Murray Bookchin Seis Tesis Sobre Municipalismo Libertario

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Seis tesis sobre municipalismo libertario Murray Bookchin 1984

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Murray Bookchin

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  • Seis tesis sobre municipalismo libertario

    Murray Bookchin

    1984

  • ndice general

    Tesis I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3Tesis II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4Tesis III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5Tesis IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6Tesis V . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8Tesis VI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

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  • Tesis I

    Histricamente, la teora y la prctica social radical se han centrado sobre las dos zonas de la acti-vidad social humana: el lugar de trabajo y la comunidad. A partir de la creacin de la Nacin-Estadoy de la Revolucin Industrial, la economa ha ido adquiriendo una posicin predominante sobre lacomunidad no slo en la ideologa capitalista, sino tambin en los diferentes socialismos, libertariosy autoritarios, que han ido apareciendo en el ltimo siglo. Este cambio de posicin del socialismodesde una postura tica a una econmica es un problema de enormes proporciones que ha tenidoamplia discusin. Lo que es ms importante dentro de este punto son los socialismos en s, con suspreocupantes atributos burgueses, extraamente adquiridos, un desarrollo principalmente reveladopor la visin marxista de llegar a la emancipacin humana a travs del dominio de la naturaleza, unproyecto histrico que presumiblemente establece la dominacin del hombre por el hombre; es elrazonamiento marxista y burgus del nacimiento de una sociedad de clase como precondicin a laemancipacin humana.Desafortunadamente el ala libertaria del socialismo los anarquistas no han avanzado consisten-

    temente en la prevalencia de lo moralista sobre lo econmico. Aunque quizs lo han desarrollado apartir del nacimiento del sistema fabril, locus classicus de explotacin capitalista, y de, nacimientodel proletariado industrial como portador de la nueva sociedad. Con todo su fervor moral, la adap-tacin sindical a la sociedad industrial y la imagen del sindicalismo libertario como infraestructuradel mundo liberado, supuso un cambio apreciable en el nfasis intencional desde el comunitarismohacia el industrialismo; de valores comunales a valores fabriles.1 Algunos trabajos que han adquiridosantidad doxogrfica dentro del sindicalismo, han servido para enaltecer el significado de la fbricay, de forma ms general, el lugar de trabajo dentro de la teora radical, y eso por no hablar del papelmesinico del proletariado. Los lmites de este anlisis no necesitan ser igualmente analizados eneste artculo. En forma superficial, me parece que estn justificados con los hechos acaecidos en lapoca de la Primera Guerra Mundial y los aos 30.Hoy da la situacin es distinta, y el hecho de que podamos criticarlos con la sofisticacin que nos

    da la perspectiva de dcadas, no nos da derecho a patrocinar el descrdito del socialismo proletariopor su falta de visin futura.Sin embargo debe hacerse la matizacin: la fbrica y, con la historia, el lugar de trabajo, ha sido

    el lugar principal no slo de explotacin, sino tambin de jerarquas, a esto hay que aadir la fa-milia patriarcal. La fbrica no ha servido precisamente para disciplinar, unir y organizar alproletariado capacitndolo para el cambio revolucionario, sino para esclavizarle en los hbitos de lasubordinacin, la obediencia y la penosa robotizacin descerebrada. El proletariado, al igual que todoslos sectores oprimidos de la sociedad, vuelve a la vida cuando se despoja de sus hbitos industrialesy entra en la actividad libre y espontnea de comunizar, esto es, el proceso vital que da significado ala palabra comunidad. Entonces los trabajadores se despojan de su naturaleza estricta de clase, queno es sino la contrapartida del status de burguesa, y se revela su naturaleza humana. La idea anr-quica de comunidades descentralizadas, colectivamente gestionadas, estatales, y con una democraciadirecta y la idea de la confederacin de municipalidades o comunas, habla por s sola, as como enuna formulacin ms expresa a travs de los trabajos de Proudhon y Krpotkin, expresando el papeltransformador del municipalismo libertario como una columna vertebral de una sociedad liberadora,enraizada en el principio tico antijerrquico de unidad de la diversidad, autoformacin y autogestin,complementariedad y apoyo mutuo.

    1Como ejemplo particularmente deprimente, slo hay que leer El organismo econmico de la Revolucin (Barcelona,1936), traducido al ingls como After the revolution, dicho trabajo influencia enormemente a la CNT-FAI.

