Misa DominicalCentre de Pastoral Litúrgico

CPleditorial 19 y 26 de agosto; 2 y 9 de septiembre de 2018

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En casa del herrero, cuchillo de palo», di-cen. Algo así nos ocurre también a noso-

tros, en el campo de la liturgia. Si bien el añolitúrgico se inicia el primer domingo de Ad-viento, es en septiembre cuando realmenteiniciamos el curso escolar -y también pasto-ral- en nuestras parroquias y comunidades.

D. 20 del tiempo ordinario / BD. 21 del tiempo ordinario / BD. 22 del tiempo ordinario / BD. 23 del tiempo ordinario / B

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Digo esto porque estaría bien que, al co-menzar un nuevo curso pastoral, pudiéra-mos proponer a los equipos de liturgia unaformación permanente. Sabemos muy bienque podemos poner este o aquel canto, odónde colocar los cirios del presbiterio, que pueden ser dos, cuatro o seis.Pero deberíamos ir más allá y explicar catequéticamente el porqué de cadacosa que tiene lugar en la celebración litúrgica.

Hemos oído a veces una cierta crítica que nuestra liturgia romana es rígida,fría, lejana, anacrónica, etc. pero lo cierto es que el rito romano es el mássencillo de todos los ritos que hay en la Iglesia católica y, asimismo, el quepermite más adaptaciones.

Todo ello podría servirnos de base para preparar con más detalle nuestras cele-braciones y a la vez propiciar que los miembros de la comunidad puedan vivircon más intensidad espiritual lo que creemos y celebramos, que es la fe en Jesús,muerto y resucitado, que nos comunica su gracia a través de los sacramentos.

JOSEP TEIXIDÓ

EN ORACIÓN CONSTANTETranscribimos a continuación los puntos de la exhortación apostólica «Gaudete et exsultate» del papaFrancisco en los Que habla de la oración, la escucha de la Palabra y la celebración de la Eucaristía en elcamino de la santidad.

147. Finalmente, aunque parezca obvio,recordemos que la santidad está hechade una apertura habitual a la trascenden-cia, que se expresa en la oración y en laadoración. El santo es una persona conespíritu orante, que necesita comunicar-se con Dios. Es alguien que no soportaasfixiarse en la inmanencia cerrada deeste mundo, y en medio de sus esfuerzosy entregas suspira por Dios, sale de síen la alabanza y amplía sus límites en lacontemplación del Señor. No creo en lasantidad sin oración, aunque no se tratenecesariamente de largos momentos ode sentimientos intensos.

148. San Juan de la Cruz recomendaba«procurar andar siempre en la presenciade Dios, sea real, imaginaria o unitiva, deacuerdo con lo que le permitan las obrasque esté haciendo». En el fondo, es eldeseo de Dios que no puede dejar demanifestarse de alguna manera en mediode nuestra vida cotidiana: «Procure sercontinuo en la oración, y en medio delos ejercicios corporales no la deje. Seaque coma, beba, hable con otros, o hagacualquier cosa, siempre ande deseando aDios y apegando a él su corazón».

149. No obstante, para que esto sea posi-ble, también son necesarios algunos mo-mentos solo para Dios, en soledad conél. Para santa Teresa de Ávila la oraciónes «tratar de amistad estando muchas ve-ces a solas con quien sabemos nos ama».Quisiera insistir que esto no es solo parapocos privilegiados, sino para todos, por-que «todos tenemos necesidad de este si-lencio penetrado de presencia adorada».

La oración confiada es una reacción delcorazón que se abre a Dios frente a fren-te, donde se hacen callar todos los rumo-res para escuchar la suave voz del Señorque resuena en el silencio.

150. En ese silencio es posible discernir,a la luz del Espíritu, los caminos de san-tidad que el Señor nos propone. De otromodo, todas nuestras decisiones podránser solamente «decoraciones» que, enlugar de exaltar el Evangelio en nuestrasvidas, lo recubrirán o lo ahogarán. Paratodo discípulo es indispensable estarcon el Maestro, escucharle, aprender deél, siempre aprender. Si no escuchamos,todas nuestras palabras serán únicamen-te ruidos que no sirven para nada.

