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ELInformativo30 de septiembre de 2013
MedellínLa ciudad
Lunes
Organizadores y participantes de la actividad ciclística en Medellín concuerdan con que la
práctica del deporte va en aumento
Deportistas en el Aeroparque Juan Pablo II, escenario deportivo con entrada gratuita, abieto todos los días/ Foto: Sebastián López
Por Katherine Zapata Ríos y Juan Sebastián López Roa
BICICLETAS EN LA CIUDAD, CON MÁS FUERZA
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Gracias a los programas que han organizado el municipio y los grupos de activistas para fomentar la utilización de la bicicleta como un medio de transporte y también recreativo, cada año son más las personas que se suman a participar.
Juan Bernardo Palacios Lemos, conocido como “Bob”, quien hace parte de la coordinación de Colectivo SiCLas, un grupo de amantes de las bicis, según ellos mismos, y en el que participan cerca de cinco mil personas en promedio, comentó: “Hacemos recorridos nocturnos por la ciudad de Medellín y el Valle de Aburrá, promoviendo el uso de la bicicleta como medio de transporte, eficaz y eficiente”, con el fin de que “la administración local genere políticas públicas para que muchas personas salgan a montar en bici”. También dijo que “fue una iniciativa de un grupo de amigos entre los que se destaca Mariana Viles, quien invitó a un corto recorrido por la ciudad. La idea quedó sonando, y salieron a los quince días e invitaron por redes sociales a sus amigos, yo llego a la SiCLeada quedó sonando, y salieron a los quince días e invitaron por redes sociales a sus amigos, yo llego a la SiCLeada número cuatro”
De acuerdo con Fabián Cano, encargado de Ciclovías del Instituto de Deportes y Recreación de Medellín (INDER), entre 85.000 y 100.000 personas participan cada domingo en las diferentes ciclovías habilitadas en la ciudad, cifra que va en aumento con respecto a 2012. Adicional a esto se realiza una vez al mes, un ciclopaseo. Cano precisótambién, que en este tipo de actividades no existe un rango de edades determinado, pues estos programas pretenden y posibilitan la participación de la ciudadanía en general.
Entre 85.000 y 100.000 personas participan cada domingo en lasdiferentes ciclovías habilitadas en la ciudad
En cifras
La Ciclovía en la ciudad existe desde hace 22 años; para ese año, 1991, existían 4 vías: en la 80, Castilla, Avenida Oriental y Manrique, que fueron llamadas “Vías Recreativas Abiertas” por decreto del gobierno municipal.
Dentro de las estrategias de movilidad de la Alcaldía de Medellín se han venido implementando también ciclorutaspara el tránsito exclusivo de ciclistas, y que de acuerdo con la Secretaría de Movilidad su función es “proveer un modo alternativo de transporte”
“
”
La Secretaría de Movilidad indicó que “las ciclovías son segmentos viales de la ciudad puestos al servicio de la comunidad para la práctica de actividades deportivas y recreativas. Es la parte lineal que permite el encuentro de los habitantes del Valle de Aburrá”. Hay 12 vías habilitadas, 10 de ellas funcionan los domingos y festivos entre las ocho de la mañana y la una de la tarde, y las dos restantes, en horario nocturno los martes y jueves entre las ocho y las diez.
Ciclopaseo del INDER en la Feria de las Flores 2012 / Foto: INDER
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Hasta el día de hoy se han realizado 121 “SiCLeadas” término con el que definen sus recorridos. Habitualmente los miembros se reúnen un día en la semana en el barrio Carlos E. Restrepo para iniciar sus viajes. En la últimaocasión, el miércoles 25 de septiembre, se hizo un recorrido de 17 kilómetros que llegó a la Unidad DeportivaJosé René Higuita en Castilla. “No contamos con ningún apoyo, todo es por iniciativa ciudadana, como colectivorodamos buscando el mismo bienestar, entre todos nos apoyamos, la logística parte por voluntad de quienes ruedan con nosotros.” Adicionó “Bob”. Todos los eventos son gratuitos, para personas de todas las edades e incluso se pueden llevar mascotas.se pueden llevar mascotas.
