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Comisión preparatoria del 21 er Capítulo general Roma, 30 enero 2009 ORIENTACIONES PARA LA REFLEXIÓN ANTE EL 21 er CAPÍTULO GENERAL

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Comisión preparatoria del 21er Capítulo generalRoma, 30 enero 2009

ORIENTACIONES PARA LA REFLEXIÓN

ANTE EL 21er CAPÍTULO GENERAL

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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INTRODUCCIÓN ....................................................................... 3

PRIMERA PARTE

Síntesis de las respuestas de la Consulta Inicial .......................................................4

SEGUNDA PARTE

Pistas para profundizar la reflexión ....................11

TERCERA PARTE

Plan de acción .................................................................... 23

CONCLUSIÓN ........................................................................... 25

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30 enero 2009 21er Capítulo general

INTRODUCCIÓN

Queridos hermanos, laicos y jóvenes maristas:

La Comisión preparatoria del 21 Capítulo general se reunió del 28 de noviembre al 3 de diciembre de 2008 para conocer y analizar las respuestas que nos llegaron al final de la primera fase de prepa-ración.

Queremos darles las gracias por su contribución en este importante trabajo. Una estadística rápida indica que cerca de 6.000 personas han participado en el proceso de discernimiento al que les había-mos invitado: 2500 hermanos, 2100 laicos, 550 personas en los organismos maristas y 820 jóvenes. Estos números demuestran el interés suscitado por el próximo Capítulo general, lo que supone un estímulo para todos.

Queremos darles las gracias, asimismo, por la riqueza de las contribuciones que hemos recibido. El conjunto de los documentos que nos han llegado de cada Provincia, que son ya fruto de una síntesis local, representa un informe de casi 400 páginas.

El presente documento que tienen entre manos es, junto con la circular del H. Seán, “Corazones nuevos para un mundo nuevo” y el informe del Consejo general, uno de los tres documentos que les habíamos anunciado como instrumentos de reflexión para la segunda fase preparatoria al Capítulo. Para orientarles en la lectura del presente documento, presentamos a continuación su organización general:

* La primera parte es una síntesis de las respuestas a la Consulta inicial.* La segunda parte ofrece pistas para profundizar la reflexión y suscitar el diálogo a partir de las ideas que aparecen en la síntesis.* La tercera parte presenta un plan de acción para el desarrollo de la segunda fase, que se extiende de febrero de 2009 hasta el Capítulo general.

Durante la consulta inicial, ustedes participaron en la reflexión a través de un proceso de discerni-miento grupal y de síntesis provincial. En la segunda fase, los hermanos capitulares tienen un co-metido específico: escuchar a cada uno en nombre del Instituto. Para ello hemos dejado que cada Provincia se organice libremente, de acuerdo con el coordinador regional, que es miembro de la Comisión preparatoria. Les invitamos, pues, a participar en esta segunda fase según las indicaciones que se darán en las Provincias.

Con la publicación de los resultados de la consulta inicial y la elección de delegados al Capítulo, hemos entrado en la dinámica del Capítulo general. Que sea para nosotros un tiempo de escucha del Espíritu. Que María y Marcelino nos acompañen en este caminar.

En nombre de la Comisión preparatoria,

H. M. Berquet, C.G. - CoordinadorH. Teodoro Grageda - Secretario

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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PRIMERA PARTESíntesis de las respuestas

de la Consulta inicial

Metodología

* La primera fase de la consulta se hizo en 4 grupos diferen-tes, cada uno con un cuestionario específico: comunidades de hermanos, grupos de laicos maristas, organismos maris-tas y grupos de jóvenes maristas. Un facilitador provincial, nombrado por el hermano provincial, hizo una síntesis en cada Provincia que se envió al hermano Teodoro Grageda, Secretario de la Comisión Preparatoria.

* A mediados de noviembre 2008, algunos miembros de la comisión preparatoria comenzaron a leer las aportaciones de las Provincias y a preparar una síntesis para la reunión de la

comisión preparatoria, del 28 noviembre al 3 de diciembre. Para llegar a esta síntesis se siguió un proceso. Una primera lectura nos permitió identificar los cuatro temas mayores que surgieron en cada uno de los grupos y de cada una de las Unidades Administrativas. En la síntesis, hemos dado cifras para mostrar cuántas personas o grupos habían expresado la misma opinión. Cuando dos ideas eran muy similares, las reunimos bajo el mismo nombre. Una revisión final nos dio la posibilidad de incluir otras cuestiones que en algunas Provin-cias aparecían en 5º o 6º lugar, por orden de importancia.

* Al hacer la síntesis a nivel de todo el Instituto, pudimos identificar los siete temas más destacados. En este trabajo, hemos tratado de prestar atención a la voz de cada conti-

Esta primera parte ofrece una síntesis de las respuestas de la consulta inicial que tuvo lugar en el Instituto de julio a octubre de 2008.

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nente. Nos pareció muy importante que el Instituto entero estuviera presente en nuestro informe. La internacionalidad del Instituto es un punto importante que el hermano Seán ha enfatizado varias veces. El resultado es:

- una lista de 7 temas para las comunidades: La identi-dad y vocación de los hermanos, misión, laicos maristas y colaboración entre laicos y hermanos, espiritualidad, consagración y comunidad, gobierno y, finalmente, la autonomía económica. - una lista de 4 temas para los laicos maristas: la voca-ción de los hermanos, misión, colaboración entre laicos y hermanos y espiritualidad - una lista de 6 temas propuestos por los organismos maristas: identidad, misión, laico marista, consagración, gobierno y reestructuración. Una pregunta especial diri-

1. IDENTIDAD Y VOCACIÓN DE LOS HERMANOS

1.1. Existe una cierta confusión entre los elementos que son comunes y los que son específicos para caracterizar a hermanos y laicos. Es necesario definir la identidad del her-mano marista y clarificar nuestras vocaciones respectivas de hermanos y laicos. Esto es un sentimiento expresado por hermanos, laicos y organismos maristas en América Latina, África, Europa y Oceanía.

1.2. Los hermanos de África y Asia han constatado que hay una disminución de vocaciones en el Instituto. Algunos han sugerido un nuevo año de las vocaciones en el Instituto, junto a otros medios: que haya más delegados de pastoral vocacional a tiempo pleno, más hermanos en contacto con los jóvenes y más apertura de las comunidades. La fidelidad y la perseverancia son temas capitales en lo que respecta a la crisis de vocaciones, tal como han indicado los hermanos y laicos de África y América Latina. Algunos sugieren haya un mejor acompañamiento de los hermanos y programas de renovación para hermanos y laicos.

1.3. Según los hermanos y organismos de Oceanía, Asia y África la vocación a la vida religiosa de hermano no es suficientemente significativa o relevante para la Iglesia y el mundo. Sin embargo, los hermanos de América del Norte creen que los Hermanos Maristas tienen algo que ofrecer a la Iglesia.

gida a este grupo se refería a las estructuras de gobierno y animación del Instituto. - Una lista de 5 temas para los grupos de jóvenes ma-ristas: identidad, laico marista, misión, espiritualidad y consagración.

Las siguientes páginas ofrecen una visión detallada de di-chos temas. Las preguntas 1, Temas/Desafíos, y 2, Propues-tas concretas, eran comunes a todos los grupos. Hemos reunido las respuestas de los hermanos y comunidades, las de los organismos maristas, las de los laicos maristas y jóvenes. Las motivaciones dadas para identificar temas y propuestas no se encuentran en esta síntesis. Han sido útiles para entender mejor el significado de los desafíos y planes de acción que se sugirieron.

A. Visión de conjunto de las preguntas 1 y 2:

PREOCUPACIONES y LÍNEAS DE ACCIÓN

1.4. Nuestra formación inicial actual no responde a los desafíos de la vida religiosa hoy. Un ejemplo, el au-mento de laicos maristas nos reta. Alguno sugiere una actualización de la guía de la formación. Los hermanos, laicos y jóvenes de América Latina y África señalaron esto.

2. LA MISIÓN

2.1. En Europa, se vio la necesidad de presentar un evan-gelio encarnado más que una doctrina. El desafío es estar atentos a los valores frente a un mundo materialista para evangelizar verdaderamente. En América Latina y Asia, se ve la necesidad de una nueva evangelización en un mundo nuevo. América del Norte y Sur expresa que tenemos que ofrecer experiencias de Iglesia y, Asia agrega que debemos presentar a Jesucristo. Todas éstas son voces de los herma-nos y jóvenes.

2.2. Hermanos, laicos, organismos maristas y jóvenes están todos de acuerdo en que la solidaridad es un elemento importante de la misión. América hablan de opción por los pobres, mientras que Asia llama a los hermanos y laicos a hacerse presentes junto a los menos favorecidos. Europa propone que los movimientos de jóvenes se comprometan en el trabajo social. Hacerse cargo de los más necesitados está entre las prioridades tanto de América Latina como de Europa.

En este párrafo ofrecemos una breve síntesis conjunta de las respuestas de las Provincias a la consulta inicial. Las respuestas pueden organizarse en torno a algunos títulos, que llamamos temas. Estos son: La identidad y vocación de los hermanos, misión, laico marista y colaboración entre laicos y hermanos, espiritualidad, consagración y comunidad, gobierno y autonomía económica.

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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2.3. Los hermanos, organismos maristas y jóvenes de Euro-pa subrayaron la necesidad de desarrollar una presencia educativa informal, nueva y audaz. América Latina insiste en que más que buscar lugares, se trata de la necesidad de nuevas formas de presencia. Esta presencia, en la perspecti-va asiática, debe tener en cuenta las realidades sociales.

2.4. La necesidad de cercanía a lo que es Marista fue indicada por los hermanos, laicos y jóvenes de América Latina y Asia. Europa está de acuerdo con América Latina en que los hermanos deben estar cerca de la juventud. Asia llama a esto, ser Champagnat presente en el espíritu de la amistad. El peligro está en desconocer los desafíos de los jóvenes.

2.5. Grupos de laicos y organismos maristas en América Latina y Asia insisten en la necesidad de una mayor visibi-lidad en la misión y en las instituciones maristas. No debe-mos olvidar de hacer visible la identidad marista en nuestros trabajos, como fue sugerido por América del Norte.

2.6. El desarrollo de la defensa de los niños es un senti-miento compartido por los hermanos, laicos y organismos maristas en Europa, América Latina, Oceanía y Asia.

2.7. Pensando en superar las fronteras y ampliar los ho-rizontes, hermanos, laicos y jóvenes de Europa, Asia y las Américas expresaron la necesidad de extender y apoyar la Misión Ad Gentes. Además, América propuso la posibilidad de que los jóvenes y laicos participen en esta tarea. África pide una evaluación del actual programa Ad Gentes.

2.8. Ampliando el área de la misión, los hermanos, laicos y jóvenes de América Latina y América del Norte proponen que esa misión marista se extienda a las familias. Asia piensa que es una buena idea para el intercambio de personal.

2.9. Los cuatro grupos específicos en América Latina y Asia, hablando sobre la colaboración con los laicos, creen que necesitamos desarrollar una visión común de la misión ma-rista entre los hermanos y laicos.

2.10. La educación formal es una parte de la misión. Los hermanos, laicos y jóvenes en África y América Latina, aún afirmando que la escuela es un lugar privilegiado para la mi-sión, dicen que debe haber más universidades de calidad y centros para la juventud, que ofrezcan una educación crítica con una nueva pedagogía. Además, algunas voces de África nos dicen que los colegios necesitan ser puestos al día en el área de la tecnología de la información. De Asia, se nos recuerda la importancia de promover la educación marista. Sugieren también extender y abrir nuestros programas de educación a los temas del ambiente y la paz. América del Norte identificó la necesidad que tienen las escuelas ma-ristas de abrirse para trabajar con los jóvenes que vienen de familias disfuncionales. África, América del Norte y Asia también indicaron la necesidad de hacer más factible eco-nómicamente la educación marista.

