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Modelo de organización industrial aplicado a la industria cementera española ANA I. ROSADO CUBERO Profesora titular de la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales Universidad Complutense de Madrid ABSTRACT The majority of studies of economic theory do not include studies of the theory of the firm, they tend to analyse markets in terms of the supply and demand for goods and services and calculate points of equilibrium thus reached. The theory of the firm and internal beha- viour of the firm itself remains a largely uncharted territory. The most studies of the firm refer to models applicable to different firms or to care study analysis. The Harvard School or Indus- trial Organization maintains the thesis that the market structure is the totality of those exoge- nous forces which surround an industry, and that the behaviour of the firm is defined by tho- se patterns of decision-making established by the firm, together with the interrelationship between the firm and other firms. The present paper apply this theory to the cement industry of Spain. INTRODUCCIÓN La empresa como institución ha sido estudiada por los economistas desde el nacimiento de la disciplina, no obstante, no se dispone de un modelo matemático aceptado por todos. La modelización y cuantificación del comportamiento empresarial de manera que nos permita construir leyes científicas y predicciones aún no se ha conseguido; y por ello no forma parte de la Teoría Económica. Como escribió Frank Knight, “el fin del conocimiento es la predic- ción y el objeto de la predicción es el control” (Knight, 1976: 84). Nada más lejos del com- portamiento empresarial. ESIC MARKET. ENERO-ABRIL 2004

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Modelo de organización industrial aplicado a la industria cementera española

ANA I. ROSADO CUBERO

Profesora titular de la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales

Universidad Complutense de Madrid

ABSTRACT

The majority of studies of economic theory do not include studies of the theory of the

firm, they tend to analyse markets in terms of the supply and demand for goods and services

and calculate points of equilibrium thus reached. The theory of the firm and internal beha-

viour of the firm itself remains a largely uncharted territory. The most studies of the firm refer

to models applicable to different firms or to care study analysis. The Harvard School or Indus-

trial Organization maintains the thesis that the market structure is the totality of those exoge-

nous forces which surround an industry, and that the behaviour of the firm is defined by tho-

se patterns of decision-making established by the firm, together with the interrelationship

between the firm and other firms. The present paper apply this theory to the cement industry

of Spain.

INTRODUCCIÓN

La empresa como institución ha sido estudiada por los economistas desde el nacimiento

de la disciplina, no obstante, no se dispone de un modelo matemático aceptado por todos. La

modelización y cuantificación del comportamiento empresarial de manera que nos permita

construir leyes científicas y predicciones aún no se ha conseguido; y por ello no forma parte

de la Teoría Económica. Como escribió Frank Knight, “el fin del conocimiento es la predic-

ción y el objeto de la predicción es el control” (Knight, 1976: 84). Nada más lejos del com-

portamiento empresarial.

ESIC MARKET. ENERO-ABRIL 2004

En este artículo vamos a exponer la evolución de algunas propuestas metodológicas para

la empresa dentro del aparato teórico de la economía; y concluir con un modelo sencillo e

ilustrativo del comportamiento de las empresas dentro de una industria. El modelo confirma

que las empresas ejercen un cierto poder de mercado a través del mantenimiento de acuerdos

colusivos. El armazón teórico se engloba en la corriente de pensamiento conocida como

Organización Industrial. La industria de la fabricación de cemento artificial o portland fue la

elegida para el estudio, ya que produce y vende un bien homogéneo y con pocos bienes sus-

titutivos netos. Estas circunstancias permiten que no sea necesario un análisis, siempre com-

plejo, de la diversificación de productos; y tampoco obliga a estudiar los gastos en publicidad

y propaganda.

La teoría económica tradicional utiliza la noción de equilibrio tomada de la mecánica, es

decir las relaciones causa y efecto en un sistema pueden ser representadas por una serie de

ecuaciones simultáneas, las cuales incluyen un proceso de movimiento hacia el equilibrio.

