Ministerio de Agricultura,Pesca y Alimentación...-7-cieros, SUs empresaB industriales y...

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LA CIUDAD Y LOS ESPACIOS FORESTALES

M 1 N 1 S T I R 1 O D I A a R ~••C,,:¡';;~~

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CIUDAD Y' [ o SfORESTALES

LAE·SPACIOS

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ANTONIO LLIO SILVESTRE..................

I

SECCION DE PUBLICACIONES. PRENSA Y PROPAGANDA

NOTA: Esta conferencia, que corres­ponde al ciclo sobre el cFuturo Ma­drid», fuá pronunciada el dia 16 demarzo de 194' en el Aula Magna delInstituto d. Estudios de Administra-

ción Local.

Ilustrfsimo señor, señoras y señores:

Animado por el convencimiento de que todo pú­blico, cuanto más culto y máseeleeto, con tanta mayor

.Iargueza concede su adhesién y su benevolencia a l ~ 8

empeños hondamente sentidos y lealmente abordados,comparezco ante ustedes esta noche para tratar de Ios"espacios forestales", tema de vital importancia enorden a la suerte y desarrollo del futuro Madrid.

La conocida frase "Dios hizo el campo y el hom­bre la ciudad" es una trivial humorada. Y, sin em­bargo, doctrinalmente se ha venido a decir algo aná­logo para explicar "qué 006a es la ciudad" y cuál sufuncién en la vida del país.

La ciudad, ha dicho Ihering, supone la "liberaciónde la dependencia del suelo". Ella conduce hacia unmundo superorgánioo y engendra el sentimiento deadhesión al espacie urbano, que se mueve "libre dela dependencia respecto del terruño, como fuente devida..."

Todo error, hasta aquel de apariencia más sencillae inocua, es peligroso, pues constituye como la 1aiz ogermen de una planta, que luego puede producir fru­tos amargos y venenosos.

y los conceptos antedichos, f!egún los cuales la ciu­dad camina hacia un mundo superorgánico, es decir,

!.-tlt".

"CIMad , ca.pr',

IrtIIiacl........

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hacia un mundo en el que, lo orgánico queda vencidoy rebasado pOl lo superorgánico, y en el que el hombre,envanecido y prendarlo de su obra, logra, por adhesiónal espacio urhano, moverse sin sentir el rumor de laFuente de la \ ida que "e enererra en la entraña del te­

rruño, son conceptos erróneos y de un embeleco peli­groso, que hay que cauterizar con hierro candente.

Sobre ese error se asienta el orguJlo de la ciudad yde él nace su falta de comprensiún y tino frente a losproblemas e intereses del campo.

En la ciudad-se dice-, "con su medio denso y sutrato constante", "'6US rozamientos sociales de verda­de' a pulimentación, es donde se produce la vida refi­nada". '"La ciudad engendra un hombre distinto delhomhre del campo: el ciudadano es educado: el cam­pe"ino, no."

Pero - diremos por nuestra parte-, elite refina­miento. si es meramente cortical, conduce al narcisis­mo y al abandono e ineumplimiento de 108 sagradosdeberes, que al hombre de la ciudad -le incumben conrespecto a su hermano del campo: por su más elevadaformación moral, y, como consecuencia de ese roce pu­limentado: que debe suavizar y aguzar, no sólo las ma­neras y las formas, sino también la razón y los sentí­mientes...

Y, sin embargo, desde muy antiguo, ese mayor re­finamiento social 6Ó)0 ha servido para que la ciudadcultive la ironía frente al habitante del campo.

y esto tiene consecuencias gl aves, pues la ciudad,convergencia y remolino de gente docta o avispada,tiene considerable potencial dialéctico y persuasivo:sus Academias, sus Universidades, sus cónclaves finan.

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cieros, SUs empresaB industriales y comerciales, susaltos centros administrativos, sus estrados de Justicia,todo, en general. cuanto supone condensación y concentración de energía y pode jo social. tiene allí suasiento y es el concierto o desconcierto de sus voces loque más influye en los derroteros del país. Por eso estemible que el hombre de la ciudad no ame al campo,PUC8 sólo el amor trae conocimiento, y sin conocimien­to la labor rectora de la ciudad puede desembocar enel más negro abismo, que, en este caso, si se hieren ydesbaratan las fuerzas creadoras del suelo, el daño re­fluye en la ciudad, PUC8 ésta, tras un proceso más omenos largo, y pese a su estructura superorgánica,vive y se sostiene de los frutos y hierres o: gánico8 qut'los campos y montes rinden.

Temamos siempre que la ciudad se engrandezcay alce sobre un basamento rural desolado. Todo elcuerpo nacional constituye un verdadero organismo,y no deja de ser inquietante la posihilrdad de un fenó­meno de oefalización. U na cabeza que crezca devorandoy suplantando tejidos y 'regiones del cuerpo, una cabezahipertrófica, por mucho que se la adorne, si reposasobre un cuerpo enano, siempre será algo patológico.Por eso debe afirmarse insistentemente que el engran­decimiento de la ciudad tiene que perseguirse fomen­tando los intereses del campo, que tienen en la eiu­dad su centro natural de consumo. Todo auge ciudada­no que suponga aniquilar riquezas del medio rural, esmera llamarada que al resplandecer se devora a sí mis­ma. El campo y la ciudad no son fuerzas antagónicas;son complementarias y deben confluir para mejorar lascondiciones de la vida humana, dando a la palabra vida

El ,tUpe dt 11ctltUzact6.

· K

no un sentido estático y recortado al presente, sino elde seres que se suceden perdurablemente.

I"lsl~::: y digamos ahora, ¿en el orden forestal la ciudadhe ha engrandecido, conservando y fomentando estariqueza patrimonial y hásiea de las aldeas y pueblosde nuestras serranías?

En este orden podemos acusar a la ciudad y decir­le que no ha sabido cumplir BU trascendental misióndirectora, pues, hasta aquí, la ciudad miró los montes,no como vergel que cuidar y poblar, sino como botín(1 campo de algaras económicas.

•~ El siglo XIX quemo y aventó toda la doctrina clá-siea, social agraria española; y, en él, el individuars­mo, del brazo de la desamortización, ha dado al sueloespañol una absurda y perjudicial parcelación jurídica.No cabe aquí, ni sumarísimamente, apuntar nuestroproceso desamortizador, claro exponente del divorcioentre la ciudad y el campo. Bastará decir, que la des'amortización desmoronó gran parte de nuestra riquezaforestal al enajenar, incluso apelando a las rifas cuando no había compradores, los bienes de los Municipios,Hospitales, Universidades, Obras pías y Monasteriü@,entidades todas que cumplen fines de carácter impere­cedero, y que ofrecen mayor coincidencia con el regu­larizado disfrute de los montes que el interés privado,siempre fugaz y estruiodor del momento presente.

Las consideraciones de carácter general que aca­bamos de hacer no nos desvían del tema en cuestión,ya que la desamortización afectó aespaeios forestalesde gran interés para esta ciudad.

"Cliüns". Así: los picos de Peñalara en Guadarrama y Al-manzor en Gredos, tajamares de las nubes, arcas d. 8-

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tr ihui do rus del ag ua de ambas a stil las, cayeron comotr-istes de pojos en la almo neda de um ort izadorn.

Hecho q u e prueba, cu m plidamen te, que lo dañ osque su f re e l cam po repercuten con 'ecos gol pe s d e

ari et e en la vi da de la ciudad. Por que la . ier r a, uu cse recorla en lon tananza. no es ó lo el teló n de fondodel paisuje madri leñ o, e t amhié n la can le ra el e quese a rrancaron lo hl oque de gran ito con que e hanido alza ndo lo s d ificin s m ás sun tuo os de la r-iudad :

A\"IIIo"II"" d" lu cuen ca del Lozoya en la s '111" "" ur ig inu n lu s [am osa ­" tu rb ius" ,

C8, as im ismo, la que h a en iad o los fu sil' mad erabl espara los en tr umadoa, armadura y tech os de la vil la,y, sob re lod o, es In que aplaca la se d de Madrid ccnesas su s aguas cr ista l inas, que, sin embargo, a l pasmo

las " l rIIl&I"del LouYI

· 111

po r l ~i l'rt o,~ t('rrenoti d efllr (' ~ta'¡o s flan ori~e l\ a la ,. ( '1 "

¡. h n ' !" turh ias d"l Lo zuy a. r uv o proceso m erece la pena

e...hozu i , ya lJlII' ('ollfi rl lla la te..is de q ue la Sie r ra y laC iud ad es tá n un ida s por diver 0 8 lazos, al l;lIIlO,' tan

vi sih le ( '01110 es tos que trenza el agua,

En la cuenca del Lozoyn ex istr-n islotes d e " d ilu­vi UIII " rojo-a Ienhene - q u e re ul tan ino fensivos s i ,,('

hallan protegidos por cu hi erta fores ta l. pero q ue. s i

Aleuhén en v ías ,1" r epohluci ón cn la "\I" ,lIl'a aita .Id Lllzo ya .

les falta és ta, se .socava n con facil id ad suma, (lau dolugar a barr-an cos-e-que a l o m ejor sigu en la cum b re

de un a loma cuan do so n cunsecue ne ia de haher des­viado la s agu a - d e fi O y más metros d e p rofundidad ,

La repoblaci ón de es tos terrenos se ha co nsegu ido

no s in ve nce r grandes difi cultades, lIO técni cas, sinojurídica s. pu es ha hahido qu e ir exp r op ia n do fnrzo -

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samen te terrenos qu e, cu ando la rlesa mn r ti zució n , ha­hían si d o adquil-ido s por el int e rés privado. E.sto f iloo

r/.C li, d e arci l la impulpahle. ( [ U e qu eda e n s us pens iú n

e n l a s a~lHI S. se han Itee lto ino p eru ntcs mr-d iuntr- plan ,

taciu nes d c 1'. p inuster y al go de P. s ilv est r e,

E l d c suro ron um ie nt u v tie , lei lllie lllo de Iu urr -ill a .1" cs . .. " a lca l..,u"",;'; 10 pu ed en -er a ta jatÍo ,; e impedi do s m ed iante la red tupida formada

por las raí."" . ramas y hojas de 111 vegemei én forestal .

