Paisajes agrarios españoles.Teoría

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LOS PAISAJES AGRARIOS ESPAÑOLES GEOGRAFÍA DE ESPAÑA 2º BACHILLERATO IES MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN EDUARDO CABALLERO

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Teoría sobre los paisajes agrarios adaptada del libro: "Geografía de España" coordinado por Gil Olcina y Mendoza en la editorial Ariel. Imprescindible complemento para entender la presentación en Power point sobre el mismo tema.

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LOS PAISAJES AGRARIOS ESPAÑOLES

GEOGRAFÍA DE ESPAÑA 2º BACHILLERATO

IES MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN EDUARDO CABALLERO

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LOS PAISAJES AGRARIOS ESPAÑOLES

Adaptación del capítulo del mismo nombre del libro “Geografía de España” de Gil Olcina y Gómez Mendoza en editorial Ariel.

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Ha sido frecuente que los paisajes agrarios (presentación sintética de los cuadros morfológicos de los principales agrosistemas existentes en España) se hayan entendido como un gran tipo de los llamados paisajes culturales, es decir, de los paisajes modelados por la cultura agropecuaria y forestal del los grupos humanos. En ese sentido, se los ha diferenciado de los paisajes naturales, en los que el protagonismo morfológico y funcional corresponde a elementos y procesos de la naturaleza.

1.- Factores y escalas de la diversidad de los paisajes agrarios españoles: La extraordinaria diversidad de los paisajes españoles es resultado de factores explicativos de peso variable según escalas.

a) El factor agroclimático o ecoclimático constituye el elemento básico de diferenciación de los grandes dominios agrarios y de sus cuadros paisajísticos mayores. Dentro de este factor, son el régimen y el balance de humedad los componentes más relevantes, matizados por el régimen térmico y el volumen de calor acumulado. Según este factor diferenciaríamos:

• los paisajes agrarios atlántico-húmedos: balance de humedad positivo,

pradera natural, bosque caducifolio, matorral higrófilo y especial orientación ganadera.

• Ámbito mediterráneo seco: déficit de humedad anual, sequía veraniega larga,

cultivos tradicionales de secano mediterráneos (herbáceos de cereales, leñosos de vid y frutales de olivo).

• Ámbito semiárido del sureste peninsular de degradación en la península y

subtropical en Canarias con balance de humedad muy negativo y serias limitaciones para la agricultura de secano

b) El factor del relieve y los suelos interviene decisivamente en la construcción de

los paisajes agrarios dando lugar a unidades de paisaje en los que las formas generales de montañas, llanuras y campiñas y de modelado en detalle ( cerros, taludes, cuestas, terrazas, rellanos, ...) asociados a contrastados suelos explican los aprovechamientos, las formas de las parcelas incluso la fisonomía de las edificaciones.

c) El factor fundiario: consecuencia de la materialización en el terreno de los

tipos, los regímenes y, sobre todo, los tamaños de la tenencia de la tierra.(minifundio, latifundio...) Pues detrás de cada paisaje agrario late una peculiar forma de explotación de los recursos desarrollados históricamente bajo variados tipos y regímenes de propiedad

d) Los cultivos y las demás coberturas vegetales del suelo (praderas y pastizales,

matorrales y formaciones arboladas) constituyen el elemento más llamativo de los paisajes agrarios, por lo que suponen visualmente y porque son la expresión sintética y espacial del resto de factores.

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La síntesis que aquí se presenta contiene los grandes agrosistemas (en superficie y valor productivo) y sus traducciones paisajísticas, resultado de la combinación de los usos del suelo, la propiedad y las explotaciones agrarias como articuladoras de la organización del espacio rural, evolución histórica y cambios más recientes 2.- Los grandes tipos de agrosistemas y de paisajes agrarios (esquema)

2.1.- Agrosistemas y paisaje de los labradíos herbáceos de secano

A) Abertales (campos abiertos) cerealistas de la cuenca del Duero B) Campiñas cerealistas de la depresión del Guadalquivir

