Novelas Cortas by Pedro Antonia de Alarcon

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    Title: Novelas Cortas

    Author: Pedro Antonio de Alarcn

    Editor: W.F. Giese

    Release Date: April 4, 2005 [EBook #15532]

    Language: English and Spanish

    *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK NOVELAS CORTAS ***

    Produced by Stan Goodman, Miranda van de Heijning, Renald

    Levesque and the Online Distributed Proofreading Team.

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    NOVELAS CORTASBY

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    DON PEDRO A. DE ALARCN

    MEMBER OF THE SPANISH ACADEMY

    EDITED WITH NOTES AND VOCABULARY

    BY

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    W.F. GIESE, A.M.

    ASSOCIATE PROFESSOR OF ROMANCE LANGUAGESIN THE UNIVERSITY OF WISCONSIN

    GINN AND COMPANYBOSTONNEW YORKCHICAGOLONDON

    ATLANTADALLASCOLUMBUSSAN FRANCISCO

    PREFACE

    The following stories from Alarcn are offered to the student of Spanish in the belief that the easystyle, the interest of the narrative, and the incidental sidelights that they throw on Spanish life andhistory will make the book a welcome one in the earlier stages of study.

    The stories have been very fully annotated, and nothing that seemed to offer any real difficulty hasbeen passed over. All proper names have been explained, with the exception of a few too wellknown or too insignificant to justify comment. The notes are further renforced by an IdiomaticCommentary, to be studied in connection with the text. By frequent reviews and by oral drill intranslating the idioms from either language to the other, with changes of person, tense, etc.,wherever possible, the Commentary should enable the student to attain to a real mastery of the

    idioms that are here tabulated.

    Easy exercises for translation into Spanish are added. They are based on very short passagesfrom the text, and are so graded and arranged as to afford a systematic review of the elements ofgrammar, a drill which beginners always need.

    The vocabulary, while registering all the words in the text, except such as are nearly or quiteidentical, does not aim at giving, without any labor of adaptation on the part of the student, theprecise equivalent required.

    The stories are complete, except for a few trifling omissions dictated by class-room proprieties.

    Acknowledgment is gratefully made for a number of welcome suggestions due to my esteemedcolleague Mr. A.R. Seymour.

    CONTENTS

    PREFACELA BUENAVENTURALA CORNETA DE LLAVES

    LAS DOS GLORIASEL AFRANCESADOVIVA EL PAPA!EL EXTRANJEROEL LIBRO TALONARIOMOROS Y CRISTIANOS

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    EL AO EN SPITZBERGIDIOMATIC COMMENTARYNOTESEXERCISES FOR TRANSLATION INTO SPANISHVOCABULARY

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    NOVELAS CORTAS

    LA BUENAVENTURA

    I

    No s qu da de Agosto del ao 1816 lleg a las puertas dela Capitana general[1-1] de Granada[1-2] cierto haraposo y grotescogitano, de sesenta aos de edad, de oficio esquilador y deapellido o sobrenombre Heredia, caballero en flaqusimo ydestartalado burro mohino, cuyos arneses se reducan a unasoga atada al pescuezo; y, echado que hubo[1-3] pie a tierra, dijocon la mayor frescura que quera ver al Capitn general.

    Excuso aadir que semejante pretensin excit sucesivamentela resistencia del centinela, las risas de los ordenanzasy las dudas y vacilaciones de los edecanes[1-4] antes de llegar aconocimiento del Excelentsimo Sr. D.[1-5] Eugenio Portocarrero,conde del Montijo, a la sazn Capitn general del antiguoreino de Granada.... Pero como aquel prcer era hombre demuy buen humor y tena muchas noticias de Heredia, clebrepor sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno...,con permiso del engaado dueo, di orden de que dejasenpasar al gitano.

    Penetr ste en el despacho de Su Excelencia, dando dospasos adelante y uno atrs, que era como andaba en las circunstanciasgraves, y ponindose de rodillas exclam:

    Viva Mara Santsima y viva su merced, que es el amode toitico[1-6] el mundo!

    Levntate; djate de zalameras, y dime qu se te ofrece...respondi el Conde con aparente sequedad.

    Heredia se puso tambin serio, y dijo con muchodesparpajo:

    Pues, seor, vengo a que[2-1] se me den los mil reales.

    Qu mil reales?

    Los ofrecidos hace das, en un bando, al que presente lasseas de Parrn.

    Pues qu! t lo conocas?

    No, seor.

    Entonces....

    Pero ya lo conozco.

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    Cmo!

    Es muy sencillo. Lo he buscado; lo he visto; traigo lasseas, y pido mi ganancia.

    Ests seguro de que lo has visto?exclam el Capitngeneral con un inters que se sobrepuso a sus dudas.

    El gitano se ech a rer, y respondi:Es claro! Su merced dir: este gitano es como todos,y quiere engaarme.No me perdone Dios si miento!Ayerv a Parrn.

    Pero sabes t la importancia de lo que dices? Sabesque hace tres aos que se persigue[2-2] a ese monstruo, a esebandido sanguinario, que nadie conoce ni ha podido nunca ver?Sabes que todos los das roba, en distintos puntos de estassierras, a algunos pasajeros; y despus los asesina, pues dice

    que los muertos no hablan, y que se es el nico medio de quenunca d con l la Justicia? Sabes, en fin, que ver a Parrnes encontrarse con la muerte?

    El gitano se volvi a rer,[2-3] y dijo:

    Y no sabe su merced que lo que no puede hacer ungitano no hay quien lo haga[2-4] sobre la tierra? Conoce nadie[2-5]

    cundo es verdad nuestra risa o nuestro llanto? Tiene sumerced noticia de alguna zorra que sepa tantas picardas comonosotros?Repito, mi General, que, no slo he visto a Parrn,

    sino que he hablado con l.

    Dnde?

    En el camino de Tzar.

    Dame pruebas de ello.

    Escuche su merced. Ayer maana hizo ocho das quecamos mi borrico y yo en poder de unos ladrones. Me maniataronmuy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados

    hasta dar con una plazoleta donde acampaban los bandidos.Una cruel sospecha me tena desazonado.Seresta gente de Parrn? (me deca a cada instante.) Entoncesno hay remedio, me matan[3-1]!..., pues ese maldito se ha empeadoen que ningunos ojos que vean su fisonoma vuelvan aver cosa ninguna.

    Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentun hombre vestido de macareno[3-2] con mucho lujo, y dndomeun golpecito en el hombro y sonrindose con suma gracia, medijo:

    Compadre, yo soy Parrn!

    Or esto y caerme de espaldas,[3-3] todo fu una misma cosa.

    El bandido se ech a rer.

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    Yo me levant desencajado, me puse de rodillas, y exclamen todos los tonos de voz que pude inventar:

    Bendita sea tu alma, rey de los hombres!... Quinno haba de conocerte[3-4] por ese porte de prncipe real queDios te ha dado? Y que haya madre[3-5] que para tales hijos!Jess![3-6] Deja que te d un abrazo, hijo mo! Que en

    mal hora muera[3-7]

    si no tena gana de encontrarte el gitanicopara decirte la buenaventura[3-8] y darte un beso en esa manode emperador!Tambin yo soy de los tuyos! Quieresque te ensee a cambiar burros muertos por burros vivos?Quieresvender como potros tus caballos viejos? Quieresque le ensee el francs a una mula?

    El Conde del Montijo no pudo contener la risa....Luegopregunt:

    Y qu respondi Parrn a todo eso? Qu hizo?

    Lo mismo que su merced; rerse a todo trapo.[4-1]

    Y t?

    Yo, seorico, me rea tambin; pero me corran por laspatillas lagrimones como naranjas.

    Contina.

    En seguida me alarg la mano y me dijo:

    Compadre, es V. el nico hombre de talento que ha cadoen mi poder. Todos los dems tienen la maldita costumbre deprocurar entristecerme, de llorar, de quejarse y de hacer otrastonteras que me ponen de mal humor. Slo V. me ha hechorer: y si no fuera por esas lgrimas....

    Qu, seor, si son[4-2] de alegra!

    Lo creo. Bien sabe el demonio que es la primera vezque me he redo desde hace seis u ocho aos!Verdad es quetampoco he llorado....

    Pero despachemos.Eh, muchachos!

    DecirParrn estas palabras y rodearme una nube de trabucos,todo fu un abrir y cerrar de ojos.

    Jess me ampare!empec a gritar.

    Deteneos! (exclam Parrn.) No se trata de esotodava.Os llamo para preguntaros qu le habis tomado aeste hombre.[4-3]

    Un burro en pelo.[4-4]

    Y dinero?

    Tres duros y siete reales.

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    Pues dejadnos solos.

    Todos se alejaron.

    Ahora dime la buenaventuraexclam el ladrn, tendindomela mano.[4-5]

    Yo se la[4-6] cog; medit un momento; conoc que estaba en el

    caso de hablar formalmente, y le dije con todas las veras[4-7] de mialma:

    Parrn, tarde que temprano,[4-8] ya me[4-9] quites la vida, yame la dejes..., morirs ahorcado!Eso ya lo saba yo.... (respondi el bandido con enteratranquilidad.)Dime cundo.

    Me puse a cavilar.

    Este hombre (pens) me va a perdonar la vida; maana

    llego a Granada y doy el cante;[5-1] pasado maana lo cogen....Despus empezar la sumaria....

    Dices que cundo?[5-2] (le respond en alta voz.)Puesmira! va a ser el mes que entra.[5-3]

    Parrn se estremeci, y yo tambin, conociendo que el amorpropio de adivino me poda salir por la tapa de los sesos.[5-4]

    Pues mira t, gitano.... (contest Parrn muy lentamente.)Vas a quedarte en mi poder....Si en todo elmes que entra no me ahorcan, te ahorco[5-6] yo a ti, tan ciertocomo ahorcaron a mi padre!Si muero para esa fecha,[5-7]

    quedars libre.

    Muchas gracias! (dije yo en mi interior.) Me perdona... despus de muerto![5-8]

    Y me arrepent de haber echado tan corto el plazo. [5-9]

    Quedamos en lo dicho: fu conducido a la cueva, donde

    me encerraron, y Parrn mont en su yegua y tom el tole

    [5-10]

    por aquellos breales....

    Vamos,[5-11] ya comprendo ... (exclam el Conde del Montijo.)Parrn ha muerto; t has quedado libre, y por eso sabessus seas....

    Todo lo contrario, mi General! Parrn vive, y aquentra lo ms negro de la presente historia.

    II

    Pasaron ocho das sin que el capitn volviese a verme. Segnpude entender, no haba parecido por all desde la tarde que lehice la buenaventura; cosa que nada tena de raro, a lo que mecont[5-12] uno de mis guardianes.

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    Sepa V. (me dijo) que el Jefe se va al infierno[5-13] de vez encuando, y no vuelve hasta que se le antoja.Ello es[6-1] que nosotrosno sabemos nada de lo que hace durante sus largasausencias.

    A todo esto, a fuerza de ruegos, y como pago de haber dichoseran ahorcados y que llevaran[6-2] una vejez muy tranquila, habayo conseguido que por las tardes me sacasen de la cueva y me

    atasen a un rbol, pues en mi encierro me ahogaba de calor.

