Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura,...

4

Transcript of Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura,...

Page 1: Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura, involucra las fuerzas de la continuidad histórica tanto en los aspectos materiales
Page 2: Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura, involucra las fuerzas de la continuidad histórica tanto en los aspectos materiales

Monografías de Arquitectura y Vivienda

REGIONALISMODirecciónLuis Fernández-Galiano Antonio Vélez Catrain Director Ejecutivo Luis Fernández-Galiano Consejeros de Redacción Ricardo Aroca Hernández-Ros Pedro Gómez Blázquez Ignacio González Pérez Redactor Jefe Justo F. Isasi Diseño Gráfico Javier Alau Massa ProducciónFernando de Miguel Fueyo SecretaríaPaloma Sagi-Vela

EditaS.G.V. (Sociedad Estatal de Gestión para la Rehabilitación y Construcción de Viviendas, S.A.PresidenteRamón Muñagorri Triana

Redacción y suscripcionesCasado del Alisal, 528014 MadridTels. 227 3897/227 3008

Precio del número 900 ptas.Suscripción anual (4 números) 3.000 ptas.

Fotocomposición: Fernández Ciudad, S. L. Fotomecánica: Gráfico Hispano Impresión: GrefolDistribuyeHermann Blume Rosario, 17 28005 Madrid Tels. 2659200/09/09

A&V © S.G.V. 1986 Depósito legal: M. 23.776/1985CubiertaComposición del fotomontaje de Josep Renau La sociedad de la abundancia (1956) y una ilustración del libro Casas de campo españolas de Alfredo Baechlin (1930), coloreada por Focho.En contraportada, ilustración del mismo libro coloreada por Carmen Espegel.Las traducciones de los originales en inglés de Tzonis & Lefaivre y de Frampton han estado a cargo de Paloma Sagi-Vela.Las fotografías del artículo de Antonio Fernández Alba han sido suministradas por él mismo la superior y por Javier Belzunze la inferior.

A&V agradece su colaboración a Antonio Fernández Alba, Enrique Bardají, Antonio Barrionuevo, José Luis Iñiguez, Iñaki Galarraga. Eduardo Mangada, José Ramón Moreno, Luis Peña, José Antonio Solans y Oscar Tusquets.

2 Antonio Fernández Alba No volverás a Región

El nuevo regionalismo

4. Alexander Tzonis y Liane LefaivreEl regionalismo crítico y la arquitectura española actual

20 Kenneth FramptonEl regionalismo crítico: arquitectura moderna e identidad cultural

26 Eduardo SubiratsRegionalismo y cultura universal

Episodios del regionalismo en España

28 Pedro NavascuésRegionalismo y arquitectura en España (1900-1930)

36 Mercedes ReigLa polémica regionalista

38 Manuel BlancoLa arquitectura de Regiones Devastadas

42 Antonio VélezArquitectura regionalista en España. Aalto, Buñuel y otras explicaciones

Andalucía

44 José Ramón MorenoLa vivienda andaluza ante el regionalismo

46 Eduardo Mosquera, M.a Teresa Pérez Cano, Víctor Pérez Escolano Arquitectura y vivienda: panorama actual y precedentes

54 Manzana de viviendas en Pino Montano, SevillaArquitecto: Antonio Barrionuevo

Cataluña

58 Juan Antonio SolansPolítica de vivienda y arquitectura regionalista

60 Josep María MontanerLa búsqueda de una arquitectura nacional

64 Viviendas sociales en Mas Abelló, ReusArquitectos: Oscar Tusquets y Caries Díaz

Euskadi

70 Iñaki GalarragaLa vivienda como problema de arquitectura

74 Juan Daniel FullaondoEl dilema vasco. En busca del tiempo perdido

82 Viviendas en Miraconcha, San SebastiánArquitecto: Luis Peña Ganchegui

Madrid

88 Enrique Bardají¿Recuperación regionalista en Madrid?

90 Juan Miguel Hernández de León El regionalismo madrileño actual

94 Viviendas en el antiguo solar de la FosforeraArquitectos: José Luis Iñiguez y Antonio Vázquez de Castro

98 Eduardo MangadaRegionalismo arquitectónico y políticas autonómicas

Page 3: Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura, involucra las fuerzas de la continuidad histórica tanto en los aspectos materiales

Antonio Fernández AlbaNo volverás a región

Entre las amenazas que se ciernen sobre el pensamiento arquitectónico de hoy figura manifiestamente la incapacidad de formu-lar alternativas espaciales que denoten la diversidad de actitudes, intereses y posibles imágenes de una sociedad en continuo cambio. Tal incapacidad formal del arqui-tecto frente al espacio se traduce, dentro del mundo teórico-crítico, arsenal ideoló-gico de la doctrina, en un cúmulo de recetas y aforismos formales para justificar el ejercicio de la arquitectura.

