Núñez - Cubagua, tercera edición (Caracas: Ministerio de Educación, 1947)

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BmLIOTECA POPULAR VENEZOLANA

22. . .'

ENRIQUE BERNARDO NU:REZCRONIS'fA DE LA CIUDAD DE CA~CAS

/CUBAGU~rNOVELA

. (l'EUCEUA EDICI~

ORlNOCO(CAPITULO DE UNA HISTORIA DE ESTE RIO)

OS S E QU I O DEL l\'iP\H!;T~FtiO 0 " UDUCfU:'t'}.

NACJONAL. - DJRECCIO~~ ili:: CUhTtJRA

EDICIONES DEL MINIS'l' l):RIO DE EDUCACrON NACIONAL

DlRECCION OE CULTURA

IMPREN'Ph NACIONAL

OIlI'a~(UI- Venezuela

U47

-

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TIERRA BELLA, ISLA DE PERLAS .. ,

En el centro de M1U'gal'ita La Asunci6n erige SUB pa-

redones de fabric as abandonadas haec mucho tiempo y

l a s tapias b l a n c a s d e SUS corrales ornarncntadoa d e p l a -

tanos, El color es 1a magia de la isla, Asi 10 piensaHenry Sbakelun, gerenta de Ia Compafiia que explotaba

unos yacimientos de magnesita, y la misma fascinaci6nexperimentan cuantos vlajeros 1a contcmplan alguna vez.

Con au aneho sombrero oscuro, vestido de kaki, betasaltas, con 8U rifle y ssguido de dos perros, Stakelun re-

corre los campos al 9.Za1'. Las sierras y labranzas re-

secas no impiden el aire emhaJsamado que llega de huer-

tas distantes, Margarita presenta esos contrastes.

A la entrada de La. Asuncion unos matapalos vierten

sus copas maravlllosas junto a un convento franciseanoconvertido en casa de gobierno. En la plazueia esta e1templo y el antiguo Ayuntamiento donde ae ve tocla.viaun escudo de Espana. Frente a la plazuela hay una

fuente publica, en medic de un sncho espacio enbiertode hterba. Apesar del enjalbegado obligatorio dispnce-

to por Ia ordenanza municipal las viviendas dan In rm-presien de que van cayendose Ientamente. Hace t111 si-

glo la ciudad fue quomada, arrasada, y desde ellton!]cs

III

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1 1,' ,,II,, 'I,I,

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ

, .

qued6 tal como €IS hoy, sefioreada par au castillo, un viejo

caaeren milital', Los callejones se retuercen vetustos, si-lenclosos, llenos de hisrba, Tarde y manana, las mucha-

chas conducen 01 agua hasta los barrios mas lejanos.

Las campanadas eaen pesadas, monotonas, marcando in-

Utiles €II tiempo. El dia declina rapidamente entre SO,lTI-

bras melanc61icas. Entonces un empleado enciende los

faroles. Huye €II verdor de las montaiias que In circun-

dan y los murallones del castillo de Santa Rosa se hacen

mas oscuros, En Porlamar vtven los capitalistas, merca-

deres, propietarics de los trenes de pesca, En La Asun-

cion, los empleados publicus envanecidos y pobres.

El Juez doctor Figueiras, habitaba en una de esas ca-

lles sdrdidas can casuehones desiguales, pr6ximos a des-

baratarse, Vivla alli, a pesar suyo, pues en La Asun-

cion hay tam bien crisis de alojamientos, La acompafia-

ba Andrea, una mulatilla lncitante y espigada que habia

llevado del Tuy para SOl'vir au coelna, La castidad de

un viejo depende a veces de sus gustoa culinarios, En el

salon de gruesas vigas y paredes amarillentas, al 'suave

balaneeo de au hamaca, e1 juez meditaba sus asuntos,

Alineadas en un cajon se veian los ccdigos y encirna del

cajon un gran cuchillo. Can el dieron muerte a un mozo

en e1 pueblo. Fig-ueil'a!! 10 guardaba a manera de amu-

leta y tam bien can el prop6sito de formal' una eoleccion

y venderla, Todas las mananas el juez se levantaba

temprano, conversaba can e1 lora de Andrea, observaba€II eielo siempra azul y brillante, tomaba al cafe y se

marchaba alJuzgado en una celda del viejo convento.

.En Ia eapilla est€\ la imprenta oficia.l y bajo Ia escalera

encierran a lo a borraehos queesc3.11dalizan por la neche,

con sxcepcicn del secretanc Benito Arias. A las once

es la aora del aperitive, el almuerzo, la siesta. La guar-

dia de la carccl haca sl relevo. Entonces Andrea venia

a turnbarse en su hamaca, junto a la del juez, Y todas

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CUB A G U A

las neches, hasta las diez, 1~iguei.ra8 se dirigia a la ca~·

tina de JesuS Quijada, en donde S6 cornenta~an las noti-

etas en torno de un l'admo de bananos penctlente del te-

h AlIi resolvia consultaa de diversa indole y re-c o,

citaba versos clasicas,

En 1a misma calle que li'igueiras vive el coronel J~an

de la Cruz Rojas, de sarvicio en la isla, el c~al re~lere

siempre sus proezss de guerra en Apure. Mas alia se

puede leer el siguiente anuneio en una plancha de cobre:

DOCTOR GREGORIO ALMOZAS

Medico, cirujano y partero,

A veces, en el vecindarlo, se ota Ia voz de Andrea re-

criminanda al juez :

-ILe6nidas I

Cuando estas dssavenencias ocurrian en pl~esencla de

testigos, Figueiras, disculpamlose, los acornpanaba hasta

1a calle, Despues atrancaba la puerta y maldecia BU

destine.

Eacia al este se sncuentra Paraguachi Y mas alla Ia

playa del Tiral'lo, un paisaje de rocas y aleatraces, aSl

llamade. por haber desembarca.do alIi e1 fa:no~o !,:ope deAguirre con sus marafiones. Desde 01 Peru SlgUl? el ca-

mino de los rlos hacia el mar y se apoder6 de la Isla conuna estratagema que revela au manera de conocer los

hombres. Como los vsclnos estaban alborotados y €II.gO"

bernador i:ndeciso en perrnitdr sl desembal'co, Aguirre

propag6 el rumor de que llevaba grandee riquesas, m~~

lluesMn<lose liberal ell sus presentes y obllgaclOnes. DiO

pol' una vaca una copa df! plata y a otro rega16 un ca-

pote do grana guarnecido de oro. Desde aquel mo:n:en-

to el gobern.adol' ambiciono, eon los deseos mas ardl~n-

tea, apoderarse de los bel'gantines; paro una vez en tie-

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ENRIQUE BERNARDO NUSEZ

rra, tras muchas palabras y nsgociaciones, Aguirre hiso

salir parte de sue hombres que con gran arcabuceria y

muchas lanzas y agujas prendieron al gobernador y so-

metieron su gents. DOll .Juan de Villallurado hubo de

haeer el camino de La Asunci6n en las ancas de su pro-

pia caballo montado pOI' Aguirre, que le prodigaba .los

miramientos de una eortesfa burlona. En" una eroniea

antigna, reprodueida en el "Haralda de Margarita", 80

lee 10 siguiente:

<lEItraidor Lope de Aguirt'e y los demas rebeldes quo

61 aoaudnlaba, con increlble maldad de SlIS torvos ani-mos, eornetieron en la Margarita toda especie de crime-nes, Dsspues de apoderarse de 1a fortaleza se dirigie-

ron con horribles blasfemias a quitar el rollo, que era

de madera de guayacan, erigido en 1 1 1 plaza, y con mu-cho esfuerzo 110 pudieron derribarlo, 10 cual se tuvo por

permlsion divina, Raro era el dia en que e1 monstruo

no inventaba una nueva rnaldad,

"Mato a1 gobernador, al alcalde, al regidor, al algua-

cil mayor. Mat6 mujeres, ancianos, rranes, Iabrlegos.

Mat6 a au confesor, fraile dominico, por haberls repro"

bado sus infcmales delitos, aconsejandole que volviese

a Ia obedleneia de Su Majeetad, Este varon recibi6 la

muerte con entera humildad mlentras rezaba el "Mise-

rare mei Deus". En las horcas de doe desertores man-c l o poner estas leyendas: "Ahorcados POl' leales servi-

dores del rey de Casti!la", y deeia eomentando 01 supliciode aquellos infelicea: "Veamos ahora si el rey os resu-

citarii. 0 dara la vida".

P~ro en Margal'ita e1 tirano Aguirre esta olvidado,

En Paraguachi, a laohora de visperas, en la puerta

del temple, se veia a un franciscano, hombre alto, cojo,

de edad jnd.efinible. Era el parI'oco, :fl'ay Dionisio de 111.

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CUB A G U A

S_oleda~,que seguiacon Ill,mirada la puesta de sol ylas rojas flores de cedro desprendidas por el vlento.

Singulares versiones corrisn desde su llegada al pueblo.

Sa assguraba haberls sorprendido de rodillas ante una

cabeza mornificada que ocultaba euidadosamente. Otroshablaban de su afici6n a mascar cierta hierba e indica-

ban un cliente de caiman pendiente de su eamdndula.

Gracias a 61,Paraguachf tenia dos torres y gracias a el ,desda unas semanas antes se encontraba alIi Nila Calice,

hospedada en su misma casa, Con gran. beatitud en el

semblante, NUll, tocaba el organo, Resonaban entonces

prof"Lmdos gemidos 0 expresionss de amoz ineontenible,

especle de rifagas bajo las cuaies oactlaban los cili-os

del altar. Despues, vestida de hombre, montaba a ca-

ballo. Se la vela a traves de los valles grises, de los

valles verdes, tornasolados, y en las playas deslumbra-doras, La pasi6n de Nila era la cacerla, la dansa, dor-

mil' a.1aiie UbI'e, galopar horas y horas, 10 que al fin y

at cabo quiere la vida moderna,

Se murmuraba de Nila 'con envid'ia, se 1 1 1 deseaba.

Esto ocurrfa en Paraguachi 0 en La Asuncion. En los

ranchos. a 10 largo de los caserios, era otra cosa. Sa-

Iian a verla, Despues callahan pensando que era dema-

siado bella y altiva, Su cuerpo tenia Ia plistina oscu-

ridad del alba. Una emocion de ruerza, los rasgos pu-

ros de una raza tal como debi6 ser antes de que el pa-

sado les cayese en el alma. En eada uno 0.1verla la~ . . ." "visron persiatla de un modo distinto.

-Todo fraile guarda bajo el luihito el secrete de una.

linda moza.

-yEtelvina Casas, z . q u e dice?

-Etelvina, como de eostumbre, se ha hecho amiga

suya y se han ido a banal' juntas.

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ENRIQUE BERNARDO NU'$l'EZ

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-[ Es pavoroso! 1El pueblo ElUteI'Odeberfa protestar l

Otros, en cambio, garantlsaban la santidad del parro-co. Fray Dionisio no poseia nada, Era hombre de per-

fecta humildad. Durante Ia eonstrucclon de la torre seIe v ia subido en los andamios con el habito manchadode barro, los ojos llenos de polvo. El mismo, ayudado

de los vecinos, acarreaba piedras, arena, cemento, Flo-

recieron rosetones en Ia fachada y las eolumnillas se ele-

varon airosas y esbeltas. En breve la torre qued6 con-

cluida y rasono an voz de plata en la manana, de broncs

al atardscer, Despues fray Dionisio quiso acometer

otras empresas, pero estas quedaron interrumpidas.

Cerea de Paraguacnl estaban los establecimientos de

la Cornpafiia. Stakelun se hallaba bien instalado y po-dia ofrecer a sua huespedes comodidades de que careefa

el mismo presidsnte .de Dstado (1). Desde au hamaca

Stakelun contemplaha los montones de tierra blanca, lassezranias tamoten, blancas, azuladas como 1a orla de los

naearenes. Las obras estaban abandonadas, las vagone-

tas tnmcviles, oxtdandose en las paralelas Inutiles. Ape-

nas dos empleados cuidaban las herramientas, las plan-tas y los perros de Mr. Stakelun. En ocasiones eateabandonaba au optimismo Y prorrumpia Iracundo contra

el ex-gerente Joseph Jhonston y su esposa, Zelma Jhons-

ton, causae de aquel Iitigio ruinoso y eterno. Nadie, enrealidad, S6 acordaba de que am se explotaban unas mi-

nas. El mismo Stakelun residia all! para seguir de cer-

ca las fases del. proceso e ir a La Asuncion a cumpli-mental' las autoridades. Entonces .raferia, a quien que"

ria. oirle, la traicion de Jhonston y la codicia tcdavls

peer de su mujer, Zelma, era una vieja feroz. Se Ia en-

contro de cocinsra, perc Jhonston termino por i enamo-

rarse de ella. y renunciar el cargo para demandar a la

(1) Matgal.'ita ee \1110 dQ los Estlldos d. In Uni61i Venezolanu-

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CUB A G U A

Cornpafiia por dafios y perjuicios, Al menos as! 10 ha-

bia dacidido Zelma.

La amistad con jueces y funcionarios era siempre pa-

ra Stakelun una vislumbre de esperanza, Su easa esta-

ba siempre abierta a los personajes de alguna Importan-

cia. El doctor Figuelras y el coronet Rojas 10 visitabancon frecuencia, El doctor Almosas ibn tambien a to-

mar su whisky.

-lAp, si Ia isla tuviese agua seria un paraiso l Aqul

se dan excelentes uvas. Las pinna son las mas ricas y

la varisdad de poscado es mflnita, Hay para surtir al

mundo de conservas. [Si hubiese iniciatival En nues-

tro pals se pnede hacer todo y todo eats. por hacer, Percla isla es tan fertil que no necesita agua,

-Para que esa audacia lIegue sera preciso que pasenmil anos. El progreso Ilegarfi a nosotros despues ds un

. milenio -.arguy6 Figueiras con una risita sarcastica,

Y el doctor Ram6n Leiziaga, graduado en Harvard,.ingeni,ero de minas al servicio del Miniaterio de Fomen-to, comenzo a pasearse de un lado a otro:

=-No basta la inieiativa, Ante todo es precise dinero.

-Sf, todopuede hacersa y nada -afiade con soma 131

';.·II!IIIi"i!!I\t~~" eeronel Rojas.

Leizi~ga. volvi6 a sentarse, monto los pies sabre la

mesa cargada de botellas y vases.

-Siempre he acariciado grandas proyectos: empresas

fer.rovial'ias,. compefiias navieras 0 vastascoloruzaciones

en las margenes de nuestros rIOS; pero si lagro una con-cesi6n de esa naturaleza, Ia traspaso en seguida a una

ClO~panla exbranjera y me marcho a ]~uropa. Ya tango

tJ:!lInta ailos y un [efe, el doctor Camilo Zaldarrtaga, Un

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ENRIQUE BERNARDO NUNEZ:

hombre gruu6n y saredstico, un imbecil, Deseo huir da

todo esto, porque hoy los afios son dias yaquI los diaa

Bon afios,

-IJe. jc! Es I'll pensamiento de todos nosotros: Irnos

a Europa,pero nuestra tierra no sufrira nunca esas pal.

pitaciones febriles Que usted desea.

Sin leutes, Figueiras adquiria cierta expresion jovial,

como despojado de au sombrto atributo de juez.

-Europa ha terminsdo -afirma Stakelun-. Norte

America es IDUY joven, Ustedes estan naciendo ahora,

-Sf; za que preocuparse tanto? l,No es cierto ? lie

oido esto a menudo, El todo esta. en vivir, Sin embar-go, a mi me parece que Sur America quiere ser antetodo Una senora muy :vieja. Se ha puesto arrugas pos-

tizas y cabellos blancos, Acaso sea ooqueterla de [oven]pero mientraa tanto es preferible In selva, el silentio

virgen.

-Pero, .:.a cua1 America se refiere usted? 1 ,Eh T

--interrog6 Almozas easi indignado-. Dated no me ne~gara, [oven, que aqul estan las reserves de 141humani ..

dad futura, La eiencia ...

El doctor Almozas deposit6 en I'll suelo un estu.che·do

madera. Era un forceps oxidado.

-zUated emplea eso asfmismo, doctor? -pregunt6Stakelun.

--Sf, aslmismo ....!...Tepuso un poco sorprendido.

Venia de usarlo en un parto muy Iaborloso. Gemelos.

El caso as frecuente en la isla. Almozas hacia pensar

en aquella gente tan pobre y fecunda, EI mismo tenra

veinticinco hijos y unas plantacioncs de coco. Figueiras

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G DBA G U A

y en general los empleados ptiblicos, en su mayoria fo-

l'asteros, se Jamentaban siempre de aquella pobreza Irre-

mediable, El tmico que no dada nada era Rojas. Es-

euchaba con desden los comentarios apenas reprimidos

en presencia de los nativos. Ahora Leiziaga tenia el

misrno pensamiento y e1 doctor Almozas continuaba ha-

blando ante Cl de la fecundidad de la isla.

-Ln. ciencia.... -y eoacluia con un ademan torpe,

solemue, en el cual abarcaba toda Ill. enorme masa silen-eiosa-« , .. el vulgo.

Una campana sono. Unos pssos hicieron crujir Ia ma-

dera del piso. El viento arrastraba arena, petalos, pa·-

lomas, 01 cclcr vrubio, bermejo, calido, Hernando Casas

,entr6 y se dej6 caer en una silla con expresion de can-

sancior

-EI lunes entrego Ia finca -dUo, y eomenzo a l'efrsede Almozas y de las alusiones a Zelma Jhonston, .

-IEsta usted ccntentot-« observe Figueiras,

Parecia, en realldad, desembarazado de un gran peso.Casas se habfa dejado an-ulnar con una especie de vo-

Iuptuosidad. Etelvin'a, BU mujer, referia esto llorando,

-IEs Ia luz! -afirmaba Almozas.

-IOh, no creo que la luz quite el coraje a los hom-bres! No, mi hijo no sera asi,

Etelvina odiaba a Stakelun, que no se daba por alu-dido. Aquel dfa, como siernpre, Iue a, "LasM'a,yas" en

companta de Leiztaga, 'Era una casa antigua, con su

alberca eubierta de musgo. Cerca corre una cafiada, ver-

dadera fortuna en laoisla, con In cual en otro tiempo,

los fl'ai1es frnnciscancs hacian mover su trapiche. La

estancia mas rica de Margarita, propiedad hasta hacia

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ENRIQUE BERNARDO NU~EZ

poco de los Casas. La familia ejercia sabre aquellas tie~

nag un dominio secular. Nifics dssnudos, con los ojos

eomidos de tracoma, Ilegaban en multitudes:

-ILa bendicion, madrtna!

Las mujeres que desanda:n los caminos en -busca di)

agua y tejon al mismo tlempo, llegaban tambien cansus ceatas de frutas y baseas depescado en 1a cabeza.

IAh, Senor! Tejen febrilmente. El tejido les hace ol-

vidal' las distancias, el sol, la vida. quisas.

El nuevo propietario estaba illstalal1do un alambique

y hada vender (~gua a diez ceutavos lata. A Rojas Incedia gratis. Al doctor Almczas eobraba unicamente

tl'es centavos. Estos detallss exasperaban a Etelvina.

Cualqulera- al verla, ternia vel'searra~trado pOl' ella a

un abismo insondable. Bajo los arboles dccrepitos, su

figtll'a sa tornaba mas ligera. Una palidez recon1a su

cuerpo. Iba pal,tiendo los gajos mas tiernos, ehupando

los talloa, las flores ardientes.

-Tl'es dias apenas nos quedan en "Las Mayas". Sera.

_ precise Impregnarse bien de todo, Aqui he vivido, he'

sulrido.

j.l

-Peto, I.como puede usted vlvir aqui, Etelvina?

-Los pueblos son insopol'tables. Creams, Leiziaga,

aqu{ estaba mejor. Siquiera vee las cstrellas a mis an-chas. Yo abomino esas poblacionea que tienen un poets

como una torre y su parque de pobres arboles.,. Escu-

che,

El viento pasaba en silencio. Una Iuz bri1l6 dent-roo

Etelvina fue a tenderse en los treboles que circundaban

18 alberca. Palpaba la tierra acariciandola:

_Seras mia a p esar de todo!

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CUB ' A G U A

Los cabellos formaban lucientes anillos en torno a su

.euello y en sus ojos, tambien negros, se eneendio una

alegrta sxtrana y breve.

Esa rnisma neche, en In tertulia de Jesus Quijada, 01

doctor Figueiras afil'ITlaba:

-He conocido a este joven Leiziaga que ha venidc a .

inapeccionar Ia magnesita y he tenido ocasion de tra-

tarle. :Me parece un vicicso, un irresponsable, ~ sabe ?

El bachiller Bautista Aguilar, archivero y caHgl'afo

oficial, movie In cabeza en sefial de aprobacion:

-Eso es 10 que mandan a Margarita. No debemos

hacsrnos mas ilusiones.

- Y e1 secretario, i. qu e hace ahora ?

-iE secretario esta borracho!

-Me alegro, Con eso 110 intrigara a nadia.

Entonces se hizo el sllencio,

Stakelun esquivaba Ill.modorra, el ambiente pereaoso.Cazaba monos, conejos, venados, perdices, Eml)l'4mdia.

excursioues a las islillas vecinas donde abunda el carey.

las orchilas color de ebano que esmaltan e1 polvo mi-

Ienano de conchas. Tl'epaba las sarranlas hasta hartar-

se de sol y de cansancio. Las tierras So extienden rojas,

doradas, de un ro]o que devora las montafias. De pron-

to,en a lgun sendero, 1'1:lY un estallido inesperado de flo-

l '€!s. Hay lagunas, alboradas, ocasos, playas, raudalcs

I ll)at'avillosos. Las palmeras Se confunden con los car-

y derraman BU verdor piadoso estremeeido par e1

ardiente de los arenales, Un pedazo de tietz·a cor-

por el tajo de 1I1gCIllcataclismo,

lieaqui 10 que el poeta J, T. Padilla R. ha dicho de su

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ENRIQUE BERNARDO NOOEZ

isla: "Margarita es tierra de flores, tierra bella, isla

de perlas. Una sola perla es Margarita nacida del maren un tierno ocaso del mes de abril. La palmera crece

en sus valles, valles graciosos que sonrien al viajero",

Pero elpoeta nada dice de la miseria de los labrfe-

gos, ni de sus vanes arldos. POl' eso Padilla y su isla

se mueren de hambre,

La perla es la vida de todos. Pecos dias antes los

trabaiadores de Margarits, sollcltaron la apertura de la

pesea antes de que el "turbio" dafiase loa ostrales, No

cara gota de agua en Is. Isla. Las labranzas quedaban

abandonadas y 10'03 que podian emigraban a 10.9 campos-de petr61eo 0 al Orinoco.

Baja las enramadas, en Iargas hileras, se ven los ba-

tes reeicn pintados.Las orillas se extienden en curvas

perfectas con au etemo feat6n de espuma, Aquel dia,

como de costumbre, Stalcelun baj6 al Tirano en compa-

fiia de Leiziaga y pidi6 un bote. Se pusieron los trajes

de hafio para nutrirse bien de raves solares, Antonio

Cedeno rema lentamente. Es un hombre corpulento, Su

zostro r~cuerda el de los Idolos eseulpides en piedra que

yacen disperses oenterrados. Toscos y deformes, pero

que esconden bajo su fealdad ir6nica el misterio de los

origenes, la remota y deliciosa verdad.

