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    Paul Mattick:

    Las barricadas deben ser retiradasEl fascismo de Mosc en Espaa

    Publicado en ingls como "The barricades must be torn down: Moscow-fascism in Spain"

    en International Council Correspondence, vol. 3, nos. 7-8 (aug. 1937), p. 25-29.

    El 17 de mayo de 1937 la C.N.T-FA.I. de Barcelona emita la siguiente orden: "Las barricadas deben ser retiradas! Las horas de crisis han pasado. Hay que restablecer la calma. Pero estn circulando rumores por la ciudad que contradicen los informes de una vuelta a la normalidad como la que ahora estamos ordenando. Las barricadas estn contribuyendo a esa confusin. Ya no necesitamos las barricadas ahora que la lucha ha acabado. Las barricadas no tienen objeto ahora, y la continuacin desu existencia puede dar la impresin de que deseamos volver al anterior estado decosas y eso no es verdad. Camaradas, cooperemos en el total restablecimiento dela vida civil normal. Todo lo que la impide volver a la normalidad debe desaparecer."

    Y entonces comenz la vida normal es decir, el terror de los fascistas de Mosc. Elasesinato y el apresamiento de los obreros revolucionarios. El desarme de las fuerzas revolucionarias, el silenciamiento de sus peridicos, emisoras, la eliminacinde todos los puestos que haban alcanzado con anterioridad. La contrarrevolucin triunfaba en Catalua, donde, como aseguraban a menudo los lderes anarquistas y del POUM, se avanzaba hacia el Socialismo. Las fuerzas contrarrevolucionarias del Frente Popular fueron bien acogidas por los lderes anarquistas. Las vctimas aclamabana sus verdugos. "Cuando hubo un intento de hallar una solucin y restablecer el orden en Barcelona", lemos en un boletn de la C.N.T.: "la C.N.T y la F.A.I. fueronlas primeras en ofrecer su colaboracin, fueron las primeras en pedir el alto el fuego e intentar la pacificacin de Barcelona. Cuando el Gobierno Central asumi el orden pblico, la C.N.T. estuvo entre las primeras organizaciones que pusieron a di

    sposicin de los representantes del orden pblico todas las fuerzas bajo su control.Cuando el Gobierno Central decidi enviar fuerzas armadas a Barcelona con el finde controlar las fuerzas polticas que no obedecan a las autoridades pblicas, la CNTfue una vez mas la nica en ordenar a todos los distritos facilitar el paso de aquellas fuerzas, para que pudieran llegar a Barcelona y restablecer el orden."

    S, la C.N.T. ha hecho todo lo posible para ayudar a la contrarrevolucin del Gobierno de Valencia en Barcelona. Los obreros detenidos pueden agradecer a sus lderesanarquistas su apresamiento, que conduce a los pelotones de fusilamiento de losfascistas de Mosc. Los obreros muertos son apartados de en medio junto con las barricadas; son silenciados para que sus lderes puedan continuar hablando. Qu excitacin por parte de los neo-bolcheviques! Mosc ha asesinado a trabajadores revolucionar

    ios", gritaron. "Por primera vez en su historia, la Tercera Internacional est disparando desde el otro lado de las barricadas. Antes, solamente haba traicionado la causa, pero ahora est combatiendo abiertamente contra el comunismo." Y qu esperaban de la Rusia capitalista de estado y de su Legin Extranjera estos airados vocingleros? Ayuda para los trabajadores espaoles? El capitalismo en todas sus formas tiene solamente una respuesta para los trabajadores que se oponen a la explotacin:la muerte. Un frente unido con los socialistas o con los "comunistas" de partido es un frente unido con el capitalismo, que slo puede ser un frente unido por elcapitalismo. Es intil regaar a Mosc, no tiene sentido criticar a los socialistas:ambos han de ser combatidos hasta el fin. Pero ahora, los trabajadores revolucionarios deben reconocer tambin que los lderes anarquistas, que tambin los "apparatchiks" de la C.N.T. y FA.I. se oponen a los intereses de los trabajadores, pertenecen al bando enemigo. Unidos al capitalismo tenan que servir al capitalismo; y do

    nde las frases no valan para nada, la traicin se convirti en el orden del da. Maana pueden ser ellos quienes disparen contra los trabajadores rebeldes como disparanhoy los verdugos "comunistas" del cuartel "Karl Marx". La contrarrevolucin se ext

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    iende desde Franco a Santilln.

    Una vez ms, como tan a menudo antes, los decepcionados trabajadores revolucionarios denuncian la cobarda de sus lderes, y buscan nuevos y mejores lderes para una organizacin mejorada. Los "Amigos de Durruti" rompen con los lderes corruptos de laC.N.T. y la F.A.I. con el fin de restaurar el anarquismo original, para salvaguardar el ideal, para mantener la tradicin revolucionaria. Han aprendido algo, pero

    no lo suficiente. Los obreros del POUM estn profundamente decepcionados de Gorkin, Nin y compaa. Esos leninistas no fueron suficientemente leninistas, y los miembros del partido buscan mejores Lenines. Han aprendido, pero muy poco. La tradicindel pasado pesa como una losa en torno a su cuello. Con un cambio de hombres yuna revitalizacin de la organizacin no hay bastante. Una revolucin comunista no lahacen los lderes y las organizaciones; sino los trabajadores, la clase. Una vez mslos trabajadores esperan cambios en el Frente Popular que puedan llevar hacia un giro revolucionario. Largo Caballero, descartado por Mosc, puede volver a hombros de los miembros de la U.G.T. que han aprendido y han visto la luz. Mosc, defraudada porque no encuentra la ayuda apropiada de las naciones democrticas, puede volverse otra vez radical. Todo esto no tiene ningn sentido! Las fuerzas del "Frente Popular", Largo Caballero y Mosc, son incapaces, incluso aunque quisieran, de d

    errotar el capitalismo en Espaa. Las fuerzas capitalistas no pueden tener una poltica socialista. El Frente Popular no es un mal menor para los trabajadores, es simplemente otra forma de la dictadura capitalista que se suma al fascismo. La lucha debe ser contra el capitalismo.

    La actitud actual de la C.N.T. no es nueva. Hace pocos meses el presidente cataln, Companys, dijo que la C.N.T.: "no tiene la intencin de perjudicar el rgimen democrtico en Espaa, sino mantener la legalidad y el orden". Como las otras organizaciones antifascistas espaolas, la C.N.T., no obstante su fraseologa radical, ha limitado su lucha a la guerra contra Franco. El programa de colectivizaciones, en parte realizado por las necesidades de la guerra, no perjudica los principios capitalistas o al capitalismo como tal. En lo que alcanza el objetivo final declarado por la C.N.T, recuerda a alguna forma modificada de capitalismo de Estado en l

    a que la burocracia sindical y sus filosficos amigos anarquistas tendran el poder.Pero incluso este objetivo era para un futuro lejano. No se dio ningn paso realen esa direccin, pues un paso real, incluso hacia un sistema de capitalismo de Estado habra significado el final del Frente Popular, habra significado las barricadas en Catalua y una guerra civil en el seno de la guerra civil. La contradiccin entre su "teora" y su "prctica" la explicaban los anarquistas a la manera de los farsantes: "que la teora es una cosa y la prctica otra, y que la segunda nunca es tanarmnica como la primera". La C.N.T. se dio cuenta de que no tena un plan real dereconstruccin de la sociedad, se daba cuenta, adems, de que no tena a las masas espaolas tras ella, sino solamente una parte de los trabajadores en una parte del pas, se daba cuenta de su debilidad nacional e internacional, y su frases radicalesestaban destinadas a ocultar la total debilidad del movimiento en las condicion

    es creadas por la guerra civil.Hay muchas excusas posibles para la posicin adoptada por los anarquistas, pero nohay ninguna para su programa de falsificacin que oscureci el movimiento obrero yfavoreci a los fascistas de Mosc. Intentando hacer creer que el socialismo estabafuncionando en Catalua y que ello era posible sin romper con el Gobierno del Frente Popular, demostraban hasta qu punto el fortalecimiento del Frente Popular eracapaz de hacer cumplir sus dictados a los trabajadores anarquistas espaoles. El anarquismo en Espaa aceptaba una forma de fascismo, disfrazado como movimiento democrtico para ayudar a aplastar al fascismo franquista. No es cierto, como los anarquistas actualmente intentan hacer creer a sus seguidores, que no haba otra altemativa y que, por eso, cualquier crtica contra la C.N.T. es injustificada. Los anarquistas, que habran intentado, despus del 19 de julio de 1936 establecer el pode

    r de los trabajadores en Catalua, tambin podan haber intentado aplastar las fuerzasdel Gobierno en Barcelona en mayo de 1937. Podran haber marchado tanto contra los fascistas franquistas, como contra los fascistas de Mosc. Muy probablemente hab

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    ran sido derrotados, posiblemente Franco habra vencido y habra destrozado a los anarquistas, as como a sus competidores del "Frente Popular". La abierta intervencinde los capitalistas puede que se hubiera producido. Pero haba tambin otra posibilidad, aunque mucho menos probable. Los obreros franceses podran haber ido ms all dela simple declaracin de huelga; su intervencin podra haber llevado a una guerra enla que todas las potencias se hubieran visto involucradas. La lucha habra tomado,de una vez por todas, un claro cariz entre Capitalismo y Comunismo. Cuales quie

    ra que hubieran sido los acontecimientos, una cosa es segura: las caticas condiciones del mundo capitalista se habran vuelto an ms caticas. Y sin catstrofes ningn caio es posible en la sociedad. Cualquier ataque real contra el sistema capitalista podra haber acelerado una reaccin, pero la reaccin se producir de todos modos, aunque con algn retraso. Este retraso costar ms vidas obreras que cualquier otro intento prematuro para aplastar el sistema de explotacin. Pero un ataque real contra el capitalismo podra haber creado unas condiciones ms favorables para la accin internacional por parte de la clase obrera, o podra haber llevado a una situacin en quehabra agudizado todas las contradicciones capitalistas y, de ese modo, acelerarel desarrollo histrico hacia la quiebra del capitalismo. En el principio est la accin. Pero la C.N.T., se nos ha dicho, sinti demasiada responsabilidad por la vidade los trabajadores. Quiso evitar un bao de sangre innecesario. Qu cinismo! Ms de un

    milln de personas han muerto ya en la guerra civil. Si, de todos modos se ha demorir, mejor sera hacerlo por una causa que valga la pena.

