Pliego16, núm. 17: reescrituras

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Publicación de los becarios de la Fundación para las Letras Mexicanas (http://www.flm.mx). Contiene piezas dramáticas, ensayos, cuentos, fragmentos de novela y poemas

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  • EditorialJulio Ruelas

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  • Instrucciones: Une con una lnea los elementos del ndice a con los del ndice b segn la reescritura.

    a*

    Literatura HispanoamericanaOda a la vida retirada (c. 1557). Fray Luis de LenUna dama se vio en una calavera de cristal. Luis de Sandoval Zapata (1620-1671)Infortunios de Alonso Ramrez (1690). Carlos de Sigenza y GngoraHombres necios (c. 1680). Sor Juana Ins de la CruzPrimero sueo (1692). Sor Juana Ins de la CruzAbrojos (1877). Rubn DaroDeclaracin de odio (1944). Efran HuertaPiedra de sol (1957-1960). Octavio PazEpigramas (1972). Ernesto CardenalAo Nuevo (1979). Ins ArredondoEntrevista a Leopoldo Mara Panero (1999). Fernando Snchez DragPoemas (2001). Leopoldo Mara PaneroCan (2010). Javier MrquezVerde Shanghai (2011). Cristina Rivera GarzaHelada (2013). Daniel Espartaco

    Literatura UniversalTito Andrnico (1593). William ShakespeareMacbeth (c. 1606). William ShakespeareLa carretilla roja (1920). William Carlos WilliamsEsto es slo para decirte (1934). William Carlos Williams La tierra balda (1922). T. S. Eliot

    *pliego16 no incluye estos textos. Se leen por separado.

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  • Instrucciones: Une con una lnea los elementos del ndice a con los del ndice b segn la reescritura.

    b

    Vampirizarvampyr. javier mrquezEl asesinato de la mujer piedra. Jorge Luis HerreraCangreja. rika TllezEl aroma de la luz. Herson BaronaEplogo a la masacre. Marina Azahua

    DestejerJalar los hilos: tejido y (re) escritura. Mariana OliverNouvel An. Hayde SalmonesRiada. Bernardo Barrientos DomnguezDeclaracin de odio 2.0. Arturo LoeraOda a la vida retirada. Ren RuedaDos epigramas a la manera de Ernesto Cardenal. Samuel Espinosa MmoxWilliam Carlos Williams en Reno. Santiago Ruiz VelascoReescrituras crticas. Patricia ArredondoFlores de Baria Poesa. Jorge Gutirrez ReynaPoemas. Dulce Alcntara

    AdaptarQu es la reescritura? Ana Laura Magis WeinbergDe nios perdidos y llaves sangrantes: reescrituras del cuento de hadas en el siglo xx. Lola HornerEntreacto. Salvador Calva CarrascoSibila. Demian MarnFlebas. Rodrigo CrigoAndrnico (fragmento). Mnica Perea3:23-4:39. David Alejandro Martnez

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  • 4 vampyrjavier mrquez

    i)en el thtre des vampires,los espectadores humanosobservan vampirosque actan ser seres humanos que actan ser vampirosdentro de pesadillasde seres humanosque anhelan ser vampiros.

    ii)durante la dcada de los 90, dave gahan, vocalista de depeche mode, se obsesion con la idea del vampirismo. comenz a utilizar ropa negra y anillos puntiagudos. se dej crecer el cabello y uas. para la gira playing the angel por sudamrica, los roadies le construyeron un atad como parte de una broma, pero gahan comenz a dormir siestas dentro del fretro antes de cada concierto. lleg a creer que era un vampiro al punto en que mordi en el cuello a varias personas. sus amigos lo internaron en un psiquitrico. soy el vampiro lestat. soy in-mortal. ms o menos. la luz del sol o el calor prolongado de un fuego intenso podran acabar conmigo. tambin podran no hacerlo. mido un metro ochenta, una estatura que resultaba bastante impresionante hacia 1780, cuando yo era un joven actor mortal de lo que despus convertimos en el thtre des vampires. tengo el cabello rubio y tupido, largo hasta casi

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  • 5los hombros y bastante rizado. parece blanco bajo una luz fluorescente. mis ojos son grises pero absorben con facilidad los tonos azules o violceos de la piel que los rodea. tambin tengo una nariz fina y bastante corta, y una boca bien formada, aunque resulta demasiado grande para el resto del rostro. una boca que puede parecer muy mezquina, o extremadamente generosa, pero siempre sensual. mis emociones y estados de nimo se reflejan siempre en mi expresin. mi rostro est continuamente animado.mi condicin de vampiro se pone de relieve en la piel, tan extremadamente blanca que refleja la luz: ello me obliga a maquillarme para aparecer ante cualquier tipo de cmara.cuando estoy sediento de sangre, mi aspecto produce verda-dero horror: la piel contrada, las venas como sogas sobre los contornos de mis huesos... pero ya no permito que tal cosa suceda; el nico indicio firme de que no soy humano son las uas de mis dedos. a todos los vampiros nos sucede lo mismo: nuestras uas parecen de cristal. y hay gente que se fija slo en eso aunque no advierta nada ms.ahora soy lo que en norteamrica llaman un rockstar. he ven-dido cuatro millones de copias de mi primer lbum y voy camino a san francisco para dar el primer concierto de una gira nacional que me llevar de costa a costa con mi grupo. mtv lleva dos semanas pasando mis videoclips da y noche. tambin los pasan en el top of the pops ingls y en el resto del viejo continente, as como en algunas partes de asia. las cintas que recogen la serie completa de videoclips se estn vendiendo por todo el mundo.

    iii)vampirizar:perforar arterias con los colmillospara beber la sangre del otro.privar a alguien de sus rasgos caractersticospara lograr su dependencia total.extraer la energa vital de alguienpara fortalecerse.

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  • 6 devorar libros y llenarse el torrente textual de palabras de otrospara resemantizarlas en un nuevo ser escritural.el vampiro pertenece a la nocheporque ella es la oscuridad de la tinta,la sintaxis de la palabra en el firmamentoque apenas deja espacios en blanco.por eso el vampiro slo puede habitar en el negro plano

    [de la ficcin.ante la pgina soleada de la realidadse inmola:cenizas de leyendas.

    iv)los vampiros se alimentan primordialmente de la sangre de sus vctimas, aunque hay descripciones donde tambin sonantro-pfagos, como los vrycolacas de grecia, seres que regresaban de la muerte para cobrar venganza y devorar a sus enemigos.en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su sustento, sino el fluido vital humano: la energa psquica. esto ha dado pie a la nocin del vampiro energtico: una persona comn que, intencionalmente o no, absorbe la energa vital de otra persona para fortalecerse.

    v)en el thtre des vampiresse recrean las parbolas y fbulasque dan cuenta de los misterios de la pgina oscurade la gramtica escarlata.slo con cuatro caracteres(t) timina(a) adenina(c) citosina(g) guaninacuatro letras con infinidad de combinaciones,las nicas cuatro letras que no representan

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  • 7sino que producen el mundo desde sus inicios una y otra vez infinitamente.todo acto del hablaes eco de la palabra primera.toda escrituraes la iteracin de la gramtica primera.todo ser humanoes la reescritura genticadel ser primero.

    vi)las personalidades ms comunes de los vampiros energti-cos son:

    el pobre-de-m o vctima: pesimistas. piensan que no tienen suficiente energa para enfrentarse al mundo y todo el da se quejan de sus desgracias. atraen la atencin con expresiones faciales preocupadas, suspiros, temblores, llantos, miradas perdidas, respuestas lentas y relatos reiterados de dramas y crisis punzantes. seducen por su vulnerabilidad y necesidad de ayuda. no les interesan verdaderamente las soluciones a sus problemas porque en-tonces perderan su fuente de vitalidad. obtienen la energa de la compasin que generan y de los intentos por ayudarles.

    el intimidador: logran la atencin a travs de gritos, fuer-za f sica, amenazas y exabruptos. mantienen a los dems a raya, quienes temen desatar su ira. reciben la energa a travs del miedo que provocan en los otros.

    el interrogador: socavan el nimo y la voluntad cuestionan-do cualquier actividad y motivacin. crticos hostiles, buscan hacer sentir mal a los dems. todo lo que seles conf e lo utilizarn como arma en algn momento. seducen por su ingenio, lgica infalible e intelecto. obtie-nen la energa a partir de los esfuerzos que los dems hacen para probar su vala y para responderles.

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  • 8 el culpador: buscan culpables por las situaciones que ellos mismos generan. suelen ser verbalmente agresivos y abu-sivos. atacan a sus seres queridos. no es el mundo contra ellos, sino t en su contra. obtienen su energa a travs de los esfuerzos de los dems por defenderse de sus ataques.

    el conversador imparable: slo estn conectados consigo mismos, son incapaces de escuchar a los dems y usan a sus seres queridos como espectadores de sus eternos mon-logos. obtienen la energa de la pasividad del otro.

    el siempre-me-va-peor: son aqullos que interrumpen cual-quier relato para afirmar que a ellos les han sucedido las peores cosas. obtienen la energa de la lucha de egos que generan por ver a quin le ha ido peor en la vida.

    vii)cuando el vampiro bebe la sangre de su vctima,es capaz de ver la vida entera del moribundo.no slo engulle la sangresino tambin sus experiencias.despus deja caer el cadver como basura.el ser humanocomo ficcin para el vampiro.leer es vampirizar.extraer conocimiento y experiencias vitales de los libros.ante la lecturaningn libro es original;est constituido por todos los anteriores.

    viii)no me cost adaptarme a esta nueva era porque algo com-pletamente mgico haba sucedido con las pocas. lo viejo ya no era sustituido rutinariamente por lo nuevo. al contrario, el ingls que oa a mi alrededor era el mismo que conoca del siglo xix. incluso la antigua jerga segua funcionando. al propio tiempo, otras frases novedosas y fascinantes como te han la-vado el cerebro o es muy freudiano estaban en labios de todos.

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  • 9en el mundo artstico y del espectculo, todos los siglos an-teriores estaban siendo reciclados. los msicos interpretaban por igual a mozart que una cancin de jazz o de rock. la gente iba a ver shakespeare una noche y una pelcula francesa al da siguiente. uno poda comprar cintas de madrigales medievales en una enorme tienda iluminada con fluorescentes y escucharlas enel estreo del coche mientras corra por la autopista a ciento cincuenta por hora. en las libreras, la poesa del renaci-miento estaba a la venta junto a las novelas de dickens o de ernest hemingway. los manuales de educacin sexual coexistan en la misma estantera con el libro egipcio de los muertos, johann wolfang von goethe john william polidori lord byron cyprien brard aleksi konstantnovich tolsti james malcolm rymer thomas preskett joseph sheridan le fanu bram stoker richard matheson anne rice brian lumley l.j. smith john ajvide lindqvist stephanie meyer claudia grey chuck hogan guillermo del toro.

    ix)en el thtre des vampires,hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanel strigon.hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanel empalador.hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanla condesa sangrienta.hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanel torturador de nios.hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanel canadiense.

