Poderes salvajes -...

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Raúl Trejo Delarbre Poderes salvajes Mediocracia sin contrapesos b 'F- ediciones oal y arena

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Raúl Trejo Delarbre

Poderes salvajes Mediocracia sin contrapesos

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ediciones oal y arena

repositorio
Rectángulo
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111. LAS blISXIAS INERCIAS EN El. I>AÍS DEL C4A//3/0

Los inedios iuexicaiios en el gobierno de Vicente Fox 95

Uri presidente iuaniatado 95 Legislació~i arcaica e incuiiiplida 99

Prensa: tiiuchos títulos, pocos lectores 99 R:~dio: pocos eniisores, escasos carnl~ios 105 Televisióii: exagerada concentracióii 107

Internet: niievas opciones para pocos 113

IV. EL 130DCR DE 1.A , \ I I I R A I U R A C I ~ N

Política, iiioral y coiiiutiicación 117

Amoralidad, ininoralidad y desii~oralización 117 <<La nioral es un 6rbol que da moras» 118 Crispación y inod~~l:lció~i inediáticas 119

Deoiitologías mediáticas de ocasión 120 E1 logos, desplazado por el look 121 El escándalo tle cada día 122 Agónicos y protagónicos 124 Irritación o aburriiiliento 126 Para una renovacióii iiiedi6- tica 126 Por un ejercicio ético-público 132

V. ' ~ E L E v I S I Ó N E N TRES TIEhlPOS

1968. radiodifusión adocc~iada, gobierno irritable 135

El consenso no pasaba por los medios 137 Díaz Ordaz vs. los ra- diodifusores 138 Espacios desa~~rovecliados 142 Pluralidad, con- petencia y subsistencia 144 Ayer y Lioy, lapidaciones 145

Duopolio, el probleiiia central 147

Concentración de l a propiedad 149 Autoridad regulatoria 151

Costos y lazos 153

Televisión pública, el contrapeso arrinconado

155 Asedio privado y nuevo interés 158 La oportunidad digital 160

Reflexión y cultura 162 Tres fases de una historia inacabada 163

V I . ES'~RI»ENCIII SIN CONTI<Al'ESOS

liesponsabilidad y poder de los nietlios 167

parcialidad y discrecionalidad 169 La privzicidad coiiio riiercaricía 171 Ser esser. ~is /o en l a n 173 No hay tleiiiocracia en solitario 175

~esponder y reiidir cuentas 178 Fascinantes e insaciables 179 ilíti- ca? $ara clué? 180

\'ii. PODERES ShI.V.\i\JES, DE\lOCR,\ClAS Hi\LLh\DAS

Audieiicias arrebat;~das, ciudadanía tle baja iiitensidad 191

'J'ransiciones inacabadas, fuerzas sin control 192 El poder de los jueces, necesario y riesgoso 194 El Estado es inevitable 195 El iiiercado mediático se autoprotege 197 Desl)ordada influetici:l sin rendición de cuentas 199 A falta de regulación, sujeciones extra i ~ i r í d i c ~ 201

Presentación

La concentración de la propiedad de los medios de información no sólo equivale a un poder privado -el poder del propietario- capaz de liniitar la li- bertad de espresión (el derecho a la iiiforinación eii su primer significado). Tdnibiéii es un poder político, probableiiieiite el poder político niás pe- netrante e insidioso, que se utiliza para promover intereses mediaiite la desiiifoririacióii y la propa- ganda. Por otro lado, la televisión, antes que los periódicos que llega11 a los lectores, es cadavcz más un lugar público, caracterizado por su capacidad de iritrornisión y de iiivasión en laesferaprivada.. Mí, la televisión se configura como el principal pro- bleina actiial de ladeinocracia.

I.uicr FERKAJOLI~

Azorado y sorprendido, el diputado que se miraba a s ímisn io em- bolsándose nutridos fajos de dólares era laviva imagen de l a des- gracia política. El video que lo mostraba recibiendo dinero de origen presumiblemente oscuro constituía una de las evidencias de corrup- ción más palmarias que hubiese conocido l a sociedad rriexicana. Aquel legislador jamás pensó que el empresario que a escondidas lo proveía de esos recursos fuera a grabar l a tranaaccióri. Menos a ú n que las escenas irían a parar a l a televisión.

El diputado Ren6 Bejarano había acudido esa m a ñ a n a a u n noticiero en el canal 2 de Televisa. Mientras lo entrevistaban, desde el estudio contiguo se estaba difundiendo -en el canal 4 de la mis- m a empresa-el video en donde aparecía, meses antes, aceptando lo que parecía un cuantioso y descarado cohecho. Sus anfitriones le dijeron que desconectara el teléfono celular, de tal manera que na-

' Luigi Ferrajoli: *Libertad de información y propiedad privada. Una pro- puesta no utópica,,. EnNmos no. 316, M6xic0, abril de 2004.

die le pudo visas que estaba apareciendo en dos canales, en uno en vivo y en el otro víctitnade su propia amliición.

