo el capi-talismo, separación que se reproduce actualmente bajo urianueva forma. Por tanto, dichos límites corresponden, ante. todo, a la naturaleza misma del proceso de producción, de-. reproducción y de acumulación del capital. Proceso contra-:dii'torio, que obedece, por un lado, a su propia lógica, y Ji-.mita la acción del Estado, a quien resulta imposible contro-lar realmente los efectos de sus propias acciones en. la eco-

.Ilomía. La cosa no puede estar más clara hoy día: esas in-tervenciones estatales se' convierten, ellas mismas y directa-mente, en factores produ<:;tores de crisis. Digamos simple-mente, por ahora, que estas funciones presentan' un primerlímite más allá deI.cual son absolutamente incomprimibles,)0 cual indica la rigidez del Estado y el abanico restringidode ,sus opciones estratégicas. Pero esas funciones presentan,.sobre todo, un segundo límite, que el Estado no puede trans-gredir. En cierta forma el Estado se encuentra actualmentecogido en sus propias redes, sin que la metáfora sea exce-

.'siva: no puede, ahora, ni retroceder ni avanzar, ni abstener-se, ni controlar el núcleo central de la economía. Se ve obli-gado a hacer, al mismo tiempo, demasiado (intervencionesproductoras de crisis) y demasiado poco (no puede llegar "-las callsas profundas de las crisis). El Estado actual oscilapermanentemente entre los dos términos de. la alternativa:retirarse y/o intervenir más aún. Más que ante un Estadoomnipotente estamos ante un Estado puesto entre la espa-

. da y la pared y con un abismo a sus pies. --

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Los límites del Estado-Moloch 233

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Nicos -Poulantzas234

sea, su exclusión' del poder real 'sobre los medios de pro-ducción. Las disposiciones' del Estado concernientes a lasmismas relac:iones de producción no tienen más objeto quesu reproducción en cuanto relaciones capitalistas. Puede ex-'presarse esto diciendo que el Estado capitalista está consti-tuido por un límite negativo general a sus intervenciones,es. decir, por'un"a no iriterv"enció'rz específica en el «núcleoesénciah de las relaciones de producción capitalistas.

Tal límite de principio o 'no intervención fundamentalcrea toda una serie de límiies en segundo grado: límitesestructurales' al dominio del Estado eil sectores 'y camposcuyas contradicciones son efecto de las propias relacionesde producción, ya sea, en la circulación, en la distribución,end consumo o en la gestión de los flujos monetarios. Laacción del Estado se constituye, en gran medida (dentro,ciertamente, de una estrategia hegemónica global),' como unbricolage de medidas puntuales que responde a unas con-diciones ya establecidas del proceso de valorización del ca-pital, ,proceso no ,controlable, consiguientemente, por el Es-tado. -La reproducción, no puede ser controlada sin una in-tervenciónen el 'núcleo, esencial de las relaciones de pro-ducción, por que no pueden controlarse los efectos sin Ile-

_C' gar hasta las causas. En lo fundamental, por tanto, las me-V didas adoptadas por el Estado son intervenciones a 'poste-

riori; que en cierta forma tratan las consecuencias' y lossíntomas del proceso económico y se esfuerzan en regula-rízar, mediante reacciónes reflejas', las contradicciones eco-nómicas. Las intervenciones a priori, a menudo ciegas, ~pe-nas pueden ir más allá de ciertas medidas eleinentales, in-dispensables para el proceso de valorización del capital, '-engeneral, y para los' superbeneficios 'monopolistas. Ahí es

~ donde residen lós límites de la planificación capitalista, queincluso ,bajo la forma de una 'programación o de una plani-ficación de las grandes orientaciones de la producción tiene

" más de proyección en el futuro de las: grandes -tendenc:ias,<líl doininantes en un momento dado que de verdadera plani-"LJicación. -Se liinita, 'en la mayoría de los casos, 'a indicar .las

grandes líneas de las condiciones, de compatibilidad entrelas bases materiales de la proaucdón (dem6grafía, 'utiliza-

, " ción de los datos naturales y técnicos, etc.) y la acumulación

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Estos límites a la intervención del Estado remiten así ala .acción directá de la lucha de clases. Luchas de las masas.:populares, de tales o cuales c1a,sespopulares (clase obrera,pequeña burguesía, clases populares del campo) contra lasmedidas del Estado en favor del capital; luchas, igualmente,en el seno mismo de la burguesía y del bloque en el poder'contra tales o cuales medidas que operan predominante-..mente en beneficio de tal o cual fracción de la burguesía,componente de dicho bloque. Límites que na san barreras'simplemente externas a las acción del Estada: en la medidaen que esas luchas son constitutivas del Estado como con-,densación material de una relación de fuerzas ,entre las.c1ases, nos encontramos, con límites relativas a la estructura

',::' misma del Estada, y a la formación de su política como re-'sultante de sus divisiones internas, en la medida en que éstas'expresan contradicciones de clase. Incluso en los casos. o.períodos en que el Estado capitalista consigue reprimir y

235Las límites del Estada-Malach

.del capital en cuanto acumulación de riquezas. evaluadasfinancieramente. Reviste también, en el mejor de los casos,el papel de un inmenso estudio de mercado: después de las •., ilusiones ,de los años cincuenta (con repercusión en el senomismo de la izquierda), los diversos expertos en planifi-

., cación' comienzan a darse cuenta de ello y a desengañarse." Más aún: esa conexión del Estado con las relaciones de''producción hace que los recursas materiales de que dispo.ne 'estén estructuralmente limitados. El límite a la apropia.ción de rentas, que fija el Estado a través del impuesto resi-'dé esencialmente en la ganancia del capital, de la cual noes posible echar mano más allá de ciertos límites sin poneren grave peligro el proceso de reproducción, o sea, dichoen pocas palabras, el funcionamiento capitalista de la econo-. mía. De acuerdo con las fluctuaciones de la tasa de ganan-ciá, los recursos financieros del Estado se encuentran some-. !idos a modificaciones que difícilmente. puede controlar:le es imposible, en gran medida, planificar estos recursos y.delimitar el.campo de maniobra de sus 'intervenciones. Ex-presión de este hecho es la permanente crisis fiscal que.afecta actualmente, en mayor, o menor grado, a l.os Estadoscapitalistas. .

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Page 242: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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bloquear la lucha de clases abierta y frontal contra él, nologra, pese a todo, suprimir todos los obstáculos a sus inter- 'venciones. La lucha de clases, por lo demás siempre en' ac- 't ción, lo atraviesa de manera específica: nada más evidente

.L. que los límites que han fijado, entre las dos guerras, a los,;Estados fascistas, y que fijan aún a ciertos Estados de dic-e... tadura militar, .

Se trata de luchas estructurales que, por consiguiente, noconciernen sólo a la lucha y resistencia de las clases domi-nadas, sino también a la de fracciones de la burguesía. Ahí 'es, en particular, dónde hay que ver los límites de Ías na-cionalizaciones y del capital público. Las nacionalizaciones,(distintas de las socializaciones), en cuanto tales y en el 'marco del Estado capitalista, no privan a la burguesía de 'la propiedad económica del capital público, Una esta tiza- 'ción de la economía, por muy amplia que sea, incluso si'la totalidad o casi del capital es juridicámente nacionali, ,zado, no rompe fundamentalmente con las relaciones deproducción capitalistas (exclusión de los trabajadores del 'control real de los medios de producción y del dominiode los procesos de trabajo): da lugar al fenómeno del capi- ' '"talismo de Estado. Ello no obsta para que semejante pro-'ceso encuentre obstáculos estructurales en el marco de un ':,~Estado ya constituido a partir de una burguesía privada.Apenas puede concebirse en este caso, como hacen HenriLefebvre y muchos otros, una ,transformación de ese géne- , .ro que se efectúe de modo progresivo e ineluctable, sin,'rupturas políticas considerables. Y es que, en virtud de las 'modificaciones que implica --en particular la permutación,del personal burgués y el reemplazamiento radical de laburguesia privada por una burguesía de Estado- este pro- ,ceso tropieza con la resistencia encarnizada de la primera. 'Pero esto se produce siempre más allá de los límites men- "','¡cionados, p';rque un sector de' capital público es necesario';, '(desvalorización de partes ,del 'capita!) para' el, manteni- 'i,'miento de la tasa de ganancia y para la 'reproducción 'del 1J

capital privado. Focos' localizados de burguesía de Estado i

(dirección, en sentido amplio, de Jasempresas públicas) :",¡,coexisten actualmente en los países capitalistas en ósmosis'','con la burguesía privada. Por todo ello cl capitalismo de'

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236 Nicos Poulantzas

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OLos límitJs

UEstado ()que se d,sguesía -¡',d.asume (:)extranjer •.de numbJperimen0transici'tJ

~Esto,--4

tructura' ". '-'CIernen, _n~(rato: es\..Jadminisopersonal,. Pciertos ~-4

Los ):.)en la armélectividaVesel r<)aplica s(-'eción sine/lcho. La;"):ciaI no '-')última h<~aprehencJ:ejemplo' "(caso d<;,Y:se basai,-<;en la ac,')'calcado il'"Estado. Vmentari()del nacil"lla -far¡}<5~beneficiUtenimierJen los que'taria CO¡.A

al descc:";

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Page 243: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

,...(.>E"~'~lantzas"""

.,.?¡e"~ Los límites del Estado.Molochl"-:{

237

l~ él, no!r:;~Estado' a gran escala se encuentra generalmente en países.Os ínter- '~~.;it.tkquese distinguen -por una ausencia característica de bur-R~~en aC'i:';(\.:guesía privada autóctona, donde una burguesía de Estados"ividente ».~"'::asumedirectamente el relevo de la burguesía imperialistarO, a los ,~,,'.,rextranjera (como sucede en el proceso de descolonizaciónl'Ude dic';;~¡;:,de .numerosos países afr!canos); o en países que han ex.: • "';x;,¡;/penmentado transformacIOnes profundas en un proceso de,!

:~nte, no ::~~10:',:::i,transiciónal socialismo, fracasado o abortado.l~S domi~:;/~:¡;~:~':,~:;).-' .;uesía. Ahí¡ 'I,'N'>,;. Estos límites a la acción del Estado, debidos a su es.cr.Jlas na.; ";"~{.tructura como condensación de las relaciones de clase, con.'Caciones ,;'/I.i¡léiernen, por último, a su materialidad institucional de apa.,s~yen el ¡:,~¡;,C¡f¡'ato:es la famosa lentitud burocrática o fuerza de inercia:~esía de:, if:':(administrativa~ la manera como las clases dominantes o el'Cstatiza.'::jJ'¡¡.personal político dirigente captan, a modo de disfunción,i['¡1~so ~¡;¡~¡::ciertos ~sp~ctos del. Estado' ~'7herentes a su m,aterialidad.~IOnah. , ¡~1:¡', Los !Imites a la mtervencIOn del Estado estan trazadosLiCnes de: ;'iit .. en la armazón de sus aparatos, redes y dispositivos. La se-Ld;~resdel '~j¡;f' .Iectividad de la información y de las acciones a emprenderI"'II'ominio:',,¡',' es.el resultado de un proceso de no decisiones, que no se)QI capi.;~;(' ,a:plica sólo al núcleo esencial de las relaciones de produc-j¡;:;te pro. '~¡9';,ción sino que se. exti~nde a esferas' que lo rebasan con muoreo de un ~¡,:,'cho. Las determmacIOnes fundamentales del desarrollo so-l~rivada.¡:~) dal no pueden ser formuladas como salidas políticas; en00 Henri j~t:.última instancia no pueden ser ni siquiera conocidas y"'e géne. ,.•¡r,; aprehendidas. Es sabido, en particular -limitándonos a este

,A.8le, sin ;;i ejemplo-, lo que sucede con el aparato de las estadísticasti;;) de las:".;;, (casCldel INSEE en Francia), donde las mismas categoríasrI,.,utación¡~(. se basan (aparte de su manipulación explícita por el poder)¡.!!tI de la ',í: en la aceptación implícita de un límite de no conocimiento,-'Che pro- ."f calcado del límite de no decisiones y de no intervención del'l"rimera.¡fM' Estado. Lo mismo podría decirse de la organización regla-1Í~s menoLi~;mentaria del aparato fiscal o del sistema bancario, inclusoOcesario ":11t'. del nacionalizado. La no aprehensión de esferas tales comocanteni. "í;':. la -famosa- del patrimonio de los franceses, o la de losl~ción del i, beneficios de las empresas no se debe simplemente al manoi'->Estado :.i tenimiento voluntario por el Estado de sectores secretos~blicas) '.te .en los que no quiere penetrar --en el sentido de que baso

n'.ósmosis ¡.¡..•.. :taría con romper el secreto para que las cosas se pusieran~,mo de '~.:' -al descubierto- sino a armazones materiales y prácticas- ~(,) .;f

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Page 244: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

I

238 Nicos Poulantzas Ide aparatos. Cuando Raymond Barre declara, a propósito ¡de la discusión del impuesto sobre la fortuna, que el «SiS-' "tema fiscal" francés es «extremadamente delicado y com-plicado», y sería ,necesario «transformarlo» para establecerdicho impuesto, estas declaraciones sólo contienen una par-te de verdad.

Más aún: la estructura del Estado como condensación deI las relaciones de clase y sus contradicciones internas se"materializan, mediante la reproducción de la división so-cial del trabajo en su seno, en un dispositivo complejo deadopción de decisiones: burocracias relativamente autóno-mas con sus ci:>rrespondientes competencias, sus clientelasy su propia percepción de los problemas. De donde resultauna elaboración politica que impide, frecuentemente, la te-matización de las relaciones sociales fundamentales e in-cluso del carácter de clase preciso de las diferentes tác-ticas administrativas. Esto adquiere la forma de un procesode regateo a múltiples niveles entre grupos de presión ad-ministrativos y cabezas de puente de intereses, caracteriza-do por el principio de un muddling through burocráticocaso por caso, según una especie de coordinación negativaa base de «statu quo". Se manifiesta también bajo la forma

~ de la «desmanejabilidad» de este aparato con respecto a la~propia burguesia 11.

11 Creo que ahí tenemos, piense lo que quiera el autor, la con~clusión consecuente de ciertos análisis de A. Touraine. Cf. La sociétéinvisible, 1977, pp. 19, 60, 63, etc.

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Page 245: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

"Ji" '4. CONCLUSIONES PROVISIONALES'""..,:,"(..,';;

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Otantzas

9'opósitotC)'el «sis-:It)y com-~ablecerntJna par-

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neción de1~nas seiVión so-rPTJlejode , M;"¿ftos,, análisis tienen incidencias políticas sobre el pro-t~:~~~~~~ r, '~\'í.~lemamás general. de la transformación del Estado en la'lw' ' ',,' 'iransición al socialismo: por ahora sólo me referiré a lasd'\resultá.'L.) ,HlJeconciernen al aparato económico del Estado.:l1Te,la te-:Cs e in-lt'~estác-......, i; En el caso de que la izquierda llegue al poder, ¿cuáleslt,¡,procesoueden ser los límites de la intervención del Estado en la"""ión ad-~ 'cpnomía?at;~,cteriza-u~crático ' ,(, Estos límites no dependen únicamente del poder ;del,L; Estado.; Las modificaciones en la relación de fuerzas no1'W/'legativa, , s~,i'traducen, en el aparato económico del Estado menos)'~,forma""" ue ,en ningún otro, de manera automática: este aparatoPt~to a la""" .oseeuna materialidad marcada, en el más alto grado, por

¡. la., continuidad del Estado. Transformar radicalmente elº 1';1r~.*Wparato económico aparece aquí no sólo como tarea índis-O ,t,~l¡f,¡ip~nsablepara sortear los dispositivos de resistencia del._ '\- ¡; 'i'¡)'poder burgués en el seno del Estado, sino como condición~. ,;) ,):rine~esaria para las intervenciones del Estado en la economía"'" J J,", en,caso ,de acceso de la izquierda al poder, por poco que see, "pire a' que no sean desnaturalizadas y conserven un ca-

'ácter socialista. Esta transformación importante es nece-'O 'ária incluso en la hipótesis de que gran parte del personal'e '¡¡'del'aparato económico sea efectivamente partidario de una;,-..¡experiencia de izquierda. Se puede estar seguro de que .la...,,' '¡~/,¡!Juerzade la inercia inscrita en la armazón del Estado,

¡ " ~ ~j~,',::1sj1,)rnuy particularmente en su aparato económico, patente',,'>(~ambién frente a la misma burguesía, presionará aún más'~,,'i',::;.~nopor casualidad- sobre la izquierda en el poder, in-l";'Ccluso si tiene lugar una mutación del alto personal del Es-, ;~~\i::tado.La estructura de este aparato es tal que no puede, o[ :~~(':';, \t

¡~jti".

Page 246: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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240~:h,-~~,

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Nicos Poulai1tzas' :;['Conclus£:J7 -"~,,",fr <'"no debe, intervenir en la' economía más allá de ciertos lí- ~.~;tjlfrspec~mites que una experiencia de izquierda tendrá, justamente, F~te. ConUque transgredir. , ' , i~:;',~I.a~tuO

Independientemente, por tanto, de la extensión y de la -4,J~.\I)Jnnse,canaturaleza de las' medidas económico-sociales que deberá {it.1.}~d~stn~adoptar la i~quierda para una t:-an.sición al socialismo, .la t $1~,~,:!lasa-ltransformacIón del aparato economlco se plantea antes, In- ',¡" marco .¡jcluso, de que se vea afectado el Inícleo esencial de las rela- ;;,;:.;"la gestl _ ,ciones de producción capitalistas. ¿Se puede proceder a una;¡;¡"'"SO],!ciÓl,)planificación real, evitar:que las nacionalizaciones 'queden'; i,;}}!:Iesec?,"l)en simples estatizaciones, impedir la fuga de capitales, con-Nh<.lohdls~trolar realmente los precios y yugular la, inflación, aplicar ~'9.rp~lab:¡;,.¿un impuesto sobre las fortunas y el capital, manteniendo: 'j;i'1.esenc~a¡"')intactos los dispositivos actuales y confiando exclusivamen- .;:::I,t¡lavlgI!¥te en una modificación de la orientación política y en cam-Y;~,,'~'sasprcwibios del personal del Estado? ¿Comportan tales dispositi-¡. C~'.•:qUierd~;;¿vos, en este .senti?o, recursos potenciales, sin:plemente blo- (~;,que s~1?)'queados o Inutlhzados por el poder burgues establecIdo, .•••:\,.}?gestlh .que bastaría con. poner en acción? El mismo problema se .);~t::i~,;,Na~)plantea en relacIón con el papel del Estado frente a la ,'~,,\>,re t09"crisis económica: la actual 'coyuntura muestra, de modo~~aquí, ó.devidente, las dificultades que encuentra la misma burgue- ,', .""caer ee)sía para yugular por medio del Estado esa crisis, Pero el \demOCT'(problema para la izquierda en el poder no es sólo la ela-'tismoWboración de una política que vaya más allá de la simple '"Estadó.)gestión de la crisis económica del capitalismo. ¿Cómo trans-.,fnidcra()formar el aparato económico' del Estado a fin de poder !'fij',~nel e.

o.,

realizar una política diferente? y~t'mació~~s evidente q.ue este proces? no debería pon~rse bajoH;:i~:de lasO

el sIgno del estatIsmo,' no debena ,apoyarse exclUSIvamente, ",~"~&;". '1r';';. . . . I I E d' 1- ,exce e0nb~éslqUlerlaesen~la men:e, .en e '1s~a.~, ~In0daPlear, tam-¡ ',,:,:' sólo se'1 n en e espaCIO economICO¡_a a lnlClatIva e as masas ~:~it;::",:_,,,-'~, "1 .\ J

.populares, ,a las'formas de democracia directa de. base, a , " .tua ~s;'Ilos focos autogestionarios: Pero no es menos evidente la :tentanyimposibilidad de escapar al estatismo sin Una transforma- n,,?s,00ción radical del propio Estado. Se quiera o no, el Estadohabrá de desempeñar su propio papel en la aplicación 'deuna política económica de la izquierda. Aquí es donde debedesconfiarse de,un tecnocratismo de izquierda que muy bien

'puede -como vemos actualmente- acoplarse a una cierta

Page 247: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

p~lantzasC'c¿rtos Ií-siámente,(,) .

n~", de lalt::deberáll'Mmo, la' tes in-e"'r;s ;ela-;¡e,¡. a una,~ueden:?_,1~s, con-~apIicara(...'hiendol(vamen-v'tn cam.~positi-,,'~te blo-t~lecido,I~ma se::~ a la1.p".modoa""l'lurgue-L(.)ero el,k~la ela-I~simple~'trans-d"~poder'!o.i

e~ bajoi~mente,,¡¡rr, tam-,L)masase..;.~ase, ai~nte lalf..iforma-, 'L":stado, ::;:.r:ión .de,~e debeiC1Y bien

i 'ticierta'O

c:;.>O'

Conclusiones provisionales 241;~!£"'!,~','é~'.; ~:¡rl1rrspectivaautogestionaria cuyo sentido deforma totalmen-,~:.t~.,Conocemos los rasgos esenciales de este tecnocratismo:'!{::el. actual papel del Estado se debería a la complejización.::¡~,'.intrínsecade sus tareas en las sociedades «tecnológicas pos-.,;?'!i'4índustriales»,de tal manera que su aparato económico no'l;~s~ría susceptible de transformaciones importantes en el,t'~:m~rcode una transición al socialismo. Debería seguir bajo;;f:Ja gestión de expertos, naturalmente de izquierda. La única\llfhs~luciónposible para evitar el estatismo sería que el Estado

::/;{fi.íesecontrolado desde fuera por las masas populares y pori"i¡¡'-¡os,.dispositivos de democracia directa en la base. En una..\Í?'::'p~.¡~bra:flanquear ese aparato económico, intacto en lo11¡¿.esencial,por contra-poderes autogestionarios y organizar~1?~.<laYigilanciade los tecno-burócratas por las masas. Las ma-~;,:,'sasproponen, el Estado dispone. ¿Cuántos expertos de 'iz-'::~.<iü\erdasueñan ahora con la autogestión únicamente por-:'~..:qúe saben lo que ocurriría, en tal caso, con el proyecto au-t~,{'t9gestionario que les trae sin cuidado? .., .. ,. Nadie duda' de q{¡e la democracia directa plantea, so- I

'p"e todo en el terreno económico (aparte de los riesgos, •••,aquí, del corporativismo), dificultades reales: no hay que

,,::caer en una demagogia fácil. Sin embargo en torno a esa-~~c~,.':!;;.d."e..m. o. crada se jugará lo esencial si se qukre evitar un -esta-.ll~:.:.Ltismo autoritario, es decir, un capitalismo burocrático de,1,.... ' , ..¡¡>'.Estado.Pero evitar el estatismo, impulsar realmente la de-:#Ji.hi?éracia directa de base, significa igualmente -sobre todoil7;:i;ri el 'caso del aparato económico del Estado- la transfor-!i!'-;,;ÍIi~ciófrde este aparato: transformación global, incluida la.tti:_:':~:~f:fé.'qas:ramas y redes sociales o de «interés genera!», porIfrtiEixéelenda, del Estado. ¿Es posible llevar a cabo aunque" ;.~WsÓlosea una política de justicia social a través de los' ac-

"",;;",:,:,"1";'." .' ..~?(~uales aparatos de la seguridad o la ásistencia social, con- 1/',',;Ué;ien:Úmdosecon acoplarlos a diversos comités de ciudada-....l:,~'~'~(nós.o de usuarios?i¡~~f~~;~.t.,",

Page 248: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

particulares: no pueden seguir el mismo ritmo nilas mismas formas que las de otros aparatos.

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h~dC)mlsm~Por &d'Ción \jcisa: ~P.:~

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2.0las. l!'-¡cara 'efeeconUSi biJtada _~rt.

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Nicos242

1. Este aparato no está realmente escindido 'en un apa.;rato técnico y un supera parata monopolista, aunque algu- f,nos de sus dispositivos 'y ramas cristalicen más especial.'mente los intereses monopolistas. Es, en su unidad, unfactor esendal de la reproducción del capital.' Si de ello sedesprende que las transformaciones deberian alcanzar alconjunto de este aparato, también se desprende otraEn la medida, precisamente, en que este aparato realiza'funciones esenciales para la reproducción de las relacionesde producción y la acumulación capitalista en su conjunto,funciones que no pueden comprimirse mientras las mis~mas relaciones de producción no sean radicalmente subver-tidas; las transfbr~acionesdel aparato económico no pue-den' amoldarse estrictamente al ritmo de' transformaciónde las mismas relaciones de producción. Ahora bien; la víademocrática al socialismo designa un proceso largo, cuyaprimera fase implica la impugnación' de la hegemonia delcapital monopolista, pero no la subversión radical del nú'cleo de las Telaciones de producción. Si la impugnaciónde la hegemonía del capital monopolista' supone ya una mo-dificación im'portante del aparato económico en su conjun.to; no por ello deja de ser cierto que durante esa fase lacitada transformación no podría transgredir ciertos límitessin correr el riesgo de un hundimiento de la economía. In-dependientemente de las Tupturas que conlleve la fase anti-monopolista, el Estado deberá garantizar en todo momentola marcha de la economía. Esta seguirá siendo capitalista,en>cierta medida, durante mucho ,tiempo. 'Hay que saber optar y extraer claramente las consecuen.

cias de la estrategia adoptada. De la huida ante este hecho«tenaz» proviene la ambigüedad de "Igunos análisis actua-les de la izquierda. Dan a' entender que la fase an'timono.polista consistirá en «romper» el super-Estado de los mo-nopolios, donde se concentra, el carácter político del Esta-do, pero que el Estado técnico (el cual es neutro) subsis-tirá intacto a tooolo largo deja transición al socialismo.,Lo que en otros términos' significa jugar a dos barajas.