2.11. Mantener vivo el carisma marista en nuestros tra-bajos apostólicos es una preocupación para muchos. Casi todos sugieren que se continúe y desarrolle la formación de nuestro personal en la espiritualidad y carisma maristas. Algunos sugieren proponer la creación de un Secretariado Internacional para la educación marista; otros, tener en cada Unidad Administrativa un centro Champagnat abierto a todos.

3. LAICOS MARISTAS Y COLABORACIÓN ENTRE LAICOS Y HERMANOS

3.1. Se indica que la identidad del laico, así como la de los hermanos, precisa ser definida más claramente. Lo mani-festaron los hermanos y laicos de África y América Latina. En la misma línea, Europa sugiere obtener para ellos un reconocimiento legal.

3.2. Algunos en Europa y América Latina sugieren definir nuevos modos de compromiso para los laicos maristas, mientras que África insinúa explorar nuevas maneras de compartir vida y misión. Asia pide un estudio sobre el te-ma de la pertenencia al Instituto de personas que no son cristianas.

3.3. Tanto los hermanos, como los laicos y jóvenes en América Latina y África plantearon la necesidad de clari-ficar hasta qué punto los laicos pueden participar en la toma de decisiones. De Oceanía, nos llega la necesidad de evaluar las estructuras presentes, en tanto que Europa cree estar abierta a la idea de la co-responsabilidad. Amé-rica Latina y Oceanía también están de acuerdo en que no se avanza en el área de la toma de decisiones entre hermanos y laicos.

3.4. Todos los grupos de América Latina, África, América del Norte y Asia piensan que necesitamos planes para la for-mación conjunta, sobre todo en el área de la espiritualidad. Se indicó la posibilidad de redactar una Guía de formación para hermanos y laicos. Habría que incluir un apartado es-pecial: el liderazgo.

3.5. La idea de comunidades mixtas representa un desa-fío para nosotros. El tema ha sido debatido por todos los grupos de América Latina y Oceanía. Pero hay un acuerdo general para apoyar y extender estas comunidades mixtas, sobre todo para misiones específicas.

3.6. Los hermanos y los jóvenes en Asia y Europa ven la necesidad de fortalecer y dar autoridad al Movimiento Champagnat de la Familia Marista.

3.7. Hay diferentes maneras de vivir y actualizar el caris-ma según los hermanos, laicos y jóvenes de América La-tina, Oceanía y Asia, mientras en África, se observó que hay un gran deseo de vivirlo. Los de Oceanía agregaron la importancia de la vida de oración y de Asia nos llegó repetidamente la necesidad de centrar nuestras vidas en Jesús.

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Capítulo general

3.8. Los laicos de América Latina han observado que es ne-cesaria una pastoral vocacional para los laicos, porque, según ellos, la vocación de los hermanos y laicos maristas parecería no estar bastante diferenciada.

3.9. Los hermanos de América Latina plantean la necesidad de trabajar prioritariamente en la solidaridad y realizar un esfuerzo conjunto, hermanos y laicos con los más desfavo-recidos.

4. ESPIRITUALIDAD

4.1. El lugar de María, según los hermanos de Oceanía, está un tanto diluido. Los de América del Norte y Asia nos dicen que el espíritu marista tiene que ambientar todo el trabajo.

4.2. Los hermanos de América del Norte y América Latina hablan sobre el progresivo desarrollo de la espiritualidad marista. Para apoyar esa realidad, es preciso delinear un proceso de crecimiento a partir de una visión más moderna, que promueva la unificación personal y la integración de vida. Habría que garantizar las estructuras y recursos que los hermanos y los laicos propusieron para promover dicho crecimiento.

4.3. Europa y América Latina sugieren profundizar el do-cumento “Agua de la Roca” a través de cursos, seminarios, retiros.

4.4. La sencillez, el espíritu de familia y seguir a Jesús a la manera de María son características maristas importan-tes para los laicos de Asia.

4.5. Tal como lo ven los jóvenes de América Latina, necesi-tamos afrontar el tema de la formación de la espiritualidad marista.

5. CONSAGRACIÓN Y COMUNIDAD

5.1. El tema de la vida de oración fue presentado por los hermanos y organismos maristas de África y Asia. Las respuestas de África indican una fe débil. Jesús como centro es un tema compartido según las aportaciones recibidas desde América Latina y Asia. Hay una llamada a prestar mayor atención a la vida de oración, tanto la personal como la comunitaria.

5.2. Los hermanos y organismos maristas de Europa insisten en que hay que dar testimonio del Evangelio. Los de América Latina hablaron sobre un estilo de vida sencillo para llegar a ser pueblo de Dios.

5.3. El acompañamiento vocacional es un tema impor-tante al que hay que prestar atención; laicos, organismos maristas y jóvenes de África han hecho notar la realidad de los hermanos que dejan el Instituto. América Latina y Asia ven la obligación de fortalecer la vocación de los hermanos, puesto que hay una necesidad cada vez mayor

de hermanos. Tendría que idearse una nueva fórmula de animación vocacional. Asimismo, voces de América Lati-na y África hablaron de promover la pastoral vocacional y de sostener la vocación del hermano. Los formadores tienen que actualizarse, agregó África.

5.4. Los hermanos africanos, los laicos y organismos ma-ristas ven en las comunidades de hermanos, un creciente individualismo y materialismo y una relación interpersonal débil. De América Latina y Asia, nos llega el eco de una nueva vida religiosa marista que integra proyecto de vida comunitario y proyecto personal, subrayando al mismo tiempo la sencillez, y centrándose en Jesucristo. Las res-puestas latinoamericanas comparten con las de Oceanía la idea de ser visible, fraterna, cercana y profética. Una comunidad de nuevo estilo, integrada en la Iglesia y la sociedad como propuso América Latina. Esto significa, Asia nos lo recuerda, que las viejas tradiciones no son aplicables hoy. ¿Por qué no un “año de la Comunidad” en todo el Instituto?, sugieren algunos en Europa. Las Améri-cas proponen introducir el proceso del discernimiento en todos los órdenes.

5.5. Nuestros hermanos necesitan nuevos procesos forma-tivos; intensificar la formación académica y facilitar la for-mación continua. Los hermanos y laicos de América Latina hablaron de esto. Asia y Europa insisten en la necesidad de programas de formación de la vida comunitaria y para los líderes de comunidad.

5.6. Para un nuevo mundo, los hermanos de Asia indicaron que mantenerse apegados a las tradiciones puede no ayu-dar a vivir nuestra consagración hoy.

6. GOBIERNO

6.1. La realidad de tener pocos líderes y la necesidad de promover un liderazgo que engendre vida, fueron expre-sadas por los hermanos y organismos maristas de África y Asia. En Europa, se ha hablado de coherencia y líderes que son modelos en su cargo. Las voces de Asia agregaron que debemos animar y promover la participación de los laicos en el liderazgo.

6.2. Europa sugiere continuar con el modelo de Consejo general Ampliado, pero pide estructuras más sencillas y eficaces.

6.3. Las estructuras de gestión necesitan ser actualizadas y hay que estudiar la sostenibilidad de las obras maristas. Los organismos maristas de América Latina y África presentaron este punto.

6.4. Por lo que respecta a la estructura de gobierno, los laicos y los organismos maristas en Europa y Oceanía ob-servaron que no hay una suficiente presencia en el Consejo general de las regiones. Por lo mismo, es necesario un nuevo modelo de Administración General. Europa también com-partió con América Latina la idea de crear nuevos secreta-

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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1. HERMANOS

Motivaciones que nos animam a dar nuestra vida cada día como hermanos maristas

Según lo escuchado, esta pregunta ofreció una oportunidad para compartir con profundidad entre los hermanos. Hemos recogido las tres motivaciones más importantes que se dieron en cada región del Instituto.

En Europa, los hermanos recalcan la palabra Fidelidad: La fidelidad a la llamada de Dios, Dios me ama y yo quiero res-ponder. Estoy seguro que Dios siempre ha sido fiel. También, como persona consagrada, yo me entrego a mi comunidad y a los otros.

En África, las tres motivaciones principales que se dieron son éstas: Dar a conocer a amar a Jesús a través de nuestros proyectos educativos y de solidaridad con los jóvenes y los pobres. Respondiendo al amor de Dios, de Jesús y María a través de los recursos espirituales de la vida: la oración, los sacramentos, Eucaristía, devoción mariana, retiros, jornadas espirituales. Nos anima el testimonio de los hermanos mayo-res y los mártires, así como el apoyo de una vida fraterna.

En Asia y Oceanía, una fe profunda es la principal motivación que anima a los hermanos. La convicción que es aquí donde Dios quiere que yo esté. La posibilidad de evangelizar es también otra razón. Finalmente, la alegría de vivir la vida en plenitud, una vida llena de significado.

En las Américas, la motivación principal es el amor a Jesucris-

B. Visión de conjunto de la pregunta 3,

específica para cada grupo

La pregunta 3 de la Consulta Inicial era específica para cada grupo. Aquí damos una síntesis de las respuestas por regiones.

to y a su Evangelio, como María, Marcelino y San José. Nuestra misión: hacer que Jesús sea conocido y amado por los niños pobres y los jóvenes a través de la educación. Nuestra fe y nuestra respuesta a la llamada de Dios para vivir el Evangelio como un hermano marista.

2. ORGANISMOS MARISTAS

Esta pregunta no ha sido tratada por todas las provincias. Lo que presentamos no refleja por tanto, la opinión de todo el instituto. Presentamos las respuestas por regiones.

Cambios o modificaciones en las estructuras de animación y gobierno del Instituto que nos parecen apropiados para responder mejor a estos temas o desafíos, y para aplicar las propuestas de acción.

2.1. Organización general

Para Europa y América Latina, es necesario descentralizar el go-bierno reforzando el nivel regional; tener un Consejero General que viva en cada región. Se sugiere institucionalizar el Consejo general Ampliado. Para Europa, hace falta repensar el estilo de las visitas del Consejo general por lo que se refiere a su dura-ción y a su contenido.

2.2. Administración general

Por lo que respecta a la Administración General los puntos de vista son diferentes. Para Europa, simplificar la administración y reducir el número de secretariados. Dos palabras claves para esta reorganización son: economía y sencillez. Sin embargo,

riados, por ejemplo, Educación y Jóvenes.

6.5. Oceanía presentó el problema de cuerpos de gobierno separados para la misión/carisma y para la vida religiosa, como una forma de clarificar las responsabilidades y la toma de decisiones entre hermanos y laicos.

6.6. La reestructuración, tal como lo ven los organismos ma-ristas en África, ha complicado la misión de los provinciales. Las distancias se han agrandado y la falta de comunicación plantea dificultades en muchos lugares. Asia señala que las nuevas estructuras no deberían sobrecargar a los provin-ciales sino darles más tiempo. Hay sugerencias de América Latina, África y Europa para evaluar el proceso de la rees-tructuración y sus logros.

7. La Autonomía económica

Este punto ha sido tratado por África y Asia.

7.1. Los organismos maristas y algunas comunidades de África ponen de manifiesto las dificultades para lograr la au-tonomía económica. Dicen que son demasiado dependien-tes. Algunos sugieren que se elaboren proyectos auto-sufi-cientes que puedan sostener la misión marista o proyectos que generen ingresos para las necesidades de la Provincia.

7.2. Los organismos maristas en Asia y África insisten en la necesidad de estabilizar el área de la economía. La reestruc-turación ha creado Unidades Administrativas muy grandes y, por consiguiente, algunos gastos son muy altos.

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una provincia sugiere nombrar más consejeros generales en lu-gar de crear más secretariados, o crear equipos internacionales para temas específicos.

En cambio, América latina sugiere mantener los secretariados y departamentos existentes y asegurar una continuidad, en particular los de misión y laicado. Se proponen otros dos se-cretariados, a saber, juventud y formación.

