MOVIMIENTOS Y MÁQUINAS DE GUERRA...

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NÓMADAS 112 NO. 23. OCTUBRE 2005. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA ORIGINAL RECIBIDO: 25-V-2005 – ACEPTADO: 03-VIII-2005 MOVIMIENTOS Y MÁQUINAS DE GUERRA JUVENILES Mauro Cerbino*, Ana Rodríguez** La “politicidad” del sujeto juvenil, que emerge en las prácticas estratégicas de los jóvenes a propósito de su participa- ción en las protestas que llevaron al derrocamiento del presidente del Ecuador, Lucio Gutiérrez, “contamina” la política en su visión dominante y sistémica. Gestos y formas de organización juvenil que no configuran lo usual de los movi- mientos sociales y que obligan a redefinir el concepto de movimiento. Palabras claves: jóvenes, política, movimientos sociales, subjetividad, multitud, Ecuador. A “politicidade” do sujeito juvenil que brota nas práticas estratégicas dos jovens a propósito da sua participação nos protestos que levaram à caída do presidente do Equador Lucio Gutiérrez, “contamina” a política na sua visão dominan- te e sistêmica. Gesto e formas de organização juvenil que não figuram usualmente nos movimentos sociais e que obrigam a redefinir o conceito de movimento. Palavras-chaves: jovens, política, movimentos sociais, subjetividade, multidão, Equador. The “politicity” of the youth subject, which emerges in the strategic practices of the youths in regard to their participation in the protests that lead to the overthrow of the equatorial president Lucio Gutiérrez, “contaminates” the politics in its dominant and systemic vision. Forms of youths organizations that do not configure the usual issues of the social movements, and that oblige to redefine the concept of movement. Key words: youth, politics, social movement, subjetivity, crowds, Ecuador. * Coordinador del Programa de Comunicación y profesor investigador de FLACSO, sede Ecuador. E-mail: [email protected] ** Profesora de teoría del arte de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. E-mail: [email protected] [email protected] PÁGS.: 112-121

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NÓMADAS112 NO. 23. OCTUBRE 2005. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA

ORIGINAL RECIBIDO: 25-V-2005 – ACEPTADO: 03-VIII-2005

MOVIMIENTOSY MÁQUINAS DE

GUERRA JUVENILES

Mauro Cerbino*, Ana Rodríguez**

La “politicidad” del sujeto juvenil, que emerge en las prácticas estratégicas de los jóvenes a propósito de su participa-ción en las protestas que llevaron al derrocamiento del presidente del Ecuador, Lucio Gutiérrez, “contamina” la políticaen su visión dominante y sistémica. Gestos y formas de organización juvenil que no configuran lo usual de los movi-mientos sociales y que obligan a redefinir el concepto de movimiento.

Palabras claves: jóvenes, política, movimientos sociales, subjetividad, multitud, Ecuador.

A “politicidade” do sujeito juvenil que brota nas práticas estratégicas dos jovens a propósito da sua participação nosprotestos que levaram à caída do presidente do Equador Lucio Gutiérrez, “contamina” a política na sua visão dominan-te e sistêmica. Gesto e formas de organização juvenil que não figuram usualmente nos movimentos sociais e que obrigama redefinir o conceito de movimento.

Palavras-chaves: jovens, política, movimentos sociais, subjetividade, multidão, Equador.

The “politicity” of the youth subject, which emerges in the strategic practices of the youths in regard to their participationin the protests that lead to the overthrow of the equatorial president Lucio Gutiérrez, “contaminates” the politics in itsdominant and systemic vision. Forms of youths organizations that do not configure the usual issues of the social movements,and that oblige to redefine the concept of movement.

Key words: youth, politics, social movement, subjetivity, crowds, Ecuador.

* Coordinador del Programa de Comunicación y profesor investigador de FLACSO, sedeEcuador. E-mail: [email protected]

** Profesora de teoría del arte de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. E-mail:[email protected]

[email protected] • PÁGS.: 112-121

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Introducción

En los estudios sobre juventud,uno de los interrogantes más apre-miantes es el significado de la“politicidad” del sujeto juvenil. Enmuchos de estos estudios se ha po-dido mostrar cómo con la creaciónde formas estéticas sostenidas porla elaboración de estilos de vida sig-nificativos enmarcados en lasproducciones musicales, en lasapropiaciones subjetivas del cuer-po, en las escrituras murales, cier-tos colectivos juveniles creannuevos lenguajes cuya dimensiónpolítica es explícita. Una de las ta-reas pendientes es entender cómoestas formas estéticas o lenguajesimpregnan o “contaminan” a laPolítica en su versión dominan-te y sistémica.