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2. En fin, si la vía democrática al socialismo garantizalas libertades, ofrece también a la burguesía -es la otracara de la moneda- mayores posibilidades para el sabotajeeconómico de una experiencia de la izquierda en el poder.Si bien la transformación del aparato económico del Es-tado resulta necesaria para prevenir y contrarrestrar efi-cazmente ese sabotaje, conviene saber por adelantado quese avanza por una cuerda floja. Dicha transformación nodebe, en ningún momento, conducir a un efectivo desman-telamiento del aparato económico que lo paralice, aumen-tando en la misma proporción las posibilidades de boicotpor parte de la burguesía. Aquí se presenta también, estavez a propósito de las transformaciones del aparato eco-

243Conclusiones provisionales

Cuando.en realidad no se trata de la destrucción radical.. de una parte del aparato económico en la fase antimono-polista, junto con la permanencia eterna de la otra partedel aparato. Se trata, inequívocamente, de la persistencianecesaria en esa fase de ciertas estructuras del conjuntodel aparato económico, en el marco de unairansformaciónglobal indispensable a su vez para la transición al socialis-mo. En suma, se trata de una transformación por etapas,del conjunto del aparato económico del Estado. Transfor-mación que deberá seguir, desde luego; formas diferencia-les y ritmos desiguales según los diversos circuitos, ramasredes de este aparato: según las diversas fracciones del

cuyos int.ereses cristalizan más particularmente, de-ser desmantelados, en primerísimo lugar, los bas-

tiones del capital monopolista (que no se trata de negarcuando se ataca la concepción del super-Estado monopo-lista l. Según su grado de adaptación a las necesidades delas masas populares: es evidente que si la Seguridad Socialha de ser transformada también, no tendrá que serlo de lamisma manera que el ministerio de industria, por ejemplo.Por último, según el papel de esas ramas y redes con rela-ción al proceso económico y a su naturaleza política pre-cisa: es igualmente evidente que si el INSEE tiene un con.tenido político desempeña igualmente un papel relativa-mente «técnico», por lo cual no deberá ser transformadode la misma manera que la DATAR, por ejemplo.

(,)~(..,~Jnapa-¡,,"'e algu-;~special-n;...ad, un'bello se.canzar al~ cosa.lQrealizar~aClOnesMzjwlto,es mis-

te..,. subver~)\ortopue-.cCnacióne£jla víargp, cuya~ía del.1".-IeI nú-ltbr'nación. '-'1a "mo-l¿onjun-a"'ase la)~ímitesQ'r"''''Ía. Iu-f""" .a."ieantl-:lwlnentoJ~lista,

)~ecuen-¡"'''hecho-k'~actua-n"r'mono-Os mo-j;-' Esta-)~ubsis-oOismo..crajas.

1.JQQt;;ulantzas

Qevestir.

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Nicos .Poulantzas ,"

nómico dé! Estado, el dilema: quedarse corto (Chile) o irélémasiado lejos. Este último caso es é! de Portugal entre1974 y 1975, donde ramas enteras del aparato económico,como los ministerios de.Agricultura y de Industria, pese aestar enteramente controlados por la izquierda y consagra-dos' a una experiencia socialista radical,. quedaron totalmen-te 'paralizados, no a causa de las resistencias de la burgue-sía sino de las .formas y ritmos de «ruptura» adoptados ensu transformación. A consecuencia' de semejante parálisis y.desmantelamiento, las experiencias de comunas agrícolas o'de autogestión de fábricas no pudieron encontrarla menor.ayuda de' aparatos que, sin embargo, eran masivamente'--favorables a esas experiencias; En estas circunstancias elboicot de la burguesía pudo ejercerse de lleno.

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Page 251: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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CUARTA PARTE

EL OCASO DE LA DEMOCRACIA:ESTATISMO AUTORITARIO

Page 252: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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Page 253: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

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1. ESTATISMO AUTORITARIOY TOTALITARISMO

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Algunos de nuestros teóricos contemporáneos del poderacaban, justo, de descubrir la existencia del Gulag. No po.demos dejar de felicitarles: han tardado bastante pero nun.ca es tarde para obrar bien. Sin embargo, al ver la funciónque actualmente desempeña ese término, uno piensa quesi el Gulag no existiese habría sido necesario inventarlo.¿Cómo hubiese sido posible, sin eso, atreverse tan sólo aenunciar, con respecto a nuestras actuales sociedades occi-dentales, las pamplinas de la democracia liberal avanzada ydemás «sociedades permisivas», cuyas virtudes acaban dedescubrir, muy oportunamente y al mismo tiempo, nuestros«nuevos filósofos»?

Los aspectos totalitarios del poder en el Este son muyreales, aunque no deben asimilarse (no ya en el sentidonormativo sino científico) al funcionamiento de nuestrassociedades. Sin embargo no deben hacernos olvidar, comoa menudo sucede hoy día, no ya simplemente los totalita.rismos del Oeste (Pinochet o Videla) sino ni siquiera lasituación, más prosaica, de los Estados en nuestras socie-dades de régimen democrático. Estamos asistiendo a modi-ficaciones considerables del Estado en las sociedades capi-talistas occidentales. Una nueva forma de Estado lleva ca-mino de imponerse: haría falta estar muy ciego (y la pa-sión, incluso cuando procede de los más nobles motivos,ciega siempre) para no darse cuenta de ello. Forma de Es-tado que designaré, a falta de otro mejor, con el términode estatismo autoritario. Término que puede indicar la¡tendencia general de esa transformación: el acaparamientoacentuado, por el Estado, del conjunto de las esferas de la

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vOO

.Estat:.:,]Nicos Poulantzas248

El estatismo autoritario está relacionado, por tanto, enel sentido más fundamental, con una periodización del ca-pitalismo en estadios y fases. Pa'rece corresponder a la faseactual del imperialismo y del capitalismo monopolista enlos países dominantes, de la misma manera que el Estadoliberal se vinculaba al estadio competitivo del capitalismo,y el Estado intervencionista, en sus ,diversas formas, a las, "r- fases precedentes del capitalismo monopolista., El estatis-

'V mo autoritario. remit,e, así, a las modificaciones estructu-rales que especifican esia fase en las relaciones de produc-ción, los procesos y la división social del trabajo, tanto

vida económico-social articulado con la decadencia decisiva' ,en el"",de las instituciones de la democracia política y con' la res-' econ(J

~ tricción draconiana y multiforme de las llamadas libertades j, ,debe .ci«formales», cuya realidad se descubre ahora que se van,' ; autOl--lllevadas por la corriente. Aunque algunas de estas modifi-:: "una Jcaciones están en marcha desde ,hace tiempo, el Estado ac-" " " que en

a-. tual representa un verdadero viraje con respecto a las for- '~', a las""

Lmas, precedentes de Estado. " , polí().. conjl'T1

No me referiré aquí más que al Estado de ,los países: " "en eHcapitalistas dominantes, llamados más noblemente desarro- ' , E:.Jliados, en particular los de Europa y Estados Unidos. En la l 'autor'.'medida en que estas transformaciones son propias de la divetslfase actual del capitalismo en su reproducción internacio- renté)nal, conciernen, sin duda, al conjunto de los países capita- .capi' 1listas. Pero dada la profundización actual, debida a la in- supe'dternacionalización de las relaciones capitalistas, de las divi-' prei..Jsiones de la cadena imperialísta entre países dominantes y; eCnomtre~")'países dominados, no se puede recurrir a una teorización' ea

, ,general del Estado actual que abarque sus transformacio-que \..,<nes en el conjunto de esos países. Si en la zona de los paí- ' real8ses dominados -America Latina, por ejemplo~ se asiste da,?>')

-.::::i>a la emergencia de una nueva forma de Estado dependien!e factW(que, a su vez, se presenta bajo regímenes diferentes), esta ()forma comporta particularidades considerables que la dis- " ytinguen de la nueva, forma de Estado en los países domi- ' ,~,' lica"nantes. denLI

socO'preseI

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Page 255: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

249Estatismo autoritario y totalitarismo

El estatismo autoritario remite también a la crisis polí-tica y a la crisis del Estado. Ahora comienza a parecer evi-dente, pero no sucedía así en un pasado aún reciente. Pien-.'so 'en primer lugar, claro es, en la mayor parte de los re-presentantes de la ciencia política oficial, en Francia y enotras partes, desde el funcionalismo tradicional hasta losdiversos «sistematismos», p"aralos cuales la crisis políticay la crisis del Estado fueron, y siguien siendo, rigurosamen-.te impensables: momento disfuncional misterioso que rom- i

lpe bruscamente 10s equilibrios naturales' de un «sIstemapolIuCo» llamado a funCIOnar, or lo demás, de modo armo-nIOSOy por autorre~lación intema. ¡No a remos teni ocjiíe soportar celebraciones del pluralismo de los poderes dela sociedad liberal! Sociedad .liberal que por haber logra-do superar sus contradicciones y hasta la lucha de claseshabría desmentido a un marxismo ya caduco. Pero pienso,

.en e! plano mundial como en el nacional. Aunque el papeleconómico del Estado, inseparable de su contenido político,debe constituir el hilo conductor de! análisis del estatismo -¡.autoritario, no es suficiente, ni con mucho: estamos anteuna realidad institucional que no. puede ser tratada másque en su' lugar particular. EI.estatismo autoritario remitea las transformaciones de las clases sociales, de las luchaspolíticas, de las relaciones de fuerza, que caracterizan aljconjunto de esta fase, lo mismo en el plano nacional queen el mundial.. . . .

Es cierto, y el hecho tiene importancia, que el estatismoautoritario existe, según .las coyunturas originales de losdiversos países afectados, bajo forma de regímenes dife-rentes. Pero subrayar su vinculación con la actual fase de!

" .capitalismo es indicar ya que no es un simple "fenómeno»superficial. Determinada forma de democracia política y're-presentativa parece superada ya bajo el capitalismo, talcomo éste se presenta Y. se reproduce hoy día. Poner enentredicho el estatismo autoritario, no sólo salvaguardar loque queda de libertades sino desarrollarlas y extenderlas,realizar. en una palabra, lo que se propone aquí la izquier-da, apenas parece posible sin modificaciones reales de losfactores que inducen esa nueva forma de Estado .

ott:lto, enr~el ca-a.la faseoYta en ,,'J.t.1stado ,'l:.it"'llismo Ir';

~. a la~ICStatis-t: ....•..ructu-hfoduc-<ptanto()

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e:(.lulantzas .:',

:()decisiva ''o.

C':! la res-; Jíbertades~se van, \.tO modifi- , .~E<tado ac-,""las for-Ó.•.,1M países~Qesarro-t;>. En la)las de la¡&";rnacio-,ocapita-,':'a la in-J,.,!,s divi-"f'>:"l\,;lntes y

eQ'ización;flolfmacio-l~s paí-

<;'" ••••• - asistep\fzdiente.tU), estallc.~la dis-,h' domi-(,)

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Nicos Poulantzas250

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Estatisr-'F... Vsobre todo, en una corriente muy distinta de la anterior, .;,'staa,cris()y considerablemente más interesante: la de los pensadores i~?ra que ""',contestatarios que desde la Escuela de Francfort a los ra-; ,,"~1boquehJ,dicales americanos nos pintan la imagen terrorífica de un .;~\;podria-::)Estado-Moloch totalitario y todopoderoso, fundado sobre :;,¡~\;.p~ri?ieJ.un capitalismo de manipulación, que habría conseguido «in- "'1¡'. ens!s o. !legrar» a las masas populares (contrariamente, jaY!,a las '¡'~~,';I1erad::Jprevisiones de Marx, etc,) y avanzaría ineluctablemente ha- '.;.'.••••~r.(~emCoriUa:..cia la devoración de los sujetos, ".'!;"",I!~ '\

Esa imagen es falsa, no sólo.en virtud de los IíIllites es- '> '¡ffi,:tesu ",..<tructurales que caracterizan a todo Estado capitalista, in- it';,'CIe suQcluida la fase. actual, sino porque el estatismo autoritario ! :,'tf,fasedr.'se articula con.la crisis política y la crisis del Estado, Es" 7"":que se.--Jtambién una respuesta a los elementos de crisis, induidos) .(~,,'pe:ma;)

flos de su propia crisis. Este estatismo no designa, por con- ! ";'ahl.1a,t~siguiente, un reforzamiento unívoco del Estado, sino que J. ~ktad~ el,J,. constituye más bien el efecto de una tendencia, cuyos polos . ~.\i',lirria()se desarrollan desigualmente, de reforzamiento-debilitamien_ ,í't'Ú1ientr'.tto del Estad". El Estado actual, cuyo estatismo autoritario :,2.;"dente\¡{

} es terriblemente real, también es, pese (o debido) a ello, : :ft'tado¿J.un coloso con pies de barro, que huye por un suelo que ,:,'t,,, lar dé' "

; 0(;[.;1;-(' '---".j. lefalta, cosa más clara aún en el plano político. No olvide- ' ~F'.earacten1.-mos que e! animal herido es el más peligroso. . ¡,:~¡" PrLJ

Re!acionare! Estado y la crisis política no es cosa fácil. ~,'én.urioAlgunos nos averituramos a hacerlo en un 'reciente libro .r!::'?:.yneñtos~ .., I

colectivo, La crise .de tEtat', y .me. limitaré, por tanto, a, y~'Estos \..dL,t", " _ " ..indicar el problema. Aunque la crisis actual no sea una cri- :,!':¡. preserlJ

sis pasajera sino, en ciertos aspectos, una crisis estructu- ~:,~,mas ,pt;l1ral, sería falso ,considerarla como una «crisis general» y ha- J ~t,;'k;s'e,. éaM'

,j ",.",. " ,"."".ceda abarcar el conjunto de la presente fase del capitalis- L(iment6Jroo. -Más aún: sería-inexacto creer 'que esta crisis, -que: ::,',\',,:'acentp-',:afecta más o menos al conjunto ..de 'Ios países capitalistasd;i¡capita¥

1 (y son los que nos interesan aquí), .se traduce necesaria- cj"i'~";de ,cri0 I,mente, en. ese -conjunto de países, en crisis política efectiva .}-'~\t,'un'rafJy" más aún, .en crisis del Estado. La crisis política no se !,','. ' .•.;.•.•.• :.',';; ttaatdioSII)o'lIreduce nun-ca a. la crisis económica, ni la. crisis del Estado a e • y-<

}, ';;"'-, " ,'lOp. cit.} PUF, 1976. Señaiemos, igualmente,-'las obr'as colectivas, 'Y'f~,_<,'mentcJ

editadas en Alemania Federal, Sbzialstruktur tlnd politische Systeme, ~~,;i~-;.~'á,una ...",,-!, "e .., ce en \d;comp; por Urs Jaeggi, 1916,'Y PoliJische 'System-Krisen, comp. por 't.,}._~.:\¡:' -',m"'-arca'.,'-'iM, ,Janicke, 1973. . .c . J

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251Estatismo autoritario y ,totalitarismo

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.la crisis política: el Estado capitalista está hecho de mane-ra que pueda reabsorber las crisis políticas sin que desem-boquen en verdaderas crisis de Estado. Por tanto, no sepodría caracterizar .globalmente al Estado actual, corres-pondiente a una fase del capitalismo, como un Estado decrisis o un Estado en crisis. Hacerlo sería diluir ---'-ala ma-nera de la III Internacional- la especificidad del concepto,de crisis; sería, en una palabra, considerar que el capita-lismo, a medida que se reproduce, acentúa automáticamen-te' su «putrefacción», y está en trance de vivir la última fasede su ineluctable agonía. Se llega así a considerar que unafase de su reproducción (siempre, como por casualidad, laque se está viviendo) no hace más que expresar una crisis

~"pérmanente, siempre pres,ente de, una u otra manera. De. l., ahíja tentación de aprehender el Estado actual como Es-

'¡. ,;i:idoen crisis, por cuanto representaría forzosamente 'la úl-tima forma posible de Estado burgués antes del adveni-miento necesario del socialismo. Pero en .realidad, es evi-dente que al concepto de crisis política y de crisis de Es-tado .debe asignársele el campo ,de una coyuntura particu-

.". lar de, condensación de contradicciones, que se traduce encaracteres 'propios de las instituciones estatales .•c' Precisamente porque la crisis política no es un truenoen,un cielo sereno hay que referirse, ante todo, a los ele-

" . mentos genéricos de crisis política y de crisis del Estado.Estos elementos, a diferencia de la crisis efectiva, estánpresentes permanentemente en la reproducción de las for-mas políticas capiialistas, El conjunto de la fase actual

'se.caracteriza por una acentuación particular de los ele-'" ,mentos genéricos de. crisis polítiCa y de crisis de Estado;~' acentuación que se articula con la. crisis económica del"l. "c'apitalismo. Es esta acentuaciÓn de los elementos genéricos~; ,de..crisis política y de crisis del Estado la que constituye

'un rasgo estructural y permanente de la fase actual. El es-tatismo autoritario se presenta igualmente como un resul-

.tado y como una respuesta a la acentuación de dichos ele-mentos de crisis.' Pero en ciertos países europeos' se' asistea'"'¡uiul etéctiva crisis polít~cá,,-_qúe,' por añadidura, :se' trfldu-'ce' en crisis del Estado. El estatismo autoritario queda asímarcado, en ciertos paises, por una crisis del Estado:', tal

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'o-'~antzas•••••~erior,rodaresalos ra-,£.tIe un'Icsobreurna «In-~a las';;;:'te ha-~~s es-l¡¡;:a, in-tr'?itariot~o. EsrL;uidos~~ con-IDO queJ..:,'polosié'11ien-tóritarioI t¡,; ello,.<0' que

"Uvide-;;'r,., .

sOácil.te,:;Hbro:aliorlo,auC cri-SCIctu-In.y ha-lJó.<alis-d:tl quetal'istas~,.C'8I5'ana-

~e'tiva~1'10 ses~do a

I~ivas,>Ceme,mÓpor

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Nicos Poulantzás

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252"

es el caso, en diferentes grados, de España; Portugal y Gr~" tucias de!, cia, y también de Italia y Francia"iarismo'.)

Esa crisis del Estado ofrece también a la izquierda po-: .'sibilidades nuevas de transición democrática al socialismo!, ',~::-HagbJ,Hay varias especies de crisis política y la actual configura" los país':.Ja la izquierda un campo preciso en relación con la posibilí. litarios, ~a

dad de dicha transición. No se trata de una crisis de doble '. }. otras costlpoder ni, tampoco, de una crisis de fascistización. ~ los malQ

tos:cap(),ción y oe

.'j ~? tampOcl:. ...A¡lbs gérrJ¿Podría identificarse este estatismo autoritario con un .to- ," 'terizan "",

talitarismo, o incluso 'con un fascismo de nuevo tipo? Es ' ::,' tores h'>..llo que'sostenían hasta hace poco, dicho 'sea de paso, bas' <6, son,Ios0tan tes de nuestros, "nuevos filósofos», durante su período tada ml'V«maoísta», cuando nos machacaban los oídos con el «TIue-;> t'en esosY.vo fascismo», frente al cual preconizaban la "nueva resis' que es(,Jtencia»', comparando los gobiernos de la Francia de 1972. :*ple Var;"lcon -los ocupantes nazis de siniestra memoria. Esto era :~,,:t,wmos act'¿antes de que algunos de ellos reconocieran las virtudes de "~1<'to:,pare:'::.la democracia liberal avanzada. He expuesto 'mi opinión "l.cularsr"en ,Fascismo y dictadura: lo, mismo que no veo ahora en ',~t ,nen tam6Giscard al romántico ilustrado de un nuevo liberalísmo, '''''e1 menJno lo veía entonces bajo los rasgos de un aprendiz de Goe- . !,puesta 'Jbbels, a las órdenes de un Pompidou-Hitler en ciernes. actual ml

Verdad es que las raíces de este fenómeno 'específica. EstadoCimente moderno que es el totalitarismo brotan del corazón ',o divisióI~',mismo de las relaciones de producción y de la división so- clase y'-¡:',cial del trabajo capitalista, en las técnicas de poder del Es- 'derabl,,""/,tado moderno (los procesos de individualización, la Ley' <.Jmisma), en las matrices espada les y temporales implicadas' ". Volv"lpor esas relaciones y trazadas en .la nación y en la armazón 'mente 'er{del Estado. Pero esas raíces no son gérmenes de expansión ,talitarit..]prQgreSiva, destinados a abrirse camino a través de las as- a una U

explicar J"' fJ; irraciai"""!

. ~ r.~~rist~'dt,' ClOn per.;

, inhereÍrteOO

2 Nouveau fascisme, nouvetle démocratie, número especial, yacitado: de Temps Modcrnes. Véase también, a propósito de la dis-cusión de estos temas, el núm. 31 de la revista Kursbuch, mayo de1977.

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253

hacia su plena realización: el totali--.t

Bstatismo autoritario y totalitarismo

tucías de la historia. tarismo universaL

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""U,e ')

í' '°C,lantzas 1

"t:j '1i!ry Gr~(i o

'Q"'(,¡da po-,1)~lismo.~. . .~~Hago aquí, inmediatamente, un inciso, concerniente' a¡(;ífigura;; los:países del Este, para recordar que algunos rasgos tota-,~o"~~~~~,¡,litarios del poder en estos países residen, a mí juicio, entre,.,; i' otras cosas (porque el capitalismo no es la fuente de todos

1;"", 'w 16smales) pero sin duda fundamentalmente en los «aspec.E :~,'los' capitalistas» de su Estado, de las relaciones de produc-•. J, ción y de la división social del trabajo subyacentes. Pero~ " tampoco en este caso 'se trata del simple florecimiento de\.,¡ "1 los,gérmenes totalitarios, Los .rasgos totalitaríos que carac-o~, un to- ,',' .. 1" ' . d fU ,tenzana esos paIses tIenen re aClOncon una, sene e ac.,qpo? Es!", tares históricos (econórilÍcos, políticos, etc.) precisos, que,(;o, bas'.!, son"los determinantes de que se trate de una forma de Es'i~"'eríodó~' "'tado' muy particular, la cual, por lo demás, no constituye1"!rl <<llue'"" 'en esos países una excepción sino la 'regla. En cambio, aun-eQ resis'~ que esos Estados no constituyan, ni con mucho, un'a sim-'~':'e 19nj , I di' I I. pe ',varíante e estatIsmo autoritario ta como o conoce-

sto eraJr\td ' mas actualmente en' nuestras sociedades, tienen con él cier-es de¡ tc0.parentesco. Algunos de los análisis que siguen, en parti-

i~Pinióni cular ,sobre el papel de la burocracia estatal, los concier-a ora en~ ¡ nlm también, Pero siempre a reserva de esa particularidad:)Hlism0<~" eJ..mencionado parentesco no se debe tampoco a una su-

,7-~,e Goe-; " d"f lb'" d I~ ~ puesta ten enCla unl arme a a «tecno- urocratlzaClon» err>"S. ' " actual mundo «tecnológico-industrial». Los caracteres del,~cífica'; Estado,,insertos en las rela'ciones de producción y en la,ICorazón'; dívisión social del trabajo se traducen en relaciones dev;-,ión so-,:; clase y relaciones políticas que, en esos países, son consí-e~el Es-! derablemente diferentes,n(;la Ley~

"';. ¡ .

:n,'Ucadas'¡, ~';:Volvamos, pues, al problema tal como se plantea actual-,"lFrmazón': j mente en ,nuestras sociedades occidentales. Incluso si el to-e(,,}ansiónJ f 'talitarismo remIte a una serie de factores que escapan aún"Olas aso,;'C,'" a:una explicación exhaustiva (y que el marxismo no puedeo-'~' J!:,~iplicar por sí solo) ello no es motivo para sumirse en"el~¡'ecial, y;'< :' "jrracionalismo más trasnochado a golpes de "nociones te-:~ la dis-~ " ,qpristas. El estatismo autoritarío. no. constituye ~a realiza-1"lo.-uayo de~: '",ci6n perfecta de los gérmenes totahtarIos, aunque estos seanE. ''¡; inherentes a todo Estado capitalista. El totalitarismo; ya

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Nicos Poulantzas ')'~~~.':Estatisr¡:J. ik'JL, .