Las propuestas neoclásicas de sus máximos representantes, Alfred Marshall y Leon Walras,

para introducir a la empresa dentro de sus modelos resultaron insatisfactorias ya que su sis-

tema matemático debía conducir inexorablemente a un equilibrio. La empresa ni es ni tiende

a ningún equilibrio mecánico.

A principios del siglo XX Frank Knight publica Riesgo, incertidumbre y beneficio (1921),

donde plantea la competencia imperfecta o sea un sistema sin equilibrio mecánico en base a

dos factores incontables, el riesgo y la incertidumbre. La manera propuesta para que un

empresario pudiera medir estos dos factores será el instrumental estadístico que permite agru-

par un gran número de grandes azares y reducirlos a un grado de certidumbre, es decir, el cál-

culo de probabilidades. Con otros empresarios compitiendo por el mismo mercado entonces

Knight sostuvo que “Si los cálculos son una cuestión de pura probabilidad parecería lógico

que las variaciones en las dos direcciones (ganancias y pérdidas) fuesen iguales, el promedio

correcto y el nivel general del beneficio puro sería cero” (Knight, 1921: 325). Es decir, una

vez medidos el riesgo y la incertidumbre, el modelo conseguiría el equilibrio, y éste es igual

al determinado con el armazón de la mecánica.

En 1942 George Stigler, sin apartarse del paradigma neoclásico, en Teoría de los precios

aplica la ley de las proporciones variables a los costes medios y marginales, lo que le permi-

te construir funciones de costes para las empresas. Stigler analiza también comportamientos

colusivos, basándose en la teoría de la organización empresarial propuesta por Knight. El

modelo de funciones de producción fue muy novedoso ya que está sembrado de ideas de com-

portamiento de las empresas. Así en 1959 Joe Bain publicó Organización Industrial donde

profundizó en las ideas de Stigler y donde sistematiza y clasifica estos comportamientos. La

crítica metodológica de Bain a la teoría económica es que “sólo puede ofrecer hipótesis rela-

tivas al carácter, causas y consecuencias del comportamiento económico. La prueba empírica

de estas hipótesis se hace necesaria para confirmar o negar sus predicciones y evaluaciones”

(Bain, 1963: 38). Los trabajos de Bain se mantienen dentro del armazón científico de la teo-

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ría de los precios y del análisis de equilibrio general e introduce tres suposiciones básicas, la

primera, que él llamó psicología de los compradores es que la demanda aumenta cuando cae

el precio de un producto. La segunda es que los costes unitarios bajan cuando aumenta el

tamaño de la empresa y la tercera es que las empresas se comportarán maximizando sus bene-

ficios. A pesar de ello sostuvo que la teoría del precio es inconcreta en sus predicciones sobre

la conducta y actuación de mercado en las industrias oligopolísticas. Por ello, estudió cómo

medir y analizar el conjunto de variables que permiten determinar el mercado en el que una

empresa desarrolla su actividad y cómo interactúa con sus competidores o aliados, en función

de que el precio esté determinado en un modelo de competencia perfecta o en oligopolio.

Bain llamó a su propuesta análisis de la estructura de la industria para conocer la conducta

de las empresas que las lleven a los mejores resultados. Esta corriente de pensamiento eco-

nómico es conocida como la Escuela Estructura-conducta-resultados o Escuela de Harvard.

Sus propuestas son recogidas bajo el nombre de Organización Industrial. La teoría de juegos

es el instrumental más usado desde los años ochenta para analizar el comportamiento de las

empresas. Asimismo, las propuestas de los modelos diseñados para la toma de decisiones

estratégicas también tienen gran relevancia.

La Escuela de Harvard da por supuesto el mantenimiento de las instituciones políticas y

de algún tipo de sistema gubernamental bajo los cuales sobrevivirán las empresas y los mer-

cados libres, sin embargo, no lo incorporan a sus modelos ya que no debilitan la validez de

las predicciones de las teorías económicas convencionales.

Por su parte, George Stigler centró sus investigaciones en la intervención pública y en

cualquier actuación que limite la libre competencia entre las empresas. A la propuesta de que

las empresas carecen de poder estratégico dentro de una industria defendida por Stigler se la

conoce como Escuela de Chicago.

