Nemesis

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Horribles Relatos de una Mente sin Remedio Letras Muertas Por: N Por: Némesis

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Historias de terror psicologicas

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Horribles Relatos de una Mente sin Remedio

Letras Muertas

Por: N

Por: Némesis

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Letras Muertas

Por: Némesis

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Horribles Relatos de una Mente sin Remedio.

Letras Muertas

© José Manuel Maravilla 2013

1ª edición 2013

ISBN: 978-1-291-39156-5

DL: Aún en tramite.

Impreso en España / Printed in Spain

www.facebook.com/horriblesrelatosdeunamentesinremedio

Nemesis1030.blogspot.com

[email protected]

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El mayor terror es el que reside en nosotros mismos.

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Prologo

Una vez leí que todas las historias de terror ya estaban escritas.

Así como ha pasado con las canciones cursis de amor. Todo está escrito,

todo está compuesto. Pero está vez nos sometemos a una lectura

diferente, no apta para cualquier persona.

Sólo aquellos con una mente abierta a sensaciones extremas,

podrían seguir leyendo lo que verán a continuación.

Nos someteremos a una obra diferente, algo completamente

sacado de la realidad, el lector tendrá el placer… ¿placer, digo? De

sumergirse en un mundo desconocido, un mundo paralelo, aquel que

recuerda a aquellos cuentos de la niñez en donde es tanto el miedo que

nos meten por no querer comer la comida, que ni siquiera nos atrevemos

a ir al baño. Monstruos, demonios bajo la cama, seres en la cocina,

animales demoniacos, fantasmas, personajes de ultratumba se apoderan de

esta obra, la hacen suya, la poseen como una lepra a la carne.

Muchas veces creo que me pregunté, de dónde sacaba el autor a

sus demonios, y después de averiguarlo, hubiera optado por nunca

saberlo. Los seres de ultratumba claman a gritos el ser descubiertos, se

esconden entre las líneas del autor, como entes reales, latentes, dispuestos

a hacerse parte de la vida de quien lo lea. Por lo mismo, debe tomarse con

recelo, ya que sin duda, es una experiencia absolutamente diferente, en

donde si no se está preparado para sentir este dulce placer adrenalínico, es

mejor que no se continúe con eso.

Estimado lector, pero ¿cuáles son tus miedos? ¿a qué le temes?

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Es una gran pregunta. Muchos le temen a la muerte, a verse

superados por la tristeza o enfrentarse a sucesos impactantes en la vida.

Pero muchos de nosotros le tememos a lo desconocido.

Al abandono, a la soledad. A la locura. Si, a la locura. Y esta dulce

y siniestra recopilación de cuentos, tiene tanto de eso. De una locura

extrema, de una enfermedad pútrida, altamente contagiosa, porque una

vez que se adentren en la mirada oscura y macabra del escritor, ya no

encontrarán jamás la salida.

Sigan, pasen, sean bienvenidos a la guarida de Némesis, pero

recuerden mis advertencias: siempre que entren, no volverán a salir

intactos. Una vez que lean, no volverán a ser los mismos. Una vez que las

criaturas se adueñen de su mente y se adhieran a su alma como un tumor

a un estómago herido, el legado del terror habrá comenzado.

Sigan, pasen, continúen. Bienvenidos a la guarida del señor del terror.

Arkana Velásquez

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Índice

Terror .................................................................................... 9

El Amigo del Hombre ........................................................ 11

El Regreso del Prodigo ....................................................... 19

El Corazón de Esmeralda .................................................. 24

El Enviado de Dios ............................................................. 28

El Pequeño Hombrecito .................................................... 37

El Viejo ................................................................................. 45

El Llanto de las Caléndulas ................................................ 50

Prisión Perpetua................................................................... 60

Sueño Nocturno .................................................................. 71

Un Día Mas .......................................................................... 75

Una Caricia Bajo el Puente................................................. 79

No Siempre Lloverá ............................................................ 82

Némesis (El Visitante Nocturno)...................................... 86

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Terror

Y tu, ¿a que le temes?

Pero, ¿que es el terror?

Vas caminando por la calle camino a tu casa, ves las

personas pasar a tu lado con la indiferencia habitual, doblas la

esquina y notas que la tarde esta muriendo, la calle se nota mas

angosta y a diferencia de antes, te fijas en las caras de las personas y

se ven un tanto apáticas, en ese momento, la ansiedad comienza, tus

pasos se aligeran, tus sentidos se agudizan, pero aun así, intentas

restarle importancia.

Un par de minutos después, comienzas a notar que las

personas se fijan en ti, te están observando, te sientes asechado, el

estomago se revuelve, el pulso se acelera y sientes la imperiosa

necesidad de huir, en realidad nada ha ocurrido, pero sientes que

pronto pasara, ¡excelente!, has alcanzado la ansiedad.

Hace un momento has dejado de caminar y ahora parece

que corres en búsqueda de un lugar seguro, un refugio, es uno de

los instintos mas básicos que nos ha mantenido con vida durante

milenios, estas sudando, pero el sudor es frio, ¡ahí!, ¡ahí!, ¡entra ahí!...

entraste al primer lugar abierto que encontraste, parecía una tienda,

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aun esta abierta, te has alejado de la calle y ahora la ansiedad

disminuye levemente, te das la vuelta y ves a tu alrededor y te

encuentras rodeado de maniquíes, ahora también has conseguido un

susto, sientes como el corazón te late fuertemente dentro del pecho,

pero, no es a los maniquíes a los que les tienes miedo, es a su forma,

la silueta humana, ahora, has comenzado a sentir el miedo.

El local esta oscuro, ¿porque no notaste eso antes de entrar?

comienzas a pensar que estabas mas seguro en la calle, pero...

parece que... si, ¡algo se movió!, entre todos los maniquíes, has visto

una silueta escurrirse entre las sombras, apenas perceptible pero

estas seguro que has visto algo, ¡hay algo ahí!, el miedo te invade

nuevamente, ahora mas intensamente que antes, no has acabado de

asimilar la situación, retrocedes lentamente intentando que aquel

extraño ser no te ataque desprevenido, algo ha tocado tu hombro,

una mano roso tu espalda, te volteas bruscamente y ves como una

masa blanca se abalanza sobre tuyo, extendiendo sus docenas de

brazos para tomarte, ahora el miedo ha alcanzado su máxima

expresión, quieres correr pero tus piernas son demasiado pesadas,

quieres protegerte pero tu cuerpo no responde, tus ojos están

abiertos al máximo, tu garganta se desgarra al gritar, te das cuenta

que te has quedado paralizado, tu corazón late al máximo, tu cuerpo

se llena de adrenalina, pero, aun así, no puedes pensar, no puedes

actuar, el terror se sosiega...

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Todo se oscurece, has perdido el conocimiento, no sabes si

estas muerto o solo te has desmayado, bueno, al final, eso no

importa, ahora todo parece estar en calma...

Poco a poco... abres los ojos...

ah... esa luz blanca sobre ti... es tan cegadora...

Estas en una cama, pero... ¿donde?...

Murmullos... se escuchan a lo lejos...

no intentas levantarte, te sientes muy aturdido, pero, poco a poco

todo se aclara...

La luz, ya puedes verla, no es tan fuerte como parecía, los cables...

los instrumentos... ¿monitores?... ¿estas en un hospital?...

Los murmullos en el pasillo se aclaran, si, son voces, ah...

ahora sientes la calidez del contacto humano, fue una ¿pesadilla? no

importa, lo que importa es que ya termino. Pero, las voces, ¿que

dicen?... agudizas tu oído... si, ahora entiendes, están hablando de

ti... te encontraron desmayado bajo un montón de maniquíes en una

tienda del centro... maniquíes... eran solo maniquíes...

Todo ese miedo, la ansiedad, el terror que sentiste, y ahora

darte cuenta que eran solo maniquíes; bueno, todo eso ya no

importa, ya has descansado, tu ropa se encuentra ahi, en la silla

frente a tu cama, levántate, pero... ¿no puedes?, ¿por que no

puedes?... ¡hazlo!... ¡¿Qué?! ¡¿ te han atado a la cama?!... Tu mente se

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perturba nuevamente, la respiración se acelera, tu corazón parece

querer salirse del pecho, intentas gritar pero la garganta no te

responde, un grito mudo atraviesa tu cuerpo, estas aterrorizado. Las

voces en el pasillo, son mas fuertes, se acercan, el pomo de la puerta

gira lentamente, ¿te ayudaran?... ¿quienes son?... se abre, ves como

un carro de paro asoma desde la puerta, hay toda clase de utensilios

quirúrgicos ahí, ¿quienes son que harán con eso?... ¿son médicos,

enfermeras? están vestidos como tal... los gorros, las mascaras, pero

¿que van a hacerte?... oyes sus voces, pero no entiendes lo que

dicen, espera, ¿dijo prepárenlo para la transición?, ¿cual transición? a

que se refieren? se acercan a ti con un bisturí en la mano, pero, esos

no son guantes, ¿sus manos son blancas?, sus ojos, ¿por que son tan

inexpresivos?, espera, la mascarilla, se ha quitado la mascarilla,

pero... ¡¿Qué es esto?!, ¡no son humanos!, ¡son maniquíes!...

... y en ese momento, a partir de ese justo momento, es cuando

conoces el terror psicológico...

Bienvenido al terror,

Y tu, ¿a que le temes?

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Cual es el mejor amigo?... La vida te hace cometer errores pero la lucha por vivir te muestra muchas verdades, ¡ay de aquel que vea solo lo que quera ver!. Esto queda a tu interpretación,

¡INTERPRETALO!

El Amigo del Hombre

s una sombría tarde en una desolada ciudad; en las

afueras, en medio de un bosque de árboles muertos,

se encuentra una cabaña que a primera vista pareciera

no estar habitada. Es un ambiente sombrío, tanto, que parece que el

sol ni siquiera intenta brillar en ese lugar. Los cuervos y las urracas

se posan sobre las ramas secas, y el aullido de los coyotes resuena

en la profundidad del bosque muerto.

El interior de la cabaña se encuentra casi vacío, solo la

amueblan una mesa, una silla y una cocina que están en decadente

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estado. No hay luces, a excepción de un triste foco que por lo

general, se encuentra apagado; sin embargo, el interior de la cabaña

se ilumina por la poca luz del exterior que se filtra hacia dentro a

través de las ventanas. Y ahí, sentado sobre el piso, se encuentra un

hombre, la luz de la ventana se derrama sobre él dejando entrever

su silueta, su grotesca silueta; es un hombre muy desproporcionado

y casi deforme, sus brazos y piernas son largos y delgados en

contraste con su cabeza y torso que son muy gruesos.

El hombre esta ahí, sentado, llorando desconsolado,

observando una planta en una maceta; y desde la parte de atas de la

cabaña, aparece un perro caminando pausada y casi mecánicamente,

se acerca hasta el hombre, se sienta y lo mira a los ojos. El hombre

toma al perro por sobre las orejas y comienza a girarlas como

destapando un recipiente con rosca, hasta abrirle el caneo y dejarle

expuesto el cerebro; luego, el hombre abre su propia boca, y desde

su garganta saca un cable que parece ser como un intestino o la

prolongación de su propia faringe y lo conecta directamente al

cerebro del perro, y al estar conectados, el hombre hace un sonido

indescriptible, como una amalgama de lamentos y gemidos, no era

lenguaje alguno pero era el único que el conocía; entonces el perro,

en respuesta a este sonido, se para en dos patas, abre su hocico y

dice:

- La planta florece amistosamente, pero tu no. Estas terriblemente

triste, necesitas compañía.

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El hombre asiente con la cabeza demostrando que esta de

acuerdo con su perro. Desconecta el cable del cerebro del perro y se

lo guarda nuevamente en la boca, tapa el cerebro del perro y éste

comienza a caminar y sale por la puerta, y el hombre camina tras de

él.

Al poco rato, llegan a un supermercado, el hombre es

guiado por su perro que va dentro del carrito de compras, vagan

juntos por todos los pasillos bajo la mirada inherente de las demás

personas hasta que llegan a un estante, ahí encuentran lo que

buscaban: esta lleno de semillas de todo tipo, bolsas de semillas de

verrugas, quistes, tumores, cáncer, sida... El hombre toma al perro

por sobre las orejas, comienza a girarlas y desenrosca su cráneo;

luego, se mete la mano en la garganta para sacar el cable que lo

conecta con el perro y le hace el mismo gemido que hizo

anteriormente, a lo que el perro responde parándose en dos patas y

le dice:

- Tendrás un verdadero amigo si tienes un tumor, no volverás a

estar solo.

El hombre asiente con la cabeza, esta de acuerdo con el

perro, se desconecta de él, le tapa el cráneo y se van a casa con una

bolsa de semillas de tumor. Al llegar, el hombre abre la bolsa de

semillas con los dientes; luego, se hala un trozo de piel del abdomen

hasta que la piel se rompe y se abre, deposita las semillas dentro de

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la abertura en su piel y la cierra. Se sentía feliz, pues ya no estaría

solo.

