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INSTITUTO PENSAMIENTO Y CULTURA EN AMÉRICA LATINA ENSEÑANDO A PENSARC. C. T. 12PSU0072K RVOE SEG/00017/2005 Periódico Manantial 1 México D. F. Estela Quintar, Directora Ipecal. Miguel Alberto González González, Di- rector Publicaciones, Ipecal. Se aceptan artículos o textos, siempre y cuando el autor se haga responsable de las fuentes y los conceptos que decide abordar. Se pueden enviar a los co- rreos: [email protected], [email protected] Año 4. Edición 6. Enero de 2014. Honrar la vida Estela Quintar 1 Está de más decir todos los sentimien- tos encontrados que puede generar la partida - a una otra energía de luz - de este hombre extraordinario que ha sido Hugo Zemelman. Con su risa alegre y franca, con su asombro de niño frente al universo y sus misterios... con su enojo frente a la estulticia, con su fuerza para enfrentar con vehemencia el futuro y lo injusto... Con esa tremenda generosidad y luci- dez de pensamiento. Como dicen los grandes maestros zen... la eternidad se hace de la memo- ria de quienes saben pensar desde la sabiduría... de esa memoria que él tan- to nos invitó a trabajar... De él siempre nos quedará, en cada libro escrito... y en aquellos que escribamos, como nos invitaba siempre a hacer, desde cada 1 Directora Ipecal-México una de sus ideas con nuestras ideas. Nos deja en nuestras manos la capaci- dad y el coraje para decir lo que hay que decir, la fuerza para hacer lo que se debe hacer y sobre todo esa facili- dad y amorosidad de transmitir el entu- siasmos por seguir siendo y descu- briendo la valentía en cada una y cada uno de nosotros....en atrevernos a so- ñar, a crear, a recrear y a inventarnos cada día. Definitivamente un gran maestro, un intelectual, un gran hombre pero ante todo un valiente de nuestra época. Les pedimos a todos y a cada uno que prendan una vela blanca para acompa- ñarlo con amor, como él se merece, a sus otros caminos por recorrer y que cada recuerdo sea con lo mejor que nos dejó... un hombre tan vital se me- rece ese gesto amoroso y acorazona- do, agradeciendo a la energía universal por permitirnos encontrarnos con su humanidad. Nuestro homenaje para un hombre que nos enseñó, con su propio vivir, a hon- rar la vida, sin estar ni transcurrir por ella. Un abrazo que nos encuentre y nos hermane frente a esta presencia en la ausencia.

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1

México D. F.

Estela Quintar, Directora Ipecal.

Miguel Alberto González González, Di-rector Publicaciones, Ipecal.

Se aceptan artículos o textos, siempre y cuando el autor se haga responsable de las fuentes y los conceptos que decide abordar. Se pueden enviar a los co-rreos: [email protected], [email protected]

Año 4. Edición 6. Enero de 2014.

Honrar la vida

Estela Quintar1

Está de más decir todos los sentimien-tos encontrados que puede generar la partida - a una otra energía de luz - de este hombre extraordinario que ha sido Hugo Zemelman.

Con su risa alegre y franca, con su asombro de niño frente al universo y sus misterios... con su enojo frente a la estulticia, con su fuerza para enfrentar con vehemencia el futuro y lo injusto... Con esa tremenda generosidad y luci-dez de pensamiento.

Como dicen los grandes maestros zen... la eternidad se hace de la memo-ria de quienes saben pensar desde la sabiduría... de esa memoria que él tan-to nos invitó a trabajar... De él siempre nos quedará, en cada libro escrito... y en aquellos que escribamos, como nos invitaba siempre a hacer, desde cada

1 Directora Ipecal-México

una de sus ideas con nuestras ideas. Nos deja en nuestras manos la capaci-dad y el coraje para decir lo que hay que decir, la fuerza para hacer lo que se debe hacer y sobre todo esa facili-dad y amorosidad de transmitir el entu-siasmos por seguir siendo y descu-briendo la valentía en cada una y cada uno de nosotros....en atrevernos a so-ñar, a crear, a recrear y a inventarnos cada día.

Definitivamente un gran maestro, un intelectual, un gran hombre pero ante todo un valiente de nuestra época.

Les pedimos a todos y a cada uno que prendan una vela blanca para acompa-ñarlo con amor, como él se merece, a sus otros caminos por recorrer y que cada recuerdo sea con lo mejor que nos dejó... un hombre tan vital se me-rece ese gesto amoroso y acorazona-do, agradeciendo a la energía universal por permitirnos encontrarnos con su humanidad.

Nuestro homenaje para un hombre que nos enseñó, con su propio vivir, a hon-rar la vida, sin estar ni transcurrir por ella. Un abrazo que nos encuentre y nos hermane frente a esta presencia en la ausencia.

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En la memoria

Miguel Alberto González González2

“Tenemos la necesidad de transitar un ca-

mino, sin ninguna garantía de luz y cohe-

rencia, hacia realidades inestables y pro-

blemáticamente no vinculadas a casusas

claras”. Pensar y poder. Hugo Zemelman.

Ese transi-tar sin ca-minos, sin luces y sin

causas evidentes

es un lla-mado a

dignificar-nos, a so-

breponer-nos a tanto

destino manifiesto.

La muerte nos pone en un lugar in-decible, en quebrando de humani-dad, en tremor, se nos adelantan ciertos seres humanos y nos preci-pitamos en cierto vacío, en evidente dolor. Hay hombres y mujeres que por sus gestas no quisiéramos ver partir, quisiéramos conservarlos con nosotros. Es el caso de Hugo Ze-melman, un hombre sin concesio-nes, un hombre que al pensar y a la ilusión no le negaba nada, le otor-gaba todo, un hombre-niño que sa-bía conmoverse por la más grande

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apuesta teórica como por el más pequeño movimiento de un ave.

De lo único que sabemos del más allá, es la versión del más acá, de su correlato, por tanto, hemos de-venido un tanto más en soledad, hasta un poco más pobres con la partida de Hugo, pero también de-vendremos más esperanzados para no ser inferiores a toda su apuesta, a todo ese mundo desplegado y del que tanto nos admira. Buen viaje, eterno viajero, es lo que podemos decirle a Hugo en la esperanza de sabernos acompañados de sus li-bros, de sus ideas y de ese don de humanidad que supo desplegar.

