"Por Qué Grita Esta Gente"

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¿POR QUÉ GRITA ESTA GENTE? LOS MEDIOS Y LOS SIGNIFICADOS DE LA PROTESTA POPULAR EN LA ARGENTINA DE HOY What are they shouting about? The means and meanings of popular protest in contemporary Argentina Javier AUYERO State University of New York at Stony Brook [email protected] BIBLID [1130-2887 (2004) 36, 161-185] Fecha de recepción: septiembre del 2003 Fecha de aceptación y versión final: febrero del 2004 RESUMEN: Basado en dos estudios de caso, la «Pueblada» de 1996 y el «Santiagazo» de 1993, este trabajo examina las formas y los sentidos de la protesta en la Argentina contemporá- nea. Presta particular atención a la «política moral» de los manifestantes y a sus vínculos con for- mas convencionales de hacer política. Palabras clave: protesta, Argentina, cultura de la beligerancia popular. ABSTRACT: Based on two cases studies, the 1996 «Pueblada» and the 1993 «Santiagazo», this paper examines the means and meanings of protest in contemporary Argentina. It pays par- ticular attention to the «moral politics» of protesters as well as to their links with conventional ways of doing politics. Key words: protest, Argentina, culture of popular contention. © Ediciones Universidad de Salamanca América Latina Hoy, 36, 2004, pp. 161-185 ISSN: 1130-2887

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Autor: Javier Auyero.

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  • POR QU GRITA ESTA GENTE? LOS MEDIOSY LOS SIGNIFICADOS DE LA PROTESTA POPULAREN LA ARGENTINA DE HOYWhat are they shouting about? The means and meaningsof popular protest in contemporary Argentina

    Javier AUYEROState University of New York at Stony Brook [email protected]

    BIBLID [1130-2887 (2004) 36, 161-185]Fecha de recepcin: septiembre del 2003Fecha de aceptacin y versin final: febrero del 2004

    RESUMEN: Basado en dos estudios de caso, la Pueblada de 1996 y el Santiagazo de1993, este trabajo examina las formas y los sentidos de la protesta en la Argentina contempor-nea. Presta particular atencin a la poltica moral de los manifestantes y a sus vnculos con for-mas convencionales de hacer poltica.

    Palabras clave: protesta, Argentina, cultura de la beligerancia popular.

    ABSTRACT: Based on two cases studies, the 1996 Pueblada and the 1993 Santiagazo,this paper examines the means and meanings of protest in contemporary Argentina. It pays par-ticular attention to the moral politics of protesters as well as to their links with conventionalways of doing politics.

    Key words: protest, Argentina, culture of popular contention.

    Ediciones Universidad de Salamanca Amrica Latina Hoy, 36, 2004, pp. 161-185

    ISSN: 1130-2887

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    I. DICIEMBRE DEL 2001*

    Estamos murindonos de hambre porque estamos sin empleo. Y esto es culpa delos polticos. No podemos dejar a nuestros hijos sin comida ni leche. Estn desnutri-dos. Declaraciones como stas, pronunciadas por una mujer que haba saqueado unSupermercado 24 en Banda del Ro Sal, en el noroeste de la provincia de Tucumn,se repetan cientos de veces durante la oleada de disturbios que colapsaron Argentinaentre los das del 14 y 21 de diciembre del 2001.

    Las provincias de Entre Ros y Mendoza fueron las primeras que vieron cientos depersonas bloqueando carreteras y reunidas frente a los supermercados pidiendo comi-da y, cuando se les deneg, entrando en los almacenes apropindose de mercanca.Alrededor de trescientas tiendas fueron asaltadas en once provincias incluyendo lams poblada de todas, Buenos Aires. Aproximadamente veinte personas murieron, todasellas menores de 35 aos; asesinadas por la polica o por disparos de los propieta-rios de los almacenes. Cientos fueron gravemente heridas y miles arrestadas. Despusde una semana de disturbios, miles de hambrientos, desesperados y exhaustos, se jun-taron frente a los ayuntamientos del norte, centro y sur del pas exigiendo comida aaquellos que perciban como los responsables de sus penurias, a saber, los polticos yfuncionarios.

    Mientras los pobres urbanos asaltaban tiendas, buena parte de la clase media urba-na del pas se reuna en las plazas, la mayora de las veces golpeando cacerolas y sar-tenes, constituyendo lo que posteriormente se conocera como el Cacerolazo. Algunosreclamaban la devolucin de sus depsitos bancarios (congelados por decreto presi-dencial), otros expresaban su descontento contra una administracin nacional que per-ciban como corrupta e inepta. Que se vayan todos! era el slogan que, expresandola ira de la muchedumbre respecto a la clase poltica, aglutinaba el heterogneo con-glomerado de manifestantes. En la brutal represin contra la muchedumbre que seconcentr en la Plaza de Mayo en Buenos Aires, ocho manifestantes fueron asesinadospor la Polica Federal.

    El fenmeno de los saqueos y Cacerolazos de diciembre del 2001 indudablementese erigir como uno de los mayores acontecimientos de la historia contemporneade Argentina. Pero ni los medios ni los significados de los episodios de diciembre del2001 fueron completamente nuevos. stos fueron precedidos por centenares de (mso menos violentas y ms o menos masivas) protestas a lo largo del pas durante la dca-da de 1990. El texto que aqu se presenta analiza dos episodios cruciales de protes-tas desde abajo, explorando todo aquello que nos aporta sobre los orgenes, formasy culturas de protesta en la Argentina contempornea.

    * Texto traducido por Salvador Mart i Puig. El autor expone que esta investigacin fuefinanciada gracias a una beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation de la American Socio-logical Associations Fund for the Advancement of the Discipline Award apoyada por la AmericanSociological Association y de la National Science Foundation. Partes de este artculo fueron adaptadasen el trabajo My Contentious Lives.Two Argentine Women, Two Protests, and the Quest for Recognition(Duke University Press, 2003).

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    II. PROTESTA NORTE, CENTRO Y SUR

    Hace diez aos, el 16 de diciembre de 1993, aproximadamente quinientos habi-tantes de la ciudad nortea-oeste de Santiago del Estero asaltaron y quemaron tresedificios pblicos (la Casa de Gobierno, la Corte de Justicia y la Legislatura) y una doce-na de residencias privadas pertenecientes a prominentes polticos y funcionarios loca-les (entre las cuales destacaban las de tres ex gobernadores, un juez de la CorteSuprema y varios miembros del Parlamento). Descritos por la mayora de peridicosde Argentina como gente hambrienta y furiosa, los manifestantes reclamaban elpago de sus salarios y pensiones (que llevaban un atraso de tres meses) y expresabansu descontento hacia la extensa corrupcin gubernamental. Durante estos episodios,ahora recordados con el nombre del Santiagazo o el Estallido Social, slo un parde tiendas fueron asaltadas. Dos personas resultaron heridas en un breve intento de lapolica por defender uno de los objetivos de los manifestantes, la Casa de Gobierno.Ochenta y ocho personas fueron arrestadas durante el levantamiento en las 72 horasque siguieron al acontecimiento.

    Menos de tres aos despus del Santiagazo, otro episodio golpe la confianzade la Argentina menemista y puso en todas las portadas de los peridicos y en los noti-cieros de TV el olvidado interior del pas. Entre el 20 y el 26 de junio de 1996,las ciudades petroleras de Cutral-co y Plaza Huincul fueron bloqueadas por miles demanifestantes (durante el momento ms lgido de la protesta llegaron a ser 20.000)que armaron controles en las vas de las carreteras nacional 22 y provincial 17. Lospiqueteros, tal como se autocalificaban quienes construyeron las barricadas, recla-maban verdaderos puestos de trabajo y pedan la presencia fsica del gobernador paradiscutir personalmente sus demandas con ellos. La cantidad de manifestantes inti-mid a las tropas de la Gendarmera Nacional que haban sido mandadas por elGobierno Federal para abrir la circulacin de la carretera nacional. El da 26 de junio,un da despus que las fuerzas represivas dejaron la ciudad, el gobernador Sapag acep-t por escrito la mayora de las demandas formuladas y firm un documento frente auna comisin de representantes de los piqueteros. Durante la Pueblada, tal comose conoci este episodio, nadie fue arrestado o herido y no hubo ningn asalto.

    No es novedoso hoy da exponer que la dcada pasada fue testimonio de la emer-gencia de nuevas formas no convencionales de protesta popular en Argentina.Acciones como sitiar (y atacar) edificios pblicos (oficinas de gobierno, legislaturas ycortes de justicia), alzar barricadas en carreteras nacionales y provinciales, acampar enplazas centrales (y bastantes ms concentraciones, incluidas demandas de alimen-tos en los supermercados) se extendieron en el sur (en las provincias de Neuqun,Ro Negro, Santa Cruz, Tierra de Fuego) centro (Crdoba, Buenos Aires) y norte(Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Corrientes, Chaco, slo nombrar algunos) del pas.El Santiagazo y la Pueblada han sido analizados como los hechos fundacionalesen el presente ciclo de protestas del pas (Laufer y Spiguel, 1999), como los principa-les ejemplos de resistencia a la implementacin e impactos de los programas del ajus-te neoliberal (Carrera, 1999; Klachko, 1999), como los casos clave que ilustran el cambio

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    de repertorio de protesta (Auyero, 2001; Farinetti, 1999; Villaln, 2002) o como los epi-sodios que condensan las modalidades y significados emergentes de protesta (Schustery Scribano, 2001).