Los días pasan y el hombre, que constantemente ha regado

las semillas en su interior, ve como su tumor crece, el perro se

acerca de vez en cuando para darle una lamida amistosa al nuevo

amigo de su amo. Pero un tiempo después, el hombre ya no podía

ponerse en pie, permanecía acostado y con esfuerzo se sentaba, el

tumor había crecido tanto que ahora era mas grande que su

estomago. El hombre se veía pálido, cadavérico, le costaba trabajo

mantener los ojos abiertos, estaba casi agonizante, era evidente que

el tumor le estaba consumiendo la vida. Desde la parte de atrás de la

cabaña, el perro apareció, caminaba pausada y casi mecánicamente,

llego junto a su amo y se sentó a su lado; el hombre lo tomo sobre

las orejas, le abrió el cráneo, se conecto por medio del cable de su

garganta y emitió ese gemido nuevamente. El perro se paro en dos

patas, y mirándolo fijamente a los ojos, abrió el hocico y le dijo:

- Tal vez no sobrevivas mucho tiempo; sin embargo, estoy

dispuesto a ofrecerte mi cuerpo.

El hombre vio al perro por un momento, luego se

desconecto y le tapo el cerebro, tomo un cuchillo y de un solo tajo

le corto la cabeza al perro, y después, corto también una a una sus

cuatro patas. Habiendo hecho esto tomo el cuchillo y se cortó la

cabeza, la cual cayo rodando al piso; la recogió y la cosió al cuerpo

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del perro y después siguió así con sus demás extremidades,

cortándolas y cosiéndolas al cuerpo del perro.

Varias horas mas tarde, aparece desde la parte de atrás de la

cabaña una silueta que avanza pausada y casi mecánicamente, que al

pasar bajo la luz que se filtra por la ventana se ilumina a la luz de la

luna llena, es el hombre, que ahora tiene el torso de un perro. La

sombra de una urraca que se posa en una rama se derrama sobre el

piso y asemeja la forma de una arpía, al hombre no parece

importarle y sigue caminando sobre cuatro patas, se dirige hacia la

mesa, que se encuentra bajo un foco de tenue luz, el único de la

cabaña, y sobre la mesa, se encuentra el torso con el enorme tumor

que antes pertenecía al hombre, y junto al torso también están la

cabeza y las extremidades del perro. El hombre al llegar junto a la

mesa, comienza a girar la parte superior de su cráneo para exponer

el cerebro, se mete la mano en la garganta para sacar un cable y se lo

conecta a sí mismo en el cerebro, se para en dos patas y dice:

- Gracias.

Este relato esta basado en la animación de David Firth "Dog of Man".

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Lealtad, un concepto muchas veces sobrevalorado; pero, siempre están aquellos dispuestos a hacer lo imposible por seguir al lado de quienes no los valoran.

El Regreso del Prodigo.

a infección en su ojo comenzaba a supurar, su piel

estaba roja, escamosa e insoportablemente irritada;

mechones enteros se le caían por montones

descubriendo las ulcerosas heridas sangrantes sobre su piel; sus

vértebras y costillas se le marcaban macabramente como si se tratara

de un esqueleto cubierto por un globo sin aire; la desnutrición y

L

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mala salud ya habían cobrado notablemente su parte; pero, a pesar

de eso, a pesar de toda su aparente desdicha, se le notaba la mirada

cansada de tanto sufrimiento pero también feliz.

Se levantó con esfuerzo de su sitio, arrastraba las patas y

meneaba enérgico la cola, se echó contento junto a su amo, y éste al

sentir su peste, lo aparto bruscamente de su lado acertándole una

fuerte patada en la cabeza, Lucky se alejó chillando con la cola entre

las patas, el golpe le había destripado el ojo que se hallaba infestado,

el dolor se volvía agudo y punzante, la sangre comenzó a brotar, la

suerte de Lucky estaba echada.

Lucky… ese nombre se había convertido en el último

vestigio del cariño que alguna vez se le brindo, parecía casi un

sarcasmo a aquel animal; ahora, el miserable ser comenzó a caminar,

sus pasos eran pesados y se arrastraban uno tras otro para alejarse

de aquel lugar que antaño le brindo un hogar; tres horas más tarde,

bajo la sombra de un viejo roble, exhausto se detuvo, alzó su mirada

al cielo y se desplomó al pie del árbol, parecía haber escogido aquel

lugar para descansar… para morir… lejos, y no molestar así a su

querido dueño.

La hemorragia en el ojo se había extendido al lóbulo pre-

frontal en el cerebro, poco a poco su decadente cuerpo comenzaba

a fallar, agonizó convulsionando por un largo rato hasta que el

dolor lo venció, el pobre Lucky murió miserablemente solo una

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ventosa tarde de octubre, la imagen de su dueño nunca se separó de

su mente a diferencia de como lo hizo de su lado…

Poco a poco la muerte hacia su trabajo, las patas se le

entumecieron, el rigor mortis comenzaba a hacer su efecto, su

estómago lentamente se hinchaba hasta que el cadáver alcanzo el

triple de su tamaño normal, su panza ya acostumbrada a la

desnutrición no soporto la tensión en la piel y se reventó, las

vísceras y gases acumulados comenzaron a salir; las moscas se

disputaban por un lugar en donde depositar sus larvas, los

escarabajos se deleitaban con aquel manjar, una gran variedad de

insectos entraban y salían por los orificios del cadáver, las ratas se

peleaban por devorar primero las partes blandas como lo ojos y la

lengua; la piel se contraía lentamente exponiendo los dientes y uñas,

figuraba así un macabro gesto como si Lucky aun luchara furioso

contra la muerte. Las larvas de moscas comenzaron a emerger por

montones, se movían bajo su piel hasta agujerearla y salir para

convertir aquel perro en una masa gelatinosa y maloliente que

hervía en gusanos.

Al cabo de tres días los insectos habían terminado su labor

en tiempo record, de aquel desafortunado can, solo quedaban los

huesos roídos por las ratas y adornados por uno que otro trozo de

pellejo que colgaba podrido. Los restos del cadáver yacían bajo el

roble tostándose al sol, pero esa tarde, cuando los insectos ya le

habían abandonado, en el centro de aquellas osamentas, donde solía

estar su corazón, parecía que aún quedaba algo de tejido, un saco de

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piel comenzó a emerger de entre aquellos hediondos restos, parecía

ser un capullo, se asemejaba a un huevo o larva de mosca gigante.

Comenzó a contraerse, se contorsionaba buscando una

salida a aquella prisión de huesos que le contenía, se arrastraba y

convulsionaba hasta que encontró un rayo de sol. El enorme

gusano se quedó quieto, parecía tomar energía de los rayos solares;

luego, poco a poco, comenzó a abrirse, una pequeña ranura

apareció y desde el interior de esta emergió una nariz húmeda y

negra, el engendro parecía aspirar el aire tomando aliento por

primera vez, el resto del hocico no tardó en aparecer, le siguió una

pata y luego otra, en menos de una hora el ser había salido del

capullo, era un can, un nuevo perro había emergido de los restos del

anterior.

La escena era surrealista, un nuevo Lucky cobraba vida a

partir de los restos de sí mismo, el pequeño maltes negro lucia

perfectamente sano, tal y como era antes; inmediatamente después

de salir de su capullo, el pestilente cadáver a su diestra comenzó a

convulsionar, parecía tener algo similar a los espasmos musculares,

aunque careciera ya de los propios músculos; el cadáver lentamente

regresaba a la vida, tambaleante se levantó y arrastrando las tiras de

restos se acercó al can que recién acababa de emerger, con los

restos que aún le quedaban de su lengua comenzó a lamerlo

limpiándole de toda la viscosidad que le envolvía, así, el perro viejo

preparaba al nuevo.

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Apenas y sintió la última lamida, el nuevo Lucky se dispuso

a correr sin parar recorriendo de regreso el camino a casa, esta vez

le había tomado solamente diez minutos lo que antes le tomo tres

horas, regresaba a su casa, con su dueño, para seguir así soportando

los maltratos y descuidos a cambio de las pocas migajas de afecto

condicionado que mendigaba de su amo.

Mientras tanto, el decadente cadáver andante, caminaba

oscilante y casi a rastras en dirección contraria sin mirar atrás, como

quien deja atrás un pasado apenas grato para enfrentarse resignado a

un futuro mucho menos prometedor, alejándose más a cada paso

para así no ser visto nunca más…

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Cuando la pasión y el deseo por otra persona se vuelve tan grande que se desea ser uno solo, llevar a esa persona dentro de si, entregarse el corazón el uno al otro.

Dedicado a los enamorados...

El Corazón de Esmeralda

n su mano latía aún cálido el órgano, entre sus dedos se

escurría su esencia escarlata, gota a gota teñía el suelo

alfombrado con flores muertas y encajes blancos.

Sus parpados se cerraban, sus ojos se negaban a ver, un

sorbo de la botella bebió.

E

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Tiró a un lado el envase con desprecio, sus rodillas se doblegaron

hasta el suelo, su cuerpo se arqueó cuando su espalda se encorvó.

No hubo gritos...

No hubo llanto...

Solo hubo silencio...

Los recuerdos... los sentimientos... las promesas...

nada valen ahora…

... nada.

Ante él yace solamente un simbolismo utópico de sueños rotos y

esperanzas quebrantadas.

Las sombras le cubren, el silencio le resguarda, el rencor le motiva...

El corazón dejó de latir, sus ojos se abrieron y la esencia dejó de

fluir, lo tomó entre sus manos y se lo acerco al pecho, a su propio

corazón

Temblaba... aunque el frío no calaba.

Quieto...

Reflexionando...

Temblando...

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El recuerdo de cuando él le ofreció su corazón…

El sentimiento de rencor y humillación cuando ella lo rechazó…

La promesa de venganza que juró, de robarle a ella el corazón…

Abrió sus manos y vio el objeto de su deseo.

Con determinación y ternura lo ingirió, pretendiendo que así,

formase parte de él "Ahora seremos uno", pensó...

El viento sopló...

La lluvia cayó...

El tiempo no cesó...

Satisfecho su obra terminó, sonrió y luego bostezó.

Con el dorso de la mano, tiernamente la mejilla de Esmeralda

acarició.

El cansancio, a él llegó.

Con delicadeza, al lado de ella se recostó

Aquel sorbo que tomó ya su efecto en él surgió

Sonriente, cansado, junto al cadáver de su amada se acomodó.

Plácidamente él durmió...

El veneno en él, implacable actuó...

Desde entonces, ya nunca mas despertó…

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El bien y el mal son relativos de quien los juzga, un cuchillo es malo hasta que se usa como arma, una ayuda es buena hasta que supera al propio necesitado.

Basado en una historia real, los nombres fueron cambiados por obvias razones.

El Enviado de Dios

“La verdad no se por qué escribo esto, nunca he sido fanático a la escritura pero ahora siento la

enorme necesidad de escribir, no se como comenzar, así que solo escribiré lo que pienso. Soy una

persona promedio: 27 años de edad, casado, estudiante universitario y recién dado de baja del

ejército. Como dije, soy una persona normal, pero mis pensamientos últimamente no son tan

normales. Cada uno de nosotros tiene una razón de ser, tenemos una misión que cumplir en esta

vida, algunos lo saben y otros nunca lo descubren, yo ya lo hice, ahora se cual es mi objetivo a

cumplir en este mundo y lo tengo que hacer. Le pido perdón a mi madre y a mi esposa pero no

las quiero mezclar en esto, no dejare que ellas sean parte de este circo y voy a evitar que sufran,

tengo que matarlas, solo así podré salvarlas, las amo a ambas, son las personas mas cercanas a

mi, por eso lo haré, para que tengan el menor sufrimiento posible. Por el momento me despido,

mis amigos han llegado y tengo cosas que hacer”

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n ese momento cerré el cuaderno que tenia en mis

manos, estábamos en periodo de exámenes y unos

amigos habían venido a resolver unos cuestionarios

de estudio conmigo. La verdad a mi no me preocupaban los

exámenes y no tenia intenciones de prepararme para ello, a mis

amigos les extrañó esto de mi pues yo siempre fui muy aplicado en

los estudios. En fin, ellos no se quedaron mucho tiempo, tuvimos

una charla como las de costumbre, bromeamos y reímos y todo era

normal.

Recuerdo que ese verano era particularmente caluroso, y ese

día en específico había un record de temperatura, el calor era

sofocante. Cuando mis amigos se fueron decidí ir a visitar a mi

madre, era un viaje corto y la visita también lo seria. Tardé unos

quince o veinte minutos en llegar, toqué la puerta de su casa – ella

vivía sola desde que dejó a mi padre desde que yo tenía unos quince

años – no tardó mucho en abrir. Se alegró mucho de verme, el

sentimiento fue mutuo, me abrazo y me invito a pasar

ofreciéndome comida como siempre lo hacia.

