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Diplomado en Inclusión educativa Escuelas Inclusivas: enseñar y aprender en la diversidad Módulo 1 Inclusión educativa y diversidad Gerardo Echeita Mauricio López Cecilia Simón Marta Sandoval Escuela de Educación - Centro de Altos Estudios Universitarios OEI

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Diplomado en Inclusión educativa Escuelas Inclusivas: enseñar y aprender en la diversidad

Módulo 1

Inclusión educativa y diversidad

Gerardo EcheitaMauricio LópezCecilia Simón

Marta Sandoval

Escuela de Educación - Centro de Altos Estudios Universitarios OEI

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Gerardo Echeita Sarrionandia. Doctor en Psicología, por la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Uni-versidad Complutense de Madrid (1985). Profesor permanente (Profesor Titular de Universidad, TU), del Departamento Interfacultativo de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, donde imparte docen-cia en títulos de grado y postgrado (Master y Doctorado) y en el que también ha desempeñado el cargo de Director de Departamento (2006-2010).Ha publicado, como autor o coautor, más de cien trabajos entre artículos, capítulos en libros y libros, ha participado en distintos proyectos de investigación y ha presentado numerosas ponencias y comunicaciones en Cursos, Jornadas, Con-gresos y Simposios, tanto nacionales como internacionales. Es miembro del Consejo Editorial de varias publicaciones de prestigio en su ámbito de conocimiento como son Infancia y Aprendizaje, Revista de Educación, Siglo Cero, o la Eurpean Jounal of Special Needs Education, Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva.Ha sido o es consultor o experto para varias organizaciones internacionales (UNESCO, OCDE, UNICEF, INCLUSION EU-ROPE, AGENCIA EUROPEA PARA LAS NEE) y ha trabajado o pertenece ha varios institutos nacionales de investigación y asesoramiento (IDEA, INICO).

Mauricio López. Psicólogo por la Universidad de Chile (1997) y Doctor en psicología evolutiva y de la educación por la Universidad Autónoma de Madrid (2010). Ha trabajado como asesor de programas de mejoramiento e innovación edu-cativa en establecimientos municipales y subvencionados del país, en temáticas como convivencia escolar, orientación vocacional, inteligencias múltiples, sexualidad adolescente, entre otras. Ha sido docente en programas de formación de psicólogos educacionales y profesores. Participó en el equipo de investigación sobre Inclusión y exclusión del Departa-mento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, y actualmente participa en la Red Cies (Colaboración para la inclusión educativa y social). Sus intereses actuales de investigación se relacionan con el papel de la psicología educacional en el desarrollo de la inclusión educativa, así como los procesos de cambio conceptual y mejora educativa en el ámbito de la atención a la diversidad en la educación escolar.

Cecilia Simón Rued. Doctora en Psicología y Profesora Titular del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educa-ción de la Universidad Autónoma de Madrid. Cuenta con una amplia trayectoria de investigación y docencia universi-taria, tanto en estudios de grado como de posgrado, en el campo de la educación inclusiva y los alumnos vulnerables a procesos de exclusión. Ha participado en diferentes proyectos de ámbito nacional e internacional, financiados por entidades públicas y privadas, vinculados a estos temas. Más recientemente ha incorporado a esta línea de investi-gación diversos aspectos relacionados con familia e inclusión educativa y social. Sus trabajos se han difundido a través de publicaciones y congresos nacionales e internacionales. Forma parte del grupo de investigación de la UAM: Inclusión - Exclusión Educativa (IN.EX.ED).

Marta Sandoval. Profesora contratada Doctora en el Departamento de Psicología Evolutiva y Educación de la Facultad de formación de profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Se doctoró en 2003 en Psicope-dagogía al tiempo que trabajaba como maestra especialista en Educación Especial en varios centros educativos de Madrid. Ha formado parte en distintas investigaciones sobre inclusión educativa y ha sido representante española en la Agencia Europea para el Desarrollo de los alumnos con Necesidades Educativas Especiales.

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONESIntroducción

Descriptor

Este primer Módulo tiene como propósito revisar las razones, los principios y el marco conceptual que constituyen la base de la educación inclusiva y sobre la cual deben sustentarse las políticas educativas que, en los distintos planos (macro, meso y micro), deben ayudar a promover la atención a la diversidad del alumnado y, con ello, una educación de calidad para todos, sin exclusiones. Por otra parte, este Módulo debe ayudar a contextualizar el sentido y la importancia de los principales contenidos presentes en los Módulos Obligatorios y Optativos, actuando a modo de organizador previo para su mejor asimilación.

El Módulo plantea la educación inclusiva como algo esencialmente controvertido y dilemático. Por ello, se hace imprescindible, por un lado, comprender los procesos deliberativos y de toma de decisión democráticos y, por otra parte, clarificar los valores de los involucrados en dichos procesos.

Los principales temas que se abordarán son: la perspectiva psicopedagógica subya-cente a la educación inclusiva, las perspectivas pasadas y presentes en la atención a la diversidad, los elementos para elaborar una definición local de educación inclusiva, el marco de referencia de tres esferas para actuar sobre los procesos de inclusión (presencia, aprendizaje y participación), el dilema de las diferencias en la educación escolar y la atención a la diversidad, su historia, así como el examen de las diferencias por capacidad y, por último, la clarificación de los valores y los principios éticos que sustentan las escuelas inclusivas.

Objetivos

La asimilación de los contenidos del Módulo y el desarrollo de las actividades pre-vistas en él deben permitir que los participantes que trabajen con aprovechamiento consigan:

» Comprender que la idea de una educación más inclusiva forma parte de la tarea de avanzar hacia sistemas educativos de mayor equidad y calidad para todo el alumnado, en cumplimiento del derecho que les asiste a todos ellos e independientemente de las condiciones personales, sociales, familiares, de origen o cualquier otra que, en parte, les definen.

» Analizar la perspectiva propuesta para comprender la interrelación entre las políticas y prácticas educativas en materia de atención a la diversidad del alumnado.

» Analizar el significado y el sentido de una definición operativa de inclusión educativa centrada en tres dimensiones educativas básicas que la articulan (presencia, aprendizaje y participación), así como comprender la naturaleza dilemática de su interdependencia, habida cuenta de la existencia de barreras escolares de distinto tipo y naturaleza que interactúan entre sí.

Unidades Didácticas

En este Módulo se analizará con detalle la perspectiva psicopedagógica que subyace al concepto de inclusión educativa, en la que, en todo caso, se asume que el obje-

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ANOTACIONES tivo final de la educación inclusiva es contribuir a reducir, tanto como sea posible, la exclusión social que resulta de las actitudes y de las respuestas a la diversidad racial, la clase social, la etnicidad, la religión, el género y las aptitudes. Por tanto, se parte del convencimiento de que la educación es un derecho humano elemental y la base de una sociedad más justa.

Unidades didáticas

1. El derecho a una educación de ca-lidad para todo el alumnado. Equidad e inclusión educativa. Un marco de referencia.

Duración: 15 horas

2. La inclusión educativa y el dilema de la atención a la diversidad del alumnado.

Duración: 15 horas

3. Valores y principios éticos para una educación inclusiva

Duración: 10 horas

Evaluación

La evaluación del Módulo tendrá dos componentes.

Evaluación objetiva de la asimilación de los principales contenidos tratados en él, a través de una prueba de pre-guntas con elección múltiple

Ponderación: 40%

Respuesta a 6 preguntas vinculadas a “creencias o prejuicios sobre el pro-ceso de inclusión educativa”, habitua-les en la forma de pensar de muchos agentes educativos.

Ponderación: 60%

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ANOTACIONESUnidad 1: El derecho a una educación de calidad para todo el alumnado. Equidad e inclusión educativa. Un marco de referencia.

Introducción

En esta Unidad se analiza la inclusión educativa como marco de referencia para avanzar hacia sistemas educativos capaces de ofrecer una educación de calidad para todos los alumnos y alumnas, sin exclusiones ni eufemismos respecto al “todos”, lo que pasa necesariamente por reconocer y respetar su diversidad. Se inicia con un análisis sobre el significado de las políticas de equidad en educación, para pasar a centrarse en el análisis e implicaciones de la perspectiva psicopedagógica en la que se apoya el concepto de inclusión educativa. Finalmente se propone un marco de referencia global que permite un análisis sistémico de los cambios necesarios para dar sentido y coherencia a las acciones locales que cada uno puede llevar a la práctica.

Temas

La Unidad Didáctica se organiza en cuatro temas:

Tema 1.1. Equidad e inclusión

Tema 1.2. Atención a la diversidad del alumnado. Perspectivas en conflicto

Tema 1.3. Definir la inclusión educativa para llevarla a la práctica

Tema 1.4. Un marco de referencia global para una acción local

Tema 1.1. Equidad e inclusión

Los sistemas educativos de todo el mundo se enfrentan al reto de ofrecer a todos los niños y las niñas así como a los jóvenes una educación de calidad. Esto, en el caso de los países económicamente más pobres, tiene que ver con los aproxima-damente 72 millones de niños que, de entrada, ni tan siquiera tienen acceso a la escuela. La situación de buena parte de Iberoamérica no es ajena a estas lacerantes desigualdades (Blanco, 2006; OREALC/UNESCO, 2007) y es digno de reconocimiento el compromiso que tienen las Metas Educativas 2021 (en cuya estrategia global se inscribe esta acción formativa), respecto a la tarea de reducirlas de forma sig-nificativa. Entretanto, en países más ricos, muchos jóvenes terminan la escuela sin tener aptitudes significativas, otros son dirigidos hacia distintos tipos de alternativas que les privan de la experiencia de una educación formal, y otros sencillamente deciden abandonar la escuela pues consideran que las lecciones que ésta ofrece son irrelevantes en sus vidas.

Cuando los expertos en educación analizan esta cuestión suelen hacerlo bajo la referencia a la equidad de los sistemas educativos. Se tiende a considerar que un sistema educativo es equitativo (o más bien que lo es más que otros, porque ninguno lo es al 100%), cuando es capaz de conseguir que una mayoría de sus estudiantes alcancen logros educativos comparables (nivel de estudios conseguido, grado de

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ANOTACIONES adquisición de determinadas competencias educativas, etc.), independientemente de factores individuales (género, procedencia, etnia, etc.) o de su contexto (ingre-sos económicos familiares, circunstancias familiares, nivel sociocultural, lugar de residencia), incluidos en estos el tipo de escuela a la que asisten sus estudiantes (pública, privada, grande, pequeña). Los países con mayor nivel de equidad (a con-secuencia, obviamente, de políticas para la equiparación de oportunidades como becas, ayudas, planes o proyectos de compensación de desventaja, etc.) muestran, entonces, resultados más parecidos entre grupos de estudiantes que aquellos en los que los niveles de equidad son menores. Todo ello tiende a relacionarse, pre-cisamente, con algunas de las características sociales que los primeros han sido capaces de “controlar/compensar”.

En la actualidad, la inmensa mayoría de los países del mundo, realizan pruebas de rendimiento a sus estudiantes en determinados momentos de su vida escolar (por ejemplo a los 15 años, una edad próxima a la que en muchos países termina la educación obligatoria), que posteriormente analizan buscando relaciones entre estos logros y algunas de esas variables de contexto a las que antes aludíamos, lo que permite hacer conjeturas y comparaciones sobre el grado de equidad del sistema. El ejemplo de los estudios de PISA, desarrollado por la OCDE es uno de los más conocidos y rigurosos realizados a escala internacional. Los que ha reali-zado el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), de la UNESCO también son muy importantes. Seguro que su país no es una excepción al respecto y le animamos a que busque información sobre ello en la oficina regional de la UNESCO (http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=7453&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html).

Estos estudios y el enfoque que mantienen sobre la equidad son importantes y necesarios y nos dan una radiografía de cada sistema o de una región del mundo en su conjunto, como refleja, por ejemplo, el trabajo de Poggi (2010). Pero tam-bién hay que señalar que no están exentos de críticas, la revisión de las cuales nos llevaría mucho tiempo y nos desviaría de los objetivos del Módulo y de este tema. No obstante, a nosotros nos parece que una de sus limitaciones es que son estudios de carácter macro, que se centran en la imagen global de un sistema (aunque sea detallada en muchos aspectos) que, además, dejan fuera de su preocupación a al-gunos grupos de alumnos particularmente vulnerables a los problemas de equidad (como es el caso, por ejemplo, del alumnado con discapacidad –ver Cuadro 1-). Estos datos, siendo de interés para el diseño de las macro políticas, son de poca utilidad práctica para los maestros y las maestras, para el profesorado en su conjunto, a la hora de ayudar a orientar su práctica educativa.

Cuadro 1: Exclusiones en PISA

En el Estudio de PISA, según la definición de la muestra de dicha evaluación, se permite excluir hasta un 2,5% de la población objetivo dentro de los centros, si esos alumnos responden a una de las siguientes categorías: estudiantes con discapacidad intelectual, estudiantes con discapacidad funcional y estudiantes con un nivel de competencia limitado en el idioma de evaluación (OCDE, 2005).

Ante estos retos, existe un creciente interés en todo el mundo por la idea de una “educación inclusiva” como quedó de manifiesto en la 48ª Conferencia Internacio-nal sobre esta misma temática auspiciada por la UNESCO y el BIE en 2008 (http://

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ANOTACIONESwww.ibe.unesco.org/es/cie/48a-reunion-2008.html), en consonancia con la idea de que los sistemas educativos no pueden ofrecer calidad solamente para algunos estudiantes privilegiados, sino que tienen que lograr mayor equidad, asegurando las condiciones para que todos los centros escolares estén en condiciones de garantizar dicha calidad a todos sus estudiantes.

Equidad y derechos:“El pleno ejercicio del derecho a la educación exige que ésta sea de calidad y que asegure el desarrollo y aprendizaje de todos. Esto debe realizarse a través de una educación relevante y pertinente para personas de diferentes contextos y culturas, con diferentes capacidades e intereses. Para lograr este objetivo, la educación debe guiarse por los principios de no discriminación, igualdad de oportunidades e inclusión, valorando las diferencias, fundamento de sociedades más justas y democráticas”. Pág. Web de la UNESCO (http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=7454&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html )

Queremos resaltar, entonces, que el concepto y la perspectiva de una educación más inclusiva que desarrollaremos en este Módulo I no es contradictoria con los estudios, ni las orientaciones que proporcionan los trabajos sobre equidad. Creemos que, como nos sugiere la propia UNESCO, los puede englobar, añadiendo, además, la capacidad de utilizarlo para movilizar cambios en el nivel de los centros escolares (que es el eje del cambio educativo, ver Módulos III y IV) y en las prácticas de aula.

