Política, Derecho y Educación

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EDUCACIÓN, POLÍTICA Y DERECHO. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CONFLICTO ENTRE EL ORDEN Y EL DESEO William Loaiza Castillo Apertura. Política y derecho, son dos de las ideas que más han influido y determinado la dinámica social de la humanidad desde los griegos hasta nuestros tiempos. A partir del siglo XVII, con la concreción del proyecto moderno, esta influencia se profundizó al punto de que ambas ideas fueron el eje del llamado progreso social. Posteriormente, a mediados del siglo XX, pasaron a convertirse en las bases de las críticas contra el mismo proyecto moderno y sus postulados. Por otra parte, la educación fue la idea que se creó para hacer posible lo que se le atribuía a la política y al derecho, de manera que, independientemente de la forma concebida, la educación siempre ha sido utilizada como un medio para lograr el funcionamiento de la política y el derecho. Hasta el presente, miles de páginas se han escrito al respecto. Tanto la política como el derecho y la educación, han sido objetos de múltiples análisis y definiciones, haciendo difícil hoy establecer un significado único. Es en esta polisemia, a nuestro juicio, donde se encuentra el origen de los errores interpretativos que han conducido a prácticas nefastas para grandes grupos humanos. Dentro del campo de la educación, las distorsiones interpretativas proceden del tratamiento que se le ha dado a ambos conceptos. Por un lado, alrededor de la política y lo político, hay un ambiente tabú y por otro, el derecho es tratado como un medio para reclamar beneficios, servicios u obediencia. En los dos casos, el desconocimiento con respecto a estos términos, como portadores de las ideas rectoras del quehacer social, es manifiesto y junto a ello, su desarrollo dentro de los espacios educativos es nulo.

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El artículo intenta explicar la relación entre los tres conceptos, que a juicio de autor, determinan el hecho educativo, empezando con un recuento histórico del origen de cada concepto, hasta cerrar con una propuesta de una-otra práctica educativa.

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EDUCACIN, POLTICA Y DERECHO.ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CONFLICTO ENTRE EL ORDEN Y EL DESEO

William Loaiza Castillo

Apertura.

Poltica y derecho, son dos de las ideas que ms han influido y determinado la dinmica social de la humanidad desde los griegos hasta nuestros tiempos. A partir del siglo XVII, con la concrecin del proyecto moderno, esta influencia se profundiz al punto de que ambas ideas fueron el eje del llamado progreso social. Posteriormente, a mediados del siglo XX, pasaron a convertirse en las bases de las crticas contra el mismo proyecto moderno y sus postulados.Por otra parte, la educacin fue la idea que se cre para hacer posible lo que se le atribua a la poltica y al derecho, de manera que, independientemente de la forma concebida, la educacin siempre ha sido utilizada como un medio para lograr el funcionamiento de la poltica y el derecho.Hasta el presente, miles de pginas se han escrito al respecto. Tanto la poltica como el derecho y la educacin, han sido objetos de mltiples anlisis y definiciones, haciendo difcil hoy establecer un significado nico. Es en esta polisemia, a nuestro juicio, donde se encuentra el origen de los errores interpretativos que han conducido a prcticas nefastas para grandes grupos humanos.Dentro del campo de la educacin, las distorsiones interpretativas proceden del tratamiento que se le ha dado a ambos conceptos. Por un lado, alrededor de la poltica y lo poltico, hay un ambiente tab y por otro, el derecho es tratado como un medio para reclamar beneficios, servicios u obediencia. En los dos casos, el desconocimiento con respecto a estos trminos, como portadores de las ideas rectoras del quehacer social, es manifiesto y junto a ello, su desarrollo dentro de los espacios educativos es nulo.En consecuencia, nuestra intencin con este escrito es proponer una mirada-otra a estas tres ideas, nos referimos a la de educacin, poltica y derecho, con la intencin de replantear el debate sobre la relacin entre las tres, sacndolas del formalismo acadmico y del utilitarismo social e insertarlas en su esencia: el conflicto entre el orden y el deseo. En una primera parte, vamos a contextualizar los tres conceptos, luego pasaremos a describir las relaciones entre ellos y culminaremos con una propuesta para sustentar una prctica pedaggica que posibilite superar las limitaciones que la sociedad arrastra a causa de la ignorancia con respecto a la esencia de estas tres reas.

La Poltica como Espacio del Deseo.

Comnmente la poltica ha sido definida de una forma muy etrea, tanto que hoy cualquier cosa puede ser poltica. Y cuando todo es poltica, la esencia de la misma se pierde as como las posibilidades nuestras de comprenderla.Como ejemplo de esta generalidad conceptual podemos citar una definicin griega clsica y otra europea moderna. La primera la encontramos en el libro Poltica de Aristteles, para quien la poltica era el terreno de la negociacin y del acuerdo, de la bsqueda de la armona y de la vida mejor[footnoteRef:1], la que se adecuaba a los hombres de bien. La segunda en el libro El poltico y el cientfico de Max Weber donde este investigador sealaba que la poltica era toda clase de actividad directiva y autnoma del ser humano, determinada especficamente por la influencia sobre la direccin de una agrupacin poltica especfica, concretamente del Estado. [1: Para los griegos, la expresin de vida mejor se refera al desarrollo de las cualidades personales que contribuan al bienestar de los dems. Se refera a la preparacin para el ejercicio de las responsabilidades ciudadanas. Desde esta perspectiva, esta frase no es equiparable a la frase contempornea de calidad de vida o mejores condiciones de vida, ya que ambas apuntan, contrariamente, a las comodidades materiales que se pueden obtener.]

