Unidad 1 Administración MULTIVERSIDAD CAMPUS TORREÓN Profr. Fabricio Moreno Baca 2014.
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Multiversidad Mundo Real Edgar Morin
Maestría en Investigación Integrativa
Ciudad, fronteras y violencias urbanas sobre el territorio
Tesis en opción al título de Magister en Investigación Integrativa
PorAutor: Jonnathan Harvey Narváez
Colombia,Mayo de 2014
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Multiversidad Mundo Real Edgar Morin
Maestría en Investigación Integrativa
Ciudad, fronteras y violencias urbanas sobre el territorio
Tesis en opción al título de Magister en Investigación Integrativa
PorAutor: Jonnathan Harvey Narváez
Tutores:Dr. Gustavo Casas Álvarez
Dr. Nicolas Malinowski
Colombia,Mayo de 2014
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DEDICATORIA
A mi madre quien desconociendo el momentogestó esta gran sensibilidad por la vida.
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SÍNTESIS
Las violencias urbanas se han extendido en todos los países y ciudades,
convirtiéndose durante los últimos años en uno de los temas más importantes de
la ciudad latinoamericana contemporánea. El siguiente documento presenta los
resultados de un proceso de investigación fenomenológica con ocasión de la
inserción comunitaria en el entorno barrial de la Comuna 10 del Municipio de
Pasto - Colombia donde históricamente se han presentado violencias urbanas,
con un énfasis creciente en la territorialización del espacio desde la institución
de fronteras imaginarias.
El documento advierte la relación histórica de la pobreza y las
desigualdades con fenómenos sociales como la marginación, estigmatización
popular y la segregación espacial convertidas en condicionamientos
estructurales en el sostenimiento de prácticas sociales violentas al interior de
Comuna 10. Se analiza el fenómeno de la violencia barrial relacionando su
estructura y procesos psicosociales con las nociones de espacio y territorio,
argumentando que la violencia y la agresión comprenden una escena
inaplazable en la ruptura del lazo social; alertando en el último eje capitular sobre
algunas consideraciones frente al diseño de procesos de intervención en
contextos de violencia barrial, comprendiendo la frontera imaginaria como una
fractura profunda del sistema relacional, y los espacios imaginarios como
alternativa de transito y organización comunal ante las estructuras de violencia
como el microtráfico, los micropoderes y la delincuencia juvenil organizada.
5
ÍNDICE
Pág.
Introducción.…………………………………………………………………….
7
Paradigma Metodológico.……………………………………………………..
11
Método………………….……………………………………………….………..
12
Limitaciones….………………………………………………………...…………
13
Plan de análisis de información.………………………………………………
16
Capítulo I1. Aproximaciones al estudio de la ciudad y la violencia urbanaen Colombia.…………………………………………………………………….
22
1.1 Del territorio y la ciudad. ………………………………………………… 241.2 La violencia urbana en la Ciudad de Pasto. …………………………….. 301.3 Factores asociados al fenómeno de la violencia urbana en laComuna10 de la Ciudad de Pasto.……………………………………………
38
Capítulo II2. Violencia simbólica, micropoderes y fronteras imaginarias. …………… 442.1 Marginación, exclusión social y microtráfico.……………………………
46
2.2 Pandillas, formas cooperativas de asociación al interior de la frontera. 522.3 Imaginarios de control territorial, micropoder y otras violenciasderivadas…………………………………………………………………………
59
Capítulo III3. Fronteras imaginarias, de los espacios heredados a los imaginarios…
66
3.1 Espacios habitados, heredados e imaginarios …………………………. 673.2 Espacios heredados, tensión social y crisis humanitaria………………. 723.3 Espacios imaginarios, posibilidades de tránsito de lo heredado a lohabitable………………………………………………………………………….
76
Conclusiones…………………………………………………………………….
83
Referencias 92
Bibliografía del maestrante 101
6
Anexos
Índice de tablas y gráficosPág.
Tabla 1: Objetivos de investigación. ………………………………….. 11
Tabla 2: Reducción de datos. …………………………………………. 17
Tabla 3: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido
Capítulo I ………………………………………………………………… 23
Tabla 4: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido
Capítulo II …………………………...…………………………………… 45
Tabla 5: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido
Capítulo III ……………………………………………………………….. 67
Gráfico 1: Identificación de categorías y elementos. ……………….. 20
7
INTRODUCCIÓN
A lo largo de las tres últimas décadas los investigadores críticos
preocupados por los procesos de comprensión, estructuración y transformación
de los contextos, atendiendo a las dinámicas contemporáneas hemos visto la
necesidad de abordar los dilemas sociales desde la complejidad. Dicho accionar
cuestionó el modelo tradicional de ciencia, dando lugar, al escenario del
reconocimiento de los sujetos agentes de procesos de interpretación y
transformación de sus entornos, de allí la necesidad de volver sobre los
conceptos y dinámicas sociales, partiendo de las aproximaciones discursivas a
los imaginarios instituidos en la estructuración del mundo de la vida, emergente
de la interacción sujeto - sociedad.
La violencia barrial constituye un multiuniverso de estructuras y dinámicas
en el devenir del poder, desde lógicas como la organización, administración y
victimización sobre el territorio, en la combinación de violencias físicas,
psicológicas e ideológicas que vaticinan en los contextos urbanos profundos
fenómenos de tensión social en medio de la creciente pérdida del sentido de
comunidad, dada la reproducción simbólica de dinámicas de agresión,
intimidación y miedo (Campos, 2010; Carbonell, 1999). Las fronteras imaginarias
ordenan los intercambios comunicativos permeando la vida de los participantes
sobre la base misma de su discurso y su historia de vida, desde la cual los
individuos en capacidad de darse y crearse su propia existencia, construyen
representaciones simbólicas inmersas en la constitución dinámica del mundo de
la vida, lo cual en la inmediación del crecimiento demográfico y los amplios
8
procesos de migración del campo hacia las urbes han incrementado en las
ciudades procesos de segregación espacial y violencia urbana.
Conforme las fronteras imaginarias van surgiendo en el marco de unas
condiciones sociales e históricas y en contextos específicos, se les confiere un
reconocimiento colectivo a partir de unas relaciones y prácticas sociales también
particulares. De esta manera, las fronteras imaginarias son el efecto de una
compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales (Díaz, 1996),
siendo pertinentes lecturas integrativas que permitan develar el rol dinamizador
de la interacción sujeto – contexto en la estructuración simbólica del mundo de
la vida, por cuanto las personas construyen intersubjetivamente los sentires y
sentidos de la realidad social, a fin de re significar los efectos nocivos de la
violencia urbana como modo de ser, habitar y estar en el mundo.
En Colombia, la distribución de la criminalidad en las ciudades y su
impacto sobre la urbanización, así como el uso del espacio y las narrativas
simbólicas del territorio no ha sido analizada con profundidad. En este sentido,
la presente investigación tuvo como objetivo central abordar las narrativas
recreadas entorno a las fronteras imaginarias, asociadas a las violencias
urbanas suscitadas en el contexto barrial de la Comuna 10 del Municipio de
Pasto; en cuyo entorno, se presentan violencias simbólicas tales como la
segregación espacial, estigmatización popular y marginación. En el desarrollo
capitular, se ofrece un acervo conceptual alrededor de las fronteras imaginarias,
micropoder y los espacios heredados e imaginarios que permite una mejor
comprensión del fenómeno, centrando la intencionalidad del estudio en un
abordaje de la experiencia del sujeto en la construcción de dichos espacios,
partiendo del develamiento de la estructura discursiva y las prácticas sociales
que los sujetos establecen en la apropiación simbólica del espacio como
emergente de la interconexión entre las realizaciones del devenir histórico-social,
el sentir subjetivo y la historia precedente (Gergen, 1996). Se analizan los
procesos de organización del espacio en los contextos barriales, lo cual permitió
comprender las relaciones complejas entre las variables desempleo, falta de
educación, tráfico de drogas, descomposición familiar, falta de oportunidades,
insatisfacción de necesidades básicas… y su incidencia en la reproducción de
9
violencias medulares, abordando los procesos de estructuración de las fronteras
imaginarias y su intersección en la segregación del proceso de convivencia
urbana.
Se advierte, que en las últimas décadas del siglo XX Colombia se pueden
caracterizar por tres procesos sociales relacionados: la agudización del conflicto
social y armado, el crecimiento de la violencia criminal y la expansión territorial
de las urbanizaciones en las grandes capitales y ciudades intermedias. Si bien
cada uno de estos procesos responde a un complejo entramado de variables
socioeconómicas, territoriales y políticas, las tres comparten una problemática
caracterizada por la exclusión y marginación de importantes sectores de la
población, siendo nuestro país uno de los más desiguales de América Latina,
según estadística de ONU Habitad (2013) y CEPAL (2013).
El desarrollo capitular como un ejercicio inacabado en el análisis
comprensivo de la realidad social desde el marco de la cotidianidad, desarrolla
de manera integrativa las unidades de significado general en un marco
documental que relaciona las diversas categorías y microcategorías a lo largo
del documento. Sin embargo, cada capítulo desarrolla un núcleo problémico que
responde al interés de develar las dinámicas instituyentes de las fronteras
imaginarias y sus procesos emergentes.
El capítulo I ofrece una aproximación al estudio de la ciudad y la violencia
urbana en Colombia, desde un marco de definición del territorio y la ciudad hacia
un análisis contextual del fenómeno de la violencia urbana en la ciudad de Pasto
como expansión comprensiva de los factores asociados a las dinámicas urbanas
del entorno barrial de Comuna 10. El capítulo II analiza los procesos integrativos
convergentes y divergentes entre la violencia simbólica, los micropoderes y las
fronteras imaginarias, dando cuenta de la marginación, exclusión social y
microtráfico como dinámicas frecuentes en los territorios de frontera;
posteriormente se vincula a las pandillas, como formas cooperativas de
asociación y defensa al interior de los barrios, develando los imaginarios de
control territorial, micropoder y otras violencias derivadas. El capítulo III describe
la naturaleza conceptual y práctica de los espacios habitados, heredados e
10
imaginarios, analizando los procesos de segregación social desencadenantes de
la tensión social y crisis humanitaria, proponiendo finalmente alternativas de
transformación desde la creación de espacios imaginarios como posibilidades de
tránsito de lo heredado a lo habitable.
Entre los principales hallazgos encontramos que en la medida que ocurre
el proceso de crecimiento, el ser humano accede paulatinamente a un universo
de sentidos y significados, aquellos imaginarios que se tejen individualmente en
torno a la realidad y que permiten percibir, explicar y comprender el
funcionamiento del medio en el que se desarrolla, a dichas percepciones en el
marco de la frontera imaginaria, se denominaron espacios heredados. Así pues,
este estudio ofrece otras comprensiones frente a las fronteras imaginarias,
asociadas a las violencias urbanas y otros fenómenos de organización colectiva
emergentes del desplazamiento forzado, la creciente migración campo – ciudad
y la influencia del narcotráfico en las urbes. Se afirma, que los cambios
producidos en las sociedades en las últimas décadas, presentan como ineludible
el estudio de la violencia, es en esa coyuntura vital, donde históricamente
emergen procesos de identidad colectiva favoreciendo la conformación de
grupos urbanos sectorizados, en cuyo accionar se instituyen formas de
comprender la realidad y marcar el territorio. Las ciudades atraen cada vez a
más familias, los procesos migratorios del campo a la ciudad son crecientes,
desplazando con ello no sólo historias sino escenarios de diversas
manifestaciones de violencia, dando origen en los contextos urbanos a pandillas
callejeras, cuadrillas o carteles de drogas, explotación sexual - laboral, sicariato
e imposición de fronteras imaginarias.
De esta manera, se examina que los límites entre conflicto urbano y
violencia parecen ser menos claros; las fronteras imaginarias de carácter barrial
reproducen violencias y sentires simbólicos, a través de bandas y pandillas
urbanas que segregan las vinculares lógicas de encuentro y co-construcción de
sentidos sobre el territorio, suprimiendo el lugar para el ser en común, el espacio
de encuentro y construcción de sentidos comunitarios dando cabida a
fenómenos como la marginalidad, desesperanza, segmentación y apatía. Se
encuentra que los participantes de la investigación inmersos en el territorio,
11
construyen representaciones propias, simbólicas, íntimamente subjetivas y
adheridas a la historicidad, donde emerge otro que violenta, resiste u obstaculiza
los fines y alcances trazados por las filiaciones e imaginarios colectivos desde
donde se sostienen estructuras de violencia.
En efecto, el paradigma de la complejidad nos permitió pensar el territorio
como un conjunto de factores interaccionales físicos e identitarios que posibilitan
que el sujeto profundice en el develamiento de la mismidad y de la identidad,
dando lugar a la transitividad del no lugar a los espacios habitados y de éstos a
los espacios imaginarios. Por cuanto, los contextos barriales de Comuna 10
desde su historicidad común, apropian representaciones sociales, simbólicas,
íntimamente subjetivas, adhiriendo a sus miembros a la significación y
reproducción de actos violentos en contra de quienes se prescriben como
amenaza u oposición a las lógicas interaccionales impuestas por los
micropoderes que patentan el control sobre el territorio. La frontera recreada
constituye la violencia simbólica consumada, la cual trastoca en los habitantes
su manera de ver el mundo, ordenando la vida cotidiana desde una perspectiva
de defensa. Este tipo de frontera hace que las comunidades perciban como
amenaza a cualquier agente externo que intente vulnerar la frontera instituida;
de transgredirse, los micropoderes ejecutan acciones violentas a fin de no perder
el control sobre el territorio, atrincherándose en los límites imaginarios de la
frontera.
Para tales pesquisas se siguió una estructura metodológica que permitió
alcanzar los objetivos propuestos (Tabla 1) en coherencia con la naturaleza
dinámica de los contextos y discursiva de los participantes.
Tabla 1: Objetivos de Investigación
Objetivo GeneralDevelar las dinámicas instituyentes de las fronteras imaginarias
y sus procesos emergentes en un grupo de jóvenes vinculados apandillas y bandas urbanas pertenecientes a la Comuna 10 delMunicipio de Pasto – Colombia.
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Objetivos EspecíficosContextualizar el fenómeno de la violencia urbana y los factores
asociados a la institución de fronteras imaginarias en entornosbarriales.
Describir los procesos psicosociales vinculados con lainstitución de fronteras imaginarias sobre el territorio.
Interpretar las dinámicas derivadas de las fronteras imaginarias,sus tránsitos y posibilidades.
Paradigma Metodológico
Para Martínez (1998), a través de la investigación cualitativa se busca
identificar la naturaleza profunda de las realidades, su estructura dinámica,
aquella que da razón plena de su comportamiento y manifestaciones, asumiendo
que los individuos no pueden ser estudiados como entes aislados, por cuanto
necesitan ser comprendidos en el contexto de sus conexiones con la vida cultural
y social. En efecto, la presente investigación buscó comprender las estructuras
trasversales a la experiencia vivida en la institución de fronteras imaginarias
desde el reconocimiento de los significados, las comprensiones históricas y
vivencias contextuales de los participantes al interior de las fronteras
imaginarias.
Método
El marco de investigación se centra en el develamiento de las dinámicas
instituyentes de las fronteras imaginarias y sus procesos emergentes, de allí la
pertinencia de la perspectiva fenomenológica al ofrecer la base metodológica
para alcanzar este objetivo, puesto que permite: 1) adentrarse en ese mundo de
los sujetos para identificar cómo y bajo qué condiciones los jóvenes vinculados
a pandillas o bandas urbanas de la Comuna 10 construyen y vivencian su
cotidianidad, b) definir el sentido que los participantes le dan a estos procesos
teniendo en cuenta que la comprensión de los significados exige de manera
singular un acercamiento a la persona con la plena disposición de escucha,
comprensión y aceptación (Mari et al., 2010).
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Berger, P & Luckmann, T (1999) consideran a la fenomenología como el
método más conveniente para clarificar los fundamentos del conocimiento en la
vida cotidiana, partiendo de un marco de observación de la realidad que permite
sustraer del discurso, los sentidos desde donde los participantes organizan la
realidad, de tal forma que “un análisis fenomenológico detallado revelaría las
diversas capas de experiencia, y las distintas estructuras de significado que
intervienen” (p. 38). De igual forma, Martínez, (1996) afirma que la
fenomenología centra su interés en el significado colectivo que los participantes
le otorgan a su experiencia, devalando las estructuras sociales que constituyen
prácticas comunitarias e instituyen lógicas de significación.
El informe final ofrece un develamiento de hechos sociales y psicológicos
desde aproximaciones sucesivas en el campo de la descripción, la comprensión
e interpretación de las fronteras imaginarias entendidas como dinámicas
emergentes de las producciones sociales urbanas en los procesos de
construcción permanente de sentidos y la institución de significados; allí se
puede identificar cómo el método fenomenológico permitió develar desde marcos
interpretativos hechos y procesos asociados a la violencia urbana, las fronteras
imaginarias y el territorio, captando el sentido de los fenómenos y la intención de
las acciones sociales colectivas en la comprensión de las estructuras que
sostienen las creaciones intersubjetivas; mientras la reducción fenomenológica
favoreció la captación de sentido de los fenómenos y la intención de las
dinámicas instituidas al interior de la frontera.
Sujetos de Estudio
Jóvenes vinculados a pandillas o bandas urbanas emergentes en los
territorios de frontera de la Comuna 10 del Municipio de Pasto, Colombia.
Unidad de Trabajo
14
Veintidós Jóvenes miembros de pandillas o bandas urbanas emergentes
en la Comuna 10 del Municipio de Pasto vinculados al programa de atención
Escuelas Juveniles.
Limitaciones
El contexto barrial inmerso en dinámicas estructurales de violencia urbana
e institución de fronteras imaginarias, comprende un desafío ético y
metodológico para los investigadores. En efecto el desarrollo de la investigación
requirió del establecimiento de compromisos con los participantes a fin de poder
establecer las condiciones para la inserción al contexto. En efecto, producto de
las dinámicas emergentes del entorno barrial el proceso de investigación
reconoce limitaciones metodológicas y éticas, las cuales se explicitan y ofrecen
a la evaluación del lector.
En la firma del consentimiento informado (Anexo 1) la población objetivo
condiciona su participación en la investigación estableciendo una serie de
requerimientos:
a) El investigador garantiza la utilización de la información sólo para fines
académicos, b) El investigador se compromete a no usar videocámaras o
cámaras fotográficas en el registro de la información, tampoco divulgará la
identidad de los participantes y c) El investigador terminará el proceso si los
participantes así lo determinan. Lo anterior es coherente con la normativa vigente
para la investigación psicológica en Colombia consignada en el manual bioético
y deontológico, donde se subraya que los psicólogos deben abordar las
investigaciones respetando la dignidad y el bienestar de las personas que
participan; como también la libertad del participante de retirarse en cualquier
momento de la investigación (Colpsic, 2012).
Entre las limitaciones metodológicas procedentes del anterior acuerdo, se
destacan, a) El registro del grupo focal y de discusión no pudo ser grabado, la
evidencia de la aplicación de las técnicas se encuentra en formato escrito b) Una
de las tres pandillas participantes no autoriza al investigador colocar su nombre
15
dentro del informe, ni utilizar información que les comprometa c) Dentro del
documento no puede consignarse la identidad de ninguno de los participantes,
e) En el análisis no pueden generarse marcos de comparación entre las pandillas
entre tanto ese no fue el objeto de estudio firmado en el consentimiento
informado, y tampoco representa el objetivo de la investigación.
Técnicas de Recolección de Información
Los instrumentos que se implementaron en desarrollo de esta
investigación corresponden, en primer término a la observación independiente
donde se captó el movimiento espontáneo de los sujetos participantes desde la
inserción al territorio de frontera (Canales, 2006). Seguidamente, se utilizaron
dos sesiones de grupo focal, herramienta que permite investigar los relatos de
las acciones, de modo que se identifiquen y develen experiencias cotidianas
organizadas según la racionalidad de la acción; por cuanto indaga la dimensión
práctica de los mundos sociales, que se sostienen en los universos discursivos,
ésta técnica tuvo como propósito registrar cómo los participantes elaboran
grupalmente su realidad y experiencia frente a las fronteras imaginarias (Aignere,
2010). El grupo focal fue la técnica trasversal en el análisis de la naturaleza
organizativa de las pandillas y la administración espacial del territorio (Anexo 3).
A su vez, se implementaron sesiones de grupo de discusión, del cual
precisa Canales (2006) comprende una técnica de investigación no directiva,
dirigida a la obtención de información enfocada hacia el sentido de las palabras
como una construcción colectiva de significaciones. Con ésta técnica se accedió
a la dimensión ceremonial y simbólica de los mundos sociales, interpretando el
significado comunitario y los efectos emergentes de la institución de fronteras
imaginarias desde tres palabras detonantes la muerte, la pobreza y la droga
(Anexo 2).
Procedimiento
Inicialmente, se realizó el primer contacto con los participantes a quienes
se expuso la naturaleza y relevancia de la investigación, de modo que se oferten
16
elementos críticos para que los interesados tomen sin coacción alguna, la
decisión de participar del presente estudio dando lugar a la firma del
consentimiento informado (Anexo 1), donde se incluyen condiciones de
participación las cuales fueron respetadas a lo largo del trabajo de campo y se
visibilizan en el aparte limitaciones.
Seguidamente, se adelantó una inserción participativa en el contexto de
interacción barrial de los sujetos de estudio, desde la observación independiente,
dando lugar al trabajo de campo propuesto desde escenarios de grupo focal y
de discusión con participantes procedentes de tres grupos organizativos
diferentes. El desarrollo del trabajo de campo en la aplicación de las técnicas
contó con un margen de dificultad en la fase inicial entre tanto los participantes
no contaban con motivación para hablar, contestando en su mayoría frases
cortas y cortantes.
Una vez, terminado el trabajo de campo se implementó el plan de análisis
de información consistente en la reducción, organización de información y
emisión de conclusiones desde la elaboración de unidades de significado
general de cara a la redacción final del informe de investigación.
Plan de Análisis de Información
Por análisis de datos cualitativos se entiende el proceso mediante el cual
se organiza y manipula la información recogida por los investigadores para
establecer relaciones, interpretar, extraer significados y conclusiones (Spradley,
1980). El análisis de información de los datos cualitativos de la presente
investigación siguió cuatro etapas, como sugieren Rodríguez-Sabiote, Quiles &
Herrera-Torres (2005).
a) Reducción de Datos
Comprendió la separación de unidades de contenido en las dimensiones
temática, conversacional y social; desde los cuales se identificó y clasificó
elementos que facilitaron una categorización y codificación (Tabla 2), en
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coherencia con la fase de comprensión en el modelo crítico de la psicología
política la cual corresponde al abordaje general de los sentidos hermenéuticos
del contexto, desde la inserción participativa en el mundo de vida de los
participantes, sirviéndome de las categorías y microcategorías para establecer
estructuras previas de análisis de discursos dentro de la identidad colectiva
(Spradley, 1980).
Tabla 2: Reducción de Datos
Contenido Discursivo CategoríaDeductiva
Microcategorías
El bisnes (negocio) esadministrar bien la merca(drogas)
Si no somos fuertes los cuchos(jefes de bandas delmicrotráfico) no nos confíanmerca.
Las lukas (el dinero) lo ganamosvendiendo marihuana, sinocomo sobrevivimos.
La droga nos provee sustentopero también armas para ladefensa.
Narcotráfico
Microtráfico
‘si vendemos la mercaen algunos colegios oacá vienen a comprar’
Fuentes desupervivencia
‘Hay que salir abuscarse lo del día, es
mejor que vender frutas,además la gente ya
sabe donde es que seles tiene’
Provisión bélica
‘Si hacemos bien eltrabajo, ellos nos
ofrecen protección, nosdan fierros para
defendernos’Desde que recuerdo para allánunca he ido, si paso me bajan(matan). Límites
territorialesImaginarios
Espacios Heredados
‘la frontera no hacambiado, desde que
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Si pasan pa’acá los tostamosdeben respetarnos.
La frontera es un límitenecesario, se aprende a vivircon ella, con los de allá tenemosdiferencias.
Hay que vigilar todos los días,los enemigos son varios…todos los días buscan la caída.
Acá dentro estoy seguro afueracualquier cosa me puede pasar.
soy niño así hemospermanecido’
Espacios Habitados
‘Nosotros sabemos aqué hora parchamos ydonde, allá en la vueltanos consigue a las 4 de
la cheno’
Segregación Espacial
‘No es bueno pensarque nos van a matar
todos los días, pero asíes la vida, acá estamos
aislados’Acá la muerte es cosa de todoslos días, los matamos o nosmatan.
A mi papá lo bajaron hace 10años, si me descuido me bajana mí.
Esto no es de acabarse asínomás, si no soy yo es otro,llevamos mucho tiempo en esto.
Hay que irles enseñando a lospequeños, tratarlos duro, comovarones para que aprendan adefenderse.
ConflictoIntergeneracional
Pautas generacionales
‘Si, lo que hizo mi papáyo lo hago, la lucha no
es de ahora’
Conflicto Urbano
‘La pelea no es deahora, ellos nos deben
muchos muertos, ynosotros a ellos’ ‘losmuertos se saldan a
plomo’
Aprendizaje vicario
‘A los niños desdepequeños van mirando,y aprenden como es la
vuelta’Me salí del colegio porque losprofesores me la montaban.
Los pelaos me tenía miedocuando decía que yo era deComuna, si pilla a uno le darabia eso, y entonces los chuza(herir con arma blanca) y ya nopuede volver.
Exclusión social
Violencia simbólica
‘… a veces hay genteque nos mira feo, esoduele parcero’ ‘claro,hay gente que te ve y
se va corriendo,después dicen porqueles robamos, por rabia
hermano’
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Uno baja al centro y lo mira todomal, que visaje, yo me sientomal.
Hay lugares donde no nos dejanentrar, si pilla.