Este artículo pretende ilustrarde qué modo “lo juvenil” puededelinear una posición política enel Ecuador, rastreando mo-mentos de politicidad en elaccionar intempestivo y mu-chas veces camuflado de al-gunos jóvenes; gestos yformas de organización porcuya naturaleza y sentido nospreguntamos: ¿se trata de for-mas especiales que no configu-ran lo usual de los movimientossociales y que nos obligan poresto a redefinir el concepto demovimiento? y, ¿qué sentido tie-nen los gestos y la acción queconstituyen este movimiento?,¿qué estrategias operan en él? Es-tas preguntas están guiadas porlos decires de los jóvenes con losque dialogamos a propósito de suparticipación en las protestas quellevaron al derrocamiento delpresidente Lucio Gutiérrez. Jóve-nes que actuaron de modo anó-

nimo, espontáneo y con un nivelmínimo de organización que comotal no responde a ninguna exigen-cia de posicionamiento institucio-nal en la política tradicional de lospartidos y de los movimientos so-ciales, y que se proyecta en el sen-tido de desestabilizar los poderesinstituidos, las formas hegemónicasy binarias de la política (la alter-nancia de derecha e izquierda comosuele decirse), con el deseo de ins-talar “vocerías” de disenso y resis-tencia ante la toma de decisionespúblicas. Estos jóvenes1, que tras-ladaron los modos creativos de suvida cotidiana (articulados en tor-no a afectos compartidos en peque-ños grupos) al espacio político delas calles, no muestran el interés de

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querer estar del lado del poder for-mal (por esto se los tilda de apáti-cos y no comprometidos), rechazanlas plataformas tradicionales de vi-sibilidad de los políticos –el espec-táculo, la personalización y lavedetización mediática– y prefierencomo escenario de acción la noche,el secreto, el silencio o el gran es-truendo, la confusión en medio deotras colectividades ciudadanasanónimas. Lo que aconteció en esasemana de abril está de alguna ma-nera connotado por un modo “ju-venil” de acción política; no tantopor la masiva participación de losjóvenes sino porque mostró gestos,formas y planos de concienciairruptivos e inesperados que encar-naron el desborde ciudadano ante

los modos arbitrarios, “para-legales” e inconstitucionales quehan caracterizado la políticaecuatoriana durante los 26 añosdel denominado “regreso a lademocracia”.

Movimientossociales en elEcuador

Si se tiene en cuenta quese puede hablar de la existen-

cia de un “movimiento social”cuando existen las condicionespara que un grupo logre ordenaruna acción colectiva que sea per-durable, que se estructure en re-pertorios capaces de estableceroportunidades políticas de inter-pelación y de incidencia tantofrente al estado como a la socie-dad civil, parecería que, al me-nos en Ecuador, los conjuntosjuveniles que muestran un altonivel de organización y capaci-dad institucional, aunque nosiempre lo logren, intentan co-

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rresponder a este modelo, reprodu-ciendo estructuras y lógicas simila-res2. Es por esto que la exigenciade rever y replantear nuevas reglasde participación juvenil aparececomo una demanda clara entreaquellas organizaciones de tipo másinformal y que se caracterizan poruna permanente precariedad. Nosolo en el discurso dominante la vi-sibilidad y legitimidad social y po-lítica de las organizaciones juvenilesestá condicionada al reconoci-miento más o menos implícito dela existencia de una parte de la ju-ventud considerada como “respe-table”. Esta retórica discursivaparte de la premisa de que los jó-venes adquieren una posiciónsocial, fomentada y elogiada porparte de las instituciones, cuan-do muestran clara-mente ser intérpretes yportavoces de una es-pecie de “reserva mo-ral” de la sociedad. Esdesde ahí que obtienenlegitimidad las contri-buciones de los jóve-nes, cuando puedenser vistos como “pu-ros” en oposición a lodesgastado y “corrup-to” de la escena socialy política del país. Eneste sentido, las orga-nizaciones juvenilesalcanzarían el recono-cimiento a condiciónde que acepten implí-cita –o explícitamente– esta re-tórica, que no hace más quereproducir la misma lógica “adul-ta” y formal de la política tradi-cional. Lo más aceptado de losjóvenes en general sigue siendoesta consideración de que a tra-vés de la juventud tiene que ha-ber una renovación a futuro de

las instituciones, reduciendo así “lojuvenil” a un discurso de purifica-ción de las formas políticas, auncuando persisten los mismos meca-nismos que sostienen la institu-cionalidad política (la democraciaelectoral), así como los mismos con-tenidos de la participación (agendaspredefinidas e imposición de temas).Además, los jóvenes adquieren una“autoridad” para expresarse cuandoson llamados a hacerlo sobre la basede una agenda temática preesta-blecida y exclusiva elaborada por eldiscurso dominante (las issues –sexua-lidad, drogas, empleo, marginalidad,etc.–, sobre las que los jóvenes ¡siem-pre tienen problemas!). Es así quese vuelven sujetos de habla y ad-

quieren actoría social reconocidapor las instituciones, cuando soninvestidos de derechos formalescuyo otorgamiento se justifica acondición de considerarlos comojóvenes. Se trata del mismo meca-nismo que se aplica, hoy en día, acada sujeto particular en el contextode las sociedades contemporáneasmal llamadas multiculturales: losmovimientos feministas, homo-sexuales o indígenas, son reconoci-dos en su “cualidad” esencial demovimientos como mujeres, gays oindígenas3.

