Celebración: La fe profesada

La fe profesada: corazones que aman, que testifican la fe hasta el martirio

Corazones que aman, que testifican la fe hasta el martirio..

MONICIÓN DE ENTRADA

Estamos en la Celebración jubilosa de nuestra Asamblea UNER. La celebremos en “El año de la fe”

convocado por el Papa Benedicto XVI con motivo del 50º aniversario del Concilio Vaticano II y que

concluirá el 24 de noviembre de este año, Solemnidad de Jesucristo, Rey de Universo. Todos

hemos tratado de vivir en este curso motivados por el lema de este año: “La fe, puerta abierta a la

Eucaristía”.

En la bella y profunda Carta Apostólica, “PORTA FIDEI”, enviada a la Iglesia Universal, el Papa emérito

Benedicto XVI, en el número 9, dice:

“Deseo que este año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada

convicción, con firmeza y esperanza. Será una ocasión propicia para intensificar la celebración de la

fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, “que es la cumbre a la que tiende la acción de la

Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza. Al mismo tiempo, esperamos que el

testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe

profesada, celebrada, vivida y rezada, es un compromiso que todo creyente debe hacer propio,

sobre todo en este Año”.

A lo largo de este curso hemos tratado de acoger la invitación del Papa para introducirnos en este

tiempo de gracia por eso hoy podemos celebrar todos unidos: La fe profesada. Lo hacemos en este

templo de Sta. Engracia, donde se nos habla de tantos hermanos/as nuestros que han profesado su

fe hasta el punto de dar su vida en el martirio. Les pedimos nos alcance la gracia de vivir también

nosotros con esta misma radicalidad.

La fe profesada en lo cotidiano de la vida y aquí, en Zaragoza, donde María puso su sede para fortalecernos nos lleva a permanecer constantemente en la caridad de Dios y la fe vivida en comunión con los hermanos en el Ideal nos lleva a desear y afirmar con el beato Manuel González: «¡Que todos seamos uno! Es decir, que la obra de la caridad en la tierra sea hacer de los corazones de todos los hombres un solo corazón, y que de ese corazón gigantesco sea Rey absoluto el Padre que está en los cielos... ¡Qué hermoso reino!» (Beato Manuel González, Oremos en el Sagrario, OO.CC. I, n. 1009) (se lleva al Altar un corazón grande, que portará 60 pequeños sellados por la Eucaristía que serán recogidos por los participantes al final de la celebración)

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe profesada

MONICIÓN A LA PROFESIÓN DE FE Y ENCENDIDO DEL CANDELERO

El Credo de nuestra fe no es solo un resumen de las verdades en las que los cristianos decimos creer.

El Credo es la expresión de la fe de un pueblo al que pertenecemos desde nuestro bautismo. El

Credo nos incorporó a este pueblo de Dios. Y el Credo nos reúne cada semana para la celebración,

festiva y comprometida de la cena del Señor. En el Credo nos encontramos y en el Credo nos

reencontramos. Por eso, hemos de vivir de fe y renovarla cada día. El Papa Benedicto XVI nos ha

convocado en este año a redescubrir los contenidos de la fe y a testimoniarla con coherencia de

vida. En esta celebración queremos testimoniar nuestro vivir desde la fe y pedirle a Dios, que es el

primero en salirnos al encuentro, que nos sostenga, ilumine y acompañe para que podamos más

conscientemente, profesar la fe de la Iglesia que es nuestra propia fe. Por todo ello, ahora, vamos a

orar desde el Credo para ayudarnos a ver hasta que punto la fe influye en nuestra vida.

PROFESIÓN DE FE

(Proclamada entre lector y pueblo. Es necesario que todos tengan una copia)

Presidente: CREEMOS EN DIOS

Lector:

Creemos que Dios es único, absolutamente uno. El es «el que es», El es «amor». Aquel que ha

querido darse a conocer a nosotros revelándose como Padre.

«En la palabra Padre está el fundamento de nuestra relación con Dios, a saber: la confianza sin cansancio

en la misericordia sin medida ni fin de Dios, como Padre en toda la extensión del sentido de ese

nombre, el más grande en los cielos y en la tierra..., o sea, confianza en Dios Autor, Conservador,

Providencia, Médico, Perdonador, Remunerador, Consejero, Consolador, Amigo...» (Beato Manuel

González, OO.CC. Oremos, cfr. n. 905)

Asamblea

« ¡Padre... que estás en los cielos. Es el saludo con que el Maestro divino ha querido que

comencemos toda relación con Dios... Es Rey, Señor, Creador, Juez excelso, omnipotente...; Jesús nos

ha enseñado a llamarlo Padre. Sobre todas las grandezas y excelsitudes con que vive en los cielos mira a

Dios envuelto en la dulce y generosa benevolencia que encierra la palabra Padre, y así lo llama y saluda.»