Buscar otra vida, a nosotros nonos dan trabajo, todos piensanque les vamos a robar, o matar.
La gente nos tiene miedo, sóloacá en el barrio somosaceptados.
Organización territorial
‘Acá tenemosresponsabilidades, cadacual ya sabe lo que le
corresponde’
Pandillas
‘Nuestro parche es pa’las que sea, amigos del
alma, nos damos lamano, firmes siempre’
Si pilla, vivimos aislados, y casino tenemos acceso.
Todo este lugar es terreno deinvasión, pero pues eso se diohace rato.
Los servicios ya tenemos, nosfalta internet.
Acá nadie nos representa,cuando viene la milicia (Ejercito)nos dan garrote y nadie nosdefiende.
Todos vivimos del rebusque, notenemos trabajo, entonces tocabuscarse la plata como sea.
Acá no hay presencia directadel gobierno, no hay apoyos.
Marginalidad
Pobreza
‘Si nosotros no llevamosplata a la casa, no hay q
comer, la mayoríatenemos varios
hermanitos’
Micropoderes
‘Acá mandamosnosotros, si alguienviene y quiere hacer
alguna vuelta, tiene quepedirnos permiso’
Control Territorial
‘Nosotros mandamos, lagente lo entiendeentonces no hay
problema, y si alguiengenera problema toca
darle plomo’
b) Elaboración de Unidades de significado general
Para Mari et al., (2010) se trata de recoger las diversas intervenciones
agrupándolas en porciones que formen una unidad de significado bien desde
una categoría deductiva prevista anticipadamente o categorías emergentes del
trabajo de campo. Cuando los reportes verbales se repetían en las unidades de
significado, el investigador buscó encontrar las convergencias y divergencias
20
entre ellas, construyendo, a partir de ahí las microcategorías señaladas en la
columna tres de la Tabla 2. Una vez obtenidas las unidades de significado
relevantes para la investigación (categorías deductivas y microcategorías) se
buscó criterios teóricos que permitan agrupar algunas de estas unidades de
significado a través de una matriz gráfica de organización categorial que refleje
la relación fenomenológica de los hallazgos (Gráfico 1).
Posterior a la identificación de las unidades de significado general y las
relaciones fenomenológicas entre las categorías y microcategorías de análisis,
se establecen relaciones teóricas entre los recursos a fin de develar el horizonte
interpretativo de la vivencia procedente de narrativas, acciones e interacciones
de los participantes frente al fenómeno en estudio (Rodríguez-Sabiote, Quiles &
Herrera-Torres, 2005). En el proceso de clasificación se estableció un marco de
relación fenomenológica de las categorías identificadas, tomando como causa
raíz el análisis a las fronteras imaginarias en Comuna 10, desde tres tipos de
relaciones teóricas y vivenciales: las causas de las fronteras imaginarias, los
principales efectos de la instalación del fenómeno y los puntos de confluencia,
donde señaló niveles de afectación y puntos críticos los cuáles son desarrollados
teóricamente a lo largo de los ejes capitulares.
Gráfico 1: Identificación y clasificación de elementos.
CAUSAS
FRONTERASIMAGINARIAS
EspaciosHeredados
SegregaciónEspacial
EspaciosHabitados
ViolenciaSimbólica
Pandillas
OrganizaciónTerritorial
Microtráfico
CIUDAD
LímitesTerritoriales
OrdenamientoTerritorial
Marginalidad
Pobreza
Exclusión SocialConflictoArmado
BandasCriminales
Narcotráfico
Micropoderes
Fuentede
ControlTerritori
Provisión Bélica
Conflicto
Falta deJusticia
Punto de confluenciaRelación CausalEfectos principales
EFECTOS
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c) Generación de resultados y conclusiones.
Constituye la fase de consolidación teórica, discusión crítica con otros
postulados y el establecimiento de conclusiones (Rodríguez-Sabiote, Quiles &
Herrera-Torres, 2005). Se partió de un análisis fenomenológico y
problematización de datos desde la causalidad del contexto histórico (conflicto
armado colombiano); se prosigue con la comprensión de la violencia simbólica,
micropoderes y fronteras imaginarias; y termina con la visibilización de las
posibilidades de tránsito de los estados heredados a los habitables, el análisis
incorpora fragmentos narrativos e interpretativos de los participantes, el
posicionamiento del investigador y los referentes teóricos de otros autores, como
se puede evidenciar en los ejes capitulares I, II y III. Mari et al., (2010) sostiene
que a través de este proceso de análisis comprensivo, es posible que ocurra la
transformación de la vivencia humana en conocimiento significativo.
22
Capítulo I
Aproximaciones al estudio de la ciudad y la violencia urbana enColombia
La Ciudad de Pasto está ubicada al suroccidente de Colombia en el
Departamento de Nariño, el cual limita al sur con Ecuador, al oeste con el
Océano pacifico, al este con el Departamento del Putumayo, principal zona de
producción cocalera al sur del país y al norte con el Departamento del Cauca,
donde se concentra la disputa territorial de los grupos armados al margen de la
ley por el control de la ruta del narcotráfico. El suroccidente de Colombia
históricamente ha sido visto como una zona estratégica para los grupos armados
al margen de la ley y las bandas del narcotráfico entre tanto cuenta con poca
presencia del estado, situación que facilita el tráfico de drogas y el control
territorial por grupos guerrilleros y paramilitares, además de contar con
condiciones ambientales propicias para el cultivo de amapola y coca. Según
reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE en el
2013 la Ciudad de Pasto contaba con 445.000 habitantes, distribuidos
administrativamente en 12 Comunas, -conjunto de barrios que comparten una
posición social y geográfica dentro de la ciudad, de los cuales el 16,2% de la
población tiene necesidades básicas insatisfechas (DANE, 2013).
Entre las principales problemáticas sociales que afectan la dinámica social
de la Ciudad, se encuentra: la acogida permanente de victimas de
desplazamiento forzado, la poca industrialización que lleva a una baja demanda
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del mercado laboral y la influencia de los grupos armados ilegales al interior de
las Comunas 10, 7 y 6. Si bien los esfuerzos estatales y locales han buscado
impactar de manera positiva dichas problemáticas, los resultados no son los
mejores dada la poca eficacia institucional y el creciente fenómeno del
microtráfico que ofrece a la población históricamente excluida del sector
productivo, oportunidades de ingresos (López, 2010). Dentro de éste contexto,
la Comuna 10 ubicada en el Corredor oriental de la Ciudad de Pasto la
conforman 41 barrios; según datos de Acción Social la Comuna 10 se
caracteriza por ser junto a la Comuna 5, una de las mayores receptoras de
población en situación de desplazamiento, con aproximadamente 1.150
personas en 2013. La Comuna 10 muestra un creciente deterioro de la
convivencia y la más alta tasa de homicidios de la Ciudad que involucra a jóvenes
de género masculino vinculados en actividades como la venta de
estupefacientes o el sicariato dentro de pandillas o bandas delincuenciales
(Observatorio Social, 2013).
Sin embargo, la Comuna 10 no corresponde a un hecho aislado, en
Colombia la violencia urbana corresponde a un fenómeno creciente en la última
década, Martínez (2011) sostiene que el 55% de las ciudades capitales
presentan formación de grupos delincuenciales encargados de extorsionar,
controlar el mercado de las drogas y el territorio urbano marginal. La Ciudad de
Pasto no es ajena a dicho fenómeno, los entornos barriales de las Comunas 10,
7 y 6 son disputados a diario por grupos armados ilegales y de delincuencia
común quienes trastocan las dinámicas convivenciales desde el control territorial
y la intimidación ciudadana. En la Comuna 10 existe influencia de guerrillas,
bandas criminales y paramilitares los cuales financian a pandillas locales
estimulando el conflicto urbano y la delimitación de fronteras imaginarias sobre
el territorio, siendo la marginalidad, pobreza, exclusión social, conflicto armado y
narcotráfico los principales factores psicosociales asociados a la violencia
urbana (López, 2010); situación que me lleva a generar una aproximación al
estudio de la ciudad y la violencia urbana en Colombia. En la Tabla 3 señalo las
categorías y microcategorías relacionadas en el desarrollo integrativo de éste
capítulo.
24
Tabla 3: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido Capítulo I
Categorías Deductivas Microcategorías
Narcotráfico +Pobreza
+Fuentes de supervivencia
+ Provisión bélica
Exclusión Social + Segregación espacial
+ Control territorial
+ Conflicto urbano
1.1 Del territorio y la ciudad
Actualmente el territorio y la ciudad se han convertido en temas de interés
para las distintas disciplinas, sin embargo, su análisis ha sido sesgado por los
reduccionismos y los enfoques propios de las profesiones de corte cientificista.
En todo caso, disciplinas como la antropología, sociología, geografía, topografía,
psicología si bien han hecho importantes aportes para su abordaje, dejan
entrever la ausencia de enfoques integrativos que permitan una comprensión
compleja y dinámica (Gómez, 2005). Al hablar de ciudad y territorio se hace
referencia a dos aspectos polisémicos difíciles de conceptualizar, se puede por
lo tanto mencionar que obedecen a construcciones teóricas complejas y abiertas
a nuevas interpretaciones teniendo en cuenta que sus orígenes abarcan
sistemas de relaciones múltiples entorno a la concepción biológica,
antropológica y psicosocial del ser humano; en ese sentido la ciudad refiere a la
organización de la especie humana sobre el territorio, la construcción
intersubjetiva del espacio físico y el sentido de lugar.
La ciudad como espacio complejo, desde las dinámicas, subjetividades y
funcionalidades prácticas, se constituye también como una institución imaginaria
producto de la alteración de la forma y funcionalidad natural del territorio; ‘La
ciudad no es ya un concentrado en sí mismo. Como objeto de estudio ha dado
el traste en consideraciones amplias que exigen verlas como cruceros
expansivos, que se escapan a las explicaciones causales y racionalistas’ (Casas,
2012, p. 41). Según Sorre (2007) la ciudad es una aglomeración de hombres y
25
mujeres, densa y permanente, con un elevado grado de organización social,
donde se imprimen políticas administrativas que establecen un sistema de
relaciones activas, sujetas al sostenimiento social, la convivencia y la generación
de utilidades. La construcción imaginaria de ciudad ha sido producida por una
serie de cambios históricos donde podemos reconocer el tránsito de la relación
dialógica de las sociedades tribales a la relación funcional impresa por la
sociedad de consumo. Al respecto Feria (2011) sostiene que debido a la
expansión física de los procesos de urbanización, no sólo como prolongación del
casco histórico sino también “colonizando” el espacio rural con significativas
discontinuidades espaciales, acoplando otros núcleos de población a los
condicionamientos urbanos, se han producido complejas dinámicas de
convivencia manifiestas en la progresiva pérdida de identidades, la pugna social
por el control del territorio, la diferenciación de clases, la ocupación exclusiva y
excluyente del territorio y la agudización del conflicto urbano.
Los anteriores procesos muestran la simbólica organización de la ciudad
contemporánea, dando lugar a procesos y estructuras espaciales como la
marginalidad, las zonas de frontera, territorios de invasión, lugares y no lugares
al interior de la ciudad entendida como “un espacio de vida colectivo” (Courgeau,
1988, Susino, 2003, citados en Feria, 2011), la cual circunscribe a los sujetos
dentro de condiciones históricas de favorabilidad, exclusión o inclusión espacial
dentro de la perspectiva centro-periferia, en contravía de los principios de
igualdad emanados de la declaratoria universal de derechos humanos. Como lo
menciona Cuervo (2003, citado en Gómez, 2005) el fenómeno de la ciudad, por
su riqueza y por su importancia en el condicionamiento del comportamiento
social, aparece como una oportunidad interesante para reconciliar enfoques
provenientes del pensamiento objetivo derivados de las propuestas que la
abordan desde lo físico y lo económico, en diálogo con alternativas políticas
pluralistas, vinculadas con la intersubjetividad, lo que nos lleva a pensar un
concepto de ciudad entendida como la “organización de interacciones complejas
reguladas a través de la posición, la forma y las estructuras de centralidad de los
elementos, los cuales están organizados en un sistema abierto, evolutivo,
espacial y auto-organizado” (Cuervo, 2003, p 210). Lo anterior, en coherencia
con los planteamientos de Michel Roux (2005, citado por Velasco et al, 2009)
26
quien propone una concepción ontológica de las realidades espaciales a partir
de procesos de organización emergentes de los planes de desarrollo territorial,
la agresiva instalación urbana e industrial sobre el antecedente rural y la
organización de las vías de comunicación, escenarios que permiten la
identificación y apropiación simbólica del territorio en los individuos que
incidentalmente la habitan.
El estudio de los hechos sociales nos desplaza al análisis intencionado de
los protagonistas de la construcción y transformación de ciudadanía, en el seno
de la democracia cognitiva centrada en el rol participante de la ciudadanía como
portadora activa del poder de conocimiento, y no simple espectadora de los
procesos de organización administrativa o simbólica del espacio (Sainz, 1998).
Hablar de territorio dentro de la ciudad nos lleva a pensar cómo los ciudadanos
habitan simbólica y ritualmente un espacio específico de la ciudad, aludiendo a
las múltiples interacciones entre agentes, planos, contornos y temporalidades
que determinan formas de producción y reproducción de sentidos y procesos
sobre lo urbano, en cuya lectura se entrevé que la ciudad no será superior a las
acciones colectivas de sus partes. Cabe mencionar que con la reivindicación de
los actores sociales en el ámbito de la investigación, se da el reconocimiento de
la gigantesca dinámica de las acciones sociales colectivas y de la interacción
que establecen los diversos grupos e intereses que inciden en la vida misma de
la ciudad y del territorio en su conjunto. Quedan en evidencia así opresiones,
subordinaciones, exclusiones, abusos y la naturaleza social, comunitaria y
política de esas acciones como insumos prevalentes en las dinámicas de las
urbes capitalistas, donde se construyen grandes rascacielos y a la par con tablas
y plásticos se invaden espacios baldíos como únicas alternativas de vivienda.
El espacio territorial denominado periferia concentra una serie de
procesos demarcados por la carencia del poder adquisitivo necesario para
ajustarse a las demandas de la sociedad de consumo creciente en nuestros días.
A medida que las urbes crecen los procesos de fragmentación social y las
violencias cotidianas emergen como respuesta dialéctica de una sociedad que
pretende diferenciarse -centro y otra que lucha por su supervivencia –periferia
(Castel, 2012). Pareciera que los procesos de globalización y mercantilización
27
de la vida imprimen cambios en las formas tradicionales de organización de las
ciudades, estando los gobiernos territoriales más interesados en la competividad
que en la calidad de vida y bienestar de sus gentes. Con frecuencia, las políticas
administrativas en ciudades demarcadas por la agudización de las
desigualdades y crecimiento demográfico, tienden a acentuar la perspectiva de
centro y periferia, al concentrar el gasto público en el mejoramiento de las
condiciones de vida de los estratos altos y medios, y signar políticas asistenciales
sobre los estratos bajos. Porto (2009) en un estudio sobre administración pública
y pobreza, plantea que el énfasis en la ejecución del gasto público legitima las
condiciones de desigualdad: mientras en la clase media-alta se genera inversión
que lleva a mejorar las condiciones de movilidad y servicios (calidad de vida) en
los estratos bajos las políticas asistenciales buscan cautivar al elector supliendo
necesidades básicas (supervivencia). Sin embargo, lo preocupante es el enfoque
creciente del recurso público al servicio de los capitales y no de la gente
independientemente del estrato, las ciudades colombianas se han apostado a
mejorar las condiciones estructurales que le permitan competitividad y satisfagan
las clausulas de conveniencia de los capitales privados, centrando las dinámicas
gubernamentales en la inversión económica, adoleciendo de políticas sociales
que lleven a los conciudadanos a superar las fracturas sociales emergentes de
las coyunturales violencias urbanas.
El fenómeno de la segregación espacial, incide en los procesos de
organización local lo cual supone la pérdida paulatina de la influencia del centro
sobre la periferia, gestando en los territorios de frontera, micropoderes
encargados de la administración y delimitación de la producción y reproducción
social. La violencia se ha convertido en una estrategia vinculada a los procesos
políticos permeados por estructuras delictivas, las bandas delincuenciales
aportan capitales a las campañas de los gobernantes, en cuya contraprestación
se explica la inoperancia judicial y la permisividad administrativa. Ahora bien,
resolver los problemas estructurales subyacentes a la violencia urbana, supone
una lectura compleja y dinámica de la convivencia en la ciudad, la cual está
determinada por una serie de factores incidentes en la convivencia ciudadana,
entre estos: procesos de desplazamiento forzado, pocas fuentes de empleo,
creciente tasa de natalidad, servicios básicos insatisfechos, regulares vías de
28
acceso y clientelistas acciones gubernamentales. Sous (2010) sostiene que en
Colombia las grietas que se dan en la convivencia social en las metropolis
responden a una hipótesis correlacional: Entre más grande la ciudad mayores
son las tasas de desigualdad, pobreza y violencia, afirmación que controvierte la
concepción dominante donde la urbanización es un factor positivo y armónico en
el desarrollo de los pueblos.
Las grandes urbes, pierden progresivamente el imaginario social de
vecindad, donde las fraternidades y la solidaridad les permita a los
conciudadanos de centro o periferia vencer el anonimato y encontrarse de nuevo,
entendiendo la democracia no como la elección de un administrador, sino como
la posibilidad activa de transformar los procesos administrativos hacia la
construcción de una desarrollo económico adecuado, basado en la igualdad,
solidaridad, inclusión social y sostenibilidad ecológica. Por otro lado, si bien las
dinámicas citadinas se relacionan con la globalización, es necesario mencionar
que en este proceso están inmersos planteamientos ideológicos invisibles, dada
ideologización de la vida cotidiana. Así pues, Barbero (2002) sostiene que “la
globalización pone en marcha un proceso de interconexión a nivel mundial, que
conecta todo lo que instrumentalmente vale –empresas, instituciones, individuos-
al mismo tiempo que desconecta todo lo que no vale” (p.8); mientras López
(2010) afirma que la globalización, llega a entrelazarse con valores genuinos de
la vida intersubjetiva, haciendo parte de la acción comunicativa de grupos e
individuos, obstaculizando la asunción y producción de identidades sociales y
culturales de las comunidades en los territorios. En efecto, la lógica de mercado,
desplaza la solidaridad por la competencia, reduciendo la interacción social a la
solución de necesidades e intereses, donde la vida cotidiana de los citadinos se
individualiza y la pugna de los ciudadanos por mejorar sus particulares
condiciones de vida, obstaculiza la posibilidad de constituirse en un todo
integrado.
Las sociedades suelen recrear su lugar sobre la base de un espacio
delimitado administrativa, jurídica, cultural y socialmente, donde se destaca la
disgregación comunitaria producto de la diseminación de estructuras dominantes
sobre la apropiación y recreación subjetiva del espacio. En el territorio se
29
despliegan diversidad de producciones intersubjetivas, imprimiendo dentro de
grupos humanos particulares modos de vida, como formas de adaptación de los
ciudadanos a los requerimientos del espacio y a las interacciones comunicativas
con otros entornos de sentido, dando lugar a formas de comportamiento social y
experiencias subjetivas en el seno de la producción de acciones sociales
colectivas. El territorio y la ciudad, se convierten cada día en espacios colectivos
donde las relaciones sociales tienen lugar en un espacio y tiempo que conserva
las pautas históricas de socialización, aprendizajes que se reproducen y formas
de vida que oscilan entre la comodidad (centro) y la pobreza (periferia). Sin
embargo, la globalización ha hecho mella en el territorio, profundizando no solo
las desigualdades sino el surgimiento de seres anónimos, que transitan el
espacio pero no lo habitan, instalando sobre las ciudades los no lugares en los
cuales las dinámicas interacciónales sustituyen la vinculación afectiva por la
conveniencia.
Autores como Sous (2010) sostienen que la suburbanización del empleo
ha traído como consecuencia modificaciones cotidianas de la estructura social,
llevando a las ciudades a transitar de la perspectiva ‘monocéntrica a la
policéntrica. Por su parte, Suárez y Delgado (2007) plantean, que este supuesto
es falso y que además las zonas de mayor crecimiento poblacional han perdido
accesibilidad a puestos de trabajo en los últimos diez años, señalando que la
población en los estratos bajos son los más desfavorecidos en cuanto a
accesibilidad económica. Ante tal panorama, Porto (2011) propone que se debe
dar un mejoramiento en cuanto a planeación urbana con base en accesibilidad
a empleos, y el re direccionamiento de la política urbana hacia el desarrollo
comunitario centrado en la transformación de las relaciones cotidianas que lleven
a las comunidades inmersas en la ciudad, al reconocimiento del otro y a la
supresión paulatina de las desigualdades naturales, recobrando en la Ciudad el
imaginario de vecindad, donde la proximidad espacial inaugure espacios
imaginarios sobre el reconocimiento ecológico del otro, ampliando el panorama
de la convivencia más allá de un discurso retórico o una política de seguridad
ciudadana, para convertirla en la principal herramienta cotidiana que nos permita
la mitigación de la violencia en la ciudad.
30
Para el abordaje de las violencias urbanas y los territorios de frontera, es
necesario analizar cómo la lógica económica se convierte en determinante de
las dinámicas de los sistemas sociales inmersos en la ciudad, para ello propongo
una lectura integrada que vincule las concepciones cotidianas de ideología,
cultura y significado, develando los efectos de la ritualización de la violencia y la
permisividad gubernamental. Al respecto, autores como Jesús Martín Barbero
(2002) propone que la criminalidad juvenil está asociada a los múltiples procesos
asociativos (pandillas, bandas, parches) que proveen recursos de subsistencia
a los jóvenes sin oportunidades reales en sociedades marcadas por el egoísmo.
Situación que no responde únicamente a la pérdida de valores, o la inoperancia
de las instituciones sino al complejo y delicado tejido sociocultural en el que se
insertan las violencias cotidianas. De igual forma, Alonso Salazar (2002) en su
texto, ‘violencias juveniles, ¿contraculturas o hegemonía de la cultura
emergente’ sostiene que en Colombia las ciudades se han venido llenando de
progresivas franjas de gaza, donde la guerra entre múltiples micropoderes
generan profundas fracturas sobre el lazo social, estando las zonas de frontera
padeciendo un conflicto sin salida, “donde los jóvenes destruyen su propio
entorno, su propia generación y los referentes de la identidad pérdida” (p. 111).
Finalmente Reguillo, Rosana (2002) sostiene que no se puede olvidar que el
“entorno en el que florece la banda es el de la pobreza y el de la complicidad
involuntaria con las estructuras de dominación” (p. 64) razón por la cual, toda
aproximación al estudio de la ciudad y la violencia urbana deberá prestar vital
atención en el análisis del influjo ideológico del mercado y a los significados
culturales emergentes en las dinámicas de apropiación de los micropoderes
sobre el territorio.
1.2 La violencia urbana en Pasto
La violencia y el conflicto urbano son factores que intervienen en el ciclo
de vida de las ciudades, es relevante comprender su importancia en el análisis
de la delincuencia, la mortalidad violenta y el crimen organizado. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define la violencia como “El uso deliberado de la
fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno
mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
31
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones” (OMS, 2004); esta definición permite contemplar varios
aspectos de la violencia en el sur occidente colombiano y como estos afectan la
vida de la población en estudio.
Para Gaborit (2005), el impacto de las pandillas sobre la seguridad de la
ciudadanía es tan grande que ha llevado incluso a gobiernos a aprobar leyes
controversiales que no han logrado mitigar el fenómeno de la violencia. Pasto,
una ciudad intermedia ubicada en el suroccidente colombiano en la frontera con
el Ecuador, presenta, como otras ciudades, una correlación positiva entre
exclusión social, pobreza y violencia; López (2010) señala en su estudio sobre
el conflicto colombiano en el sur del País, como Pasto se ha convertido en
epicentro de diversas violencias al confluir en ella diversos fenómenos y
procesos sociales emergentes del conflicto armado interno y el narcotráfico en
Colombia.
Las macro estructuras sociales sujetas a las variables de pobreza,
desempleo y subempleo dada la falta de procesos industriales, y el creciente
desplazamiento armado en la zona, ha agudizado las condiciones de
marginación de un gran porcentaje de jóvenes de la ciudad en sectores
periféricos cuyas alternativas de subsistencia se reducen a la habilitación de
conductas delictivas, siendo presas fáciles para las organizaciones y bandas
criminales dedicadas al control territorial, el hurto y microtráfico (López, 2010).
Los procesos de organización social de la ciudad, en conjunto con su plan de
ordenamiento territorial sugieren políticas gubernamentales monocéntricas
donde se implantan asentamientos urbanos en el orden centro – periferia, lo cual
favorece el establecimiento de micropoderes al interior de la vida de las
comunidades, siendo inoperantes las funciones administrativas y judiciales de
los entes del Estado; las microestructuras establecen un orden, permeando el
comportamiento social, las relaciones interpersonales y los procesos de
producción social reproduciendo pautas sociales ligadas al abuso de poder, la
supresión de diferencias y la eliminación de cualquier forma de resistencia.
32
La violencia generada de acuerdo con las autoridades por las acciones de
pandillas juveniles, constituye una problemática de años en la mayoría de los
sectores de la Comuna 10, 5, y 3, siendo episódica la presencia de actos
violentos en otros barrios de la ciudad (Martínez, 2011). Se trata de una situación
que inquieta sobremanera a los moradores de estos sectores, quienes se
resignan al abandono de sus predios como alternativa para salvaguardar la
integridad física y psicológica; Calpa (2012) ha denominado a tal fenómeno como
destierro en las urbes, indicando los diversos procesos de desplazamiento
provocados por las estructuras delincuencias que ejercen control sobre algunos
territorios urbanos. Sin embargo, tales micropoderes poseen un carácter positivo
por cuanto al interior de las comunidades se fortalecen sentimientos de afecto,
filiación, como procesos comunitarios de autogestión, organización comunitaria
y eficiencia en el cumplimiento de objetivos, lo que lleva al fortalecimiento de las
estructuras violentas en el seno de los microsistemas. Para Sous (2010) las
violencias urbanas contienen dos focos de resistencia, el estructural para referir
a los diversos sistemas que retroalimentan las violencias barriales, y el dinámico
manifiesto en los lazos socioafectivos y las conductas sociales adquiridas por los
habitantes como defensa del establecimiento violento.
