New york times 13 marzo 2011

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Una selección semanal ofrecida por Copyright © 2011 The New York Times DOMINGO, 13 DE MARZO DE 2011 VENTANA IntelIgencIA: la falsa ilusión energética de ee.UU., página 2 El cuidado personal y la nutri- ción llevan tiempo, igual que otro montón de cosas que son buenas para nosotros: una alimentación lenta, sostenible, una desintoxica- ción gradual, una forma más reflexiva y tranquila de vivir. Sin em- bargo, la velo- cidad parece regir la vida moderna, y muchos senti- mos que no hay posibilidades de parar. “A medida que las ciudades crecen, todo se acelera”, dijo a la revista de The Ti- mes Geoffrey West, físico teórico. “No hay un equivalente de esto en la naturaleza. Sería como encon- trar un elefante proporcionalmen- te más veloz que una rata.” Si es más rápido, es mejor, y cada segundo cuenta. Fue lo que supuso Google cuando introdujo Google Instant, que predice las consultas de búsqueda en Inter- net, y muestra los resultados en cuanto alguien comienza a tipear. Google calculó que la herramienta le ahorraría a la gente, en forma acumulada, más de 3.500 millones de segundos cada día. ¿Y qué podríamos hacer con esos segundos extras? Ciertamen- te, no relajarnos con una taza de café. La mayoría de las cafeterías de Estados Unidos antes tenían lugares donde uno se podía sen- tar durante horas –casi seguro con una laptop– y dejar pasar el tiempo durante el día por el precio de un cortado. Sin embargo, un número cada vez mayor de bares como Café Grumpy y Stumptown Coffee Roasters de Nueva York están abandonando los asientos confortables, las mesas grandes y los tomas de corriente, y pare- ciéndose más a sus homólogos de Italia, donde un espresso es trata- do como una escala para cargar combustible. “Ya no es un hecho tan precia- do”, dijo a The Times Matthew Schnepf, arquitecto que suele estar parado en el bar de Stump- town. Y muchos de los que antes estaban agachados sobre sus laptops probablemente ya tampo- co se entretengan con los blogs. Éstos están perdiendo su encanto, especialmente para la generación más joven que prefiere escribir ac- tualizaciones rápidas en Facebook Nuestro apurado porvenir Buen abogado... pero electrónico POR JOHN MARKOFF C UANdo CINCo ESTUdIoS de televi- sión quedaron invo- lucrados en una demanda antimonopólica del departa- mento de Justicia de Estados Unidos contra CBS, el costo fue inmenso. En el marco de la oscura tarea de “descubri- miento” –proporcionar docu- mentos relevantes para una demanda–, los estudios ana- lizaron seis millones de docu- mentos a un costo de más de US$2.2 millones, buena parte de los cuales se dedicó al pago de un ejército de aboga- dos y peritos que trabajaron durante meses a tarifas muy elevadas. Pero eso pasó en 1978. Ahora, gracias a los avances de la inteligencia artificial, el software de “descubri- miento electrónico” puede analizar documentos en mucho menos tiempo y con un costo más bajo. En enero, por ejemplo, Blackstone dis- covery, que tiene sede en Palo Alto, California, contri- buyó al análisis de un millón y medio de documentos por menos de US$100 mil. Algunos programas van más allá de la mera bús- queda de documentos con términos relevantes a velo- cidades digitales. Pueden extraer conceptos relevan- tes –como documentos rela- cionados con la protesta social en Medio oriente– hasta en ausencia de tér- minos específicos, así como deducir patrones de com- portamiento que los aboga- dos podrían pasar por alto. “desde el punto de vista del personal legal, significa que ya no se podrá cobrar por mucha de la gente a la que antes se asignaba al análisis de documentación”, dijo Bill Herr, abogado de una com- pañía química. Las computadoras mejoran en lo que respecta a imitar el razonamiento humano y ya realizan tareas que antes estaban a cargo de profesio- nales bien pagados. La can- tidad de diseñadores de chip de computadoras, por ejem- plo, se ha estancado porque Ninguna profesión se salva de la automatización ILUSTRACIÓN FOTOGRÁFICA POR THE NEW YORK TIMES; DER., SEAN GALLUP/GETTY IMAGES; IZQ., TONY CENICOLA/ THE NEW YORK TIMES Sigue en la página 5 Sigue en la página 5 11 lA formA en qUe comemos Hormigas, la delicia brasileña en peligro. 9 cIencIA y tecnologíA Se abaratan los viajes extraterrestres. 6 el mUndo Miles de emigrantes invaden Caracas.

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Una selección semanal ofrecida porCopyright © 2011 The New York TimesDomingo, 13 DE marzo DE 2011

VENTANA

IntelIgencIA: la falsa ilusión energética de ee.UU., página 2

El cuidado personal y la nutri-ción llevan tiempo, igual que otro montón de cosas que son buenas para nosotros: una alimentación lenta, sostenible, una desintoxica-

ción gradual, una forma más reflexiva y tranquila de vivir. Sin em-bargo, la velo-cidad parece regir la vida moderna, y muchos senti-mos que no hay

posibilidades de parar. “A medida que las ciudades crecen, todo se acelera”, dijo a la revista de The Ti-mes Geoffrey West, físico teórico. “No hay un equivalente de esto en la naturaleza. Sería como encon-trar un elefante proporcionalmen-te más veloz que una rata.”

Si es más rápido, es mejor, y cada segundo cuenta. Fue lo que supuso Google cuando introdujo Google Instant, que predice las consultas de búsqueda en Inter-net, y muestra los resultados en cuanto alguien comienza a tipear. Google calculó que la herramienta le ahorraría a la gente, en forma acumulada, más de 3.500 millones de segundos cada día.

¿Y qué podríamos hacer con esos segundos extras? Ciertamen-te, no relajarnos con una taza de café. La mayoría de las cafeterías de Estados Unidos antes tenían lugares donde uno se podía sen-tar durante horas –casi seguro con una laptop– y dejar pasar el tiempo durante el día por el precio de un cortado. Sin embargo, un número cada vez mayor de bares como Café Grumpy y Stumptown Coffee Roasters de Nueva York están abandonando los asientos confortables, las mesas grandes y los tomas de corriente, y pare-ciéndose más a sus homólogos de Italia, donde un espresso es trata-do como una escala para cargar combustible.

“Ya no es un hecho tan precia-do”, dijo a The Times Matthew Schnepf, arquitecto que suele estar parado en el bar de Stump-town. Y muchos de los que antes estaban agachados sobre sus laptops probablemente ya tampo-co se entretengan con los blogs. Éstos están perdiendo su encanto, especialmente para la generación más joven que prefiere escribir ac-tualizaciones rápidas en Facebook

nuestro apurado porvenir

Buen abogado... pero electrónico

POR JOHN MARKOFF

CUANdo CINCo ESTUdIoS de televi-sión quedaron invo-

lucrados en una demanda antimonopólica del departa-mento de Justicia de Estados Unidos contra CBS, el costo fue inmenso. En el marco de la oscura tarea de “descubri-miento” –proporcionar docu-mentos relevantes para una demanda–, los estudios ana-lizaron seis millones de docu-mentos a un costo de más de US$2.2 millones, buena parte de los cuales se dedicó al pago de un ejército de aboga-dos y peritos que trabajaron durante meses a tarifas muy elevadas.

Pero eso pasó en 1978. Ahora, gracias a los avances de la inteligencia artificial, el software de “descubri-miento electrónico” puede analizar documentos en mucho menos tiempo y con un costo más bajo. En enero, por ejemplo, Blackstone dis-covery, que tiene sede en Palo Alto, California, contri-buyó al análisis de un millón y medio de documentos por

menos de US$100 mil.Algunos programas van

más allá de la mera bús-queda de documentos con términos relevantes a velo-cidades digitales. Pueden extraer conceptos relevan-tes –como documentos rela-cionados con la protesta social en Medio oriente– hasta en ausencia de tér-minos específicos, así como deducir patrones de com-portamiento que los aboga-dos podrían pasar por alto. “desde el punto de vista del personal legal, significa que ya no se podrá cobrar por mucha de la gente a la que antes se asignaba al análisis de documentación”, dijo Bill Herr, abogado de una com-pañía química.

Las computadoras mejoran en lo que respecta a imitar el razonamiento humano y ya realizan tareas que antes estaban a cargo de profesio-nales bien pagados. La can-tidad de diseñadores de chip de computadoras, por ejem-plo, se ha estancado porque

Ninguna profesión se salva de la automatización

ilustración fotográfica por the new york times; Der., sean gallup/getty images; izq., tony cenicola/ the new york times

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11lA formA en qUe comemos

Hormigas, la delicia brasileña en peligro. 9

cIencIA y tecnologíA

Se abaratan los viajes extraterrestres. 6

el mUndo

Miles de emigrantes invaden Caracas.

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2� Domingo, 13 DE marzo DE 2011

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Editor Guatemala: Isaac Ramírez

Contenido, diseño, fotografía e ilustración: The New York Times

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Londres

Un viaje de Copenhague a Nueva York le lleva a uno de un extremo del uso de la energía al otro. Uno sale de una ciudad eu-ropea que se calienta quemando sus propios residuos y llega a una ciudad estadounidense que se toma el despilfarro como algo personal.

No me malinterpreten, yo sé dónde prefiero vivir, pero la in-capacidad estadounidense para responder a la gran transforma-ción energética que caracteriza-rá la primera mitad de este siglo constituye un acto de obstinación contraproducente. Ese cambio brinda una oportunidad, pero Es-tados Unidos está estancado. Los daneses, por el contrario, van a la cabeza.

Copenhague se enorgullece de una de las centrales de conver-sión de residuos en energía más avanzadas del mundo. Llamada Vestforbraending, tiene capa-cidad para transformar cientos de miles de toneladas de basura en calor cada año. Tomas Anker Christensen, un diplomático de alto rango danés especializado en energía mundial, me decía que la ciudad se liberaría com-pletamente de los combustibles fósiles hacia 2025. El viento, la biomasa y la incineración de residuos tendrán una función importante.

Las exportaciones danesas que más deprisa crecen perte-necen al llamado sector de las “tecnologías limpias”, que mejo-ran la eficiencia energética de los edificios, reducen las pérdidas en el transporte y convierten los residuos en fuente de energía.