Del proceder de los arquitectos podemos deducir lo generalizado que está el sistema de información controlada que entretiene a tantos en una composición reglada de la arquitectura, reglada por la estrategia de proyecto y el interés del proceso de pro-ducción contemporáneo. Composición ajustada al consumo de moda que tan sutil y perversamente manifiestan las últimas vanguardias al reciclar la «modernidad obsoleta». El hecho de que la información gráfica tenga mayor vigencia como expre-sión del prestigio individual que como transmisión de una exploración personal de la arquitectura refleja con justeza este aserto. Y hay que añadir que la informa-ción prima la representación de la sugeren-cia formal sobre la idea y la concepción del espacio. El poder de estos sistemas de información dirigida hace actual el pensa-miento de Víctor Hugo: la arquitectura queda excluida de los períodos de predo-minio de la letra impresa.

Valga lo dicho para acotar una pregunta formulada en el reciente curso sobre regio-nalismo arquitectónico y política autonó-mica, realizado en Sevilla dentro del pro-grama de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo: ¿Por qué, ahora, de nuevo el regionalismo como alternativa arquitectónica?

Hacia una arquitectura de símbolosEn la década de los setenta se constata ya que las propuestas de las vanguardias histó-ricas no estaban a la altura de la espaciali- dad lúdica que se anunciaba para los ochen-ta: la exclusión del ornamento, del color, de

las posibilidades plásticas de la materia, de la elegancia de lo sinuoso o de una cierta magnificencia en la concepción del espacio resultaba excesivamente puritana para las demandas simbólicas de las sociedades industriales avanzadas que reclamaban una orientación de la «belleza» en la que el placer, la evasión, la retórica formal, el color o la espacialidad simulada debían hacer acto de presencia haciendo de la arquitectura una alusión elegiaca al pa-sado.

La transición hacia estos nuevos indica-dores simbólicos ha sido rápida. El proyec-to arquitectónico —aparentemente ya re-cuperado de la necrofilia de las tipologías que entretenía a la Tendenza en estudios sobre los cementerios de la historia— des-borda con ilustraciones gráficas y compo-siciones cromáticas intentando hacernos olvidar tan lúgubres pesadillas. Pero, pese a la grandilocuencia de los medios gráficos empleados, de las justificaciones críticas y mediaciones teóricas y pese a las costosas realizaciones edificadas, ambos intentos han sido incapaces de sentar unas premisas sobre las que basar soluciones o apuestas espaciales propias de nuestra realidad am-biental.

Ante la acelerada sucesión de ismos en que se ve sumida la arquitectura, de unos ismos estrictamente obedientes a las nor-mas que rigen la producción en series infinitas de objetos cuya demanda no pro-cede de la necesidad de nuevos espacios sino de las exigencias de la venta inducida, y del consumismo inoculado a través de escenografías cambiantes; ante una eviden-cia tan clara de la perversión de tales arquitecturas, no resultará extraña una mirada hacia lo que aún existe, lo que aún es recuperable de la tradición o de la cultura local. Una recuperación ideológica de las identidades puede suponer un gesto de resistencia desde lo local en un intento de salvar la razón y el ser de los espacios de la arquitectura.

Esta orientación «neoregionalista» (tam-bién calificada de «regionalismo crítico») tiene antecedentes como los llevados a cabo en el campo del diseño de objetos por

y'

G. Bonsiepe en Chile entre 1970 y 1973 o como los que se realizan actualmente en Brasil con una clara coherencia en lo que se refiere a la utilización de técnicas del lugar, materiales disponibles y el contexto social en el que se interviene. Pero nada —o muy poco— tienen que ver estas pro-puestas con las orientaciones «regionalis- tas» de principios de siglo cuando una clase de poder creciente —la burguesía mercantil— reclamaba para sí los alfabe-tos formales de la tradición local. Y nada tampoco con algunos rasgos que aparecían colateralmente en el desarrollo del Movi-miento Moderno entre los arquitectos de los países nórdicos, ni con los acentos vernáculos de las propuestas italianas de posguerra o las alusiones «mediterráneas» de ciertos preclaros ejemplos de la arqui-tectura española de los cincuenta.

¿Arquitectura regional o simple cambio de imagen?Los esfuerzos de Tzonis (1) por encontrar en la arquitectura contemporánea españo-la el denominador común de lo regional (basándose en el material utilizado o en las referencias a tipologías y peculiaridades locales) y las consideraciones de Frampton al situar algunos ejemplos de esta actitud regionalista en los últimos trabajos de J. Utzon, T. Ando, M. Botta o A. Siza en un intento de formar una especie de «inter-nacional regionalista» carecen, en ambos casos, de una justificación conceptual que permita afirmar la existencia de una arqui-tectura de lo regional. Una arquitectura que, además, arrastraría en sus propuestas una actitud de rebeldía y, sobre todo, de resistencia frente a los códigos internacio-nales. Y carecen de razón porque algunos de los arquitectos que han seleccionado para sus ejemplos apenas se diferencian de los que trabajan en la producción de los grandes conjuntos contemporáneos.

