Papini Giovanni Historia de Cristo

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    Giovanni Papini - Historia de Cristo - La Editorial Virtual

    GIOVANN I P AP IN I

    HISTORIADE

    CRISTO

    Ed icin Or igina l : 192 1

    Edicin Electrnica: 2010

    INDICE

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    Giovanni Papini: Sinopsis biogrfica

    No Olvidemos a Papini (por Fernando Castelli)

    HISTORIA DE CRISTO

    EL AUTOR AL QUE LEYEREEL ESTABLOLOS PASTORESLOS TRES MAGOSOCTAVIANOHERODES EL GRANDEEL PERDIDO, HALLADO

    EL CARPINTEROPATERNIDADLA ANTIGUA ALIANZALOS PROFETASEL QUE HA DE VENIREL PROFETA DE FUEGOLA VIGILIA

    EL DESIERTOEL RETORNOCAFARNAUMLOS CUATRO PRIMEROSLA MONTAALOS QUE LLORANEL RENOVADOR

    FUE DICHOPERO YO OS DIGONO RESISTIR

    ANTINATURAANTES DEL AMORAMAD

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    PADRE NUESTROOBRAS PODEROSASLA RESPUESTA A JUANTALITHA QUMILAS BODAS DE CANA

    PANES Y PECESOCULTISTA, NO : POETALA LEVADURALA PUERTA ESTRECHAEL HIJO PRDIGOLAS PARBOLAS DEL PECADOLOS DOCE

    SIMON, LLAMADO PIEDRALOS HIJOS DEL TRUENOOVEJAS, SERPIENTES Y PALOMASMAMNEL ESTIERCOL DEL DEMONIOLOS REYES DE LAS NACIONESESPADA Y FUEGO

    UNA SOLA CARNEPADRES E HIJOSMARTA Y MARAPALABRAS. EN LA ARENALA PECADORAHA AMADO MUCHOQUIEN SOY?

    SOL Y NIEVESUFRIRE MUCHAS COSASMARAN ATHALA CUEVA DE LOS LADRONESLAS VBORAS DE LOS SEPULCROSPIEDRA SOBRE PIEDRAOVEJAS Y CABRITOS

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    PALABRAS QUE NO PASANLA PARUSIAEL INDESEADOEL MISTERIO DE JUDASEL HOMBRE DEL CANTARO

    EL LAVATORIO DE PIESTOMAD Y COMEDABBA, PADRESUDOR Y SANGRELA HORA DE LAS TINIEBLAS

    ANASEL CANTO DEL GALLO

    LA TUNICA SAGRADALOS OJOS VENDADOSPONCIO PILATOCLAUDIA PROCULAEL MANTO BLANCO"QUE MUERA!"REY CORONADO

    LA PARASCEVEEL JUDIO ERRANTEEL LEO VERDECUATRO CLAVOSDIMASLA OSCURIDADLAMMA SABACTANI

    LA CRUZ INVISIBLEAGUA Y SANGRELA LIBERACION DE LOS DURMIENTESNO ESTA AQUIEMMASNO TENIS NADA QUE COMER?TOMS, EL GEMELO

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    EL RESUCITADO RECHAZADOEL RETORNO AL MARLA NUBEORACION A CRISTO

    Otras Obras RecomendadasDenes Martos

    Los Deicidas

    Maestro Eckart

    Obras Alemanas

    Giovanni Papini : Sinopsis biogrfica

    Giovanni Papini, nacido en Florencia en 1881 y fallecido en 1956 fue escritor

    y poeta. Fue uno de los animadores ms activos de la renovacin cultural yliteraria que se produjo en su pas a principios del siglo XX.

    Hijo de un modesto comerciante de muebles, lo bautizaron a escondidaspara soslayar el agresivo atesmo de su padre. Adopt desde nio un talanteescptico, pero lleno de curiosidad por las diversas doctrinas y religiones.Una de sus ilusiones tempranas, nunca abandonada, fue escribir unaenciclopedia que resumiera todas las culturas.

    Obtuvo el ttulo de maestro y trabaj como bibliotecario en el Museo de

    Antropologa de Florencia, pero a partir de 1903, ao en que fund la revistaLeonardo, se volc con polmico entusiasmo al periodismo.Leonardo seconvirti en un instrumento de lucha contra el positivismo que imperaba enel pensamiento filosfico italiano y, al mismo tiempo, contribuy a difundirel pragmatismo. Ese mismo ao se convirti en redactor jefe del diarionacionalistaRegno, mientras que en 1908, finalizada ya la andadura de

    Leonardo, empez a colaborar activamente enLa Voce, convirtindose en

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    http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/MartosDenes/LosDeicidas/Martos_LosDeicidas_00A_Tapa.htmhttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/MeisterEckart/00_Indice.htmhttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/MeisterEckart/00_Indice.htmhttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/MartosDenes/LosDeicidas/Martos_LosDeicidas_00A_Tapa.htm
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    uno de los representantes ms inquietos y ruidosos del movimientofilosfico y poltico que surgi en Florencia alrededor de esa revista.

    Ms tarde fund tambinAnim a (1911) yLacerba (1913), de orientacinms literaria y donde durante un tiempo defendi las tendencias futuristasde F.T. Marinetti. Agnstico, anticlerical, pero no obstante siempre abierto anuevas experiencias espirituales, su actividad periodstica le permiti darrienda suelta a su aficin de sorprender y escandalizar a los lectores y dearremeter contra personajes ms o menos famosos.

    Se acerc al fascismo y obtuvo una posicin en la Universidad de Bolonia en1935 (a pesar de que sus estudios slo lo habilitaban para enseanzaprimaria). Las autoridades fascistas confirmaron la "impecable reputacin"de Papini a travs de ese nombramiento. En 1937, Papini public el primer ynico volumen de suHistoria de la Literatura Italiana, que le dedic aBenito Mussolini: "A Il Duce, amigo de la poesa y de los poetas", que fue degran consideracin para la academia, especialmente en el estudio delRenacimiento Italiano. Antisemita, crea en una conspiracin internacionalde los judos, y apoyaba las leyes de discriminacin racial impuestas porMussolini en 1938.

    Cuando cay el rgimen fascista (1943), Papini pas a integrar la cofrada delos "escritores malditos" que los medios polticamente correctos prefierenignorar.

    F e r n a n d o Ca s t e lli [*]

    No Olvidemos a Papin i

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    Muri en 1956, pero desde hace ya varios aos la cultura oficial se haempeado en erigir en torno a su obra el muro del olvido, y en parte lo halogrado. Al toparse con Papini, las historias literarias y las antologas salendel paso en forma rpida, como tomando nota de un caso literariodefinitivamente archivado, o bien lo ignoran enteramente, dandopreferencia a escritores comprometidos aun cuando sean de tercera ocuarta categora. Ciertamente, Mondadori tuvo el valor de publicar las obrascompletas de este escritor florentino y todava hay quienes hablan sin

    vacilar de Papini con la frente en alto. Con todo, el ostracismo del autor dela Stor ia di Cristo (Historia de Cristo) es un dato de hecho. Cules son lascausas?

    Indudablemente, en la obra papinianahay elementos caducos y zonas en lasombra que es justo denunciar yolvidar, pero no residen en esto lascausas de su ostracismo. ste seexplica, en primer lugar, por la moda(o esclavitud?) consistente en ver y

    enmarcar todo en una ptica laicista yradical progresista. Ansiosos por noperder un pequeo lugar al sol, nosalineamos con devocin en las nuevasfronteras de la cultura, movindonosde acuerdo a las rdenes impartidas. Escomprensible, con esta perspectiva, laexpulsin de Papini al silencio.

    Como escribe un crtico no alineado, l:

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    buscador de la verdad, nostlgico de Dios, espritu totalitario,amante de la belleza; pero tambin temperamento arisco, polemista

    violento, escritor paradojal y verboso, combatiente audaz. En todos estosaspectos es inconfundible, a menudo desconcertante y a veces magnfico.

    Y cmo se hace entonces para ubicarlo, por ejemplo, en una historia de laliteratura? Pensemos en Lon Bloy. Quin no advierte una sensacin deincomodidad al recorrer, en una literatura francesa, las pocas pginas (olneas?) dedicadas alplerin de labsolu, tan estimado por Papini y cercanoal mismo? Vuelve a la mente el famoso pensamiento de Pascal: ()esperbamos encontrar un autor y encontramos en cambio un hombre [3].Es un hombre que supo descubrir y expresar de una manera nueva ciertoscomponentes universales y por tanto esenciales del espritu humano. Paracomprender (y amar) a Papini, es necesario ir ms all de la mera literatura(que de hecho no es verdadera literatura) y abandonarse a la bsqueda delhombre que trasciende infinitamente su propio ser: hecho para el infinito,pero circunscrito a caminar por tantas vas estrechas; anhelante de verdad,pero vacilante en la ignorancia y la duda; con hambre de belleza, vida,superacin y amor, pero envuelto en una maraa de carencias y lmites. Es

    en suma el hombre creado por Dios y para Dios, pero retenido por la tierra ypara la tierra. En el fondo, la aventura papiniana, como en tanta literaturade los siglos XIX y XX, es una parfrasis del axioma agustino: Por cuantonos has creado para ti, oh, Seor, tenemos el corazn inquieto mientras nodescanse en ti [4].