Ella se dio la vuelta y entro a la casa y yo iba detrás de ella

cerrando la puerta a mis espaldas, en ese momento le dije con

mucha sinceridad: “te quiero mamá, y no te guardo rencor” y ella se

dio la vuelta nuevamente para verme, en ese momento le apuñale el

abdomen con un cuchillo que adquirí cuando era militar, ella cayo al

suelo al instante y yo seguí apuñalándola, posiblemente unas treinta

o treinta y cinco veces. Mientras lo hacia venían a mi cabezas las

E

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imágenes de cuando era pequeño y mi padre me golpeaba, pasó

durante mucho tiempo y ella nunca me defendió o cuando lo hacia

él también la golpeaba y no lograba nada. Pero como le dije antes a

mamá, no le guardo rencor. Seguí apuñalándola aun cuando había

dejado de moverse, pero no por mucho tiempo. Cuando vi que ya

estaba muerta la abrace y fui por una cerveza al refrigerador, ella

siempre guardaba cervezas para cuando yo llegaba a visitarla, nunca

estuvo de acuerdo en eso pero sabia que a mi me gustaba y, bueno,

así son las mamás, hacen lo que sea para satisfacer a sus hijos.

Como dije antes, mi visita era corta, solo tome la cerveza,

me lave las manos y emprendí el camino de regreso a casa. Ya casi

era medio día y sabia que mi esposa estaría en casa cuando yo

llegara; ayer tuvo turno nocturno en el hospital, así que debería estar

dormida. Conduje con mucha calma, haciendo tiempo para que mi

mujer llegara a casa y se relajara un momento, una y mil cosas

pasaban por mi cabeza: ¿deje abierta la llave del lavaplatos de la casa

de mi madre? ¿Mis compañeros habrán resuelto el cuestionario?, y

lo que mas pensaba era que deseaba tener una bebida fria para

aplacar un poco el calor.

Entre pensamiento y pensamiento llegue a casa casi sin

darme cuenta, pues como muchos ya saben, a veces el tiempo vuela.

Estacione el auto frente a la casa, a un lado del auto de mi esposa,

subí al cuarto y como me lo esperaba ella estaba ahí dormida en la

cama, había dejado el televisor encendido, la pobre se estaba

sacrificando por mi, el ultimo turno que hizo fue de 16 horas, debe

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estar exhausta. Me acerque a ella suavemente para no molestarla y le

dije al oído: “te amo, siempre fuiste mi mujer ideal” la abrace

tiernamente y le apuñale directo al corazón, se despertó y me vio a

los ojos, así que me apresure a apuñalarla para que muriera lo mas

rápido posible, lo hice unas veinte veces mientras me decía a mi

mismo: “lastima que despertó pues no quería que sintiera nada”. Yo

fui lo último que ella vio, no tardo mucho en morir pues le apuñale

el corazón unas cinco veces.

Me recosté junto a ella en la cama y con mis manos le cerré

los ojos mientras pensaba: “que lastima que no le hice el amor

antes, pero sé que estaba cansada”, no iba a hacerlo ahora pues seria

una falta de respeto para ella. No me quede mucho tiempo a su lado

pues ahora sabia lo que tenia que hacer, ellas eran las dos personas

que yo mas quería y ahora las había salvado a ambas, tampoco

quería que fueran parte de lo que estaba por venir, no seria justo.

Me levante y tome una ducha, luego fui al armario para

vestirme, nunca fue difícil encontrar algo que ponerme pues mi

esposa siempre mantenía planchada y en orden toda mi ropa para

que no me fuera difícil encontrarla. Mientras me vestía vi la vi ahí,

descansando tranquilamente en la cama, tomé una sabana y la

arrope con ella, en ese momento pensé en mi madre, no era justo lo

que estaba haciendo, pues ella había quedado tirada en el piso de su

casa y pensé en regresar. Pero antes fui a buscar mis armas: un rifle

de francotirador, una escopeta y dos pistolas 9mm, recogí todas las

municiones que tenía pero no eran muchas, también tome una

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Horribles Relatos de una Mente sin Remedio

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carretilla y la subí al baúl de la camioneta y junto a ésta coloque una

caja grande de madera donde había guardado todas las armas y

municiones.

Fui a un lugar cercano a comprar mas municiones, en total,

tenia poco más de mil quinientas balas para las armas, luego regresé

a la casa de mi madre. Entré a la casa por la puerta trasera que

siempre estaba abierta y ahí estaba el cuerpo de mi madre frente a

mí, la tome en mis brazos con mucho cuidado para no mancharme

de sangre y la llevé a la cama, la arropé con la sabana y la dejé ahí

descansando plácidamente. Ahora me sentía mas tranquilo.

Después de esto me dirigí hacia la universidad, estaba cerca

y no tarde en llegar, me estacione en el parqueo de estudiantes y

baje la carretilla con la caja de armas. Tome las pistolas 9mm y las

llevé en el cinturón para tenerlas a la mano. Tenia que cruzar un

gran jardín delantero para entrar a la universidad, éste media unos

veinte metros de largo por unos ochenta de ancho que abarcaba

toda la fachada del edificio de seis pisos, en el centro del mismo se

erguía una torre que se elevaba unos 13 pisos desde la entrada

principal, era la torre del reloj, hacia ahí me dirigía.

En ese momento cuando atravesaba el jardín con la

carretilla, recordé que unos años antes cuando pasaba por ese

mismo lugar con unos amigos yo les dije: “ese seria un lugar

perfecto para subir con un rifle y dispararle a la gente”, pero como

era de esperarse, nadie tomo en serio ese comentario. Me detuve

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Letras Muertas

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una vez más antes de entrar para ver la torre del reloj y era el lugar

perfecto, sólo suspiré y seguí con mi camino. Tome el elevador pero

sabia que este no llegaba hasta el ultimo piso, así que cuando este se

abrió comencé a subir las escaleras con la carretilla a cuestas,

mientras subía vi a un joven que bajaba, sin querer toque mi arma y

esta quedo descubierta, así que la saque y le dispare, y luego le

dispare a otros dos mas que me encontré en el pasillo.

La mujer que se encargaba del acceso al reloj y el

campanario se encontraba de día libre y en su lugar se encontraba

una suplente, sé que me tuvo miedo pues escucho los disparos y vio

el arma en mi mano así que le dispare a la cabeza. Hecho esto

comencé a subir los últimos escalones antes de llegar a la puerta de

acceso de la azotea, tome la carretilla y la trabé con la puerta desde

el lado de afuera para que no pudiera abrirse. Arrastre la caja hasta

el lugar que me parecía indicado y cundo al fin me encontré ahí

pude ver que no me había equivocado, tenia una fantástica vista de

360º en una azotea cuadrada, la estructura del campanario se

encontraba en el centro de la azotea, también era cuadrada y se

elevaba unos seis metros mas.

Prepare mis armas como todo buen militar lo haría y dirigí

una oración al cielo, rezando por todas las almas que estaba a punto

de salvar. Luego de esto, me coloque en posición de tiro y espere a

tener un buen blanco. No tarde mucho tiempo, una joven

embarazada caminaba justo en medio del jardín de enfrente y la

acompañaba un muchacho, posiblemente el novio pues la llevaba

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de la mano; fue fácil elegir el primer blanco, pues no era ninguno de

ellos dos, sino un alma pura, que se mantendría pura para la

eternidad. Me encomendé a Dios y le disparé justo en el vientre,

cayo al suelo en el momento y el muchacho se arrodillo junto a ella

y le acerté en la cabeza. Cuando esto pasó, todas las personas ahí

abajo comenzaban a correr desenfrenadamente como en un frenesí

de hormigas locas. Me sentí extasiado, seleccione los blancos uno a

uno, y uno a uno también fueron cayendo; me era mas fácil atinarle

a un blanco en movimiento que a uno inmóvil, había aprendido

bien, pues con solo 21 años ya era un francotirador calificado por el

ejercito, y a los 25, era uno de los mejores.

Disparaba desde los cuatro lados lo más rápido posible, así

sabia que desde abajo no parecía que hubiera un solo tirador sino al

menos ocho. En menos de veinte minutos ya le había acertado a

catorce blancos. Comencé a ponerme a prueba y hacer tiros un

poco más desafiantes y me enorgullece decir que pude acertarle a

algunas personas a más de 450 metros de distancia sin la necesidad

de un observador. Pero claro, no paso mucho tiempo antes que

llegara la policía y comenzaron a amenazarme, aunque las armas que

ellos usaban no tenían el alcance necesario para abatirme; yo no

debía detenerme y seguía seleccionando blancos uno a uno. Mi

prioridad no eran los policías pero pude darle a uno que se

encontraba a unos 100 metros de distancia, el tiro le llego a través

de una hendidura de unos 15 centímetros, la bala le cayo justo en la

yugular haciendo que su cuello explotara. Tuve que bajar el ritmo

pues comenzaron a dispararme cada vez mas, ¿Qué no

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Letras Muertas

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comprendían que lo que yo quería era ayudarlos? Ahora tenia el don

de liberarlos de ellos mismos, de salvar sus almas pero ellos no lo

permitían.

Vi que un helicóptero se acercaba a la torre y me lanzo una

ráfaga de balas, ninguna me alcanzó pero estuvieron cerca de

hacerlo, yo dispare solo tres balas con el rifle y sé que una los

alcanzó, el helicóptero no cayo, pero sé que se dieron cuenta que no

seria difícil para mi derribarlo, así que se fueron. comencé a

escuchar disparos de escopetas provenientes desde abajo, sabia que

los policías no usan ese tipo de armas así que debían ser civiles, me

mantuve agachado por un momento sin levantar la cabeza, sabia

que los muros me protegerían pues tenían mas de medio metro de

espesor.

Había pasado casi una hora desde que comencé con mi

misión y yo aun tenia muchas municiones, en ese momento escuche

como al otro lado de la azotea golpeaban la puerta para derribarla,

solté el rifle y cargue la escopeta y las 9mm, me quede quieto en una

esquina esperando que ellos vinieran hacia mi, tenia una posición

privilegiada pues si ellos aparecían por la izquierda o la derecha yo

los notaria primero, frente a mi estaba la esquina del muro del

campanario, así que podría hacerme hacia el lado contrario para

escudarme de sus balas. Y en efecto, escuche un disparo a mi

izquierda, apunte, pero apareció un policía a mi derecha y antes de

poder tenerlo en la mira descargo todas las balas de su arma 9mm

en mi pecho, pude sentir como cada bala se alojaba dentro de mi,

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fue el momento mas glorioso de mi vida, estaba convirtiendo en un

mártir, ese fue mi momento triunfal, que lastima que no pude hacer

nada mas por todos ellos. La escopeta se hacia mas pesada y mis

brazos mas flácidos, poco a poco el arma se me iba resbalando, con

mucho esfuerzo pude sacar una nota que tenia en mi bolsillo, vi al

oficial que me había disparado y le sonreí, él no me sonrió, en

cambio me disparo a la cabeza.

Dios me había hablado y me dijo que mi misión era liberar almas

para enviárselas a él, pero no seria nada fácil hacerlo, tenia razón, no

fue fácil, sólo pude recolectarle treinta y dos almas. El policía se

acercó a mi cuerpo ya sin vida y tomo la nota que yo sostenía en mi

mano, la cual decía:

“Espero que las personas comprendan que tengo el don de liberarlas de esta vida material y de

sufrimiento y que lo único que quero es ayudar a quien lo merece, sé que soy especial y vine aquí

a hacer el trabajo de Dios. Nadie piensa en salvar a los demás y yo puedo cambiar al mundo,

por eso se que mis pensamientos no eran tan normales, aunque yo sólo era un chico normal. Se

que después de un tiempo nadie recordara mi nombre, pero también estoy seguro que será

imposible ver la torre del reloj sin pronunciar mi nombre: David Crow, El enviado de Dios.”

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¿Cual es el momento preciso en el que un niño se convierte en hombre? El mayor acto de coraje es enfrentar tus miedos aun temiéndoles. Una historia real y mas común de lo que debería ser.

El Pequeño Hombrecito

apá, papá! – gritaba Pedrito mientras corría

despavorido en aquella vereda polvosa y

rodeada de montes que iba de la escuela a su

casa.

- ¡Agárrenlo!- No dejen que se vaya – eran los gritos que se

escuchaban tras el agitado andar de Pedrito.