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Hoy todavía quedan zonas de "turbias" sin corre­{!ir ni repoblar en las vertientes a los embalses de laspresas de Puentes Viejas y El VilJar por dificultades(,lH' Se ofrecen a la expropiación de algunas fincas des­amortizadas. Demora que ha obligado a construir porencima del embalse de El VilJar dos canalillos de des­carga-uno por cada margen-para recoger las aguasturbias y lanzarlas aguas abajo de la expresada presa.Pero tal obra de defensa es completamente ineficaz,ya que los limos arcillosos entarquinan y ciegan dchoscanales, viniendo a probar que la única solución de­finitiva sólo se logr'a mediante la repoblación forestal.

Lo expuesto es s6l0 una prueba incipiente y levedel efecto lesivo de las leyes desamortizadoras sobreel Monte y de su contragolpe sobre la Ciudad.

* * *..';'~:~~ Si queremos asomarnos a un peligro de mayor

cuantía no tenemos más que abandonar la cuenca delLozoya y pasar a su limítrofe del Jarama, Cuanto ocu­rne en esta cuenca y en BU aledaña del Sorbe ofrecegran interés, ya que en un futuro próximo las agur sde estos dos ríos, según estudios y proyectos del Ca­nal de Isabel 11, tendrán que confluir con las del Lo­zoya para calmar la sed y atender a la higiene del ve­cindario de este Madrid, en ritmo de constante creci­miento.

Cualquier excursionista celoso del porvenir de Ma­drid, si sigue la carretera de Torrelaguna al Pontónde la Oliva, puede observar, en la junta del Jarama

. con las aguas sobrantes del Lozoya, de qué modo la

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cristalina transparencia de estas últimas se empañatan pronto se mezclan con las del Jarama.

y es que en la cuenca del Jarama hay secciones,como la constituida por los términos de Hetiendas,Valdesotos y Puebla de Valles, donde el espesor delmanto de acarreos diluviales alcanza de 60 a 80 me­tros, con la circunstancia agravante de que el examende los escarpados muestra que el terreno situado agrandes profundidades es tan disgregable como el dela superficie, pudiendo estimarse que sólo en esa Sec­ción el volumen de materiales acarreables es del or­den de los tres mil millones de metros cúbicos.

y i tres mil millones de metros cúbicos! de terre­nos fácilmente acarreables, tan sólo en una mínimaparte de la cuenca, no son desdeñables en relacióna la perturbación que pueden originar en el abasteci­miento de aguas del futuro Madrid.

No será ocioso decir que esos gigantescos conos di­luviales se hallaban antes inmóviles merced a la tra­bazón que daba a sus tierras la cubierta vegetal dejara, romero y quejigo. Durante miles de años la redde raíces, matas y fustes impedía la mordedura y ero­siones producidas por las lluvias. Si últimamente sehan puesto en peligroso movimiento hacia el Tajo hasido por su actual despoblación forestal y por habersecomenzado, temerariamente, su roturación. La des­amortización clasificó estos montes entre los enajena­bles y los que quedaban a la libre disposicón de losAyuntamientos pi opietarios ; y estos Ayuntamientos,asimilando con facilidad la teoría del idóneo propie­tario, han estimado que los vecinos pueden hacer cuan-

Tlm.o.lCUTI"II.

s. ,roltrlllluaO'flUdd,

........­Ja 111m.

to de momento les conviene sin inquietarse por lasconsecuencias que ~e derivarán para los demás...

Siendo lo más sensible en este caso que dentro de"los demás" están los habitantes del futuro Ma11rId,como también los descendientes de los "vecinos" quehoy facilitan el que e888 tierras emprendan un "héjira"tan funesta.

* * >1<

Descendamos ya de esa Sierra, especie de primeranillo forestal, que no por remoto deja de ofrecer po­sitivo interés para el desarrollo de Madrid, pues, ade­más del problema relativo a la transparencia y pureZllde sus aguas que hemos examinado, concentra en síamplias posibilidades deportivas, turísticas y sanita­rias, que irán siendo más accesibles a los madrileñosen cuanto queden electrificadas las líneas del ferroca­rril Madrid a Avila y a Segovia, así como cuando seponga en servicio el directo de Madrid-Burgos.

DmUlIS Detengámonos ahora en la faja formada por derru-'t' GuArr ....bios del Guadarrama, que constituye un "espacio"esencialmente forestal, que se extiende desde el oripié.Je la Sierra al borde mismo de Madrid. Esa zona, salpi­cada a trechos de robustas encinas y de aparasoladospinos, alfombrada de morados cantuesos y grises to­millos, en cuyo seno abre su cauce el Manzanares,encierra los parajes más severos, al par que acogedo·res, a los que la población urbana puede acudir enhusca de adormecer beleño para los vanos ruidos yhrillantes quimeras que en la ciudad la persiguen y

~... 4_~ avasallan. Paisaje de inef~hJe entonación que ¡ojalá!o ...

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el sentido estético de nuestra ciudad lo conserv e taninmortal y tan bello como inmortales y hellos son loslienzos en que Velázquez supo aprisionarlo.

Este segundo anillo () espacio forestal es el de más la,.ris "CI,ltal".. ntl ZII'.

tangible interés para Madrid, no ya por lo que hoy es,sino por lo que fué y por lo que puede volver a ser.

Lo que fué puede sintetizarse en pocas palahr as :Por su frondosidad, por su riqueza en caza mayor, pórsu ambiente tonificante, fué motivo determinante paraque se escogiese Madrid como residencia real y, enconsecuencia, como Corte y capital de España. ?-~

01Ludwig Pfandl. el esclarecido biógrafo de Feli- ~o "~. ,~ ~

pe 11, se afana por demostrar eruditamente que la' !;; ;',' eselección de Madrid para capital de España "no fué .,,¡ 1~r3t =:no consecuencia de la necesidad de aislamiento sentida ....por Felipe 11"'.

Pero esto es sólo un motivo subjetl1vo, que requie­re un fundamento objetivo para poder sostenerse yproducir un hecho tan anómalo como el de que seinicie una gran ciudad, no junto a un puerto, ni alhorde de un río comercial, ni en el centro de una co-marca agraria fertilísima... Y, sin embargo, Ia ciudadsurge ; y esta su aparición ha de afianzarse en la tie-rra y de ésta ha de tomar cuerpo y sustancia. Y estorequiere que la tierra donde ese milagro va a produ-cirse no sea inhóspita ni su ambiente ingrato, pues siasí fuese, el impulso psicológico del Monarca no sehubiese producido o se hubiese desvanecido como sedesvanece todo impulso del espíritu cuando no encuen-tra cuerpo donde infundirse y vivir.

y que el ambiente y ]a tierra eran propicios yatractivos lo pruehan las múltiples porfías habidas a

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"E'Io'hMuzulnl".

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raíz y durante buen puñado de siglos después de laliheraeión del Magerit musulmán, llevada a caho enJ()83 por Alfonso VI.

Apenas conseguida la reconquista de Madrid em­pezaron las rivalidades y luchas entre los madrileñosy segovianos, hasta UD extremo que difícilmente secreería si la Historia no lo comprobase documental­mente.

Durante largos años se disputó con las armas enla mano, entre otros territorios, el sexmo de Manzana·res, dando lugar a que Alfonso X quisiera terminar laenconada lucha adjudicando a la Corona el país en Ii­tigio, que por esa razón se Ilamó en adelante "El Realde Manzanares". Territorio que pasado caai dos ai­glos otorgaría-e-en 1436-don Juan II, en pleno domi­nio, a don Iñigo López de Mendoza, primer Marquésde Santillana, ingenio de claro renombre ~ tan clurocomo el zaherido Manzanares que sirve de f080 al cas­tillo que dicho magnate mandó construir al pie delroquedal de la Pedriza.

y ahora procede decir: si aquel ingenio, de aqui­latada espiritualidad, escogió el Manzanares para juntoa él levantar ese majueetuoso castillo en el que el se­gundo Duque del Infantado mandó construir en suadarve al Mediodía la galería o paseador más suntuo­so de todas SU8 semejantes españolas, ello tuvo queacontecer porque el río y el panorama rimaban y al'monizaban con la señorial vivienda, que tuvo meno!'de ruda fortaleza que de amorosa mansión.