    Es una caracterstica de Papini haber acogido y fomentado siempre estainquietud metafsica, sin dejar jams de buscar, de llamar a todas laspuertas, de interrogar a todos los transentes, superando las tentaciones deabandonarse a la desconfianza y amodorrarse al borde del camino. En sucarrera salvando obstculos a travs de la babel de las ms diversascorrientes de pensamiento del pragmatismo al idealismo, del pesimismoal misticismo mgico, de un moralismo de dudosa ley a un escepticismoexasperado y desesperado nunca se resign a permanecer quieto. Siempre

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    tuvo un instinto especialmente dispuesto a intuir lo falso y distinguir losequvocos, dejndolos de lado para ir ms all.

    Es tambin digno de destacar, junto a esa furibunda bsqueda de la verdad,el elevado concepto que siempre tuvo Papini de la vida. Incluso cuandogalanteaba con el pesimismo y escriba pginas negando los valoreshumanos y exaltando con locura el suicidio un suicidio ciertamentecolectivo , todo eso se explicaba por el hecho de que lo descubierto por ldentro y fuera de s mismo no responda a su concepcin de la vida. Laabofeteaba porque le pareca banal, pero sin saber qu era necesario parahacerla digna de ser vivida. Cuando lo supo, fue tal su alegra como paratransformar hasta las horas ms oscuras en canto de amor y sobresalto de

    juventud. Permtannos citar un trozo dictado poco antes de su muerte. Esalgo extenso, pero da la medida de su alma.

    Me asom bran a veces quienes se sorprenden ante m i calma en

    el estado lastim oso al cual m e ha reducido la enferm edad. He

    perdido el uso de las piernas, los brazos y las m anos y m e he

    vuelto casi ciego y m udo (). Con todo, no es despreciable lo

    que m e ha quedado y es m ucho y lo m ejor (). Siem pre tengo la

    alegra de poder escuchar las palabras de un am igo, la lectura

    de una bella poesa o una bella historia; puedo sent ir un canto

    m elodioso o una de esas sinfonas que den calor nuevo a todo el

    ser.

    Y todo esto no es nada en com paracin con los dones an m s

    divinos que Dios m e ha dejado. He salvado, aun cuando hay a

    sido a cam bio de guerras cotidianas, la fe, la inteligencia, la

    m emoria, la im aginacin, la fan tasa, la pasin por m editar y

    razonar y esa luz interior llam ada intuicin o inspiracin. He

    salvado tam bin el afecto de los fam iliares, la am istad de los

    am igos, la facultad de am ar incluso a quienes no conozco

    personalm ente y la felicidad de ser am ado incluso por quienes

    slo m e conocen a travs de las obras. Y todav a puedo

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    com unicar a los dem s, aun cuando sea con dolorosa lentitud ,

    m is pensam ientos y m is sentim ientos.

    Y si pudiera m overm e, hablar, ver y escribir, pero tuv iera la

    m ente confusa y obtusa, la inteligencia torpe y estril, la

    fantasa desvanecida y fa tigada, el corazn rido e in diferente,

    m i desventurasera infinitam ente ms terrible. Sera un alma m uerta dentro

    de un cuerpo intilm ente vivo. De qu m e servira poseer un

    lenguaje inteligible si no tuviera nada que decir? Siempre he

    afirm ado el predom inio del espritu sobre la m ateria: sera un

    estafador o un bellaco si ahora, habiendo llegado al punto de la

    nueva prueba, cam biase de opinin ante el peso de los

    padecim ien tos. Con todo, siem pre he preferido el m artirio a laimbecilidad.

    Y puesto que estoy en n imo de confesiones, quiero ir m s all

    de lo verosm il y avanzar hasta lo increble. Las seales

    esenciales de la juventud son tres: la voluntad de am ar, la

    curiosidad intelectual

    y el espritu agresivo. A pesar de m i edad y por encim a de m is

    m ales, siento con gran fuerza la necesidad de am ar y seram ado, tengo un deseo insaciable de aprender cosas nuevas en

    todos los m bitos del saber y el arte y no evado la polmica y la

    bata lla cuando se trata de la defensa de los valores suprem os.

    Por m s que pueda parecer un ridculo delirio, tengo la osada

    de afirm ar que tam bin hoy m e siento elevado, en el inm enso

    m ar de la vida, por la alta m area de la juventud [5].

    Adems de ser una esplndida pgina de antologa, este trozo revela lagrandeza de alma del escritor y el secreto de su obra, ms bien de su vida, apartir de esos aos lejanos en que, siendo un adolescente florentino y vidolector, se refugiaba para leer bajo los faroles de la Plaza Santa Croce en lasnoches de invierno o bajo los cipreses de San Miniato en las maanas de

    verano.

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    Las im paciencias de Papini

    En primer lugar, la impaciencia ante el saber. Alcanzar las fronterasextremas de la ciencia, aventurarse en todos los senderos del saber,interrogar a vivos y muertos, asir los secretos del universo: stas sonalgunas expresiones de esa impaciencia suya que lo indujo a devorar conpasin y furor enciclopedias y bibliotecas.

    Y me lanc de cabeza en todas las lecturas que me sugeran mi nacientecuriosidad o los ttulos de los libros que encontraba en los libros que ibaleyendo. Y emprend entonces, sin experiencia, gua ni proyecto alguno,pero con todo el furor de la pasin, la vida dura y magnfica del

    omnisapiente [6].

    Estudi y renov en su espritu los grandes sistemas filosficos: pesimismo,positivismo, monismo, idealismo, solipsismo, pragmatismo; escuch losmensajes de las grandes religiones; se embriag de poesa. Algunos autoresse le presentaron como amigos siempre buscados, otros como adversariospara rechazar sin misericordia y otros ms como personas para apoyar y

    animar.

    Junto a la impaciencia del saber, apareci enseguida la impaciencia delasalto. Era urgente derribar paredes para escrutar nuevos horizontes;inquietar los espritus e incitarlos a la bsqueda; invocar la tempestad pararenovar el aire. As, Papini, armado con lanza para la defensa y la ofensa,penetra abusivamente, a comienzos del siglo, en el reino de la cultura.

    Asume un tono inconfundible y su pluma pronto adquiere prestigio,produciendo confusin en los ambientes tradicionales. Como un nuevocabecilla, conduce cuadrillas de jvenes talentos, que en l reconocen la guatras la cual pueden agruparse con el fin de remover los olmpicos silenciosde maestros adormecidos [7].

    No se poda aceptar el mundo tal como era. Haba que rehacerlo con la

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    fantasa o transformarlo con la destruccin. En este clima de asalto, naciLeonardo (1903). Naci bajo la consigna de la intolerancia:intolerancia ante el servilismo nazareno de tantos cristianos, ante lacultura italiana cerrada y provincial, ante la vacuidad de los filsofos que

    vivan labrando variaciones de nomenclatura, ante el panburguesismo

    de la poltica y todo academicismo, ante las formas inferiores del arte;intolerancia, por ltimo, ante todos los monismos, tanto materialistas comoidealistas [8].

    Modificar a los hombres escriba enLeonardo (agosto de 1906) ,amputar y engrandecer almas, transformar espritus: se es mi arte favorito.Mi objetivo es por tanto bien preciso: no se trata de un lema poltico o

    religioso, sino puramente espiritual e interno (

    ).Hacer sentir la necesidad de llevar a cabo algo importante para quenuestra vida tenga sentido y cierta belleza. Arrancar a las almas de lossurcos de la vida comn y elevarlas a la contemplacin desde lejos y enlibertad de los posibles destinos de los hombres y la terrible necedad de laexistencia cotidiana.

    Cortaba y demola a causa de la impaciencia por una realidad distinta ymejor. Perennemente insatisfecho e inquieto, se aventurabaen las diversascorrientes del pensamiento y luego las refutaba para buscar en otrosmbitos, sin importar en qu direccin ni en qu compaa. Judo errantedel saber (como ms tarde se defini), le resultaba imposible detenerse yestablecerse ordenadamente en un territorio. En el fondo, su impacienciaaspiraba a lo absoluto.

    Un uom o finito (Un hombre acabado) (1912) es el relato, idealizado y entono pico, del drama de una conciencia inquieta, aguijoneada precisamentepor la impaciencia ante lo absoluto. El libro analiza la gnesis, las etapas y laembriaguez de la tentacin de convertirse en Dios. Varios captulosreflejan tonos nietzschianos, delirios msticos, perspectivas de quienes hanprocurado escalar hacia el cielo (Novalis, Lautramont, Nerval, Poe,

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    Strindberg, Mallarm). Las pginas ms logradas (adems de las querecuerdan la infancia del autor) son las que describen la destruccin de lossueos locos: en ellas se puede encontrar el iterde quienes, incapaces detolerar la condicin humana, han osado traspasar las columnas de Hrcules.

    Cm o puede contentarse con poco quien todo lo ha deseado?

    Cm o puede gozar de la tierra qu ien ha buscado el cielo?

    Cm o puede conform arse con la hum anidad quien ha

    avanzado en el cam ino de la divinidad? Todo ha term inado,

    todo se ha perdido, todo est cerrado. Nada m s hay que hacer.

    Consolarse? Ni siquiera. Llorar? Pero para llorar se necesita

    otra vez energa, se necesita un poco de esperanza! Ya nada s,

    ya no cuento, nada quiero: no m e m uevo. Soy una cosa y no un

    hom bre. Tocadm e: estoy fro com o una piedra, fro com o un

    sepulcro. Aqu est enterrado un hom bre que pudo conv ertirse

    en Dios [9].

    Acabado, por tanto, pero nicam ente porque no logr ser

    infinito (Algo distinto a acabado. Pero si an no he

    com enzado (). Lo mejor viene ahora: solam ente hoy nazco.