- ¡P

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- Alcanzalo que ya va a llegar - se decían entre ellos: Hugo, Paco y

Luis, mientras Pedrito corría como si de su vida se tratase, ya se le

notaba el cansancio; pero, los ojos se le iluminaron cuando frente a

él apareció el ultimo riachuelo, sabia que su casa se encontraba a

solo unos metros, se sentía aliviado, ya casi a salvo, pues esa

maratón forzada llevaba ya casi tres kilómetros, el camino era largo

y nada fácil, mucho menos corriendo descalzo como él lo estaba

haciendo…

La desventura de pedrito había comenzado esa mañana en

la escuela, era una zona rural olvidada de la mano de Dios, el paisaje

era de lomas, matorrales y sembradíos de maíz. Pedrito de 10 años

de edad, era visiblemente pobre, su padre era un borracho

empedernido que cuando no vagaba por el lugar, trabajaba en las

fincas aledañas, pero estando sobrio era a veces aun mas molesto e

irritante que estando ebrio.

María, la madre de Pedrito, permanecía en casa, cuidando de

sus otros cinco hijos que eran menores, la vida en el campo era dura

y ella hacia todos los quehaceres. Pedrito vestía camisas que alguna

vez fueron blancas y ahora eran tan ralas y desgastadas que parecían

imitar la piel del propio Pedrito, esto sin mencionar la cantidad de

agujeros que le adornaban. Sus pantalones eran un tema aparte, no

se podría saber de que color eran: azul, verde, café o negro, estaban

tan remendados que no parecían pantalones en realidad sino una

suerte de retazos de telas remendados unos sobre otros. Su calzado

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(si se le podía llamar así), estaba hecho de trozos de neumáticos,

como los de un tractor, los cuales se ataba con un hilos de mezcal.

En su cabeza, la línea se perdía en el límite donde tenia pelo, negro,

crespo y muy mal cortado por cierto, contrastaba con las partes

blancas donde ya se le había caído. A contra luz, y a través de su

amarillenta camisa, se podía observar la marcada silueta de sus

costillas; pero la mala nutrición no había afectado en nada su

capacidad para correr, que era lo que a menudo le salvaba.

Hugo, Paco y Luis, eran el típico trío de bravucones

escolares que fastidian a los más pequeños e indefensos. El

pasatiempo favorito de éste trío era Pedrito, se burlaban de él a la

menor oportunidad; sabían que su padre era alcohólico y no se

molestaba en interesarse de los problemas de su hijo. Esa mañana,

como siempre durante el receso, comenzaron a burlarse del pobre

Pedrito: insultándolo, arrancándole mechones de pelo, golpeándolo

y en fin, padecía todo mal que a este trío se le ocurriera. Pedrito,

como siempre, intentaba defenderse; pero como siempre, su intento

era en vano. En medio de las humillaciones que le estaban haciendo

a Pedrito, Hugo se le acercó, y le arrebató un cuaderno que sujetaba

fuerte junto a su pecho:

- ¿Qué tenemos aquí? – Dijo Hugo, -¡Vaya!, es un cuaderno nuevo

- Dámelo – dijo Pedrito, - Dámelo, mi mamá me lo compro.

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Hugo le lanzó el cuaderno a Paco, el que a su vez se lo

lanzó a Luis mientras hacían que Pedrito corriera tras de él en un

clásico juego cruel; pero en un tropiezo de Luis, Pedrito pudo

sujetar el preciado cuaderno y casi al mismo tiempo también lo hizo

Hugo, comenzaron a forcejear entre ellos dos por el premio, pero el

débil cuaderno de 80 paginas no soportó mucho y se rompió por la

mitad; Hugo se burló:

- ¡Vaya!, rompiste tu cuaderno.

Pedrito se quedo con los hombros caídos y la mirada

resignada al suelo, mientras los tres demonios seguían burlándose

de el con una irritante tonada:

- ¡Rompiste tu cuaderno!, ¡rompiste tu cuaderno!…

Repetían una y otra vez haciendo emerger la ira en Pedrito,

átomo a átomo y célula a célula, hasta detonar en una rabiosa

explosión. Como quien canta un grito de batalla, Pedrito clamó por

su cuaderno, apuño fuertemente un lápiz que portaba en su mano y

casi sin pensarlo se lo clavó a Hugo en el hombro derecho. Preso de

la ira, no pudo pensar lo que había hecho, pero sabía muy bien lo

que tenía que hacer ahora: correr, mucho y muy rápido. No lo

dudó, comenzó a correr instantáneamente, después de unas tres

zancadas se quito los intentos de zapados que calzaba pues descalzo

le era mas fácil. Sabia que su única esperanza de salir de ésta era

llegar a casa; era un largo y difícil camino, en especial para él que

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corría descalzo, las piedras le herían los pies y las hojas del maizal de

costaban los brazos, pero él ya estaba acostumbrado.

-¡Papá, papá! – gritaba cuando estaba a metros de llegar a casa, pero

sus perseguidores le seguían muy de cerca y no estaban dispuestos a

dejarlo ir. En la pasada del riachuelo, Hugo recogió una piedra y se

la lanzó a Pedrito con excepcional puntería, atinándole en la parte

posterior de la rodilla; Pedrito cayó al suelo casi de inmediato y

mientras se ponía de pie sus atacantes lo alcanzaron, lo tiraron al

lodoso suelo, pisoteándolo y pateándolo hasta el cansancio:

- ¡Ay!, déjenme, me duele

- Te dije que no te ibas a escapar

- déjenme, perdónenme, me duele, ¡Papá, papá! ¡Mamiiiii!

Pero sus suplicas no fueron escuchadas.

Cuando se cansaron de patearlo lo levantaron bruscamente del

suelo, le arrancaron la camisa del cuerpo y lo empujaron para que se

fuera

- Andá niñita, andá contale a tu papito

Pedrito se alejó tambaleante, iba sollozando, golpeado y con

el orgullo herido, mientras sus tres verdugos se quedaron recostados

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en el lugar, cansados y repartiéndose la malograda camisa del pobre

Pedrito casi como lo hicieron los soldados romanos con aquel

ropaje en aquella famosa ocasión. Sin embargo Pedrito no caminó

mucho cuando a su derecha se encontró con una hamaca tendida en

medio del maizal, en la cual se encontraba su padre dormido; se le

acercó y ahogado en llanto le dijo:

- ¡Papi, papi!, Hugo y sus compañeros me pegaron otra vez, yo

venia corriendo…

- ¡CALLATE! - le interrumpió su padre.- que no ves que estoy

dormido

- Pero papá, mira me golpearon y…

- ¡PERO NADA!, ya estas grande, yo a tu edad me defendía sólo

¿Qué no sos hombre? No seas tan llorón. Andate de aquí y no me

sigas jodiendo.

- Pero…

- Que te vayas te dije, ¿Que no entendés?

Diciendo esto Juan, el papa de Pedrito, se dio vuelta en la

hamaca dándole la espalda a su hijo para intentar conciliar el sueño

nuevamente. Pedrito se sintió frustrado, vio en ese momento que su

padre era inútil y por mucho que le doliera Hugo tenia razón. Se

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dejo caer de hombros y bajo su mirada resignada al suelo; pero ahí,

debajo de la hamaca donde dormía su padre, estaba el machete con

el que trabajaba en la finca. Si bien su padre era un inútil, tenia

razón en algo: ya era hora de defenderse sólo. Lleno de ira, más que

de coraje, tomó el machete del suelo y lo desenvainó, luego marchó

decidido a encontrarse con su destino, sus tres rivales.

Juan escucho la vaina del machete caer al suelo y sin darle

mucha importancia levantó la cabeza para ver lo que sucedía: su

machete y su hijo ya no estaban, luego escucho aterrado como su

hijo seguía su consejo y se defendía a si mismo

- ¡No Pedrito! Solo era broma

- No, ¡mamá!... ¡mami!...

- Pedrito yo no te hice nada, disculp…

La ultima frase se escucho como quien habla con la garganta

llena de agua, no se logro terminar y cuando Juan llegó donde

estaba su hijo, prefirió no haberlo hecho,

- Pedro ¿Qué hiciste?

- Me defendí papá, ya no me van a volver a molestar

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Juan se encontraba atónito en aquella escena: Pedrito se

encontraba cubierto de sangre, su desnutrido cuerpo se estremecía

extasiado con agitada respiración; ante él yacía el cuerpo de un niño

de 14 años casi decapitado, era Paco; junto a éste, se encontraba

Luis de 13 años con dos serias heridas una en la cabeza y otra en el

pecho, yacía agonizante, y casi a los pies de Pedrito una mano, que

marcaba el inicio de un rastro de sangre que se perdía entre el

maizal; era la mano de Hugo, también de 13 años.

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Las profesiones mas piadosas son a veces ejercidas por las personas menos indicadas, pero aun así, una mirada agonizante puede ser capaz de penetrar el ser a quien ve…

El Viejo

l turno acontecía normalmente, los enfermos y

accidentados entraban y salían en la sala de

emergencias, y como de costumbre, con la luz

roja… Todos corren de un lado a otro, pero sin atender a nadie en

verdad…

El viejo (como yo lo llamaba) regresaba nuevamente de su

tratamiento de diálisis al pabellón de cuidados delicados situado

E

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junto a el área de emergencias, yo siempre le veía pasar, nunca

levantaba ni un dedo, solamente lo movían en su cama, apenas y

abría los ojos, apenas y me seguía con la mirada, no entendía por

qué seguir manteniéndolo vivo, nunca llego ningún familiar ni nadie

a visitarlo, su seguro medico era lo único que aparentemente le

acompañaba, de seguro, y lo pensé muchas veces, si yo fuese capaz

de sentir lastima, la habría sentido por aquel infeliz viejo…

Aquella noche no pude concentrarme, sus ojos grises

parecían mas pendientes de mi que de costumbre… ¿Que era lo que

tanto me observaba? No lo entendía. Seguí haciendo mi trabajo,

intentando ignorar a aquel viejo, pero la idea me daba vueltas en la

cabeza…

Es curioso que una persona como yo se dedique a ayudar a

los demás, algo incluso irónico podría decir, las personas siempre

me saludan balbuceando las palabras, es como si me vieran y me

escupieran un “buenos días” a la cara, no importa que deje de

contestarles, siempre lo hacen, no entiendo por qué no dejan de

hacerlo; pero, aquel viejo, es diferente en ese aspecto, él no me

saluda al verme, solo me observa, claro, apenas y puede abrir la

boca sin pronunciar palabra alguna, pero, parece no tener

intenciones de hacerlo, solo me observa, no importa cuantos le

rodeen, su mirada cansada no se aparta de mi, justo como ahora,

estoy lleno de documentos y al levantar la vista me encuentro con la

de el…

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Tiene dos meses de estar internado en este puerperio, los

riñones ya no le sirven y los pulmones apenas y se contraen, la

mascara de oxigeno parece haberse vuelto parte de él, así como los

monitores que lo sentencian, una perdida valiosa de recurso

tomando en cuenta los costos operativos y de diálisis, de todas

maneras, el viejo va a morir; creo que lo sabe, por eso me observa,

quiere que yo se lo diga, o ¿acaso quiere que yo le ayude con una

piadosa eutanasia?, pero no, no lo hare, no vale la pena arriesgar

tanto…

Pero, su mirada no muestra desesperación, es mas como

una repulsiva humanidad; pero, ahora entiendo, las enfermeras

antes le saludaban, le decían los típicos buenos días y el “¿como se

siente hoy?”, pero la costumbre perdió ante la frialdad de aquel

viejo, logro hacer que dejaran de saludarle, ni yo he tenido éxito en

eso, pero yo soy ahora al único que se acerca, llego a su cama y lo

tomo de su endeble y huesuda mano, tomo su pulso, casi como una

cuenta regresiva, toco su frene para saber su temperatura, y veo sus

ojos para observar la dilatación de sus pupilas, si, hay instrumentos

que hacen esto, pero yo siempre lo hago así porque de cierta

manera la muerte se hace mas palpable, cada vez que lo hago me

pregunto: ¿que lo mantiene vivo? ¿Porque aun no muere?, llego y

salgo sin decir ni una palabra, por eso me observa, por eso me esta

observando en este justo momento, piensa que yo he sido el único

amable, pero se equivoca, lo único que me interesaba es estar

presente en el momento de su muerte, ver cuando sus ojos se

apagan, como el pecho se detiene, y escuchar ese ultimo quejido

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aspirando profundo como quien se ahoga en la muerte e intenta

aspirar un sorbo de vida…

Yo solo quería verlo morir, y el viejo pensó que yo era

amable, me causa repulsión el pensar eso, y me causa mayor

repulsión ahora su mirada, ya no soporto que me mire…

Recojo mis cosas y doy por concluido mi trabajo, mi turno

apenas comenzaba, pero definitivamente no lo podre terminar hoy,

hago algunos arreglos y prefiero hacer un turno de 24 horas…

Al día siguiente, llego nuevamente a mi lugar de trabajo,

“buenos días”, “buenos días”, paso de largo sin contestar a nadie,

nunca aprenden, pero cuando llego frente a la habitación del viejo el

ya no esta, las enfermeras están aseando su cama y calibrando

nuevamente los monitores, pregunto y me responden por el: “El

Señor murió anoche, estuvo agonizando casi cinco horas, parece

que una ulcera en la pared estomacal le causo un sangrado interno

que no había manera de controlar, quisimos darle analgésicos pero

se negó, rechazo todo tratamiento, lo único que hacia era retorcerse

del dolor y no dejaba de gritar su nombre, lo llamo toda la noche,

quisimos contactarlo pero no nos fue posible, murió hace un poco

mas de una hora…”

El viejo murió gritando mi nombre, anhelando mi presencia,

y yo pase todos estos días pensando en su nombre, anhelando su

muerte…

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Hay emociones que son tan fuertes que quedan impregnadas en el lugar donde acontecen y trascienden el tiempo como un eco, repitiendo aquella historia una y otra vez.

