Noches Lugubres

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RECEPCIÓN: JUNIO 2008 RILCE 26.2 (2010) 402-430 ACEPTACIÓN DEFINITIVA: OCTUBRE 2008 LAS “NOCHES LÚGUBRES” CADALSIANAS: HUMANITARISMO, SENSISMO Y NUEVA SENSIBILIDAD EN LA LITERATURA DIECIOCHESCA Franco Quinziano ifh-Anam Campus Anam-dong, Seongbuk-Gu Korea University, Seoul-Korea 136-701. Korea [email protected] A Rinaldo Froldi, guía y norte de dieciochistas Mejor que tu boca me lo dice mi corazón Noches lúgubres, Noche segunda 1. Las “Noches lúgubres” y los senderos de la crítica Existe consenso generalizado en considerar a José Cadalso como una de las personalidades literarias más relevantes y significativas, y al mismo tiempo complejas y ambiguas, que exhibe el setecientos español. Al aludir al poeta gaditano, algunos críticos han enfatizado su “personalidad contradictoria” (Camarero 1988, 72) 1 y “esquiva” (Deacon), mientras que otros han hablado de “máscara’ y “careta’, enfatizando los rasgos de un autor propenso al disi- mulo y al “secreto” (Demerson). Asimismo el amplio abanico de etiquetas que le han atribuido –arraigo en la tradición española, estoicismo senequista, imi- tador de la tragedia neoclásica francesa, iniciador del ensayo moderno y del género sepulcral en las letras españolas, fidelidad a la vertiente lírica de Garci- laso y Fray Luis, precursor del costumbrismo decimonónico, prerromántico o incluso exponente del “primer” romanticismo español, etc.–, no hacen más que confirmar la amplitud de perspectivas que exhibe su obra y la pluralidad de facetas sobre los que se ha detenido la crítica al abordar sus textos. De todos modos, frente a los probables contactos y a las posibles influencias que habrían incidido en el autor andaluz, cabe aclarar, como advierte con razón Bermúdez Cañete, que tan sólo es posible “documentar concretamente unas pocas [lecturas]:Young, Montesquieu, Rousseau” (1982a, 277). 2 De formación humanista y clásica, espíritu crítico y cosmopolita dotado de fina intuición, el poeta gaditano se proyecta como figura de relieve, junto a Nicolás Moratín, en el pasaje hacia la poesía rococó y hacia la definición de

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  • LAS NOCHES LGUBRES CADALSIANAS: HUMANITARISMO,SENSISMO Y NUEVA SENSIBILIDAD EN LA LITERATURADIECIOCHESCA

    Franco Quinzianoifh-Anam Campus

    Anam-dong, Seongbuk-GuKorea University, Seoul-Korea

    136-701. [email protected]

    A Rinaldo Froldi, gua y norte de dieciochistas

    Mejor que tu boca me lo dice mi corazn Noches lgubres, Noche segunda

    1. Las Noches lgubres y los senderos de la crtica

    Existe consenso generalizado en considerar a Jos Cadalso como una delas personalidades literarias ms relevantes y significativas, y al mismo tiempocomplejas y ambiguas, que exhibe el setecientos espaol. Al aludir al poetagaditano, algunos crticos han enfatizado su personalidad contradictoria(Camarero 1988, 72)1 y esquiva (Deacon), mientras que otros han habladode mscara y careta, enfatizando los rasgos de un autor propenso al disi-mulo y al secreto (Demerson). Asimismo el amplio abanico de etiquetas quele han atribuido arraigo en la tradicin espaola, estoicismo senequista, imi-tador de la tragedia neoclsica francesa, iniciador del ensayo moderno y delgnero sepulcral en las letras espaolas, fidelidad a la vertiente lrica de Garci-laso y Fray Luis, precursor del costumbrismo decimonnico, prerromntico oincluso exponente del primer romanticismo espaol, etc., no hacen msque confirmar la amplitud de perspectivas que exhibe su obra y la pluralidadde facetas sobre los que se ha detenido la crtica al abordar sus textos. Detodos modos, frente a los probables contactos y a las posibles influencias quehabran incidido en el autor andaluz, cabe aclarar, como advierte con raznBermdez Caete, que tan slo es posible documentar concretamente unaspocas [lecturas]:Young, Montesquieu, Rousseau (1982a, 277).2

    De formacin humanista y clsica, espritu crtico y cosmopolita dotadode fina intuicin, el poeta gaditano se proyecta como figura de relieve, juntoRECEPCIN: JUNIO 2008 RILCE 26.2 (2010) 402-430 ACEPTACIN DEFINITIVA: OCTUBRE 2008

    a Nicols Moratn, en el pasaje hacia la poesa rococ y hacia la definicin de

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    la nueva potica neoclsica. Despus de haber sido considerado durante losltimos lustros del siglo xix e inicios del xx un autor mediocre y de escasovalor literario, Cadalso ha recobrado en los ltimos tiempos el prestigio delque seguramente goz entre sus contemporneos como innovador, referentey orientador literario. La conmemoracin del bicentenario de su muerte,hace algo ms de cinco lustros (1982), constituy en este sentido una opor-tuna y valiosa ocasin para una trazar una revisin ms amplia y menos arbi-traria de su produccin literaria, erigindose en uno de los escritores diecio-chescos que mayor inters crtico ha despertado en estos ltimos decenios.3

    Como es bien sabido, algunos de los textos que nos ha legado el poeta sol-dado han dado lugar a una multiplicidad de consideraciones y de lecturas inter-pretativas, en algunos casos dismiles entre s e incluso a veces antitticas o con-tradictorias.4 Sus dos obras de mayor relieve y proyeccin, las Noches lgubres5 ysus Cartas marruecas, publicadas ambas en las pginas del Correo de Madrid,entre 1789 y 1790, no son ms que una confirmacin emblemtica de estamultiplicidad de lecturas interpretativas que ha suscitado su polidrica obra.Dichas percepciones, por lo general, reconocen el peso de determinados presu-puestos estticos, culturales e ideolgicos, habindose acentuando en tal sen-tido las novedades de la que su obra ha sido portadora, ya sea desde una pers-pectiva romntica, ya sea desde un privilegiado mirador noventayochista.

    En efecto, si en las Cartas cadalsianas la crtica se ha detenido en el escri-tor racionalista que, a travs de un riguroso y implacable anlisis de la reali-dad espaola y de la bsqueda y definicin del carcter nacional, ofreca unmodelo de escritura al costumbrismo decimonnico, anticipando al mismotiempo el tema de la misma Espaa, percibida de modo subjetivo y personal,las Noches lgubres fueron concebidas en cambio por un sector considerablede la crtica como anticipacin cuando no, incluso, primera manifestacinde una temprana vertiente romntica en las letras hispnicas que habra aflo-rado ya a principios de los aos setenta de la centuria.

    Redactadas con toda probabilidad entre 1771 y 1772, poco tiempo des-pus de la prematura desaparicin de la actriz Mara Ignacia Ibez, la Filisde sus versos, y publicada pstumamente en entregas en el Correo de Madridentre diciembre de 1789 y enero de 1790, las Noches lgubres se proyectancomo uno de los textos ms significativos y al mismo tiempo ms problem-ticos de la literatura dieciochesca, abierto a una pluralidad de significados einterpretaciones. Han sido diversas las cuestiones y los temas de debate sobrelos que se ha detenido la crtica a la hora de abordar el texto: su fecha deredaccin, las fuentes probables, si constituye un texto abierto o concluso,6RILCE 26.2 (2010) 402-430

    los problemas que ataen a la cuestin de gnero (novela breve, poema enprosa, esbozo de teatro sentimental, etc.), sin olvidar la larga serie de imita-

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    ciones, plagios y refundiciones que promovi el texto a lo largo del siglo xixy que acabaron condicionando las mismas lecturas interpretativas a lo largodel Ochocientos y parte del siglo xx. Como es bien sabido, el texto se ins-cribe claramente en el modelo de la poesa sepulcral en boga en aquellosdecenios, aunque la presencia determinante de los dilogos y soliloquiosaproximan a las Noches ms a una obra para ser representada o recitada en losescenarios. En tal sentido, algunos crticos han planteado innegables afinida-des con el gnero dramtico, lo que convierte al texto cadalsiano en un claroejemplo de hibridez literaria de no fcil catalogacin. Otros crticos, comoDaz Plaja (184-6), llegaron a poner en discusin incluso la misma paterni-dad cadalsiana de la obra, aunque las profundas y convincentes consideracio-nes de Tamayo y Rubio y sucesivamente de Helman (1950), han despejadocualquier duda al respecto.

    Como hemos observado en otras oportunidades (ver Quinziano 1995,12-3), las Noches constituyen sin lugar a dudas la obra que ms que ningunaotra ha promovido juicios e interpretaciones discordantes sobre el pensa-miento y la colocacin artstica y estilstica del autor andaluz, abrindose auna pluralidad de valoraciones y consideraciones, que en algunas ocasioneshan llegado a violentar incluso el sentido original del texto. En esta perspec-tiva, por ejemplo, la visin de las Noches como realidad o expresin autobio-grfica, anticipacin, o incluso, primera manifestacin del romanticismoespaol constitua, hasta no hace mucho tiempo, un lugar comn amplia-mente radicado en un sector no insignificante de la crtica. Dicha interpreta-cin, sin duda sugerente, aunque en nuestra opinin engaosa, y que hoy dasigue contando con no pocos adeptos en el campo de los estudios dicioches-cos, proclamaba que el individualismo, el pesimismo, la pasin y de modoespecial el estado de nimo y los desahogos emocionales del protagonista,Tediato, percibidos todos ellos como encarnacin de un acusado subjeti-vismo y expresin del propio yo del autor, habran abierto las puertas a un pri-mer romanticismo espaol en el ltimo tercio del setecientos.