    En el naufragio de los locos espejismos, sus compaeros de impacienciafueron presa de la mana suicida, el pesimismo resignado o la ofuscacin dela conciencia. l tuvo la fuerza para dirigir la proa hacia orillas mshumanas. Pudo as invocar un poco de certeza en pginas que tienen elritmo de una oracin y la resonancia de una nostalgia que se confunde conla voz profunda de la naturaleza humana. La impaciencia ante un locoespejismo se convirti en la impaciencia ante la verdad que salva.

    No pido pan, gloria n i com pasin (). Pero pido y clam o

    hum ildem ente, de rodillas, con toda la fuerza y la pasin de mi

    alma, por un poco de certeza; una sola, una pequea fe segura,

    un tom o de verdad ().

    N ecesito un poco de certeza necesito algo verdadero. No

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    hierro para dar la espada al soldado, la reja al labrador, el martillo alcarpintero; el Carpintero sierra y clava la madera para construir la puertaque proteja la casa contra los ladrones, para fabricar el lecho sobre el cualmorirn ladrones e inocentes.

    Estas cosas simples, ordinarias, comunes, usuales, tan usuales, comunes yordinarias que ya no se ven, que pasan inadvertidas hoy para nuestros ojos,avezados a ms complicadas maravillas, son las ms sencillas creaciones delhombre, pero ms maravillosas y necesarias que todas las dems inventadasdespus.

    El carpintero Jess vivi en su juventud en medio de todas estas cosas; y lasfabric con sus manos, y por medio de estas cosas hechas por l, entr encomunin con la vida diaria de los hombres, con la vida ntima y sagrada delos hombres: la de la casa. Fabric la mesa a la cual es tan placenterosentarse con los amigos, aunque haya entre ellos un traidor; el lecho dondeel hombre respira la primera y la ltima vez; el cofre en que la esposacampesina guarda sus pobres trapos, los delantales y pauelos de las fiestas

    y las blancas, estiradas camisas del ajuar; la artesa donde se amasa la harinay la esponja la levadura, hasta que est dispuesta para el horno; el asientoen que los viejos, por la noche, se ponen en torno al fuego a hablar de la

    juventud que no ha de volver.

    Muchas veces Jess, mientras las virutas claras y ligeras se rizaban al filo dela garlopa y el serrn caa en tierra al spero ritmo de la sierra, debi pensaren las promesas del Padre, en los anuncios de los Profetas, en un trabajoque no fuera de tablas y escuadra, sino de espritu y verdad.

    El oficio le ense que vivir significa transformar las cosas muertas eintiles en cosas vivas y tiles; que la materia ms vil, trabajada yreformada, puede llegar a ser preciosa, amiga, socorredora de los hombres;que para salvar, en suma, es menester cambiar, y que del mismo modo quede un retorcido tronco de olivo, nudoso y terroso, se obtiene el lecho delnio y de la esposa, se puede hacer del srdido usurero y de la desventurada

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    errantes, jefes centenarios, que vagaban entre Caldea y Egipto en busca depastos, de pozos y de paz. No tenan patria estable, ni casas, ni ciudades.Llevaban consigo, en caravanas largas como ejrcitos, las esposas fecundas,los hijos amantes, las nueras sumisas, los nietos innumerables, los hijos delos nietos, los siervos y las siervas obedientes, los toros bravos y mugidores,

    las vacas de ubres colgantes, los rojos terneros triscadores, los carneros y losmachos cabros de insoportable olor de tierra, los jumentos de gruparobusta, las cabras de altiva cabeza, que patalean impacientes y, escondidosen la carga, los vasos de oro y de plata, los idolillos domsticos de piedra yde metal.

    Llegados a su destino levantaban las tiendas junto a una cisterna, y el

    Patriarca se sentaba fuera, a la sombra de las encinas y de los sicomoros, ycontemplaba el vasto campamento del cual se elevaba el humo de loshogares, el bullicio de las mujeres y de los pastores, junto con los bramidos

    y balidos del ganado. Y el Patriarca estaba contento en su corazn al ver atodos aquellos esposos y aquellos hijos nacidos de su semilla, y todosaquellos rebaos que eran suyos, y la descendencia humana y ladescendencia animal que se multiplicaba de ao en ao.

    Por la tarde elevaba los ojos para saludar la primera estrella solcita quearda como un fuego blanco sobre la cabellera de la colina, y alguna vez sucndida barba ensortijada resplandeca a la blanca luz de aquella luna quehacia ms de cien aos estaba acostumbrado a ver en el cielo de las noches.

    De cuando en cuando un ngel del Seor iba a visitarle y se sentaba a su

    mesa antes de comunicar la embajada, o el Seor mismo se apareca en trajede Peregrino, se sentaba con el anciano en las horas de calor, a la sombra dela tienda, y hablaban frente a frente como dos amigos de juventud que serenen a charlar de sus cosas. El Jefe de la tribu, amo de siervos, seconverta en siervo a su vez para escuchar los mandatos, los consejos, laspromesas y los anuncios de su Amo Divino. Y entre Jehov y Abraham sehizo el Tercer Pacto, ms solemne que los otros dos.

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    apenas muere, su Reino es dividido y comienzan los siglos oscuros yvergonzosos de la decadencia. Conjuras de palacio, asesinatos de reyes,revueltas de jefes, guerras fraternas y desgraciadas, tiempos de impdicaidolatra seguidos de efmeros arrepentimientos llenan los tiempos de laSeparacin. Surgen los Profetas para amonestar; pero los Reyes no los

    escuchan o los destierran. Los enemigos de Israel recobran fuerzas; losFenicios, los Egipcios, los Asirlos, los Caldeos, invaden uno tras otro los dosreinos, los someten a tributo y finalmente, casi seiscientos aos antes delnacimiento de Jess, Jerusaln es destruida, derrocado el templo de Jehov

    y conducidos los Hebreos en esclavitud junto a los ros de Babilonia. Lamedida de las infidelidades y de los pecados se haba colmado, y aquelmismo Dios que los libertara de la esclavitud de los Egipcios los entrega en

    esclavitud a los Caldeos. Es el Cuarto Castigo y el ms tremendo de todos,porque ya no tendr fin. Desde aquel momento los hebreos estarn siempre,perpetuamente, dispersos entre los extranjeros y por los extranjerossojuzgados. Algunos de ellos volvern a construir Jerusaln y su Templo;pero el pas ser invadido por los Escitas, sometido a los Persas,conquistado por los Griegos y, finalmente, despus de la ltima gesta de losMacabeos, entregado a una dinasta de rabes brbaros sujeta a los

    Romanos.

    Este pueblo que durante tantos siglos vivi libre y rico en el desierto y unda fue dueo de reinos y se crey, bajo la proteccin de su Dios, el primerpueblo de la tierra, ahora, diezmado, dividido, despreciado y mandado porlos extranjeros, se ha convertido poco a poco en el ludibrio de las gentes, enel Job de los pueblos. Despus de la muerte de Jess su destino ser todava

    ms duro: Jerusaln ser destruida por segunda vez; en la provinciadevastada no mandarn ms que Griegos y Romanos y los ltimos restos deIsrael sern dispersos por toda la tierra como el polvo de los caminosempujado por el siroco.

    Nunca pueblo alguno fue tan amado por su Dios ni tan atrozmentecastigado; fue elegido para ser el primero, y fue siervo de los ltimos; quiso

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    espirituales. Esta metfora fsica, til en el simbolismo vulgar, ceremonianecesaria a los ojos carnales de los ms, que tienen necesidad de un apoyomaterial para creer en lo que no es material, no estaba hecha para Jess.

    l ha ido a Juan para que se cumpliese la profeca del Precursor: el

    arrodillarse ante el Profeta del Fuego es el reconocimiento de ste, que hasido embajador leal, que ha cumplido con su deber, que puede decir ya queha hecho su obra. Jess, sometindose a este rito, da realmente a Juan lalegtima investidura de Precursor.

    Si en el Bautismo de Jess se quisiera ver una segunda significacin, sepodra tal vez recordar que la inmersin en el agua es la supervivencia de un

    sacrificio humano. Los pueblos antiguos acostumbraron durante siglosmatar a los enemigos o a algunos de sus mismos hermanos como ofrenda alas divinidades airadas, para expiar algn grave delito del pueblo o paraobtener una gracia extraordinaria, una salvacin que pareca desesperada.Los Hebreos haban destinado a Jehov la vida de los primognitos: entiempos de Abraham el uso fue abolido por orden de Dios; pero no sindesobediencias posteriores.

    Se mataba a las vctimas destinadas de varias maneras: entre ellas, enanegamiento. En Curio de Chipre, en Terracina, en Marsella, en tiemposhistricos ya, se arrojaba todos los aos un hombre al mar, y la vctima eraconsiderada como salvador de sus conciudadanos. El Bautismo era recuerdodel anegamiento ritual, y como esta ofrenda propiciatoria al agua se crea

    benfica para los sacrificadores y meritoria para la vctima, era breve el paso

    que haba que dar para considerarla como el principio de una nueva vida, deuna resurreccin: aquel a quien se sumerga en el agua mora por lasalvacin de todos y era digno de revivir. El Bautismo, aun despus dehaberse olvidado este origen feroz, subsisti como smbolo del renacimiento.

    Jess iba a comenzar entonces precisamente una nueva poca de su vida; esdecir, su verdadera vida. Sumergirse en el agua atestiguaba la voluntad de

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    morir; pero al mismo tiempo la certidumbre de resucitar. No baja al ro paralavarse, sino para significar su muerte y su consiguiente resurreccin.