En el proceso de oposición algobierno de Gutiérrez, liderado enun primer momento por el alcalde

de Quito, Paco Moncayo, y quedesembocó en la constitución

de la Asamblea de laciudad, los jóvenesson llamados a llenarpuestos representati-vos y a cumplir conconvocatorias masi-vas. El testimonio deuno de ellos muestrael uso instrumental alque están sometidoslos jóvenes por partede la oficialidad:

Nosotros nos meti-mos en la Asambleade Quito por invita-ción del mismo Mon-cayo; somos cincopanas y nos dijo: ‘ven-

gan acá porque no hay jóvenes’.Entonces aparecimos en las re-uniones de la Asamblea de Qui-to tratando de dar una voz deapertura a la nota; nuestra ideasiempre fue tratar de hacer esoscabildos ciudadanos en las ad-ministraciones zonales, nuncanos pusimos a pensar la posibi-

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lidad siquiera de botarle alGutiérrez en lo inmediato.

En la medida en que estos jóve-nes no pretenden ser representati-vos de ningún sector juvenil, ni deplantear la existencia de un signifi-cante aglutinador como el “ser jo-ven”, sus ideas y propuestas notienen cabida en las asambleas delos movimientos sociales o en aque-llas de organizaciones juveniles queestructuran su discurso quedandoatrapadas en el mismo ámbito deuna institucionalidad establecida4.Las agrupaciones juveniles que noreivindican la necesidad de plantearuna “alternativa” a la política tradi-cional, que no se juntan alrededorde un significante ni claramente po-lítico, ni cultural o identitario es-table, que muchas veces se haquerido afirmar como lo que ca-racteriza a los jóvenes contempo-ráneos5, quedan fuera de lasconfiguraciones tradicionales queatañen a los movimientos socia-les viejos y nuevos. Algunos jó-venes muestran, al contrario, unaacción política difusa y molecularque constantemente produce di-ferencia, siendo la movilidad, el di-senso y la deconstrucción camposoperacionales que caracterizaríanesa acción. En este contexto larepresentatividad se vuelve im-posible, y tiende a impedir tam-bién la concreción de figuras deliderazgo formal que son un mo-tivo tan común de pugna alinterior de los movimientos socia-les. Estos liderazgos entendidoscomo protagonismos “supuesta-mente representativos” son recha-zados porque pertenecen a unavisión bipolar y binaria de la po-lítica a través de la cual se esta-blece que lo importante es tenerla capacidad de capitalizar a los

flujos de protestas potenciales o rea-les de los que son portadores los mo-vimientos sociales o la ciudadaníaen general.

Es clara la pugna interna que tie-nen (los políticos), ellos siem-pre vieron a la ciudad de Quito(las protestas) como un espaciode reconfiguración de liderazgointerno y como una plataformapara las próximas elecciones. Laradicalidad aparente de Gon-zález (prefecto) dirigida a ciertogrupo del electorado, y la ins-titucionalidad y la paciencia deMoncayo también dirigida a loelectoral, los dos luchando porun liderazgo interno.

El movimiento de losmovimientos juveniles

La acción de los colectivos ju-veniles en las jornadas de abril nose sostuvo por el hecho de ser or-denada y motivada alrededor deproyectos estables y de largo alien-to; más bien se desarrolló en espa-cios ligados más a la manifestaciónde subjetividades y estilos de vidadistintivos y significativos y por lotanto cambiantes (dado que se ubi-can en la intensidad de un vivirpresente), y que se difunden en es-pacios intersticiales (... nos lanza-mos por la participación política eninstancias de no fácil acceso a la so-ciedad civil ya organizada porqueobviamos obtener primero la llave de

acceso como es cuando hay quehacer los papeles para una perso-nería jurídica, etc...)no en luga-res institucionales en los que lofundamental es que primen cer-tezas y convicciones para pro-yectos de futuro.

Se plantea aquí una nociónde movimiento juvenil pensadode modo literal, ya no como unaacción social directa hacia laconsecución de objetivos clarosprefijados, sino como un devenirpolítico que acontece y se sostie-ne en acciones (a modo de líneasde fuga) intempestivas, inusita-das, de algún modo insurgentes,sin que de él sea descifrable nin-gún cálculo político ni ideológi-co en un sentido convencional.