¿Dónde se sitúa Estados Uni-dos en este juego de conversión y conservación, una enorme opor-

tunidad de negocio mundial? Va a la zaga de los europeos e incluso de los chinos. El país sigue atas-cado en discusiones estériles so-bre el cambio climático y engan-chado en disputas culturales en las que la derecha del Tea Party tacha de antiestadounidense el transporte de masas eficiente.

No en vano la frase “perfora, nene, perfora” fue el eslogan más memorable de la campaña repu-blicana de 2008. Hay un Estados Unidos iluso que cree que el pe-tróleo es tan inagotable como el poder estadounidense. De hecho, ambos son finitos. El cambio de poder mundial que se está produ-

ciendo se acelerará si no se pone freno a la dependencia del país del petróleo.

Había estado fuera de Nueva York durante un tiempo, así que me llamaron la atención las to-rres de oficinas iluminadas por la noche, las filas de limusinas con los motores encendidos en Park Avenue, las bolsas de plástico usadas para envolver hasta los objetos más pequeños y la explo-sión de calor en los edificios, de la misma intensidad que el aire acondicionado del verano que convierte los vestíbulos de los ho-teles en congeladores gigantes.

Es fácil ver por qué los esta-dounidenses consumen el doble de energía per cápita que los japoneses, o por qué un país con el 5 por ciento de la población del mundo usa alrededor de una cuarta parte de su energía.

Mientras, la mentalidad europea está inmersa en la conservación energética: se ha convertido en un acto reflejo.

El diplomático Christensen acababa de volver de Corea del Sur, donde había invitado a los coreanos a ir a Dinamarca a probar automóviles propulsados con hidrógeno. Los chinos van a ir a probar autos eléctricos. Di-namarca ya está muy adelantada en el estudio del modo en que funcionará el sistema para que los coches eléctricos recarguen; en su mayor parte se hará por la noche, gracias a una red inteli-gente de turbinas eólicas (por la noche hay más viento y menos demanda eléctrica). La Comisión de Normas sobre Cambio Climá-tico del país acaba de llegar a la conclusión de que “es realista su-poner que la transición a un sis-tema energético independiente de los combustibles fósiles puede completarse hacia 2050”.

¡Cero dependencia del petróleo o el carbón en 2050! Estados Uni-dos no alcanzará unos objetivos tan ambiciosos. Pero Obama debería establecer algunos ob-jetivos estrictos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Y, lo que es más impor-tante, tiene que planear el cam-bio cultural necesario para que el ahorro de energía sea concebido como un mecanismo capaz de crear empleo más que como un ataque contra ese sueño ameri-cano que empezó con la posesión de un carro.

Una parte de Estados Unidos sigue anclada en 1990, farfullan-do cosas sobre la “excepcionali-dad” estadounidense, cuando la realidad es simple: en un planeta de recursos limitados con más de 7 mil millones de personas, ningún país puede estar exento de la necesidad de administrar prudentemente la energía.

Envíe sus comentarios a [email protected].

inTeligencia/roger cohen

rezagados en transformación energética

Para mente europea, conservación es una forma de reflexión.

AssociAted Press

Muchas personas en estados Unidos todavía viven en un mundo ilusorio de abundancia en el que el ahorro de energía puede interpretarse como un ataque contra el sueño americano.

POR ROD NORDLAND

KABUL, Afganistán — La larga guerra librada aquí ha tenido mu-chos altibajos. No así los ascensores del país, al menos hasta hace poco.

Pocas capitales en el mundo es-tán tan mal equipadas en lo que a elevación vertical respecta. Los as-censores prácticamente no existen en los edificios de dos o tres pisos, y rara vez incluso en estructuras de cinco o más pisos. Y cuando hay ascensores, están crónicamente fuera de servicio, incluso en el edi-ficio de cinco pisos que alberga al Consejo de Ministros, el gabinete del presidente.

La falta de ascensores no fue un problema cuando la mayor parte de Kabul era una madriguera de chozas de ladrillo de barro que apenas superaban la altura de la cabeza. Ahora que está surgiendo algo parecido a un horizonte ur-bano, financiado por un boom de reconstrucción multimillonario en dólares, las puertas de los ascenso-res finalmente están empezando a

abrirse y se puede oír el ruido fami-liar del recorrido entre los pisos.

Entre los que se aprestan a subir está Ahmad Wali, cuya empresa, Ariana Security, instaló 37 ascen-sores en Kabul en su primer año de actividad. Aunque la línea de tra-bajo original de la empresa era los sistemas de seguridad, Wali se vio motivado por todos los ascensores descompuestos que veía en la ciu-daden los edificios que los tenían.

“Pensé que podía ser un buen ne-gocio”, dijo, aunque resultó ser una batalla cuesta arriba. De todos mo-dos, es un hombre con un Mercedes (manchado de barro) en una tierra de Toyotas (manchados de barro).

En un país que figura entre los úl-timos del mundo en modernizarse, la idea misma de ascensores pare-ce ajena. En pashto, el idioma que más se habla, ni siquiera existe una palabra para designar el ascensor; la mayoría de la gente que lo habla dice “lieft”, tomando la palabra “lift”, término británico para de-cir ascensor. En Dari, el segundo idioma, es un nombre kilométrico: “bala barenda”, que se traduce co-mo “cosa que eleva gente”.

Para Wali, el mayor impedimen-

to para los ascensores no son tanto los cortes crónicos de electricidad como la actitud de la gente.

“Aunque haya ascensores, la gen-te no los usa porque les tiene mie-do”, dijo Wali. “Creen que se van a caer y no entienden lo seguros que son, con un paracaídas y freno de emergencia”, concluyó.

“Paracaídas” en la jerga de la industria es un dispositivo de freno automático que se activa cuando cae un ascensor.

Una peculiaridad obvia de los ascensores afganos es la ausencia del certificado de inspección que se coloca en su interior, ya que el go-bierno afgano no tiene un sistema de inspección para los ascensores –ni para muchas otras cosas-.

La falta de un plan de inspección, dijo Wali, explica el alto porcentaje de ascensores que está permanen-temente atascados entre pisos. Hay poco incentivo para que los propie-tarios de edificios mantengan bien los ascensores, sobre todo teniendo en cuenta que los habitantes de Ka-

bul parecen aceptar la escalera como destino natural.

El complejo de la Embajada de Estados Unidos aquí, pese a te-ner en su mayor parte sólo dos pisos de altu-ra, tiene ascensores en funcionamiento de sobra para los criterios locales –ocho en total. El Departamento de Esta-do paga a una empresa estadounidense, PAE, la considerable suma de US$182.136 al año por mantenerlos, según un informe de la Oficina de la Inspección General de Estados Unidos.

Cuando les tocó a los rusos bom-bear dinero en la economía afga-na, hace más de tres décadas, al parecer no consideraron que los ascensores fueran una inversión razonable. El legado es ahora ver hilera tras hilera de edificios de departamentos de la era soviética, como las de la zona Mirorayan de la capital, que tienen cinco o más pisos sin disponer siquiera de un montacargas como para instalar un ascensor. Estas eran considera-das viviendas de lujo para los buró-cratas del partido.

Los rusos sí incorporaron ascen-sores en algunos de sus proyectos más grandes y visibles, como el Mi-nisterio de Comunicaciones de 18 pisos del centro de Kabul –aunque suelen estar descompuestos–.

El año pasado, la empresa de Wali restauró los ascensores del Ci-ne Pamir construido por los sovié-ticos, una estructura de 14 pisos.

“Los ascensores se arreglaron el año pasado”, dijo Haji Moi Wali Khan, que trabaja en el edificio de al lado. “Pero unas semanas atrás tuve que subir a pie hasta arriba. En nuestro país nada funciona du-rante mucho tiempo”.

en Kabul, las personas temen a los elevadores

LYNseY AddArio PArA tHe NeW YorK tiMes

Ascensores hechos en la era soviética del cine Pamir en Kabul fueron restaurados en 2010 pero ya no funcionan.

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Persiste temor por el saqueo de cientos de misiles en revueltas de Libia

POR ARAM ROSTON y DAVID ROHDE

En momentos en que los genera-les de Egipto llevan al país hacia un nuevo gobierno civil tras la caída del presidente Hosni Mubarak, las pre-guntas sobre un programa de ayu-da militar estadounidense se hacen eco de una incomodidad mayor: ¿Las fuerzas armadas, que tienen profundos intereses en un sistema que les proporcionó un gran poder económico y político, se mostrarán dispuestas a perderlo todo?

Algunos especialistas dicen que el programa de ayuda, que dio a los militares egipcios alrededor

de US$40 mil millones desde el co-mienzo del programa -en el marco del acuerdo de Camp David que fir-maron en 1979 Egipto e Israel-, ha mantenido una burocracia militar proclive a la corrupción.

“Va a ser un punto álgido en el fu-turo próximo. Estoy seguro de que los generales, el Consejo Supremo Militar, son un gobierno de facto con una economía propia”, dijo Christopher Davidson, especialista en Egipto y profesor de la Universi-dad de Durham en Inglaterra.

Robert Springborg, profesor de la Escuela Naval de Posgrado de Monterey, California, que se dedica

al estudio de las fuerzas armadas egipcias, señaló que al pagar siste-mas de armas caros el programa de ayuda “les permitió a los militares de Egipto usar los recursos propios con otros fines”.

Sólo una parte del dinero va a pa-rar a manos de las fuerzas arma-das egipcias. El Pentágono paga de forma directa a las firmas estado-unidenses que elige para la fabrica-ción y el envío de tanques, aviones, armas y municiones a Egipto. Los grupos opositores egipcios dicen que Mubarak y los generales de todos modos lograban desviar fondos. Los funcionarios estado-unidenses, por su parte, insisten en que el diseño del programa -conocido como Ventas Militares al Exterior- asegura que no puede robarse el dinero.

De todos modos, Estados Unidos tiene considerablemente menos control sobre la manera en que se usan los equipos una vez que llegan a Egipto. Varios ex milita-res estadounidenses opinan que con frecuencia el mantenimiento de la ayuda se imponía a la deter-minación de su eficacia. Los US$1 mil 300 millones que los militares reciben por año explicó un coronel retirado, pasan a considerarse “un derecho”.