((Beato Manuel González, OO.CC. Oremos, cfr. n. 904).

Nuestra vida de cristianos queremos que se caracterice siempre por una confianza sin límites en Dios

nuestro Padre.

Presidente: CREEMOS EN JESUCRISTO

Lector.

Creemos en nuestro Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios. El es el Verbo eternal, nacido del Padre

antes de todos los siglos por quien todo ha sido hecho. Se encarnó por obra del Espíritu Santo en el

seno de la Virgen María y se hizo hombre: igual, por tanto, al Padre, según la divinidad e inferior al

Padre, según la humanidad.

Asamblea

Habitó entre nosotros, con plenitud de gracia y de verdad. Anunció e instauró el Reino de Dios y nos

hizo conocer en El al Padre. Nos dio un mandamiento nuevo: amarnos los unos a los otros como El

nos ha amado. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas del Evangelio: la pobreza de espíritu, la

mansedumbre, el dolor soportado con paciencia, la sed de justicia, la misericordia, la pureza de

corazón, la voluntad de paz, la persecución, soportada por la justicia. Padeció en tiempos de Poncio

Pilatos, como Cordero de Dios, que lleva sobre sí los pecados del mundo, y murió por nosotros en la

Cruz, salvándonos con su sangre redentora. Fue sepultado y por su propio poder resucitó al tercer

día, elevándonos por su Resurrección a la participación de la vida divina que es la vida de la gracia.

Subió al Cielo y vendrá de nuevo esta vez con gloria para juzgar a vivos y muertos. Y su reino no

tendrá fin. Permanece siempre con nosotros en el sacramento eucarístico.

Ante este amor sin medida de Jesús respondemos siempre con nuestro seguimiento. Presidente: CREEMOS EN EL ESPIRITU SANTO

Lector

Creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y da la vida, que con el Padre y el Hijo recibe una misma

adoración y gloria. El nos ha hablado por los profetas y ha sido enviado a nosotros por Cristo

después de su Resurrección y su Ascensión al Padre.

Asamblea

Él ilumina, vivifica, protege y guía la Iglesia, purificando sus miembros si éstos no se sustraen a la gracia.

Su acción, que penetra hasta lo más íntimo del alma, tiene el poder de hacer al hombre capaz de

corresponder a la llamada de Jesús: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». (Mt 5,

48)

«Espíritu Santo, que tú pienses por nuestra cabeza, ames por nuestro corazón, hables por nuestra

boca» (Beato Manuel González)

Presidente: CREEMOS EN LA IGLESIA

Lector

Creemos en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica, edificada por Jesucristo sobre la

piedra que es Pedro y fundada sobre los apóstoles. Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, al mismo

tiempo sociedad visible, la Iglesia terrestre, el pueblo de Dios peregrino aquí abajo; Iglesia colmada

de bienes celestiales, germen y primicias del Reino de Dios, por el que se continúa a lo largo de la

historia de la humanidad la obra y los dolores de la Redención y que tiende a su realización perfecta

más allá del tiempo en la gloria. Creemos, así mismo, todo lo que está contenido en la Palabra de Dios

escrita o transmitida y que la Iglesia propone para creer, como divinamente revelado por el magisterio

ordinario y universal

Asamblea

En el correr de los siglos Jesús, Señor, va formando su Iglesia por los sacramentos, que emanan de su

plenitud. Por ellos hace participar a sus miembros en los Misterios de la muerte y de la Resurrección

de Cristo, en la gracia del Espíritu Santo, fuente de vida y actividad. Ella es, pues, santa, aun

albergando en su seno a los pecadores, porque no tiene otra vida que la gracia en virtud de la

Sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo.

Amamos intensamente a nuestra madre la Iglesia y «queremos servirla siempre con gratuidad y con

todo lo nuestro» (Beato Manuel González)

Presidente: CREEMOS EN EL PERDON DE LOS PECADOS

Lector

Creemos que Nuestro Señor Jesucristo, por el Sacrificio de la Cruz nos rescató del pecado original y

de todos los pecados personales cometidos por cada uno de nosotros, de modo que, según afirma

el Apóstol, adonde había abundado el pecado, sobreabundó la gracia» .