    Huelga decir que en la definicin de esta lectura interpretativa, en nuestraopinin distorsionada, ejerci sin duda una influencia determinante elalcance autobiogrfico que, en razn de la inclusin de la annima Carta deun amigo en la edicin de 1817 y de una Cuarta noche apcrifa aadida en laedicin de 1822, se le otorg al texto.7 Uno de los primeros en trazar la ima-gen de un Cadalso romntico fue el erudito santanderino Menndez yPelayo, quien a finales del siglo pasado defina al poeta soldado como el pri-mer romntico en accin en sus amores, en sus aventuras y en su gloriosaRILCE 26.2 (2010) 402-430

    muerte, realizando [] el ideal apasionado y tumultuoso de los Byron y losEsproncedas(296). A principios de la dcada de los 40, Ramn Gmez de la

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    Serna (885-91) identificaba al autor con el protagonista del texto y retomabala leyenda de un Cadalso desenterrador que haban popularizado las ya aludi-das Carta de un amigo y la Cuarta noche apcrifa. Sucesivamente comenzarona ponerse de relieve otras notas salientes que confirmaban la novedad deltexto cadalsiano, atendiendo fundamentalmente a la escenografa lgubre, yal ambiente nocturno y sepulcral que dominan las tres Noches y haciendohincapi en el tono intimista y personal, escptico, exasperado y melanclicoque impregnan varios pasajes de la obra.

    En esta misma lnea E. Helman concibi al poeta andaluz como unromntico antes del romanticismo, romntico en su vida y muerte, y romn-tico en buena parte de sus escritos (1968: 9).8 Ms recientemente, aunqueno siempre en funcin de una total identificacin autor/personaje, se hahablado tambin de estallido (Alborg 759), temperamento (Embeita324), y soplo romnticos (Paredes Nez 100) al aludir al texto cadalsiano.Por supuesto, en dicha perspectiva no puede pasar inobservada la conocidainterpretacin del hispanista estadounidense Russell P. Sebold, para quien elpoeta gaditano, habiendo experimentado de modo precoz el pantesmo ego-cntrico y el pesimismo csmico, constitua el primer autor espaol enescribir de acuerdo a la cosmologa romntica (1974, 268). La conclusinpara Sebold era obvia: con sus innovaciones, Cadalso se instalaba como elprimer romntico europeo de Espaa tanto en su vida como en sus escritos(1974, 265). Hay que hacer constar que el prestigioso dieciochista ha venidodefendiendo convencida y coherentemente hasta nuestros das esta posicin,habiendo precisado a inicios de los aos 90 que en las Noches cadalsianas seencuentran por primera vez la cosmovisin y buena parte de la temtica delromanticismo (1992, 29). En tiempos ms recientes, al explicar su periodi-zacin de la poesa espaola en el xviii en la que registra la existencia de unprimer romanticismo entre 1770-1800, Sebold ha corroborado dicha opi-nin concibiendo las Noches como la primera obra plenamente lograda delromanticismo setecentista europeo (2003, 119).

    Que Cadalso haya echado mano a algunos recursos expresivos que mstarde acabaran convirtindose en tpicos del romanticismo, no significa quea partir de las Noches haya que registrar la gnesis de la literatura romnticaen las letras espaolas. Ya se ha sealado que la capacidad de enfatizar lospropios sentimientos y propias vivencias, desahogndolos emocionalmente, yla presencia de una nueva sensibilidad virtuosa de ningn modo sentaron lasbases de la cosmologa romntica, cuya afirmacin en las letras espaolas, porel contrario fue ms bien tarda, aflorando en las postrimeras del primer ter-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    cio del Ochocientos. Dichos impulsos, en nuestra opinin, deben ser vistoscomo notas privativas de la fase culminante de la literatura dieciochesca, ple-

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    namente inmersos en el horizonte cultural de la Ilustracin. La exaltacin delos sentimientos en el texto de Cadalso no representa por tanto el punto departida de una nueva cosmovisin esttica en Espaa, sino que alude a la exas-perada expresin del binomio intelecto-sentimiento, propio de la literatura dela Ilustracin madura de los ltimos decenios del siglo; dualidad a travs delas Noches, concebidas como logrado modelo de prosa potica y expresin deesta nueva vertiente sentimental y conjuntamente con El delincuente honradode Jovellanos model una de sus primeras y ms significativas expresiones(ver Arce 1981, 449-50).9

    Conviene tener presente que esta visin que concibe a Cadalso comoautor que de modo prematuro sentaba las bases del romanticismo en lasletras espaolas no ha interesado slo a las Noches, sino que ha concernidotambin tanto a su produccin potica10 como a las mismas Cartas marruecas(ver Hughes 20-40, Helman 1970, 149-150 y Sebold 1974, 213-23). En estaperspectiva un sector de la crtica ha percibido la escritura del poeta gaditanocomo un gran espejo en el que de modo dramtico se trasluca el conflictoexistencial del propio autor, dominado por una fuerte tendencia al egocen-trismo, como manifestacin de un dramtico conflicto espiritual. Fue abrin-dose camino as tambin una concepcin que privilegiaba la identificacinde Cadalso, tanto con el entorno y la naturaleza (ejemplificadas por varias desus poesas y las Noches lgubres), como con la misma Espaa (Cartas marrue-cas). El nfasis puesto en este aludido egocentrismo, a la luz de dicha lecturainterpretativa, se corresponda con la temprana presencia en la escrituracadalsiana de la angustiada vivencia y del fastidio universal notas decidi-damente romnticas a travs de una visin en la que sin duda se cargabanlas tintas de modo improcedente en el estado de nimo de su autor y en lasnotas personales y subjetivas de su produccin literaria.

    2. Sensismo y nueva sensibilidad: hacia el discurso sentimental

    Ahora bien, este modo de abordar las Noches que, lejos de aproximarse altexto de Cadalso, en nuestra opinin corre serio riesgo de alterarlo, no sehalla disociado de los continuos cambios y de las diversas adaptaciones que,para adecuarla al gusto y a la moda del romanticismo y garantizar as suxito editorial, experiment la obra a lo largo del siglo xix. Las modificacio-nes ms significativas se orientaron a acentuar su carcter horroroso y suambiente macabro y lgubre, siendo concebida al mismo tiempo como

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    expresin autobiogrfica y testimonio vital del poeta andaluz. Es evidenteque la citada Carta, al identificar al autor con Tediato, el protagonista de las

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    Noches, condicion la interpretacin y los juicios que sobre el escritor gadi-tano fueron gestndose a lo largo del siglo xix hasta bien adentrada lasiguiente centuria. Si bien es innegable que el texto encuentra algunas corres-pondencias en la dolorosa experiencia personal del autor si algo hay deautobiogrfico en las Noches lgubres, parece claro que sea el estado de nimode Tediato, naturalmente hiperbolizado opina Camarero (1988, 38) ennuestra opinin las Noches hacen referencia fundamentalmente a un textoque, por decirlo con palabras de Glendinning, trata de ficciones ms que derealidad, de personajes y no personas (1961, xxxviii).

    Aproximarse al texto cadalsiano, acentuando su carcter personal, subje-tivo y emocional, en nuestra opinin corre el riesgo de limitar seriamente elanlisis de la obra misma con el agravante de distorsionar la real colocacinesttica y estilstica del escritor andaluz, dando lugar a no pocos problemashermenuticos. Si bien estamos firmemente convencidos de la ambigedadcadalsiana la cual, concordando con Garca Montero, puede ser explicada apartir de la dramtica tensin dialctica desde la cual tuvo que escribir (65)el poeta espaol en aquellos aos, como as tambin de la pluralidad deaspectos que han caracterizado tanto su personalidad como su obra, es detodos modos equivocado trazar un abordaje de sus textos a partir de una siste-mtica y a nuestro entender forzada identificacin autor-personaje. Este tipode lectura no ha hecho ms que subestimar o dejar de lado otros factoresigualmente esenciales para la comprensin de la obra de Cadalso como sonpor ejemplo la educacin y la formacin cultural y literaria recibida por elpoeta soldado, las corrientes estticas que ejercieron un influjo decisivo en laconfiguracin de su produccin literaria y, sustancialmente, el contexto socio-cultural en el que el autor se form, debi desempearse y redact su obra.

    Es evidente que la insistencia en considerar al poeta gaditano como pri-mer ejemplo de pantesmo egocntrico en las letras espaolas o sus Nocheslgubres como primer manifiesto en prosa de los principios y las tcnicasromnticas, como insiste Russell Sebold (1983), si bien puede ofrecer algu-nos aspectos sugestivos, no hace ms que confirmar el hecho de que estaemergente sensibilidad, que comienza a ocupar cada vez ms un espacio con-siderable en el horizonte cultural de los hombres de finales del siglo xviii yque modelar el nuevo discurso sentimental, haya sido asimilada errnea-mente al fastidio universal y al dolor csmico privativos del romanti-cismo decimonnico.12 No es ocioso poner de relieve una vez ms que lacapacidad de manifestar los propios sentimientos y expresar los propios esta-dos de nimo, acentundolos, asociada al tono melanclico y a la vertienteRILCE 26.2 (2010) 402-430

    pesimista y escptica, de ningn modo hace referencia a un nueva corrienteliteraria que rompa amarras con la cultura ilustrada, plasmando el triunfo de

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    una nueva esttica literaria que, de all a algunas dcadas, trazara el triunfodel romanticismo. Nada ms alejado de ello. Como se ha observado en msocasiones (ver, entre otros, Maravall, Rudat 1982 y Arce 1981), dicha capaci-dad, secundada por la fuerza de la razn, hace referencia a un componentesustancial en la mentalidad de los hombres que participan activamente delpatrimonio cultural de la Ilustracin tarda, la cual, precisamente, fue deli-neando como rasgo distintivo este nuevo dualismo intelecto/sentimiento,expresado en trminos de tensin dialctica.

    Bien conocidos son los problemas que han ido aflorando en el arduoesfuerzo por precisar las diversas corrientes que han coexistido en esta com-pleja etapa de transicin a caballo entre los ltimos decenios del siglo xviii einicios del xix. Dicha fase en nuestro caso hace referencia al complejo perodoque ocup el ltimo tercio del setecientos, marcado por un estimulante entre-cruzamiento de corrientes y tendencias literarias y estilsticas rococ, neocla-sicismo, prerromanticismo, etc. que se desarrollan casi simultneamente, yque en sus diferentes modalidades remiten todas ellas al horizonte culturalque fij las coordenadas del pensamiento de la Ilustracin madura.13 No sonpocos los casos en que la crtica acab adoptando un uso incoherente y enocasiones abusivo de determinados conceptos, sirvindose de muletas con lascuales en verdad slo hemos cojeado por largo tiempo. En este sentido algu-nas consideraciones e interpretaciones no han tenido en debida cuenta el con-texto sociocultural en que fueron madurando y evolucionando algunas pro-blemticas, apreciaciones, y determinados ejes temticos e ideas fuerza, nofacilitando con ello la comprensin y real valoracin de las diversas modalida-des literarias reconocibles en estos aos de transicin que dan cuenta de lavariedad y del entramado de estilos, actitudes y soluciones estticas coexisten-tes incluso en un mismo autor o en una misma obra.