Una flota de aviones Gulfstream es uno de los ejemplos. El coronel retirado, que trabajó en la oficina de Cooperación Militar de la emba-jada de Estados Unidos en El Cairo, señaló que los egipcios le asegura-ban que los aviones se utilizarían para “cartografía” pero que “para nosotros era evidente” que se iban a usar para el transporte de funcio-narios civiles.

Los oficiales trataron de impedir el acuerdo, recordó, pero “nuestros

contactos en el Ministerio de De-fensa presionaban” para asegurar la aprobación de la venta.

Los militares egipcios usaron los Gulfstreams para sus dignatarios, y los aviones de lujo se convirtieron en un símbolo popular de los excesos del gobierno de Mubarak. El Pentá-gono sigue pagando US$10 millones al año por el mantenimiento de los nueve aviones.

Funcionarios militares egipcios se negaron a hacer declaraciones para este artículo.

La flota les ha costado US$333 millones a los contribuyentes esta-dounidenses, dijo el funcionario. El Departamento de Estado de Esta-dos Unidos, que tiene jurisdicción en el programa, dijo que la ayuda era “clave para asegurar la conti-nuidad del papel de Egipto como lí-der regional capaz de actuar como influencia moderadora”.

El general Michael A. Collings,

oficial retirado de la Fuerza Aérea que fue el representante militar estadounidense de rango más al-to en Egipto entre 2006 y 2008, se desempeñó como representante de defensa y jefe de la oficina de Cooperación Militar de la embaja-da de Estados Unidos. Señaló que los estadounidenses no podían de-terminar cuál era el destino final de los fondos en el seno de la rama empresarial de las fuerzas arma-das de Egipto, un grupo formado por fábricas, establecimientos ru-rales y empresas de tecnología de avanzada. Si bien insistió en que no hubo robos de dinero de ayuda estadounidense, agregó que la co-rrupción era endémica.

“Lo que me preocupa es la pobla-ción egipcia, que ya sufrió bastan-te”, dijo. “Se merece algo mejor.”

Altos funcionarios militares egipcios le contaron que Mubarak distribuía dinero entre los genera-

les más importantes, declaró. “Era algo sistemático”.

En algunos casos, tanto el equipo militar como productos con fines de lucro se fabrican en un mismo complejo propiedad de las fuerzas armadas. Los militares egipcios tienen una empresa conjunta con Chrysler para la producción de Jeeps: el Wrangler civil para la venta en Oriente Medio, y también un Wrangler que usa el ejército egipcio.

Springborg se mostró escéptico respecto de que los egipcios pudie-ran mantener una separación entre la producción civil y la militar.

El general Collings, por su parte, opina que la producción del tanque Abrams M1A1, por la que el Pentá-gono le paga a General Dynamics para el envío de tanques a Egipto, “se relaciona tanto con la creación de empleos como con la compra de equipamiento militar”.

Lujosos aviones del Pentágono, entre excesos de Mubarak.

Neil MacFarquhar colaboró con información desde El Cairo, Egipto.

Ejército egipcio desvió fondos para seguridad

AndreA Bruce PArA The new York Times

el ejército egipcio produce tanques Abrams m1A1 en el marco de un proyecto militar y “de empleo”.

POR C. J. CHIVERS

Los analistas del área de seguri-dad dicen que la revuelta en Libia representa una amenaza para la seguridad a largo plazo -que las armas robadas de las reservas del gobierno puedan llegar a circular ampliamente-, incluidos misiles antiaéreos con detección de calor, y ser utilizadas contra aviones co-merciales civiles.

Fotos y videos de la revuelta muestran a civiles cargando una serie de armas militares libias -como el SA-7, un misil portátil de primera generación de la misma fa-milia que el más conocido Stinger-, hecho que preocupa desde hace tiempo a las agencias de inteligen-cia ya que podrían caer en manos de terroristas.

Ejemplos anteriores de arsenales estatales que fueron saqueados por civiles -ya sea en Uganda en 1979, Albania en 1997 o Irak en 2003- han demostrado que una vez que estas armas salen de la custodia estatal pueden venderse a través de mer-cados negros a otros países y gru-pos para ser utilizadas en guerras donde pueden presentar problemas

desestabilizadores y de duración prolongada.

Los analistas están particular-mente preocupados por los misiles con detección de calor, conocidos como Sistemas de Defensa Aérea Portátiles, o Manpads.

“El peligro de que estos misiles

acaben en manos de terroristas e insurgentes fuera de Libia es ab-solutamente real”, dijo Matthew Schroeder, director del proyecto de Control de Ventas de Armas en la Federación de Científicos Esta-dounidenses de Washington. “Pro-teger estos misiles debería ser una prioridad máxima de la comunidad de inteligencia estadounidense y sus homólogas en el exterior”.

La principal amenaza no son los rebeldes propiamente dichos, que quieren solidaridad y apoyo inter-nacional, dijeron los analistas. La preocupación es más bien que, des-de el momento que estos misiles se pueden vender en los mercados ne-gros, los oportunistas los ofrezcan a terceros –llevándolos al comercio clandestino –.

Por décadas, Kadafi gastó mucho para equipar a sus fuerzas y reunir municiones y armas de reserva. Se lo ha acusado de comprar armas para pasarlas a grupos extranjeros, como los combatientes palestinos e irlandeses, grupos rebeldes y go-biernos en África Subsahariana.

Las armas que han salido a relu-cir confirman que pese a las san-

ciones internacionales, Libia ha-bía adquirido armas de múltiples vendedores del ex bloque oriental, acumulando un arsenal que parece el botín de las ventas de liquidación de la guerra fría. Los equipos re-cientemente adquiridos por los re-beldes van de tanques descartados diseñados hace más de medio siglo hasta variantes de rifles de ataque rusos relativamente recientes. A esto se suman rifles de proceden-cia rumana, húngara y rusa, ade-más de montones de municiones de Norinco, uno de los principales fabricantes de armas de China.

Peter Danssaert, investigador del Servicio Internacional de Infor-mación para la Paz en Bélgica que cubre la proliferación de armas en Europa Oriental y África, dijo que ahora que las armas están fuera de la custodia del gobierno, son pocas las que podrán recuperarse.

“Salieron para siempre” de la responsabilidad estatal, dijo.

Nic Marsh, que investiga el co-mercio de armas pequeñas para el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, sostiene que las armas podrían ir a Chad o Sudán, a Arge-

lia o a combatientes palestinos.Si las batallas en Libia se prolon-

gan, ambos bandos podrían impor-tar armas para apuntalar su lucha. Pero cuando se resuelva la revuel-ta, si la historia sirve de guía, las ar-mas serán vendidas una por una.

En estos casos, como sucedió en Albania a fines de los 90, las armas pasan a ser materias primas, y se pueden formar redes de contra-bando para moverlas. Los rifles de asalto en África se cotizan en algunos casos en varios cientos de dólares. Las armas que circulan ac-tualmente en Libia, recién salidas de los arsenales y en buenas condi-ciones, podrían valer más - crean-do un incentivo para introducirlas luego en los mercados-.

Los Manpads, dijeron los ana-listas, son mucho más difíciles de adquirir y obtendrían precios sig-nificativamente más altos pudien-do atraer su propio subgrupo de compradores. En referencia a las organizaciones terroristas, Dans-saert dijo: “Cuando los tipos fuera del país se den cuenta de que hay Manpads disponibles, tratarán de conseguirlos”.

TYLer hicks/The new York Times

expertos creen que las armas libias podrían terminar en manos de terroristas. en la foto, rebelde con un misil que habría sido del ejército libio.

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e l m u n d o

poderosos programas de software efectúan el trabajo que antes hacían legiones de diseñadores y dibujantes. Y el software también avanza en tareas que antes eran patrimonio de contadores y ejecutivos hipotecarios y de crédito.

“La gente se aburre o tiene frecuentes dolores de cabeza”, dijo Herr. “Las computadoras, no.”

Esas nuevas formas de automatización han re-abierto el debate sobre las consecuencias económicas de la tecnología.

David H. autor, profesor de economía del Massachu-setts Institute of Techno-logy, dice que la economía de Estados Unidos se está “vaciando”. Los nuevos empleos, señala, surgen en la base de la pirámide económica. Los empleos del medio se pierden a ma-nos de la automatización y la tercerización. El cre-cimiento del empleo en la cima se desacelera debido a la automatización.

“El impacto económico va a ser enorme”, declara Tom Mitchell, presiden-te del departamento de Aprendizaje Mecánico de la Universidad Carne-gie Mellon en Pittsburgh. “Estamos en el comienzo de un período de diez años de transición de computa-doras que no entienden el lenguaje a otras que sí lo comprenderán”.

Las tecnologías más bá-sicas de descubrimiento electrónico utilizan pala-bras de búsqueda espe-cíficas para encontrar y clasificar documentos. Los programas más avanza-dos filtran los documentos a través de una extensa red de definiciones de frases y palabras. El software que adopta un abordaje socio-lógico imita las facultades deductivas de Sherlock Holmes.

Cataphora, una com-pañía de selección de in-formación de Silicon Va-lley, hace que su software analice los documentos en busca de las actividades e interacciones de personas: quién hizo qué y cuándo, y quién habla con quién. La computadora se concentra en las “anomalías digita-les” que los delincuentes de guante blanco crean cuando tratan de ocul-tar sus actividades. Por ejemplo, el software puede detectar los momentos de “llámeme”, esos incidentes en que un empleado decide ocultar un acto en particu-lar por medio de una con-versación privada.

“Permite demostrar quién filtró información, quién es influyente en la

organización o cuándo un documento delicado, se está editando una canti-dad no habitual de veces o de formas no acostum-bradas”, dice Elizabeth Charnock, fundadora de Cataphora.

El software también puede detectar cambios sutiles de estilo en una co-municación por e-mail. “Se tiende a usar menos infini-tivos cuando se piensa que el FBI puede estar leyen-do la correspondencia”, declara Steve Roberts, el gerente de tecnología de Cataphora.

Esas herramientas es-tán en deuda con una fuen-te impensada, si bien apro-piada: la base de datos de correo electrónico conoci-da como Enron Corpus.

En octubre de 2003, Andrew McCallum, espe-cialista en informática de la Universidad de Massa-chusetts en Amherst, leyó que el gobierno federal te-nía más de cinco millones de mensajes del proceso de Enron Corporation.