En este segundo foco, la aparición de las pandillas y bandas
delincuenciales en Pasto está asociada a tres factores: a) los procesos
urbanísticos de exclusión y exclusividad territorial, lo que supone inversión
gubernalmental en mejoras estructurales para sectores residenciales de clase
media alta y la falta de planificación territorial en zonas de frontera y periferia lo
que permite la flagrancia y atrincheramiento de macroestructuras
delincuenciales, b) la confianza que tienen las personas con respecto a otras de
la misma comunidad en conjunto con los procesos de identificación
intergeneracionales, desde lo cual se homogenizan los modus operandi; c) la
organización de las comunidades esencialmente efectiva en los microsistemas
de violencia entre tanto sostiene modos de vida y de su eficacia resultan las
provisiones de subsistencia (bienes de consumo, dinero y estabilidad social
como efecto del control territorial); la autogestión incluye la auto eficiencia en las
responsabilidades comunitarias, las acciones planificadas, y el mejoramiento
conjunto y progresivo de las acciones (Gaborit, 2005).
33
Por otro lado la violencia es un tema que tiene una gran diversidad de
formas, debido a esto se han realizado estudios específicos en la Ciudad para
determinar cada una de ellas y el tipo de incidencia que tiene en la comunidad,
no obstante, tales abordajes adolecen de validez interna, por cuanto representan
aproximaciones externas al fenómeno y no involucran las subjetividades
comunitarias provenientes del análisis de los discursos y el develamiento de las
estructuras de sentido. Vaca y Rodríguez (2009) sostienen que los agobiantes
problemas de violencias urbanas de la Ciudad de Pasto que tienen lugar en su
entorno urbano y afectan de diversas formas a los individuos, son sin duda una
conjugación de hechos y situaciones engastados en los procesos históricos y
culturales en el seno del conflicto armado colombiano que acrecienta la violencia,
deteriora la calidad de vida, sostiene altos niveles de inseguridad incidiendo de
forma directa el desarrollo económico y social del país.
En el Plan Nacional de desarrollo 2006- 2010 se reconoce a la violencia
como una de las problemáticas centrales de la región, la cual debe ser atendida
desde la complejidad que supone intervenir el efecto de un fenómeno no solo
creciente sino a la vez naturalizado. Los actores sociales en entornos de
violencia forman su identidad, establecen vínculos y constituyen diferentes
formas de interacción que inciden en la participación de sus miembros en los
programas y políticas del gobierno (Serrano, 1996 citado en Vaca & Rodríguez,
2009). Los distintos intentos explicativos de los conflictos y de la violencia
particularmente en Pasto se pueden agrupar básicamente en cuatro enfoques,
con confluencias en su interior, los cuales podrían clasificarse de la siguiente
manera: socio-económico y parcial, socio-cultural, sociopolítico e intensificación
del conflicto armado (guerra) (Villegas, 1993; Martínez, 2011; Calpa, 2012).
El enfoque socio-económico que también es llamado espacial por la
relevancia que le da ordenamiento territorial, se centra en la explicación de la
violencia en la relación existente entre la pobreza y el carácter acelerado del
crecimiento urbano (Villegas, 1993). El crecimiento acelerado de la Ciudad
responde a un proceso histórico que ha sido progresivo entre el 2000 a 2013,
dados los desplazamientos forzados generados por el conflicto armado que
34
paulatinamente abandono el Centro de Colombia para fortalecerse en puntos
estratégicos de la geografía colombiana en una mortal alianza con el
narcotráfico. Nariño, junto con Choco y Cauca sin duda es el epicentro de los
más altos niveles de pobreza y desigualdad del país, su territorio se convirtió en
un importante y obligado paso dentro la ruta del narcotráfico, a fin de conectar el
sur de Colombia (principal zona productora de drogas) con el océano pacifico
territorio selvático que permite la salida de la droga hacia sus destinos
comerciales (Martínez, 2011). El narcotráfico se ha convertido en el sur del país
en una tentadora alternativa que permite a los pobladores, en su mayoría
campesinos, acceder a los cuantiosos capitales del mercado de la coca y
amapola; sin embargo, la resistencia social de algunos actores ante el
desbordante fenómeno, hace que los carteles del narcotráfico en asocio con
grupos al margen de la ley ejerzan acciones de violencia e intimidación
desencadenando la migración del campo a la ciudad, sin tierras, sin opciones
laborales reales y sin vínculos familiares; una vez en la ciudad, las periferias y
territorios de frontera se convierten en la única alternativa real de vivienda
agravando la escena de la tensión social y los conflictos urbanos dentro de los
entornos barriales que les acogen (Calpa, 2012).
Por su parte, Henao (1990) propone el enfoque sociocultural desde el cual
la violencia urbana está relacionada con el impacto cultural que producen
fenómenos coyunturales que llevan al cambio de valores; a su vez, Martínez
(2011) explica que los factores educacionales están vitalmente ligados a
representaciones sociales que sostienen estructuras de violencias. En la Ciudad
de Pasto los niveles educativos de los habitantes de los barrios de periferia y
territorios de frontera son bajos, siendo reiterativa la deserción escolar y la
imposibilidad de acceso a la educación superior, razón por la cual las
aspiraciones de los jóvenes en tales contextos tienden a reproducción de
conductas delincuenciales; Calpa (2012) afirma que la agudización de la
violencia se explica desde la ineficiencia del sistema educativo que no ofrece
herramientas que les permitan a los ciudadanos el tratamiento pacífico de los
conflictos; de este modo, la educación debería enfocarse en la deconstrucción
de las prácticas culturales y los imaginarios colectivos, pilares simbólicos desde
donde se sostienen las violencias cotidianas y se reproducen las conductas
35
sociales violentas; mientras las acciones gubernamentales, deberían centrar la
política pública de convivencia no en la minimización del conflicto, sino en la
habilitación de escenarios de animación sociocultural que soporten la
rehabilitación colectiva de valores e identidad ciudadana, con oportunidades
reales de vinculación laboral que les lleve a los habitantes de territorios de
frontera a alcanzar un ingreso personal y familiar fijo.
El enfoque sociopolítico explica la persistencia de la violencia urbana por
las deficiencias en la construcción de un sólido vínculo social, por las debilidades
en la relación entre el Estado y la sociedad (Angarita, 2003). La precariedad
institucional del Estado en la judicialización de diversos cabecillas de bandas
emergentes y cárteles del microtráfico en el país y la ciudad, ha hecho de la
impunidad una práctica recurrente y del delito una acción concurrente. Los
habitantes de las diversas zonas de Pasto en una encuesta sobre la percepción
de inseguridad, afirman sentirse inseguros, percepción que ha llevado a diversos
actores comunales a la búsqueda de alternativas que permitan el control de su
territorio, creando diversas formas de seguridad privada legal e ilegal, donde
inclusive los victimarios han terminado siendo contratados para que en el
ejercicio de la violencia restablezcan el orden, que el poder judicial y policial
pareciera no tener capacidad de atender (Martínez, 2011). Investigaciones como
la del Instituto de Estudios Políticos, ubican que en la comunidad conviven dos
realidades: una formal (para quienes rigen la justicia estatal) y otra informal, en
la cual, como consecuencia de las precariedades económicas y la insatisfacción
de los derechos básicos, se desborda la violencia, creándose grandes
limitaciones para el desarrollo de lo público estatal. Sin duda, en los territorios de
periferia y de frontera, se percibe una gran debilidad política y una falta de
legitimidad del Estado, dada su incapacidad para garantizar la seguridad,
impartir la justicia, establecer el orden, y detentar el control territorial y la
cohesión ciudadana; tales circunstancias, explican la proliferación de
micropoderes y subestructuras delincuenciales de diversas procedencias
económicas, culturales e ideológicas que compiten y conviven simultáneamente
pugnando el rentable control del territorio (Angarita, 2003)
36
Dentro de esta última perspectiva de análisis, a continuación haré una
lectura de las políticas públicas sancionadas con la finalidad de mitigar las
violencias urbanas en Pasto. En este sentido, es oportuno contextualizar tales
políticas en el seno del desenvolvimiento coyuntural del conflicto en Colombia,
haciendo alusión a algunas políticas de seguridad y su incidencia directa sobre
este fenómeno. Una rápida retrospectiva de las políticas adelantadas por los
diferentes gobiernos locales de Colombia en las últimas décadas nos permite
concluir que las acciones del estado regularmente cambian de nominación, pero
se sostienen en el tiempo, pese a no contener una respuesta conclusiva de la
violencia. En un primer período, ubicado en los años sesenta y setenta del siglo
XX, se crearon los comités cívicos que realizaban actividades y funciones
propias del Estado para contribuir al embellecimiento de la ciudad con acciones
que se denominan: “limpieza social”, consistente en la “recolección” e
internamiento por unos días, de aquellas personas que según estos comités
“afeaban” la ciudad; posteriormente eran dejados en libertad después de haber
sido atendidos en su presentación personal. Años más tarde, esa “limpieza
social” se ha convertido en una práctica estructural ejecutada por manos
invisibles con la participación silenciosa del Estado, en la cual se asesinan una
serie de ciudadanos que incurren en acciones delincuenciales o contra el orden
establecido -pandilleros, drogadictos, indigentes… (Angarita, 2003). Para Calpa
(2012) en los territorios de periferia y de frontera no es común la ocurrencia de
dichas prácticas, por cuanto el acceso de las fuerzas invisibles es restringido por
los micropoderes que vigilan la entrada y salida de sus trincheras de poder, y
fuera de ellas no son necesariamente los aparatos de control del estado quienes
ejecutan la limpieza social provocando las reiterativas pérdidas de vidas, sino
otros micropoderes cuyos objetivos suponen la aniquilación del enemigo para
acceder al control de su territorio.
A finales de los años ochenta, Colombia vivió una oleada de violencia y
narcoterrorismo, especialmente dirigido por el cartel de Medellín, el cual
fortaleció las estructuras populares armando a una serie de ciudadanos, los
cuales al empuñar las armas dieron lugar a los primeros brotes de violencias
urbanas en el país. Para enfrentar la problemática, se adelantó desde la
Consejería Presidencial el Programa de “Alternativas de futuro para Medellín”, la
37
cual en la segunda mitad de la década del noventa, paulatinamente se desmontó,
dejando inconclusas muchas de sus acciones y la frustración para muchos de
sus participantes (Angarita, 2003), dicho programa no tuvo incidencia nacional
en la medida que los efectos de las violencias urbanas eran crecientes en asocio
del narcotráfico, cuya incidencia suponía hasta el momento un impacto regional.
Posteriormente, se crea la Oficina de Paz y Convivencia, cuya virtud consistía
en buscar alternativas de solución del conflicto desde sus actores, tal iniciativa
logró un mejor acercamiento a las diversas formas de violencia y sus
protagonistas, impulsando el diseño de una política de tratamiento de los
conflictos barriales y armados (Angarita, 2003). Los anteriores procesos,
permitieron el re direccionamiento de acciones que desmantelarán ciertas
microestructuras urbanas, procesos que se han convertido en alternativas
temporales cuando problemas estructurales como la pobreza, el desempleo y la
falta de oportunidades hace que los mismos u otros actores retornen al ejercicio
de la violencia.
Dentro de las políticas específicas de los gobiernos municipales de Pasto
sobre la Comuna 10, se registra desde 2011 la instalación de un comando de la
policía, a 400 metros de los límites territoriales de una frontera imaginaria a fin
de minimizar el impacto de sus actores en la criminalidad urbana, así como el
aumento de unidades de policía para la ciudad (Calpa, 2012). En lo concerniente,
a programas de convivencia y de seguridad ciudadana, se detallan tan sólo
estadísticas provenientes de estrategias de intervención inoperantes por cuanto
se han aumentado los índices de inseguridad y violencia ocasionando el
escalamiento del conflicto urbano (Martínez, 2011). No obstante, mientras se
reducen los indicadores de mortalidad violenta en el contexto rural, se dispara la
criminalidad violenta en la ciudad.
Es relevante pensar que la violencia urbana en Pasto comprende un
multiverso de sentidos, desde la confluencia de factores estructurales desde lo
político y lo económico, como dinámicos en la construcción discursiva de la
cotidianidad. La reciente violencia urbana sólo es posible comprenderla en el
proceso histórico de larga duración, como resultante de los múltiples conflictos
sociales de diverso tipo, gestados en el traumático e inacabado proceso de
38
negociación de sentidos sobre el territorio. Una adecuada comprensión de la
actual violencia urbana en Pasto, debe atender el impacto del acelerado proceso
de urbanización donde devienen contrastes socio-económicos y culturales
generados por la excesiva concentración de riqueza y la expansión de la pobreza
(Angarita, 2003); el auge del microtráfico y la influencia de grupos urbanos
armados al margen de la ley, factores que bosquejan un marco de comprensión
sobre el escalamiento o intensificación del conflicto urbano manifiesto en
diversas acciones violentas cuyos efectos ya he mencionado.
1.3 Factores asociados al fenómeno de la violencia urbana en la
Comuna 10 de la ciudad de Pasto
Para algunos investigadores la violencia urbana supone gran relevancia
teórico práctica por cuanto implica el análisis del conflicto y el abordaje del
pandillismo como factor identitario de grupos filiales al interior de las urbes; y
supone una preocupación pública ya que amenaza la seguridad y la estabilidad
ciudadana (CIPC, 2008). Cada contexto integra condiciones históricas y
dinámicas que fundamentan los imaginarios colectivos y explican las conductas
sociales de los habitantes en razón del entorno barrial. Investigadores como
Castel (2010) manifiestan que las pandillas son un fenómeno esencialmente
urbano que surge de los procesos asociativos de jóvenes cuyos referentes
sociales son insubsistentes, a tal punto que idealizan ciertos liderazgos en sus
pares, viéndose motivados a la acción tanto por motivación colectiva o por
influencia social; en este sentido, en Comuna 10, encontramos que la mayoría
de actores que sostienen las dinámicas de violencias son población adolescente
y joven que oscila entre los 15 a 27 años de edad, siendo sus principales
motivaciones el sostener un conflicto intergeneracional, vencer al enemigo
infundado y llegar a ser como sus dirigentes ‘esta pelea la iniciaron nuestros
padres, nosotros no nos vamos a dejar ganar’. Sin embargo, hay otros
fenómenos vinculantes como la pobreza y la exclusión, asociadas a la carencia
de oportunidades por parte del Estado, el mercado y la comunidad (CIPC, 2008).
La violencia urbana en la Comuna 10 puede apreciarse desde dos
contextos: uno, desde una dinámica interna, como un escenario natural de
39
conflicto de intereses, donde un individuo, grupo o comunidad ejerce control
social sobre las condiciones de vida de la comunidad y, otro, desde una dinámica
externa, como una forma de violencia simbólica, en la que se imponen prácticas,
discursos y reglas que obstruyen el orden jurídico, instituyendo otras formas de
interacción, cuyo principal efecto es la estigmatización y exclusión de los
habitantes de entornos comunitarios y sociales (Santos, 2010). De allí, que para
la mitigación de procesos de violencia, sea necesaria la transformación de los
sistemas de creencias, normas e ideologías en la creación de oportunidades de
acceso al empleo, a los servicios básicos y la educación popular, como la
principal contribución al mejoramiento progresivo de la calidad de vida y la
disminución de los efectos de la violencia barrial (García, 1999).
La principal concepción de violencia barrial nos remite a actos delictivos
bajo el esquema víctima victimario, dentro de un contexto territorial urbano que
tiene como epicentro un barrio o zona crítica, al concentrar una diversidad de
problemas sociales (Cornejo, 2012), lamentablemente, los esquemas de
violencia barrial en Comuna 10 conllevan a la estigmatización global del territorio,
impulsando a la ciudadanía o pobladores externos a la atribución de
significaciones, contenidos e imágenes en la generación de prejuicios y
estereotipos discriminatorios hacia el territorio comunal y los que lo habitan ‘si
vamos al centro nos ve, y todos piensan que somos rateros (ladrones)’. De igual
forma, los procesos migratorios del sur del país, han hecho de Comuna 10 el
principal escenario de habitación, situación que ha generado mayor tensión,
crisis y agudización del conflicto (Calpa, 2012).
Es así como la violencia barrial se inserta en las estructuras sociales
profundas, reproduciendo tanto valores, modos y condiciones de vida,
instituyendo prácticas sociales desde imaginarios colectivos que dificultan
procesos de inserción y dinamización del conflicto que sostiene las violencias
históricas. No es fácil el acceso al territorio de frontera, cualquier intromisión
dentro de las estructuras barriales puede entenderse como un desafío a las
autoridades ilegalmente constituidas, entre tanto, los miembros de los
micropoderes viven una paranoia permanente y su afán de legitimación lleva a
la vulneración de cualquier tipo de derechos (Sous, 2010). La violencia barrial en
40
Comuna 10 sostiene escenarios de tensión social que ha llevado a la progresiva
desintegración del tejido comunitario, invisibilizando actores, desarticulando
comunidades y reproduciendo comportamientos sociales ligados a la violencia y
al delito, alterando con ello profundamente la composición y funcionamiento
social en detrimento de una convivencia ecológica.
Entre las principales acciones violentas generadas al interior del territorio
de frontera en Comuna 10 se encuentra, a) las múltiples agresiones a personas,
familias, comunidades e investigadores sociales, por parte de los diversos
actores de violencia barrial o de bandas delincuenciales; b) Agresión e
intimidación permanente entre los propios miembros de la frontera c) La
revictimización de las víctimas en medio de los conflictos barriales, como efecto
de la falta de denuncia y acompañamiento del Estado en la defensa de derechos
humanos; d) las amenazas y atentados a los líderes comunitarios que se
resisten a las dinámicas de violencia y microtráfico dentro de sus barrios y los
obstáculos para los grupos de interventores sociales que acompañan a las
comunidades en riesgo; e) los bloqueos o dificultades de acceso a las
comunidades, lo que impide la libre movilización y abastecimiento o búsqueda
de protección o apoyo humanitario, constituyendo un severo menoscabo de las
condiciones de vida dignas y el derecho a la seguridad; f) la estigmatización y
silenciamiento de las víctimas por temor a nuevas agresiones y la desinformación
de los entes de gobierno, por difícil acceso y falta de apropiación de la
problemática; g) los altos niveles de impunidad que perpetúan las espirales de
violencia, sosteniendo la venganza como forma sistémica del deterioro
comunitario, ocasionando un continuo de agresiones y destierro de víctimas y
victimarios, en un fenómeno circular y patológico cuyo epicentro es el homicidio.
La violencia barrial más allá de ser una forma inadecuada de resolución
de conflictos (Frigerio, 2004), es un fenómeno social sumamente complejo que
requiere claridad sobre las causas que anudan y retroalimentan al interior de los
núcleos urbanos su existencia. Se ha comprobado que las condiciones
comunitarias de violencia social, surgen a partir de factores emocionales,
cognitivos, físicos, sociales y culturales que intervienen en los procesos de
organización social. En Comuna 10 se destaca la necesidad de activar procesos
41
de resiliencia comunitaria para fomentar ambientes saludables que permitan
desarrollar habilidades para enfrentar necesidades y conflictos (Camacho,
2009), habilitando en los barrios estructuras simbólicas de empoderamiento, en
los que la movilización social genere procesos de resistencia comunitaria,
organización y autogestión como garantías políticas en la re-significación del
tejido social hacia la conquista de espacios vitales y habitables, en los que los
agentes comunales potencien factores protectores frente a la violencia (Melillo &
Suárez, 2001). Es necesario atender, los factores sociofamiliares incidentes en
la violencia urbana en Comuna 10 por cuanto aceleran los procesos de
empobrecimiento, exclusión y desigualdad sometiendo a las comunidades y sus
habitantes a la repetición de ciclos intergenaracionales sin perspectiva de
transformación (Santander, 2010); entre ellos encontramos las frecuentes
paternidades juveniles que refuerzan la necesidad de delinquir, la constitución
de familias extensas y disfuncionales, la violencia intrafamiliar, bajos niveles
educativos, la agresividad masculina y el sometimiento e introversión femenina.
Es sabido, que los integrantes de las pandillas comparten identidades
raciales o étnicas, y una cierta cultura de oposición al orden establecido,
generando procesos de socialización que les lleva a crear y recrear rituales
sociales dentro del territorio, convirtiéndose así en una entidad cuasi
institucionalizada en sus barrios, asentamientos marginales o territorios de
fronteras (CIPC, 2008); tales rituales se convierten en normas y criterios de
membrecía que integran o excluyen a personas de la propia comunidad y les
diferencian de actores externos ‘…para ser parte de nuestro combo, la gente
tiene que ganársela, claro no cualquiera puede entrar’. En efecto, siguiendo a
Solano (2010) existe mayor probabilidad de conformación de fronteras
imaginarias en la zonas de periferia que en las residenciales, en la medida que
en las primeras, existe una asociación positiva entre los factores sociofamiliares
de los adolescentes de Comuna 10 como la disfuncionalidad familiar normativa
y afectiva que les lleva a buscar en grupos de socialización secundaria,
elementos como identidad, protección, afecto y poder, los cuatro, determinantes
del sostenimiento psicológicos de las violencias urbanas en el contexto
estudiado.
42
Perea (2007 citado por CIPC, 2008) manifiesta que deben considerarse
dos elementos para el estudio de las violencias urbanas:
El primero es el elemento estructural, que hace referencia al tiempo
paralelo, tiempo en el cual se establecen los micropoderes, caracterizados por
a) la ruptura con lo instituido; b) la escena de protección y trasgresión c) el estado
de generación de miedo para la obtención de respeto. En Comuna 10 se
encuentran diversos elementos que permiten caracterizar el tiempo paralelo, son
evidentes en cuanto a la ruptura con lo instituido las fisuras con la vida
institucional y fracturas en los sistemas familiar, laboral, comunitario y escolar;
se ve como los jóvenes regularmente abandonan el hogar, presentan deserción
escolar, pierden interés en actividades laborales licitas y se distancian de todo
aquello que signifique exponerse a la esfera público-jurídica. Respecto a la
protección y trasgresión hace referencia a como se reemplaza todo aquello que
se perdió con la ruptura, y señala como la estructura del micropoder provee a los
actores vinculados una sensación de seguridad afectiva, donde la protección del
grupo se vuelve poderosamente significativa, creándose necesidades de
pertenencia que garantizan el sometimiento y la obediencia de los miembros ante
liderazgos y poderes de referencia, mientras que la intimidación se convierte en
la principal acción social colectiva para la generación de miedo y la obtención de
respeto, desde donde los micropoderes en los territorios de frontera garantizan
la permanencia de los miembros y el control del territorio.
El segundo elemento planteado es el denominado elemento sociológico
que se refiere a las condiciones sociales específicas como el territorio, la edad y
el sexo, la clase social y lo urbano (Perea, 2007, citado por CIPC, 2008). La
territorialidad representa el vínculo con un territorio dominado, es un espacio
físico que es propiedad de la pandilla, en cuyos límites se reúne, permanece,
custodia y defiende. Según Rodríguez, (2005), los jóvenes son cuerpos sociales
que instituyen prácticas comunitarias resultado de las relaciones con los
diferentes contextos sociales, asumiendo roles dentro del proceso de producción
y consecución de objetivos secuenciales, en efecto, dentro de dichas prácticas
es común observar comportamientos estereotipados en sus modos de caminar,
hablar, accionar y cortejar. Respecto al elemento sociológico en Comuna 10 la
acción operativa de los micropoderes presenta tres condiciones a) un carácter
43
colectivo, donde las conductas delincuenciales y criminales se ejecutan mientras
haya una apoyo grupal ‘la vueltas las cuadramos todos’ ‘lo que es con uno es
con todos’, b) muestra una vinculante asociación con la delincuencia, los
micropoderes están integrados a redes de apoyo que ofrecen desde las
macroestructuras tanto provisiones bélicas y de comunicación como protección
‘… eso no se dice, pero claro nosotros recibimos apoyo dela milicia’, c) posee
una dimensión juvenil, siendo los adolescentes los principales protagonistas de
tales procesos al interior de las fronteras ‘…la mayoría somos jóvenes, ya los
mayores están en otros negocios’.
Capítulo IIViolencia simbólica, micropoderes y fronteras imaginarias
El ejercicio del poder en los contextos urbanos dentro de las dinámicas de
control territorial se sirve de la violencia simbólica, entendida como un
mecanismo de imposición de significaciones sociales, no directo, que lleva a la
subordinación de unos actores por otros (Santander, 2011). En el territorio de
frontera, la violencia simbólica se transmite a través de grafitis, pasquines o
marcas territoriales las cuales reproducen relaciones de dominación,
desigualdad y tensión que naturalizan o justifican el conflicto ‘acá mandamos
nosotros, los QR’, tales mensajes difunden regularmente desprecio o
ridiculización de los adversarios, emiten temor y justifican desde la necesidad de
44
evidenciar el poderío territorial cualquier tipo de violencia ‘el que para acá pase
lo hacemos picadillo’.