    Estallidos (explosiones sociales), bloqueos de carretera, manifestaciones de alcan-ce nacional, ocupaciones masivas de espacios pblicos o plazas se han analizado comovariaciones del mismo tema, a saber, como elementos de la ola, ciclo o repertorio deprotesta que hunden sus races en las consecuencias de las polticas de ajuste estructu-ral (Tenti, 2000; Lozano, 2001; Oviedo, 2001), que representan una ruptura con las prc-ticas tradicionales (como el clientelismo) y que suponen nuevas formas de polticapopular (Dinerstein, 2001). En muchos sentidos, las interpretaciones acadmicas ana-lizan el significado de estas protestas exponiendo que incluso la mayora de los lde-res y participantes de las organizaciones insurgentes mencionan tanto el Santiagazocomo la Pueblada como una especie de episodios fundacionales de su lucha la rebe-lin de 1993 se observa como la accin que inaugur su resistencia contra el mene-mismo y la insurreccin de 1996 se interpreta como el nacimiento de los piqueteros(Kohan, 2002; Cafassi, 2002).

    Ciertamente, es difcil pensar en otros episodios que ilustren mejor la naturaleza dela actual protesta popular de Argentina que el Santiagazo de 1993 y la Puebladade 1996. Sin embargo, los primeros artculos atestiguan un inegable hecho: los mani-festantes en Santiago y Cutral-co actuaban de forma diferente. En el presente artculose examinarn las acciones de los manifestantes, los sentimientos, percepciones y creen-cias compartidas por los dos colectivos. Anunciando algunos de los resultados de la inves-tigacin que se presenta cabe exponer que: a) existen diferencias significativas entrelas acciones, percepciones e identidades de los manifestantes durante los episodiosque se han tomado como ejemplos paradigmticos del ciclo, ola o repertorio; b) pue-den observarse lneas de continuidad entre los episodios de disrupcin descritos y ruti-nas polticas clsicas. Estas dinmicas de continuidad se han pasado por alto alenfatizarse, por la mayor parte de los investigadores sobre accin colectiva en Argentina,las rupturas que han supuesto estas protestas en las prcticas cotidianas de la poltica.

    En la primera parte de este texto se ofrece una perspectiva general de las posicio-nes compartidas en los trabajos ms relevantes sobre protesta popular disruptiva enArgentina. La segunda parte, de mayor enjundia, provee una descripcin emprica sobre:a) aquello que hicieron y pensaban (sobre sus mismas acciones) los manifestantes duran-te esos episodios y b) los vnculos entre las formas convencionales de hacer poltica yel origen y curso de ambas protestas. Se examina cmo las quejas populares (sobre lossalarios atrasados en Santiago o la prdida de empleos en Cutral-co) fueron los ejes delconsenso y legitimacin de las acciones entre los diversos colectivos, a la par que lasmedidas tomadas (desencadenantes de esa situacin) por parte de las lites guber-namentales y los polticos locales se convertan en ilegtimas. El argumento que sedefiende es que en las dos protestas analizadas se observan polticas morales1

    1. Uso aqu la nocin de economa moral acuada por E. THOMPSON (1993) y J. SCOTT (1976)pero no aplicndolo, tal como lo hacen los dos autores, al consenso popular sobre las prcticas

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    divergentes. Tambin se muestra cmo el faccionalismo y el clientelismo de las litespolticas estuvieron profundamente implicados en los orgenes y desarrollo de laPueblada y el Santiagazo2.

    III. PROTESTAS ENTRE 1990 Y 2000

    Los dos ciclos de protesta durante la pasada dcada sirven para hacer un inventa-rio de modalidades de protesta popular. Entre abril y junio de 1997, los manifes-tantes organizaron cortes de carretera en vas nacionales y atacaron edificios pblicosa lo largo del pas. En abril, residentes de las ciudades de Cutral-co y Plaza Huinculbloquearon los accesos a sus municipios reclamando el cumplimiento de las prome-sas hechas por el gobernador un ao antes con la pretensin de poner punto y final ala Pueblada de 1996. Tres meses despus en Cutral-co varios centenares de mani-festantes sitiaron la Casa de Gobierno y tomaron como rehenes a las autoridades

    disponibles legtimas o ilegtimas; sino a la legitimacin de nociones concernientes a las acciones delos polticos electos o los funcionarios del Estado.

    2. El trabajo de campo para realizar este trabajo se llev a cabo en los veranos de 1999, 2000y durante los meses de enero a abril del 2001. ste comprendi trabajo de archivo, entrevistas en pro-fundidad, conversaciones informales y photo-elicitation. El trabajo de archivo incluy la lectura detodos los nmeros de los principales peridicos de Santiago del Estero (El Liberal) del ao 1993 y 1994,nmeros seleccionados del El Liberal y El Nuevo Diario de los aos siguientes, todos los ejemplaresde La Maana del Sur durante los aos 1995 hasta el 2000 y ejemplares seleccionados del peridicoRo Negro. El trabajo de archivo tambin comprendi el anlisis de tres peridicos nacionales princi-pales (La Nacin, Clarn y Pgina 12) a lo largo de los aos anteriores y posteriores al levantamiento. Lerevistas populares (Noticias y Gente) que publicaron detallados reportajes sobre los acontecimientos.En Santiago vi un vdeo realizado por dos periodistas locales que proporciona una magnfica cober-tura de los acontecimientos del 16 de diciembre. En Cutral-co, vi muchos vdeos locales del levanta-miento, as como un seguimiento del mismo realizado por el canal de televisin local. Tambin lospanfletos, comunicados de prensa, registros policiales y archivos judiciales en la extensin en que esta-ban disponibles. En Santiago entrevist a veinte que forman parte activa tanto en las manifestacionesy mtines en la plaza principal que precedieron a la quema del Parlamento, como en la quema y saqueode los edificios pblicos y las residencias de los polticos. Tambin entrevist a seis periodistas loca-les, dos policas que estuvieron de servicio el da de la revuelta y al juez encargado de las personasarrestadas. En Cutral-co entrevist a treinta residentes incluidos piqueteros, profesores, funcionariosy desempleados subsidiados. Tambin entrevist a los alcaldes del momento, un cnsul, un coordina-dor de la agencia de empleo local, dos periodistas y al fiscal local. Reclut a mis informantes median-te el mtodo de la bola de nieve: despus de cada entrevista peda a mi entrevistado que merecomendara amigos o conocidos que pudieran querer hablar sobre los hechos. Para asegurar la repre-sentatividad de los informantes, en Santiago entrevist a gente de las diferentes organizaciones condiferentes niveles de participacin durante los meses previos al evento y con diversos itinerarios el dadel levantamiento (hombres y mujeres piqueteros que estuvieran en las barricadas alrededor del reloj,residentes que slo participaron ese da, etc.). En ambos casos, se han cambiado algunos nombres paraproteger el anonimato, pero en la mayor parte de los casos a la gente no le import (de hecho muchosinsistieron en ello) que usase sus nombres.

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    provinciales y municipales, exigiendo el aumento de los subsidios de desempleo. Enmayo, veintin cortes de carretera, organizados por trabajadores municipales y desem-pleados, aislaron la provincia de Jujuy durante doce das. El gabinete del gobernadorFerraro en pleno dimiti como consecuencia directa de esa protesta masiva.

    Cutral-co y Jujuy seguramente son los dos casos ms memorables, stos aparecie-ron en las portadas de los principales peridicos nacionales, pero son slo uno demuchos. Entre abril y junio, manifestantes bloqueron con barricadas la carretera 3 enTrelew (en la provincia del Chubut), habitantes y desempleados organizados bajo unaorganizacin amplia llamada Multisectorial bloquearon el trfico de la carretera nacio-nal 11 en Capitn Bermdez (provincia de Santa Fe). Durante esos tres meses se suce-dieron los cortes en carreteras nacionales y provinciales en Catriel (provincia de RoNegro), Banda del Ro Sal (provincia de Tucumn) y en la ciudad de Neuqun (pro-vincia de Neuqun), mientras profesores y maestros llegados desde provincias y la mis-ma capital se concentraban en la Plaza de los Dos Congresos, montando una gran carpablanca con protestas de sus magros salarios y pobres condiciones de trabajo. El gober-nador de Salta, que no se destacaba precisamente por ser un aliado de los manifestan-tes, fue quien mejor sintetiz lo sucedido durante ese ciclo de protestas cuando se refiria las barricadas que se alzaron por mucho tiempo en las localidades petroleras de Tartagaly General Mosconi en la ruta 34. ste dijo que los cortes de carretera son una prc-tica poltica que se ha extendido por todo el pas.