Para definir el movimiento,Deleuze sostiene que hay que dis-tinguirlo de aquello con lo quese lo confunde: el movimientono es espacio recorrido, no es latraslación de un punto A a unpunto B ya que todo segmento

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AB ya ha sido recorrido. AB es pasa-do con respecto al movimiento quees presente, que se inscribe en unaduración y no en el Tiempo Tmedible, hecho de unidades equi-distantes. El movimiento, como loque está aconteciendo, se actuali-za siempre en un intervalo irrepre-sentable a través de un segmento:el movimiento se hace siempre a“nuestras espaldas”, a espaldas tam-bién de quien pudiera producirlo(Deleuze, 1985, passim). Si trasla-damos esta figura al “movimientojuvenil” que observamos en las jor-nadas de protestas de abril, podría-mos decir que es menos importantequién produce el movimiento –puesto que este se hace a las espal-das– que el movimiento mismo, yaque se trata de un “plano de con-sistencia” en medio de planosabstractos y trascendentes (el“deber ser de la polí-tica sistémica”), y quetiene implicacionessobre otros planos:este es su devenir enun sentido político ysocial.

El concepto de-leuziano de “plano deconsistencia” se refie-re a las actualizacionesde líneas de fuga conrespecto a líneas con-troladas y segmenta-das. Una línea segmentada es unalínea dura, una línea rígida: fa-milia-escuela-trabajo-jubilación,por ejemplo. Estas líneas no sonpersonales, individuales, sino queson atravesadas por grupos y so-ciedades, así como por dispositi-vos de poder y por las maquinariasbinarias del Estado que estable-cen, en este caso, la dicotomíaadulto-joven. Hay líneas más

flexibles que “trazan pequeñas mo-dificaciones”, y líneas molecularessegmentarias, que atraviesan lasotras, “flujos moleculares por um-brales que se franquean y que nocoinciden forzosamente con losumbrales de las líneas más visibles”(que son duras). Las líneas de fugason los intervalos que se producenen el choque de una línea con unsegmento duro, binario: podrían ser“máquinas de guerra” que se en-frentan al Estado. Escribe Delueze:“La máquina de guerra tiene unanaturaleza y un origen distintos queel aparato del Estado. (...) El poderdel Estado no se basa en una má-quina de guerra, sino en el ejerci-cio de las máquinas binarias que nosatraviesan y de la máquina abstrac-ta que nos sobrecodifica: toda una

‘policía’. La máquina de guerra, porel contrario, está atravesada por losdevenires-animales, los devenires-mujer, los devenires-imperceptiblesdel guerrero –cf. el secreto comoinvención de la máquina de gue-rra, por oposición a la ‘publicidad’del déspota o del hombre de Esta-do–” (Deleuze, 1997: 160). Así, esposible plantear como devenir “me-nor” un devenir-joven que atravie-sa a la centralidad del poder cuandoalgunos jóvenes toman la iniciativade conducir la protesta hacia la re-sidencia privada de Gutiérrez en lu-gar de buscar el enfrentamientofrontal en los lugares simbólicos fuer-temente custodiados por las fuerzasde policía, como el palacio de Go-bierno. Esta acción que se proyectacomo un escarnio y repudio público

en el lugar doméstico del presi-dente tiene el profundo significa-

do de descolocar a larepresión policial, sor-prender al presidente yobligarlo a una reac-ción desordenada, ypermite que la ciuda-danía se apropie del de-recho radical de unapráctica que tiende aextralimitar la distin-ción entre espacio pri-vado y público cuandose refiere a personajespolíticos fuertementecuestionados6.

Podemos hablar del fino pa-saje de “devenir-joven” a “má-quina de guerra” cuando el rolde “resistencia” frente a “máqui-nas sociales que tienen por fun-ción integrar y normalizar”(Balandier, 1997: 234) comoson las máquinas del Estado y lasociedad, son caracterizadas deforma extrema en un contexto

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particular como el ecuatoriano, enel cual éstas ya no permiten la exis-tencia de un espacio de ejercicio deciudadanía, sino que más bien sos-tienen un estado de “facto norma-lizado” o un Estado sin Estado dederechos plenos. En estas condicio-nes (llevadas a su máxima expre-sión en el gobierno de Gutiérrez),la democracia es una democraciatutelada por los militares, que garan-tizan el sostenimiento y la reproduc-ción de esas condiciones. Sinembargo, ninguna acción militar, niefectiva ni simbólica, es lo suficien-temente totalizante como para im-pedir que se produzcan formas deescape a ese control como fueronlas protestas de abril. De pronto,frente a la revuelta popular que nocesaba de “contagiar” adeptos, pa-recería haberse producido un mo-mento de vacío, de suspensión deprobables decisiones au-toritarias, debido a undesencaje ocurrido en-tre las mismas fuerzasdel cuerpo militar. Estevacío o suspenso, quese produjo por el lapsode cuatro horas (el díade la huida de Gutié-rrez), en el que nadiepudo asumir el control,es un momento de la re-vuelta y no simplemen-te de los militares o delas autoridades públicas.

