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SERMOND E M A R Í A S A N T Í S I M A

Q U E

E N LOS DIAS DE LA RECONQUISTA

DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA,

y E N D E S A G R A V IO D E SU S A N T A IM A G E N

P R E D I C Ó

En l a i g l e s i a . p a r r o q u i a l d e s a n g i l ,

D IA 16 D E JU L IO D E 1813

E L R . P. P R IO R F . JO SE F M A Y O R A L D E S A N T O

D O M IN G O , R E L IG IO S O C A R M E L IT A D E S C A L Z O ,

E X -L E C T O R D E T H E O L O G IA D E L A

P R O V IN C IA D E A R A G O N .

g A R A G O Z A ; E N L A I M P R E N T A D E A N D R E S S E B A S T IA N .

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'Exulta^ et lauàa hahtta ìh Sion^ quìa magnus in medio tui Sanctus Israel. Isai^e 1 2 v. 6.

R e g o cíja te , y alaba á tu D ios, morada de Sion, por que el Santo de Israel se ha mostrado grande en medio de ti.

c¿ V^í'onque al fin , Señores, se cumplieron ya nues­tros deseos? ¿Conque llegó ya el momento feliz de nuestra libertad? ( i ) S i: ya se abrió el cielo: ya amaneció la auro­ra de nuestra verdadera felicidad: ya liegáron aquellos dias serepos, que por el largo espacio de cinco años, que han equivalido á siglos de esclavitud, han sido el objeto de nuestras an sias, de nuestros suspiros, y de nuestros deseos. Y a se ven realizadas nuestras esperan­z a s : Israel ha sido consolado, y habita seguro en los Tabernáculos de J a co b : el Señor ha hecho v e r , que no será confundido para siempre el que habita en Je- rusalen. E l lazo se ha quebrado, y todos habemos que­dado en una perfecta libertad, para gozar tranquilos las dulzuras de la felicidad y la paz: Luqueus contritus est^ et nos liberati sumus (2).

( i) N adie debe estrañar este exordio. E ste es el primer D iscurso <jue se ha pronunciado despues de'nuestra libertad, y en el que la voz de la verd ad , que hasta ahora ha estado también en prisiones, puede sin erhbarazo hacerse o ir : estas las primeras voces, qye el espíritu patrió­t ic o , reanimado por e l de re lig ió n , ha hecho resonar en la cathedra de la verdad. •

(a) Ps. 143 V. 7.

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( OLevantate pues y a del humillante polvo en que

y a c ía s , afligida Jerusalen; sacude el yugo que tenias sobre tus hombros, cautiva hija de Sion; y rompe ya las cadenas que te mantenían oprimida baxo una escla­vitud m iserable: S o h e vimula colli tui (3). Enjugád vuestras lágrim as, vírgenes de G a la a d , cesad ya de llo ra r , estériles de Israel: dexád esos vestidos de luto, tomad ya un ropage de gloria 5 que y a ha llegado el deseado d ia , el dia brillante , y glorioso de nuestra cum­plida redención : Dies redemptionis illuxit nohis (4). A lé­g rate , nación santa; invicta é inmortal Zaragoza (5 ) , habitación dichosa de Sion , llénate de júbilo, y de r e ­gocijo ; y entre estos d u lces, y amorosos transportes de alegria y de gozo que deben ocupar hoy tu cora- z o n , dá franqueza á tus generosos sentimientos, suelta y a tu v o z ; y con las expresiones mas tiernas y afec­tuosas , inflamadas en la fragua de un amor correspon­d id o , publica las bondades de tu Salvador, y de ttt D io s , ofrécele un sacrificio de g ratitu d , y de alaban­za , que es el que verdaderamente le glorifica, y le hon­ra : por que y a , ya el Santo de Israel ha hecho brillar sobre tí todo el esplendor de su p oder, d e su magnifi­cencia, y de su g lo ria : Exulta &c.

G loria pues al Dios de las eternidades: bendito sea el gsran Dios de Israel, que por un efecto de su bon-

(3) Isai. ¿a V. í , (4) E c c l. in OiT. Epiph.(5) L o s dictados de invicta , é inm ortal le convienen de lleno. Za­

ragoza no ha sido vencida. Conquistó Lañes en su rendición escom­b r o s , ruinas, enferm os, y m oribundos, que mas lo cubrieron de opro­bió, que de g lo r ia ; mas no ■ conquisto nuestros corazones. L o s cora­zones de ios Zaragozanos, invulnerabres á los tiros de la perfidia, y de la irrelig ión , no se rindieron jamas á la violencia , á la tirania, y al furor. A s í , no será menos gloriosa en la m em oria de los siglos Zaragoza rendida, que quando resistió con e sfu e rzo , y valentía sin Éxem plo, sin mas m urallas, ni defensas que los pachos de sus C iu­dadanos, á exércicos tan numerosos que vinieron para s\i conquista.

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( r )d a d , de su beneficencia y de su am or, ha visitado y obrado la redención de su pueblo; y con ella ha hecho renacer la a legria , la satisfacción, y el consuelo en to­dos nuestros corazones : Benedictus Dominus T>eus Israel, quìa visitavit et fe c it redemptionem plehis su<e (6). Un nuevo D avid ¡q u é prodigio! un nuevo D avid (7), que confiado en el auxilio de D ios, mas que en la fuerza victoriosa de sus arm as, y de su robusto brazo, pone en el nombre del Señor en precipitada fuga exércitos enteros de F i­listeo s, es el instrumento de que D ios se sirve para embiarnos la redención, para sacarnos de una esclavi­tud vergonzosa, y para hacer mudar de faz á toda Z a ­ragoza: Redemptionem missit /«o (8). Macabeo ilus­tre, armado de la virtud de D ios, ha quebrado nues­tros grillos, ha roto nuestras cadenas, nos ha abierto el camino de la verdadera g lo ria , y mostrado los sen­deros de la felicidad , y de la paz: Redemptionem missit,

¡ O transformación prodigiosa Î j A h , Señores, y cómo se ha variado la escena! Está es obra de un Dios: : Publicádlo altamente, corazones generosos, y agradecidos, y con una voz que resuene por toda E sp añ a, por toda la Euro­p a , y aun por todo el O rbe. Esta es obra de un D ios, esta es mudanza de la diextra del E xcelso: H ac mu- iatio dexteree E xcelsi. (9) ¡Q ué díferiencia, fieles Z a -

(6) L uc. I .

(7) E l Señor M ariscal de Cam po D on F r a n c i s c o E s p ó z y M i n a ,

Campeón invicto de N avarra, y G eneral de la D ivision de su nom­b re , es el Libertador glorioso de Z aragoza, que lo vió con gozo Comandante General de las tropas de esta Provincia para su cum pli­da satisfacción. T erro r eterno de las Legiones F ran cesas, puso en N avarra en precipitada fuga á la D ivision de C lau sel, y batió á la d e Paris á la vista de Zaragoza dia 8 de J u lio , de cuyas resultas tom ó el alto de la Bernardona, la Casablanca, y T orrero ’’ y obli­g ó á quel general á abandonar el dia 9 esta Ciudad. D ia 1 de A gosto , a l segundo d ia .d e fu e g o , rindió el C a s tillo , dicho de la A lfagería.