Este número de Manantial es un homenaje al siempre director del Ipecal, Hugo Zemelman.

Recuerdos de admiración

Agustín Lao Montes3

He postergado enviar esta nota por el asombro y la incredulidad de la pérdida física del amigo, compañero y maestro Hugo Zemelman. No po-demos negar el dolor que nos pro-voca el saber que ya no tendremos

3 Associate Professor, Sociology Center for Latin

American, Caribbean, and Latino Studies Afro-American Studies University of Massachusetts at Amherst.

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la presencia viva de su palabra agudamente critica, su discurso ilu-minador, su sabiduría de peculiar profundidad cultivada en una rica experiencia de largo arco de vida intensamente vivida.

Me sumo tanto al dolor como a la celebración de la riqueza de su vida y legado compartido por las muchas comunidades de afinidades y afec-tos que se articularon a su alrede-dor. Hugo era y será uno de nues-tros maestros mayores, como siem-pre ha dicho la queridísima y admi-rada Estela, su cómplice mayor por muchos años, en esa jornada de crear colectividades criticas de pen-samiento y acción, es decir de ligar el pensamiento contrario a la domi-nación con el cultivo de sujetos ple-namente potenciados en su amplia gama de posibilidades humanas, sujetos históricos con clara concien-cia de su ir y devenir caminando ha-cia un sólido proyecto de liberación.

Recordaremos siempre con admira-ción a Hugo el maestro, el pensador original con respuestas creativas e innovadoras en cada momento en cada conversación e intervención pública. También recordaremos con afecto a Hugo el amigo, el hombre amable y generoso que disfrutaba a cabalidad la buena conversación y la estética de la cotidianidad desde la culinaria hasta el arte y la literatu-ra. Nunca olvidaremos a Hugo el intelectual revolucionario que como decía con gran emoción vivía con una ira existencial desde el golpe de Pinochet el 11 de septiembre del 1973, la misma ira que se traducía en su contra-discurso crítico de las

poliformas del poder despótico de la civilización capitalista acompañado de un sentido de esperanza a flor de piel que nos inspiraba e invitaba a pensar y hacer en clave emancipa-dora en dimensiones múltiples des-de lo más intimo de la subjetividad hasta las macroestructuras de esa totalidad abierta y con potencial de cambio que es como nos enseño a entender la vida social e histórica.

No puedo ocultar que siento una enorme pena que nuestro último proyecto no llegó a realizarse. Espe-rábamos a Hugo en el Ecuador la última semana de noviembre donde nos venía a dar un seminario sobre La Hermenéutica del Sujeto Históri-co y el Método a lo Hugo Zemel-man, para luego dar la conferencia magistral en un encuentro dedicado a la memoria de Fernando Velasco, una de las figuras claves de la pers-pectiva teórico - política de la de-pendencia y de las izquierdas en los 1970s en el Ecuador y en toda la región. Además teníamos progra-mado un evento donde Hugo nos presentaría su reflexión sobre el significado actual de del proceso chileno de los 1970s enfocando tan-to en la experiencia de gobierno de Allende como del Golpe y sus con-secuencias. Digo todo esto no solo porque así destilo tanto el dolor co-mo el amor que siento, pero tam-bién por que saca al relieve uno de los temas que Hugo valoraba como centrales, la memoria.

Para seguir adelante con el legado de Hugo Zemelman y construir a partir de su marco categorial y pers-pectiva epistémica, es necesaria

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tanto la acción transformativa como el componer colectivamente los ar-chivos de memoria radical que el tanto valoraba y promovía. Cultivar su memoria implica un proyecto de producir memorias no solo de resis-tencias y luchas sino también de au-toafirmación, de deseo, de proyec-ción practica de futuro, siguiendo como lo hicieron tanto Ernst Bloch como Hugo Zemelman, el principio de la esperanza.

Hasta siempre Hugo, maestro, ami-go y compañero! Como decimos en la tradición Yoruba, Ashe de Luz pa-ra ti porque tu luz transciende la vi-da material y las luces que nos has dejado son recursos de liberación para el futuro!

Ilumina nuestros caminos

Equipo: Instituto Pensamiento y Cultura en América Latina, IPECAL

¡¡Cada vez que nace y muere una estrella, la madre tierra y los seres humanos lo sa-bemos y, cada vez que nace y muere un ser humano; las estrellas lo saben!! Cos-movisión Maya

Hermanos, hermanas, compañeros y compañeras: como Consejo de Pueblos de Occidente de Guatema-la y pueblos de la frontera Sur de Chiapas, compartimos con ustedes nuestros múltiples sentimientos y miradas tras la partida de nuestro

hermano y amigo Hugo Zemelman. Su marcha física nos deja sin otro sabio, guía y abuelo, quien compar-tió con nosotros, aquí en Guatema-la, durante varias jornadas en los años 2011-2012 la tarea de la de-construcción y construcción de sa-beres que nos fue permitiendo acla-rar y ampliar nuestras miradas como pueblos, para andar nuestros cami-nos con la misión de la defensa de la VIDA y nuestros territorios.

Desde nuestra cosmovisión nos permitimos afirmarles que nuestro Hermano Hugo, está desde ahora unido al Gran CONSEJO en la Co-munidad Láctea, donde pervivirá con quienes ya se nos han adelan-tado: nuestros abuelos y abuelas, nietos y nietas de nuestra Mesoa-mérica y de la gran Abya Yala. Ahí residen, a manera de estrellas, des-de donde orientan e iluminan nues-tros caminos eternamente.

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Hugo Zemelman: un sabio, un amigo.

Germán Guarín Jurado4

No me ha sido fácil escribir estas líneas, me he demorado para hacer-lo. Al profesor Hugo Zemelman le vi por primera vez al descender de un avión en el aeropuerto La Nubia de Manizales. Después de ese momen-to, al darle la bienvenida, tuve la sensación de que se quedaría siempre con nosotros. No otra cosa se podía esperar de un hombre que impartió sus enseñanzas y saberes con la donosura de quien lo que quiere es conversar amistosamente sobre los grandes problemas huma-nos y exigir de todos quienes le ro-deábamos un compromiso ético y político, gnoseológico con las afu-jías humanas, con los grandes pro-blemas de humanidad y civilización que tenemos.