    Tres aos despus, en noviembre del 2000, esa modalidad de protesta fue apren-dida y adoptada por todo el pas. Cortes de carretera surgieron y se extendieron enIsidoro Casanova, Esteban Echeverra y Glew (provincia de Buenos Aires), Plottier(Neuqun), Salvador Mazza, Tartagal, General Mosconi, Cua Muerta y Zanja Honda(Salta), Libertador General San Martn (Jujuy), Resistencia (Chaco) y Beln (Catamarca).

    Estos dos ciclos ilustran las nuevas formas de protesta que se dieron en el pas. Entrenumerosos observadores (Schuster, 1999; Scribano, 1999), probablemente MarinaFarinetti (1999 y 2000) sea quien mejor diagnostic las transformaciones en los signi-ficados de la protesta popular en la Argentina de la dcada de 1990. Segn la autora,se desprenden cinco factores: 1) un cambio en el locus del conflicto laboral desde el sec-tor industrial al sector pblico, 2) una menor demanda por el incremento de salariosy un incremento en las reclamacin de deudas y seguridad laboral, 3) una disminu-cin en el nmero de huelgas y un incremento del nmero de bloqueos de carreteras(en una relacin creciente en cuanto a las segundas, aumentando de 51 en 1998, a 252en 1999, a 514 en 2000 y a 1.383 en el 2001), huelgas de hambre y ollas populares,4) la intensificacin de protestas en las provincias (siendo las reas de la regin metro-politana de Buenos Aires donde se han dado la gran mayora de bloqueos en relacincon el tamao de la poblacin) 3 y 5) el incremento de la centralidad de los sindicatos

    3. Mientras el 48% de la poblacin est concentrada en Buenos Aires, la Capital Federal, ellostuvieron el 38% de los bloqueos de carretera entre 1997 y 2000. Por el mismo perodo, las provinciasde Jujuy, Tucumn, Neuqun, Santa Fe, Crdoba y Salta con el 27% del total de la poblacin regis-tr el 42% de los bloqueos.

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    municipales y provinciales como actores polticos relevantes (Schuster y Pereyra, 2002;Giarraca y Brass, 2002).

    La mayora de los estudiosos de las protestas acontecidas en Argentina han enfati-zado el proceso de desproletarizacin, de achicamiento del Estado y de descentralizacinde servicios pblicos como los fenmenos en que originaron la explosin de la protesta.

    HIPERDESEMPLEO Y POBREZADesde 1988 a 1998 el corazn industrial de Argentina (conocido como ConurbanoBonaerense) perdi 5.508 plantas industriales y los trabajos industriales decrecieron des-de 1.381.805 en 1985 a 1.082.600 en 1994 (una prdida del 22% de los empleos manu-factureros en nueve aos). El porcentaje de desempleados en la Argentina actual es de19,5% de la poblacin activa (INDEC, 2002). El incremento de pobreza es el resultadode ese hiperdesempleo (iguez y Snchez, 1996). Tal como el economista RicardoAronskind (2001: 18) resumi: el 21,5% de la poblacin era pobre en 1991, el 27% afinales del 2000. Haba un 3% de indigentes en 1991 y un 7% en el 2000. A inicios dela dcada de 1990 haba 1.600.000 desempleados, al final del 2000 haba 4 millones.

    NEGLIGENCIA DEL ESTADOLa reduccin y desmantelamiento de las polticas de bienestar propias del Estado popu-lista causadas por la adopcin de polticas de ajuste estructural supuso el incremento desituaciones de privacin material y de las desigualdades. La ltima dcada fue testigode una constante degradacin de la educacin y la sanidad pblica, a la vez que el apo-yo a los hogares con bajas rentas desapareca (Auyero, 1999). La privatizacin de las empre-sas pblicas (telefona, correo, lneas areas, agua, energa, petrleos, trenes y gas) denotanel alcance del proceso de achicamiento del Estado y el consiguiente impacto en los nive-les de desempleo. Entre 1989 y 1999 alrededor de 150.000 trabajadores perdieron suempleo como consecuencia directa de las privatizaciones.

    DESCENTRALIZACINA partir de 1989 la responsabilidad administrativa y financiera de la educacin (prin-cipalmente los colegios secundarios) y servicios de salud (principalmente los hospitalespblicos) se transfirieron desde el nivel federal al nivel estatal y municipal. Tal como apun-t Rothen (1999: 86), para el caso de los servicios de la educacin secundaria, la parti-cipacin en el gasto de la educacin pblica de los gobiernos provinciales se incrementdel 65,9% al 75,5% entre 1991 y 1997. Al mismo tiempo, a nivel federal decreci del31,8% al 22,7%. A la vez, si en 1987 los profesores de secundaria empleados federalesrepresentaban el 53% del total del gremio, diez aos despus slo lo eran el 3%. Mientras,en 1987 alrededor del 47% de los profesores del pas eran empleados provinciales, diezaos ms tarde seran el 98% (Rodrguez Larreta et al., 2000). Cul fue el impacto deesta transferencia desde el gobierno federal al provincial en cuanto a la dinmica de pro-testas? La descentralizacin de los servicios de educacin y la sanidad incrementaron lacrisis en ambos sectores ya que las de por s deficientes administraciones provinciales tuvie-ron que enfrentarse a nuevas exigencias financieras con sus ya magros presupuestos. Los

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    gobiernos provinciales, incapaces de obtener recursos, mantener sus edificios y pagar supersonal se convirtieron en el centro de las exigencias y reclamos de los nuevos fun-cionarios provinciales. Las protestas masivas de los maestros y trabajadores de la saluda lo largo de todo el pas en 1990 (los llamados jeringazos de los hospitales pblicos ylas inumerables huelgas de maestros) son difciles de entender sin tener conocimiento delfenmeno descentralizador arriba expuesto y es por ello que los manifestantes redirigie-ron sus reclamos a las administraciones provinciales. As se pudo observar un cambio enel locus de la accin colectiva: de ser un asunto nacional, pas a ser provincial.

    Muchos observadores tambin estn de acuerdo en afirmar que las formas de pro-testa poltica no han mantenido vnculos con las formas y rutinas de la poltica con-vencional. Lozano (2001), por ejemplo, apunta que las organizaciones insurgentestradicionalmente han mantenido una estructura poltica autnoma. Dinerstein (2001)expone que los bloqueos de carreteras reinventan las formas de hacer poltica. Schustery Scribano (2001: 21), a su vez, afirman que los no afiliados son los actores mayori-tarios en esta ola de protesta que constituye un modo de ruptura con el orden socialestablecido.

    A continuacin se realizar una mirada atenta y cercana a cmo los dos episodioshan servido para cuestionar: a) la tendencia a homogenenizar las protestas como fen-menos emergentes por causas semejantes y con formas anlogas y b) la tendencia comnde separar las protestas de las rutinas propias de la poltica convencional, es una posi-cin debo decir, que va en contra no slo de lo que vemos en las bases sino tambinen contra de lo que sabemos acerca de las continuidades que existen entre la polticainstitucionalizada y la accin colectiva (Goldstone, 2002).

    IV. EL ESTALLIDO

    El 16 de diciembre de 1993, estudiantes de secundaria y universitarios, jubilados,trabajadores del sector informal y jvenes desempleados se unieron a los trabajadores dela Administracin provincial y municipal para concentrarse frente a la Casa de Gobiernode Santiago del Estero. Los manifestantes descontentos lanzaron adoquines, palos, bote-llas y losas a la Casa de Gobierno mientras intentaban penetrar en el edificio. La policalanz gas lacrimgeno y balas de goma a la multitud que retrocedi hasta la Plaza Centralde Santiago. Al poco rato la polica desapareci y abandon la escena. Se dio lugaral ltimo saqueo de la Casa de Gobierno. Cuarenta minutos despus, la Corte deJusticia, a dos cuadras de distancia, fue el objetivo de cientos de manifestantes. Rompieronlos cristales de las ventanas y entraron en el edificio, robaron los ordenadores, las mqui-nas de escribir y los archivos de los casos judiciales y quemaron las mesas y las sillas delos despachos. En el informe de la polica sobre el asalto puede leerse: [Alrededorde la 1 pm, un] grupo lleg al Congreso y, con los mismos mtodos usados en los dosedificios anteriores, los individuos entraron, destruyeron y quemaron diversos mue-bles y documentacin y se apropiaron de diferentes objetos....

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    As es como algunos manifestantes me describieron lo que ellos llamaron la pro-cesin a travs del centro de ciudad durante el da de la explosin.

    Cuando estbamos en la Casa de Gobierno los empleados pblicos aplaudan el fuego.Pareca natural pasearse por el Congreso. Fue en el Congreso donde haba mayor ira acu-mulada porque los legisladores votaron a favor de la Ley mnibus4...

    Antes de estar en la Legislatura, algunos manifestantes volvieron a sus casas o a laPlaza Mayor, pero un grupo muy dinmico empez a moverse alrededor con bicicle-tas y ciclomotores, cuenta otro manifestante. Este grupo muy dinmico lleg de lacasa de algunos polticos y se junt con los vecinos en el incendio y el asalto.