No obstante, también debemos reconocer que el significado del término “educación inclusiva” o “inclusión educativa” continúa siendo confuso y podría no servir para los propósitos apuntados, lo que debe hacernos estar muy atentos a su desarrollo. Por ejemplo, ya ocurre que en algunos países, se piensa en la inclusión como una modalidad de tratamiento de niños con discapacidad dentro de un marco general de educación. A escala internacional, sin embargo, el término es visto de manera más amplia como una reforma que acoge y apoya la diversidad entre todos los alumnos (UNESCO, 2005):

La educación inclusiva puede ser concebida como un proceso que permite abordar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los educan-dos a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y comunitarias y reducir la exclusión dentro y fuera del sistema educativo. Lo anterior implica cambios y modificaciones de contenidos, en-foques, estructuras y estrategias basados en una visión común que abarca a todos los niños en edad escolar y la convicción de que es responsabilidad del sistema educativo regular educar a todos los niños y niñas. El objetivo de la inclusión es brindar respuestas apropiadas al amplio espectro de ne-cesidades de aprendizaje tanto en entornos formales como no formales de la educación. La educación inclusiva, más que un tema marginal que trata sobre cómo integrar a ciertos estudiantes a la enseñanza convencional, re-presenta una perspectiva que debe servir para analizar cómo transformar los sistemas educativos y otros entornos de aprendizaje, con el fin de responder a la diversidad de los estudiantes. El propósito de la educación inclusiva es permitir que los maestros y estudiantes se sientan cómodos ante la diversidad y la perciban no como un problema, sino como un desafío y una oportunidad para enriquecer el entorno de aprendizaje. (UNESCO, 2005, p. 14)

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ANOTACIONES Tema 1.2. Atención a la diversidad del alumnado. Perspectivas en conflicto

La diversidad del alumnado a la hora de aprender está presente en la historia de la educación escolar desde sus orígenes. Lo que ha ido variando han sido los presu-puestos de carácter psicopedagógico y didáctico en base a los cuales se han definido las políticas y las prácticas escolares hacia algunos de ellos, bien sea por razones de capacidad, género, procedencia, grupo social, etnia, etc.

En los Módulos optativos encontrará contenidos sobre estas historias que, en muchos aspectos, son comunes.

A este conjunto de presupuestos es lo que Ainscow (2001) engloba para el con-cepto de perspectiva y en este Tema se analizarán con detalle los presupuestos e implicaciones de las perspectivas, todavía en conflicto, sobre estas cuestiones. La inclusión educativa, cuyo significado y alcance se analizará con detalle en los Temas siguientes, debe entenderse como la perspectiva emergente que la mayoría de las sociedades se han dado a sí mismas como meta a conseguir, conscientes, no obs-tante, del largo proceso que les separa de una meta tan compleja (UNESCO, 2009).

¿Qué queremos decir cuando hablamos de inclusión educativa? Nos ha parecido oportuno antes de tratar de definir o concretar de qué hablamos cuando nos referi-mos a la inclusión educativa, compartir una metáfora basada en un hecho cotidiano como es “cruzar una calle”, para explicar a su vez un concepto muy relevante para guiar la comprensión de los contenidos de este Módulo, y lo que es más importante, para guiar la práctica profesional (sea como docente, asesor o directivo), como es el concepto de perspectiva1.

Una de las ideas centrales de este texto es que el sistema educativo, desde sus administradores, hasta el profesorado, pasando por los servicios de orientación y llegando a las familias, deben revisar la perspectiva dominante desde la cual se ha interpretado cómo enfrentarse a la diversidad del alumnado y, en consecuencia, revisar también las prácticas de distinto tipo que se están llevando a la acción movidas por sus creencias o concepciones.

El término perspectiva tiene mucho que ver con “la mirada”, con cómo contem-plamos y cómo interpretamos lo que nos rodea. Los artistas plásticos (pintores, fotógrafos, escultores…), entre otros, nos proporcionan multitud de ejemplos que ilustran como una misma supuesta “realidad” es interpretada de maneras muy distintas en función de la perspectiva que adopta frente a ella cada artista.

1 La noción de perspectiva es muy importante en la comprensión del mundo social. Ainscow (1998, p. 8) se refiere a este concepto como el constructo que nos ayuda a explicar un hecho, como podría ser, por ejemplo, las dificultades que experimentan algunos alumnos para aprender, resaltando del mismo qué vemos (y por lo tanto, también qué dejamos de ver o considerar), cómo lo interpreta-mos y en consecuencia cómo actuamos al respecto. Las perspectivas ponen de manifiesto, en último término, el conjunto de concepciones y teorías implícitas que tenemos sobre un determinado hecho o proceso social.

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ANOTACIONES

Sobre un mismo hecho o situación pueden mantenerse diferentes perspectivasFuente: www.elpais.com

Compartir una perspectiva y sus consecuencias para la acción educativa ¡Cuidado al cruzar la calle!

Usted que está leyendo este texto, cada vez que se aproxima a la acera de una ca-lle concurrida con la intención de cruzarla, de manera más o menos imperceptible -incluso para Vd. mismo-, girará, aunque sea ligeramente, la cabeza a la izquierda, pues de ahí suelen venir habitualmente los vehículos que transitan por nuestras calles, avenidas o carreteras. Se trata de un esquema muy básico, aprendido en parte por la paciente insistencia de nuestros progenitores y en buena parte, tam-bién, por un aprendizaje inconsciente, a fuerza de observar como otros cruzan las calles y de cruzarlas nosotros mismos. Por mucho que nos parezca un esquema muy normal no hace falta sino trasladarnos al Reino Unido para comprobar que, o bien aprendemos otra forma de cruzar en dicho país - habida cuenta que en esos lugares tienen la costumbre de circular de derecha a izquierda-, o bien antes que después terminaremos con nuestros huesos rotos en un hospital británico lamentándonos de lo especiales que son los ciudadanos de ese Reino.

Cruzar la calle supone aprender esquemas que pueden ser cambiadosFuente: www.elpais.com

Hay en la metáfora dos análisis muy pertinentes al caso que nos ocupa. El primero es que, la inmensa mayoría de las veces, los continentales (portugueses, españoles, alemanes…), terminamos por aprender a cruzar las calles inglesas de forma adap-tativa a la nueva situación de isleños, no sin que ese aprendizaje se vea facilitado con algunas ayudas o apoyos, que en los últimos años se han incorporado al diseño urbano británico, como son unas llamativas advertencias escritas en el suelo de muchos lugares de cruce, en los que imperativamente se lee: ¡Preste atención y por favor, mire a la derecha! Por lo tanto, aunque nos cueste, podemos aprender y cambiar esquemas muy básicos y muy automatizados de nuestro repertorio, si queremos conseguir nuestros más preclaros objetivos (en el ejemplo que nos ocupa, terminar felizmente nuestra estancia en el Reino Unido).

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ANOTACIONES Segunda enseñanza: aunque la mayoría de los que viajan al Reino Unido están avi-sados de la peculiaridad inglesa a la hora de circular, sólo cuando nos hemos visto insertos de pleno en un nuevo contexto social en el que nuestros esquemas ante-riores (rutinas –como la forma de cruzar la calles-, conceptos, valores…) resultan ineficaces o poco adaptativos para nuestros objetivos, nos hacemos conscientes de lo relativo de esos mismos esquemas y quién sabe también si, en algún caso, de lo inadecuados o perfectibles que pudieran ser algunos de ellos. Por lo tanto, para conocernos y valorar si nuestras concepciones y aprendizajes más implícitos y profundos son los adecuados a los nuevos territorios que queremos explorar, ten-dremos que adentrarnos en ellos sin remedio y con valor, lo que no quita que sean bienvenidas todas las ayudas, asesoramientos y apoyos que nos sirvan para que la exploración sea finalmente exitosa.

El proceso, interminable, de avanzar hacia una educación de calidad para todas y todos los alumnos y alumnas, incluidos aquellos más vulnerables a los procesos de exclusión, fracaso escolar o marginación, tiene elementos isomórficos con la metáfora que acabamos de presentar (evidentemente también otros que les son propios). Podríamos decir, en primer lugar, que supone un fascinante (también muy difícil) viaje a una tierra desconocida, por explorar, de la que se nos ha dicho que es mejor que la que ahora habitamos. En este caso, esa tierra desconocida es el territorio de la equidad, de la no discriminación por razones de género, capacidad, procedencia, origen o cualquier otra de las que caracterizan al ser humano. Es la tierra de la equiparación de oportunidades para los que por razón de nacimiento, clase o cultura, entre otras, se encuentran en desventaja allí donde viven, y es la tierra de valores como la justicia, la equidad, la compasión, el respeto, la fra-ternidad, la convivencia pacífica, etc. Esa meta, ese territorio en buena medida todavía hoy inexplorado, es la que está ya conseguida en tantas constituciones, leyes y declaraciones nacionales e internacionales que nos afectan.

Lo que hoy sabemos, con total certeza, es que para explorar ese territorio no nos van a servir los esquemas (las concepciones, las estrategias y los valores educati-vos) que hemos aprendido (¡durante mucho, mucho tiempo!) en el mundo escolar que todavía habitamos, pues éste no fue creado para “atender a la diversidad del alumnado”, sino, como bien sabemos, bajo el criterio de ofrecer “algo de educa-ción para todos, más educación para algunos y una educación de elite para unos pocos” (Black-Hawkins, Florian y Rouse, 2007, p. 8). Tendremos, entonces, que cambiar radicalmente de perspectiva (como debemos cambiar de dirección hacia donde miramos al cruzar las calles en el Reino Unido), pues de lo contrario nuestros avances hacia esa meta serán limitados, contradictorios y, a la larga, frustrantes.

Pero, ¿cuál es esa perspectiva dominante que debemos cambiar? Las concepciones y los modelos de actuación que han predominado en los responsables de organizar la respuesta educativa para el alumnado más vulnerable –pero que también ha reper-cutido sobre el resto del alumnado no considerado como tal-, ha recibido, según el caso, varios nombres; “individual”, “esencialista”, “remedial”, “modelo médico”, pero todas ellas asumen, en general, los principios que se presentan en la Tabla 1.

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ANOTACIONESTabla 1. Ideas básicas que resumen la perspectiva dominante

PRINCIPIOS RESPUESTAS EDUCATIVASSe puede y debe identificar a los alum-nos que son diferentes de la mayoría de alumnos normales.

Se asume que es posible y deseable diferenciar claramente a aquellos alumnos que necesitan ayudas espe-ciales de los que no las necesitan, y que ello repercutirá positivamente, tanto en su educación como en la de aquellos que se terminan considerando como normales.

Sólo este pequeño grupo de alumnos requiere ayuda especial.

La educación especial o en su caso compensatoria tiende a organizarse en un esquema de “todo o nada”. Los alumnos que son considerados especia-les tienen toda la ayuda especial que cada sistema educativo puede prestar-les. El resto del alumnado permanece en los centros ordinarios sin ningún sistema complementario de ayuda y si lo hay es mínimo.

Los problemas que origina la educa-ción de estos alumnos tienen que ver, fundamentalmente, con sus deficien-cias o limitaciones personales.

Si un alumno tiene dificultades para aprender es, en lo fundamental, porque él tiene algo mal, algún déficit o limitación o característica social o familiar que interfiere con el proceso de aprendizaje. Se trata de una “im-portación” del llamado modelo clínico o médico; cualquier dificultad de aprendizaje es vista como un síntoma de un déficit que debe ser diagnostica-do y tratado individualmente.

Las ayudas especiales que precisan los alumnos especiales se prestan mejor en grupos homogéneos de niños con idénticos problemas.

Las ayudas especiales se concentran en escuelas especiales o clases espe-ciales (o con otras denominaciones) desde donde es posible ejercer una discriminación positiva, en la medida que se supone que se rentabiliza a los especialistas y los recursos especia-les invertidos. La educación de este alumnado debe ser responsabilidad de un profesorado también especial-mente preparado, en términos de conocimientos, destrezas y habilidades propias para trabajar con el mismo.

Una vez que un grupo es definido como especial, el resto de la población esco-lar puede considerarse normal.

Separados los alumnos especiales, se considera que el resto de los alumnos normales no van a precisar ninguna ayuda especial y, en consonancia, no se presta ninguna ayuda extra al pro-fesorado y a los centros que trabajan con alumnos norma¬les. Se refuerza una valoración dual de las diferen-cias humanas (nosotros: normales, los otros: especiales).

Fuente: Ainscow (1995, 2001)

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ANOTACIONES En resumen, podríamos decir que la perspectiva dominante sobre la educación de los alumnos más vulnerables, sobre todo hacia aquellos que se consideran con necesidades educativas especiales (n.e.e.), refuerza la idea de que sus dificultades son fundamentalmente internas y causadas principalmente por sus déficits; tiende a sobrevalorar el papel de un tipo de diagnóstico centrado en la evaluación y com-prensión del déficit, dificultad o limitación personal del que alumno que la padece y en la clasificación de éstos; deposita la responsabilidad educativa con respecto a la enseñanza para estos alumnos en un profesorado especializado y, en consecuen-cia, limita la responsabilidad del profesorado regular en su educación. También por ello tiende a reforzar la segregación del alumnado a través de dispositivos (aulas, grupos, programas, centros, etc.) especiales paralelos al ordinario, que concentran y acaparan la mayor parte de los recursos especiales o extraordinarios del sistema.

Podemos aprender nuevos esquemas para enfrentarnos con éxito ante situaciones nuevasFuente: http://www.flickr.com/photos/juliancontreras

¡DETÉNGASE AHORA! Antes de continuar es necesario que se pare a pensar (¡hacia que lado de la calle está mirando!), pues no sería extraño que todas o buena parte de las anteriores ideas le parezcan adecuadas y sean aquellas en las que cree. ¿Dónde está el problema, se podrían preguntar algunos? El problema está en las consecuencias que esta forma de pensar y actuar ha tenido y tiene, no sólo para sus esperados destinatarios, sino también para el conjunto del sistema educativo con relación a su capacidad para responder con equidad a la diversidad del alumnado con derecho a aprender. Veamos algunas de ellas, que algunos de nosotros hemos analizado con más detalle en otro trabajo (Echeita y Simón, 2007).

