PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, MARTÍNEZ, BUENOS …
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PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE
FÁTIMA, MARTÍNEZ, BUENOS AIRES,
1956
ARQUITECTO GASTÓN MICHEL
CENTRO CONTEMPORÁNEO- PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA 01
PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, MARTÍNEZ, BUENOS AIRES,
(EDUARDO ELLIS & CLAUDIO CAVERI, 1956)
Gastón Michel nació en Merlo, Provincia de Buenos Aires, Argentina el 1º de diciembre de 1948. Es Arquitecto,
egresado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA en 1973, donde cursó desde 1967 a 1973. Ejerce
la profesión desde la graduación, habiendo proyectado y dirigido obras de variados programas. También, durante
37 años, fue docente universitario en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Morón, donde comenzó
como Ayudante de Cátedra y concluyó su actividad docente en 2013, como Profesor Titular en la materia
Arquitectura I. También fue Profesor Titular de Introducción a la Arquitectura varios años. En el Colegio de
Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires y habiendo participado de su fundación, fue Vocal Titular en la
primera Comisión Directiva del Distrito III, Miembro Titular del Cuerpo de Asesores y del Cuerpo de Jurados de
Concursos de Arquitectura hasta 2020. En el Colegio de Arquitectos dirigió el Taller de Arquitectura y Patrimonio
desde 1999 hasta 2020 y actualmente dirige la edición de las Revista Anuarios del mismo Taller. Asimismo fue
Miembro Titular del tribunal de Disciplina del CAPBA y Director de infraestructura de la Universidad Nacional del
Oeste
CENTRO CONTEMPORÁNEO- PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
Analizaremos Fátima y las Casas Blancas desde tres parámetros:
* ORÍGENES
• INFLUENCIAS
• HERENCIAS
1. ORÍGENES
El movimiento de “Casas Blancas” surgió a partir de la Parroquia de Fátima de Eduardo Ellis
y Claudio Caveri de 1956 en Martínez, Provincia de Buenos Aires.
Ellis y Caveri desarrollaron una composición neoplasticista de alto valor estético, aunque no
basada en el acero y el cristal, sino en el ladrillo y el hormigón.
El Movimiento de “Casas Blancas” iniciado en Fátima fue un lenguaje arquitectónico, y por
ello un modo de diseñar arquitectura dentro de un concepto artístico de alto contenido
estético, pero asimismo fue una manera de entender el modo de vivir, una manera de
concebir la relación del ser humano con el espacio de cobijo y de disfrutar de un medio
ambiente agradable, un medio ambiente que favorezca la comunicación familiar,
jerarquizando la intimidad y el ámbito doméstico.
Esa Parroquia localizada en la Avenida del Libertador, de aspecto humilde, a escala del
hombre, de terminaciones rústica y de aspecto artesanal, inauguró el Movimiento Casas
Blancas difundido por alrededor de 20 años principalmente en el GBA. Apelando a lo
sensorial, rastreando en las raíces de la arquitectura popular de la etapa de la Colonia más
que nada desarrollada en el NOA y mixturando con novedosas ideas de la Modernidad,
consiguieron una "revolución sin palabras" e instalaron una arquitectura noble, simple y
mágica al mismo tiempo, particularmente dedicada a viviendas suburbanas y capillas.
Hace unos pocos años hubo un intento de transformarla incomprensiblemente, quitándole
los atributos que le dan los méritos que tiene, tanto como ámbito religioso como de obra de
arte. Antes de atender las propuestas renovadoras del párroco de Fátima, el Obispo
Monseñor Jorge Casaretto, con gran acierto, consideró consultar sus autores, por entonces
ambos con vida.
En respuesta a la consulta, es necesario conocer la carta con que Eduardo Ellis y Claudio
Caveri -hoy fallecido- respondieron a la inquietud del Obispo, y por ello la reproduciremos en
este espacio, pues nos ayudará a comprender cómo y por qué fue concebida esta iglesia.
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CARTA DE LOS ARQUITECTOS EDUARDO ELLIS Y CLAUDIO CAVERI A MONSEÑOR
JORGE CASARETTO:
"Monseñor Jorge Casaretto, Obispo de San Isidro:
A pedido del Padre Alejandro Bunge, actual párroco de Nuestra Señora de Fátima en
Martínez, nos cabe informarle de nuestras conclusiones a las inquietudes funcionales
litúrgicas que nos fueron planteadas en un almuerzo en la Parroquia al que fuimos invitados
el 22 de noviembre del presente año.
Todos sabemos que Fátima se proyectó en 1956, antes del último concilio. También nos
consta que fue obra de la comunidad creyente de Martínez y del potente empuje y
convicción del Padre Horacio Moreno. Sabemos también que estas fuerzas se conjugaron
con nuestras jóvenes inquietudes de arquitectos comprometidos con el Cristianismo y con la
necesidad de renovación dentro de la Iglesia.