    EL DESI ERTO

    Apenas salido del agua, Jess va al Desierto; de la Multitud a la Soledad.

    Haba estado hasta entonces entre las aguas y los campos de Galilea, y lasencespedadas orillas del Jordn; ahora va a los montes pedregosos, dondeno nace fuente, donde no espiga grano, donde nicamente crecen reptiles yespinos.

    Haba estado hasta entonces entre los braceros de Nazareth, entre lospenitentes de Juan; ahora va a los montes solitarios, donde no se ven

    rostros ni se oyen voces humanas. El hombre nuevo pone por medio, entres y aqullos, el Destierro.

    La soledad es un sacrificio tanto ms meritorio cuanto ms doloroso. Lasoledad, para los ricos de alma, es Premio y no Expiacin. Una antevsperadel bien cierto, una creacin de la belleza interior, una libre reconciliacincon todos los ausentes. nicamente en la soledad vivimos con nuestros

    semejantes: con aquellos que en la soledad hallaron los magnnimospensamientos que nos consuelan de los bienes que abandonamos.

    No puede soportar la Soledad el mediocre, el pequeo. El que no tiene nadaque ofrecer. Quien tiene miedo de s y de su vaco. El que vive de continuoen la soledad del propio espritu, desolado desierto interior donde no crecensino las hierbas venenosas de los parajes incultos. El inquieto, el aburrido,

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    no beba el cliz de la muerte inminente, y cuando est clavado en la cruz,Satans repetir el desafo por boca de los judos: "Si eres el hijo de Dios,desciende de la cruz y slvate. Pero en la noche de la vspera y en elmedioda de la muerte, Jess resistir a Satans y no recurrir a ningnmilagro para librarse a s mismo. Los hombres habrn de creer, a despecho

    de todas las apariencias en contraro, en su grandeza, incluso en la hora msterrible de su humillacin; habrn de creer en su divinidad, aun ante suaparentemente vilipendiada humanidad. Arrojarse del Templo abajo sin laabsoluta necesidad de hacer cesar una pena ajena, con el solo objeto deconquistar a los hombres por la fascinacin del estupor y del terror; tentar aDios; forzarle, casi, a hacer un milagro superfluo y temerario, nicamentepara que Satans no gane la infame apuesta fundada en el sarcasmo y la

    protervia, no es cosa de Jess. Corazn, quiere hablar a los corazones;sublime, quiere sublimar; puro, quiere purificar; amor, quiere inflamar a losdems en amor; alma grande, quiere engrandecer a las pequeas almasabandonadas. . . En vez de arrojarse como un mago vulgar al precipicio quehay al pie del Templo, del Templo ascender a la Montaa para contardesde lo alto las bienaventuranzas de su Reino.

    La oferta de los reinos de la tierra tiene que horrorizarle, y todava ms elprecio que Satans pide. Satans podr ofrecer lo que es suyo; los reinos dela tierra estn con frecuencia fundados en la fuerza y se mantienen con elengao; all est su campo. Satans duerme todas las noches a la cabecerade los poderosos; ellos le adoran con sus hechos y le pagan tributo diario depensamientos y de obras. Pero si Jess ofreciese a todos el pan sin trabajo;s Jess, como un funmbulo prestigioso, abriese un teatro pblico de

    milagros populares, podra arrancar a los reyes sus reinos sin doblar larodilla ante el adversario. Si quisiera parecer el Mesas que los Judossuean en sus insomnios nostlgicos de esclavos, sabe el camino; podracorromperlos con la abundancia y la maravilla, hacer de toda la tierra unpas de riquezas y de encantamientos, y al punto ocupara todos los puestosde los procuradores de Satans.

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    Santos ngeles, semejantes a Dios.

    Para que el Reino venga, para que cada cual se preocupe de eseadvenimiento, es necesario primeramente creer en tal mensaje, creer que elReino es realizable y prximo. S no hay fe en la promesa, nadie har las

    cosas necesarias para que la promesa pueda ser mantenida. nicamente lacertidumbre de que el Anuncio no es un engao y de que el Reino no es lamentira de un aventurero o la alucinacin de un obseso; nicamente laseguridad de la sinceridad y la validez del Mensaje puede empujar a loshombres a poner mano en la obra de la fundacin.

    Jess, con sus pocas palabras oscuras para los ms ha sentado los

    principios de su enseanza. La plenitud de los Tiempos: es menestercomenzar ahora, en seguida. El advenimiento del Reino: victoria delEspritu sobre la Materia, del Bien sobre el Mal, del Santo sobre el Bruto. LaMetanoia: transformacin total de las almas. El Evangelio: el alegre anunciode que todo eso es verdad y perpetuamente posible.

    CAFARNAUM

    Estas cosas enseaba Jess a sus Galileos en los umbrales de las casitasblancas, en las sombreadas plazuelas de las ciudades, o en las arenas del

    lago, apoyado en una barca sacada a tierra, con los pies entre los guijarros,al atardecer, cuando el sol caa rojo en Occidente, llamando al reposo.

    Muchos le escuchaban y seguan porque, dice Lucas, "su palabra erapoderosa". Las palabras no eran del todo nuevas: pero era nuevo el hombre

    y el calor de su voz y el bien que haca aquella voz que surga del corazn ytocaba a los corazones. Era nuevo el acento de aquellas palabras y nuevo el

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    Vagabundo. Su vida es un perenne Viaje. Antes que el otro aquel que fuecondenado a la inmortalidad por Un condenado a muerte es el verdaderoJudo Errante. Nace en la etapa de un viaje y no en una posada, porque en lade Beln no haba sitio para la peregrina encinta. Todava infante, lo llevanpor los largos caminos abrasados de sol que conducen a Egipto. De Egipto

    vuelve al agua y al verdor de Galilea. Desde Nazareth va muchas veces, porla Pascua, a Jerusaln. La voz de Juan le llama al Jordn; una voz interior leempuja al Desierto. Y despus de los cuarenta das de hambre y de tentacinempieza su continua peregrinacin de ciudad en ciudad, de pueblo enpueblo, de montaa en montaa, a travs de la divina Palestina.Frecuentemente lo hallaremos en su Galilea, en Cafarnaum, en Corozan, enCan, en Magdala, en Tiberades. Pero muchas ms veces aun atraviesa la

    Samaria y se sienta de grado junto al pozo de Sichar. Lo volvemos a hallarde cuando en cuando en la Tetrarqua de Filipo, en Bethsaida, en Gadara, enCesarea y tambin en Gerasa, en la Perca de Herodes Antipas. En Judea sedetiene, de mejor gana en Betania, a pocas millas de Jerusaln, o en Jeric.Pero no se arredra tampoco para atravesar los confines del antiguo Reino ydescender entre los gentiles. Lo hallamos, en efecto, en Fenicia por la partede Tiro y de Sidn, y la Transfiguracin sucedi en lo alto del monte

    Hermn, en Siria. Despus de la Resurreccin aparece en Emmas, en lasorillas de su lago de Tiberiades y, finalmente, en Betania, junto a la casa delresucitado Lzaro.

    Es el Viandante sin descanso, el Errante sin casa, el Vagabundo por amor, elDesterrado voluntario en su propia patria. l mismo dice que no tiene unapiedra en que reclinar la cabeza; y es verdad que no posee un lecho propio

    en que tenderse todas las noches, ni una estancia que pueda decir suya. Suverdadera casa es el camino que lo lleva, juntamente con sus primerosamigos, en busca de amigos nuevos; su lecho es el surco de un campo, el

    banco de una barca, la sombra de un olivo. A veces duerme en las casas delos que le aman; pero es husped fugitivo, de corta estancia.

    En los primeros tiempos, lo encontramos ms frecuentemente en

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    Cafarnaum. Sus itinerarios all empezaban y all acababan. Mateo la llama"su ciudad". Cafarnaum ha pasado a nuestras lenguas en el sentido deconfusin y algaraba. En efecto, la primera aldea de pescadores ycampesinos, en los ltimos tiempos, haba engrosado, haba echado vientre.Situada en el camino de las caravanas que desde Damasco, a travs de la

    Iturea, iba al mar, haba llegado a ser poco a poco un emporio mercantil degran importancia. Haban ido a establecerse all artesanos, traficantes,mercaderes, comisionistas, tenderos. Los hombres de la finanza como lasmoscas corren a las peras podridas all haban acudido: publicanos,recaudadores y otros funcionarios del fisco. El pueblecito, entre agreste ypescador, se haba convertido en una ciudad abigarrada y heterogneadonde la sociedad de entonces, incluso soldados y rameras, estaba toda

    representada. Pero Cafarnaum, mirndose en el Lago, ventilada por el airede las colinas prximas y por la brisa del agua, no estaba por completoputrefacta como las ciudades sirias y como Jerusaln. Haba todavalabradores que todos los das iban al campo y pescadores que todos los dassalan en sus barcas. Buena gente, pobre, sencilla, cordial; hombres a losque se poda hablar de algo ms que de mercancas y de dinero. Entre ellosse respiraba.

    El sbado, Jess iba a la Sinagoga. Todo el mundo tena derecho a entrar yleer, e incluso a hablar sobre lo que se haba ledo. Era una simple casa, unaestancia desnuda adonde se iba en compaa de amigos y de hermanos aconversar acerca de Dios.

