Muñoz Oraa La independencia de America

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 CARLOS E. MUÑOZ ORA A L I ND PEN DEN CI DE M ERI C PRONOSTICO Y PROYECTO DE MONARQUIAS) I TEH UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE HUMANIDADES MERIDA VENEZUELA 1962

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C A R L O S E . M U Ñ O Z O R A A

L A I N D E P E N D E N C I A D E A M E R I C A

( P R O N O S T I C O Y P R O Y E C T O D E M O N A R Q U I A S )

IOTEHCA

U N I V E R S I D A D D E L O S A N D E S / F A C U L TA D D E H U M A N I D A D E S

MERIDA-VENEZUELA 1962

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eso de fácil erudición, la a parente sencillez d e pág inas en realidad

densas corno sugerentes, y el valor de los testimonios documentales

aporta.

No puedo, además, ser buen crítico de un trabajo cuya elabo-

:ón he seguido de cerca, ni de un autor cuya personalidad y sim-

;a dejan una estela de a fectos y amistades entre todos los españoleshemos tenido el privilegio de conocerle y tratarle durante su

ncia en Sevilla. Sean al menos estas palabras testimonio de gra-

d y estimación a quien de verdad las ha merecido.

Guillermo Céspedes del CastilloUniversidad de Sevilla

Ila, 1960

TRES PR O N O STICOS

Es extensa la bibliografía en que se atribuye a Pedro Abarca deBolea, Conde de Aranda, la idea o proyecto de establecer monarquíasen la América Hispana. (i) Numerosos historiadores presentan al autorde la Memoria Se creta como el único "vidente" que llegó a prever laindependencia de las colonias españolas, así como el poderío y expan-

( 1 ) Hay autores que niegan al conde Aranda la paternidad de la Memoria

Secreta, mejor conocida o vulgarizada con el nombre de Plan Aranda. Arthur P.Whitaker resumió en un trabajo las opiniones favorables y adversas a la paternidaddel Plan Aranda: ("El Pseudo-Memorial de Aranda de 1783"). Buenos Aires,

1938. Academia Nacional de la Historia (IlCongreso Internacional de Historiade América 11-549-558 ). Whitaker, quien participa de la opinión de que fueGodoy y no Aranda el autor de la Memoria, sigue a la corriente negadora queintegran Antonio Ferrer del Río, Hermann Baumgarten y Richard Konetzke.Atribuyen la Memoria al conde de Aranda historiadores como Andrés Muriel,Modesto Lafuente, Manuel I)anvila y Collado, Carlos Navarro y Lamarca, JeanSarrailh y Alfonzo Teja Zabre, también citados por Whitaker. Agregamos aéstos el nombre del historiador mexicano José María Luis Mora: México y su sRevoluciones. París, 1836. Librería de Rosa. 111.275-283, y los de Boleslao Lewin( Los movimientos de Emancipación en Hispanoamérica y la Independencia de

Estados Unidos. Buenos Aires, 1952. Editorial Raigal. pp. 43.56) y NicolásGarcía Samudio: Independencia de Hispanoamérica. México, 1945. FondoCultura Económica ( Tierra Firme ) pp. 12-16, quienes no ponen en duda oaceptan implícitamente la autenticidad y paternidad de la Memoria Secreta

presentada a Carlos III por el conde de Aranda.6

 

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sionismo que con el correr de los años caracterizarían a la entoncesnaciente República de los Estados Unidos de Norte América.

Sin desmedro de particulares e interesantes aspectos planteadosen la Memoria Secreta, podemos afirmar que con anterioridad a ella

muchos puntos objetos de su análisis ya habían sido presentados a laconsideración de la corona española.

En 1778, Marcos Marrero Valenzuela escribió y remitió a CarlosIII unas Reflexiones en las que, con suficiente intuición histórica,anticipó lo que a la larga llegaría a ser el poderío norteamericano,sus efectos en la vida eureopea y reflejos en la América española (2 ) .

Anterior al afamado documento que se atribuye a Aranda fuetambién una Representación de José de Abalos, en la que se ocupó deanalizar el estancamiento de España, advirtió la proximidad de laindependencia de sus colonias y sugirió la creación de varias monarquíaspara impedir tal independencia (3 ) .

LOS PEQUEÑOS ILUSTRADOS

Los afanes reformistas y de recuperación del imperio hispánicodurante el reinado de Carlos III, no sólo fueron patrimonio de sobre-salientes figuras como Floridablanca, Campomanes, Aranda, Gálvezy otros. Hubo en la España de entonces una burocracia de menor

rango que bajo influencias de la Ilustración se convirtió en aguerridoequipo de españoles interesados en lograr cambios indispensables enel sistema colonial, convencidos de que con ello se sacaría a Españadel estado de postración y caos en que se hallaba.

Visitadores, intendentes y otros funcionarios integraban en sumayoría esta pequeña burocracia. Enviados a la América hispanapara consolidar en ella las reformas auspiciadas por la Metrópoli, notardaron en convencerse de los muchos errores de España en América.

(2) Con el título de: El Imperialismo Norteamericano. (Una visión del sigloXVIII) preparamos un estudio sobre este interesante documento.

(3 ) AGI. Aud. Caracas. Leg. 477.Representación de Abalos para Carlos III.Caracas, 24 septiembre 1781.

No pocos de ellos vivieron en toda su intensidad las convulsiones delas comunidades indígenas y cabildos que entre 1779 y 1781 irrum-pieron en manifestaciones de cohesión hispanoamericana contra elexcesivo poder centralizador de la metrópoli ( 4 ) .

Al tomar conciencia de estos hechos y al examinar la situacióncaótica del imperio, hubo entre estos burócratas — especie de pequeñosilustrados — quienes sugirieran como cuestión impostergable un cam-bio de táctica en el trato de la Métrópoli hacia sus colonias, puespensaban que de lo contrario España tendría que resignarse a perderlo que durante siglos había significado su mejor fuente de riquezay estabilidad, a la par que se agravaría la ruina de España y ésta cadavez más perdería importancia en el plano de la jerarquía internacional.Surgen entonces numerosos razonamientos y proyectos titulados:Representaciones, discursos, reflexiones o memorias, firmados unos yanónimos otros, en los que destaca la urgencia de este cambio de

táctica (5 ) . En muchos de esos razonamientos se hará presente laentonces no valorada visión de lo que luego serían verdades históricastales como la pérdida de las colonias españolas de ultramar y elcreciente poderío y expansionismo de los Estados Unidos.

(4 ) "Aplicar esas reformas en las indias — secularmente administradasbajo el doble principio de la inobservancia de la ley y de una ordenación

económica equivocada, nefasta — hacía subir de punto las dificultades paraimplantar un nuevo estado de cosas, basado en conceptos opuestos a los vigentes

y que eran: la observancia universal y estricta de la ley y el desarrollo económico

de las provincias ultramarinas". ( GUILLERMO CESPEDES DEL CASTILLO: "La Visita

en Indias", Sevilla, 1946. Anuario de Estudios Americanos, III, 1.022 ).( 2 ' FRANCISCO MARTINEZ Y LA COSTA, en una Memoria que escribió a

Carlos III sobre la situación de las colonias y con vulsiones recién acaecidas en

ellas le decía:"Bien miradas éstas, Serenísimo Señor, hacen concebir a primera vista la

necesidad absoluta de que se planifique en la América un sistema nuevo degobierno y, mejor decirlo, es necesario que se renueve el sistema antiguo y que

el presente del todo se destruya". AGI. Estado. Leg, 86. Madrid, 10 enero

1782 ).

Sobre diversos aspectos de malestares en América y necesidad de cambiar

el sistema de relaciones de España y el Nuevo Mundo, indicamos el Dicurso

y reflexiones de un vasallo sobre la decadencia de nuestras Indias Españolas.

Anónimo. AGI. Estado. Leg. 86. Acerca de la labor proyectista de esa época

existe un estudio de TOSE MUÑOZ PEREZ: "Los proyectos sobre España e Indias

en el siglo XVIII: el proyectismo como género". Madrid, 195 5. Revista de EstudiosPolíticos. LIV. No. 81, pp. 169-95.

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Uno de esos pequeños ilustrados fue José de Abalos, quienrespaldado por su experiencia y visión de los asuntos españoles yamericanos, llegó a insinuar a la corona la conveniencia de extenderel sistema monárquico al Nuevo Mundo para asegurar la supervivenciadel Imperio Hispánico. Fórmula y consiguientes advertencias conde-nadas al fracaso, fundamentalmente porque España se rezagaba en

una Europa en la que no pocas naciones salvaban para beneficio

propio y del llamado mundo occidental los escollos y resabios que enla Península muchos se empeñaban en retener y celar como virtudesinamovibles.

U N A R E P R E SE N T A C I O N D E S D E V E N E Z U E L A

Fechada a 24 de septiembre de 1781 llegó a manos de José deGálvez una Representación enviada a Carlos III por José de Abalos,Intendente de Ejército y Real Hacienda de la Gobernación y Capitanía

General de Venezuela. Representación en la que Abalos porponía laextensión del sistema monárquico a los dominios coloniales de España,como fórmula que estimaba la más apropiada para sofocar el espírituseparatista que observaba en las colonias, así como para impedir elderrumbe del Imperio Hispánico e incorporar a las posesiones españolasa un ritmo distinto de progreso y beneficios.

Quien era Abalos.

Natural de La Mancha, Abalos pasó a la América española aejercer funciones administrativas. En Cuba fue Oficial Mayor de laContaduría y de la Administración General de aquella isla. Poste-

riormente desempeñó el cargo de Contador Mayor de Caracas y en1776, luego de verse precisado a renunciar las funciones de Intendentede Palencia que le habían sido confiadas en aquel año, pasó a ejercerlas de primer Intendente de Ejército y Real Hacienda en Venezuela (6 ) .

(6) Estos y otros datos sobre José de Abalos pueden consultarse en:EDUARDO ARCILA FARIAS: Economía Colonial Venezolana, México, 1946. ( TierraFirme ). HECTOR GARCIA CHUECOS: Hacienda Colonial Venezolana. Caracas, 1946.Editorial Crisol. LUIS NAVARRO GARCIA: Intendencias en Indias. Sevilla, 1959.Escuela Estudios Hispanoamericanos.

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En su condición de primer Intendente de Venezuela le corres•pondió poner en vigencia numerosas reformas acordadas para su juris-dicción. Fue el principal autor del Estanco del Tabaco para Venezuelay recibió el encargo oficial de elaborar proyectos de estancos para elaguardiente y la sal (7 ) .

Con enfermiza laboriosidad y celo trabajó para acrecentar losbeneficios económicos en pro de la Corona, y en parte suya fue lainiciativa y logro del comercio libre durante la guerra anglo-francoespañola ( s ) . Comercio libre que proyectó algunos beneficios para laAmérica y la Venezuela de entonces.