Edith Penrose con una visión distinta y encontrando analogías con la biología sostuvo en

Teoría del crecimiento de la empresa (1959) que era necesario buscar una ley aproximada del

comportamiento de las empresas a lo largo del tiempo. La propuesta de partida debería ser

buscar el factor determinante de su crecimiento ya que según Penrose “La empresa no es una

curva de costes” (Penrose, 1962: 17). Asimismo defendió que “En la literatura económica la

empresa del ‘mundo real’ ha vivido durante mucho tiempo en esa incómoda tierra de nadie

que se encuentra entre las mesetas altas y secas de la ‘pura teoría’ y las florestas intrincadas

de la investigación ‘empírico-realista’”(Penrose, 1962: 12).

En medio de la tierra de nadie de Penrose, se puede aventurar un modelo de comporta-

miento de las empresas cementeras. Dentro del armazón teórico de Bain se intentará explicar

la estructura de la industria, la conducta de las empresas y concluir que las empresas produc-

toras de cemento en España se han comportado siguiendo las pautas que la teoría económica

define como mercado en competencia imperfecta y que la industria se comporta como un oli-

gopolio tipo cartel; y se vislumbra con liderazgo de precios.

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Las variables analizadas son las calculadas por OFICEMEN y por el Ministerio de Indus-

tria entre 1942 y 1996. Se han podido recoger datos significativos que han permitido medir

los supuestos que la teoría económica considera definidores del éxito de un cartel empresa-

rial.

EL MODELO TEÓRICO

La historia de la industria cementera española comienza en 1895, fecha en la que entra en

funcionamiento la primera fábrica, y ya en 1906 se fundó la Unión de Fabricantes de Cemen-

to Portland, la componían Asland, Pórtland, Rezola, Fradera y Auxiliar de la Construcción.

Aunque según los asociados no era más que una simple tertulia, lo cierto es que acordaron el

precio de venta de la tonelada de cemento, la cuota de venta de cada productor y un sistema

de compensación entre socios. Una tertulia muy lucrativa. Las primeras tensiones surgen en

1918 porque Asland incumple los acuerdos. Ese mismo año se funda Asociación Profesional

de Material Hidráulico del Norte de España, en 1923 La Unión de Fabricantes de Pórtland de

Cataluña, en 1935 la Comercial de Materiales de Construcción para los fabricantes que ope-

raban en Madrid. En 1931 se fundó la agrupación empresarial OFICEMEN, que en la actua-

lidad reúne a la mayoría de los productores de cemento Pórtland en España con fabricación

propia de Clínker (material que se obtiene de la cocción de caliza, marga arcilla, pizarra, yeso,

arenisca, pirita y creta). Su misión es la representación y gestión de la defensa de los intere-

ses legítimos de la industria española del cemento.

Al igual que muchas industrias, la de la fabricación de cemento en España confirma la

tendencia a la asociación para la defensa de los intereses de los socios. En este estudio se pro-

pone una cuantificación para los siguientes supuestos teóricos que confirman la existencia de

un cartel. En primer lugar conviene analizar las características del producto que ofrece la

industria, por ejemplo si el producto tiene muchos sustitutivos o varía la oferta en función de

las modas es muy difícil que las empresas se repartan el mercado. Posteriormente se debe

estudiar la concentración de la industria, una industria altamente concentrada, en menos de

diez empresas por ejemplo, permite el mantenimiento de acuerdos colusivos, si son más fir-

mas, los conflictos entre ellas serán continuos. No obstante, si no surgen rivalidades entre las

grandes empresas oferentes, se pueden mantener los acuerdos porque las pequeñas se con-

vierten en precio aceptantes, ya que la inversión requerida para iniciar una guerra de precios

no tendría recompensa; este mismo razonamiento sirve para explicar también que no es nece-

sario que todos los productores de un bien pertenezcan al cartel.