Todas estas coincidencias determinaron la forma y el carácter de Fátima, que intentamos
enumerar:
1) Su Planta en forma de cruz latina continúa la tradición simbólica, pero abandona el
antiguo criterio de ubicar el presbiterio al fondo. Por el contrario en Fátima se lo ubicó bajo la
cúpula central rodeado del pueblo de Dios (Cristocéntrica en definición del Padre Moreno).
2) El uso de sus materiales en su simplicidad natural (sin afeites) y el juego contrastado y
dialogante del ladrillo encalado (lo tradicional) con el hormigón a la vista (lo nuevo) buscó
conectar la tradición con la novedad.
3) La utilización de la luz natural aceptando el misterio de lo translúcido y las zonas de luz y
sombra contrastó con la utópica racionalidad iluminista de la transparencia que regía en la
arquitectura del Movimiento Moderno.
4) El descenso al entrar, fue otro de los puntos determinantes de Fátima, que
inesperadamente nos retrotrajo a las primitivas Iglesias Paleocristianas y su origen
inmediato: las catacumbas de donde emergió la iglesia.
Pensamos que todo esto formó parte de la vivencia de muchos fieles de la comunidad
cristiana de Martínez, y hoy día, nos incluimos, sentimos con firmeza que forma parte de la
riqueza histórica vital de la Iglesia.
Guarini decía: Dios es el único humilde porque es el único que bajó verdaderamente al
encarnarse.
Su descenso marca todo nuestro sentido de Cristianos y es para nosotros el centro de
nuestra creencia, simbolizados por el humilde pan y vino cotidianos transformados en el
cuerpo y la sangre de Jesús. Fátima intenta expresar este sentir, que simbólicamente queda
plasmado en la ubicación central de nuestra mesa común: el Altar.
Tal vez por ésto en Fátima el lugar de la Palabra quedó en el llano, en contraste y reacción al
elevado y sobreactuado púlpito.
Tal vez por la misma razón la Sede abandonó su lugar privilegiado y jerárquico, para
subordinarse al verdadero centro que unifica la diversidad personal de los Cristianos.
Tal vez sea la objeción central que modestamente y como simples creyentes le hacemos
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a las propuestas del Padre Bunge, que de acuerdo con sus interpretaciones litúrgicas, aspira
a destacar la Sede y el lugar de la Palabra.
Por todo ésto cumplimos con nuestra palabra de emitir opinión al respecto:
Nos oponemos firmemente a la propuesta del traslado del Presbiterio al fondo de la nave
principal, ya que esto significaría un simple homicidio del sentido que dio origen a Fátima.
Por último, cabe recordar que Fátima, más allá de todos nosotros es un hito de nuestra
naciente y modesta Arquitectura Argentina.
Por todo esto, sin ningún tipo de soberbia profesional y sintiendo que la Iglesia de Fátima
nos trascendió a todos, pedimos con toda sencillez que se respete el sentido que la animó,
el esfuerzo de la comunidad que la llevó adelante, que la sintió y que hoy en día la siente y
emociona.
Saludándolo con todo respeto, quedamos a su entera disposición para cualquier efecto que
estime necesario.
Firmado: Arquitecto Eduardo Ellis, Arquitecto Claudio Caveri“.
Este es la carta que enviaron los arquitectos Ellis y Caveri, autores de la Iglesia de Fátima en
Martínez al Obispo de San Isidro ante la inquietud por hacerle modificaciones inaceptables a
una obra que, merecidamente, está considerada Monumento Histórico.
Amigos: éste no es un problema que incumba solamente a sus autores. Por el contrario, nos
incumbe, y sobradamente, a todos nosotros los arquitectos.
Porque Fátima es una de las obras que mejor representan los aportes que podemos hacer
desde nuestro quehacer, demostrando que somos pensadores antes que técnicos. Porque
toda acción que se realice en menoscabo de la cultura arquitectónica es un ataque más a
nuestra actividad, una actividad que se pretende desprestigiar, desjerarquizando su rol
prominente en la conformación del hábitat y más que nada reducirnos a meros técnicos
minimizando nuestra calidad de pensadores, y, por consecuencia, de ser una influencia en el
desarrollo de la vida humana.
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La Planta expresa
claramente su
cualidad espacial
Neoplasticista,
conformando una
caja descompuesta y
constituida con muros
aislados donde cada
uno de ellos es una
entidad autónoma.
Esas separaciones
articulares cumplen
también el rol de
iluminar de manera
difusa y translúcida
un interior que se
llena de los misterios
propios de un templo
construyendo un
espacio vinculado con
lo sublime.
La Planta de Fátima expresa claramente su cualidad espacial Neoplasticista, conformando
una caja descompuesta y constituida con muros aislados donde cada uno de ellos es una
entidad autónoma. Esas separaciones articulares cumplen también el rol de iluminar de
manera difusa y translúcida un interior que se llena de los misterios propios de un templo
construyendo un espacio vinculado con lo sublime. Son pequeñas rajas que permiten una luz
rasante en los muros de texturas rústicas, que de esta manera enfatizan esas superficies
rugosas que le dan cierto aspecto primitivo y artesanal.