Un trabajo reciente de J. Jacobs (2) en el que se propone una visión analítica del desarrollo y la decadencia de la economía, nos muestra con gran lucidez que la uni-dad económica realmente operante no es la nación sino la ciudad. Pero no una

2 3 (1985) A&V

Page 4: Monografías de Arquitectura y ViviendaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura, involucra las fuerzas de la continuidad histórica tanto en los aspectos materiales

2capital, un mercado o una plaza fuerte (aunque podría ser también una cualquie-ra de éstas), sino una ciudad «que sustituye las importaciones», que una y otra vez desarrolla nuevos productos para rempla-zar los que antes compraba en el exterior. Jacobs señala con precisión que la ciudad «que sustituye las importaciones» unida a su propia región independiente, dotada de su propia moneda y su propia política arancelaria ha sido la característica de los grandes períodos de desarrollo como la Grecia clásica o la Europa medieval. Hoy el ejemplo sería Singapur. La mayoría de estas ciudades, sin embargo, se han incor-porado a naciones o imperios y esto va estrechamente unido a la decadencia eco-nómica, lo que nos induce a pensar que muchas de las «economías de subsistencia no reconocidas» de nuestros días no son síntoma de subdesarrollo sino el resultado de la pérdida de los nexos con las econo-mías en desarrollo.

¿Cabe pensar hoy en ciudades-estado donde poder construir un edificio proyec-tado al margen de los mecanismos de la producción propios del modelo hegemóni- co y al margen de sus imperativos tecnoló-gicos o administrativos? El término regio-nal aplicado a la arquitectura no deja de tener una connotación romántica ni de ser un ejercicio exploratorio en el interior de la variedad que caracteriza al proyecto arquitectónico de hoy, siempre necesitado de un soporte conceptual para venderse. Una actitud de resistencia crítica y operati-va frente a la manipulación de la espaciali- dad moderna no reside, a nuestro juicio,

en la aceptación sin reservas de las pautas formales de la cultura del pasado ni en la rendición sin condiciones a los procesos de la cultura dominante. Tal vez el recurso de adoptar una perspectiva antropológica en el análisis sea más adecuado para una correc-ta interpretación de las relaciones entre cambio social y cambios culturales, entre los fenómenos de innovación-adaptación y la propia identidad.

Una síntesis necesariaUna visión antropológica de la cultura, en arquitectura, involucra las fuerzas de la continuidad histórica tanto en los aspectos materiales como en lo referente a los valo-res. Desde esta perspectiva es posible inter-pretar el espacio arquitectónico como un sedimento de tiempos biogrcificos y espacios de interacción social en el que se aprecian signos inaccesibles al conocimiento cons-ciente. Y precisamente en esta dirección se mueven las nuevas orientaciones que inter-pretan las dimensiones sociales, culturales, psicológicas y políticas de lo humano apo-yándose en la experiencia acumulada a lo largo de la historia y en los procesos de comprensión y simbolización sin cuya me-moria resultan indescifrables las singulari-dades del presente. La pérdida de esta doble perspectiva —tanto de la memoria histórica como de los símbolos— explica con claridad muchos de los actos neuróti-cos de nuestro tiempo.

En el campo específico de lo arquitectó-nico, pese a tantas anotaciones historicis- tas, estamos viviendo un proceso de autén-tica aculturización. De ahí la necesidad de

nominaciones, clasificaciones y taxonomías para el sencillo acto de construir el espa-cio. El engaño —a veces sutil y a veces descarado— de una modernidad que cam-bia cada temporada (con el apoyo mani-fiesto del sector mercantil hegemónico) nos presenta la arquitectura como una plasmación de sugerencias, como un catá-logo de banalidades al tiempo que nos hace vivir los espacios en un auténtico crepúsculo de apariencias, producto sin duda de las tesis hegemónicas y de los singulares dogmas de este poder mercantil que avala la presencia y el dominio de períodos culturales subsidiarios sobre las culturas preexistentes.

Para la arquitectura no parece que la búsqueda de la identidad perdida o aban-donada pueda dirigirse hacia región algu-na. La transformación está, quizá, más escondida. La clave para que —en térmi-nos de la antropología— sean coherentes lo primitivo y lo civilizado puede ser la indagación a partir de nuestra conciencia de lo imperfecto.

1 Los primeros esbozos de esta insinuación de rebeldía desde lo regional se deben a A. Tzonis y K. Frampton. La denominación, a nuestro juicio poco afortunada, de «regionalismo crítico» fue utilizada en las conferencias organizadas por la Cátedra de Elementos de Composición de la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1982 así como en algunos trabajos de Frampton publicados en Casabella en julio de 1983.2 Jane Jacobs, Cites and the Wealth oj Nations. Principles of Economic Lije (Las ciudades y la riqueza de las naciones. Principios de la vida económica). Random House.

3A&V (1985) 3 3