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  • Tesis II

    La Comuna, como municipalidad o ciudad, debe evitar un papel puramente funcional de un esta-do econmico, en el que los seres humanos no tienen oportunidad de realizar actividades agrcolas,sino pasara ser un centro de implosin (usando la terminologa de Lewis Munford) que realce lascomunicaciones sociales internas y el acercamiento de los miembros de la misma, de forma que sedemuestre su funcin histrica transformando, esa poblacin casi tribal, unida por lazos de sangre ypor costumbre, en un cuerpo poltico de ciudadanos unidos por valores ticos basados en la razn.Esta funcin abiertamente transformadora, atraer al extrao y al nomiembro al interior de un

    denominador comn con el tradicional genoi, creando as una nueva esfera de interrelaciones: el reinodel polissonomos, literalmente la gestin de la polis o ciudad. Es precisamente a partir de esta conjun-cin de nomos y de polis que deriva la palabra poltica, una palabra que ha sido desnaturalizaday convertida al estatalismo. Igualmente, la palabra polis ha sido reconvertida como Estado. Estasdistinciones no son meras disquisiciones etimolgicas. Reflejan, por el contrario, una autntica degra-dacin de estos conceptos, siendo todos y cada uno de ellos de enorme importancia para legitimarfines ideolgicos. A los antiautoritarios les choca y rechazan la degradacin del trmino sociedadentendido como Estado, y tienen razn. El Estado, tal como lo conocemos es un aparato diferenteque se utiliza para dirigir a las clases; es el monopolio profesionalizado de la violencia con la finalidadde asegurar la subyugacin y la explotacin del hombre por el hombre. Las teoras antropolgicas ysociales nos ensean cmo el Estado ha ido emergiendo lentamente a partir de relaciones jerrqui-cas ms abiertas, tambin nos ensean sus distintas formas y cuales son su grado de desarrollo, ycomo se dibuja dentro del concepto de nacin Estado moderno, asimismo nos estn enseando, muyposiblemente, cul vaya a ser el futuro, con el Estado en su forma absolutamente ms totalitaria.As Pues, los antiautoritarios saben tambin cmo las nociones de familia, lugar de trabajo, y di-

    versas formas culturales de asociacin en el sentido ms completo y antropolgico de la palabracultura, las relaciones interpersonales y de forma general, la esfera de la vida privada, estn, sinparalelismo alguno, totalmente diferenciados, social e intrnsecamente, del estatismo.Lo social y el estatalismo pueden infiltrarse el uno en el otro; as, en este sentido, los antiguos

    despotismos reflejaban la soberana patriarcal del oikos. La absorcin de lo social por el moderno ygigantesco Estado totalitario refleja la ampliacin del concepto de burocracia (tanto en sus esfe-ras psicoteraputicas y educacionales, como en la esfera administrativa tradicional) evidenciando lasimperfecciones que existen en todas las clases de organismos sociales.El surgimiento de la ciudad nos ofrece diversos grados de desarrollo, no slo con respecto a una

    nueva dominacin de la humanitas universal, diferenciada de la parroquia; nos abre la posibilidad delespacio libre de un nuevo civismo, diferenciado de los lazos tradicionales, es la gemeinschaften bio-cntrica. Asimismo nos ofrece el reino del polissonomos, la gestin de la polis por un cuerpo polticode ciudadanos libres, en resumen, se nos da la posibilidad de la poltica en una forma diferente a loestrictamente social y al estatalismo.La Historia no nos muestra una esfera de lo poltico en estado puro, tampoco nos da una visin

    mayor de las relaciones sociales a nivel de aldeas y grupos no jerarquizados, y tan slo en una pocams reciente, ha empezado a mostrarnos instituciones puramente estatalistas. El trmino de purezaes un concepto que es introducible en teora social, a expensas de perder cualquier contacto con larealidad segn hemos podido comprobar por la historia. Sin embargo, existen aproximaciones a la po-ltica, invariablemente de carcter cvico, y que no son, en principio, de carcter social o estatalista: lademocracia ateniense, las asambleas municipales de Nueva Inglaterra, las asambleas de seccin de laComuna de Paris en 1793, por citar tan slo los ejemplos ms conocidos. De duracin considerable enalgunos casos, y efmeras en otros; y hay que admitir totalmente que fueron marcadas por los nume-

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  • rosos elementos de opresin que existieron en aquellas pocas, No se pueden componer trazos aqu yall para ofrecer la imagen de un status poltico no parlamentario ni burocratizado, centralizado o pro-fesionalizado, social o estatal, sino que hay que recoger la imagen ciudadana, reconociendo el papelde la ciudad en la transformacin de una poblacin o de una aglomeracin mondica de individuosen una ciudadana basada en formas ticas y regionales de asociacin.

    Tesis III

    Si definimos lo social, lo poltico y lo estatal con una concepcin absoluta, y estudiamos la evolucinhistrica de la ciudad como en el espacio en que nace lo poltico, en forma separada de las ideasde lo social y lo estatal, estamos entrando en la investigacin de unas materias cuya importanciaprogramtica es enorme. La poca moderna define lo civil como urbanizacin, lo cual supone unaautntica corrupcin de la accin ciudadana, amenazando con englobar los conceptos de ciudad y pas,convirtiendo as la dialctica histrica en algo ininteligible en la actualidad.La confusin entre urbanizacin y accin ciudadana sigue siendo tan oscura hoy da, como la confu-