Además de Colectivo SiCLas, hay otros grupos como Ciclo City, La Fiesta de la Bici, Señoritas al Pedal, Bellocicleta, Pedaleando Alma y Fixev Gear que también promueven el uso de las bicicletas.
“Ha tenido buena acogida en los últimos 3 años. Muchas personas han tomado el buen hábito de usarla (la cicla) como una forma de salir de su rutina diaria y divertirse en ella, del mismo modo han mejorado su salud. Medellín está de moda, y con el uso de la bicicleta, ha permitido llegar a lugares que quizá nunca imaginaríamos que cruzaríamos en el Valle de Aburrá” dijo Sebastián González Pineda, quien ha participado de este tipo de eventos en varias ocasiones.
De acuerdo con Leonardo Santa, también practicante del ciclismo recreativo, el uso de las bicicletas en Medellín “va cada vez aumentando debido a varios factores, entre ellos, el impulso por parte de los diferentes colectivos, la creación de nuevas ciclorrutas que enlazan vías importantes, y en algunos casos como el mío, por ahorro de tiempo al realizar desplazamientos cortos en horas pico.”
La ciudadanía en general, organizadores de eventos ciclísticos independientes e instituciones gubernamentales como la Alcaldía y el Inder coinciden en que la utilización de las ciclas está en auge. “Creo que es un evento de ciudad que ha venido tomando fuerza y cada vez más personas sacan la bicicleta para sus recorridos cotidianos, porque no contamina ni usa gasolina. Viajar en bici ofrece beneficios en salud, en economía, en protección del medio ambiente, en acortar distancias, en unir población y seres humanos; además permite recuperar la ciudad en espacio público y movilidad. En bici la vida es más alegre.” concluyó Juan Bernardo Palacios Lemos “Bob” del Colectivo SiCLas.
Colectivo SiCLas, Ciclo City,La fiesta de la bici, Bellocicletay Pedaleando con el alma, son algunos de los grupos que promueven el uso de las ciclas
Un apunte
La ciudadana Nathali López comentó sobre la utilización de las ciclas en Medellín: “Me gusta que esté creciendo, pero creo que es necesario que así como aumenta el uso, el conocimiento de las normas también debe crecer, hay mucho loco por ahí suelto. También es necesario más conexión entre las pocas rutas para bicicletas que hay en la ciudad pero en general me parece que vamos bien, que hay progreso.”
99 Bikes- Bici escuela es una iniciativa emergente de aficionados por el ciclomontañismo, dirigida a personas que quieran aprender a montar en bicicleta y mantenerla en buenas condiciones solucionando los problemas mecánicos más comunes, y según su coordinador Juan Diego Álvarez Upegui, nace de la necesidad de que la gente monte en bicicleta adecuadamente, con información teórica y práctica para enseñar a montar bicicleta y que así se puedadisfrutar más de las salidas.
Jóvenes en una SiCLeada/ Foto: Katherine Zapata
Á ngeles negros visitan la seis del
Space
Por Juan Sebastián López Roa
Han pasado ya los 10 días. La torre se derrumbó. El sonido fue ensordecedor. El pánico era
de esperarse. La tragedia es más que evidente. Aunque, eso sí, era evidente porque al verlo
no hay duda, pero nadie creía que eso hubiese de ocurrir. La evacuación el día anterior (11
de octubre) al horrible suceso, produjo susto, pero quizá nunca imaginaron que llegara a
tener esa magnitud.
Un sepulcro inesperado
Todo se redujo a arena. Es increíble como una torre de más de veinte pisos, veintidós para
ser exactos, quedara en ese estado. Al divisar el lugar el lunes 21, durante las labores de
remoción de escombros, no pude evitar pensar en la mala fortuna de morir sepultado de esa
manera. Diez personas atrapadas. No hay ataúd, pero sí un entierro rápido. Como si el
mundo se hubiera ensañado contra ellos sin ninguna piedad, o se los hubiera llevado porque
simplemente debían partir. No había que esperar más. Pero me pregunto por qué de esa
manera. Pudo ser más generoso un infarto fulminante.
