¿Participación para qué? Un enfoque político de la participación en comunicación popular

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¿PARTICIPACIÓN PARA QUE? UN ENFOQUE POLÍTICO DE LA PARTICIPACION EN COMUNICACIÓN POPULAR. Rosa María Alfaro Hablar de políticas comunicacionales siempre ha sido una tarea poco motivadora, especialmente cuando el enfoque se detiene a diagnosticar lo que está ocurriendo en el ámbito de los gobiernos y los sistemas sociales. Lugar común de las repeticiones interminables, que oficializan absolutizando el problema del poder,estas temáticas han formalizado el modo de acercarse a comprender la conflictividad sociocultural y política que la comunicación es capaz de articular. Intentaré problematizar esta óptica desde la experiencia concreta del poner en acción la competencia académica, en aquella cotidianeidad oscura y compleja de las prácticas sociales y los intentos por hacer participar a quienes no siempre querían hacerlo, porque aún no le encontraban sentido. Pero los conocimientos que adquirimos no dilucidaban la acción, mas bien nos amordazaban de cierta inutilidad. Enganchados en convenciones alejadas de la ambivalente realidad social nos lanzamos a otras lógicas que no sabíamos cómo comprender, menos aún conducir. Sin embargo fuimos aprendiendo entre tanteos, conflictos y errores, generando entonces nuevas reflexiones, in- novadores discernimientos para afrontar la significativa vinculación entre comunicación y política, pero esta vez

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Revista Diálogos N° 22, noviembre 1988

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¿PARTICIPACIÓN PARA QUE?UN ENFOQUE POLÍTICO DE LA PARTICIPACION ENCOMUNICACIÓN POPULAR.

Rosa María Alfaro

Hablar de políticas comunicacionales siempre ha sido unatarea poco motivadora, especialmente cuando el enfoque sedetiene a diagnosticar lo que está ocurriendo en el ámbito delos gobiernos y los sistemas sociales. Lugar común de lasrepeticiones interminables, que oficializan absolutizando elproblema del poder,estas temáticas han formalizado el modode acercarse a comprender la conflictividad sociocultural ypolítica que la comunicación es capaz de articular. Intentaréproblematizar esta óptica desde la experiencia concreta delponer en acción la competencia académica, en aquellacotidianeidad oscura y compleja de las prácticas sociales ylos intentos por hacer participar a quienes no siemprequerían hacerlo, porque aún no le encontraban sentido. Perolos conocimientos que adquirimos no dilucidaban la acción,mas bien nos amordazaban de cierta inutilidad.Enganchados en convenciones alejadas de la ambivalenterealidad social nos lanzamos a otras lógicas que nosabíamos cómo comprender, menos aún conducir. Sinembargo fuimos aprendiendo entre tanteos, conflictos yerrores, generando entonces nuevas reflexiones, in-novadores discernimientos para afrontar la significativavinculación entre comunicación y política, pero esta vez

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abordándola desde los sujetos sociales y susdiscontinuidades políticas.

1. DE NUESTRA HISTORIA Y SUS MÚLTIPLES ENREDOS

Las experiencias y las formulaciones teóricas de lacomunicación popular en nuestros países, se han venidocomprometiendo de manera creciente con la participación delos receptores o destinatarios y de los profesionalestrabajadores de los medios en las acciones y en los diseñosde alternativas comunicacionales. Tanto así que cuandopensamos en ella, inmediatamente nos surgen imágenes delpueblo o de los periodistas hablando y decidiendo por susmicros, manejando consolas y cámaras de video,redactando o tomando fotografías, discutiendo lasorientaciones en asambleas, vendiendo sus periódicos, esdecir... pura participación. Así ésta se instaló definitivamenteen la concepción del nuevo modelo comunicacional apropugnar.Sin embargo, dos intenciones casi opuestas se enfilan eneste sobredimensionamiento de la participación. La quepretende democratizar la comunicación como lucha políticaalternativa al sistema comercial, masivo y transnacional, depor sí negativo. Y aquella otra que propone la revaloraciónde la palabra del oprimido, como punto de partida de losprocesos educativos que liberarían su conciencia. El énfasisde la primera se sitúa en el nivel macrosocial de laspropuestas políticas, donde lo transformable está en elreordenamiento de la propiedad y el modo transnacional de

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producir cultura hegemónica. Allí se deben gestar losgrandes virajes que permitirían la participación, para un"después", cuando se haya conquistado el poder. Mientrasque la segunda se ha venido definiendo en la prácticaconcreta de los procesos microsociales donde lo educativose convierte en cualidad intrínseca del quehacercomunicacional, en la que el proyecto político está aún en lapenumbra, pues los sujetos sociales, entendidos comomovimientos y organizaciones se desarrollan hacia unaambigua utopía que en los últimos años ha tomado elnombre de protagonismo popular. Y allí y "ahora", en lospequeños grupos y experiencias se va conquistando lanueva democracia, en un desenfrenado activismo "repleto"de compromiso con el pueblo.Dos paradigmas se esbozan así, el político y el educativopopular. Que si bien su origen viene del modo de entender lalucha social, o mejor dicho de las estrategias del cambio quenuestras sociedades requieren, se han trasladado ydesarrollado específicamente hacia el campo comunicativo.Aunque sus matrices más remotas se insertan en laspugnas entre ilustrados y románticos adquieren un rostroparticular en la complejidad política y culturallatinoamericana, a raíz de los nuevos y contradictoriosactores sociales, quienes desquiciaron los viejos esquemasde interpretación y acción. Ese salto hacia el ámbitocomunicacional, mecánicamente, ocasionó no pocosresbalones, al abandonar su relación con lo social. Porque,curiosa y contradictoriamente es allí donde ambastendencias se unen, en esa "creencia" de que laparticipación a suscitar, ahora o después, debe ser

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estrictamente comunicacional. Ocurre entonces que prácticapolítica y comunicacional se disocian peligrosamente, lomismo que la cultural masiva censurada de la realidadsocial, se separa de la alternativa, sea esta macrosocial o deeducación popular. Al perder ambas su vinculación con ladensidad socio cultural y política de la realidad, la nuevacomunicación a gestar deja casi intacta y de lado aquellacapacidad de convocatoria y goce popular que lascomunicaciones masivas generan y que curiosamente sí seasientan y definen entre las identidades y los conflictosfrustrados y postergados de los sujetos populares. Mientraslas polémicas y mesas redondas insisten en la necesidad departicipación de la sociedad civil y la política en lacomunicación. Y los otros van construyendo experiencias"horizontales" de comunicación grupal o local,lamentablemente reñidas con el entretenimiento. Sinembargo los supuestos beneficiarios de ambas propuestas,los oprimidos y explotados, entregan todo su corazón,interés y placer a la comunicación cuestionada. Le piden loque la política no les puede otorgar. En medio de un granintercambio entre la vida y la comunicación van definiendosus identidades, contestando sus grandes y pequeñaspreguntas sobre el país y sobre sí mismos, satisfaciendo consueños y finales felices, entre lágrimas y carcajadas, el grandesconcierto que nos ha tocado vivir hoy, procesando así demanera distorsionada la esperanza. ¿Qué nos ha estadoocurriendo entonces? ¿Qué sentido tiene realmente laparticipación? Es indispensable que nos interroguemossobre lo que estamos pensando y aplicando ¿desde dóndeestamos analizando y proyectando la participación? ¿Cuál

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es su relación con la vida cotidiana y el conflictosociocultural? ¿qué tiene ésta que ver con la nueva sociedady qué lugar le corresponde entonces al dominado en lacomunicación? ¿por qué suele suceder que a mayorracionalidad política, menor empatía con las clasespopulares?

1.1 Los usos comunicacionales de la participación

La educación popular, desde Paulo Freire y sus seguidoresaportó definiciones fundamentales a la personalidad de lacomunicación popular.(2) En primer lugar se fue percibiendoque las transformaciones sociales tenían que verdirectamente con los sujetos oprimidos, principales víctimasde la injusticia y la violencia social. Que a ellos lescorrespondía la liberación. Que la experiencia de vida y latoma de conciencia aportaban a la fundación de un nuevosaber. Mas aún, que sin su compromiso ideológico no habíarevolución ni reforma posible. Su participación era entoncesestratégicamente fundamental, especialmente en lo que serefería a la educación de su conciencia, como paso previo aotros compromisos. De esta manera, dimos un salto teórico,práctico, necesario y de gran riqueza, aunque terriblementearriesgado. Pues transitamos demasiado rápido de lo macroa lo micro, de lo objetivo a lo subjetivo, de la abstracción almundo concreto, de las estructuras a los sujetos, de las van-guardias a las bases, de la acción social a la ideológica, dela acción política a la educativa y de los espacios"netamente" políticos a los de la vida integral y humana de

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los sectores populares. Movimiento pendular nosuficientemente procesado, ni discutido políticamente. A elloañadimos que esa propuesta iluminó nuestro quehacer en elmundo cercano de los pueblos y fundamentó o explicónuestros desengaños partidarios ante formulaciones ymétodos políticos que no empataban con la vida de la gente.Se produjo entonces un cierto "deslumbramiento", ante lanueva perspectiva, que nos sedujo sin haber profundizadomucho sobre el significado de la conversión acontecida.(3)La comunicación popular se enroló en esa misma propuesta,desligándose de la alfabetización. Desde el teatro, lasfilminas, las fotografías, los boletines y periódicos murales,la radio local, los folletos, era posible plantear unacomunicación para grupos pequeños, donde la finalidadcentral era comunicativa, pero entroncada en la educaciónpopular. La definición del comunicador era la delvehiculizador de la liberación ideológica del pueblo. Elquehacer previo a la transformación global del sistema socialera posible, no había que esperar la revolución. Esta quedópor lo tanto postergada, lejos de la preocupación política. Laparticipación se percibía por lo tanto como expresión ycondición de esa comunicación educativa. El quehaceractivo y consciente del oprimido en su proceso de transfor-mación ideológica y comunitaria posibilitaría quetrascendiera su rol de víctima. Pero, la relación entre estaactividad liberadora que comprometía a los intelectuales conel pueblo y aquella otra, la de los grandes cambios y lasluchas políticas, no se fundaba y esclarecía, ambaspermanecían como dimensiones intocadas, paralelas, casialternativas. No se lograban interconectar. De un lado la