    Las residencias que los manifestantes atacaron, saquearon y quemaron el 16 dediciembre fueron definidas como objetivos durante los meses anteriores. La precisincon que la multitud se mova de una casa a otra (precisin que los funcionarios y algu-nos damnificados usaron como evidencia de la existencia de activistas) ilustra un pro-ceso previo de reconfiguracin de la geografa de la ciudad en trminos de localizacinde las fuentes de corrupcin y sufrimiento, fuentes que, en palabras de otro partici-pante, merecan ser quemadas. Cmo decidiste los lugares dnde ir?. Yo pre-gunt a Maril, una empleada pblica. Aqu en Santiago, todo el mundo se conoce ysabe dnde vive la gente... Y si alguno dice vamos all porque se ha estado robn-donos, vamos. Porque as es en Santiago, todos nos conocemos. Pero aunque la mayo-ra de la lite poltica local era considerada corrupta a los ojos de los manifestantesno todas las casas fueron saquedas. Algunos ataques se negociaron en algn lugar.Cuando centenares de manifestantes alcanzaron la casas del diputado Washerberg eltipo, que estaba con sus hijos en la parte trasera de la casa, se volvi loco. Su mujersali de la casa para defenderlo gritando: Por favor, no hagan eso... y se arrodill fren-te a nosotros. Y es que Washerberg se opuso a la Ley mnibus y vot contra ella... Asque despus de los gritos de su mujer, los cinco galones de lgrimas, no se saque sucasa (Mariano).

    Otros, cuyas casas merecan ser quemadas, se dejaron por razones logsticas: elnuevo objetivo aade Mariano es la casa de Corvaln, un lder sindical cercanoal gobierno. Pero no se le quem porque vive en una casa adosada y se tena miedo queel resto de casas de los vecinos fueran alcanzadas por el fuego. Y otros, se salvaronparcialmente del ataque porque fueron disueltos por la accin de la polica: Estbamosintentando destruir la casa de Lobo cuando vino la polica expone Ral, y Mario aa-de, exponiendo la interaccin entre el tamao de la ciudad y la represin intermitenteen el itinerario de los manifestantes:

    4. La Ley mnibus es el nombre que se dio en Argentina a la ley de ajuste econmico que apro-b el Parlamento el 12 de noviembre de 1993 y que implic el despido de miles de trabajadores tem-porales, la reduccin de los salarios en la Administracin Pblica y la privatizacin de servicios. Enprovincias, donde casi la mitad de los salarios existentes son del sector pblico, la ley provoc pro-testas masivas.

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    Santiago es una ciudad pequea. Cada uno se conoce, todo el mundo sabe quin es quien.Dejamos el Congreso y la Casa del Gobernador... Desde all tomamos otra calle y nosfuimos a la casa de [funcionario del gobierno] Cramaro. Es una casa muy bonita, conmucha madera y cosas lindas en el interior. Ellos entraron y lo destruyeron. Algunos poli-cas vinieron y nos echaron. Luego nosotros tomamos la Avenida... y el grupo se fue a lacasa del Jurez [el anterior Gobernador] a pie o en bicicleta... La casa de Irurre [el ante-rior Gobernador] es espectacular, con piscina... Ellos tambin la quemaron. Antes de elloalgunos decan que tambin se tena que ir a quemar la casa de Granda [diputado] [...]l estaba dentro, solo. Ellos fueron a la casa y a l no le tocaron. Pero la casa la asalta-ron y la quemaron. Ellos empezaron a llevarse cosas, bandejas de plata y tazas de t...Fue un momento de gozo. Es como robar a compaeros que han abusado del poder muchosaos (el nfasis es mo).

    A travs de seales (que significaban negociacin, logstica y proteccin a posiblesacciones represivas) los manifestantes se movan de un lugar a otro. A travs de esas sea-les, la radio local jug un papel muy importante en el seguimiento de la accin de lamuchedumbre, como si fuera un partido de ftbol. Los lugares que atacaron los mani-festantes tienen, a la vez, diferentes historias y significados (la plaza y la Casa delGobierno fueron durante mucho tiempo los centros de la vida poltica y tambin de laprotesta, a saber, un lugar que se convirti en espacio de protesta slo desde 1993). El16 de diciembre de 1993 el clamor contra la corrupcin y las demandas por el cobrode sueldos se concret a travs del ataque de edificios pblicos y casas privadas.

    Las rutinas polticas estn profundamente enraizadas en las masas, despus de todo,la ruta que los manifestantes hicieron estaba relacionada con las casas de los jefes pol-ticos, que son casas que muchos manifestantes estaban acostumbrados a visitar. En estesentido, Carlos me dijo un comentario que expresa las continuidades entre las redespolticas personales y la protesta:

    Aqu, en Santiago, hay bandas que sirven para muchas cosas. Estas bandas estn forma-das por jvenes de barrios marginales. El Partido Radical o el Peronista los invita aasados y los usa para las campaas a cambio de comida o dinero... Estos jvenes cono-cen cada uno de los mecanismos ya que estn acostumbrados a ser utilizados por los pol-ticos, ministros o miembros del Parlamento. Ellos no son ni peronistas ni radicales, ellosvan con quien sea. Ellos conocen las casas de los polticos. Ellos estaban all, pues los pol-ticos corruptos los invitan a sus residencias y saben cmo funciona la poltica. Ellos eranlos jvenes que atacaron las casas de los polticos el 16 de diciembre. Ellos conocen per-fectamente dnde viven...

    Lo que sigue es la descripcin que hizo Roberto en la interaccin entre los pocosagentes de polica y los manifestantes que queran asaltar la casa del Ministro deTrabajo Social. La descripcin no slo da cuenta de las acciones de los manifestan-tes y la polica, sino algo mucho ms importante, expone el sentido que tiene esacasa en particular, insinuando las sensaciones que los manifestantes experimentaron

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    en ese momento. Ese sentimiento puede resumirse como un momento de gozo delque Mario nos habla:

    La gente empez a reunirse en frente de la casa, una casa que se construy el seor enun ao, en el mero centro de la ciudad. El dueo es un exhibicionista. Acumula benefi-cios y coimas. La gente se concentr delante de la casa como queriendo decir esta-mos aqu. Y la muchedumbre empez a golpear la puerta. La polica lleg. Haba doscoches de polica que fueron a salvarlo. Pero t podras decir por la cara que hacan lospolicas que ellos tambin gozaban en ese momento pues seguro que ese hombre tam-bin los haba jodido a ellos, sta fue la situacin. Y haba doscientas personas frente ala casa. Era lindo ver esa escena, ya que hasta cierto punto, la polica que tena que con-trolar la situacin ya no podan contenerla. Para ello tendran que haber disparado a lagente, pero no podran hacerlo ya que se trataba casi de una fiesta, un caos... As que sehizo un pacto... La masa, los jvenes al frente, dijo a los policas: le dejamos que se lle-ven al hombre, pero luego tienen que irse. Ellos se sentan fuertes... y la polica se habadebilitado: no podan disparar eran 10 contra doscientos. [Pareca una] situacin tole-rada, de complicidad... (el nfasis es mo).

    IV.1. Fiesta

    Despus del infructuoso intento de proteger la Casa de Gobierno, con gas lacri-mgeno y balas de goma, la polica fue llegando slo espordicamente para proteger aalguna vctima de los ataques. Los manifestantes tuvieron la posibilidad de disfrutar demomentos de diversin y gozo, momentos que contrastaban con la tensin vivida en laPlaza Mayor.

    Las calles principales de Santiago se convirtieron en un espacio inolvidable para laaccin colectiva. Por una vez Santiago fue nuestro me cont Nana, una manifestan-te, Fue increiblemente divertido. Y Marcelo, en ese momento un aprendiz de perio-dista, record la atmsfera festiva:

    Mucha gente lleg como espectadora. Cuando nosotros estbamos en la terraza ocurrialgo divertido. La gente se sent en la terraza con helados, pues haca mucho calor.Estaban mirando lo que pasaba. Y se decan los unos a los otros: Mira lo que lleva eseen la caja o mira ese otro... con un cerdito. Se llevaron sillas, puertas, maletas convestidos dentro...

    Segn los relatos de los participantes, el espectculo termin como un banquetealucinante. Naci un vnculo de simpata (Rude, 1964) entre aquellos que forma-ban la muchedumbre y los que contemplaban, estableciendo un constante inter-cambio de los papeles de espectador y participante activo. Mara recuerda Mirbamoseso como un espectculo popular, una cosa del pueblo, espontnea y comprensible.En una entrevista con Manuel, otro participante, le mencion el ttulo que apareci en

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    un peridico el da siguiente El da ms triste. Y l me respondi: No, en absolu-to. Es el da de la felicidad y la explosin... de mucha rabia... es triste para ellos, por-que el Palacio de Gobierno y el Parlamento se quemaron. El levantamiento fue vividocomo una experiencia placentera y divertida:

    La casa de Casanegra5, donde las ventanas del dormitorio tienen barrotes, los chicos tam-bin entraron a saquearla. Ellos empezaron a quemarla y yo pude ver que las llamas avan-zaban. Haba algunos chicos en el piso de arriba que, a causa de los barrotes, no podransalir. Se podan ver all. Haba una masa de gente fuera, todos ellos estaban preocupadosesperando que los chicos salieran. Una mujer levant la mano que sostena un bello zapa-to rosa. A travs de los barrotes se poda ver a un chico que reconoci la mujer y lelanz algo desde la ventana. Ella lo mir a l y al zapato y le dijo [necesito] el otro!![riendo]. Ese chico se estaba jugando la vida y ella le preguntaba por el otro zapato. Qulindo! Reamos como locos (Roberto).