Cámaras y retroexcavadoras adormecidas
Yo no recuerdo otro edificio que hubiese caído, y tuviera tanto impacto mediático como
éste. Al menos no en los últimos cinco años. Ese lunes 21 de octubre, cuando ya la
exclusiva había perdido fuerza, cuando el hecho de cuestión de segundos ya no generaba
ninguna novedad, más que el trabajo de búsqueda de diez personas atrapadas, o más
específicamente, sepultadas bajo la torre seis colapsada, pude notar un ambiente
parsimonioso entre el equipo humano de los medios de comunicación locales y nacionales
que todavía no se habían ido, esperando buenas nuevas, o malas nuevas. No importa,
siempre y cuando sea impactante.
Los conductores de los carros que los transportan junto con los equipos, tenían sus sillas
recostadas y dormitaban, pero como que uno de los ojos permanecía entreabierto. Algunos
camarógrafos estaban acostados sobre colchonetas, que no se veían nada cómodas, y se
permitían sombra con una carpa pequeña, donde se sentaron algunos periodistas que
escribían en sus teléfonos, y que se paraban por momentos para no acalambrarse.
Seguramente aguardaban avistar hombres con vestimenta totalmente blanca y con
tapabocas, desfilar sobre los escombros con un cadáver embolsado en material también de
color blanco.
Los hombres que operaban máquinas parecían niños que levantaban tierrita. Empuñaban la
mano, y la tiraban de nuevo muy cerca de donde se recogió. Había como veinte hombres
parados encima de los escombros, y en el momento en que parecía que iba a caer un gran
aguacero, como a las dos y media de la tarde, se reunieron y conversaron, sin ningún apuro,
qué itinerario manejarían si el clima no colaboraba.
Los ángeles negros
Como a las tres de la tarde un grupo de gallinazos planeó a una altura considerable, cerca
de Space. Pasaron unos pocos minutos y esas feas y despreciadas aves carroñeras se
acercaron más al lugar que concentró la atención del país en esos días, cortesía de medios
informativos. Para mí fue una visita rotunda. La presencia inminente de la muerte atraía
esos hediondos ángeles.
“El de arriba es muy grande, yo creo mucho en ese señor, en su poder... Yo no necesito
hacer bulla, pero mentalmente estoy en lo que estoy. Pero igual eso fue horrible” me dijo
José Benjamín Copete, portero de una unidad residencial vecina a Space, en respuesta a mi
pregunta ¿Ud. Cree que puedan rescatar a alguien con vida de entre los escombros? Apuntó
también que había visto perros sobre los escombros, pero que no se habían encontrado nada
durante esos diez días. La pregunta anterior carecía de fuerza interior por parte de quien la
formulaba. Una pregunta a la que no le veía ningún sentido. No me cabía la menor duda de
que no hubiese alguna chispa de vida entre ese arenero que evidentemente no le había dado
espacio a personas para respirar mientras eran encontrados. En contraste, Copete sí
aguardaba alguna esperanza.
Ya pasaron quince días, tuvo que llegar el veintisiete, para que finalmente se encontraron
todos los cuerpos, solo los cuerpos. Las almas no están, se desprendieron tal vez desde el
terrible momento, en el día uno. Los gallinazos no se equivocan. Las vidas de muchas
personas que se relacionan con esta caótica situación, con seguridad continuarán su trayecto
por este mundo, pero afectados quién sabe de qué manera. Por ahora quedan muchas
inquietudes sobre el porvenir de Space: ¿Cuándo derrumbarán la torre cinco? o ¿dejarán
que ocurra la misma historia? ¿Qué pasará con los culpables de este hecho que dejó un
saldo de once muertos? ¿Se atreverán a regresar los residentes y vivirán tranquilos? y una
pregunta muy a lugar para todos ¿Cuándo nos llegará la hora?