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participación educativa carecía de un sentido macrosocial ypolítico, sin embargo enriquecía y complejizaba la actividadpolítica y daba rostro y expresión a las mayorías silenciosasy pasivas. Humanización y esperanza aportadas por elpueblo, que aún hoy no es comprendida por la dimensiónpolítica oficial, por no estar incluida en su lucha por el poder.Mientras tanto, los años setenta dieron a luz a unos ochenta,donde proliferaron los centros de comunicación y educaciónpopular. Lamentablemente los procesos ocurridosperturbaron "la vigencia" del modelo, salvo algunasexperiencias. El salto pendular poco digerido, el activismorutinario, la institucionalización formal, la desvinculación conel quehacer político, la fragmentación de la relación con elpueblo a partir de "los proyectos”,(4) la poca discusión ysistematización teórica, entre otros factores, fueronmarchitando el espíritu creativo inicial y mostraron la granausencia del programa político que se pensaba gestar. Lamisma definición de la comunicación popular no permitía sunacimiento. Ocurrió entonces, que la concientización y laparticipación se fueron reduciendo a prácticas metodo-lógicas y formales que mezclaban viejas y nuevasconcepciones. El decantamiento no se produjo. Entoncescíclicamente repetimos el esquematismo racionalista, laconciencia realista objetiva, la separación entre vidacotidiana y experiencia educativa, entre el placer y elaprender y entre la acción social y la política, volviendo ainstalarse en muchas de las experiencias latinoamericanasde comunicación. Así la participación se desvestía en lapráctica de sentido renovador, de mito y vitalidad, de utopíapolítica.

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Otras tendencias llegan a considerar la participación en lacomunicación desde definiciones más político-partidarias: laformación del poder popular, dando voz a las mayoríassilenciosas. Dicha aproximación, sin embargo usó elconcepto de democracia popular para diferenciarla de laburguesa. Se convirtió en condición y efecto político de laotra verdad objetiva que había que pregonar. Pero allí elsujeto estaba ignorado, no importaban sus procesoseducativos, ni sus espacios subjetivos, ni las identidadesculturales, ni sus necesidades comunicacionales. Laparticipación era metáfora de la nueva sociedad igualitaria,había que relevarla y hasta forzarla para demostrar suvigencia y destacar la divergencia en oposición al sistema. Ycomo se debía portar la verdad, entonces se privilegiaba aldirigente político popular, cuya finalidad estaba en elesclarecimiento. Los hombres y mujeres humildes del pueblodebían también participar, pero para demostrar la trágicarealidad social, constituyéndose como objeto y parte de unargumento político. Las propuestas de los profesionales dela comunicación especialmente de los periodistas deizquierda se acoplaron en el mismo sentido. Influyeron endestacar la importancia de la participación opuesta a laempresa capitalista de información, pero desde unaperspectiva gremial de lucha contra los propietarios de losmedios de comunicación. Presionaban por obtener ellos unrol democratizador, manifestando poco interés por la par-ticipación de lectores y consumidores, es decir del mundo"no profesional".

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Los medios masivos comerciales, la radio, la prensa y latelevisión no son tampoco ajenos a la participación. Más aúnla utilizan con eficacia, entre aplausos, premios ycongratulaciones. La participación se ha convertido enelemento motivador de audiencias, lo que garantiza mejoresganancias, movilizando inversiones en publicidad. Losmismos noticieros, para ganar "ratings" privilegian lapresencia y la tragedia del actor popular, en imágenes yvoces dramáticas, hasta morbosas, asociando así lademocracia a la información y el espectáculo. Pero, aunquetodos sabemos que ésta sólo aparece en algunos momentosdel proceso comunicacional, no podemos negar que elpueblo y sus litigios hacen noticia y están hoy presentes enel espacio masivo, con mucha fuerza y vitalidad. Laentrevista, el concurso, la opinión pública de encuestados, ladisertación del experto o profesional las llamadastelefónicas, las cartas, las imágenes, inundan nuestra coti-dianeidad a pesar que la conducción, la selección y laorientación no son pertinentes a una ideología de laparticipación. Constituye básicamente una demostración yun gancho para la recepción, aunque para el que ve, lee oescucha esta participación constituye un valor, que lepermite saber y ser más. Se mira, se compara y puedeanalizar diversas propuestas. Significa reconocimiento,constatación, empatía, modo de estar presente en la vidanacional. Algunos medios van inclusive más allá. Construyensu identidad competitiva sobre la misma participación queofrecen, dando cabida a los sentimientos, opiniones y gocespopulares. Este avasallante crecimiento de la participaciónnos plantea nuevos retos. No basta recalcar la diferencia,

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significa una urgencia de convertirla en una práctica y en uncontenido democratizador, querido y buscado, porque dabeneficios y transforma, haciendo posible la comunicación,en una vida social y política nuevas.La participación por lo tanto admite múltiples sentidos. Sucontenido liberador depende de sus intenciones y métodoscomo del modo cómo se incorpora a la vida subjetiva yobjetiva de sus destinatarios. Las muchas experienciasmotivaron aprendizajes, que se definieron entre saltosteóricos, abandonos y postergaciones políticas que noshicieron perder perspectivas. La propia conflictividad social ypolítica nos impedía la seguridad y la profundización.Carentes de tiempo, dinero y ánimo, en medio de tantaactividad afirmativa, no pudimos problematizar, investigar ysistematizar. Por ello al concretarla en términoscomunicacionales la instrumentalizamos y achatamos, sintomar en cuenta su vinculación con la otra democraciamacro social y con la conflictividad cultural y política en queel pueblo de nuestros países está sumido.

1.2 La participación popular como fetiche

En el mundo de los educadores y comunicadores populares,la participación es por lo tanto casi un ritual y una fe, significay garantiza la liberación, no puede faltar. En ella seconcentra toda una significación ideológica que la explica yla realiza. Pero consecuente con sus deficiencias conceptua-les, se privilegia solamente la denuncia y el sociodramarevelador. Nuestros programas radiales se llenaron de voces

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populares, lo que definía su carácter participativo y popular.Las reivindicaciones y las luchas, los testimonios y losrostros de los oprimidos en periódicos y boletines,justificaban y hasta reemplazaban su intención liberadora. Siel pueblo participaba o en otros casos si solo aparecía ya setrataba de "la comunicación popular".De las experiencias locales se transitó a las masivas con elmismo esquema. El pueblo tenía que participar. Se convirtióasí en rutina y hábito, como un ejercicio matinal. Poco seescuchaba lo que decían y por qué lo hacían, menos aún seles permitía transformar esa comunicación popular. Y allíperdimos al sujeto, no supimos recibir sus perspectivas, suslenguajes, sus modos de percibir la realidad, de esperar laliberación, de construir sus prácticas comunicacionalescotidianas. Recogíamos lo textual, pero no desde dónde sedecía y con qué intencionalidad. La dinámica productiva nosinsensibilizó. Ni nosotros, tampoco ellos, nos enriquecimoscon la famosa participación.Un sin número de flechitas funcionales explicaban yorganizaban nuestra práctica democrática alternativa, dondelo horizontal era la clave interpretativa de su sentidotransformador, por fuera de la relación con el movimientopopular y sus conflictos. Lo negado era la verticalidad, seacual, fuera y adónde apuntase. Ignorábamos o tratábamosde olvidar que la complejidad social y cultural ha hecho másborrosa la diferencia entre las clases, las culturas, lo urbanoy lo rural, lo masivo y lo popular. Y que el propio pueblo esya partícipe en la formación de una cultura de masashegemonizada por la burguesía o los estados, noprecisamente horizontal, que unas prácticas participativas no

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podían cambiar tan fácilmente una relación social tanarraigada. Contradictoriamente, nuestra identidad tampocose asumía. ¿Quiénes somos, para qué estamos? ¿cuál esnuestro lugar en la participación? ¿o es sólo para el pueblo,el "buen salvaje", la "masa atrasada," que debe avanzar?¿nosotros no necesitamos la democracia? Fetiche entonces¿para quién? ¿de qué lado estamos? ¿del sacerdote queexorciza? Pero el que hoy día lo podamos plantear así contoda su crudeza, es señal de redenciones mutuas que ya seinician, tejiendo la esperanza.

1.3 El conflictivo ejercicio de la palabra popular

Hacer uso de La Palabra pública significa una ruptura llenade complejidad. Aquella que tiene valor social y simbólico. Laque se explicita como manifestación de una voluntad deejercerla, con sentido y continuidad. Hablamos de lacapacidad para convertir lo que se aprendió en laexperiencia cotidiana, en mensaje y vitalidad social que secomparte con otros, en aquellos ámbitos que no son propios,que todavía no se poseen. Más aún si esa palabracontribuye a la formación del "nosotros popular" de esaidentidad colectiva que dialoga y disputa con las otras clasese institucionalidades sociales del país, construyendo lasbases de una propuesta. La dificultad de aceptar ser paraotros, conquistando nuevos espacios para sí, entonces setiñe de una utopía que transita entre el modelo y el sueño deotra realidad humana y política, alejándose de la praxis"pragmatista" que calcula y obtiene beneficios. Es por lo

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tanto subversiva y complicada, supone otra significatividad.Si no lo entendemos así, la perspectiva y el adónde vamoscon tanta participación, se tornan vacíos, carentes desentido. Durante mucho tiempo hemos pensado en ella demanera ingenua y formal. No podemos sin embargo negarque esa inocencia expresaba un nuevo descubrimiento deuna fuerza vital, aquel que conecta el compromiso político delos comunicadores con las relaciones humanas dignas yconcretas. Al revalorar la palabra popular, el saber en queestá inserta, su capacidad y competencia cultural, develába-mos interpelando la frialdad manipuladora y abstracta de lasactividades políticas proselitistas, que buscabandesesperadamente en el pueblo nuevos militantes, midiendoinfluencias, capturando pequeños y grandes poderes, enmedio de un gran desencuentro entre sujetos populares ypartidos políticos.(5)La experiencia y el análisis nos demuestran que esta palabraestá significativamente conflictuada. En primer lugar porquelos discursos "hegemónicos" populares no existen comotales. La multiplicidad de opiniones e interpretaciones que segestan al interior de los movimientos sociales, sin aceptarseni vincularse entre los diversos sectores y organizacionesque los procesan, el divorcio entre discurso y práctica, lafragmentación en que se encuentra sumida la palabraconforme a diversas y hasta contradictorias prácticassociales, provoca trabas en su proceso de producción ydificulta la posibilidad de una coherencia discursiva querequeriría toda presencia pública en la sociedad políticaoficial. Más aún en una realidad tan cambiante como lanuestra, cuando la lógica del momento, ante tanto aconte-

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cimiento inesperado, supera la posibilidad de enfrentarorgánica y consistentemente una estrategia.