    La lucha contra el capitalismo, esa lucha que la C.N.T. quera evitar, es inevitable. La revolucin obrera debe ser radical desde el comienzo, o se perder. Era necesaria la total expropiacin de las clases propietarias, la eliminacin de todo poderque no fuera el de los trabajadores armados, y la lucha contra los elementos opositores. Al no hacer eso, las jornadas de Mayo de Barcelona y la eliminacin de los elementos revolucionarios en Espaa eran inevitables. La C.N.T. no se plante nunca la cuestin de la revolucin desde el punto de vista de la clase trabajadora, sinoque su principal preocupacin ha sido siempre la organizacin. Intervena en favor delos trabajadores y con la ayuda de los trabajadores, pero no estaba interesadaen la iniciativa autnoma y en la accin de los trabajadores independientes de inter

    eses organizativos. Lo que contaba no era la revolucin, sino la C.N.T. Y desde elpunto de vista de los intereses de la C.N.T. los anarquistas tenan que distinguir entre Fascismo y Capitalismo, entre la Guerra y la Paz. Desde ese punto de vista, se vio forzada a participar en polticas nacional-capitalistas y tuvo que pedir a los trabajadores que colaborasen con un enemigo con el fin de aplastar a otro, con el fin de ser ms tarde aplastados por el primero. Las palabras radicales de los anarquistas no se pronunciaban para que fueran seguidas; simplemente servancomo un instrumento para el control de los trabajadores por el aparato de la C.N.T.; "sin la C.N.T", escriban orgullosos, "la Espaa antifascista sera ingobernable". Queran participar en el gobierno y la dominacin de los trabajadores. Slo pedan suparte del botn, una vez que reconocieron que no podan obtenerlo entero para ellosmismos. Al igual que los bolcheviques, identificaban sus propias necesidades or

    ganizativas con las necesidades e intereses de la clase trabajadora. Lo que decidan era lo correcto, no haba necesidad de que los trabajadores pensaran y decidieran por s mismos, ya que eso slo contribuira a perturbar la lucha y a crear confusin;los trabajadores simplemente tenan que seguir a sus salvadores. No hubo ningn intento de organizar y consolidar el poder real de la clase obrera. La C.N.T. hablaba en anarcosindicalista y obraba como bolchevique; es decir, como capitalista.Con el fin de dirigir, o de participar en la direccin, tena que oponerse a cualquier iniciativa autnoma de los trabajadores y as tuvo que apoyar la legalidad, el orden y el Gobierno.

    Pero hubo otras organizaciones en liza, y no hay identidad de intereses entre ellas. Cada una lucha por la supremaca contra las otras, por obtener el dominio exclusivo sobre los trabajadores. La cuota de poder que cada una obtenga no acaba c

    on la lucha entre ellas. A veces todas las organizaciones se ven obligadas a colaborar, pero es slo una manera de posponer el ajuste de cuentas final. Un grupo debe tener el control. Mientras los anarquistas iban de "xito en xito", su posicin s

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    e iba socavando y debilitando. La afirmacin de la C.N.T en el sentido de que no quera imponerse a las dems organizaciones, ni combatirlas, era en realidad una excusa para no ser atacada por las otras, era el reconocimiento de su debilidad. Alestar comprometida en la poltica capitalista junto con sus aliados del Frente Popular, dej a las grandes masas la posibilidad de escoger a sus representantes de entre los elementos burgueses. El que ms ofreciera, era el que tena mayores posibilidades. El fascismo de Mosc se puso de moda incluso en Catalua. Las masas vieron e

    n el apoyo de Mosc la fuerza necesaria para deshacerse de Franco y de la guerra.Mosc y su gobierno del Frente Popular significaban el apoyo del capitalismo internacional. Mosc se hizo ms influyente, pues las grandes masas de Espaa an estaban a favor de mantener la sociedad de la explotacin. Y se afirmaron en esta actitud porque los anarquistas no hicieron nada para aclarar la situacin; es decir, mostrarque la ayuda de Mosc no significaba ms que luchar por un capitalismo que complaca aalgunas potencias imperialistas, aunque contrariaba a otras.

    Los anarquistas se convirtieron en propagandistas de la versin del fascismo de Mosc, en servidores de esos intereses capitalistas que se oponen a los planes actuales de Franco en Espaa. La revolucin se convirti en el terreno de juego de los rivales imperialistas. Las masas tenan que morir sin saber por quien o para qu. La sit

    uacin dej de ser un asunto de los trabajadores. Y ahora, tambin ha dejado de ser unasunto de la C.N.T. La guerra puede finalizar en cualquier momento mediante unacuerdo entre las potencias imperialistas. Puede acabar con la victoria o la derrota de Franco. Este puede abandonar a Italia y AIemania y volverse hacia Francia e Inglarerra. O aquellos pases pueden perder su inters por apoyar a Franco. La situacin en Espaa se puede ver decisivamente modificada por la guerra que se incubaen el Extremo Oriente. Hay otras muchas probabilidades que se suman a la ms probable: la victoria del fascismo de Franco. Pero ocurra lo que ocurra, a menos quelos trabajadores no levanten nuevas barricadas tambin contra los Leales, a menosque no ataquen realmente al capitalismo, cualquiera que sea el resultado de lalucha en Espaa, no tendr una real significacin para la clase obrera, que continuar explotada y oprimida. Un cambio en la situacin militar en Espaa, podra forzar una vez ms al fascismo de Mosc a ponerse el traje revolucionario. Pero desde el punto de

    vista de los intereses de los trabajadores espaoles, al igual que el de los trabajadores del mundo, no existe diferencia entre el fascismo de Franco y el de Mosc, por muchas que sean las diferencias existentes entre Franco y Mosc. Las barricadas, si se levantasen otra vez, no deberan ser retiradas. La consigna revolucionaria para Espaa es: "Abajo los fascistas, y tambin los Leales". Por intil que puedaresultar el intento de luchar por el comunismo, dada la situacin mundial actual,sigue siendo el nico camino para los trabajadores. "Ms vale seguir un camino verdadero, aunque aparentemente intil, que desgastar las energas en falsos caminos. Almenos, preservaremos nuestro sentido de la verdad, de la razn a toda costa, aunque sea a costa de su inutilidad".

    Las masas y la vanguardiaLos cambios econmicos y polticos se siguieron con desconcertante rapidez desde elfin de la guerra mundial. Las viejas concepciones del movimiento obrero se han vuelto incorrectas e inadecuadas, y las organizaciones de la clase obrera presentan un escenario de indecisin y confusin.

    En vista de la cambiante situacin econmica y poltica parece que la completa reevaluacin de la tarea de la clase obrera se hace necesaria para encontrar las formas de lucha y de organizacin ms necesarias y eficaces.

    La relacin del "partido", la "organizacin" o la "vanguardia" con las masas toca una gran parte de la discusin contemporanea de la clase obrera. Que la importancia

    e indispensabilidad de la vanguardia o del partido sea sobreenfatizada en los crculos de la clase obrera no es sorprendente, una vez que la historia y la tradicinenteras del movimiento tienden en esa direccin.

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    [El movimiento obrero ha adoptado formas capitalistas de organizacin e ideologas capitalistas]

    El movimiento obrero hoy es el fruto de desarrollos econmicos y polticos que encontraron su primera expresin en el movimiento cartista en Inglaterra (1838-1848), con el desarrollo subsecuente de sindicatos desde los aos cincuenta en adelante, y

    en el movimiento lasalleano en Alemania en los aos sesenta. Correspondiendo al grado de desarrollo capitalista, los sindicatos y los partidos polticos se desarrollaron en los otros pases de Europa y Amrica.

    El derrocamiento del feudalismo y las necesidades de la industria capitalista necesitaban en s mismas el ordenamiento del proletariado y la concesin de ciertos privilegios democrticos por los capitalistas. Estos ltimos haban estado reorganizandola sociedad en la linea de sus necesidades. La estructura poltica del feudalismofue reemplazada por el parlamentarismo capitalista. El estado capitalista, el instrumento para la administracin de los asuntos colectivos de la clase capitalista, se estableci y ajust a las necesidades de la nueva clase.

    El molesto proletariado, cuya ayuda contra las fuerzas feudales haba sido necesaria, ahora tena que ser considerado. Una vez llamado a la accin, no podra ser completamente eliminado como factor poltico. Pero podra ser coordinado. Y esto se hizo -en parte conscientemente con la destreza, y en parte por la misma dinmica de la economa capitalista-, puesto que la clase obrera se ajust y someti al nuevo orden. Organiz uniones cuyos limitados objetivos (mejores salarios y condiciones) podran realizarse en una economa capitalista en expansin. Jug al juego de la poltica capitalista dentro del estado capitalista (las prcticas y formas de la cual estaban determinadas primordialmente por las necesidades capitalistas) y, dentro de estas limitaciones, logr xitos aparentes.

    Pero, por eso mismo, el proletariado adopt formas capitalistas de organizacin e ideologas capitalistas. Los partidos obreros, como los de los capitalistas, se conv

    irtieron en corporaciones limitadas, las necesidades elementales de la clase sesubordinaron a conveniencia poltica. Los objetivos revolucionarios fueron desplazados por el chalaneo y las manipulaciones para obtener posiciones polticas. El partido se volvi de total importancia, sus objetivos inmediatos sustituyeron a losde la clase. Donde las situaciones revolucionarias ponan en movimiento a la clase, cuya tendencia es luchar por la realizacin del objetivo revolucionario, los partidos obreros "representaban" a la clase obrera y ellos mismos eran "representados" por parlamentarios cuya misma posicin en el parlamento constitua la resignacina su status de negociadores dentro de un orden capitalista cuya supremaca ya no era desafiada.

    La coordinacin general de las organizaciones obreras con el capitalismo observ la

    adopcin de la misma especializacin en las actividades sindicales y partidarias quedesafiaban la jerarqua de las industrias. Gerentes, superintendentes y capatacesvieron sus contrapartidas en presidentes, organizadores y secretarios de las organizaciones obreras. Las juntas directivas, las comisiones ejecutivas, etc. Lamasa de los obreros organizados como masa de esclavos asalariados en la industria dej el trabajo de direccin y control a sus superiores.

    [El resurgir revolucionario mediante las acciones de masas]

    Esta castracin de las iniciativas obreras procedi rpidamente, mientras el capitalismo extendia su influencia. Hasta que la guerra mundial puso fin a la ulterior expansin capitalista pacfica y "ordenada".

    Los alzamientos en Rusia, Hungra y Alemania dieron lugar a un resurgimiento de laaccin y la iniciativa de las masas. Las necesidades sociales compelieron a la accin de las masas. Pero las tradiciones del viejo movimiento obrero en Europa occi

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    dental y el atraso econmico de Europa oriental frustraron el cumplimiento de la misin histrica obrera. Europa occidental vio las masas derrotadas y el alzamiento del fascismo con Mussolini y Hitler, mientras la atrasada economa de Rusia desarrollaba un "comunismo" en el cual la diferenciacin entre clase y vanguardia, la especializacin de funciones y la regimentacin del trabajo alcanz su cota ms elevada.