DEL GRIS ESCOMBRO AL VERDE MILAGRO
Por Juan Sebastián López Roa
Finalizaba enero. Se acercaba febrero. Un gran número de familias estaba almorzando,
otros ya estaban en proceso de digestión. Un inesperado castigo se vio asomar, y era
literal. Se podía ver el piso fragmentándose, con placas de cemento que se encimaban
entre sí. Platos caían, se escuchaba cómo se quebraban en medio de un crujido
ensordecedor. Me caía mugre del techo y al asomarme a la calle, vi gente que corría
por todas partes. Algunas personas se quedaban petrificadas del susto. Era inminente
esa estremecedora tragedia. Solo habían pasado veinte minutos luego de la una de la
tarde. Sus rasguños dejan marcas que todavía están en proceso de cicatrización, una
cicatrización en la que varios concuerdan, se ha realizado óptimamente.
El día de no olvidar
Ese 25 de enero de 1999 ocurrió el aterrador hecho. Con una escala de 6,4 grados en
la escala Richter y epicentro en Córdoba, departamento del Quindío, el siniestro afectó
principalmente el Eje Cafetero, pero provocó alarma en gran parte de la región andina.
“Tan solo tenía seis años y a esa edad se es poco consiente de las cosas, pero mi casa
se movía muy fuerte y mi madre me llamaba a gritos. Debí sentir miedo, supongo, pero
el recuerdo no es palpable. Vi caer ante mí la pared de mi cuarto y con ella se tapaba la
puerta, única salida de mi casa, pero mi mamá me abrazó. Ella era mi escudo humano.”
Añade también que aún no entiende cómo hizo su madre para mover el gran trozo de
pared que estaba frente a la puerta, por lo que lograron salir de allí, me comentó
Yveen Natalia Morales, quien ahora tiene 20 años, deteniéndose para tratar de
reconstruir su recuerdo, que a mi parecer no fue tan difícil de sacar a la luz. Y es que
en mi experiencia, son cosas que no se borran. Tal vez no lo tengo presente a diario,
pero puedo relatar con cercanía lo que sentí aquel día.
Evento desafortunado que es difícil olvidar por los estragos que causó, que apagó la
luz de lo que estiman, en información no comprobada, fueron dos mil víctimas
mortales. Personas a las que se les detuvo el corazón que bombeaba sangre color rojo
profundo, como los granos de café maduros, que son bonanza en tierras quindianas.
Sumado a esto, un alto número de heridos, pérdidas materiales y daños estructurales
colosales. “Entre el pánico y la confusión solo distinguí a mi padre que con lágrimas en
sus ojos veía desaparecer nuestra casa y por poco su familia.”, manifiesta Yveen que
en su remembranza se remite a una gran zozobra. Hay lugares que dejan evidencia de
esa situación, como los huecos, grietas, y lotes abandonados de la Avenida Colón, en
Calarcá, municipio reconocido por ser la sede de la Fiesta Nacional del Café, lugar
donde nací y viví por diecisiete años seguidos, y donde siempre permanezco en
vacaciones. Narra Yveen, que no pudo evitar llorar al ver cómo su colegio se caía
“como cuando se desmorona una galleta”. Solo una de las tantas experiencias que
podemos contar los quindianos.
Lo que vino luego
Izq: Estatua del Esfuerzo; der: Gobernación del Quindío (Armenia)/ Fotos: Juan Sebastián López Roa
Ya estamos a portas de conmemorar quince años del acontecimiento, y el panorama
ha cambiado mucho. El territorio verde de Colombia, el más pequeño del país, con
solo doce municipios, ha renacido. Se ha repuesto del dolor, y tomó la vibración de la
tierra, como un empujoncito de esos que se necesitan para no estancarnos.
Blanca Roa, reconociendo su tierra, en la que ha vivido por cincuenta años, destaca
que el Quindío, el que se rompió en muchos pedazos, ahora es una tierra renovada. Ha
progresado mucho en la arquitectura, aumentaron las fincas turísticas y los parques
temáticos se popularizaron. El Quindío turístico que vivimos hoy es producto de los
esfuerzos por levantar los pueblos derrumbados. Dice también, con cierto aire de
indignación, que fue una oportunidad aprovechada para que, haciéndose pasar por
damnificados, “gente de otros lados se hiciera a casa”, y añade que muchos de los que
establecieron lugares frecuentados para el turismo hoy día, no son quindianos. Para
Yveen, debido a la modernización en materia de infraestructura, en afirmación
rotunda añade: “es un salto de pueblo a ciudad”.
