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La revista El Búho está de luto. Su fundador emprendió el vuelo sin retorno. Como legado nos dejó su estupenda literatura. El mejor homenaje que podemos brindarle es leer y promover sus obras excepcionales.

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La revista El Búho está de luto. Su fundador emprendió el vuelo sin retorno. Como legado nos dejó su estupenda literatura. El mejor homenaje que podemos brindarle es leer y promover sus obras excepcionales.

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El Búho. Año 17. octuBrE 2016. NúmEro 187 Es uNA puBlicAcióN mENsuAl. puBlicAdo por mAríA dEl rosArio cAsco moNtoyA. cAllE yácAtAs 242. col. NArvArtE. cp. 03020, dElEgAcióN BENito JuárEz. tEléfoNo y fAx: 56395910 y 56393266. cElu-lAr: 04455 20959228. www.rEvistAElBuho.com. [email protected]. EditorA rEspoNsABlE: mAríA dEl rosArio cAsco moN-toyA. rEsErvA dE dErEchos Al uso Exclusivo: 04-2013-050811215600-203. fEchA dE lA últimA modificAcióN, 30 dE ABril dE 2014.

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Ángel Mauro RodríguezNació en San Juan Teotihuacan, Estado de México, el 21 de noviembre de 1931. Desde muy temprano, el dibujo ocupó un lugar impor-tante en sus actividades. En uno de sus viajes a Teotihuacan, el pintor e ilustrador cubano, Tony Ximénez que radicaba en México, D. F., descu-bre su sorprendente habilidad y lo convierte en su ayudante. Más tarde conoce al general y pintor Ignacio Beteta, de quien aprende el misterio de la acuarela y pronto lo supera. Al fin decide mudarse definitivamente a la ciudad de México y en 1960 ingresa a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” bajo la guía de Raúl Anguiano y Santos Balmori. También incursiona en el diseño de cartel plás-tico y participa en gran número de concursos en los que resulta premiado, en uno de ellos con una beca que decide aceptar en 1989 y viaja a Polonia para una práctica en la facultad de Gráfica de la Academia de Bellas Artes de Varsovia. Desde esa ciudad le envía a su amigo Luis de la Torre dibujos que publicaría René Avilés Fabila en la sección cultural El Búho de Excélsior, y al regresar a México ilustra textos para ese mismo suplemento, destacando sus retratos de personalidades. Fue socio funda-dor del Museo de la Acuarela en la Ciudad de México. A lo largo de su carrera, Ángel Mauro exploró nuevas posibilidades en la técnica que manejó con singular maestría y que le ha convertido en un acuarelista diferente. Una paleta austera, restringida a dos o tres colores –muchas veces monocromática– y un contraste aún más acentuado de luz y sombra, son los recursos que lo condujeron a la transformación de un arte más vigoroso que constituye el sello de su inconfundible estilo expresionista. El 5 de junio de 2008 fallece en la ciudad de México, a la edad de 77 años.

AVISOLa revista El Búho continuará su vuelo, como le hubiera gustado a su creador:René Avilés Fabila

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René Avilés Fabila Óscar de la Borbolla l 4

De nuestra portadaEscribir novela negra Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz l 6Decálogo de la tolerancia Héctor Ceballos Garibay l 12Bob Dylan y el Premio Nobel Benjamín Torres Uballe l 14

ConfabularioEl último camino Cornelia Păun Heinzel l16Instantáneas de la ciudad Miguel Ángel Tenorio l 25Poemas Miroslava Ramírez l 29

Letras, libros y revistasEl polémico retorno de Leonardo Márquez a México (1895) David Figueroa l 33La nueva gran literatura mexicana José Miguel Naranjo Ramírez l 36Mesita de noche Patricia Zama l47

Arca de NoéEl plenilunio más grande de 2016 Francisco Carranza Romero l 53Lo que falta es tener confianza en nosotros mismos Dalia María Teresa De León Adams l 56Los trancos de Bracho Carlos Bracho l 58La culta polaca Por Supuesto l 61NADERÍAS El Abuelo Mario Náder l 67

ApantalladosTragedia Griega Francisco Turón l69

Homenaje a René Avilés Fabila(Pagínas centrales)René Avilés Fabila: maestro de la brevedad por Fernando Valls IBuen viaje René por Martha Chapa IIILa cordial muerte de René Avilés Fabila por Héctor Anaya VILa ciudad y el generoso amor de René Avilés por Hugo Enrique Sáez A. IXPara René Avilés Fabila por Rosa Martha Jasso XVII

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...René Avilés Fabila

� El Búho

Querido René:

Tú sabes… tú supiste que muchas veces me senté, como ahora, a escribir por ti o para ti, pues presenté una

docena de tus libros y cuando recibiste la Medalla de Bellas Artes estuve ahí contigo elogiando tu vida y

tu obra. Tú sabes, René, que me sobran temas y motivos para hablar de ti. Sin embargo, lo que no sabes,

y ya no lo sabrás nunca -y esto es lo que me deja mudo- es que ahora, a unos días de tu muerte, no tengo nada

que decir de ti. Si escribiera en papel y tú pudieras verme descubrirías a mi lado un montón de hojas arrugadas

con tu nombre como título y unas palabras que no iban, que no fueron a ninguna parte. Pero hace mucho que no

René Avilés Fabila y Osacar de la Borbolla

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escribo en papel, sino en esta pantalla en la que he borrado

y borrado párrafos.

¿A dónde se habrán ido esos otros comienzos de esta

carta, esos párrafos que me parecieron impropios, sentimen-

tales, impertinentes? Me imagino, René, que igual que tú se

han ido a ninguna parte, que igual que tú han desaparecido.

Y me pregunto: ¿si esos párrafos que borré y que están en

ninguna parte te han llegado, puesto que tú

también estás en ningún lado?

Y es que ahí, en lo borrado, sí tenía mucho

que decir de ti y, sobre todo, algo que ya no

pude decirte, y que era algo muy

importante que tenía que decirte, que tendría

que habértelo dicho para que no te enteraras

por los periódicos o por terceros, sino por la

voz de un amigo, René, porque éramos ami-

gos, y el domingo, precisamente, a la hora

en la que tú morías, yo me resolví a llamarte

por teléfono. Te quería invitar a comer para

contarte que había abogado por ti, para que

tú fueras… Porque estaba y estoy convencido

de tus méritos; pero que no había podido con-

vencer a la mayoría.

Pero hoy, ¿qué caso tiene aquello que se

relacionaba con tu vida?, ¿qué caso tiene si

cada palabra que voy agregando a este texto

te convierte en un personaje, en mi personaje.

La persona real que fuiste ha desaparecido y

las palabras que se digan de ti, en vez de pre-

sentarte, te representan te sustituyen: termina

de enterrarte.

Qué bueno que he borrado tantos párrafos, tantos co-

mienzos, todo lo que mandé a la nada para alcanzarte.

Acá quedan tus libros que no son tú, porque ellos son y

tú no. Y quedan estas palabras que no son para ti, porque las

que eran para ti las he borrado para dártelas.

Óscar de la Borbolla@oscardelaborbol

Teódulo Rómulo

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� El Búho

Margarita Cardeña

Manu de OrdOñana, ana MerinO y ane MayOz

Estas tres palabras contenidas en el título del libro desvelan

su interior. Se dan consejos sobre la escritura de la novela

en general y sobre la novela negra, en particular. Se analizan

varias novelas para mostrar todos los recursos que ayudarán al futuro

novelista. El autor del mismo es el fecundo escritor británico H.R.F.

Keating (1926-2011). Es quien, tras crear un gran número de clásicas

novelas de detectives, publicó varios ensayos

relacionados. Además fue presidente de la

Crime Writers’ Association entre 1970 y 1971

y presidente del Detection Club entre 1985 y

2000.

Keating insiste en que una novela ne-

gra tiene como finalidad el entretenimiento y

como tema principal el asesinato en todas sus

variantes. Es además una ficción que antepone

siempre el lector al escritor; hay un pacto invi-

sible con él, un pacto con el que se trata de no

engañarle, de jugar limpio. En ese pacto está

el que dentro de los posibles sospechosos se

esconda el asesino. Este tipo de novelas resul-

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tan atrayentes porque tanto el crimen como el mal

existen. El mal es lo que más fascina al ser humano,

se manifiesta en nuestra propia naturaleza o surge en

las relaciones entre los seres humanos.

Nunca hay que olvidar que la novela negra es ante

todo una historia. Por esto convendría encontrar un

argumento que surja de algo sobre lo que realmente

se quisiera escribir: un tipo determinado de perso-

na, una situación conocida… Resalta que una buena

novela detectivesca surgirá cuando el rompecabezas

se solucione y a su vez revele lo que la novela debía

comunicar.

Desde que la historia detectivesca alcanzó su cé-

nit entre 1920 y 1940, se han ido introduciendo con-

tinuos cambios y tendencias. Se intenta clasificar,

puntualizar los distintos tipos pero si la distinción

teórica es clara, en la práctica la línea divisoria se en-

cuentra muchas veces borrosa. Aún así se mencionan

algunas variantes.

Surgió la llamada “historia invertida” que comien-

za cuando al asesino se le ve cometiendo el crimen y,

al final, es descubierto pese a la aparente perfección

de su método. Luego el howdunit o cómo-lo-hizo,

donde se sabe quién es e interesa demostrar cómo ha

podido cometer semejante crimen. El whydunit, por-

qué-lo-hizo, donde importa por qué esa persona es

capaz de llevar a cabo el asesinato.

Más adelante y en oposición a la primigenia his-

toria detectivesca apareció la novela detectivesca,

que es la que tiene un tema, la que trata de algo.

Cuanto más interesante sea el asesinado, mejor pue-

de ser el libro; la víctima debería ejemplificar, de

algún modo, el tema principal. “Perso-nalmente, con

esta denominación, me refiero a una obra en la que

el factor rompecabezas se reduce, los personajes

son mucho más vívidos y reales que los que se necesi-

taban para la historia detectivesca y sus caracte-

rísticas y comportamientos son tratados con mucho

más peso. Después aparecerá la novela criminal, es

decir, la novela detectivesca desarrollada que otorga

todavía un mayor énfasis a los personajes, y, sobre

todo, y especialmente, a su medio, a todo aquello que

los rodea. Pese a seguir manteniendo el crimen como

uno de sus elementos esenciales y estando también

concebidas como entretenimiento, este tipo de nove-

las no considerarán el elemento rompecabezas como

un factor principal.

Es más fácil reconocerla que definirla. Se trata de

la novela de suspense. Aunque se asemeja bastante

al thriller, éste está pensado para estremecer; frente

a aquélla donde predomina la noción de suspense

a lo largo de toda la novela. Las novelas de Patricia

Highsmith contienen un estilo diferente de suspense,

puesto que toma casos extremos. Ella misma reco-

noce que lo que enciende su imaginación es siempre

toda esa gente que es capaz de traspasar los límites.

Y es que ella ha elogiado a los criminales, a quienes

considera “gente activa, de espíritu libre y que no se

arrodilla ante nadie.”

Existe también la novela de fondo histórico. Aquí

tendrán relación el lugar, la comunidad o el modo de

vida particular donde se va a producir un determina-

de nuestra portada

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� El Búho

do crimen. El autor de este libro tuvo dificultad a la

hora de vender sus primeras novelas criminales a las

editoriales puesto que las calificaban de “demasiado

británicas”. Por eso, alejó la historia de su entorno, la

alejó tanto que decidió situarla en la India, a pesar de

que él nunca había estado allí. “La India es un lugar

en el que las cosas no llegan a ser nunca perfectas.

No poder ser perfecto junto con intentar ser lo más

perfecto posible era uno de los grandes problemas del

ser humano que también encendía mi imaginación.”

Así apareció en 1964 The Perfect Murder, su primer

libro publicado en América y con el que logró entrar

a ese mercado.

Si se echa la vista atrás, hay que mencionar a Ed-

gar Allan Poe, quien fue el iniciador de todo el gé-

nero detectivesco. Con sus historias aportó muchas

de las características esenciales del género. Creó la

figura del ayudante (de Watson por ejemplo de Sher-

lock Holmes), que en realidad no es algo imprescin-

dible. Pero sí que lo son muchos otros elementos

como los que menciona P.D. James al describir la

historia detectivesca como un relato en el que siem-

pre hay una misteriosa muerte; también un círculo

cerrado de sospechosos, quienes deben tener una

razón creíble para cometer el asesinato y un detective

que será el personaje central que resolverá el misterio

mediante una lógica deductiva.

En cuanto al detective, la figura del detective se

ha convertido en el gran detective gracias a perso-

najes como Miss Marple de Agatha Christie, Auguste

Dupin de Poe, Sherlock Holmes creado por Conan

Doyle… Todos ellos se caracterizan por ser investi-

gadores dotados de poderes que van más allá de los

de cualquier otro mortal. Intentan conocer hasta el

más mínimo detalle de la vida de los sospechosos,

se introducen en la mente de otras personas, unen

lo intuitivo con lo racional… No se pueden dejar de

lado estos monstruos a la hora de inventar esta figura

y sobre todo es bueno tener presente que deberá ser

él quien lo averigüe todo. El autor opina que el detec-

tive que se vaya a crear puede ser como su inspector

Gothe, quien, aparentemente, está muy lejos de ser

un héroe, pero cuya actuación sí que resulta creíble,

que es lo que debe importar. Añade que se debe tener

mucho cuidado si se elige al tipo que no se parece

en nada a uno mismo, porque costará reflejar sus

intuiciones y pensamientos con naturalidad. Ágatha

Christie en su Autobiografía cuenta cómo cuando es-

taba creando a Poirot, jugó con la idea de hacer de su

detective casi un colegial. Lo veía atractivo, novedoso

y pícaro. Pero astutamente se dio cuenta de que sería

mucho más difícil ver a través de unas lentes juve-

niles que a través de unas de origen belga.

Hay que dedicarle tiempo al personaje principal,

que sea diferente a los demás, por eso viene bien

caracterizarlo con un rasgo marcado y definitorio.

Incluso la primera vez que se describa, ese rasgo se

puede exagerar para que quede su imagen fija en la

mente del lector; así más adelante bastará con men-

cionarlo. Éste es un pequeño truco que Keating apren-

dió leyendo un voluminoso estudio sobre el gran

Joseph Conrad.

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El gran éxito de la compleja historia criminal

acabó produciendo en California las potentes historias

del investigador privado, el héroe desde cuyos ojos

vemos la historia. Este personaje es una persona de

acción, investiga personalmente. En realidad, es una

vuelta a los caballeros andantes, de ahí que Chandler

coja el nombre de Malory por el autor de La muerte de

Arturo o Robert Parker llame a su héroe Spenser por el

poeta de The Fairy Queen. Estas historias,

según uno de sus mayores exponentes,

Raymond Chandler “devolvieron de nuevo

el ase-sinato a esa clase de gente que lo

comete por alguna razón y no sólo para

tener un cadáver”. El germen de este tipo

de relatos está en las revistas baratas

americanas de los años veinte o treinta

(pulps). Posteriormente hay que decir que

el género cruzó con éxito el Atlántico pese

a ser americano en su origen.

Las pistas forman parte del juego

que mantienen escritor y lector. Doro-

thy L. Sayers afirmó que cualquier tonto

puede mentir, pero que el escritor de

novelas detectivescas inteligente sabrá

contar la verdad de tal manera que sean

los mismos lectores quienes acaben en-

gañándose a sí mismos. Según Keating

la mejor manera de engañar a los lecto-

res es poniéndoles delante la pista que

les va a llevar a la solución, parecerá que

esa pista está para todo excepto para

que la vean. Mejor si la pista está frente al lector,

expuesta de un modo arriesgado y audaz, desafián-

dolo a descubrirla. Y en estos casos, sobre todo, es

cuando hay que cerciorarse de que un detalle nos

puede dar mucho juego: el carácter del personaje.

Puede reflejar el tema del libro, puede ser un elemen-

to que adelante la acción de la historia… y sería fan-

tástico si pudiera hacer todo esto a la vez.

Aída Emart

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10 El BúhoÁngel Boligán

En cualquier historia novelesca aparecerán dos

elementos imprescindibles: por un lado, la trama,

esto es, el asesinato y cómo ocurrió y, por otro, la

historia, lo que tiene lugar de una forma concatena-

da. A la hora de contarla, entra en escena la forma.

En este tipo de novelas la forma debe ser concreta y

determinada. Se parte del asesinato, se va ampliando

con la aparición de varios sospechosos y casi en el

último momento se comprime y acaba de nuevo en

el tema central, es decir, el asesinato. Éste es un es-

quema principal que puede ampliarse añadiendo otro

asesinato hacia el final. Un gran secreto de Keating

es: “…si escribes, piensa a quién le estás hablando, y

después cuéntale lo que quiere oír”.

En el momento de crear el asesinato, es necesario

escribirlo paso a paso. Esto ayudará a la credibilidad

de la obra, aunque se sepa que nunca apa-

recerá en la novela, puesto que el asesinato

es lo que queda oculto y nunca se cuenta.

Por lo que respecta a los sospechosos,

Keating hace hincapié en que el número de

ellos no debiera ser muy alto. Cuatro sería

una cifra de sospechosos suficiente. Y es

que siempre hay que hacerle caso a Gra-

ham Greene: “Una historia no tiene espa-

cio más que para un número limitado de

personajes inventados”.

Una novela es acción y más este tipo de

novelas. La acción son acontecimientos. Y

la clave para escribir escenas de acción es

limitar al máximo las descripciones. Sor-

prendentemente una sencilla descripción

puede atrapar al lector, para esto hay que

procurar exponer los hechos de forma de-

tallada, de modo creíble. Graham Greene

dijo en uno de sus libros autobiográficos

que “la emoción es algo sencillo. Debería

ser descrita sin rodeos, sin envoltorios

metafóricos, ya que éstos son reflejos de

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pensamientos que pasan por la mente de quien es-

cribe. Pero la acción es cuando no hay tiempo para

reflexionar.”

Los diálogos y la narración serán activos, vivaces,

porque el detective privado siempre se está moviendo

a la caza de la pista. Los interrogatorios no deben ser

grises ni aburridos. De repente el interrogado debería

decir algo inesperado, o callarse o mentir para así

conservar viva la curiosidad del lector.

No se cansa de repetir el autor de este libro que

hay que mantener al lector con nosotros, mantenerlo

expectante y esto es una cuestión de ritmo. Y com-

para el ritmo a la conducción: “Igual que en un co-

che, existe una velocidad adecuada para cada tramo

del camino, y no se puede ir demasiado rápido en

sucesos importantes ni tampoco perder demasiado

tiempo describiendo algo trivial”.

Ya se sabe que iniciar una novela no es algo baladí,

y finalizarla menos. En este tipo de novelas muchos

se precipitan y Keating confiesa que su mujer (la

actriz Sheila Mitchel) se lo ha echado en cara tras leer

varias de las suyas. Para que el lector acabe la historia

a gusto, hay que redondear la obra de manera que

pueda notar el final no sólo visualmente sino de un

modo mucho más sentido y profundo. Insiste: “De-

beríamos tratar de conseguir un efecto similar al de

las últimas notas de una sinfonía; oyéndolas, aquel

que las escucha sabe que ha llegado el final, que el

trabajo está acabado”.

A la hora de ponerse a escribir, da el consejo de

todos los demás autores, “escribe”. Y otro consejo

también conocido por todos: es necesario tener en

cuenta a los grandes novelistas del pasado, esos

cuyas obras demuestran intensidad aún hoy. Opina

que esa intensidad reside en las palabras. “Tenían el

don de saber utilizar la palabra exacta, y no otra. Y esa

aspiración es la que todos deberíamos tener en men-

te. Cada vez que usamos una palabra que no es la co-

rrecta generalmente no nos molestamos en eliminarla

de esa vívida descripción que podemos haber escrito.

Y hacerlo de forma repetida puede acabar ofuscando

nuestra historia.” Reconoce que no es fácil conseguir

esa palabra justa, pero para que nadie desista alude a

que el mismo Simenon tenía que cambiarse de cami-

sa tras una hora ante su máquina de escribir debido

al sudor que generaba su esfuerzo.

Keating también reconoce que de Graham Greene

aprendió a llevarse a la cama lo escrito ese día para

leerlo. Así el subconsciente se prepara para el trabajo

del día siguiente, aunque no está de más releer las

últimas páginas antes de empezar.

Asimismo no olvida lo que el novelista indio R. K.

Narayan pronunció en un programa de televisión. Dijo

que cada vez dedicaba más tiempo a la corrección y

revisión del texto “para poder hacer que valga la pena

que se imprima”. Por esto, Keating afirma que al final,

una vez escrita la novela, “hay que intentar acallar al

creador para dejar salir al crítico”. Porque está conven-

cido de que “es en los pequeños detalles donde radica

la diferencia entre un libro que está bien y un libro que

el lector no olvidará, o quizá entre un libro que re-

chace un editor y uno que esté deseando publicar”.

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12 El Búho

1- Por fortuna, actualmente vivimos en un Estado laico que nos garantiza a todos los mismos dere-

chos y libertades, en igualdad de condiciones jurídicas y civiles, e independientemente del credo, la

raza, la etnia, la ideología y la preferencia sexual de cada quien.

2- Nuestra Constitución Política garantiza las libertades básicas del individuo al mismo tiempo que pro-

híbe la discriminación y la marginación

de los que piensan distinto a nosotros.

Pensar de manera diversa y hasta con-

trapuesta, se vale. Conculcar los dere-

chos de los otros, es una ofensa y un

delito.

3- Ningún Estado, partido político,

iglesia, individuo o corporativo debe im-

poner su concepción particular de la vida

y la moral al resto de los ciudadanos. La

ética, tal como lo demuestra la historia,

está determinada en buena medida por

contextos sociales y geográficos muy

distintos entre sí, los cuales van cam-

biando con el paso del tiempo. Es

imposible, pues, que exista una Verdad

absoluta. Sólo en las dictaduras totali-

HéctOr ceballOs Garibay

Enrique Zavala

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tarias y en los Estados fundamentalistas se cancela

el derecho a la diversidad.

4-A diferencia de las otras especies animales, la

superioridad del ser humano consiste en que la Na-

turaleza no determina de manera imperativa nuestro

destino. El Homo Sapiens forja su propio devenir

mediante el uso de la razón, la educación y la acu-

mulación de conocimientos científicos. La evolu-

ción social humana tiene como uno de sus frutos

civilizatorios la superación de los tabúes y prejuicios

discriminatorios.

5-La pluralidad ideológica, la multiculturalidad y

la enorme diversidad étnica, racial, social y política

que coexisten en toda sociedad son fuentes de en-

riquecimiento social y cultural. La xenofobia, el racis-

mo, la misoginia, el machismo, el ultranacionalismo

y la homofobia son lacras que deben ser supera-

das en comunidades donde se reivindica la frater-

nidad y la paz universal, la comprensión mutua y la

cordialidad.

6-Si se trata de adultos, todo mundo debe ejer-

cer sus libertades religiosas, políticas, sexuales y de

conciencia, siempre y cuando no se afecte la vida de

terceras personas, y jamás se atente contra los dere-

chos humanos de persona alguna.

7- Si los individuos y grupos tienen garantizadas

sus propias libertades básicas, ¿por qué, entonces,

preocuparse y hasta movilizarse a fin de negarle a

otros individuos y colectivos su derecho a actuar li-

bre y legalmente según sus peculiares maneras de

ser y pensar? Y si no admitimos injerencias ajenas

en nuestro actuar social y moral, tampoco debemos

inmiscuirnos en la vida de los otros.

8- La cultura de la tolerancia y la protección ju-

rídica a todos los colectivos y personas, sean cuales

sean sus peculiaridades y diferencias, es una con-

quista social y política que año con año se extiende

por todo el mundo libre, ¿por qué no avanzar tam-

bién aquí en México hacia la ampliación del derecho

a la no discriminación?

9- La convivencia amorosa entre las parejas del

mismo o de diferente sexo, así como el hecho de

ofrecer una buena educación a los hijos (valores,

afecto, autoestima) naturales o adoptados no de-

penden de la preferencia sexual de las personas,

sino de las cualidades éticas y de la responsabilidad

que muestren las personas hacia los menores bajo

su tutela. Un hijo amado y bien educado enfrentará

con éxito cualquier estigma social, racial, religioso

o sexual que ocurra en la escuela o donde fuere. Así

lo demuestra la historia de las sociedades: nadie se

escandaliza ahora por los casamientos entre aris-

tócratas y plebeyos, negros y blancos, católicos y

judíos, europeos e indígenas.

10- Ya lo decía nuestro máximo héroe de la Re-

forma: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”. En

lugar de discriminar y condenar a los otros, debería-

mos buscar los puntos de coincidencia y de en-

riquecimiento mutuo que tenemos con aquellos que,

a semejanza nuestra, buscan que se les respete su

derecho a la felicidad.

www.hectorceballos.mx

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14 El Búho

La designación del cantante y compositor Bob Dylan como Premio Nobel de Literatura generó en

nuestro país, al igual que en el resto del mundo, cierta controversia, especialmente en la esfera

de la intelectualidad. Las razones tanto de los auténticos literatos como de los “desechables”

fabricados en los foros televisivos parecen haber coincidido en esta ocasión: Dylan no era precisamente el

mejor candidato para recibir el galardón de la Academia Sueca.

En mi generación crecimos escuchando a los Rolling Stones, los Beatles, los Doors y, por supuesto,

al gran Bob Dylan, entre otros destacados referentes a que nos obligaba la rebeldía de nuestra juventud.

Después de tantas décadas, la admiración y el gusto por la obra musical de Dylan permanecen intactos.

Sin embargo, en el campo de la poesía, no obstante sus bien logradas composiciones, está distante del

trabajo de los grandes poetas de nuestro continente, como un Pablo Neruda, Octavio Paz, Rubén Darío,

Mario Benedetti, Nicanor Parra, Nicolás Guillén y Gabriela Mistral, entre otros.