2.2.- Paisajes de los secanos leñosos mediterráneos: olivares y viñedos 2.3.- El sistema y paisaje agrario adehesado del oeste peninsular 2.4.- Sistemas y paisajes rurales de montaña 2.5.- Sistemas y paisajes agrarios de regadío

A) Regadíos circunmediterráneos de la costa suratlántica y de Canarias B) Regadíos hortofrutícolas de los valles interiores (Ebro) C) Regadíos extensivos cerealistas, forrajeros e industriales del interior

(Ebro y Guadalquivir) 2.6.- Paisajes y sistemas agrarios de la España Atlántico-húmeda.

2.1.- Agrosistemas y paisaje de los labradíos herbáceos de secano Integran este paisaje las tierras que se cultivan en secano con plantas herbáceas anuales, junto a los barbechos y rastrojos. Superficialmente son los más extensos con 13 millones de has. (73,9% de las tierras labradas en 2003) Se extienden por las cuencas sedimentarias del interior ( Duero, Tajo-Guadiana), las depresiones ibéricas ( Ebro y Guadalquivir) y espacios de Extremadura (campiñas de Badajoz y Llerena) Alta Andalucía(depresiones y hoyas de Antequera,Guadiz y Baza) Segarra leridana, Vitoria y Pamplona (cuencas de transición subatlántica). Seleccionamos para su explicación dos grandes tipos de paisajes emblemáticos de las grandes sembraduras ibéricas:

A) Abertales cerealistas de la cuenca del Duero

Ocupan más de 3,5 millones de has, y se extienden por los terrenos terciarios y cuaternarios sedimentarios en los que predominan las arcillas, limos, páramos calizos, rañas leonesas y altas terrazas del Duero y sus principales afluentes Son espacios caracterizados por sus perfiles alomados, llanos perfectos o por el aterrazamiento natural; también se caracterizan por la dureza del frío, acusado déficit de humedad e irregularidad de las lluvias. Se extienden por términos concejiles de pequeño tamaño (pocos miles o centenares de Has.).El sistema de cultivo a dos hojas o de año y vez, con barbecho blanco era la clave económica y social del agrosistema (Jesús García Fdez. 1966)

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Espacio sometido, desde los años 60, a cambios profundos como: • Sustitución general y, en muy corto tiempo, del modelo energético tradicional. • Disminución del nº de explotaciones (Entre 1962-1982 han desaparecido el 40% debido

al aumento del tamaño medio de la empresa agraria.) • Incremento del tamaño medio de la empresa agraria más por arrendamiento que por

compra. • Ámbito principal de la concentración parcelaria (5 millones de Has) del franquismo • Reducción de los barbechos blancos (de la mitad a la cuarta parte) • Disminución de la importancia del trigo e incremento de la importancia de la cebada

con la reducción para los rebaños de ovino y pastores de las rastrojeras y barbechos • Expansión de la ganadería industrial ( alrededor de las ciudades ) • Expansión del regadío forrajero (alfalfa, trébol) B) Campiñas cerealistas de la depresión del Guadalquivir Son el contrapunto de los labradíos del Duero. Se diferencian de los abertales del Duero en lo siguiente: - Elevado potencial agrológico de las labranzas béticas por: • Mayor presencia de precipitaciones ( 550-700 mm/año) • Mayor suavidad en las temperaturas invernales • Suelos margoso-arcillosos que tienen una mayor capacidad para retener el agua y

así poder plantar cultivos de primavera (girasol) Las formas de relieve predominantes son las campiñas con altitudes muy bajas (250 m.)

- El paisaje está dominado y definido por el régimen latifundista de antigua y nueva

propiedad propiciado por la desamortización eclesiástica y liberación de la propiedad nobiliaria que supuso el trasvase de tierras latifundistaS que benefició a los grandes arrendatarios y a un grupo heterogéneo de grandes propietarios que entre unos y otros constituyen hoy el 75% (casi el 95% si se suman las S.A.) de la gran propiedad regional. La forma de explotación gira en torno al llamado cortijo ( a un tiempo unidad de habitación y organización de la tierra)

- La rotación más habitual hoy en los cortijos es trigo-girasol y algo de barbecho.