El paisaje en que Be encuadraba el castillo DO pudoser el yermo desolado que hoy Be contempla desde elpropio "paseador". En aquel entonces la desnudez y

- t i -

a ri dez del s uc io Se ves t ía CO II e ncina s d es il ue ta. int e rca larlas 1' 11t re m an chun es d ega rho so p e rfil. COlIJ O así lo prueba al~una

d el prop io ~Iarqué s poeta, tal ('01110:

" P or todos estos pin ar»...in e n l,(flMl l llga m ell'(l

on v i serrana mLL~ b ellaQIU~ 1l1eng(l.de [an xanares ;"

. .lI11 p l' ~'CJ8a

pino,", dI'serrani l lu

cu ya e l rofa filial. al egre y ha rto e fu siva, es di s ­

cre to p asarl a por alt o.

" aH'ud o r cid cu-ril l« d" [ un za nurr-, ,,1 Reul ,

Proced e, p u es, que, en es te p un to. reivi ud iq u emos('ara el i\'Junza na re e l e h la ón p oét ico : m erced a lain spiraci ón 'l il e p r o porc ion a n sus r isueñas y rumoro­sas m árgenes, flor e c ieron en la len gua caste l lan u COIll­

posi cion es d e s oltu ra y ga la n ura in im ituhles,9

LooresenhODor del río.

.~.

~:

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Es este un mérito que conviene no olvidar en lalarga [ista que posee el asendereado río. del que entono zumhén se ha <lidio que sus aguas no corren, sinoque se escurren.¿ Afirmación rigurosamente cierta.pero no tanto por ser un río exangüe que se arrastraen perpetuo noviciado o aprendizaje de río caudaloso,sino porque es característico del Manzanares la abun­dancia de sus aluviones arenáceos, en los que se in­filtran y desaparecen SUR aguas, dando lugar a corrien­tes subálveas invisibles.

Este aprendiz de río ha realizado obras maestrasde talla que han modelado y aljafarado toda la topo­grafía de Madrid. Con su lengua, manejada como unburil, ha ido formando las espléndidas terrazas queBe escalonan por BUS dos orillas. merced a las cualesnuestra ciudad posee sohre el río magníficos mirado'res, que le dan en sus caídas al Manzanares, ese re­lieve movido que tanto se P' esta para que la vegeta­ción forestal se extienda por valles y vertientes y sir­va de zócalo ornamental y animado al futuro Madridextendido en esas plataformas que fué taJlando y re­cortando el río.

Los espesores de los aluviones del Manzanares al,eanzan en muchos puntos potencia de 10 y 15 metros,y las terrazas a que hemos hecho referencia alcanzanalturas hasta de 100 metros, como en la colina de Ga­rabilas y planice al oeste de la antigua posesión real,hoy del Ayuntamiento de Madrid, Casa de Campo.

ArItIlcI, írlllln Se deduce de aquí la necesidad de tomar en granul,alJaJt id ", 1 "fi ' bí ., 1 d 1udrUl6•. consr eracion a artí ce y ar ítro prmcipa e a tec-

tónica del paisaje madrileño. Con satisfacción hemosescuchado en este ciclo de conferencias-y asimismo

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lo hemos leído en crónicas de la Prensa-la afirma­ción justificadísima de que el Manzanares ha de serel eje, la viga maestra de 108 planes de expansión yembef lecimiento del futuro Madri(J. Nos' conforta talpropósito, que responde a un concepto amplio de lapalabra urbanizar, que, aunque deriva de urbs urbem,la ciudad, no sólo tiene una interpretación literal oetimológica, sino que también significa pulir, hacer unlugar más grato y acogedor. Sentido éste de la palabraurbanizar que no se puede conseguir en la Naturaleza,sin exaltación y empleo de los d08 elementos báscosque ella, la Naturaleza, utiliza para producir la belle­za del paisaje: el agua yel árbol.

* * *

Hemos tratado del Manzanares, personaje primor­dial en el tablado donde va desenvolviéndose la vidaya más que milenaria de la ciudad de Madrid.

De justicia será que pasemos a ocuparnos de otropersonaje que en la exaltación de Madrid a la catego­ría de Corte y capital ha desempeñado, así lo creernos,LID papel importante: nos referimos al Real bosquede El Pardo, que aún puede servir para que acerte­mos a comprender la severa entonación y belleza delpaisaje madrileño.

En el reinado de Enrique 111 hay ya referencias di­rectas a 108 montes de El Pardo. En el lugar donde hoyse levanta el Palacio parece que el citado Monarcamandó construir una casa, en 1405, en la que darrefugio y alivio a su doliente persona.

Ex.U.cI'••• "11 'ud."

.¡"

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·...un. De tiempos del desdichado misántropo Enrique IV,nUma",

data un albalá 11 cédula real mandando que las perso·nas de ":'\;Iadrid e su tierra den los pertrechos e peo­nes e bestias necesarias para que fagan una caba eotras labores en la susodicha fortaleza de El Pardo",

También se tiene noticia de que en cierta ocasiónpudo servir el monte de "El Pardo" como prendapignoraticia que aliviara a los Reyes Católicos' de al­guno de sus apuros económicos.

Carlos V gustaba de visitar "El Pardo" y se aloja­ba en la antigua casa que mandó construir Enrique 111,ya medio arruinada y de escasa capacidad para el sé'quito que le acompañaha en sus cacerías.

'''.syPClus. Felipe II se preocupó extraordinariamente de todaslas fincas reales, muy singularmente de "El Pardo",en cuyo centro-como puede leerse en el curioso lihro"Pasatiempo", publicado en 1602 por Jhean Lhermit­te, natural de Amberes y gentilhombre que fué de Fe­lipe U-mandó construir una atalaya; que fué el pri­mer edificio que hizo en BU vida y no en verdad elúltimo, "como bien se demostr{) después", desde laque se podía descubrir todo el campo de alrededory en el que instaló un vigía para la gua....,J,(J del bos-

:t. Y de la caza que hay aquí en gran abundancia,• I'1 tan~ de venablos, como volatería..., ""en mayor ahun-

; tj¡n aquí que en ninguna parte, y palomas, quei "\ot 8 llamamos "ramiers", que allí son innume-.~ rahl ,., alimetuéndose de bellotas, que hay en gran·~II • a cantidad, no produciendo este bosque otro fru-

to, pues no hay allí 111iift que. e...ta clase de ármJl, quees una especie de roble, pero de hoja diferente... yproduce una infinidad de bellotas, cuando el año es

ff jJ)---~

bueno y fértil, y es entonces cuando las palomas acu­den en mayor abundancia, siendo éste su verdaderopasto, porque eon estas bellotas mucho mejores. másgrandes y dulces que las de nuestros robles, y de trimanera, que las gentes pobres las comen en lugar decastañas, y los ricos hacen también de ellas gran apre­cio. Este árbol es llamado en español encino, y tienela hoja pequeña, redondeada, dentellada y de un colortriste, como de hoja muerta... "

No cabe una descripción más acabada de esta nuestra oncuui; roble típicamente español, que, a diferen­cia de los robles nórdicos, no tiene un follaje brillantey alegre, sino severo y triste; pero que, en con trastecon dichos robles-como así lo notaba Jhean Lher­mitte---no da frutos acres y amargos, sino dulces.

La citada atalaya, a que se hace referencia, es unatorre que sigue conociéndose con el mismo nombre,y que se halla a unos 300 metros del Monasterio dePP. Capuchinos de ·'El Pardo". En esta torre, de unosquince metros de altura, se establece en verano guar­dia permanente para vigilar y avisar los fuego," quepuedan ocurrir.

En relación al interés que ofrecía el monte de ·'EIPardo, no será impropio de este lugar hacer memoriadel "Discurso de la Montería", escrito por GoY' zaloArgote de Molina, historiador y artista sevillano, ero­nista de Felipe 11, en el que se afirma: ..... del bosquereal de Aranjuez y de la real Casa de El Pardo, cuyamajestad, grandeza y curiosidad tienen admirados a to­dos los príncipes extranjeros, y le tienen por el mejor(jue hoy se sabe pn el Universo".

Aunque por la local idad de nacimiento del histo-

Las !RIIstll ...stnlnllle.