Se interesó por hacer del tabaco el producto de mayor jerarquíaen su cultivo y exportación ( 9) . Favoreció la producción y el comerciode otros efectos coloniales ( 1 0 ) y gestionó se reactivara, aun a costade su propio peculio, la abandonada explotación minera venezolana ( 1 1 ) .

En ejercito de atribuciones más o menos similares a las de losVisitadores Gutiérrez de Piñéres, del Nuevo Reino de Granada y Areche,del Perú, se comportó de manera más prudente que ambos en laorientación de muchos aspectos de la nueva política fiscal. Penetrómejor que ambos visitadores en los orígenes y alcances de las rebe-

liones que entre 1779 y 1781 se produjeron en la América española.La parte venezolana que le correspondió enfrentar durante estas rebe-liones no le llevaron a asumir actitudes huidizas, como la del VisitadorGutiérrez de Piñéres, ni en sus funciones extremó las disputas juris-

(7) AGI. Aud. Caracas. Leg. 767. Abalos remite a Gálvez minuta para realcédula sobre Estanco del Tabaco y promete enviar las de aguardiente y sal.Madrid, 10 junio 1777.

(8) AGI. Aud. Caracas. Leg 425. Carta de Abalos para Gálvez en queexpresa, entre otras cosas, que el Gobernador Unzaga le profesa odio: "Por haberconcedido S. M., a mis instancias, el libre comercio con la España y las coloniasextranjeras durante la guerra". Caracas, 26 septiembre de 178].

(9) En un informe del Intendente Saavedra aparece que desde 1780 a 1782habían ingresado a la Real Hcienda, por el solo concepto del tabaco, más desiete millones de reales. AGI. Aud. Caracas. Leg. 478. Caracas, 31 enero 1784.

Famosa fue la gestión de Abalos ante la corona para que se acordara con elconde Raventlou la venta anual de dos millones de libras de tabaco cura-secapara comerciantes daneses. AGI. Aud. Caracas. Leg. 477. Caracas 13 noviem-bre 1782.

ARCILA FARIAS, ob. Cit., pp. 307-14.( 11 ) AGI. Aud. Caracas. Leg. 476. De Abalos para Gálvez en que reco-

mienda reactivar la explotación minera y pide técnicos mineros alemanes.Caracas, 20 diciembre 1781.

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diccionales que en cambio tantos problemas acarrearon al VisitadorAreche.

Abalos combatió duramente el monopolio de la Guipuzcoana ( 1 2 )y, no obstante los múltiples ataques de que fue objeto en Venezuela,especialmente por parte de la arisca sociedad caraqueña, trató debeneficiar a ésta, sin duda convencido de que al brindarle mayoresoportunidades económicas a los criollos impulsaba la producción ycomercio coloniales, de lo que se derivarían mejores beneficios fiscales

para la Corona ( 1 3 ) .De sus contactos con la sociedad caraqueña logró suficientes

elementos de juicio para convencerse de que el fenómeno indepen-dentista estaba más próximo que lejano.

Extensa fue la correspondencia de Abalos con sus superiores ysubalternos; pero de sus experiencias en los asuntos españoles y ame-ricanos quedarían como fruto dos documentos de extraordinariaimportancia histórica: su "Plan para la defensa de América Occi-dental" (u) . Y el Proyecto de monarquías para las colonias españolas;manuscritos en los que está presente el pensamiento de un peninsularque se interesó en señalar los defectos que hacían del hispano un imperioen vías de naufragio.

En su "Plan para la defensa de América Occidental", escrito en1780, dio serio paso al plantear a Carlos MI los defectos de lapolítica colonial española. Criticaba en él lo excesivo del crecimientode las fuerzas milicianas y veteranas integradas por oriundos deultramar, así como los crecidos gastos de las fortificaciones. Hacíahincapié en la necesidad del comercio libre y la conveniencia de impul-sar la agricultura y el comercio ultramarinos. Todo su plan consistíaen proponer la creación de una poderosa armada que reemplazaraal ejército de tierra y, a la par que dicha armada sirviera para guare-cer los dominios peninsulares, contribuyera a impulsar la economíade las colonias.

( 12 1 ARCILA FARIAS, ob cit., pp. 317, 318.(13/ AGI. Aud. Caracas. Leg. 476. Abalos suaiere a Gálvez se concedan pre-

rrogativas comerciales al Marqués del Toro y otros vecinos de Caracas. Escribeque estimuló a éstos a comprar embarcaciones y que considera útil permitirlestransportar géneros desde España. Caracas, 7 junio 1782.

(14)CARLOS EMILIO M U Ñ O Z ORAA : "El Intendente Abalos y su Plan para ladefensa de América Occidental", Mérida ( Venezuela ), 1959. Humanidades

( Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Los Andes ),Nos. 34, pp. 467-74.

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Decepcionado por no haber podido actuar a sus anchas y obteneréxito en muchas de sus iniciativas ante la corona; nada contento porlas enemistades que le acarreó su gestión administrativa y convencidode lo incómodo de su situación en un ambiente hostil como le er a

el de la sociedad colonial venezolana, especialmente la caraqueña,Abalos renunció a su cargo de Intendente después de cinco años deactivar la parte más difícil de la institución que se le confió ( 1 5 ) .

Al cesar en la Intendencia arremetió contra esta institución, señalando

su inoperancia y los males que de ella se derivaban en América ( 1 5 ) .Abalos regresa luego a España sin haber perdido la confianza

y protección de su amigo Gálvez, antes por el contrario robustecidasa tales extremos que se le confían las funciones de Intendente delos 4 reinos de Andalucía y Asistente de Sevilla ( 1 7 ) .

La personalidad de Abalos ha merecido del historiador Eduardo

Arcila Farías el siguiente juicio:"Representó él, entre los funcionarios venezolanos de la colonia,

a ese tipo de empleado probo de que nos habla Altamira, celosocumplidor de su deber, participante del afán renovador de los grandes

ministros de Carlos III" (18) .

ABALOS Y LA INDEPENDENCIA DE AMERICA

El proyecto de establecer monarquías en la América españolafue en Abalos el producto, fundamentalmente, de su convencimientode que ésta se hallaba próxima a separarse de la Metrópoli. Convenci-

miento que sistematizamos así:

19 La Historia enseña que los pueblos dominados tienden aliberarse del yugo de sus metrópolis. Ilustra con ejemplos la

(15) AGI. Aud. Caracas. Leg. 477. Renuncia de Abalos dirigida a José deGálvez. Caracas, 23 septiembre 1781.

(16) AGI. Aud. Caracas, leg 477. De Abalos para Gálvez en que señalalos defectos del régimen de Intendencias enAmérica y concretamente en Vene-

zuela. Caracas, 25 septiembre 1781.(17) AGI. Aud. Caracas. Leg. 14. De Abalos para Gálvez en que se

defiende de un juicio y dictamen del Consejo de Indias. Sevilla, 29 octubre 1785.

(18) ARCILA FARIAS, Ob. Cit., p. 306.

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decadencia de imperios coloniales en Europa y no escapa asus consideraciones la propia experiencia española en tal sentido.

2 9 El Imperio Hispánico se acercaba cada vez más a su propiaruina por los errores de una España anquilosada, derrochadoray marginada del progreso europeo de su tiempo, y de todo locual se derivaba una política colonial desarticulada y dañina.

3 9

Los errores de esa política colonial habían sumida a laAmérica en el abandono. Incultivada, víctima de excesos einjusticias por parte de funcionarios peninsulares y acechadapor los ingleses, tradicionales enemigos de España, la Américaen nada garantizaba ni favorecía los intereses de la Metrópoli.

4" Surgía en las colonias españolas una madurez de concienciay afecto por la libertad. Ya las colonias comenzaban a superarla etapa de la infancia, como él mismo escribiera. Encontrabaen las rebeliones de las comunidades indígenas y cabildos( 1779-1781 ) la expresión violenta de esa madurez y amorpor la libertad.

5° Factores coadyuvantes a esa madurez eran : el odio de losamericanos hacia los funcionarios españoles que usufructuabanlas posiciones que querían y raclamaban para sí los vasallosde ultramar ( 1 9 ) . Al espíritu inconforme y rebelde de los ameri-canos se unía la agresividad de los españoles que, ya enrai-zados en el Nuevo Mundo, hacían causa común con los criollosy en circunstancias aún más peligrosas para España.

6° El ejemplo del clero en la América española en nada favorecíala sumisión de las colonias a la Metrópoli y, por último:

7 9 La independencia de las colonias inglesas de la América del

Norte estimulaba los afanes separatistas en sus vecinos delContinente.

(19) El tema del predominio burocrático de los peninsulares sobre loscriollos y el odio de éstos hacia aquéllos ocupó parte de las deliberaciones delICongreso Hispanoamericano de Historia, celebrado en Madrid en 1949.Véase: Causas y Caracteres de la Independencia Hispanoamericana. Madrid,1953. Ediciones Cultura Hispánica, pp. 243-76.

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Tema al que dio Abalos primacía fue, pues, el de la vecindad delfenómeno independentista, aunque en lo relativo a la pérdida de lascolonias, justicia es reconocer que dentro y fuera de España muchosse habían ocupado antes que Abalos de la posibilidad de tal aconte-cimiento. Casi un siglo antes que él se ocupó Gabriel Fernández deVillalobos, Marqués de Barinas y Guanaguanare, de señalar los defec-tos de la política colonial española y hasta pronosticó la pérdida

de las Indias ( 2 0 ).Hicia 1768, tres relevantes figuras de España: José Moñino,

Campomanes y Aranda, al tratar en un Consejo Extraordinario seriosproblemas mexicanos acordaban algunas medidas destinadas a contentarlos vasallos de la Nueva España y poner cese a las inquietudes inde-pendentistas en las colonias ( 2 1 ) . En 771, al producirse una protestamexicana contra los obstáculos que se oponían a los criollos paraocupar importantes posiciones en el campo eclesiástico, no estabanausentes las amenazas de que tales obstáculos contribuían a crearambiente separatista ( 2 2 ) . En la misma Memoria Secreta, que se atribuye

al Conde Aranda, aparecen párrafos en que se refiere a la afirmaciónde políticos sobre la imperdurabilidad del dominio español en Amé-

rica (2 " ) .Si bien es cierto que ya antes que Abalos hubo quienes se ocu-

paran del tema de la independencia de las colonias españolas, nomenos cierto es que fue el Intendente quien advirtió en sus carac-terísticas económicas, políticas y sociales el fenómeno tal cual seoperaría tres décadas después (2 4 ). No se inclinó al análisis de factores

(20) GABRIEL FERNÁNDEZ DE VILLALOBOS : Vaticinios de la Pérdida de las

Indias. Madrid, 1899. Real Academia de la Historia ( Colección de Documentos

Inéditos ). XII, 193-324 y 327-86.

(21) RICHARD KONETZES "La condición legal de los criollos y las causasde la Independencia". Sevilla, 1950. Estudios Americanos ( Revista de laEscuela de Estudios H ispanoamericanos ). Vol. II , Núm. 5, pp. 4547, 52.

(22) lbíd., 52.