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  • 10 hablar de todos los vampiros reales es hablar de dave gahanporque dave gahanest constituido por todos los vampiros anteriores.

    x)lestat bebe directamente de la yugular de cristobebe de la sintaxis gentica primera y presencia el origen de la palabra. lestat queda inmerso en el abismo de silencio y distancia. soy el vampiro dave gahan. soy inmortal. ms o menos. la indus-tria musical o la crtica histrica desfavorable podran acabar conmigo. tambin podran no hacerlo. mido un metro ochenta, una estatura que resulta benfica cuando ests en un escena-rio. mis emociones y estados de nimo se reflejan siempre en mi expresin. mi rostro est continuamente desanimado y mi esti-lo de baile es increble. cuando estoy en el estudio grabando una nueva cancin slo puedo pensar en los ocanos de personas que estarn en los conciertos de las giras. ocanos de sangre hir-viente, de gargantas afiladas que morder con mis gritos y que me desollarn con su eco. seremos un mismo ser alimentndo-nos mutuamente. ellos sern mis letras, yo ser sus anhelos. una masa parasitaria bajo la sintaxis oscura de la noche.la cultura:constante vampirizar la sabidura humana.ningn ser humano es original.est constituido por todos los anteriores.

    xi)las personalidades ms comunes de las bandas de rock son:

    pobre-de-m o vctima: su gnero representante es el grunge. guitarras fuertemente distorsionadas y enrgicas, melo-das vocalesguturales, pegadizas y repetitivas, bateras predominantes; letras que reflejan apata y desencanto, chillan por todo. bandas como nirvana, pearl jam,

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  • 11mudhoney, the melvins, soundgarden, alice in chains, the smashing pumpkins.

    intimidador: heavy metal. ritmos agresivos, guitarras elc-tricas muy amplificadas y distorsionadas, bajos, bateras con doble pedal. tiene varios subgneros. se le asocian bandas como led zeppelin, deep purple, black sabbath, iron maiden, metallica, slayer, anthrax, megadeth.

    interrogador: los llamados crooners que, en ingls, tiene con-notaciones cercanas al trovador. voz grave acompaada por una orquesta o una big band. se asocian cantantes como frank sinatra y bing crosby. en lo underground exis-ten crooners como tom waits, nick cave y morrisey.

    culpador: el punk. rock sencillo y algo ruidoso para expresarse con sus propios medios y conceptos. la filosof a punk puede resumirse en: hazlo t mismo. en sus canciones expresan un serio descontento con los sistemas e instituciones que controlan el mundo. bandas como the clash, sex pistols, the ramones, misfits, black flag, the damned y the jam.

    siempre-me-va-peor: el gtico. voces andrginas o bartonas a las que se les aade un efecto de eco. las guitarras se enfocan en crear atmsferas que pueden variar desde et-reas, melanclicas y siniestras. un elemento capital es el bajo, que destaca por aparecer adelante junto con las vo-ces sonando igual o ms predominantemente que las guitarras. bandas como siouxsieand thebanshees, fields of the nephilim, the sisters of mercy y the cure. el dark wave aade letras oscuras e introspectivas junto a un trasfondo de lamento en el sonido de algunos grupos como joy division y depeche mode.

    xii)en el thtre des vampires:un actor es un vampiroque obtiene su energa a travs del espectador.un espectador es un vampiroque obtiene experiencias vitales a travs del actor.

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  • 12 esta obra ha vampirizado materiales de anne rice, dave gahan, alejandro tantanian, nick cave, eduardo del estal, laura muoz, artculos de divulgacin y secuencias de adn. soy el actor que siempre quiso decir las palabras soy el vampiro lestat. soy mortal. mi deficiencia actoral y la mala memoria de ustedes acabarn conmigo. no llevo maquillaje, mis uas son normales, odio mi estatura. si un vampiro bebiera de mi sangre, lo nico que vera pasar ante sus ojos sera una vida gris donde lo ms importante es que hoy muri mi gata cata... la mat mi sobrina gata. fue tan triste gata cata, ac gata, ata a gata cata. gata acata gata cata ataca a gata caga caca gata cata. ag, gata gata ataca a gata cata... sera una ficcin olvidable para ver un domingo por la noche. no me gusta el rock. segn mis compaeros, soy un vampiro energtico, de los pobre-de-m, una reescritura menor de la raza humana. estoy diciendo esto para que se compadezcan de m.

    xiii)en el thtre des vampiresel vampiroque bebe el fluido vitalde un espectador humanoreescribe su sintaxis genticahasta extraer todos los rasgos de su vctimahasta mimetizarse con ella.lo que fue un ser humanoqueda reducido a un cascarn de masa blancahundida en la butaqueray el vampiro es libreahorade tomar el lugar del espectador en la vida real.la sociedades un constante vampirizar seres humanos.cada ser humano est constituido por todas las aspiraciones

    [de su sociedad.

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  • 13un actor muerde la yugular del actor que habla, ste grita como si se tratara de una mala pelcula de terror. el actor-vctima cae muerto. el procedimiento se repite con cuantos actores se tenga.los actores-vctima resucitan y muerden a los actores-vampiro repitiendo el procedimiento anterior.la mquina vamprica contina mientras suena slo la msica de release the bats de nick cave. lestat y dave gahan cantan a dueto:C A G G T G C A G C T G T T G C A G T C T T G C A G CA G A G G T G A A A A A G C C C G G G G A G T C T CT G A A G A T C T C C T G T A A G G G T T C T G G AT A C A G C T T T A C C A G C T A C T G G A T C G G CT G G G T G C G C C A G A T G C C C G G G A A A G GC C T G G A G T G G A T G G G G A T C A T C T A T CC T G G T G A C T C T G A T A C C A G A T A C A G C CC G T C C T T C C A A G G C C A G G T C A C C A T CT C A G C C G A C A A G T C C A T C A G C A C C G C CT A C C T G C A G T G G A G C A G C C T G A A G G CC T C G G A C A C G G C C G T G T A T T A C T G T G CA A G A T G G C G T G A T T C G C C T T T G T G G GG C C A A G G T A C C C T G G T C A C C G T C T C G AG T G G T G A G G C G G T T C A G G C G G A G G T GG C T C T G G C G G T A G T G C A C T T C A G G C T GT G G T G A C T C A G G A G C C A T C C A G G T G C AG C T G C T G T T G C A G T C T T G C A G C A G A GG T G A A A A A G C C C G G G G A G T C T C T G A A GA T C T C T A A G G G T T C T G G A T A C A G C T T TA C C A G C T A C T G G A T C G G C T G G G T G C GC C A G A T G C C C G G G A A A G G C C T G G A G T GG A T G G G G A T C A T C T A T C C T G G T G A C T CT G A T A C C A G A T A C A G C C C G T C C T T C C AA G G C C A G G T C A C C A T C T C A G C C G A C AA G T C C A T C A G C A C C G C C T A C C T G C A G TG G A G C A G C C T G A A G G C C T C G G A C A C G GC C G G T A T T A C T G T G C A A G A T G G C G T G AT T C G C C T T T G T G G G G C C A A G G T A C C C TG G T C A C C G T C T C G A G T G G T G G A G G C G GT T C A G G C G G A G G T G G C T C T G G C G G T A GT A G T G C A C T T C A G G C T G T G G T G A C T CA G G A G C C A T C C A G G T G C A G C T G T T G C

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  • 14 El asesinato de la mujer piedraJorge Luis Herrera

    Para Patricia Herrera Velasco

    Dales la vuelta, cgelas del rabo (chillen, putas),

    aztalas, [] haz que se traguen todas sus palabras.

    Octavio Paz

    Adolescente rostro perseguido, mirada nia de la madre vieja, yedra que avanza, envuelve y desarraiga, y llega siempre entre las ramas que se desvanecen, como la nube por tu pensamiento. Avanza, retrocede, da un rodeo petrificando el bosque con su canto oh bosque de pilares encantados!, corriendo entre los rboles nocturnos.

    Caminas como un rbol, como un ro. Hablando solo como el viento loco.Alta como el otoo caminaba un caminar de ro que se

    curva, un caminar entre las espesuras al mundo con sus mares y sus montes.

    Vuelas como mil pjaros, tu risa...Que dice sin decir, no dice nada?Caminas y me hablas como un ro.

    Camino por las calles de m mismo. Piso das, instantes caminados. Y mi sangre camina ms despacio. Invisible camino sobre espejos que en un abismo brusco se termina. No hay nadie, cae el da, cae el ao Caigo en el instante, caigo al fondo. Mi sombra despeada se destroza. Caigo sin fin desde mi nacimiento, caigo en m mismo sin tocar mi fondo: Caer, volver, soarme y que me sueen!. Busco sin encontrar, escribo a solas presagios que se escapan de la mano

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  • 15al reino de pronombres enlazados, a pulso levantado letra a letra, escritura del viento en el desierto que se cubre de signos, el silencio.

    Arrancado a la nada de esta noche: el delirio, el relincho, el ruido obscuro. Ardo sin consumirme, busco el agua. O es al revs: caer en esos ojos donde beban luz los gorriones?. Voy por las transpa-rencias como un ciego: un paraje de sal, rocas y pjaros; corredores sin fin de la memoria; horas de luz que pican ya los pjaros; otros ojos futuros, otra vida; el pan vuelve a saber, el agua es agua.

    Dorm sueos de piedra que no suea, bajo un sol sin edad, y t a mi lado: dormas enroscada entre las sbanas, cuerpo del mundo, casa de la muerte, los amores feroces, el delirio. Mis pensamientos slo son sus pjaros, y tus pechos, tu vientre, tus caderas verdad de dos en slo un cuerpo y alma: adonde yo soy t somos nosotros... El mundo nace cuando dos se besan; y al cabo de los aos como piedras es cada amanecer y yo amanezco.

    Tu falda de cristal, tu falda de agua es transparente por tu trans-parencia: como mi pensamiento vas desnuda. Mis miradas te cu-bren como yedra, adolescente rostro innumerable; tus labios, tus cabellos, tus miradas, y las felicidades inminentes. Vestida del color de mis deseos (son de piedra, tu boca sabe a polvo).

    Al caer en el llano ceniciento, caen sobre la yerba: el cielo baja: Tindete al pie del rbol, bebe el agua! Tu cuerpo sabe a pozo sin salida. Y en tus ojos no hay agua,

    son de piedra voy por tus ojos como por el agua, agua que con los prpados cerrados mana toda la noche profecas. Recgeme en tus ojos, junta el polvo.

    Busco el sol de las cinco de la tarde, rostro de llamas, rostro de-vorado, como el viento cantando en el incendio. Y no hay nada detrs de sus imgenes, sino un pensar en llamas, al fin humo. Brasa los labios y tizn la lengua. Emerge de s mismo, sol de soles: roca solar, cuerpo color de nube: una presencia como un canto sbito. Se contempla en la nada, el ser sin rostro, ola tras ola hasta cubrirlo todo. Fluyo entre las presencias resonantes, plenitud de presencias y de nombres, unnime presencia en oleaje, indecible presencia de presencias...