Desde luego que no está a discusión el enorme talento del cantautor estadunidense, plasmado en las

letras de sus canciones. Lo aportado a la cultura de su país y los millones de fans en el planeta son un

testimonio sólido de la calidad de su trabajo creativo durante todos estos años.

Quizá la controversia se origina cuando se voltea la mirada hacia el notable grupo de escritores cuyos

incuestionables meritos parecen haber sido ignorados por el jurado del Nobel. Las conjeturas son inevi-

tables: ¿motivos políticos?, ¿el delicado asunto de los refugiados en Europa?, ¿la ola de atentados en los

países de la Comunidad Europea?, ¿la masacre en Siria?, ¿y hasta las elecciones en Estados Unidos donde

el loco Trump pudiera llega a la Casa Blanca? ¿Algunos de esos motivos guiaron las manos en la Academia

para asignar a un rebelde pacifista el Nobel de Literatura?

benjaMín tOrres uballe

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de nuestra portada 15

¿No era mejor, en todo caso, dada la influen-

cia de Dylan en temas pacíficos, considerarlo para

el Nobel de la Paz? Hoy, y luego del anuncio de la

Academia, es el propio Robert Allen Zimmerman

(su nombre real) quien con su silencio parece no

estar deslumbrado con el nombramiento. Él sigue

cantando y escribiendo canciones, es lo que mejor

hace, por eso la gente lo escucha y lo seguirá, con

o sin el Nobel.

Una vez más la Academia Sueca está en el ojo

del huracán, como lo ha estado en diversas ocasio-

nes desde el momento en que sistemáticamente se

negó a otorgar el máximo premio de las letras al

inmenso escritor argentino Jorge Luis Borges. Sí,

la Academia está sujeta a la duda y al más severo

escrutinio por los vergonzosos “olvidos” en que ha

incurrido “voluntariamente” a través de su historia.

Y aquí la respuesta no está flotando en el viento,

sino las directrices que parecen imponerle a quienes

se encargan de realizar las designaciones de los pre-

miados. Pretender colocar a Bob Dylan en una arena

que si bien no le es ajena, lo coloca en desventaja

ante los “especialistas” de la literatura mundial, ex-

hibe al mismo tiempo la parcialidad y probable sum-

isión de los académicos suecos en los multicitados

nombramientos.

Abaratar los Premios Nobel deja muy mal para-

dos a sus organizadores quienes al parecer empie-

zan a confundir el show business con lo que es cul-

tura. Dylan no necesita lo que va de la mano con el

multicitado galardón: fama, reconocimiento y dine-

ro. Él ya tiene todo eso y más desde hace muchos

años. Ha labrado con trabajo perseverante un cami-

no brillante, muy brillante.

Resulta plausible la sobriedad y congruencia de

Bob Dylan al no seguir la parafernalia mediática tras

darse a conocer su nombramiento. El silencio por el

que ha optado demuestra que está más allá del bien

y el mal, que no necesita de premios cuestionados

para continuar expresando de forma espléndida su

genialidad musical. En eso es grande, en ese trabajo

es incontrovertible.

Mientras escribo esta columna disfruto de

“Like a Rolling Stone”, una de mis “rolas” favoritas

de Bob Dylan y confirmo mi sentir: es una estrella

de la música, de la élite, de los consentidos. Insisto:

de la música. Intentar meterlo con calzador a la lite-

ratura es un despropósito mayúscul.

@BTU15

Juan Román del Prado

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16 El Búho

Mi nombre es Manuel Oso, como el nombre del animal que

vive en los bosques, en las cimas de las montañas y que,

al ser expulsados de su hábitat cuando tienen hambre los

encuentras incluso en las calles de la ciudad. Parece que un antepasado

mío era fuerte y fibroso como un oso, y así le llamaban sus conoci-

dos. Tengo treinta y cinco años y estoy a punto de morir. Sigo vivo, sin

embargo, todavía no he respirado mi último aliento… como mi amigo

periodista, que tuvo un ataque al corazón

mientras dormía. Desde mi cama del hos-

pital, con más infusiones introducidas en el

cuerpo, ahora podía ver las cosas de distinta

manera, diferentes de cómo lo había visto

hasta este momento. Y sí, me gustaría repe-

tirlo todo desde el principio, no me moles-

taría por cualquier nimiedad, con el trabajo,

con los vecinos de la familia, con mi ama-

da, con los niños. -¡Déjenlo! ¿No ves que se

está muriendo? –Dijo a su colega, una mu-

jer dura de unos cincuenta años y las cejas

masculinas en punta como la de los búhos,

con malicia en su voz. –No se moleste, el ya

Cornelia Păun Heinzel*

Javier Manrique

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confabulario 17

confabulario

está en el otro mundo. -Ahora ha venido una mujer

con un hombre a visitarlo, dicen que son compa-

ñeros de trabajo –contestó la otra– con la figura de

tutora dura de la prisión de seguridad para muje-

res. -Pero mira a Mirela, es su amante, pero no es el

único, ella vino con su nuevo amante, Tiberio, com-

pañero de la multinacional “Computer Life” don-

de trabajan todos. Yo los observo, no ha esperado

mucho tiempo, ya ha encontrado inmediatamente

a otro hombre, o es ¿que estaba con ambos al mis-

mo tiempo? Una mujer delgada con la cara de ca-

bra, señaló la barbilla, la nariz ganchuda y larga, la

boca grande, el pelo largo, sonriendo con indiferen-

cia, lanzando miradas largas a su marido Gale, que

también se alegraba. -Parece que no va a vivir mu-

cho más, como se puede ver –dijo Mirela. Mientras

miraba al hombre guapo, moreno, deportista, que

se hallaba inmóvil en la cama, así sin afeitar, parecía

más masculino, más atractivo que nunca. No había

nadie alrededor para observar esto, de su estado, ni

Mirela, ni el personal médico femenino del hospi-

tal no eran sensibles a ello, y los pobres pacientes

estaban más muertos que vivos –eso creo- hoy no

hay belleza ni inteligencia, ni honor todo esto no

tiene ya ningún valor. Mi amante no me quería, no

me amaba, porque no era el tipo de hombre del que

se enamorara. Solo le atraía mi dinero. Ahora está

bien, con Tiberio –continúo en mis pensamientos-

su sueldo es mayor que el mío. Lo han ascendido a

jefe de departamento, tiene más dinero, está soltero

y no se ha casado nunca, tiene su casa y la herencia

de sus abuelos, se puede gastar todo su dinero, ya

que la quiere. ¡Qué ideas más extrañas tiene Mirela!

No es demasiado bonita y tampoco demasiado inte-

ligente. Creo que estoy en sintonía con los valores

actuales, como cada uno o ¿es que soy un trastor-

nado? Me enamoré de ella porque era una mujer

mala y frívola, con experiencia con los hombres, pa-

recía como si estuviese embrujado, no se enfrentó

a la muerte al darse cuenta de ello, pero esa mujer

era la mujer del diablo. A veces, sin embargo pien-

so paradójicamente, la atracción del mal parece ser

poderosamente e increíblemente bueno, incompa-

rable. Todas las mujeres malas que hemos conoci-

do, aunque sean feas, los hombres las han querido

mucho más que a cualquier belleza femenina con

buenas intenciones. Si meditas bien, se mezcla lo

feo y lo malo y puede ser increíblemente atractivo

y durar para siempre. Yo un hombre de buen cora-

zón trato de juzgar las cosas y fui conquistado por

Mirela, como con la ley de la atracción de los polos

opuestos. Pero creo que un hombre se siente atraído

por el mal más fuerte, porque dos personas malas,

pueden formar una pareja indestructible pudiendo

compartir sus sueños, estar unidos en conseguirlos

y Mirela con Tiberio lo son. He trabajado en la Em-

presa y Andrew, el ex jefe, era un hombre de buen

corazón. Los dos mintieron a los superiores, era

demasiado indulgente con todo el mundo y por lo

tanto disminuyó la eficiencia del grupo de progra-

madores. Dijeron que estaba hasta altas horas en

el trabajo a pesar de que no era cierto. Pobre hom-

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18 El Búho

bre, no tomó ninguna represalia. No hubo manera

de comprobar quién decía la verdad. Yo era peor,

como el personaje Karl Rossmann de “América” de

Franz Kafka, pero él era más joven, principiante y

emigrante. -Necesitamos prepararlo, es joven, tiene

los órganos muy sanos. ¡Será un donante fantásti-

co! –dijo una voz gruesa de mujer. -¿Donante? Pero,

nunca he firmado ningún papel para donar mis ór-

ganos, podrían darme un tratamiento y curarme

con el tratamiento adecuado. Pero, ¿Quién haría tal

cosa? En el extranjero se mantienen vivos por las

maquinas, son muy antiguas incluso ya no se ope-

ran los órganos. En este caso, aquí solo se hacían

a las estrellas como favor. Solo tuve la tensión un

poco alta en el trabajo cuando fui criticado por las

mentiras que iniciaron Mirela y Tiberio. No merecía

esto y también cuando supe de su relación; no sabía

que Mirela me engañara. ¿Cómo no me di cuenta

de ello? Pensé que era lo peor, lo más grave. Mi ex

esposa Diana, era muy hermosa y todos los ojos

se dirigían a ella, tal vez con su físico fuera difícil ser

fiel a un hombre, en la actualidad era hermosa y eso

era raro porque veo tantos feos. -Cobraremos mu-

cho dinero con él –se escuchó de nuevo la voz de un

viejo. -¿Dinero sobre mi? ¿Dónde había oído estas

mismas palabras recientemente? ¡Ah! A un hombre

que me dio unos papeles en la calle para invitarme

a una clínica privada donde se realizaban investiga-

ciones médicas gratuitas. Me apresuré y lo rechacé

rápidamente. De inmediato me dijo las mismas pa-

labras: “Ganaré mucho dinero por ti”. -Él no tiene a

nadie, no hay nadie que se preocupe por él, sola-

mente sus compañeros de trabajo, es totalmente

indiferente. Algunos se aprovechan de él, que hicie-

se el trabajo y luego se apuntasen su trabajo ¡como

chacales! Así que podemos utilizar tranquilamente

sus órganos –oí otra voz suave. -¡Mi cerebro! Alta-

mente preparado para las matemáticas, cuando me

preguntaban, no seguía ninguna doctrina, aprendía

fácilmente y bien, terminemos con los problemas de

hoy. Ser inteligente no da beneficios en la actuali-

dad. En cada época se le consideró un hombre inte-

ligente. En los tiempos primitivos, la palabra del

hombre inteligente era obedecida por todos, era sa-

grado, sobre todo cuando buscaban consejo, la

gente por ello ha progresado. En la antigua Grecia,

Roma antigua, el antiguo Egipto, los líderes siempre

se rodeaban de gente sabia, a quien respetaban y

buscaban su consejo, su opinión. En la Edad Media

el hombre inteligente tenía su lugar, con el poder de

su mente, hizo grandes descubrimientos, invencio-

nes en el campo de las artes, lo que le llevó al capi-

talismo desarrollado. E incluso en el socialismo, si

eras inteligente estabas en el elemento adecuado

incluso eras envidiado por los milicianos del régi-

men. Ahora, para nosotros, hay lugares ilimitados

en las universidades, con el mismo rasero, no hay

diferencia entre gente estúpida y gente inteligente.

Pero lo importante es que anoche estaba molesto en

el supermercado. Comparé entre el alto valor y la

vendedora, una mujer joven, maldije todo el tiempo

mientras estaba comprando, los reponedores dis-

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confabulario 19

frutan y reciben su sueldo en base a las ventas. ¡Pa-

radoja de nuestros días! Por supuesto que no pensé

en reclamar, sé perfectamente desde hace muchos

años, que hacerlo es en vano, que no se tomaría

ninguna determinación de la denuncia en un cuarto

de siglo. ¡Solo quería comer un poco de trucha! Para

darme el capricho aunque era muy cara. En casa

puse el horno y una vez que lo hice, olía fatal, se

había roto, lo tiré. La placa me costó 500,000

lei para nada. Ayer en una tienda de electró-

nica, compré una televisión de plasma enor-

me como una pared, me costó un dineral y

cuando llegué a casa no funcionaba. Volví a

la tienda y el vendedor, un joven descarado,

de risa irónica, me dijo “Debe ir a servicio

técnico” y me dio la dirección, era un bule-

var conocido de la capital y pensé que debía

ir más rápido, así que decidí dar un paseo

desde el centro comercial a ver si me calma-

ba un poco del enfado que había tomado.

Vaya, fui y estuve buscando el número del

edificio y no aparecía. Cubrí varios kilóme-

tros y comenzaron a aparecer viejas fábricas

socialistas, o mejor dicho, lo que quedaban

de ellas, incluidas malas hierbas, perros ca-

llejeros, era como un mamut industrial y

cada uno tenía su número. Así que seguí

hasta que llegué al final de los trolebuses,

dejé la ciudad, salí de Bucarest y la empresa

de reparaciones no aparecía. Sólo había tie-

rra con hierba, basura, escombros de la

construcción de estos antiguos gigantes industria-

les, estaba oscureciendo, no había gente en la calle,

excepto un vigilante a unos pocos cientos de metros

de distancia y viéndolo, me di cuenta de que en rea-

lidad no ofrecían mucha seguridad. Alrededor de

unas pequeñas cajas en la entrada vigilada, se llenó

de ira de una manada de perros callejeros. Pasé con

miedo por su lado, no me quisieran morder. En las

Juan Manuel de la Rosa

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20 El Búho

áreas de césped y escombros de edificios no había

un alma, la oscuridad dejó incluso de ser espeluz-

nante, todavía tuve que caminar dos kilómetros

para encontrar la ex empresa socialista, el nú- mero

correspondía al solicitado por mí, pero no ví el nom-

bre de la empresa, había dos porteros, se rieron de

forma tonta y me dijeron: “Aquí es, siga este cami-

no” y me mostró un camino a través de las malas

hierbas y cerca de uno o dos kilómetros se encon-

traba la empresa de servicios, pero ahora tenían un

descanso largo, cerraba a las tres del mediodía,

“venga mañana por la mañana”. Me quedé sin ha-

bla; ¿Cómo? La compañía anunció esa gran medida,

en todos los carteles de la ciudad, la radio y la tele-

visión, que aquí tenía su servicio. A lo lejos solo vi

rojo, el color elegido como logotipo de la empresa.

Con los de la administración no hubo manera de

hablar, si no existe o tal vez no hay nadie, entonces

me puse a pensar “peor son las empresas de inter-

net”. Mandan a empresas por la noche a tu casa y te

amenazan que ahora son los dueños de la mina y de

ti mismo, hice un contrato y ahora no tenía internet,

Jesús Anaya

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confabulario 21

pero sólo por tres días y ahora querían dar valor del

contrato de veinte millones, en dos años sin decir

nada, tampoco decir que es la ley. Lo peor es que leí

un artículo recientemente donde se explicaba el

cambio de la ley de protección al consumidor, espe-

cificando su solución. ¿Qué cree que decía? Si usted

contrata un proveedor de servicios y éste no le da

nada, pero usted tiene que pagarlo todo, puede re-

querir enormes sanciones –es verdad que está es-

crito- y puede pedir una indemnización, al igual que

después de lesionarse. No hay ningún anuncio de

ello. “En Bucarest mis vecinos no son de aquí, ¿De

dónde venían, de alguna frontera de la ciudad? Ellos

perdieron su casa, todos vinieron en los últimos

tiempos y se les proporcionó apartamentos para

ellas, si estaban solas, sin hijos o con hijos en el

extranjero o que fueran viudas. Yo estuve intentan-

do comprar mi apartamento durante muchos años,

tengo dinero, pero el sector inmobiliario es un espe-

jismo, hay muy pocas posibilidades que honesta-

mente una persona pueda convertirse en propieta-

rio. Mis padres compraron una casa grande y

hermosa en la época del socialismo. Una pena que

no esté en la capital. Tengo a mis abuelos en el cen-

tro, cerca de mis padres, y me veo obligado a pagar

un alquiler elevadísimo que el alquilar una villa de

lujo en el extranjero para estudiar. Ésta es la situa-

ción precaria que existe y debe consolarme. Al me-

nos para estar en este bloque, es posible ahora. Hay

una asociación de propietarias de viejas mujeres,

podría hablar allí. -Compramos un apartamento

ahora y pagas un precio alto a la asociación, con

una habitación, para el hombre. Pasamos el consu-

mo de calefacción de nuestros apartamentos a Ma-

nuel, para que lo pague él, dado que trabaja, es jo-

ven y tiene dinero, pero vive en un estudio y nosotras

tenemos cuatro habitaciones, jaja. Cerré la calefac-

ción pasando frío todo el invierno, y las chicas, dijo

un hombre mayor, llevan los recibos diariamente de

los alimentos que compran y gastamos. Nos insta-

lamos en una asociación de ingresos, que nadie nos

controle, podemos hacer lo que queramos con el

dinero. Podemos ganar más. -“Me gustaría robar

descaradamente y fastidiar a aquellos que no han

trabajado en toda su vida, que no han estudiado,

que no tenían nada y les dieron un apartamento li-

bre por las circunstancias nada claras de su edad,

solo porque eran pobres. Como mi vecina más

próxima, una mujer soltera de más de ochenta años,

que una noche desapareció sin dejar rastro, en los

días siguientes el apartamento ya estaba alquilado”.

Estoy pensando que “es un robo de las dos asocia-

ciones principales, porque cada mes debo pagar

agua y calefacción además de mi estudio bastante

más caro que sus apartamentos de cuatro habita-

ciones. El presidente se ha instalado con su hija y su

nieta en el apartamento de un hombre viejo, al que

ni siquiera se le permitió salir de su casa, probable-

mente solo quiera un apartamento gratis. Otro

hombre mayor entró en el apartamento de una pa-

reja que murió en extrañas circunstancias por una

fuga de gas metano. Además con el dinero de la

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22 El Búho

asociación se paga el mantenimiento de todo, la

compra de alimentos, ropa y equipos costosos como

cámaras fotográficas, de video, ordenado-

res, televisores de pantalla grande, elec-

trodomésticos, etc.”. -¿Ha comprobado la

basura de sus vecinos para saber lo que

consumen? -dijo uno de los curiosos con

el pelo teñido de rojo en una cola de caba-

llo trenzado, con los ojos negros fijos. -Por

supuesto, puede que tengamos que conti-

nuar y ver en los apartamentos si han com-

prado algo nuevo. Les decimos que miren

la lectura de los contadores –dijo otro con

malicia en su voz. -¿Cuánto tiempo va a

estar ganando Manuel, para tener como

ahora electricidad? Nos gustaría comprar-

lo, pero la asociación tiene dinero que ges-

tionar y por supuesto, debe tener privile-

gios, como ahora. ¿Pero él, es como

nosotros? Él enseña y funciona como un

tonto, espero que vea que no somos ladro-

nes. -Quiero ver mi casa ahora que mi es-

píritu puede moverse libremente, ¡Abre

querida! Es un buen hogar, pero hay ruidos

en la habitación. ¿Mi esposa no está traba-

jando? ¡Diana no está sola! Está con su di-

rector; ¡Ahh!, ¿Así que mi esposa está con

otro? Hoy en día es muy difícil encontrar a

una mujer seria. Ahora las chicas comien-

zan su vida sexual a los diez o doce años,

va pasando por todas partes cuanto más

va cambiando por diferentes parejas y tienen más

conocimientos en este campo. ¡Y las chicas cum-

Oswaldo Sagástegui

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confabulario 23

plen! Lo bueno es que tengo un hijo, de lo contrario,

estaría siempre en tensión con esto. Pero ¿Qué pasa

ahora? Un extraño en mi cama,

si yo estuviera bien, sin duda

volvería a tener un aumento

de tensión y volvería a estar en

la cama de un hospital. Lo me-

jor es salir de aquí e ir a traba-

jar. Escucho una voz familiar

que se revela feliz: “Lo bueno

es que hay una vacante, Ma-

nuel Cabeza no puede estar

con nosotros, era demasiado

inteligente, mucho más que

nosotros. ¿Y lo que hizo con

ella? Esto en el otro mundo no

se utiliza, ahora puedo hacer

que mi hermano y yo mande-

mos en la empresa. ¡Que Dios

lo tenga en su gloria! -Es Mire-

la y su nuevo novio Tiberio

–me digo. -No hay nadie que

nos moleste pequeño, ya no

nos tenemos que ocultar –dijo

la mujer, sentada en mi escri-

torio al revés, mientras que

sus brazos estaban alrededor

de su cuello y las piernas al-

rededor del tronco de Tiberio.

-Aquí no hay nadie que llore

por mí, simplemente disfru-

tan, cómo te puede tratar así la gente, son como

hienas, especialmente cuando se trata del traba-

jo. ¡Pero mira, el doctor ha venido! Un hombre con

bata blanca y con bigote tenía un parecido increíble

a Hitler; dijo el hombre mirando a la mujer, como

en una prisión de mujeres. -Desconéctenlo de los

dispositivos. Hay que llevarlo a la sala de cirugía

para extraerle los órganos. -Por supuesto doctor

Coparsau –respondieron a coro las enfermeras.-

Pero, ¿Qué están haciendo? ¡Estoy vivo! ¡Soy joven y

estoy vivo! ¡Traten de salvarme! –me enojé. –Como

son los hombres de hoy, se han llevado de mí unos

pocos vasos sanguíneos y sin embargo se pueden

guardar ¡Ayudadme! Mientras estaba viendo con

impotencia cómo las mujeres me quitaban los sue-

ros y desconectaban los dispositivos, pero mi cora-

zón seguía latiendo. ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! ¿O no?

-Lo tiene usted, muy bien, ¡Usted es libre! Puede sa-

lir –dijo de manera cortante el hombre con figura de

Hitler. -¡Señor Féretro, estoy vivo! ¡Mire por favor!

No me corte todavía –dije desesperado. –Mire, yo

estoy fuera pero mi corazón sigue latiendo, ¡Estoy

vivo! Las enfermeras iban por el pasillo, ahora estoy

en la sala de operaciones. El médico le dijo a la jo-

ven –cuidado Tampa de tropezar entre los muebles

del hospital. -Yo vigilaré, ¡hoy le dejará probar! Solo

debe tener cuidado de los cuerpos no seccionados,

es importante el conjunto, cuando esté en ello es

probable que se corte, es muy alta, y no mire hacia

el lado derecho al corazón y el hígado a la izquierda

como tiene por costumbre. Lea, así sabrá algo. No

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24 El Búho

esté todo el día en las redes sociales y los juegos

de internet. -¿Qué hace? Estos novatos están expe-

rimentando conmigo. ¡No le deje por favor! ¡Estoy

vivo! –yo quería gritar, pero oí a uno. -Hay que ayu-

darlo, he ayudado a muchas personas en la vida, soy

bueno, muy bueno. -Vamos primero a la mesa, luego

vengan aquí a la cirugía sin demora -dijo el médico.

-Muévete, levántate, debo conseguirlo, levanta la

cabeza y el torso, apoyo el pie con los goteros, mira

¡lo hice! Si me apoyo en la pared, podré ir, voy a

buscar una escalera, tengo que bajar, ahora me es-

toy inclinando hacia las paredes. ¡Llegué al sótano!

Aquí hay una puerta, lo bueno es que estoy dentro,

soy mejor, que olor más penetrante, estoy cansa-

do, descansaré un poco en esta cama. ¡Uf! Él está

muerto y en las otras camas, lo mismo. Pero, ¿Dón-

de estamos? ¡Estoy en el depósito de cadáveres del

hospital! Pero, estoy vivo o me han pirateado, estos

tarados. Sentía mis piernas, sentía el mismo cuer-

po, las manos, sentía la cara. ¡Puedo tocarme! Pidió

ayuda a Dios, como siempre cuando me encontraba

con problemas. Pero, “va el cántaro tan a menudo

a la fuente”. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Veinticua-

tro horas desde que llegué en estas condiciones.

Sobreviví al accidente en este lugar, donde la fron-

tera entre ser y no ser es tan delgada. Pero ahora sé

que la vida es preciosa. No estoy molesto, ¿cuántos

días vivo para nada? -Incluso me di cuenta que mi

jefe o compañero de trabajo me vigilaba y me evaluó,

me apreciaba, si mi pareja me estaba engañando y

gastando mi dinero, yo reparaba, reemplazaba de

manera artesanal así solo necesitaba el dinero para

comprar dinero o algo que me hiciera feliz, después

vi que era corrupta, aunque me costó mucho, no

tengo la posibilidad de ganar dinero para pagar al

trabajador, si se rompía algo en casa, a pesar de que

había recibido una gran suma de dinero por prestar

un servicio, tales como internet y obtener nada a

cambio de mi sueldo por trabajar todo el día, estoy

haciendo hincapié de forma continua, que mante-

nía a los “dueños” de las asociaciones quienes con-

trolaban mi basura, que compraba e incluso que ha-

cía dentro de mi propia casa, la gente de este lugar

actúa de esta manera, sobornando por todo, venían

a trabajar de forma gratuita, y tu debías pagar sus

puestos. Recuerdo que en el periódico del día an-

terior leí que para un trabajo como empleada do-

méstica o enfermera se pagaban unos 50,000 euros.

Fui a la habitación contigua ¡había una televisión!

Voy a encenderla es hora de las noticias. La pre-

sentadora con voz seria informaba: “En la carretera

Bucarest-Ploiesti hubo un accidente de tráfico muy

grave. Un coche en el que viajaba un hombre coli-

sionó con un camión. Vean las imágenes de gran

impacto emocional del lugar del accidente así como

las fotografías de las víctimas”. -“¡Ellos son las vic-

timas! –Exclamé con sorpresa. -Eran las imágenes

de Mirela y Tiberio cerca de la empresa de informá-

tica donde estaban trabajando. ¡Dios! ¡Qué pena de

ellos! Pero… y de mí.

* Tomado del libro El laberinto de las enigmas

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confabulario 25

“EL TÍTULO ES DE CARLOS FUENTES”

uena el celular. Él contesta:

- ¿Sí, bueno? …Sí, yo voy a estar ahí a las

seis y media, esperando a unas personas. Sí, ahí

nos vemos.