(8) Ps. l i o . V. 3. (p ) Ps. 7Ó, V. I I .

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ragozatios, qué diferiencia entre los dias pasados, y los dias presentes! ¿Qué eramos a y e r , y qué somos hoy,? Y o apelo á vuestro corazon mucho mas elocuente que mi voz. Decidme para vuestro consuelo , y para vuestra mas dulce satisfacción j que el recuerdo de tan grandes desgracias realza mas y mas vuestra felicidad. ¿Habéis visto una borrasca mas terrib le , y deshecha, que la que en los dias pasados amenazaba sobre nuestras ca­bezas? Pero ¿ y quán deliciosa calm a' no gozamos y a hoy? ; 0 y qué dulce es el puerto para el pobre na- \'egante que se ha visto ííuctuando entre las olas, y en medio de una deshecha borrasca! ¡P e quánta satisfac­ción es la salud para un pobrecito enferm o, que pe­leando entre ansias y agonías á brazo partido con la m uerte, se ha visto ya sobre los bordes del sepulcro á punto de perecer! ¿ Y no ha sido esta nuestra suerte? i N o nos habernos todos nosotros hallado en este tan de­plorable estado ?

Unos exércitos enem igos: : ( lo ) ¡O buen D ios! unos exércitos enemigos, que llevaban por todas partes el hor­ro r , y la desolación, y que amenazaban á esta noble, y siempre victoriosa C iudad de Zaragoza un próxim o saqueo, acompañado de todas las desgracias, y aun de la misma muerte. Un trib u n al: : : ( i .i) [Ah Señores! Un tribunal, por todas partes temible, establecido en medio de nosotros, que arrojaba el espanto, y la turbación al corazon de todos nuestros conciudadanos, que. hacía el dia tan som brío, y tan triste como la noche misma. N o por que los rayos del sol hubieran perdido sus brillos, no por que este astro luminoso se hubiera eclipsado so­bre Zaragoza; sino por que nuestros ojos, abiertos solo

(10) E l G eneral Clausel, pretendió porfiadamente, saquear á Zaragoza.(1 1) E l Tribunal de p o lic ía , que se arrogó todo poder, y apli-

caba toda su vigilancia en perseguir á los buenos Españoles.

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para el llanto y para el -do lor, se hallaban obscureci­dos por el tem or, y por h tristeza. En medio de estos espantos que no eran- sino continuos, no había otro desaho­go que los suspiros. jO y quándo llegará aquel d ía , d a - niabamos todos al C ie lo , oprimidos del peso de nuestras desgracias en el fondo de nuestros corazones! Domine iquando -hcec erunt% (12 ) jQ uando se romperán las espo­sas, los g rillo s , y las duras cadenas que nos afligen con una sola mirada de vuestra bondad? Domine, iquando respiciesi (13 ) ¿Quando volverá á nuestra amada Patria la tranquilidad y la calma? ^Quando respicies'ì ¿Quán­do recobrará la Religión tan abatida toda su g loria , y esplendor? iQ um do respicies% Ya es hora. Señor , ya es hora : ya es hora que dexeis caer sobre nosotros la dul­zura de vuestras miradas: ya es hora que se abran las entrañas de vuestra bondad sobre nuestra infelicidad, y miseria. Levantáos, Señor, levantáos y a , y juzgád vues­tra causa: Exurge Domine^ judica causam tuam (14)*

¿ Y quál e r a , decidm e, quál era todo el princi­pio de estos a y e s , y suspiros de nuestro afligido co- razon? ¿Q uál había de ser, Señores? Los gravísimos ma­les de la . Patria, y de la Religión. Visteis con dolor una gran parte de vuestros conciudadanos expatriados por huir la persecución; otros emigrados con sus familias hasta surcar los mares ; estos retirados á los desiertos, y al fondo de los valles ; aquellos correr para ocultarse á los parages mas desconocidos. Los que no han podido abandonar su patrio suelo, por que así lo pedian los intereses de sus fam ilias, de la piedad, ó de la R eli­g ió n , ¡que turbaciones tan continuas en el espíritu, jD e que sentimientos tan amargos no se veía asaltado su co- razonl N o había un solo instante de reposo; todos nues-

( la ) M atth . 24. v. 2 1. (13) Ps. 3 4 v. 1 7 (14) Ps. 73. v. 2 1. ,

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tros movimientos manifestaban nuestra turbación; el lían- to asomaba á nuestros ojos; sobre nuestra frente se veía pintado el d o lo r ; 'y no una vez sola se v ió quizas di­bujada sobre nuestro rostro la imagen- fea de la misma muerte. Una mirada de ojos era' un crim en; una sola palabra escapada de nuestra boca, tenia al rededor de sí mil observadores, que acechando nuestro patriotism o, eran otros tantos fiscales, que ponian en peligro nuestra li­b e rta d , nuestra reputación, y aun nuestra vida. A sí: ua silencio profundo tenia embargada nuestra lengua; el te­mor de un destierro cerraba nuestras bocas; las cárce­le s , los grillos, las prisiones, los calabozos oscuros que amenazaban á nuestra fidelidad, y de cuyos rigores he sido yo triste víctim a ( i j " ) , no nos dexaban otro coa-- suelo que el llanto y el dolor.

V isteis tam bién, y aun con dolor mas amargo y mas a ce rb o , atropellada la Religión. Sus M inistros oprimi­d o s , encarcelados, desterrados; ( i6 ) las vírgenes de todos los estados que siguen al C ord ero, despojadas, per­seguidas , insultadas; los Templos del verdadero D ios sa­crilegamente profanados, hasta el exceso de atropellar al Santo de los Santos, y echar por tierra la Sangre del Testamento en que hemos sido santificados; las Imágenes sacrosantas, aun aquellas que se merecían nuestra mas particular veneración, y todos los afectos de nuestra pie­dad, abatidas, m ofadas, ultrajadas. V os sufristeis este u l- trage dulce M adre mia. S i, devotos de M aría , s i, hijos predilectos de su am or: en esa Imágen prodigiosa de

( ig ) E l D irecto r de policía D o n M ariano Dom ínguez mandó pren­der al O rador por su patriotism o, encerrarlo en un calalabozo sin com unicación, y cargarle grillos de media arroba en los dias mas ri­gurosos de todo e l invierno.

(i6 ) Aun mismo tiem po vió con dolor la Ig lesia de- Zaragoza Ja m itad de su Cabildo preso en las C árceles públicas entre ios facinerososj se avergonzarán los siglos.