    Pero excuso decir que nunca faltaban a mi lado un par decentinelas.

    Una tarde, a eso de las seis, los ladrones que haban salidode servicio[6-3] aquel da a las rdenes del segundo de parrn,regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado comopintan a nuestro Padre Jess Nazareno, a un pobre segador decuarenta a cincuenta aos, cuyas lamentaciones partan el alma.

    Dadme mis veinte duros! (deca.) Ah! Si supieraiscon qu afanes los he ganado! Todo un verano segando bajoel fuego del sol!... Todo un verano lejos de mi pueblo, demi mujer y de mis hijos! [6-4]As he reunido, con mil sudores yprivaciones, esa suma, con que podramos vivir este invierno!...Y cuando ya voy de vuelta,[6-5] deseando abrazarlos y pagarlas deudas que para comer hayan hecho aquellos infelices,cmo he de perder[6-6] ese dinero, que es para m un tesoro?Piedad,seores! Dadme mis veinte duros! Ddmelos, porlos dolores de Mara Santsima!

    Una carcajada de burla contest a las quejas del pobre padre.

    Yo temblaba de horror en el rbol a que estaba atado; porquelos gitanos tambin tenemos familia.

    No seas[6-7] loco.... (exclam al fin un bandido, dirigindoseal segador.)Haces mal en pensar en tu dinero, cuando tienescuidados mayores en que ocuparte....

    Cmo!dijo el segador, sin comprender que hubiesedesgracia ms grande que dejar sin pan a sus hijos.

    Ests en poder de Parrn!

    Parrn.... No le conozco!... Nunca lo he odonombrar.... Vengo de muy lejos! Yo soy de Alicante,[7-1] yhe estado segando en Sevilla.[7-2]

    Pues, amigo mo, Parrn quiere decir la muerte. Todoel que cae en nuestro poder es preciso que muera. As,pues, haz testamento en dos minutos y encomienda el almaen otros dos.Preparen![7-3] Apunten!Tienes cuatrominutos.

    Voy a aprovecharlos.... Odme, por compasin!...

    Habla.

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    Tengo seis hijos[7-4]4 ... y una infeliz ...dir viuda...,pues veo que voy a morir....Leo en vuestros ojos que soispeores que fieras.... S, peores! Porque las fieras de unamisma especie no se devoran unas a otras.Ah! Perdn!...No s lo que me digo.[7-5]Caballeros, alguno de ustedes[7-6] serpadre!... No hay un padre entre vosotros? Sabis loque son seis nios pasando un invierno sin pan? Sabis loque es una madre que ve morir a los hijos de sus entraas,diciendo: Tengo hambre..., tengo fro?Seores, yo noquiero mi vida sino por ellos! Qu es para m la vida? Unacadena de trabajos y privaciones!Pero debo vivir para mishijos!... Hijos mos![7-7] Hijos de mi alma!

    Y el padre se arrastraba por el suelo, y levantaba hacia losladrones una cara.... Qu cara!... Se pareca a la delos santos que el rey Nern[7-8] echaba a los tigres, segn dicenlos padres predicadores....

    Los bandidos sintieron moverse algo dentro de su pecho,pues se miraron unos a otros...; y viendo que todos estabanpensando la misma cosa, uno de ellos se atrevi a decirla....

    Qu dijo?pregunt el Capitn general, profundamenteafectado por aquel relato.

    Dijo: Caballeros, lo que vamos a hacer no lo sabr nuncaParrn....

    Nunca..., nunca ...tartamudearon los bandidos.

    Mrchese V., buen hombre....exclam entonces unoque hasta lloraba.

    Yo hice tambin seas al segador de que se fuese al instante.

    El infeliz se levant lentamente.

    Pronto.... Mrchese V.!repitieron todos volvindolela espalda.

    El segador alarg la mano maquinalmente.

    Te parece poco? (grit uno.)Pues no quiere sudinero![8-1]Vaya..., vaya.... No nos tiente V. la paciencia!El pobre padre se alej llorando, y a poco desapareci.

    Media hora haba transcurrido, empleada por los ladronesen jurarse unos a otros no decir nunca a su capitn que habanperdonado la vida a un hombre, cuando de pronto apareciParrn, trayendo al segador en la grupa de su yegua.

    Los bandidos retrocedieron espantados.

    Parrn se ape muy despacio, descolg su escopeta de doscaones, y, apuntando a sus camaradas, dijo:

    Imbciles! Infames! No s cmo[8-2] no os mato a

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    todos!Pronto! Entregad a este hombre los duros quele habis robado![8-3]

    Los ladrones sacaron los veinte duros y se los[8-4] dieron alsegador, el cual se arroj a los pies de aquel personaje quedominaba a los bandoleros y que tan buen corazn tena....

    Parrn le dijo:

    A la paz de Dios![8-5]Sin las indicaciones de V., nuncahubiera dado con ellos. Ya ve V. que desconfiaba de m sinmotivo!... He cumplido mi promesa.... Ah tiene V.sus veinte duros....Conque ... en marcha!

    El segador lo abraz repetidas veces y se alej lleno de jbilo.Pero no habra andado[8-6] cincuenta pasos, cuando su bienhechorlo llam de nuevo.

    El pobre hombre se apresur a volver pies atrs.[8-7]

    Qu manda V.?le pregunt, deseando ser til al quehaba devuelto la felicidad a su familia.Conoce V. a Parrn?le pregunt l mismo.

    No lo conozco.

    Te equivocas! (replic el bandolero.) Yo soy Parrn.

    El segador se qued estupefacto.[9-1]

    Parrn se ech la escopeta a la cara[9-2]

    y descarg los dostiros contra el segador, que cay redondo[9-3] al suelo.

    Maldito seas![9-4]fu lo nico que pronunci.

    En medio del terror que me quit la vista, observ que elrbol en que yo estaba atado se estremeca ligeramente y quemis ligaduras se aflojaban.

    Una de las balas, despus de herir al segador, haba dado enla cuerda que me ligaba al tronco y la haba roto.

    Yo disimul que estaba libre, y esper una ocasin paraescaparme.

    Entretanto deca Parrn a los suyos, sealando al segador:

    Ahora podis robarlo.Sois unos imbciles..., unoscanallas![9-5] Dejar a ese hombre, para que se fuera, como sefu, dando gritos por los caminos reales!... Si conformesoy yo[9-6] quien se[9-7] lo encuentra y se entera de lo que pasaba,hubieran sido los migueletes[9-8] habra dado vuestras seas y las

    de nuestra guarida, como me las ha dado a m, y estaramos yatodos en la crcel!Ved las consecuencias de robar sinmatar!Conque basta ya de sermn y enterrad ese cadverpara que no apeste.

    Mientras los ladrones hacan el hoyo y Parrn se sentaba a

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    merendar dndome la espalda,[9-9] me alej poco a poco del rboly me descolgu al barranco prximo....

    Ya era de noche. Protegido por sus sombras sal a todoescape,[9-10] y, a la luz de las estrellas, divis mi borrico, que comaall tranquilamente, atado a una encina. Montme en l, yno he parado hasta llegar aqu....

    Por consiguiente, seor, dme V. los mil reales, y yo dar lasseas de Parrn, el cual se ha quedado con[9-11] mis tres duros y medio....Dict el gitano la filiacin del bandido; cobr desde luegola suma ofrecida, y sali de la Capitana general, dejando asombradosal Conde del Montijo y al sujeto, all presente, que nosha contado todos estos pormenores.

    Rstanos ahora saber si acert o no acert Heredia al decirla buenaventura a Parrn.

    III

    Quince das despus de la escena que acabamos de referir,y a eso de las nueve de la maana, muchsima gente ociosapresenciaba, en la calle de San Juan de Dios y parte de la deSan Felipe de aquella misma capital, la reunin de dos compaasde migueletes que deban salir a las nueve y media enbusca de Parrn, cuyo paradero, as como sus seas personalesy las de todos sus compaeros de fechoras, haba al fin averiguadoel Conde del Montijo.

    El inters y emocin del pblico eran extraordinarios, y nomenos la solemnidad con que los migueletes se despedan desus familias y amigos para marchar a tan importante empresa.Tal espanto haba llegado a infundirParrn a todo el antiguoreino granadino!

    Parece que ya vamos a formar... (dijo un miguelete aotro[10-1]), y no veo al cabo Lpez....

    Extrao es, a fe ma,[10-2] pues l llega siempre antes quenadie[10-3] cuando se trata de salir en busca de Parrn, a quien

    odia con sus cinco sentidos!

    [10-4]

    Pues no sabis lo que pasa?dijo un tercer miguelete,tomando parte en la conversacin.

    Hola! Es nuestro nuevo camarada....Cmo teva en nuestro Cuerpo?

    Perfectamente!respondi el interrogado.

    Era ste un hombre plido y de porte distinguido, del cualse despegaba mucho el traje de soldado.

    Conque decas....replic el primero.

    Ah! S! Que el cabo Lpez ha fallecido....respondiel miguelete plido.

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    Manuel.... Qu dices?Eso no puede ser!...Yomismo he visto a Lpez esta maana, como te veoa ti....

    El llamado Manuel[11-1]\contest framente:

    Pues hace media hora que lo ha matado Parrn.

    Parrn? Dnde?

    Aqu mismo! En Granada! En la Cuesta del Perro[11-2] se ha encontrado el cadver de Lpez.

    Todos quedaron silenciosos y Manuelempez a silbar unacancin patritica.

    Van once[11-3] migueletes en seis das! (exclam un sargento.)Parrn se ha propuesto exterminarnos!Pero cmoes que est en Granada? No bamos buscarlo a la Sierra deLoja?[11-4]

    Manueldej de silbar, y dijo con su acostumbradaindiferencia:

    Una vieja que presenci el delito dice que, luego quemat a Lpez, ofreci que, si bamos buscarlo, tendramos elgusto de verlo....

    Camarada! Disfrutas de una calma asombrosa!Hablas de Parrn con un desprecio!...

    Pues qu es Parrn ms que un hombre?repusoManuelcon altanera.

    A la formacin!gritaron en este acto varias voces.

    Formaron las dos compaas, y comenz la lista nominal.[11-5]

    En tal momento acert a pasar por all el gitano Heredia,el cual se par, como todos, a ver aquella lucidsimatropa.

    Notse entonces que Manuel, el nuevo miguelete, di un retemblidoy retrocedi un poco, como para ocultarse detrs desus compaeros....

    Al propio tiempo Heredia fij en l sus ojos; y dando ungrito y un salto como si le hubiese picado una vbora, arranca correr[12-1] hacia la calle de San Jernimo.

    Manuelse ech la carabina a la cara y apunt al gitano....

    Pero otro miguelete tuvo tiempo de mudar la direccin del

    arma,[12-2]

    y el tiro se perdi en el aire.

    Est loco! Manuelse ha vuelto loco! Un migueleteha perdido el juicio!exclamaron sucesivamente los mil espectadoresde aquella escena.

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    Y oficiales, y sargentos, y paisanos rodeaban a aquel hombre,que pugnaba por escapar, y al que por lo mismo sujetaban conmayor fuerza, abrumndolo a preguntas, reconvenciones y dicteriosque no le arrancaron contestacin alguna.