151. Recordemos que «es la contempla-ción del rostro de Jesús muerto y resu-citado la que recompone nuestra huma-nidad, también la que está fragmentadapor las fatigas de la vida, o marcada porel pecado. No hay que domesticar el po-der del rostro de Cristo». Entonces, meatrevo a preguntarte: ¿Hay momentosen los que te pones en su presencia ensilencio, permaneces con él sin prisas, yte dejas mirar por él? ¿Dejas que su fue-go inflame tu corazón? Si no le permi-tes que él alimente el calor de su amory de su ternura, no tendrás fuego, y así¿cómo podrás inflamar el corazón de losdemás con tu testimonio y tus palabras?Y si ante el rostro de Cristo todavía nologras dejarte sanar y transformar, en-tonces penetra en las entrañas del Señor,entra en sus llagas, porque allí tiene susede la misericordia divina.

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152. Pero ruego que no entendamos elsilencio orante como una evasión queniega el mundo que nos rodea. El «pe-regrino ruso», que caminaba en oracióncontinua, cuenta que esa oración no loseparaba de la realidad externa: «Cuan-do me encontraba con la gente, me pa-recía que eran todos tan amables comosi fueran mi propia familia. [...] Y la feli-cidad no solamente iluminaba el interiorde mi alma, sino que el mundo exteriorme aparecía bajo un aspecto maravillo-so».

153. Tampoco la historia desaparece.La oración, precisamente porque se ali-menta del don de Dios que se derramaen nuestra vida, debería ser siempre me-moriosa. La memoria de las acciones deDios está en la base de la experienciade la alianza entre Dios y su pueblo. SiDios ha querido entrar en la historia, laoración está tejida de recuerdos. No solodel recuerdo de la Palabra revelada, sinotambién de la propia vida, de la vida delos demás, de lo que el Señor ha hechoen su Iglesia. Es la memoria agradecidade la que también habla san Ignacio deLoyola en su «Contemplación para al-canzar amor», cuando nos pide que trai-gamos a la memoria todos los beneficiosque hemos recibido del Señor. Mira tuhistoria cuando ores y en ella encontra-rás tanta misericordia. Al mismo tiempoesto alimentará tu consciencia de que elSeñor te tiene en su memoria y nuncate olvida. Por consiguiente, tiene senti-do pedirle que ilumine aun los pequeñosdetalles de tu existencia, que a él no sele escapan.

154. La súplica es expresión del corazónque confía en Dios, que sabe que solono puede. En la vida del pueblo fiel deDios encontramos mucha súplica llena

de ternura creyente y de profunda con-fianza. No quitemos valor a la oraciónde petición, que tantas veces nos serenael corazón y nos ayuda a seguir luchan-do con esperanza. La súplica de inter-cesión tiene un valor particular, porquees un acto de confianza en Dios y almismo tiempo una expresión de amoral prójimo. Algunos, por prejuicios espi-ritualistas, creen que la oración deberíaser una pura contemplación de Dios, sindistracciones, como si los nombres y losrostros de los hermanos fueran una per-turbación a evitar. Al contrario, la reali-dad es que la oración será más agradable

a Dios y más santificadora si en ella, porla intercesión, intentamos vivir el doblemandamiento que nos dejó Jesús. Laintercesión expresa el compromiso fra-terno con los otros cuando en ella so-mos capaces de incorporar la vida de losdemás, sus angustias más perturbadorasy sus mejores sueños. De quien se en-trega generosamente a interceder puededecirse con las palabras bíblicas: «Estees el que ama a sus hermanos, el que oramucho por el pueblo» (2Mac 15,14).

155. Si de verdad reconocemos queDios existe no podemos dejar de adorar-lo, a veces en un silencio lleno de admi-ración, o de cantarle en festiva alabanza.

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Así expresamos lo que vivía el beatoCarlos de Foucauld cuando dijo: «Ape-nas creí que Dios existía, comprendí quesolo podía vivir para él». También en lavida del pueblo peregrino hay muchosgestos simples de pura adoración, comopor ejemplo cuando «la mirada del pe-regrino se deposita sobre una imagenque simboliza la ternura y la cercanía deDios. El amor se detiene, contempla elmisterio, lo disfruta en silencio».