=-Cedefio, < . no has vuelto a beber?

-Sei:~cuando la pesca se abra.

Es Ill. esperanza evocada siempre al atardecer 0 en

cade hera oscura del dia, Leiziaga quiere demosbrar las

ventajas de Iimitar la estaei6n de pesca para protegar el

~esarrollo. de Ins piaceres, pero Cedeiio se encoge de hom-bros y deja escapar una mirada hostil.

', .I

I

2 2

C U III A G U . A

-Sou coaas de Ill. ciudad, de los ext1'an.jel·os. A Ia ciu-

dad van las riquezas de la isla.

-Ustcd tambien es extranjero -ol'loorva. Stall:eluD-.

Ext1'anjel'o es todo e1 que no ha naeido 01 1 la isla. Fo-

rastero. Yo conozco la tierra.-No Imports. Pueden venir todos. Noaotros siem-

pre quadarnos.

Violentamente Cedeno arrebata los remos a Leiztaga.

8\19 ojos penetran en el agua aspejeante. La perla per-

manece sacuestrada. En vano la luna 0 el I'OclO resba-

laron en las' horas palidasvcuando 18 neche SA oxtingua

y las conchas se abren t~emulas de deseo, Sin embargo

los remos no dejan sefial y ellos explotan el campo don-de se berra siempre e1 surco, igual que el viajero de hace

muchos sigloe euyos pasos no dejaron huellas.

-El mar siempre da pan -anado Cedeno indiferente,

sefialando las costas.

Hombres casi desnudos repetian gestos ancestrales. Las

veIns se hlnchan lozanas, Con una ssrcnidad augusta

Ianzaban las redes.

L Qui~n ha dichoque es inutil at'ar en el mal' 7 Los

brazos Iabran surcos donde Is. gema florece. Hineha de

pan las manos como 1a mazorca. jBendito sea el ma.r!

El mar, como ta tierra, da oro y pan.

Sobro las piedras amontonadas Leiziaga piensa: "Al1a

«lsta 01 doctor Zaldarriaga con sus. planes, sus sarcasmcs

y au ruttna inevitable. Todos los dia.s su jefe 'inmedia.-

to le pasaba plsnos e infonnes sobre los cuales iba tra-

zando con su bella Ietra: oro, petr61eo, diamantes. Den-

tro parece fulgir e1 brillo palido de lOB metales en que

la muerte trabaja. sus talismanes. Ahora, en ves de pa-

pel'0s, veta am, frente a el, la costa d.esierta del contt-

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ENRIQUE BERNARDO NUNEZ,

nente. Hay espacio para eiudades colosales, para que

una poesia Inedita, un genera de vida nueva, escale las

torres y gane e1 cielo azul entre el hump, deJos navies,Tarde 0 temprano, el mundo viejo Iria desapareciendo,

borrandose en America, Tras una. pausa saludable se

alsaran ciudades asiaficas, afrieanas, europeas, con te-

rribles guerras de razas alimentadas por' un materlalis-

mo fero~, en e1 eual se hallux-ian germenes de los anti-

'guos. misbicismos, Entonces no quedaris el recuerdo maeremote del doctor Zaldarriagani del doctor Almozas.

EI mar es 'Verde, diafano. Las playas lejanas brillan

como guijarros, La luz blonda, vigor de espatula en

torno de las rocas, alza SUs velos argentados, sus sinfo-

nias' de llamas, sobr€ Islas y fatallones. Los Testigos,

Los Frailes, La Sola.>

En otro tiempo exlstia aqui una raza distinta. Saca-

ban perlas, tendian sus redes, consul tab an los piaehes,

usaban en Sus embareaeiones vel as de algod6n. Nacian

y morian libres, felices, Ignorados. Despues llegaron

descubridores, piratas, vendedores de esclavos. Los in-

dios descubrieron entonces entre las Z31'ZaS, junto a una

cavema, morada de, adivinos, una figura resplandecien-

teo Tenia un halo de estrellas y un pedestal de, nubes,El monte, estaba cubierto de Infinitas estrellas blancas.

Piadosamente Ia conduieron a un vane y 3IU' erigieronun santuario. Desde aquel dill, las playas y Iaderas de

Ia isla marian un 0101' suave y deleitoso. Los piaehes

huyeron, se levantaron poblaciones, la tierra paso a otras

manes. Ahora un denso silencio se desprende de las ci-

mas. Todo aquello ha pasado en un tiempo demasiado

flJgiti'Vo, como el que comienza ahora,

En aquel memento Leiziaga via cerea de til a Nila en

traje de bane roja y blanco. Tomaba las conchas mashermosas para lanzarlas en 81 azul infinite. EI diSCI)

)1

! II,

! iI '

GUBiAGUA

de nacar brillaba en el torrente de luz como Ia luna en

e1 dis. Loizlaga crey6 haberta visto toda Ia vida 0 al

monos hallar una imagen que vivia confusamente dentro

de til. Barro maravilloso en el cual se funden y plas-

man los deseos. Las olas llegaban en tumulto, Ientas

gcabadoras de rocas, impr imienduse en las costas.

-Es Ia hija, de Calice, un lazaro -dice Stakeluu-,

Vive ,con el cura=-, Leiziaga se acerco a ella:

-Jllstamente, pensaba en tf.

-iEll mil

-No precisamenteen trt pero es como si hubiese ha-

llado 10 que buseaba,

-IAh, eso os otra cosa!Nh se teIidi6 en Ia arena. Despues se sumergieron

en el. mar tibio, purpureo, Los alcatraces se precipita-

ban sobre el cardumen. Las isl illas destellaban lejanas,

La'S cardones descendian en apretadas filas hasta e1 mar.

Cuando regresaron los contornos eran mas nltidos, como

"trasados con carbon encendido.

-La humanidad quiere volver a la vida primitive,

Siente necesidad de reposo y de un poco de silencio,

-Nosotros 10 tenemos. FiJute. La vida en una gran

ciudad y la de las sslvas difiere unicamente en 108 de-

talles materiales y en e1 silencio. EI Instlnto es el mis- '

mo. Pero e1 silencio esta de nuestra parte.

-Be estado largos afios fuera y al volvor me h30 pa-

recido que no conocia mi pais, Nila, Se me ha revelado,

de un modo distinto,

-Yo tambierr he salido: pero siempre queda algo tan

arraigado en nosotros que nada puede modificar,

 

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ENRIQUE BERNARDO NlmEZ

-Hay una alegrla extraordinaria on. todo eso, ;.No

eeees ? Acasoseas tu, Nila.

-1 La alegrfa! ;.Conoees tu la alegria ?

Leiziaga se volvio hacia Stakelun,

-Ciertamente ...

-Bueno, sera jrreciso irnos.

Ciertamente, en Nila habla belleza, graeta, juventud,fuerza, altivez, todo menos alegrta,

El auto de StakelUD, Ull coche de dos aslentos con lasllantas desgastadas, atl'aveso vertigdnosamente el cami-

no del Tirano a La Asuncion. La bocina chillo en las

callejuelas. Los cerdos pastaban eerca de las puertas.Unas gal1inas huyeron asustadas. Un rnendigo sesteahaen la plaza con dssden apacible per las cosas de este

mundo. Lelziaga era mas sensible a ese arre desoladoo recibia una impresi6n distinta a la de Stakelun, euyas

pupilas metalicas intarpretaban de un modo distinto laseosas muertas, Violentamente hizo funcionar el motor.

En tanto, Nila, vestida de blanco, cubierta con un som-brero de paja, galopaba POl' los senderos, Su figura se

diseiia flexible, dorada, perseguida. por los perros que

ladraban entre e1 polvo. Veloces giraban los puebleeitos

con sus portales blancos como fachadas de cementeriosaldeanos, de los cuales llegabs, un compas de joropo ...

Trochas y acordes, La musics del pueblo es triste. EIsecretarto Benito Arias 'tr!6 a Nlla, la llam6 con silbldos

'Y lanz6 su caballo en pas de ella. Se hallaron en unlngar desierto, entre cardones florectdos de rojo. Depronto Nila se volvio, velozmente pas6 cerca de et v al

pasar le eruz6 Ia cara con el latigo.

A la misma hera Figueiras, en compafifa de sus hues-

pedes, tomaba aslento en Ie: mesa adorna.da de Iechosas,

2 6

CUB A G U A

wangos y aguacates. Gravementeapoyaba la barbs. en~,eudiestra:

=-Andrea h30 compnesto un pescado excelente en, ho-

nor de ustedes. Si la isla tuviese agua no echarfamos:41ada de menos, Ahora tendremos carretera de maca-

-«:lam de norte a sur y despues vendra la luz electrica,'El progreso entrara a Ia fuerza, lSi, en nuestro pueblo

··"01rogreso entra siempre a In fuerza! jFijese!

Andrea en pie, a su espalda, queria intervenir en todo.. . i f \ . cada memento llarnaba la atencion del Juez. Le es-

-taba prohibido fumar, EI alcohol le producta disturblos-estomacalas.

-Esta pobre muchacha se preocupa mueho por mi,

~Por eso le perdono BU falta de tacto, ISalud, senores!. ---dijo apurando su vaso de ron con limonada,

-Leonidas, Ite he prohibido beber!

-Esta bien, eats. bien, no te imports.

Andrea di6 un respingo y sac6 la lengua. Entonces·Figueiras se levant6, se dirigi6 a ella iracundo, supli-

-eante, El lora comenz6 a g ritar palabras obseenss. Un

mono se descolgaba POl' entre las ramas del patio con

::gestos burlones, AI tomar asiento de nuevo, Figueiras-estaba imponente.

-1 Salud, senores! Pensemos en nosotrcs mlsmos,

Al final del almuerso volvio a chillar Andrea.

-1 Mientras hablas zoquetadas la casa sa vuelva un<Qcsorden.

El secreta-rio de la Jefatura. sa habfa echado en. SU

ilamaca y dorrnia profundamente. A poco volvi6 e1 juez

-ccn semblantc preocupado:

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ENRIQUE BERNARDO NU:REZ

-La muchacha del CUI'a ha agredido al senor Al'iaEr.~

Esta sera su ultima fechoria. Senores, les ruego dejar-

me solo. i.Saben 't Todo se arreglal'fi. Ustedes per-«

donen.

HaNs en su rostro un ~olor prorundo.

No hay brisa, pera caen los jazlTIiues encendldos y at·'

verdor de los datnea 1ejano y Hinguido, Las casas pare- ..

can desiertas, y e1 mar presentido en el aire, un cristaJ1.

Hfluido. ,si cayese la lluv:ia, la tierra serla menos raja y'

menor tambien €II ardor de los cuerpos, Despues -se oye-

una canci6n tierna y triste. Hombres de [arana preln-

dian sus guitarras junto al viejo convcnto, Adultos Y'

nifios untados de grass pasanel domingo en la plaz:a o-

sentados a las puertas de sus casas. Todo aquello se-

Ilumtna con una Iuz l'lombria, amartllosa, que desgarr~los oios,

Paraguachi apareee risuefio bajo sus cedros y ceibas.

frondosas, En el altosano del temple Repasea un fraile-

co]o, absorto en su breviario. El sayal descubre las pier-

nas deacamadas, oprimidas por grueaas betas. Pareee-

mas bien nna de esas .figuras carcornidas que se ven en·.

las fachadas de los temples muy viejos, Es fray Dicnl ..

sio que reza e1 Oficio Parvo,

AI verle, Leiziaga sonde de la maliciosa intenci6n de~'pueblo,

-Todos los que han pasado per aqui -dice stake--

lun-e- han pensado en Nila,

-z Conoces a Nila? -preguntb despues a Etelvina.

-A Nila, si; pero ella no es nada de Galice. Es hijm.

de Rimarlma, 1 .U1 cacique que muri6 ascsinado hace ial-

gunos afios, Fray Dionisio es su tutor.

Quizas eran fantasias de Etelvina, af'icionucla. slempre=

c U J 3 1 A G U A

m historias extraordinarlas. Hablando del matrimonio

::r·eferia siempre el ease de UI1.a. amiga suya a guion au

.marido inocu16 el bacilo de Hansen, La vib despuss en

-el Iazareto. Sus bellas manes estaban mutiladas. Pero

;ahora, al referirsa a Nila, d i , 1 i muchos detalles. Cuando

·el asesinato de Rimarima, fray Dionisio les depar6 asilo

< ' 1 2 1 1 un parajednaccesfble a los Iilancos, A semejanza

-de muchos otros, fray Dionisio, en vez de reducir+al in--dio, se adapt6 a ellos. De ahi las raras costumbres ad-

-quiridas durante Btl Iarga morada en el Caroni, NUa fne

:a estudiar a Europa. y a Norte Amel:ica, donds sigui6 un

-curso en la Universidad de Princeton. Hable tambien

:lIDtelvina de las relaciones de Nils. COIl. T·e6filo ortega.

-He ahi el estoicismo de esta gente -afi:nna Lei-~iaga.

El doctor Almosas llego a "Las Mayas" despues de

:;su recorrida vespertina y se pusoa leer el diseurso que-debfa pronunciar en la inauguracion de un pnente,en

-el cual loaba la virtudes de la isla heroica Y procera,:Ley6con tanto enfasis que no pudo adV'erti.r 1a indife~

'Il"encia de los oyentes,

El cielo tenia un resplander de 0'1:'0 y al oceidents caia

srna Iluvia de perlas y rosas, El viento pasaba dulce-

':lnente, arrastrando el aroma de las huertas. En la Igle-

:sia sonata el 6rgano. El mar lanzaba entre las rocas

;amontonadas su rumor venerable.

Tierra bella, isla de pertas ...

TeMilo Ortega Hego esa tarde de Perla mar. Se fUe

:a , su easa, se lavo, cornia su pescado asado can pall de

" ) I M ~ I ~ ~ ~ " w ,",;rna.;Z y en seguida march6 a casa de Nila. Vestia pan-

. talon negro" eamisa blanca, zapatos oseuros, EI tatuaje

<€ll el braze izquierdo: una serpiente 'entre dos puntos

:'$ en letra eursiva las Ietras T. O.

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ENRIQUEBE)RNARDO NunEZ

Nila estaba en su hamaca purpurea; de cuadros azn~·

les, ,. Ernpuiia'ba un snorme vabanico de palma que 1'e--

posaba sobre su pecho florida. Ortega entr6 y sent6se,

en l ; ! l suelo, absorto en ella, que sonreia a un pensamien-

to lejano. Sin duda estaba ausente.· La luna penetIo,

en la habitacidn,

-Rila, tengo que hablarte,

-Bueno, sera despues. Ahara, dejame,

Ortega salio sin hacer ruido. Cuando el pueblo se·

hubo dormido, Nila y fray Dionisio bajaron hacia elf!

puerto.

A la misma hom, viendo la luna, Ia SOJ11bra de los ar~·boles, los campos donde flota un aire de cosas inmemo-·

dales y extinguidas, Leiziaga psnsaba ell NUa y escTi·,

bia, ".En 19.espuma como en Is niebla y el silsncio hay'imagenes fugitivas. Son tan Iigeras en su eternidad que

apenas podernos sorprenderlas: pero en ocasiones, un SC Y- "

nido, una palabra U otro accidents inesperado, prOVOC:iI;<,

la revelacion maravillosa en el hondo misterio de las.

costas y serranais",

< ( 1 1 A la manana siguiente los Casas se fueron definitiV'a'··

mente. Hernando ayud6 a montar a Etelvina, Despuess

subio 61 con el pequefio Hernando.

-Hasta Ia vista -ytom6 Ia delantera,

Etelvina contemplo un memento los muros seeularea

de anchos aleros, los arboles dormidos en el aire cremo-

so, A1H habia sido su alumbramiento. E1 ultimo de 101>'

Casas. Esa neche, como siempre, el viento darla sus lar-

gos giros mientras 1&lluvia de.astros cae sobre los mon-

tes y llena los arroyos, las vertientes, Esa neche, como-

e:iempl'e.

30

CUB A G U A

-SeraS mia, a pesar de todo,

El mismo dia Leiaiaga recibid un telegram a del Mi~

nisterio en el cual so le ordenaba inspeccionar la zonade perlas deCubag'ua.

Stakelun no se habia movido de su hamaca, En torno

suyo rodaban las botellas vacias.

-Le recomiondo para su Inspeccidn a Antonio Cedefio,

Puede Ilevarso a. Te6filo Ortega, que es ouzo. De 10

contrario, tendria que ir basta Porlamar, De aqui a Cu-

bagua hay apenas una. hom.

Stakelun se Incorpord a medias. En susojQS habra

un destello de curiosidad y de ironia:

':_Buen viaje y mucha suerte,

El viento zumbaba en Ia cueva del piache, en e1 valle

de San Juan, sobre las montafias de Guatoco, el Copay.y l\facanao arrastrando Is leyenda del tirano Aguirre,

Ia de los guaiqueries, Ill. de los piaches. Ya que nadie

los recuerda. .

iI•

Leizfaga pensaba cumplir la comision en tres dias ~

regresar en' seguida Caracas.

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La 'I'irana Burgio en Oubagua, una isla decrepita de

costas roidas y ap'[aceradas, Cardones, Los aleatraces

vuelan Inmovilesven Iargas columnae, sobre un cielo des-.falleeiente. A pesar de eso, Leiziagn se arrepentfa de

110 haber seguido Ins indicaciones de Cedeno: salir per

'~IIMl'l%:;,·a manana a fin de no pasar Ia noehe en Cubagua,

Casn las velas, la tarde. Los tripulantes se deslizanY maniobran con Is. solemnidad de un rito que celebra

.i{\~I~'~.'.),'cl nacimiento de las constelaciones.

n

rI

EL SNCRETO DE LA TIERRA

Antonio Cedeno expliea mascullando las palabras en-tre BU gran c1gaITQ: aquella es la Punta de Araya, e1

Golfo de Cariaco, Coche. Son costas que se van ocul-taucio, serranlas bOITOSas. Aqufen Cubagua -prosS-

hay petroleo, Tambien habla Cedeno de 1&ciudad

en otro tiernpo hubo en laisla y sefiala los escorn-sumerg idos. Algunas ruinas y eobertisos utilizados

la pesca recuerdan todavia los primeros estableci-

Cedeno se hace m~i,s gruesa partiendo en

abultados. Perc Leiziaga no aacucha maS.

33

 

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ENRIQUE BE,RNARDO NOOEZ

l.Hay petroleo? Su memoria eomienss a reuuir datos"noticias vagas, En Londres se stlicid6 un sujeto que afir-

maba Is. exisbencia de una fuente de petr61eo en una isla

venezelana. Desde Cubagua remitian a Espana un be-

tim muy solicitado para usos medicinates, LOB viejO'S

duques lop'agaban a precio de oro. Cedeno mueatra la

cadena de discos aceltcses en tome de La Tiralla.

El corazon de Leiziag-a da un saIto y su alt;gria es

apenas comparable al disimulo de Go16n cuando vi6 alli

1111smolas indias adornadas de perIas... Les arrojaron

un plato de Vahmcin y ellas dieron todas las perlas,

Avam::aban en Is. celeste alegzia de Ia Ins, con mcvirrden-tos que reeordaban sus dansas. 81 eran banns 10 de-dan sus espejos de lutear y a'lup.l mal' donde ee agrupa-ban dasnudas. Leiziaga piensa

que.puede dar

el ta:ninsignificante como unplatQ par.a obtener aquello,

-La Osa -dice 'l'e6filo Ortega observando 10 0 mas-

tiles que sobresalen al otro lado del anc6n desierto.

Veneidos POl' el dIa asfixianta se enjugan los torsos

deenudos, y sus labios se mueven apenas,

- i.Que hablan aM?

Ellos se miran y Ie observan, Nadie ha dloho nada,

Los ojos de Cedeno se rep1iegan ir6rdcos. Delcigal'l'ose desprenden pequefias chispas, Pero euande Leiziagale interroga,. siente Is. fuerza que los Ianza al uno con-

tra el orb. Es nn cheque de mil-a.das alertas donde hay

alga mas que desd6n, 'mas que odio, Despu6 s de lace-na, Leiziaga ton16 Ia !intern a, asegnro 1 1 1 plstola y sefUe a tierra.

Los pies se hunden en el rio de nacal'. Rocfo de mun-des. De una vee; podrfa realizar su gran Sueno. .E n

breve Ia isleta eatarla llena de gente arrastrada porIa

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ

magia del aceitc. Factorias, tOIT€S, gruas enormes, ta-1OOr09y depositos grises: "Standard Oil Go. 503". Lasmismas estl'ellasse le antojan monedas deoro, monedasque fueron de algunpirata ahoreade, Los hombres que

se mueven como d.(lr~lidos dssaparscerfarr. De pronto

se sinti6 turbado creyendo 011' en el sspaeio un rumorhnmano,

POl' el mar <Ie aprexlmc un cora de voces, ecos ~e lasuoches primitivas, a las cuales suceden pausas mmaeu-

Iadas y una raiaga de oro, un destello lejano, Ideas

que nacen del mar, entre los arrecifes. Cuando ha lle-gado el tiempo esoapan de sus lachoa y emigran, gtrando:aiempre para orientarse, en grandes nubes, Oonsegutdoe1 rumbo, nada puods dssvlarlas, nl el vlento ni las rnon-

tafias, y vuelan directamente a refugiarse en las vivien-daa humanas cauaando a veees tf,rl'lbles estragoa, Como

son semejar:iteaal polvo, nunea sa las podria eliminar,Sa las verla a traves de un rayo de lus, sujetas a que-

dar aplastadas en a!gun grueso vohtmen, confundidas

con los vulgares inseetos que vuelan en tome de la h'im-

para.

Leiziaga rie Imagfnando 10 que pansarian de esto el

doctor Camilo Zaldarriaga y el doctor Tiberio Mendo-

za, aquel acadernlco asmiitko y ~entencioso.

-l Que tal Cnbagua, eh.?

Volvi6se y se haIl6 frente a fra.yDiollisio. Pal'eala mas

alto, mas flaeo, pr6ximo a convertirse en un montdn de

eenisa, Sus dedos resbalaban porIa barba, nna barbaque casi oeultaba la boca hundtda,

-Estoypensando en levan tar un plano. La. ,situacion

€flexcelente. Facil comnnleacien por todos lades, El

agua puede traerse en pipas, de Cumanf ..

_;Exactamente. Hnee cuatrocfentca anos la tl'alan

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ENRIQUE BERNARDO NU~EZ

tnntbien en plpas, Exactamente--. Y aiiadi6: -Verdad

<lucas poco tiempo.

A t e110s los cardones forman un laberinto de eo-

Itlm~a:. En' La Ttrana una VOl. infautil canta con me-

lanco]la inconfundible:

Las tres carabelas,las tres carabelas

que Colon tenla:

La Pinta, La Nina.y La San til. Maria.

Caras barbu.das, meditativas, bajo los cobertizos alum-

brados con tizones. Las sombras crecen hasta escaper-

sa pOl' e1 techo.