El diseño de Fátima, con fuertes vínculos con las Casas Wrightianas, heredó de ellas la
vocación por aferrarse al suelo, emergiendo poco a poco desde abajo, con volúmenes bajos
y extendidos primero, ya sean canteros o paramentos y con escalinatas anchas que unen
planos transitables en desnivel y así califican diferentes espacios exteriores. La volumetría
es variada y está constituida por prismas geométricos de diferentes alturas y distintas
proporciones. Una plataforma elevada construye una Plaza Urbana, un Espacio Público, un
remanso frente a una avenida estridente. Lamentablemente frente a esa explanada, a nivel
de vereda e interrumpiendo los paseos peatonales, se dispuso un estacionamiento que no
hace más que molestar tanto a los recorridos como a las visuales.
En Fátima se ofrecen dos condiciones opuestas. Un espacio público, abierto y franco hacia
la ciudad, de libre acceso. En oposición un interior intimista, cerrado y apenas iluminado por
rajas por las que ingresa la luz en haces enfatizando la separación entre placas. La Iglesia
como un hecho social y como templo para el recogimiento y la oración.
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Sin dudas que Fátima tuvo su antecedente más cercano en la Quinta Pueyrredón, visto su
ubicación próxima en la barranca de San Isidro. Allí están los muros encalados de
terminación rústica y los pisos de ladrillos en la mejor tradición hispanoamericana. Un solo
campanario con un volumen de planta cuadrada ubicado asimétrico a un costado de la
entrada, recuperando la memoria de las capillas del NOA, como Yavi, Casabindo o
Purmamarca.
Aunque en Fátima podemos distinguir varios orígenes.
Antes que Fátima, Ellis y Caveri habían construido la Casa Urtizberea, en San Isidro en
1955, y fue uno de los antecedentes de la Parroquia.
La Planta de una Casa Blanca está conformada por un grupo de trazos gruesos autónomos
(los muros y pilares), distribuidos por el espacio, dispersos y sin tocarse, separados por aire
o por carpinterías de madera que rellenan los vacíos entre opacos.
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LAS IGLESIAS COLONIALES DEL NOROESTE ARGENTINO
Entre los principales orígenes de Fátima tenemos la arquitectura colonial de las Iglesitas del
Noroeste Argentino, en las Provincias de Salta y Jujuy (el NOA), mayormente en las regiones
vinculadas a la Quebrada de Humahuaca, con su construcción simple, rústica y humilde, de
paredes encaladas blancas.
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YAVI, JUJUY - CANDONGA, CÓRDOBA - SUSQUES, JUJUY
PURMAMARCA, JUJUY
LA QUINTA PUEYRREDÓN, SAN ISIDRO, BUENOS AIRES
La Quinta Pueyrredón, ubicada en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, es una
construcción también de la época colonial española, muy cercana a la localización de
Fátima, y que seguramente los autores de la Parroquia conocerían. Si observamos con
detenimiento, veremos que la Quinta Pueyrredón ofrece dos fachadas antagónicas. Hacia el
Río de la Plata, en la cima de la barranca y con amplias vistas al horizonte, se destaca la
fachada principal, el frente de la casona, con una galería con una columnata de estilo
clásico, monumental, que le da significado y jerarquía a la obra. Su contrafachada, el “patio
trasero” de la mansión, cuyos ámbitos parecen destinados a los locales de servicio,
servidumbre, caballerizas y carruajes, es una fachada humilde, de geometría simple y
techos de perfil horizontal, de ladrillos sin revocar y pintados de blanco, “encalados”, según
correspondía la tecnología de la época. Los arquitectos de Fátima tomaron de esta casona
como motivo inspirador el lenguaje del patio trasero, geométrico, sencillo, rústico y blanco, y
no la emblemática fachada monumental. Consiguieron con ello, agregándole el arte moderno
que hubieron asimilado en la Universidad, un nuevo estilo, de gran calidad expresiva y
serena belleza, que fue muy inspirador a los arquitectos de la siguiente generación.
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EL ESTILO NEOCOLONIAL, UN RETORNO AL PASADO
Antes del Casablanquismo hubo otro intento por recuperar la arquitectura de la Colonia. Se
lo denominó “Neocolonial” y su nombre ya explica que se trató de un estilo Historicista.
Fue una arquitectura que se desarrolló en la primera mitad del siglo XX y se destaca la
excelente construcción que caracterizó a estas obras.
Las Casas Blancas, en cambio, fueron un Movimiento que se desarrolló dentro del
Movimiento Moderno y no fue un estilo nostálgico ni academicista.
A diferencia del Casablanquismo, el estilo Neocolonial miró la fachada principal de la
arquitectura de la Colonia en América, que estaba representada por el Barroco Español, de
exuberante y delicada ornamentación. El Neocolonial generó obras de gran calidad y
perfección constructiva y por su propio origen se dirigió a una clase social y económicamente
elevada, como asimismo a iglesias, petit hoteles, etc.