Cuelga y sigue comiendo. Su esposa lo parodia:

- “Sí, ahí nos vemos. Voy a estar esperando a …unas

personas”. Mejor ya di que te vas con la otra.

Él le va a contestar, como siempre: “No, no hay otra”.

Pero esta vez, en lugar de hablar, prefiere dar un bocado. 54

años él, 42 su esposa, 7 su hijo, el único, que se alista para

su clase de gimnasia.

- Por eso no me quieres llevar a lo de Carlos Fuentes –le

dice la esposa.

- Pues vamos –responde él, que tiene un montón de bo-

letos para el evento de esa noche en el Auditorio Nacional,

donde Carlos Fuentes, el gran novelista mexicano, hablará

de cómo escribió algunas de sus obras.

- Tú sabes que no puedo –contrarresponde la esposa.

Tengo que llevar al hijo a la gimnasia y luego a la natación.

S

Miguel Ángel Tenorio

Luis Argudín

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26 El Búho Edgar Mendoza

Seis y media, afuera del Auditorio Nacional, él

espera a la gente que quedó de pasar a recoger sus

boletos. Son 50 los que tiene. Llega un primer grupo

que se lleva 10. Una mujer sentada en una de las

bancas, lo mira. Por un instante, la pregunta: “¿Y si

ella fuera la posible otra?”

Pero esa mujer cambia la vista de lugar. Habla

por su celular y se desentiende de él. Otro grupo

que llega y toma 7 boletos. Otra mujer pasa frente a

él y lo mira con cierta insistencia. “¿Y si ésta sí fuera

la posible otra?”

La mujer camina rápido y desaparece. Los de

los demás boletos por fin llegan. Dan las siete de

la noche. Tercera llamada. Él entra y se sienta en

un lugar al final de una fila, que todavía está vacía.

Carlos Fuentes empieza a hablar y al Auditorio sigue

llegando gente.

De pronto, ella llega por atrás y se sienta en uno

de los dos lugares que están vacíos junto a él. Pare-

cía que iba a ser en el más lejano, luego cambia de

idea y se sienta en el que está justo junto a él. Le

sonríe. Se sonríen. Carlos Fuentes dice: “Las obras

se construyen con la tradición por un lado y la

creación por el otro”. Ella siente frío. Se intenta

poner su abrigo. Él le ayuda. ¡CLINC!, suena la

tradición. Ella sonríe:

- Gracias.

- ¿Te dio frío? –pregunta él, con el ¡CLINC

CLINC!, de la creación.

- Sí –responde ella, con una gran sonrisa.

- Voluntad y Fortuna –dice Carlos Fuentes.

Ella lo voltea a ver a él. Él voltea. Se sonríen.

¡CLINC, CLINC, CLINC!, la Fortuna se asoma.

Carlos Fuentes termina con una lectura

muy emotiva, in crescendo, del arranque de su

novela La región más transparente”. Y la gente

se pone de pie. Ella primero. Él, después.

- ¿Salimos? –dice ella.

- Sí –dice él, que empieza a caminar entre

la gente que va subiendo las escaleras para al-

canzar la puerta.

Él voltea para buscarla. Ella ya no está. La

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confabulario 27

Fortuna desaparece. Él camina hacia el metro para

cruzar del otro lado de Reforma. Sale al camino os-

curo, muy oscuro, auténtica boca de lobo, que está

afuera de la estación del metro, del lado norte. Y en

eso, La Fortuna vuelve a aparecer: CLINC, CLINC,

CLINC, CLINC. Ella, detrás de él, pregunta:

- ¿Por aquí salimos?

- Sí –responde él, que empieza a caminar mos-

trando el camino, y luego pregunta. ¿Para adónde vas?

- Voy al Sanborn´s de Mazaryk, ahí dejé mi carro.

- Ah, mira, yo también –dice él, que de pronto la

vuelve a mirar. Se miran.

La voluntad se asoma. Los dos se miran los res-

pectivos anillos de matrimonio.

- Terminó temprano –dice ella. Yo dije que iba a

llegar como a las once o doce.

- ¿Te invito un tequila? –explora él, que sin es-

perar respuesta le arrebata un beso, que quién sabe

por qué siente que era eso lo que ella esperaba.

Y ella en el bar pone una mano en el muslo de

él, haciendo que en ese momento Fortuna y Volun-

tad se crucen, se entrelacen, se entrepiernen, se

descubran.

- La Voluntad y la Fortuna, el título es de Carlos

Fuentes, pero la historia es nuestra –dicen él y ella,

cuando a las doce en punto se despiden, tomando

cada quien el rumbo para su casa.

“LA NOVIA SECRETA DEL JARDINERO”

Ella lo mira a los ojos y ahora sabe que la mirada de

él hacia ella es de adoración. Por eso ella, con sus

42 años, quiere actuar con delicadeza para no rom-

per el corazón de él, de 17 años, que ayer le entregó

una carta:

- Señora, por favor, este sobre es para usted

–dice él, al momento de colocar la carta en las ma-

nos de ella, que aunque quisiera tocar, no se atreve

y apenas siente que el sobre hace contacto con las

manos de ella, él retira las suyas y el sobre cae. Los

dos se agachan rápidamente para tomar el sobre.

Las miradas se encuentran. Y ahí abajo, él suplica:

- Por favor, no la lea hasta que yo me vaya.

Ella sonríe, pero cumple. Él se va. Ella abre la

carta y lee:

- Por favor, señora, no se vaya a enojar conmi-

go, pero quiero confesarle que estoy enamorado de

usted. Yo sé que esto que le digo está mal, porque

usted es una mujer casada, con dos hijas y que tiene

un marido que la quiere, pero no lo puedo evitar,

cada vez que la veo siento bonito.

Ella, aunque no quiere, también siente bonito.

- Te has puesto muy gorda – le dice su marido

a cada rato.

- Sería bueno que pensaras antes de hablar –le

dice siempre su marido, después de las reuniones

familiares dominicales.

- Tengo sueño, estoy cansado –le dice su ma-

rido, casi todas las noches, cuando ella quiere un

abracito.

- Ya no pido más, sólo un abracito –clama ella,

para sí misma, en la noche, cuando su marido ya

duerme y ella se la pasa cambiándole los canales a

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28 El Búho

la televisión, tratando de encontrar algo que calme

su ansiedad.

- Cada vez que la miro siento bonito –dice la car-

ta de él, que es el jardinero que trabaja en la casa,

que todos los lunes va y arregla el jardín y siempre

al final, le entrega a ella un arreglo.

Pero ayer no hubo arreglo, ayer fue carta.

Hoy, el timbre suena. Ella se inquieta. Pregunta

por el interfón:

- ¿Quién?

- Soy yo, el jardinero.

- Pero hoy no te toca venir –dice ella, que se

descubre ruborizada.

- Es que ...quería venir a pedirle que me perdo-

ne, señora.

- ¿Perdonarte, por qué? –pregunta ella, que em-

pieza a sentir que un calor interno la envuelve.

- Es que voy a renunciar –dice él, con la voz en-

trecortada.

Ella siente que el piso se mueve, que la tierra se

abre, que el abismo se la quiere tragar, pero alcan-

za a no ahogarse lo suficiente y responde con una

pregunta:

- ¿Pero por qué?

- Porque después de lo que le dije en la carta,

no creo que me pueda atrever a mirarla a los ojos,

otra vez.

- Espérame, no te vayas –le dice ella, que muy

decidida, cuelga el interfón y camina rápidamente

hacia la puerta de entrada.

Abre y lo mira a él, que descubre que la mira

con fascinación y siente bonito, porque sabe que él

siente bonito.

- Pásale –le dice.

Él entra. Ella cierra la puerta. No hay nadie en la

casa, la muchacha fue al mercado. Ella entonces, lo

toma por los hombros, se acerca con mucha ternura

hacia los labios de él y le planta un beso, que ella

siente bonito, y que siente que él también siente bo-

nito. Las manos de él en la espalda de ella, que por

un momento siente mucho más que bonito, siente

calor, siente ardor, está a punto de poner sus manos

en el pantalón de él, cuando de pronto, escucha el

sonido de la llave que entra a la cerradura.

- ¡La muchacha! –exclama para sí misma y lo

aparta a él, que se desconcierta, pero entiende

cuando ve aparecer a la muchacha por la puerta.

La muchacha lo mira con unos ojos que matan.

Él baja la cabeza. Ella se da cuenta y dice:

- Aquí está lo que te quedé a deber ayer y nos

vemos el próximo lunes.

- Sí, señora, nos vemos el próximo lunes –res-

ponde él, que antes de irse le dice a ella, muy en

secreto:

- Por favor, que esto nada más quede entre us-

ted y yo.

- Claro que sí, entre tú y yo, nada más –reponde

ella, que se va a su cuarto a reposar un rato en la

cama con la sensación tan hermosa de saberse la

novia secreta del jardinero.

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confabulario 29

Margarita Cardeña

Ítaca

Más allá de mi ventana,

cerca de la playa serpenteante,

el eco se resbala sobre los riscos.

Las crestas espumantes de las olas

lamen las rocas anhelantes.

En lo alto del acantilado miro los remolinos

que arrastraron los naufragios de mi vida

hasta el fondo marino, entre pasajes abisales.

Tesoros de piratas y naves de bucaneros

sirven de telón de fondo

para mis desastres odiseicos

y epopeyas gastadas.

Miroslava raMírez

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30 El Búho

Como Ulises luchando contra la furia

de dioses vengativos y envidiosos,

no concreto mi vuelta al hogar,

lucho contra las sirenas y los monstruos marinos.

Sobrevivo al naufragio contra Escila y Caribdis,

que muerden mil veces de mi carne.

Mi sino se desploma sobre las catástrofes.

Sólo encontré algo parecido a los brazos de Circe

como hechizo del olvido, un espejismo,

un paréntesis onírico...

Dime que no es irreal.

Dime que no habrá un desastre divino.

Cebarse y lastimar hasta el hartazgo

parece hoy el deporte nacional.

Un puñado de dioses aburridos y ofendidos

se divierten con mi hado.

Desde el oscuro arcano vislumbro las costas

de Ítaca...

Plácido remanso del hogar y amor filial.

Pero se aleja cuanto más me acerco.

No soportaré el embate de lo ignoto.

Las fuerzas me abandonan.

Me rindo y no lucho más…

Como figura de arcilla, iré a donde

los dioses me lleven.

Aromas de auroras boreales

A veces la atmósfera nos llena de aromas

de esperanza como rimas de susurros nuevos.

Aire que llena los pulmones de fantasía

y magnolias que agitan sus corolas en la brisa.

Noche saturada de perfumes, un canto lejano

anida en el alma como cuna de golondrinas.

Luis Garzón

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confabulario 31

Esta noche tomada por asalto, entre puntadas

de estrellas cosidas al manto del vacío.

Oscuridad que absorbe hasta tus huellas

en el frío inmenso de la nada. Espacio sin luna.

Me arrepiento de las estrellas y las lunas

gastadas en vano con tus palabras sin tiempo.

La música del cosmos resuena en el aire.

Cometas en el firmamento del tiempo.

Cauda de mi amor titilante, no de hielo sucio.

Energía luminosa que trasciende hasta

tu abismo profundo y helado.

Y la armonía del universo, cadencia

acompasada; leyes de danzas estelares

acompañan mi cauda luminosa y vasta.

Al compás de Kepler bailando con los astros.

No fue un error haber vivido al límite

de fragmentos siderales.

Tú, como la antimateria, en tu vida vacua,

nunca sabrás de la inmensidad que

ni siquiera percibiste.

Pero la balada nocturna mece mi corazón

entre destellos de polvo lunar y lluvia de estrellas.

Ráfagas incipientes, apenas premoniciones de razón.

Perfumes de flores silentes y bellas

bajo el manto absorto, tan lejos de su alcance...

Un canto surge desde el fondo de las sombras

como presagios de auroras boreales,

en oleadas polares de luces y corrientes siderales,

a salvo, en tierra...

Hija del cosmos y cometas.

Cuando no estás

Me posee mi criatura de la noche

que teje telarañas en su mente,

blandiéndolas como estandartes

de tragedias inéditas.

Criatura que destruye la gracia

de las canciones del alba.

En un oscuro agujero de presagios

de angustia, como un sueño malvado.

Brinca sobre mi candor enamorado

y me susurra al oído que no volverás.

No hay infierno peor que perder

la eternidad.

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32 El Búho

Tus besos me arropan en mi vigilia,

en una canción que me confunde,

con sus notas dulces y felices,

dejando sus huellas en cada peldaño.

Desde la penumbra del sueño

hasta el resplandor de la risa.

No me abruman los presagios

ni me arredran los humanos infortunios

si estás a mi lado.

Pero siempre me susurra ese suave estruendo,

ese murmullo del motor tic tac

de mi descompensado corazón

al acabar el temor...

Se abre una pequeña rendija

que mitiga los pavores de tu ausencia…

y se hace la luz.

Irrumpes tranquilo e infinito.

Y pasas deshojando el frío

con tu tibieza,

birlando los esfuerzos de

las pobres criaturas de la noche…

Ricardo Martínez

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letras, libros y revistas 33

La prensa como arena política. El polémico retorno de

Leonardo Márquez a México (1895). El periodo comprendi-

do entre 1876 y 1911 en el que gobernó el general Porfirio

Díaz se caracterizó por grandes avances en cuanto a infraestruc-

tura se refiere así como un fuerte posicionamiento hacia el exterior

aunado a las sanas finanzas de

la administración pública; la pax

porfiriana y la modernización,

fueron los sellos característicos

de la gobernanza.

Durante la época citada, las

injusticias y los reclamos socia-

les aumentaron notablemente; a

la postre, esto daría vida a lo que

conocemos actualmente como

Revolución Mexicana que enca-

bezaría Francisco I. Madero.

Sin embargo, al interior de

este rico periodo de la historia

de México, se encuentran otros

DaviD Figueroa

La biblioteca de David recomienda…

Lilia Luján

letras libros revistas

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34 El Búho

escenarios poco estudiados y analizados; ejem-

plo de ello es la influencia que la prensa tenía

en esos momentos ya fuera apoyando al régi-

men o reclamando su independencia de éste.

Por si esto fuera poco, los vaivenes políticos y

las fuerzas al interior del país, se disputaban los

cacicazgos, siempre con la venia que el presi-

dente Díaz les podía proporcionar.

En este sentido, el autor, Arturo

Ríos, nos presenta un momento

crucial en la historia del Porfiriato,

el año 1895, donde varios sectores

políticos buscaban hacerse favoritos

del “dictador” para ingresar, man-

tenerse o bien eliminar a quienes les

eran problemáticos para sus fines.

Para este año, el régimen se

encuentra en su máximo esplen-

dor político y también social; lo

económico apenas daría sus pri-

meros frutos y lo cultural resplan-

decía en el extranjero a través de va-

rios exponentes en cada una de las be-

llas artes. Dentro de este escenario

se encuentra la figura de Leonardo

Márquez, viejo conservador a quien

se le achacaran las matanzas de

Tacubaya en 1861 durante la etapa

conocida como la Guerra de los

Tres Años así como los asesinatos

de Melchor Ocampo, Leandro Valle

y Santos Degollado. Una vez que

triunfó el bando liberal, México se

enfrentó a la invasión francesa de

1864-1867 en donde Maximiliano

Joaquín García Quintana

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letras, libros y revistas 35

de Habsburgo gobernaría bajo el denominado

Segundo Imperio gracias a las fuertes deudas

y problemas internos que nuestra nación tenía

en ese momento. Leonardo Márquez sería una

figura importante para Maximiliano pese a su

traición al no apoyarlo en su caída en la ciudad

de Querétaro.

Este personaje apodado “El Tigre de

Tacubaya” hizo su petición al gobierno federal

de Porfirio Díaz para poder regresar a su Patria

después de sus años en el exilio en La Habana;

Manuel Romero Rubio, principal promotor de

su regreso, convenció al presidente Díaz de que

un hombre de esa edad (contaba con 75 años)

ya no sería un problema político, mucho menos

reencarnaría las viejas ideologías conservado-

ras a las que el propio general se habría enfren-

tado hace casi 40 años.

Es así como a su regreso, la polémica no se

hizo esperar y tres diarios (objetos del análisis

de la lectura) se encargarían de abordar la lle-

gada y estancia en el país de tan distinguido ciu-

dadano: El Universal, El Demócrata y El Monitor

Republicano.

El primero de ellos, El Universal, resultaba

en un apoyo invaluable para el sector denomi-

nado “Los Científicos” quienes eran liderados

por José Yves Limantour, ministro de Hacienda,

y quien daría estabilidad económica al ré-

gimen del viejo mandatario; El Demócrata, un

periódico que desde un inicio encolerizó contra

El Universal y los miembros jacobinos que éste

elogiaba pero que por algún tiempo también

simpatizó con ciertos comentarios respecto al

régimen. Finalmente El Monitor Republicano,

periódico que constantemente atacaba a la

administración y que simbolizaba una inde-

pendencia editorial apenas visible respecto

a los periódicos de la época. Cada uno de ellos

jugaría un papel trascendental en cuanto a las

posiciones políticas del regreso de Márquez a

México.

El autor desnuda las complicidades, los

asuntos políticos arreglados a la vieja usanza

ya fuera a través de la negociación o a través

de la prisión para quienes atacaban. Sin duda

alguna un libro que merece una atención espe-

cial debido al entramado político que originaría

la presencia de un general viejo pero que en la

historia de México nunca fue encarcelado por

los crímenes que la misma historia se encargó

de adjuntarle y de los cuáles él nunca asumió

sino meramente como un simple alfil de un su-

perior al que habría que obedecer. Sin duda al-

guna un personaje al que habría que dedicar es-

tudios más extensos e imparciales. El lector que

guste de este periodo de la historia de nuestro

país, encontrará un delicioso platillo en cada

una de sus páginas.

La prensa como arena política. El polémico retorno de Leonardo Márquez a México (1895). Arturo D. Ríos A. / Instituto Mora-CONACYT. 2015, 170 [email protected]

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36 El Búho

Uno de los grandes cuentistas vigentes en México es

Hernán Lara Zavala, si bien su obra abarca novelas

y ensayos, desde un gusto personal considero que

Lara Zavala ya es un clásico de la cuentística mexicana, uno de

sus libros más conocidos se titula: De Zitilchén, el cual es un

pueblo imaginario que tendrá vida en

gran parte de sus cuentos, pero hablan-

do de cuentos, en esta ocasión festejare-

mos al gran escritor con el libro titulado:

Cuentos de aquí y de allá, publicado por

la Colección Biblioteca del ISSSTE en el

año 2000.

En este libro Lara Zavala hizo una

selección de cuentos que se encuentran

en sus diversos libros publicados, son

diez los cuentos que integran el libro, la

temática es variada, conoceremos histo-

rias que se desarrollan en Ziltilchén, al-

gunas en Barcelona, otras en Rusia, sin

Mauricio Cervantes

José Miguel NaraNJo raMírez

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letras, libros y revistas 37

embargo, el cuento seleccionado para desarrollar en

la presente columna se titula: “Después del amor”.

Todos en nuestras vidas alguna vez nos hemos

enamorado, y con los años aprendemos que a la pura

enseñanza griega el amor es producto de la riqueza y

la pobreza, porque cuando amamos y somos corres-

pondidos sentimos que caminamos en el aire, pero

ese mismo sentimiento que nos lleva a la gloria, nos

puede hacer a las personas más desdichadas e infe-

lices, es por ello la importancia del cuento, para ser

más concreto utilizaré la pregunta: ¿Qué hay después

del amor?, y basado en los cuestionamientos que

realiza Hernán Lara Zavala en su cuento, contaré

este cuento el cual puede ser una historia mía o de

quien me lee, porque es indudable que todos algunas

vez nos hemos enamorado, los dos personajes que

adquieren vida en esta historia serán: “Mujer bonita”

y “Alonso Quijano”.

Utilizo el nombre de Alonso Quijano en mi histo-

ria porque en la novela de Cervantes el personaje es

cuerdo, sin embargo, en mi pequeño relato estará un

poco loco producto de un amor pasado que lo ator-

menta y no lo deja vivir y cabalgar por el mundo, todo

porque para Alonso Quijano después del amor hay

mucho. Alonso Quijano cuando era cuerdo se enamo-

ró de Mujer Bonita, realmente el nombre de ella des-

cribe perfectamente su figura, tuvieron una relación

que Alonso siempre consideró que era amor, pero

realmente quien amó en la historia sólo fue Alonso,

eso claro está que lo aprendió con el tiempo, aun así

las consecuencias después del amor no cambian.

Cierto día Mujer Bonita y Alonso Quijano se en-

contraron de manera casual, tenían mucho tiempo

que no se veían, lo más triste del encuentro fue que

Mujer Bonita iba con su nueva pareja, Alonso quien

creía que ella era cosa del pasado, un bonito y gran

recuerdo, cuando la vio el impacto fue sorprenden-

te, no podía creer y soportar lo que sus ojos veían,

Alonso pensó que ella por respeto a la historia de ese

pasado, haría lo posible por estar un breve momento

en el bar y buscaría cualquier pretexto con su pareja

para irse, pero no fue así, Mujer Bonita quiso darle

vida a este relato y se quedó bastante tiempo en el

bar y pasó lo que tenía que pasar, es decir, Alonso el

que un día fue cuerdo al igual que su alter ego Don

Quijote enloqueció.

Estando los dos personajes en el bar, Alonso no

quitaba la mirada sobre su antiguo y vigente amor,

Mujer Bonita se veía como su nombre, y es en este

primer contexto del reencuentro donde Alonso se

preguntaba, ¿Cómo es posible que ahora le sonría a

él como me sonreía a mí? ¿Entonces todo lo que vivi-

mos no contó o así de vacía es la vida y los actos del

pesado no tienen ninguna importancia? entre más

se preguntaba Alonso más reflexionaba y rememo-

raba, a su mente vinieron grandes momentos que

vivió con la mujer que tenía enfrente y que ya no le

pertenecía.

En sus recuerdos vino a la memoria uno de los

momentos más felices que vivió Alonso con Mujer

Bonita, sucedió cuando Alonso cumplió treinta y un

años, él se quedó el diecinueve de septiembre en el

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38 El Búho

departamento de Mujer Bonita, ella lo despertó a las

tres de la mañana ya del veinte porque sabía que a

esa hora había nacido, le dio un abrazo, le regaló un

perro de peluche que hoy se llama Tobi e hicieron el

amor, pero de momento Alonso regresaba a la rea-

lidad que le presentaba el bar, y todos sus recuer-

dos eran sólo eso, recuerdos, porque en el presente

Mujer Bonita se veía feliz con su nuevo amor.

A ritmo de cervezas la locura de Alonso el que en

algún tiempo fue cuerdo se fue acrecentando, llegó

el momento que el pobre Alonso no resistió más y

enfrentó a Mujer Bonita con su nuevo novio, no sé

si fue un acto de valor, romanticismo o irresponsabi-

lidad, pero en esta parte de mi relato pondré en la

boca de Alonso Quijano las preguntas que Hernán

Lara Zavala hace en su cuento: Después del amor:

“¿Y qué fue de nuestro amor? ¿Qué quedó de

toda esa pasión? ¿Se desvanecieron en el tiempo, en

el recuerdo, en la memoria? ¿Los actos del corazón

se pierden en cuanto cesan los actos físicos? ¿Será

verdad que en nuestra época ya no hay pecados sino

meras transgresiones? El amor moderno, ¿Será tan

complejo que ya no admite una sola línea de acción,

una incógnita, un misterio? ¿Puede seguir siendo,

como se consideró alguna vez, de una sola pieza, re-

fractario, indivisible y siempre fiel? ¿Cuántos vértices

tiene el amor? Esos mismos vértices muchas veces

nos lastiman y lastiman a los que amamos y, sin em-

bargo, los agradecemos porque son los que nos hacen

sentir y vivir. ¿Hay alguien que logre vivir una gran pa-

sión que no parezca un remedio insulso de una vieja

película en la que ya nos sabemos de memoria todos

los parlamentos?”

Por supuesto que Mujer Bonita no le respondió

ninguna pregunta al loco de Alonso Quijano, Seguro

estoy que las preguntas siempre estarán sin respues-

tas, lo que si quedó claro para Mujer Bonita es que

Alonso Quijano sigue conservando con mucho cari-

ño a su perro el Tobi, porque para Alonso después del

amor hay mucho, si no fuera así, entonces nuestras

vidas día a día se diluirían en la nada, por lo tanto,

después de un verdadero amor, siempre habrá amor,

sólo que acompañado muchas veces de dolor.

Juan Villoro

En el mes de septiembre el escritor mexicano Juan

Villoro cumplió sesenta años de vida. Villoro es con-

siderado como uno de los grandes herederos de las

crónicas de la ciudad de México, sin dejar de men-

cionar su enorme afición al futbol y al Rock. Podría

decirse que Juan Villoro es de todo un poco, pero

considero que ante todo es un hombre de letras,

un escritor prolífico de novelas, cuentos, crónicas,

además, un destacado periodista, y es precisamente

con la obra periodística titulada: Domingo Breve,

como festejaremos al reconocido escritor.

Domingo Breve fue el título de una columna que

publicó Villoro en el suplemento cultural del periódi-

co La Jornada en el año 1999, Villoro había sido el

Director del suplemento antes mencionado entre los

años 1995-1998, el libro Domingo Breve integra co-

lumnas de las dos etapas señaladas, la obra fue publi-

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letras, libros y revistas 39

cada en el año 2000 por la Colección Biblioteca del

ISSSTE.

Una de las características especiales que tienen

las columnas publicadas en: Domingo Breve, es que

son pequeños ensayos donde la ficción tiene gran

relevancia. Villoro en esta obra aborda temas senci-

llos y breves, las costumbres de lo que vivimos día a

día están agradablemente desarrolladas en la obra, el

libro se integra por treinta y tres colum-

nas, temas como la impuntualidad del

mexicano, la tristeza, las fiestas, la alegría

fingida, el machismo, la corrupción, son

tratados en Domingo Breve.