156. La lectura orante de la Palabrade Dios, más dulce que la miel (cf. SI119,103) y «espada de doble filo» (Heb4,12), nos permite detenernos a escu-char al Maestro para que sea lámparapara nuestros pasos, luz en nuestro ca-mino (cf. SI 119,105). Como bien nosrecordaron los obispos de India: «La de-

voción a la Palabra de Dios no es solouna de muchas devociones, hermosapero algo opcional. Pertenece al cora-zón y a la identidad misma de la vidacristiana. La Palabra tiene en sí el poderpara transformar las vidas».

157. El encuentro con Jesús en las Es-crituras nos lleva a la Eucaristía, dondeesa misma Palabra alcanza su máximaeficacia, porque es presencia real delque es la Palabra viva. Allí, el único Ab-soluto recibe la mayor adoración quepuede darle esta tierra, porque es el mis-mo Cristo quien se ofrece. Y cuando lorecibimos en la comunión, renovamosnuestra alianza con él y le permitimosque realice más y más su obra transfor-madora.

Más materiales para la celebración de las exequias

Hojita y Cartel. Encartadaen el presente número deMisa dominical, se encuen-tra una hojita sobre lasexequias cristianas. Porla parte delantera repro-duce la imagen del cartel

que también hemos edi-tado recientemente, enla serie «sacramentos».El título ya es significa-tivo: La tristeza y el dolorde la muerte humana, la fe enJesús y la esperanza en la vidade Dios. Así como las doscitas: una del ritual (Dale,Señor, el descanso eterno, ybrille para á la luz perpetua),y la otra, bíblica (Yo soyla resurrección y la vida, el

cree en mí, auncfue mueravivirá. Juan 11,25). Y

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en el reverso hemosañadido una oración

por un difunto, adap-ada del ritual. Cree-

mos que tanto la hojitacomo el cartel pueden serun buen instrumento paraacompañar a las familiasque viven la experienciade la muerte de un serquerido. En el caso delcartel, puede colgarse enuna cartelera de la iglesia,de las salas parroquiales,del oratorio del tana-torio... La hojita puederepartirse a las familiasque han vivido la defun-ción de una persona que-rida, cuando se preparala celebración de lasexequias, durante la misa

(Sigue en la página 49)

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(Viene de la página 4)exequial, o en otras euca-ristías por los difuntos, el2 de noviembre... Tanto

el cartel como la hojitapueden ser también ins-trumentos útiles para lacatcquesis, encuentros de

reflexión sobre el sentidode la muerte desde la fecristiana...

Las hojas para la celebración Tambiénse ha incluido una «hoja verde» parala celebración de la misa exequialpor varios difuntos. Responde a lapetición que se nos ha hecho endiversas ocasiones desde parroquiasen las que se acostumbra a celebrar,un día a la semana, una misa ensufragio por los difuntos. Estosdifuntos pueden ser aquellos porquienes se han celebrado exequias sinmisa durante la última semana (en laparroquia o, en muchos casos, en eloratorio del tanatorio), o bien otrosdifuntos que los familiares quierenrecordar en ocasión del aniversariode su defunción o por cualquier otracircunstancia. En todos los casos, es unacierto pastoral celebrar una misa enla parroquia por todos estos difuntos.Teniendo en cuenta que, si se celebraa la hora de la misa diaria habitual de

la comunidad, habrá que respetar laliturgia del día: tiempos litúrgicos,fiestas o memorias (con los textos yel color litúrgico correspondiente).La hoja que ofrecemos, siguiendoel formato habitual de las hojas parala celebración de cada domingo ofiesta, servirá sobre todo para los díasferiales del tiempo ordinario en losque no hay ningún texto propio/ eneste caso, se puede utilizar el colormorado, aunque las lecturas puedenser las de la feria correspondiente. Enlos demás casos, se podrá aprovechartambién algún elemento.

En los próximos envíos,ofreceremos dos hojasmás para la celebraciónpara las exequias, conmisa y sin misa. En estecaso se trata de la cele-bración particular deunas exequias por undifunto (o una difunta),en la iglesia parroquial oen el oratorio del tana-torio. Queremos dejarclaro que estas dos hojasno deberían ser un ins-trumento habitual para

el celebrante, ya que enprincipio hay que utilizarel Ritual de execjuias, contodo su abanico de posi-bilidades y con textosvariados y adaptados acada caso. Desde el CPLrecomendamos muyespecialmente el DossierExequias (núm. 115), queofrece textos para la cele-bración, lecturas, homi-lías... Pero es cierto queen algún caso basta conun material más sencillo

con solo lo indispensa-ble, para el celebrante ytambién para quien lealas oraciones de los fieles,para las sugerencias delos cantos...