Fuente: Banco de imágenes ITE

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ANOTACIONESEs una opinión compartida por los expertos que han analizado esta forma de pensar y actuar que el resultado de estos planteamientos ha sido: a) reforzar el condicionamiento a la baja de las expectativas (del profesorado y de las familias principalmente) por efecto del proceso de etiquetaje, b) el encasillamiento de las actuaciones didácticas, c) la limitación de oportunidades que finalmente terminan padeciendo los alumnos y alumnas considerados con necesidades educativas especia-les, d) el refuerzo de la idea de que la educación de este alumnado es una cuestión fundamentalmente de más recursos, e) la segregación escolar y la “invisibilidad” de los afectados y, finalmente, f) el mantenimiento del “statu quo”. Quizás, el efecto mejor documentado de todos ellos es el del condicionamiento negativo de las expectativas del profesor producto de las etiquetas diagnósticas de los alumnos, proceso que se conoce como la “profecía autocumplida”. Ello, porque las etiquetas hacen referencia la gran mayoría de las veces a las deficiencias, dificultades o a aquello que el alumno no puede hacer, haciéndonos olvidar otras características o capacidades que puede tener y que pueden ser importantes para su aprendizaje. Consecuentemente, la intervención con dicho alumno se limita, simplifica o reduce, lo que conduce a que progrese poco y, así, a confirmar las bajas expectativas iniciales.

Los programas y organizaciones especiales han proliferado precisamente porque muchos educadores de nuestro país han recibido una preparación relativamente pobre para comprender los procesos de aprendizaje, el desarrollo de los alumnos y la adaptación de la enseñanza. Debido a que la labor docente ha sido conside-rada como la aplicación de una serie de rutinas dirigidas a alumnos normales, la mayoría del profesorado no se siente preparado para hacerse cargo de los alumnos especiales, es decir, aquellos que aprenden poco con estrategias como las leccio-nes magistrales y la explicación, los que no hablan el idioma con fluidez, aquellos cuyo desarrollo transcurre con un ritmo o con un modo diferente a los de su misma edad, o quienes presentan pequeños problemas de aprendizaje. La verdad es que la mayoría de los alumnos se ajusta a una o varias de estas descripciones, y ya que las aulas ordinarias son, por lo general, demasiado rígidas para adaptarse a sus necesidades de aprendizaje, en ellas cada vez les va peor a un mayor número de alumnos, que son derivados hacia programas de recuperación o de educación especial. Unos sistemas curriculares inflexibles e insuficientes conocimientos de los profesores, situación esta última que es la causa fundamental de la salida de tales alumnos del aula ordinaria, hacen necesaria la contratación de un mayor número de especialistas, lo que paradójicamente disminuye los fondos para el desarrollo profesional y para la existencia de grupos más pequeños en las aulas, que es lo que a su vez permitiría que los profesores ordinarios atendieran un espectro más amplio de sus necesidades educativas (Darling-Hammnond, 1997, p. 264).

No está siendo fácil cambiar esta forma de pensar (¡y de hacer!) y la experiencia está demostrando que siendo posible –y hay miles de ejemplos por todo el mundo que lo demuestran-, este proceso de cambio es costoso y necesita de un trabajo sostenido en el tiempo para articular cambios, mejoras e innovaciones (para lo cual le ayudarán los contenidos que se tratarán en el Módulo II), que esperemos que Vd. esté dispuesto a iniciar.

La nueva perspectiva, que podríamos llamar inclusiva o también de los derechos, y que coincide en lo esencial con lo que en el ámbito de los estudios sobre discapa-cidad se ha llamado el modelo social y de vida independiente, tiene como meta la de una escolarización de calidad para todo el alumnado, sin exclusiones, y tiene

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ANOTACIONES como principios básicos los que, basados en Ainscow (1995, 2001), recogemos en la Tabla 2.

Tabla 2. Ideas básicas que resumen la perspectiva inclusiva

PRINCIPIOS RESPUESTAS EDUCATIVAS

La diversidad del alumnado en sus dis-tintas dimensiones es un valor y todos los alumnos tienen derecho a que se reconozcan las necesidades educativas que se derivan de ella y que se movili-cen las acciones escolares que satisfa-cen tales necesidades.

La acción educativa debe pensarse y diseñarse, desde el principio, pensado en la diversidad de intereses, capaci-dades, origen, procedencia o cualquier otra condición personal o social del alumnado, de forma que su desarrollo sea accesible y pertinente para todos ellos.

Cualquier alumno puede experimentar dificultades para aprender en un mo-mento u otro de su escolarización.

Se asume que todos los alumnos pue-den tener dificultades para aprender en un momento determinado, y por razones diversas, no sólo un grupo concreto considerado especial.

Las dificultades educativas resultan de la interacción entre las características del alumno, las condiciones escolares en las que se encuentra y el currículo que la escuela le ofrece.

Se adopta una perspectiva interactiva a la hora de analizar las dificultades de aprendizaje. Éstas no pueden enten-derse sin tener en cuenta la interven-ción educativa (enseñanza) que se ofrece desde el centro escolar.

Para mejorar la educación escolar del alumnado más vulnerable hay que maximizar las condiciones favorece-doras de su aprendizaje y reducir las barreras para su aprendizaje y partici-pación

En consonancia con la perspectiva interactiva o social adoptada, se pre-cisa detectar o reconocer las barreras existentes en las culturas, las políticas y las prácticas escolares para cam-biarlas por procesos que faciliten una enseñanza accesible y pertinente para todos.

Los sistemas de ayuda y apoyo deben estar disponibles para todos los alum-nos que lo precisen.

Los sistemas de ayuda y apoyo, inclui-do el asesoramiento psicopedagógico, deben organizarse pensando que cual-quier alumno puede necesitarlos en diferentes momentos a lo largo de su escolarización.

La inclusión social se prepara en la inclusión escolar.

La escuela ordinaria debe ser un lugar privilegiado para combatir las acti-tudes discriminatorias, y crear co-munidades de acogida, en definitiva, para ayudar a construir una sociedad incluyente y cohesionada.

Todos los profesores deben asumir la responsabilidad del progreso de todos los alumnos o alumnas, sin exclusio-nes.

La educación de todos los alumnos es responsabilidad del profesor regular del aula y no de un profesorado espe-cial.

Deben organizarse sistemas de apoyo al profesorado para que éste pueda asumir sus responsabilidades con todos los alumnos.

El profesorado debe contar con la colaboración las ayudas y los apoyos necesarios para dar una respuesta adecuada a las necesidades de todos y cada uno de sus alumnos.

Fuente: Ainscow (1995, 2001)

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONESDesde otro punto de vista diríase que esta perspectiva se basa en el principio de que lo que necesitamos aprender es que todos estos niños y niñas, adolescente y jóvenes, empezando por los que hoy reconocemos como más vulnerables a los procesos de exclusión, marginación o fracaso escolar por razones diversas, tienen derecho a que ello no sea así, esto es, a una educación de calidad en el más amplio y profundo sentido del término calidad.

Como nos señala Lema (2009), en relación con el alumnado con discapacidad (pero igualmente con el resto de los que están en condiciones de vulnerabilidad), los esfuerzos y trabajos que se lleven a cabo desde la perspectiva del derecho, deben estar atentos a “la creación de las condiciones para que estos derechos sean rea-les y efectivos, lo que necesariamente incluirá cambios sociales importantes más allá de las leyes y los tratados internacionales” (p.32). En otras palabras, estamos obligados a crear esas condiciones así como a reconocer y eliminar las barreras escolares de distinto tipo (Booth y Ainscow, 2002), que limitan el ejercicio efectivo de ese derecho. En este sentido el concepto de barreras, que tiene su origen en los estudios sobre la discapacidad (Barton, 2009), se configura ahora como nuclear en la tarea de hacer frente a la diversidad del alumnado en la escuela, sin perder de vista a aquellos en mayor riesgo de fracaso, marginación o exclusión educativa.

En todo caso y al igual que aprendimos del ejemplo de cruzar las calles, la única forma de aprender consistentemente esta nueva perspectiva es adentrarnos de lleno en ese territorio, aunque, paradójicamente, no estemos plenamente preparados para ello. ¿Está dispuesto a ello? Si su respuesta es afirmativa, empiece, entonces, por prepararse para el viaje que, en este como en otros, tiene como primera con-dición preguntarnos ¿a dónde queremos ir? La respuesta, en este curso, es hacia una escuela más inclusiva, razón por la cual vamos a tratar de definir con mayor precisión qué entendemos por educación inclusiva.

La escuela inclusiva supone cambiar esquemas tradicionales de plantear la enseñanzaFuente: banco de imágenes ITE y www.rinace.net Tema 1.3. Definir la inclusión educativa para llevarla a la práctica

En el tema que nos ocupa, como en otros, nunca ha sido tan cierto el dicho de que “nunca hay buen viento para el navegante que no sabe a dónde va”. Por este motivo, es importante una definición de inclusión que, fundamentada en la pers-pectiva global sobre atención a la diversidad del alumnado en la educación escolar que acabamos de analizar, puede ser empleada para orientar la dirección de las acciones políticas y prácticas que sean coherentes con ella.

Como era de esperar, y teniendo muy presente que cada sistema educativo es único,

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ANOTACIONES es necesario tomar en cuenta las circunstancias locales, la cultura y la historia de cada centro y país. De cualquier manera, existen cuatro elementos que, en opinión de Ainscow y Miles (2009), sirven a aquellos que están intentando examinar su propia definición funcional al respecto, sean estos, ahora, responsables de las administra-ciones, directivos de centros escolares, supervisores o profesores o profesoras en el contexto de su acción docente cotidiana. Los cuatro elementos son los siguientes:

» La inclusión es un proceso. Es decir, la inclusión ha de ser vista como una bús-queda constante de mejoras e innovaciones para responder más positivamente a la diversidad del alumnado. Se trata de aprender a vivir con dicha diversidad y a la vez de estudiar cómo podemos sacar partido de la misma. En este sentido, las diferencias se pueden apreciar de una manera más positiva y como un estímulo para fomentar el aprendizaje entre niños y adultos. Cuando se habla de innova-ción y mejora hay que comprender su naturaleza y las condiciones necesarias para implementar y sostener dichos cambios, contenidos que en este curso se analizarán con detalle en el Módulo II. De igual modo al hablar de proceso hay que asumir, entonces, que el tiempo es un factor con el que hay que contar, que no se implementan cambios “de la noche a la mañana” y que, mientras tanto, pueden generarse situaciones confusas, contradicciones y “turbulencias” (el cambio, se ha dicho, es técnicamente sencillo y socialmente muy complejo), factores todos ellos que habremos de saber comprender y conducir para que generen cambios sostenibles y no sólo frustraciones que se lleven por delante nuestros mejores principios. Los contenidos del Módulo IV servirán también para adquirir competencias para planificar adecuadamente estos procesos.

» La inclusión busca maximizar la presencia, la participación y el éxito académico de todos los estudiantes. Aquí, el término “presencia” está relacionado con el lugar en el que son educados los niños, siendo conscientes de que la inclusión educativa se entiende muchas veces de forma restrictiva sólo como un asunto de localización, de lugares, “a qué tipo de centros acuden determinados alumnos” o si “tales o cuales alumnos deben estar más o menos tiempo en las mismas clases que sus compañeros”, lo que empobrece sobremanera el análisis de esta cuestión. Sin duda alguna, los lugares son importantes –hay competencias relacionales, valores y actitudes hacia los demás que difícilmente se aprenden “en la distancia” y separados-, pero de manera interdependiente con las otras dos variables que estamos mencionando: participación y aprendizaje.

El término “participación” se refiere, por su parte, a la calidad de sus experiencias mientras se encuentran en la escuela; por lo tanto, debe incorporar los puntos de vista de los propios alumnos, sus “voces”, (Susinos y Parrilla, 2008), y la valoración de su bienestar personal y social. Para Black-Hawkins, Florian y Rose (2007), en-tender la inclusión como participación permite ampliar el foco a toda la comunidad educativa (no solamente los alumnos considerados con n.e.e.), así como a todos los aspectos de la vida escolar (no solamente la enseñanza y el aprendizaje). Además, denota el componente más dinámico de la inclusión, donde todos los alumnos par-ticipan activamente de la vida de la escuela, siendo reconocidos y aceptados como miembros de la comunidad.

Por último, el término “éxito” tiene que ver con los resultados de “aprendizaje” en relación con el currículo de cada país, no sólo con los exámenes, o con los resultados de las evaluaciones estandarizadas.

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONES

La “participación” se refiere al bienestar personal y socialFuente: Banco de imágenes del ITE

» Como anticipábamos en la Tabla 2, la inclusión precisa la identificación y la eliminación de barreras. El concepto de barreras es nuclear a la perspectiva que estamos queriendo compartir en tanto que son las barreras las que im-piden el ejercicio efectivo de los derechos, en este caso, a una educación inclusiva. Genéricamente, debemos entender como barreras, aquellas creen-cias y actitudes que los actores en el escenario educativo tienen respecto a este proceso (las que se reflejan en su perspectiva hacia cómo hacer frente a la diversidad del alumnado). Estas barreras se concretan y encarnan en las culturas, las políticas y las prácticas escolares que individual y colectivamente tienen y aplican y, que al interactuar con las condiciones personales, sociales o culturales de determinados alumnos o grupos de alumnos -en el marco de las políticas y los recursos educativos existentes a nivel local, regional o nacional-, generan exclusión, marginación o fracaso escolar.

La inclusión supone la identificación y eliminación de barrerasFuente: Diario El País www.elpais.es

Por lo tanto, para mejorar la inclusión resulta estratégico e imprescindible la reco-pilación y la evaluación de información, proveniente de una variedad de fuentes, que nos permitan detectar quiénes experimentan tales barreras (qué alumnos o alumnas están, por lo tanto, discriminados), en qué planos o esferas de la vida es-colar se sitúan y cuáles son, a fin de proyectar, acto seguido, planes de mejora en las políticas de educación y para la innovación de las prácticas. En el Módulo III se desarrollarán contenidos centrados en la cara opuesta de las barreras, esto es, en prácticas y planteamientos curriculares que faciliten la presencia, el aprendizaje y la participación de todos.