"Dlstarsldela Ma.terla"

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riador sevillano, a lg ún esp ír itu aguza do y c r itico ~e

s ien ta inclinado a p incha r y des in flar el gloho de la

l isonja y no pe r u ad a de q ue el hosque d e "EI Pard o"no era e l mejor del ru uers o; iem pre q uerlnr.i a lgo,

" Cart'ría en .,) mo n te de El Pardo " , cuadro de Velázquez, exi sten te t'nel Mu seo acional de Lond res.

y a UII mu ch o, de la realidad d e aq ue lla s u bell eza qu ein p ir uha tal r eq u iebro.

y en p ru eba d e tal afirmaci ón proyectaremos tres

Fotogruf'ia s ; de las que, la s dos úl timas, deb emos a laamabilidad d e nuestro com pañero don J aime Ceh r ián:

la primera es de un cu ad ro d e Velázq ue z, sit o en el]\fu eo de Londres, que representa una cacería en es te

mon te . en t iempos de F elipe IV, y en el que se ve

la severa hell eza y espesu ra del encinar; la seg u n da

es un a prueba de 1:1 ma gnificeu cia qu e pued en al can ­za r Ia s ene in as; se tra ta de un eje rn p lar s i to en el

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cuartel d el Polígono, de ese mo n te, que ti en e u n di á ­

me tro de 1,50 m etros, ocupa una su pe rficie de 400metros cu adrados, y posee más de 20. 000 k ilogr am os

de madera, lo s que al precio de Ie fia s uponen un va­lor de 5.000 pesetas ; 1<1 tercera fotogra fía se refiere

Ma g'¡lIífico ejemp'lar de encinn deí m ont e de El P ardo, situada en elcua r te l del P Olí gOJIO.

a un mesto, es decir, a un híbrido de encin a y alcor ­

noque, que se alza en e l cua r tel de Vald epeñas, junto

a la carretera a Tavacl aras.

Si en vez de es tos sobe rb ios, p ero ai sl ados ejem pl a­

res, que hoy vemos, imaginam os las es pesu ras de ár­

boles del mi smo porte que pudo con te m plar el sevi­

llano Arg ote de Molina, nos sen t ire mos incl inados a

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com partir HU JUICIO admirativo)' term inante soh . e elreal ho sque de El Pardo.

El m esto del cuur te l .1" Vuldlt'p" ña , en el monte de El Pardo (Mu.lr i ti ) ,

" l eal Applfllo", Tal op ini ón ponderan a se ve con firmada y re íle-jada en otros autores, Así en el l ih ro " Real Áp p a r a tn"

com pues to por Juan López Hoyos, ma estro qu e Iu é d e

~ 25-

Miguel Cervantes Saavedra, publicado en Madrid en1572, se dice: "Los bosques que se llaman de El Par­do, que es una de las más raras recreaciones, quePríncipe ni Monarca tiene en todo el orbe, de eazu,javalíes, liebres, conejos, caza de volatería principa­Iísima de mucho deleyte y recreación, pesca de tru­chas y peces sahroaísimos, harto digna de ser histo­riada."

Los linderos de este monte, en tiempo de Felipe U,que Be consignan en la "Historia jurídica del Patriornonio Real", compuesta en 1880 por Don FernandoCos Gavón, no los detallamos; pero sí diremos queen tiempo de Felipe IV-límites de El Pard» segúnReal Cédula de 1.0 de junio de 1647-aun circuns­cribía esta finca a Madrid como un ani Bo verde, quecomprendía: "El terreno situado entre la villa de Col­menar, San Agustín, Peradilla, la Venta de Jarama, laNovaleja, Hortaleza, Vicálvaro, Vallecas, VilJaverde,Carabanchel, Húmera, Pozuelo de Alarcón, Majada­honda, El Molino de la Hoz, Torre lodones y El Hoyo,desde donde volvía la finca a tocar en ColmenarViejo."

y debemos añadir que, como puede verse en la"Heoopilación de las Reales Ordenanzas y Cédulas delos bosques reales de El Pardo, Aranjuez, El Escorial y Balsaín, glosllB y comentos sobre ellas... "Estegran Rey-Felipe U-fué el que plantó en Madrid deasiento 8U corte, en el año 1561, y quien ordenó yennobleció todas las casas Reales y bosques de sucontorno... ; y especialmente los de El Pardo, Aran'juez, El Escorial y Balsain, el que al Alcázar de Ma·drid, añadió la Casa de Campo, el Pardo y Bosque de

"PoUlIca na."

AIIarallZa Too.

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la Sagra..., la Casa y Bosque de Vacia-Madrid, Riberade Xarama, a quien añadió las Dehesas y Sotos delPiul-y otras fincas que se enumeran-con que dilatócon estos sotos y riberas los montes reales desde Va­cia-Madrid hasta Aranjuez...

Es decir, que e808 cazaderos reales constituían unverdadero "espacio forestal" que rodeaba a Madrid yque venía desde El Pardo por 108 altos de Fuencarraly Hortaleza-Io que hoyes Ciudad Lineal-por ladivisoria del Jarama y Manzanares, hoy agobiantessecarral hasta Vacía-Madrid, en la confluencia de am­bos ríos; para seguir por los terrenos montuosos fron­teros a Arganda, por donde hoy está La Marañosa, alos términos de Ciempozuelos y Seseña, para, por laCuesta de la Reina, desembocar en los bosques deAranjuez. Paralelamente a estos espacios montuosos.se extendían también los cazaderos reales por toda lavega del Jarama, ha(sta el Tajo, en la que todavía hayjirones de pretéritas bellezas arbóreas.

~:~ Si no estamos equivocados, y de ello nos felicita-......-....ríamos existe el propósito de que vuelvan a su anti-guo destino forestal algunos de esos terrenos, en elplan de anillos verdes, planeado para la urbanizacióny embellecimiento del futuro Madrid.

Resulta de todo lo dicho, que no era "El Pardo"el único bosque que existía en los alrededores de Ma­drid; y si reforzamos esas referencias con lo que puedeleerse en el texto del Fuero de Madrid-año 1202,precepto LXXI-sobre "El Caras(c)al de Bolecae quo1•

modo lo dejesó el conzeio...", obtenemos la pruebadocumental de que el llano monótono que se dilataRI sur y sudoeste del Puente de Vallecas, en el que hoy

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aflora el yeso y maculan las plantas harribleras-c-sal­solas o camarillos-como acusador indicio de la degra­dación del terreno; ese suelo. hoy estepario. antesaladel desierto, estuvo en otros tiempos defendido yen­riquecido por un cinturón arbolado, que constituíael marco digno a la Corte y capital de España.

Con lo anterior sólo queremos reivindicar el abo­lengo de unos terrenos que si han caído en la indigen­cia esteparia, y hoy se les considera punto menos quecomo Irredimibles, ello ha sido porque se les arrancódel señorío del árbol. Del árbol que no está clavadoinertemente en la tierra, sino que hinca en ella suraíz como una reja y eleva su tronco como una lanzay desmelena su copa para que la empuñe el viento yla maneje como mancera de potente arado con el quemullir y esponjar el suelo. Del árbol que al desnu­darse de SWl galas estivales ofrece una rica dádiva demateria orgánica para suavizar y corregir la asperezay aridez de la tierra mineral. Del árbol que es doselcontra el sol, y vallado contra el cierzo, y recinto aco­gedor, y que sabe que la individualidad, por vigorosay potente que ella sea, nada puede por sí sola. y que,en consecuencia. atina a movilizar tras sí invisiblesmicroorganismos, aterciopelados líquenes, tenues hier­becillas, ásperas matas y desmedrados arbustos, aso­ciándolos y coordinándolos a todos en su labor de me­jorarel suelo.

y de la certidumbre de todo lo anterior, queremosofrecer un botón de muestra, proyectándoles la foto­grafía que tomamos del librosohre "Los encinaresespañoles", escrito por el Ingeniero don Manuel Mar­tín Bolaños. En esa fotografía puede observarse cómo,

La tIttfa, .16dIII.

Madrollos.

Pr"trIU portl"boy baldta,

- - :18 -

a l m ejorar las coud iciones del amhiente hajo la d ,'n ·.~ i d a ( 1 d e las cop as d e la s enc inas, "pued e el s uelo s r- r­

"ir de morada a plan la;; COlllo el madroñ o. qu e aunvi, iendo a pl e no so l ap et ece estac io nes frt' !wa.~ v ~ f1 Il I­

hría s.,;

La lección ele ecología fore tal. q ue ahí e encie­Ira, prueba ele mo do ind ubi tahl c. q ue un so to bo q u e

IIro"" ,11' nuulruño-, q UI' naer-n ~ pujan I.ujo la pru ter-ciú n de \...

encina».

de ma d roños, protegido po r pujant e encinar, cub ría en

otro" ti empos los montes próx im os a J\ Jad r id , lo qu eIavorecía a su vez el desar rol lo d e los cie nos, jaba·

líe s y. en genera l, de la caza mayor qu e encuen tr a enel ce r r ad o va rdus cal de la madro ñera. encu h r idor

cohijo,Por d erecho propio y corno em h lem a nacido del

p ropio su elo, figura e l madroño en el esc u do tic la

-~ 29-

Villa. Escudo que adoptó la ciudad a raíz de un pleitocon el clero sobre derechos a ciertos montes y pastos,y que se resolvió transigiendo los contendientes y con­viniendo en que pertenecieran a la Villa todos lospies de árbol y al Cabildo los pastos, y disponiéndosepara memoria de ese pacto: que el clero lomase por ar­mns el oso ¡JaS.tanJo, y la v~lla, el madroño.