'se trate del fascismo, de la dictadura militar O del bonapar. '1: J:'a \lna l:J,tis'mo, ,reviste ~~ 'la~ sociedad,es que aquí nos .concie,n:en,? ~¡~}tosos.{.J:(los paIses domInantes' de OccIdente) una forma especIfIca., "i;:'por el!' ••Constituye un fenómeno político propio que he denOrríina-~ '¡'¡'¡incluso'j,do, explicandoJas razones" forma de Estado de excepción, :"::';¡';jugaceJ

Í' c..orresponde a una coyunt.ura precisa de las rel?cio.nes de.n.;..~..".¡¡.¡.u.npr('~.',* clase en toda su complejIdad ya rasgos InstItUCIOnales*'r::""-Cuya'1npropios del .Estado, en ruptura .con las. formas regulares de;\ '(~í':sino'qUreproducción de la dominación ¡política burguesa; las for-' ¡ )¥" mente,e'

\- mas, en Iínea~generales, de la «república democrática». El :r :¡Yi derrota Ifascismo, en especial -y esto se aplica ;tanto al fascismo! ;~';':clase0\J't establecido como al proceso .de fascistización condu.cente a .~.'.l..':.'.,'¡a.scisti.J,él- remite a una crisis política'completamente particular .. iifD;:ta e inp'e

., No puede caracterizar al Estado de una fase del capitalis- «':fk " te derr'crf.m(;~tal como,ést~ último existe y se reproduce' en nuestras"'%:ii:-:.fa"una",)sociedades, aunque el Estado',deexcepción presente, en !"i;,i.;';" . 7'1cuanto' Estado 'capitalista, ciertos ,caracteres comunes con oii/ :'!,:k,:"f ;)"" Est(:r"¡la forma del Estado democrático. perteneciente a la fase ehry }¡\~;unEs;')¡la 'que él mismo surge. El Estadorooseveltiano o la repú-;; :.é'ibajo Ir'"blica francesa presentaban, en la época del. fascismo, ras- Y~¡'i"Í1apartj'¿gos del Estado intervencionista (papel económico del Es' ~¡jt:.~'en EUi--1tad.o y ref?rzamiento del ejecut!vo, por eje,;,plo)q,¡,e cara.c-i'j~:¡:larmerJtenzaban Igualmente a los faSCIsmos aleman e ItalIano, 'SIn!t.)'" que cOÍ)t,que ello significase que. el Estado de excepción (el fascis- .¡, .;,;)me lle'..dmó) se hubiera convertido en la forma necesaria de'Estado '.;,'"cierne()para esta fase. Las transformaciones.pecualiares de los Es- ,,; porta"rlftados de esa época no implicaban, sin más, una fascistiza- $'- mocrat-Jción del conjunto. de .estos Estados' (como creyó durante ,~.,;ie;.a k.)'mucho tiempo la III Internacional) .. ' . .• . . )%>:lista. ~,,\,r..La emergencia del .estatismo a.utoritario. no pu~de ideri':;'.. '.t.:.t..•..., ferendi;t :lfIcarse, por tanto, nI, con un nuevo faSCIsmo nI con un ~-"y:<~.'(el.' «'E.-J;proceso de fascistización. Este Estado no es ni .la nüeva',Z,-: tan, bp", I

forma de un' efectivo Estado de: excepción, ni la forrnatran- ,',.' .depenM .sitoria hacia tal. Estado, representa la nueva forma «demo- iados LJcrática» de la república búrguesaen la fase actual. Esa la forzarr~vez.-si se me permite~ mejor (mantiene una indudable ",e"~ en el , .:realidad democrática). y peor (no es, el fruto de,una simple;" ~":~.raíces \.jcoyuntura que bastaría invertir para restablecer las .liber- ;¡ .t:; do carJtades que se contraen. como piel. de zona). Más .aún;. el Es- y'}í .. ,,.....En_o,tadofascista corresponde a .una crisis política y, más allá, :; fJl,. 'indudau1

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255.Estatismo autoritario y totalitarismo¡:, >

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Q \l:>~napar-"." a una efectiva crisis del Estado: no es éste el caso de 'nume.,~ernen " , tosos países donde se impone el estatismo autoritario; sin;'Ccífica" por ello corresponder a un Estado' en crisis, Por último,,cmina- incluso en los países donde esta forma de Estado se con.',~pción, juga con una crisis del Estado, no se trata, por ahora, deiCes de 'un proceso o crisis de fascistización. El Estado fascistaY''Jnales-euya instalación, por lo demás, no se hace'nunca en frío ..¡.l!l!'res de 'o' sino que implica, en cuanto Estado de excepción precisa-,~s for- i' mente, una verdadera ruptura en el Estado-supone unat~". El,) derrota histórica previa del movimiento popular yde lafascismo, clase obrera, Esta derrota es la que abre el, camino a la~nte a ¡ fascistización: el fascismo no es nunca una reacción direc-z(;cular; ,] ta e inmediata al auge del movimiento popular. Y semejan-}o~'T)italis-':', te derrota' no aparece, pot ningun sitio allí donde se, asisteAtiestrasI a'una crisis efectiva del Estado: todo lo contrario. .' •:~~~¡een 1

fIiIIIJ'" ' .¡:.

, [nOS con ¡ o$' Esto no significa, desde luego, que las posibilidades de' [~se en ; un ,Estado de excepción, ya sea bajo una forma fascista;

¡:;;irepú-jo bajo la forma de dictadura militar o bajo la de un neobO:-rt.::, ras-j,' ¡' napartismo férreo, puedan excluirse de ahora en adelante:~l Es- ~' '. en; Europa. Dada la situación política actual, muy particu-""""arac. ¡, larmente en Francia, es una eventualidad. con la que hayi'Ll"--'J,s.in¡:7 ' 9uelclontar, desde luego, a plazo más o menos 'largo. Lo cua!,17ascIs- ,í " ,me eva a un segundo aspecto de la cuestión, que no con-,Utado l' cierne simplemente a los límites que el Estado actual com-"üs Es-'! '. porta, dentro de su regularidad «democrática", para la de:.ls'Oistiza.' 'rnocracia representativa y las libertades, sino, precisamen-~ranteJ .tei.a los elementos' de fascistización de todo Estado capita-(;), .:'l' lista, Contrariamente, esta vez, a los que ensalzan una di-

.dp, iden-., fetencia de esencia entre las diversas formas democráticas,~n un ( .. (el; «Estado liberal») y los totalitarismos, ambos presen-aClUeval..' o., 'tan, bajo su aspecto capitalista, ciertos rasgos comunes. In-rrÚtran'¡'.,:" ,dependientemente' de la pertenencia eventual de esos Es-e :>@emo::¡ iL,:,fados. a una. misma fase del capitalismo, dichos rasgos (re-ga lal!()';,:forzamiento del ejecutivo en el New Deal robseveltiano y

, Ld,' 'dabk~ f,"'. 'en el Estado fascista de antaño) están vinculados a lasa~~ple~t •.raíces ?el. totalítarismo. Toda f~rma de~oc:ática de Esta-a"""lJber-,i.t,. docap,tahsta comporta tendenCIas totahtanas.lCIEs-.j ;. ', . .(j,; En este sentido el Estado actual se' caracteriza por una,no allá,1:: , indudable particularidad: forma de Estado democrático en

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'"',- - 256 Nicos, Poulantzas .TiEstatzs.-:<.

una fase de agudización estructural de los elementos gené,-ricos de crisis, correspondiente incluso en, ciertos países auna efectiva crisis política y crisis del Estado, los elementoso tendencias fascistizantes se presentan en ellos"de forma'mucho más marcada ,que en otros tiempos: El estatismoautoritario reside también en la instalación de todo un dis-positivo 'institucional preventivo frente al ascenso de las lu-chas populares y los peligros que representa para lahege-monía. Este efectivo arsenal no es simplemente de ordenjurídico-constitucional, ni aparece siempre en primera líneaen el ejercicio del poder: se manifiesta ante todo -al menosfrente a la gran masa de la población (dejando aparte losdiversos «asociales»)- por actos bruscos, intermitentes,que aparecen como fallos de, su' funcionamiento. Pero larepública mantiene en,reserva este arsenal oculto, presto'para ser utilizado en un proceso de fascistización. Por pri-mera vez, probablemente, en la existencia y, la' historia delos Estados democráticos, este Estado no sólo contiene ele'mentos dispersos y difusos de totalitarismo sino que cris-taliza su ordenación orgánicá en un dispositivo permanentey paralelo al Estado oficiaLEs un desdoblamiento del Es-tado que parece, ciertamente, un rasgo estructural del esta-tismo autoritario, y no significa una verdadera impermeabi-lidad o disociación entre el, Estado oficial y dicho disposi-tivo, sino ,su entrelazamiento ,funcional y su constante ós-mosis. En consecuencia, el desencadenamiento eventual deun proceso de fascistización no adquirirá ahora,'indudable-mente, la misma forma que en el pasado. No es que puedahacerse de, modo 'gradual e imperceptible, ,en frio, porqueahora como antes, ese, paso implica siempre una' ruptura;Pero más que una infiltración o una ocupación, desde fuera,del aparato del Estado por el fascismo, como sucedió conlos fascismos históricos, se trafará de una ruptura jnternadel Estado, según líneas trazadas desde ahora en su, actualconfiguración. '

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El estatismo autoritario remite; por consigUiente, a travésde las transformaciones de las relaciones de ,producción,

,-,Vde loS ~m

ficació~lnecesa.~~dificac1r»)

UAn'-J

y ahades.70'taclo~~~nvestidJ:ment()produ~tide vi¿) ,prece~eham~rcque á-,,{¡La cJi~UY0.,

,estru(,~te, aOcrecir,(seh~los p.--3censr~...,rei.,ii'uÍiobre;..)

Pl,pobrer::J:de iñ.J,rriasi~--;:~nes .v.ndos,;':-dcamO(arte',es 10'-4,

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Page 263: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

Estatismo autoritario y totalitarismo

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oWantzasQ:~, gené- de los procesos y. de la división social del trabajo, a madi-paises a ficaciones. considerables en las' relaciones de clase: será¡&;:entos . necesario no perderlo de vista a la hora de analizar las mo-¿,;:.'[io; ~orma dificaciones institucionales del Estado. . . " JJ:~tismo ~ .lJ:)ot...i.ndis- . Ante todo, en lo que respecta a las masas' populares y a\ /Jl};2as lu- la clase obrera: la profundización de la división social de¡4'~J>S.Q, hege- trabajo, tanto a escala mundial entre los Estados 'Unidos .Q.rt ,¿:Jl~orden y Europa, como en el seno de cada' país europeo -profun- '-.; '"~ línea dización correspondiente al largo período de «crecimiento» ••.lL'Uenos y a las modificaciones en el proceso mismo de trabajo--o"!ft!telos ha acentuado' en la práctica las desigualdades y disparida-1Qntes, des entre.la clase obrera y las clases dominantes. La explo-C'ro la. . tación mediante el aumento de la plusvalía .relativa ha re-" .presto vestido formas más complejas. y subrepticias que anterior-(.;r pri- .~, mente: intensificación de las cadencias, incremento de laIc;ia de . productividad del trabajo, degradación de las condicionestiene ele- 1 de vida. El ascenso general de las luchas' obreras en Europa,q\t cris-I " precediendo a los efectos masivos de la crisis económica,~~nente ¡ ha marcado indudablemente el fin de una prolongada calma)t ~IEs-.¡. .que abarcó aproximadamente' el período de la guerra. fría.d\!!! esta- 'l. La crisis económica, la inflación, y sobre todo el, paroOeabi- j -,'Cuyo aumento espectacular parece representar un rasgo''!;sposi, ,1 estructural de la fase actual- han contribuido, por su ,par-tl!r'te ós- 1, te, a deshacer un relativo consenso social fundado en elrClal de t crecimiento y el bienestar. Los mismos obreros emigrados,d"dable- .' se :han lanzado a participar activamente en las luchas del~ueda . los países que los acogieron. Todo ello ha provocado el as-,c;.orque" ce~so.y la politización de la lucha, a la vez ,que las nuevas"'...,tura. reiyindicaciones y formas de esa lucha en el movimient':}d~fuera, ~ obrero europeo. . " . ." " .Je..., con .1 :.-, Pero este movimiento general no se .limita: a: la clase¡¿¡tema, .. 'f, obrera: la fase de acumulación del capital; denominada fase -tE-IUaCtual j¡! (. de industrialización acelerada, ha provocado desigualdades',U. '~"'..,::..driaslvas en ciertas categorías de la población: viejos, 'jóve-( ...i" ~. ¡:" '. nes. y mujeres. Los abandonados a su suerte y los «excluí.;:;- . :~..... 'dps» de este proceso son innumerables, tanto entre losC,.': ':1" .. campesinos como entre. la pequeña burguesía tradicional'"~ravés.''' (artesanos, pequeños comerciantes). Más significativo aún,~cción, ~ . es lo que sucede con la nueva pequeña burguesía, de cansí-~ '.

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diOin~~';~fi¿,fraU'd,--,''---Jsu~cn\~OOO

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,Nicos PouMtztzas ,

derable extensión:' técnicos,' empleados de oficina y de co-mercio, cuadros, funcionarios, Sus condiciones de vida, sumovilidad .social ascendente, sus situaciones salariales y suseguridad en el empleo, los privilegios tradicionales de suscarreras, y también su situación en el trabajo (profundiza-ción de la división social del trabajo en el seno mismo. deltrabajo intelectual) se degradan aceleradamente para' laabrumadora mayoría de los miembros de estas categorías:Asistimos a la quiebra de la alianza clásica, en los países eu-ropeos, .entre la burguesía y la pequeña burguesía,' tradicio-nal. y nueva: el'campo objetivo de las alianzas populares se. extiende considerablemente; A ello se añaden conflictosmás particularmente vinculados a la crisis ideológiCa, ori-gen y efecto, al mismo tiempo, de la conciencia adquiridapor las masas populares en torno a una serie de .cuestiones ""t-.movimiento estudiantil, movimiento de .liberación de la.mujer, movimiento ecológico-- que ya no pertenecen a los

. llamados frentes secundarios, . .. " .

. . ~~bParalel~mente se agudizan las contradicciones ~n el seno. ;r'~ e las clases dominantes, siendo 'ello también un rasgo per-~ .:YImanente y estructural de la fase actual: contradicciones en-

;;Jr.,o t~e el capital mo~opolis,ta y el capital no m~nopolista, ,de-- b,das a las formas y rItmos de concentraclOn del capItal. y a las tranformaciones que los rniSmos inducen en las re-

laciones de producción durante esta fase; contradiccionesacrecentadas en el seno mismo del capital monopolista,' Es-tas contradicciones. se intensifican en el contexto de, la cri-sis económica y no pueden ser captadas, en toda su ampli-tud, más. que. teniendo en cuenta las actuales condicionesde internacionalización del capital. La reproducción indu-cida del capital 'extranjero (sobre todo americano) en elseno. de los' diversos 'países europeos y su interiorizacióncompleja. en el capital autóctono 'producen dislocaciones in-ternas importantes en este 'último; Va-abriéndose paso -laemergencia de una nueva división entre lo que he desig-nado',"en otro lugar, como 'burguesía interior -que áunestando ligada 'al capital "extranjero (no se trata de unaverdadera burguesía nacional) ofrece importantes contradic-ciones con él-, y una burguesía enteramente dependiente

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:.50n cuestiones ampliamente conocidas. Más interesan-te es hacer un breve inventario, de algunas característicasoriginales de esta fase, concernientes ahora al ,papel espeCiefico del Estado. El papel 'económico del Estado no revistelas actuales formas ,autoritarias más que en virtud de unhecho aparentemente paradójico: iricomprimible 'más alláde ciertos límites, ese papel no sólo no actúa ya en un,'sen-tido estabilizador, sino que, al contrario, es' un importantefactor de desestabilización, Paradójicamente, el estatismoautoritario no es la simple, respuesta del Estado a Una cri- 'sis; que se dispone a'afrontar; sino la respuesta a una .crisisque él mismo contribuye a producir. Este papel del Estadose revela, a la vez, como el acelerador de los elementos ge-néricos.decrisis ,politica y 'como el productor de esa mismacrisis., Las contratendencias a la ,baja tendencial de .la 'tasa.;J"de ganancia, aplicadas por el Estado par,a evitar la' crisis, se V"~convieI::ten en factores de una"crisis 'que por .-esa mismo-,va ~más allá de ,la simple crisis económica. . • .,

1. La acentuación, propia de esta fase, de las contra- 'l,dicciones en el~eno del bloque en el poder necesita unaintervención política,:acrecentada. del Estado, a, fin de 'uni- rt-ficar. este bloque yde reproduCir su hegemoma,Pero las iactuales acciones económicas del Estado (desvalorización,de ciertas partes del capital;, reeetructuraciones industrialessusceptibles de elevar la tasa de la plusvalía relativa, papel .l/<más intenso en favor de la concentración del capital, ayu-

de dicho 'capital extranjero. Línea' de división .tendencial,que no coincide siempre con .la división capital monopo•lista-capital no monopolista, 'atravesando a menudo estoscapitales de parte a parte. Las contradicciones interimperia'listas, reactivadas después del periodo de su pacificación,relativa bajo la indiscutida hegemonia americana, repercu'ten directamente en el seno del bloque en el poder de losdiversos países. Este conjunto de factonis delimita un ras- 'go 'estructural de la presente fase: la inestabilidad hegemó- , .ni~a, larvada pero permánente,' de las burguesías de los q¡,palses dommantes. ,,' " ,,' " ,.:...1 "

Estatismo autoritario y totalitarismo

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das selectivas a ciertos capitales, lugar decisivo deLEstadonacional en la internacionalización del capital) 'actúan ma-sivamente, más que nunca, a 'favor ~e los intereses «eco~nómico-corporativos» ,estrictos. de- -ciertas fracciones -o ca-pitales individuales.a expensas de los otros. Esta' imbrica-ción directa del Estado, eón efectos, de bola de nieve, en 'lascontradicciones económicas, no hace así' más' que profundi-zar las fisuras del bloque en eLpoder. Les confiere un ca'

t tácterpolítico y se ,convierte, por tanto" en un factordirec-to' de crisis política', poniendo permanentemente ,en' entre-,dicho la organización por el Estado de la hegemonía y delinterés general de la burguesía.

2. "La intervención del Estado en una serie de camposque, siendo antes marginales, están en vías de integrarse enel ,espacio de reproducción y de acumulación del capital,ampliando este espacio (urbanismo, transportes, sanidad,inedio ambiente, equipos colectivos, etc.), tiene por efectouna politización considerable de las luchas de las masaspopulares en dichos campos. En adelante esas masas se ven

¡',.confrontadas directamente con, el Estado. Este elemento ge-, nérico.de crisis política, de por sí importante, se acentúa

en período de crisis económica debido a que las interven-ciones del Estado en ese período se despojan 'de su enga-ñoso aspecto de «política social». Aparece su, vinculación,con los, intereses delcapilal y el Estado acusa un déficitconsiderable de legitimación ante las masas populares. Es-

'/. tas intervenciones multiplican, por tanto, los elementos ge-néricos de crisis (caso patente, actualmente, de la ayuda alparo ,o la ..formación permanente): Así; ,el ,estatismo auto-t ritario es también la verdad que surge ,de las ruinas delmito del Estado-Providencia o del Estado del bienestar.

"3".EI'papel deIEstado a favor"delcapital extranjero ,otransnacional acentúa ,el desarrollo "desigual' del capitalis- ,-mo dentro' de cada ,país donde' se' reproduce el' capital ex-

:0', '; tranjero, creando en particular nuevos ,«polos de desarro-Ho. de',ciertas regiones a expensas "de las otras. Lo cual, ar-ticulado' a las múltiples formas de la crisis ideológica, pro-duce rupturas, de la unidad"nacional, de la nación ..subya-

260 Nicos Poulantzas

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cente al Estado. burgués: desarrollo típico de. movimientosregionalistas o ligados al despertar de las diversas naciona-lidades, de carácter directamente político, que por ambi-guos que sean no. dejan de ser elementos importantes. decrisis. Lo que caracteriza a la fase actual no es, en absoluto,¡la emergencia de un super-Estado por encima de las nacio-",nes'o la pérdida de.' importancia del Estado nacional. ,El -Estado autoritario no es el apéndice local. de Un super-Es' ,¡,tado (americano, CEE) o de. un super-aparato estatal, trans-nacional (CIA, OTAN, .etc.), sino que corresponde a unaefectiva ruptura de la unidad na.cional en su propio seno, ajun despertar de las minorías étnicas y nacionales paralelo .al ascenso de las luchas populares.

4. A ello se suma el papel actual del Estado frente ala crisis económica en el sentido más estricto del térrnino'1'El nuevo problema se plantea así: en la medida en que elEstado interviene masivamente en la reproducción del ca-pital, en la medida también en que las crisis económicas .son, desde un cierto ángulo, factores orgánicos y necesariosde esta reproducción, el Estado ha logrado, probablemen-te, limitar el aspecto salvaje de las crisis económicas '(comola de 1930, por ejemplo), pero asumiendo ahora furicionesdesempeñadas anteriormente; en un período concentrado,por dichas crisis salvajes. Sin exagerar demasiado la' para: .1doja, parece como si se tratara, más que de un Estado in- Tcapaz de controlar los efectos de la crisis económica, deun Estado encargado de promover crisis económicas ramopantes, cuyos efectos no controla. Un ejemplo patente loconstituyen actualmente el paro y la inflación, diréctamen- .te orquestados por el. Estado, aunque no debe verse ahíúnicamente, ni siquiera principalmente, una estrategia cons-ciente de la burguesía sino el resultado objetivo del papeldel Estado. Esto distingue netamente al Estado actual delos Estados precedentes, que parecían contentarse conYU'Jguiar, con más o menos éxito, '¡os daños sociales de las cri-sis económicas' salvajes. Ese nuevo papel del Estado no seproduce sin una politización considerable (contra la poli-,tica del .Estado) de la lucha de las masas populares.

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Estatismo autoritario y totalitarismo 261

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IV.

.'Por consiguiente, la presente fase, se caracteriza, a lavez" por modificaciones estructurales de, las relaciones declase y por la agudización de los elementos genéricos decrisis política: y ello, en diferentes grados, en el conjunto

,de los países capitalistas dominantes. En ciertos' países. europeos las' contradicciones se condensan en efectivas' cri-. sis políticas. Estos países ~Francia, Italia, España, Grecia,Portugal- presentan los rasgos propios de 'una crisis, polí-tica que se traduce en crisis 'de Estado. El estatismo' auta:ritario resulta '10 mismo de una transcripción de esos cam-bios en las estructuras del Estado que de las tentativas, porparte del Estado,. de adaptarse. a estos cambios, de preser-varse frente a los elementos genéricos de crisis, de respon-der, finalmente, a la crisis política y a su propia crisis.

En lo que resta' de 'esta exposición no podré realizar unanálisis' exhaustivo del' Estado actual y de las transforma-ciones de la democracia política. Esto deberá ser objeto deuna obra específica.

No desarrollaré, en particular, una cuestión' esencial,también conocida; pero sobre. la que nunca se insiste su-ficientemente: las relaciones entre. democracia política ydemocracia económico-social, ,en. el sentido más amplio.Aparte de las limitaciones y transformaciones .de las insti-'tuciones de la democracia política, lo qué caracteriza a las~ctuales sociedades, lo repito, es la éredente distancia entre'demacrada política y deinocraciasocial. El desarrollci delr capitalismo, sobre ,tOdOen su fase,actual, lejos de reducir

~ las desigualdades' no hace más que reproducirlas bajo nue-vas' formas e incluso intensificarlas: Las nuevas formas dedivisión y de organización social 'del trabajo en las fábricas,oficinas y grandes' superficies cOInerciales no hacen másque consolidar y desplegar -pese a toda la. verborrea sobrelas tecno-estructuras- la disciplina y el despotismo, las re-gIas de organización casi militar, la jerarquía, la centrali-zación de las decisiones y de las sanciones. Hay más: eldesarrollo del capitalismo no hace más que acentuar las

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263

zonas y lo.s secto.res de «nuevo.s po.bres», definido.s, claro.está, no según .los criterios económico-sociales y culturalesde las épo.cas precedentes, ni según lo.s de la pauperizaciónabso.luta, sino. en co.nco.rdancia co.n las actuales realidadesso.ciales. Nueva po.breza, estudiada ya po.r M. Harringto.n enlo.s ,Estado.s Unido.s y' P. To.wsend en Gran Bretaña,' que en 'Francia afectaría a ,da mitad de las perso.nas mayo.res de65 año.s (2.600.000), la mitad de lo.s o.breros especializado.s(1.300.000), la mayo.ría de lo.s peo.nes (1.100.000), las do.sterceras partes del perso.nal de servicio.s (800.000), una cuar-ta parte deJo.s co.merciantes y artesano.s (800.000), la mayo.. ,'\,ría de lo.s asalariado.s agríco.las (600.000)»situado.s más "l'allá del umbral de la misería J. Sin hablar de las catego.riasso.ciales cuyas co.ndicio.nes de vida lo.s co.nvierten en verd'a.deros «marginado.s»: lo.s trabajado.res emigrado.s, lo.s para-do.s, las mujeres, gran parte de lo.s,viejo.s y de lo.s jóvenes.En resumen, se trata de grandes co.njunto.s de ,la po.blación.para lo.s cuales las co.ndicio.nes reales de vida eco.nómicas,So.ciales y culturales no. sólo. están cada vez más distantefjd.e, las representacio.nes jU:ídico.-po.líticas de la ,igU~ldad,SinO.que hacen cada vez mas aleato.rIa su partlclpaclOn enlas institucio.nes de la demo.cracia po.lítica. " .,

Se co.no.cen también, po.r o.tro. lado., lo.s co.nto.rno.s delpro.blema: las relacio.nes eritre la riqueza, el dinero 'y elfuncio.namiento. de las institucio.nes republícanas. Un ejem-plo. entre mil: lo.s recurso.s financiero.s de lo.s partido.s dela mayo.ría.

No. trataré directamente de estas cuestio.nes sino. de lastransfo.rmacio.nes pro.pias que afectan, en el estatismo. auto..ritario., 'a la demo.cracia po.lítica en el plano. de lo.smecanis-mo.S del Estado., deteniéndo.me esencialmente en un so.lo.ejemplo.: las mo.dificacio.nes en el papel de la burocracia-administración del Estado. y en el 'funcio.namiento. actualdel sistema de partido.s po.lítico.S.Es cierto. que el ocaso. ac-tual de la demo.cracia y las restriccio.nes de las libertadesafectan a un campo. cada vez más amplio., se manifiestan

3 Las cifras son del mismo L. Stoléru, citado por M. Maschino,Sauve qui peut: démocraÚe a la fral1faise, 1977.

Estatismo autoritario y totalitarismo

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4 También aquí la bibliografía es inmensa y concierne a la res.tricción de las libertades en todos los campos de la vida pública.Desde un punto. de vista general pueden verse, en Francia, cntreotros, los trabajos recientes de R. Errcra, M. Duverger, J,-P. Cot,el. JuJien, J.-D. Bredio, P. Juquin, G. Burdeau, J.-P. Chevfmement,L. Harnoo, M. Maschino, P. Viansson.Ponté, los del Syndicat de laMagistrature, etc.

en múltiples formas y caracterizan más o menos al conjun-to de los dispositivos del poder: varios autores han insisti-do en ello y me remito a sus análisis '. Pero el ejemplo quehe escogido no se debe a la casualidad: toda la historiamuestra que las formas de existencia y funcionamiento dela democracia representativa como sistema de pluralismoreal de partidos politicos frente a la administración-buro_cracia del Estado están, al nivel de las instituciones del Es-tado, en estricta correlación con el funcionamiento de laslibertades políticas. El funcionamiento de este sistema con-diciona el de las libertades en todos los terrenos de dichademocracia política. La via democrática al socialismo y elsocialisrpo democrático excluyen, como se ha dicho suficien-temente, el partido único, pero también la confusión entrelos partidos y la administración del Estado. Esta afirma-ción debe entenderse en el sentido fuerte: no como un ele-mento más de esa vía, sino como una condición no suficien-te, desde luego, pero absolutamente necesaria.' Si esta con-dición no se cumple, ninguna democracia directa de basepodria impedir el totalitarismo, ni podria oponerse ningúnfreno al estatismo.