» La inclusión pone particular énfasis en aquellos grupos de alumnos que podrían estar en riesgo de marginalización, exclusión, o fracaso escolar. Esto supone

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ANOTACIONES asumir la responsabilidad moral de asegurarse de que aquellos grupos que, a nivel de estadísticas, se encuentren en mayor riesgo o en condiciones de mayor vulnerabilidad (las niñas, las poblaciones originarias, los que viven en condicio-nes de pobreza, los alumnos y alumnas con algún tipo de discapacidad, etc.), sean supervisados con atención y que, siempre que sea necesario, se adopten medidas para asegurar su presencia, participación y éxito académico dentro del sistema educativo (UNESCO, 2001, 2003). Los Módulos Optativos de este curso, ponen la atención precisamente en algunos de estos grupos de alumnos o alumnas o en algunos de los aprendizajes estratégicos que todos ellos necesitan.

Este hecho de estar preocupados por todo el alumnado y al mismo tiempo por al-gunos, crea mucha confusión y, a la larga, muchas veces conduce a que se vea esta meta de una educación más inclusiva como un asunto restringido a ciertos grupos de alumnos “en riesgo”. Pero lo más preocupante es que al considerar algunos la educación inclusiva como una modernización de la educación especial, se tiende a mantener la perspectiva tradicional que ha guiado la historia de esta última. Habremos de estar vigilantes para que este modo restrictivo y sin salida respecto a cómo entender la educación inclusiva no sea el que finalmente se imponga.

La definición amplia que acabamos de comentar sobre lo que supone avanzar hacia planteamientos más inclusivos en la educación es una condición necesaria pero no suficiente para conseguirlo. ¿Qué otras acciones han de llevarse a cabo para que los sistemas de educación estimulen prácticas que 'alcancen' de forma efectiva a todos los niños y jóvenes, independientemente de sus circunstancias y sus carac-terísticas personales?

Con el propósito de ofrecer cierta dirección en términos de cómo podría abordarse este viaje, es necesario reconocer que necesitamos no sólo claridad con respecto al destino al que queremos llegar, sino también un mapa del territorio que debemos recorrer. Con este propósito Ainscow y Miles (2009) han desarrollado un marco de referencia basado en lo que la investigación internacional propone como las carac-terísticas de los sistemas educativos que en la actualidad se encaminan con éxito en una dirección incluyente. En el siguiente tema abordamos dicho marco de referencia.

Tema 1.4. Un marco de referencia global para una acción local

Si anteriormente hemos utilizado la metáfora sobre cómo cruzamos las calles para hacernos pensar en la perspectiva o mirada que aplicamos a la compleja tarea de intentar educar a la diversidad del alumnado, ahora tal vez ayude pensar en esta idea de un “marco de referencia” como en un mapa de un territorio o destino al que queremos llegar. Como tal, nos ha de indicar los elementos básicos que nos ayudaran a orientarnos sobre el terreno, para saber si avanzamos o caminamos en sentido opuesto al planificado y también, para tomar decisiones de ajuste de nuestro itinerario (si fuera preciso) sin perder de vista la meta que se persigue.

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONES

Los mapas nos sirven de guía para movernos en nuevos territoriosFuente: Banco de imágenes del ITE

Los contenidos del marco de referencia que vamos a comentar deben ser vistos como “ideales”, esto es, como aspiraciones que pueden ser contrapuestas a las situaciones existentes a fin de detectar las áreas a desarrollar.

El marco de referencia consiste en cuatro esferas (ámbitos de análisis e interven-ción) superpuestas (ver Figura 1), que interaccionan dinámicamente entre sí y que condicionan el valor de su intersección (la inclusión educativa propiamente dicha), en relación con las principales variables del proceso (presencia, aprendizaje y participación).

Figura 1: Marco de referencia global para una acción local

Para cada uno de estos elementos del marco de referencia (conceptos, estructuras, políticas y prácticas) se sugerirán cuatro o cinco indicadores de evaluación que for-mulados como preguntas permitirán a cada participante una primera aproximación para evaluar el nivel de desarrollo de la inclusión dentro de su sistema educativo bien sea a nivel local o nacional. En todo caso, el objetivo de este análisis no es quedarse en él, sino tenerlo presente para contextualizar las acciones que estén bajo el propio control, en aplicación de lo que se ha venido en llamar un pensamiento “glolocal”, esto es que moviliza una acción local de mejora, a corto y medio plazo, dentro de un marco global de acción, sistémico y a largo plazo.

Es posible que Vd., que puede ser un profesor o una profesora en una escuela, pequeña o grande, se esté preguntando por qué debe preocuparse por las políticas educativas de su distrito, localidad o región. La reflexión que queremos compartir con Vd., es que si no lo hace, y si en la medida de sus fuerzas, no se implica en su mejora en la dirección que se apunta en las preguntas que le ofrecemos en este

Prácticas

Estructuras y sistemas Conceptos

Inclusión Educativa: Presencia,

aprendizaje y participación

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ANOTACIONES marco de referencia, seguramente terminará volviendo la mirada, una vez más, hacia los alumnos más difíciles de enseñar a la hora de explicarse su exclusión, fracaso o marginación escolar.

A continuación, al tiempo que le presentamos los principales indicadores de cada tema, piense la situación en la que se encuentra su país o región, o un centro que conozca bien (si es profesor o profesora, el suyo obviamente), en cada una de las preguntas o indicadores, respondiendo si estos son “satisfactorios” o “mejora-bles”. Para cada tema, desarrolle brevemente alguna propuesta para la mejora de los indicadores.

Primer tema: Conceptos satisfactorio mejorable1.1 ¿La inclusión, definida como se ha hecho anteriormente, es vista como un principio general que orienta todas las políticas y prácticas educativas?

1.2 ¿El currículo y los sistemas de evaluación en él incluidos están diseñados para tomar en cuenta a todos los alumnos?

1.3 ¿Todas las organizaciones que trabajan con niños y jóvenes, incluyendo los servicios sanitarios y sociales, comprenden y apoyan las aspiraciones políticas de promover una educación inclusiva?

1.4 ¿Los sistemas de evaluación de rendi-mientos y procesos educativos están dis-puestos de modo que supervisen la presen-cia, la participación y el éxito de todos los alumnos?

Propuesta para la mejora

Segundo tema: Política de educación satisfactorio mejorable2.1 ¿La promoción de una educación in-clusiva está claramente presente en los documentos de política de educación de la administración?

2.2 ¿Los dirigentes ofrecen un claro lideraz-go en materia de educación inclusiva?

2.3 ¿Las autoridades de todos los niveles expresan aspiraciones políticas consistentes para el desarrollo de prácticas inclusivas en las escuelas?

2.4. ¿Los líderes a todos los niveles comba-ten las prácticas no-inclusivas en las escue-las?

Propuesta para la mejora

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ANOTACIONESTercer tema: Estructuras y sistemas educa-tivos

satisfactorio mejorable

3.1 ¿Se brinda apoyo adicional y específico que necesitan los grupos de alumnos más vulnera-bles?

3.2 ¿Todos los servicios e instituciones involu-cradas en el trabajo con niños y jóvenes traba-jan juntos coordinando políticas y prácticas inclusivas?

3.3 ¿Todos los recursos, tanto humanos como económicos, se distribuyen en maneras que beneficien a los grupos vulnerables de alum-nos?

3.4 ¿Las ofertas especializadas, como por ejemplo las escuelas y unidades educativas es-peciales, tienen un rol central en la promoción de la educación inclusiva?

3.5 ¿Existe un compromiso para recoger con rigor la información cualitativa y estadística, que permita tomar decisiones sobre la mar-cha del proceso de inclusión, incorporando el punto de vista de los estudiantes vulnerables y sus familias?

Propuesta para la mejora

Cuarto tema: Prácticas educativas satisfactorio mejorable4.1 ¿Su escuela tiene estrategias para estimu-lar la presencia, la participación y el éxito de todos los alumnos pertenecientes a sus comuni-dades?

4.2 ¿Su escuela ofrece apoyo a todos los alum-nos vulnerables a la marginalización, la exclu-sión, o en riesgo de un fracaso escolar?

4.3 ¿En su escuela el profesorado de las distin-tas etapas educativas tiene la oportunidad de ampliar su desarrollo profesional en el campo de las prácticas inclusivas?

Propuesta para la mejora

Ahora bien, tan importante como tener un marco de referencia y una definición clara que nos oriente en la tarea, es comprender la “naturaleza intrínseca” de este proceso. En este sentido cabe decir que la naturaleza de la inclusión educativa es la de un proceso esencialmente dilemático. Esto es, no hay una política o una práctica educativa que pueda conseguir hoy, habida cuenta de la situación en la que nos encontramos en el devenir histórico de este proceso, el 100% de satisfacción en términos de asegurar la plena presencia, el rendimiento óptimo y la participación completa en un sistema educativa común, de todo el alumnado, incluidos aquellos estudiantes más vulnerables.

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ANOTACIONES Lo que cabe, entonces, es prepararnos para enfrentar, desde el dialogo igualitario y la colaboración eficaz, el proceso de toma de decisiones que mejor resuelva, episó-dicamente, este “dilema de las diferencias”, como lo han llamado Dyson y Milward (2000). De nuevo, las condiciones que inhiben o impiden afrontar estos análisis de forma compartida y colaborativa –cuando, por ejemplo, se limita, condiciona o impide la plena participación de las familias en el proceso de toma de decisiones, dejando las decisiones solamente en manos de los “expertos”– constituyen barre-ras que impiden el progreso hacia prácticas más inclusivas. La Unidad Didáctica 2 analizará de lleno esta faceta dilemática del proceso de inclusión educativa, po-niendo de manifiesto, de paso, algunas de las contradicciones y de las situaciones paradójicas que se observan en muchos países.

Síntesis de la unidadEn esta unidad hemos revisado en qué consisten las políticas de equidad que se desarrollan actualmente en la mayoría de países, entendiendo como tales, aquellas destinadas a que los estudiantes consigan logros educativos compara-bles, independientemente de las características personales o socioculturales de aquellos, revisando las limitaciones del enfoque habitual de la equidad, cuando se trata, p.ej. de alumnos con discapacidad. Luego, hemos desarrollado los principios y supuestos de lo que podemos considerar como las perspectivas dominante e inclusiva de la atención educativa a los alumnos más vulnerables, destacando las consecuencias que tiene la adopción de cada una. Pero dado el carácter introductorio de este Módulo, ha sido necesario detenernos en el análisis pormenorizado de los significados de la inclusión, rescatando cuatro elementos que cada comunidad educativa, que desea trabajar en la mejora de la inclusión, debe considerar para su propio trabajo en ella. Finalmente, el marco de referencia de inclusión presentado, permite trabajar con indicadores generales que, en la misma línea, sirvan a las comunidades educativas a definir prioridades de mejora.

Lecturas obligatorias

Tema 1:

Blanco, R. (2006) La equidad y la inclusión social: uno de los desafíos de la educa-ción y la escuela hoy. Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 4, 3, 1-15. En:http://www.rinace.net/arts/vol4num3/art1.pdf

OREALC/UNESCO (2007) Documento base: El derecho a una educación de calidad para todos en América Latina y el Caribe, REICE, Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 3, 5, 1-21. En: http://www.rinace.net/arts/vol5num3/art1.pdf

Tema 2:

Echeita, G. y Simón, C. (2007). La contribución de la educación escolar a la calidad de vida de las personas con discapacidad. Ante el desafío de su inclusión social. En R. de Lorenzo & L.C. Pérez Bueno (Dirs.), Tratado sobre discapacidad (pp. 1103-1133). Navarra: Aranzadi.

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ANOTACIONESTema 3:

Echeita, G. (2008) Inclusión y exclusión educativa. “Voz y quebranto”. Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 6, 2, 9-18. En: http://www.rinace.net/arts/vol6num2/art1.htm

Tema 4:

Ainscow, M. y Miles, S. (2009) Desarrollando sistemas de educación inclusiva. ¿Cómo podemos hacer progresar las políticas? En C. Giné (coord), La educación inclusiva. De la exclusión a la plena participación de todo el alumnado (pp. 161-170). Barce-lona: Horsori.

Moliner, O. (2008) Condiciones, procesos y circunstancias que permiten avanzar hacia la inclusión educativa: retomando las aportaciones de la experiencia canadiense. Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 6, 2, 27-44. En: http://www.rinace.net/arts/vol6num2/art3.htm

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ANOTACIONES Unidad 2: La inclusión educativa y el dilema de la aten-ción a la diversidad del alumnado

Introducción

En esta Unidad se analizaran la inclusión educativa desde el punto de vista de su naturaleza, lo que pondrá en evidencia su carácter dilemático. Se analizará cómo los sistemas educativos han respondido históricamente a la diversidad del alumnado y con ello al “dilema de las diferencias”, para entender cómo las posiciones actuales intentan superar las situaciones de discriminación e inequidad que durante mucho tiempo se han venido llevando a cabo al respecto. Previamente se propondrá tomar en consideración las condiciones y procesos que permiten la resolución episódica de los dilemas y se trasladarán estos análisis a la práctica de las decisiones educativas dilemáticas que afectan cotidianamente a los alumnos en mayor riesgo de exclu-sión, marginación o fracaso escolar. Entre este alumnado, aquellos considerados con discapacidad o con n.e.e. –sobre todo aquellos con discapacidad intelectual-, siguen siendo lo más proclives a ser objeto de segregación y marginación escolar, de forma que el análisis pormenorizado de “su caso”, nos sirve sobremanera para poner a prueba el vigor y la profundidad de nuestras convicciones al respecto de la inclusión educativa, al tiempo que nos habla de la frontera en la que actualmente se bate esta temática.

Temas

La Unidad se desarrollará en tres temas:

Tema 2.1. Dilemas educativos

Tema 2.2. El dilema de las diferencias en la educación escolar. Historia y aprendizajes

Tema 2.3. Las diferencias por capacidad.