    El adulterio en lechos de ceniza. Fulgor de la desdicha como un ave: djame ser tu puta, son palabras que repiten mi imagen

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  • 16 destrozada. Los dos se desnudaron y besaron. Amar es desnudar-se de los nombres: los dos se desnudaron y se amaron, enamorados de su semejanza.

    Toda la noche llueves, todo el da. El mundo se despoja de sus ms-caras (invisibles, las mscaras podridas). Muestra tu rostro al fin para que vea. Tienes todos los rostros y ninguno. Tu boca sabe a tiempo emponzoado, un racimo ya seco, un hoyo negro... Tus pa-labras afiladas cavan cementerio de frases y de ancdotas, y al cabo de los siglos me descubro. Lo que pas no fue pero est siendo: en-redadera, planta venenosa; no hay nada en m sino una larga herida (y mortal que da penas inmortales).

    Piso mi sombra en busca de un instante: todo se quema, el universo es llama; en el lecho de espinas de su insomnio, el olvidado asom-bro de estar vivos: dnde estuve, quin fui, cmo te llamas. Busco sin encontrar, busco un instante; no hay nada frente a m, slo un instante. Cada minuto es nada para siempre. Todos los siglos son un slo instante... No pasa nada cuando pasa el tiempo?

    Mejor el crimen. Mejor comer el pan envenenado; y a la copa de sangre del ver-

    dugo, un gargajo, mejor ser lapidado. Vida y muerte. Y el grito de la vctima... son llamas que nadie contest: por qu me matan? Y su grito y el grito del verdugo. Y caste sin fin, quebrada y blanca, de la muerte vivaz y enmascarada. Un montn de ceniza y una escoba. Su muerte ya es la estatua de su vida.

    No hay redencin, no vuelve atrs el tiempo (un siempre estar ya nada para siempre). Quiero seguir, ir ms all, y no puedo. Los muertos estn fijos en su muerte. Piso los pensamientos de mi sombra. Recojo mis fragmentos uno a uno: a perpetua cadena condenado, y en el fondo del hoyo los dos ojos, sus horrores vacos acumulan, desde su soledad, desde su muerte. No hay nadie, no eres nadie.

    He olvidado mi nombre, mis amigos. Miradas enterradas en un pozo. Tu silencio d paz al pensamiento.

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  • 17Cangrejarika Tllez

    Soy pequea pequeo mi cabello de muchacho mis manos [mis ojos

    desde apenas unos das.Tabaco oscuro para mi/su garganta ya sabes ya lo s. l sabe que tengo un miedo l sabe que quiero derrotarlo. Hombre envejecido y derrotado el miedo.

    (El hombre empieza a hablar de manera desmedida).Qu no tienes miedo?

    Soy pequea Marina Cangreja contesto sin dobleces.

    No avizoras el peligro?

    Pienso en la lengua untuosa de un gato sobre mi rostro: el peligro.Lo veo hombre envejecido tabaco oscuro.Me introduzco a fuerza dentro de sus ojos para saber hasta dnde

    [me sabe. Remoses para dar risa rerse de miedo.

    Y bien?

    Es lo de siempre que nada pasa que todo nos est pasando.

    Soy Marina dando vueltas.Marina Cangreja donde no hay transcurso.Donde todava no se acaba esto.

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  • 18 El aroma de la luzHerson Barona

    Subi las escaleras lentamente, todava sintiendo que su garbo y su donaire le pertenecan a otro edificio. Imagin que el dueo las haba mandado traer de otro lado, desmantelando otra construccin piedra tras piedra, con mucho cuidado, slo para reconstruir la con el mismo afn en el nuevo espacio. Se podra hacer eso en realidad? Tuvo la tentacin de dejarse sorprender, pero en el mismo instante visualizaba escenarios. Dira: qu gusto, con la voz de alguien que paseaba por las calles de una ciudad que conoca de memoria. Dira: cunto tiempo, con el tono neutro de una persona lejana. Tambin avizor el silencio. El pasmo. La frustracin inherente a las palabras que se saborean bajo la lengua sin posibilidad alguna de llegar al sonido. O dira: cmo lograste entrar? A la defensiva, fingiendo que todo era real. A medida que ascenda las escaleras equivocadas, seguramente tradas de otro edificio ms ufano, menos decadente, se preguntaba si todo esto no era ms que un invento, el resultado de su imaginacin afiebrada. Su imaginacin necesitada. Y se pregunt tambin si esto era lo que toda la gente haca dentro de sus propios olvidos: correr el teln de lo real y agazaparse en un lugar pequeo, un ngulo apenas, detrs de los escenarios donde todo ocurra. Sin cesar. Se repiti su nombre una y otra vez. Marina. Trataba de regresar a su cuerpo. Marina Espinosa. Sinti la lisura de la madera donde apoyaba su mano mientras suba la escalera en la cmara lenta de su cansancio. Oli el aroma de flores frescas que sala de algn cuarto. Inspeccion la luz que se colaba desde dnde? No pudo identificar la fuente, pero se fij en las isletas luminosas que se formaban en el filo de los escalones. Su zapato horadando la mancha luminfera. Su zapato saliendo de ella. Dira: qu sorpresa, con la voz impostada, tratando de mentir con los ojos. O no dira nada. Como santo Toms, ira hasta ella para tocarla, para comprobar que no se trataba de un producto de su

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  • 19imaginacin. Mordera la moneda de oro. Usara el microscopio del tacto. Burlara a su mente. Se burlara de ella. Te descubr. Nia con manos en la masa. Dira: no te esperaba. Dira: te esperaba. Los escenarios se multiplicaban conforme suba la escalera. Los teatros enteros. Las marquesinas. Las palabras brotaban la una de la otra con reminiscencias de planta, de ser vivo. Hijas de las hijas de las hijas. Todo en femenino. Dira: cmo ests? Y de inmediato estallara en una carcajada jocosa, medianamente avergonzada. Si estuviera bien, si alguna de las dos estuviera bien, no estara aqu, no estaran aqu. Un cuarto del hotel La Estrella de Choi. Dira: dnde ests? Tratando de identificar su silueta entre la penumbra del lugar. Hacindose presente y huyendo al mismo tiempo. Estableciendo la distancia. Determinando que se encontraban ah, aqu, dentro del verbo estar. Que los muertos entierren a sus muertos. Qu quera decir esa frase realmente? Y mientras el significado se le escapaba, eludindola con contorsiones imprevistas pero bien ensayadas, pens que, de tener a santo Toms frente a ella, le preguntara: y quin te dijo que la carne es real? Volvi a repetir el nombre propio. Marina. Dira: aqu estoy. Titubeante. Abierta como la puerta que estaba abriendo. Derrotada en su apertura. Entregada a su apertura. Qu importaba a fin de cuentas que no existiera, que nada existiera? Cuntas fracturas se necesitaban para formar el capa razn de lo real? Dira: quin eres? Fingiendo ignorancia. Sabiendo de ms. Oy el timbre del telfono. Y luego la voz del recepcionista, un bostezo, la saliva uniendo diente contra diente antes de que la palabra bueno lograra romper el todo de la boca en dos. Nmero equivocado. Silencio. Y luz. Otra vez la luz sobre el filo de los escalones. Volvi la cabeza hacia el techo. Eso era. S, eso era: un tragaluz de cristales sucios, adulterados. Deban ser las tres de la tarde. Tal vez un poco antes. Minutos apenas. Dira: apresaron a Juana Olivares. No, no dira eso. No tena caso. Si slo los muertos podan enterrar a los muertos, quera eso decir que no haba posibilidad alguna de conexin entre los muertos y los vivos? Pero qu falta de fe, pens. Qu falta de imaginacin. Empata. Sinti su rodilla y el peso sobre su rodilla. La tensin sobre el taln, los talones. El momento exacto en que flexionaba la pierna y el cuerpo se impulsaba a s mismo hacia el siguiente escaln. Eso era caminar hacia arriba. Eso era subir una escalera. Dira: ya llegu, tratando de recordar el recorrido sin poder lograrlo. Haba, de verdad, subido la escalera? Cuando abri la puerta no dijo nada. Se qued detenida bajo el umbral, observando la espalda de alguien que miraba hacia la calle. Una silueta protegida por el velo de las cortinas radas. Un bulto apenas.

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  • 20 Eplogo a la masacreMarina Azahua

    La creatividad solamente es reordenar las cosas, como nadie las ha ordenado.

    Fidel Monroy

    El Mal no es el demonio enemigo, la anttesis de Dios y del Bien, sino algo extrao y desorientador: lo Semejante. El Mal no es

    lo antagnico del Bien sino su Doble indisociable.Eduardo del Estal

    Los fragmentos en itlicas son citas de Javier Mrquez, entrevistado en marzo de 2014.Los fragmentos en negritas son citas de Can.

    I.Apologa sobre las cosas extremas, triloga diseada por el dramaturgo Javier Mrquez y el director Sixto Castro Santilln, retoma mitos fundamentales de la tradicin humana con el objetivode subvertirlos. El mecanismo de las obras parte de la desarticu-lacin de los elementos de las narraciones para detonar preguntas que continan asediando la conciencia humana. En Can, la primera pieza de la triloga, se parte de una de las ms antiguas historias del mundo judeocristiano: el pasaje bblico donde el primognito de Adn y Eva asesina a su hermano, Abel instante mtico donde comenz la caza del hombre.

    Can recontextualiza esta historia fundacional al ubicarla en un presente abstracto pero plagado de referencias al escenario

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  • 21mexicano de principios del siglo xxi. Se trata de la reelaboracin del mito a partir de su fragmentacin: Tomar un mito que se d por hecho, y ponerlo en crisis hasta destruirlo. Algo que tomo de Mller y que me acompaa hasta ahora: la desmitificacin de la cosa. En el proceso, se plantean escenarios donde a partir del concepto de primer asesinato se problematiza la asignacin tradicional de la culpa en el hermano mayor. La obra implica la posibilidad de una apologa de Can. Can fue el primer asesino / Y qu hizo Abel? / Entreg la oveja en sacrificio. / La mat! / La sacrific. Se plantea que Abel en realidad podra considerarse el primer asesino, pues fue l quien mat por primera vez a un ser vivo, para cumplir con la ofrenda al Padre quien podra ser o no ser un dios. El que inici la plaga de muerte fue Abel [] La vida es vida / sin razas ni jerarquas. Considerar el sacrificio de la oveja como el primer asesinato, y nada menos que aprobado por Dios, parte de la idea de naturaleza pensada paisajsticamente donde el hombre es parte del paisaje, no es el paisaje.

    El tema de la asignacin de la culpa y la responsabilidad sugiere que Dios podra ser considerado el primer asesino. Finalmente fue l quien, sin explicacin de por medio, neg la ofrenda de Can en favor de la de su hermano, desatando as un resentimiento primi-genio, que no es envidia, / es ira, / es odio, / es asco, / es amor, / es escozor en el alma, / es hervor en las entraas que posibilita el asesinato inaugural entre humanos.