    No es mi propsito insistir en estas lneas sobre esta cuestin, que atae alproblema de la periodizacin que plantea la poesa del siglo y a la coexistenciade vertientes estticas y modalidades literarias diversas a lo largo del ltimo ter-cio de la centuria. Para ello es posible acudir a los valiosos estudios que nos hanlegado Arce (1966, 447-77 y 1981, 17-35), Caso (1983, 13-19) y Froldi(1983, 477-82 y 1984) quienes, de modo especial el hispanista italiano, hanexaminado y precisado el alcance y el significado de las diversas modalidadescoetneas en estos decenios, con valiosas indicaciones orientadas a superar equ-vocos y lecturas interpretativas, por lo general, descontextualizadas. Para el pro-psito que aqu nos hemos fijado tan slo interesa poner en evidencia que laexaltacin del sentimiento y la presencia del discurso sentimental, como deriva-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    cin de una nueva sensibilidad emergente, en equilibrio dialctico con la razn,

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    constituy un componente no secundario en el horizonte ideolgico-culturaldel pensamiento de la Ilustracin en su fase tarda.

    Arce ha observado con razn que en un mundo de base racionalistaempieza a ponerse de moda la sensibilidad, el hombre sensible (1981, 377).Se hace necesario, en efecto, situar este nuevo impulso sensible en la esferaprivativa del pensamiento y de la cultura de la Ilustracin, asignndole laimportancia y funcin rectora que el mismo desempe en la configuracinde la produccin literaria y de la mentalidad del hombre dieciochesco a partirdel ltimo tercio del siglo.14 En dicha perspectiva debe reconocerse en primerlugar la deuda que la produccin cultural setecentista contrajo con la filosofasensista europea, y de modo especial con el pensamiento empirista de Locke,punto de referencia insustituible para toda una generacin de escritores afinesal pensamiento de la Ilustracin, orientado a explicar y dar razn sobre elmundo exterior y conocimiento humano a travs de la percepcin sensible.Huelga decir que el escepticismo lockiano representaba un claro recorte de laconfianza depositada en los alcances de la facultad cognoscitiva humana y portanto en cierto modo estableca un freno a la excesivas posibilidades que se lehaban asignado a la razn.

    El empirismo lockiano, con su confianza en la representacin sensibleveder, toccar, udir, gustare, sentire, manifestaba el dramaturgo VittorioAlfieri, constituy sin duda el punto de arranque de esta nueva sensibili-dad emergente que acab ejerciendo una notable influencia sobre no pocosliteratos, de modo especial Cadalso, Jovellanos y Melndez Valds (ver Gies218). El sensualismo de Locke implicaba una nueva posibilidad hacia larepresentacin del mundo y comprensin de la mente humana, promo-viendo un cambio radical en el campo de las mentalidades y en las modalida-des de aproximacin al conocimiento del mundo exterior al sujeto, al con-vertir, como recuerda Reyes, a la sensacin en el fin principal de la obra dearte y a la poesa en un deleite para los sentidos (1993, 39).

    Sumamente representativas de este cambio en acto son las consideracionesque nos ha legado Cauelo, redactor de El Censor, quien en su Discurso 36aseveraba que ya no hay que saber sino lo que se ve, lo que se huele, lo quese oye, lo que se gusta, y lo que se palpa, lo que han visto, olido, odo, gus-tado o palpado por otros hombres (1781, 570). Primero Gies y ms recien-temente Sebold (2003, 269-86)15 examinan con perspicacia este cambio sig-nificativo y sus incidencias en el mbito de las letras. El hombre, anotaSebold, despus de haber tenido sus sentidos embotados, despertaba y seabra de par en par a todos los posibles fenmenos visuales, auriculares, olfa-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    tivos, gustativos y tctiles, precisando que tras centurias de oscuridad, se[abran] cinco ventanas a la hermosura del mundo (2003, 262).

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    Esta corriente filosfica, que fue moldeando un innovador sensualismo apartir de los aos centrales del siglo, se incorpora asimismo como aspectoapreciable en la lrica dieciochesca, conviviendo con el ambiente frvolo yrefinado de tono buclico que exhibe la poesa rococ. Ello da lugar a unanueva vertiente estilstica, deudora de la filosofa sensualista de Locke, querenueva el lenguaje y las temticas de la lrica dieciochesca, y al que algunoshan bautizado con nombre de sensibilidad rococ,16 rumbo potico que elpoeta gaditano principi y fue afianzando. En dicho itinerario no sorprende,pues, observar como, conjuntamente con la veneracin de la tradicin clsicagrecolatina e hispnica urea, Cadalso logre dar rienda suelta en varios de suspoemas a sus aflicciones y propios estados de nimo, incorporando temas,sensaciones y recursos expresivos, como en la composicin Refiere el autor losmotivos que tuvo para aplicarse a la poesa, y que irn configurando de all enms el nuevo discurso sentimental:

    Entonces, por remedio en mi tristeza,de Ovidio y Garcilaso la terneza,le mil veces, y otros tantos gozos templaron mi dolor y mis sollozos. (Reyes 138; las cursivas son mas)

    Unos versos ms adelante, como revalidacin de la importancia que haempezado a revestir este redescubrimiento de los sentidos en su escritura y demodo especial en su poesa, el poeta gaditano exclama:

    Cuntas horas pas con los sentidosen tan sabrosos metros embebidos! (Reyes 138; las cursivas son mas)17

    Estos ejemplos confirman cmo Cadalso no slo se haya apelado a las certe-zas que le suministraba la razn, sino que al mismo tiempo haya manifestadosu estimacin y valoracin hacia esta nueva interior sensatio en auge, arri-bando a ella a travs de un itinerario que reconoca su gnesis en la represen-tacin de la experiencia y la percepcin sensibles del mundo material, pro-yectando en sus versos, como bien ha ilustrado Sebold, estas cinco ventanasabiertas a la poesa (2003, 261).

    Los elementos del binomio razn/sentimiento, a veces en dramtica oposi-cin y otras en dialctico esfuerzo conciliador, conviven en los textos de variosde los escritores mayormente innovadores del ltimo tercio del siglo xviii,entre los que merecen destacarse Jovellanos, Melndez Valds, Cienfuegos,Snchez Barbero y el mismo Cadalso, cuya produccin ocupa, cabe recordar,slo los primeros aos de dicha coyuntura histrico-cultural. No es ociososealar que en estos mismos aos, a caballo entre la dcada de los sesenta e ini-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    cios de la setenta, va abrindose paso entre los ilustrados una nueva valoracin

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    del concepto de la amistad y un nuevo humanitarismo, de contenido tico ymoral ms que poltico y social, a ella asociada. Esta nueva vertiente humanita-rista, que remite a un componente esencial en la redefinicin de la nueva sensi-bilidad que ha comenzado a instalarse en la literatura dieciochesca, se hallacentrada en la bsqueda y emulacin de la virtud, vocablo clave en el lxicodel pensamiento de la Ilustracin, percibida como sinnimo de verdad, amis-tad sincera y lazos de fraternidad entre los hombres. Al mismo tiempo dichoimpulso humanitario fue erigindose en un vehculo privilegiado a travs delcual fue proyectndose este nuevo momento de la sensibilidad, modelando ladimensin tica-moral del hombre de finales del setecientos.

    Ahora bien, si con Locke la atencin se desplaza hacia la realidad exteriory la percepcin de los objetos sensibles, con Condillac la teora de la sensa-cin supone un giro decisivo hacia el campo de la antropologa. En opinindel abate francs no alcanza con detenerse ahora en el examen del mundo yde la realidad exterior, sino que es necesario volver la mirada hacia el sujetomismo, abriendo paso as a una praxis de naturaleza introspectiva y de autoa-nlisis, puesto que segn Condillac la reflexin ahora recae sobre la gnesismisma de las ideas. Para el autor del Trait des sensations, la sensacin com-prende todas las facultades humanas (Gies 219). Sus opiniones constituyensin duda una tendencia pronunciada ms que hacia los sentidos, hacia la psi-cologa de las sensaciones y de los sentimientos. Si Melndez Valds en suOda XXXI A mi amigo don Manuel M. Cambronero habr de apelarse al hom-bre sensible (ver Cueto: 63, 197), algunos decenios antes, Tediato, conside-rndose hombre justo y bueno (nl, 248),18 y ante la adversidad e injusticiade la crcel de la Segunda Noche exclamaba: [] el ruido de la puerta estre-mece lo sensible de mi corazn, no obstante lo fuerte de mi espritu. (nl, 249;las cursivas son mas). Por lo dems conviene recordar que esta novedad,que reconoce una clara derivacin rousseauniana he ledo mejor que t entu corazn demasiado sensible, le dice Claire a Julie en la Nouvelle Hlise(1760, i, Carta xxx) habra de ser recogida ms tarde por otros dos merito-rios poetas y protagonistas de relieve de esta fase de transicin. Nos referimosa Jovellanos y Quintana, quienes comienzan a valorar la nueva sensibilidad,conjuntamente con el peso de la razn, como fuente de verdad y expresinde vida virtuosa. Ilustra tu razn, para que se alce a la verdad eterna, y puri-fica tu corazn para que la ame y siga (1858: xlvi, 44), le aconseja el insigneasturiano a su amigo en la Epstola a Bermudo (1807) que le dedica al polticoy diplomtico Ceo Bermdez. Jovellanos plasma un modelo que se adecuabaperfectamente al perfil del filosfo sensible, respetuoso de las normas deRILCE 26.2 (2010) 402-430

    bien general, ejemplo de hombre benvolo y virtuoso, libre de ambicin yenvidia, orientado a la amistad y til a la sociedad, y perfectamente asimilado

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    al modelo de hombre de bien dieciochesco.19 Hemos apuntado arriba quelos contenidos y la esttica de esta nueva sensibilidad que impregna numero-sos pasajes del texto cadalsiano hacen referencia fundamentalmente a unadimensin tico-moral. El vocablo corazn, evocado en el texto en reiteradasocasiones nada menos que catorce veces, constituye el lugar privilegiadoen que reside esta nueva sensibilidad en auge. El trmino se erige en sede enla que habitan la virtud, los valores morales y la bondad de sentimientos en elhombre del dieciocho.20 Veamos brevemente algunos ejemplos, todos ellosen boca de Tediato y referidos a la Noche Primera:

    Que noche! La oscuridad, el silencio pavoroso interrumpido por los lamentos que seoyen en la vecina crcel, completan la tristeza de mi corazn (nl, 229).