(23) "Dejo aparte el dictamen de algunos políticos, tanto nacionales comoextranjeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio españolen las Américas no puede ser muy duradero, fundado en que las posesiones tandistantes de sus metrópolis jamás se han conservado largo tiempo". AGI. Estado.Leg. 81. Copia de la Memoria Secreta remitida por Rafael Morant al Duquedel Infantado. Madrid, 9 diciembre 1825.

(24) ARCILA FARIAS, ob. Cit., pp. 314, 315.

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alados, sino que la suya fue una visión de conjunto de los principalesctores que condicionaban la proximidad de la pérdida de AméricaLra España.

ESPLENDOR Y CALDA DE LOS IMPERIOS

En la desintegración del Imperio Romano encontró Abalosgumentos para afirmar que, "es muy difícil que en un cuerpotendido y disperso se puedan reunir para un fin las lejanas partesLe lo constituyen", principio muy en boga en labios europeos detiempo y al que recurrió y nutrió Abalos en su Representación

n otros ejemplos extraídos de la experiencia universal sobre el augedecadencia de los imperios: "Hartas lecciones nos presenta la historialos siglos para el apoyo de este incontestable principio — escribe.

1s asirios, los egipcios, los medas, persas y griegos llegaron alter-tivamente en sus tiempos a subyugar al mundo y cuando arribaronser más formidables comenzaron a experimentar su decadenciasu ruina".

España misma no había escapado a esta experiencia y, en con-ptos que nos muestran a Abalos bastante enterado de los aconte-nientos del colonialismo español, expresa:

"No tenemos que buscar desengaños de esta naturaleza en siglos tanremotos y en imperios extraños. En nuestra propia casa, en la Españamisma, podemos llorar todavía su mejor confirmación. El reinado delseñor Felipe II fue el más floreciente que gozó monarca (alguno). Sudominación se dilataba por la Italia, Portugal y los Países Bajos, a más

de la rica herencia que dejó en estos hemisferios, en este Nuevo Mundo y

en el Asia; pero se extendieron mucho sus dominios para durar sindesmedros.

"Subleváronse los holandeses y después de los muchos millares de hom-bres que se perdieron y de los inmensos gastos con que agotó el realerario el justo empeño de castigar su perfidia, por fin en los reinadossiguientes hubo de declarárseles la independencia. Siguió las rebeldeshuellas de las provincias unidas el Reino de Portugal y se introdujo

violentamente el Duque de Braganza en aquel trono. No pararon en estoslos quebrantos del Estado. Obligada la nación a divertir las armas porlas diferentes partes que exigían su socorro, perdió también inmedia-tamente el Ducado de Mantua, el Condado de Artois, el Casal, el Rosellóny el electorado de Tréveris".

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En América también caen los imperios.

Si en pueblos distantes de la América se daba la experiencia deliberarse del yugo colonial, el Nuevo Mundo no estaba exento deasumir un comportamiento similar en relación con sus metrópolis.Los recientes sucesos que culminarían en la independencia de las 13colonias inglesas era una prueba inequívoca a la cual recurría para

fortalecer su criterio. Tras gravosos esfuerzos, pérdida de hombres,de prestigio y de grandes sumas del erario, el Imperio Britániconada había podido lograr para retener entre sus tenazas colonialesa los ricos y extensos dominios de la parte norte de América. Y siesto ocurría a una potencia como Inglaterra, en territorios más redu-cidos que la América española y con la atenuante de una menordistancia de la Metrópoli: "¿Qué prudencia humana podrá dejarde temer muy arriesgada igual tragedia en los asombrosos y extendidosdominios de la España en estas Indias?", en donde cualquiera medianarebelión tomaría cuerpo y resultaría imposible detenerla por loarriesgado de la navegación y la pobreza del erario colonial parahacer frente a gastos militares de emergencia.

Si la propia España había experimentado la pérdida de territorioscoloniales a pocos pasos de la Península: "¿Qué mejores consecuenciaspodrán prometer unos dominios, habitados por lo común de gentespoco consagradas a la Metrópoli?"; a lo que sumaba su convenci-miento de que confiar a los americanos la defensa de los interesesespañoles serían tanto como: "entregarles las armas en la mano parasacudir la cerviz".

En América, pues, advertía Abalos la existencia de factores quehacían propicio el que se diera por igual la constante histórica europeade la liberación de los pueblos dominados:

"la Historia, señor, de lo pasado, es Historia de lo presente y lo será de lofuturo, porque no se ha visto ni se ve otra cosa que la repetición de unosmismos sucesos, sin más diferencia que la accidental de la mayor o menordistancia de las escenas y del influjo de los respectivos países y educación delos ejecutores. Y esto mismo que ha sido, es y será en el Antiguo Mundo, en que

con rapidez se han visto pasar las monarquías de unas a otras manos, haymotivos más poderosos no sólo para pensarlo, sino para creeerlo como ciertoen lo respectivo a este Mundo Nuevo, porque los motivos son más eficacesy poderosos, y por consecuencia de mayor influjo y actividad para que

produzcan sus efectos con más prontitud".

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¿Podía s obrevivir el Imperio Hispánico?

Para Ababa, sin embargo, no todo se había perdido. Consubs-tanciado con la monarquía le resultaba inconcebible una Españadefinitivamente aniquilada. De allí que, si encontraba claro en laHistoria el destino a que estaban condenados los imperios coloniales,no por ello la Historia misma había silenciado los esfuerzos porevitar la desgracia total de una Metrópoli. Roma había ofrecido al

mundo la habilidad de Constantino y Teodosio el Grande para prolon-gar la vida del Imperio, al consignar entre sus hijos los territoriospropensos a desmembrarse de la corona. Si Roma lo intentó, para AbalosEspaña podía hacer lo mismo en momentos que él consideraba losmás propicios para evitar la ruina del Imperio Español.

España anquilosada y América abandonada.

Despoblada, España carecía de suficientes brazos para el incrementode la agricultura, el comercio, la industria y las artes. Anotaba Abalosla ausencia de incentivo para el progreso económico de la Península y laexistencia de un marcado afán militarista so pretexto español de la

conservación de los dominios coloniales. Pocos brazos para el trabajocreador y muchos soldados en los cuarteles nada positivo le dejabana su país: "La verdadera riqueza de un Estado -- escribe -- son loshombres, en todo principio sano, y jamás podrá ser buena políticael que cuando España se halla tan escasa de población para suagricultura, artes y comercio, se dé lugar a que aun se debilite mássu extenuado cuerpo con empresas militares para la conservaciónde sus posesiones en este mundo, desprendiéndose con este fin todavíade más hombres para su última aniquilación y ruina".

De su administración colonial España nada retenía, porque habíapasado a la condición de colonia económica de Europa y de Asia.

América, por su parte, nada garantizaba a la Metrópoli, pues despo-blada, sin cultivos y empobreciad ya no era ni la sombra de cuanto fueen tiempos de los Reyes Católicos. Cuantos recursos económicos y fis-cales pasaban de América a España iban a parar a otras nacionesmás hábiles o mejor desarrolladas, de cuyas fábricas e industriasresultaba ser la Península uno de los mejores mercados: "Apenas deestas riquezas — escribía Abalos — nos tocan los reales derechos y lacortedad de las comisiones. Lo démás y la mayor parte considera.blemente sirve para engrosar las naciones vecinas, porque vanamentedeslumbrados con la ilusión de tan dilatada propiedad tenemos aban-

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donados los principios de la prosperidad de todo Estado y nos hemos

hecho meros tributarios de sus fábricas e industrias ... " 1 2 5 ) Abalosadvertía en América la existencia de una gran riqueza mal admi-nistrada en el campo de la producción, y estimó inadecuado que alNuevo Mundo sólo se le considerase como fuente de recursos fiscalesque a la larga creaban un cerco tributario ingrato a los vasallos ypropicio al creciente odio hacia la Metrópoli:

"Los genios, ls usos, las costumbres y el carácter de los hombres varíana proporción de los climas que habitan, y las leyes que son santas y salu-dables para unas partes no son convenientes ni arregladas para otras,siendo consiguente a esta máxima inconclusa el que las providencias mássabias van perdiendo su vigor y solidez al paso que se van alejando desu origen y es causa de que se reciban o con tibieza o con tedio dondeno acomodan y, últimamente, el que tal vez engendra ciertas especiesde desafecto contra la Madre Patria".

Al expresarse así, Abalos se volvía inteligentemente contra la políticafiscal reformista que durante su tiempo colmaba la paciencia de los

americanos.

El ma l gobierno.

Al señalar el estancamiento de la producción y economía españolasy americanas agregaba Abalos su experiencia y convencimiento degraves defectos en las relaciones políticas o gubernamentales de laCorona con las colonias. La sed de enriquecerse y los constantes abusose injusticias de los funcionarios peninsulares coadyuvaban al resen-timiento y deseos separatistas de los americanos.

Si al propio Rey le resultaba difícil dar en España con personasidóneas para el desempeño de funciones de gobierno en la jurisdicciónmisma de la Península, reunía características de mayor gravedad laselección del material humano destinado al gobierno y justicia enultramar, pues cuantos virreyes, gobernadores y otros empleados se

( 2 : 5 ) El español Francisco Martínez y La Costa, en un memorial paraCarlos III escribía años más tarde: "El comercio con los asiáticos es perjudiciala la España y Europa toda, porque ellos hacen justamente con los europeos loque éstos con las naciones bárbaras del Africa y América; porque si los ameri-canos por cristales, espejos y quincallerías nos han dado en cambio tanto oroy plata, los europeos no hemos sido más que un canal por el cual han pasadoa manos de los asiáticos estos preciosos metales en cambio de mercancías gene-ralmente útiles, con la diferencia que se las pagamos mucho más caras que losamericanos a nosotros". AGI Estado. Leg. 86, Madrid, 29 enero 1783.

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enviaban a la América desconocían por lo general el medio ambienteque se les confiaba y mientras entraban en contacto con sus jurisdic-ciones eran muchas las injusticias y desaciertos que se cometían,unos a espaldas de la Corona y los más con la complicidad de altosfuncionarios que operaban en la Metrópoli.