2.3. Lugar de los laicos

Para América Latina, el número cada vez mayor de laicos com-prometidos con el Instituto lleva a desarrollar la corresponsa-bilidad y la formación de ellos en las estructuras de animación y de gobierno. Para hacer frente a esto, convendría adaptar nuestras constituciones y nuestro derecho propio a esta reali-dad. Según América Latina y Europa los laicos tienen que estar integrados en las estructuras de animación y gobierno.

Una provincia de Oceanía sugiere establecer estructuras que hagan una mayor distinción entre lo que pertenece al carisma y la misión, por una parte, y lo que pertenece a la vida religiosa, por otra.

2.4. Pastoral vocacional

América Latina y Asia animan a buscar los medios y estructuras para desarrollar una cultura vocacional y nuevos caminos en esta pastoral.

3. LAICOS Y JÓVENES MARISTAS

Esta pregunta ha sido planteada de la misma manera a los grupos de jóvenes y a los laicos maristas. Pero la realidad de estos grupos varía mucho de una región a otra. La síntesis de las respuestas de estos dos grupos se presentan por re-giones.

¿Qué podemos pedir al Instituto de los Hermanos Maristas hoy?

3.1. Compartir con los laicos

Los laicos maristas de América Latina se plantean la pregunta: lugar del laicado en las estructuras de animación y gobierno del Instituto. Deseos expresados: que los laicos puedan participar en las decisiones, que puedan ejercer un papel de liderazgo, confiar y delegar trabajo a los laicos. Esto supone una forma-ción en el liderazgo marista, Asia, y una clarificación en lo que se refiere a la participación de los laicos en función de su unión con el Instituto.

Los laicos y los jóvenes de América Latina insisten en la apertura de más espacios para favorecer el intercambio. Expe-riencias de este género son las que favorecen la creación de comunidades mixtas. De modo más general, desean una mayor participación de los laicos y los jóvenes en la vida del instituto. Algunos proponen promover peregrinaciones de hermanos y laicos a los lugares maristas.

Los laicos de Oceanía insinúan explorar la posibilidad de cons-tituir otras modalidades de comunidad marista, en las que se integren nuevas formas de vocación a la fraternidad. En el mis-mo sentido, algunos laicos de América Latina plantean crear una forma de vida laica comprometida.

Algunos laicos de Europa sugieren que la creación de nuevas entidades locales, escuelas o comunidades, se haga en unión con toda la familia marista.

Algunos jóvenes de América Latina se animan a ofrecer expe-riencias de comunidad para hermanos, laicos y jóvenes.

3.2. Promoción del laicado marista

En Europa y en América Latina, los laicos desean que sea va-lorizado y promovido el laicado marista a todos los niveles del Instituto. Esto supone la creación de espacios de formación humana y espiritual para profundizar el carisma. Se pide especí-ficamente un apoyo económico para el Movimiento Champag-nat de la Familia Marista. Se sugiere una guía de la formación para los laicos maristas. En África, los laicos insisten en la necesaria apertura de los hermanos a los jóvenes y a los laicos. Para Oceanía, es importante seguir trabajando positivamente con los laicos.

Los jóvenes de Europa desean que se dé un fuerte impulso a los movimientos juveniles maristas. Los de América Latina insisten en extender la pastoral juvenil marista a todas las uni-dades administrativas del Instituto, y plantean la posibilidad de convocar una asamblea internacional de la Juventud Marista.

Para ello, es necesario favorecer una implicación de todos los organismos maristas en estos movimientos de jóvenes. Otro deseo es la coordinación internacional o regional de todos los movimientos de jóvenes maristas.

3.3. Consagración religiosa

Para los jóvenes de África y América Latina, es necesario que los hermanos caminen tras las huellas de Marcelino Champag-nat; que sean modelos.

Los laicos de Asia y Europa esperan de los hermanos un au-téntico testimonio de vida evangélica en la realidad humana de hoy, que centren su vida en Jesucristo como María, y que para esto no duden en perder sus seguridades.

Para los jóvenes y laicos de América Latina y de Asia, hace falta “invertir” en la vocación religiosa del hermano, devolver sentido a la vida consagrada por medio de los votos en comu-nidades abiertas, explorar caminos nuevos para desarrollar las vocaciones.

3.4. Misión marista

Los jóvenes de África expresan la necesidad de la presencia y del apoyo de los hermanos. Por su parte, los laicos de Asia piden una presencia de calidad y una cercanía de los hermanos.

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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1. La escena de nuestro pasado (Instituto), que más nos inspira hoy en nuestro compromiso, y que nos lleva a renovar nuestro corazón para un nuevo mundo.

1.1. De los hermanos.

La escena de nuestro pasado que ha sido más citada es la experiencia Montagne. Ésta aparece en primer o segun-do lugar en cada región. La segunda escena: la mesa de Lavalla es mencionada por las Américas y Europa. Esta imagen se ve como un símbolo de nuestra vida de familia. Del mismo modo, pero con un matiz diferente, Asia y Oce-anía proponen la figura de Champagnat y los primeros hermanos construyendo el Hermitage. África puso énfasis en el Testamento espiritual del P. Champagnat.

1.2. De los laicos maristas

La misma escena ha sido escogida por los laicos maristas en todo el mundo: la experiencia Montagne. La Valla también fue propuesta por los laicos maristas de Europa, mientras que las Américas prefieren la figura del Padre Champagnat construyendo el Hermitage con los prime-ros hermanos.

1.3. De los jóvenes

Para los jóvenes de las Américas, la experiencia Montagne está en primer lugar. Para Europa, viene en segundo lugar. Para los jóvenes, en primer lugar está el hermano Silvestre que salta sobre los hombros de Marcelino. En Asia y Oceanía, los jóvenes maristas nos ofrecen esta frase de Champagnat: Para educar a los niños hay que amarlos.

C. Visión de conjunto de la pregunta 4:

Las ESCENAS de NUESTRO PASADO, Instituto, y la Biblia

Nota: En esta síntesis, hemos retenido las dos principales respuestas de cada región del Instituto.

El Acordaos está en segundo lugar para los jóvenes de las Américas.

Nota: En esta síntesis, hemos retenido los dos aportaciones más significativas de cada región del Instituto.

2. La escena de la Biblia que más nos inspira hoy en nuestro compromiso y que nos lleva a renovar nuestro corazón para un nuevo mundo

2.1. De los hermanos

Las Bodas de Caná son mencionadas por los hermanos de Asia, las Américas y Oceanía. Los hermanos de las Américas y de África presentan esta frase de Jesús: Dejen que los niños vengan a mí. El Buen Samaritano es citado por los hermanos de Europa; y los hermanos de África sugieren un texto relacionado con la misión: Vayan al mundo entero y hagan discípulos.

2.2. De los laicos maristas

En Europa los laicos maristas proponen la escena de los discípulos de Emaús. En África se cita la siguiente frase de Ezequiel, “Les quitaré el corazón de piedra y les daré un co-razón de carne”; en Asia y Oceanía, las Bodas de Cana; en las Américas, la Anunciación.

2.3. De los jóvenes

En Asia y Oceanía, los jóvenes mencionan las Bienaven-turanzas y el mandamiento de Jesús: “Buscad primero el reino”. En las Américas, se propone el pasaje del joven rico y esta frase de San Pablo: El amor es paciente…

En consecuencia, los hermanos tienen que estar liberados de las tareas administrativas para poder contactar con los jóvenes y acompañarlos. Que las comunidades estén integradas en la realidad local.

Al igual que los laicos de América Latina, los jóvenes desean que la educación marista sea más accesible a los pobres. Los laicos de Oceanía desean que los hermanos maristas sigan siendo una presencia significativa en las escuelas maristas, a través de la presencia, el compartir y el acompañamiento.

Los laicos de Asia invitan al Instituto a dedicarse a los “jóve-nes en situaciones de riesgo”, a enviar más de hermanos a los países pobres e, inclusive, a explorar otras formas además de la educación para desafiar las urgencias sociales. En el mismo sentido, los jóvenes de América Latina desean una presencia en los lugares marginales. En eso son de la misma opinión que

los laicos de la región que piden más profetismo y acción a favor de la justicia y los pobres.

Algunos laicos de Europa piden una definición más clara del concepto de evangelización. Que el Instituto ofrezca una visión renovada en el marco de la Iglesia. Desean que detrás de cada obra marista haya una comunidad marista.

Para los jóvenes y los laicos de América Latina, existe un gran anhelo de compartir la vida y la misión marista. Por eso, reco-miendan animar las experiencias de voluntariado de los laicos maristas, creando espacios para que los jóvenes puedan traba-jar con los niños y adolescentes.

Finalmente, los jóvenes de América Latina piden que se invierta en la formación de los hermanos y de los laicos en vistas a la misión.

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SEGUNDA PARTEPistas para profundizar

la reflexión

INTRODUCCIÓN

Estando el abuelo de visita en casa, la mamá le pidió que cuidara de sus dos hijos mientras ella iba al supermercado. Los niños estaban haciendo los deberes de la escuela con sus ordenadores. El abuelo quería ser algo más que guardián y se prestó a ayudarles para que pudieran descansar un poquito. Creyó que podía seguir escribiendo lo que su nieto estaba copiando mecánicamente de un libro de referencias.

“Si me enseñas lo más básico del ordenador”, le dijo, “podré ayudarte en tu trabajo”. Así fue como empezó a recibir sus primeras lecciones de informática. Su nieto pasó casi una hora enseñándole lo más básico del “Word”. Cuando los

dos niños salieron a jugar, el abuelo, solo en casa, empezó a trabajar.

Más tarde, durante la cena exclamó con admiración: “¡Ah, qué inteligente es esa máquina! Toda la familia lo miró con curiosidad. Él continuó: “¡Hasta me ha pedido que cerrara la ventana!”. Todos en la mesa soltaron una carcajada y trataron de explicarle que el ordenador se refería a una “ventana virtual”, es decir, al recuadro que delimita el texto en la pantalla y no a una ventana real, ya que el ordenador no tiene sensibilidad ni emociones que le hagan sentirse a gusto o a disgusto.

Pero el abuelo no cedía. Disponía en una evidencia irrefuta-ble, “en cuanto cerré la ventana de la habitación, el mensaje

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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desapareció de la pantalla”, repetía sin cesar. Él no sabía que esos mensajes se muestran por un corto espacio de tiempo. De nada servían las explicaciones… Todas le parecían demasiado complicadas para ser ciertas y se sorprendía de la resistencia ajena ante la obviedad de los hechos. Dos felices coincidencias, una ventana abierta y la brevedad de los mensajes del sistema, le habían convertido en el hombre más convencido del mundo: sin lugar a dudas, sus respuestas eran las que mejor explicaban lo sucedido.

Efectivamente estamos ante un mundo nuevo que está emergiendo a toda velocidad. Los nuevos contextos piden nuevas respuestas, caminos y presencias de nuevo cuño pa-ra dar a conocer y amar a Jesús. El Capítulo general se pre-senta como una gracia renovada de Dios para ayudarnos a todos a discernir esa novedad: “a vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,22). Los cambios son tan globales que ya no sirven simples remiendos (cf Mc 2,21). La intuición nos dice que no encontraremos esa novedad ni en los libros ni en las teolo-gías más actualizadas por más que puedan ayudarnos. Las respuestas auténticas se hallan en el corazón, en el centro de lo que realmente vivimos. No valen componendas. Nece-sitamos corazones nuevos dispuestos a recorrer ese camino de búsqueda… Es inútil querer llegar a destino sin hacer el camino. Los caminos son los que renuevan los corazones, no el destino. El final sólo muestra el resultado, no añade nada. Así pues, no es sorprendente que el hermano Seán nos invite insistentemente a una revolución del corazón: a emprender un camino de profunda conversión personal e institucional. ¡Significa que tenemos camino por recorrer!