Para Cools (2010) las prácticas de la violencia simbólica son parte de
estrategias construidas socialmente en el contexto de esquemas asimétricos de
poder, caracterizados por la reproducción de los roles sociales, estatus, posición
social, categorías representacionales de poder encubiertas y sistemáticas. Los
micropoderes constituyen una forma de violencia simbólica al interior de los
entornos barriales de Comuna 10, las macroestructuras delincuenciales
diseminan al interior de las pandillas significaciones negativas frente a los demás
bandos en disputa, hecho que lleva a agudizar la tensión social y desencadena
el fortalecimiento de las fronteras imaginarias como dispositivo de defensa. Los
micropoderes son estructuras orgánicas y operativas al interior de pequeñas
parcelas territoriales en los entornos de influencia de estructuras de poder mucho
más amplias, como bandas, guerrillas, grupos armados, quienes les financian
para mantener el control y disciplinamiento de las comunidades; son
conformados por un grupo de personas nativos de los barrios quienes establecen
el control territorial en función de los intereses de las estructuras de poder
externas, en la vigilancia y sanción de las conductas individuales que vayan en
contravía de sus intereses (Santander, 2010).
El disciplinamiento de los individuos y grupos al interior de la frontera se
realiza desde la canalización persuasiva de violencias simbólicas impresas por
la pandilla como estructura operativa del micropoder; siendo las fronteras
imaginarias un mecanismo de control territorial y delimitación simbólica del
espacio físico regularmente en disputa. Cools (2010) plantea que las fronteras
imaginarias son límites territoriales artificiales, producto de la interrelación entre
el espacio territorial y el ambiente social, organizado y administrado por
micropoderes responsables de mantener el sometimiento social y el dominio del
territorio. A continuación, se analiza la marginación, exclusión social y
disciplinamiento como violencias simbólicas impuestas por los micropoderes, se
precisa la relación microtráfico pandillas en aras de identificar la asociación de
mercado de drogas como fuente de financiamiento de las estructuras orgánicas
al interior de la frontera, y los mecanismos de persuasión y filiación social
facilitadores del control y homogenización conductual de los actores inmersos en
45
el conflicto urbano de Comuna 10. En la Tabla 4 señalo las categorías y
microcategorías relacionadas en el desarrollo integrativo de éste capítulo.
Tabla 4: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido Capítulo II
Categorías Deductivas Microcategorías
Límites territoriales imaginarios
Exclusión social
Marginalidad
+Pandillas
+Segregación espacial
+Control territorial
+ Conflicto urbano
+ Pobreza
+ Micropoderes
Conflicto Intergeneracional +Pautas generacionales
+ Aprendizaje vicario
+Fuentes de supervivencia
Narcotráfico +Provisión Bélica
+Microtráfico
2.1 Marginación, exclusión social y microtráfico
El territorio constituye un entorno simbólico delimitado por prácticas
sociales cotidianas que ritualizan los estilos de vida y las elecciones de las
comunidades, sobre él se generan múltiples interacciones entorno a diversos
elementos como la cultura, creencias, prácticas sociales que al confluir o
separarse redefinen las formas de producción y reproducción de modelados.
Las fronteras imaginarias integran dos dinámicas, hacia dentro estableciendo un
límite de propiedad imaginario sobre el espacio físico, hacia el interior regulando
los procesos de producción social y construcción de cotidianidad, es allí donde
opera el micropoder como un mecanismo de control social que prescribe medios
de subsistencia, proyectos de vida, modos de vestir, actuar e incluso bosqueja
formas particulares en el uso del lenguaje.
46
La marginación no supone explícitamente un proceso de exclusión social
en la dinámica centro-periferia donde los territorios de marginación se plantean
como producto de procesos de exclusión económica por parte del estado, entre
tanto, los micropoderes se sostienen desde estructuras simbólicas y prácticas
intimidatorias que tienen lugar en los terrenos donde el gobierno no puede
garantizar el estado social de derecho, dando cabida al surgimiento de grupos
delincuenciales que operan desde el control social de la vida, los bienes
materiales y el espacio público. La poca eficiencia del estado es un insumo que
posibilita el establecimiento de fronteras imaginarias, generando marginalidad a
doble vía, de adentro hacia afuera, en el rechazo violento a la participación del
aparato policial y judicial por parte de los micropoderes, de afuera hacia adentro
desde la falta de eficacia del estado para garantizar su presencia y el
restablecimiento de derechos a la población civil involucrada.
Desal (2012) propone una descripción fenomenológica del territorio
urbano donde se presentan fenómenos de marginación, dentro de ella distingue
cinco dimensiones de la marginalidad, las cuales tienen asidero en el contexto
ecológico de la Comuna 10. La dimensión espacial, que implica vivir en lugares
con difícil acceso, viviendas pequeñas, con escaso espacio público y lugares
visualmente deteriorados; la dimensión sociopsicológica donde los habitantes en
efecto del control social presentan baja participación, pasividad en toma de
decisiones sociales e inestabilidad emocional; dimensión sociocultural población
con bajos niveles educativos y pautas de socialización violentas; la dimensión
económica, se presentan empleos inestables, tendencia a la informalidad e
ilegalidad, y bajos ingresos de subsistencia y la dimensión política evidenciada
en la apatía hacia cargos de representación comunitaria, inercia y baja
disposición para la solución de problemas.
De lo anterior, surge un interrogante trasversal al análisis que nos convoca
¿Qué es y qué significa el proceso de marginación social en territorios de
frontera? Es un proceso que se produce dentro de la organización social, el cual
da cuenta de la falta de eficiencia de los estados para garantizar los derechos
fundamentales a sus ciudadanos, situación que desencadena la consolidación
de las desigualdades estructurales sobre las que se asienta el propio orden
47
social, viabilizando el surgimiento de agrupaciones sociales que se organizan
para ejercer el poder sobre los espacios urbanos ubicados en la periferia o en la
zonas con difícil acceso. La marginación espacial así, se convierte en un
mecanismo de subsistencia y de producción de capital de los micropoderes, que
operan desde tales territorios como redes delincuenciales y del microtráfico
encargadas de extorsionar, hurtar, comercializar sustancias psicoactivas y
atrincherar delincuentes, aglutinando paulatinamente más actores externos que
permean las prácticas sociales cotidianas condicionando a sus habitantes a la
reproducción de violencias simbólicas en la custodia de la frontera imaginaria
convertida, dados los niveles de pobreza, en una fuente de subsistencia. En
Comuna 10, los micropoderes dentro del territorio agudizan la marginalidad y
generan procesos de estigmatización. Con frecuencia los participantes reportan
que en esferas sociales distintas a la frontera son discriminados, siendo los
contextos laboral y educativo donde con mayor frecuencia se obstaculiza su
inclusión social, entre tanto, se presentan conductas discriminatorias que llevan
a su exclusión en procesos de selección laboral, negación de cupos en
instituciones educativas y traba en el acceso a ciertos lugares públicos; tales
comportamientos sociales, fortalecen las conductas disruptivas de los jóvenes
que al verse rechazados retornan al ambiente barrial a aprender las pautas
sociales violentas, convertidas en un mecanismo de supervivencia.
Para Castel (2010) en los últimos años la marginación ha generado
procesos asociativos de jóvenes en búsqueda de reconocimiento social; sin
embargo, las condiciones estructurales de pobreza, la creciente inconformidad
con los sistemas de gobierno y la falta de oportunidades de desarrollo ha
convertido a los jóvenes en presas fáciles de las organizaciones delincuenciales
y de narcotráfico que integran en sus filas, adolescentes y jóvenes para que
cumplan funciones operativas como el sicariato, el hurto y expendio de
alucinógenos. Una vez vinculados a dichas organizaciones, convertidos en las
caras visibles del negocio sirven obediencia de manera voluntaria o coaccionada
a personajes metafóricos ‘el jefe’ ‘el capataz’ ‘el gringo’ con quienes nunca han
tenido contacto, pero a quienes defienden con lealtad, como efecto del control
social al que son sometidos y el agradecimiento por el suministro de armas,
drogas y protección. En este contexto, y apelando a Rueda (1989) los jóvenes
48
en medio del territorio de frontera presentan varias topologías de marginación:
a) marginados del poder, entre tanto todas sus decisiones dependen totalmente
de la organización a la cual se hayan vinculados; b) marginación económica, al
no tener propiedad sobre los medios de producción, los insumos y mercado; c)
marginación espacial, al perder la posibilidad de circular con libertad sobre
cualquier territorio; y finalmente d) marginación personal, al disipar
progresivamente la autonomía del existir.
Las causas fundamentales de la marginación parecieran estar soportadas
en ambientes generados por el macrosistema, ¿serán los gobiernos y las
políticas nacionales las responsables de dicho fenómeno? o ¿responderá más a
las dinámicas emergentes de los procesos de organización comunitaria? o tal
vez ¿son un emergente de las decisiones autónomas de grupos con intereses
individuales? Sin duda, la marginación está sujeta a las dinámicas estructurales
de un sistema social, de tal forma, que contextos relacionales similares no
necesariamente desembocan en marginalidad, por cuanto, cada comunidad
establece ritmos y prácticas sociales que dan viabilidad o no a los efectos
desequilibrantes de las estructuras de violencia. No obstante, Santander (2011)
plantea la existencia de algunos factores recurrentes que favorecen la
marginalidad social, entre ellos, falta de recursos económicos, difícil acceso al
empleo o empleos precarios, escasas redes sociales y/o familiares, prácticas
sociales sujetas al consumo de sustancias psicoactivas, el hurto y la prostitución,
bajo nivel educativo y desmotivación escolar.
Factores que le dan contexto a la exclusión social como un conjunto de
procesos que afectan de manera negativa a personas y colectivos, promoviendo
pautas de actitud discriminatoria en los ciudadanos, quienes recrean procesos
de segregación espacial y establecen fronteras de exclusión móviles y fluidas,
asociando las características físicas y culturales de los individuos con prototipos
previos de delincuencia, vandalismo y criminalidad. Para Castel (2010), tanto la
exclusión social como la marginalidad, son fenómenos multifactoriales que
evidencian la ineficacia de la acción colectiva, la inoperancia de las prácticas
institucionales, la ausencia de política pública de convivencia y la pérdida
progresiva de valores cooperativos; lo anterior, explica la agudización de los
49
territorios de frontera, entre tanto, los individuos al ser expuestos a situaciones
discriminatorias fortalecen los vínculos de identificación con sus similares, a fin
de establecer una identidad colectiva (‘los azules’ ‘los de la vuelta’ ‘los hámster’)
desde la cual orientan su acción y bosquejan el campo de las oportunidades y
limitaciones favoreciendo la filiación y pertenencia grupal.
Cuando la identidad colectiva en el marco de los territorios de frontera está
asociada con experiencias de exclusión social, regularmente configura dentro de
los objetivos de acción de los grupos excluidos la necesidad de patentizar la
diversificación, y generar acciones de resarcimiento frente a los grupos o sujetos
que les vulneraron previamente; Santander (2010) sostiene que tal fenómeno
explica las razones por las cuales ciertos grupos generan sistemáticos ataques
violentos contra otros, por tanto, es frecuente el hecho de que las víctimas de
exclusión social, tiendan, una vez se organizan colectivamente, a presidir actos
de intimidación y sometimiento que le retorne su valía y el control social sobre el
otro. Lo anterior es denominado por (Castel, 2010) como círculos de la exclusión
social; postulado que afirma que los procesos de vinculación colectiva fortalecen
la autoeficacia de la víctima, convirtiéndola progresivamente en victimario. En
Comuna 10, dicha teoría sostiene la consigna de asociación y violencia, entre
tanto, cada muerte se convierte en un hecho que fortalece procesos de cohesión
y diferenciación situaciones que hacen irreconciliable el conflicto entre los
diversos bandos de la frontera.
Thrasher (1927), sostiene que “las pandillas simbolizan el esfuerzo de
niños y jóvenes por crear, un espacio dentro de la sociedad acorde a sus
necesidades y es en este espacio donde obtienen lo que el mundo adulto no les
brindó como el ejercicio de la participación, para ser colaboradores y
trasformadores de la sociedad en torno a intereses comunes” (p.45). El promedio
de edad de los actores vinculados a pandillas atrincheradas en territorios de
frontera en Comuna 10 oscila entre los 14 y los 21 años, información que
corrobora lo planteado por la Organización Mundial de la Salud (2002) al
describir la dimensión juvenil de las violencias urbanas en el mundo, como efecto
no sólo de fenómenos políticos y sociales coyunturales a la creciente
desigualdad económica que acrecienta el margen de la línea de pobreza, sino
50
también a la ruptura de los vínculos socioafectivos y a las permanentes
violencias domésticas a las que son sometidos los niños en dichos contextos.
Para Castel (2010) las pandillas se convierten en el centro de apoyo vincular de
los jóvenes inmersos en dinámicas familiares con pautas de maltrato, donde los
hombres regularmente violentan a las madres, y los niños observadores
principales anudan el deseo de tener el poder requerido para evitar dichos
ataques, situación que pareciera olvidarse, cuando el niño que vio victimizar a
su madre, termina maltratando a su pareja.
El microtráfico entra a la escena, al convertirse en una alternativa social
con efectos de reparación psicológica, al proveer a los adolescentes y jóvenes
no sólo medios de sustento sino armas y dinero que acrecientan su semblante
fálico del poder. Concuerdo con Calpa (2012) cuando plantea que “…la
externalidad positiva de la guerra de las drogas es haber logrado generar
ingresos para los sectores marginales rurales, que sobreviven gracias a la
producción de los cultivos ilícitos, y para los excluidos urbanos, que lo hacen
gracias a su distribución y microtráfico”(p.78). Sin duda, el microtráfico ha
dinamizado las fuentes de ingreso de los sectores marginales, y el poder
adquisitivo ha recobrado para muchos la posibilidad de ser incluidos en las
esferas sociales donde generacionalmente han sido excluidos ‘los bisnes
(negocios) nos dan plata para comprar las cosas que siempre quisimos’ ‘con
plata si podemos ir a algunos lugares’. Al hablar de marginalidad, exclusión social
y microtráfico en los contextos comunales reconozco un cruce intencional, y una
correlación directa entre los tres fenómenos, donde la marginalidad ofrece las
condiciones sociopolíticas necesarias para garantizar el negocio del microtráfico,
y éste último se convierte en un medio de subsistencia y capitalización que
asegura la inclusión económica de los históricamente desposeídos.
Pero ¿cuáles factores inciden en la vinculación de los adolescentes y
jóvenes al negocio del microtráfico? Los reportes verbales involucran dos
factores determinantes, la pobreza ‘si queremos lukas rápido pues hay que
vender la merca’, y la presión social de los padres para que -contribuyan
económicamente al hogar, situación que devela la mercantilización de la vida de
la que son presas los adolescentes en contextos marginales ‘mi mamá me
51
mando a donde el jefe para que me de trabajo…claro ella sabe en que es el
negocio’ ‘lo importante es llevarle plata a la cuchita, ella me ayuda a encaletar la
mercancía en la casa’. Para Santander (2010) en la esfera marginal el
microtráfico como alternativa económica es a su vez un reforzador social, en
cuestión de dinero no interesan los medios mientras la utilidad sea suficiente
para acceder a mayores bienes de consumo, y obtener dentro de las familias un
refuerzo social positivo que les motiva profundizar en sus conductas delictivas,
siendo común en el contexto de Comuna 10 encontrar que cuando los jóvenes
empiezan a aportar dinero en sus hogares su familias (particularmente las
madres) ofrecen cuidados y atenciones especiales. Situaciones que complejizan
el campo de interacción de la violencia, las fronteras y el microtráfico, de tal
modo, que abandonar la criminalidad y el conflicto no sólo supones dejar a un
lado una práctica, sino estar dispuestos a perder una serie de conductas sociales
reforzantes.
2.2 Pandillas, formas cooperativas de asociación al interior de la frontera
Indagando sobre el perfil de los miembros de las pandillas en Comuna 10
me encuentro con rasgos psicosociales recurrentes en la juventud, manifiestos
en los frecuentes desafíos a la autoridad y la necesidad de experimentar roles
de adulto. La entrada a una pandilla suele ser gradual, debido a que los jóvenes
en el marco de la formación de identidad mientras observan las prácticas y
rituales de sus vecinos y compañeros paulatinamente van modulando sus
comportamientos, hasta alcanzar procesos de identificación ceremonial que les
vuelve aptos para adquirir la membrecía de la pandilla. En Suiza, la falta de
control de los padres fue identificada como un factor de riesgo importante para
formar parte de una pandilla, mientras que en América Latina la desintegración
de la familia y la anomia familiar constituyen dos factores fuertemente ligados a
que los jóvenes se vinculen a ellas (Santacruz y Concha 2001). En el numeral
anterior, describíamos la función reforzadora que cumple la familia al brindar una
serie de condiciones que hacen que los jóvenes del contexto de Comuna 10
tiendan a involucrarse en la escena del microtráfico, en esta unidad, pretendo
evidenciar los efectos identitarios de los actores de zonas de frontera con las
pandillas como efecto de la disfuncionalidad familiar.
52
Porto (2009) propone que “la construcción social del espacio urbano está
atravesada por la memoria de la propia ciudad, por las reacciones ante los
eventos históricos que perciben y manifiestan los habitantes” (p.2), de modo, que
los ciudadanos delimitados por los espacios urbanos, recrean la escena de un
espacio común, rememorando en los territorios de frontera las herencias de la
memoria colectiva condensada regularmente en las muertes de quienes
antecedieron los conflictos urbanos. Otro factor asociado al territorio de frontera
supone la falta de infraestructura para las actividades recreativas, lo que
convierte a las esquinas de los barrios en los principales centros de interacción
de los niños y jóvenes al interior de la frontera, Coper (2009) subraya las
condiciones de hacinamiento del que son presas los habitantes alrededor de la
frontera, no es posible la expansión territorial y el suelo tiende a no ser apto para
construcciones verticales, razón por la cual, las prácticas delictivas se ejecutan
a la luz del día, en espacios socialmente visibles y asequibles a la observación
de los niños, quienes desde la perspectiva del aprendizaje bicario fácilmente
asimilan y reproducen las conductas de los adultos convertidos en modelos de
vida.
Dentro del aprendizaje por imitación, los discursos y conversaciones
cotidianas se convierten en la principal forma de transmisión de la herencia de
violencias locales estructurales. Dentro de la frontera, los miembros de las
pandillas establecen diálogos acerca de tres temáticas recurrentes: 1) ‘las
vueltas o los bisnes’, es decir, la evaluación o planificación de acciones
delictivas; 2) ‘las hembras’ mujeres, fiesta, relaciones afectivas y sexo; y 3) ‘los
tropeles’, conflicto y acciones violentas contra rivales o grupos de apoyo de las
pandillas enemigas. Pernia (2009) sostiene que el dispositivo de escucha y
palabra anclado a las prácticas socioculturales se convierte en la principal
herramienta de transmisión de violencias cotidianas; con la escucha los niños
identifican quiénes son sus enemigos, aprenden como atacarlos e idealizan a los
adultos de quienes las escuchan; para ellos el líder de la pandilla está dotado de
súper poderes siendo más relevante ser como él, que como el propio superman.
53
No obstante, más allá de los procesos de modelado, la disfuncionalidad
familiar y la pérdida de valores, hace que los ambientes de frontera sean
propicios para el fortalecimiento de pandillas. Muchos adolescentes y jóvenes,
vinculados a ellas, con frecuencia carecen de referentes simbólicos y afectivos,
razón por la cual encuentran en tales agrupaciones procesos de afiliación y
acogida convirtiendo a la pandilla en una familia simbólica donde se suplen las
carencias afectivas. Cabe resaltar, que en el contexto de investigación, el 60%
de los participantes no cuentan con referente paterno en el nicho familiar, en
razón de abandono o muerte; es allí, donde el rol del líder o cabecilla de grupo
cobra mayor consistencia, entre tanto psíquicamente tiende a suplir
simbólicamente las funciones de los padres ausentes.
A lo anterior se le suma que en los países latinoamericanos, los estudios
han identificado la desigualdad de ingresos como el predictor más fuerte de las
tasas de delitos violentos, incluyendo los que cometen las pandillas juveniles
(Ribando, 2005). El microtráfico está asociado a la movilidad económica,
convirtiéndose la pobreza y la falta de oportunidades laborales en un predictor
de futura conducta delictiva, no obstante, es la deconstrucción simbólica del
territorio y los lazos vinculares que se entretejen sobre él, el principal factor de
riesgo hacia comportamientos violentos; de allí, que Coper (2009) plantee que
los programas de intervención más eficientes en cuestión de resocialización de
pandillas, son aquellos que han procurado cambios en el espacio físico como
una estrategia para incidir en la conducta social, desarrollo psicosocial y las
dinámicas grupales de los adolescentes, quienes aprenden y recrean nuevas
escenas imaginarias sobre los territorios.
Los jóvenes son cuerpos sociales, tejidos intersubjetivos quienes
deconstruyen su identidad desde un entramado relacional entre los diversos
contextos sociales en el que se hallan inmersos, asumiendo roles, reproduciendo
comportamientos estereotipados o recreando nuevas escenas sociales
(Rodríguez, 2005). En efecto, las fronteras imaginarias implican formas
cooperativas de asociación, donde sus habitantes asumen una lógica particular
de representar y habitar el mundo incorporando en sus prácticas cotidianas
nuevas significaciones que les permiten adaptarse a las condiciones sociales y
54
replicar en sus neo-miembros pautas de conducta y estructuras psicológicas. La
frontera imaginaria delimita el radio de acción identitario de sus miembros, define
las relaciones interpersonales válidas y sanciona cualquier comportamiento que
irrumpa con las normas de homogeneidad establecidas como defensa del orden
y control social dentro de la trinchera; mientras la pandilla, comprende un
escenario de integración de las subjetividades juveniles, mediadas por la
rebeldía adolescente y la frustración que le provoca el sistema local normativo y
simbólico jurídico, la cual instituye prácticas sociales afectando todo el universo
social de la frontera, por cuanto establece nuevas significaciones sobre el
espacio trasgrediendo la estructura simbólica heredada.
En el análisis de procesos de asociación a la pandilla, ningún miembro de
la pandilla sintió coacción directa para hacer parte de ella, sin embargo, son
notables los procesos de persuasión colectiva (entre amigos) y la exigencia del
contextos (situación de pobreza) que lleva a muchos de los jóvenes a mirar como
positiva -la vinculación a dichos grupos. Una vez el adolescente – joven muestra
su interés de vinculación se generan una serie de ceremoniales, que sirven como
mecanismos de evaluación del futuro miembro respecto al cumplimiento del perfil
y la aceptación de reglas, normas hasta valores. Hazen, (2010) considera que
los “ritos” de ingreso pueden ser -violentos, llevando al candidato a mostrar sus
habilidades frente al grupo enfrentando situaciones peligrosas, que pueden
acarrear daño físico irreparable; no obstante, para los líderes de pandilla su
finalidad no es para hacer daño intencional al nuevo miembro, si no para que él
muestre su valentía, fortaleza y compromiso por su pandilla.
Las pandillas dentro de la frontera, constituyen la manifestación de una
ruptura sociocultural y el desencantamiento del macrosistema, del cual
Bronfenbrenner (1987) define como las ''correspondencias, en forma y
contenido, de los sistemas de menor orden (micro-meso y exo) que existen o
podían existir, al nivel de la subcultura o de la cultura en su totalidad, junto con
cualquier sistema de creencias o ideología que sustente estas
correspondencias" (p.45) provocando una resistencia hacia la aplicación del
orden social establecido, lo cual activa y motiva las conductas delictivas y la
criminalidad violenta fuera del territorio de frontera. Pernia (2009) señala la
55
existencia de una presunción colonialista dentro del imaginario y comportamiento
social de las pandillas, creen que su cosmovisión del mundo es la válida y se
disponen a colonizar otros territorios para imponer sus prácticas y pautas
restrictivas ‘cuando logramos ganarle a los QR, o los de la Vuelta Negra alguna
pelea, no les metemos a su territorio, y la gente debe aprender que ahora
mandamos nosotros’.
En Comuna 10 la pandilla recrea una cosmovisión donde sus miembros
pueden construir y adquirir con claridad una imagen, un esquema de actitudes
y/o conductas gracias a las cuales pueden salir de su anonimato con un sentido
de identidad colectiva y eficacia de acción fuerte y reforzada. La relación de
pertenencia del individuo al grupo es intensa, globalizadora y aporta un sentido
existencial; es común, ver como las actuaciones de los miembros parecen estar
dirigidas y justificadas en función de esa pertenencia al grupo, por el cual todo
vale y todo cobra sentido. De acuerdo con Goldstein, Huff y Klein (1995 citados
en Scandroglio, 2010) las pandillas son agrupaciones conformadas en su
mayoría por jóvenes, quienes comparten una identidad social y un sistema de
valores a través de símbolos o gestos, situaciones visibles en Comuna 10 donde
es frecuente en los participantes: el uso de tatuajes en los brazos, arete, usos de
códigos lingüísticos ‘un 14, en la 21, a las 9, un yz’, la hinchada a un equipo de
futbol, los grafitis dentro del espacio, el tipo de música y las formas de vestir.
El territorio, como la escena cotidiana de convivencia resulta
indispensable para la interacción, los contornos del espacio habitado
retroalimentan una ritualidad particular, donde la frontera imaginaria recreada
marca y protege el espacio cotidiano definiendo un delicado límite social que
desemboca en el peor de los casos en homicidio. El principal objetivo desde la
frontera supone adquirir control sobre ciertos asuntos, a menudo territorios o
mercados económicos, sometiendo a sus rivales, de ser retenidos, a progresivas
lesiones físicas y psicológicas en el ánimo de evidenciar el poder sobre el cuerpo,
y el control social del enemigo; situación que al otro lado de la frontera, presenta
la misma dinámica, una pugna permanente por controlar el territorio, someter a
los individuos y demostrar cruelmente quien es más fuerte: antagonismos que
56
dan curso a la circularidad viciosa del conflicto entre pandillas urbanas, desde el
imaginario de conflicto intergeneracional.