Compró una copia de la base de datos por US$10 mil y la puso a disposición de investigadores aca-démicos y de empresas. Desde entonces, se ha con-vertido en la base de una nueva ciencia. El Enron Corpus se tradujo en una mejor comprensión de la forma en que se usa el len-guaje y de cómo funcionan las redes sociales.

Algunos especialistas admiten que la tecnología tiene sus límites. “Alguien tiene que leer los documen-tos que el proceso elimina”, dice Herbert L. Roitblat, de Orca Tec, una consultora de Atlanta.

La cuantificación del impacto de esas nuevas tecnologías en el empleo es difícil. Mike Lynch, fun-dador de Autonomy, una firma de descubrimiento electrónico británica, esti-ma que el desplazamiento del estudio manual de do-cumentación al electrónico derivará en una reducción de personal que significará que un solo abogado baste para un trabajo que antes hubiera requerido 500. Y que la última generación de software, que detecta duplicados y grupos de do-cumentos , eliminaría otro 50 por ciento del personal.

Herr usó software de descubrimiento electróni-co para reanalizar el tra-bajo que hicieron los abo-gados de su empresa en los años 80 y 90. Determinó que sus colegas humanos sólo habían tenido una exactitud del 60 por ciento.

“Se gastó mucho dinero para lograr algo apenas mejor que lanzar una mo-neda al aire”, declara.

Automatización para todas las profesiones

Viene de la página 1

y Twitter. Las últimas inves-tigaciones mostraron que de 2006 a 2009, la conexión a blogs entre las edades de 12 a 17 años cayó a la mitad, y ex bloggeros dijeron que estaban muy ocupados co-mo para ponerse a escribir textos largos.

En Asia, los operadores están demasiado ocupados como para hacer una pausa. Los mercados de fuerte

crecimiento en la región se están actualizando con má-quinas de alta velocidad que pueden completar operacio-nes en 90 microsegundos, y apuntan a convertirse en una terminal para los inver-sores internacionales. Hong Kong dijo que ampliará su horario de operaciones y acortará la pausa para el almuerzo; Singapur está eliminando su corte al me-diodía.

“Comemos en nuestro escritorio siempre”, dijo a The Times Hani Shalabi, que supervisa las operacio-nes bursátiles electrónicas

para los clientes de Crédit Suisse en la región Asia-Pacífico. La velocidad es lo que gana y no sólo para los operadores. Corea del Sur afirma tener las conexiones a Internet más rápidas del mundo, pero el gobierno quiere que sean más velo-ces aún. Para fin de año, proyecta conectar cada vi-vienda del país con Internet a un gigabit por segundo. Lo cual implica un aumento diez veces superior a la nor-ma nacional, informó The Times.

“La cosa ahora es a qué velocidad se recibe el con-

tenido”, dijo a The Times Kiyung Nam, un portavoz de Samsung Electronics. “La gente quiere descargar y disfrutar su contenido al instante.” ¿Chocaremos a la larga contra una pared? Quizá. Pero nos adap-taremos, y rápido. West sabe que la tendencia no es ascendente para siem-pre. Dice que la historia humana se define por una tensión constante entre el crecimiento incesante y los recursos limitados, que se agotan más rápido de lo que se agota el tiempo.

ANITA PATIL

Viene de la página 1

nuesto apurado porvenir

Sus comentarios son bienvenidos en [email protected].

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6� Domingo, 13 DE marzo DE 2011

e l �m undo

POR SIMON ROMERO

CAUCASIA, Colombia — Para aprovechar el incremento en los úl-timos 10 años en los precios del oro, los combatientes de múltiples ban-

dos de la guerra interna, que tie-ne cuatro déca-das, de este país, hoy incursionan en la minería de oro.

Entre el los están las gue-

rrillas izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Co-lombia, o FARC, y los grupos arma-dos que surgieron de las cenizas de los escuadrones paramilitares de derecha.

Aun cuando las autoridades co-lombianas hacen alarde de victo-rias en ataques con bombas contra comandantes rebeldes de alto ran-

go y la erradicación de enormes extensiones de coca (la planta uti-lizada para fabricar cocaína, el sus-tento financiero de los insurgentes durante mucho tiempo) las faccio-nes resistentes se han adaptado al unirse a una fiebre del oro que, por todas las sofocantes cuencas flu-viales alrededor de Medellín, arra-sa con la selva y deja atrás paisajes tipo lunar.

Nuevas minas aparecen casi se-manalmente, al tiempo que el oro continúa vendiéndose a precios que se aproximan a un histórico nivel récord.

El rol de las guerrillas y las nue-vas agrupaciones criminales ha convertido a Antioquia, el depar-tamento, o provincia cuya capital es Medellín, en una de las regiones más mortales y más ambiental-mente devastadas de Colombia.

Los mineros en las zonas rurales donde no impera ninguna ley utili-zan mercurio líquido para separar el oro de los sedimentos del río. Aproximadamente 60 toneladas de

ese metal son liberadas al medio ambiente de la provincia cada año, por unos 30 mil mineros que toman parte en la fiebre de oro.

“Colombia ocupa el nada honro-so primer lugar como el contami-nador de mercurio per capita más grande del mundo por la minería de oro artesanal”, dijo Marcello Veiga, ingeniero minero que encabezó un estudio de las Naciones Unidas so-bre la contaminación de mercurio, en Antioquia.

Más de 60 atentados con grana-das fueron perpetrados el año pa-sado en Caucasia, ciudad de aproxi-madamente 100 mil habitantes con un distrito en el centro de tiendas que compran oro. En gran parte, involucran a dos grupos armados, los Urabeños y los Rastrojos, que compiten por el control de las mi-nas de oro.

Se cree que ambos grupos tienen más de mil 200 combatientes en sus filas. Cada uno emergió de los grupos paramilitares que se supo-nía se habían desmovilizado hace

años. En ocasiones, estos herede-ros de los paramilitares trabajan con las FARC, lo que ilustra la natu-raleza postideológica del conflicto actual.

Las guerrillas y los grupos de-lictivos incursionan en el oro no solamente porque es rentable, sino porque es un producto legal, a di-ferencia de la cocaína, dijo Leider-man Ortiz, editor de un pequeño periódico, en Caucasia, y quien so-brevivió a un ataque de granada el año pasado, ocurrido luego de que describió la nueva dinámica del ne-gocio del oro de la región.

El presidente, Juan Manuel Santos, dijo que las FARC habían nombrado a un comandante con

el nombre de batalla de Mauricio para supervisar las actividades mineras de oro del grupo.

Santos ha ordenado operativos a más de 50 minas ilegales en las últimas semanas. En febrero, las fuerzas de seguridad desplegaron helicópteros desde Caucasia hasta Antioquia y la región de Córdoba. Un escuadrón policiaco de élite descendió sobre una mina cerca de la aldea de Cargueros, donde unos 100 mineros laboraban bajo el sol.

“Ahora es mucho más difícil cul-tivar coca debido a la erradicación, así que ¿qué opciones tengo?”, di-jo el minero Elkin Jiménez, de 30 años. En un buen mes, dijo, podía ganar US$1 mil, unas tres veces el salario mínimo de Colombia.

En voz muy baja, varios de los mi-neros dijeron que tenían que pagar dinero por protección para trabajar en la mina.

“Todo lo que puedo decir es que el que tiene la pistola, da las órdenes”, dijo Octavio Hernández, minero en Anorí.

POR SIMON ROMERO y MARÍA EUGENIA DÍAZ

CARACAS, Venezuela — Los arquitectos aún llaman al rasca-cielos de 45 pisos la Torre de David,

en honor a David Brillembourg, el audaz financiero que lo constru-yó, en los años 90. El área de aterrizaje para helicópteros en su techo sigue

intacto, como recuerdo de las li-musinas aéreas que alguna vez se suponía dejarían a los banqueros en su trabajo.

La torre de oficinas, uno de los rascacielos más altos de Latino-américa, estaba destinada a ser un emblema del espíritu empren-dedor de Venezuela. Pero aquella época ya quedó en el pasado. Hoy en día, con más de 2 mil 500 pose-sionarios que lo han convertido en su hogar, el edificio simboliza algo totalmente diferente en el centro de esta ciudad.

Los propietarios viven en la torre inconclusa, que carece de varios servicios básicos, como un eleva-dor. El hedor a aguas servidas per-mea los pasillos.

El rascacielos, rodeado de anun-cios panorámicos y murales que proclaman el avance de la “revo-lución bolivariana” del presidente Hugo Chávez, es un símbolo de la crisis financiera que golpeó al país en los 90, el ampliado control esta-tal de la economía que llegó des-pués de que Chávez asumió el car-go en 1999 y la escasez de vivienda que ha empeorado desde entonces,

lo que ha llevado a invasiones ge-neralizadas de posesionarios en esta ciudad. Pocas de las terrazas del edificio tienen barandales, pe-ro docenas de antenas parabólicas de DirecTV salpican los balcones. La torre tiene algunas de las vistas más impresionantes de Caracas.

“Nunca pierdo de vista a mi hija”, dijo Yeaida Sosa, de 29 años, quien vive con su hija de 1 año, Dahasi, en el séptimo piso que domina una bulliciosa arteria, la Avenida An-drés Bello. Sosa comentó que los residentes quedaron horrorizados después de que una niña recien-temente murió al caer de un piso alto.

“Dios decide cuándo entramos a su reino”, dijo Enrique Zambrano, de 22 años, electricista que vive en el 19 piso.

Zambrano, como muchos de los otros posesionarios en el rascacie-los, dice ser cristiano evangélico. Su pastor es Alexander Daza, de 33 años, ex pandillero que encontró la religión en la cárcel. Daza, común-mente conocido como El Niño, en-cabezó la ocupación de la Torre de David, en octubre del 2007.

El edificio ya tenía más de una década de estar vacío. Su desarro-llador, Brillembourg, criador de caballos, murió de cáncer a los 56 años en 1993 y dejó atrás compa-ñías emproblemadas. El Gobierno absorbió sus activos, entre ellos el rascacielos inconcluso, durante una crisis bancaria, en 1994.

Anteriormente una de las ciu-dades más desarrolladas de Lati-noamérica, Caracas hoy enfrenta una aguda escasez de vivienda de unas 400 mil unidades, lo que en-gendra las invasiones de edificios. En el área alrededor de la Torre de David, los invasores han ocupado 20 propiedades más.