Hoy en la tierra por la que respiro, se puede sentir un aire diferente al de esos días,
que estaba mal adobado por sudor, sangre y polvo revueltos. Lugar donde sus
habitantes están erguidos de orgullo, como la alta palma de cera, el árbol nacional,
cuya cuna es en Salento, el municipio más viejo del departamento. Refiriéndose a
Armenia, la capital, Yveen me dice algo con lo que concuerdo: “Entiendo por qué nos
llaman Ciudad Milagro, porque luego de semejante remezón, es un milagro vernos en
pie y vernos tan bien.”
1. Conversación con Luis Alberto Lamata en ocasión de su última película El Enemigo
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Reseña crítica película El enemigo
Por Juan Sebastián López Roa
“ (...) En una guerra moral, si actúas como el enemigo, eres el enemigo
(...)”.
Con una amplia crítica social, un lenguaje colmado de metáforas, una realidad
social de Latinoamérica y propiamente un fenómeno como la violencia urbana,
la película El enemigo logra una identificación directa con el público, debido a
que se proyecta más allá de un filme, a un discurso en el que el espectador logra
comprender e interpretar una propuesta de un mundo en el que está
acostumbrado a vivir.
Por medio de una reflexión, la película pretende dar a entender un juego de
clases sociales, intereses y valores, a través de la tragedia de dos padres,
Benigno, perteneciente a una clase media y con mayor posibilidad económica y
Antonieta de una clase social baja. Es mediante estos dos paralelos que se
propone y se trae a colación un sistema de valores y antivalores relacionados
entre sí, en el cual se dejan a un lado esas diferencias culturales y se comparte
la misma necesidad: “mantener la vida”.
Con diferentes sucesos de dolor y sufrimiento la película muestra con dureza –
gracias a un guion minucioso y a través de sus personajes- la realidad que se
vive en Venezuela y un fenómeno que no solo afecta a este país sino también a
Latinoamérica. Sin duda alguna esta película toca temáticas propias del
neorrealismo italiano y Fernando Birri, Solanas y Getino, el hecho de hacer una
crítica y análisis a la realidad que se está contando, y la aborda como una
herramienta para recuperar los valores perdidos. Lo anterior se puede ver
reflejado en el parlamento: “cuando uno es padre uno no debería cargar
pistola…el enemigo es la pistola. La carne duele”
De la Época Dorada se evidencian temas como los dramas familiares.
1. Conversación con Luis Alberto Lamata en ocasión de su última película El Enemigo
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Antonieta sufre por su hijo Odulio, - «como Julio pero con “O”»- un hijo rebelde,
descarriado y dedicado a la venta de drogas. “El Cinema Novo, por eso, no hizo
melodramas; las mujeres del Cinema Novo siempre fueron seres en busca de
una salida posible para el amor.” Ella, una madre abnegada y sumisa, “de donde
yo soy los hombres son los que hacen las cosas, las mujeres las sospechan pero
nunca las pueden saber”. En medio de tanta desgracia y pobreza siempre
evidencia por amor a su hijo, el hecho de justificar el mal por encima del bien.
“Por esto el hambre del latinoamericano no sólo es un síntoma alarmante de la
pobreza social sino principalmente la esencia de su sociedad. Así podemos
definir nuestra cultura como una cultura de hambre. Ahí reside la trágica
originalidad del Cinema Nôvo en relación con el cine mundial. Nuestra
originalidad es nuestro hambre, que también es nuestra mayor miseria, sentida,
pero no comprendida” (Rocha, Uma estética da fome, 1965), afirmación que
permanece vigente y de la que da cuenta la película, en su cercanía con la
realidad representada en parte por Odulio. Y es que el cine es un asunto cultural,
una gran parte de la cultura en sí misma, una manera de registrar una sociedad
con rasguños que no podemos desconocer.
