Pensamiento Economico Marx

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MARX SEMANA 4

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MARX SEMANA 4

 

 2   [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

Para poner en contexto el trabajo de Marx es necesario hacer alusión a dos

antecedentes fundamentales de su tiempo: el impacto social de la Revolución

Industrial y la creciente producción intelectual crítica del sistema capitalista,

nombrada posteriormente por Federico Engels como Socialismo Utópico (para

ampliar la información, se recomienda mirar el libro referenciado en la

bibliografía).

En términos contextuales, Marx hacía una lectura de la sociedad de la

Revolución Industrial dónde el inusitado incremento de la capacidad de

producción había traído consigo una profunda segregación económica de las

sociedades occidentales. Así, la riqueza de pocos empresarios era

directamente proporcional a la miseria de la masa proletaria. De hecho, en su

obra más importante: “El capital”, Marx describe detalladamente el impacto

del sistema de producción capitalista en la calidad de vida de los asalariados.

“Mucho antes de que el déficit alimenticio adquiera una importancia

higiénica, mucho antes de que el fisiólogo piense en computar los granos

de nitrógeno y carbono entre los que oscila la vida y la muerte por

hambre, la casa del paciente se habrá visto despojada de todo confort

material. El vestido y la calefacción dejarán todavía más que desear que

el mismo alimento. La familia estará expuesta, sin defensa, a todas las

inclemencias del tiempo; el espacio habitable se verá reducido a

proporciones que son pasto de enfermedades o un incentivo para ellas;

el menaje de casa y los muebles habrán desaparecido casi sin dejar

rastro, y hasta la misma limpieza resultará costosa y casi inasequible. Y si,

 

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por un sentimiento de dignidad, aún se intenta conservarla, cada uno de

estos intentos representará un nuevo tormento de hambre. La vivienda se

instalará allí donde el techo resulte más barato; en barrios en que la

policía sanitaria recolecta los frutos más insignificantes, con desagües

espantosos, circulación escasa, basura abundante, poco agua y de la

peor calidad, y, en las ciudades, máxima escasez de aire y luz. Tales son

los peligros sanitarios a que inevitablemente se halla abocada la pobreza,

cuando los pobres no pueden comer siquiera lo estrictamente

indispensable. Y si todos estos males sumados, envuelven un peligro

tremendo para la vida humana, la simple escasez de alimento es ya de

suyo verdaderamente espantoso […]. Ideas aterradoras, sobre todo si se

tiene en cuenta que la pobreza a que nos referimos no es la pobreza de

la ociosidad, achacable a quien la padece. Trátese de la pobreza de los

trabajadores”1.

La constatación empírica de la miseria del trabajador había motivado

previamente la crítica de diversos autores entre 1815 y 1848. En su mayoría,

estas reflexiones proponen alternativas voluntaristas para contrarrestar los

impactos negativos del sistema de producción capitalista inspirados en obra

filosófica de Jean-Jacques Rousseau. Sin embargo, estas no ofrecen un análisis

sistemático y, si se quiere, científico de las razones por las cuales el sistema

capitalista genera miseria en la clase trabajadora.

                                                                                                               1 MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. México. F.C.E., 1984. T. 1, p. 557.

 

 4   [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

El Conde Henri de Saint-Simon (1760-1825) consideraba beneficioso el

incremento de bienes producidos por la Revolución Industrial. Sin embargo,

criticó fuertemente la propiedad privada y el monopolio, por cuanto eran el

origen de los conflictos sociales. De la misma manera consideraba perjudicial la

riqueza proveniente de la renta y, desde una perspectiva cristina, consideraba

inmoral la labor del comerciante que ganaba dinero sin producir. De esta

manera, proponía un igualitarismo liberal (igualdad de oportunidades), en una

sociedad liderada por industriales entendidos como cualquiera que tuviera un

oficio productivo.

Charles Fouruier (1772-1837) sugirió como alternativa para reducir las

desigualdades del sistema, la organización productiva a partir de cooperativas.

Así, si bien el objetivo no era eliminar la distinción entre ricos y pobres, Fourier

consideraba que generar espacios físicos donde ricos y pobres convivieran era

la clave para reducir las desigualdades producidas por la especialización del

trabajo. De hecho, Fourier lideró algunos intentos de cooperativas, bajo la

premisa que era necesario regular la vida privada de los individuos para lograr

mayor igualdad.

Robert Owen (1771-1856) partía de la base de que no era necesario la

pauperización de la clase trabajadora para acumular riqueza. Owen, quien

logró construir una próspera carrera como industrial textil, sugirió que el

mejoramiento de las condiciones sociales de los trabajadores podrían incluso

incrementar la producción de los mismos e implementó dicha política en las

empresas de su propiedad. Fue apartado por sus socios por su actitud caritativa,

 

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Owen concluyó que era necesaria la labor del Estado para forzar a los

empresarios a generar condiciones de bienestar de los trabajadores.