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M aría Santísima del Carm en, que ha sido siempre el dulce obgeto de todas las ternuras de vuestra devocion. V os, lo repito con dolor, vos sufri«t<jis este ultrage, dulce M adre mia. Una tropa de vandidos os conduce entre sus sacrilegas manos: os insulta, os m altrata, os acuchilla, y vomita sobre V os todos los excesos de su veneno, de su malignidad, y de su furor. ¡C ie lo vengador! ¿D ón­de estaban entonces vuestros rayos? ¡Furias del abhmo! ¿ Y no vengasteis estos ukrages, que al fin se refundían contra la M adre de un Dios? Pero ¡a y de mi! que esa -Madre de mansedumbre, y d>e dulzura todo lo sufre. Una mano religiosa la saca de entre aquellos furiosos Vandales : (17 ) y la religión de tantos devotos, y parti­cularmente de su Confraternidad ilu stre , la coloca en «ste templo santo, la expone á la pública veneración, y la consagra continuos cultos en desagravio de tantos ultrages. Est.i solemnísima F estiv id ad , todo este devo­t o , y plausible N oven ario, que tendrá el honor de pu­blicar el menor de todos sus hijos, será un testimonio eterno de su z e lo , de su p ie d a d , y de su-religión.

S i: yo os haré v e r , que nuestro D ios, que el San­to de Israel se ha mostrado verdaderamente grande en medio de Tiosotros: M agnas in medio tui Sm ctu: Israel: y o publicare altamente las grandezas y maravillas de D io s , obradas á nuestro favor por medio de su dulcí­sima M ad re: M agm s, Dios es grande en si mismo, y lo es también en sus obras: pero entre todos los ins­trumentos de que se s irv e , entre todas las obras que han

(17) Señora Condesa de Bureta dispuso siicar i.a Santa Im agen, a costa de algunos riesgo s, del Convento del Carm en, dpnds recibió lo s primeros ultrages de la tropa francesa, D on Francisco A g a lla r ía saco despues de casa de aquella Señora, que el gobierno francés ha-

la destinado para Q u a rte l, de entre la^ manos de los C o racero s, y a. condumio á s u y a , donde permaneció^ h ^ ta que pyesca en

jo r lorm^ la colpcó en la Igle§ia Sqii GÜ.

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( i o )salido de su d ie x tra , Io es. para nosotros en esa tao privilegiada cria tu ra , que. e s , según los P adres, el ca­nal glorioso, de todas sus beneficencias, y bondades; de que ha. cabido tanta parte á los hijos del Carm elo, y á todos sus. Cofrades, y devotos como, hijos predilectos de su aníor. Dios, se ha mostrada con nosotros, verda­deramente grande, y no parece «ino. que ha empeñado toda su, omnipotencia á nuestro favor. Magnus in medio tui^

Prim era parte i N os ha dado, en M aria Santísima del Carm ea una M adre tierna y compasiva.

Segunda, parte Nos. ha dado por medio de ella en su Santo Escapulario una prenda, segura de su protección.

V ed el epilogo, de las grandezas de D ios à nuestro, fab or, y todo el espiritu de. esta Festividad.,

Soberano Señor Sacram entado, D ios escondido, que encerrado en ese Sacramento, augusto, y oculto baxo esas blancas especies, que. como, otro velo del Santuario nos vienen á encubrir vuestra g lo r ia , sois para nosotros un copioso mineral de. g ra c ia s , y un. manantial inagotable de todos, los, fabores, del C ie lo , nos. v e is , Señor al pie de vuestro Augusto. Trono, á protestar nuestra fé . T o ­dos confesamos, mas que el infierno g im a, mas que el error clame,, mas, que. la, impiedad, levante, el g r ito , to­dos confesamos, vuestra real, y verdadera presencia en ese Sacramento adm irable, mem orial, y compendio de to­das vuestras mara.villas, y grandezas. Todos confesamos que tenemos en. él, un pan del, C ie lo , un pan de A nge­le s , y de vida, etern a, con que á toda. hora, podemos nosotros alimentar nuestra alma.. Todos confesamos, que por medio de- él desplegáis,«obre nosotros todas las ri­quezas de vuestra bondad.,/¡Xodos, confesam os, que os ofreceis en él. victim a de. propiciación; por nuestros pe­cados, y victim a p u ra , sañta, y digna de. un D ios. Y en premio de esta confésiony ¿que podemos desear, Se^ñor i Un rayo de vuestra gracia,.

” A V E M A R IA .

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( ” )

P R IM E R A P A R T E ,

D ios nos ha dado en M aría Santísima del Carme« una M adre tiern a , y compasiva. D e Ja boca de la mis­ma Soberana V irgen sale desde luego esta verdad. Y o soy la M adre, grita esta Señora, del mas bello am or: E£;o M ater pukrce 4 illectionis ( i8 ) . [Q u é expresiones tan consolantes! Y al oírlas ¿no se ve y a nacer un só­lido gozo en vuestro espíritu, vuestro corazon no se ba­ña de consuelo, viendo que teneis una M adre, que por un efecto de su ca rin o , de su ternura, y de su amor está siempre cuidando de vuestros intereses ante el aca­tamiento de D ios? M aría es nuestra M a d re : y según es­ta qualidad tan interesante para el pueblo chrístiano, ella viene á ser nuestra v id a , nuestra dulzura, nuestra es­peranza , y el principio de toda nuestra d ich a : Vita^ áulcedo^ spes riostra (19 ). M aría es nuestra M adre: á todos nos dió á lu z , dicen los P ad res, entre los dolores del C a lva rio ; á todos nos adoptó por h ijo s , quando Jesu- Christo le encargó á su Discípulo amado desde la C ruz: K cce filiu s tuus ( 3 0 ) . T odo el pueblo chrístiano se v ió entonces reunido en la persona del Evangelista, Pero aunque esto es v e r d a d , hoy se dirigen estas expresio­nes, según el espíritu de nuestra M adre la Iglesia, mas particularmente á los hijos del C arm elo, y á todos los C ofrad es, y devotos de M aría Santísima del Carmen, como quien Ies presenta de un golpe con solo el titu­lo de M a d r e , todos aquellos p riv ileg io s, todas aquellas prerogatívas, y gracias que ellos han recibido de su bienhechora mano. J Se puede acaso privar de la quali- ,dad de hijos de la adopcíon de M aría á los que v e r-

(18 ) E cc l. 44. ( ip ) A ña Salve Regina. (ao) Joan. jp .

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( í 2)-daderamente lo son del C arm elo, y á todos sus C ofra­des y devotos? Estos^ soii á los que-esta gran Señora los adopta como R a q u el, los susien.ta como Ruth, los acoge c*omo- R aab, los defiende como Judith , y cxerci- ta ácia ellos todos los oficios de. una cariñosa. Madre>.: mir¿indolos. siempre como pueblo dichoso de su predi­lecc ió n , y como, hijos los mas. queridos de su amor:, de modo que á, cada uno d;. eilos se puede decir coii: justa razón lo que d ixo á. San Juan J>esu*Christo : V e . ai. á . tu. M adre: Ecce M ater tua (2 1).