-i Que efecto mas dramatioo el de la Iuz, en esos

rostros!

CUB A G U A

Antonio Cedeno y Te6filo Ortega observan las estre-

llas y tambien se van a tierra, Drrtase que algo tienen

de eomun como el padre al lrljo. En tomo de ellos los

arenales silban,

Apenas un arco de las galertas quedaba en pie agrie-

tado y pronto a derrumbarse. POI' las salas sin puertasentraba fmicamente el viento, salas trasadas con mania

de grandesa que los nuevos habitantes cubrieron en par-

te de paja y zinc. Cuando alguien habla la vos llena

toda 1a casa y vuelan los murctelagos, Aves de rapifl.a

se posan sobre lO B mUl'OS llenos de agujeros y garaas

blaneas de cuello ro]o, Cuando alguna luz se enciende

un mochuelo deja. versus ojos martirizados. El pavi-

mento fUe arrancado, reducido a polvo 0 volo en psda-

zos, un dia,

-Buenas neches, Pedro CAlice.

, Sentados en un taburete, a Ia Ius de nn faI'O! VIeJO

y emarillente, Calice examina las cuentas que le pre-

Benta Miguel Ocampo, capitan de La Osa. La espesa· ! :! l1 f ' ~ ~ ~ ~ \ % 1 ·abellera le sepultaba en su negrura. Toda la fisonomia

de la isla estaba en aquel rostro.

'-Aqui sstamos a la orden --dice levant:indose-. Ten-

go frutas, Iegumbrss frescas que me traen de mis tierras

de Paria, Lo que usted quiera, No tenga escrupulos,pue,gno toco sino 10 que he de comer. Me alegro al ver

. • . En una noche aa1 Ilegue POl" primera vez aC u b a g u a . .

-Este es e1 valle de las lagrimas.

Los cardul'les oeultan una vi.v;enda, rastos de alguna

nsidn de la Nueva Cadiz. Los huecos de las vsnta-

:: son como nichos vacios, Un. cardon sobl'esale. entre

108 muros, se alarga, recorta au forma como un clpres.

En La Tit'anl'l Martin Malave disbraia su ociocon aqua-

Ila cancion puaril :

La Pinta, La Ninay La Santa Maria.

Las estrellas bailan en los ojos del guaiqueri, dan vuel-

tas y caen l'apidas del horizonte. La mlsma luna de~~

cl'ibe parabolas y se transforms. en otras lunas ~e gl-ran sHenciosas. Al fin ecaba por dormirse y Buena Cj11~

tiene un barco -un barco vale mas que un caballo-, '1d 1 coU-va a sacar perlas, Su barco repass. las tormas e '

tinente.

~ '. las majillas encarnadas, las orejaa gruesas, Oj09

a:~nmOSOB de bordes rojizos, las manoa en garra,' f ; ,

, -Boyes facil curarse, Calice.

" t:e::,:""Prefieroacabar aqui y no en un asilo. 1.Sabe us-

it'! Es horrible estar sometido a un reglamento -co--

3687

 

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ENRIQ"Q"E BERNARDO NUNEZ

ment6; y quiso volver a sus cuentas, Ante I§l Ocampo

Inclina BU rostra Uvido.,con Is pie1 pegada a Ioahuesoa

y una barba laela y pobre,

-Cinco goletas en La Guaira, des en Higuerote.. La

Tirana y La Osa en Oubagua,.'

Un rebafio en el mar. Leiziaga haec adernan de des-pedirse, pero entonces Galice hace otras adverteneiase

en Cubagua el sereno produce males Buefios.Es buenacuidarss tam bien de las ~n'afias. SUB pieaduras cauaan

un dolor que dura veinticuatro horae, como la de los pa-

ces tataras, AM hay un cantaro de agua fresca,

-La casa as todavia comoda,

-81, en aquellos tiempos ... parece era la mas c6mo-

da -dice Calice asemandosea la reja-; aqui habfauns

plazoleta y enf.rente una Iglesia que se quemddos veces,Los duefios no tenian que andar mueho paX'a ir a misa,Y, aefialando las conchas amontonadas ell los rincones,

afiadi6 rHindose:

. -Las conchas estan en el mismo Ingar. 1 .. Vinieron

Ortega y Cedeno?

Ocampo no tuvo tiempo do responder. Los ojcs de

Calice se volvicron duros, secos, al vel' a Te6filo Ortega.

-I.Quiere venIr? -dice fray Dionisio tomando a Lei~

ziaga par el braao=-, IAqui hace mucho calor! Pero

antes era precise conocer al duefio de lu casa,

Despues dijoen broma que iban a :fundal' otra vez laNueva Cadi z . .

-Esta ustedeoio, 1 . Se he. hetido?

Refil'l6 que, huyendo de unos indio~, estuvo tres <Has

oculto en una selva orando fervorosamente, Ai versa

38

CUB A G U A

rodeado de sus psrseguidores, inclino I s , cab e . z a y asper9en vane el golpe. Cuando abri6 los ojos no h.abia nadieen tomo suyo, pero en }.."\fl.:{ga se caus6 un a herida que

le dej6 cojo.

.:......;,e ha dicho que piensa levantar un plano de Cu-

bagua ? Puedo mostrarle uno trazado haas tiempo,cuando Nueva CadIz se hallaba en au mayor riqueza.

-El pasado, siempre el pasado, Pero, 1 . es que no se

puede huir de e l 7 Sarin mejol.' que hablasemosahora

del pet:r61eo.

De un gestael fraile sena16el aniHo de Leiziaga. EI10 eonservaba como ssllo de su origen y POI' ser reeuer-

do de sn abuela, aquella dona Isabel de Silva qne sedujo

3.1principe Enrique de Prusia cuando eats visit6 a Cara-

cas y cuya graGia vaporosa idcalizo en un retrato Ar-

turo Michelena. Los Leiziaga se hallaban en Caracas

deed,e e1 siglo XVIII,en la epoca feliz de Ia compaiifa

gulpuzeoana, pero sus partentes pOl' el Iado materno al-canaaban a los Aguir:re VilIelll, Loreto de Silva, y un

Hernando de Ia Cerda que se han6 en la batalla del 15

de marzo de 1567 Iibrada porLosada contra Guaicai~

puro, Alancearon indios a; millares en las gaerraacon-

tra los tarmas, teques y marleaes.

Fray Dionisio ccmenzo a. hablal' confusamente del pa-

sado, de las casas exteriores y de sus relaciones can 10que ha sido y es haee trescientos, hacs miles de aiit.s.

-Precisamente, he tenido algunas ideasparecidas, pe-ro deseo librarme de ellas, sobre todo en esta ialilla tris-teo Nadie, 01 Calice, serfa capaz de amarla.

Atravesaron Is. antigua cnadra con eslabones rotos enlOB muros, En aquel tiempo los perros ladraban alU a

las visiones que enrojecian sus ojos. EI bohio arde

 

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ENRIQUE BERNARDO Ntrn'EZ

mientras ellos olfatean en los areabuces la pista. del :in·dio. En Cubagua ee guardaben losperrospara las ex-

pediciones como Bi fuesen instrumentds de labransa,

Leiziaga vela con cu:riosidnd aquella eabesa de pew-

tente, La voz pareefa afomca, lejana, sin Bel' 10 uno IIi

10 otro, como si. viniese a tra.ves de una niebla,

-Tal vez n 'O Ie sea grata la eompafiia de un fraile.

Yo BOY como los muchos otros que desembarcan aqu],

Era dura entonces la vida de fraile. Y aun hoy... -

aiiadi6, ahidiendo con un gesto a. su cojera,

Panetra en una habitaeI6naislada con ventanas eu-

biertas de lona, Enoendi6 una bujia en una especie de

retablo. En confusa aglonlez'aci6il. se veian libros, car-

tas geograficas, ejemplares de ceramica indlgena y va-1'iOS instrumentos: 00. sextante, un teodoUto,. un anteofcpequefio, EI mismo asombro de losviajeros que visi-

taban los conventosde AmericQ en medio de soledades,como el de Caripe, sintia elttonces Leiziaga. Torno unvolumen, al aeaso: Vinje a Ia parte oriental de Tierra

Firma en Is Am.cries Meridional POl' Fee. Depons, agen-

te del Gobierno frances en Caracas, 1806. "La isla de

Cubagua -dice-, sin agua y sin bosques, que s610 .la

codieia pudo hacer soportable, iue la primera resideneia

escogida par los espaN.oIes", AI margen, de pufio y Ie-tza de fray Dionisio, la siguiante nnotaci6n: "Situaci6n

de Cubagua: 10,43 norte y 64,15 oeste",

Depons habla de la extinci6n completa de los ostrales,

10 cual iue, segun el , de gran beneficia para la agrl.~eultura, Fray Dionisio mueve 10. cabeza en una a:fil'ma~

don burlona:

Los plaeeres no se agotaron nnnca, Cuando sa empo-

breefan de un Iade, se hallaba otra zona mas rica. Es el

40

a u B t A G U A

mismc slstema empleado hoy. Otras eausas determinaronal ahandono de Cubagua,

El siguio hablando misntras ponia cierto orden en la

mesa de trabajo, eaten de la hamaea, Habla en el murouna carts de los territorios de Atabapc, RIO Negro y Ori-

noco con Ia nomenclatura de la t.ribua, Mas de doscien-

·tos mil 1."i16metros: los banlguas y los parias, los guarau-nos yotomacos; los piaroas, que entierran a BUS rmrer-

tos en las oqnedades, y los achaguas solltarios,

-Es el imperio indigella-dice apuntando con. los de-

dos terrosos-. Hace tiempo vivo entre enos y los obser-

vc constantemente, pero mia observaciones sedan censn-

radas, Ni un soplo lia tocado au alma intacta a fuerzade permaneeer silenciosa. Vea este lieor que destilamos

ahora en las misiones. El Obispo nos ha enviado su ben-mcion y dice que sera. una fuente de riqussa,

Puso contra Ia vela la boteUa llena de una esmeealdaliquid a eE la eual .se leia en earaeteres mal im.presos:"Elixir de Atabapo",

-rRealmente -dice Leiziaga saboreandclo-s-, puede

ser una fuente de riqueza I

-tVe usted eSDS ejernplares de ceramica ? Son pen-

.samientos plfisticos, Cada una de esas figuras encierra

Ia misma iaea repetida mil veces nasta lei. sacledad, La

~U'cil1aes aqui como un papiro 0 una tela pintada de [e-r~gHficos. _

Sefialaba las lineae, las variaciones de esas ideas me-

,deladas en barre, 19. ex-presj6n delicada a monstruosa delas figm.as y las hacia resonarcon las falanges de susdedos,

Despues, desdob16 una tela descolorida. Lineastraza-das con la Inseguridad de un mundo naciente. Cubagua,

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'ENRIQUE BERNARDO NU~EZ

Nueva Cadiz. El fndice recozrla los euarteles de Ill. po-

blaci6n marcados can cruces: Barrera, Beltran, Portillo.

el del mariscal Dlego Caballero. La caaa de Calice era la

misma de Pedro Barrionuevo, un hidalgo natural de So-

ria.

Fray Dionisio se habia sentado en un sillan de pajae indic6 a su huesped uno de esos taburetes con espal-

dar, llamados 'tures. Leisiaga apm:6 otl':l, copa de elixir

de Atabapo, Al extrema de In case. se oyeron voces aca-

Ioradas en una disputa. Un g:t'ito de Calice ccrrio a se-

pultarse en los rinecnes:

-iOcampo!

Fray Dionisio continuo irnpasible:

-Si usted ha leldo las cr6nicaa de Cubagua, sabra que

aqui estuvo el conde milanea Luis de Lampugnano, El fuequien dibujo este plano. Lampugnano ofreeio a Carlos

V, para Ia pesea de perlas, un apara~o de su iDvenci6n

que hacia inutil e1 emp!eo de esclavos. :ill!emperador con-

cedio el privilcgio POl'cinco anos, a condicion de reser-

var la tercera parte a beneficio de Ia corona. Lampug-

nano que estaba ya arruinado, ann6 una expedieion y se

vinoj perc 1013 vecincs de Nueva Cadiz, al tener noticia

de I n . novedad, se rsbelaron contra Ia orden imperial. El

aparato era la yuma. Ya no iban a pcder emplear indios

en Ia explotaeion del mar. Esta raz6n suprema privo enlos ammas, Reelamaron a Cesar, quien anulo e1 privile-

gio.

Fray Dionisio se vuslve borroso en Ia penumbra, Sus

ojos se hunden mientras habla lentamente. A veces di-

riase que ha muerto,

Leiziaga le ofreci6 un cigarrillo y 11.ce1'c6u V.3S0.

-PO eierto -continuo en tono mas familiar- que e&-

42

CUB A G U A

te Lampugnano tiene ssmejanza con cierto Leiziaga. lNo

andas como e J en busca de fortuna? 'I'odos busean oro.

Hay, sin embargo, una cosa que todos olvidarn el secre-

to de Ia tierra.

Leiziag:l se inclino de nuevo sobre el plano de Nueva

Cadiz. Despuds se le ocurrio un pensamiento que Ie hizo

refr. l Serfa e l acaso e1 mismo Lampugnano i Ciilice,

Ocampo, Cedeno. Es cnrioso, Record6 este aviso en eI ca-mino de La Asuncion a Juan Griego: "Diego Ordaz.-

Datal de Iicores", Los mismos nombres. l.Y si fueran, ene,iecto, los mismns? Se volvi6 a ssntar, a un gesto del

fraile, que hojeaba, un cuaderno arnarfllento, un manus-

crito antiguo.

Su reloj mareaba las ocho. En aquel momento le asat-·

t6 ell €cuel'do de las ciudades envueltas en una atm6s~

fora sensual 1 Iuminosa. Aquc1 mundo 10 parccls. infi-

nitamente distante.

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III

NUEVA CAD I Z

Las casas eran altas, macizas, como fuertes -. En .aseallesestallaba el tumulto de lonjas Improvisadaa .. EI te-

nia In misma ~stat.ura; pero la barba rubia, los ojos azu-los. Las expediciones cubrlan las costas. Llegaban lasnaos cargadas ,.'Ieesclavos, En las jornadas sin rancno,perdidcs en los mcabucos, los so!dudos pensaban en. Nue-va CMiz y dcsertaban en di!'i~cci6n a Cubagua, Habia f lmvilla, oro, rsscatoa. Sa jug-aba de dfl'1 y de neche, ]/(u-chcs, rices al amanecer; empefiaban por la tarde Ia C<t~

I'a y coni/m a desquitarse,

Acababa de vender BU ultima joya: un cintur6n ('011

dian-antes, El velmo, la capa carmesi, su espada, estabanen Foder de los usureros, pero alID tenia consigo nn te~

201'0 que estin.eba SObl'O todo: Diana. Unos labradcres

de nus campos, eerca de Milan, descubrieron las minasde un temple. }:;l mismo dirigj6 las exeavaciones con

grandes dispendios y asi pudn volver a la lus 111.esta-tua que reetauraron artistas florentinos. Cuantoe 18.mi-

laban tenfan des- os de eaer de rodillas, y aun enandon.o J)odfa,como antes, ofrecerle incienso '1 flol:es, ni si-

qUiem e1 humilde asf6delo qua Il' es tan grato, esp.arr:fa

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ENRIQUE BERNARDO NOOEZ

amor en torno de ella. Se afirmaba que padecia un male-

ficio, que era dado a practic:'l.s de hechiceria, Los mas dis-

eretcs 10 veian ya en una hcguera, Sus menores aetos lban

a conocimiento del alcalde, mientras que ell la puerta prin-

cipal del Ayuntamiento, donde se veian las dos iiguilr::tscon e1 blason y Ill. corona l'ematada en CTU:1l. ae ansefia-

bacuidadosarn€.llte tapado el parfido invento. Los veei-.

nos principales opinaban que fuese deatruido,

POl' centesima vez emprendia e 1 mismo camino con el

fin de obtener llcencla para ausentarse de Cu.bagua. Alii

se pesaban las 'perlas como granos de trigo, sin hora-

darlas POl' expresa prohibici.on imperial, Habia para bor-

dar Ia noehe y prenderla en los hcmbres de Nuestra Se-nora, El daba rodeos en torno de las mesas de juego ins-

taladaa en los cruceros de las ealles, Pregoneros, solda-

dos, mereaderes, cambistas, voceaban y discutian."El ai-re pesabacomo plomo y e1 rsguerc de naCal' deetella-

be. en la ealle,

_POl' Is. Santa Virgen de In Hiniesta! l Quien qulere

iral :Meta? Las casas y jardinea son de oro,lHay ciu-

dades de oro, vasiias Henas de oro!

-rNo!-gri!;a nn soldado muy orguUoso con atavio de

ealsas muy pieadas y muchospapos de tafetan-,. lme-

jar as ir al Hupayaril Han sneontrado oro en las sepul-

turas. IHay un pueblo de gigantes cuy.as maeanas sonde oro y combaten con anehos escudos de 01'01

El heraldo se detiene un instnl:lte sofocado, En wrno

suyo crece Ia muchedumbre abigarl'ada esparciendo fuer-

te "0101' de humores. Pomposos trajes con desgarraduras

y. remiendes 0 simples Top:iUas de pano' burdo.

-18e vende un esclavo sin herr.ar!

-IVeinte ducadoal

4 6

CUBA G UA

-I Veinticinoo!

~jAs:ual

-rLenal

-jCuanto diera por un pan fresco·!tEh?

-l Pero hay oro alli? ;;No han muerto todos?

-Quh:as, Yo se donde hay oro.

Silendo. Calabacines, idolos, anillos, laminas (leIgadf~

simas para eubrir el sexo y 10$ pechoa: los despojos de

den provinctas, Tambien se lee en una tabla: "Aq111 sa

!lacen fel 'etros". Se toean las reliquies suspendidas a BUS

euellcs y vuelve acrecer el tumulto. Pero un rumor pasa

enmudseiendoles, Pzegoneroa y mercaderes se detienen

pensativos y mil'anal mar,un mar violata, de odubre.

Signa de Escorpi.on. "Una maneha oscura a manel'a de mar

sargoso 0 de un gran cardumen corta-al horisonte, LUllindios de Cumana y Chichiriviche se han sublevado y

avanzarl. sobre Cubagua. Han destruido los conventos y

muerto a los religiosos.Las h),lertas fueroD arrasadas,

El mula de los frailes, sus naranjos, Is. campana, todo

fue destruido.

Ante ellos.se aha un fantasma: la sed. EI agua, esta-

ba en poder de los caribes. La gente se pl'ecipita. al Ayun-

tamiento. De pronto se abren las puertas y aparece elal-calde, Antonio Flores, seguido de sus ocho regldores. An:te ellos,con inmensa arroganeia, un hombre blande au

espada:

-ICaballeros, el honor eastellano, el honor,cabane-

r o s !

El reconoce a Andres de Villac(lrta y se dirige al hi~

dalgo, pero ~Bte responde: "

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ENRIQUE BERNARDO NlJ:fl"EZ

-Jnm~s consentire en unir mis armas a las de un

hereje l

Y se eye un rugido que reeorre las calles y gana el

mar:

-iSe va] ISe val IAh, cobardes l iAh, traidores! lSe-

nor, Dios miolUsureros, contratistas, mcrcaderes, huyen en desbanda-

da hacia sl puerto yasaltan Ia carabela pronta a sa-

lir, S B empujan, dan gritos, imprecaciones, gimen, luchan

cuerpo a cuel'po.,Dios mio, Senm! Algunos se ahogan,

otros alcansan una piragl.UlO comienzan a huir' por= la

orilla en buses, de un re1ugib. Se guarecen entre las 1'0-

cas ell los manglares. La Nueva Cadiz se he. quedado, . .sola. Del 'mar eubierto de, piraguas ae alza un clamor at-

rado, Sus cafiutos y tamboriles suenan nlegren1ente. Los

tamberiles estan adomsdoe de flares. En sus pechon,donde una heraldic a barbara agoto au eiencia, se entre-

mezclan aves de. rapifia con S8I'pientes y cemies (1). Enuna piraglla. des manoa eortadas sangran. Des manes blan-

cas, Una cabeza parece dOl'lnil' aun en la dulzura del ai-

re o La cabeza as Ia de fr<lY Dionisio, fraile menor de la

observancia

Y el, oculto entre lOB mangles, los ve llegar pintadns

de rojo, pintados de negro, con penachcs resplandecientcs

y tatuajes mlsteriosos, ostentando algunos (',1omblerna su-

premo del valor, la piel de tigre. 'I'amblen arriban muje-

res agibando sus canaletes, mujeresesbeltas, floridas, que

saltan corrtendo de las piTaguas y en la carrsra sus sexoS

se abren impuberes, como rosas.

Elcl'epusculo ve caer sus magnificos cnanojes. Las Sfl~

Isdadea devoran aquel fr~1to azafranado que esperabau

ansiosas. Las sornbras descienden planeando sobre e1 mat'.

II) n~mlllni()s.

48

c U E o A G U A

En In plaza se encienden grandes oandelas y los hom-

btesblanden sus escudos de pieles, sus grandes arcos •.

En un delirio los papelea del archivo, el acta de la mis-

ma manana, los slgnos tralderes, ruensaj~l'os de mueete,

vuelan hechoapavesas, Entre el humo las llamas dsspa-

rraman .BU resplandor IHlrpura, de oeaso. -

Pasaban rwanda toneles de vino, de Espana y saltfl~

ban sobre ellos con muecas de jubilo, vestidos con loa

omamentos sagrados, arrojando los hie1'1'08 que sujeta-

ban It los eaclavos. Sabre la cabeza de nn gigante sa in.-

elinaba la corona de Nuestra Senora, toda de perlas ru-

borizadaa. Enlazados de In mano dansaban, danzaban en

torno de las hogueras, Sus cuerpos rojos se hacian mas

,rojos. La sombra ee enlazaba a enos, que huian danean-do.

CelebrarIan la victoria can festines de machos dias, Ya

iasmujeres les aguardaban con flores para danaar ba.jo

la luna" Tornarian los venados mas tiernos para sacrifi~carlos en honor suyo, 8i volviesen lO B hombres barbados,

hediondos 'I feroces, aderezarian sus craneo.s para heber

en las fiestas y suspsnderles a Ia puerta de los bohios, '

De pronto se detuviercn movidos por un mismo impul-so. Sus voces se alzaron a una wez saludando la apari·

d,6n de la mujer blanca, bella e intrepida, La habian de-

lado en la pequefia explanada del Ayuntamiento y hasta

entonees habla pasado lnadvertida. Seformaronen or-

den, dispararon laflechel'fa y se aeerearon a ella bail an-

do y cantando can movimientos y sones aeordados, La ro-dearonentre grandes elrculcs y un instante guardaron

silencio. Despnzis babian ofreciendole sus Iibaclones.