y como Madrid, con anterioridad a este suceso,había ya adoptado para SD8 armas el oso, sin duda porlos muchos que había en su terreno, de entonces datala coincidencia o superposición del madroño y el GSO

erguido en el mismo corazón de su escudo.En resumen, la Villa de Madrid adoptó el madroño

como árbol heráldico, dejando grabado de ese modoen su escudo el símbolo del derecho que ~e le habíareconocido al vuelo o pies arbóreos de los bosques enlitigio. Despu~, el símbolo histórico ha pasado a lacategoría de leyenda, pues ya no existen los hcsquessobre los cuales la Villa pudo ejercer dominio. Hace­mos fervientes votos porque desaparezca esta paradojaque hoy encierra el escudo de la ciudad frente aldesolado paisaje madrilefio.

y que la alusión a "los muchos osos" que había ensu terreno no es pura leyenda, puede demostrarse sinmás que acudir al "libro de la Montería del Rey Al­fonso XI", en el que puede verse en su capítulo Xdel tomo 11: "que en los montes e tierras de Manza- .nares y de Val de Lozoya existían los cazaderos de"Val de Infierno" y "Peña Halcón", que es todo unmonte y es hueno de oso' en invierno; asimismo queel herrocal de la "Torre de Lodones" es buen montede oso en invierno; que el monte de sobre "El Pardo"

ArlIelllmldlcl.

r......dICIID••,.I.

-- JO-

es buen monte de puerco en invierno: y hay referen­cia a muchos montes de tierra de Madrit-La Dehesi­lIa que está en Alcobiella, la Dehesa «le Madrit, lade GarciFernández, la de Paz Nohis, la de Santa Ma­ría del Retamar, el Monte de Cabo San Agustín, y elmonte de Santa María de los Alamos-, con indica­ción circunstanciada de la caza mayor más abundan­te, y del emplazamiento de las "vocerias", "renuevos","armados" y "jaurías"...

le:'::' Del monte de ""El Pardo" ya sólo diremos que fuéen el reinado de Fernando VI cuando se le dotó de labellísima Puerta de Hierro y se terminó la costosaobra de tapiado de mampostería, que mide una longi­tud de 12 legua", merced a la cual se ha defendidode múltiples daños y depredaciones ese espacio fo­restal que tanto papel jugó en el destino de Madridpara capital de España.

1mIIIJ", Compárese a tal efecto los terrenos que han que-.......dado resguardados por la muralla de "El Pardo", conlos que Be emanciparon, y tendremos que convenir enque los arrabales madrileños de Carabanchel, Valle­cas y Vicálvaro-e-antes incluidos en ese espacio fores­tal-no son en verdad amenos ni risueños: la ciudad,en esos contornos, acoge con gesto bien duro y ceñudoal viajero que llega a sus puertas.

y esto es tanto más sensible cuando aún en el pa­sado siglo los Carahaneheles, sobre todo, encerrabanlas finca" de recreo más amenas y frondosas que ha­bía junto a Madrid. Allí estaba Vista Alegre, hoy to-talmente desarbolada, cuya magnificencia revelaba que

;i;~rtenecía a S. M.; Y allí la llamada de Miranda, pro­i ~ pí~ad que fué de la Condesa de Montijo, en la cual

!

.~. 31 -

los secos golpes de hacha que derriban sus últimospinos, ponen hoy mismo un sarcástico contrapunto acuanto aquí esta noche argüimos en pro de la recons­trucción, 4) por lo menos conservación del arholadodel paisaje madrileño.

* * *

Como el tiempo apremia y quedan aún muchospuntos que abordar, pasaremos, como sobre ascuas,por frente a la Casa de Campo, verdadero pulmón fo­restal de 1.700 hectáreas (le cahida ~ parque naturalpor derecho de emplazamiento y abolengo, que se ex­tiende por la margen derecha del Manzanares hastalos términos de Aravaca, Húmera y Carahanchel Bajo.Terreno surcado por umbrosas y risueñas alamedas;en el que se alzan suaves cerros, cubiertos de mata deencina y de pinar que constituyen otros tantos mirado­res, por demás estratégicos, para poder contemplar lagran urbe, cuyos edificios se yerguen y desbordan ha­cia el saliente con singular elegancia y atrayente va­riedad.

Don Daniel de Linos ba publicado recientementeun curioso libro sobre la "Casa de Campo" que ponebien de relieve. lo que supone para la ciudad este es­pacio forestal, que también debemos a Ia diligenciaprevisora de Felipe 11, el cual lo adquirió en enerode 1562 de la ilustre familia madrileña de los Vargas,familia unida a efemérides gloriosas de la vida de SanIsidro, patrono de esta Villa, con el fin de que Madridposeyese un bosque real al que pudiera llegarse enescasos minutos.

CUl ~e eua,e.mira_ntral".ca.

re.'"D r la natadeln'uw...

A1u10• lo. "upell'

"rutalu"........

- 32--

La primitiva finca de loe Vargas se amplió en 1582con diversos campos; y, posteriormente, en el ai­glo XVIII por nuevas adquisiciones llevadas a cabo por

. Fernando VI, y luego por Carlos 111.".1Im 1I•• In. En tiempos de Isabel II mejoró notablemente la

Casa de Campo, debido a las medidas que tomarondon Agustín Argüelles, tutor de S. M. y don Martínde 108 Heros, Intendente de la Real Casa y Patrimo­nIO; nombres que, como forestal, pronunciamos conreverencia y gratitud, pues a tan ilustres personalida­des se debió también que don Agustín Pascual y donEsteban Boutelou fueran pensionados por la RealCasa durante los años 1841 al 45 en la Escuela Fo­restal de Tharandt (Sajonia), hecho que favoreció engran manera la organización de las enseñanzas y lacreación de IOB Servicios de Montes en nuestro pai-.

Asimismo fué objeto de especial cuidado la Casa deCampo por la Reina Regente, Doña María Cristina, queseguramente actuaba bajo el recuerdo de su Viena, ro­deada de espléndidos bosques, y si se nos perdona elinciso, podemos apuntar aquí que quizá no hay otragran urbe en donde quede más patente la pleitesíaque la burguesía-dando a esta palabra su inmediatosentido de habitante del burgo o ciudad-rinde alcampo. Los bosques que envuelven a Viena sin tomaren cuenta sus jardines y parques, ocupan 27.000 hec­táreas y en su recinto el habitante de la urbe encuen­tra la plenitud de la Naturaleza para tonificar su cueropo y espíritu durante los días de asueto y vacación.

¡blm La Reina Regente, Doña María Cristina, llevada.Iuro......., de ese su deseo de mejorar el arbolado y hacer que por

doquier brotase, tornó entre otras medidas, la de or-

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denar que en la Casa de Campo Be descastasen los co­nejos, no obstante los pingües ingresos, que su "saca"suponía entonces y luego volvió a suponer para el RealPatrimonio, 1ayando en los cuarenta mil duros anuales.cuando la pareja de conejos se tasaba en tres pesetas.

El gobierno provisional de la República cedió estaposesión real al Ayuntamiento de Madrid, con la con­dición de que el Municipio no podría, sin previa auto­rización o acuerdo del Ministerio de Hacienda, efec­tuar cambios en el trazado de SUIS paseos y en elemplazamiento de sus jardines, así como tampoco meromar su superficie agreste ni el volumen de su arboladocon podas o cortas de carácter extraordinario.

Esta finca ha sufrido muchos dañes a conseeuen­cia de la pasada guerra: de la hondonada de su viejoestanque fué descuajado el boscaje de olmos que re­cataba y celaba el azogue de sus aguas, impidiendo queéstas pudiesen contemplarse, como hoy día sucede,desde el paseo de Rosales.

Por el contrario, el denominado estanque Tenque­ro no se puede hoy contemplar, no porque lo oculteel arbolado, sino por hallarse completamente en secoy sirviendo tan sólo de madriguera de conejos. Estoes sensible, dado que este estanque, que fué muy apre­ciado de pescadores por la bondad y cantidad de sustencas, tenía, además, gran importancia, por servir dedepósito de aguas para abastecer y regular durante elverano los riegos del arbolado.

También la guerra deterioró y cortó las tuberíasque abastecían con aguas del Lozoya diversos depósitosde la Casa de Campo; entre otras, la que tenía su tomaen el Canalillo del final de la calle de Andrés Mellado.

~

Cortaplll!I.palltasII MuIct,lo

Olilo.bll. VIsibles

- H ---

Podríamos continuar señalando lo~~ daño.~ que hasufrid» el arbolado de este parque: de 1a pa -te deno­minada "EI Reservado" desaparec.eron, cortados amás de un metro de altura, hermosos ejemplares deplátanos que dos hombres no podían abrasarlos. Elarroyu Meaques era antes un hosque tupidisimo de01m08, fresnos, chopos. encinas, hoy venido muy amenos. El arbolado de pinos, a la izquierda del an­tiguo paseo de María Cristina, que luego se denom'nódel Piñonero, que va al Puente de los Franceses, que­dó también arrasado.