    Jess se levantaba, peda un volumen de las Escrituras msfrecuentemente los Profetas que la Ley y recitaba con voz tranquila dos,tres, cuatro, pocos versculos. Luego empezaba a hablar con elocuenciaintrpida y tajante que confunda a los Fariseos, tocaba a los pecadores,conquistaba a los pobres, encantaba a las mujeres.

    El viejo texto se transfiguraba de improviso, se haca transparente, actualpara todos; pareca una verdad nueva, un descubrimiento hecho por ellos,

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    Han ido tambin los pescadores, el joven y el viejo, ambos quemados del soly con los ojos entornados de tanto tenerlos a la llama del reflejo, y el viejo esms hermoso por el contraste que hacen la cabellera y la barba blanca con elrostro ennegrecido y arrugado; los Pescadores han volcado las barcas en laarena, las han atado a un palo, han puesto las redes en el techo y han ido a

    la Sinagoga, aunque no estn acostumbrados a estar entre paredes y sientantal vez cierta confusa nostalgia de los remolinos del agua en la proa.

    Tambin estn all los labradores de los campos vecinos, labradores casiricos, que llevan una tnica que no desdice entre las dems, y estncontentos de la mies, que pronto pedir la hoz; no quieren olvidarse deDios, que hace granar la cebada y florecer las vias. Estn los Pastores,

    llegados por la maana, ovejeros y cabreros, que todava conservan el tufodel redil. Pastores que viven toda la semana en los pastos del monte, sin verun alma, sin malgastar una palabra, solos con los plcidos animales querumian en paz la hierba nueva.

    Los pequeos propietarios, los pequeos tenderos, los seores deCafarnaum, han ido todos. Son hombres devotos y de bien. Estn en las

    primeras filas, graves, con los ojos bajos, satisfechos de los negocios de lospasados das, satisfechos de su conciencia porque han observado la Ley sinengaar y sin mancharse. Se ven las filas de sus espaldas cubiertas de finas

    vestiduras; espaldas arqueadas, pero amplias; espaldas de amos; espaldasde gente en regla con el mundo y con Dios. Hay tambin forasteros de paso,mercaderes que van a Siria y vuelven a Tiberiades. Han ido porcondescendencia y por costumbre, quizs para encontrar un cliente, y

    mirando a todos a la cara con la arrogancia que da el dinero a las almasindigentes.

    Al fondo de la estancia porque la Sinagoga no es ms que una habitacinalargada, blanqueada, poco ms grande que una escuela, que una hostera,que una cocina , estn acurrucados, como perros juntos a la puerta, comolos que tienen siempre la sospecha de que van a ser arrojados, los pobres del

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    pueblo, los ms pobres de todos, los que viven de cualquier trabajo a saltode mata, de tal cual limosna echada en cara y tambin oh, miseria! deltal cual pequeo latrocinio; los harapientos, los piojosos, los esclavos, losdesgraciados; las viejas viudas que tienen a los hijos lejos; los hurfanos

    jvenes que no saben todava ganarse el pan; los viejos encorvados a

    quienes nadie reconoce; los enfermos sin fuerzas; los que padecenenfermedades incurables; aquellos a quienes la cabeza ya no dice la verdad yno saben ni pueden trabajar; los fracasados, los rechazados, losabandonados, los que comen cuando pueden y nunca lo suficiente paraquitarse el hambre los que recogen lo que los dems tiran: los mendrugos,la cabeza de los pescados, los tronchos, las cortezas, y duermen cundoaqu, cundo all, y padecen el fro en el invierno y esperan todos los aos el

    verano, encanto de los pobres, cuando hay una fruta que coger a lo largo delos caminos. Tambin ellos, los pedigeos, los desventurados, los tiosos,los desfallecidos, cuando llega el sbado, van a la Sinagoga, para escucharlas historias de los libros. No los pueden echar fuera; tienen el mismoderecho que los dems; son hijos del mismo Padre y siervos del mismoSeor. Se sienten aquel da un poco ms consolados de su miseria porquepueden or la misma palabra que los ricos y los sanos. Aqu no les sirven

    comida distinta, peor, ms vil, como sucede en las casas, donde el amo setoma lo mejor y el pordiosero, en el umbral, debe contentarse con lo peor.Aqu el alimento es igual para el que tiene y para el que no. Las palabras deMoiss son las mismas, perpetuamente las mismas, para el que posee el mspinge rebao y para el que no tiene siquiera un cuarto de cordero para elda de Pascua. Pero las palabras de los Profetas son mejores para ellos quelas de Moiss. Ms duras para los grandes, pero mejores para los pequeos.

    La pobretera espera todos los sbados que alguien lea un captulo de Amso de Isaas. Porque los Profetas defendan a los desnudos y anunciaban elcastigo y un mundo nuevo: "Y alguno que fue vestido de prpura se verforzado a revolverse en el estircol."

    Y he aqu que aquel sbado haba Uno que vena principalmente por ellos,que hablaba principalmente para ellos, que haba abandonado el Desierto

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    de pan, le amaban por el amor de aquellos.

    Y todos, cuando sala de la Sinagoga, le esperaban en la calle para volverlo aver; le seguan tmidos, atolondrados. Cuando entraba en casa de algnamigo para comer, casi sentan celos y haba quien se estaba frente a lapuerta hasta que volva a aparecer. Entonces, atrevindose un poco ms, sele acercaban e iban todos juntos a lo largo de la orilla del Lago. Otros seagregaban en el camino, y cundo el uno, cuando el otro el valor, a cieloabierto, fuera de la Sinagoga, creca le interrogaban. Y Jess, parndose,responda a aquel populacho oscuro con palabras que no se olvidarn nunca.

    LOS CUATRO PRI MEROS

    Entre los pescadores de Cafarnaum encontr Jess los primeros discpulos.Estaban casi todos los das a la orilla del Lago; a veces las barcas se hacanms adentro; a veces las vea llegar con la vela henchida por la brisa, y de la

    barca descendan los hombres descalzos caminando en el agua hasta medapierna, llevando entre dos las cestas llenas de la hmeda plata de los pecesmuertos, apiados todos, los buenos y los de desecho, y las grandes redes

    viejas goteantes.

    Salan a veces, entrada la noche, cuando haba luna, y volvan por la maanatemprano, poco despus de ponerse la luna y antes de salir el sol. Jess confrecuencia los esperaba en la playa y era el primero en saludarlos. Pero nosiempre la pesca haba ido bien; cuando volvan con las manos vacas,rendidos y malhumorados, Jess los saludaba con palabras que hacan bienal corazn, y los desilusionados, aunque no hubiesen dormido, leescuchaban de buen grado.

    Una maana, mientras Jess, a la orilla, hablaba a la gente que se habaparado en derredor suyo, dos barcas volvan haca Cafarnaum. Los

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    pescadores, una vez en tierra, empezaron a remendar las redes. EntoncesJess, entrando en una de las barcas, rog que la separasen un poco detierra para no ser agobiado por el gento. Y en pie, junto al timn, enseabaa los que se haban quedado, en tierra. Y acabado que hubo de hablar, dijo aSimn:

    Internaos en el mar y echad las redes.

    Respondi Simn, hijo de Jons, patrn de la barca.

    Maestro, nos hemos cansado durante toda la noche y no hemos sacadonada, ni un pececillo. Pero, con todo, por obedecerte, echar las redes.

    Apenas estuvieron un tanto apartados de la orilla, Simn y Andrs, suhermano, echaron en el agua una red grande. Y cuando la sacaron estabatan llena de peces, que casi se rompan las mallas. Entonces los doshermanos llamaron a los compaeros de la otra barca para que fuesen aayudarlos, y, echadas otra vez las redes, de nuevo las sacaron colmadas.Simn, Andrs y los otros exclamaban: "Milagro!", y daban gracias a Jess,que les haba trado tal fortuna. Simn. naturalmente impetuoso, se arroj a

    los pies del Maestro, gritando:

    Seor, aprtate de m, que soy pecador y no soy digno de tener un santoen mi barca.

    Pero Jess, sonriendo, le dijo:

    Ven conmigo y cree en mi palabra y te har pescador de hombres,

    De vuelta a la orilla, sacaron a tierra las barcas y, abandonadas las redes, losdos hermanos le siguieron. Y pocos das despus Jess vio a los otros doshermanos, Santiago y Juan, hijos del Zebedeo, los que antes erancompaeros de Simn y Andrs, y los llam mientras estabanrecomponiendo las redes rotas. Y tambin ellos, despidindose de su padre,

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    que estaba en la barca con los criados, y dejando sin ms las redes rotas, lesiguieron.

    Jess ya no estaba solo. Cuatro hombres, dos parejas de hermanos quefraternizaban ms profundamente en la fe comn, estaban dispuestos aacompaarlo a donde quisiese ir, a partir el pan con l, a repetir suspalabras, a obedecerlo como a padre y mejor que si fuese su padre. Cuatropobres pescadores, cuatro sencillos hombres del Lago, hombres que apenassaban leer y a duras penas saban hablar; cuatro hombres humildes quenadie haba sabido distinguir de los dems, eran llamados por Jess parafundar con l un Reino que haba de ocupar toda la tierra. Por l habandejado las fieles barcas que tantas veces empujaron al agua y tantas veceshaban amarrado al desembarcadero, y las viejas redes y las nasas quehaban sacado del agua millares de peces, y padre, familia y casa; lo habandejado todo por seguir a aquel hombre que no prometa dineros ni tierras, yhablaba siempre de amor, de pobreza y de perfeccin.