264Nicos Poulanlzas

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El ocaso del parlamento; el reforzamiento del ejecutivo, elpapel político que corresponde -actualmente a la adminis-tración del Estado, ',constituyen ahora el tema habitual delos estudios políticos. Pero si constituyen los rasgos>más,evidentes de las transformaciones del Estado,. también sonlos más difíciles de captar en su alcance real. ' ,:'

Estas transformaciones caracterizan, al Estado desde elfin' del capitalismo competitivo y los comienzos del capita'lismo monopolista. Por supuesto, de lamisnia manera queel papel económico del Estado bajo el capitalismo monopo-lista no debe inducir a pensar que el Estado liberal del ca-pitalismo competitivo se abstenía de íntervenir en la econo-, mía, el reforzamiento del ejecutivo tampoco debe'-legitimaruna imagen del Estado liberal con parlamento todopodero-'so y ejecutivo casi inexistente. La administración-burocracia,del Estado ha ocupado siempre un lugar importante,' aun-que variable según los diferentes países, en la organizacióny el funcionamiento del Estado burgués. ElIano impide queel reforzamiento del ejecutivo esté en marcha desde el co-mienzo del capitalismo monopolista, marcando, por lo deo'más, el paso' del Estado liberal al Estado intervencionista.Pero las formas actuales de este fenómeno son completacmente nuevas y atañen, en grado desigual, al conjunto de, los países capitalistas desarrollados. Por consiguiente, estéfenómeno no es, en absoluto, específico de Francia;'comoquiere hacer creer una tradición arraigada del pensamientopolítico francés, que volvemos a encontrar últimamente' enA. Peyrefitle y su libro Le mal iran,ais, y es también el temafavorito, desde hace mucho tiempo, de Michel Crozier: ¿Nointentaba en la La société hloquée la hazaña de explicarmayo del 68 por esa especificidad francesa? Para descubrir

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alegremente las virtudes de los Estados Unidos, Gran Bre-taña, Alemania Federal, que ... , etc. La menor referencia alos autores de estos países permite comprobar que el mismofenómeno, tal como se presenta en cada uno de ellos, cons-tituye un verdadero tema obsesivo de sus análisis. Claro esque Francia presenta particularidades indudables, por lodemás bien conocidas. Pero la misma situación francesapresenta actualmente transformaciones considerables queno pueden diluirse pretextando. simplemente (con el apoyode historiadores que los secundan)' una permanenci¡i de latradición. Sobre los gaullistas. recae, co;"o es sabido, granparte de la responsabilidad paresas transformaciones.

'. i Sólo una parte, porque el fenómeno es mucho más gene-ral: la decadencia del parlamento y el reforzamiento. delejecutivo están en estrecha relación con el creciente papeleconómico del Estado ..Pero una gran parte, porque ese pa-pel del Estado nq induce el estatismo' autoritario más queejercido' en una. situación política concreta. .

Tomemos el caso de la ley y del derechó, tal como "Sematerializan en la estructura del poder legislativo y en sudistinción relativa del poder ejectiiivo: caso característico,porque .constituye.1a 'referencia privilegiada de los que $OS-

tienen la «tecnicidad" de los actuales cambios. El lugar.pre-ponderante .del parlamento, santuario de la ley y del poderlegislativo, se basaba en la, promulgación de normas gene-rales, universales y. formales, rasgo esencial de la ley mo'derna. Encarnación de la voluntad general y de la universa-lidad .del pueblo-nación frente a la arbitrariedad del reY,elparlamento correspondía a esa institucionalización de. la leycomo encarnación de la Razón. universál. El.control del go-bierno y de la administración por el parlamento, el Estadode. derecho y de .la ley, parecía consustancial con la idea deun sistema normativo general sin fisuras, legitimado por laopinión pública. .., "La intervencióneconómii::a del Estado, actualmente. demodo espectacular, pone en. entredicho ese aspecto del sis-tenía 'jurídico en .campos cada vez más -importantes. Dichopapel .del .Estado -ya no .cabe en el molde de norma"Sgene-

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267La administración del Estado

rales, formales, universales, adaptado, en lo esencial, a la.intervención del Estado en la conservación y reproducción .de las ."condiciones generales» de la producción. Ese papelse ajusta a reglamentaciones particulares, adaptadas a taleso cuales coyunturas, situaciones e intereses precisos.La',multiplicidad de los problemas económico-sociales tratados.por el Estado exige igualmente' una concreción cada vez.más detallada de esas normas generales.De esta manera, la distinción relativa entre poder legis-.

lativo y poder ejecutivo se esfuma: el dictado de normas yla promulgación de reglas se desplaza hacia el ejecutivo y la'administración, desplazamiento correlativo a las transfor-maciones de. la naturaleza de dicha reglamentación. La le-,gitimación, encarnada por el parlamento, cuyo ,marco re- tferencial era. una racionalidad universal, se desliza haciauna legitimación de otro tipo: la r.acionalidad instrumentalde la eficacia, encarnada por el ejecutivo-administración. JcAún más: las leyes generales y universales promulgadas to-davía por el parlamento, en el fondo simples leyes-marco,sólo son aplicadas después de una operación de concreción jy particularización a cargo del ejecutivo. Tal es el procesode los decretos y órdenes de aplicación, de las circulares,adiciones y correcciones adoptadas por la administración,sin las' cuales' no. son aplicadas jurídicamente las normaspromulgadas por el parlamento. Es de sobra conocido hoyque esto permite no sólo la obstrucción a las decisiones par-lamentarias .sino también su desfiguración. En fin, el par-lamento ha perdido prácticamente la iniciativa de las pro- . 'posiciones de. ley, que recae en el ejecutivo. Los proyectos l .de ley son puestos a. punto directamente por la adminístra- -tción. Y. estas leyes no se inscriben ya en. la lógica formalde un sistema jurídico fundado en la universalidad de lanorma y en la racionalidad de la voluntad general represen- ,¡..tada por su promulgador, sino en un registro diferente, el]de la. política económica concreta, al día, encarnada por .elaparato administrativo, . '. " .Sea como sea, la decadencia del, parlamento y el papel

preponderante del ejecutivo-administración corresponden ala decadencia de la ley. Las transformaciones que afectana la naturaleza y a. la forma. de .la reglamentación social

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Nicos Poulantzas268

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arrebatan a la ley ,su lugar de ITIonopolioen el sistema nor-' .¡;mativo.

Pero este retroceso de la ley no se debe al intervencio- .nismo económico del Estado como tal. Se articula, por va-rios lados, con la naturaleza de los intereses hegemónicoseh favor de los cuales la generalidad y universalidad de la'ley ceden el sitio a una reglamentación particularlsta. Elloatañe a la concentración y centralización del capital, perotambién a la hegemonía actual del. capital monopolista, eincluso a la inestabilidad larvada que la caracteriza sóbre elfondo de crisis económica estructural. Sólo una relación de.fuerzas que presente, allí do~de se decide realmente, ciertogrado de estabilidad, puede ser regulada jurídicamente bajola forma de un sistema de normas. universales y generales,que fije él mismo su propio régimen de transformaciones ypermita así a los actores presentes la previsión estratégica. ~2;

En cambio, las contradicciones intensificadas en el. bloque ,iien el poder condicionan, justamente, la inestabilidad hege- 1,mónica del capital monopolista.Hay más: las nuevas formas de las luchas populares que

surgen actualmente, la politización de estas luchas y la cri-sis ideológica que afecta a los diversos aparatos-institucio-nes (escuelas, prisiones, magistratura, ejército, policía, etc.)conducen a nuevas formas de dominación política y a nue-vos procedimientos de ejercicio .del. poder, relacionados,por otra parte, con las transformaciones en la gestión-re-

íproducción de la fuerza de trabajo.' El control social orga- , "":j:> nizado por normas generales y universales, inventariando'la culpabilidad de las actos y disociando a los sujetos leales, de los sujetos fuera de la ley, se acopla' a una reglamenta-ción individualizada, calcada de la «mentalidad" (la presun-': .~ta 'in,tención) de cada miembro de un cuerpo social consi-derado como globalmente sospechoso; culpable en potencia:El encierro general de los fuera de la ley en lugares concen-tracionarios (prisiones, asilos. etc.) circunscritos; en su ma-terialidad, por las 'normas universales de sanciones y con-denas, se articula con la cuadriculación de la población porcircuitos multiformes, diseminados en la trama social, porprocedimientos policiaco-administrativos adaptados a las

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......1.. ...269-La administración del Estado

particularidades de cada categoria de sospechosos:. paso de!.acto punible consignado en su universalidad y generalidad.promulgadas por .el parlamento. al .acto sospechoso' enclla-.drado por una reglamentación administrativa flexible, "ma-,leable y particularista (modificaciones, por ejemplo, de la .definición mIsma de delito polítiCO.). De donde se despr.en;'"de que la ley, sin haber, claro está, caducado, .funciona y:{en retirada. . . .

. El fenómeno actual de la decadencia del parlamento ydel peso de la administración del Estado está' relacionadocon transformaciones, considera):>lesen el funcionamientodel sistema institucional de los partidos políticos, en. el lu-gar yeI papel de e~os partidos.' ._ Esta .transformación concierne; ,en lo esencial, a los que

pueden ser designados como partidos de poder en e! senti-do más prosaico del término: los que. tienen vocación departicipar (y participan}. en el gobierno dentro de una al-ternancia regular, orgánicamente fijada y prevista por elconjunto de las instituciones actuales del Estado (y nosólo por las reglas constitucionales). Dejo de lado la cues-tión de la caracterización ..de clase, más preci'ta, de esos par-tidos, y adopto a propósito una terminologia más neutra,que puede ser comúnmente admitida, a fin de no entrar enla famosa cuestión de saber qué es lo que «r~presenta real-mente» cada uno. No por eso dejo de pensar que se tratade partidos burgueses o' pequeñoburgueses .en. el sentidopolítico: aunque estos partidos no pueden nunca reducirsea una representación de clase simple y univoca, tampoco lanaturaleza de los mismos se .limita a su base electoral. Seacomo sea, esta caracter¡'zación" de los partidos de poderincluye a los parÚdos socialdemócraias tradicional~s (aun-que tengan, en gran medida, un electorado obrero) tal comaexisten en la mayoría de los paises europeos, desde el la-borismo' británico a las socialdemocracias escandinavas oalemana. Pero la transformación del sistema de los partidos,considerada ahora en. sentido más general, concierne igual- .mente a los otros partidos políticos -los partidos comu-

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Page 276: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

nistas y ciertos partidos socialistas europeos, en' especial elactual partido_ socialista francés-'-, si, 'bien en un sentidocompletamente diferente: estos partidos experimentan losefectos de esa trimsformaciólÍ en la' medida en que formanparte de la esfera instituciomil (¿qué otra' cosa' podría su-ceder?)' Problema que se presenta 'con bastante claridad"en el caso actual del partido comunista' italiano.

En lo relativo a los partidos de poder, se comprueba¡[""actualmenteun relajamiento de los vinculos de represen/a-ción entre el bloque en el poder yesos partidos que,ponenen escena bien a unas u otras fracciones de ese bloque (fre-cuentemente, a varias 'a la vez), bieIl'a alianzas'entre dichas

'1 fracciones, bien a alianzas-compromisos específicos (Illás omenos declarados) de las mismas fracciories con algunas delas clases dominadas (tanto compónentes'de la clase obrera

t como de la pequeña burguesía; antigUa'y riueva,'o del cam-pesinado: un ejemplo clásico e~'la, «s~',ltesis,repüblican,a»

, expresada en FranCiapor el partIdo radical), La'cual remite'al tipo de hegemonía que instáür¡, el capital monopolista;masivamente preponderante; ala' veZ'sobre los otros com-ponentes del bloque en el poder y sobre el conjunto' de lasmasas' populares. Remite, en una 'palabra, 'a la contracciónde las bases pc¡litico'socialesdelcapitahriónopolista. Y tam-bién a la intensificación. de los elementos genéricos de Cri-sis política que conducen a la Crisislarvada de la hegemoníade este capital y del conjunto deIa burguesía. Tal relaja-miento de los' vínculos de represéntatividad, que a vecesse aproxima a un verdadero' punto de ruptura, acompañaa la transformación del lugar institucional de' los par'tidosde poder. La acompaña: rio es Sll cau'sa primérrdial. En cier-tos aspectos es la transformaci6n deni.igar de esos partidosen el juego iristitucionar lo que determina su crisis de re-present:tividad~ crisis que,' a 'su' 'v~~;sólo redunda en 'debi-litar su papel institucional. 'Nó 'es la Fadmiriistraeión-bura'cracia del Estado ,la, que Se poné' en "primera líriea paracompensar 'esa' crisis de' los partidos;',sino que es el desalo-jamiento de los partidos del,lugarque ocupaban'el que pro-voca dicha 'crisis' y, a su vez, acentúa' el papel de la admi-nistración.

270 Nicos Poulan/;as

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Page 277: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

La administración se .convertía desde hace tiempo en"el lugar central de elaboración del equilibrio inestable de'rlos compromisos en el seno del bloque en el poder, .entre 'éste y las masas populares. Pero aunque este proceso des-plazaba el centro de decisión .política, seguía realizándose,primordialmente, por intermedio de los partidos, que ac-tuaban en el interior de la administración como vectoresprincipales de los diversos intereses económico-sociales. Te- ".nemas el ejemplo característico de Francia bajo la III y ,la IV República, donde se comprobaba, al mismo tiempo, unpapel creciente de la administración del Estado (atribuidaerróneamente a una permanencia de la administración fren-te a la inestabilidad ministerial) y un papel importante delos partidos políticos en la configuración institucional. Locual dejaba aún al parlamento un papel no desdeñable .decontrol. Por otra parte el parlamento .mantenía siempre lafunción de expresión, en el seno del Estado, de los intere-ses de las masas populares a través de sus propios repre-sentantes, y seguía ocupando por consiguiente un lugarpropio en los procedimientos de legitimación .. Pero actual-1mente el ~jecutivo y la ~dmi?!stración monopolizan el papelde orgamzaclón y de dlreCClOndel Estado con respecto albloque en el poder, el de .elaboración de un interés políti-co general a largo plazo de este bloque y el de reproduc-ción de la hegemonía. Concentran en sus manos .la legiti- J-mación del Estado frente a las clases dominadas. Final-,Irmente, el lugar de .los partidos de poder no solamente re- .trocede sino que se encuentra totalmente transformado. Es-'tas modificaciones tienen efectos considerables en el con-junto .de la. estructura estatal: pertenecen a un tipo de fun-cionamiento político de la democracia representativa. radi-Yealmente nuevo. . ;, . '

La evolución del parlamento como «cámara registrado-ra» ---expresión utilizada por vez primera por H. Laski-ha centrado. suficientemente la atención hasta hoy. Los .po-deres de control, examen, verificación, crítica, proposicióny sugestión del parlamento; .han sido .limitados y truncadospor todos lados de manera draconiana. Limitación que afec-ta a la vez a los poderes del parlamento en relación espe- .cíficamente con la administración y a los poderes del par-

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272 Nicos Poulantzas

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lamento frente al. gobierno. El desplazamiento masivo, de j.iderecho y sobre todo de .hecho, de la responsabilidad gu- . 1bernamental del parlamento hacia el vértice del ejecutivoentraña, por sí mismo, la restricción decisiva de los pode-res del parlamento sobre la' administración, la autonomi,zación del gobierno con respecto al parlamento, la distan-ciación de la administración con respecto a la representa-

\R ción nacionaL Si la. oposición es la primera afectada -so-~ bre todo si no se contenta cOn el papel de oposición de su

majestad- esa limitación de poderes afecta igualmente alos diputados de la mayoría: también .ellos son reducidos

fl. al papel de peones y de simple masa de maniobra del go-t-bierno. . -

Pero esa restricción de los poderes de los representan-tes del pueblo no concierne sólo al parlamento. Lo que ca-racterizabahasta ahora al funcionamiento real de los me-canismos políticos era el tejido multiforme de nexos orgá-

.. nicos, aunque 'extraparlamentarios, entre los diputados yla administración del Estado. Apoyándose en su poder par-lamentario frente al gobierno, 'los diputados intervenían di-

.rectamente ante la administración a través de toda una se-0'' :rie de canales y circuitos codificados, aunque no estuvieran

inscritos en los textos constitucionales. Estos diputados.constituían en cierta manera los interlocutores válidos dela administración, . los' mediadores que expresaban las 'rei-

'\. vindicaciones e intereses partieulares.- actuando en relacióncon ellos en su calidad de diputados del pueblo y represen-tantes legítimos de su intereses como componentes del in-terés nacionaL Esta era' una. de .Ias funciones esenciales,aunque no institucionalizada,' del sistema representativo.

~ Los diputados y los partidos políticos no sólo representa--ban al pueblo en el parlamento sino igualmente frente alaburocracia del' Estado y a todos' los niveles de ésta. Porconsiguiente; los diputados. intervenían directamente en laadopción de decisiones' en el seno de la .administración:la.elaboración política.erae! resultado de una estrecha con-frontación entre la administración, el gobierno, los diputa-dos y los partidos políticos. . .." Lo notable hoyes qüe, paralelamente a la decadenciadel parlamento se han roto los nexos representativos entre

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273

La segunda cuestión concierne a las relaciones entre laadministración del Estado y el gobierno. Es habitual,muyparticularmente en Francia, erigir en idea fija una sedicen-te autonomía casi total de la administración frente a los. di-versos ininistros. ¿Acaso no tienen todos la obligación. desaber que el verdadero poder no es ejercido por el gobiernosino por los directores de los ministerios, e incluso por losfamosos grandes cuerpos del Estado, los «enarcas», los in-genieros de caminos, los politécnicos; que los ministros ape-nas tienen libertad para elegir a sus propios colaboradoresen la adnünistración; que el «mal francés» reside, bajo suforma ,actual, en la impotencia de los .ministros gaullistasfrente a la burocracia del Estado? Y se alude a las batallasépicas de Edgar Pisanicoll su administración del ministe-rio de Agricultura, o de Albin Chalandon Con los ingenierosde caminos en su ministerio de la Vivienda.

La imagen así propalada es falsa, pese a incluir elemé~-tos de verdad. Las contradicciones internas en el seno delejecutivo -aunque son muy reales y no se limitan a lasexistentes entre el gobierno y la alta administración, atra-vesando la administración de parte a parte- no son ver-daderamente significativas en sí mismas. No constituyen

La administración del Estado

los diputados y la administración del Estado. Las redes deacceso de los diputados y de, los partidos políticos a la bu-rocracia estatal, en cuanto representantes' legitimos de un<<interés.nacional», están casi por completo bloqueados yaque la administración se ha aislado en un compartimentoestanco. Esto' se aplica, ante todo, a la oposición, pero tam-bién a los diputados de la mayoría o, más bien, a la granmayoría de los mismos. Los circuitos. partidos-diputados-administración pasan ahora casi exclusivamente por el vér.1tice del ejecutivo, los ministros y gabinetes ministeriales,que los convierten en su dominio reservado. El acceso de los -diputados a la administración no tiene .lugar, en general,más que cuando se presentan en otra calidad que en la de ••"t,representantes nacionales-populares: cuando expresan los ;Yintereses particulares y locales (en el caso, por ejemplo, de"ser alcaldes), pero lo más a menudo cuando encarnan'di-,,¡\rectamente los diversos intereses económicos dominantes....!.

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Nicos Poulantzas274

una disyunción del sistema político sino que 'son un rasgoorgánico de la adopción de decisiones. 'Las relaciones con-flictivas entre el gobierno y la administración dan fe fre-cuentemente de resistencias inherentes ala, estructura delaparato del Estado y de la organización burocrática, resis-tencias que se manifiestan también en la rigidez de ese apa-, ''¡,rato con respecto a la misma burguesía. Por otra parte, 'a 2;cierto. nivel esas resistencias' expresan más una inadapta- ~:,ción general al cambio, propia, de la fuerza de inercia de la ¡:.burocracia y de su orientación hacia el sta tu-qua, que una 1:resistencia a la naturaleza concreta de la política guberna-mental, es decir, a los objetivos del gobierno;.

r' Con estas reservas, queda en pie un elemento impor-" tan te: el estatismo autoritario se caracteriza por la domina-

ción de la alta administración por el, vértice del ejecutivoy por la intensificación del control político dé aquélla porir éste. La autonomización de la burocracia del Estado conrespecto a los parlamentarios no hace más que reforzar la

t subordinación de sus altas instancias al ,ejecutivo presiden-cialy gubernamental. Esa evolución sigue, según los países,vías diferentes, y más que a un problema de personas re-mite 'a una serie 'de mutaciones' institucionales. En Fran-da esas mutaciones son muy Claras: del desarrollo de lasatribuciones y el papel de los gabinetes ministeriales, cen-tros efectivos de dirección yde control de la administra-ción, a la creación de dispositivos interministeriales, a to-dos' los niveles, éontrolados por el gobierno y, por el per-sonal pletórico de Matignon y del Elíseo, al establecimientode una' serie de redes ocultas que cortocircuitan la .jerar-quía tradicional de los funcionarios, y a la dispersión hori-'zontal de los centros de decisión' política en el seno delEstado, la subordinación política de la. administración alas altas instancias estatales representa un corte con la si-tuación precedente.

s _Entre otros, E: Suleiman, Les hauts' /onciionna"ires el la poti-tique, 1976, -así como los trabajos de J. Sallois, M. ,Cretin, P.' Gré-mion, A. Jaxe, etc.

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Subordinación, ahora, indispensable: la administraciónya no es el aparato que con más o menos iniciativa o re-sistencia se encargaba principalmente de la ejecución de la .política. Bajo la autoridad de las altas instancias del ejecu-tivo, la burocracia del Estado se convierte no sólo en ellugar sino también en el actor principal de la elaboraciónde la política estatal. Ya no se trata del establecimiento de rcompromisos políticos en la escena parlamentaria, o sea de ,¡,una elaboración pública de los intereses hegemónicos bajola forma de interés nacional. Los. diversos intereses econó-micos están ahora directamente presentes, transcritos tal ~_cual, en el seno de la administración. La hegemonía masiva Ydel capital monopolista, más particularmente, se efectúapor doquier bajo la égida de la administración y del ejecu-tivo: la política monopolista, en Francia como en otras fp!rtes, es negociada, en lo esencial, fuera del parlamento.

También aquí la cuestión principal no es la del origensocial del personal administrativo, ni la de una «élite delpoder» intercambiable entre los puestos de gerencia delgran capital y la dirección de los asuntos del Estado. Estefenómeno no es más que un efecto de las transformacionesinstitucionales y no tiene, por lo demás, la ímportancia quese le c,oncede. .En Francia,' sobre todo, aunque las escuelassuperiores -la ENA, Y el politécnico, entre otras- sean losviveros, a la 'vez, del personal dirigente de las grandes em-presas y del Estado, la movilidad citada se realiza esencial-mente desde el Estado hacia la empresa privada (el pan-touflage), y muy raramente en sentido inverso; incluso losgabinetes ministeriales están compuestos, principalmente,de funcionarios de la misma procedencia. Se trata, pues,de la creación, muy ritualizada, de focos de expresión direc-ta de los grandes intereses económicos en el seno de laadministración. Esta considera a las diversas fraccionés1del capital monopolista, y sobre todo a los dirigentes de , 'sus empresas, como sus interlocutores privilegiados,mien-tras que ella misma se erige en representante legítimo:de ¡los intereses monopolistas vistos como la encarnación del .•••.«progreso tecnológico», del <ámperativo industria!», de' -la-:.«potencia económica) y como la base de la. «grandeur, na-rcionah. Incumbe a la administración, inversamente ..]a-cans-

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Osgo~s,~con~fi!.'fre-IJt¡del.~"'~sis-;~pa-~..,~,a{huta-! '!re la,Q,na'Ona-O'

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276 Nicos Poulantzas

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titución-presentación de los intereses monopolistas como<<interésgenera¡" y «naciona¡", y por tanto el papel politico-ideológico de organización del capital monopolista. Franjasenteras del aparato administrativo, ministerios, en Francia,como el de Industria o Hacienda, el. Commissarüü au Plan,etcétera, están organizados estructuralmente como redesde' presencia específica de los intereses hegemónicos en elseno del Estado. Este proceso se acopla a la institucionali-zación de todo un entramado, de circuitos informales (co-mités,' comisiones permanentes o provisionales, grupos detrabajo, delegaciones diversas, células de misión) que sir-:ven a los mismos fines.

No es que las otras fracciones del capital carezcan decabezas de puente y de puntos de apoyo en el seno de laadministración, ni que ésta no tenga en cuenta las luchasde las masas populares. Estas fracciones del capital tam-bién están presentes en el seno ,del dispositivo administra-tivo bajo su forma económico-corporativa (los, diversos «in-tereses profesionales»), y las reivindicaciones populares loestán principalmente bajo la forma de su expresión sindi-cal reformista. Los sindicatos obreros «reformistas» se en-cuentran ahora directamente incluidos en el dispositivo ad-ministrativo. Ya no se trata de una integración en el sentido,únicamente, de la orientación política de esos sindicatos-vieja' historia, después de todo- sino de su casi asimila-ción en la materialidad institucional del dispositivo admi., nistrativo (Suecia, Alemania Federal, etc.). Lo cual desmien-te de modo evidente su supuesto papel de contrapoderesequilibrado res, tan ensalzado por los partidarios de un neo-liberalismo pluralista.