El movimiento no se debeleer como lo que está compren-dido entre un antes y un despuésde las acciones –como una for-ma histórica–, el movimientono intenta ocupar el lugar delsegmento duro –las autoridadesen el poder–, no es una búsque-da, sino que se produce y alproducirse afecta su proceso,

permite una relación de velocida-des y de intensidades distintas –eneste caso el momento del vacío dePoder–. Ese es su acontecer, laafectación entre las estructuras ylas “fuerzas del afuera”. En esa me-dida lo podemos llamar plano deconsistencia o acontecimiento7.Podemos plantear el sentido quetiene, en el plano político, el “mo-vimiento juvenil” no como la con-figuración y puesta en obra de unaorganización claramente definible,sino como un constante devenir,al menos en una doble dirección.Por un lado, en el despliegue deun conjunto de prácticas que sonposibles por una especie de “con-dición histérica” que funcionacomo un operador que impide quese cierre el sentido de la política

en torno a versiones cosificadas,“naturalizadas” y basadas en laconstitución de discursos domi-nantes que a su vez se sostienen enel “fatalismo de lo inevitable”8.

Por otro lado, este movimien-to puede significar la puesta enmarcha de una inagotable “reser-va epistemológica” (contrapuestaa la reserva moral que señalamosarriba) que “funciona” por mediode un “imperativo”9: la permanen-te deconstrucción de cualquiersentido que puedan tener los ob-jetos culturales y las formas de lapolítica, siendo capaz de mostrarsu “estructural inconsistencia”.“Lo juvenil” en la política repre-sentaría una condición de posibi-lidad y a la vez una garantía de que

los “significante vacíos” (Laclau,1996) nunca puedan encontrar

un significado dura-dero y definitivo10.Ahora bien, ¿por quédebiera ser “lo juvenil”esa dimensión capaz dearticular tanto una“condición histérica”como una “reservaepistemológica?”

Prácticasestratégicas:apariencias,mimetismo

y comunicación

Lo veíamos como una nota sim-bólica, una cuestión porque másallá del impacto económico quepodía tener era un acto simbóli-co sobre el centro político delpaís, entonces cuál era el signi-ficado: crear movilidad, la apa-riencia de recrear un pocoestados generales...

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Si partimos de la convicción deque “lo juvenil” no es algo esencial,a modo de una naturaleza intrínse-ca de aquellos sujetos que se en-cuentran en una determinadacondición etaria, y se plantea lanecesidad de reconocer “lo juvenil”en ciertas formas y prácticas liga-das al ejercicio diario del vivir, node todos los jóvenes, sino solo deaquellos cuya vida, de alguna ma-nera, se caracteriza por lo queReguillo llama una “socioestética”es decir “(...) la relación entre loscomponentes estéticos y el proce-so de simbolización de éstos, a par-tir de la adscripción a los distintosgrupos identitarios que los jóvenesconforman” (Reguillo, 2000: 97),es posible afirmar que las culturasjuveniles han demostrado tener lasuficiente experiencia de sabercómo transitar por los territoriossemánticos de la trans-formación de los sig-nos11. En los usos de losestilos y las modas, engran medida vehicu-lizadas por las indus-trias culturales, seobserva la puesta enescena de procesos deconstitución de uncomplejo conjunto designificaciones y repre-sentaciones simbóli-cas, de tal forma quees posible afirmar quealgunos grupos juveni-les han sabido crear sabiamenteun “juego de apariencias”12.Como escribe Hebdige: “el de-safío a la hegemonía representa-do por las subculturas no emanadirectamente de ellas: en reali-dad se expresa sesgadamente enel estilo. Las objeciones y con-tradicciones quedan planteadasy exhibidas (...) en el nivel pro-

fundamente superficial de las aparien-cias: esto es en el nivel de los sig-nos” (Hebdige, 2004: 32, cursivasnuestras). Si trasladamos al campode la política lo que hemos defini-do como un saber juvenil de crearapariencias (y un operar con ellas),nos encontramos con que, por ejem-plo, en ciertas asambleas estudian-tiles que se desarrollan en un marcode una retórica institucional, los jó-venes juegan a hacer el rol de losadultos interpretando los papelesformales de la participación políti-ca. Lo que ahí está en juego es lapuesta en acto de una concienciaque se refiere a que siempre existeuna distancia necesaria para cons-truir aquellas apariencias y las infi-nitas posibilidades de otras. Elsentido político de esta operación

se muestra evidente si pensamoscon Zizek (2003: 29) que: “La apa-riencia tiene más peso que la cosaen sí, porque designa el modo en elcual la cosa en cuestión está inscri-ta en la red de sus relaciones conlos otros. En la manipulaciónficcional de los signos, en la consti-tución y significación del estilo, enlo preformativo de su subjetividad,algunos jóvenes entienden a fondoel mundo de las apariencias de lapolítica institucional, mostrándosecapaces de operar una decons-trucción de aquella política que, en-tre otras cosas, confunde seriedadcon solemnidad13. Lo ‘serio’ de lalógica juvenil podría estar en cam-bio en lo que Zizek manifiesta encuanto a la lucha política que: ‘in-dica la tensión entre el cuerpo so-

cial estructurado, en el que cadaparte tiene su lugar’, y ‘la parte

que no tiene parte’, laparte que amenazacon hacer estallar esteorden en base a unprincipio vacío deUniversalidad” (Zizek,2003: 148).