    Aunque su espritu permanezca siempre harto bajo en parangn con el delMaestro; aunque un poco toscos y rudos, y aunque a veces duden y vacilen yno entiendan sus verdades y sus parbolas, y al cabo le abandonenmomentneamente, todo, al fin, les ser perdonado en atencin a la cndida

    y segura prontitud con que le han seguido al primer llamamiento.

    Quin de nosotros, de cuantos vivimos, sera capaz hoy de imitar a loscuatro pobres de Cafarnaum? S un Profeta viniese y dijese al Mercader:deja el mostrador y la caja; y al Profesor: baja de la ctedra y arroja loslibros; y al Ministro: abandona tus papeles y las mentiras que son redespara los hombres; y al Obrero: deja esos utensilios, que voy a darte otrotrabajo; y al Labrador: interrumpe a la mitad el surco y deja el arado entrelos terrones, que yo te prometo una recoleccin ms maravillosa; y alMaquinista: deja tu mquina y ven conmigo, que el espritu vale ms que elmetal; y al Rico: regala todos tus bienes, que adquirirs conmigo un tesoroinapreciable si un Profeta nos hablase as a nosotros, hombres del

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    presente, cuntos le seguiramos con la sencilla espontaneidad de aquellosantiguos pescadores?. Pero Jess no ha hecho una seal a aquellosmercaderes que estn traficando en las plazas y en las tiendas, ni a aquellosfariseos que mascullan de continuo las ms pequeas prescripciones legales

    y saben citar de memoria los versculos de los Libros, ni a los labradores

    harto apegados a la tierra y al ganado, ni mucho menos a los hartos, a losahtos, a los contentos que no se preocupan de otros reinos porque su reinoha llegado hace tiempo.

    No por azar elige Jess sus primeros soldados entre los Pescadores. ElPescador, que vive gran parte de sus das en la pura soledad del agua, es elhombre que sabe esperar. Es el hombre paciente que no tiene prisa, queecha su red y confa en Dios. El agua tiene sus caprichos, el Lago susfantasas; los das no son nunca iguales. No sabe, al partir, si volver con la

    barca colmada o sin un pez siquiera que poner al fuego para su almuerzo. Sepone en manos del Seor, que manda la abundancia y la caresta; seconsuela del da malo pensando en el bueno que viene y en el que vendr.No desea enriquecimientos imprevistos, contento con poder cambiar elfruto de su pesca por un poco de pan y de vino. Es puro de alma y de cuerpo;

    lava sus manos en el agua y baa su espritu en la soledad.

    De estos pescadores de Cafarnaum, que hubieran muerto en la oscuridadsin que nadie, ni los vecinos, se hubiesen dado cuenta, Jess hizo Santos, aquienes los hombres, aun hoy, recuerdan y rezan. Los grandes hombres loscrea Uno ms grande; de un pueblo sooliento, saca los despertadores; deun pueblo muelle, los guerreros; de un pueblo ignorante, los maestros.

    En todo tiempo se elevan hogueras si hay mano que sepa encenderlas. Siaparece un David, encuentra enseguida sus Ghibborm; un Agamenn, sushroes; un Arturo, sus Pares; un Carlomagno, sus Paladines; un Napolen,sus Mariscales. Y Jess hall, entre los aldeanos de Galilea, sus Apstoles.

    Jess no buscaba guerreros armados, vencedores de enemigos,conquistadores de pueblos. Sus Apstoles deban, s, pelear; pero la buena

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    batalla de las Perfecciones contra la Corrupcin, de la Santidad contra elPecado, de la Salud contra la Enfermedad, del Espritu contra la Materia,del Futuro feliz contra el Pasado infecundo. Los Apstoles ayudarn a Jessa transmitir el venturoso mensaje a los dolientes, hablarn en su nombre enlos lugares que l no visite en persona, y en su nombre proseguirn su obra

    despus que l haya muerto.

    Continuar -->

    Nota s

    1 )- Quiera Dios que podamos eliminar de nuestro discurso todo lo que

    agrada al odo, todo lo que se deleita la mente, todo lo que sorprende a laimaginacin, dejando slo la simple verdad; la sola, eficaz y pura fuerza delEspritu Santo, y nada del pensamiento dirigido a convertir!

    2 )- Cantidad que tiene la edicin italiana, impresa en cuerpo mayor.(N.del T.)

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    LA MONTAA

    El Sermn de la Montaa es el ttulo ms grande de la existencia de loshombres. De la presencia de los hombres en el infinito universo. La

    justificacin de nuestro vivir. La patente de nuestra dignidad de seresprovistos de alma. La prenda de que podremos elevarnos sobre nosotros

    mismos y ser ms que hombres. La promesa de esta posibilidad suprema, deesta esperanza, de nuestra ascensin sobre la Bestia.

    S un ngel, descendido hasta nosotros de un mundo superior, nos pidieselo mejor y de ms alto precio que tuviramos en nuestras casas, la prueba denuestra certidumbre, la obra maestra del espritu en lo ms alto de su poder,no le llevaramos ante las grandes mquinas engrasadas, ante los prodigios

    mecnicos de los que estpidamente nos envanecemos siendo as que hanhecho la vida ms esclava, ms afanosa, ms corta son, las ms de las

    veces, materia al servicio de necesidades y superfluidades materiales ; masle ofreceramos el Sermn de la Montaa y despus, nicamente despus,un centenar de pginas arrancadas de los poetas de todos los pueblos. Peroel Sermn sera siempre el diamante nico, refulgente en su lmpidoesplendor de luz deslumbrante entre la coloreada miseria de las esmeraldas

    y de los zafiros.

    Y si un da fuesen llamados los hombres ante un tribunal sobrehumano, yhubiesen de dar cuenta a los jueces de todos los errores cometidos y de lasantiguas infamias renovadas todos los das, y de los estragos que durandesde hace milenios, y de toda la sangre salida de las venas de nuestroshermanos, y de todas las lgrimas vertidas por los ojos de los hijos de los

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    hombres, y de nuestra dureza de corazn, y de nuestra perfidia, que escomparable nicamente con nuestra imbecilidad, no llevaramos ante esetribunal las razones de los filsofos, por sabias y bien hiladas que sean, nilas ciencias, sistemas efmeros de smbolos y de recetas; ni nuestras leyes,turbias componendas entre la ferocidad y el miedo. No mostraramos, como

    compensacin de tanto mal y resarcimiento de nuestras empedernidasmorosidades, como descargo de sesenta siglos de atroz historia y comoatenuante nica de todas las acusaciones, nada ms que los pocos versculosdel Sermn de la Montaa y los frutos que ha producido.

    Quien lo ha ledo una vez y no ha sentido, al menos en el breve momento dela lectura, un estremecimiento de agradecida ternura, un principio de llantoen lo ms hondo de la garganta, un ansia de amor y remordimiento, unanecesidad confusa pero punzante de hacer algo para que aquellas palabrasno sean tan slo palabras, para que aquel sermn no sea nicamente sonido

    y smbolo sino esperanza inminente, vida viva en todos los vivos, verdadpresente, verdad para siempre y para todos; quien lo ha ledo una vez y noha experimentado todo esto, mejor que ningn otro merece nuestro amor,porque todo el amor de los hombres no podr nunca compensarle de lo que

    ha perdido.

    La Montaa sobre la cual estaba Jess el da del Sermn, era ciertamentemenos alta que aquella desde donde Satans le haba hecho ver los reinos dela tierra. Desde all no se vea ms que la campia tendida al sol manso de latarde, y de una parte el valo verde-plata del lago y de la otra la larga crestadel Carmelo, donde Elas venci las asechanzas de los secuaces de Baal.Pero desde aquel monte humilde, que nicamente la hiprbole de loscronistas llam montaa, y tal vez fuera un altozano o una roca apenaselevada de la tierra, desde aquel monte que ni siquiera mereca el nombrede monte, Jess hizo ver el Reino que no tiene fin ni confn, y escribi en lacarne de los corazones no en tablas de piedra, como en el Sina el cantodel hombre nuevo, el himno de la soberana excelencia.

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    "Cun bellos son los pies de aquel que sobre los montes anuncia y predicala paz!" . Isaas no fue nunca tan profeta como en el momento en que le

    brotaron del alma estas palabras.

    Jess estaba sentado en una altura en medio de los primeros Apstoles,cercado por centenares de ojos que miraban sus ojos, y alguien le pregunt aquin correspondera ese Reino de Dios del que tanto hablaba siempre.

    Jess respondi con las nueve Bienaventuranzas, que son como el peristilo,"flgido de fulgor", de todo el Sermn.

    Las Bienaventuranzas, frecuentemente deletreadas todava hoy por aquellosmismos que han perdido su sentido, frecuentemente se interpretan mal.

    Muy a menudo se las amputa, se las mutila, se las deforma, se las envilece,se las tuerce. Y con todo, compendian el primer da, aquel festivo da de laenseanza de Jess.

    "Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el Reino de losCielos". Lucas omiti las palabras "de espritu" y dijo, sin ms: los pobres.

    Alguien, moderno y malicioso, entendi los simples, los tontos, los beocios.

    Habra que escoger, en suma, entre los desheredados y los imbciles.

    Jess no pensaba en aquel momento ni en los unos ni en los otros. Jess nosimpatizaba con los ricos y detestaba con toda su alma la avidez de lariqueza, estorbo grandsimo al verdadero enriquecimiento del alma. Jessprefera a los pobres, y los confortaba porque tienen ms necesidad de calor,

    y les hablaba porque tienen ms necesidad de ser saciados con palabras de

    amor; pero estaba lejos de pensar que bastase el ser pobre material,socialmente pobre para sin ms tener derecho a gozar del Reino.