Mas adelante es conveniente profundizar en la deslealtad de los socios y en las condicio-

nes de entrada a la industria que se imponen a los que desean ser nuevos socios. Conviene

también hacer un estudio sobre la función de producción de las empresas que componen la

industria, sabemos que para cualquier industria cuya función de producción dependa en una

alta proporción de la utilización de mano de obra, soporta una tendencia mayor a la entrada

de nuevos competidores en el mercado. Al contrario, una industria intensiva en factor capital

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desanima a los competidores, ya que la inversión requerida actúa por si misma como barrera

natural de entrada en la industria. Junto con estos datos cuantificados y analizados, la teoría

de la organización industrial ofrece un amplio abanico de variables susceptible de ser estu-

diadas, dependiendo de la industria elegida convendrá más detenerse en unas u otras.

El primer supuesto analizado es que un cártel tiene más probabilidades de éxito si produ-

ce un bien homogéneo y es capaz de fijar el mecanismo de reparto del mercado. Sabiendo que

los carteles surgen cuando las empresas rivales son pocas y cuando dichas empresas acuerdan

no competir; es decir, cuando consiguen ponerse de acuerdo para fijar la producción de la

industria o el precio del producto (el cual debe ser cuasi homogéneo) y fijar también el meca-

nismo que regula el reparto de los beneficios y del mercado. En la industria que nos ocupa,

el cemento Portland es un bien casi homogéneo, y lo producen empresas que no pueden com-

petir ya que el mecanismo de reparto del mercado es sencillo: el área geográfica cuyos cos-

tes de transporte desincentive al competidor más próximo. Hasta 1980 el coste del transporte

encarecía tanto el precio de venta que hacía poco eficiente ampliar el radio de abastecimien-

to de una fábrica por encima de los cien kilómetros; en la década de los noventa el radio se

amplió a ciento cincuenta kilómetros. El reparto del mercado era casi perfecto en todo el terri-

torio nacional, excepto en Cataluña donde las empresas se repartieron el mismo territorio.

Evitaron el conflicto al cumplir los otros supuestos.

El segundo supuesto teórico es que no es necesario que todas las empresas de la industria

estén dentro del cártel, ya que cuando coluden bastantes empresas (o las más grandes de la

industria) y la demanda es inelástica, los socios del cártel pueden conseguir una elevación del

precio del bien. Para determinar la elasticidad de la demanda de cemento se calcula una regre-

sión en la que el logaritmo de las ventas de cemento dependa del logaritmo del precio y de

una constante, y se elimina la tendencia. La elasticidad calculada para el periodo 1941-1990,

es de -0,6, es decir inelástica. La elasticidad de la demanda de un bien indica también la can-

tidad de bienes sustitutivos que existen en el mercado para dicho bien. Por lo tanto, la inelas-

ticidad de la demanda del cemento portland asegura que tiene pocos sustitutivos.

El tercer supuesto que vamos a medir es que un cartel tiene más probabilidades de éxito

si la mayor parte de la producción está concentrada en unas pocas empresas. La medición de

esta condición teórica se consigue calculando el índice de Lorenz. Esta variable sintética del

grado de concentración en el reparto de una variable nos permite calcular el grado de equi-

distribución de la producción entre las empresas del sector. El índice varía entre cero y uno,

donde los valores próximos a cero indican un nivel de concentración de la producción míni-

mo o un grado elevado de equidistribución de la misma; mientras que un valor cercano a uno

indica lo contrario. El índice de Lorenz calculado para la industria cementera española entre

1944-1992 para las mayores empresas del sector (incluyendo entre seis y nueve fábricas

dependiendo del periodo) indica que la concentración de la producción entre las grandes

empresas del sector es mínima, por lo tanto las grandes empresas producen más o menos las

mismas toneladas de cemento y ninguna es la dominante.

