Pelotazo 22

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PIPI SPÓSITO - BAERT - CAIO - DECUR - GILLIG - DIEGO – JORGE - LLANSÓ - LUBRIO - LUCERO - MONTAG - NIAMH - BRUNO - FIX - ¡Qué aburrido es aburrise!

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Nuevo número de la mejor revista infantil del universo!!

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PIPI SPÓSITO - BAERT - CAIO - DECUR - GILLIG - DIEGO – JORGE - LLANSÓ -

LUBRIO - LUCERO - MONTAG - NIAMH - BRUNO - FIX -

¡Qué aburrido es aburrise!

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-Pipi Spósotp- Montag- Lubrio- Decur- Llansó- Rofe - Caio di Lorenzo - Baert - Bruno Panzarasa - Diego Parpaglione

- Furnier- Fix- Niahm- Bruno Palero- Gillig- Gustavo Lucero

Portada - Lubrio / Fantasma - Pipi Spósito / Perro de plaza - Leandro Gillig / Lara - Rofe / Yiyi - Caio y Baert / Zoila Zombie - Lubrio / El parque de la vida - Furnier / Pipi Strella - Fix y Niahm / Zoo - Diego LLa-nsó / Catitos - Gustavo Lucero / Pocas Pecas - J.G. Palomera y Diego Parpaglione / Estar Guars - Montag y Bruno Panzarasa / Almohadas con corazón - Decur / Animaladas - Diego LLansó /

Chiste Final - Bruno Palero

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Si, si. Ya sé que salimos tarde. Salimos al borde de caernos de mes, podemos decir. Pero que querés, estuvimos de feriado en feriado. Jugando con las bombitas de agua a mas no poder. Como en la tapa de Lubrio que todos se divierten y bailan y andan con poca ropa y festejan el carnaval.Y así fue difícil pedirles a to-dos que trabajaran en serio y se

pusieran a dibujar y a escribir. Pero lo conseguimos y acá esta-mos otra vez.Además de la tapa tenemos a Pipi con el chiste de acá abajo, los conejitos locos de Furnier y una bella página de Decur.A eso sumale el cuento de Jorge ilustrado por Diego Parpa, los catitos de Lucero y un especial con tres chistes del genio de Llansó.Vuelve las Estar Guars del maes-

tro Montag y Bruno, también Pipi de Niahm y Fix y la Zoila de Lubrio.Y los otros que reinciden son Juam-pa con el chiste en la contratapa, Palero con una versión veraniega de un tema de los Beatles, Rofe con las aventuras de Lara, nuestra pequeña investigadora y Yiyi de Caio y Baert.El que no viene es el perro de la es-quina. Yo digo que se asustó de ver tanta espuma y bombitas de agua. Capaz que anda por ahí comién-dose los restos de comida que dejó el carnaval Pero igual nos dejó un mensaje pi-diendo disculpas. La culpa la tiene Gillig.Dicho todo esto muchachos, no se ustedes pero yo me vuelvo a la plaza a ver alguna murga y a bailar un poco.Espero que nos veamos dentro de algunos días, el mes que viene, con otro número de Pelotazo.Visiten www.revistapelotazo.com así están al tanto de las novedades ¡Y buen inicio de clase para todos!

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y vas a ver cómo los domigos se ponen más divertidos!

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Mariana y su hijo se fueron de campamento al río por el fin de semana largo.Ella tenia casi treinta años y su hijo, Nahuel, ap-enas seis.Decidieron ir a un camping para estrenar la carpa roja que les había traído Papá Noel.Viajaron en micro hasta Colón y en la Terminal de ómnibus se tomaron un taxi a un camping que quedaba cerca de la playa. Tardaron un buen rato en llegar, estaban ansiosos y un poquito cansados. En la puerta dijeron sus nombres y reservaron el lugar para tres días y dos noches.Al principio les costó armar la carpa pero después de un rato estaba lista para ser habitada.Nahu estaba desesperado por ir al río. Todo el año había soñado con ese momento, pero la mamá le dijo que no. Ella le explicó que tenían que ponerse crema para protegerse del sol que estaba muy fuerte. Nahu ya lo sabía, su mamá tenía millones de pecas en la cara entonces siempre tenía que cuidarse la piel. Él odiaba usarlas, le parecía una cosa de nenas, pero para no empezar las vacaciones discutiendo, aceptó sin muchas ganas que le embadurnaran todo el cuerpo. Una vez terminado el suplicio, Nahuel salió corrien-do hacia el río seguido de cerca por su madre. Ella no podía alcanzarlo porque llevaba un bolso lleno de toallas, sanguchitos y un termo lleno de jugo de naranja muy frío.