Según Ballesteros, Contreras, Vargas, Palacios, y Bonilla (2002), las
pandillas comparten características en común, sin embargo, es preciso observar
diferencias sustanciales de unas a otras, incluso en un mismo contexto de lo
urbano. Entre las características comunes se pueden señalar las siguientes,
tener un código y sentido de justicia propio, se emplea la mentira y se puede
manipular a otros; los más violentos llegan a ser insensibles al dolor ajeno (sin
mostrar remordimientos y sin controlar sus impulsos); la mayor parte de los
miembros presentan disfuncionalidad familiar y pobreza, en alguna ocasión se
han sentido excluidos, viven en condición de marginalidad social y espacial;
mientras los principales ejes de diferenciación son los equipos de fútbol del cual
son hinchas, el género musical que les caracteriza y los lugares que frecuentan.
En lo subsiguiente, referiré a lo que los jóvenes denominan ‘adrenalina’,
el motor de las conductas sociales delictivas. En el territorio de frontera la
violencia como práctica social cotidiana, no sólo es el objetivo primario en la
defensa de lo propio, puesto que también es requisito para ingresar formalmente
a una de ellas, los principiantes deben aprobar el examen mostrando sus
habilidades y aptitudes para la violencia, entre más agresivo y fuerte se sea
mayores posibilidades de pertenecer a ella, en Comuna 10 es visto, como los
niños inmersos en éstos contextos, se esfuerzan a diario no por aprender temas
de la escuela o jugar a los carritos, ellos entrenan para la pelea siendo el aplauso
el principal reforzador social que acrecienta tal motivación. El niño cuando
adolescente, ya ha asumido un modelado social, que prescribe su identidad
personal en el marco de la práctica social de violencia provista por la identidad
colectiva, allí pertenecer a la pandilla no es ya sólo cuestión identitaria, sino un
mecanismo de protección, filiación colectiva y seguridad alimentaria; es un tema
de estatus, donde la membrecía implica tener o no reconocimiento social.
¿Reconocimiento social a costa y a través de qué? Pernia (2009) señala
que los principales mecanismos psicológicos por los cuales las pandillas
adquieren estatus social son la intimidación y el miedo. El imaginario social
57
sobre las pandillas les muestra como grupos violentos, organizaciones
criminales, causantes de la inseguridad social, sin normas sociales ni límites, y
se percibe a sus miembros, como seres macabros, violentos dispuestos a
generar cualquier daño incluso a favor de nada. Con frecuencia, se desconoce
la asociación entre pandilla y territorio, aunque tienden a estigmatizarse ciertos
poblados urbanos como los aportantes de pandilleros, situación que agudiza la
segregación espacial, fortaleciendo el establecimiento de zonas de frontera. En
Pasto, la segregación espacial, parece ser un fenómeno frecuente, el plan de
ordenamiento territorial enfocado en la movilidad urbana tiende a separar de
manera contundente los núcleos residenciales de clase media - alta de las zonas
de frontera lo que hace más evidente las diferencias y desigualdades sociales.
Para Perea (2007) existen varias categorizaciones de las pandillas desde
el nivel de criminalidad: crimen pandillero, conflicto urbano y crimen organizado.
Tales categorías son explicitas en el contexto comunitario de Comuna 10 donde
se prescriben dinámicas como el crimen pandillero, asociado con actividades
“conflictivas” que implican violencia dentro del mismo territorio de frontera ‘ahora
casi ya no robamos, si es gente conocida claro’; el conflicto urbano, a través de
guerras permanentes entre pandillas que se disputan el control social del
territorio ‘acá nos damos plomo con los QR y los de la vuelta casi siempre’, y por
último encontramos el crimen organizado, traducido en la fuente de
financiamiento de los conflictos urbanos, el cual no es una expresión directa de
las pandillas, si no que como he mencionado en el Capítulo I, supone una fuente
de vinculación laboral en la medida que las bandas estructurales tienden a
contratar mano de obra barata que capitalice las acciones delincuenciales
planeadas por los macroestructuras delincuenciales.
El abordaje de la pandilla en el estudio de la violencia simbólica,
micropoderes y fronteras imaginarias me lleva a atender la dimensión
multifactorial del fenómeno y la disparidad que autores como Castel (2010),
Coper (2009), Santander (2011) y Pernia (2009) precisan sobre el concepto
general y las dinámicas contextuales de las pandillas, entre tanto involucra los
sistemas social, familiar y comunitario donde se gestan condiciones históricas
del conflicto urbano, las desigualdades sociales y la violencia. En su estudio, es
58
necesario trascender los abordajes reduccionistas, en los cuales la pandilla se
asume como un producto mecánico de la conjunción de factores sociales,
familiares y personales, por cuanto comprende un todo multidimensional, el cual
requiere para su estudio acercamientos integradores, desde los cuales nos
permitamos como investigadores sociales, darle relevancia epistemológica a la
cotidianidad, los valores, creencias y prácticas socioculturalres que se tejen y
destejen alrededor del territorio. En consecuencia, las relaciones al interior de la
frontera dan límites a la parte, pero tal condición imaginaria no la excluye del
universo social que la contiene.
2.3 Imaginarios de control territorial, micropoder y otras violencias
derivadas
Al hablar de control territorial es necesario ampliar el horizonte de
comprensión del territorio como espacio habitado, siendo las intersecciones
relacionales las que permiten la emergencia del micropoder y el orden
preestablecido el que genera violencias derivadas. Para Rodríguez, (2010) el
concepto de territorio, en el marco de las Ciencias Sociales ha promovido la
dinamización de su construcción teórica y práctica, a partir de los análisis de la
interrelación de los factores biofísicos y humano culturales. Hablar de territorio
implica articular la sociedad porque su relación directa se expresa a través del
concepto de territorialidad como pertenencia territorial supeditada a procesos de
identificación y de representación colectiva e individual, que generalmente
desconoce las fronteras políticas o administrativas y no aduce exclusivamente a
la apropiación espacial estatal como determinante externo de un grupo de poder.
El análisis de los factores biofísicos y humano-culturales en el estudio del
territorio, nos permite analizar a la frontera imaginaria como una configuración
territorial emergente del proceso de significación del espacio físico por parte de
un grupo de personas unidas colectivamente para resignificar -las
representaciones sociales previamente instituidas. El territorio cumple una
función social en el marco de procesos de adaptación del individuo a los grupos
sociales; sin embargo, administrativamente también suscribe violencias
simbólicas como la segregación espacial que agudiza las desigualdades y los
59
desequilibrios sociales, económicos, políticos, naturales y culturales resultantes
de la relación individuo – territorio – sociedad.
Trepat et al (2000) subraya que el espacio como el tiempo humanos no
son realidad absoluta, real y objetiva, son una representación resultante de
construcciones sociocognitivas de los individuos mediadas por representaciones
heredadas del ambiente social-relacional y social-cultural. Sack (1997) por su
parte, enfatiza que los individuos son seres geográficos que transforman la tierra
para convertirla en su casa, pero al hacerlo también son transformados, no solo
a través de la acción que implica esta transformación sino por los efectos que
esta tierra trasformada produce sobre la especie humana y sobre su sociedad;
constituyéndose en el soporte de un sistema de relaciones determinadas, a
partir de los elementos del medio físico y de aquellos procedentes del endo y
macrosistema que regulan la vida y la actividad social en función de la
organización interaccional y comunitaria (Dollfus, 1976)
El territorio constituye una forma espacial que dota de significación a las
prácticas sociales, delimitando las conductas colectivas desde modelados
interaccionales sutiles e instituyentes de identidades; es el espacio habitable,
donde las condiciones naturales y ambientales permiten la organización de la
vida en sociedad. A diferencia del espacio geográfico, el territorio es un producto
social, resultante del trabajo que colectivos humanos establecen para alcanzar
sus objetivos comunitarios y socioafectivos dentro de un universo social que los
facilita o restringe. Para Castel (2010) los territorios de frontera son emergentes
de la disfuncionalidad social del macrosistema, por cuanto éste provee
desigualdades cualitativas y cuantitativas a colectivos humanos que terminan
siendo desplazados dentro de una lógica de clasificación hacia los espacios
sociales caracterizados por la segregación espacial; una vez allí, los colectivos
humanos se apropian del espacio dando lugar a un proceso de creación social
que al ser permeado por los poderes estructurales producen micropoderes
generadores de un orden social, que vuelve inoperante el orden simbólico
obstruyendo la lógica integradora de la vida y del Estado. Los micropoderes en
el uso de violencias psicológicas obtienen el control social del territorio, y
establecen las normas internas, condicionando la funcionalidad territorial a los
60
objetivos por ellos trazados, perpetuando las desiguales condiciones de vida y
obstruyendo el acceso al bienestar de sus habitantes (Rodríguez, 2010).
Las fronteras imaginarias son, por tanto, formas espaciales instituidas por
la interrelación entre el espacio territorial y el ambiente social, organizadas por
agentes espaciales concretos y generadores de conflicto quienes determinan
límites imaginarios en función de unos intereses y del uso que cada uno de ellos
esté interesado en otorgar al territorio (Santander, 2010). El territorio de frontera,
por su parte, es un espacio históricamente construido, un conjunto de formas
constituidas por fracciones de la sociedad que implantan dinámicas sociales
incluyentes y excluyentes, instituyendo un conjunto indisociable, solidario y
contradictorio de sistemas de relaciones y de sistemas de acciones imbuidos en
la reproducción condicionada de prácticas sociales, valores y actitudes
interpuestas por estructuras de poder dispuestas a mantener un orden
conveniente y preestablecido a muchas generaciones de niños y jóvenes que
tienden a asimilar dichas condiciones, naturalizando la violencia, profundizando
la fractura social del orden simbólico (Rodríguez, 2010).
Naturalización de la violencia que me lleva a pensar en la violencia
simbólica descrita por Bourdieu (1999) como “esa coerción que se instituye por
mediación de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al
dominante (y, por lo tanto, a la dominación) cuándo sólo dispone para pensarlo
y pensarse o, mejor aún, para pensar esta relación, de instrumentos de
conocimiento que comparte con él y que, al no ser más que la forma incorporada
de la estructura de la relación de dominación, hacen que ésta se presente como
natural” (p. 224). Las violencias simbólicas derivadas del conflicto urbano y la
acción de los micropoderes instauran un imaginario de violencia desimbolizado,
lo que provoca una invisibilización de la violencia, resorte que sostiene y
perpetúa acciones psicológicas -de dominación, dando sentido a la estructura
jerárquica de la sociedad. En Comuna 10, la naturalización de la violencia ha
llevado a la cotidianización de la misma, situación que lleva a aceptar la acción
violenta como una conducta ajustada al orden social instituido, favoreciendo un
conjunto de actitudes, patrones de conducta y creencias que recrean
condiciones de opresión y subordinación de unos por otros. La estigmatización
61
es una de las consecuencias más significativas, no mostrar las condiciones
físicas y cognitivas para defender la trinchera o no participar de los ideales de la
pandilla -lleva a muchos miembros del territorio de frontera a enfrentar procesos
de exclusión, señalamiento y desprestigio, siendo presas de ataques e
intimidación permanente por parte de quienes tienen el control del micropoder y
sienten en el disidente una amenaza (Depetris, 2006).
El microtráfico asociado a las violencias simbólicas derivadas se patentiza
como una importante estrategia de dominación, la adicción de muchos jóvenes
dentro del territorio de frontera a las sustancias psicoactivas les permite a los
cabecillas de las organizaciones ilegales disponer permanentemente de estos
jóvenes para cometer acciones delincuenciales en cuya contraprestación
suministran permanentemente las dosis de droga necesarias para mantener el
control sobre el cuerpo tomado como objeto y blanco de poder. El microtráfico
además agudiza el fenómeno de marginalidad territorial y la violencia urbana, la
cual según Depetris (2006) ocasiona una cultura del terror desde la operación de
sistemas de vigilancia sobre el asentamiento urbano, generando una pérdida
progresiva de la libertad e intimidad en los habitantes, desde la cual los
micropoderes controlan y disciplinan las conciencias de los individuos y de los
grupos al interior de la frontera.
En marco de análisis, podemos entender las fronteras imaginarias desde
tres componentes, físico, histórico y simbólico. El primero está dado por los
micropoderes en disputa territorial; lo histórico se lo entiende desde los
momentos significativos que marcaron la vivencia del grupo social sobre el
territorio (conflicto intergeneracional); y, por último, lo simbólico alude a la
inclusión y exclusión de grupos, normativas o personas como efecto de las
identidades colectivas interpuestas por los micropoderes que establecen el
control territorial (Campos, 2012). A su vez, como construcción colectiva
constituye, una nueva forma de estructura social que remplaza a la ineficiencia
integradora del Estado, constituyéndose en microsistema social vigilante y
reaccionario, donde se perfeccionan desde violencias simbólicas los dispositivos
disciplinarios que aseguran el control del cuerpo y el espacio, reproduciendo la
62
homogenización de la subjetividad y la supresión de toda acción social colectiva
que desestabilice el orden interpuesto.
Los micropoderes permean la conducta social en la imposición de un
modelo generalizable de comportamiento; tal proceso social les permite
incorporar las relaciones de poder interpuestas en la vida cotidiana de las
comunidades dando lugar a la coacción social como otra violencia derivada. Con
frecuencia, los habitantes del territorio de frontera cuando intentan establecer
acciones sociales colectivas que contrarresten los efectos de los micropoderes,
son coaccionados en el uso de la fuerza, o violencia física o psicológica, y
obligados a realizar u omitir una determinada conducta; lo anterior, podría
explicar los bajos niveles de participación y motivación comunitaria evidentes en
dichos contextos. Por otra parte, como señala Pernia (2009) es relevante
identificar el proceso de especialización de los micropoderes en el control
territorial de la vida y el espacio, desde el uso de eficientes mecanismos de
observación que penetran el comportamiento social de los habitantes
determinando sus tareas y sus conductas, asegurando con ello orden y adhesión
social, asegurando la docilidad y la utilidad de todos los elementos materiales y
humanos en orden a la consecución de sus objetivos privados.
Para Santander (2011) los procesos de exclusión, segregación espacial,
vigilancia y coacción dentro de los territorios de frontera llevan a la naturalización
de la violencia, la cual está soportada por construcciones culturales y significados
que atraviesan el modo de vida y la percepción social de los habitantes,
aceptando a las violencias derivadas como parte de la cotidianidad,
resistiéndose incluso al desmonte de los micropoderes sujetos a violencias
estructurales. Las instituciones no son ajenas a la construcción de significados
que contribuyen a naturalizar la violencia, no podemos negar la articulación cada
vez más frecuente entre Estado y delincuencia, lamentablemente la ineficiencia
del aparato judicial y la falta de políticas sociales que contribuyan al
restablecimiento de la autonomía y el vinculo social en los territorios de frontera
permiten a la luz del día la diseminación y fortalecimiento de los micropoderes
desequilibrantes de la vida. Según el estudio realizado por Doré (2007), se
evidencia que entre los efectos de la violencia cotidiana se encuentran: la
63
fragmentación social, debido a que los habitantes en zonas de invasión buscan
un beneficio propio, y el estado de vigilancia y coacción no permite la
identificación y proyección de objetivos comunes desde donde se planteen
formas distintas de habitar el territorio.
De igual forma, Enríquez (2007), afirma que como consecuencia de la
acción de los micropoderes se presenta en los territorios de frontera una
desintegración social que lleva a una desorganización familiar, anomia y una
fuerte tendencia a la estigmatización, en donde se impone a las personas que
se opongan a las prácticas sociales normalizadas descalificativos y conductas
sociales discriminatorias. El estado de vigilancia y control compromete los
derechos ciudadanos, agudizando las consecuencias de la segregación
espacial, imbuyendo a los sujetos al interior de la frontera en el desuso de sus
derechos políticos y en la supresión de cualquier forma de organización social
distinta a la preestablecida. El individuo al interior de la frontera es vigilado en
todo momento por las diversas esferas de control instituidas. Los micropoderes
vigilan, coaccionan y castigan los cuerpos sosteniendo la estructura social
productiva, donde los sujetos pierden total control y determinación volitiva frente
a su vida; pareciera develarse una estructura centralizada. Sin embargo, dentro
de la frontera imaginaria, el poder se ramifica y se multiplica, son muchos los
agentes de violencia con capacidad de acción y coacción. Los poderes
estructurales del exosistema instituyen un orden social dentro de la frontera, para
dicho objetivo se sirven de los agentes comunales del territorio, quienes se
encargan de la ejecución de la acción desencadenando las violencias derivadas;
algunas dinámicas interaccionales asociadas a tal postulado son el sicariato, los
centros de acopio (ollas) y comercialización de drogas, el suministro de material
bélico y la asignación externa de los líderes del micropoder.
Propiciar la autoeficacia desde sistemas estructurales de reforzamiento
ha hecho del reconocimiento social otro mecanismo de control, los agentes
reales en el poder incitan un juego psicológico cediendo aparentemente a los
actores comunales supuesto poder sobre los procesos del territorio (provisiones,
vigilancia y castigo); la frontera imaginaria pareciera escenificar el panóptico
foucaultiano: no existen rostros visibles del poder, sino una diseminación de la
64
acción social colectiva mediada por la violencia, sin ningún actor real
responsable de tales procesos. “El poder circula, decide, actúa, pero el
al que somete no es capaz de identificarlo concretamente, su presencia
es evidente en todos los niveles de la vida social, su profusión de redes lo
convierte en una ausencia aparente y le otorgan un estatuto de
inaccesibilidad que garantiza su eficacia y existencia” (García, 1999, p. 5).
Capítulo III
65
Fronteras Imaginarias, de los espacios heredados a los imaginarios
La comprensión de las violencias urbanas desde el marco de interrelación
del territorio habitado con el ambiente social heredado, introduce los conceptos
de espacios heredado e imaginario, como posibilidad teórica de comprender el
fenómeno de las fronteras imaginarias al interior de Comuna 10. Los espacios
heredados son creencias sobre la función y significado del espacio instituidas en
la dinámica representacional generaciones atrás de la vigente, las cuales
constituyen a su vez un imperativo moral y vincular de secuencia de las acciones
que actualicen los ideales sociales construidos por los antecesores del conflicto
(Castel, 2010). Las formas de organización, el uso del espacio en conjunto de
los imaginarios de disputa territorial constituyen la principal herencia de las
generaciones pasadas actualizadas por los actores vigentes a través de
modelados identitarios que buscan la correspondencia social de los nuevos
actores con los ideales ya dados ‘ya los niños aprenden que de aquí para acá
es nuestro, y que de acá para allá no pueden pasar’ ‘yo también aprendí que
debemos defender nuestro territorio, es cuestión de vida o muerte’.
Los espacios habitados representan las formas rituales y ceremoniales
reproducidas mecánicamente sobre el territorio, son lugares poblados de
personas pero carentes de significaciones genuinas, se transitan en respuesta a
su funcionalidad social arraigada a la condición histórica de la frontera
(Santander, 2010), ‘todas las tardes nos paramos en la esquina… es algo que
siempre se hace, cuestión de parche nada más’ ‘la casa del Tetero, es donde
siempre parchamos, pero uff hace años ese es el cuartel’. Por su parte, los
espacios imaginarios constituyen posibilidades de transito que permiten un
desplazamiento de lo instituido heredado por los instituyente recreado (Castel,
2010). En la praxis cotidiana recrear espacios imaginarios supone el ejercicio de
transformación mental, donde el sujeto inmerso en una dinámica social
reproducida mecánicamente, activa su dispositivo de significación instituyendo
un nuevo orden de significado sobre el territorio habitado, inaugurando a su vez
nuevas formas de apropiación espacial y de acción social colectiva sobre el
territorio (Paterson, 2011).
66
Reconocer las fronteras imaginarias como un espacio heredado, poblado
de tránsitos y despoblado de significaciones subjetivas, advierte al finalizar éste
capítulo la necesidad de generar alternativas de intervención que nos lleven al
tránsito de lo habitado a lo imaginario, a fin de movilizar las estructuras sociales
y dinámicas de violencia instituida en el entorno barrial de la Comuna 10 en aras
de posibilitar salidas ante la naturalización de la tensión social y la reproducción
de las diversas violencias. En la Tabla 5 señalo las categorías y microcategorías
relacionadas en el desarrollo integrativo de éste capítulo.
Tabla 5: Relaciones categoriales en Unidades de Contenido Capítulo III
Categorías Deductivas Microcategorías
Narcotráfico +Pobreza
+Fuentes de supervivencia
+ Provisión bélica
Exclusión Social + Segregación espacial
+ Control territorial
+ Conflicto urbano
3.1 Espacios habitados, heredados e imaginarios
El espacio barrial de Comuna 10 lo observo de una manera diferente
desde las alturas, un cerro en el extremo oriente de la Ciudad de Pasto, que
contrasta en los límites territoriales con la céntrica planicie del centro histórico
del poblado, hoy absorbido por la modernización de infraestructura que arrasa
con las escasas edificaciones que evocan el origen de la infraestructura colonial
de la Capital nariñense. La inserción comunitaria nos permite identificar las
transacciones simbólicas e imaginarias de las comunidades, quizá allí reposen
las más grandes diferencias entre centro y periferia, entre el epicentro del poder
administrativo y el centro de mando de los micropoderes; desde adentro, la
apropiación de territorio nos lleva a la comprensión de la intersección micropoder
– cotidianidad, develando como las estructuras cotidianas modeladas por la
acción de las violencias históricas, demarcan muy diversas formas de habitar el
espacio y simbolizar las interacciones.
67
Comparto el postulado de Enríquez (2007) según el cual los espacios
territoriales en contextos de violencias urbanas están definidos por una triple
operación, a) la producción social de un espacio propio, en la inmediación de los
requerimientos vigentes del conflicto y las tradiciones heredadas sobre el uso y
estructuración de la frontera; b) la confluencia en el tiempo de factores que le
favorecen y c) la edificación de sujetos anónimos que sostienen el ideal de la
violencia y la ciega defensa del territorio. Cooper (2010) subraya que la
habitación de espacios imaginarios en contextos de violencia, supone el
progresivo desplazamiento de las prácticas sociales heredadas por la naciente
co-participación de los miembros comunales en la transformación mental de las
prácticas sociales instituidas, a fin de resignificar las representaciones sociales
dadas por producciones imaginarias emergentes.
Certeau (1996) subraya que la enunciación peatonal permite la
organización imaginaria del espacio, estableciendo los elementos de contexto
desde la identificación de las posibilidades de transito y las prohibiciones que le
impiden avanzar, instando a los sujetos a enunciar de manera diversa los
procesos de significación sobre el territorio sobrepasando los límites del
significado heredado sobre el imaginado, escena desde la cual el caminante
constituye sus límites, su cerca y su lejos, un aquí y un allá, dando lugar a los
espacios recreados. De ese modo, los espacios imaginarios recuperan las
enunciaciones peatonales como el acto de habla que les permite a los habitantes
de la frontera transitar de lo habitado a lo imaginable, entre tanto
conductualmente lleva a los agentes comunales a no quedarse con la
connotación espacial heredada sino a apropiarse simbólicamente de ella,
promoviendo dentro de la dinámica convivencial una locución entre las personas,
los significados y el espacio habitado (Castel, 2012).
Los espacios imaginarios, llevan a los actores comunales al
establecimiento de nuevas formas de acción que les permitan suspender los
efectos de la acomodación sobre el espacio recreado, condición que posibilita la
desnaturalización de la violencia, entre tanto trastoca las formas de significación
heredadas y reproducidas en la conducta social esperada, por nuevas formas,
68
estilos y modos de habitar el territorio. Certeau (1996) propone que el uso define
el fenómeno social mediante el cual un sistema de comunicación se manifiesta
en la realidad, constituyendo un estilo del uso, una manera de ser y una manera
de hacer, introduciendo dentro de la invención de lo cotidiano la noción de una
"retórica habitante” donde los tropos permiten las sustitución de significaciones,
proporcionando la posibilidad de apropiación de los lugares, desde la cual se
sustituye la condición del espacio heredado, por el espacio imaginado. Para tal
empeño, descubre dos figuras de estilo fundamentales: la sinécdoque y el
asíndeton, la primera que consiste en emplear una palabra con una significación
que forma parte de un sentido diferente de esta palabra, llevando a los actores
al desplazamiento de las significaciones modeladas y el asíndeton desde la
supresión de nexos sintácticos, conjunciones y adverbios, en una frase o entre
varias frases lo que permite el establecimiento de relaciones entre diversos
recursos del espacios previamente inamovibles.
Habitar espacios imaginarios en contextos de violencias urbanas, lleva a
los participantes a decodificar las estructuras semánticas yuxtapuestas por los
micropoderes que sostienen un orden de significación heredado, de modo que
se suspendan los efectos del modelado y se recupere el potencial imaginario del
lenguaje como constructor de nuevas formas de comprensión y habitación del
espacio. Castel (2010) expone el renombramiento como acción discursiva sobre
la cual, los lugares y los espacios cotidianos se abren metafóricamente trazando
la ruta hacia la movilización del territorio, los nuevos nombres se apartan de las
significaciones heredadas y los lugares comprendidos como realidades objetivas
dadas, permiten al participante el tránsito de lo habitado a lo habitable, allí la
frontera imaginaria sobrepuesta por los micropoderes por encima de orden
simbólico de la ciudad es desplazada por los sentires y sentidos emergentes de
las nuevas constelaciones y con ellas emergen formas de comprender la
frontera, ya no como un límite mental sino como la inmanente posibilidad de
transito.
Las constelaciones de sentido procedentes de las representaciones e
imaginarios sociales sobre el territorio, vinculan acciones y significados,
relacionando pasos y direcciones que permiten la liberación del espacio
69
heredado para ser nuevamente imaginado, circulando nuevas significaciones y
relaciones entre prácticas espaciales y prácticas significantes (Castel, 2010).