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Dentro del conjunto de variables que estudian la deslealtad de los socios es conveniente

analizar si las empresas respetan la cuota asignada y mantienen el precio fijado. Los datos uti-

lizados para calcular el índice de Lorenz confirman el respeto a la cuota asignada a cada gran

empresa, que otra parte eran cantidades muy similares. Este argumento se puede ampliar y

suponer que las pequeñas empresas catalanas se acomodaban a las decisiones de cantidad y

precio tomadas por las grandes, es decir a un modelo teórico con liderazgo de precios. Lo que

no podemos defender teóricamente es que las pequeñas fueran ineficientes y las grandes

actuaran a modo de paraguas para protegerlas. Tampoco que el precio negociado por la indus-

tria cementera española en el Ministerio de Industria hasta 1980 y el actual estuviera deter-

minado por las empresas con mayores costes marginales (o las empresas ineficientes).

Por otra parte, cuando el oligopolio tipo cartel engloba a un número pequeño de empre-

sas, que producen un bien homogéneo y donde todas reconocen la interdependencia entre

ellas, puede ocurrir que lleguen a fijar un precio monopolístico teórico sin acuerdo explícito;

en esta situación las empresas deben tomar decisiones para eliminar la amenaza que conlle-

van los “secretos” para el mantenimiento del acuerdo. Una primera medida puede ser crear

una asociación industrial que reúna información detallada sobre las transacciones efectuadas

por los miembros de dicha asociación, o bien que permita a sus miembros comprobar los pre-

cios fijados por los otros. Este punto es independiente del área geográfica en el que actúen las

empresas cementeras.

La información escrita sobre la actividad de la industria cementera española data de

1926, año en el se crea el Comité Regulador de la Producción Industrial, seguido de la cre-

ación de la Comisión Asesora con carácter de Junta Reguladora e Inspectora de la Industria

del Cemento, a instancias del Ministro de Fomento, Conde Guadalhorce, (R.D. 5-1-1929).

La Junta estaba formada por cinco representantes de la Administración, tres de los cons-

tructores y tres de los industriales cementeros. El objetivo de dicha Junta era, según el pre-

ámbulo del Real Decreto, “intervenir en cuanto a las capacidades y distribución geográfica

de las nuevas fábricas se refiera, así como en lo relativo a la cuantía de las ampliaciones que

a las actuales deban concederse: pero al propio tiempo será lógico que pueda ejercer una

misión definida en la vigilancia de las cualidades, condiciones de la aplicación, regulación

de precios y facilidades de expansión o contracción que deban preverse, tratando de este

modo de ejercer un asesoramiento técnico económico y tutelar que permita la útil ordena-

ción y regulación de las industrias, compatible con la libertad industrial y comercial de los

fabricantes y consumidores”.

Esta Junta que en principio podría parecer una mera intervención estatal en la industria,

nos confirma que los empresarios cementeros disponían de la información exacta sobre la

actuación de sus rivales. Entendieron que en la Junta “se siguió un criterio favorable y de pre-

ferencia a la ampliación, sobre las nuevas instalaciones, considerando que la distribución geo-

gráfica ya era acertada en conjunto y se evitó de este modo aumentar la sobreproducción, que

a los pocos meses de empezar a actuar la Junta se veía claramente dibujada ante las muchas

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demandas de ampliaciones, coincidentes con el marasmo que pronto acusaron las obras públi-

cas, a la caída del Gobierno del General Primo de Rivera. De todas formas se autorizó algu-

na nueva fábrica, en los puntos más distantes a los núcleos ya existentes y atendiendo a ver-

daderas necesidades del mercado, que siempre pueden existir (…) En cuanto al aspecto

comercial de la industria, logró la Junta en beneficio del consumidor, que no sufrieran aumen-

to los precios en las épocas de mayor escasez en el mercado y siguió siempre una acertadísi-

ma y prudente conducta, tanto en éste como en otros aspectos de la misión que tenía enco-

mendada, que hace que su labor pueda calificarse más de tutelar, que de interventora en el

sentido coercitivo que en la generalidad de los casos implica esta palabra aplicada a organis-

mos oficiales”(Palomar Collado, 1940:58). En 1931 se fundó la Agrupación de Fabricantes

de Cemento, que actualmente se llama OFICEMEN y la información que publica no permite

grandes secretos entre los socios.