~ Son conocido~ los primeros efectos, los más evidentes,de este efectivo viraje institucional.. La política estatal seelabora bajo el, sello del secreto erigido en permanente ra.zón de Estado, mediante 'metanisni.os ocultos, mediante unrégimen de procedimientos administrativos que escapa prác-ticamente a todo control de la opinión pública. Lo cual re-presenta una 'alteración considerable de los principios ele.mentales de la misma democracia burguesa representativa.El principio de publicidad se descarta totalmente a favor

del phi(£Unci':';y de I? 'secretbJgemo(jefecti"~. \ )zamlefIt,ha siUplo). Dnas yesapara:.)modo,)do-elel par;Juna J\Jcho rr"lminaMlas d0guber-1celenédnetra'::':'l

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del principio, institucionalmente' reconocido, del secreto ¡(funcionamiento actual 'en Francia del «secreto profesional» 'y de la «obligación de discreción profesional»). Aunque este "secreto es indispensable para el establecimiento de la he,gemonía monopolista, no debe confundirse con un mutismoefectivo del Estado que alcance al conjunto' de sus empla,zamientos (el vértice del ejecutivo, por otro lado, nuncaha sido tan charlatán: medios' de comunicación, por ejem-plo). Por lo demás ese secreto no a~arca solamente' combi-nas y escándalos, así como la colonización conspirativa delaparato administrativo por el capital monopolista. Es elmodo estructural de funcionamiento del aparato del Esta-do -el secreto burocrático- llevado en la actualidad hastael paroxismo. Por consiguiente, este secreto no indica tantouna perversión de la administración como un proceso mu- :.cho :.más inquietante: la emergencia, como dispositivo do-minante del Estado y centro privilegiado de elaboración delas decisiones políticas, de la burocracia administrativa ygubernamental, que por su misma armazón encarna por ex-celencia la distancia entre dirigentes y dirigidos y la impe-netrabilidad del poder frente a un control democrático.

Esta situación tiene efectos bastante más amplios. La bu-rocracia del Estado fue siempre la institución estatal másrebelde a los 'principios de la democracia representativa.Tengamos en cuenta que en última instancia el aparato deesta democracia fue establecido, precisamente, para limitaren el. plano institucional los' privilegios de la administra-ción legados por el Estado absolutista. Este es el sentidodel Estado de derecho y de la ley como barrera a la arbi-trariedad de la burocracia, lo mismo que el sentido de ladelimitación de las libertades públicas y políticas como dis-positivos institucionales de resistencia frente al 'aparato cen-tral y permanente del Estado. La redistribución de los em-plazamientos del poder y su nueva. configuración bajo laforma de la democracia representativa se hacen a partir deuna evidencia impuesta: el heteromorfismo entre 'la buro-cracia del Estado y las .exigencias democráticas, idea defondo que recorre, de Rousseau a Marx, el pensamientopolítico moderno. Hasta el punto de que la burguesía n01se proponía, mediante la democracia representativa, más -"

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que someter en su beneficio al aparato central del Estadoabsolutista-feudal; identificando sus propios intereses con

t la e~presión democrática (origen censatario de esa demo-cracla).. '.

La consideración, al elaborar la política estatal, de cier-tas reivindicaciones populares se hace así cada vez más alea- .toria, no sólo en virtud de los intereses del capital monopo-lista favorecido por aquelIas modificaciones, sino tambiénporque dicho aparato. administrativo está organizado. ma-terialmente de manera que excluya de su campo de' .percep-ción las necesidades populares. Pero hay más: el desplaza-miento incontenible del centro de gravedad hacia la' buro-cracia estatal implica inevitablemente, por su propia lógica eindependientemente, incluso; de los proyectos gubernamen-tales, una considerable restricción de las libertades políticas,llamadas a desempeñar, precisamente, un papel de controlpúblico de la actividad estatal. Esa lógica. propia es difícil-mente controlable por el vértice del Estado y excede de le-

,Jos, a veces, sus designios políticos. Las diversas irregula-11" ridades de todo orden tienden a convertirse, por doquier,en la regla: ya no son, en el sentido fuerte, la excepción ala regla -de la ley- situada en otra parte, sino la. expre-siónde la. reglamentación específica de la burocracia, crea-dora,legítima.ahora de la normativa social. Esas irregula-

i- ridades no significan que el poder gubernamental no con-siga someter a la administración, ni tampoco que sean for-zosamente teledirigidas por el vértice del ejecutivo: son la

j consecuencia ineluctable de las modificaciones institucio-z.... nales y de la lógica administrativo-burocrática. .

",Deello resulta la concentración. acelerada del poder real

en dispositivos cada vez más circunscritos y su polariza-ción tendencial hacia el vértice gubernamental y adminis-trativo, la eliminación de lo que queda. de la separación depoderes -siempre más o menos ficticia, por lo.demás- en '¡,el Estado burgués (legislativo, ejecutivo, judicial). Este pro- .,'ceso reemplaza. a una cierta distribución del"poder entre l'

diversos lugares del Estado, que caracterizaba a su configu-r" ración. Se trata, también, del centralismo político, cada vez

01- más reforzado, del aparato del Estado; del desplazamiento

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de los lugares de poder real hacia el aparato central delEstado, a expensas de los póderes municipales, regionales; et~)':' ':1,:,c~te~a,'pese a toda~ las reformas descentralizadoras de' tipo.: ,,' ";,tecmco.admmlstratlvo, Tales reformas, actualmente necee 'l'f,sarias para la burguesía -porque ese centralismo burocrá- :.tico conlleva obstáculos intrínsecos que le estorban- no '."pueden 'cambiar, en nada el ce,ntralismo político del aparatoJde Estado, Este centralismo se refuerza incluso a travésde esas reformas descentralizadoras: prueba de ello son lasperipecias de la descentralización en Francia. ' ",Características de concentración y de centralización re-'

forzadas: que inciden evidentemente con su propio peso so-bre la restricción de las libertades democráticas, Aunqueeste centralismo-concentración del poder depende de modi-ficaciones económico.sociales y políticas, 'también dependede una lógica burocrática propia: el estatismo engendraestatismo, el autoritarismo engendra autoritarismo. Formanuna bola de nieve con ese proceso, aceleran su ritmo, modu-lan su trazado, sobre todo en un país 'como Francia, dondeese trazado, está inscrito en el Estado desde hace muchotiempo. Dicha lógica, sin embargo, no 'es ia de una simpleburocratización, sino la lógica de la mutación del papel po'lítico de la administración.Lo cual explica, igualmente, la tendencia a la personali'

zación del poder en el jefe supremo del ejecutivo: el. pre-sidencialismo. persanalizada, padríamas decir. Contraria-mente' a un buen número. de análisis juridicistas-constitu-ciona:listas, este fenómeno. na correspande, verdaderamentea una banapartización del pader, o sea (según una imagenpolítica parcialmente inexacta del mismo bonapartismo ) auna real detentación del poder por un solo hombre, a ex-pensas de los centros de -poder gubernamentales-adminis-trativos, No significa la desaparición de todo, poder de dis.tinto origen en favor de un efectivo poder despótico e 'in-sular, ni siquiera cuando los textos constitucianales atribu-yen, 'aquí a allá, al jefe del ejecutivo, ,lo que suele llamarse«poderes exarbitantes»,', El presidencia!isIIl;~persanali:ada ¡funciona más bien como punta de focahzacIOn de los dIver-sas nudos ,y entramados administrativos del poder,- cama .iinstancia para la convergencia de los mismos hacia la curo- ,..

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Page 286: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

bre del poder, y corresponde al actual papel político deldispositivo administrativo. También el jefe supremo del

. .ejecutivo es, más incluso que en el. pasado, rehén de un~ mecanismo político.-administrativo que le asigna, en gran1-medida, ese puesto preponderante.. .

Concentración.centralismo acrecentado del poder: perose trata de una evolución tendencial, .porqueel Estado noestá, al igual que su aparato económico, exclusivamente enmanos del capital monopolista. Contradicciones importan- .tes atraviesan el Estado,' subyaciendo siempre al procesode concentración-centralización. Más aún: la actual agudi'zación de las contradicciones en el seno del bloque en elpoder suscita contradicciones acrecentadas' en el seno delEstado. La concentración y el centralismo reforzados delpoder no corresponden a una efectiva homogeneización .uni-forme del Estado sino que constituyen, incluso, una res-puesta del Estado al aumento .de sus contradicciones inter-nas. Son contradicciones con efectos centripetos de dislo-cación, que remiten igualmente, y sobre todo, a las luchaspopulares que atraviesan el Estado. En fin, semejante evo-lución no debe llevar a .Ia creencia --como tampoco en elcaso. del aparato económico del Estado- de que hay des-doblamiento-disociación del Estado en un super.aparato. exclusivamente monopolista, unívocamente localizado, ade-más, en la «centralidad" y el «vértice» del Estado (concen-tración-centralización monopolista del .Estado); y en .unaparato descentrado, único refugio, vacío de poder, de lasotras fracciones del capital. Aunque la concentración-cen-tralización actual corresponde, desde luego, a la naturalezade la hegemonía monopolista, la cosa se realiza de maneramucho más compleja. Las contradiecionesentre el capital.monopolista y las otras fracciones del capital, entre el blo-que en el poder y las masas populares, se expresan hasta ene¡''corazón del Estado, en su centralidad y su vértice. Estascontradicciones atraviesan forzosamente el punto focal re-presentado por el. jefe' supremo del ejecutivo: no hay unpresidente sino varios en uno solo. Las vacilaciones. inde~cisiones o torpezas n'o se deben a la psicología del perso-naje -sino a dicha situación. Numerosos estudios sobre los

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.¡ILa administración tiende, por consiguiente, a inonopo."'1

lizar el papel de organizador político de las clases sociales""y de la hegemonía, lo que corre parejas con la transforma- jición de los partidos de poder (incluidos, en muchos países,los partidos socialdemócratas). Más que lugares de formu-!lación política y de elaboración de los compromisos y alian-zas sobre la base de programas más o menos precisos, másque organismos que mantengan vínculos efectivos de repr.e-.sentación con las clases sociales, estos partidos constituyenya verdaderas correas de transmisión de las decisiones .delejecutivo. Mientras que 'antes, incluso en las fases prece.dentes del capitalismo monopolista y en las correspondien-tes formas del Estado, los partidos seguían siendo, aunquesu papel disminuyera ya, redes esenciales de formación dela ideología 'Política y del .consenso. La legitimación se des-¡plaza hacia los circuitos plebiscitarios y puramente mani-puladores (medios de comunicación) dominados por la ad,ministración y el ejecutivo. Esto repercute en la organiza-ción. de los partidos de poder. Aunque la democracia inter.'na y el control de la base sobre los círculos dirigentes siem- .pre fuera,: ,una añagaz~: aunque la ley ~e bro?ce de s,u bu- *0'tocratlzaclOn --expreSlOn de la distanCia pohtlca, mas ge.neral, entre dirigentes y dirigidos,-, los marcase congénita,mente,. estos partidos seguían funcionando; no obstante,como canales de circulación de informaciones y de reivindi-caciones que, venidas de la base y políticamente tratadas).en su seno, llegaban a los centros dirigentes del Estado. .Mantenían así, verticalmente, un flujo orgánico de influen: .cias recíprocas. Actualmente esto es cortocircuitado en,b~'neficio casi exclusivo de las redes y técnicas administratl.vas (encuestas, sondeos, informaciones generales. ma.rke;,.

281/21poderes regionales o municipales muestran, ahora, en sen.,.;tido inverso, que la hegemonía del capital 'monopolista,se,propaga igl,lalmente en la periferia del Estado, proceso con.. 'comitante a una desintegración de las burguesías locales(pertenecientes, por lo general, al capital no monopolista)y a la disminución .depoder de diversos notables frente ala administración del Estado.

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ting político). Estos partidos se transforman en simples.canales de popularización y de propaganda de una polítieadel Estado decidida en gran parte fuera de ellos. La elec-ción de sus diputados consiste, esencialmente, en una inves-tidura acordada f desde el vértice, siendo la calidad de ese

9' vértice función de la inserción de dichos partidos en losl circuitos gubernamentales.

No sólo la distancia entre los vértices y los militantes,adherentes o simpatizantes de estos partidos nunca ha sido'tan acentuada, sino que el abanico de opciones políticasofrecidas a los ciudadanos, de un partido a otro, se reduceconsiderablemente. Es un rasgo: significativo de la famosa'.alternancia bipartidista, presente actualmente en la mayoríade las ,democracias occidentales (Estados Unidos,' Inglate-rra, Alemania Federal, etc.). Es verdad que "estos' partidos'tampoco ofrecían antes una alternativa' política real a lareproducción del capitalismo, pero hacían posible la opciónentre centros de elaboración diversa de la política burgue-sa. Sus divergencias actuales apenas representan algo másque .Ia popularización por cada uno de ellos ..de tal o cualaspecto divergente de la política de la administración y delejecutivo, además de la propaganda, diversificada según lasclases a .las que se dirige, de una misma política de la admi-nistración y del ejecutivo~ Tenemos aquí la famosa "des-ideologización. de estos partidos, el desvanecimiento de susrasgos ideológicos distintivos y su transformación en parti-dos donde cabe de todo. Ello no quiere decir, sin embargo,r que las dife,:enciasentre ~s~o~partidos. han Il~gado a ser

"t. ya pura y sImplemente fictICIas. Las dIferenCIas entre elRI (Republicanos Independientes) y el RPR (Agrupaciónpor la República) en Francia, entre democracia cristiana ysocialdemocracia en Alemania, entre d' partido demócratay el partido republicano en los Estados Unidos, coincidenindudablemente con contradicciones reales entre las frac-ciones del bloque en el poder, por '10 que respecta a suspropios intereses y a las variantes de la política preconizada. frente a 'las masas populares. Pero estos partidos ya no sonél lugar: efectivo de tratamiento de dichas contradicciones.Son :cajas de resonancia de las. contradicciones' existentes

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en ese centro dominante constituido por la administracióny el ejecutivo: nada más elocuente, en este sentido,.' que el ,funcionamiento actual de los componentes de la mayoda,t..presidencial en Francia, . .:J." ,.

Transformación de los partidos. de poder, transforma-'ción de su personal, de representantes de las clases ante elvértice del Estado en representantes y plenipotenciarios-digamos, missi dominici- del Estado ante las clases,transformación en el mismo sentido del parlamento y delpapel de los diputados. Estas evoluciones coinciden con-modificaciones considerables de la democracia representa-tiva que la transforman en estatismo autoritario. Tanto esasí que el papel orgániCo cumplido anteriormente por lospartidos polítiCos fue una pieza esencial del funcionamientode la democracia representativa: prueba de ello es la des-confianza profunda que inspiran a la burguesía y al apara-to central del Estado (incluso en el caso de los partidosburgueses y pequeñoburgueses), no habiendo sido recono-cido oficial y constitucionalmente el derecho a su existen-cia hasta fechas muy tardías (1945 en Francia). El sistemarepresentativo de partidos políticos fue siempre -paralela-mente, desde luego, a las luchas populares directas_ unode los dispositivos esenciales, por truncado que estuviese,del control, por limitado que fuese, de la actividad del Es-tado por los ciudadanos, y la garantía, por relativa quefuese, de las libertades. Las variaciones en el seno del ES-1tado moderno entre extensión y restricción, mantenimientoy supresión de las libertades políticas, estuvo siempre en .función directa de la existencia y el rapel de los partidos.Los fascismos, las dictaduras militares o los bonapartismosno han suprimido únicamente los partidos obreros o revo-lucionarios, sino también el conjunto de los partidos de- *'mocráticos tradicionales, incluyendo los burgueses y peque- .ñoburgueses, en la medida en que éstos -paralelamente' asus funciones de clase- expresaban la presencia en su senode ciertas reivindicaciones de las masas populares con las jque había que contar. El mantenimiento de la democraciarepresentativa y de las libertades tiene como correlato ab-soluto el sistema, no ya sólo de pluralidad de partidos sinode partidos que funcionen de modo orgánico y a distancia

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284 Nicos Poulantzas 3. EI-[

relativa del aparato administrativo central del Estado. Lasubversión actual de este funcionamiento, enmascarada amenudo por la permanencia de un pluralismo de partidos,condiciona la restricción de las libertades en el estatismoautoritario.

y tanto más, desde luego, cuanto que se trata de trans-formaciones bastante más generales del sistema político departidos afectando.a todos ellos frente a la administracióndel Estado. Hasta ahora los partidos, y en especial los quese situaban fuera del círculo del poder, mantenían no sóloun papel de control parlamentario sino también esa famosafunción tribunicia de representantes de las masas popula-res frente a la administración del Estado. Y también estafunción se pone en tela de juicio radicalmente: ¿ cuántosdiputados socialistas en Francia, sin hablar ya de los comu-nistas, tienen realmente acceso hoy, al menos en su calidadde representantes del pueblo, a la administración pública?

r El estatismo autoritario apenas deja opción a los partidos:"1" o se subordinan a la administración del Estado o renuncian

a tener acceso a la misma. Los ciudadanos se ven empuja-dos a una confrontación directa con la administración, y noes de extrañar que experimenten, más allá del voto, unapérdida general de interés por los partidos que deben re-presentarlos ante la administración del Estado. Y es biensabido que esta situación -aparte de las restricciones con-

t siderables de las libertades que ya implica- crea las con-diciones de una eventual bonapartización del poder.

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I 3, EL PARTIDO DOMINANTE DE MASAS

Las modificaciones actuales del Estado implican, en fin, laexistencia y el papel particular de un partido dominante demasas, partido del Estado por excelencia. Pape! que, en e!caso de la alternancia bipartidista, incumbe sucesivamentea uno de los dos partidos. Pese a análisis superficiales, estaalternancia no modifica en nada' e! fenómeno actual de unpartido del' Estado dominante, estructuralmente necesariopara el funcionámiento de! estatismo autoritario. No ha sidola permanencia durante veinte años del gaullismo en Fran-cia la causa principal del «Estado UDR". aunque contribu-yera a acentuar el .fenómeno.

El traspaso de la organización política de los partidos ala administración.ejecutivo no es un proceso simple. Lapermutación de función entre los diversos aparatos del Es-tado tropieza siempre con obstáculos derivados de su mate-rialidad específica, en este caso la de la administración delEstado. Incluso cuando presenta -como sucede en los Es-tados U,¡idos- una inestabilidad de su alto personal, reem-plazado en bloque con ocasión de las modificaciones gu-bernamentales, la adminístración encarna, por excelencia ..la continuidad del Estado burgués, y está caracterizada porrigideces y resistencias. Por lo general, está sometida a re-gias estatutarias (de derecho y de hecho) de permanenciay de centralismo jerárquico correspondientes a la divisiónsocial del trabajo en su seno. Está cohesionada por unaideología particular (ya sea del géneco republicano tradi-cional del interés generala del género neotecnocrático dela eficacia) y presenta también, reproducidas por coopta-ción, divisiones y segmentaciones en clanes. camarillas yfacciones (los grandes cuerpos del Estado en Francia, porejemplo) con una lógica propia. Lo cual plantea problemas

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286 Nicos Poulanlzq.s

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El pf;.Toconsiderables, sobre todo en la medida en que el régimende los procedimientos administrativos se erige en disposi-tivo privilegiado de organización de la hegemonía en unmarco que mantiene, como sucede con el actual estatismoautoritario, una realidad democrática. El papel actual dela administración no incluye en .absoluto, como gusta de-cirse a menudo, neocorporativismo alguno. Los diversos in-tereses se expresan en el seno de la administración de ma-nera específica y deben tratarse políticamente. El funciona-miento del Estado .corporativo, forma de excepción del Es-tado burgués (en particular los fascismos) pertenece a unorden distinto. En el caso del corporativismo estatal, la ad-ministración burocrática, entramado central de las institu-ciones corporativas, no ha desempeñado nunca, por otraparte, el papel político .dominante (nunca fue así ni enlos fascismos ni en las dictaduras militares de' tipo corpo-rativo). Estas formas de Estado disponen siempre de unaparato político (partidos fascistas, ejército, 'policía políti-ca) distinto de la administración corporativizada.

La mutación de la administración en partido políticoreal del conjunto de la burguesía, bajo' la hegemonía delcapital monopolista, en' un marco democrático, no es, portanto, un proceso de generación' espontánea y tiene sus li-

rmitaciones. Por ello aparece la necesidad de un partido delV Estado, dominante, que asuma una misión suplementaria

a la de correa de transmisión de las decisiones burocráti-cas relativas a la base: el pa'pel de unificar y homogeneizarla administración del Estado, de .controlar y propulsar lacoherencia (en.la vía de la política gubernamental general)

~ entre sus diversas ramas y subaparatos, de modo' a la vezhorizontal (interramas) y vertical (aparato central, apara-tos regionales); de asegurar su lealtad al vértice del ejecu-

t .tivo. Unificación y cohesión absolutamente indispensablespara la misión política que sólo la administración está ya.en condiciones de cumplir. Este partido dominante' desem-peña un papel de policía (en sentido amplio) de la admi-nistración,' de vigilante y garante del aparato burocrático.Sin ese partido.- semejante papel, asignado paralelamentealas altas instancias gubernamentales del ejecutivo, no pue-de: cumplirse más que muy parcialmente. Su control polí-

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tico-administrativo por arriba choca constantementecónlas resistencias multiformes de la burocracia estatal. Lás ::!','~medidas disciplinarias de la administración, aunque, tien: - " :' "den a acrecentarse actualmente (como es el caso del Berufs'verbot en Alemania, caso extremo y ejemplar pero en modó,alguno excepcional: ahí tenemos la situacíón de Francia aeste respecto) tropiezan también con la resistencia de los'sindicatos y de la opinión pública. Este partido del Estado,dominante, funciona pues paralelamente como red de es-tricta subordinación política del conjunto administrativoal vértice del ejecutivo, Papel que sólo puede ser desempe-ñado por un partido dominante, fuertemente unificado yestructurado. «Equitativamente» repartido y fraccionado en- -tre varios partidos, semejante papel no haría más queaumentar los vicios que se quieren, precisamente, remediar.

Este mismo partido dominante debe estar estrechamen-te controlado por el vértice del ejecutivo (presidente, pri-mer ministro), bien porque este vértice haya llegado al lu-gar que ocupa gracias a que controlaba o tenía ya un par-tido semejante, o bien porque haya conseguido controlarlogracias a ser las altas instancias del Estado, y una vez queha llegado a serlo. Puede reconocerse, bajo este aspecto, laevolución de la política gaullista, desde De Gaulle a Pom-pidou, con respecto al papel del partido-movimiento gali-'llista (que no debe ser un partido como los otros -sinoun movimiento--- pero .que, no obstante".), así como losproblemas encontrados por Giscard frente a Chirac-UDR,después del fracaso del primero tanto en su intento de eri.gir a los republicanos independientes en partido dominan-te como en el de controlar al partido gaullista. Por limita- . -dos qúe estos problemas parezcan a primera vista en cuan.. -to a su pertinencia política (de ciase), no han dejado, sinembargo, de conducir a la crisis institucional conocida.

Por consiguiente, este partido no asume como principal ..,;", tpapel el de representar ante .la administración los intereses:_.,.. .,del gran capital, lo cual se realiza perfectamente, en la 'ac'.(};J:dtualídad, de manera directa. La hegemonía en el Estado deL""" Icapital monopolista en Francia, por ejemplo, no es una'cóh' -;; .secuencia del «Estado-uDR», de una UDRque, en .cuanto .. -'instrumento del gran capital, habría colonizado' una 'á<!mi-.. '

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Trayectoria en doble sentido: en virtud de la politiza-ción directa de la administración, los funcionarios se pola-rizan hacia' el partido dominante tanto como este últimopropulsa hacia la administración a sus hombres de con-fianza. Se trata de una verdadera ósmosis, inscrita ya en lamaterialidad institucional, entre el aparato del Estado y elpartido dominante. Los círculos dirigentes de este partido y

nistración neutra. Más bien es al contrario: la inmersiónde este partido en los negocios y la especulación es una delas consecuencias de su papel más general de comisario dela administración, contrariamente a la suposición de aqué-llos que se complacen en oponer la neutralidad virginal delos altos funcionarios a la corrupción de los políticos bur-gueses. Este partido sólo puede desempeñar su papel es-tando directamente presente (partido del Estado) en elseno de la administración. Pero no es esa presencia la quepolitiza a la administración en primer lugar. En cierta for-ma, dicha presencia es el efecto del papel político que recaeactualmente en la administración del Estado. Politizaciónamplificada, a su vez, por dicho efecto. Encargada actual-mente del papel de organización de la hegemonia. confron-tada directamente a los intereses económico-sociales queella misma debe abordar políticamente, la administracióndel Estado consigue cada vez menos mantener la ficciónde una distinción entre decisiónes administrativas y deci-siones políticas. Ahora se politiza de forma abierta y ma-siva,aunque nunca haya sido realmente neutra, porque loscentros decisorios se sitúan actualmente en sus propios cir-t cuitos. Paralelamente, el partido dominante ocupa ,la altal' administración, coloca en ella sus peones, monopoliza los

puestos de mando para sus afiliados o simpatizantes, ex-pulsa o neutraliza a los recalcitrantes relegándolos a pues-tos sin incidencia real, rompe la jerarquia tradicional de loscuerpos de funcionarios, violenta las instituciones estatales

.v a fin de poder actuar mejor. Esta acción, por lo demás, nose lleva a cabo tanto bajo la dirección de sus diputados yrepresentantes, al menos en su calidad de diputados y re-A. present,antes, como bajo 'la dirección de diversos prohom-<..bres y responsables que controlan el partido.