    El principio de direccin, la idea de la vanguardia que debe asumir la responsabil

    idad por la revolucin proletaria, est basada en la concepcin de preguerra del movimiento obrero, es erronea y sin vigor. Las tareas de la reorganizacin revolucionaria y comunista de la sociedad no pueden ser realizadas sin la ms amplia y plena accin de las masas mismas. Suya es la tarea y su resolucin.

    El declive de la economa capitalista, la parlisis progresiva, la inestabilidad, eldesempleo masivo, los recortes salariales y el empobrecimiento intensivo de losobreros -todo esto compele a la accin, a pesar del fascismo a la Hitler o del fascismo disfrazado de la F.A. of L. [American Federation of Labour]*.

    Las viejas organizaciones son destruidas o reducidas voluntariamente a la impotencia. La accin real slo es posible ahora fuera de las viejas organizaciones. En It

    alia, Alemania y Rusia los fascismos blancos y rojos han destruido ya todas lasviejas organizaciones y han situado a los obreros directamente ante el problemade encontrar nuevas formas de lucha. En Inglaterra, Francia y Amrica las viejas organizaciones mantienen todava un grado de ilusin entre los obreros, pero su sucesiva rendicin a las fuerzas de la reaccin est socavandolas rpidamente.

    Los principios de la lucha independiente, la solidaridad y el comunismo les estnsiendo impuestos en la lucha de clases actual. Con esta poderosa tendencia haciala consolidacin de las masas y hacia la accin de masas, la teora de reagrupar y realinear las organizaciones militantes parece estar anticuada. El verdadero regrupamiento es esencial, pero no puede ser una mera fusin de las organizaciones existentes. En las nuevas condiciones es necesaria una revisin de las formas de lucha. "Primero claridad - luego unidad". Incluso los grupos pequeos, reconociendo e i

    nsistiendo en los principios del movimiento independiente de masas, son mucho mssignificativos que los grandes grupos que desprecian el poder de las masas.

    [Las nuevas formas de lucha y de organizacin estn determinadas por la superacin dela esclavitud asalariada]

    Hay grupos que perciben los defectos y debilidades de los partidos. A menudo proveen de sana crtica de la coalicin del frente popular y de los sindicatos. Pero sucrtica es limitada. Carecen de un entendimiento comprensivo de la nueva sociedad. Las tareas del proletariado no se completan con la apropiacin de los medios deproduccin y la abolicin de la propiedad privada. Las cuestiones de la reorganizacinsocial deben plantearse y contestarse. Deber rechazarse el socialismo de Estado? C

    ul ser la base de una sociedad sin esclavitud asalariada? Qu determinar las relaciones econmicas entre las fbricas? Qu determinar las relaciones entre los productores y su producto total?

    Estas preguntas y sus respuestas son esenciales para un entendimiento de las formas de lucha y de organizacin hoy. Aqu el conflicto entre el principio de direcciny el principio de la accin independiente de las masas se vuelve aparente. Pues, un entendimiento completo de estas cuestiones lleva a la conclusin de que la actividad ms amplia, omnmoda, directa del proletariado como clase, es necesaria para realizar el comunismo.

    La abolicin del sistema salarial es de importancia primordial. La voluntad y losbuenos deseos de los hombres no son lo bastante potentes para retener este siste

    ma despus de la revolucin (como en Rusia) sin rendirse eventualmente a la dinmica engendrada por l. No es suficiente apropiarse de los medios de produccin y abolir la propiedad privada. Es necesario abolir la condicin bsica de la explotacin moderna

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    , la esclavitud asalariada, y ese acto acarrea las medidas subsiguientes de reorganizacin que nunca seran invocadas sin el primer paso. Los grupos que no se plantean estas cuestiones, no importa cmo de justa sea su crtica por otra parte, carecen de los elementos ms importantes en la formacin de una poltica revolucionaria segura. La abolicin del sistema de los salarios debe ser cuidadosamente investigada en su relacin con la poltica y la economa. Nosotros tomaremos aqu algunas de las implicaciones polticas.

    Primero est la cuestin de la toma del poder por los obreros. Debe ponerse el acento en el principio de la detentacin del poder por las masas (no por el partido o la vanguardia). El comunismo no puede ser introducido ni realizado por un partido. Slo el proletariado como un todo puede hacelo. El comunismo significa que los obreros han tomado su destino en sus propias manos; que han abolido los salarios;que han combinado, con la supresin del aparato burocrtico, el poder legislativo yel ejecutivo. La unidad de los obreros no descansa en sacrosanta fusin de los partidos o los sindicatos, sino en la similitud de sus necesidades y en la expresinde las necesidades en la accin de masas. Todos los problemas de los obreros deben, por consiguiente, verse en relacin a la autoactividad en desarrollo de las masas.

    Decir que el espritu no combativo de los partidos polticos es debido a la maliciao al reformismo de los dirigentes es equivocado. Los partidos polticos son impotentes. No harn nada, porque no pueden hacer nada. Debido a su debilidad econmica, el capitalismo se ha organizado para la supresin y el terror, y en el presente espolticamente muy fuerte, pues est forzado a ejercer todos sus esfuerzos para mantenerse. La acumulacin de capital, enorme a lo largo del mundo, ha mermado el rendimiento de los benefcios -un hecho que, en las polticas exteriores, se manifiesta atravs de las contradicciones entre las naciones; y en las polticas interiores, atravs de la "devaluacin" y de la concurrente expropiacin parcial de la clase mediay el descenso del nivel de subsistencia de los obreros; y en general por la centralizacin del poder de las grandes unidades de capital en manos del Estado. Contra este poder centralizado los pequeos movimientos no pueden nada.

    nicamente las masas pueden combatirlo, pues slo ellas pueden destruir el poder delEstado y llegar a ser una fuerza poltica. Por esa razn la lucha basada en las organizaciones de oficio se vuelve objetivamente obsoleta, y los enormes movimientos de masas, sin la restriccin de las limitaciones de tales organizaciones, debennecesariamente reemplazarlas.

    [Los progresos de la accin independiente de la clase obrera y sus debilidades]

    As es la nueva situacin a la que se enfrentan los obreros. Pero de ella sobresaleuna debilidad. Desde que el viejo mtodo de lucha por medio de las elecciones y dela limitada actividad del sindicato se ha vuelto bastante ftil, se ha desarrolla

    do instintivamente un nuevo mtodo, es cierto, pero ese mtodo no ha sido todava aplicado conscientemente, y, por consiguiente, tampoco de modo eficaz. Donde sus partidos y sindicatos son impotentes, las masas empiezan ya a expresar su militancia a travs de las huelgas salvajes. En Amrica, Inglaterra, Francia, Blgica, Holanda,Espaa, Polonia, las huelgas salvajes se desarrollan, y a travs de ellas las masasdemuestran ampliamente que sus viejas organizaciones ya son adecuadas para la lucha. Las huelgas salvajes no son, sin embargo, desorganizadas, como el nombre implica. Son denunciadas como tales por los burcratas sindicales, porque son huelgas formadas fuera de las organizaciones oficiales. Los huelguistas mismos organizan la huelga, pues es una vieja verdad que como una masa organizada pueden losobreros luchar y triunfar. Forman lineas de piquete, preparadas para la repulsinde los rompehuelgas, organizan el fondo de ayuda para la huelga, crean relaciones con otras fbricas... En una palabra, ellos mismos asumen la direccin de su propi

    a huelga, y lo organizan sobre una base de fbrica.

    Es en estos mismos movimientos donde los huelguistas encuentran su unidad de luc

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    ha. Es entonces cuando toman su destino en sus propias manos y unen "el poder legislativo y el ejecutivo" eliminando sindicatos y partidos, como lo ilustran varias huelgas en Blgica y Holanda.

    Pero la accin independiente de la clase es todava dbil. Que los huelguistas, en lugar de continuar su accin independiente hacia la ampliacin de su movimiento, llamena los sindicatos a unirseles, es una indicacin de que bajo las condiciones exist

    entes su movimiento no puede hacerse mayor, y por esa razn no puede todava convertirse en una fuerza poltica capaz de combatir al capital concentrado. Pero es un principio.

    Ocasionalmente, no obstante, la lucha independiente da un gran salto adelante, como en las huelgas de los mineros asturianos en 1934, los mineros de Blgica en 1935, las huelgas en Francia, Blgica y Amrica en 1936, y la revolucin catalana en 1936. Estas explosiones son la evidencia de que una nueva fuerza social est surgiendo entre los obreros, est descubriendo la direccin de los obreros, est sujetando lasinstituciones sociales a las masas, y ya est en marcha.

    Las huelgas ya no son meras interrupciones en la obtencin de benefcios o simples p

    erturbaciones econmicas. La huelga independiente deriva su significacin de la accinde los obreros como una clase organizada. Con un sistema de comits de fbrica y consejos obreros que se extiende sobre amplias areas, el proletariado crea los rganos que regulan la produccin, la distribucin, y todas las dems funciones de la vidasocial. En otras palabras, el aparato administrativo civil es privado de todo poder, y se establece la dictadura proletaria. As, la organizacin de clase en la misma lucha por el poder es, al mismo tiempo, la organizacin, el control y la gestinde las fuerzas productivas de la sociedad entera. Es la base de la asociacin de productores-consumidores libres e iguales. ste, entonces, es el peligro que el movimiento independiente de clase presenta a la sociedad capitalista. Las huelgas salvajes, aunque aparentemente de poca importancia tanto a pequea como a gran escala, son comunismo embrionario. Una pequea huelga salvaje, dirigida como es por los obreros y segn el inters de los obreros, ilustra a pequea escala el carcter del fu

    turo poder proletario.

    [La necesidad del reagrupamiento militante para coexionar el poder proletario]

    Un reagrupamiento de militantes debe ponerse en accin por el conocimiento de quelas condiciones de lucha lo hacen necesario para unir los "poderes legislativo yejecutivo" en manos de los obreros de fbrica. Ellos no deben comprometerse en esta posicin: todo el poder para los comits de accin y los consejos obreros. ste es elfrente de clase. ste es el camino al comunismo. Hacer a los obreros conscientesde la unidad de las formas organizativas de la lucha, de la dictadura de la clase, y de la estructura econmica del comunismo, con su abolicin de los salarios; staes la tarea de los militantes.

    Los militantes que se llaman a s mismos "vanguardia" tienen hoy la misma debilidad que caracteriza a las masas en el presente. Creen todava que los sindicatos o que este o aquel partido debe dirigir la lucha de la clase, aunque con mtodos revolucionarios. Pero, si es cierto que las luchas decisivas estn acercndose, no es suficiente manifestar que los jefes obreros son traidores. Es necesario, sobre todo en la actualidad, formular un plan para la formacin del frente de clase y de las formas de sus organizaciones. Con este fin, el mando de los partidos y los sindicatos debe ser combatido incondicionalmente. ste es el punto crucial en la lucha por el poder.