Culturalmente la palabra del pueblo se encuentra encerraday enredada por los modos de comprender la vida y por lapropia lógica de la cotidianeidad, en relación a losacontecimientos, en un continuo diálogo y evolución. De unlado está el mundo familiar, el del trabajo, el barrio, comoespacios propios, que incluyen prácticas y relacionessociales que les son cercanas y les compete. Allí se valora lapalabra, aunque jerarquizadamente. Desde el dirigente, elvarón, el ama de casa y el niño, cada, uno en su espaciosocial de protagonismo, requieren y ejercitan la palabra,imperativamente, como parte de la misma condición humanay sus procesos de socialización .Frente a este mundo de "adentro", del "nosotros" más local yparcializado, están los otros, los "ellos" del mundo de"afuera". Allí la palabra se reprime y subvalora con los"extraños" sobreestimados, en la misma acción deempequeñecerse. Por lo tanto la experiencia cotidiana no selegitima, no vale para ser comunicada, definiéndoseentonces relaciones de subalternidad con respecto a ellos,desde su devaluada palabra. La dominación vive dentro delos sujetos, no es una exterioridad. La palabra de otros seconvierte entonces en una norma y en una censura porquecontiene, el valor social simbólico por excelencia, definiendolas interrelaciones entre lo de "afuera" y lo de "adentro", esdecir involucrando a las propias dirigencias populares y asus bases en el uso de lo público, y de su propio mundointerno jerarquizado.

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La misma dirección política interna se constituye en un ordenque traba el ejercicio de la palabra de las bases o de susdirigentes intermedios, más cerca al mundo del vecindario yla familia que del municipio, el estado, de los partidos, lospatrones o capataces y los instruidos. Contradictoriamenteesta perturbación no sólo es producido por las condiciones,los métodos y las prácticas constitutivas del accionar políticosino por la delegación que las mismas bases le otorgan asus dirigentes. En la figura de la representación letransfieren su palabra, se desprenden de ella, se quedan sinpoder. Los líderes son elegidos porque hablan mejor, sabránasí defender y construir una eficacia para obtener "algo" delmundo exterior. Resulta ser más un arma o instrumentotáctico que una propuesta política democratizadora.¿Dónde estamos los comunicadores populares y quéestamos haciendo con esa palabra? ¿Cómo la estamoscomprendiendo? Durante mucho tiempo hemos reducido oborrado su conflictividad cultural, social y política, latomábamos sólo como voces y mensajes de los oprimidos,que hay que difundir o utilizar para denunciar. Pero que pasóinteriormente con quienes participaron. ¿Se produjoautovaloración alguna en profundidad? ¿Frente a quiénes?¿Ante nosotros quizá? ¿Qué sucedió luego en el pueblo, laasamblea, la familia, la actividad comunal? ¿Se conectaronambas dimensiones de la comunicación?Sin embargo los pobladores, los obreros, los campesinos,las mujeres y los jóvenes sienten la tensión entre unapalabra que al entregarse se humilla, pero que es propia ytrasluce y dignifica la experiencia de tantos años de muchahistoria y actividad. En una especie de conciencia dramática

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que sabe de su conflictividad pero que también anhela poderhablar bien. Sentimientos contradictorios explicitados entantas demandas por talleres y capacitaciones de locución yoratoria, o de comunicación en general para aprender ahablar. Como también se manifiesta en esa espontaneidadpor llamar y escribir a las radios, por participar de losnoticieros de televisión asegurándose la difusión de suverdad, aunque sólo sea parcial.El ejercicio de la palabra popular conlleva una profundapugna entre realidad y utopía, entre autoritarismo ydemocracia, la que es imposible de recoger procesando susdesenlaces, con sólo abrir el micro o entrevistar.Aquí la comprensión instrumental de los medios no nossirve, se trata mas bien de instalarse en el conflicto,"empujando" y apoyando las propias resoluciones delpueblo.

1.4 ¿Sujetos u organización? ¿Quiénes son losprotagonistas?

Añadiendo al listado de nuestras incomprensiones, noslamentamos de haber confundido sujeto con organización,en los dos sentidos. Unos porque al vincularnos con lossujetos concretos, las personas individuales y colectivas,supusimos que allí estaba implícita la organización y no fueasí. Otros porque sólo pensaron en la organización y allísubsumieron a los seres humanos, borrando las múltiplescaracterísticas del rostro, la vida y el habla popular cayendoen la estandarización y el estereotipo. Por debajo de esta

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ambigüedad nos trabajaba la oposiciónindividuo-colectividad, como también la de unaespontaneidad vital frente a lo orgánico formal"concebido",(6) negándose mutuamente. Pero los sujetos noson sólo individuos, sino también solidaridades naturales,espontáneas y construcciones colectivas, forjadas porvoluntad, las que también significan distanciamientos,tensiones y enfrentamientos. La organización estácompuesta también de sujetos, donde tienen cabida lasexpectativas individuales las demandas de reconocimiento,los efectos, como los apetitos caudillescos, y otros nonombrados. Nos importa por lo tanto comenzar subrayandola no contradicción sino la complementareidad entre ambasdimensiones, enfatizando sobre su continuidad,interconectada por la identidad y el devenir de los procesossociales. Sin embargo ambas dimensiones se diferencian.Cuando hablamos de sujetos aludimos a la vida corriente delos integrantes del pueblo. Aquella inserta en lo cotidiano yen los acontecimientos grandes y pequeños, la que sepractica en múltiples espacios de comunicación, incluyendolos medios masivos. Allí la realidad, la lucha por sobrevivir,el goce placentero, el encuentro vital, la ayuda mutua entreamigos y vecinos, las peleas o resentimientos ante ladesigualdad interna, forman parte de toda complejidad,donde está presente la experiencia vivida como huellasasentadas en la memoria, donde los hábitos, ritos ycostumbres del presente se repiten y recrean, dando lugar ala resistencia, hecha de burla e indignación ante el opresor,donde también la esperanza y el sueño se imbricaninfluyéndose mutuamente, tocándose constantemente con la

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utopía aunque fuese sólo de costado. Pero donde tambiénse procesan los engaños, las humillaciones y vergüenzas del"ser menos", alimentando la impotencia política.Mientras que la organización supone una voluntad políticacomún formalizada, para conseguir algo, para conducirse así mismos, pero sobre todo para relacionarse con los de"afuera" y captar beneficios, practicando de manera orgánicatácticas de conquista y de defensa. Allí se construye una otraidentidad, pragmática y forzada concientemente, pero que vadefiniendo un embrión político hecho de decisiones yactividades de interlocución con otros sujetos del mismopueblo y frente a las otras clases. Lo cual obliga a crear unorden interno donde se construyen normas propias,igualdades, acciones democráticas que van configurandonuevos modos de vivir en sociedad.Allí la asamblea es el momento cumbre deificado,especialmente la de base. El que no asiste es subvalorado.Y quien no cumple lo acordado es sometido a sanciones, avoces tan rígidas que llegan a la incomprensión y lacrueldad. Interpretar de una manera u otra tal o cual decisiónes motivo de discusión y posteriores enfrentamientos. Lasdirectivas "se bajan" o destronan cuando éstas falsean outilizan esa voluntad colectiva para beneficio propio. Laigualdad da seguridad y fe. Por ello tanta discusión interna,prolongando sesiones que perturban las condicionesmínimas de una buena asistencia. Las formas deautogobierno están allí, pero poderosamente influidas por laautoridad externa, frente a la cual hay que diseñarrespuestas que signifiquen beneficios. Es el espacio dedefinición de las tensiones políticas y del futuro de la

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organización. Y en ese sentido allí se deliberan las bases deuna nueva democracia.Si bien entre la vida espontánea de los sujetos y laorganización representativa existen niveles primarios decontinuidad. Sin embargo es bastante común percibir masbien el desencuentro en muchas organizaciones. Opera allíel énfasis en lo formal, utilitario y coyuntural ante lasinstituciones externas.Se eligen y definen dirigentes para "gestionar" pararelacionarse con el mundo de "afuera", allí se concentra yexplica la representación. La cual origina entonces ladebilidad de su función interna, como instancia decomunicación vital y de construcción de la democracia hacia"adentro", fundando una increíble paradoja. Mirada desde lademocracia burguesa, por comparación, la organización esuna innovación revolucionaria. Pero, analizada desde sucoherencia interna, surgen sentidos aparentementecontradictorios, que no hemos sabido percibir y comprender.Por ello la asistencia a asambleas es deficiente, en términoscuantitativos y cualitativos de participación. La formalidadcampea, en la manera de conducirlas y en el lenguaje"adoptado" del político. Dura larguísimas horas, ocurrenpeleas y se especta el fracaso de algunas dirigencias. Se haconvertido en una obligación, reñida con el sentimiento y eldeseo. Hasta el miedo tiene lugar. La acusación nocomprende cómo la exigencia puede fracturar la vidapersonal y familiar de sus miembros.Pero donde las debilidades son aún mayores, por lo menosen el Perú, es en los procesos de vinculación entreorganizaciones. En los últimos años los proyectos de