El siguiente supuesto teórico para que un cártel tenga éxito es la siguiente garantía “Las

‘n’ empresas de la industria darán este paso sólo si creen que, inmediatamente después del

incremento en el precio, no van a entrar nuevas empresas en el mercado. En caso contrario el

cártel no tendría éxito, ya que el recorte en el volumen de producción llevado a cabo por los

miembros del cártel se vería anulado por el incremento en el volumen de producción debido

a las empresas entrantes. Para que un cártel tenga éxito tiene que ser capaz de limitar la entra-

da de nuevas empresas” (Pashigian, 1995: 372)

La limitación a la entrada de nuevas empresas en el mercado se puede medir calculando

la utilización de la capacidad instalada en la industria. Esta variable la hemos definido como

el cociente entre las ventas totales del sector multiplicadas por cien y las toneladas de capa-

cidad instalada en la industria (o el resultado de sumar el máximo hipotético de producción

de cada una de las fábricas si utilizaran el 100% del equipo capital) y la hemos calculado para

el periodo 1941-1990.

El hecho de variar la utilización de capacidad instalada se puede interpretar como la

expulsión de los competidores por medio de un desplazamiento a lo largo de la curva de

costes medios a largo plazo, es decir, por incremento de las economías a escala consegui-

das en la industria. En el caso de la economía española desde finales de los años cincuen-

ta hasta mediados de los años sesenta se produce un intento por parte de la Administración

para instalar en España empresas públicas dedicadas a la producción de cemento. El argu-

mento utilizado era el exceso de demanda sobre la oferta de dicho bien, siendo de interés

para el sector público la desaparición de dicho problema. La reacción de los empresarios

cementeros españoles ante la posibilidad de instalación de alguna fábrica pública fue

incrementar la oferta; y con ello hacer innecesarias nuevas instalaciones al cubrirse la

demanda.

Las publicaciones de los años cincuenta se ocuparon de este punto: “La restricción en la

entrada de nuevos productores es una de las manifestaciones más típicas del poder monopo-

lístico y se comprueba plenamente en esta industria. Desde 1939 no se han inaugurado más

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que cuatro fábricas de empresas propiamente cementeras (con capacidad de 63.000 toneladas)

y otras cuatro destinadas exclusivamente a servir obras hidráulicas. En los expedientes del

monopolio en este sentido se ve favorecida –involuntariamente desde luego– por el régimen

de autorización previa, con audiencia de los supuestos perjudicados, para la instalación de

nuevas fábricas. En los expedientes que se tramitan al efecto no falta nunca un informe des-

favorable de alguna de las fábricas existentes (…) Las fábricas de cemento no sólo no produ-

cen todo lo que pueden –aunque tengan claramente elementos para ello–, sino que hacen de

ello motivo para oponerse a la creación de nuevos establecimientos” (Gutiérrez Barquín,

1953: 138).

Los datos elaborados muestran que la ocupación de la capacidad instalada ha sido desi-

gual a lo largo del periodo. En los años 1962, 1964 y 1979 se produce la más alta utiliza-

ción de la capacidad. No podemos defender que en estos tres años se produzca una utiliza-

ción de capacidad muy superior a la media del periodo 1954-1980, pero sirven para ilustrar

cómo la industria del cemento expulsó al presunto competidor (el Estado español o cual-

quier otro empresario) disuadiendo al sector público de intervenir en el sector, ya que la

industria podía aumentar la producción con sólo utilizar la capacidad que tenía instalada.

Recordemos que los empresarios cementeros justificaban que no era necesaria una fábrica

de cemento estatal puesto que las empresas podían producir la cantidad de cemento que

cubriera la demanda.