En ambas definiciones, as como en la mayora de las conocidas, apreciamos que el acento est puesto en las acciones de los individuos para concertar y/o concretar un modo de relacionarse, pero no consideran el elemento que subyace a los modos de organizacin y accin que se proponen o imponen. Para encontrar este elemento subyacente, es til revisar los orgenes de la actividad poltica, de manera que podamos avanzar por un camino distinto al transitado comnmente.

El Nacimiento de la Poltica.

El origen de la poltica est en los conflictos que empiezan a aparecer en las grandes agrupaciones humanas que se van organizando en ciudades. El ejemplo ms difundido que tenemos es el de una de las antiguas ciudades griegas: Atenas. Armando Poratti (1999) nos dice que hacia los siglos VIII VII antes de nuestra era, la dinmica econmica impulsada por la navegacin y el comercio, posibilitaron la aparicin de la ciudad-estado y con ella la necesidad de ponerse de acuerdo en el orden y funcionamiento de la misma. Esta tarea la llevaban a cabo las familias aristcratas por ser quienes dominaban la dinmica econmica de la ciudad.En este modelo de organizacin social, el poder estaba disperso en las relaciones establecidas entre los aristcratas, a diferencia de las experiencias anteriores que centraban el poder en un monarca.Sin embargo, este nuevo tipo de relaciones entra en conflicto a partir del momento en que las perspectivas econmicas positivas hacen florecer las diferencias e intereses particulares de las familias que constituyen la direccin de la ciudad-estado. Es decir, que el deseo de vender o comprar ms, de poseer ms riquezas, influencias y privilegios condujo a que los aristcratas comenzaran a chocar y a organizarse en grupos de intereses y conveniencias, para enfrentarse entre ellos. Pero estos enfrentamientos se daban por medio de la palabra, cuya fuerza radicaba en la cantidad de individuos que las apoyaban pues vean sus deseos representados en ellas.Observamos entonces que la poltica, desde su nacimiento como espacio para la discusin de diferencias y coincidencias con miras a la organizacin y funcionamiento de la ciudad-estado, fue un espacio para la manifestacin y concrecin de los deseos individuales manifestados en acuerdos colectivos.Esta dinmica poltica entra en crisis a partir del momento en que los atenienses intentan conciliar dos regmenes polticos profundamente contradictorios. Para Salvador Giner (2002), la crisis del modelo poltico en Atenas es producto del establecimiento simultneo de un imperio y la conservacin de la ciudad-estado bajo sus caractersticas tradicionales, es decir, tener un rgimen democrtico para s misma y uno desptico para las ciudades conquistadas.Evidentemente, el uso de la palabra como medio para organizar y hacer funcionar la ciudad propia y el uso de la fuerza de las armas para las otras ciudades condujo a una resistencia interna en el manejo del imperio y a su vez estimul la sublevacin dentro del imperio, de manera que la tentacin del uso de la fuerza militar para dirimir las diferencias y someter los deseos de los adversarios, termin por imponerse.Ante esto, podemos decir que el desbordamiento de los deseos de un grupo abri las puertas a otras formas polticas.En los siglos posteriores, sociedades que practicaban una poltica distinta a la de los atenienses, como la romana, que es el ejemplo ms conocido, impusieron sus deseos por medio de la fuerza de las armas y la guerra pas a ser el vehculo para la concrecin de los deseos de algunos individuos organizados en pequeos grupos (los emperadores o reyes y sus aclitos). En estos modelos de organizacin social, la palabra qued relegada a un plano inferior y fue utilizada, fundamentalmente, para dar rdenes. Por lo tanto, los espacios de discusin y consenso no hacan falta y desaparecieron, y con ellos, la primera experiencia de la poltica democrtica.Esto no quiere decir que la poltica se extingui con el imperio romano, sino que adquiri otra forma: la dictatorial. Pero aun as, continu siendo un espacio para la realizacin de los deseos, aunque en estos casos, los deseos de quienes concentraban el poder.Durante la era cristiana, hubo pocas modificaciones en el modelo poltico impuesto por los romanos. La diferencia ms relevante fue la revalorizacin de la palabra dentro de la poltica como un medio para el establecimiento de alianzas, sobre todo alianzas militares y comerciales, aunque las armas y la guerra seguan siendo el camino por excelencia para realizar los deseos individuales y grupales.Con el surgimiento del movimiento cultural llamado renacentista, se empez a ver con ms claridad la crisis del modelo social cristiano y la necesidad de implementar una nueva forma de hacer poltica. Lo ms inmediato fue, en este campo, clamar por el retorno a la democracia ateniense, aunque pasaron varios siglos antes de que se implementaran los primeros modelos polticos con rasgos democrticos. En lneas generales, lo que hemos querido resaltar es la dinmica comn que ha tenido la humanidad en su experiencia de vida colectiva y sta es la de crear, constantemente, diferentes modos de organizarse e interactuar segn los deseos que se impongan en determinados momentos, por ciertos grupos. Nunca ha existido un rgimen poltico que satisfaga los deseos de todos los miembros de una sociedad, mucho menos en los ltimos cincuenta aos. Aqu, lo importante es precisar que han sido los deseos los motores de las diferentes formas de organizarse e interactuar socialmente. En un principio, el deseo comn de los colectivos era el de seguridad: proteccin de las variables naturales como el clima, los animales salvajes, otras agrupaciones humanas y alimentacin. Una vez alcanzado un mnimo de seguridad y con el aumento de los pobladores y la complejizacin de la vida colectiva, los deseos que surgen son los de orden y control, para garantizar la continuidad de lo alcanzado e incrementar las riquezas. Paralelo a esto, existan otros deseos en juego, pero se trataban de forma indirecta porque no eran prioridad para la mayora o porque tenan caractersticas muy particulares que beneficiaran a pocos individuos (lo que se ha llamado deseos inconfesables).Hoy podemos decir, junto con Fernando Calonge (2008), que la poltica es el ordenamiento contingente [de los deseos] gracias al cual se produce la realidad y todos los ente que contiene, entre ellos el ser humano (p.112). De all que hayamos sealado arriba, que la poltica es el espacio del deseo, el espacio donde se ponen en juego los deseos, donde se enfrentan, forcejean y se despliegan hasta concretarse. En la sociedad existen otros espacios para la concrecin de los deseos, pero no nos afectan tanto como el de la poltica. Son las decisiones y acciones polticas las que determinan el desarrollo de los otros espacios sociales donde los deseos tambin se despliegan y realizan.