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MANZANA JESUÍTICA DE CÓRDOBA
VIVIENDAS EN CIUDAD DE BUENOS
AIRES
PARROQUIA LA VICTORIA, TUCUMÁN,
1950
LA ARQUITECTURA DEL MEDITERRÁNEO
Otro origen de fuerte importancia que influyó en el Casablanquismo fue la «Arquitectura del
Mediterráneo», la arquitectura del sur de Europa, que también hubo influenciado a Le
Corbusier en su arquitectura de la década de 1920, cuando proyectó sus mejores modelos
de «arquitectura blanca», como la Villa Stein o Ville Savoye.
Esta arquitectura vinculada al Mediterráneo, además de las cuestiones de aspecto, se
caracterizó por crear en sus obras un ambiente agradable, cálido e intimista, conformado por
masas mamposteriles pintadas de blanco, de terminaciones rústicas e imagen primitiva que
denunciaba su confección artesanal y que prometían cobijo y contención.
CENTRO CONTEMPORÁNEO- PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA 10
ARQUITECTURA DEL MEDITERRÁNEO
En esta arquitectura popular se destacaron los ámbitos
acogedores, como los patios andaluces de Sevilla,
Granada y Córdoba, al sur de España, o los pueblos
costeros de las islas griegas, blancos y peatonales.
En estas obras, además del encalado blanco de los muros,
predominan los colores de la tierra en sus vasijas de barro
cocido y en los patios de ladrillos, los caminos de
cerámicas y techos de tejas rojas.
El Casablanquismo generó espacios de escala humana, de
apariencia humilde y muy intrusados por la naturaleza que
formó parte indisoluble de la arquitectura.
LOS GRANDES MAESTROS: EL TOQUE MODERNO
Frank Lloyd Wright y Le Corbusier no estuvieron ausentes a la hora de generar influencias
en el Casamblanquismo. Wright pensó sus Prairie Houses como emergidas desde la tierra,
conformando la morfología de sus obras con volúmenes de variada forma y diferentes
alturas, con anchos variables de mayor a menor en cuanto a su ocupación del suelo y
achicándose hacia el centro, asimilándose a la forma de las montañas. Ello le dio a esas
obras un fuerte agarre al piso natural y pasaron a ser parte del paisaje. Asimismo utilizó
materiales primitivos y originarios, como las piedras, los ladrillos, la madera y las tejas de
terracota, mostrando un modo artesanal de construir y un aspecto doméstico, con texturas
rugosas y de colores naturales, los colores naturales de los materiales empleados. Jugó en
los espacios exteriores con desniveles de piso y pequeñas escalinatas que calificaban el
espacio y, por sobre todo, integró arquitectónicamente la naturaleza en esos espacios,
llenándolos de vida aún en el seco desierto de Arizona.
Le Corbusier, por su parte, transformó su arquitectura en la segunda posguerra,
abandonando la pureza blanca y maquinada de sus casas de los años veinte y empleando
recursos regionales como las bóvedas catalanas, materiales primarios como los ladrillos sin
revoques y el nuevo material moderno: el hormigón armado a la vista mostrando la textura
artesanal del encofrado de tablas rústicas. Este material, el hormigón a la vista
precisamente, será el toque moderno de Fátima primero y de las Casas Blancas luego.
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WRIGHT: TALIESIN WEST, 1936
WRIGHT: CASA ROBIE, 1906
LE CORBUSIER: MAISON JAOUL, 1950
WRIGHT: LA RUPTURA DE LA CAJA Y EL NEOPLASTICISMO
Una de las influencias más determinantes de la nueva arquitectura del siglo XX y que
ayudaría a estimular la conformación del Movimiento Moderno en Europa noroccidental de
manera decisiva, vino de América, allende los mares. Frank Lloyd Wright “descubre” que, al
sostener el techo con finas columnas, puede descomponer la Caja Muraria tradicional,
separando los muros primero y despegando los techos luego. De esa manera la estética
arquitectónica pierde la imagen de volumen sólido y pasa a ser un conjunto de partes
articuladas, lo que es visto por el Neoplasticismo holandés como el modo más virtuoso de
pensar la nueva arquitectura. Esos conceptos fueron adoptados también en el
Casablanquismo unos treinta años después, logrando espacios y formas de una calidad
sorprendente.
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EN EL NEOPLASTICISMO EL
VOLUMEN SE CONFORMA DE
PARTES ARTICUALDAS.