Sí 5 Señores : M aría Santísima es Madre.de. los C ar— inelitas y. de todos sus C o íja d e s , y devotos; y n ad ie, ios. puede p rivar de es.ta prerogativa , que es el origen. de su fe licid ad , y su inmortal dicha. ¿No es,este con, efecto aquel pueblo dichoso-de.predilección, que ella se. ha elegido para tener con él .sus delicias.? Y sino ¿á.quiéa^ sino á esta tierna Madre, debe el Carmelo toda su her- jT.osura, y las grandes ventajas que. él se. ha adquirida por el largo,transcurso de.tantos siglos? ¿.Reconoce por. ventura otro, principio , no., solo de su ser , sino tambieo. de. su aumento , y propagación , que las miradas benig­nas de esta gran Señora, que en todos los .siglos le ha­dado los testimonios mas auténticos de su .benevolencia, y de su amor? | 0 Carmelo!. ; 0 monte dichoso, digno de las miradas del E te rn o , y,, ep el qj e el Señor ha ter nido á bien de. habitar por la maravillosa efusión de sus bondades! Motis. in quo h&nepUcitum est Deo ha^ hitare in eo. (22) [Santos..Profetas E lia s , y Elíseo, favo­recidos hijos, de, los Profetas., vosotros habíais de hablar de la maternidád. gloriosa de tan-dulce M adire, vosotros que probasteis con tanta-aoticipacion los poderosos, y be-, néíicos iníluxos de esta feliz auxora de la .gracia!

C»i) Joan i^ . (aa) P b. 67. V. J?.

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( ' 3 ),Desde que el grande E lia s , por uti e.s;5íritu de

profecía el sublime , vino á des:'abrir á M aria San­tísima sobre la inon’-aña del C arréelo , baxo' el m isterioso veiO 'de una pequeña nubecllla , símbolo expreso , según, se explica la Igl-esia de-la Santísima Virgen 1 (1 3 ) Virginis íypQ insignem-^ ¿no fue este gran Profeta el que coa- fonpe a u n tan cumplido m odelo, formó aquella Con­gregación de hombres solitarios, que velando incesante­mente en su cu lto, se habian de formar sobre sus sen­timientos? Es constante que el grande Profeta. E lias, como lo reconoce la Ig lesia , fundó, y dió-en cierta ma­nera principio á esta Orden del C arm en, juntando en e l Monte Carmelo varios so litario s, y R eligiosos; mas yo digo, tam bién, que el Santo Profeta no ideó este esta­blecimiento ni lO’ puso por obra , sino por las lu c e s , y gracias que le fueron concedidas por los méritos de esta nuestra Santísima M adre; que no executó su designio sino, á fin de honrarla, ni lo formó sino sobre el modelo de las. virtudes que. habian d e resplandecer en la Virgen* P o r consiguiente aunque. la Madre de D ios no fue la causa eficiente, que dió el ser á nuestra Sagrada O r­den , no dexa de ser su causa m eritoria, fin al, y exem- plar. ¿ Y no le dá esto de justicia el derecho , y la qua- lidad. de F u n d a d o r a y M adre nuestra , y aun con mas razón , y propiedad que pueda convenir al grande E lias? Si : por que no habiendo obrado este gran Pro­feta sino por los méritos de la Santísima V irgen , con el. gran designio de honraría, y mirandola, como á su exemplar , y modelo, no parece fue mas que Ministro de esta gran R eyna , y como. Lugarteniente de. esta grande ohra.

Los efectos , según los Theologos, se: atribuyen con

(?3 ) E s c i, in off. B . M . V .

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propiedad a las causas morales. JEllos reconocen á J e- su-christo por autor de la gracia concedida á los justos de la L e y antigua, por quanto la mereció para to­dos. A si, pues, como Jos antiguos P atriarcas, y justos anteriores á la Encarnación del Hijo de D io s , no re­cibían la gracia sino por los méritos d e Jesu-christo, asi también pudo el grande EJias antes del nacimienlo de la Santísima V irgen , recibir gracias por los méritos de esta Señora, por cuyo medio se comunican a l m u ndo, según los Padres, todas las gracias. E s también constante que Jos efectos dependen de sus causas finales y que estas no necesitan existir en si mismas para influir en ellos. ¿N o pudo pues m uy bien la Santísima V irgen antes de existir en el mundo , mover interiormente al grande E lia s , para que fundase una O rden Religiosa destinada á honrar á la misma V irgen? ¿ Y no pudo también e l mismo Profeta fundarla sobre este divino exem plar, co­nociendo en espíritu las virtudes que M aría Santísima habia de practicar sobre la t ie r r a , y que y a poseía desde la eternidad en el orden de la predestinación? !No hay que d u d arlo , Señores: y no extrañéis moleste y o vuestra atención, á que me obliga el zelo por mi R eligión S agrad a, con estas pruebas de tan gloriosa ma­ternidad , y que demuestran hasta el convencimiento, que M aría Santísima del Carmen es nuestra M a d re : E go mattr.

D ios declaró su voluntad al grande E lias sobre este design io , señalado y a , y determinado en los decretas eternos, quando le hizo ver sobre la cima del Carmelo aquella nuvecilla-, que la figu raba; y luego lo executó*. Este hombre de D io s , este hombre de fuego , como nos lo pinta la E scritu ra , abrasado del zelo de la gloria de D io s , que hizo siempre su carácter , se consagró con sU$

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( 'f >Discípulos al culto de la futura M adre del Mesías (24), v i­viendo en soledad, y practicando las virtudes de la R eli­gión. E n la figura, é im agea descubrió este Profeta con so** berana luz, al p ro to typ o ; conoció con una vista clara su original 5 y por una singular ilustración que le fue con­cedida por loa méritos de la Soberana Virgen. , vino en conocimiento que D ios habia elegido .el Carmelo para la prim era silla d e su R eligión , que debia establecer en él á fin de honrar aquella incomparable criatura que de­bia ser M adre d el C riad or. Y véd como luego se juntaa muchos hijos y alumaos, en el Santo M o n te , que velando incesantemente en el culto de M aría , se forman sobre los mismos sentimientos , que se habían de descubrir al­gún dia en esta gran Señora» L a Iglesia confiesa, que ardiendo en zelo de su h on o r, y gloria , fueron los pri­meros que edificaron en honor suyo una C a p illa , y que la, erigieron en e l mismo parage del M onte Carm elo que habia sido la cuna de su Orden r la misma reconoce, que descendiendo el dia de Pentecóstes. un fuego, celestial so- bre los seguidores de E lia s , y Elíseo,, traxo como- en­vuelto en sus llamas, el amor á la Santísima V irg e n , y que estos verdaderos Israelitas se esforzaron con santa emulación á tributarla los. m ayores obsequios, como hi­jos de tai M adre (2^)-

Y en vista de esto ¿habrá y a quien dude de esta glo­riosa maternidad?. ¿No. nos podemos g lo ria r, de que esta Benigaísima, Señora, nos. ha. adoptado, por hijos á todos los Carm elitas,, y á todos los que se alistan en esta. Con­fraternidad gloriosa í L a misma Soberana V irgen para acreditar su adop cion , nos dió su nombre-, quiso que habiéndose intitulado antes hijos de los P rofetas, se lla­masen en adelante Hermanos, ó- Religiosos de la B ien-

(14) V irg in ! paricura. FJores del Carm elo. H istor. Profeti,(25) Eccl. in off. B. M. V. de Mont. Carm.