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centralización, tan importantes a una definición política y alproceso de unidad popular, levantan problemas serios encuanto a su construcción democrática y mística interna,ahondándose los abismos entre dirigencia y base yesquematizando su desarrollo. La compartimentalización enque se encuentra el movimiento popular es aún muyprofunda. Una práctica política forzada y desde "arriba"fomentando la articulación, pintará un escenario de cartónmuy sencillo de ser destruido o incendiado. En ese sentidolas organizaciones de mujeres han aportado alcuestionamiento de esta empobrecedora tendencia.Sin embargo cuando dirigentes y bases se refieren a suorganización la defienden y alaban, con gran entusiasmo, lacolocan en su "deber ser", argumentan sobre suimportancia, destacan las conquistas conseguidas, leentregan todo su afecto, pues constituye parte de suidentidad, obtenida con su esfuerzo. Esta incompatibilidadentre discurso y práctica, habla de una terca esperanza en elvalor de la representación y la autonomía popular colec-tivizada. La que se enchufa con la vida cotidiana y laparticipación espontánea reprimida en el silencio, sólocuando los conflictos superan la formalidad y ocurre eldesencanto. Entonces las peleas, los insultos, las nuevaselecciones, las marchas y protestas permiten que laorganización se alimente, y se recicle, o se divida ydesvanezca su fuerza de continuidad y cambio.Curiosamente, sociólogos, políticos, comunicadores yeducadores priorizan y subliman esa concepción orgánica yformal del colectivo, vaciándolo de conflicto, de suobjetividad social y de mito político, destacando allí sólo la

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figura del dirigente como la máxima expresión de esaformalización autoritaria. Se ha reforzado así ladiscontinuidad entre vida social y protagonismo político,entre discurso y práctica, entre personas y colectividades,entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la afectividad y la razón,y entre lo real y el deseo de superarlo. Nuestra propuestahoy es que ambas dimensiones no pueden desligarse,porque en esa cópula está su capacidad de transformación.

1.5 Las vinculaciones entre lo masivo y lo popular

La idea de pensar y practicar en la realidad social utilizandopara ello categorías opuestas e irreconciliables que batallanentre sí, perjudican nuestro modo de acercarnos al actorpopular, e impiden que lo asumamos en sus procesossociales y educativos. Pues cambiar no significa siemprepasar de un estado a otro, tachando lo anterior. Lenegaríamos su sustancia histórica evolutiva. Como tambiénestaríamos impidiendo que lo bueno, lo conquistado, lotransformado en la lucha por convivir en lo negado, serecupere y signifique avance y transformación, útil a la nuevasociedad a fundar. Y no es que estemos contra las rupturassociales, sino que éstas deben formar parte del proceso decrecimiento de los sujetos, sin fomentar su destrucción.Aunque a nivel estructural y macrosocial estas rupturas osubversiones sean necesarias. Otra es la dimensión, dedistinto nivel, del actor popular. Lamentablemente la guerracontra el sistema se ha entendido como batalla encarnizadaentre personas, hasta tal punto que el campesino mata a su

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hermano porque no quiere tomar las armas contra el ene-migo burgués. Terrible confusión que ha pervertido elsentido humano de lo político. Nunca una revolución, ya seapacífica o violenta deberá imponer, obligar y desquiciar alsujeto protagónico del cambio. El continuum del sujeto y susorganizaciones debe estructurar su modo de participar ytransformarse, empatándose con el sistema social a innovar,aportando a él. La ruptura debe sentirse necesaria, que elpueblo vaya con ella. Ese será el único camino que garanticesu participación en la conducción de los cambios sociales.Aquí está una de las claves de la relación entre actor ycambio social, entre pueblo e intelectuales, entreorganizaciones y partidos, entre sujetos populares y laeducación o la comunicación popular.En esa misma línea lo masivo se ha satanizado, es elmaleficio capitalista que debe combatirse, casi erradicarse.El pueblo que lo consume sólo puede ser alienado, casi unenemigo o un traidor a su clase. La única alternativa queentonces surge es la de la comunicación artesanal y local,que se endiosa y sobrevalora, mientras se esperanpasivamente los grandes cambios sociales. Pero felizmentela propia práctica ha sido y es más rica que nuestros viejosdiscursos y sistematizaciones. Las oportunidades deingresar a los medios masivos surgieron sin ningunaprevisión, especialmente en la radio y en alguna prensaperiodística, (diarios, y revistas) coincidentes con una ciertaevolución de la izquierda hacia los escenarios políticoslegalizados de la democracia burguesa. Entonces se valorólo masivo, aunque asumido como la otra información que

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había que aprovechar de difundir, sin encontrarle su sentidoestratégico y popular.Surgieron así dos peligrosos equívocos. El primero queidentifica la comunicación popular con el espacio local,excluyendo al pueblo de su responsabilidad para con lasociedad, en términos de la lucha pública y de la formaciónde una opinión política popular. El segundo que identifica lacultura y la comunicación popular reñida con la masiva,vírgenes del contagio comercial. Allí no estaría lo popular.Se ignoran así ingenuamente, los recorridos de la formaciónde la cultura, de masas en el país, que se forjaron en estesiglo y ya tienen décadas de funcionamiento,comprometiendo en ellas los gustos y placeres de lospueblos y sus necesidades de representación cultural másvital y cotidiana.(7) Estamos ante el proceso de construcciónde la hegemonía cultural, conseguida en complicidad con lossujetos populares, y por la captación de las demandas ymodos de ser de las masas, hecha por las clasesproductoras. Y según cada país y sus conflictividadesculturales y sociales esta amplia y homogénea cultura hasido erosionada y conectada con las frustraciones políticas,con los procesos de postergación de lo nacional y lainstalación precaria y desviada de la modernidad. Allí estánhablando de ello aquellas experiencias masivas, como laradio folklórica, que surgió por presión de "abajo" hacia"arriba", donde cantantes y folkloristas se resistieron a lacultura transnacional y posibilitaron definiciones culturalespopulares en la conformación, aún incipiente pero existentedel germen de una cultura nacional.(8) Cultura masiva desdela cual se ingresó a la vida pública usando contradictoria-

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mente algunas y escasas técnicas de la modernidad,emparentadas con la edición disquera y radial casi artesanal.La comunicación masiva tuvo y sigue manteniendo vigenciapopular. Pero su respuesta mediada, distorsiona y satisfacedesviada y parcialmente al sujeto popular. Sin embargo se leacerca y sabe tomar contacto, lo conduce recuperando susnecesidades de reconocimiento en la vida macrosocial, y ensus experiencias afectivas más individuales. Lo orientaseductora y procesalmente, como nosotros no lo sabemoshacer, no estoy planteando lo masivo como modelo. Por elcontrario, sólo quiero destacar que la participación tiene quesignificar diálogo, cercanía e intercambio, sólo así seráposible que la comunicación popular contribuya a latransformación social, haciendo del proyecto político una re-lación vital y organizada. La conformación de una nuevacultura, debe partir de su existencia actual, tan conflictuada,pero impregnada de riqueza. Será fundamental que se vayaedificando y recreando con la propia participación de losactores sociales prioritarios.En una nueva propuesta lo masivo popular, no puedemantenerse al margen de lo local y de las organizaciones.Se trata más bien de vincular y asumir la transformaciónestratégica, interconectando ambas formaciones sociales,tan potencialmente útiles al cambio social.

2. LOS NUEVOS SIGNIFICADOS DE LA PARTICIPACIÓNPOPULAR EN LA COMUNICACIÓN Y EN LA VIDASOCIAL

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2.1 Construyendo una nueva práctica profesional

La experiencia nos ha ayudado a madurar. Aquella quevenimos practicando en los pueblos desde hace siete años,dos informalmente, cinco en una institución formada pornosotros mismos: La Asociación de ComunicadoresSociales "CALANDRIA". Todos somos comunicadores, lamayoría profesionales egresados de la Universidad de Lima,otros de origen popular formados en la experiencia y lavocación por comunicar, como las locutoras, lascorresponsales, las actrices y las organizaciones con las quevenimos trabajando. La inyección inicial fue fruto de unaenvidiable casualidad. Nos solicitaron dictar un curso paramujeres de un mercado, para que aprendieran a hablar porsus parlantes y se entusiasmaron en participar de la di-rectiva. De los primeros tanteos que más bien fueronmanotazos, surgió la empatía: el relato popular, que nohemos abandonado hasta hoy, cuando ya van cinco años delprograma radial NUESTRA VIDA en el aire, se convirtió entabla de salvación y factor de aprendizaje permanente. Lasmujeres cuentan dramáticamente sus vidas, sus noticias, seríen y reconstruyen la esperanza, aceptando lo educativo, nodivorciado del placer de hablar y de escucharse en el contar.Del parlante al medio masivo, comenzamos con el programasemanal, ahora es diario y durante una hora, que ya resultapequeña.De la comunicación de base, transitamos hacia la pública,para luego volver al mundo de la organización y la localidad,sin abandonar lo masivo, sino más bien utilizándolo en su