    sin existente entre sociedad y Estado, colectivizacin y nacionalizacin o, en este sentido, poltica yparlamentarismo. La urbe dentro de la tradicin romana, se refera a los aspectos fsicos de la ciudad, asus edificios, plazas, calles diferencindose de la civitas, la unin de ciudadanos en un cuerpo polti-co. Estos dos conceptos no fueron intercambiables hasta la poca final del Imperio, cuando el conceptode ciudadana ya haba decado, y haba sido reemplazado por trminos que diferenciaban castas, yque estaban condicionados por el Imperio Romano; esto nos muestra un hecho altamente relevante ysustancioso.Los griegos intentaron retornar a la civitas dejando la urbe recrear nuevamente la ekklesia atenien-

    se, a expensa del Senado de Roma. Pero fracasaron, y la urbe devor a la civitas bajo la forma deImperio. Se supone que los ciudadanos libres, que formaban la columna vertebral de la Repblica, yque pudieron haberla transformado en una democracia, una vez que bajaron de las Siete Colinas enlas que Roma se fund se empequeecieron usando la terminologa de Heine. La idea de Romaen tanto que una herencia tica, se fue reduciendo en proporcin directa al crecimiento de la ciudad.A partir de entonces, cuanto ms creca Roma, ms se dilat esta idea; el individuo se perdi porcompleto en la urbe, los grandes personajes que conservaban cierto poder, ya nacan con esta idea, yse ahondaba an ms la diferencia con los individuos menores.Aqu podemos obtener una enseanza, y aprender de los peligros de la jerarqua y de la grandeza;

    y adems captar el sentido intuitivo que supone la distincin entre urbanizacin y accin ciudadana,el crecimiento de la urbe a expensas de la civitas. Y adems surge otra cuestin; tiene la civitas o elcuerpo poltico significado a menos que literal y protoplsmicamente tenga un contenido? Rousseaunos recuerda que las casas forman la urbe, pero que (slo) los ciudadanos forman la ciudad.Los habitantes de la urbe se conceptan como simple electorado o como votantes, o ya usando

    el trmino ms degradante utilizado por el Estado, impositores sujetos a gravamen, un trminoque es realmente un eufemismo aplicado a un sujeto. Los habitantes de la urbe se transformanen abstracciones, y a partir de entonces, en simples criaturas del Estado, utilizando la terminologajurdica norteamericana en relacin al status legal de lo que es una entidad municipal hoy da. Unpueblo, cuya nica funcin poltica es la de votar delegados, no es pueblo en absoluto; es una masa,una aglomeracin de monadas. La poltica diferenciada de lo social y lo estatal, supone la reestructura-cin de esas masas en asambleas totalmente articuladas, supone asimismo la formacin de un cuerpopoltico dentro de la idea de debate, de la participacin racional, la libertad de expresin, y a travs defrmulas democrticas radicales de toma de decisiones.

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  • Este proceso es interactivo y auto-formativo. Se puede elegir entre seguir a Marx en la idea de quelos hombres se forman a s mismos como productores de cosas materiales; se puede seguir a Fichtediciendo que son individuos ticamente motivados; o segn Aristteles, decir que son hablantes dela polis; Bakunin deca que los hombres eran quienes buscan la libertad. Sin embargo, cuando noexiste una presencia autogestionaria en todas las esferas de la vida econmica, tica, poltica ylibertaria, la formacin del carcter que transforma al hombre de objetos pasivos en sujetos activoses, lamentablemente, inexistente.La Personalidad, es tanto una funcin, dentro de la accin de gestin, o mejor todava de la

    comunizacin, como la gestin es una funcin de la Personalidad. Ambos conceptos, son parte delproceso formativo que los alemanes denominan bildung y los griegos denominan paideia. El lugardonde se desarrolla lo civil, tanto si es la polis, la ciudad o el vecindario, es la cuna de civilizacinhumana, tras el proceso de socializacin que supone la familia, y para complicar an ms las cosas, lacivilizacin civil, es simplemente otra forma de politizacin, convirtiendo una masa en un cuerpopoltico, deliberativo y racional. Para llegar a este concepto de civitas, se presupone que el ser humanoes capaz de reunirse, superando a las monadas aisladas, puede debatir directamente mediante formasde expresin que vayan ms all de las simples palabras, y que razonen en forma directa, cara acara, llegando pacficamente y en comn a puntos de vista que permitan tomar decisiones factibles,llevndose realmente a cabo mediante principios democrticos.Para formar estas asambleas y que adems funcionen, es necesario que los propios ciudadanos se

    formen tambin, ya que la poltica es balad si no, tiene un carcter educacional y si esa idea de nuevaapertura no est promoviendo un carcter formativo.