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..Repito que esta situación no se debe más que acceso-

riamente a Un largo período de no alternancia gubernamen-tal (UDR' en Francia, democracia-cristiana durante muchotiempo en Alemania y todavía en Italia). El funcionamientóde .un partido dominante transciende esa alternancia, y eneste caso se trata, a menudo, de la alternancia entre dospartidos dominantes. Se comprueba, por lo demás, en el 'caso de una alternancia bipartidista de ese género, más omenós regular (Estados Unidos, Gran Bretaña, AlemaniaFederal), la efectiva creación de redes inter-partidos; lacristalización de un permanente ep.tramado de circuitos'compuestos por la mezcla de fuerzas, personas y dispositi-:~,vos pertenecientes a los dos partidos dominantes, que fun-:,cionan en cierta forma como el foco del partido dominante, ,.incrustado en el aparato central del Estado. Este efectiyo,foco de partido único transciende, con mucho, las simplesrelaciones interpersonales entre miembros de una misma.:.«élite del poder», puestas de manifiesto por algunos auta:'

el gobierno están compuestos, cada vez más, por .niiembr()s,,,,:C,:,de la función pública, En Francia, la cosa es evidente,.,,,):.'\;'.":.De ahí se deriva una serie de consecuencias: el bloqueo':'¡"!

de la circulación de personal político, la creación de :tod~1',',una serie de intereses corporativistas multiformes basados":' '"en la ocupación de puestos, ia distribución de las prebeIÍ",das estatales, la malversación de los fondos públicos parafines del partido, el tráfico' de influencias entre el partidO"dominante y el Estado, la inmersión, del partido dominante "en los negocios y en la especulación. Estos rasgos han carac;.terizado siempre al Estado burgués, pero en la actualidadrevisten dimensiones prodigiosas. Son fenómenos secunda-rios, ciertamente, pero susceptibles de multiplicar las re,sistencias del Estado-partido dominante frente, a las alter:nativas democráticas: la pérdida del poder gubernamental"significa, además de los eventuales peligros para las clases" .'dominantes, la pérdida de una serie de privilegios maté,' tí? 'riales, así como el riesgo de desintegración de un parti'do.,r .cuya importancia consiste en el específico papel que des-.. 'empeña en el Estado. '

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res perspicaces, y en especial Wright Milis 6, para explicareste fenómeno naciente. Actualmente está anclado 'en lamaterialidad de 'los dispositivos de los partidos de poderdominante, articulada a la nueva materialidad del aparatodel Estado. Foco del partido único que desempeña el mismopapel de control general que la administración pero frentea los Otros: no sólo frente a los que representan una verda.dera alternativa política, sino frente a cualquier otro que,por la razón' misma de escapar a ese foco es erigido poréste en peligroso revolucionario. Foco del partido únicoque no encuentra su identidad más que a fuerza de instau-rar al otro como enemigo.

Sería completamente falso, por consiguiente, reducireste fenómeno a la cuestión -bastante vieja, al fin y alcabo- de una ausencia de alternativa política real a travésde los diversos partidos de poder, contentándose con la críotica tradicional de la «formalidad» del sistema pluralista.Esa situación no limita el juego democrático por el simplehecho, de que la opción política ofrecida a los ciudadanossea restringida. Más allá de la alternativa está también lacu~stión, desde luego más prosaica, de la alternancia. Laalternancia existía antes, aunque no implicase altern'ativapolítica. Pero ¿de qué alternancia puede hablarse en .la ac.tualidad, cuando la intercambiabilidad de equipos entre lospartidos de poder dominantes se' inscribe a menudo eneste entramado de partido único de nuevo tipo que parececonsolidarse, un poco por toda partes, en los casos mismosde bipartidismo de los países occidentales? El hecho deque esta situación plantea restricciones draconianas al con.trol democrático más elemental antes existente, por limita-do que fuese, incluso en ausencia de alternativa, ¿quién seatrevería a negarlo hoy, como no fuesen los chantres' reza.gados de la democracia liberal avanzada, incluido RaymondAran? Estos deploran que en Francia no haya posibilidadde alternancia debido a la alternativa representada por la

6 Wright Milis, L'élite au pouvoir, 1969 [La élite del poder. MéxiCo,FCE, 1957]; véase igualmente R. Miliband, L'Eta! dans une. sociétécapitaliste, 1972 [El Estado .en la sociedad capitalista, México, Si.g10 XXI, 8,' ed., 1978], y, más próximo a nosotros, P. Bimbaum,Les sommets de l'Etat, 1977.

290 Nicos Poulantzas

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Unión de la Izquierda, como si alli donde esa alternativano existe actualmente hubiera, por lo menos, una real al-ternancia. Es verdad, como ya he dicho, que el actual esta-tismo autoritario no es identificable con ningún totalita-rismo enmascarado,_ es decir, con regímenes de auténticopartido único. y hay que repetirlo. Pero ello no impide -quela institucionalización de este foco de partido único, en unmarco ciertamente democrático, diga mucho de las trans-formaciones de esta democracia.

Volvamos a la ósmosis, ahora estructural, entre el Es-tado y un partido dominante de masas: si la razón esencialreside en el control político de la administración, hay otrasque dependen de las transformaciones de los procedimien-tos de legitimación, lo que permite comprender por -qué- setrata de un partido de masaSe Los dispositivos de engendra-miento del consentimiento se desplazan de los partidos po-líticos y, por aiíadidura, de los otros aparatos especializadoshasta ahora en esa función (escuela, aparato cultural, -fa-milia), hacia la administración del Estado. Lo cual corres-ponde, a la vez, a modificaciom!s considerables del conte-nido de la ideología dominante y de las modalidades de sureproducción y de su inculcación. Pero también aqu( ese -desplazamiento tropieza con límites relativos a la materia- ¡lidad -del tejido administrativo (materialidad basada en -sucaracterística «separación» de las masas populares) y la -es-pecificidad de los mecanismos ideológicos. De ahí la necesi-dad de un partido dominante de masas que funcione- -nocomo lugar de elaboración de esa ideología sino como' re: ~levo-vehículo de la ideología -del Estado hacia -las masaspopulares y como apéndice de la legitimación plebiscitariade la administración del Estado y del ejecutivo. Papei-quela personalización carismática del vértice del Estado 'y de ""los medios de comunicación sólo puede llenar parcialmente. J

Queda claro,- por consiguiente, que esa ósmosis' orgá-nica Estado-partido dominante de masas, incluso en -el casode no conducir a la consolidación del foco de partido úni- -ca induce transformaciones institucionales considerablesqu'e van en el sentido, precisamente, de la decadencia de"lademocracia representativa y de las líbertades.

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Pero esta situación comporta' también peligros para la, , izquierda en la eventualidad de su acceso al poder, especial-'mente en Francia. No se trata, desde luego, de establecerUD' paralelismo, ni en el caso francés ni en ningún otro/.entre los partidos de izquierda y los partidos de poder de,la mayoría, Tampoco se trata de juzgar a ningún partidode la izquierda, sino todo lo contrario. Digo todo lo con-trario porque de lo que se trata es de esa ósmosis estruc-'tural, trazada en la materialidad del Estado actual, entre'el aparato del Estadp y un partido dominante de masas.El lugar y el papel de semejante partido están, en ciertaforma, inscritos en blanco en la realidad institucional. Y se,'corre, por tanto, el riesgo de que si el Estado no es transo',formado radicalmente parla izquierda en el poder, indepen-dientemente de las intenciones de los partidos de izquierda,uno de estos partidos se vea llevado por las circunstancias,como suele decirse, a ocupar el .lugar de ese' partido domi-nante de masas. Con el. riesgo de prolongar la' situación enque se encuentran hoy los derechos de las diversas oposi., ciones, cualquiera que sea el acimut de donde surjan.

Parece que esa situación objetiva conCierne en Francia,esencialmente y en muy primer término, al partido socia.lista. Y no porque esté viciado, como tal partido y en suconjunto, poriálguna tara original e indeleble de «colaba.ración de clases», sino por razones institucionales eviden-tes (actitud de la administración hacia él, implantación enlas redes municipales y regionales, peso de su aparato elec-toral y de sus diputados; etC.).. Que quede bien claro: nose trata aquí de que el partido socialista deba ser más im-portante que e! partido comunista o a la inversa, porque lacuestión que nos ocupa transciende con mucho el tema del«equilibrio» de las fuerzas en e! seno de la izquierda, Lacuestión es: ¿cómo hacer para que el partido socialista nose vea llevado a ocupar el lugar y el papel de partido do-

'. ','minante de masas? Algunos de sus dirigentes parecen, porlo"demás, ser conscientes de este peligro. Un «Estado-ps»,no sería, .ciertamente, lo mismo que un «Estado-UDR», perola sitiÍación institucional de un partido dominante de ma-

I , sas, comporta en sí misma, más allá de la naturaleza delt partido que ocupe, ese lugar, una restricción de! control de-

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mocrático y de las libertades. Corre el riesgo de convertiren letra muerta la democratización de! Estado, y las medi.,das previstas por la izquierda con vistas, en particular" ala restauración del papel que corresponde a los parti~ospoliticos en el ejercicio de la democracia.

Sea como sea, no hay que engañarse: el estatismo auto-ritario corresponde a transformaciones considerables de laldemocracia. Se resumen en la exclusión acentuada de las 'lrmasas de los centros de decisión política, en la separacióny la distancia mayor entre los aparatos del Estado y losciudadanos en el momento mismo en que sin embargo e!Estado invade el conjunto de la vida social, en e! centra- ,..]J'Iismo estatal que alcanza cotas sin precedentes y en los v"..intentos de regimentación a gran escala de las masas me-diante medidas de "participación»; en una palabra, en elcreciente autoritarismo de los mecanismos políticos. Este licautoritarismo no concierne sólo a la administración buro-crática y, más allá, al' conjunto de los aparatos del Estado,ni tampoco reside simplemente en un incremento. de larepresión fisica organizada o en una manipulación ideo-lógica reforzada. Se afirma en la implantación de nuevastécnicas de poder, en la articulación de una serie de prác-ticas, canales, soportes, tendentes a crear 'una nueva mate-rialidad del cuerpo social sobre el que se ejerce el poder.Materialidad que difiere considerablemente de la de! cueropo político nacional-popular de individuos-ciudadanos librese iguales ante la ley, de la materialidad de una disociación l'institucionalizada entre lo público y lo privado, fundamen.:....l.to de la democracia representativa tradicional.

Esta nueva matriz del ejercicio del poder, anclada enlos mismos procesos que dictan el nuevo papel de la admi-'nistración-burocracia del Estado, se irradia y propaga entodos los campos de la vida social. Sobrepasa con, mucholos meros aparatos del Estado (incluso concibiendo, comoes debido, de modo amplio e! espacio del Estado), pese aser aquí donde se elabora preferentemente. Más allá inclu-so de una estatización de la vida social, pero injertándosey apoyándose en ella -por lo demás muy real y creciente-

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se erige en' verdadero código general una nueva modula-..Ciónestatista-autoritaria del ejercicio del poder. En ese có-digo se inscribe el funcionamiento del poder en el conjun:to pe las relaciones y vínculos sociales. No se trata de unasimple multiplicación amilógica. por mimetismo. de un«modelo» de ejercicio estatal del poder en los dispositivosextra-estatales (cosa que podríamos inclinarnos a pensar siconsiderásemos al Estado como fundamento originario y. fuente exclusiva de todo' poder); tampoco se trata de uncierto arquetipo-diagrama que rija. de manera inmanentea todo poder. los micropoderes moleculares en que se disol-vería el Estado. Se trata. en fin. de la matriz de nuevas for-mas de división social del trabajo. sin duda presente,. 'wmomolde originario. en las diversas. relaciones sociales peroque actualmente se elabora y ritualiza. ante todo. en el dis-positivo administrativo del Estado hacia el cual convergenlas relaciones sociales. Todo poder actual funciona según elestatismo autoritario.

Si el estatismo autoritario se distingue,. por tanto. deltotalitarismo. si no puede identificarse con un fascisIllodenuevo tipo o con un proceso de fascistización. no por ellose distingue menos de las precedentes formas democráticasdel Estado. No comporta. simplemente. gérmenes o elemen-tos dispersos de fascistización. sino que cristaliza su orde-nacíÓn orgánica en dispositivo permanente y paridelo .alEstado' oficial. Este dispositivo no está.. simplemente. adisposición de las clases dominantes sino que se entretejepermanentemente con el Estado Oficial en el funcionamien-toy el ejercicio cotidiano del poder. Los ejemplos abun-.dan: fraccionamiento y dislocación de cada rama Y'aparatodel Estado (ejército. policía; justicia. etc.) en redes forma-les y aparentes. de un lado. y.de otro. en núcleos estre-'chamente controlados por el vértice del ejecutivo; despla-zamiento constante de los centros de poder real de losprimeros 'a los segundos: mecanismo implicado en el actualpapel de la administración. vigilado y asegurado por elpartido dominante; desarrollo masivo. directamente orques-tado por el Estado y en ósmosis con el partido dOIllinante..de:redes estatales paralelas. de factura pública. semipública

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lar los núcleos del aparato del Estado (en Francia, los SAC,las policías paralelas, etc.). Se podría (demasiado) fácil-mente alargar la lista.

En esta transformación, para terminar, se inscriben hoy llas modificaciones del Estado en su aspecto de Estado na- ~ciona!. Contrariamente a toda una corriente que ve en laactual internacionalización del capital una pura y simpledelicuescencia de los Estados nacionales europeos frente alas sociedades multinacionales, al super-Estado americanoo al super-Estado de la Europa unida, yo he mostrado enotro lugar que el Estado nacional mantiene siempre su per-tinencia. Pero no por ello deja de presentar modificacionesimportantes a este respecto, en las cuales no entraré salvopara señalar que las mismas no se deben directamente afactores externos (a las "presiones» de los otros Estadossobre el Estado nacional). Tales factores no actúan sobrecada Estado más que interiorizados en su propio seno, ins-critos en sus transformaciones propias. El actual retrocesode la soberanía nacional, no sólo en la política de los go-biernos europeos sino en la materialidad institucional delos diversos Estados, se produce bajo el efecto de dichastransformaciones. En ese Estado paralelo, en esa trama po-lítico-administrativa profunda, es donde se corporeízan, antetodo, los entramados transestatales, desde la «cooperación»de las policías y las informaciones a los diversos procedi-mientos transnacionales de adopción de decisiones: las ins-tituciones internacionales oficiales no son más que la parteemergente del iceberg. Soy poco sospechoso de política-fic-ción, pero ¿cómo no imaginar a este respecto un foco departido único con dimensiones internacionales? La famosa 1éJ«comisión trilatera)" nos ofrece, tal vez, una primicia. -J.-

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4. EL DEBILITAMIENTO DEL ESTADO

El estatismo autoritario no corresponde a un reforzamien-to unívoco del Estado; abarca el doble aspecto reforzamien-to-debilitamiento del Estado, en la medida en que las trans-formaciones que lo marcan acentúan los elementos gené-ricos de crisis política. Es también una respuesta del Estadoa esa acentuación, y a su crisis misma allí donde tiene lu-gar efectivamente. Debilitamiento y crisis que ofrecen nue-vas posibilidades a la izquierda.

1. Si bien la transformación del papel de la adminis-tración conduce a su politización directa, esta po!itizacióntiene un doble sentido. Aunque se hace de modo prioritarioy masivo en la alta administración, del lado de la mayodagubernamental y a favor de la derecha, también tiene lugara favor de la izquierda en el seno mismo de esa alta admi-nistración. A ello Concurren numerosas razones; la adminis-tración sigue marcada aún, fuertemente, por la ideá'logía,¡. del interés general. La distinción relativa en el pasa o re-ciente entre actos administrativos y decisiones políticasalimentaba todavía las ilusiones autojustificativas de la ad-ministración sobre su neutralidad política frente a la hege-monía masiva del capital monopolista; esto no sucede ac-tualmente. El desplazamiento de los mecanismos políticosde dicha hegemonía al seno de la administración sacuderudamente ese espejismo y conduce a diferenciaciones ypolarizaciones políticas importantes. Verdad es que la ideo-logía jurídico-política del interés general cede el lugar a unaideología tecnocrática de la eficacia, del progreso F.conó-mico, de la abundancia y del bienestar. Pero esta mismaideología no puede funcionar como cimiento interno de laadministración más que a condición de que el proceso eco-

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nómico mautenga ciertas apariencias de neutralidad téc-nica, cosa cada vez más dificil en la actualidad. La ideologíatecnocrática de un Estado garante de la eficacia y del bien-estar, fundamento del Estado poskeynesiano, queda puestaradicalmente en entredicho por la crisis económica que ca-racteriza a la presente fase del capitalismo. Una parte dela alta administración se da cuenta de las causas políticasde algo que está viviendo como su propio fracaso históri-co, de su incapacidad para prever, yugular o administrar lacrisis económica. Sin hablar ya de los seísmos que provocanen el seno de una administración afecta al interés nacionallos atentados a la soberanía de la nación implicados enla internacionalización del capital y acentuados en períodode crisis (la carrera de los gobernantes europeos a refu-giarse bajo el paraguas americano). Todo esto conduce aun distanciamiento neto con respecto a ,la hegemonía polí-tica, aunque se haga de manera ambigua y con los límitesque he indicado en la primera parte de este texto. Es cono-cido, en el caso de Francia, el número importante de miem-bros de la alta administración, de los grandes cuerpos delEstado y de las grandes escuelas que se encuentran actual-mente en el partido socialista. Evolución tanto más signi-ficativa cuanto que ha ido al compás de la radicalización _hacia la izquierda de este partido (Congreso de Epinay),cuanto que dicha evolución no puede explicarse sólo, nisiquiera principalmente, por el oportunismo de una altaadministración que se prepara a «repartirse el pastel» enel caso de una victoria de la izquierda (aunque frente albloqueo de l,acirculación de las «élites» por el Estado-UDR-giscardiano, tal motivación influya en cierta medida).

Pero las razones de esta politi.zación van más lejos: serefieren a las modificaciones. íns titucionales inducidas porel control político de la administración por el vértice delejecutivo, modificaciones vividas por su personal comopuesta en entredicho de sus privilegios corporativistas tra-dicionales. El que la jerarquía burocrática sea cortocircui-..,tada por los gabinetes ministeriales o los entramados hori- "tzontales controlados por el vértice del ejecutivo; los aten-tados considerables infligidos por la política gubernamental >1-a las garantías estatutarias de la función pública -las re-

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1 Cf. especialmente la contribución de A. Cottereau -en la obracolectiva L'adrninistration, 1974.

, glas establecidas de carrera, promoclOn, etc.-; la penetra-ción directa del partido dominante en el seno de la admi-nistración, constituyen otras tantas razones de distancia-miento' de una parte de la alta administración con respecto

tal vértice del ejecutivo en e! Estado autoritario. Inclusoaunque este distanciamiento también sea ambiguo y tengasus propios limites. ,

Este fenómeno es mucho más importante en los escalo-nes intermedios y subalternos de la' administración, dondea veces reviste la forma de una politización masiva haCiala izquierda de amplios, Sectores del personal del Estado.También aqui una de las razones reside en las modifica-ciones de la materialidad del Estado. La degradación' consi-derable de las condiciones de vida (salarios, pensiones, et-cétera) y de los diversos privilegios del Beamtentum tradi-cional (amenaza a la seguridad, del empleo por la exten-sión masiva del personal contratado, movilidad del perso-nal de ejecución, bloqueo de las carreras, etc.) correlativa ala ampliación sin precedentes del aparato de! Estado, no esmás que un aspecto del fenómeno. De mucha mayor impor-tancia son las nuevas formas de reproducción de la divi-sión social del trabajo en el seno del aparato institucional '.La ampliación de este aparato, su actual papel económico-,r social y político, conducen a una profundización de la di-

,'t. visión tend;,ncial 'trabajo intelectual-trabajo manual, tal co-mo se reproduce de modo especifico en el seno mismo deltrabajo intelectual encarnado por el Estado. Es un procesocorrelativo a la profundización, bajo nuevas formas, de ladivisión general del trabajo intelectual-trabajo manual enel conjunto de' la sociedad y,ante todo, en e! trabajo pro-ductivo, La profundización ,de esta división social reper-

)( cute en el aparato del Estado bajo la forma de distancia-miento' creciente entre las tareas (escalones) de concep-ción-dirección y los de ejecución; bajo la forma de descom-posición de las ,tareas subalternas en elementos rutinarios,de concentración, acentuada del saber-poder en el vértícede1.aparato, de monopolización del secreto burocrático por

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. Pero las razones más profundas de ese distanCiamiento .de. amplios sectores de la administraCión con respecto a lapolítica gubernamental residen en la lucha de las clases po..pulares. Esta lucha atraviesa el aparato del Estado, hoy.másque nunca. Afecta a la administraCión de manera mucho.: .más directa que antes, porque esta lucha se extiende a am-l.pios sectores de la nueva pequeña burguesía, la de las capas ..••.medias asalariadas (empleados de comerCio, banca, segu-. .'ros, profesiones liberales, intelectuales en sentido. amplio, .etc.). La nueva pequeña burguesía partiCipa ahora activa-mente' en las luchas populares, muy espeCialmente en las.relativas a los sectores de consumo colectivo y de «calidad.de la vida (sanidad, vivienda, transportes, medio ecológÍ<"co, etc.).' Por sus condiCiones materiales de existenCia esparticularmente sensible a estas 'reivindicaCiones. Las luchas'de la nueva pequeña burguesía remiten al resquebrajamientoe incluso la ruptura de la alianza entre burguesía y pequeñaburguesía, o más exactamente, ~ntre capital monopolista y.nueva pequeña burguesía asalariada. Pero si las luchas dé.la clase obrera repercuten' también, indudablemente; en elseno de la administraCión del Estado, las luchas de la pe-

"Vr--------------------~zas debilitamiento del Estado ~ 29:;)~;;i~:1~i~~a- dirigentes cada. vez más réstringidos,deautorita-'i"""¡J~i'¡~~~: acrece~tado en el seno mism,;, del apar~to. Esta cli-;:Z;''c;:.fi\ip~to se realiza en las transformacIOnes. preqsas del prO" ,~,:;,£~Q .ceso trabajo administrativo: intróducCión de nuevos m~,¡ "';;:':J)~to;~ f~~d~:~~~:~:::~~:~efOt~~;lj~e;o~er~~~i~~:;~~s;.f::~;::Z),]¡:':/A' ticos, desarrollo de las técnicas llamadas de raCionalizacióri .;"";10- de las opCiones presupuestarias (RCB) , y de direcCión'par-ICde tiCipativa por objetivos (DPO).Medidas que bajo swapa'h8Cia .rieliCia técnica corresponden, tanto como al aumento de lat~o. . productividad del trabajo administrativo, al .controly aliCa- dominio político de la inmensa maquinaria burocrática por •. ':4,"s~: ~dlvélrti~eddellejecu~ivo. Articlulada al quebrbantlainie?dtoddela

1 eo ogIa e mteresgenera, que cimenta a a um a ver-ICH- tical del dispositivo administrativo, tal evoluCión contribuyex~r a la politizaCión de izquierda de una parte importante del.C..'o~ personal intermedio y subalterno del aparato del Estado,y"

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19 queña' burguesía la atraviesan. de,mod~ mucho más' directo,'Z,.. sobre todo e'n sus escalones intermedIOs y subalternos. y

ello no sólo, ni siquiera prindpalmente, en virtud del ori.' gen de clase, mayoritariamente pequeñoburgués, de estos es.calones, sino en virtud, ante todo, de su, determiriación declase pequeño burguesa. Lo pone de manifiesto toda la his-toria del capitalismo: la puesta en entredicho de la alianzaburguesía-pequeña burguesía en el seno de la sociedad setraduce en la puesta en entredicho de esa alianza en el senodel Estado. Sus aparatos" y en primer lugar su dispositivo'administrativo, cristalizan por lo general una alia'nza entrela burguesía y la pequeña burguesía: alianza que toma unaforma específica entre vértice burgués y escalones ,interme-dios y subalternos pequeño burgueses .. La puesta en entre-dicho de esta alianza en el seno de la sociedad induce una,ruptura interna del Estado, y se expresa frecuentementeen forma de fracturas entre el vértice y los otros escalonesadministrativos.