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, C>6)aventurada V irgen M aría del Monte Carm elo. D e lo alto del Vaticano sale esta voz : los Soberanos TPontifices lo han publicado altamente , y asi lo tienen declarado esfos oráculos de la Iglesia j y organos del espíritu de verdad, Abramos los fastos de la R elig ión , y veremos un Sixto I V que dice expresamente que la misma Virgen M adre rie Dios , que concibió en sus purísimas entrañas á nues­tro Señor Jesu-christo, produxo la Sagrada Orden llama­da de la Beatísima V irgen M aría del Monte C arm elo: V irgo D ei Genitrix gloriosissima Dominum nostrum Je-- síim Christum g em it , produxitque saerum Ordinem S . M , de Monte Carmelo : (26) veremos cien años despues á •Gregorio X I I I , que publica en alta v e z , que la hermo­sísima V irgen dió á luz la Sagrada Orden de la Bienaven­turada M aría dei Monte Carmelo. |Qué palabras tan de­cisivas 1 Pues aun añadieron estos Soberanos Pontífices, para comprobar , que M aría Santísima ^s nuestra B'un- dadora , y Madre , que ella misma nos quiso honrar con su propio nom bre, asi como los Patriarcas que fundaron •las R eligiones, les dieron ordinariamente el suyo : O r- (iinem proprii nominis titulo iníignivit (27)* ¿Pero y para que •otros testimoniosi Jesu-christo pone á.esta-verdad un sello, que no podrá jamas romper toda la airogancia de la cri­tica : E sfu érzate , T e re s a , dice á mi Serafica M adre,

(26) V irg in i .púríturs, Florf.s dej .Carm. ó Iliscor Profet.( ly ) B ailar. Carm el. *£ati B ercóldo, primer G eneral de los L a ti­

n o s , honró y propagó esta Orden de la "Virgen. E ste glorioso San- •to, al tiem po de das expediciones de la Cruzada año 1099, hizo vo­to .de dedicarse eo .su R eligión al .servicio de la Santísima Virgen,,-ei quedaba con vida*, y püra cum plirlo , se retiró al M onte C arm elo en­trando 'R eligioso. Siendo G eneral fundó muchos Conventos en e l mis-* ino M o n te , donde S2gan e l'C a rd e n a l Bitriacense en el año 1 1 1 4 y a vivian jnuchos en celdillas á im itación de E lia s , y principalmente en J:; parte que cae sobre lo Ciudad de P o rfir ia , ó .Caifa, y junto á la fuente Qp.e conserva e l nombre de aquel Profeta. E n el año u g o protegido de su primo el PatriarQa A jjn w ic o , n)udó Sao BiSrchololo el rito G riego a] Latino.

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esfuerzate, que en tus dias veras muy adelantada la O r­den de la V irgen (28).

M as ¿ y que es de admirar se explicasen en estos térm i­nos estos oráculos de la verda.d, si la misma Soberana V ir ­gen no ha perdido ocasion para acreditar esta maternidad gloriosa? Esta benignísima Señora trata á los Carmelitas en todo como hijos , aun durante su vida mortal. Los visita frecuetiteménte en su soledad; los alimenta con la divina leche de su celestial sabiduría; ios instruye en los divinos m isterios; los ilustra con las mas brillantes luzes de la gracia (29), jQ ué bondades! Todos son oficios de una M adre cariñosa , y tierna , todas muestras de su predi ■ ieccion y de su amor. Pero lo mas adm irable, lo mas dig­no de todo reconocimiento dé los hijos del Carm elo, y de todos los C o fra d es, y devotos que entran á participar de esta gloria , es el haber querido adoptarnos la San­tísima V irgen , no con una adopcion regular , no con una adopcion sim ple, y estéril; sino con una adopcion pri­v ileg iad a , con una adopcion correspondiente á su digni­d a d , y muy superior á la que suelen practicar los hom­bres. Quando en la vida civ il quiere algún hombre re­cibir á otro por hijo adoptivo , lo executa con una sim­ple declaración de su voluntad: su contrato de adopcion no es mas que m oral: no hace mutación ninguna en el hijo adoptado. Esta adopcion nada produce e fe c tiv o , y real en la persona del adop tad o: no dá mas que una exterior denominación al hijo adoptivo. Mas_ nuestra ca­riñosa M adre, esta M adre de bondad, y de misericordia, atenta siempre á singularizarse'con ios hijos de su amor, mu­da nuestra qualidad, y nuestro interior al tiempo mismo que nos adopta, y nos recibe por hijos. jQ ué riego de bene­ficencias no baña nuestro espiritu , nacido del copioso rau-

(28) A dic. á ia vida de Santa T eresa núm. 19. Sucedió año 15 71 .(29) F lores del Carm,

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( . 8)dal de sus bondades! Su adopcion penetra hasta lo mas intimo de nuestras almas. Introduce en ellas mil gracias; soberanas lu ce s , santos pensamientos, un divino ardor, v irtu d , fortaleza . en suma, un sm número de gracias in teriores, que nos alcanza de su Hijo Soberano Jesu-christo. N o correspondía menos á una M adre benéfica, y liberal, ^ue teniendo en sus m anos, según el lenguage de los Pa-» d res, todos los tesoros de Dios , no desea sino difundir­los abundantemente sobre ellos.

¡O dicha inenarrable de los hijos del Carm elo, y de todos los Cofrades , y devotos, que tienen el honor de estar alistados en la milicia de M aria ! ¿Puede acaso subir á mas alto punto su gloria? ¡Q ué honor tener por M adre á la R eyna de los A n geles, y de los Santos, á la misma M adre de D ios! ¡Qué dicha , qué consuelo, qué felicidad, qué g loria , estar baxo la adopcion de aquella V irgen for­mada por las manos del Autor Supremo con la mas glo­riosa distinción, y separada de la masa común para ser digna M adre del Unigenito del Padre Eterno , y del in­mortal R ey de ios siglos! Se reservaba tan soberana d ig­nación para los C arm elitas, como hijos primogénitos de su amor. Y véd aqui lo que ha obrado la mano prodigiosa de Dios á nuestro favor. Este Señor verdaderamente gran­de , nos ha dado en M aria Santísima del Carmen una M adre tiern a , y com pasiva, que en todo tiempo nos ha mirado como verdaderos hijos» Pero aun vá á llevar mas adelante la sèrie de sus m aravillas, y grandezas. Nos ha dado también por medio de esa Soberana Señora en su Santo Escapulario una prenda segura de su protección.

S E G U N D A P A R T E .

¿ Y que no hará una tierna, y compasiva madre para am parar, y proteger á los hijos queridos de su amor?