Sus propias palabras resultan ser el mejor testimonio de cuantopensó y escribió en torno a los defectos del gobierno colonial y los

factores adversos a la propia América:

"Para gobernar bien es indispensable el conocer a los hombres y los paísesque habitan, y no es fácil que la España pueda enviar virreyes, gobernadoresni otros magistrados que sean buenos y tengan este conocimiento, pues paraadquirirlo es necesario que pase largo tiempo y que en el interin se ejecutenconsiderables desaciertos, según ha estado y está sucediendo con perjudicalesresultas. La mayor parte de los sujetos que han sido destinados desde laconquista para los virreynatos, gobernaciones, plaza de audiencia, ministeriode la Real Hacienda y demás manejos subalternos lo han hecho y hacencon el deseo y la mira de enriquecerse, y es axioma común, desde elmás pequeño hasta el más grandes, el que no han surcado los marespor sólo mudar de temperamento, de que han dimanado y dimanan

inmensidad de perjuicios y por consecuencia continuas quejas y recursosque, fundados o infundados, no puede averiguarse su verdadera certeza,siendo lo más natural hacerse las mayores injusticias y quedar impuneslos delitos, mirándose como preciso el que cada día vaya el mal enaumento y que a proporción de lo que crezcan estos países sean másexcesivos los desórdenes y que exasperados los ánimos de los habitantesaumente en ellos el encono o la diferencia que les es natural, puest odo s los americanos tienen o nace en ellos una aversión y ojeriza grandea los españoles en común, pero más particularmente a los que vienen conempleos principales, por parecerles que les corresponden a ellos en justiciay que los que obtienen se los usurpan, a que debe añadirse que losespañoles que contraen matrimonio en estos países son peores que losmismos naturales, con la circunstancia de que considerándose ya una vezestablecidos y casados, con las mismas inclinaciones de los americanos,

se hacen más de temer porque los europeos son más profundos en sumodo de pensar".

Amé rica busca la Independencia.

Esta serie de factores anotados por Abalos le hacían pensar quelos americanos se hallaban propensos a lograr la independencia yque tras ese afán no reparaban en seguir ciegamente a quien primerolos acaudillara contra España. Prueba inequívoca le resultaban losrecientes sucesos armados del Perú, Nueva Granada y Venezuela.

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En la rebelión indígena peruana observó no sólo el descrédito y lapérdida de hombres que ella significó para España, sino raíces sepa-ratistas que no debían llamar a engaño a la Corona, pues si aquellarebelión hubiese tenido por jefe a un hombre de prestigio entre losblancos y Túpac Amaru no hubiese caído víctima de la traición de suspropios compañeros de armas que lo entregaron a las autoridades,nadie habría podido detener el empuje de los rebeledes, "y no se sabe

— agregaba — si el mal se ha extinguido o cuando menos se piensevolverá a descubrirse con violencia inexpugnable".

En la rebelión comunera del Nuevo Reino de Granada advirtión o un suceso casual, sino la exteriorización de viejos malestares yaspiraciones que enardecían el espíritu belicosos y esperanzado de losneogranadinos. En el intento de éstos por apoderarse de un puertomarítimo, como lo era el de Maracaibo, encontraba indicios de compli-cidad y ayuda exterior para los rebeldes.

De Venezuela le despertó recelos el entusiasmo con que allí seacogió el movimiento rebelde neogranadino y la forma cómo secomentaban y festejaban en público los éxitos de Túpac Amaru. No

obstante haber dado las autoridades publicidad a la derrota y prisióndel caudillo indígena, nadie daba crédito al parte oficial.De su propia experiencia en los sucesos comuneros de la Provincia

de Maracaibo anotaría que el desafecto a España y el vehemente deseode independencia fueron los móviles de aquella rebelión que consternóa todo el territorio de la Gobernación y Capitanía General.

La existencia del clima separatista que Abalos atribuyó en buenaparte a los errores de la política colonial española, le llevó incluso aafirmar que éste se manifestaba como un producto de la madurezo inicios de conciencia de libertad en los propios americanos:

"Hsta aquí, señor, las américas puede decirse que han estado en su

infancia y durado al mismo tiempo en sus habitantes aquel terror de losprimeros conquistadores ha sido fácil mantenerlas en subordinación, peroya con el transcurso de los tiempos han tomado incremento y se ha idodesvaneciendo aquella impresión que heredaron de sus abuelos. Menospreocuapadas sus imaginaciones de lo que estaban antes y más poderosasen gentes y proporciones discurren con una libertad desmesurada".

Los empeños ingleses.

Si España no daba un vuelco definitivo a su comportamiento enAmérica lo perdería todo en el Nuevo Mundo, pues, escribía: "siempre

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H I Z ;

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que las cosas permanezcan bajo el actual sistema estoy conociendo conbastante dolor mío el que sin tardar largo tiempo se verificará elintento de conseguirla (la independencia), para lo que no cesarán

de influir los enemigos de la Corona".

Y era que en su inflexible lucha contra el comercio ilícito sehabía convencido Abalos del interés de Inglaterra por operar en el

Nuevo Mundo. Esta circunstancia, y la de que a partir de la segundamitad del siglo XVIII la América se había convertido en escenario delas pugnas europeas, le llevaron a pensar que los intereses foráneosjugarían papel de no esacsa importancia a la hora de estimular movi-mientos de las colonias contra la Metrópoli ( 2 6 ) .

La influencia del clero

El ejemplo del clero en América no le resultaba a Abalos el másapetecible para garantizar a España obedientes y sumisos vasallos.Ya fuera por la escasez de religiosos o por la relajación en la viday costumbres de los clérigos, se aumentaba el estímulo separatista:"No sería temeridad asentar que el estado eclesiástico secular y regular

es seguramente el que al abrigo de la inmunidad que goza anima másla detestable semilla de la aversión contra la subordinación y el trono".A lo que agregaba la presencia en América de sectas no católicas yauspiciadas por extranjeros que contribuían a robustecer el espíriturebelde de los americanos.

La Independ encia Norteame ricana.

Al convertirse América en zona o escenario de conflictos internacionales, como el de la guerra anglo-franco-española, quedaríael saldo de la independencia de las 13 colonias inglesas, aconteci-miento éste que, a su juicio, avivaba el orgullo de los americanos y

acrecentaba el deseo y la esperanza de conseguir los vasallos deEspaña en América cuanto sin mayores obstáculos habían logrado susvecinos del Norte.

Proyecto de Monarquías

Advirtió p ues, Abalos, mucho s de los factores econó micos, políticos,

sociales y religiosos que tres décadas más tarde propiciarían la inde-

(26) Sobre proyectos ingleses para favorecer la emancipación de la Américaespañola véase: BOLESLAO LEWIN : Los movimientos de emancipación de hispa-

noamérica y la independencia de Estados Unidos. Buenos Aires, 1952. Raiga],pp. 22-37.

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lcurriría,pendencia de la América española. Consciente de que ellose apresuró a sugerir una fórmula que, acorde con sus personalessentimientos monárquicos, tratara de impedir esta independencia y susconsiguientes efectos en la total ruina del Imperio

Hispánico. Fórmula

audaz la suya, que España condenaría al silencio yarchivos en momentos en que, de haberse acogid o ,

soledadn e a d s a u d h a b r í a

permitido prolongar por algún tiempo el dominio

peninsular en el

Nu evo Mundo.

Años después del proyecto monárquico de Abalos no estuvieronausentes iniciativas más o menos similares a la suya , ya

fu

surgidas del tardío afán español por sobrevivir en 111I a América nitivamente resuelta a conquistar su independencia; ya

fru ec r a nde eii

el modus operandi que mejor satisfaciera sus intereses de clase;ya

fueran, en fin, movidas por apetencias de naciones enemigas deEspaña interesadas en extraer algún provecho del conflicto separatista.La Historia recoge, entre otras, las iniciativas de ArandaLa Infanta Carlota Joaquina ( 2 8 ), Iturbide ( 2 0 ) , Conde de Luca (30),

Alamán ( 3 1 ) y Maximiliano (32).G odoy (27)

La idea de establecer príncipes en la Américanueva en Abalos, sólo que se la había reservado en espera de mejor

c

oportunidadspañola no era

Corona. El mismo Abalos, al iniciar su Representación,

y acopio de mayores experiencias para exponeer sla r ia fala 

seno con el conocimiento propio y el de mi cortedad para internar enun asunto tan del primer orden, pero porde mi celo a hacerlo presente a V. M.". fin me mueve el impulso

( 27 ) N ICOLAS GARCIA SAMUDIO, ob. cit pp. 12-16.(28) ERNESTO PALACIO, Historia de la Argentina,

( Biblioteca de Estudios Americanos ). 1-168.(20) CARLOS PEREIRA, Breve Historia d e América.

Madrid, 1958. Aguilar,

pp . 535-37.

ERNESTO PALACIO, ob. cit., p. 239

(31) ANTONIO GOMEZ ROBLEDO, Idea y Experiencia de América. México,

1959. Fondo Cultura Económica ( Tierra Firme ) , p. 147.

(32) CARLOS P EREIRA, ob, cit., pp. 564-72

23

Buenos Aires 1957

(30)

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Abalos sugirió la creación de tres o cuatro monarquías de lana borbónica española en las provincias que entonces compren-al a los distritos de las audiencias de Lima, Quito, Chile y Laita. Incluía en esas tres o cuatro monarquías a las Islas Filipinassus inmediaciones. El resto de los dominios españoles, entre elloseva Granada y Venezuela, seguirían sujetos al control directo dePenínsula.

que a su vez le parecían los más dóciles de gobernar y, finalmente,entregada España a impulsar la producción y el comercio, se haría encorto tiempo "la más poderosa y temible de la Europa", y los habitantesdel Nuevo Mundo "respirarán con menos aliento y estarán prontosy sumisos a la Metrópoli".

Los beneficios del sistema.

En la extensión del sistema monárquico veía Abalos los siguientesieficios: la común defensa de los intereses españoles y americanosdiante la firma de tratados de amistad y alianza permanentes.!aciones comerciales entre los reinos de España y América, conalusión total o parcial de potencias europeas que no fueren del-ado y conveniencia de España. Ahorro de considerables sumas quelizaba España en la conservación militar y defensiva de sus colonias.orro de hombres que servirían a España para fortalecer el campo

la producción agrícola e industrial. Cada reino crearía sus propiasizas armadas, según sus necesidades en tal sentido. La producciónícola americana cobraría mejores impulsos y del intercambionercial se enriquecerían por igual España y los reinos de América.3 americanos se darían al trabajo creador, "libre ya de las preocu-gones y quejas que les ocasionaba un gobierno despótico y desa-do". Los reyes americanos conquistarían el corazón de sus vasallos,.s éstos: "contentos por su parte con la dicha de lograr unoseranos legítimos, tan dignos y amables, les consagrarán a porfía lasas y las voluntades". El clero se abstendría del libertinaje y losesos, pues, temerosos de la cercana vigilancia real, sus miembros seisformarían en mansos y cristianos pastores y aportarían a la

sia nuevos rebaños. La repercusión internacional de la creaciónos reinos de América sería propiacia, pues: "no puede dársele a loshigos de la España un golpe más sensible que el de la desmem-:ión propuesta, por quitarle con ella la esperanza de la indepen-:ia de aquellos vasallos y la de que puedan adquirir en sus terri->s posesiones algunas". España aseguraría mejores y estables posi-

es estratégicas en el Nuevo Mundo. En los territorios que ~ti-•an sujetos directamente a la Metrópoli se propendría a una másiva administración colonial. Desligada España de los territoriosricanos más expuestos por la distancia y otros peligros, territorios

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DOS PROYECTOS DE MONARQUIAS

Dos años después de presentar Abalos su proyecto de monarquíassurgía la Memoria Se creta de Aranda en la que por igual se insinuabael establecimiento de reyes en la América hispana. Mientras Abaloslo hacía partiendo de sus personales experiencias en el Nuevo Mundoy se detenía en un análisis de no poco fondo sobre los graves pro-blemas de España y de América, el autor de la Memoria Secreta

partía, primordialmente, desde un punto de vista de política inter-nacional.