    Este artculo apareci originalmente en Marxismo Vivo vol. 4, n 4, agosto de 1938. Aunque apareca sin firmar fue escrito por Paul Mattick. Marxismo Vivo era el peridic

    o publicado por los Grupos de Comunistas de Consejos norteamericanos. Se reimprimi en Red & Black Notes #6 y #7.

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    NOTA DE TRADUCCIN:

    * Por deduccin del contexto y de la poca en que escribe el autor, conocida su implicacin en las luchas obreras estadounidenses y sabido el carcter corporativista-reformista de la Federacin Americana del Trabajo.

    Len Trotsky

    Fuente: Living Marxism, 1940.Traducido del ingls por Roi Ferreiro para el CICA, ltima revisin julio del 2005

    Con Lon Trotsky falleci el ltimo de los grandes dirigentes del bolchevismo. Fue suactividad durante los ltimos quince aos la que mantuvo vivo algo del contenido original de la ideologa bolchevique -la gran arma para transformar la Rusia atrasadaen su forma capitalista de Estado actual-.

    Como todos los hombres son ms sabios en la prctica que en la teora, as tambin Trotskyalcanza mucha ms importancia por sus logros que a travs de las racionalizaciones

    que los acompaaron. Cercano a Lenin, l fue sin duda la mayor figura de la Revolucinrusa. Sin embargo, la necesidad de dirigentes como Lenin y Trotsky, y el efectoque estos dirigentes tenan, trae a luz la total impotencia de las masas proletarias para solventar sus propias necesidades efectivas frente a una situacin histrica inmadura e implacable.

    Las masas tuvieron que ser dirigidas; pero los dirigentes slo podan dirigir de acuerdo con sus propias necesidades. La necesidad de una direccin del tipo practicado por el bolchevismo no indica, finalmente, otra cosa que la necesidad de disciplinar y aterrorizar a las masas, de modo que puedan trabajar y vivir en armona con los planes del grupo social dominante. Este tipo de direccin demuestra, en s mismo, la existencia de relaciones de clase, de poltica y economa de clase, y una oposicin irreconciliable entre los dirigentes y los dirigidos. La personalidad sobre

    encumbrada de Leon Trotsky revela el carcter no proletario de la Revolucin bolchevique justamente como el Lenin momificado y deificado en el Mausoleo de Mosc.

    Para que unos cuantos puedan dirigir, los otros deben estar impotentes. Para serla vanguardia de los obreros, la lite tiene que usurpar todas las posiciones sociales clave. Como la burguesa antiguamente, los nuevos dirigentes tenan que tomary controlar todos los medios de produccin y de destruccin. Para sostener su mandoy mantenerlo eficaz, los dirigentes deben fortalecerse constantemente a s mismosmediante la expansin burocrtica, y dividir continuamente a los gobernados. Slo losamos pueden ser los dirigentes.

    Trotsky era un amo de ese tipo. Al principio era el propagandista hbil, el gran e

    incansable orador, estableciendo su posicin dirigente en la revolucin. Luego se convirti en el creador y amo del Ejrcito Rojo, luchando contra la Derecha y la Izquierda, luchando por el bolchevismo, que tambin esperaba dominar. Pero aqu fracas. Cuando los dirigentes hacen historia, aqullos que son dirigidos ya no cuentan; pero tampoco desaparecen. Confiando en la fuerza de los grandes espectculos histricos, Trotsky negligi ser, tras las escenas del desarrollo burocrtico, el oportunistaeficiente que era a la vista de la historia mundial.

    Hoy los grandes hombres ya no son necesarios. Los instrumentos de propaganda modernos pueden transformar cualquier fraude en un hroe, cualquier personalidad mediocre en un genio omnicomprensivo. Efectivamente, la propaganda transforma, a travs de sus esfuerzos colectivos, cualquier dirigente medio, si no estpido, como Hitler y Stalin, en un gran hombre. Los dirigentes se convierten en smbolos de una v

    oluntad organizada, colectiva y realmente inteligente, para mantener las instituciones sociales dadas. Fuera de Rusia, Trotsky fue pronto reducido a amo de unapequea secta de revolucionarios profesionales y sus proveedores. l era el Viejo", l

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    a autoridad indiscutible de un crecimiento artificial en la escena poltica, destinado a acabar en la absurdidez. Hacerse el amo de una Cuarta Internacional, cuando su adversario Stalin era el amo de la Tercera, sigui siendo la ilusin con la que muri.

    No hay aqu necesidad alguna de desandar el desarrollo individual de Trotsky; su autobiografa es suficiente. Ni es necesario enfatizar sus muchas cualidades, liter

    arias y de otro tipo. Sus obras, y sobre todo su Historia de la Revolucin Rusa, inmortalizar su nombre como escritor y poltico. Pero hay una necesidad real de oponerse al desarrollo de la leyenda de Trotsky, que har de este dirigente de la revolucin capitalista de Estado rusa un mrtir de la clase obrera internacional -una leyenda que debe ser rechazada, junto con todos los dems postulados y aspectos delbolchevismo-.

    Louis Ferdinand Cline ha dicho que las revoluciones deben juzgarse veinte aos despus. Y haciendo esto, encontr slo palabras de condena para el bolchevismo. A nosotros, sin embargo, nos parece que una reevaluacin del bolchevismo en la actualidad podra bien hacerse sin ninguna clase de moralizacin. En retrospectiva, es bastantefcil ver en el bolchevismo el principio de una nueva fase de desarrollo capitalis

    ta, que se inici con la I Guerra Mundial. Sin duda, en 1917, Rusia era el eslabn msdbil en la estructura capitalista mundial. Pero el conjunto del capitalismo en su forma de propiedad privada estaba ya al borde del estancamiento. Erigir y expandir un sistema econmico factible del tipo del laissez-faire ya no era posible. Slo la fuerza del centralismo completo, del gobierno dictatorial sobre el conjuntode la sociedad, poda garantizar el establecimiento de un orden social explotadorcapaz de una expansin de la produccin a pesar del declive del capitalismo mundial.

    No puede haber duda de que los dirigentes bolcheviques, creando su estructura capitalista de Estado -que se ha convertido, en veinte aos, en el ejemplo de la evolucin ulterior de todo el mundo capitalista- estaban profundamente convencidos deque su construccin era conforme a las necesidades y deseos de su propio proletar

    iado y del proletariado mundial. Incluso cuando encontraron que no podran alterarel hecho de que su sociedad continuaba estando basada en la explotacin del trabajo, buscaron alterar el significado de este hecho ofreciendo como excusa una teora que identificaba la dominacin de los dirigentes con los intereses de los dirigidos. La fuerza motora del desarrollo social en la sociedad de clases -la lucha de clases- fue tericamente suprimida; pero, prcticamente, tena que desarrollarse unrgimen autoritario, enmascarado como la dictadura del proletariado. En la creacinde este rgimen, y en el esfuerzo por camuflarlo, Trotsky gan la mayora de sus laureles. l se durmi en esos laureles hasta el mismsimo ltimo momento. Slo es necesario fijarse en el eminente papel que Trotsky jug en los primeros aos estrepitosos de laRusia bolchevique para entender por qu no poda admitir que la revolucin blocheviquenicamente fue capaz de cambiar la forma del capitalismo, pero no pudo suprimir l

    a forma capitalista de explotacin. Era la sombra de ese periodo lo que oscureci suentendimiento.

    En el atraso general que prevaleca en la Rusia zarista, la Intelectualidad tena pocas oportunidades para mejorar su posicin. El talento y la capacidades de las clases medias educadas no encontraban ninguna realizacin en esta sociedad en estancamiento. Ms tarde esta situacin encontr su paralelo en las condiciones de la clase media en Italia y Alemania despus de Versalles y en pos de la siguiente crisis mundial. En los tres pases, y en ambas situaciones, la Intelectualidad y amplias capas de las clases medias se politizaron y se convirtieron en contrapeso del declinante sistema econmico. En la bsqueda de ideologas tiles como armas, y en la bsquedade aliados, todas tenan que apelar a la capa proletaria de la sociedad, y a todoslos dems elementos descontentos. La direccin del movimiento bolchevique, tanto co

    mo la de los movimientos fascistas, no era proletaria, sino de clase media: el resultado de la frustracin de los intelectuales bajo las condiciones de estancamiento y atrofia econmicos.

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    En Rusia, antes de 1917, una ideologa revolucionaria se desarroll con la ayuda delsocialismo occidental -con el marxismo-. Pero la ideologa sirvi slo al acto de larevolucin, nada ms. Tuvo que ser alterada continuamente y reencajada para servir alas necesidades en desarrollo de la revolucin capitalista de Estado y sus beneficiarios. Finalmente, esta ideologa perdi toda conexin con la realidad y sirvi como religin, un arma para mantener a la nueva clase dominante.

    Con esta ideologa, la Intelectualidad rusa, apoyada por los obreros vidos, pudo tomar el poder y sostenerlo debido a la desintegracin de la sociedad zarista, la amplia brecha social entre campesinos y obreros, la conciencia proletaria subdesarrollada y la debilidad general del capitalismo internacional despus de la guerra.Llegando al poder con la ayuda de una ideologa marxiana rusificada, Trotsky, despus de perder el poder, no tena ms eleccin que mantener la ideologa revolucionaria ensu forma original contra la degeneracin del marxismo a la que se entregaban losestalinistas. l poda permitirse este lujo, pues haba escapado a las frreas consecuencias del sistema social que haba ayudado a producir. Ahora l poda llevar una vida de dignidad, es decir, una vida de oposicin. Pero si hubiese sido devuelto repentinamente al poder, sus acciones no podran haber sido otras que las de Stalin que t

    anto despreciaba. Despus de todo, este ltimo es l mismo no ms que la criatura de laspolticas de Lenin y Trotsky. Es un hecho que los "estalinistas", como tipo particular, son -mientras son controlables- justo el tipo de hombres que dirigentes como Lenin y Trotsky necesitan y aman ms. Pero a veces el gusano se revuelve. Aquellos subalternos bolcheviques, elevados a posiciones de poder, entienden con lamayor plenitud que la nica garanta de seguridad descansa en el encarcelamiento, elexilio y el asesinato.