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N ad a demuestra mas el am or, y benevolencia de una madre tiern a , y com pasiva, que la continua so licitu d , y desvelos conque ella mira siempre los intereses de sus hijos. Atenta siempre á todo aquello que les puede lle­var consigo la felicidad , y la d ich a , no parece sino que se olvida de s i, al verle trabajar solicita por el bien de ellos, siempre sensible aun al mas ligero infortunio, que pudiera debilitar su reputación, y obscurecer su gloria. Asi se explicaba un Profeta para templar las que- xas de la amada Sion, vanamente persuadida de que se hallaba por entonces abandonada de su Dios. jP o r ventura, decia, podrá olvidar una madre a l ‘ hijo de sus entrañas, y se mostrará insensible á los golpes, é infortunios que le amenazan? ¿ Será posible, que ella no emplee á su favor todas las ternuras de su compasion? \^unquid oblivisci potest mulier infantem suum ut r.m mi- sereatur filio uteri sui'i (30) ¿Pues qué M adre hubo ja­mas para sus hijos mas amorosa, y tiern a, ^ue la San­tísim a V irgen? ¿Q uién los amó con mas ternura, que esta dulce M adre á los del Carm elo, siendo estos los que por un privilegio especial, le erigieron aras auu antes d e nacer (3 1 ) , y los que para formarse en la san­tid a d , y en la justicia, la eligieron por modelo aun

(30) Is . 49- V 15(3 1) L a tra d ic ío u , ve stig io s , y m onum entos, que encontró en

e l 5Íglo pasado en el C a ’-melo F r. Juan Bautista de San A le x o s , va­rón e r ú d i t O j de buen in gen io , y de bastante cr ítica , lo confirmaron en que la C ap illa de la Santísima V irgen fue erigida en tiem po de la L e y e scrita j ren ovada, y mejorada con piedra blanca en el siglo prim ero de la L e y de gracia cerca del año 33. Fue amplificada por Santa E len a en el s iglo q u arto , qne edificó un Convento magnífico incluyendo en el la C apilla. F u e ademas restaurada en el siglo nono por el Em perador de Oriente. Basilio M a ce d o j y de nuevo repara­da en el duodécim o, por un M onge oriundo de C alab ria , á quien apa­reció San E lia s , y en quien Berault Bercastel quiere fixar el princi­p io de nuestra Religión.

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(lo)muchos siglos antes de dexarse ver en el mundo? N o hay que dudar, que ellos han tenido siempre derecho á todas las pruebas de su benevolencia, y de su am or;

-no hay que dudar, que ellos han estado siempre ba- xo su amorosa protección.

Quanto os he dicho hasta de ahora autoriza desde luego el parto feliz de M aria - en el O riente, dando á luz á estos Benjamines de su am or, pero en tiempo de su mayor persecución los produce de nuevo en el Occidente, pudiendo decir esta Señora á sus Carm elitas lo que á los fieles de G alacia decia el grande Apóstol para ponderarles sus nuevos empeños, y lo mucho que trabajaba á su favo r: Hijuelos m ios, á quienes nueva­mente doy á luz; F ilio li mei^ qm s iterum parturio (32). E s constante en la historia de la R e lig ió n , que opri­midos los Solitarios del Carmelo con las incursiones frecuentes de los Sarracenos, enemigos irreconciliables del nombre chrístiano, embiáron á la Capital del mun­do el mas precioso tesoro, para que no cayera en ma­nos de aquellos bárbaros Sectarios de M ahom a, y era una Imagen de la soberana R eyna de los Angeles. Ellos la hallaron á su llegada en el Occidente 5 y fue como la salvaguardia de los hijos de los Profetas, que eran los primogénitos de su amor. Los succesores de San P ed ro , que la habían recibido como un regalo digno de su p ied a d , instituyéron la solemnidad presente ba- xo el nombre de Nuestra Señora del Carmen. L a M a­dre de D io s , esta tierna Madre de m isericordia, siem­pre igualmente favorable en el Occidente á una O rden, que habia -protegido constantemente en el O riente, no cesa de darle nuevas pruebas de su protección. ¿ Q u é no hizo esta M a d re , y Protectora del Carmelo en tiempo del Soberano Pontífice Honorio I I I , á quien apa-

(31) E p . ad ü a l . c. 4 V. 19.

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(2 l )rece con un semblante amenazador para que confirme su R elig io n , castigando visiblemente á dos de sus C uria­les, y dexando cubiertos de confusion á todos sus ene­migos? jQ u é no hizo en Inglaterra, quando por me­dio de una Imagen suya habla altamente á su favor? ? Y qué no ha hecho también todas quantas veces se ha levantado alguna persecución contra esta su sagrada O r­den ? Ella ha cuidado en todo tiempo de defenderla, y de autorizar su perpetuidad, prometida por su mis­ma boca á San Pedro Thom as: Confidito Petre^ Relir- g io enim tuñ in finem- usque mundi est perseveratura (33). Para asegurarnos mas esta protección, la misma Seño­r a , iqué bondad ! la misma Señora se h a dexado ver abri­gando á sus Religiosos, que acoge baxo su manto, mante­niendo los extremos de su capa blanca dos Angeles, á la manera de una a v e , que acoge baxo sus alas á sus mas queridos polluelos.

¡ Qué solicitud,, christianos, qué amor! Mas no paran aun aqui las muestras de su cariño, V olved ya vues­tra vista ácia aquel dia grande que fue el origen de nuestra fe licid ad , dia clarísim o, dia de lu z , día en que esa Soberana Señora, se manifiesta á su querido San Simon E stoc, digno General de su O rden, y se le dexa ver con todo-ei esplendor, y magnificencia de su gloria-. Con­templad alli á este hum ilde, y fervoroso devoto de M a­r ia , tocado vivamente de las necesidades de su O rden, di­fundir á su presencia en un éxtasis divino todas las ter­nuras de su corazon. ¡ Qué de supiros mas encedidos en el divino fuego de am or, no dirigía él ácia el C ie lo , pidiendo como Gedeon á Dios á esta tierna M adre algu­na señal sensible, que comprobara su protección. ¡A h Se­ñora ! grita él entre los transportes de su devocion, y entre las crueles y duras penas de su corazon añ ig id o ,

(33) E cc l. in oíF. S. Simonis.

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anegado en las amargas aguas de la tribulación. |A h Señora! si fuera yo tan fe liz , que hallára gracia á vues­tros o jos, y tocara las entrañas de vuestra generosa piedad. Bien ve is , M adre mia , nuestra aflicción desde el alto trono de vuestra misericordia. Sabéis V irgen Santa, que el Carmelo pertenece á V os por un titulo el mas es­pecial. Ccupado siempre en vuestro culto, y e n vuestro honor, él no tiene aun señal alguna que le distinga en­tre ios hijos de vuestro am or, y que como un fuerte é impenetrable escudo lo ponga á cubierto de sus ene­migos. Este será quizas el motivo por el que él se ve tan perseguido. Dádnos pues, flor hermosa del Carmelo alguna gracia particular , algún p rivileg io , que haga ver á ios que nos persiguen,^ que somos nosotros los hijos mas queridos de vuestro am or: F /os Carmeli^ Carmeli- lis da privilegia (34). A brid y a , Señora, esas manos bienhechoras , volved ácia nosotros esos ojos llenos de m isericordia; desplegád esos lábios que no derraman sino bondades. ¿Qué esperáis, M adre m ia, qué esperaisi Y a es hora que derrameis sobre nuestro afligido cora- son el consuelo. H ablad, Señora, á nuestro favor una sola palabra; que ya oye vuestro siervo: Loquere^ quia üudit servus tuus (3 y).