En Abalos la independencia de América sería fundamentalmenteproducto de los errores de la política colonial española, del anquilosa-miento de la Península, del desafecto americano hacia el podercentralizador y la burocracia española, de la actitud nada ejemplardel clero, del entusiamos insurreccional que proyectaba la independen-cia de las 13 colonias y de la prsencia de una madurez de concienciaamericana para discernir lo que convenía o no a sus intereses. Elproblema que más preocupó al autor de la Memoria Se creta fue la apa-rición de los Estados Unidos como una potencia en perspectiva y los

alcances de la futura expansión territorial y comercial de la nuevaRepública.

Abalos no se detuvo en analizar de la independencia norteame-ricana más que su repercusión como tal hecho político en el ánimode los vasallos de América hispana, aspecto que no se precisa en laMemoria Secreta, aunque se puede inferir en el ánimo del autorde ésta.

Mientras en la Memoria Secreta el proyecto de monarquías seconcretaba a sólo las colonias españolas en América, Abalos incluyóen el suyo a las Islas Filipinas. Se abstuvo Abalos de mencionar a

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España para el establecimiento de rey en tan vastos e impor-dominios, posiblemente convencido de que convenía a Españater el control directo de una región que, como la mexicana,

segura posición estratégica para estorbar las pretensionesionistas norteamericanas. En la Memoria Secreta sí aparececomo una monarquía creable, pues privó en el ánimo del autorel convencimiento de que, convirtiendo a Nueva España en un

se fortalecería mejor un cerco que impidiera a los Estadosextenderse hacia la América española.

ientras Abalos proponía como zona de jurisdicción real ameri-a parte del extermo sur del Nuevo Mundo y reservaba para

el control del resto de aquellos dominios, en la Memoria

se insinuaba que España se quedar sólo con las islas de Cubato Rico y algunas otras posesiones que en la América Meridionalin de depósitos o zonas de arribo marítimo.

)alos dedicó poco interés al modus operandi de las monarquías.contrario, en la Memoria Secreta se ahondó más en los porme-

lel funcionamiento de las monarquías, hasta concretar aspectosIntendente no incluyó, como eran: que el rey de España se

Emperador; que unas y otras familias reales estableceríans matrimoniales entre sí : que los reyes de América contri-

anualmente con el emperador remitiendo a la Penínsulacantidades en oro, plata y efectos coloniales.

ibos plantearon la necesidad de una estrecha unidad realamericana en el aspecto comercial y en el de la comúnofensiva y defensiva. Aranda precisó la importancia de permitirtia ciertos beneficios comerciales en América, mientras quefue ambiguo en dejar al arbitrio de la Península tal tipo den .

APENDI C E DOC UM ENTAL

REPRESENTACION DEL INTENDENTE ABALOS DIRIGIDA A CARLOS

III, EN LA QUE PRONOSTICA LA INDEPENDENCIA DE AMERICA

Y SUGIERE LA CREACION DE VARIAS 1 ■ JONARQUIAS EN EL NUEVO

MUNDO E ISLAS FILIPINAS

SEÑOR :

La larga residencia que llevo por estas Américas em pleado en varios destinosque ha querido confiarme la soberana clemencia de V. M. y actualmente de

Intendente General de Ejército y Real Hacienda de esta Provincia de Venezuela

y sus agregadas, me han conducido muchas veces a tender la vista con reflexión

por lo dilatado de sus opulentas provincias y el carácter de los naturales que las

pueblan; pero la satisfacción y el gozo de mirar tan dignamente coronadas las

reales sienes de V. M. con los vastos imperios que comprenden se me ha

mezclado siempre con el dolor de contemplar en las circunstancias, precisa e

indispensable, una oportuna y cuerda división en algunas monarquías que respec-

tivamente se gobiernen por sí mismas, porque de otra forma en el orden natural

se hace imposible su conservación íntegra.

Hartas lecciones nos presenta la Historia de los siglos para el apoyo de este

incontestable principio. Los asirios, los egipcios, los medas, persas y griegos

l legaron alternativamente en sus tiempos a subyugar el mundo y cuando arribaron

a ser más formidables comenzaron a experimentar su decadencia y su ruina.La grandeza de los romanos, dueños del universo, llegó a la más alta cumbre

y este mismo ensalzamiento fue el origen más inmediato de su destrucción.

Mientras recogidos en sí los gobernaba por la observancia de las leyes su sabio

senado, fue Roma el terror del orbe, pero luego que cegados de la fortuna

quisieron dilatar sus legiones se fue con la distancia entibiando en el soldado

aquel noble entusiasmo que le animaba en el amor patriótico y ya no reconocía

más dueño que al General que le mandaba. El General, deslumbrado por su

parte del Aura dulce de disponer de los ejércitos tampoco se acomodaba bien

a la obediencia, e introduciéndose la discordia en los miembros de aquella

respetable república, no pudo mantener la armonía de su cuerpo hasta entonces

inexpugnable y fue perdiendo su poder y su fuerza, porque es muy difícil que

en un cuerpo extendido y disperso se puedan reunir para un fin las lejanas

partes que le constituyen.

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No tenemos que buscar desengaños de esta naturaleza en siglos tan remotosy en imperios extraños. En nuestra propia casa, en la España misma, podemosllorar todavía su mejor confirmación. El reinado del señor Felipe II fue elmás floreciente que gozó monarca alguno. Su dominación se dilataba por la Italia,Portugal y los Países Bajos, a más de la rica herencia que dejó en estoshemisferios, en este N uevo Mundo y en el Asia, pero se extendieron muchosus dominios para durar sin desmedros.

Subleváronse los holandeses y después de los muchos millares de hombresque se perdieron y de los inmensos gastos con que agotó al real erario el justoempeño de castigar su perfidia, por fin en los reinados siguientes hubo dedeclarárseles la independencia. Siguió las rebeldes huellas de las ProvinciasUnidas el Reino de Portugal y se introdujo violentamente el Duque de Bra-ganza en aquel trono. No pararon en esto los quebrantos del Estado. Obligadala nación a divertir las armas por las diferentes partes que exigían su socorro,perdió también inmediatamente el Ducado de Mantua, el Condado de Artois,el Casal, el Rosellón y el Electorado de Treveris.

Si produce estas resultas un imperio extendido, aun incorporado, a pocadistancia en si de las provincias que le componen, ¿qué mejores consecuenciaspodrán someter unos dominios situados y dispersos por muchos millares de leguas,habitados por lo común de gentes poco consagradas a la Metrópoli? Son inmen-sos y se hallan remotísimos los países que posee V. M. en esta América.

Sus incomparables riquezas provocan generalmente la ambición y la codicia,y el genio y carácter de sus naturales, con especialidad en los cantones distantes,está innatamente proclive e inclinado a la sublevación.

La religión, que es la que suele unir los corazones y las voluntades con elEstado, se advierte en los americanos sobradamente achacosa, o porque faltanlos necesarios ministros para fomentarla en extensiones tan vastas, o porque losmismos ministros que debieran promoverla adolecen demasiadamente de relajación,apartados del ejemplo y el respeto de sus prelados diocesanos; de modo queno sería temeridad sentar que el estado eclesiástico secular y regular esseguramente el que al abrigo de la inmunidad que goza anima más la detestablesemilla de la aversión contra la subordinación y el trono, aunque contribuyentambién mucho a este sacrílego error multitud de extranjeros de sectas depra-vadas que se introducen ocultos y viven impunemente en estos dominios.

La lastimosa concurrencia de estos tan graves peligros que rodean la soberanadiadema de V. M. ha sido un objeto que ha ocupado seriamente mis reflexionesmuchas veces y me convence cada día más la necesidad de una prudente y prontadivisión de muchas de estas provincias, erigiéndolas en monarquías particularesque queden compartidas en las excelsas ramas de la augusta familia de V. M.,para así preservarlas de las invasiones a que hoy se presentan expuestas, de laambición, de la envidia, el amor de la independencia y otra infinidad de enemigos.

Tiempo hace Señor que estoy escondiendo este pensamiento en mi seno,con el conocimiento propio y el de mi cortedad para internarme en un asuntotan del primer orden, pero por fin me mueve el impulso de mi celo a hacerlopresente a V. M., con la consideración de que suele servirse tal vez la providenciade los intrumentos más débiles para los fines más altos y la confianza de queen la clemencia de V. M. la misma benignidad que los aciertos encuentren

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también los errores, si nacen de la lealtad y amor a su real servicio y laprosperidad de la Patria.

Dos grandes emperadores que celebran las Historias como padres del puebloy como dechados del buen gobierno: el Gran Constantino y Teodosio el Grandereconocieron bien la máxima propuesta de que es muy difícil dividir el deRoma: Constantino entre sus tres hijos: Constantino el Jóven, Constancio yConstante. Teodosio el Grande, que volvió a reunirlo casi todo, aplicó a su hijomayor Arcadio el Imperio del Oriente y a su segundo hijo, Honorio, el de

Occidente. A cada uno con su soberanía particular, su capital, su senado ysu cónsul.

Siendo sin competencia más grandes e infinitamente más remotos los imperiosque obedecen a V. M. en las cuatro partes del orbe, ninguna potencia se ha vistohasta ahora más descubierta a los asaltos de un enemigo ambicioso que intenteintrusarse en ellos, o a la ceguedad de unos insolentes vasallos que desconociendola dichosa suerte en que viven, aspiren sacudir indignamente la subordinación.

A la verdad Señor, es mucha contingencia comunicar a parajes remotosacertadas disposiciones, y las oportunas providencias que piden muchas veces losacontecimientos, porque no pueden alcanzarse con la distancia sus verdaderosresortes y el remedio suele llegar ordinariamente tarde y cuando ya el asuntoha variado de aspecto en un todo.

La Historia, Señor, de lo pasado, es Historia de lo presente y lo será de lofuturo, porque no se ha visto ni se ve otra cosa que la repetición de unos

mismos sucesos sin más diferencia que la accidental de la mayor o menor distanciade las escenas y del influjo de los respectivos países y educación de los ejecutores,y esto mismo que ha sido, es y será en el Antiguo Mundo, en que con rapidezse han visto pasar las monarquías de unas a otras manos, hay motivos máspoderosos no sólo para pensarlo, sino para creerlo como cierto en lo respectivoa este Mundo Nuevo, porque los motivos son más eficaces y poderosos y porconsecuencia de mayor influjo y actividad para que produzcan sus efectos conmás prontitud.

La duración de los imperios parece debe medirse por la sabiduría, justiciay religión de su gobierno, y hallándose las Américas tan lejanas de la Metrópoliy siendo de una extensión tan vasta, no es posible en el orden común el quepuedan gobernarse según se necesita para que la unión con la cabezasea subsistente.