Cuando él empezó a descender por las escalinatas del avión, ya en su sola presencia le reconocí, supe en mi interior de que estaba ante un hombre sabio. Nunca más me alejé de él, le seguí durante casi 10 años por cuanto lugar de Colombia visitó. Disfruté mucho de su saber, de su amistad, de sus espléndidas confe-rencias, con la fuerza de la dignidad política y la no claudicación que siempre lo acompaño. Nunca dejó de hablar de su país, de Chile, del golpe militar de Pinochet, de las secuelas que dejó en él, entre mu-

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chos de sus compatriotas, y desde esa coyuntura se explayó en análi-sis profundos de la vida social y po-lítica en América latina.

Hugo gustó siempre de las conver-saciones amenas, de la buena me-sa, de un postre al final de sus co-midas, de uno, dos, tres cafés con leche hasta que avanzada la con-versación solicitaba ir a descansar y que lo esperáramos o ponía la si-guiente cita. No dejó nunca de ha-blar, de compartir con sus amigos y amigas, con sus estudiantes y cole-gas. En mi última conversación con él, el 5 de septiembre de 2013 en la sede de Ipecal en Ciudad de Méxi-co, dialogamos entre las 10 a.m. y las 11.30 a.m. , se disponía a viajar a Chile. Nuestra despedida, como siempre, un estrechón de manos, un abrazo, un hasta luego, nos vemos. Es esta despedida la que quiero conservar conmigo y entre todos us-tedes.

Diálogo con Zemelman

Juan de Dios Gallego Mejía5

Hugo: ¿Qué consideras tú que es pensar? Juan: Pensar es sentirse implicado, elaborar proposiciones respecto a una inquietud o cuestionamiento.

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H: ¿y qué significa estar implicado? J: Bueno, significa estar comprome-tido, sentirse en relación con, sentir que sus motivaciones convocan una postura respecto a. H: Entonces, pensar es estar impli-cado y estar implicado es sentir. En el silogismo clásico esto significa que pensar es sentir, es eso lo que quiere decir? J: Noo… si…, bueno, es que hay más cosas. En el pensar se encuen-tra el sentir, pero es un sentir que deviene los sentidos y va más allá; es decir, es un sentir de búsqueda, de orientación, de elección y por consiguiente de dirección. Cuando el sujeto piensa es inobjetable algo visceral, algo de los sentidos, pero también está allí más visible ahora una nueva perspectiva, otra mirada. H: No es menor lo que afirma, en-tonces todo lo anterior sugiere que pensar es ver. J: Es decir, el sujeto “implicado” asume una postura a partir del ries-go que implica resquebrajar sus propios planteamientos y esta nue-va postura, no solo cambia de sen-tido sino que cambia también la mi-rada. La filosofía crítica se pone en evidencia como esfuerzo de quiebre para otear aquello que aún no esta-ba en la superficie. En este campo estoy de acuerdo con Deleuze quien afirma que la filosofía, más que sa-ber los planteamientos de uno u otro, es en esencia una actitud críti-ca. H: Entiendo. Dígame, entonces de qué manera se podría resumir el sentido de un proceso de formación donde predomina la crítica en esa relación pensar, sentir, ver.

J: Algo pasa cuando uno descubre que la escuela y en general los pro-cesos de formación, además de mover el sujeto igualmente lo regu-lan. La escuela en este sentido es un ente de control, así también lo afirma Foucault. Pero resulta que es igualmente otro proceso de forma-ción el que procura sacarlo de las ataduras que le dejó el primer pro-ceso y uno siente que ya casi puede volar. El cuerpo se envalentona y ese vigor se plasma en los nuevos discursos, como quien llega de un largo viaje hablando todo el tiempo de sus experiencias y así en ese vaivén del desapego al apego, sur-gen nuevos planteamientos que con facilidad asombrosa le ponen de frente otra mirada, entonces empie-za la sospecha. Qué interesante es-ta postura, pero que ataduras trae consigo. En este caso la prevención es buena porque da cuenta de al-gún nivel de conciencia, pero quien se previene demasiado finalmente no puede partir, entonces, en medio de la contingencia nos sumergimos en la nueva postura: escucha cons-ciente, mirada clínica, sujeto como actor político, la atención dilemática, consciencia histórica todo en medio de una complicidad que conjuga ra-zón, emoción, intuición, deseo… H: Pare ahí, volvamos al razona-miento inicial: hablamos de la rela-ción pensar, sentir, ver y ahora apa-recen otros elementos, como razón, emoción, intuición; cómo se articu-lan o interrelacionan las tres prime-ras palabras con las otras siete u ocho que acabas de mencionar? J: Tal parece que en el espíritu de la cognición medieval, el ánimo meta-físico estuvo mediado más por una

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especie de razón emotiva; luego, en la nueva época, la razón pura, obje-tiva y elaborada daba cuenta de la verdad, pero con el paso del tiempo nuevas cuestiones empiezan a des-virtuar estas posturas y se advierte que si el sujeto más que individuo es individuante, es decir, apropia para sí y desde allí deja notar su singularidad, se asume entonces que esa singularidad está ahí y se hace visible en un contexto más complejo en cuya contingencia la totalidad del sujeto queda expuesta y por tanto no es sólo la emoción y no es sólo la razón, las que dan cuenta de la condición del sujeto, se encuentran estos dos aspectos y muchos otros que al parecer se co-nocen y otros más aún que proba-blemente no hemos advertido. Así, se plantea que el mundo como uni-verso simbólico desde donde el su-jeto aprehende su realidad, al ser complejo es necesario abordarlo desde distintos puntos de vista, con diferentes posturas epistémicas a primera vista contradictorias e inclu-so desde estados de ánimo diferen-tes, teniendo en cuenta el contexto, reconociendo los acontecimientos anteriores, en el interés de com-prender mi mundo y al tiempo los mundos otros que son también mi mundo. H: Te veo como el insecto en la tela-raña, cada vez que se mueve se en-reda más. Empezamos hablando del pensar y vamos en el mundo simbólico suyo y de otros que son a su vez su mundo. Parece que hay muy pocas cosas claras. Volvamos con una pregunta sencilla: De qué manera se mueve el pensamiento

crítico en esta telaraña que has ar-mado.