    Tesis IV

    As pues, la municipalidad no es tan slo el lugar donde uno vive, la inversin de tener unacasa, sanitarios, salud, servicios de seguridad, un trabajo, la biblioteca, y amenidades culturales. Laciudadanizacin forma, histricamente, una nueva transicin de la humanidad que desde las formastribales hasta las formas civiles de vida, lo cual tiene un carcter tan revolucionario como el paso delos grupos cazadores hacia el cultivo de la tierra; o como del cultivo de la tierra a la industria manu-facturera. A pesar de los absorbentes poderes del Estado, hubo un posterior desarrollo que combincivismo con nacionalismo, y poltica con estatalismo; como deca V. Gordon Childe, la revolucinurbana fue un cambio tan grande como la revolucin agrcola o la revolucin industrial. Adems sepuede comprobar, que la Nacin-Estado, al igual que sus predecesores, lleva en las entraas mucho deeste pasado ya mencionado, y an no lo han digerido. La urbanizacin puede completar aquello quelos Csares romanos, las monarquas absolutas y las repblicas burguesas no pudieron destruyendoincluso la herencia de la propia revolucin urbana, sin embargo esto an no ha tenido lugar.Antes de entrar en las implicaciones revolucionarias de las aproximaciones al municipio libertario

    y de volver sobre poltica libertaria, es necesario estudiar un problema terico: la realizacin de la po-ltica diferenciada de la simple administracin. En este punto, Marx, en sus anlisis sobre la Comunade Pars de 1871 ha construido una teora social radical de considerable imperfeccin. La combina-cin existente en la Comuna, de poltica delegada, con la accin de polica realizada por los propiosadministradores, hecho que Marx celebr profusamente, supuso el mayor fracaso de esta revolucin.Rousseau, con bastante razn, planteaba que el poder popular no se puede delegar sin que se destruya.O bien se tiene una asamblea popular que ostenta todos los poderes, o bien esos poderes los ostentarel Estado. El problema del poder delegado, infect por completo el sistema de consejos: los soviets(Raten), la Comuna de 1871, y naturalmente los sistemas republicanos en general, tanto de carcter

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  • nacional como municipal, las palabras democracia representativa son una contradiccin terminol-gica. Un pueblo no puede constituirse en polissonomos, realizando la designacin del nomos creandolegislacin, o nomothesia delegando en cuerpos que excluyen el debate, el razonamiento, y la formade decisin que caracteriza la autntica identidad de la poltica. No menos importante es la no entregaa la administracin mera ejecucin de la poltica del poder de formular qu debe ser administradosin entrar en la actividad habitual del Estado.La supremaca de la asamblea, como fuente de poltica por encima de cualquier organismo adminis-

    trativo, es la nica garanta, dentro de la existencia individual, para que prevalezca la poltica sobre elestatalismo. Este grado perfecto de supremaca tiene una importancia crucial dentro de una sociedadque contiene expertos y especialistas para las operaciones de la maquinaria social; mientras que elproblema del mantenimiento de la preponderancia de la asamblea popular slo se presenta duranteel perodo de trnsito de una sociedad administrativamente centralizada hacia una sociedad descen-tralizada. Tan slo cuando las asambleas populares, tanto en los barrios de las ciudades como en lospueblos pequeos, mantengan la mayor y ms estricta vigilancia sobre cualquier tipo de organismode coordinacin confederal, se podr elaborar una autntica democracia libertaria. Estructuralmente,dicha realizacin no tiene que conllevar problema alguno. Las comunidades se han apoyado en ex-pertos y administradores desde hace tiempo, sin perder por ello su libertad. La destruccin de estascomunidades ha sido ms bien debida a un acto estatalista, no a uno administrativo. Las corporacionessacerdotales y las jefaturas se han apoyado desde siempre en la ideologa, y en la tontera humanaen forma an ms clara, y no tuvieron que apoyarse en la fuerza, para atenuar el poder popular, yfinalmente eliminarlo.El Estado no ha podido absorber nunca, en su totalidad, lo ocurrido en el pasado; este es un hecho

    descrito por Krpotkin, en El apoyo mutuo, cuando describe el rico contexto existente en la vidacivil hasta las comunas oligrquicas medievales. En efecto, la ciudad ha sido siempre el punto opuestode la balanza frente a los Estados nacionales e imperiales, hasta los tiempos presentes.Augusto y sus herederos hicieron de la supresin de la autonoma municipal una pieza maestra de