Una vez constituidos, los espacios imaginarios designan transcursos que llevan
a nuevas apropiaciones espaciales, convirtiendo el significado en dispositivos
simbólicos que organizan el territorio integrando discursos que prescriben un
nuevo orden imaginario, recreado y habitado. La frontera imaginaria al contrario
constituye un foco de significación donde se excluyen discursos, llevando a los
habitantes a asumir un totalitarismo funcionalista donde se delegan funciones,
se ordenan acciones y reproducen estrategias poblando el espacio habitado de
prácticas sociales mecanizadas y de sujetos desprovistos de autonomía. La
frontera como instituyente de un orden simbólico en su interior contiene una serie
de estratificaciones que diferencian los roles pero no los relatos, estos parecieran
privatizados, estando las familias e individuos sujetos a totalizadoras formas de
ver, comprender y habitar el territorio reducido a unas cuantas cuadras
demarcadas por insinuaciones gráficas de violencias simbólicas en postes de
electricidad, sobre el suelo o en las paredes.
El espacio habitado de Comuna 10 está delimitado por el influjo estructural
del micropoder que ejerce funciones sobre la frontera, obstruyendo las
posibilidades de paso a otros paisajes espaciales mucho más abiertos,
transitados y plurales. Los sistemas de control sostenidos desde la vivencia de
una paranoia colectiva, limita las posibilidades de recrear espacios imaginarios
por cuanto los discursos son modelados por la práctica social homogenizando
los relatos y las percepciones colectivas frente al afuera y el adentro. El orden
instituyente de la frontera recrea desde el micropoder una serie de normas,
costumbres y valores, los cuales constituyen un poder cultural que intenta regir
las conductas e impone reglas de juego delimitando lo posible y lo prohibido
dentro del espacio reproducido y habitado. La imposición de un orden estructural
por parte de los micropoderes implica la pérdida de vigencia del sistema jurídico
nacional y una ruptura en el orden ecológico. Las familias y los individuos se
ajustan a los condicionamientos impuestos declinando la posibilidad imaginada
de restitución de la condición ciudadana como sujetos de derechos. Al interior de
la frontera, son evidentes los procesos de cosificación donde el fluido
socioafectivo oscila entre el afecto a quienes aceptan y recrean las normas
70
instituidas y el odio, el exilio o la muerte para quienes la cuestionan, evidenciando
una suerte de orden social totalitario, un único eje operativo de acción, la
violencia.
Siguiendo a Paterson (2011) frente al orden social totalitario, los espacios
imaginarios recuperan la posibilidad de tránsito hacia un orden cultural
instituyente dentro de la frontera, entre tanto lleva a los individuos y familias a
recuperar la posibilidad imaginaria de sustitución de las normas impuestas desde
la facilitación de nuevos procesos de autoorganización, propiciando en la
introducción de nuevos elementos sobre el territorio que el espacio habitado
dentro de la frontera imaginaria se organice de modo significativamente diferente
a lo esperado por los micropoderes. Los espacios imaginarios potencian una
energía creadora que busca nuevas procesos de significación que permiten a su
vez la deconstrucción de lo heredado, proyectando el territorio como orden
interaccional instituyente, en la dinamización de las significaciones posibles que
recupera en los microsistemas la posibilidad de transito, de espacios heredados
(dados) a espacios imaginarios (construidos) donde se movilice lo
territorialmente localizado con una clara tendencia a constituir formas superiores
de convivencia y de integración comunitaria plena, transformando las relaciones
ecológicas desde la recuperación de las identidades subjetivas.
Para Certeau (1996) “Los lugares son historias fragmentarias y
replegadas, pasados robados a la legibilidad por el prójimo, tiempos
amontonados que pueden desplegarse pero que están allí más bien como relatos
a la espera y que permanecen en estado de jeroglífico, en fin simbolizaciones
enquistadas en el dolor o el placer del cuerpo”(p.86). Postulado no lejano a las
percepciones verbales y silenciadas por los micropoderes en Comuna 10,
recuperadas desde relatos velados, pasados habitados por las muertes
intergeneracionales que pueblan en la mente de los nuevos actores de violencia
el deseo de sostener la frontera como espacio heredado para sustentar el
propósito de sus padres y abuelos entorno a la venganza de las muertes de
sujetos que ni siquiera fueron por ellos conocidos, manteniendo las condiciones
intergeneracionales, espaciales y estructurales que determinan la violencia
urbana en su contexto.
71
3.2 Espacios heredados, tensión social y crisis humanitaria.
La principal concepción de violencia barrial nos remite a actos delictivos
bajo el esquema víctima/victimario dentro de un contexto territorial urbano que
tiene como epicentro un barrio o zona crítica, al concentrar una diversidad de
problemas sociales (Cornejo, 2012); lamentablemente, los esquemas de
violencia barrial conllevan a la estigmatización global del territorio, llevando a la
ciudadanía o pobladores externos a la atribución de significaciones, contenidos
e imágenes en la generación de prejuicios y estereotipos discriminatorios frente
al territorio específico y los que lo habitan.
En el marco del proceso de intervención el espacio heredado pudo
apreciarse desde dos contextos: uno, desde una dinámica interna, como un
escenario natural de conflicto de intereses, donde un individuo, grupo o
comunidad (micropoder) ejerce control social sobre las condiciones de vida de
una comunidad y, otro, desde una dinámica externa, como una forma de
violencia simbólica, donde se imponen prácticas, discursos y reglas que
obstruyen el orden jurídico, instituyendo otras formas de interacción, cuyo
principal efecto es la estigmatización y exclusión de los habitantes del meso y
exosistema, como la inoperancia del macrosistema (Santos, 2010); de allí, que
para la mitigación de procesos de violencia, sea necesaria la transformación del
macrosistema en la creación de oportunidades de acceso al empleo, a los
servicios básicos y la educación popular, como la principal contribución al
mejoramiento progresivo de la calidad de vida y la disminución de los efectos de
la violencia barrial, neutralizando procesos psicosociales emergentes de la
tensión social (García, 1999).
Para Santander (2010), los barrios se han convertido en el epicentro de
una crisis humanitaria creciente, los contextos urbanos tras el fenómeno del
desplazamiento forzado, la progresiva pérdida de fertilidad de la tierra, el
imaginario de mejores oportunidades en la ciudad, la delincuencia común barrial
o sistémica, las altas tasas de pobreza y desempleo, sumado a la ineficiencia de
las políticas estatales, conllevan en la escena de la Comuna 10 de la Ciudad de
72
Pasto a una creciente tensión social dado el colapso institucional y comunitario
evidente en procesos psicosociales como la apatía, la percepción creciente de
inseguridad, los escasos procesos de comunicación y participación comunitaria,
en conjunto con el consumo de sustancias psicoactivas, la organización
delincuencial, el trazo de fronteras imaginarias y la economía informal.
Elementos que confluyen en lo que Montoya (2012) define como crisis
humanitaria, producto de la intersección de multiplicidad de factores
denominados como emergencias complejas, debido a que su mitigación
involucra la intervención de diversos fenómenos; es así como la violencia barrial
hace parte de las estructuras sociales profundas, reproduciendo tanto valores,
modos y condiciones de vida como modelos comunitarios, desde imaginarios
sociales que dificultan procesos de inserción y dinamización de la acción
comunitaria.
No es fácil el acceso a los contextos de violencia urbana, los actores viven
una paranoia y su afán de legitimación propende por la vulneración de cualquier
tipo de derechos (Santander, 2010), vivimos inmersos en la lógica de la
sospecha donde cualquier intento de investigación-intervención es interpretado
como intrusión en estructuras cerradas de poder (Ceballos & Campos, 2011),
lamentablemente, el estigma al que son sometidas las comunidades, ‘a esas
zonas nadie entra’ refuerza resistencias profundas que obstaculizan el ejercicio
emancipador de la acción comunitaria, siendo la exclusión social otro factor
asociado a la crisis humanitaria. En efecto, los espacios heredados en el seno
de las fronteras imaginarias perpetúan escenarios de tensión social que
conllevan a la progresiva desintegración del tejido comunitario, invisibilizando
actores, desarticulando comunidades y reproduciendo modelos de tensión
social. Para Santander (2010), la violencia barrial desencadena procesos de
desestructuración familiar y malestar comunitario, llevando a los habitantes de
zonas marginadas a habitar la escena de la desesperanza fraguada por el
abandono estatal y las violencias psicológicas ejercidas por los micropoderes.
Ceballos y Campos (2011) afirman que la violencia barrial altera profundamente
la composición, funcionamiento y proyectos de vida de los individuos y
comunidades generando procesos de estigmatización global que interfieren las
relaciones laborales y la socialización de los habitantes dentro y fuera de la
73
frontera. Estigmas que posibilitan la concepción de crisis humanitaria en
contextos urbanos y que se suman a dinámicas relacionales e institucionales
emergentes de la violencia barrial, tales como: a) las múltiples agresiones a
personas, familias, comunidades e interventores sociales por parte de los
diversos actores de violencia barrial o de redes organizadas del delito; b) la
desprotección de las comunidades e inoperancia de las instituciones estatales;
c) la revictimización de las víctimas en medio de los conflictos barriales, como
efecto de la falta de denuncia y acompañamiento del estado en la defensa de
derechos humanos; d) las amenazas y atentados a los líderes comunitarios que
se resisten a las dinámicas de violencia y microtráfico dentro de sus barrios, y
los obstáculos para los grupos de interventores sociales que acompañan a las
comunidades en riesgo; e) los bloqueos o dificultades de acceso a las
comunidades, lo que impide la libre movilización y abastecimiento o búsqueda
de protección o apoyo humanitario, constituyendo un severo menoscabo de las
condiciones de vida digna y el derecho de seguridad; f) la estigmatización y
silencio de las víctimas por temor a nuevas agresiones, y la desinformación de
los entes de gobierno, por difícil acceso o simplemente por desinterés; g) los
altísimos niveles de impunidad que perpetúan los espirales de violencia desde la
venganza como forma sistémica del deterioro comunitario, ocasionando un
continuo de agresiones y destierro de víctimas y victimarios, en un fenómeno
circular y patológico del homicidio a la venganza, de la venganza al homicidio.
Lo anterior, conlleva a la agudización de la tensión social cuya fractura
desencadena una profunda crisis humanitaria consecuencia del deterioro
creciente en el nivel de vida al interior de la frontera donde se vulneran los
derechos humanos y constitucionales (Montoya, 2012), en efecto, la tensión
social acelera los procesos de empobrecimiento, exclusión, desigualdad,
sometiendo a las comunidades y sus habitantes a condiciones de vida que
vulneran la dignidad humana y todas sus posibilidades (Santander, 2010). La
violencia urbana y las fronteras imaginarias se constituyen en una experiencia
cotidiana que va mucho más allá de hechos delictuales en el espacio público
(criminalidad violenta) o de la violencia doméstica, sino también como una
categoría social impuesta, como estigma territorial y dinámica transaccional de
los habitantes de sectores sociales marginados, estructurándose al interior de
74
los entornos barriales, relaciones de poder en contextos de desigualdad,
exclusión social y segregación espacial (Cornejo, 2012).
La violencia barrial más allá de ser una forma inadecuada de resolución
de conflictos (Frigerio, 2004), es un fenómeno social sumamente complejo que
requiere claridad sobre las causas que anudan y retroalimentan al interior de los
núcleos urbanos su existencia. De este modo, en procesos de acción comunitaria
se debe entender a la violencia barrial como un conflicto al interior de las
comunidades, donde tanto victimas como victimarios son actores sociales con
diversas lecturas e intereses, siendo la base primaria de la intervención la
facilitación de procesos de negociación, que lleven desde la participación activa
al reconocimiento de sentidos comunitarios y puntos de acuerdo, en aras de
generar la integración comunitaria desde el re-direccionamiento de potenciales
recursos hacia la consecución de metas sociales (Ceballos & Campos, 2011).
Se ha comprobado que las condiciones comunitarias de violencia social,
surgen a partir de factores emocionales, cognitivos, físicos, sociales y culturales
que intervienen en los procesos de organización social, por tanto se destaca la
necesidad de activar procesos de resiliencia comunitaria para fomentar
ambientes saludables que permitan desarrollar habilidades para enfrentar
necesidades y conflictos (Camacho, 2009) habilitando en los barrios espacios
imaginarios, donde la movilización social genere procesos de resistencia
comunitaria, organización y autogestión como garantías políticas en la re-
significación del tejido social hacia la conquista de espacios vitales, donde los
agentes comunales potencien factores protectores frente a la violencia,
permitiéndose desde la activación de espacios habitables el despliegue de su
potencial creativo en la resolución de conflictos (Melillo & Suárez, 2001)
cuestionando el asistencialismo como política paliativa de mitigación que excluye
el potencial de las bases comunitarias, dinamizando roles participantes dentro y
fuera del barrio a favor de transformaciones profundas, complejas y planetarias.
3.3 Espacios imaginarios posibilidades de tránsito de lo heredado a lo
habitable.
75
El análisis de la complejidad de los fenómenos y procesos sociales
inmersos en las dinámicas de violencias urbanas, constituye el punto de partida
para todo intento de prevención o de intervención en territorios de frontera
(Davis, 1987). Los modelos integrativos desde el reconocimiento del potencial
ecológico de la realidad social como sujeto proceso, me llevan a precisar la
necesidad de nutrir los espacios de convivencia barrial dinamizando los
contextos de interacción entre los actores con voz activa y pasiva, a fin de
generar reales movilizaciones significativas, donde la violencia no se comente,
se transforme, como una nueva posibilidad de comprensión del otro.
Para Salas (2012) inaugurar la vida implica habitar un espacio con el otro,
donde los interrogantes recuperen la emergencia de la alteridad como una
escena posible; mientras Castel (2012) sostiene que lo imaginario recrea esas
escenas posibles en la negociación de sentidos comunitarios que direccionan al
individuo en contexto desde la interacción hacia la creación simbólica de aquellos
lugares anudados por la imaginación. Es así, que dentro de las intervenciones
comunitarias el recobrar la validez del deseo en el reconocimiento de los sujetos
participantes como reales agentes de dinamización, permite tomar propiedad de
escenarios que aún no tienen lugar, al estar condicionados por las dinámicas
instituyentes de los espacios heredados (Ardilla & Bonilla, 2006).
Los espacios imaginarios, toman como escena primaria de creación a la
mente en su confluencia con el sentir siempre activo y dinámico, posibilitando
sentidos de identidad colectiva y pertenencia grupal, factores psicosociales
fundamentales en la estructuración de procesos de vinculación afectiva dentro
de la frontera (González, 2002). En el tránsito de lo heredado a lo habitable, la
creación imaginaria permite de intersecciones semánticas donde los actores
puedan desde nominaciones particulares habitar esos nuevos lugares, dando
cimiento a renovadas formas de interacción y comprensión de la otredad (Tols,
2010). Para Dyer (1998) es la nominación la que concede cimientos imaginarios
a esos lugares de interacción, de modo que para abrir lo imaginario como
posibilidad de tránsito es necesario establecer la infraestructura simbólica que le
da vitalidad a dichas posibilidades desde la facilitación de reciprocidades
conjuntas que conlleven a un pacto de creación simbólica, donde los símbolos
76
originarios son instrumentos que permiten revertir procesos de alienación,
indiferencia y conflicto, evocados cuando los sujetos mecanizan la cotidianidad
heredada, ocupando el espacio y despoblando aquellos lugares habitables (Tols,
2009).
Habitar el territorio supone recrear desde la cotidianidad espacios
imaginarios para entretejer sentidos y transformar el momento desde otras
escenas de significación, donde la emergencia de los espacios habitables
permita decodificar estructuras de sentido sobre lo cotidiano (González, 2002).
Los espacios habitables encuentran un gran obstáculo de creación en el sistema
social parcializado y excluyente en medio de la tensión social y crisis humanitaria
provista por el creciente mundo globalizado e individualizado, el cual hace de la
desnutrición afectiva propuesta por Linares, (2000) una condición trasversal en
las dinámicas de violencia urbana, de allí la necesidad de ofrecer desde el arte
y las intervenciones de grupo una re conexión existencial y ecológica con las
estructuras sociales desconectadas por la frontera, para flexibilizar las
resistencias heredadas concatenando procesos de rectificación subjetiva, donde
los individuos y familias logren posicionarse desde su rol ante los escenarios de
violencia.
En la visualización de nuevos contextos de convivencia, es necesaria la
inserción comunitaria de los investigadores, en la dinamización de roles
participativos dentro de un sistema relacional concertado con los actores en la
escena de frontera, a fin de dialogar con sus identidades comunitarias (Lester,
2009). Clemes, Harris, Bean & Reynold (1998) sostienen que la identidad
comunitaria tiene una doble función: optimizar y potencializar al sujeto, o
desvanecerle irrumpiendo en el reconocimiento del propio potencial y en la
construcción de las identidades individuales sujetas a un proyecto de vida
emancipador, no obstante, para Castillo (2010) los procesos de influencia grupal
desde la reproducción de espacios heredados sostiene modelados que permean
la identidad social de los grupos urbanos, haciendo que muchos jóvenes adopten
roles pasivos y conductas disruptivas, en obediencia y sometimiento a criterios
grupales cuyo efecto es el establecimiento de procesos de enajenación de la
conciencia.
77
En ese sentido, es necesario para lograr un proceso de subjetivación e
implicación responsable de los actores barriales en la movilización de los
territorios de frontera, permitirles herramientas para la construcción imaginaria,
profundizando sobre procesos de autoreferencia donde identifiquen cuales de
sus conductas y pensamientos se generan de forma irreflexiva e involuntaria,
Álvarez (1992) afirma que los jóvenes están cargados de dudas, por ello transitan
un terreno sin certezas, actúan sin pensar y sienten sin medir las consecuencias
de lo que hacen. En este terreno, se reconoce la importancia del principio de
incertidumbre y de las preguntas, como facilitadoras de la construcción
imaginaria de pactos simbólicos, permitiendo en los contextos interaccionales la
edificación de espacios habitables (Tols, 2010).
Es así, que para poder habitar espacios imaginarios, la mayoría de
expectativas deben estar sujetas a que los habitantes de frontera encuentren en
los espacios recreados una oportunidad para cuestionar dilemas inmersos en su
cotidianidad, dichas expectativas sin duda tienen lugar en seno de sus
vinculaciones afectivas primarias: familia, amigos, compañeros dentro de los
endosistemas hogar, barrio y frontera; en éste sentido, Collazo (1993) plantea la
necesidad de articular la acción cultural a los contextos de vida donde están
inmersas las fronteras imaginarias, facilitando el dispositivo de escucha y palabra
donde se garantice la prevalencia del sentido de vida sobre el carácter disruptivo
y heredado de la violencia urbana.
En la reproducción de lo heredado, en Comuna 10 se identifican procesos
de autoreferencia, la frontera es el lugar espacial al que pertenezco y
pertenecieron familiares y amigos, lo cual suscita en los habitantes un
sentimiento de posesión territorial, habitado y delimitado por las prácticas
sociales impuestas por los micropoderes. La representación espacial hace de los
lugares un epicentro de significación homogénea, transado por una cotidianidad
que alerta en el límite de la frontera sobre la posibilidad de lo nuevo como una
amenaza territorial, dada la vivencia de la paranoia colectiva y el interés
desfasado por controlar todo movimiento que amenace alterar el orden social
habitado. Lo heredado condensa las identidades sociales recreadas al interior
78
de la frontera, dinámicas sujetas al tiempo, los movimientos internos y la
apropiación del territorio, lo imaginario es desplazado por la reproducción
homogénea de conductas sociales instituidas, las cuales obstaculizan el transito,
el paso de estadios de masificación a estados intersubjetivos, donde la
capacidad de asombrarse recree al interior de la frontera ecológicas formas de
comprender y transformar los conflictos y espacios heredados.
Lo imaginario provee nuevos escenarios de actuación, los lugares fundan
paradigmas de significación, facultando a los actores la posibilidad de tránsito
hacia nuevos procesos de autoorganización que prescriban la homeostasis
social alcanzando el equilibrio entre el sujeto y los sistemas sociales inoperantes
dentro de la frontera (Cooper, 2010). Es común identificar, como el territorio
demarcado por la frontera imaginaria en Comuna 10 instituye un marco
normativo que desplaza el orden de operancia jurídica, estando los valores
heredados (valentía, fuerza, rudeza) sobre los principios universales de
convivencia, respeto a la vida, la dignidad e integridad humana; lo válido para
los micropoderes en disputa es el éxito de la ‘vuelta’ sin importar el nivel de
afectación causado sobre la víctima o el enemigo (muerte, lesión cerebral, daño
físico irreparable…).
Las acciones colectivas ejercidas desde la frontera irrumpen con el orden
social y los imaginarios de convivencia, demarcando procesos de segregación y
estigmatización social por parte de los habitantes de los sectores aledaños a la
frontera imaginaria. El conflicto es cosa de todos los días, un balón de futbol, un
atraco o simplemente una mirada pueden desencadenar una pelea instaurando
el orden cotidiano de la tensión social como dinámica instituida y heredada por
los micropoderes poco dispuestos a abandonar la trinchera. Paterson (2011)
señala que en los territorios de frontera las fricciones y agresividad se alertan
cuando dos actores confluyen en tiempo – lugar sobre un mismo espacio, la
violencia no se hace esperar, lo diverso desestabiliza y la fuerza se posiciona
como la única herramienta que permite la recuperación de un espacio exclusivo
y excluyente ‘nosotros y nadie más’.
79
Marcel (2010) subraya que la frontera imaginaria supone un espacio para
dominar o un espacio para habitar, en ella los límites territoriales están ceñidos
a procesos de control mental y social, donde los espacios poblados se
encuentran despoblados de significación, entre tanto la reproducción de lo
heredado demarca prácticas sociales y acciones instituidas
intergeneracionalmente demarcando un espacio de representación cerrado. Los
espacios heredados presentan esquemas de significación donde la frontera se
defiende como un espacio privilegiado de actuación y reproducción social, que
produce y conduce un tipo de psicología grupal, un ambiente específico
apropiado para fortalecer identidades colectivas y demarcar subjetividades
comunitarias. En Comuna 10 es evidente la diferenciación entre pandillas, cada
lado de la frontera produce formas de acción, interacción y control, sin embargo,
toda forma de apropiación del espacio es violenta; Cooper (2010) señala que
dentro de las violencias urbanas, colonizar un territorio supone eliminar todo
rezago de los anteriores habitantes, borrar los símbolos del espacio y coaccionar
homogéneas formas de interacción.
Cuando se generan espacios de apropiación del territorio las fronteras
cambian sus límites y los micropoderes instituyen su orden social. Posterior a las
disputas violentas entre los micropoderes, el bando que se lleva la victoria tiende
a generar dos procesos: a) invasión, ocupación rápida del espacio habitado y el
territorio de frontera del micropoder derrotado el cual es expulsado, ‘si ganamos
no apoderamos del su territorio, si nos ganas, tenemos que irnos de acá o nos
matan ’b) la anexión, apropiación paulatina del espacio en la reproducción de
prácticas sociales heredadas sobre el espacio habitado por el otro micropoder
‘cuando sabemos qué el otro bando va a volver, no nos metemos a su parche,
pero si pasamos más tiempo allá, parchamos al otro lado’ ‘hacemos varias cosas,
se juega, se rumbea, mera recocha…y la gente q se queda y las niñas les gusta’.
Con regularidad, miembros de los micropoderes derrotados al cabo de unos días
retornan violentamente al escenario de frontera a recuperar su espacio, su
trinchera, retornando con ello la tensión social dentro del territorio de frontera.
En todo caso, se necesita una notable fuerza de impacto, para sostener el
espacio invadido y generar una reproducción constante y masiva de las prácticas
heredadas.
80
Paterson (2011) sostiene que los espacios imaginarios recrean en los
contextos de violencias urbanas y los territorios de frontera una posibilidad de
tránsito no centralizada en el movimiento sobre el espacio, tal como en los
espacios de apropiación que reproducen prácticas heredadas de violencia; sino
como proceso intrapsíquico de reconexión del sujeto con su entorno y las
posibilidades creativas que devienen tras la recuperación del asombro. Pernia
(2009) sostiene que la recuperación de la capacidad del asombro en miembros
de pandillas y micropoderes favorece procesos de transformación de las
violencias simbólicas y físicas instituidas, el asombro provee una nueva
sensibilidad ante lo real, un cuestionamiento subjetivo frente a las acciones y sus
consecuencias, así como también la institución de nuevas formas de
significación donde la mente se halla abierta al mundo haciendo del espacio
heredado un motivo de sorpresa y del espacio habitable una acción social
subjetiva que transforma las prácticas heredadas y dispone la remoción de la
frontera.
En así que nos convoca la necesidad de seguir profundizando en la
comprensión práctica de las fronteras imaginarias, desde el develamiento
fenomenológico de las relaciones teóricas y vivenciales que soportan el creciente
fenómeno en la Comuna 10 de Pasto. El marco de comprensión abordado
argumenta la relevancia teórica y contextual del presente estudio, como aporte
significativo en la fundamentación dialógica e integradora de los elementos que
dinamizan los territorios de frontera permitiendo la comprensión de diversas
construcciones en torno a las fronteras imaginarias, información que servirá de
sustento en la propuesta de intervención doctoral, donde se buscará recrear
estrategias de intervención en la creación de espacios imaginarios que permitan
la disminución de la violencia y el redireccionamiento del potencial humano de
los actores hacia la integración comunitaria.
81
Conclusiones
La aproximación fenomenológica al estudio de la violencia urbana y las
fronteras imaginarias sobre el territorio permitió desde las técnicas de
recolección de información el abordaje del fenómeno desde la experiencia vital
de los participantes, abstrayendo estructuras de sentido desde la cotidianidad,
aquella experiencia de creación donde la realidad se hace permanentemente. En
coherencia con el método se cuestiona a lo largo del documento la verdadera
naturaleza de los fenómenos asociados al campo de estudio, propiciando un
acercamiento a las estructuras significativas y dinámicas inmersas en los ciclos
sucesivos y heredados de la violencia barrial en el contexto urbano de la Comuna
10 de la Ciudad de Pasto. Asimismo, se introducen descripciones de los
significados existenciales desde hechos sociales mecanizados y esperados,
desde los marcos categoriales del espacio habitado, heredado e imaginario;
omitiendo posibles descripciones estadísticas de las variables en estudio.