Por otra parte, ope-rar por fuera de lalógica homogénea ymolar14 no quiere decirh a c e r l o d e m o d oespontáneo simple-mente, a través de laimprovisación y el

desorden. Se trata siempre de for-mas de organización, de la arti-culación de acciones que, sinembargo, se van dando no aconsecuencia de un diseño pre-establecido sino como una con-creción del acontecimiento. Estasacciones, aunque no tengan unnúmero de participantes estables–en general de cinco a diez que

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crecen a cientos por momentos– secoordinan y se organizan de formasincrónica, o como dicen nuestrosanónimos entrevistados, “orgánica”o a modo de “célula”:

Nos reuníamos en las casas delos panas, manejamos un grupode diez personas, de cierta formasomos una célula que actúa, so-mos los más panas que nos re-unimos constantemente (...)llamamos a toda la gente, don-de están, rápido organizamos ala gente, hicimos lógica de cé-lulas. La célula que te digo quearmamos se dividió en dos gru-pos de diez, el un grupo por SanJuan y el otro por La Tola.

Aplicando esta lógica, el di-reccionamiento de las protestasciudadanas se va dando “sobre lamarcha”, en el mo-mento, creando unsentido de la protesta.No hay un líder, y lasprácticas se desplieganen la medida y las for-mas con las que se lasva proponiendo. De talmanera que no sepuede hablar de unaactoría reconocida so-cialmente, sí de una“vocería anárquica”como la califican losmismos entrevistados:

Decía de una vocería que es anár-quica en el sentido de que nohabía una concentración en latoma de decisión de hacia dón-de debíamos ir en grupo, enton-ces, de pronto, la tomábamosnosotros porque gritábamos másfuerte y porque nos conseguimosun megáfono de entre otros ciu-dadanos del movimiento “Ciu-

dadanos por la Democracia”,que tiene también una platafor-ma organizativa muy primaria.

Otra estrategia es la que seenmarca en lo que la teoría posco-lonial llama prácticas “miméticas”refiriéndose a la operación de de-volverle al poder colonizante unamirada de sí mismo a través de laapropiación, por parte del coloni-zado, de uno de sus signos. De estamanera, se le devuelve al poder re-presivo su mirada de vigilanciaque: “retorna como la miradadesplazante del disciplinado, don-de el observador se vuelve elobservado y la representación par-ticular rearticula toda la nociónparcial de identidad y la aliena ensu esencia” (Bhabha, 2002: 112).

En este sentido, a través de una ope-ración semántica de transforma-ción del significado se trató deconstruir una forma de rechazo ha-cia el gobierno, por asimilación del–y no por oposición al– signifi-cante “forajidos” connotado demodo estigmatizante:

Para calificarnos y minimizar alos manifestantes en contra desu gobierno, Gutiérrez usó des-pectivamente la palabra “fora-jidos”, nos la apropiamos y lausamos como emblema, de for-ma aglutinante, y cada uno denosotros empezó a decir “yo tam-bién soy forajido”.

Una característica fundamentaldel significado de las protestas de

abril ha sido el uso estratégico dela comunicación. Sin que el lla-

mado a la movilizaciónhaya venido desde un“centro”, miles de jó-venes (y familias ente-ras) se han juntado encalles y plazas de laciudad gracias a losmensajes escritos yhablados emitidos des-de teléfonos celulares.Muchos de ellos fil-maron con cámarasde video cuanto ibaaconteciendo. Ante laautocensura de los me-

dios masivos (a excepción de unaradio que se transformó en elnodo principal de entrada y sali-da de la información), este hechocomunicativo ha tenido la impor-tancia de que los manifestantes seconvirtieran en generadores de supropia información, haciéndolacircular con una extraordinariarapidez y efectividad. Esto hacontribuido enormemente a crear

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NÓMADAS120 NO. 23. OCTUBRE 2005. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA

en cada uno de los sujetos de la pro-testa, una sensación de ser una mul-titud es decir “un conjunto desingularidades”, que ha sido posiblepor la puesta en obra “de dispositi-vos de cooperación que se forman yse extienden a través de las redes”(Negri, 2003: 117); esas redes con-forman una multitud inteligente gra-cias al uso de las tecnologías de lacomunicación que permite ampliarlos talentos humanos de cooperación(cfr. Rheingold, 2004).