    En 1925, los mtodos opresivos no estaban tan avanzados para asegurar el poder absoluto del gran lder. Los instrumentos dictatoriales estaban todava obstaculizadospor las tradiciones del capitalismo democrtico. La Direccin sigui despus de la muerte de Lenin; ya no estaba el Lder. Aunque Trotsky fue forzado al exilio, la inmadurez de la forma autoritaria de gobierno le perdon la vida durante quince aos. Pron

    to podran ser facilmente destrudas las viejas y nuevas oposiciones al gobierno deStalin. El xito arrollador de Hitler en la noche de los cuchillos largos", cuandoextermin con un golpe atrevido a toda la oposicin efectiva contra l, ense a Stalin lamanera de ocuparse de sus propios problemas. Quienquiera que fuese sospechoso de, en un momento u otro, haber abrigado ideas desagradables al gusto de Stalin yal gobierno absoluto, quienquiera que, debido a sus capacidades crticas, era sospechoso de ser capaz en el futuro de alcanzar los odos ansiosos de los desvalidosy decepcionar a los burcratas, era eliminado. Esto no se hizo a la manera nibelunga en que los fascistas alemanes se libraron de Roehm, Strasser y sus seguidores, sino de la manera oculta, intrigante, cnica de los Juicios de Mosc, para aprovecharse incluso de la muerte de los opositores potenciales para la mayor gloria del lder omnmodo y querido, Stalin. El aplauso de aqullos que tomaban las oficinas q

    ue quedaban vacias por los asesinados estaba asegurado. Hacer que las amplias masas aceptaran alegremente el fin miserable de los "viejos bolcheviques", fue meramente un trabajo para el ministro de propaganda. As, la totalidad de Rusia, no slo el grupo burocrtico dirigente, remat a los "traidores a la patria de los trabajadores".

    Aunque celebrando en secreto la muerte de Trotsky en fiestas de estudio, los defensores del estalinismo, con candidez conmovedora, preguntarn por qu Stalin deberaestar interesado en deshacerse de Trotsky. Despues de todo, qu dao podra hacer Trotsky al poderoso Stalin y su gran Rusia? Sin embargo, una burocracia capaz de destruir miles de libros porque contienen el nombre de Trotsky, de reescribir y reescribir de nuevo la historia para borrar cada logro de la oposicin asesinada, unaburocracia capaz de poner en escena los Juicios de Mosc, ciertamente es tambin cap

    az de contratar a un asesino, o de encontrar un voluntario para silenciar a la nica voz discordante en una, por otra parte, perfecta armona de alabanzas para la nueva clase dominante en Rusia. La autoexaltada identificacin con su lder del ltimo

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    paria del Partido Comunista, el fanatismo idiota desplegado por estas gentes cuando el espejo de la verdad se sostiene ante sus ojos, no permite sorpresa algunaante el asesinato de Trotsky. Slo es sorprendente que l no fuese asesinado antes.Para entender el asesinato de Trotsky, slo es necesario observar el mecanismo yel espritu de cualquier organizacin bolchevique, la de Trotsky includa.

    Qu dao podra hacer Trotsky? Precisamente porque l no estaba dispuesto a daar a su Ru

    a y a su Estado obrero, era tan intensamente odiado por la burocracia bolchevique. Por la misma razn que los trotskistas, en los pases donde tenan una posicin establecida, no estaban dispuestos a cambiar en lo ms mnimo el instrumento del partidoinventado por Lenin, que su espritu segua siendo el espritu del bolchevismo, eran odiados por los propietarios de los distintos Partidos Comunistas.

    Los pasos rpidos de la historia hacen posible cualquier imposibilidad aparente. Rusia no es inmune a los vastos cambios de las experiencias mundiales actuales. En un mundo que se tambalea, todos los gobiernos se vuelven inseguros. Ninguno sabe donde golpear luego el huracn. Cada cual tiene que contar con todas las eventualidades. Debido a que Trotsky insisti en defender la herencia de 1917, debido a que l segua siendo el bolchevique que vi en el capitalismo de Estado la base para el

    socialismo y en la dominacin del partido la dominacin de los obreros, debido a que l no quera otra cosa que el reemplazo de Stalin y de la burocracia que le apoyaba, era realmente peligroso para el ltimo.

    Que l tuviese otros argumentos, tales como ese de la "revolucin permanentecontra la consigna del socialismo en un slo pas, etc., es ms bien insignificante, porque la permanencia de la revolucin, as como el aislamiento de Rusia, no depende de consignas y decisiones polticas, sino de realidades sobre las cuales incluso el partidoms poderoso no tiene control. Tales argumentos slo sirven para disfrazar los intereses completamente ordinarios por los que luchan los partidos polticos.

    Fue el carcter no revolucionario de las polticas de Trotsky con respecto a la escena rusa lo que le hizo tan peligroso. La burocracia rusa sabe bastante bien que

    la presente situacin mundial no es dada a cambios revolucionarios de acuerdo conlos intereses del proletariado mundial. Los dictadores y los burcratas piensan entrminos de dictadura y burocracia. Son los pretendientes al trono lo que temen,no la chusma de la calle. Napolen encontr fcil controlar a cualquier muchedumbre insurrecta; encontr mucho ms difcil tratar con las maquinaciones de Fouch y Talleyrand. Un Trotstky, mientras viviese, podra ser llamado otra vez con la ayuda de las capas ms bajas de la burocracia rusa siempre que surgiese un momento oportuno. Laoportunidad de reemplazar a Stalin, de triunfar finalmente, dependa de que Trotsky restringiera su crtica a la persona de Stalin, a su hosquedad brutal, a las nauseabundas actitudes de nuevos ricos de los satlites de Stalin. l comprendi que slo podra volver al poder con la ayuda de la mayor parte de la burocracia, que podra tomar de nuevo su asiento en el Kremlin slo siguiendo a una revolucin de palacio, o

    a un exitoso putsch de Roehm. Era demasiado realista -a pesar de todo el conveniente misticismo de su programa poltico- para no comprender la tontera de un apeloa los obreros rusos, esos obreros que deben haber aprendido ahora a ver en sus nuevos amos sus nuevos explotadores, y a tolerarlos sin miedo y necesidad. No tolerar y no aprobar la nueva situacin significa renunciar a la oportunidad de mejorar la propia situacin de uno; y mientras tanto la economa rusa est expandindose, lasambiciones y la apologa individuales dominarn a los individuos. Los gorrones se aprovechan de una situacin que perciben que est ms all de su poder alterar. Precisamente porque Trotsky no era un revolucionario, sino meramente un competidor por ladireccin bajo las condiciones rusas existentes -siempre listo para seguir el llamado de una burocracia en reorganizacin si fuese que una crisis nacional exigiesela abdicacin de Stalin-, se volvi crecientemente ms peligroso para la camarilla gobernante actual, comprometida como lo est en nuevas y vastas aventuras imperialis

    tas. El asesinato de Trotsky es una de las muchas consecuencias del renacimientodel imperialismo ruso.

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    Hoy el bolchevismo se alza revelado como la fase inicial de un gran movimiento que, esperando perpetuar la explotacin capitalista, est de modo lento pero seguro abarcando todo el mundo y transformando la economa de la propiedad privada, que yano funciona, en grandes unidades capitalistas de Estado. El gobierno del comisario bolchevique encuentra su conclusin lgica en las dictaduras fascistas que se extienden por el globo. Justamente tan poco como Lenin y Trotsky supieron lo que estaban haciendo realmente cuando estaban luchado por el socialismo, justo tan po

    co saben hoy Hitler y Mussolini lo que estn haciendo luchando por una Alemania mayor y el Imperio romano. En el mundo tal y como es, hay una amplia diferencia entre lo que los hombres quieren hacer y lo que ellos estn realmente haciendo. Loshombres, aunque grandes, son muy pequeos ante la historia, que va por delante deellos y siempre les sorprende de nuevo con los resultados de sus propios sorprendentes esquemas.

    En 1917, Trotsky supo tan poco como lo supimos nosotros mismos que la revolucin bolchevique tendra que acabar en un movimiento internacional fascista* y en la preparacin y ejecucin de otra guerra mundial. Si hubiese conocido la tendencia del desarrollo, o bien habra sido asesinado hace veinte aos, o bien l ocupara hoy el lugarde Stalin. Siendo as, l acab como una vctima de la contrarrevolucin fascista contra

    la clase obrera internacional y la paz mundial.No obstante, a pesar del hecho de que Stalin asesin a Trotsky, a pesar del desplazamiento de todas las formas de bolchevismo por el fascismo, una evaluacin finaldel papel histrico de Trotsky tendr que colocarle en lnea con Lenin, Mussolini, Stalin y Hitler, como uno de los grandes dirigentes de un movimiento mundial que intentaba, a sabiendas y no a sabiendas, prolongar el sistema de explotacin capitalista con los mtodos inventados primero por el bolchevismo, luego completados porel fascismo alemn, y finalmente glorificados en la carnicera general que ahora estamos experimentando. Despus de eso, el movimiento obrero puede empezar.

    Digitalizado a formato web porCrculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

    * Aqu Mattick parece hacer referencia a que, como expusiera Otto Rhle La lucha contra el fascismo comienza con la lucha contra el bolchevismo, publicado en la revista diriga por l Living Marxism, Vol. 4, n 8 de septiembre de 1939. En este artculoRhle defiende la que despus se convertir en la tesis mayoritaria del comunismo de consejos: que el bolchevismo y el fascismo son parte de un mismo movimiento mundial contrarrevolucionario que hunde sus races en la necesidad de fortalecer la dominacin sobre el proletariado ante el agotamiento histrico del capitalismo, y cuyomodelo econmico sera el capitalismo de Estado en distintas formas -adecuadas a losniveles de desarrollo hisstricos de las fuerzas productivas en cada pas-. Ms tarde, en los 60, Mattick se orientar a rechazar la generalizacin del concepto de capitalismo de Estado para las formas de "economa mixta" de los pases avanzados occiden

    tales, pero esto no nos incumbe aqu. (Nota del traductor)

    La sociedad sana* de Fromm

    Comentario de "La sociedad sana", de Erich Fromm (Rinehart & Company, Nueva York, 1955).Fuente: Western Socialist, Boston, EEUU, julio-agosto de 1956.Traducido del ingls por Roi Ferreiro para el CICA, ltima revisin julio del 2005

    I

    Segn Fromm, y a diferencia del freudianismo ortodoxo, "las pasiones bsicas" del ho

    mbre "no estn arraigadas en sus necesidades instintivas, sino en las condicionesespecficas de la existencia humana". stas son ahora las condiciones del capitalismo. A la luz de los requisitos de la salud mental, tal y como son vistos por From

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    m, la sociedad reinante puede considerarse como "demente". Aunque algunas personas estn ms afectadas que otras, todos se comportan irracionalmente en este mundo irracional. Para cambiar esta situacin, Fromm sugiere la transformacin del capitalismo en alguna clase de "socialismo", en una "sociedad sana" -la condicin previa para la salud mental y la felicidad del individuo-. l llama a su acercamiento al problema de la salud mental y la sociedad "psicoanlisis humanista", que se presenta en gran medida como una elaboracin del concepto de Marx del fetichismo de la me

    rcanca. ste es aqu generalizado como el fenmeno de la "alienacin" y, en la visin deomm, es un problema tan viejo como la "idolatra" contra la que los profetas del Viejo Testamento alzaron sus voces.