Grupo de doctores de Manizales, Colom-bia, 2013. Grado en Homenaje al maestro de maestros Hugo Zemelman.

J: Justamente desde el pensar es posible desvirtuar una creencia ra-cional. Claridad no significa necesa-riamente sencillez ni elementalidad. El pensamiento crítico no tiene co-mo propósito hacer que todo se vea más entendible a primera vista, esta sería una tarea de la didáctica y eso que tengo mis reservas. Se trata más bien de dar cuenta de, hacer consciente otros elementos, nuevas formas de relación y con ello tam-bién estar presto a la espera, a la pausa, a saber que la solución no está dada en la respuesta como en los ejercicios de matemática. No, más bien está en el asunto del comprender y en la complejidad que ello implica (que no necesariamente complicación). Se advierte de esta manera que las verdades tienen en su seno toda una amalgama cultu-ral, ideológica, emotiva, simbólica, política, afectiva. Pero seguramente ya viene Ud. con otra pregunta para decirme qué tipo de verdad es esa que está amalgamada en tantas otras cosas de las cuales no se puede siquiera decir su propia ver-

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dad? Por eso, antes de que pregun-te de nuevo, maestro vámonos que lo va dejar el avión.

El ser humano detrás del maestro

Verónica Mistrorigo

Cuando me invitaron a escribir sobre Hugo Zemelman pensé, qué puedo de-cir, si soy todo sentir, sentir pena por su partida física que me impedirá volverlo a abrazar en la puerta del aeropuerto o invitarlo a comer a algún otro lugar típi-co de Buenos Aires.

Pensé también por qué estaba y estoy tan triste; leo los mensajes de afecto y encuentro que todos se refieren a él como un maestro, y me pregunto: ¿por qué se llora a un maestro? No sé a otros, a Hugo sí, porque no solo fue un intelectual crítico que supo interpretar las marcas de la época, sino sobre todo porque era –para mí- un ser extraordi-nario. Seguramente voy a extrañar su mirada lúcida ante los fenómenos so-ciales de nuestra América Latina; su compromiso con la lucha por la recupe-ración del sujeto; su propuesta por otra epistemología, que recupere al sujeto erguido, potenciado, histórico; su mira-da aguda sobre las problemáticas coti-dianas de los devenires latinoamerica-nos; su permanente cercanía con quie-nes nos moviliza la idea de un mundo mejor, mejor vivido, mejor pensado, mejor sentido.

Pero lo que más voy a extrañar será su grata y tierna compañía, esas charlas de varias horas en las que podía hablar

y una terminaba agotada y él quería y podía seguir conversando – en ese punto, y quizás en otros, me hace acordar a Fidel o a otro Hugo, venezo-lano-; con su inagotable sabiduría, su sonrisa a veces pícara, perspicaz, siempre amable, de vez en cuando complaciente; con su mirada brillante, certera; sus palabras interpeladoras; sus gestos potentes; sus preguntas in-quietas; sus enojos, su complicidad, su comprensión, sus consejos, su cariño.

Todos dicen que se fue un maestro, y también es cierto, pero para mí se ha ido un padre, un abuelo. En esas pocas charlas mano a mano que comparti-mos, varias de aeropuerto, descubrí y tuve el enorme honor de conocer al ser humano detrás del maestro, a un ser maravilloso, potente, luminoso, soña-dor, humanista, luchador; una de esas personas por las que uno piensa que vale la pena haber pasado por este mundo y sobre todo seguir pensando y luchando por uno mejor. Como dijo una vez, lo posible ya lo hicieron otros, así que hay que ir por lo imposible.

Aprendimos a vivir la palabra compromiso.

Jaime Irreño6

En estos días en que la VIDA nos ha dado un nuevo aprendizaje y que el sentimiento de tristeza nos atra-viesa por la ausencia de un ser hu-mano maravilloso que de una u otra

6 Director Fundación Ipecal, Bogotá, Co-lombia.

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forma marcó nuestras vidas, en que sin medir el tiempo compartido, nos deja en cada uno/a un gran aliento de vida marcado en la palabra, en el quehacer, en la posibilidad de se-guir creyendo-nos y en el que avan-zar, siempre fue como esa consigna silenciosa, no detenernos si no sos-tenernos en el uno y en el otro para seguir en el camino que deja hoy marcado.

Como parte de este "sueño" real que es el IPECAL quiero compartir

con us-tedes mi

senti-miento,

ese que hoy se convierte más que nunca en

palabra de COMPROMISO en seguir cre-yendo-nos, hoy, que además sé es un día especial, en que podríamos estar celebrando la vida, su vida, de alguna manera comparto que es ce-lebrar su nueva vida, ese re-nacer que nos deja, en la palabra escrita y en el ejemplo de constancia y fe en un propósito.

Maestro, nos deja una gran ense-ñanza VIVIR LA VIDA en el goce de ser uno mismo, sin mayor preten-sión que compartir la experiencia, ese vasto legado de conocimiento y sabiduría y esa disposición siempre de aprender algo más, hoy desde este espacio de encuentro creado en ese ánimo de seguir creyéndo-nos capaces, lo comparto y lo agra-dezco y en ustedes compañero/as

mi sentimiento de solidaridad y dis-puesto a continuar en esta cons-trucción IPECAL. Un abrazo fuerte con el alma.

Zemelman un maestro

Grupo IPECAL-UNAD, Colombia

Su muerte:

“Baldado de agua fría”. Orfandad. Admiración. Gratitud. Incertidumbre. Incredulidad. Compromiso. Pena. Suspenso. Sentimientos encontra-dos.

Su vida:

Para algunos de nosotros y noso-tras fuiste sobre todo un Maestro; un padre; un león, un jaguar; músculo intelectual, ético y político; generador de movimientos de pen-samiento, movimiento que arrastra al pensar, al estar, al sentir y a todo nuestro ser. Un ser que se expande más allá de su piel, su narcicismo y su anclaje celeste. Que se ancla en la solidaridad con nuestros ances-tros de mestizas procedencias; con la tierra que los contiene y nos con-tiene; que se ancla en las memorias de desarraigo, pobreza, orfandad, rabia, alegría, milonga y boleros. Un ser que se hace cargo de lo que arrastra aquí en la tierra, que se ha-ce cargo de nuestro futuro.