Algunos de ellos guardaban tamhien en sus palenquesmujeres btancas a quienes nunca habl~ dado!'!l 1 ' ; 0 1 . dulce

4!l

 

ENRIQUE BERNARDO NU:t \ lEZ CUB A'G' U A

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II

alegria del ·haren. El areo era semejante a los suyos, Ye1 manto, quo apenas velaba WIO de SUB pe( ' ,hos', les re-

cordabe e1 de algunas hambras de sur.9:za, bella~ gu~rre-I'M que reinaban entre mu.jeres, las euales v.olvHI~tsle~-

pre victoriosas. S610 e1 mastin que tenia. a los ~les. fIe-

1'0 y hosco, era repulsivo, ~ero Is llevadan COn~lgo, y ~nel verde seno de los bosques, entre las orquideas mas

beflas que el oro, supresencia seria igual a la de 1&

luna,

Y en aquel momenta Ia luna llena se elev-aba como

un espejo de nacar.

En torno d.e las hoguera5, en las costas de un des:e~

Ilo irisadc, se turnaban los velas, Dos dias permanecre-

ron en CubaguQ, borrachos, con au amor "i I SUS cancwnes.

Sa arrojaban al mar para purificats€ y sacar perlas. ~as

conchas eran au adorno predUecto. Reposaban en la 0 1 ' 1 1 1 a

de caraal clelo. ICuin divino 01 encauto del lucero de

plata quo brotaba de la tarde an e1 Bilencio.ycm'in dul-ces las noehes caUda; : ; con BUS estrellas ardientes y os-

curas eomosus muieres! De nuevo podta.n amar' llbremen-

te y a esta idea serrtian como nunea cuanta nobleza hay

en 61 heoho de vim. 'Cuando laultima piraglla se aloj6 Ienta, con Ia lsntl-

tud de un viejo canto y €I pudo BaHr, ..han6 quael. ap~-

rato de au invenci6n habia sido deatruido. Alg1;lnos veci-

nos regresaban. Los indios elogidos en los arcabucos, 61.)-

lazadoB al correr de los eaballos, comprados a precio

de oro, habian 1mido. Furiosoa, exclamaban entre -Iamen-

tos y lagrimas:

-I Estaiadores! IHijoB d.eperral

-(Lobos d.e Sa:tanlls!

-IAh, Senor DiW'l mio!

50

Estaban hambrientos, miserables, El disin~ulaba 9U sa-

tisfaecibn..8u sangre hervra C'OI1I.O si hubrssa babido laneche en un filtl'O. Despues de todo, Diana estaba a sal-

. V' O,. V 0 1V 1 R a ser libra en . media de 1'0:8 bcsquas llenos d~):<

arroyos. Sabre Ia isla sordida eaia un velo ceniciento .. La

iglesia y el Ayuntamiento podian ser reconstruidoa con

poco trabajo, Mtlsalla sncontro IlL una india con el zostro

cubierto por sus caballos y las manes cruaadas sobre elpecho, sobrscogida de temor. Z . Que les habla movido a

abandonarla ? Parteneeia a eSRS mujeres que moraban a

oriUas del mar vendiendo sus cuerpos a lOB viandantes y

guardaban gran can tid ad de oro. En au tribu la llamaban

Cueiu (1). Y como WlA luciernaga deste1l6 para 61 aque-

11a neche.

A poco tiempo colgaban en las naves de Gonaalo de

OCltlllPO los jefes de la. revuelta. El agua de la isla es~

taba asegurada. Un regimiento al ma~do de Pedro Qlti~

de Matienzo, quien 10 oblig6 a resldir en Oubagua, des-

filaba por Nueva Cadiz entre muchedumbre de' pobla-dores,

Ctlciu mun6 en la hoguera. Su cuerpo, amarrado sabre

la pita, era un aTbol de rojos botones.· Ann no se h~bia

puesto e1 sol. Quedaba alli una maaa negra. EI 0101' de

carne fue arrastrado por la brisa, llevada !TInYlejos, sem-

brada POI' las cenisaa en el agua.

Quos dijeron -yasf 10 refirieron durante muchotiem-

po-, que Cuciu no muri6 en la hoguera, Un adivino Ill.

arrebato de las llamas convirtiendola en garza, una gar-

za roja, y confundida con las otras se cierne sebre los.

cafios en la estacioJI de las lluvlas.

. El se emple6 en oficios humildes, Improvisouna far-

n) Lucio§rnaga.

5 J

 

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ENRIQUE BERNARDO NU~EZ

macia donde curaba las bubas de los conquistadores con

guayacdn 'Y aceite de dzago, Vendia el mis~~ 61eo queahora ambicionaba. A vecos Ilegaban a su tienda hOID4

bres devorados por el cancer 0 Ill. ceguera. Los murcie-lagos y serpientes del Hupayari, las flechas envenena-

das euando no mataban, abrian la carne para una he-

rrible agonfa, Morian rabiosos, entre eonvulsiones. Apli-caba a . sus heridas un hierro encendido y ellus se pres-

taban d(.dles al supllcio con Ill.esperanza de vivir, de vol-

vel' a Europa. Pero si eran curados iban de nuevo en bus-

ell. de oro.

Era en los miamos dias en que lleg6 Pedro Calice concuatrocientos esclavcs, Bajo el cielo de fuego e1 alboro-to de los navies y de los trenes pesqueros llenabael

ambiente perezoso, Las olas reverberantes se dilataban

en un espasmo, Olia : a barbacoa, a oS~l'a podrida, a ca-

bra. Las mujeres deseansaban en sua lechcs flotarrtea,

ehupa:ndo frutas, los corpiUos entreabiertos, adormecidosal recuerdo de sus pueblos de Castilla. Un as garllas ro-jas, se refugiaban en los manglares.

Mas tarde UllOS aoldadoa traen braserillos y encienden-

SUB hierros con una C al extremo,que Imprimen al azaren la carne cscura, ElIos se entregan con los ojoa Ilencsde lagrimas 0 soberbiose indiferentes. Entre los curio-sos se hacen apuestas, Celcbran los gestoe grotescos, e}

coraje, las aetitudes dolientea, sus palahras confusas, es-tremecldas. Damas engalanades se asoman a los balco-

nes entre caballeros que lucen plumas blancas, collareS

de oro, y se rien de las plumas de color quo llevan los

barbaros y de sus collares [aspeados,

Antonio Cedeno tiene de la mano unpel"l'O negro conmovimientos de ferocidad impaciente. Ocampo habla de

'la maestria y el coraje de algunos perros en apresar sal-

vajes. Se refiere a uno llamado "Leonciec", de 1::1mis-

52

CUD A G U A

rna casta de "Becel'rico", el mastin mas diestro de todaslas Indias, tan valeroso que siempre se le daba parts rlp.lbotfn como a un soldado,

-lPcn'os como ese quisiera cien! -dice Calice.

Pero Cedeno aflrma que e1 suyo aventaja a todos, pUP.Sdistingue al indio manse del bravo.

-zNoes verdad, '.'l\{orisco"?

Ocampo haec un guiflo;

-Suelta]o.

"Morisco" salta y los del campo corren enloquecidosrafugiandose en los cardonss en cuyos brazos empiezan ;

consumirse las eatrellas vespel'ales. Pero uno mas alto

se adelanta con majestuosa osadia, Sa ve 1£1barbaro de-

fendi611dose de las acometidas, l'cchazando Is. fiera conlos pufios. EI perro salta a su cuello, Iuehan fieramen-te, y, aunqus herido, eJ indio consigus derribarlo; pero

es ccsa de un instante. La bestia se abalanza de nuevoacos6.ndole a dentelladas, EI indio abre los brazes, se

desploma sin un grito. "Morisco", furioso, cae sabre eJhombre y luego corre hacia Cedeno can Ia boca llena de

una masa sangninolenta. En media de los espectadores

que habian eorrido a . presenciar la lucha, sl indio yaceeon Ia cara pegada al suelo. LOB soldados, armados de

iusta, tratan de apacigttar Ia confusi6n entre los herra-dos.

Era In hora en que los esclavos regresaban del mar,

tropas de nrqueros multiIados eon la piel agrietada, ss-

~atnosa, y las espaldas cargadas de salitre. Las campa-

nas de Nueva Cadiz, montadas en parapetos, junto a las

en fabrica, campanas que un dia cayeron silen-

al mar, tocan el Avemarfa, Los cardones se aJar~

Los alcatraces,en ]argas columnae, vuela.n inm6vi~

53

 

ENRIQUE BEE-NARDO NU~EZ CUB A G U A

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~leBa ras del mar. Los hombres se sa.ntiguan, se miranunos a otros aorprendidos de hallarse al otro extrema de

1a esfera. Mas de un suspire vuela hasta los niches de

'oro sumergidoa en penumbras consteladas de. cirios: Ia

Virgen de La Antigua, 1a del Recuerdo, la del Buen Ai-re, la del Pilar, la Virgen de la Despedida, Los ojos se

van tras del horizonte. AlIa esta Espana.

-He aqui un experimento que me cuesta .diez duca-

dos y mas-dice Calice.

Perc en aquel momento 'IS nadie rie,

El hambre sobrevino en Cubagua, La guerra asolaba

Tierra Firma. Nueva CMiz estaba llena de mendigos que1'efer5an sus hazanns para distraer e1 hambre 'I Ia inae-

ci6n. Este habia sido paje de la reina Isabel; aqllel, ca-

ballerizo del ernperador, Habian asistido a la toma de

Granada y a las eampafias de Italia. Venian de Flandes,de Francia. Describian las tiendas reales, las fiestas y

batallas, Todos dejaban empeiiadas haciendas ymayOl'a~~

goa para venir al Nuevo Mundo a ganar honra, Cadaquien ,ped!a diez mil indios para remediarse,

Los domingos no era raro que un fraile gritase desde

el pulpito: "Alli donde pareee haber sldo el Paraiso, vos-

otros entrais, peores que lobos feroces, diezmando e1 re-

bafio del Senor ypro"(o~ando au ira santa". Los hom-

bres lloraban dandose golpes de pecho; pero luego, arre-

pentidos de semejante flaqusza, se iban mas l'jgurosos

'I hablaban contra los predicadores.

-IQue no se hable de nuestros asuntos !-.exigfan an-tes c ;'l e u n s erm e n,

Pero los frailes gritaban mas alto, y ellcs, enfureci-

dos, abandonaban el temple. POI.' eso, muchas veces los

dejaban entregados a la venganza de las tribus,

54

Y eI iba en la neche, entr~ las casas cerradss, altas,

En los tempI os se iban recogiendo ·108 soldados que pe-

dian Iimosna y se dellpiojaban unos a ctros, Los rices

les daban de eenar con motive del jubileo del Papa 'I

ellcs aslstlau como convidados de Su Santidad. Y ell el

cielo fulguraba la cauda bermeja de un comets. Brilla-

ban las estrsllas en los pozos custodtadoa par eselavos.

Aquel resplandor en el agua 'negra evoea los ojos de Cu~clU y Ill. influencia de los astros en los destines. Nun-ca habfa querido saber au hor6scopo. Alguien pasa jun-to a el;

-IClareta!

Es una ramera que a veces visita su tienda, Ella se ea·curre apresurada en Ia sombra, sin hacer case, balan-

ceando sus formas redondas. Iba a perseguirla, pero [un-

to a eli tras un ventanillo aye tintineo de monedas y sepone a observar porIa rendija. AlH, al fondo, hay un

viejo. EI candil colorsa su espesa barba, Remueve cui-

dadosamente las monedas y les da vueltas eapj{mdose las

manes. Las acaricia con deleite para guardarlas despuesen saquitoa de terciopelo.

De un empuj6n hizo saltar Ia puerta, Despues no sa-

be nada, Euye con una de aquellas bolsas que aprieta

contra al peeho, Era una voz temblorosa que llegahade lajos:

-IAuxiliol IAsesinol!!

Pasos rapid os se aeercaban entre voces, mido de puer-

tas y armas, Sin aliento, empapado de Budor, se detuvo

junto a la casa de Alonso de Aguilar y arrojo aquello,a tiempo que Ie rodeaban lOB guardias.

Ahora estaba encerrado en uno de eaos antros fetidoe

de esc1avos. El, que en otto tiempo tenia una casa de

 

ENRIQUE BERNARDO NU-&EZ c UnA G U A

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vastas camaras en las cnslea ardian perfumes de Orien-teo De noche iba con nuislcea y antorcbas, y a La cabe-

ZIl del corteio sa detenia, bajo los balcones del palaeioOlgiato, ell Milan. Laura no habia partido aun a1 con-

vento de clarisas, Sus cabellos eran de un dorado antiguo;su frente, palida, y entre los anchos brocades pareeia masleve. El guardaba sua trenzas en uno de esos cofres cha-

psados de marfil eomprados a los mercaderes genoveses,Slempre 1& evocaba ta l COlM In vi6 el dta de au despe-dida, en el jardin. Al fondo se perfilaball los bosqueci-

llos, y los surtidores se elevaban sonrcsadca en In tarde-

de mayo.

Como s1 fuera ayer. Lampugnano cierra los ojos para

viv.ir mejor los afios pasados, Imposibles. Golpes secos,

acompasados, se oyen a traves de los muros. Los escla-

vos taladran la Nueva Cadiz con las mismas conchas que

antes sarvian de pala:s en sus labranzas y de espejos asus mujeres,

Via ante ei dos pupilas centelleantes '! I unas tnanos

oscuras se posarcn fraternales en las suyas. EI indio sa-

co un calluto, comenze a taiierlo y In ergastula se lIeno

de aquella rafaga apaaionada, en la que carla uno escu-

chaba au propia ternura inexpreseda,

-Col'onada de sadco =-dice-e-, tu cabellera, noche rna-

ravillosa, me hlzo entender sus clamores, Coronada de

sauco, tus ojos suplicantes se escondieron entre mis bra-zos y pude disipar todas sus ansias, La selva no P, S mb

misteriosa que til ni la aerpiente mas eauta y agil cuan-

do te deslizas en mi Ieeho, ni mas fuerte cuando te en-

Iazaaa rot Las coplosas resinas nunca embalsarnaran co-mo ttl boca. He ereldo todo esto cuando he santido tupe-

cho florido en mi pecho y he creido tambien que soyfuerte contra el enemigo. Pero ahora estlis ausente, an-cadenada, y tu cuerpo oseuro, dulce y parpadeante, ha

66

sido ultrajado. tDesenlazate de tus cadenas, Zenquerot!rHuyel Por la neche estrellada, por Ia tristeza y el de-

lirio de nuestras naches, deja tus cadenas e matate. Lamuerte es buena, creelo. Siempre viene, siempre viene.

La llame y mi suefio se perfume 10 mismo que cuandote iba a buscar en el bohio, Despues 1 3 vi alejarse, INo

se quien Ia detuvo l pero ahora ire al saman cargado da

flores y a au sombra me dormire duleemente, amada l

Hizo una pausa y con el cnfiuto en las manos perms-necio unos instantes, pensativo, Los caballos se le pega-

ban a la ulcera de la frente donde le habian herrado, Lue-go volvi6 a llevar el carrizo a sus labios febriles. Las

moduIaeiones eran ahara suaves, acompasadas, motives

de una simplicidad patetica que narran una dicha pura

y serena. Los sonidos se hicleron al cabo mas largos.

Gradualmente se volvieron rapidos, colericos, ,El cafiuto

casi estal1aba bajo el aliento rebelde. Languideci6. Vol-vi6 a elevarss, fue extinguiendose y .a 1 final apenas era.

un murmullo, casi un gemido.LoB corazones escucha-

ban en suspenso.

:Ell sol al nacer penetra en el secrete de aquello cuyonornbre esta olvtdado. IOlvidada! Pero si preguntasen a

los guijarros sabrlan gritarlo, 10 rnismo que el aire queguarda todo. Riberas humedas como miradas, masa azul

de bosques, viviendas oscuras, roclo. El camino atisba su

belleza florida, tremula aun de las abluciones y la ple-garia matinal. Hay un temblor en las almas y en las

C O S a s porque to do va a ser reve1ado. Los brazos se juu-ta n en plena adoraci6n mlentras sa aparejan las vel as

'1':,l.i!~it.i,~~~~I~,"n los toscos navise que parten con frutos y mansajes

1 i r i ' ~ ~ m ' i r 1 i 1 l l l ~ : ~ , ; , 'al'a !osreyes de las Islas y Iasccrdilleras. Se Inclinansobre la tierra y sobre los rtos que pasan con larapidez

'.lr)il~i~:tI.~II~":e las horas. La noche se acerca en e1 rumor del mais

a las canclones matemales y en esos balsa-

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ENRIQUE BERNARDO NTJ1iirEZ

mos misteriosos vertidos en los caminos. EI mais, plan-ta sagrada como el tabaco y e1moriche, merecs €I arnor

de lOB hombres. Las auroras eatan oargadas de flores y

las tardcs dan sus eatrellas. Entonces,en los patios ro-

deados de fosos arden las danzas, los areitos en que se

refiere la historia al SOIl de flautas s atabales. EI se

acerca a la amada y juntos van al bohio nuevo deco-rado de rojos csntaros, Flechas, redes e idolfllos. Habia

para las tumbas y los himeneos, para las aguas y las

cosechas. Habia tambien vino en coracinas, vino blanco

como de leche, ssmeralda 0 color escarlata. En medic del

bohfo colgaba el lecho de fibras y enlazados confiaban su

beso al azar del tiempo. Una y ctra vez desgranarian las

mazorcas, una y otra vez cuajaria el racimo de mayas

(1), y aquel beso suyo continuarin eneendido en otras

boeas, del mlsmo modo que las rosas son iguales, dirian-

se las mlsmas odorantes rosas de hace millares de afios,y las estrellas siguen brillando largo tiempo, aun cuando

rueden yel'tas y mudas en e1 espacio,.Lagrimas candentes corren en silencio, porque cada uno

recuerda c6mo los blancos, despues de ahezrojazles el al-

ma, Ies separaron de sus mujeres.

En Ull prineipio pudo ver a quien In ausencia ahara JIB,·

ce mas bella. Al tafiido de su flauta ella venia...La misma

miseria paracia entonees amable, La tierra es un lecho

fragallte y blando, Una neche espero en vano. Vi6 oeul-

tarse la luna. Vi6 caer una sombra lugubre sobre Ios

montes.

Llls demas Be acercaron al musico. Casi todos eran pre-

tos, esclavos de los araucos -los senores han muerto-,

de esa raza conqulstadora que habia trazado caminos in-

mensoa para luchar con los caribes, Y dicen=-: lAl'imuy,

tu s610 pucdes libertamosl

(1) Laa phiyades,

58

C U E o A G U A

El responde Con sire altanero y melancdlicor

-EI que quiera su libertad. que la conquiste. Nosotros

.$iempl'e hemosheeho la guerra. La guerra es oficio de

11.0rnbres.Dulcees In guerra, Dulce y bella es la guerra-contra el ensmige,

En efecto, A:rirnuy, hijo de 'I'cronaima, fue sorpren-

.-dido por las troplls de Cedeno cuando disparaban sus fJe-

chas encendidas sobre el campamento de los blancos, !Dl

.pueblo entonces ina asolado.. Cuando entraban a saco en

: 1 0 6 bohios, donds antes les orrecieran vlno y frutas, vie-

ron que Arimuy se adelantaba solo, cublerto con au es-

-cudo de pielss y au roeia macana, Para someterlo hubis-

.ron de rodearle asestandols golpss en la cabeza, Pero los.

:})Jancosa rates hacen [usticia y adrnirados de su valor

.le dejaron Iibre, Arirnuy se puao de nuevo al frente de"Ios defensores de 130tierra. POl' la noche el campo flora-

-ee con las Iumhres, Surgen entre las sombras tafiidos

tristes. Una griteria formidable se alza de pronto. Vue-

'Jan los tizones eneendidos y aquellas sefiales de un rojo

.azulado, effmeras, rscuerdan las lluvias de estrellas. La

:luna se ha ocultado. La luna sufre 0 esta enojada, Es

precise desagl'aviarla. Pero ya sale de 1a penumbra su

-disco radiante, Entonees lanoche se llena de un canto le-

jano, un canto de victoria. Dfas despues Arimuy cayo en

-,'Unacelada ..Iba al fondo de una nave con direccion a Cu-'bagua, Arriba e1 centinela duerme. El indio abre Ia puer-

·ta de la escofeta, rompe SUs ataduras, se lanza al mar

..Ygana Ia costa a favor de 1&noehe. Otros ee fugan en

pos de 61. Tl'opiezan con los pueblos destruidos, Los ar--cabucos se cubrfan de scldados que aeudian a su llama--da, El alba es gris, turbia, La niebla unge las menta-

fias. En la tarde el cielo se cubre de un liver palido.. gn

-.al camino encuentran a un cacique empaJado sangrlenro:aoribHlado de Inseetos, con e1 aspecto de u~ crucifitmd;

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de piel cobriza, y parecia decirles! "Morid todos, hijol'i'.

mios, Es pl·eferible". Alli comtensa 19.guazabara. Negros

relampagos traspasan el eielo. Los caballos vuelan en ma-dio de Is. flecheria y brlllan las Iansas, las eorazas, 10Et.

escudos. Casi todos mueren. Derrotados se retlran en. des-

ordell. Sa ven rodeados, vendidos. Huyen, ~ero t~oPlezan.

con los cardones, obUgados a pCrIllanecer. mn16Vlle~, can.las plantas heridas. Los blaneos, en cambro, pusan n~pu~

nes con sus gruesas betas sobre las malezas Y es-pmas"-Mas alla bril1an 105 incendioa. Mas alla se oyen los la- Poco despuea del ataque de Arimuy a Cnbagua, clirigi-

mentos de los cautivos. -do par Pedro Ingenio, Ol'tiz de Matienzo le hizo compa-.recer a su presencia. Habia en la sala gran agitacion.

1 .y todo aquel heroismo? 'I'cdo aquel herols~? sh:v_i&' :Diego de Ordaz estaba en prisi6n. El gobernador de Hupa-

para ser vendido por dosciontos ducados que dio Anton :yari habia sldo traicionado par los suyos cuando trata-

de Jaen. Su piel se ponia verde. La vispera, durante lr.v. 'lba de apoderarse de Ia fortaleza de Oumana. Una ves

pesca, habia echado sangre par los Didos y la boca. .eata en su poder, Nueva Cadiz se habria rendido. La sed.

Al otro dia A.imuy no l'egres6 porIa :tarde. Huy6.. La muerte hada siempre sefias pOl' aquel Iado, Pero losmientras trabajaba en el mar, a la Margarita y fue a. -soldadoa de Ordaz, duramente ofendidos POl' el, despuea

unirse a UllOS pirates franceaes mandados por Ped~o ~ll- <de entregarlo, 10 recIamaban avergonzadcs,

. L bardss areabuzazos- Las flechas de los mdHls~genic. am. , . ' En el semblante del Justicia Mayor flotaba una sombraUneven sobre el snernigo que ataca a Cubagua. DespuesJv ,amarga y con Ill. diestra apoyada en la barba permane-

nada. da sumergido en sus deslgntos, Frente a e 1 habra un

Habia perdido In noci6n del tiempo. Cuando abren l~ . -crucifija. En eI testero, un retrato de Carlos V. 8610 des-

puerta puede ver las estrellas del alba y Ia tarde por :;pues de algunos minutes pareci6 advertir Ia presencia de

encima de los 110mbres, con las espa1c1as cargadas de ~a- . ·"'~M.l~&11Lampugnano, Entonces su rostro impasible pareci6 a m -

litre, monstruos hurnanos, que llegan a devorar sus raclO- ' marse. Comenz6 a hahlar can grandes circunloquios. Lasnes de astra y cazabe. Algunos al salir se alejaban can-: pala.bras tenian en sus Iabios el brillo sonora de las ar-tando: ' ~aduras. Si, unicamente las circunstaneias explicaban el

rIgor empleado hacia lSI. Pensaba hacerle salir de la is-

~a a escondidas, En cambia til, Matienzo, esperaba una

'Concesi6n; y, al decf'r esto, su continente se rev:i.sti6 de la

'<lignidad mas severa, indicando asi e1 honor que otorgaba

al hacer una exigencia, Necesitaba eliminar tres caciques

~~ya temeridad, ademas de impedir la pacificaci6n de 1 3

tierra, se oponia a la conversi6n de los naturales.