El Llanto de las Caléndulas

ntra un pequeño de seis años a la habitación, se acerca

sollozando al regazo de su padre que se encuentra

descansando en el diván:

- ¿Que tienes hijo?

- Vengo de casa de mi prima y no quiero regresar ahí, me dio

miedo.

E

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- Tranquilo hijo, no pasa nada

- ¿Fuiste a casa de mi prima alguna vez?

- Si, hijo, si fui una vez, ven acá y siéntate, te contare una historia:

Si, recuerdo aquella vieja casa, majestuosa y sencilla a la vez,

una construcción clásica de la era victoriana, recatada y finamente

acabada hasta el más ínfimo detalle.

Pero lo que mas recuerdo es mi ultima noche ahí, era

particularmente fría, la leve brisa que recorría los arboles dejaba

entrever la silueta de la luna que parecía empecinada en el afán de

esparcir su luz etérea correteando junto con las sombras

fantasmales en el jardín.

Mi habitación estaba en el segundo piso, era cómoda, pero

mi sueño esa noche era intranquilo, me recuerdo a mi mismo

cansado y somnoliento, rondando el umbral del sueño pero sin

lograr descender en el. Mi mente comenzaba a divagar y ahondar en

temas inútiles, lo que en un principio comenzaban como

pensamientos, de un momento a otro se convertían en sueños, de

los cuales despertaba tan pronto como comenzaban. El silencio era

tan intenso que parecía zumbarme en los oídos, tanta calma era

abrumante, me levanté de mi cama para abrir la ventana, así, al

azotar el viento aplacaba un poco aquel inquietante silencio. Casi

parecía cíclico, predecible: diez minutos de calma absoluta

quebrantados por treinta segundos del contrastante ruido del viento

azotando mi ventana, luego, calma nuevamente... sucedía así una y

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otra vez, mis pensamientos se estaban convirtiendo en sueños

paulatinamente hasta que...

toc, toc, toc...

esta vez el viento no había azotado la ventana, parecía que había

tocado en ella como quien toca quedamente a la puerta, era apenas

audible, tan levemente perceptible, pero sin embargo, fue lo

suficientemente fuerte como para despertarme de aquel leve sueño

y alertar mis sentidos que ahora se encontraban enfocados en

aquella ventana. ¿Realmente lo habré escuchado?, o solamente fue

un reflejo inocuo de un leve y muy corto sueño...

Permanecí en silencio, quieto e inmutable intentando

escuchar, analizar aquel silencio que nuevamente zumbaba en mis

oídos... ¿habrá sido real?, o ¿solamente un juego inmaduro de mi

propia mente?, No, sé que era real...

Comencé a pensar en esto y a hacer remembranzas de

pasadas añoranzas, nuevamente, comenzaba con un tema y una

cosa me llevaba a la otra, alejándome cada vez mas del tema en

cuestión...

toc, toc, toc,

Ahí está nuevamente, me dormí sin darme cuenta, pero aquel

sonido me despertó, es inconfundible, tan leve como la vez primera

pero ahora estoy seguro el haberlo escuchado. Rápidamente me

incorporé en la cama y observo la ventana, la luz de la luna se cuela

dentro de la habitación dibujando así macabras manos con las

sombras de los arboles secos que se mecen a voluntad del viento.

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Mi mente se turbó imaginando el ser que llamaba a mi

ventana, me acerqué lentamente intentando agudizar mis sentidos

cual gato en cacería, hasta que lo escuché... No era alguien tocando

a mi ventana, sino, un sollozo, si bien el sonido no era menos

aterrador que el anterior, al menos ahora era más revelador. Abrí la

ventada de par en par y me asomé al balcón, nunca lo olvidaré...

Abajo, en un rincón del jardín trasero, junto a la fuente, se

hallaban las caléndulas, iluminadas suavemente con la luz de la luna,

se movían tímidamente al ritmo del vals que el viento tocaba, del

interior de aquellas misteriosas flores provenía un llanto que, en

cierto sentido, parecía acogedor.

La intriga le ganó al temor, al menos en esta ocasión, no

concebía en mi mente lo que estaba atestiguando, no lo

comprendía, pero mientras miraba absorto, pude notar algo mas, no

era un solo llanto, cada caléndula parecía llorar junto a su

compañera de al lado, produciendo entre todas este leve y

melancólico llanto. El sentimiento de dolor y sufrimiento de

aquellas flores era tanto que durante un breve momento, incluso yo

fui capaz de sentirlo.

De entre las hojas de aquellas bellas flores surgió una mano,

y con esta, un vestido grisáceo y traslucido, lo vestía una joven de

cabello negro que parecía lamentarse junto a las caléndulas, me

pareció una escena verdaderamente triste.

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Letras Muertas

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Apenas un instante después, una ráfaga de viento descendió

desde la nada, azotando las caléndulas y despojándolas de sus

pétalos, estos se esparcieron, parecían volar libres al olvido

llevándose con ellos aquel llanto que se apagaba lentamente en la

distancia. El vestido de la joven y ella mima, parecieron también ser

desintegrados por el viento para mezclarse entre aquellos pétalos

que se alejaban cada vez mas, todo se desvaneció en el aire dejando

atrás un jardín sombrío, silencioso y solitario.

Cerré mi ventana y regrese a la cama sin poder ya conciliar

el sueño, solamente me quede ahí, inmóvil y con la mente en

blanco...

Aunque aquella noche parecía eterna, el día en realidad no

tardo tanto en llegar, en mi mente permanecía impregnada la

imagen de aquella joven dama con su sobrecogedora tristeza y

desesperanza. Intenté levantar mis ánimos y así olvidar aquel

suceso.

Era un domingo, bañe y vestí para bajar a desayunar, ahí se

encontraba mi tía abuela Elsa. Comenzamos a hablar amenamente

de uno y mil temas y luego, como siempre, una cosa llevó a la otra y

sin darme cuenta nos encontramos hablando sobre mi experiencia

en la noche anterior.

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Elsa parecía prestar especial atención a mis palabras,

escuchaba atentamente todo lo que decía y cuando finalmente

termine de narrar lo sucedido, ella tomo aire en un profundo

suspiro, dirigió su mirada hacia el techo, o tal vez a la nada, como

quien recuerda una historia de toda una vida pasada.

“Melina” susurró Elsa después de un largo silencio, y hubo

silencio por un rato más.

Se llama Melina – me dijo con los ojos aguados y no es

ninguna extraña, ella era mi hija.

Me quedé pasmado, no sabia que decir ni que pensar, no

sabia que mi tía Elsa hubiese tenido hijos, pensaba que... no se... que

era estéril o que nunca se había encontrado con su pareja ideal,

aunque pensándolo bien, en realidad nunca había pensado en eso

hasta aquel momento.

Termine mi café de un sorbo intentando espantar el sueño

remanente que aun pudiese quedar, hice mi desayuno a un lado,

quería escuchar la historia de la hija de mi tía Elsa, y

afortunadamente, ella no se hizo de rogar.

Sé que esta conversación fue hace ya muchos años, pero es

una de esas cosas que jamás se olvida, recuerdo claramente como

me lo relato:

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Elsa se encontraba en la plenitud de su vida, estaba casada

con mi tío abuelo Víctor, eran una hermosa pareja, el dinero no les

hacia falta, pero los hijos si. Vivian en esa misma casa, donde yo

pase aquella noche, los años pasaban uno tras otro y ellos siguieron

sin poder concebir; sin embargo, un día tuvieron la posibilidad de

adoptar una niña recién nacida, no lo dudaron, la nombraron

Melina.

La niña creció rodeada de mucho afecto, nunca le falto

nada, haya sido material o afectivo, tuvo la mejor educación que se

podía pagar y los mejores padres que podía desear, todo era ideal.

Melina sabía que no era hija biológica, pues entre ellos nunca hubo

secretos; sin embargo, eso en realidad no importaba, ella era una

verdadera hija y ellos unos verdaderos padres.

Una tarde de octubre, cuando Melina había alcanzado ya los

17 años, llegó a casa su tía Iris, la hermana de Elsa, Iris parecía

agonizar, se encontraba tan enferma y su salud tan deteriorada que

al parecer había llegado a aquel lugar a morir. Pero con el tiempo las

cosas no se dieron así. Unas semanas mas tarde, Iris se recuperaba

notablemente, era ya una mujer alegre y jovial, pasaba la mayor

parte del tiempo con Melina, hacían muchas cosas juntas, se

compartían secretos y hablaban sin tabúes, había una sincera

complicidad entres las dos, con el paso del tiempo se habían vuelto

inseparables amigas.

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Horribles Relatos de una Mente sin Remedio

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Una noche, antes de irse a dormir, Melina se dirigió a la

habitación de Iris con un cesto lleno de caléndulas, eran flores

hermosas que había recogido en el jardín con la idea de hacerse

adornos para el cabello, la puerta de la habitación de Iris se

encontraba entreabierta, la luz al interior era tenue pero podía verse

con facilidad hacia dentro, cuando Melina se acercó, sintió una

fuerte punzada en el estómago, dentro de la habitación vio a Iris

con su padre, acariciándose como solo dos amantes lo harían,

Melina quedó muda, conteniéndose y en silencio, regresó a su

habitación. Se sentía traicionada, defraudada, el ver a su mejor

amiga con su padre la había cambiado. Se acostó en su cama y tomó

sobre su pecho el cesto con las caléndulas, las tomaba una a una

arrancándoles los pétalos lentamente uno por vez, cada pétalo

evocaba un recuerdo, un resentimiento, una idea, lloró toda la

noche, y no durmió ideando en como vengarse.

A la mañana siguiente, Melina no bajo a desayunar, tenia los

ojos hinchados de tanto llorar pero se los disimuló como pudo,

arregló una mesa de te en una esquina del jardín junto a las

caléndulas, era el lugar favorito de ella y su tía Iris. Las tres se

encontraban ahí, y hablaban y hablaban como si tuviesen años sin

verse, tal y como de costumbre. Melina sirvió el té para ella y su

madre, no alcanzó para Iris pero fue a la cocina a traer mas, lo había

endulzado con un toque de cianuro.

Las tres charlaban amenamente y en medio de las risas Iris

se sintió mareada, cayó inconsciente al suelo antes de siquiera poder

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detenerse, en pocos segundos yacía muerta sobre el césped. Elsa

abrazo a su hermana y lloró desconsolada sobre su cadáver, en

medio del llanto vio a Melina que permanecía en pie junto a ella sin

mostrar ninguna emoción, y con un dolor que cualquiera pudiese

decir que viene del alma, Elsa le dijo a su sobrina: “Melina, esa

mujer que acaba de morir era tu madre”.

No hubo palabras, Melina permaneció inmóvil y en

silencio... paralizada. Las caléndulas que se movían con el viento

eran los únicos testigos silenciosos de aquel nefasto momento.

Mi tía Elsa me comentó que luego de eso, Melina enfermó,

cayo en una profunda depresión y cuando tuvo una crisis de nervios

fue ingresada en un hospital de salud mental, por lo que después se

supo que era un trastorno maniaco depresivo. Se volvió apática, no

reconocía a nadie, pero una tarde, en un atisbo de cordura durante

una visita, le contó a Elsa todo lo sucedido anteriormente, un día

después de eso, Melina murió.

Mi tía no termino su desayuno, sus envejecidos ojos se le

notaban cansados y llorosos, me dijo que a pesar de lo sucedido,

nunca se fue de esa casa, decía que de vez en cuando aun podía

sentir que Melina, quien para ella era un verdadera hija, aun

permanecía ahí. Elsa se levantó de la mesa y dio la vuelta

preguntándome por mis quehaceres como si nada hubiese pasado,

luego de eso, jamás volvió a hablar del tema, yo me fui de ahí esa

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tarde y ya no regrese nuevamente, mi tía falleció tres meses después

de ese día.

Por eso hijo mio, no debes temerle al llanto que escuchaste

en las caléndulas en casa de tu prima, pues por lo que me dices,

parece que ellas aún lloran la tragedia de aquella historia...

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El suicidio es considerado uno de los peores pecados, y uno de los peores castigos seria el estar destinado a repetir aquella fatídica acción una y otra vez sin la posibilidad de redimirla.