Se propone por tanto un informe sistemático, autocrítico e intersubjetivo,
desde la contextualización del fenómeno en estudio en el macro sistema social;
la inmersión descriptiva y comprensiva del exo y endosistemas donde se
producen procesos psicosociales vinculantes con la producción de violencia
urbana y la institución de fronteras imaginarias sobre el territorio de Comuna 10;
e interpretativa en el análisis de las dinámicas derivadas de las fronteras
imaginarias, sus tránsitos y posibilidades. En el marco de la intersubjetividad se
propendió por el develamiento de los significados o definiciones compartidas por
los participantes sobre determinadas prácticas sociales o definiciones
reproducidas al interior de la frontera, como recursos discursivos para la
interpretación de las dinámicas y estructuras de significación inmersas en la vida
social y cultural del territorio. Y autocrítico en el ejercicio cualitativo y permanente
del develamiento de prejuicios a fin de minimizar los efectos de yuxtaposición del
análisis del investigador sobre la experiencia misma de los participantes; lo
anterior por cuanto, los investigadores con frecuencia tendemos a establecer
modelos y marcos interpretativos de la realidad sin indagar las condiciones
históricas y el mundo de la vida del fenómeno en estudio.
82
El abordaje metodológico aportó relevantes insumos siguiendo el
esquema de actuación propuesto por Spiegelberg (1975) en el desarrollo de las
seis fases de develamiento y su consiguiente integración conceptual:
1) Descripción de las violencias urbanas desde el marco nacional al local.
2) Búsqueda de múltiples perspectivas de comprensión, al incorporar
diversos procesos psicosociales como la marginación, exclusión social,
microtráfico, micropoderes, pandillas y violencias simbólicas en la interpretación
del fenómeno de fronteras imaginarias en Comuna 10.
3) Búsqueda de la esencia de las estructuras de sentido, a través del
marco de significación de los espacios heredados y los habitados como forma
cotidiana de reproducción de conductas y prácticas sociales violentas.
4) Constitución de la significación, a partir de síntesis de los diversos
insumos discursivos en categorías de análisis capitulares del presente
documento.
5) Suspensión del enjuiciamiento, en del develamiento progresivo de
prejuicios que falsen desde mi propio interés los resultados arrojados.
6) Interpretación del fenómeno, donde me propuse sacar a la luz los
significados ocultos, desde la reflexión de las categorías emergentes que
profundizarán en la comprensión del fenómeno de las violencias urbanas y las
fronteras imaginarias sobre el territorio de la Comuna 10.
Entre los alcances metodológicos, la fenomenología se presenta como
una importante herramienta metódica para el abordaje de las violencias urbanas,
cuando el marco de antecedentes no reporta investigaciones previas sobre el
contexto, o la investigación se propone como el primer acercamiento del
investigador con tal realidad social. Entre los insumos relevantes de la
metodología, me permitió darle primacía a la experiencia subjetiva de los
participantes portadores reales del conocimiento del contexto, focalizando las
técnicas de recolección de información en la indagación de cómo los actores
experimentan e interpretan la violencia urbana desde el territorio de frontera,
delimitando pautas sociales de creación e interacción.
83
El método fenomenológico supone la comprensión de las significaciones
que proveen sentido a la creación del mundo de la vida, ofreciendo al
investigador un sinnúmero de preguntas orientadoras del proceso de
investigación; en efecto, el presente informe busca responder ¿Qué son las
fronteras imaginarias? ¿Cuáles son los factores asociados a su institución y
permanencia en Comuna 10? ¿Existen procesos estructurales determinantes de
las violencias urbanas? ¿Cuál es la asociación entre micropoderes, marginación
y fronteras imaginarias? ¿Qué rol social y vinculante cumplen las pandillas al
interior de la frontera? ¿Qué imaginarios de control territorial existen y permean
las prácticas sociales? ¿Cuáles son los espacios heredados y habitados? ¿Qué
posibilidades ofrecen los espacios imaginarios para el tránsito de lo heredado a
lo habitable? Cuestionamientos que pretendo resolver en los siguientes párrafos
de éstas conclusiones.
En el mundo de la vida, al interior de las violencias urbanas, los conceptos
teóricos no alcanzan a precisar la dimensión representacional que las fronteras
imaginarias adquieren para quienes históricamente viven y heredan la violencia
como una pauta social adquirida y replicada intergeneracionalmente. Algunos
elementos de confluencia con la teoría, se dan en el campo de la función social
de la frontera imaginaria en los contextos de violencia. Sin duda, la información
recolectada en el contexto constata las conclusiones obtenidas en otras
regiones, al plantear que las fronteras imaginarias imponen unos límites
imaginarios y mortales sobre el territorio, estructurando un radio de acción en
cuyo interior se homogenizan identidades, se estipulan líneas de mando y se
sancionan comportamientos sociales no ajustados a las demandas del
micropoder que controla el territorio.
En efecto, en Comuna 10 es explicito como la frontera imaginaria
homogeniza patrones de comportamiento e identidades desde la reproducción
de prácticas autoritarias que limitan la libertad de elección de quienes desean
elegir otro estilo de vida sin tener que abandonar su territorio. A su vez, la frontera
marca y protege el espacio cotidiano llevando a los miembros rasos, a la base
colectiva de los micropoderes a una pérdida progresiva de la autonomía,
situación que obstaculiza procesos de resocialización y transformación de la
84
lógica de significación al interior de la trinchera; sin embargo, la frontera también
imprime un carácter adaptativo desde el plano de la supervivencia, no reproducir
pautas sociales de violencia supondría dejar de estar a la defensiva y ser presa
de ataques que pueden terminar con la propia vida. Es así que me permito inferir
que el territorio como marco representacional instituye desde las conductas
sociales procesos de adaptación del individuo a la naturaleza trasversal y
colectiva de la violencia urbana.
Destaco en el contexto de investigación procesos sociales estructurales y
locales que instituyen desde las macroestructuras territorios de frontera y
dinamizan en los microsistemas violencias urbanas, éstos son la marginación,
segregación espacial, estigmatización popular, microtráfico e instalación de
micropoderes. La marginación históricamente ha estado asociada a la
segmentación de los espacios de convivencia a partir prejuicios sociales y
estereotipamientos, los cuales llevan progresivamente a la estigmatización y
exclusión social. En efecto, la marginación debe entenderse en doble vía al
implicar una serie de dinámicas y procesos histórico-sociales recreadas desde
la estructura coyuntural del macro sistema y activada desde las dinámicas del
microsistema a partir de las cuatro dimensiones que la explican, a saber: la
espacial, sociopsicológica, sociocultural y política. En Comuna 10 podría afirmar
que las violencias urbanas acrecientan condicionamientos sociales y modelados
que facilitan la institución de fronteras imaginarias entre estas: el difícil acceso
vial, contar con espacio habitacional reducido en comparación con el número de
habitantes y estar ubicada en un sector periférico de la ciudad, asimismo por
cuanto sus habitantes presentan baja participación y nivel educativo, pasividad
en la organización comunitaria, bajas tasas de ocupación laboral en puestos de
trabajo formales y una tendencia heredada y generalizada en la búsqueda
informal e ilegal de recursos. Lo anterior, retroalimentado por la inoperancia
gubernamental, en la falta de políticas sociales serias que contribuyan en la
minimización de los niveles de pobreza y fortalezcan el aparato judicial en la
lucha contra las estructuras delincuenciales que se sirven del accionar de los
micropoderes al interior de las fronteras, captando a los jóvenes para el
cumplimiento de actividades delictivas.
85
En cuanto a la segregación espacial, la comprendo como la separación
residencial de Comuna 10 en materia de acceso y demarcación limítrofe con el
conjunto de la ciudad, situación que profundiza las diferencias y desigualdades
sociales. Los planes de ordenamiento territorial en Colombia, entre ellos el de la
ciudad de Pasto se caracterizan por el mejoramiento progresivo de las
condiciones de vida de las clases medias y altas, y el abandono gubernamental
de los territorios de frontera donde se presentan servicios básicos insatisfechos;
no obstante, más allá de la típica segregación espacial encuentro procesos de
segregación social que llevan a ella, es el caso de la asociación de
características físicas y culturales con prototipos de vándalos o criminales; tal
connotación es percibida por dichos habitantes lo que acrecienta el nivel de
diferenciación y el interés de reproducir prácticas sociales violentas a fin de
alcanzar una reparación simbólica que restituya la dignidad violentada. Otro
factor incidente en la institución de fronteras y la dinamización de violencias
urbanas vinculado al anterior, es la estigmatización popular, por cuanto, como
he mencionado, con frecuencia los habitantes de zonas de frontera fuera de tal
territorio son menospreciados fundado a menudo en ellos un sentimiento de
disgusto; el menosprecio está ligado a una serie de atribuciones negativas al
considerarles inferiores o socialmente anormales, ampliando la brecha de
separación entre el nosotros y el ellos, donde el ellos no es aceptado
regularmente en las esferas territoriales del nosotros.
En este contexto, el microtráfico se convierte fundamentalmente en una
opción que alerta la posibilidad de acceder de manera rápida a grandes sumas
de dinero, con las cuáles podrán generar el control territorial y el poder
adquisitivo para consumir cuanta mercancía se apetezca (no es extraño
encontrarse en viviendas de madera con aparatos electrónicos de última
generación). El microtráfico dentro de la frontera no tiene una connotación
delincuencial, simplemente es una alternativa a la pobreza, el desempleo y la
falta de oportunidades, muchos jóvenes prefieren la comercialización de la
‘merca’ al sicariato; lo que no analizan los microexpendedores es que constituyen
una pieza dentro del gran negocio del narcotráfico que no sólo está asociado a
la distribución de alucinógenos sino a las muertes secuenciales tanto de
consumidores como de traficantes. La ineficacia institucional del Estado en la
86
captura y judicialización de los cabecillas de las bandas del narcotráfico amplifica
el influjo de redes territoriales del microtráfico encargadas no sólo de la
comercacilización sino también del hurto, extorsión y homicidio al mando de
diversos cabecillas de bandas emergentes y cárteles de las drogas que ofrecen
cuantiosas promesas a los jóvenes de las pandillas y los encarrilan al servicio
del delito.
El microtráfico convertido en una fuente de empleo provee a las
numerosas familias de la frontera bienes de subsistencia y de mejoramiento de
la calidad de vida, por tal razón, los padres impulsan a los jóvenes a vincularse
activamente a tales procesos, evidenciando la pérdida progresiva de valores, al
poner en riesgo incluso la propia vida de sus hijos al exponerlo a un negocio
ilícito. Por otro lado, las estructuras delincuenciales tienen dos mecanismos para
proveerse de mano de obra barata, 1) la intimidación y presión grupal que
ejercen los micropoderes dentro de la frontera sobre quienes se resisten 2) la
adicción a la droga; éste último, un fenómeno evidente en Comuna 10 cuando
todos los participantes reportan consumir sustancias psicoactivas, y varios de
ellos lo hacen diariamente, presentando a su vez conductas depresivas,
ansiedad, pensamientos suicidas y falta de motivación para participar en
actividades distintas a las acostumbradas. En efecto, el microtráfico supone una
práctica social que irrumpe la construcción de tejido social sobreponiendo la
lógica del capital sobre los valores fundamentales, llevando a los jóvenes a
abandonar las posibilidades de otros proyectos de vida para perderse en los
sumideros de la droga o de las pandillas delincuenciales.
Frente a los micropoderes en Comuna 10 ellos patentan el poder y se
convierten en sistemas de control social dentro de la frontera, como también en
estructuras dinámicas de acción delincuencial al servicio de bandas y carteles
delincuenciales. Los micropoderes determinan el control sobre la vida y el
territorio ejecutando permanentemente acciones de homogenización e
intimidación hacia dentro y fuera de su trinchera, caracterizados por la ejecución
de conductas disruptivas del orden social prestablecido, la defensa abnegada
del territorio de frontera por encima de la vida misma y el mantenimiento de un
ambiente comunitario de tensión y miedo. Dentro de la frontera existe una
87
división de clase, un miembro portador de poder de referencia y coerción que
dictamina los procesos que han de ser producidos y reproducidos, quien asigna
roles y responsabilidades y establece los acuerdos (u obedece) a las fuentes de
financiación externas. Lo anterior, explicita la relación entre micropoderes,
marginación y fronteras imaginarias; siendo la marginación, ligada a la pobreza
y desigualdad el condicionamiento histórico que facilita la institución de
micropoderes y con ellos la división del territorio, desde los límites imaginarios.
Las pandillas en Comuna 10, responden a un proceso asociativo de
personas en su mayoría entre los 13 a 26 años, quienes asumen dos funciones
sociales en el marco de las fronteras imaginarias, la primera como dinamizadores
del conflicto y la segunda como células activas de las macroestructuras
delincuenciales que se sirven de ellas para ejecutar acciones de microtráfico,
hurto y homicidio. Dentro de la frontera, instalan protocolos de conducta
esperada y reproducen representaciones sociales que se van heredando a la
población infantil, quienes a futuro asumirán las riendas de la práctica colectiva;
asimismo, establecen patrones de membrecía respaldando a cada uno de los
miembros del grupo asociado en los diversos conflictos y problemas que deba
solucionar; en los reportes verbales de los participantes se destaca el
desplazamiento afectivo de los miembros hacia el jefe de la pandilla, y los
procesos de identificación y filiación afectiva al interior de grupo.
Por su parte, los micropoderes reproducen en las pandillas imaginarios de
control territorial los cuales al permear las prácticas cotidianas repercuten en las
acciones sociales colectivas dinamizadas al interior de la frontera; entre los
principales imaginarios se develan: 1) Existe un enemigo permanente, 2) Pasar
límites territoriales es la más grande ofensa, 3) Dejar invadir el espacio es perder
el buen nombre, 4) El poder se mide en la capacidad de sostener los límites
territoriales, 5) Al otro lado de la frontera nos harán daño, 6) No es por nosotros
es por quienes murieron y por el futuro de nuestros hijos. Tales imaginarios
descubren cómo el espacio de la frontera se hereda, se habita pero no se
imagina; entre los espacios heredados son frecuentes no sólo acciones sociales
sobre el territorio sino marcos representacionales que retroalimentan tales
imaginarios, mientras que los espacios habitados muestran la mecanización de
88
las prácticas sociales, desde bucles intergeneracionales sostienen la
intencionalidad de la violencia y obstaculizan la posibilidad de nuevos tránsitos.
Es allí, como el último capítulo ofrece una alternativa de intervención
desde el tránsito de los espacios heredados, habitados a los imaginarios; desde
el cual se puedan crear nuevas lecturas del territorio, llevando a los actores a
apropiar el espacio y re-significar colectivamente la perspectiva del buen vivir. La
violencia se desnaturaliza cuando sus actores recuperen la capacidad del
asombro, rectifiquen sus conductas y provean al espacio de otra significación
favoreciendo el surgimiento de nuevas formas de interacción, nuevas rutas.
Existe en Comuna 10 un orden social instituido y una dinámica cultural heredada,
mientras las nuevas generaciones asimilen tales patrones las acciones
gubernamentales no impactarán de manera positiva, las resistencias de los
micropoderes no sólo consisten en sostener el control territorial y el potencial
económico derivado, el problema fundamental supone desaprender las prácticas
sociales heredadas que históricamente han provisto de alimentos, sentidos y
significados.
En ese marco, el paradigma de la complejidad me llevó a repensar los
marcos de significación de las fronteras imaginarias, ofreciendo desde los
espacios imaginarios una alternativa teórica, transformadora y emancipadora
desde la sucesión de espacios habitados a espacios habitables donde tengan
lugar las alteridades posibles, en la facilitación de nuevos eslabones de
comunicación que reconfiguren el fluido ecológico de Comuna 10, alertando
nuevos y profundos procesos de autoorganización en la reconfiguración de las
certezas mecanizadas por la institución de la incertidumbre, que lleve a instituir
formas no heredadas de conducta social y trastoque el esquema de percepción
y acción más allá de las fronteras dadas, no imaginadas.
Finalmente, aproximarse al develamiento comprensivo de la Ciudad, las
fronteras y las violencias urbanas sobre el territorio supuso alentar nuevas
lecturas integrativas, donde el investigador inmerso en el territorio de frontera se
enfrenta a un tejido social fraccionado por un conjunto de jóvenes que
diariamente luchan por mantenerse vivos, se permite concluir que las violencias
89
urbanas son el producto de procesos estructurales provenientes de la
disfuncionalidad de las políticas estatales y de las dinámicas instituyentes y
habitadas desde lo local, las cuales parcelan la Ciudad haciendo extraño para
muchos lo nuestro y lejano lo de ellos, las brechas de la desigualdad social son
la principal frontera imaginaria impuesta históricamente entre la clase
gobernante y los no gobernados en la frontera, es así, que allí se concentra el
principal tránsito, entre lo real y lo imaginario que nos permitirá a ellos, ustedes
y mí desplazar las fronteras no imaginadas.
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CONGRESO INTERNACIONAL COMUNIDADES, INTERVENCIÓN SOCIAL YPRÁCTICAS LIBERADORAS“Ciudad, las fronteras imaginarias sobre el territorio” Universidad del Tolima, Ibagué –Tolima 02 a 04 de Abril de 2014.
CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGIA, UNA CIENCIA EN DESARROLLOSU COMPROMISO CON EL SABER Y LA SOCIEDAD“Modelo de transitividad aplicado a la dinamización de la tensión en contextos urbanos”Universidad de Nariño, Pasto – Nariño 27 a 29 de Noviembre de 2013.
IV FORO EN INVESTIGACIÓN CRÍTICA Y GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO“Acción comunitaria y tensión social” Universidad de Cartagena, Cartagena - Bolivar 15a 17 de Mayo de 2013.
SIMPOSIO NACIONAL POLÍTICA PÚBLICAS EN EDUCACIÓN“Creación de espacios imaginarios en la escuela” Universidad de Nariño, Pasto –Colombia 15 y 16 de Abril de 2013
II CONGRESO DE FILÓSOFOS DEL CARIBE COLOMBIANO“Thomas Kuhn, sujetos de estudio y perspectivas metodológicas de aprehensión”,Universidad del Atlántico Barranquilla – Atlántico 23 a 25 de Mayo 2012
VIII FORO DE FILOSOFIA ALONSO CORRALES“En la postmodernidad, tres actos una locura el absurdo como anudamiento del sinsentido” Universidad de Cartagena, Cartagena – Bolivar 18 a 21 de Octubre de 2011
IX FORO DE FILOSOFÍA Y LETRAS“Comunidad desobrada, la perspectiva del otro como lugar de lo habitable”, Universidadde Nariño, Pasto – Nariño 26 a 29 de Abril de 2011
II FORO EN INVESTIGACIÓN, ACCIÓN CULTURAL Y GESTIÓN DELCONOCIMIENTO“Modelos Socráticos y prácticas pedagógicas” Universidad del Valle,Cali – Valle 13 a 15de Abril de 2011
SELF UN ENCUENTRO DE SABERES DESDE LA CONTROVERSIA“Deconstrucción teórica de la palabra como lugar del acuerdo”, Universidad de Nariño19 a 21 de Mayo de 2010
100
ANEXOS
ANEXO 1
CONSENTIMIENTO INFORMADO
Yo, ______________________________________________, habitante de la Comuna10 en el barrio:_____________________________________________________________________En forma voluntaria manifiesto que:He recibido toda la información necesaria de forma clara, comprensible y satisfactoriasobre la naturaleza y propósito de los objetivos y procedimientos que se implementaránen la investigación denominada: CIUDAD, FRONTERAS Y VIOLENCIASURBANAS SOBRE EL TERRITORIO, adelantada por el investigador JonnathanHarvey Narváez maestrante de la Multiversidad Mundo Real y profesor de la Universidadde Nariño.Hago constar que accedo a participar de manera voluntaria, teniendo en cuenta elcompromiso del investigador de mantener y respetar en secreto mi identidad, la de misamigos y qué el uso de la información será explícitamente investigativa.Aclaro que no se permitirá la toma de fotos, las grabaciones ni el uso de cualquier aparatoelectrónico que pueda atentar contra nuestra seguridad.
________________________________________________
C.C ___ Nº: _______________________ de _____________________
101
ANEXO 2
TRANSCRIPCIÓN GRUPOS DE DISCUSIÓN
DetonantesDrogas
Pobreza
Muerte
TécnicaGrupo de Discusión
ParticipantesGrupo 01
Fecha de Aplicación30 de Noviembre 2013
¿Para la organización y la defensa del territorio que representan las drogas?
- Son fuente de supervivencia, nosotros manejamos el negocio – Las drogas
(risa) qué es eso? No mentira pues nosotros no traficamos, sólo expendemos
acá ese el negocio, entonces nosotros surtimos si piya - La droga nos provee
sustento pero también armas para la defensa - Las lukas (el dinero) lo ganamos
vendiendo marihuana, sino como sobrevivimos.
¿y quién les surte a ustedes la mercancía?
- Eso no se dice, pilas no somos sapos - * No he dicho que lo sean, es una
inquietudes, pues si uds surten a uds quien les surte – Pues los cuchos, nosotros
tenemos los contactos, esa información es nuestra pilas * y para qué ellos
confíen en Uds la merca que tuvieron que hacer – Mostrar que somos los
mejores - Si no somos fuertes los cuchos no nos confían merca.
102
¿Hay bandas de narcotráfico dentro de territorio?
Dentro no, pero claro cada zona tiene su dueño, así como nosotros mandamos
así los cuchos dominan la ciudad, no sólo ésta zona Si, todos los buenos son
nuestros contactos, nos distribuyen, son nuestra gente.
¿Entonces sobreviven de la venta de drogas?
- Tampoco así, esa es una de nuestras entradas - Nosotros suave, vendemos
la merca en algunos colegios o acá vienen a comprar – Algunos sobre todo los
que consumen la venden, para sacar su soplo de la venta.
¿Entonces algunos también consumen, quién les provee la dosis, la pagan o es
la ganancia?
- Eso depende, si el parcero es juicioso, los cuchos de surten la dosis, pero si ya
se envicia es un problema - * ¿Qué pasa con ellos? No pues ya no pueden
vender y les toca hacer trabajos más duros, y los cuchos le siguen dando su
paquetico diario * ¿Esos trabajos más duros a qué se refieren? En qué habíamos
quedado.
¿Bien, hablemos de la pobreza, qué pasa con la pobreza, será una causa de la
violencia, de las fronteras, que con ella?
- Yo no creo que la pobreza sea la causa, esto es histórico, yo al menos si he
tenido las cosas, toca lucharla pero pues, estamos armados porqué queremos –
Yo si pienso que la pobreza tiene la culpa, a veces cuando chiquito no tenía ni
que comer, y ahora yo trabajo en esta vuelta para darles siquiera para que coman
bien – Si eso es cierto, a veces no hay para la comida, y de qué defendamos
esto depende la comida de mañana, si pilla, vivimos aislados, y casi no tenemos
acceso internet ni a otras cosas necesarias – Además todo este lugar es terreno
de invasión, pero pues eso se dio hace rato - Los servicios ya tenemos, nos falta
internet y otros chinitos desde pequeños ya tienen.
¿Cuál será la causa de la pobreza de la zona?
- No hay oportunidades, por vivir acá nadie nos da trabajo - Acá nadie nos
representa, cuando viene la milicia nos dan garrote y nadie nos defiende - Acá
no hay presencia directa del gobierno, no hay apoyos, sólo manda la tomba para
103
que nos den garrote, porque no nos dan ayuda, para mejorar las casas, eso si
no hace el gobierno – La causa es que acá son corruptos, yo si creo lo que dicen
los cuchos, que deberíamos sacar la droga, venderla y así ayudamos a todo el
país.
Uds me han dicho que la violencia no se terminará porque entre todos se deben
muertos ¿Qué es la muerte para uds?
- Acá la muerte es cosa de todos los días, los matamos o nos matan - A mi papá
lo bajaron hace 10 años, si me descuido me bajan a mí - Esto no es de acabarse
así nomás, si no soy yo es otro, llevamos mucho tiempo en esto – La muerte
todos los días está allá, por eso es que debemos ser los más fuertes – Para mí,
yo le tengo miedo a la muerte, por eso casi no tropeleo (risa) – Gallina – Yo se
que voy a morir, ese no es problema, pero antes me bajo unos cuantos, o son
ellos o soy yo, por eso es que no solo es pobreza si ve, es la dignidad la que se
juega, somos más fuerte o no, ese es el problema.
DetonantesDrogas
Pobreza
Muerte
TécnicaGrupo de Discusión
ParticipantesGrupo 2
Fecha de Aplicación01 Diciembre de 2013
Hablemos un poco de las drogas, qué representan para la supervivencia de la
gente acá dentro?
- Son ricas (risas) severo viaje - * ¿Muchos acá la consumen o más bien pocos?
– Más bien varios, pero medidos un cachito para pasar el rato - ¿Bien pero uds
vender drogas? – Claro, es uno de los negocios fuertes, es algo que sale con
facilidad, y ya se tiene los contactos, entonces es suave - ¿Entonces tienen la
clientela lista? – Si pana, la gente está enviciada ya, eso uno encaleta la
mercancía y se vende cada nada, rapidito, los principales clientes son los
pelados de colegio, entre más goma el colegio más compran – Ah pero ahora la
tomba está pilas entonces, ya casi no salimos a los colegios, la gente sube acá
o en el centro tenemos los sitios donde caen suave.
¿Qué pasa cuando una personas se envicia dentro de la pandilla?