Tema 2.1. Dilemas educativos

Los dilemas (educativos o de cualquier índole) hacen referencia a situaciones que generan alternativas de acción contrapuestas, ninguna de las cuales es comple-tamente favorable o deseable. En nuestros sistemas educativos (como en nuestra vida cotidiana) abundan los dilemas.

Todos los dilemas tienen elementos o factores en común empezando por el hecho de que no tiene en sentido estricto, solución, sino que sólo cabe llegar a compromisos o a lo que cabría llamar “soluciones episódicas” que, en todo caso, dependen a su vez de condiciones y factores locales. Sin perder de vista esto, también es cierto que todos los dilemas tienen en común factores o elementos que hay que tener presentes y saber manejar para llegar, al menos episódicamente, a compromisos que las partes implicadas consideren aceptables.

A continuación, lee el siguiente texto, reflexiona sobre su significado y responde sin-ceramente a las preguntas que se formulan. Esta historia la utiliza frecuentemente el profesor Pere Pujolàs Maset, de la Universidad de Vic en Cataluña, España, (experto

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ANOTACIONESen temas de aprendizaje cooperativo, Pujolas, 2004), como marco de referencia para su análisis sobre la escuela inclusiva y el aprendizaje cooperativo, temática, esta última, en la que es experto. Puede encontrarse fácilmente en Internet como «la parábola del invitado a cenar».

«Un prohombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido a quien no veía desde hacía mucho tiempo. El prohombre tenía previsto celebrar el día siguiente una cena con un grupo de amigos y amigas que también le conocían y que tampoco sabían nada de él desde hacía muchos años, y le invitó a cenar. El prohombre era buen cocinero y preparó una cena espléndida: entrantes va-riados, guisos de toda clase y un pastel con frutas confitadas. Todo regado con buenos vinos. El mismo día de la cena, cayó en la cuenta de que su viejo amigo –no recordaba demasiado bien el porqué- tenía que tener mucho cuidado con lo que comía y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto cuida-do le iría bien. Le telefoneó enseguida […] explicándole lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que más valía que no fuera a la cena y que ya le avisaría cuando celebrara otra. Otro prohombre de la misma ciudad se encontró en la misma situación. También había preparado una cena espléndida para sus ami-gos y había invitado a un viejo conocido de todos con el que se había encon-trado un par de días antes. La misma tarde de la cena, otro de los invitados le hizo caer en la cuenta de que, por si no se acordaba, el viejo amigo no podía comer de todo. El prohombre, que se había olvidado de ello, corrió a telefo-near a su amigo para preguntarle si aún tenía el mismo problema y para decirle que no se preocupara, que fuera de todos modos, ya que le prepararía a él un plato de verdura y pescado a la plancha. Curiosamente, un tercer prohombre de la misma ciudad, también muy respetado, se encontró con un caso idénti-co. Cuando ya lo tenía prácticamente todo a punto, se acordó de que aquel a quien había invitado a última hora […] tenía que seguir una dieta muy estricta. Entonces cambió el menú deprisa y corriendo: seleccionó algunos entrantes que también podía comer su viejo amigo, guardó los guisos en el congelador para otra ocasión e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todo el mundo podía comer; también retocó el pastel, y en vez de fruta confitada le puso fruta natural. Llegada la hora de la cena, todos juntos comieron de los mismos platos que el anfitrión les ofreció».

Un banquete donde todos participanFuente: Banco de imágenes del ITE

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ANOTACIONES

Los dilemas nos enfrentan con decisiones con consecuencias contradictoriasFuente: www.fotolog.com

Dilemas educativos. Elementos, dinámica y factores que los condicionan.

Aunque seguramente habrá tomado una decisión respecto al escenario en el que personalmente le gustaría encontrarse en esta “invitación”, no habrá dejado de apreciar que los tres podían tener algo de “comprensible” y de positivo, al menos para algunos o desde algún punto de vista. Así, por ejemplo, podría decirse que la tercera opción es, cuanto menos, más costosa en términos económicos y requiere, en efecto, de un anfitrión con recursos para improvisar una nueva cena. La segun-da situación no cuesta tanto, aunque puede hacer sentirse un tanto incómodo al invitado, al apreciar que recibe un trato especial y distinto al de la mayoría. Por último, en el primer escenario cabe pensar que siendo sólo uno el invitado especial es mejor, atenderle a él como se merece en otra ocasión, que anular o aplazar la cena prevista para muchos que quizás no tengan otra oportunidad de asistir.

En nuestros sistemas educativos abundan los dilemas de este tipo en sus plantea-mientos generales. Como, por ejemplo, el dilema entre el control que debe ejercer la administración educativa y la autonomía de los centros escolares. Es evidente, por seguir con este ejemplo, que sin un cierto nivel de control desde instancias centrales para equiparar el trabajo de las escuelas –haciendo, por ejemplo, que todas desarrollen un plan de estudios común-, se podrían generar enormes desigual-dades entre ellas, habida cuenta de sus diferencias iniciales (hay escuelas mejor dotadas, situadas en mejores contextos socioeconómicos y que pueden seleccio-nar a su alumnado). Pero este control también atenta contra la autonomía de los centros y sus profesores, contra su libertad para promover iniciativas innovadoras y, en muchos casos, contra su motivación para el trabajo, pues puede percibirse que las decisiones importantes “vienen de fuera”. Los profesores más autónomos tienen que reflexionar más sobre su práctica y buscar formas de colaboración más estrechas entre sí para llevar sus proyectos adelante, lo que, a su vez, precisa de un esfuerzo añadido a la de por sí siempre cargada y estresante actividad educativa.

La jornada escolar completa (mañana y tarde) –en los países en los que puede desarrollarse-, o la jornada escolar única o intensiva –normalmente sólo por las mañanas– es otro ejemplo claro de dilema educativo cuyo planteamiento genera, incluso, debates agrios entre partidarios y opositores de cada una de las alternativas.

De los dilemas debemos resaltar algunos elementos y factores que definen su naturaleza:

» Los dilemas generan “un problema”, no siempre bien definido, que debe ser

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ANOTACIONESresuelto a través de un proceso de “resolución de problemas” en el que será determinante:

» Decidir quién participará en la toma de decisiones, qué “voces” serán tenidas en cuenta y para qué.

» Analizar qué información se precisa para iluminar las decisiones en pugna. » Proponer quién dirigirá o coordinará el proceso. » Establecer cómo se tomará la decisión a adoptar (votación, consenso,

acuerdo, convencimiento…). » Cuánto cabe esperar o demorar el proceso antes de tomar una decisión

firme.

» Por definición, los dilemas no se resuelven definitivamente nunca. Siempre hay elementos positivos y negativos en todas las opciones en juego (por eso es un problema). Lo que cabe es resolverlos “puntual o episódicamente”, aquí y ahora, por un tiempo, como resultado de un proceso de toma de decisiones en el que finalmente se toma aquella que tiene más elementos a favor que en contra, o que tiene en consideración aspectos que son de mayor peso, relevancia o impacto presente o futuro en la vida de los alumnos.

» Los dilemas educativos no se “resuelven”, en vacío, sino condicionados por una serie de factores a tener en cuenta y que están en interacción dinámica :

» Las concepciones o creencias implícitas de los actores educativos, al respecto del contenido en conflicto y sus valores individuales.

» Los valores sociales y las ideologías mayoritarias presentes en el contexto en el que se dan.

» Las políticas educativas que las administraciones centrales o locales mantienen o promueven.

» La diferente influencia o “poder” que tiene particularmente el profe-sorado (debido a su estatus, antigüedad, cargo, etc.) entre sí.

» Los recursos económicos, humanos, didácticos o tecnológicos que, en cada caso, puedan estar especialmente relacionados con la situación dilemática.

» Los hechos anteriores confieren a los dilemas un fuerte componente emocio-nal, vinculado a las dificultades de la comunicación humana, las tensiones y las insatisfacciones que siempre se van a generar en los participantes (más en algunos que en otros, más en los que consigan ver su posición rechazada que en los que la vean aceptada) y que de no canalizarse adecuadamente pueden degenerar en animadversión, rechazo, apatía, emociones negativas que pueden quedar en el contexto y dificultar procesos o acciones futuras.

» Finalmente y por lo general, los elementos anteriores pueden generar decisio-nes relativamente poco innovadoras, pues la tendencia a “contentar a todos” atempera la posibilidad de tomar decisiones riesgosas.

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ANOTACIONES Los dilemas deben enfrentarse desde el diálogo igualitario y la comunicación eficazFuente: Banco de imágenes ITE

Visto desde el proceso de toma de decisiones, cualquier situación dilemática que se realice desde una amplia participación de todos los implicados, a través de un procedimiento bien dirigido y coordinado, en el que se cuiden las relaciones y la comunicación, y en donde se dialogue en profundidad para buscar argumentos de valor en los que sustentar la decisión (y no sólo argumentos de poder por quien lo ostente en un momento dado) serán “buenos procesos de toma de decisiones”. Las decisiones que por esa vía se alcancen, si bien pueden no ser perfectas, tendrán un apoyo definitivo entre quienes las acuerden. Es fácil imaginar cursos de acciones más negativas y seguro que Vd. tiene experiencias sobre estas cuestiones. Es un buen momento para recordarlas y tratar de sacar conclusiones al respecto.

Reflexione sobre alguna experiencia vivida sobre alguna situación dilemática y recuerde las principales lecciones que aprendió de ella.

En todo caso es fácil delinear un proceso como lo acabamos de hacer, pero cosa bien distinta es que los análisis que se realicen “por las partes” sean fácilmente modificables. Más bien lo contrario, pues sabemos por la psicología cognitiva, que nuestras concepciones o creencias profundas (no las que “decimos”, que son más superficiales y que, en último término, no dirigen nuestra acción educativa), son difíciles de cambiar. Al igual que nuestros valores. De ahí la importancia radical que en todo ello tiene el conjunto de tareas, tiempos y roles que permitan “sacar a la luz” unas y otros, y contrastar lo que decimos, con lo que hacemos y todo ello con sus consecuencias para aquellos a los que pretendemos educar (los alumnos). El trabajo colaborativo, el tiempo adecuado para hacerlo sin desasosiegos, el acceso a asesores o “amigos críticos” que nos ayuden a repensar nuestras teorías en la acción (esto es, nuestras prácticas) será decisivo. También para nuestros valores que, seguramente, son en última instancia el motor de todas estas dinámicas.

Tema 2.2. El dilema de las diferencias en la educación escolar. Historia y aprendizajes.

“El dilema de las diferencias en la educación escolar”, hace referencia, en esencia, a la controvertida tarea de ofrecer a todo el alumnado, incluidos aquellos más vulne-rables -o en riesgo de exclusión, marginación o fracaso escolar- dos cosas difícilmente compatibles. Por un lado, una educación de calidad ajustada a su identidad y a sus necesidades de aprendizaje individuales y específicas. Por otro lado, hacerlo en un marco educativo (sistema, centros o aulas) común, comprensivo, inclusivo, con vistas a promover valores sociales relevantes que se aprenden básicamente «en contextos de diversidad», como la igualdad (esto es, la no discriminación por razo-nes personales, sociales, familiares o culturales), el reconocimiento y la valoración de la diversidad humana, la solidaridad o el compromiso con los más necesitados, entre otros. Y todo ello sin que salga dañado el bienestar personal, sino que, por el contrario, se creen lazos de amistad y sentimientos de pertenencia y valoración por parte de los iguales.

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONES

Presencia Aprendizaje

Participación

Conseguir el equilibrio entre la presencia, el aprendizaje y la participación es dilemáticoFuente: Banco de imágenes del ITE ¿?

El dilema de las diferencias se apoya en todo caso en la valoración cultural que se hace de la diversidad humana, valoración que ha ido cambiando a lo largo del tiem-po y que ha llevado aparejado diversas formas de responder a aquellas diferencias humanas que se han visto como menos valiosas, inferiores o negativas respecto a un prototipo cultural de “normalidad”. Todo ello ha tenido reflejo en las formas de escolarización de los considerados “diferentes” y de todo ello cabe abstraer consecuencias para defender los planteamientos de una educación inclusiva como alternativa de mayor equidad a las situaciones vividas y presentes todavía hoy en muchos países.

Las diferencias entre el alumnado a las que dicho dilema alude son bien conocidas por todos: género, capacidad, procedencia, identidad cultural, clase social, etc. Tomemos el ejemplo del género y hagamos un breve recorrido histórico sobre cómo se ha pensado y estructurado la educación de hombres y mujeres. De forma sintética y sin entrar en análisis profundos que no podemos hacer ahora, se observa como, en un primer momento, se consideró que la educación escolar (lo que ésta significara en cada época y país), era necesaria para los hombres, pero no así para las mujeres, que se veían relegadas en el ámbito social a tareas “domésticas” y de cuidado de los hijos. Cabría decir, como en otros casos, que en estos primeros momentos no había propiamente un dilema, pues se prescindía de las mujeres como sujetos de educación, y “ahí se acaba el problema”.

Como es bien sabido, la evolución de nuestros valores y concepciones sociales y educativas llevó a las sociedades a enfrentar ese dilema con propuestas que avan-zaban algo en la educación de las mujeres, si bien mantenían la segregación de ambos géneros. Lamentablemente, en muchos países del mundo, y entre ellos, en buena parte de los países iberoamericanos, esta situación sigue siendo todavía hoy la realidad cotidiana de muchas mujeres.

En efecto, ofrecían una cierta educación a las mujeres (ciertamente sólo a algunas de determinadas posiciones socioeconómicas), pero más como un adorno social que como una acción emancipatoria de su desarrollo personal y social. Luego, y tras un esfuerzo que se prolongó hasta mediados del siglo XX, se logró el reconocimiento de derechos a una educación igual a la de los hombres, al menos en su tramo “básico”, pero de nuevo separados, pues para entonces se veía muy difícil, contraproducente e inadecuado, la coeducación en un mismo centro. No deja de ser llamativo recordar

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ANOTACIONES como el profesorado de entonces decía “no estar preparado para atender ritmos de aprendizaje, motivaciones y formas de estar en clase tan distintos como los de los chicos y las chicas”. Por otra parte, el avance hacia posiciones más igualitarias se ha hecho, en parte, a base de denunciar que la progresiva “integración” de las mujeres en los sistemas educativos era bajo un modelo donde lo masculino era lo mayoritario, lo más valorado y reconocido, y tras una cierta idea de asimilación de los valores y formas de ser femeninos a los valores y formas de ser masculinas, en tanto que patrón de referencia social.