La... Ig..rtles Si '11II'ldl. Pero, para qué seguir... ; lo que importa es la e.i-

mienda de los daños, y nosotros suponemos que todosellos están en vías de ser reparados por el interésque para la villa de Madrid merece este agreste yespléndido eslabón del primer anillo verde que seabre en las mismas puertas de la ciudad.

* * *Lalltr Tampoco podemos entrar en el examen detallado

d. 11 D1,.IICl6a.de la meritoria labor que efectúa el Servicio forestalde la Diputación de Madrid, bajo la dirección del In­geniero de Montes don Germán Cancio, en su pro­pósito de crear una serie de parques arbolados enla proximidad de Madrid, y de establecer una red deviveros forestales para proporcionar plantas a e asrepoblaciones y a los particulares que las soliciten.

A cargo de ese Servicio se halla la "Dehesa de'" Valdelatas", de 357 hectáreas, que, situada a 14 kiló-o 'A .! ~ '\ metros de Madrid, se. pensó fuese la base del parque

'\ .. ~ norte de la ciudad. Por su frondosidad se emplazó

Et"~

- - , I ~ -

en el la el Colc~io Ho:'p ie io <l e an F ern and c. qU f'

sos t ien e la D ipu ta c i ón. La gue r ra p a s ó I'omo u n \1\1'rac án soh re es te "es pacio fore st ¡d" , arrusand» S il a r­

holado y, lo qu e es n ui s ¡.; ra\' e. des cuajun rlu la.... r-e pus

d el enci nar qu e lo p ohl uha, H oy d ía se h a clIlp re n ll' .d o el trabajo d e s u restaurac ión a r b ór ea co n rozas,limpia y gu ía tic hrotes, pl antaciones d e P. p iñone oen los cal vero y d e dlOPOS en los a r royu el os Form a -

H.inl'lll' 11e! mo nt e d. , Vu ldela ta s, dc la Dj pu tacl ón Provi ncial ,le:\llI d ri,1.

dos por las agu a s sob ran te, d e la presa de . ant illana.Del mi smo mod o, el Ser icio Fore stal d e la D i­

putaei ón ha em p rend ido la regeneraci ón tle 10 8 s igu ien ­

te s monteo, que pueden con s t i tu ir otros tanto s espa­cios forestales d e interés para Madrid:

En Barajas, un a extcns i ún d e 60 hectárea s de s uco

lo arenoso, con repohlación tic P. piñonero.En A rg and u se proced e a la r estaurnci ón d f' s u

a n tigu o encina r y qu ejigal. ho y des truido : h a h i én d o -e

- :16 -

tam bi én efectuado plantacion es de 1'/10 (10" en las de­prcs innes de la fi nca conoci da por 1s la de Argand u.

En Vill <l \'il:iosa de OM)JJ se está regen erando 1'1

enc ina r de I¿¡ Dehesa del ,' otillo, ho rd eada por 1,1 ríoGuada rrama. En esta loca lida d merece citarse el cam­po Forestal inicia do , promediado ya e l siglo XIX, por

Bod a) ,le cip re ses 1'11 r-l rurnpn fur estal de Yilluvieiosa de Odó."C\lud ri.l l.

la Escuela de Montes, cuando estuvo insta la da en esalocalidad: cam po qu e consti tuye una hermosa mataarbórea de especies mezcl ad as, rohles, ol mos, casta ­fios, pl átanos, ci preses, pinos-piñonero y larico­'(Iue prueban lo que en es te se ntido puede consegu ir­se para gala y ornato del paisaje.

Asimismo, la Diputación realiza trabajos de res-

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taurac i ón de mo n tes en los an tiguo enci nares q ue i' ll­

fri eron cons ide rab les da ños durante la guerra, d e laDeh esa de ¡\ lajadahon da y Deh esa de avalcnrbú n dt·

la s Rozas.Todos es tos trabajos lo s efectú a en conso n -i., con

el Patrimonio Forestal del Estado y 108 puehlus pro-

En este eu-fi] lo lIt, Villavi ciosa de Od ón (Matlritl) inkió sus tur casdoc( 'n tes la Escu ela ele Montes en 2 tle ene ro de 1848, p rosi gui én­

dolas hasta finuli zar el año 1870, en que fu é tru sladuda u la Primer aCasa tic Oficios dt' San Lorrn zn dcl ·cori u1.

p ietar ios de los terreno s en cue t i ón. En e50S con sor­cios la Diputac ión y el P at r imon io Forestal del Es­tado ap ortan , p or partes igua les, los gastos que en­traña la repo b l ac ión. El va lo r de los re n d im ien tos sed istr-ihu irú con arreglo a la s proporciones s igu ien tes;

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el :~o por 100 para la Diputacién, xo por 100 para elPatrimonio Forestal y 40 por 100 para las Corpnra­«iones propietaria... del suelo.

* * *

Tarnhién merece anotar se la repoblación forestaldirigida por los Ingenieros don Jesús Ugarte y donLuis Ceballos que se efectúa en los terrenos de laCiudad Universitaria, que aharca 441 hectáreas, delas que si se descuenta la superficie ocupada por edi­ficaciones, vías de comunicación, queda para espac'oarbolado 290 hectáreas, en el que, en las dos campa­ñas transcurridas desde que se iniciaron los trabajos,se han plantado:

Plantones de f rondosas -_ .Plantitas de coníferas y eneínas ..Plantitas dI" matorral de sotobosque .

88W1105.16123.306

217.061

No deja de ser dificultosa la ~estauración arbóreade este espacio forestal, totalmente desolado, que estásituado en el borde del Madl~'id de hoy, pero que en unmañana próximo se hallará junto al corazón de nues­tra ciudad.

En este espacio de suelo empobrecido y herméti­co, cuyo estrato vegetal queda reducido a insign.fi­cantes gramíneas y a salpicaduras de plantas rudera­les que tienen por representantes genuinos lospinchudos cardos, han bastado dos años de trabajo,inteligentemente dirigidos, para que se tenga la es­peranza, conforme muestra la fotografía que pro'

yecua no s, de qu e al m ejorar en H 1S co n d ie i me­edá fieas por la !' pl antac ion es llevada, a ca bo y pore l matorral qu e. naturalmente. ha de in t ro d uci r se deretamas, ja ras. can t ueso, s a n to l in u. mejoran a y mudro­

ñ o, vu elva a queda r se ñ orea ndo por la encina y elpino piñonero. que, en su aso ciaci ón vegetu t iva, CO Ilr:­

tituye el tipo d e monte o parque natural d e l1l ,í,.. se-

Vhern~ estah le cid o» 0'1\ lu C¡", lad Un iv- r- dta rl« (l\l11 .I ri dJ pura lo ,

tr uhajos de repnhl uo,¡ 'lIl fnn ' '' ' ul que o,fcclúll la Esn..,l ll de Monles,

ve ra en tunauiú n pa ra se rv ir d e fo ndo a la s ed ificac io­nes en que ha tic Forma rse la juventu d un iversita r iay la d e algun os Cen tros d e es tu di os especiale s.

* * *Por ' tod o lo ex pue s to, verno s qu e, exi ste n ya di ­

ve rsos Ce n tros (.1 cf'a tu ra de Mon tes, Di vis i ón H idro­l ógica Forestal. D iputuci ún P rovin c ia l. P a trim unio

ActuacionesdIspersas,

• DcesldaddD Duevas

coopon clouts.

Aspecto lega•.

- -lll -

Forcstal del Estado, Patrimonio Nac iona l. Rep obl a ­

c ió n forestal d e la Ciudad Unive rs ita r ia), cuyas aeti·

vidades en materia Forestnl afectan más o m en os di ·rect amen te a l tema qu e nos interesa: a saber, al pro ­hlema de la repuhl aui ón r con se rvución d c 10 8 tre s

T rab ajos de rep ob lación forestal en 111 Ciudud Univeraita ria (Madrid ).

an i llo s ver des que Madrid nec esita com o fondo ade­cu ado a su m agnificen ci a p resente y fu tura.

Pe ro dehemos aña dir quc esas actividades de tipo

p reponderuntem ente estat al no creem os que agoten el

núm e ro y cl a se d e los Cen tro s y Corporaciones llama­das a co lab o rar en es ta em pres a, que si tiene mucho

dc na cional , nun ca pu ed e perder su ca r ácte r prepoJ]·

derantem ente local.As im ism o, aunque l os asp ec tos legal es del prohle-

- 41-

rna han de ser examinados por el señor Gascón y 'la·rín, nos permitimos exponer la neeesrdad de que exis­ta un Organismo con personalidad propia. con unmandato de tipo técnico y ejecutivo que pueda coor­dinar y unificar todos los conCUrBOS que la ohra re­quiere; y, 80hn~ todo, que responda a una orienta­ción que, tomada tras maduro examen, se siga luegosin quiebros ni decaimientos. No debemos olvidar queen estos problemas, y muy aeusadamente en los deíndole forestal, lo que interesa y da la clave del éxitono es empezar, sino perseverar con el mismo rumho.