- El paisaje dominante se define por parcelas de gran tamaño, escasez de caminos y

cortijos blancos. La superficie cultivada lo ocupa todo, hasta las márgenes mismas de los arroyos campiñeses, donde el tractor con el arado han acabado con las cintas de vegetación natural que las poblaban tiempo atrás y poniendo en peligro algunos parques naturales (Doñana) por el uso excesivo de abonos.

2.2.- Paisajes de los secanos leñosos mediterráneos: olivares y viñedos Los cultivos leñosos de secano constituyen, junto con el cereal, los paisajes agrarios más típicos de la península y el archipiélago balear. Olivos, viñas y, a considerable distancia, almendros, avellanos y algarrobos, en monocultivo o asociados, no faltan en muchos terrazgos de la España mediterránea seca tanto litorales como interiores. OLIVAR o los olivares españoles: Han sido uno de los sistemas agrarios que mejor han sabido compatibilizar los altos niveles de producción con la conservación de los recursos naturales, aunque este equilibrio se haya roto en las últimas décadas debido a su intensificación.

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Ocupan 2.255.000 Has (13,2% de la tierra labrada de 2003) en toda España, concentrando el 40% de todo el olivar mundial y Andalucía el 61% de olivar español. Jaén recoge el 50 % del olivar andaluz, distribuyéndose el resto entre Córdoba, Sevilla y Granada. Define el paisaje, la organización socioeconómica y la vida local de los pueblos de las campiñas y de las sierras béticas jienenses, del subbético cordobés, de los Llanos de Antequera o de las zonas de contacto entre la sierra y la campiña de Sevilla. Fuera de Andalucía tiene muy poca presencia (8000 has.). El motivo del dominio de Andalucía se debe a que reúne las condiciones climáticas y de suelos adecuados sobre todo por las mínimas heladas, precipitaciones medias (500 mm/ año) y una marcada sequía estival, ya que el olivo sufre con la excesiva humedad ambiental y salinidad. El cultivo del olivar se asienta, por lo general, en dos tipos de explotaciones contrastadas, de evidente impronta en el paisaje: el minifundio y la gran explotación. Hoy en día son más viables las pequeñas y muy pequeñas empresas agrarias (más del 50% de la superficie se halla en explotaciones de menos de 20 has.; sólo 350.000 has se cultivan en explotaciones de más de 100 Has la mayor parte de ellas en Andalucía occidental, en Badajoz y Ciudad Real. La integración en la P.A.C. y la equiparación paulatina a los precios comunitarios, incluidas las subvenciones a la producción y al consumo, han creado en los últimos años condiciones favorables para la expansión, que amenaza con superar en mucho la cuota de 760.000 t. asignada a España cuando las nuevas plantaciones entren en producción. El paisaje olivarero demuestra así, tanto en los buenos como en los malos momentos, una capacidad de respuesta sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un cultivo de elevada inversión en capital fijo; la expansión de los últimos años, sin planificación alguna, está superando los límites ecológicos de capacidad de acogida de ciertos terrenos, sobre todo en tierras serranas del sur, y puede conducir en poco tiempo a situaciones de sobreproducción y de deterioro ambiental no deseables. VIÑEDO: el cultivo del viñedo ha formado parte de prácticamente todas las agriculturas regionales debido a su mayor versatilidad climática y aprovechamiento típico de consumo familiar y local. Desde los atlántico-húmedos hasta Canarias donde existen paisajes vitícolas de tanto interés ambiental y cultural como los de la Gería. En 1996 el viñedo ocupaba una superficie de 1.200.000 has (6.2% de la tierra labrada en 2003) y la producción de esta superficie estaba el 96% destinado a la vinificación, sólo la Mancha tenía una superficie de 582.591 has, de tal manera que la polarización manchega del cultivo ha formado el viñedo más extenso de Europa. Las evoluciones comarcales y regionales han estado marcadas por la crisis de la plaga de la filoxera (1880-1920); la recuperación hacia 1940 y la reducción sistemática entre 1980 y 1996 (450000 has de viñedos marginales) Esta política de arranque de cepas, desde el ingreso en la PAC, afectó en primer lugar a los viñedos marginales de Cataluña, Castilla y León, Aragón, Navarra, Valencia y Galicia. Con posterioridad las pérdidas han afectado a la región castellano-manchega. En este contexto existen denominaciones de origen y paisajes dinámicos en crecimiento como el del Penedés o el Condado de Huelva, junto con la sólida posición de paisajes vitícolas tan emblemáticos como los de Rioja o el marco de Jerez. El viñedo ha sido y continúa siendo un cultivo de pequeñas y muy pequeñas explotaciones (50% explotaciones <20 Has.) El cultivo de la viña, sobre todo allí donde resulta más tradicional y donde aporta caldos de mayor calidad, ha generado paisajes de alto interés cultural con edificios auténticamente monumentales y hoy tan asociados a la identidad de ciertos pueblos riojanos, de San Sadurní d’Anoia, en el Penedés, de Jerez o de Montilla.