    Lorenzo no viene [] no ve lo interior de mi corazn (nl, 229)

    La frialdad de la noche y el dolor que tantos das antes rasgaba mi corazn me pusieronen tal estado de debilidad (nl, 236)

    Slo mi corazn an permanece cubierto de densas y espantosas tinieblas (nl, 241; cur-sivas mas)

    Como se desprende de estos ejemplos representativos, el rgano humano seerige en lugar privilegiado en el que reside esta nueva sensibilidad me snsi-ble que ha comenzado a abrirse paso, perfilndose como sinnimo de virtud,bondad, sinceridad y verdad. Al mismo tiempo se afirma como sede dondealbergan la verdad e inteligencia intuitiva, instalndose como metonimia desentimientos amorosos (ver Vzquez de Castro 1985). Mejor que tu boca melo dice mi corazn (nl, 234), le advierte Tediato en la Primera Noche alsepulturero Lorenzo al llegar ante la tumba de su amada. Como se ha Indi-cado, la filosofa sensista acab erigindose en anatoma de la mente y delcorazn humanos (ver Snchez Blanco 1992, 214-5), adquiriendo una claradimensin poltica que fue derivando hacia un acentuado humanitarismo yprogresismo social en los aos a caballo de entre siglos, pero del que las Nochesnos ofrece ya los primeros atisbos, centrados en el tema de la bondad, la fra-ternidad y la solidaridad humanas.21

    3. El hombre sensible y la gnesis de un nuevo humanitarismo

    Como ha sido observado en diversos estudios (Arce 1981, Bermdez-Caete1982b, Froldi, 1983, Rudat 1985, Arce 1987, Quinziano 1996, Rodrguez1996 y Martnez Mata, entre otros), la presencia de esta sensibilidad emer-gente que ha comenzado a perfilarse en las Noches de ningn modo deberaRILCE 26.2 (2010) 402-430

    ser confundida con la introduccin de una nueva metafsica fundada sobre laexaltacin del propio yo o sobre el rol del poeta erigido en conciencia y

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    centro del universo; aspectos que por el contrario se hallan ausentes en eltexto de Cadalso.

    En el escritor andaluz no es posible percibir el innovador sentimiento de lanaturaleza, que en su obra se halla decididamente anclado an en la corrientedel clasicismo buclico, en los que Horacio, Anacreonte y Garcilaso constitu-yen puntos de referencia permanentes (ver Caso Gonzlez 1985, 57-60).Tampoco es posible corroborar en sus versos la presencia del sentimientoemptico del paisaje, el cual contina sometido en cambio a los modelos quele proporcionan los clsicos, tanto grecolatinos como hispnicos.22 Si bien hayproyecciones parciales sobre el paisaje del propio estado de nimo en algunasde sus poesas y cierta nota de desahogo emocional en sus Noches, no se per-cibe una asimilacin ni una identidad total entre el paisaje exterior y el estadode nimo del poeta, centrada como se ha sostenido en una armona ycorrespondencia espiritual entre Tediato y la inhspita y tempestuosa natu-raleza nocturna (Sebold 2003, 366). Del mismo modo no se aprecia an nin-guna conquista potica de la naturaleza, como as tampoco emergen en suescritura expresiones o actitudes que confirmen la presencia del elemento pin-toresco y la nota sublime del paisaje, ni mucho menos es posible constatar ensus textos huellas o evidencias de pantesmo egocntrico.23

    La crtica ha sealado en diversas ocasiones cmo, siguiendo una modaque principiaba en aquellos aos y que de all a poco tiempo, en palabras deArce, desembocara en una verdadera explosin de lgrimas (1981, 33),Tediato logre manifestar ciertamente de modo hiperblico su estado decongoja y desolacin. Llorar, gemir, delirar Los ojos fijos en su retrato, lasmejillas baadas en lgrimas (nl, 242), exclama el protagonista en el mon-logo que abre la Noche segunda. Nadie pone en duda que Cadalso en susNoches lgubres logre dotar de expresin artstica a un desahogo emocionalcomo resultado de una prdida prematura y fruto del profundo dolor quedicha prdida ha motivado. En dicha perspectiva, Arce opina que el textoexhibe un claro ejemplo de literaturizacin de un hecho y, sobre todo, deunos sentimientos reales (1987, 44), que encuentran tambin un lugar pri-vilegiado en algunos poemas de aquellos mismos aos. Como es notorio, elautor espaol abord en el texto algunos aspectos que de algn modo sehallaban vinculados a su propia experiencia vital y a su apesadumbradoestado de nimo en virtud de la muerte prematura de su amada, la actrizMara Ignacia Ibez, la Filis que habra de inspirar varios poemas del anda-luz.24 Ello, sin embargo, no significa atribuirle a las Noches carcter autobio-grfico ni mucho menos identificar al autor con el protagonista, como si elRILCE 26.2 (2010) 402-430

    texto fuese la expresin totalizadora de la realidad existencial o la manifesta-cin de la subjetiva experiencia del autor.25

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    Abundan en el texto cadalsiano los ejemplos que confirman esta capaci-dad de manifestar e interiorizar, de modo enftico, los propios sentimientos yestados de nimo, exacerbndolos. La abundante presencia de exclamaciones,sentencias, interrogaciones retricas, sintagmas emotivos, derivaciones, repe-ticiones y juegos de palabras, estructuras paralelas, reduplicaciones, acumula-cin de vocablos, epifonemas, reiteracin de determinadas imgenes, etc.,refieren todas ellas la existencia de un estilo declamatorio, ampuloso y enciertos pasajes hiperblico, cuyos recursos de estilo se hallan orientados aexaltar la nueva sensibilidad en auge y a conmover profundamente al lector,solicitando de algn modo su solidaridad. Dos ejemplos significativos, deentre varios muchos ms, en los que el autor hace gala de esta amplia gamade recursos expresivos a lo largo de la obra,26 algunos de los cuales acabarandeviniendo tpicos en la sucesiva fase romntica, pueden localizarse en elmonlogo que abre la Noche primera, en la que el protagonista, exasperado,invoca el cielo y la noche, as como en el pasaje de la noche siguiente en elque Tediato alude a la posibilidad de desenterrar y robar el cadver con elpropsito de llevrselo a su casa, tal como haba anunciado en el dilogo quecierra la Primera noche (nl, 229 y 244).

    Ahora bien, consciente de que, a diferencia del inicio de la SegundaNoche, Tediato ya no constituye el nico hombre a quien [los rayos delsol] no consuelan (nl, 242), y a partir de la percepcin de que la fortunaadversa y el trgico destino se han abatido tambin sobre el sepultureroLorenzo, el personaje cadalsiano extiende su propio sufrimiento y desespera-cin al dolor y afliccin de todos los hombres. En tal sentido, cobra formauna mutacin en el protagonista que en nuestra opinin comienza a esbozarseya en la experiencia de la crcel de esa misma Segunda Noche y que alcanzarplena concrecin en el soliloquio que abre la Tercera y ltima noche; todoello al final de un proceso que, como bien observ Glendinning, de lo parti-cular acabara deslizndose a lo general (1961, lxv; 1962, 74-82): Venhallars en m un desdichado que padece no slo los infortunios propios,sino los de todos los infelices a quienes conoce, mirndolos a todos comohermanos (nl, 254). Emerge de este modo la vena humanitaria del protago-nista, quien ahora de modo ms explcito manifiesta su ideal de fraternidadhumana, consciente de que hermanos nos hace un superior destino, corri-giendo los caprichos de la suerte que divide en arbitrarias e intiles clases alos que somos de una misma especie (nl, 254). Tediato, pues, de un planoafectivo individual acaba desplazndose ahora al mbito de los valores huma-nos universales (ver Rudat 1985, 206). Al mismo tiempo, casi simultnea-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    mente, comienza a perfilarse un proceso de transformacin en Lorenzo, unatediatizacin del personaje cadalsiano (ver Camarero 1988, 163, nota 40),27

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    que alcanzar acabada expresin en el dilogo que cierra la ltima noche. Allel sepulturero, respondindole a Tediato, hace suyo el pesimismo y escepti-cismo de su amigo, cuando enfatiza perseguido por la adversa fortuna, alencontrarse con tantas nuevas desgracias en [su] msera familia, expuestatoda a morir con su padre en la ms espantosa infelicidad (nl, 254-5). Delmismo modo que Tediato, Lorenzo se ha erigido ahora en conciencia ymirador privilegiado del punto de vista del mismo autor.

    El protagonista exprime la conciencia infeliz del individuo, manifestandocompasin y solidaridad hacia el prjimo y acomunando a todos los hombresal mismo destino universal, consciente del hecho de que todos lloramos,todos enfermamos, todos morimos (nl, 254). Dicho comportamiento,regido por un marcado pesimismo acta como corolario de las desilusionesque se han apoderado del hombre de finales del xviii. Acompaar con turisa la risa universal, que es eco de los llantos de un msero (nl, 243), ase-vera Tediato en el monlogo que abre la Segunda Noche, corroborando conello el cambio de mentalidad que ha empezado a determinarse en la Ilustra-cin tarda, donde el llanto compasivo, la queja amarga, la condena desespe-rada va sustituyendo progresivamente entre los ilustrados a la risa primitiva amedida que disminuye la esperanza de realizar la utopa de las Luces (Sn-chez Blanco 1992, 197).