Mensajes (de celular), todo tipode mensajes. Ocasionalmentecuando había desesperación al-guien llamaba pero lo más efec-tivo eran los mensajes, entoncesun poco dos compañeros que soncomunicadores decían “aquíestá el uso de los micromedios,frente al mass media politizado yprogobiernista que no hace la la-bor que debería hacer por suspropios vicios comunicativos ynos queda comunicarnos de estaforma, vía verbal y vía mediosalternativos”.

Final: pasión deabolición (o lo“suicida” delmovimiento de lasmáquinas de guerra)

La máquina de guerra puedeconvertirse en mercenaria o de-jar que el Estado se apropie deella bajo la forma de ejércitoinstitucionalizado (...) Siempreexistirá una tensión entre el Es-tado, con su exigencia de pro-pia conservación, y la máquinade guerra con su empresa de des-truir al Estado, a los sujetos delEstado y hasta de destruirse a símisma o de disolverse a sí mis-

ma a lo largo de la línea de fuga.(Deleuze 1997: 161).

En abril de 2005 los manifestan-tes no solo gritaban “fuera Lucio”,también se escuchó la consigna Quese vayan todos, que tiene su antece-dente en las protestas de 2001 enArgentina. En su aparente sim-plicidad esta consigna no estabadirigida exclusivamente a las insti-tuciones del Estado. Esa consigna,gritada mil veces, tiene una impli-cación radical porque expresa unaespecie de “pasión de abolición”, de“suicidio” colectivo. Obviamentela mayoría de la clase política ecua-toriana, en particular los partidospolíticos tradicionales, la opiniónpública más “ilustrada” y cierta-mente los medios de comunicaciónno han entendido el significado dela consigna; todas estas instanciasestán demasiado preocupadas pordefender intereses y prebendas quese han venido “institucionalizando”en Ecuador. Frente a esta actitudabiertamente cínica, es necesariopensar esa radicalidad en el senti-do que le da Lewkowicz (2004: 10)cuando señala que el “todos” del“que se vayan todos” no es solo un“ellos”: “todos es más amplio queellos (...) que se vayan todos, queno quede ni uno solo (...). El vórti-ce lo arrastra también a uno –ni unosolo–. Que se vayan todos abre a laposibilidad y luego a la necesidadde pensar sin Estado”. Creemos quealgunos colectivos juveniles ya es-tán transitando por estos lugares“epistemológicos” que ciertamenteno hacen viable prever desenlacesa futuro que permitan establecercon claridad el aparecimiento demodos formales de participaciónjuvenil en la política ecuatoriana.El sentido y la interpretación quehemos querido dar a la protesta ju-

venil de abril nos alerta sobre estaposibilidad.

Citas

1 En el mes de abril de 2005, ocho días deprotestas ciudadanas realizadas en Quitoobtuvieron como resultado la destitucióndel coronel Gutiérrez por parte del Con-greso Nacional y la sucesión presidencialen el vicepresidente Alfredo Palacio.Hemos realizado una investigación conentrevistas a profundidad a una decenade jóvenes y observación directa de losacontecimientos que se suscitaron enesos días. Creemos que caracterizar a loscolectivos juveniles que protagonizaronesos acontecimientos nos hace correr elriesgo de una reducción a condicionescomo la etaria o el estrato socio econó-mico que resultan insuficientes para ex-plicar la acción juvenil. El universo so-cial de estos jóvenes es el más variado,va desde ser estudiantes hasta músicos.En todo caso, la característica más rele-vante es la de no pertenecer a ningunaorganización formal o tradicional delasociacionismo juvenil. Los “jóvenes deabril” pusieron en escena un conjuntode expresiones estéticas que han impreg-nado el espacio político de la protesta:la resignificación de “gramáticas futbo-leras” con cánticos y consignas de con-tenido político, los mosh callejeros, elrock, ská y reggetón presentes en lasmanifestaciones.

2 De algún modo los movimientos socia-les en el Ecuador (como por ejemplo elmovimiento indígena) se articulan entorno a ciertas características estables:la reivindicación y el respeto de unaidentidad cultural y la demanda poruna más eficiente y equitativa distribu-ción de los ingresos económicos. Eneste sentido, tal como lo afirma Neveu(2002), los movimientos sociales sonaquellos que tienen una clara identifi-cación de un adversario que en generales representado por una autoridad pú-blica. A esto hay que agregar la necesi-dad de que los movimientos socialescuenten con claros mecanismos derepresentatividad y formalización deliderazgos. Es del hecho de asumir to-das estas características que algunos co-lectivos juveniles se apartan.

3 “Esencial” se refiere al modo de naturali-zar y fijar de una vez por siempre a estos

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121NÓMADASCERBINO, M. Y RODRÍGUEZ, A.: MOVIMIENTOS Y MÁQUINAS DE GUERRA JUVENILES

sujetos en base a una supuesta identidadpropia.