    la administracin imperial romana, e igual hicieron los monarcas absolutos de la poca de la Reforma.Echar abajo las murallas de las ciudades fue la poltica central de Luis XIII y de Richelieu, una po-ltica que sali a la superficie aos ms tarde, cuando el Comit de Salud Pblica de Robespierre hizoy deshizo a su antojo para restringir los poderes de la Comuna 1793-94. La Revolucin Urbana haacompaado al Estado como un poder doble irreprimible, un desafo potencial al poder centralizadoa travs de la historia. Esta tensin prosigue hoy en da, y como ejemplo, los conflictos entre el Esta-do centralizado y las municipalidades en toda Norteamrica e Inglaterra. Es aqu, en el entorno delindividuo ms inmediato, la comunidad, el vecindario, el pueblo, la aldea donde la vida privadase va ligando lentamente con la vida pblica, es el lugar autntico para que exista un funcionamien-to a nivel de base, siempre y cuando la urbanizacin no haya destruido totalmente las posibilidadespara ello. Cuando la urbanizacin haya enmascarado la ciudad de tal manera que sta carezca porcompleto de identidad propia, le falte la cultura y los espacios para relacionarse socialmente, cuandole falten las bases para la democracia, no importa con que palabras la definamos entonces habrdesaparecido la identidad de la ciudad, y la posibilidad de crear formas revolucionarias sern tan slosombras de un juego de abstracciones. Por la misma razn, ningn smil radical basado en frmulaslibertarlas ni sus posibilidades, tienen sentido cuando se carecen de la conciencia radical que darn aestas formas, contenido y sentido. Dmonos cuenta de que cualquier forma democrtica o libertariapuede ser transformada en contra del ideal de libertad si se conciben de una forma esquemtica, confines abstractos carentes de esa sustancia ideolgica, y de esa organicidad a partir de la cual estasformas dibujan ese significado liberador. Adems, sera bastante inocente pensar que formas talescomo el barrio, el pueblo, y las asambleas comunales populares podran alcanzar el nivel de la vida

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  • pblica libertaria, o llegar a crear un cuerpo poltico libertario, sin un movimiento poltico que fueraaltamente consciente, que estuviera bien organizado, y fuera programticamente coherente.Sera igualmente ingenuo pensar que tal movimiento libertario podra nacer sin la intelligentsia

    radical indispensable, cuyo medio est en esa vida comunal intensamente vibrante (hay que reme-morar a este respecto a la intelligentsia francesa de la Ilustracin, y la tradicin que cre en losquartiers (barrios) y cafs de Pars; No me refiero al conglomerado de intelectuales anmicos que co-pan las academias e institutos de la sociedad occidental2. A menos que los anarquistas se decidan adesarrollar este estrato de pensadores de menor esplendor, cuya vida pblica se transforme en un bs-queda de comunicacin con su entorno social, en el caso contrario, se encontrarn con el peligro realde transformar las ideas en dogmas, y de convertirse en herederos por derecho propio de movimientosy gentes ancestrales, que pertenecen a otra poca histrica.

    Tesis V

    Es indudable que uno puede ponerse a jugar, y perderse entre trminos como municipalidades, ycomunidad, asambleas y democracia directa, perdiendo de vista las clases, tnias, y diferentesgneros que convierten palabras tales como el Pueblo en algo sin sentido, en abstracciones casioscurantistas. Las asambleas por sectores de 1793 no slo se vieron forzadas a un conflicto con laComuna Burguesa de Pars o con la Convencin Nacional; sino que se convirtieron en un campode batalla entre ellas mismas entre los estratos de propietarios y los no propietarios, entre realistas ydemcratas, entre moderados y radicales.Si nos quedamos exclusivamente en este nivel econmico, sera tan errneo como ignorar las dife-

    rencias de clase por completo, y hablar slo de fraternidad, libertad, e igualdad, como si estaspalabras fueran algo ms que retrica. Sin embargo, se ha escrito ya bastante para desmitificar los le-mas de las grandes revoluciones burguesas; en efecto, se ha hecho tanto en este sentido para reducirestos lemas a meras reflexiones de intereses egostas burgueses que corremos el riesgo de perder devista cualquier dimensin populista utpica que tuvieran consigo. Despus de todas las cosas que seha dicho sobre los conflictos econmicos que dividieron las revoluciones Inglesa, Americana y Fran-cesa, las historias futuras de estos dramas deberan servir mejor para revelarnos el pnico burgus acualquier tipo de revolucin; su conservadurismo innato, y la proclividad que tienen a comprometersea favor del orden establecido. Tambin sera de gran utilidad que la historia enseara cmo los estra-tos revolucionarios de cada poca empujaban a los revolucionarios burgueses mucho ms all delos confines conservadores que stos establecan, llevndolos a interesantes situaciones de desarrollode principios democrticos, en los que los burgueses nunca se han sentido demasiado cmodos. Losdiferentes derechos formulados por estas revoluciones no se consiguieron gracias a los burgueses,sino a pesar de ellos; as los granjeros libres norteamericanos de la dcada de 1770 y los sans culottes(descamisados) de la dcada de 1790 y adems su futuro es cada vez ms cuestionable dentro de estemundo ciberntico y corporativo que est en crecimiento.Sin embargo, estas tendencias actuales y futuras de carcter tecnolgico, social y cultural, que se

    agitan y amenazan con descomponer la estructura de las clases tradicionales nacida en la RevolucinIndustrial nos traen la posibilidad de que surja un inters general diferente a los intereses de clase,

    2A pesar de las ventajas y fracasos, ha sido esta inteligencia radical la que ha servido de puntal para cada proyectorevolucionario en la historia, y de hecho, fueron ellos quienes literalmente proyectaron las ideas para el cambio, y a partirde las cuales la gente dise sus caractersticas sociales. Pericles es un ejemplo de esta inteligencia durante el mundo clsico;John Bail oThomasMunzer durante las pocas del medioevo y la Reforma; y Denis Diderot durante la Ilustracin; Emile Zolay Jean Paul Sartre en pocas ms recientes. Los intelectuales de academia son un fenmeno bastante ms reciente: criaturasembibliotecadas, enclaustradas, incestuosas y orientadas a su carrera, carentes de experiencias vividas y de prctica.