Dialéctica como método

El marxismo es la primera teoría crítica de la escuela clásica de la economía, a

partir de una visión holística del comportamiento económico fundamentado en

el estudio de su proceso histórico. En particular, el planteamiento marxista se

fundamenta en método dialéctico desarrollado inicialmente por Hegel, según

el cual el motor de la historia es la contradicción.

En términos esquemáticos, la dialéctica hegeliana concibe la realidad como un

proceso de tres momentos. En el primero se encuentra la tesis, momento en el

que el ser humano afirma su existencia a partir de una identidad (Yo soy). En el

segundo momento, antítesis, el ser se ve sumido en el mundo de la praxis

humano-social, el cual se materializa a partir del trabajo y la producción de

objetos. En este estadio, el ser deja de ser idea y se aliena (salé fuera de sí) en

los objetos que produce y las relaciones sociales que sostiene. Esta

confrontación entre la idea (tesis) y la praxis (antítesis) genera un tercer

momento de conciencia (síntesis), el cual permite un nivel de conciencia más

plena. Así, la síntesis es la negación de la negación para alcanzar la superación:

una nueva idea que, eventualmente, abre un nuevo ciclo dialéctico (para

ampliar la información, se recomienda mirar el libro referenciado en la

bibliografía).

 

 6   [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

Pues bien, Marx toma esta interpretación de la historia como método, pero

señala que no son las ideas y su contradicción con la praxis lo que mueve el

devenir histórico de la humanidad. Al contrario, son las condiciones materiales

la base de la dialéctica histórica y, en concreto, el motor del cambio social se

encuentra en las contradicciones que genera el tipo de producción de cada

una de las etapas históricas de la humanidad. De esta manera, Marx estudia las

relaciones humanas que se encuentran en la base de los tipos de producción

económica, las características de la distribución de la riqueza, el cambio y el

consumo. En resumen, Marx demostrará que en el sistema capitalista hay una

gran contradicción entre el modelo de producción socializado y el modelo de

distribución de riquezas privatizado.

El planteamiento marxista

Desde la perspectiva marxista, los sistemas económicos están compuestos por

dos elementos, uno dinámico y uno estático. Por un lado se encuentran las

fuerzas productivas, las cuales cambian en el tiempo por el proceso de

acumulación y depreciación. Entre ellas se encuentra la tierra, el trabajo, el

capital y la tecnología. De otro lado están las relaciones de producción, las

cuales son estáticas en cada fase de la historia de la humanidad. Estas

relaciones determinan cómo los agentes económicos participan en la

propiedad productiva, la actividad productiva en sí misma y la forma cómo se

distribuye el ingreso en la sociedad. Al ser los factores de producción dinámicos,

pero las relaciones de producción estáticas, se generan profundas

contradicciones en cada etapa de la historia, generando, por síntesis, un nuevo

conjunto de relaciones de producción.

 

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En este orden de ideas, en la lectura histórica que hace Marx de la humanidad

caracteriza cada una de las fases de esta con una forma específica de

producción: comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo. Cada

fase es un salto cualitativo producido por los cambios cuantitativos en las

fuerzas productivas y su insalvable contradicción con el marco de las relaciones

de producción de cada etapa. Como anotación empírica, Marx constató que

esos saltos cualitativos llegan a concretarse sólo a través de manifestaciones de

violencia, razón por la cual la nombró como partera de la historia.

Marx caracteriza el capitalismo como el sistema de producción donde hay la

separación entre la propiedad productiva (capital) y la mano de obra. De esta

manera, la clase burguesa es propietaria de los medios de producción y la

clase proletaria solo es propietaria de su fuerza de trabajo (participación de la

propiedad). Esta separación implica que la producción de bienes requiere

establecer una relación contractual, en donde el burgués contrata la fuerza del

trabajo del proletario a cambio de un salario (actividad productiva). Sin

embargo, el burgués se apropia del excedente de producción del trabajo del

proletario y, adicionalmente, tiene incentivos para sobreexplotarla. Esta

sobreexplotación puede ser extendiendo el período del trabajo o presionando

el incremento de productividad.

Para entender todas las implicaciones de esta relación de producción, es

necesario señalar que, para Marx, el trabajo es la fuente de toda riqueza. Así, el

trabajo que se requiere para producir determina el precio natural de un

producto. Dicho valor, en términos del trabajo socialmente necesario para

 

 8   [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

producir un bien, es una propiedad objetiva de todos los productos. Sin

embargo, cuando ese bien se convierte en mercancía (esto es, se ofrece en el

mercado), son las fuerzas de la oferta y demanda las que determinan el valor

de cambio de dicho producto-mercancía.