¡ O poder admirable de una oracion hum ilde, y fervorosa ! Abre los C ielos, y hace descen d erá mane­ra de una copiosa lluvia la misericordia. Asi fu e , Se­ñores. Aun habia acabado San Simon Estoc su humilde, y fervorosa oracion , quando la Soberana Em peratriz de ios C ie los, atrahida de la dulce violencia de sus raras virtu des, dexa las mansiones eternas, sale de las puer-

(34) Esca es la oracion que hacia e l Santo: F los C a rm e li, vitis flo ríg e ra , splendor cce li, V irg o puerpera singularis, M ater m it is , et viri n escja, Carm elitis da p riv ile g ia , stella maris. F lores del C ar­melo. V ida de San Simon.

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( 2 3 )tas de la g loria , acompañada de un exercito de Ange les, y llegando í presencia de este Serafín abrasádo en su am or, le d ice , como en otro tiempo Dios i Gedeon N o teneis que tem er, hijo m ió, que yo estaré con vo ­sotros, E go ero tecum, (36) M i mano os sostendrá, á pe­sar de los tiros, y furiosos ataques de vuestros ene­migos. Yo seré contra todos ellos vuestra defensa, vues­tro escudo, y vuestra protección; Ego e r o . tecum En prueba de estas mis promesas, recibe, hijo mió muy ama­d o , este pequeño hábito, este Escapulario de tu Orden, y C onfraternidad, que las manos de los Angeles han fabricado: Accipe dillectisúme fili^ h oc tui Ordinis Sca^ pulare. V éd aqui el gran prodigio de la predilección de M aria , y la salvaguardia que dá al Carmelo para asegurarle su protección. Cantabrigia Ciudad de la In­glaterra es el theatro dichoso de esta solemne aparición: Suvaningron Secretario del Santo General de la Orden, es el testigo de esta m aravilla .(3 7 ) , y todo el mundo chrístiano, apoyado sobre la fá de mas de cinco siglos y de mas de treinta Sumos Pontífices, que con su autoridad la confirman, reconoció en ella las entrañas de una M a­dre cariñosa, y tierna, que se apiada de sus hijos afli­gid os, y los consuela compasiva, en los dias de su m ayor aflicción.

i Y habéis concebido, Señores, hasta donde llega aqui la bondad de esta Soberana R eyna? Baxar la misma Emperatriz de los C ielos, dexarse ver del bienaventu­rado San Simón, entregarle la inestimable prenda, deí Santo E scapulario, y hacerle para s i, y para toda su O rd e n , y Confraternidad las mas magnificas promesas i quien jamas oyo cosa semejante? XQ uis umquan audtvit

? (38) N o reconocemos aqui la mano de Dios? ¿N o

l ' 3 - Í3 ^) E ccl. in oíf. S. Sim. (37) Judie. 6 v. 16.(30) Sucedió año l a g i .

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(h )vemos uña iiifínidad de maravillas reunidas en un solo p rodigio? Angeles Santos, ah! vosotros que fabricasteis este tesoro del C ielo , vosotros que acompañasteis á esta R eyna Soberana, vosotros que fuisteis testigos de esta tan maravillosa aparición , decidnos; s i , decidnos para nuestro consuelo; ¿N o visteis á vuestra Soberana Reyna dexar las moradas eternas, y dexarse ver de su fiel siervo á manera de una brillante aurora, difundiendo g racias, y cercada de los mas brillanres resplandores? ¿N o la visteis alargarle coa una dignación soberana el Santo es­capulario, este tesoro del C ie lo , que vuestas mismas ma­nos fabricaron, y con el todas sus gracias, todas sus bene- íicencias y bondades? ¿ N o la visteis presentarle este vestido de g loria , como aquel que dió D ios á su Pueblo para cu­brir su ignom inia, como una prenda de su protección, y ’ de una alianza eterna Tcedus pacis^ et pacti sem pher- n i: como una señal de salud: Ecce signum salutisi como un escudo impenetrable para todos los peligros: Salus in periculis: y como uno de los mas firmes apoyos pa­ra la hora de nuestra m uerte, capaz de aplacar la ira de D io s , y de preservarnos de una condenación eterna? l ln qao quis moriens ceternum non patietnr incendiumì (39) jO prenda divioa! ¡O dadiva generosa, digna verdade­ram ente de- la M adre de un D ios!

Y no penséis vosotros que este es un privilegio exclusivo, un privilegio personal, concedido solo á San Simón Estoe: es un privilegio que tiene mucha extensión; es un privilegio para toda su Orden, y para toda la Confraternidad del Carm elo, como la misma V irgen lo declaró en su apa­rición. Y o sé que esta Señora se ha distinguido en todo tiempo con otros predilectos de su am or: sé que á San Il­defonso le traxo desde el C ielo una Casulla ; á San Alberico segundo Abad del C ister, le baxo una Cogulla blanca;

(39) Is . 66 V . S (40} F lores del Carm . V id a de S. Simón.

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( í j - )y á San S o rb e rte Fundador del O rdea Premostratense el Habito de su R eligión: pero estos fueron unos pri­v ileg io s, y gracias personales, que se concedieron á estos Santos, y no á los demas. Mas el Escapulario del C ar­m en, este vestido de fortaleza, y de hermosura, este ropage de gloria, esta señal de santidad, esta prenda 4 e salvación-, y de salud; el Santo Escapulario, no solo fue dado á San Simón E sto c , sino que fue un distintivo, Mñ p riv ileg io , una gracia para el y toda su O rd en , para é l y para Todos los Cofrades de esta devota, y numerosa Herm andad, para él y todos aquellos que lo vis­ten con p iedad, y con verdadero espiritu de religión. L a misma V irg en lo d ix o ; Jesu-Christ« lo confirmó en el C ie lo ; y los Soberanos Pontífices, que son sus V icarios lo tienen declarado sobre la tierra. Y a no me admiro d e l zelo que se ha visto siempre en todo el pueblo christiano en vestirse esta librea de M aria. Y a no me adm iro que los Pantifices Soberanos, los G regorios, los U rbanos, los Inocencios acudan á incorporarse en la Confraternidad del Carm elo; que los R e y e s , y Monarcas ínas celebres de E uropa, y aun de la A s ia , los Luises, los E duardos, los F elipes, los Teodosios, los Artem ios, acudan á alistarse baxo las banderas de M a ria , y honrar -SU real purpura con su vestido; que los sabios mas ¿lustrados, los B aronios, los Berlarm inos, los Tritem ios, vistan el Escapulario, y den su nombre á esta gloriosa Confraternidad. Y a no me adm iro, que los hombres mas grandes del mundo se hayan hecho un particular honor de tener parte en este tan seoalado distintivo de los hijos de M aria. N ada de esto me admira. L o que me adm ira es, ver á tantos Christianos blasonar pertenecer a la V irg e n , y hacerse una particular gloria de hallarse cnoblecidos con su librea, y vestido; y no cuidarse llenar sus deberes, é imitar sus virtudes.