En las páginas siguientes proponemos un itinerario de búsqueda personal y reflexión compartida. En esa actitud de poner sobre la mesa lo que realmente vivimos, tenemos una oportunidad de encontrar lo que realmente buscamos y, con ello, renovar nuestro corazón para que este mundo cambiante vea en nosotros un testimonio viviente que le invite a descubrir la fuerza del Evangelio.

Basamos este itinerario en cuatro temas que, después de analizar atentamente los resultados de las reflexiones y su-gerencias que nos han llegado de las provincias y distritos, percibimos piden una atención prioritaria en el Instituto:

- La identidad del hermano,- El laico marista,- La misión marista,- La espiritualidad marista.

Son cuatro temas que requieren un esfuerzo especial de reflexión y profundización para llegar a una comprensión clara y consensuada sobre su naturaleza e implicaciones operativas, además de concentrar la atención de la mayoría de hermanos y también de los laicos. Al final de esta sec-ción, enumeramos otros seis temas que han aparecido de forma prominente en las síntesis enviadas por las provincias y distritos en octubre:

- Estructuras de animación y gobierno,- Comunidad,- Formación,

- Pastoral vocacional,- Pastoral juvenil, - Misión ad gentes.

Estos seis temas tienen ya una rica base de reflexión tanto en la Iglesia como en nuestro Instituto y piden ahora líneas claras de acción. La reflexión que el Capítulo general ofrezca sobre los primeros cuatro temas que consideramos priori-tarios, será una ayuda importante para definir las líneas de acción de estos otros seis.

Al presentar esta selección, pretendemos dar un paso más en nuestra preparación del Capítulo. Estamos todos invi-tamos a reflexionar, orar y compartir sobre estos temas, personal y comunitariamente. Este trabajo nos ayudará a compartir con los capitulares de nuestras unidades adminis-trativas. Ellos son ahora los oídos del Instituto para todos nosotros. Lo que les hagamos llegar preparará también sus corazones. Y aunque serán muy libres de tratar estos u otros asuntos, el camino hecho previamente les ayudará a cumplir mejor su misión.

Exponemos nuestra reflexión relativa a cada uno de los cua-tro temas prioritarios desde cinco perspectivas:

- Motivos que nos mueven a presentar este tema: razones que nos han movido a privilegiar este tema.

- Contexto histórico y situación actual: en esta parte ofrecemos puntos de referencia que nos ayudan a dar perspectiva histórica a la realidad de hoy.

- Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias: en esta sección hemos cargado las tintas para suscitar reflexión y debate. Algunas de las afirmaciones están inspiradas por las contribuciones que recibimos de la consulta inicial. Si no avanzamos, la realidad no se detiene y sigue evolucionando de acuerdo con su propia inercia: imaginar la situación resultante, nos ayuda a reconocer lo que ahora es preciso impul-sar.

- Caminos de búsqueda…: aquí encontraremos pistas por dónde avanzar. Algunas provienen de los aportes de la consulta inicial, pero también de las ex-periencias de otros grupos eclesiales. Cabe advertir que estas pistas pueden expresar alternativas divergentes. Al ser tan variadas, no necesariamente son coherentes entre sí.

- La cuestión determinante: en esta sección hemos hecho el esfuerzo de identificar el elemento o elementos centrales que definen el corazón de cada tema, es decir, aquel punto sensible que al parecer está condicionando en este momento y que, bien resuelto, da solución a otras muchas cuestiones.

Nota importante: Finalmente queremos subrayar que hemos buscado un estilo que provoque reflexión y debate.

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Las afirmaciones y propuestas que se ofrecen en las páginas que siguen no representan en ningún caso el pensamiento oficial de la Comisión preparatoria como tal, y tampoco, por supuesto, del Consejo general ni del Superior general. Sim-plemente tienen en sus manos un instrumento de trabajo

que pretende estimular la meditación, y en la medida de lo posible, el diálogo y el compartir comunitario y provincial. Cada comunidad y provincia puede concretar mejor la for-ma de compartir las reflexiones de acuerdo con el tiempo disponible, tipo de grupo, etc.

A. LOS 4 GRANDES TEMAS

QUE PROPONEMOS A LA REFLEXIÓN DE LOS HERMANOS

1. LA IDENTIDAD DEL HERMANO

1.1. Motivos que nos mueven a presentar este tema

La consulta lanzada a todas las unidades administrativas des-de junio a octubre de 2008, tuvo como instrumento facilitador el cuaderno: “En camino hacia el 21er Capítulo general” y concluyó con el envío de una síntesis a la Comisión prepara-toria. Estos aportes subrayan el interés por algunos aspectos tradicionales y aparentemente dispersos, como vida religiosa, consagración, votos, fidelidad, perseverancia, crisis vocacio-nal, comunidad, formación o pastoral vocacional, pero en su conjunto apuntan a una misma cuestión de fondo, que en este momento del Instituto aparece relevante y decisiva: La identidad del hermano. De la respuesta que demos, depen-den todos esos elementos pero más aún, nuestro futuro en su conjunto.

La fuerza emergente del laicado y la conciencia de una mi-sión realmente compartida, ponen en el punto de mira la esencia del ser hermano religioso consagrado: ¿Cómo se complementan, potencian y enriquecen mutuamente la vida y la misión del hermano religioso consagrado marista y la de un laico marista? La pregunta sobre identidad re-sulta inevitable, aún más, cuando surge la intuición de co-munidades mixtas, de hermanos y laicos o sobre formas de asociación más o menos formal entre los mismos.

Por otra parte, el lugar del hermano religioso consagrado en la comunidad eclesial y la comprensión que se tiene del mismo resulta confusa en una Iglesia siempre más atenta al ministerio, identificado habitualmente con una función que otros no hacen. ¿Qué le ofrece a la Iglesia la vocación de hermano religioso consagrado?

1.2. Contexto histórico y situación actual

En la Iglesia

Antes del Vaticano II:

- Se buscaba identificar la vida religiosa dentro de la estructura jerárquica de la Iglesia.

- Esa identidad se fundaba en la diferencia, en la con-ciencia de clase o en la condición de “segregado”, en-tendido como sagrado y opuesto a profano.

- Los religiosos no ordenados acentuaban su pertenen-cia a la vida religiosa antes que su carácter de hermano, porque en aquélla creían encontrar más garantizada su identidad.

A partir del Vaticano II:

- El decreto “Perfectae Caritatis” concibe la vida religiosa al margen de la estructura jerárquica de la Iglesia.

- Ante las dudas y confusiones postconciliares, las congregaciones clericales se han refugiado en su Or-denación sacerdotal; las religiosas han quedado a la intemperie, pero se apoyan mutuamente en su con-dición femenina; y los hermanos religiosos (VC 60) aparecen como una excepción marginal: ni mujeres ni ordenados.

- Los congresos de la Unión de Superiores Generales y la exhortación apostólica “Vita Consecrata”, (1996) en-sayan una nueva búsqueda para situar la vida religiosa en el corazón de una Iglesia de comunión, más círculo que pirámide.

En el Instituto

Los capítulos posteriores al Concilio (1968, 1976 y 1985) iniciaron una reflexión sobre la condición de “hermano” (p.e.: “Hermanos maristas hoy” y las nuevas Constitu-ciones), pero progresivamente la atención fue despla-zándose hacia una nueva comprensión de la misión en clave de solidaridad e inclusiva respecto a los laicos. Ya notamos esta tendencia en el capítulo de 1976 con el documento “Pobreza y Justicia” y prosiguió después en 1985 y 1993. Al descubrir nuestra misión como com-partida, de nuevo surgió la pregunta sobre la razón de ser hermano. La llamada a “elegir la vida” del anterior capítulo (2001) nos hizo buscar las fuentes de nuestro “quehacer” y de nuevo nos encontramos ante la cues-tión de nuestro “ser”.

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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1.3. Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias:

Persistir en esta indefinición significa acentuar la confusión de vocaciones, perjudicando especialmente la del hermano, desgajándose por un lado hacia el laicado, que por número y presencia adquiere un peso difícil de obviar, y hacia los ministerios ordenados por otro.

Esta confusión y pérdida de la especificidad de hermano:

- deja sin argumentos a la pastoral vocacional, “Ser her-mano, ¿para qué? Puedo vivir todo lo marista sin los vo-tos, que sólo añaden inconvenientes” –dicen algunos–;

- puede acentuar la crisis personal de algunos hermanos sobre el sentido de lo que son y hacen;

- supone un riesgo de fusión para la identidad del laico y la fusión tiende a asumir como propio lo ajeno, diluyen-do lo específico;

- la vida religiosa pierde una modalidad profética y una expresión peculiar para seguir siendo “memoria viva de lo que la Iglesia debe ser”. (H. Seán Sammon)

- y finalmente, es un empobrecimiento para la misma Iglesia al ir desapareciendo una vocación alternativa y complementaria a las otras.

Sin recrear la referencia básica a nuestro bautismo, la iden-tidad de hermano:

- tenderá a clericalizarse buscando referencias de clase que nos segreguen del resto de la comunidad eclesial y del mundo,

- o tenderá a secularizarse, desplazando su razón de ser hacia el hacer, la eficiencia, la disponibilidad o las relaciones…

1.4. Caminos de búsqueda…

Observando las tendencias actuales en las instituciones y movimientos religiosos, podríamos intuir diversos caminos por los que buscar esa identidad aún no hallada o debilita-da:

1. La comunidad, como lugar de referencia básica que alienta el sentido de pertenencia de sus miembros a tra-vés de unas relaciones humanas de calidad

2. Una intensa vida de oración y meditación de la Pa-labra que nos vaya transformando verdaderamente en hombres de Dios

3. Una misión siempre más solidaria, disponible para cualquier frontera, en la vanguardia de las situaciones más extremas y dispuesta a asumir riesgos

4. La radicalidad de una vida sencilla y austera que se percibe en el modo de vestir, de comer, de trabajar, de alojarse… y cuyo testimonio pretende despertar con-ciencias

5. La visibilidad pública con signos manifiestos que ex-presen la vinculación a la trascendencia: hábito, objetos, prácticas, gestos, espacios y tiempos reservados.

6. La identificación con los propios modelos institu-cionales, como el fundador, los primeros hermanos, los mártires y el conjunto del patrimonio espiritual.

- Posiblemente todo sea necesario, pero ¿cuál es la puerta de entrada?

- Cualquiera de esos aspectos puede ser vivido con voluntad de autoafirmación frente a las demás perso-nas, y sólo por eso, su valor identitario quedaría en entredicho. ¿Podemos identificar actitudes de autoafir-mación en nosotros y dialogar sobre ellas?

- Sabemos que la disponibilidad para el diálogo con otras vocaciones en el seno de la Iglesia debería ser un camino siempre abierto, puesto que toda identi-dad se vive y construye en relación con otras. ¿Cómo facilitamos un diálogo eclesial de vida religiosa donde la vocación del hermano religioso adquiere su peso específico y vital dentro de la comunidad eclesial?

- El fenómeno del hermano religioso, como hombre consagrado en pobreza, castidad y obediencia a Dios, va más allá de la realidad de la Iglesia Católica. Se da en diferentes iglesias cristianas y en las grandes reli-giones del mundo. ¿Qué miedos siento ante los creyen-tes de otro credo? ¿Qué nos dice el corazón ante tantos monjes budistas y ortodoxos totalmente dedicados a la contemplación y a la solidaridad con los que sufren?

1.5. La cuestión determinante

La vocación del hermano tenía un perfil bien definido en las órdenes religiosas anteriores al siglo XIX; pero aportes como los de Juan Bautista de la Salle, primero, y del P. Champag-nat, junto a otras fundaciones de la época, ayudaron a cam-biarlo sustancialmente, ofreciendo una relectura cristiana de los valores emergentes del momento: libertad, igualdad y fraternidad, entre otros.