    Entretanto Heredia haba sido preso en la plaza de laUniversidad por algunos transeuntes, que, vindole correrdespus de haber sonado aquel tiro, lo tomaron por un

    malhechor.Llevadme a la Capitana general! (deca el gitano.)Tengo que hablar con el Conde del Montijo!

    Qu Conde del Montijo ni qu nio muerto! [12-3] (le respondieronsus aprehensores.)Ah estn los migueletes, y ellosvern lo que hay que hacer[12-4] con tu persona!

    Pues lo mismo me da[12-5].... (respondi Heredia.)Perotengan Vds. cuidado de que no me mate Parrn....

    Cmo Parrn?...Qu dice este hombre?

    Venid y veris.

    As diciendo, el gitano se hizo conducir delante del jefe delos migueletes, y sealando a Manuel, dijo:

    Mi Comandante, se es Parrn, y yo soy el gitano quedi hace quince das sus seas al Conde del Montijo!

    Parrn! Parrn est preso! Un miguelete eraParrn!...gritaron muchas voces.

    No me cabe duda.... (deca entretanto el Comandante,leyendo las seas que le haba dado el Capitn general.)Afe que[12-6] hemos estado torpes!Pero a quin se le hubieraocurrido buscar al capitn de ladrones entre los migueletes queiban a prenderlo?

    Necio de m![13-1] (exclamaba al mismo tiempo Parrn, mirandoal gitano con ojos de len herido): es el nico hombre

    a quien he perdonado la vida! Merezco lo que me pasa!A la semana siguiente ahorcaron a Parrn.

    Cumplise, pues, literalmente la buenaventura del gitano....

    Lo cual (dicho sea para concluir dignamente) no significaque debis creer en la infalibilidad de tales vaticinios, ni menosque fuera acertada regla de conducta la de Parrn, de matar atodos los que llegaban a conocerle....Significa tan slo[13-2]

    que los caminos de la Providencia son inescrutables[13-3] para la

    razn humana;doctrina que, a mi juicio, no puede ser msortodoxa.

    Guadix, 1853.

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    LA CORNETA DE LLAVES

    Querer es poder.

    I

    Don Basilio, toque V. la corneta, y bailaremos!Debajode estos rboles no hace calor....

    S, s..., D. Basilio: toque V. la corneta de llaves!

    Traedle a D. Basilio la corneta en que se est enseandoJoaqun!

    Poco vale!...La tocar V., D. Basilio?

    No!

    Cmo que no?[14-1]

    Que no!

    Por qu?

    Porque no s.

    Que no sabe[14-2]!...Habr hipcrita igual![14-3]

    Sin duda quiere que le regalemos el odo[14-4]....

    Vamos![14-5] Ya sabemos que ha sido V. msico mayor[14-6]

    de infantera!...

    Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V....

    Y que lo oyeron en Palacio[14-7]..., en tiempos deEspartero[14-8]....

    Y que tiene V. una pensin....

    Vaya,[14-9] D. Basilio! Apidese V.!

    Pues, seor.... Es verdad! He tocado la cornetade llaves; he sido una ... una especialidad,[14-10] como dicenustedes ahora...; pero tambin es cierto que hace dos aosregal mi corneta a un pobre msico licenciado, y que desdeentonces no he vuelto[14-11]... ni a tararear.

    Qu lstima!

    Otro[15-1] Rossini!

    Oh! Pues lo que es esta tarde,[15-2] ha de tocar[15-3]

    usted!...

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    Aqu, en el campo, todo es permitido....

    Recuerde V. que es mi da,[15-4] pap abuelo[15-5]!...

    Viva! Viva! Ya est aqu la corneta!

    S, que toque!

    Un vals....

    No..., una polca!...

    Polca!... Quita all![15-6]Un fandango!

    S..., s..., fandango! Baile nacional!

    Lo siento mucho, hijos mos; pero no me es posible tocarla corneta....

    Usted, tan amable!...

    Tan complaciente....

    Se lo suplica a V.[15-7] su nietecito!...

    Y su sobrina....

    Dejadme, por Dios!He dicho que no toco.

    Por qu?

    Porque no me acuerdo; y porque, adems, he jurado novolver a aprender....

    A quin se lo ha jurado?

    A m mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hijama!

    Todos los semblantes se entristecieron sbitamente al escucharestas palabras.

    Oh!... Si supierais a qu costa aprend a tocar lacorneta!...aadi el viejo.

    La historia! La historia! (exclamaron los jvenes.)Contadnos esa historia.

    En efecto.... (dijo D. Basilio.)Es toda una historia.Escuchadla, y vosotros juzgaris si puedo o no puedo tocar lacorneta....

    Y sentndose bajo un rbol rodeado de unos curiosos y

    afables adolescentes, cont la historia de sus lecciones demsica.

    No de otro modo, Mazzepa,[16-1] el hroe de Byron, cont unanoche a Carlos XII,Mazzepa,[16-2] debajo de otro rbol, la terrible historiade sus lecciones de equitacin.

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    Oigamos a D. Basilio.

    II

    Hace diez y siete aos que arda en Espaa la guerra civil.Carlos e IsabelMazzepa,[16-3] se disputaban la corona, y los espaoles,divididos en dos bandos, derramaban su sangre en lucha fratricida.

    Tena yo un amigo, llamado Ramn Gmez, teniente decazadores de mi mismo batalln, el hombre ms cabal que heconocido....Nos habamos educado juntos; juntos salimosdel colegio; juntos peleamos mil veces, y juntos desebamosmorir por la libertad....Oh! Estoy por decirMazzepa,[16-4]

    que l era ms liberal que yo y que todo el ejrcito!...

    Pero he aqu que cierta injusticia cometida por nuestro Jefeen dao de Ramn; uno de esos abusos de autoridad que disgustande la ms honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin,hizo desear al Teniente de cazadores abandonar las filas de sushermanos, al amigo dejar al amigo, al liberal pasarse a la faccin,al subordinado matar a su Teniente Coronel....Buenoshumos tenaMazzepa,[16-5] Ramn para aguantar insultos e injusticiasni al luceroMazzepa,[16-6] del alba!

    Ni mis amenazas, ni mis ruegos, bastaron a disuadirle de su

    propsito. Era cosa resuelta! Cambiara el morrinMazzepa,[16-7] porla boina,Mazzepa,[16-8] odiando como odiaba mortalmente a los facciosos!

    A la sazn nos hallbamos en el Principado,Mazzepa,[16-9] a tres leguas delenemigo.

    Era la noche en que Ramn deba desertar, noche lluviosay fra, melanclica y triste, vspera de una batalla.

    A eso de las doce entr Ramn en mi alojamiento.

    Yo dorma.

    Basilio....murmur a mi odo.

    Quin es?

    Soy yo.Adis!

    Te vas ya?

    S; adis.

    Y me cogi una mano.

    Oye ... (continu); si maana hay, como se cree, unabatalla, y nos encontramos en ella....

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    Ya lo s: somos amigos.

    Bien; nos damos un abrazo, y nos batimos en seguida.

    Yo morir maana regularmente,Mazzepa,[17-1] pues pienso atropellarpor todo hasta que mate al Teniente Coronel!En cuanto ati, Basilio, no te expongas....[17-2]La gloria es humo.

    Y la vida?Dices bien: hazte comandante.... (exclam Ramn.)La paga no es humo..., sino despus que uno se la ha[17-3]

    fumado....Ay! Todo eso acab para m!

    Qu tristes ideas! (dije yo no sin susto.)Maana sobreviviremoslos dos a la batalla.

    Pues emplacmonos para despus de ella....

    Dnde?

    En la ermita de San Nicols, a la una de la noche.Elque no asista,[17-4] ser porque haya muerto.Quedamosconformes?

    Conformes.

    Entonces.... Adis!...

    Adis.

    As dijimos; y despus de abrazarnos tiernamente, Ramndesapareci en las sombras nocturnas.

    III

    Como esperbamos, los facciosos nos atacaron al siguiente da.

    La accin fu muy sangrienta, y dur desde las tres de latarde hasta el anochecer.

    A cosa de las cinco, mi batalln fu rudamente acometidopor una fuerza de alaveses[18-1] que mandaba Ramn....

    Ramn llevaba ya las insignias de Comandante y la boinablanca de carlista[18-2]!...

    Yo mand hacer fuego contra Ramn, y Ramn contra m:es decir, que su gente y mi batalln lucharon cuerpo a

    cuerpo.Nosotros quedamos vencedores, y Ramn tuvo que huir conlos muy mermados restos de sus alaveses; pero no sin que anteshubiera dado muerte por s mismo, de un pistoletazo,[18-3] al que lavspera era su Teniente Coronel; el cual en vano procur

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    defenderse de aquella furia....

    A las seis la accin se nos volvi desfavorable, y parte de mipobre compaa y yo fuimos cortados y obligados a rendirnos....

    Condujronme, pues, prisionero a la pequea villa de...,ocupada por los carlistas desde los comienzos de aquella campaa,y donde era de suponer[18-4] que me fusilaran

    inmediatamente....La guerra era entonces sin cuartel.

    IV

    Son la una de la noche de tan aciago da: la hora de micita con Ramn!

    Yo estaba encerrado en un calabozo de la crcel pblica dedicho pueblo.

    Pregunt por mi amigo, y me contestaron:

    Es un valiente! Ha matado a un Teniente Coronel.Pero habr perecido[18-5] en la ltima hora de la accin....

    Cmo! Por qu lo decs?

    Porque no ha vuelto del campo, ni la gente que ha estadohoy a sus rdenes da razn[18-6] de l....

    Ah! Cunto sufr aquella noche!

    Una esperanza me quedaba.... Que Ramn me estuvieseaguardando en la ermita de San Nicols, y que por este motivono hubiese vuelto al campamento faccioso.

    Cul ser su pena al ver que no asisto a la cita! (pensabayo.) Me creer muerto!Y, por ventura, tan lejos

    estoy de mi ltima hora? Los facciosos fusilan ahora siemprea los prisioneros; ni ms ni menos que nosotros!...

    As amaneci el da siguiente.

    Un Capelln entr en mi prisin.

    Todos mis compaeros dorman.

    La muerte!exclam al ver al Sacerdote.

    Srespondi ste con dulzura.

    Ya!

    No: dentro de tres horas.

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    Un minuto despus haban despertado[19-1] mis compaeros.

    Mil gritos, mil sollozos, mil blasfemias llenaron los mbitosde la prisin.

    VTodo hombre que va a morir suele aferrarse a una idea cualquieray no abandonarla ms.

    Pesadilla, fiebre o locura, esto me sucedi a m.La ideade Ramn; de Ramn vivo, de Ramn muerto, de Ramn enel cielo, de Ramn en la ermita, se apoder de mi cerebro detal modo, que no pens en otra cosa durante aquellas horasde agona.

    Quitronme el uniforme de Capitn, y me pusieron una gorray un capote viejo de soldado.

    As march a la muerte con mis diez y nueve compaeros dedesventura....

    Slo uno haba sido indultado ... por la circunstancia deser msico!Los carlistas perdonaban entonces la vida a losmsicos, a causa de tener gran falta de ellos en susbatallones....

    Y era V. msico, D. Basilio?Se salv V. por eso?preguntarontodos los jvenes a una voz.[20-1]

    No, hijos mos.... (respondi el veterano.) Yo no eramsico!