    En el sistema de Marx, la alienacin se refiere a las relaciones sociales de clasebasadas en el divorcio de los obreros de los medios de produccin en una economa de mercado de acumulacin de capital. La meta de la produccin es el beneficio. Comocapital, los productos del trabajo pasado y presente del hombre adquieren un carcter "independiente", determinando tanto el volumen como la direccin de la produccin social, depresin y prosperidad, paz y guerra, con lo cual la condicin de la existencia humana. Y as, aunque el hombre hace la historia, no es el amo de su destino. Vive bajo la compulsin de circunstancias socio-econmicas que circunscriben sus

    actitudes y acciones. Ni los capitalistas, ni los obreros, ni cualquier otro grupo, determinan su existencia, sino que se dejan determinar por la dinmica de la acumulacin de capital; en otras palabras, por las cosas que son de su propia fabricacin, como si tuvieran un poder separado por encima de ellos. Aquellos que, sinembargo, poseen o controlan el capital, constituyen una clase dominante privilegiada slo debido a este triste estado de asuntos. Y en inters de su posicin de claseexplotadora, ellos intentan perpetuar esta actitud por medio de la fuerza, el fraude y las manipulaciones ideolgicas.

    La relacin fetichista entre los hombres y su produccin comprende la conciencia social y domina la conducta general. Siendo la fuerza de trabajo una mercanca como cualquier otra, los hombres son tratados como si fuesen cosas, y son comparados alas cosas; los materiales de la produccin incluyen el "material humano". Dado qu

    e la explotacin est basada en la posesin de cosas, es decir, capital, la supervivencia en la competicin capitalista implica la apropiacin creciente de capital. Las relaciones sociales no son, de este modo, relaciones entre los hombres sino relaciones entre cosas, relaciones entre mercancas, a la vez escondiendo y posibilitando la explotacin de los hombres por los hombres.II

    La "revisinque Fromm hace de Freud con la ayuda de Marx retiene la terminologa dela psicologa freudiana, que pretende ocuparse del hombre biolgico y su frustracin en la sociedad per se. Aunque el concepto de fetichismo mercantil es aplicado a la cultura como un todo, el nfasis descansa en sus aspectos ideolgico y psicolgico.Esto le permite a Fromm hablar de la sociedad como nosotros". Sin embargo, aunque

    la ideologa y la caracteriologa dominantes son aquellas de las clases dominantesy sus asistentes, la responsabilidad del barbarismo capitalista no puede ser distribuda as de extensivamente. Despus de todo, hay mandantes y mandados, manipuladores y manipulados, lo que prohibe el "nosotros" cuando hablamos de la sociedad. Precisamente por ser una crtica severa de la sociedad, del nosotros", el libro de Fromm resulta una crtica bastante coja del capitalismo.

    Aunque es un mal hbito, esto no es un error demasiado trascendente pues, a pesarde todo el "nosotros" en la literatura, la gente se refiere generalmente a la "sociedad" como "ellos", para oponer intereses y diferentes modo de existencia, los cuales dan a la sociedad su carcter de clase. Pero, con la sociedad de Fromm como el "nosotros", viene el individuo como "hombre"; no como capitalista, obrero,o algn otro, sino como "hombre", cuya "naturaleza" e "historia" comprende ambas

    "la creacin y la destruccin, el amor y odio". Y aunque el hombre determinado por la clase siga siendo hombre aun si nos dirigimos a l como mercanca, o cuando no nosaproximamos a l en absoluto como si fuese intocable, la "humanidad comn" de todos

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    los hombres nos dice poco en lo que se refiere a sus actitudes y comportamientobajo circunstancias sociales e histricas variables en una sociedad dividida en clases.III

    De acuerdo con Fromm, slo la "fe en el hombre" permite una sociedad sana. l explica el "fracaso" de Lenin, por ejemplo, por la carencia de fe en el hombre de este

    ltimo. Lenin, sin embargo, tena mucha fe en algunos hombres, l mismo includo; en las personas dedicadas a la toma del poder para su partido. No tena fe, es verdad,en la clase dominante zarista, ni en la clase media que esperaba el capitalismoliberal, ni en los campesinos que luchaban por la tierra y la propiedad privada,ni en la masa de obreros destinados a trabajar ms arduamente sin vivir mejor, ascomo para acumular el capital necesario para la industrializacin de Rusia y parasu existencia nacional. Aunque Lenin no tena la fe en el hombre, sobresali en fe en el gobierno de una minora, que constituye la "fe en el hombre" en las sociedadde clases. Hablar del "fracaso" de Lenin es hablar de su "xito", cuando se considera algo ms que las atenciones o pretensiones individuales; en este caso, la existencia de un proletariado ruso, aunque todava incapaz de abolir, con su propia posicin de clase, todas las relaciones sociales de clase.

    Es ms, referirse al lder individual, cuyo "fracaso" o "xito" determina la direccin del desarrollo social, es hablar desde la posicin de un gobierno minoritario, de las relaciones de clase, modificadas por un deseo de direccin y control en "inters"de los dirigidos y controlados. La "fe en el hombreincluye la fe en el lder. Laautodeterminacin, sin embargo, implica la ausencia de una direccin en el sentido leninista o capitalista, y hara superflua la "fe en el hombre" de Fromm. Con la "fe en el hombre" de Fromm, Lenin no habra sido Lenin, y con esta "fe en el hombre"los obreros nunca sern capaces de escapar de las consecuencias de la falta de "fe" de sus dirigentes. La abolicin de la explotacin slo puede efectuarse por los explotados; el nfasis debe estar en la clase, no en el hombre. No es incluso la "feen la clase obrera, sino simplemente la clase obrera misma, la que puede capacitarse, a travs de su propia emancipacin, para convertir en sociedad la sociedad de c

    lases.

    Ciertamente, Fromm distingue entre liderazgo racional e inhibidor o irracional. lest por el primero y rechaza la segunda forma de autoridad; esto es, prefiere larelacin autoritaria entre "maestro y alumno" a la relacin entre el "propietario de esclavos" y el "esclavo", aun a pesar de que ambas estn basadas en la superioridad de uno sobre el otro. En la consideracin de Fromm, la autoridad del maestro es altruista y sirve al estudiante que le da la bienvenida; igualmente, se oponea la autoridad antagonista e irracional sobre el esclavo. Las relaciones autoritarias racionales, adems, tienden a disolverse cuando los alumnos se vuelven tan listos como los maestros. Cada una de estas situaciones de autoridad crea una situacin psicolgica diferente; una asegura la cordura (sanity), la otra tiende a la d

    emencia (insanity). Sin embargo, ninguna de estas situaciones tiene algo que vercon el problema de la autoridad en el capitalismo, tanto el de etiqueta liberal, como el de etiqueta mixta o bolchevique. La idealizada relacin maestro-alumno de Fromm no existe; lo que existe es un mercado educativo acoplado a la fuerza, donde las relaciones entre maestro y estudiante -aunque posiblemente de forma ms sutil- son tan antagnicas como las relaciones sociales en general. Es ms, el capitalismo emplea todas las formas de relaciones autoritarias, las "irracionales" y las "racionales", las cuales se entrelazan de tal modo que ninguna de ellas puedeser mantenida o eliminada salvo con la abolicin del propio capitalismo.IV

    Sin embargo, en la visin de Fromm, el capitalismo se abole a s mismo y, hacindolo,crea de este modo las condiciones en las que se vuelve posible escoger entre una

    u otra forma de relaciones autoritarias con base en fundamentos ticos. Para escapar a la destruccin y lograr la felicidad, la gente debe hacerse consciente de loque constituye la sanidad (sanity) y lo que constituye la insanidad (insanity).

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    El uso persistente de Fromm del "nosotros" con respecto a la sociedad tambin estbasado en la ilusin de que la sociedad de clases subyacente a las teoras de Marx ha dejado en gran medida de existir. Su descripcin del capitalismo occidental, porejemplo, repite todos los clichs actuales de los apologistas ms ardientes del "modo de vida americano", desde el "milagro de la produccin" al "milagro del consumo". Fromm afirma que el "poder social y econmico" de los trabajadores se ha incrementando en un grado fantstico, "no slo con respecto al salario y a los beneficios

    sociales, sino tambin a su papel humano y social en la fbrica".

    Esto es un puro sinsentido, por supuesto, y ni siquiera se aplica a esa pequea minora de obreros privilegiados cuya posicin excepcional presupone la ms cruel explotacin de la vasta mayora. El "modo de vida americano", que no es el del capitalismooccidental sino el resultado de la dominacin de Amrica sobre el capitalismo occidental, encuentra su contraparte en la miseria creciente del grueso de la poblacinmundial, sufriendo tanto bajo los mandos capitalistas-imperialistas como bajo sus propios intentos de escapar a estos mandos. Esta situacin, que transforma la contienda civil en guerra internacional y la competicin internacional en guerra civil, puede indicar el declive del capitalismo, pero no su autotransformacin a travs de la desaparicin de las fricciones de clase y de las diferenciaciones de clase

    , siguiendo al logro de una abundancia general. Sin duda, Fromm reconoce la existencia de reas subprivilegiadas y pases subdesarrollados, y aboga por reformas y ayuda extranjera para aliviar esta miseria, como si esta miseria y el bienestar co-existente de otras reas y capas sociales no fueran las dos caras de la misma moneda. El estado de abundancia relativa no tiende al bienestar general y la "sanidad", sino que lleva a la produccin a cauces destructivos para mantener as la estructura social de clases y el mando sobre los medios de produccin.V

    En la sociedad de la abundancia de Fromm, los problemas de los trabajadores ya no estn relacionados con el control del capital, sino meramente con su codeterminacin. Les ve hambrientos de una voz en el proceso de produccin. No, sin embargo, para mejorar su posicin social y econmica an ms, sino para asegurar su "sanidad". From

    m asume que los obreros (de todas las categorias) no son infelices tanto porquesean explotados y estn en estado de necesidad, como porque no pueden "relacionarse con el producto concreto como un todo". Sufren por cuenta de la especializaciny abstraccin de sus funciones. Es verdad que Marx, entre otras cosas, tambin mencion la dehumanizacin del trabajo en la produccin capitalista a travs de su especializacin, en oposicin a los modos de produccin anteriores, cuya divisin del trabajo estaba menos desarrollada. Con todo, la socializacin de la produccin implica la divisindel trabajo, que, por s misma, no es necesariamente un factor deshumanizante. Estal bajo la relacin explotadora capital-trabajo. En una sociedad socialista se hace posible escoger entre una extensin ulterior de la divisin social del trabajo,o su reduccin por medios tales como la intercambiabilidad de funciones. Y puede resultar que la intercambiabilidad es ms productiva que la especializacin; pero, en

    tonces, el principio de la productividad puede dar lugar l mismo a alguna manerade organizar la produccin social que podra hacerla ms atractiva.