ENRIQUE BERNARDO N~EZ

Hermoso dia hace,

Hermoso dia hace .••

como cuando iban a fiestas, en Ia aurora.

Elmismo tiene el aspecto de una bestia de erin cane-

sa. En tomo suyo refieren ascenas de la pesca, ell ell.

( l O

CUB A G U A

1m.ar. Ya eonoce esas lenguas barbaras, Henas de ideas

_poeticas, primitivas. EI }egamo se va cubriendo de osa-

.mentas, Muchos eran arrastradoa par las mantas feroces

-o destrozados par los tiburones. 8i tardaban en sumsrgir-

.se les fcrzabau e11os: parlas. Tambien perec.en los blan-

-eos acosados por los dardos mortiferos, por las fieras

. Y el hambre, Es la iniciaci6n de una luella que no ha<terminadoaun, que 110 puede terminal'.

61

 

CUB A G U A

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· ENRIQUE BERNARDO NUf.tEZ

-Su Majestad _;Matienzo a1z6 Ugeramente e1 bonete',rado que eubria au cabesa-« dasea que los indios seanmo . .

tratadoscomo vasallos suyos y en manera alguria coma>

esclavos.

De -sus labios se escapaba una rsspuesta involnntaria:

-No as para los caciques, no. Podria decir a quien va

destinado.

A ., nues ? IA cuien ? t Podria saberse ?-~. qUH~nl""'" " •

Ell Juaticia hizo est a pl'egunta con una calma tal que

e l se estremeci6 baio au a1iento aspeso.

-Es para Diego de Ordaz.

Le via Ievantarse te-rriblemente palido y andar por e!

e.strado de un lado a otro, perc al volverel rostra esta-ba sonriente.

-1 Conde Lall'lpugnano!-. y ace-rdindose ouanto p~d(»

murmuro en au oklo unas palabras. Par la tarde Ie ha~

r1a saHr en un pataehe para Puerto Rico.

En su fa.nnada a,~as6 ponzofia para matar a diez ea-

ciqne1l y reserv6 una para sf.

-jEl smperador 10 quiere!

EI mismo Justicia astaba ante e l . Le entreg6 el vene ..·

no y en segUida flle Ilsvado a la pri!li6n. ~l dra araal'-

diente, abrumsdor. En las cisternas las mujeres llenaban

.los can taros. Subidos a-les parapetos los vendedores anun-

ciabans\lS mercancias. Unossoldados se jugaban un es-

elavo, y entre ellos, Clarets, eubierta de unacaperuzu:

encarnada, se reia de el y Ie sefialaba conel dedo:

-Mas pronto. JAndal Earns muy feo.

Brillaban las calles tsmattadas de nncar. La noeha an-

, terior cay6 una Iluvia llmpida.sobl'e. Oubagna, El mar

tiembla .• se estremece con.. alegrta Infinita,

Los ssclavos disputaban, taiifan sus cafiutos, dormitfm-

dose en sus lechos de hojas secas. Alta nochs, Marzo em-pieza. Arriba se oyen vcces, pasos prec.ipitados. Hantrafdo nuevos caballos, mas hierro. No quedaba du-

da, Ya nunca mas varia 11'1, luz. Un .s0110:.::0 se Ie

escapa entre gritos. Los otros despertaban riendose de

aquellas voces ineoherentes. Veia aproximarse a una mu-jer,. Cuciu, E1 queria la Madona, COI l los oJos ahicrtos,

entre convulsionesatreces, la veia may csrea, como cuan-

do era nino. Los otros permanecian ·silencioso.s, siguien-do en Ia oscuridad aquella agonia terrible.

Al amanecer se Ilevaron el cadaver, que estaba hin-

chado,

Dlas despues lnuri6 Diego de Ordaz, camino de Es-pana, a donde iba en compania de Ortiz de Matienzo pa-

ra justificarse, El cuerpo envuelto en UIl ser6n fue eeha-

do al mar. Se dijo que hahia muerto repentinamente eneastlg» de sus machos pecados,

Nueva Cadiz fue sacudida por tormentas y terremo-

tos, ataeada POl' los p inatas y los 'caribes, Cuando ces6

el triifico de eeelavos losvecinos huysron, No habra yaquien llevase agua ni lefia, La eiudad qued6 sbandonada

y el mar sepulto sus eacombros. Quisieron hacsr una.eiudad de piedra y apenas levantaron unas minas. Car-

dones. La vos de fray Dionisio Buena como un et:o: LauaDeo •

-zHas comprendido, Leiziaga, todo 10 que ha pasadoaqui? L Interpretas ahora este silencio t

Fray Dionisio se paso el pafiuel0 por la frente, POl'

aquella calvicie,remate de una eabeaa queparecja des-

enterrada.

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ENRIQUE BERNARDO NUREZ

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Pero no importa. piensa Leiziaga. Las expedicionesvuelven a poblar laseostae, Sa tiene permiso para lntra-

ducir centenares de negros y taladrar a Oubagua ..Indios,

europeos, eriollos, vendederes de toda es.pecie se hacinan

en viviendas estreehas. Traen un cine. Se elevan torrea

de acero, Dep6sitos grises y bares con anunelos hrmino-sos, TambIen S9 lee en una. tabla: "Aqui se hacen fere~

tros", Los negrcs Hegan ba]o cantrato. Los muelles es-bin Ilencs de tanques. Los buques rilpidos' can sus pena-

ehos de humorecuerdan las velaa de las aaoa,

64

I) ~"

IV

EL CARDON

Leiziaga se vuelve haeia aquella roja estrellita, acasoimagen de 1£1tierra •

. =cMira esa estreUa dlce fray DtoniSio-.Talvezno

exists ya y la vemos, Tampoco ante una rosa ae 'Pien~sa eu las que han ahierto desde hace onfles de MOS.

Cualquiera diria que es la misma, El mismo color, Iamisma fraganci.a .. Y enese memento, z;naes en c£eeto

Ia misma?t Que piensas tu'1

-Hay que hurl' de la vida. extatica -observa Loiziaga

pensativo.

Pedro Calice se: detieno un instante frento al valle delas lagrimas listado de cardones. Un instante no mas yen seguida se aleja conel ademan del que huye de a1

mismo.

~Yohe estudlado e1 cardon y comprendo 10 que paaaen Calice. EI cardon inspira un respeto easi supersticio-

so. Esto 10 comprenden mejor los solltarios, Cierto es que01 cardon traIcion6 a los indios, 10 eual no le impide ser

tierno bajo au . apariellcia adosta. Desea cuhrirse de he-

05

 

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ENRIQUE BERNARDO NU:&EZ

jag con el objeto de ofrecer un refugio a la luz. La luz

que ellos aman as roja y la 1m: roja es Ill. que engen-

dro esas formaa extrafias en In imaginacion del aborigen,

POl' eso su alma se apodcra silenciosa de islas y meda-

nos. Son las vifias de las tierrae aridas. Hoy se diria

que parecen antenas, Y en realidad esas antenas podrlan

entregarnos e1 secrete de alguna teogonia inedlta... 0~uizas pertenece a los slgnos de alg6n sodiaco perdido.

Fray Dionisio enciende otra bujia, mete las manes en

Ias mangas del habito e inclina Ia cabeza sobreel pecho,

. Ocampo se pone a cortar un cardon, Sufre de Ia veji-

ga yel cardon es medicinal segtin se use, afirman, La

corteza es buena para la [ncoutinencia, EI corazon tieue

una virtud contraria, pero antes es precise ponerlo al se-

reno. Cedeno, tendido en el suelo, Ia eabeza apoyada en

un eardorr, sigue ,sus movimientos. La. luna sobre la rna-

leza tiene la transparencia del agua.

-Es tarde, ya. A estas horas vienen los muertos delotro mundo,

Cedeno rie indiferente.

-Dentro ·de unos was habra lluvia.

-I Escucha!

Abajo se eye un silbido, Ortega se apareci6 ell aquel

memento, apoyd la cabeza con desaliento y extendi6 el

brazo sobre un carden, Luego de'slizQla mano COIl furia.

La mana y . el braze, se tifieron de sangre.

-]La vida no vale nadal INunca. vale nada!

Ocampo y Cedeno crusaron una mirada. Guardaron si-

lencio.

-Sera preciso irnos fl dormir. Pero antes podremos Ir

a quitarle al frailc algo de aquello,

66

C UB A G lJ A

-Manana vtalldose. .amos a sacar- perlas -dice Ocampo levan-

La noche arde en su calma . fi . .to que' el de I t m nita Sin otro movimi.an_

os as ros y au Inmen .

aobre el horizonte L so l'amaJc deSciended' . a mario de Ortega sang'rabsen ezo, hasta. 1 3 0 easa de car ha en elfray Dionisio. Ice, asta el aPOsento de

Frcnta a fr t. en e se o b s e r v . a n con r e c e l oBen de reconocel'se en ' como

un signo, Y SlIS l'ostrosven caai espectl'ales.

si tram..

se vuei-

-Ocampo, llosotros salimos -Pero Cedeno habla de t mallalla de madl"Ug'ada.

o 1'0 asunto.

- (;Hay oro en Gubagua pad' '..que el "nullaI 'O" que tiene' uste~e Di~mmo? Ocampo dice

mafiana y e1 "minera" e~l La Osa" cant6 estano canta Sino donds hay 01'0.

-I Gedefio,no cambias!

-No importa.

Para. comprobarIo clerra los ., . ' , ..lfecho deser asf 'tal co h b.OJO~ Y al flU pareco satis-

, me . a ,la sido y era.

Ortega, sei'iala haeia el mar, Cal" 'y permanece con Ia cabeza dIce ha tornado un bote-

eados, inm6viles. Confundid apolYla : , ' I entre los. rem os ern-os e lOmbre 1 '

zan su sombra ell el agua, AI' ,Y a plragua tra-Il,ocen las siete luces d 1 0 mismo tlempo e110s reco-j e a sa In diadem d 0'6

Q 0 fulgura.nte del' Toro. " a e rl n, el

-Vam~s, Orteguilla ~ice ~ca.mpoco, pequeno_. Elix.ir de Atabapo. tomando un CU&n-

'Los tres desaparecieron entreOe51. . las ve~'edas de cardo-

P o l mar 'se apl'leta contra Iaa lslas del contornoY acer-

 

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ

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CR au boca, en donde tiembia. el beso ardiente del tr6pi-co, a las cinglas del contomo, aUi donde se ha deshojade

Ia flor de, los dias.

EI mar haee pensar ell las selvas como en tierra aden-

tro se suafia con las anehuras marfnas, La. eelvaejerce

au atraecidn sobre las Islas, penetra con los rfos en elCaribe y am vierte au pensamiento, La mirada de mlacae impasible sobre las Islas, ell las costas llenas de sig-

nos en la noche y Ia neche contempla. au desnndez, Niia

apoya las manes en Ia arena, y en au escorzo, en su

abandono, hay serenklad y hay tambien Ia movilidad tem-

blorosa del agua, de Ia estrella. En la superficie del marse estrsmece el alma de Ia selva verde y oseura,

A n a SU nombre era repetido en voz baja, con amolt'

superstictoeo, Quando nifia, SI1 padre, Rimarima, caciqt16de los tamanacos, Ii mostraba a las tribus, en sus lar-gos viajes, haci.enciola ereer en parafes inaccesibles. Bva-

dian los pueblos y eeateos mineros, temerosos siempre de

las autoridades, del e,.'Ctranjero. No bastaba ayudarles, sa-

metersea sus exjgencias. Continuamente inventaban ne-

eesldadea yauxllios onerosos. Algunos de sus 'bongos no

regreaaban DUtlCQ,. Hacla siglos eran vendidos, despoja-

dos, traicionados. Rimarima, como tantos otros, fue ase-

sinado -guerra permanente del blanco contra e1 indio.

del indio contra el blanco--, por unos explotadores de cau-

cho a causa de rivalldades comerciales, Nila huyo encampania de cuatrc servidorea fieles despues de ocultar

e1 oro y la goma que guardaban en su campamento, EU~

tenia entonces catorce ailos. Una tarde divlsaron a la ori-

Ila del rio a un enemigo que se paseaba a manera decentinela, armado de un rifle. El hombre titubeo creyen-

,dola pronta a entregarse. N''ila tendi6 el arco, El hombrecay6 traspasado, COn un tatuaje ro]o ell el pecho. En sa- .

guide, a.yudada de sus indios, ella miama le extrajo ef

C U III A G ' I T A

('.o:;a20n. ~o ~uem.aron y guardaron las eenlzas en un Sa~

quito, talisman iinico que preserva de In. muerte, de Is

de~ota y de l~s ~~as pasicnes, 1il.lyendo aiempre rio.arr-.I~a,110 abajo, dlvlsaron a un fraHe que leia en subrov~m'lo ;BlumbrfuJdose con uncocuyo. Aquel detallo Ie

~VQ 1a VIda.: Era fray Dionisio que recorria las regionesJgnotas . enSC11ar t ( !0 el Evangelio. E1 amaba su rasa, Nolos el~tl"lsteeia m los oprimfa. Fray Djonisio les depard

w : as~lo segu:o y comcnzo a revelar]c secretes en que

Rlmarlma habl.a ::omenzado a iniciarla. Fue este un sig-no ,de rec~noclmlento, la seflal de que podla confia:rse

.a el. ~abltaron entre ruinas desconoc.idas, gigantescas,

en medlo de soledades profundas, Pasarcn dias sin ver el

,.so~ Fl'~Y Dionia!o com~relldJa sus .1engnQs, sus aimbolos,sus ?OllJW'OS•.ASl conoc16 ella el mtsterio de los nOB y de

las Islas cubiertas de p l l hna . s . Franta a irenteen s slarg d' . , u. as expe iciones, onvucltosen los vahes de 111,neche

:mfocante, fray Dionisio entornaba lOB ojos. MurnmIloslmnensos, re:flejos maravillosoa se i'i1traban a traves de

1~s selvaa, En to~o de Nila. tlotaban las eanciones apren-d~~as en losmonchales de las yiejas que guardaron au

nmez. Los .remeroa, rspetian palabras saludadoras que

'lruelven ~6clles a las serpientes e influyen con 111,virtud

de .una.pledl:aen el coraz6n. Palabras l'efulgentes y mia-tenosas, luclernagas. Fl'ay Dionisio la co:nvenci6 d 1

nee id d d " e aI. eSI a e vrajar, No bastaba conocer las aldeas ribe-~i'ias, los bohles ocultos donde los hombres temen la no-e]le. Era preciso posoer Ia fuerza del enemigo conocerel rnisteiio de 1a maqu ina. '

Nila fue 11 Europa, a Norte America. Los profesores1 .e parccfSlll; ri~iculoll en su seriedlld, con:fiados ciegarnen-te ?n au. ciencia que le parecfa a ella una fantasia rna-l'~l:Vlllosa.Sabia que no podrfan explicar ciertas casas 8U-

~as y los deslumbraba con SUB pezlas, 5U 9 labfoa pinta-os, sus relates, Les hablaba de monstruos que obede-

 

ENRIQUE BERNARDO Nm:l'EZ o U BAG U A

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cen a los piaches, milagros que alucinan con la magia deUna lue perdida, y de sus antepesados en cuyos fesnneD

funerarios hactan sacrificios humanos, ~Al',enas .aurife-ras? &Diamantes1 No habia mas que los ojos de Nila.

-Su cuerpo es beUoy fuerte-decian los artistas que

1a solicitaban. '

A veces olvidaba sus proyectos:

-Nila, tu 10 aabes bien.

Y ella cedfa. EI blanco comenzaba a tcjCl.· en torno de

eUa su espesa red de artificios. Al menos la suponian in-

cauta, fncil; pero de pronto aparecia la hija de, Rimari-

ma y de las tierras que no de satan au secreto. Camino

del Orinoco salleron entom61ogos, mineros, arqueclogos,

aventureros, ge6grafos. Mu~hosno volvfan. Algunos com-

praban flechas e fdolos y pubUcaban a su regreso noti-elas sobre los tarnanacos 0 los maroas que nunca vieron.Asf alinearon centenares de objetos en las vitdnas de losmuaeos. Uno de aquellos sabios Uevo las alas de un ae-

roplano encontrado por los indios, en una de las cualesse velanestas letras: A K I. Otro ammci6 a1 descubri-

miento de ciudades sepultadas en las selvas, de oqueda-

des Ilenas de huesos humanes y de papagayos que ha-

blan lenguas _extintas. Otro, en fin, hab16 de un fue-

go como aurora que coronaba los montes, refirifndose al

mismo tiempoa sonidos intensos que reeorrfan el cielo

en las noches ardorosas,

-IErocomay! -dice a au espalda Te6fi10 Ortega~.

tEn qu e piensas '!

-Plenso que inuti1mante hemos andado hasta hoy, que

hemos perdido' el alma, 1!J.vida. Antes apanas 10 presen-

tia. Ahora ya s6., ya conozco. El hom bra rara vez en-

mende esto, nunca 10 entenderla, aSI como tampoco que

70

el amor sin un ideal es inutil. En la muier se halla to-

do, la vida, la fuerza, EI hombre se .precipita a ella con

un impulse ciego e ignora que 61 apenas es un instru-

mento.

-No s e , Nila. Hablas de un modo distinto. No ccnozce

sino la costumbre -yBUS manes buscaban Inutilmenta

las de Nila, como en otro tiempo, Apenas oia las palabrasque pusden comprendsrss Sill ser pronunciadas, las cua-

les nunea reeignan a quien no las pide. No las advierte,

porque cst§. mas' bella. Sus luminosas miradas tenian una

ssrsnidad desconocfda, Se desprendia de ella una :fuerza

salvaje y una gracia voluptuosa y clmdida, Nnnca ha-

bia sentido tanta dulsura en su voa, Nunca la colera, e ldolor, se habian apoderado de ·fl con esa ernoci6n temblo-

rosa que le hacia doblar las rodillas,

Nila se incorporo, so echo aprisa un velo sobre loshombres y fue a sentarse en una. roca, El permanecia en

la orilla, silencioao. Las olas le empapaban el rostra. Sa

enjugaba aquel roeio salobre, igua] al sudor, a las la.-

grimas. La risa de Nila aguijonea su ira, pera no ve su

mirada compasiva, Sabe que nada puedecontra ella.

-Venia a' dech·te cosas de nosotros.

-No es 110ra de pensar en e1 amor, Primero sera pre-

ciso reeuperar ia vida.

-l Pero es que se puede hacer algo sin e1 amor ? T1i

10 sabes bien, Nila.

Ella poso sus miradas en las estrellas, Flores entre

Incienso ee entomaban ligeramente, Iban poniendose laspleyades.

-Ya 10 ves. Ahora debo estar sola.

SaIto sobre las rocas, Cuando hubo dado UllOS pasos,Ortega balbuee6:

.7 1 

E!1RIQUE BERNARDO NUNEZ CUDAGUA

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-Sin embargo, sin €lllbargo, NBa. 1aye!

-l,Que1

-Te trafa alga. Es poco,pero me parsce que son be-

Ilas. Las majores que he visto. Las he ida guardando

para ti.

El sac6 del pecho unabolsa y la vacio 'en Ia unano,

Bran porlas. Entonces Niia 10 atrajo a 81, lecogi6 Is ca-

beza y 10 besD en la boca, 1arga, ardlentemente, como

en otro tiempo. Aqual beso fne una quamadura en sus

lahias. Cuando aorio los ojos, ella estaba Iejos. La bus-

c o · entre los cardonaa, La vi6, envuelta en laluna, atra-.

vesa;t'el valle de las lagtimas. Sa detuvo un instante e

hiz6un sig'no. Una serpisnte salio de entre los cardoneS,

Ia sigui6 y desaparecio por una .de las vsntanas, a tiem-

po que Nita ·penetrabaen Ia casa de Calice. F u e enton-

ces cuando Ortega se presento ante: Cedeno y Ocampo.~~ Y Nil:a? -preg'unt6 Leiziaga despues que se ale-

jaroh.

Fray Dionisio rie con nisa mohosa y Ie observa lar-

gamente, Entorna los ojos en una meditaci6n profunda,

profunda; y al fin, como si hablase consigo mismo:

-Mafiana el sol comienza a remap-tar de nuevo su ca-

mino .entre las estrellas. Esta neche, gracias al fuego,

formas primitivas y oeultas se hacen visibles.

-Un religiose en pr3.cticas de hechieeria! En Nueva

Cadiz la prision perpetua, el in pace.

Una sonrisa traspasa la cara terrosa de fray Dionisio

y sus palahras forman cireulos en el silsneio:

_~ Conoces la anbigua costumbre? Los indios troca-

ban sus nornbres. Habfa e1 cacique don Diego, e1 Gil Gon-

zalez, don Alonso, y as! much os... Un indio a quien lla-

mahan Orteguilla di6 musrte a fray Dionisio.

Y p.or primera Vez Leiziagaadvirti6 en unasilla, en

uno de. los futgulos del aposento, una. cahsza momificada,

Ersn IOSinismos .Jiasgos de- fray Dionisio. Loseabellos

de la, momia se quedaron en sus manos al Ievantarla, Lacontemple unos mementos y la depuso suavemente,

Fray Dionisio ilpaga Ia bujia, y se dispone a salir, Csci

se confunde en la oscuridad, Es apenas una sombra, Los

dos eallan, Atravlei3an el patio entre eabras dorrnidas y

la casa desiertarLlega hasta ellos laeaeha de un perfu-me, aeaso la misma luz azul que arde en las estancias

claude antes resonaban espuelas y voces enfaticas ..,

En la memorie de Leiziaga repercute aquella palahra

de Cedefio: extranjero, Y en reaIidad se siente un ex-

trano. Camina sin ver las eosas que· pasana BU alrededor.