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2.3.- El sistema y paisaje agrario adehesado del oeste peninsular: Resulta muy difícil cuantificar la superficie que ocupan en España las tierras adehesadas, fuera del ámbito de la montaña. El problema es de naturaleza documental y sobre todo, conceptual. Dehesa es, igual que paisaje, un término polisémico que se refiere a la vez a un tipo de explotación compleja, agrícola, pecuaria y forestal, y a una forma particular de cubierta y paisaje, propio del mundo mediterráneo. Su vocación “pastoril” es el aspecto común más generalizable. Luego admite enormes variables. Hoy en día la dehesa define el paisaje y ha caracterizado el modo de vida de millones de hectáreas del oeste y, sobre todo, del suroeste peninsular (Salamanca, Cáceres, Badajoz.) Espacio rural asentado sobre el zócalo ibérico con suelos en general delgados y ligera o claramente ácidos. En su primera acepción dehesa es un espacio acotado para pastos. Los pastos pueden ir o no acompañados de arbolado, preferentemente encinas y alcornoques. También están presentes el matorral y las tierras cultivadas. A los recursos pastables y de cultivo añade la dehesa el fruto de la encina y el alcornoque (bellota) aprovechado en montanera por los cerdos en su etapa final de cebo. Los pastos son aprovechados para la producción ovina, porcina y, secundariamente, caprina y bovina. El paisaje y el sistema ganadero adehesado se asienta en una estructura de propiedad latifundista, más concentrada y con patrimonios de tamaño medio superior que en la Campiña andaluza. Tradicionalmente ha sido un espacio en equilibrio frágil con las características del medio, con recursos naturales renovables (pastos y bellota) y cultivo parcial del suelo. En cambio, desde la década de los 70 la dehesa ha entrado en crisis y se han introducido cambios apreciables en la orientación productiva como los siguientes:

- Predominio del sector bovino de orientación cárnica, frente a ovejas y cerdos

- El porcino se estabiliza e, incluso, crece. - Crisis para el arbolado por la ampliación de la superficie cultivada-

mecanizada y el gravoso coste de la poda - Mayor importancia del aprovechamiento económico de la caza - Repoblación forestal utilizando especies foráneas (pino y eucalipto) - Intensificación y modernización del aprovechamiento ganadero

2.4.- Sistemas y paisajes rurales de montaña Como sucede con los espacios adehesados, resulta muy difícil precisar la superficie de los sistemas y paisajes agrarios de montaña, que, según distintas estimaciones, pueden ocupar en torno a los 10 millones de hectáreas. Estos espacios se caracterizan por formar un gran mosaico de aprovechamientos complementarios en un ámbito específico, el de montaña, de gran diversidad y contraste tanto por las diferentes geoformas, exposiciones a solana o umbría, desarrollo altitudinal como espacios bioclimáticos.