Sólo muy recientemente el dilema de la atención educativa a hombres y mujeres se ha resuelto con opciones “inclusivas”, en las que todos y todas ellas tienen los mismos derechos, las mismas opciones y donde se asume que es necesario adaptar las enseñanzas cuando sea necesario, a las necesidades de las mujeres – tanto como las de los varones – para promover el progreso escolar de todos ellos con vistas a una sociedad donde hombres y mujeres gocen de iguales oportunidades, se reconozcan en su diversidad y se respeten por lo que son.

Para profundizar sobre feminismo, visita:http://www.nodo50.org/mujeresred/historia.htm

Otras diferencias individuales han tenido una historia similar en el sistema educativo y han estado condicionadas por concepciones y valores muy semejantes a los que apreciamos en el caso del género. Las diferencias culturales (indígenas u originarios de los países colonizados versus colonizadores), las diferencias raciales (blancos versus negros) (para profundizar sobre esta cuestión ver http://www.escuelasin-racismo.org/), o las diferencias por capacidad (alumnos normales versus alumnos especiales o con discapacidad). Para más información sobre este aspecto, véase el trabajo de Parrilla (2002).

A modo de resumen, en la Tabla 3, reproducida del trabajo de Parrilla (2002), que a su vez retoma el de Fernández Enguita (1998), se resumen las cuatro grandes fases que, a su juicio, cabe distinguir en la historia que transcurre desde la más clara y rotunda exclusión de todos aquellos considerados como “especiales”, hasta los actuales avances hacia una educación inclusiva.

Tabla 3. De la exclusión a la inclusión: Un camino compartido

Clase Social Gr. Cultural Género DiscapacidadExclusión No escolariza-

ciónNo escolariza-ción

No escolariza-ción

Infanticidio/ Internamiento

Segregación Escuela Gra-duada

Escuela Puen-te

Esc. Sepa-radas: Niños -Niñas

Esc. Especia-les

Integración Comprensivi-dad (50-60)

E. Compensa-toria E. Multicul-tural

Coeducación (70)

Integración E.E. (60)

Reestructura-ción

Educ. inclu-siva

Educ. inclu-siva (Ed. Intercul-tural)

Educ. inclu-siva

Educ. inclu-siva

Fuente: Parrilla, A. (2002, p.15)

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Módulo 1: Inclusión educativa y diversidad

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ANOTACIONESLa propuesta de construir sistemas educativos inclusivos debe ser vista, entonces, como un paso más, tal vez no el último, de nuestros sistemas educativos, para dar una respuesta satisfactoria al dilema de las diferencias individuales en la educa-ción escolar. Es evidente que la resolución de algunos de estos dilemas parciales ha evolucionado más rápida y consistentemente que la de otros. En este sentido, por ejemplo, pocos cuestionan en la actualidad la convivencia de la coeducación (educación compartida para niños y niñas) en todas las etapas educativas, como tampoco se defienden las escuelas raciales (aunque de facto ello es lo que ocurra en algunos casos). Ello tiene el valor de que nos permite pensar y estudiar sobre cuáles han sido las condiciones y elementos que han facilitado esta evolución, pues de ellos podremos, seguramente, aprender líneas de acción relevantes para los dilemas de las diferencias que van por detrás en esta particular historia educativa. Tema 2.3. Las diferencias por capacidad

Las diferencias por capacidad para aprender han estado desde el inicio de la historia de la educación escolar en el corazón de los sistemas educativos, pues ninguna otra como ésta abre el debate sobre la propia esencia de la acción educativa, enseñar y aprender, cuando ésta se refiere a estudiantes de los que se predica que, preci-samente, tienen, genéricamente hablando, dificultades graves para aprender. La historia de este dilema corre pareja con la historia y los desarrollos de la «educación especial», por un lado, y de los modelos sobre la discapacidad, por otro.

Un breve análisis histórico sobre los modelos de comprensión de la discapacidad y sobre la educación especial, debe servir para fortalecer el argumento de que si se quiere ser coherente con el derecho de todos los alumnos a una educación inclusi-va, no se pueden seguir manteniendo la misma perspectiva y las mismas prácticas educativas que han servido para mantener la exclusión y la opresión que viven los estudiantes con discapacidad, situación que está ocurriendo en muchos países cuando se analizan con detalle las practicas vigentes más allá de la retórica de las grandes declaraciones o manifestaciones de principios.

Una rápida mirada a la historia de este dilema, nos cuenta de una fase de “pres-cindencia” que se ha prolongado hasta el inicio del siglo XX de mano de las teorías eugenésicas. Según ellas la sociedad en su conjunto estaba en peligro si no se eli-minaban los sujetos “defectuosos, deficientes, anormales” que, de reproducirse, conducirían a una sociedad débil y en peligro. La posición extrema del nazismo, que se aplicó tanto contra los judíos, como contra otros “grupos de indeseables” sic (discapacitados, gitanos, homosexuales,….), en aras de la pureza de una supuesta raza superior, es un lastimoso ejemplo de la profunda raigambre de esas creencias en algunos seres humanos.

Sin llegar tan lejos, el aislamiento y la posterior segregación educativa de este alumnado en “centros especiales”, han sido y sigue siendo todavía, la respuesta mayoritaria a la tarea de encontrar un equilibrio entre la atención individual a sus necesidades específicas y la de la mayoría del alumnado. Sólo en el último cuarto de siglo pasado se han empezado procesos parciales de integración escolar, para algunos – no todos – de estos alumnos y alumnas, que por lo que estamos observando, no siempre están desarrollándose con resultados positivos para ellos (en términos de aprendizaje y bienestar emocional y relacional). Pero aun así, los propios impli-cados, sus familiares y las organizaciones que defienden sus derechos, no cesan en

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ANOTACIONES demandar una educación más inclusiva pues, a su juicio y el de otros muchos, es el camino acertado para crear sociedades más justas, cohesionadas, respetuosas e inclusivas, algo especialmente sensible para ellos que han vivido y siguen viviendo una ya larga historia de exclusión.

Como ha señalado recientemente el profesor Lema (2009) una “historia de exclu-sión y de ausencia de reconocimiento”, como es la que han tenido las personas con discapacidad a lo largo y ancho de este mundo, ha llegado a crear inercias y prejuicios que no se disuelven de un plumazo ni con la adopción de la mejor norma jurídica posible. Por ese motivo, como él bien señala, los esfuerzos que se lleven a cabo desde la perspectiva del derecho habrán de estar atentos a ello y habrán de buscar los mecanismos para que la inclusión se vea complementada con las creación de las condiciones para que estos derechos sean reales y efectivos, lo que necesariamente incluirá cambios sociales importantes más allá de las leyes y los tratados internacionales.

Revisa el documento de la “Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad” de Naciones Unidas:http://www.un.org/esa/socdev/enable/documents/tccconvs.pdf

En este sentido, y reforzando lo dicho anteriormente, esta perspectiva del derecho – que también comparte con otros movimientos sociales que buscan revertir sus situaciones de discriminación -, sirve sobremanera para mover el foco de atención y las políticas hacia las condiciones de distinto tipo que pueden impedir el pleno ejercicio de aquél o del resto de los derechos reconocidos legalmente. Esta tarea se vincula con el ejercicio de conocer cuáles son, dónde se ubican o cómo interaccio-nan entre sí las principales barreras que limitan el progreso hacia mayores niveles de inclusión educativa, en este proceso de enfrentar el dilema de las diferencias, bien sea por capacidad o por otros motivos.

Revisa el número monográfico de la Revista Latinoamericana de Inclusión Educativa sobre “El derecho a la educación”:http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol4-num2.html

Factores que condicionan el dilema de las diferencias.

Decíamos antes que de cada uno de los dilemas parciales vinculados a las diferencias individuales seguro que cabe aprender nociones y condiciones que servirán a otros para seguir progresando hacia las aspiraciones declaradas de una educación más inclusiva. A nosotros nos parece que en el caso de las diferencias por capacidad, hemos ido aprendiendo que las dificultades que algunos alumnos con discapacidad experimentar a la hora de aprender y participar con sus iguales sin discapacidad o sin sus dificultades específicas, no es para nada un “asunto personal” o una cuestión vinculada a la “tragedia personal” que les ha tocado en suerte. Nada de eso. Es el resultado de una compleja interacción entre sus realidades individuales y sus nece-sidades específicas y las condiciones escolares (el currículo, la forma de enseñar y evaluar, la organización escolar, la cultura escolar de los centros, etc.) en las que se insertan quienes les enseñan o les podrían enseñar.

En este sentido hay un concepto nuclear, emergente y de suma importancia, que es el de barreras para el acceso o la presencia, el aprendizaje y la participación,

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ANOTACIONESque serían todos aquellos procesos, decisiones, normas y prácticas educativas que interactúan negativamente con las posibilidades de aprendizaje de los alumnos.

Es importante no perder de vista esta realidad “sistémica” e interdependiente de los centros escolares, como consecuencia de lo cual los cambios que en ellos queramos introducir – por ejemplo, los relativos a hacer posible una enseñanza de calidad para el alumnado más vulnerable -, requieren de modificaciones que deben atravesar los distintos planos o subsistemas en los que todo centro se configura.

Así, en primer lugar, debemos reconocer un plano o dimensión referida a la “cul-tura escolar” (ver Módulo II). En este sentido una cultura escolar “inclusiva” es aquella que está orientada hacia la creación de una comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante en la que cada uno es valorado, como el fundamento primordial para que todo el alumnado tenga mayores niveles de logro. Para ello, todo el profesorado, los estudiantes, los miembros del consejo escolar y las familias colaboran y comparten estos valores, de forma que, a su vez, se transmitan a todos los nuevos miembros de la comunidad escolar. Esta dimensión tiene un correlato directo con la tarea de elaborar y hacer explícitos en lo que, con distintos nombres, cabría llamar sus “Proyectos Educativos”, esto es, los do-cumentos institucionales donde explicitan sus señas de identidad, sus metas, los valores que orientan su acción educativa y los principios básicos de organización necesarios para avanzar hacia aquellas.

Los principios que se derivan de esta cultura escolar son los que guían las decisiones que se concretan, en segundo lugar, en las “políticas escolares” de cada centro (ver Módulo II). Ellas son las que deben asegurar que los valores compartidos hacia la diversidad del alumnado estén en el corazón de las decisiones de planificación, coordinación y evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje que el centro quiere promover, empapando las decisiones curriculares (objetivos, contenidos, metodología, evaluación, apoyos, etc.) y organizativas necesarias para que mejore el aprendizaje y la participación de todos los estudiantes.

Por último, “las prácticas” de las aulas deben reflejar la cultura y las decisiones colectivas adoptadas para sustentar dicha cultura. Ello pasa por tratar de asegurar que las actividades en el aula y las actividades extraescolares motiven la participa-ción de todo el alumnado y tengan en cuenta las características de cada estudian-te - desde una visión multidimensional de la inteligencia - y el conocimiento y la experiencia de cada uno de ellos fuera del entorno escolar. Para que una tarea de esta complejidad y dificultad pueda llegar a buen puerto es imprescindible que el profesorado sea capaz de movilizar “recursos”, apoyos y ayudas de todo tipo - del propio centro y de las comunidades locales -, y sin los cuales es difícil hacer frente a la incertidumbre del cambio educativo (ver Módulo II).

La relación entre estos tres planos (cultura, política y práctica) no es lineal y je-rárquica (de las culturas a las prácticas), sino circular y en parte difusa, imprecisa: una innovación espontánea para un mejor manejo del aula y los aprendizajes, pue-de desencadenar una reflexión profunda sobre su significado e implicaciones para la escuela, lo que puede, a su vez, hacer revisar valores y creencias compartidas (cultura escolar) y poner en marcha planes para sistematizar su uso en el futuro por otros compañeros (política).

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ANOTACIONES

El “Índice para la inclusión” e “Inclusiva” son herramientas para revisar culturas, políticas y prácticas, y orientar la mejora de la educación inclusiva.Fuente: http://inclusion.uwe.ac.uk y www.portal.unesco.org

Finalmente cabría señalar que los déficits sensoriomotores, cognitivos, lingüísticos o emocionales –entre otros – del alumnado, así como otras características de su personalidad o salud, podrían verse también, en algunos casos, como “barreras” individuales, algunas de las cuales pueden igualmente minimizarse o compensarse mediante procesos de habilitación o rehabilitación. En todo caso, sin duda alguna resulta determinante conocer estas características individuales y comprender su desarrollo e incidencia sobre los procesos de aprendizaje y participación, tanto como las barreras sociales, externas, que condicionan las variables de la inclusión, pues como venimos resaltando, no es sólo en “lo que está afuera” donde se encuentra la clave del progreso escolar, sino en la comprensión de la interacción dinámica entre unas y otras, entre lo que se enseña y lo que el alumno puede aprender desde su individualidad (ver Módulos Optativos) .

Finalmente este tema debe servir para reflexionar sobre la solidez de nuestras con-cepciones sobre la inclusión educativa, así como para dejar constancia de que todo ello va mucho más allá de un simple cambio terminológico respecto la educación especial como subsistema educativo encargado de aquellos alumnos con necesidades educativas especiales y cuya propia existencia – tal y como hoy existe en la mayoría de los países – podría verse como una de las barreras para el progreso hacia mayores niveles de inclusión educativa para todo el alumnado.

Revisa la página web del Foro de Vida independiente para conocer un movimien-to social que trabaja por los derechos de las personas con diversidad funcional: http://www.forovidaindependiente.org/

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ANOTACIONESSíntesis de la unidadPartimos de la idea fundamental que la educación inclusiva es por naturaleza esencialmente dilemática. Esto supone que los dilemas educativos a los que nos enfrentamos no tienen una solución definitiva, y por ello, cobran relevancia los procesos deliberativos que deben desarrollarse en las comunidades educativas para responder de mejor manera a las diferencias individuales de los alumnos de manera que éstas no se conviertan en desigualdades. En esta unidad revi-samos esta cuestión desde un punto de vista histórico –cómo han respondido los sistemas educativos al dilema de las diferencias- en relación con distin-tos grupos o colectivos (mujeres, personas con discapacidad, etc.). También, revisamos algunos factores que condicionan la resolución episódica de estos dilemas, en términos generales y, concretamente, como parte de las decisiones que la comunidad escolar debe tomar. En suma, conocer la naturaleza de estos procesos contribuye a ajustar las expectativas de los actores involucrados (pro-fesores, alumnos, familias, Administración), y a acometer procesos de decisión democráticos que convoquen a todos ellos en compromisos más sostenibles.