Por otra parte, las luchas populares toman cada vez máspor blanco el aparato mismo del Estado. Dada la actualretirada de los partidos políticos de las avanzadas del po-'der, y la penetración capital del Estado en campos cadavez más amplios de la ,actividad social, el dispositivo, admi-nistrativo está expuesto abiertamente a 'las reivindicacionespopulares, se encuentra atenazado entre el vértice guberna-mental y las lucha,s sociales. Es utilizado por el poder comodestacamento de vanguardia contra las masas populares,pero también como chivo expiatorio de los fracasos de supolítica, alegremente atribuidos, según los casos, a las «re-sistencias de las estructuras» y a las «lentitudes burocrá-ticas», a los «excesos de celo», la .«inhumanidad» y la «in-

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omprensión» de los funcionarios., El poder puede actual-• mente' plantear estas alegaciones con alguna apariencia deverosimilitud dado que están basadas en el papel que élmismo' atribuye a la administración .. Frente a las luchaspopulares multiformes con las qué se ve confron tado ahora,y de las que es el blanco, al aparato administrativo le escada ,vez más difícil recurrir a la pantalla de seguridad del' «,arbitraje neutro» por 'encima de las clases, 'en el ,que, por,lo demás, él mismo ya no cree demasiado. La crisis de con"

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'senso ~n las masas populares con respecto al aparato, d~I', ,,', Estado repercute en el seno de la administración como' cri:; ,f''sis inducida de legitimación. Tanto más cuanto que la ad.ministración del Estado ya no está legitimada desde fuerade ella misma, ideológicamente cubierta por los partidos ',~políticos o los aparatos ideológicos (escuela, familia, etc.),sino encargada permanentemente de elaborar, reproducir:,inculcar la ideología dominante y engendrar e! consenso. Laadministración-burocracia del Estado polariza ahora ¡as de-mandas de legitimación a las que cada vez le resulta más di- ' 'fícil hacer frente. Los déficits de legitimación con respecto:].' 'a las masas populares contribuyen a los cambios políticos. 'que la afectan. " ; . '

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, 30.1,El debilitamiento del Estado

2. El segundo factor de debilitamiento del Estado con-cierne a la elaboración de' la política gubernamental en elaparato administrativo. Pese a todos los paliativos (control'político de la administración, partido dominante), la admi.nistración no puede, por su propia naturaleza, cumplir elpapel de organizador de la hegemonía en forma idé,ntica acomo lo hacen los partidos políticos. El funcionamiento oro]gánico y operacional de un sistema de partidos permite unaorganización sin alteraciones graves de la relación de' fuer:zas en el seno del bloque en el poder, la reglamentaciónde los conflictos internos entre sus fracciones, la expresiónflexible y fluida de. las modificaciones de estas relacionesde fuerza en la política gubernamental, el establecimiento ,de una política a largo plazo que condense el interés polí. 'ji.tico general de este bloque, en suma, la organización de lahegemonía a través de las representaciones autónomas desus diversas fracciones. El hecho de que la hegemonia delcapital monopolista necesite un desplazamiento de este pa.pel hacia la administración no deja de tener des.ventajas f'considerables para dicha hegemonía frente a otros compo-nentes de! bloque en el poder. Dada la naturaleza mismade los procedimientos administrativos, el arreglo de los,conflictos y la dilucidación de los compromisos en e! seno.del bloque en e! poder se llevan a cabo, cada vez más, demodo intermitente, oculto y brusco, a través de afronta-,mientos directos .entre sub-aparatos y sub-buroqacias, ad-

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m¡nistr'átivos, mediante chalané(),;"éasojJor'caso'y a cortciplazo. 'Esto contribuye a la incoherencia característica dela'política gubernamental actual, '¡¡"la ausénciadeuna: es-'trategia' articulada 'y a largo plaio del bloque en' el poder,'al.pilotaje a ojo, a la falta, tambiéni'deproyecto políticO'• .ideológico' global o 'proyecto desoci<!dad». Características

~,.L, ' eminéntementepeligrosaspara la hegemonía ,de' clase,, 'Hay más: la refracción' de 'la representación de los.com: o

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, ,. dón de la administración: laspéleas entre clanes, fraecio'", ' 'nes y feudos se sobreañaden a 'hs' clivisiones polítiCas, Der¡¡.': ' éste'Ihodo, las péleas'administrativasse extrapolan,en divi..• •. siónes Políticas, conduciehdoa seísmos internos del 'Estado

que ponen en tela.de juicio su papel de organizador, de lahegémonía. Hasta el punto de que 'la' imagentradiciónal' del

,cretinismo parlamentario --'-unos representantes de la bur.'g'uésíaágotándoseen discusion'es, bizantinas,corporativis:

" las, secundarias, y abandónando así su papel de organizado.;i ,', res póIítiéos- resultapálidao para caracterizar la, situación"('actuaI,SitUadÓn de debilidad adÍninistrativa cOIhpletameri." 'teinédit~ 'quetambié~' desestabiliza cÓiisiderablément:, 1*,o" "hegemoma. ' ',', 'O"" , , , •

' ',Todo esto no Concierne' súlamente al aparato 'adminis:", " trativo én sentido estricto, es decir, a la administración; ';::. 'civil.'detentadora del papel político central En' el contexto, ",' deoIas transformaciones' más generales que' caracteriz,an al''~t7estatisino autoritario, análogos rasgos aparecen eri el con. ', 1'><'júíito: de los aparatos del Estado y de sus funcionarios: jus-nr tlcia,poli"ía; ejércitó;escllela, etc., bada la' unidad, insti.i1'~:f:tuciohal propia del Estado, el des'plazamiento del Centror:,i;:,M, ~:clsio,n:spólíticas hada 1~,~dmi?istraéió~civiI'reper_, " ",,;i'(;Il,te,Igualmente en estos' aparatos, que se 'ven lllvolucrados

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303

3. Finalmente, el misma estatismo. autaritaria cantri-buye a engendrar nuevas farmas de luchas papulares. En

. las países a las que nas .estamas refiriendo. se abserva, par

. tadas partes, la emergencia de luchas que tienden al ejer-cicio. de una demacracia directa de base. Tales luchas estánmarcadas por un ~nti~estatismocaracterístico, expresándose.en la multiplicación de facas autagestianarias y redes de ..intervención directa de las masas en las decisianes que lascanciernen: desde las camités de ciudadanas a las camitésde barrio., pasando. par las diversas dispasitivas de. auto.,defensa y de cantrol papular, el fenómeno. es impresianan-te y verdaderamente inédita habida cuenta de su caráctermasivo.. Aunque este mavimienta se sitúa a «distancia» delEstada, praduce cansiderables efectas de dislacación en elmisma sena del Estada. Es un fenómeno. que marca, a lavez, las luchas palíticas más tradicio.nales y, muy particu-larmente, las nuevas luchas: mavimienta de mujeres,' mavi-mienta ecalógica, luchas por la calidad de la vida. El esta~tisma autaritaria na sólo. na cansigue el encasillamienta delas masas en sus mallas disciplinarias, la «integración»efectiva de las mismas en sus circuitos autoritarios; sinoque provaca una reivindicación generalizada de demacraciadirecta en la base, una verdadera explasión de exigenciasdemacráticas.

.. en la órbita de la palitización de las aparatas del Estado,.canvirtiéndase también en sub-lugares de decisión palítica".en el"marco de su respectiva competencia. Las nuevas COD-. tradiccianes que marcan a la administración civil repercu-.ten así en el canjunta del arganisma del Estada.

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Ya he indicado, en el curso de este texto, las incidenciaspolíticas de los análisis sobre la transición hacia un socia-lismo democrático. Me limitaré aquí a señalar brevementeel eje central de esta incidencias, centrándome exclusiva-mente en la relación entre socialismo y democracia en lacuestión de las transformaciones del Estado.

Socialismo y democracia, vía democrática al socialismo:.esta cuestión se plantea hoy a partir. de dos experienciashistóricas que funcionan de algún modo como barreras,como ejemplo de dos escollos a evitar: el ejemplo social.demócrata tradicional, tal como se ve en numerosos paíseseuropeos, y el ejemplo de los países del Este, llamados de«socialismo rea¡". A pesar de todo lo que diferencia a estosdos ejemplos históricos y a pesar de todo lo que opone lasócialdemocracia al estalinismo como corrientes teórico-po-líticas, éstas presentan una connivencia de fondo: el estatis-mo y la desconfianza profunda ante las iniciativas de lasmasas populares; en suma, la suspicacia ante las exigenciasdemocráticas. Hoy en día gusta mucho en Francia hai;Jlardelas dos tradiciones del movimiento obrero y popular, laesta tista y jacobina, de Leriin y la revolución de Octubrea la nI Internacional y al movimiento comunista, y la auto-gestionaria y de democracia directa de base. Para realizarel socialismo democrático haría falta romper con la prime-ra y situarse en la segunda.

Plantear la cuestión de esta forma resulta algo sumario.Existen realmente dos tradiciones, pero éstas no coincidencon las corrientes con las cuales se las identifica. Es unerror de fondo creer que basta con situarse en la corriente

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'autogestionaria o de democracia directa de base para evitar,'de:est1; forma, el estatismo,, Hace falta pues, una vez más y en primer término, volver

, "¡la Lenin y a la revolución de Octubre, El estalinismo y el" ~' modelo legado por la In Internacional para una transición)V al socialismo se distinguen, ciertamente, del pensamiento.:,' y de la acción de Lenin, pero no son una simple desviación,

A}gunos gérmenJ"s del estalinismo estuvieron muy presentesen Lenin y no solamente a causa de las particularidades de

. la. situación histórica a la cual tuvo que hacer frente unin. (Rusia y el Estado zarista): el error de la nI Internacionalno, fue simplemente, haber querido universalizar, desvián-dolo, un modelo de .transición al socialismo, que, en su pu-reza original, habría convenido a la situación concreta dela R.usia zarista. ,Sin embargo, no es posible encontrar estosgérmenes en Marx: ya he hablado de ello en la Introduc-'

. 'fción. Lenin tuvo que resolver; por primera vez.-el problema~' de la transición aL socialismo y la extinción del' Estado, a

propósito de la cual Marx no había dejado más que vagas. indicaciones, todas las cuales, por lo demás, se orientaban

. • hacia. una estrecha relación entre socialismo y' democracia,..Entonces, ¿qué es lo que pasóexaciamente con la revo.

lución" de Octubre, a propósito de la extinción .del Estado?:Un problema parece aquí esencial: no es el único que con-derneaJos gérmenes de la nI Internacional en Lenin, perodetermina a los demás. Los análisis y la práctica de Lenintienen una línea principal: el Estado debe ser destruido enbl~que mediante. una lucha frontal en una situación de do:ble poder y ser reemplazadq-sustituido por el segundo '1'0-der" los soviets, poder que no sería ya un Estado en sentido

,....rpro.Pio, pues sería ya un, Estado en vías de extinción. ¿Cuál. t es el sentido leninista de esta destrucción del Estado bur-

o • gués? Las instituc'iones de ia -democracia representativa yl¥\s.libertades políticas son a J1lenudo reducidas por Lenin

:" (esto no sucedió nunca con Marx) a una pura y simple,"'emanación de la burguesía: democracia representativa == de-

mocracia burguesa == dictadura de la burguesía. Deben,~.'/ pues, ser totalmente extirpadas y reemplazadas por la solay, 'democracia directa de base, de mandato imperativo y revo-~.':~,':'c" . .

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Hacia un ,socialismo democrático 309 ' I.j . ~.¡ . cable; en resumen, por la 'verdadera dem,ocracia proletari~ ''q.. :,'1'1 (los soviets). . . "'. •.. . '~."'iJ,'.. . . Esquematizo al máximo, pero lo hago a propósito: lalí- .... ".;:.~ nea principal de U.nin no fue originariamente un "socialis: . ,'. ,,,'j <. mo 'autoritariocualquiera. Si digo esto, no es para asumir' . ' ."',:

.;.'1 .~~:::;~~aq~: ~~~:~; :!n~e~:r;e:~d~~~~I:~~~P~~:~~dee~.~~,wri...~ . que pasó en la Rusia soviética el resultado' de un leninismo,

centralizador que, como tal, impidió el desarrollo de la de'mocracia directa de base, de un leninismo que llevaba con-sigo el.aplastamiento de la sublevación de los marinos deKronstadt, como las nubes traen 'la tormenta. Se quiera ono, la línea principal de Lenin fue originariamente, frente ala corriente socialdemócrata, a su parlamentarismo y a supánico al consejismo, la de una sustitución radical de. lallamada democracia formal 'por la llamada democracia real,de la democracia representativa por la democracia directa:llamada consejista (en la época no se empleaba' todaviael término autogestión). Lo que me lleva a plantear la ver.dadera cuestión: ¿no fue más bien esta misma situación,esta misma línea (sustitución radical de la democracia relpresentativa por la democraciá directa de base) la que 'cons- .tituyó el factor principal d", lo que sucedió en la Unión' So-viética, ya en vida de Lenin, y la que dio lugar al Lenincentralizador y estatista cuya posteridad conocemos? ..Digo que planteo la cuestión: ésta .había sido ya pI:intea"

da en la época y había recibido una respuesta, .que .parece..ahora dramáticamente premonitoria. Este fue el caso' de.Rosa Luxemburgo, .de la cual Len.in decía que era un águilade la revolución. De' águila tenía también la vista. La pri-mera crítica, correcta y fundamental, a la revolución bol.chevique y a Lenin fue la de Rosa Luxemburgo. Esta críticaes decisiva, pues no proviene del bando de la socialdemo-cracia (que no quería ni siquiera oír hablar de democracia, .directa y de consejismo), sino precisamente de esta mili'tante convencida de la demoCr;'cia consejista, por' ia cualdio su vida, ejecutada durante el aplastamiento de los .con-sejos obreros en Alemania por la socialdemocracia. Ahorabien,. lo que Rosa reprocha a Lenin no .es su negligencia o''su desprecio por la democracia directa de 'base. es exacta-

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Sea como fuere, veamos dé momento el. «modelo» re-v'olucionario legado por la JII, Internadonal; sobre, el queel estalinismo ha tenido, entre' tanto;. sus propios efectos.

,.:~ .. Idéntica postura ante .la .democraciárepresentativa, a la~~cual se añaden; ahora, el está'tismó .yéI .desprecio por la;,:,/' democracia directa de base; en resumen, la tergiversación:. del sentido de toda la problemática co~sejisia. Modelo en-(. •terainente influenciado por la concepción instrumentalista~'. ,del, Estado.

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'mente lo contrario: a.saber; que'se apoye exclusivamenteen esta última (exclusivamente, pues según Rosa la demo-cracia consejista sigue siendo esencial) •.eliminando pura y

:.simplemente la democracia. representativa, especialmente enel mómento de la ,disolución de la Asamblea Constituyente,elegida bajo el gobienio bochevique; en beneficio. exclusivode los soviets. Hace falta volver a leer..La Revolución rusa,.de la cual no cito más que un pasaje; «Al negar a los,cuer-..pos representativos surgidos de las elecciones populares ge-nerales, Lenin y Trotski han instalado los soviets'como úili-ca representación auténtica de las masas trabajadoras. Perocon la represión de la vida políticáen -todo el país, la, vidade los propios soviets no podrá escapar a una parálisis ex-tendida. Sin elecciones generales, libertad de prensa y dereunión ilimitada, libre confrontación de las diversas opinio.nes, la vida se apaga en toda institución política y sólo triun-fa la burocracia.» . .

.No es sin duda la única cuestión concernIente.a Lenin:la concepción del Partido en ¿Qué hacer?, la ,de .la .teoría,aportada desde el «exterior» a la clase obrera. por. los revo-lucionarios profesionales, etc., desempeñan un papel impor-'tante en lo que 'ocurrió después. Pero la cuestión' funda-mental es. la planteada, por. Rosa. Luxemburgo: más allá delas posturas de Leriin ante una ..serie de. problemas, más. allá inclusó de: las, particularidades históricas propias de'Rusia, lo que siguió, ya en vida .de Lenin, pero sobre todo"después (Partido único, burocratizaeión del Partido; confu-sión entre Partido .YEstado,. estatismo, fin de los mismossoviets, etc.), estaba ya desde ese' momento .inscrito en esta. situación que criticaba ..Rosa Lt.ix~mburgo.

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Este Estada es supuestamente detentadar del própió ,pader, un pader-sustancia cuantificable que hay qué'arrebatarle: «Tamar» el pader de Estada' signifka acu'.par, en el lapsa de tiempa del dable pader, las piezas

a) La lucha .de las masas popularespór el pader de'Es>tada na puede ser, en la esencial, más que una lucha"frantal, de mavimientas a de cerca, pera exteriar al 'Estada-fartaleza, que apunta principalmente a ia crea-ción de la situación de dablé pader.

b) Si es esquemática identificar esta cancepClOn canuna esttategia de asalta del tipa del gran día, es decir, ..centrada en un mamenta álgida (insurrección, huelga •.general palítica, .etc.), na es menas evidente que fal- .'ta aquí la visión estratégica de un proceso de'dran:

-sición al sacialisma, es decir, de una larga marcha enla que las masas actúen para canquistarel pader.y,transfarmar las aparatas del Estada_ Esta sóla puede.tener lugar en la situación de dable pader, situaciÓnde equilibria de fuerzas muy precaria (Estada'bur-"guesüijsaviets-clase 'obrera) que, par definición,' no'puede durar. La misma. «situación revolucionaria» es ¡,

reducida a una crisis de Estada que na puede ;ser'más que una crisis de hundimienta del Estada, :¡;'. "

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El Estada capitalista ha sida siempre cansiderado'ca~a' ' ..•un simple 'objeta a instrumenta, manipulada a valuntad. par ' .¡-la burguesía, de la que es emanación: na se supane que.'esté desgarrada par cantradiccianes internas: "Las"hichas' .,'de'las masas papulares, qué na pueden' ser, en su opasiciÓn ':1a la burgüesía, una de las factares de canstituclón de este ,!i, 'Estadó' (en este casa, de las institucianes de la democracia .:representativa), na pueden tampaca desgarrar al Estada,que es cansiderada cama .blaque -mana lítica sin fisuras. Lascantradiccianes de clase estarían situadas entre el Estada'y las masas papulares exteriares 'al Estada, Y esta hasta d .mamento de una crisis de dable pader, hasta el' mamenta.en que este Estada e~ desmantelada de hecho debida' á la'centralización .a nivel nacianal de unas paderes paralelos',que se canvierten en el pader' real (las saviets): Así: .'

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del Estado-instrumento, controlar ,las cimas de los, ,aparatos, estar en los puestos de mando de la maqui-naria estatal y manipular los engranajes esenciales desus dispositivos, con vistas a su sustitución por el se-gundopoder-soviets. Una ciudadela sólo puede serconquistada si se toman las trincheras, fortificacionesy casamatas de su osamenta instrumental, aprove-chando una situación (doble poder) que la desmante-le en provecho de otra cosa (soviets): se supone queesta otra cosa (el segundo poder) se sitúa en un lugarradicalmente fuera del Estado, más acá de este campo.atrincherado. Lo que caracteriza siempre a esta con-'cepción es el escepticismo perm'anente en cuant,:>a lasposibilidades de intervención de las masas popularesen el seno mismo del Estado.

d) ¿Qué forma toma, en este contexto, el problema dela transformación del aparato de Estado en una, tran-sición al socialismo? Hay que tomar primero el poderde Estado y, una vez realizada ,la toma de la fortaleza,arrasar en bloque,el conjunto del aparato de Estado,sustituyéndolo por el segundo poder (soviets) consti-tuido en Estado de nuevo tipo.

Si encontramos constantemente la desconfianza funda-'_mental con respecto a las instituciones de la democracia re-, presentativa y de las libertades políticas' (creaciones-instru-"mento de 'la burguesía), la misma concepción de los ,soviets,sufre entre tanto ciertas modificaciones. Los soviets quedeben sustituir en bloque al Estado burgués no son ya lademocracia directa de base que sustituye a 'la democracia.No es ya el anti-Estado, sino el Estado paralelo calcado delmodelo instrumental del 'Estado existente, un Estado pro-

'letario en' cuanto sería controlado:ocupado desde arriba porel partido revolucionario "único>', partido que funciona a suvez de acuerdo con el modelo 'del Estado. La desconfianzacon,respecto a las posIbilidades de intervención de las ma-:'sas, populares' en el seno del Estado burgués se ha, conver- '{'ido en simple descon(ianza con, respecto al movimiento',:popular de base.' Esto se llama reforzar,el Estado soviético','-'," '!.. ',' " . - .

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Hacia un socialismo democrático

, a fin de poder extinguirlo mejor algún día ... Haestatisnzo estalinista.

,,.Estatismo estalinista cuya connivencia estrecha: con' er

estatismo de la socialdemocracia tradicional ,es' posibl" ver':ahora. Esta también .se caracteriza por la desconfianza ,fun-

, damental hacia la democracia directa 'de base y las inicia!i- ':',.,vas populares., Para' ésta también la relación de las masas ."<,,,'1populares con el Estado es una relación de exterioridad;:,,' j

puesto que el Estado posee poder y constituye una eS,ericia: IEs el Estado-sujeto, poseedor de una racionalidad intrinseca, . ',.¡encarnada por las entes politicas exclusivamente y por,.losmecanismos de la democracia representativa., Este Estadose ocupa sustituyendo sus cimas por una élite ilustrad":.de'izquierdas y aplicando como maximo algunos correctivo!/alfuncionamiento de las instituciones, y dando por supuestoque este Estado aportara asi a las masas populares 'ek,so.cialismo desde arriba: es el estatismo. tecnoburocrático',de '"los expertos.

Esta'tolatría estalinista, esta tola tría socialdemócrata:up:ade las tradiciones, se dice con razón, del movimientopopu-lar. Pero creer que se sale de ella con la otra tradición"lade la democracia directa de base o del movimiento ',auto'gestionario en exclusiva, seria demasiado bello para ser ciel-;too no hay que olvidar precisamente el caso deLeriiny'los:. "gérmenes del estatismo contenidos en la experiencia conse: ' .jista original. El dilema del cual hay que salir es; en' élfondo, el siguiente: o bien mantener en condiciones el,Esta,do existente, atenerse exclusivamente a la democracia- repre-"'J .sentativa en la que se hacen modificaciones secundarias, :10que lleva al estatismo socialdemócrata y al llamado ¡iárla-mentarismo liberal, o bien atenerse exclusivamente a la de:mocracia directa de base, o movimiento autogestionario, loque conduce ineludiblemente, en un plazo más o menos lar-,go, a un despotismo estatista o a 'una dictadura de los exper,tos. Cómo emprender una transformación radical del Estadoarticulando la ampliación y la profundización de las institu-'ciones de la democracia representativa y de las .libertades(que fueron también una conquista de las masas populares)con el despliegue de las formas de democracia directa de

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;: ,~ .''; -4 ..•.,¡ ':Este.es pues 'el problema de f~ndo de un socialismo de.f. ,_..'~~::z:9bctátlco: no concierne só16 a los l.lam:adospaíses desarro-[U""'" '" ,¡ ~"tido de "~ ~ , •• ,.", de = modelo """.

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. 'báse' y ..el enjambre de'los focos autogestionarios:. aquí está'.' . el problema .esencial de una vía democrática al socialismo

.: y de un socialismo' democrático., Problema que. la noción de dictadura del proletariado

.. ' .no' solamente no ha planteado, sino que' ha terminado por; ..,.....tlocult.ar. Sólo diré e~.~o:la dictadur.a del.' proletari~do fue,\, ! para Marx; una'nOClOn estratégIca .en estado práctlco,que

'. funcionaba todo lo más como panel .Jndicador. Remitia a la.: .' naturaleza de clase del Estado, a la necesidad de su trans-

;" . formación para 'la transición al socialismo y al proceso de<. . 'extinción del Estado. Si aquello a lo que remitía.sigue:sien-

do. real, esta noción ha tenido después una función histó-rica 'precisa: la de ocultar el problema fundamental, precisa'

.mente el de la articulación de una democracia representativatransformada con la democracia directa de base. Son éstas

'las verdaderas razones que justifican, en mi opinión, suabandono, y no sólo porque esta ¡lOción ha terminado por

'identificarse con el totalitarismo estalinista. Incluso cuando'ha sido interpretada de formas diferentes, ha mantenidosiempre la función histórica'. en cuestión: éste fue el.casode Lenin desde los comienzos de la' revolución de Octubre,

.y'también fue el caso, más próximo a nosotros, del propio

.Gramsci. Ciertamente, no se pueden 'poner en duda las con-"siderables"aportaciones teórico-políticas de Gramsci, y es

~ conoCido su distanciamiento de la experiencia estalinista:'.Esto no impide que él tampoco (a pesar de actuar de forma

desordenada) pudiera plantear el problema en toda su amo"plitud. Sus famosos análisis concernientes a las diferencias. entre la guerra de movimientos (la de' los bolcheviques en'

Rusia) y la 'guerra de posiCiones son .tomados' esencialmente.. como aplicación de la. estrategia-modelo. leninista a «situa.

'cionés concretas diferentes», las de' Occidente. Lo que ,leconduce, a pesar de sus notables intuiciones, a toda unaserie de bloqueos sobre los' 'cuales no hay espacio para ex.tenderse aquí.

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tégico adaptado a la situación específica' de estos países. No..se trata ya, pues, de. construir «modelos», sea en' el sentidó'que .sea. En -la medí da en quena se trata más que de seña"',lizaciones de direcciones aseguir, aprendiendo de lasleccio-nes del pasado; en suma, de trampas a evitar 'si no se quiere'recaer, en -:~ituaciones .conocidas, .este problema concierne -a;toda transición al socialismo, incluso si esta transición sepresenta en forma considerablemente diferente 'según lo's'diversos países. Ahora.1o sabemos: no"puede haber,' según.los: diversos países,- una veces. un -socialismo democrático yotras otro cualquiera, Cierto es q'¡elas situaciones concretas'son diferentes y no hay duda de que las';estrategias deben.estar adaptadas a las particularidades de los diversos 'paí-ses, pero no puede haber más socialismo que el democrático,

En cuanto a este socialismo, en cuanto a la víademocrá"tica al socialismo, la situación. actual en Europa presentaciertas particularidades: atañen a la vez a' las nuevas rela;'ciones sociales,.a la forma de Estado que se instaure, a laparticularidad de la 'crisis del Estado, Estas particularidadesconstituyen, para ciertos países europeos, otras tantas opor-tunidades y posibilidades, probablemente por primera vezen la historia mundial, de lograr la experiencia de un socia-lismo democrático, de una articulación lograda entre unademocracia. representativa transformada.y la democracia di-recta de base, Lo que implica una nueva estrategia en cuan.to a la. toma de poder de Estado por las masas populares ysus organizaciones, y en cuanto a las transformaciones del. Estado: esto es lo que se designa con el término de vúi de-.mocrática al socialismo.

El Estado; hoy menos que nunca, no es una torre demarfil aislada de las masas populares, Sus luchas desga-rran al Estado permanentemente, incluso cuando se trata deaparatos en los que las masas no están físicamente presen-tes, La situación de doble poder, la de la lucha frontal cen~trada en un momento preciso, no es la única que permiteuna acción de las masas populares en el Estado. La vía de.mocrática al socialismo es un largo proceso en el cual lalucha dejas masas populares no apunta a.la creación de undoble poder efectivo, paralelo y exterior al Estado, sino quese aplica a las contradicciones internas del Estado: La toma

315.Hacia un socialismo democrático

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Se ve venir la pregunta: ¿nos hemos rendido, por tanto,al reformismo tradicional? Hace falta ver, para responder,cómo es planteada la cuestión del reformismo por la III Iw

de poder sigue suponiendo ciertamente una crisis del.Estado(la que existe actualmente en ciertos paises europeos), peroesta. crisis, que acentúa precisamente .las. contradiccionesinternas del Estado, no se reduce a una' crisis de derrum-bamiento del Estado. Tomar o conquistar el poder del'.Es-tado no puede.sigríificar una simple apropiación de 'las pie-zas de la maquinaria estatal,. con vistas a su sustitución enprovecho del segundo poder. El poder no es una sustanciacuantificable detentada porel'Estado que haya que arreba-tarle. El poder consiste en una serie de relaciones entre lasdiversas clases sociales; concentrado por excelencia en,. elEstado, que constituye la condensación de una relación defuerzas entre las diversas clases sociales:. El Estado no esni una cosa-instrumento de la que sea posible apoderarse, niuna fortaleza donde se penetre con caballos de madera,ni .una caja fuerte que se fuerce hasta romperla: es el centrode ejercicio del poder político.