    Las desilusiones y el pesimismo aproximan el perfil etopyico del perso-naje cadalsiano a un nuevo humanitarismo en el que la idea de igualdad yfraternidad entre los hombres hace referencia a una dimensin tica y moralms que a una perspectiva de ndole poltica o social. Por supuesto en lasNoches no se hallan ausentes algunos ecos y atisbos de crtica social o de pro-testa poltica, en aras de un modelo de sociedad regida por la justicia y la vir-tud. Del mismo modo asoman algunas impugnaciones a determinados com-portamientos y expresiones de la jerarqua del Estado e incluso de la Iglesia, enlas que no faltan las breves alusiones a la devocin popular concebida comosupersticin (esas alhajas establecidas por la piedad, aumentadas por la supers-ticin de los pueblos y atesoradas por la codicia de los ministros del altar; nl,239). Sin embargo, no debe olvidarse que Cadalso, en un evidente ejemplo deautocensura a raz de la nueva coyuntura que se haba determinado tras la cadadel conde de Aranda como Presidente del Consejo de Castilla en 1773, se pro-puso matizar o atenuar posteriormente dichas opiniones, corrigiendo muy pro-bablemente alguna copia o incluso el mismo original del texto (ver MartnezMata, lxxxv). Al mismo tiempo pueden reconocerse tambin ciertas referen-cias crticas a la maquinaria judicial y al abuso de poder vigente,28 a tal puntoRILCE 26.2 (2010) 402-430

    que algunos estudiosos, por estos y otros aspectos, han llegado a plantear algu-

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    nas posibles concomitancias entre el Tediato de Cadalso, el Saint-Preux rous-seauniano y, en otra perspectiva, el Werther de Goethe.29

    Se ha puesto nfasis tambin en la posible influencia que habra ejercidoel clebre illuminista Beccaria y sus Dei delitti e delle pene (Miln, 1764) enlos dilogos que ocupan la Segunda Noche, centrados en la denuncia delambiente inhumano de la crcel y las injusticias del sistema judicial. Es pro-bable que Cadalso, quien conoca perfectamente la lengua italiana, hayapodido leer el texto del autor milans en su versin original, o sea antes de1774, ao en que, despus de superar los no pocos obstculos puestos por lacensura, sala a la luz la traduccin espaola de Las Casas. El posible influjode Beccaria sobre Cadalso fue puesto de realce por primera vez por Helmanen 1951 (ver 1968, 47-8), mientras que Glendinning por el contrario refutdicha posicin (ver 1961, liv-lv). Aunque sus huellas no parecen tan deter-minantes como en el drama sentimental El delincuente honrado de Jovellanos,es posible reconocer en efecto las huellas de algunas ideas-fuerza derivadas delclebre tratado del jurista milans, especialmente por lo que respecta a sufirme condena del uso de tomentos orientados a extraer informacin y confe-siones al reo consideradas lcitas hasta la aparicin del texto de Beccaria ysu crtica al sistema judicial y al rgimen carcelario vigente, retratado este lti-mo por Tediato como sepulcro de vivos y morada de horror (nl, 246).

    A ello pueden aadirse las alusiones negativas al lujo (poca cantidad [dedinero], s es til [], pero mucha es daosa [] porque fomenta las pasio-nes, engendra nuevos vicios y a fuerza de multiplicar delitos invierte todo elorden de la Naturaleza, observa Tediato; nl, 233),30 as como un cuestiona-miento ms bien velado a la conquista de la infeliz Amrica (nl, 233)31

    tpicos ambos bien presentes en los debates y en las polmicas del siglo y queen nuestra opinin no parece que hallan desempeado un rol determinanteen el horizonte de ideas que impregnan el texto cadalsiano.32 Por otro lado nose olvide que el poeta soldado, como resultado del consciente juego de pers-pectivas que domina sus escritos, no siempre elabor o expuso una mismavisin y posicin acerca de los diversos ncleos temticos abordados y quehacen referencia a la problemtica que interes los ltimos decenios del Sete-cientos. Cadalso confirma de este modo el tono del justo medio del quehacen gala Nuo y Gazel en sus Cartas, convencido el escritor gaditano deque todas las cosas son buenas por un lado y malas por otro, como las meda-llas que tienen derecho y revs (Cartas marruecas 2000, 51-2).

    Ms evidentes, en cambio, nos parecen las alusiones a su ideal de fraterni-dad humana, punto de referencia en el patrimonio de ideas que va afirmn-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    dose en Europa a lo largo de los ltimos decenios del siglo xviii, Tediato con-sidera a Lorenzo como hermano en la ltima noche, asociando este aspecto

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    a cierto atisbo de crtica social al aludir a los caprichos de la suerte que divideen arbitrarias e intiles clases a los que somos de la misma especie (nl,254).33 Ahora bien, dichas actitudes de rebelda que encarna el protagonistacadalsiano (contra la codicia del clero, los abusos de poder, la administracinde la justicia, el tema de la conquista de Amrica y las jerarquas familiares ysociales), aunque implican una protesta individual, no logran plasmarse cohe-rentemente en una firme posicin de cambio social y poltico. Como haobservado con razn Glendinning, su protesta no pasa de actitudes disiden-tes (1982b, 257). Respecto a la ms comprometida sentencia en boca deTediato sobre la arbitrariedad e inutilidad de las clases, una vez ms Glendin-ning ha observado ms recientemente que Cadalso parece ofrecer una pers-pectiva radical sobre la igualdad, poco frecuente en las publicaciones espao-las de la poca, aunque es posible que se trate de una posturaintencionadamente exagerada por parte de su personaje Tediato, y no de laopinin propia del autor (2000, xviii). En cualquier caso, esta vertiente derebelda antijerrquica y en cierto modo anticonvencional en el plano socialy poltico que expresa el personaje cadalsiano en algunos pasajes del texto nologra erigirse de ningn modo en un acto de ruptura ante el sistema poltico ysocial imperante ni mucho menos debe ser concebida en una perspectiva decambio radical en la sociedad en la que el poeta gaditano se hallaba inmerso ya la que, como soldado, ilustrado, hombre de bien y sbdito de la monarqua,por el contrario Cadalso siempre respet, defendi y sirvi con lealtad.34

    A travs de la antittica relacin dialgica que entablan Tediato y Lorenzoy en las que se divisa el tono didctico propio del siglo, Cadalso logra hilva-nar una serie de reflexiones que reflejan el conjunto de valores y ejes temti-cos privativos de la cultura y del pensamiento de la Ilustracin madura, den-tro de cuyos horizontes el poeta soldado siempre se movi, al tiempo queincorpora otros temas universales, como el destino del hombre y la condicinhumana. Conjuntamente a ello, Cadalso concede un lugar privilegiado a losimpulsos derivados de una nueva sensibilidad en auge, de la que Tediato sehace vocero, caracterizando al hombre dotado de corazn sensible, como sedeen la que residen la bondad y sensibilidad virtuosa. En tal sentido puede afir-marse que el autor andaluz se halla dominado por una constante exigenciatico-moral en busca del ideal del hombre de bien, sinnimo de hombre vir-tuoso, de buenos sentimientos, sensible y socialmente til, concibiendo unmodelo orientado a la sociabilidad que reconoce indudables races ilustradas.

    Tediato, modelo del filsofo sensible y virtuoso y expresin de un nuevohumanitarismo, se rebela a la injusticia de la crcel y dirigindose al carce-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    lero, exclama: Haz lo quieras; no abrir los labios. Pero la voz de mi cora-zn., aquella voz que penetra el firmamento, cmo me privars de ella?

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    (nl, 247; cursivas mas). Ante un universo fsico, social y moral que se mani-fiesta de modo injusto y desarreglado, donde todo se inunda en llanto (nl,229) y en el que por doquier reinan el dolor, el horror y la miseria humana,Tediato deber enfrentar los embates del destino adverso que lo acecha, afir-mando en dicho itinerario su propia independencia e individualidad. El pro-tagonista es consciente de que ya nadie podr arrebatarle esta nueva interiorsensatio la voz de mi corazn y a ella se apela como valor absoluto, con laconviccin de que slo ella, asistida por la amistad sincera, lograr vencer elterror, la injusticia y la afliccin que lo asedia.

    Este nuevo mpetu que delata la presencia de una sensibilidad emergentees ostentado ahora como nueva conquista, como prctica e itinerario devida virtuosa, deviniendo un componente significativo en la mentalidad delhombre de finales del setecientos. En el texto cadalsiano es posible entrever elnuevo perfil del hombre sensible en el que si la sensibilidad es el principiode la conciencia individual, sta a su vez emerge como principio de virtud,concebida como expresin de la bondad de sentimientos, de bien comn ymanifestacin de lo socialmente til.

    De ningn modo el modelo trazado en Tediado ejemplifica, pues, elpasaje que del modelo del hombre de bien de la Ilustracin llevara en los aosconclusivos del primer tercio del Ochocientos al perfil del hroe romntico.El protagonista cadalsiano se proyecta como ejemplo de hombre melancli-co, justo y bueno, segn sus propias palabras (nl, 248), en el que convivenen equilibrio razn y sentimiento y que dialogando consigo mismo y losdems sobre la naturaleza y condicin humanas, echaba las bases sobre losque fundar una vida ejemplar y virtuosa. El hombre sensible se equipara alfilsofo, definiendo un modelo humano poseedor de sentimientos huma-nitarios que, como propona Clavijo y Fajardo en su Pensamiento LX, sehallaba orientado a ser benvolo con el prjimo, a hacer el bien a los hom-bres, de cualquier pas o religin que sean y tender sus manos generosas alafligido. Al compartir solidariamente las emociones y las adversidades de losotros seres humanos, Cadalso plasmaba en Tediato el modelo de hombresensible de finales de la centuria, de sentimientos bondadosos en busca delbien comn, persuadido, como le har decir a Gazel en sus Cartas marruecas,que la mayor fortaleza, la ms segura, la nica invencible, es la que consisteen el corazn de los hombres (Cadalso 2000, 20).

    La humanidad de dichos sentimientos, la actitud crtica y la vocacin dereforma, junto con la mirada escptica y pesimista que delatan las Noches,son todos aspectos claves en la escritura cadalsiana. Son precisamente estosRILCE 26.2 (2010) 402-430

    mismos componentes los que definen al poeta andaluz, ideolgicamentecomo ilustrado, y moralmente como hombre de bien. Conviene no olvidar

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    que, como indic su amigo y discpulo Melndez Valds en carta a Ramnde Caseda, a fin de cuentas Cadalso se hallaba orientado a buscar en elhombre al hombre mismo.35 En dicha bsqueda, el personaje cadalsiano,consciente del hecho de que ya no se mira al hombre como hermano de losotros (nl, 237), con la sensibilidad del corazn, entendida como metoni-mia de bondad virtuosa, habr de hallar tan slo un universo catico y desor-denado, habitado por el horror, el dolor y la miseria de los seres humanos; unmundo extraviado en el que tan slo la hombra de bien, basada en la amis-tad sincera, virtud que hara feliz a todo el gnero humano (nl, 238),emerge como la nica tabla de salvacin en aquel breve recorrido que hay dela cuna al sepulcro (nl, 234).