A través de diálogos cargados de penetrantes subtextos, la película se convierte
en un agente de excitación constante para adoptar una actitud de cambio frente
a la vida, en el que no solo se muestra el problema de la violencia sino el proceso
para originarse la película en cuanto tal. Se captura entonces el cine imperfecto,
en primer lugar por el bajo presupuesto para realizarla, pues fue financiada
exclusivamente con aportes personales y la colaboración solidaria de artistas y
técnicos, en tan sólo quince días, en video digital y con un equipo de trabajo
bastante reducido. Al igual que Marta Rodríguez y Jorge Silva que fueron
modestos técnicamente, con grandes dificultades, equipos precarios, problemas
para financiarse, pero estaban convencidos de que lo que mostrarían tiempo
después lograría un impacto.
Sin importar los pocos recursos El enemigo no descuidó la calidad y la estética,
por el contrario, gracias a Alejandro Wiedemann quien realizó la dirección de
fotografía, a la película se le puede atribuir 1“una imagen pulcra, nítida, con una
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similitud increíble con el cine tradicional. Sin duda se nota un cuidado minucioso
de la fotografía”. De la misma manera en que Jorge Sanjinés permite que se le
identifique por la belleza estética, por encima de las carencias de equipos
técnicos. El enemigo no solo se destaca por un buen argumento, sino también
por una excelente estética visual en el que sobresalen el uso de travelling y
movimientos de cámara con significancia, algunos momentos escasos en
realidad- de cámara en hombro, propios de la Nueva Ola y el Nuevo Cine
Latinoamericano. Un plano por ejemplo que inicia en travelling encuadrando
unas flores medio secas, y que se reencuadra para que veamos a la madre
arrodillada junto a la tumba de su hijo con la ciudad de fondo, con sus casas de
ladrillo. Notamos un edificio de gran tamaño, esto nos lleva a pensar en esa
inequidad en la que se sumen estas tierras. La ciudad misma es como las hojas
que albergan las letras (la gente) ambas partes constituyen un libro con
multiplicidad de historias.
“La obra de Javier Moreno me conmovió profundamente, pues sin dejar de
mostrar con dureza la realidad de unos sentimientos, no perdía de vista la
posibilidad de la compasión cuando eres capaz de reconocerte en otro.”1 dijo
Luis Alberto Lamata –director y guionista- en entrevista, refiriéndose a Un corrío
muy mentado, obra teatral en la que está basada la creación cinematográfica, y
seguramente es por eso que evidenciamos recurrentemente secuencias con
planos generales de larga duración, propio de una puesta en escena con un
carácter teatral más arraigado, estilo característico de Leonardo Favio.
En gran medida, esta película puede identificarse también con el estilo del Nuevo
Cine Latinoamericano, porque retrata -de una manera perspicaz- los problemas
de la calle, la drogadicción y el vandalismo, mostrando a su vez una relación
directa entre la inocencia de la adolescencia, tal es el caso de Elisa, y un mundo
de adultos que lo corrompe o lo acaba, como ejemplo, Odulio. Se percibe
también un uso del lenguaje coloquial, flashbacks y elipsis de tiempo. Por otro
lado, en la producción se adoptó el uso de locaciones reconocibles para grabar,
como un hospital real de Caracas, y hablando acerca del reparto, los actores
poseen formación profesional, Lourdes Valera (Q.E.P.D), Carlos Cruz, Daniela
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Alvarado, Caridad Canelón, Gledys Ibarra, Aroldo Betancourt y Elba Escobar,
entre otros, han trabajado en telenovelas, en el cine en su país y algunos han
incursionado también en las tablas.
Un cine con identidad propia, honesto y humano, el que predicaba Leopoldo
Torre Nilson, partidario del Nuevo Cine Argumental Argentino, eso es El
enemigo, un cine que no oculta lo que se tiene que mostrar, que permite
reconocer una urbe como Caracas, que representa la misma tierra
latinoamericana con temas vigentes, un cine que también es pregunta y
respuesta, pregunta por el qué contar y cómo hacerlo y es respuesta porque
intenta mostrar al ciudadano este reflejo de la vida hecho cine, un cine alejado
de prototipos, de pretensiones vagas y personajes endiosados, es un cine
imperfecto, al que la calidad y la técnica le es indiferente. En El enemigo, el rodar
en video no fue un impedimento. Su guion, cargado de humanidad, sobrepasó
cualquier dificultad, sustentado en la angustia de sus personajes, en las marcas
que deja el dolor, en vivir en América Latina.