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capacidad motivacional y orientadora, como instancia demediación social, pero que admite la intervención directa deldestinatario. Ambos niveles fueron integrándose, venciendonuestras mutuas resistencias. Primero, porque las mujeresde los pueblos no admitían que un programa radial pudiesellegar a una comunidad y enseñar algo útil a las personas ysus organizaciones.Sólo estaba para entretener y educar desde un centroemisor, a pesar de admitir y destacar constante mente lasdiferencias entre NUESTRA VIDA y la programacióncomercial. Del lado nuestro porque más sabíamos producirque enseñar. Estar en los pueblos era todo un trajín, al queno estábamos acostumbrados, a pesar del romanticismopopular que nos embriagaba. Comenzamos formando en lainstitución un área distinta a la de la producción, que lallamamos "distrital". Durante casi dos años batallamos porintegrarnos a la vida de dos organizaciones sumamenteamplias y desarticuladas: el vaso de leche y los comedorespopulares, asumiendo así una perspectiva de organizaciónterritorial, frente o conforme a una estructuración política delestado, en los gobiernos locales, magnificando sin querer lacapacidad política de los municipios sobre la vida popular ydel país. Así estábamos en todas partes y en ninguna.Asistíamos a asambleas priorizando la organización popular,sin comprometernos a fondo con ninguna. Mientras que larespuesta a las demandas individuales y colectivasespontáneas se trabajaban más en el programa radial. Losalcaldes izquierdistas se fueron(9) y se desbarató el proyectodistrital. Las organizaciones ya sin apoyo se vieron obligadasa crecer, fundando centrales por zonas y departamentos,

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cuestionando la inclusión de todo el movimiento femenino enlos distritos y sus municipios, asumiendo en la práctica suindependencia pero también comprendiendo la debilidad delaparato estatal y la importancia del gobierno central. Seprepararon para una interlocución mayor.(10) Las instanciasde centralización se involucraron rápida y abruptamente enuna lucha política directa peleando por su reconocimientolegal y defendiendo su autonomía como organización frentea un estado corporativo que les plantea subsumirse en lasesferas de control de los órganos gubernamentales.Fue allí que nos dimos cuenta que esa estructura, territorialde la institución ya no tenía sentido, la que correspondíacuriosamente a un ordenamiento informativo: lascorresponsalías y noticias de todo lugar. Sin pretenderlohabíamos trabajado con lo que queríamos negar; lacoyuntura y el espacio político oficial empataba y ocultabalos residuos del paradigma informativo. Pues como diceJesús Martín Barbero, "más que con muros las ideas nosaprisionan con su inercia, y de ella no nos liberamosfugándonos... sino recreándolas"." Saltó entonces la careta ynos envolvió la necesidad de cambiar. Esta vez el sujetosocial debía redefinir su lugar primordial en la estructuraorganizativa de la institución.Se creó entonces el Área de Trabajo con las OrganizacionesPopulares, como instancia eje, la que permitía unir lo socialcon lo comunicativo, por encima de la preponderancia de losmedios, más bien sometiéndolos. Cuatro sub-áreas laintegran según las organizaciones: Vaso de Leche,Comedores, Vecinal y Trabajadores (mercados, ambulantesy domésticas). Las otras áreas, investigación, los de-

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partamentos de radio, video, medios artesanales ydocumentación, deberán enrolarse fundamentalmente haciael trabajo medular con las organizaciones, entendidas comototalidad espontánea y orgánica. Sin embargo una dobleactuación se aplica a todas las instancias, la de relación conel espacio masivo, donde las competencias culturales y polí-ticas van más allá del ámbito organizativo y lo com-plementan.Desde mucho antes veníamos afinando nuestraspropuestas educativas, en el acompañamiento, en lasreuniones y los talleres de dramatización de comunicación yliderazgo y de producción de medios artesanales o masivos.Así fuimos edificando una propuesta comunicacional másintegral orientada a que las organizaciones se doten de unacapacidad de conducción de sus relacionescomunicacionales internas y externas, en lo orgánico en lassecretarías de prensa y propaganda o equipos de comuni-cación; en lo ideológico en la comprensión de la importanciade la comunicación para el desarrollo político del pueblo; enlo democrático gestando independencia y participación; en locultural valorando su capacidad y riqueza cultural eincentivando la creatividad de bases y dirigentes, dehombres y mujeres, de adultos, jóvenes y niños. Las reflexio-nes que continúan son el resultado del proceso vivido, quehoy día nos acerca más a la interrelación entrecomunicación y política.

2.2 Comunicadores y no sólo productores

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Un planteamiento difusionista necesita productores, es decirtécnicos, y dominadores del lenguaje de los medios, concreatividad y brillante eficacia, pero centrados en laconfección de resultados. Entonces fabricar productos es supertinencia fundamental. Allí comienza y acaba suresponsabilidad profesional. Es el fin o la meta, como un ejemás de esa maquinaria de la industria cultural, por incipienteque ésta sea, donde el receptor es sólo entendido comoreacción de efectos de consumo, ante los textospresentados.La comunicación supone la existencia de un otro con quiennos relacionamos mediáticamente. Se trata de elaborarproductos que sustenten, conlleven y favorezcan unavinculación real y simbólica, donde comunicadores ycomunicados se involucren actuando el diálogo y laintercomunicación, con un destino valorativo ytransformador. El interés se centra en los procesoscomunicacionales y educativos que se gestan y no en lacalidad intrínseca de lo ofertado, ya sea como contenido ocomo estética del productor. Pero a su vez los textoscomunicativos deberían recuperar lo mejor de cadainstancia, buscando y provocando la relación. Se trata deconfeccionarlos para que sean usados, gozados yreflexionados, durante la emisión y más allá de ella.Entonces su pertinencia es relacional, en movimiento. No essu perfección estática, sino la que plantea la apropiación y eluso social liberador. No se pretende la confección deproductos malos, sino de apostar a otra bondad o calidad,con intereses exteriores al instrumento. Más aún, estosproductos deben expresar las dinámicas y los conflictos

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populares, en sus lenguajes y expresividades y desde allígenerar otras creaciones e influencias en los sujetos y susmovimientos sociales, entendidas como empatías integralesde cambio. Los destinatarios cobran entonces un papelfundamental. La investigación sobre temáticas pasa a unsegundo lugar, indispensable, pero complementaria. Se tratade conocerlos para comprenderlos, para identificar su vidacotidiana, sus logros e identidades, sus conflictos ynecesidades individuales y colectivas, el modo cómo seinvolucran en la vida nacional; y de allí pensar en nuestrasrespuestas y qué ofrecer. Desde ese momento ya la produc-ción es parte de una relación comunicativa y no impera lalógica de una eficacia productiva, sea del tipo que fuera(derecha o izquierda).Pero también los medios pueden servir para relacionar aunos grupos con otros. El comunicador debe favorecer lacercanía, el intercambio, la formación de una identidad másamplia, respetando la pluralidad. Vehiculizador de diálogossus propuestas deben asociarse a la comunicación queocurre en la vida familiar entre paisanos y vecinos, dondetiene sitio preferencial el afecto y la amistad paraenriquecerse con ellos, al interior del propio medio y en otrosespacios. Como también posibilitar la articulación simbólica yconcreta entre organizaciones. De la misma manera debeaportar a la crítica y a la gestación de alternativas en elcampo de la actuación macro social.Escuchar y responder son las dinámicas que le competen alnuevo comunicador, las que se efectúan en las relacionesque posibilita la comunicación masiva como en la otrapopular, donde la palabra y la relación es directa, frente a

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frente, sin recurrir a los medios. Lo cual exige undescentramiento de lo técnico, para asumirlo comoherramienta de trabajo, capaz de ser mediación simbólica detransformación. Pero también está la relación humana y elcompromiso como alimento y diseño comunicacional.

2.3 ¿Adónde se dirige la participación?

La definición del comunicador como promotor y gestor derelaciones actuantes y vivas, nos permite ahora sí pensar laconexión entre comunicación y vida social. Esa riqueza leproporciona su valor estratégico. Cuando se hacecomunicación se está directamente en las dinámicas yconflictos sociales, en la construcción de las identidadesculturales, en las pugnas y las sumisiones políticas conrespecto a las culturas hegemónicas, en las relaciones quese establecen y las que se ignoran, en las esperanzas quese fabrican entre los sueños y los placeres "evasivos" delentretenimiento, en las propuestas alternativas que se tejeny se construyen real y simbólicamente.Pero esta compenetración con la vida social no podemosentenderla exclusivamente como los mensajes a tratar,entendidos como textos o discursos, sino como relacionesque gestamos, a través de los géneros que utilizamos, de lasvinculaciones que provocamos en el nivel expresivo, de losmodos de hablar, en la comprensión y consideración del queescucha, lee o ve, en la suspicacia que tengamos paraentender y satisfacer sus demandas educativas, en lasactividades que construimos fuera del medio, en las

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valoraciones que propugnamos, en cómo moldeamos juntos,una comunicación para cada organización, en el clima quecreamos, en los sentimientos que dejamos pasar, en laspropuestas integrales que formulamos, donde los temas nose “especializan”, sino donde se dan cita los relatos que elpueblo le hace al pueblo para crecer, con nuestra ayuda ymediación, construyendo su propia interpretación ideológicay política.El objetivo de la participación, entonces, ¿dónde está? ¿enla comunicación o en la vida cotidiana de los sujetos y susorganizaciones? ¿en un lindo o correcto programa radial operiódico mural, donde hay mucha participación o en elmodo cómo se va edificando la democracia y la místicapopular en las organizaciones?Es importante evaluar el proceso de compromiso de lasseñoras o los jóvenes comprometidos con nuestrosproyectos comunicacionales. ¿Qué sucede con ellos cuando"llegan a participar" al espacio de la comunicación, ya seamasiva o local? ¿cómo lo están comprendiendo? ¿no seráque estamos construyendo un paradisíaco "aparte"comunicacional? Los procesos de producción horizontal quecreamos, donde reina el respeto por la palabra popular, quéles significa? La dialogicidad que propugnamos, hastaforzamos, para borrar los abismos y las distancias sociales,realmente se producen? Lo que allí se vive, los lazosafectivos que se fundan, donde todos nos escuchamos,impregnados del espíritu de igualdad ¿qué repercusionestienen en sus vidas y organizaciones?. Cuando vuelven a lacasa y el autoritarismo del marido las agrede, cuando en lavida comunitaria los jóvenes no tienen lugar, cuando en la