    4. Conclusin

    En este punto, y a partir de las consideraciones hasta aqu expuestas, seimpone una breve conclusin. Frente a la pluralidad de lecturas interpretati-vas a las que ha dado lugar la obra cadalsiana, en mi opinin, lejos de anun-ciar una ruptura con el mundo racional y erigir a su protagonista en intrpre-te de un csmico dolor universal, las Noches confirman a Cadalso comoautor inmerso en la problemtica cultural de su tiempo, plenamente inser-tado en el horizonte ideolgico y cultural de la Ilustracin. Aunque sus escri-tos delatan influjos procedentes de la cultura europea del tiempo principal-mente inglesa, italiana y francesa, cuyos autores contemporneos mssignificativos nuestro poeta soldado ley con avidez, Cadalso se halla arrai-gado a la tradicin cultural hispnica y de modo especial, como nos confir-man las Noches, a la vertiente de los msticos y ascticos, especialmente FrayLuis de Granada, y a la de los grandes moralistas Gracin y Quevedo. Elescritor gaditano se erige en uno de los autores ms significativos y mayor-mente dotados del proceso de renovacin cultural y literaria que exhibi laEspaa del ltimo tercio del siglo, cuando los hombres de cultura y saber,siguiendo la senda abierta por los novatores, deciden afirmar la capacidad deraciocinio a medida que avanza el siglo conquistando, tambin en Espaa ycomo indicaba Kant, el coraje de servirse de la propia inteligencia para salirdel estado de minoridad (141; nota 12) en que los hombres se hallaban. Endicho recorrido los ilustrados fueron conscientes del hecho de que el procesode ruptura liberatoria que dicha actitud radical supona frente a la tradicin yal pasado era el fruto de la primaca asignada a la razn, concebida comofuente de verdad y de apropiacin del saber. Natural, pues, que Cadalso seapelase a ella como principio rector e instrumento capaz de explicar y reorde-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    nar el mundo material y la realidad circundante: Qu es la razn humana si

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    no sirve para vencer a todos los objetos y aun sus mismas flaquezas? (nl,235). Al mismo tiempo Cadalso confirma el poder desengaador del actoracional frente a las vanas ilusiones y lo sobrenatural, frente a la fantasa eimaginacin humanas fecunda[s] slo en quimeras, ilusiones y objeto deterror! (nl, 232) (ver Quinziano 1996, 104 y Martnez Mata lxv),36 altiempo que se encomienda a la experiencia reveladora de los sentidos y a lanueva realidad que le suministra la filosofa sensista. Si Cadalso instauraba laprimaca de la razn como instrumento rector en el conocimiento humano yexplicacin de la realidad circundante y el dominio racional de la efusin delos sentimientos, es necesario precisar igualmente que el proceso cultural dela segunda mitad del setecientos no puede explicarse slo a partir de la con-fianza asignada al pensamiento racionalista, aspecto crucial pero de ningnmodo absoluto en las coordenadas ideolgicas y culturales que fij la Ilustra-cin tarda. Conjuntamente a ella fue delinendose una vertiente que, reco-nociendo como punto de partida el sensismo de base lockiano, delataba lapresencia de una emergente sensibilidad virtuosa, subordinada a la princi-pios rectores de la razn. Este impulso sensible y sensualista en auge, quealude a una dimensin de claros perfiles tico-morales, de all en ms habrade desbrozar el camino hacia la configuracin del nuevo discurso sentimentalque inaugura la explosin del sentimiento en las letras en Espaa.

    Cadalso distingue con sorprendente intuicin los ncleos temticos y lascuestiones problemticas de una fase de transicin en la que empieza a deli-nearse una nueva percepcin de la propia individualidad y la interiorizacinde una nueva relacin entre lo personal y lo universal. A las fuerzas de lasideas y del pensamiento mente despejada, afirma Quintana, espritufuerte anota Cadalso y a la expresin de una filosofa humanitaria innova-dora, se abran paso en las letras del dieciocho los primeros atisbos de unanueva sensibilidad, de la que el poeta andaluz, con sus Noches lgubres, se eri-ga en uno de sus ms tempranos y acabados portavoces.

    El escritor gaditano plasmaba un texto que habra de revelarse clave para lacomprensin de la compleja y polismica fase cultural que reconoci el pasaje ala modernidad postilustrada en los aos a caballo de entre siglos. Es en dichaperspectiva que entendemos deben ser concebidas las Noches lgubres, fun-dando un ejemplo que, de all a pocos aos, habran de recoger y ampliar, ofre-ciendo sus ms logrados frutos, Jovellanos y sucesiva y ms difusamente Meln-dez Valds, Quintana y Cienfuegos, en cuyos textos resonarn con fuerza estosecos de justicia e ideales de igualdad y fraternidad humanas. Tediato con suacentuado pesimismo, su ntegro perfil moral, sus reflexiones, su actitud huma-RILCE 26.2 (2010) 402-430

    nitaria y comportamiento solidario se instalaba como personaje emblemtico

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    de esta emergente sensibilidad, abriendo nuevas perspectivas y otorgando nue-vas e insospechadas posibilidades a la literatura dieciochesca espaola.

    Notas

    1. A este respecto Camarero aclara que ser contradictorio en su siglo no lo excluye [aCadalso] de entre los ilustrados espaoles [] Era un gaditano formado por los jesui-tas, con profundas dudas religiosas [], cosmopolita y patriota, derrochador y cni-co, animoso y desilusionado, irnico y a veces desesperado, misgino y buen amigode sus amistades (1988, 72).

    2. Sobre los contactos y los posibles influjos europeos en la obra cadalsiana, adems delrecin citado artculo de Bermdez-Caete (1982a), puede leerse mi pargrafoCadalso: tra antiguos e modernos (1995, 17-23) y el ms reciente y amplio estudiode Glendinning (2000).

    3. A inicios de los aos 90 del siglo pasado, Sebold y Gies recordaban que el poeta gadi-tano constitua el autor dieciochesco ms estudiado en los ltimos aos (1991, 3)contabilizando unos 80 estudios en el decenio 1982 y 1991; cantidad que ha conti-nuado incrementndose de modo consistente en los ltimos tres lustros, como puededesprenderse de las entradas que puntualmente se incluyen en la Bibliografa diecio-chista del Centro de Estudios Feijoo del Siglo xviii (Oviedo) y la seccin del Cajn desastre de la revista Dieciocho (University of Virginia).

    4. Para un panorama sobre el debate y las mltiples interpretaciones a las que han dadolugar el texto, ver Camarero (1988, 66-72), Quinziano (1995, 23-36) y la introduc-cin de la inestimable edicin de Martnez Mata (lxi-lxvi).

    5. Todas las citas referidas a ambos textos del autor gaditano provienen de la recin men-cionada edicin de Martnez Mata (2000), en nuestra opinin una de las aportacionesms relevantes en el campo de los estudios cadalsianos, tanto por el exhaustivo anlisisecdtico y crtico all emprendido, como por las oportunas notas complementarias y elrigor filolgico del que la citada edicin hace gala (ver a este respecto Quinziano 2000).

    6. Dicho debate encuentra su origen en la edicin de Repulls de 1803, en la que puedeleerse: Habr conocido el lector que estos dilogos no concluyen como deben. Y, enefecto, el autor los dej imperfectos y sin darles la ltima mano, como consta del borra-dor original, en Camarero 1988, 171. Esta interpretacin abri el camino a una seriede modificaciones y aadidos apcrifos durante el siglo xix, adecundose al gustoromntico, y que acabaron alterando el texto de Cadalso. En verdad las Noches consti-tuyen un texto concluso y el mismo Cadalso as lo haba considerado en sus Cartasmarruecas (Carta 67, 241) y en las misivas que envi a sus amigos, los poetas Iglesias dela Casa y Melndez Valds (Escritos autobiogrficos 99 y 102).

    7. Glendinning alude a una distorsin romntica (1961, 212, nota 3), mientras queCamarero prefiere hablar de lectura romntica (1988, 70), a la que tambin sus-cribe Rodrguez. Con referencia al acentuado alcance autobiogrfico que ambos tex-tos confirieron a las Noches, dando lugar a la leyenda de Cadalso desenterrador, en laRILCE 26.2 (2010) 402-430

    annima Carta de un amigo (ver la edicin de Camarero 1988, 165-9), que traza unacasi total identidad autor-Tediato y aludiendo al dilogo conclusivo de la Noche Pri-

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    mera del protagonista, puede leerse que el poeta par su violento dolor en la extrava-gancia de desenterrar el cadver, pas al pie de la letra todo lo que [Cadalso] describeen la Primera noche, Carta a un amigo (ver Cadalso 1988, 167). Como recuerdaMartnez Mata (241, nota 57), a partir de la edicin de la Miscelnea (1792) es supri-mido del texto el propsito sacrlego en que el protagonista manifiesta la voluntad devolver a la tumba para desenterrar el cadver, mientras que en la edicin de Repulls(Obras del Coronel Don Jos Cadalso, Madrid, 1830, 132-192) se eliminan totalmentelos prrafos dedicados a las intenciones suicidas de Tediato, tanto las del ltimo di-logo de la Primera Noche como el conclusivo de la Noche siguiente que se refiere alsuicidio colectivo. Sobre la leyenda cadalsiana y la Carta de un amigo, ver Camarero1988, 51-2 y Quinziano 1995, 23-7.

    8. En el prlogo a su edicin de las Noches, cuya primera publicacin se remonta a1951, Helman ampliaba esta perspectiva, aseverando que adems el ttulo, el escena-rio, el tema, los personajes y su manera de hablar, su forma de relato corto y melodra-mtico, todo es romntico (1968, 42).

    9. Subrayando las novedades presentes en las Noches, Arce observ que la obra deCadalso, adems de ser portadora de una nueva sensibilidad virtuosa, gracias a suestilo retrico y enftico orientado a suscitar la conmocin del lector, sancion laintroduccin del estilo prerromntico en Espaa (1981, 450); estilo artstico que sinembargo, aclara a continuacin el destacado dieciochista, no preanunciaba de ningnmodo una nueva fase literaria sino que exprima una corriente o vertiente que remitaa la literatura de la Ilustracin madura (1981, 426). Diverso ha sido el abordaje dela crtica sobre el trmino prerromntico, siendo desechado por varios estudiosos.En dicho sentido Rudat (1982) considera lo prerromntico como una varianteneoclsica en la esttica y la literatura espaola, centrado en el equilibrio de razn ysentimiento en la esttica neoclsica, por lo que concluye que la utilizacin del trmi-no es superfluo. Ms recientemente, siguiendo las consideraciones de Arce, Merca-dier explica que no ve inconvenientes en encontrar en las Noches lgubres acentosprerromnticos, con la condicin de reconocer en ellos la marca de una sensibilidadpropia del movimiento de la Ilustracin en su apogeo (160).