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En un esfuerzo de síntesis se puede diferenciar entre montañas septentrionales y meridionales. Las del norte se pueden asimilar al llamado “modelo alpino”, con escalonamiento de usos “completo”, y un paisaje natural y al mismo tiempo agrario de enorme complejidad: prados, huertas y agricultura en general en el fondo de los valles: bosques de frondosas y de coníferas, salpicados de rasos para pastos y añejas roturaciones en las vertientes, y matorrales y praderas alpinas supraforestales en las cumbres. Las del sur en parte por su menor altitud y su posición más meridional se distancian del modelo alpino y la superficie cultivada puede ascender a los 1500 m y hasta 2000 en las Alpujarras; el bosque ocupa poca superficie. En todo el espacio de montaña se mezclan los terrenos privados con los comunales que tuvieron mayor importancia e influencia en las actividades del siglo XIX. Son espacios donde los usos se han sustituido o abandonado, complementado por intervenciones públicas (repoblaciones forestales).Son espacios, por último, afectados por la construcción de embalses, por los acondicionamientos para el ocio, turismo y urbanización. En conclusión, se debaten entre la intensificación y el abandono. 2.5.- Sistemas y paisajes agrarios de regadío Se trata de sistemas agrarios que, ante todo, dependen de la existencia de un recurso: el agua para el riego. Se dan fundamentalmente dentro del ámbito de las agriculturas mediterráneas y en el ambiente subtropical de las Canarias, pero aparecen también en los valles intramontañosos y en enclaves algo secos de las agriculturas atlántico-húmedas. La variedad es la característica principal de los agrosistemas de riego en España unida a la evolución de los sistemas de regadíos bien históricos o tradicionales, de iniciativa estatal o de iniciativa privada más recientes y con mayor significado relativo de las aguas subterráneas Como síntesis de la diversidad se propone la siguiente tipología atendiendo a la orientación productiva que es el factor que contribuye a caracterizar, de manera más clara, los agrosistemas:

A) Regadíos circunmediterráneos, de la costa suratlántica y de Canarias: Estos regadíos se hallan en su mayoría, asentados en los glacis litorales, fondos de ramblas, conos deltaicos, hoyas y vegas litorales y prelitorales, y vertientes aterrazadas de las montañas mediterráneas y de Canarias. Su orientación es hortofrutícola intensiva, con predominio de explotaciones campesinas, técnicas sofisticadas de riego localizado y difusión de invernaderos, acusado déficit de humedad, conflictos de usos con la demanda urbana e industrial, tanto de agua como de suelo, y frecuentes problemas ambientales (salinización de suelos y freáticos, descenso de éstos hasta su agotamiento...)

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Dentro de la diversidad de orientaciones productivas distinguimos:

• fruticultura tropical: aguacate, chirimoyo, mango y, sobre todo, plátano. Mayoritariamente en Canarias.

• fruticultura mediterránea: frutales de hueso y pepita y cítricos. En los valles medios e inferiores de los principales ríos levantinos de Murcia a Castellón.

• Horticultura temprana intensiva al aire libre • Horticultura precoz bajo plástico que constituyen paisajes nuevos y muy

dinámicos, construidos sobre un medio edáfico y de humedad muy limitado. La disponibilidad de calor, el desarrollo del transporte refrigerado y la existencia de un mercado internacional de alto poder adquisitivo están en la base del cambio más radical del paisaje agrario en los últimos 40 años, superando los límites de la sostenibilidad hídrica y edáfica.

B) Regadíos hortofrutícolas de los valles interiores (Ebro y afluentes como el Najerilla,

Cidacos, Iregua o Alhama) Se trata de una producción hortícola al aire libre asentada en explotaciones predominantemente familiares, especializadas en un cultivo y bien integradas en el mercado. Este sistema está bien representado en los viejos y nuevos regadíos de La Rioja, de la Ribera de Navarra y en otros enclaves de los regadíos del Ebro en Zaragoza fundamentalmente en las terrazas baja de los afluentes del Ebro (Oja, Najerilla, Iregua, Cidacos o Alhama).