    El nfasis de Fromm en este aspecto bastante menor de la alienacin a expensas del autntico problema, es decir, del control de clase de los medios de produccin, convierte su "crtica social" en un medio para la manipulacin capitalista. Pues, lo que lsugiere en la lnea de la seguridad social y la codeterminacin, est ahora en proceso de ser efectuado por reformas capitalistas, pensadas para estabilizar el sistema. Sus propuestos "caminos a la sanidad" ya estn recorridos, e incluso algunas de las travesas que quiere ver popularizadas, tales como diversas pequeas empresascomunales produciendo para (y estando a merced de) el mercado capitalista, no ponen en peligro el sistema capitalista, sino que meramente apoyan la ilusin de suhumanizacin creciente. Si Fromm est contra el "gran tamao" y por la "descentralizac

    in", tambin lo estn todos esos capitalistas que se enfrentan a competidores an ms grandes y ms centralizados. Y si a Fromm le gusta ver el "instinto de la habilidad"ms plenamente satisfecho, as tambin los capitalistas comprometidos ahora en elimina

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    r los procesos de trabajo simples por la va de la automatizacin.

    Los "caminos a la sanidad" de Fromm en la esfera de la produccin no se apoyan enla esfera del consumo, donde la creciente abundancia conduce al decaimiento cultural. Pues el "hombre", dice Fromm, est fascinado por la posibilidad de comprar ms,mejor, y especialmente, cosas nuevas. Est hambriento de consumo. El acto de comprar y consumir se ha vuelto un fin compulsivo, irracional, porque es un fin en s,

    con poca relacin con la utilidad o el placer que proporcionan las cosas compradas y consumidas". Y es esta actitud alienada hacia el consumo la que determina elempleo del tiempo libre y el carcter de las industrias dedicadas a l. Una ampliaparte del libro de Fromm describe el vaco y la superficialidad de la cultura popular a costa del arte real y de la sensibilidad humana -una cultura popular que encuentra su reflejo en el deseo de conformidad y el rechazo de las relaciones verdaderamente humanas-.VI

    Aqu Fromm est en su elemento, lamentndose de la "solitaria muchedumbre" de la sociologa del consumo, para la cual el ocio, no el trabajo, es el gran problema. Con el fin del problema de la produccin acaba el de la explotacin, claro; con todo, hay

    todava, dice Fromm, muchsimo por hacer por los socilogos y lderes religiosos, parahacer que la vida tenga significado a pesar de la ausencia de problemas socialesque nos constrian. La sugerencia particular de Fromm es consumir menos y trabajar ms, aunque slo por razones teraputicas. Las manos ociosas y las mentes ociosas son peligrosas, e incluso no hacer nada debe convertirse en un tipo de trabajo, demeditacin y recreacin. La persona mentalmente saludable, en su visin, "es la persona productiva y no alienada... que se relaciona amorosamente con el mundo, y queusa su razn para captar objetivamente la realidad, que se expresa como una nica entidad individual y, al mismo tiempo, se siente uno con su prjimo" -etc., etc.- como uno puede or de cualquier plpito las maanas del domingo. Como el esfuerzo por la salud mental es "inherente a todo ser humano... No nacido un idiota moral", lasociedad debe ser tal que pueda ofrecerle una oportunidad para afirmar su naturaleza moral. La oportunidad, como se ha visto antes, es ofrecida por el "sociali

    smo", es decir, por la economa de bienestar mixta, codeterminada y polticamente democrtica; con tal de que, por supuesto, se desprenda de cualidades tales como "lacodicia, la competitividad, la posesividad, el narcisismo", y deje gobernar a la conciencia. Como "ningn cambio debe llevarse a cabo por la fuerza", y como debeser un "cambio simultneo en las esferas econmica, poltica y cultural", debe llevarse a cabo mediante la educacin moral de la moradidad inherente, y es por ello claramente la funcin del "psicoanlisis humanista", que, entonces, toma su lugar detrsde los grandes sistemas ticos y religiosos, afirmando la supremaca de los valoresespirituales sobre los valores materiales y dedicados a la dignidad del hombre,de modo que podamos -algn da- cantar, pasear y bailar juntos.Digitalizado a formato web porCrculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

    * En ingls los opuestos "sane" e "insane" (lit. sano e insano) o "sanity" e "insanity" (lit. sanidad e insanidad) tienen la misma etimologia y hacen referencia tanto a la salud fsica como a la mental; esto es, designan con los mismos trminos la existencia o ausencia de salud, se trate de la salud fsica o de la psquica. Paramantener el sentido psico-somtico del concepto hemos optado en general por la traduccin literal, salvo cuando queda definido su sentido de un modo claro (por ejemplo, "insane" traducido por "demente" y "sane" por "cuerdo"). (Nota del traductor)

    Los Lmites de las Reformas

    Aunque pueda probarse que el capitalismo es reformable, las reformas no pueden alterar sus relaciones bsicas de asalariamiento y beneficio sin eliminarlos. La poca de las reformas es una poca de expansin espontnea del capital, basada en un incre

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    mento desproporcionado pero simultneo de los salarios y las ganancias. Es una pocaen la que las concesiones hechas a la clase obrera son ms tolerables a la burguesa que los trastornos de la lucha de clase que de otro modo acompaaran al desarrollo capitalista. Como una clase, la burguesa no favorece salarios bajo mnimos e intolerables condiciones de trabajo, aunque cada capitalista individual, para quienel trabajo es un coste de produccin, intenta reducir estos gastos lo mximo posible. No puede dudarse que la burguesa prefiere una clase obrera satisfecha a una cla

    se obrera descontenta, y la estabilidad social a la inestabilidad. De hecho, contempla la mejora general de los niveles de vida como su propio logro y como la justificacin para su dominacin de clase. Pero estad seguros, el bienestar relativode la poblacin trabajadora no debe llevarse demasiado lejos, pues su dependenciaabsoluta del trabajo asalariado ininterrumpido debe ser mantenida. Pero dentro de este lmite, la burguesa no tiene inclinaciones subjetivas a reducir a los obreros al estado ms inferiorizado de existencia, incluso donde esto podra ser objetivamente posible por medio de las medidas apropiadas de represin. As como las inclinaciones y las acciones de los obreros estn determinadas por su dependencia del trabajo asalariado, las de la burguesa estn radicadas en la necesidad obtener beneficios y acumular capital, completamente aparte de sus diversas tendencias ideolgicasy psicolgicas.

    [Las reformas y la degeneracin del movimiento obrero]

    Las reformas limitadas posibles dentro del sistema capitalista se han convertidoen condiciones habituales de existencia para los afectados por ellas y no pueden ser anuladas fcilmente. Con una tasa baja de acumulacin se convierten en obstculos para la produccin de beneficios, superposicin que efectivamente requiere aumentos excepcionales de la explotacin del trabajo. Por otro lado, los periodos de depresin tambin inducen variadas medidas de reforma, pero solamente para contrarrestarla amenaza de cataclismos sociales serios. Una vez instaladas, tienden tambin aperpetuarse a s mismas y deben ser compensadas a travs del correspondientemente mayor incremento de la productividad del trabajo. Por supuesto, se harn esfuerzos,algunos con xito, para reducir paulatinamente lo que se ha ganado por la va de la

    legislacin social y la mejora de los niveles de vida, con objeto de restaurar lanecesaria rentabilidad del capital. Algunos de estos logros permanecern, no obstante, a travs de los periodos de depresin as como de prosperidad, con el resultado con el tiempo de una mejora general de las condiciones de los obreros.

    La incierta existencia de los obreros hizo que nunca fuese fcil combatir por salarios ms altos y mejores condiciones de trabajo. Slo las provocaciones ms brutales de los empresarios los moveran a la accin, como un mal menor que un estado de miseria implacable. Sabedora de la dependencia de los obreros del salario diario, laburguesa contest a sus rebeliones con cierres patronales, como un medio ms eficaz para imponer la voluntad de los empresarios. Los beneficios perdidos pueden ser recuperados, los salarios perdidos no. Sin embargo, la formacin de sindicatos y el

    amasamiento de fondos de huelga cambiaron esta situacin, con cierta amplitud a favor de los obreros, aunque esto no siempre super su aversin condicionada a recurrir al arma de la huelga. Para los capitalistas, tambin, la disposicin para desafiar las demandas de sus obreros menguaron con la creciente prdida de ganancias en un capital ampliado pero inutilizado. Con un incremento suficiente de la productividad, las concesiones hechas a los obreros podran demostrarse ms rentables que surechazo. La eliminacin gradual de la competicin intensa por la va de la monopolizacin y del incremento generalizado de la organizacin de la produccin capitalista, tambin trajeron consigo la regulacin del mercado de trabajo. La negociacin colectivasobre los salarios y las condiciones de trabajo eliminaron en cierta medida el elemento de la espontaneidad y la incertidumbre en las contiendas entre la trabajo y capital. La agresividad espordica de los obreros dejo paso a una confrontacinms ordenada y a una mayor "racionalidad" en las relaciones capital-trabajo. Los r

    epresentantes sindicales de los obreros se convirtieron en los gerentes del mercado de trabajo, pero en el mismo sentido en que sus representantes polticos sirvieron a su esfuerzo por alcanzar sus intereses sociales ms alejados en el parlamen

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    to de la democracia burguesa.

    Despacio, pero implacablemente, el control sobre las organizaciones de la claseobrera escap de las manos de la base y fue centralizado en los dirigentes obrerosprofesionales, cuyo poder se apoy en una estructura organizada jerrquica y burocrticamente, operacin la cual, a no ser mediante la destruccin de la propia organizacin, ya no podra ser determinada por el conjunto de sus miembros. La conformidad de

    los obreros en este estado de cosas requiri evidentemente que las actividades de"sus" organizaciones proporcionasen algunos beneficios tangibles, que de este modo eran asociados al poder creciente de las organizaciones y a su desarrollo estructural particular. La direccin centralizada determin el carcter de la lucha de clase como una lucha sobre los salarios y por metas polticas limitadas que tenan alguna oportunidad de ser realizadas dentro de los limites del capitalismo.

    [La divisin de la clase obrera: heterogeneidad salarial, racismo, xenofobia...]