Elefantes blancos en diferentes partes de la ciudad, como el centro comercial Sambil, cerca de la Torre

de David e incautado por el Gobier-no, actualmente albergan a las víc-timas de inundaciones.

La construcción privada de vi-vienda en Caracas prácticamente se ha detenido a causa de temores de expropiación gubernamental. El Gobierno, obstaculizado por la ineficiencia, ha construido poca vi-vienda propia para los pobres.

Los posesionarios de la Torre de David, que viven en 28 pisos y planean subir más, han creado una semblanza de orden dentro del ras-cacielos.

Centinelas con walkie-talkies vigilan las entradas. Cada piso habitado cuenta con electricidad, conectada de forma improvisada a la red, y el agua es transportada

desde la planta baja. Por aparte, a los residentes les

molesta ser calificados como “inva-sores” y prefieren la palabra menos polémica de “vecino”.

José Hernández, de 30 años, duerme con su esposa e hija en una sola cama debajo de una tela mos-quitera, como protección contra el dengue. En su apartamento en una esquina del edificio, alguna vez destinado a ser la oficina de un ban-quero, mostró la vista, que incluía el minarete de una mezquita y, en la distancia, Petare, el mosaico de ba-rriadas en las faldas de los cerros donde creció. Ahora Hernández se pone corbata y saco cada día y se va a trabajar a, irónicamente, un banco.

“Me dicen invasor y trabajo en el departamento de crédito del Banco de Venezuela”, dijo Hernández, en referencia a la institución paraes-tatal que, afirma, lo emplea. “La sociedad nos odia, y el Gobierno no sabe qué hacer con nosotros. ¿Realmente creen que queremos vivir en la Torre de David?”.

fotografías por MErIDItH KoHUt para tHE NEw YorK tIMEs

Minas ilegales se multiplican al subir los precios del metal.

en�lÍneA:�Voces�de��inVAsoresPosesionarios cuentan sus historias en un video que muestra sus hogares, en Caracas: video.nytimes.com

Extracción de oro sirve de sostén a las actividades de la guerrilla colombiana

Rascacielos de Caracas ocupados por invasores

Jenny Carolina González y Toby Muse contribuyeron con datos desde Bogotá, Colombia.

Una torre inconclusa está entre los edificios ocupados por posesionarios en Caracas, que tiene una escasez de 400 mil viviendas.

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Domingo, 13 DE marzo DE 2011� 7

e l m u n d o

POR DAVID BARBOZA

SHANGHAI — El año pasado, abrió aquí un cos-toso complejo residencial de ladrillo rojo, equipado con una estética, una sala de cine, salones de juegos y una suite de karaoke que ofrece lo más reciente en música pop.

Los residentes no son yu-ppies (profesionistas jóve-nes) chinos. Son pacientes de mayor edad que padecen el mal de Alzheimer.

“Éste es el mejor lugar que podríamos imaginar”, dice Miao Yuqiang, cho-fer de autobús, de 49 años,

quien ayudó a su madre de 81 años a inscribirse en el Asilo de Ancianos Número 3 de Shanghái. “Para cuan-do encontramos este asilo, estábamos desesperados”.

Mientras muchos países batallan para hacerle frente a poblaciones rápidamente envejecientes, en China se pronostica que dentro de tres décadas podría haber casi 400 millones de perso-nas mayores de 60 años, así como un decreciente nú-mero de personas en edad laboral para atenderlos, en parte debido a la política de un solo hijo.

Al reconocer la dificul-tad que se avecina, China empieza a educar al públi-

co y a la comunidad médica respecto de la demencia, y las ciudades grandes hacen planes para construir nue-vas instalaciones, como el asilo antes mencionado.

El cambio en actitudes es notable. Hace 10 años, a muchas familias les daba vergüenza admitir que sus ancianos padecían esa en-fermedad.

En Shanghái, la ciudad más rica y más dinámica de China, aproximadamente 12 mil residentes padecen el mal de Alzheimer o al-guna forma de demencia. Pero las autoridades muni-cipales pueden identificar sólo un puñado de asilos que están capacitados pa-ra atender a pacientes con demencia.

Lu Peiyu ha estado ba-tallando para encontrar un lugar para su marido de 63 años, quien fue diagnos-ticado con demencia hace tres años. El ex contador permanece sentado en ca-sa porque no encuentran a nadie que pueda atenderlo.

“Pensábamos en enviar-lo a hospitales, pero se esca-pó dos veces en dos años”, dijo su yerno. “El problema es que hasta ahora no hay una sola casa de reposo que ofrezca un lugar adecuado para mi suegro. Los hospi-tales profesionales están llenos, y los asilos privados no cuentan con personal calificado”.

Para hacer frente a una severa escasez de casas de reposo, Shanghái propone lo que llama el plan 90-7-3, que significa que el 90 por ciento de los ancianos ne-cesitará ser atendido en casa, mientras que el 7 por ciento hará visitas ocasio-nales a un centro comuni-tario y el 3 por ciento vivirá en asilos.

Zhang Fan, subdirector

fotografías por QILaI sHEN para tHE NEW YorK tIMEs

China cree urgente el tener más asilos. En la foto, sala de recreación en el asilo de ancianos Número 3, en shanghái.

Buscan formas de cuidar a 400 millones de ancianos.

Chen Xiaoduan contribuyó con investigación a este artículo.

de bienestar social en la Oficina de Asuntos Civiles de Shanghái, indicó que el Ayuntamiento planea construir en cada distrito por lo menos un asilo que pueda cuidar a pacientes con demencia. “Necesita-remos por lo menos 5 mil camas adicionales cada año”, manifestó.

Zhang Naizi, presidente del Asilo de Ancianos Nú-mero 3, dice que el centro trata de cuidar a pacientes dementes con un sistema de atención personalizada que fue desarrollado pri-mero en Europa. El sistema

incluye mantener activos a los pacientes con juegos para ejercitar la memoria e insistir en que el personal del asilo constantemente haga contacto físico con los pacientes, al simplemente frotarles los brazos o las manos mientras platican con ellos, con la esperan-za de hacer que se sientan más seguros.

“Somos el primer centro profesional en el país para pacientes de demencia. Ha-ce 10 años, se les enviaba a salas psiquiátricas. Las cosas son distintas ahora”, dijo Zhang.

El Alzheimer comienza a hacer estragos en la población china

Miao Yuqiang dice que estaba desesperado por encontrar una casa de reposo para su madre.

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8� Domingo, 13 DE marzo DE 2011

c i e nc i a � y � t ecno log í a�

POR CLAUDIA DREIFUS

Emery Neal Brown, de 54 años, es profesor de anestesiología en la Facultad de Medicina de la Uni-versidad de Harvard, profesor de neurociencia computacional en el Instituto Tecnológico de Mas-sachusetts (MIT) y atiende pa-cientes en el Hospital General de Massachusetts. También dirige un laboratorio que busca responder una de las grandes interrogantes de la medicina: cómo funciona la anestesia. P. ¿Es la anestesia como estar en coma? R.�Es un coma inducido reversible. Al igual que en el caso de un coma causado por una lesión cerebral, el paciente está inconsciente, es in-sensible al dolor y no puede mover-se ni recordar. Sin embargo, una vez que pasa el efecto anestésico, el coma termina. P. ¿Es cierto que en realidad no sabemos cómo funciona la anes-tesia? R. De hecho se sabe mucho, y se descubren más cosas al tiempo que avanza la neurociencia. Defi-nitivamente, hemos sabido cómo hacer que la anestesia sea segura. Monitoreamos al paciente mien-tras está anestesiado. Sabemos qué es normal en términos de rit-mo cardiaco, presión sanguínea, temperatura, gases y demás. Si las cosas comienzan a alejarse de eso, intervenimos. P. Ha intentado descubrir cómo funciona realmente la anestesia. ¿Cómo lo ha hecho? R. Desde el 2004, hemos usado voluntarios y los hemos puesto bajo anestesia, aunque no en medio de cirugías. Al perder el conocimiento nuestros partici-pantes del estudio, escaneamos imágenes de sus cerebros con imágenes de resonancia magnéti-ca funcional (IMRf) y medimos la actividad cerebral con monitores de electroencefalografía. Pode-mos observar a la gente perder el conocimiento —y cómo diversas partes del cerebro cambian en actividad—. P. ¿Hubo problemas éticos en un estudio donde ponían a los partici-pantes en un estado inconsciente?

R. Definitivamente. La forma en que superamos las objeciones potenciales fue al reclutar a un conjunto singular de participantes para el estudio. Eran pacientes que ya se habían sometido a tra-queotomías: agujeros quirúrgicos en la garganta. Podíamos colocar un tubo en el orificio y conectarlo a un circuito de respiración. Si alguien mostraba problemas mientras usábamos el escáner, inmediatamente podríamos ayu-darlo a respirar. P. ¿Qué ha mostrado hasta ahora su estudio? R. Bajo anestesia general, el cerebro no cesa totalmente su actividad. Ciertas partes están apagadas; otras bastante activas —no sólo “activas”, sino que hay un nivel de actividad bastante regular—.

Nuestra observación es que es

esta actividad regular lo que evita que el cerebro transmita informa-ción y contribuye a un estado de in-consciencia. Es como dejar de co-municarse por una línea telefónica cuando la transmisión se bloquea. Así que en algunas partes lo que vemos es que esa actividad cesa, lo que resulta en inconsciencia. En otras partes, vemos más actividad de lo normal. Eso también lleva a inconsciencia. P. ¿Por qué tomaría alguien como Michael Jackson el anestésico Pro-pofol para el insomnio? R. Sólo puedo ofrecer conjeturas. Sin embargo, ese incidente es otra razón por la que pienso que necesitamos ser más precisos al describir lo que hacemos. Si un anestesiólogo dice, “ahora vamos a dormirlo”, hay gente que podría pensar que es un medicamento para el sueño. En resumidas cuen-tas, cuando se está bajo anestesia, se está en un estado similar a un coma.