La muerte es algo que tarde o tem-prano a todos nos alcanza, y aun-

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que quisiéramos que no fuera así, a todos se nos llega el momento. Sin embargo la única forma de luchar contra la muerte es la memoria; pe-rece el cuerpo, pero no lo hacen las ideas, los recuerdos y la memoria. Se van con Zemelman su pluma, pero su pensamiento y su acción quedan con nosotros, donde se le extraña, donde es su lugar. Hay personas con quienes nos topamos en la vida y muy a gusto nuestro pensamos que son inmortales, que la muerte jamás les llegará, y es así. Su historia y las vidas que ha toca-do Zemelman lo han vuelto en un inmortal, en un pensador para la humanidad y para esta familia de la que todos hacemos parte: IPECAL y la antiguas y nuevas generaciones que ató y sigue atando en distintas regiones y países de nuestra amada América Latina.

Zemalman:

Potencia y energía que del vacío saltan a las calles; de la Idea, saltan al arado; del abstracto, saltan a la tierra; de la certeza, saltan a la vida; de la cárcel y del confort, saltan a la complejidad del ahora y sobre todo del hacernos cargo de nuestro ser que se expande más allá de su piel, su narcicismo y su anclaje celeste.

Removiste y seguirás removiendo hilos de profundo malestar, del re-nacer de un pensamiento crítico ra-dical, de la reemergencia de unas fuerzas postergadas por el neolibe-ralismo, que se ha venido tomando todos los espacios de la vida, del mercado, de la universidad, de la política y del pensar. Pero también

se resquebraja un pensamiento crí-tico acomodado, discursivo, prag-mático, oportunista, que se ahoga en el ostracismo de la especializa-ción.

“Cuando el hombre se encuentra con la montaña, nace lo maravillo-so”. El intelectual y el político. Nues-tro único reto: con el presente, con nosotros y nosotras, y hacernos cargo de nuestra historia.

Seguir trabajando en su honor

Miembros del Seminario de Pers-pectivas Críticas en Educación de México y Latinoamérica. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional Autónoma de México

Los miembros del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación, realizado en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM sentimos mucho la perdida de Hugo Zemelman, él fue uno de nuestros asesores e impul-sor de este proyecto. Lo recordáre-mos con agradecimiento por sus grandes aportes al seminario, y por haber sido formador de jóvenes y de científicos en nuestra América, por un mundo más justo y democrático.

Lo tendremos presente como maes-tro que compartió con los jóvenes su vida, su experiencia y conoci-miento, siempre solidario, impul-sándonos para poder aspirar por

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otros proyectos, cuando en el mun-do en que vivimos, nos quieren arrebatar el futuro.

Su voz fuerte y sus argumentos construidos desde la sabiduría y su experiencia sobre la realidad Lati-noamericana seguirá recorriendo la Facultad de Filosofía y Letras, la Facultad de Ciencia Políticas y So-ciales, como las otras escuelas y facultades de las Universidades de nuestra América.

Nos unimos al dolor de la perdida de nuestro maestro y compartimos un poco de nuestro corazón a los seres más allegados a Hugo Ze-melman, su familia e integrantes del IPECAL, ante lo acontecido.

Recordándolo y seguir trabajando su propuesta epistemológica será un gran homenaje a nuestro maes-tro.

Enrique Dussel, rector interino UACM

La UACM recuerda a Hugo Zemelman

La Universidad Autónoma de la Ciudad de México lamenta el dece-so del doctor Hugo Zemelman Me-rino, destacado sociólogo y pensa-dor latinoamericano, querido colega y maestro. La comunidad de la UACM no puede pasar por alto su importante contribución al proyecto fundacional de la universidad, a tra-vés del posgrado en ciencias socia-les y humanidades, espacio que abrió brecha para el enfoque y vo-cación latinoamericana de nuestra institución. Su trabajo intelectual in-cidió de manera significativa en la formación de muchos de los actua-les académicos de la UACM, por lo que el pensamiento problematiza-dor, categorial y crítico sin duda prevalecerá.

Desde Bolivia

Sus amigos de Bolivia

Hoy nos entristece la partida de un gran maestro, Hugo Zemelman, quien supo enseñarnos algo muy importante a todos los que pudimos conocerlo y aprehender con él: “a pensar”; una perdida irreparable pa-ra el pensamiento latinoamericano y mundial, de un hombre comprome-tido con las causas de nuestra Amé-

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rica y que con su pensamiento nos exigía permanentemente a no que-dar atrapados en las ideologías o teorías sino a pensar, a entender nuestras realidades para poder construir otro futuro.

Zemelman fue uno de los más grandes pensadores en el mundo, que pudo proponer una forma de razonamiento que no quede atrapa-da en conceptos baratos, teorías, o reflexiones dadas que como el de-cía solo servían para fortalecer los egos auto-referentes de biblióma-nos. Forjó un razonamiento abierto, potencial, lector de procesos y reali-dades, de construcción hacia el fu-turo, él lo llamo “pensamiento epis-témico” o mejor dicho Zemelman es quién le da su verdadero nombre a la palabra epistemología. Siempre recordaremos todas las charlas, comidas y cafés comparti-dos, donde discutimos los grandes problemas de nuestros países, las risas, los debates, y por supuesto sus grandes enseñanzas, aprehen-der a pensar, salirnos de los dog-mas, o poder entender nuestras co-yunturas, siempre fue su exigencia, “entiendan su momento y háganse cargo”, y nos compartió varias ve-ces sus experiencias en el gobierno

de Salvador Allende, mostrando que de sus errores podíamos aprehen-der para poder sostener y potenciar nuestros procesos de cambio. Siempre fue un joven, vital, ameno, viajero, amigo y compañero, ahora se embarca hacia otro lugar, sin de-jar este su lugar, desde donde pen-só y donde intento, siempre, impul-sar procesos de liberación popular.

Hoy al salir el sol.