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  • creados durante los dos ltimos siglos. La palabra pueblo puede volver a incorporarse al vocabula-rio radical, no como una abstraccin oscurantista, sino como una expresin cuyo significado vengaasociado a una capa social de desraizacin progresiva, de fluidez, y desplazamiento tecnolgico; deforma que ya no sea integrable en una sociedad ciberntica y altamente mecanizada. A esta capa so-cial de desplazamiento tecnolgico podemos aadirle los jvenes y los ancianos, que se encaran conun futuro bastante dudoso dentro de un mundo que ya no puede definir los roles que la gente juegadentro de la economa y la cultura. Estas capas sociales ya no cuadran adecuadamente dentro de unadivisin simplista de conflictos de clase, como saque la teora radical estructuraba alrededor de lostrabajadores asalariados y el capital.

    El concepto de pueblo puede retornar a nuestra poca dentro de un sentido todava diferente:Como un inters general que se forma a partir del inters pblico en relacin a temas ecolgicos,comunitarios, morales, de gnero, o culturales. Sera adems muy poco hbil el subestimar el papelprimordial de estos intereses ideolgicos aparentemente marginales. Como deca Franz Bokenauhace cerca de cincuenta aos, la historia del siglo pasado nos muestra ms que claramente cmo elproletariado puede enamorarse ms intensamente del nacionalismo que del socialismo, y ser guiadopreferentemente por intereses patriticos que por intereses de clase tal y como se podra apreciarpor cualquiera que visitara los Estados Unidos. Aparte de la influencia histrica que tienen movi-mientos ideolgicos tales como el Cristianismo o el Islam, los cuales, muestran todava el poder quela ideologa tiene sobre intereses materiales, nos enfrentamos con el problema de enfocar el poderde la ideologa en una direccin socialmente progresista, principalmente, las ideologas ecologistas,feministas, tnicas, morales y contraculturales, en las que se encuentran numerosos componentesanarquistas, pacifistas y utpicos que estn esperando a ser integrados dentro de una visin conjuntay coherente. En cualquier caso, los nuevos movimientos sociales, usando la terminologa creada porlos neo-Marxistas, se estn desarrollando alrededor nuestro, cruzando las lneas tradicionales de cla-ses. A partir de este fermento se puede elaborar an un inters general con miras mucho ms amplias,nuevo y de mayor creatividad que los intereses particulares con orientacin econmica del pasado.Y ser a partir de este punto que el pueblo nacer y se dirigir hacia las asambleas, un puebloque ir ms all de los intereses particulares y dar una mayor relevancia a la orientacin municipallibertaria.

    Tesis VI

    Asimismo, cuando la imagen orwelliana de 1984 sea claramente asimilable en alguna megal-polis de un Estado altamente centralizado y una sociedad altamente corporativizada, tendremos quever las posibilidades que tenemos de contraponer a este desarrollo estatalista y social un tercer su-puesto de prctica humana: la situacin poltica que supone la municipalidad; el desarrollo histricode la Revolucin Urbana, que no ha podido ser digerido por el Estado. La Revolucin siempre signifi-ca una dualidad de poderes: el sindicato de industria, el soviet o el consejo, y la Comuna, todos ellosorientados contra el Estado.Si examinamos cuidadosamente la historia, veremos cmo la fbrica, criatura de la racionalizacin

    burguesa, no ha sido nunca el lugar de la revolucin; los trabajadores revolucionarios por excelencia,(los espaoles, los rusos, los franceses y los italianos) han sido principalmente clases de transicin,an ms estratos sociales agrarios en descomposicin que se vieron sujetos del ltimo y discordanteimpacto corrosivo de la cultura industrial, hoy da convertida en tradicional. As es, en efecto; alldonde los trabajadores estn an en movimiento, su batalla es totalmente defensiva (irnicamente setrata de una batalla por mantener el sistema industrial que se enfrenta con un desplazamiento del

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  • capital y un aumento de la tecnologa ciberntica) y que refleja los ltimos coletazos de una economaen decadencia.Tambin se quiere la ciudad pero de forma muy diferente a la fbrica. La fbrica no fue nunca

    un reino de libertad, siempre fue el lugar de la supervivencia, de la necesidad, imposibilitandoy disecando cualquier actividad humana a su alrededor. El nacimiento de la fbrica fue combatidopor los artesanos, por las comunidades agrarias, y por todo el mundo a escala ms humana y mscomunal. Tan slo la simpleza de Marx y Engels, que promovieron el mito de que la fbrica serva paradisciplinar, unir y organizar el proletariado, pudo impulsar a los radicales, ensimismados porel ideal del socialismo cientfico, a ignorar cul era el papel autoritario y jerrquico de la fbrica.La abolicin de la fbrica por el trabajo ecotcnico, creativo, e incluso por componentes cibernticosdirigidos a satisfacer las necesidades humanas, es el desideratum del socialismo en su visin libertariay utpica; an nos es una precondicin moral para la libertad.Por el contrario la Revolucin Urbana ha jugado un papel muy diferente. Principalmente ha crea-