POR PAM BELLUCK

Tal como aparece en la pelícu-la El discurso del Rey, Jorge VI li-bró una lucha con la tartamudez. En el filme, el tartamudeo del monarca es agravado por situa-ciones estresantes, como hablar en público. Habla mejor cuando juega con sus hijas. También se le facilita hacerlo cuando canta sus palabras o las salpica con maldi-ciones, o cuando la música a todo volumen le impide escucharse a sí mismo.

En la actualidad, los científicos comienzan a desenmarañar las complicadas raíces del tartamu-deo, con la esperanza de descu-brir un mejor tratamiento.

Al refutar ideas erróneas de mucho tiempo respecto de que las causas subyacentes son proble-mas del lenguaje o psicológicos, como ansiedad o trauma, investi-gadores señalan que el tartamu-deo es, en realidad, un problema de producción del habla.

“Las personas tartamudas padecen dificultades motoras para hablar con fluidez”, explicó Luc De Nil, patólogo del habla y del lenguaje en la Universidad de Toronto. “No tienen dificultades para desarrollar palabras o sin-taxis, aunque podrían procesar el lenguaje de manera distinta. Tienen dificultad con una coor-dinación eficiente de movimien-tos motores, y el habla es una habilidad motriz fina altamente demandante que requiere una secuencia y oportunidad extre-madamente veloz”.

El tartamudeo, que afecta a alrededor del 5 por ciento de los niños, normalmente comienza entre los 2 y los 6 años de edad. Mientras que más o menos el 50

por ciento de los tartamudos tie-ne familiares que han padecido ese problema, hasta el momento es imposible saber quién lo desa-rrollará.

“En realidad, no hemos podido descubrir indicios del tartamu-deo antes del primer día en que surge”, comentó Nan Ratner, experta en la Universidad de Maryland. El que se presente a una edad no muy temprana con-tribuyó a mitos de que una mala crianza de los padres podría pro-vocar el tartamudeo, dijo. Por lo común, inicia “cuando se comien-za con la gramática del idioma”.

La complejidad de la gramáti-

ca, de hecho, parece ser parte del problema. El cerebro de los tar-tamudos responde a errores de significado igual que el cerebro de los hablantes normales, pero tienen una reacción mucho me-nor a los errores gramaticales, señaló Anne Smith, experta en tartamudeo, en la Universidad de Purdue.

Por razones que no son cla-ras, es dos veces más probable que los varones tartamudeen, y hasta cuatro veces más probable que el problema continúe hasta la edad adulta. Alrededor del 75 por ciento de los niños deja de tarta-mudear, algunos con terapia o sin ella, pero es imposible predecir

quién se recuperará. Hasta la fecha, los medicamen-

tos han mostrado resultados po-co impresionantes, o han causado efectos secundarios severos, y los expertos dicen que el problema es tan complejo que es poco pro-bable que una sola pastilla cure por completo el tartamudeo.

Sin embargo, los científicos es-tán hallando algunas respuestas. Al examinar las imágenes cere-brales de personas que comen-zaron a tartamudear de niños y de quienes comenzaron a hacerlo después de una embolia, De Nil ha descubierto un exceso de acti-vidad en áreas involucradas con el control motor del habla y con la coordinación de movimientos necesarios para hablar.

Estas áreas cerebrales podrían estar trabajando de más porque los tartamudos no desarrollan “el patrón automático del habla” que tiene la gente que no tartamudea, aseveró Smith.

Sólo alrededor de una tercera parte de los niños tartamudos su-fre otros problemas de lenguaje o del habla, pero Ratner descubrió que, aunque el desempeño de al-gunos tartamudos en pruebas estandarizadas se ubica dentro de los límites normales, en pro-medio, su puntuación es más baja que la de los niños que no padecen el problema.

Es casi seguro que los genes juegan un papel en aproximada-mente la mitad de todos los casos de tartamudeo; los factores del entorno también podrían contri-buir. El trauma y el estrés no pro-vocan tartamudeo, pero pueden exacerbarlo, indicó Ratner, y el tartamudeo puede causar ansie-dad, lo que empeora la situación.

agence france-presse

Los niños tienen el doble de probabilidades de padecer de tartamudeo que las niñas; el rey Jorge VI, en la fotografía, desarrolló ese problema del habla cuando tenía 4 años de edad.

Bryce VIckmark para The new york TImes

Los anestésicos bloquean ciertas transmisiones cerebrales, pero otras partes están activas, opina emery neal Brown (en la foto).

Estudios desestiman la mala crianza como causante.

La anestesia es como caer en un coma reversible.

Estudian a fondo el tartamudeo

¿Cómo trabaja el cerebro bajo efectos de anestesia?

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Domingo, 13 DE marzo DE 2011� 9

c i e n c i a y t e c n o l o g í a

POR TARA PARKER-POPE

Una nueva área de la investiga-ción psicológica, llamada autocom-pasión, estudia qué tan amablemen-te se ven las personas a sí mismas. Los que encuentran fácil apoyar a otros a menudo obtienen una pun-tuación sorprendentemente baja en los tests de autocompasión, al re-prenderse por fracasos percibidos.

La investigación sugiere que aceptar las imperfecciones puede ser el primer paso hacia una mejor salud. Las personas que obtienen altas calificaciones en los tests de autocompasión sufren menos depresión y ansiedad, y tienden a ser más felices y más optimistas. Datos preliminares sugieren que

la autocompasión podría ayudar a algunas personas a perder peso.

Kristin Neff, pionera en el campo, dice que la autocompasión no debe confundirse con la autoindulgencia o los estándares más bajos.

“En mi investigación encontré que la mayor razón por la que las personas no son más autocompasi-vas es que temen volverse autoin-dulgentes”, expresó Neff, catedrá-tica adjunta de desarrollo humano

en la Universidad de Texas, en Aus-tin. “Creen que la autocrítica es lo que las mantiene a raya”.

Cuando las personas encuentran que batallan en el trabajo, o que au-mentan de peso, muchas caen en un ciclo de autocrítica y negatividad. Eso las deja sintiéndose aún menos motivadas para cambiar.

“La autocompasión es verdade-ramente buena para la motivación”, añadió. “Con la autocompasión, si te preocupas por ti mismo, haces lo que es saludable”.

Neff desarrolló una escala de 26 postulados con la intención de determinar con cuanta frecuencia son amables las personas consigo mismas, y si reconocen que los al-

tibajos son simplemente parte de la vida.

Una respuesta positiva a la afir-mación: “Desapruebo y critico mis propios defectos e ineptitudes”, por ejemplo, sugiere falta de autocom-pasión. “Cuando me siento incom-petente de alguna manera, trato de recordarme que los sentimientos de incompetencia son compartidos por la mayoría de las personas” su-giere autocompasión.

Un estudio del 2007 sugirió que hasta una intervención menor de autocompasión podría influir en los hábitos alimenticios. Como par-te del estudio, se les pidió comer donas a 84 estudiantes universita-rias.

A un grupo, sin embargo, se le di-jo: “Espero que no sean exigentes consigo mismas. Todo el mundo en el estudio come esto”.

Después se les pidió a las mujeres que probaran dulces. Los investiga-dores encontraron que las mujeres que normalmente estaban a dieta o que tenían sentimientos de culpa-bilidad respecto de los alimentos prohibidos comieron menos tras escuchar las palabras de consuelo del instructor. Las que no recibie-ron ese mensaje, comieron más.

“La autocompasión”, apuntó Jean Fain, psicoterapeuta en la Escuela Médica de Harvard, “es el ingrediente que falta en toda dieta y plan para perder peso”.

POR KENNETH CHANG

En un par de años, cuando mu-cho, los turistas podrían viajar al espacio a bordo de un avión es-pacial Virgin Galactic, al pagar US$200 mil por aproximadamente cuatro minutos de ingravidez.

Sentado en el asiento de al lado podría estar un científico trabajan-do en algún experimento de inves-tigación.

La ciencia podría resultar ser un gran negocio para Virgin y otras compañías que quieren ofrecer viajes cortos arriba de los 99 kiló-metros de altitud que marca la en-trada oficial al espacio exterior, con el tiempo en una base diaria.

Un boleto de US$200 mil es caro, pero en comparación con los millo-nes de dólares que típicamente gas-ta la NASA para llevar experimen-tos al espacio, “es revolucionario”, dijo S. Alan Stern, vicepresidente asociado de la división de ciencias del espacio del Instituto de Inves-tigación del Suroeste, en Boulder, Colorado.

El Instituto de Investigación del Suroeste ha pagado el depósito pa-ra enviar a dos de sus científicos en el vehículo SpaceShipTwo de Virgin, que despegará desde Nue-vo México, y tiene la intención de comprar seis lugares más, o US$1.6 millones en boletos.

El instituto también va a comprar seis lugares de otra compañía subor-bital, XCOR Aerospace, de Mojave, California, que ha estado cobrando US$95 mil por asiento. El avión es-pacial Lynx de XCOR transporta solamente a dos personas: el piloto y el pasajero que paga su boleto.

Uno de los experimentos del insti-tuto observará cómo se comportan la tierra y rocas sueltas como las que cubren a los asteroides. Otro llevará un telescopio ultravioleta. El tercero es un arnés biomédico para medir el pulso, la presión san-guínea y otros parámetros físicos del científico durante el vuelo.

Con el tiempo, SpaceShipTwo po-

dría volar una o dos veces al día, y el Lynx está diseñado para realizar hasta cuatro vuelos diarios.

Otras dos compañías, Blue Ori-gin, creada por Jeff Bezos, funda-dor de Amazon.com, y Armadillo Aerospace, están desarrollando naves espaciales para el negocio del turismo.

La idea es que en unos años, cien-tos de vuelos suborbitales podrían estar despegando cada año. Aunque un vuelo ofrecería sólo unos minutos de ingravidez, el tiempo acumulado de los experimentos podría superar rápidamente al de la Estación Espa-cial Internacional, que tiene más de una década en órbita, dijo Stern.

“Por el momento, es casi imposi-ble hacer investigación en la esta-ción espacial”, dijo Mark Shelhamer, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, a quien le gustaría estudiar el equilibrio de las

personas y otras capacidades sen-soriales motoras antes y después de los vuelos suborbitales.

Los nuevos vehículos son proyec-tiles impulsados por cohetes que realizan un recorrido ascendente en forma de arco y después caen. En la cima del arco, los pasajeros flotan durante unos minutos.