Cuando el legislador salió de la eritrevista lo invitaron a ir al otro progrania, conducido por un payaso liabilitado tiempo atrás como conductor de noticiero. La einbosczida liabía f~incionado. En los siguientes niinutos los telespectadores presenciarían la m:ís 1):ilinaria deniostración de prepotencia política que el poder iiiediático Ii~ibierapuesto eii practica en este país.

J a m k la televisión mexicana liabía colocado a u11 perso11;ije público en una situación tan peliaguda. A la ventaja y alevosía con que a ese dirigente del Partitlo de la Revol~~ción Derriocrática se le ponía delante de sus propias fechorías, se auri:lba l a actitud vapuleante del conductor del prograiria. Ninguna escena de Uzg Brolbsf- liabía logrado tan perversa capacidatl de f:isciriacióii n1edi:ítica. Tetiíarnos la ignominia video-develada de un personaje político junto con el semblante que lucía, en vivo y en directo, e11 el momento preciso en que entendía que el inundo se le Iiundía.

1.a presencia del dil~utado Rerié Bejarano tuvo que haber sido cuidaclosziniente preparada por 'Selevisa. Poseedores del video que lo incrimiii:iba, los operadores de esa empresa lo citaron en un estudio para, más tilrde, trasladarlo a donde se enfrentaría con las escenas que lo esliibieroii.

Fue un montaje clraináticzl y mediáticarnerite perfecto. Televisa no sólo se daba el lujo de emplazar a los dirigentes políticos inás proini- neiites del país aconversar con un payaso -y ay de aquel que se nega- ra, porque se liaría acreedor a la furia del consorcio m e d i 5 t i c e . Aderriás, constituido en iiitéiyrete y representante de la inoral social, Urozo ziinonestabae inclusovilipeiidiaba alospersonajes que conipa- recíari ante él. Kejarano era u n personaje indefendible. Pero cuando el pay:iso le inanoteaba y recriminaba con insolencias. estibamos ante la inequívoca imagen del trato que Televisa ha decidido tener con la clase política: desprecio y conveneiicierismo, ordinariez y so- berbia, articulan esa relación que ademüs resiilta crecientemente de- sigual porque nadie -partidos, legisladores, gobierno, sociedad- se atreve a enfrentar el poder ideológico y político de ese consorcio.

Aquel 3 de marzo de 2004 se difundió el rnás vistoso pero no el único de la serie de videos que conmovieron en esos días a la socie-

dad lnexicana. Al dirigente nacional del Partidoverde, Jorge Emi- lio ~ o n z á i e z klartíiiez, se le había visto reg:ite:ir, codicioso, el so- borno de 2 iiiilloiies de dó1:rses que le ofrecían quienes, disirilularido su itlentidad, le b:ibíaii tendido una trampa. Poco después fue trans- rnitido el video cjue mostraba al secretario cie Finanzas del 1)istrito Federal, Gustavo Ponce, :ipostando en Las Vegas cantidades (le di- nero niuy superiores a su siilario.

LOS medios no tenían la culpa del comportamiento de esos per- sonajes públicos. Ni la preiisa ni l a televisión crearon la iiriputlicia de Rejarano, la avidez de (;onzrilez Martíriez o las aficiones Iúdicas de Ponce. Al publicitar a(~ue1los tristeniente célebres videos los medios ofrecieron u11 servicio, aunque fuera tan deprimente y es- candaloso, a la coinprob:ición de conductas que la sociedad vis- lumbratia pero nunca Iiabía conteriiplado en el televisor. Pero rnás allá de esa contribución para docuiiieiitar las miserias éticas del queliacer público, los medios además tle cauces fueron protago- nistas en esos escándalos al instituirse en fiscales de las conductas asídescubiertas y, en ocasiones, al adiriinistrar a su conveniencia la propagación de esos videos.

Junto con las debilidades de los personajes públicos retratados en aquellos testimonios quedó de manifiesto la capacidad de los medios, y muy es~ecialillentc de 'relevisa, para gestionar, imponer, propagar y iibicxr a su antojo los temas estrueiidosos de la agenda pública. Al decidir cómo y cuándo los mostraba, esa eiiipresa pudo utilizar los videos de acuerdo con su interés para espectacularizar el escándalo y ejercer presiones que luego podría usiifriictuar.

Televisa no grabó esos videos, pero hizo política con ellos. Al difundirlos sin explicar cónio los liabía obtenido y con la celada que le tendieron a Bejarario esa empresa perjudicaba a Andrés Manuel López Obrador, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México cuyas aspiraciones para coinpetir dos afios más tarde por la Presi- dencia de la República eran inocultables desde entoiices. La irna- gen de honestidad que ese personaje liabía querido construirse, quedó nialtratada con la exhibicióri de los disciitibles cornporta- mientos de alguiios de sus colabor:idores inás cercanos. De esa manera se beneficiaban los intereses del presidente Vicente Fox y su esposa (en ese entonces aspirante, ella tatnbiéri, a gohernar el

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