A este respecto puede servir el ejemplo que nosdan otras grandes ciudades: aSÍ, París, con su "Co­mité Superieur de l'amenegement et de l'organisationg.:nérale de la región parisienne", uue en 1935 anun­ció la próxima realización del Plan Regional estu­diado. Y esto es, precisamente, lo que aquí nos in'e·resa subrayar: que el plan de "espacios forestales",dadas la repercusión y relaciones que existen entre la"ciudad" y el "campó", no puede ser meramentelocal, sino que ha de tener una amplitud comarcal.

* * *En este rápido voltear del calidoscopio que uti­

lizamos para mostrar, aunque sea de modo confuso,las distintas facetas y planos del problema de los es­pacios forestales, debemos ahora fijarnos en el inte­rés que encierran los predios de la provincia de Ma·drid dedicados a vedados de caza, cuyo disfrute habráque procurar reglamentar para disminuir, mientrasla vegetación arbórea se afianza y torna consistencia,

V.dados d. CUI

·\ 2 -

(,1 ,' / H, r l de la ('liza dI' pelu, intensificando en eamhi«

1"1 de pluma. 1I1lH'11O nui s eumpatihl e ron la re~I'lIl'ra'

ció n fo re s ta l, no sb lo de los prop ios veda dos, sino tam­bién de los terrenos limit.rof'es. Y con ste qu e este p ro-

·-··H ---

blema tiene importancia, pues sólo el número" de ve­dados declarados y reconocidos en esta provincia conarreglo a la Ley .~ el de 60.

En prueba de los daños que la vegetación arbó easufre en tales predios, insertamos la fotografía quenos ha proporcionado nuestro compañero D. José Be­nito Martínez, referente a dos retoños de encina, cuyamuerte se ha p.oducido ppr no haberse podido uniry soldar los rodetes de cicatrización de los bordes del8B heridas ocasionadas por la acción desgarradora yi oedora de los conejos.

y hay que agregar, además, que en los climas fríosla devastación producida por los conejos es todavíamás temible, pues en ellos, desde el fondo de sus ma­drigueras, roen no sólo las cepas, sino también Ias pro·pias raíces de los árboles.•

* * *y dando una vuelta más al calidoscopio no pode­

mos por menos de apuntar rápidamente algunas. con­sideraciones sohreel modo cómo creemos se debeabordar este prohlema de los espacios forestales dela Ciudad de Madrid. que deduciremos de lo que concarácter general y en relación con el gran problemade la reconstrucción arbórea de España pasamos a ex­poner:

El prohlema es arduo, y sería empeño vano pre·tender resolverlo por el esfuerzo de una generación;máxime cuando sobre este prohlema tantos erroresse han venido acumulando. Lo único accesihle a lapresente generación es principiar la enmienda de tan

Al.....ctuldlllCla•••, ••aral••.

"part.,Hllntoda, .Ilahm.

· 44 .

funestos errores. Pero su reparacron total desbordalos estrechos límite¡, de la vida individual y exige Iaactuación de sucesivas generaciones. Pero esto noimporta. ya que quienes influyen o nevan sobre sí laterrible responsabilidad de orientar la vida de un pue­blo, han de tener siempre la vista fija en las perspec­tivas del porvenir. En materia forestal, las obras hande acometerse, aunque sus frutos no 108 recoja quienrealice la siemhra ; nunca cabe en ella olvidar el dís­tico latino.

Serit arborex quae inaltero século prosint,

hl. l. El módulo de tiempo individual es distinto que elct1-;::::.~ módulo que marea la vida de las colectividades. El

individuo pasa, las colectividades perduran, y hayque acometer aquello!" trabajos que henefician lacolectividad, PUe6, aunque en el reloj de la vida de]individuo se desgrane la última campanada, el péndu­lo que marca la vida de los pueblos sigue impasibleoscilando, y cuanto se inició y emprendió en bien dela colectividad, llega el momento en que ésta recoge6US frutos.

Statt~.:.~ Creemos también en el caso concreto que hoy nosocupa que el Estado, cristalización jurídica que sal­vaguarda e impulsa los múltiples intereses culturales,industriales. agrarios, mineros y, en general, económi­cos de la nación, tiene que obrar con sentido social,nunca con finalidad fiscal.

Los montes, en manos del Estado, no pueden te·una finalidad redituaria para proporcionarle re­

cr:~ a los que dar después un destino más o menosS~~~\. ~,f:~~> ~

, ~

'"lB! IOl\~~

~ 4S-

incoherente con las necesidades social enque ellos brotaron.

Esta política forestal del Estado tiene que orien­tarse no tan sólo a hacer, sino a quitar obstáculos,a montar acicates, a facilitar, en suma, la acción dela propia sociedad. Si en otras actividades cabe espe­rar que el individuo buscando su propio provecho rea­lice obra positiva, tal esperanza resulta indefectible­mente fallida en material forestal, que es empresaexclusiva de aquellae entidades imperecederas que dantrabazón y sentido orgánico a la vida colectiva. AsíSe impone la actuación de los Ayuntamiestos, Dipu­taciones, Universidades e incluso de las Escuelas pri­marias, para restaurar la tradicional política jurídicadel suelo, según la cual todas las Instituciones poseíanrecursos propios con los que poder lograr el cumpli­miento de sus fines específicos. Y como los fines es­pecíficos de estas Entidades son perdurables, en susmanos la riqueza forestal ofrece siempre más garantíade conservación que en las manos del individuo, afa­nadas por los intereses o apremios del momento pre­sente.

. y si las actividades forestales de los Organismosy Corporaciones llamados a impulsar la obra estu­viesen aletargados-pensar que muertas equivaldría arenunciar a toda esperanza de redención y. resurgi­mient«r-, entonces es indispensable que el Estado, lassupla, tomando a cargo de la colectividad nacional laaportación de recursos, aunque sólo sea porque estacolectividad nacional, en su cristalización jurídica, fuéla culpable de los daños dnfligidos a la riqueza arhó-

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rea, con la frondosa, aunque deruJr(,fobo legislación'¡feeamortizadora.

Aectn lIal Elld. El Estado debe pues suplir la acción remisa de, .celO. ' ,

••I ..aalclpl•. tales Corporaciones y Organismos; y dehe, en todomomento, vigilarlos para que su actuación se inspireen el servicio de los intereses permanentes y nuncapor oportunidades (1 conveniencias momentáneas.Pero al tomar sohre sí esa carga no puede tomarlacon espíritu lucrativo; su política de restauración fo­restal no ha de cifrarse en una conveniencia o pingüeinversión de dinero. Su primordial deber, en justareparación del daño que infligió, eS hacer resurgir 'asHaciendas locales y provinciales, para que los Ayun­tamientos y Diputaciones-y asimismo, y con inde­pendencia, otros organismos imperecederos-, tenganrecursos propios con que cumplir los fines que danrazón y son causa de su existencia. La riqueza for. s­tal debe, pues, servir, preferentemente, para propor­cionar medios materiales de vida a los individuos queviven en su área económica; y para agruparlos y dar­les el sentido orgánico de pueblo-s-puehlo como enti­dad que se renueva y perdura-, al proporcionarlesconjuntamente, en la Corpo ación local que los integra, recursos para sus fines coleetivos o sociales. Por lodemás, el Estado encuentra siempre amplia compen­sación a sus aportaciones económicas, en la base con­tributiva que supone el hecho de alumbrar una ri­qu~za y subsiguiente entrega al trajín de la industriay el comercio.

Moti... ar~"GI. A todo cuanto procede añadiremos, en el caso ccn-creto de los "espacios forestales" que interesan a Ma­drid, estas otras razones, que hahlan y apremian en

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("; ¡

Pro de su restauración arhórea ; los motivos de' lit.'"".,..dole urbana, es decir, de tipo psicológico, moral, tra-dicional y estético que oprimen el pecho de un número elevadísimo de habitantes de la gran urbe. yque es asimismo ineludible que, a este respecto Ma­drid sea tambiés guía y espejo de las demás vil las,puehlos y ciudades españolas.

Para conseguir éxito en esta labor, es necesario ~.que frente al juego de los Intereses individuale;; ac-túen perseverantemente los distintos centros del ramode Montes junto a cuantos Organismos y Corporacio-nes pueden encontrar, en la repoblación forestal. me-dios y recursos para el logra y cumplimiento de susfines sociales. Reiteramos que la misión del Estadoa este respecto debe ser, no tanto de gestión personal

y directa, como de saber despertar y ccordinar aque-1106 concursos y actividades que conduzcan a ir res-

catando el suelo forestal de manos del interés pri-vado, siempre oportunista y fugaz, para ponerlo enmanos de intereses más aco des con el destino y apro­vechamiento perdurable de esta riqueza,

* * *

En el caso que nos ha congregado esta noche, es­timamos que todo plan de creación y ordenación deespacios forestales requiere tener muy en cuenta,como resumen de cuanto llevamos dicho, las dir'ectr i­ces que concretamos a continuación, sin las cualesno podrá emprenderse esta obra con la amplitud ymedios legales que el futuro de Madrid requie: e.

Dlreclrlces yslllesls d. m.dlesIarldlcas.