Sin embargo, Ias lUciernagas vuelan en torno de .1015car-

dones y su vuelo es unacaticia ardientey Ianguida, De

entre ellos salon mujeres dssnudas, En sus cuerpos brl-

Han ajorcas, arracadas de oro. Sus curvas son como ·fru~

tas. Tienen Ia sonrisa de las conchas que en las profun-

didades se hafian de un humor rojo, Se alejsn corriendo

y se dispersan en las orillas plateadas, Sus plantas pro'

ducen aquellos rumores furtivos,

Leiziaga, qti.eno ve nada, se i 'lncogede hombres: y,

ahondando en el silencio que llega del mar y barre los

, arenales, los ranchitos donde sa rnueven extranas figu-

I'M, dice:

-Aqui todos parece que aguardan,

-Sl, aqui todos aguardsn,

73

 

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v

voceHI

(PJnf lre los plt11eles enireaados :por Leizialll:l at ~()TM~eI J'U1m d6

!a Cruz R"ju,s S6 haUa,ba ta .ig'U;c'l1te noticia aC6fca de V'aooM.

E stos p ajle !e ., lue 7'o" M lctJ,,-t1"a dQ s 6?' .... rino6n del CU4rte.t d..

:poUda de La A8'>~"ci6-n, en !II. a.ntiDl~(I hmlrl(l do 108 !nllil,6fh

IJcs11!1Asd,; la,o 1nuj .-res u e! b.-and!l. 14 Ora" G/icion del (:01'0-

1'161 [inias eran los g a llm J. S ie m pr a tenia alO1m09' atadoB a la p~red d~ una gnleT,a lle1<Gde .o;erem.mt08. t.o. ,pllpsl6S edal)an ...,.

lleatidp8 de "71" CUPrJ uerdoea ea tria aa , de !> /a ,n <!o,!I a s' !us mUll

d'ificil nat1Jar et teeto, Ad.mas, !a rJsm-itu7'a,. antifJUG " dete, ' / .o-

l'CI'da 611 (Jl'a ,n pa rte, hizo c(>si imposibw au lectllra).

Vocchi nacicen Lanka, y en su adclescencia haefa el

trayecto de las caravanas a traves de la Mesopotamia

hasta Bactra y Samarcanda, Vocchi, como los otros, ama

las islas, porque las Islas son predestinadas, Deseoso de

conocer mundo escape una neche mientras se dirigian aTarsis. Durmio en los temples, en los [ardinea y en los

campos, entre pastorea que buenamente quisieron ayudar-le, Duro esto varies moses, Iba a pesar a Cnososs cuan-

do una partida de fenicios Ie apresc para Ilevarlo de pro-

tector en sus navios. IAh, In esclavitud de los dioseaeon-

denados a segulr siempre a los hombres! En el tedio deelias jomad,as del mar Voechi recordaba las mujeres que

se entre gab an a los extranjeros junto a los eaminos y

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ENRIQUE BERNARDO NU:A'EZCUB,AGUA

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los vaaos de cobre, los perfumes Y los metales precicsoa

do las earavanas,

Una tormenta desbarato la armada, y el navfo de Vee-

<:hi se vi6 arrastradc por T a corrlent:"',' Al ca~o de, ~u-ehos dias llegaron a un :pais deaconocldo. Habia alli ClU-

dades opulentas surcadas de canales, descollando ent:epalmeras y jardines.Los hombres se ~emon.taban en m~-quinas y se comun:icaban a grandes distanciaa por medic

de las sefiales de sus torres. Vestigiol! de esos relatos sa

convirtieron despees en fibulas, pues el mundo se haee

y se deshaeede nuevo. Las ci~dades ~e leVatlt~an sobrelas selvas y estas cubren despues las eiudades, se elevan

nnas sobre otras constantemente 0 e1 mar forma costas

nueves, Aparecen unas ruinas '0 unas rocas donde se han

tallado algunos signos y nadia supone cuandc fuoron es-

critos. Son hlstorias, hlstorias. Hay cadzos y ceibas, car-dones, malezas y lian,as que encubren el pasado, " 1 hay

cielo azul: deseos, lfigrimas.

Esta vez V:occhi no tuvo que andarElt"l'ante. Le ofre-

claron nn fernplo con altas tel'razas donde los sacerootes,

observaban los astrcs y fijaban los solsticlos y equinoccios.

Todas las tardes una doncella tafiia un salterio delante

de e l . Las mujeres se lDclinaban tremulas a depositar

sus ofrendas yeran en las gradas pemnnbrosas un haz de

lirios vivos. Los hombres se hacian la guerra pOI' ziva-

lidades econ6micas y se sucedlan los inviemos, las cose-ehas y las primaveras- Deotros pueblos llagaban naves

en bYBca de metales y maderas preciosas. Desde las te-

rrasas se Velan ernaar par el cielo las rnaquinas raudas]

brlllaban las teehumbres doradas, e1 cintur6n de mura-

Has y ios palacios de rojos ladrillos, de piedra, de mar-

mol.

Un dia e1 mar cubri6 las ciudades florecientes. Al dl-

siparse la neche de muchos dlas una calma inmensa des-

76

cendie; sobre lasag:uas. Vaech! estaba en una. isla. El

mar-eataba sembrado de Islas y eseollos. Sa dlstingufa

entre Ia bruma Ia Hnea de una costa nueva con pica-

chos dsspedazades, Montafias conicaa, triangulares, re-

dondas. Desde Ia orma vela a las divinidades $iempre j o -venes de mar. Les hizoun signo, pero ellas huyeron

asustadas,

Entonces vi6 venir una bares Call muchas velas des-

plegadas, en Ia cusl habia un hombre escapade tambien.

de Ia cataatrofe. Era Amalivaca. En au inteligencia yen

au poder reconocieron que eran hermanos. Se arriesga-

ron juntos hasta encontrar un gran rio de muchns bo-

cas e islas Innumerables cubiertas de palmas, Par todas

partes abras, montafiaa desquiciadas, un continente mutl-

lado en au forma y en su ipensamtsnto, Las palmeraa

recorda-ban a Vocchi Sl1 pais natal. Cuando comensaban

a remontar la corriente observaron a unoshcmbree quebulan. Se pusieron a perseguirlcs, y al acercarse vleron

que habfan perdido Ia razen. No querfan olr hablar de

10 aeontecido, Dos lunas mas tarde encontraron roeas t a o -

Iladas en forma de coeodrilos, ruinas monstmosas entre

lascuales algunos hombres habian construido enramadaa

para abrigarse, Insplraban tantapledad que no quisleron

desperta.r sus reeuerdos, l,iJllos les observaban medrosoe,

sin atreverse II; interrogarles.Estaban a la sombra de

unos moriches eargados de frutos. Ama1ivaca les dij(}

que lil Ies habia creede arrojando aquellos frutos POl' en-cima de los hombros, y aesa idea se mostrsron felices;

como si lapalmora, simbolo de 8\18 vidas, lea diese un

alma nueva capaz de librarles del pasado,

Los tiempos comenzaren de nuevo. Para ecnrnemorar

su llegada grabaronen nnas roeas, en media de las aguas,

las figuras del sol y de la luna, caimaues y eseanas de

caceria. AmaIivaca les ensefio a cultiva.r la tierra, a fn-briear armas y a utilizar las hierbaa en la gu.erra y en '

 

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ CUB A G U A

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la medlcina, Sobrecogid.os observaban la noche sin atre-

verse a Interrcgar BUS secretes y escogfan dlosest Ia SOlU-

bra, el rfo, ~l silencio. Amalivaca y Vocchi engendraronhijos en las hijas de lOB hombres. Amalivaca se ausentd

encargendo a Vocchi les protegiese en tanto e l volvia.V-!)cchiera Invocado a 1a orilla de los 1108 y de los rna-

nantialos a la caidu de Ia tarde.PorIa poscsi6n de esas

fuclltes a, las cuales atribufan propiedades maravillosas

hubo guerras implacebles. Vocchi no se molestaba en en-seftarlef!. La. experiencia reciblda le parecia iunesta. Crsia

ademas, que, abandonandoles, podri.a.n hallarse a si mis-

mos, y ante el rcsplandor estrellado pensaba en au tia-ra de diamaates arrojada euando su primera fuga en

el desierto.

En tanto, habia quienes guardaban el secrete de las

tierrasperdidas, Era· un rumor vago,. repetido de siglo

en siglo. Algunos arrlbaroncasualmente a ellas, Eran

hombres toscos que hablaban de una tierra oculta, a lalnmbre de sus ·aldeas.en noches de invierno. Algunos nopndlercnregresar nunca, A su vez, In naUda de que exis-

fInn otros hombres vpenetraba lentamente a traves del

mundo perdido. Ya. los piaches 10 anunciaban: vendrfanbareos enorrnes, tal como no se hablan vista en muehos

siglos, y hombres desconocidcs, POI' todas partes consul-

taban los astros y los arboles.

De pronto Vocchi, arrasteado pOl' un deseo ll'resistible,

quiao visitar su pais l}atal, En vano buscaba los templesdonde en OTIO tiempo las doncallas danzaban a I son deflautas rnelodfosas, Las viejas ciudades no existian 0 He-vaball otros nombres, Algunas estaban olvldadas, Aquel

rumor le sorprendi6 en 1 3 1 camino. Se afirmaba que eier-tea navios, buseando una mta nueva para ir a las Indias,

habfan encontrado hscia Occidente unaafierraa deseono-

eidas, Bien 10 de-dan los poetas: el mar aflojara. algun

78

ilia sus ataduras. El mar oeulta paises y hombres igno-

rados. Pero la incl'eduHdad as esteril y s610 las almasiBIlperiores penetran enel l'Bino de, 10 marav:illoso.

Cuando Vocchi re~res6, ya era tarde. Los vi6 porpri-]l'lera ves a traves de un bosque, Vestian horrfbles anna-(juras. Eran suetoa, groseros y malvados, En vane los

~lueiios de Ia tierra quisieron festejar e1 encuentro de losJwrma:l1os perdidos tanto tiernpo.En vano •. VOCClli, obli-gada a coultarss, fue de asilo en 3s110, entre cavsrnas yIIJu:'Cabucos.Les perseguian, pOl'que en Vil'tud de au natu-zalesa pierdentodo poder al ger derribados sus altarss,

:r los altares de Vocchi eran esas palmeras y samanes enmedio de bosquea milenarios,

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V I

EL AREYTO

.-jVcn!

Maquinalmente, Leiziaga obedecio. Se detuvieron en laeuadra, Primero runa escalerilla, un ·~6tano, antiguo ider-

mitOTIO de esclavos, Un corredor abria 811 boca profun-

da, despues otra. Fray Dionisio €11Cendi6 un hachon, Los

peldafios vviscosoa de humedad se vempurpuraron. Uses

murcielagos surgieron de la s tinieblas tocandoles eon 8U

vuelo helado y silencicso. El trabajo de. los nepsntes na-

bla cublerto las galeriaa de prodigiosas talladuras verde

y oro, de Iahores confusas que desccndian de las bove-

das y . rccordaban rojasguirnaldas de bosques.

Leiziaga tropezd .con Ia frente. De la o techumbre pen-

dia un anela enorrne en cuyos brazos pintados de blanco

se alcanzaba a leer: "San Pedro Alcantara" (*). Be halls-

ron ante Una puerta, Se vleron en aquel espejo, tan brl-

llante, tall fina" tan blanca era la madera. En la otra

galerla flotaban dorados reflejos, La luna quizas pene-

traba am, pero luogo fueron preclsandcse formas extra-

(') El navio de est" nomhr c vol6 eerca de Cubag:l1" el 24 de

abril de 1.815, a las nuevo de Ia mafiana, Eshba a rmnrlo "on 74 ca-

nones s era "1 buque insignia de Ja €xpcdici6n de D, Pablo M01'mO.·

81

 

ENRIQUE BERNARDO NU~EZ

nas: Idolos, asiento-s, aves de oro. 'I'oda 1151.lata. de Pa-

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ria, 01 oro de Ios Omeguas, las riquezas de Guaramental,

Chapaehauru y QUarica. El 01'0 de los reinos esfumadO!len la niebla de los rios, Las perlas rebosaban e l l urnasde ticnas derramendo un brillo estelar,

Un taflldo ligero llcgaba basta ellos, el rumor de una

musica, sepultada centenarcs de afios, nunca oida de los

extranjer,os. Una musica que antes se csctlchabaen lasIslas, en los umbrales, encendi:endosu alegria misteriosa

en el corazon. Gaminaban silanciosamente. Sus pies res-

balaban en la humedad. Al'rimadas a los muros sa veian

tina.jas de barre, onobis, con restos humanes, Fra.y DiD·

nisio apu1"Oel paso.

~Tal dfa como hovdebo partir para, las Misiones de

Oriente =-dice como hablando ecnsigo mismo,

Al fin sa haUaron en un vasto espacio circular, alum-

brado apenas.: Y he aqn! 10 que vi6 Leiaiaga; las pare-

des estaban cubiertaa conplanchas de 01'0 y a treehos col-

gaban rodelas, macanas, escudos de oro. Y al fondo, en-

vuelto en ancha tunica. blanca con dibujos bermejos, loa

brazos sobre el pecho, las piernas cruaadas sobre unas

mantas de alg-od6n fino, tan menudo que casi desapare-cfa. en los pliegues de 611 vestldura: Vocchi. 8u l'OSt!'O es-

p~~tral se lnclinaba agobiado de perlas..

El se habla apoderado del anillo de Leislaga y obser-vaha aquel leon rampante, de gules, en campo de pla-

ta. Una sonzisa ir6nica so dibuiaba ell su rostro. Sus mis-1l10S cjos aran dOB lars-as sonrisas,

Leisiaga comenzaba a senbir Indignacidn, disgusto, ;, No

era e l descendtente de conquistadores ? Asu aleanee te-m a . un dorado que sobrapasaba a todos sus pl'.oyec1;os. Oro

tangible, Pare au voluntad Ie abandonaba y el haciava-

no s e<lfuerzos. P:;11'9. recobrarla, Toda au vida. dependia de

82

:.aq.uel nlOmento, Se irgui6 con sembl ..nte u_ .

. h f..... ,a r~ ne 1'Q . V oe --

Cl runci6 e1 c e n o .

-Me asorabro de que hahles espafiol.

Ill.El ~ e il lc ~rp o r6 a. medias y Leiziaga crey6 1'OC0)10C( '.1."

.. :melanC?h a que Ie velaba el rosrro, Enmudeci6 bajo

aq~el.la mIrada aguda, punzante, Tom6 el polvo que IeoflE:_Cla ell una concha de ml.Cal" y a imi taeien suyaem.-

psao a abso~berl0 por Ia nariz, Veia. su anillo en el de.

do ,de VOCChl •• Hombres 'tatuados, 'con plumajes l"csplan-

declentes y m.uJeres con los senos dorados y adornalias

de COllch~s se enLazaban de la mane, En medic de sllosestaba Nila, Las perlas derramaoon en . t 'Ia pi Leobri - sus renzas, en, .e. co riza, un resplandor de vfa laetea, Las saleta-

cienes se elevaron a coro, de uno a otro extrema:

-I 'l'llCnoca!

"-jUatanaI

.-I Erocomay!

, .Los. Iuengos canutos de cinco palm os y los atabales~ar.can un paso lent<l. Girnndo en torno de Nil~ daban

comlenzo al areyto, Sus "'lumaJ'cs· tra b '.'A l - " ' . ' . sa an un arco Ins. aumoulu, penacho de Dies E'l colibr< d .,']. . . .'. ' ... ' .-. seesprenue deaveule selva. Era ,una danza religiosa, de Iiturgias Ml'-

baras, Su rnelanooha cobraba expreston en el se • I _te de Vocchi 1· , . . . mo_an• .. " Jl m~sma melancolia de eiertos bailes y ean-

Clones. fQda au Vida esta impregnada de esa .nosta.lgi

pero no saIn·Ian. explicarla, acasn porqus nunca pudi::ron .volver a e~cont!'arse. Nostalgia do Ia propia alma

~~l'fhda. ;;No bene tambien. la H:isto,tia ese mismo I!l'lractor? . ~

lisCantaban hist~rias de sus pasados, Erocomay era 1 1 " .

y fuerle. ncmaba ent're Inujel'es. Toaos los ailoil' e..

 

ENRIQUE BERNARDO NU11EZCUD A G U A

~m'l&!1.los arroyos donde sus scmbras se dibujan junto

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el tiempo de Ia eoseeha venian a reunirse con ellas los

mancebos mas valerosos y dlestros de las otras txi0Wl.

y habra danzas y juegos, Erocomay guiaba su tribu en la

guerra y a las cacerfas de monstruos que mcraban en las

cavemas y a 1 & orilla de los rios. Grande era su peder y

su amor deseado y temido. Era. como 1a noche que em-

briaga dulcemente y como el alba que es trunbien oscu-

ra en su inieiacidn, Los blancos a quienes di6 hospitali-dad 1&llevaban cautiva, poro ella pude saltar en un cor-

eel que el jinete habia dejado segun coatumbre, mlentras

buseaba oro entre las eeaizas. Euian asuetadas las tropas

de ciervos, de dantas, ante aquel tropel que la rperse-

guia y su manto bsrmejnflotaba en e1 bosque en el cual

comenzaban a.brillar un roeio de lucciolas, Tal es la

historia de Erocomay. Su alma es eterna y sus ojos pet-

manecen abiertos en las selvas, en las serranias.

Vocchi tom6 un cruTleo y 10 llan6 con vine de palma.Hecha au libe.ci6n los "demas bebieron, Leiziaga acerco

tambien a sus labios los hordes de aquella oopa, DaJ1Za-

ban y a cada momento bebian. Cada uno alasba un cra·

neo y este era e1 de un hombre blanco, Vocehi encendie

despues unas hojas retcrcidas de tabaco. Sus ojos oscu-

1,\)8 Y tiernes S6 abrfan a ratos y se posaban con delei-

to en e1 tumulto de Ill. danza, De pronto las flautas des-

falleciaron. Ahora era e1 aire de una pastoral funobre.

Los nifios -l'efieren- han desaparecido: las doneellas

tambien desaparecieron, y las fiestas, Creian que los as-

tros iban tamblen a rnorir, pero las resinas de los boa-

ques se derramaban on 18.neche y el cielo rssplandecia

como siempre, Ellos Ilcgaban tal como les habia annn-

dado el viajero aquel que lee ensefio a venerar la Cruz

y con Is cual sefialaban los- caminos para ahuyerrtar a los

demcnios. Indiferentes a los hombres son las penas y

las alegrias de los que han muerto, POI' eso hay ta.ntn

pledad en recordarlos. Las fuentes 10 saben, pues alles

84

a 1;\ luciernaga celeste. Se las ve salin de las grutas y

~ : n 3 . b i l ! . ' a las montaiias a contemplar los valles desiertos.

Sn suefio est:i poblado de imageries que andsn fugitivas

hasta confundirse la una con Is. otra, de tal modo que

lUI podrian distinguirse y sentados bajo las copas car-

gfl.d~Gde flores aguardan Ill. hora en que l\laguadarado,

el racimo de rnayas, se oculta.

En aquel tiempo pasaban hechos, l)rodi.gios~s. La IUll,a

tenia siete halos td.gicos. Los carnies no acudian a la ci-

ta de los piaches, La. llanura abria au ()jo inmenso, ama-

rillcso al senttr aquel vertigo. Los barrancos estaban eri-

zades d e picas. Habia hambre en la tierra. 1"01' todas par-

tes se sscuchaban lamentoa, El mar estaba rojo, rojo.

Pero ahora hay otros slgnos. A Ia luz de los astros, IQS

arboles de los eaminos mudos tanto fiempo han dicho . ..

La danza se hizo vertiginosa, Comenzaban a turnbar-

se cmbriagados, En el delirio lOB craneos rodaban per

el suelo con un chasquidc. Su anillo briflaba en los cle-

dos de Vocchi como un punto de {\lego. Sus ojos se ce-

rraban. Entonces vi6 POl' ultima vez a fray Dionisio, que

arrodillado en un rincen, muy apartado, rezaba e1 Oficio

matutino, Llam6 !l. Nila,pero su V(JZ volaba Inritilmente,

EI lucero del alba brillaba cual otra luna,

Yn.Pedro Calice trabajaba en su cuaderno de euentas,

ante una mesa en la cual se veian desperdicios de rrutas,monedas y billetes de banco. Junto a €ilardia un reverbe-

re con el cafe montado. Al ver a Leiaiagu, C61'1'6 el cua-

derno marcando Ia pagina con un dedo,

-~ Ya estamos aqui? Todo e1 <lra 10 esperamos ayer,

La gonte andabe intranquila.

55

 

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ

-~Imposible. •.

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-Bueno,. preguntel0 a su gente,

-Digame pziinero, i,Y Nila?

-El rostro de Calice se ensombrecie. Sn mirada se vel-

vi6 turbia, Iejana:

-Pero bien; 1 . qu.e tengo yo que haeer con Nila? ~Aca-

so es hija mia 7 Noes mi hija, Se llama nsf por un ca-

pticho 0 para tsner mas libertad en sus andanzss. Es

dedr.,"he Ilegado a ercer que se trata de unn vonganza.

J . Pero no se ha fijado en el nom bra de au goleta? "La'1'11",ll;l1a".Se llama asi en honor suyo. Su verdadere 110m-bra ya 10 sabs usted. Muchas veces me ha dicho, C3 de-

m r me decia porque ha estado ausente mucho tiempo,r , ,- d CL1'?" Penseiiiindome ese valle: "iTe acne!' as, "'" .lCO • ero

realmente yo de nada me acuerdo aquf como no sea de

ella.

V,aga:meute Ldziaga rscordd los craneos en que hab~abebido, Calice sa qued6 mirsndolo con soma y despues

se encogi6 de hombres:

=-Cuandc se muere Ientarnente importa poco vel' mo-

:rir a los otros,

Sevie1'on en sllencio. El mar se borraba, Un perro

sa1t(J y corri6 anllando entre lo s brefiales, Calice conti ..

liIu6:

-Puede dormir'en e1 cuarto de fray Dionisio. m sefu.e ayar, se fueron, En Cubagua es precise cuidarsa del

aiM y de las arafias euyas pieaduras producen vivos do-

lares.

-IQue vivas muchos afios, Pedro Calice!

Con paso vacilante, Ia cabeza aturdida, se encamin6Leizia.ga a. lao habitaci6n de fray Dionisio. No vela. e1

l I !1E1ry no oia los ruidos fur t iv iOsen' ]a arena.

86

VII

THENOCAS

Par los mapas corre Ia alborada y e1 mal' alaa entreIQSeseollos sucanto eterno y t:dBte. Le.iziag.a ae despier-

ta can Ia luz, sepreciplta al eantaro y bebe ansiosamen-te sin que dismil1u.y~ por eso su o:fuscaci6n y el ardor

de BU b-oca. Se habra echado en la hamaca vestido. Ha-

bfa dormtdo dos horas. La falta del a11il10 acab6 de re-eordarls Iaaventura de lapasadn neche, Ya noestaban

alii los instrumentos que vlera la noehe anterior ni Iacabeza momificl:ldaipero lo~ Iibros, los uhjetos Indige-

nes, las botellas y los vasos con los fondos verdosoass-

taban en au sitio, De un extreme a otro reconi6 In ca-

s:a. Las habita-clones de CiUice estaban eerradas, En lacuadrn no habfa senaI de subtel'l·sneos. :Examjn6 eI piau

de tierra mezclada can polvo de madreperlas, Sacudio

los eslabenea sujetos de los muros .. Al cabo advirtio unpesado anillo a la altura de un hombre y 10 a s i o can

fnerza tratando de removerlo, Bntonces la pared ced16obedie.nte a un mecantsmo y sa abrteron ante e1 las ca-tacumbas de Cubagua, Sombra, misterio, sllenclo, EI ai-re espeso, humedo, Ia hizo retroceder, Un ligero silbi-

do l'ecorri6 las tinleblas, alga vage, onduloso, brillante.