Lecturas obligatorias

Tema 1:

Echeita, G., Simón, C., Verdugo, M.A., Sandoval, M., López, M., Calvo, I., & Gon-zález, F. (2009) Paradojas y dilemas en el proceso de inclusión educativa en España. Revista de Educación, 349, 153-178.

Tema 2:

Parrilla, A. (2002). Acerca del origen y sentido de la educación inclusiva. Revista de Educación, 327, 11-29.

Tema 3:

Barton, L. (2009) Estudios sobre discapacidad y la búsqueda de la inclusión. Obser-vaciones. Revista de Educación, 349, 137, 1-52.

Romañach, J. y Lobato, M. (2010). Diversidad Funcional, nuevo término para la lucha por la dignidad en la diversidad del ser humano. En: http://www.forovidain-dependiente.org/node/45#notas

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ANOTACIONES Unidad 3: Valores y principios éticos para una educa-ción inclusiva

...“La enseñanza es, por encima de todo, una tarea ética y política. Mediante su trabajo el profesorado articula sus mayores esperanzas y sueños de futuro y expone sus valores a la vista de los demás. Dada la dinámica de su trabajo, los profesores necesitan redescubrir continuamente quiénes son y que defiende en el dialogo y la colaboración con los compañeros, a través de un estudio continuo y consistente y mediante una reflexión profunda, sobre el oficio. Y sobre todo los profesores necesitamos que se nos apoye, por parte de quien corresponda, y que se cuiden y respalden con palabras, hechos y dineros el trabajo de las escuelas públicas en una sociedad democrática”(Nieto, 2007)

Introducción

Los cambios que se han propuesto en este Módulo (y sobre los que irá profundizan-do en los siguientes), para intentar llevar hacia delante procesos educativos más inclusivos –en el sentido de intentar promover formas de enseñar dónde todos los alumnos y alumnas compartan espacios comunes, aprendan al máximo de sus ca-pacidades pero lo hagan sintiéndose bien consigo mismos y con otros, y participen activamente en su educación-, le tiene que parecer una empresa muy difícil y en el mejor de lo casos agotadora. ¡Y por supuesto que los es!

Usted habrá podido experimentar que muchas veces construir un aula inclusiva no es en absoluto sencillo. Si la escuela en la que trabaja tiene pocos recursos, si los grupos son numerosos o si, además, sus condiciones laborales son igualmente difíciles, podrá tener a veces emociones de desánimo. Incluso en circunstancias relativamente aceptables, la tarea propuesta resultará difícil, razón por la cual resulta imprescindible encontrar razones, motivaciones y emociones que le permi-tan emprender y mantener el esfuerzo sostenido que se requiere para no aparcar el compromiso con el derecho de todo el alumnado a una educación de calidad.

En esta Unidad nos preguntaremos “¿qué hay debajo de todo este proceso?, cuales son los requerimientos más importantes para no dejarse llevar por las difíciles cir-cunstancias en las que se desarrolla la tarea docente cuando se quiere incluir a todo el alumnado. Seguramente no le sorprenderá leer que esas condiciones últimas no son del dominio técnico, ni relativas a medios materiales, incentivos económicos o condiciones laborales, sino éticas vinculas al impulso de “querer para los demás lo que uno desea y ama”, a valores como la solidaridad, la responsabilidad o el amor y, en última instancia, ancladas en la valoración de la diversidad humana, empezando por ello a valorar y promocionar entre los estudiantes el reconocimiento y el respeto de su diversidad en las aulas.

Temas

Tema 3.1. Emociones, valores y principios éticos que sustentan la inclusión

Tema 3.2. La diversidad como valor. Diversidad, diferencias y desigualdad

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ANOTACIONESTema 3.1. Emociones, valores y principios éticos que sustentan la inclusión

A veces nuestra carga docente nos lleva al desánimo. Iniciar procesos de cambio en nuestras prácticas no es sencillo. A veces intentamos innovar, pero no esperamos el tiempo necesario para evidenciar resultados. Como nos describen Parrilla y Da-niels (1998), seguramente, en algunas ocasiones se ha encontrado en una situación parecida a las siguientes:

» Se encuentra con dificultades para solucionar por sí mismo los problemas que le plantea un alumno (o un grupo de alumnos) en su proceso de aprendizaje.

» Siente que le falta apoyo y ayuda para abordar medidas innovadoras o complejas. » Ante esta situación se desespera y, llegado un momento, opta por abandonar

la resolución del problema. » Se refugia en la adopción de métodos “seguros” y abandona la innovación y la

búsqueda creativa de soluciones y nuevos métodos de enseñanza. » La vida del aula deja de responder a la diversidad. » Los alumnos que habían suscitado su preocupación terminan siendo excluidos,

abierta o veladamente, de la clase (se les deriva hacia dispositivos especiales si los hay, no participan activamente o no progresan en su aprendizaje).

Estas situaciones, que se dan ya frecuentemente en las aulas, dan sentido a la necesidad de avanzar hacia políticas educativas más inclusivas, y por esa misma razón debemos preguntarnos ¿qué podemos hacer? En ese patrón de comportamiento una pieza clave son las emociones negativas que la acompañan –dificultad, soledad, desesperanza, dudas, miedo al fracaso…- y para cambiarlo hay que incidir priorita-riamente sobre ellas. ¡Necesitamos emociones positivas para el cambio!, las nece-sitamos para mantenernos en el largo proceso para ir mejorando nuestros centros y nuestras aulas en el sentido de ir transformando las barreras para la presencia, el aprendizaje y la participación existentes en recursos y apoyos para la inclusión.

Entre esas emociones a cultivar y cuidar, la primera es, precisamente, la esperanza, una emoción imprescindible ante la evidente dificultad y complejidad que supone la inclusión educativa, y que:

“no es una visión ingenua y luminosa de la vida. Es la capacidad de no entrar en pánico en situaciones graves y de encontrar modos y recursos para abordar pro-blemas difíciles” (Fullan, 2003, p.302).

La mejor forma de nutrir esa esperanza, esto es, de no entrar en la barrena de la desesperanza y en el patrón de conducta mencionado, es establecer amplias, tupidas y sólidas “redes de colaboración, interdependencia, ayuda y apoyo mutuo” en el interior de los centros y entre éstos y su comunidad educativa y local (Echeita, Ainscow, Marín, Soler, Alonso, Rodríguez, Parrilla, Font, Duran y Miquel, 2004). Sin ese respaldo y sin la capacidad que genera la cooperación y la sinergia de muchos, entonces sí que será inviable hablar de “educación inclusiva”.

Esa red es la única estrategia que puede ofrecer garantías de que cuando lleguen las dudas o los errores en la toma de decisiones respecto a los dilemas de la inclusión,

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ANOTACIONES no se genere desconfianza y reproches entre los implicados (profesores, directivos, familias, alumnos…) y, por consiguiente, se produzca la paralización del cambio.

Siempre hemos imaginado esa red como la que se extiende por debajo de los tra-pecistas y gracias a la cual ellos si se atreven con el “más difícil todavía” de la inclusión educativa, diríamos, aplicada la metáfora a la realidad docente.

blogborrador.blogspot.com

Los “nudos” de esa red están formados, en primer lugar, por alumnos que se apoyan entre si a través de estructuras de aprendizaje cooperativo o de “grupos interacti-vos”. En segundo lugar por los propios profesores cuando están dispuestos a poner en marcha prácticas de enseñanza colaborativa, grupos de apoyo, o dinámicas de observación mutua para ayudarse a comprender mejor su propia práctica. En tercer lugar están los centros que trabajan en red, las “comunidades de aprendizaje” que se apoyan en su comunidad al tiempo que acrecientan su propio “capital social”. Afortunadamente también hay Investigadores que están dispuestos a apoyar el proceso de mejora aportando conocimientos para comprenderlo y dirigirlo (Echei-ta, Ainscow, Marín, Soler, Alonso, Rodríguez, Parrilla, Font, Duran y Miquel, 2004).

Para mayor información sobre el Proyecto de Comunidades de Aprendizaje, visita:www.utopiadream.info

OJO: ¡conviene no olvidar que la colaboración en sí misma no genera necesariamente prácticas más inclusivas! y que, por lo tanto, no es un fin en sí mismo sino un medio estratégico para avanzar hacia acciones educativas más inclusivas. Por estas razones, en el Módulo IV se volverá sobre estas ideas para analizarlas con mayor detalle.

Si bien es cierto que el trabajo en red de los centros escolares es necesario para no sucumbir a la desesperanza y a la paralización, aún nos queda encontrar la respuesta a la pregunta sobre la motivación última para iniciar y mantener todos estos esfuerzos. A este respecto los estudios sobre experiencias exitosas a la hora de avanzar hacia una educación más inclusiva están poniendo de manifiesto que la motivación para sostener una actividad tan compleja como ésta, solo puede venir de una ética profesional fortalecida.

Criterios éticos para una educación más inclusiva.

“La vida no vale nada sino es para perecer porque otros puedan tener lo que uno desea y ama” Pablo Milanés

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ANOTACIONESEn primer lugar, delimitamos el significado de la ética a dos acepciones (Escudero, 2006). En primer lugar como un conjunto de principios guía del razonamiento mo-ral en la toma de decisiones en situaciones dilemáticas. En una segunda acepción, entenderemos la ética como algo que da forma a las percepciones, las creencias, el carácter y las virtudes, en una determinada actividad o práctica social. En otras palabras, “las éticas” que revisaremos a continuación abarcan el ámbito de las ideas y las creencias, por una parte, y el de los compromisos y las prácticas, por otra.

La ética sirve de guía para la toma de decisiones en el dilema de las diferenciasFuente: www.aldeaeducativa.com

Ética de la justicia

El criterio de justicia vinculado al progreso hacia una educación más inclusiva en-fatiza, que la mejora de la educación no puede limitarse sólo a garantizar el acceso y la permanencia, sino que debe consistir en la igualdad de oportunidades efectivas para que todos consigan dichos aprendizajes. La labor de una institución educativa justa se desarrolla sobre el supuesto de fortalecer y ampliar las capacidades, los intereses y las motivaciones de todo su alumnado, sobre todo cuando unas u otras no existen o son limitadas. Huelga decir que este criterio no lo estamos refiriendo exclusivamente, como veremos a continuación, a la acción individual del profesor, sino que atraviesa, o debería atravesar, toda la cultura institucional del centro, sus estructuras, relaciones y procesos, incluida la dirección y el liderazgo.

“Lo que cualquier padre que fuera bueno y sabio desearía para su propio hijo, es lo que la comunidad debería querer para todos los niños y jóvenes (sin exclusiones). Cualquier otro ideal diferente que sustente nuestras escuelas resultaría restrictivo y perjudicial y, de ponerlo en práctica, llevaría a destruir nuestra democracia” (Dewey, 1899)

La ética del cuidado

En este caso, la virtud cívica sobre la que se basa esta ética, es la de poner la dignidad y el valor intrínseco de otros sujetos, de otros seres humanos, en el cen-tro de nuestras preocupaciones. Se trata, como muchos han observado, de basar las relaciones interpersonales, en el cuidado y el amor. De hecho, el sentido del otro y la responsabilidad en relación con el prójimo, ha sido señalado como la base de la ética. En este sentido, la ética del cuidado se vincula directamente con la educación inclusiva, puesto que se trata de atender y hacerse cargo de las necesidades singulares de cada estudiante y de ofrecer las respuestas necesarias a dichas necesidades, sobre todo ante aquellos más vulnerables al fracaso escolar, la exclusión o la marginación. El énfasis en las relaciones debe entenderse como la reciprocidad en el respeto, la solidaridad, la responsabilidad, el esfuerzo y la

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ANOTACIONES perseverancia entre profesores, alumnos, familias, Administración y, por qué no, la sociedad en su conjunto.

“Se mide la capacidad de un puente para soportar el peso, por la fuerza de su pilar más débil. La calidad humana de una sociedad debería evaluarse por la calidad de vida de sus miembros más débiles.”(Bauman, 2001).

La ética de la crítica

La crítica supone una actitud de vigilancia y cuestionamiento permanente en torno a la organización, estructura y funcionamiento de nuestro sistema educativo con el objetivo de analizar si resulta injusto o si solamente beneficia a algunos alumnos en desmedro de otros. La ética de la crítica vendría a ser el sustento de la actitud de indagación y reflexión sobre las barreras que limitan la presencia, el aprendizaje o la participación de algunos alumnos Muchas veces tendemos a ver el funcionamien-to de las escuelas como algo natural, “que siempre ha sido así”, obstruyendo con ello el desarrollo de una mirada crítica y transformadora de la educación. Por ese motivo, quizás uno de los mayores retos de la ética de crítica sea superar la mirada naturalizada de la organización escolar, así como de la segregación y la exclusión escolar, en sus múltiples formas.

“Reconocer o percibir acontecimientos es una forma de definir los límites arbitra-rios entre lo normal y lo anormal, lo aceptado y lo rechazado, lo permitido y lo prohibido... La “anormalidad” vuelve los acontecimientos visibles, cotidianos, al tiempo que la “normalidad” tiene la facultad de ocultarlos. La exclusión es hoy invisible a los ojos. Y la invisibilidad es la marca más visible de los procesos de exclusión en este milenio que comienza… Pero la exclusión parece haber perdido poder para producir espanto e indignación en una buena parte de la sociedad. En los “otros” y en “nosotros” (Gentile, 2002)

La exclusión es muchas veces invisible a los ojosFuente: www.realidadbizarra.blogspot.com

La ética de la profesionalidad

Asumir los códigos éticos en el ejercicio profesional conlleva algo mucho más complejo que el ejercicio riguroso y eficaz, pero individual, de la profesión. En primer lugar, la ética de la profesión requiere del esfuerzo y la persistencia por la actualización permanente de los conocimientos, capacidades, responsabilidades y metodologías propias de la profesión. En segundo lugar, cabe reclamar, de quienes ejerzan las profesiones vinculadas a la educación, que pongan por delante de cual-quier forma de corporativismo, los intereses de los ciudadanos.