Los vuelos suborbitales también permitirán que los científicos at-mosféricos exploren en detalle la atmósfera media de la Tierra, que se extiende de unos 50 hasta 80 ki-lómetros sobre la superficie y que no puede ser observada fácilmente desde la Tierra o satélites.

El Instituto de Investigación del Suroeste es el primer cliente cientí-fico que paga su boleto a Virgin, que ya ha recibido depósitos de más de 400 aspirantes a turistas espacia-les. George T. Whitesides, director ejecutivo de la compañía, dijo que el desarrollo de la ciencia y la tecnolo-

gía podría convertirse en un gran mercado. “Creemos que muchas aplicaciones y estudios nuevos prosperarán con ese acceso, que no existe en la actualidad”, dijo.

No todos los experimentos nece-sitan al científico como pasajero. Blue Origin, por ejemplo, ha selec-cionado tres cargamentos cien-tíficos que viajarán en vuelos de prueba no tripulados de su vehículo New Shepard. Uno de los científicos de Blue Origin es Joshua Colwell, profesor de física en la Universidad del Centro de Florida, en Orlando, quien desea comprender cómo las

partículas de polvo en los inicios del sistema solar se unieron a tra-vés de colisiones de baja velocidad y crecieron en tamaño hasta ser planetesimales de ocho kilómetros de ancho, que después se fusiona-ron en planetas.

Otro investigador de Blue Origin, Steven H. Collicott, de la Universi-dad de Purdue, en Indiana, busca descubrir cómo la tensión de la superficie, la fuerza que hace que la lluvia que cae se quede en gotas sobre las hojas, atrae a los líquidos en el espacio. Sin gravedad, estos efectos son las fuerzas dominantes sobre los líquidos.

Collicott dijo que los vuelos su-borbitales serán un complemento para la estación, no un reemplazo.

“En estos nuevos cohetes subor-bitales”, dijo, “podríamos tener tres minutos (de ingravidez), pero es mucho más barato. Es mucho más rápido”.

lou beach

Ofrecen ingravidez a US$200 mil, no por millones de dólares.

en línea: eres el MejorLos lectores pueden tomar un test de autocompasión:www.self-compassion.org

Se abaratan los boletos para viajar al espacio

Ser bueno con uno mismo podría garantizar un mejor estado de salud

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10� Domingo, 13 DE marzo DE 2011

d i n ero � y � n egoc i o s

POR STEPHANIE CLIFFORD, MOTOKO RICH

y WILLIAM NEUMAN

Los precios de la mayoría de los bienes de consumo subirán para este otoño, en opinión de minoris-tas, compañías alimenticias y fa-bricantes.

Los precios del algodón están cerca de su nivel máximo en más de una década, al tomar en cuenta la inflación, y los costos del cuero y el poliéster también están al alza. El cobre recientemente alcanzó su mayor precio en aproximadamente 40 años y el mineral de hierro, uti-lizado en la producción de acero, se vende a precios extremadamente altos. También están por los cie-los los precios del maíz, el azúcar, el trigo, la carne de res, la de cerdo y el café. Mientras tanto, la mano de obra se encarece a nivel global, así como los servicios públicos que permiten el funcionamiento de una planta productora.

El aumento en la demanda en países de rápido crecimiento como China ha contribuido a encarecer el costo de numerosas materias primas, aunque las autoridades en esos países, al igual que algunos de Europa, se muestran preocupados por presiones inflacionarias.

En Estados Unidos, la disposi-ción de las compañías de aumentar los precios demuestra que tienen mayor confianza en una recupera-ción económica interna.

Cuando los precios de las mate-rias primas empezaron a subir el verano pasado, muchos fabricantes y minoristas absorbieron los costos por temor a que los consumidores se negaran a pagar precios más altos durante la competitiva tem-porada decembrina o mientras la economía aún luciera frágil.

Ahora, muchas compañías gran-des alegan que deben incrementar sus precios para proteger algunas ganancias. No está claro si los con-sumidores pagarán. “Habrá un

contragolpe”, señaló Joshua Sha-piro, economista en jefe para Esta-dos Unidos de la firma de asesoría MFR Inc.

Para las compañías, los precios más altos significan que las ganan-cias podrían verse disminuidas, lo

cual reduce un poco más las proba-bilidades de que inviertan en maqui-naria o contraten intensamente.

Los hogares de bajos ingresos sufren más a medida que suben los precios de alimentos, gasolina, ropa, productos de aseo personal

y limpieza, porque una mayor pro-porción de su gasto se destina a es-tos productos esenciales.

El costo de las materias primas representa una pequeña porción del costo de la mayoría de los pro-ductos de consumo; la mano de obra, el procesamiento y empa-quetado tienden a constituir un porcentaje mayor. Es probable que alimentos como el café, la carne y la leche, más cercanos a las materias primas, presenten algunos de los mayores incrementos.

Compañías que busquen trasmi-tir todos sus costos podrían enfren-tar resistencia. “Estas compañías constantemente caminan en una cuerda floja en cuanto a qué tan le-jos pueden llegar”, dijo Jack Russo, analista en bienes de consumo en la firma internacional de inversio-nes Edward Jones. “¿Compenso con el precio u otras reducciones de costos, o simplemente lo acepto

y dejo que afecte mis márgenes de ganancias?”.

Los crecientes costos de materias primas ya han reducido las utilida-des corporativas. Kimberly-Clark, fabricante de los pañuelos desecha-bles Kleenex y los pañales Huggies, indicó que los productos basados en fibra y petróleo habían contribuido a un pequeño descenso el trimestre pasado. Procter & Gamble reportó que sus utilidades bajaron ligera-mente en dos de sus divisiones.

Los precios de la carne han au-mentado a raíz del costo del forra-je, una decisión de los granjeros de producir menos ganado y cerdos, así como de una fuerte demanda mundial a medida que se elevan los niveles de vida. La epidemia de fiebre aftosa que arrasó con los cer-dos surcoreanos llevó a un repunte en la demanda de cerdos estado-unidenses.

Whirlpool indica que los consu-midores pueden esperar aumentos de precios de entre 8 y 10 por ciento para sus productos a partir del 1 de abril. Compañías de ropa como Po-lo Ralph Lauren y Brooks Brothers también anunciaron que aumen-tarían sus precios este año. Hanes Brands, que ya los ha aumentado, indicó que los precios nuevamen-te subirían al final del verano. De mantenerse altos los precios del algodón, los productos Hanes po-drían registrar un incremento acu-mulativo del 30 por ciento.

John D. Morris, analista de la compañía de servicios financie-ros BMO Capital Markets, indicó que los minoristas probablemente buscarían controlar sus costos de numerosas formas.

Los precios subieron significati-vamente en el sector del vestido de 1972 a 1974, impulsados por los cos-tos de mano de obra y los precios de las materias primas, dijo.

“Los minoristas llegaron a tener un año muy bueno en el 73”, recordó Morris. “Encontraron la forma”.

POR MATT RICHTEL

El gasto del consumidor ha re-puntado, pero para algunos la crisis global ha dejado algo: un mayor in-terés en hacer que las cosas duren.

Difícilmente se trata del relato de generaciones pasadas, aque-llas incitadas por la Gran Depre-sión, quienes conservaban vajillas antediluvianas y almacenaban productos enlatados hasta que se oxidaban las tapas. Pero, por el momento, muchos ciudadanos de sociedades desechables están ti-rando menos cosas a la basura.

Para un buen número de produc-tos —automóviles, teléfonos, com-putadoras, incluso champú y cre-ma dental— los datos muestran un retraso en los ciclos de vida del pro-ducto y en el consumo. En muchos casos la diferencia es de meses, pero economistas y consumidores dicen que el enfoque puede durar más que una completa recupera-ción debido a la fuerte impresión que causó la crisis.

Sin embargo, otros expertos e historiadores argumentan que a medida que el gasto y crédito re-

gresen, lo mismo sucederá con los deseos de favorecer las marcas, la moda y la novedad por encima de la utilidad.

En el caso de televisores, el cam-biar a modelos más avanzados ha disminuido, pero sólo porque mu-chas personas agotaron los apa-ratos de pantalla plana en años recientes. Ahora hay una pausa en el ciclo de productos, pero no nece-sariamente en la demanda del con-sumidor.

Pero en algunas categorías im-portantes hay indicaciones de re-traso en las actualizaciones. Los consumidores estadounidenses es-tán conservando sus autos nuevos durante un récord de 63.9 meses, 4.5 meses más comparado con ha-ce un año y un 14 por ciento arriba desde finales del 2008, de acuerdo con Polk, una firma de investiga-ción automotriz. De hecho, cuando se incluyen los carros usados, la duración promedio de la propiedad de uno se ubica en 52.2 meses, tam-bién un récord.

Analistas de la industria también reportan que los estadounidenses

en promedio cambian su teléfono celular por uno mejor cada 18 me-ses, comparados con los 16 meses de hace unos cuantos años. Con-servan sus laptops un promedio de 4 años y 4 meses, un mes más que hace un año, aunque esa cifra ha su-bido poco a poco desde el 2000.

Los consumidores están asegu-rándose de “exprimir” al máximo sus productos domésticos, señaló Ali Dibadj, un analista en Sanford C. Bernstein, una firma de inves-tigación de inversiones que cubre a compañías importantes como Colgate-Palmolive y Clorox.

“La gente está sacándole hasta la última gota al champú”, dijo Dibadj, destacando reportes financieros de importantes compañías que mues-tran frugalidad con cosas como na-vajas de rasurar, detergente para ropa y dentífrico.

Nancy F. Koehn, profesora en la Escuela de Negocios de Harvard e historiadora del comportamien-to del consumidor, está segura de que el cambio fue, si no permanen-te, al menos duradero. Dijo que se derivaba no sólo a una economía

tambaleante, sino también de una sensación de que las grandes ins-tituciones (como el Gobierno y las principales corporaciones) quizá no eran salvadores confiables en una crisis.

Para Walt Truelson, un consultor administrativo en Portland, Ore-gon, eso ha significado un cambio en su relación de toda la vida con los autos, en especial los Jaguar.

Típicamente compraba uno nuevo o ligeramente usado cada uno o dos años, pero ha mantenido su actual, uno modelo 1999, desde hace cuatro años. “Lo voy a tener mientras fun-cione”, dijo.