Katy Ordoñez López7

Hoy como ningún otro día del año, vi salir el sol a medias como escondién-dose para no dar una noticia a su sali-da, pero a la vez tenía un color diferen-te, estaba lleno de alegría.

Hoy al salir el sol, el rayo de luz que llego a la tierra, el más fuerte, el de gran potencia, el que le da esperanza al día y lo llena de voluntad, me parecía ser igual al que encontrábamos perma-nentemente en la tierra hecho hombre, ese hombre que a muchos nos enseño que la tarea consiste en despertar la propia fuerza para superar las debilida-des y el miedo.

7 Doctoranda en Conocimiento y cultu-ra en América Latina, Ipecal. San Cris-tóbal de las Casas

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Hoy al salir el sol, se concentro una gran fuerza en un solo rayo y el sol nombro a ese rayo Hugo, quien lo acompañaba a su salida por la mañana y miraba el mundo desde otra perspec-tiva, pero con la misma sonrisa de niño ingenuo y lleno de alegría.

Hoy el sol se engrandeció al tener a su lado un rayo de luz mas, que potencia-ba el día. Hoy el sol se lleno de conten-tura, claro tenía a su lado más luz y compañía.

Hermanos y hermanas Ipecales, ¿Es-cucharon como América Latina lloraba por la mañana y reía por la tarde? Su-cedió que fue hasta ese momento que la tierra se comunicaba con el cielo de donde nacía un rayo de luz que le de-cía, tierra estoy contigo desde esta otra vida.

Gracias querido Hugo Zemelman por quedarse con nosotros y sembrar en mi la semilla de la voluntad y con ella sembrarme vida, esta que me hace te-ner una alma nueva cada día.

Lo amo y lo llevaré siempre en mi cora-zón. Con admiración, respeto y ternura le recordare siempre.

Gracias al gran hombre Hugo Zemelman

Patricia Paredes8

Hoy nos volvemos a reunir y abrazar la comunidad de Ipecal, para darle las gracias a un gran hombre que nos en-seño que ser maestro, en todos los

8 Docente del equipo Ipecal-México

tiempos, pero especialmente en esta época que nos toca vivir, es un camino que dignifica el espíritu de quien elige seguirlo.

Gracias maestro Hugo, por enseñarnos a usar la llave para pensar mundos po-sibles a quienes todavía nos atrevemos a soñar.

Gracias por la última enseñanza que nos deja, al partir para descubrir nue-vos caminos con arrojo y alegría. Como vivió la vida.

Gracias por engrandecer y llevar con dignidad el nombre de maestro

Gracias por ser mi maestro y el de mu-chos en América Latina

El joven Hugo Zemelman

Marcos Raúl López9

A los jóvenes de juventud prolongada, grandes maestros que, como Zemelman, mantienen lozana la esperanza y la sabi-duría que lucha por una humanidad muy otra, más religada.

Cuando el camino comienza a ser obscuro, y el sol ya no ve la tierra, baja volando el gran pájaro que di-cen pujuy, que es el pájaro que vie-ne de lo hondo y de lo pálido de la tarde. Sólo aparece a la hora en que no es de día ni de noche, y es del

9 Docente del equipo Ipecal-México

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color de la ceniza en que se ha con-sumido el sol.

Todos los que van caminando en la última hora del atardecer, ven este pájaro…

…El caminante mira al pájaro de la tarde siempre delante de él, gritan-do y volando, hasta que cierra la noche. Luego no vuelve a verlo, ni a oírlo.

El que está acostumbrado a andar por los caminos y es viejo en la so-ledad, sabe lo que busca este pája-ro extraño, que no tiene su nido en ninguna parte y que baja a buscar a los caminantes y grita delante de ellos.

A quien no lo ha visto nunca le da miedo. Porque es muy raro lo que hace, y su grito es frío y tembloroso como el de un niño que se muere. Y además, nunca viene sino en la ho-ra en que las cosas que se ven pa-recen otras.

En el silencio del camino, su grito llama al caminante y sus alas sacu-den el viento y su sombra pasa co-mo azotando los ojos.

Leyenda maya

Fue en un auditorio de la UNAM donde compartían mesa Pablo González Casanova, nonagenario joven que todavía asiste a la escue-lita (zapatista). El auditorio estaba repleto de jóvenes estudiantes que eran interpelados por el octogenario “joven de juventud prolongada” co-mo se/los autodefinió Hugo Zemel-man.

Zemelman comenzó hablando me-dio destanteado por el tema, alguna cosa de economía o geopolítica, pe-ro a medida que encontraba su “es-tar siendo” ocurría el fenómeno nahual que le era característico: crecía y crecía como el mago Gan-dalf y resonaba su voz latigueante de conciencias.

Nunca faltaba una broma o una iro-nía que aderezaba las cirugías finas con las que nos mostraba un aspec-to poco visible de nuestras realida-des y se sentían en el ambiente las vibraciones, las interpelaciones in-cómodas pero precisas para movili-zar a la gente de la comodidad que puede dar la inconsciencia.

Y así tejía el joven Zemelman los acuerdos secretos entre las genera-ciones, ése era uno de sus mayores afanes.

Y en la comunidad IPECAL, su pri-mer y último proyecto en los últimos lustros, vivimos esos afanes del jo-ven que, con muchos problemas pa-ra abandonar sus pudores intimistas en la apertura de su propia historia, sin embargo se esforzaba por po-

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nerse con todo en la construcción del proyecto. Muchos encuentros latinoamericanos lo atestiguan.

Recuerdo uno, especialmente don-de dije algo así como “aunque no muy entiendo ciertas cosas, siento que ustedes me alimentan certezas de que caminar vale la pena y que las penas van a estar en ese per-manente caminar” Tal vez no lo dije así, pero algo así me hubiera gusta-do decir.

Cuando me disponía a salir del en-cuentro donde esa gente mayor ha-bló, apareció el preguntador Ze-melman y dijo “Piense usted qué significa “no entiendo”, piénselo”, dijo con su voz grave y sus ojos preguntadores que también son-reían. Yo me quedé quieto, entendí perfectamente la frase, la petición, la provocación; y me despedí pero no me he ido, sigo en esa pregunta.