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ANOTACIONES“Cuando se ejerce la profesión más que nada como una forma de ganarse la vida, no se cree en el valor de la educación como un derecho de las personas, o se arroja la toalla refugiándose en la cultura del lamento y la impotencia, la virtud de la profe-sionalidad se debilita o, acaso, puede llegar a desaparecer” (Escudero, 2006, p.33).

La ética de la comunidad

Finalmente, es la comunidad educativa como un todo la que da sentido a los criterios éticos recién vistos. En este sentido, la ética comunitaria es intrínsecamente demo-crática, ya que se basa en los siguientes principios: la expresión y el intercambio libre de ideas, el bien común como núcleo de los propósitos y responsabilidades de todos y cada uno de los miembros de la comunidad, la disposición a escuchar a la diver-sidad de voces (alumnos, familias, etc.), y el fomento de procesos de deliberación participativos, entre muchos otros. Por otra parte, al poner la ética comunitaria en el centro de las virtudes cívicas, los autores que venimos refiriendo, destacan que es la comunidad, y no el individuo, el agente moral más importante. Es en el seno de una comunidad educativa donde puede fraguarse el sentido más profundo de la mejora de los procesos que contribuyan a la inclusión educativa (ver Módulo II).

“Sin pretender ser exhaustivos, es posible mencionar al menos cuatro aspectos que han sido identificados en las experiencias exitosas para romper el círculo de la reproducción de la pobreza en el ámbito escolar: la existencia de un proyecto que puede ser de la institución y del equipo docente, la capacidad para elaborar una narrativa que explica las razones por las cuales el equipo hace lo que hace, la confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos y el compromiso y la responsabilidad por los resultados, que no permiten ser indiferentes ante los sín-tomas de fracaso escolar de los alumnos”.Juan Carlos Tedesco. Educación para la justicia socialEl País, 19/11/2010

La comunidad educativa da sentido a los procesos de mejoraFuente: www.elobservatodo.cl

No están claros los procesos, experiencias o saberes que conducen al aprendizaje y al fortalecimiento de estos principios éticos y a los valores con los que se relacio-nan. Tal vez una primera tarea para ello sería la de preguntarnos por las razones que nos han llevado a ser maestro o maestra, profesor o profesora. Puede que sea oportuno que rescate el sentido de su vocación al inicio de su carrera profesional y que ponga ahora su práctica bajo la luz de las éticas” que acabamos de comentar.

En todo caso seguramente le será de utilidad clarificar sus propios valores, pues sin algunos de ellos redoblados, difícilmente estará en disposición de aguantar los duros

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ANOTACIONES envites que se generarán en el proceso de avanzar hacia prácticas escolares más inclusivas. Por ello le animamos a realizar la siguiente Actividad, preferentemente en grupo y, de no ser posible, a que comparta sus reflexiones individuales en un Foro.

AltruismoAmabilidadAmistadArmoníaAscensoAusteridadAutenticidadAutoestimaAutonomíaAutoridadAventuraAyudaBellezaBien comúnBondadCalidad de vidaCambio socialCoherenciaCompetenciaCompromisoConocimientoCooperaciónCorajeCreatividad

DemocraciaDiálogoDiferenciaDignidadEficienciaEntusiasmoEquilibrioEsperanzaExcelenciaFamaFeFelicidadFuerza de voluntadGenerosidadHonorImparcialidadIndependenciaIntegridadJusticiaLibertadLiderazgoMéritoOcioParticipación

PatriotismoPazPerdónPlacerPrestigioPropiedad privadaPrudenciaReconocimientoRespeto a los demásResponsabilidadSabiduríaSaludSeguridadSensibilidadSentido críticoSentido del deberSerenidadSinceridadSolidaridadToleranciaTrabajoTradiciónVerdadVida

Tema 3.2. La diversidad como valor. Diversidad, diferencias y desigualdad

“Los hombres son entre ellos tan iguales como desiguales. Son iguales en ciertos aspectos y desiguales en otros.... Sin embargo, la aparente contradicción de estas proposiciones, “los hombres son iguales”, “los hombres son desiguales”, depende únicamente del hecho de que, al observarlos, al juzgarlos y al sacar consecuencias prácticas, se ponga el acento sobre lo que tienen en común o, más bien, sobre lo que les distingue”(Bobbio, 1999, citado en López Melero, 2001)

Pensando en los valores que sustentan prácticas educativas inclusivas, uno de ellos (si no el primero), debería de ser el de reconocer la diversidad humana como un valor de primera magnitud, lejos de los que, al contrario, sostienen actitudes y comportamientos racistas, sexistas, homófonos, etc., y a los que subyace una valoración dicotómica sobre dicha diversidad: por un lado nosotros, los normales y valiosos y por otro, ellos, “los otros”, los raros, especiales, despreciables.

En este sentido nos parece oportuno dedicar el último apartado de este Módulo a revisar, aunque sea muy brevemente, las concepciones sobre la diversidad humana, para ayudar a construir una visión compartida que, al mismo tiempo, se apoye en y promueva el valor de la diversidad. Tal vez, en lugar de ser éste el último contenido

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ANOTACIONESde este Módulo, debería haber sido el primero, pues en el fondo todo este Curso gira alrededor de cómo contribuir desde la acción educativa escolar al desarrollo de una sociedad que valore, aprecie y respete la diversidad humana. Ello pasa, a nuestro juicio, por analizar con algo de detalle, las relaciones entre diversidad, diferencias y desigualdad.

Como señala Carbonell (1995), en un aula todos los alumnos y alumnas son diversos y distintos entre sí. Pero, lamentablemente, algunos de ellos son vistos como dife-rentes, no tanto por su diversidad específica, sino por la valoración (más o menos tácita o explícita, positiva o negativa), que de esa diversidad hacemos. Mientras que la diversidad es el fruto de la constatación objetiva (como los temas de una biblioteca, que no son mejores o peores entre sí, sino simplemente distintos), la diferencia se debe a nuestra valoración, siendo que ésta no es natural sino que se aprende y, por lo tanto, se enseña, se transmite a través de los repetidos momentos y experiencias de valoración de la diversidad que se generan en los procesos de interrelación que configuran el desarrollo y el aprendizaje humano. Valoramos (y se enseña a valorar a los niños desde pequeños), más o menos, mucho o poco, las cosas y las personas distintas que nos rodean y, a partir de esa valoración algunos empiezan a ser diferentes o especiales.

Este sesgo en nuestra percepción de la diversidad ha sido tremendamente reforzado (y sigue haciéndolo), por “la educación especial” como estructura específica de los sistemas educativos para determinados alumnos considerados como especiales o con necesidades educativas especiales (revisar contenidos de la Unidad 1). En este sentido el calificativo de especial ha contribuido a connotar negativamente, a estigmatizar la diferencia que supone la discapacidad2, término que ya de por sí bastante hace para transmitir el prejuicio de lo carencial, de lo que no se tiene, de lo que les falta a “éstos”, a determinados alumnos para llegar a ser “aquello”, esto es, alumnos “normales”.

Aunque ciertamente en lo que sí son diferentes estos alumnos de sus compañeros son en que tienen menores posibilidades de acceso a la educación y menores derechos cuando están dentro, lo que conduce a que la negativa valoración de su diversidad se traduce en clara desventaja y desigualdad. En definitiva, tienen menos facilidades para vivir con dignidad, hechos todos ellos que, en estos momentos, configuran la forma más clara de exclusión en nuestra sociedad (Castel, 2004):

Históricamente hay una primera forma de exclusión que se realiza mediante una sustracción completa de la comunidad: por la deportación hacia fuera (…), por el destierro (…), por la matanza (…). Podríamos decir que el genocidio representaría la forma última de estas políticas de exclusión por erradicación total (…). Parece haber un segundo conjunto de prácticas de exclusión consistente en construir espacios cerrados en el seno de la comunidad, pero separados de ésta. Son los manicomios, las prisiones, los guetos, las leproserías (…). Propondré distinguir una tercera modalidad importante de la exclusión: dotar a ciertas poblaciones de un estatuto especial que les permite coexistir en la comunidad (no se les encierra ni 2 No digamos cuando se usaban otros términos afines como subnormal, deficiente, dismi-nuido (utilizados formalmente hasta no hace tanto tiempo, pero que aún permanecen en la opinión pública), o el no menos negativo pero más moderno de minusválido. Obsérvese, por otra parte, que lo que debería ser, en el peor de los casos un adjetivo que acompañara a “persona, joven, niño, alumno, alumna,…” termina convirtiéndose en un sustantivo (minusválido, disminuido, discapacitado, etc.). Un proceso de etiquetación negativa, por otra parte, al que tampoco escapan otros grupos de alumnas y alumnos en situaciones de desventaja o vulnerabilidad, como es el caso, por ejemplo, del alumnado cuyos padres son inmigrantes, los originarios de los pueblos americanos, etc.

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ANOTACIONES se les coloca necesariamente en guetos), pero que les priva de ciertos derechos y de la participación en determinadas actividades sociales (…). En la actualidad no creo que debamos temer la primera forma de exclusión. En cambio, la exclusión de segundo tipo ―relegar a espacios particulares― parece menos improbable (…). Por el momento hemos tenido en Francia la suerte relativa de no conocer verdaderamente guetos a la norteamericana, pero no está inscrito en nuestros genes nacionales el que quedemos enteramente preservados de ello3…La tercera figura de la exclu-sión, consistente en la atribución de un estatuto especial a ciertas categorías de población es, tal vez, la principal amenaza de la coyuntura presente. Esto se debe a las ambiguas políticas de discriminación positiva en las que podemos incluir la mayoría de las políticas de inserción (…). Me parece necesario que se intente dar más a los que están en lo menos. Pero al mismo tiempo ―y por eso el problema es grave y difícil― este tratamiento social estigmatiza muchas veces a las poblaciones implicadas (…) (porque) cabe temer formas de exclusión a través del encierro, no en un espacio vallado, sino en una etiqueta que discrimina negativamente a las personas a las que se le aplica cuando, en realidad, dicha etiqueta quería discrimi-narlas positivamente. Yo planteo este interrogante abiertamente: ¿qué hacer para evitar que las políticas de discriminación positiva se transformen en lo contrario? (Castel, 2004, p. 65-69)

Lejos de los argumentos y las explicaciones permítasenos terminar recordándo-le, como hace ver el profesor Tony Booth, que “el mejor argumento moral es la acción”, y que popularmente se ha dicho con aquello de que “obras son amores y no buenas razones”. No está de más recordar que una gran experto como es el profesor Booth ha terminado definiendo la educación inclusiva como “el proceso de llevar nuestros valores a la acción”. Aunque confiamos en haberle aportado algunas razones y valores para comprometerse con el progreso hacia una educación más inclusiva, ahora lo que le pedimos es que se sitúe, como nos sugería Paolo Freire en su famosa obra de la Pedagogía del Oprimido, en el espacio de lo que él llamaba los “inéditos viables: Aquello que está un paso más acá de la utopía y un paso más allá de la realidad” y que piense en algunas acciones coherentes a su alcance con los principios éticos y los valores que sustentan la inclusión educativa.

“Voz debida a los sin voz, Voz de los que saben, de los libres. Voz de los que tienen el arrojo de hablar, de actuar como ciudadanos plenos. Para que cam-bien tantas cosas que es urgente que cambien, debemos de hablar antes de que se atenúen o desvíen nuestros propósitos, antes de que sea demasiado tarde....Tenemos el deber de recordar y hablar a favor de los más olvidados, mas despreciados y excluidos. Voz debida a los niños de la calle, a todos los que viven en el olvido, en el desamparo, en la marginación. Voz debida sobre todo, a los invisibles, a los anónimos.... No es posible seguir callados.

Federico Mayor ZaragozaEl País, 24/09/02

3 Los recientes acontecimientos en Francia a finales del verano de 2010 sobre expulsión de gitanos rumanos de suelo francés, parecen confirmar las preocupaciones del autor.

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ANOTACIONESSíntesis de la unidadEn esta unidad hemos puesto el foco en un aspecto central de la educación inclusiva, como son los valores y principios éticos que subyacen a sus plantea-mientos. El primer valor al que habría que aludir es el de la misma diversidad, es decir, la apreciación de la riqueza de la diversidad humana para la conviven-cia y el progreso humano. A este respecto hemos revisado cómo se va confi-gurando la valoración de la diversidad en el proceso de socialización, influido por las valoraciones sociales dominantes y las prácticas de clasificación tan comunes en los procesos de escolarización. La tendencia de rechazar a quien es diferente a nosotros, debe ser contrarrestada con la creación de culturas escolares tolerantes que celebren la diversidad. Pero el valor de la diversidad es uno entre otros que deben formar los pilares de una ética fortalecida de la profesión docente, pues estos principios éticos son la principal motivación y el más importante sustento de los esfuerzos necesarios para promover los com-plejos procesos de mejora e innovación que han de conducirnos hacia plantea-mientos más inclusivos. Por esa razón también hemos analizado, brevemente, el significado de distintas éticas, que a modo de piedras de un puente, deben sostenernos en esta tarea y en un proceso que no es individual sino de corres-ponsabilidad de la comunidad educativa.

Lecturas obligatorias

Tema 1:

Booth (2006) Manteniendo el futuro con vida; convirtiendo los valores de la inclusión en acciones. En M.A. Verdugo & F.B. Jordán de Urríes (Coords.), Rompiendo inercias.

Claves para avanzar. VI Jornadas Científicas de Investigación sobre Personas con Discapacidad (pp. 211-217). Salamanca: Amarú

Escudero, J. M. (2006) Compartir propósitos y responsabilidades para una mejora democrática de la educación. Revista de Educación, 339, 19-42.

Tema 2:

López Melero, M. (2001) La cultura de la diversidad o el elogio de la diferencia y la lucha por las desigualdades En A. Sipán (Ed.) Educar para la diversidad en el siglo XXI. (pp. 31-64). Zaragoza: Mira Editores.

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