Hoy estamos asistiendo a un cambio cultural de grandes proporciones, equiparable al que nos vio nacer como Ins-tituto. Nada queda ajeno a este cambio y, por su causa, muchas cosas morirán, otras nacerán, y algunas sobrevivi-rán, aunque transformadas. Nos preguntamos ¿qué perfil de hermano religioso tiene posibilidades de futuro?

En estas situaciones de cambio, las realidades más frágiles resultan las más vulnerables, pero precisamente por ello, también pueden ser las más flexibles. Y esta capacidad

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de adaptación es decisiva para la supervivencia. Tenemos ante nosotros el desafío de descubrir el rostro de hermano religioso que va precisar la Iglesia y el mundo que está na-ciendo. Seguramente habrá que sumergirse en las profun-didades del “ser” más que del “hacer”, pero sabiendo que nada llega a “ser” sin la complicidad del “hacer”.

La condición de bautizados debería ofrecernos el funda-mento sólido de la vinculación con los laicos y, al mismo tiempo, la referencia esencial de nuestra especificidad de hermanos religiosos, es decir, la matriz donde regenerar la vitalidad y el sentido específico de nuestros votos.

Dicho de otro modo, ¿hay para el hermano una forma espe-cífica de vivir cada uno de los votos religiosos? O el ¿carácter de hermano no representa nada respecto a los mismos votos de un religioso-sacerdote? Si es así, un hermano sería un religioso disminuido con menos competencias… ¿Cuál es la alterna-tiva a esta percepción?

Además de los votos, ¿podemos descubrir otros aspectos que articulan la identidad específica de hermano?

No sólo en los libros encontraremos las respuestas adecua-das, sino sobretodo hurgando y compartiendo en nuestra experiencia vital de hermanos. Ahí están las respuestas que necesitamos.

2. EL LAICO MARISTA

2.1. Motivos que nos mueven a presentar este tema

A pesar de que la realidad de los laicos maristas es muy di-versa en todo el Instituto, la consulta inicial lo apunta como un tema emergente y urgente. La primera preocupación va en torno al aspecto de la identidad, que no sólo se define por lo que se es, sino también, y cada vez más, por las re-laciones que se establecen con los demás. En este sentido, la reflexión de la identidad del hermano incide directamente sobre la del laico marista, y las dos se implican recíproca-mente.

Este acercamiento vocacional del laico al carisma marista nos invita a descubrir una nueva perspectiva del mismo como don para toda la Iglesia y a promover/acompañar la reflexión de ellos mismos sobre su misión, espiritualidad, expresión de la fraternidad. En la canonización de San Mar-celino Champagnat, la Iglesia reconoció al fundador como parte de su patrimonio universal y no circunscrito exclusiva-mente a un estrecho círculo de religiosos.

La aparición de la conciencia del laico marista va asociada al deseo de compartir más profundamente con los herma-nos. Sin embargo, la naturaleza de ese compartir depende en gran medida de la personalidad de los interlocutores y de sus expectativas. Entre los laicos, hay quien desea constituirse al margen de cualquier interferencia por parte de los hermanos; la gran mayoría aspira a contar con su presencia, aunque sea simbólica, y sobretodo con su apoyo

y participación activa de igual a igual; y, finalmente, también hay quien les prefiere siempre como animadores, asesores u organizadores. Entre los hermanos también encontramos esas mismas percepciones sobre su propio papel en todo este proceso.

Otro aspecto es el de la búsqueda de algún tipo de com-promiso formal por parte de los laicos, del que pueden surgir algunas expresiones públicas como, por ejemplo, el Movimiento Champagnat de la Familia Marista. Cuando vaya dándose esa realidad, tendremos el desafío de ver cómo articular esa constelación de entidades maristas y de inte-grarla en los diversos ámbitos de nuestra vida de hermanos, como la formación, la vida comunitaria, la pastoral vocacio-nal y la corresponsabilidad, entre otros.

2.2. Contexto histórico y situación actual

En la Iglesia

Antes del Vaticano II, la Iglesia se comprendía prevalen-temente como una realidad jerárquica y clerical. Fundada sobre el orden ministerial, relegaba al laico al último lugar. La misión y vocación del laico aparecían indefinidas y confu-sas; y solamente se le asignaba una función específica bajo la estrecha supervisión de la autoridad jerárquica.

Después del Vaticano II, vemos surgir una iglesia de comu-nión que recupera el bautismo y la llamada universal a la santidad como el fundamento de toda vocación cristiana, y también la del laico. A modo de ejemplo, describimos a continuación algunos procesos vividos recientemente en el occidente católico. En otras partes del planeta también hay cambios que siguen su propio ritmo.

Fruto de la primera etapa postconciliar, los laicos van to-mando la iniciativa y crean sus propios espacios, abiertos a la participación de toda la comunidad eclesial (comunida-des de base, focolares –Lopiano–, neocatecumenales, San Egidio, Taizé, León de Judá, Emmanuel, entidades diocesa-nas…). El mundo es considerado el ámbito de competencia específico de la vocación laical. Paralelamente, la vida reli-giosa se abre al reconocimiento del laico como colaborador en la misión.

Al principio de los 90, surge con más fuerza la búsqueda de un lugar específico del laico en el seno de la Iglesia y no sólo en el mundo. Las vocaciones y ministerios van perdiendo sus ámbitos exclusivos y son percibidos en rela-ción, los unos con otros, en forma de red, de modo que la comunidad eclesial no es ya competencia exclusiva de unos sino de todos y no sólo para su sostenimiento económico. “Christifidelis laici” (Juan Pablo II, Exhortación Sinodal, 30 diciembre 1988), y más tarde la "Instrucción sobre algumnas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes" (Congregación para el Clero, 15 agosto 1997) intentan responder a esas inquietudes. La vida religiosa va percibiendo al laico como asociado o “partenaire”, de igual a igual, primariamente en

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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la misión, pero poco a poco, también otros aspectos del carisma resultan susceptibles de ser positivamente compar-tidos por los laicos, como la espiritualidad y la fraternidad.

Una vez subrayada la relación de unas vocaciones con otras, en estos últimos años surge la tendencia a buscar el aporte específico de cada una en esta “red eclesial” de vocaciones y ministerios. Se acentúa el aspecto plural de la comunidad eclesial, como suma enriquecedora de aportes diversos y mutuamente interpelantes. No sólo la misión, sino el caris-ma en su conjunto aparece como lugar de encuentro entre religiosos y laicos, y común a ambos.

En el Instituto

Las formas clásicas de estar en contacto con lo marista ha-bían sido consecuencia directa de nuestra acción apostólica escolar: alumnos, padres de alumnos y antiguos alumnos.

La incorporación de profesores laicos fue concebida, en un inicio, como una excepción inevitable o una substitución que aspiraba a ser temporal. Nuestra experiencia de trabajo, codo con codo, y el camino que la Iglesia ha hecho en estos años nos ha abierto a reconocer la riqueza del don inespe-rado que se nos ha brindado con su presencia.

A mediados de los 80, se pone en marcha el Movimiento Champagnat de la Familia marista; a partir de 1993 son invi-tados al Capítulo general y también a muchos de los Capí-tulos provinciales; sin que mengüe la visita de los hermanos a N.D. de l’Hermitage, la presencia de los laicos aumenta y casi la supera; el capítulo del 2003 intuye una llamada a “ensanchar aún más la tienda”; hermanos y laicos hemos compartido de igual a igual sobre la misión marista a propó-sito del proceso de Mendes; y, finalmente, hemos ensayado una codificación de nuestra espiritualidad en común y apta para ambos, “Agua de la roca”.

2.3. Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias:

Intuimos consecuencias distintas según la zona del Insti-tuto, de acuerdo con la realidad actual del laicado en cada una de ellas.

Cuando miramos al futuro se nos revela claramente la urgencia y la importancia de un laicado marista anclado profundamente en la espiritualidad y el carisma de San Marcelino. Es una tarea que necesita llevarse a cabo en los próximos años.

Una falta de acción decidida en este ámbito puede tener consecuencias lastimosas:

En algunas zonas, los laicos irán asumiendo los puestos que los hermanos ya no puedan reemplazar, pero sin más horizonte que el de ser herederos de una organización con una prestigiosa tradición pedagógica. Es fácil intuir que la gestión devorará las últimas energías de esas generaciones

de hermanos pero también de laicos maristas, y al final las obras tenderán a convertirse en empresas con ánimo de lucro. En estos lugares, los hermanos se extinguirán casi al mismo tiempo que los laicos maristas, y con ellos el carisma y la presencia marista.

En otras zonas, sin horizonte que estimule a dar pasos hacia un mayor compromiso, la rutina y el cansancio consumi-rán a los laicos maristas que acabarán buscando en otros hogares el calor de una espiritualidad y nuevas formas de compromiso laical. Los hermanos se irán encerrando en su mundo, desconectándose de la realidad circundante. Es el paso previo a la situación descrita más arriba pero aplazada, a causa del mayor número de efectivos con que se cuenta actualmente.

Y por último, también podemos vislumbrar que la ausencia e inhibición de los laicos autóctonos en algunas zonas del Instituto, contrastará fuertemente con la presencia masiva de laicos extranjeros en proyectos de cooperación interna-cional. Pasada la perplejidad inicial, si no se da la respuesta adecuada, esas zonas tenderán a repetir la historia de los otros lugares y quizás, a mayor velocidad.

¿Podemos identificar nuestra zona? ¿Vemos alternativa a la situación que aquí se describe?

2.4. Caminos de búsqueda…

2.4.1. Muchas instituciones religiosas están debatiendo so-bre el lugar del laico en el propio carisma.

- Algunas prefieren respetar las diferencias de estado y delimitar con claridad los ámbitos compartidos, como la misión o alguna faceta de la espiritualidad, vividas por lo general, en entidades jurídicas prácticamente inde-pendientes.

- Otras tienden a subrayar el espacio común de en-cuentro, presentando la especificidad de cada vocación como una modalidad de un mismo carisma.

2.4.2. Sean cuales sean los perfiles que vaya adoptando la identidad del laico marista, la formación parece ser un paso ineludible. Contando siempre con los contenidos básicos de la fe cristiana, la orientación que debe tomar la formación específicamente marista puede seguir distintos derroteros:

- Una formación más orientada al conocimiento profun-do de la tradición y espiritualidad marista;

- o más bien, atenta a la experiencia humana y espiritual que alimenta el compromiso apostólico;

- o, en cambio, más centrada en la mejora profesional y en la calidad de nuestro servicio educativo.

2.4.3. La llamada a compartir misión, espiritualidad y vida

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nos sugiere la búsqueda de distintos desarrollos comu-nitarios:

- Una comunidad de vida bajo el mismo techo parece ser una experiencia limitada en el tiempo con la finali-dad de descubrir, vivenciar y adquirir unos elementos determinados. A través de experiencias múltiples, bien discernidas y evaluadas, iremos adquiriendo bases sóli-das para constituir comunidades vitales de hermanos y laicos a largo plazo.

- Hoy por hoy, nos resulta mucho más accesible esta-blecer un ámbito común donde compartir algo, como la oración, la experiencia, el descanso, la fiesta o la co-mida; y todo ello vivido como un camino de formación, diseñada conjuntamente, con el objeto de ayudarnos mutuamente a recrear nuestra identidad desde la comu-nión y el respeto.

2.4.4. Finalmente, hay que ver cómo apoyar la áreas don-de este desarrollo es embrionario y topa con dificultades para avanzar… Hay quien piensa que es mejor no forzar procesos y dejar que se den espontáneamente cuando la si-tuación haya madurado. Otros creen que esa inhibición nos hace desperdiciar la gracia que se nos da en este momento y puede pasar de largo.

Encontramos alternativas en cada uno de estos caminos de búsqueda, ¿por cuál me inclino y por qué?