    do la idea de humanitas universal y la comunalizacin de la humanidad a lo largo de unas lneasracionales y ticas. La revolucin urbana ha levantado los lmites del desarrollo humano que estabanimpuestos en lazos de hermandad, el parroquialismo del mundo pueblerino, y los efectos sofocantesde la costumbre. La disolucin de las municipalidades autnticas a manos de la urbanizacin, marcun punto muy grave de regresin de la vida societal: supuso la destruccin de la nica dimensinhumana donde se daba la asociacin superior, y la desaparicin de la vida civil, que justificaba el usode la palabra civilizacin, as como del cuerpo poltico que daba identidad y significado a la palabrapoltica.

    A partir de este momento, cuando la teora y la realidad entran en conflicto, uno se justificabainvocando la famosa cita de Georg Lukacs: Que se fastidie la realidad So much the worse for thefacts. La Poltica, tantas veces degradada por los polticos,convertida en estatalismo, tiene queser rehabilitada por el anarquismo, y ser devuelta a su significado original, en el que supona unaparticipacin y, una administracin civil, levantndose en contraposicin del Estado, y extendindosems all de los aspectos bsicos de interrelacin humana que llamamos interrelacin social.3Con un significado totalmente radical, tenemos que volver hacia las races de la palabra en la polis,

    y dentro del inconsciente vital de la gente, de forma que se cree un espacio para una interrelacinracional, tica y pblica, que, a su vez, de lugar al ideal de la Comuna y de las asambleas populares dela era revolucionaria.El Anarquismo ha agitado siempre la bandera de la necesidad de una regeneracin moral, y la lucha

    por la contracultura (usando el trmino en el mejor de los sentidos), y en contra de la cultura estableci-da. Con esto se explica el nfasis que el anarquismo hace sobre la tica, y su inters por ser coherenteen medios y fines, su defensa de los derechos humanos y de los derechos civiles, as como su intersrespecto a la opresin dentro de cada aspecto de la vida. Sin embargo, su imagen contrainstitucionalha presentado ms problemas. Conviene recordar que en el anarquismo siempre ha existido una ten-dencia comunalista, no slo sindicalista o individualista. Y que adems esta tendencia comunalistaha mantenido una y fuerte orientacin municipalista, y que puede ser extrada principalmente de losescritos de Proudhon y Krpotkin.De lo que se ha carecido, sin embargo, es de un cuidadoso examen del meollo poltico de esta orien-

    tacin: se trata de la distincin entre un momento del discurso, una forma de toma de decisiones, yun desarrollo institucional que no tiene carcter social ni estatal.

    3Antes de finalizar este punto, vale la pena observar que la distincin entre lo Social y lo Poltico mantiene una marcadesde sus orgenes, remontndose a la poca de Aristteles, y que se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la teorasocial, hasta pocas recientes con las teoras de Hannah Arendt. Lo que se echa de menos en ambos pensadores es una teoradel Estado. y por tanto la ausencia de una distincin tripartita dentro de sus escritos.

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  • La poltica civil no es tan slo poltica parlamentaria; de hecho, si nos ceimos al sentido histricoautntico del trmino poltica dentro de su lugar preciso en un vocabulario radical, tiene todo elaroma de las asambleas de ciudadanos atenienses, y su heredero igualitario, la Comuna de Pars.Si conseguimos volver hacia estas instituciones histricas, y enriquecerlas con nuestras tradiciones

    libertarlas y nuestros anlisis crticos, devolvindolas a la vida en este mundo, tan ideolgicamenteconfuso; estaremos trayendo el pasado al servicio del presente en una forma creativa e innovadora.Todas las tendencias radicales estn cargadas de una cierta medida de inercia intelectual, tanto los

    anarquistas como los socialistas. La seguridad que nos da la tradicin es tan fuerte que puede acabarcon toda posible innovacin, an entre los antiautoritarios.El anarquismo est caracterizado por su actitud ante el parlamentarismo y el estatalismo. Esta acti-