Las columnas no sólo se referirán a

las costumbres y temas sobre los mexica-

nos, también abordarán temas de interés

universal e incluso en algunas columnas

la voz narrativa estará describiendo cos-

tumbres, conductas y problemas de otros

países como Alemania, España y Estados

Unidos. En el presente artículo trataré

desde un gusto personal de presentar ex-

tractos reflexivos de algunas columnas

que considero interesantes.

En la columna: “Extrañas cortesías”,

Villoro aborda el tema de ciertas conduc-

tas que a muchos nos incomodan y lo

peor es que muchas veces nos quedamos

callados, porque no sabemos si la con-

ducta es por cortesía o por joder, el ejem-

plo que pone Villoro es el siguiente: “No

es éste el sitio para inventar los amables recursos con

que los mexicanos logramos dar lata. Baste mencio-

nar uno. Vivimos en el único país donde se considera

refinado que el mesero te arrebate los guisos y las be-

bidas antes de que te los acabes. Muchas cosas pue-

den decirse de nuestras costumbres pero no que sean

rápidas. Curiosamente, nuestra nación, convencida

de que verse el ombligo es un pasatiempo inagota-

Luis Garzón

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40 El Búho

ble, se acelera ante una mesa puesta. Los hombres

de filipinas son veloces a destiempo. Sería bastante

ruin suponer que nos quitan medias pechugas para

devorarlas en la cocina”.

En la misma columna: “Extrañas cortesías”,

Villoro nos hace viajar en un tren de Madrid a Segovia,

y nos cuenta que una anciana le dijo que se acababa

de anunciar en España que se iba a suprimir el pan,

se comerían otras cosas, menos pan: “Pero usted jo-

ven y extranjero –metió la mano en su bolso, un bolso

enorme, agrario, hecho de remiendos. Tenga. Es mi

último pan. Tal vez sea el último pan de España. En la

estación de Segovia fui a un Kiosco de periódicos y leí

la noticia que alarmó a la anciana. Alguna oficina de

Gobierno había decidido subir el precio del pan.”

Otra columna muy interesante por vigente se ti-

tula: “Sí y no: los implantes de Pamela”, Juan Villoro

relata que: “La ALDEA global ha encontrado un nuevo

tema para entusiasmarse: la rubia Pamela Anderson,

conocida por sus senos aerostáticos, ¡¡¡decidió reti-

rarse los implantes!!! En la degradación noticiosa

que vivimos, el tema fue tratado como si se hablara

de enderezar la Torre de Pisa. Los noticieros pasan el

bombardeo en Belgrado al proceso deflacionario de

Pamela como si se tratara de sucesos de trascenden-

cia paralela. Por desgracia, en nuestra enferma comu-

Javier Manrique

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letras, libros y revistas 41

nidad nos basta conocer que apenas nos interesan,

hay que tomar partido al respecto. En otras palabras:

¿Usted está a favor de los nuevos o (antiguos) senos

de Pamela?”

Por cuestiones de espacio decidí comentar tres

columnas que integran: Domingo Breve, pero la ter-

cera tendrá una característica especial, ocuparé el

título de la columna así como la temática planteada

por Juan Villoro, para desarrollar mi propia historia

vivida con dos amigos recientemente en la ciudad de

México, el título es: “El hombre de los lavabos”, y

para proteger la identidad de mis amigos uno se lla-

mará “El Caras” y otro “El Brócoli”.

Un viernes llegamos a un conocido Restaurant-

bar llamado “La soldadera” ubicado frente al

Monumento a la Revolución, desde que te estacio-

nas en el lobby del lugar las atenciones son de primer

nivel, pero lo mejor del bar es que hay como veinte

chicas de muchas nacionalidades todas con una cin-

tura y bustos impresionantes, pedimos cervezas, sa-

brosos cortes de carnes, en general todo estaba de

lujo y más porque las cervezas estaban asentando

al estómago de la terrible cruda, en el estómago de

“El Caras” algo cayó mal y tuvo que ir de urgencia

al baño, en ese contexto fue cuando se encontró con

¡¡¡El hombre de los lavabos!!!, y en esta parte de mi

relato utilizaré las preguntas que hace Juan Villoro

en el suyo: “¿Quién inventó a ese incierto testigo

de nuestra vida privada? ¿En qué momento la gas-

tronomía mexicana consideró que era de lujo tener un

mendigo uniformado en los unitarios? En los cubiles

sanitarios, ver y oír resulta tan desagradable como ser

visto y ser oído.”

Al final con nuestro amigo “El Caras” todo salió

bien, no tanto para “El hombre de los lavabos”,

porque tuvo que escuchar a fuerza toda la canción

de la Sonora Matancera: “Sonaron los cañonazos”,

a ritmo de miserables veinte pesos, mientras esto

sucedía, “El Brócoli” y el escribidor reían y reían.

Esta fue la historia de una columna breve.

Silvia Molina

Para concluir las columnas del mes de Septiembre,

les presentaré a una bella mujer originaria del Estado

de Campeche, gran escritora y editora, ganadora en el

año 1977 del Premio Xavier Villaurrutia por su nove-

la: La mañana debe seguir gris, publicada ese mismo

año. Esta bella mujer pertenece a una familia con

fuerte trayectoria política, su padre fue Gobernador

de Campeche y posteriormente Secretario de

Gobernación con el entonces Presidente Miguel

Alemán Valdés, no obstante, de su padre heredó la

pluma y no la política, todo lo antes señalado sirve

como punto de partida para presentarles a la extraor-

dinaria escritora Silvia Molina, quien el mes de octu-

bre cumplió setenta años de vida.

Desde una interpretación personal, (no conozco

a la escritora), considero que Silvia Molina ha tenido

dos pérdidas muy dolorosas en su vida por las cir-

cunstancias en que se dieron, su padre Héctor Pérez

Martínez murió siendo muy joven, cuando Silvia tenía

sólo dos años de vida, y años después Silvia estando

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42 El Búho

fuertemente enamorada, perdió a quien tal vez, haya

sido el amor de su vida, al poeta tabasqueño José

Carlos Becerra.

Lo antes apuntado si bien es interpretación per-

sonal, quiero puntualizar que la interpretación tiene

su fundamento en la gran novela autobiográfica: La

mañana debe seguir gris. En esta pequeña pero ma-

gistral obra, Silvia Molina nos contará una historia

de amor que vivió recién llegada a Europa con el jo-

ven poeta José Carlos Becerra. La novela tiene una

fecha de inicio: “10 de noviembre de 1969” y la fecha

del fin de la historia es: “27 de mayo de 1970”.

De manera breve trataré de narrarles lo esencial

de la historia autobiográfica novelada, es importante

aclarar que en la obra no aparece el nombre de la

joven que narra, en el presente artículo me permitiré

emplear el nombre de la autora. Silvia llegó a vivir a

Europa siendo una joven de 23 años, si bien su fi-

nado padre había sido Gobernador y Secretario de

Gobernación, hasta donde se puede percibir en la

lectura, La familia de Silvia no era groseramente rica,

clase media, seguramente con algunos privilegios y

relaciones que les permitían desarrollar proyectos

como que Silvia se fuera a vivir a casa de su tía en

Londres, Inglaterra.

Silvia llegó a Londres con unas amigas las cuales

sólo estarían una semana de paseo y regresarían a

México, un día las amigas fueron a visitar al escritor

y diplomático mexicano Hugo Gutiérrez Vega quien

vivía en Londres con su esposa Lucinda, eso sucedió

el 10 de noviembre de 1969, ese día estaba en la casa

de Hugo Gutiérrez su amigo el poeta José Carlos

Becerra, Silvia y sus amigas fueron muy bien recibi-

das y atendidas por sus compatriotas mexicanos: “El

comedor forma parte de la sala en la que estamos, hay

libreros por todas partes. Me sientan enfrente a José

Carlos, dos veces hace que quite la vista de él, no mira

su plato, no comprendo cómo puede verme así, comer

y participar con tal entusiasmo en la plática.”

Ese 10 de noviembre del 69 es el inicio de la histo-

ria de una pasión única, especial, y, tal vez, iniguala-

ble en la vida de Silvia Molina, los dos quedaron im-

pregnados, una mirada de amor, pasión, deseo, atrac-

ción, puede ser más penetrante que una rayo de sol,

las amigas de Silvia notaron esa pasión momentánea

y al siguiente día fueron todas a visitar a José Carlos

a su departamento, él las recibió con mucha alegría,

cuando se despedían para irse, José Carlos les dijo:

“Sí, nada más que me da mucha pena decirles que

he decidido quedarme con ella, responde, mientras me

toma por la cintura. Yo me aparto bruscamente. –¿Qué te

pasa? –Qué te quedas. –Por favor déjame salir, sé que es

broma. ¿Espeeeren! Ábreme la puerta. –Quédate. –¡Estás

loco! –¿No te quedas? –Claro que no. ¡Voooy ¡ ¡Voooy!

–¡Shh! vas a despertar a los vecinos. –Abre. –Dame un

beso. –Tiene los ojos cerrados, busco un espacio en su ca-

chete barbado, aunque sé que su boca me gusta. Apenas

si lo beso, abre la puerta, salgo como tiro al elevador, voy

a la calle rumbo a la estación y encuentro a mis amigas

a la entrada del metro. –¡Eres una estúpida! te hubieras

quedado. –¡Qué tonta, qué tonta! agrega una de ellas, a

mí no me lo dicen dos veces. –Pero a mí sí. ”

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letras, libros y revistas 43

Una vez concluida la primer semana en Londres,

Silvia se fue a vivir a casa de su conservadora tía, la

economía de Silvia no era muy solvente, por lo tanto,

desde el inicio supo que tenía que acatar las reglas

de su tía, porque su mamá no podía desde México

enviarle dinero para renta, comida, transporte, etc.

La relación con su tía siempre fue tensa, desagrada-

ble y más cuando la tía conoció a José Carlos, le pro-

hibió lo viera, por supuesto que Silvia ya ena-

mora, desobedeció a la tía, lo vio y mucho,

pasó en los siguientes meses todo lo que tenía

que pasar, hicieron el amor tantas veces, que

hasta al doctor tuvo que parar por presen-

timiento de un embarazo, el amor estaba a

plenitud y esta historia verdaderamente ape-

nas comenzaba.

La incipiente relación con el poeta era

mucho más allá que una pasión sexual, con-

vivían muchísimo, imagínese a una joven de

23 años en Londres, enamorada y amada por

un poeta de 33 años, visitaron museos, lugares

emblemáticos de Londres, la casa de Dickens,

Silvia estaba impresionada por la cultura de

José Carlos, no podía comprender cómo un

hombre de gran sabiduría se había enamorado

de ella, sin conocer la respuesta del poeta, me

atrevo a afirmar que no se adquiere la cultura

para enamorar o impresionar, mucho menos

la mujer que nos guste o amemos debe ser

súper culta, con que sea única y ame sin

prejuicios es suficiente.

A pesar que la novela es pequeña, falta mucho

por conocer de esta maravillosa y trágica historia

de amor, quiero comentarles que la obra inicia con

la narración de efemérides donde la autora a partir

del 10 de noviembre del 69 al 27 de mayo de 1970,

nos cuenta vivencias personales de su estancia en

Europa y acontecimientos que sucedían en distintas

partes del mundo, bajo la misma estructura de efe-

Carlos Pérez Bucio

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44 El Búho

mérides me permitiré concluir el presente artículo,

con la característica que no transcribiré nada, pondré

las efemérides a mi antojo, con mis ideas y en dife-

rentes tiempos y circunstancias.

26 de mayo de 1970, una joven hermosa de 23

años preparaba sus maletas para viajar a Italia y

alcanzar a su gran amor el poeta José Carlos Becerra.

27 de mayo de 1970, muerte en Brindisi, Italia, el

poeta tabasqueño José Carlos Becerra.

Marzo de 1976, la escritora Silvia Molina termina

de escribir la novela: La mañana debe seguir gris.

1977 Silvia Molina es galardonada con el premio

Xavier Villaurrutia.

21 de septiembre de 2016, el escribidor termina la

lectura de la novela: La mañana debe

ser gris, e inmediatamente escribe el

presente artículo.

Finalmente, deseamos que el 10

de octubre de 2016, Silvia Molina

cumpla felizmente sus setenta años

de edad, y que hoy a la distancia de

lo vivido y narrado, recuerde que sin

un amor el alma muere derrotada,

Silvia Molina no tan solo sigue viva,

además, por ese gran amor su pluma

ya ha sido inmortalizada.

Pedro Ángel Palou

En la historia de la literatura mexi-

cana se pueden identificar a destaca-

dos escritores como integrantes de

un grupo de generaciones literarias

históricas, así, tenemos por ejem-

plo: La Generación del Ateneo de

la juventud, Los Contemporáneos,

La Generación de Medio Siglo, La

Generación de la Onda, y en esta oca-

sión conoceremos a un escritor de la

Aída Emart

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letras, libros y revistas 45

denominada Generación del Crack, llamado Pedro

Ángel Palou, quien en el presente año está festejando

sus cincuenta años de vida.

Pedro Ángel Palou es un reconocido escritor po-

blano, su amplia obra incluye novelas, cuentos, en-

sayos, trabajos sobre historia de la cultura. Además,

Pedro Ángel se ha desempeñado en diversos car-

gos públicos y académicos, entre los que destacan,

Secretario de Cultura del Estado de Puebla y Rector

de la Universidad de las Américas en Puebla. Por

lo tanto, la mejor manera de festejar a un escritor

es leyendo sus libros y la obra que presentamos es la

extraordinaria novela titulada: Zapata, publicada en

el año 2006 por la Editorial Planeta.

Zapata es una novela histórica y biográfica, es

importante precisar que en este subgénero de la

novela, el principal objetivo no es enseñarnos un

hecho histórico o darnos información documentada,

si bien es verdad que se parte del conocimiento de

la historia formal, no olvidemos que en la novela

se puede recrear, fantasear, imaginar, inventar, para

ser más puntual, en la novela histórica estaremos

ante la mirada del artista, del creador, lo anterior lo

explica de manera muy clara Pedro Ángel Palou cuan-

do manifiesta:

“El verdadero novelista construye verdades otras,

simbólicas, que vienen a arropar el edificio incomple-

to de la imposible Verdad con mayúsculas. Le preo-

cupa el alma humana, además. Las razones atrás de

las acciones. Necesitaba encontrar la temperatura y el

tono de esta novela y aborrecía de antemano el alien-

to épico que me impedía acercarme a un Zapata más

humano.”

Partiendo de lo antes señalado, Pedro Ángel

escribe esta genial novela donde nos presenta a

Emiliano Zapata en dos vertientes, por una parte el

Zapata revolucionario, histórico, al hombre defensor

de los derechos de la tierra y las libertades de los

campesinos, y por otra parte nos presenta al Zapata

humano, al hombre que duda, sufre, reflexiona, acier-

ta, se equivoca, y esta vertiente es lo esencial de la

novela, porque conoceremos a Zapata al desnudo,

sin dejar de señalar que a pesar de los defectos y

errores cometidos por el personaje, eso no afecta

en nada para confirmar que Zapata siempre fue leal

y firme a sus principios revolucionarios de tierra y

libertad.

La novela abarcará diez años de acciones

privadas y públicas del personaje, la obra se divide

en dos capítulos: “Tormenta de herraduras (1909-

1914)” y “La pesada noche del destino (1914-1919)”.

Desde el momento que se empieza la lectura, luego,

luego se percibe que hay que ser primero un gran lec-

tor, para poder aspirar a ser un buen escritor, porque

Pedro Ángel escribe en una síntesis toda una vida

pública de Zapata y diez años intensos de la historia

de México.

El lugar de partida es Anenecuilco, Morelos,

lugar donde nació Zapata en el año 1879. En todo el

recorrido de la novela nos encontraremos con algu-

nas preguntas donde el personaje reflexiona, entra

en crisis existenciales, y lo interesante es que no son

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46 El Búho

problemas existenciales de una época sino de todas,

la primera pregunta es: “¿Qué peso puede tener una

palabra, dignidad, cuando la vida se derrumba y nada

existe?” Sobre esta estructura de preguntas y a ritmo

de corridos Pedro Ángel estructuró la novela.

En este magistral libro se leerán muchas histo-

rias y anécdotas sobre la vida de Zapata, con la lec-

tura se derrumbará la imagen que tenemos de algu-

nos personajes históricos y se confirmarán la baje-

za y traición de otros, habrá anécdotas donde nos

preguntaremos si es ficción o realidad, ejemplo de

ello es cuando Zapata siendo muy joven fue encarce-

lado y en ese contexto lo rescató Don Ignacio de la

Llave, quien era un poderoso empresario hacendado,

además, era yerno de Don Porfirio Díaz.

Don Ignacio no sólo liberó al joven Zapata de la

prisión, al instante le ofreció trabajo en su hacienda

en la ciudad de México como su caballerango, Zapata

era un experto para domar caballos cerreros, un día

estando solos en la hacienda, Don Ignacio de alegría

abrazó por la espalda a Zapata y le beso la nuca,

Zapata con fuerza lo volteó, le bajó los pantalones y

lo sodomizó, al momento de penetrarlo lo hacía con

fuerza, odio, sentimientos confundidos, etc. el inci-

dente se repitió una vez más, pero Zapata le pidió

lo dejara regresar a su pueblo, prefería seguir sem-

brando sandías, la ciudad no le gustaba.

Cuando leí esta parte comentada, lo primero que

reflexioné fue que era muy interesante cómo Pedro

Ángel Palou estaba describiendo la vuelta de tuerca

que pretendía Zapata en su lucha revolucionaria, los

hacendados siempre habían explotado y humillado

al pueblo, el Gobierno de aquellos años y de hoy nos

han robado todo, entonces Zapata al sodomizar a

Don Ignacio se vengaba de las dos élites, los hacen-

dados y del Gobierno.

Otra anécdota interesante es cuando se da la

reunión histórica en la ciudad de México siendo

Presidente Francisco I. Madero, en la reunión Madero

le pide a Zapata deje las armas, le manifiesta que ya

es tiempo de paz y hacer Gobierno, le promete que

irá en unos días a Morelos, y agrega: “No se preo-

cupe, general Zapata, cuando las cosas se estabilicen

gestionaremos un rancho como premio a sus afanes a

favor de nuestra causa. A Emiliano le hierve la san-

gre, siente que todo empezó mal con esos hombres

que no lo comprenden. Que no entienden a los del sur.

Atina a responder. No me incorporé a la revolución

para hacerme hacendado señor Madero. El reparto de

las tierras es mi mejor pago.”

Pablo González fue el comisionado por el

Presidente Venustiano Carranza para que asesinara

a Zapata, cuando logró su objetivo declaró que el

zapatismo había muerto y qué equivocado estaba,

esto apenas iniciaba, porque el zapatismo se con-

virtió en una forma más digna de ver la vida, es por

ello que Pedro Ángel Palou escribe: “En un árbol del

Jardín Borda alguien graba el primer anónimo al día

siguiente de la muerte de Zapata: Rebeldes del sur, es

mejor morir de pie que vivir de rodillas”.

[email protected]

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Homenaje a René Avilés Fabila �

Ayer, lunes, este periódico daba la noti-

cia de la muerte del escritor mexicano

René Avilés Fabila (1940-2016). En las

historias de la literatura de su país se le incluye

en la denominada, de manera despectiva, gene-

ración de la Onda, integrada también por José

Agustín y Gustavo Sainz, entre otros, quienes

empezaron a publicar a mediados de los sesen-

ta. De todos ellos, que fueron escritores urba-

nos, podría decirse que quedaron solapados -en

cierta forma- por los maestros anteriores, así

Juan Rulfo y Juan José Arreola, y por los narra-

dores del llamado boom, como Carlos Fuentes

o el tangencial Fernando del Paso.

Con varios de estos se formó nuestro narra-

dor, asistiendo a los míticos talleres del autor de

Confabulario. Y de las enseñanzas allí adquiridas

y de la ayuda de una beca procedente del míti-

co Centro Mexicano de Escritores, dirigido por

Rulfo, Arreola y Francisco Monterde, nació su

primer libro de cuentos, Hacia el fin del mundo

Oswaldo Sagástegui

Homenaje a René Avilés FabilaRené Avilés FAbilA: mAestRo de lA bRevedAd

FeRnAndo vAlls

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�� El Búho

(1969). Se inició en la novela con Los juegos

(1967), autoeditado, a la que siguieron creo que

siete más, entre ellas El gran solitario de Palacio

(1971), sobre la matanza de Tlatelolco en 1968,

teniendo que editarse en Buenos Aires, en las

Ediciones de la Flor. Pero su formación aca-

démica la hizo en la UNAM, completándola en

La Sorbona. Mientras que su filiación política,

militó veinte años en el Partido Comunista, le

debe mucho al escritor José Revueltas.

Fue, además, un destacado gestor cultural y

un asiduo colaborador de la prensa mexicana,

en calidad de articulista y editorialista, llegando

a ser director de la sección de cultura del diario

Excélsior, y fundador y responsable de su suple-

mento cultural, denominado El búho (1985-

1999). Pero creo que sobre todo lo recordare-

mos por su narrativa breve y brevísima, por sus

cuentos y microrrelatos. Estos últimos aparecen

recogidos, en especial, en sus libros Fantasías

en carrusel (1978), Cuentos y descuentos (1986)

y Cuentos de hadas amorosas y otros textos

(1998). Pero, asimismo, es el responsable de la

Antología del cuento breve del siglo XX en México

(1970), la primera recopilación de microrrelatos

mexicanos, en una fecha muy temprana en la

historia del género. Por lo demás, su narrati-

va mínina aparece recogida en las antologías

mexicanas, españolas e hispanoamericanas más

prestigiosas, así la de Edmundo Valadés, David

Lagmanovich, Lauro Zavala, Javier Perucho y

Antonio Serrano Cueto.

Cultivó también la fábula, a la manera de

Augusto Monterroso, su autor preferido, en

estas distancias mínimas, y los bestiarios, en

libros como Los animales prodigiosos (1989),

Bestiario de seres prodigiosos (2001), publicado

en Madrid por Eneida, y El bosque de los prodi-

gios (2007), un intento de componer un bestia-

rio prehispánico, sin que falte en su producción

un libro titulado De sirenas a sirenas (2010), un

motivo hoy de moda, dentro siempre de las for-

mas breves. Para Avilés Fabila, cultivador de la

ciencia-ficción y de lo fantástico, el microrrelato

debería ser una muy ajustada y precisa historia

de ficción compuesta mediante la inteligencia

de la agudeza y con un desenlace sorprenden-

te, en la que –añadimos nosotros- a menudo

juega con la intertextualidad, las paradojas y el

humor.

Su muerte a causa de un infarto, cuando

tenía en marcha tantos planes, ha sido una

penosa sorpresa para quienes lo apreciábamos.

Por desgracia, en España, donde era conocido

entre los seguidores del microrrelato, no alcan-

zó nunca el reconocimiento que merecía, aun-

que su novela Réquiem por un suicida la reeditó

Libertarias/Produfhi en 1998. Y, sin embargo, en

el número de este mes de la revista Quimera

lo entrevista la escritora Carmen Peire, quien

lo acompañó por Madrid en su reciente viaje a

España, quedando tan satisfecho que en uno de

los últimos correos que debió de escribir, horas

antes de su muerte, anunciaba sus deseos de

volver pronto a nuestro país, donde la edito-

rial Menoscuarto prepara una antología de sus

microrrelatos.

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Homenaje a René Avilés Fabila ���

¡Cuánta pena, cuánto dolor! Estoy triste y acon-

gojada por el deceso de un entrañable ser, un

hombre íntegro que honró con sus actos a la amis-

tad, las letras, el periodismo y la cultura.

Me refiero a René Avilés Fabila, quien nos dejó

de repente y cuya presencia ya se extraña. ¡Y de qué

manera!

Amigo entrañable desde hace muchos,

muchísimos años. Diría que casi de toda la

vida. Siempre dispuesto y solidario, gustoso

acudía cada vez que lo convocaba a alguna

nueva aventura cultural.

Lo recuerdo en esas reuniones fraterna-

les, con amigas y amigos en torno a la mesa.

Invaria-blemente sobresalía su ingenio,

su vasta cultura, su simpatía y su vitalidad

infinita.

Lo conocí –cómo olvidarlo– cuando di-

rigía el suplemento cultural El Búho, en el

diario Excélsior, donde me abrió un gene-

roso espacio para colaborar y enriquecer el

campo de las artes

visuales.

De manera inevitable lo he recordado

–y añorado– desde su sorpresivo y lamen-

table fallecimiento, que ocurrió el 9 de

octubre. Han venido a mi mente aquellos

días en los que él y Rosario Casco, su

infatigable esposa, ameritada promotora cultural,

decidieron fundar la revista El Búho, y realizaron

varias reuniones en mi casa a fin de trazar desde

ahí las estrategias para buscar patrocinios y lanzar

esa publicación para bien de las causas culturales.

Mi compañero Alejandro Ordorica y yo lo cono-

cimos, apreciamos y disfrutamos. Sin embargo, la

Clément

buen viAje RenémARthA ChApA

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�V El Búho

Martha Chapa

vida nos acercó a él en tiempos y situaciones dife-

rentes, aunque a fin de cuentas concluimos en este

sendero común, no de las casualidades, sino de las

causalidades, como bien se dice.

Alejandro me cuenta que conoció a René Avilés

a través de Martín Reyes Vayssade, en ese entonces

subsecretario de Cultura de la Secretaría de Edu-

cación Pública, pues ambos venían de las filas de

la izquierda y hasta de militancias espartaquistas.

Posteriormente, René participó en muchos foros y

eventos del Programa Cultural de las Fronteras, que

Alejandro encabezaba allá por los años ochenta.