Para gobernar bien es indispensable el conocer a los hombres y los paísesque habitan y no es fácil que la España pueda enviar virreyes, gobernadoresni otros magistrados que sean buenos y tengan este conocimiento, pues paraadquirirlo es necesario que pase largo tiempo y que en el interín se ejecutenconsiderables desaciertos, según ha estado y está sucediendo con perjudicialesresultas.

La mayor parte de los sujetos que han sido destinados desde la Conquistapara los virreinatos, gobernaciones, plazas de audiencias, ministerio de realhacienda y demás manejos subalternos lo han hecho y hacen con el deseo y lamira de enriquecerse, y es axioma común desde el más pequeño hasta el másgrande el que no han surcado los mares por sólo mudar de temperamento,de que han dimanado y dimanan inmensidad de perjuicios y por consecuenciacontinuas quejas y recursos que fundados o infundados no pueden averiguarse

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con certeza, siendo lo más natural hacerse las mayores injusticias y quedar impuneslos delitos, mirándose como preciso el que cada día vaya el mal en aumentoy que a proporción de lo que crezcan estos países, sean más excesivos losdesordenes y que exasperados los ánimos de los habitantes se aumente enellos el encono o la diferencia que le es natural( pues todos los americanostienen o nace con ellos una aversión y ojeriza grande a los españoles en común,pero más particularmente a los que vienen con empleos principales por parecerlesque les corresponden a ellos de justicia y que los que los obtienen se los usurpan,a lo que debe añadirse que los españoles que contraen matrimonio y avecindaden estos países son peores que los mismos naturales, con la circunstancia de queconsiderándose ya una vez establecidos y casados, con las mismas inclinacionesque los americanos, se hacen más de temer porque los europeos son másprofundos en su modo de pensar.

La España misma dentro de su recinto no puede conseguir, aún con lasinmediaciones del Trono, los sujetos de circunstancias correspondiente al desem-peño de sus respectivos ministerios como lo acredita la experiencia en los quecontinuamente se separan o castigan y, si esto sucede casi a la vista lince deV. M., ya se deja inferir la imposibilidad moral de que para dominios tan exten-didos puedan encontrarse, conocerse y elegirse tales y tantos como se necesitan,concurriendo sobre todo esto el que la diferencia de los climas tiene un poderosoinflujo para la variación de las costumbres, y la lejanía de la Metrópoli hacetambién el que los constituídos en los empleos se envanezcan con facilidad a lalibertad y al despotismo y todo es preciso que resulte en aumentar en estoshabitantes el espíritu de la independencia que por instantes crece en ellos, puespor una parte su natural desafecto a la España y por otra la dificultad deocupar los primeros puestos y la de que en las injusticias y agravios no lesel facil llevar con prontitud sus gemidos a los oídos del Trono para el desagravio,es preciso andar impacientes en el fuego de la venganza y reviente la mina alarrojo e intrepidez del primero que se les declare cabeza para proteger lasedición. Infortunio que tanto más amenaza cuanto más vayan idquiriendo incre-mento y población estas regiones y que tanto más debe precaverse cuanto esconstante que la soberanía más afianzada debe temer con sobresalto y sustocualquier descontento de los súbditos que en sus propias fuerzas o en losrecursos de la desesperación encuentren medios para librarse de lo que les oprime.

De los excesos de los corrregidores y de otros empleados en el Perú dimanóla sublevación del indio Túpac-Amaru, que llegó a tomar tanto incremento que sehizo formidable, costando muchas pérdidas, crecido trabajo y caudales elderrotarle, y si no hubiera sido por la codicia de algunos de sus capitanes que loentregaron, no se habría apagado la llama de este incendio y si la rebeliónhubiese tenido un jefe de alta esfera en la clase de blancos me persuado quehubiera sido muy difícil o imposible, o si cuando menos se piensa volverá adescubrirse con violencia inexpugnable.

Lo que yo puedo asegurar Señor a V. M., es que la sublevación que acabade suceder en Santa Fe y pretendió introducirse por los mismos sublevados enlas provincias de esta Intendencia se creyó al principio haber sido un efecto dela casualidad, pero después he sabido por noticias positivas de mi propiodepartamento que este empeño tenía origen de algunos años de anticipado ycon miras muy capciosas, acreditándose la malicia de los espíritus revoltosos

30

en la misma insolencia de los artículos que propusieron a la Audiencia y Arzo-bispado de Santa Fe, pues manifestaban no ser su fin y objeto el de sólo laminoración de los derechos, cuando propusieron otras pretensiones violentase inconexas con las contribuciones, y más a vista y con conocimiento de quesegún lo que ha podido traslucir tuvieron sinempre el designio de apoderarse deuno de los puertos de mar, sin dudas para recibir socorros y que mal-halladostodavía con lo que se les concedió no se han contenido en sus límites sino que hanquerido y quieren pasar a otras partes el fuego de la sublevación para hacergeneral el contagio y que sea imposible o muy difícil el remedio, consiguiendo

a beneficio de una general turbación el llevar más adelante sus perniciososdesignios.

Durante estas revoluciones se recibió la noticia de la derrota y prisión delindio Túpac-Amaru y según las cartas de Maracaibo produjo un notable efectoen los sublevados de Santa Fe este suceso, desalentándolos considerablemente,y lo mismo a los naturales, sus apasionados, infiriéndose de esto el que habíaen ellos alguna correspondencia. Por lo que toca a estas provincias no meconsta que la hubiese, pero si debo manifestar a V. M., con el candor y sencillezque corresponde y me es natural, el que los progresos de Túpac-Amaru erana estas gentes muy plausibles, celebrándolos en sus asambleas con bastanteregocijo, y que la derrota y prisión les ha sido por el contrario de grandesentimiento y pena, habiendo muchos que tengan por apócrifa la noticia por larepugnancia que encuentra en su voluntad, sucediendo lo mismo con la revoluciónde Santa Fe, pues al paso que tenían el mayor gozo en el levantamiento y que fue

penetrando a estos países, les ha sido doloroso el que se haya procurado impediren su entrada la turbación que estaba tan próxima sin que esto se funde en losmás o menos derechos que contribuyen, pues son bien moderados y ademásse les ha colmado de otros beneficios, sino en el desafecto de estos naturales aEspaña y en el vehemente deseo de la independencia y, siempre que las cosaspermanezcan bajo el actual sistema, estoy conociendo con bastante dolor míoel que sin tardar largo tiempo se verificaría el intento de conseguirla, para loque no cesarán de influir los enemigos de la Corona.

No son pocos por desgracia los casos que comprueban esta verdad y biende cerca estamos viendo uno para este mismo continente, que deja sobradosrastros para la lastima y el amento en la sublevación de los Estados Unidos dela América Septentrional que miramos ya en vísperas de quedar separados deldominio inglés. Y si no ha sido posible a la Gran Bretaña reducir a su yugoesta parte del Norte, hallándose bastantemente cercana a la Metrópoli, ¿qué

prudencia humana podrá dejar de temer muy arriesgada igual tragedia en losasombrosos y extendidos dominios de la España en esta Indias?

La Corte de Londres ha ocurrido al remedio contra aquellos insurgentespor medio de las gruesas expediciones de escuadaras y ejércitos que su poder y laproximidad le han facilitado, pero inútilmente. ¿Cómo, pues, podrá atajarseuna reblión medianamente dirigida en unos paíeses a donde es como imposibleenviar socorros oportunos por su formidable distancia? Acudir con tropas a losmares del sur para el efecto es exponerlas con avegación tan penosa y largaa la dura suerte de que perezca en ella la mayor parte, mediando las precisasincomodidades del viaje y la diversidad de temperamentos y a que el restose malogre allá sin suceso alguno favorable. A más de que no hay caudales

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ni gente en el Estado para poder soportar tan superior empeño, o el de poneren aquellos inmensos cantones tropas europeas que basten a cubrir las entradaspara la defensa, y formarlas de los naturales de esta Tierra sería entregarleslas armas en la mano para sacudir la cerviz.

La verdadera riqueza de un Estado son los hombres en todo principo sano,y jamás podrá ser buena política el que cuando España se halla tan escasade población para su agricultura, artes y comercio, se dé lugar a que aun sedebilite su extenuado cuerpo con empresas militares para la conservación desus posesiones en este Mundo, desprendiéndose con este fin todavía de máshombres para su última aniquilación y ruina.

Con población proporcianada, España ha sido siempre por su situacióny su fecundo suelo una monarquía muy respetable y en todo tiempo puedetener una superior influencia en los intereses de Europa recogida en unos límitesconvenientes y cuerdos, sin tan vasta extensión de dominios que sirven solamentede ua perspectiva superficial, sin el fondo del provecho que es el que importa;siendo por tanto problema entre los políticos si la son útiles o perniciosas tantasconquistas como tiene adquiridas en estas Américas.A la verdad no está hoypoblada, tan cultivada ni tan fuerte como lo estaba en los tiempos de losseñores Reyes Católicos en que tuvieron su principio, y si de ellas pasa en eldía mucha plata y oro a España, apenas de estas riquezas nos tocan los realesderechos y la cortedad de las comisiones; lo demás y la mayor parte conside-rablemente sirve para engrosar las Naciones vecinas, porque vanamente deslum-brados con la ilusión de tan dilatada propiedad tenemos abandonados los prin-cipios de la prosperidad de todo Estado y nos hemos hecho meros tributarios desus fábricas e industria para cederles en recompensa el jugo y la substanciade nuestros frutos.

Los genios, los usos, las costumbres y el carácter de los hombres varíana proporción de los climas que habitan, y las leyes que son santas y saludablespara unas partes no son convenientes ni arregladas para otras, siendo consi-guiente a esta máxima inconcusa el que las providencias más sabias van perdiendosu vigor y solidez al paso que se van alejando de su origen y es causa de quese reciban o con tibieza o con Leido donde no acomodan y, últimamente, el quetal vez engendren cierta especie de desafecto contra la Madre Patria. Y pues estan aventurado el gobernar con suceso y pulso países que se desconocen, estambién imposible por consecuencia el mantener fieles en los remotos dominiosdes estas Indias a unos vasallos cuyo espíritu se manifiesta genialmente pococonforme con la obediencia.

Hasta aquí Señor las américas puede decirse que han estado en su infanciay, durando al mismo tiempo en sus habitantes aquel terror de los primerosconquistadores, ha sido fácil mantenerlas en subordinación, pero ya con eltranscurso de los tiempos han tomado incremento y se ha ido desvaneciendoaquella impresión que heredaron de sus abuelos. Menos preocupadas sus ima-ginaciones de lo que estaban antes y más poderosas en gentes y proporcionesdiscurren con libertad desmesurada.