4 Es el caso de la organización “ruptura delos 25”, un colectivo juvenil que apare-ció y quedó atrapado en la dimensión deun fenómeno mediático, compuesto porjóvenes “ilustrados” de clase media alta,sostenido financieramente con fondosde organismos internacionales, que des-de su comienzo dirigió su acción políticacuestionando a los partidos y a la clasepolítica ecuatoriana y planteando la ne-cesidad de una renovación (¿purifica-ción?) de la democracia en el país. Estecolectivo sugiere que es necesariorefundar al Ecuador por medio de valo-res y acciones plasmadas en un lenguaje“adulto” como son la honestidad, la trans-parencia, la necesidad de llevar a cabouna asamblea constituyente, mostrandotener mucha seguridad sobre cómo cons-truir una “democracia verdadera”, algode lo cual es preciso sospechar venga dequien venga.

5 Para desvirtuar y problematizar esta ca-racterización de los mundos juveniles,sobretodo en el ámbito de las denomina-das “culturas juveniles”, se puede con-sultar el interesante libro de Marín yMuñoz (2002).

6 Se trata de una práctica que ha sido em-pleada de modo reiterado en Argentinaen las protestas de los últimos años.

7 Como afirma Maffesoli (2001), a propó-sito de levantamientos y revueltas: “sudenominador común es no situarse en elsentido de la historia. Ser, totalmente,indiferentes a cualquier finalidad que sea.Su intensidad se basta a sí misma. Se agotaen el acto mismo de su realización. Es loque puede llevar a acusarlos de frivoli-dad, pero es lo que los vuelve profundos(...)” (Maffesoli, 2001: 125).

8 Se trata de una visión de la política quese olvida que: “…el déficit de orden de lamodernidad se piensa en función de laposibilidad, de la contradicción entre unaracionalidad instrumental, omnipresen-te, poderosa, y una racionalidad interpre-tativa desfalleciente, de devenir incesan-te, abierto a lo aleatorio y lo efímero(Balandier, 1997: 230).

9 Slavoj Zizek resume así la tensión exis-tente entre la política tradicional que searticula a partir de la aplicación de lógi-cas y discursos institucionalistas y el ac-ción política de los “nuevos movimien-tos sociales”: “El bloqueo que pesa sobreel presente implica dos posibles trayectos

de empeño político y social: se puede ju-gar la partida del sistema, empeñarse enuna ‘larga marcha a través de las institu-ciones’, o activarse en cambio en los ‘nue-vos movimientos sociales’ (…) Sin em-bargo, una vez más, el límite principalque incumbe a estos movimientos estádefinido por su no ser Políticos, en elsentido del Universal Singular: se trataen efecto casi exclusivamente de ‘movi-mientos a tema’, desprovistos de una di-mensión de universalidad, es decir sin lacapacidad de referirse a la Totalidad de losocial, donde el carácter esencial de estatotalidad reside en su estructural incon-gruencia” (Zizek, 2003: 118) –traduc-ción nuestra–.

10 Ver Laclau (1996). En la misma direc-ción creemos que va Balandier (Op.cit.)cuando escribe: “Como todo en la mo-dernidad, la verdad estalla y ya no es másde una sola pieza; se dispersa y su movi-miento puede interpretarse con ciertoexceso como un vagabundo (…) el saberno puede ser asemejado a una suma de co-nocimientos que develaría progresivamen-te la verdad sino a lo que puede ser visto(evidencias) y dicho (enunciados) y ar-monizado según las condiciones particu-lares de una época” (cursivas nuestras).

11 Existe ya una amplia literatura de estu-dios sobre culturas juveniles en Américalatina; además del texto de Reguillo, sepuede consultar para el caso ecuatoria-no: Cerbino, et al, (2000); Cerbino(2004).

12 Ese “juego de apariencias” aparece tam-bién en lo performativo de ciertos ges-tos, que dan cuenta de una estética cor-poral, haciendo que la política se abra, secontamine de otras lógicas: “Era comoun baile de tecno de la gente bailandoconsigo misma”…“estas gentes de las quehablo son de barricada y no les importanada, era una furia colectiva, parecía queestábamos en el estadio”.

13 Un joven nos refiere en el siguiente tes-timonio el ridículo que se produce antela pérdida de los códigos rígidos de lasolemnidad de los diputados: “Les ví ados diputados de esos diputados sinnombre, que sacaban la escarapela elrato que les vi arrodillados debajo de unescritorio diciendo: “yo soy diputado”,y me pareció súper chistoso y me diomucha risa”.

14 Según Negri (2003: 57): el concepto de“molar” se refiere a: “amplios agregados ogrupos estadísticos, que constituyen a

través de procesos de integración y re-presentación, un conjunto cohesionadoy unitario”. Se opone a molecular que:“siempre designa micromultiplicidades omejor singularidades que forman conste-laciones o redes deshomogéneas” (tra-ducción nuestra).

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