El Derecho como Regulacin y Control del Deseo.

Al igual que el trmino poltica, el derecho tambin ha sido definido de mltiples maneras. La mayora de los autores que han escrito sobre Filosofa del Derecho o sobre teora del derecho, comienzan sealando la dificultad de tal definicin, la polisemia y variabilidad segn los intereses de quien lo define. Pero en lneas generales, encontramos que las definiciones dadas no apuntan al elemento esencial del derecho. Todas se quedan en el aspecto externo de lo fundamental en el derecho. Por lo tanto, procederemos de la misma manera que con el concepto anterior.

El Nacimiento del Derecho.

Retomando a Poratti (1999), encontramos que los conflictos surgidos de las diferentes perspectivas econmicas, mencionados anteriormente, no solo le dieron origen a la poltica sino al derecho tambin. La opcin de surgimiento del derecho se present a partir del momento en que los aristcratas atenienses se ven obligados a escribir y publicar las frmulas jurdicas tradicionales para regir las relaciones sociales con independencia de los intereses de autoridad personal o familiar alguna.As, naci el gora, nos dice Poratti (1999). Primero como momento de la discusin entre los jefes de las familias aristcratas, en presencia del ejrcito, para resolver los conflictos de la ciudad a partir de la aplicacin de las leyes. Luego, como espacio (templo) de confrontacin poltica para la organizacin y funcionamiento de la ciudad, ya no entre los jefes de las familias sino entre todo ciudadano que deseara ejercer su derecho, que poda ser de manera individual u organizada en clases econmicas o partidos polticos.Paralela a la experiencia ateniense, la organizacin de las tribus que conformaron la ciudad-estado romana, en un principio, y luego el imperio, desarrollaron una estructura de regulacin y control de los deseos ms amplia que la griega. Salvador Giner (2002), nos indica que, ms all de establecer un conjunto de normas para garantizar el buen funcionamiento de la ciudad-estado y del imperio, los romanos, con su sentido de la formalidad y el conservadurismo familiar, introdujeron un conjunto de acciones jurdicas para garantizar el estricto cumplimiento de la ley y evitar las desviaciones que ocasionaban la arbitrariedad o las emociones.Entre las acciones desarrolladas podemos encontrar la divisin del derecho en: derecho profano y derecho religioso. De esta divisin, surgi la necesidad de elaborar una nueva moral del derecho basada slo en los asuntos del hombre sin consideracin de las premisas religiosas. A partir de all, el derecho comenz a fundamentarse en el honor personal. Con la instauracin del imperio romano, el derecho adquiri mayor nivel de abstraccin y generalidad hasta constituir una filosofa jurdica slida. Dentro de esos avances destac el nacimiento de la jurisprudencia como respuesta a las insuficiencias del derecho primitivo. Aparecieron entonces los jurisconsultos, cuyos consejos escritos acumulados pasaron a constituir un cuerpo de doctrinas con fuerza legal. Igualmente, con la aparicin de los pretores, jueces que diriman los conflictos entre ciudadanos o entre ciudadanos y extranjeros, se cre una codificacin de sus sentencias para transformarlas en ley. Durante la era cristiana, heredera directa del derecho romano, el derecho dej de ser mecanismo de regulacin y control de los deseos de todos los integrantes de la sociedad para convertirse en mecanismo de regulacin y control de los deseos de quienes no practicaban las doctrinas emanadas del poder instituido, o dicho de otra forma, el derecho en la poca cristiana fue un mecanismo directo y declarado para la realizacin de los deseos de quienes ostentaban el poder (clrigos y monarcas).Con estas referencias de fondo, podemos entender que las luchas sociales que se masificaron en toda Europa, a partir del inicio de la llamada modernidad, fueron luchas por espacios polticos y reconocimiento jurdico de los diferentes grupos sociales no reconocidos y emergentes. An sigue siendo as, sobre todo en Amrica Latina. En este punto, lo que nos interesa resear es que la poltica como espacio del deseo, trajo consigo su mecanismo de regulacin y control, y eso an no ha cambiado. Hoy, el derecho sigue siendo mecanismo de regulacin y control de las relaciones humanas bajo la idea de sistema normativo y coactivo para garantizar el funcionamiento del mismo y su adecuacin a los imprevistos sociales.

La Educacin como Medio de Condicionamiento[footnoteRef:2] Social. [2: Utilizo este trmino en el sentido de la psicologa conductista.]