    Formse el cuadro, y nos colocaron en medio de l....

    Yo haca el nmero once, es decir, yo morira elundcimo....

    Entonces pens en mi mujer y en mi hija, en ti y en tumadre, hija ma!

    Empezaron los tiros....

    Aquellas detonaciones me enloquecan!

    Como tena vendados los ojos, no vea caer a mis compaeros.

    Quise contar las descargas para saber, un momento antes demorir, que se acababa mi existencia en este mundo....

    Pero a la tercera o cuarta detonacin perd la cuenta.

    Oh! Aquellos tiros tronarn eternamente en mi corazn yen mi cerebro, como tronaban aquel da!

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    Ya crea orlos a mil leguas de distancia; ya los senta reventardentro de mi cabeza.

    Y las detonaciones seguan!

    Ahora!pensaba yo.

    Y cruja la descarga, y yo estaba vivo.

    Esta es!...me dije por ltimo.[20-2]

    Y sent que me cogan por los hombros, y me sacudan, y medaban voces en los odos....

    Ca....

    No pens ms....

    Pero senta algo como un profundo sueo....

    Y so que haba muerto fusilado.

    VI

    Luego so que estaba tendido en una camilla, en mi prisin.

    No vea.

    Llevme la mano a los ojos como para quitarme una venda,y me toqu los ojos abiertos, dilatados....Me habaquedado ciego?

    No....Era que la prisin se hallaba llena de tinieblas.

    O un doble de campanas..., y tembl.

    Era el toque deAnimas.[21-1]

    Son las nueve.... (pens.)Pero de qu da?

    Una sombra ms obscura que el tenebroso aire de la prisinse inclin sobre m.

    Pareca un hombre....

    Y los dems? Y los otros diez y ocho?

    Todos haban muerto fusilados!

    Y yo?

    Yo viva, o deliraba dentro del sepulcro.

    Mis labios murmuraron maquinalmente un nombre, el nombrede siempre,[21-2] mi pesadilla....

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    (p22)

    Ramn!

    Qu quieres?me respondi la sombra que haba a milado.

    Me estremec.

    Dios mo! (exclam.)Estoy en el otro mundo?

    No!dijo la misma voz.

    Ramn, vives?

    S.

    Y yo?

    Tambin.

    Dnde estoy?Es sta la ermita de San Nicols?Nome hallo prisionero?Lo he soado todo?

    No, Basilio; no has soado nada.Escucha.

    VII

    Como sabrs,[21-3] ayer mat al Teniente Coronel en buena lid....Estoyvengado!Despus, loco de furor, segu matando...,y mat ... hasta despus de anochecido..., hastaque no haba un cristino[21-4] en el campo de batalla....

    Cuando sali la luna, me acord de ti.Entonces enderecmis pasos a la ermita de San Nicols con intencin deesperarte.

    Seran las diez de la noche. La cita era a la una, y la nocheantes no haba yo pegado los ojos....Me dorm, pues,profundamente.

    Al dar la una, lanc un grito y despert.

    Soaba que habas muerto....

    Mir a mi alrededor, y me encontr solo.

    Qu haba sido de ti?

    Dieron las dos..., las tres..., las cuatro....Qunoche de angustia!

    T no parecas....

    Sin duda habas muerto!...

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    Amaneci.

    Entonces dej la ermita, y me dirig a este pueblo en buscade los facciosos.

    Llegu al salir el sol.[22-1]

    Todos crean que yo haba perecido la tarde antes....

    As fu que, al verme, me abrazaron, y el General me colmde distinciones.

    En seguida supe que iban a ser fusilados veintin[22-2] prisioneros.

    Un presentimiento se levant en mi alma.

    Ser Basilio uno de ellos?me dije.

    Corr, pues, hacia el lugar de la ejecucin.

    El cuadro estaba formado.

    O unos tiros....

    Haban empezado a fusilar.

    Tend la vista...; pero no vea....

    Me cegaba el dolor; me desvaneca el miedo.

    Al fin te distingo....

    Ibas a morir fusilado!

    Faltaban dos vctimas para llegar a ti....

    Qu hacer?

    Me volv loco; d un grito; te cog entre mis brazos, y, conuna voz ronca, desgarradora, tremebunda, exclam:

    ste no! ste no, mi General!...

    El General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conoca [23-1]

    por mi comportamiento de la vspera, me pregunt:

    Pues qu, es msico?

    Aquella palabra fu para m lo que sera para un viejo ciegode nacimiento ver de pronto el sol en toda su refulgencia.

    La luz de la esperanza brill a mis ojos tan sbitamente, quelos ceg.

    Msico (exclam); s..., s..., mi General! Esmsico! Un gran msico!

    T, entretanto, yacas sin conocimiento.

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    Qu instrumento toca?pregunt el General.

    El ... la ... el ... el...; si!... justo!...,eso es..., la corneta de llaves!

    Hace falta un corneta[23-2] de llaves?pregunt el General,volvindose a la banda de msica.

    Cinco segundos, cinco siglos, tard la contestacin.S, mi General; hace faltarespondi el Msico mayor.

    Pues sacad a ese hombre de las filas, y que siga la ejecucinal momento....exclam el jefe carlista.

    Entonces te cog en mis brazos y te conduje a este calabozo.

    VIII

    No bien dej de hablar Ramn, cuando me levant y le dije,con lgrimas, con risa, abrazndolo, trmulo, yo no s cmo:

    Te debo la vida!

    No tanto!respondi Ramn.

    Cmo es eso?exclam.

    Sabes tocar la corneta?

    No.

    Pues no me debes la vida, sino que he comprometido lama sin salvar la tuya.

    Quedme fro como una piedra.

    Y msica? (pregunt Ramn.) Sabes?

    Poca, muy poca....Ya recordars la que nos ensearonen el colegio....

    Poco es, o, mejor dicho, nada!Morirs sin remedio!...Y yo tambin, por traidor..., por falsario!Figratet que dentro de quince das estar organizada la banda demsica a que has de pertenecer!...

    Quince das!

    Ni ms ni menos!Y como no tocars la corneta....

    (porque Dios no har un milagro), nos fusilarn a los dos sinremedio.

    Fusilarte! (exclam.) A ti! Por m! Por m, quete debo la vida!Ah, no, no querr el cielo! Dentro de

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    quince das sabr msica[24-1] y tocar la corneta de llaves.

    Ramn se ech a rer.

    IX

    Qu ms queris que os diga, hijos mos?

    En quince das ... oh poder de la voluntad! En quincedas con sus quince noches (pues no dorm ni repos un momentoen medio mes), asombraos!... En quince das aprenda tocar la corneta!

    Qu das aquellos!

    Ramn y yo nos salamos al campo, y pasbamos horas y

    horas con cierto msico que diariamente vena de un lugarprximo a darme leccin....

    Escapar!... Leo en vuestros ojos esta palabra....Ay!Nada ms imposible!Yo era prisionero, y me vigilaban....Y Ramn no quera escapar sin m.

    Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no coma....

    Estaba loco, y mi monomana era la msica, la corneta, laendemoniada corneta de llaves....

    Quera aprender, y aprend!

    Y, si hubiera sido mudo, habra hablado....

    Y, paraltico, hubiera andado....

    Y, ciego, hubiera visto.

    Porque quera !

    Oh! La voluntad suple por todo!QUERER ES PODER.

    Quera: he aqu la gran palabra!

    Quera..., y lo consegu.Nios, aprended esta granverdad!

    Salv, pues, mi vida y la de Ramn.

    Pero me volv loco.

    Y, loco, mi locura fu el arte.

    En tres aos no solt la corneta de la mano.

    Do-re-mi-fa-sol-la-si; he aqu mi mundo durante todo aqueltiempo.

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    Mi vida se reduca a soplar.[25-1]

    Ramn no me abandonaba....

    Emigr a Francia, y en Francia segu tocando la corneta.

    La corneta era yo! Yo cantaba con la corneta en la boca!

    Los hombres, los pueblos, las notabilidades[25-2]

    ] del arte seagrupaban para orme....

    Aquello era un pasmo, una maravilla....

    La corneta se doblegaba entre mis dedos; se haca elstica,gema, lloraba, gritaba, ruga; imitaba al ave[25-3], a la fiera, al sollozohumano....Mi pulmn era de hierro.

    As viv otros dos aos ms.

    Al cabo de ellos falleci mi amigo.Mirando su cadver, recobr la razn....

    Y cuando, ya en mi juicio, cog un da la corneta ... (quasombro!), me encontr con que[25-4] no saba tocarla....

    Me pediris ahora que os haga sn[25-5] para bailar?

    Madrid, 1854.

    LAS DOS GLORIAS

    Un da que el clebre pintor flamenco Pedro Pablo Rubens[26-1]

    andaba recorriendo los templos de Madrid acompaado de susafamados discpulos, penetr en la iglesia de un humilde convento,

    cuyo nombre no designa la tradicin.Poco o nada encontr que admirar el ilustre artista en aquelpobre y desmantelado templo, y ya se marchaba renegando,como sola, del mal gusto de los frailes de Castilla la Nueva,[26-2]

    cuando repar en cierto cuadro medio oculto en las sombrasde fesima capilla;[26-3] acercse a l, y lanz una exclamacinde asombro.

    Sus discpulos le rodearon al momento,[26-4]] preguntndole:

    Qu habis encontrado, maestro?

    Mirad!dijo Rubens sealando, por toda contestacin,al lienzo que tena delante[26-5].

    Los venes uedaron tan maravillados como el autor del

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    Descendimiento.[26-6]

    Representaba aquel cuadro la Muerte de un religioso. Eraste muy joven, y de una belleza que ni la penitencia ni la agonahaban podido eclipsar, y hallbase tendido sobre los ladrillosde su celda, velados ya los ojos por la muerte, con una manoextendida sobre una calavera, y estrechando con la otra, a sucorazn, un crucifijo de madera y cobre.

    En el fondo del lienzo se vea pintado otro cuadro, quefiguraba estar colgado[26-7] cerca del lecho de que se supona habersalido el religioso para morir con ms humildad sobre la duratierra.

    Aquel segundo cuadro representaba a una difunta, jovenhermosa, tendida en el atad entre fnebres cirios y negras ysuntuosas colgaduras....

    Nadie hubiera podido mirar estas dos escenas, contenida la

    una en la otra, sin comprender que se explicaban y completabanrecprocamente. Un amor desgraciado, una esperanzamuerta, un desencanto de la vida, un olvido eterno del mundo:he aqu el poema misterioso que se deduca de los dos ascticosdramas que encerraba aquel lienzo.

    Por lo dems, el color, el dibujo, la composicin, todo revelabaun genio de primer orden.

    Maestro, de quin puede ser esta magnfica obra?preguntarona Rubens sus discpulos, que ya haban alcanzado

    el cuadro.

    En este ngulo ha habido un nombre escrito (respondiel maestro); pero hace muy pocos meses que ha sido borrado.Encuanto a la pintura, no tiene arriba de treinta aos, nimenos de veinte.

    Pero el autor....