2.5. La cuestión determinante

Buena parte de la propia identidad viene configurada por las relaciones que establecemos. Mientras no se expliciten fórmulas de relación hermanos-laicos maristas resulta difícil clarificar la identidad, visualizar la pertenencia y articular su presencia en nuestras estructuras.

De la respuesta a este desafío depende el tipo de apoyo que debemos dar en su formación, los ámbitos y naturaleza de la corresponsabilidad y la constitución-configuración de comunidades de laicos maristas y de comunidades mixtas de hermanos y laicos maristas.

Hoy, pues, además de seguir profundizando en el conoci-miento mutuo y la formación conjunta, parece necesario abrir la reflexión sobre las formas de asociación. En térmi-nos generales, la experiencia ya nos indica que hay diversi-dad de modelos para ir avanzando:

- Compartir la misma casa y mesa: es decir, hermanos y laicos viviendo en comunidad, respetando las diferen-cias, pero poniendo todo en común y con un proyecto de vida comunitaria compartido.

- Establecer mesas distintas en una misma casa: es decir, hermanos y laicos viviendo en comunión desde una misma espiritualidad y carisma y compartiendo una misma misión, pero viviendo en formas de aso-

ciación específicas, aunque federadas de algún modo: los hermanos forman sus comunidades y los laicos forman sus fraternidades o, incluso, sus comunida-des.

- Construir casas distintas y en la calle, o sea –la misión–, se fija el lugar de encuentro: es decir, hermanos y laicos compartiendo una misma misión, pero las formas de asociación de los laicos son formalmente independien-tes entre sí y, también, del Instituto de los hermanos. ¿Por cuál me inclino y por qué?

Si queremos algo conjunto, evidentemente este camino de-be ser recorrido por ambos de forma armónica. No se trata de una decisión de los hermanos sin contar con los laicos maristas, ni una decisión unilateral de los laicos maristas que los hermanos deban asumir.

A veces surgen dudas sobre quién debe tener la iniciativa y sobre la función del Instituto en este proceso. Por el momento, el Instituto sigue siendo el vínculo histórico y espiritual con el carisma de Champagnat y la expresión formal de su continuidad. La participación del Instituto es necesaria para garantizar la autenticidad de otras formas de encarnación de este mismo carisma, sin que por ello deba asumir una posición de gobierno en las mismas. No obstante, también pueden aparecer nuevas expresiones inspiradas en la tradición marista, pero totalmente indepen-dientes del Instituto. En este caso, el carisma de Champag-nat será un elemento más, entre otros, que participará en la configuración de un nuevo carisma en la Iglesia. Es algo bien conocido en la historia de la espiritualidad y de la vida religiosa.

3. EN EL CORAZÓN DEL CARISMA: LA MISIÓN MARISTA

3.1. Motivos que nos mueven a presentar este tema

Este tema aglutina aportes coincidentes en todos los grupos y regiones, tal como se puede apreciar en la primera parte de este documento y tiene como trasfondo la convicción de que nuestra razón de ser parte de una misión que congrega a una comunidad e inspira una esppiritualidad particular. A continuación indicamos los aspectos de la consulta inicial que han cautivado nuestra atención, sea por la resonancia afectiva que produjeron o por el énfasis con que fueron mencionados.

3.1.1. Veamos, en primer lugar, unos puntos particularmen-te SENSIBLES para un buen grupo de participantes en la consulta inicial y que reflejan sus preocupaciones centrales respecto a la misión:

- La dedicación a los pobres y más desfavorecidos- La presencia real entre niños y jóvenes de hoy- La corresponsabilidad en la misión con los laicos maristas - Calidad evangelizadora de nuestras obras y tareas apostólicas

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Orientaciones para la reflexión21er Capítulo general

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3.1.2. En segundo lugar, hay aportes que ponen en evi-dencia elementos de nuestra misión que se están viviendo con una tensión que busca, pero que no llega a conseguir fácilmente el equilibrio de exigencias aparentemente en-contradas;

- Búsqueda de la calidad <-> evangelización y pobreza: el deseo de responder a las nuevas exigencias pedagógi-cas y la responsabilidad de ofrecer un servicio educativo de calidad suele crear cierto conflicto con la calidad evangelizadora, el testimonio de austeridad o nuestra vocación de servicio a los pobres.

- Diversidad de tareas <-> visibilidad e identidad maris-ta de las mismas: la diversificación de presencias y tareas apostólicas, especialmente si no siguen algún criterio orientador, suelen ir en detrimento de la visibilidad e identidad de la misión marista, aunque contemos con ejemplos admirables de entrega.

- Realidad vocacional <-> viabilidad de las obras: la rea-lidad vocacional de los hermanos constituye una inquie-tud inevitable para la viabilidad de las obras, aún contan-do con un buen equipo de laicos. Invertir hermanos en pastoral o nuevas presencias, acentúa la precariedad de algunas obras y no es fácil encontrar el equilibrio.

3.1.3. Y por último, hemos recibido aportes que hablan de nuevas fronteras y ofrecen referencias novedosas y suge-rentes desde donde releer la misión marista hoy, la interro-gan y la lanzan hacia nuevos horizontes. Algunas de ellas sintonizan con temas emergentes en nuestras sociedades y suscitan incluso un nuevo lenguaje y comprensión de la misión:

- Infancia en riesgo- Refugiados y desplazados- Inmigrantes en países desarrollados- Víctimas ecológicas- Marginados afectivos, de familias desestructuradas- Explotación laboral- Derechos de la infancia- Justicia e infancia.

En el pasado, la misión marista se planteó desde la asisten-cia caritativa o desde la catequesis. Con frecuencia, hoy se presenta como un servicio, un ministerio, un carisma. Sin embargo, los ámbitos de la justicia y los derechos humanos despuntan en el horizonte y ofrecen nuevas referencias; no sólo para una parte de nuestra misión, sino que toda ella adquiere nuevos matices cuando se relee desde esas categorías.

3.2. Contexto histórico y situación actual

En la Iglesia

Notemos brevemente los cambios en la comprensión de cuatro términos asociados a la misión cristiana.

3.2.1. Misión. Antiguamente sólo los clérigos tenían misión, mientras que las labores seculares atendidas por laicos estaban excluidas de cualquier consideración sagrada. El Vaticano II reivindica el ámbito de lo secular como objeto de la misión cristiana, en toda su plenitud.

3.2.2. Educación. Durante muchos siglos se asoció a los clérigos como algo específico y complementario a su con-dición. La Iglesia la ofreció al principio como un medio de catequización y rápidamente evolucionó hacia una visión asistencialista. Hoy se trata simplemente de un derecho humano, nada más y nada menos.

3.2.3. Evangelización. Inicialmente, el término estaba estrechamente vinculado a la conversión, entendida co-mo cambio de religión, y al bautismo de infieles. Hoy nos evoca la oferta que se desprende del Evangelio y que, ante todo, se transmite por el testimonio comprometi-do, abierto a compartir con otros el don precioso que se nos ha dado. Todo ello adquiere una nueva comprensión cuando se coloca en el contexto del diálogo interreligioso e intercultural.

3.2.4. Obras apostólicas. Adquirieron una función sub-sidiaria cuando la sociedad aún no había resuelto cómo ofrecer esos servicios a la población. Una vez concienti-zada la sociedad y creadas sus propias redes de servicios sociales, se establece una cierta competencia con las obras apostólicas que deben reivindicar su derecho a existir como oferta plural en una sociedad democrática. Pero hoy, la comunidad eclesial comienza a preguntarse por el desafío profético que estas obras deberían ofrecer a la sociedad, antes que lanzarse a la lucha por la su-pervivencia, inducidos por la economía de mercado y la sociedad de consumo.

En el Instituto

Veamos dos ejemplos de la evolución vivida en el Instituto.

- Es curioso notar que una palabra tan corriente como “misión” era prácticamente desconocida para nuestros hermanos mayores y ausente de las categorías habitua-les en la reflexión anterior al Vaticano II. En su lugar se hablaba de “labor apostólica” o “acción pastoral”; la “misión” y los “misioneros” eran términos circunscritos a la expansión de la fe por nuevas tierras. Nuestro primer capítulo postconciliar (1968) dedica un docu-mento a la “Vida apostólica”, sin que “misión” adquiera ninguna relevancia; y otro documento distinto a “Las misiones”.

- Basta recordar algunos de nuestros textos oficiales para percibir la extraordinaria evolución vivida en el Instituto: del “Avis, Leçons, Sentences” (1869) a los documentos “Vida apostólica” (1968), “Oración-Apos-tolado-Comunidad” (1976) preocupado por la integra-ción de vida, “Misión educativa marista” (1998): “Her-manos y laicos juntos en la misión, somos sembradores

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de la Buena Noticia” (MEM, p. 5) y las propuestas que nos llegan de Mendes (2007): “Nuestra misión, formada e informada por nuestra rica herencia espiritual, exigirá experiencias transformadoras que desarrollen nuestras vocaciones diferentes y complementarias”. (Doc. Mendes, p.1)

3.3. Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias:

La pasión por la misión marista: hacer conocer y amar a Jesús a los niños y jóvenes pobres fue el fuego que inspiró nuestra fundación; nuestra misión estará llena de vitalidad, si se vive desde esa misma pasión y fuego. Si nuestra fe se debilita y la vivencia de la espiritualidad y del carisma maris-ta se diluyen en nuestras vidas y misión, dejaremos de ser luz y sal para los jóvenes de hoy.

¿Cómo acrecentar este fuego en nuestras vidas y en nuestra misión de cada día?

El grito de San Marcelino, “¡Necesitamos hermanos!”, es un grito que escuchamos repetidamente hoy, particularmente de parte de los laicos maristas.

Aunque la realidad vocacional no es igual en todo el Institu-to, sí que en todas partes se percibe la escasez de hermanos para atender todo lo que quisiéramos. El envejecimiento acelerado en algunas regiones, acentúa esa realidad. Si no se toman decisiones claras y valientes, la inercia nos llevará inexorablemente hacia las siguientes situaciones respecto a las personas y a las obras:

- Hermanos jubilados. Muchos hermanos en edad de ju-bilación no se sienten preparados para afrontar esa nueva etapa y sufren mucho al dejar la labor educativa. Algunos incluso llegan a considerarse “jubilados de la misión”. Por emulación de la sociedad civil, el tiempo y posibilidades que esta etapa ofrece se consideran a libre disposición del individuo, y no todos lo invierten igual. ¿Cómo ayudar-nos unos a otros para que la jubilación se convierta en nuevo espacio y oportunidad para ser un apóstol marista que atrae e inspira a los jóvenes de hoy?

- Hermanos en actividad. Si no corregimos la tenden-cia, la realidad puede llevarnos a quedar prisioneros de la gestión, ocupados en atender enfermerías, dispersos en misiones personales sin proyecto colectivo, alejados de los niños y jóvenes y de los pobres. Este cuadro deja sin argumentos a la pastoral vocacional.

Un gesto que hace pensar: las religiosas mayores de una congregación femenina decidieron acudir a las residencias públicas de ancianos, para que todas las jóvenes religiosas pudieran seguir comprometidas con la misión que ellas tam-bién habían desempeñado antes.

- Laicos. Si siguen siendo subsidiarios de los hermanos, difícilmente podrán prolongar la vida marista de una

obra. Una prótesis no alarga la vida porque no tiene vida propia.

- Diversidad de presencias. La fecundidad de la mi-sión marista se ha lanzado hacia nuevas fronteras. Sin un criterio orientador, rápidamente podemos entrar en competencia sobre el destino de los recursos humanos. Si la diversidad no se integra en un proyecto colectivo y compartido, degenera en dispersión que diluye la identi-dad de la misión y su visibilidad pública.

- Sentido de las obras. Sin mayor definición, resulta complicado escapar de la espiral de la competencia. La calidad educativa será al final la justificación real de una obra: la evangelización y la sensibilidad solidaria, su motivo piadoso y prescindible.