Unca pajaros huyeron aaustados dando Ghirrldos feroces.

 

ENRIQUE BERNARDO NUNEZ

Instintivamente Leiziuga echO mano al anillo, El arti:&l-

CUD AG U A

nora tambien. e1 amor que Ie Jiga al mar. Leiziaga consi-

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do funcion6 sin esfuerzo, Qued6 intacto el muro. Silen-

cie, soledad, en torno suyo, Tomor y alcgria infinita,

N0 era, pues, un suefio, El mismo fragmento de 10-sa sepuleral, apoyado en una piedra del patio, parece ad-

vertll'lo. Hay alli grsbado un nombre, Las letras rotas,

antiguas, parecen ocultar+el secreta que sin duda aquel

hsmbre aorprendie y se nevo consigo:

A~ON DE ROJ

OAV DE ALCANT

'IlEEDOR DE ESTA

A

MDXXXXI

Una voz conocida c~llta dentro:

En los M:il lanes

tengo una muchacha ...

Leisiaga divisa a Malave que Ileva e1 cafe con la ra-

cie-ll de YUCt'l, y regresa a au aposento, Las miradas del

muehacho esquivan las dol forastoro y l!1S preguntas

imltiJes. Par eI supo que Calice habfa salide para Co-

ehe esa madrugada, Como todos, Malave no revels nada

de 10 que sabe .. Se piensa que no sabrfan eXl1licarse, pe-

1'0 est[m muy lejos do esc, NQ hablarjan nunca,

Mientras saborea el ca.fe y encienda un cigarrill(} eon-

terapla a Malave. Sabe que es un esclavo, Cedeno se 10

h3. dicho Ia tarde anterior- . .Ha de pagar 19.deuda del pa-

dre 0 del hermano, c:omotodos los que forman los trs-

nell de pesqueria donds [as deudas se hsrsdan, Pero, l.queIe importa a los demas que 61 sea libre 0 no'! La as a

pesar de todo, ann cuando el rnismo 10 ignora, come ig-

88

d.era la dulzura de esas vidas, 10 cual no le habia oeu-

rrido hasta entonees, NQ ser nada, no eapel'ar nada, I:ler

e1105 solos; vivir sobre un lenoo en un pedazo de tie-zra con el alma en silencio, Almas cargedaa deamal'-

,gura, de indiferenoia, de dieha. Flwilmente enos no tre-

cal'ian sus vidas: y, luego, l rio es un crimen obligarlos

per el temor 0 Ia fuerza '! Es preeiso ciejarlos con auinviolado silencio, Toda. mirada; toda palabra de extran-

jaro las produce estupor, Quizas, piensan, hay en ella

algun ardid para quitarles 10 unico que tieaen: su liber-tad. Su llbertad en medio de su esclavitud,

Al nombre de Nila elrostro amarillo de Malave pall-

-deee como si le hubiesen herido. Malave 110 sabe nada y

Leiziaga calla bruscamente. No es preciso dar a los de-

mas E ll espectaeulo de su afrenta, La otra noehs habia

'~ido Cedeno. Absorto sa queda en las lejanias,

Oubagua. vuelve a set' virgfnea, pura, Tres veleros van

en direccion a Paria, a Cariaco, a la tierra en flor, Las

velas SOl1 rojas, Roja es Ill. mancha que so extiende so-

bre Araya. Sa distingue la linea de costa firme, serra-

was cubiertas de bruma, En los cabos orlados de per-

las y rosas hay un vuelo dealcotanes. Subs, suhe una

garsa morena, despues otra, Al fin as una guirnalda

que se dispersa, El dfa se Ievanta del mar y enciends

las costas can un gran temblor de oro.

Selim Hobuac, un sirio comerciante en perlas, hablaIlegado a Cubagua. No esperabaencontrarse alli con un

funeionariovpero ya Cedeno tenia au aviso y dsseaba

demostrar ademas que entre ellos lO B t i tuLos no signlfi-

can nada,

-Til, que eres de los Robles,_ donde ponen alpargatas

a las vacas para. robarlas -dice Ortega=-, podrlas in-

'l"entar e1 modo de salir bien de este negecio.

89

 

ENRIQUE BERNARDO NUNEZC'U ]} A G U A

~ziaga no queria oir nada. A sus palabras colerieas

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Cedeno sa enfurece, Un roblero no tolera esos insul-

tosaun euando Ia fama de sus robos vaya lejos, pero-

no hay tiempo ahara y todos rlen de la furia de Cede-

io .., del ingenio bellaco de los robleros.

Hobuac declare que el se hacia cargo de la venta si,

como de costumbre, le ascguraban. parte de las deudas

que tenian con 6 1 , mas un aumento de comision. Sablanql.te al msrcado estaba dificil. Despues repartirlan el sal-

do, como siempl'~. Los demas se Jndignaron, pero al ver

el semblaute impasible de Hobuac, que tenia e1 secrete

de las ventas clandestinas, acabaeon per resignarse.

r.codGesto ocurria el dia anterior, en Ia .ausencia de

Lcizinga. Ahora iban a comanzar de nuevo e1 trabajo.

Sus cuerpos bronceados estaban ungidos de oro. Con lasredeclllas al pocho y Ill.cintura se sumergian y regresa-

ball eargados de nacarones como los guaiqueries y los lu-cayos haee euarrcclentos afios.

Cuando Leiziaga Ilega, Ortega. no haee un movimien-

to. Veia. t D6nde? Parecta mas bien no ver. En aquel

memento su mirada tenia una rara semeianza con 1a de

Nil iii. Los damns parmanecieron impa.vldcOscomo en -as-

pera de una orden, Un viento suave arrastraba las u 1 -timas neblinas, las iiltimas rosas,

Hobuac, muy sonriente, quiso axplicar, rnientras su

na:rfz lluntiaguda se ponia mas colorada: al pasar fren-

te .a Oubagua habra vista gellte que le hacia sefias y

,desembarc6 par ser conocidos. De todos modes era pre-

ciso sxamlnar los placeres ypodfa asegurar que astaban

en condiciones esplendidas. Lo que no explicaba eran las

conchas amontonadas en losbotes, en las playas, en "La

Tirana!'. .

-Se haeeonomizado tiempo--, aiiadi6 en un tono ser'

-viI.

!O

lall&ron. Entonces Hobuac mostr6 las m.r;!.rgaritas. La

costumbre stablsce que se abran despues de terminada

laopesca, Esta vez iut'i precise hacer de otro modo. Co-

menzaron a romper las vencras. Muchas contenian al-

JOIsr que apartaba con desdcn, pero su mano diestra ex-, . . . . .

trajo una perla redonda, marsvillosa, que debia, pesar

treinta quilates y una azul y otra negra. Las habra ber-lnejas, roaadas, rubies, tirando a verde, en forma de pe-

ras, en form 1:), de gl'anos. Segfm Hohuac, soll) en Ceilan

o en Is. costa de Arabia podfan hallarsc igualee, Ponia

las gemas contra la luz elba sefialando sus defectcs y

perfeccicnes. La hermoaura de las thenocas hacia pen-

sal' en Nils, Fu6 entonces el mayor deseo de Leiziaga

poseerlas, Le atraian identicas a un talisman de virtudes

distdntae.

l1ujel'es CIt cuclillas abrian tambien las ostras con im-paciencia 0 espiaban en la orilla, entre las piedras y los

mangles. El mar es comunista,

-IAh, senor! =-exclaman entretanto moviendo 1&ca-bsza, convencidas de la inutil1dad de sus esfuerzos pa-

ra vlvir, La vida es salebre COJrW el airp. Clue impregna

aus 1abi O S , como la tierra que pisano El celaje de loslIacares Ilumina sus manos rudas,

~ Cuantas horas haec que estall peseando ?

-Hace poco, senor.

=-No se , sefio!". Ville aqu l esta mafiana,

-~ F\H~desde ayer?

--Si', senor, creo que iuti de ayer,

Leisiaga di6 orden de continual' 1a pesca,

=-Vamcs, Orteguilla -<lice Hobuac.

!1

 

ENRIQUE BERNARDO NUlSIEZ

Pero una v e 2 0 en el bote declara:

CUDAGUA

tros de aceite, Soplaba el alisio, un alisio cargad. de

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-La escafandra se ha roto.

Fueron in\lti1es las ofertas de Hobuac.

El mar hrilla, Puntos Iuminosos dan vueltas en e1 ani-

110azul. Reman lentamente. Los bates van aituandose a

distancia unos de otros, Los hombres bronceados, des-

criben arcos, parabolas y van a sumergirse silenciosos,Reg;cecwm }J,. deI;loflib.r los nacarones. Sin duda tardaban

mueho, se detcnlan demasiado 0. tcmar aire, Un senti-

miento desconocido so apoderaba de Leiziaga. Con Ia ma-

no puesta en In frentc para atcnuar 10.luz observa sus

maniobras. Realmente los otros ternan razon.

-iSe necesitan diez mil indios!

Hobuac asiente complacido:

-Se necesitan diez mil indios y un Hitigo.

Cubagua proyecta su o sombra en el mar. Los cardosvigjlan, De pronto,. a 10 lejos, entro la Ilama.rada azul,

en el color copioso, so alzan voces y arpones .. Los hom-

bres arrojan los guatanes, Uno de los botes se estreme-

ce, sacudido en un torbellino. Gira, Cedeno y Ortega se

dejan anastral' sin soltar la presa, reslstiendo las terri·

bles saeudidas, primcro de un Iado a otro. Despues en

una fuga veloz, mar adentre, El bole sa haec cada vez

mas pequefio. Es un punto que desapareca,

Cinco horas duro Ill. Iueha. Cinco Iargas horas. Pri-

mero huian mar adentro, despues volvlan hacia la isla.

Cambiaban de rumbo, hacia el continente. Ahara eorrian

.a 1 0 largo de 1 1 1 0 costa, sin soltar la presa, Velozmenta

pasaban ante ellos caseries dcrmidos S o Ill.sombra de "sus

palmsras. Yaeia 11.1.iera en lacplaya desierta, con el vien-

tre plateado al aire, convulsa y sangrienta, y muchos l.i:-

9 2

aromas de frutas y cantos de mar.

NingU110, mementos despues, podia referir exactamen-te 10 oeurrido. Los demas se acercaron en silencio.

-Malave.

-Es cesa de todos los dias -·afil'ma Hobuae viendo: elrostro sombrio de Leiziaga-s-, Un accidente.

Segun unos, habia sucumbido mlentras burlaba el 11.1.)1-

ce; segull otros, el bote habia zozobrado, Un hermano deMalave habra muerte de la misma manera. Iban de Co-che a Margarita cuando se volc6 el bote. Nadaron fu-

riosamente, pero Fucho, mas pequefio, se canse pronto .,

tuvo que asirse al cuello a e su hermano. Asi adelantaron

buen treeho, cuando Fucho di6 un grito y dijo con cier-

ta firmeza:

-I Su6ltamc, salvate tul

Sln embargo, ante ellos e1 mar brilla l' extiende sus

mil brazos ! . I . , las Islas 'Inermes, Una vieja rsaogi6 de la

arena una franela agujereada y unos calzones mugrien-

tos, rotos en las rodillas,

-] Ah, Scnol'! =-repiten las humildes mujeres entre

suspires respondiendo a pensamientos intimos, descolort-

dos a fuerza de usarlos. La gente se recoge en las bar-cas, en los cobertizos. Las cosas, e1 mar mismo tie in-

moviliza. El sol engendra los pajaros de fuego que de-

voran los verdes y las aguas. Caminan los hombres des-calzos, Impasibles, taciturnos, Son hombres cardones .

Hobuac habia perdido su sonrisa servil, Cnando sa tra-

t o de partir disputaron largamente en terminos a~os.

POl' ultimo, Leiziaga, con la mano apoyada en Ia Iliato-la, declard que 131era agente fiscal y no entregarfa ana-

9 3

 

ENRIQUE BERNARDO Nlrn"EZ'

die ningu:na perl.a 0 los haria prender en Margarita. ]!}i6,

CUB :A G U A

.8'.ado,.remonta, remonta hacia el lucero de la tarde yel

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5/11/2018 Núñez - Cubagua, tercera edición (Caracas: Ministerio de Educación, 1947) - slidepdf.com

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unos pasos, Ell aposento de fray Dionisio esteba lleno ,d e

hombres que esperabar, 01 resultado, Bruscamente CaJ)i-

bi6 de idea. Les dejaria las conchas ya sacadas que te~

nfan en las playas y en los totes. El tomaba para 81 las

perlas mostradas per Hobuae que reunian varies qui.late8.

La miran hostiles, 1'<10e1050s, poro se van marchasde,

Esperarian a Cedeiio. Una vez solo, l,ei:<:iaga c.ontemplalas perlas con amoz, No veia.-en ellas au. valor materiet,

SODl'ientes y encantadoras, creia poseer en alguna f01m2.

is gracia Iuminosa de Nila,

El mismo dia en la farde, Hobuac ha partido dos Jie-

ras antes, La vieja de piernas toreidas e6pera en 1a puer-

ta. del rancho con el fog6n listo para el pescado. La mu-

ehacha tambien espera Call las mejillas Ilenas de un pla-

cer anticipado. Rogreaan con la ropa lavada y In extien-

den sobre las tunas. Blanquean faldaa andrajo.sas, 001-zones que fueron de otro color. El viento hsce ondear

aquelfaa prsndas humanas sobre los restoa de muros re-

negridos.

Pero con el sol loa zecuerdes importunes desap.a:reeel'l.

El rmmdo es hermosc y .solo ella existe, Venus asciendehasta Ia luna. Tendido en Ia arena, Leiziaga se ofvidl1

del petroleo, tl.e los tesoros sepultados en Cubagm·,,· de

su misma vida allterior y observa e1 jeroglifico que 108

cazdones van trasande. El mar acumula en la orilla su

nieve eiimera, stlsflores, sus algas. La imagen de Ni-

la sohrevive. Sus pies rnorenos se han hundido en aquella

blancur.a deslumbradcra, Una tame. muy remota otra

mujer crusaba e1 mismo mar, adorada de los hombres

que le of redan perlas, Habia tanta dulzura y piedad e .au mirada como el pensamiento que descendia deldelo.

La infinite. esmeralda se oscureee y en ella eaen gotm!.de aceite, Los alcatra,ees pasan y repasan en fila g.as-

tande las horas, Un canto indescifrable, lento y 1'1'010.·

94

.sil~m.clO.Be h~ce mas dense entre los cardones, 'fiea dias,.quinientos 8.110&, segundos acaso que $1 3 alejan y vu:ehtea

dando tumbos en un auefio, el'l la luz. dedi~s lnmame-rialas, Espuma.

U;t indio v:i.ejo se ofrecic a cenducirlo a l\IIargari1la.

Tema. am: un falncho. Hacia poco viento, El mar' Be \1u:el~

ve mas oscuro. El viejo y un muchaclio se ayudalJall re-mande Ientaments.

-Sf, el- mal' tiene muchos misterios.

Habla de los Impias que cahalgan sobre el mar, ellM\'l-

.c~lCdumhl'es semejantes alma niebla en Ia cual sa ad-

Vler!;(m rostros burlorras, silbidos que eriean los cabeUOc3y extravian las emha:rcaeiones.

Y, m~entrasel indio habla, el ultimo refiejo se berra

del Carl be. La neche sera oscura. Las islas perf Han suseurvas !tterdop:ladas. Los cardones caen, desapareeea, Y

los tres ss olvldaban, lNo es el mal' una Ilannra v01'd.

,.con sus . 1 1 O . g a r e S tibios y sus nt~l1'deceres maravilloses ?

Iban casi sin gobierno, al flmor del agllfl..

 

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VIII

ELF A R AUT E (*)

En el castillo de Santa Rosa, en La Asuncion, capital

de la Margarita, El ella comienza, Ill. diana suena alf'-

gremente. Un oficial de capa prusiana se pasea por Ia

explanada. Ahajo, en torno de la colma, los caserfos :;t11'-

gen disperses, mfseros. La costa perfila .su redondez deconcha.

-Cuando tru~na Guacuco, maiz eo l;!leonueo-c-dica unaV07 . juvenil interpretando aSl "11.1 presagio de lhrvia, Gua-

euco es la playa que se divisa del castillo y se ven aill

las minas de U11 fot·tir" Las costas de Mal'garita estanIlenas de cafiones h:.ndidos en la arena, de oaatillos y

fortines desmoreoados. Lo mismo las costas de Pari a y

de Cumana y de Guayanc y de las islas que trazan un

arco giganteseo en el Caribo, De Este a Poniente, Es to-

do 10 que resta de un gran Imperro .

Leiziaga contempla las piedras renegridas, patina de

miradas que devoraron penas. Lleva des di'ag de enele-·.ITo.Dos dias, doe slglos. A rates se auspende aside a

los hierros en cruz de una reja, aspira ansloso e1 afl'e y\

"(~) /,'a.-aute: intl irl l rotu (< .'O Z emplcuulI COli fl. 'oottencia par lo~

cronlstua d. Iudlae) ,

97

 

ENRIQUE B.ERNARDO NU:REZ

eontempta los vanes, lag sierras, el mar. Delira pOl'. un

c unA G U A

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cigarrillo. Despues vuelve a racogerse en sus pensamien-

tos, Aquellos cardones recuerdan loa eipreses de au casa

natal, cerca del Avlla, alU donde uno de sus am:epasac1os

hizo matar a un ssclavo inflel, El viento golpeaba sus

brouceadas copasarrebatandoles un tafiido que pasaoa so-

'bre las collnas sobresalientes y aterciopeladas como l)(\1ta-

los. En un Instante pasan en su memoria las ultimas horasvividas en confusion, sin percibir ,apenas donde concluye

y comienza la l'ealidad.

Cuando entr6en Ia fonda,. en Punta de Piedras, hallo

al doctor Tiberio Mendoza que iba a curarse un fU .er te

ataq'Ue de asma, Estaba adormi1ado,. con el sombrero so-

bre los ojos para. defenderse de le luz.

. A menudo proeedemos contra nuest:ros propios desecs.

Leiziaga no l'esisti6 al de referir au aventura y el aca-

demico eacuch6 el relato con signos de impaciencia. Sumeeedora adquirta un movimiento cada vez mas 1: 'apJao.La t09 alc~Hlforada sa ahogaba entre BUB manoa nudo-

sas, LQ ue podJ:an decide que ya el no supiese 1 Ech:iba

de menos en aquel memento sus eoleceicnes de arbiculos.

Leiziaga se le aparecia como un loco 0 un monstr.uoso

disparatero. Los hombres de merito habfan muerto 0 te-

nian sesenta afios. Pero cuando oy6 hablar del ancla del

"San Pedro Alcantara" y del areyto bailado en las eata-

eumbas de Cubagua, sus lablos eenicientos onsayaron ,

una sonrisa, sus ojos y au frente parecleron ensancharsede desprecio y de Iastima.

-Eaas son fantasias, quarido amigo. Cubagua (lS una

isla inhabitable. Lea a Depons, a Rojas. a los cronistas

de Indlas. Venga a declrme abeurdoe=-, Y afladi6 COil SO~

lemnidad-: Ademas, adsmas hay un alma indestructi-

ble de 1 a raza.

-l Pero cua ' ! cs 01 . alma de la raza ? -pregunta Lei-

9 8

?,iaga-. J .Es quizas la nostalgia, Ia gran tristeza del pue-

blo que se ignora a sf mlsme a 8011 almas superpuestas,

vigflantea pat'a que nmguna cobre .Imperlo sobrs la otra?

Republica, burocracia, todo les de;Ja indiferentes, El ne-gro y el indio toman la guttarra en sus roanos del mis-

mo modo que el rifle, cantan COIl una trtsteza Imeril Y '

viven sin conocerse 0 se matan entre S1. Bailes y can-

clones, luz, palmeras, he ~lhi todo al aentimiento, el al-ma, de la raza,

Apii'iada, desmlda, la glcba del mar se amontona en

faluchos y golstas. EI vi+mto se lleva las cancionss mo-

n6tonas. Otra ves la misma expresien que Ie exaepera-

ba en Ortega y en cuantos veia en f1lmar, Los botes car-

gados de frutas odorantos se balance an nerezosamente.

Suefian los barcos desnudos en la arena: balandros, ore-

jetas, tres pufios. Las velas de la expedlcien forman una

niebla.en el horizonte. Una voz Iejana canta:

Si vas a Is. Goajira

cornpra prfmero un ioro,

para que cuando vuelvas

el 101'0 te cuente todo.

l\[ujeres ciegas par el tracoma coneentran su mirada

en el mar. Tejen cestas y esteras. Tejen febrilmen+e. En

e1 aire embalsamado lasvisiones noetul'llas salen al pa-

so y luego, como toda imagen salida de nosotros mlsmoa

ae aleja y desenvuelve su propia vida, Ill, buseaha en 11'1.orilla donde las conchas se abren como flores y los ve-

leros descansan de las trsveslaa largas y temerarias.

-l.,Conoce usted a Antonio Cedeno? -pregunta al pa-

sal' cerca de los botes donde los hombres eontemplan el

mar que es Ia eternidad para ellos,

-No, senor.

Ninguno Ie conoce, Tampoco a Te6filo Ortega, ni a

 

ENRIQUE BERNARDO NUNE~

Calice. Al menos aS l 10 dicen. Oyen la pregunta, ven ha-

cia el mar y vuelvenIa cabeza en silencio.

GUBAGUA

l'ita, advJ1'tierol1 a Hobuac que huy6 la rnisma neche, Ho-

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-10 siento, mi coronel, perc es Ia orden=-, dice una

voz a su espalda,

Leiaiaga es conducido a La Asullcion. Los eriales se

desenvuelven en una mancha paron, gris, Vallas rotas,

de alambre. Nopales violetas, Bl auto ee detiene en los

Millanes. Leiziaga pide agua que le ofrece una mujer

descalza, cebrina, con pendientes de filigrane, antigua,

Agua pesada, cruda,

-IPohre!

Malave es de los Milianes. Cuando el auto prosigueLeiaiaga respira aliviado. LOB des guardias se niegan a

hablarle.

-Lo siento, doctor, pero as de orden superior -dice

el jete civil al entrar e n Ia huerta de los frailes, actual-mente cuartel de polieia., l'I' lh:mtl'astantea los bolsillos yIa cintura del preso para desarmarlo.