Asamblea

Creemos en un solo Bautismo, instituido por Nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados.

Creemos En la gracia y eficacia del sacramento de la reconciliación que renueva en nosotros la gracia

Bautismal e intentamos testimoniar en nuestra vida esta fe que profesamos con el gozo que nos da el

saber que en Jesucristo todos hemos sido salvados.

Presidente: CREEMOS EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS Y EN LA VIDA ETERNA

Lector

Creemos que la multitud de aquellos que se encuentran reunidos en torno a Jesús y a María en el

Paraíso forman la Iglesia del Cielo donde, en eterna bienaventuranza, ven a Dios tal como es en la

gloria y que interceden por nosotros ayudándonos en nuestra flaqueza mediante su solicitud fraternal.

Asamblea

Creemos en la comunión de todos los fieles de Cristo, de los que aún peregrinan en la tierra, de los

difuntos que cumplen su purificación, de los bienaventurados del Cielo, formando todos juntos una

sola Iglesia; y creemos que en esta comunión el amor misericordioso de Dios y de los Santos escucha

siempre nuestras plegarias, como el mismo Jesús nos ha dicho: pedid y recibiréis . De esta forma, con

esta fe y esperanza, esperamos la vida eterna.

Presidente

Queridos hermanos y hermanas. Dios ilumina a todo hombre y mujer que viene a este mundo y le

manifiesta lo que permaneció invisible desde la creación del mundo para que aprenda a dar gracias a

su Creador. A vosotros, que habéis seguido su luz y se os abrió el camino del Evangelio, para que

sobre el fundamento de la fe conocierais al Dios vivo, que habla en verdad a los hombres; y para que

caminarais en la luz de Cristo confiando en su sabiduría y pusierais vuestras vida en sus manos cada

día y pudierais creer de todo corazón en él, en esta asamblea a la que habéis llegado después que

durante este curso habéis querido profesar vuestra fe os pregunto:

- ¿Os comprometéis nuevamente en confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con

confianza y esperanza?

Asamblea: Nos comprometemos

- ¿Os comprometéis a intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la

Eucaristía, que es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde

mana toda su fuerza?.

Asamblea: Nos comprometemos

- ¿Os comprometéis a ser testigos de la fe para que el testimonio de vuestra vida de creyentes, sea cada vez más creíble?

Asamblea: Nos comprometemos

- ¿Os comprometéis a redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree?

Asamblea: Nos comprometemos

Conserva, Dios nuestro, firmes en su compromiso cristiano, a los que un día fueron agregados a tu

pueblo por medio del bautismo y concédeles caminar siempre en una vida nueva. PJNS.

A MODO DE PRECES O DE ORACIÓN FINAL

Después de cada párrafo contestamos:

SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Para que disminuya nuestro egoísmo

y crezca nuestra disponibilidad.

Para que se agigante nuestra confianza

y se achique nuestra incredulidad.

Para que suba el termómetro de nuestra oración

y se debilite nuestro olvido de Ti.

Asamblea: SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Para que la esperemos como un regalo

y no como algo viejo y caduco.

Para que la vivamos con entusiasmo

y no como lección aprendida.

Para que se robustezca nuestro interior

y desaparezca nuestro orgullo.

Asamblea: SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Porque queremos ser testigos

De tu presencia eucarística entre nosotros.

Porque queremos vivir descubriéndote a nuestro lado

y así agradecerte y alabarte siempre.

Porque tememos perderte.

Porque a nuestro lado surgen dificultades

Porque no siempre vemos todo claro

Porque seguirte es exigente.

Porque amarte es negarnos a nosotros mismos.

Porque queremos verte, sin necesidad de verte.

Porque queremos que nos ilumines para no perderte.

Asamblea: SEÑOR, AUMÉNTANOS

«Señor, creemos que tu vives en la Eucaristía;

pero aumenta nuestra fe,

haciéndola cada vez más viva

no sólo en tu real presencia

sino en tu acción callada,

en tu influencia invisible,

en tu misericordia sin fin,

en tu incansable amor…

aumenta la fe de nuestra vida

y la vida de nuestra fe.»

(Beato Manuel González, OO.CC, Oremos n. 1005)

Asamblea: SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Y, si ves que aumentamos en otras cosas,

haz, Señor, que Tú seas más importante

que la suma de todas ellas juntas. Amén.