Si las dificultades del ambiente obligaron al ser humano a agruparse y el crecimiento poblacional a organizarse, la invencin de la poltica y el derecho oblig a crear un medio para transmitir y consolidar dicha organizacin y funcionamiento. As surgi la idea de educacin.Aunque la educacin nunca fue ni ha sido definida como un medio para condicionar socialmente al ser humano, en la prctica lo ha sido. Hacemos esta afirmacin porque el anlisis tanto de los fines educativos como de las prcticas pedaggicas nos empujan a ello. Y no poda ser de otra manera si las acciones de quienes han tenido la responsabilidad (independientemente de cmo hayan llegado al poder) de dirigir a sociedades enteras, histricamente han estado centrada en la conservacin de las tradiciones, hbitos y costumbres sociales (aparte de conservar perpetuamente el poder). La excusa para prescribir la forma de vivir de los miembros de una sociedad por medio de la educacin siempre ha sido el desarrollo social y el bienestar colectivo, y de ah la propensin al condicionamiento social de los individuos. Leyendo el libro de Werner Jaeger, denominado Paideia: los ideales de la cultura griega, encontramos que para los griegos la educacin era la acuacin de los individuos segn la forma de su comunidad (p.18). Aqu, el uso del trmino acuacin es un indicador de la idea que tenan los griegos sobre la educacin, segn el entendimiento de Jaeger, pues acuar, en este contexto significa imprimir, colocar un sello de cuo. De manera que el hombre educado era aquel que posea las caractersticas que la comunidad le haba predeterminado. Este planteamiento fue sustentado, en el libro recin mencionado, con el argumento de que la nica manera que tienen las comunidades humanas, de conservar y transmitir sus particularidades tanto fsicas como espirituales es la educacin. De lo contrario desapareceran, por lo menos como comunidad. De all que, para este historiador, la estructura de toda sociedad descansa en las leyes y normas escritas y no escritas que la unen y ligan a sus miembros. Por lo que toda educacin es producto de la conciencia viva de una norma que rige una comunidad; lo mismo si se trata de la familia, de una clase social, de una profesin que de una asociacin ms amplia como una estirpe o un Estado (p.10).Vemos, como consecuencia de las reflexiones de este autor, que los griegos establecan las directrices de la educacin a partir del ideal de hombre que tena la comunidad (que en ese caso era el hombre poltico) y los valores subsecuentes a dicho ideal. De all que la educacin arrastrara la arbitrariedad del ideal social del hombre.Esta es la herencia conceptual de la educacin que asume el imperio cristiano y lleva a su mxima expresin, pues su ideal de hombre, el hombre religioso, amerit medidas extremas (el uso de la fuerza) y mayores imposiciones para su desarrollo (manifestarse catlico-cristiano era una obligacin), pues en la era de los gobiernos catlicos-cristianos, la educacin, a diferencia de los griegos, no era slo para los aristcratas sino para toda la poblacin susceptible de ser educada, especialmente aquella que era considerada pagana, la que practicaba creencias msticas diferentes.Este ha sido el curso de las ideas que han sustentado las prcticas educativas en el devenir de la humanidad. Hoy ms que antes se ve con claridad esta prctica. En su esencia, todas proclaman la necesidad de formar al ser humano para vivir en tal o cual sociedad. Cada gobierno, sea de derecha o izquierda, religioso o laico, conservador o liberal, capitalista o socialista, o como quieran catalogarse, predetermina cul es el tipo de ser humano que necesita para desarrollar la sociedad que desea y, a partir de all, establece el modo de educar para concretar sus deseos. Por esto, por ese afn de imponerle a los miembros de una sociedad lo que debe aprender y lo que no, el modo de relacionarse, de vestirse, de calzarse, de comer, de beber, de mirar, de ser mirado, de divertirse, hasta de rerse, es que decimos que la educacin ha sido un medio de condicionamiento social, o lo que es lo mismo, un medio para que el ser humano sea como los grupos dirigentes de la sociedad quieren que sea.Por suerte, la naturaleza humana se ha resistido a estas pretensiones de homogeneizacin de la humanidad. Por eso, se da el fracaso de los sistemas educativos y la crisis permanente de los mismos. Por eso, el conflicto constante entre el orden y el deseo. Conflicto que nunca cesar mientras se pretenda preestablecer la forma de ser y el modo de vivir de cada individuo.Quizs, en la Grecia Antigua este ideal era factible, pero el crecimiento poblacional, el desarrollo cientfico, tcnico y tecnolgico alcanzado hasta estos momentos, adems de toda la experiencia acumulada en este sentido, hacen impertinente la aplicacin de la misma idea programadora y controladora de lo social por medio de la educacin o lo que es lo mismo, pensar la educacin como un medio para producir el individuo que necesitan los grupos sociales dirigentes de las sociedades, y as concretar la sociedad que desean.Dicho esto, es evidente que necesitamos una idea distinta de educacin. Necesitamos pensar y practicar la educacin de otra manera, es decir, darle un nuevo sentido. Sin embargo, como el objetivo de este artculo no es este, nos conformaremos con mencionar que la idea de educar con miras a constituir un tipo de sociedad predeterminado por otros, a estas alturas del devenir humano, no funciona ni funcionar. Esto no quiere decir que se debe dejar a un lado la idea de sociedad al momento de pensar la educacin sino ms bien, cambiar el orden en que se piensan los fines de la educacin.