    El autor, segn el mrito del cuadro, pudiera ser Velazquez,[27-1]

    Zurbarn, Ribera, o el joven Murillo, de quien tan prendado

    estoy.... Pero Velazquez no siente de este modo.Tampoco es Zurbarn, si atiendo al color y a la manera de verel asunto. Menos an debe atribuirse a Murillo ni a Ribera:aqul es ms tierno, y ste es ms sombro; y, adems, eseestilo no pertenece ni a la escuela del uno ni a la del otro. Enresumen: yo no conozco al autor de este cuadro, y hasta juraraque no he visto jams obras suyas.Voy ms lejos: creo queel pintor desconocido, y acaso ya muerto, que ha legado almundo tal maravilla,[27-2] no perteneci a ninguna escuela, ni hapintado ms cuadro que ste, ni hubiera podido pintar otro quese le acercara en mrito.... sta es una obra de pura inspiracin,

    un asuntopropio,[27-3] un reflejo del alma, un pedazo de lavida.... Pero.... Qu idea!Queris saber quin hapintado ese cuadro?Pues lo ha pintado ese mismo muertoque veis en l!

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    Eh! Maestro.... Vos[27-4] os burlis!

    No: yo me entiendo....

    Pero cmo concebs que un difunto haya podido pintarsu agona?

    Concibiendo que un vivo pueda adivinar o representar su

    muerte!Adems, vosotros sabis que profesarde veras[28-1]

    enciertas rdenes religiosas es morir.

    Ah! Creis vos?...

    Creo que aquella mujer que est de cuerpo presente[28-2] en elfondo del cuadro era el alma[28-3] y la vida de este fraile que agonizacontra el suelo; creo que, cuando ella muri, l se creytambin muerto, y muri efectivamente para el mundo; creo,en fin, que esta obra, ms que el ltimo instante de su hroe ode su autor (que indudablemente son una misma persona),

    representa la profesin de un joven desengaado de alegrasterrenales....

    De modo que puede vivir todava?...

    S, seor, que puede[28-4] vivir! Y como la cosa tiene fecha,tal vez su espritu se habr serenado[28-5] y hasta regocijado, y eldesconocido artista sea ahora un viejo muy gordo y muyalegre....Por todo lo cual hay que buscarlo! Y, sobretodo, necesitamos averiguar si lleg a pintar msobras....Seguidme.

    Y as diciendo, Rubens se dirigi a un fraile que rezaba enotra capilla y le pregunt con su desenfado habitual:

    Queris decirle al Padre Prior que deseo hablarle departe del Rey?

    El fraile, que era hombre de alguna edad, se levant trabajosamente,y respondi con voz humilde y quebrantada:

    Qu me queris?Yo soy el Prior.

    Perdonad, padre mo, que interrumpa vuestras oraciones(replic Rubens). Pudierais decirme quin es el autor deeste cuadro?

    De ese cuadro? (exclam el religioso.) Qu pensaraV. de m si le contestase que no me acuerdo?

    Cmo? Lo sabais, y habis podido olvidarlo?

    S, hijo mo, lo he olvidado completamente.Pues, padre ... (dijo Rubens en sn de burla[29-1] procaz),tenis muy mala memoria!

    El Prior volvi a arrodillarse sin hacerle caso.

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    Vengo en nombre del Rey!grit el soberbio y mimadoflamenco.

    Qu ms queris, hermano mo?murmur el fraile,levantando lentamente la cabeza.

    Compraros[29-2] este cuadro!

    Ese cuadro no se vende.

    Pues bien: decidme dnde encontrar a su autor....SuMajestad desear conocerlo, y yo necesito abrazarlo, felicitarlo...,demostrarle mi admiracin y mi cario....

    Todo eso es tambin irrealizable....Su autor no estya en el mundo.

    Ha muerto!exclam Rubens con desesperacin.

    El maestro deca bien! (pronunci uno de los jvenes.)Ese cuadro est pintado por un difunto....

    Ha muerto!... (repiti Rubens.) Y nadie lo ha conocido!Y se ha olvidado su nombre!Su nombre, quedebi ser inmortal![29-3] Su nombre, que hubiera eclipsado elmo!S; el mo..., padre.... (aadi el artista connoble orgullo.) Porque habis de saber[29-4] que yo soy Pedro PabloRubens!

    A este nombre, glorioso en todo el universo, y que ningnhombre consagrado a Dios desconoca ya, por ir unido[29-5] a ciencuadros msticos, verdaderas maravillas del arte, el rostro plidodel Prior se enrojeci sbitamente, y sus abatidos ojos se clavaronen el semblante del extranjero con tanta veneracincomo sorpresa.

    Ah! Me conocais! (exclam Rubens con infantil satisfaccin.)Me alegro en el alma! As seris menos fraileconmigo!Conque ... vamos![29-6] Me vendis el cuadro?

    Peds un imposible!respondi el Prior.Pues bien: sabis de alguna otra obra de ese malogradogenio? No podris recordar su nombre? Queris decirmecundo muri?

    Me habis comprendido mal.... (replic el fraile.)Oshe dicho que el autor de esa pintura no pertenece al mundo;pero esto no significa precisamente que haya muerto....

    Oh! Vive! vive! (exclamaron todos los pintores.)

    Haced que lo conozcamos!Para qu? El infeliz ha renunciado a todo lo de latierra! Nada tiene que ver con los hombres!... nada!...Ossuplico, por tanto, que lo dejis morir en paz.

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    Oh! (dijo Rubens con exaltacin.) Eso no puede ser,padre mo! Cuando Dios enciende en un alma[30-1] el fuego sagradodel genio, no es para que esa alma se consuma en la soledad,sino para que cumpla su misin sublime de iluminar el alma delos dems hombres. Nombradme el monasterio en que se ocultael grande artista,[30-2] y yo ir a buscarlo y lo devolver al siglo[30-3]

    Oh! Cunta gloria le espera!

    Pero ... y si la rehusa?pregunt el Prior tmidamente.Si la rehusa acudir al Papa, con cuya amistad me honro,y el Papa lo convencer mejor que yo.

    El Papa!exclam el Prior.

    S, padre; el Papa!repiti Rubens.

    Ved por lo que[30-4] no os dira el nombre de ese pintoraunque lo recordase! Ved por lo que no os dir a qu convento

    se ha refugiado!Pues bien, padre, el Rey y el Papa os obligarn decirlo!(respondi Rubens exasperado.)Yo me encargo de que assuceda.

    Oh! No lo haris! (exclam el fraile.)Harais muymal, seor Rubens!Llevaos[30-5] el cuadro si queris; pero dejadtranquilo al que descansa.Os hablo en nombre de Dios!S! Yo he conocido, yo he amado, yo he consolado, yo heredimido, yo he salvado de entre las olas de las pasiones y las desdichas,

    nufrago y agonizante, a ese grande hombre, como vosdecis, a ese infortunado y ciego mortal, como yo le llamo; olvidado[31-1]

    ayer de Dios y de s mismo, hoy cercano a la supremafelicidad!...La gloria!...Conocis alguna mayorque aqulla a que l aspira? Con qu derecho queris resucitaren su alma los fuegos fatuos de las vanidades de la tierra,cuando arde en su corazn la pira inextinguible de la caridad?Creisque ese hombre, antes de dejar el mundo, antes derenunciar a las riquezas, a la fama, al poder, a la juventud, alamor, a todo lo que desvanece a las criaturas, no habr sostenidoruda batalla con su corazn? No adivinis los desengaos y

    amarguras que lo llevaran[31-2] al conocimiento de la mentira delas cosas humanas?Y queris volverlo a la pelea cuando yaha triunfado?

    Pero eso es renunciar a la inmortalidad!grit Rubens.

    Eso es aspirar a ella!

    Y con qu derecho os interponis vos entre ese hombrey el mundo?Dejad que le hable, y l decidir!

    Lo hago con el derecho de un hermano mayor, de unmaestro, de un padre; que todo esto soy para l.... Lo hagoen el nombre de Dios, os vuelvo a decir!Respetadlo...,para bien de vuestra alma.

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    Y, as diciendo, el religioso cubri su cabeza con la capuchay se alej a lo largo del templo.[31-3]

    Vmonos[31-4] (dijo Rubens.) Yo s lo que me toca hacer.

    Maestro! (exclam uno de los discpulos, que durante laanterior conversacin haba estado mirando alternativamente allienzo y al religioso.) No creis, como yo, que ese viejo frailuco

    se parece muchsimo al joven que se muere en este cuadro?Calla![31-5] Pues es verdad!exclamaron todos.

    Restad las arrugas y las barbas, y sumad los treinta aosque manifiesta la pintura, y resultar que el maestro tenarazn cuando deca que ese religioso muerto era a un mismo tiemporetrato y obra de un religioso vivo.Ahora bien: Dios meconfunda si ese religioso vivo no es el Padre Prior!

    Entretanto Rubens, sombro, avergonzado y enternecido profundamente,

    vea alejarse al anciano, el cual lo salud cruzandolos brazos sobre el pecho poco antes de desaparecer.

    l era..., s!... (balbuce el artista.)Oh!...Vamonos.... (aadi volvindose a sus discpulos.) Esehombre tena razn! Su gloria vale ms que la ma! Dejmoslomorir en paz!

    Y dirigiendo una ltima mirada al lienzo que tanto le habasorprendido, sali del templo y se dirigi a Palacio,[32-1] donde lohonraban SS. MM. tenindole a la mesa.[32-2]

    Tres das despus volvi Rubens, enteramente solo, a aquellahumilde capilla, deseoso de contemplar de nuevo la maravillosapintura, y aun de hablar otra vez con su presunto autor.

    Pero el cuadro no estaba ya en su sitio.

    En cambio se encontr con que[32-3] en la nave principal del templohaba un atad en el suelo, rodeado de toda la comunidad,que salmodiaba el Oficio de difuntos....

    Acercse a mirar el rostro del muerto, y vi que era el PadrePrior. Gran pintor fu!... (dijo Rubens, luego que la sorpresay el dolor hubieron cedido lugar a otros sentimientos.)Ahoraes cuando ms se parece a su obra!

    Madrid, 1858.

    EL AFRANCESADO

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    En la pequea villa del Padrn, sita en territorio gallego,[33-1] yall por el ao[33-2] del 1808, venda sapos y culebras y agua llovediza,[33-3]

    a fuer de legtimo boticario, un tal GARCA[33-4] DE PAREDES,misntropo soltern, descendiente acaso, y sin acaso,[33-5] de aquelvarn[33-6] ilustre que mataba un toro de una puada.

    Era una fra y triste noche de otoo. El cielo estaba encapotado

    por densas nubes, y la total carencia de alumbrado terrestredejaba a las tinieblas campar por su respeto [33-7] en todas lascalles y plazas de la poblacin.

    A eso de las diez de aquella pavorosa noche, que las lgubrescircunstancias de la patria hacan mucho ms siniestra, desembocen la plaza que hoy se llamar[33-8]de la Constitucin un silenciosogrupo de sombras, aun ms negras que la obscuridad decielo y tierra, las cuales avanzaron hacia la botica de Garca deParedes, cerrada completamente desde las nimas,[33-9] o sea desdelas ocho y media en punto.

    Qu hacemos?[33-10]dijo una de las sombras en correctsimogallego.

    Nadie nos ha visto....observ otra.

    Derribar la puerta!propuso una mujer.

    Y matarlos!murmuraron hasta quince voces.

    Yo me encargo del boticario!exclam un chico.