Prision Perpetua (Silent Hill 4)

espierto un poco desorientado en mi habitación,

el hedor a putrefacción ha logrado interrumpir mi

sueño, me duele la cabeza, pero algo ha

cambiado, este ya no parece ser mi cómodo y acogedor

apartamento, el aire esta turbio y pesado y ¡¡las paredes!! Parecen ser

de carne putrefacta, emanando ese penetrante hedor a muerte, casi

parecen respirar, es grotesco.

D

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Me acerco a la ventana para intentar ver hacia fuera pero

esta muy opaca y no deja ver nada, y al tocarla, me doy cuenta que

ha dejado de ser vidrio y parece ser una piel densa y estirada, ¡¿Qué

demonios es esto?!, salgo de mi habitación muy perturbado por lo

que estoy presenciando, me dirijo hacia mi sala de estar y el

ambiente es aun mas lúgubre, comienzo a caer en la desesperación e

intento salir del apartamento pero para mi asombro, me encuentro

con la puerta de entrada encadenada desde adentro con cinco

enormes candados que parecen estar hechos de huesos, esto me

descontrola, comencé a tener una agobiante sensación de encierro y

desesperación, pero no quería perder el control, siempre he sido

una persona que sabe manejar sus emociones, así que me tranquilice

tanto como pude e intente asimilar la situación.

Me di la vuelta y comencé a observar a mi alrededor, como

queriendo encontrar una respuesta a lo que estaba pasando, pero lo

único que pude ver eran unas extrañas figuras que se formaban en

la pared, parecía como si un rostro desfigurado y con los tejidos

expuestos intentar salir de ella, es escalofriante y a la vez

repugnante.

Repentinamente a mis espaldas, el televisor se enciende,

pero no muestra nada, solo estática, intento apagarlo pero es en

vano, intento desconectarlo pero no esta conectado, un escalofrío

me recorre el cuerpo de pies a cabeza erizando todos los vellos en el

camino. Intento no tomarle importancia mientras trato de

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comprender lo que esta sucediendo en este momento. Estoy seguro

que es mi apartamento, son mis muebles, mis fotografías están

colgadas en la pared, aunque todo parece tan grotesco, tan

demoníaco, pareciera ser la guarida de algún repugnante demonio.

La peste no me deja pensar bien, siento que mi cabeza va a

estallar, apoyo mi mano en la pared y me sostengo la cabeza con la

otra mano, puedo sentir el palpitar del muro entre mis dedos, me

siento aturdido, luego comienzo a sentir que la textura de la pared

cambia y se va volviendo mas viscosa, me alejo de ella rápidamente,

veo como se forma un circulo negro en la pared que va creciendo

como una mancha y comienza a emanar una viscosidad negra,

emanando también mas pestilencia. ¡¿Pero que demonios?! ¡es una

mano!, una mano comienza a emerger de la pared, me quedo

estupefacto sin poder creerlo, pero no solo es la mano sino un

objeto con forma casi humana lo que esta saliendo de ahí. Es algo

horrible y repugnante, tiene ese espantoso olor tan penetrante que

podría olerlo aun si no tuviera nariz, esta bañado totalmente en lo

que parece ser sangre coagulada y rodeado por esa negra viscosidad,

sus tejidos internos están expuestos y casi no tiene piel, parece estar

inflamado y en evidente estado de descomposición, el hedor a

cadáver es asfixiante, salió totalmente de la pared y cayo con un

golpe seco al piso. Pero mi asombro es mayor pues parece estarse

moviendo y emitiendo gemidos ¡¡Esta Vivo!! No puedo creer que

esa cosa aun viva, el ser me vio, y vi como un ojo se le cayo, pero

éste sólo se lo reacomodó y comenzó a moverse hacia mi, lo hacia

casi arrastrándose, comenzó a ponerse de pie y venia hacia mi

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emitiendo esos tenebrosos gemidos que parecían de un dolor

insufrible. Preso del terror que me invadía, di unos pasos hacia atrás

y tropecé con una silla que estaba tirada en medio de la sala, pero

pude ver como este ser se abalanzaba sobre mi justo antes de caer al

suelo, mi cabeza golpeo contra el piso y quede inconsciente.

Despierto de golpe con un grito angustioso y mi cuerpo

bañado en sudor, en mi cabeza están aun todas esas imágenes de

horror, pero cuando reacciono me doy cuenta que estoy en mi

cama, en mi habitación, un agudo dolor de cabeza acompaña mi

mañana. ¿Habrá sido solo un sueño?, si, debió serlo, un sueño muy

real, me digo esto a mi mismo tratando de convencerme pero la

verdad, con poco éxito. Me levanto de la cama y me acerco a la

ventana de mi cuarto, todo parece normal, como debe ser, veo hacia

afuera y observo en la calle las personas caminando y los autos

circulando. Algo me impulsa a tocar el vidrio de la ventana, es un

sentimiento mezcla de curiosidad y temor, sé que es ilógico, sé que

es vidrio, ¿que otra cosa podría ser?, pero, tengo que tocarlo, tengo

que asegurarme. Me acerco y lo toco… nada, es vidrio, ya lo sabia,

pero en mi interior, suspiro aliviado.

Ahora más calmado, observo detenidamente a mí alrededor,

todo es normal. Tocando las paredes me aseguro que son lo que

son, sólo paredes. Esto aumenta mi incertidumbre de lo sucedido

antes, pues en vez de tomar esa calma y normalidad de la que me

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encuentro rodeado ahora como una prueba que nada ha pasado, lo

único que consigo es aumentar mi duda, me pregunto con cada vez

mas recelo lo sucedido anteriormente, ¿Qué fue lo que pasó?

¿Habrá sido real o no?

Aun adolorido e intentando poner mis pensamientos en

orden, salgo de mi habitación y voy hacia la sala, apoyo la mano en

la pared, en el mismo lugar donde lo hice antes y… como lo

esperaba, nada. Me acerco al televisor e intento encenderlo y como

todo lo demás, nada pasa, con ironía pienso que si hubiese

encendido me habría asustado pues tiene meses de estar averiado.

Observo la pared, el mismo lugar donde antes había brotado ese

repugnante ser que no quisiera recordar, solo observo, prefiero no

tocar ahí.

Varios pensamientos surcan mi mente, como que seria

horrible terminar así como ese ser, ¿que habrá hecho en vida para

tener un castigo tan cruel? En ese momento, como un as de luz que

atraviesa mi cerebro, una imagen llega a mi cabeza: la puerta de

entrada, corro hacia ella, y quedo perplejo, petrificado ante la

puerta, intento reaccionar pero mi cuerpo no responde, mis ojos

observan la puerta, están fijos a la puerta. La imagen de la puerta y

esos cinco candados me hela la sangre y me llena de horror,

entonces no fue un sueño, fue todo real.

Intento controlarme nuevamente y pensar en una

explicación lógica para esto, ¡¡ ¿Pero que estoy diciendo?, esto no

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tiene lógica, tengo que salir de aquí!! En un arranque desenfrenado

cuando el temor se convierte en furia, corrí hacia el cuarto de baño

y tome un hacha que ahí guardaba, regrese a la puerta y comencé a

golpear los candados una y otra vez, una y otra vez, así unas veinte

veces, hasta quedar sin fuerzas, pero esta ira ahora se convertía en

desesperación al ver que los candados se auto reparaban a si

mismos de cada golpe que les había propiciado, comencé a

golpearlos otea vez con el hacha intentando en vano cortarlos pero

estos re regeneraban una y otra vez haciéndose mas gruesos cada

vez, no podía hacer nada, estaba agobiado observando algo a lo que

no podía combatir, me detuve y el hacha comenzó a hacerse mas

pesada y solo la deje caer a un lado, luego me derrumbe sobre mi

mismo cayendo pesadamente sobre mis rodillas, a los pies de

aquella puerta con esos cinco malditos candados, estaba perplejo,

conmocionado, rozando el borde de la locura ante la imagen de

esos candados en la puerta frente a mi, el mensaje era claro: yo no

saldría de ahí.

Bajo la vista y observo mis manos: están sangrando le di con

tanta fuerza a los candados que mis manos se hirieron, la piel se

abrió y comencé a sentir el dolor. Aun me dolía la cabeza. Me

levante para ir al baño a intentar curarme. En la sala tropecé con

una silla, la maldije y solo la deje ahí tirada sin darle más

importancia. Luego abrí la puerta del baño, entre y la cerré tras de

mi, aunque vivía solo siempre tuve esa costumbre. Comencé a

buscar vendas en las gavetas, mi cabeza me estaba matando, abro la

llave del lavamanos y me dispongo a asearme, en ese momento

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levanto la vista y veo el espejo frente a mi; algo no esta bien, mi

rostro, me veo muy demacrado y casi cadavérico, yo no soy así ¿la

condensación en el espejo no me deja ver bien?, acerco mi mano y

lo limpio, pero ¡¡Mi Mano!!, tiemblo al ver mi mano pues puedo ver

los huesos y tendones en su interior, y yo pensaba que era una

simple cortada, con horror veo mi rostro en el espejo, no se como

describir lo que vi, este dolor de cabeza no es solo una jaqueca, es

un hoyo en mi cráneo, mi cerebro esta expuesto, ahora lo recuerdo,

recuerdo por que me duele la cabeza, puse un arma en mi boca y

dispare, la bala salió por la parte superior de mi cabeza, pero ¿no

morí? ¿Como? Ese olor otra vez, el olor a muerte me invade otra

vez, no, yo debería estar muerto, el ambiente alrededor mío

comienza a cambiar, las paredes comienzan a transformarse en una

masa de carne podrida y viscosa y se puede sentir como lentamente

comienzan a palpitar rítmicamente como un corazón acelerado.

Me veo a mi mismo y observo como la piel de todo mi

cuerpo se contrae y se abre de manera hiriente, es en extremo

doloroso, la sangre se coagula casi al instante y mis músculos

comienzan a podrirse; la carne se me cae a pedazos dejando ver mis

costillas y mi abdomen se abre dejando escapar mis vísceras, nunca

creí decir esto pero mis intestinos se salían de mi y tenia que

sostenerlos con lo que aun me quedaban de manos para que no

cayeran al piso, mi cuerpo se estaba descomponiendo y es un dolor

inimaginable.

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Volví a ver el espejo nuevamente pero ahí ya no se reflejaba

mi imagen, sino más bien, se veía una escena como en un canal de

televisión, pero lo que ahí se reflejaba era una imagen de mi cuarto,

y ahí estaba yo, acostado en la cama antes de haberme disparado en

la cabeza. Di un paso hacia atrás y me topé a la pared, mejor dicho,

me pegué a la pared pues los fluidos de mi cuerpo descarnado se

pegaron de una asquerosa manera a los viscosos fluidos de la pared

tras de mi, ahora convertida en una masa de carne podrida y

palpitante. Pero no solo me había pegado a la pared, sino que sentía

como esta me halaba mas y mas y no podía escapar hasta que me

absorbió totalmente y me encontré dentro de esta palpitante pared,

me sentía asfixiado, rodeado de una materia viscosa y oscura, esa

sustancia se metía en mi boca y nariz y por todas las partes de mi

cuerpo ahogándome sin llegar a morir.

Comencé a luchar para salir de ahí, luego de mucho

esfuerzo logré sacar una mano, era mi esperanza de salir de ahí,

comencé a luchar nuevamente, ahora con mas ahínco para poder

liberarme y poco a poco pude ir escapando de la pared hasta que caí

con un golpe seco al piso, bañado en esa sustancia negra y viscosa,

pero extrañamente ya no me encontraba en el cuarto de baño sino

en la sala de mi casa, de alguna manera me había desplazado dentro

de la pared hasta llegar a la sala de estar, no sabia como, pero la

verdad en ese momento esa no era mis prioridades, lo único que

quería era que esa pesadilla acabara.

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En el momento que caí al suelo desde la pared, levante la

cabeza y pude ver a una persona que estaba ahí, quise levantarme

pero un ojo se me cayó, me lo reacomode e intente acercarme a esa

persona para pedirle ayuda pero mis cuerdas vocales estaban tan

dañadas que de mi garganta solo salían unos espantosos gemidos,

me asuste al escucharme a mi mismo, luego de esto pude ponerme

de pie y con mis dos ojos bien puestos en sus respectivos lugares,

pude ver a la persona que estaba parada frente a mi, y para mi

asombro, era yo, ¿como era posible eso?, en cualquier otra

circunstancia no lo hubiera creído pero ahora lo comprendía bien,

ese era yo varios momentos antes cuando tuve esa mala experiencia

que creía había sido un sueño, aunque no era nada en comparación

a lo que estaba pasando ahora.