En cualquier caso, espe-ramos que todos estosmateriales sean útiles parauna mejor preparación,celebración y pastoralde las exequias, con unamejor profundización enel sentido de la muerte yla esperanza cristiana.

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MARÍA NOS HACE MIRARA su HIJO(a propósito de las fiestas mañanas más antiguas del Calendario)

Las fiestas marianas más antiguas denuestro Calendario —Maternidad di-vina de María (1 de enero), Presenta-ción (2 de febrero), Anunciación (15de marzo), Asunción de María (15 deagosto) y Natividad de María (8 deseptiembre)- son fiestas mariano-cris-tológicas. Podríamos decir, por tanto,que ninguna de ellas es una fiesta ma-riana al cien por cien, sino que en to-das ellas, María nos hace mirar de unmodo u otro a su Hijo, Jesucristo.

La solemnidad de Santa María, Madrede Dios (1 de enero) tiene su funda-mento en el nacimiento de Jesús, Diosy hombre verdadero: María es madreno solo del Jesús hombre sino tambiéndel Jesús Dios, pues ambas naturalezasestán inseparablemente unidas en lapersona divina del Hijo de Dios.

La fiesta de la Presentación une simul-táneamente la presentación de Jesúsen el templo y la purificación de Maríadespués del parto. Tal es así que su ac-tual nombre, Presentación del Señor,fue durante siglos Presentación deMaría.

Igualmente, la fiesta de la Anunciacióntiene como protagonistas a Jesús y aMaría: María concibe en su seno porobra del Espíritu Santo al Verbo eter-no. Y también su nombre fue modifi-cado tras la reforma litúrgica conciliarpasando de Anunciación de María aAnunciación del Señor.

La solemnidad de la Asunción celebrala glorificación de María que parti-

cipa plenamente de la nueva vida desu Hijo resucitado. La Asunción es laPascua de María, la primera manifesta-ción de la Pascua de Jesucristo.

Finalmente, también la fiesta del na-cimiento de María debemos leerla enclave cristológica, como descubrimosen las oraciones de esta celebración.Así la oración colecta vincula el na-cimiento de María con el nacimientode su Hijo: «Hemos recibido las pri-micias de la salvación por la materni-dad de la Virgen María», señalando asíque gracias a que María nació, pudonacer el Hijo de Dios,- o «consigamosaumento de paz», recordemos que elnacimiento de Jesús trae la paz comoproclamaron los ángeles a los pasto-res (cf. Lucas 2,14), cumpliendo elanuncio profetice de Isaías que llamaal mesías «príncipe de la paz» (Isaías9,6) y el canto del salmista que deseaque «en sus días la paz abunde eter-namente» (Salmo 71,7). También laprimera opción de oración sobre lasofrendas habla del Unigénito nacidode María y la segunda opción de esamisma oración recuerda que en la Vir-gen se encarnó el Hijo.

María está, por tanto, «unida con lazoindisoluble a la obra salvífica de suHijo,- en ella, la Iglesia admira y en-salza el fruto más espléndido de la re-dención y la contempla gozosamente,como una purísima imagen de lo queella misma, toda entera, ansia y esperaser» (Sacrosanctum Concilium 102).

JOSÉ ANTONIO GOÑI

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En Latinoamérica y aquíLa revista nos ha sido muy útil, ytodavía lo es en todas partes. Lo hevisto en Latinoamérica y aquí.

Nos ha ayudado con paciencia yconstancia a perfeccionar el arte decelebrar. También nos ha facilitado, asacerdotes y a encargados de las ce-lebraciones dominicales, a encontraruna correcta exégesis de los textosbíblicos. Para que nos atengamos alo que las palabras inspiradas dicen ypara que no les hagamos decir lo queno dicen.

Me parece que la publicación siguecubriendo correctamente sus retosiniciales.