Relaciones entre la Educacin, la Poltica y el Derecho.La relacin esencial entre estas tres ideas est determinada por el deseo, elemento que hemos utilizado como eje para las definiciones anteriores. Es necesario entonces, que expliquemos cmo entendemos el deseo antes de utilizarlo como eje articulador de las relaciones entre estos tres campos del convivir humano.En este sentido, asumimos la definicin dada por Deleuze y Guattari (1985) en su libro El Anti Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia (publicado originalmente en 1972) quienes consideran que el deseo es produccin de lo real, es fabricacin de la existencia, es, en palabras de los autores: sntesis pasivas que maquinan los objetos parciales, los flujos[footnoteRef:3] y los cuerpos, y que funcionan como unidades de produccin (p.33) de la realidad. Dicho con otras palabras, el deseo es una condensacin diversa e involuntaria del conjunto de emociones que surgen de las percepciones que cada individuo tiene a partir de la relacin con su mundo, y que a su vez lo conducen a la accin en un esfuerzo por operacionalizar ese deseo, produciendo la realidad que habita; realidad que siempre es parcial, es decir, inacabada. Aos despus, en 1983, a propsito de una visita acadmica a Brasil, Guattari propondra denominar deseo a todas las formas de voluntad de vivir, de crear, de amar; a la voluntad de inventar otra sociedad, otra percepcin del mundo, otros sistemas de valores (Guattari y Rolnik, 2006; p.255). Definicin que no niega la anterior sino que busca hacer ms accesible el lenguaje utilizado en 1972. [3: Independientemente del campo cientfico o tecnolgico donde se utilice, el trmino flujo se refiere al producto que emana de algn aparato y tiene una caracterstica comn en todos: la de ser el resultado de un proceso (por ejemplo: flujo de calor, flujo de energa, flujo de agua, flujo vaginal). Deleuze y Guattari utilizan el concepto de flujo para referirse a la compleja relacin entre los signos y smbolos (cdigos) que surgen de los agenciamientos colectivos (sistemas de enunciacin) y al modo de usarlos; igualmente para aludir a los productos materiales que se construyen durante dichos agenciamientos.]

La diferencia entre esta concepcin y la expuesta por la mayora de los pensadores desde Platn hasta Lacan, pasando por Kant y Freud (por nombrar cuatro de los autores que han sido referencia en este tema), es extrema, ya que histricamente el deseo ha sido pensado y tratado como carencia del objeto que se desea y/o como representacin imaginaria del objeto deseado (objeto fantasmtico). Desde esta perspectiva, el deseo tiene un origen externo: el objeto deseado, y su funcin no es ms que la de garantizar el equilibrio (control) entre el individuo y la sociedad a partir de la satisfaccin o represin de dicho deseo. Equilibrio que nunca se logra porque, desde la perspectiva tradicional, el deseo es una especie de produccin mental primitiva, desviada, animalesca, que hay que racionalizar, es decir, canalizar dentro de los parmetros sociales, estableciendo una suerte de organizacin, racionalizacin y disciplinamiento de los mismos. As, el individuo siempre se ver sometido a las tensiones emocionales que genera el conflicto existencial por tener que decidir entre obedecer las imposiciones del colectivo o desarrollar sus deseos transgrediendo lo establecido y colocndose al margen de lo social, en consecuencia, exponindose a la exclusin social.Por el contario, en los creadores del Anti Edipo, el deseo es lo que da nacimiento a lo real desde lo real, y con ello a lo social. Nada tiene de pecaminoso ni vergonzoso la presencia del deseo en el ser humano, por cuanto ste no est atado al sexo, como crean (y an creen) los religiosos, la mayora de los psiclogos y los moralistas; ni tampoco evidencia la carencia de nada, por cuanto todo objeto est precedido del deseo. Adems, es inevitable que el deseo aparezca en vista de que su lugar est en el inconsciente. A este respecto, Deleuze y Guattari nos dicen que el inconsciente no es ms que la produccin deseante, es el deseo como producto y productor. De manera que su aparicin no es voluntaria y tampoco tiene una causa especfica, sino que surge por la confluencia e integracin (sntesis) de las emociones estimuladas en y por los agenciamientos[footnoteRef:4] en los que cada individuo se sumerge. Esto implica que el deseo aparece sin darnos cuenta, sin premeditacin, y muchas veces ni siquiera con identificacin precisa. De all que el deseo preceda cualquier cosa que aspiremos poseer o experimentar. [4: El agenciamiento es un concepto que Deleuze y Guattari utilizan para explicar el modo en que se dan los procesos sociales. Es una explicacin ms amplia que la de estructura, sistema, forma o proceso, en vista de que un agenciamiento incluye elementos heterogneos, tanto de orden biolgico como social, poltico, econmico, epistemolgico, gnoseolgico y maqunico. ]