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organización los dirigentes y las vanguardias políticas,continúan manteniendo la verticalidad presionando en lasrelaciones con sus bases, cuando en los comparendos conel Estado se otorga todo el poder al gobernante. ¿Cuál esentonces la capacidad de transformación de esa felicidadparticipativa de la comunicación popular, tal como lo hemosvenido pensando? Si bien no podemos medir los procesosde cambio social como si fuesen fórmulas químicas omatemáticas, tampoco podemos evadir la pregunta sobre¿dónde va tanta participación? Se trata entonces de sabercuán profundas son las metamorfosis que nuestras prácticaseducativas provocan en los sujetos populares, individuales ycolectivos? ¿o será que estamos sobredimensionando lacapacidad de la actividad educativa, en sí misma? ¿Acaso lacomplejidad de la vida, las orientaciones de los procesossociales no son las verdaderamente importantes? ¿Nuestrafunción no estaría más bien en apoyar a esas definicionespor fuera de la comunicación? ¿Se trata entonces de evaluarla validez de la participación por la transformación que obtie-ne de los sujetos, quienes luego van a aplicar lo aprendidoen las prácticas sociales?¿No estaremos interrogándonos desde la misma matriz quequeremos negar? ¿Acaso la comunicación debe tener unpoder sobre las conciencias para revolucionarlas? ¿Noestaremos nuevamente sobredimensionándola como el lugarpreferencial donde la gente se educa, allí donde estamosnosotros, los comunicadores populares? ¿Qué pasa con susvidas cotidianas, con la complejidad de la vida social, con eldesorden cultural de la ciudad, con los sueños, lascomplicaciones...? Los procesos de producción deben estar

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en relación directa con los culturales y los sociales. Como noimporta tanto la cualidad "correcta" del mensaje, tampoco loes el buen proceso educativo comunicacional, sino lacompenetración entre vida social, comunicación yeducación, allí la transformación se ubica a pesar queperdamos la visibilidad de su eficacia.El objetivo está entonces en el cambio de la sociedad peropor acción, voluntad y decisión de los sujetos socialesinsertos en ella, donde la comunicación tiene un papelcohesionador y de potencialización pública y orgánicaimportante. Nos interesa por lo tanto el poder que se vaconstruyendo, la DEMOCRACIA popular que se vagestando, la Unidad a la que se va confluyendo, donde lacomunicación tiene un lugar estratégico porque comprometelas relaciones sociales y la subjetividad social, y actúa comomodelo y camino de comprensión de la nueva sociedad afundar.Esta gran meta, ubicada en la convergencia entrecomunicación y vida social se manifiesta en cuatroperspectivas de orientación, de direccionalidad de laparticipación: la de apoyar la construcción de la democraciacomo nuevo orden popular donde se respete la pluralidad,pero se construya participativamente el nuevo sujeto político.La definición como sujetos culturales protagónicos, desdedonde se habla y se produce cultura. La palabra, comodiscurso en formación, donde se posibilite una opinión deconjunto, como también el diseño de alternativas. La místicacomo búsqueda de utopías posibles e imposibles, donde sefabrica la esperanza, dialogando con la viabilidad.

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2.4 La comunicación en las organizaciones populares: logrosy necesidades

La vinculación entre los procesos comunicativos y lossocioculturales y políticos, nos llevan necesariamente almundo de la organización popular y lo que allí estáocurriendo, para ubicar así nuestro quehacer. Lugarfundamental, donde conviven sujeto y voluntad políticacolectiva, formalizada ante la sociedad. En ella secondensan reproducciones del orden social, como tambiénaportes al cambio, embriones de un nuevo orden social.Comenzaremos por definir sus logros, para luego destacarsuscintamente sus problemas y necesidades. Hablamosdesde las organizaciones de mujeres mal llamadas"funcionales" y algunas vecinales. Aunque últimamente nosinfluyen las irregulares organizaciones de ambulantes ymercados, en esta somera descripción de un diagnósticoapurado.Las organizaciones han conquistado un lugar en lasociedad. Por resistencia y defensa o por tomar un lugar,apropiándose de lo anteriormente prohibido para el pueblo.Los sectores populares han recurrido a la organización comocolectivo ordenado de igualdad y eficacia. No sólo hanactuado, sino también hablado, se han hecho presentes enla escena social y política nacional. Se han transformado a símismos, de ser tratados como MASA, identidad y lugarasignado al pueblo por la comunicación y la políticahegemónica, a constituirse como ORGANIZACIONPOPULAR, por voluntad propia, pero en interacción con el

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entorno social, entre apoyos y agresiones. Así han obligadoa cambiar los términos de la interlocución con el Estado y lasotras clases. Ni masa, ni individuos, es más que ello, puesse autodefine en su existencia y su comunicabilidad, comono manejable, sino mas bien pragmáticamente protagónica,bordeando las conformaciones de una autonomía popular,de un reconocimiento y una fe en su propia capacidad paragobernarse, aunque esta conciencia esté aprisionada enproblemas e indefiniciones. Y en ese sentido, la multiplicidadde organizaciones ha obligado a cuestionar el estereotipostandarizador, donde diferentes actores sociales y unsinnúmero de procesos políticos y comunicacionalesplantean una complejidad, que nos obligan a diferenciar yllamar por nombres precisos a LAS ORGANIZACIONESPOPULARES. Frente al concepto generalizador de"ciudadano" se superpone otro, que es el de pertenencia auna o varias organizaciones, como una "otra" definición de laidentidad política, donde las prácticas de elección, decuestionamientos, bajadas de directivas corruptas, accionescomunales, solidaridades, edifican un modo distinto de serdemocrático en el país, de mayor riqueza que la otorgadapor la vía electoral y oficial. Y así a la organización se leama, se oculta sus defectos, para resaltarla como propia yvislumbrar sus posibilidades de crecimiento. Pero no todo esdiferencia frente al orden burgués, sino que ambas prácticase identidades 'se relacionan entre sí, lo cual nos lleva almundo interno de la organización, donde los logros positivosmencionados se entremezclan con otros que de algunamanera reproducen el llamado orden establecido,generándose confusiones, rutinizando formalidades,

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institucionalizando incomunicaciones que cuestionan sucapacidad de erigirse como un nuevo orden socialalternativo.Así tenemos verticalidades entre dirigencias y bases, quereflejan distancias y desigualdades entre unos y otros.Líderes pensados hacia afuera y no al "adentro" de laorganización. La comunicación interna no preocupa, esespontánea y por lo tanto no se puede corregir, "es así". Lapalabra es concebida por su eficacia y no por las relacionesque provoca. Las secretarías de prensa y propaganda, here-dadas de la prensa sindical, no funcionan, constituyen uncargo formal que rellenar para una sola persona, sin equipo,"un premio consuelo para aquellos dirigentes que no tienenbuena correlación de fuerzas". Las pocas experiencias derevitalización de ese aparato orgánico de la comunicación,tienden a "especializarse" al estilo de una célula profesional,tan independiente, tan avocada a la confección de productoscomunicacionales, que se aíslan, sin complicarse con elmundo de las relaciones entre los miembros de lasorganizaciones, perdiendo así su capacidad detransformación. Las pugnas, desprecios y discontinuidadesculturales también tienen lugar. La procedencia campesina yla tradición andina son subvaloradas, no merecen un lugaren la dirigencia. En el mismo campo aparecen conflictosculturales vehículizados por los modelos organizativos.Porque las organizaciones de base -cooperativas,comunidades- poseen enormes dificultades para asimilar yasumir las técnicas" de conducción de las organizacionesgremiales. Organizaciones que han sido concebidas con una

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lógica urbano-occidental," especialmente cuando se trata deinstancias nacionales.La construcción de la unidad popular también adolece deproblemas. De un lado están las centralizaciones, cuyasvinculaciones son débiles hilos que unen a bases conrepresentaciones más federativas y amplias. ¿Cuántasveces las dirigentes intermedias que acceden a otrosámbitos, que participan en asambleas y eventos, nocomunican lo decidido y aprendido a sus bases, no relatan,ni traspasan la experiencia porque en la misma definición deser dirigente está ya implícita la ausencia de información?. Elproceso de desarraigo que ocurre en los dirigentes queacceden a otras instancias dirigenciales, de gran tensión ycomplejidad, se va produciendo en medio de alejamientos ycambios culturales que los disocian de sus bases. Y quédecir de la fragmentación del movimiento popular, entre unay otra organización. Una carencia de comunicación que lospolíticos aprovechan para sustituirla con discursos unitariosabstractos y con la creación forzada de grandes y ampliosfrentes supuestamente orgánicos, representativos ynacionales. Los medios de comunicación que se utilizan, seasumen entre creaciones, como también repitiendo moldesno populares. La permanencia no es su signo. Se utilizan devez en cuando, cuando la coyuntura lo exige. Se usan paraque hablen los dirigentes, quienes se erigen casi como suspropietarios. Sirven más para afirmar la palabra de unos quepara pensarlos en función a otros a quienes solo hay queconvocar sin escuchar y compartir la palabra. La lucha porsobrevivir, avanzar y conquistar un espacio real, más quesimbólico en la sociedad, ha forjado en el pueblo un espíritu

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pragmático impresionante. Un espíritu táctico frente algobernante, al poderoso y a la organización social, que le hapermitido construir una sabiduría en la respuesta. La lógicadel momento oportuno para decir esto o lo otro ha venidoenmarcando su palabra, que mirada desde fuera esoportunista, pero desde dentro es única opción para vivir yavanzar, en un país donde el Estado no dio nada, sino másbien ignoró y despreció a las clases populares y a las clasesmedias.Esa desconfianza ensombrece los sentimientos deautonomía de cierta marginalidad política estratégica. Eldiscurso popular está aprisionado en ese pragmatismo,fomentando su fragmentación. No es una opinión deconjunto, sino que se define por parcialidades, conforme alas circunstancias. Y aunque las constantes históricas y laexperiencia vivida, podrían ser evaluadas y sistematizadas,porque hay matrices implícitas de reflexión, no se interesanpor asumir tal tarea. Por ello dialogar con la sociedad essiempre una necesidad urgente del momento, no una acciónpermanente, y armónica. Y qué decir de las diferencias entreuna y otra organización, entre la base y las dirigencias... Estediscurso que denuncia, pero que también propone y querequeriría de un saber organizado, no sólo es inexistente,sino que aún no se ve su necesidad, existe poca motivaciónpara asumirla.La expresividad popular así se reprime. No hay valoraciónde la palabra popular. El dirigente copia al político. Elhombre no deja hablar a la mujer y ésta se subestima. Losadultos no toman en cuenta las opiniones y demandas de losjóvenes. Se formaliza la palabra táctica, para poder