¿Qué quise decir con “no entiendo”? Eso me llevó a meditar en la nece-sidad de aprender a distanciarse un poco de nuestros lenguajes-hábitats para recordar que podemos ser algo más que reproductores de nuestro estar y que podemos intentar cam-biar el script de la película de la vida que protagonizamos, muchas veces sin saberlo.

Así que intenté desarmar el artefac-to “no entiendo” para mirarlo por dentro y entender un poco sus fun-ciones. Y ahí pude observar un puente generacional: Zemelman como joven maestro mayor, se de-dicó una buena parte de su vida a producir su propio guion en la histo-

ria de América Latina, así como otros han luchado por vivir y sobre-vivir (decía en aquella ocasión con fino humor el guatemalteco Carlos Guzmán).

En ese encuentro se pudo ver un

Zemel-man como un viejo

correoso que ex-

presaba, a mis ojos, mu-chas y du-

ras batallas, en un país que ha su-frido muertes brutales como políti-cas de Estado en tiempos no muy lejanos. Puedo imaginar lo que los libros dicen, pero no tengo elemen-tos para imaginar lo que habrá sido vivir aquello. Más aún, no imagino cómo pudieron algunos salir de ahí, sobrevivir, y construirse una forma de habitar nuestra comunicación humana con ese fino humor, como el del joven Zemelman.

Proceso aquella comunicación y me quedo con una cosa: se puede ha-cer, se puede vivir y sobrevivir, pero no hay un manual para hacerlo. En este punto, el “no entendí” se puede reelaborar como la manifestación de esa imposibilidad de vivir el mundo, nuestros tiempos y nuestros espa-cios, en cabeza y en historias de otros.

Lo cual no quiere decir que no sirva comunicárnoslos. El “no entendí”

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implica tomar conciencia de un desafío: indagar de qué y cómo está hecha esa gente mayor, retomar esas experiencias para construir nuestros propios caminos, buscar modos de reír y hacer reír a pesar de la brutalidad de la muerte, del genocidio, del racismo tan metido en nosotros, en todos: blancos, mestizos, criollos, indios, negros.

Entendí para mí un desafío, no en-tiendo cómo se construye, pero el “no entendí” significa también “se-guiré trabajando, parando oreja, afi-nando entendederas, para pasar del entender al hacer con nuevos bríos y nuevos problemas y construir con otros un nosotros posible aquí y ahora.

El “no entiendo” quiere expresar otro desafío: ¿cuáles son las claves de época que permiten alimentar las luchas por cambiar el mundo? Y en-tiendo que no se trata sólo de pala-bras claves, sino de aprender a pal-par esas tensiones sociales de la realidad donde tenemos que cons-truir, desde el aula hasta el vagón del metro chilango pasando por la cocina de cada casa. Entiendo que se trata de construirnos formas de comportamiento que expresen con-vicciones (éticas), apuestas (políti-cas) por un mundo muy otro, menos injusto, más vivible.

En esa búsqueda de claves no es-tamos sin amparo, tenemos expe-riencias de cambio, tenemos maes-tros, tenemos historias, y tenemos un otro mundo que está ahí en este momento pero que no se regala so-

lo, que hay que buscar y hay que hacer aflorar.

Miré, entonces, un Hugo Zemelman que se esforzaba por salir del can-sancio propio de los múltiples en-cuentros de esos días, de no sé qué conflictos internos, y que mientras hablaba y se esforzaba por hacer el balance del encuentro, ciertos tonos de voz y ciertos énfasis, producían algo así como el sonido del cambio de velocidades cuando las revolu-ciones del motor lo exigen.

Y así Zemelman iba subiendo la cuesta de la epistemología, del or-denamiento de ideas, de la cons-trucción de alertas sobre lo que se mueve y lo que no; y cambiaba las velocidades y yo veía un hombre lleno de pasión por una construc-ción social que lo motivaba a ir de un lado a otro del planeta. Y no en-tiendo cómo se hace eso, de qué está hecha esa energía.

Pero mi “no entender” no es una pregunta voyerista para querer mirar cada episodio de esas vidas, sino, de nueva cuenta, es un desafío o una invitación para construir nues-tras propias rutas con la ventaja de tener un punto de partida que ampa-ra: la existencia misma de ese joven añoso y preguntador, diciendo, vi-brando, tratando de motivar nuevas búsquedas para heredar a nuevas generaciones una forma de luchar, de proponer, de hacer, y no heredar pretensiosas instrucciones para la construcción de mundos mejores prefabricados.

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Ese “no entiendo” está resultando una cosa muy otra como se puede ir viendo.

Decir no entiendo puede resultar una forma de ocultarnos (no entien-do para que no me preguntes más, para que no me obligues a pensar), puede ser una forma llana de no captar lo que pasa en el mundo, puede ser la manifestación de falta de información, puede ser la desga-na pura de no querer caminar, pue-de ser la manifestación de que el mensaje no es claro para quien dice “no entiendo”; pero también puede ser un enunciado parecido a “espé-renme tantito porque estoy sintiendo que entiendo más allá del discurso, déjenme aquilatar esas experien-cias, permitan que construya mis preguntas en el tiempo propio de mi subjetividad, dejen que ubique cier-tas tareas frente a la inmensidad de la tarea de salir y vivir fuera de un guion construido por otros, de cons-truir el nuestro desde un nosotros apenas perfilado a veces, otras ve-ces fantasmagórico, muchas veces perdido, muchas veces odiado, otras tantas detestado.”

No muy entiendo, es una frase que dicen en tierras del sureste y que me apropié para decir que entiendo y no, para decir, para pedirle a cier-ta humanidad, que no cejen en el intento de hacer que la palabra que pregunta y que construye camine con nosotros, cual faro, cual pájaro pujuy que guíe el camino de los hombres y mujeres viajeros que an-dan perdidos, decir “no muy entien-do” es, para mí, decir que qué bueno que hay mucho qué construir

y qué bueno que hay con qué y que a darle duro porque falta mucho camino por andar.

No muy entiendo podría ser una fra-se para decir: sigamos intentando entender, sigamos haciendo lo ne-cesario para construir nuestra exis-tencia, siempre más allá de las limi-taciones, carencias y peligros que nos amenazan.