    Otro sindicalista, Andrs, compara esa sensacin con la de fumar mara... ocomo cuando haces el amor con alguien con el que deseabas hacerlo desde hace muchotiempo. Los peridicos expusieron que los aplausos a los manifestantes de la genteque estaba mirando desde la terraza parecan una contradiccin. Tomando en cuen-ta el momento crtico que viva la ciudad [...] parece una contradiccin que las perso-nas que observaban las acciones de los manifestantes lo celebraran y les aplaudierancomo si fuera su botn, mirando en un estado casi de felicidad (El Liberal, 12/17/93:4). En palabras de los manifestantes, la celebracin fue de la ciudad y no poda ver-se como una contradiccin.

    La cantidad de imgenes de parodia, expresiones soeces y degeneracin, dieron allevantamiento un aire de carnaval. Un hombre vestido con las ropas de Nina (la mujerdel gobernador Jurez) desfilando como una modelo frente la mansin del antiguogobernador y yndose con sus trofeos, otro sentado en la silla del gobernador salu-dando con sus brazos al gento desde el balcn de la Casa de Gobierno. Eso es lo querealmente me impresion dijo Ren; Esa imagen es la que ms me choc apuntJuana. Abajo la gente escriba insultos y amenazas a las autoridades en las paredes:Traidores. Los mataremos; Dios perdoname. Arzobispo hijo de puta (el arzobispoapoy la aprobacin de la Ley mnibus), Juarez, Iturre, Lobo, Mgica, hijos de puta.En esos graffitis los manifestantes no slo identificaron la situacin de su descontento,tambin expusieron quines eran ellos: En Santiago ya no hay ms corderos, as (comolo expuesto en ese muro de la Casa de Gobierno) se resumi el sentir general. No mscorderos, indicando que no habra ms gente cobarde, no ms calma ni santiague-os sumisos. Y con ello se quera decir: nosotros, los agraviados, la gente honesta, noestamos dispuestos a sufir esto, nunca ms. En los muros de la Casa de Gobierno losmanifestantes dejaron para otros manifestantes, para las lites, para los mass media y

    5. Casanegra era el anterior Ministro de Trabajo Social. Su casa fue casi totalmente destruida.

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    para nosotros, los analistas a nuestra disposicin los smbolos del sentir de la pro-testa y de cmo ellos mismos la entendieron y personificaron.

    Episodios de desfiles rituales, de inversin y sarcasmo y de transgresin tambinabundaron. Ese chico describe Roberto, se me en toda la cama de Jurez y Nina...esparcindolo... divertido. Y Tot, un polica, aade: Ese tipo es loco, entr en unade las casas con un chubasquero y un sombrero, a la Humphey Bogart... la gente rea,como un show... lo celebraba. Cuenta Ricardo:

    Vi a un hombre grande y gordo muy impresionante con un sof, una joya. Deba seruna pieza nica. El hombre gordo lo cargaba solo caminando en medio de la calle, comosi fuera su propia casa. De golpe mir alrededor y vio un coche de polica. Par y eraobvio que deban meterlo en la prisin, el hombre no poda negar que estaba robando[rindose]. Los policas lo rodearon y l puso el sof en el suelo y le metieron a l en elcoche. El hombre no se resisti. Us todo el asiento de atras del coche y se sent de espal-das al conductor. Y se fue. Cuando el coche se dio la vuelta la gente lo par y dijo: Denosel hombre de atrs, devulvanos el gordo!!!. Sabes, los cambiaron. Los policas saca-ron el gordo del carro y tomaron el sof... la gente aplaudi [rindose].

    Para los participantes el 16 de diciembre tiene muchos elementos de igualitarismocarnavalesco. Ese da fue vivido como un tiempo de privilegio donde aquello que lagente se guarda para s puede expresarse con total impunidad, un tiempo especialque para Peter Burke (1978) es observado como una de las caractersticas de los ritua-les populares: la suspensin temporal de las distinciones jerrquicas y las barreras, asaber, lo que Bakhtin define como lo central de lo carnavalesco (Bakhtin, 1984: 15;Stallybrass y White, 1986; Steinberg, 1998). Lejos de ser un espacio para el olvido, esteCarnaval sirvi para que los manifestantes airearan su rabia contra quienes clara-mente identificaban como los malechores, los polticos locales.

    V. LA PUEBLADA Y LOS PIQUETEROS

    El 20 de junio de 1996, temprano, una de las radios ms importantes de Cutral-co,Radio Victoria, comunic malas noticias. El gobierno provincial cancel un acuerdocon Agrium, una compaa canadiense, para construir una planta de fertilizantes en laregin. Luego la estacin de radio abri los micrfonos para or la reaccin de los oyen-tes... Un vecino dijo que la gente tena que hacer or su descontento... [otro] dijoque tenan que reunirse en la carretera, apunta Mario Fernndez, el director y pro-pietario de la estacin de radio (Snchez, 1997: 9). En todas las entrevistas que hice sehabla de los mensajes de esta radio como centro de conexin, no slo en trminosde que la gente deca cosas sino tambin por la forma en que la radio local construyla noticia de la cancelacin del proyecto de la planta de fertilizantes. En Radio Victoria,el antiguo alcalde Grittini y su aliado poltico, el propietario y director de la radio, MarioFernndez, describieron que la cancelacin del proyecto con Agrium fue como la

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    estocada final de las dos comunidades, como la ltima oportunidad perdida y comouna decisin absolutamente arbitraria del gobierno provincial. Daniel recuerda que:haba mucha rabia... la radio dijo que tenamos que salir y protestar, dijeron que erael momento de ser valientes. Daniel, Zulma y el resto sealaron el mismo marco arti-culador y sus funciones: la radio cre el significado de la situacin social y persua-di a la gente a ir a la carretera.

    Como deca la radio, la ira que sentimos, tal como me cont Daniel, y llamamosa la gente a Torre Uno (el lugar donde se recuerda haber descubierto petrleo en laregin) sobre la carretera 22. Los taxis los llevaran gratis. Fue una sbita erupcinde indignacin? Fueron los reporteros de la radio y los conductores de los taxis losprimeros en reaccionar? No lo creo. El faccionalismo interno en el partido en el gobier-no MPN y particularmente, las acciones del antiguo alcalde Grittini, quien haba paga-do a su propia gente para activar su lucha personal con el alcalde Martinasso y elgobernador Sapag, son las races tanto del enmarque de la injusticia6 como de la movi-lizacin de recursos7. En una entrevista que prefer no grabar, porque la verdad nopuede contarse con un casette grabando, Martinasso me cont Gritinni estaba detrsde las protestas durante los dos primeros das. Cmo? Bueno, en primer lugar com-prando un par de radios locales para poder movilizar a la gente a la carretera. Esfcil comprar una radio?, le pregunt inocentemente. Yo mismo pago Radio Victoriapara que anuncie cosas positivas de mi administracin. El rea de recepcin de la radiose construy con el dinero que yo le pagu a su propietario... As es como funciona lapoltica en Cutral-co. Los esfuerzos de Grittini y sus amigos (el propietario de RadioVictoria, Fernndez, fue una persona clave de este episodio) no terminaron aqu. Si bienno hay evidencias concluyentes, varias fuentes (periodistas, polticos y manifestantes)indicaron que tambin llevaron camiones y cientos de neumticos a los diversos pique-tes y algunos bulldozers para bloquear el trfico. Tambin estuvo en la distribucin gra-tuita de comida, gasolina, lea y cigarrillos en las barricadas. Incluso hay quien diceque Grittini pag $50 por noche a los centenares de jvenes piqueteros y que sus ami-gos proveyeron vino y drogas. Ms all de lo expuesto, hay algunos pasajes de mis entre-vistas en los que los antiguos piqueteros perciben el papel crucial que jug la polticade partido en este episodio de protesta:

    Daniel: En el primer piquete, el que estaba en la curva antes de Torre Uno, ramos unastreinta personas. Nos dieron colchones, comida, caf y lecheJavier: Y quin les dio todo eso?Daniel: Bueno, quizs... polticos

    6. Un marco de injusticia es un modo de interpretacin previo a la protesta producido yadoptado por aquellos que clasifican la accin de una autoridad como justa o injusta (J. GAMSON, 1992a,1992b).

    7. Para ver obras clsicas sobre movilizacin de recursos revisar J. MCCARTHY y M. ZALD (1973,1977) y C. JENKINS (1983).

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    Javier: Contame algo sobre la primera organizacin. Quin decide emplazar lasbarricadas?Mary: Creo que todo vino desde arriba, todo estaba preparado. Pues es una gran coin-cidencia que todo ocurriera alrededor de Torre Uno. Pero no tengo idea de quin lo orga-niz o quin encendi la primera chispa. Pero vimos (especialmente los primeros das)muchos polticos as pues, yo estaba all por curiosidad.Javier: De esta forma ustedes, los piqueteros, no fueron quienes decidieron bloquear lacarretera...Jote: No, no, no Eso fue propuesto por una de las facciones del MPN. Fue la radio laque promovi todo. Fue como una llamada para un mitin...