Indicó que los cambios reflejan una reevaluación de la necesidad de constantemente tener cosas nuevas. “Es una cuestión de cam-bio en los valores”.

EuropEan prEssphoto agEncy

El algodón alcanza precios récord. En la foto, planta textil china.

fotoilustración por thE nEw york timEs

Aumento de costos de materiales dispara precios de artículos

Mercancías comunes tienen ahora vidas más largas

El ahorro incluye aspectos como conservar más tiempo un auto.

Page 11: New york times 13 marzo 2011

Domingo, 13 DE marzo DE 2011� 11

l a f o r m a e n q u e c o m e m o s

POR ALEXEI BARRIONUEVO y MYRNA DOMIT

SILVEIRAS, Brasil — Jorge da Silva tomó una hormiga gigante del suelo, le arrancó las alas, las patas

y la mandíbu-la, y se la llevó a la boca.

“Tiene sa-bor a menta”, dijo da Silva, de 58 años.

Da Si lva recorre las colinas que

dominan esta ciudad de seis mil ha-bitantes en busca de un raro placer gastronómico: las içás, u hormigas reina.

Las copiosas lluvias primavera-les hacen que las hormigas emer-jan de la tierra, y durante unas se-manas Silveiras se sumerge en una ola de caza de hormigas.

Pero la cantidad de hormigas dis-minuye. Los principales culpables son los insecticidas que se usan en los eucaliptos que se plantan pa-ra producir celulosa para papel y otros productos, señalan funciona-rios locales.

A diferencia de los colombianos del norte, que exportan sus “hormi-gas culonas” a Francia, Gran Bre-taña y otros países, aquí la pobla-ción local se guarda las hormigas para sí. Los habitantes de Silveiras –y la gente que maneja centenares de kilómetros todos los años para comprar las hormigas– valora los insectos no sólo por sus proteínas, sino porque también son un afrodi-síaco y fuente de antibióticos natu-rales.

No se trata de hormigas comu-nes. Las içás son grandes –miden hasta 2,5 cm– y gordas, y su moder-dura puede ser muy fuerte.

Pero las hormigas están amena-zadas, sostienen los habitantes de Silveiras. La pujante economía de Brasil hace que los eucaliptos re-sulten muy rentables para algunos propietarios de tierras de la zona, que ya no es una gran productora de café y ganado. “Con la urbaniza-ción y el veneno que están incorpo-rando al suelo, no nos queda mucho

tiempo”, dice Vera Toledo, una es-critora y antropóloga de 67 años.

La población no trata de conver-tir las hormigas en una empresa comercial. Si bien dicen que les vendría bien algún dinero adicio-nal, muchos parecen más interesa-dos en preservar la tradición –y las hormigas– para sí.

Ocílio Ferraz, el especialista lo-cal en las içás, se dedica a preser-var el festín de hormigas. Resiste los intentos de exportarlas y pre-fiere recibir visitantes en su res-taurante, donde tiene una cocina especial destinada a freír içás.

Ferraz, que tiene 72 años, dice que creció comiendo içás y que en-señó la tradición a sus hijos. Hace veinte años organizó un festival içá que atrajo más de cuatrocien-tas personas. El éxito del festival lo llevó a crear un centro de arte y

artesanías dedicado a la tradición.Poco a poco, Ferraz contribuyó

a eliminar el estigma que antes rodeaba el hábito de comer içás, que se consideraba una tradición reservada a las familias más po-bres. “Muchos decían que les daba vergüenza comer içás”, señala. De todos modos, agrega, cuando lle-gaba el otoño, “toda la ciudad olía a hormigas fritas”.

En la actualidad, la población aprecia de forma abierta las cro-cantes hormigas reina. “Soy un fa-nático de las içás”, dice María José Camargo, de 29 años. “Me encan-tan. Vale la pena ahorrar dinero todo el año para gastar en içás”.

Da Silva, el cazador de hormigas, las captura con las manos desnu-das. Con frecuencia lo muerden. Luego de un día de caza, suele tener las manos ensangrentadas. En un momento, una niña que lo observa

grita cuando una hormiga la muer-de en un pie.

Los cazadores de hormigas le venden luego su carga a Ferraz por unos US$15 por litro. Éste cobra alrededor de US$12 por un plato grande de içás con trigo frito en manteca de cerdo, que rinde dos porciones.

Edson Mendes Mota, ex alcalde de Silveiras y actual director de Desarrollo de la ciudad, dice que no le importan las içás por más que su esposa tenga ocho kilos de hormi-gas en el freezer. Mota impulsa la creciente industria de eucaliptos de la ciudad. Los propietarios de tierras tienen derecho a plantar los árboles, que son muy rentables, por más que es necesario regular las plantaciones, señala.

“Tenemos que unirnos y sentar-nos a analizar el hecho de que la nueva generación ya no conocerá las tradiciones de la ciudad”, dice Mota.

Alair Duarte, el presidente del Concejo, propone limitar la plan-tación de eucaliptos para que las hormigas puedan reproducirse. “Si no lo hacemos rápido, nos vamos a quedar sin içás”, declara.

“La gente dice que en los cemen-terios hay muchas içás porque se comen el cerebro de los muertos”, dice Osmar da Silva, un vendedor de içás de 43 años. Sin embargo, admite: “Nunca tuve el valor de buscar en los cementerios”.

Dice haber encontrado fórmula de Coca-Cola

POR ROBBIE BROWN y KIM SEVERSON

ATLANTA — En el transcur-so de los años, el programa de la radio pública This american life ha llevado a cabo un trabajo am-bicioso. Fue el primer medio de Estados Unidos que transmitió extensas entrevistas a deteni-dos en la Bahía de Guantánamo. Mandó corresponsales a Irak y reveló las maniobras de un hed-ge fund.

¿Qué otro tema podría tener tanto peso y resultar tan fasci-nante como para llevar al sitio web del programa a colapsar bajo una estampida de visitantes?

Una receta de gaseosa.El conductor, Ira Glass, reveló

en un programa reciente lo que, según afirmó, era la fórmula ori-ginal de la Coca-Cola. La encon-tró perdida en un artículo en los archivos de The Atlanta Journal-Constitution.

La receta recorrió Internet y se publicó en todas partes, desde CNN hasta Al Yazira. Un progra-ma televisivo australiano prepa-ró su propia Coca-Cola al aire. En Estados Unidos, los destiladores intercambiaron datos sobre las mejores fuentes de ingredientes claves como aceite de coriandro y ácido cítrico.

“Organizamos coberturas se-rias de muchas cosas, pero nada recibió una atención similar a la información sobre una gaseosa”.

Como siempre, Coca-Cola insiste en que la fórmula no es exacta. La verdadera, afirma la compañía, permanece en una caja de seguridad bancaria en Atlanta.

A la gente le entusiasma mucho la idea de enterarse del secreto culinario de sus comidas favori-tas. Se trata de simple curiosidad humana aplicada a las comi-das que más nos gustan. En el seno de las familias, las viejas cocineras conservan sus privilegios negándose a revelar el ingrediente cla-ve de la salsa de la pasta del domingo hasta que pueda confiarse a los niños el se-creto.

También las empresas guardan celosamente sus secretos culinarios. La famosa mezcla de “once hierbas y especias” de KFC y la “salsa secre-ta” de McDonald’s han contribuido a que las compañías gana-ran miles de millo-nes de dólares.

Se trata de un atractivo que afian-za la lealtad de algu-nos clientes. Hace no mucho tiempo, los cocineros se ob-sesionaron tanto por crear la torta Twinkie en casa, que Williams-Sonoma, la firma minorista de productos para el hogar, empezó a vender los moldes. Todd Wilber, un ex periodista, creó un imperio con la ven-

ta de recetas secretas en libros e Internet.

Algunos ahora quieren conocer las recetas secretas de empresas con la misma pasión que otros re-servan a las recetas familiares, dice Laura Shapiro, historiadora de la comida.

Cuando la comida producida en serie se convirtió en parte de la dieta a finales del siglo pasado, se la vendía como algo limpio, puro y similar a la comida casera. Luego las cosas cambiaron. Los vende-dores explotaron la comodidad, los sabores extraordinarios y las fórmulas secretas que sólo podían proceder de la cocina experimen-tal de una empresa. “La gente considera que la comida envasada escapa a su comprensión”, señala Shapiro. “¿Cómo llega ese toque de crema al interior del cupcake Hostess? La gente siente curiosi-dad, y a veces mucha, como pasa en este caso.”

Pero ninguna compañía tiene un secreto como el de Coca-Cola, que asegura que sólo un reducido grupo de ejecutivos sabe cómo se prepara la gaseosa que la empre-sa llama “Merchandise 7x”.

En 1960, E. J. Kahn Jr. enume-ró muchos de los ingredientes de la Coca-Cola en su libro The big drink. Luego se publicó en el dia-rio de Atlanta el artículo de 1979 que redescubrió “This american life. En los años 90, el historiador Mark Pendergrast encontró una receta en los propios archivos de la compañía, y se trataba de una receta que había escrito el inven-tor de la bebida.

En todos esos casos, sin em-bargo, Coca-Cola negó la au-

tenticidad de la receta. De todos modos, a la empresa no le preocupan los inten-tos de descubrir su fórmu-la. Y no demanda a los imi-tadores para no revelar su fórmula a la justicia.

Así como a la gente le encanta descubrir se-cretos, a la compañía le gusta tenerlos. Mien-tras Coca-Cola recha-ce las imitaciones, muchos seguirán creyendo que sólo hay una fórmula verdadera.

Phil Mooney, ar-chivista de Coca-Cola, dice que las demás recetas sólo logran que la bebida original guste más por comparación. “Aplican una receta y luego vuelven a la Coca-Cola”, le dijo a Glass. “La verdadera Coca-Cola nunca tu-vo tan buen sabor”.

Tony CeniCola/ The new york Times

Hormigas, un platillo típico brasileño casi desaparecido

The new york Times

las hormigas gigantes llamadas içás son una exquisitez en silveiras. habitantes como Jorga da silva, arriba, las cazan.

lalo de almeida Para The new york Times

Un insecto sabroso y crocante pierde terreno ante los eucaliptos.

Los ingredientes misteriosos estimulan apetito de fanáticos.

Page 12: New york times 13 marzo 2011

12� Domingo, 13 DE marzo DE 2011