THEO VAN DOESBURG:
CONSTRUCCIÓN ESPACIO-
TEMPORAL, 1923
GERRIT RIETVELD: CASA
SCHRÖDER, HOLANDA, 1924
FRANK LLOYD WRIGHT:
PRAIRIE HOUSE, CASA ROBIE,
1906
WRIGHT Y LA RUPTURA DE LA
CAJA
WRIGHT: CASA DE PLANTA
NEOPLASTICISTA
CASA KAUFFMANN (PLANTA Y
VISTA EXTERIOR)
LE CORBUSIER Y EL NEOBRUTALISMO
Desde inicios de la década del cincuenta Le Corbusier comenzó a utilizar el «Béton-Brut –
Hormigón a la vista- dejando expuesta la terminación rústica de las estructuras de hormigón
que copiaban la irregular textura de los encofrados de madera. La arquitectura que
fundamentó su estética en la «sinceridad constructiva» en la segunda posguerra se difundió
como el «Neobrutalismo», y consolidó una manera de expresar lo constructivo como un
sistema de expresión plástica, que fue adoptado por los autores de Fátima y por sus
seguidores en los siguientes veinte años
En tal sentido, está claro lo influyente que debe haber sido la Capilla de Ronchamp de Le
Corbusier de principios de 1950, con sus muros blancos de textura rústica y mediterránea y
la impresionante bóveda invertida de hormigón a la vista de su cubierta, además del
interesante y sugestivo juego visual que se logra con los huecos y finas rajas por donde se
filtra el sol y que genera ese sublime sentido religioso en el interior de la iglesia, que también
se pondrá de manifiesto en Fátima. En Ronchamp es increíble la separación entre muro y
techo por donde una fina línea de luz parece ser el sostén de la enorme cubierta,
incorporando a la arquitectura una novedosa idea que sigue empleándose con sentido
estético hasta hoy en todo tipo de edificios.
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LE CORBUSIER: CAPILLA DE
RONCHAMP, 1950
LA CASA URTIZBEREA, LOMA DE SAN ISIDRO 1955, ANTECEDENTE DE FÁTIMA
Antes que Fátima, Eduardo Ellis y Caveri habían construido la Casa Urtizberea, en San
Isidro en 1955, y que puede tomarse como que fue el antecedente de la Parroquia.
La Planta de una Casa Blanca está conformada por un grupo de trazos gruesos autónomos
(los muros y pilares), distribuidos por el espacio, dispersos y sin tocarse, separados por aire
o por carpinterías de madera que rellenan los vacíos entre opacos.
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CARACTERÍSTICAS DEL CASABLANQUISMO
Imagen rústica y humilde
Austeridad - Carencia de ornamentos
Referencia a la arquitectura colonial (Identidad)
Sinceridad constructiva - Lenguaje Neobrutalista
(Tecnología Low Tech)
Estética Neoplasticista y geometría simple
Ambientación serena e intimista (Escala humana y
naturaleza)
Valoración del color blanco (Pureza y sencillez)
Mix entre vanguardia y tradición
En los interiores de Fátima queda
evidenciado el concepto Neoplasticista
que se compone de partes, pues el
espacio se delimita con muros sueltos,
separados entre sí por aberturas,
preferentemente rajas angostas que dan
una luz rasante que ganan en
expresividad dado la terminación rústica y
texturada de los muros.
Esta estrategia plástica fue muy utilizada
por Wright y Le Corbusier.
FÁTIMA, como todas las Casas Blancas y también la arquitectura Neobrutalista en general,
repiten en los interiores el lenguaje del exterior, enfatizando la idea de unidad en toda la
obra.
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FÁTIMA EN LA CÁTEDRA DE ARQUITECTURA 1, CURSO 2012
Dentro de la propuesta pedagógica de la Cátedra Michel de Arquitectura 1 de la Facultad de
Arquitectura de la Universidad de Morón y asimismo con la idea de fomentar la preservación
de la Parroquia de Fátima con su concepción original, se desarrolló como ejercicio de diseño
final el programa “Centro Cultural Parroquia de Fátima”.
El mismo consistió en proyectar un Centro Cultural en un cuarto de manzana sobre Avenida
del Libertador lindero con la Parroquia. Este programa permitió experimentar los lenguajes
contemporáneos de la arquitectura y asimismo idear una manera de vincular una nueva
función con una joya arquitectónica preexistente como Fátima, que es un Patrimonio
Arquitectónico Nacional.
En primer lugar se propuso que las nuevas construcciones no deberían tener ningún
elemento que superara en altura el campanario de Fátima, y fue ésta la única restricción
para elaborar el diseño del nuevo Centro.
Un grupo de alumnos construyeron la maqueta de Fátima con el terreno completo, dejando
vacío el cuarto de manzana destinado al Centro Cultural. Luego, cada estudiante debía
elaborar la maqueta de su proyecto y ubicarlo en el terreno junto a Fátima. De esta manera,
cada proyecto se vería como conjunto urbano y se podía apreciar y evaluar la propuesta de
vínculo con la preexistencia.
Aquí mostramos dos ejemplos en los que se puede ver que las dos funciones se
interrelacionan mediante el espacio peatonal exterior, por el espacio público, que es una de
las más importantes propuestas del proyecto de Ellis y Caveri para la Parroquia,
construyendo no sólo una función específica sino también valorizando la construcción de la
ciudad.
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CLAUDIO CAVERI Y LA COMUNIDAD TIERRA
Claudio Caveri, oriundo de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, hacia 1958 adquiere
varias hectáreas de tierra rural en el Partido de Moreno, en un paraje que hasta hoy
conserva el nombre de Barrio Trujui, muy cerca de la Ruta 23 que une Moreno con San
Miguel.