- Calidad de las obras. Instalados en la rutina y se-guros de nuestro prestigio, nuestro servicio educativo, social y pastoral irá perdiendo actualidad.

- Gestión de las obras. Sin más fórmulas que las actua-les, algunos hermanos o laicos deberán asumir la gestión de más de una obra, estableciendo un modelo de tele-dirección o gestión virtual que nos alejará cada vez más de las personas y de las realidades locales.

- Viabilidad de las obras. En algunos lugares, el Ins-tituto puede ir perdiendo el control efectivo de la ges-tión, pero podría seguir asumiendo la totalidad de las responsabilidades jurídicas. Ese panorama suele alentar la irresponsabilidad de quien gestiona en su nombre y acaba amenazando el futuro de las mismas obras.

3.4. Caminos de búsqueda…

En este ámbito de la misión, tenemos varios frentes abier-tos. En primer lugar, es preciso escuchar atentamente lo que el proceso de Mendes ha suscitado, tanto a nivel de provincias como de Instituto. Un proceso de estas caracte-rísticas algo debe decirnos. ¿Qué vemos en él para iluminar los próximos 8 años? Hermanos y laicos podemos avanzar juntos en la búsqueda de nuevas claves que nos permitan recrear continuamente el vigor de la misión marista.

La “misión” no es ajena al tema de la identidad de hermano. Las dificultades de misión que tantos hermanos encuentran al llegar a la jubilación son reveladoras de que algo nos falta en nuestra comprensión de la “misión marista”, ¿por dónde avanzar para adquirir un sentido de “misión” que abarque la vida entera? ¿Qué alternativas podemos ofrecer?

Otro aspecto importante respecto a los hermanos es su relación con las obras. Desde el origen, las obras eran expresión de la vitalidad apostólica del Instituto. Estaba claro que la vida de los hermanos se daba primero y que las obras eran su consecuencia. Poco a poco hemos ido asumiendo compromisos institucionales y sus exigencias se nos hacen tan imperiosas, que la vida de los hermanos aca-

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ba supeditada a ellas hasta extremos discutibles. ¿Cuántas veces observamos que una determinada realidad comunitaria no es mínimamente saludable pero se mantiene a causa de una obra? ¿Cuáles son las prioridades a la hora de dar misión, es-pecialmente a los hermanos más jóvenes? Es evidente que nos sentimos responsables de las obras, pero seguramente ha-brá que ser conscientes de los límites y establecer algunos equilibrios si no queremos convertirnos en simples gestores de obras apostólicas.

Habrá que buscar alguna alternativa a la progresiva concen-tración de responsabilidades en unas pocas manos. Dele-gamos los puestos intermedios, pero solemos reservarnos las últimas instancias de decisión, incluso a nivel local. ¿No habrá fórmulas para compartir con los laicos, de igual a igual, esas responsabilidades y también sus consecuencias?

Algunos de los aportes que nos llegan de la primera con-sulta apuntan la dificultad de muchos de nosotros y de mu-chas de nuestras instituciones para vivir nuestra misión en comunión de corazones con la Iglesia. Igualmente se hace notar la dificultad para integrarse de un modo satisfactorio y eficiente en los planes de pastoral de conjunto de diócesis y otras estructuras de Iglesia. ¿Habrá llegado el momento pa-ra analizar esta situación que inquieta a tantos de nosotros? ¿Entendemos de verdad la naturaleza de nuestra Iglesia y la importancia esencial de nuestra pertenencia a ella?

3.5. La cuestión determinante

La importancia de las cuestiones que acabamos de plantear y muchas otras vinculadas a la misión no nos permiten avanzar só-lo con ligeros remiendos para aguantar ocho años más. ¿Por dón-de empezar, cuando esas cuestiones son tan diferentes y dispersas?

La clave puede estar precisamente ahí: esa disparidad reve-la, en el fondo, la ausencia de una “visión realmente compar-tida”. Algunas controversias estériles sobre misión revelan que nuestra visión sobre la misma es aún fragmentaria y muy dependiente del horizonte local de cada uno o de su propia tarea. Nuestra miopía resta eficacia a la labor conjun-ta, diluye su significatividad y nos debilita a todos.

Por consiguiente, urge desarrollar una visión común que dé vigor, sentido y eficacia al rico abanico de presencias que la vida marista genera. No se trata de sumar todo sin más, sino más bien de buscar la columna vertebral que todo lo sos-tiene y todo lo cuestiona. Desde esa visión común debería verse con mayor claridad cómo abordar con coherencia los desafíos anteriores: laicos y hermanos en misión, ubicación de los hermanos, hermanos jubilados, relación con las obras, futuro de las mismas, estructuras de gestión, corresponsabi-lidad e, incluso, proyectos como la misión “Ad gentes”.

Evidentemente, esta visión común debe ir más allá de formulaciones tradicionales como la simple promoción humana a través de la educación o de la evangelización a través de la catequesis. El mundo nuevo que está naciendo requiere respuestas nuevas. ¿Podemos sugerir alguna pista?

4. EN LAS FUENTES DEL CARISMA: LA ESPIRI-TUALIDAD MARISTA

4.1. Motivos que nos mueven a presentar este tema

Además de los elementos recogidos en las dos primeras preguntas sobre los desafíos y las líneas de acción, los her-manos han explicitado sus fuentes de espiritualidad al com-partir la tercera pregunta, que pedía las razones para seguir entregando la propia vida como hermano marista “Razones que nos animan a entregar nuestra vida cada día”. (En camino hacia el 21er Capítulo general, p. 51 – Roma, mayo 2008)

Nos damos cuenta de que sin raíces espirituales, la vida marista se queda finalmente sin razones. Es la versión ma-rista de la sentencia de André Malraux, “El siglo 21er será religioso o no será”, o de Karl Rahner, “El cristiano del siglo 21er será místico o no será”.

Se percibe una necesidad inaplazable de revitalización in-terior, que recupere el gozo de una vida fundada de verdad en la fe. Junto a ello, las aportaciones son sensibles a un gran abanico de llamadas sobre la espiritualidad marista: redescubrir el don del bautismo y de María, el acompaña-miento personal como medio insustituible en una sociedad despersonalizada, la dimensión comunitaria y apostólica de la espiritualidad, la participación en la vida de fe de la co-munidad eclesial, la formación, etc. Todos estos aspectos de nuestro ser maristas con espiritualidad sólida requieren procesos continuados y perseverantes; ya no sirve una espiritualidad intermitente, circunscrita a los breves pe-ríodos de formación intensiva o a los tiempos de oración esporádica.

Y por último, la aparición del laicado marista nos hace to-mar mayor conciencia de la energía, riqueza y atractivo de la espiritualidad marista a pesar de su humilde apariencia. No parece, pues, que la fuerza interior de una espiritualidad dependa del prestigio público alcanzado.

4.2. Contexto histórico y situación actual.

En la Iglesia

Conviven tres sensibilidades simultáneamente, expresión de tres épocas:

- La tradicional, centrada en las prácticas religiosas, los actos de piedad, las devociones particulares, etc.

- La moderna, que vive la espiritualidad como una rela-ción interpersonal con Dios, presidida por la razón y en la que se integra ineludiblemente el compromiso por el hombre y por la sociedad.

- Y la postmoderna, que busca nuevos espacios interio-res más allá de la racionalidad, en los que prevalecen la sensibilidad, lo emocional e intuitivo y la atención al otro en particular, más que a las estructuras y a los grupos.

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En las sociedades llamadas “avanzadas” se percibe la superación del rechazo de Dios (ateísmo) e incluso de la inhibición (agnosticismo), para dar paso a un discreto pero firme resurgir de la búsqueda espiritual, preferentemente desinstitucionalizada.

En el Instituto

Los hermanos somos hijos de nuestra época y percibimos entre nosotros esas mismas sensibilidades. Nuestros textos son testimonio de ello. De las “Enseñanzas espi-rituales” y “Avis, Leçons, Sentences”, testigos elocuentes de una primera etapa, de las Reglas comunes (1852) que han influenciado la vida de los hermanos durante más de cien años, llegamos a los documentos capitulares de 1968 y 1976 en los que encontramos sendas reflexiones sobre la vida de oración, como espacio de relación e in-tegración personal. La expresión “espiritualidad marista” pasa casi desapercibida hasta las circulares, “Movimiento Champagnat de la Familia Marista” (1991) y “Espiritualidad apostólica marista” (1992) del H. Charles Howard y se con-vierte en heredera de la expresión “espíritu del instituto”, que cuenta con un documento capitular del año 1968 y una circular del H. Basilio Rueda del año 1975.

En el capítulo de 2001 resuena con fuerza la llamada a centrar la vida en Jesucristo. Acabamos de vivir el año de la espiritualidad marista y disponemos de una primera versión del documento de espiritualidad marista, “Agua de la roca” (2007-2008), con una propuesta inclusiva para laicos y her-manos.

En este breve recorrido, quizás cabe destacar dos fenóme-nos recientes que han afectado la vida de muchos herma-nos:

- La vuelta a las fuentes que preconizaba el Vaticano II ha significado el redescubrimiento del fundador y de los primeros hermanos con una fuerza inusitada.

- Y la vinculación a movimientos eclesiales de espiritua-lidad en los que muchos hermanos han nutrido su vida interior: Cursillos de cristiandad, Mundo mejor del P. Lombardi, Taizé, focolares, movimiento carismático, etc.

4.3. Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias:

- Sin espacios compartidos de espiritualidad, la comunidad se convertirá cada vez más en residencia profesional, y con el tiempo, de jubilados.

- Sin puntos comunes y compartidos en la vivencia espiritual, los hermanos se dispersarán más buscando el fuego en otros hogares espirituales, cada uno por su lado, dejando muda la oferta vocacional marista.

- Sin vinculación a la misión y a lo que vivimos en el día a día, nuestra espiritualidad se vaciará de verdad

y, aunque “bebamos vino, predicaremos agua”.

- Sin María en nuestro camino interior y al margen de nuestros modelos cercanos de santidad, como el funda-dor, los primeros hermanos o nuestros mártires, nuestra propuesta espiritual tendrá poco de específico que no pueda ser vivido por otras vías.

- Sin referencia básica y radical a la fe o, dicho de otro modo, a la dimensión bautismal, nuestra espiri-tualidad irá en búsqueda de sensaciones, de bienestar, de equilibrio personal; todo legítimo y respetable, pero vacío; en la práctica, un simple sucedáneo del encuentro personal con Cristo. Algunas búsquedas, resistencias o huídas sólo reflejan una latente pero persistente “crisis de fe”.

4.4. Caminos de búsqueda…

4.4.1. ¿Debemos acentuar una espiritualidad cristiana genérica, atenta especialmente a las referencias que ofrece la Iglesia local o universal, o debemos privilegiar, más bien, las raíces particulares de nuestro patrimonio espiritual marista?

4.4.2. Nos podemos preguntar: ¿Cuándo resulta valioso incor-porar las propuestas de vida que provienen de otras espirituali-dades cristianas y cuándo acaba siendo una huída que refleja la incapacidad de sintonizar con las fuentes espirituales de nuestra propia tradición marista?

4.4.3. Es interesante identificar las actitudes comunitarias que impiden la búsqueda y el desarrollo de espacios com-partidos de crecimiento espiritual para los miembros de la misma. ¿Podemos detectar las de nuestra comunidad?

4.4.4. La presencia de María entre nosotros no se reduce a la difusión de una advocación mariana, de una práctica, de una imagen; sino que se vincula directamente a una actitud vital y a un modo de ser Iglesia. ¿Podemos explicárnoslo con ejemplos?

4.4.5. Se dan entre nosotros, hermanos muy espirituales que martirizan a su comunidad y hermanos muy entregados que revisten su activismo de espiritualidad apostólica. ¿Có-mo ayudarnos a reconocer nuestras “desviaciones” espirituales?