Asamblea: SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Lector 1.- Antes de marchar podemos acercarnos al corazón gigante que ha estado presente en nuestra celebración y del que participamos todos, retomamos el nuestro profundamente sellado por Jesús Eucaristía después de esta celebración. Fortalecidos por la comunión entre nosotros, pedimos para toda la FER la gracia de seguir profesando con radicalidad la fe de nuestro CREDO estando dispuestos a dar la propia vida, como corazones que aman, que testifican la fe hasta el martirio, si esa es para nosotros la Voluntad de Dios.

(Esta celebración está extraída del “Credo del Pueblo de Dios” del P.P. Pablo VI, al que hace referencia Benedicto XVI. )

La fe celebrada: manos que acogen y abrazan la fe personal y comunitariamente

Para orar juntos: Señor, que iluminas nuestras vidas, que nos ayudas a ver cuando estamos solos y desorientados.

Enciende tu Luz en nuestro interior para que nuestra vida sea una señal luminosa en el camino de nuestros hermanos.

Limpia nuestros ojos para poder descubrir las luces que brillan en la vida de los otros.

Queremos compartirlas y formar una gran familia, una gran comunidad que sea como una antorcha que llegue hasta los rincones lejanos.

Somos tu familia eucarística reparadora.

Queremos serte fieles hasta el final de nuestra vida. Y con nuestro Fundador te decimos: “Sol Jesús que yo esté siempre a tu luz”.

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe celebrada

RUTA 3.- La fe vivida desde el carisma eucarístico-reparador: rodillas que se doblan en unión de sentimiento con el Amor no amado.

ORACIÓN:

Para ponerse en la presencia:

Señor queremos estar atentos, abiertos a tu presencia, disponibles para reconocer el paso de tu amor en nuestra historia. Necesitamos ser guiados por tu luz, que nos ayude a abrir caminos, a sostener la esperanza en tu Palabra. Queremos llegar a tener tus mismos sentimientos, saber tratar a todos como Tú nos tratas, con pasión de entrega y corazón generoso. Señor, sabemos que en la medida que te tratamos vamos adquiriendo tu mismo estilo de vida. Es en el día a día, de corazón a corazón como vamos asumiendo tus gustos, tu mirada, tu entrega. Enciende en nosotros el fuego de tu amor, acrecienta en nosotros la imitación de tu verdad. Jesús, quien confía en ti, no queda nunca defraudado. Enséñanos a esperar, confiar, permanecer, abandonándonos plenamente a tu voluntad.

Proclamación de la Palabra: (Jn 1, 35-39)

«El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.»

Oramos juntos:

Quiero seguirte, Señor, en medio de este mundo; quiero seguirte en medio de tantas dificultades, en medio de una sociedad que pasa cada vez más de ti; que no sabe reconocerte vivo en la Eucaristía, en medio de tanta gente que, sin saberlo, está hambrienta y necesitada de algo que la llene de verdad. Quiero seguirte, Señor, porque quieres necesitar de mi para crear un mundo donde todos te reconozcan y se acerquen de nuevo a ti; un mundo donde la única ley sea amarnos como tú nos amaste. Hoy, Señor, quiero renovar mi opción por ti. Quiero decirte que sigues siendo importante en mi vida, que te necesito. Que soy un miembro de la Familia Eucarística Reparadora convencido de que vivir la Eucaristía es la única forma de hacer realidad hoy, aquí y ahora tu Reino de amor.

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe vivida

La fe anunciada desde el carisma eucarístico-reparador: voz que habla con valor, como el Apóstol Santiago, anunciando la buena noticia de la Eucaristía.

1. Reflexión dentro del templo asignado (San Miguel)

Como miembros de la Familia Eucarística Reparadora somos llamados a vivir desde la profundidad de la Eucaristía:

A estar, darnos y entregarnos como Jesús en la Eucaristía. A configurarnos con Cristo (hostia por Hostia, amor por Amor), viviendo en

respuesta de amor al Amor. A entregarnos como y por Jesús Eucaristía A acercar a todos a la fuente de la vida. A contemplar y a anunciar el Evangelio de la Eucaristía A llenarse hasta rebosar de Jesús.

Textos del Beato Manuel González:

Un miembro de la Familia eucarística Reparadora es: Contemplativo y activo

Activo: Con la mejor y más fecunda de todas las actividades: la del amor divino y de la compasión humana. ¡De lo que es capaz un alma llena por el Espíritu Santo de la visión y de la compasión de la cara de Jesús entristecida, porque «vino a los suyos y no le quieren recibir»!