    De se nos encargamos todos!

    Por judo![33-11]

    Porafrancesado!

    Dicen que hoy cenan con l ms de veinte franceses....

    Ya lo creo! Como saben que ah estn seguros, hanacudido en montn!

    Ah! Si fuera en mi casa! Tres alojados llevo echados[34-1]al pozo!

    Mi mujer degoll ayer a uno!...

    Y yo ... (dijo un fraile con voz de figle) he asfixiado ados capitanes, dejando carbn encendido en su celda, que antesera ma![34-2]

    Y ese infame boticario los protege!

    Qu expresivo estuvo ayer en paseo con esos vilesexcomulgados!

    Quin lo haba de esperar[34-3] de Garca de Paredes! Nohace un mes ue era el ms valiente, el ms atriota, el ms

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    realista del pueblo!

    Toma! Como que[34-4] venda en la botica retratos delprncipe Fernando![34-5]

    Y ahora los vende de Napolen!

    Antes nos excitaba a la defensa contra los invasores....

    Y desde que vinieron al Padrn se pas a ellos....

    Y esta noche da de cenar a todos los jefes!

    Od qu algazara traen![34-6] Pues no gritan viva elEmperador!

    Paciencia.... (murmur el fraile.) Todava es muytemprano.

    Dejmosles emborracharse.... (expuso una vieja.)Despus entramos[34-7]... y ni uno ha de quedar vivo!

    Pido que se haga cuartos[34-8] al boticario!

    Se le har ochavos,[34-9] si queris! Un afrancesado es msodioso que un francs. El francs atropella a un pueblo extrao:el afrancesado vende y deshonra a su patria. El francs cometeun asesinato: el afrancesado un parricidio!

    II

    Mientras ocurra la anterior escena en la puerta de la botica,Garca de Paredes y sus convidados corran la francachela[34-10] msalegre y desaforada que os podis figurar.

    Veinte eran, en efecto, los franceses que el boticario tena ala mesa, todos ellos jefes y oficiales.

    Garca de Paredes contara[35-1] cuarenta y cinco aos; eraalto y seco y ms amarillo que una momia; dijrase[35-2] que supiel estaba muerta haca mucho tiempo; llegbale la frente ala nuca, gracias a una calva limpia y reluciente, cuyo brillo tenaalgo de fosfrico; sus ojos, negros y apagados, hundidos en lasdescarnadas cuencas, se parecan a esas lagunas encerradasentre montaas, que slo ofrecen obscuridad, vrtigos y muerteal que las mira; lagunas que nada reflejan; que rugen sordamentealguna vez,[35-3] pero sin alterarse; que devoran todo lo quecae en su superficie; que nada devuelven; que nadie ha podidosondear; que no se alimentan de ningn ro, y cuyo fondobusca la imaginacin en los mares antpodas.

    La cena era abundante, el vino bueno, la conversacinalegre y animada.

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    Los franceses rean, juraban, blasfemaban, cantaban, fumaban,coman y beban a un mismo tiempo.

    Quin[35-4] haba contado los amores secretos de Napolen;quin la noche del 2 de Mayo[35-5] en Madrid; cul[35-6] la batalla delas Pirmides;[35-7] cul otro la ejecucin de Luis XVI.[35-8]

    Garca de Paredes beba, rea y charlaba como los dems, o

    quizs ms que ninguno;[35-9]

    y tan elocuente haba estado en favorde la causa imperial, que los soldados del Csar[35-10] lo habanabrazado, lo haban vitoreado, le haban improvisado himnos.

    Seores! (haba dicho el boticario): la guerra que oshacemos los espaoles es tan necia como inmotivada. Vosotros,hijos de la Revolucin, vens a sacar a Espaa[35-11] de su tradicionalabatimiento, a despreocuparla, a disipar las tinieblas religiosas,a mejorar sus anticuadas costumbres, a ensearnos esas utilsimase inconcusas verdades de que no hay Dios, de que no hayotra vida, de que la penitencia, el ayuno, la castidad y dems

    virtudes catlicas son quijotescas[35-12] locuras, impropias de un pueblocivilizado, y de que Napolen es el verdadero Mesas, elredentor de los pueblos, el amigo de la especie humana....Seores! Viva el Emperador cuanto yo deseo que viva!

    Bravo, vtor!exclamaron los hombres del 2 de Mayo.

    El boticario inclin la frente con indecible angustia.

    Pronto volvi a alzarla, tan firme y tan sereno como antes.

    Bebise un vaso de vino, y continu:

    Un abuelo mo, un Garca de Paredes, un brbaro, unSansn,[36-1] un Hrcules, un Miln de Crotona,[36-2] mat doscientosfranceses en un da.... Creo que fu en Italia. Ya veis queno era tan afrancesado como yo! Adiestrse en las lides contralos moros del reino de Granada; armle caballero el mismoRey Catlico,[36-3] y mont ms de una vez la guardia en el Quirinal,[36-4]

    siendo Papa nuestro to Alejandro Borja! [36-5] Eh, eh!No me hacais tan linajudo!Pues este DIEGO GARCA DEPAREDES, este ascendiente mo..., que ha tenido un descendiente

    boticario, tom a Cosenza y Manfredonia; entr porasalto en Cerinola, y pele como bueno[36-6] en la batalla de Pava![36-7]

    All hicimos prisionero a un rey de Francia, cuya espada haestado en Madrid cerca de tres siglos, hasta que nos la robhace tres meses ese hijo de un posadero que viene a vuestracabeza, y a quien llaman Murat! [36-8]

    Aqu hizo otra pausa el boticario. Algunos franceses demostraronquerer contestarle; pero l, levantndose, e imponiendoa todos silencio con su actitud, empu convulsivamente un

    vaso, y exclam con voz atronadora:Brindo, seores, porque maldito sea mi abuelo, que eraun animal, y porque se halle ahora mismo en los profundosinfiernos!Vivan los franceses de Francisco I[36-9] y de NapolenBonaparte!

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    Vivan!...respondieron los invasores, dndose porsatisfechos.

    Y todos apuraron su vaso.

    Oyse en esto[36-10] rumor en la calle, o, mejor dicho, a la puertade la botica.

    Habis odo?preguntaron los franceses.

    Garca de Paredes se sonri.

    Vendrn[37-1] a matarme!dijo.

    Quin?

    Los vecinos[37-2] del Padrn.

    Por qu?

    Porafrancesado!Hace algunas noches que rondan micasa....Pero qu nos importa?Continuemos nuestrafiesta.

    S ... continuemos! exclamaron los convidados.Estamos aqu para defenderos!

    Y chocando ya botellas contra botellas, que no[37-3] vasos contravasos.

    Viva Napolen! Muera Fernando! [37-4] Muera Galicia![37-5]gritarona una voz.

    Garca de Paredes esper a que[37-6] se acallase el brindis, ymurmur con acento lgubre:

    Celedonio!

    El mancebo[37-7] de la botica asom por una puertecilla su cabezaplida y demudada, sin atreverse a penetrar en aquella caverna.

    Celedonio, trae papel y tinterodijo tranquilamente elboticario.

    El mancebo volvi con recado de escribir.[37-8]

    Sintate! (continu su amo.)Ahora, escribe las cantidadesque yo te vaya diciendo. Divdelas en dos columnas.Encima de la columna de la derecha, pon: Deuda,[37-9] y encimade la otra: Crdito.

    Seor ... (balbuce el mancebo.)En la puerta hay

    una especie de motn.... Gritan muera el boticario!...Y quieren entrar!

    Cllate y djalos!Escribe lo que te he dicho.

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    Los franceses se rieron de admiracin al ver al farmacuticoocupado en ajustar cuentas cuando le rodeaban la muerte y la ruina.

    Celedonio alz la cabeza y enristr la pluma, esperando cantidadesque anotar.

    Vamos a ver, seores! (dijo entonces Garca de Paredes,dirigindose a sus comensales.)Se trata de resumir nuestra

    fiesta en un solo brindis. Empecemos por orden de colocacin.Vos,[38-1] Capitn, decidme: cuntos espaoles habris matado[38-2]

    desde que pasasteis los Pirineos?[38-3]

    Bravo! Magnfica idea!exclamaron los franceses.

    Yo.... (dijo el interrogado, trepndose en la silla yretorcindose el bigote con petulancia.) Yo ... habrmatado ... personalmente ... con mi espada ... ponedunos diez o doce!

    Once a la derecha![38-4]grit el boticario, dirigindose almancebo.

    El mancebo repiti, despus de escribir:

    Deuda ... once.

    Corriente! (prosigui el anfitrin.)Y vos?...Convos hablo, seor Julio....

    Yo ... seis.

    Y vos, mi Comandante?

    Yo ... veinte.

    Yo ... ocho.

    Yo catorce.

    Yo ... ninguno.

    Yo no s!...; he tirado a ciegas....respondacada cual, segn le llegaba su turno.

    Y el mancebo segua anotando cantidades a la derecha.

    Veamos ahora, Capitn! (continu Garca de Paredes.)Volvamosa empezar[38-5] por vos. Cuntos espaoles esperismatar en el resto de la guerra, suponiendo que dure todava...tres aos?

    Eh!... (respondi el Capitn.)Quin calcula[38-6] eso?

    Calculadlo...; os lo suplico....

    Poned otros once.

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    Once a la izquierda....dict Garca de Paredes.

    Y Celedonio repiti:

    Crdito, once.

    Y vos?interrog el farmacutico por el mismo orden[39-1]

    seguido anteriormente.

    Yo ... quince.

    Yo ... veinte.

    Yo ... ciento.

    Yo ... milrespondan los franceses.

    Ponlos todos a diez, Celedonio!... (murmur irnicamenteel boticario.)Ahora, suma por separado[39-2] las doscolumnas.

    El pobre joven, que haba anotado las cantidades con sudoresde muerte, vise obligado a hacer el resumen con los dedos,como las viejas. Tal era su terror.

    Al cabo de un rato de horrible silencio, exclam, dirigindosea su amo:

    Deuda..., 285.Crdito..., 200.

    Es decir ... (aadi Garca de Paredes), doscientos

    ochenta y cinco muertos, y doscientos sentenciados! Total,cuatrocientas ochenta y cinco vctimas!!!

    Y pronunci estas palabras con voz tan honda y sepulcral,que los franceses se miraron alarmados.

    En tanto, el boticario ajustaba una nueva cuenta.

    Somos unos hroes!exclam al terminarla.Noshemos bebido[39-3] setenta botellas, o sean[39-4]] ciento cinco libras ymedia de vino, que, repartidas entre veintiuno, pues todos hemos

    bebido con igual bizarra, dan cinco libras de lquido porcabeza.Repito que somos unos hroes!

    Crujieron en esto las tablas de la puerta de la botica, y elmancebo balbuce tambalendose:

    Ya entran!...

    Qu hora es?pregunt el boticario con sumatranquilidad.

    Las once. Pero no oye usted que entran?

    Djalos! Ya es hora.[40-1]

    Hora!... de qu?murmuraron los franceses, procurando

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    levantarse.

    Pero estaban tan ebrios, que no podan moverse de sus sillas.

    Que entren![40-2] Que entren!... (exclamaban, sin embargo,con voz vinosa, sacando los sables con mucha dificultady sin conseguir ponerse de pie.) Que entren esos canallas!Nosotros los recibiremos!