Recuerdo que hace pocos años se le rindió un

merecido homenaje en la Universidad Autónoma Met-

ropolitana para celebrar su larga y fructífera carre-

ra literaria. Fue un acto solemne presidido por el

entonces rector de la Unidad Xochimilco, y actual-

mente rector general de esa institución, Salvador

Vega y León, quien se refirió al “enorme valor de

este escritor mexicano [...cuya] pluma no se detiene

ante la injusticia; su pensamiento y creación

reflejan lo versátil que puede ser, siempre con

una narrativa espontánea, apoyada en el hu-

mor y la originalidad que mantiene con una

libertad creadora a sus personajes, que siem-

pre nos atrapa como lectores”.

En aquella ocasión, Enrique Fernán-

dez Fassnacht –a la sazón rector general

de la UAM– comentó que las obras de René

traslucen una vitalidad constante, pero tam-

bién revelan “una inquebrantable rebeldía e

inconformidad, una crítica infatigable ante el

desorden establecido, el coraje ante la explo-

tación y la injusticia, el desprecio a la corrup-

ción, el derroche y el despojo, así como con

la profunda herida que como herencia fatal

marca a los pueblos de una lastimada Améri-

ca Latina”.

Pero la nota divertida la aportó María

Luisa la China Mendoza –me acuerdo bien–,

también presente en aquel homenaje, quien

consideró que René era “feliz, alegre y diver-

tido; bueno como el pan de Acámbaro”. Por

cierto, la China confesó que había tenido

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Homenaje a René Avilés Fabila V

diferencias con René cuando él iniciaba su carrera

en las letras, pues entonces ella formaba parte de

aquella “mafia” de la literatura que él criticó en su

novela Los juegos. Pero poco a poco resultó cauti-

vada por la inteligencia y sensibilidad de René. “Y

extrañamente empezamos a ser amigos de verdad”.

“En su casa nos presentábamos libros, reíamos

mucho, quizás viajamos más en la imaginación. Él

siempre escribiendo y dándome el ejemplo de lo

que es un escritor de verdad, incansable, empeñado

en ser cada vez mejor, sin ver ni oír los grititos de-

saforados de una mafia peligrosa…”.

Así era René, siempre activo e inquieto, y así fue

hasta el último día. En una comida reciente en casa

de una amiga común, Ana Lilia Cepeda, apenas hace

un par de meses, lo vimos igual de vital, alegre, di-

charachero y elocuente. Bueno, hasta llegamos a

considerar la posible publicación de un libro que

él coordinaría y donde participaríamos, entre otros,

Alejandro y yo. Una obra sobre Pita Amor, ese per-

sonaje tan peculiar, a quién tanto quise.

Murió René y mucho nos duele. Nos quedan,

por supuesto –y por fortuna– sus abundantes libros.

Novelas reveladoras, irreverentes y disfrutables, así

como sus chispeantes relatos. Ahí están Los juegos

(1967), El gran solitario del Palacio (1971), Tantadel

(1975), La canción de Odette (1982), Réquiem por

un suicida (1993) y El amor intangible (2008), si bien

no faltaron menciones a sus libros de relatos como

Hacia el fin del mundo (1969), La lluvia no mata a

las flores (1970), Los oficios perdidos (1983), Los

animales prodigiosos (1989) y El evangelio según

René Avilés Fabila (2009).

No se olvidará tampoco su brillante trayectoria

tanto en el periodismo cultural como en el ámbito

informativo y en la promoción de la cultura, donde

siempre se impuso su lucidez y sentido crítico. Una

carrera rica y fructífera. Por su destacada trayec-

toria en las letras, René fue reconocido hace justo

dos años, en octubre de 2014, con la Medalla Bellas

Artes.

En noviembre habría cumplido 76 años, que son

pocos si consideramos su extensa y fructífera car-

rera. Fue Jefe del Departamento de Política y Cultura

de la UAM-Xochimilco, director general de Difusión

Cultural de la Universidad Nacional, director de la

rama literaria de la Sociedad General de Escritores

de México, coordinador de Extensión Universitaria

de la UAM-Xochimilco. Y, por supuesto, editor del

suplemento cultural El Búho del periódico Excélsior

y de la revista El Búho.

Ahí están y perdurarán sus aportaciones a la lite-

ratura y al periodismo. Para mí quedará grabada en

la mente y el alma esa entrevista inolvidable que tu-

vimos el privilegio de hacerle en nuestro programa

televisivo El sabor del saber, que se suma al acervo

de personajes destacados de nuestro presente.

Estoy muy triste pero a la vez celebro la vida y la

obra de este notable escritor, periodista y promotor

de la cultura. Envío un abrazo sincero y fraternal a

mi querida Rosario, con la certeza de que René, con

su agudeza y talento, permanecerá con nosotros.

http://www.marthachapa.mxSala-Museo Martha Chapa:http://www.dgb.uanl.mx/bibliotecas/burrf/salamuseomarthachapa/Facebook: Martha Chapa BenavidesTwitter: @martha_chapa

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V� El Búho Mauricio Cervantes

En octubre, el domingo 9 (alguien propu-

so que el domingo es un buen día para

morir) falleció, como cabría esperar, de

lo que antes se llamaba más sencilla y coloquial-

mente, “un ataque” y hoy se ha cientifizado como

infarto al corazón. Su deceso fue verdaderamente

cordial.

Murió, poco antes de cumplir 76 años, lo que

habría ocurrido el próximo 15 de noviembre. Tal vez

fue un rasgo de coquetería, para no llegar a la edad

en que murió el poeta Juan Rejano, a quien recono-

cía como uno de sus guías intelectuales. La coque-

tería se le daba natural, pues como el Maracumbé

(el rey de todos los sones) del mariachi Vargas, pre-

tendía ser “querido de las mujeres/ apreciado de los

hombres”.

A su edad, coetáneo de quien firma estas líneas,

no tenía más que una marca del zorro (o del zorri-

llo, por lo pequeña) alrededor de las sienes, lo que

lo hacía un berrendo escritor singular, pues los de la

generación ya éramos cabecitas blancas, teníamos

cabellos extintos (ya sin tintura: claros, canos) y él

se presentaba con una cabellera orgullosamente

bruna. Al “misterio” respondía sin timidez alguna

y con ligera muestra de audacia y desparpajo, que

todo se lo debía “al milagro Clairol”.

Tenía sentido del humor,

pero también –y hay “víctimas

propicias” que podrían dar fe

de ello– “sentido del amor”.

Y como esta pulsión –según

los terminajos freudianos–

proviene del corazón, con-

forme a la conseja popular,

no se podía esperar que otra

víscera le fallara, dado el uso

y el abuso gozoso, que tenía

a orgullo, aunque no lo pre-

sumiera con los extraños.

Con sus amigos cercanos

y cómplices, podía mostrarse

lA CoRdiAl mueRte de René Avilés FAbilAhéCtoR AnAyA

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Homenaje a René Avilés Fabila V��

ufano de sus haberes, pero también humilde con sus

pérdidas. Si sus artes seductoras habían fracasado

con alguien, podía confesarlo y hasta mostrar “en-

vidia de la buena” por no haber logrado, por ejem-

plo, lo que otro había conseguido: el amor de la

poeta de los sombreritos.

Si Lope de Vega llegó a señalar que las motiva-

ciones de su vida habían sido las letras, las armas

y las mujeres –aunque no necesariamente en ese

orden–, René podría haber compartido ese credo

vital, porque si fue raudo en amores, también fue

pródigo en letras y aunque no llegó a usar las ar-

mas, sí se sirvió de los puños cuando alguna pen-

dencia iba más allá de su tolerancia o de la capaci-

dad dialéctica de discutir.

En la amplia autobiografía que permeó su obra

¿de ficción?, abundan las infidencias de amores rea-

les disfrazados de inventados, y en las propiamente

memorísticas como Recordanzas, que en realidad

mitifican al escritor, René dio cuenta de sus bravu-

conerías (estuvo a punto de golpear a Carlos Fuen-

tes, como también le quedó ese pendiente a José

Luis Cuevas), de sus peleas escolares, estudiantiles,

callejeras, y también de sus rencillas culturales y

distanciamientos de protagonistas de la cultura,

como Carlos Monsiváis, Octavio Paz y otros.

El mórbido lector o el simple curioso que quiera

satisfacer esa ansia de conocimiento, puede buscar

en sus libros: Tantadel, El gran solitario de Palacio,

La canción de Odette, Cuentos y descuentos, Los

oficios perdidos, Réquiem para un suicida, Los ani-

males prodigiosos e incluso El amor intangible y en

todos podrá encontrar una parte del rompecabezas,

que en realidad debe ser la clave de la obra reunida

Todo el amor. La otra parte la hallará en obras abier-

tamente declaradas autobiográficas como Recor-

danzas y Memorias de un comunista.

Alguna vez, en una de sus disputas culturales,

en ese caso con el poeta Marco Antonio Campos,

metió el autor de estas líneas “su cuarto a espadas”,

un texto contra El Pollo y a favor de René y ante el

agradecimiento público de este escritor, hubo que

responderle que “uno es uno y sus amigos” y fi-

nalmente coincidir en otra convicción: también el

tamaño de los enemigos dan la dimensión de uno.

De buen nivel fue Octavio Paz, quien aprovechó

el apellido de René, para atacarlo con el tipo de

ocurrencias que el Premio Nobel censuró en Mon-

siváis: René Hábil Es y René Ah Vil Es.

Y en buena medida por esa pugna con quien

se erigió como el Caudillo de las Letras Mexicanas,

cuando el poeta y ensayista demandó del director

de Excélsior que nos corriera a René (“un troskista

emboscado”) y a este redactor (“un comunista que

atenta contra lo mejor del país: él y Enrique Krauze”),

por una broma que el autor de estas líneas le hizo

a Paz y sus seguidores, René tendió su mano fran-

ca. En La Culta Polaca, una sección del suplemento

cultural, que abordaba con humor “las ineptitudes

de la inepta cultura”, definidas por López Velarde,

escribió el que firma estas líneas que hacían bien

los amigos de Paz en insistir en proponerlo como

candidato al Premio Nobel, pero que a lo mejor se

habían equivocado de rama, ya que si no le daban

el de Literatura podrían otorgarle el de Física, pues

con las revistas que dirigió, Plural y Vuelta, había

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V��� El Búho Carlos Pérez Bucio

demostrado que “el espíritu es más pesado que la

materia”.

Ante la actitud intolerante y de escaso humor

de quien se autoproclamaba como ardiente defen-

sor de la libertad de expresión, René se manifestó

solidario y le consultó a este redactor si era conve-

niente renunciar, pero aceptó otra estrategia pro-

puesta: seguir en el diario y aplicarle a Paz el peor

tratamiento que él mismo postuló en su Laberinto

de la soledad: el ninguneo.

Pero la decidida participación del amigo

y cómplice de andanzas literarias y vitales,

fue manifiesta. Y por ello es un rasgo de su

personalidad que cabe resaltar: correr riesgos

con sus cuates y solidarizarse en las buenas y

las malas.

Cuando coincidimos, él en la UNAM y yo

en la UAM, en tareas de Difusión de la Cultura

nos brindamos mutua ayuda y colaboración

para cubrir lo mejor posible el propósito de

divulgación o extensión universitaria, que nos

animaba a ambos. Y en cuanto encontramos

trabas a nuestra tarea, la vocación libertaria

de ambos nos llevó a renunciar a los respec-

tivos puestos amenazados. Luego nos volvi-

mos a unir en un programa cultural de tele-

visión que este redactor coordinaba y al cual

lo invitó y él en correspondencia me abrió las

páginas del suplemento cultural de Excélsior

que dirigió varios años. A veces yo era su jefe

y en otras él era el mío.

La cultura nos unió en muchas ocasiones,

pero también la ideología, la pasión por la

producción literaria, la vida combativa y liber-

taria, el interés por la docencia y el goce de

los amoríos de cada quién, convertidos a fin

de cuentas en pálpitos del corazón. De ahí la

cordialidad de su vida y de su muerte.

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Homenaje a René Avilés Fabila �X

(Discurso pronunciado en un homenaje de la

UAM-X al querido René. Se publicaría en un li-

bro junto con otros textos de quienes participamos

en aquella ocasión. Como siempre, “René, topa-

mos con la burocracia” habría dicho don Quijote,

en lugar de la iglesia. Un funcionario que se dice

investigador consideró que el material reunido “no

calificaba” para libro del comité que presidía. Hay

personas inmunes al generoso amor de las pá-

ginas del gran escritor fallecido el 9 de octubre

de 2016. Dejo el artículo en presente, porque

para nosotros René Avilés Fabila sigue presente

en nuestras vidas)

Quise escribir, en honor al amigo, una in-

maculada hagiografía que lo inmortalizara.

Infructuoso esfuerzo, el modelo de marras es

incorregible y su iconografía no cuadra con los

cánones convencionales; los santos no son-

ríen, sufren; y hallar una foto suya con rostro

beatífico para ilustrarla resulta una empresa

destinada al fracaso. René Avilés Fabila goza

de envidiable vitalidad, a diario asesta insolen-

tes cachetadas a la solemnidad y se resiste a

que lo embalsamen con la categoría de momia

sagrada, a la que ya aspiran incluso antiguos y

conspicuos militantes de la izquierda. Además,

en abierto sacrilegio, su espíritu dionisíaco ha

declarado que como miembro de la sociedad

protectora de animales levanta su dedo flamígero

en contra de san Jorge por andar matando dra-

gones. Me conformo entonces con algunas pincela-

das hechas de palabra que reflejen los perfiles rele-

vantes de este escritor y catedrático mexicano.

En una época de intelectuales light y de chicas

de plástico, René Avilés Fabila es una rara avis aca-

démica que desborda una implacable energía crea-

lA CiudAd y el geneRoso AmoR de René Aviléshugo enRique sáez A.

Luis de la Torre

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X El Búho

Ricardo Martínez

dora, en contraste con la creciente asepsia carac-

terística de las instituciones de educación superior,

y de las instituciones en general. Con el temible es-

calpelo de la ironía y el humor, nos incita a no per-

manecer callados, a que nos atrevamos a inventar

un proyecto de vida propio, aun con las contradic-

ciones y titubeos que nos salgan al paso. Si se pre-

tende indagar su biografía, se hallarán fragmentos

dispersos en innumerables artículos que analizan

su obra; tanto en libros y revistas, como en wikipe-

dia y en un número de Newsweek (febrero de 2012)

que le dedicó la portada.

¿Qué hay detrás de este juego de máscaras (de

lenguaje, diría Wittgenstein) en que nos sumerge

su proteica figura: novelista que prefiere identi-

ficarse como escritor de cuentos; licenciado en

relaciones internacionales (profesión no ejercida);

becario en la Sorbona, París (en busca edípica del

padre perdido, interpreto yo); periodista informado

y crítico; funcionario universitario despojado de ré-

moras burocráticas; autor y catedrático premiado

con altas preseas; analista político en Siempre! y

otras publicaciones señeras; fundador de la revista

El Búho, que surgió como suplemento en el diario

Excelsior y que ya lleva 14 años de vida indepen-

diente; maestro sembrador de numerosos talleres

literarios; experto bebedor y sommelier; apasiona-

do investigador, al rescate, del pasado mexicano y

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Homenaje a René Avilés Fabila X�

representante distinguido de la literatura enfocada

a capturar la dinámica de esa megaurbe (el DF)

que se engendró a partir de la embrionaria aldea

de principios del siglo XX? La enumeración emula

la visión de Borges en el Aleph, con la misma restric-

ción del nunca Nobel: “Lo que vieron mis ojos fue

simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el

lenguaje lo es”. Quizá una de las múltiples respues-

tas a esta danza de máscaras heterogéneas nos la

proporcione la lógica de Lewis Carrol por medio de

Alicia cuando confiesa “No me gustan los espárra-

gos, porque si me gustaran tendría que comerlos,

¡y no los puedo soportar!” Soy y no soy, estoy aquí

pero también estoy más allá. ¿Reflejo de la sabi-

duría popular mexicana encarnada en el “lo más

seguro es que quién sabe”? La amorosa Rosario, su

esposa, es el único puerto seguro de este siempre

inquieto trashumante.

Pululan en su obra los genes de grandes hitos

literarios: Jorge Luis Borges, José Revueltas, Franz

Kafka (que si hubiera nacido en México habría sido

un autor costumbrista, según algunas lenguas ma-

lignas), Juan José Arreola, Juan Rulfo, Julio Torri.

No obstante, su inspiración ancla en la experiencia

cotidiana: “Un cuento te lo puede sugerir cualquier

cosa: una película, una conversación, un cuadro,

una novela que leíste. Pero esta idea tengo que tra-

bajarla, reflexionarla durante días, luego escribirla,

rescribirla e incluso dejarla reposar para volver a

ella, en fin, de manera que esas seis o siete líneas

llevan un trabajo mucho mayor del que a primera

vista alguien pudiera imaginar.” (Entrevista realiza-

da por Mempo Giardinelli, quien quedó impactado

cuando le comuniqué la repentina muerte de René).

Si algo le molesta a René es que los artistas y los

intelectuales vivan alejados del entorno social que

los rodea, pero muy cerca de la ubre del Estado.

Los casos abundan, aunque en la plática con Sergio

Sarmiento éste evocó a Fernando Benítez, crítico

del gobierno y del partido hegemónico, que termi-

nó habitando una casa regalada por Carlos Hank

González (“un político pobre es un pobre político”),

personaje que a los pocos días de morir fue objeto

de elogiosas páginas escritas por el brillante histo-

riador. Lo que quizá no se recuerda es que el mismo

político conservador, siendo alcalde de Toluca, les

prestó a Fidel Castro y a Ernesto Che Guevara un

campo de tiro para que entrenaran antes de em-

barcarse en el Granma con destino a la guerrilla en

Cuba.

En medio de la presentación de uno de sus li-

bros, ingenio de por medio, René empezó a contar

que había ordenado hacer una placa de bronce con

la inscripción “Aquí nació René Avilés Fabila el 15

de noviembre de 1940”. Después, dijo, se había di-

rigido al que fuera su solar natal y sin dificultades

la había colgado en la pared del frente. Orgulloso

de su hazaña, en unas semanas se habría dado

una vuelta para admirar ese merecido homenaje.

La placa había sido arrancada. “Ahora, cada tanto,

llevo una placa de madera mucho más barata para

sustituir a la que siempre quitan”. Ése fue su lapi-

dario colofón.

Inventar citas inexistentes de autores es una

práctica en sus libros, idea que, como él confiesa,

se la robó a Borges. Entonces, ¿por qué no aplicarla

a la vida misma, haciendo de una anécdota verbal

un hecho real? Uno de sus personajes se regodea

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X�� El Búho

por tener una amante muy cómoda, ya que llegaba

caminando a su casa. “A mi edad, no admito aman-

tes que vivan al norte de Taxqueña”. Oliverio Gi-

rondo no soportaba a las mujeres que no supieran

volar, mientras que en aquel relato se sentencia a

las que equivocaron el lugar de su domicilio.

Compartir el tiempo con él es muy divertido.

No puedes pasar una hora sin que su humor no

ilumine el mínimo detalle en tu derredor. Pero esa

diversión no es superficial, horada las banalidades

y descubre que todo en este mundo es algo produ-

cido, que no hay esencias inmutables. En ese esce-

nario se trastoca lo trágico en farsa y se trasgrede el

principio de identidad. Al igual que Steinbeck, en su

prosa hay pausas de un humor que acerca la litera-

tura a los estilos de la gente común, al tiempo que

escandaliza a las buenas conciencias infestadas

de solemnidad. “John Wayne cruza la calle at high

noon. Se desplaza con insolencia propia de quien

ha matado cientos de indios y de comunistas. Abre

y cierra sus manos con vigor, justo a la altura de la

funda. Toma impulso y de un patadón irrumpe vio-

lentamente en el saloon. Mira a todos. Saca el arma

y orina con profusión sobre la barra salpicando a

uno que otro parroquiano que no atina a quitarse

a tiempo.”1

Un director de división académica, de cuyo

nombre sí me acuerdo pero mejor no revelo, llegó

a tal nivel de desesperación frente al indomable

provocador de ideas (oficio al que nunca ha renun-

ciado) que en una reunión de consejo académico le

advirtió que a la siguiente ocasión vendría a la uni-

versidad con pistola en mano para matarlo. Al salir

de esa ardiente polémica coincidimos en el pasillo

y en lugar de toparme con alguien lívido de temor

por la amenaza verbal recibida, su ironía rebajó

el incidente a la insignificancia que merecía: “Por

las dudas, a la próxima sesión vendré vestido con

chaleco antibalas”.

La edición de sus obras completas por la edito-

rial Nueva Imagen nos devolvió en 2001 un texto

imprescindible, entonces agotado, El gran soli-

tario de Palacio, novela emblemática que conserva

actualidad después de cuatro décadas. De hecho,

el tema del “hombre fuerte”, del déspota que abusa

del poder a su antojo, se manifiesta en numerosos

novelistas, desde Tirano Banderas de Valle Inclán,

pasando por Yo, el supremo de Roa Bastos y El señor

presidente de Asturias, hasta El otoño del patriar-

ca de García Márquez. Por supuesto, la lista no es

exhaustiva ni pretende serlo. Ahora bien, en ese ex-

tenso panorama de novelistas que han mostrado

las nauseabundas entrañas del poder con claras

referencias a la realidad latinoamericana, ¿qué

características específicas definen la narración de

René Avilés Fabila?

Primero, el contexto en que se produce. A co-

mienzos de la década de 1970, su osadía lo lleva a

escribir y publicar su “gran solitario”. Eran tiem-

pos difíciles para el pensamiento crítico y creador.

La muerte vigilaba de cerca los pasos del juicio

atrevido. La “dictadura perfecta” enfocaba sus ar-

mas letales en contra de los símbolos que enton-

ces la inquietaban. Segundo, cabe destacar su claro

vínculo con una historia vivida. Una historia vivi-

da, ésa es la impresión que dejan las páginas de la

novela. Los otros autores citados operan mediante

una metáfora sobre autócratas que ordenan cerrar

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Homenaje a René Avilés Fabila X���Clément

las cortinas de las ventanas a mediodía para que

la gente sienta que es de noche. Por su parte, Roa

Bastos se inspiró en un tirano del siglo XIX, aunque

eso le ganó las antipatías del sátrapa Stroessner en

el siglo XX. La plaza de las Tres Culturas y el Campo

Militar número uno son escenarios privilegiados de

la prosa de este relato. Las torturas y los crímenes

de estudiantes están retratados desde muy cerca

de los acontecimientos en un estilo que

se asemeja a la crónica periodística, en-

mudecida en esos años por la censura del

régimen. Los policías políticos y los per-

sonajes de todas layas que componen esa

tétrica corte son descritos con minuciosi-

dad hasta en los hábitos etílicos. Tercero,

el poder subversivo del humor. A ese ré-

gimen abyecto corresponde una estética

igualmente abyecta, como precisamente

la define el autor. El discurso de emotivi-

dad vergonzante corroe el cuerpo social,

de modo que los actos privados suelen ser

un remedo lamentable de las vacías cere-

monias públicas, y viceversa.

Los loros son como los oradores que

tanto irritaron a Julio Torri: nada más

repiten lo que mal aprenden. Orado-

res y loros pertenecen a una especie

abyecta, aunque necesaria para man-

tener en equilibrio la división entre

inteligentes y tontos. En los actos ofi-

ciales y también particulares (bodas,

quince años, graduaciones), nunca

falta el orador que atosiga con luga-

res comunes, frases grandilocuentes,

ademanes ridículos, voz estentórea, retórica

obvia, demagogia, cuya función primordial es

estupidizar a la familia que posee un loro.2

En la referida novela esa estética ramplona

del discurso político se materializa en el maestro

de música Heladio Pérez, que dirigía la marcha de

su propia inspiración “Nopales y tunas por siem-

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X�V El Búho

Teódulo Rómulo

pre”. En el simbolismo retórico de lo “nativo” el

autor del “gran solitario” identifica los estragos de

una ética que se apoya en una nación inventada

para justificar la atroz matanza. El orangután real

que ordenó perpetrar el crimen se hizo responsable

de los hechos (minimizados y tergiversados, por

supuesto) aduciendo que había salvado al país de

una conjura internacional, comunista, soviética,

cubana. Fiel loro del senador McCarthy. La hipo-

cresía de este tipo de moral se revela también en el

hecho de vestir con mantón de tela a la broncínea

Diana desnuda mientras que en privado se festina

la práctica de la infidelidad del “segundo frente”.

La ironía es el mejor ácido para disolver la

solemnidad del régimen y en el texto se ejerce con

maestría inimitable. Los personajes que sostienen

el sistema son marionetas fofas; quienes dirigen el

aparato de Estado se asimilan a crueles orangu-

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Homenaje a René Avilés Fabila XV

tanes; un mínimo triunfo deportivo en los juegos

olímpicos se convierte en un hecho histórico que

se celebra con días feriados. El discurso de ese Par-

naso en miniatura es satirizado por el autor reme-

dando los estereotipados tics de la presidencia:

“el movimiento estudiantil pasó a la historia como

una página negra”; “se rechazará a los emisarios

del pasado”; “honradez acrisolada para luchar por

el progreso y el bienestar del país”. Los chistes so-

bre la figura del presidente que circulan por do-

quier, auténtico sacrificio público del déspota, fun-

gen como un recurso protector de la gente común

frente a la impunidad del poder.

Al adolescente que abandonó la fe católica y

de adulto la fe comunista, hoy le sigue interesan-

do tanto el mundo mitológico greco-latino como

la Biblia, con cierta irreverencia que le hace desig-

nar al Paraíso como un exclusivo club nudista, pero

le parece exagerado e improbable cumplir con los

mandamientos: “…hay cosas en los mandamientos

que son imposibles de llevar a cabo, por ejemplo, ni

más ni menos que no desear la mujer del prójimo,

porque estoy convencido de que uno pasa su vida

deseando la mujer de su prójimo, aunque nunca lo

diga en voz alta, máxime si es guapa, claro que si

está horrenda ¡uno respeta la mujer del prójimo!,

porque los prójimos y las prójimas suelen ser muy

deseables.”