    As, mientras la radio expona sus mensajes de malestar (diciendo a la gente quetena que hacer algo y llamando que se fuera a Torre Uno), los taxis llevaban a lagente a las barricadas gratis, se regalaban neumticos a los piquetes, comida, cigarri-llos y otras mercanca (Incluso tenamos paales para los nios! expusieron algunasmujeres que estaban all). Esta movilizacin de recursos y el proceso de enmarque nooper de la nada, sino que se hizo va una bien establecida red poltica a travs de lacual se distribuyeron recursos y se extendi la informacin. Pero la movilizacin y elenmarque tambin se dio bajo condiciones maduras para que cundiera una protesta agran escala, a saber, la escalada de desempleo en el rea y el rpido proceso de empo-brecimiento colectivo.

    V.1. El pueblo al filo de la desaparicin

    Ambos pueblos, Plaza Huincul y Cutral-co, nacieron y se desarrollaron a travs de laactividad petrolera. Desde sus comienzos, en 1918 y 1933 respectivamente, ambas loca-lidades crecieron al ritmo de (y devinieron cada vez ms dependientes) los beneficiosde la produccin petrolera y de las actividades de la compaa estatal de petrleos,Yacimientos Petrolferos Fiscales (de aqu en adelante YPF, la primera compaa fun-dada por el gobierno en 1922). Con el descubrimiento del petrleo en la zona lleg laocupacin territorial y el establecimiento de pobladores se fue dando bajo las directri-ces del Estado. El rpido crecimiento de la poblacin en ambas poblaciones refleja laexpansin de las actividades de YPF. Desde 1947 a 1990, el total de poblacin crecide 6.452 a 44.711, un crecimiento impresionante segn todos los clculos (Favaro yBucciarelli, 1994). Durante toda la vida YPF benefici a sus trabajadores con salariospor encima de la media, modernos servicios de vivienda para el personal de la empre-sa (cualquier cosa que se estropeara en la casa era arreglada por YPF decan repeti-damente los antiguos trabajadores de YPF), acceso a un excelente hospital y plan sanitario,vacaciones pagadas (una vez al ao tenamos un ticket de avin libre y dos semanasen un hotel en Buenos Aires o en cualquier lugar del pas). La poltica social deYPF se extendi ms all de los confines de la compaa: la vida social y econmicade la regin fue estimulada por la presencia de YPF; que construy barrios enteros,

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    construy los servicios de agua y electricidad de otros, construy hospitales de pri-mera calidad, una sala de cine y teatro, un servicio de deportes y provey autobusesescolares para la mayora de la poblacin. En otras palabras, YPF lo hizo todo para losdos pueblos: trabajo, salud, educacin, deportes y tiempo libre (Costallat, 1999: 6).

    En menos de dos aos el sistema econmico y la forma de vida que haba duradoms de cuatro dcadas fueron literalmente hechos aicos. La privatizacin de YPF seaprob en el Congreso Nacional el 24 de septiembre de 1992 y pronto se observaronlos efectos devastadores que tuvo para la regin. YPF no slo redujo su personal de 4.200a 600 empleados en menos de un ao, tambin dej de ser la empresa prestadora deservicios a raz de la cual se vertebr la vida de las dos localidades (la compaa inclu-so traslad sus oficinas fuera de Plaza Huincul) y se convirti en una industria de encla-ve que funcionaba segn el estricto guin de la lgica capitalista.

    Las portadas de los peridicos ms importantes de la regin plasmaron la atms-fera de los primeros efectos que la privatizacin dej sentir en Cutral-co y Plaza Huincul:Un futuro incierto espera a Cutral-co y Plaza Huincul (Ro Negro, 1/21/1992),Alarmante desempleo en la regin del petrleo (Rio Negro, 5/6/1992), La lucha porno convertirse en un pueblo fantasma (Ro Negro, 3/26/1994). Los despidos masivosfueron realidad y los artculos describieron otra vez la sensacin general de incerti-dumbre sobre el inicio de un proceso que hoy est en plena vigencia: el hiperdesem-pleo. En Cutral-co, el 30% de la poblacin econmicamente activa (25.340 habitantes)estaba desempleada (1997). Ms de la mitad de la poblacin de ambos pueblos vivepor debajo de la lnea oficial de pobreza (Favaro et al., 1997).

    V.2. Retomando el camino

    En pocas horas cientos de habitantes se movilizaron en Torre Uno para expresarsu descontento contra lo que perciban como una decisin arbitraria del gobernador.Cuando el da llegaba a su fin algunos manifestantes decidieron seguir en la carrete-ra (coordinando sus acciones a travs de la radio local) bloqueando el acceso a losdos pueblos con neumticos quemados, alambres de pas, mquinas viejas, coches,piedras y sus propios cuerpos. Despus de un da en la barricada se convoc otra reu-nin por parte de los organizadores iniciales (vinculados al MPN) a Torre Uno. En esareunin, algunos de los notables locales expresaron su disgusto con la decisin del gober-nador y pidieron su dimisin. Otros, sobre todo aquellos que tenan poca experien-cia poltica y que haban estado en el piquete durante las noches anteriores, seausentaron de la discusin. Esa reunin se pareca mucho a un acto de campaa elec-toral. Tal como Rubn expuso: Cuando llegu a Torre me di cuenta que era una con-centracin poltica, all haba, como siempre, tres o cuatro polticos haciendopromesas.... La nica diferencia es que, en vez de volver a casa, los participantes sevolvieron a las barricadas. Un grupo de ellos hizo otra reunin en otra barricada (labarricada del aeropuerto) donde se dio origen a su propia organizacin: el Comitde los Representantes Piqueteros. Laura Padilla fue uno de los portavoces y el

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    reclamo que se acu fue queremos la presencia del gobernador y que nos d solu-ciones (es decir, trabajo).

    Cuatro aos despus del episodio Jote, un piquetero, me cont: el primer da ellos,los polticos, organizaron secretamente toda la historia. Pero el segundo da, hablandoentre nosotros, en el piquete, nos dimos cuenta que era una maniobra poltica. Y empe-zamos a organizarnos, dijimos a los polticos que se fueran y que slo queramos hablarcon un poltico: el mismo gobernador. En la reunin del aeropuerto, en la protestadel segundo da, los piqueteros estuvieron de acuerdo en que los polticos trataron deusar la protesta en su propio beneficio (la sospecha general era, tal como he descrito,que Grittini us la excusa de la planta de fertilizantes para seguir con su lucha perso-nal con su antiguo aliado, el alcalde Martinasso, y por extensin contra el gobernadorSapag, su anterior competidor en las internas del MPN). En la reunin me cont Laura,todos tenamos la misma sensacin: los polticos nos estn usando, ellos nos ignoranen Torre Uno. Y de ello surgi la aparicin de la primera organizacin piquetera, medijo Laura, Jote y otros, as del disgusto por los polticos locales aparecieron las basesde una protesta dentro de la protesta y una identidad comn.

    El da siguiente la TV local report la primera aparicin de Laura leyendo un comu-nicado del recientemente creado Comit Representativo de los Piqueteros. Ella ley:Nosotros, vecinos autoorganizados, pedimos al gobernador.... Era una larga lista dedemandas incluido trabajo, apoyo a los desempleados, moratorias a impuestos locales,facturas de electricidad y gas, crdito barato para los negocios locales y la reactivacindel proyecto de la planta de fertilizantes. Si bien los manifestantes nunca cesaron depedir genuinas fuentes de empleo, despus del tercer da en la carretera las exigen-cias perdieron especificidad (queremos la planta de fertilizantes) y devino en un lemams general (queremos trabajo) pero tambin ms urgente (queremos que el gober-nador Sapag venga aqu, ahora). Mientras eso pasaba, el clamor de la muchedumbreestableca la demarcacin de fronteras entre nosotros, los piqueteros y el pueblo, yellos, los polticos. El primer comunicado puso de manifiesto la primera caracteri-zacin colectiva como vecinos autoconvencidos. En el curso de los siguentes das estaautodefinicin vari los trminos (la gente, ciudadanos) pero no el significado: quie-nes se manifestaban en la carretera y estaban da y noche en los piquetes no eran pol-ticos. En otras palabras, mucho de lo que aconteci durante la protesta empez a revolverla forma de entender la protesta y la percepcin de sus protagonistas, somos el pue-blo. No hay polticos entre nosotros. Esto es muy significativo de la experiencia colec-tiva de la Pueblada, ya que la definicin de lo que son los piqueteros y sobre el objetivode la protesta influy en sus reclamos. Tal como Omar apunta, en menos de un mes,la protesta:

    [despus de la reunin de Torre] me convenc a m mismo que no tenamos que lucharpor la planta de fertilizantes sino por algo ms. La planta es importamte para Cutral-co, pero no para la gente, pues no es una fuente de empleos... En la reunin la idea cre-ci ms y ms: el seor Sapag tiene que venir aqu, a explicarnos qu va a pasar connosotros. Estbamos en los piquetes... y la nica cosa que los piqueteros decan era que

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    el gobernador tena que venir... Creo que queramos que viera cul era nuestra (lamen-table) situacin.