    En esto,[40-3] sonaba ya abajo, en la botica, el estrpito de losbotes y redomas que los vecinos[40-4] del Padrn hacan pedazos, yoase resonar en la escalera este grito unnime y terrible:

    Muera el afrancesado!

    III

    Levantse Garca de Paredes, como impulsado por un resorte,al or semejante clamor dentro de su casa, y apoyse en la mesapara no caer de nuevo sobre la silla. Tendi en torno suyouna mirada de inexplicable regocijo, dej ver en sus labios lainmortal sonrisa del triunfador, y as, transfigurado y hermoso,con el doble temblor de la muerte y del entusiasmo, pronuncilas siguientes palabras, entrecortadas y solemnes como las campanadasdel toque de agona:[40-5]

    Franceses!... Si cualquiera de vosotros, o todos juntos,

    hallarais ocasin propicia de vengar la muerte de doscientosochenta y cinco compatriotas y de salvar la vida a otros doscientosms; si sacrificando vuestra existencia pudieseis desenojarla indignada sombra de vuestros antepasados, castigar a losverdugos de doscientos ochenta y cinco hroes, y librar de lamuerte a doscientos compaeros, a doscientos hermanos,aumentando as las huestes del ejrcito patrio con doscientoscampeones de la independencia nacional, repararais ni[40-6] unmomento en vuestra miserable vida? Dudarais ni un puntoen abrazaros, como Sansn,[41-1] a la columna del templo, y morir,a precio de matar a los enemigos de Dios?

    Qu dice?se preguntaron los franceses.

    Seor..., los asesinos estn en la antesala!exclamCeledonio.

    Que entren!... (grit Garca de Paredes.)brelesla puerta de la sala.... Qu vengan todos ... a ver cmomuere el descendiente de un soldado de Pava![41-2]

    Los franceses, aterrados, estpidos, clavados en sus sillas porinsoportable letargo, creyendo que la muerte de que hablaba elespaol iba a entrar en aquel aposento en pos de los amotinados,hacan penosos esfuerzos por levantar los sables, que yacansobre la mesa; pero ni siquiera conseguan que sus flojos dedosasiesen las empuaduras: pareca que los hierros[41-3] estaban adheridos[41-4]

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    a la tabla por insuperable fuerza de atraccin.

    En esto inundaron la estancia ms de cincuenta hombres ymujeres, armados con palos, puales y pistolas, dando tremendosalaridos y lanzando fuego por los ojos.

    Mueran todos!exclamaron algunas mujeres, lanzndoselas primeras.

    Deteneos!grit Garca de Paredes con tal voz, contal actitud, con tal fisonoma, que, unido este grito a la inmovilidady silencio de los veinte franceses, impuso fro terror ala muchedumbre, la cual no se esperaba[41-5] aquel tranquilo ylgubre recibimiento.

    No tenis para qu[41-6] blandir los puales.... (continuel boticario con voz desfallecida.)He hecho ms que todosvosotros por la independencia de la Patria.... Me he fingidoafrancesado!... Y ya veis!... los veinte Jefes y Oficiales

    invasores ... los veinte!no los toquis[41-7]

    ...estnenvenenados!...

    Un grito simultneo de terror y admiracin sali del pechode los espaoles. Dieron stos un paso ms hacia los convidados,y hallaron que la mayor parte estaban ya muertos, con lacabeza cada hacia adelante, los brazos extendidos sobre lamesa, y la mano crispada en la empuadura de los sables. Losdems agonizaban silenciosamente.

    Viva Garca de Paredes!exclamaron entonces los espaoles,

    rodeando al hroe moribundo.Celedonio.... (murmur el farmacutico.)El opio seha concluido.... Manda por opio a la Corua[42-1]....

    Y cay de rodillas.

    Slo entonces comprendieron los vecinos del Padrn que elboticario estaba tambin envenenado.

    Vierais[42-2] entonces un cuadro tan sublime como espantoso.Varias

    mujeres, sentadas en el suelo, sostenan en sus faldas y ensus brazos al expirante patriota, siendo las primeras en colmarlode caricias y bendiciones, como antes fueron las primeras enpedir su muerte.Los hombres haban cogido todas las lucesde la mesa, y alumbraban arrodillados aquel grupo de patriotismoy caridad....Quedaban, finalmente, en la sombraveinte muertos o moribundos, de los cuales algunos iban desplomndosecontra el suelo con pavorosa pesantez.

    Y a cada suspiro de muerte que se oa, a cada francs quevena a tierra, una sonrisa gloriosa iluminaba la faz de Garca

    de Paredes, el cual de all a poco devolvi su espritu al cielo,bendecido por un Ministro del Seor y llorado de sus hermanosen la Patria.

    Madrid, 1856.

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    VIVA EL PAPA!

    I

    El tierno episodio que voy a referir es rigurosamente histrico,como los anteriores y como los siguientes; pero no ya slopor la materia, sino tambin por la forma.Vivo est quien locuenta, como suele decirse..., y entindase que quien lecuenta no soy yo; es un Capitn retirado que dej el servicioen 1814.

    Hoy no soy escritor; soy mero amanuense: no os pido, pues,

    admiracin ni indulgencia, sino que me creis a puo cerrado.

    [43-1]

    Para invencin, el asunto es de poca monta; y luego pertenecea un gnero en que yo no me tomara el trabajo de inventarnada....

    Presumo de liberal,[43-2] y un pobre Capitn retirado me ha conmovidoprofundamente contndome los sinsabores ... polticosde un Papa muy absolutista....

    Mi objeto es conmoveros hoy a vosotros con su mismarelacin, a fin de que el nmero de los derrotados cohonestemi derrota.

    Habla mi Capitn.

    II

    Uno de los ms calurosos das del mes de Julio de 1809, y

    cuidado que[43-3]

    aquel dichoso ao hizo calor! a eso de las diezde la maana, entrbamos en Montelimart, villa o ciudad delDelfinado,[43-4] que lo que sea no lo s,[43-5] ni lo he sabidonunca, y maldita la falta[44-1] que me haca saber que existatal Francia en el mundo....

    Ah! Conque era en Francia?...

    Pues hombre![44-2] Me gusta! Dnde est el Delfinadosino en Francia?Y no crean ustedes que ah, en la frontera...,sino muy tierra adentro,[44-3] ms cerca del Piamonte[44-4] que de

    Espaa....

    Siga V...., Capitn! Los nios ... que aprendan[44-5]

    en la escuela....Y t, a ver si[44-6] te callas, Eduardito!

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    Pues como digo, entrbamos en Montelimart, ahogadosde calor y polvo, y rendidos[44-7] de caminar a pie durante tres semanas,veintisiete[44-8] oficiales espaoles que habamos cado prisionerosen Gerona[44-9].... Mas no creis[44-10] que en la capitulacinde la plaza, sino en una salida que hicimos pocos das antes, afin de estorbar unas obras en el campamento francs.... Peroesto no hace al caso. Ello es[44-11] que nos atraparon y nos llevarona Perpin,[44-12] desde donde nos destinaron a Dijon[44-13].... Y

    ah tienen Vds. el por qu[44-14]] de lo que voy a referir.

    Pues, seor, como uno se acostumbra a todo, y el Emperadornos pasaba[44-15]diez reales diarios durante el viajeque bamoshaciendo a jornadas militares de tres o cuatro leguas,y nadienos custodiaba, porque cada uno de nosotros haba respondidocon su cabeza de que no desertaran los dems, y veintisieteespaoles juntos no se han aburrido nunca, suceda que, sin embargodel[44-16] calor, de la fatiga y de no saber ni una palabra defrancs, pasbamos muchos ratos divertidos,[44-17] sobre todo desdelas once de la maana hasta las siete de la tarde, horas que permanecamosen las poblaciones del trnsito; pues las jornadaslas hacamos de noche con la fresca.... A ver, Antonio,encindeme esta pipa.

    Montelimart....Bonito pueblo!...El caf est enuna calle cerca de la Plaza, y en l entramos a refrescarnos, esdecir, a evitar el sol ... (pues los bolsillos no se prestaban agolleras), en tanto que[44-18] tres de nuestros compaerosiban a ver al Prefecto[45-1] para que nos diese las boletas dealojamiento,[45-2] que en Francia se llaman mandat....

    No s si el caf estar todava como entonces estaba. Hanpasado cuarenta[45-2] y cuatro aos! Recuerdo que a la izquierdata[45-3]

    de la puerta haba una ventana de reja,[45-] con cristales, y delanteuna mesa a la cual nos sentamos algunos de los oficiales, entreellos C...., que ha sido diputado a Cortes[45-5] por Almera [45-6] ymuri el ao pasado....Ya veis que esto es cosa que puedepreguntarse.[45-7]

    Pues no dice V. que ha muerto?

    Hombre! Supongo que C. ... se lo habr contado[45-8] asu familiarespondi el Capitn, escarbando la pipa con laua.

    Tiene V. razn, Capitn!Siga V....; el que no locrea, que [45-9] lo busque.

    Bien hablado, hijo mo!Pues, como bamos diciendo,sentados estbamos a la mesa del caf, cuando vimos corrermucha gente por la calle, y omos una gritera espantosa....Pero como la gritera era en francs, no la entendimos.

    Le Pape![45-10] Le Pape! Le Pape!...decan los muchachosy las mujeres, levantando las manos al cielo, en tantoque todos los balcones se abran y llenaban de gente, y losmozos del caf y algunos gabachos que jugaban al billar se lanzaban

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    a la calle con un palmo de boca abierta,[45-11] como si oyerandecir que el sol se haba parado.

    Pues parado est, pap abuelo![45-12]

    Cllese V. cuando hablan los mayores! A ver[45-13]... eldeslenguado!

    No haga V. caso, Capitn.... Estos nios deahora!...

    Toma[45-14].... Y si est parado[45-15]!...murmur elmuchacho entre dientes.

    Le Pape! Le Pape!Qu significa esto?nos preguntamostodos los oficiales.

    Y cogiendo a uno de los mozos del caf, le dimos a entendernuestra curiosidad.

    El mozo tom dos llaves; traz con las manos una especiede morrin sobre su cabeza; se sent en una silla, y dijo:

    Le Pontife![46-1]

    Ah!... (dijo C....que era el ms avisado denosotros.Por eso fu luego diputado a Cortes!)ElPontfice! El Papa!

    Oui, monsieur. Le Pape! Pie sept.[46-2]

    Po VII[46-3]!... El Papa!... (exclamamos nosotros,sin atrevernos a creer lo que oamos.) Qu hace elPapa en Francia? Pues no est el Papa en Roma? Viajanlos Papas? El Papa en Montelimart?

    No extrais nuestro asombro, hijos mos.... En aquelentonces[46-4] todas las cosas tenan ms prestigio que hoy.Nose viajaba tan fcilmente, ni se publicaban tantos peridicos.Yocreo que en toda Espaa no haba ms que uno, tamaocomo un recibo de contribucin.[46-5]El Papa era para nosotros

    un sr[46-6] sobrenatural..., no un hombre de carne y hueso....Entoda la tierra no haba ms que un Papa!... Y enaquel tiempo era la tierra mucho ms grande que hoy.... Latierra era el mundo..., y un mundo lleno de misterios, deregiones desconocidas, de continentes ignorados!Adems,aun sonaban en nuestros odos aquellas palabras de nuestramadre y de nuestros maestros: El Papa es el Vicario deJesucristo; su representante en la tierra; una autoridadinfalible, y lo que desatare o atare aqu, remanecer atado odesatado en el cielo....