En sus escritos, la presencia de la tentación fe-

menina es muy explícita, a punto tal que parafra-

seando a Cortázar, el título de varios volúmenes de

su obra podría sintetizarse en “Todas las mujeres,

la mujer”. Subtítulo: historias de amor y desamor,

de la mujer que llega, que funde su cuerpo con el

otro y que luego se aleja, que oscila entre la libe-

ración y los convencionalismos, como dos polos

que determinan sus acciones, al tiempo que encar-

nan figuras fantasmales acompañantes de nuestros

sueños diurnos. “Sin amor, sin sexo, la vida no es

vida, es un simulacro, es entonces el momento de

apoyar el frío cañón de un revólver en la sien o in-

gerir suficientes somníferos para que la muerte sea

tranquila y sin violencia, en un mullido sofá.”3

Se mueve en dirección a exponer en sus cuen-

tos personas de carne y hueso, lejos de la seduc-

ción idealizante del incienso. En esas historias re-

salta el erotismo que se desprende de la narración.

El rito esencial del erotismo es el sacrificio. En el

erotismo se disuelven los seres discontinuos y se

pierde la conciencia del yo, al tiempo que se accede

al infinito océano del ser.4 Ser “un animal enfermo

de muerte” (Hegel dixit) significa, precisamente,

el horizonte de discontinuidad/continuidad en que

transcurre la existencia. El militar se viste para

matar, el hombre desnuda a la mujer para matar en

ella a la ciudadana “respetable”. Nada refleja me-

jor la identidad que la vestimenta; en su estilo se

expresa nuestro deseo de subversión o de conform-

ismo. Recordemos que el papá de Gregorio Samsa5

utilizaba el uniforme de velador sometido incluso

en su casa. Según Bataille, de la muerte nadie tiene

experiencia; en todo caso, se anticipa como límite

infranqueable en la conciencia del Dasein, cuya

función consiste en fijar los límites de este ser in-

completo que cada quien es. No obstante, se anti-

cipa la muerte en ese amor que al protagonista de El

reino vencido bendijo en Buenos Aires. Tras varios

meses de correspondencia, ella le escribe diciendo

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XV� El Búho

que ya no recuerda su rostro. ¡Pavoroso! Un golpe

artero en una riña callejera no habría abierto una

herida tan punzante.

El ser discontinuo humano piensa y siente en

estos relatos, transidos de una inocultable nostalgia

por la continuidad perdida con un pasado que no

regresa y con la pareja que nunca es enteramente

real ni permanente. El erotismo es un fenómeno

esencialmente interior para romper la soledad y el

aislamiento que afecta a esos seres extraños de sus

cuentos y novelas. El deseo busca en el exterior su

satisfacción mediante el goce. No existe un objeto

emblemático y único al que se dirija el deseo, en-

tendiendo el deseo como deseo del deseo del otro

(Lacan). Depende de códigos personales y elegimos

nuestro objeto por un aspecto imperceptible para

los demás, imagen que en Avilés Fabila se repite

con las piernas de la mujer. Cada cuerpo está en

lucha con el miedo por una eventual herida o por

la extinción de esa hermética mónada que habita.

No hay paz en ese equilibrio inestable de las

fuerzas fisiológicas que lo enferman y que lo

sanan. Se está en lucha con la vida y por evi-

tar la muerte. Ser y no ser forman la contra-

dicción básica en la conciencia. El campo del

erotismo es el campo de la violencia, y lo más

violento es la muerte porque arranca al ser

de la discontinuidad y lo sume en la continui-

dad de la nada. Es la idea más violenta que

nos acecha. El erotismo de los cuerpos es una

violación del ser de quienes participan en él,

mas en esa fusión de los amantes se muere

sin dejar de vivir.

Un canto destinado a exaltar la vida,

a celebrar con alegría epicúrea los place-

res de este mundo. A ese rumbo se orien-

ta la inmensa obra que contienen las pa-

labras escritas por René Avilés Fabila.

1 René Avilés Fabila (1982), La canción de Odette, México, 1982, pág. 76.2 René Avilés Fabila (2001), El gran solitario de Palacio, México, Nueva Imagen, pág. 149.3 René Avilés Fabila (2005), El reino vencido, México, Nueva Imagen-Universidad Autónoma Metropolitana, Obras Completas, pág. 355.4 Georges Bataille (1979), El erotismo, Barcelona, Tusquets Editores.5 Véase de Franz Kafka, La metamorfosis.

Vicente Vertiz Pani

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Homenaje a René Avilés Fabila XV��

Abro los ojos y todo está en si-

lencio, no escucho el vocerío

de los vende-dores ni el bulli-

cio del tráfico. Es domingo y todo indica

que podré leer los periódicos y bosquejar

algunas notas. Cosa rara ya que siempre

hay que hacer un esfuerzo para concen-

trarse y pensar.

Comienzo mi búsqueda y sorpresiva-

mente atrae mi mirada una nota sobre

René. Entiendo lo que dice, pero no lo

admito. Mis ojos regresan una y otra vez

a cada letra, cada frase, cada signo.

Una llamada me saca del espasmo.

Un amigo solidario manifiesta su afecto

por la pérdida. Entonces, es cierto.

Me inunda el llanto, mil imágenes

con René vienen a mi mente, me aferro a

su imagen viva.

Después vino todo, despedirse, com-

partir un abrazo y regresar a casa con la

sensación de estar completamente sola

en el mundo.

Será cosa de aceptarlo, de aprender a

vivir con eso.

pARA René Avilés FAbilARosA mARthA jAsso

Carlos Pérez Bucio

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XV��� El Búho

Aún me asfixia el olor dulce de las flores y

la sensación de pérdida.

Debo dormir y a pesar de un extraño malestar

caigo en un sueño profundo.

Despierto en él. Ahí está René, sonriendo, ro-

deado de sus amigos como siempre; un sagaz y

aguzado comentario nos hace reír a todos, es el

centro de atención, nuestras miradas sobre él, el

alma de la reunión.

En su discurso, aparentemente disperso y ca-

sual, surge manifiesta su inteligencia; el análisis

político, la profundidad literaria, su experiencia

militante, junto con algún humorístico y candente

comentario que nos alude.

Están también sus alumnos, extasiados, como

cuando están en clase.

La escena es vívida, tan real, como cuando es-

tar con él formaba parte de la cotidianidad.

Quisiera no despertar, pero sí, mejor sí, para

cada noche compartir con él, platicarle del libro, de

la novela comenzada que no avanza, de la dificultad

de los proyectos y confabularnos en alguna ácida

crítica a los personajes nacionalmente reconocidos

que a ninguno de los dos nos convencía.

Sí, hay que despertar e imprimir en nuestra vida

la energía y entusiasmo de René por lo que hacía,

aprender de él, y por las noches soñar y acompa-

ñarlo, o más bien que nos acompañe en el tramo

que nos quede, así hacemos doble trampa: en el día

nos impulsa su legado y en la noche lo disfrutamos.

Una forma mañosa de enfrentar su

ausencia. .

René

Avilés

Fabila

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letras, libros y revistas 47

Una tensión demasiado parecida al miedo

“Dicen que en los detalles está el demonio. Un libro tan largo como éste

tiene muchísimos demonios, y hay que estar alerta para no caer en sus

garras. Por suerte, yo conozco a muchísimos ángeles”, dice George R. R. Martin

al inicio de la saga Juego de tronos, serie de novelas de fantasía medieval que

al ser adaptadas a la televisión han obtenido un éxito sin precedentes. Hace

unos días la serie obtuvo 12 premios Grammy. Aquí la primera página de esa

historia cautivadora.

—Deberíamos volver ya —

instó Gared mientras los bosques

se tornaban más y más oscuros a

su alrededor—. Los salvajes están

muertos.

—¿Te dan miedo los muertos?

—preguntó Ser Waymar Royce,

insinuando apenas una sonrisa.

—Los muertos están muertos —

contestó Gared. No había mordido

el anzuelo. Era un anciano de más

de cincuenta años, y había visto

ir y venir a muchos jóvenes

señores—. No tenemos nada que

tratar con ellos.

Patricia zaMa

Adolfo Mexiac

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48 El Búho

—¿Y de veras están muertos? —preguntó Royce

delicadamente—. ¿Qué prueba tenemos?

—Will los vio —respondió Gared—. Si él dice

que están muertos, no necesito más pruebas.

—Mi madre me dijo que los muertos no cantan

canciones —intervino Will. Sabía que lo iban a meter

en la disputa tarde o temprano. Le habría gustado

que fuera más tarde que temprano.

—Mi ama de cría me dijo lo mismo, Will

—replicó Royce—. Nunca creas nada de lo que te

diga una mujer cuando estás junto a su teta. Hasta

de los muertos se pueden aprender cosas. —Su voz

resonó demasiado alta en el anochecer

del bosque.

—Tenemos un largo camino por

delante —señaló Gared—. Ocho días,

hasta puede que nueve. Y se está haciendo

de noche.

—Como todos los días alrededor

de esta hora —dijo Ser Waymar Royce

después de echar una mirada indiferente

al cielo—. ¿La oscuridad te atemoriza,

Gared?

Will percibió la tensión en torno a la

boca de Gared y la ira apenas contenida

en los ojos, bajo la gruesa capucha negra

de la capa. Gared llevaba cuarenta años

en la Guardia de la Noche, buena parte de

su infancia y toda su vida de adulto, y no

estaba acostumbrado a que se burlaran

de él. Pero eso no era todo. Will presentía

algo más en el anciano aparte del orgullo

herido. Casi se palpaba en él una tensión

demasiado parecida al miedo. Will

compartía aquella intranquilidad. Llevaba

cuatro años en el Muro. La primera

vez que lo habían enviado al otro lado,

recordó todas las viejas historias y se le

revolvieron las tripas. Después se había

reído de aquello. Ahora era ya veterano

Gelsen Gas

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letras, libros y revistas 49

de cien expediciones, y la interminable extensión

de selva oscura que los sureños llamaban el bosque

Encantado no le resultaba aterradora.

Concurso Internacional de Novela Breve

Marco Aurelio Carballo

Ornan Gómez es el ganador del Primer Concurso

Internacional de Novela Breve “Marco Aurelio

Carballo”, con la obra Anoche mataron a mi nagual.

El premio, convocado en Tapachula, Chiapas, fue

entregado el pasado 20 de septiembre en el parque

central Miguel Hidalgo de esa ciudad. La novela,

ubicada en la comunidad Suluphuits, municipio de

Chilón, tiene 60 páginas, está escrita en primera

persona y muestra el contraste cultural entre

tzetzales y mestizos.

Los días y los años

El dos de octubre de 1968 Luis González de Alba

(Charca, San Luis Potosí) fue detenido en Tlatelolco

y pasó dos años preso en Lecumberri. El testimonio

del que fuera líder del movimiento estudiantil quedó

plasmado en uno de los libros icónicos de esa

infamia, Los días y los años (Era, 1971). El pasado

dos de octubre, el escritor y periodista se suicidó a

los 72 años de edad, con una pistola calibre 22 en su

casa de Guadalajara, en “el último acto de su salvaje

libertad”, como lo calificó Héctor Aguilar Camín.

Unos días antes de morir envió a la editorial Cal y

Arena una versión “corregida con tinta sangre” de

su novela para una nueva edición. Aquí la primera

página de Los días y los años:

“Hemos vuelto a entrar en la crujía. Alrededor

del patio oscuro todas las celdas están abiertas de

par en par. Es un extraño espectáculo; siempre hay

puertas abiertas pero nunca antes de ahora había

estado en medio del patio mirando todas las celdas

abiertas a la vez, y todas sumidas en la oscuridad;

son agujeros, pasadizos secretos que llevan a otras

cárceles. En el piso superior también están abiertas

todas las celdas: dos pisos de puertas que a veces

el viento empuja y de celdas oscuras que rodean

completamente un patio cubierto de basura, papeles,

vidrios rotos, cáscaras de limón, azúcar, libros sin

pastas, cintas de máquina desenrolladas en el suelo,

manchas de sangre. Entré en una celda, vacía como

todas, y me senté en la litera de cemento, ahora

sin colchoneta ni mantas. Bajo la litera se escucha

un rumor de papeles que se arrastran y levanto las

piernas por temor a las ratas.

”No quiero entrar a mi celda, ¿para qué? Además,

da lo mismo: ahora todas son iguales. No quedó ni

una mesa, un libro o una cobija. Es enero y hace

frío. Sólo se ven papeles arrugados y vidrios rotos.

“En la pared de enfrente hay una mancha de

sangre. Es una mancha grande que escurre hasta

el suelo. La rata sigue corriendo bajo la litera. No

debe ser muy grande, tal vez sólo un ratón. Bajo

las piernas de nuevo. El piso está pegajoso, pero

muevo los zapatos para oír cómo se despegan.

¿Por qué habrán cortado la luz? Es una pregunta

absurda en este momento, igual se podrían hacer

otras mil: ¿por qué romper lo que no se llevaron?,

¿por qué tirar el agua? ¡Ah! Hasta ahora siento

la sed, creo que en toda la noche no he tomado

un trago. Tengo un poco de náusea. En la llave no

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50 El Búho

hay agua. Al regresar a la litera pisé un foco roto…

Maldita rata. Junto a mi zapato hay una envoltura de

caramelo. Hoy tenemos veintidós días sin comer y

sólo algunos tienen permiso para chupar caramelos

en lugar de ponerle azúcar al agua de limón, pues

esto les produce náusea…”

La canción de Odette

Transcribo las primeras líneas de la novela La canción

de Odette (Premia, 1982), de René Avilés Fabila (15

de noviembre de 1940-9 de octubre de 2016):

“La noticia llegó telefónicamente: Manuel

Fabregar me dijo que Odette había muerto y

preguntaba si iría al sepelio… No, no iré al sepelio.

Detesto las ceremonias fúnebres. Prefiero lamentar

en silencio y en mi casa su desaparición… Cuando

el proceso de envejecimiento se aceleró por todo

lo que bebía y fumaba, porque apenas dormía

corriendo juergas fenomenales, porque tomaba

tranquilizantes, Odette comenzó a vivir de noche.

Inútil llegar a su casa y tratar de verla durante

las horas de luz: no estaba para nadie, había que

esperar. Al mediodía llegaban una maquillista y una

peinadora y trabajaban afanosas. Mientras tanto

Odette se esforzaba por reposar, por darle descanso

a un organismo hecho trizas.

“En su habitación, ricamente alfombrada y

decorada con telas que había traído de sus viajes

a Europa y Asia, las joyas puestas con descuido en un

sillón o en un buró, con la caja fuerte entreabierta,

con un penetrante olor de perfumes finos, con una

enorme reproducción de El jardín de las delicias,

Odette comía frutas o verduras, nada que la

engordara y, a veces, fumaba un poco de mariguana.

A eso de las siete, cuando la penumbra comenzaba

a convertirse en oscuridad, en esa enorme mansión

de luz artificial muy tenue, descendía Odette con

majestad, por la escalera principal que conducía

de su recámara a la sala, hasta nosotros, hombres

y mujeres menores de veinticinco años que

aguardábamos bebiendo y comiendo, atendidos

por una servidumbre solícita, con órdenes de darnos

lo que deseáramos. Un espectáculo espléndido con

una escenografía hecha en los mejores tiempos

de Hollywood, era verla bajar la escalinata: toda

de largo con un sari o un caftán, según, de colores

oscuros, el pelo teñido de negro y enmadejado con

estambres de tonos asimismo fuertes, pestañas

postizas realzando sus descomunales ojos verdes

y una gruesa capa de maquillaje ocultando las

arrugas...”

El regreso al campo

La vida del pastor. La historia de un hombre, un

rebaño y un oficio eterno (Debate) del inglés James

Rebanks es una autobiografía que empieza a tomar

dimensiones de superventas. El autor proviene de

familia de pastores y aunque estudió en Oxford,

eligió volver al pueblo de sus abuelos, el distrito

de Lagos, al noreste de Inglaterra, donde pasó la

infancia leyendo entre las ovejas, para dedicarse

al pastoreo. Para completar el ingreso empezó a

escribir. Su historia, recientemente publicada en

España, hoy tiene miles de lectores.

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letras, libros y revistas 51

Una mirada al vacío

El ojo desnudo de Yoko Tawada, publicada en la

colección Ultramar de la UNAM, obtuvo el Premio

Caniem al Arte Editorial 2016 en la categoría de

“Ficción: adultos”. Se trata de narrativa moderna,

que pone el acento en la pérdida de identidad tras

el abandono violento del lugar de origen. Aquí un

fragmento:

“…Esa primavera, nuestra escuela recibió una

invitación de la RDA par que un estudiante fuera

a Berlín a una reunión internacional de jóvenes.

Querían escuchar una voz auténtica sobre el

tema de “Vietnam como víctima del imperialismo

estadounidense”… en una sesión extraordinaria

los maestros decidieron enviarme a Berlín... Era la

primera vez que volaba en mi vida. Me entusiasmaba

el viaje y no podía imaginarme que algo peligroso

pudiera pasarme. Pero ya que un cierto miedo

transfiguraba los rostros de los familiares y

amigos que me llevaron al aeropuerto, comencé a

preocuparme. Quizá me habían ocultado algo...

Gerardo Cantú

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52 El Búho

“No podía recordar lo que había sucedido

después. Cuando desperté estaba acostada sobre el

cuadrado de una sábana blanca. Al pie de la cama

estaba parado Jörg y sonreía. Mi cuerpo se sentía

pesado, se hundió más en la parte suave del colchón.

En la pared colgaba un cartel de los Sputnik. Los

marcos de las ventanas parecían extrañamente

cuadrados. Aunque las ventanas también eran

normalmente cuadradas en Vietnam, esta era la

primera vez que me llamaban la atención en forma

desagradable. ¿Cuándo me había desmayado?

¿Hacía un día? ¿Hacía una semana? ¿Hacía aún más

tiempo? El tiempo perdido sólo se sentía en el cuerpo

en forma de cansancio. ‘¿Dónde estamos ahora?’, le

pregunté. ‘En el Occidente’. Pensé que se refería a

Berlín Occidental, así que le dije: ‘Entonces tengo

que ir rápidamente al Este en tranvía. No quiero

llegar demasiado tarde a la asamblea’. ‘No puedes ir

a Berlín hoy. Estamos en Bochum’. Cuando dijo esto

sentí como si en mi cabeza se abriera una botella

de champagne que antes había sido sacudida con

fuerza. A lo lejos estalló el sonido de una sirena.

Tardé unos segundos en darme cuenta de que se

trataba de mi propia voz. Cuando la cara de Jörg

reapareció en mi campo de visión grité en ruso:

‘¡Quiero irme a casa, a casa, a casa!’”...

Hace falta que la izquierda se ocupe de lo

concreto: AMM

“Cuantos más motivos hay y más claro está lo que

se puede y se debe hacer por el bien de la mayoría,

me entristece que la izquierda esté más perdida y

más dispersa entre sí… Hace falta ocuparse de

lo concreto... porque la vida está hecha de cosas

concretas, de gente que no llega a fin de mes, que

termina de trabajar y que tiene que ir dos horas

en un transporte malo para volver a casa...”, dijo el

escritor español Antonio Muñoz Molina en la Feria

Internacional del Libro del Zócalo (FIL del Zócalo).

Novedades en la mesa

Inéditos y extraviados (Océano), de Ignacio Padilla

reúne un conjunto de textos diversos que el propio

autor seleccionó antes de morir en un accidente…

El azar y el destino. Viajes por Latinoamérica

(Siruela), de Cees Nooteboom es el registro de un

gran andariego, un nómada por elección… Entre

las 600 novedades que se exhibirán en la próxima

Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara,

se anuncian Tlatelolco aquella tarde (Cal y Arena),

obra póstuma de Luis González de Alba; Por ahora

soy niño (UNAM, colección Ultramar) de Kim Fu; Las

indómitas (Seix Barral), de Elena Poniatowska; La

carne (Alfaguara), de Rosa Montero, y El laberinto

de los espíritus (Planeta), de Carlos Ruiz Zanfon…

El movimiento por la paz con justicia y dignidad

(ERA) de Javier Sicilia reúne 50 textos acerca del

movimiento que surgió hace cinco años. Entre

los autores compilados están el Subcomandante

Marcos, Juan Villoro y Enrique Krauze. Se presentó

en la FIL del Zócalo.

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arca de Noé 53

Carlos Reyes de la Cruz

Las noches del jueves 15 y viernes 16 de septiembre del calen-

dario solar fueron los plenilunios más grandes del año 2016.

Un bello espectáculo nocturno en los lugares sin nubes y sin

contaminación. En este gran plenilunio los coreanos, japo-

neses, chinos y mexicanos han contemplado mejor al conejo

lunar; pero los andinos, que no han perdido la memoria de la

cultura ancestral, han mirado en la Luna a una mujer sentada

hilando copos de lana, ejemplo de la laboriosidad femenina.

CHUSOK EN COREA DEL SUR

Por estar Corea en el Hemisferio Norte, este acontecimiento

selenita es la gran fiesta de la cosecha, inicio de la estación

de otoño. Los familiares acuden a la casa del mayor del clan

para celebrar el segundo reencuentro familiar durante el año

(el primero es en el Año Nuevo del Calendario Lunar), celebran

el rito a los difuntos ofreciéndoles licor y comida. Se agrade-

ce a los ancestros por la cosecha y se comparten con ellos

los frutos de la tierra. Una buena oportunidad para ponerse

la ropa tradicional coreana hankok, conversar sobre la vida y

gustar el delicioso pastel de arroz.

Francisco carranza romero

arca de Noé

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54 El Búho

Como los mejores centros educativos, los me-

jores centros de salud, las mejores oportunidades

laborales y las mejores oportunidades para la vida

están concentrados en Seúl, capital de Corea del

Sur, muchos coreanos viven allí. Pero, para celebrar

este segundo reencuentro familiar hacen todos los

esfuerzos posibles porque es una obligación moral.

Desde días antes de la fiesta Chusok comienza el

viaje a los pueblos natales. Entonces, las carrete-

ras se llenan de carros que van en lenta procesión.

Los trenes, barcos y aviones se colman de viajeros.

La ciudad de Seúl se queda casi vacía. Y después

del reencuentro familiar también el retorno a Seúl

es otra lenta procesión. Por esta razón el gobierno

considera feriados un día antes y un día después del

Chusok. En esta época también hay que visitar las

Guillermo Ceniceros

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arca de Noé 55

tumbas para limpiarlas y arreglarlas, el reencuentro

de los vivos y los muertos.

HATUN PAMPA KILLA EN PERÚ

En el área rural del Perú hay gente que todavía pre-

fiere el calendario lunar porque es más útil para las

actividades relacionadas con la agricultura y gana-

dería. Si antes de 1532 (captura del inca Atahualpa

por los españoles) hubo fiestas y ritos a Killa Mama

(Madre Luna) con bailes, cantos e invocaciones,

ahora pocos recuerdan y celebran esta fiesta. Esos

pocos que continúan este milenario diálogo con la

naturaleza dan la debida importancia a esta fecha.

Una señora peruana cuando, unos días antes

del Gran Plenilunio, le comenté, me respondió con

sinceridad: ¿Por qué estas cosas no enseñan en las

escuelas? Mi respuesta también fue franca: Nues-

tros currículos escolares todavía son copias de cu-

rrículos extranjeros. Pocos conocen nuestra cultura

desde sus raíces.

Como Perú está en el Hemisferio Sur, la fiesta

del Hantun Pampa Killa (Gran Plenilunio del Año)

es el inicio de la estación de primavera, caída de las

primeras lluvias (puspa tamya), época de limpia de

las acequias y de remover la tierra de cultivo para

oxigenarla.

Sin embargo, en la ciudad de Lima -capital del

Perú- no se vio ese gran plenilunio por la neblina y

la contaminación que la cubren. Y, el viernes, al salir

a la calle vi a los jardineros podando plantas. Una

clara muestra del desconocimiento del calendario

lunar. En mi caso, desde niño escuché a los mayo-

res que en la luna llena (pampa killa) no se castra

animales porque les da la “lunada” (infección por el

efecto de la luna llena), no se tala ni se trasplantan

los almácigos, no se cortan los cabellos. Los pesca-

dores saben que el mar está más movido y peligroso

en la luna llena.

VISITA AL PROFESOR PERUANO

Como fui docente por 26 años en Hankuk Universi-

ty of Foreing Studies, Corea del Sur, tengo muchos

exalumnos en Corea y en muchas partes del mun-

do. Esta vez, mis exalumnos que residen en Lima

me visitaron a la casa el sábado 17 de septiembre,

a mediodía, para festejar la fiesta del gran plenilu-

nio. El motivo fue bueno porque así pudimos recor-

dar aquellos años dentro de las aulas cuando ellos

aprendían la lengua española, nuestros festivales y

partidos de futbol, nuestras actuaciones de TUDE

(Teatro Universitario del Departamento de Español),

nuestros paseos, etc. En fin, hubo mucho que recor-

dar y hablar.

Innegable, la vida universitaria en HUFS nos

convirtió en una familia grande que, superando los

prejuicios tribales de nacionalidad y cultura, nos

hizo vivir con muchas ilusiones. Fueron años sufi-

cientes para conocernos y estimarnos. Y ahora co-

sechamos los frutos de esa amistad duradera.

Mis estudiantes coreanos de antes, ahora son

altos funcionarios del gobierno y de las empresas

privadas. Excepto dos menores, cinco llegaron con

sus respectivas esposas. La casa del profesor perua-

no se llenó de voces y risas; la comunicación fue en

español y coreano. Y, lo más importante, pasamos

un buen tiempo cargados del sentimiento fraternal.

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56 El Búho

En términos psicológicos la falta de una identidad propia,

además de la carencia real, de un sentimiento de orgullo por

nuestras propias raíces, es el factor que ha ido gestando un

complejo de inferioridad en gran parte de nuestras sociedades

latinoamericanas, ante la presencia extranjera. De tal modo

que la belleza y lo que consideramos idóneo se pronuncian

en base a la estética y pensamiento sajón, como prototipo

ideal tanto en la cultura como en el sector socio-mercantil.

El individuo hispanoamericano no se siente competiti-

vo ante otro que haya realizado estudios en Europa o en el

norte de América y, mucho menos con los nativos de dichas

regiones.