Allí, con un grupo de acompañantes crea la «Comunidad Tierra», donde se propuso generar
un asentamiento autosuficiente, ocupado por familias que elaborarían sus propias casas y
medios de producción propios.
«Hace ya más de 40 años Caveri (hijo pródigo de la ciudad de San Isidro, en el norte
metropolitano a la que dejó después de construir la Iglesia de Fátima) inició en Moreno,
sobre otro eje de la metrópolis porteña (el oeste) y en muy distintas condiciones sociales y
urbanas, una de las experiencias más estimulantes y contraculturales de la arquitectura
argentina: la Comunidad Tierra, en el Barrio Trujui.
La mudanza de Caveri, desde el cordial y conservador suburbio del norte a la desangelada
periferia conurbana bonaerense, marca sobre el territorio una fuerte elección intelectual y
política, desusada en el panorama de la cultura argentina e inédita en el campo disciplinario
de la arquitectura. Paradójicamente, mientras que la obra de Caveri refuerza con la llegada a
Trujui su carácter de práctica constructiva en condiciones concretas, la teoría que la sustenta
posee una solidez intelectual desusada en el panorama de la arquitectura nacional. Una
arquitectura situada a la vez en los extremos de la materialidad constructiva y de la
adscripción intelectual a un modelo teórico.» (CAFÉ DE LAS CIUDADES).
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Hace unos años, Fernando Güenaga y yo nos
encontramos con Claudio Caveri en la
Comunidad Tierra, y allí preparamos una
entrevista pública que se hizo en la Sede del
CAPBA de Moreno.
Allí Claudio nos contó que su primera casa, en
San Isidro, era una casa “miesiana”, muy
vidriada y en un terreno de esquina, sin
privacidad. Ello no le daba intimidad y no le
proporcionaba una lugar de estar protegido y
que tampoco le resultaba agradable para la
vida familiar. Por ello luego de habitarla a
disgusto por un tiempo, le construyó un muro a
modo de cerco que cerraba el exterior a la
esquina, lo cual no dio un resultado
arquitectónico de calidad.
Luego, cuando se traslada a Trujui y funda la
Comunidad Tierra, se construye una nueva
casa y esta vez plantea una casa de patio,
creando un lugar agradable y contenido,
circundado por la casa y muy enriquecido con
vegetación, que le daba un estar placentero y
con una estética que instaló una de las
característica más importantes de las Casas
Blancas.
INFLUENCIAS
Las Casas Blancas, un movimiento argentino que reivindicó un pasado regional pero desde
un óptica moderna, como no había sucedido nunca antes.
Los años Cincuenta anunciaron tiempos de cambios en la arquitectura. Habían comenzado
las reacciones al Movimiento Moderno ortodoxo de los Grandes Maestros desde los jóvenes
europeos de la "tercera generación" y nuestra tierra, América Latina, adherente inmediata de
la Modernidad, no iba a estar ausente al momento de las críticas y las transformaciones.
Por la misma época, Le Bêton-Brut y el ladrillo a la vista de la tradición inglesa, devenidos en
Neo-brutalismo, otorgaron a la arquitectura moderna esa imagen artesanal que la anterior
estética de la máquina pretendió disimular y, por sobre todas las cosas, le confirió a esas
obras la resistencia al paso del tiempo que en la arquitectura blanca y pulida de la obra
racionalista ya, con sólo 20 años de vida, mostraba graves signos de deterioro.
El «Brutalismo» o «Neobrutalismo» eliminó los revoques y los revestimientos. La expresión
visual exterior resultaba de mostrar sin máscaras encubridoras la esencia con que estaban
construidas las partes opacas de la construcción: las estructuras de Hormigón y los muros
de ladrillos comunes. De esa manera la masa constitutiva interna de los muros y estructuras
también aparecía en la superficie exterior y las fachadas mostraban el "hormigón a la vista" y
el "ladrillo a la vista", brutalmente expresados y haciendo renacer la sinceridad constructiva
que ofrecieran las ruinas de los templos griegos, las catedrales góticas y toda la arquitectura
medieval, que ofrecían vistas descarnadas de piedra, sin ocultamientos de superficie, sin
pulimentos, ni adornos agregados, es decir sin maquillajes, que en todo caso era la función
que cumplían el estuco o las placas finas de revestimientos de mármol.
Para Alison y Peter Smithson, que en el CIAM de 1953 atacaron el dogma corbusierano
establecido en la Carta de Atenas: “...el Brutalismo es una ética antes que una estética. El
Brutalismo es una manera de proceder, no una fórmula". (ALISON & PETER SMITHSON,
1950).
Nuestro medio no iba a estar ausente a la hora de debatir acerca de esas nuevas corrientes.