A partir de esta distinción, es obvio que el valor de cambio puede estar por

encima o por debajo del precio natural. De allí, que en el costo de producción

es donde fluctúan los precios. En el caso de que el precio de cambio sea

inferior que el precio de producción, dicho bien sale del mercado. De otro lado,

si el precio de cambio está por encima del precio de producción, dicha

actividad atrae a más competidores, hasta que la sobreoferta haga caer el

precio de cambio. En consecuencia, el precio de producción es el punto de

referencia en torno al cual fluctúan los precios en el mercado o, lo que es lo

mismo, el costo del trabajo necesario para producir es lo que determina el valor

de las mercancías. Este postulado es una crítica a la concepción clásica, según

la cual el valor de las mercancías estaba definido por las leyes del mercado.

Así las cosas, una jornada de trabajo bastaría para intercambiar el propio

producto. Sin embargo, al convertir el trabajo en mercancía, el burgués tiene el

incentivo natural de buscar todos los medios para que el precio de cambio este

por encima que el precio de producción. Dicho en las palabras de Marx, el

burgués busca incrementar el plus valor o cantidad de trabajo que no se le

remunera al trabajador. Dicha diferencia entre el precio de producción y de

cambio es apropiada por el burgués gratuitamente y su acumulación es el

capital. El burgués buscará acumular el excedente o plusvalía a través del

dinero, y aliena al trabajador, pues este está trabajando para sí mismo.

 

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En este orden de ideas, la explotación del trabajo viene de la producción y no

del intercambio. El trabajador siempre recibirá menos de lo que realmente vale

su trabajo y, lo que es más contradictorio, en la medida que un trabajador es

más productivo, el burgués se apropia gratuitamente de una proporción mayor

de su trabajo. Incluso, la mano de obra se abarata en la medida que se es más

productivo y, así, se pauperizan aun más las condiciones de vida. Finalmente las

relaciones humanas se monetarizan, pues el burgués hace un cálculo de la

equivalencia del trabajo en términos de dinero, de manera que se pueda

minimizar dicho costo.

Las leyes del movimiento capitalista

Esta contradicción entre una producción socializada y la apropiación privada

del valor del trabajo determinan las leyes del movimiento capitalista, y ponen

en evidencia porqué el sistema no es sostenible. En la medida que se acumula

capital por cuenta de la explotación de la clase trabajadora, los burgueses

buscarán introducir mayor tecnología para aumentar la producción y minimizar

aun más el trabajo requerido (y pagado) para producir dichos bienes. En

palabras de Marx

“Al igual que todo desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, la

maquinaria debe abaratar las mercancías y reducir la parte de la jornada

laboral que el obrero necesita para sí, prolongando, de esta suerte, la otra

 

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parte de la jornada de trabajo, la que el obrero cede gratuitamente al

capitalista. Es un medio para la producción de plusvalía”2.

En el corto plazo, esto genera grandes ganancias, sin embargo también genera

incentivos para que los competidores introduzcan la misma tecnología lo que

supone una tasa decreciente de la ganancia (Ley de acumulación y la tasa

decreciente de ganancia). En la medida que el burgués sustituye

crecientemente el trabajo por capital, las empresas se robustecen hasta

generar un exceso de producción. La mayor oferta en el mercado de dicho

bien implicará que solo las empresas que son más eficientes pueden sobrevivir,

lo que dará una concentración creciente del poder económico (Ley de la

concentración creciente y de la centralización de la industria).

La innovación tecnológica y la sustitución del trabajo por capital se traducen

en mayor desempleo (desempleo tecnológico). De la misma manera, la

sobreproducción implica que exista igualmente un desempleo cíclico (Ley del

creciente ejército industrial de reserva). El crecimiento de los trabajadores

desempleados conlleva a la pauperización de sus condiciones de vida, las

cuales se vuelven más extremas por los incentivos que tiene el burgués para

compensar la tasa decreciente de ganancias a través de peores salarios y

condiciones de trabajo (Ley de la miseria creciente del proletariado).

Finalmente, este movimiento genera crisis y depresiones cíclicas. Dependiendo

si hay sobre producción o no, los capitalistas invertirán más unas veces que

                                                                                                               2 MARX. Op. cit., p. 451.

 

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otras. De esta manera, si hay un ejército de reserva significativo, los capitalistas

preferirán contratar mano de obra, hasta que se encarezca dicho factor de

producción y busquen sustituirla por tecnología-capital. Ello, generará

desempleo y salarios aun más bajos, generando crisis periódicas. El punto es

que estas crisis se harán cada vez más agudas, en términos de peores

condiciones laborales y en el número de trabajadores en paro. La

consecuencia natural será la revolución social que, a través de la violencia,

dará paso a una nueva fase de la humanidad. Esto es, una nueva forma de

producción donde la propiedad productiva sea socializada y no privatizada

El legado de Marx

De fondo, el trabajo analítico refleja la preocupación sobre el bienestar de los

trabajadores que participaban en la producción como fuerza. Así, para el

marxismo la igualdad es el valor prioritario en la sociedad, lo cual contrasta con

la visión clásica de la economía, la cual enfatiza la libertad como valor

fundante del sistema y comportamiento económico.