U na virtud hipócrita no es digna del ehristlanismo, y mucho menos de los que se pceciaq gef hijos de esa Soberana R eyna. M aria Santísima se ha sefíaiado coa

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( 2 6 ) ^

nosotros, y parece'que ha. empeñado á nuestro favor todói el poder de su Hijo. Compareció en el C a rm elo ; no5 tra>- xo del Cielo e l Santo- Escapulario ; nos lo. entregó colmado* de sus. virtudes , de sus gracias , de: sus propios méritos, jr b^jcnas obras. Se puede d e c ir , que en esta ocasion se verificó lo que dixO' I s a i a s q u e la justicia, estableció su trono sobre el Carmelo : Ju stit ia m Carmel s eá eb it : (4 1) por que la Santisimai V irgen hizo brillar en él su justicia, y santidad.. Esta piadosa M adre mostró el Escapulario,, y a consagrado con, sus. virtudes y y méritos á su Santí­simo Hijo 5 suplicándole que aquel vestido fuese para no­sotros un. caracter det salvación: Signum. salutis. : un es­cudo para, los p e l i g r o s Salus. in p e r i c u l i s una sefíál de nuestra predestinación eterna :• In quo quis moriens aeter-^ num non patietur incendium,. L a voz. de los prodigios ha publicado en todo- tiempo estas bondades, de. tan dulce M adre ,. estos rasgos admirables de su protección, y rea­lizado. la. verdad de, estas, promesas. ¿M as nos. haremos nosotros acreedores a ellas sino vestimos dignamente este habito, sagrado ? P or grandes que sean las gracias del Santo Escapulario que vestim os, por poderosas que: sean, las virtudes que nos ha dexado en, él N uestra San­tísim a M adre ,. es cierto que depende de. nosotros el ha­cerlas efectivamente ú tile s , ó eficaces.. Si la fé sin obras, buenas es muerta si hasta- los. Sacramentos, origen de todas las gracias , exigen de, nosotros., ciertas disposicio­nes para comunicarnos su. gracia ; ¿nos lisongearemos no­sotros ,, que el Santo- Escapulario, realice en nosotros sus. privilegios sin nuestra cooperacion- voluntaria , é inde­pendiente de nuestras disposiciones?. Lejos^ sean de no­sotros estas ideas del espiritu^ de error. La, confianza que debemos tener en M aria Santísima deL C a r m e n l a . con­fianza que el Santo Escapulario nos infunde es christiana, y v irtu o sa , no presuntuosa, ni t e m e r a r i a n o debe ser opuesta á. nuestra, vigilancia y ni al temor de D io s; sino

(4 1) Isa. 32 V. 1$.

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(2 7 )que debemos cooperar por nuestra parte para recibir los efectos de su v irtu d , y de »u poder.

V éd los sentimientos, que quisiera yo dexar gra- X’ dos en vuestros corazones, para que sea pura vuestra devocion, y digna de esa gran Señora, y para que os hagáis acreedores á las gracias vinculadas en el Santo Es­capulario. E s nuestra M adre: ¿ y no nos portarémos no sotros como hijos? N os presenta en su Santo Escapulario- una prenda segura de su proteccionr ¿ y renunciarémos nosotros á esta protección todo, poderosa, desmintiendo con nuestra conducta lo que exteriormente publicamos llevando la librea de Maria?. Vistámonos de la Santísima V irgen al modo que Saa Pablo exhortaba .4 los fieles de Rom a se vistiesen de Jesu-Christo í .es d e c ir , formémo­nos sobre sus sentimientos,, imitémos sus virtudes. ’ jU ii hijo qué otros, sentimientos debe tener, que los de sus tiernos y amorosos Padres?, ¿Qué otra norma debe to­mar para e l arreglo de sus costum bres, y de su. vid'a, que las virtudes chrístianas y religiosas que vé; resplan­decer en ellos? Si : os diré yo con el A postol; vestios del Santo E scapulario como hijos, de la V irg e n , como esco­gidos de Dios i InJuite voS' sicut electi D ei (42). Vestios d el precioso ropage de todas las virtudes: de entrañas tle m isericordia, de dulzura, de benignidad de despre­cio de si m ismo, de m odestia, de ju sticia , y de toda santidad: Viscera mistrkordi(S\^ henignitatem^ humilitatemy modestiam , caritatem^ E»te.- es e l medio de parti­cipar de las bondades de tan dulce M adre estas son las disposiciones en que se- debe hallar nuestro corazon, para que pueda p ercib ir, vistiendo el Santo Escapulario, los efectos prodigiosos de su protección todo poderosa.

“Este es tam bién, devotos de M a r ia , el modo de desa­graviar á esta Sefíora de los ultrages que recibió en esa Imagen Soberana: pues jamas apreciará un culto que no vaya acompañado, que no lleve consigo el caracter de

(42) Epi$. ad colo«. c. 3-

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(í§)U verdadera devocíon , y aquel .espíritu de religión que debe briiiar en todos los obsequios que rendimos á tan dulce M adre. j Y ya son estos nuestros sentimientos?

j G ran Dios ! V os los comunicareis á nuestro es­píritu , V os los gravareis sobre nuestro corazon. N os habéis mirado con ojos tan cariñosos, ¿ y ahora nos ha­bíais de abandonar ? O y qué grande , qué magnifipo os habéis portado con nosotros ! Nos habéis dado en M aria Santísima del Carmen una M adre tierina, y com pasiva, nos habéis dado por medio de ella en su Santo Esca­pulario una prenda segura de su protección. ¿Y no roas esto, Señor? A h ! que nuestra gratitud nos empeña nuevamente en repetirlo, y publicarlo] R oaipiste, Señor, rompiste nuestras cadenas: Dirupisti^ Domine vincula mea. (43) Ha­béis m udado, y de una manera prodigiosa, -en un goz(j sólido naestro llanto: Convertisti planctum meum in gau- dium mihi. Habéis hecho pedazos, habéis rasgado el ves­tido de ignominia^ que en medio de nuestra esclavitud nos cu b ría , y nos habéis rodeado de alegría^ volviéndonos á nuestra antigua libertad : Conscidisti saccum meum , et circundedísti me Im itia (44). j Y qué hemos de hacer ahora, buen D ios? ¿Cómo corresponderá á tan insignes .bondades nuestro agradecido coraxon ? Ofreciéndonos á V e s en sacrificio: sacrificándoos un sacrificio de grati­t ud, y de alabanza: T ibi sacrificaba hosfiam laudis» Pu- blicaré.iEOs vuestras bondades, ensalzarémes eternamente vuestio Santísimo K.ombre, y el Nombre dulcísimo de vuestra M adre , baxo cuy^ protección caminarémos se­guros por las sendas de nuestra santificación en esta vida, para tener despues la dicha de veros, y gozaros eter­namente en la gloria. Amen»

( 3) Ps. I lg V. 7 (44) Ps. 29. V. 13 .

o. s. c . S. R. E,

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