    Por qu eligi el Padre la ofrenda de Abel? Quin es el ver-dadero asesino? Quien sostiene la quijada de burro, la pistola, la balaquijada? El que genera las condiciones necesarias para que el asesinato exista como posibilidad? Aqul que recibe la ofrenda para despus negarla? stas son algunas de las preguntas siem-pre ms preguntas que respuestas que detona la obra, partiendo de cuestionar el mito hasta el punto de ponernos del lado de Can. El ejercicio dramatrgico y escnico resulta profundamente polti-co, entendido lo poltico como la relacin entre humanos. Por qu nos relacionamos como nos relacionamos?

    Luego de los estudios pertinentes, / se encuentra que la causa definitiva de muerte / del paciente Abel es: / la necesidad paradigmtica / de tener una vctima ante un victimario. En el Mxico contemporneo, problematizar el ritual de la asignacin de culpas y responsabilidades sobre los actos cometidos resulta

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  • 22 no slo urgente, sino fundamental. La presencia simblica de refe-rencias a la explotacin petrolera y del papel del ejrcito en la guerra contra el narcotrfico abre la pregunta de si acaso vale la pena, en elmundo real, que sacrifiquemos lo que sacrificamos, en nombre de nuestros nuevos dioses si es que existen: el orden, el progreso, la modernidad; conceptos abstractos que, al igual que el dios de la Biblia, no son verificables.

    El elemento que plaga al texto de manera central cuestiona la parte del ser humano que acta en nombre de algo que tal vez no exista. Por pensar en Dios uno termina matando a una oveja o ma-tando a su hermano. Por pensar en Dios uno se lastima, en nombre de algo que no es concreto, cuya existencia no es verificable. La cuestin no es slo la existencia o no de Dios, sino preguntarse: valdra la pena hacerlo por l? Aunque existiera?

    Can tiene un lugar particular dentro de la dramaturgia de Mrquez, pues en sus trabajos posteriores persiste una preocupacin por reelaborar la mitologa, ahora trasladada al terreno de la mito-loga popular de la cultura de masas. Muchos aspectos de la cultura popular los tomo como mitos contemporneos: mitologa contempornea. Estos nuevos hroes el Joker de Batman, el actor Heath Ledger, Michael Jackson, Walt Disney protagonistas de nuevosmitos, inundan nuevos ejercicios de desarticulacin. La pregunta que ofrecen es: qu dioses nos hablan ahora, qu dioses toman el poder ahora? Y cmo se relacionan estos nuevos dioses con ese dios primigenio de Can, aqul que prefiere la grasa, / el sa-bor de la carne quemada, / el olor de la muerte por encimade la cosecha?

    ii.Can, qu has hecho de tu hermano? es la pregunta reiterativa que plaga la obra. Su doble es la duda encarnada en la evocacin de los rasgos f sicos de Dios ojos, fosas nasales, corazn, meji-llas, paladar evocados rtmicamente, una y otra vez, a la par de lacoda: si es que tiene, / si es que existe. La duda en torno ala existencia de Dios, en nombre de quien se ofrenda y se asesina, se acompaa de un ritmo en el lenguaje que asemeja una letana, casi un conjuro o encantamiento, que se repite para encontrar la verdad a travs del acto mgico qu es una ofrenda, sino un acto

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  • 23mgico?. Las voces a menudo no se encuentran asignadas a un personaje. La coralidad satura al texto, y se lleva al extremo cuando hablan el viento, las rocas, el desierto globalizado. Mucho de la puesta es hacia lo potico, hacia la introduccin de lo lrico en ladramaturgia. En Can, el monlogo dirigido a Dios o al vaco tiene preponderancia sobre el dilogo, un recurso que privilegia el proceso interno de los personajes por encima de su interaccin. Sin embargo, al anclarse el conflicto moral en procesos de violen-cia y explotacin, se logra vincular el combate interno con el pro-blema social, revelando que es imposible escindir a uno del otro.

    La idea de dualidad Can - Abel, bien - mal, vctima - perpe-trador se presenta desde la primera lnea del texto en la indicacin que especifica que se trata de una obra para cualquier nmero de actores siempre y cuando ese nmero sea par. No importa cmo se interprete este nico lmite, la dualidad del primer humano en nacer y el primer humano en morir persistir. Posteriormente, el texto se dedica a trastocar esta dualidad hasta destruirla. Cuestiona su oposicin introduciendo matices que habitan entre los polos. La obra insiste en la figura del par y de la dualidad, pero ronda siempre un tercero involucrado: Dios si es que existe. Dios como detonante fundamental de la violencia. Dios, relativizado, porque nunca aparece como tal, como enunciador. Dios como silencio: personaje que no habla pero sin el cual el drama no existe. Dios quenos castiga con su silencio, con su no explicarse nunca. Dios que eligi a uno de sus hijos por encima del otro: constructor primario de la otredad, de la diferencia, de la dualidad en pugna. Dios, tan pasivo y silencioso como todos nosotros.

    Jams se explicita el paralelo posible entre Dios y la sociedad contempornea, pero esta equiparacin est presente todo el tiempo y se incrementa. A la manera de la necropsia inaudible que le practican unos doctores a Abel sin explicitaciones, sin enunciacin poco a poco todos nos convertimos en Can y en Abel, en Dios y en su paralelo inexistente, y terminamos leyendoen su historia la nuestra. Entre la alfombra de cadveres / reconozco mi sangre. Como apunta Marco Antonio de la Parra en un texto introductorio a la primera edicin de la obra (Grupo Editorial Antropfagos, 2010) la reelaboracin del mito de Can nos convierte en la estirpe de su linaje. Todo asesinato posterior / sera la mera reproduccin de ste, / un clich ms.

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  • 24 iii.Can toma lo ya hecho, lo ya establecido, para deconstruirlo. Apelar a un imaginario colectivo establecido, permite una mayor apertura a la poesa: si t tomas algo concreto sobre Can y Abel ya no tienes que contar la historia. La gente sabe lo bsico: Can mat a Abel; esto permite que se explicite el trastrocamiento de la historia-origen. Se trata de tomar lo mtico, lo que est en el imaginario colectivo, para elaborar poesa a partir de eso.El arquetipo Can y Abel, culpable y vctima es parte del material con el que se trabaja: las ideas preconcebidas de la sociedad como materia prima. Es ms fcil generar la sensacin de poesa en la otra persona si ya tiene un referente que si construyes todo desde el inicio. En este sentido, el trabajo de Mrquez resulta ms af n a la desarticulacin de universos que a la construccin de nuevos mundos. El procedimiento se basa en reventar.

    Can busca dialogar con Heiner Mller en aspectos formales, pero particularmente en el proceder desde elementos sociales y polticos a travs de la poesa y a partir de la propia experiencia. La idea del petrleo y de la guerra estaban muy presentes cuando empec a escribir Can. Siguen estndolo. Hablan todos los Canes. Cunde un sentimiento de desamparo ante la inmensidad del mundo, donde uno hace las cosas y quin sabe si sus acciones tengan sentido o coherencia.

    El propsito de la obra es generar en el espectador posturas crticas ante los fenmenos extremos que vive nuestra socie-dad. De ah el enorme listado de referencias al contexto mexicano de fines del siglo xx y principios del xxi: catequistas, columpios dellantas, nios compartiendo el lunch en el recreo, dos ofrendas trasladadas desde el mito a la realidad Can frente a un barril de petrleo como smbolo de la cosecha, Abel frente a uniformes sucios del ejrcito: una camada de ovejas por sacrificar, jvenes de la calle que hacen malabares y limpian parabrisas, obreros, reporteros y fotgrafos que afilan sus dientes para tener la exclusiva de El primer asesino de la historia, asaltos, mujeres asesinadas en Ciudad Jurez, un lanzamiento de granadas en el zcalo de Morelia mientras se celebra el grito de Independencia, misiles sobre Irak, un conejo negro de peluche, pupitres con porteras hechas de papel para jugar futbol con los dedos cuando la maestra se voltea hacia el pizarrn, una joven promesa para la humanidad, peticiones de

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  • 25asilo poltico, el dramaturgo que escribi la obra, el director que la dirigi, los actores, el pblico, Can arando con un carrito de super-mercado, el asesinato de Abel en un pozo petrolero.

    Estas referencias auxilian el traslado del mito a la realidad, ha-ciendo patente que en nosotros se encarnan todos los humanos de la historia. El acto de unos es el acto de todos. La obediencia como culpa de Abel vive en nosotros, y tambin el resenti-miento como culpa de Can. Estos elementos inciden en la escena para reventar la estructura de ficcin y revelar que todo mito tiene su correspondencia en la realidad.

    En la seccin xvi de la obra sucede un rompimiento de la forma tipogrfica, con tres frases acomodadas en crculos concntricos, abarcando toda la pgina:

    A travs de este texto/imagen, el rasgo incontrovertiblemente cclico de la violencia se concreta no slo en el contenido del texto, sino en su forma Can que mata a Abel que mata a Can que mata a Abel que mata

    La figura del crculo, a su vez, emula los ciclos de la naturaleza: de cultivo para el agricultor Can: Grano por grano / ha sido cui-dado desde su sembrado / hasta su madurez, y de trashumanciapara el pastor Abel: Oveja por oveja / ha sido cuidada desde

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  • 26 su parto / hasta su vejez. Asimismo, los ciclos se vuelven smbolo paralelo de la circulacin transgeneracional de la culpa: interrupcin vital encarnada en el vientre que aborta la vida hijos de Can e hijos de Abel que terminarn clavndose las garras en el vientre que aborta la vida...

    En esta figura se concretan los ciclos de la naturaleza empare-jados al ciclo imparable de la violencia, bebiendo del resentimiento y la venganza, que han resultado histricamente tan dif ciles de romper frente al olvido, los campos se fertilizan y los animalesse nutren con las vsceras de la batalla mientras la marca de Can nos brota en la frente

    Este recurso tipogrfico es importante, porque en l se encuen-tra el germen de un aspecto que se desarrollar posteriormente en la dramaturgia de Mrquez: la importancia fundamental de la for-ma f sica de la letra escrita.

    Una dramaturgia que busca vincularse con la realidad se traduce tambin en recursos tcnicos que continuamente destruyen la convencin: Te acuerdas de Abel? / Descripcin del actor que

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  • 27incluye: estatura, tez, cabello, complexin, una curiosidad f sica y el parecido con una caricatura. Dos catequistas piden a Can que recite los diez mandamientos. Can no responde. / Si alguien del pblico contesta se sigue al siguiente mandamiento. / Si nadie del pblico contesta nunca faltar un fastidioso Abel que levanta la mano y dice la respuesta correcta. Estos recursos tcnicos se utilizan para vincular constantemente la historia que se despliega en escena con su correspondencia en el momento real en que sucede la accin dentro de un teatro, en una ciudad en particular. Hoy Can estren su nueva obra de teatro en ____________. Setrata de instantes cruciales que conducen al espectador,a la par de los actores, a salir del pacto de ficcin. Ahrrate la escena. / S que vas a matarme, lo acabo de leer en la Biblia.

