No Fué Una Noche Más

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Cuando tenía poco más de dieciséis años una noche me tumbé sobre el oscuro asfalto para pensar y contemplar el salvaje cielo estrellado. El suelo estaba acogedoramente cálido, perfecto para guardarme las espaldas y no mirar al pasado. Solamente podía mirar hacía lo ue tenía delante! auel oscuro cielo enjoyado. "na arboleda susurrante rodeaba la escena junto a un suave viento ue no cesaba de recorrer auellas solitarias canchas en alg#n punto del sur de $rancia. Estaba lejos del hogar, en tierra e%traña, pero el cielo era el mismo& el mismo ue contemplaba en mi casa. ' me observabas desde tus mil brillantes altares! auellas lejanas estrellas ue veía entre las nubes ue el cielo recorrían navegando en un suave oleaje. (e pronto apareciste, y me susurraste con tus oscuros y suaves labios al oído, para ue yo escuchase& para ue comprendiera y mirase al mundo con otros ojos! ojos de eterno caminante. )e devolvías la mirada desde tu inalcan*able hogar, eterno e ingobernable. El ue durante la noche, cuando no hay Sol ue con lu* lo resguarde de la mirada de los patanes, calma a los soñadores de todos sus pesares. +u mirada era de lu* brillante pero también de una vora* oscuridad. ' t# lengua, dulce y a la ve* picante, hacía bailar de placer a los árboles. (e lo ue hablamos en auella noche no uedan más ue ensoñaciones y desgarrones en mi recuerdo, pero eso es porue tu idioma es

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Cuando tena poco ms de diecisis aos

Cuando tena poco ms de diecisis aosuna noche me tumb sobre el oscuro asfaltopara pensar y contemplar el salvaje cielo estrellado.

El suelo estaba acogedoramente clido,perfecto para guardarme las espaldasy no mirar al pasado.Solamente poda mirar haca lo que tena delante:aquel oscuro cielo enjoyado.

Una arboleda susurrante rodeaba la escenajunto a un suave viento que no cesabade recorrer aquellas solitarias canchasen algn punto del sur de Francia.

Estaba lejos del hogar, en tierra extraa,pero el cielo era el mismoel mismo que contemplaba en mi casa.Y me observabas desde tus mil brillantes altares:aquellas lejanas estrellas que veaentre las nubes que el cielo recorrannavegando en un suave oleaje.

De pronto apareciste, y me susurrastecon tus oscuros y suaves labiosal odo, para que yo escuchasepara que comprendiera y miraseal mundo con otros ojos:ojos de eterno caminante.

Me devolvas la mirada desde tu inalcanzable hogar,eterno e ingobernable.El que durante la noche,cuando no hay Sol que con luz lo resguardede la mirada de los patanes,calma a los soadores de todos sus pesares.

Tu mirada era de luz brillantepero tambin de una voraz oscuridad.Y t lengua, dulce y a la vez picante,haca bailar de placer a los rboles.

De lo que hablamos en aquella nocheno quedan ms que ensoacionesy desgarrones en mi recuerdo,pero eso es porque tu idioma es el de las caricias entre el ser del fuego y el no-ser del hielo,

Tus palabras no pueden recogerse por escrito,no hay mano que las copieni ojos que las leas y comprendanpues es tu sibilino Caos deslizndosepor el enladrillado de la compresin,fugndose de la alambrada realidad.

Pero tu lengua lami bien mis huesosy tus palabras anidaron por siempre en lo ms profundo de mis sueos.As siempre las reconocer en cada desbordante orgasmoy en cada lgrima que de mis ojos escape volando de regreso a ti, Progenitora de Tormentas.