    En una entrevista en el noticiero local de TV por canal, el gobernador Sapag recha-z ir a Cutral-co antes que los manifestantes limpiaran la carretera y se fueran a casa.En la entrevista expuso su propia definicin de lo que estaba pasando y quines eranlos actores ms importantes:

    Cuando haya cesado la protesta violenta yo ir a Cutral-co. Todos tenemos derecho a hacerreclamos, a pedir. Pero la libertad del resto de gente no puede verse afectada. Y lamen-tablemente la gente de Plaza Huincul, bloqueando carreteras transitadas, est cometiendouna ilegalidad... Tomando en cuenta eso, el gobernador no puede hablar con gente queest cometiendo un crimen [...].

    El domingo 23 Sapag nos amenaz como si furamos criminales... es terrible. Lospiqueteros estaban furiosos: estar hambrientos no es un delito, nos describe Laura.Ella era una ms de las indignadas por las palabras del gobernador. La TV local grablas reacciones de los habitantes a las palabras del gobernador. Ms que las demandasconcretas la guerra de declaraciones abri la discusin de a quin pertenece la carre-tera. Para el gobernador los habitantes, instigados por los polticos locales, estabancometiendo un delito. Para los habitantes y los piqueteros ellos representaban todo elpueblo. Los pobladores de Cutral-co decan ante las camaras de Canal 2:

    El gobernador indica que esta protesta est manipulada por polticos, que es el productodel faccionalismo partidario. No es cierto. Es la gente la que ha ocupado las calles...dganle al gobernador que de la misma forma que viene aqu a buscar votos... ahora tie-nen que presentarse y decirnos estoy con el pueblo, voy a reunirme con l y saber susnecesidades.

    Omar, uno de los portavoces de los piqueteros, dijo en un noticiero local de TV:Queremos que el gobernador pare sus crticas en referencia a lo que dijo la pasadanoche... El pueblo de verdad quiere hablar con l sin polticos.

    En ningn sitio est ms plenamente reflejado el proceso de concienciacin de lospiqueteros como en el cuaderno escrito por Laura, la portavoz de los piqueteros. Ensus recordados minutos de las varias reuniones que los piqueteros tenan durante losdas de la protesta, ella muestra las actividades a las que los protestantes de la calle dedi-caron la mayor parte de su tiempo: poner etiquetas en los vehculos, pedir una reu-nin con la asociacin de abogados, mquinas para bloquear las calles, jubiladosencargados de la comida. En una de las pginas, el cuaderno tiene los nmeros delas emisoras de radio y televisin y una frase: utilizad a los medios de comunicacin,usad a los medios de comunicacin; y explica Laura para que alguien nos presteatencin. Sus anotaciones y comentarios muestran la profunda concienciacin que losprotestantes tienen sobre el papel clave que los medios de comunicacin pueden jugar

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    en buscar una protesta visible al otro lado de los confines de las dos ciudades e inclu-so ms all de los lmites de la provincia. En sus anotaciones, no obstante, esta preo-cupacin por la visibilidad no es meramente una necesidad estratgica. Tambin es unaexpresin de la base dialogante de la identidad que los piqueteros estn defendiendoahora; si con la ayuda de los medios de comunicacin son tenidos en cuenta, su ima-gen colectiva cambiar a los ojos del principal objeto de sus demandas, el gobernadorSapag. Como Laura reclama: Hacia lo que nos dirigamos era completamente desco-nocido... para el resto del pas. Por eso queramos ponernos en contacto con las emi-soras nacionales de radio y televisin. Pensbamos: si alguien nos presta algo deatencin, el gobernador se dar cuenta de que no somos marginales. Se dar cuentade que todo el mundo est aqu.

    Los medios de comunicacin en ese perodo, segn las entrevistas hechas aos des-pus, registraron la demanda de que los piqueteros tenan que ser escuchados. En esosmomentos, cuando Cutral-co y Plaza Huincul fueron percibidos por los habitantes y elresto de ciudadanos como dos ciudades que se transformaron en poblados fantasma,todo el mundo enfatiz la necesidad de ser odo, ser noticia y que el gobernadormismo tena que hacer algo contra la invisibilidad de ese fenmeno, contra la amena-za de desaparicin. Como Marcelo, un piquetero, apunt: Cortamos el trfico porqueera la nica va en que podamos ser escuchados.... O como Mary, con sus ojos llenosde lgrimas, expuso: Mi hijo me pregunt por qu estbamos en la carretera. Y yo ledije: mira atento, esto es el pueblo que necesita ser odo. El pueblo en esta ciudadnecesita ser consciente de las cosas que ha perdido, las cosas que el gobierno nos haquitado. Yo lo entend de esta forma, yo lo viv as. Escuchando a Rubn, Mary y Mnicaquienes me dijeron enfadadas Nosotros no queramos movernos de la carretera por-que vivimos aqu, en Cutral-co... Por qu tenemos que irnos si queremos este lugar...Crecimos aqu. As es posible afirmar que la vida social creada durante esos siete dasdio a los habitantes algo que hasta ese momento no tenan: una razn para existir. Estaren la carretera les dio el poder de rescatar su pueblo del olvido oficial, fue una opor-tunidad para emerger de la indiferencia del Estado.

    Ms de la mitad de la poblacin de los dos pueblos esperaba los soldados que, duran-te la maana del 25 de junio, fueron enviados por el gobierno federal para limpiar lacarretera nacional. Laura, portavoz de los piqueteros, apunt que en la barricada yoestaba junto a una madre pobre con sus hijos, trabajadores que haban sido despedi-dos por YPF, desempleados y subempleados. Pero tambin se poda encontrar maes-tros y profesores, mdicos, abogados, oficinistas, vendedores y amas de casa. En cadapiquete haba una mezcla de personas. Ese colectivo que se llamaba nosotrostena realmente sentido, luchaba contra la ausencia de trabajos y oportunidades en esosdos pueblos y contra el peligro que supondra la desaparicin total de trabajo para lasupervivencia de ese pueblo.

    Cmo se definan los manifestantes a s mismos? Como suele ocurrir en estos casosse definan como unidos (diciendo todo el pueblo est aqu), numerosos (afirmando,somos treinta mil, no quinientos), comprometidos en un objetivo (reclamando, que-remos trabajo. Queremos que el gobernador Sapag venga aqu y nos d una solucin),

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    verdaderos (insistiendo Nosotros hemos dado gasolina durante dcadas a todo el pas)y sin lderes (insistiendo Aqu no hay polticos). As en ambos casos, el nombre, lacomposicin, el discurso y las relaciones sociales de los manifestantes ponan nfasisen la identidad nominal de el pueblo.

    Qu significaba pueblo? Cules eran las races de esa autopercepcin colec-tiva? Por un lado, pueblo se refiere al lugar, pues los dos pueblos enteros estabanpresentes en la carretera. En la mente de los habitantes se haca referencia a unos pue-blos muy especiales, que haban dado energa (gas natural y petrleo) a todo el pasdurante aos. Entre los habitantes haba el sentimiento (profundamente enraizado enla retrica nacional) de que los recursos minerales de la regin les pertenecan. Tal comoun joven piquetero remarc a los policas (y que se repiti durante varias veces duran-te esos das en la carretera): Hemos dado gasolina, gas y electricidad al resto del pasy... as es como nos lo pagan?. En otras palabras, el significado que se cre duranteesos das fue no slo la splica de que los dos pueblos estaban a punto de desaparecer(como muchos pueblos en la Argentina contempornea, como Tartagal y GeneralMosconi, en el norte de la provincia de Salta) sino tambin a apelar los tiempos dora-dos de YPF y la conviccin de que ellos eran los propietarios de los recursos. En esalnea, la memoria colectiva de los habitantes sobre las polticas de bienestar les dio unprofundo sentido de solidaridad, dotndoles de un nuevo mpetu para luchar por loque ellos llamaban los intereses de sus dos ciudades.

    Pero hay tambin otra connotacin crucial del trmino pueblo implcita entrela gente de la carretera. Los manifestantes construyeron su identidad y sus deman-das colectivamente contra lo que llamaban las oscuras maniobras de los polticos y suintencin de usar al pueblo. Segn el punto de vista de los piqueteros, lo que elloseran y por lo que luchaban, tena mucho que ver con la devastacin provocada por eldesmantelamiento del Estado expresado en privatizaciones de las compaas nacio-nales y con la ruina provocada por los polticos que actuaban pensando slo en suspropios intereses (una identidad paradjica y llamativa a sabiendas que la protesta habaempezado a partir de una lucha faccional intrapartidaria). Los piqueteros se autoiden-tificaban como contrarios a un actor poltico clsico: la clase poltica. Y ellos queranmanifestar y dar noticia a todo el pas de su descontento con la decadencia de sus dosciudades en ausencia (o a pesar de) de sus representantes habituales. Por una vezdijo Laura, muchos piqueteros me dijeron: los polticos no nos han podido usar.