Muy temprano el coronal Rojas 10 conduce al castillo,

En el camino Leisiaga refiere o~ra vez au aventura. Ro-

jas se retueree el bigote nerviosamente y Ie mira con

desconfianza, Es el uDico pl'opietario de carros Ford pa-

ra el publico, cuatro carroa viejos, y habra alli cerca teo

S01'OS para die'll reinos,

-'rodo el mundo 10 sabe sntonces -se dice Leiziagaante la 'indiferencia de Ro.ias-. Es insensate hablar de

10 que todos conoeen y de 10 cual nadia IIuiere oil' ha-blar,

Ambos guardan sileneio. El carro asciende con difieul-

tad la celina por' el camino somnoliento. Y Rojas tien",

J.\l),al 'isita of ensiva y alerta, 1 < . eua! contrao todo 6U ros-

'1;1'0 reeio y oscuro. Ortes'a y Cedeno, al llegar a MIJ,Tga~

1.00

buae siempre sabe hurlar la justicia y volverse milS ricoque antes. '

-Includablcmel1te, todos 10 saben-, repite Leiziage

ante aquel silencio Ileno de precaueiones, sin reparsr en

[a sxpresien de Rojas, Por encima de ellos surge una

mass aembrfa, murallas negras, amarfllosaa, Ruido devoces y armas. Rojas responde al saluda de ol'd(~T'lam:a.

U la claridad turbia, cenicianta, inunda 01 patio, los co-

rredoree oscuros. Todo tan sen cillo encerrar a un presoj! lalla Iedos el mar! Las velas se hinchan doradas, 01'-

t;ullosas.Rumores en los valles caJidos. Los arroyos en-

eendidos tienen ondulaeiones de plata.

En la ~planada dos oficiales comentan el Incidente;

-Lo mandaron a inspeccfonar las perlas y sa puso a

robarlae en Cubagua,

-La ridicule es Ia torpeza, Para robal' se requtere an-

t o e todo habilidad.

-No se saba d6nde las tiene. Una comisi6n ha salido

para Cubagua.

Leiziaga en realidad las tenia en la fonda. cuando fne

detenido. Al hacer Una pesquisa en su habitaclon no fue-

ron halladas. Los hechos oeurrieron asi: €II doctor Men~doza, arrepentido de su Iigereza, entr6 en a1 euarto (1 e

Leiziaga a pedirle nuevas explicaefones, Habia visto ta-

rna para un articulo y deseaba eonsiderar de nuevo elasunto. Como advirtdese papeles en la mesa, ae precipl-

t6 sobre ellos.

-I Q\U~ irnbecil l Gareee del sent.ido de la hlstoria -1'e-

funfufia Mendoza apoderandose de los borradores de Lei-

zi~ga.-IJc, jol

Cerca de los papeles, guardadas en un fl'aSCQ, estaban

101

 

ENRIQUE BERNARDO NU1'!E~ G U E o A G U A

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las perlas. Mendoza l:eflexionc un instal1te, s: cncogi6

de nombros Y acab6 pot' metersclas en eJ bo1sillo. Des~

u6s se sent6 en el corTedor, arrirno una mesa, Se calo

faa gafaa y encima de las cual'tillas, can s~ l:Iel'!ll~~a la-

tra, P1.1S0 el titulo: "Los fantnsmas de Cubagua.

Tel ');1.eroSOde rectificaci.oncs y de qu e se le tomas_ e ~o~

un irnaginativo, 10 cual soria UIl cterno borr6n en BU l~

ma de historiador, ae limits-btl. a deeir: "En ciertas 110-

ehes los pescadores creen vel' unas sornbrae en las :os-

tas d e ' I f . l . "hist61"ica isla", r.:fi:rmando qUI:) so n ,las victl-

del "San Pedro Alcantsl:a". Y escribia :rap,damente·.mas ,1 r.u't tas"Las hnaginaci,ones senCil l l ! .6 dan tou9.Vl!l. ere 1 0 a 65

reminisCt)ncias de antigu!lS le:'1endl~s, frutos del OSC~l'~Jl.-

tiSITlO Y del error. El que esto escribe se ha reiend,o

mas de 'Una vez a un voldl.n submarine. cl eual, Sf! cree,

arroja corrientes vel1enosas que matan las ostl:a~ en flo)',

:Humboldt est11di6 esa l'cgi6n en su famuso VlllJ~ (sobrl;

e1 cual hemos publicado tambiell varlcs estudlOS), asi

como las capas atmosfet'ir.afl :l los levantnmientos del_an-

tiguo oceano. La tierra ilush':;tda lJOr los hechos :10 GOD-zalo de Ocampo, Fem{l. l1dez de Zer"pr. y tanto" ceres sa-

bre el mar llarnado P O l' C vl on el Vidente "los [ardines",

pOl' su h.ermoSU!'2, necesita sables que vcngal: a es.tu-

dial' los arG~mos de Is, natt'll'aleza ell csta rega'm privi-

-leziada l l amada a ser un emporio en un PQ'tvenir no muy

'"lejano".El doctor Mendoza ::tlmor.~6 con apetito, Sa olvid6 del

asma, de su dispepsia invetet'ada Y comic langosta, 10

cual no hacfa en tJ.'eintaafios. Aun cUfl,ndono tenia a

Ia mano su hiblioteca en el memento de esctibir, el 1J.1'~

tieulo "Loa fantasmas de Cubagua" tuvo e1mismo exito

inexplicable quealcanzaban sicmpre sus escritos.

Cuando Lsiziaga sa vi6 en la prlsi6n sinti6 calofvios,

fiebre, un malestsr seguicl.o de una tortura desconocida.

1 0 2

Iba de un lado a . otro tanteando las piedras oscureeidas,

puestas con argamasa, talladas en largos diaa bajo s()-

les ardientes. Las ideas surgen irnplacables, Involunta-

1'1~s. lUn alma espanola, un alma india 0 negra 1 Untio suyo le hablaba a menudo del alma espanola, E1 ha-

bia. vista a su abuela, despues de proelamada Is. Repu.

blica, encenderle velas a Fernando VII. Esto Ie aSOID-braba, pues siompre habia oIdoese nombre acomnafiadode la palabra "monstruo". Para aquella mujer nunca hu-

bo independeneia, Y el viejo, un poco burlon, desdo su si-n o n de reumatico, sella decide: "Para muchos hoy es 10

mismo, Aun hay en America fidelidad monarquica, Di-

gase: viene su altesa real e1 princlpe don Tal y todo el

mundo sa pone en movimlento con una especie de fe'l'Vor.

Salen lOB ocultos sentimientos, a. pesar de la aseendeneiacaidbs". Ahora 01 doctor Mendoza acababa de recordarle

el alma de Ia raza, Piedras humedas, talladas a eincelvllsti~ios de razas fU!'Il·OOS.Malave., En el fonda de BU sa;

se asomaba aquel :rostro humilde traspasandole con sus

'ojos hsrmdticos. Nila, Cubagns, Mov-ido del mismo im-

pulse que Ie hacfa :pensa.l' todo en confusion, a un tiem-

P,o, se PU80 a trazar con In hebilla de Sll faja en Ia p a -tma de los muros aquel nombra: Erocomav, Y abajo laf(!lcha: 1925.

EI sol hostiga, Los valles, los cardones, las palmeras

sa cubren de un vapor calido, Sabre la ciudad pasan las " Ihorss de bochorno lentas, agohladoras, AM, sentado fran-

te. a 61 , hay un hombre paJido que sonrfs phlcid l i l ,mente .

l,Lampugnano ? Z Es Lampugnano? Y era 031mlsmo, Labarba del Intruso es rubill y la suva negra,

-Te ruego te sparteade mf. Somas uno mismo, real-mente no tengo neeesldad de verte.

Pero el otro contlnuaba indiferente. Lelzlaga avanza

arnenasador y descarga e1 puiio en el muro que lepa·

103 

ENRIQUE BE,RNARDO NU~EZ

recta un espejo. No habia nadie. Con la cara 'peg-adaen el suelo permanece mucho tier.npr) sin. moverse, en

CUB A G U A

En el patio los pajal'os mvaden el (iIea~e de rarnas

que sa pl 'ed .p i . ta bajo los aleros, Andrea bean IO U papa-

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una angustia dolorosa que va circundandolo, opzimien-.

dole, El mismo no se atreve a confesar 10 que ·bay a1",el IOl'ldo de to do ese,

El crdenanza entro y deja junto ael una cesta a ef'rutas. Tunas, di\tUes entre holas y una plfia, presente

de un desconoetdo. Entre las hojas hay un papel escri-

to con lapiz en una Ietra caet ilegible: "Siga al pie de

Is. letra eate aviso".

EI ereptiseulo fue brevfsimo. Rapidamente las sombras

se amontonahan en las celinas, Las mujorcs cruzaban

por los senderoseon los cantarcs derramandoseles en la

caheaa, empapfmcloles los peehos, lascaderae. Iban mez-

eladas con l~H! viejas, muy juntas, temerosas de ser vro-

ladas. Sa balaneeaban grnciosas v eran unaulezorfa delagua en las sendas y ataj9s. Las eampanas sonaban 80-

Iemnes, rumoroses, y entre los cardones rcvcloteuban last6l"i;olas.

A esa misma hora el doctor Almozas afirmaha ell ca-

sa de Stakelun:

"""':El mundo creel:lun en leyendas y fantasmes, El

prcgreso tiena que luohar todavia contra la Ignoraneta,

y el doctor Figueiras, que tampcco sabfa nada del DO -

pa y del "Elixir dA Atabapo" y de que la realidad, co-

mo 1 3 luna, ~iempre nos muestra un solo lade, decia en11'1.nech e, en Ia tertulia de Jesus Quijada:

-No me eq l l ivoquG en rn i juicio acerca de este senorLeiziaga, Yo soy de los que juzgo a los Indlviduos con

una sola mirada, Mny probablemente esta loco.

En el corredor de au casa, e1 doctor Leonidas Figuei-

ra s saboreabe es a mafiana 121cafiS que le servia su ado-

rada mulata.

10 4

gayo en 1 2 1 pieo rnurmurando frases trernas y 10 depo-

alta en el hombre do Figueiras. A.diesY'ar e 1 papagayo

as U178 . de esaa funciones que slempre realiza de buen

humor, peroahora permaneee indiferente, distraido. Su

mirada vag'a en el c1rculo qTI6 abarcan sus lsntes y An-drea se inciigna, amenaza con trse, Ha tenido otras pro-

posiciones vellta.josas, entre sllas Ill. del secretario, e1 se-nor Arias, el (tn.ico que come aesos en La Asunct6n,. pues

10 enearga de antemano Y I'll carriicero noeaarta faltal'le.

-IYa se en qu e piensas1

El doctor mseca nerviosamente, signo de enfado en eI.Pienaa en 01 problema. que ttene entre manes. Primera-

mente tl'abaj.a:r., una, vordadera pasadilla. Luego saber 51

realmcnte Leiziaga es culpable. 1 ' 0 1 " un Iado ha cometi-do un de1ito al permibir que se hieie(le pesca de contra-

baudo. Cl la muerte de Malave? No tardarfau en Ile-gar telegramas de Caracas ptdiendo inf·orrnes de 10 oeu-rrWo y al1a interpl'etan siempre las casas de un mododistinto. Pero Ia imaginacion del juez toma OUO rumno,

S:i el pudiese obtener una de esas perlas, no s610 absot-

verfa a Leiziaga, sino que irfa a dar un pasco pur Eu·

rops. Al fin y al cabo, sacar unas perlas que estan en

el fonda del mal' no' es de1ito l'epugna.ute. Las perlas es-

tan ahl para que todoel mundo se beneficie de sllas y

perjudiear e1 risco es siempre agradahle. El mismo, si Pl1-cUese, lna a prohal' fortuna. Nunes. en 8U vida profesio-

nat le habra tocado uno deesos asuntos que haeen la dl-aha de un ahogado, A los sesenta afios juez en Margarl-

'ta con sessnta pesos mensuales, mlentras tantos otrcs Stl

enriqnecen rapidamente. Ida a Francia, Italia, a Espa-

fia, a clvidar U1 1 poco laedad y Is. pobreza, Sin embar-go, i,d6nde dejada a Andrea 1 Esta idea le hizo VOl;rCl'

a la realidad y a 81.1 expresi6n severa de todos los dH1S.•

i.,

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:t05

 

ENRIQUE BERNARDO NU:&EZ

C U BI A G U A

_\ Las perlas, amigo! 'l'oday~ame atrevo a da.rle sste

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continuaba ahi frente a el , amenaaandole con un aban-

d.ono pr6xi.mo. Un violento pufietazo en Ia mesa puso

:fm a Is . disputa,

~ las nueve Figueiras se dirige a su despacho en el

antiguo convento franciscano. A pesar de los emblemas.ropt1b]jcanoB no ha perdido su ambiente, Habia alIa, en

otro ttempo, una Dolorosa, 61peeho atravesado por sfete

dagas de 01'0, y los notables; de la ciudad Iban a for-

marle guardia los vlemes santos, En la celda del Prlo'"

<IsM, el despacho presldenoial. Ventanillos que dan sobre

fa hucl"c! l , desde los cuales ae ven sierra;'), valles, y mas

an a una rnancha azul: el mar. En los rineones se veri to-davla las pilas de agua· bendits, Estancias lnancas con

e~padas en ve;,: de crucifijos, ernpleadas por los guar-

diae de la ronda nocturna. Por allt desfilaba la eomnni-d~d ~l dil'i?·irs~.a la Capilla. Ahora el doctor Ii'igueh'as

dlatribuye Justwla y en los elaustros se oyen los gritos

de los borraehos que encierran bajo 1& escalera,

En Ia cslle, algunos euriosos. EI jefe civil. El doctor

Almozas ,pasa muy solernne, enlevitado, a pesar del ca-

lor. Un tlp6grafo gordisimo, calve, se asoma POl' In ven-

t~na de Ia sacristfa, Figueiras se pone In mano en ei au-

ricular para oir mejor, gesto favorite suyo, 'I'odas las

preguntas se ~nderezan £11asunto de las perlas. Lectura

do Is. declaracion de Cedsiio, de In deelaraeion de Orte-

ga. Faltan varies testigos: Hobuac y ot l 'OS de Cub <Y'

La mi d d L" agua,_ ra a e €lZlaga tropieza con las de Ortega y Ce-

deno. Llevan gruesoB botines, sombreros de cogollo, blu-

Bas abrochadas hasta e1 euollo. Leiziaga piensa: "La Cal-

ma de Ortega as l~ expresion de una felicida.d satisfe-cha, _c<lmoera ta:mblen la de Malave, como la de todos.

No desean nada, porque 10 tienen todo" Desea '"1

• ser co-

m-o e los. No pensar siquiera en que se es dichoso.

titulo. Las perlas, L d6nde estall? Plense que de esto ae

pande su .suel'tel:utul'a.

_Primeramcnte no he perdido mi caractel' ofIciai. Ne-

cestto ante todo libertad bajo fianza Y I'll de 'ccho de

llowbl'lll' 1 . U 1 . defensor.

-i,Las :pe1'1as I /.Es esa su declal'aci6n',

--Las perlas las dajp. en mi habiL:!l.ci6n del hotel. Sf':

las h~.br{m robado.

El. j1.l0Z enl'ojece. Su. calva rcluce entre mechones blan-

cos. BJ~ilhln 5m3 lentes ::lil'!1dos.

-Esta bien--dicc, Y haec una sanal.

La audiencia he tcrminado-

Un colibri Burge de las l'ojas florcs que festonan losaleroa y revuela ell tome de 1a V1CJa fuente. Haec mu-

eho tiempo cucnta las horas , los dlas y las naches con

clamor llgcro y scllozante.

Al pasar pal' el parque, Irente 3. la plazuela, un es-

pacio cubierto de hierba, vi6 en una easa la sofial con-

venida. Sin trabajo cOl'lvenci6a los guardas, que se apos-

'1;a1'on en Is puert!l. Leiziaga e-ntr6. Una vieja le senaloel camino a traves de los cot'l'alcs sernbrados de phlta-'

nos: "Pal' aM. Par squi". 1Libertari, sire! Las piernas

1e tiemblan un poco, pero el co!'a:;;6"n.e cia brto y fuerza.

1Q u e alegrs ahora el sol incendiando los bal'bechos, de-vorando In ultima mancha verde I C:mt~ban los tordos y

las tizganas entre los b..rraneos HeMS do tunas y car-

dones. Im'itihnen'Le rodenrol1 1 1 1 , casa. Hacia la tarde, dan-

do un rodeo para evadir a Paragl1achi, se refugio en ca-

sa de Stakelum. Llego por Ja parte atras) fatigado, ham-

briento. Anochecia. Stalcelum lc pone la mano en e1 hom-

bro y sa acerca para ohservarle:

l0 7

 

ENRIQUE BERI\TARDO NUR.EZ

-No impozta, amigo. Yo comprendo la tierra. Prime-

l'a-mente un buon trago de "whisky", t eh ?

CUB A G U A

-Es eierto, Cedeno. Pero 110 es hora de haeernos 1'6

criminaciones. Son chanzas y nada mas que chanzas. Mao

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La Com ida fue alegre comonunca,

-Esta neche vendra Ia gents. Ya tango aviso. Se han

apostado CSp!as en la playa. Para no impol"ta. Esta 110-che sale una goleta. "EI Farante".

La nocho cay6 dcnsa, vihf'ante. Le.izi.aga marcha de-b'as de Stakelun, que Ie conduce POl.' entre vericuetos y

rna.ladas. Hkieroll alto en un rancho de paja abandona-do, en un cerro.

+-Todavfa tiene tiempo. Aqul podemos reposar una n o - -ra.

Sflencio, sllencio vibrants. EI viento murmura entrelos arboles, en los arenalss, casas de otl'OS dfas, Como a

b'nves de un 8ue.il.o,apenas distingue las facciones angu-

~osas de Stakelun, sus pupilas met~Hices,grises. De aba-JO suben efluvios tibios y aciol'mecedol'es. Loa cerros' seperfi1an en una cIal'idad de naCal'. A rnedianoche habraluna. Enc:ienden cigarrillos.

-J<"::telvina esta ahora en Poxlannn'. Si yo pudisss amara Etelvlna, sl ella pudiese amarma, Ia tierra seria snya,Algunas veces hemos venido aqui ... con su marido.

El templo de Paraguaehf esta cerrado, La casa de "LasMayas" aaUt cerrada, Dos dias, dos sig-loll.

Sentados sobra un barranco cerca de Pal'aguachI, Or-

tega y Cedsfio contemplan t.<1rnbMnla nochs. Tienen los

ojos ardientes. EI estio continua devorando las sierras,

las IabI'am:as. Los valles se Vllelvel'l' fl.'rnariHos de 01'0

La blaneura de las playas come los ojos. ' .

-:-NosotroEl tenomos un asunto pendiente, Ortega. Nose msulta aBi a un rcblero y tu sabes que yo me se ju-gal' Ia vida. No me importa el presidio,

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~Ol' sera poner atenci6n a nuestro asunto,

.,_:i'ienas razen, es cierto. "El Faraute" sale esta no.

che, Ahi se ira, porquo es el {micQ camino que tiene

y ya e8ta advertido. Nosotros salimos a la misma hora

Heriberto Cruz, el hermano de Malave, es el pa.tron.

-Asl estara bien segurovFtimate un cigarrillo,

-'1'11 sabes que Segunda.,.

-~Si?

-Apesar de todo me casarc con ella, iQue importal

Tiene una. casa y dOB vacas y asi podre pasarla tl'an;

quilo,

-Hobuac ha ido ~1vender las perlas y 10 veremos en

Trinidad.

Lo queocurl'lo esa misma nocheen casa del juez Fi·

gueiras era f'recuente, Despues de una disputa, All~l'~a

se nego a repOSEU'a 8\1 lado, en In hamaca, Nada valle-son las suplicas, las palabras mas tlernaa, El1ful'eoido alfill, e1 juez trat6 de aatrla POl' los cabellos, Ella. comen-

z o a huir por loa aposentos hasta encerrarse en un cuar-to. Pigueiras golpeaba deaesperadamente. Estaba en pi-

jama can una lampara de h05&de lata en Ia mana, Itt

cual despedia un .humo espeso, Los Ientes se le habian

caldo y tropezaba al andar, Largo rato supltco, g'jmi6, lasestrellas haeian gutfios POl' encirna, de los techos y un

rumor ir6nico se tilh'aha en el patio, a traves del ra-

maie. Un murcielago paso entre las sombras trasandc

eirculos veloces, Una fata hiso saltar Ulloa lsdrillos, To·

do fUe en vane, Fig'ucil'ns durmi6 solo aquella nocho,

Cualquier cosa que sea tu voluntad -di.ce Stakelun

levantandose,

',1

I

l O V

 

ENRIQUE BERNARDO NU.

-Gl'aciaa -responde conmovido, ubrazahdole.

c; U HAG U A

-Es "La Tirana" -asegut'a el patron inclinandose pa-

.~. ra o'(iservar ra nocne ~f e1 rostro del pasa;jero-. Llevan el

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5/11/2018 Núñez - Cubagua, tercera edición (Caracas: Ministerio de Educación, 1947) - slidepdf.com

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-POl' aqui derecho, despues a la izquierda: despues,

al camino central.

Una luna azul envolvia las serranias desnudas, los a r -boles, y haeia cintilar el nacar del camino infj-nito, de-

sierto. SiIencio vibrante. Uua parte de su vida se derrum-

baba sabre la otra. El mundo anterior se disipaba Ieja-no, Sill interes. EI mar y Ia neche realizan esas Iibera-

clones definitivas. Aceleraba el paso. Las piedras roda-

ban bajo sus pies. Alguien se acerca tambien a priaa,

Leiziaga huye sin aliento. Atraviesa los caserios dearer-

tos, Unos perros ladran en los corrales. El marIe cie-

rra e1 paso y Ie haec temblar de dicha, EI mal' sa hin-

cha y !lUS aguas eolmadas de estrellas penetran can es-

truendo entre las l 'OCaS. Se qufta el saco, se sienta en

la arena lnimcda y hunde Ia cabeza entre las manos,

Un hombre Ie mira y sa aleja sin deeir palabra, Su 1'013-

tro se vuelve mas palido can Ia luna. AlE cerca alistan

an velero. Es "EI Fa:r.aute".

-lLa mayor!- dice una voz reela,

ban las velas. Leiziaga lanza un si1bido y haec sefias

con la mane.

-jEh! l quien as?

IAdelante!

Un bote le conduce. Lcieiaga penetra en el velero. Iban31 Orinoco. "El Faraute" es tambien de Pedro Calice.

-La tierra es buena =-dlce elpatron-, y, 10 sera me-

jar cuando se abran los trabajos. Hay mucho oro, pero

el padre Dionisio dice que hay algo mas que oro, y 10

creo. Yo 10 Ilavo a vecss,

"El r<'araute" se desliza en las aguas consteladas. En

un recede lejano otra goleta se dispone a partir.

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mtsmo l'11111]:)0.. -. Y sus Oj08 Ianzaron un resplandor de

odio.

Leiziaga se acuesta sobre unos sacos, Recio de mun-

dos. Las islas suefian con e1 azul profunda que las snla-

za y con SUB orlas de nieve effroera.

Una 1uz cruza como fleeha eneendida e1 horisonte,

Ya no son voces que SEl alaan del mal': murmullos, cla-

mores vagos, ElBtremecedores,palpitantes, infinitos.. Todo

estaba como haee cuatroclentos afios.

HnllJ1na; enero-abrll 1929.

)?um"na' rnar7.o,j \1110 19l10.

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