Sin embargo, el mito de su superioridad cultural comienza

a verse como eso, “un mito” pues cómo podemos ponderarlos

como grandes intelectos poseedores de un alto acervo cultu-

ral si desconocen todo lo que no les es propio, como nuestra

realidad latina.

Dalia maría Teresa De león aDams

Hugo Navarro

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arca de Noé 57

De tal modo que su interés por la historia gene-

ralmente no abarca a los países del Tercer Mundo,

asociándonos muchas ocasiones de manera trivial,

pensando que vivimos en México por ejemplo, a la

manera de la imagen que produjo en el exterior el cine

Nacional Mexicano con sombreros, pistolas y caballos,

metidos en las cantinas con una idiosincrasia arcaica.

Nuestras noticias actuales casi no llegan ante

ellos. Para el Europeo, América solamente es intere-

sante en su contexto estadunidense y canadiense, en

tanto que Asia es abordada por la industria japonesa,

coreana y china. Su mirada hacia parte de África

ha sido por los protectorados que poco a poco han

ido perdiendo.

Sin embargo las cosas cada día van cambiando

gracias al gran desarrollo tecnológico en el medio

de las comunicaciones. De tal manera que México

al haber obtenido su satélite artificial hacia finales

del siglo pasado, logró abrir grandes rutas infor-

mativas.

Hoy México empieza a hacer gala de grandes

actores y directores que han sido galardonados en

la Unión Americana y en eventos internacionales en

Canes, Guanajuato, etc., así como premios Novel y

Cervantes por algunos de nuestros baluartes en

literatura, ciencia y galardones en Pro de la Paz.

Las rutas del comercio se han ido ampliando

y diversificado, fortaleciendo la industria auto-

movilística y el mercado de productos naturales y

nuestros científicos poco a poco van desarrollando

propuestas.

No se trata de ir perdiendo identidad, ni de sentir-

nos felices con nuestras raíces genéticas, sólo que no

debemos perder piso con ello, pensando que debemos

retroceder, pues ahora somos portadores de otra mez-

cla genética y siendo congruentes deberíamos tener

una visión más bien hacia el futuro, fortaleciéndonos

en todos los campos del desarrollo y el intelecto.

Con todo esto deseo concluir diciendo que a nues-

tras gentes latinas, no les hace falta capacidad ni inte-

lecto competitivo, LO QUE FALTA ES LA CONFIANZA

EN NOSOTROS MISMOS.

Leonel Maciel

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58 El Búho

Tranco I

Paseaba por Pamplona y Pello Guerra,

amigo, periodista e historiador de cepa,

me contaba la historia de esta ciudad

que está situada al norte de España.

Caminamos por las callejuelas de la ciu-

dad antigua y vimos las ruinas de algunos

castillos y desde la cima podíamos con-

templar, al otro lado del río Arga, el desa-

rrollo inmobiliario de la parte nueva.

Atravesamos bellos jardines en donde

los árboles nos daban gratis su belleza

verde; subimos las cuestas y después del

arduo trotar y de que una lluvia repentina

nos hizo desplegar los paraguas, Pello,

diligente dijo que ya era hora de comer.

Que el olor a la sopa se dejaba sentir

por todos los rumbos. Bajamos pues

hacia la transitada calle de San Nicolás y

entramos al típico restaurante Katuzarra.

Lo primero, claro, fue pedir una botella

carlos Bracho

Leticia Tarragó

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arca de Noé 59

de Patxaran. Brindamos por la amistad y por los

libros de historia –Pello es autor de varios libros

de esta materia, y que yo al leerlos me hizo viajar

a mi primera lectura de juventud: Las cruzadas,

y eso, como digo por leer los libros de mi amigo,

que cito algunos de ellos: Réquiem por Navarra

que versa cuando las tropas castellanas del duque

de Alba violan las fronteras de Navarra. Jaque

mate al rey de Navarra, donde Pello funde ficción

y notables datos históricos que nos llevan al año

de 1610. Y sigue la mata dando: Vitoria que nos

traslada al año de 1234, y al grave y largo asedio

al que Vitoria fue sometida por Alfonso VIII. Y esta

historia: La Escondida, en donde Pello, nos brinda

una historia novelada de unos vascos emigrados a

Nayarit, México, que trabajan en una hacienda “La

Escondida”, que luego, en los turbulentos años de

la Revolución Mexicana, algo tuvo que ver en varios

acontecimientos. En fin, el Patxaran sucumbía ante

nuestro asedio bucal y con su espíritu ancestral

nosotros subíamos a las cumbres de Navarra y via-

jábamos luego hacia las tierras mexicanas. Yo tomé

la copa para rendirle homenaje a Francisco Xavier

Mina –Navarro batallador y guerrero indomable-,

que todo aquél mexicano que esté compenetrado

en nuestra historia, sabrá de su gallarda, heroica

y revolucionaria estadía en nuestro suelo patrio.

Pello le dio tremendo trago al licor y yo no me iba

a queda atrás, así que le seguí el juego lúdico y mi

copa quedó vacía. Luego la carta de las delicias del

lugar nos fue entregada. Pello, -le dije- mejor dime

que es lo mejor de estos rumbos. A lo que él agregó:

–pues la carne. Va. Le dije. Carne. Como estaba en

Euskera le comenté al mesero que nos atendía que

me diera el mejor corte y que yo la prefería término

medio.

Y oiga usted, amigo luchador, amiga insumi-

sa, fue un verdadero lujo el comerla, estaba más

blanda y jugosa que una rebanada de mantequilla,

de hecho, el cuchillo para cortarla, no era de esos

horribles aceros llenos de dientes de serrucho, no,

era un cuchillo, digamos, normal. A cada ración

que pasaba a mi boca, recordaba el Gallagher de

New York, a los restaurantes argentinos que en

todas las poblaciones de México existen. Y nada,

le decía a Pello, todos los lugares que te he citado

tienen carnes deliciosas, sí, que queda claro, pero,

ni modo, el sabor único de esta carne de Pamplona

no tiene igual, es un bocado de cardenal, está como

para chuparse los dedos, está como para después

de comerla, gritar a todo pulmón: “que venga el

diluvio”. Nos terminamos la botella del genuino

Patxaran, de verdad no quedó ni una gota. Luego

yo pedí una cuajada, que es una leche que está ser-

vida en un jarrito de barro, acompañada con miel

legítima. Una delicia. Y evidentemente, para cerrar

con broche de oro esa velada literaria, en donde

volvimos a recordar el asedio a Vitoria, y Pello me

describió algunos pasajes que yo no había enten-

dido bien de su “Jaque mate…”, y los intríngulis

políticos y sociales inmersos en su “Réquiem…”. Y

ante tantos datos y lo bien narrado y lo interesan-

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60 El Búho

te y lo profundo que sus libros encierran, pedí un

espresso. Llegó a mi mesa. El primer trago me hizo

poner los ojos en blanco. De verdad. Buen café el de

este sitio. Bien, ante esto, creo que la envidia puede

corroer a algunos de ustedes, amigos lectores,

pues hablar de buenos libros, el comentar sobre el

pasado de nuestros pueblos, el conocer con más

detalles los pormenores de las audacias guerreras

de los reyes y de los condes y de los soldados de

alcurnia, y de las gestas de los libertadores nativos,

el brindar con el vino, el comer, nos hace penetrar

en este mundo maravilloso, el mundo de las biogra-

fías, el mundo de la historia que precisa el origen

del actual estado de cosas, y nos hace entendernos

mejor. Bien hecho. Así debe ser.

Vale, abur.

Philip Bragar

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arca de Noé 61

El Sub-sabotaje de Marcos

El comediante que se creyó comandante, el Enmascarado de Obsidiana,

no de Plata, que a todos hizo creer que era el Santo de la Revolución

Sureña, ha vuelto a aparecer para complicar la posibilidad del triunfo

de Morena (AMLO) en 2018, con una proposición falaz, que procura

propiciar el debilitamiento de la oposición: una candidata indígena

para darle opción a los “del color de la tierra”.

Si como algunos han supuesto, Sub Marcos es

una invención del Innombrable, está haciendo bien

su labor al sabotear, una vez más, como el otro

distractor que es Cuautemoquito Cárdenas, quien

le ha regateado el apoyo de su grupito a López

Obrador y en cambio se encamina a entregárselo a su

protector Miguel Ángel Mancera. «Cualquiera, menos

López Obrador», parece ser su máxima, temeroso de

perder su autocalificada condición de ser “el líder

moral de la izquierda”.

Y claro que la ideota de Marcos ha sido recogida

y difundida por los medios oficialistas, los doxóforos

(según Platón, los que tenían más opiniones que

conocimientos), por la manera como ayuda a debilitar

la figura política de AMLO, a la cabeza de la intención

de voto para las siguientes elecciones presidenciales.

Rocco Almanza

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62 El Búho

Ya ha encontrado la aprobación de quienes

llegaron a tener a Marcos por insigne poeta, nada

más por incluir en sus discursos algunas palabras

del Manual del Declamador sin Maestro. Hacen creer

que con su candidata reivindicará a los “indígenas”,

porque ignoran que indígena sólo significa nativo

de (del latín indi o in y el indoeuropeo gen: “parir”,

“dar a luz”), en cuyo caso todos somos indígenas y

no sólo los del país, sino también los rubios suecos,

los pelirrojos holandeses, los blanquitos gringos

y desde luego los amarillos asiáticos y los negros

africanos.

Pero, en fin: una mujer lacandona, mixe,

zapoteca o de cualquiera otra etnia de la región que

parece dominar Marcos, no será necesariamente

la solución para los problemas generales del país,

que deben ser atendidos con una visión nacional y

planetaria, no con enfoques regionalistas.

Lo que le importa a Marcos y a quien lo patrocina,

no es impedir que siga con su desgobierno la línea

neoliberal, sino obstaculizar el arribo de López

Obrador a la Presidencia, con lo que se vuelve

aliado del PRI-AN y del PRI-RD, de los Chuchos.

Pero el ruido mediático ya lo introdujo el

supuesto “Ejército” “Zapatista” de

“Liberación Nacional”, todo entre

comillas, pues ni liberó a la nación,

ni correspondió al zapatismo en realidad,

y nunca fue ejército, por lo que al presunto

insurrecto se le perdonó la vida y jamás se

le puso tras las rejas o fue juzgado por la

sublevación, que en el papel y los medios

encabezó. ¿Será porque sirvió muy bien a

Salinas, Zedillo y Fox?

La “imaginación” gringa toma el

poder

Con la paranoia en su máxima expresión

y merced a la autotitulación de únicos

terrestres, los vecinos del norte atiborran

las series de televisión o la pantalla grande

con los riesgos apocalípticos que ellos

sufrirán y nadie más, pues ¿a poco hay

Rigel Herrera

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arca de Noé 63

seres en el planeta que merezcan ser llamados

terrestres? Los malvados extraterrestres parecen

saber, como los boxeadores, que si noquean al

campeón, los demás se rendirán.

También aterrorizan a “la potencia del mundo”

los muertos que han provocado en el mundo, y por

ello los Días de Muertos son de pavor para ellos y

no de fiesta, a la manera mexicana. Su Halloween

–que ni tan de ellos, pues llegó a tierras americanas

con los migrantes, que odia Trump– causa miedo,

en vez de alegría. Hay quienes relacionan este

rito celta con fiestas cristianas, pero la Iglesia

Católica no comulga con brujas y diablos, por lo

que más bien se vincula el tal halloween con viejas

costumbres célticas. En la zona de influencia inglesa

no se comen a la muerte, como aquí con el famoso

pan de muerto y las dulces “calaveritas”, ni causan

regocijo las coplas bien hechas, con que de manera

rimada se festeja a los vivos con el exorcismo de su

defunción.

Y hay otro miedo que prolifera en películas

corrientes y en series de video nada recomendables:

los moridos que podrían salir de sus tumbas y

tomar venganza de los verdugos que los ejecutaron,

zombies que con música de cha-cha-chá “llegaron

ya/ y llegaron con la idea de ajusticiar”.

Se podría decir: «Allá los gringos y sus

mafufadas», pero como hay tantos yanquimitadores

en México, que no sólo intentan sepultar en el

olvido los altares de difuntos para los Días de

Muertos mexicanos y sustituirlos por la reverencia

al halloween, sino que adoptaron a los zombies y

muy originales los sacaron a pasear por las calles

de la ciudad, so pretexto de hacer el bien, sin mirar

a quién.

¿De veras quieren protestar sirviéndose de

los muertos en vida? Pues inviten a los muertos

de hambre que hacen mayoría en este país o a

los condenados a muerte que se van deteriorando

por falta de atención médica y de medicamentos,

que son expulsados del IMSS y del ISSSTE, porque

el supremo funcionario No-hay ha decretado que si

se debe ahorrar, que sea a costa de no prestar estos

servicios.

Alebrijes sin su papá

Y para que no se crea que esta ciudad no es plural,

el mismo día que los zombies desfilaron por las

calles principales de la ciudad, que el señor MAME

(Miguel Ángel Mancera Espinosa) insiste en llamar

CDMX –y hasta eso con logotipo que se dice es de

una empresa privada a la que los capitalinos, por

orden de MAME tienen que pagar una millonada

por usar el diseño–, también salieron en procesión

los copiones de los alebrijes creación de Pedro

Linares y que ahora nacionales y extranjeros explotan

como obra propia, sin reconocer la creatividad de

quien en verdad los imaginó.

A lo mejor el heterónimo Héctor Anaya tiene la

culpa de esa falta de respeto a la autoría, ya que hace

años, en una exposición de la cartonería de Linares,

escribió al estilo de Borges una historia falsa de la

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64 El Búho

antiquísima presencia de los alebrijes en diferentes

culturas del planeta. Se remontó a los egipcios, a

la cultura semita e inclusive a los prehispánicos

habitantes de tierras hoy mexicanas, para justificar

el folleto de presentación de la muestra de alebrijes

de Linares y proporcionarle estirpe y mitificar a

estas figuras de la cartonería mexicana.

Como nadie entendió que Anaya explicaba

la broma al consignar que se trataba de una

“paleografía mendaz”, es decir falsa e inventada,

se divulgó la especie de su antiquísima aparición

de los alebrijes, ad-erijes ab-abrijes, y por tanto

no se adjudicó a Linares la real invención de sus

imaginativas creaturas.

Tal vez de poco sirvió que cuando le dieron el

Premio de Artes a don Pedro Linares, el heterónimo

Héctor Anaya explicara en un periódico de la vida

nacional, que todo había sido una bromas borgeana

y que la autoría le correspondía al artesano Linares.

Sin embargo, las autoridades capitalinas que

organizan el desfile y la exposición, sí podrían

hacerle el debido reconocimiento al mago de la

cartonería y no dejar que otros presuman como

suya la creación de enormes alebrijes, que ya

hicieron su aparición en la película de James Bond

que se filmó en la Ciudad de México.

El ejemplo cunde. El plagio de un himno

El “razonamiento” puede ser muy simplón: «Si al

Otro no le hicieron nada por plagiar buena parte de

su dizque tesis de licenciatura, ¿por qué a mí sí?»

Y tal vez por ello Jorgito D’Alessio se voló

paladinamente la música y las ideas del himno

Arrebato del equipo de futbol de Sevilla y apareció

como compositor de la música y la letra del

Himno del América, lo que de inmediato provocó el

escándalo repugnante de un plagiario más.

Pero es que la impunidad da mal ejemplo.

Los letristas de ninguno de los dos equipos de

futbol, el español y el mexicano, se atuvieron a las

formas literarias que demanda la composición de

un verdadero himno, que según los griegos debe

componerse con versos dactílicos (de diez sílabas);

luego los latinos le dieron la métrica de decasílabos

heroicos. Ninguno de los dos “compositores”

sabe contar sílabas (una línea tiene menos y otra

se extiende), ni entiende que en los textos de

los himnos, no debe haber números sino letras.

El español insertó un “14 de octubre” y el inspirado

mexicano un “12 de octubre”.

Compárense los textos de los dos aedas (poetas,

claro), el mexicano Jorge D’Alessio (JDA) y el

sevillano Francisco Javier Labandón Pérez (FJLP):

Un 12 de octubre nació la leyenda (JDA)

un 14 de octubre nació una ilusión (FJLP

......

su plumaje sería azul crema (JDA)

familia roja y blanca del Sánchez Pizjuan (FJLP)

.......

y su sangre guerrera los hizo temblar (JDA.¿A

quiénes? Falta el sujeto)

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arca de Noé 65

con orgullo, pasión y coraje (JDA. En español,

coraje es enojo, no valor)

.......

y hasta un continente su nombre le dio. (JDA)

Su madre fue Sevilla y le prestó su nombre

(FJLP).

Como resulta evidente, ni el mexicano

es López Velarde, ni el español se acerca a

Garcilaso de la Vega. Y de seguro no saben

cuántos tipos de himnos existen. ¿O qué

responderían si les preguntaran si el suyo

(caso de que lo fuera, porque al sevillano

también se le acusa de plagiar una canción)

es invocativo, laudativo, admirativo, votivo

o teogónico?

Pero además Jorgito alegó en las redes:

“no existe mutilación, copia, modificación

o el mal llamado plagio ni en la letra ni en

la música compuesta”. Se sintió obligado a

disculparse, pero al fin plagiario, también

copió el estilo presidencial de hacerlo. Si

Peña Nieto, cuando lo de la Casa Blanca

ofreció una disculpa, no por el conflicto de

interés manifiesto, sino por “la percepción”

que haya causado entre algunas personas.

¿Y qué dijo Jorgito? No “perdonen el plagio”,

sino “...le ofrezco disculpas a quien se haya

sentido afectado con esta situación”.

En las redes sociales, alguien recordó

la explicación que se dio al asunto de

la tesis plagiada y recomendó a Jorge que debió

haber dicho: “El himno centenario no es plagio.

Fue un error metodológico, solamente olvidé

entrecomillar”.

Calendario de una Constitución centenaria

El Calendario que año tras año acostumbra presentar

Octavio Ocampo

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66 El Búho

el heterónimo de esta sección, Héctor Anaya,

como corresponde al 2017 va a estar dedicado al

centenario de la Constitución que se fraguó en

Querétaro, a instancias de Venustiano Carranza.

Pero de ninguna manera va a tener el tono

oficialista en que abundarán varias publicaciones.

Fiel al sello de la casa, será ameno, tendrá el

dato singular, con fotos históricas e ilustraciones

atractivas, pero sobre todo se guiará por una idea

que el maestro Salvador Novo les imbuía a sus

alumnos (y Héctor fue uno de ellos): «El humor es

la etapa superior de la inteligencia». Así que quien

quiera solemnidades que busque los aburridos

trabajos que publicarán Gobernación, el Congreso

de la Unión o los acartonados estudios históricos

del Instituto de las Revoluciones de México.

En el de Héctor Anaya, que no se venderá

en librerías, por lo que hay que apartar a tiempo

los ejemplares que deseen los lectores de

El Búho (reserven al 5553-2525 o escriban a

[email protected]), contendrá algunos

de los sonetos que la maestra Griselda Álvarez

le dedicó a los artículos de la Carta Magna,

mostrará qué presidentes han parchado más a esa

colcha de remiendos en que han convertido a la

Constitución, registrará las discusiones que en

torno a los artículos fundamentales se dieron entre

los diputados progresistas y la bancada religiosa,

pues la Iglesia se opuso, ayer como ahora, a los

más avanzados que protegían derechos sociales y

otros que amparaban garantías individuales.

En este Calendario, hallará el lector que en

principio estuvieron bien escritos los artículos,

pues abundaban en la composición del Congreso

Constituyente escritores y periodistas, que concisos

y precisos redactaron los principios que habrían de

regirnos. Y se dará cuenta de cómo fueran echando

a perder la buena redacción, quienes fueron

reformando y modificando los artículos, hasta llegar

al embrollo de sintaxis que son ahora sus artículos,

anfibológicos y confusos deliberadamente, para

que estén sujetos a la interpretación que permita

burlarlos. Quien lo adquiera sabrá también de un

constituyente guasón, que fue el sobreviviente y dio

clases de historia en la secundaria al heterónimo

Héctor Anaya.

Y sabrá de los vicios de ilegalidad de la centenaria

Constitución, que se fue legitimando en los actos,

pero que tuvo un nacimiento anticonstitucional.

Será un Calendario muy ilustrativo que estará

disponible a fines de noviembre, pero cuya edición

limitada pueda agotarse antes de tiempo. El de

este año, dedicado a los 400 años de las muertes

de Cervantes y Shakespeare, se agotó antes de

que mediara diciembre y como los que se vieron

privados de él ahora se han apresurado a apartar el

de 2017, corre el riesgo quien se decida muy tarde

de ya no conseguirlo.

Lo aconsejable es que lo incorpore a su lista de

apreciados regalos de fin de año y los aparte lo más

pronto posible.

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arca de Noé 67

Y Celebramos el 206 del aniversario de la indepen-

dencia.

Estuve esperando por la tarde-noche a la

señora que dice que es mi esposa con un pozole

cuyo maíz revienta como una corona justo de

donde se desprende de la generosa mazorca que

le dio vida, con todos sus debidos y propios

acompañamientos.

El aromático orégano, su cebollita blanca

picada, el chile piquín picante, lechuga troceada

bien finita; sus gotas de limón recién cortado y una

generosa sonrisa de un aguacate bien madurito.

Todo bien calientito.

Las infaltables tostadas con la tersa crema y un

poco de sal de mar en hojuelas: ¡el plato perfecto!

En esas lides estaba cuando, quise escuchar

música y por una virtuosa elección, saqué de mi

cdteca el disco de Mono blanco titulado “El Mundo

se va a Acabar”, un virtuoso grupo de música de la

mario náDer P.

Perla Estrada

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68 El Búho

región de Veracruz del glorioso y disfrutable golfo

de México.

La memoria y la historia personal nos lleva

por caminos intrincados y nos traslada a nuestros

antepasados, lugares, acentos musicales, aromas,

sabores y sentimientos, que seguramente están

tatuados en nuestro ADN… a veces sólo con la

música.

A qué me refiero: mi abuelo paterno, de origen

libanés llegó a estas tierras a través de un barco

mercante: el Alfonso XXIII, pagando su viaje con

trabajos de limpieza en esa misma nave marítima.

Mi padre me narraba que cuando mi abuelo,

a quien no conocí, desembarcó en el puerto de

Veracruz; él no podía creer que en un lugar pudiese

haber tanta vegetación y tanta abundancia de verdor.

Me lo puedo imaginar con prístina claridad

tomando un café bien cargado como es el noble

café de su tierra tan cargado y fuerte, acompañado

de una banderilla crocante de pan jarocho,

escuchando con asombro los melodiosos

arpegios de las jaranas, los requintos, todos

guiados por la mágica arpa, que nos deleita

conduciéndonos por una insospechada

explosión de sonidos y una maestría

indudable de quien la ejecuta, casi siempre

con los ojos cerrados, como una suerte de

espiritualidad que se traslada del corazón a

las manos.

Puedo ver al Abuelo Jalil, previendo,

pensativo; adentrado en una cultura del

esfuerzo… observando su promisorio

futuro… como fue y forjó.

UN ÚLTIMO CHAPUZÓN: contrajo

matrimonio con una bella jalisciense:

Mercedes, tuvieron dos hijos que fueron

extraordinariamente exitosos.

Mario, mi padre fue prolijo, procreó a nueve

hijos que prodigaron ocho nietos para él, que

a su vez nos han regalado la felicidad de tres

bis nietos.

Carlos Pérez Bucio

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apantallados 69

Soid Pastrana

Tragedia Griega

El origen de la Tragedia Griega es el culto a

Dionisio, dios del vino, inspirador de la locura

ritual, y el éxtasis. Fue también conocido como

Baco, y por el frenesí que inducía bakcheia. Es el dios

patrono de la agricultura y el teatro también es conocido

como el “Libertador” (Eleuterio), liberando a uno de su

ser normal, mediante la locura, el éxtasis, o el vino. La

misión divina de Dionisio era mezclar el aulós, y dar fi-

nal a la preocupación. Este dios fue venerado en Atenas,

Grecia, durante el siglo V a.C., en una época de apo-

geo para los griegos. En ese entonces la ciudad creció

mucho, y los habitantes del campo que adoraban al dios

del vino Dionisios,- porque cultivaban la uva-, van a pa-

sar a Atenas para hacer un culto. Ese culto va a ser rea-

lizado en comparsas mediante el Dionisio. Estas com-

parsas son un grupo de individuos que van por las calles

recitando himnos al dios. Ellos iban vestidos de pieles

de cabra. De ahí viene la etimología de tragedia: tragos:

macho cabrío, y ode: canto, es decir, tragedia es el canto

de los machos cabríos. ¿Qué representaban los ate-

Francisco Turón

apantallados

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70 El Búho

nienses que practicaban el culto a Dionisio vistiendo

pieles de cabra? Ellos representaban a los Aqueos,

unos seres mitológicos que eran mitad hombre, mi-

tad cabra, y que se asociaban con Dionisio (los ro-

manos le llamaban Baco a este dios).