Debía prevenirme de no suicidarme y lo intente, me acerque

a aquel que era yo para advertirle o advertirme de lo que estaba

sucediendo, pero una vez mas cuando abrí la boca solo salió ese

macabro gemido de mi, y él se asustó, retrocedió y tropezó con una

silla que estaba tirada en medio de la sala, se golpeo la cabeza contra

el piso y quedo inconsciente ¡¡esa maldita silla!!. Intente reanimarlo

pero fue en vano así que lo levante y lo llevé a la cama justo a

tiempo pues al momento de bajarlo un brazo se me desprendió. Lo

observe detenidamente por un momento, y vi su cabeza, estaba

abierta, definitivamente no era por la caída, ya se había disparado,

estaba muerto, recuerdo eso, recuerdo que lo primero que hice al

despertarme fue dispararme en la cabeza, lo estaba viendo otra vez,

no llegue a tiempo para advertirme de no hacerlo.

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Un poco mas calmado, lleno de enojo y resignación por lo

que me estaba sucediendo, recogí mi brazo y salí de ahí, me dirigí

hacia la puerta y con sorpresa vi como los candados se abrían, las

pesadas cadenas que sellaban la puerta cayeron al suelo, quería

abandonar todo eso y dejarlo atrás, al fin podría liberarme, y

entonces, lentamente con la única mano funcional que me quedaba

abrí la puerta y la atravesé pero no era lo que yo esperaba, en

realidad no estaba saliendo de mi apartamento, sino, entrando

nuevamente, con la única diferencia que ahí todo se veía normal, la

entrada a uno era la salida a otro era como estar al otro lado del

espejo, donde la puerta marcaba la diferencia, cuando atravesé la

puerta por completo mi mano se quedó adherida a ésta desde el

hombro y se cerro tras de mi.

Uno a uno comenzaron a aparecer los cinco candados que

la sellan y mi mano que estaba ahí adherida comenzó a convertirse

en un candado mas, son seis, ahora la puerta se sello con seis

candados, al ver esto abandone toda esperanza y me deje caer al

suelo, ahí tendido comencé a sentir como las pocas partes que aun

colgaban en mi cuerpo se desprendían de mi y se fusionaban con el

piso hasta que este se convertía en carne, y esa mancha de carne se

fue agrandando poco a poco hasta alcanzar las paredes y el cielo

falso, luego, cuando mi corazón se desprendió y cayo al piso, el

lugar completo cobró vida, y las paredes poco a poco comenzaron a

palpitar. Mi apartamento se había convertido en un lugar lúgubre,

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con el aire denso y viciado como la guarida de algún repugnante

demonio. Mi apartamento cobro vida, pus yo le brindé la mía.

Despierto un poco desorientado en mi habitación pues un

hedor a putrefacción interrumpió mi sueño, me duele la cabeza,

pero algo ha cambiado…

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Ha sueños que son demasiado buenos para ser reales, hay sueños que son demasiado reales para ser buenos, se debe tener cuidado con lo que se sueña, pues puede volverse real.

Sueño Nocturno

ndrea realmente se encontraba cansada, cerró

la puerta sin llave y se metió en su cama,

acomodo su cabeza en el almohadón de

plumas, los parpados le pesaban, sus piernas parecían de plomo y la

cama se volvía fina espuma de algodón egipcio, la relajación que

tenía era total, el sueño no tardo en reclamarla.

A

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La noche era oscura, no había luna; el viento soplaba

azotándose contra la ventana. En la puerta, destacándose contra la

luz de los distantes relámpagos mudos, parecía delinearse una

silueta, un hombre podría decirse, Andrea que aún se encontraba

dormida, se sentía incomodada por la presencia en su habitación,

abrió sus ojos pero sin abandonar el profundo sueño que la

dominaba, dirigió su mirada hacia la puerta y vio aquella sombra

que, aun en la oscuridad de la noche, se veía aún más oscura, una

sombra con un negro absoluto, parecía que aquella figura se

alimentara de la oscuridad del ambiente.

La mente de Andrea se había vuelto un caos, el sueño que

estaba teniendo no parecía haber desaparecido al abrir los ojos,

intento moverse y no pudo, intento gritar pero su boca no se abría,

solo podía observar aterrorizada lo que sucedía con la esperanza

que aun estuviese soñando, estaba atrapada en lo que claramente se

conoce como sueño lucido.

La figura que permanecía postrada en la puerta estiro un

brazo hacia Andrea, sus ojos no podían estar más abiertos, el brazo

terminaba en una especie de mano alargada y esquelética, con uñas

que solo podrían describirse como garras; el brazo se alargaba más y

más de manera inhumana acercándose lentamente al rostro aterrado

de Andrea, ella sudaba, intentaba moverse y gritar en vano, no sabía

si el horror la paralizaba o era simplemente algo más, las garras del

ser casi hacían contacto con el rostro de la mujer, y ella, al verse sin

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ninguna otra salida, comenzó a rezar y cerró los ojos fuertemente

con la esperanza que aquello desapareciera…

… la calma era inquietante…

… el silencio era abrumador…

… el tiempo parecía no avanzar, ¿ya se habrá ido? ¿Habrá

desaparecido? …

No quedaba otra opción más que abrir los ojos, y con

mucho temor y esperanza a que aquello hubiese sido un sueño, se

resignó a abrir los ojos, sabía que no había nada más que hacer… y

lentamente, así lo hizo…

Observo la puerta… no había nada…

Observo a su alrededor… tampoco había nada…

Intento moverse y así lo hizo, se sentó un momento a la

orilla de su cama y respiro aliviada que todo había sido solo un mal

sueño. Inquieta pero ya más aliviada, intento dormirse nuevamente,

se acomodó de su lado de la cama, teniendo en mente a Ricardo,

acomodo su cabeza en el almohadón de plumas, los parpados le

pesaban, sus piernas parecían de plomo y la cama se volvía fina

espuma de algodón egipcio, en ese momento, cuando se encontraba

al límite del sueño, sintió un muy sutil movimiento bajo sus sabanas,

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y sin pensarlo las levanto, y de ahí, desde la profundidad de las

sabanas en su cama surgió aquella macabra garra y la tomo por la

boca antes que pudiera gritar…

Al día siguiente, cuando Ricardo regreso, entro a la

habitación y se quitó la ropa como de costumbre; vio a Andrea

plácidamente dormida, suavemente se acomodó en su cama, estaba

cansado y casi se dormía, entonces se dio vuelta y abrazo a su

esposa, pero la sintió fría al tacto, y al hablarle no respondió, no

sería hasta dos días después que Ricardo se enteraría gracias a la

autopsia de su esposa, que ella había muerto casi siete horas antes

que el la descubriera de una embolia cerebrovascular…

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Cada día envejecemos sin pausa, en cierto momento nuestro cuerpo deja de responder y lo que queda son nuestras memorias, no somos mas que la suma de nuestros recuerdos, hasta que estos

también comienzan a fallar.

Un Día Más

Un nuevo día, un día mas de dolor...

a mañana era tan opaca y gris como ayer, mis

manos temblorosas jugueteaban con mi paciencia

mientras intentaba ponerme en pie, mis ojos

grises y cansados se resentían al recibir la poca luz que entraba a la

habitación, Marta estaba a mi lado, pero al igual que mi voluntad ya

casi no me acompañaba.

L

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Poco a poco logro incorporarme, lentamente, paso a paso

me dirijo a algún lugar que olvido al llegar, alguien pasa a mi lado,

¿acaso hay alguien mas aquí?, ¿quien se habrá tomado la molestia de

venir a visitarme? ¿será alguno de mis hijos?, retrocedo para ver

quien es y aquí me lo encuentro, un viejo, se ve aun mas decrepito

que yo, es en estos momentos en que agradezco ser como soy pues

ahora veo la evidencia de quienes están peor; pobre diablo, le

compadezco. Lentamente levanto mi mano para saludarle, mi

garganta seca se cierra y queda corta de aire y lo único que pude

decir fue "jhem", total, ni creo que ese vejestorio humano me

escuche; pero, si lo hizo, no solo contesto mi saludo sino que lo

hizo también al mismo tiempo.

Extiendo mi mano para saludarle y toco la barrera que nos

separa, ¡que imbécil soy!, no puedo creer que me haya pasado otra

vez, ese no es ningún viejo decrepito, es solo ese maldito espejo,

debí saberlo ¿quien se interesaría en venir a visitar este viejo

endeble?, "¡Marta, recuérdame quitar ese espejo!", esa mujer ya ni

me contesta, ya mañana me encargare de ese espejo.

mmm...

¿Que es lo que estaba contando?...

¡Ah!... ya lo recordé, mis disculpas por eso, mi mente suele

fallarme, extrañamente puedo recordar detalles de mi infancia, pero

no recuerdo lo que me paso hace cinco minutos, y es lamentable, es

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lo que mas detesto de mi estado, mis pies no me permiten correr,

mis manos no me permiten sentir, mis ojos grises y cansados de

tanto andar ya no me dejan contemplar las bellezas de los detalles.

Lo único que me quedan son mis memorias, añoranzas de

una vida pasada que ya no volverá, los gratos recuerdos de lo que

fui son ahora lo único que me permite ser quien soy. Recuerdos, en

eso me he convertido, mi cuerpo poco a poco va fallando y los

recuerdos a los cuales me aferro mueren junto con las neuronas en

mi cabeza. Todo se desvanece, todo me abandona, mis hijos, mis

nietos y ahora hasta mis propios recuerdos...

Me siento en la cama, junto a Marta, ella es mi consuelo, es

quien comparte conmigo esta abrumadora soledad, pero ahora hasta

ella me ha abandonado, hace mas de tres días que no se ha movido

de esa cama, creo que ya no le importo, setenta años juntos es

suficiente para colmar a cualquiera. Me acerco suavemente a ella, le

acaricio la mejilla, pero un trozo de su piel se queda en mis manos,

¿que le ha pasado? ella no hace nada, no se mueve, solo me ignora.

El cansancio es mayor que las ganas de seguir, me recuesto en la

cama...

A veces no me doy cuenta que duermo hasta el momento

en que despierto, pero no se si en verdad habré dormido o solo son

los recuerdos que escapan de mi mente, el sueño ya no aplaca la

fatiga. Veo hacia un costado, y ahí esta Marta, dormida como

siempre, no se como puede dormir tanto...

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Recuerdo cuando veía los atardeceres desde mi patio, lucían

dorados, llenos de vida, ahora son tan monótonos y grises como

cuando amanece. Mi patio también luce muerto, lleno de arboles

secos que antaño perdieron sus hojas, en el suelo, una soga, como

desearía poder tener las fuerzas para atarla a una rama y colgarme de

ella, que mi cuerpo se meciera el vaivén del viento entonando su

misma sonata. Encontrar el momento en el que mis pies se eleven

del suelo y coincidirlo con el final del día. Si... el final, como

desearía poder tener la fuerza para colgar esa soga y apreciar la

puesta del sol mientras me columpio de ella como un niño jugando

en el parque, quisiera tener las fuerzas para atar esa soga y hacer ese

columpio, subirme en el, despegar mis pies del suelo, mecerme con

el viento y disfrutar un día mas...

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Hay realidades tan crueles o severas que simplemente es más fácil ignorarlas dejándolas pasar por alto antes de detenerse un instante y realizar una acción mínimamente detallista.

Una Caricia Bajo el Puente

a luna se erguía arrogante en lo alto de la noche

frívola; abajo, la soledad reclamaba las calles que

pocas horas antes eran tan bulliciosas; las cunetas

arrastran los vestigios de la zozobra humana:

lodo, basura, heces, sangre, pus… todo rastro indeseable de la

desdicha humana olvidado por unos e ignorado por otros, todo se

mezcla en una repugnante y hedionda mezcla que, conducido por la

cloaca, desemboca en algún rio cercano. A pocos metros de ahí,

bajo un viejo puente olvidado, una mujer deposita suavemente una

L

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maraña de trapos viejos, es un niño, es su hijo, lo mira sollozando,

una sonrisa se refleja en su cara por un segundo, sabe que su tesoro

duerme con la pancita llena, luego su mirada se pierde en el vacío,

pues no sabe si mañana también lo estará.

Claudia eleva su mirada hacia el cielo, casi clamando por una

respuesta; la luna, sin embargo, se esconde tras las nubes para

ignorar su presencia, reaccionando justo como lo hacen las personas

al cruzarse con ella, simplemente la ignoran para no sentir tanta

lastima por ella, y así no sentirse mal con ellos mismos. El frio

comienza a calarle los huesos, las tripas le chillan implorando por

algo que digerir, por el momento, no hay nada que hacer más que

recostarse y esperar que el dolor se vaya, aunque en el fondo, ella

sabe muy bien que eso no pasara.