Se me ocurren algunas sugerencias:

- Acercar la celebración dominical alpueblo, tan variado y sencillo, quese reúne en nuestras celebraciones.No complicar las ceremonias, sinosimplificarlas. Sin menospreciar labelleza ni el arte. Acercar a nuestracomunidad dominical a la Bibliasiempre será una tarea inconclusa,pero no podemos rendirnos nicansarnos de colaborar a ello.

- El sacerdote y la comunidad debe-mos sentirnos guiados por el BuenPastor cada domingo. Guiadosen el camino de aproximación alPadre y en el camino que nos hacesalir hacia los hermanos de nuestromundo, con sus periferias de mar-ginación, miseria y desorientación,también espiritual.

Cristo quiere ser nuestro Maestro,muy cercano, de vida religiosa y deservicio «social» a la evangeliza-ción de nuestro mundo.

Las celebraciones deberán ayudar-nos siempre a sabernos y a sentir-nos más Iglesia que celebra. Lasrutinas y los vicios de los servido-res de la comunidad, ordenados ylaicos, a menudo más bien moles-tan que ayudan. Los buenos conse-jos y correcciones discretas de MisaDominical se siguen necesitando.

Conviene que la alegría pascual,que es la alegría del Evangelio, nosacompañe cada domingo y todo elaño. Ninguna celebración puedeser rutinaria, ritualista, formalista,y, por lo tanto, aburrida. La asam-blea dominical nos alegra, compro-mete y envía, si en ella acogemosal Espíritu del Resucitado.

Manuel Roig,sacerdote de la diócesis de

SantFeliu de Llobregat

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Última páginaTOPA

La última petición del Padrenuestro,«líbranos del mal», es alargada porel embolismo que también pideal Padre que nos proteja de «todaperturbación». Nunca había dichoesta plegaria con la intensidad con quela digo ahora. Quizá porque nuncacomo ahora había experimentado, anivel social-comunitario, qué es una«perturbación», una alteración de latranquilidad y la paz.

Vivimos en un mundo donde losmedios de comunicación socialinvaden nuestras vidas. Cualquierpersona los tiene a su alcance. Yquien dispone de ellos los puede usarno solo como receptor sino tambiéncomo emisor. Y así nos va: somosbombardeados, y/o bombardeamos,con informaciones ciertas o falsas,con críticas razonadas o con otrasque son malévolas, y también coninsultos y descalificaciones a diestroy siniestro. También lo hacemos enel mundo eclesial, entre hermanos.Y esto perturba los espíritus de laspersonas y el espíritu comunitario.

No es extraño que, para favorecerla convivencia, en diversos ámbitosde la sociedad aparezcan los «anti-rumores», intentos de deshacerinformaciones malévolas queperturban la paz social.

Centre de Pastoral LitúrgicaH Nápols 346, 1 - 08025 Barcelona@ 933 022 235 ̂ cpl@cpl.es - uuuuuu.cpl.esuua619741 047

Director de la publicación: Xavier Aymerich

Y no es extraño que el papa Franciscohaya escrito algo como esto: «Quisieracontribuir a la búsqueda de un estilocomunicativo abierto y creativo, queno dé todo el protagonismo al mal[...]. Invito a todos a ofrecer a loshombres y a las mujeres de nuestrotiempo narraciones marcadas por lalógica de la "buena noticia". [...] Estabuena noticia, que es Jesús mismo,no es buena porque esté exenta desufrimiento, sino porque contemplael sufrimiento en una perspectiva másamplia, como parte integrante de suamor por el Padre y por la humanidad.En Cristo, Dios se ha hecho solidariocon cualquier situación humana,revelándonos que no estamos solos,porque tenemos un Padre que nuncaolvida a sus hijos». (Jornada mundialde las comunicaciones sociales 2017).

Los que somos oyentes de la Palabra, dela Buena Nueva, no podemos «caer enla tentación» de hacer un uso malévolode los medios de comunicación.No podemos «caer en la tentación»de «perturbar» el ambiente, de«perturbar» los corazones.

En todo caso, mientras tomamosconciencia de ello y nos esforzamospor hacer el bien con la información,roguemos intensamente al Padre quenos «proteja de toda perturbación».

JOSEP MARÍA ROMAGUERA

Año L

Subscripción anual: 76,50 €

Precio de cada ejemplar: 5,00 €

Imprenta: Agpograf

ISSN 1 887-8202 / D.L: B.l 8.369-1 975