    10. Por ejemplo, en opinin de Russell Sebold, la anacrentica A la muerte de Filis consti-tuye el primer manifiesto del romanticismo espaol (1974, 134-8 y 141 y 1983, 95).En esta misma lnea, Gies observa que el ejemplo ms claro de esta vertiente romn-tica en la poesa dieciochesca se descubre en los versos que escribe Cadalso despus dela muerte de su amante Mara Ignacia Ibez, la actriz que l bautiz con el nombrepastoril de Filis (220).

    11. Entre los diversos cambios y aadidos apcrifos que sufri el texto a lo largo delOchocientos, merecen recordarse una conclusin apcrifa de la Tercera Noche (Repu-lls, 1815), una Cuarta Noche, tambin apcrifa, y la inclusin de un Eplogo, ambosincluidos en la ed. Fonseca de 1848, donde se hacen an ms evidentes la presenciade truenos, relmpagos y en el que en general es posible constatar una acentuacindel tono lgubre y de la escenografa nocturna y sepulcral. Una confirmacin emble-mtica de esta tendencia en concebir el texto como expresin autobiogrfica del autornos la ofrece la edicin de J. M. Mars (Madrid, 1847; 1852), que aade al ttulo enRILCE 26.2 (2010) 402-430

    su portada un subttulo bien significativo: Historia de los amores del Coronel Don Jos

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    Cadalso; subttulo que incluso algunos aos ms tarde acabara por sustituir el ttulooriginal (Madrid: J. M. Mars, 1867). Al mismo tiempo cabe destacar que en lasNoches de Patricio de Escosura, el protagonista es ahora el mismo Cadalso, quien sus-tituye a Tediato y es presentado con los rasgos del tpico hroe romntico. Sobre elxito editorial de las Noches en el Ochocientos siguiendo la moda romntica, verCamarero 1982 y Dowling.

    12. En su reciente estudio, Sebold opina que es en el inicio de la Tercera Noche dondeCadalso ms claramente define los dos vacos [el microscpico de su propio ser y elmacroscpico del universo], cuya coincidencia en el alma del poeta conduce alinmenso tormento del fastidio universal (2003, 146).

    13. Ver el breve, pero impecable, panorama que traza Reyes sobre la lrica en el xviiiespaol (1995, 28-48).

    14. Trascendentales en esta perspectiva han sido los estudios de Maravall y Rudat 1982.Sobre la filosofa sensista en la Espaa del xviii, se remite a Snchez Blanco 1982 y1991, 199-227.

    15. Aunque dichos estudios trazan un panorama sugerente sobre la evolucin del sen-sismo en la lrica dieciochesca, no coincidimos con sus conclusiones, ambas orienta-das a percibir en esta nueva vertiente sensualista el germen o, incluso, laconstitucin plena de un primer romanticismo en las letras espaolas.

    16. Ver a este respecto Reyes (1993, 37-40), para quien la anacrentica, sobre todosiguiendo el modelo que haba fijado Villegas, constituye el gnero central de estanueva sensibilidad (1993: 39). Para el sensismo en la lrica espaola, ver Gies y elestudio de Sebold 2003, 269-86.

    17. Otro ejemplo revelador, puesto de realce por Sebold y Gies, es la Carta a Augusta (enCueto: 61, 259), en la que el poeta soldado plasma imgenes bien significativas deeste nuevo impulso sensualista que ha empezado a abrirse camino en la lrica diecio-chesca. Son diversos los estudios que se han detenido a examinar el sensualismo lricoen Cadalso (entre otros, ver Arce 1981, 238-50; Caso 1985 y Gies 220-3).

    18. En un dilogo previo con La Justicia, Tediato le explica que no tiene compaeros, nien la maldad, porque jams fui malo, ni en la bondad, porque ninguno me ha igua-lado en lo bueno (nl, 245).

    19. Arce recuerda que un erudito y crtico de entonces [Juan Sempere y Guarinos] asig-n tres caracteres al filsofo: ser ilustrado, humano y virtuoso; es decir culto, sensibley cumplidor de las normas del bien (1981, 316. Cursivas mas). Sobre el modelo delhombre del bien en Cadalso, pueden consultarse Russell Sebold (1974, 203-213),la Introduccin de Arce a su edicin del texto cadalsiano, (1987, 35-8), y Froldi(1985, 144-8). Esta vertiente en las letras de Espaa, como es sabido, llega hasta bienadentrado el siglo xix, como atestigua Manuel Quintana, quien varios aos mstarde, en 1830, afirmaba en su Dedicatoria a Jos Somoza, como lhomme sensible,lograse conciliar el corazn ms afectuoso y sensible a la razn ms fuerte y despe-jada (360). Otro ejemplo de este impulso en la lrica en Quintana, nos lo ofrece suoda En la muerte de un amigo. En ella el poeta, despus de haber desarrollado su com-posicin en torno a la tpica escenografa sepulcral, evoca al hombre sensible, al fielamigo, al exaltado patriota (212).RILCE 26.2 (2010) 402-430

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    20. En tal sentido coincidimos con las oportunas apreciaciones de Martnez Mata, paraquien el corazn es, en primer lugar la sede de la sensibilidad, pero tngase en cuentaque en las Noches su valor se extiende adems al campo moral (conciencia), 2000:229, nota 2. Sobre la red de significados que organiza el vocablo en las Noches, seremite al penetrante estudio de Vzquez de Castro 1985, 329-335.

    21. Si eres algn mendigo necesitado, que de flaquezas has cado y duermes en la callepor faltarte casa en que recogerte y fuerzas para llegarte a un hospital, sgueme. Micasa ser tuya (nl; 250-1), le dice Tediato al nio que encuentra a su salida de laCrcel y que acabara siendo uno de los hijos del sepulturero Lorenzo. Como apuntaMartnez Mata en su edicin, hospital, adems de que pudiera ser de enfermos,era albergue de pobres, nl, 251, nota 45.

    22. Sobre la percepcin del paisaje y el tema de la naturaleza en la obra cadalsiana, verBermdez Caete 1982b, 21-38 y Glendinning 2000, xix-xxii, quien destaca laejemplaridad moral de la naturaleza, en los textos del andaluz, orientada a la verdad(2000, xix). En una perspectiva ms amplia, ver Sebold 2003, 242-60 y 341-82.

    23. En esta misma direccin creemos que no es posible tampoco concebir a Tediato,como algunos han querido ver (Helman 1968, 36-40 y Sebold 1974, 172-86 y 2003,405-7), como modelo de hroe romntico ni como expresin del dolor csmicodel mismo poeta, como si ste fuese expresin y reflejo de un desconsolador doloruniversal, metamorfosendose, en palabras de Sebold, en divinidad suprema, en ejede su cosmos (1983, 17-8). En una lnea similar, ms recientemente Gies, al referirsea la vertiente sensualista en la lrica del setecientos, observa que el nuevo hombredieciochesco, romntico en trminos de Sebold, se deja abrir a las emociones ymediante esta apertura se identifica con la naturaleza como parte del cosmos (219).Ver a este respecto el pargrafo De Cadalso ilustrado a Cadalso desenterrador deRodrguez (en la red), con cuyas consideraciones, una vez ms, coincidimos.

    24. Cadalso dedic varios poemas a la actriz Ibez, siendo tal vez entre los ms emble-mticos los versos conclusivos de A la primavera, despus de la muerte de Filis, en queel poeta exclama: Muerta Filis, el orbe nada espera/sino niebla espantosa, nochehelada,/sombras y sustos como el pecho mo (Cueto, i, 268). En opinin de Glen-dinning (1982a), el delicado estado anmico del protagonista y las consideraciones dela obra deben hacerse teniendo en cuenta no slo perdida de Ibez, sino tambin ala luz de los conflictos personales y de los problemas sociales que preocupan en aque-llos aos al autor (desilusiones y prdida de amistades, como la de Oquendo, frustra-cin en sus aspiraciones profesionales y sociales, dificultades econmicas, etc.).

    25. Por otro lado el mismo Cadalso aclaraba en una carta enviada a su amigo MelndezValds la existencia en las Noches de la parte verdadera, la de adorno y la de ficcin(Escritos autobiogrficos 1979, 102). Con estas palabras el poeta gaditano establecauna clara diferencia entre los elementos derivados de su experiencia de vida (la pre-matura desaparicin de su amada Mara Ignacia Ibez y el estado de afliccin y des-consuelo en el que el poeta queda sumido a raz de la prdida) y la ficcin literaria (eldesenterramiento del cadver, la noche en la Crcel y su relacin solidaria con elsepulturero Lorenzo). Ver a este respecto Arce, 1987: 44-6 y mi Introduccin a la edi-cin italiana de las Noches (Quinziano 1995, 23-7).RILCE 26.2 (2010) 402-430

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    26. Ver los interesantes ejemplos que a este respecto enumera Caldera (2000: 254-6 y2004: 127-30), para quien Cadalso incorpora en sus Noches no pocos aspectos repre-sentativos del teatro sentimental, pudindose percibir en el texto la alternancia de lopattico con lo sublime terrorfico, con una clara preponderancia de esta ltima ver-tiente (Caldera 2004, 125).

    27. Helman (1968, 48), haba sealado que este proceso de tediatizacin en Lorenzopuede localizarse en la conclusin apcrifa de la Tercera Noche que se incluy en laedicin de 1815; Glendinning, por el contrario, evidenci de modo adecuado quedicho proceso ya se halla presente en verdad a partir de la parte conclusiva de laSegunda Noche (1961, xliv, nota 57).

    28. Aos ha que soy carcelero, y en el discurso de este tiempo he guardado los presos quehe tenido como si guardara fieras en la jaula. Pocas palabras, menos alimento, nin-guna lstima, mucha dureza, mayor castigo y mucha amenaza [hacia el reo], declarael Carcelero (nl, 246-7).