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CU'DDI' Ir,bltt. La ciudad y el campo forman un todo o conjuntoorgánico, y el engrandecimiento de aquélla no puedeconseguirse sin cuidar al propio tiempo de los terre­nos de su área cuma real, a fin de que éstos no per­turben el desarrollo de la ciudad y constituyan marcoadecuado a la magnificencia de la misma.

~UCII El espacio forestal constituído por la Sierra ofrece4. l. 111m. gran interés turístico, sanitario e higiénico. siendo ne­

cesario proceder a su total repoblación y a la buenaconservación de los montes que allí existen, para evi­tar daños que pudieran originarse en el ahastecimien­to de agua de la capital. '

Elllwulru. La zona forestal que más interés ofrece como lu-.t,. UISIn.

. gar donde el vecindai io madrileño pueda acudir enbusca de parajes acogedores y risueños, es la faja quese extiende desde los límites de la capital al pie dela Sierra de Guadarrama. EJ Manzanares constituye,puede decirse, el eje o viga maestra del embellecí­miento del paisaje madrileño, y en su urbanización hande tenerse muy en cuenta los (Jos elementos funda­mentales de su estética: el agua y el árbol.

CoDIIlraa Es imprescindible llevar a cabo trabajos de repo-llnUlHl. blación a base de coníferas entre la divisoria del Ja­

rama y Manzanares, y mediante arbolado de especiesfrondosas, en la vega del Jarama, con el propósito derehacer el antiguo espacio forestal que enlazaba ElPardo con Aranjuez.

U1ll1la414c11c1. Precisa la creación de una Junta Superior quecoordine y dé continuidad y fijeza de orientación a losdistintos centros y organismos' que hoy actúan demodo más o menos disperso en la obra de repohlac' óny beneficio de nuestra riqueza forestal.

rrImporta mucho que los rendimientos de las tlue-

vas masas arbóreas no se orienten, meramenÍt',a nu:trir las arcas del Estado, sino que contrihuyan al lo­gro de finalidades delimitadas y concretas de interéspúblico o social; y para esto se impone proporcionara las Corporaciones, Instituciones y Entidades, quepersonifican y cumplen fines de tal naturaleza, lasmáximas facilidades legales y económicas, para vincu­larIas o adscribirlas a esta obra de restauración y de­fensa de loe "espacios forestales", y de subsiguienteenmienda de la absurda y funesta parcelación jurídicaque en nuestro suelo crearon las leyes desamortiza­doras.

El Ayuntamiento de Madrid puede favorecer in­tensamente la ohra de creación de 108 espacios fores­tales que necesita la ciudad, mediante una políticaque atienda a la adquisición de fincas arboladas den­tro de los anillos señalados en la conferencia, asícomo a la buena conservación y mejora de las que yaposee, primordialmente la "Casa de Campo".

Para facilitar la acción de estos organismos es ne­cesaria una legislación que permita la expropiación deaquellas fincas que, ofreciendo interés para los finesde urbanización y embellecimiento de la villa, esténcomprendidas dentro del radio de acción que se fijeen el proyecto de ordenación de espacios verdes ah-e­dedor de Madrid.

Hace falta al propio tiempo que esa legislaciónpermita a la Junta a que hacemos referencia reglamen­tar el aprovechamiento de los vedados de caza, convistas a disminuir la caza de pelo y a aumentar el"sport" de la caza de pluma, más compatible que la

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¿portl lo Ul:III,lelo 11"11.

Proln..1"UIl:I,II.

Flcllldldes plnla ellproplll:IOa.

E'oIDCIOD del"sport" l:laegéllco.

Süor411adude los lalms"

plrtlnl'res.

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anterior con Ia repohlación y reconstr-ucción del arohollado.

AsirllitmlO es indispensable que tal Junta tengaatribuciones para impedir que los propietarios, por unconcepto erróneo del derecho de propiedad, puedanperturbar el destino que a los distintos terrenos seseñale en orden a la constitución de espacios arho­lados de interés para Madrid.

* * *Palallru fllales: Señores: Hay una ley inexorable de orden cósmi-

ley da l' 1 iudad dsolidaridad co a la que a cm a no pue e sustraerse, por grande..ertg.lnlda. que sea la sabiduría y el poder de los hombres qu~

la habitan. Es la ley que cabe denominar del "enea­denamiento" o "relación de dependencia" en (fuemutuamente se encuentran todos los seres de la crea­ción y ante la cual ha de doblar su cerviz la ciudad,ente sociológico, verdadero organismo con alma, cueropo y vida. Es la ley que sella alianza entre el árbo.ly la tierra por la acción recíproca que entre sí se ejer­cen; la que liga al mundo animal con el vegetal, por­que en éste encuentra aquél protección y alimenta­ción; la que motiva, por ejemplo, que la evoluciónde un bosque de encinas traiga como séquito más de200 especies de seres que alientan y palpitan; insec­ros sobre los musgos y hongos, aves sobre los insec­tos, roedores sobre las cortezas y tallos, animales mon­taraces sobre frutos y raíces, carniceros sobre suspre­sas, y el cazador, el hombre, sobre las aves y losmontaraces, y los carniceros...

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Es la ley que permite que la más refinada civilr­zación encuentre contrapeso en el bosque y anclajeen el sentido de lo espontáneo y de lo natural, que elbosque concreta y sintetiza.

Sentido este de lo espontáneo y natural, al quela ciudad debe procurar asirse para no caer en laoquedad de la pura" abstracción; sentido natural quetodas las naciones procuran conservar, haciendo queel bosque penetre en la misma entraña de la ciudad,Así: Londres tiene su Hyde-Park; Viena, su dilata­do Prater, y París, sus frondosos bosques naturalesde Vieennes y de Boulogne, por :;010 citar estas gran·des ciudades para no hacer la lista inacabable.

Sentido de lo natural o sentido de lo verdaderoque impida a la ciudad olvidarse de que incluso esasluces de que tanto se envanece no son suyas, pues enrealidad son la floración fascinante y alucinadora defuerzas que se engendraron fuera de su recinto; deenergías que nacieron en las gargantas de las Sierrasy por cuya integridad montan fldelísima guardia laslegiones de árholes que sostienen la tierra de aque­llas vertientes lejanas...

A lo largo de esta conferencia hemos subrayadoen varias ocasiones la frase que se lee en textos anti­guos: Madrid y BU tierra, que constituye el nervío dela política urbanista de nuestros grandes Monarcas,los que al dotar a Madrid de amplios bosques decaza y recreación, ponían en práctica la idea de quela ciudad y el campo no estuviesen divorciados.

Anál,ogo concepto hemos tenido la satisfacción deescuchar, de labios de cuantos intervienen en el plan

Senlldode lo esponlia..y n.lnflJ.

Alaclnleloau.

Elnervio de lapollllel arblnlsll.

LaIlyll4&~I AIIN_

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del "futuro Madrid", cuyos acertados propóeitos de­seamos no se malogren.

y no deja d.. ser paradójica nuestra intervencónde esta noche, ya que a la consigna de d.sertar sobreel futuro Madrid hemos correspondido hablando noya del pasado, sino del vemoto Madrid. Y es que elmonte, cuando el hombre no pérturha la ley de 8U

gobierno, posee los medio,", neceilarios para perdurarpor sí mismo. El monte puede ser la cifra y compen­dio del manso y continuo fluir de la vida; en su re­cinto, los árboles nacen, crecen y son abatidos o mue­reno para venir a renacer o brotar con sostenido bríoy pujanza. En materia forestal no puede, pues, ha­blarse del mañana, si no ee con la vista clavada enel ayer... Y esto explica la forzosa paradoja en queesta noche hemos caído.

Asimismo, la "ciudad" que tiene sus raíces hin­cadas en el "campo", no puede tampoco olvidar quela conservación y lozanía de todo cuanto vive depen­de de su raigambre. Y a este respecto permitasenos,señores, que para concluir recordemos esta noche laleyenda de Anteo:

Anteo, gigante de sesenta codos, hijo de la Tie­rra, era invencible, pues BU madre, cuando caía derri­bado, le infundía renovado vigor. Pero al luchar conHércules dejó que éste le alzase sobre el suelo, conlo que al perder el flujo de inextinguibles energíasque recibía de la tierra, pudo aquél estrangularlo enel aire.

Esto nos enseña que nada importa caer derribadosi hemos sabido dar raigambre a nuestros afanes, Todacaída es, en este caso, fecunda, como lo es la del árbol

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que cargado de semillas se desploma sobre la tierramullida. Caer puede, pu~, equivaler a renovar y con­centrar energías para poder alzarse con mayor firmeza.

Lo temible en cambio es montarse y encumbrarse Slatesls y eítr••

sobre el vacío; entonces sólo alumbramos ficciones,quimeras y espejismos que la realidad no ya derri-ba, sino que lo que es irreparable desvanece...

Que la ciudad no olvide, en sus nobles y levan­tadas ambiciones, esta leyenda de Anteo, que es con- ,,"creción y símbolo de cuanto hemos dicho. ~~,,(t \'(~<i,.•' "-

... (--::~