Es bueno aclarar que esta anterioridad del deseo al objeto no indica que los deseos son producciones netamente individuales. stos poseen una carga social importante puesto que son los agenciamientos colectivos los que posibilitan su aparicin. El componente individual se da por la mediacin de la experiencia de cada individuo a travs de la percepcin y reflexin sobre el agenciamiento vivido. Es el deseo entonces, producido por lo real y productor de lo real, una realidad que experimenta el individuo y la sociedad o la sociedad y el individuo. De aqu que este do de pensadores defina al ser humano como mquina deseante, como sistema de rganos acoplados para producir y cortar flujos, sin orden ni jerarquas. Ser una mquina deseante significa ser un sistema cuyos componentes tienen una doble funcionalidad: la de cortar/extraer el flujo que sale de otro componente y la de producir el flujo que otro componente cortar y extraer. Aqu, el concepto de mquina no es una metfora que alude a la concepcin mecnica de la mquina, es decir, a la de un sistema integrado de partes fijas, sin relacin con el medio, que repitiendo una misma funcin producen un nico movimiento en particular.Estos autores replantearon el trmino mquina y lo definieron como un mecanismo cuyos componentes son micro mquinas binarias en s mismas que se acoplan a otras para producir o cortar flujos y que por el constante intercambio con el medio, producen realidad a la vez que son producidas por la realidad que producen. Por lo tanto, las mquinas deseantes (los humanos) son mecanismos abiertos de produccin infinita de deseos, de objetos y realidades inacabadas, en constante devenir, que, a su vez, en conjunto, hacen de la sociedad una mquina social, cuya produccin de deseos tambin es infinita. Adems, la produccin social es tan solo la propia produccin deseante en condiciones determinadas. Nosotros decimos que el campo social est inmediatamente recorrido por el deseo, que es su producto histricamente determinado... Slo hay el deseo y lo social, y nada ms (Deleuze y Guattari, 1985; p.36). Inclusive, para estos autores, las formas ms opresivas y fatales conocidas en la historia de la humanidad (Nazismo, Fascismo, Totalitarismo) son producto del deseo.El problema con el que nos encontramos es que la humanidad, desde que se organiz en sociedades, siempre le ha temido al deseo por su potencial revolucionario en tanto creador de nuevas realidades, transformador permanente de las condiciones adversar al acto creativo (libertad) y quebrantador de los lmites que reprimen la creacin; o como dira el mismo Deleuze (2005) en una entrevista con Vittorio Machetti en 1972: El deseo es revolucionario por naturaleza, porque construye mquinas que, insertadas en el campo social, son capaces de hacer saltar algo, de desplazar el tejido social (p.298). De ah que todos los grupos que llegan al poder en una sociedad, intenten reprimir y controlar el deseo tanto colectivo como individual. Su preocupacin ha sido codificar los flujos del deseo, inscribirlos, registrarlos, lograr que ninguno fluya si no est canalizado, taponado, regulado (Deleuze y Guattari, ob.cit. p.39). Y esto ha sido as independientemente de las autocalificaciones partidistas (Derecha, izquierda, centro-derecha, centro-izquierda, demcratas, entre otras) que cada grupo hace de sus ideas polticas. Todos, una vez llegados al poder sustituyen o intentan sustituir los mecanismo represivos y de control del rgimen anterior por otros iguales o peores.En consecuencia, nos dicen estos autores, la sociedad se caracteriza por ser una mquina unificadora, homogeneizadora de los deseos, siendo la sociedad capitalista la que mejor ha cumplido este papel. Lo ha logrado estableciendo nuevos cdigos sociales y llevndolos al lmite, estimulando, al mismo tiempo, fantasmas grupales (miedos) para luego reprimir dichos cdigos, deshacerlos y rehacerlos, repitiendo el mismo ciclo. El fin de toda esta dinmica de descodificacin y recodificacin de los flujos es la extraccin de mayores ganancias. Mientras la publicidad y el marketing ponen en circulacin nuevos cdigos, desplazando los anteriores, creando nuevos escenarios para sacar nuevas y mayores ganancias, los mecanismos burocrticos (instituciones) y represivos (cuerpos policiales y parapoliciales) vuelven a reordenar los cdigos sociales consumiendo una parte creciente de las ganancias.Entonces, la articulacin entre educacin, poltica y derecho siempre se ha dado y se sigue dando en los espacios represivos, disciplinadores y controladores de los deseos. Espacios que existieron y existen en los diferentes tipos de sociedades que se han formado histricamente. Actualmente, la poltica permite evidenciar las relaciones que se instauran al margen de la ley y las debilidades legales para regular relaciones no previstas. Al mismo tiempo, hace surgir la necesidad de nuevas regulaciones legales a partir de la jurisprudencia y con ello nuevos marcos de accin social. El derecho, entonces, provee el marco legal para las regulaciones, controles y sanciones de las nuevas dinmicas sociales. Dentro de este movimiento, se estima que la educacin debe difundir y consolidar los marcos polticos y legales de las relaciones sociales (nuevos y pasados), a fin de que los estudiantes adquieran las cualidades para vivir dentro de los parmetros establecidos tanto en la poltica como en el derecho. Desde aqu, podemos decir que la poltica tradicional se encarga de canalizar los deseos colectivos, el derecho de regular los deseos permitidos y reprimir los desviados, y la educacin de condicionar a los estudiantes para que respondan a los deseos socialmente establecidos.

El Conflicto entre el Orden y el Deseo.