C) Regadíos extensivos cerealistas, forrajeros e industriales del interior

(Ebro y Guadalquivir)

En superficie es el espacio más extenso puesto en regadío identificando el paisaje de una parte mayoritaria de los nuevos regadíos interiores, tanto los de creación estatal en las “grandes zonas regables”, como los privados, abastecidos en muchos casos por aguas subterráneas. La orientación productiva de estos regadíos resulta de un incremento considerable de la demanda de granos-pienso, de determinados cultivos industriales (remolacha, tabaco) o tubérculos como la patata, de la mecanización total y el criterio de máximo beneficio.

2.6.- Paisajes y sistemas agrarios de la España Atlántico-húmeda. El paisaje agrario de la España atlántico-húmeda marca el contrapunto de los sistemas y paisajes rurales mediterráneos dominantes en la península ibérica y en Baleares. El factor básico de homogeneidad y de diferenciación con respecto al resto de la Península consiste, como ya se señaló, en la existencia de un balance hídrico anual y mensual positivo. Esto garantiza un componente esencial del sistema y del paisaje agrario atlántico-húmedo: la pradera natural. Otro componente geográfico de fuerte impronta en el paisaje es el predominio de relieves quebrantados y hasta montañosos. Llegan a ser dominantes en la vertiente atlántica del País Vasco, en el norte de Navarra, en amplias zonas de Cantabria y Asturias y, en menor medida, en Galicia, donde la topografía correspondiente al macizo antiguo gallego presenta formas predominantemente onduladas y menor número de sierras.

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La agricultura de la España húmeda presenta otro elemento de cohesión y homogeneidad se trata del protagonismo de la explotación-propiedad minifundista familiar que ha descansado, tradicionalmente, en el policultivo intensivo y preferentemente destinado a la reproducción de la unidad doméstica, adquiriendo una mayor complejidad y madurez en Galicia donde la difusión del maíz (a partir del siglo XVIII) y la patata durante el XIX se unieron a la ganadería. La transformación del sistema y de los paisajes agrarios de esta zona se caracteriza por la diversidad en el espacio y en el tiempo. La especialización bovina-de orientación plenamente láctea en el País Vasco, Cantabria, Asturias y de forma algo más moderada en Galicia-, la desaparición del policultivo de consumo y la omnipresencia de la pradera en el terrazgo constituyen los rasgos más destacados del cambio. A ello hay que unir, desde la segunda mitad de los años cuarenta, la expansión sobre las zonas de montes y praderas de las repoblaciones forestales de claro signo productivo, bien en coníferas exóticas (Pinus insignis) o del país (Pinus pinaster), bien en eucaliptos. La impronta de estas repoblaciones es muy grande. Lo acontecido en Cantabria constituye un buen ejemplo de la evolución del norte y oeste húmedo español. En sus tierras bajas y medias, y por extensión en parte del occidente asturiano, la transformación y especialización lechera de las explotaciones tradicionales es un fenómeno ya antiguo, de las primeras décadas del siglo XX. La especialización vacuna lechera se basa en la transformación del terrazgo y en el cambio racial de la cabaña, además de su incremento. La “praderización” del terrazgo, al igual que en el País Vasco con anterioridad y después en Asturias, es un fenómeno anterior a la guerra civil. La expansión de la cabaña vacuna se ha mantenido llegando en 1990 a 350.000 cabezas y se consuma el cambio racial en beneficio de la raza lechera por excelencia, la frisona, que supone el 80% del censo provincial, frente a apenas un 4% de cabezas autóctonas. La integración industrial es en los noventa casi absoluta dirigiéndose a las plantas transformadoras el 93% de la producción lechera de la región. La media de cabezas por explotación era de 12 hace un decenio, sigue estando muy por debajo de lo “deseable” en un modelo de explotación campesina competitiva. Éste es, probablemente, el problema estructural fundamental del agrosistema pecuario de la España húmeda, que el paisaje expresa a través del parcelario muy atomizado de los praderíos.