La industria del cemento española volverá a recuperar una mayor utilización de la capa-

cidad instalada durante los primeros años ochenta. Si tenemos en cuenta que las empresas

internacionales comienzan su instalación en España a partir de 1982, las reacciones de los

empresarios del sector podrían haber sido, o bien expulsar al competidor demostrándole

que ellos podían aumentar sus economías a escala (comportamiento teórico de un mono-

polio, con el desplazamiento a lo largo de la curva de costes medios a largo plazo), o bien

mostrarse como empresas eficientes que garantizaban beneficios y que estaban a la venta.

Con el paso del tiempo las empresas se vendieron al capital extranjero, luego la industria

cementera no consiguió expulsar al competidor (si alguna vez lo pretendió), sino que se

vendió a él.

La variación de la utilización de la capacidad instalada tiene una gran importancia como

barrera de entrada en una industria. Cuando aparece un competidor, las empresas instaladas

tan sólo tienen que aumentar su producción para expulsarlo del mercado. La restricción de

la competencia es una barrera de entrada que los analistas de la industria española denun-

ciaron durante los años cincuenta, sesenta y setenta; y que tiene su argumentación teórica

en la baja utilización de la capacidad instalada. Para el caso de España, a partir de los años

sesenta y tan sólo cuando la regulación estatal diseñaba medidas de intervención en el sec-

tor, tal como la falta de cobertura de la demanda, los empresarios hacían uso de la capaci-

dad instalada en la industria y evitaban a la vez la intervención y la entrada de nuevos ofe-

rentes en el mercado. Este punto se cuantifica en la tabla siguiente para cincuenta y nueve

años.

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Siendo el capital necesario para poner en marcha una empresa cementera una de las más

importantes barrera de entrada a la industria, y dado que cualquier cártel debe evitar la entra-

da de competidores en el mercado, parece razonable pensar que un cartel tendrá más proba-

bilidades de mantener sus acuerdos colusivos si el producto que ofrece requiere para su fabri-

cación el uso intensivo del factor capital.

Para calcular la intensidad de uso de los factores en el proceso productivo es acepta-

ble el cálculo de una función Cobb Douglas. Las limitaciones técnicas de su cálculo sue-

len desaconsejar su empleo. Sin embargo, no existen alternativas que resuelvan las insufi-

ciencias que genera. En nuestro caso, se calcula una función en la que la variable

dependiente es la producción de cemento y la variable independiente es el número de hor-

nos instalados por la industria. Además, para cuantificar proposiciones estáticas, con

series temporales, es necesario eliminar la tendencia. Para el periodo analizado, 1954-

1993, aceptamos los resultados ya que la regresión arroja un intervalo de confianza del

94%.

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Porcentaje de utilización de la capacidad instaladaen la Industria del Cemento española

AÑO% UTIL.

AÑO% UTIL.

AÑO% UTIL.

CAP. INS CAP. INS CAP. INS

1941 0.465 1958 0.761 1975 0.747

1942 0.492 1959 0.738 1976 0.685

1943 0.551 1960 0.732 1977 0.779

1944 0.548 1961 0.841 1978 0.890

1945 0.519 1962 0.892 1979 0.936

1946 0.602 1963 0.839 1980 0.834

1947 0.606 1964 0.904 1981 0.856

1948 0.595 1965 0.739 1982 0.885

1949 0.616 1966 0.735 1983 0.896

1950 0.682 1967 0.754 1984 0.745

1951 0.727 1968 0.794 1985 0.645

1952 0.710 1969 0.789 1986 0.641

1953 0.711 1970 0.767 1987 0.690

1954 0.781 1971 0.727 1988 0.725

1955 0.809 1972 0.777 1989 0.822

1956 0.747 1973 0.820 1990 0.772

1957 0.742 1974 0.743

Fuente: Elaboración propia con datos del MINER, varios años.

CONCLUSIONES

Este breve artículo ha intentado demostrar teóricamente la existencia de un acuerdo entre

empresas para repartirse un mercado sin que sea necesario un compromiso explícito por par-

te de ellas. Dentro del armazón teórico la organización industrial se ha mostrado que en el

caso de la industria cementera española la intervención estatal no hubiera cambiado signifi-

cativamente la conducta de las empresas. Con todo, en algunos momentos ésta pudo favore-

cer o impedir el nacimiento y la continuación de los acuerdos restrictivos a la competencia

que las empresas del sector mantuvieron.