    tud ha sido ampliamente justificada por el curso de la historia; pero tambin nos puede llevar a unaparalizacin mental que, en teora no es menos dogmtica que el radicalismo electoral corrompido,en la prctica. As si el municipalismo libertario se construye como poltica orgnica, esto es, una po-ltica que emerge de la base de la asociacin superior humana, yendo hacia la creacin de un cuerpopoltico autntico y de formas de participacin ciudadanas; posiblemente sea ste el ltimo reductode un socialismo orientado hacia instituciones populares descentralizadas. Un elemento importantedentro de la aproximacin al municipalismo libertario es la posibilidad de evocar tradiciones vivas pa-ra legitimar nuestras peticiones, tradiciones que, aunque son fragmentarias e irregulares, an ofrecenpotencialidad para una poltica de participacin con una respuesta de dimensiones globales al Estado.La Comuna est enterrada todava en los Consejos de la ciudad (plenos de ayuntamiento); las seccio-nes estn escondidas en los barrios; y la asamblea de ciudad est en los ayuntamientos; encontramosformas confederales de asociacin municipal escondidas en los vnculos regionales de pueblos y ciu-dades. Recuperar un pasado que puede vivir y funcionar con fines libertarlos, no es, ni mucho menos,estar cautivo de la tradicin; sino que se trata de hilar conjuntamente los objetivos humanos nicosde asociacin que permanecen como cualidades inherentes al espritu humano, la necesidad de lacomunidad como tal y que han surgido repetidas veces en el pasado. Permanecen en el presentecomo esperanzas que acaban de nacer, pero que la gente tiene consigo en todas pocas, saliendo a lasuperficie en los momentos de accin y libertad.Estas tesis nos anticipan la visin de la posibilidad de un municipalismo libertario, y una nueva po-

    ltica definible como un doble poder, que puede ser contrapuesto mediante las asambleas y las formasconfederales al Estado. Tal como estn ahora las cosas en el mundo orwelliano de la dcada de los 80,esta perspectiva de un poder doble es sin duda una posibilidad de las ms importantes, entre otras,que los libertarlos pueden desarrollar sin comprometer sus principios antiautoritarios. Es ms, estastesis, apuntan la posibilidad de una poltica orgnica basada en formas participativas tan radicales deasociacin civil, no excluyentes de la posibilidad de que los anarquistas cambien los cuadros de lasciudades y pueblos, y convaliden la existencia de instituciones democrticas directas. Y si este tipo deactividad lleva a los anarquistas a los plenos de los ayuntamientos, no hay razn para que tal polticatenga que ser parlamentaria, mxime cuando mantiene un nivel civil y est conscientemente opuestaal Estado.4 Es curioso que muchos anarquistas que celebran la existencia de las empresas industrialescolectivizadas, tanto en un sitio como en otro, y todo ellos con gran entusiasmo a pesar de que se

    4Espero que no se invoque en contra de esta postura al fantasma de Paul Brousse. Brousse utiliz el municipalismolibertario de la Comuna, tan ligado a los parisinos de su poca, en contra del tradicionalismo comunalista, esto es, parapracticar una forma pura de parlamentarismo burgus, no para llevar a Pars y a los municipios franceses en oposicin alEstado centralizado, tal y como la Comuna pretenda hacer. No haba nada orgnico en su postura sobre municipalismo, ynada revolucionario en sus intenciones. Todo el mundo est usando la imagen de la Comuna para sus propios propsitos:Marx para anclar su teora de la dictadura del proletariado en un precedente histrico; Lenin para legitimar su jacobinismopoltico total; y los anarquistas, en forma ms crtica para difundir el comunalismo.

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  • forma parte del entramado econmico burgus y que tiene una visin de la poltica municipal queconsidera con repugnancia las elecciones de cualquier tipo; sobre todo cuando la poltica est es-tructurada en torno a las asambleas de barrio, a los delegados revocables, a las formas de contabilidadradicalmente democrticas y a los vnculos locales fuertemente enraizados.La ciudad no es congruente con el Estado. Ambos tienen orgenes muy diferentes y han jugado

    papeles muy distintos en la historia. El Estado penetra en todos los aspectos de la vida cotidiana,desde la familia a la fbrica, desde el Sindicato a la ciudad; lo cual no significa que los individuosconscientes deban retirarse de cualquier tipo de relaciones humanas organizadas, de la propia piel deuno, para esconderse en un estado de pureza y abstraccin, de forma que se convalidara la descripcinde Adorno sobre el anarquismo como un fantasma. Si hay algn fantasma que nos de caza, sonlos que toman forma de ritualismo y de rigidez tan sumamente inflexible que uno cae en un rigormortis bastante parecido al que cae el cuerpo congelado cuando alcanza la muerte eterna. El poderde la autoridad para dar rdenes a los individuos fsicos habr obtenido entonces una conquista mscompleta que las rdenes imperativas ejercidas a travs de la simple coercin. Habrn puesto su manosobre el mismo espritu y su libertad para pensar libremente y resistir con ideas, an cuando lacapacidad para actuar est bloqueada temporalmente por las circunstancias.

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  • La Biblioteca AnarquistaAnti-Copyright

    Murray BookchinSeis tesis sobre municipalismo libertario

    1984

    Recuperado el 3 de diciembre de 2012 desde institutoanarquista.clTraduccin: Miguel Jaime.

    Preparado para internet por el Instituto de Estudios Anarquistas.

    es.theanarchistlibrary.org

    http://www.institutoanarquista.cl

    Tesis ITesis IITesis IIITesis IVTesis VTesis VI