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conseguir beneficios, la cultura popular se enraíza en la vidacotidiana, pero no es susceptible de manifestarse en laacción política, interna y externa de la organización. Elentretenimiento, el goce, la subjetividad social se realiza enla comunicación comercial, pero no en la de la organización.Se entrega a otras y allí encuentra la representación culturaly hasta política, de carácter "nacional". Mientras que supropia comunicación protagonizada se queda en el mundode la localidad.Pero no podemos negar los avances, repletos deirregularidades, donde la gestación de lo alternativo concretoestá aún demasiado trabado. Sin embargo, allí en medio detanto problema y frustración, el propio pueblo percibe suidentidad orgánica, aunque en pequeño, y la defiende conorgullo. Y cuando se comprueba la traición o la inmoralidadsurge una indignación tan profunda, que nos habla de lo queestá hecha, de intuición en la esperanza cuya experiencia esmás utopía que realidad, posibilitando su continuidad. Y enel término de los plazos largos se notan las dinámicas decambio, combatiendo nuestros desánimos, repensando conmenos compulsión las etapas históricas que requiere laconstitución del sujeto político popular.Comprometidos con esa fuerza y esa intuición, debemosentender la comunicación en ese sentido, hacia un después,pero ayudando a transformar el ahora. Se trata entonces deaportar a construir la democracia interna, de favorecer lasvinculaciones y respetos, de promover el saberse escuchar.Como comunicadores tendremos que aportar a laconstrucción de instancias orgánicas de la comunicaci6n,sean secretarías de prensa y propaganda u otras, diseñando

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con ellos nuevas formas de procesar la voluntad política,vitalizando la asamblea y el encuentro comunal.El manejo de medios debe comprometer a los dirigentes ybases como instancias de acercamiento y mediacióneducativa. La cultura propia debe ir definiéndose en suaccionar y orientación propia. Poco a poco descubriremos laimportancia de la comunicación para la creación de lademocracia popular, pero también para el diálogo con otrasorganizaciones y en el espacio público del país. Larecreación constante del entusiasmo y la mística internaunida a la organicidad son las nuevas pertinencias de lacomunicación popular al interior de las organizaciones,donde se van haciendo los nuevos protagonistas políticos denuestras sociedades tan complejas y tan marcadas por lainjusticia y la violencia.

2.5 LA VIGENCIA DE LO MASIVO Y LAREDEFINICION DEL RECEPTOR

Reconociendo la importancia de la organización, los sujetospopulares no se agotan en ella. Están las preocupacionesindividuales y las familiares, están las amistades y losparentescos que a veces suelen cubrir todo el territorionacional y las diferencias laborales y hasta culturales. Estánlos espacios masivos que nos competen. Lo nacional, lopopular, incluye la organicidad y el orden ' pero también eldesorden y el capital cultural.14 Las pugnas sociales y lasculturales, como las definiciones y complicidades seconstruyen en los espacios simbólicos colectivos de toda lanación y más allá de ella, frente y contra la

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transnacionalidad, ante las posibles propuestaslatinoamericanistas. Allí también se construye la identidad yel discurso popular.Abandonar el medio masivo para después de los grandescambios sería entregar la construcción de las culturas y lasideologías populares a las relaciones y los capitalesculturales que construye la comunicaci6n de masas. De otrolado, cómo imaginar el cambio social sólo desde laperspectiva localista, del micromundo de la organización.Los medios masivos ya están incorporados en la vida de lasgentes, en las definiciones sociales y políticas, no podemosvolver a las propuestas utópicas de las sociedades aisladas,de islas felices donde todo se resuelve. Ya las relaciones ylas estructuras sociales son una tupida red de vinculacionesentre los mismo y los macromundos, más aún, ladespolitización que plantea el entretenimiento no es tal.Los programas de humor son canales de expresión de la irapopular, al ridiculizar lo político. La música habla de lasidentidades culturales en formación, donde lo propio y loajeno se confunden entre apropiaciones y pocas creaciones.Los melodramas (las telenovelas) responden a grandespreguntas sobre las otras clases y sobre las propias, enre-dando lo social en una estructura y una relación sentimentalde sentido.Por ello ambas comunicaciones deberían ser com-plementarias. Una debería motivar a la otra y viceversa; elpropio pueblo abordando la gran aventura histórica deconstruir su propia identidad, de encontrar su utopía, deintercambiar sus esfuerzos, de acercarse a hablarse,comprenderse y exigirse. Allí en lo masivo se legitimaría su

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presencia, la que daría cuenta de sus procesos sociales yculturales contribuyendo a ellos. Es un lugar donde se po-drían definir competencias mayores. El pueblo no es sólo "miorganizaci6n". La responsabilidad del país tiene que ver concada una y con todas esas organizaciones. Y también conlos individuos, con el mundo personal y familiar. Lasubversión integral de la vida social a través y con el favorde la comunicación.En este entendimiento ya tiene sentido la participaciónpopular en los procesos de producción. No es sólo pornuestra generosidad, sino porque de esa manera sepreparan a crecer en el ámbito nacional y a fortalecer la vidade la organización popular. Gradualmente aprenderán adominar el proceso de construir su palabra, de configurar elrelato, de manejar y recrear los lenguajes, de saber dirigirsea otros y generar una opinión popular, de vincularse entre losdiversos sujetos populares. Los géneros y formatos quepromuevan esa participación, las expresividades, los temasy problemas, los discursos espontáneos, deberán orientarsea que el pueblo construya esa relación y esa mística que lovan transformando en protagónico, no sólo de lacomunicación sino en su ubicación y actividad en la vidasocial y política. Y esto cuesta, no es sencillo. Quienestrabajamos en la comunicación popular debemos entenderlacomo una grande y fatigosa empresa que se hace conautocrítica, reflexión, creatividad y participación y a más lar-gos plazos.En el espacio masivo, la organización se valora pú-blicamente, se legitima como factor social en unión conotros. Pero también los sujetos populares pueden ser

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dignificados por sí mismos como personas individuales ycolectivas. Entonces la participación no sólo abarca losprocesos de producción sino se define y toma en cuenta aldestinatario individual y colectivo, desde su rol deRECEPTOR. Porque no se trata solamente de hacerloparticipar, sería imposible que todos los consumidores lohicieran, sino que la misma acción de emitir y escuchar tra-baje una continuidad comunicacional, en una permanenciacotidiana, asumiendo el reto de la competencia con otraspropuestas comunicacionales.

Entonces importa conocer a nuestro destinatario, desde suindividualidad social, en su vida cotidiana, sus demandas ydeseos comunicativos, sus conflictos afectivos y familiares,sus historias y las opacidades en la que se encuentra, lasnecesidades sociales, la supervivencia, los modos deexpresar y de contar, los niveles de encuentro y dedesencuentro entre las organizaciones populares y su vidapersonal.Para tomar en cuenta al receptor en un sentido democráticono sólo requerimos establecer una relaci6n con él, sinodefinir una valoración teórica del lugar que ocupa en elproceso comunicacional. Definitivamente no es un sujetovacío, ni un recipiente por llenar, tampoco un simplemecanismo de respuesta al estímulo o la estructura depoder del texto comunicacional, constituye una instanciasociocultural de producción de sentido de distinta naturalezaque el emisor, porque interpreta, se apropia, colectiviza yusa lo que los medios le ofrecen. Mediante la interiorizaciónsubjetiva y las dinámicas de socialización, va construyendo

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sueños, opiniones, críticas y goces diversos, sólo yjuntamente con "otros", considerados como "suyos". Así seorienta y ubica en la vida social, se involucra en el procesocomunicacional, iniciado por los productores de los medios.En ese sentido no conforma una autonomía, sino realiza unaactividad de construcción discursiva, de carácter relativo(mediatizada). Pero tampoco es sólo receptor, es un actorindividual y colectivo de una o varias parcialidades delentorno social. Su consistencia no es s6lo mediática. En lavida cotidiana, la familia, la historia vivida, las tradiciones ylos sentidos comunes heredados, las relacionescomunicacionales directas, los espacios sociales deencuentro, las luchas y las conquistas sociales obtenidas,las relaciones con el poder como contratos hechos desumisiones y negociaciones, sus organizaciones de defensao acción, y las instituciones más cercanas, van construyendotoda una experiencia y una identidad, desde la que se ve, selee y escucha. Actividad que no es tomada en cuenta entoda su integridad por el emisor, sino en esa su capacidadde captación mercantil y "epidérmica" de los rasgos cul-turales y sociales de su público. Los receptores son asíinterpelados por los medios, motivados, seducidos, pero enmedio de una relación, entre sujetos, hecho de acuerdos yempatías que el antropólogo mexicano Jorge Gonzálesllama "frentes culturales",6 como también de desencuentrosy distanciamientos conflictivos originando resistencia ydesencantos. Y como sustenta María Cristina Mata en suinvestigación sobre las radios populares en Córdova,Argentina, "los usuarios son básicamente demandantes y esa raíz de sus demandas que entrará en el discurso

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radiofónico la idea del conflicto entre las partes y que lasemisoras se convertirán en mediadoras...". Lo cual significade hecho la negación de una definición del receptor comosujeto absolutamente independiente. Está ubicado y sujetoal proceso de mediación del consumo cotidiano,rutinariamente compensador y gratificante. Pero tampocopodemos negarle su carácter de productor.Nuestra propuesta se ubica en dos niveles. En primer lugarel cambio de protagonistas de la mediación: Pueblo conpueblo. Intelectuales con sujetos populares, sociedad civil yEstado. Por lo tanto el carácter empresarial de lacomunicación debe ser cambiado o sometido a esta nuevainstancia de producción cultural simbólica.Y el segundo que apunta a la reestructuración del modo deejercer y construir la mediación, donde interpelación ydemanda sean transformadas en creación colectiva conjuntaútil a la liberación colectiva nacional, a la humanizaciónsolidaria de nuestra sociedad y a la gestación de una nuevademocracia. El receptor entonces transitaría de esaimportancia relativa que hoy tiene y que nadie reconoce,porque sus prácticas de construcción de sentido estánenturbiadas por los procesos de mediación dirigidos ydeformados por otros intereses y donde lo que él produce notiene relevancia significativa a la definición del capitalcultural.