La gloria y el consuelo que tanto las Marías activas como las contemplativas den al Corazón de Jesús de su Sagrario no guardarán relación con su acción exterior por muy brillante, costosa y útil que parezca, sino con la intensidad de amor e inmolación con que cada María ejerza su dulcísimo oficio.

Jesús se ha quedado como Hostia en el Sagrario y sólo las almas inmoladas por el amor a Él sobre todas las cosas y el desprecio propio, le agradan, desagravian y acompañan a todo su gusto.

Yo quisiera que una María fuera un alma con el máximum de olor, sabor y parecido del Cordero del Sagrario y con el mínimum de vida del lobo del amor propio.

La consigna de la Orden de los Hermanos Predicadores es: «contemplata aliis tradere» que tradujo, amplió y confirmó santo Tomás con esta afirmación de su Suma Teológica: «De la plenitud de la contemplación fluye la predicación».

Ésa quisiera yo que fuera la consigna de la acción y del Apostolado de la María activa: «dar a los demás lo que ella ha contemplado»; esto es, llenar sus ojos, sus oídos, su corazón de contemplación de Jesús abandonado, y después... hablar y hacer lo que quiera.

(Florecillas del Sagrario OOCC 617)

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe anunciada

¡Apóstol! Bella palabra

“¡Apóstol! Bella palabra quizá la más bella con que se puede calificar a un hombre noble, a un cristiano bueno.

¡Ser apóstol! Aspiración de almas grandes, generosas, heroicas. ¡Ser apóstol! Es llenarse hasta rebosar, de Jesucristo, de su doctrina, de su amor, de su virtud, de su vida y mojar hasta empapar a todo el que nos toque o se nos acerque del agua que nos rebosa. Es hartarse hasta embriagarse del vino del conocimiento y amor intensos de Jesucristo y salir por las calles y plazas ebrios... Es hacerse loco de un solo tema que sea: Jesús crucificado y sacramentado está y no debe estar abandonado...

Abandonado, porque no se le conoce, no se le ama, no se le come, no se le imita...”

Apostolados Menudos OOCC 4914

2. Luego de compartir esta breve reflexión con el grupo se invita a que “salir” y ser voz de la buena nueva de la Eucaristía invitando a las personas que encuentren a compartir un breve momento de oración ante el Sagrario.

3. Una vez dentro del templo se hace algún canto y esta breve oración

Oración para compartir:

Señor, nos ponemos en tu presencia, dejamos en tu corazón nuestras alegrías y tristezas, nuestros sueños y preocupaciones. Queremos bendecirte y alabarte, te reconocemos vivo y presente en la Eucaristía.

Guía: Jesús nuestro Dios, que te entregas en la Eucaristía Todos: Te adoramos

Guía: Jesús nuestro amigo, que te quedas cerca de nosotros en la Eucaristía y en los hermanos Todos: Te adoramos

Guía: Jesús Eucaristía, que vienes a nuestros corazones. Todos: Te adoramos

Guía: Jesús a ti que desde la Eucaristía nos escuchas, nos miras, nos amas. Todos: Te adoramos

Guía: Jesús Eucaristía, que nos guías para que vivamos en la verdad Todos: Te adoramos

Oídos que escuchan las palabras de María:

“haced lo que Él os diga”

Oración: Señor Jesús y María de Nazaret, porque Tú lo has querido, nos encontramos hoy aquí junto a la Basílica del Pilar, en Zaragoza, miembros de la Familia Eucarística Reparadora; queremos ser medio transmisor de tu amor infinito, para ello, pon en nuestro pensamiento tus ideas y luz que expresemos todo cuanto Tú quieres decirnos a los aquí presentes, para que también nosotros seamos mensajeros, y cuando de aquí partamos, llevemos a nuestros hermanos el mensaje aquí vivido, con la fuerza y ánimo, como el Apóstol Santiago.