“… ese debate se despertó con todo rigor durante los años inmediatos a 1955, al ponerse
en tela de juicio el valor de la arquitectura racionalista como proveedora de modelos y la
necesidad de elaborar tipologías que identificaran este particular lugar del mundo. Fue en
esta época cuando apareció el movimiento que el arquitecto Miguel Asencio denominó
“Casas Blancas” (…) apareció en 1957 la iglesia de Fátima en Martínez, de Claudio Caveri y
Eduardo Ellis. Introvertida, de formas y colores sabiamente combinados, cálida en la textura
de sus materiales, fue una revolución sin palabras, auténtica, una original propuesta que
superó a las explicaciones que sobre ella se dieron más tarde”. (HÉCTOR EZCURRA,
Arquitectura en la Argentina, Eudeba 1981).
La Iglesia de Fátima, obra emblemática de la arquitectura argentina, forma parte de la cultura
arquitectónica contemporánea y asume orgullosamente el haber creado esa original
corriente nacional conocida como "las Casas Blancas" que se difundió sobre todo en el
conurbano, por unos quince a veinte años, preferentemente en Iglesias, Capillas y Viviendas
Unifamiliares. Acorde a los tiempos de renovación que corrían, el movimiento de "Casas
Blancas" aparece en el contexto nacional como una reacción al Movimiento Moderno
Ortodoxo y propone una mixtura entre Modernidad Internacional y Tradición Local, al
combinar materiales modernos como el hormigón armado "a la vista" con mampostería de
ladrillos comunes con junta enrasada pintados de blanco, lo que se conoció como "ladrillo
bolseado".
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INFLUENCIAS
La llegada de Caveri al Oeste del Gran Buenos Aires favoreció la difusión en la zona del
lenguaje del Casablanquismo originado en Fátima. También fue de una influencia decisiva la
salida de la Comunidad Tierra de Eduardo Galeazzi, quien había llegado desde San Isidro
con Caveri en 1958 a Trujui, y que se instaló con su Estudio en Moreno Centro, donde
proyectó una buena cantidad de obras, mayormente Casas Blancas al principio de su labor.
También en los años sesenta en Merlo se formó el Estudio de Hugo Indart y Martín Bonora,
quienes dejaron un legado de obras de gran calidad en Merlo, Ituzaingó y en Moreno mismo,
obras que hasta hoy lucen impecables y enriquecen las ciudades y los barrios donde se
construyeron y dan cuenta de lo sustentables que resultaron aún a más de cuarenta años de
construidas.
Horacio Berreta, que oportunamente se asoció con Eduardo Ellis para proyectar Casas
Blancas en los años cincuenta, residía en Morón y era vecino de Martín Bonora, y ejerció
asimismo gran influencia en la zona, principalmente en Castelar, donde se destacaron los
diseños de Pedro Lazzarino, un gran arquitecto que hizo obras notables.
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MAESTROS DE LAS CASAS BLANCAS EN EL OESTE DEL GBA:
Horacio Berreta, Eduardo Galeazzi, Juan Dálessandr y Hugo Indart.
A la derecha: Misa en homenaje a Claudio Caveri a pocos día de su fallecimiento, en la Capilla de la
Comunidad Tierra en Trujui
HUGO INDART
y
MARTÍN
BONORA:
Casa Brero,
Merlo, GBA,
1968
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HUGO INDART y MARTÍN BONORA: CASA BRERO, MERLO, GBA, 1968
Una de las tantas Casas Blancas de estos arquitectos que enriquecen Merlo.
Esta casa tiene todos recursos formales, espaciales y constructivos de la Parroquia de Fátima.
En la Planta se pueden notar los criterios Neoplasticistas de su composición, con ese conjunto
armónico de muros “sueltos”, lo que se verifica en la imágenes, donde cada muro se identifica
articulado de los otros.
HERENCIAS
Pasado el momento de las Casas Blancas, es decir el de la primera e inmediata influencia de
Fátima, el lenguaje rústico, blanco e intimista no murió ni quedó olvidado. Si bien, y como era
de esperar, ese “estilo” original fue mutando y adaptándose a nuevos criterios estéticos y a
nuevos diseñadores que incorporaron su impronta en nuevas obras a partir de la segunda
mitad de los setenta, pervivieron cuestiones esenciales al Casablanquismo. Como ejemplo
podemos citar las “Casas Mediterráneas” del arquitecto Samuel Flores Flores que construyó
en Punta del Este, Uruguay. Estas casas tuvieron todos los atributos de las Casas Blancas
pero con algunos cambios formales que incluyeron volúmenes con esquinas curvas y
pintadas absolutamente de blanco, incluso las losas de techos, a veces cuadrangulares y
salientes en voladizos. Mantuvieron, y allí radica su parentesco hereditario, la atmósfera
serena y humilde del texturado y color de los muros y la reiteración de espacios domésticos
y ambiente agradable para estar al exterior, decisiva ambientación del Casablanquismo.