    Jess nunca mostr admiracin de esa inteligencia que es slo inteligenciade cosas abstractas y memoria de frases; los puramente sistemticos ymetafsicos, los sofistas, los escudriadores de la naturaleza, losdevoradores de libros no hubieran hallado gracia ante sus ojos. Pero la

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    la nueva tierra y del nuevo cielo, no debe entregarse a la rabia, consejera delmal, ni a la crueldad, negacin del amor. Los mansos son aquellos quesoportan la vecindad de los malos y la propia, muchas veces ms ingrata;que no se revuelven contra los malos, pero los vencen por la dulzura; y no seenfurecen a las primeras contrariedades, sino que vencen al eterno

    adversario con aquella plcida constancia que manifiesta ms fuerza denimo que los estriles y sbitos furores. Son semejantes al agua, que essuave al contacto y hace sitio a todos, pero que asciende lentamente,penetra en silencio y consume mansamente, con la paciencia de los aos, losms duros pedernales.

    LOS QUE LLORAN

    "Bienaventurados los que lloran, porque ellos sern consolados". Losafligidos, los lacrimosos, los que sienten asco de s mismos y compasin delmundo y no viven en la ebria y supina estupidez de la vida corriente y lloranla infelicidad propia y la de sus hermanos, y lloran los esfuerzos fallidos y la

    ceguera que retrasa la victoria de la luz

    porque la luz del cielo noaprovecha a los hombres si los ojos de stos no la reflejan , y lloran lalejana de ese bien infinitas veces soado, infinitas veces prometido y, sinembargo, por culpa nuestra y de todos, cada vez ms lejano; los que lloranlas ofensas recibidas, sin aumentar los afanes con las venganzas, y lloran elmal que han hecho y el bien que hubieran podido hacer y no han hecho; losque no se desesperan por haber perdido un tesoro visible, sino que ansan

    los tesoros invisibles; los que as lloran, apresuran con las lgrimas laconversin, y es justo que un da sean consolados.

    "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellossern hartos". La justicia que Jess entiende aqu no es la justicia de loshombres, la obediencia a las leyes humanas, la conformidad a los cdigos, elrespeto de los usos y transacciones establecidos por los hombres. El justo,

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    firman las paces donde se enfurecen las guerras. Cuando Jess dijo quehaba venido a traer guerra y no paz, entenda por ello la guerra al Mal, aSatans, al Mundo; al Mal, que es ofensa; a Satans, que mata; al Mundo,que es continua refriega; entenda, en suma, la guerra a la guerra. Lospacficos son precisamente los que mueven guerra a la guerra, los

    aplacadores, los procuradores de la concordia. El origen de toda guerra es elamor de si mismo el amor que se convierte en amor de las riquezas,orgullo de lo posedo, envidia de quien tiene ms, odio a los mulos y lanueva Ley viene a ensear la propia abnegacin, el desprecio de los bienesque se pueden medir, el amor a todos los hombres, incluso a aquellos quenos odian. Los pacficos que ensean y practican este amor, arrancan la razde toda guerra; cuando todo hombre ame a sus hermanos como a si mismo,

    no habr guerras, ni pequeas, ni grandes, ni domsticas, ni imperiales, nide palabra, ni de obra, entre hombre y hombre, entre casta y casta, entrepueblo y pueblo. Los pacficos habrn aquietado la tierra y sern llamadoscon justicia hijos de Dios, y entrarn los primeros en el Reino que Jesucristo

    viene a fundar,

    "Bienaventurados los que sufren persecucin por la justicia, porque de ellos

    es el Reino de los Cielos". Yo os mando a fundar este Reino que es el Reinode Dios, de esa ms alta justicia que es el amor, de esa bondad paternal quese llama Dios; os mando, pues, para combatir a los sostenes de la injusticia,a los lacayos de la materia, a los proslitos del Adversario. stos, asaltados,se defendern; para defenderse, os ofendern. Seris torturados en elcuerpo, atormentados en el alma, privados de la libertad y tal vez de la vida.Pero si aceptis el sufrir alegremente para llevar a los dems la Justicia que

    os hace sufrir, esa persecucin ser ttulo indubitable para entrar en eseReino que, en la parte que os corresponde, habis fundado.

    "Bienaventurados cuando os ultrajen y, mintiendo, digan de vosotros todaclase de males. Alegraos y regocijaos porque grande es vuestra recompensaen los cielos; que as antes que a vosotros han perseguido a los Profetas. Lapersecucin es especialmente material, en el orden fsico, en el orden

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    jurdico y en el poltico. Os podrn quitar el pan y la pura luz del sol y lalibertad y querrn quebrantaros los huesos. Pero no bastar la persecucin.

    Aguardad el insulto y la calumnia. No se contentarn con condenarosporque queris cambiar a los hombres bestias en santos; aquellos, tendidosen la basura hedionda de la animalidad, no quieren de ninguna manera salir

    de ella ni se contentarn con destrozaros el cuerpo. Os llegarn al alma, osacusarn de toda torpeza, os lapidarn con vituperios y contumelias; y loscerdos dirn que sois sucios, los asnos jurarn que sois ignorantes, loscuervos os acusarn de que comis carroa, los carneros os arrojarn pormalolientes, los disolutos os tildarn de lujuriosos, y los ladrones osdenunciarn por hurto. Pero vosotros debis alegraros cada vez ms, porqueel insulto de los malos es consagracin de vuestra bondad, y el barro que os

    lanzaren los impuros, prenda de vuestra pureza. Esta es, como dir SanFrancisco, la perfecta Alegra "Sobre todas las gracias que Cristo concede asus amigos est la de vencerse a s mismo y sufrir de buen grado penas,injurias, oprobios y molestias, porque de todos los dems dones de Dios nopodemos gloriarnos, porque no son nuestros, sino de Dios; pero de latribulacin y la afliccin podemos gloriarnos, porque eso es nuestro". Todoslos Profetas que han hablado en la tierra han sido insultados por los

    hombres; lo mismo acaecer a los que han de venir. Precisamente en eso seconoce a los Profetas: cuando, llenos de fango y cubiertos de vergenza,pasan entre los hombres, alegre el semblante, sin dejar de decir lo que lesdicta la conciencia. No basta el fango para cerrar los labios de los que han dehablar. Aunque maten al Profeta, no podrn reducirlo al silencio, porque su

    Voz, multiplicada por las resonancias de la muerte, se dir en todas laslenguas y por todos los siglos.

    Con esta promesa concluyen las Bienaventuranzas. Los ciudadanos delReino estn hallados y contraseados. Todo el mundo podr reconocerlos.Los refractarios estn advertidos; los que peligran, confortados.

    Los avaros, los soberbios, los satisfechos, los violentos, los injustos, losguerreadores, los que ren, los que no tienen hambre de perfeccin, los que

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    persiguen y ultrajan, no podrn entrar en el Reino de los Cielos. No podrnentrar hasta que ellos, a su vez, no hayan sido vencidos y cambiados,convertidos en lo contrario de lo que son hoy. Los que parecen

    bienaventurados segn el mundo, aquellos a quienes el mundo envidia,imita y admira, estn ms lejos de la verdadera bienaventuranza que los

    dems a quienes el mundo desprecia y detesta. En este prembulo exultanteJess ha invertido las jerarquas humanas; ahora, continuando, invertir losvalores de la vida y ninguna otra evaluacin ser tan divinamenteparadjica como la suya.

    EL RENOVADOR

    Los Gimnosofistas del Eunuquismo y la secta poltronesca de los Saturninos esos hombres serios que llegan cuando ya estn hechas las cosas y lashechas no las rehacen nunca, sino que las repiten y depravan , han puestosiempre mala cara a eso que se llama o parece Paradoja. Para no fatigarse endistinguir las Paradojas sagradas de las que son mera diversin de cerebrosinquietos o insanos, salen diciendo que las Paradojas no son ms queantiguas y reconocidas verdades vueltas del revs; falsedades, por tanto yesto lo hacen para cortar las alas a la vanidad , de facilsima invencin.Porque a ellos les parece, sin duda, ms difcil andar por el camino yatrillado y volver a deletrear, lnea por lnea, lo ya escrito antes que ellos

    naciesen por hombres que no tenan ciertamente su misma cobardecostumbre.

    Si estos papagayos de lo Ya Dicho soportables como consignatarios de latradicin, perniciosos como estorbo de lo Nuevo tuviesen a bien extraerdel depsito de su atascada Memoria las poqusimas Ideas Madres sobre lascuales vive, o, mejor, agoniza el pensamiento moderno porque, si las

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    situaciones dramticas, de creer a Carlos Gozzi, son treinta y seis, lasfilosficas no llegan a dos docenas, no siendo las otras ms que variantes ointegrantes, o jirones o ruinas de aquellas pocas se daran cuenta, congran escndalo, de que todas o casi todas son Vueltas del Revs, es decir,Paradojas.

    Los mismos errores modernos no suelen ser sino antiguas ideas invertidas.

    Cuando Rousseau os dice que los hombres han nacido buenos, pero que lasociedad los ha hecho malos, vuelve del revs el conocido dogma del pecadooriginal; y cuando el terico del Progreso afirma que de lo Peor viene loMejor; y el de la Evolucin que lo Complejo es transformacin de lo Simple;o el Monista que todas las Diversidades no son ms que manifestaciones delo nico, y el Marxista que lo Econmico engendra lo Espiritual; cuando losmodernos Filsofos Matemticos afirmaron que el hombre no era, comosiempre se haba credo, centro del universo, sino una minscula especieanimal sobre una de las infinitas esferas desparramadas en el infinito; ycuando los Protestantes gritaron: el Papa no cuenta y s slo las Escrituras;

    y los Revolucionarios de Francia: el Tercer Estado no es nada y debe serlotodo, qu hicieron sino volver al revs opiniones o doctrinas antiguas ycomunes?