“MARÍA TIPO Y EJEMPLAR PERFECTO DE FE” – L-G. 53

En el Evangelio, de lo poco que se habla de María, nos dice entre otras palabras: “Dichosa tú porque has creído. Bienaventurada te llamarán todas las generaciones”. Al encontrarnos a los pies de María, en su advocación del Pilar, vamos a seguir los pasos en esta “Escuela de María”, precisamente en el Año de la Fe. El apóstol Santiago viene a España y concretamente a Zaragoza. Estaba un tanto desanimado, pues apenas encontraba quien le escuchase. Le acompañaban ya un grupo convertido de 7 varones y a las 12 de la noche del 1 al 2 de enero del año 40, estando en oración, experimenta que una presencia singular le envolvía. María trae el Pilar para fortalecerle en su decaimiento… Con naturalidad, y yo me hallo entre ellos, son de los que creen que María trató de “viajar” a Zaragoza para ponerse en contacto con el apóstol Santiago, confortarlo e impulsarlo en su trabajo. El poder de Dios no tiene barreras ni en el tiempo ni en el espacio… Hoy esta presencia de María con el Pilar, también nos dice algo a nosotros: Que edifiquemos nuestra fe sobre piedra y no sobre arena, que se la lleva el viento y la socavan las aguas… Tenemos que estar firmes en la fe, a pesar de todo y de todos. Como Santiago salió con fuerza para predicar, para enseñar quién es Jesús, cómo vivió y murió por todos… Desde mi fe ¿me siento enviada/o a ser misionero/a en el lugar que ocupo en el mundo?

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe animada

ACTITUD DE ESCUCHA: María escucha a Dios. Fue grande porque escuchó. Fue un ser atento, abierto. Supo vivir desde dentro. Había escuchado la Palabra de Dios en la Escritura, la hizo vida, por eso el Señor la encontró pronta al SÍ, al FIAT.

María escucha a los hombres: “No tienen vino…”. “Haced lo que Él os diga,,,”. .. Está atenta ante cualquier necesidad

Ser cristiano, ser alma eucarística, es escuchar a Dios…

Ser cristiano, ser alma eucarística es saber escuchar la palabra humana, acogerla, respetarla, valorarla, porque cada hombre es una hermosa palabra que Dios ha pronunciado.

La Palabra de Dios tiene el mismo sonido y el mismo vocabulario que la palabra del hombre: El que a vosotros oye a Mí me oye. Lo que hagáis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí me lo hacéis. El que tenga oídos para oír, que oiga.

En este encuentro alegre, ponemos oídos atentos. En la boda está Jesús. Falta el vino. María se lo pide. Estamos en esta gran fiesta de familia: ¿te falta vino? ¿cómo es el vino que te falta?

En tu vida está Jesús… ¿qué te falta? Díselo

En tu familia está Jesús …. ¿qué le falta? ¿Necesitarán algo que María pueda interceder?

Antes de pasar a la otra parte de este rato de encuentro, vamos a saludar a María con el rezo del Ángelus. Para tu oración Cuando puedas ora con algunos de estos textos y mira y recuerda el que más te haya conmovido:

Lucas 1, 39-45: María visita a Isabel

“En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: <¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto su saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor de cumplirá>”.

Lucas 2, 41-52: Jesús visita el templo a los doce años

“Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: <Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados> Él les contestó: <¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?>. Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”.

Mateo 2, 10-12.13-16 “Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino”. “Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: <Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va abuscar al niño para matarlo>. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: <De Egipto llamé a mi hijo>. Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos”.

Juan 19, 25-27: El Calvario

“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: <Mujer, ahí tienes a tu hijo>. Luego, dijo al discípulo: <Ahí tienes a tu madre>. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio”.

La fe dialogada: ojos que ven más allá de los signos, del arte

y de la cultura.

ORACIÓN ANTE EL SAGRARIO

Qué haría yo sin Ti, sin este sitio

al que yo acudo como chispa al fuego,

a quién dijera yo las palabras más horrendas,

a quién mirara yo con mirada más borrosa,

qué haría yo sin tu quietud redonda.

Qué fuera yo con esta angustia enloquecida

si no tuviera un pecho en que apoyarla

y qué pulso tendría el pulso mío

sin tus venas, tu sangre, tu latido.

Qué sería de mí si en el camino

que se encharca de lluvia y barro espeso

no estuvieras conmigo apaciguando el agua,

qué fuera yo, Señor, si Tú no fueras.

Qué te trajera a Ti con estas manos

resecas y vacías más que un hueco

si en ellas no pusieras las caricias,

qué serían mis manos sin tus dedos.

En qué pensar, si Tú no me pensaras

y qué sentir, Señor, si yo no te sintiera,

para qué amar, por qué, sino contigo,

a qué vivir, si Tú te hubieras muerto.

Qué haría yo, Señor, sin esta cuerda

con la que el alma a Ti me ciñe como un cíngulo,

esta alma mía en la que Tú me miras,

esta alma mía en la que yo te veo.

Qué haría yo sin Ti.

(Lucrecio Serrano Pedroche)

PEREGRINOS

EN EL AÑO DE LA FE

La fe dialogada