El anlisis que hacen los escritores del Anti Edipo, permite visualizar el origen de todos los conflictos sociales. Por un lado, est el mecanismo de represin y control de las sociedades con los que permanentemente intentan mantener un orden; y por otro lado, estn los agenciamientos colectivos que producen y canalizan deseos que la sociedad niega. Agenciamientos desde los que se intentan insistentemente crear nuevos agenciamientos, siempre al margen de las imposiciones/restricciones de la sociedad.No puede ser de otra manera. En la medida en que existan grupos de individuos que llegan a la direccin de los poderes en una sociedad, ocultando sus deseos para imponerlos bajo enunciados falsos, engaosos, como los del bien comn, la patria, el orden, la seguridad, las buenas costumbres, la moralidad, la paz y/o la estabilidad social; siempre habr conflictos sociales entre el deseo individual/colectivo que se produce/reproduce y el orden que intenta contenerlos. Por lo tanto, problemas como los excesos cometidos por jvenes (mayoritariamente, pero tambin por adultos) en el consumo de alcohol, drogas ilegales, tabaco, el manejo de vehculos automotor a velocidades peligrosas, la imprudencia durante dicha conduccin, la prctica sexual irresponsable, la violencia en todas sus manifestaciones y dimensiones, los robos, asaltos, asesinatos (en constante ascenso en pases como Venezuela), entre otros males sociales, nunca se van a reducir al mnimo posible. Esta ltima afirmacin obedece al hecho de que esta dinmica de represin/transgresin/represin o control/descontrol/control impide el desarrollo de la experiencia autorregulativa del deseo y sin ella siempre existir el desbordamiento permanente de los lmites tanto individuales como sociales. Mientras los poderes sociales vean el flujo de los deseos como un peligro e intenten codificarlos, regularlos y/o reprimirlos constantemente, la creatividad, tanto individual como colectiva, se va a sentir amenazada, acosada, perseguida, intimidada y/o censurada; por lo tanto, estar en actitud de confrontacin con los poderes, transgredir permanentemente los cercos impuestos. Lo problemtico de este asunto es que ni la creatividad se manifiesta en su real dimensin, que es la de hacer nacer lo nuevo y transformar la realidad positivamente, ni la sociedad alcanza el equilibrio, la paz ni ninguno de los referentes que anuncia para su buen desenvolvimiento.

El campo social donde mejor se evidencia el conflicto entre orden y deseos, es el de la educacin. Y este conflicto, a su vez, es el elemento que muestra ms claramente la profundidad de la crisis del sector y el agotamiento de la idea, mencionada anteriormente, que se tiene de la educacin. Es as, porque la escuela fue un invento social para homogeneizar, dentro de los parmetros establecidos segn los deseos de quienes detentaran el poder, el comportamiento de la poblacin de menor edad. En consecuencia y a pesar de todas las declaraciones de buenas intenciones difundidas por estos grupos de poder (desarrollar la personalidad, capacitar para el trabajo, desarrollar la identidad nacional, formar al ciudadano, desarrollar la aptitud para la vida en democracia, desarrollar la cultura nacional, por mencionar algunas), en el fondo, la educacin fue y sigue siendo practicada como un proceso de disciplinamiento e instruccin. Disciplinamiento, para que los estudiantes aprendan a obedecer rdenes y a cumplir normas; instruccin, para que los estudiantes aprendan a decodificar el lenguaje en su forma oral y escrita, utilicen los procedimientos matemticos bsicos y se relacionen con algn tipo de oficio. En este contexto, las mquinas deseantes no tienen cabida. Toda expresin espontnea de creatividad es reprimida. O el estudiante se ajusta a las normas y prcticas institucionales o es perseguido hasta la exclusin. De all que cada ao escolar sea ms difcil convivir con los nios y adolescentes en las instituciones educativas. Decir hoy que los alumnos no respetan a los docentes ni a la institucin, que quieren hacer lo que les da la gana, que no quieren estudiar, que van a la escuela o al liceo es a fastidiar a los dems, que son unos indisciplinados, que son violentos y agresivos, que no cumplen las normas, entre otras cosas, es una queja comn de los educadores. Los intentos de los docentes por mantener a los estudiantes ocupados y tranquilos dentro de las aulas son cada vez ms infructuosos; prcticamente es imposible lograr la atencin de los alumnos sin amenazas y castigos. A todas estas, las relaciones diarias son tensas, simuladas, cargadas de dobles intensiones y sentidos. Es un verdadero teatro, donde cada quien sabe que tiene un papel y disimulan al cumplirlo. Un buen ejemplo de esta falsedad est en el uso del uniforme escolar. Los alumnos llegan a la institucin con peinados, accesorios y estilos en el uso de la ropa (franelas por fuera del pantaln) contrarios a como indican las normas institucionales. En la puerta, delante de los transentes y personal de la institucin, acondicionan su imagen a las exigencias normativas e ingresan al plantel. Una vez adentro y fuera de la mirada de los profesores o directivos, vuelven a acondicionar su imagen pero esta vez segn sus deseos; luego pasan el resto de la jornada escolar, evadiendo a la autoridad (sea docente de aula o directivo).En este juego vemos claramente la lucha constante entre los actores educativos: unos para realizar sus deseos (por lo general banalizados), otros para reprimirlos, codificarlos, regularlos y controlarlos (que terminan convirtindose en deseos profesionales). Todo con un despliegue inmenso de energas en algo vaco, trivial y sin importancia educativa alguna.El asunto es que, desde esta perspectiva, la experiencia escolar distorsiona la naturaleza del aprendizaje y la de la vida humana. No hay posibilidad de que los nios o adolescentes se apropien del conocimiento cientfico, histrico, humanstico, cultural ni de ningn tipo que se intente difundir en las instituciones educativas, en el marco de un conflicto permanente. Y lo que se aprende en la etapa escolar, es totalmente contrario a los fines establecidos. Es decir, los alumnos terminan aprendiendo las perversiones del sistema social: simular un comportamiento para evadir el cumplimiento de los deberes y reclamar los derechos propios cuando las circunstancias sociales sean desfavorables. Dentro de este rgimen escolar, hacer trampa es vlido porque todos la hacen; es un valor instituido de forma implcita, y esto es extensivo al resto de los espacios sociales.Paralelo a esto se desarrolla el rechazo a todo lo que representa la escolaridad: como leer y escribir. Es decir, dedicarle tiempo a la bsqueda de informacin, ordenarla, tomar notas, analizarla, compararla y sintetizarla. Cualquier cosa que se parezca al estudio acadmico, es desechada en la vida cotidiana. De all que encontremos un nmero importante de profesionales (en diferentes reas) que, despus de graduarse, nunca ms vuelven a leer un libro relacionado con su profesin. En el campo de la educacin, este es un mal generalizado en casi la totalidad de los docentes en ejercicio.En este momento podemos decir que el conflicto entre el orden y el deseo imposibilita la formacin poltica y jurdica de las generaciones ms jvenes en edades escolares y que los problemas sociales que se pretenden resolver a partir de la educacin (incluyendo los problemas pedaggicos) estn lejos de resolverse. Al contrario de lo que se desea, los problemas tendern a agudizarse hasta el punto en que se hagan inmanejables al margen de una represin extrema.