4.5. La cuestión determinante.

La pluralidad de todos estos ingredientes nos dificulta la percepción de lo esencial, sin lo cual, todo lo demás resulta irrelevante. ¿Cómo entrever lo esencial en medio de tantos as-pectos, todos ellos importantes y necesarios?

El mundo global nos invita a la acogida sin prejuicios de toda semilla plantada por Dios en el seno de cualquier tradi-ción religiosa o cultural. La espiritualidad no puede conver-tirse en un ejercicio de autoafirmación frente a los demás. Nos urge desarrollar una vivencia “holística” (comprensiva e integradora) de la espiritualidad marista, fundada sobre una

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seria opción de fe por Cristo. En nuestro caso, esa opción tiene un sello específico, “al estilo de María”, y sería intere-sante compartir en qué se caracteriza, puesto que ahí radica la esencia de nuestro carácter mariano.

Dar por supuesta la opción de FE en el fondo de lo que motiva nuestras elecciones, resulta cada día más proble-mático. Hay signos externos que nos permiten dudarlo. ¿Los podríamos identificar y compartir? Dicho con pala-bras más sencillas y evangélicas: “¡Si tuvierais fe como un grano de mostaza…!” ¿Estamos dispuestos a asumir ese

riesgo de verdad? ¿Cuáles son, al final, los sucedáneos que sostienen nuestras opciones y dignas justificacio-nes?

En los próximos años, posiblemente descubramos nuevos y aún mejores dones en nuestra tradición espiritual al recorrer ese camino de búsqueda con los laicos. Juntos aprenderemos a integrar mejor los distintos aspectos, puesto que, subrayar algunos en detrimento de otros, aca-ba comprometiéndolo todo seriamente. Y juntos veremos también, con más claridad, lo que nos es específico.

B. OTROS TEMAS

PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

La consulta inicial ha arrojado otras preocupaciones y de-safíos con un peso considerable. Los presentamos aquí, en conjunto, bien conscientes de su importancia, pero los percibimos como temas que necesitan en este momento más bien orientaciones de acción inspiradas por los cuatro temas prioritarios.

Son los siguientes:

- Estructuras de animación y gobierno- Comunidad- Formación- Pastoral vocacional- Pastoral juvenil- Misión ad gentes

Les invitamos también a reflexionar, orar y compartir sobre todos estos temas más específicos.

Si no pueden tratarlos todos, evidentemente les acon-sejamos seleccionar los que les resulten más cercanos o incluso otros que consideren tan importantes como éstos,

aunque no hayan conseguido tanto apoyo por parte de las aproximadamente 6000 personas, entre hermanos y laicos, que han participado en la consulta inicial (mayo-octubre 2008). De manera especial, queremos recomendar que sean trabajados por los organismos provinciales que tratan o se relacionan con alguno de ellos: casas de formación, equipos de pastoral, asambleas de superiores, consejos provinciales.

Para profundizarlos, se pueden seguir los pasos indicados en la presentación de los cuatro grandes temas:

- Motivos que nos mueven a presentar este tema- Contexto histórico y situación actual- Si no avanzamos en este tema… podemos intuir las consecuencias- Caminos de búsqueda…- La cuestión determinante

Ésta es una propuesta de trabajo pero, lógicamente, en ca-da lugar habrá que prever las dinámicas e instrumentos que mejor se ajusten a la propia realidad.

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Plan de acciónTERCERA PARTE

Fase 1: Preparación (enero - febrero 2009)

La segunda fase es un proceso en sí mismo; por consiguien-te, es necesario que los miembros del Capítulo así como los hermanos en las comunidades, laicos maristas y jóvenes tengan la posibilidad de vivir este tiempo de preparación. Para esto, hay tres documentos que serán muy útiles. En primer lugar la Circular del hermano Superior general Seán Sammon, “Convocatoria al 21er Capítulo general de los Hermanitos de María fundados por Marcelino Champag-nat”. El segundo documento son las “Orientaciones para la reflexión ante el 21er Capítulo general”, elaborado por la Comisión Preparatoria. Y el tercero es el Informe del Con-sejo general.

El siguiente plan de acción presenta la segunda etapa de nuestra preparación para el Capítulo general. Esta etapa se divide en cuatro fases, de dos meses cada una. Estas fases son: la Preparación, la Escucha, el Eco

y el Informe.

La decisión sobre cómo proceder en la segunda fase depende fundamentalmente de las diferentes unidades administrativas. Sin embargo, queremos resaltar el hecho de que este proceso apunta sobre todo a la formación de los miembros del Capítulo. Los Coordinadores Regionales, que son todos miembros de la Comisión preparatoria, establecerán reuniones con los miembros del Capítulo de sus regiones respectivas, si es posible al comienzo y al final del proceso, para ayudarlos a ver cómo proceder en esta fase particular. Los sitios Web serán también un recurso importante en especial durante este período, ya que pondremos a disposición materiales para las celebra-ciones, las meditaciones, las reuniones y otros materiales útiles.

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Las comunidades de hermanos, laicos maristas y jóvenes también recibirán los documentos mencionados. Ellos, también, entrarán en este período de preparación en una atmósfera de oración y reflexión compartida para establecer las bases del período 2.

Fase 2: Escucha (marzo - abril 2009)

Habiendo vivido el período de preparación, los miembros del Capítulo se encontrarán con las comunidades de hermanos, laicos maristas y jóvenes para escuchar sus reflexiones sobre los documentos que han tenido a dis-posición.

La tarea fundamental aquí es escuchar. Dejamos que los miembros organicen las reuniones con los diferentes grupos como crean conveniente. Sin embargo, insistimos en que puedan entrar en contacto con la mayor cantidad de grupos posible, si no todos. Por ejemplo, los miembros del Capítulo

podrían ir cada fin de semana, si es posible, a las comunida-des u otros grupos. También podrían establecer reuniones por áreas o zonas. E incluso se podrían aprovechar las reuniones ya organizadas por las unidades administrativas, reservando algún momento específico para estas reuniones particulares. Este proceso de escuchar no se limita sólo a las reuniones, sino que también podría desarrollarse en forma de retiros o encuentros de oración.

También las asambleas regionales, si están programadas en este período, ofrecen un marco idóneo para que esta escucha tenga lugar. E incluso sería interesante organizar en las respectivas regiones algún encuentro de los grupos relevantes de aquella área del Instituto con los capitulares. De hecho, existe una amplia gama de posibilidades.

Fase 3: Eco (mayo - junio 2009)

Después del período de escucha, los miembros del Capítulo

Objetivos Estrategias Recursos Personas implicadas Fechas

Período 1:Preparación

- Leer y reflexio-nar sobre los tres documentos - Formar a los miembros del Capítulo

- Reflexión Personal - Reunión de la comu-nidad - Retiros

- Convocatoria al 21er Capítulo general de los Hermanitos de María fundados por Marceli-no Champagnat - Orientaciones para la Reflexión ante el 21er Capítulo general - Informe del Consejo general - Sitio Web

- Los coordina-dores regio-nales - Los miembros del Capítulo - Los hermanos - Los laicos maristas - Los jóvenes

Enero–Febrero 2009

Período 2:Escucha

- Escuchar a los hermanos, laicos maristas y jóve-nes: sus puntos de vista y reflexio-nes.

- Reunión de comuni-dad - Encuentros por Área/Región - Reunión de la unidad administrativa- Asamblea regional - Retiros - Encuentros de ora-ción

Medios o recursos de la unidad administrati-va o de la Región

- Los miembros del Capítulo - Los hermanos - Los laicos maristas - Los jóvenes

Marzo–abril 2009

Período 3:Eco

- Dar un eco a los hermanos, laicos maristas y jóvenes - Identificar los problemas significativos y las prioridades para la acción

- Escribir una carta abierta personal - Reunión regional para compartir las cartas personales - Escribir una Carta regional que será en-viada a Roma

Documentos mencio-nados anteriormente

Los miembros del Capítulo

Mayo–Junio 2009

Período 4:Informe

- Recoger las Car-tas regionales - Escribir el Docu-mento conclusivo

Encuentro Cartas regionales La Comisión preparatoria

Julio–Agosto 2009

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30 enero 2009 21er Capítulo general

hacen eco de lo que han recibido y lo transmiten a los her-manos, laicos maristas y jóvenes. Para esto, proponemos que cada miembro del Capítulo escriba una carta abierta, compartiendo su percepción de lo que él ha escuchado de los diferentes grupos en su provincia.

Después de esto, los miembros podrán encontrarse como región, para compartir e intercambiar todo lo escuchado. Éste intercambio será un compartir sus cartas personales, para poner realmente en común lo que los hermanos, laicos maristas y jóvenes están diciendo.

El resultado que se espera de este encuentro regional de miembros del Capítulo es una carta que tendrá que ser la voz de esa región particular. Esta carta definiría las cuestio-nes significativas de cada uno de los temas sugeridos en el presente documento, “Orientaciones para la Reflexión ante

el 21er Capítulo general”.

Esta carta regional será enviada a la Comisión Preparatoria antes del final de junio 2009.

Fase 4: Informe (julio - agosto 2009)

La Comisión Preparatoria trabajará el Documento Conclusi-vo, basándose principalmente en las cartas de las regiones. En él se mencionarán los problemas significativos para cada uno de los temas propuestos en las Orientaciones para la Reflexión y se indicarán claramente las prioridades. El resul-tado de este esfuerzo será un eco general que ofrezca una visión global de la situación del Instituto. Los miembros del Capítulo recibirán este documento que, así lo esperamos, será uno de los principales materiales para llevar al 21er Capítulo general.

CONCLUSIÓNSi el Señor no edifica la casa,

en vano trabajan los albañiles.(Salmo 126)

Conocemos muy bien las palabras del salmo. Eran muy gratas a San Marcelino Champagnat y las repetía a menudo. Como en el Magníficat de María, hay palabras que desbordan del corazón porque tienen un sentido muy rico y son de gran inspiración para el futuro.

Sabemos que todo lo que Marcelino emprendió durante su vida, lo había encomendando antes a Dios durante mucho tiempo en la oración. Construir l’Hermitage fue uno de esos proyectos. Para muchos de sus coetáneos, Marcelino era un presuntuoso. Para el Padre Champagnat ese proyecto era ante todo una llamada de la fe. Es nuestro Hermitage actual. Nos sentimos orgullosos de lo que él comenzó y queremos continuarlo para la mayor gloria de Dios

Notre-Dame de l’Hermitage, un lugar apartado, pensado inicialmente para ser un lugar de formación, descanso, ora-ción, trabajo… Sería un lugar donde el fundador invitaría a los hermanos a descansar fuera del alcance de la multitud; un lugar donde gustosamente pasaría la noche rezando, un lugar donde se levantaría temprano par confiar su jornada al Padre…

Para Marcelino Champagnat, Notre-Dame de l’Hermitage era una obra de Dios a la que él contribuyó con todas sus fuerzas y con toda su energía para ofrecer a las generaciones de hermanos y laicos un lugar de enriquecimiento ma-rista. Allí se encuentra siempre la roca que él cortó, el silencio de las colinas de los alrededores, el agua del Gier que él bebió y utilizó.

La preparación del 21 Capítulo general nos invita a tener una fe audaz, a cambiar nuestros corazones, ya que la misión marista sigue siendo de actualidad en nuestro mundo, donde los gritos de los niños y jóvenes sin educar y evangelizar se hacen más urgentes.

Que el Señor, que hizo grandes cosas en la persona de San Marcelino Champagnat, nos dé su misma fe audaz, una fe capaz de discernir las llamadas interiores y entrar sin demoras en la preparación del 21 Capítulo general para el bien de la Iglesia y del mundo.

Con el hermano Seán, nuestro Superior General, reivindiquemos el espíritu de l’Hermitage.