No obstante se ha resaltado el intento, más que la realidad, de la administración públi-

ca para intervenir en esta industria, cierto es que se necesitaba autorización para la amplia-

ción de las fábricas existentes hasta finales de los años cincuenta, que durante la planifi-

cación indicativa tuvieron que cubrir una producción asignada, y por tanto lejos de la que

establecería el libre mercado y que el precio del cemento en España estuvo intervenido

hasta 1980, aunque en la comisión ministerial tuvieron representantes los empresarios del

sector.

La mayor intervención estatal fue la necesidad de autorización para la instalación de

nuevas fábricas de cemento, a la oposición lógica de los fabricantes instalados hay que

añadir la legislación vigente, las Leyes de Minas vigentes en España a lo largo del perio-

do analizado. La de 1944 establecía que sería el Ministerio de Industria y Energía el que

incluiría los yacimientos mineros en las distintas categorías, bien con carácter general,

bien para cada solicitud de investigación o aprovechamiento en particular. La Ley de

Minas además establecía la obligatoriedad de la explotación, los topes mínimos de pro-

ducción, los plazos de inicio de actividad, las tasas, la transmisión de las minas, y un lar-

go etcétera. La Ley de Minas de 1973 no modifica sustancialmente lo anterior, pero el artí-

culo 16 establece que al solicitarse un aprovechamiento de un yacimiento o recurso, éste

no clasificado o que existiesen dudas sobre su calificación, se ha de inscribir la petición

en la delegación provincial correspondiente, que la elevará con su informe a la Dirección

General de Minas e Industrias de la Construcción para su resolución. En nuestros días la

clasificación minera de las materias primas necesarias para producir cemento sigue en

manos del Estado.

Como información adicional se incluye la siguiente tabla que muestra las empresas

cementeras que operan en España en la actualidad. Las fábricas de cemento de cada una de

las empresas y el año de fundación de las fábricas en funcionamiento más antiguas.

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ESIC MARKET. ENERO-ABRIL 2004

La Industria del Cemento en España 2002

EMPRESA FÁBRICASAÑO FUNDACIÓN FÁBRICA

Cementos Alfa, S.A. Mataporquera Cantabria

Cementos Cosmos, S.A. Toral de los Vados, León 1924

Cementos Especiales de las Islas, S.A. Arguineguín, Las Palmas de Gran Canaria

Cementos Hispania, S.A. Yeles, Toledo 1910

Cementos Molins Industrial, S.A. San Vicent del’s Hortz, Barcelona

Cementos Portland, S.A. El Alto, Morata de Tajuña, MadridAlcalá de Guadaira, SevillaOlazagutia, Navarra 1905Hontoria. Palencia

Hocim, S.A. (España) Lorca, MurciaTorredonjimeno, JaénGador Carboneras AlmeríaJerez, Cádiz

Lafarge Asland, S.A. Villanueva de la Sagra, ToledoMontcada, Barcelona 1917Sagunto, Valencia

Lemona Industrial, S.A. Lemona, Vizcaya 1923

S. A. Tudela Veguín Aboño, Tudela Veguín Asturias 1895La Robla, León

Sociedad de Cementos y Materiales Niebla, Huelvade Construcción de Andalucía, S. A. Cordoba

Sociedad Financera y Minera, S.A. Málaga 1921Arrigorriaga, VizcayaAñorga, Guipuzcoa 1901

Uniland Cementera, S.A. Vallcarca, Sitges, Tarragona 1913Els Monjos, Barcelona

Cemex España, S.A. Buñol, Valencia 1922Morata, ZaragozaSan Feliu, BarcelonaAlcanar, TarragonaCastillejo, Toledo 1914San Vicente del Raspeig, AlicanteLloseta, BalearesSanta Cruz de Tenerife

Fuente: Elaboración propia y OFICEMEN, varios años.

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