    Creo haberme explicado.Creo que habris comprendidotodo el respeto, toda la veneracin, todo el susto que experimentaramosaquellos pobres espaoles del siglo pasado, al ordecir que el Sumo Pontfice estaba en un villorrio de Francia yque bamos a verle!

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    Efectivamente: no bien salimos del caf, percibimos all,en la Plaza (que como os he dicho estaba cerca), una empolvadasilla de posta, parada delante de una casa de vulgarapariencia y custodiada por dos gendarmes de caballera,cuyos desnudos sables brillaban que era un contento [47-1] ....

    Ms de quinientas personas haba alrededor del carruaje,que examinaban con viva curiosidad, sin que se opusiesen a

    ello los gendarmes, quienes, en cambio,[47-2] no permitan al pblicoacercarse a la puerta de aquella casa, donde se habaapeado Po VII mientras mudaban el tiro de caballos....

    Y qu casa era aqulla, abuelito? La del Alcalde?

    No, hijo mo.Era el Parador de diligencias.

    A nosotros, como a militares que ramos, nos tuvieron unpoco ms de consideracin los gendarmes, y nos permitieronarrimarnos a la puerta.... Pero no as pasar el umbral.

    De cualquier modo, pudimos ver perfectamente el siguientegrupo, que ocupaba uno de los ngulos de aquel portal uoficina.

    Dos ancianos..., qu digo? dos viejos decrpitos, cubiertosde sudor y de polvo, rendidos de fatiga, ahogados decalor, respirando apenas, beban agua en un vaso de vidrio,que el uno pas al otro despus de mediarlo. Estaban sentadosen sillas viejas de enea. Sus trajes talares, blanco el uno,y el otro de color de prpura, hallbanse tan sucios y ajados

    por resultas de aquella larga caminata, que ms parecan humildesropones de peregrinos, que ostentosos hbitos de prncipesde la Iglesia....

    Ningn distintivo poda revelarnos cul era Po VII (puesnada entendamos nosotros de trajes cardenalicios ni pontificales),pero todos dijimos a un tiempo:

    Es el ms alto! El de las blancas vestiduras!

    Y sabis por qu lo dijimos? Porque su compaero lloraba

    y l no; porque su tranquilidad revelaba que l era mrtir;porque su humildad denotaba que l era el Rey.

    En cuanto a su figura, me parece estarla viendo todava.Imaginaos un hombre de ms de setenta aos, enjuto de carnes,de elevada talla y algo encorvado por la edad. Su rostro, surcadode pocas pero muy hondas arrugas, revelaba la msaustera energa, dulcificada por unos labios bondadosos queparecan manar persuasin y consuelo. Su grave nariz, susojos de paz, marchitos por los aos, y algunos cabellos tanblancos como la nieve, infundan juntamente reverencia y confianza.

    Slo contemplando la cara de mi buen padre y la dealgunos santos de mi devocin, haba yo experimentado hastaentonces una emocin por aquel estilo.

    El sacerdote que acompaaba a Su Santidad era tambin muy

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    viejo, y en su semblante, contrado por el dolor y la indignacin,se descubra al hombre de pensamientos profundos y de accinrpida y decidida. Ms pareca un general que un apstol.

    Pero era cierto lo que veamos? El Pontfice preso, caminandoen el rigor del esto, con todo el ardor del sol, entredos groseros gendarmes, sin ms comitiva que un sacerdote,sin otro hospedaje que el portal de una casa de postas, sin otra

    almohada que una silla de madera?En tan extraordinario caso, en tan descomunal atropello, entan terrible drama, slo poda mediar un hombre ms extraordinario,ms descomunal, ms terrible que cuanto veamos[48-1]....Elnombre de NAPOLEN circul por nuestros labios.Napolen nos tena tambin a nosotros en el interior deFrancia! Napolen haba revuelto el Oriente,[48-2] encendido enguerra nuestra patria, derribado todos los tronos de Europa!ldeba de ser quien arrancaba al Papa de la Silla de SanPedro[48-3] y lo paseaba as por el Imperio francs, como el pueblo

    judo pase al Redentor por las calles de la ciudad deicida!

    Pero cul era la suerte del beatsimo prisionero? Quhaba ocurrido en Roma? Haba una nueva religin en elMedioda de Europa? Era papa Napolen?

    Nada sabamos..., y, si he de deciros[48-4] la verdad, por loque a m hace,[48-5] todava no he tenido tiempo de averiguarlo....

    Yo se lo dir a V., por va de parntesis, en muy pocaspalabras, Capitn.Esto completar la historia de V., y dar

    toda su importancia a ese peregrino relato.

    III

    El da 17 de Mayo de ese mismo ao de 1809 di Napolenun decreto, por el que[49-1] reuni al Imperio francs los Estadospontificios, declarando a Roma[49-2]ciudad imperial libre.

    El pueblo romano no se atrevi a protestar contra esta medida;pero el Papa la resisti pasivamente desde su palaciodel Quirinal,[49-3] donde aun contaba con algunas autoridades y suguardia de suizos.

    Sucedi entonces que unos pescadores del Tiber cogieronun esturin y quisieron regalrselo al Sucesor de San Pedro.Los franceses aprovecharon esta ocasin para dar el ltimopaso contra la autoridad de Po VII; gritaron: al arma!;el can de Sant-Angelo[49-4] pregon la extincin del gobiernotemporal de los Papas, y la bandera tricolor[49-5] onde sobre el

    Vaticano.

    El Secretario de Estado, cardenal Pacca (que sin duda erael sacerdote que V. encontr con Po VII), corri al lado deSu Santidad; y, al verse los dos ancianos, exclamaron: Consummatum

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    est![49-6]

    En efecto: mientras el Papa lanzaba su ltima excomunincontra los invasores, stos penetraban en el Quirinal, derribandolas puertas a hachazos.[49-7]

    En la Sala de las Santificaciones[49-8] encontraron a cuarentasuizos, resto del poder del ex Rey de Roma,[49-9] quienes los dejaron

    pasar adelante por haber recibido orden de no oponerresistencia alguna.

    El general Radet, jefe de los demoledores, encontr al Papaen la Sala de las Audiencias ordinarias, rodeado de los cardenalesPacca y Despuig y de algunos empleados de Secretara.

    Po VII vesta roquete y muceta;[50-1] haba dejado su lechopara recibir al enemigo, y daba muestras de una tranquilidadasombrosa.

    Era media noche. Radet, profundamente conmovido, nose atreve a hablar. Al fin intima al Sumo Pontfice que renuncieal gobierno temporal de los Estados romanos.[50-2] El Papacontesta que no le es posible hacerlo, porque no son suyos,sino de la Iglesia, cuyo administrador lo hizo la voluntad delCielo.... Y el general Radet le replica mostrndole la ordende llevarlo prisionero a Francia.

    Al amanecer del siguiente da sala Po VII de su palacioentre esbirros y gendarmes, saltando sobre los escombros delas puertas, sin ms comitiva que el cardenal Pacca, ni ms

    restos de su grandeza mundanal que unpapetto, monedaequivalente a cuatro reales de velln,[50-3] que llevaba en elbolsillo.

    En las afueras de la puerta del Popolo[50-4] lo esperaba una sillade posta, a la cual le hicieron subir, y despus de esto cerraronlas portezuelas con una llave, que Radet entreg a un gendarmede caballera.

    Las persianas del lado derecho, en que se sent el Papa,estaban clavadas, a fin de que no pudiese ser visto....

    IV

    En esa silla lo encontr yo!...Ven ustedes cmono miento?

    Hace V. bien en interrumpirme, Capitn; porque yo he

    terminado, y el resto queremos orlo de labios de V....Pues voy all,[50-5] seores mos.

    bamos diciendo que Po VII y el cardenal Pacca (muchome alegro de haber llegado a saber su nombre!) estaban sentados

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    en el portal de la casa de postas; que el pueblo se habaagrupado en la calle; que los gendarmes le impedan el paso,y que nosotros los espaoles conseguimos acercarnos tanto a lapuerta, que veamos perfectamente a los dos augustossacerdotes.

    Po VII fij casualmente la vista en nosotros, y sin dudaconoci, por nuestros raros y destrozados uniformes, que tambin

    ramos extranjeros y cautivos de Napolen.... Ellofu[51-1] que, despus de decir algunas palabras al Cardenal, claven nosotros una larga y expresiva mirada.

    En esto son all cerca un fandango, divinamente tocado ycantado por los tres compaeros nuestros, que volvan ya conlas boletas para alojarnos....

    Creo haberos dicho que habamos comprado dos guitarrasantes de abandonar a Catalua;[51-2] y si se me ha olvidado[51-3] decroslo,os lo digo ahora.

    Al or aquel toque y la copla que le sigui, el Papa levantotra vez la cabeza, y nos mir con mayor inters y ternura.

    El italiano, el msico, haba reconocido el canto.

    Ya saba que ramos espaoles!

    Ser espaol, significaba en aquel tiempo mucho ms queahora. Significaba ser vencedor del Capitn del siglo; ser soldadode Bailn y Zaragoza;[51-4] ser defensor de la historia, de la

    tradicin, de la fe antigua; mantenedor de la independenciade las naciones; paladn[51-5] de Cristo; cruzado[51-6] de la libertad.En esto ltimo nos engabamos.... Pero cmo hade ser!Quin haba de adivinar entonces, al defender aD. Fernando VII[51-7] contra los franceses, que l mismo los llamaraal cabo de catorce aos y los traera a Espaa en contra nuestra,[51-8]

    como sucedi en 1823?...En fin; no quiero hablar...,pues hay cosas que todava me encienden la sangre!

    El caso fu, volviendo a mi relato, que el rostro del Papase cubri de santo rubor al considerar nuestra desventura y

    recordar el herosmo de que Espaa estaba dando muestras almundo..., y que el ms puro entusiasmo chispe en susamantsimos ojos....Pareca que aquellos ojos nos besaban!

    Nosotros, por nuestra parte, comprendiendo toda la predileccinque nos demostraba en aquel momento el Sumo Pontfice,procurbamos expresarle con la mirada, con el gesto, conla actitud, nuestra veneracin y piedad, as como el dolor y laindignacin que sentamos al verlo preso y ultrajado por susmalos hijos....Casi instintivamente nos quitamos los morriones(cosa que choc mucho a los franceses, los cuales seguancon sus gorros[52-1] encasquetados), y nos llevamos la mano derechaal corazn como quien hace[52-2] protestacin de su fe.

    El Papa levant los ojos al cielo y se puso a rezar.Sabaque una bendicin de su mano poda atraer sobre nosotros la

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    clera del pueblo impo que nos rodeaba, como nosotros sabamosque un grito de viva el Papa!poda empeorar la situacindel beatsimo prisionero!Mostrbanse tan orgullososlos franceses que nos rodeaban al ver aquel supremo triunfo dela Revolucin sobre la autoridad!... Crean tan grande ala Francia en aquel momento!