    Las referencias al contexto contemporneo, a la par de estos exabruptos que dependen de las caractersticas especficas del montaje en curso, revelan un compromiso por lograr que el tea-tro estanque a la gente en el presente. La intencin es vincular el mito de origen, anquilosado, con la actualidad. No slo en cuanto a contexto histrico, poltico, econmico y social, sino incluso al momento del montaje en s. La invitacin es a llenar esos huecos de referencialidad, para que sea el lector quien una los puntos que vinculan el mito de Can con su propia realidad social, econmica y poltica. A partir del despliegue de procedimientos se busca que estas obras generen sus propios contenidos. Yo digo que hago arqui-tecturas semnticas: construimos estructuras vacas, arquitecturas vacas, para que el lector-espectador vomite sus propios contenidos en ella. Esto implica una idea del dramaturgo no como transmisor de informacin, sino como edificador de espacios vacos que tie-nen el potencial de ser llenados por el consciente e inconsciente de quien observa.

    IV.Pareciera que Can aborda fundamentalmente el tema de la violencia y su relacin con el poder. Pero detrs de esos dos enormes conceptos se erige uno, menos ntido, pero quizs ms pro-fundo: un cuestionamiento sobre la voracidad. Todo parte desde la imagen de la ofrenda, tras la cual Dios siempre querr ms, de la misma manera en que el humano siempre exige ms, a sus

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  • 28 congneres, a la naturaleza. La voracidad de todo poder funciona as: siempre se nos va a pedir que sacrifiquemos ms, en nombre de qu? De quin? Del progreso, el avance, la modernizacin? De conceptos abstractos que resulten tan ficticios, tan construccin cultural vaca, como la idea misma de Dios? El poder exige a las personas sacrificar su tiempo, sus impuestos, sus hijos, sus cuerpos, su dignidad. La voracidad del poder, del gobierno, de la economa: esos dioses que nos rigen en la secularidad econmica y poltica donde lo que se sacrifica es lo social y comunitario.

    Quedarse callado tambin es una forma de acto. Si Dios es el espectador de la violencia suscitada o incitada por l entre Can y Abel, nosotros como lectores - espectadores nos convertiremos tambin en testigos pasivos de la violencia. Como tales, recibiremos al final de la obra la misma ofrenda de carne yhueso que recibiera Dios de Abel a travs del cordero, y de Can a travs del cadver de Abel: un trozo de carne empaquetada con una etiqueta que dice: Can y Abel. Este ltimo pedazo de carne, ofrendado al pblico, trastoca el papel del espec-tador que hasta ese momento se crea pasivo, un observador neutro de lo que suceda ante l en escena. La ofrenda final va diri-gida al espectador y lo obliga a responsabilizarse de lo que ha visto. A nosotros nos toca, como a Dios, escuchar las voces de laculpa que surgen de la tierra de Nod. Si la inaccin es una forma de acto y a travs del no actuar se acta, habra que pensar de qu forma actuamos como pblico / lector de esta obra.

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  • 29Jalar los hilos: tejido y (re) escrituraMariana Oliver

    Si los motivos que conducen a la escritura son tan diversos como quienes escriben, tal vez la reescritura corre con la misma suerte y surge de muchos lugares, acaso de la sospecha, de la insatisfac-cin, de una mirada que se busca en el pasado, en lo que se supone anterior; tambin emerge del placer, de una fascinacin que fluye y desemboca en otro texto. Quiz se reescribe porque hay algo no dicho, que se oculta, o todo lo contrario, se vuelve a escribir porque el texto dice demasiado.

    Al escribir, una maraa informe se ordena, adquiere su silueta, su lugar en el mundo. Reescribir es como destejer, jalarle los hilos al texto y stos, vueltos nudos en los dedos, encuentran otro camino, enlazados ya con otras voces. Quien ha tejido sabe que al hacerlo el tiempo adquiere un ritmo distinto aunque el ovillo contenga en s el principio y el final ineludibles y es posible volver en l, des-tejer por la noche lo avanzado durante la vigilia y, como Penlope, estirar los das.

    Si el paso de la oralidad a la escritura fue un guio a la posibi-lidad de permanencia, a hacer de la tinta sobre el papel una exten-sin confiable de la memoria de ah las Tablas de la Ley, grabadas en piedra por la mano de Dios, entonces reescribir es rechazar, resistirse a lo esttico, a lo inmutable. Romper la piedra y adorar un becerro dorado.

    *Imagino que quienes reescriben experimentan una satisfaccin agridulce, incompatible con la de los nios, vidos de repeti-cin, que ven la misma pelcula o piden el mismo cuento cada noche. Durante una poca, hace ms de veinte aos, mi hermana

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  • 30 y yo vimos una cinta hasta que se desgast. Paulatinamente, las manchas de los dlmatas que buscaban a sus cachorros todos los das se multiplicaron en la pantalla y la cubrieron casi por completo. Estoy segura de haber visto la pelcula hasta aprenderme los dilogos de memoria y nunca entend por qu una mujer quera matar tantos perros slo para tener un abrigo (en esas historias de iniciacin, las malas siempre son mujeres), ni cmo un msico enclenque y nervioso poda adoptar ms de cien cachorros mientras yo ni siquiera tena uno.

    Mi simpata por aqullos que reescriben se deriva de un prejui-cio, supongo que poseen una de las caractersticas que ms aprecio: la incredulidad. Incluso he imaginado el proceso que lleva a alguien a reescribir: primero, la historia pica o bblica narrada como ali-ciente para inducir al sueo se instala y, como semilla, echa races. Crece as por dentro y va trazando deseos, bordando expectativas. Un da, quien reescribir (y que todava no lo sabe), convertido en uninconforme capaz de llevar su malestar hasta sus ltimas conse-cuencias, tal vez mirando al horizonte, tal vez al fondo de la taza de t, susurra para s la frase que da vueltas en su cabeza: seor Dios, usted se equivoca, las personas no resucitan; seor Homero, no quiero ser un hroe ni quiero ir a la guerra.

    PalimpsestosEscribir donde ya se ha escrito es una prctica antiqusima. Aun-que en el Antiguo Egipto y en Grecia los papiros se reutilizaban pese a ser un material poco propicio para ello, fue durante la Edad Media que los palimpsestos se multiplicaron; sin embargo, nada hay ms lejano a un deseo de reinventar la literatura que estos arte-factos medievales que se producan slo por motivos econmicos. Confeccionar un pergamino era equivalente a desollar un ganado entero que, mientras ms joven, posea una membrana ms suave y fcil de coser, por lo que reutilizar folios era una prctica habitual. Los pergaminos se lavaban y raspaban para permitir la copia de un segundo texto; incluso stos podan usarse de nuevo. As, tres copias de pocas, caligraf as y gneros distintos se encontraban en el mismo cdice.

    Palimpsesto significa grabado nuevamente, de ah que cada uno de ellos sea nico. El tiempo que hay entre cada copia, as como

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  • 31la disposicin de los textos, les confiere individualidad, un carcter propio: Homero enterrado bajo un tratado mdico, Arqumedes desdibujado entre salmos y oraciones de convento. Frmulas y poesa, herejes y santos encerrados entre las mismas tapas durante siglos. El amor, por ejemplo, convierte al cuerpo en palimpsesto. Una primera escritura lo estrena hasta su inevitable lavado y raspado que no logra borrarla del todo. Y andamos as, con la piel como testimonio.

    Durante la segunda mitad del siglo xx, cuando los tericos literarios se ocupaban de estudiar las relaciones entre textos, Grard Genette utiliz el trmino palimpsesto para hablar delas reescrituras literarias, de las voces propias y ajenas que confor-man al texto, de cmo los autores se apropian de una obra yaexistente para contar otra historia. La idea de Genette fue escla-recedora: detrs de cada texto, de lo que leemos en la superficie, hay un sinf n de autores enterrados, basta con soplar un poco.

    Los palimpsestos son testigos de la marginacin, de la seleccin no natural de la literatura. Aquellas copias de las que se poda pres-cindir eran borradas, enviadas al fondo, convertidas sin reparo en fantasmas. Como es usual, el tiempo pone al mundo al revs y hoy se busca en los palimpsestos lo que el pergamino esconde.

    Al igual que otros libros, los palimpsestos producen ideas per-versas, no slo porque nos revelan un da que los subalternos tam-bin hablan o que algunos hroes bien podran llamarse asesinos; su estructura es una provocacin en potencia. Se me ocurre, por ejemplo, un palimpsesto testimonial, donde la encclica Veritatis Splendor de Juan Pablo ii quedara enterrada bajo el Manual de la buena lesbiana de Ana Francis Mor.

    Letras indeleblesMe llamaba Emma Rosa Arce Becerra. Tena 40 aos.

    Encontraron mi cuerpo en la calle Guadalupe, en Puerto Vallarta. Me mat mi esposo Jos Garca Garca.

    Me dispar varias veces en el trax y en la cara. Mat tambin a un joven de 16 aos de quien tena celos

    y despus se mat l.De vez en cuando, a modo de escritura colectiva, un grupo depersonas nos reunimos a bordar en lugares pblicos. Con hilo

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  • 32 prpura letra por letra, desovillando, dejando testimonios inde-lebles de lo terrible sobre el pao blanco. A veces hablamos, otras veces no es posible. Hay quien se detiene a leer los retazos de tela. Siempre nos preguntan por qu bordamos, nunca por qu matan mujeres.

    Una bordadora me cont que, una vez, una nia pasaba en bici-cleta y entre los pauelos que ondeaban se encontr con la historia de su madre. Saber que alguien ms la recordaba la reconfort.

    (La aguja se encuentra por un instante con mi dedo, instintiva-mente me lo llevo a la boca para seguir bordando. Cada letra duele).

    *Hay reescrituras fallidas o imposibles. A la mala, una aprende que ciertas historias deben dejarse como estn, intentar reescribirla memoria es terreno peligroso, no es como un lbum de foto-graf as, un sitio fijo que muestra miradas y gestos petrificados, sonrisas fijas que no se agotan. Dicen que una mujer seconvirti en estatua de sal slo por mirar atrs usualmente lamemoria se encuentra atrs y no adelante, por dar un ltimo vistazo a lo que deba dar la espalda.

    A travs de nuestras historias o de su rechazo nos inventamos. Somos lo que contamos sobre nosotras mismas, repeta como mantra una profesora de la Facultad. Entonces no dej de pre-guntarme qu era aquello que guardaba en la memoria, cmome contaba, cmo me iba tejiendo o quin era en mis historias. Hay gente que recuerda largos fragmentos de su infancia y dispone de relatos elocuentes para la sobremesa; de la ma recuerdo poco, rastrojos apenas: los das de Reyes, el hombre de la bicicleta arrollado por un auto, la presa frente a mi casa, el uniforme de la escuela. Supongo que comenc a existir despus.

    Y quin, si pudiera, no se reescribira? Yo borrara un ao o dos y dejara a Stravinsky de fondo musical. Entonces sera otra, distinta de la que escribe, mutilada, con una laguna inocua de aguas calmadas, pero liberada de ese ao o dos.

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  • 33Nouvel AnHayde Salmones

    Para Huberto BatisPara Lorena

    Estaba ebrio. Al despertar, en una estacin del metro de Pars vi que daban las 12 : 00 de la noche. Era pattico; no recordaba nada. Las arcadas volvieron, ms fuertes.