    Pero el verdadero, el mayor Invertidor es Jess. El supremo paradojista, elRenovador radical y sin miedo. En eso est parte de su grandeza. De sueterna novedad y juventud. El secreto de que todo gran corazn, ms tarde oms temprano, gravite hacia su Evangelio.

    Se encarn para rehacer a los hombres, clavados en el error y en el mal;error y mal encuentra en el mundo; cmo no haba de invertir las mximasdel mundo?

    Releed las palabras de la Montaa. A cada paso Jess quiere que el Bajo seareconocido como Alto, que el ltimo sea Primero, que el Descartado seaPreferido, que el Despreciado sea Venerado y, en fin, que las antiguas

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    opiniones sean reconocidas como Error, y la opinin entonces comn comoCorrupcin y Muerte. l ha dicho al Pasado, aterido en su agona, y a laNaturaleza harto de buen grado obedecida, y a la Opinin universal y

    vulgar, el NO ms contundente que registra la historia del mundo.

    En esto es fiel al espritu de su raza, que de su misma cada ha podidodeducir siempre razones para mayores esperanzas. El pueblo ms esclavosoaba con dominar a los dems pueblos con el Hijo de David; el msdespreciado se senta prometido a la Gloria; el ms castigado por Dios secrea el ms amado; el ms pecador estaba confiado de ser el nico quehaba de salvarse. Pero esta absurda revancha de la conciencia hebrea seconvierte en Cristo en una revisin de valores que llega, por la misma lgica

    de su principio supraterrenal, a una divina reforma de muchos principiosque la humanidad segua y respetaba.

    El supuesto de que parte Jess es, en este punto, semejante al del que partiBuda: los hombres son infelices. Todos. Incluso aquellos que parecenfelices; pero Siddharta, para suprimir el dolor, ensea que se suprima la

    vida. Jess recurre a otra esperanza, tanto ms sublime cuanto ms absurda

    parece. La mayora de los hombres son infelices porque no han sabidoencontrar la verdadera vida; convirtanse precisamente en lo opuesto de loque son; hagan lo contrario de lo que hacen y empezar sobre la tierra lafiesta de la felicidad.

    Hasta aqu han seguido a la naturaleza, se han dejado guiar por susinstintos; han aceptado, y slo de palabra, una ley provisional e insuficiente;han adorado a los dioses falsos; han credo encontrar la felicidad en el vino,en la carne, en el oro, en el mando, en la crueldad, en el arte, en la ciencia, yno han hecho sino irritar su mal. Eso quiere decir que el camino es elequivocado; que se debe volver atrs, renunciar a lo que se haba seguido y

    volver a recoger lo que se haba arrojado; adorar lo que se quem y quemarlo que habamos adorado; vencer los instintos animales en vez desatisfacerlos; luchar con nuestra naturaleza en vez de halagarla; aceptar una

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    nueva ley y vivirla en el espritu sin omisiones.

    Si hasta ahora no se ha obtenido lo que se buscaba, no queda ms queinvertir la vida presente, es decir, cambiar nuestra alma.

    Nuestra infelicidad permanente es la prueba de que la experiencia del viejomundo result fallida; que nos es hostil la naturaleza; que el pasado no tienerazn; que el vivir como bestias y segn los instintos elementales de las

    bestias, apenas embellecidos y barnizados de humanidad, es lo mismo quepudrirse en el descontento y resolverse en la desesperacin.

    Los que, dolientes o burlones, han denunciado la infinita miseria delhombre, han visto bien. Los pesimistas tienen razn. Cmo refutar a los

    acusadores de nuestra bribonera, a los despreciadores de nuestraimpotencia, a los burladores de nuestra ignominia? Todo aquel que no hanacida para resolverse contento en la lombriguera comiendo su racin detierra; todo aquel que no slo tiene dos manos y un estmago, sino un alma

    y un corazn; todo aquel cuya alma es de temple ms sutil y, por tanto,incesantemente herida, no puede menos de sentir disgusto hacia loshombres. En los de condicin ms spera esa repugnancia se trueca en odio;

    en los de natural ms generoso y rico, en compasin y amor.

    Cuando Gacomo Leopardi, despus de haber perdido, tal vez por culpa delos imperfectos cristianos que tenia en derredor, el amor al Cristo de suniez, se consuma en la desesperacin razonadora y conclua: "amargura yfastidio, eso es la vida y no otra cosa alguna", quin se atrevera a gritarle?:''Cllate, desventurado!; si no sientes ms que amargura, depende del

    ajenjo que tienes en la boca, y si te aburres, la culpa es tuya, que hascauterizado con la piedra infernal del raciocinio los sentimientos quehubieran alegrado o, al menos, hecho soportable tu vida".

    No. Leopardi no se equivocaba. Cuando uno ve a los hombres como son y notiene esperanza de salvarlos, es decir, de cambiarlos, y no puede vivir como

    viven ellos, porque es muy de otra manera, y no consigue amarlos porque

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    los cree condenados a la infelicidad y maldad eternas, y para l los brutossern brutos siempre y los cobardes siempre cobardes y los bellacos siempre

    bellacos y los sucios ms enfangados cada vez en su suciedad, qu otra cosapuede hacer sino aconsejar al corazn que calle y esperar en la muerte?

    El problema es ste: son inmutables los hombres, incapaces detransformacin ni mejora? Puede, por el contrario, el hombretrashumanizarse, santificarse, divinizarse? La respuesta es de tremendagravedad. Todo nuestro porvenir est en esa pregunta. Incluso entre loshombres que estn sobre los dems hombres, la mayora no han tenidoplena conciencia del dilema. Muchos han credo y creen que se puedecambiar la forma de la vida, pero no el fondo, y que al hombre todo le ser

    dado menos el cambiar la manera de ser de su espritu. El hombre, dicen,podr ser ms dueo del mundo, ms rico, ms docto; pero no podrcambiar nunca su estructura moral; sus sentimientos, sus instintosprimeros sern siempre los mismos, como eran en los selvticos habitantesde las cavernas, en los constructores de las ciudades lacustres, en los

    brbaros de las primeras hordas, en los pueblos de los ms antiguos reinos.

    Otros sienten el horror por el hombre tal como ha sido y como es; peroantes de ahondar en la desesperacin del nihilismo consideran al hombrecomo podra ser, tienen segura fe en una mejora del alma y se sienten felicesen la divina pero terrible empresa de preparar la felicidad de sus hermanos.

    No hay, para los hombres, otra eleccin. O la ms desconsoladora angustia ola fe ms intrpida. O Morir o Salvar.

    El pasado es horrible, el presente es asqueroso. Demos toda nuestra vida,ofrezcamos todo nuestro poder de amar y de entender, para que el Maanasea mejor, para que el Futuro sea feliz. Si hasta aqu nos hemos equivocado y la prueba irrefutable es que estamos mal , trabajemos por elnacimiento de un hombre nuevo y de una vida nueva. Esta es la nica luz ola felicidad no les ser concedida nunca a los hombres, o si la felicidad

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    Dharmasastra y en el Pentateuco, en el Ta-hio y en el Avesta, en lastradiciones de Soln y de Numa, en las sentencias de Hesodo y de los SieteSabios, es un primer esfuerzo, imperfecto, grosero, inadecuado, para extraerde la confusin de la animalidad un esbozo, un principio, un simulacro dehumanidad.

    Esta ley se reduca a pocas prohibiciones fundamentales: no robar, nomatar, no jurar, no fornicar, no forzar al dbil, no vejar al extranjero y alesclavo. Son las virtudes sociales estrictamente necesarias para unaconvivencia til a todos. El legislador se contentaba con disminuir elnmero de las maldades ms comunes. Se satisfaca con un mnimum deinhibiciones: su ideal rara vez pasaba de ser una justicia aproximada.

    Pero la ley supone antes y a su lado la existencia del mal, la tirana delinstinto. Todo precepto suele presuponer su infraccin; toda norma, laprctica contraria. Por eso la ley antigua, la ley de los primeros pueblos noes ms que un dique insuficiente al bruto perpetuo y triunfante Es unconjunto de tolerancias y de medias soluciones entre la costumbre y la

    justicia, entre la naturaleza y la razn, entre la bestia recalcitrante y elmodelo divino.

    Los hombres de los tiempos antiguos, los hombres carnales, fsicos,corporales, corpulentos, sanguneos, atezados, bien formados; los hombresde pelo fosco, de roja faz, devoradores de carne cruda, ladrones de ganado,despedazadores de enemigos dignos de ser llamados, como HctorTroyano, "matadores de hombres los guerreros de fuerza y de apetito que,despus de haber arrastrado por los pies al antagonista muerto, serefocilaban mordiendo grandes pedazos de carnero y vaciando grandestazas de vino; los hombres mal domados, mal subyugados a la Ley, como losque vemos en el Mahabarata y en la Ilada y en el Poema de Izdubar,hubieran sido, sin el terror de los castigos y de los dioses, todava msferoces y desencadenados. En los tiempos en que por un ojo se peda lacabeza, por un dedo un brazo y por una vida cien vidas, la Ley del Talin,