    VI. LA MORAL POLTICA DE LAS MASAS

    En un ya clsico artculo de Thompson (1993: 187) se pregunta una cuestin sim-ple pero esencial: qu hace la gente cuando est hambrienta? Cmo modificar suconducta, la costumbre, la cultura y la razn?. Parafraseando a este historiador bri-tnico podramos preguntarnos una cuestin paralela sobre las masas en el norte y elsur de Argentina: Qu hacen los habitantes de Santiago y Cutral-co cuando estndesempleados o sin cobrar? Cmo la historia local, las rutinas polticas y las creencias

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    modifican sus acciones de protesta? No es posible afirmar que si bien en la protestaest presente un estmulo colectivo primario de sufrimiento, sta tambin genera unacompleja maraa de elementos culturales que ejercen una funcin mediadora?. Eneste texto propongo la suguiente respuesta: si miramos atentamente podemos detectarentre los manifestantes de diversas colectividades de Argentina una diferente moral pol-tica, diversas nociones sobre lo que es o no legtimo en las prcticas polticas, sobre loque los polticos y los funcionarios deben o no hacer nociones que en s mismas sebasan en visiones tradicionales del papel del Estado y de lo que debe cumplir. Esteartculo pretende examinar las diversas morales polticas y descubrir su diferente ori-gen. Es decir, se pretende responder dos cuestiones: Qu es lo que los manifestantesen Santiago y Cutral-co pensaban que eran, qu es lo que pensaban que hacan yqu es lo que pensaban que eran sus objetivos? Y, de dnde procedan esos dos sen-timientos tan diferentes?

    En 1993 el desfile de los manifestantes en la ciudad y el ataque a las residencias delos polticos y los smbolos del poder popular dieron, segn el recuerdo de los obser-vadores, la visin de una celebracin carnavalesca (Farinetti, 2000). En 1996, losinsurgentes bloquearon carreteras y detuvieron el paso de personas y bienes paracrear una movilizacin autnoma (Klachko, 1999; Oviedo, 2001). Las redes estableci-das de clientelismo poltico determinaron en gran medida el itinerario poltico de lasprotestas del estallido de 1993; y la poltica partidaria, no estrictamente clientelar, esta-ba profundamente imbricada en los orgenes de la Pueblada de 19968.

    Los manifestantes no slo sentan de forma diferente las relaciones establecidasentre los actores polticos, sino que tambin las entendan de forma diferente. EnSantiago los manifestantes se asuman como el pueblo honesto que luchaba contrala corrupta clase poltica. En Cutral-co, donde tambin se despreciaba a los polti-cos, los actores de la protesta se perciban como parte de una ciudad amenazada,un pueblo en peligro por las polticas nacionales y provinciales. Los manifestantesen ambos lugares actuaron y se perciban de forma diferente. En Santiago, pensaronque lo mejor era castigar a los responsables; en Cutral-co, creyeron que era necesariohacer ver su determinacin contra las decisiones polticas que les confinaban a unaexistencia de fantasmas.

    Los contextos de la protesta local se enraizaban en la protesta dndoles poder ysignificado. El Santiagazo, los hechos y los sentimientos de la muchedumbre, elnfasis de los manifestantes sobre su honestidad frente a la corrupcin de los pol-ticos y el carcter punitivo de sus actos, tiene que entenderse en el contexto de lavida poltica de Santiago, donde la extensin de la poltica nepotista y de patronazgoera la norma en los asuntos gubernamentales. Un socilogo local se refiri al mode-lo juarista (en referencia al cinco veces gobernador Carlos Jurez) como un sistemade poder basado en la distribucin de trabajos en el sector pblico (el 46% de losasalariados de la provincia son empleados pblicos) y de la vivienda pblica (Informe

    8. Dadas las constricciones de los espacios, este artculo no puede examinar los resultados de lasdos protestas en las que los como suele ocurrir con los polticos estaban profundamente implicados.

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    El Liberal 2), todo aceitado por una enorme red clientelar (Tasso, 1999b). En un con-texto en el que la poltica toma un carcter tan personalizado no es ninguna sorpresaque un levantamiento tenga la forma como la que tuvo el 16 de diciembre. La pervi-vencia de las rutinas dieron al Santiagazo ese carcter y tambin proveyeron a la masael sentimiento de lo que son buenas o malas prcticas polticas y de quines eran losculpables (personales) de su situacin.

    Las cosas son un poco diferentes en el Cutral-co y en Plaza Huincul de la dcadade 1990. Las acciones y reclamos de la masa se manifestaron enfatizando el sentido dela ciudadana y la necesidad de visualizar una demanda en un contexto donde la exis-tencia de la regin entera estaba amenazada. Desde la privatizacin de YPF en 1992 yel consiguiente disparo del desempleo y la pobreza, el aspecto fantasmal del pueblo mar-c la vida de jvenes y viejos. La poltica partidaria tambin estuvo presente en los or-genes de la protesta (y el desdn de los ciudadanos a ella incidi en gran medida el cursode los acontecimientos) pero la Pueblada no fue un protesta personalizada. Si bienla figura del gobernador se convirti en el objeto de las reivindicaciones, el significadoes distinto; est mucho ms relacionado con las decisiones polticas realizadas u omi-tidas por el gobierno.

    VII. CONCLUSIONES

    An estamos lejos de saber qu pas exactamente en diciembre del 2001. Los asal-tos, por un lado, se mantienen en un terreno desconocido para los cientficos sociales.Los pocos estudios existentes y los reportajes periodsticos de los recientes motinesde hambre son explicaciones de un solo actor dominadas por lo que el socilogoCharles Tilly (2003) llama la analoga de la olla a presin o lo que el historiadorThompson (1993) califica de visiones espasmdicas de las revueltas populares. Hemosvisto que los sujetos mayoritarios de los asaltos fueron los pobres y los desemplea-dos que, respondiendo a una reduccin dramtica de su nivel de vida por la visible negli-gencia del gobierno (como por ejemplo la suspensin de los programas de distribucinde alimentos) y la escalada del nivel de desempleo (en diciembre la cifra de desem-pleados subi del 21% de la poblacin econmicamente activa), estallaron rabiosamentey asaltaron almacenes y supermercados (Fradkin, 2002). La pobreza y el desempleojuntos con la inaccin del Estado crearon una insalvable presin que se incremen-t durante el ao 2001 cuando todo explot como tal como expone un interesantelibro sobre los acontecimientos de ese ao (Cafassi, 2002) una Olla a presin.

    Los estudios existentes no pueden dar cuenta nada ms que de una observacinsuperficial de los recientes asaltos: los ataques a los supermercados y tiendas ocurrie-ron en reas con unos niveles semejantes de desempleo y pobreza y en ciudades o dis-tritos que han sufrido una semejante negligencia oficial. A la vez, que las rebelioneshan tenido diversos grados de participacin y han registrado diferentes niveles de vio-lencia en algunos casos hubo destruccin y violencia fsica, donde los asaltantes mata-ron o hirieron, en otros casos hubo robos de mercancas sin ningn desperfecto a la

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    propiedad. La mayora de revueltas ocurrieron en localidades con altos grados depobreza y desempleo. De todas formas, no sucedieron en todas las municipalidadescon esas caractersticas.

    Son necesarios nuevos y ms intensivos anlisis sobre los orgenes, dinmicas eimpactos del Cacerolazo para responder preguntas como las de: Hasta qu pun-to ste fue tan espontneo como dicen sus participantes? Cmo puede explicarsela forma en que convergieron los diversos episodios ocurridos en la manifestacin de laPlaza de Mayo? Cmo interpretar la brutal represin desencadenada por la polica?Por qu grita esta gente?

    Hay muchas cosas que an no sabemos de los episodios de diciembre del 2001.Pero hay algunas cosas que s. Sabemos, por ejemplo, que las formas de protesta fue-ron notablemente novedosas. Tal como se expuso en la introduccin, stas fueronprecedidas por una dcada inundada de protestas. Tambin tenemos conocimiento, talcomo se demuestra de los dos casos arriba analizados, que el deterioro de la economatiene una influencia crucial en los asaltos y Cacerolazos, pero que sta no determinenteramente la forma en que se dieron las protestas. O tal como ilustran los aconteci-mientos del Santiagazo y la Pueblada, si bien el contexto estructural afecta a la pro-testa, el entorno local tambin influye a travs de las redes asociativas, las estructurasmovilizadoras, los cambios de alianzas polticas, las rutinas polticas existentes y conun especial inters la experiencia colectiva de los actores que realizan la protesta9.

    El presente texto muestra que la protesta popular mantiene una tupida red devnculos con los poderes establecidos, las siempre bien engrasadas redes polticas y lasperennes formas personalizadas de hacer poltica. En esta direccin quizs el slogan querezaba que se vayan todos tan popular en diciembre del 2001 y que sintetizaba elsentir general hacia los polticos (un sentimiento que, tal como vi en Santiago, eracompartido por la multitud) quizs subrepresentaba la imbricacin que an conti-na existiendo entre las estructuras de movilizacin, las rutinas polticas y las redes clien-telares. Quizs nuevas investigaciones deban investigar atentamente los saqueos yCacerolazos teniendo en cuenta estas continuidades.

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