    Las diferentes fases de desarrollo de la produccin de capital en los distintos pases, as como las divergentes tasas de expansin de las industrias particulares en cada nacin, se reflejaron en la heterogeneidad de las tasas salariales y de las con

    diciones de trabajo, que estratificaron a la clase obrera fomentando grupos de inters especficos hasta el abandono de los intereses de la clase proletaria. Se daba por supuesto que de esto ltimo se cuidara por la va de polticas socialistas, y donde tales polticas no fuesen todava una posibilidad prctica --porque la burguesa ya se haba apropiado enteramente de la esfera poltica a travs de su control completo dela maquinaria estatal, como en los pases anglosajones, o porque los regmenes autocrticos impidiesen cualquier participacin en el campo poltico, como en las nacionescapitalistamente subdesarrolladas de oriente-- haba slo lucha econmica. Esto, mientras una a algunas capas de la clase obrera, divida a la propia clase, lo que tendi a frustrar el desarrollo de conciencia de la clase proletaria.

    La ruptura de la unidad potencial de la clase obrera por la va de los diferenciales salariales, nacionalmente as como internacionalmente, no fue el resultado de u

    na aplicacin consciente del antiguo principio de divide y gobierna para afianzarel reino de la minora burguesa, sino el resultado del suministro y de las relaciones de la demanda del mercado de trabajo, tan determinados por el curso de la produccin social como la acumulacin de capital. Las ocupaciones privilegiadas por esta tendencia intentaron mantener sus prerrogativas a travs de su monopolizacin, restringiendo la oferta de trabajo en oficios particulares no slo en detrimento desus adversarios capitalistas sino tambin de la gran masa obrera no cualificada que operaba bajo condiciones ms competitivas. Los sindicatos, una vez consideradosinstrumentos para un desarrollo de la conciencia de clase, se convirtieron en organizaciones involucradas en no ms que en sus intereses especiales definidos porla divisin capitalista del trabajo y sus efectos sobre el mercado de trabajo. Conel tiempo, claro, las organizaciones de oficio fueron sustituidas por los sindi

    catos industriales, incorporando un nmero de ocupaciones y uniendo trabajo cualificado y no cualificado, pero slo para reproducir las aspiraciones estrictamente econmicas de la afiliacin sindical en una base organizativa ampliada.

    Sumndose a los diferenciales salariales, que son un rasgo general del sistema, ladiscriminacin salarial fue (y es) extensamente cultivada por las empresas individuales e industrias en el esfuerzo de romper la homogeneidad de su fuerza de trabajo y menoscabar su capacidad para actuar de comn acuerdo. La discriminacin puedeser basada en el sexo, la raza, o la nacionalidad, segn las peculiaridades de unmercado de trabajo dado. Son utilizados los prejuicios persistentes asociados con la ideologa dominante para debilitar la solidaridad de los obreros y con ellasu poder de negociacin.

    En principio, est claro que para los capitalistas no tiene importancia material aque raza o nacionalidad particulares pertenece su fuerza de trabajo, mientras su cualificacin y su propensin al trabajo no caigan por debajo de la media, pero en

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    la prctica una fuerza de trabajo mixta con escalas salariales desiguales, o incluso iguales, engendra o acenta los antagonismos raciales o nacionales ya existentes y lesiona el crecimiento de la conciencia de clase. Por ejemplo, reservando los trabajos mejor pagados o los menos perjudiciales para una raza o nacionalidadfavorecida, un grupo de obreros es incitado a pelear contra otro para detrimento de ambos. Como la competicin por los puestos de trabajo en general, la discriminacin baja la ratio salarial general e incrementa la rentabilidad del capital. Su

    uso es tan viejo como el capitalismo mismo; la historia del trabajo es tambin lahistoria de la competicin y discriminacin dentro de la clase obrera, dividiendo alos obreros irlandeses de los obreros britnicos, al argelino del francs, al negrodel blanco, a los nuevos inmigrantes de los primeros pobladores, y as sucesivamente, casi de forma universal.

    Aunque es una consecuencia de la preponderancia del nacionalismo y racismo burgueses en respuesta al orden imperialista, afecta a la clase obrera no slo ideolgicamente sino tambin a travs de su competicin en el mercado de trabajo. Fortalece lo divisor en contra de los elementos unificantes de la lucha de clase, y contrapesalas implicaciones revolucionarias de la conciencia de clase proletaria. De esemodo, lleva la estratificacin social del capitalismo a dentro de la clase obrera.

    Se disean sus luchas econmicas y organizaciones para servir a grupos particularesde trabajadores, sin tener en cuenta los intereses generales de clase, y las confrontaciones entre trabajo y capital permanecen necesariamente dentro del marcode las relaciones de mercado y precio.

    El esfuerzo por alcanzar los diferenciales salariales permite niveles de vida diferentes, y es por esto ltimo, no por el trabajo realizado, por lo que los obreros prefieren valorar su status dentro de la sociedad capitalista. Si pueden permitirse el lujo de vivir como la ms pequea burguesa, o acercarse a hacerlo, tienden asentirse ms afines a esta clase que a la clase obrera propiamente. Mientras la clase obrera en conjunto slo puede escapar a su posicin de clase a travs de la eliminacin de todas las clases, los obreros individuales intentarn evadirse de su propia clase para entrar en otra, o para adoptar el estilo de vida de la clase media.

    Un capitalismo en expansin ofrece cierta movilidad social hacia arriba, as como sumerge a los individuos de la clase dominante o la clase media en el proletariado. Pero tales movimientos individuales no afectan a la estructura social de clases; simplemente permiten la ilusin de una igualdad de oportunidades, que puede servir como un argumento contra la crtica a la invariable estructura de clases de la produccin capitalista.

    [La dinmica del desarrollo econmico social. Las luchas y el desarrollo de la conciencia de clase]

    En los periodos prsperos, y a causa del incremento en las familias con ms de un asalariado, los trabajadores mejor pagados pueden ahorrar algo de sus ingresos y a

    s cobrar intereses de igual modo que reciben salarios de su trabajo. Esto da lugar a la ilusin de un giro de la determinacin de clase en la distribucin del ingresonacional, tal como los obreros participan en el --no slo como asalariados sino tambin como receptores de un inters libre de plusvala, o como accionistas en la formade dividendos--. Lo que esto pueda significar en trminos de conciencia de clasepara aquellos favorecidos, es totalmente insignificante desde un punto de vistasocial, y no afecta a la relacin bsica entre el valor y la plusvala, los salarios ylos beneficios. Significa meramente que algunos obreros realizan un aumento desus ingresos exterior a la ganancia y al inters producidos por la clase obrera ensu conjunto. Mientras esto puede influir en la distribucin de los ingresos entrelos obreros, acentuando los diferenciales salariales ya existentes, no afecta de ningn modo a la divisin social de salarios y beneficios representada por la tasade explotacin y la acumulacin de capital. La tasa de ganancia permanece igual, au

    nque alguna parte de la masa de ganancia pueda extenderse a algunos obreros a travs de sus ahorros. El nmero de acciones posedas por los obreros no se conoce, perojuzgando por el nmero de accionistas en cualquier pas particular y por la prevale

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    ncia de las tasas salariales medias, podra ser slo un nmero despreciable. El intersen los ahorros, como una parte del beneficio, est claramente compensado por el hecho de que mientras algunos obreros ahorran, otros piden prestado. Interesan tales aumentos pero tambin los salarios reducidos. Con el gran aumento de las ventasa plazos, es ms probable que, en la balanza, el inters recibido por algunos obreros es ms que igualado por el inters pagado por los otros.

    As como su clase no es homognea en lo que se toca a los ingresos, sino slo con respecto a su posicin en las relaciones de produccin sociales, los obreros asalariadosestn inclinados a prestar ms atencin a sus necesidades econmicas inmediatas y oportunidades que a las relaciones de la produccin mismas, lo qu, en cualquier caso, parece ser imperturbable en un capitalismo en ascenso. Sus intereses econmicos envuelven, por supuesto, no slo los privilegios disfrutados por capas especiales de la clase obrera sino tambin la necesidad general de la gran masa de obreros de mantener, o subir, sus niveles de vida. Salarios superiores y mejores condiciones de trabajo presuponen el incremento de la explotacin, o la reduccin del valor de lafuerza de trabajo, asegurando as la reproduccin continua de la lucha de clases dentro del proceso de acumulacin. Es la posibilidad objetiva de esto ltimo lo que anula la lucha econmica de los obreros como un medio para el desarrollo de la conci

    encia de clase revolucionaria. No hay ninguna evidencia de que los ltimos cien aosde conflictos obreros hayan conducido al revolucionamiento de la clase obrera en el sentido de una voluntad creciente de suprimir el sistema capitalista. Los patrones de huelga en todas las naciones capitalistas varan con el ciclo econmico,que es como decir que el nmero de huelgas, y el nmero de obreros involucrado en ellas, declina en los periodos de depresin y se incrementa con cada tendencia ascendente de la actividad econmica. Es la acumulacin de capital, no la falta de l, lo que determina la militancia de los obreros con respecto a sus luchas salariales ya sus organizaciones.

    Obviamente, una seria tendencia descendente de la economa, que reduce el nmero total de obreros, tambin reduce el tiempo de trabajo perdido por las huelgas y los cierres patronales, no slo debido al nmero menor de obreros empleados sino tambin de

    bido a su mayor aversin a declararse en huelga a pesar del deterioro de sus condiciones de trabajo. Igualmente, los sindicatos de oficio y los sindicatos industriales declinan no slo debido al desempleo creciente, sino tambin porque son menoscapaces, o absolutamente incapaces, de proporcionar a los obreros recursos suficientes para garantizar su existencia. En periodos de depresin, no menos que en aqullos de prosperidad, las confrontaciones continuas de trabajo y capital no han llevado a una radicalizacin poltica de la clase obrera, sino a una insistencia intensificada en mejores comodidades dentro del sistema capitalista. El desempleadoha exigido su "derecho al trabajo", no la abolicin del trabajo asalariado, mientras aqullos todava empleados han estado deseosos de aceptar algunos sacrificios para parar el declive capitalista. La retrica de la existencia las organizaciones obreras existentes, o de las recientemente fundadas, sin duda se ha vuelto ms amena

    zante, pero en sus demandas concretas, realizables o no, ha estado por un capitalismo que funcionase mejor, no por su abolicin.

    Cada huelga, es ms, o es un asunto localizado con un nmero limitado de obreros comprometido en l, o es una lucha en toda una industria que involucra un gran nmero de obreros extendindose sobre varias localidades. En cualquier caso, involucra slointereses especiales y temporales de secciones pequeas de la clase obrera y raramente afecta al conjunto de la sociedad en una magnitud importante. Cada huelga debe acabar en la derrota de uno o del otro lado, o en un compromiso asumible porlos oponentes. En cualquier caso debe dejar las empresas capitalistas suficiente rentabilidad para