    La mir. Estaba buena. Iba sentada frente a m, con las piernas cruzadas y los muslos muy tensos. Lloraba. Le mir los pechos, con ganas de estrujrselos. Cogrmela all, duro, sin palabras. Metrsela en el culo, hasta adentro. La mir a los ojos para que supiera. Dej de llorar. En la siguiente estacin, baj.

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  • 34 RiadaBernardo Barrientos Domnguez

    La cara de Penlope se esconde bajo las cobijas; no quiere que los rayos del sol la despierten. No quiere que nada interrumpa el sueo. Para muchos, los sueos son lugares para evadir realidades y donde encontramos las cosas perdidas a lo largo de nuestra vida. Y vaya que Penlope ha perdido mucho en su breve paso por este mundo: no pasa un ao en el cual la muerte se lleve a un familiar o a una amistad. Por tal razn, ella est muy sola: la fama de su maldicin termin por alejar a los dems. No obstante, mientras pueda parir sueos, a Penlope no le importa. Yo tambin he sufrido prdidas. Mi madre muri de tristeza y mis dos hermanos fallecieron en un terremoto. Mis abuelos enfermaron de cncer letal y mi padre des-cuid una hernia que lo llev a estirar la pata. Desaparecieron a mis amigos en el norte; nadie ms ha escuchado hablar de ellos. S, los dos hemos llorado, pero yo no puedo dormir. No es mi naturaleza; tampoco me causa angustia no poder hacerlo; soar no es im-portante. Sin embargo, obedezco las reglas del cielo y me levanto de la cama al momento en que sale el sol. De repente, el da despunta y el deber, ese bicho raro que aplasta sueos, empieza a dictar las diligencias estriles que nos vincularn al estrs y a los dems.

    Tengo que ir al trabajo. Ya se me hizo tarde. Tengo que despertar a Penlope. Tengo que preparar el desayuno. Quiero innovar, pero slo s cocinar huevos y quesadillas. Tengo que baarme. Tengo que rasurarme. Tengo que sacar al chamaco de la cama. Tengo que vestirlo. Tengo que recoger los platos y lavarlos. Tengo que hacer el caf y explicarle a mi hijo por qu todava no puede beberlo. Tengo que hacer una lista de los deberes para que Penlope se encargue de realizarlos. Tengo que sacar la basura. Tengo que revisar que la tarea est bien hecha. Todo eso, al tiempo que descorro las cortinas

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  • 35y me doy cuenta de que otra vez llegar tarde al trabajo. Mientras, Penlope an se oculta bajo las frazadas; llamo a la oficina con voz adormilada y pregunto por el jefe.

    No ha llegado me dice una secretaria.Dgale que voy retrasado. Problema domstico. No entro en detalles. Cuelgo e identifico la frustracin inicial del

    da. Quisiera meterme bajo las cobijas y quedarme tendido hasta envejecer, pero tengo la certeza de que me har viejo trabajando. No jetn. Entonces prendo el biler y, en lo que calienta, dispongo de veinte minutos para exprimir las naranjas, mezclar el huevo con el jamn y poner la mesa. Elegir el traje que usar. Ponerlo sobre la cama. Despus escoger la camisa y colocarla debajo de la chaqueta. Al final, la corbata, la pinche corbata. Durante el periodo de selec-cin, recordar ante todo que una camisa estampada siempre va con corbata lisa de un slo color. Pero las corbatas son un rollo. No les entiendo por ms sencillo que parezca. Corbata negra combinada con un traje negro y una camisa blanca. Corbata rosa con una ca-misa blanca o celeste y un traje gris. No s por qu, pero la corbata naranja va muy bien con una camisa azul o blanca o beige. Corbata azul con una camisa del mismo color en tonos ms claros o igual-mente con una camisa blanca. Demasiadas corbatas, demasiadas decisiones intiles. Termino con ello tras una larga pausa agobiante y me bao mientras mi cabeza no deja de trabajar como una loco-motora infernal. Las cuentas, las malditas cuentas. El gas, la luz, el cable, las tarjetas, el internet, la escuela, la despensa, las medicinas, el dentista, el plomero, el cumpleaos, el da del nio, el da de cmprame esto, la semana de cmprame aquello, el mes de cmprame lo otro, el gasto, el gasto, el gasto. Al terminar, despierto a Penlope con un dulce beso, que no es dulce ni es beso. No puedo ver su cara, pues est muy escondida. Entonces me dispongo a adentrarme en las cobijas para rescatarla y aquello me llevar ms tiempo del disponible. Despus de varios insultos que pierden el sentido con su repeticin matutina palabras que suelen decirse cuando no hay nada ms que decir, Penlope sale de la cama con una cabellera ingobernable que cubre su enojo. Miro mi reloj pero no tengo la necesidad de comprobar la hora; estoy seguro de que es demasiado tarde. Vuelvo a coger el telfono y llamo a la oficina.

    No ha llegado me dice un secretario.Dgale que voy retrasado. Problema intestinal.

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  • 36 No entro en detalles. Cuelgo y despierto a mi hijo. Al igual que muchas personas, l atesora los sueos como joyas preciosas, secretos tan ntimos que nunca se dicen. Se hace el dormido aunque lo est sacudiendo con la fuerza para despertar a un borracho. Le retiro el edredn, las sbanas, las almohadas y aun as no se mueve, mantiene un escorzo demasiado forzado. Entoncesle ruego que se despierte, me pongo de rodillas pero nada funciona. Finalmente cuando logro sacarlo de la cama, contina el reto de vestirlo. Quieres esta playera? No? Bueno. Quieres sta otra? Tampoco? Qu te parece sta? Bueno, cul quieres? La verde? sa est sucia. No te la puedes volver a poner. Por qu no usas la morada? Ya lo s, pero en serio est muy sucia y te prometo que la voy a lavar en la tarde. Nooo, no llores. Por favor escoge otra. No puedes usar la verde. Qu tal la naranja? Ya, por favor, no llores.La lavar al regresar del trabajo. Por favor ya no llores, ya nollores. En ese mismo momento, guardo la absoluta conviccin de que voy a meter la playera verde a la lavadora y luego la meteren la secadora de forma inevitable. Entretanto, Penlope sonrecon malicia, los ojos cerrados desde su cuartel de plumas. Regreso a mi habitacin y vuelvo a llamar al trabajo.

    No ha llegado me dice un hombre viejo.Dgale que voy retrasado. Problema vecinal. No entro en detalles. Cuelgo y prendo el sartn, echo los huevos.

    Caliento el pan en el tostador y sirvo el cereal. Escancio el jugo de naranja y, para esto, no hay nadie en la cocina. Los dos han vuelto a quedarse dormidos. Cuando me asomo a las habitaciones, los encuentro agazapados debajo de sus respectivas mantas. De pronto, suspiro resignado; una especie de adiccin y suicidio contemporneo. No puedo evitarlo, quiero aventar los platos a las paredes como lo hacen en las series americanas, quiero mandar todo a la chingada y retirarme de la escena en medio de un silencio de nerviosa incertidumbre. Quiero gritar como chango alterado por la presencia de una amenaza, pero no puedo. Los cuerpos dbiles no pueden vivir sin el deber. Tengo muchas cosas que hacer. Tengo que sentarlos a la mesa, tengo que lavar sus platos, tengo que mantener a Penlope fuera del cuarto, tengo que sacar la basura orgnica pues ya hay varias moscas, tengo que sacar la playera verde de la secadora. Tambin tengo que pasar al banco y a la gasolinera, tengo que pensar en las vacaciones en Cuernavaca,

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  • 37en Navidad y en Reyes, tengo que pensar en el aniversario. Tengo que pensar, pensar, pensar. Y ellos dormir, dormir, dormir.

    Al fin se levantan ojerosos. Desayunamos mientras mastica-mos para sentirnos vivos. Lo hacemos en silencio como debe de ser: nuestras fantasas mudas nunca se tocan, slo nos vinculael sonido de los dientes triturando la comida que dej de sercomida conforme se fue repitiendo hasta el sinsabor del conven-cionalismo. Ante todo, tenemos prisa por terminar las misionesque nos han encomendado el deber y el estrs. No nos prestamos atencin, ya que cada quien est inmerso en sus pensamientos. Es cosa de minutos para que retire los platos sucios a medio acabar y los coloque en el fregadero. Tengo que lavarlos, pues Penlope no lo har. Les pido de favor a los dos que limpien la mesa; sin embargo, resulta lo mismo hablarle a un fantasma. Antes de salir, intento comunicarme a la oficina.

    No ha llegado me dice una jovencita.Dgale que voy retrasado. Problema en la primaria de mi hijo.No entro en detalles. Saco y cuelgo la playera verde de la secadora

    y salgo disparado por la puerta con mi hijo. De camino al trabajo me acuerdo de que no hice la lista. Falta leche, jitomates, aceite, mantequilla, frijoles, queso y tortillas al menos. Estara bien comprar huevos tambin. Aprovecho el embotellamiento, ese fenmeno tan comn que an sigue irritando a la gente que lo provoca, y marco a la casa. Penlope no contesta, tampoco funciona su celular. No le gusta recibir llamadas. De seguro se volvi a dormir, igual que mi hijo, quien va dormido de ida a la escuela. l tambin ha conocido las prdidas. Tuvo un hermano por tan slo dos aos, al cual quiso con toda su alma. Como usualmente pasa en muchos hogares, un perrito lleg tiempo despus. Hermoso schnauzer que conoci el mundo slo por dos aos. La tristeza de un nio dista de ser repro-ducida ejemplarmente por las palabras; por ello basta decir que sufri de forma amarga. Cuando lo miro dormir pienso en eso. Dela misma manera en la que miro a Penlope. Ellos necesitan de lossueos para paliar el dolor de su mundo, para librarse de la acuciante realidad. Quisiera acompaarlos en su dolor, ser su fortaleza, pero ciertamente escapan de mi ayuda. Tardo una hora y cuarto en cruzar Coyoacn. Procuro sonrer cuando mi hijo dice adis, pero no puedo ocultar la angustia de que me van a despedir. No s por qu vuelvo a mirar el reloj. Es una costumbre masoquista,

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  • 38 una locura de esperar algo que nunca va a suceder. Ya en eltrfico que abunda en todas partes, no puedo evitar imaginarmeen la pobreza; en cmo voy a mantener a mi familia. Las dificultades que sobrevendrn a mi despido, los gritos y las pesadillas. Divago en la forma en la que tendr que confesarles que ya no van a tener una cama donde soar. Que los sueos tendrn que ser cambiados por un boleto de ida a la desesperacin. Que no tenemos familiares ni amigos en quienes confiar, a quin pedirle dinero. Estoy muy molesto por cosas que todava no suceden, tan enojado que piso el acelerador sin querer. Entonces golpeo la defensa de un Chevy. No es tan fuerte el impacto, pero el conductor est que arde. Las cosas se caldean. Estoy seguro de que l tambin va retrasado. En un segundo de no tensin, los dos llamamos a la oficina.