104
- Nosotros intentamos controlar a la gente para que no se envicie, pues si lo hace
ya nos genera problemas – Un man volado es una carga, ya rinde menos
entonces pues termina por ahí quebrado – Tampoco se le confía cosas
importantes, el vicio es duro, entonces los jefes tampoco autorizan que venda,
pues se cuidan mucho que lo coja la tomba y los sople. * ¿Y entonces los jefes
ya no le dan trabajo? – si pierde la confianza, y entonces lo ponen a camellar en
otro negocio, más difícil. *¿Cómo cuál? Bajar a la gente, le entregan un fierro
para que haga las vueltas que tenga que hacer.
¿Se dice que una causa de la violencia es la pobreza, qué piensan Uds, es la
pobreza lo que determina la existencia de éstas zonas de frontera?
- No solo la pobreza, son muchas cosas, pero si la pobreza porque si tuviéramos
dinero no haríamos lo que hacemos, entonces como que si nos toca – No hay
trabajo, no nos dan trabajo tampoco entonces de algo debemos vivir, igual
tenemos hermanos o primitos pequeños, algunos ya con hijos se requiere las
lukas para darles de comer – Nos falta internet, y otros servicios que quisiéramos
otros tienen más comodidades que nosotros, ni el transporte es bueno para acá
* Pero yo he visto que tienen cosas más lujosas que en muchas otras casas fuera
de éste territorio? – ahhh si pero pues con esfuerzo, otros solo sacan la plata y
listo tienen lo que quieren – acá tenemos lo que vamos consiguiendo y tampoco
tenemos tanto.
¿Hay personas que no tiene para comer aún? ¿Cuál es la causa de la pobreza?
- De pronto en el otro lado, acá nosotros nos apoyamos, todos tenemos al menos
para comer algo – De comer creo si todos, lo que no se tiene es para otras cosas,
entonces nos toca camellar desde pelados, muchos no tenemos papás si piya
entonces difícil – No tenemos oportunidades, y las que tenemos no nos dan la
plata que esperamos, eso es lo que genera pobreza – Además nos hacen a un
lado, nos discriminan que dicen.
La muerte parece ser un determinante, se vive para sobrevivir, y se muere para
defender esto que tanto quieren, ¿Qué representa la muerte para Uds?
- La muerte se ha llevado todo, yo perdí a mi papá y a mi mejor parcero, yo
aprendí a sobrevivir * Repites la historia de tu papá? - Si, lo que hizo mi papá yo
105
lo hago, la lucha no es de ahora, con ellos el conflicto es desde tiempos de mi
papá, ya lleva 12 años de muerto si ve, la pelea no es de ahora, ellos nos deben
muchos muertos, y nosotros a ellos - los muertos se saldan a plomo, eso lo
sabemos entonces, también nosotros estamos listos para cuando nos toque * y
les toca sólo a Uds o los niños y adultos también? - Al que sea a quien de papaya
sea adulto, abuelo o niños - Los niños desde pequeños van mirando, y aprenden
como es la vuelta’
ANEXO 3TRANSCRIPCIÓN GRUPOS FOCALES
TRABAJO DE CAMPOParticipantes
Grupo 01Técnica
Grupo Focal: 1Fecha de Aplicación
16 de Noviembre 2013
¿Cuánto tiempo lleva la pandilla y su vinculación?
Rta Todos: 10 años, pero hemos cambiado es de nombre, y claro hay gente que
ha llegado más recién.
¿Les gusta hacer parte de éste grupo?
- Si, es nuestra casa, los QR, todo bien panitas pa’ las que sea - Yo no cambio
a mi parche, todos son legales, además que acá hay que vivir con cuidado,
entonces nos cuidamos las espaldas. - Somos como una familia, nos cuidamos
las espaldas, y pues en la mala también estamos, chimba brothers – Claro que
nos gusta, nos hacemos bien el ambiente.
¿Qué actividades realizan en la pandilla?
- Lo que haya que hacer, - Hemos vivido de todo y entonces hacemos de todito
(risa) – Acá parchamos, no la fumamos rico, rumbeamos, salimos a pasear, la
recocha también es buena – y claro hacemos la vuelta, cuidamos la frontera,
trabajamos. – El ambiente es complicado también, entonces mucho tiempo
estamos como entrenando, preparando los tropeles.
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¿Cuáles son las actividades que hacen en el día?
- Se la pasa bien, somos nuestros propios jefes, nos levantamos día y noche a
cuidar el territorio - Nos turnamos, hay gente que trasnocha unos veinte se
quedan mientras otros se van a conseguir de comer, día y noche nos tenemos
que cuidar. – Es como el ejercito si piya, siempre tiene que quedarse alguien a
vigilar o nos hacen la de judas.
¿Existen muchos tropeles con las otras pandillas de la zona?
- Si, siempre hay mala vibra, entonces como el espacio es pequeño toca ser
precavidos. – Cada tres o cuatro días, en meses hay treguas, pero pues nunca
hay que fiarse, el territorio es nuestro y ellos nos deben muchos muertos.
¿Cómo defiende Uds su territorio?
- A la fuerza, si es de chuza, matar o comer del muerto por proteger lo nuestro
se hace – Nosotros tenemos más fuerza, si se meten con nosotros les damos
plomo – y si quieren entrarse acá les damos chumbimba
¿Qué pasa cuando hay pelea y ganan ustedes?
- Si la situación está dura, y les dimos un buen escarmiento ganamos más
territorio y gente, del otro bando se vienen para acá, eso si sólo se aceptan
miembros rasos, los cabecillas ni muertos entran.
¿Si pueden salir de acá del territorio con facilidad, tienen restricciones?
- Uno se da sus mañas, nosotros quedamos al fondo del territorio, entonces
obligatoriamente debemos pasar por a lado de la línea, y es complicado, nuestra
salida es la montaña y nos toca difícil, pero siempre que podamos salir, toca
acompañados eso sí.
¿Qué pasa cuando una persona entra a un territorio controlado por otra pandilla?
- Simple lo matan, nadie se puede descuidar y menos estar donde no le
corresponde – si la persona entra acá, lo bajamos, todo sapo tiene que morir por
la boca – las reglas están claras, que viene a hacer acá, entonces suave de
damos triquitraque.
107
¿Siempre tienen que estar en grupo, qué pasa si alguno de Uds o de ellos está
sólo y se encuentra a la gente?
Somos una familia, nos damos protección, siempre hay que andar en
grupo….acá dentro no, pero siempre salir con otros, si lo encuentran solo le dan
una paliza, es la forma más tonta de qué a uno lo acribillen. – Si cogemos a un
hp sólo pues lo amedrentamos, nunca se los baja, eso es darle a la pandilla por
la espalda, acá entre nosotros también hay treguas y reglas, y todo varón respeta
la palabra.
¿Y cuándo salen al centro de la ciudad, también tienen que cuidarse que los de
las otras pandillas les hagan algo?
- Acá lo que hay es una guerra, nos debemos muertos entonces no hay que dar
papayaso – Algunos nos tenemos ganas, entonces pues si lo vemos por ahí sólo
claro que lo vamos chuzando para que afine.
¿Y la gente qué dice o qué hace cuándo los mira?
- La gente nos tiene miedo, muchos nos ven y pues se corren – Hay sitios donde
la gente de la seguridad no nos deja pasar – Si ve la gente se hace odiar, cuando
los atracadores de ahora andan con corbata (risa)
¿Y cómo se siente cuándo pasa eso?
- A mi ya no me afecta, antes sí dolía y daba mucha puteria – A otros si les da
piedra entonces ya no salen casi, se quedan acá cuidando el rancho – Ya los
jóvenes les da duro, pero cuando ya sabes que la gente se comporta así con uno
entonces, normal, es normal.
¿Sienten que la sociedad los excluye?
- Yo tengo malas experiencias del colegio, ya sabe, hasta los profes, los cuchos
se la montan – Claro, no hay oportunidades, cuándo buscamos trabajo porque
vivimos acá nada, nadie nos ayuda, y después se quejan porque hacemos lo que
hacemos – Piye el lugar donde vivimos, la zona es fea, ni servicios hay aveces,
en otros barrios tienen todos, hasta carreteras pavimentadas, y acá ni el gobierno
nos ayuda – Solo en elecciones aparecen esos hps.
108
¿Y Uds excluyen a la sociedad?
- Cómo así? No nosotros si le hacemos mal, pero no excluimos a nadie ¿pero
me decían que los de la otra pandilla no pueden estar acá? Ahhh es diferente, lo
que pasa acá arriba es otro bisnes, ya le dijimos es cuestión de muertos, o ellos
o nosotros – Fuera del barrio, la gente nos tiene miedo, sólo acá en el barrio
somos aceptados.
TranscripciónGrupo 01
TécnicaGrupo Focal: 2
Fecha de Aplicación23 de Noviembre 2013
¿Su familia conoce lo que Uds hacen?
- La mayoría no tenemos papá, las balas se los han llevado, entonces nuestras
mamás quedaron solas y no saben cuales son las vueltas que hacemos, pero
claro, si saben que no andamos en buenos pasos – Mi cucha si me dice que me
salga y me vaya a donde mi hermana, pero yo no abandono a la familia, los
parceros, noo que chimba – Claro, acá todo se sabe, ni que esto fuera grande,
lo importante es llevar comida a la casa.
¿Esa es la razón para defender el territorio?
- Es más que comida, claro, acá es de quien es más fuerte, es la honrra , la
dignidad la que se juega en cada tropel – Además que éste es el lugar donde
nacimos, no podemos dejar que esos hps se queden con lo que nos dejaron
nuestros papás – Ya es una forma de vida, acá están los bisnes, las nenas, los
parceros, todo, por eso lo defendemos.
¿Cuántos muertos tienen Uds, cuántos ellos, cuántos faltan?
- Nosotros siquiera 10, a dos hermanos me lo mataron hace un tiempo, - Todos
hemos perdido a alguien cercano por eso las ganas de acabarlos a todos, no las
deben, ellos tuvieron armas antes que nosotros, entonces si ve, ellos nos jugaron
sucio - Por eso la venganza y cuando nos dan papaya les damos chumbimba.
¿Alguna vez cuando le han dado chumbimba a alguien, les dio malestar o
pesar?
109
- No todos hemos bajado (matado) a alguien pero pues ya el primero, si da
malestar, hasta cuando uno los chuza da malestar, pero después o son ellos o
nosotros, simple.
¿Cómo se reconocen las fronteras imaginarias?
- Por las calles, las cuadras, uno conoce donde vive cada quien, existen algunas
marcas en los postes, los grafittis tambié *Pero yo que no soy de acá cómo hago
para saber que estoy en otra zona? – ahh no es difícil las cuadras son la zona
principal, pero igual existen señales que las manejamos nosotros, cuando se
gana una pelea y si se gana territorio entonces también existen marcas – Otras
sirven para marcar el territorio en disputa *En disputa? Si cuando hay tropel duro
y ganamos entonces invadimos espacios, y pues es en disputa porque ellos
buscarán recuperarlo.- Las tiendas (sus miradas son constantes entre sí y sus
movimientos son repetitivos en manos y pies) - La familia no puede pasar porque
saben que son familia y por hacernos daños a nosotros les hacen daño a ellos
¿Quiénes son más fuertes?
- Nosotros, ellos ya saben que acá mandamos nosotros – Tenemos mejor
armamentos, los cuchos no han dado buenos fierros, entonces mandamos –
Ellos también tienen sus cosas, hay que prepararse para que no le ganen acá,
no siempre se pelea con fierro, andar con ellos es un peligro la tomba nos coje y
nos encierra.
¿Qué se hacen para poder entrar acá como integrante?
- Si el pelado es del barrio, se lo va probando, tiene que mostrar que es fuerte,
que tiene madera para esto – En las pruebas se le asigna algunas tareas, pero
pues los pelados son bien, desde chiquitos van aprendiendo *Y si el man es del
otro bando? - ahí la cosa si es más seria, no se puede dejar entrar a cualquiera,
a veces son sapos no más, pero pues si se ve que es cierto, se le hace pruebas
más serías *cómo cuáles? Tiene que llevarse a uno de su bando, y si lo hace
pues lo recibimos acá, sino lo quebramos por sapo.
¿Qué normas se respetan dentro de la pandilla?
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- Lealtad, no sapear con la policía – Ayudarse siempre, ser firmes en la buena y
en la madura – si siempre firmes, es la principal norma – La hipocresía y la dobles
se paga con sangre, tampoco podemos abandonar, si alguien quiere irse del
parche, ya no puede vivir acá - Pero tienen que irse del barrio donde no lo
encontremos, porque si no lo matamos.
¿Qué encuentran dentro de la pandilla y la frontera?
- Protección – Seguridad - Esta es mi casa, es mi familia, en mi casa uno lleva
la comida sale y ya. - En la casa mi mamá tiene cinco hijos, muchos pequeños,
esta es mi familia, acá donde si se siente uno querido - Ya no nos gusta ir a la
casa porque ya no nos sentimos bien allá
¿Ven alguna solución?
Ya no es solo la pobreza dio origen de ese problema - Problemas personales
como venganza y esas cosas, hacen que no haya solución – Nosotros
aprendimos a vivir así, difícil dejar, cuando nos matemos todos allí habrá
solución.
¿Qué es la frontera imaginaria?
- Unos límites que uno traza, *Esos límites restringen su libertad? Restringe,
claro, no ve que uno ya no puede salir, si se da un mal paso lo quiebran y nuestra
familia depende de lo que nosotros llevemos – La frontera es una advertencia, si
todos respetamos las barreras nada pasa – No es imaginaria es real, yo la veo
ahí al frente, la frontera dice de donde nos responden a plomo – Es la división
de la zona, muestra que es nuestro que de ellos.
ParticipantesGrupo 02
TécnicaGrupo Focal: 1
Fecha de Aplicación17 de Noviembre 2013
¿Cómo había hablado antes, el objetivo de ésta conversación es conocer de
primera mano, qué es eso de fronteras imaginarias?
- Lo que nos diferencia de ellos, las otras pandillas – Define cuál es nuestro
espacio para mover la merca, donde se puede trabajar – No es un espacio
únicamente en la zona, en el centro también hay fronteras, zonas donde nosotros
111
nomás podemos estar, nuestro mercado *y cómo controlan ese mercado si uds
no están allá todo el día? – Los jefes tienen influencia por las zonas, entonces
nosotros allá trabajamos para ellos – La cosa allá es más brava si alguien se
mete, el problema no se resuelve con chuzo sino con fierro.
¿Y hablando de muertos, no le temen a la muerte?
- No hay nada seguro en esta vida, es complicada la vuelta. Yo trabajo sólo, vivo
matando gente, me uno al grupo, me pagan y quiebro a cualquiera. – Te
acostumbras a ella, * Trabajan en sicariato? - Cuando toca, a veces pagan, otras
si… si se enamora uno de una banda y otro de otra los matamos. Yo no tengo
familia, comparto con ellos más que cualquiera que otros - No es bueno pensar
que nos van a matar todos los días, pero así es la vida, acá estamos aislados -
¿Qué les ofrece la pandilla?
- Somos los mejores aquí mandamos nosotros. - Primero lo primero, el trabajo,
los negocios, el poder, el territorio. - Nos ofrece seguridad, la compañía,
negociar, son mi familia - Nuestro parche es pa’ las que sea, amigos del alma,
nos damos la mano, firmes siempre *Todos son nacidos aquí? – sí, bueno unos
llegaron porque son familia del socito.
Doc una pregunta usted sabe que nosotros tenemos ojos en todas partes
entonces porque fue a la pandilla del otro bando. Nosotros manejamos una
filosofía y pues nosotros tenemos que ser los mejores en lo que hagamos. – El
interés es el mismo, conocer de primera mano que son las fronteras imaginarías,
y con ellos también fui a conversar, a veces la gente se crea muchas imágenes
de cómo son ustedes y qué mejor que mostrar la realidad desde los dos bandos,
el que haya ido primero allá no supone nada, realmente el criterio fue el día de
reunión Uds dijeron domingo, ellos sábado.
¿Dicen que el centro también lo tiene marcado, que allá también hay frontera,
qué pasa cuando van al centro, que hace la gente?
- Les da miedo, pero cuando eso pasa nos sentimos fuertes. - Nos ven mal pero
eso no importa. - No nos interesa, grave que se nos corra la familia, lo que nos
importa es la familia. – Eso no es sólo en el centro, cuando estaba en el Colegio,
112
los pelaos me tenían miedo cuando decía que yo era de Comuna, si pilla a uno
le da rabia eso, y entonces los chuza y ya no puede volver.- y si en el centro la
persona que nos ve feo nosotros la atracamos, bueno ahora casi ya no robamos,
si es gente conocida claro. – la gente piensa que acá matamos a todo mundo a
esas zonas nadie entra – Sabe cucho, a veces hay gente que nos mira feo, eso
duele parcero - claro, hay gente que te ve y se va corriendo, después dicen
porque les robamos, por rabia cucho.
¿Han tenido parejas por fuera de la frontera?
- No, los que han hecho eso se mueren o los matan. – Es delicado, cualquier
puede meterse para sapiar cosas, es mejor curarse en salud, el agua y el aceite
no cuadran.
¿Qué define la frontera?, ¿Cómo sé que estoy de un lado o del otro?
- El parque es el que nos separa. De hecho cuando logramos ganarle a los QR,
o los de la Vuelta Negra alguna pelea, no les metemos a su territorio, y la gente
debe aprender que ahora mandamos nosotros. * y si ganas qué pasa? - cuando
sabemos qué el otro bando va a volver, no nos metemos a su parche, pero si
pasamos más tiempo allá, parchamos al otro lado, hacemos varias cosas, se
juega, se rumbea, mera recocha…y la gente q se queda y las niñas les gusta -
‘si ganamos nos apoderamos del su territorio, si nos ganan, tenemos que irnos
de acá o nos matan – Por eso, si ve, la situación es simple, el territorio es el que
nos da el sustento, entonces al otro lado está el enemigo, si nos descuidamos
nos quitan la comida.
¿Pero existen señalizaciones que demarcan hasta dónde va la frontera?
- Ahhh en algunos sectores, cada parche marca los postas, las carreteras, son
cosas simples pero que entre nosotros las entendemos, es como el perrito si
piya, va marcando lo que es suyo. - *Que pasa si un niño está jugando en el
parque y se le va el balón para el otro lado? – si cae para acá, pues perdió el
balón, el chino sabe que no puede venir a buscarlo - Pero eso no pasa, ya los
niños aprenden que de aquí para acá es nuestro, y que de acá para allá no
pueden pasar. - * quién es el más joven? El peto, (risa) has estado al otro lado?
desde que recuerdo para allá nunca he ido, si paso me bajan (matan) más si
113
saben que estoy dentro de la familia - Acá mandamos nosotros, si alguien viene
y quiere hacer alguna vuelta, tiene que pedirnos permiso los limites son de
siempre, no ha cambiado nada, todo está claro si piya – Hay que tener claro todo,
es de vida o muerte, nosotros sabemos a qué hora parchamos y donde, allá en
la vuelta nos consigue a las 4 de la cheno pero también sabemos donde no
podemos pasar o nos tostamos.
¿Cómo se sienten dentro de la frontera?
- A la defensiva, si pasan pa’acá los tostamos deben respetarnos – Seguros,
pero hay que vigilar todos los días, los enemigos son varios… todos los días
buscan la caída - Acá dentro estoy seguro afuera cualquier cosa me puede
pasar.
¿Qué pasa si un niño de 13 o 14 años de edad quiere entrar acá?
-Toca ver si es fuerte. - Hay que irles enseñando a los pequeños, tratarlos duro,
como varones para que aprendan a defenderse – Se le enseña, eso con tareas
pequeñas, igual los pequeños son más duros que nosotros, aprenden rápido -
*en promedio a qué edad ya están dentro? 16 y 17, pero para hacer algunas
vueltas delicadas toca los más chiquitos, para que no los lleven si los cojen a las
de mayores.
¿Los abuelos, adultos y niños que viven acá tienen que respetar los territorios?
Claro, todos – La ley es pa’ todos.
¿Qué hacen ustedes en un día de trabajo?
Buscar buenos clientes. - Acá tenemos responsabilidades, cada cual ya sabe lo
que le corresponde – salir a camellar, vender, comerciar, cuidar, varias cosas.
¿A qué horas se levantan, cómo es su jornada?
P: Si hay trabajo, desde las ocho y si hay merca para surtir en la salida de los
colegios,… o si se cobra vacunas un poco más tarde, hay que ver que ya tengan
producido - Todas las tardes nos paramos en la esquina… es algo que siempre
se hace, cuestión de parche nada más – De allí vamos a la casa del Tetero, es
donde siempre parchamos, pero uff hace años ese es el cuartel, si o q tete, (risa)
114
– Hay que salir a buscarse lo del día, es mejor que vender frutas, además la
gente ya sabe donde es que se les tiene.
ParticipantesGrupo 02
TécnicaGrupo Focal: 2
Fecha de Aplicación25 de Noviembre 2013
En el grupo anterior, hablamos del trabajar, de la zonas, de la merca ¿Quién les
surte la merca?
- Tenemos contactos, no sé si sea conveniente nombrarlos. Todos vivimos del
rebusque, no tenemos trabajo, entonces toca buscarse la plata como sea y los
socitos nos dan a cuotas la yerba.
Los jefes, si hacemos bien el trabajo, ellos nos ofrecen protección, nos dan
fierros para defendernos.
¿Qué pasa si ustedes no cumplen con el pago de la merca?
- Siempre cumplimos – Quien se tuerce lleva.
¿Se podrían imaginar un momento sin frontera?
- Habría muchos muertos, antes de que eso pase - La frontera imaginaria es
como un límite, una división, algo que nos hace diferentes, que nos caracteriza
en lugar del otro - esta pelea la iniciaron nuestros padres, nosotros no nos vamos
a dejar ganar - Haber para que entienda, la frontera es un límite necesario, se
aprende a vivir con ella, con los de allá tenemos diferencias – De hecho nos
protege a los dos, sin nos juntas nos molemos, entonces mejor tener claro la
diferencia - Además la frontera no ha cambiado, desde que soy niño así hemos
permanecido - No se puede vivir sin ella, es cuestión de dignidad, yo también
aprendí que debemos defender nuestro territorio, es cuestión de vida o muerte.
* Entonces, no pueden imaginarse sin frontera? Noooooooo.
¿La familia sabe lo que hacen?
- Mi mama no tendría que saber que hago o mis negocios, tiene que recibir la
plata y listo - La mayoría claro que sabe, no ve que si nosotros no llevamos plata
a la casa, no hay q comer, la mayoría tenemos varios hermanitos pequeños,
entonces la cucha sabe que toca rebuscarse la vida *Alguno de sus padres le
115
sugirió que entre a la pandilla? Claro, tocaba salir a trabajar, mi mamá dice que
lo haga solo ahora que estoy joven – Igual, ya cuando se toca las lukas difícil
volver al colegio – A algunos si les molesta, pero pues, como no hay más que
hacer, y la tripa no aguanta vacía, normal, se adaptan.
¿Algunos de sus padres les enseñaron a estar dentro de las bandas, a manejar
un arma?
- Claro, sobre todo los que están muertos, - Por eso aprendemos a mejorar todos
los días *¿A sus hijos les enseñarían esto que hacen? Toca, ellos también tienen
que aprender a defenderse – Si nosotros faltamos serían los hombres de la casa,
si piya – Por eso es que los niños van aprendiendo.
¿Cuál es el lugar más importante dentro de la frontera?
- Acá, (varios) * y cómo le llaman a éste lugar? La caleta (varios) *y qué
actividades realizan en éste espacio? – venimos a fumar porrito, a chupar
traguito - Pero también cuadramos el bisnes (negocio) toca administrar bien la
merca (drogas) – a parchar la mayoría de veces, pasarla bien – Estar pendiente
de las tavuels (vueltas).
¿Ustedes tienen armas, quién les provee el armamento?
- Los contactos, y ahí no más, hay cosas que no se dice doc – Pero los socitos,
ellos nos dan armamento para que cuidemos lo nuestro y trabajemos – sin armas
acá nos muelen.
¿Cuál es la causa de la violencia en esta zona?
- La lucha por el poder y nuestro grupo tiene más poder así que vamos a vender
más mercancía, tenemos más plata - Acá nos damos plomo con los QR y los de
la vuelta casi siempre, eso hace parte de nuestra vida, a plomo moriremos dice
la cucha, pero así es como se sobrevive - Nosotros mandamos, la gente lo
entiende entonces no hay problema, y si alguien genera problema toca darle
plomo.
¿Se han sentido discriminados, qué pasa cuándo van al centro de la ciudad?
116
- Si vamos al centro nos ven mal, y todos piensan que somos rateros. - A mi
antes me molestaba como me miraban, ahora entre más feo me ven más poder
me dan - Depende como una persona me hable, puedo sentirme agredido.
¿Cómo se sienten cuándo eso pasa?
- Eso no es de ahora, me salí del colegio porque los profesores me la montaban.
- Uno baja al centro y lo mira todo mal, que visaje, yo me siento mal - Hay lugares
donde no nos dejan entrar, si pilla - Buscar otra vida, a nosotros no nos dan
trabajo, todos piensan que les vamos a robar, o matar.
¿Se podría cambiar la forma de vivir en la zona?
- Todo se puede, la muerte es lo único que no - *¿Estarían dispuesto a hacerlo?
– Eso depende de muchas cosas – Muchos quisiéramos vivir tranquilos, cuando
vamos teniendo hijos no queremos lo mismo para ellos, pero otra parte de
nosotros dice que sí – En duro vivir, acá claro que pueden cambiarse cosas,
otras posibilidades.
¿Cómo todo cambio, o toda decisión supone ceder algunas cosas, estarían
dispuesto a hacerlo?
- Territorio no, es nuestra forma de vida – Pero si a mí me dicen que estudie lo
hago – Cierto, hay cosas que si quisiéramos hacer, sin descuidar la frontera y la
merca porque sino de donde comemos – Cansados a veces estamos, si hay
otras opciones es posible ver que pasa – Mientras nos de ayuda, porque sino,
como siempre nos prometen cosas y salen con nada.