La finalidad de la Tragedia, según Aristóteles

(384 a.C Calcídica, Grecia, 322 a.C. Calcis, Grecia),

quien es el estudioso inicial del género: “es que el

espectador llegara a tener un momento de conmo-

ción tal, a partir de su pena, y de la tristeza que

suscitaba en él la desgracia que va a ver, esto le

producía una catarsis, (un médico que quiere decir:

purificación), pero mediante el miedo, el terror, o la

compasión. La catarsis, junto con otros conceptos

y elementos de la estructura trágica, aparecen en

su obra la Poética, escrita en el siglo IV a.C., entre

la fundación de su escuela en Atenas en el 335 a.C.

y su partida definitiva de la ciudad en el 323 a.C.

desarrolla su tema principal que es la reflexión esté-

tica a través de la caracterización y descripción de la

Carmen Parra

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apantallados 71

tragedia. Aristóteles parte del supuesto de que en la

tragedia, la acción se desarrolla en un sentido hasta

que en cierta forma el personaje comete un error

que lo lleva a pasar “de la dicha al infortunio”. A

este cambio de suerte en sentido contrario se llama

peripecia. Por otro lado, se llama agnición (agnito

en latín) al paso de la ignorancia al conocimiento,

“para amistad”, o “para odio”, que un personaje ex-

perimenta de alguno o varios de los demás, o del

personaje acerca de algún hecho. En griego se usa-

ba la palabra anagnórisis, que significa lo mismo

que agnito: reconocimiento. Ambas son intercam-

biables, su uso depende de la tradición lingüística

del usuario. Junto a estos dos conceptos, propios

de toda tragedia compleja existe otro llamado lance

patético, que es aquel evento que cambia el sentido

de la acción mediante las tormentas, las heridas, o

la muerte en escena. Es por ello que peripecia, y

anagnórisis, son términos fundamentales para en-

tender los grados que el estagirita establece sobre

el valor de una clase de tragedia respecto de otra,

en virtud de su capacidad para desencadenar la

catarsis.

Por otra parte, no se utilizaban en las actua-

ciones a las mujeres. Tampoco la mujer asistía a

observar las tragedias, porque estaba prohibido

que ellas asistieran a espectáculos públicos por ra-

zones culturales. Los griegos eran muy machistas,

y no les gustaba que la mujer actuara. Por lo tanto,

los personajes femeninos eran interpretados por

hombres.

Dos autores son clave en la tragedia griega. Uno

de ellos, en su juventud, fue testigo del fin de la ti-

ranía de los Pisistrátidas, en Atenas. Me refiero al

poeta y dramaturgo Esquilo (Eleusis 525 a, C.- Gela

456 a.C.), considerado el padre de la tragedia griega.

El otro es Sófocles (Colono 496 a. C - Atenas 406

a.C.) autor de obras como Antígona y Edipo Rey.

Cabe mencionar que las obras clásicas de estos

autores trágicos no están cimentadas en la imagi-

nación, sino que están basadas en todas las leyen-

das que los griegos conocían. Las obras teatrales

las creaban a partir de las tradiciones populares.

La Orestiada

Voy a hacer una breve referencia a la única trilogía

de Esquilo que conocemos en su totalidad: La

Orestiada. Este colofón, es un tríptico troyano en el

que Esquilo concebía la unidad de la tragedia a par-

tir de la trilogía, que es una tragedia grande, con-

formada por tres pequeñas. Por ejemplo, se repre-

sentaba una tragedia el viernes, otra el sábado, y

el domingo la tercera para completar la sangrienta

trilogía. Sí sólo veías una de las partes, no entendías

toda la historia. Tenías que ver las tres partes com-

pletas para entender el concepto de trilogía.

Quiero mencionar un pequeño aspecto que es

importante entenderlo: cómo es que a partir del

ditirambo, las comparsas, y las verdades en honor a

Dionisio, se llega a la tragedia en sí. El punto clave

es cuando el personaje de Thespis o Tespis (Icaria,

actual Dionysios, Ática Oriental, 550 a.C.-500 a.C.),

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72 El Búho

a quien se le atribuye la invención del drama, al

haber sido el primero en introducir un actor junto

al coro, por lo que se convierte en el primer cori-

feo, y en un personaje con lo que surgió el diálogo.

Sucede que del coro, que es un conjunto de per-

sonas, Thespis (el creador de la primera compañía

itinerante: La carreta de Thespis) toma distancia, se

para enfrente del corifeo, y comienza a dirigirlos. En

ese momento surge el precursor del primer actor.

Luego mucho tiempo después, aparece Esquilo, y

propone que haya dos actores en escena ubicados

en un lugar fijo, con una parte para el coro que va a

ser llamada: orquesta, otra parte más pequeña que

va a ser llamada: escenario, y las graderías donde

observaba el público llamadas: theatrón “o lugar

para contemplar”, derivado de theáomai o “mirar”.

Es interesante que la palabra Teatro derive del refe-

rente arquitectónico de un mirador y de nuestro

sentido de la vista, de la observación, y de la con-

templación. Con Thespis el corifeo deja de llamarse

así, y ahora va a estar dentro del teatro para ser el

actor, y la palabra actor significa: “el que responde”.

Por lo tanto, actor y corifeo no es lo mismo. Corifeo

es la comparsa en la calle, y actor es el que se pre-

senta en un teatro y dialoga con un coro que está

fijo en el escenario. Con Thespis el corifeo deja de

ser lo que era, una comparsa callejera, para estar

en un teatro, y ser un primer actor que era conocido

como: protagonista. A éste se añade un segundo

actor que va a ser: el deuteragonista.

En una obra de teatro, un personaje es quien

aparece en escena. ¿Pero qué es un personaje?

Personaje significa per sonare, es decir, voz dirigi-

da a otro. El personaje, en otras palabras, es una

persona que por sus cualidades, conocimientos, u

otras actitudes destaca o sobresale en una deter-

minada actividad o ambiente social. También es un

ser inventado por un autor, ya sea ficticio, animal,

humano, sobrenatural, o de cualquier otro tipo,

que interviene en la acción de una obra artística.

Ahora, una cosa con la que no deben confundirse:

personaje, en una obra de teatro, es el que dialoga

y aparece en escena. Si no aparece en escena, no es

personaje. Si se habla de alguien, y no aparece en

escena, no es personaje. ¿Cuál es la clave para que

una obra dramática trascienda? Que los personajes

sean entrañables.

Con Esquilo, van a haber sólo dos personajes

que hablan en escena, y que están participando

activamente con el coro. Por ejemplo, en La

Orestiada hay un total de diez personajes, sin

embargo, si uno de ellos sale de escena, otro entra

en su lugar y lo reemplaza, o si salen dos, entran

otros dos a la escena, de tal manera que siempre

están un par de actores interactuando con el coro

activamente. La Orestiada es una Tragedia Mayor

que se compone de una trilogía: la primera parte

“Agamenon”, la segunda “Las Coéforas”, y la tercera

“Las Euménides”.

“Agamenón” fue presentada en el año 458 a. C. por

Esquilo. Narra el regreso de Agamenón, rey de

Micenas (aunque se le llama rey de Argos, cuando

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apantallados 73

Argos se refiere al Peloponeso, y no a la ciudad de

Argos), vencedor de la guerra de Troya solo para

encontrar la muerte. Esperándole en casa está su

esposa Clitemnestra, quien ha planeado su muerte

en venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia. Más

aún, durante los diez años que ha durado la ausen-

cia de Agamenón, Clitemnestra ha establecido una

relación adúltera convirtiéndose en amante de

Egisto, primo de Agamenón, y descen-

diente de una rama desheredada de la

familia, quién está decidido a recupe-

rar el trono que cree que legalmente le

pertenece.

En Las Coéforas aparece Orestes,

hijo de Agamenón. Este joven fue criado

lejos de su madre por razones de segu-

ridad. Orestes regresa instigado por su

hermana Electra, e inclusive también por

Apolo, dios del vaticinio y la música, dios

pastoral de cuyos amores con las Ninfas

los mancebos lo unen íntimamente

con la naturaleza. Orestes se decide, y

mata a su madre y a su amante Egisto,

en venganza por la muerte de su padre.

En este momento, las furias, que son

diosas que persiguen los crímenes entre

familiares de sangre, van a perseguir a

Orestes. Pueden pensar: ¿Por qué no per-

siguieron a Clitemnestra? Pues porque

Clitemnestra era esposa de Agamenón,

no era su sangre, en cambio, Orestes es

hijo de Clitemnestra, y por lo tanto, las furias lo van

a perseguir. ¿Por qué se titula Coéforas la segunda

parte? Porque al principio aparecen estas mujeres

Coéforas, que son las que llevan nivaciones a la

tumba de Agamenón en su homenaje, y luego co-

mienza la acción.

La tercera parte se titula Las Euménides y es la

obra que culmina La Orestiada. En Atenas se hace

José Juárez

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74 El Búho

Fernando Reyes Varela

un juicio a Orestes. Las furias lo acusan de haber

matado a su madre, y Atenea (la gran defensora de

Atenas y el Ático, conocida como Palas Atenea, que

es la diosa de las artes, de la justicia, de la habili-

dad, de la sabiduría, de la guerra, de la estrategia,

y de la civilización) lo defiende ante un jurado que

era un grupo de ancianos llamado el Areópago. En

su origen, el Consejo de Areópago, dependía del rey

y se componía únicamente de Eupátridas. La influen-

cia de estos aumentaba a medida que iba disminuy-

endo el poder del rey, hasta el siglo VII a. C., en el

que estos últimos llegaron a gobernar.

Finalmente se decide que Orestes es inocente,

porque la ley del padre, es superior a la ley de la

madre. Por lo tanto, cuando han matado a su pa-

dre, él debe de vengarse, aunque haya sido su pro-

pia madre quien lo hizo. El jurado declara inocente

a Orestes. Las Furias están furiosas. No se sien-

ten conformes con el dictamen. Entonces, Atenea

las transforma en las Euménides. Antes de eso,

las furias vengaban los crímenes de sangre, ha-

ciendo justicia por su propia mano, es decir, toman-

do la vida de aquel que haya cometido un crimen

de sangre. Ahora, las Furias, van a convertirse en

Euménides, que son diosas del orden y de la justicia

en Atenas. Cuando hay un criminal, ellas lo van a

llevar al juzgado para hacerle un proceso de obe-

diencia a las leyes.

Esto hace que Atenas se convierta en una ciudad

que es el símbolo del orden y la ley en toda Grecia.

Por eso las tragedias de Agamenon y Las Coéforas

se van a representar en escenarios de Argos, en

Esparta, y Micenas, mientras que

Las Euménides se representaba en

Atenas, Grecia. En ese entonces exis-

tía la ley del talión que era un prin-

cipio de justicia retributiva que im-

ponía un castigo que se identificaba

con el crimen cometido El término

talión deriva de la palabra latina ta-

lis o tales, que significa: semejante

o igual; de modo que no se refiere

a una pena equivalente, sino a una

pena idéntica. La expresión más

conocida de la ley del talión es: “ojo

por ojo, y diente por diente” una fra-

se aparecida en El Éxodo del Antiguo

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apantallados 75

Testamento. Con Las Euménides, viene a su vez el

reemplazo de la ley del talión, por la norma jurídica

escrita, y este hecho, demuestra una apología hacia

Atenas.

Edipo Rey

Vamos a revisar la tragedia Edipo Rey de Sófocles.

Edipo Rey es de género: dramático, de especie: tra-

gedia, y de tema central: el ser humano no puede

escapar de su destino. Edipo Rey es una tragedia que

respeta las tres unidades de teatro clásico: Unidad de

Espacio, (todo ocurre en un solo lugar, en un solo

escenario), que en este caso es el frontis del Palacio

de Tebas. Unidad de Tiempo (todo ocurre en un solo

día). Y la Unidad de Acción (todo gira en torno a una

acción principal).

Es importante que no olvidemos que Sófocles

fue discípulo de Esquilo, el más grande represen-

tante de la Tragedia Griega. Sin embargo, Sófocles,

como buen discípulo, supera al maestro, e introduce

al tercer actor a escena, reduce la participación del

coro, decora el escenario (cosa que no había hecho

Esquilo).También va a musicalizar las obras, y va a

empezar a perfeccionar coreografías del coro (Coro

proviene del griego ronda. El coro es un ejercicio

colectivo que históricamente nace en el momento

en el que un grupo de personas se ponen a cantar

juntas bajo unas mismas directrices marcadas por

ellas mismas, o por la personalidad de un director.

Los coros griegos eran formaciones de hombres, o

mixtos de hombres y niños. Cantaban sólo música

monódica, normalmente en el teatro. Los coros eran

usados para adorar a sus deidades). Dentro del ves-

tuario utilizó coturnos (que era un antiguo calzado

alto de suela de corcho sujeto por cintas de piel),

una túnica, y una máscara.

Desde lo más alto de la gradería veías el esce-

nario. Sí salía un personaje muy alto, con coturnos,

vestido de púrpura, se le asociaba al rey. Sí aparecía

un personaje vestido de gris, con ropa sucia, y cal-

zado bajo, éste representaba a un mendigo, o a al-

guien pobre. Las máscaras que se utilizaban eran

especiales. Tenían en la parte de la boca un disposi-

tivo que era una especie de megáfono que potencia-

ba la voz del actor. En otras palabras, Sófocles me-

joró mucho las técnicas de representación teatral,

sobre todo, al introducir el tercer actor a escena.

Edipo Rey, es la Tragedia más importante de

Sófocles, según Aristóteles. Tenemos que confiar en

el criterio aristotélico ya que la mayoría de las obras

teatrales que escribió Sófocles se perdieron. El poeta

trágico de la Antigua Grecia, que se sitúa junto con

Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destaca-

das de la tragedia griega, escribió entre sus produc-

ciones literarias más de 120 tragedias; aunque sólo

se conservan -siete tragedias completas- que son

de importancia capital para el género: Edipo Rey

(encarna el problema de la auto identificación que

se plantea en términos dicotómicos del parecer/

ser); Edipo en Colono (la tragedia de la muerte de

Edipo, y en la que se hace menor uso de la ironía),

Antígona (la hija de Edipo), Áyax (el guerrero que se

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76 El Búho

suicida de rabia porque Odiseo le ganó la armadura

de Aquiles en un juicio), Las Tranquinias (la muerte

de Hércules por culpa de su esposa Deyanira),

Electra (una tragedia que toca una pequeña parte

de Las Coéforas) y Filoctetes (el famoso guerrero

que era dueño del arco de Hércules, mata al prín-

cipe troyano Paris en un duelo). Y existen también,

pero de manera fragmentaria: Anfiarao, Epígonos e

Ichneutae.

Estas obras no están basadas en la imaginación

de los autores, sino en todas las leyendas que todos

los griegos conocían. La historia de Edipo Rey no la

inventó Sófocles, sino que él la toma de la tradición

popular. Sin embargo, pocas historias han genera-

do tanto impacto emocional a lo largo de los siglos

como Edipo Rey de Sófocles. La tragedia de Edipo

Rey de Sófocles tiene un desenlace que todos cono-

cen y que, sin embargo, nadie quisiera presenciar.

La leyenda es harto conocida: Cuando su es-

posa Yocasta está a punto de dar a luz, Layo, rey de

Tebas, es advertido de que su hijo será su asesino.

Recién nacido, Edipo es punzado en los tobillos

y abandonado en el monte para que lo devoren

las bestias, pero un boyero lo salva y lo entrega a

los reyes de Corinto. Ya adulto y sabedor de que es

adoptado, Edipo viaja a Delfos para preguntar por

su origen y es aconsejado de no regresar a su pa-

tria. Decide huir de Corinto, y fatalmente se dirige a

Tebas. En el camino se encuentra casualmente con

Layo, riñen por ver quien cruza primero un estrecho

camino y Edipo lo mata. Llega a una Tebas devas-

tada por la Esfinge (un ser monstruoso con alas de

águila, cuerpo de león y cabeza de mujer que plan-

teaba una adivinanza a todo aquel que pasara y al

no dar respuesta correcta suponía ser devorado). La

célebre adivinanza era: ¿Cuál es el ser que camina

sobre la tierra que lo hace primero a cuatro patas,

después a dos y luego, en el crepúsculo, utiliza tres

patas? La pronta respuesta de Edipo fue: “El hom-

bre”. Fue entonces cuando la Esfinge, acepta como

válida la respuesta, y llena de ira se lanzó al mar

suicidándose. Al fin Tebas había sido liberada. La

ciudad ofrece a quien resuelva el enigma, el trono

vacante (se sabe que Layo ha muerto, pero no en

qué circunstancias), y la mano de la apetecible viu-

da. En efecto, Edipo se casa con la Yocasta y toma

posesión del trono, reina por años y concibe hijos

hasta que una peste manifiesta una cólera divina. El

oráculo da pistas y algunos memoriosos permiten

reconstruir los hechos y develar la tragedia de parri-

cidio e incesto. Yocasta se suicida y Edipo se saca

los ojos y se destierra.

El día en que se va a basar el argumento de

Edipo Rey, es cuando Edipo descubre quién había

matado a Layo en el pasado. La historia tiene una

cronología de soberanos muy larga que viene desde

el tatarabuelo de Edipo que fue Cadmo, el rey míti-

co fundador de la ciudad Tebas, capital del Imperio

Medio e Imperio Nuevo de Egipto, situada en la

actual población de Luxor; seguido del nieto de

Cadmo, que fue Lábdaco, hijo de Polidoro y Nicteis,

que a su vez fue padre de Layo, y abuelo de Edipo.

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apantallados 77Gelsen Gas

El ya rey Edipo y Yocasta llegan a tener cuatro hi-

jos que llamarían: Antígona, Polinices, Eteocles e

Ismene.

De hecho, la afrenta del rey Lábdaco, inicia el ci-

clo tebano de maldiciones y castigo que escribieron

tanto Esquilo, como Sófocles. El primero,

a través de Los siete contra Tebas, y el se-

gundo, con obras como Edipo Rey, Edipo en

Colono y Antígona. El rey Lábdaco provoca la

hamartia (maldición) entre su descendencia

al negarse a realizar los ritos que demanda

el dios Dionisio. Las Bacantes, sacerdotisas

del dios, enfurecidas por su osadía, lo sen-

tencian a muerte y lanzan una maldición

contra los miembros de su gens (tribu), los

labdácidas. Cuando muere Edipo, sus hijos

Polinices y Eteocles se enzarzaron en una

guerra que dio lugar a la muerte de ambos

entre sí. Su tío Creonte, hermano de Yocasta,

se proclamó rey de Atenas. Creonte dio or-

den de no sepultar el cadáver de Polinices

por haber traicionado a Tebas, pero su her-

mana Antígona desobedeció a Creonte, y le

dio sepultura.

La representación de la tragedia de

Edipo Rey comienza cuando el coro aparece

en la orquesta, que es un espacio delante

del escenario (es todo aquel espacio desti-

nado a la representación de las artes escé-

nicas) donde cabían hasta quince personas.

Ese coro sale y se planta delante del esce-

nario dando la espalda al público para representar a

la gente de Tebas que va a buscar a su rey Edipo en

el frontis de su palacio. ¿Por qué lo buscan? Ellos le

piden auxilio por la terrible peste de la infertilidad

que ha aparecido en Tebas. Ni mujeres, ni animales

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78 El BúhoCarlos Mérida

podían reproducirse. Ellos lo invocan. Edipo sale a

escena y les dice: “Sé pueblo que tienen problemas

con la peste por lo que he enviado un emisario al orá-

culo a que pregunte: ¿cómo vencer a la peste que hay

porque los dioses se han molestado con nosotros?”

Ese emisario fue Creonte, el cuñado de Edipo.

Recordemos que el Oráculo de Delfos es el templo

de Apolo donde está la pitonisa, que es una sacer-

dotisa rodeada de ofrendas y de humo, y que cuan-

do entra en éxtasis va a responder a las preguntas

con la voz del dios Apolo. Todo aquello que diga el

oráculo se debe cumplir porque es el destino que

los dioses señalan. Así que el oráculo es un lugar

donde puedes consultar al destino. Creonte pregun-

ta al oráculo y vuelve justo a Tebas en ese momen-

to cuando empieza la acción. Edipo le pregunta a

Creonte delante del coro y de los ciudadanos: “¿Cuál

es el origen de tanta desgracia? ¿Qué le ha dicho el

oráculo?” Creonte responde que la respuesta del

mensajero de Apolo fue contundente: “Todo pasaría

cuando fuera descubierto y desterrado el asesino del

anterior rey. Hay un gran culpable en Tebas quien

es el que ocasiona la peste. Este gran culpable es

el asesino de Layo, y debemos encontrarlo”. Edipo

pregunta: “¿Por qué no han investigado la muerte

de Layo?” Creonte responde que se olvidaron del

asunto de la muerte de Layo el día que llegó Edipo,

y venció a la Esfinge que los estaba atormentando.

Edipo decide llevar la investigación del asesinato

de Layo hasta el final, y decreta una ley en la que:

“Aquél que haya sido encon-

trado culpable será castiga-

do y desterrado de Tebas”.

Pronto verás que se estaba

echando la soga al cuello,

sin saberlo. El primer tes-

tigo que va a mandar lla-

mar Edipo, va a ser el único

soldado que sobrevivió a la

masacre en la cual murió

Layo años atrás. El soldado

da su testimonio en que

dice que salía acompañado

por compañeros que lleva-

ban al rey Layo para pre-

guntarle al oráculo, cómo

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apantallados 79

vencer a la Esfinge, este terrible monstruo que

asolaba a Tebas. El soldado cuenta que en el cruce

de tres caminos, en una fócida, unos bandidos los

asaltaron y mataron a sus hombres y a su señor, y

que él tuvo que huir. Edipo pregunta: “¿Cuándo pasó

eso?” El soldado responde: “El día que tú llegaste se-

ñor”. Edipo pregunta: “¿Cómo era Layo?” El soldado

responde: “Un hombre anciano con mucha barba

y vestido de púrpura”. Edipo recuerda que el día

en que él llegó, en el cruce de tres caminos, cerca

de la entrada de Tebas, asesinó a ocho soldados,

y que escapó uno. También mató a un viejo como

el que describe el soldado. Edipo sospecha que él

ha sido el asesino, pero a la vez duda que él haya

matado a Layo. Edipo con la esperanza de acabar

con la plaga que asolaba a Tebas va a llamar a un

personaje clave: el adivino Tiresias, que es un ancia-

no que puede ver el pasado, el presente y el futuro.

Sin embargo, no puede ver delante de él porque es

ciego, por lo que viene acompañado de un niño que

le sirve de lazarillo. Aparece el anciano que dice:

“Salve Edipo Rey de Tebas. Te informo que tu pa-

dre Pólibo, Rey de Corinto, ha muerto”. Edipo derra-

ma lágrimas por la muerte de su padre, y luego se

alegra porque piensa: “No lo maté yo”. El mensaje-

ro continúa: “Queremos que seas Rey de Corinto”.

Edipo está contento por eso. Luego el mensajero le

indica: “Oficialmente te informo que tú no eres hijo

de los reyes, eres adoptado, pero igual te queremos

en Corinto”. Eso va a decepcionar a Edipo y lo va a

preocupar aún más. Edipo le pregunta al mensaje-

ro: “¿Quiénes son mis padres?” El mensajero le dice:

“Yo te puedo ayudar Edipo. Cuando yo era joven fui

pastor en Corinto y en la frontera entre Corinto y

Tebas, Melibeo un pastor de la zona que se dirigía

a Corinto, encontró al desamparado recién nacido,

y apiadándose de él, lo llevó consigo. Una vez en

Corinto se lo entregó al rey Póbilo, que junto con su

esposa Mérope (o Peribea) lo criaron como si fuera

su hijo. El niño iba a ser sacrificado. Sus pies habían

sido atravesados por garfios para ser colgado de las

ramas de los árboles en el bosque limítrofe. Ese niño

eres tú Edipo”.

Edipo está confundido.

Tiresias dice: “No hagas Edipo que diga lo que yo

sé, porque si yo digo lo que sé, entonces ni tú, ni yo,

ni los que están presentes estarán tranquilos después

de que yo hable”. Edipo lo obliga a hablar. Tiresias

le dice: “Aquél que buscas eres tú mismo”. Edipo no

puede creer esto, piensa que es un complot en su

contra y despide a Tiresias con insultos. Además se

pelea con Creonte aduciendo que siendo su cuñado

lo quiere desterrar porque piensa que no es apto

para gobernar. Tiresias está tan molesto que antes

de irse le dice a Edipo: “También te informo que te

has casado con tu propia madre”. En ese momento

Edipo recuerda algo: cuando él era joven fue un

príncipe muy querido en Corinto, un día un borra-

cho le dijo que era adoptado y que por lo tanto no

era hijo de los reyes. Entonces fue con el oráculo

para preguntar: “¿Soy hijo de los reyes de Corinto?”

Y el oráculo respondió: “Tú vas a matar a tu padre y

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80 El Búho

te vas a casar con tu madre”. Lo que descubre Edipo

lo deja perplejo y horrorizado: aquél a quien había

dado muerte años atrás era Layo, su verdadero pa-

dre, y, tal y como le habían predicho había acabado

casándose con su madre.

La verdad era demasiado despiadada… Yocasta

se suicidó al saber que su marido era en realidad

su hijo perdido, y sus hijos Polinices y Eteocles lo

maldijeron de por vida. Sólo Antígona se queda con

él hasta que muere de viejo. Anciano y ciego desde

aquel fatídico día, y justo con la anagnórisis (es un

recurso narrativo que consiste en el descubrimiento

por parte de un personaje de datos esenciales sobre

su identidad, sus seres queridos, su entorno, ocul-

tos para él hasta ese momento. La revelación altera

la conducta del personaje y lo obliga a hacerse de

una idea más exacta de sí mismo y de lo que lo ro-

dea), Edipo se clavó en los ojos un broche del ves-

tido de Yocasta para no ver más desgracias.

Por supuesto, las penurias de esa familia, no

comienzan ni terminan con Edipo, pero las fatales

equivocaciones del sagaz adivinador de enigmas

son las más conmovedoras.

En el magnífico ensayo El enigma de la

Esfinge, Thomas de Quincey se atreve a su-

perar la contestación de Edipo al monstruo.

La respuesta al enigma de la Esfinge, dice,

no era “el hombre”, sino “Edipo”. Cierto,

el héroe debió contestar “yo mismo”, pues

anduvo en cuatro patas en su infancia, en la

mayor indefensión y desamparo; en la madu-

rez logró resarcirse del daño de sus pies y

caminar firmemente en busca de su propio

origen en vez de conformarse con la comodi-

dad y los privilegios del hogar adoptivo, y

finalmente revelada la tragedia, vagó viejo y

ciego apoyado en un bastón, o de la mano

compasiva de su hija.

Hay que entender, entonces, que la res-

puesta al enigma es “uno mismo” y que todo

auténtico conocimiento es auto-revelación,

prefiguración del propio destino..

Oswaldo Sagástegui

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