    No ha llegado me dice un joven.Dgale que voy retrasado. Problema automovilstico.No entro en detalles. Cuelgo y el otro conductor cuelga. Nuestro

    da al parecer es un infierno. No s por qu no descargamos nuestra ira en el otro. l se ve feln. Yo tambin rifo. No obstante, de alguna forma tenemos la idea de que nos van a despedir y no podemos alargar ms el asunto. Tampoco podemos llegar con sangre en nuestras camisas. Es inaceptable. Tengo que darle trescientos pesos por el golpe; lo acordamos y cada quien jala por su camino. Eventualmente todos tenemos que hacerlo. Antes de llegar al trabajo, despus de que me lavaron tres veces el parabrisaschin!, ya no pas a la gas ni al banco, veo que el estaciona-miento est lleno; ya llegaron todos. Doy vueltas alrededor de unsinf n de vehculos estacionados, alineados a la perfeccin, indispuestos a traspasar las lneas divisorias de espacio. De maneraeventual encuentro un sitio apartado y la violencia que ocupa micorazn parece haberse apagado. Me bajo del auto y mis pier-nas flaquean, un adormecimiento las invade. Apenas puedo mantenerme en pie; ms de dos horas cuarenta minutos sentado. No importa. Calculo que ya me estn esperando con el chequedel despido, listos para soltarme. En ese instante, en el trecho entre la oficina y el estacionamiento, deseo tener alas y volar hacia el sol. Desintegrarme sin aspavientos. Slo fundirme a sus potentsimos rayos que destruyen sueos al amanecer. Sin embargo, puedo pedirmuchas ms cosas, pero al fin y al cabo, s que maana voy a repetir el mismo ritual tan montono como mesinico, sin importar lo que

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  • 39suceda. Cuando se abren las puertas, entro con la sensacin de que voy a perder aun antes de hacer la apuesta. Camino con los hombros encogidos, la cara medio escondida en la solapa del saco. Procuro que nadie se d cuenta de mi presencia: si me van a correr que no se arme un escndalo o un chismero. Al tiempo que atravieso un largo corredor, sopeso las posibilidades de buscar trabajo en una de las empresas competidoras. O vendiendo comida, no s. Tengo que salir adelante, tengo que proveer, tengo que cumplir, tengo que portarme bien, tengo que satisfacer sus necesidades, tengo que faci-litarles la travesa, tengo que estar all, tengo que estar ac, tengo que estar all, tengo que estar en todos los lugares, tengo que pagar, tengo que producir, tengo que generar, tengo que ofrecer, tengo que, tengo que y tengo que. Para cuando llego con la secretaria, estoy tan plido que parezco enfermo, mi corazn late a mil por hora. Ante la situacin, ella me pregunta:

    Jefe, est usted bien?Disculpe, seorita le digo sin escucharla. Lleg ya el

    patrn?Horrorizada, se lleva la mano a la boca. Seor director!, se encuentra bien?

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  • 40 Declaracin de odio 2.0Arturo Loera

    Se ha trascendido la carne simplementey quedan la piel, las vsceras y el tiempocabalgando en el albaef mero entre dudas y esperanzas inciertas. Las absurdas cadenas se mantienen, Efran,pero los gritos brotan ahora de las cloacas: cocodrilos furiosos, acaso poetas, cayendo en el drenaje de las negras ciudadeso sobre pequeas slabas esclarecedoras que sean una flor blanca ms all de los tneles podridos.

    Porque qu alta ciudad, mareada y lodosa!Hay rboles de concreto, y persiste una extraa calma. Las horas grises, blancas y amarillasahora son canas, dientes y hepatitis y lo que hubiera muerto en las traidoras callessigue muriendo sin voz ni acero ni tezontle.

    La ciudad es justa en nuestro odiopues alberga en el reflejo de sus cristales sucioslas mismas figuras que en un tiempocausaron conmocin y van pasandoa ser parte de lo cotidiano. Sin embargo persiste cierto odio, ciudad, que genera la perpetuacin de contrapartesque no deja de llenarnos los bolsillosa cada paso que camina nuestra vista.

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  • 41Ciudad negra o colrica o mansa o cruelo pequea hoguera que no ha de calentar dos o tres partes de nuestro espritu. Y al mismo tiempo fuerte en nuestra carney nuestras columnas y nuestro origen orientado hacia el rencorde odiar a la tierra y amar a la vida.

    Te declaro mi nico odio (ya que no puedo hablar por los dems).

    A ti, a tus alegres y farsantes noticias, a tus muchachos malditos que de malditos slo tienen las uas, a tus prostitutas fras y a tu acero caliente.

    Te declaro mi nico odio a fuerzade ser engrane en el progreso de tu talla gigante y sentirte as inmensapero cercana. Y si te odio es para mantener la parcialidada la hora y en la hora de nuestro poemay encontrarlo entre tus meses cada vez ms chicos, entre la publicidad y la msica de un alma desarticulada.

    Y as tambin he visto a los hombres: rosas o geranios, claveles o palomas, hombres y cocodrilos que esperan caer en el drenaje de la negras ciudades, como ty no ser una casa apacible donde vivir cobardesy no una puerta falsa para huir de rodillas.

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  • 42 Oda a la vida retiradaRen Rueda

    Mi vida habra seguido su cauce natural si el consejo eclesis-tico no se hubiera enterado de que en vila burl al regimiento completo de monjas carmelitas. Una mozuela de caderas anchetasno soport el silencio y cont lo que vio y vivi. Asumirse como vctima ma la salv de los fuetes, el destierro o la muerte.Yo, como obrador de sus congojas, fui con el vano dedo sealado. El obispo Gonzlez, de Teruel, ley mi sentencia.

    Me arrancaron los hbitos y me otorgaron el destierro. Llor porque la vida monacal, a la que me consagrara desde los trece aos, slo haba abonado mis desdichas. De nada sirvieron mis ttulos de traductor de los Proverbios o del Libro de Job; tampoco mi trabajo en la ctedra de santo Toms. Mi Orden pregon que yoera la encarnacin de Satans. Entonces abandon mi cruz y, puesta la fe en mi cuerpo, march hacia los pueblos de Flandesy Bretagne, con el fin de mudar mi destino.

    En Arkngelsk ahogu cuarenta hombres y puse fin a las con-tiendas del ahogo; en Marken me cas ocho veces y jams cono-cieron mi verdadero nombre. A pie, deshice los meses de siete aos. Dichosas experiencias ocupan mi memoria: conozco bien el sabor de las tardes en Quiberon, donde aprend a comer pescado crudo.

    Pero la suerte me tir de su lecho y al cabo de once aos volv, en calidad de mendicante, a la terrible patria. Me hice bandido de capa y estocada, luego matn a sueldo. Por una coincidencia, durante una encomienda en Teruel, mat al ms frreo enemigo del obispo Gonzlez, mi antiguo juez, y ste, despus de meditar sobre el provecho que supona tenerme cerca, me hizo su guardia personal. Durante dos aos segu su carruaje sobre un caballo negro de buena estampa. Era feliz con mi sombrero de ala pronunciada, mi espada

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  • 43y mi casaca roja de la cual sobresalan las mangas de una limpia camisa con cuello a la valona.

    En los das de descanso escriba poesas por las maanas, y dedicaba las tardes a pasear por las calles bien empedradas, donde me deleitaba con el andar de las mujeres jvenes. Pensaba en que Teruel y sus comarcas eran buenos lugares para transcurrir una vida sin grandes aspavientos: desde que el obispo me tena consigo nadie lo perturbaba. Mi existencia por fin haba alcanzado cierto equilibrio.

    Un da de noviembre, el equilibrio se rompi. Al promediar la tarde, por vez primera mir a la nia triste. Se trataba de una mo-zuela espigada con un canasto de pan colgando de sus puos; se me antoj tan sola y tan sublime que pens en protegerla. Caminaba tras una mujer de rostro inflexible y entrada en aos. Desde ese momento, la serenidad me abandon. Buscaba cualquier pretexto para separarme del obispo y rondar los caminos de la nia. Mis persecuciones fueron cada vez ms notorias. Recuerdo que perma-nec frente a la puerta de mi amada cuatro noches seguidas, hastaque el desvelo enmarc mis ojos; y que llor a solas, porque me senta indigno de amar a tal belleza. Recuerdo que una tarde encontr en la taberna a ciertos conocidos y que les habl, entre so-llozos, de mi amor por la nia triste.

    Un hombre viejo, cuyos ojos apenas se notaban entre susmuchas arrugas, conmovido por mis quejas, se acerc hasta mi mesa y me llev aparte. Dijo que me aconsejara, porque haba escuchado de mi fama y no le complaca que un hombre valeroso se ahogara en un pequeo estanque. Hablaba con gran autoridad y, a pesar de sus aos, su voz era brillante y grave. Le di gracias y, al momento, comenz a hablarme en liras:

    Qu vida ms afable, la del que huye del mundanal ruido, y si-gue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Y quin sabio llamarse?, sino aqul que ha co-rrido mil caminos, sin dolores ahorrarse y no escuchar ms trinos, que el combate de alfanjes asesinos. El valor de los leones, la ms ilustre gracia de esta vida, por las Dominaciones de cuidado cedi-da, es poderosa luz que en vos anida. Bien vale que por sta, pro-cures un descanso prolongado, en el mar o en la cresta de la sierra que, presta, a recibirte va como a un regalo. Irte de aqu, valiente, y en la marcha llevar a tu adorada, mantenerla caliente, con ternura bullente, hasta que brote amor de su mirada!

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  • 44 Las palabras del viejo, al que di por poeta, inflamaron mi pecho de esperanza. Al llegar a mi casa comenc a preparar la que creami ltima aventura. A la siguiente jornada sub las escarpaciones de la sierra hasta que encontr un lugar oculto y confortable dondeinici la construccin de una cabaa. Me alegr la cercana del Tajo.

    Cuando conclu la cabaa me dispuse a robar a la nia. En esos das me convert en un animal silencioso: si antes me mostraba en todo el esplendor que la ropa de guardia y mi caballo me otorgaban, ahora me dedicaba a espiar a la nia desde las esquinas, o desde los comercios de telas que abundaban por aquellos rumbos. Comenc a codiciar su cuerpo ms que su alma. Una noche de luna men-guante en que las pulgas del ansia carcoman mi espritu, improvis unos versos a fin de serenarme: Qu presta a mi contento si soy del vano dedo sealado; si, en busca deste viento, ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado? Oh monte, oh fuente, oh ro! Oh secreto seguro deleitoso!, ya roto el enato, a vuestro almo rugoso huir de aqueste mar tempestuoso.

    Un tres de marzo realic aquello que tanto haba soado. Era casi la hora nona cuando, a caballo, persegu a mi nia hasta la iglesia. En el prtico le di alcance, con una mano apagu su grito. La empotr con facilidad. La mujer que la acompaaba intent detenerme. Le di un puntapi en la boca. Luego chifl. El caballo emprendi el galope entre las miradas injuriosas de los pocos testigos. Yo profera maldiciones y los tildaba de cobardes. Al dejaratrs la ltima casa de Teruel, hund mi nariz en el cuello de mi amada y exclam, victorioso: Un no rompido sueo, un da puro,alegre, libre quiero; no quiero ver el ceo vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero! Despirteme esta ave,con su lozano cuerpo encendido, no el cuidado grave de que siem-pre es seguido el que al ajeno arbitrio est atenido.