Tomar el poder de Estado significa desarrollar una lu-cha de masas tal que' modifique Ja.relación de fuerzas inter-nas en los aparatos del Estado, que son el campo estratégico' .de las luchas políticas. Mientras. que, para la estrategia deltipo de doble poder, la modificación decisiva de la relaciónde fuerzas no se p'roduce en el seno del Estado, sino entreel Estado y ei segundo poder, ese anti.Estado que se suponesituado radicalmente.fuera del Estado, entre el Estado y lasmasas supuestamente exteriores al Estaao. Este. largo pro-ceso de toma del poder en una via democrática al socialismo.consiste, esencialmente,. en desarrollar, reforzar, coordinar ydirigir los centros de resistencias difusos de que' las masassiempre disponen en el seno de las redes estatales, creandoy desarrollando otros nuevos, de .tal forma que.estos centrosse conviertan, en el terreno estratégico que es el Estado, enlos centros efectivos del poder real. No se trata, pues, de unasimple alternativa entre guerra frontal .de 'movimientos yguerra de posiciones, pues estaú!tima,' según Gramsci, con-siste siempre en un, cerco del Estado.fortaleza.

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Hacia un socialismo democrático

ternacional., Para ésta, 'es reformista toda estrategia que ~ej "distinga de la ,del doble poder. Sólo la ruptura radicáLenicuanto a la toma del.poderde Estadó, la unica' ruptura sig,inificativaque permite escapar del reformismo: es la ruptu-ra entre el Estado (simple instrumento de la burgw,sía'fue'ra de las masas} y su supuesto exterior absoluto, el segundo'poder (masas/soviets), Lo que, dicho sea de paso'; no ha"impedido; más bien 'al contiario, Un reformismo específicó'de la,11I Internacional, debido precisamente a' la concepcióilinstrumental del Estado, Se acaparan las piezasrecuperablesde la maquinaria estatal y,seyuxtaponen los bastiónes insu-lares en espe'ra de1a situación de doble poder. Progresiva:mente, por lo demás',,la situación de doble podérpasa'a'segundo plano:, lo que queda,es sólo' el Estado-instrumento,que se conquista engranaje a engranaje o que se ocupa,'~nIsus puestos de mando; Áhora bien; elreformismó' es 'un"pe- ' 'Jigro siempre latente: no es un vicio ,intríns'ecoa toda estra"'tegia queno sea la del doble poder, aun 'cuandó en el caso','de, una-vía democrática al 'socialismo el criterio 'de' refor-'mismo no sea tan tajante, como en la estrátegiade'doblepoder y los riesgos de socialdemocratización, es inutil ne-garlo, se vean acrecentados por ello. Sea como fuere, modi-ficada relación de,fuerzas internas del Estado no significareformas,'sucesivas en una progresión- cOhtinua,. conquista'pieza a pieza de una maquinaria estatal o simple 'ocupaciónde puestos y cimas gubernamentales. Significa; claramente'un proceso de rupturas efectivas cuyo punto culminante, y ,,habráforzosamenté uno, residé en el' basculamiento de'h,'relación de fuerzas a favor de las -masas populatés _en éJ:-terreno estratégico, del Estado: e - "; ,

Esta vía' democrática al socialismó' no, significa,"pues,una' simple vía parlamentaria 'o electoral. 'Esperar'Ia'mayo-'ría electoráI..(para' elParlaménto o para la presidencia)-nOpuede ser más' que,un momento', por' ,impórtante"que ,sea:',no',es,sin embargo, forzosamente el punto culmina,Úede la's'rupturas en el seno' del Estado. ü, modificación de la rela---ción,de fuerzas en el seno del Estado concierne' al.éónjunto ,de,sUs apara'tos y de sus dispositivos::no conciernesólo'al'Parlamento o, como se repite hoya' menudo, a 10s'a:parato,Fideológicos del Estado, supuestamente detentadores' del pi.

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" .., .. .Además, la alternativa. reaL a.la vía: democrática al.so-cialismo es tma .lucha de .masas populares que apunte a lamodificación de la relación de fuerzas en 'el seno del Estadofrente a una estrategia frontal del tipo.de doble pode~..Estaalternativa no es, como se considera a. meundo; la. de una.«lucha interna» .en los aparatos .del Estado, es decir, física.mente colocada e insertada en su espacio 'material, frente.a una lucha' a 'distancia, físicamente 'exterior a estos apara;tos, En primer .lugar, pOJ;-queuna lucha.a distancia de dosaparatos del, Estado' tiene siempre efectos .en su seno: estásiempre presente, aunque ,sólo lo esté. de forma refractada ypOr.personas interpuestas., Seguidamente, y sobre todo, .por-que una lucha, a distancia de los apáratos del Estado, más.acá.o más, allá de los límites del espacio. físico dibujadopor los. lugares institucionales, es siempre, y en todo caso,necesaria, pues refleja la.:autonomía de la. lucha. y de..lasorganizaciones de las .masas populares. No se trata ,de in-'sertarse'sólo en las instituciones estatales (ParIamento,-con-.

pel determinante en el Estado «actual», 'Este'proceso se ex.:tiende igualmente, y en primerísimo lugar, a .los aparatosrepresivos del Estado, los que detentan el monopolio de la.violencia física legítima: e1'ejército y la policía fundamental.mente, Pero así como no habría que olvidar 'el papel propiode estos aparatos (lo quesucede.a menudo en ciertas versio.nes de la vía democrática: al socialismo; fundadas en gen""ral en una mala' interpretaCión de ciertas tesis de Gramsci),así tampoco habría que.creer que .laestrategia.de una modioficación de la relación de fuerzas internas .del Estado, sólosería válida para los aparatos ideológicos, y que los apara ..tos represivos (que serían realmente impermeables a .]as lu.'chas populares ) sólo pueden ser tomados frontalmente, des.de el eXterior; en resumen, no se trata de acumular dos es.trategias, manteniendo. para los aparatos represivos la deLdoble poder, Es evidente que la modificación interna' de la .relación de fuerzas en los. aparatos represivos plantea pro.blemas particulares y, por. tanto, temibles;' pero, el caso dePortugal. lo .ha .demostrado perfectamente, estos .mismosaparatos están desgarrados por las luchas de las masas po.pulares:' ':

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Esta estrategia ,de toma del poder remite ellreetámerdea la cuestión de las transformaciones del Estado ,en' Una:vÍa democrática> al socialismo. Solo una articulación entredos procesos, el de la transformación de la democracia re-presentativa.y,el del desarrollo de las formas de democracia

. directa de base o movimiento autogestiof!ario, püede' evitar. el estatismo autoritario. Pero esta articulaCIón plantea' pro-blemas nuevos. . ' .

sejo',económico y social,. instancÍas de «concertación», etc.)para utilizar simplemente con provecho susresortes propios,,sino que además las luchas populares deben' siempre .mani-festarse también en' el despliegue de Í11ovimi~ntos:y"én;'élconjunto de ,dispositivos' de demoCracia directa di' base:'yde .focos ,autogestiomirios. ' , ,

Lo cual tiene que ver con'la cuestión de,las transforma-,ciones del Estado, pero también, no hay que olvidarlo"con'la cuestión fundamental del poder de Estado y, más 'general-,mente; del poder. La cuestión: quién está en el poder y.paraqué no puede' quedar al margen de estas luchas autogestib-,narias o de democracia directa. Ahora bien, estas lucha:,;')y'movimientos no pueden, afin' de' 'contribuir a modificar' lasrelaciones. de ..poder¡ tender a una centralización en r uÍÍ ..':se-gundopoder, lugar que se supone absolutamente exter.iór:,,1,Estado, sino a la modificación de las relaciones de fuerzasen el mismo. terreno del Estado. Estas luchas y movimien-,tos, en cuantó son:políticos, aun si se encuentrarifuera del.espacio físico del Éstado,. no están fuera del Estado: están, siempre,'/de todas formas, 'situados en su campo estratégico.Es,' pues, ésta la alternativa real y no la simple de una ,iluecha:.interna)) frente a una <ducha externa)). En una vÍ-á.de-,mocrática al socialismo, estas' dos formas de lucha .debi;n~ercombinadas. «Integrarse)) o no en los aparatos dé-,Esta-,do, hacer o no' el juego al poder, no se reduce a la elecciónentre una lucha externa y una lucha 'interna. Esta íntegra-ción no es, por otra parte, la consecuencia necesaria. de ún~estrategia. que apunte a modificaciones en el terreno del Es-tado, como si una lucha. política' pudiera jamás ,situarSeénun exterior absoluto con respecto al Estado.

319Hacia un socialismo democrático

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. En la. estrategia del doble, poder, la del, reemplazamiento.puro y simple del aparato de Estado. por el aparato conse-jista, la cuestión de la toma del póderdeEstado está con-

. siderada como un paso previó a su destrucción-sustitución.

.'En el fondo; no se trata de una transformación del. aparatode Estado: se toma primero el poder de. Estado y, 'hecho.esto, se pone otro en'su lugar. . '.

No puede en lo' sucesivo tratarse' de 'esto: si tomar elpoder del Estado significa modificar. la relación de fuerzasen el mismo seno del Estado, si esto remite a un procesolargo, esto implica igualmente que lá toina del poder de Es-tado. recubre una transformación concomitante de sus' apa-rat()s. Hasta tal punto sigue ..siendo ...-cierto que el Estadotiene una ,materialidad. propia: no sólo unamodificacióh dela. relación.de fuerzas en el.seno del Estado no basta .para

. transformar.esta m~terialidad, sino. que esta misma relaciónno puede criStalizarse en el seno del Estádo más" que en 'lamedida .en que se transfonnan sus aparatos. Abandonar una

.estrategia de doble poder no significa"eéhar'por. la bordala cuestión 'deJa materialidad propia del Estado.como apa'rato especial, .sino plantearla de forma diferente .. '

He empleado ,a este propósito en este 'texto .el término.de ,transformación radical del aparato de,:Estado.'en unatransición, al .s()c'ialismo democrático. Este .:término 'sigue

. ~iendo, ciertamente, indicativo, pero me parece que designauna dir<;>cción.general limitada, me atrevo a"decir; por 'dosdirecéiones prohibidas., ... ,La primera -transformación rádical del aparato de Es-tado en. una vía democrática.al 'socialismO'--' significa queno puede tratarse, en.h, sucesivo, de la qué ,ha..sido tradicio-nalmente calificada como rotura o. destrucción de este apa,rato. Este término de rotura, que fue támbién un término,indicativo en Marx, háacabado históricamerite"'por definir..algo: no menos preciso: la erradicaCión,' precisamente, de.,'toda forma d<;>democracia representativa Ydelas llamadas. Iibertadés, formales, en provecho exclusivo de la democracia..ciin;Ctade base y de Ias' llam¡¡das libertades reales. Hay.que't.omar el mismo partido:si'la vía' democrática' 'al socialismo:.n!,l~ocialismo democrático significan tamqién pluralismo. político (de partidos) e ideológico, reconocimiento del pa-

:.320 Nicos Poulantzas

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Todo esto debe ir acompañado del desplíegue de nuevasformas de democracia directa de base y del conjunto defocos y de redes autogestionarios. Una transformación delaparato de Estado y un desarrollo de la democracia repre-sentativa por. sí solos no pueden escapar al estatismo. ,Peroestá también el otro aspecto' de la cuestión: el desplaza-miento unilateral y unívoco del centro de gravedad hacia el

pel del sufragio universal, extensión y profundización) ~etodas las libertac1es políticas,. inciuidas .las de los adversa-rios, etc., no se puede emplear ya el término de rotura o dedestrucci6n ,del aparato del Estado, a menos que se ,quierajugar con las', palabras. Se trata ciaramente, á.:través. detodas sus transformaciones,. de una cierta permanencia ycontinuidad de las instituciones de la democracia represen'tativa: continuidad no en el sentido de una supervivencialamentable que se soporta en tanto que no se puede hacerotra cosa, sino de una condición necesaria del socialismo.democrático.

La segunda direcCión prohibida -el término de transfor-mación radical- designa ala' vez la orientación y los me-dios de las modificaciones del. aparato de Estado,' No puedetratarse ni de readaptaciones .secundarias (según. un ,rteoli-beralismo del Estado de. derecho restaurado), ni de modifi-caciones provenientes principalmente de arriba. (según unsocialdemocratismo tradicional o un estalinismo liberaliza-'do):.nopuede tratarse deuna transformación. estatista delaparato de I;:stado. Una transformación del. aparato de Es-tado orientada hacia la extinción del Estado sólo puede apo-

.yarse en una intervención creciente de las masas popularesen el Estado por medio ciertaménte de sus representacionessindicales y políticas, pero también por el despliegue de susiniciativas .propias en el seno mismo del Estado. Procesoéste también por etapas, pero que no' puede limitarse a unasimple democratización del Estado., Sea como fuere, ésta esla dirección que .deben seguirlas transformaciones necesa-rias del Estado" ya se trate del Parlamento, de las liberta-

,des, del papel de los partidos, de la democratización' de lospropios aparatos sindicaksy políticos de la izquierda o dela. descentralización. .

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Hacia un socialismo democrático 321

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movimiento autogestionario no puede tampoco evitar, en unplazo más o menos breve, el estatismo' tecno-burocrático' yla confiscación autoritaria del poder por los expertos. Yesto de dos formas: primero, la de' su centralización en unsegundo .poder.y su sustitución pura' y simple por los'me-canismos de la democrada representativa. Pero tambiéri deotra forma preconizada actualmente con bastante frecuencia:el único medio .de evitar el estatismo sería situarse fuera delEstado, abandonar. su propia transformación" dejar en lo.esencial el Estado' (este mal radical y eterno) tal como esy, sin ir hasta el doble poder, limitarlo simplemente desdeel exterior mediante «contrapoderes» autogestionarios debase; en resumen; poner al' Estado en cuarentena e impedirla propagación de la enfermédád aislando su foco.Esto se formula actualmente de múltiples maneras: en.

el lenguaje neotecnocrático, en primer lugar el de uri Estadomantenido por la complejidad de las tareas de' una 'sociedad«posindustria¡", administrado por "expertos de izquierdas ycontrolado simplemente por los dispositivos autogestioria-'rios. Todo tecnócrata de izquierdas estaría; como máximo,flanqueado por un comisario' de 'la democracia directa; loque no parece dar mucho miedo a los' diversos especialis-tas (véase su súbita pasión 'por la a'utogestión), pue's saben.bien a. qué. atenerse en este caso: las masas', proponen, elEstado dispone .. : Esto se formula 'igualmente en el leri'guajeneolibertario:: el de un' poder diseminado, desmenuzado ypulverizado en 'una pluralidad infinita de micropoderes ex-teriores al Estado, los. únicos de los que 'valdría la pemi -ocu-parse si se.quiere,'escapar del estatismo (guerrilla frente al:Estado.). En ambos casos, el .resultado' es el mismo: se dejaintacto el Estado-Leviatán/se pasan por alto las transfor-maciones necesarias del Estado, sin las cuales elmovimien-.to de democracia directa está abocado a la derrota, Más aún:;setermina por excluir la intervención del movimiento auto-"gestionario en las mismas transformaciones 'del 'Estado' ypor aislar. los dos procesos en un simple'paralelismo, ¿Cómoestablecer, por' ejemplo, una relación orgánica' entre. lascomisiones de ciudadanos ydas asambleas elegidas pOr su-fragio ..naCionaJ. transformadas. a su vet'en función' de esta¡'relación?

322Nicos Poulantzas

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, Está,visto: no se trata, a decirverdad"dehacéruÍla'«sin_tesis» 'entre las 'dos tradiciones del movimiento'popu],ir, 'laestatista; y.Ja' autogestionaria",Tquesería' ptécisó 'unii.-lSetrata de situarse en una perspectiva'global'dé exlinéió;;':'ilélEstado; perspectiva:que comporta 'dos pmcesos 'articulados:la transformación deIEstado'y'e1despli(igile dé ¡ademocra-cia directa de base. Es la desarticulación. de estos ,dos proce-sos lo que ha dado lugar a una .escisión en. forma dé dostradiciones, 'escisión cuyos,' resultados conocémos: .'.

Hacia un. socialismo democrático

Esta,'vía; la umca que puede' llevar, ,al 'socialismodemo-"crático; "tiene.tambiénSli contrapartida: doS peligros 'la 'ace-chan., '.-1' ,./.,. ,'",~,¿.

En primen lugar, un viejo :peligro; bien Conocido, peroque se' presenta aquí de forma ',acentuada: la reaccióné.deladversario, en este caso la.burguesía. La'actitud clásica de laestrategia de ,doble 'poderfreÍlte 'a este: 'peligro. file precisa-mente la .de)a destrucCión-'-delaparato,'de 'Estado: Actitudque,. en el caso ..que nos "concferne,~' sigue' siendo, en ciertosentido, válida: no ,podemos, contentarnos 'Con'modificacio-nes secundarias del aparato de Estado, hay que proceder .arupturas profundas. Pero sólo sigue siendo válida en ciertosentido: en la medida en que'.yan(l'se. trata 'de la "destruc-

'ción deLaparato de 'Estado y su. sustitución por:el'segundo.poder, sino de su transformación .enun.largo' proceso; aun-.que no sea más que eLdesarrollo. y .Ia extensión de las 'liber-tades y de la democracia. representativas, esto ,ofrece .ma-yores posibilidades al adversario, bien..para boicotear uríaexperiencia de socialismo democrático, bien, pára' inte'rvenirbrutalmente a fin de' ponerle término. La vía democrátieaal socialismo no será ciertamente un simple' paso pacífieo.

No. se .puede afrontar aqilí este peligro más que apoyán-dose activamente en.'un, amplio 'movimiento popular_;J:)iga-mos las:.cosas claramente: en todo caso, 'Y frente a la estra-tegia ..«vanguardista» del doble poder, la realización. de: esta

'vía.y de-los objetivos:que comporta,,-Ia 'articulaciÓÍl'.de los•.dos procesos que aspira a -evitar el estatismo y el impasse, socialdemócrata suponen el apoyo decisivo y continuo de un. movimiento de masas basado en amplias alianzas populares.

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.Nicos' Poulantzas

~i este. mov.imiento desplegado y activo .(la revolución acti..ya, decíaG"amsci,.en oposición' a.<laTevolución pasiva)'.no:existe, si ¡a izquierda no, consigue suscitarlo, nada podrá..im.pedirla.sociáldémocratización .de esta experiencia: .Ios diver.~qs programas, por radicales,que sean" nO'.tambian .grancosa en eLasunto.,Este amplio .movimiento popular .constitu.y~ül1agarantía frente a la reacción del adversario, aun cuan.do no sea s!,:fi"iente y'deba ir siempre unido a transforma.ciones .radicales del Estado. Esta es la doble Jección quepodemos sacar de Chile: el fin de la experiencia de Allendeno se debió solamente a la ausenciá de estas transforma.i;iones, sino. también aqueJa intervenCión. de la:.,burguesía,inscrita en esta •.atisencia,Jue posible por la 'ruptura de: lasalianzas entre clases populares (clase obrera.pequeña bur.guesíaprincipalmente), 'Io':que'había. previamente roto el.impulso.enJavor del gobierno de la Unidad Popular. Para_que. la izquierda consiga suscitar, este' amplio .movimiento,es preciso que. tenga los medios 'para ello,y'que asuma fun.:dameritalmente las. nuevas Teivindicaciones •.populares en~estos frentes .que-se han . llamado ..a veces, erróneamente,«fr;entes secundarios» (luchas femeninas, luchas ecologis.ta~,;etc.). . 00'

"'.~ Lase~tida~~e;Úón ~~~ci~:nea las 'formas de art;;ula.ción de 'los dos procesos, el.deJas'transformacioIÍes.:delEstado: yJa democracia representativa, y el de la ,democra.cia directa-. y .eLmovimiento :autogestionario. Problema nue.yo a partir del momento en que no puede tratarse. de una:supresión'del uno en provecho del otro, ya sea por. pura y-simple eliminación: de .uno.de :Ios .dos o por integración del,uno en el. otro (de' los focos autogestionarios en.las 'institu-ciones de la democracia representativa; por ejemplo )¡ lo que.,conduce al mismo resultado ..Problema nuevo; pues, a'partir'deLmomento en .queno puede támpoco tratarse de .una asi..llÍilación de los d¿,s procesos: ¿Cómo evitar la reducción a"un simple paralelismo y yuxtaposición de ambos/a. que cada;uÍlO:sólo 'siga su propio movimiento? ¿En qué dominios; a.propósito de :quédecisiónes, en qué 'momento, uno debe:.tener prioridad sobre el otro (las asambleas repres'entati.. vas o,Jos centros de .democracia.directa; el Parlamento o los

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Page 331: Poulantzas, Nicos - Estado, Poder y Socialismo

¿La solución Y la respuesta a todo esto? Las indicacio-nes que he expuesto a lo largo de este texto, los numerosos.trabajos, investigaciones Y discusiones que están en marcha . ;:.'

comités de fábrica', los consejos m\micipales o ,las ,corqisio-nes de ciudadanos, etc,)? .¿De qué forma. prever la 'Tegllí-.mentación de sus conflictos, .hasta cierto punto inevitables,sin encaminarse, lenta pero .segur¡¡mente, ..hacia una sjtua-,ción; efectiva o.larvada"de doble poder precisamente? ,-,

Situación de doble. poder que .afectaría,' esta vez.,,a,dospoderes de izquierdas (gobierno. de.izquierda y poderes'po-pulares,.organizados en,segundo'poder). Es. sabido. ya, y,,;suna de .las lecciones que se 'pueden sacar deLcaso de Por,tu-.gal esta vez: una situación. de doble poder, incluso entre dospoderes de izquierdas, no. se parece en nada,a;'un'juego' depoderes y de. conttapoderes que se equilibran :mutuamentepara. mayor. bien del socialismo'.y de la: ,democracia. Esta.situación. conduce rápidamente. a una oposición. abierta"en-.tre los dos, con riesgo de,eliminación<dé,uno en favor.,delotro, En uno ,de. los casos el-resultado'.es la 'socialdemocrati-zación (el caso de. Portugal), en.eLotro (eliminación. de.lademocracia repres.entativa). no:cs la extinción ;del Estado 'Yel triu\lfo ..de la democracia directa,-,sino, a .un ',plazo más "omenos largo, ..:una dictadura autoritaria .de nuevo.,tiponEnambos casos será,.a fin qecuentas, siempre dEstado el~que.saldrá ganando,Pero,.por supuesto, hay grandes posibilida-. des ...de que', antes ,.incluso. ;de que una. situación,; efectiva.olarvada" de doble. poder, se presente; suceda otra cosa,:quecPortugalha .evitado pÓr.muypoco: la reaccióni-fascista-yb.rutaldc,la burguesía, pues de esto se .puede estar seguro,siempre. es parte: activa en el asurtto, Una oposición .abierta'entre estos dos poderes, después. de 'una .primera 'fase 'de'paráli~is.real del Estado, corre un ..fuerte riesgo .de ,ser re-.suelta por:un ter.cero;.Ia burguesía"de formas poco ,difícilesde imaginar."He.dicho un tercero, pero"tomo se habrá,adi-vinado.en .todo.s estos casOs (intervención fascista,: social de-mocratización o dictadura autoritaria de los expertos sobrelos restos de la democracia directa), este tercero es, a la lar-.ga, siempre el mismo: de una forma u otra, la burguesía.

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o~a-,+-~"",!uelt)deorma-&.1.ía,:tr:lasl'::-r:;ur-,fl,i elOraiCto,:l"Ttln."Cíen]r,""te,.~is-,\oí,:o;lcula-:Mel'Cra-l"nue-et..JnatOyil' ;.'¡el',~íu-GueJ,~tirXsi-.r¡=.¡..a~l a,edalO~, a~berc.,ti-i' loslo,;

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Hacia un socialismo democrdtico 325.

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326 Nicos Poular/lzas

un poco por toda Europa, las experiencias parciales que sellevan a cabo actualmente (regionales, municipales, autoges-tionarías) no son una solución-receta, pues aún no existe unarespuesta a estas cuestiones. No existe tampoco como mode-lo teóricamente garantizado en textos sagrados de algunosclásicos. Y la historia no nos ha legado hasta el presenteninguna experiencia lograda de vía democrática al socia-lismo: nos ha dado en compensación ejemplos negativos aevitar y errores sobre los que meditar, lo que no es despre-ciable. Ciertamente, se puede siempre argumentar, en nom-bre del realismo, por supuesto (el de la dictadura del pro-letariado o el de los otros, los neo liberales bien pensantes),que si este socialismo democrático no ha existido aún enninguna parte, es porque resulta imposible. Tal vez: ya notenemos la fe milenarista, basada en las leyes de broncede una revolución democrática y socialista inevitable, ni el.apoyo de una patria del socialismo democrático. Pero unacosa es segura: el socialismo será democrático o no será tal.Lo que es más: ser optimista en lo que respecta a la víademocrática al socialismo no equivale a considerarla comouna vía regia, fácil y sin riesgos. Los riesgos existen, perohasta cierto punto desplazados: como máximo, los riesgosserían que nos encaminásemos hacia los campos y las ma-tanzas, siendo ya sus víctimas designadas. A esto responde-ría que, riesgo por riesgo, es preferible esto de todas formasque matar a los demás para terminar nosotros mismos bajola guillotina de un Comité de Salvación Pública o de cual.quier dictador del proletariado.

Riesgos del socialismo democrático que no se podríanevitar con certeza más que de una sola forma: mantenernostranquilos y marchar derechos bajo los auspicios y la direc-ción de la democracia avanzada. Pero ésta es otra historia ...

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