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ARQUITECTO SAMUEL FLORES FLORES: Casas Mediterráneas en Punta del Este, Uruguay
Una variante heredera de Fátima que a pesar de ciertos cambios, conservaron los atributos del Casablanquismo,
particularmente si atmósfera marcada por la sencillez, la textura rústica de sus muros y la creación de un ambiente
plácido y agradable.
CARLOS PÁEZ VILARÓ: Casapueblo, Punta Ballena, Uruguay
Casapueblo no es precisamente una Casa Blanca si nos atenemos a los criterios Neoplasticista y Neobrutalista
del lenguaje de Fátima que crearon Ellis y Caveri, pero Páez Vilaró repite un atmósfera rugosa y blanca típica de
las construcciones de las Islas Griegas, generando un ambiente romántico, sencillo y agradable.
HERENCIAS
La Parroquia de Fátima se construyó hace sesenta y cinco años, y si bien ya no se hacen
Casas Blancas desde hace unos cuarenta y cinco años, han dejado un legado que pervive
en obra actuales que repiten algunos de aquellos conceptos básicos y distintivos que se
instalaron hace tanto tiempo.
Las casas y obras en general contemporáneas, las de una escala menor mayormente, se
emparentan con el Movimiento de Casas Blancas en el empleo de pautas de diseño
Neoplasticistas, en la sinceridad constructiva y fundamentalmente en la búsqueda de la
obtención del espacio agradable.
CENTRO CONTEMPORÁNEO- PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA 22
ESTUDIO BA – MARÍA VICTORIA BESONÍAS & GUILLERMO DE ALMEIDA:
Casa Aranzazu
Una casa que encierra un patio creando un ambiente para estar, construida en hormigón a la vista y madera en
sus texturas y tonos naturales, nada monumental
ESTUDIO ARISTA CERO
ARQUITECTOS
Pabellón Casa Mejorada, Mérida,
MEX, 2020
Esta casa muestra los perfiles
IPN conformando una cubierta
virtual y un muro de piedra, y
mucha vegetación que muestra
cómo la incorporación de la
naturaleza de manera
arquitectónica reitera aquellos
tradicionales patios con pérgolas,
glorietas o parras que hacen tan
agradable el estar
HERENCIAS
Utilizar los materiales con su expresión natural, la que surge del proceso constructivo, no
parece ser suficiente para hacer una arquitectura que, como las Casas Blancas, llene de
sentimientos a las obras. También hace falta un diseño que provenga de la intención de
enriquecer la vida humana. Hace falta en el diseñador una actitud, una intención, que ponga
el énfasis en el espacio y no en la imagen, una actitud que busque crear una atmósfera de
contención y no tanto una imagen de orden monumental. A decir de Juhani Pallasmaa:
«espacios que ofrezcan una visión periférica que nos contenga y no una imagen enfocada
que nos expulse y que nos deje como meros espectadores».
Se pueden asumir dos posturas: una que se base en la visión periférica y desenfocada; y
otra que procure la visión nítida y enfocada.
En la arquitectura la percepción incluye a los demás sentidos aparte de la vista, y muy en
particular al tacto y al oído, sentidos mediante los cuales obtenemos una “sensación
periférica” que nos permite captar la atmósfera de los espacios, lo que hace prioritario tener
una experiencia vital de la arquitectura y no sólo una relación fotográfica.
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DOS POSTURAS:
VISIÓN PERIFÉRICA Y DESENFOCADA
ESTAMOS DENTRO DEL OBJETO
EXPERIENCIA VITAL
PERCEPCIÓN HÁPTICA INCONSCIENTE
SENTIMOS EL ESPACIO
NOS ENVUELVE EN EL MUNDO
NOS INTEGRA ALESPACIO
(ARQUITECTURA DEL ESPACIO)
DOS POSTURAS:
VISIÓN NÍTIDA Y ENFOCADA
ESTAMOS FUERA DEL OBJETO
IMAGEN ENFOCADA (FOTO, RENDER…)
PERCEPCIÓN VISUAL INTENCIONADA
MIRAMOS EL OBJETO
NOS ENFRENTA AL MUNDO
NOS EXPULSA DEL ESPACIO
(ARQUITECTURA MONUMENTO)
HERENCIAS
LAS CASAS BLANCAS,
VANGUARDIA Y
TRADICIÓN
CENTRO CONTEMPORÁNEO- PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA 24
Desde luego que a nuestra historia
no la vamos a realizar de manera
arbitraria, sino que la vamos a hacer
en las condiciones entregadas por el
pasado, en el cual la influencia
europea es enorme.
Pero vamos a hacer nuestra propia
historia…”
CLAUDIO CAVERI, 1976
“… tenemos que entender la cultura
regional no como algo dado y
relativamente inmutable, sino más
bien como algo que tiene que ser
cultivado de manera consciente.
(Paul) Ricoeur sugiere que el sostener
cualquier clase de cultura auténtica en
el futuro dependerá en última
instancia de nuestra capacidad de
generar formas vitales de cultura
regional al mismo tiempo que nos
apropiamos de influencias ajenas
tanto a nivel de cultura como de
civilización,”
KENNETH FRAMPTON, 1980