    Luenga fue nuestra cabalgata. Los espritus del bosque ya chirriaban cuando se levant ante nosotros la cabaa: posea un jardn gigantesco abundante en flores. A su diestra, el caudaloso Tajo serpenteaba.

    Esa primera noche desnud a la nia, pero no desfalqu ninguna de sus glorias. Me limit a proferir un sermn sobre nuestra unin en medio de una tierra enjuiciadora, le dije que ramos las mitades separadas de un solo cuerpo; que mis ojos la haban buscado tantas veces, en tantos lugares, como quien busca un lugar dnde

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  • 45transcurrir la existencia; que era como si, al hallarla, me hubiera topado con la verdadera vida; que vivir con ella era como vivir conmigo. Mientras le deca esto ella lanzaba profundos gimoteos y, al ms leve contacto de mis manos, encoga sus suaves muslos. Por hoy has de quedarte as, quiero mirar cmo te labra el fro le dije finalmente.

    Apenas despunt el sol, la puse en mi lecho y, como si abriera de par en par las puertas del monasterio, abr sus blancas piernas. Goc sin paz del bien, luego del duelo, a solas, sin testigos, libre por fin de celo, de odio, de condena, de recelo. Cuando ella dej de oponerse a mis abrazos y dej caer su cabeza en mi pecho, sent en la piel su tenue llanto y me promet que sera el ltimo de su vida.

    Pero una infausta sed hizo que, despus de una semana de goce, la amordazara y la metiera en una jaula de troncos que colgu de un rbol, pues haba decidido bajar a las comarcas de Teruel para busca otras glorias semejantes a ella, glorias que perdan su esencia en poqusimos das.

    En los alrededores me apodaron el monstruo y durante un tiem-po no se atrevieron a recorrer mis territorios, slo daban gracias al cielo cuando los restos de sus muchachitas corran ro abajo, llagados y flacos, mientras mi espacio de rboles reverdeca con las presencias nuevas y yo recitaba graciosas poesas como sta: Del monte en la ladera, por mi mano plantado tengo un huerto, do siempre es primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en espe-ranza el fruto cierto. Mis nias codiciadas, en cuatro das de ayunas reverdecen, suben tristes y agriadas pero al bajarlas crecen en can-dor y, en silencio, obedecen. Sola tenderme bajo las jaulas: madur a la sombra de los temblores y de las llorosas peticiones que con-vert en tenues lricas, puesto el atento odo al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.

    Cuando los poblados se vaciaron de mozuelas, treinta hombres en la flor de sus das decidieron acabar conmigo. Sobre caballos fuertes abrieron los caminos de la sierra. Se encomendaban al Dios de la victoria; a cada rato soltaban los pomos de sus espadas para besar sus cruces; no les importaba morir pues crean que yo mere-ca ese destino. Pero ellos no saban que en Arkngelsk haba dado muerte a cuarenta hombres bravos en una sola lucha.

    Si tuviera un poco ms de tiempo consignara, minuciosamente, la manera en que romp sus crneos; describira mis trampas y

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  • 46 hablara del sonido de mi gurka al hundirse en su carnes, al tajar sus narices y orejas. Pero el rey se ha dado cuenta de que soy un gran tigre y ha enviado a ms de doscientos hombres por mi cabeza.Ya escucho el crujir de sus botas contra las castaas de este otoo; ya puedo oler su miedo. Me voy de aqu. ltimamente he soado con pieles del color de la nieve y blondas cabelleras.

    Si la vida me alcanza, probar suerte en diversos pases. Adis cabaa ma, dejo esta relacin de hechos para darle a la gente algo con qu entretenerse. La finalizo con estos versos que dan razones fieles a mi comportamiento: Como dice Aristteles, cosa es ver-dadera: el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por tener mantenencia; la otra cosa era por tener juntamiento con hembra placentera.

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  • 47Dos epigramas a la manera de Ernesto CardenalSamuel Espinosa Mmox

    A m tambin Anel me gustara escribirteun epigrama de amor como el de Ernesto a Myriam

    Pero de aquellos das Anelen los que t me parecas tan bellatan bella que ni Myriam me lo hubiera parecidoa duras penas y me acuerdo

    ***

    para una como vosotras

    Y t que algn da leas estos versosemocionada ms por mirar tu nombre en el poema que por el poema mismorecuerda cada tarde que pasamos juntosy hasta presmelo tuviste tu poeta

    Pero tambin recuerda tus ltimas palabras antes de partircomo si hubieran sido mas

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  • 48 William Carlos Williams en RenoSantiago Ruiz Velasco

    William Carlos Williams levanta la cabeza y se cala la visera. En la loma, un japonesito subrepticio que ha mantenido al equipo a raya durante tres entradas. Piensa en su madre, en Panam, en su padre, un marine que desapareci en el 99, y en el Herrera, con el que fue campen la temporada pasada. Haba llegado a Reno en junio gracias a su bateo de .357, a probarse con el equipo local, los Ases, pero ac era distinto. La altura, el idioma, la dieta, el fro endemo-niado y esa llovizna constante que conforme avanza el ao se va convirtiendo en nieve. Y la gente. Hoy amaneci solo, y sloencontr una nota: me com las ciruelas del refri. Estaban delicio-sas, tan dulces y heladas. Perdona. Estara ella entre el pblico? Sepa Dios. El parque es tan grande, inimaginable para ligas me-nores. Los jonrones son mucho ms escasos y hay que colocar mejor los golpes. Atrs, entre los jardineros.

    No todo es malo, claro, y por algo emigr, pero si planea que-darse o ir a los Diamantes de Arizona, el equipo matriz, tieneque empezar a batear ms. El juego defensivo no basta, no lo trajeron por ser tercera base.

    Un out, hombre en segunda, y el toletero que le sigue es malo de veras. Son los altos de la sptima y empieza, otra vez, la llovizna. William Carlos se planta. Abanica. Mira al pitcher. Vuelve a fallar. Recuerda la broma del dominicano sobre que no se le pueden leer los ojos al huevn. Se estira, hace un par de swings fuera de la caja y vuelve. Le mira las manos entonces, ve la pelota salir, los dedos imprimindole efecto. Sabe dnde poner el palo, y toda la tensin acumulada en su cuerpo se dedica a ponerlo justo all. Se astilla el bate y la pelota sale hacia las gradas. De foul.

    La atrapa un nio emocionado y, tras el instante, la mirada deWilliam Carlos sigue hacia el gallinero donde est el resto del equi-po. Muy primer mundo, pero los bates de repuesto estn en una carretilla vieja, roja, lustrosa de agua. Mientras se acerca, sin prisa, se da cuenta

    detodo

    lo que dependede ella.

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  • Reescrituras crticasPatricia Arredondo

    Las ideas del artista son el alimento del crtico; sta es la tesis del grabado de Julio Ruelas (1870-1907) que aparece reproducido en nuestra editorial y en el cual el pintor decimonnico se retrata siendo atacado por un bicho malvolo. Las caractersticas f sicas de la alimaa simbolizan el carcter de su natura-leza pedestre, de ah que se asemeje a un horrendo pajarraco con manos en lugar de alas.

    En este nmero, jugamos a ser de alguna forma esos bichos horrorosos que vampirizan las ideas de otros para sustentar las propias, pues la reescritura opera tambin como un ejercicio valorativo. El reescritor desarma el texto, analiza los mecanismos que lo componen estructural y semnticamente, y emite un juicio a partir del cual reconstruye el entramado a su antojo, o en funcin de lo perfectible, retomando algunos de sus elementos compositivos e integrando otros tantos para la conformacin de una nueva idea.

    La tarea de reescribir no es ajena a la historia del arte. La reelaboracin de pinturas u obras plsticas acta en diversas direcciones: como stira, negacin o reconocimiento El artista que reescribe la imagen lo hace desde su tiempo, su estilo y su potica. Estos elementos se sirven de la variedad de formas y el orden de la composicin para dar un giro a la idea del autor original, o crean partiendo de esa misma estructura y actualizan tcnicamente la obra. Se busca tambin la referencialidad y el dilogo entre pocas, es decir, se trabaja sobre un discurso que permite replantear conceptos y miradas con respecto a lo ya hecho de manera grfica.

    Al pensar que la reescritura tambin est presente en lo pictrico, decidimos convocar a diversos artistas para hacer una reinterpretacin del grabado La crtica (1907) de Ruelas. Los creadores deban cambiar de sujeto y reelaborar la imagen del bicho desde la tcnica que les pareciera pertinente, con un estilo libre, conservando los elementos y su disposicin bicho-autor (pues en sta se concentra la idea central de la obra). Los protagonistas grficos se pensaron en relacin a los autores reescritos en los textos de la revista, si bien tuvimos un par de invitados que se distinguen por su independencia.

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  • La organizacin de los retratos se basa en el dilogo que establecen entre s. En la portada tenemos a William Carlos Williams a manera de caricatura, por Erik Rosales. La separata abre con la versin de Andrs Espino, en la cual Ruelas es quien manipula al bicho. En tanto, la reinterpretacin de Rodrigo Cifuentes propone que aun en la muerte las alimaas crticas siguen succionando las ideas. A sta le sigue la del pintor mexicano Arturo Rivera un autorretrato apoyado en el de Ruelas, que fue el detonante para lanzar la convocatoria, pues nos hizo pensar en la posibilidad de una reescritura en lo grfico.

    En la versin de Miguel Mar, Shakespeare es atacado por lo que pareciera ser no la crtica sino la muerte, a lo que el autor reacciona con una mirada de indiferencia. Diomedes Heras retrata a Cervantes, quien es mordido por la araa de la locura. David Martnez pinta a sor Juana cabalgando la cabeza de Octavio Paz. Ytzel Maya, a su vez, en una acuarela, hace que un arcnido gigantesco atenace y envuelva con su red a la dcima musa.

    ngel de la Cruz dibuja a Bram Stoker, quien es atacado tambin por una araa; al autor de Drcula lo representa Corron con una especie de murcilago montado en la cabeza. Hayde Salmones dibuja a Ins Arredondo con una mariposa como prendedor en el cabello (la femineidad es lo que la hostiga o son sus mariposas nocturnas?). Por su parte, Capitan Monsta la pinta con un par de pjaros tomando el t y discutiendo en su cabeza; stos no la agreden pero la usan como base o instrumento. Dispusimos tambin la reescritura de Manuel Reyes, quien intervino una fotograf a de Anne Rice en la cual el bicho, un libro, ha cado sobre la mesa.

    As, en algunos casos el atacante es autorreferencial; en otros, la crtica deja de serlo para convertirse en una metfora de los temas que obsesionaban a cada uno de los escritores retratados.

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    La separata a color cierra con el linograbado de la artista Gabriela Martnez, cuyo abductor es un ave que se alimenta de su creatividad. La tcn