Como reflexión final, debemos insistir en que sí se puede lograr un cine
latinoamericano de calidad, alejado de los convencionalismos hollywoodenses,
que dé cuenta de nuestro contexto, la historia en la que vivimos, y la que estamos
haciendo a diario, un cine que evidencie la cultura, la preserve, la lleve a
transformarse para bien. En El enemigo se aborda la filosofía de una manera
muy sencilla, pero que sin duda estimula el pensamiento reflexivo; ese debería
ser el primer pilar de los filmes que se producen en estas tierras golpeadas, y
que necesitan un empujón para seguir adelante: a través de la identificación, una
motivación al cambio.
Yo pienso que hay que ayudar a mejorar la vida tal y como es. Hay que poner
el énfasis en las cosas más constructivas, más bellas. (Jean Luc Godard)
HABITAR ESTA TIERRA QUE NOS ESTÁ MATANDO
Por Juan Sebastián López Roa
En El pueblo más denso de Colombia, Martín Caparrós comparte sus impresiones sobre un
lugar increíblemente diminuto, un islote en el caribe colombiano, y que carece de las
comodidades que para mí son normales, y en el que vive una exagerada cantidad de
personas. Exagerada para el poco espacio. Viven. Definitivamente lo hacen. Sobrevivir a
las dificultades de cada día es su misión. Es eso y punto.
No puedo negar que me causó mucha gracia leer el artículo, no solo por la manera fresca
de narrar, sino también por la curiosidad que me despiertan la vivencias de los habitantes
del islote, ese lugar perdido entre el mar, del que quizá mucha gente no ha oído -yo de
hecho no tenía ni la menor idea de su existencia-. Al finalizar la lectura me quedan varias
reflexiones, y es que no se trata de criticar el lugar donde están establecidas varias
personas, y si no tienen las facilidades que tal vez nosotros los que vivimos al interior del
país sí, el asunto va más allá. A estas personas les preocupa lo que normalmente debería
preocuparnos. Son tan simples que parece raro. Seguramente también tendrán
problemas, pero esa cosita chiquita en la que viven es su hogar, eso es lo que importa.
¿Qué pasa en el caso de los que vivimos al interior? ¿Dónde habitamos? Yo sinceramente
a veces ni lo sé, pienso por momentos que no soy de este mundo, pero finalmente me doy
cuenta de que humano sí soy. Los habitantes del Islote de Santa Cruz también son
humanos, han huido de “la plaga” y ya tienen un respiro por fin. Plagas hay por todas
partes, y en Colombia se han ido esparciendo. Es que no nos ha funcionado esa
fumigación mediocre a la que hemos recurrido, ¿entonces? ¿Nos vamos a seguir
aguantando esa piquiña alargada?
Los mitos tienen su lado de realidad, yo me atrevo a decir que más realidad que
palabrerías inventadas, y la historia de Santa Cruz por mítica o extraña que parezca es un
referente para contrastar con este país de la felicidad criolla. Un país de conformismo,
adolorido y con ganas de levantarse más, pero carente de los empujoncitos que se
necesitan para lograrlo. Los del islote huyeron de la piquiña y le restaron un poco a la
nada, para hacer algo y seguir con sus vidas, y es que si llegó una “plaga” por qué
pretender aguantarla por mucho tiempo, si la mejor opción es vivir sin ella.
De este artículo estilísticamente redactado, que deja entrever varios puntos de vista para
dar cuenta de un lugar increíblemente insólito, y que aunque el autor no lo intente, logra
causar más de una risa, llego a reflexionar sobre la necesidad de darle otra connotación al
lugar donde habitamos y lo que necesitamos para vivir la vida de colombianos no que nos
tocó vivir; por la que debemos responder, sostener y fructificar.