Una-Otra Educacin para Una-Otra Poltica. O Una-Otra Poltica para Una-Otra Educacin?

El hecho de que hasta ahora, la historia de la humanidad est marcada por prcticas polticas, jurdicas y educativas fatales para la individuacin[footnoteRef:5] del ser humano, no quiere decir que tenga que ser as o seguir siendo as. [5: La individuacin es el proceso mediante el cual el individuo se hace singular. Es decir, alcanza las condiciones que lo diferencian del resto de los individuos.]

Para Deleuze y Guattari (1985), una verdadera poltica revolucionaria sera aquella que libere el deseo y posibilite la jurisprudencia ms que el derecho[footnoteRef:6]. La sociedad controladora organiza la prohibicin del devenir, es decir, impide el desarrollo de la naturaleza humana que es cambio constante, transformacin, mutacin cultural. La Poltica debe permitir la creacin en todos los rdenes: artstico, cientfico, filosfico, organizativo, funcional, entre otros. La jurisprudencia, dentro de esta poltica, debe registrar y regir el devenir de la poltica. [6: Deleuze y Guattari prefieren hablar de jurisprudencia en vez de derecho porque el derecho es esttico, por el contrario, la jurisprudencia es dinmica en tanto devenir del derecho.]

Entonces, una prctica poltica diferente a la que hemos conocido hasta ahora sera aquella donde se construyan los espacios necesarios para que los deseos fluyan y se manifiesten en toda su positividad, es decir, se desplieguen creando constantemente nuevas maneras de expresarnos sin destruirnos. Sera una poltica donde habra un espacio para cada colectivo. Donde no habra una prctica hegemnica tratando de imponerse a las dems sino muchas prcticas minoritarias permitiendo el flujo de las multiplicidades propias de la vida del ser humano.Con este contexto poltico, la educacin no podra ser ms que un campo de experimentacin, un laboratorio poltico, donde los estudiantes tendran la experiencia de desplegar sus deseos durante agenciamientos colectivos que le permitan comprender las diferencias del mundo en que viven, ejercitar las multiplicidades que les ofrece la vida y, sobre todo, aprender a regular sus deseos.Esto ltimo, sera la clave de una-otra educacin: posibilitar el desarrollo de la autorregulacin de los deseos. De lo contrario, una poltica liberadora del deseo se convertira en anarqua. El problema es que si no aprendemos a autorregularnos, siempre va a existir la exigencia de que alguien le ponga freno a los excesos. Siempre va a estar presente la sensacin de necesitar la polica, de algn ente que nos someta, nos obligue, nos amenace.Quizs esto suene utpico o inocente, pero la humanidad ha dado muestras de grandes transformaciones, de experiencias que antes de suceder se consideraban impensables. Slo hubo que crear las condiciones para que se desplegaran los acontecimientos.Esta es la situacin en las que nos encontramos ahora. Es momento de crear las condiciones para que aprendamos a autorregularnos, a realizar nuestros deseos sin destruir a otros, sin poner en peligro a los dems ni a nosotros mismos. Las instituciones educativas son un buen espacio para ejercitar una poltica liberadora de los deseos, para ensayar la jurisprudencia y para aprender a autorregularnos. Y para los que estn fuera del sistema educativo, ya por su edad, ya por sus deseos, la poltica misma debe crear los espacios para que esa autorregulacin se desarrolle en los plenos acontecimientos sociales.

Bibliografa.

Aristteles (2004). Poltica. Madrid. Ed. Tecnos.Weber, M. (1997). El poltico y el cientfico. Madrid. Ed. Alianza. 19 reimp.Poratti, A. (1999). Teora poltica y prctica poltica en Platn. En: Born, A. (1999). La filosofa poltica clsica. De la Antigedad al Renacimiento. pp. 14-44. Buenos Aires. Ed. CLACSO.Giner, S. (2002). Historia del pensamiento social. Barcelona. Ed. Ariel.Calonge, F. (2008). Cuando todo es poltico, Qu es la poltica?: una acotacin emprica desde el post-humanismo. Revista Poltica y Sociedad, 2008, Vol. 45 Nm. 3: 109-121. Universidad Complutense de Madrid. Jaeger, W. (2001). Paideia: los ideales de la cultura griega. Mxico. Ed. FCE. 15 reimp.Deleuze, G. y Guattari, F. (1985). El anti-edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona. Ed. Pids.Guattari, F. Rolnik, S. (2006). Micropoltica. Cartografa del deseo. Madrid. Ed. Traficantes de Sueos.