Por otra parte, ocupados los europeos en las guerras de aquel mundo, nohabían puesto la mira con tanta afición en estos dominios; pero desde el año de1756 ha sido el principal objeto de las potencias marítimas el procurarseestablecimientos en las américas por considerar en ellas el manantial de las

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riquezas del comercio, fomento de la marina, felicidad y opulencia de los que lasposeen, de que dimanó en aquel entonces y también ahora el que fuese laAmérica el principal teatro de las armas, y todo ha conducido y conduce a avivarel orgullo de estos ánimos inquietos, despertar su malicia y hacerles mirar,y como muy posible, lo que para los colonos del Norte no ha sido demasiadodificultoso.

Esta turba de inconvenientes, estos multiplicados peligros piden Señor unpronto y breve remedio. Si por el conocimiento y noticias que tengo de la Españay de la América y después de muchas reflexiones y exámenes y según lo que meparecía conveniente hubiese de seguir mi pensamiento, haría a V. M. unaproposición muy extendida, bajo el seguro de que en breve tiempo acreditaríanlos felices sucesos la realidad de mis anuncios, pero porque no aparezca temeridad,imprudencia o menos cordura, me ceñiré a proponer, como lo hago, que el únicoremedio que a lo menos por ahora exige la constitución consiste solamente enque el heroico pecho de V. M. se digne resolverse con su regia generosidad adesprenderse de las provincias comprendidas en los distritos a que se extiendenlas audiencias de Lima, Quito, Chile y La Plata, como asímismo de las IslasFilipinas y sus adyacencias, exigiendo y creando de sus extendidos países treso cuatro diferentes monarquías a que se destinen sus respectivos príncipes de laaugusta Casa de V. M. y que esto se ejecute con la brevedad que exige elriesgo que corre y el conocimiento del actual sistema.

Este es Señor el preciso medio para estorbar a los enemigos forasteroscualquier irrupción a que los incline su avaricia. Este es también el medio de evitar

a los domésticos todo resentimiento de un gobierno venal y corrompido que losprecipite a una fiel y violenta resolución, o de que el mismo desafecto quetienen a la Metrópoli, apoyado de ajenos auxilios, les faciliite, como sin duda severificará, la independencia que ya ven cerca de su perfección en los colonosdel Norte de este mismo continente.

La juiciosa y acertada política dicta como regla capital el que solamente sedebe mantener aquello que es útil y puede conservarse en con beneficio y buengobierno, pues todo lo demás, sobre no ser justo ni conveniente, envuelve en siel perjuicio de la ruina de la Metrópoli.

En el resto de la América que quedará a la España en esta parte occidentaly desembarazada de las demás y de los graves cuidados, gastos y pérdida de hom-bres, tendrá superabundante campo en que ocupar su atención y lograr uncomercio, riqueza y opulencia que la haga la más poderosa y temible de laEuropa, sin la dura necesidad de derramar sus providencias, sus fuerzas y sus

gentes por tantas y tan diversas remotas provincias y podrá aplicar mejor susmiras a las producciones territoriales, a la industria, al tráfico y demás ramos,y restablecerse a su robustez y esplendor antiguo y ser generalmente respetadade todas las naciones.

Desmembrada la monarquía española de una porción tan considerable desus dominios, la más expuesta por su distancia, de más difícil gobierno y demenos proporciones para su defensa, puede atender con facilidad a todo lo queexige esta parte occidental y los mismos vasallos, conociendo la diferente consti-tución, espirarán con menos alientos y estarán más prontos y sumisos a laMetrópoli la cual, a proporción del engrandecimiento que adquieran, tendrá

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más facilidad o menos dificultad que ahora en sujetarlos y mantenerlos conla obediencia y vasallaje debido a su legítimo soberano.

Estipulandose precisamente como principios fundamentales de la cesióno desmebración que se haga para el objeto unos tratados de amistad y alianzaperpetua con los nuevos soberanos y una exclusión, cuando no del todo en parte,de las demás potencias en el comercio y giro de aquellos reinos, con las demáscondiciones que a la suprema discreción de V. M. parecieren convenientes,ahorrando España los exhorbitantes desembolsos y los sustos que hoy le cuestan,mantendrá siempre en estas posesiones que ahora separa de su herencia un fondo

más sólido y más provechoso que el que puede disfrutar en el mismo uso de supropiedad con el corto y precario comercio que hace, útil únicamente a losextranjeros que suplen para él los géneros necesarios.

Establecidos en aquellos solios unos príncipes que han heredado en suexcelsa augusta estirpe la dulzura, la religión y el celo, con la posesión delTrono, conquistarán también luego los corazones de todos sus vasallos, quecontentos por su parte de la dicha de lograr unos soberanos legítimos, tan dignosy tan amables, les consagrarán a porfía las vidas y las voluntades por verdaderafidelidad y el interés de captar así su aceptación y benevolencia.

Con esta feliz situación se fomentarán sin duda prodigiosamente aquellasriquísimas monarquías, se animarían en ellas las nobles producciones que ofreceny todos los subditos, libres ya de las preocupaciones y quejas que les ocasionabaun gobierno despótico y desabrido, se entregarán seriamente a la prosperidadcomún y podrán tomar las armas con amor para la defensa de sus dominios,formando los cuerpos de tropas que convinieren para ello, pues la opulencia delsuelo y el comercio con que brinda prestan proporción con abundancia no sólopara que los habitantes contribuyan dócil y cómodamente con lo competente a estefin, sino también para mantener con el debido esplendor la dignidad real y elgobierno político.

Por medio de las Misiones que hoy se ejercitan tan remisas, se propagarámucho más a la luz del evangelio y a la inmediación del soberano que observaráde cerca las operaciones suyas se extenderá la santa fe católica con numerosasconquistas de gentiles que aumentarán la población y el rebaño de Jesucristoy se facilitarán, finalmente, muchos grandes descubrimientos en aquél amenomundo todavía desconocido, para mayor lustre y honor de la augusta gloriosafamilia de Y. M. que sin este preservativo indispensable vería en breve pasaraquellos superiores imperios infaliblemente a otras manos.

La infinita sabiduría de Dios, que todas las cosas las dirige a la ejecuciónde los grandes designios de su providencia, dispuso que al tiempo de la venida denuestro Redentor estuviese todo el Mundo conocido y bajo el dominio del romanoimperio para de esta forma, según opinión común, fuese fácil la promulgacióndel evangelio. Y este mismo soberano, árbitro del universo, quiso, porque enlos españoles estaba más pura que en otra Nación la religión católica y tambiénpor premio del celo de los señores reyes Fernando e Isabel, el que fuesen ellos losprimeros descubridores de estas américas, y por quienes se comunicase a sunumerosa gentilidad el cristianismo, habiendo igualmente querido que perma-neciesen tan vastos reinos bajo su dominación desde el tiempo de la Conquistapara por este medio hacer efectiva la importancia de tan santo objeto; pero yaque en lo principal se halla verificado éste; que la américas han salido de su

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infancia y que en el orden natural con el crecimiento que han tenido e inmensadistancia a que se hallan las de la parte meridional no pueden ser gobernadassegún se necesita y corresponde, ni tampoco sujetarlas, ni defenderlas aun cuandose arruinase enteramente la España para lograrlo y que, por otra parte, elespíritu de independencia que han descubierto hace conocer la necesidad urgentedel remedio, parece que a vista de motivos tan podrosos y sobre lo que dictanla justicia, la conveniencia y la política, se descubre el que la divina majestadpor sus inescrutables arcanos quiere que aquellos vasallos distantes se les

señalen príncipes que los gobiernen en paz y justicia, para felicidad suya ybien de la religión con los demás grandes objetos a que su incomprehensiblesabiduría fuese servido destinarlos, manifestandose al propio tiempo que tambiéndesea su infinita piedad continuar en la real familia de V. M. la rica posesiónde aquellas provincias, pues da tiempo para la reflexión, ejecución y complementode tan grande obra, reservando a V. M. el honor y la gloria de que en sutiempo y por disposición, para el bien de sus vasallos y ensalzamiento de lasanta fe católica, vea coronada y engrandecida por tantas partes del mundosu real y generosa estirpe; porque si de los antecedentes se han de inferir lasconsecuencias y de los principios los medios y fines, se deja conocer que paralos dichosos sucesores de V. M. que se destinen a la América Meridional eIslas Filipinas están sin duda guardados grandes descubrimientos y adquisicionesen el Africa, en el Asia y en la parte austral para la dilatación de sus coronas,premio de su religión y de su celo y propagación de la verdadera creencia.

La ejecución de este pensamiento llenará a V. M. de bendiciones, leadquirirá una fama inmortal mayor y demás esencia que si hiciese unas grandesconquistas y, por otra parte, me atrevo a asegurar que no puede dársele a losenemigos de la España un golpe más sensible que el de la desmembraciónpropuesta, por quitarles con ella la esperanza de la independencia de aquellosvasallos y la de que puedan adquirir en sus territorios posesiones algunas, y laEspaña por si se desembaraza de un peso que la oprime sin utilidad y quedalibre para la defensa, fomento y disfrute de las demás posesiones en esta parteoccidental del Nuevo Mundo.

Si el rey y la Nación británica hubiesen destinado oportunamente uno o dospríncipes de la real familia y establecídolos por soberanos del Norte Americano,no verían hoy con el dolor que es preciso vean pasar a los extraños aquellasprovincias y que disfruten otros lo fomentado y cultivado por la Gran Bretaña,

además de la pérdida de la reputación y de la fuerza de la Inglaterra, de losinmensos tesoros gastados, millares de hombres perdidos, numerosas escuadrasderrotadas, decadencia excesiva de su agricultura, fábricas y comercios, y abru-mados sus vasallos con el peso insoportable de la deuda nacional y de loexcesivo de las contribuciones que es preciso vengan dentro de poco tiempo enuna ruina y destrucción total.

Aunque considero que la desmembración propuesta requiere el consentimientodel Serenísimo Príncipe y de las cortes del reino, me parece y debe creerseque ni su Alteza Real, ni los reinos, resistan el deferir a ella mediante ser elúnico objeto el bien, la felicidad de la Nación y el Estado y la prosperidadpública, ley suprema que deroga todas las que por una jurisprudencia ordinariapudieran oponerse al intento.

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Mis deseos, mis miras y mis desvelos, Señor, han sido, son y serán siemprelos más sinceros por la mayor gloria de V. M. y de su real familia y por el bieny felicidad de la monarquía, de la religión y adelantamiento del culto del Creador.Con estos laudables fines he dispuesto el presente discurso, el cual ruego rendi-damente a V. M. se sirva recibirlo benigno y, en el caso de que no haya acertadoen el todo o en parte de su contenido, a lo menos espero que el generoso

corazón de V. M. se dignará concederme la indulgencia de disimular cualquiererror con reflexión a los grandes poderosos motivos que han estimado mi lealtad,mi celo y mi obligación.

Nuestro Señor dilate y prospere la importante vida de V. M. los muchosaños que puede. Caracas, 24 de septiembre de 1781.