    29. La cuestin referida a probables contactos o posibles afinidades con ambos personajesexcede el tema aqu expuesto. Algunos temas, como la amistad, la nueva sensibilidady la educacin de los hijos es muy probable que Cadalso los haya tomado de laNouvelle Heloise y el Emile de Rousseau. Ello, sin embargo, no debera llevarnos aconclusiones tan determinantes, puesto que el autor ginebrino de ningn modoocupa un lugar destacado en la formacin del pensamiento del poeta andaluz ni ensus escritos. Para las analogas de temas y actitudes entre Rousseau y Cadalso, seremite a Raimondi Capasso, quien enfatiza los contactos entre ambos autores, con-cluyendo, en nuestra opinin de modo exagerado, que el gaditano constituye el pri-mer ejemplo en Espaa de asimilacin del pensamiento de Rousseau. Sobre lasposibles afinidades, en nuestra opinin an ms dudosas, entre Tediato y el personajede Goethe, ver Sebold quien habla de un comn dolor personal en trmicos csmi-cos, (1974, 149-53 y 269). Por su parte Penalva y Pay Lled fuerzan las analogas yapuntan que asistimos en las Noches lgubres y Los sufrimientos del joven Werther ados manifestaciones del dolor romntico, el provocado por la muerte de la amada y elprovocado por la ausencia de correspondencia amorosa. A pesar de la distancia geo-grfica, Tediato puede ser considerado como un hermano mayor de Werther (red,2002). Bermdez-Caete, por el contrario, sin desconocer el lejano parentesco entreambos textos, como resultado de un comn y apasionado desahogo sentimental,aclara con razn que las similitudes no son tan categricas, y declara que no pareceque se pueda paragonar estticamente las Noches con el Werther (1982a, 267-8). Enesos mismos aos, Glendinning, aun reconociendo ciertas afinidades entre los dospersonajes europeos y el Tediato cadalsiano, precisaba cmo el tema del influjo ben-fico de la naturaleza, tan determinantes en Rousseau y en Goethe, se hallaba en cam-bio prcticamente inexistente en las Noches (1982a, 137).

    30. En sus Cartas marruecas el lujo es concebido por Nuo como la abundancia y varie-dad de las cosas superfluas a la vida (2000, 107). Cadalso aborda el tema de lujo envarias de sus Cartas, de modo especial en la carta xli, donde advierte sobre los peli-gros en que un exceso del mismo puede acarrear desastres a la nacin. Sobre este temaen las Cartas cadalsianas, ver Derozier.RILCE 26.2 (2010) 402-430

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    31. Al tpico de la conquista de Amrica, Cadalso dedic dos Cartas (v y ix) de sus Cartasmarruecas, (Cadalso 2000 23 y 38-45), aludiendo al tema tambin en la Defensa a lanacin espaola contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu y en un par de misivasdirigidas a Toms de Iriarte. En trminos generales Cadalso traza una defensa del pro-ceso de conquista y colonizacin del continente americano emprendido por el Imperioespaol, elogiando el perfil de Hernn Corts, concebido como emblema del conquis-tador valeroso y leal a la Corona y cuyos atropellos justifica e intencionalmente atena.Al mismo tiempo, con el propsito de fijar una, ms bien ilusoria, perspectiva impar-cial del tema, y que se halla encaminada a mitigar los atropellos de los conquistadores,insiste sobre la trata de esclavos de los continuos mercaderes de carne humana (2000,45), cuya responsabilidad, en clave apologtica, el autor endilga a las potencias euro-peas rivales, resaltando su actitud hipcrita sobre el tema americano. Ver a este respectoLope 1986, el interesante estudio de Froldi, 1989, 119-127 y las atinentes notas queincluye Martnez Mata en su edicin de las Cartas (nl, 315-6 y 324-27).

    32. Sobre las ideas polticas y religiosas en Cadalso se remite al estudio de Glendinning,1982a, para quien el poeta soldado es ms innovador en sus ideas religiosas que ensus teoras polticas (139).

    33. En dicha perspectiva, Glenndinning afirma que Cadalso parece ofrecer una perspec-tiva radical sobre la igualdad, poco frecuente en las publicaciones espaolas de la po-ca, aunque es posible que se trate de una postura intencionadamente exagerada porparte de su personaje Tediato, y no de la opinin propia del autor (2000, xviii).

    34. A este respecto se remite a los estudios de Froldi (1985, 141-54) y Glendinning1982b, quien opina con razn que por sus circunstancias y tambin por su tempera-mento, Cadalso rehua la idea de una revolucin poltica, o cambio social radical(1982b, 257).

    35. Carta de Batilo [Melndez Valds] y Arcadio [Iglesias de la Casa] a Ramn de Caseda yEsparza [Hormesindo] (Ximnez de Sandoval 367). Aunque la misiva est escrita anombre de los dos poetas amigos de Cadalso, en verdad fue redactada por MelndezValds. En otra carta dirigida a su amigo Mena, el poeta extremeo reconoca ladeuda que haba contrado con el poeta gaditano, aseverando que la desaparicin deun hombre como Cadalso constitua una prdida comn para todas las almas sensi-bles (Cueto, i: cvi, las cursivas son mas).

    36. En esta misma lnea, y resaltando la finalidad didctica de la obra, Rodrguez indicaque Cadalso pretendera, en ltima instancia, plantear una reflexin acerca de lostrastornos que en el hombre racional provoca un estado de exaltacin sentimental.Trastornos, ya se ha visto, de ndole perceptiva, pero tambin trastornos en la relacincon la sociedad, provocados por un exceso de egosmo. En ese sentido, la obra delgaditano sera una manifestacin ms de ese necesario equilibrio entre la fantasa y larazn que la moda sentimental nacida en el seno de la Ilustracin espaola reivindi-caba, 2003 [1996]. En esta misma perspectiva ver el iluminador estudio de Caldera(2004, 127-30), quien examina los componentes del lenguaje clasicista y senti-mental al mismo tiempo que exhiben las Noches, alejadas an manifiestamente delvocabulario romntico.RILCE 26.2 (2010) 402-430

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    Notas1. A este respecto Camarero aclara que ser contradictorio en su siglo no lo excluye [a Cadalso] de entre los ilustrados espaoles [] Era un gaditano formado por los jesuitas, con profundas dudas religiosas [], cosmopolita y patriota, derroc...2. Sobre los contactos y los posibles influjos europeos en la obra cadalsiana, adems del recin citado artculo de Bermdez-Caete (1982a), puede leerse mi pargrafo Cadalso: tra antiguos e modernos (1995, 17-23) y el ms reciente y amp...3. A inicios de los aos 90 del siglo pasado, Sebold y Gies recordaban que el poeta gaditano constitua el autor dieciochesco ms estudiado en los ltimos aos (1991, 3) contabilizando unos 80 estudios en el decenio 1982 y 1991; cantidad q...4. Para un panorama sobre el debate y las mltiples interpretaciones a las que han dado lugar el texto, ver Camarero (1988, 66-72), Quinziano (1995, 23-36) y la introduccin de la inestimable edicin de Martnez Mata (lxi-lxvi).5. Todas las citas referidas a ambos textos del autor gaditano provienen de la recin mencionada edicin de Martnez Mata (2000), en nuestra opinin una de las aportaciones ms relevantes en el campo de los estudios cadalsianos, tanto por el exh...6. Dicho debate encuentra su origen en la edicin de Repulls de 1803, en la que puede leerse: Habr conocido el lector que estos dilogos no concluyen como deben. Y, en efecto, el autor los dej imperfectos y sin darles la ltima mano, como...7. Glendinning alude a una distorsin romntica (1961, 212, nota 3), mientras que Camarero prefiere hablar de lectura romntica (1988, 70), a la que tambin suscribe Rodrguez. Con referencia al acentuado alcance autobiogrfico que ...8. En el prlogo a su edicin de las Noches, cuya primera publicacin se remonta a 1951, Helman ampliaba esta perspectiva, aseverando que adems el ttulo, el escenario, el tema, los personajes y su manera de hablar, su forma de relato corto ...9. Subrayando las novedades presentes en las Noches, Arce observ que la obra de Cadalso, adems de ser portadora de una nueva sensibilidad virtuosa, gracias a su estilo retrico y enftico orientado a suscitar la conmocin del lector, sancion...10. Por ejemplo, en opinin de Russell Sebold, la anacrentica A la muerte de Filis constituye el primer manifiesto del romanticismo espaol (1974, 134-8 y 141 y 1983, 95). En esta misma lnea, Gies observa que el ejemplo ms claro de esta ve...11. Entre los diversos cambios y aadidos apcrifos que sufri el texto a lo largo del Ochocientos, merecen recordarse una conclusin apcrifa de la Tercera Noche (Repulls, 1815), una Cuarta Noche, tambin apcrifa, y la inclusin de un Ep...12. En su reciente estudio, Sebold opina que es en el inicio de la Tercera Noche donde Cadalso ms claramente define los dos vacos [el microscpico de su propio ser y el macroscpico del universo], cuya coincidencia en el alma del poeta condu...13. Ver el breve, pero impecable, panorama que traza Reyes sobre la lrica en el xviii espaol (1995, 28-48).14. Trascendentales en esta perspectiva han sido los estudios de Maravall y Rudat 1982. Sobre la filosofa sensista en la Espaa del xviii, se remite a Snchez Blanco 1982 y 1991, 199-227.15. Aunque dichos estudios trazan un panorama sugerente sobre la evolucin del sensismo en la lrica dieciochesca, no coincidimos con sus conclusiones, ambas orientadas a percibir en esta nueva vertiente sensualista el germen o, incluso, la c...16. Ver a este respecto Reyes (1993, 37-40), para quien la anacrentica, sobre todo siguiendo el modelo que haba fijado Villegas, constituye el gnero central de esta nueva sensibilidad (1993: 39). Para el sensismo en la lrica espaola, ...17. Otro ejemplo revelador, puesto de realce por Sebold y Gies, es la Carta a Augusta (en Cueto: 61, 259), en la que el poeta soldado plasma imgenes bien significativas de este nuevo impulso sensualista que ha empezado a abrirse camino en la lric...18. En un dilogo previo con La Justicia, Tediato le explica que no tiene compaeros, ni en la maldad, porque jams fui malo, ni en la bondad, porque ninguno me ha igualado en lo bueno (nl, 245).19. Arce recuerda que un erudito y crtico de entonces [Juan Sempere y Guarinos] asign tres caracteres al filsofo: ser ilustrado, humano y virtuoso; es decir culto, sensible y cumplidor de las normas del bien (1981, 316. Cursivas mas). S...20. En tal sentido coincidimos con las oportunas apreciaciones de Martnez Mata, para quien el corazn es, en primer lugar la sede de la sensibilidad, pero tngase en cuenta que en las Noches su valor se extiende ad