Aunque el planteamiento de las sociedades post-capitalistas no fue

desarrollado con el detalle que Marx analizó el capitalismo, en el Manifiesto

comunista, Marx delineó las principales características del sistema de

producción post-capitalista: el comunismo y la etapa de transición: el socialismo.

En síntesis, en el comunismo no habría propiedad privada para lo que se

requería transitoriamente, que el Estado expropiara toda propiedad privada y

administrara los medios de producción.

 

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Un aspecto que es importante señalar al respecto es que Marx concibe al

Estado como un instrumento de la clase dominante, de manera que no se

puede considerar las instituciones legales como mecanismos neutrales para

resolver conflictos en la sociedad. Al contrario, la estructura política y legal son

superestructuras que reflejan las relaciones de producción económicas y que

tienden a reproducirlas. De allí el papel del cambio revolucionario y el uso de la

violencia como elemento necesario para romper con las estructuras de poder

que perpetúan la explotación. En la etapa de transición, Socialismo, el Estado

sería un instrumento del proletariado para avanzar en la eliminación de la

propiedad privada y avanzar así a la sociedad sin clases (comunismo).

La obra de Marx inspiró toda una tradición de pensamiento occidental que, a

través de múltiples interpretaciones, llegaron a traducirse en sistemas políticos

en la Unión Soviética (1922-1991), República Popular China (1949 hasta hoy), y

Cuba (1959 hasta hoy), entre otros. Además de la discusión sobre el valor

secundario que estos regímenes otorgan a los derechos individuales

fundamentados en la libertad, es importante señalar que dichos sistemas

constituyen el referente práctico más cercano de la idea de socialismo a través

de sus modelos de planificación centralizada de la economía.

En dichos modelos se prescinde del mercado para la asignación de recursos y,

en cambio, una entidad centralizada coordina la producción de los bienes y

servicios requeridos por la sociedad. Si bien es cierto que dicho modelo de

economía tiende a lograr una distribución de la renta más igualitaria y está

orientada a cumplir objetivos colectivos, es mucho menos eficiente para

 

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satisfacer las demandas de los consumidores. Razón por la cual son frecuentes

los problemas de escasez o sobreproducción de bienes. De la misma manera,

desincentivan la innovación.

Históricamente las dos economías socialistas más grandes han transitado a

economías de mercado. Sin embargo, mientras que la transición de la

economía de la República Popular China ha sido catalogada como exitosa, la

de la Unión Soviética fue turbulenta y asociada con un fuerte descenso del PIB.

Con respecto al caso de China habría que señalar que existe una polémica

sobre el carácter hibrido de su sistema, el cual, en términos económicos, asigna

recursos a través de mecanismos de mercado pero, en términos políticos, se

inscribe como comunista.

De otro lado, las ideas de Marx y su interpretación por parte de la Social

Democracia, fundamentaron los Estados de bienestar europeos. En ellos, el

Estado provee ciertos servicios a la totalidad de habitantes de un país, con lo

que se garantiza un mínimo de condiciones básicas para la subsistencia. En la

actualidad, el modelo escandinavo socialdemócrata es el más comprensivo a

partir de la provisión universal de servicios. El modelo está fundamentado en

una alta carga de impuestos sobre el ingreso de los ciudadanos, lo que

representa una limitación a la libertad en el ordenamiento de gesto de los

individuos. En cualquier caso, países como Noruega, Suecia, Dinamarca y

Finlandia ocupan los primeros puestos de los lugares con mayor bienestar en

términos de ingreso, educación y salud.

 

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Bibliografía

ALDANA, Yanold y SILVA José. El Socialismo. En: Pensamiento económico con

énfasis en pensamiento económico público. Bogotá: ESAP, 2008. p. 129-144.

ENGELS, Federico. Del socialismo utópico al socialismo científico. Buenos Aires:

Lautaro, 1996.

HEGEL, G.W.F. La fenomenología del espíritu. México: F.C.E., 1966.

MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. México. F.C.E., 1984. T.

1.

VIZCAÍNO LÓPEZ, Mirosalva. Escuelas alternativas a la teoría clásica. En:

VIZCAÍNO LÓPEZ, María Teresa (Ed). Ensayos sobre historia del pensamiento

económico. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2009.

p. 87-101.