2.6 EL ROL DEL COMUNICADOR Y LASMUTUAS TRANSFORMACIONES

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La actitud y el proyecto educativo es un compromiso y unacreencia activa en la capacidad de transformación del sujetopopular, más que en la brillantez o eficacia de nuestrosmétodos, aunque también son gravitantes. Se desarrolla enlas acciones de acompañamiento de la vida cotidiana y delas múltiples actividades de las organizaciones, los talleres oeventos que se programen con ese fin, constituyenmomentos del proceso, construido con los propiosdestinatarios. Por ello la importancia de ir desarrollando lospropios diagnósticos comunicacionales, en vinculación conlos sociales, de estar evaluando alternativas de cambio,donde se entremezclen las relaciones directas y las que sonintermediadas por producciones en medios de co-municación. Es decir todo un compartir que define unproceso continuo, que va precisando la ruta de unaestrategia comunicacional, colindante con lo social.Pero sólo cuando las transformaciones son mutuas, cuandolos comunicadores y los sujetos populares se enriquecencon la participación es que está cobra sentido. Porqueambos nos constituimos como sujetos, las acciones dediseñar, producir, comunicar y educar van construyendonuevas relaciones, van redefiniendo al comunicador, quiense convierte también en sujeto de aprendizajes. Porque allíse va gestando el nuevo profesional orgánico a su pueblo yporque el compromiso es también productor de nuevossaberes. El contacto con las clases populares transforma aprofesionales e intelectuales. Siendo fundamental en esenivel el interés por la investigación y la sistematización.Respetando la seriedad del análisis se requiere construirnuevos paradigmas que orientando su funcionamiento no

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constituyan un aparte superpuesto, sino que surjan de lamisma definición de la participación. Investigación que a suvez sea confrontada con los modos tradicionales de producirel conocimiento. Porque reforzar la organización popular esparte del quehacer de construir los nuevos hombres y lanueva sociedad, incluido el trabajo intelectual.

2.7 LAS POLITICASCOMUNICACIONALES Y SU DESENCUENTRO CON LO POPULAR

Es sintomático que las políticas comunicacionales, para hoyo para después, las que se definen como oposición o comoplanteamiento de alternativas, casi no toman en cuenta a lacomunicación popular. Los debates se concentran aún en elsistema de propiedad, en la tensión estado-empresaprivada, entre sistemas estructurales de producción nacionaly los modelos transnacionales, entre plataformas de nuevoscontenidos a tratar y la circulación y distribución de éstos. Lainteracción entre ambas dimensiones es una tareaineludible. Las organizaciones populares, los diversosactores sociales, y sus procesos de construcción ydesarrollo, como también los receptores, sus vidascotidianas, sus demandas y conflictos culturales debenincorporarse a la definición de las políticascomunicacionales. Más aún deben confrontarse con ellas, yviceversa. Requerimos por lo tanto de una reelaboración delos sentidos y los lugares que hemos venido otorgándole a lopolítico. Como también la comunicación popular debíafavorecer la unidad y la democracia popular procesando suacercamiento al nivel macrosocial y a la forja de su

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protagonismo político, con todo lo que eso significa paramodificar, innovar y convertir. Al fin y, al cabo se trata depreguntarnos: ¿quiénes y para quiénes definimos un cambiocomunicacional y político? ¿Dónde debe estar el ejeestratégico de la elaboración de una nueva hegemonía?¿Cuál es el lugar del oprimido en esas políticas que hoy tan-to nos preocupan?. Indefectiblemente, son dos mundos queintegrar, dos cúmulos de experiencias por conectarse ytransformar mutuamente, donde intelectuales y pueblo nosólo se vinculen formalmente, sino, -porqué no decirlo-,sentimental y apasionadamente, para superar con emoción yacción la compartamentalización en que todos nosencontramos, especialmente en el Perú donde las relacionessociales, las luchas y las deserciones políticas, como lasdefiniciones culturales, se han movido tanto que nopodemos continuar afirmando el mismo quehacer político"oficial" que deambula entre las elecciones y lascorrelaciones de fuerza. Como dice Néstor García Canclini:estos espacios clásicos deben reformularse si reconocemosel cambio (o el quiebre) de las relaciones tradicionales entreEstado, partidos, hegemonía, entre lo social y lo político.Digámoslo directamente: por el agotamiento de una historiade mediaciones y desencuentros entre la cultura cotidianade los sectores populares y las estructuras de poder".8 Co-mo también importa recrear la relación entre podereslocales, centrales, federaciones nacionales, es decir entrelas organizaciones y las esferas políticas tan desgastadas eineficientes en sociedades tancomplejas como las nuestras. El punto central de discusiónestá en el reconocimiento de la complejidad e integralidad

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del nuevo quehacer político. Y que en el nivel más pequeñode la vida de la familia, el barrio, la asamblea... de lossectores populares hay una experiencia positiva querecuperar, para las grandes dimensiones, como también haymuchas otras que precisan de cambio o corrección, dondedebemos estar también presentes. El sentido común de lospolíticos tradicionales ha trabajado una oposición dicotómicaentre lo micro y lo macro. Se nos exige que comunicadores yeducadores populares dejemos el compromiso concretopara incorporarnos a un nivel "mayor" de superación política.Si bien reconocen la importancia de la comunicaciónpopular, la minimizan considerándola un estado. "inferior"que debe ser trascendido. Aquí está el problema. Laexperiencia, la reflexión y la investigación, acompañadas,nos dicen hoy que un proyecto político innovador se fundaintegrando ambos niveles, no es dable que aún se les man-tenga tercamente paralelos.

Notas.

1.MARTIN BÁRBERO, Jesús. "De los medios a las me-diaciones". Gustavo Gil¡. México, 1987. págs. 14 al 21,

2.Desde "La pedagogía del oprimido" y otras obras dePaulo Freire, muchos autores como Mario Kaplún, DanielPrieto, Fernando Reyes Matta, Valerio Fuenzalida ymuchos otros más, han sido influidos en esa perspectiva.

3.Muchos denominan a este momento como "basismopopulista", el que sin embargo sigue existiendo en al-gunas experiencias.

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4.Se trata de los proyectos financiados, que obligan adefinir en exceso los objetivos, los plazos y las fina-lizaciones de las prácticas de comunicación popular.

5.Como lo afirma Juan Carlos Portantiero, comentando aARICO, en "Socialismo y política en América Latina(notas para una revisión)" en %Qué significa hacerpolítica. DESCO, 1982. Lima.

6. Interesante oposición entre "lo concebido y lo vivido",recuperado por MICHELE y ARMAND MATTELARV' en sulibro "Pensar sobre los medios", para explicar las rupturasepistemológicas implícitas en las formas de entender y hacerla relación entre comunicación e interpretación social.7. MARTIN BARBERO, Jesús. Op. cit. págs. 164 a la 189.S.ALFARO MORENO, Rosa María. "Potencial de la

radiodifusión sonora para la alfabetización. Un enfoquecultural". Ministerio de Educación, Universidad de Lima,1985.

9. Porque los alcaldes izquierdistas perdieron la mayoría demunicipios en las elecciones municipales de 1986.

10. El alcalde de Lima nuevo quiso desconocer a las orga-nizaciones surgidas durante la gestión anterior, de iz-quierda. De otro lado la voluntad y fuerza política delPresidente de la República, hizo notar la dependencia delgobierno municipal de su mandato. Desde ese momentose emprendió una lucha contra el alcalde, recurriendoconstantemente a la intermediación efectiva de AlanGarcía. ,

11. MARTIN BARBERO, Jesús. "Euforia tecnológica ymalestar en la teoría" en la revista Dia-logos, de la

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comunicación", No. 20 de FELAFACS. Lima, 1988. Pág.7.

12. ILLA, Centro de Educación y Comunicación. "Diag-nóstico de la organización gremial campesina (nacio-nal-regional-local)". Mimeo. Documento presentado alTaller de comunicación popular de CEAAL. Lima, junio de1988. Págs. 6 y 7.

13.ILLA, Op. Cit. pág. 4 ..................14. En el sentido que lo usa Néstor García Canclini (si-

guiendo a P. Bourdicu) en su obra "Las culturas popularesen el capitalismo". Nueva imagen y en muchos otrosartículos sobre el tema.

15. TELLEZ PERALTA, Rubén. "Los espacios : sociales deencuentro de los migrantes provincianos en la capital. Unaperspectiva comunicacional. Tesis de Bachillerato.Universidad de Lima. 1988.

16. GONZALES, Jorge A. "Cultura(s)". Universidad deColima. Universidad Autónoma Metropolitana. México,1986.

17. MATA, María Cristina. "Radios y públicos populares"."Dia-logos, de la Comunicación". FELAFACS. No. 19.Pág. 67.

18. GARCIA CANCLINI, Néstor. %De qué estamoshablando cuando hablamos de lo popular en "Co-municación y culturas populares en Latinoamérica".FELAFACS. Gustavo Gil. México, 1987. Pág. 37.