SeñorJosé de Abalos

DICTAMEN RESERVADO QUE EL EXCELENTISIMO SEÑOR CONDEDE AR AN DA D I O AL R EY SO BR E L A I N DEPE N DE N C I A DE L AS C O L O N I ASI N G L ESAS DESPUES DE HABER HE C HO EL TR ATADO DE PAZ AJUSTADO

EN PARIS EL AÑO DE 1783 ( 1 )

Señor:

El amor que profeso a V. M., el justo reconocimiento a las honras con queme ha distinguido y el afecto que tengo a mi Patria me mueven a manifestara la soberana atención de V. M. un pensamiento que juzgo del mayor interésen las circunstancias presentes.

Acabo de hacer y concluir de orden de V. M. el tratado de paz con laInglaterra, pero esta negociación que parece he desempeñado a entera satisfacciónde V. M., según se ha dignado manifestármelo de palabra y antes por escrito,me ha dejado un cierto sentimiento que no debo ocultar a V. M.

Las colonias americanas han quedado independientes; esto es mi dolor

y recelo. La Francia, como que tiene poco que perder en la América, no seha detenido en sus proyectos con la consideración que la España, su íntima aliaday poderosa en el Nuevo Mundo, se queda expuesta a golpes terribles. Desde elprincipio se ha equivocado en sus cálculos favoreciendo y auxiliando estaindependencia, según manifesté algunas veces a aquellos ministros. ¿Qué máspodía desear la Francia que ver destruirse mutuamente los ingleses y colonosen una guerra de partidos, la cual debía ceder siempre en aumento de su podere intereses? La antipatía de la Francia y de la Inglaterra cegó al gabinetefrancés para no conocer que lo que le convenía era estarse quieto, mirandoesta lucha destructora de los dos partidos; pero por nuestra desgracia no fueasí, sino que con motivo del pacto de familia nos envolvió a nosotros en unaguerra también, en la que hemos peleado contra nuestra propia causa segúnvoy a exponer.

( 1 ) Esta copia de la Memoria Secreta se encuentra en el Archivo Generalde Indias, Estado. Legajo 91 y la remitió Rafael Morant, en 1825, al Duque delInfantado, en un postrer esfuerzo español por revivir el proyecto que cuatrodécadas antes había ocupado el interés del Conde de Aranda.

Morant escribió al Duque del Infantado:"Entre las curiosidades que conservo se halla en papel cuya copia acompaño,y creyendo que en las actuales circunstancias pudiera ser útil a V. E.su conocimiento, si es que no lo hubiera visto, me he resuelto a transcribirloa V. E. seguro del buen uso que hará de él si no hubiere llegado a susmanos, y que aún en el caso contrario sabrá apreciar mi celo y disimularmi ligereza". ( AGI. Estado. Leg. 91. Madrid, 9 diciembre 1825 ).

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Dejo aparte el dictamen de algunos políticos tanto nacionales como extran-jeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio español en lasaméricas no puede ser muy duradero, fundado en que las posesiones tan distantesde sus metrópolis jamás se han conservado largo tiempo. En el de aquellascolonias ocurren aún mayores motivos, a saber: la dificultad de socorrerlas desdeEuropa cuando la necesidad lo exige; el gobierno temporal de virreyes y gober-nadores que la mayor parte van con el mismo objeto de enriquecerse; lasinjusticias que algunos hacen a aquellos infelices habitantes; la distancia de lasoberanía y del tribunal supremo donde han de acudir a exponer sus quejas;

los años que se pasan sin obtener resolución; las vejaciones y venganzas quemientras tanto expermientan de aquellos jefes; la dificultad de descubrir laverdad a tal larga distancia y el influjo que dichos jefes tienen no sólo en elpaís con motivo de su mando sino también en España de donde son naturales.Todas estas circunstancias, si bien se mira, contribuyen a que aquellos naturalesno esten contentos y que aspiren a la independencia, siempre que se lespresente ocasión favorable.

Dejando esto aparte, como he dicho, me ceñiré al punto del día, que es elrecelo de que la nueva potencia formada en un país donde no hay otra quepueda contener sus proyectos, nos ha de incomodar cuando se halle en dispo-sición de hacerlos. Esta república federativa ha nacido, digamoslo así, pigmea,porque la han formado y dado el ser dos potencias como son España y Francia,auxiliandola con sus fuerzas para hacerla independiente. Mañana será gigante,conforme vaya consolidando su constitución y desupés un coloso irresistible

en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibidode ambas potencias y no pensará más que en su engrandecimiento.

La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en términosinmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradoresy artesanos de todas las naciones, porque el hombre va donde piensa mejorarde fortuna y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantadoel coloso que he indicado.

Engrandecida dicha potencia anglo-americana debemos creer que sus mirasprimeras se dirijan a la posesión entera de las Floridas para dominar el senomexicano. Dado este paso, no sólo nos interrumpirá el comercio con Méxicosiempre que quiera, sino que aspirará a la conquista de aquel vasto imperio,el cual no podremos defender desde Europa contra una potencia grande, formida-ble, establecida en aquel continente y confinante con dicho país.

Estos, Señor, no son temores vanos, sino un pronóstico verdadero de lo

que ha de suceder infaliblemente dentro de algunos años, si antes no hay untrastorno mayor en las américas. Este modo de pensar está fundado en lo queha sucedido en todos tiempos con la nación que empieza a engrandecerse.La condición humana es la misma en todas partes y en todos climas. El quetiene poder y facilidad de adquirir no lo desprecia, y supuesta esta verdad,¿cómo es posible que las colonias americanas cuando se vean en estado depoder conquistar el reino de México se contengan y nos dejen en pacíficaposesión de aquel país? No es esto creíble y así la sana política dicta quecon tiempo se precavan los males que pueden sobrevivir. Este asunto ha llamadomi atención desde que firmé la paz de París como plenipotenciario de V. M.y con arreglo a su voluntad real e instrucciones. Después de las más prolijas

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reflexiones que me han dictado mis conocimientos políticos y militares y demás detenido examen sobre una materia tan importante, juzgo que el únicomedio de evitar tan grave pérdida y tal vez otras mayores es el que contieneel plan siguiente:

Que V. M. se desprenda de todas las posesiones del continente de América,quedándose únicamente con las Islas de Cuba y Puerto Rico en la parteseptentrional y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de queellas sirvan de escala o depósito para el comercio español.

Para verificarse este vasto pensamiento de un modo conveniente a laEspaña se deben colocar tres infantes en América: el uno de rey de México,el otro del Perú y el otro de lo restante de Tierra Firme, tomando V. M. eltítulo de Emperador.

Las condiciones de esta grande cesión pueden consistir en que los tressoberanos y sus sucesores reconocerán a V. M. y a los príncipes que en adelanteocupen el trono español por suprema cabeza de la familia.

Que el Rey de Nueva España le pague anualmente, por la cesión de aquelreino, una contribución de 8 marcos de plata, en pasta o barras, para acuñarloen moneda en las casas de Madrid y Sevilla.

Que el del Perú haga lo mismo con el oro de sus dominios, y que el deTierra Firme envíe cada año su contribución en efectos coloniales, especialmentetabaco para surtir los estancos reales de estos reinos.

Que dichos soberanos y sus hijos casen siempre con infantes de España ode su familia y la de aquí con príncipes o infantes de allá, para que de estemodo subsista siempre una reunión indisoluble entre las cuatro coronas, debiendotodos jurar estas condiciones a su advenimiento al trono.

Que las cuatro naciones se consideren como una en cuanto a comerciorecíproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la más estrecha alianza ofensivay defensiva para su conservación y fomento.

Que no pudiendo nosotros surtir aquellas colonias de los artefactos quenecesitan para su uso, sea la Francia, nuestra aliada, la que provea de cuantosartículos no podemos nosotros suministrarlas, con exclusión absoluta de laInglaterra, a cuyo fin apenas los tres soberanos tomen posesión de sus reinos,harán tratados formales de comercio con la España y Francia, excluyendo alos ingleses y, como serán potencias nuevas, pueden hacer en esta parte lo quelibremente les acomode.

Las ventajas de este plan son que la España, con la contribución de lostres reyes del Nuevo mundo, sacará mucho más producto líquido que ahora

de aquellas posesiones; que la población del reino se aumentará sin la emi-gración contínua de gentes que pasa a aquellos dominios; que establecidos yunidos estrechamente estos tres reinos, bajo las bases que he indicado, no habráfuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones, nitampoco el de España y Francia en este continente; que además, se hallaránen disposición de contener el engrandecimiento de las colonias americanas o decualquiera nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo;que España, por medio de este tráfico, despechará bien el sobrante de susefectos y adquirirá los coloniales que necesite para su consumo; que con estetráfico podrá aumentar considerablemente su marina mercante y por consi-guiente la de guerra para hacerse respetar en todos los mares; que con las

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islas que he dicho no necesitamos más posesiones, fomentándolas y poniendolasen el mejor estado de defensa y, sobre todo, disfrutaremos de todos los beneficiosque producen las américas sin los gravámenes de su posesión.

Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio. Si mere-ciese la soberana aprobación de V. M. la extenderé, aplicando el modo deverificarla con el secreto y precauciones debidas, para que no trasluzca a laInglaterra hasta que los tres infantes esten en camino, más cerca de Américaque de Europa, para que no puedan impedirlo. ¡Qué golpe terrible para elorgullo inglés! Pero esto no importa, porque se pueden tomar providencias

anticipadas que precavan los efectos de resentimientos.Para esto es ndcesario contar con nuestra íntima aliada la Francia, lacual y regular éntre con el mayor gusto en ella por las ventajas que le rasultaránde ver extendida su familia en el Nuevo Mundo, abierto y favorecido sucomercio en todo aquel hemisferio y excluido de él a su implacable rival,la Inglaterra.

Aunqune hace poco he venido de París con el permiso de V. M. parael arreglo de los negocios de mi casa, me volveré inmediatamente a la embajada,pretextando aquí haberlos concluido ya. Allí tengo buen partido no solamentecon los reyes, que me honran y distinguen particularmente, sino con los ministrosy espero hacerlos aprobar y celebrar mi pensamiento manejandolo con laprudencia y sigilo que conviene. También me ofrezco a dirigir después laejecución de este vasto prospecto, en la forma que fuere más del agrado deV. M., haciendome cargo de que nadie puede ejecutar mejor cualquier plan

qu e el que lo ha formado. V. M. tiene pruebas de mi lealtad y de que ningúnnegocio de los que se ha dignado poner a mi cuidado se ha desgraciado en mimano. Confío que a este le sucederá lo mismo, mediante mis constantes deseosde sacrificar mi reposo, mis intereses y mi vida en su real servicio".

Al pie una nota que dice:

"Este fue el gran pensamiento del grande político militar que tuvimos enEspaña y que vivió en los reinados de los Señores Don Felipe V, DonFernando VI, Don Carlos III y Don Carlos IV en que falleció".

INDICE

Páginas

Presentación5

Tres Pronósticos7

Los Pequeños Ilustrados8Una Representación desde Venezuela10

Abalos y la Independencia de América13

Esplendor y Calda de los Imperios16

En América también caen los Imperios17Dos proyectos de monarquías25

Apéndice Documental27

Apéndice Documental37