Se recuesta junto al cuerpo de su hijo de cinco años, que

debido a la mala alimentación, pareciera ser de solo dos, Carlitos se

despierta y abraza a su madre, entre sus manos, acoge

cariñosamente un juguete que es tan sencillo como amado, un

regalo navideño inesperado de un desconocido que, para alimentar

su propio orgullo, regalo algo que de todas maneras hubiese

desechado. Su madre lo ve a los ojos y acariciándole la frente le dice

tiernamente al oído: “No reces solo por un día más, sino, por un día

mejor”, Carlitos asiente con la cabeza y cierra los ojos, justo antes

de dormir murmulla con una voz apenas audible: “Cualquier día

contigo es uno mejor”. Los sentimientos de Claudia se agolparon en

su garganta causándole un nudo que apenas y pudo contener, una

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lagrima de orgullo se escabulle entre sus mejillas, levanta su mirada

al cielo con los ojos llenos de esperanzas tan ínfimas que casi

podrían ser falsas, y luego, ignorando el clamor de sus tripas,

ignorando también el dolor, la angustia, y todas aquellas bajezas

humanas que nos acongojan, se quedo dormida junto a su pequeño

mientras le acariciaba la cabeza, en ese momento nada mas

importaba.

La luna salió de su escondite apenada de su

comportamiento, conmovida por aquella actuación, lanzo su aliento

al viento y una cálida brisa atravesó por debajo de aquel viejo

puente, y conforme con este insignificante gesto, se dio la vuelta

olvidando lo sucedido casi al instante para luego, ignorarlos

nuevamente.

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Letras Muertas

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Los símbolos, son solo símbolos, y están sujetos a la interpretación que se les de, por ende, siempre habrán circunstancias donde nos veremos forzados a revaluar nuestras propias creencias.

No Siempre Lloverá

a tarde llora lágrimas doradas, las hojas muertas

que caen desde los árboles incitan a pensar en la

vida misma. La tierra negra se cubre con la

alfombra de hojas que alguna vez estuvieron

sobre los árboles que ahora lucen grises y exentos de vida. Frente a

mi, se encuentra una cruz, hecha de madera negra, vieja y anticuada,

apenas erguida junto a los restos de lo que pudo haber sido un

pozo… si, es un pozo.

L

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Es una cruz triste y melancólica, tan llena de nostalgia que

casi puedo verla llorar, pero, me detengo y pienso: ¿Qué es una

cruz?, ¿es acaso un símbolo de vida?, ¿de luz y salvación? ¿o es un

símbolo de redención ante el cual hay que arrodillarse y adorar?, ¿es

acaso la materialización de la gloria divina en un símbolo mundano

el cual debería inspirarnos alegría, compasión y sentimientos de

unión con la eternidad y lo divino?, yo no lo creo, lo que esta frente

a mi es solo una cruz, decrepita y endeble como todo lo que le

rodea. Una cruz, como la que Tommy solía cargar sobre su cuello.

La portaba casi como un amuleto, fue un regalo de su padre en su

quinto cumpleaños, se aferraba a ella cada vez que se sentía solo o

temeroso. Ingenuo e ignorante, pensaba que le protegería, o al

menos, era lo que sus padres le habían hecho creer.

Las hojas caen deslizándose suavemente en el viento, al

compás de un lento vals, flotando a la deriva sin rumbo ni

dirección, hasta que su viaje termina inevitablemente sumándose a

las miles ya caídas, tan abrupto como una muerte súbita, espontánea

y sin sentido, como la muerte de un niño en su infancia.

El crujir de los árboles en el viento, resuenan en la distancia

convirtiéndose en quejidos, suaves alaridos nocturnos como los

sollozos de un niño en busca del refugio de sus padres en la

oscuridad de la noche. Los mismos sonidos que Tommy hacia para

despertar a sus padres, su mente jugaba con él y le hacia creer que

un niño le despertaba por las noches para que le acompañase a

jugar. Pero, sus padres, como cualquier otro adulto racional, nunca

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creyeron que en las palabras de Tommy al contarles de sus visitas

nocturnas. Nunca le creyeron, ni aun cuando el pequeño comenzó a

aislarse y refugiarse tanto en su propia soledad que hablaba y jugaba

interactuando animadamente con su nuevo amigo imaginario, “ya se

le pasara, es solo una etapa” decían sus padres queriéndose

convencer a si mismos. Estaban ciegos al hecho que cuanto mas

tiempo pasaba, mas se alejaba Tommy de la realidad y mas se

aferraba a su imaginario amigo.

El viejo pozo parece abrir sus fauces hacia el cielo en un

lánguido grito mudo, grita desesperado por los hechos del pasado,

por las almas que aun no descansan. El perpetuo reposo de un

inocente fue perturbado al excavar el pozo, pero a nadie pareció

importarle, ni siquiera cincuenta años después cuando aquella alma

ultrajada encontró un amigo en Tommy, a nadie le importo, solo a

Tommy.

Ahora aquel viejo pozo luce oscuro y oxidado bajo la luz del

crepúsculo, engullendo inmóvil y en silencio las hojas que

insensatas, caen sin lograr aplacar el hambre del coloso. Moribundo

y vacío, una cruz igual de decadente es ahora su compañía. Una

cruz… reposo mi vista sobre ella y pienso: ¿Qué es una cruz? ¿un

símbolo de salvación y vida? Antes lo creí así, pero ahora sé que una

cruz es un indicio de condena y muerte, una cruz no es vida, ni paz,

ni esperanza, es solo un recordatorio sádico de lo voluble de la vida

y del futuro inevitable que nos espera. Es un símbolo creado por los

romanos, casi una condena de muerte de la cual, ni aquel que vino a

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salvarnos a todos se pudo librar, pues en ella murió, en una cruz de

madera que con el tiempo seria vieja y podrida como la que ahora

esta frente a mi, tan triste y melancólica como era Tommy, ahora

esa cruz es la que marca el lugar de su muerte, nadie creía en su

palabra, hasta que lo encontraron en el fondo del pozo, pálido e

inerte, aferrado a un esqueleto que también parecía aferrarse

fuertemente a Tommy. Eran los restos de un niño de edad similar,

era su amigo imaginario.

Esa vieja cruz indica el lugar donde mi Tommy murió, sobre

su sombra se dibuja aquel dulce rostro, sonriéndome ingenuo e

ignorante, viéndome sostener entre mis manos, la cruz que cargaba

en su cuello.

Muchos años han pasado, mi tiempo avanza incesante,

pronto me reuniré con mi hijo nuevamente.

Ha comenzado a llover, la noche se adentra, tengo que irme,

pero no siempre lloverá...

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El mayor de todos los temores, el mayor de todos los retos, de todos los desafíos somos nosotros mismos, quien no se supera a si mismo no ha superado nada. Vencer ese monstruo que llevamos

dentro, aquel que muchas veces no nos deja morir y no nos deja vivir, es el mayor desafio.

Némesis (El Visitante Nocturno)

a oscura mancha se escurrió bajo la puerta

avanzando lentamente como una impávida sombra

que vaga libre sin la esclavitud de su amo.

El demonio del sueño rondaba en mi habitáculo, mas esta vez, no

me había dejado vencer.

La noche se precipitaba encima nuestro mientras de aquella mordaz

sombra amorfa comenzaba a emerger una silueta.

L

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Un gato.

Negro y grotesco como tal.

Morbosamente deforme

Pero era innegable que aquella sombra había transmutado su silueta

para emular aquel repugnante gato.

Sus ojos asimétricos me observaban fijamente.

Parecían casi ojos humanos, o por lo menos irradiaban un atisbo de

humanidad tras su horrenda deformidad.

Negros y profundos como tal.

Parecían esconder tras de si, una sabiduría absoluta.

Su sombría anatomía era diminuta, en contraste con su presencia

que no era menos que abrumadora.

Absorto por la soberanía que inspiraba aquella malévola visita

nocturna, me vi obligado a arrodillarme para reverenciar su absoluto

poder.

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Aquel… ente, no podría llamarlo de otra manera, se acercó hacia mi

y comenzó a regurgitar hasta vaciar completamente su estomago.

El fluido era mayormente rojo carmesí, tornábase morado y

verduzco también.

Viscoso y fétido como cualquier fluido corporal descompuesto.

Mi alegría se acrecentó cuando me permitió alimentarme del

producto de sus fauces.

Repugnante y obsceno como tal.

El dolor y la angustia menguaban a medida que mi estomago se

retorcía al probar bocado tras cinco días de abstinencia obligada.

Finalmente mi hambre se vio saciada.

Alcé la mirada hacia mi benefactor.

Aquel ser que aun me miraba fijamente abrió su boca y proclamó

con determinación:

- ¡No te dejare morir!

Mis oídos ingenuos no daban fe de aquellas palabras.

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Ese ente…

Ese ser que aparenta encarnar la maldad pura me concede el mayor

de los regalos al librarme de la muerte

Aturdido por aquella repuesta pregunte:

- ¿Por qué?, dímelo tú señor de las sombras, ¿Acaso te has apiadado

de mi alma y deseas evitar mi andar en el valle de la muerte?

Responde que eso es lo que suplico.

El silencio…

La nada repicaba haciendo eco en mis oídos.

Aquel extraño gato no apartaba su inquietante mirada de mí.

El engendro intentaba escudriñar cada recoveco de mi alma

ultrajada.

- Señor – dije –, tú, mi oscuro visitante nocturno, ¿Acaso eres un

enviado del averno que desea obtener mi alma? Responde que es lo

que suplico.

Y el ser me repitió con soberbia aquella infame frase:

- No te dejare morir

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Mi corazón se aceleraba.

El espacio en mi celda se contraía.

Esa frase que al principio sonábase alentadora, se volcaba en el

dictamen de una sentencia implacable.

- Señor – le suplique –, ¿Eres tu quien ha escapado del reino de las

criaturas de la noche o has sido enviado por los dioses para ser el

guardián de mi enajenado cuerpo? Aplaca mis dudas y muéstrame

tu rostro para reverenciarte si así lo deseas, te lo agradeceré

ferviente, yo te lo suplico.

El engendro comenzó a desfigurarse.

Abríase su boca mientras se comía a sí mismo hasta transformarse

en una masa palpitante que pronto adoptaba una nueva forma.

Una figura sombría y grotesca como tal.

Una forma incluso más repugnante que la anterior emergía del

engendro.

Su cuerpo era el de un cuervo…

No, una urraca.

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Pero su rostro era el de una mujer.

El engendro se había convertido en una arpía.

Mi mente se idiotizaba por aquel acto, no podía hacer mas que

paralizar mi cuerpo dejándolo a merced de la bestia.

Sus ojos mal formados tornábanse más macabros que antes.

En su mirada no había nada más que maldad y odio puros.

- ¡No te dejare vivir! – profirió el pajarraco.

Esas palabras me afectaban aun más que las anteriores.

Mi mente no alcanzaba a vislumbrar lo que la bestia quería de mí.

De todas las formas que pudo haber tomado, adquirió la más

inquietante.

Aterrador como tal.

Su voz milenaria se alzó para exigirme sus demandas:

- Bríndame mi tributo.

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Sublevado por aquel ser, no tenia opción más que obedecer.

Lleve mi mano a un costado y luego de desgarrar y levantar mi piel

tome una de mis costillas derechas para ofrecérsela a mi inusual

invitado.

Gustoso acepto mi ofrenda.

- Arpía – grite exasperado –, seas mensajero del mal o de la noche

¿Qué deseas?, ¿Por qué me has visitado esta noche?, dime la verdad

¿Me liberaras o me esclavizaras aun mas? Respóndeme que yo te lo

suplico.

Y la arpía guardo silencio…

- Arpía, seas ángel o demonio, te ruego que tranquilices mi alma

perturbada aclarando mis dudas, ¡Dímelo!, ¡¿Quién eres y que

deseas?! Responde, te lo suplico.

La arpía comenzó a engullirse a si misma formando nuevamente

aquella masa palpitante.

Mi ser clamaba por esclarecer mis dudas.

Mi mente comenzó a rozar la locura a medida que aquella masa

tornábase a su nueva forma.

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Era yo.

El engendro mutaba nuevamente para transformarse en mí.

No dejaba de ser deforme y grotesco como tal.

Era claramente una versión corrompida de mi mismo.

- ¡Jamás te abandonaré! – afirmo la bestia con absoluta seguridad.

Me estremecí totalmente al escuchar aquella aberración.

Cuando antes anhelaba una compañía cualquiera, ahora deseaba

nuevamente mi soledad.

- ¡Yo soy tu Némesis! – me aclaro con soberbia.

Fue entonces cuando lo comprendí.

La bestia no me dejaría vivir ni morir.

No me abandonará.

Torturará y a atormentará mi cuerpo, mente y alma hasta que ya no

quede nada de ellos.

Hasta que los días se agoten y se cumpla la eternidad.

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La bestia se postró ante mi y yo me alimenté de él hasta que mi

hambre se hubo saciado.

Por hoy ha desaparecido.

Pero regresara al caer de nuevo la noche.

El engendro visitara mi celda todas las noches.

La bestia será mi Némesis, mi castigo.

Me alimentará con su cuerpo y el comerá del mío.

Hasta que los días se agoten y se cumpla la eternidad