Cuando Mariana dejó el bolso debajo de un arbolito, vio a lo lejos como su hijo se zambullía en el río. Un poco asustada de que no se fuera a la parte honda, salió corriendo a buscarlo. Cuando tocó el agua le pareció que estaba muy fría pero no le hizo caso porque estaba apurada. Sin darse cuenta donde se paraba pisó una piedra que le lastimó el pie, enton-ces se cayó y una ola le pegó bien fuerte en la cara.Media mareada se acercó a su hijo que no la recono-ció y siguió jugando sin escuchar lo que ella le decía.A Mariana le daba mil vueltas la cabeza por el golpe, así que decidió volver a la playa y sentarse unos minutos en la arena.Un rato más tarde Nahuel salió corriendo del río y sin mirarla agarró el bolsito playero y se fue cor-riendo hacia la carpa.A su madre esta actitud le pareció un poco extraña pero imaginó que el pequeño estaría apurado por ir al baño y que por eso había salido corriendo.Entonces, como ya se sentía mejor del mareo de-cidió volver a la carpa. Pero en la puerta del camping no la dejaron pasar. Cuando ella preguntó porqué no le dijeron que se debía a que no tenía suficientes pecas y que la se-ñora que se había anotado tenia la cara llena de muchísimas pecas.Mariana no entendía nada…¿Pocas pecas justo ella?Fue ahí que se miró en un vidrio de la recepción y se dio cuenta que ya no tenía ni una sola peca en el rostro. ¡Increíble! Jamás había escuchado que una ola fuerte te podía arrancar las pecas de la cara y mu-cho menos sabía como podía volver a recuperarlasDesesperada, intentó la primer idea que se le vino a la cabeza. Compró una plasticola en un kiosco y agarró un puñado de arena y se las pegó en la cara más o menos tratando de recordar donde tenía cada una de sus pecas.Haciéndose la despreocupada intentó entrar otra vez en el camping y mirando para abajo. Esta vez tuvo suerte. Pero cuando llegó a su sector vio a Nahuel llorando muy fuerte al lado de la carpa roja. Ella corrió para abrazarlo y el chico la miró asus-tado. Estaba muy triste porque no podía encontrar a su madre y encima ahora ¡lo perseguía una loca con la cara llena de granos de arena!

Escrito por Jorge Palomera Dibujado por Diego Parpaglione

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Se defendió con lo primero que tenía a mano que eran las cosas que tenía alrededor de la carpa. Le tiró con una piedra y después con una ramita. Después corrió hasta la carpa de al lado donde habían hecho fideos y les sacó el colador y se lo revoleó a la loca por la cabeza.Mariana huyó rápido de allí. No sabía que hacer. Tampoco podía creer su mala suerte.Se fue corriendo a la biblioteca pública de Colón pero no encontró nada que pudiera ayudarla. Ya cansada de caminar y leer pensó que si descan-saba alguna buena idea se le iba a ocurrir. Buscó un lugar cómodo en la playa y se sentó. Miró un buen rato el mar y decidió que tenía que dormir. Sin prestar mucha atención alargó la mano y buscó algo que le sirviera para taparse del sol.La verdad que entre el calor y la tristeza que ella tenía era muy difícil quedarse dormida.Por eso, al rato empezó a tener pesadillas. En ellas siempre se acercaba a su hijo que nunca lo reconocía y gritaba que ella no era su madre. Encima la gente que estaba alrededor de ellos llamaba a la policía porque la veían muy sospechosa. Mientras dormía giraba y se retorcía por lo angus-tiada que la ponían esos malos sueños. De golpe sintió un grito y una presión fuerte en el cuello.Abrió los ojos y no pudo creer lo que veía. ¡Era Nahu abrazándola con todas sus fuerzas! Sin soltarlo se levantó y lo llenó de besos. ¡Tenía miedo de estar soñando! Así que se pellizcó y

se dio cuenta que todo era real.Bajó a su hijito al suelo y le preguntó cómo había podido reconocerla.“- Y obvio mami, si tenés la cara llena de pecas” – le contestó riéndose.- ¿Dónde te habías metido? Te busqué por todas partes…Así que ella corrió hasta la orilla y se miró en el río. Era verdad, tenía otra vez el rostro invadido de pe-cas. Desconcertada volvió hacia su hijo pensando que había pasado. Entonces lo supo. Vio el colador al lado de Nahuel y se dio cuenta que lo había us-ado al dormir para taparse la cara del sol y que mientras dormía se había quemado pero sólo por los agujeritos formando nuevas pecas.También pensó que el colador se le debía haber caído mientras tenía las pesadillas y por eso Nahu la vio mientras caminaba por la playa buscándola.Mariana no podía creer su suerte y la felicidad que tenía no la dejaba hablar. Volvió a abrazar a su hijo y a darle muchos besos y a contarle todo lo que le había pasado y juntos caminaron por la playa y fueron a los jueguitos y durmieron en la carpa y se sacaron cientos de fotos y se rieron jugando a las cartas hasta que los vecinos de las otras carpas les gritaron que ya era de noche y querían dormir.Si, parece un final de esas novelas que mira mi mamá a la tarde en la televisión. Pero les doy mi palabra que fue todo verdad. Yo estuve ahí. Vi todo desde la carpa de enfrente.

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