Delante del no muy entiendo está un umbral, después de ese umbral, allá tras lomita, viene otra lomita y otro umbral. Detrás de esos umbra-les se fue el joven Zemelman que no se detiene, que sigue vivo en nuestra palabra, en nuestra memo-ria y en muchos de nuestros afanes.

Nos dejó acuerdos secretos que iremos activando gracias a que, ahora, se fue tras otros umbrales sin dejar de alimentar la tierra para que siga germinando la tozudez que piensa y actúa, la digna rabia de la que nos dio muchas muestras el jo-ven y adelantado estudiante del IPECAL, como cariñosa, lúdica y amorosamente le decía Estela Quin-

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tar, la única mujer a la que le vi ha-cerlo bailar tango.

Octubre del 2013, México, planeta tierra. Tiempo de huracanes y de luchas sociales que insisten en señalarnos que la vida re-balsa, más allá de la muerte.

Con el corazón dolido

Valeria Zemelman

Desde este corazón adolorido, desde

esta Alma desolada, desde estas cuer-das vocales silenciadas, desde estas manos debilitadas incapaces de expre-sar este abismal dolor interminable, desde la ingenuidad de la distancia que

ensombrece esta incomprendida realidad, quiero agradecerte a ti querida Estela y a toda la gran fa-milia de Ipecal, por haber apapa-chado, regaloneado y cuidado por todos estos años a mi adorado Hu-guito. No sé de donde sacare la misma fuerza, empuje, coraje, amor y humildad con que vivió él, pero de algo estoy segura: será mi tarea aportar aunque sea un granito de arena en difundir y validar su lega-do en este país. Va un fuerte abrazo con el cariño de siempre.

Sujetos erguidos

Pablo Tasso10

Desde el lugar donde cada uno de nosotros nos encontremos, honra-remos con nuestra práctica conse-cuente la pasión con la que HUGO ZEMELMAN se entregaba día a día en su labor de conversión de suje-tos mínimos a sujetos erguidos, au-tónomamente pensantes y cons-tructores de racionalidades alterna-tivas. Su pensamiento, MAESTRO HUGO, siempre estará exigiéndo-nos ampliar las posibilidades confi-gurativas de una esclarecida con-ciencia histórica. A él con el más limpio cariño.

Un grande nos ha dejado

Luis Fernando Valero Iglesias11

Nos ha dejado Hugo Hernán Zemelman Merino nació en Concepción, Chile el 7 de octubre de 1931. Director del Depar-tamento de Sociología de la Universi-dad de Chile entre junio de 1967 y sep-tiembre de 1970. El golpe militar de Pinochet le obligó a residir en México donde siguió desarrollando su labor concientizadora, de un latinoamericano que desarrolló su labor pedagógica so-cial por todo el continente. Especialista en un primer término en la asignatura de sociología rural, se convirtió en uno de los pensadores más consolidados

10 Docente del equipo Ipecal-México 11 Doctor en Educación, docente e investi-

gador español. Correo Electrónico. [email protected]

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de las Ciencias Sociales de habla his-pana, desarrollando teorías sobre la relación entre sujeto y pensamiento crí-tico conocidos son sus trabajos sobre “Método y teoría del conocimiento: un debate" y "Conocimiento y sujetos so-ciales: contribución al estudio del pre-sente”.

Fundó el Instituto Pensamiento y Cultu-ra en América latina, IPECAL con sede en México, D. F. Su concepción de que toda idea abstracta representa una ne-cesidad histórica. El capitalismo globa-lizado debe ser respondido con un compromiso de ideas cimentadas no por libros sino por la experiencia de in-telectuales comprometidos con su pre-sente fue una de las enseñanzas de Hugo. Nos dejó el 3 de octubre de 2013, en la ciudad de Pátzcuaro, esta-do de Michoacán, pocos días antes de cumplir 82 años pero su pensamiento permanecerá vigente dada la potencia creadora de su voluntad de conocer y desarrollar una historicidad en el pen-samiento y en sus constructos proyec-tando un pensamiento novedoso en los tiempos actuales.

Desde España le rendimos un homena-je a este pensador de otras galaxias.

Siempre… festejando la vida

Estela Quintar y la gran familia-comunidad IPECAL de México, Co-lombia, Chile, Bolivia, Argentina y desde cada lugar donde haya hombre y mujeres luchando por la historia.

A todos los brazos que nos abrazaron y nos siguen abrazando.

A todos los corazones que siguen la-tiendo en esta tremenda contradicción con la que laten nuestros propios cora-zones, ante esta transmutación de la vida de nuestro querido compañero de hacer sueños realidades que fue Hugo Zemelman

Me acerco a cada uno y a cada una de Uds. para agradecerles, en mi nombre y en el de la familia-comunidad IPE-CAL, todo el amor, la calidez, la admi-ración y respeto con el que acompaña-ron y acompañan el caminar a la luz de este entrañable amigo del alma y Maestro que dejo tanto en nosotros; para seguir pensando-nos en cada le-tra, en cada palabra, en cada gesto; y, sobre todo, en ese andar erguido con el que fue caminando la potencia y la es-peranza en cada paso que daba por América Latina.

Hugo Zemelman partió de esta energía material con la misma sabiduría que vivió, y nos deja de regalo un Zemel-man pleno de vitalidad y asombro; lleno de fuerza y presencia abarcadora.

Sin lugar a dudas, logró ser un hombre de conocimiento, como diría Don Juan en la voz de Carlos Castañeda*. Con increíble pasión por la vida digna y jus-ta supo luchar y vencer a los cuatro grandes enemigos del hombre: el mie-do, la claridad, el poder y la vejez; por

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eso quedará en nuestra memoria vital e invitante a desafiar la vida; gozoso para disfrutarla, austero para transitarla; pe-ro, y sobre todo, feroz para conquistar-la.

Siempre estará en nosotros siendo memoria en nuestro presente para, como nos repetía incansablemente, ser cada vez más nosotros mismos y más dueños de nuestro futuro. Por eso aho-ra, nuestro esfuerzo es y será acorpar-nos para que este proyecto intelectual y político que construimos, cada uno desde su lugar, sea cada vez más po-tente y resonante en el largo tiempo de América Latina.

Siempre… festejando la vida.

Un abrazo demorado, amoroso y se-reno para cada uno y cada una de Uds.